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ASÍ MI CORAZÓN

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ASÍ MI CORAZÓN
Apuntes biográficos
sobre Julio Antonio Mella
Adys Cupull y Froilán González

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Edición y corrección:
Jacqueline Teillagorry Criado

Diseño y marcaje tipográfico:


Alexis Manuel Rodríguez, AleMan

Fotos:
Archivo de los autores

© Adys Cupull y Froilán González, 2003


© Sobre la presente edición:
Casa Editora Abril, 2003

ISBN: 959-210-284-8

Casa Editora Abril


Prado no. 553
entre Dragones y Teniente Rey,
La Habana Vieja, Ciudad de La Habana, Cuba
CP 10200
E-mail: eabril@jcce.org.cu
Internet: http://www.editoraabril.cu

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–Agradecimientos–

A Natasha Mella,
a la Casa Editora Abril
y a Jacqueline Teillagorry.
A los mexicanos, René Ortiz,
Edna Aldama y Eugenia Huerta.
A los cubanos, Marta Fernández Montes de Oca,
Carlos Valenciaga, Silvano Merced, Dolores Albuerque
y la Dra. Addis Ortiz,
a la Federación de Estudiantes Universitarios,
la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana,
la Universidad de La Habana
y los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior.
Al Instituto de Historia de Cuba,
al Instituto de Literatura y Lingüística
de la Academia de Ciencias de Cuba.

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¿Cómo puede el Amazonas,
cuando está desbordado,
preocuparse de la conveniencia
que para aumentar su caudal
pueda tener, una nube que pasa
cargada de agua,
si esta se rompe en llovizna?
Así mi corazón

JULIO ANTONIO MELLA

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–Nota al lector–

Estas narraciones te ayudarán a conocer sobre la vida y la


personalidad de Julio Antonio Mella, un cubano que supo
hacer en su momento lo que era más útil a la Patria. Fue
un joven sencillo que no tuvo miedo a vivir. Un joven que,
como vislumbró Martí “se ciñó a la estrella que lo envol-
vió en su manto de luz, y creció, y subió en la sombra, y se
paró en el yugo para lucirla en su frente”. Logró ser in-
menso como los astros y como los hombres que “sienten
como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los
mares y la inmensidad continental”.
Mella tuvo una infancia triste y dolorosa, pero las ad-
versidades no le impidieron ser un magnífico estudiante
que se destacó por tener una vida política muy activa. Lu-
chó porque la universidad no fuera un centro estudiantil
corrupto y por su inteligencia y carisma, fue el primero en
agrupar a los estudiantes universitarios para que reclama-
ran y defendieran sus derechos al fundar la Federación
Estudiantil Universitaria. También fue uno de los funda-
dores del primer Partido Comunista de Cuba, de la Liga
Antimperialista, y de la Confederación de Estudiantes de
Cuba. Soñaba ver unidas a las repúblicas hispanoamerica-
nas, verlas fuertes, respetadas, dominadoras y servidoras
de la diosa libertad. Hoy, su pensamiento y sus sueños an-
dan, hablan y actúan, acompañan a los universitarios, jó-

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venes cubanos, adolescentes y niños que también se han
ceñido a la estrella.
Te contaremos sobre él y verás que sus ideas de amor y
su pensamiento antimperialista son también los tuyos.

ADYS CUPULL Y FROILÁN GONZÁLEZ

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–Nicanor–

El padre de Julio Antonio, Nicanor Mella Brea, nació en


Puerto Plata, República Dominicana, en 1851. Era uno de
los cuatro hijos del general dominicano Ramón Matías
Mella y Castillo, uno de los tres grandes próceres indepen-
dentistas dominicanos.
Tanto el padre de Mella como sus tres hermanos reci-
bieron refinada educación. Nicanor, Ramón e Idelfonso
viajaron a Francia para realizar estudios superiores, pero
Nicanor se dedicó a aprender francés, vestir a la última
moda y acudir a diversas actividades sociales, donde goza-
ba de gran aceptación entre las jóvenes parisinas por su
atractivo físico. Adquirió una amplia cultura en ese país
europeo que influyó mucho en su vida.
De regreso a la República Dominicana, visitó a su her-
mana América, quien vivía en Estados Unidos.
Después, se trasladó a Panamá y allí permaneció una
temporada destacándose por su forma elegante y distin-
guida en el vestir. Sus amigos al conocer que Nicanor con-
feccionaba sus trajes, comenzaron a pedirle que les hicie-
ra los suyos y de esa manera se hizo un experto sastre.
Al regresar a su país se casó con María Mercedes Ber-
múdez Ferreira, hija de una distinguida familia de Puerto
Plata, Nicanor viaja a Cuba y se establece en Colón, pro-

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vincia de Matanzas después, se traslada hacia La Habana,
donde establece su sastrería. Viajaba cada cierto tiempo a
Nueva Orleans para comprar telas y otras mercancías. En
uno de esos viajes conoció a Cecilia.

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–Cecilia –

La mamá de Julio Antonio Mella se llamó Cecilia Mac


Partland y Reilly,1 era una muchacha bella, elegante y de
ojos muy azules, nacida el 26 de julio de 1882 en el po-
blado de Lisuadaragh, a unos ciento cincuenta kilóme-
tros de Dublín capital de Irlanda.
Sus padres Rosa y Tomás eran muy humildes, su infan-
cia estuvo llena de sufrimientos y penurias familiares por lo
que decide, a los diecisiete años, buscar nuevos horizontes
que le propiciaran mejoras económicas. Llena de esperan-
zas, junto a sus hermanas mayores Rose y María, decide
emigrar prometiéndose a sí misma no regresar nunca más
al poblado natal donde había sufrido tanto. Viajan a Nueva
York, donde se establecen inicialmente, y después, van a
residir a Nueva Orleans donde conoció a Nicanor Mella.
Desde el comienzo sintieron una gran simpatía que
culminó en una relación amorosa y la decisión de Cecilia
en 1902 de venir a residir a Cuba.

1
Los datos que aquí aparecen referidos a su segundo apellido y nacio-
nalidad, son los que se suscriben en la inscripción literal del naci-
miento de Cecilia, facilitada por su nieta Natasha Mella Zaldívar, en
poder de los autores. (Todas las notas son de los autores).

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–Lamy–

Nicanor y Cecilia vivieron un intenso amor, él contaba con


cincuenta y tres años de edad y Cecilia veinte, fundaron su
hogar en la calle Obispo no. 67 de la capital cubana. Nica-
nor con Mercedes tenía tres hijas: Celia, Isabel y Josefina.
El primer hijo de Cecilia con Nicanor nació el 25 de
marzo de 1903, a las diez de la mañana en la ciudad de La
Habana.2 Aunque lo nombraron como el padre, Nicanor, y
después sería conocido nacional e internacionalmente
como Julio Antonio Mella, su madre siempre lo llamó ca-
riñosamente Lamy.

2
En la investigación que hicimos para el libro Hasta que llegue el
tiempo, encontramos la inscripción de nacimiento con los datos ex-
puestos y también, la versión tradicional que señala el nacimiento
en el Sanatorio Cuba que se encontraba en las calles de Infanta y
Universidad en la ciudad de La Habana, pero no hemos encontrado
documento alguno que lo verifique.

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–Cecilio–

Tres años después, el 6 de enero de 1906, la pareja tuvo


otro hijo a quien llamaron Cecilio en honor a la madre.
Los primeros años de Lamy y su hermanito transcu-
rrieron felices. Su madre los disfrutaba y los cuidaba con
esmero, de ella aprendieron el idioma inglés que llegaron
a hablar fluidamente.
Nicanor tenía ideas muy peculiares sobre la moral y la
educación de los hijos. Nunca desatendió sus obligaciones
como padre y se preocupó por su bienestar económico
y emocional, pese a su situación establecía un ambiente
de cariño y respeto hacia Cecilia y sus hijos. Nunca rene-
gó de ellos y con su actitud demostró que no eran, para
él, “hijos naturales”.
Cecilio con el tiempo sería el más entrañable compa-
ñero de juegos de Julio Antonio y la persona que lo secun-
daría en todos sus propósitos revolucionarios.

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–Longina–

Cecilia y Nicanor contrataron como empleada a Longina


O’Farrill, una hermosa muchacha negra cuyos encantos
fueron la inspiración del compositor cubano Manuel Coro-
na para su reconocida canción.
Ella atendía a los niños y sin duda determinó por su
carácter, hábitos y costumbres, en su educación. Lamy
pasaba muchas horas acompañado por su madre; pero
con Longina aprendió a conversar en español, el gusto
por las comidas y por la música cubanas. También ad-
quirió una férrea voluntad por vencer los obstáculos.
Cuentan que durante los paseos por la ciudad Longina
los llevaba con frecuencia a la orilla del mar, los enseñó
a nadar y subían las faldas de la colina del Castillo del
Morro. Cuando Julio Antonio se quedaba llorando por-
que no podía subir, la joven le decía: “Sube, sube, tú
puedes, sube” y lo estimulaba a no cejar en su empeño.
También los enseñó a amar el campo, la naturaleza, y a
cuidar los nidos de las aves. Los llevaba por las calles de
La Habana, les cantaba canciones de la época y los pre-
miaba con su comprensión, amor y cariño.

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–“Hijo natural”–

El amor de Cecilia y Nicanor sufrió muchos obstáculos, entre


ellos la incomprensión social que significaba una relación
de este tipo, pero la humedad del clima de Cuba fue lo
más difícil de vencer para Cecilia quien desde su llegada
enfermaba con frecuencia. En 1909 se agravó la afección
pulmonar que padecía y decidió ir con sus dos hijos, acom-
pañada de Longina, a Nueva Orleans para reponerse.
Nicanor dispuso todos los medios económicos necesa-
rios para el viaje pero antes fue necesario inscribir legal-
mente a los hijos. Julio Antonio fue inscripto el 2 de mayo
de 1910, en el Juzgado Municipal del Este de La Habana
con el nombre de Nicanor Mc Partland y Diez. Tomo 17,
Folio 453. Inscripción 449. Ese mismo día inscribió a Cecilio.
Como la ley vigente no permitía que el padre recono-
ciera a los hijos nacidos fuera del matrimonio, acudió con
Cecilia al juzgado y firmó como testigo.

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–Primer viaje a Nueva Orleans–

Cecilia y sus hijos partieron en ese mismo año de 1910


para Estados Unidos. Allí se instalaron en una casa de hués-
pedes situada en la montaña Liberty.
Longina la acompañó y cuidó de ella, de Lamy y Cecilio.
A los cuatro meses de estancia en los Estados Unidos,
Cecilia estaba muy mejorada y decidió regresar a La Haba-
na, pero el clima de la capital cubana comenzó a afectarla
nuevamente. La mamá de Mella descubrió una nueva rela-
ción amorosa de Nicanor que produjo entre ellos discrepan-
cias insalvables y volvió a Nueva Orleans para ingresar en
un sanatorio. Al abrigo del padre, quedaron Lamy, que solo
tenía siete años, y Cecilio que por entonces, tenía cinco. La
separación fue muy dolorosa para la madre y los niños.

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–En casa de la familia Mella Bermúdez–

Una vez que la mamá de Mella se marchó de Cuba, Nica-


nor llevó a sus dos hijos a la casa que tenía con su esposa
Mercedes, quien aceptó cuidarlos y educarlos. Ella fue una
mujer noble, generosa y abnegada que con verdadero amor
maternal los cuidó.
Los protegió con verdadero cariño y ternura. Ella no
estuvo de acuerdo con los nombres que tenían y como era
religiosa, los bautizó. A Nicanor le puso Antonio, por San
Antonio de Padua, del cual era devota, y a Cecilio el de
Nicasio, pues no quería que llevara el nombre parecido al
de la madre.
Al terminar sus estudios en Francia y regresar a Cuba
sus medio hermanas, Celia e Isabel, fueron comprensivas y
apoyaron a la madre en la educación de los muchachos;
pero Josefina, al llegar y enterarse de que los dos medio
hermanos se encontraban al abrigo de la madre, no aceptó
el hecho y se opuso. Mercedes vivió un profundo conflicto,
les había tomado cariño a los niños y no quería separarse
de ellos, Nicanor impuso su voluntad y Julio Antonio y Ce-
cilio se quedaron a vivir en la casa. Entonces fue cuando
Josefina les impuso los rigores de la educación francesa y
comenzaron las discusiones, los malos tratos y la discrimi-
nación. El ambiente familiar era insoportable, la situación
tensa, y los niños extrañaban mucho a su madre.

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–Los colegios de Mella–

La sastrería de Nicanor tenía mucha fama y la familia vivía


de manera holgada, lo que propició que Lamy y Cecilio
estudiaran en los mejores colegios de la ciudad.
Los niños recibieron su enseñanza primaria en la
Chandler College de Buena Vista, en Marianao, y al ter-
minarla fueron matriculados en el Colegio Mimó y en los
Escolapios de Guanabacoa. Aunque Nicanor se preocupó
por su educación y asistían a buenos colegios, eran dis-
criminados y motivo de burlas por su condición de hijos
naturales. Lamy lejos de amilanarse enfrentaba los pre-
juicios y las injusticias que advertía en algunos profeso-
res que disciplinaban, a fuerza de castigos físicos, a los
estudiantes que cometían alguna falta escolar. Por su tem-
peramento y su sentido de la justicia se rebelaba ante los
dogmas que pretendían imponerle.

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–Los soldaditos–

El pequeño Julio Antonio se entretenía cuando jugaba con


su hermano a los soldaditos, quizás porque ya, desde la
infancia, se perfilaba su vocación militar. Años después re-
cordaría “Siempre fueron mis juguetes predilectos los sol-
dados. Los formaba en batallas, hacía planes estratégicos
más o menos infantiles, y vencía a las tropas de mi herma-
no, imponía condiciones de paz, cogía prisionero a su ejér-
cito y un orgullo incomunicable y divino se apoderaba de
mí ante la victoria.
”Estas son las rememoraciones de mi niñez, de mi
niñez dolorosa y mártir. Este era mi único amor y mi úni-
ca alegría.”3
Se divertían mucho juntos, pero a pesar de estos bue-
nos momentos su niñez fue muy dolorosa porque, aun-
que no les faltó nada material, Lamy y Cecilio estuvieron
rodeados de incomprensiones.

3
Adys Cupull y Froilán González: Hasta que llegue el tiempo, Editora
Política, La Habana, 2002, p.141.

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–José Martí en la casa–

En su casa estaban frescos los pasajes de la guerra. Las anéc-


dotas de la épica lucha de mambises contra españoles por
la libertad de Cuba se mezclaban con todo lo que le escu-
chaba a su padre cuando contaba pasajes históricos de las
guerras independentistas de Cuba o de la República Domi-
nicana, o cuando hablaba de José Martí, de las famosas
hazañas militares de Antonio Maceo, de su padre o de su
compatriota el general Máximo Gómez.
Nicanor era un hombre culto y bien informado que
hablaba el inglés y el francés. Recibía los principales
periódicos y revistas de Cuba y seguía con atención las
noticias internacionales. Admiraba profundamente a Bo-
lívar y a Martí, defendía, como su padre, la libertad y
el derecho de los pueblos americanos a la independen-
cia. Era muy aficionado a la lectura y poseía una im-
portante biblioteca. Entre sus amigos se encontraban el
general mambí de la Guerra de Independencia Eusebio
Hernández, y Emilio Roig de Leuchsenring, uno de los
primeros en estudiar, escribir y hablar acerca del impe-
rialismo norteamericano y su intromisión y expansión
en América. Compartía con muchos latinoamericanos re-
sidentes en La Habana.
Su sastrería era visitada por las más importantes perso-
nalidades de la época y en ellas se desarrollaban animadas

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tertulias de contenido esencialmente político. La Primera
Guerra Mundial fue uno de los temas en las discusiones.
Estas relaciones de Nicanor ejercieron influencia, jun-
to a sus lecturas, en la profundización de las ideas martia-
nas y antimperialistas del adolescente, quien se sentía muy
identificado con su padre.

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–De nuevo en Nueva Orleans–

En octubre de 1915, después del fallecimiento de Merce-


des, Josefina se opuso a que los dos adolescentes se que-
daran a vivir en la casa. La situación se hizo insostenible, y
Nicanor decidió alquilar una casa y contratar nuevamente
a Longina O’Farrill para que los atendiera.
En ese mismo año, 1915, viajó junto a su hermano Ceci-
lio a Estados Unidos a reunirse con su madre con quien siem-
pre mantuvieron una comunicación constante. Para esa
época Cecilia Mac Partland estaba casada con un señor de
apellido Hance de quien tuvo tres hijos: Jack, John y Dick.
Al llegar, fueron matriculados en un colegio privado
dirigido por religiosos protestantes en la ciudad de Nue-
va Orleans.
En 1917 Estados Unidos se integró a los países aliados
en la Primera Guerra Mundial. Mella, a pesar de tener ca-
torce años, por su estatura representaba mayor edad y fue
reclutado. Ante el temor de que Julio Antonio fuera en-
viado a la guerra, Cecilia se comunicó con Nicanor, quien
se personó en el Consulado Norteamericano en La Haba-
na, para entregar una copia de la inscripción de nacimien-
to y evitar que lo enviaran al frente de combate.
Sobre ese episodio, Mella narró en una ocasión la si-
guiente anécdota:
“Viví en los Estados Unidos durante la guerra y aun-
que era menor de edad representaba muchos años más.

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Cuando salía, las mujeres me reprochaban que no vistiera
el uniforme y me lanzaban los peores epítetos. Cuando
alegaba mi edad, consideraban que era un pretexto co-
barde. La histeria guerrerista me hizo decidir a alistarme
en el ejército norteamericano, asegurando que tenía los
años que representaba. Un amigo de mi padre le calegra-
fío enseguida sobre lo que ocurría y él, por medio del
Consulado cubano logró rescatarme y regresé a Cuba.”4

4
Nelio Contrera: Julio Antonio Mella. El joven precursor, Editora Polí-
tica, La Habana, 1987, p. 79.

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–La Academia Newton–

Al regresar a La Habana, Cecilio y Julio Antonio fue-


ron matriculados en la Academia Newton, situada en
la calle San Lázaro casi esquina a Águila. Esa Acade-
mia, por autorización de las autoridades educaciona-
les, podía presentar a sus alumnos a los exámenes en
el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana para
que optaran por el título de Bachiller y poder matri-
cular en la universidad.
Julio Antonio leía a José Martí y su ideario político. Se
destacaba por su gran conocimiento de la obra martiana y
la gran facilidad para comunicarse con todos.
Entre sus profesores estuvo el poeta y político mexica-
no Salvador Díaz Mirón, uno de los precursores del Mo-
dernismo, hombre de temperamento apasionado y de ideas
antimperialistas que admiraba y había conocido a José Mar-
tí. Lamy sentía gran admiración por el intelectual mexica-
no con quien se identificaba por sus ideas independentis-
tas y la fuerza de su palabra. A Díaz Mirón lo rodeaba una
aureola de valor personal, de honradez pura y un espíritu
cívico de mucho atractivo para el joven que gustaba oírlo
conversar sobre la Revolución mexicana de 1910-1917 o
sobre el proceso revolucionario de América Latina, o cuan-
do declamaba alguno de sus versos más populares entre
ellos “Los Parias” y “A Gloria”.

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El joven cubano sintió mucho respeto y admiración
por su profesor, por eso escribió:
“¡Oh, si algún día llego a «ser», tendrá un monumen-
to cuya base será de cristal de roca, ya que él era así: «fir-
meza y luz como el cristal de roca!»”5
Por su parte, el profesor cuando conoció sus ideas le
dijo a otro de sus alumnos: “«Este muchacho es muy inteli-
gente; cuídenlo, que vale mucho.» En otra ocasión expresó
que, de no ser inmortalizado por sus versos, le hubiera gus-
tado merecer la posteridad por haber contribuido a la for-
mación de un carácter tan singular como el de Mella.“6
La Academia Newton representó mucho para el joven
Julio Antonio. Narran sus amigos que era simpático, ama-
ble, explosivo y apasionado, muy honesto y de principios
elevados.
Llamaba la atención por sus buenos modales, su porte
atlético y sobre todo por su manera entusiasta y enérgica
de hablar.

5
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p.112.
6
Erasmo Dumpierre: Julio Antonio Mella. Biografía, Editorial Orbe,
Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975, p. 29.

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–A orillas del río Almendares–

Por el testimonio del doctor Ángel Cabrera Murt se conoce


que junto a un grupo de estudiantes de la Academia, en la
azotea de la casa de Galiano no. 105, Julio Antonio “Practica-
ba boxeo en la azotea de nuestra casa con Ramón Cabrera y
un joven norteamericano”.7 En esa época sentía predilección
por los deportes y visitaba con frecuencia una instalación a
orillas del río Almendares denominada por los deportistas
como la “Casa de los botes”. Cuentan que allí practicaba
remos, atento, disciplinado, y muy dispuesto, bajo las
orientaciones de un instructor norteamericano de apelli-
do Smith quien le enseñaba los secretos del deporte.
Siempre estaba rodeado de amigos y admiradores. Sus
triunfos deportivos le granjearon una gran popularidad,
sobre todo entre las muchachas quienes no perdían la opor-
tunidad de acudir a las cercanías del Castillo de La Chorre-
ra para contemplar el torso desnudo y el físico escultural
del joven Mella.

7
Nelio Contrera: Ob. cit., p. 47.

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–Quiere ser militar–

La vida de Julio Antonio y Cecilio transcurrió en una época


ignominiosa para Cuba, de grandes desigualdades sociales
y económicas con una degradante corrupción política, dis-
criminación racial, gran dependencia gubernamental e in-
moralidad administrativa. En esa etapa los interventores
norteamericanos eran los verdaderos gobernantes de la
patria, amparados por la Enmienda Platt impuesta a la Cons-
titución de 1901.
Entre Nicanor y sus hijos existía una relación muy es-
trecha. Nicanor les hablaba de su país, de sus estudios en
Francia, mostraba admiración por su compatriota el gene-
ral Máximo Gómez, por su padre el general Ramón Matías
Mella y Castillo y les transmitía su admiración por él, les
mostraba el álbum lleno de fotos donde su padre aparecía
rodeado de los generales independentistas, que propicia-
ban las anécdotas y pasajes relacionados con las batallas y
los combates libertarios. Lamy comenzó a sentir orgullo
por su abuelo, lo admiraba y deseaba ser como él. Cuba
necesitaba militares con decoro, él quería ser uno de ellos.

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–En el Instituto de La Habana–

El 23 de mayo de 1919, Julio Antonio solicitó su matri-


cula en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Haba-
na, la que fue aprobada el 16 de junio de ese mismo
año. En ese centro educacional examinó: Geografía, His-
toria, Gramática, Perceptiva y Lengua Castellana. El 10
de septiembre de 1919 matriculó Enseñanza Cívica, asig-
natura que aprobó el día 30 de ese mismo mes.
Mella además de ser un excelente estudiante y practi-
car deportes, le encantaba recorrer la ciudad, leía mucho,
escribía y salía de paseo con su novia Silvia Masvidal. Vivió
un amor muy apasionado y romántico. También escribió
un libro de poemas, y en esa época comenzó a preparar su
viaje a México con el propósito de matricular en el colegio
militar de San Jacinto.
Nicanor pagó todos los gastos del viaje, estaba feliz
con los deseos de su hijo de convertirse en un militar, como
lo fue su padre.
Nicanor, que se había casado con María Dolores Melon,
fue con ella hasta el muelle de La Habana para despedirlo.

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–La muchacha del tranvía–

Su primera novia se llamó Silvia Edita Masvidal Ramos,


la conoció en un tranvía. Ella había nacido en la ciudad
de Santa Clara el 16 de julio de 1902, estudiaba para
maestra en La Habana y vivía junto con su hermana Pom-
pilia en una casa de huéspedes. Silvia era trigueña, muy
bonita, simpática, culta, atractiva, buena bailadora y con
mucho sex-appeal, siempre estaba rodeada de admira-
dores. Era el centro de atención de cualquier actividad
social o educacional, tenía muchos deseos de vivir y un
gran optimismo.
Mella se enamoró perdidamente de ella, según los re-
cuerdos de familia, él vigilaba su salida para ver el tranvía
que iba a tomar y entonces subía, de esa manera comenzó
a relacionarse con la muchacha hasta que ella lo aceptó y
se hicieron novios.
Julio Antonio viajó a Santa Clara y se lo comunicó a la
familia y estos le permitieron que la visitara. Cuentan que
cuando el joven llegaba muy tarde en la noche a la ciu-
dad, deslizaba por debajo de la puerta una carta o postal
para que Silvia supiera que ya estaba allí.
Durante su estancia en México, guardaba como un
gran tesoro las cartas de Silvia, que eran el consuelo de
su soledad.
“Mi mayor alegría ha sido una carta de Silvia, una sola.

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«¡Qué ternura! ¡Qué poesía contiene esa carta! Siento
que un paroxismo de alegría me brinda fuerzas para con-
quistar el Mundo.»”8
Allí escribió varios pasajes llenos de palabras amoro-
sas, nostalgias y romanticismo inspirados por la mucha-
cha: “¿Cómo pagar tanta abnegación, tanto amor? No,
muy pronto y para siempre, a tu lado. He visto que ha
penetrado en mi «yo» y allí se ha retratado, diáfana, como
el agua en un recipiente de cristal, y hemos venido a for-
mar un todo, que será eterno e indisoluble.
¡Lo he querido y así será!”9

8
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 57.
9
Ibídem, p. 61.

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–Los laureles de Apolo–

En estos años juveniles ya el joven era un ávido lector que


conocía todos los sitios de la ciudad donde vendían libros.
Tenía facilidad para la Literatura y sentía mucho gusto por
la Historia, especialmente la cubana. A Mella le gustaba
escribir poemas y sentía una especial predilección por la
mitología griega y romana. Su amigo Ángel Cabrera afir-
mó: “Mella era un admirador de la historia de Roma y de
sus grandes hombres; de Julio César como estadista, gue-
rrero e historiador; y de Marco Antonio por su afamada
oración por la muerte de Julio César.”10
También contó que: “Sin poder precisar el día exacto,
recuerdo que Mella me dijo en tono resuelto y definitivo:
«Desde hoy me llamaré Julio Antonio; Julio por Julio Cé-
sar y Antonio por Marco Antonio.»”11
Los nombres de los dioses del Olimpo formaban parte de
su vocabulario común y aplicaba sus dotes y sabidurías a la
vida real, sus expresiones cubanísimas estaban salpicadas de
frases en latín, sobre todo cuando trataba de acuñar una sen-
tencia. En cierta ocasión, analizando su vocación, escribió:
“Además de llorar o sublimizarme, con las grandes obras
de belleza, gusto de improvisar arengas vehementes. Más

10
Nelio Contrera: Ob. cit., p. 47.
11
Ibídem, p. 48.

33

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de una vez en mi locura, me he creído frente a un ejército
y lo he arengado vibrantemente. Otras veces he pronuncia-
do solo largos discursos cual si estuviera en el Parlamento,
defendiendo alguna ley grata a mi espíritu. (...)
”Creo firmemente ser apto para conquistar los laure-
les de Apolo12 junto con los de Marte.13
”Muchos, pero muchos hombres, han brillado igual-
mente con las armas y con la pluma.”14

12
Apolo: Dios de la medicina, el creador de la poesía y de la música; el
protector de los pastores y los campos; el portador de la claridad y de
la luz. Se le atribuye la invención de la lira y la flauta y es el encarga-
do de alegrar las fiestas de los dioses del Olimpo. Es enemigo de las
tinieblas y lleva el resplandor de los rayos de su corona por donde-
quiera que pasa. Recorre el firmamento en un carro que tiran cuatro
alados caballos blancos. La figura de Apolo ha sido eterna inspira-
dora de los artistas que lo recordaron y recuerdan en sus poesías,
lienzos y esculturas.
13
El dios Marte en la mitología romana, corresponde a Ares en la
griega. Por su obstinada sed de reyerta, es el dios de la guerra, el
menos amado de los dioses del Olimpo. Hijo de Zeus y Hera. Se le
dedica el mes de marzo y también, el día martes. Sus atributos son el
escudo y la lanza.
14
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 59.

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–Justicia–

A Lamy no le gustaban las desvergüenzas ni los abusos. Su


hija Natasha narró que: “el esposo de Celia Mella incurría
con frecuencia en deudas de juego teniendo que acudir a
su abuelo Nicanor para sacarlo del apuro. La suma un día
fue considerable y mi padre, que tenía unos dieciséis años,
le entró a golpes amenazándolo si volvía por la misma
picada. Entonces fue a la camisería y sastrería de su padre
y se puso a examinar los libros [de contabilidad de la sas-
trería] tras lo cual arengó a los empleados diciéndoles que
ellos tenían derechos, pero que tenían que reclamarlos y
los obligó a irse a la huelga en solicitud de aumento de
sueldo”.15 Aunque nadie sabe exactamente lo que habla-
ron, se afirma que fue una discusión muy fuerte la que se
produjo entre Nicanor y Lamy tras los vestidores de la sas-
trería, seguramente el joven reclamaba a su padre por la
injusticia de salvar el “honor” de su cuñado a cuentas del
sudor de sus obreros, lo cierto fue que después de la vio-
lenta discusión, Nicanor les aumentó el salario.

15
La siguiente anécdota inédita fue narrada por Natasha Mella y apa-
rece en una carta en poder de los autores.

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–México–

El 1 abril de 1920, con diecisiete años de edad, Mella em-


prendió viaje a México para realizar estudios militares.
Durante esa etapa escribió cuarenta y siete crónicas que
sorprenden por su pensamiento pleno y lleno de concep-
ciones filosóficas e ideológicas definidos contra el impe-
rialismo norteamericano. Llegó a México por el puerto
de Veracruz y se trasladó hacia la capital mexicana por
ferrocarril, lo que le permitió observar las costumbres, la
cultura y la historia de los pueblos mexicanos.
Desde el primer día, se interesó por conocer la capital
mexicana. Acompañado por sus amigos recorrió las princi-
pales avenidas, admiró sus edificaciones, visitó parques, si-
tios culturales e históricos. También asistió a los partidos de
jai-alai en el frontón, que por entonces era el juego de moda
y gozaba de gran popularidad, estuvo en el lago Chapul-
tepec y remó en sus aguas, jugó a los gallos y perdió su
apuesta, vivió la experiencia de un ligero temblor de tierra,
comió en restaurantes y cafeterías, visitó a sus amistades,
estuvo en un prostíbulo y escribió: “El amor comprado no
sé como puede agradar a muchos. A mí me asquea, me da
náuseas. (...) ¡Oh hasta en esto interviene algo inmaterial,
sublime, cuando es el AMOR el único móvil!”16

16
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 29.

36

Asi mi corazon MELLA.p65 36 22/03/03, 10:43 a.m.


Los días transcurrían llenos de nostalgias y vivencias
en un momento de gran complejidad política para el país.
En ese entonces el presidente era Venustiano Carranza,
la situación de México era sumamente difícil en el orden
político y militar. El día 13 de abril de 1920, los reportes indi-
caban que trece estados mexicanos cortaban sus relaciones
con el gobierno de Carranza.
En ese México querido pero convulsionado y contradic-
torio encontró una nueva adversidad, no pudo ingresar al
Colegio Militar como quería, la Constitución mexicana de
1917 en su artículo 32, invalidaba el ingreso de los extranje-
ros. Sin embargo, no se sintió derrotado. Afirmó en sus no-
tas que continuaría la lucha por alcanzar lo que anhelaba,
hasta que llegara el tiempo, y aseguró: “...el tiempo, que lle-
gará. No importa cuándo. ¡Es mío!”17
Tenía definido dedicarse por completo, inspirado en el
ejemplo de su abuelo, a lograr el ideal de justicia e integra-
ción latinoamericana soñado por Bolívar, Martí y otros tan-
tos grandes hombres de la historia de Latinoamérica. Escri-
bió en una de sus crónicas: “Los pueblos hermanos, que un
loco tenaz descubriera, cachorros de un caduco león, son
presas de un águila estrellada. ¿Por qué razón? ¿Por qué
justicia? Por ningunas. (...) Ese amor a los cachorros de mi
sangre, y ese odio santo al águila enemiga, son los que en-
gendraron mi ideal de unir a los cachorros, cuyas tierras des-
cubiertas por un loco tenaz y libertadas después por otros
locos tenaces, deben ser poderosas ahora por el impulso de
otro loco tenaz, que soy yo.”18

17
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 160.
18
Ibídem, p. 137.

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–La guerra civil–

En su viaje a México, llegó hasta la frontera con Estados


Unidos. Allí vivió un grave conflicto bélico. El 11 de abril
de 1920, la prensa informó que el Estado de Sonora repu-
diaba al gobierno de Carranza y algunos de los medios
informativos de América Latina daban las noticias de ma-
nera destacada. El Diario de La Marina de La Habana, en
primera plana señaló: “Méjico al borde de la Guerra Civil”.
El Congreso del Estado de Sonora se sumó a los esta-
dos que cortaron sus relaciones con el gobierno central,
algunas de las más importantes guarniciones de soldados
se unieron a las tropas rebeldes y todo el norte del país
vivía en guerra. Hacia esa parte del territorio mexicano,
viajó Julio Antonio Mella.
Las rebeliones continuaron en Michoacán, Tuxpán, Hi-
dalgo, Tlaxcala, Zacatecas, Veracruz y el Itsmo de Tehuante-
pec. De esta manera el joven Mella experimentó la guerra,
con los trenes militares, vagones blindados y el movimien-
to inusitado de tropas y civiles por todo el territorio.
Los principales jefes rebeldes lanzaron el famoso ma-
nifiesto conocido como “Plan de Agua Prieta”, en el cual
desconocían al presidente de la República, a funcionarios
públicos y algunos gobernadores de los estados.
La situación política y militar del país se agudizaba, y
Mella vivía en medio de ese torbellino afectado por una
fuerte gripe.

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–El Paso–

En una de las crónicas que escribió desde México anotó:


“Hoy, por fin, logré pasar a El Paso, de «trampa». Estoy
muy enfermo. No sé qué va a ser de mí”.19
Mella entró a los Estados Unidos de la forma en que
lo hacían los braceros. La ciudad de El Paso se encuentra
en la parte del territorio mexicano arrebatado por Esta-
dos Unidos en 1847 cuando culminó la invasión norte-
americana.
El estado gripal se había agudizado con fiebre muy
alta y Julio Antonio se sentía contrariado, la salud le falta-
ba en los momentos que más la necesitaba.
Desde pequeño padecía de crisis asmáticas; sin embar-
go, la enfermedad no le había impedido el desarrollo atlé-
tico y demostrar su fortaleza física y salud, en el deporte y
en la actitud que había asumido ante la vida.
Cuando era pequeño, cuantas veces Longina lo tuvo
que atender y bajarle las fiebres. Ella, la suave y dulce
nodriza; y Mercedes, cuantas veces, la buena esposa de su
padre estuvo atenta a sus medicamentos o pendiente de
su tos en las madrugadas.

19
Adys Cupull y Froilán González. Ob. cit., p. 120.

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–En tierra bárbara–

La situación política al norte de México era cada vez más


efervescente y la guerra civil estaba a punto de generali-
zarse. Las autoridades norteamericanas reconocieron que
el régimen de Carranza se iba debilitando y anunciaban
que una fuerza aproximada de mil doscientos soldados de
infantería de la marina se dirigía desde la isla League has-
ta Key West, La Florida, para intervenir en el conflicto.
Julio Antonio, ilegal y enfermo, se encontraba en te-
rritorio norteamericano. Se da cuenta lo difícil de la situa-
ción y profundiza en los rasgos y características del enemi-
go. Ante el peligro de intervención y su imposibilidad de
regresar, anotó: “...estoy sin poder tragar saliva, hirviendo
por la fiebre.
”La revolución como la había previsto triunfa a pasos
agigantados y quizás no pueda regresar a México, por esta
tan inoportuna enfermedad”.20
Parece que su quebrantada salud lo obligó a acudir a
un hospital y fue detenido, o tal vez fue sometido al es-
tricto control que las autoridades norteamericanas tenían
en la frontera mexicana. Es comprensible que temieran a
algo contagioso y lo remitieran a la sala de infecciosos y lo
aislaran.

20
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p.130.

40

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Se sentía muy enfermo y desanimado por el trato reci-
bido en el hospital, y añoraba a los suyos, pero al conocer
las buenas noticias que llegaban sobre los rebeldes deci-
dió escribir un largo relato:
“Ya ayer ingresé, en esta cárcel. Separado de los de-
más me hallo (sic) para evitar el contagio. Ni un libro para
calmar la sed de mi cerebro, ni un ser humano con quien
disipar el tedio.
”En tierra bárbara, oyendo lengua bárbara y viviendo
costumbres bárbaras.
”Muy triste todo esto. La nostalgia de la Patria me
invade con sus amores, sus amigos, sus fiestas, su suelo, en
fin todo lo que es Patria. ¡Pero No! Seamos fuertes. El sen-
timentalismo mata.
”Pensemos en un nuevo combate para rendir a la
fortuna.
”(...) Sí, el pensamiento me ayuda. Ya elaboré un nue-
vo plan de lucha.
”Ahora tú, voluntad, has que jamás desmaye y lo lleve
hasta el fin que es el éxito.
”Siempre fue en la soledad donde nacieron las gran-
des ideas que llevadas a la acción, condujeron al‚ éxito...”21
El martes 11 de mayo de 1920, excepto Campeche y Yu-
catán todo México estaba en manos de los rebeldes. Desde
Estados Unidos se reportaba que el acorazado Oklahoma sal-
dría para México, lo que fue interpretado como una seria
amenaza y una abierta injerencia en sus asuntos internos.

21
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 132.

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–El regreso–

Mella abandona el hospital el lunes 10 de mayo a las nue-


ve de la mañana. Había vivido angustiosamente esos días
y deseaba regresar a México cuanto antes.
Tuvo que pagar muy bien para poderse trasladar a
Juárez y pasó muchas dificultades para llegar hasta esa
ciudad. En su viaje de regreso volvió a transitar los mil
novecientos setenta y tres kilómetros que separan a Juá-
rez de la capital del país. La guerra había dejado sus se-
cuelas y él como testigo excepcional las anotaría en sus
crónicas. “...En el camino vimos los destrozos causados:
puentes quemados, kilómetros de vías férreas destruidos,
y lo mismo la vía telegráfica. Durante el trayecto, doce o
veinte caballos envenenaban el aire con su carne corrom-
pida, negra de zopilotes”.22
El 23 mayo de 1920 se confirmó oficialmente el asesina-
to de Carranza. El crimen fue repudiado por la mayoría de
los mexicanos, incluyendo a importantes personalidades y
funcionarios del nuevo gobierno.
Desde Washington se informaba que una comisión de
relaciones exteriores sugería no otorgar el pleno reconoci-
miento mientras no se celebrara un tratado basado en se-
guridades satisfactorias. Si el gobierno mexicano no daba

22
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 177.

42

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su consentimiento, se enviaría una fuerza de policía de las
fuerzas navales y militares. Una vez más, Julio Antonio
viviría las amenazas de Estados Unidos para intervenir en
los asuntos internos de México.

43

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–Una muchacha me mira–

En la última de las crónicas redactadas desde México el día


primero de junio anotó: “Hay en el tren una muchacha
que solo me mira y se ríe y hasta me ha brindado dulces y
fresas. Yo, educadamente, he rehusado. Ella es bonita,
hermosa y hasta aristócrata.”23
Mella, por su atractivo físico, estaba acostumbrado al
coqueteo de las muchachas, pero siempre seleccionaba una.
La fidelidad y la lealtad eran rasgos que lo distinguirían.
Era muy cortes y delicado, pero dentro de los límites del
respeto y la consideración hacia las mujeres. Era un joven
sensible de sentimientos puros que conocía la atracción que
ejercía sobre las jóvenes; pero sin embargo, nunca tuvo en-
greimientos ni se endiosó, sentía respeto de sus más nobles
sentimientos y era consecuente, por eso mientras la mucha-
cha lo miraba en esa misma crónica también escribió: “¿Pero
qué podrá ser más bello, más hermoso y más aristocrático,
que los pensamientos que queman mi cerebro...?
”El combate de mis instintos y pasiones, el constante
soñar para hacer triunfar mis ideales, los celos –prueba de
amor– por la ausencia de mi amada, las ilusiones que me
he forjado acerca del venturoso porvenir que nos espera...”24

23
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 179.
24
Ibídem, p. 179.

44

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El regreso a la capital mexicana le deparó nuevas ex-
periencias y decepciones, al pasar por la ciudad llegó otra
vez al Colegio Militar de San Jacinto, pero no logró el
ingreso deseado.
Julio Antonio Mella, el joven intrépido, se disponía a
emprender el viaje de los cuatrocientos setenta y un kiló-
metros hasta Veracruz, encontrándose con una nueva ad-
versidad.
Una epidemia de peste bubónica obligó a las autori-
dades sanitarias a declarar en cuarentena los puertos
mexicanos vinculados con Cuba. El tráfico marítimo con
La Habana estaba suspendido y Nicanor se encontraba
sumamente preocupado por la suerte de su hijo. El miér-
coles 16 de junio de 1920, se autorizó la salida del vapor
Monterey, el mismo en que había viajado hacia Vera-
cruz el 1 de abril.
Mella llegó a Cuba posiblemente el domingo 21 de
junio de 1920, fue internado en el Lazareto del Mariel el
día veintidós para pasar la cuarentena y como esta duraba
siete días, entró a la ciudad de La Habana el 30 de junio de
ese mismo año. Atrás quedaba el sueño de sus estudios
militares, pero llevaba consigo muchas vivencias entre ellas
el haber recorrido en tren más de cinco mil kilómetros por
tierras mexicanas.

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–El tiempo de Mella–

En La Habana lo recibían su padre, su hermano Cecilio y


Silvia, con quien vivió momentos felices pese a la noti-
cia de la oposición intransigente de sus padres al no-
viazgo con él. Mella le mostró sus crónicas y Silvia las
llamó “el librito azul”.
El 21 de marzo de 1921, se presentó a exámenes para
continuar sus estudios en el Instituto de Segunda Enseñan-
za de La Habana. El 21 de agosto de ese mismo año solicita
su traslado para el de Pinar del Río donde terminó sus estu-
dios y recibió el diploma de Bachiller en Ciencias y Letras.
El 30 de septiembre de 1921 ingresó en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Ya no era
el adolescente ansioso de aventuras útiles a su espíritu; tam-
poco un joven inexperto. A Nicanor Mac Partland ya no le
llamaban Lamy; ahora estudiaba en la universidad y co-
menzaría a firmar en algunos documentos oficiales con el
nombre que consideró y el apellido que le pertenecía: Julio
Antonio Mella. Comenzaba allí su actividad política y a
destacarse como líder.

46

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–Las joyas literarias–

Además de leer mucho, le gustaba escribir versos y expre-


só: “La literatura me encanta y me subyuga. ¿Qué si tengo
facilidad para ella?
”¿Acaso no yace en un lugar una libreta de versos,
toda rota, que contenía hermosas poesías de mis primeros
años de adolescente?”25
Tiempo después rompió aquella libreta al ver que no
correspondía el valor literario de sus versos con lo que él
ambicionaba y juró no pensar nunca más en escribirlos;
pero después reconoció: “...aquellos versos eran joyas lite-
rarias, pero el candor, calor y sentimiento de ellos, jamás
los igualará mi alma nuevamente”.26
No obstante en el transcurso de su corta vida demos-
tró esta vocación y su facilidad para la literatura y, muy
especialmente, como periodista y crítico. Sus documentos
y artículos son importantes testimonios de la lucidez polí-
tica, cultural y humana que alcanzó el líder estudiantil
cubano.

25
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 155.
26
Ibídem, p. 155.

47

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–Salvar el honor–

Un ambiente de protestas sacudió la universidad en noviem-


bre de 1921, las autoridades pretendían otorgarles el título
de Rector Honoris Causa de la Universidad de La Habana a
Mr. E. H. Crowder, procónsul e interventor yanqui en Cuba y
a Leonardo Wood, el segundo gobernador norteamericano
durante la primera intervención estadounidense en el país,
lo que provocó que el estudiantado de la Facultad de Dere-
cho organizara todo un movimiento de repulsas y suscribie-
ra un manifiesto en el que se denunciaba la situación por la
que atravesaba el país y la universidad, “sin formol en las
Salas de Anatomía y Disección, con nuestros edificios a me-
dio hacer, la Biblioteca pobre y desvalida, los maestros públi-
cos del interior entrampados y hambrientos, y los poderes
del Estado, sin distinción alguna, vejados.”27
El principal promotor de los actos de repudio fue Julio
Antonio Mella quien con su campaña movilizó a los obre-
ros y estudiantes e impidió el insulto a la dignidad del
pueblo. Los estudiantes tomaron la universidad y no per-
mitieron que se celebrara la reunión de profesores en el
Aula Magna. El representante norteamericano protestó y
calificó la repulsa de hecho inamistoso y ofensivo.

27
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialis-
ta de Cuba: Mella. Documentos y artículos, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1975, p. 20.

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–La revista Alma Mater–

En noviembre de 1922 se funda la revista Alma Mater. Mella,


aparece desde el primer número como administrador y cola-
bora redactando el editorial “Nuestro credo”, donde definía
sus propósitos: “laboraremos con energía y entusiasmo por
todo lo que es beneficioso a la clase estudiantil cubana.
(...) “por la unión de todos los estudiantes cubanos en
una Federación que nos haga fuertes y capaces, para de-
fender nuestros derechos, para progresar, para aprender
cuando jóvenes las conveniencias de la hermandad, de la
unión, y así aprender a encontrar en el mañana la solu-
ción a nuestros problemas nacionales.
”Por medio de este órgano los estudiantes cubanos se
comunicarán espiritualmente con todos sus compañeros
que hablan el idioma de Cervantes en ambos hemisferios,
y divulgaremos así la cultura, el valer de la juventud inte-
lectual cubana.
”(...) No podemos cambiar aquellos que inspirados en
los principios de Martí, supimos rebelarnos contra algu-
nos elementos inconscientes, cuando‚ éstos pretendieron
manchar la dignidad de un título universitario otorgán-
doselo «honoris causa» a un sujeto que podía ser muy
honorable en tierra extranjera pero aquí, en territorio na-
cional, simbolizaba la tiranía, tan sólo”.28
28
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 25-26.

49

Asi mi corazon MELLA.p65 49 22/03/03, 10:43 a.m.


Alrededor de Alma Mater, Mella agrupó a un grupo
entusiasta de colaboradores entre los que se encontraba
su hermano Cecilio quien lo ayudaba con el trabajo de la
publicación, revisaba originales, corregía pruebas y lo apo-
yaba mientras él participaba en otras actividades revolu-
cionarias. Muchos de los estudiantes que colaboraron y
publicaron sus trabajos en la revista, años después, llega-
rían a ser importantes personalidades de la intelectuali-
dad cubana. En la revista Alma Mater, Mella se iniciaría
como periodista y revelaría en sus artículos, como pensa-
dor y revolucionario, una nueva faceta de su vida política.

50

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–Lord Mac Partland–

Comenzaba a descollar como periodista combatiente, con


un lenguaje claro, ameno y coloquial, desarrollaba la crí-
tica de forma directa con citas que denotan la cultura de
un buen lector.
No obstante asumir el nombre de Julio Antonio Mella
como propio, el joven firmaba también con el apellido de
la madre que era el que legalmente le correspondía, por
eso desde el mes de noviembre en las crónicas que publica
en la revista Alma Mater y que él tituló “En el feudo de
Bustamante” sus primeros escritos aparecen firmados, de
una manera elegante como Lord Mac Partland.

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–El movimiento reformista–

El 4 de diciembre de 1922, los estudiantes de la universi-


dad sostienen un encuentro con el doctor argentino José
Arce, rector de la Universidad de Córdoba, uno de los ges-
tores de la reforma universitaria en Argentina.
Mella fue uno de los principales organizadores del
encuentro. Ese día se le otorgó, al doctor Arce, el título de
Rector Honoris Causa de la Universidad de La Habana. Al
día siguiente, los estudiantes fueron a verlo al Hotel Ingla-
terra. Las conversaciones fueron muy útiles para organi-
zar el movimiento reformista en Cuba. Las explicaciones
de Arce contribuyeron a enriquecer las experiencias de los
estudiantes cubanos y muy especialmente las de Julio An-
tonio, quien estaba convencido de que la reforma en la
universidad cubana era impostergable.
El 20 de diciembre de 1922 quedó constituido el Direc-
torio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de
La Habana, FEU, presidido por Fello Marinello y como se-
cretario Julio Antonio Mella.

52

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–Ideales de los Martí, Maceo, Gómez–

Los principios y el ideario martiano, fueron las armas utili-


zadas por Mella para llevar a cabo el movimiento reformis-
ta, por eso en el llamamiento que publica en el Alma Mater
titulado “La Reforma“ resalta la importancia del movimiento
estudiantil y la correspondencia, y continuidad de su idea-
rio, con el de los patriotas cubanos. En el mismo hace una
crítica a los gobiernos vendidos que no permiten el desa-
rrollo de la sociedad y de las capacidades intelectuales del
pueblo destacando:
“De gran importancia es en verdad el movimiento es-
tudiantil, es motivo de optimismo para el porvenir, de-
muestra cómo la nueva generación que será dueña de los
destinos de la patria, es una generación digna sucesora de
las virtudes e ideales de los Martí, Maceo, Gómez;” (...)
“¡Ojalá sirva el gesto cívico de la juventud universita-
ria, como ejemplo, a los adultos de hoy, y tras la regenera-
ción de la Universidad venga la de Cuba!
”La característica de este movimiento ha sido la cordura,
el buen tacto con que se han provocado los acontecimien-
tos, la causa del éxito parcial todavía, es la unión existente
entre los estudiantes del país que como un solo hombre, han
respondido al llamamiento de los universitarios.”29

29
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 39-40.

53

Asi mi corazon MELLA.p65 53 22/03/03, 10:43 a.m.


En enero de 1923, Mella se enfrenta abiertamente a la
desmoralización de los profesores que amparados por la
corrupción gubernamental cometían actos impropios de
sus responsabilidades. El fraude, el robo, el abandono y
deterioro de las instalaciones y la politiquería, imperaban
en el recinto.
Julio Antonio, en ese mismo llamamiento, también
señalaba la importancia de la unidad para vencer y lograr
los propósitos del movimiento universitario, por eso ex-
presó: (...) “la depuración del Claustro, está por venir, man-
tengámonos, como hasta ahora, unidos en apretado haz,
esto nos dará la victoria final.
”La lucha es de vida o muerte, si perdemos, se pierde
todo, el curso, el honor de la Universidad, nuestro nom-
bre glorioso, seguiremos siendo los parias de antes pero
ahora, para siempre.
”Hagamos todo por el triunfo, ya que nos va la vida y
el honor, no se nos tenga que decir después como al rey
bárbaro vencido: “No llores como mujer lo que no supiste
defender como hombre.”30
A su convocatoria se unieron los alumnos honrados,
los profesores dignos y los patriotas que estaban en des-
acuerdo con tales hechos.

30
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 40.

54

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–Mens sanae in corpore sano–

Luis Munero narró que Mella, además de llevar una intensa


vida estudiantil, fue un gran deportista y esto contribuyó a
su formación. Practicaba antes de ingresar en la universi-
dad el remo y la canoa. También compitió en carreras de
800 metros, otros deportes del campo y pista, el fútbol y el
baloncesto. Con frecuencia se le oía repetir Mens sanae in
corpore sano (Mente sana en cuerpo sano). En la revista
Alma Mater firmó con el seudónimo de Zeus.
Desde el primer año universitario, se destacó en el de-
porte, en ese mismo año de 1921 es elegido miembro de
la Comisión Atlética de la Universidad (CAU) y obtuvo una
medalla de oro en la regata efectuada en la Bahía de La
Habana. En 1922, obtuvo una medalla de bronce en el de-
porte de remos y resultó electo, por su buen trabajo y
méritos deportivos, vicesecretario del CAU. Un año des-
pués, en 1923, obtuvo en este mismo deporte, una meda-
lla de plata. La envidia, las calumnias y las críticas tam-
bién lo acompañaron, por buen deportista y estudiante,
por ser un joven atractivo que atraía a las muchachas, por
su vestir elegante, por culto, inteligente y preparado.
En febrero de 1923 Mella asistió a una competencia de
remeros universitarios que se efectuaba en Miami. El hijo
del secretario de la Universidad de La Habana trató de
humillarlo publicando, que después de revisar las listas de

55

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matrícula en ninguna aparecía el nombre de Julio Anto-
nio Mella, por lo que había un fraude, ya que el joven que
competía bajo ese nombre era un impostor que no estaba
matriculado en la universidad cubana.
Ante la bajeza que pretendía una vez más humillarlo
por su condición de hijo habido fuera del matrimonio,
Mella envió a sus padrinos para que el joven que había
actuado de mala fe aclarara el asunto o acudiera al campo
del honor para dirimirlo mediante duelo.
Ante la respuesta enérgica y valiente de Julio Antonio,
el ofensor se retractó ante sus padrinos declarando “que en
absoluto había vertido frase alguna que pudiera lastimar al
señor Mella, ni había hecho ningún comentario desfavora-
ble a su persona”.31 Su carácter decidido y valiente predo-
minó, jamás aceptó que sus enemigos le arrebataran algún
derecho ni lograran injustamente lo que se proponían.

31
Nelio Contrera: Ob. cit., p. 15.

56

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–Los Manicatos–

Mella organizó los Manicatos, vocablo de origen arauca-


no que significa valentía, para proteger y defender la
universidad. Se constituyeron de una manera muy origi-
nal. Uno de sus fundadores contó que: “recibió una carta
en la cual lo citaban para las nueve de la noche en La
Chorrera. En el texto se precisaba que no faltara y estaba
firmado por tres equis.
“Pensó que se trataba de una broma, pero debido a su
afán de aventuras, asistió a la extraña cita. Al llegar se
encontró con otros jóvenes deportistas universitarios, tam-
bién citados de igual forma. Intrigados comentaban sobre
lo que pudiera ocurrir, cuando ven llegar a Mella casi al
sonar el cañonazo de las nueve. Entonces le dijeron: «A ti
también te engañaron como un chino.» Él les respondió:
«No, yo fui quien los engañó a ustedes.»
“Durante el desarrollo de la reunión, Mella explicó que
él había agrupado a los atletas universitarios que conside-
raba intachables para que participaran en la depuración
de la universidad.”32
“La generalidad de sus integrantes eran deportistas
principalmente remeros. Para iniciarse debían demostrar
que no eran miedosos, yendo al Cementerio de Colón a

32
Nelio Contrera: Ob. cit., pp. 59-60.

57

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las doce de la noche, brincar el muro y hacer un juramento
ante la tumba de los ocho estudiantes de medicina, asesina-
dos por el poderío español el 27 de noviembre de 1871.”33
El grupo de los Manicatos también defendía deportiva-
mente el espíritu popular universitario frente al elitismo de
los equipos Havana Yacht Club y Vedado Tennis Club. Uno
de sus principios era impedir la práctica de las novatadas,
hecho que, bajo el pretexto de recibir a los nuevos estu-
diantes, denigraba y humillaba, desde el punto de vista hu-
mano, el recibimiento civilizado del estudiante.

OJO
O

33
Nelio Contrera: Ob. cit., p. 12.

58

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–Idilio entre los laureles–

En su batallar universitario conoció y se enamoró de Oli-


va Margarita Zaldívar Freyre, una muchacha cándida,
tierna y dulce. Sus negros ojos prendieron en el corazón
de Mella la llama de un amor profundo.
Siempre se les veía juntos y amorosos. El Patio de
los Laureles fue testigo del idilio. Julio y Oliva se hicie-
ron novios. Ella estudiaba Derecho y Filosofía y Letras
en la Universidad, cariñosamente la llamaban Olivín.
Había nacido en la ciudad de Camagüey el 4 de octubre
de 1904 y pertenecía a una importante familia de la cla-
se alta de esa ciudad.
Era una muchacha de carácter independiente, inte-
ligente, sensible, culta, y moderna para su época, se
cortó el pelo a lo garzón, hecho considerado como muy
avanzado.
Mella sentía placer y orgullo al verla como hablaba
con los estibadores del puerto de La Habana, interesándo-
se por sus luchas, sus problemas y su modo de vida. Igual
hacía con los vendedores del mercado. Los problemas de
las clases sociales más pobres la ayudaban a comprender
el momento que vivía su país y apoyar al hombre que
amaba en su lucha por eliminar los males que aquejaban a
la universidad.

59

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Los poemas de Gustavo Adolfo Bécquer fueron repeti-
dos más de una vez por los enamorados:

”Podrá nublarse el sol eternamente;


Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal

¡Todo sucederá! Podrá la muerte


Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.”34

34
Adys Cupull y Froilán González: Ob. cit., p. 157.

60

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–Protestas en la universidad–

El inicio del curso universitario de 1923, fue realizado con


toda solemnidad en el Aula Magna. El secretario de Ins-
trucción Pública y Bellas Artes debía inaugurarlo en nom-
bre del gobierno de la República. Mella se levantó y lo
impidió, fustigó con su palabra restallante que la repre-
sentación de un gobierno corrompido y entreguista man-
chara la universidad con su presencia.
En enero de 1923 Mella inició el movimiento reformis-
ta y realizó un acto en el Aula Magna de la universidad,
junto al rector doctor Carlos de la Torre y un grupo de
importantes profesores.
Mella expresó muy solemnemente: (...) “no vengo aquí
a buscar aplausos ni a ganar simpatías ni popularidad, pues
todo eso puedo alcanzarlo en el terreno privado. Vengo,
sí, a dejar que salgan las palabras por la boca, como brota
la sangre por la herida, porque sangre son mis palabras y
herida está mi alma al contemplar la Universidad como
está hoy. (ATRONADORES APLAUSOS).
”El mayor placer que podíamos experimentar hoy, el
mayor orgullo que podíamos sentir los estudiantes uni-
versitarios, era ver reunido aquí con nosotros, a pesar de
sus años y sus achaques, a uno de nuestros científicos más
ilustres, al Dr. Enrique José Varona. (APLAUSOS).

61

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”Amparado con la presencia del ilustre filósofo, venía
a pedir las reformas de la Universidad, declarando que no
habré de callarme, ni ante la coacción, ni ante la amena-
za, que no claudicaré, y que pondré al descubierto todas
las lacras que hay en esta Universidad.”35

35
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución So-
cialista de Cuba: Ob. cit., p. 41.

62

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–La clausura de la universidad–

El día 15 de enero de 1923 la universidad fue tomada por


los estudiantes y al día siguiente, apareció en la prensa “El
decreto del directorio”, un documento firmado por Felio
Marinello y Julio Antonio Mella, donde exponían que: “Con-
siderando el Directorio de la Federación, que la tardanza
en resolver el grave conflicto planteado en la Universidad
de La Habana, podría traer lamentables consecuencias. (...)
”Resuelve decretar la clausura de la Universidad de La
Habana, pidiendo al Gobierno ratifique esa resolución y
otorgue un voto de confianza al señor Rector, doctor Carlos
de la Torre y Huerta, para resolver el conflicto, presidiendo
(...) una Comisión Mixta de Estudiantes y Catedráticos.”36
Ese mismo día una bandera cubana fue colocada a la
entrada del alto centro docente para que el respeto a la
enseña de la Patria hiciera inviolable el refugio. El rector
suspendió por tres días las actividades docentes, el gobier-
no prometió solucionar los asuntos y los estudiantes entre-
garon la universidad al rector; constituyeron los Comités
Depuradores de Profesores Corruptos y organizaron una ma-
nifestación. El rector, los profesores y el Directorio de la
Federación, encabezados por Mella y Marinello acudieron
al Palacio y entregaron al presidente Zayas, el proyecto de
ley para conceder a la universidad su autonomía.

36
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 47.

63

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–La Universidad Libre–

En la alta casa de estudios los profesores reaccionarios pro-


vocaron la renuncia del rector Carlos de la Torre y, uno los
de principales provocadores, José Antolín del Cueto asu-
mió el rectorado.
Mella publicó en Alma Mater un comentario titulado
“Función social de la universidad”. En la parte final del
comentario explicaba que se había creado “Una Comisión
de Instrucción Pública y ésta organizará escuelas nocturnas
de la enseñanza elemental para adultos, clases de las Cien-
cias Sociales, y de todas las materias que comprende la Se-
gunda Enseñanza.Y por último, series de conferencias da-
das por los elementos más autorizados del país sobre todas
las ramas del saber humano.”37
Mella propuso boicotear las clases de los profesores
corruptos y el nuevo rector pidió al gobierno la clausura
de la universidad.
El 13 de marzo de 1923 la Federación de Estudiantes
Universitarios decretó la Universidad Libre y nombró como
rector interino a Julio Antonio Mella. El acta consigna que:
“Considerando el Directorio de la Federación que la clausu-
ra de la universidad es una vergüenza nacional que sólo
demuestra la incapacidad de los actuales Directores.

37
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 49.

64

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“Resuelve:
Abrir las clases para dar al pueblo de Cuba un alto
ejemplo de civismo y cordura, mediante el perfecto desa-
rrollo de Cursos Libres en todas las asignaturas con nuevos
elementos”.38
El declarar la Universidad Libre fue de una importan-
cia relevante ya que su figura como dirigente estudiantil
adquirió fuerza, por su carisma personal extraordinario,
su verbo encendido, fácil, directo, y su valor moral fueron
condiciones que revelaron una personalidad que no tardó
en convertirse en primera figura estudiantil, seguida y
admirada por miles de cubanos.

37
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 51.

65

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–Liga de estudiantes Pan-Americanos–

Durante esos meses de marzo a junio de 1923 publicó varios


artículos en la revista Alma Mater. En uno de ellos se refirió a
la “buena idea” de los estudiantes latinoamericanos de las
universidades norteamericanas de celebrar un congreso en
La Habana y al envío de unas bases desde Washington, para
formar una Liga de Estudiantes Panamericanos. Al respecto
Mella señaló: (...) ”todo lo que sea Pan-Americanismo, nos
huele mal, nos llena de desconfianza, causa es, como ha di-
cho no sé quién, que todo el Pan-Americanismo, resulta al
final de estos dos vocablos que el “Pan” lo hacemos nosotros
(los latinos) y se lo comen ellos, los americanos...
(...) “Los fines de la Liga eran “apretar” (así decía la
infame traducción) los lazos comerciales, culturales y cien-
tíficos entre los estudiantes de la América entera.
”Se les puede acusar a los yankis imperialistas de todo
menos de valientes porque hay que tener valor para invi-
tarnos a “apretar los lazos comerciales”, hombre ¡por las
alas de Mercurio! qué más nos van a apretar si ya sacamos
la lengua, ¿acaso no les basta tener Guantánamo, la En-
mienda Platt, o sea toda Cuba y su honor, la mayor parte
de los centrales de azúcar, casi todos los bancos y casi todo
el comercio en general?”39
39
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 64-65.

66

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–La tempestad que estalla–

En el mes de junio Mella publicó en Alma Mater un artícu-


lo titulado “El futuro rector” en el que escribió:
(...) “la revolución es la tempestad que estalla, después
de haberse estado condensando en las alturas por algún tiem-
po, lo mismo que en los aires existen aves, y en las selvas
bestias que la presienten y se preparan, así las tempestades
de la sociedad las comprenden algunos y se lanzan a encau-
zarlas en provecho y beneficio de la comunidad”.40
El 12 de agosto de 1923 Julio Antonio Mella, mientras
preparaba el Congreso Estudiantil asistió como representan-
te de la Federación Estudiantil Universitaria a la Asamblea
Magna de la Asociación Nacional de Veteranos, la que dio
origen al Movimiento de Veteranos y Patriotas. Fue designa-
do entre los presidentes de honor y tuvo el privilegio de
compartir con figuras de la historia Patria que mantenían
una posición antimperialista como Enrique José Varona.

40
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 66.

67

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–El Primer Congreso Nacional de Estudiantes–

En marzo de 1923 el Directorio de la Federación de Estu-


diantes Universitarios acordó, a propuesta de Mella, cele-
brar su primer congreso nacional.
El 5 de mayo se constituyeron los grupos Renovación
y Ariel para profundizar en el estudio de la teoría del
Marxismo y los ideales martianos.
En junio, Mella ocupó la presidencia de la Federa-
ción de Estudiantes y redactó las bases del Primer Con-
greso Nacional de Estudiantes que dentro de sus objeti-
vos contemplaba, perfeccionar la acción estudiantil, en
el campo educacional, social e internacional. Al congre-
so podían asistir hasta tres representantes de los Institu-
tos de Primera y Segunda Enseñanza, Colegios y Acade-
mias, asociaciones de antiguos alumnos, publicaciones
estudiantiles y otros. Celebró sus sesiones en el Aula Mag-
na de la Universidad de La Habana y comenzó el 14 de
octubre de 1923. Ese día Mella, quien era presidente de
su comité ejecutivo, se reunió en sesión preliminar con
los delegados a quienes dio la bienvenida, les explicó el
reglamento y la necesidad de nombrar una Comisión de
Comprobación de Poderes. La comisión declaró inscrip-
tas para participar en este Primer Congreso Nacional de
Estudiantes, cincuenta y tres instituciones.

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El día 15 de octubre, en la sesión inaugural, el primer
turno entre los oradores fue para Julio Antonio Mella, quien
explicó brevemente la significación del acto e hizo votos
por el éxito del congreso.
Durante la sesión del 20 de octubre de 1923 se crearon
tres comisiones: la de asuntos educacionales, la de asuntos
sociales y la de asuntos internacionales. Mella resultó elec-
to miembro de esta última.
La revista Renovación presentó una moción que denun-
ciaba: “que según la estadística oficial de la Secretaría de
Instrucción Pública y Bellas Artes, más de quinientos mil ni-
ños de edad escolar no reciben instrucción”, y propuso: (...)
“Que el primer Congreso Nacional de Estudiantes co-
misione especialmente al Departamento de Cultura de la
FEUH41 para que organice una intensa campaña nacional
contra el analfabetismo”.42
También este día se presentó y aprobó una moción fir-
mada por Julio Antonio Mella y otros compañeros que dice:
“Considerando: que en los actuales momentos impera
la injusticia internacional, no obstante las declaraciones
hipócritas de las naciones imperialistas, que al servicio de
las bancocracias (...) han formado una tácita internacional
del crimen, el pillaje y la opresión, impidiendo la libre
determinación y el desarrollo progresivo de los pueblos.
“Considerando: que en modo alguno el estudiante
cubano puede permanecer impasible ante semejantes atro-
pellos de la Justicia, (...)
“Las delegaciones del Grupo «Renovación» y Revista
Universitaria del mismo nombre, apoyadas por las otras (...)

41
Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana.
42
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 563.

69

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someten al voto ilustrado del Primer Congreso Nacional
de Estudiantes, la siguiente Moción:
“1ro. El PCNE43 protesta de los atropellos cometidos con-
tra los pueblos de las Antillas, Centro-América, Filipinas,
Irlanda, Egipto, India, Marruecos y formula el más cordial
voto por que dichos pueblos obtengan una real autode-
terminación; así como que el gobierno cubano reconozca
la beligerancia de los que luchan por obtenerla.”44
Las sesiones del congreso correspondientes al día 23 de
octubre de 1923 comenzaron por la tarde, en la mañana los
delegados realizaron un paseo a los manantiales del agua
La Cotorra, Sarah Pascual fue la primera delegada que in-
tervino para informar los resultados de la comisión encar-
gada de idear un escudo y un lema para la Universidad de
La Habana, dijo que después de deliberar “con los señores
Bernal, B. Valdés y Mella, y todos al fin unánimemente acor-
daron que el escudo tuviese cuatro cuarteles: en el superior
de la izquierda, nuestra América, es decir, la América desde
el río Grande del Norte hasta la Unión de los dos Océanos al
Sur de la América Meridional, sobre fondo verde; en el su-
perior de la derecha, la diosa Astrea, o sea, la Justicia; sobre
fondo rojo, y en el inferior izquierdo, el Discóbolo sobre
fondo rojo y en el inferior derecho, Palas Atenea en fondo
verde. El lema debe ir alrededor del escudo y ser: «Con to-
dos y para todos», y el nombre de Martí.”45
Ese mismo día y en la misma sesión del 23 de octubre
Mella, leyó su trabajo “El deber del estudiante ante la si-
tuación internacional de la América”. Varias propuestas
contenidas en la moción de Mella fueron aprobadas, en-
43
Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
44
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 571-572.
45
Ibídem, p. 593.

70

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tre estas, la celebración de los Juegos Olímpicos Inter-Uni-
versitarios
A propuesta de Mella se acordó: “Recomendar a los
Estudiantes y Profesores la formación del nuevo espíritu
universitario, a base de la lucha por la mayor justicia so-
cial y de una mayor fraternidad entre los pueblos que tie-
nen la misma orientación social que nosotros, con el fin
de que este espíritu nuevo sustituya al antiguo espíritu
religioso que ya cumplió su misión histórica, y que ha pe-
sar de haber fenecido, no ha sido sustituido por nada to-
davía, dejando sólo como vínculo inter-universitario el
puro, pero frío amor de la ciencia.”46
La otra propuesta de Mella encerraba varios aparta-
dos. El a) dice:
“«El Primer Congreso Nacional de Estudiantes se de-
clara contrario a todos los imperialismos y especialmente
en contra de la intromisión del imperialismo yanqui en
nuestros asuntos interiores.»
(...) “b) «Se declara igualmente contra la aplicación y
existencia de la Enmienda Platt.» (...) El c) «que se declaraba
contrario a la Doctrina de Monroe y al Pan-Americanismo.»
(...) d) «Se declara contario al actual sistema económico,
imperante en Cuba.»”47
Mella propuso y fue aprobado por unanimidad, en-
viar un cordial saludo a nombre del Primer Congreso Na-
cional de Estudiantes a la Federación Obrera de La Haba-
na, le comunicaría los acuerdos tomados y le haría presen-
te los deseos de una perfecta unión entre estudiantes y
obreros, mediante el intercambio de ideas e intereses, con
el fin de preparar la transformación del sistema económi-
46
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 599.
47
Ibídem, pp. 599-600.

71

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co, político y social imperante, sobre la base de la más
absoluta justicia.
Sometida a votación fue aprobado por mayoría:
“Pedir a la Junta de Educación que derogue el acuer-
do por el cual los niños de las Escuelas Primarias no de-
ben aprender la historia de los países latinoamericanos
en los días de fiestas patrióticas de esas naciones, y que
se ponga a las Escuelas Primarias, los nombres de esas
Repúblicas.”48
En el congreso Mella pidió que se conmemoraran en
la universidad las fiestas nacionales de la América Latina,
explicando su significado, que se organizaran cursos li-
bres, la enseñanza científica y experimental y que los es-
tudiantes de Agronomía realizaran prácticas en un central
azucarero anexo a la universidad. También solicitó crear
cursos extraordinarios de verano y la constitución de la
Confederación Nacional de Estudiantes.
El congreso concluyó el día 25 de octubre de 1923,
después de dar lectura a varios mensajes de saludo y soli-
daridad, y acordar enviar uno de simpatía a todos los se-
ñores que han escrito algo en contra del imperialismo.
A diferencia del resto de las reformas universitarias,
la cubana fue la más radical, ya que contempló la partici-
pación de los estudiantes e incorporó a los obreros a las
transformaciones, también se caracterizó por su amplio
latinoamericanismo.

48
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit, p. 601.

72

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–Mella a los veinte años–

Sarah Pascual, Juan Marinello, Consuelo Miranda y mu-


chos otros que lo conocieron han descrito el líder estu-
diantil en sus años universitarios, pero ¿cómo era el joven
Julio Antonio cuando tenía veinte años?

Bernal del Riesgo lo describe: “Era el cuerpo atlético


más apolineo que hercúleo. Su retrato dice mucho pero
no todo. Había que verlo. Su talla llegaba a los seis pies,
con un peso de 170 a 180 libras. No guardaba su cuerpo
grasa alguna ni tenía parte desproporcionada o fofa. El
tórax amplio y ancho doblaba en sisa la cintura, y en-
garzaba en un cuello musculoso su angulosa cabeza cu-
bierta de oscura y ondulada cabellera, se imponía con
un suave bamboleo hacia delante como queriendo al-
zar algo invisible.
”Los brazos y las manos, casi siempre ocupados con
libros o papeles, se movían menos de lo que suelen mo-
verlos el promedio de los expresivos habaneros. No gesti-
culaba en demasía en la charla cotidiana ni en la exalta-
ción del discurso público. Pero sus ademanes eran gráficos
y significativos, en especial el gesto aquel del índice en
alto apuntando al cielo, en una posición semejante a la
del Ángel Rebelde de la famosa estatua.

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”Las piernas al andar a veces parecía que deseaban ir
más de prisa que el tronco, lo que le daba a su marcha,
cuando la apresuraba, un simpático sello característico.
”La expresión de la cara se mantenía casi siempre sere-
na, y la alegría o el enojo la alteraban muy poco. Nunca
pude leer en su rostro los grados de las emociones extre-
mas. Algo había quizás de inglés en esto.
”Su palabra era fácil, fluida, sincera; matizada de fra-
ses afectivas.
(...) ”No padecía de nada que yo sepa, y menos de
desgano.
”Su apetito era excelente y comía de todo, aunque
con sus personales preferencias. Desayunaba fuerte, si
podía; y reclamaba si no se le servía, el jugo de fruta y el
cereal. Almorzaba y comía con alegre ánimo, celebrando
los platos de su agrado y repitiendo de ellos. Si había
leche no tomaba agua en las comidas, y si el menú había
cumplido sus deseos, al levantarse de la mesa se erguía
sonriente, se palpaba el estómago y lanzaba breves ex-
clamaciones elogiosas. Y echaba a andar con un incon-
fundible paso de satisfacción.
”Gustaba de las buenas carnes y los mariscos; pero no
más que de los vegetales y ensaladas. Los potajes no lo
seducían, ni tampoco el pan blanco. Pero no era en modo
alguno un gourmet ni un comilón.
”A veces, muy contadas, aceptaba un cigarrillo, y con
torpeza de colegial lo hacía arder un poco, pues no fuma-
ba. A mis brindis de tabaco puro se negó y al hablar del
vicio de fumar siempre decía: «no me gusta».
”Tampoco le gustaba el alcohol. Vino o cerveza lo vi
tomar alguna vez, en Chinchurrieta, modesto y excelente
restaurante... Tragos de ron o coñac no lo vi ingerir. Dor-
mía a pierna suelta las horas indicadas, sin padecer desve-

74

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los ni lapsos soñolientos. En esto como en todo mostraba
un perfecto equilibrio.
”Y todo su carácter estaba lleno de eso, de esplendor
y armonía. En la vida doméstica lo mismo que en la públi-
ca, el cerebro presidía sus acciones. Era un creyente en el
imperio de lo racional y de lo cierto. Odiaba el error y la
equivocación y no temía sostener sus opiniones persona-
les. Discutía y discutía muy bien.
”Grato era, en verdad, discutir con Mella, porque no se
alteraba, no alzaba la voz ni manoteaba ni interrumpía im-
paciente. Respetaba y hacía respetar la índole del diálogo.
”Cuando no podía atajar al interlocutor, guardaba si-
lencio y esperaba sonriente. Después le lanzaba la anda-
nada de sus argumentos; pero al llegar en la discusión al
punto irreductible, callaba; (...) con ojos escrutadores y
decía entre dientes: «ese no tiene remedio».
”Su conducta correspondía al temperamento sanguí-
neo, lo que significaba fuerza emocional y volitiva dentro
de los límites de la serenidad.
”No caía en cólera visible ni padecía de miedos, y nun-
ca advertí en él esos cambios de estados de ánimo fre-
cuentes en los neuróticos. Tampoco padecía de rarezas o
excentricidades.
”He elogiado varias veces su polimorfo y acelerado
dinamismo, y no quisiera repetirme, pero he de recordar
que para él siempre había tiempo; las horas se multiplica-
ban en sus manos y daban a luz más y más horas...
(...) ”la inteligencia de Mella rebasaba la cifra normal,
sin duda alguna, aunque encerraba sus naturales diferencias.
”La inteligencia, esto es, la percepción, la fantasía, el
juicio, la voluntad, los dones psíquicos... Su vida prueba
bien la excelsa calidad y el altísimo nivel a que llegaban.
Pero no era, me parece, por completo criolla, al menos en

75

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el sentido dado a los criollos después del siglo XX. Por ejem-
plo, Mella comerciaba muy poco con el embullo, los arre-
batos de exaltación y el repentino abatimiento que nos
caracteriza. Experimentaba altibajos, desde luego, pero
suaves y nunca explosivos”.49

Juan Marinello narró que quienes lo trataron tuvieron la


oportunidad de conocer una de las personalidades más
sugestivas y atrayentes de nuestra tierra. La estampa física
convenía de maravilla con su naturaleza y su misión. Era
un joven muy alto, atlético, de cabeza hermosa, fuerte y
erguida, de ademanes enérgicos y serenos a un tiempo, su
presencia respondía en la medida exacta con su tarea de
comunicación inmediata y múltiple.
Era cubano hasta la medula y fue, como Martí, un caso
sorprendente de superación de lo nuestro. Meditador y au-
daz, sonriente y contenido, alegre y responsable, imagina-
tivo y práctico. Conocerlo era creer en él porque unía la
mente ancha y universal a la cercanía familiar y captadora.

La doctora Consuelo Miranda narró que en el famoso Patio


de los Laureles, vio por vez primera a aquel atractivo jo-
ven, alto y fuerte, de tez sonrosada y pelo ensortijado que
a veces le caía en la frente, que las muchachitas quisieron
conocer a los novatos, más buenos mozos y Mella resultó el
preferido. Que al principio, cuando se subía a los bancos
del histórico patio y lanzaba su palabra ardiente, las mu-
chachas iban a verlo atraídas por su impresionante figura,

49
Alfonso Bernal del Riesgo: “Estampa psíquica de Mella”, La Gaceta
de Cuba, La Habana, marzo de 1967, p. 2.

76

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pero en pocos días fueron movidas por sus extraordinarias
condiciones de líder, fue despertando sus dormidas concien-
cias. Recordó que en aquellos tiempos los hombres iban a
la universidad con cuello, corbata y sombrero de pajilla.
Mella era uno de los más elegantes, lo que provocaba no
pocos comentarios negativos, algunos por envidia y otros
por considerarlo reñido con el comunismo.

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–La revista Juventud–

En octubre de 1923, Mella fundó la revista Juventud publi-


cación de los estudiantes renovadores de la Universidad
de La Habana. En un artículo titulado con el mismo nom-
bre de la revista explicaba que era: “Una publicación más
en la vida estudiantil cubana; pero es también la conti-
nuación de una ardua lucha comenzada cuando ingresa-
mos en la Universidad, es el mismo ideal sostenido por los
mismos hombres que hoy al cambiar de forma, sólo cum-
plen con el eterno: «Renovarse o Morir».
”Y triunfaremos como siempre...”50
José Rivero Muñiz cuenta que una tarde de 1923 se
presentó Julio Antonio Mella con algunos compañeros en
la sede de la Federación de Torcedores, donde radicaba la
imprenta.
(...)“carecían de recursos necesarios y venían a ver si
Bravo accedía a imprimirles la revista bajo promesa de sa-
tisfacer más tarde la deuda. Bravo, que administraba el ta-
ller y que desde el primer momento simpatizó con sus visi-
tantes, se mostró conforme, y a partir de ese día comenzó a
imprimirse en la imprenta de los tabaqueros, Juventud.
”Recuerdo que con frecuencia andaba en dificultades
respecto a cómo se escribían ciertas palabras, y al dirigirse
50
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit, pp. 69-70.

78

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a nosotros para que le aclarásemos lo que le interesaba,
solíamos poner el asunto en manos de Baliño. Fue así como
Mella y el viejo luchador trabaron conocimiento, logran-
do además nosotros que los redactores de la combativa
revista prestaran ayuda económica de Baliño, asignándole
el cargo idéntico al que desempeñaba en Boletín del Tor-
cedor, o sea corrector de pruebas.”51
De esta relación entre el joven estudiante y el lucha-
dor comunista surgirían muchos proyectos y una amistad
entrañable.
Desde el primer número de la revista Julio Antonio
define su espíritu reformador al afirmar: “Juventud es hoy
una revista como deben tenerla los estudiantes cubanos,
junto al humorismo propio de los jóvenes y de las noticias
deportivas y universitarias, la ciencia, el supremo anhelo
de los estudiantes, llena las principales páginas de esta
publicación.
”Si por ser la revista como debe ser, si por haber abo-
lido lo gráfico, (...) que nos traía gastos (...) se cree que la
revista ha perdido, estamos conformes, pues sabemos que
quienes piensan así son los amantes del oropel, del brillo
de la frivolidad; reconocemos que nuestra misión es más
elevada hoy, y que los frutos serán mejores, esto basta
para nuestra satisfacción.
”Este primer número, como obra inicial, es defectuo-
so, (...) la premura del tiempo, y las múltiples ocupaciones
(...) nos han impedido hacer algo de nuestro gusto; pero
cada número será mejor. (...) el número próximo (...) esta-
rá dedicado al Primer Congreso Nacional de Estudiantes”.
Casi al final del artículo señaló que la revista saldría
regularmente todos los meses y el primer número tendría

51
Erasmo Dumpierre: Ob. cit, pp. 66-67.

79

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un suplemento completamente gratis, de ocho páginas con
las últimas noticias, y se despide: “Saludamos a todos nues-
tros compañeros de Cuba y de nuestra América, a esa ju-
ventud única que plasma con ardor incansablemente el
futuro del mundo”.52

52
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit, p. 70.

80

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–La Universidad Popular José Martí–

El 3 de noviembre de 1923, dando cumplimiento al acuerdo


del Primer Congreso de Estudiantes, se efectuó la apertura
de la Universidad Popular José Martí, en el Aula Magna de la
Universidad de La Habana. Mella explicó sus fines y objeti-
vos. Como secretario fungió Rubén Martínez Villena.
El primer curso se inició el 20 de noviembre en hora-
rio nocturno y abarcaba la primera y segunda enseñanza
y una escuela para analfabetos. Entre las asignaturas que
se impartían se encontraban Historia de la Humanidad y
de Cuba, de quien Mella era el profesor, Gramática y Lite-
ratura, Psicología y Lógica, Matemática, Homicultura,
Maternidad y Profilaxis Sexual, Economía Política y So-
cial, Legislación del Trabajo, Moral Antidogmática y Rudi-
mentos de Ciencias de las Religiones.

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–Fue como un relámpago–

En incansable batallar fue fundando filiales en diferentes


centros laborales y estudiantiles. Organizó conferencistas
para las filiales en fábricas y otros centros obreros; para las
Escuelas Normales para maestros, de Artes y Oficios, Institu-
tos, Liceos, Centros Regionales y Asociaciones Deportivas.
Los temas eran variados, desde asuntos internacionales y de
divulgación científica hasta artísticos y literarios.
Junto a Julio Antonio Mella, impartía clases Olivia Zal-
dívar. Este vínculo con los obreros desarrolló la conciencia
política de ambos. Estrecharon relaciones con Carlos Bali-
ño, fundador del Partido Revolucionario junto a José Martí,
con quien Mella forjó una profunda amistad. También cono-
cieron al líder de la clase obrera Alfredo López.
La Universidad Popular José Martí, tuvo gran significa-
ción porque se extendió a la Federación de Bahía, a los Sindi-
catos de Tranviarios y Ferroviarios, la Sociedad de Torcedores,
la Sociedad de Conductores de Carros y Camiones, proyectán-
dose en las afuera de La Habana funcionó en San Antonio de
los Baños, Santiago de las Vegas, Regla y Guanabacoa.
Alfonso Bernal del Riesgo, señaló que a Mella como a
Martí se le podía tomar de ejemplo, pues no conoció el can-
sancio ni la falta de tiempo, fue un revolucionario superdi-
námico, un estudioso incansable, fue como un relámpago.

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–La traición–

Mientras Mella se entregaba a la misión unificadora, se produ-


cía un hecho escandaloso. Los profesores corruptos hacían
gestiones para volver a la universidad apoyados por estudian-
tes traidores. Esa actuación, más las calumnias y comentarios
desfavorables respecto a la actividad radical de Mella y su acer-
camiento cada vez mayor y público al movimiento obrero,
habían generado reservas hacía él, tuvo que soportar críticas
injustas, calumnias e insidias, lo que generó discusiones y divi-
siones dentro de la Federación de Estudiantes Universitarios,
que ponían en peligro el movimiento reformista.
Se le acusó de ejercer la dictadura en la organización
estudiantil y el 20 de diciembre de 1923, para salvar la Fede-
ración e impedir que la campaña contra él afectara el triunfo
de los que defendían las reformas, presentó la renuncia.
Sobre Mella también recayó la envidia, por su clara
inteligencia, su elevada cultura, su atractivo físico, por ser
considerado como el joven más elegantemente vestido de
la universidad y por la atracción que provocaba en las
muchachas, incluso lo criticaban porque usaba zapatos
exclusivos y hechos a la medida por la más famosa casa de
La Habana. Para el joven no eran importantes esos deta-
lles, pero complacía a su padre, quien al ser propietario de
la mejor sastrería de La Habana, velaba por la elegancia y
el bien vestir de su hijo.

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–La renuncia–

En la carta renuncia Mella expresó que siempre había lu-


chado con la sinceridad del convencido, y la nobleza del
altruista, pero que en esos momentos su actuación no era
conveniente, criterios errados, unos, y mal intencionados
otros, censuraron su labor.
Dijo que había carecido de cooperación y que no ne-
gaba ser digno de lapidario, pero afirmaba que todos pu-
sieron la mano en el “crimen”, unos cooperando, otros
por no impedirlo y que por esas circunstancias creía por
cuestión de dignidad retirarse de las luchas universitarias,
para permitir la libre acción de todos, ya que se afirmaba
que ejercía influencia demasiado personal y nociva en los
asuntos de la Federación estudiantil y no quería ser un
tirano, ni parecerlo.
Presentó su renuncia al cargo de presidente de la Fe-
deración haciendo constar que esa resolución era tomada
después de una larga meditación y consulta, por lo que
ratificaba su irrevocabilidad, por convenir así a los ideales
universitarios. Finalizó haciendo votos por el triunfo de
las ideas y la unión de los estudiantes.
A fines de diciembre de 1923 Julio Antonio Mella y
Olivín viajaron a la ciudad de Camagüey y visitaron las
poblaciones cercanas, desde allí le escribió al eminente
médico y científico argentino Gregorio Araoz Alfaro.

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En la carta plantea que creía que la reforma universi-
taria era parte de una gran cuestión social y hasta que esta
no quedara completamente resuelta no podría haber nue-
va universidad. Le expresó que no sabía los enemigos que
tiene el movimiento regenerador universitario y que los
mayores enemigos eran los mismos estudiantes faltos de
ideología, o envenenados con la ideología reaccionaria
de los colegios religiosos, que formaban la gran mayoría
de los estudiantes que podían estudiar en la Universidad
de La Habana.

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–Honor a Lenin–

El fallecimiento de Vladimir Ilich Lenin se conoció en Cuba


un día después, el 22 de enero de 1924. Sarah Pascual na-
rró que conversaba en la universidad con Julio Antonio
cuando “se acercó a ellos un estudiante que en tono iróni-
co y señalando a la chaqueta del líder de la Federación de
Estudiantes dijo: —Ahí falta algo. Milagro no llevas luto
porque murió Lenin. Mella que experimentaba una hon-
da tristeza le respondió sereno:
”—Tú ríes porque todavía no sabes quién es el que ha
muerto. Pero el mundo marcha y tal vez algún día llegues
a saber cuán grande ha sido la pérdida que ha sufrido la
humanidad.”53
Mella pudo leer las obras de Lenin, hablaba inglés y
traducía las obras marxistas de su interés al español, una
de las que tradujo para el Boletín del Torcedor fue el tra-
bajo de Lenin “El movimiento populista en China”.
El 4 de febrero de 1924 Mella habló en honor a Lenin,
en un acto en el Centro Obrero de La Habana, organizado
por la Agrupación Comunista. Sus palabras fueron publi-
cadas en Juventud, y en las mismas destacó: “Fue un
hombre extraordinario y grande. Grande en su energía,
grande en su poder.

53
Erasmo Dumpierre: Ob. cit., pp. 74-75.

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”La fuerza del carácter de Lenine, estriba en su abso-
luta honradez, en su sinceridad y en la inquebrantable
firmeza de sus convicciones.
”Por años fue un teorizante y soñador, luego puso en
práctica sus teorías.
(...) ”En su tiempo y en su medio, fue un avanzado, y
un superhombre que supo con el poder de su genio dar un
impulso poderoso a la transformación de una civiliza-
ción”.54

54
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 87.

87

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–“Los expulsados”–

Durante los meses de enero y febrero de 1924, Mella escri-


bió un editorial en la revista Juventud, titulado “Los ex-
pulsados”, donde denunciaba que los estudiantes jamás
permitirían que se traicionaran sus ideales.
Más de una docena de profesores suspendidos de em-
pleo por el rector Carlos de la Torre, por comprobarse la
veracidad de las acusaciones de corrupción, continuaban
cobrando el sueldo.
Señaló que estaban en mejores condiciones, porque
ganaban el dinero sin trabajar y que se burlaban de los
estudiantes que aspiraban a moralizar la universidad ya
que después de catorce meses viviendo bajo el peso infa-
mante de las acusaciones y con los bolsillos repletos de
oro, se aprestaban a ingresar nuevamente al alto centro
de estudios.

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–La boda–

Mella y Olivín contrajeron matrimonio el 19 de julio de


1924, con la manifiesta oposición de los padres de esta.
Nuevamente pesaban los mismos argumentos que se opu-
sieron en sus relaciones con Silvia Masvidal.
Las opiniones de algunos amigos y familiares influye-
ron en la incomprensión del padre de la novia, quien con-
sideraba que Mella no le convenía a su hija y no asistió al
casamiento, que se realizó ante notario en el Juzgado
Municipal del Norte de La Habana. Sólo concurrieron la
madre y una tía política y su esposo que fue testigo de la
boda pero se negó a estar presente en la ceremonia.
Olivín se enfrentó a la familia y en especial al padre
quien ejercía gran autoridad. Sin embargo la pareja viajó
de luna de miel a la ciudad de Camagüey y se alojaron en
la residencia familiar situada en la Avenida de los Mártires
no. 135, (hoy no. 372) del residencial barrio de La Vigía.
Los recién casados pasaban el día en la calle Lope Recio 1 1/2,
donde residían los abuelos paternos de Olivín y dormían en
las habitaciones de la residencia del barrio La Vigía.

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–La Confederación Nacional de Estudiantes–

Al regresar a La Habana los recién casados, continuaron su


intensa lucha política. El 18 de agosto se fundó la Confe-
deración Nacional de Estudiantes de Cuba, presidida por
Mella y la cual en su Declaración de Principios dejó clara
su ideología martiana y antimperialista. La confederación
agrupó a los estudiantes de la Universidad de La Habana
con los de la Segunda Enseñanza, los de la Escuela de Ar-
tes y Oficios y los de las Escuelas Normales.

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–Contra el fascismo–

En 1924 Mella ingresó en la Agrupación Comunista de La


Habana y asistió al acto inaugural del Ateneo Universitario,
donde fue elegido presidente de la Federación Anticlerical
y encabezó las protestas populares, por la visita a La Haba-
na del barco Italia, considerado embajador del fascismo.
Desde que se conoció la llegada del barco, trabajó
intensamente para organizar las manifestaciones. Escri-
bió y divulgó un llamamiento titulado: “La juventud es-
tudiosa contra los asesinos y tiranos de Italia”, que fue
publicado en el boletín oficial de la Confederación de
Estudiantes de Cuba.
En el mismo boletín apareció un llamado “A los hom-
bres dignos”, firmado por Mella y en algunas de sus partes
planteaba que Mussolini era un Judas, que había traicio-
nado sus antiguos principios de libertad y justicia.
Envió una carta al embajador de Mussolini en La Ha-
bana que tituló: “Al representante oficial de la tiranía
de Mussolini en Cuba”, adjuntándole el manifiesto de
protesta lo acusaba de ser un fiel servidor del dictador
Mussolini.
Durante la visita de los integrantes del barco a las fá-
bricas de tabacos, se produjeron nuevas manifestaciones
de protestas y en un almuerzo ofrecido en la cervecería La
Tropical, los obreros abandonaron el trabajo.

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El embajador italiano en La Habana protestó ante el se-
cretario de Estado, mencionando la carta de Mella y acusan-
do también, a otros dirigentes obreros como responsables
de las hostilidades. El gobierno ordenó multarlos a todos.

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–La casa natal de José Martí–

El 28 de enero de 1925, Mella asistió a la inauguración


como Museo de la Casa Natal de José Martí.
Una vieja aspiración de los patriotas cubanos. El 4 de
marzo de 1918 las autoridades municipales de La Habana
tomaron posesión de la casa, pero sólo de forma nomi-
nal, porque el inmueble estaba habitado por sus anti-
guos residentes y se encontraba en completo estado de
abandono, con sus paredes, techos, escaleras y puertas
que mostraban un deterioro extraordinario.
A principios de 1924 el presidente Alfredo Zayas ordenó
que se trasladaran los objetos de arte e históricos del Museo
de Bellas Artes para un barracón de la fortaleza de La Cabaña
y entre estos había varios pertenecientes a José Martí.
Ante esta medida el director del museo, se opuso te-
nazmente y obtuvo el apoyo de Julio Antonio Mella, de la
Federación Estudiantil Universitaria y de obreros-estudian-
tes de la Universidad Popular José Martí. Ellos ofrecieron
su valioso concurso para recaudar fondos entre el pueblo
y realizar trabajo voluntario para la definitiva reparación
del inmueble y el montaje del museo.
La Federación Estudiantil Universitaria encabezada por
Mella brindó funciones teatrales, fiestas y verbenas con
tal objetivo. En el acta de juramento en su defensa se
encuentra la firma de Julio Antonio Mella.

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–La toga viril para decir la verdad–

En febrero de 1925 Mella visitó la ciudad de Banes. Hizo el


viaje para denunciar el sometimiento del gobierno de Al-
fredo Zayas con la complicidad de Machado, que convoca-
ba al pueblo para agradecer a Estados Unidos la devolu-
ción de la Isla de Pinos, retenida arbitrariamente por más
de veinte años.
El imperialismo norteamericano devolvió la soberanía
de ese pedazo de Cuba, cuando ya el territorio entero de-
pendía económica y políticamente de Norteamérica, con-
vertida en un protectorado.
La Agrupación Comunista de La Habana acordó acla-
rar al pueblo el carácter explotador del imperialismo y el
sometimiento impuesto al país a través de la vigencia de
la Enmienda Platt y con ese propósito realizó un recorrido
por el interior del país. El día 24 de febrero Mella se encon-
traba en Banes. Fue un viaje agotador en un camión que
trasladaba plátanos de las extensas propiedades de la Uni-
ted Fruit Company a la ciudad de Camagüey.
En Banes los esperaba una multitud que los dejó im-
presionados y los acompañó hasta el teatro, donde apenas
podían moverse. Todos lo aclamaban y le expresaban su
adhesión. De pronto se produjo un hecho insólito propio
de aquella República. Les impedían el acceso, la entrada al
teatro les fue prohibida por el alcalde municipal quien

94

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cumplía órdenes del cónsul de los Estados Unidos que lo
acompañaba.
Los miembros de la Fuerza Pública estaban con las ar-
mas listas para disparar y dispararon para dispersar a la
muchachada y a los obreros presentes. En medio de la tur-
bación y la repulsa del pueblo, Enrique Varona, un obrero
de la United Fruit Company construyó una tribuna para
que Mella hablara.
El lugar fue rápidamente adornado con banderas cu-
banas y grandes letreros que decían “Isla de Pinos es cuba-
na”, “Viva Cuba”, “Abajo la Enmienda Platt”, y se fundó
una filial de la Universidad Popular José Martí. Mella visi-
tó la escuela José de la Luz y Caballero y escribió en la
libreta de visitantes: “25-2-MCMXXV. Una tarde inolvida-
ble por la juventud, el arte y el entusiasmo de unos cama-
radas que vivirán siempre en mí, es la pasada hoy. Hago
votos porque esta misma muchachada, haciendo buena la
sentencia del Maestro, se ponga la toga viril cantando,
predicando o esculpiendo su verdad, la verdad de la nue-
va generación. J. A. Mella.”55
El pueblo estaba fascinado, por su magnetismo, su in-
teligencia, su valentía, su verbo claro y enérgico.

OJO

55
Tomado de la libreta de visitantes en poder de la compañera Catali-
na Sánchez.

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–El arresto–

El presidente saliente Alfredo Zayas y el recién electo


Gerardo Machado, planearon organizar una manifesta-
ción oficial para agradecer a Estados Unidos la entrega
de la soberanía sobre la Isla de Pinos. La repulsa popular
no se hizo esperar y Mella lanzó un corto llamamiento
titulado “A los estudiantes y hombres libres”, donde
instaba a no asistir a la manifestación si eran hombres
dignos, porque:
“1ro. El darnos a Isla de Pinos es un acto natural, siem-
pre fue nuestra. Solo los que nunca han hecho Justicia,
como nuestro Gobierno, pueden asombrarse y regocijarse
servilmente por este acto de hipócrita Justicia.
“2do. Isla de Pinos es de Cuba, pero Cuba no es li-
bre. Los capitalistas Yanquis, con sus dineros, poseen la
tierra, las industrias, esclavizando al pueblo, y el Go-
bierno de Washington, con la Enmienda Platt y con el
abuso de su fuerza, tienen convertida a la Isla en una
colonia. Recordad a Magoon, el primer ladrón interven-
tor, a Mr. González, el que ordenó el asesinato de cuba-
nos, y a Crowder, el Amo de Zayas en un tiempo, hoy su
esclavo por el soborno.
“3ro. El Gobierno de los Estados Unidos nos ha dado
Isla de Pinos, porque era nuestra; pero, ¿por qué‚ no da la
libertad a Puerto Rico y a Filipinas, que luchó tanto como

96

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nosotros por su independencia? ¿Por qué no devuelve los
estados robados a México y Panamá? ¿Por qué promueve
la guerra entre Chile y el Perú con el de Tacna y Arica?
“Estudiantes: Gritemos:
“¡Abajo el imperialismo yanqui!¡Viva nuestra digni-
dad de hombres libres!”56
La Federación Obrera de La Habana se unió al llama-
miento estudiantil y juntos repudiaron el acto y acorda-
ron interrumpirlo. Hubo choques a lo largo de la ruta, la
manifestación se rompió por varias partes ante el ataque
de los estudiantes.
Mella fue arrestado mientras hablaba. Inmediatamen-
te fue llevado a la estación de policía de la calle San Láza-
ro, los propios estudiantes lo liberaron y de nuevo volvió
a caer preso, cerca del Paseo del Prado lo condujeron más
de diez efectivos mientras seguía arengando.
Nicanor Mella, al enterarse, acudió de inmediato a la
estación de policía y logró que lo pusieran en libertad,
pero las autoridades iniciaron un proceso judicial por in-
jurias al embajador de Estados Unidos y al gobierno.
El fiscal solicitó ciento ochenta días de cárcel. El juez
impuso una multa de doscientos pesos a cada uno, que
fueron pagados por el pueblo en colecta pública.

56
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 171.

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–En el sillón de limpiabotas–

Al terminar el juicio, en la calle esperaban más de mil qui-


nientas personas, se realizó un mitin en los portales de las
céntricas calles de Belascoaín y Monte, en el que Mella usó
de la palabra subiéndose a un sillón de limpiabotas.
Los manifestantes partieron rumbo al Parque Cen-
tral y realizaron un nuevo mitin. Los jóvenes continua-
ron el recorrido hasta el parque situado frente al Pala-
cio Presidencial, donde Alfredo Zayas, se había hecho
erigir una estatua.
Se produjo un choque con la policía. Mella fue herido
en la cabeza, igual suerte corrió su hermano Cecilio y va-
rios estudiantes, pero los reunidos gritaban: “A Mella no
le hacen mella”.
Mella subió al pedestal de la estatua de Zayas y se diri-
gió a los presentes. La represión continuó y llegaron más
policías, de la secreta, de la guardia de Palacio. Hubo dis-
paros y fustas; los policías pugnaban por arrancarlo del
pedestal y de su cabeza comenzó a manar abundante san-
gre. Las piedras llovían, hubo muchos heridos y él preso
resistía el enjambre de policías que lo conducían por la
fuerza al hospital.
Nuevamente Nicanor acudió en defensa de sus dos hi-
jos. Discutió con los policías por la forma brutal del ata-
que. La protesta trascendió públicamente y Julio Antonio

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hizo declaraciones a la prensa, dijo que el pueblo de Cuba
comprendería, la estructura del sistema social que preten-
día tratar a los ciudadanos como bestias.

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–La Liga Antimperialista de las Américas–

El 14 de julio de 1925, Mella dejó constituida la Sección


Cubana de la Liga Antimperialista de las Américas. La re-
unión se efectuó en el local de la Asociación de Estudiantes
del Instituto de La Habana y lo seleccionaron secretario or-
ganizador. El 17 de julio se presentó oficialmente el acta de
la constitución.
Sobre su finalidad declaró que era combatir al impe-
rialismo yanqui tanto en Cuba como en las demás repúbli-
cas latinoamericanas. También hizo un recuento de las in-
tervenciones y agresiones de los Estados Unidos contra los
pueblos del mundo.

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–El Vatslav Vorovsky–

La Agrupación Comunista de La Habana organizó el reci-


bimiento del barco soviético Vatslav Vorovsky.57 Mella era
el designado para contactar con los sindicatos y solicitar el
permiso ante las autoridades. El 30 de julio de 1925, co-
menzaron los rumores de que el gobierno no iba a permi-
tir que los marinos soviéticos desembarcaran. Los comu-
nistas cubanos, ante esa posibilidad, publicaron en la prensa
un manifiesto:
“Dentro de breves días llegará a este puerto una nave
representando al único gobierno de obreros y campesi-
nos, al régimen Soviético de Rusia. Esta Agrupación pro-
pagandista de estos ideales entre el pueblo de Cuba, cree
importante (...) recibir a los embajadores proletarios, ex-
teriorizando todos los afectos que el trabajador de Cuba
tiene por los instauradores del nuevo régimen en Rusia.58
La comisión de recepción la presidía Mella y en el pro-
grama de festejos contempló un acto de masas y una visi-
ta a la Colina Lenin. Julio Antonio solicitó, a la Secretaría
de Gobernación, el permiso para que los obreros organiza-
ran los festejos a la tripulación del Vorovsky.
57
Vatslav Vorovsky (1871-1923). Combatió junto a Lenin, fue dirigente
del partido bolchevique, diplomático y crítico literario. Colaboraba
con frecuencia en el periódico Iskra, órgano oficial de la juventud
soviética.
58
El Heraldo de Cuba, La Habana, 3 de agosto de 1925.

101

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El 2 de agosto se hizo pública una nota secreta del De-
partamento de Estado de Washington para impedir la “pro-
paganda bolcheviquista” que el Vorovsky venía realizando
como emisario del gobierno soviético. Ese mismo día, Ma-
chado prohibió la entrada del barco al puerto de La Habana
y la realización de todo acto en honor a los marinos comu-
nistas rusos, amenazando con expulsar al extranjero que se
dedicara a esa propaganda y a encarcelar al nativo que la
secundara. El 4 de agosto de 1925 llegó a las costas de Cárde-
nas el primer barco soviético que arribó a Cuba.
La negativa del gobierno generó grandes protestas. Los
estudiantes suscribieron un manifiesto por todo el país, y los
trabajadores acordaron crear un Comité Secreto que visitara
y felicitara al capitán del Vorovsky y su tripulación, expo-
niéndoles el disgusto por la hostilidad de las autoridades.
Julio Antonio Mella, José M. Gallegos, Molina y Bonifa-
cio Ruiz, tomaron secretamente el tren hacía Cárdenas y al
llegar se dirigieron al Centro Obrero donde, junto a los tra-
bajadores, gestionaron el viaje hasta el barco. El traslado se
produjo en el bote motor, Don, guiado por Nereo Peraza. El
Vorovsky se encontraba a tres millas de la costa y la lancha
los llevó hasta la escala del barco.
El encuentro fue fraternal. Cubanos y soviéticos con-
versaron de varios temas59 y fueron invitados a comer.
Mella narró:
“En la mesa de limpio mantel, tomamos asiento varios
marineros, el capitán, el maquinista y los visitantes. Con ele-
59
“Allí hablamos de alta política internacional, de materias económi-
cas, de literatura. El caso de China, el Plan Dawes, la huelga de los
mineros ingleses, la producción de azúcar y tabaco, el número de
obreros agremiados en Cuba, salarios, riquezas, Gorki, Andreiev, del
nuevo arte popular en Rusia, y de la revolución mundial.” En: Insti-
tuto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialis-
ta de Cuba: Ed. cit., p. 194.

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gancia y cortesía, muy naturales, los rusos nos sirvieron una
buena comida en la vajilla blanca de porcelana con la hoz y el
martillo, y la eterna frase: “Proletarios de todos los países uníos”.60
Otro de los visitantes afirmó:
“No tuvimos muchas dificultades con el idioma, pues
Mella hablaba muy bien el inglés y se entendió con un ofi-
cial que lo hablaba, aunque no con la misma fluidez. Ade-
más, otro oficial sabía un poco de español y pudimos inter-
cambiar impresiones”.
(...) “Al anochecer nos invitaron a comer. Una de las tan-
tas cosa que nos llamó la atención a bordo, fue que en ese
barco trabajaban dos mujeres, lo cual era inusual en las em-
barcaciones capitalistas. Como éramos invitados, fuimos los
primeros en servirnos. Siguiendo la costumbre de servirse
primero la sopa, Mella destapó una gran sopera que había
en el centro de la mesa y resultó que la misma tenía ciruelas
pasas en almíbar. Todo el mundo se rió a carcajadas por lo
ocurrido. Seguidamente nos servimos ciruelas pasas y comi-
mos el postre al principio.”61
Al despedirse, los rusos reunieron su orquesta de cuerdas
e interpretaron varios Himnos de la Revolución y la Marcha
de Moscú, así como cantos populares
La tripulación le entregó a Mella una bandera de la hoz
y el martillo, símbolo de los trabajadores y campesinos en el
poder. En Cárdenas donde por primera vez ondeó la ban-
dera cubana, fue donde en manos de Mella, entró la pri-
mera bandera símbolo del comunismo.
Al llegar a La Habana, ofreció la conferencia “Cuatro
horas bajo la bandera roja” y leyó el mensaje que el capi-
tán del Vorovsky dirigía al proletariado cubano. También
60
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 194.
61
Nelio Contrera: Ob. cit., p. 71.

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publicó en el periódico Lucha de Clases un artículo con el
mismo nombre de la conferencia, donde escribió que los
faroles se agitaban desde la borda del Vorovsky por las
manos de los camaradas comunistas como despedida pos-
trera y fraternal, que llegaron a Cárdenas, y que la luz roja
del barco soviético ya era apenas un punto perceptible en
el horizonte negro de la noche lluviosa.

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–Nace el Partido Comunista Cubano–

El 16 de agosto de 1925 en la ciudad de La Habana, en la


casa marcada con el no. 81 de la calle Calzada en El Veda-
do, se reunieron los representantes de las agrupaciones
comunistas de todo el país para celebrar su Primer Con-
greso Nacional, se encontraba presente el destacado líder
comunista Carlos Baliño, quien junto a José Martí había
fundado el Partido Revolucionario Cubano.
Las conversaciones que precedieron este acontecimien-
to histórico, la manera de actuar del viejo comunista, su
serenidad y entereza políticas ejercieron una gran influen-
cia en la formación marxista de Julio Antonio Mella.
Carlos Baliño recibió las credenciales de los delega-
dos, entre estos había obreros, estudiantes, maestros, em-
pleados públicos e intelectuales. También se encontraba
Enrique Flores Magoon del Partido Comunista Mexicano.
Mella fue designado secretario de prensa y publicidad.
Se acordó rendirle un minuto de silencio a Lenin y a todos
los buenos luchadores muertos en defensa del proletaria-
do. También envíar saludos al Partido Comunista de Méxi-
co y a los marinos del Vorovsky. Mella propuso que se les
enviara una bandera cubana62 como obsequio de los co-
62
La presión popular obligó al gobierno a permitir un acto en la
ciudad de Matanzas con la presencia de cuatro marinos soviéticos.
Mella entregó la bandera cubana al capitán del barco. En el acto se
encontraba el célebre ajedrecista cubano José Raúl Capablanca.

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munistas cubanos, declarar su simpatía a los compañeros
hebreos y reconocer todo el mérito de su labor.
El Primer Congreso Nacional de Agrupaciones Comu-
nistas de Cuba acordó reconocer a la Tercera Internacio-
nal Comunista como suprema instancia del Partido Co-
munista Cubano. También acordó que ejecutaría los acuer-
dos que emanaran de ella y de sus órganos, así como
reconocía, aprobaba y prometía cumplir los acuerdos y
estatutos de esta.
El día 17 Mella habló sobre la educación de los miem-
bros del partido y la importancia de estudiar Marxismo.
Ese mismo día aprobaron el programa educacional y de-
signaron a los compañeros José Miguel Pérez, Alfonso Ber-
nal y Julio Antonio Mella para dar clases y conferencias,
aprobaron publicar resúmenes claros, sencillos y concre-
tos para difundir la literatura marxista y leninista e inter-
cambiar clases de idiomas entre los miembros del partido.
También se discutió la situación del campesinado. Mella
explicó la explotación en los centrales azucareros y puso
de ejemplo el de Banes, propiedad de la United Fruit Co.
Se adoptó un programa de reivindicaciones populares que
incluía la lucha por la jornada laboral de ocho horas y
mejoras de las condiciones de vida y de trabajo.
El congreso acordó organizar a la Juventud Comunis-
ta y dedicar una parte especial de sus actividades a la Or-
ganización de las Mujeres Comunistas.
Se debatió la participación del partido en el proceso
electoral. Mella estuvo en contra y expresó que la gente
en Cuba no sabía todavía lo que era la lucha de clases e
iban a pensar que el Partido Comunista, era como los de-
más y afirmó que la gran masa del pueblo no votaba.
Propuso aceptar la lucha electoral como simple medio
de agitación, pero que el partido no hiciera postulacio-

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nes. Después de un amplio debate y en aras de la unidad,
Mella retiró su proposición.
Al hablar de la prensa del partido, Mella propuso que
cada miembro fuera corresponsal del periódico, que la fre-
cuencia del mismo fuera semanal, que cambiara el forma-
to y el nombre.
También se eligió el Comité Central, y Julio Antonio
Mella quedó como miembro. Entre los acuerdos estuvo el
prestar apoyo a la Liga Antimperialista y a la Liga Pro-
Luchadores Perseguidos.
Julio Antonio Mella quedó a cargo de la Educación
Marxista y la propaganda. Fue catalogado por algunos de
sus compañeros como un joven de ánimo siempre opti-
mista que no decayó ni en los momentos más difíciles,
muy discutidor y rebelde, que fue un líder, un guía que
abrió y despertó muchas conciencias. La pureza y sinceri-
dad eran sus principales virtudes. Era limpio, transparen-
te. Se podía ver en el fondo de su pensamiento.
En el Comité Central se produjeron debates y uno de
los que más discutió fue Mella, pero el comunista que no
sabía discutir o que sabiendo no lo hacía, no era un comu-
nista. Otros testimoniantes señalan que Mella tenía en alta
estima el espíritu crítico, al que atribuía condición indis-
pensable para el mejoramiento humano y que con total
claridad y limpieza se manifestaba contra todo lo que no
estuviera de acuerdo, era catalogado como un joven su-
mamente rebelde y apasionado y esa actitud provocaba
no pocas incomprensiones. Era antisectario, antioportu-
nista y partidario de la discresión conspirativa.

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–Primer crimen político–

La Habana fue estremecida por el primer crimen político


de Gerardo Machado. En la madrugada del 20 de agosto
de 1925, el director del periódico El Día, fue alevosamente
asesinado. Habían transcurrido exactamente tres meses
desde la llegada de Machado a la presidencia.
Todos los periódicos consideraron el crimen como odioso.
“La investigación de ese asesinato feroz, decía El Heraldo
de Cuba, ha de servir para demostrar si hay jueces en nues-
tro país y si es posible asesinar impunemente en plena Ha-
bana, en cuadrilla, a un ciudadano, a un libertador, a un
periodista sin que los matones sufran el condigno castigo.”
El repudio al crimen fue general; pero muy especial-
mente en la universidad donde se preparó una gran mani-
festación de protesta, encabezada por Julio Antonio Mella.

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–Detención de Mella–

Mientras se preparaba un plan para expulsar a Julio Anto-


nio Mella de la universidad, fue dada la orden de limpiar
de comunistas el país, a sus simpatizantes y deportar a los
extranjeros. El Centro Obrero de La Habana fue interveni-
do por la policía y sirvió de pretexto para apresar y encar-
celar a Julio Antonio Mella y a varios trabajadores, entre
ellos su líder obrero Alfredo López.
La policía judicial argumentó que se tramaba un
vasto complot dinamitero y planes de conspiración para
la sedición.
El 7 de septiembre se produjo un hecho escandaloso.
Machado firmó el decreto que reponía en sus puestos a los
profesores de la universidad acusados por los estudiantes
de corruptos. Los universitarios protestaron por esa des-
vergüenza.
Fernández Mascaró, secretario de Instrucción Pública
y Bellas Artes acusó a Julio Antonio Mella y otros compa-
ñeros como los principales perturbadores de la universi-
dad y Machado orientó intensificar el proceso judicial con-
tra los comunistas, se ordenó la detención de más de cua-
renta personas, entre ellas Julio Antonio Mella.
El 8 de septiembre se reportó que se había dictado
auto de procesamiento en la causa radicada por rebelión
motivada por las supuestas proclamas que calificaron de

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“incendiarias”. De todo lo imputado no existían pruebas.
Se citaron los nombres de los comunistas que habían in-
gresado en la cárcel excluidos de toda fianza. Entre los
dieciocho procesados en rebeldía se encontraba Mella.
El 12 de septiembre, el periódico El Heraldo de Cuba
reportó que Julio Antonio Mella fue detenido por comunis-
ta y que se le había instruido de cargo, teniendo que pagar
mil pesos de fianza para quedar en libertad y que estaba
acusado al igual que muchos obreros por el delito de sedi-
ción para la rebelión.
El padre de Mella prestó la fianza en metálico que le
fue exigida a su hijo y este quedó en libertad. Cuando
Machado se enteró que estaba libre se indignó con el juez,
le ordenó mayor severidad y comenzar un nuevo plan que
sirviera de pretexto para realizar una nueva detención.

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–Atentados dinamiteros–

El 16 de septiembre de 1925, se aplicaba un nuevo plan


para encarcelar a Mella: agentes de la policía, colocaron e
hicieron detonar varios petardos en la capital del país. El
17 de septiembre, El Heraldo de Cuba publicó que otra
vez La Habana estaba bajo el terror de las bombas y que
en cuatro lugares distintos explotaron, produciendo la con-
siguiente alarma y como consecuencia hubo una enérgica
respuesta de la policía.
Uno de los artefactos fue colocado en una de las ta-
quillas del teatro Payret y la explosión se produjo como a
las dos de la madrugada. Fueron acusados los comunistas
y en especial Julio Antonio Mella. En un informe calum-
nioso se señaló que en reuniones secretas de los comunis-
tas se tomaron varios acuerdos, entre ellos, atentar con-
tra la vida de los patronos, colocar bombas explosivas en
distintos lugares de la ciudad, para causar alarma y crear
un ambiente favorable que respondiera a graves altera-
ciones del orden público para causarle perjuicio a las in-
dustrias nacionales y particularmente a los centrales azu-
careros. Los expertos de la policía, dieron varios elementos
para señalar como responsables a las personas que al go-
bierno le interesaba implicar en los hechos, fundamental-
mente a Julio Antonio Mella.

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–Incidente–

En octubre de 1925 se produjo un incidente que tuvo am-


plia repercusión. La esposa de Mella se examinó de Legisla-
ción Industrial. Todos los alumnos fueron aprobados, me-
nos ella. Olivín pidió una explicación al profesor, el doctor
Rodolfo Méndez Peñate, propietario del teatro Payret.
Mella se encontraba en el Patio de los Laureles y obser-
vó que el profesor hacía gestos groseros. Se dirigió a él y le
exigió que no se comportara de esa forma, entonces las
groserías del profesor aumentaron y por este motivo se fue-
ron a las manos. Este incidente fue utilizado por la Facultad
de Derecho de la Universidad como pretexto para expulsar
a Julio Antonio Mella, del alto centro de estudios.

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–Carta de Mella–

En carta fechada el 5 de octubre Al Consejo Universitario


de la Universidad de La Habana, Mella expresó que sin
esperanza ninguna de que fallaran haciendo justicia, pues
no iban a desautorizar a sus compañeros del claustro de la
Facultad de Derecho, era curioso que al cabo de tres años
de tempestades para reformar los estatutos se aplicaran
en su parte más reaccionaria, más injusta, y más alejada
del espíritu nuevo de la universidad, a uno de los que más
lucharon por reformarlo.
Su expulsión era una venganza y a los vengadores no
se les pedía justicia, se les vencía, o se les emplazaba para
el día en que pudieran ser vencidos. Especificó que no era
una venganza de los profesores, que sabía quiénes eran
los más interesados en separarlo de la universidad y cau-
sarle daño, que era una venganza por hechos anteriores, y
algunos sin conexión con el Alma Mater.
Precisó Mella que hubo un día en que sacaron de las
aulas a los que en el argot estudiantil llamaban “piratas” y le
dieron su merecido tumultuariamente y que se rebelaron
contra las autoridades de la nación, y lo que era más grave,
en ese lugar donde el espíritu de sumisión estaba tan arrai-
gado, contra el mismo representante de los Estados Unidos.
Por ninguno de esos hechos fue sancionado y señaló
que no iba a seguir enumerando todas sus insurgencias,

113

Asi mi corazon MELLA.p65 113 22/03/03, 10:43 a.m.


porque desde que entró a la Universidad había vivido en
una perpetua rebeldía contra las autoridades y contra las
arcaicas normas establecidas en los estatutos.
Dijo que Sancho no puede comprender por qué Quijo-
te se viste de hierro y expone su vida por los campos para
luchar por la justicia. Él sólo ve como anhelo, su ínsula. A
pesar de esto, los quijotes soñadores sirven más a la huma-
nidad que los ventrudos sanchos.
Expuso la primera falta que la Facultad de Derecho
encontraba en su actuación universitaria y explicó que
existía un profesor de Legislación Industrial, conocido por
todos por su incompetencia y el temor a que su cátedra
fuera presentada a oposición, encontrándose entre los can-
didatos el propio Mella, de quien ese profesor se había
referido en términos vejaminosos.
Afirmó que en los exámenes de Legislación, el profesor
trató de suspenderlo y como no pudo, cuando su esposa Oli-
va Zaldívar examinó la asignatura, la desaprobó y al pedirle
ella una explicación, hizo gestos groseros para un profesor
de la universidad. Indicó que el claustro de la Facultad de
Derecho parecía no tener duda alguna de su condición de
alumno de la facultad, pero ignoraba su condición de ser
humano y de cónyuge agraviado.
Explicó que intervino en la polémica y le exigió que
no se comportara de esa forma y sus groserías aumenta-
ron, esa fue la justificación para que lo citaran al consejo
con muy poco tiempo para poder preparar su prueba y se
negaron a dárselo.
En otra parte expresó que no sabe que harían el mismo
señor rector y los demás miembros del consejo ante un caso
como el suyo. Seguramente procederían igual, porque no
era de pensar que permitan el más mínimo ataque o des-
cortesía con su cónyuge.

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–Ni vanidad ni orgullo–

Señaló Mella que volvía a repetir que no podrán hacer


justicia, no porque sean injustos, sino porque tienen un
concepto distinto de la justicia y concluyó: “Me retiro de
la universidad satisfecho de haber servido en todos los ins-
tantes a mis ideales y de no haber claudicado ni haber
recibido un solo beneficio de ella, como otros tantos que
se vistieron con el uniforme del reformismo para medrar.
“Si algún día la universidad merece tener historia, se
verá allí que este «hereje», expulsado ignominiosamente,
ha hecho más por esta Casa de Estudios que todos sus jueces
o acusadores, cuando pasaron por las aulas y tenían su edad.
¿Vanidad? ¿Orgullo? Crean mis jueces que no. Tengo la fir-
me convicción de hacer más en los años que me restan de
vida, por mi país y por la humanidad, que lo hecho en la
universidad, y lo que han hecho hasta hoy mis jueces.
“Los saludo en afectuosa despedida, con la satisfac-
ción del que se siente más libre, más ágil; y más fuerte
para cargar con una nueva injusticia de este régimen,
(...) Saludos y muchos éxitos, ex-maestros... N. MC PART-
LAND. J. A. M.” 63

63
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 209.

115

Asi mi corazon MELLA.p65 115 22/03/03, 10:43 a.m.


–Último día en la universidad–

El 26 de noviembre de 1925, marchó al frente de una gran


masa estudiantil, desde el anfiteatro de Medicina hasta el
Patio de los Laureles, para protestar por la política represi-
va del gobierno y la decisión de reponer a los profesores
corruptos. Cuando hablaba entraron varios policías y Mella
les dijo que fueran a decirles a sus amos que estaba allí por
voluntad de las masas y que no se iría sino por la fuerza de
las bayonetas. Cuando terminó de hablar la muchedumbre
pugnaba por estrecharlo en sus brazos.

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Asi mi corazon MELLA.p65 116 22/03/03, 10:43 a.m.


–Con Sindo Garay–

Al salir de la universidad visitó el café Vista Alegre, don-


de se encontró con el famoso compositor y trovador cu-
bano Sindo Garay. Conocía sus canciones y el cantautor
gratamente conmovido le interpretó varias. Sindo que-
dó seducido por la lucidez de pensamiento, la cultura y
la personalidad de Julio Antonio y compuso la canción
Oración por todos:
“Cuando contemplo mi patrio suelo/ y sus penumbras,
al despertar,/ me abruma entonces el pensamiento,/ y creo
firme en un más allá... ¡Cuántos misterios encierra Cuba!/
¡Cómo conspira la cruel maldad!/ Hundiendo todo lo que
es más útil,/ la patria entera, su libertad.”
Mella era un joven que cautivaba y Sindo Garay que-
dó muy impresionado. Igual le sucedió al argentino José
Ingenieros cuando visitó La Habana. Según el famoso
psiquiatra argentino Gregorio Bergman, Ingenieros no
cesaba de hablarle de Mella, caracterizándolo como un
joven bien plantado, osado, con visión de águila. Una
esperanza para el continente.

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–Mella en prisión–

La expulsión definitiva de Mella de la universidad, dejaba


el camino libre para su encarcelamiento. El secretario de
justicia, instruyó la Causa número 1439 por infracción de
la Ley de Explosivo. El 27 de noviembre se preparó la or-
den judicial para que la policía procediera a la detención.
Al llegar Mella acompañado de su esposa, los agentes
de la policía trataron de detenerlo. Hubo alarmas y protes-
tas. Mella resistió y Olivín trató de defenderlo, alzó su mano
con un libro, dejándola caer contra uno de los policías, a
quien golpeó en la cara. También fueron detenidos varios
trabajadores, entre ellos el líder obrero Alfredo López.
La noticia corrió como un reguero de pólvora entre la
masa estudiantil y dado el estado de excitación que reina-
ba se esperaban protestas que vendrían a complicar el di-
fícil panorama universitario.
El juez de instrucción, dio los argumentos para la de-
tención de Mella y sus compañeros, los cuales aparecieron
bajo la Causa número 1439 de 1925. En esta se decía que
en septiembre habían sido procesados por el delito de cons-
piración para la sedición y que los informes los implica-
ban en las explosiones de varias bombas de dinamita.
La Secretaría de Gobernación citó a Nicanor Mella,
acusado de tener vínculos con los anarquistas y dada su
condición de extranjero, preparaban la expulsión del

118

Asi mi corazon MELLA.p65 118 22/03/03, 10:43 a.m.


país, incluyendo a sus hijos. La acusación carecía de fun-
damento.
El 28 de noviembre de 1925, Mella y sus compañeros
fueron trasladados a la Cárcel de La Habana, ubicada en
un viejo caserón colonial del Paseo del Prado. Por órdenes
del secretario de justicia fueron recluidos, pero en la ma-
drugada Mella fue separado del grupo. Esa misma noche
pretendían asesinarlo, aplicándole la Ley de Fuga.
La esposa y el padre de Mella realizaron gestiones ante
las autoridades y responsabilizaron a estas de cualquier daño
que sufriera. El secretario de gobernación, muy amigo de la
familia de Olivín dio garantías de que no sufriría daños
físicos. El temor a la gran repercusión que el crimen provo-
caría, les impidió llevar a cabo los planes de asesinarlo.
El secretario de gobernación, recorrió la cárcel y orde-
nó pintar las mugrientas paredes, colocar catres y una mesa
para comer y dio el permiso para que los detenidos recibie-
ran visitas. Tanto Olivín como Nicanor lo visitaron, también
fueron a verlo su hermano Cecilio y su prima hermana Ade-
la Mella. Sin embargo, en la prisión hubo un intento de
envenenamiento a través de un pescado contaminado. An-
tonio Penichet, que compartió la cárcel, a consecuencia de
ese envenenamiento sufrió una enfermedad crónica.
Mella se propuso convertir la prisión en una trinchera
política de combate contra el imperialismo norteamerica-
no y su títere Machado y extendió la Universidad Popular
José Martí. Allí escribió el artículo “La Unidad de la Améri-
ca”, donde expresó a manera de crítica que la unidad de la
América también estaba proyectada por el imperialismo yan-
qui, que la Unión Panamericana era la Internacional del
futuro imperio político que tendría por capital Wall Street.
Escribió que la unidad de América que soñaban todos
los espíritus elevados del momento presente, era la unidad

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Asi mi corazon MELLA.p65 119 22/03/03, 10:43 a.m.


de la América nuestra, la explotada, la colonial, la de unas
cuantas empresas capitalistas servidas por unos cuantos
gobiernos y que esa unidad sólo podía ser realizada por las
fuerzas revolucionarias enemigas del capitalismo interna-
cional, obreros, campesinos, indígenas, estudiantes e inte-
lectuales de vanguardia y que ningún revolucionario del
momento actual podía dejar de ser internacionalista por-
que dejaría de ser revolucionario.

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–Allí estaba, vivo y alegre–

Mella calificó a Alfredo López como maestro de la clase


obrera. Relató que los tomaron presos juntos y que él que-
dó la primera noche en las mazmorras del jefe de la poli-
cía, que lo sacaron a las dos de la madrugada para llevarlo
a la cárcel, pero en realidad era para asesinarlo. Lo que
fue impedido por un pequeño y feliz incidente: “...tan
seguros estaban los esbirros que al pasar frente a la maz-
morra donde estaban Alfredo y los otros compañeros, die-
ron la noticia de que había pretendido escaparme. Al otro
día nos vimos todos los camaradas. Allí estaba yo vivo y
alegre por verlos. Alfredo me dijo: «¡Muchacho, que no-
che nos has hecho pasar! Te creíamos muerto. Los perros
lo dijeron.» Y en aquella cara dura e implacable descubrí
por vez primera una expresión paternal y en los ojos una
candidez y alegría de niño... Aquel hombre que me había
enseñado a odiar a la burguesía, la misma clase donde
nací, de mis primeros años de romanticismo revoluciona-
rio, ya por suerte fenecidos. Hoy el revolucionario es como
el de Alfredo, nuestro maestro, duro e implacable.”64

64
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 233.

121

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–Huelga de hambre–

Por órdenes expresas de Machado se les negó a Mella y a sus


compañeros la libertad bajo fianza. El joven se declaró en
huelga de hambre. Los planes de Machado de que transcu-
rriera el tiempo hasta que fuera olvidado sufrieron un duro
golpe con esa huelga, porque pronto saltó a los titulares de
primera plana de los periódicos y se difundió por todo el
continente.
Los compañeros del partido no estaban de acuerdo con
la decisión de Mella entre otras causas porque estaban segu-
ros de que Machado lo dejaría morir.
El apoyo a Mella generó una ola de solidaridad nacio-
nal e internacional. El 10 de diciembre el médico de la cár-
cel dio cuenta al Alcaide de la negativa de Mella a ingerir
alimentos y este a su vez, lo comunicó al juez de instruc-
ción el 11 de diciembre de 1925.

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–No te dejes morir, chico–

“...Cuando me sacaban para el hospital durante mi protes-


ta vi llegar a la camilla de la ambulancia a Alfredo. Se aga-
chó y me dijo mientras apretaba mi mano bajo la frazada
que me cubría: –Toma esto. Te puede hacer falta. –No, chi-
co –le respondí con voz débil–. ¿Para qué lo quiero? Tú
sabes tengo dinero bastante. Alfredo me había puesto en
la mano un billete de cinco pesos! A Alfredo era difícil
negársele a algo. Y más cuando se estaba en mi estado.
“¡Lo acepté! ‘Tómalo y no seas bobo, no te dejes mo-
rir. Tenemos mucho que hacer y aún mucho que limpiar
para triunfar. Come, chico...’ Y en su cara vi por segunda y
última vez, la expresión paternal y la mirada angustiada
de niño. Aquella de hombre duro e implacable capaz de
sentir por la amistad, por la fraternidad. Aquella es la últi-
ma mirada de Alfredo que recuerdo... Yo, guardé‚ aque-
llos cinco pesos por algún tiempo. Estaba orgulloso de
haber recibido aquel dinero de solidaridad de las cuotas
que se recogían para los obreros presos...”65

65
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 234.

123

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–Días febriles–

El capitán del Ejército Libertador José Muñiz Vergara,


amigo de Nicanor, Rubén Martínez Villena y el doctor
Gustavo Aldereguía fueron a pedirle a Machado la fianza
para Mella.
Pablo de la Torriente Brau relató que eran días febriles,
de telegramas, cables, discursos, protestas, boletines y la
República entera estaba alerta, asustada, expectante pre-
senciando la estupenda lucha de un hombre que agoniza-
ba por su propia voluntad, haciendo frente a una bestia
furiosa y omnipotente.
A las once de la mañana llegaron a la casa del secreta-
rio de justicia, Barranqué, y cuando estaban hablando so-
bre la situación de Mella, llegó Machado. Muñiz Vergara
se quedó a un lado y Rubén observó a la bestia disimulan-
do el odio en la curiosidad de la mirada. Machado al ver a
Muñiz, se acercó amabilísimo para abrazarlo y tratándolo
de compañero le dijo que sabía que había estado por
Oriente y que no lo había ido a ver invitándolo a visitarlo.
Muñiz Vergara aprovechó el buen ánimo del presiden-
te para presentarle a Rubén como el abogado de Mella y
hablando con su característica lentitud le dijo que Mella
era un buen hijo, que no bebía ni jugaba, que era un joven
apasionado, pero bueno y le preguntó: –¿Por qué no se le
ha de poner fianza, como a cualquier otro preso común?,

124

Asi mi corazon MELLA.p65 124 22/03/03, 10:43 a.m.


por ley, se le debe poner fianza y aclaró que si moría a
consecuencia de la huelga se iba a atacar rudamente al go-
bierno y lo acusarían de ser el responsable de esa muerte.
Dijo también, que el padre de Mella era un distingui-
do sastre, el más importante del país y un comerciante de
gran prestigio. Machado respondió que Mella sería buen
hijo, pero era comunista y le había tirado un manifiesto
impreso en tinta roja donde lo menos que le decía era
asesino y que eso no lo podía permitir.
Rubén Martínez Villena se le acercó y con voz vibran-
te, mirándolo a los ojos, con los suyos tan penetrantes y
azules, le dijo que llamaba a Mella comunista como un
insulto y no sabía lo que era ser comunista, que no debía
hablar así de lo que no sabía. Narró Pablo de la Torriente
Brau que la cólera de Machado fue incontenible con los
ojos inyectados por la rabia pronunció palabras insultan-
tes con un vocabulario soez.
Villena reaccionó indignado por las injurias y el inter-
cambio de frases devino en una confrontación ideológica.
Machado reflejó en una mueca horrible el asombro que lo
poseía, se recogió un segundo en sí mismo y luego, con
las venas del cuello abultadas y el acento bronco, se lanzó
sobre Rubén manoteándolo. Tenía la mirada furiosa.
Machado le manifestó que tenía razón, que no sabía lo
que era el comunismo, ni anarquismo, ni socialismo, que
todas esas cosas eran iguales, malos patriotas, pero que a él
no le ponían rabo los estudiantes, los obreros, los vetera-
nos, los patriotas, ni Mella y exclamó –¡Yo lo mato, lo mato!
Barranqué abrazó a Machado y sus ayudantes lo ro-
dearon, temerosos por un posible ataque epiléptico lo
arrastraban hasta su auto.
Rubén Martínez Villena le dijo a Muñiz, que no lo ha-
bía visto nunca, no lo conocía y sólo había oído decir que

125

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era un bruto, un salvaje, pero que ahora veía que era ver-
dad y exclamó, pobre América Latina, pobre América Espa-
ñola, sometida a estos bárbaros, porque Machado no era
más que un bárbaro, un animal, un salvaje, una bestia: Un
asno con garras.

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–A la Quinta de Dependientes–

El Comité Central del Partido Comunista de Cuba de-


nunció enérgicamente a Machado y llamó a las organi-
zaciones obreras y populares a desplegar un movimiento
de solidaridad. Aunque le hicieron una crítica a Mella
por declararse en huelga sin consulta previa con el
Comité Central y violando lo establecido por la III In-
ternacional que prohibía las huelgas de hambre como
método de lucha.
Después de un acalorado debate donde algunos pro-
pusieron la expulsión y otros la separación de Mella del
Comité Central, tomaron el acuerdo de visitarlo y plan-
tearle la decisión de que abandonara la huelga, porque
Machado lo iba a dejar morir.
El 14 de diciembre las autoridades trasladaron a Mella
para la Quinta de Dependientes. Numeroso público se con-
centró frente a la cárcel para presenciar el traslado, entre
ellos Nicanor, Cecilio y Olivín Zaldívar. Mella estaba seve-
ramente custodiado por la policía y fue ingresado en el
Pabellón Gómez, cama número 206.
Olivín obtuvo información de un policía judicial que
intentaban envenenarlo por medio de una inyección. Este
sería el tercer intento de atentado contra su vida. El crimen
se evitó por la pronta intervención de Olivín ante el secre-
tario de gobernación que era muy amigo de su familia.

127

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Nicanor Mella, acudió a muchos amigos e intelectua-
les para lograr la libertad y prestó una constante ayuda
material y moral a Olivín Zaldívar.
La solidaridad con Mella y las exigencias a Machado,
continuaron aumentando y abarcó diferentes sectores del
país, sindicatos, campesinos, asociaciones, instituciones y
personalidades.
A la protesta se sumó una carta firmada por los más
renombrados intelectuales, entre los que se encontraban,
Enrique José Varona, Eusebio Hernández, Manuel Márquez
Sterling, Enrique Roig, Fernando Ortiz, Emilio Roig, Juan
Marinello, José L. Tallet, Enrique Serpa, José A. Fernández
de Castro, Rubén Martínez Villena, Hortensia Lamar y Gus-
tavo Aldereguía entre otros.

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–Repercusión de la huelga–

En México, el hecho inquietó hasta las personas conserva-


doras. Los miembros de la Liga Antimperialista, los obre-
ros y estudiantes comenzaron a demandar la liberación.
En El Machete, voz del Partido Comunista de México se
hizo la denuncia bajo el título “El terror blanco sobre el
camarada Julio Antonio Mella.”
La huelga de hambre de Mella, acaparó la atención de
los principales diarios de América Latina, los influyentes
periódicos La Prensa y La Nación de Buenos Aires, publica-
ban cada día los partes médicos que emitía el doctor Gus-
tavo Aldereguía.
El día 19 de diciembre Mella cumplió quince días de
huelga, el Partido Comunista de México consideraba que
debían unirse todas las fuerzas proletarias y estudiantiles
para apoyar al movimiento obrero cubano. Prominentes
figuras de México, Uruguay, Chile, Argentina y Francia al-
zaron sus voces de protesta.
El día 21 de diciembre de 1925, estudiantes del Distri-
to Federal junto a organizaciones obreras mexicanas se
reunieron con el embajador de Cuba, solicitándole que
trasmitiera a su gobierno el deseo de los estudiantes y
obreros mexicanos de que se respetara la vida del joven
cubano. Ese mismo día los miembros de la “Liga Interna-
cional Pro Luchadores Perseguidos” propusieron al Parti-

129

Asi mi corazon MELLA.p65 129 22/03/03, 10:43 a.m.


do Comunista de México solicitar al presidente de la na-
ción que intercediera con el dictador Gerardo Machado
para la libertad de Mella, y el presidente de México Plutar-
co Elías Calles, respondió que se dirigiría a Machado a tra-
vés de un mensaje personal.
Las embajadas y consulados de Cuba eran asediados
por manifestantes en varias capitales latinoamericanas. En
la ciudad de Nueva York se reportaron más de dos mil
personas desfilando frente a la representación de Macha-
do en esa ciudad.
La prensa reportó que Mella había sufrido un colapso
que lo tuvo al borde de la muerte. El doctor Aldereguía
opinó que si no se ponía fin a la huelga dentro de veinti-
cuatro horas, Mella moriría. El dilema era alimentar a Mella
a la fuerza o aceptar la responsabilidad de su muerte.
Una comisión de estudiantes universitarios lo visitó para
convencerlo de que desistiera de la huelga argumentando
que la abandonaba a solicitud de sus compañeros. Mella
los recibió pero rechazó resueltamente esa propuesta.
A las voces de condena por la prisión de Mella se unieron
las de los veteranos de la Guerra de Independencia de Cuba.

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–La solidaridad en Cuba–

Machado declaró que a él no lo sopeteaba nadie y que si


Mella comía lo soltaba, si no, se moría. Mientras, el Comi-
té Pro Libertad de Mella y la Confederación Nacional Obrera
tomaron la decisión de convocar una huelga general.
La carta que hicieron los intelectuales cubanos pidien-
do la libertad de Mella fue publicada por algunos periódi-
cos y en hojas sueltas se distribuyó por la ciudad de La
Habana. El día 21 de diciembre fue citado Rubén Martínez
Villena para que declarara ante las autoridades si su firma
en el mencionado documento, era auténtica.
En La Habana comenzó a circular una carta llamando
a todo el pueblo a boicotear las fiestas navideñas y protes-
tar frente a los templos religiosos, para exigirle a Monse-
ñor Ruiz que apoyara la libertad de Mella, ya que la alta
jerarquía eclesiástica había permanecido sorda y muda.
Los actos de solidaridad y protestas habían hecho re-
troceder a Machado. El 21 de diciembre planteó la posibi-
lidad de modificar el auto de la causa y pidió a los secreta-
rios de gobernación e instrucción pública y Bellas Artes,
Rogerio Zayas Bazán y Guillermo Fernández Mascaró que
para salvar la cara del gobierno gestionaran ante la Cáma-
ra de Representante un pedido en ese sentido.

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–La victoria–

El jueves 24 de diciembre de 1925, el periódico Excélsior


informaba que la situación del joven Julio Antonio Mella
fue resuelta por la intervención del presidente de la Repú-
blica, del secretario de Justicia y del fiscal del Tribunal, quie-
nes actuaron para impedir la muerte del voluntarioso jo-
ven, después del estado de gravedad. El juez Antonio Gar-
cía Sola, reveló la modificación de la causa contra Mella.
Nicanor pagó la fianza establecida y el día 23 de di-
ciembre de 1925, a las 5:30 p.m. se le concedió la libertad
bajo fianza. La noticia produjo una gran alegría popular y
fue considerada como una gran victoria del pueblo contra
el régimen de terror de Machado.
El periódico El Heraldo publicó el 24 de diciembre
de 1925: “Declaración de Mella cuando salió de la huel-
ga de hambre”.
“El pueblo de Cuba ha demostrado que sabe compren-
der la justicia. Mi libertad, pedida por todos, es una verda-
dera demostración. (...)
“La justicia Social será un hecho en toda la América,
por el esfuerzo de las multitudes proletarias.
“El pueblo de Cuba ha demostrado que sabe vivir el
actual momento histórico de la Humanidad.
“Ha comprendido, con Sarmiento, que «las ideas no
se matan...» Nuestros ideales viven y se realizarán. No es

132

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posible que en la Cuba de Martí, el pensar libremente sea
un delito.” 66
Al salir del hospital había bajado treinta y cinco libras de
peso. En franco estado de recuperación abandonó su cama
en el pabellón Gómez y se trasladó a su domicilio en Correa
número 54 en el Reparto de la Víbora. La policía judicial
tenía órdenes de mantenerlo bajo estricta vigilancia, pero
Julio Antonio Mella y Olivín viajaron a Camagüey y se hos-
pedaron en la casa de su tía Ángela Mariana Zaldívar.

66
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 210.

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–Una nueva maniobra–

El presidente de la república Gerardo Machado, el doctor


Guillermo Fernández Mascaró y Rogerio Zayas Bazán de-
cidieron que el rector de la universidad debía formular
una acusación contra Julio Antonio Mella y el joven re-
volucionario recibió una citación para comparecer ante
el juzgado. A esta nueva maniobra, Mella respondió el
18 de enero de 1926:
“Sr. Rector de la Universidad. Ciudad.”
He recibido de manos de un esbirro, de esos que sir-
ven lo mismo para detener al criminal que para asesinar al
inocente, una citación para comparecer ante el Juzgado.
Usted, honorable Rector de la Universidad –según dicen
los papeles oficiales–, es el acusador...
“¡Qué ejemplo para los profesores de esta Universidad!
Un Rector que no tiene fuerza moral, prestigio, elocuencia,
para habérselas con un alumno ¡oh inutilidad de la toga
rectoral! acudir a los tribunales de la justicia oficial para
que lo ayuden a gobernar desde la altura demasiado alta
para usted, del Rectorado de la Universidad Nacional...
(...) “Hace bien en tomar venganza acusándome ante
los tribunales, ya que no pudo impedir que hablase aquel
día en la Universidad. (...) Aunque usted no lo desee allí se
demostró que la Universidad es de los alumnos y que las
autoridades son simples mandatarios. Usted empeñó, en

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Asi mi corazon MELLA.p65 134 22/03/03, 10:43 a.m.


aquella Asamblea Magna «su palabra de honor», garanti-
zando con ésta a mis ingenuos compañeros que no me
sucedería nada ni que usted me acusaría.
(...)“Usted no tiene talla para acusarme. No es el Rector
de la Universidad Nacional sino el inspector policiaco que
pretende la disciplina por la fuerza en un centro de cultura.
“Hoy siento la necesidad de gritar bien alto el deber
en que esta la nueva generación de Cuba de mantenerse
completamente alejada de las palabras engañosas e ideo-
logías falsas, de los hipócritas mentores que adulan para
ascender.
“Salud y Revolución Universitaria es lo que le deseo,
para su pesar...”67

67
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 214-216.

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–Vida clandestina–

Después de la nueva acusación, Mella estaba en peligro de


muerte. Nicanor conoció de un plan para asesinar a su hijo.
Sus amigos le recomendaron la salida inmediata del país.
A tales efectos habló con el sacerdote Francisco Díaz Vóle-
ro, para que lo ocultara hasta que se hicieran los trámites
y preparativos de la partida clandestina.
A mediados de enero de 1926, el doctor Aldeguería
llevó a Julio Antonio Mella, hasta la esquina de San Mi-
guel y Neptuno y mientras saboreaba un refresco, se ade-
lantó para comprar el boleto en tren en los bajos del hotel
Inglaterra.
Esa misma noche llegaron a la estación que funcionaba
en el Puente de Agua Dulce, donde se detenía el tren de
Cienfuegos. Se despidieron con un abrazo fraterno y Mella
le dijo con su voz entera: “¡Hasta la vista en Cuba libre!”
Mella viajó con el nombre supuesto de Juan López. En
el central Perseverancia, subió Feliciano, hermano de Al-
dereguía y se bajaron en Rodas. Por carretera, llegaron a
Cienfuegos. En horas de la tarde embarcó como comer-
ciante de plátanos, en el carguero Cumayagua rumbo a
Honduras.

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–El dolor de Olivín–

La huelga de hambre, el peligro que corría Mella, los pre-


parativos clandestinos de la partida, la separación, todo
fue muy doloroso para Olivín. Sufría enormemente por la
separación y la inseguridad de la vida de su esposo.
El periódico El Comercio de Cienfuegos del viernes 22
de enero de 1926 en un cintillo publicó que Julio Antonio
Mella estuvo en Cienfuegos, fugándose para el extranjero
con nombre supuesto. Por su parte el de Santa Clara La
Publicidad del sábado 23 de enero de 1926 en primera pla-
na publicó la partida, señalando que se habían propuesto
hacerlo popular calificándolo de “revoltoso ciudadano”,
que pretendía ocupar un escaño en el Congreso.
El Mundo, también publicó la noticia, con detalles del
nombre supuesto y el del vapor Cumayagua, así como que
llevaba una máquina de escribir portátil, usaba espejuelos
de lentes negros y vestía traje gris.

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–Relato de viaje–

El 9 de febrero de 1926, Julio Antonio Mella desde Maris-


cal, en la frontera mexicana envió una carta al Boletín del
Torcedor, narró los hechos desde su salida clandestina, que
estuvo de cárcel en cárcel y de destierro en destierro y
sobre las ideas comunistas la llamó, la peste roja y dijo
que era la más peligrosa de las enfermedades de la época
y que los que estaban atacados de ella no tenían perdón
en ninguna parte del mundo.
Precisó que de Cienfuegos, llegó a Puerto Cortés, “un
caserío yanqui sobre el Mar Caribe”, donde por su falta de
documentos lo pusieron preso, lo registraron y al ver los
números de Boletín, Juventud y otros periódicos, supie-
ron quién era y hubo alarma en el puerto.
Calificó a los habitantes de Puerto Cortés como pa-
cíficos y que tanto ellos como las autoridades estaban
controladas por la United Fruit Co., y por la Cuyamel.
Las autoridades le impidieron ir hasta Tegucigalpa, como
eran sus deseos.
El jefe militar de Puerto Barrios le dio un pasaporte
especial y lo envió en el primer barco que salió para Puer-
to Barrios en Guatemala. Describió el viaje como atroz,
vomitando constantemente.
La breve estancia en Guatemala fue terrible ya que el
saber que estaba allí alarmó a todos, pero en los tres días

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que estuvo libre dejó organizada una sección de la Liga
Antimperialista.
En Mariscal, caserío en la frontera mexicana, sobre el
río Suchiate, lo detuvieron hasta que llegara la orden de
la capital permitiéndole la internación. Desde allí envió
telegramas pidiendo apoyo para entrar a México. Escribió
varios artículos, sobre las impresiones de viaje, sobre Hon-
duras y Guatemala, todos en su aspecto revolucionario,
pero las autoridades guatemaltecas los incautaron.
Pudo continuar viaje hasta Ciudad México gracias a la
solidaridad de los amigos y estudiantes mexicanos, que ges-
tionaron el permiso de entrada y el dinero para el pasaje.

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–El viaje de Olivín–

Mella deseaba que su esposa fuera a residir a la capital


mexicana. Deseaba que su hijo naciera junto a él. Se sen-
tía un hombre pleno ante la cercanía de ser padre. Olivín
confrontó muchas dificultades para el viaje, la familia se
oponía y especialmente el padre se negó a prestarle ayuda
económica.
Ella embarcó para México acompañada por Nicanor
Mella, quien no quiso que viajara sola, dado su estado de
embarazo y se hizo cargo de todos los gastos del viaje.
El encuentro de los jóvenes enamorados estuvo lleno
de felicidad, de intimidad y alegría. De igual forma la lle-
gada de Nicanor regocijó al joven. Siempre la lealtad del
padre se hizo presente en los momentos más difíciles.
Mella solicitó matricular en la Universidad Nacional
de México. La carta fue dirigida al secretario de esa insti-
tución y fechada el 22 de febrero de 1926.

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–Líder continental–

Por acuerdo de la Liga Antimperialisa de las Américas, sec-


ción Mexicana, formó parte del Comité Ejecutivo Continen-
tal. Mella pidió a los amigos cubanos suscribirse a El Liberta-
dor y los criticó por su tardanza en suscribirse a la publica-
ción, argumentando que había que dejar de ser cubano, con
los vicios de España y las ambiciones de los Estados Unidos,
para ser americanos, que era decir hombres de vanguardia
en la acción y en el pensamiento.
También le escribió al doctor Emilio Roig, a quien
envió una copia de El Libertador, órgano de todas las
secciones de la Liga Antimperialista de las Américas, y le
solicitó dos ejemplares de sus trabajos antimperialistas.
Uno para la Biblioteca Latinoamericana que se estaba
organizando en Moscú, porque creía más peligrosos los
libros que los petardos, y otro, para la muy frecuentada
“Biblioteca Iberoamericana de México”, en la cual falta-
ba el retrato de Martí.
Escribió otra carta a su amiga y compañera de estudios
universitarios Sarah Pascual, en una de sus partes le dice
que la tiranía no era eterna, el capitalismo tampoco y el
imperialismo mucho menos, y que lo importante no es pen-
sar que vamos a realizar la revolución dentro de unos mi-
nutos, y agregó que la revolución no era una lotería, es un
pago a plazo fijo, aunque ignorando el día exacto.

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–Lecturas de Mella–

Conocía la Historia de Cuba y de América. Fue un fervoroso


lector de buenos libros, profundizando en José Enrique Rodó,
pensador humanista uruguayo, autor de “Ariel”, ensayo de
la naturaleza de la democracia y otras obras como Hombres
de América. Fue uno de los grandes maestros de la intelec-
tualidad hispanoamericana, con su doctrina de la renova-
ción espiritual como un deber. También influyó en Mella
José Ingenieros, escritor, sociólogo y psiquiatra argentino,
autor de Las fuerzas morales y Ciencia y educación.
Sarah Pascual precisó que transitando por Martí, Mella
encontró a Lenin y que “Madre América”, “Nuestra
América”y la carta de José Martí a Manuel Mercado fue-
ron como brevarios. Entre otros libros leídos por Mella,
mencionó El Estado y la Revolución y El Imperialismo, úl-
tima etapa del capitalismo, de Lenin y El Manifiesto Co-
munista los que enriquecieron sus conocimientos para com-
prender mejor el mundo en que vivía.

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–En una universidad de pueblos–

Ante la gran mancha histórica de la Universidad de La Ha-


bana por otorgarle a Machado el título de doctor Honoris
Causa. Mella escribió, en abril de 1926, “El asno con ga-
rras”. Mientras Machado era homenajeado, los enemigos
de Mella continuaron con la difamación, acusándolo de
cobarde, de haber huido de la lucha y traicionar a sus com-
pañeros, de desertor y de mentalidad pequeño burguesa e
individualista.
Antes tales críticas, escribió un mensaje a los compañe-
ros de la Universidad Popular donde les dice: “Allí o aquí
soy el mismo soldado de un mismo ejército. No porque esté
a unos cuantos kilómetros de esas aguas dejo de ser el com-
pañero estudiante y el militante de la lucha social.
“Hay que ver y amar la lucha y los dolores de todos los
hermanos revolucionarios para adquirir experiencias...”
(...) “YO SÉ QUE HAY IMBÉCILES COBARDES E INFELI-
CES QUE SABEN LLENAR DE CALUMNIAS A LOS QUE NO
PUEDEN ESTAR PRESENTES PARA HACERLAS PAGAR PERO
NO IMPORTA. NADA ME INTERESA LO QUE SE DIGA DE MÍ.
(...) NI CAÍDO EN EL SUELO, HERIDO POR LA REPRESIÓN
POLICIAL, NI AGONIZANDO PRESO, ME HA INTERESADO
LA MUERTE O LA VIDA, SOLO ME HA INTERESADO, EN TODO
MOMENTO LA CAUSA Y LA UTILIDAD DE MI ACTITUD PARA
ESTA MISMA CAUSA...”

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(...) “Sólo con el conocimiento de la verdad económi-
ca se adquieren la fe y el fervor revolucionario útiles para
vencer. La literatura revolucionaria da la luz. Pero la eco-
nomía revolucionaria es fuego, y además de luz, quema
los antiguos prejuicios burgueses.”68

68
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 227-230.

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–Muerte de la primera hija–

El amor y la felicidad entre Mella y Olivín fue duramente


golpeada cuando en el mes de junio murió la hija, pocos
días después de nacer. Los gastos en que incurrieron en la
instalación, el parto y demás circunstancias por el adveni-
miento de la hija, los habían dejado sin dinero.
No tenían para pagar los trámites legales correspon-
dientes y tuvieron que enterrarla clandestinamente saltan-
do las verjas del cementerio de Dolores a altas horas de la
noche.
Fue un hecho doloroso y triste, que sin duda marcaría
sus vidas y del cual Olivín quedó sumamente afectada.
Nicanor Mella al enterarse comenzó a enviarle $80.00 dó-
lares mensuales a su hijo.

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–Mentiras y difamaciones contra Mella–

El 15 de junio de 1926, el Departamento de Estado del


gobierno norteamericano envió una comunicación a las
autoridades mexicanas y al secretario de Estado cubano
donde informaba que Mella y otros conspiradores planea-
ban volar el Consulado de Estados Unidos en México. Pe-
dían que se tomaran medidas enérgicas.
Julio Antonio Mella fue detenido en una manifesta-
ción de protesta por la injusta condena, del gobierno nor-
teamericano, a los obreros italianos Nicolás Sacco y Barto-
lomeo Vanzetti.
El 22 de junio de 1926 en el periódico El Heraldo de
Cuba de forma destacada y en primera plana se publicó:
“Dicen que Mella fue muerto en México”. En la noticia el
embajador norteamericano Sheffield comentaba que ha-
bía sido detenido el norteamericano comunista Blackwell,
acusado por el representante de Estados Unidos de estar
dirigiendo una trama para la voladura del edificio de di-
cha misión diplomática, en protesta por la condena im-
partida contra los agitadores Sacco y Vanzetti.
Según los depachos noticiosos Blackwell manifestó que
su cómplice era el cubano Julio Antonio Mella, prófugo
de Cuba por sus propagandas subversivas, y otros cuatro
individuos más, todos italianos, que estaban arrestados
hasta que se determinara su culpabilidad.

146

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Agregaba que al querer fugarse, Mella y Blackwell,
del puesto de gendarmes donde estaban provisionalmen-
te recluidos, resultaron muertos por los disparos de sus
perseguidores.
Esta supuesta fuga era parte del plan para asesinar al
joven cubano y responsabilizar a las autoridades policia-
les mexicanas del crimen.
Cuando Mella fue detenido se produjo un rápido movi-
miento en su defensa integrado por comunistas, amigos,
prestigiosos intelectuales, estudiantes y otros sectores.
La embajada de Cuba en México se refirió al hecho
enfatizando que Julio Antonio Mella, su esposa, dos cuba-
nos más y algunos extranjeros que en nombre de la Liga
Antimperialista de Chicago, comunistas que alimentaba
el Soviet de Rusia, celebraron una manifestación tumul-
tuosa, frente al Consulado americano de esta ciudad e in-
sultaron al gobierno de los Estados Unidos y veladamente
al gobierno de Cuba con motivo del fallo para que los dos
italianos fueran ejecutados.
Sobre la manifestación de protesta contra la condena a
muerte de Sacco y Vanzetti, Mella hizo declaraciones refi-
riéndose con respeto al presidente mexicano y puntualizó,
que no fue el promotor del mitin contra las autoridades
norteamericanas sino que lo invitaron para que hablara a
nombre de la Liga Antimperialista, que fue detenido lejos
del Consulado de Estados Unidos; y que en su discurso nada
dijo que ofendiera a México ni al primer magistrado de la
nación, ya que a este le debía el servicio de haber hecho
gestiones para remediar su crítica situación en Cuba.
El presidente de México ordenó que se dispensara a
Mella y a su esposa toda clase de consideraciones, y estu-
diar detenidamente su caso para impartir justicia adecua-
damente.

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–Continúan las provocaciones–

El embajador de Estados Unidos continuaba con su políti-


ca de implicar a Mella y a los comunistas mexicanos en
cualquier asunto que los afectara. El embajador de Cuba
en México, general José Braulio Alemán, realizó un viaje
urgente a La Habana y sostuvo una larga conversación con
el secretario de Estado quien, por instrucciones expresas
de Machado, le indicó que debía ejercer toda su autoridad
moral y las buenas relaciones cultivadas con las más altas
personalidades del gobierno de México, y en especial con
su presidente, para lograr la extradición de Julio Antonio
Mella a La Habana.
El secretario de Estado dijo que Machado estaba ob-
sesionado con la situación de Mella y los deseos de so-
meterlo le hacían perder la cabeza. Contó que en una
ocasión le había recomendado dejar a ese joven en paz y
la respuesta fue: “Mejor dígale usted a Mella que me deje
en paz a mí”.69
Machado se reunió con el embajador cubano en Méxi-
co y con el secretario de Estado y se disgustó cuando cono-
ció sus puntos de vista sobre la solicitud de extradición.

69
Adys Cupull y Froilán González: Julio Antonio Mella en medio del
fuego. Asesinato en México, Ediciones El Caballito, S. A. México,
D.F., 2002, p. 76.

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Entonces le pidió al embajador que hablara con Mella y le
brindara lo que deseara, incluso la dirección del periódico
El Heraldo de Cuba, que Mella pusiera las condiciones que
estimara conveniente pero que cesara su campaña contra
el gobierno machadista. Alemán manifestó su convenci-
miento de que Mella no era comprable.

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–El libro soñado–

En agosto de 1926 Julio Antonio Mella escribió el folleto


Glosas al pensamiento de José Martí, donde esboza la ne-
cesidad de valorar, acorde con los nuevos tiempos, el pen-
samiento revolucionario del Héroe Nacional cubano.
“Hace mucho tiempo que llevo en el pensamiento un
libro sobre José Martí, libro que anhelaría poner en letras
de imprenta. Puedo decir que ya está ese libro en mi me-
moria. Tanto lo he pensado, tanto lo he amado, que me
parece un viejo libro leído en la adolescencia. Dos cosas
han impedido realizar el ensueño. Primero: la falta de tiem-
po para las cosas del pensamiento. Se vive una época que
hace considerar todo el tiempo corto para HACER.
(...) Segunda razón: tengo temores de no hacer lo que
la memoria del Apóstol y la necesidad imponen. Bien le-
jos de todo patriotismo, cuando hablo de José Martí, sien-
to la misma emoción, el mismo temor, que se siente ante
las cosas sobrenaturales. (...) es la misma emoción que siento
ante otras grandes figuras de otros pueblos.
”Pero, de todas maneras, ese libro se hará. Es una ne-
cesidad, no ya un deber para con la época. Lo hará esta
pluma en una prisión, sobre el puente de un barco, en el
vagón de tercera de un ferrocarril, o en la cama de un
hospital, convaleciente de cualquier enfermedad. (...) U
otro hará el libro, cualquiera de mis compañeros, herma-

150

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no en ideales, más hecho para el estudio que para la ac-
ción. Pero, hay que afirmarlo definitivamente, el libro se
hará... Es necesario que se haga. Es imprescindible que una
voz de la nueva generación, libre de prejuicios y compe-
netrada con la clase revolucionaria de hoy, escriba ese li-
bro. Es necesario dar un alto, (...) a tanto canalla, tanto
mercachifle, tanto patriota, tanto adulón, tanto hipócri-
ta... que escribe o habla sobre José Martí.”70
En las glosas, Mella analiza y explica las tendencias que
en su opinión existían para valorar los acontecimientos his-
tóricos y estructuró el libro pensado, sus partes y sus objeti-
vos con un enfoque marxista y revolucionario sobre la exis-
tencia de la vida y obra de Martí: “El estudio debe terminar
con un análisis de los principios generales revolucionarios
de Martí, a la luz de los hechos de hoy. Él, orgánicamente
revolucionario, fue el intérprete de una necesidad social de
transformación en un momento dado. Hoy, igualmente re-
volucionario, habría sido quizás el intérprete de la necesi-
dad social del momento. (...) Martí comprendió bien el pa-
pel de la República cuando dijo a uno de sus camaradas de
lucha –Baliño– que murió militando magníficamente en el
Partido Comunista: «¿La Revolución? La Revolución no es
la que vamos a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a
desarrollar en la República.»
(...) ”Martí cree posible la democracia pura, la igual-
dad de todas las clases sociales. Soñaba una República «CON
TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS.»”71
Mella apunta como Martí expresó sus ideas sobre la
desigualdad social, el peligro del imperialismo, lo que
debía ser la política cubana, como supo reconocer en fe-
70
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 267-268.
71
Ibídem, pp. 269-270.

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cha temprana la existencia de una lucha de clases en la
sociedad y gritaba por la liberación del negro junto a otros
tópicos con su lenguaje poético de siempre.
Julio Antonio hace, dentro del texto, un aparte para
hablar del internacionalismo y destaca, con una objetivi-
dad sorprendente como, “A pesar de ser José Martí un
patriota, es decir, un representante genuino de la revolu-
ción nacional (...) jamás ignoró el carácter internacional
de la lucha revolucionaria. Se decía que era un hijo de la
América. Cierto. Sólo hay que leer «Madre América» y
entonces podremos afirmar:
”No ha habido otro revolucionario de los finales del
siglo pasado que amase más al continente y que lo sirviese
mejor con la pluma, la palabra y la espada. (...) Internacio-
nalismo, significa, en primer término, liberación nacional
del yugo extranjero imperialista y, conjuntamente, solida-
ridad estrecha con los oprimidos de las demás naciones.”72
En el libro soñado por Mella no faltaba la relación y el
pensamiento de Martí con el proletariado, consideraba que
era una más importante faceta de su vida y expresó: “Debe
ser el más curioso capítulo del libro que sobre él ha de escri-
birse. Como enemigo del feudalismo, José Martí fue amigo
del negro ¡cuántas cosas grandes y nobles dijo de él! y como
amigo de la Revolución Nacional (...) contra todos los otros
yugos imperialistas, amigo fue también del proletariado.
Comprendió las grandes fuerzas revolucionarias y construc-
tivas que el proletariado tiene en sí. (...)
“Los pueblos son como los obreros a la salida del tra-
bajo: por fuera cal y lodo, pero en el corazón las virtudes
respetables.”

72
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 271-272.

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“La verdad se revela mejor a los pobres, a los que pa-
decen.”
(...) “Las universidades deben ser talleres... Así podría
seguirse toda una búsqueda de su respeto y admiración
por el proletariado.
(...) ”Basta para un artículo fugaz esta insinuación y
esta prueba de la necesidad de ese libro. Terminemos
tomando unos cuantos pensamientos del Apóstol y ha-
ciéndole una rápida glosa a manera de «letanía revolu-
cionaria». Y terminó: “Juntarse: esta es la palabra del
mundo. Hoy siguiendo tu orden, decimos concretamen-
te: ¡Proletarios de todos los países, uníos! ¡Trincheras de
ideas valen tanto como trincheras de piedras. ¡Que tus
palabras se cumplan! ¡Aunque serían mejor ambas trin-
cheras a la vez!”73

73
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 272-274.

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–Mensaje de Mella–

En agosto de 1926, Mella escribió un “Llamamiento de la


Liga Pro-luchadores perseguidos”, donde analizaba la la-
bor de Machado en un año de tiranía, lo acusó de ocupar
el poder violando el voto popular y comprando las asam-
bleas del Partido Liberal con oro extranjero, de disolver el
sindicato de la industria fabril y encarcelar a los directi-
vos, de expulsar a más de doscientos obreros para España,
de clausurar el periódico El Heraldo de Cuba, de disolver
la Federación de Estudiantes y recibir el título de doctor
Honoris Causa, a pesar de ser un analfabeto.
También lo responsabilizó con el asesinato de periodis-
tas y obreros, de secuestrar el periódico satírico La Semana,
cerrar el periódico obrero Vulcano, y clausurar la Universi-
dad Popular de Cienfuegos.
En el llamamiento denunció a Machado por utilizar el
dinero del tesoro nacional para estabilizar un banco impe-
rialista que estaba en quiebra, firmar tratados vergonzosos
con Estados Unidos y aumentar sus acciones en el Trust Eléc-
trico de Cuba. También lo acusó de violar el derecho de
reunión y asociación, que con el terror o el soborno Macha-
do acabó con la oposición política burguesa imponiendo la
reelección, y que en las elecciones de alcaldes y gobernado-
res impuso a sus lacayos y ordenó el secuestro y asesinato
de Alfredo López. El llamamiento pedía a las organizacio-

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nes obreras y revolucionarias del continente, protestar con-
tra esa dictadura.
Machado recibió con verdadera indignación el llama-
miento de Mella e insistió con el secretario de Estado para
que solicitara al gobierno de México su extradición, pero
este planteó la renuncia. Él sabía que el general Alemán
podía actuar de igual forma y necesitaba una actitud so-
metida a sus criterios.

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–Nuevas provocaciones y mentiras–

En México, unos desconocidos secuestraron al norteameri-


cano mister Rosenthal en la carretera a Cuernavaca y solici-
taban una elevada suma de dinero a cambio de respetarle
la vida. Otro hecho alarmante, un intenso tiroteo, se pro-
dujo cerca de la residencia que ocupaba el embajador de
Estados Unidos durante su visita a esa ciudad.
El embajador acusó a Mella y a los comunistas mexi-
canos ante la delegación de policía como los autores
del secuestro de Rosenthal y de un intento similar con-
tra él.
En el Archivo General de la nación de México consta
que ni Mella ni los comunistas tuvieron que ver con tales
hechos. El tiroteo se produjo cuando unos delincuentes
trataron de robar en una casa deshabitada cercana a la del
embajador. Durante la fuga de los malhechores la propia
policía realizó los disparos.
Con relación al secuestro de Rosenthal, el gobierno
movilizó a la policía y a las fuerzas del ejército y logró
localizar el sitio donde se encontraba secuestrado, se pro-
dujo un intenso tiroteo donde murieron tres de los pla-
giadores. Según los informes de la policía, Rosenthal fue
asesinado por sus secuestradores y estos fueron identifi-
cados como el alcalde municipal de Huitzilan, uno de sus
empleados y el alcaide de la cárcel del pueblo. Los tres pri-

156

Asi mi corazon MELLA.p65 156 22/03/03, 10:43 a.m.


sioneros, que fueron fusilados de inmediato, también eran
trabajadores del alcalde. En los informes policiacos quedó
completamente claro y probado que el embajador norte-
americano había mentido.

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–Viaje a Bruselas–

En enero de 1927, Mella se preparaba, como representan-


te de la Liga Antimperialista de las Américas, para asistir
al Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el
Imperialismo a celebrarse en Bruselas. Sus relaciones
matrimoniales pasaban por un mal momento, Olivín es-
taba de nuevo embarazada y temerosa ante la incierta
situación económica, le comunicó que viajaría a Cama-
güey para dar a luz en esa ciudad. Mella continuó con los
preparativos del viaje y la relación hizo crisis. Olivín se
mostraba incomprensiva y afectada por la proximidad
del parto.
El 17 de enero de ese mismo año, Mella partió para
Bélgica, llevando la voz de la sección de la Liga Antimpe-
rialista mexicana, salvadoreña y panameña. Obtuvo una
nueva tarjeta de migración de México, expedida en Nue-
vo Laredo, Tamaulipas en la que constan sus datos físicos,
su estado civil y la profesión de profesor en letras, la na-
cionalidad cubana y su residencia en el Distrito Federal.
Olivín se quedó en México.
El congreso fue inaugurado en el Palacio Egmont, por
Emile Vandervelde, presidente de Bélgica y prestigioso lí-
der de la Segunda Internacional. En la presidencia se en-
contraban, Henri Barbusse, Albert Einstein, Máximo Gorki,
Marcel Cachin, la viuda de Sun Yat Sen, George Lansbury.

158

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Allí Mella leyó el ensayo “Cuba, factoría yanqui” y unió su
voz para exigir la libertad de los pueblos de África, y la
igualdad de la raza negra. También propuso medidas con-
tra el imperialismo, el chauvinismo, el fascismo, el Ku Klux
Klan y los prejuicios raciales.
Sus palabras provocaron un gran impacto entre los
delegados, especialmente en el francés Henri Barbusse
quien exclamó que era un delegado de una brillantez poco
común y lo invitó a París al segundo congreso que tendría
lugar el 20 de julio de 1929.
El argentino, Vittorio Codovila mostró públicamente
su disgusto por la admiración que Mella produjo en los
delegados. Lo criticó exageradamente y lo acusó de dema-
siado visceral, individualista, indisciplinado, divisionismo
ideológico, carente de experiencia y con tendencias peque-
ño burguesas. Otro de los intrigantes fue el peruano Raúl
Haya de la Torre.

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–Moscú y París–

Mella visitó la Unión Soviética, donde permaneció varias


semanas. Allí leyó, en ocasión de inaugurarse el Instituto
Agrario Internacional, su discurso en inglés “Movimiento
campesino en México”. Fue entrevistado en el boletín del
Comité Central de la Organización Internacional de los Lu-
chadores de la Revolución. También asistió como delegado
a la II Conferencia Internacional de esa organización y se-
gún algunas fuentes, hizo críticas a la sociedad soviética y a
los métodos de la Internacional que quería extrapolar la
situación Rusa a las realidades de otros países.
A Mella le propusieron trabajar en la dirección de los
asuntos sindicales de América Latina en la capital soviéti-
ca, pero el dirigente argentino Codovila realizó todo gé-
nero de acusaciones. Le imputó calificativos de intelectua-
loide, pequeño burgués, caudillista, semidiós del Caribe y
dijo que toda su actividad estaba corroída de oportunis-
mo y que carecía de disciplina revolucionaria.
Uno de los participantes en esa reunión narró que Co-
dovila sabía a Mella inteligente, enérgico, dueño de una
alta combatividad y de una aguda perspicacia y temió que
conquistase en Moscú la simpatía y la voluntad de los dio-
ses del Olimpo comunista, convirtiéndose en una de las
grandes figuras del comunismo latinoamericano.

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–A modo de besos–

De Moscú se dirigió a París. Mella, con mirada límpida de


águila joven, observó los castillos, iglesias, escuelas, el Port
Royal, el Trianón, la restauración del Louvre, la Escuela Mi-
litar, la Plaza de la Concordia y la Avenida Triunfal, y excla-
mó que todas las cosas estaban colocadas en forma de beso.
El periodista Eduardo Avilés señaló que encontró un
Mella insospechado, que quizás él mismo ignorara, crítico
de arte, pensador de perspectivas y analizador de estatuas
que improvisó admirables madejas de poesía y descubrió
el secreto de París, la intimidad de su arquitectura y el
porqué de su seducción.
Tal vez, por eso, desde Francia le envió una postal a
Olivín que decía: “De regreso del Paraíso. París es una ciu-
dad hecha a modo de beso”. Esa postal era lo convenido
para informarle que había llegado a Francia y regresaba a
México.

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–Carta a los universitarios cubanos–

Machado decretó la clausura de la Universidad de La Ha-


bana y al enterarse Mella envió desde París una carta al
Directorio Estudiantil Universitario con fecha 27 de mayo
de 1927. La carta a sus compañeros expresa:

“Queridos Camaradas:
(...)“La Universidad ha sido clausurada. Nada debe esto
extrañar. Cuando analfabetos e ignorantes de los más ru-
dimentarios principios de las Ciencias Políticas asaltan el
Poder Público lógico es que una de sus demostraciones de
«estadistas» sea la clausura del centro donde la intelectua-
lidad joven se da cuenta que media un abismo entre lo
que se estudia como forma de Gobierno en todos los paí-
ses civilizados y lo que se practica en Cuba. La clausura de
la Universidad ha sido una venganza de los impotentes e
iletrados contra los que tienen la razón y el derecho para
censurar los actos despóticos y de peligro para la Nación.
Así han hecho Mussolini y Juan Vicente Gómez. (No olvi-
den el discurso del «doctorado honoris (?) causa»). Quie-
nes han empleado con otros ciudadanos los mismos méto-
dos que los Capitanes Generales de la colonia, no es de
extrañar que hagan con los estudiantes lo mismo que ellos
hicieron. Hay bastante cobardía exasperada en Cuba para
llegar a un nuevo trágico «27 de noviembre».

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“La insurrección de la Universidad, dirigida por elemen-
tos nuevos, cuando no estamos en ella los miembros del
Directorio de 1923-24, es una muestra de que las agitacio-
nes estudiantiles no son simplemente la obra de algunos
«agitadores profesionales», como la propaganda sectaria e
interesada hace aparecer. Pero la actual protesta universita-
ria (...). Es el reflejo valiente de un mal social. (...)
“El estudiante es algo más que un universitario; es un
ciudadano y un miembro de la sociedad (...) La protesta
estudiantil es la misma protesta de la mayoría del pueblo
de Cuba. Unámonos con todos los otros que sienten la mis-
ma necesidad de terminar con la opresión existente. (...) La
liberación nacional y social no se nos concede por miseri-
cordia... No olvidemos que los tiranos nacionales son los
instrumentos del imperialismo.
“Los abraza y los recuerda. Julio A. Mella.”74

74
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 277-279.

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–Nuevamente en México–

Mella llegó a México el 1 de junio de 1927 por el puerto


de Veracruz. El reencuentro con Olivín revivió el amor y
vino una breve etapa de reconciliación. El 3 de julio pro-
nunció un discurso a nombre de la Liga Antimperialista de
las Américas en un acto organizado por el Frente Único
Pro Sacco y Vanzetti en Ciudad México.
En ese país continuó sus actividades, además de inte-
grar las filas del Partido Comunista formó parte de su
secretariado, fue miembro del Comité Ejecutivo del Co-
mité “Manos fuera de Nicaragua”, integró el Comité Pro
Sacco y Vanzetti y la Federación Nacional de Estudiantes
Universitarios. Fundó el Socorro Rojo Internacional, la
Asociación de Estudiantes Proletarios y el periódico El Tren
Blindado,75 desarrolló la ayuda solidaria con los pueblos
oprimidos de América. Y participó en la fundación de la
Liga Anticlerical y del Instituto de Investigaciones Eco-
nómicas. Fue fundador de la Asociación de Nuevos Emi-
grados Revolucionarios de Cuba. En salones y teatros se
escuchó su pensamiento martiano y marxista.
Recorrió y habló en varias minas y sindicatos. Asistió
como delegado de la Liga Antimperialista de las Américas,
al Congreso de Unificación de las Organizaciones Campesi-

75
Este nombre lo toma de la novela rusa del autor Vsavalov Ivanov.

164

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nas. Publicó artículos revolucionarios, donde criticó las gran-
des empresas monopolistas de Wall Street y en defensa de
las causas justas de los pueblos de América, desenmascaró
al imperialismo y abogó por la independencia de Cuba.
Escribió en diferentes órganos de la prensa escrita: El
Machete, El Libertador, Antorcha Estudiantil, El Tren Blin-
dado, La Sotana, órgano de la Liga Anticlerical, El Bonete
y para la revista del Instituto de Investigaciones Económi-
cas. Al mismo tiempo enviaba sus comentarios a periódi-
cos y boletines de las organizaciones en Cuba.
En su quehacer de militante activo, fueron sus amigos
y compañeros los mexicanos David Alfaro Siqueiros, Die-
go Rivera, Rafael Carrillo, Salvador de la Plaza, Carlos Za-
pata Vela, Rosendo Gómez Lorenzo, Juan de la Cabada y
Adelina Zendejas, entre otros.
Poseer una máquina de escribir fue uno de sus tres
anhelos, para hacer de ella una trinchera de periodismo
combatiente y ejemplar. Fueron sus desvelos las condicio-
nes miserables en que vivían millones de seres humanos
en los pueblos de América.
El 10 de julio de 1927, llegó a México como embaja-
dor uno de sus enemigos más connotado en La Habana, el
doctor Guillermo Fernández Mascaró, llevaba instruccio-
nes precisas de Machado de lograr la extradición de Mella
y de no lograrla, su eliminación física. De esta manera co-
menzaba a fraguarse un nuevo plan, a partir del compro-
miso de Machado con el gobierno de los Estados Unidos.

165

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–El nacimiento de Natasha–

La situación económica de la familia se agudizaba y la


inadaptación e incomprensiones de Olivín se hacían insos-
tenibles, aumentadas por su segundo embarazo y la falta
de recursos. Con apenas veintitrés años, la joven sufría la
lejanía de la familia y las escaseces.
Las relaciones se mantenían en un punto verdadera-
mente crítico. Mella la amaba, deseaba tenerla a su lado y
le pedía comprensión y paciencia. Ante las graves incom-
prensiones, Olivín le plantea de manera firme la necesidad
de regresar a Cuba. Mella le pidió en reiteradas ocasiones
que reconsiderara su partida, pues no quería perderla.
Vivía con ellos el revolucionario venezolano Carlos
Aponte Hernández, quien fue testigo del nacimiento de la
niña, el 19 de agosto de 1927 en la Clínica de Obstetricia.
Mella quería ponerle Natasha y Olivín estaba de acuerdo,
pero las autoridades del juzgado se opusieron y la inscri-
bieron como Natalia. La niña dormía en la tapa de una
maleta, que hacía las veces de cuna.
Desde La Habana Nicanor le envió a su hijo una ayuda
económica. Acordaron que Mella viajara a Estados Unidos
para conseguir un trabajo mejor y después Olivín se traslada-
ría con la niña para ese país. El joven estaba desesperado
ante la crisis económica que experimentaban.

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–En Estados Unidos–

El 29 de agosto de 1927, Julio Antonio Mella viajó a Esta-


dos Unidos. Dentro de sus planes estaba continuar la lucha
contra Machado desde ese país. En su viaje hacia Nueva
York, visitó la ciudad de Saint Louis, Estado de Misuri, para
asistir al “Día del trabajo en Estados Unidos”.
Al respecto, escribió: “La nación donde se verificó el
asesinato que el proletariado universal conmemora el pri-
mero de mayo, tiene un «Día del Trabajo» especial.
“El primer lunes del mes de septiembre es el señala-
do por el Congreso americano y aceptado por los líderes
de la American Federation of Labor como «Día del Traba-
jo». En él no hay protestas contra el régimen capitalista,
como en los primeros de mayo. Nada habla del espíritu
proletario del día. Para designarlo con exactitud debería-
mos llamarlo: EL DÍA DE LA SUMISIÓN DEL TRABAJADOR.
“No hay grandes manifestaciones, porque éstas son
peligrosas. El proletariado reuniéndose adquiere concien-
cia de su fuerza como clase y esto es peligro... Cada año va
degenerando más el Labor Day.76

76
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 321.

167

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–Una carta necesaria–

De Saint Louis, Julio Antonio Mella viajó a Nueva York,


donde comenzó a trabajar intensamente, tratando de ga-
nar algún dinero, para resolver los graves problemas eco-
nómicos que confrontaban en el hogar. El 12 de octubre
de 1927, desde allí, le escribe a su esposa.

“Querida Olivín:
(...) Veo que ya tienes resuelto todo lo del viaje. Pero
¿pasa por La Habana ese vapor de turistas?
“¿Sabes ya los requisitos que tienes que llevar para
viajar sola? Creo lo mejor decir, como yo, que solo vienes
por 6 meses.
“Sobre el dinero que te falta no sé que hacer. Papá, como
desde hace dos años, mantiene la misma inestabilidad. Díjo-
me que te iba a enviar. Pero no sé más nada. Te enviaré ma-
ñana unos 35 ó 40 dólares. Es lo más que puedo hacer no te
imaginas. Estoy trabajando de planchador en las máquinas
Hoffman, como las que tienen allá los tintoreros. Gano 25
dólares semanales. Pronto ganaré más, aquí o en otra casa.
“De allá nadie ha contestado una sola carta. Tampoco
un telegrama que puse tras antes de ayer ofreciendo ir si
el movimiento era serio para ayudar al P. en su labor.
“Bueno, al diablo. Me concretaré a lo de Cuba. La car-
ta que me envías del P. esta muy buena. Pero sobre la U. N.

168

Asi mi corazon MELLA.p65 168 22/03/03, 10:43 a.m.


tienen equivocaciones o la situación cambió ya. Las gen-
tes de aquí de la U. N. prueban que si irán hasta donde sea
necesario.
(...) Debes ver que es lo que vas a traer. Escríbeme so-
bre esto. Hay un libro que me interesa me envíes por co-
rreo enseguida. Las Universidades Populares, de L. Pala-
cios. Úrgeme mucho. Lo espero.
“No traigas todos los libros. Tampoco los de cuestio-
nes sociales mis recuerdos de agitación porque registran y
los quitan. Aquí hay de todo. Lo que sí desearía es que no
desaparecieran. Dime donde piensas guardarlos bien se-
guro hasta que volvamos a Cuba. Me sería muy doloroso
perderlos.
“No olvides contestar esta carta, PUNTO por PUNTO.
Hazlo a la dirección de Dr. Miguel Suárez (para Julio A.
Mella) 325 W- 83 rd. Street. New Hork N. Y. U.S.A.
“Acabo de recibir tu cable. Bien. Te espero. (...)77

77
Adys Cupull y Froilán González: Hasta que llegue el tiempo, ed. cit.,
pp. 215-216.

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–Olivín regresó a La Habana–

De forma inesperada, Olivín regresó a La Habana con su


hija Natasha, sin comunicárselo previamente. Según testi-
monios de fuentes familiares, ella viajaba a Nueva York
para reunirse con Mella, pero cuando el barco, como era
normal en su ruta, llegó al puerto de La Habana, la esta-
ban esperando sus padres y otros familiares y estos insis-
tieron en que se quedara, al escuchar asombrados las difi-
cultades económicas confrontadas en México: cómo tenían
que compartir la poca comida con varios exiliados, dormir
en colchonetas y la niña en una tapa de maleta, el frío y
hasta llegar a cortarle la electricidad por falta de pago.
Olivín decidió quedarse en Cuba, pensaba que la sepa-
ración podría ser transitoria. Tenía entonces, veintitrés años
de edad. El 1 de noviembre de 1927, Mella le envió otra
carta desde Estados Unidos:

“Mi querida Olivín:


“No sabes como me encuentro. Un poco más y me lle-
van para un manicomio o una cárcel. Tus cartas indicaban
una contestación mía para decidir y antes de recibirlas
decidiste. (...) Por una carta de Gustavo parece que tú estás
en La Habana.
“Puse un cable a Papá diciéndole que esperaban esta.
Ya a México te había contestado las cartas. Primero. No

170

Asi mi corazon MELLA.p65 170 22/03/03, 10:43 a.m.


puedo quedarme aquí. Me es imposible vivir solamente
comiendo y durmiendo.
“Después de trabajar unas doce horas al día, no se
puede hacer nada más. Ahora necesito ir enseguida a la
ciudad de donde vine. Voy a ingresar en la Universidad.
Aquí no tengo porvenir alguno. He determinado acabar la
carrera. A Cuba no podré volver más nunca, Machado será
eterno. La U.N. por las noticias que tengo, no hará nada.
Entonces Cuba no tiene más solución que la revolución
proletaria en otros países. Es terrible haber nacido en un
maletín de mano... Así soy yo en Cuba. Si sigo dependien-
do de Cuba no me desarrollaré más que lo que es posible
en pedazo tan miserable de tierra, miserable por su tama-
ño, miserable por su ideología de los que podrían hacer
algo. Solamente los obreros, solamente ellos, podrán ha-
cer algo, cuando el tiempo les llegue, pero por hoy...
“Segundo. En esta situación no me es posible perma-
necer y he de volver a México enseguida. Yo sé bien los
compromisos que tengo contraídos, el deber que tengo
de mantener a Nachta y a ti, mientras no puedas trabajar.
Pero, ya sabes: vivir aquí me es imposible. No olvides
tampoco el aspecto político. En cualquier momento de
agitación me expulsarían. En vista de esto es que te decía
en carta enviada a México que tu decisión de irte para
Camagüey me parece correcta aunque dolorosa.
“Pero más doloroso sería que Nachta se enfermase o
tu. No sería una partida muy larga. Hasta que yo me arre-
glase y pudiese encontrarme entradas extras.
“Escríbeme, escríbeme, ¿por qué embarcaste sin decir-
me nada?
“Lamy”78

78
Adys Cupull y Froilán González: Julio Antonio Mella en medio del
fuego. Asesinato en México, ed. cit, p. 132.

171

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En el mes de noviembre de 1927, Mella regresó a Méxi-
co, Rafael Carrillo narró que sintió profundamente la par-
tida de Olivín y su hijita Natasha y quedó sumido en la
soledad y la tristeza. Esa partida la consideró definitiva y
aunque fue comprensivo con esa decisión, no le perdonó
a Olivín regresar a Cuba sin avisarle.

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–El congreso imperialista–

En México decide volcarse de lleno, nuevamente a la lu-


cha antimperialista y escribe los artículos: “El cuarto ani-
versario de la Universidad Popular José‚ Martí” y “Los
estudiantes y la lucha social”, en el cual criticó con fuer-
za al imperialismo yanqui y los pasos que se daban para
la Sexta Conferencia Panamericana.
En el periódico El Machete del 3 de diciembre de 1927,
Mella, con el seudónimo de Cuauhtemoc Zapata, escribió
el artículo “¿Habrá voces de libertad en el congreso de La
Habana?” Y como subtítulo: “El proletariado no espera
nada bueno del panamericanismo “AGRINGADO”.
En el texto dice: “Bajo la hospitalidad de Machado, el
Mussulini tropical de opereta, tendrá lugar en la ciudad de
La Habana, el Congreso Panamericano. Ningún observador
de la política internacional de la Casa Blanca puede tener fe
en la Unión Panamericana, patrocinadora de esta reunión”.79
Denunció que la Unión era la organización continen-
tal que haría realidad la Doctrina Monroe, que presentaba
“todos los caracteres de una embrionaria estructura políti-
ca para el imperio norteamericano que a golpe de dólares
forjaban los financieros estadounidenses”.80

79
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 328-329.
80
Ibídem, p. 329.

173

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Puntualizó que Cuba no era el lugar para hacer historia
de la Unión Panamericana ya que todos sabían que nunca
había servido a los intereses nacionales legítimos de la Amé-
rica Latina, sino a los imperialistas de los Estados Unidos.
Recordó la Conferencia de Chile donde, una delega-
ción extraoficial dominicana, acusó a los Estados Unidos
de haber asesinado, robado y saqueado en Santo Domin-
go, so pretexto de una intervención militar, de la misma
manera que una banda de ladrones.
“Lo que más llama la atención es la forma despótica
de imponer un programa adecuado a sus intereses, que ha
utilizado el gobierno de los Estados Unidos. (...).
“El estudio de las fuerzas que pueden existir en este
Congreso podría dar una idea de sus resultados. La fuerza
mayor que aparece es la de los Estados Unidos imperialis-
tas, como es natural. No es solamente la delegación (...) lo
que constituye esa fuerza, sino todos los gobiernos lati-
noamericanos que son simples instrumentos del capital es-
tadounidense en la América Latina. Estos forman el blo-
que de las naciones con gobiernos no absolutamente con-
trolados por el imperialismo y que desean buscar en esa
reunión una protección contra los atropellos constantes
del gobierno de Washington. A este grupo pertenece el
gobierno de México, quien con el de Santo Domingo, tra-
ta de presentar (...) una proposición para que en el futuro
no se pueda ocupar ninguna parte del territorio nacional
por naciones extranjeras. (...) ¿Lograrán presentar sus pro-
posiciones los delegados mexicanos y dominicanos? Ya se
anuncia que están «fuera de programa y que se realizan
fuertes movimientos diplomáticos para impedir la discu-
sión de materias políticas...»
(...) “las masas de la América Latina han de saber que
solamente en la lucha activa contra el imperialismo, exi-

174

Asi mi corazon MELLA.p65 174 22/03/03, 10:43 a.m.


giendo la retirada de las tropas yanquis de Nicaragua y
de Haití, la revisión de los tratados injustos y establecien-
do la más activa solidaridad entre los obreros y campesi-
nos del continente se podrá vencer revolucionariamente
al imperialismo.”81
El embajador cubano en México, protestó ante el en-
cargado de Relaciones Exteriores de ese país por la forma
liberal en que el gobierno permitía que los emigrados cu-
banos manifestaban públicamente sus opiniones sobre la
situación de Cuba.

81
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 329-331.

175

Asi mi corazon MELLA.p65 175 22/03/03, 10:43 a.m.


–Protesta del gobierno norteamericano–

Los funcionarios del Departamento de Estado se reunie-


ron con el embajador de Machado en Washington para
trasladar sus preocupaciones por las declaraciones de Me-
lla contra Estados Unidos y la Conferencia Panamericana a
realizarse en La Habana.
Machado conversó en privado con el jefe de la policía
secreta de Palacio, y le dio órdenes de que tenía que aca-
llar a Mella.
Mientras el Departamento de Estado Norteamericano
protestaba, Mella desde México, continuaba su denuncia
y Machado en Cuba, comenzaba a cumplir todo lo acorda-
do con los norteamericanos para que reinara la paz y la
tranquilidad social. Entre esas medidas estuvo la suspen-
sión de las clases en la Universidad de La Habana y decre-
tar, a partir del 15 de diciembre, una rígida censura de
prensa que prohibía publicar noticias o informaciones que
ofendieran el amor propio de otro Estado beneficiando
así al gobierno de Estados Unidos.
Para evitar las demostraciones antimperialistas fueron
expulsados los dirigentes de las organizaciones progresis-
tas de varios países de América Latina que habían viajado,
expresamente a La Habana, para denunciar la opresión que
sufrían sus pueblos.

176

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Julio Antonio Mella escribió en el periódico El Ma-
chete un artículo, publicado en dos partes, “La conferen-
cia pamericana es una emboscada contra los pueblos de
América Latina”, donde declaraba que el panamericanis-
mo había cristalizado en la Unión Panamericana y que
era el embrión de la estructura política del imperialismo
yanqui, que hasta la protesta del año 1923 en Chile, la
secretaría de Estado de los Estados Unidos era quien te-
nía el control absoluto sobre la dirección de la Unión.
Que las cosas habían cambiado nominalmente, pero en
la práctica continuaba siendo la cancillería de la Casa Blanca
la que controlaba la Unión y la que dictaba la política a se-
guir por los presidentes.
Que firmando el programa y la invitación, aparecía el
mismo nombre que calzó las notas insolentes a México y
que reconoció al gobierno conservador de Nicaragua.
Que lo más interesante para los estudiosos de las rela-
ciones internacionales era el programa dividido en ocho
partes. Ocho círculos concéntricos, unidos por la diploma-
cia yanqui y un reglamento para la conferencia que presen-
tan todo el aspecto de una telaraña muy bien tejida para
recibir a los delegados de las naciones latinoamericanas.
Nuevamente los funcionarios del Departamento de Es-
tado se reunieron con el embajador cubano en Washington
y le trasladaron la irritación de mister Kellog por las decla-
raciones de los comunistas, mencionando concretamente
el nombre de Mella. El embajador cubano respondió que
de esa situación se estaba ocupando personalmente el pre-
sidente. El control y la exigencia por parte de los Estados
Unidos para eliminar de la escena política a los comunistas
y en especial a Mella era riguroso, constante y decisivo.
En víspera del inicio de la conferencia una ola de re-
presión y terror se implantó en toda La Habana, las medi-

177

Asi mi corazon MELLA.p65 177 22/03/03, 10:43 a.m.


das de seguridad se extremaron y la capital era una ciu-
dad sitiada.
El 15 de enero de 1928, el presidente de Estados Uni-
dos llegó a La Habana, a bordo del acorazado Texas, bajo
un despliegue de estrictas medidas de seguridad. Previo a
su llegada habían arribado a La Habana decenas de poli-
cías, personal de apoyo, detectives y funcionarios. Fue re-
cibido con gran brillantez. Sin embargo las autoridades
no pudieron impedir que desde diferentes puntos de la
manifestación de bienvenida se escucharan gritos de Viva
Sandino. Viva Nicaragua, Viva México, Haití y Santo Do-
mingo. Y que se desplegara un cartel donde podía leerse
“Vivan los heroicos patriotas nicaragüenses.”
En varios puntos de la ciudad aparecieron carteles
contra el imperialismo y fueron distribuidos millares de
volantes denunciando la presencia del presidente nor-
teamericano.
El primer dignatario de Estados Unidos se hospedó en
el Palacio Presidencial, edificio que fue indignamente re-
visado y supervisado por funcionarios norteamericanos.
Era la primera vez que el presidente de ese país se hospe-
daba en la casa presidencial de un país que no era el suyo.
Tal vez porque, con razón, consideraba a Cuba como par-
te de Estados Unidos.

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–La Sexta Conferencia Panamericana–

El acto inaugural de la Sexta Conferencia Panamericana se


realizó en el Teatro Nacional, donde el presidente norte-
americano afirmó la superioridad de su país sobre Europa
y vertió algunos conceptos de orden moral.
El 16 de enero en la Universidad de La Habana, co-
menzó la Sexta Conferencia. El primer gran problema sur-
gió cuando el doctor Gustavo Guerrero, delegado de El
Salvador, presentó una moción en la que abiertamente
condenó la intervención de un estado en los asuntos inter-
nos de otro y fue apoyada por las delegaciones de El Sal-
vador, México, Santo Domingo, Ecuador, Panamá, Haití,
Argentina, Paraguay y Colombia.
La delegación de Estados Unidos, defendió el derecho
que le asistía de intervenir donde los gobiernos no pudie-
ran garantizar la vida y los intereses de los extranjeros. Se
sumaron a defender a los norteamericanos las delegacio-
nes de Cuba y Nicaragua.
Casi todos los representantes de los países de Améri-
ca Latina consideraron la intervención de un Estado en el
territorio de otro como una infamia, aunque esta fuera
para el bien, no debía existir y coincidieron en que debía
borrarse de las instituciones jurídicas de América. Los dis-
cursos explosivos, las interrupciones por los aplausos del
público cubano mezclados con voces de protesta, irrita-
ron a los norteamericanos.

179

Asi mi corazon MELLA.p65 179 22/03/03, 10:43 a.m.


Mister Hughes muy enojado le envió al embajador cu-
bano en Washington, presente en la conferencia, un men-
saje, en el que alegaba que si seguían en aquel tono las
violentas acusaciones, alentadas por un público que no
era reprimido, él se retiraría de la conferencia con toda su
delegación y le recordó las garantías que les habían ofre-
cido de mantener la paz y evitar los ataques desmedidos.
Entonces, el embajador solicitó la palabra y dijo que
los Estados Unidos de Norteamerica tenían, debido a sus
grandes éxitos económicos y políticos, la convicción de
hacer el bien y era su derecho imponerlo, destacó que el
deber de Cuba era defender la intervención de Estados
Unidos porque gracias a ella había obtenido su indepen-
dencia y que era ingrato sumarse al coro de las protestas:
“No nos podemos unir al coro general de no intervención
porque la palabra intervención en mi país ha sido palabra
de libertad, ha sido palabra de independencia.”82
El descontento fue general salvo para la delegación
norteamericana. Las palabras del embajador cubano levan-
taron protestas en los diversos sectores del país e incluyó no
sólo a los revolucionarios, progresistas y moderados, sino a
las personas más conservadoras, que consideraron indigno
y vulgar tal sometimiento. El Partido Comunista de Cuba,
publicó un manifiesto denunciando la Sexta Conferencia y
la política intervencionista de Estados Unidos.
El 18 de marzo, ante la imposibilidad de llegar a un
acuerdo sobre la condena a la intervención de un estado
en los asuntos internos de otro, se pospuso la discusión
para la Séptima Conferencia a celebrarse en Montevideo
cinco años después.

82
Adys Cupull y Froilán González: Julio Antonio Mella en medio del
fuego. Asesinato en México, ed. cit., p. 189.

180

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Una vez finalizada la Sexta Conferencia, el dictador
Machado, el embajador cubano Orestes Ferrara y el co-
mandante Santiago Trujillo analizaron la situación creada
con los norteamericanos, los ataques de Mella contra Esta-
dos Unidos, mister Kellog y Machado, así como la proxi-
midad de las elecciones y el clima de tranquilidad que
debía reinar durante estas.
Machado planteó la necesidad de tomar medidas drás-
ticas y radicales con cada uno de los perturbadores y muy
especialmente contra Julio Antonio Mella.

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–Nueva ola de crímenes–

El 21 de febrero de 1928, Mella pronunció un discurso en


el acto en solidaridad con la lucha de Augusto César San-
dino en Nicaragua. En marzo habló para conmemorar el
cincuenta y siete aniversario de la Comuna de París, la
muerte de Carlos Marx, la fundación de la Primera Inter-
nacional y del periódico El Machete.
El 24 de febrero de ese año participó en una manifes-
tación de protesta de los emigrados revolucionarios cuba-
nos contra la representación diplomática del gobierno de
Machado, en un acto de homenaje a José Martí y en recor-
dación al Grito de Baire.
El 14 de abril de 1928, publicó en El Machete un
artículo titulado “El mar denuncia los crímenes del ver-
dugo de Cuba.”
“Toda la prensa revolucionaria del continente anun-
ció que la ciudad de La Habana fue puesta en estado de
sitio cuando en ella se celebró la Conferencia Panamerica-
na. Entre las muchas medidas tomadas por el gobierno de
Cuba para «garantizar el orden» (...) se destaca el asesina-
to de dos obreros que no habían cometido otro delito que
el de leer en las calles de La Habana una proclama fijada
por el Partido Comunista de Cuba. La policía negó su cri-
men creyendo que por la forma en que lo cometió, nunca
se podría comprobar. Pero a las pocas semanas de cometi-

182

Asi mi corazon MELLA.p65 182 22/03/03, 10:43 a.m.


do, las aguas de la Bahía de La Habana arrojaron dos pruebas
definitivas sobre la culpabilidad de Machado y sus esbirros.
“Hace poco fue pescado un enorme tiburón por un
pescador profesional, y al abrirle el vientre se encontró el
cadáver de un gato y un brazo humano. Hechas las inves-
tigaciones del caso por los amigos y familiares de uno de
los obreros desaparecidos, Claudio Bouzón, quedó plena-
mente comprobado que el brazo perteneció a este infeliz
camarada. La esposa del compañero Bouzón, (...) recono-
ció el brazo por los detalles de la mano y por el pedazo de
manga que estaba todavía adherido. Un sastre tintorero
reconoció igualmente el pedazo de manga como pertene-
ciente a un traje que días antes había arreglado y limpia-
do para el compañero Bouzón.
(...)“El gobierno de Cuba, a pesar de la indignación
que ha cundido entre el pueblo, se ha limitado a dar una
orden... ¡prohibiendo la pesca de tiburones!”83

83
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 410-411.

183

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–Continúa la lucha–

Julio Antonio Mella continuó desarrollando una intensa


lucha política. El 1 de abril de 1928 habló, en el teatro
Virginia Fábregas de Ciudad México, a nombre del Comi-
té Manos Fuera de Nicaragua, en apoyo a la lucha guerri-
llera de Sandino.
Adelina Zendejas recordó el análisis que Julio Antonio
Mella hizo de la intromisión yanqui en Nicaragua, del apo-
deramiento hasta el último metro de tierra, del saqueo de
las riquezas, de la explotación de los hombres, “demostró
una vez más el estudio acucioso, dilucidador sobre los mé-
todos del imperialismo en nuestros países. Volví a com-
probar que cuando él tomaba un tema se compenetraba y
hundía hasta la raíz del mismo. Pensé‚ que era un verda-
dero internacionalista.”84
Escribió su folleto ¿Qué es el APRA?, donde desenmas-
cara la acción reformista y demagoga de la Alianza Popu-
lar Revolucionaria para América Latina (APRA), cuyo líder
era el peruano Haya de la Torre. En el mes de mayo co-
menzó a publicar la síntesis de los principales capítulos de
su obra ¿Hacia dónde va Cuba?
El 13 de junio la Universidad Nacional de México le
concedió el derecho de matrícula para continuar sus estu-
dios de leyes.
84
Adys Cupull Reyes: Julio Antonio Mella en los mexicanos, Editora
Política, La Habana, 1984, p. 16.

184

Asi mi corazon MELLA.p65 184 22/03/03, 10:43 a.m.


En junio de 1928 el periodista mexicano Ernesto Ro-
bles, entrevistó a Mella y le preguntó: ¿Cuáles son, en los
términos de los fines de vuestra organización, los proble-
mas fundamentales de Cuba? Mella respondió:
“Los problemas de Cuba no se pueden considerar ais-
lados. El más agudo, del cual dependen todos los otros, es
la penetración del imperialismo. Es Cuba, el país de la Amé-
rica Latina donde existen mayores inversiones en dólares.
(...) Este presidente ha sido el que más facilidades ha dado
al capital imperialista. El mal de Cuba consiste en que hay
una sola gran industria, el azúcar. Los Estados Unidos con-
trolan casi toda la producción, luego controlan casi todo
el resto de las actividades del país. La Enmienda Platt no
es la mayor de las intervenciones sino la económica. La
solución de este problema no podrá ser parcial...”85
El 4 de julio de 1928, Mella habló en el mitin organi-
zado por la Liga Antimperialista de las Américas.

85
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 434-435.

185

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–Tina Modotti–

A mediados de 1928 Mella conoció a la italiana Tina Mo-


dotti, en la redacción del periódico El Machete. Una de las
más sobresalientes fotógrafas de los años veinte, y la más
reconocida en este arte dedicado a México. De inmediato
se produjo una atracción mutua. Participaron activamen-
te en el Comité Manos Fuera de Nicaragua y cultivaron
una estrecha amistad con Sócrates, hermano del general
nicaragüense Augusto César Sandino.
Su nombre era Assunta Adelaide Luigia Modotti Mon-
dini, nacida el 16 de agosto de 1896 en Udine, capital de la
región de Venezia-Giulia. Su madre, nombrada Assunta,
fue ama de casa y su padre Giuseppe, obrero de filiación
socialista. Tenía tres hermanas y dos hermanos.
A los doce o trece años comenzó a trabajar en una
fábrica textil en Udine doce horas diarias. En las tardes
cuando apretaba el frío, todos la esperaban ansiosos abra-
zándose para calentarse, mientras pensaban en lo que ella
traía para comer. Su niñez, estuvo llena de miseria y ham-
bre. Su infancia fue muy triste.
En 1913 partió hacia San Francisco, California, para
reunirse con su padre y su hermana Mercedes, quienes tra-
bajaban allí como inmigrantes. La estancia en Estados
Unidos fue una escuela para ella y contribuyó a formar su
conciencia de clase. Comenzó a trabajar en una fábrica

186

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textil y conoció la discriminación. Debido a su gran belle-
za fue contratada por una casa de modas y más tarde como
modelo de la misma. Actuó junto a su padre en los teatros
de obreros y se convirtió en una muchacha querida y po-
pular entre los emigrados italianos de San Francisco, quie-
nes sentían orgullo de sus éxitos y belleza.
Dos años después conoció al pintor y poeta Roubaix
de L’ Abrie Richey, Robo, de origen franco-canadiense. Fue
su amiga y modelo. Se casaron en 1917 y fueron a vivir a
Los Ángeles. Tina vivió los días trágicos y críticos del cre-
ciente desempleo en Estados Unidos, el florecimiento del
gansterismo y del Ku Klux Klan. La persecusión a todas las
ideas progresistas y la injusta acusación contra los obreros
italianos Sacco y Vanzetti.
También trabajó con el fotógrafo norteamericano Edward
Weston. Se relacionó con diferentes personalidades del mun-
do intelectual y trabajó como actriz en varias películas silentes
de Hollywood. Describió esta parte de su vida como artificial y
se adaptó, llena de curiosidad y voluntad.
Tina captó y asimiló todo lo útil que encontró cuando
escuchaba hablar a los demás de Nietzsche, Freud, Tagore,
León, Marx, Lenin y Trotski. En 1922 su esposo murió en
México y viajó a ese país por primera vez. Regresó a Esta-
dos Unidos y escribió el prólogo de un libro dedicado a la
obra poética de Robo.
Llegó por segunda vez a México en 1923 en compañía
de Weston, conoció a importantes personalidades del
mundo cultural como Diego Rivera, Juan Charlot, José
Vasconcelos, Juan de la Cabada, David Alfaro Siqueiro, Juan
Clemente Orozco, Frida Khalo y se reencontró con el pin-
tor Xavier Guerrero, miembro del Comité Central del Par-
tido Comunista Mexicano, a quien había conocido en una
exposición en California.

187

Asi mi corazon MELLA.p65 187 22/03/03, 10:43 a.m.


En 1924 su imagen quedó por siempre en la historia
de la pintura mexicana al convertirse en modelo para los
desnudos de Diego Rivera. Ese mismo año posó desnuda
ante la cámara de Weston. Estableció estrechas relacio-
nes con militantes del Partido Comunista Mexicano. Se
integró al Socorro Rojo Internacional y llevó una intensa
vida política. En El Machete, periódico del Partido Comu-
nista, tradujo diversos materiales del italiano y del inglés
al español. Hablaba varios idiomas, entre ellos el dialec-
to de su región natal.
Surgió una relación amorosa entre ella y el pintor mexi-
cano y miembro del Comité Central del Partido Comunista,
Xavier Guerrero. Poco tiempo después Guerrero partió ha-
cia Moscú, para pasar un curso en la Escuela Lenin del Parti-
do Comunista de la Unión Soviética.

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–No nos volveremos a ver–

El 22 de agosto de 1928 Mella habló en un acto en conme-


moración de Sacco y Vanzetti en el local del Sindicato de
Panaderos. Explicó las razones de la lucha antimperialistas
y la caracterización del imperialismo. El 31 de ese mes, des-
de la ciudad de Camagüey, Olivín Zaldívar le escribió a Mella.

“Mi querido Julio.


“Hace varios días recibí una postal tuya, que ahora
contesto. Nadie me ha escrito aún de La Habana, además
el largo tiempo de espera y mis múltiples angustias; me
han hecho perder la fe. Veo que nadie me ayuda, bien sé‚
desde luego que no debo confiar pero qué quieres; el te-
mor de lanzarme a la aventura con Natasha me sujeta, y
continúo esperando desde hace largo tiempo. Por otro lado
mi situación, no ha cambiado nada.
“Por esto y por otras causas necesito me envíes un
Código Civil, comentarios al Derecho Civil de Marco Julio,
la Legislación Industrial de Gutiérrez Gamero, el Derecho
Procesal y lo que haya de Mercantil, no tengo dinero para
comprar libros; es más para la matrícula oficial voy a ver
que puedo vender de lo poco vendible que yo tengo; pues
siempre hago el esfuerzo; yo deseo desesperadamente tras-
ladarme. Si no me matriculo ahora, pierdo el chance, aun-
que vaya más tarde. ¿Comprendes?

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Asi mi corazon MELLA.p65 189 22/03/03, 10:43 a.m.


“Además necesito que me envíes la partida de naci-
miento de Natasha ya transcrita al Consulado Cubano, para
que tenga validez; pues la necesito, pues quiero llevarla al
Concurso de Maternidad; puede que pesque algún premio
(ya que ella es un ejemplar de buena raza) lo cual me ven-
dría bien, pues hasta estoy endeudada. Envíamela certifi-
cada y pronto.
“Pasando a otras cosas. El día 19 cumplió 1 año; pasó
el día muy contenta. Ya corre por toda la casa y es alegre
como una campanilla.
“Pensé‚ que te acordarías y escribirías; pero inútilmen-
te esperé la carta que no llegó...
“Antier día 29 también te recordé‚ mucho; hacía jus-
tamente 1 año que nos separamos en aquella casa de la
calle Talavera y pensando fuera solo por 1 mes y ya ves:
¡Cuántas cosas en 1 año! A veces pienso que ya no nos
volveremos a ver más. Tiene la vida tantas cosas invero-
símiles!!!
“Mi vida igual, lucho y una de dos o triunfo o me
lleva el diablo; ya me voy cansando amigo mío; nada para
mí tan doloroso como la esterilidad, la inutilidad del es-
fuerzo ¡Veremos!
“De tu casa hace muchos días que no se nada.
“Tu retrato no llegó a mis manos.
“Deseaba haber retratado a Natuska para enviarte un
retrato; pero siempre la eterna historia ni para eso tengo.
“Aquí tengo casa y comida pero perdí las clases y ade-
más vegeto; este pobre Camagüey con sus múltiples igle-
sias; sus tinajones y todo lo que tu conoces; no es más que
un lugar donde todo llega tarde si es que llega; y donde
solo se muere.
“No pienso vivir solo comiendo y durmiendo. En fin
no quiero vivir solo comiendo y durmiendo.

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“En fin no quiero vivir con la esperanza «de eternas
esperas», escríbeme y dime en definitiva; qué has hecho, a
quienes has escrito con respecto a mí, qué vas a hacer tú.
“Veo que mientras más tiempo va pasando, más te
alejas y más te ocultas de mí.
“Contéstame.
“Supe por casualidad que R. M. V. [Rubén Martínez
Villena] se había casado. Que Aponte estuvo en la H; [Ha-
bana] y que siguió rumbo a Nicaragua.
“Escríbeme.
“Saludos. Oliva Margarita.”86

Fue en este mes de septiembre cuando Mella fundó en la


Universidad de México la Asociación de Estudiantes Proleta-
rios y publicó el primer número de su órgano El Tren Blinda-
do. Ese año escribió un breve trabajo de crítica literaria titu-
lado “Un comentario de La Zafra de Agustín Acosta”.

86
Adys Cupull y Froilán González: Julio Antonio Mella en medio del
fuego. Asesinato en México, ed. cit., 143.

191

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–Planes de liberación–

Julio Antonio Mella trabajaba intensamente para derro-


car la dictadura de Machado y estableció un sistema de
mensajes cifrados con Rubén Martínez Villena para po-
der comunicarse con seguridad, y un mecanismo para que
el periódico Cuba Libre pudiera entrar a Cuba burlando
los controles de la dictadura.
Planeó una expedición que saldría desde México con
el objetivo de comenzar la lucha armada para la definiti-
va liberación de Cuba. Con esos propósitos viajó al puerto
de Veracruz desde donde pensaba establecer contactos y
estudiar el terreno. También tenía previsto un viaje a Bue-
nos Aires con el fin de recabar ayuda entre sus amigos.
Como parte de estos planes se acordó que Leonardo
Fernández Sánchez viajara a Cuba para entrevistarse con
los cubanos que tenían iguales propósitos.

192

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–Te quiero, serio, tempestuosamente–

Desde Veracruz, le escribió a Tina Modotti. La carta está


fechada el 11 de septiembre de 1928.

“Mía cara Tiníssima:


“Puede ser que para ti fuera una imprudencia el tele-
grama, pues estás acostumbrada a llenarte de asombro por
todo lo que hay entre nosotros. Como si fuera el crimen
más grande el que cometemos al amarnos. Sin embargo,
nada más justo, natural y necesario para nuestras vidas. Tu
figura no se me ha borrado en todo el trayecto. Todavía te
veo de luto, traje y espíritu, dándome el último saludo y
como queriendo venir hacia mí. Tus palabras también las
tengo acariciándome el oído. Y cuando llegué‚ al trópico,
y comenzó el festín del calor, con la selva y el cielo azul,
ya sabes que me parecía ver en cada espesura su comple-
mento: aquella espalda con aquel pelo negro, suelto como
una bandera, que era mi consuelo al no poder verte. Bien,
Tina, perdona que no sea tan largo, estoy agotado. Creo
que voy a perder la razón. He pensado con demasiado
dolor en estos días y hoy tengo todavía abiertas las heri-
das que me ha producido esta separación, la más dolorosa
de mi vida. Si ya te has serenado, escribe. Pon un poco de
paz en mi espíritu. Cada vez que pienso en mi situación,
me parece que estoy a la entrada de un cementerio. Te

193

Asi mi corazon MELLA.p65 193 22/03/03, 10:43 a.m.


quiero, serio, tempestuosamente. Como algo definitivo.
Tu dices que me quieres igual a mí. Si solucionamos esto,
tengo la convicción de que nuestra vida va a ser algo fe-
cundo y grande. Pero me repites lo de antes, que no estés
dispuesta a soluciones. Por mí, Tina, he tomado con mis
propias manos mi vida y la he arrojado a tu balcón, cóm-
plice de nuestros amores. Algunas veces he creído que soy
un niño y me tienes lastima. Si no explícame qué amor es
este que me lleva a la desesperación. Dime cuál es la espe-
ranza. Si no deseas estar en México, nos vamos juntos a
Cuba o a la Argentina. Tina, no está en mí suplicarte, pero
a nombre de lo que nos amamos, dame algo cierto, algo
que no sea un humo. Conmigo no hay que temer. Allí va,
no un beso, porque ya no tengo alma, pero sí un recuerdo
muy cariñoso para mi madrecita. También esta lágrima
que saltó sobre los tipos de la dactilográfica que tú has
socializado con tu arte. Salud camarada.”87

87
Adys Cupull y Froilán González: Hasta que llegue el tiempo, ed. cit.,
pp. 231-232.

194

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–La carta más difícil para Tina Modotti–

El encuentro de Tina con Mella fue un terrible drama. Su


actuación diáfana y honesta le hizo romper con Xavier
Guerrero antes de comprometerse con Julio Antonio. Le
escribió una carta fechada en septiembre 15 de 1928:
“X. No hay duda alguna que ésta será la carta más difí-
cil, más penosa y más terrible que yo habré, escrito en toda
mi vida; he tardado mucho antes de escribirla, antes que
todo porque quería estar bien segura de lo que te voy a
decir, y, segundo, porque sé‚ de antemano el terrible efecto
que esto tendrá sobre ti.
“Necesito de toda mi calma y de toda mi serenidad de
espíritu para exponerte mi caso claramente, sin ambigüe-
dades, y, sobre todo, para no dejarme emocionar, lo que
sería inevitable si me pusiera a pensar lo que para ti repre-
senta esta carta.
“X., a veces cuando pienso en el dolor que te voy a
causar, me parece ser un monstruo más que un ser huma-
no; y no dudo que tú sí pensarás esto de mí. Otras veces
me veo como un pobre ser víctima de una terrible fatali-
dad y con una fuerza oculta que a pesar mío me hace
obrar como obro en la vida. Pero soy yo la primera en
rechazar estos factores fatalidad o fuerza oculta, etcétera.
Entonces, ¿qué queda?, ¿qué es lo que soy?, ¿por qué obro
así? Creo sinceramente de tener sentimientos intrínsicos

195

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buenos, y de haber siempre buscado el bien para los otros
antes que en mí, de no ser cruel por serlo –prueba esto
que cuando lo tengo que ser, como ahora conmigo, yo
sufro, más que tú tal vez, por sus consecuencias.
“Pero ya es tiempo que te diga lo que debo decirte:
Quiero a otro hombre, lo quiero y él me quiere a mí, y
este amor ha hecho posible lo que creía nunca podría pa-
sar, o sea: dejar de quererte a ti.
“X., podría hacerte un largo relato de toda la histo-
ria de este amor; de cómo nació, de cómo se desarrolló
hasta el grado de hacerme resolver a decírtelo; de cómo
he luchado conmigo misma para extirparlo de mi vida
(te juro que hasta en el suicidio he pensado, si éste hu-
biese podido dar una solución que no fuese cobarde).
Podría relatarte, en fin, todas las torturas causadas por
este terrible dilema que tenía enfrente a mí; a todo he
pensado, y principalmente a ti (esto no te ofenderá, es-
toy cierta). Más todavía he pensado en las consecuencias
que mi paso tendrá sobre el trabajo revolucionario. Esto
ha sido mi más grande preocupación, más grande aún
que la preocupación por ti. Y bien, he llegado a la con-
clusión de que, como quiera que sea, contigo o con otro,
aquí o en otro lugar, lo poco de utilidad que yo puedo
dar a la causa no es para mí un reflejo, ni el resultado de
querer a un revolucionario, sino una convicción muy
arraigada en mí. Y por lo cual debo mucho a ti.”88

88
Adys Cupull y Froilán González: Hasta que llegue el tiempo, ed. cit.,
pp. 233-234.

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–Amor entre Tina y Mella–

Tina y Mella se amaron apasionadamente. Ambos compar-


tían los sueños e ideales. Esos amores no fueron comprendi-
dos por algunos. Incluso la culpaban injustamente de ser la
responsable de la separación de Mella con Olivín.
La belleza física de ambos fue objeto de envidias y
comentarios. Tina le narró a su amiga, la periodista mexi-
cana Adelina Zendejas, las cosas de cariño y ternura entre
ambos. Mella era arrogante, dijo, tenía obsesión por Cuba
y la voluntad de ser cada día más comunista; pero en su
intimidad descubría su sensibilidad y ternura. “A veces,
cuando ella tenía reunión en el Partido y Mella llegaba
antes a la casa o tenía que irse para concluir sus trabajos,
encontraba la comida hecha, la mesa puesta y casi siem-
pre un adorno en el centro, una fruta, una flor; o una nota
en la que decía: «Te esperé‚ y no te encontré»; «hoy no
podemos comer juntos», «me voy pensando en ti»”.89
Contó Tina que había tratado con muchos comunistas
en Europa y en Estados Unidos y jamás encontró en ninguno
la profundidad de Mella. Para ella fue el más puro y grande
amor, le hizo las mejores fotografías. Una de las canciones
preferidas de Mella y Tina y muy escuchada en esa época era
Quiéreme mucho del compositor cubano Gonzalo Roig.

89
Adys Cupull Reyes: Ob. cit., p. 17.

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–Días sin sol–

El 27 de octubre de 1928, Mella pronunció un discurso en


un mitin organizado por la Liga Internacional Antifascis-
ta. La revista Semana Internacional resumió sus palabras.
Se destacó que acababa de cerrar un magnífico y profun-
do libro de Engels sobre cristianismo y socialismo
Mientras, en Cuba se llevaban a cabo una de las más
fraudulentas y escandalosas elecciones para reelegir al dic-
tador Gerardo Machado como presidente. Este, mediante
los asesinatos, el terror, la compra, el chantaje y la corrup-
ción había logrado sumar a los diferentes líderes políticos y
por ello fue a las elecciones como candidato por los parti-
dos Liberal, Conservador y Popular.
El 7 de noviembre de 1928, Mella habló en un acto
organizado por el Partido Comunista de México en con-
memoración del 11 aniversario del triunfo de la Revolu-
ción Socialista de Octubre. Mella se refirió al escandalo-
so proceso electoral en Cuba y a la reelección del dicta-
dor Machado.
Entre los meses de octubre a diciembre de 1928 Gerar-
do Machado y Santiago Trujillo con la complicidad de fun-
cionarios norteamericanos tramaron el asesinato de Julio
Antonio Mella.
El 15 de diciembre de 1928, la Asociación de Nuevos
Emigrados Revolucionarios Cubanos en México, organizó

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una fiesta llamada Noche cubana, en un salón de la Socie-
dad Hebrea, con el compromiso de no violar sus estatutos
que prohibían el hacer propaganda, los organizadores acor-
daron no poner la bandera cubana y adornaron el local
con triángulos rojos y la estrella solitaria.
Sin la autorización de los organizadores, tres emigra-
dos cubanos acusados de provocadores colocaron una ban-
dera de papel cubana, lo que provocó un serio incidente.
Mella aún no había llegado al lugar, por lo que era total-
mente ajeno a lo sucedido.
Cinco días más tarde, la prensa mexicana le dio amplia
cobertura al incidente y señaló que la bandera cubana ha-
bía sido ultrajada. Hecho que fue rápidamente utilizado en
La Habana para culpar a Mella.
En La Habana, después de las fiestas de fin y principio
de año, aparecieron en la prensa artículos calumniosos con-
tra Mella. El sábado 5 de enero de 1928, El Heraldo de Cuba
publicó: “No hace muchos días, la prensa se hizo eco de
una noticia llegada de México y relativa a que, ciertos ele-
mentos indignos, acusados de comunistas, (...) cometieron
la felonía de ultrajar nuestra enseña nacional, aprovechán-
dose de la distancia y de la impunidad, que sólo sujetos
innobles utilizan para insultar y vilipendiar.
“Estos individuos entre los que se asegura se en-
cuentra el tristemente célebre Julio Antonio Mella, ul-
trajaron nuestra bandera, en un arranque morboso,
hijo del despecho y del oprobio que ellos mismos lle-
van en sí, (...)
“En vista de esas noticias, la secretaría de Estado pasó
un cablegrama cifrado a nuestro embajador en Méjico,
(...) dándole instrucciones al objeto de que investigue cui-
dadosamente el caso”.

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–Campaña calumniosa–

Al conocer por los cables las informaciones que se divul-


gaban en La Habana y la repercusión en México, Mella
escribió una carta para la prensa mexicana desmintiendo
las acusaciones:

“México, D. F., 8 de enero de 1929.


(...) con motivo del «incidente de la bandera cubana»
debido a los cables publicados en la prensa de esta mañana
procedente de La Habana, donde se anuncia que la Secreta-
ría de Relaciones Exteriores de México ha expresado su pesar
por el supuesto incidente y que las autoridades castigarán a
los emigrados cubanos.
“Nuevamente declaro, en nombre de toda la Delega-
ción de la A.N.E.R.C., que no ha habido ultraje alguno a la
bandera cubana (...)
(...) ”Suponemos que la Secretaría de Relaciones no ha
enviado pesar alguno al Gobierno cubano, ya que si así lo
ha hecho ha expresado su pesar por un mal que no ha
tenido lugar.
“Ratifico las declaraciones anteriores, donde atribuía
esta innoble campaña a la venganza política de los par-
tidarios del actual gobierno de Cuba, quienes aprove-
chan que no podemos los emigrados publicar cosa algu-
na en la prensa de La Habana, ya que la única existente

200

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es la incondicional del gobierno y ésta silencia nuestras
cartas.
“El autor de esta campaña es el Sr. Amaral, (...) Su cam-
paña injuriosa en los diarios de La Habana no puede tener
más fin que congraciarse con el Gobierno.
“Es cierto, como dice la noticia cablegráfica, se publi-
ca en esta ciudad un periódico llamado Cuba Libre. Pero
está completamente garantizado por el artículo 7 de la
Constitución mexicana (...) Toda esta campaña no persi-
gue más fin que obtener la clausura de nuestro órgano en
la prensa y la tan ansiada extradición de los emigrados
por ficticios delitos comunes con el fin de saciar vengan-
zas políticas, (...)
“Es intolerable que el Presidente Machado, quien ha
abolido todas las libertades en Cuba, pretenda hacer igual
en el extranjero, (...)
“Creo sería muy conveniente para esclarecer este inci-
dente, nos iniciara un proceso ante las autoridades judicia-
les de México, para que podamos probar lo injusto y ridícu-
lo de todas las calumnias e injurias que sobre los emigrados
cubanos han lanzado la prensa de Cuba y los enemigos de
nuestras ideas, (...)
“Esperando, señor director, de usted publicidad a es-
tas rectificaciones con la misma amplitud que se publica-
ron las acusaciones (...) quedo de usted, muy atte. por la
«Asociación de los Nuevos Emigrados Revolucionarios de
Cuba». Julio Antonio Mella, Secretario.”90
El 10 de enero Mella escribió un mensaje para enviar a
Cuba. Esa noche acompañado de Tina Modotti fue hasta
el correo para pasar el cable desmintiendo las falsas infor-

90
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., pp. 509-511.

201

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maciones publicadas en La Habana, que dice textualmen-
te. “(Red Telegráfica en los Estados Unidos). Jan 10 1929.
W NLT 410 México city mex 20. NLT CARBO LA SEMANA
HABANA. ROGAMOS DESMIENTA TOTALMENTE CALUMNIO-
SA CAMPAÑA INICIADA ENEMIGOS NUESTROS. NUNCA
PROFANOSE BANDERA DETALLAMOS CORREOS AFECTUO-
SAMENTE. MELLA”91
El mensaje enviado por correo no llegó a publicarse
en La Habana y para parte de la opinión pública el ultraje
de la bandera cubana quedó como un hecho real. Varios
medios de prensa reprodujeron esas informaciones.
La verdad sobre los incidentes no se publicó hasta el
mes de febrero de 1929. En México, la revista Cuba Libre
hizo públicas las declaraciones y reprodujo el mensaje de
Mella que fue denominado como su última protesta ante
el régimen de Machado.

91
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 514.

202

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–11 de enero de 1929–

El 11 de enero de 1929 los órganos de prensa publicaron el


asesinato de Mella. Ese mismo día el periódico Diario de la
Marina reportó: “Julio Antonio Mella herido grave”. “Al
salir con una señorita, de una reunión, recibió un tiro.”
Según documentos de la policía del Distrito Federal
de México, Julio Antonio Mella después de los disparos
caminó unos pasos y cayó al suelo y al pasar dos transeún-
tes pudo gritarles: “Machado me mandó a matar...”. En
ese instante Tina pudo tomarlo entre los brazos para escu-
char sus últimas palabras: “Muero por la Revolución...”92
En aquella fría noche del 10 de enero de 1929, la vida
de Julio Antonio pasó a formar parte de la historia de la
humanidad. Desde la calle Abraham González esquina a
Morelos, de la capital mexicana, Mella fue hacia el Olim-
po de los héroes de América.
En leyenda y mito, en novela y cuento, de boca en
boca, el pueblo humilde y la acomodada clase media y la
de los ricos progresistas transmitieron al mundo el crimen
de aquella horrible noche. Se conoció su vida, historia y
obra, su desvelo y su pasión. Hasta los más desheredados
que no sabían leer pronunciaron el nombre de Mella, o
dijeron simplemente: Cuba.
92
Adys Cupull y Froilán González: Hasta que llegue el tiempo, ed. cit.,
p. 239.

203

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Ahora, a cien años de aquel 25 de marzo de 1903 en
que vio la luz primera en su ciudad natal, La Habana, él
no ha cambiado, está como en sus veinte o sus veinticin-
co, sigue igual, como un Apolo, atractivo, con su lira des-
lumbrante, más fuerte aún, más feliz, su sonrisa franca y
su mirada profunda y segura. Anda con sus elegantes pa-
sos y camina, va despacio porque palpa, toca en toda su
dimensión la Revolución Social que no es utopía ni de
locos, ni de fanáticos, es Socialista, es la que indica el próxi-
mo paso de avance en la historia de América.
Llega a la universidad de blancos, negros y mestizos,
de hijos de obreros, campesinos e intelectuales, y disfruta
cuando observa en la pantalla de un televisor Universidad
para todos, esa Universidad Mayor, es la que llevó el nom-
bre de José Martí y fue la niña de sus ojos. Ahí está, creci-
da, hermosa.
Y el líder sale con la revista Alma Mater y acompaña a
los estudiantes universitarios en su función social, porque
son ciudadanos transformadores y creadores en el camino
del desarrollo y perfección de la patria amada.
Llegado el 27 de noviembre, observa a una multitud
de estudiantes que se sitúan en la escalinata universitaria,
llevan una enorme bandera, y se organizan para marchar
San Lázaro abajo hasta La Punta. No hay policías, ni cho-
rros de agua, no hay patrullas. Los militares también mar-
chan codo a codo con los estudiantes de verde olivo vesti-
dos. Entonces, él se incorpora al frente, multiplicado.
A veces, cuando mira al norte, donde todavía están
los dueños de Wall Street, los que quieren apoderarse del
mundo, a sangre y fuego, los que siguen convirtiendo a la
patria de Lincoln en guarida de piratas y terroristas y ma-
sacran impunes a niños, ancianos, mujeres y jóvenes ino-
centes. Y promulgan leyes para exterminar a los pueblos y

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encarcelan a los héroes. Entonces, Julio Antonio respira
profundo, se yergue y toma posición para la batalla en la
que Martí vive; como si empuñara una espada, toma su
arma y escribe:
“La unión latinoamericana, que soñó Bolívar, fue has-
ta hoy utópica por la desconexión ideológica, espiritual
de nuestra raza. Armonizándonos en una aspiración co-
mún de ideas, de progreso, de ideales, las repúblicas lati-
nas de nuestro continente responderán a una actitud com-
puesta y defensiva. Hasta hoy, la política absorvente de
Norteamérica fertilizó en nuestro suelo por la ignorancia
y por la desorientación de los espíritus. La revolución uni-
versitaria despertará las almas. Y de la conmoción que a
ese despertar sucede, surgirá, fúlgido como un sol, el por-
venir de nuestra América”.93

93
Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución
Socialista de Cuba: Ob. cit., p. 137.

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