Está en la página 1de 228
La autora explora las proyecciones inesperadas de las palabras en el reino dela salud y la enfermedad, tratando de recobrar sus raices, su historia, y las connotaciones sociales y emotivas que irradian. Etimologias, eufemismos, ambivalencias y transformaciones seménticas construyen un camino donde aparecen, entre otros, Rilke, Sontag, Foucault y Tolstoi, acompafiando la pregunta sobre el lenguaje del sufrimiento y la cura Ivonne Bordelois Contenido 1. Allector 2.Alrescate de la palabra en el mundo médico 3.La enfermedad 4.Los enigmas de la salud 5.Conclusion Fundacion SOLE ccION &Medifé criticas Bordelois, Ivonne Ala escucha del cuerpo / Ivonne Bordelois. -1a ed revisada, - Ciudad Auténoma de Buenos Aires : Fundacién Medifé Edita, 2018. 232 p.;20x 14 cm. -(Lecturas criticas; 1) ISBN 978-987-46843.4.9 1 Filosofia del Lenguaje. 2. Salud. Titulo. cop 410 ©2018, Fundaci6n Medifé Edita Fundacién Medifé Edita Direccién editorial Fundacion Medifé Editora Daniela Gutierrez Directora de Colecci6n Lecturas criticas Daniela Gutierrez Equipo editorial Gina Piva Lorena Tenuta Laura Adi Disefio coleccién Estudio ZkySky Disefto interior y diagramacion Silvina Simondet www.fundacionmedife.com.ar info@fundacionmedife.com.ar Impreso en Argentina. Hecho el deposito que establece la ley 11.723. No se permite la reproduccion total 0 parcial de este libro, ni su transmision en cualquier forma o por cualquier medio electrénico, mecénico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor. Esta tirada de 100 ejemplares se termind de imprimir en el mes de noviembre de 2018 en Latingrdfica, Rocamora 4161, CABA, Indice Al lector. Al rescate de la palabra en el mundo médico. La enfermedad. Los enigmas de la salud. Conclusi6n. 153 223 A los doctores Lowijs Perquin (Valeriuskliniek, Amsterdam) y Roberto Salgado (CEMIC, Buenos Aires), a quienes debo algo més que la salud. Al lector Este libro se propone desplegar una tentativa de blanqueo de la palabra en el ambito médico: la revaloraci6n de su necesidad y vigencia, No hu- biera sido posible sin la amistad y el apoyo de mi editor, Leopoldo Ku- lesz, y de un grupo de médicos amigos que desde el comienzo alentaron el proyecto y aportaron preciosas informaciones y orientaciones para su desarrollo, Aqui resultan insoslayables los nombres de Daniel Flich- tentrei, Francisco Maglio, Luis Chiozza, Florentino Sanguinetti, Carlos Bruck y Luis Kancyper, cuyo entusiasmo y compafifa animé el largo tra- yecto. Mi agradecimiento a todos ellos y a Miguel Mascialino, aparce- ro excepcional que proveyé de claves fundamentales y contribuyé con materiales tan abundantes como sustanciosos a la escritura del texto. Soy consciente de las limitaciones de una tarea como la que he em- prendido. Y asi quedan para futuras ediciones 0 publicaciones temas tan esenciales como la atmdsfera verbal que rodea la aparicién del sida y su desenvolvimiento, el léxico de la medicina en las orientaciones al- ternativas, el lenguaje médico en las etnias originarias de nuestro pais, I boristeria medieval en boca de las llamadas “brujas”. Hay un tiempo para sembrar, y otro para evaluar lo que queda por cosecharse. Es mi esperanza que este texto se reciba como una tenta- tiva abierta, propicia a la continuidad, sujeta a correcciones y amplia- ciones, y que ante todo sepa despertar, tanto entre médicos como en el puiblico general, el fervor por una renovacién de la palabra médica, tan necesaria, en los tiempos presentes, para sostener la salud de una sociedad amenazada por la afasia colectiva. s palabras con que se desarrollaron u ocultaron las virtudes de la her- Al rescate de la palabra ; lo médi La palabra es el eje fundamental de nuestra vida de relacién. De pala- bras estan hechos nuestros compromisos afectivos, politicos, vitales. Pero la palabra que se intercambia en la entrevista médica viene ro- deada de ansiedades y dudas: existe una situacién de riesgo fisico a la que se agrega el riesgo del malentendido entre médico y paciente, que pueden compartir el mismo lenguaje, pero quizas no un mismo cédigo que los comunique plenamente. Los ejemplos de malentendidos que circulan en el lenguaje de la salud acuden en cantidad. La palabra cancer se encuentra tan expuesta a un ominoso tabi, que un cancer de colon resulta dificil de anunciar, cuando la glucemia, en porcentajes, tiene un riesgo de muerte mas alto. Se trata de representaciones atavicas, productos de la mala informa- cion, que es urgente despejar. Hablamos constantemente de nutricién: nutrir significa dar un por- centaje de hidrocarburos, proteinas y otras sustancias debidamente proporcionadas a un objeto animado, planta, animal o persona. Pero no- sotros no nos nutrimos solamente: somos co-mensales, porque comer alrededor de una mesa es un acto eminentemente social. El sym-posio griego celebra el acto de la bebida conjunta. Desde esta perspectiva, no es que los anoréxicos o los bulimicos fallen en su nutrici6n: fallan en su comensalidad, en su simposio: eso es lo que hay que considerar, lo que conviene transmitir. ALA ESCUCHA DEL CUERPO Los estudiantes de medicina aprenden cinco mil palabras nuevas en el primer aio de su carrera, cuyo origen y significado en su mayoria desconocen. Este vocabulario masivo, en vez de fortalecer y ampliar su conciencia profesional, acttia muchas veces como una muralla abru- madora, una pantalla opaca o un sistema de pasaje que los convierte en hablantes y habitantes de un dialecto hermético, separados del resto de la sociedad, poseedores de un secreto que les confiere a la vez poder y lejania; en suma, los conduce a la alienacién. Ala jerga del oficio se une una tecnologia muchas veces intimidante: un lenguaje de rayos, tubos, neones y metales se propaga entre la heri- da y el que la sufre. Fl hospital -etimologicamente- es sitio de hospe- daje, pero también, muchas veces, un recinto de alienacién y hostilidad. Un factor crucial y agravante en el incremento de la incomunica- ci6n entre médicos y pacientes es la perentoria exigencia de las prepa- gas y mutuales, en cuanto a pautas de atencién a los pacientes cada vez mas breves. Este es un rasgo evidente de la proletarizacién de los mé- dicos, obligados por este sistema a trabajar a destajo. Le Breton sefiala que nuestra medicina no toma en cuenta el tiempo del hombre, como la oriental, porque es una medicina de urgencias. El apuro al que se ve compelido el médico, la ansiedad del paciente que exige el antibiético o la pastillita, conspiran contra la palabra, esa palabra que es a la vez diagnéstico y terapia. Cuando llega a la guardia alguien que se queja de un dolor de pecho, el electrocardiograma no arroja siempre el resulta- do en su debido tiempo; vale mas entonces que se pregunte quién es el enfermo: un diabético, un esquizofrénico, un cirrésico, ete., noticias fundamentales para orientar y decidir el tratamiento. Una simple infor- maci6n verbal establecida oportunamente puede en estos casos salvar una vida. Las pocas palabras que puede intercambiar un cirujano sagaz con su paciente, deducidas de su historia clinica, sus datos personales y su presentacién verbal ante el médico son acaso mas fecundas en la vida de este que la operacion mas admirable. El psicoanilisis hace de la palabra y de su escucha el resorte funda- mental del tratamiento. Los antiguos supieron que la palabra cura. Des- de los chamanes y los magos de Oriente, que practicaban y practican sus formulas magicas, al centurién del Evangelio (“No soy digno de que entres en mi propia morada, mas di tan s6lo una palabra...), existe una conciencia del poder benéfico del verbo sobre la penuria humana. Pero en el camino del tiempo, en atencién al progreso y a la ciencia, el ojo clinico desplaza y sustituye la voz, la intimidad del tacto que establece la confianza entre médico y enfermo. “En los hospitales la gente se muere de hambre de piel’, dice Wal- ter Benjamin. Al pasarse de la mano al ojo se pierde la sensaci6n de la piel sobre la piel, algo que ya, en si, es terapéutico. Tan perdida esta esa costumbre que en la actualidad, quienes todavia la aprecian en el Ambito médico, ordenan efectuar, y preservan, un moldeo de manos de médicos viejos que acostumbraban palpar a sus enfermos. Evidentemente, se trata de un sistema dificil de cambiar. Pero tam- poco dudamos de que en el estado actual de la medicina es imperioso preguntarse qué pierde el médico y qué el paciente cuando pierden la palabra. Los costos de la profesién médica, que muchos consideran todavia una esfera de privilegio social y econémico, se van volviendo excesivamente elevados en el sistema actual. El grupo médico no es precisamente un modelo de armonia psiquica ni de comunicacin so- cial exitosa: entre nosotros, los médicos se infartan cinco afios antes que el resto de la poblacién, se divorcian nueve veces mis y tienen una tasa mucho mis alta de suicidios. No nos parece extravagante suponer que, entre los factores que han convertido la medicina en una profesién de alto riesgo, se encuentre en un lugar destacado la pérdida de una conexién valida y profunda con la palabra, tanto en el plano del monélogo interior que acompafia los vaive- nes de la sensibilidad del médico (expuesto cotidianamente al sufrimien- to oa la esperanza), como en el del didlogo auténtico con los pacientes. No cabe soslayar la intensidad de frustraciones y sentimientos de impo- tencia y de culpa —conscientes o no- que esta carencia basica genera. Es importante entonces para todos nosotros que los médicos se pregunten acerca del lugar desde donde hablan, y puedan averiguar qué efectos tienen sus palabras en la vida de sus pacientes; es impor- tante para estos sentir que pueden compartir el lenguaje de los médi- cos, transmitir con fuerza y claridad el suyo propio, y medir el aleance de sus palabras entrando en un dialogo personal con ellos que se ajuste 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO a las reglas de un juego leal y estimulante. Y es necesario para el ciuda- dano comin, médico o enfermo, reflexionar acerca de cémo términos tales como prevencién, prepagas, estado terapéutico, etc., se han ido instalando de un modo tan paulatino como poderoso en el vocabulario colectivo, sin que se examinen muchas veces los supuestos beneficios y progresos que estas nociones, no siempre saludables, implican. Este libro, sin pretensiones de exhaustividad, se orienta a una re- flexién acerca de las dificultades, riquezas y enigmas del lenguaje en la medicina, un Ambito en el que las palabras conllevan una resonancia sumamente especial, ya que se entrelazan con los dominios de la vida y la muerte. Nuestro destino se ha ido formando al calor, al color, al sabor de palabras que nos Ilegaron en momentos cruciales de nuestra exis- tencia, y el encuentro médico es ciertamente uno de estos momentos. Ahondar la relaci6n entre médico y paciente a través de una conciencia mas plena del lenguaje, de modo que su contacto no se restrinja exclu- sivamente a la enfermedad nia la salud, sino también a un conocimien- toy crecimiento mutuo, algo que nos vaya llevando a todos a una trans- formaci6n vital: ese es nuestro propésito en las paginas que siguen. éQué puede decir el lenguaje acerca de la me Al internarnos en la reflexion que nos proponemos, descubrimos que no slo se trata de curar con palabras, sino de curar y de cuidar las pa- labras mismas que se relacionan con la curaci6n, del mismo modo que se estudian y cuidan los instrumentos que rodean la cama del enfermo. Una notable ilustracién de esto la ofrece la palabra estetoscopio, instru- mento inventado en 1816 por René Laennec, que retme dos elementos griegos: stéthos (pecho) y skopeo (mirar). Sin embargo, como lo advierte sagazmente Héctor Zimmerman, el médico que aplica un estetoscopio no esta mirando en principio el pecho del paciente, sino que debe estar escuchandolo, palabra que proviene precisamente del verbo auscultar y que en latin significa, hermosamente, “escuchar con el oido inclinado” En la palabra, la mirada desplaza al oido; en la realidad, el médico entra en proximidad con el pecho del paciente para atender su ritmo vital. En este ejemplo, la etimologia estudio de los origenes de la pala- bra; en griego, etymon significa: lo que es, lo cierto- suministra los ele- mentos del significado, si bien la interpretaci6n practica nos aleja del sentido sugerido por el término. En general, en el origen de las palabras que se relacionan con el mundo médico, y en las transformaciones que sufrieron con el tiempo, es posible ver las alternativas de lucidez y opa: cidad que fueron incorporando las nociones que en ellas se encierran, y es posible asimismo intuir ciertos desarrollos de la historia misma de la medicina. Cuando, por ejemplo, nos enteramos de que placebo es un término que se relaciona con complacer, empezamos quiz4 a entender -o a sospechar- las complejidades y complicaciones de esta palabra, y el espiritu del método que implica. Si advertimos que médico tiene lingiiisticamente algo que ver, en su origen, con meditacién y con mo- destia, podremos preguntarnos cuales fueron los meandros lingiisticos dos. ignifica remontar a sus € histéricos que disociaron en gran medida esos significa Recuperar el primer sentido de las palabrz origenes, que en una misma lengua pueden ser miltiples, ya que los idiomas que se hablan modernamente descienden de muy diversas len- guas. Terapia, por ejemplo, es una palabra de origen griego; medicina viene, en cambio, del latin. Ambas, como veremos mas adelante, impli- can aproximaciones muy distintas al mundo de la curacion. Para entender cémo se constituye y trabaja la etimologia, diremos brevemente que en algunos rasgos de su estructura, y en la mayor par- te de su vocabulario, el castellano deriva del latin -como el francés, el italiano o el portugués-, pero a su vez el latin entronca con otras len- guas - todas ellas en su conjunto descienden de una lengua hipotética que s que conforman los grupos eslavos, germAnicos, celtas, ete.~ y habria sido el nticleo comtin de todas ellas, dadas las innegables co- rrespondencias que presentan estas ramificaciones. Esta lengua madre se llama indoeuropeo, y ha sido estudiada a partir de fines del siglo xviii por lingtiistas avezados, que formularon las leyes de correspondencia entre las diversas lenguas derivadas, y elaboraron los valiosisimos dic- cionarios y estudios que poseemos. La etimologia nos enseia asocia- ciones de sentido que fueron perdiéndose en el tiempo, y que resulta sumamente interesante e instructivo recuperar. 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO Otro campo que necesitamos recorrer es el de las definiciones. Mu- chas veces ellas nos proveen de un panorama histérico y critico, que ilumina una linea general de evoluciones y cambios -a veces drasticos- en la comprensi6n de algunas palabras cruciales. A veces, guardando la misma sustancia fonética, las palabras que aparecen en el mundo mé- dico van cambiando sus significados. La melancolia (bilis negra) no era la misma en tiempo de los griegos y en épocas freudianas. La palabra salud ha ido recibiendo, a medida que se abren paso nuevas corrientes ideolégicas, distintas definiciones y contenidos, como lo veremos con cierta extensién. Lo mismo ocurre con las acepciones y cambios en la palabra enfermedad. Personas de distintas generaciones y ambitos pue- den usar estas palabras creyendo comprenderse, sin advertir hasta qué punto difiere su alcance entre los diferentes interlocutores. Starobinski sefiala que el lenguaje cientifico, sobre todo en medi- cina, estuvo durante mucho tiempo ligado al diccionario y a términos heredadbs. A veces, es dificil armonizar la mirada del fildlogo y la del médico sobre un texto médico, Pues tomar conciencia de la organiza- cién de un discurso que se desarroll en una cultura del pasado, com- prender el papel de una palabra en la organizacién de ese discurso, es a la vez entender la imposibilidad de hacer coincidir esa palabra con el sentido que le dariamos hoy, y es, por lo tanto, despertar un escepti- cismo saludable. Textos canénicos y diccionarios clésicos nos ayudaran en esta ta~ rea. También acudiremos a la lexicografia comparada. En castellano, por ejemplo, no existe, como en inglés, la interesante distincién entre sickness, illness y disease, lo cual no significa que carezcamos concep- tualmente de las necesarias distinciones que estos términos implican. Muy rico es el dominio de la metéfora, es decir, las asociaciones que nos llevan de un solo salto a la intuicién de contactos inespera- dos entre diversos ambitos. Por ejemplo, el hecho de que hablemos indistintamente de la remisién de los pecados y de la remi enfermedades, la coexistencia de purga como laxante y del purgatorio como antesala del paraiso, donde se expian las culpas, da mucho que pensar. Nos sorprender asimismo descubrir que los médicos pudie- n de las ron alguna vez llamarse sastres en griego, y enterarnos de que con el nombre alguna vez destinado a los médicos pasaron a designarse las sanguijuelas en inglés. Hay que notar que la terminologia indoeuropea relacionada con la medicina se diversifica muy notablemente en el tiempo y en el espacio, a través de las distintas culturas que pertenecen a ese ambito. No es lo habitual; en general las lenguas indoeuropeas tienen familias de pala: bras con raices comunes fuertemente persistentes, en particular en los temas relacionados con la estructura, la supervivencia y la cultura del grupo: familia, autoridad, religion, guerra, etcétera. La situacion de diversidad en el lenguaje médico, sin embargo, es la que se observa constantemente cuando se trata de temas “dificiles”, asociados con nucleos sensibles desde algin punto de vista, es decir, angustiantes, inspiradores de temor o de vergiienza. Los nombres de la sangre y de la locura, por ejemplo, suelen cambiar o variar drastica- mente de lengua a lengua. Lo mismo ocurre con los de la muerte o los de la mano izquierda, que se percibe como inepta o extrafia. Todos ellos son temas tabties en mayor o menor medida, “cargados”, asociados con fuerzas magicas, o con sentimientos ominosos o de impotencia. Los eufemismos y tabties pretenden disimular entonces los inevita- bles acontecimientos que alcanzan a nuestro cuerpo. Hablar de alguien como fallecido, finado, difunto u occiso, nos aleja de la franca brutali- dad de reconocer a un muerto como tal. Estar mal de los pulmones no es lo mismo que ser tuberculoso. Al prohibirse o reprimirse la expresién de un término conflictivo, los eufemismos que lo reemplazan van variando de una regién a otra, y también suelen renovarse con relativa frecuencia: de este modo se acrecienta la variedad de palabra s que se refieren a un mismo campo conflictivo. Por eso el estudio del vocabulario médico, ya sea desde el punto de vista etimolégico o comparativo, reviste cierta complejidad un tanto excepcional, y depara al mismo tiempo no pocas sorpresas. Ese es precisamente el desafio, ya que ofrece a la vez un campo de in- formacién y ensefianzas que no podemos soslayar. 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO La medicina y su relacién con otras ciencias Naturalmente, tanto las definiciones como las etimologias, eufemismos y metaforas que iremos recorriendo ponen de relieve muchas veces las ideologias y los sistemas que las sostienen. Por esto, aunque no pre- tendemos ofrecer un tratado de filosofia ni de ética, incursionaremos a veces en el pensamiento critico de los pensadores clasicos y contem- poraneos que reflexionaron sobre estas materias. Asi nos acompafia- ran, entre muchos otros, Platén y Lain Entralgo, Nietzsche y Foucault, Canguilhem y Sontag. El giro filoséfico de los tiempos, asimismo, apunta a una reflexion cada vez mas abarcadora acerca de los poderes de la palabra. El pos- modernismo, que significa un quiebre en la tradicién racionalista de la filosofia, la historia y la politica, conduce a una mayor atencién por el lenguaje, que permanece como realidad indiscutible y eficiente. Pero las ciencias “duras” reclaman perfecta transparencia, clari- dad y univocidad en la definicién de sus términos, tales condiciones no se cumplen en la medicina. Esta apertura a la ambivalencia, propia de nuestro tiempo, sefiala que lo inequivoco no existe en ese terreno. Y esto implica, a su vez, la necesidad de un extremo cuidado, porque la amplitud o vaguedad de ciertas designaciones pueden afectar directa- mente al paciente. Los contactos entre medicina y lingliistica son mas frecuentes y sig- nificativos de lo que parece. Ciertas palabras clave ~como semiologia 0 signos- se encuentran en ambos territorios, si en reciben distintas definiciones, como cabe esperar, pero no es imposible detectar en ellas un interesante origen y destino comin. La medicina se adentra en los misterios de la biologia y el cuerpo, y la lingiiistica en aquellos de la p: labra y el significado, pero ambas tienen una clara conexién en cuanto a sus métodos de desciframiento y anilisis. La sintomatologia, que esla- bona las distintas sefiales de la enfermedad, se asemeja a la sintaxis, que trabaja las relaciones entre las palabras, y mientra la anatomia estudia los organos en sus formas, la morfologia hace lo mismo con las palabras. También son relevantes los contactos entre medicina y literatura. El hecho de que el anico premio oficial concedido a Freud no proviniera del mundo médico sino del literario prueba cémo las fronteras entre la sensibilidad médica y el espiritu que adivina los repliegues mas felices del lenguaje resultan a veces indistinguibles En sintesis, nos valdremos en este proyecto de la etimologia, el anilisis de los cambios hist6ricos que sufre el significado de ciertos términos centrales en la medicina, el estudio y comparacién de las pa- labras y metaforas asociadas a términos médicos en diferentes lenguas, y la interpretacién de eufemismos y tabites que ponen en evidencia las fuerzas muchas veces implicitas que se mueven en el mundo de la ciencia y la practica médica. Otro terreno que exploraremos es el de la comunicacién concreta entre médicos y pacientes, los problemas deri- vados del hermetismo que a veces alcanza el lenguaje médico, y las difi- cultades y distintos tipos de represién e ignorancia que a veces aquejan a los pacientes en la presentacion verbal de sus males. Proponemos entonces una toma de conciencia de la riqueza de los términos que utilizan tanto profesionales de la salud como legos, pero también de las carencias, las discriminaciones y las parcialidades que a veces implican. El lenguaje no sélo es una facultad que nos permite hablar; es pre- ciso que entendamos que él mismo nos habla, desde una sabiduria espontanea, popular y ancestral, en la que estén contenidas visiones e intuiciones que también conviene auscultar. Antes que un enfoque enciclopédico, entonces, nuestro intento es el de ejemplificar y propor- cionar ciertas pautas con respecto al conocimiento y el manejo de las formas de comunicacién que pueden volver mas transparente y fluido el contacto mutuo de medicina y poblacién. La calidad del desempeno de la medicina en un pais es una senal inequivoca del estado de su sociedad, de sus fobia ambiciones y sus fracasos, de sus limites y posibilidades. Por eso la re- flexion sobre el significado, el poder y los alcances de la palabra médica se vuelve necesaria. La tarea de “cuidar a los que nos cuidan’, como propone Daniel Flichtentrei, podria comenzar con el ensanchamiento y enriquecimiento del don de comunicacién en ellos mismos. Nuestros destinatarios, por lo tanto, son aquellos médicos y pacientes que, acaso sin saberlo, perciben la belleza y la energia de la palabra humana, y la s y sus metas, de sus 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO perentoria necesidad de compartirla con todos, en didlogos cada vez mas auténticos y mas vinculantes. Genealogia del cuerpo La ciencia dice: el cuerpo es una maquina. La publicidad dice: el cuerpo es un negocio. El cuerpo dice: Yo soy una fiesta Eduardo Galeano Desde que la posmodernidad ha descubierto el tema, de cuerpo y cor- poralidad hablan sin cesar las publicaciones académicas, feministas, psi- coanaliticas y de critica literaria con las que conversamos cotidianamen- te. Pero si nos internamos un poco en la historia de la aparicién de este tema, es sdlo después de la muerte de Dios, la muerte de las ideologias, la muerte de la historia, la muerte del autor y la muerte del sujeto, que nace el cuerpo: un nacimiento que ha requerido demasiadas muertes previas para no resultar sospechoso 0 por lo menos, cuestionable. Resulta nece- sario entonces interrogar al cuerpo como acusado y como victima, como sujeto y como objeto de la tematica contemporanea; como tema central e incontestable de nuestra cultura y de nuestra vida cotidiana. Pero preguntémonos, para empezar, por la identidad de este cuer- po: gcual es el cuerpo que nace en el tercer milenio? No, por cierto, el cuerpo clasico, heredero de la serenidad griega o de su vertiente dioni- siaca -siempre, sin embargo, relacionado con los dioses: ni el cuerpo medieval, instrumento de automortificacién y de salvacién del alma in- mortal, o bien esplendor de la Dama exaltada por los trovadores pro- venzales; tampoco el glorioso cuerpo renacentista, medida aurea del universo; ni el cuerpo romantico-victoriano, entregado a la tuberculo- sis o al ensuefio sexual frustrado; ni, por dltimo, el cuerpo de la Revo- lucién Industrial, pura m4quina en beneficio del desarrollo capitalista. Quien nace, este de quien ahora hablamos, es el cuerpo contempo- raneo, el cuerpo desacralizado, experimentado, explotado y torturado en los campos de concentracién; y es también el cuerpo brotado de la revolucién sexual que se va cumpliendo en Occidente ya en los primeros afios del siglo xx, con el advenimiento del psicoanilisis, el cuestiona- miento de la moral cristiana y las grandes sacudidas socioculturales que se generaron a partir de las guerras mundiales y de la emergencia de la mujer como sujeto auténomo. También es el cuerpo surgido de los adelantos de la medicina, que permiten, entre otras cosas, el cre- cimiento de la estatura de los japoneses y la admirable perfeccién ma: siva de los cuerpos nérdicos, en muy pocas generaciones; el cuerpo que inspira los deslumbrantes progresos biolégicos del intercambio de érganos, extendiendo la vida de los otros mis alld de nuestro propio plazo; pero también el cuerpo expuesto a los ambivalentes valores de la genética selectiva Ese es el cuerpo que irrumpe en la imagen y el lenguaje diario, que invade la TV, el cine y la literatura contemporanea: un cuerpo que se afirma en su progresiva desnudez y en una perfeccién obsesiva por su propia adhesién a las leyes del mercado. Un cuerpo que -reconozca- como lo dice José Mainetti, no obedece tanto a la causa de Narciso como a la de Pigmalion. Por moslo- ha sido vapuleado en extremo y que, una parte, el cuerpo que han creado y a su vez ha sido recreado por la publicidad, las Barbies, el mundo de las modelos y los modistos, los gimnasios, los jacuzzi, las dietéticas, el deporte y el atletismo, la cirugia estética, la anorexia y la bulimia, la pornografia en Internet. Pero tam- bién, por la otra, el que traduce y descifra nuestros deseos y temores para la medicina psicosomatica, el cuerpo que se interna en lo mas pro- fundo del océano y camina por las planicies de la luna. El cuerpo contemporaneo se ha extendido a través de la cultura y el universo, multiplicando su poder -y su poder sobre nosotros- en inesperadas dimensiones. A pesar de lo que decia Bergson acerca de que “el cuerpo es el érgano de atencién a la vida’, en muchos sentidos nuestro cuerpo se ha vuelto extrafio a nuestra percepcion: como lo dice la antropéloga Paula Sibilia, el hombre ha dejado de ser visto como una maquina cartesiana para transformarse en un sistema de informacién. Porque el culto al cuerpo que se desarrolla en nuestros dias no es un culto a lo organico en él, sino al cuerpo como imagen. 4Cémo dicen las lenguas humanas al cuerpo? Si hay un capitulo in- teresante y poético en la etimologia es aquel que se destina a enumerar 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO las distintas partes del cuerpo proyectandolas en imagenes tan sor- prendentes como significativas. El lenguaje humano ve el cuerpo rela- cionado con los dioses, los animales, las plantas y los astros: desde el punto de vista lingiiistico, el cuerpo es un microespejo del universo. Por ejemplo, axila tiene que ver con eje ~como lo denota su relacién con axial-, pero también con ala. Hubo un momento en la evolucién, en efecto, en que nos separamos de los pajaros, y la axila es la memoria de ese punto de inflexién después del cual ya no hubo retorno. Pero lo primero y ms relevante es sefialar la dificultad de proveer una estirpe para la misma palabra cuerpo, o sus correlatos, dentro de las dinastias etimol6gicas. Fs como si aqui funcionara un tabi, que mu- chos etim6logos declaran o delatan. Acaso no sea excesivamente im- prudente postular, si buscamos las huellas del cuerpo en el lenguaje, que el griego kéramos -arcilla, barro de la tierra, vaso, ladrillo (de don- de proviene cerdmica, barro cocido a alta temperatura)- tenga que ver con la vision del cuerpo humano como una estatua de barro 0 arcilla alimentada por el fuego interior del aliento 0 el soplo divino (el alma). En efecto, la raiz *ker (que no es dificil asociar con corporal, corpo- reo, etc., ya que estas oscilaciones vocalicas son muy comunes en las raices derivadas dentro del indoeuropeo) tiene que ver con el fuego y con términos a él relacionados: hogar, cocina, caliente, hermoso, rojo. Pero también -y aqui abordamos la poderosa ambivalencia del lenguaje *ker se relaciona con carbon y con cremar. ¥ no por azar el griego ké- ramos significa asimismo prisién. De las variaciones de *ker -que da kernel en inglés, es decir, lo cen- tral- resultan, por una parte, el cerebro y, por otra, mediante otro cam- bio vocalico explicable, lo referente a lo cardiaco. Cardiaco viene del griego kardia, palabra que designaba conjuntamente el corazén y el ori- ficio superior del estomago, asi como el estémago mismo. Lo cardiaco, naturalmente, a través del latin cor, es aquello que en espafiol apunta al corazon: de alli también saltamos a palabras como coraza, acorazado, coraje. Puede ocurrir que un organo se designe mediante un aumen- tativo del término original, para enfatizar su importancia. Por ejemplo, corazén proviene del latin cor mas un sufijo aumentativo del espafiol (en oposicion al francés coeur, o al italiano cuore). En la derivacion de la palabra en espaiiol, el aumentativo pareceria haberse escogido para designar el gran corazén de los seres valientes y amantes. ‘the core of the question” es el centro 0 corazén del problema. Cordial sig- En inglés, core también deriva del latin cor y significa centro: nifica “persona de coraz6n" y es miseri-cordioso un corazén que se compadece de los miserables. No parece extrafio, en verdad, que el cerebro y el coraz6n, estos drganos centrales del cuerpo, estén raigal- mente emparentados, a través de *ker, en la fonética etimoldgica. Es decir, el corazén y el cerebro son las emanaciones centrales y vitales del cuerpo, sus 6rganos ms vulnerables y a la vez mas importantes, los. que esencialmente lo representan: lo sabian los antiguos tan bien como nosotros. El lenguaje no esperé a la teoria de la inteligencia emocional para advertir que mente y afectos estan indisolublemente unidos. Concordia, discordia estan también relacionadas con la raiz cor, y asimismo recordar, ya que para la mirada indoeuropea la actividad de la memoria radicaba sobre todo en el coraz6n, como lo prueban el francés par coeur y el inglés by heart. Las metforas relacionadas con los nombres del cuerpo son comple- jas y delicadz sores del inglés body, que se emparenta con nuestra bota o botija de vino; es fruto y simiente en el griego karpés, y embrién en el sanscrito garh. En suma, es lo que envuelve y ala vez lo que crece, en estos ejemplos. En indoiranio hay una raiz krp, que significa a la vez forma y belleza. ¥ no cuesta imaginar que en lenguas de culturas y religiones tan adictas y tan : el cuerpo es lo que contiene el vino, como en los antece- aptas a la representacién de la hermosura fisica de humanos y dioses, el cuerpo sea visto como forma y belleza inmanente y absoluta. No podemos soslayar, sin embargo, la inquietante proximidad entre cuerpo viviente y cadaver que atestiguan diversas lenguas. En holan- dés, lichaam es el cuerpo vivo, y lijk, el cuerpo muerto; pero notemos que ambas palabras se remontan a *lei, raiz indoeuropea que significa- ba algo viscoso y maleable, como la arcilla. En hebreo, lengua integrante del grupo semitico, distinto del indoeu- ropeo, gush significa cuerpo, persona y cadaver, y gush, bloque, terrén de polvo. El cuerpo espaiiol -en una de sus acepciones- y el corpse inglés significan ambos cadaver; y nada mas fuerte que la expresién “cuerpo 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO presente’, que implica, ineludible y siniestramente, “alma ausente, vida desaparecida’. El sentido original de body en inglés era cask -yelmo, ba- rril, casco-, cuyo diminutivo, casket, significa atatid. Ciertas derivacio- nes apuntan al parentesco de las palabras que designan el cuerpo con otras que designan hinchaz6n, tubérculo -lo que se entierra-, tumor, tumefaccién, tamulo y tumba. Pero el cuerpo no es tumba del alma sino de si mismo; es solo pri- sién para el alma, que se escapa inevitablemente de él, como el vino de una barrica 0 el aliento de la boca. Es como silos idiomas supieran y nos dijeran que el cuerpo protege el alma, pero es incapaz de contenerla. Y si el alma huye del cuerpo, es evidente que, aun para aquellos que la niegan, el cuerpo nunca puede escaparse del alma: “Detras del cuer- po no hay nada, pero el cuerpo es esencialmente psiquico” nos dira el prototipo de agndstico y negador del alma, y atin tan eminentemente contemporaneo, Jean Paul Sartre. No parece sorprendente entonces que las lenguas, en su eclosion primitiva, hayan visto el cuerpo desde la perspectiva que mas pudo ha- ber golpeado a los primeros humanos, es decir, desde su precariedad, desde su ser-para-la muerte. Por el contrario, el cuerpo de nuestra cul- tura, el del esperma congelado, desafia los limites y en muchos sentidos niega la muerte. El alma, por su parte, una nocion proveniente de la vision dualista de los griegos, esta relacionada con el aire, con el viento, con la res- piracion. Es psyche en griego -y al decir psy ya nos vemos obligados a exhalar el aire, a relajarnos-; es anima en latin, de alli lo animal, lo animado (notemos al pa sar el sinsentido de decir que los animales no tienen alma). En griego, anémona, relacionada etimologicamente, quie- re decir “flor que se abre al golpe del viento”, El cuerpo se relaciona entonces con el fuego o con la tierra, y el alma con el aire. Y el cuerpo permanece entonces como envoltorio del fuego, de la sangre, del vino, o de su propia corrupcién. Si pasamos a detallar el cuerpo en su anatomia, el pintoresquismo con que el lenguaje nos retrata es insuperable: la cabeza es una taza 0 un tiesto (entre nosotros, mate); el misculo, un pequefio raton (mus en latin; recordemos el mouse electrénico, que también viene de alli); la barriga es una barrica; la pupila, una mufiequita (por la imagen que se refleja en ella). Los testiculos son los pequenos testigos: los roma- nos juraban, no por los libros sagrados, como nosotros, sino colocan- do su mano sobre sus no menos sagrados érganos de reproduccién. Era una manera de asentar lo fiable de su virilidad y también, por su- puesto, un modo de excluir eficientemente a mujeres y eunucos del ambiente judicial. Las metaforas implicitas en estas palabras suelen reflejar una visién a veces humoristica y otras enternecedora y casi maternal de nuestra anatomia, en la que abundan, como puede verse, los diminutivos. Pero también hay una proyeccién césmica en la manera en que el lenguaje espeja nuestro cuerpo, viéndolo entrelazado con el mundo ve- getal, animal y mineral: asi contamos con la palma de las manos 0 la planta de los pies o las patas de gallo; la yema de los dedos que deriva del gemma latino, que significaba tanto brote vegetal como piedra pre- cio La ufia es en griego onix, y de otra variante del mismo origen pro- viene ungula en latin (onicofagia es el habito de comerse las ufias). Por otra parte, de la misma raiz indoeuropea, *nogh, vienen nail en inglés, nagel en holandés, y nakha ra en persa. Las ufias se ven, en los idiomas indoeuropeos, como joyas de 6nix y nacar. Fjemplo notable de interaccién con el mundo vegetal y gastroné- mico es el nombre del higado, que viene del latin ficatum, derivado a su vez, de ficum, higo, porque ya los griegos alimentaban a las ocas con hi- gos para que desarrollaran el higado, al que llamaban iecur ficatum (he- par sikoton en griego): “higado lleno de higos’. Lo notable es que aquello con que se rellenaba el érgano pasé a constituir el nombre del érgano mismo (un procedimiento denominado metonimia). Algunas interesantes sorpresas nos deparan los pliegues etimolé- gicos de la anatomia femenina. Utero tiene una prosapia interesante; se relaciona con el sanscrito udara y el griego ystera y el latin uterus, palabras relacionadas con odre e histeria. Odre es un cuero cosido para contener liquido 0 para ser usado como flotador. La histeria significaba en griego un sufrimiento localizado en la mat colégicas. De otra raiz, *gwelbh, que también significaba vientre, iitero, provienen en griego delphis (delfin, animal cuya forma recuerda la del , sin connotaciones psi- 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO odre). Adelfés es el hermano, o sea el nacido del mismo titero; el prefijo aes aqui copulativo y no negativo. Filadelfia es el amor entre hermanos. El origen indoeuropeo de himen, segiin el diccionario de Pastor, es *syu, que significa coser (de alli deriva el latin suo, coser, que da en es- pafiol sutura). En griego encontramos, como derivacién de la raiz *syu, ymén, membrana. Si pasamos ahora a la anatomia masculina, recordemos que los tes- ticulos para los romanos eran los pequefios testigos. Pene proviene de penis, relacionado etimolégicamente con *spen, pender; y originaria- mente designa la cola que comparte el hombre con los seres cuadra- pedos; pincel, de penicillus (el hongo relacionado con la penicilina se asemeja a un pequeiio pincel), es el diminutivo de penis. Asi, la lengua parece diferenciar drasticamente entre el érgano masculino en estado de reposo y en su accién eréctil, para la que reserva el nombre de falo, derivado del latin phallus, y este del griego phallds, rescatando asi el orgullo masculino. Por lo tanto, la célebre envidia del pene, traducida etimoldgicamente, representaria una peculiar e inexplicable envidia de una cola que cuelga o cae. Es decir, el nombre apropiado para el senti- miento al que apuntaba Freud, si nos atenemos a la realidad linguistica, deberia ser el de envidia del poder falico, propio de todas las zonas ca- paces de ereccién. Fl falo se describe en los diccionarios etimologicos como lo erguido, lo floreciente y burbujeante. La raiz i. e.' de falo, *bhel, hinchar, produce en todas las lenguas indoeuropeas una interesante catarata de verbos y sustantivos relacionados con verbos como hen- chir, holgar o florecer. Para finalizar, es interesante también advertir otro tipo de procedi- miento metaférico, por el cual los nombres de los érganos 0 partes del cuerpo humano se proyectan a objetos inanimados: asi hablamos de la pestaria de la costura, el ojo de la cerradura, el ojal de la blusa, el codo o re-codo del camino, el re-pecho de la ventana, el cuello y el culo de la botella, el frente de una casa, el pulmén de manzana, la boca-calle, el pie de una lampara -contrapuesto, curiosa y finamente, a la pata de una silla-, las arterias urbanas, la lengua y la garganta del rio, las manos de 1. e: abreviatura de “en indoeuropeo”. una calle. Es como si viéramos los objetos y espacios que nos rodean munidos de las mismas caracteristicas biologicas que poseemos, es de- cir, como extensiones de nuestro propio cuerpo. Doble via, entonces, de la corriente metaférica que origina el cuerpo: por un lado, las imagenes que nos lo muestran como modela- do a semejanza del mundo exterior: fuego, polvo o viento; por el otro, modelo él mismo de la realidad que nos rodea, como si el orbe ente- ro se conformara a nuestra fisonomia, y nuestro espacio doméstico, paisajistico y urbano respondiera a las mismas normas que organizan nuestra apariencia fisica. La presencia del cuerpo en el mundo y del mundo en el cuerpo, tal como el lenguaje nos la narra, revela una po- derosa y permanente interaccién, un entrelazado central, indisoluble, de lo humano y lo césmico. No hay ninguna duda acerca del lugar crucial que nuestra lengua asigna al cuerpo, la atencién con que lo dibuja, el cuidado con que lo detalla. El vocabulario relacionado con él lo acerca a la muerte, a la naturaleza y lo diminuto, a la memoria y el sexo. El cuerpo es fuente inacabable de onomatopeyas e imagenes, proyecciones y dichos, gra- cejos e interpretaciones metafisicas. Y puede decirse que el lenguaje mismo representa el primer modelo de escucha profunda del cuerpo, anterior y superior a nosotros, siempre que estemos dispuestos, por nuestra parte, a escuchar al lenguaje mismo como guia de un co- nocimiento delicado, poético y profundo del misterio inagotable de nuestro cuerpo. 10730¥08 ANNOAL ALA ESCUCHA DEL CUERPO éQuiénes curan? Metdforas y devalua: nes Un médico vale por mil hombres. Viada Honra al médico por los servicios que presta, que también a él lo cre6 el Sertor. Del Altisimo viene la curacién, del rey se reciben las dadivas. Ofrece incienso, un memorial de flor de harina y ofrendas generosas segtin tus medios. Luego recurre al médico, pues el Senor también lo ha creado; que no se aparte de tu lado, pues lo necesitas, EL que peca contra su Hacedor que caiga en manos del médico! Eclesiastico 38: 1, 2, 11, 12, 15 Es el lenguaje, principalmente, el que nos permite reconstruir las dis- tintas etapas que ha atravesado la historia de la medicina. Asi, un ca- mino muy revelador se abre ante nosotros si examinamos, a lo largo del tiempo, los nombres de la medicina y de aquellos que cuidan a los enfermos. Desde la esfera de lo maternal y del mundo magico y reli- gioso a la etapa de lo racional e institucionalizado, las palabras mis- mas muestran una permanente evolucién con respecto a quiénes son, desde el punto de vista de la sociedad y sus autoridades, los agentes naturales o legitimos de la actividad que hoy llamamos médica. Este vocabulario es muy sintomatico, ya que esta ligado al incontestable poder que asumen quienes son capaces de preservar la vida de los miembros de su grupo: implica jerarquias, limites, distancias y estilos destinados a proteger y fortalecer ese poder. En lo que sigue, inten- tamos mostrar algunos de los jalones en este recorrido milenario de sabiduria, experiencia y poder. ina y maternidad Un dato indiscutible y cuya relevancia, sin embargo, suele soslayarse en la conciencia social, y aun mas en la historia académica de la me- dicina, es que los primeros cuidados del cuerpo en cuanto a nutricién e higiene, el primer contacto vital y corporal con que el recién nacido cuenta obligatoriamente a su venida al mundo, provienen de su ma- dre. En realidad, desde el embarazo mismo, la atencién materna por la vida venidera implica una toma de responsabilidad permanente y un cuidado por detalles fisicos y fisiologicos muchas veces ajenos al conocimiento de las madres primerizas. En general, sin embargo, un crecimiento en la conciencia biolégica de la madre acompafia el crecimiento de la criatura en su vientre, y la va disponiendo como persona apta para enfrentar las medidas ne- cesarias para lograr un embarazo normal. El nacimiento es un suceso extraordinario, que la acumulacién de cuidados en torno al parto —una circunstancia maravillosa pero también traumatica, por mucho que se la prepare con escrupulosa anticipacién- suele disimular. Quien posee una competencia insustituible para ayudar al recién nacido a reparar y superar el trauma originario es, naturalmente, su propia madre. Son conocidos los casos en que neonates que por una raz6n u otra carecen de la presencia fisica de la madre, aun si estan adecuadamente alimentados y atendidos, se debilitan progresivamente y pueden llegar a morir a causa de la privacién afectiva y del contacto emocional indis- pensable en los primeros momentos de la vida. En ese sentido, la madre es por antonomasia el médico instintivo que inaugura la existencia del nifio y le provee, tanto en lo fisico como en Io afectivo, la estabilidad y el equilibrio suficiente con que afrontar saludablemente su crianza? EI primer amamantamiento, las primeras palabras, los primeros aseos y cambios de panales son ritos nada triviales que marcardn la dificil iniciacién del bebé en una rutina re stauradora, y senalaran asi- mismo, segtin su es stilo, el acierto o las dificultades con que se ira es- tableciendo la relacién materno-filial. Estas primeras ceremonias, tan fisic: como psiquicas, dejaran huellas -no por inconscientes menos poderosas- en la capacidad de confianza con que el futuro adulto en- frentara los cuidados médicos. Los tintes rosados con que se suelen 2 Florencio Escardé, médico argentino apasionado y luchador, llevé adelante en su tiempo una reforma muy discutida, tildada de revolucionaria: internar a las madres con sus niflos enfermos, para que no se rompiera el vinculo afectivo y se beneficiara la recuperacion. Hasta entonces las madres podian visitar a sus hijos internados solo dos horas por dia, de 17 a 19. 10730¥08 ANNOAL

También podría gustarte