Está en la página 1de 4

El principio de esperanza

Parte primera

Pequeñis sueños, soñando despierto

 El ser humana comienza en un estado de buscar algo que le falta, no tiene lo que
quiere. Pero así aprende a esperar. Lo que desea el niño es raro que llegue
oportunamente, sin embargo tiene una curiosidad insaciable, busca algo más. El
juego transforma al niño, le da una lejanía conocida “quisiera que todas las cosas
fueran así” dice. (p. 14 15). Los adolescentes aspiran a vidas más prosperas, al
menos, que la de sus padres. Sus fantasías no sólo salen de las profundidades del
ánimo sino también de los periódicos e historias fantásticas a las que están
expuestos. Como la vida adulta está aún vista como lejana, las lejanías se
embellecen, el deseo arrastra y escapa hacia ellas. A medida que se crece no
disminuye la cantidadde deseo sino aquel objeto deseado. (p. 17-21)

 El que sueña cree saber lo que la vida tiene que ofrecerle. Lo que se considera
“desaprovechado” se acentúa en la mente del que sueña, se atormenta por las
oportunidades perdidas. Esa imaginación es un arrepentimiento y un anhelo a la vez,
esoñación que corrige el pasado. (p. 21)

 Pero incluso el nazismo tiene sueños. EL sueño de venganza de Hitler es un sueño


retenido y no rebelde, es rabia sorda en lugar de revolucionaria. (p. 22)

 El hombre común y corriente en lo cotidiano tiene sueños despierto, son sueños


cálidos y generalmente benévolos pero sólo suelen gurar en torno a yo, ser muy
personales (sexuales, del trabajo, etc).En la calle cada quien parece tuener un trozo
del mundo de los deseos, se va caminando pensando en lo que no se tiene. Pero es
un gesto más de escape del mundo que de transformación. El pequeño burgués
sueña con castillos, que el burgués ya tiene (y por eso le causa repulsión la idea de
transformar el mundo). Sin embargo, en el fondo al soñador no burgués también le
atrae la idea de una vida sin explotación, su existencia feliz se haya detrás de una
nube de humo del cambio gigantesco. P. 23 – 25

 El prójimo no habría de ser el límite de la felicidad propia, sino el elemento en que


esta se verifica.

 Es desagradable verse interrumpido, sin embargo parece que nos dejamos


interrumpir por lo inesperado. El gusto de lo diferente seduce. P. 28 La búsqueda
por lo mejor continua por mucho que duren los obstáculos, si lo deseado tiene lugar,
nos sorprenderá a pesar de todo. P. 31

Parte segunda

La conciencia anticipadora.

 ¿Quién nos impulsa en nosotros? Lo que vive está agitado por sí mismo. El hecho
de vivir es algo que se nos haga presente, lo que nos hace vivir estpa en las
profundidades. Nadie escoge el estadod e agobio, pero este estado se da desde que
somos y en tanto que somos. En nuestro ser inmediato las cosas tienen lugar vacias
y ansiosas. Pero aquello no se siente, para sentirlo hay que salir de sí, sólo entonces
se siente como impulso, un impulso vago e indeterminado. P. 32

 Desde el interior surge algo: un impulso que se manifiesta como aspiración, una
apetencia en algún sentido. Si esta aspiración es sentida, se hace anhelo, el estado
sincero en todo hombre. El impulso no se dirige al exterior, el anhelo sí. Si el anhelo
se encierra en sí mismo se convierte en afán, el afán vaga ciego y vació y no puede
llegar allí donde es satisfecho. P. 32

 El anhelo necesita dirigirse claramente a algo. Así determinado, deja de deambular


y se convierte en una “búsqueda”. Así el impulso original trata de llenar con algo
exterior un vacío, una carencia en la aspiración y el anhelo. El movimiento se divide
en los objetivos a los que se dirige, se convierte en uno de los denominados
“impulsos” P. 32

 Lo externo puede calmar el impulso, peroel afán es siempre insatisfecho. El hombre


puede imaginar el objetivo de sus impulsos, a diferencia del animal que sólo lo
relaciona con impulsos del momento inmediato. El hombre no solo puede apetecer
sino además desear. El deseo es más amplio, tiende hacia una imagen de la que el
afán pinta su contenido. Cuando la apetencia se transforma en deseo aumenta su
representación de su “algo” y lo hace bajo la forma del “algo mejor”. Las
representaciones incitan al deseo en la misma medida en que lo imaginado o
presentido promete realización. (p. 33)

 El deseo es diferente al “querer”. El deseo es aún pasivo y más afín al simple


anhelo, en desear no hay todavía trabajo o actividad. Por otro lado, todo querer es
un “querer hacer”. El desea puede ser indeciso. El querer implica ya una elección
tomada y avanzar activamente hacia el objetivo. Sin embargo, el querer necesita un
estado previo de desear. Hay deseos sin un querer, pero no querer sin desear. El
querer será tan enérgico cuanto más vivamente se conforme en un ideal el objetivo
en común con el deseo. P. 33

 Los impulsos no flotan en el vacío, los tiene este cuerpo individual movido por
excitaciones y lleno de incitaciones. P. 34

 El hombre no sólo conserva los impulsos animales, sino que crea nuevos, no sólo su
cuerpo sino también su subjetividad es susceptible de afectos. Se trata de un ser de
impulsos amplios y cambiantes, en su mayoría mal ordenados. El hombre aspira a
algo en primer término y de manera especial pero preguntar qué es aquello implica
una serie de problemas P. 36

 La propia conservación parece ser el más sólido de todos los impulsos


fundamentales. P. 49

 Pero en realidad no hay impulso humano que permanezca invariable en la historia.


El hecho de que haya habido ciencias pretendiendo estudiar los impulsos
fundamentales del hombre en diversas épocas que reflejaron el impulso propio de
tal época explica por qué se nos muestra tan distinta esa naturaleza según los
tiempos. P. 50

 Ni siquiera la autoconservación -el hambre- tiene una estructura realmente instintiva


natural, y ello porque la perceptibilidad que le es propia varía históricamente. El
hombre no es una dirección sostenida biológicamente. El hambre es una necesidad
que se ha hecho social y es orientada socialmente. El hambre se haya en una
dependencia recíproca con las demás necesidades sociales. P. 51

 La autoconservación implica en último término el apetito de tener a mano


situaciones más propias y más adecuadas al yo que se desenvuelve como solidaridad

También podría gustarte