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2004-000357
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Ponencia del Magistrado: ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.
 
 

En el procedimiento por estimación e intimación de honorarios

profesionales, iniciado ante el Juzgado Undécimo de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de

Caracas, por los ciudadanos GIUSEPPE MELONE ESPÓSITO y ANTONIO

MELONE CESARINI, actuando en su propio nombre e intereses, contra los

ciudadanos ELIA TOSTA DE PARRA, JACINTO RAFAEL PARRA TOSTA,


MARÍA CELIA, MARÍA DEL CARMEN y ENRIQUE RAFAEL PARRA

BLANCO, representados judicialmente por los abogados Luís E. Gamardo Medina, y

Anayancy Bello González, el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del

Tránsito de la mencionada Circunscripción Judicial, actuando como Tribunal de

reenvío, dictó en fecha 25 de marzo de 2004, sentencia definitiva declarando

parcialmente con lugar la apelación propuesta por los abogados intimantes;

parcialmente con lugar la oposición al derecho de los intimantes a cobrar honorarios

profesionales; procedente el derecho de los intimantes a tal cobro de honorarios;

procedente la retasa solicitada y revocada la decisión apelada.

 
Contra el referido fallo de la alzada las representaciones de la partes actoras

y demandadas anunciaron recurso extraordinario de casación, sin embargo, solo la parte

actora formalizó oportunamente  en fecha 2 de junio  de 2004. Hubo

impugnación  réplica y contrarréplica.

PRONUNCIAMIENTOS PREVIOS

-I-

Mediante escrito de fecha 6 de julio de 2004, el abogado Luís E. Gamardo

Medina, actuando en representación de la parte intimada, desistió del recurso de

casación que anunciara oportunamente en fecha 20 de abril de 2004, contra la sentencia

definitiva dictada en fecha 25 de marzo de 2004, por el Juzgado Superior Primero en lo

Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de

Caracas, absteniéndose de presentar la formalización respectiva, y al cual esta

Sala  imparte homologación por encontrarlo ajustado a derecho.

Consecuencia de lo anterior, es que esta Sala procederá de seguida, solo a la

resolución del recurso de casación anunciado y formalizado por la parte intimante en

este juicio. Y así se decide.

-II-
 

En fecha 9 de agosto de 2004, el prenombrado abogado Luís E. Gamardo

Medina, presentó ante la Secretaría de esta Sala de Casación Civil, escrito contentivo de

los alegatos de contrarréplica a la formalización del recurso extraordinario de casación

de la parte intimante. No obstante, según cómputo elaborado al efecto por la

Secretaría de esta Sala, el lapso para la presentación de la contrarréplica en el presente

caso, feneció el 6 de agosto de 2004. Por lo tanto, la Sala a los efectos de la resolución
de este recurso, se abstendrá de considerar y analizar los alegatos vertidos en el referido

escrito. Y así se decide.

-III-
 

En su escrito de impugnación a los alegatos de formalización de la parte

intimante, la representación de la parte intimada solicita se declare la inadmisibilidad

del presente recurso, por considerar que de conformidad con la nueva Ley Orgánica del

Tribunal Supremo de Justicia, publicada en la Gaceta Oficial Nº 37-942 del 20 de mayo

de 2004, la recurrida no tiene casación por razón de la cuantía.

Al respecto, cabe señalar que, efectivamente, la nueva ley Orgánica del

Tribunal Supremo de Justicia, en su artículo 18, aparte tercero, estableció el

conocimiento y trámite de los recursos cuyas cuantías excedan de tres mil unidades

tributarias (3.000 U.T.), no obstante su aplicación a los recursos extraordinarios de

casación tendrá vigencia solo para aquellos casos donde el anuncio del mismo, haya

sido realizado con posterioridad a la fecha de su promulgación, cabe decir, 20 de mayo

de 2004.

Siendo que, en el presente caso el lapso primogénito para dictar la sentencia

de reenvío venció en fecha 13 de abril de 2004, en razón de lo cual la nueva cuantía

prevista en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, resulta inaplicable al

presente caso, y por esa sola circunstancia, se desecha este alegato de inadmisibilidad

propuesto por los impugnantes del recurso. Y así se decide.

 
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY
 

-I-

De conformidad con lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del

Código de Procedimiento Civil, se denuncia la infracción por errónea interpretación del

artículo 286 del mismo Código.

Por vía de fundamentación, alega el formalizante:


 “...La estimación de honorarios presentada por quienes suscribimos, ante
el Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de esta Circunscripción Judicial, en fecha 13 de julio de 2000, lo
fue con fundamento tanto en los artículos 22, 23 y 24 de la Ley de
Abogados y en los artículos 274 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, como en las condenatorias en costas, dictadas en
contra de los herederos de JACINTO PARRA SILVA, a lo largo del
juicio principal.
Consta asimismo, de dicho escrito de estimación de honorarios, que
quiénes suscribimos IN SOLIDUM, estimamos el valor de las diversas
actuaciones verificadas por nosotros, conjunta o separadamente, en el
referido juicio y solicitamos se nos pagara la cantidad de VEINTICINCO
MILLONES SETECIENTOS CINCUENTA MIL BOLÍVARES... La
anterior estimación tuvo como base: nuestras actuaciones profesionales;
su resultado y, el VALOR DE LO LITIGADO POR LAS PARTES EN
JUICIO, en base a lo pedido en la demanda, lo cual fue:
1.- El pago del Instrumento cambiario fundamento de la misma, el cual
fue librado y aceptado, por la suma de TREINTA Y CINCO MILLONES
DE BOLÍVARES...
2.- Una cantidad igual a la que resulte de ajustar por el Índice de
Inflación fijado por el Banco Central de Venezuela para el Área
Metropolitana de Caracas, el monto principal demandado, por concepto
de indemnización de daños y perjuicios, derivados del incumplimiento
por parte de los demandados.
3.- Los intereses moratorios a que se refiere el ordinal cuarto (4º) del
artículo 456 del Código de Comercio.
La suma demandada, más la indemnización de daños y perjuicios
demandada, mas los intereses y el sexto de comisión, igualmente
demandados, todo calculado según lo dispuesto por la sentencia
definitiva dictada por el citado Juzgado Superior Segundo en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de esta Circunscripción Judicial, arrojó un total
de OCHENTA Y SEIS MILLONES SETECIENTOS CUARENTA Y
DOS MIL SETENTA Y TRES BOLÍVARES CON TREINTA Y TRES
CÉNTIMOS.., al 31 de mayo de 2000, según consta de la experticia
complementaria del fallo; la cual, a su vez, quedó definitivamente firme.
De lo anterior se desprende, tal y como lo afirmáramos en nuestro escrito
de estimación de honorarios, que el valor de lo litigado por las partes, en
el juicio que causa las presentes actuaciones, es la suma de OCHENTA Y
SEIS MILLONES SETECIENTOS CUARENTA Y DOS MIL
SETENTA Y TRES BOLÍVARES CON TREINTA Y TRES
CÉNTIMOS, y, que el valor de lo litigado, en el juicio que nos ocupa, no
fue en ningún caso, la cantidad de TREINTA Y CINCO MILLONES DE
BOLIVARES..., incorporada al título de crédito, aceptado por el causante
de los intimados, toda vez que la cantidad en litigio, abarca todos y cada
uno de los pedimentos de nuestra representada, arriba señalados...
Independientemente de que el procedimiento que dio lugar al texto
jurisprudencial apenas transcrito, era de naturaleza distinta al que nos
ocupa, toda vez que aquél, era un procedimiento por intimación, no
pretendemos quiénes suscribimos, iniciar una larga disquisición sobre el
punto, sino limitarnos al análisis de las reglas que se pueden deducir del
fallo in comento. En efecto, según la jurisprudencia citada por la
recurrida, el valor de lo litigado se obtiene de la concordancia de las
siguientes normas:
1.- Artículo 3 del Código de Procedimiento Civil, el cual recoge el
principio de la perpetuatio jurisdictionis...
2.- Artículo 30 del Código de Procedimiento Civil, el cual establece que
el valor de la causa, a los fines de la competencia, se determina en base a
la demanda, según las reglas contenidas en los artículos que le siguen...
El Juez de la recurrida para poder desarrollar su tesis con fundamento en
el artículo 3 del Código de Procedimiento Civil, incurrió en una
aseveración incorrecta, cual fue: que quienes suscribimos estimamos el
monto de la demanda, que causa las presentes actuaciones, en la suma de
TREINTA Y CINCO MILLONES DE BOLÍVARES...
En ningún momento, quienes suscribimos, hicimos en la demanda de
cobro de bolívares, interpuesta en nombre de nuestra mandante, ante el
Juzgado Décimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, estimación alguna del monto de la misma, ya que a tenor del
artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, era innecesario, por
cuanto el valor constaba de los diversos pedimentos contenidos en el
referido libelo. Para corroborar la anterior afirmación, acompañamos al
presente escrito, en doce (12) folios útiles, marcada con la letra ‘A’,
copia certificada del citado libelo de la demanda, emanada del Juzgado
Superior Décimo en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Familia de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
Como se observa, si bien el Juez de la recurrida aplicó al caso sometido a
su jurisdicción, la norma que en efecto regula el hecho controvertido,
cual es el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, no la
interpretó correctamente en cuanto a su contenido y alcance; ya que, de
haberlo hecho, hubiese tenido que declarar que el VALOR DE LO
LITIGADO, lo constituye la real consecuencia patrimonial, que sobre las
partes, generó el dispositivo del fallo.
En efecto, el Legislador del Código de Procedimiento Civil de 1986,
modificó tanto la extensión como la base del cálculo para determinar el
monto que la contraparte perdidosa debía pagar por concepto de
honorarios de los abogados de la gananciosa...
1.- Se redujo la extensión del porcentaje del cincuenta por ciento... al
treinta por ciento...
2.- Se amplió la base de cálculo del porcentaje, desde el monto de la
demanda, hasta el VALOR DE LO LITIGADO.
El artículo 3 del Código de Procedimiento Civil, tiene como finalidad la
de establecer las bases por las cuales se determina la competencia y la
jurisdicción, estableciendo al efecto, que las mismas se determinan por el
estado de las cosas –situación de hecho- existente para el momento de la
presentación de la demanda.
Ahora bien, el Legislador de 1986, para determinar la base de cálculo de
la condena en costas, no hizo mención alguna, ni a las reglas de
competencia ni a las de jurisdicción, sino que incluyó una mención
específica e inequívoca, cual fue ‘Valor de lo Litigado’, por lo que
correspondía al Juez de la recurrida al aplicar el dispositivo citado,
determinar el alcance de dicha expresión, la cual en ningún caso puede
ser tomada como sinónimo de ‘Monto de la Demanda’.
Entendemos que la Jurisdicción y la Competencia no pueden variar
durante la secuela de una causa, a menos que la Ley disponga otra cosa;
pero no comprendemos por qué, dicha regla, es la que debe determinar el
Valor de lo Litigado, cuando es obvio que el Legislador pretendió
ampliar la base de cálculo, de la indemnización por el pago de honorarios
del abogado de la contraparte gananciosa, circunstancia ésta que lo llevó
a reducir el límite porcentual de los mismos...
El Juez de la recurrida, para dirimir la controversia, ha debido analizar
correctamente la situación de hecho sometida a su Jurisdicción, y,
declarar que el VALOR DE LO LITIGADO estaba constituido
precisamente por las consecuencias patrimoniales que el fallo produjo en
las partes, ya que las mismas no litigaron por el monto inicial de la
demanda, sino por el monto que podía ser condenado o absuelto en la
sentencia.
A fin de dar cumplimiento con el requerimiento contenido en el ordinal
cuarto del artículo 317 del Código de Procedimiento Civil, indicamos y
especificamos de manera expresa, que el juez de la recurrida, debió
aplicar para resolver la controversia, el artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil, interpretándolo correctamente y declarando que
nuestra estimación de honorarios, se adecuó totalmente con su
presupuesto, toda vez que, el VALOR DE LO LITIGADO en el caso de
marras, fue al menos, la suma de OCHENTA Y SEIS MILLONES
SETECIENTOS CUARENTA Y DOS MIL SETENTA Y TRES
BOLÍVARES CON TREINTA Y TRES CÉNTIMOS..., tal y como lo
determinó la experticia complementaria del fallo, que en todo caso debe
considerarse como parte integrante del mismo...”.

 
 
Para decidir, la Sala observa:
 

Se denuncia la infracción por errónea interpretación del artículo 286 del

Código de Procedimiento Civil, norma ésta que textualmente dispone lo siguiente:


 
“...Las costas que debe pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraria estarán sujetas a retasa. En ningún caso
estos honorarios excederán del 30% del valor de lo litigado.
Cuando intervengan varios abogados, la parte vencida sólo estará
obligada a pagar los honorarios por el importe de lo que percibiría uno
sólo, sin perjuicio del derecho de retasa...”.
 
 

De otra parte, tenemos que la sentencia recurrida en sus extractos

pertinentes, dejó establecido sobre el punto debatido, textualmente lo siguiente:


“...En su libelo estimatorio, la parte actora ha señalado que si bien la
demanda del juicio principal seguido por la ciudadana Georgina Millano
V. contra los herederos del finado Jacinto Parra Silva –hoy los
intimados-, fue estimada en la cantidad de TREINTA Y CINCO
MILLONES DE BOLÍVARES..., el valor de lo litigado es la cantidad de
OCHENTA Y SEIS MILLONES SETECIENTOS CUARENTA Y DOS
MIL SETENTA Y TRES BOLÍVARES CON TREINTA Y TRES
CÉNTIMOS..., por constituir el monto condenado a pagar, resultante de
la experticia complementaria del fallo. Y que, consecuencialmente, sobre
ese monto debe calcularse los honorarios, ajustados al límite que prevé el
artículo 286 del Código de Procedimiento Civil.
Bajo una argumentación de una supuesta carencia de técnica jurídico
procesal (sic), la parte intimada, señala que la demanda fue de Bs.
35.000.000,oo y no de Bs. 86.742.073,33.
A este respecto, conviene señalar lo expresado por la Sala Civil de la
entonces Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 10.06.1993..., que
ratifica su criterio..., al interpretar la expresión ‘valor de lo litigado’,
contenida en el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, que
incluye el Código de 1986, a distinción del Código de 1916, que utilizaba
‘valor de la demanda’, explica que de la redacción de los artículos 28, 29
y 30 del mencionado Código, el valor de la causa, a los fines de la
competencia, se determina en base a la demanda y que no tiene efecto
sobre ella los cambios posteriores al momento de la presentación de la
demanda (Art. 3 CPC) (sic). Y citando a Devis Echandía, señala que los
objetos materia de la litis pueden sufrir alteraciones en su integridad y en
su valor comercial... por depreciación de la moneda, desvalorización por
motivos similares, etc. Nada de esto puede alterar la competencia del
Juez. Es el valor que tenía el objeto al tiempo de admitirse la demanda, el
que regulará el proceso hasta su terminación... Y, luego de citas
doctrinales, concluye la Sala que la interpretación del vocablo ‘valor de
lo litigado’ es una forma distinta ‘a la manera de fijar la competencia del
tribunal por el valor, pero de la relación sustancial básica, la cual se
establece en el momento de introducir la demanda y no puede sufrir
luego alteración por el cambio de estado de hecho existente al momento
de proponer la demanda, según lo preceptúa el artículo 3º del Código de
Procedimiento Civil, infringe el artículo 286 del mismo Código.
Quiere decir, que el valor de lo litigado a que se refiere el artículo 286
del mencionado Código, es el que se estima al momento de interponer la
demanda y que se perpetúa hasta su conclusión definitiva, aún cuando la
condena sea superior por razones de corrección monetaria, por ejemplo.
Y así debe entender la locución valor de lo litigado, por lo que resulta
improcedente el pedimento de la parte actora de que la limitante del 30%
sobre el valor de lo litigado, a que alude el artículo 286, se calcule sobre
el resultado final condenado, resultante de la corrección monetaria: Bs.
86.742.073,33; y no sobre Bs. 35.000.000,oo que constituye el valor
estimado de la demanda y que se perpetuó en el tiempo. Considerar como
lo ha dicho la Sala, que el valor de lo litigado es el resultado final
condenado, es infringir el principio de la perpetua jurisdicción
consagrado en el artículo 3 del Código mencionado, y,
consecuentemente, darle una interpretación distinta al artículo 286 del
mismo Código, cuando utiliza esa locución del valor de lo litigado.
Luego, con base a dicho predicamento, hay que establecer que el valor de
lo litigado es la cantidad de TREINTA Y CINCO MILLONES DE
BOLÍVARES... que constituye el valor estimado al momento de
interponer la demanda y que debe perpetuarse en el tiempo. Y sobre
dicha cantidad es que debe aplicarse la limitación del 30% a que se
refiere el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil...”.

Ahora bien, en sentencia de reciente data, 27 de agosto de 2004, dictada en

el marco de un procedimiento de estimación e intimación de honorarios profesionales

instaurado por HELLA MARTÍNEZ FRANCO y LUIS ALBERTO SISO contra la

sociedad mercantil BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA, expediente Nº 01-

329, la Sala estableció lo siguiente:


“...La estimación de la demanda es una carga procesal que tiene el
litigante, pues su omisión puede acarrear consecuencia desfavorables,
como podría ser la imposibilidad de acceder al recurso de casación, aún
cuando, eventualmente el valor intrínseco de lo litigado supere la cuantía
necesaria al efecto. Obsérvese que el desarrollo que el Código de
Procedimiento Civil ofrece al respecto, no describe la estimación de la
demanda como una obligación ni tampoco como un mero deber.
Sin embargo, el hecho de que en el mencionado Código se establezca que
incumbe al demandante estimar el valor de su demanda, no significa que
se trate de una carga exclusiva de éste, pues el demandando puede
efectivamente provocar tal estimación, bien proponiendo una cuestión
previa en la que se plantee el defecto de forma del libelo de demanda por
tal omisión, o proponiendo él la estimación que considere oportuna al
caso concreto en su contestación de la demanda, e incluso, cuando se
hubiere estimado la demanda, puede impugnarla por exagerada o exigua.
Por tanto, la estimación de la demanda y, en consecuencia, el
establecimiento cierto del valor de lo litigado es carga de ambos
litigantes.
Ahora bien, desde el momento en que el justiciable entra en juicio
desconoce cuál va a ser su desenlace, esto es, si va a triunfar o no; no
obstante, dada la necesaria asistencia jurídica de que debe estar provisto
por mandato expreso del artículo 4º de la Ley de Abogados, se presume
que conoce que los efectos naturales del proceso son: La cosa juzgada y
las costas, las que ha de pagar en caso de que pierda el juicio. Así, el
litigante sabe que puede fracasar en la litis y que, si así ocurre, será
condenado al pago de las costas, independientemente de que aparezca en
el proceso como demandante o demandado.
Por tanto, el litigante que deliberadamente o por simple negligencia
omita velar por el justo y oportuno establecimiento del valor de lo
litigado, se expone a que, de resultar vencido en la controversia con la
consecuente condenatoria en costas, no sólo vea limitado su acceso al
recurso de casación, sino también, en lo que al tema atañe, no pueda
excepcionarse a la estimación que por honorarios profesionales le
proponga su adversario vencedor en costas con la limitación que
establece el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, pudiendo
entonces el abogado hacer valer su derecho directamente, sin agotar un
procedimiento previo y mediante la vía indicada en la presente decisión.
De esta forma la Sala establece que la limitación establecida en el
artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, no es oponible por la
parte condenada en costas en los juicios sobre estado y capacidad de las
personas, ni en aquellos en los que aún siendo estimables, las partes
hubieren incumplido con la carga procesal de establecer oportunamente
el valor de lo litigado. Con la solución que ahora se adopta, la
Sala adapta su criterio al nuevo texto constitucional y lo armoniza
igualmente con el espíritu de la Ley de Abogados en el sentido de
proveer al profesional del derecho de medios expeditos para hacer
efectivo su derecho. De esta forma, la Sala abandona expresamente su
criterio sostenido en su sentencia del 5 de noviembre de 1991, así como
en cualquier otra en que se le hubiere hecho valer...” (Subrayado de la
Sala).

En aplicación de la doctrina antes reproducida al caso concreto, cabe

observar que el formalizante de autos en su denuncia, tal como consta ab-initio,

alegó  que: “...En ningún momento, quienes suscribimos, hicimos en la demanda de

cobro de bolívares, interpuesta en nombre de nuestra mandante, ante el Juzgado Décimo

de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción

Judicial del Área Metropolitana de Caracas, estimación alguna del monto de la misma,

ya que a tenor del artículo 38 del Código de Procedimiento Civil era innecesario, por

cuanto el valor constaba de los diversos pedimentos contenidos en el referido libelo.

Para corroborar la anterior afirmación, acompañamos al presente escrito, en doce (12)

folios útiles, marcada con la letra ‘A’, copia certificada del citado libelo de la demanda,

emanada del Juzgado Superior Décimo en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Familia de la

Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas...”.

Corroborado lo anterior, se hace necesario adminicularlo al señalamiento

vertido en la recurrida por el Juzgador Superior, que sobre el punto in comento, señaló
al folio 406 del expediente, lo siguiente:
“...Hay que establecer que el valor de lo litigado es la cantidad de
TREINTA Y CINCO MILLONES DE BOLÍVARES..., que constituye el
valor estimado al momento de interponer la demanda y que debe
perpetuarse en el tiempo. Y sobre dicha cantidad es que debe aplicarse la
limitación del 30% a que se refiere el artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil, y no sobre Bs. 86.742.073,33, como lo pretenden
los accionantes. ASÍ SE DECLARA...”.

Con lo cual se evidencia, que el fundamento de la recurrida, por menos en lo

atinente al asunto debatido en la presente denuncia, se encuentra sustentado sobre bases

inciertas, siendo que la demanda de cobro de bolívares que dio origen a la presente

estimación e intimación de honorarios profesionales no fue estimada en el aquél escrito


libelar que dio inicio a tal procedimiento por cobro de bolívares, por ende, mal podía el

Juzgador Superior afianzarse en una premisa inexistente para desarrollar la

interpretación del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, interpretación que a

todo evento deberá ahora ser realizada sobre las bases ya clarificadas en este fallo, con

aplicación irrestricta del criterio de la Sala vigente para casos análogos, y que también

en sus extractos pertinentes ha sido incorporado a esta decisión.

Por consiguiente, esta Sala declara procedente la presente denuncia por

errónea interpretación del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil. Y así se

decide.
 

-II-
 

De conformidad con lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del

Código de Procedimiento Civil, se delata la infracción por falta de aplicación del

artículo 1.196 del Código Civil.

Por vía de fundamentación, alega el formalizante:


 “...El Juez Ad-quem aparte de llenar su motivación con el fallo
parcialmente transcrito en la recurrida, confundió, en su sentencia la
exigencia de la mora, para la procedencia de la corrección monetaria en
las obligaciones de valor y en las obligaciones de orden estrictamente
pecuniario; y, para desechar el pedimento de corrección del monto
resultante como adeudado a quienes suscribimos por concepto de
honorarios profesionales, según el índice de inflación, realizó una serie
de razonamientos erróneos...
 
La anterior aseveración de la recurrida, es correcta en abstracto, es decir
como principios que regulan la posibilidad y oportunidad de solicitar la
corrección monetaria de obligaciones.
Omitió el juez de la recurrida, establecer la naturaleza y régimen del
derecho de crédito derivado de una condena en costas en el curso de un
litigio.
Siguiendo el propio orden de ideas propuesto por la recurrida, debemos
afirmar que sin duda el derecho al cobro de honorarios profesionales, se
encuentra dentro de los derechos disponibles; por lo que, la parte que
pretenda la corrección monetaria debe solicitarla en el libelo de demanda
–u acto procesal equivalente-, tal y como ocurrió en el caso sub-iudice...
Del texto transcrito, consta sin dudas que, el requisito exigido para que
sean ajustados por inflación los derechos disponibles, fue cumplido a
cabalidad por quienes suscribimos.
El Juez de la recurrida, hizo también referencia a la distinción entre las
obligaciones de valor y las pecuniarias, sin hacer mayor análisis o
pronunciamiento, sobre si la obligación de pago de los honorarios
profesionales de la contraparte gananciosa, derivada de una condena
judicial, debe tratarse como una obligación de valor o una obligación
pecuniaria...
Es palmario que las obligaciones de valor, deben ser determinadas,
liquidadas y ajustadas en el momento de su pago, para que su acreedor
reciba una cantidad equivalente a la que debía haber recibido para el
momento en que se originó....
Indubitado como ha quedado, el carácter de la ley como fuente de las
obligaciones; y, claro como está, que la fuente de la obligación de pago
de la parte perdidosa de los honorarios de los abogados de la parte
gananciosa, es el dispositivo del artículo 274 del Código de
Procedimiento Civil, el cual dispone que a la parte que fuere vencida
totalmente en un proceso o en una incidencia, se le condenará al pago de
las costas...
Claro como ha quedado, que la obligación de pagar los honorarios de los
abogados de la parte gananciosa, tiene su fuente en la Ley, y que por
tanto se le deben aplicar las reglas de la responsabilidad delictual, (entre
otras, la contenida en el dispositivo del artículo 1.196 del Código Civil,
cuya infracción por falta de aplicación por parte de la recurrida delatamos
en este ordinal), es forzoso concluir que el monto resultante de la retasa,
deberá ser ajustado por inflación, desde el día de la estimación de los
honorarios profesionales, para que pueda mantener así el equilibrio
patrimonial entre el deudor y el acreedor, toda vez que es obvio que en el
caso bajo análisis, no se aplica el principio nominalístico...
El Juez de la recurrida, fundamentó su decisión en un fallo dictado por la
Corte Primera en lo Contencioso Administrativo, en fecha 30 de octubre
de 2002...
La sentencia transcrita por el sentenciador de segunda instancia,
comienza por lo que, en nuestra modesta opinión, constituye un error de
interpretación, al considerar que la naturaleza de la condena en costas
cambia según sea la persona que ejerza el derecho de crédito por ella
conferido.
En efecto, según los sentenciadores del fallo in comento, si la obligación
derivada de la condena en costas, la reclama la propia parte, la misma
debe considerarse como una obligación de valor, -toda vez que tiene un
evidente valor indemnizatorio-; pero si la ejerce el apoderado en nombre
propio, dicha obligación se transmuta en una obligación pecuniaria.
Pese a que la fuente de la obligación de pagar los honorarios de la
contraparte, nace de la ley; y, como tal, debe tratársele como una
obligación extracontractual, lo cual sería suficiente para contradecir el
criterio jurisprudencial transcrito, cabe señalar que el ejercicio directo de
cobro por parte del abogado, constituye el ejercicio en nombre propio de
un derecho ajeno, siendo por tanto una excepción al principio establecido
en el artículo 140 del Código de Procedimiento Civil, según el cual fuera
de los casos previstos por la ley, no se puede hacer valer en juicio, en
nombre propio un derecho ajeno...
Demostrado como ha quedado, que el hecho del ejercicio, en nombre
propio, del abogado del derecho de su cliente, no puede cambiar la
naturaleza y efectos de la obligación; debemos concluir que la obligación
de pago de honorarios de los abogados de la contraparte gananciosa, es
de carácter indemnizativo, por lo que debe ser ajustada para el momento
de su pago, a fin de mantener el antes señalado equilibrio patrimonial.
En la sentencia invocada por la recurrida, se desarrollan los conceptos de
liquidez y mora, para desechar el ajuste por inflación de la obligación de
pago los honorarios profesionales de los abogados de la contraparte
gananciosa, los cuales si bien son aplicables para las obligaciones con
fuente contractual, no lo son para la obligación sub-iudice, cuya fuente
como ha quedado acreditado es la ley, y por tanto debe recibir el trato de
una obligación extracontractual indemnizatoria, cuya finalidad es la de
mantener la igualdad patrimonial entre deudor y acreedor, evitando así el
enriquecimiento sin causa del deudor.
Como corolario de lo anterior debemos citar que, en el caso que nos
ocupa, la parte intimada negó el derecho a cobrar honorarios de quienes
suscribimos, defensa ésta que le ha sido declarada sin lugar en todas y
cada una de las instancias del proceso, por lo que de negarse la
corrección monetaria solicitada, estarían recayendo sobre los estimantes
de los honorarios, las consecuencias del ejercicio abusivo de los medios
procesales, por parte de los deudores.
El Juez de la recurrida, ha debido, en primer lugar determinar la situación
de hecho sometida a su Jurisdicción, estableciendo que siendo la ley, la
fuente de la obligación de pagar los honorarios de la contraparte
gananciosa, dicha obligación se rige por las reglas de las obligaciones
extracontractuales; y, en segundo lugar, establecer que la norma rectora
de la extensión de los daños en materia de obligaciones
extracontractuales es el artículo 1.195 del Código Civil, declarando en
consecuencia, la procedencia de la corrección monetaria solicitada por
quienes suscribimos, con base a la máxima de experiencia que, en época
de inflación  el dinero pierde su valor adquisitivo...
La infracción del dispositivo del artículo 1.196 del Código Civil, por falta
de aplicación, fue determinante en el dispositivo del fallo, ya que el juez
de la recurrida no lo tomó en cuenta para decidir el pedimento de
corrección monetaria formulado por quienes suscribimos...
Es palmario que, de haber aplicado el Juez de la recurrida el dispositivo
del artículo 1.196 del Código Civil, el dispositivo del fallo hubiese sido
otro, toda vez que a tenor de lo establecido en la norma citada, la
indemnización debía extenderse a cualquiera daño, inclusive el de la
pérdida del valor adquisitivo de la moneda, en épocas de inflación.
A fin de dar cumplimiento con el requerimiento exigido por el ordinal
cuarto del artículo 317 del Código de Procedimiento Civil, indicamos y
especificamos de manera expresa que el Juez de la recurrida debió aplicar
para resolver la controversia, el dispositivo del artículo 1.196 del Código
Civil, el cual, como ya dijimos, establece que, la reparación en caso de
obligaciones extracontractuales (tal y como lo es la derivada de una
condena en costas), se extiende a todo daño, sin exclusión alguna, lo cual
hace que las mismas deban ser consideradas como obligaciones de valor
y por tanto ajustables según las variaciones del índice inflacionario...”.
 
 

Para decidir, la Sala observa:


 

Se delata la infracción por falta de aplicación del artículo 1.196 del Código

Civil, que textualmente dispone:


 “...La obligación de pagar se extiende a todo daño material o moral
causado por el acto ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una indemnización a la víctima en
caso de lesión corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los
de su familia, a su libertad personal, como también en el caso de
violación de su domicilio o de un secreto concerniente a la parte
lesionada.
El Juez puede igualmente conceder una indemnización a los parientes,
afines, o cónyuge, como reparación del dolor sufrido en caso de muerte
de la víctima...”.

Al respecto, cabe señalar que el recurrente de autos básicamente

fundamentó su denuncia en la supuesta negativa del Tribunal de alzada de acordar la

indexación de los honorarios profesionales reclamados, siendo que tal pedimento lo

realizaron oportunamente en el escrito libelar.

 
Sobre este punto, extractos pertinentes de la sentencia recurrida, dejaron

establecido lo siguiente:
“...Los abogados intimantes han solicitado se le indexe judicialmente las
cantidades que reclama en honorarios profesionales. Solicitud sobre la
cual no se pronunció la primera instancia y que constituye el motivo de
su apelación.
En criterio (st. 25-09-2003, caso: Chirinos), que hoy ratifica, esta Alzada
ha señalado que no cabe la menor duda, que la indexación judicial
constituye una creación jurisprudencial para palear un poco los efectos de
la inflacción y la demora de los procesos judiciales, pero debe resultar
claro que la jurisprudencia ha distinguido entre los derechos disponibles
e indisponibles, para establecer en el caso de los primeros que la parte
debe solicitar la indexación en el libelo y no en otra oportunidad; y en el
caso de los segundos, procede el acordarlos aún de oficio. Así como
también ha distinguido sobre las obligaciones de valor y las pecuniarias.
Y si bien en materia de honorarios profesionales la jurisprudencia ha sido
cavilante, acerca de la procedibilidad de la corrección monetaria en las
estimaciones e intimaciones de honorarios profesionales, esta Alzada se
inscribe dentro de los criterios expresados por la Corte Primera en lo
Contencioso-Administrativo, en sentencia 30.10.2002 (caso M.
Bolívar)...
Al hacer suyo el criterio judicial preinsertado, esta Alzada ratifica su
criterio expresado en sentencia del 26.02.2003 (caso: Colmenares), de
que la corrección monetaria sólo procede respecto de las obligaciones de
valor, en las que ha habido mora por parte del deudor, y para que se
pueda hablar de mora la deuda debe ser líquida, cierta, exigible y de
plazo vencido, elementos que no concurren en el cobro de honorarios
profesionales de abogados sujetos a retasa, porque éstas sólo se hacen
exigibles y líquidas, una vez establecido el monto a cobrar. De tal suerte
que el pedimento solo procedería a partir del momento en que sea
establecida la cantidad líquida a cobrar, si fuere el caso.
En consecuencia, es improcedente el pedimento de indexación de las
cantidades reclamadas judicialmente por honorarios profesionales. ASÍ
SE DECLARA...”.

Así las cosas, debe esta Sala precisar, en primer lugar, el desacierto en el

que incurre el formalizante de autos, al delatar en el presente caso la falta de aplicación

del artículo 1.196 del Código Civil, norma que como ha podido apreciarse de su anterior

transcripción, consagra la responsabilidad por daño material y moral devenido de un

hecho ilícito, por ende, en poco o nada inciden los parámetros en ella establecidos con
los términos de fundamento de la presente denuncia, mucho menos con los que sirvieron

de base a la recurrida para declarar la improcedencia de la indexación solicitada.

En segundo lugar, debe precisar la Sala que, independientemente de la

certeza o no en derecho de la doctrina de la Corte Primera en lo Contencioso-

Administrativo empleada por la recurrida para fundamentar su decisión, efectivamente,

acertó el Tribunal de alzada al precisar en su fallo que el presente caso versa sobre una

reclamación de honorarios profesionales de abogado, dirigida contra la parte que resultó

condenada en costas en un proceso previo de cobro de bolívares, honorarios que, aún

reconocida su procedencia por la recurrida, carecen de una determinación cierta, sobre

todo por hallarse sujetos a retasa, derecho al cual se acogió oportunamente la parte

intimada y para la cual los jueces retasadores deberán considerar un sinnúmero de

elementos. Como consecuencia de ello, difícilmente podría considerarse que la parte

intimada se encuentra en estado moratorio y trasladar a ella los riesgos de pérdida del

valor adquisitivo de la moneda.

Por lo tanto, se declara improcedente la presente denuncia fundamentada en

la supuesta falta de aplicación del artículo 1.196 del Código Civil. Y así se decide.
 

-III-
 

De conformidad con lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del

Código de Procedimiento Civil, se delata la falta de aplicación por la recurrida de los

artículos 12 eiusdem y 1.196 del Código Civil, así como de la máxima de experiencia

según la cual en economías inflacionarias se merma el poder adquisitivo de la moneda.

 
Al respecto, alega el formalizante:
“...La condición de Máxima de Experiencia, al conocimiento que se tiene
de que en economías inflacionarias la moneda pierde su valor
adquisitivo, fue reconocida por la Sala de Casación Civil de la extinta
Corte Suprema de Justicia, en su sentencia del 30 de septiembre de
1992...
Tal y como quedó demostrado en la delación anterior (cuyos argumentos
en obsequio a la brevedad, damos aquí por reproducidos), la obligación
de pago que se deriva de una condena en costas, al tener como fuente la
ley, debe ser tratada como si fuese una obligación extracontractual; y, por
tanto, sujeta al imperio del artículo 1.196 del Código Civil, por lo que el
error de apreciación por parte de la recurrida, de la situación de hecho
sometida a su jurisdicción, trajo como consecuencia que no aplicara la
máxima de experiencia relativa a que en economías inflacionarias, la
moneda pierde su valor adquisitivo
El Juez de la recurrida, ha debido en base tanto a la máxima de
experiencia, según la cual en economías inflacionarias, la moneda pierde
su valor adquisitivo, como al dispositivo del artículo 1.196 del Código
Civil, el cual extiende la indemnización a cualquier daño que sufra el
acreedor de la misma; declarar procedente la corrección monetaria
solicitada por quienes suscribimos...
Habida cuenta que, al aplicar a la condena en costas, el dispositivo del
artículo 1.196 del Código Civil, la indemnización debe extenderse a
cualesquiera daños que sufra el acreedor, dicha regla legal se infringe,
cuando el juez de alzada omite aplicar al caso controvertido la máxima
de experiencia según la cual, en economías inflacionarias la moneda
sufre una merma del poder adquisitivo, correlativa al porcentaje de
inflación.
La infracción de la máxima de experiencia según la cual en economías
inflacionarias, la moneda pierde su valor adquisitivo y del artículo 1.196
del Código Civil, ambos por falta de aplicación, fue determinante en el
dispositivo del fallo, ya que el Juez de la recurrida, no la tomó en cuenta
para desechar el pedimento de corrección monetaria formulado por
quienes suscribimos.
Los anteriores planteamientos son a todas luces incompatibles con la
máxima de experiencia cuya infracción delatamos en este ordinal,
violando así la recurrida, tanto dicha premisa mayor fáctica, como el
artículo 12 del Código de Procedimiento Civil y el artículo 1.196 del
Código Civil, el cual como ya dijimos, establece que en las obligaciones
derivadas de un hecho ilícito (cuya regulación se aplica a las obligaciones
con fuente en la ley), la indemnización se extiende a cualesquiera daño
sufrido por el acreedor de la misma.
La violación por parte de la recurrida de la máxima de experiencia según
la cual, en economías inflacionarias, la moneda sufre una merma del
poder adquisitivo y de los artículos 12 del Código de Procedimiento Civil
y 1.196 del Código Civil, produjo la parte dispositiva del fallo...
Es palmario que, de haber aplicado el Juez de la recurrida, el dispositivo
del artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, el mismo, hubiese
fundado su decisión en los conocimientos de hechos que se encuentran
comprendidos en la máxima d experiencia, según la cual, en economías
inflacionarias, la moneda sufre una merma del poder adquisitivo, siempre
dentro de los límites establecidos por el artículo 1.196 del Código Civil;
por lo que, el dispositivo del fallo hubiese sido otro, toda vez que a tenor
de la citada máxima de experiencia y norma sustantiva civil, la
indemnización debía extenderse a cualesquiera daño, inclusive el de la
pérdida del valor adquisitivo de la moneda, en épocas de inflación.
A fin de dar cumplimiento con el requerimiento exigido por el ordinal
cuarto del artículo 317 del Código de Procedimiento Civil, indicamos y
especificamos de manera expresa que, el Juez de la recurrida, debió
aplicar para resolver la controversia, según lo establece el artículo 12 del
Código de Procedimiento Civil, la máxima de experiencia, según la cual,
en economías inflacionarias, la moneda pierde su valor adquisitivo; y, al
no hacerlo, vulneró el artículo 1.196 del Código Civil, el cual, como ya
dijimos establece que, la reparación en caso de obligaciones
extracontractuales (tal y como lo es la derivada de una condena en
costas), se extiende a todo daño, sin exclusión alguna, lo cual hace que
las mismas deban ser consideradas como obligaciones de valor y por
tanto ajustables según las variaciones del índice inflacionario...”.

Para decidir, la Sala observa:


 

Se delata la falta de aplicación por la recurrida de la máxima de experiencia

según la cual, en economías inflacionarias la moneda pierde su valor adquisitivo, y de


los artículos 12 del Código de Procedimiento Civil y 1.196 del Código Civil, artículo

éste último, que como ya se indicó en la decisión a la anterior denuncia, textualmente

dispone:

“...La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral


causado por el acto ilícito...”.

Ahora bien, en relación al concepto de máximas de experiencia o reglas de

experiencia, la doctrina procesal ha señalado:


 
“...Son ciertas normas de estimación y valoración inducidas de las

realidades prácticas de la vida, que son fruto de la observación de los hechos que

acaecen en la vida social...”.


 

“...Son reglas de la vida y de la cultura general formuladas por inducción,

mediante la observación de los casos de la práctica y las reglas especiales de la técnica

en las artes, en las ciencias, en la vida social, en el comercio y en la industria, que

implícitamente, sin relación concreta con el caso concreto debatido, se aplican siempre

en el proceso, como premisas de los hechos litigiosos...”.


 

“...Las máximas de experiencia son normas de valor general, independientes

del caso específico; pero como se extraen de la observación de lo que generalmente

ocurre en numerosos casos, son susceptibles de aplicación en todos los otros casos de la

misma especie...”.
 

En adición a ello, cabe indicar que el principio desarrollado por el artículo

12 del Código de Procedimiento Civil, permite al Juez tomar en cuenta en su decisión

aquellos conocimientos de hecho comprendidos en la experiencia común, esto es, que el


juzgador, como cualquier otra persona, tiene la facultad de servirse de sus propios

conocimientos, de su ciencia privada como se le llama, que no es de él en particular,

sino que es general de toda|s las personas con uso de razón y en posesión de un grado

determinado de cultura, a objeto de poder integrar con tales conocimientos de la

experiencia común, aquéllas normas jurídicas adecuadas en el caso para resolver la

controversia particular que se le ha sometido, de allí que esta Sala de manera reiterada

haya señalado en diversos fallos que: “...Las argumentaciones de derecho y de lógica

que el fallo contiene no pueden ser calificados de elementos extraños a los autos, ya que

ellas son de uso corriente y permitido en la elaboración de los fallos, para lo cual

también se puede acudir a las máximas de experiencia..., pues tales máximas responden
al saber o conocimiento normal o general que todo hombre de cierta cultura tiene del

mundo y de sus cosas en el estado actual  de información que poseemos...”.

 Asimismo, cabe indicar que el Legislador en la última reforma del Código

de Procedimiento Civil, incluyó en el ordinal 2º del artículo 313, la posibilidad de

denunciar la violación de las máximas de experiencia, al establecer la hipótesis de

casación por infracción de la ley. De esta circunstancia es necesario concluir, conforme

a la estructura de la casación por infracción de ley, y teniendo presente que las máximas

de experiencia no son normas jurídicas, sino un instrumento que tiene el Juez para

elaborar las conclusiones que debe hacer para aplicar una disposición legal al caso

concreto, que el Legislador admitió la factibilidad de que errores en la interpretación de

los preceptos legales, puedan ocurrir como consecuencia de que el Sentenciador ignore

una máxima de experiencia o aplique una norma jurídica que contradiga lo expresada en

aquella.

No obstante, el presente juicio, como bien fue señalado por la Sala en la

resolución a la anterior denuncia, versa sobre una reclamación de honorarios

profesionales de abogado, dirigida contra la parte que resultó condenada en costas en un

juicio previo de cobro de bolívares, honorarios profesionales que, aún reconocida su

procedencia por la recurrida, carecen de una determinación cierta, sobre todo por

hallarse sujetos a retasa, derecho al cual se acogió oportunamente la parte intimada y

para la cual los jueces retasadores deberán considerar un sinnúmero de elementos. Todo

ello, con total independencia de que en el proceso por cobro de bolívares del cual se

originaron, hubiese quedado determinado de manera precisa e indubitable, el monto

condenado a pagar por la parte demandada en esa oportunidad.

 Esa sola razón, es suficiente para que esta Sala se vea impelida a declarar la

improcedencia de la presente denuncia por supuesta falta de aplicación por la recurrida


de la máxima de experiencia según la cual, en economías inflacionarias se merma el

poder adquisitivo de la moneda, así como de los artículos 12 del Código de

Procedimiento Civil y 1.196 del Código Civil. Y así se decide.


.
 
DECISIÓN
 
 
 Por todas las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia en
Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara CON LUGAR el recurso
de casación anunciado y formalizado por los abogados GIUSEPPE MELONE
ESPOSITO y ANTONIO MELONE CESARINI, contra la sentencia dictada en fecha
25 de marzo de 2004, por el Tribunal de reenvío, Juzgado Superior Primero en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas. En consecuencia, se decreta la nulidad del fallo recurrido, y se ordena al
Juzgado Superior que resulte competente, dictar nueva decisión, acogiendo la doctrina
aquí establecida.
 
 
No ha pronunciamiento sobre costas, dada la naturaleza del presente fallo.
 
 

Publíquese y regístrese. Bájese el expediente.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de

Casación  Civil  del  Tribunal   Supremo  de  Justicia,   en  Caracas,   a  los  once

(11)  días del mes de agosto de dos mil cinco. Años:  195º de la Independencia y 146º

de la Federación.
                             
             Presidente de la Sala,
 
________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
 
Vicepresidenta Temporal,
 
_________________________________
ISBELIA PÉREZ DE CABALLERO
                                                                          
Magistrado-Ponente,
 
 __________________________
  ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
 
Magistrada,
 
____________________
YRIS PEÑA DE ANDUEZA
                                       
 Magistrado,
 
____________________________
LUIS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
 
 
Secretario,
 
__________________________
ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ
 
 
                                                                                  
RC Nº AA20-C-2004-000357
 
 
 
 
La Magistrada Isbelia Pérez de Caballero disiente del criterio sostenido por
la mayoría sentenciadora y, por esa razón, salva su voto en los siguientes términos:
 
En el examen de la primera denuncia por error de juzgamiento, es declarada
la infracción del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, por errónea
interpretación, con el fundamento de que el juez de alzada  estableció que  el valor de lo
litigado en el juicio que causó los honorarios profesionales reclamados, es la cantidad de
treinta y cinco millones (Bs. 35.000.000,oo), lo que la mayoría sentenciadora afirma
tiene por sustento  bases inciertas, por cuanto la demanda que dió origen al cobro de
honorarios profesionales no fue estimada.
 
                  No comparto este pronunciamiento, por cuanto el deber de estimar el interés
principal del juicio es subsidiario, el cual sólo procede en el supuesto de que el valor de
la cosa no conste y sea apreciable en dinero, ello de conformidad con lo previsto en el
artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, lo que por contrapartida permite concluir
que si el valor de la cosa consta, no existe obligación alguna de estimar, razonamiento
este que es expuesto en los mismos términos por el recurrente, quien afirmó que no hizo
“…estimación alguna del monto de la misma, ya que a tenor de lo previsto en el
artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, era innecesario, por cuanto el valor de
la cosa constaba de los diversos pedimentos contenidos en el referido libelo…” (ver
pag. 7).

                  Ahora bien, el propio formalizante reconoce en su denuncia que el juicio que

causo los honorarios profesionales, consistió en el cobro de un instrumento cambiario

por la cantidad de treinta y cinco millones (BS. 35.000.000,oo), más los intereses

moratorios y la indexación. Este alegato del recurrente demuestra que en el caso

concreto no existe deber de estimar la demanda, porque consta el interés principal del

juicio, que en mí opinión no es otro  que la cantidad por la cual fue emitido el

instrumento cambiario cuyo cobro fue pretendido, tal como fue fijado por el juez de la

alzada.

                  Sin embargo, el recurrente sostiene que la base para calcular el límite del

interés legal no debe ser esa cantidad, sino la que en definitiva fue condenada en la

sentencia de mérito, en la cual fueron incluidos los intereses moratorios y la indexación,

lo que  en definitiva arrojó un total de ochenta y seis millones setecientos cuarenta y dos

mil setenta y tres bolívares con treinta céntimos (Bs. 86.742.073,30), razón por la cual

afirma que ese es el interés principal del juicio.

 
                  Pues bien, ajeno de lo pedido por el recurrente, la mayoría sentenciadora
dicta un pronunciamiento no pedido, con el cual crea una nueva especie de suposición
falsa, pues indica que el juez superior estableció un hecho sobre bases inciertas, como es
la fijación del interés principal del juicio que causó los honorarios, con la particularidad
que esa falsedad no consta en pruebas que fueron incorporadas en las instancias
procesales, sino en una copia que fue producida en casación durante el lapso de
formalización, respecto de la que no hubo oportunidad de ejercer  el control y
contradicción, y que en modo alguno fue aceptada por la otra parte.

 
                  Además de ello, es importante significar que ese hecho fijado sobre bases
inciertas no es tal, por cuanto el propio recurrente admite que en la demanda consta la
cuantía, y la discusión planteada en la denuncia es ajena a ese pronunciamiento, pues el
recurrente se limitó a alegar que el límite legal establecido en el artículo 286 del Código
de Procedimiento Civil, no debía tener por base el monto de la cantidad indicada en el
instrumento cambiario, cuyo cobro fue pretendido,  sino la suma que en definitiva fue
condenada a pagar, con inclusión de los intereses moratorios y la indexación.
 
 

                   Ese alegato constituye el fundamento de la denuncia y no fue resuelto. Por

el contrario, con un razonamiento distinto y no planteado a la Sala, es declarada la

infracción del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, a pesar de que en mi

opinión esa norma no fue infringida por el juez de la recurrida, pues esta Sala ha

establecido en reiteradas oportunidades que la indexación no forma parte de la cuantía,

por ser una limitación o determinación de  límites en que fue planteada  la misma

pretensión en el libelo (Sentencia de fecha 27 de febrero de 2003, caso Nicola

Consentino Ielpo y otros c/ Seguros Sud América Sociedad Anónima).


 

                  En efecto, tanto la devaluación de la moneda como los intereses moratorios

causados luego de introducida la demanda, constituyen hechos futuros que no pueden

ser comprendidos en la cuantía fijada en el libelo, siendo ésta la que constituye el límite

legal establecido en el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, lo cual

demuestra que el pronunciamiento dictado por el juez de alzada es ajustado a derecho.


 
                  La infracción declarada por la mayoría sentenciadora causa un efecto grave,
pues es citado el precedente jurisprudencial de conformidad con el cual la falta de
estimación no combatida por la otra parte, determina que no existe límite legal alguno,
el cual es particularmente subrayado en la página 13, con la expresa indicación final de
que “…mal podía el Juzgado Superior afianzarse en una premisa inexistente para
desarrollar la interpretación del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil,
interpretación que a todo evento deberá ahora ser realizada sobre las bases ya
clarificadas en este fallo, con aplicación irrestricta del criterio de la Sala  vigente para
casos análogos, y que también en sus extractos pertinentes ha sido incorporado a esta
decisión...”.

 
                  Por consiguiente, a través de un pronunciamiento no pedido por el recurrente
y en total contradicción a la circunstancia cierta de que en el caso concreto sí consta el
interés principal del juicio,  la mayoría sentenciadora establece que no hubo estimación
de la demanda y que en el caso concreto no existe límite legal para el cobro de
honorarios profesionales, lo que estimo no es ajustado a derecho.

 
                  En estos términos, queda expresado mi voto salvado.
 
      En esos términos, salvo mi voto. Fecha ut supra.
 
Presidente de la Sala,
 
 
________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
 
Vicepresidenta Temporal
 
 
____________________________
ISBELIA PÉREZ DE CABALLERO
                                                        Magistrado,
 
 
____________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
                                                                                                                                 
                                                                         
Magistrada,
 
 
______________________
YRIS PEÑA DE ANDUEZA
                                                                                                                                 
                                                                                                                                 
              
                                                      Magistrado,
 
 
______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
 
Secretario,
 
 
__________________________

ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ

Exp. N° AA20-C-2004-000357
                                   
 
 
 
 
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

EN SU NOMBRE
JUZGADO QUINTO SUPERIOR DEL TRABAJO DEL CIRCUITO JUDICIAL
DEL TRABAJO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ÁREA
METROPOLITANA DE CARACAS

Caracas, a los ocho (08) días del mes de mayo del año 2017.

Exp. Nº AP21-R-2016-001105

ASUNTO: AP21-L-2014-001099

PARTE ACTORA: FERNANDO INFANTE, venezolano, mayor de edad, titular


de la cedula de identidad N° 4.800.911.

APODERADO JUDICIAL DE LA PARTE ACTORA: VIRGILIO JESUS


GOMEZ DE SOUSA, abogado en ejercicio, inscrito Instituto de Previsión Social
del Abogado bajo el No. 24.836.

PARTE DEMANDADA: PANADERÍA Y PASTELERÍA GUAICAMACUTO,


Sociedad Mercantil inscrita en el Registro Mercantil Segundo de la
Circunscripción Judicial del Distrito Capital y estado Miranda, bajo el No. 15,
Tomo 71-A, de fecha 28 de febrero de 1.991.

APODERADOS JUDICIALES DE LA PARTE DEMANDADA: TAIDE


HERNANDEZ, CAROLINA NODA HIDALGO, MARÍA ARAY BATA Y
JANNY TOVAR, abogadas en ejercicio, inscritas Instituto de Previsión Social del
Abogado No. 75.595, 71.541, 61.634 y 116.832, respectivamente

MOTIVO: COBRO DE PRESTACIONES SOCIALES Y OTROS CONCEPTOS


LABORALES.

SENTENCIA: Interlocutoria.

Han subido a esta alzada por distribución las presentes actuaciones en virtud de la
apelación interpuesta por el abogado VIRGILIO JESUS GOMEZ DE SOUSA,
abogado en ejercicio, inscrito Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el
No. 24.836, contra la decisión dictada por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia
de Sustanciación, Mediación y Ejecución de este Circuito Judicial del Trabajo en
28 de noviembre de 2016. Celebrada la audiencia oral en la presente incidencia en
fase de ejecución, y dictado el dispositivo oral en fecha 26 de abril de 2017.

Siendo la oportunidad para decidir, una vez efectuada la audiencia de parte en la


referida fecha y en la cual comparecieron ambas partes, quienes expusieron de
manera oral sus alegatos, se dictó el dispositivo del fallo de conformidad con lo
previsto en el artículo 186 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, esta
Sentenciadora procede a motivar su decisión bajo las siguientes consideraciones:
CAPITULO I
DE LOS TERMINOS DE LA SENTENCIA RECURRIDA

Observamos que en fecha 28 de noviembre de 2016, el Juzgado Cuarto de


Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución de este Circuito
Judicial del Trabajo, efectivamente dictó auto, mediante el cual se negó la
ejecutar lo determinado en el decreto de embargo por concepto de costas de
ejecución, señalando entre sus argumentos lo siguiente:

“…Vista la diligencia de fecha 23/11/2016, presentada por el abogado VIRGILIO


GOMEZ, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N°.
24.836, solicitando “…la parte demandada condenada cumplió con el pago de lo
condenado por el tribunal, sin embargo, no consignó los gastos de ejecución y
como quiera que se ocasionaron los mismos (…) pido al tribunal se pronuncie
(…). Igualmente pido al tribunal que se sirva no ordenar el cierre del expediente
hasta tanto la demandada no cumpla con el pago de la indexación e intereses del
año 2016…”, en consecuencia, este juzgado le hace saber al profesional del
derecho que en el auto de fecha 28/10/2016 se estableció que las costas de
ejecución se calculaban prudencialmente en un cinco 5% sobre la cantidad
condenada en la sentencia siempre y cuando se generaran, y visto que en la fecha
que este Tribunal tenia fijada llevar acabo la ejecución forzosa, es decir,
23/11/2016 no fue necesario salir de la sede del Tribunal en virtud que la parte
ejecutada dio cumplimiento al pago de lo condenado en cantidades liquida no
generándose ninguna consta de ejecución tal y como consta en el acta de fecha
23/11/2016; además considera menester señalarle que en materia de costas
procesales existe claramente establecido en nuestra Legislación dos
procedimientos distintos y especiales para hacer exigibles las costas procesales
indistintamente de que las mismas se estén refiriendo a las costas del proceso
como tal o a las costas de ejecución, todo lo cual aplicable al caso concreto sería
claramente determinable en que los honorarios profesionales del Abogado (actor)
deberán ser exigibles a través del procedimiento previsto en la Ley de Abogados
y su Reglamento mediante la intimación de los mismos, teniendo siempre como
parámetros las previsiones del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, en lo que respecta a la solicitud que el tribunal no ordene el cierre del
expediente, pues bien del acta levantada en fecha 23/11/2016 y firmadas por
ambas partes (ejecutante y ejecutado) se dejó constancia que queda pendiente
intereses moratorios y corrección monetaria por tanto no se procederá al cierre y
archivo del expediente hasta tanto no conste en auto el pago de los conceptos
antes mencionados…”

CAPITULO III
FUNDAMENTOS ORALES DE LAS PARTES EN CUANTO A LA
APELACION DE LA PARTE ACTORA

La representación judicial de la parte actora fundamentó de la siguiente manera su


apelación:

Se trata de una demanda por prestaciones sociales en la que estando ya la


sentencia firme, la parte demandada no dio cumplimiento voluntario a lo
condenado y en fase de ejecución forzosa de la sentencia, llegado el día del
embargo para la ejecución forzosa, ésta se presentó y consignó el cheque con el
monto de la cantidad condenada omitiendo el pago de las costas de ejecución, por
lo que considera este proceder como una injusticia, toda vez que para llegar a la
ejecución realizó como ocho diligencias que constan en el expediente, que
justifican su derecho a percibir el 5% que fueron condenados como gastos de
ejecución, la juez sostuvo de embargar este monto con el alegato que como quiera
que el tribunal no se trasladó a los fines de la ejecución del fallo en consecuencia
no se causaron gastos de ejecución y de eso difiere ya que considera que lo
decidido por la juez está errado, porque una cosa es el cumplimento voluntario
cuando se paga y otra cosa es la ejecución forzosa, que necesariamente conlleva
hacer otras gestiones, que lo que pretende es que la parte demandada pagara el
monto condenado más los gastos de ejecución en su defecto que el tribunal
condenara y que se abriera la cuenta o se embargara y después él demandaría por
un tribunal por las costas de ejecución.

La juez le preguntó: ¿esos gastos de ejecución usted los está asimilando a sus
honorarios profesionales?
Respondió: No, esas son diligencias relacionadas con el cumplimiento a lo
decidido por el tribunal de primera instancia.
La juez le preguntó: ¿Esas actuaciones que usted señala se deben tomar en cuenta
como actuaciones para lograr la ejecución forzosa, son las que usted pretende se
deben tomar en cuenta dentro del 5% que se estimó de la cantidad de Bs.
1.800.000,00?
Respondió: En principio realizó varias diligencias para que se oficiara a varias
instituciones, todo ello relacionado con los costos de ejecución.

La juez le preguntó: ¿Esas diligencias no estarían más bien relacionadas a su


gestión como apoderado judicial de la parte actora para impulsar el proceso?
Respondió: Bueno doctora una cosa conlleva a la otra, pero es el caso que se
presentó aquí en el tribunal y si la demandada hubiese cumplido voluntariamente
con lo condenado por el tribunal, para él se terminaba el proceso y no habrían
costas de ejecución, pero inclusive un juez superior ya dijo en una sentencia que
la juez de primera instancia tendría derecho a embargar esas cantidades porque
fueron ya lo que el tribunal había determinado por los gastos de ejecución.

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

Ahora bien, esta Juzgadora se permite, previo a emitir el presente fallo, hacer las
siguientes consideraciones:

Considera prudente esta Alzada, no solo a los fines pedagógicos, sino para
deslindar las fases procesales así como el alcance de los fundamentos de la
decisión recurrida en base a los argumentos del apoderado actor, ilustrar tanto
doctrinaria como jurisprudencialmente, la Institución de las Costas Procesales,
sea del proceso cognitivo como tal, o de las que se generan en la fase de ejecución
al momento de decretar el mandamiento de Embargo como materialización de la
ejecución forzosa de la sentencia. Tenemos así, que en primer plano debemos
señalar que el concepto de costas procesales ha de entenderse “como un concepto
restringido y limitado a los gastos del proceso, necesarios para que éste llegue a
su fin, y no incluye los daños que la litis ha podido causar al vencedor”; así
podemos precisar que tal como ha venido manteniendo la doctrina dominante “…
nuestra casación ha considerado como costas todos los gastos hechos en la litis, y
que estén respecto del pleito en una relación de causa a efecto y no los gastos
extraños o superfluos” (Arístides Rengel-Romberg, Tratado de Derecho Procesal
Civil Venezolano, Tomo II, Pág. 503 y 505).

Igualmente debe señalar esta Alzada, que comparte plenamente el criterio


doctrinario expuesto por la a quo, en cuanto a lo que comprenden las costas
procesales, extraído del Diccionario Jurídico Venelex, año 2003:

“Las costas son los gastos que se motivan con ocasión de un proceso. Se da el
nombre de costa a los gastos legales que hacen las partes y deben satisfacer en
ocasión de un procedimiento judicial. No revisten el carácter de una pena, sino el
de una indemnización debida al vencedor por los gastos que le ocasiona su
contrincante al obligarlo a litigar. Son en principio de origen procesal. Las costas,
no solo comprenden los llamados gastos procesales, o sea, los aranceles y
derechos judiciales, sino también los honorarios de los abogados y emolumentos
al personal auxiliar” (Diccionario Jurídico Venelex, año 2003 DMA rupo
Editorial. Tomo I pag. 307).

Ahora bien, comprendido el alcance de lo que debe entenderse por costas


procesales, es menester señalar como se desenvuelve el cobro de las mismas en el
decurso de un proceso judicial. Observemos, entre muchos otros criterios
doctrinarios, lo expuesto acertadamente por el Maestro Arístides Rengel-
Romberg, en su obra “Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano”, en el cual
se señala:

“…Una vez que la condena en costas ha quedado firme, procede la tasación de


éstas y su intimación a la parte condenada a las mismas. La tasación es la
determinación concreta y exacta de la entidad o monto de las costas. La
intimación es el requerimiento de su pago a la parte condenada en costas
mediante orden del juez y debe cumplir el alguacil…a) En nuestro derecho se
distingue la tasación de los gastos del juicio, que corresponde hacerla al secretario
del tribunal, conforme al Artículo 31 de la Ley de Arancel Judicial, y la tasación
de los honorarios del abogado de la parte condenada en costas, que es una partida
importante de las costas y que hace directamente el abogado de la parte…Para la
tasación de las primera (gastos) se sigue la tarifa establecida en la citada Ley de
Arancel Judicial, según la prueba del gasto: planillas de pago de aranceles,
recibos de pagos a asociados, asesores, perotas, prácticos, depositarios, testigos y
otros, que aparezcan en autos. Para la tasación de las segundas (honorarios de
abogados) no existe tarifa, sino el límite que establece el Artículo 286 del C.P.C.,
según el cual: “Las costas que debe pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraría estarán sujetas a retasa. En ningún caso estos
honorarios excederán el 30% del valor de lo litigado. Cuando intervengan varios
abogados, la parte vencida sólo estará obligada a pagar los honorarios por el
importe de lo que percibirán uno solo, sin perjuicio del derecho de retasa…En
cambio, la tasación de los honorarios de abogado la hace el mismo profesional.
La Ley de Abogados permite que a los efectos de la condenatoria en costas, los
abogados puedan anotar al margen de todo escrito o diligencia,
pormenorizadamente, el valor en que estimen la actuación profesional y, en su
defecto, lo harán en escrito dirigido al tribunal para ser anexado al expediente
respectivo. En todo caso, la parte condenada en costas podrá pedir retasa de la
cantidad que estime o haya cobrado el abogado de la parte contraria…”.

Como bien conocemos, la ejecución se haya encaminada, en palabras de Couture,


“más hacia el obrar que hacia el decidir” (Fundamentos del Derecho Procesal
Civil. Buenos Aires. Ediciones Depalma, 3ra. Ed., Pág. 442), y su objetivo es
materializar el resultado del debate efectuado en la fase de cognición. El mismo
autor señala (Ibíd.) que “el proceso se había desarrollado como una disputa
verbal, simple lucha de palabras; a partir de este instante cesan las palabras y
comienzan los hechos”. De conformidad con el artículo 525 del Código de
Procedimiento Civil, es la sentencia que haya adquirido el carácter de
definitivamente firme la que puede ser ejecutada, es decir, aquella que ha sido
pasada con autoridad de cosa juzgada.

En Venezuela, los profesores Leonardo Márquez Añez en su texto el Nuevo


Código de Procedimiento Civil, fondo de publicaciones UCAB, 1998, ha
sostenido en la elaboración de la norma jurídica civilista que este derecho de los
honorarios de los abogados y de manera muy particular del pago en costas del
proceso del vencido, el sistema venezolano optó por imponer a la parte totalmente
vencida en todo caso la condenación de costas, sin permitirle al Juez la
exoneración de las mismas y que se encuentra establecido en el artículo 274 del
Código de Procedimiento Civil y el Capítulo IV de los Efectos del Proceso,
insertos en los artículos 57 al 64, ambos inclusive, de la Ley Orgánica Procesal
del Trabajo, donde se establece en el artículo 59 que la parte que fuera vencida
totalmente en un proceso o en una incidencia se le condenará al pago de costas,
las cuales comportan tanto los honorarios profesionales de abogados como los
costos del proceso; diferenciados de las costas de ejecución que bien es conocido
están referidas única y exclusivamente a los gastos de la ejecución, así como de
costo de los servicios profesionales de los abogados.

Igualmente es claro y determinante indicar que el derecho a cobrar las costas en el


caso de los juicios laborales en razón de las excepciones liberatorias de la justicia
general y gratuita que pregona el texto constitucional del servicio de
administración de justicia, los conceptos en costas esencialmente en el juicio del
trabajo corresponden a honorarios de abogados, pago de expertos y depositarias
judiciales si ello fuere el caso y que consecuencialmente el que tiene la cualidad
jurídica para reclamarlo, sin lugar a dudas la tendrá la parte que halla resultado
totalmente vencida. Y en los supuestos de las costas de ejecución distintas a las
primeras, serán a cargo de la parte que hace efectuado actos y gastos tendientes a
la ejecución forzosa de la condena.

Examinados los términos del criterio trascrito supra, y adaptándolo esta Alzada no
sólo al nuevo procedimiento laboral venezolano a la luz de sus principios
fundamentales, muy especialmente en lo relativo a la gratuidad de las
actuaciones, que informa todo el desarrollo del procedimiento previsto en la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo, a la luz de los postulados constitucionales, muy
especialmente en la Disposición Transitoria Cuarta, numeral cuarto desarrollado
en base a las previsiones del artículo 254 ejusdem, al establecer que los Órganos
del Poder Judicial no están facultados para establecer, tasa, aranceles ni exigir
pago alguno por sus servicios. Este principio, también se garantiza al permitirse
actuar en papel común y sin pago alguno por la obtención de los servicios de la
justicia laboral, todo lo cual se extiende inclusive a la prohibición de que los
registradores y notarios públicos cobren tasas o aranceles por sus servicios,
cuando la actuación sea de naturaleza laboral. ASÍ SE ESTABLECE.-
Tenemos entonces, que a la luz de los postulados doctrinarios en los que se apoya
la presente decisión debemos dejar claro que en materia laboral se hace
inaplicable el Decreto con Fuerza y Rango de Ley de Arancel Judicial, vigente en
todo lo relativo a la tasación de costas muy especialmente al establecimiento por
parte del Secretario previo cumplimiento de los parámetros de dicha ley,
entendida éstas en lo que se corresponde específicamente a los gastos del proceso
como tal por cuanto, tal como lo señalamos precedentemente no existe ninguna
actuación en el proceso laboral que se genere por la utilización de los Órganos de
la Administración de Justicia. Sólo quedaría vigente y aplicable en esta
Jurisdicción lo relativo a la tasación por parte del Juez de lo correspondiente a los
honorarios o emolumentos de los expertos a que se contrae el artículo 54 y 55 de
la referida Ley, los cuales establecen expresamente:

“…SECCIÓN SEGUNDA, De los Médicos, Ingenieros, Intérpretes, Contadores,


Agrimensores y otros expertos
Artículo 54
Los honorarios o emolumentos de los expertos a que se refiere esta Sección, que
no hayan sido previstos en la presente Ley o cuyo pago no este a cargo del Fisco
Nacional, serán establecidos por el Juez inmediatamente después que los
nombrados hayan aceptado el cargo.
El Juez, para hacer la fijación, oirá previamente la opinión de los expertos, tomará
en >cuenta la tarifa de los honorarios aprobados por los respectivos Colegios de
Profesionales y podrá, si así lo estimare conveniente, asesorarse por personas
entendidas en la materia.
Artículo 55
En los casos en que el pago de los honorarios que devenguen los expertos no este
a cargo del Fisco Nacional, las tarifas fijadas en la forma indicada por el artículo
anterior, no obstan para que la parte o partes puedan, con la intervención de Juez,
celebrar convenios sobre los derechos que habrán de pagar a dichos auxiliares de
justicia…”.

Igualmente, debe esta Alzada señalar, la Sentencia emanada de la Sala de


Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 14 de Septiembre de
2004, con Ponencia del Magistrado Dr. Alfonso Valbuena Cordero, en el
procedimiento que por estimación e intimación de honorarios profesionales
intentó el abogado Javier Manstretta Cardozo, actuando en su propio nombre,
contra la Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (C.A.N.T.V.), se
estableció lo siguiente:

“…Alega el formalizante que fueron infringidos por errónea interpretación los


artículos 285 y 286 del Código de Procedimiento Civil, sin embargo de la
fundamentación dada a la denuncia, solo pueden observarse las razones por las
cuáles considera que se violentó el artículo 286 citado, pero no expuso los
motivos en que se basa la supuesta infracción del mencionado artículo 285 del
referido Código Adjetivo Civil. En consecuencia esta Sala se pronunciará
únicamente con relación al artículo 286 eiusdem.

Aduce el formalizante que la recurrida infringió por errónea interpretación el


artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto incluyó las costas
generadas durante la ejecución forzosa del fallo en el concepto de costas
procesales, sin tomar en consideración que la referida norma legal establece como
un tipo diferente de éstas a las costas de ejecución y por tanto, a su decir, respecto
a estas últimas no debe operar la prohibición contenida en dicho precepto legal
referida a que en ningún caso las costas por honorarios del abogado de la parte
contraria excederán del treinta por ciento del valor de lo litigado.

Ahora bien, el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, cuya infracción se
alega, es del siguiente tenor:

“Las costas que deba pagar la parte vencida por honorarios del apoderado de la
parte contraria estarán sujetas a retasa. En ningún caso estos honorarios excederán
del treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado.
Cuando intervengan varios abogados, la parte vencida sólo estará obligada a
pagar los honorarios por el importe de lo que percibiría uno sólo, sin perjuicio del
derecho de retasa.”

De la transcripción que precede se evidencia que efectivamente la referida norma,


contiene un límite máximo en cuanto a las costas por honorarios profesionales del
apoderado de la parte contraria y además de ello señala el legislador que “en
ningún caso estos honorario excederán del treinta por ciento del valor de lo
litigado”.

Si bien es cierto que el Código de Procedimiento Civil, distingue entre costas


procesales, al diferenciar entre aquéllas derivadas de la interposición de recursos,
del desistimiento de la demanda, del convenimiento, y costas de ejecución, no es
menos cierto que todas ellas, en cuanto a los honorarios del apoderado de la parte
contraria se refiere, se encuentran englobadas en la prohibición de que no
excederán del treinta por ciento del valor de lo litigado, por cuanto al fijar tal
límite el legislador no estableció excepciones.

De manera que si las costas por honorarios del apoderado de la parte contraria
causadas durante el proceso alcanzaron el límite máximo establecido en el
artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, y se generan nuevas costas por
actuaciones ocurridas durante la ejecución, éstas ya no podrán serle intimadas al
ejecutado, por cuanto excederían del límite legal establecido, correspondiéndole
en todo caso la cancelación de los mismos al cliente que contrató sus servicios.

Puntualizados los aspectos anteriores, resulta necesario extraer de la recurrida lo


siguiente:

“...ha de establecerse también, que la obligación de satisfacer los honorarios del


abogado corresponde en principio, al cliente que contrató sus servicios
profesionales, cuya garantía ha sido consagrada expresamente al abogado en el
artículo 22 de la Ley de Abogados respecto a toda actuación judicial o
extrajudicial cumplida por aquel. Sin embargo, en los casos de actuaciones
judiciales, cuando el abogado obtiene sentencia favorable a su cliente, surge en el,
a consecuencia de la condenatoria en costas del vencido, el derecho de reclamar a
este sus honorarios profesionales. Se trata en este caso específico, que la Ley
garantiza al abogado el derecho a percibir honorarios por sus actuaciones por dos
vías alternativas:

1. Una frente a su cliente, originada de la prestación de servicios profesionales


por virtud del mandato expreso o tácito (asistencia);
2. Otra frente al vencido, originada de la condenatoria en costas.

La primera es de fuente contractual y la segunda es de fuente legal: Sin embargo,


ha de aclararse que no se trata, como pudiera pensarse, de dos derechos
diferentes, sino de un solo y mismo derecho que, por virtud del dispositivo de la
sentencia favorable, coloca al vencido como sujeto pasivo de la obligación
mancomunada que tiene la parte vencedora de satisfacer los honorarios del
abogado que asumió su representación en el proceso respectivo (...Omissis).

Debe también aclararse, que a pesar de que el abogado puede alternativamente


optar por una u otra vía para el cobro de lo que se le debe en concepto de
honorarios profesionales, ambas no tienen el mismo alcance ni procuran la
satisfacción total de los honorarios del abogado del vencedor, ya que como
sostiene JOSÉ CHIOVENDA (La Condenatoria en Costas. Pág. 228/232):

‘El excesivo importe de las costas totales en un pleito, causa a veces la


desaparición de un patrimonio, hace que parezca equitativa la no imposición de
todas ellas al vencido’ (Subrayado del Tribunal);

y precisamente, ese ha sido el sentido acogido por el artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil, al prescribir una clara limitación a la obligación que tiene al
(sic) parte vencida de pagar los honorarios de abogados de la parte contraria,
cuando dispone:

‘En ningún caso estos honorarios excederán del treinta por ciento (30%) del valor
de lo litigado’.

Esta limitación del treinta por ciento, como lo sostiene nuestra Casación Civil,
contenida en el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, se aplica en el
caso del abogado que intima honorarios a la parte contraria vencida y condenada
en costas, pero no en la situación del abogado que intima honorarios a su propio
cliente, pues, esta intimación no requiere de condenatoria en costas alguna y
puede llevarse a acabo (sic) en cualquier estado y grado del proceso, no viéndose
regulada por el límite que establece el artículo 286 eiusdem, aunque si persiste el
derecho del intimado a acogerse a la retasa (Ramírez & Garay. Tomo 205.
Sentencia 2277/03 de fecha 7 de noviembre de 2003. p.625).

Considera este sentenciador, conforme lo que se ha expuesto, que la acción


personal y directa que tanto la doctrina como la jurisprudencia reconoce al
abogado victorioso contra el condenado en costas, no puede exceder del treinta
por ciento (30%) del valor de lo litigado. Esta limitación no admite excepciones
dado el carácter imperativo de la locución ‘en ningún caso’ utilizada por el
legislador en dicha disposición, ni permite distinguir entre honorarios causados en
la sustanciación y decisión del juicio y honorarios de la ejecución, ya que cuando
el abogado del vencedor acciona contra el condenado en costas y este ha pagado
el treinta por ciento del valor de lo litigado, ipso iure, cualquier pretensión que
exceda de dicho límite debe considerarse contraria a derecho, ya que, dicho límite
legal es de orden público y, consiguientemente, el propio juez sin necesidad de
mediar solicitud del intimado condenado en costas debe aplicarla de oficio
(Ramírez & Garay. Tomo 132. Sentencia 185/94 PG. 574 y SIG).

(Omissis)

Se comprueba de los oficios emanados del juzgado a quo al Gerente del Banco
Industrial de Venezuela, promovidos por la demandada, al cual se atribuye todo
valor probatorio, la forma pormenorizada como se efectuó la satisfacción plena
del pago de las cantidades de dinero correspondientes a los demandantes, así
como las correspondientes a los abogados actores por concepto de honorarios
profesionales hasta la concurrencia del expresado monto de 537 millones 296 mil
173 bolívares con 98 céntimos, observando el tribunal, que la expresada cantidad
de dinero, que equivale al 30% de la cantidad condenada a pagar por la sentencia
del Juzgado Superior Accidental más su corrección monetaria, fue recibida por
los apoderados actores con cargo a las cantidades de dinero embargadas a la
COMPAÑÍA ANÓNIMA NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA
(C.A.N.T.V.)...(Omissis)

Sin embargo, para el cobro de las costas al condenado, se requiere que la misma
se encuentre determinada en una decisión que se encuentre definitivamente firme
y sobre el particular, el Código de Procedimiento Civil en su artículo 286
establece que las costas que debe pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraria estarán sujetas a retasa y, en ningún caso estos
honorarios excederán del treinta por ciento del valor de lo litigado, esto es, el
abogado puede cobrarle al condenado en costas, hasta un máximo de treinta por
ciento del valor de lo litigado.

Así las cosas, observa el tribunal que la doctrina distingue entre costas y costos,
señalando que las costas comprenden el pago de los honorarios profesionales de
abogados, en tanto, que los costos comprenden todos los gastos que tiene que
realizar la parte durante el desarrollo del proceso, tales como pago de aranceles
fiscales, honorarios de contadores, médicos, depositarios, siendo que los gastos
ocasionados en el proceso pueden ser exigidos por la parte gananciosa, a
diferencia de las costas correspondientes a honorarios de abogados, que sólo le
competen a éste.

El cálculo de los gastos ocasionados en el proceso, conforme al artículo 33 de la


Ley de Arancel Judicial podrá hacerse en cualquier estado y grado del proceso, a
solicitud de parte o bien de oficio, sin que ello no impida a la parte exigir los
mismos mediante un escrito dirigido al Tribunal, donde se especifiquen los gastos
realizados y donde se acompañen los comprobantes de la (sic) erogaciones,
pudiendo el obligado a pagar los gastos tasados, objetar la misma por errores
materiales, por haber sido liquidados en desacuerdo con el arancel, por la
improcedencia de la inclusión de ciertas partidas y por cualquier otra causa
conducente.

Sobre la base de las consideraciones que preceden y las pruebas de autos,


considera esta Superioridad que la comprobación por parte de la demandada
COMPAÑÍA ANÓNIMA NACIONAL TELÉFONOS DE VENEZUELA
(C.A.N.T.V.) de haber pagado a los abogados de la parte vencedora el treinta por
ciento del valor de lo litigado, que constituye el límite máximo de los honorarios
profesionales que ha de pagar el condenado en costas a los apoderados de la parte
contraria, excluye la posibilidad de requerir a la nombrada empresa el pago de
costas de ejecución, violentando flagrantemente la disposición de orden público
contenida en el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.”

De la transcripción que precede, se evidencia que el sentenciador superior


interpretó acertadamente el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, al
establecer que dicho precepto legal prescribe una clara limitación a la obligación
que tiene la parte vencida de pagar los honorarios de abogados de la parte
contraria, y que la acción personal y directa que tanto la doctrina como la
jurisprudencia reconoce al abogado victorioso contra el condenado en costas, no
puede exceder del treinta por ciento del valor de lo litigado, razón por la que no
incurrió en la infracción de dicha disposición legal.

Como consecuencia de los motivos expuestos se declara la improcedencia de la


denuncia analizada, así se resuelve…”.

Por último, es menester señalar Sentencia emanada del Tribunal Supremo de


Justicia, Sala Constitucional N° 1249 de fecha 09 de julio de 2003, bajo la
Ponencia del Dr. Iván Rincón Urdaneta, en la cual se ratifica tanto la doctrina
como la jurisprudencia Patria, en lo relativo al procedimiento aplicable en los
casos de liquidación de costas procesales, sean éstas referidas a los honorarios de
abogados o a los gastos del proceso como tal, en la cual se expresa textualmente:

“….Finalmente, en cuanto al alegato de violación a los derechos a la defensa y al


debido proceso de la accionante, por cuanto en el mandamiento de ejecución
decretado en su contra se ordenó pagar la cantidad a la que fue condenada más las
costas procesales calculadas en treinta por ciento (30%), pero que el embargo se
efectuó por la cantidad condenada más el sesenta por ciento (60%) de costas
procesales, esta Sala estima que el Código de Procedimiento Civil, en su artículo
286, es claro al establecer que las costas por honorarios de abogados no podrán
exceder del treinta por ciento (30%) de lo litigado. En razón de ello, al haberse
embargado por concepto de costas el sesenta por ciento (60%) de la cantidad
condenada, se incurrió en una infracción a la mencionada norma.

Por otra parte, considera la Sala que, tal como lo señaló el a quo, para proceder a
embargar las costas por honorarios de abogados, resulta necesario que las mismas
estén previamente determinadas por el procedimiento de estimación de honorarios
profesionales previstos en la Ley de Abogados y, en cuanto a los costos o gastos
en el proceso, que deben ser determinado mediante el procedimiento de tasación,
contemplado en la Ley de Arancel Judicial.

En razón de lo expuesto, esta Sala confirma la decisión dictada el 9 de abril de


2003, por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y
Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo que declaró
parcialmente con lugar la presente acción de amparo constitucional…” Sentencia
N° 1249 de fecha 09 de julio de 2003, Ponencia del Doctor Iván Rincón Urdaneta
(Sala Constitucional)

Igualmente vale la pena reseñar el criterio de la Sala Constitucional, N° 3216 de


fecha 28/10/2005, en lo relativo a la entrega o no del monto de las costas de
ejecución al momento de materializarse el embargo que las contempla, es decir
que se practique dicho embargo; tenemos:
“…El otro punto controvertido es aquel que se refiere al embargo preventivo de
unas sumas de dinero por concepto de costas, y a la falta de aplicación de la retasa
obligatoria a que hace referencia el artículo 26 de la Ley de Abogados.
De ello, el juzgado a quo señaló que era vieja la práctica forense según la cual, los
jueces, al ejecutar la sentencia, establecían el cálculo prudencial de lo que le
correspondería a la parte gananciosa por concepto de costas y honorarios
profesionales, para incluirla en el decreto de embargo, pero sólo, y esto lo agrega
la Sala, a título preventivo. Que ello no significaba que tal monto, al ser
aprehendido, correspondía automáticamente a la parte ejecutante, pues si bien a
solicitud de parte y sin objeción del ejecutado el juez podía hacer entrega formal
del dinero, en el caso de que el ejecutado optara por la impugnación o se acogiera
al beneficio de retasa la entrega formal del dinero no era posible…”

Así a la luz de todos los argumentos doctrinales y jurisprudenciales expuestos,


concluye esta Alzada que efectivamente en materia de costas procesales existe
claramente establecido en nuestra Legislación, y en los términos expuestos dos
procedimientos distintos y especiales para hacer exigibles las costas procesales
indistintamente de que las mismas se estén refiriendo a las costas del proceso
como tal o a las costas de ejecución, todo lo cual aplicable al caso concreto sería
claramente determinable en que los honorarios profesionales del Abogado actor
deberán ser exigibles a través del procedimiento previsto en la Ley de Abogados
y su Reglamento mediante la intimación de los mismos, teniendo siempre como
parámetros las previsiones del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil.

Así, en el caso de los expertos u otros auxiliares de justicia que fuera designado
por el Tribunal, tanto el decurso del proceso cognitivo o en fase de ejecución,
debe el mismo auxiliar estimar sus honorarios, y ser tasados por el Tribunal en
base a las previsiones de la Ley de Arancel Judicial, es decir, el Juez de Ejecución
una vez designado el experto y aceptado el cargo por éste establecer en forma
inmediata los honorarios o emolumentos de los mismos, en base a las previsiones
del artículo 54 de la citada Ley de Arancel Judicial, para cuya fijación deberá oír
previamente al experto en cuanto al monto prudencial que él estime de sus
honorarios, tomando en cuenta para dicha fijación las tarifas de honorarios
previstas por los Colegios Profesionales correspondientes y podrá, igualmente, en
caso de existir alguna duda razonable, asesorarse por personas entendidas en la
materia.

No queda excluida, de la simple lectura del artículo 55 ejusdem, la posibilidad de


que las partes, o parte obligada al pago del experto puedan, con la intervención
del Juez, celebrar convenios sobre los emolumentos que habrán de pagar a dichos
auxiliares de justicia. Así las cosas, y en una interpretación concordada con los
principios procesales que guían el proceso laboral venezolano considera esta
Alzada que cuando la norma del artículo 55 ibidem, señala que para la
celebración de tales convenios de fijación de honorarios entre las partes y los
auxiliares de justicia (expertos), debe existir la intervención del Juez, ésta sólo
podrá materializarse en el proceso a través de la fijación de un acto en la sede del
Tribunal el cual se llevará a cabo bajo la dirección del Juez y en el que se oirá la
opinión de las partes y del experto correspondiente, todo lo cual va en provecho
del principio de la celeridad procesal siendo que se evitaría al lograrse tales
convenios en la fijación de los honorarios, el retardo e incumplimiento en el pago
de dichos emolumentos, así como posibles impugnaciones a la tasación efectuada
unilateralmente por el Juez. Para lo cual esta Alzada considera prudente instar a
los Jueces de Ejecución que en uso de las facultades que otorga el artículo 6 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo en concordancia con el artículo 55 de la Ley
de Arancel Judicial, procurar, previa a la fijación unilateral de los honorarios de
los expertos convocar a un acto en la sede del Tribunal, que facilite un acuerdo
entre las partes o parte obligada al pago y el experto correspondiente; y en caso de
no lograrse la fijación convenida procederá en forma inmediata a la
determinación de dichos emolumentos en base a los parámetros del artículo 54
ejusdem. ASÍ SE ESTABLECE.-

Se observa que como punto principal de la apelación de la parte actora, la


controversia en cuanto el embargo de la cantidad cuantificada por costas de
ejecución, la cual fuera solicitada por el recurrente y negada por el a quo, bajo el
argumento de que no se generaron en la presente causa, siendo que no se
materializó el embargo que las calcula.
Al respecto esta Alzada se permite determinar, que mal podría dicha cantidad ser
entendida como causada a favor de la parte actora, por cuanto tal como se preciso
anteriormente, ese monto corresponde tanto a los gastos de ejecución, como a los
honorarios de abogados en fase de ejecución, la cual como bien lo precisó la juez
de instancia nunca se causaron, y como se indicó supra deberían en caso de
embargarse (ejecutado el embargo) ser estimada e intimada que la parte actora,
para acreditar los costos y costas, y así poder disponer del monto que en definitiva
acredite como emolumentos o gastos cubiertos en esta fase final de la ejecución
del fallo, todo a diferencia de la fase de cognición, cuyas costas procesales a la
luz de los parámetros indicados supra, dependerán de haber resultado vencedora
totalmente en la causa.

Al respecto, esta Juzgadora debe señalar que no comparte el criterio plasmado por
la parte recurrente, en cuanto a que el monto que prudencialmente la juez a quo
estableció como costas de ejecución en el mandamiento, deben entenderse
causados por el hecho de decretarse el mismo, indiferentemente que se haya
materializado, por cuanto a su decir, se generaron actuaciones en pro de llegar a
dicha ejecución forzosa, siendo que a su decir, esa fijación de las costas esta
firme, a lo que esta alzada debe reproducir lo reseñado supra, en cuanto a la forma
legal para el cobro de los costos y costas de la ejecución, los cuales deberán
materializarse (embargarse) y así aplicar el procedimiento precisado supra. En
consecuencia, es más que evidente que la decisión del a quo, se encuentra
ajustada a derecho por lo cual debe declararse sin lugar la apelación de la parte
actora. Todo lo cual será establecido en la parte dispositiva del presente fallo. ASI
SE ESTABLECE.
DISPOSITIVO

Por todos los razonamientos antes expuestos este Juzgado Quinto Superior del
Trabajo del Circuito Judicial del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en nombre de la República y por autoridad de la ley,
Declara: PRIMERO: SIN LUGAR el recurso de apelación interpuesto por la
representación judicial de la parte actora, en contra de la sentencia dictada por el
Juzgado Cuarto de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución de
este Circuito Judicial del Trabajo en 28 de noviembre de 2016. SEGUNDO: Se
confirma la sentencia recurrida. TERCERO: Por la naturaleza del presente fallo
no hay especial condenatoria en costas.

Se excluye del cómputo para publicar la presente decisión los días 04 y 05 de


mayo del presente año, en virtud del permiso concedido por la Presidencia del
Circuito Judicial a la ciudadana Juez.

PUBLÍQUESE Y REGÍSTRESE.

Dado, firmado y sellado en la Sala de despacho del JUZGADO QUINTO


SUPERIOR DEL TRABAJO DEL CIRCUITO JUDICIAL DEL TRABAJO DE
LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ÁREA METROPOLITANA DE
CARACAS. En Caracas a los ocho (08) días del mes de Mayo de dos mil
diecisiete (2017).

La Juez
Dra. Felixa Isabel Hernández León.

La secretaria.
NOTA: En el día de hoy, se dicto, publicó y diarizó la anterior sentencia.
La secretaria.
FIH/
Exp N° AP21-R-2016-001105
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Exp. 2011-000457

Magistrado Ponente: Luís Antonio Ortiz Hernández

En el juicio por intimación de honorarios profesionales, seguido por los

ciudadanos ALEJANDRO BIAGGINI MONTILLA, FRANCISCO RODRÍGUEZ

NIETO, JOSÉ GERARDO CHAVEZ CARRILLO, MÓNICA RANGEL

VALVUENA y JORGE ISAAC JAIMES LARROTA, representados judicialmente

por los profesionales del derecho Ramón Escovar León y Ramón José Escovar

Alvarado, contra la sociedad mercantil SEGUROS LOS ANDES C.A., asistida por el

abogado en ejercicio Jesús Enrique Perera Cabrera, el Juzgado Superior Cuarto en lo

Civil, Mercantil, Tránsito, Protección del Niño y del Adolescente, Agrario y Bancario

de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, dictó sentencia de reenvío en fecha 25

de mayo de 2011, declarando sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la parte

demandada en contra de la  sentencia de fecha 23 de septiembre de 2009 emitida por el

Juzgado A Quo que declaró con lugar la demanda.

Contra la citada decisión la parte demandada perdidosa anunció y formalizó

recurso de casación. Hubo Impugnación.


Cumplidas las formalidades legales, pasa la Sala a dictar su máxima decisión

procesal, bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter la suscribe, y lo hace

previa las siguientes consideraciones:

CAPÍTULO PRIMERO

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, el formalizante denuncia la infracción del ordinal 3° del artículo 243 eiusdem,

bajo el vicio de falta de síntesis.

 En ese sentido, el recurrente apoyó su denuncia bajo los siguientes parámetros:
 “…Ciertamente, el artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, en
su ordinal 3° establece:
“Toda sentencia debe contener: (…) 3° Una síntesis clara, precisa
y lacónica de los términos en que ha quedado planteada la
controversia, sin transcribir en ella los actos del proceso que
constan en autos.”
De acuerdo a la doctrina patria, el sentenciador debe realizar la labor
intelectual de entender y exponer la controversia, tal como ha sido
planteada, y no limitarse a transcribir total o parcialmente el libelo y la
contestación. El juez que se limita a transcribir, transfiere al lector la
labor de interpretación de lo transcrito, que le es propia como tarea
previa a la resolución de las cuestiones de hecho y de derecho
planteadas.
El Supremo Tribunal ha sido muy severo en aquellos casos en los cuales
el sentenciador, en un claro desconocimiento de la regla legal, no sólo
transcribe el libelo de la demanda y la contestación, sino que además
hace una larga relación de lo acaecido en el proceso en ambas instancias.
En el caso que nos ocupa, la jueza que conoció de la causa en segundo
grado, en franca violación del ordinal 3° del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, procedió a narrar in extenso todas y cada una de las
actuaciones verificadas en las dos instancias, y que constan en el
expediente.
En efecto, en el capítulo denominado “ANTECEDENTES DEL CASO”
la sentenciadora hizo una extensa relación de varios actos del proceso
realizados ante el a quo, que van desde la presentación del libelo,
siguiendo con el auto de admisión de la demanda, el otorgamiento de los
poderes por las partes, las incidencias de recusación e inhibición del juez
que originalmente conoció de la causa, la solicitud de reposición de la
causa solicitada por la demandada, las cuestiones previas propuestas por
ella opuestas, la contestación de la demanda, la promoción de las pruebas
y su evacuación, la comisión para la evacuación de las pruebas fuera del
lugar del juicio, impugnación del poder de la demandada, la sentencia
dictada por el tribunal del mérito, la apelación interpuesta por la parte
demandada, la sentencia dictada por la alzada, el recurso de casación
anunciado contra dicha decisión y la referencia de la sentencia dictada
por la Sala de Casación Civil, que casó por indeterminación objetiva el
fallo recurrido en aquella oportunidad.
Acto seguido, se refiere los alegatos de la parte actora en los siguientes
párrafos:
“…PRIMERO: Conforme al mandato otorgado por ante la Notaría
Pública Primera de San Cristóbal el 24 de octubre de 2007, bajo el
N° 47, Tomo 284, ejercimos la representación judicial del
ciudadano DANIEL ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, quien es
venezolano, casado, médico veterinario, titular de la cédula de
identidad 3.429.396, domiciliado en la ciudad de San Cristóbal,
estado Táchira, en el proceso de Amparo Constitucional que
nuestro mandante propuso contra la sociedad mercantil
SEGUROS LOS ANDES C.A., domiciliada en San Cristóbal,
inscrita en el Registro Mercantil Primero del estado Táchira, bajo
el N° 41, Tomo 20-A, de fecha 03 de noviembre de 2004. Dicho
juicio fue sustanciado y decidido en primera instancia por el
JUZGADO TERCERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL,
MERCANTIL Y  DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUSNCRIPCIÓN
JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA, según expediente N° 17.113-
07 de la nomenclatura de ese Tribunal y en segunda instancia por
el JUZGADO SUPERIOR EN LO CIVIL, MERCANTIL,
TRÁNSITO, BANCARIO Y DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL
ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL
ESTADO TÁCHIRA, según expediente N° 6.131 de la
nomenclatura interna llevada por ese Tribunal.
SEGUNDO: Con fecha 11 de diciembre de 2007 el JUZGADO
TERCERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL,
MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN
JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA, dictó sentencia definitiva en
el Expediente N° 17. 113-7 en la cual declaró con lugar el recurso
de amparo constitucional intentado por el ciudadano DANIEL
ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, contra la Sociedad Mercantil
SEGUROS LOS ANDES C.A., en el particular cuarto del
dispositivo de dicho falloel sentenciador condenó a la parte
demandada, SEGUROS LOS ANDES, C.A., al pago de las costas
procesales por haber resultado totalmente vencida. Por su parte, el
JUZGADO SUPERIOR PRIMERO EN LO CIVIL, MERCANTIL,
TRÁNSITO, BANCARIO Y DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL
ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL
ESTADO TÁCHIRA, procediendo como tribunal de alzada dictó
también sentencia definitiva en el expediente N° 6.131, el 11 de
febrero de 2008, confirmando la sentencia apelada, declarando
con lugar el mencionado recurso de amparo constitucional y en el
particular cuarto del dispositivo de dicho fallo, condenó
igualmente a la parte demandada, SEGUROS LOS ANDES, C.A.,
al pago de las costas procesales por haber resultado totalmente
vencida. Esta sentencia quedó definitivamente firme por no
haberse interpuesto recurso alguno contra ella…
…En el caso concreto que nos ocupa, el agraviado DANIEL
ALBERTO FIGUEROA MERCHAN estimó a cuantía de la acción
de amparo que ejerció contra la cuantía de la acción de amparo
que ejerció contra SEGUROS LOS ANDES, C.A., en la cantidad de
CUATRO MIL TRESCIENTOS MILLONES DE BOLÍVARES (Bs.
4.300.000.000,00) cantidad ésta que re-expresada en bolívares
fuertes equivalen a CUATRO MILLONES TRESCIENTOS MIL
BOLÍVARES FUERTES (Bf. 4.300.000,00) por ser esta suma el
valor de la cobertura del anexo de enfermedades críticas, de la
póliza integral N° 02-02-12501-28-001, contratada por DANIEL
ALBERTO FIEGUEROA (Sic) MERCHAN con SEGUROS LOS
ANDES, C.A…
…ocurrimos ante su competente autoridad, en nuestro propio
nombre, PARA DEMANDAR COMO EN EFECTO
FORMALMENTE DEMANDAMOS EN ESTE ACTO a la sociedad
mercantil SEGUROS LOS ANDES, C.A., …, para que convenga en
pagarnos, o en su defecto a ello sea condenada por el tribunal, la
suma de DOS MILLONES QUINIENTOS MIL BOLÍVARES
FUERTES (Bs.f 2.500.000,00), por concepto de los honorarios
profesionales que nos adeuda por las actuaciones que realizamos
en dicho juicio…
…solicitamos al tribunal que en la sentencia definitiva ordene la
corrección monetaria…”.
Luego, indica que la representación judicial de la empresa demandada
sostuvo en la oportunidad de contestar la demanda lo siguiente:
“…Rechazo y contradigo la demanda tanto en los hechos como en
el derecho argumentado.
Rechazo y contradigo a que los abogados demandantes les asista
el derecho de estimar honorarios profesionales y nuestra
representada que se encuentre obligada al pago de ellos.
Rechazo y contradigo del libelo de demanda los fundamentos para
la estimación de honorarios que corre inserta a los folios 1 al 9 de
la presente causa.
Rechazo y contradigo la argumentación contenida en el numeral
cuarto, mediante el cual en forma infundada y temeraria los
accionantes pretendiendo desconocer las normativas legales,
criterios jurisprudenciales y doctrinales atribuyen un valor
económico o de cuantía a la acción de amparo constitucional en la
que le dieron asistencia legal al ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHAN, y sobre cuyas actuaciones aforan los
honorarios profesionales.
Rechazamos y contradecimos los argumentos que sustentan al
numeral quinto del escrito mediante el cual en forma desatinada y
sin mayor soporte se pretende dar por cumplidos los requisitos
contenidos en el artículo 40 del Código de Ética del Abogado
Venezolano instituidos por la jurisprudencia como fórmula de
criterio para la fijación de honorarios profesionales que se derivan
de los procedimientos de amparo.
Rechazamos e impugnados el valor otorgado por los adorantes a
cada una de las actuaciones que describen al NUMERAL SEXTO,
que son carentes de toda sustentación lógica y de pertinencia e
idoneidad procesal, pues en su mayoría no hay relación de causa
efecto, entre los supuestos fácticos de cada acto procesal con la
naturaleza, sin u objetivo del procedimiento de amparo…, a todo
evento en un supuesto negado que este tribunal acordase el
derecho del cobro de honorarios de los abogados demandantes;
EN FORMA SUBSIDIARIA, ME ACOJO AL DERECHO DE
RETASA…”.
Sin embargo, en la narrativa de la decisión, la sentenciadora de segunda
instancia no hizo referencia alguna al cuestionamiento de la firma del
ciudadano Daniel Figueroa, y sólo indica (en la motiva) que fue atacada
por la demandada en la contestación de la demanda, sin señalar si quiera
el medio de ataque o de defensa utilizado al efecto.
Ello no fue óbice para emitir un pronunciamiento sobre el particular, en
los siguientes términos:
“Antes de entrar a conocer el fondo de la controversia, debe esta
juzgadora pronunciarse sobre la autenticidad de la firma que
aparece al folio 21 de la pieza 1, correspondiente al ciudadano
Daniel Figueroa y que fue atacada por la parte demandada en la
contestación a la demanda.
El artículo 107 del Código de Procedimiento Civil establece el
deber del secretario del tribunal de recibir los escritos que le
presenten las partes y dar cuenta al juez. En el presente caso
estamos frente al libelo de demanda el cual es recibido por los
secretarios de los tribunales y en ese momento se identifica
personalmente a cada uno de los que suscriben dicho escrito, por
lo que al estar dicho funcionario revestido con facultades de
autenticación salvo prueba en contrario, se tiene que la firma que
aparece en el folio 21 de la pieza 1 correspondiente al ciudadano
Daniel Alberto Figueroa Merchán, Y ASÍ SE RESUELVE.”
Ahora bien, ha sido jurisprudencia reiterada de la Sala, que es censurable
en casación y acarrea la infracción de la norma supra transcrita, la
decisión que transcribe o relate prácticamente todos los actos del proceso
que no tengan mayor relevancia o relate prácticamente todos los actos
del proceso que no tengan mayor relevancia, pues ello está en
contravención con lo deseado por el legislador; seguir aceptando la
viciada práctica de permitir narrativas extensas en los fallos, sería dejar
sin efecto y sin sentido el requisito establecido en el código
procedimental, pues no constituye una síntesis precisa y clara de la
controversia, la trascripción por parte del juez de todos los actos del
proceso.
Como puede apreciarse, la narrativa del fallo recurrido contiene
múltiples menciones de actuaciones procesales que constan en autos y
que la ley procesal prohíbe transcribir, pero en lo que se refiere al
cuestionamiento de la firma del ciudadano Daniel Figueroa, la sentencia
se quedó corta, pues de su lectura no se puede determinar si
el “ataque” de la firma al que se refiere la jueza lo fue a causa de una
tacha, un desconocimiento, o por un aspecto atinente a falta de
autenticidad del funcionario que presenció el acto donde se estampó.
Es por ello que no puede afirmarse que en el caso sub examine la
recurrida haya cumplido con el requisito intrínseco establecido en el
ordinal 3° del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil…”
(Cursivas del Formalizante).
 
                                                                                                                     
                                                                                                                      
                                                                                                                                                   

            Para decidir, la Sala observa:

En la presente denuncia, el formalizante enfoca el vicio denominado falta de

síntesis, al considerar que el juez de la recurrida ha quebrantado el ordinal 3° del

artículo 243 del Código de Procedimiento Civil. En ese sentido, sostiene el formalizante

que el juez de alzada procedió a narrar in extenso todas y cada una de las actuaciones

verificadas en las dos instancias, y que constan en el expediente. Afirmando en ese

sentido que, “la narrativa del fallo recurrido contiene múltiples menciones de

actuaciones procesales que constan en autos y que la ley procesal prohíbe transcribir,

pero en lo que se refiere al cuestionamiento de la firma del ciudadano Daniel

Figueroa, la sentencia quedó corta, pues de su lectura no se puede determinar si el

“ataque” de la firma al que se refiere la jueza lo fue a causa de una tacha, un

desconocimiento, o por un aspecto atinente a falta de autenticidad del funcionario que

presenció el acto donde se estampó”.

            En ese orden de ideas, observa la Sala que el formalizante ha querido denunciar

la infracción configurada en el ordinal 3° del artículo 243 del Código de Procedimiento


Civil que determina la indeterminación de la controversia. En este sentido, tal y como lo

ha sostenido esta Sala, la disposición normativa se infringe cuando el juez se extiende

en la narrativa señalando y transcribiendo todos los actos que no tengan mayor

relevancia; y cuando el juzgador no realiza ninguna síntesis, no dejando, consecuencia,

en forma clara, precisa y lacónica los términos en que ha quedado planteado el asunto

jurídico a resolver. Por contrario, se habrá dado cumplimiento a la citada disposición

legal siempre y cuando en el fallo se demuestra que el juez, realizó una labor intelectual

de entender y exponer la controversia, a los fines de transmitirle al lector, los términos

en que ha sido planteada y resuelta la misma.

            Bajo este orden de ideas, es importante citar el criterio jurisprudencial que ha

sostenido esta Sala, al respecto mediante decisión de fecha 27 de junio de 2011, bajo el

expediente número AA20-C-000043, en la cual se dejó establecido lo siguiente:


“…El requisito intrínseco de la sentencia a que se contrae el
ordinal 3º del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil, persigue evitar que los jueces de instancia, al narrar
los hechos ocurridos durante el proceso, realicen una extensa
reseña de ellos con datos que son innecesarios para la
resolución de la controversia.
Lo sustancial de la norma cuya infracción se delata, consiste
en el deber del juez de establecer en forma previa a su
decisión cuáles son los límites de la controversia planteada;
para ello deberá hacer una síntesis de lo demandado y de la
contestación dada; y si en tal tarea considera necesario el
juez transcribir “algún” alegato de las partes, no por ello
infringe la disposición en cuestión.
De manera tal, que antes de entrar a motivar el fallo,
mediante el establecimiento de los hechos y la aplicación  
del derecho, el juez deberá exponer en qué sentido y cómo
quedó trabado el problema judicial a resolver; exposición
que a su vez deberá formular a través de una síntesis clara,
precisa y lacónica.
Ahora bien, en efecto, del cuerpo de la sentencia de alzada
que cursa en la tercera pieza del expediente se evidencian
ciertas inconsistencias lógicas que impiden una lectura
consecuente y coherente de lo allí reseñado, tal y como lo
denuncia el formalizante, sin embargo, esta Sala constata
que tal imperfección atiende en realidad a un error en la
impresión del fallo, el cual fue impreso por ambas caras del
papel lo que conllevó a un desorden en la secuencia de cada
uno de los folios y sus vueltos. Así, y a título ilustrativo, se
evidencia que del vuelto del folio 1.069 debe continuarse la
lectura en el folio 1.071, y éste a su vez sigue en el vuelto
del folio 1.070, que sigue en el folio 1.072, hasta que se
restituye el orden de la impresión.
Sin embargo, en la publicación de la sentencia hecha por el
referido tribunal de alzada en la página
web: http://merida.tsj.gov.ve/decisiones/2010/noviembre/956
-18-4546-1787.html , se puede apreciar perfectamente la
estructura real de la sentencia, sin los errores reseñados,
que, se insiste, constituyen errores de impresión.
No obstante lo anterior, considera menester esta Sala traer a
colación el criterio jurisprudencial sostenido en sentencia N°
68 del 5 de abril de 2001 y reiterado en fallo N° 645 del 8 de
agosto de 2007, caso: Farid Djowrrayed c/ Banco Canarias
de Venezuela, C.A. y otra, en la cual se señaló lo siguiente
en relación al vicio de indeterminación de la controversia
previsto en el ordinal 3° del artículo 243 de la ley civil
adjetiva:
“Como se desprende de la jurisprudencia transcrita, se deja de
cumplir con la referida norma adjetiva, cuando: 1) el juez se
extiende en la narrativa señalando y transcribiendo todos los actos
que no tengan mayor relevancia, y; 2) el juez no realiza ninguna
síntesis, no dejando, en consecuencia, en forma clara, precisa y
lacónica los términos en que ha quedado planteado el asunto
jurídico a resolver...”. (Subrayado y negritas de la Sala).
 
De la doctrina transcrita precedentemente se observa que el
juez infringe el ordinal 3º del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, que le ordena la realización de una
síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha
quedado planteada la controversia, cuando se extiende en la
narrativa señalando y transcribiendo todos los actos que no
tengan mayor relevancia ;  y cuando no sintetiza   en forma
clara, precisa y lacónica los términos en que quedó
planteado el asunto jurídico a resolver.
Si bien ambos supuestos pudieran entrar en el terreno de lo
subjetivo pues lo que no es relevante para algunos, lo puede
ser para otros, así como lo que pudiera estar perfectamente
sintetizado para algunos, puede que no lo esté para otros, lo
cierto es que la exigencia prevista en el ordinal 3° del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, busca que el
juez realmente se imbuya en el problema sometido a su
consideración, exponiendo en su fallo cómo -a su entender-
quedó planteado el asunto de acuerdo a las defensas y
excepciones ejercidas por las partes, valga decir,
especificando de manera clara, precisa y lacónica los
aspectos que forman parte del  thema decidendum .
En el caso de autos, esta Sala observa que el juzgador de
alzada presentó sentencia constante de 150 folios y sus
respectivos vueltos, es decir, 300 páginas de las cuales 148
folios, es decir, 296 páginas corresponden a la parte
narrativa de la sentencia en la que se reseñan y transcriben
de manera detallada todos los actos y dichos de las partes en
el proceso así como todo auto o providencia dictado por el
tribunal, se transcriben extensamente todas las pruebas
testimoniales evacuadas durante en proceso y demás pruebas
promovidas por las partes.
Asimismo, se hace la transcripción íntegra de la sentencia de
primera instancia así como de los informes y observaciones
presentados ante la alzada; todo ello sin realizar ninguna
clase de síntesis de los alegatos contenidos en la demanda y
su contestación, mas con sus propias palabras el juzgador de
alzada no expone ni establece los límites de la controversia,
por lo que claramente la recurrida carece de una síntesis
clara, precisa y lacónica de los términos en que quedó
planteada la controversia.
Tal situación, muestra confusión, ambigüedad y poca
claridad del juez en su labor lógica al construir la sentencia.
Este comportamiento contraviene su deber jurídico de
confeccionar una sentencia clara, justificada, precisa y
expresa.
Sobre esta última consideración   la procesalista Laura
Miraut Martín afirma lo siguiente:
“...Cuanto más contundente sea el estilo en el que se exponga la
sentencia, más comprensible será también su contenido para las partes y
más satisfechas quedarán éstas por lo que en el fondo no es sino la
declaración de un derecho preexistente a la decisión judicial. El juez
actúa como mero portavoz del derecho, y en este sentido debe ser
absolutamente claro y contundente. El derecho tiene la suficiente
autoridad para que sus portavoces lo declaren imperativamente sin dudas
en la expresión, sin vacilaciones que puedan cuestionar el acierto de la
solución que dispone el ordenamiento jurídico para la controversia que
se presenta ante el juez”. (Miraut Martín, Laura. La teoría de la decisión
jurídica de Benjamín Nathan Cardozo. España, Dykinson, 1999, pp. 97 y
98)
 
Ahora bien, esta Sala de Casación Civil, en sentencia N°
108, de fecha 9 de marzo de 2009, caso:  Banco Caroní, C.A.,
Banco Universal contra Representaciones Mobren, C.A. y
otros, se pronunció sobre el referido requisito previsto en el
ordinal 3° del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil, y estableció la necesidad de reparar en la utilidad de
la reposición para la procedencia de este vicio. A tal efecto
señaló:
“…El requisito de la sentencia contenido en el numeral 3º del artículo
243 del Código de Procedimiento Civil, impone a los jueces y juezas el
deber de señalar, en el cuerpo de la decisión, la forma en que ha quedado
planteada la controversia, de manera tal, que antes de proceder a realizar
la motivación del fallo, mediante el establecimiento de los hechos y la
fundamentación del derecho, deberán exponer, en qué sentido y cómo
quedó trabado el problema judicial a resolver; exposición en la que
deberá observarse una síntesis clara, precisa y lacónica del asunto
sometido a su conocimiento.
Sobre el punto que se analiza, esta Sala de Casación Civil, mediante
sentencia N° 87, de fecha 13 de marzo de 2003, expediente 2001-
000821, (Caso: Inversiones PH-1, C.A., contra Junta de Condominio de
la Residencia La Sal), se ratificó el criterio mencionado, de la siguiente
manera:
 “...En relación a la falta de síntesis clara, precisa y lacónica de  los
términos en que ha quedado planteada la controversia, esta Sala de
Casación Civil, en sentencia N° 12, de 17 de febrero de 2000, caso
Claudia Beatriz Ramírez contra María de Los Ángeles Hernández de
Wohler y Reinaldo Wohler,… ratificó el siguiente criterio:
‘…Ha sido reiterada la posición asumida por esta Sala en relación al
vicio acusado y en tal sentido se ha dejado sentado que la finalidad que
se persigue con la implantación del extremo contenido en el ordinal 3º
del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, no es otro que la
descripción del asunto planteado por las partes, por lo que en los casos
en que dicha finalidad sea cumplida por el fallo, no será procedente
afirmar la existencia del vicio en comentarios.
Así en anteriores fallos, como el de fecha 18 de marzo de 1998, esta Sala
ha indicado sobre el particular que:
‘Lo sustancial de la disposición legal cuya infracción se denuncia,
consiste en el deber del juez de establecer en forma previa a su decisión
cuáles son los límites de la controversia planteada. Para ello deberá
hacer una síntesis de lo demandado, y de la contestación dada; si en tal
tarea considera necesario el juez transcribir algún alegato de las partes,
no por ello infringe la disposición en cuestión.
El vicio se configura cuando el juez se limita a transcribir las
actuaciones de las partes, sin determinar en qué términos quedó
planteada la controversia, lo cual no sucede en el caso bajo decisión’.
Como puede apreciarse si en el presente caso el juez resolvió ser un
poco más extenso de lo que realmente era necesario, tal cuestión no
implica la violación de la formalidad prevista en el ordinal 3º del artículo
243 del Código de Procedimiento Civil, en vista de que se cumplió con
la finalidad formal de la norma, como es dejar determinado el asunto
debatido en forma clara. Así se establece.
Es con base en las consideraciones anteriores que esta Sala de Casación
Civil, desecha por improcedente la presente delación. Así se declara...”.’
(Negritas del texto).
Asimismo, esta Sala, mediante sentencia Nº 52, de fecha 30 de marzo de
2005, caso: Fran Jesús Bonilla Ríos contra Inversiones Nabelsi,
C.A., expediente Nº 04-032, puntualizó lo siguiente: 
“…la Sala ha establecido en forma reiterada que el ordinal 3º del artículo
243 del Código de Procedimiento Civil obliga al juez a indicar cómo
quedó planteada la controversia…”
 
…Omissis…
Teniendo presente el alcance del pronunciamiento de la sentencia
recurrida antes transcrito, es preciso señalar, que tanto el vicio
denunciado, como  la consecuente nulidad, debe atenderse, teniendo
siempre presente y, por norte, la utilidad de la casación en estos casos,
ya que como bien indicó en un reciente fallo la Sala Constitucional de
este Alto Tribunal, se debe verificar que la nulidad de la sentencia
cumpla una finalidad útil, aplicando el principio contenido en el artículo
206 del Código de Procedimiento Civil, que ordena que en ningún caso
se declarará la nulidad si el acto procesal alcanzó el fin al cual está
destinado. (Vid. Sentencia de fecha 30 de mayo de 2008, caso
Inversiones Hernández Borges).
Bajo esta perspectiva, es preciso advertir, que la mencionada necesidad
de verificar la finalidad útil de la reposición, en aquellas denuncias
donde se plantea, el incumplimiento al requisito intrínseco de la
sentencia previsto en el ordinal 3° del artículo 243 del Código de
Procedimiento Civil, cobra gran significación, ya que puede ocurrir, que
no obstante a la falta de una síntesis de la controversia inicial, la
motivación del fallo y su dispositivo, permitan a las partes que integran
la relación subjetiva procesal y, a la comunidad en general, conocer
cómo quedó establecida la controversia, cómo entendió el jurisdicente
de alzada el asunto sometido a su cognición y, finalmente, cómo fue
adjudicado el derecho discutido, supuesto en el cual, la declaratoria de
nulidad del fallo, no cumpliría ninguna finalidad útil.
La anterior conclusión, encuentra sustento, en la exposición de motivos
del vigente Código de Procedimiento Civil, cuando se expuso, con
respecto a la introducción de la exigencia de una síntesis de los términos
en los cuales ha quedado planteada la controversia, lo siguiente“…La
expresa mención de que no se deben transcribir en el fallo los actos
del proceso que constan de autos, libera a los jueces de aquella
práctica y del temor de no ser suficientemente fieles en el
cumplimiento de este requisito de forma de la sentencia, y les obliga a
formular una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en los
cuales ha quedado planteada la controversia, que se considera
suficiente para dictar el fallo, el cual debe hacer énfasis más bien, en
la motivación de hecho y de derecho que son las premisas necesarias
del dispositivo del fallo…”. (Leopoldo Márquez Añez, El Nuevo Código
de Procedimiento Civil, Fondo de Publicaciones UCAB-Fundación
Polar, Caracas 1988, página 164). (Negritas y subrayado de la Sala).
Es obvio, pues, luego de la lectura efectuada de la transcripción parcial
de la exposición de motivos del Código de Procedimiento Civil que se
ha hecho precedentemente, que el requisito intrínseco previsto en el
ordinal 3° del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, está
destinado fundamentalmente, a privilegiar y fortalecer el desarrollo de la
motivación de la sentencia, pues es en ella donde se expresa el resultado
del examen que el juzgador ha efectuado del asunto sometido a su
consideración. Por tanto, no puede concebirse la declaratoria de nulidad
de un fallo, por haberse infringido el citado ordinal 3° del artículo 243
del Código de Procedimiento Civil, si la motivación del fallo permite a
las partes conocer las razones que ha tenido el juez para adjudicar los
intereses comprometidos.
En este orden de ideas, cabe señalar, que el procesalista italiano
Salvatore Satta sostiene que sería “…interesante observar por qué vías
secretas, en la reglamentación de un proceso, la forma legítima y
necesaria, degenera en formalismo. Chiovenda, en páginas
admirables, ha analizado  este fenómeno bajo el aspecto del vaciarse,
si así se puede decir, de las formas, que continúan sobreviviendo
cuando la razón histórica que las ha determinado ha desaparecido, y
quizá se podría observar, más profundamente, que toda forma apenas
creada tiende a perder su razón, a vivir por sí misma de pura vida
formal…”. (Negritas de la Sala).
Esta es, precisamente, la finalidad del requisito intrínseco de la síntesis
de los términos en los cuales ha quedado planteada la controversia, que
ha perdido el sentido original por el cual fue creado, para convertirse en
una forma que se exige, sin tomar en cuenta su papel como facilitador de
la motivación del fallo. En otras palabras, si se ignora la razón por la
cual se creó el requisito intrínseco del ordinal 3° del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil, pierde su concepción legítima y se
convierte en un formalismo vacío de propósito, que impide que se
concrete el mandato del artículo 257 de la Constitución, que ordena, no
sacrificar la búsqueda de la justicia, antes las formas…” (Negrillas,
cursivas y subrayado del fallo transcrito)

            De la decisión citada, se afirma una vez mas que, el ordinal 3° del artículo 243

del Código de Procedimiento Civil le exige al juzgador determinar y así hacerlo saber,

los límites en los cuales ha quedado planteada la controversia; estableciéndo para ello,

una síntesis de lo que ha sido pretendido en el libelo de la demanda y la defensa y/o

excepciones planteadas; no pudiendo considerarse infringida tal disposición legal si

considera el juez transcribir algún alegato efectuado por las partes.


Así bien, a los fines de estudiar el vicio delatado, es fundamental citar lo que ha

establecido la recurrida:
“…I
ANTECEDENTES DEL CASO
El 15 de abril de 2008 fue presentado el escrito libelar por Intimación de
Honorarios Profesionales al Juzgado Distribuidor respectivo (folios 1 al
21 de la pieza 1). A los folios 22 al 381 corren los recaudos presentados
con el libelo.
El 2 de mayo de 2008 el Juzgado la parte actora otorgó poder apud acta
al abogado JULIO PÉREZ VIVAS (folio 384).
A los folios 391 al 393 corre instrumento poder autenticado por ante la
Notaría Pública Primera de San Cristóbal estado Táchira, de fecha 6 de
diciembre de 2007, bajo el N° 14, Tomo 339 de los libros de
autenticaciones, consignado por el abogado WOLFRED MONTILLA en
su condición de co-apoderado judicial de la Sociedad Mercantil
SEGUROS LOS ANDES C.A.
El 2 de junio de 2008 la presentación judicial de la parte demandada
recusó al a quo fundamentada en el ordinal 15° del artículo 82 del
Código de Procedimiento Civil (folios 399 al 402 de la pieza 2).
Mediante acta fechada 4 de junio de 2008, el Juez del Tribunal Tercero
de primera (Sic) Instancia en lo Civil, Mercantil y otras materias se
inhibió de conocer la causa  (folios 466 al 467), correspondiéndole
conocer la causa al Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado
Táchira, el cual repuso en fecha 8 de agosto de 2008 la causa al estado de
admitirla nuevamente, anulando todo lo actuado (folios 480 al 484).
El 27 de octubre de 2008 la parte demandada solicitó la “reposición de la
causa por nulidad de la citación practicada” y opuso la cuestión previa
relativa a la ilegitimidad de la persona citada como representante del
demandado (folios 525 al 529). El 28 de octubre de 2008 el abogado
JULIO PEREZ VIVAS convino en la cuestión previa alegada y solicitó
la citación por carteles (folio 530), lo cual fue acordado por el a quo el 19
de noviembre de 2008 (folios 531 al 533).
Hecha la consignación de la publicación cartelaria acordada, el 26 de
febrero de 2009 la representación judicial de la demandada consignó
instrumento poder que acredita su representación (folios 546 al 548).
El 2 de marzo de 2009 la parte demandada contestó la demanda (folios
549 al 572).
A los folios 606 al 624 corre escrito de promoción de pruebas presentado
por los accionantes, el cual fue admitido el 6 de marzo de 2009 (folio
627).
Mediante diligencia del 9 de marzo de 2009, la representación judicial de
la parte actora consignó copias de poderes otorgado por diferentes
empresas a los abogados demandantes (folios 632 al 697). En la misma
fecha la parte demandada consignó escrito de promoción de pruebas
(folios 698 al 702).
A los folios 704 al 707 corre evacuación de prueba de testigos y
exhibición de documento.
La parte actora se opuso a la admisión de las pruebas presentadas por la
parte demandada mediante escrito del 11 de marzo de 2009 (folios 708 al
711).
El 12 de marzo de 2009 el a quo admitió las pruebas promovidas por la
parte demandada, salvo la prueba  de informes (folios 809 y 810 de
la pieza 3).
Al folio 815 y 816 corre evacuación de prueba de ratificación de
contenido y firma de documento conforme al artículo 431 del Código de
Procedimiento Civil.
Mediante escrito fechado 16 de marzo de 2009 la parte actora impugnó el
poder consignado por la demandada (folios 817 al 822).
El 24 de septiembre de 2009 el a quo dictó sentencia definitiva
declarando el derecho que le asiste a los accionantes de cobrar sus
honorarios profesionales (folios 917 al 942).
Mediante diligencia del 30 de septiembre de 2009 la representación
judicial de la parta (Sic) demandada interpuso recurso de apelación
(folios 958 al 961).
Sentenciada en segunda instancia la causa  en fecha 22 de enero de 2010,
la representación judicial de la parte demandada anunció recurso de
casación el cual fue resuelto con lugar por la Sala de Casación Civil del
Tribunal Supremo de Justicia en fecha 10 de diciembre de 2010.
En fecha 14 de marzo de 2011 se recibió el presente expediente previa su
distribución en este Tribunal y, mediante auto de la misma fecha se
ordenó la notificación de las partes y se fijó el procedimiento a seguir
(folios 110 y 111).
Notificadas las partes y estando dentro del lapso establecido en el
artículo 522 del Código de Procedimiento Civil para dictar sentencia,
esta Juzgadora lo hace de seguidas, previa las consideraciones siguientes:
II
EXAMEN DE LA SITUACIÓN
La presente controversia surge con motivo de juicio que por Intimación
de honorarios profesionales incoara la parte actora y llega al
conocimiento de este Tribunal Superior en reenvío por mandato de la
sentencia dictada el 10 de diciembre de 2010 por la Sala de Casación
Civil del Tribunal Supremo de Justicia.
Ahora bien, la apelación deferida al conocimiento de esta Alzada recae
sobre la decisión dictada por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
estado Táchira de fecha 23 de septiembre de 2009, que declaró que a los
abogados ALEJANDRO BIAGGINI MONTILLA, FRANCISCO
RODRÍGUEZ NIETO, JOSÉ GERARDO CHAVEZ CARRILLO,
MÓNICA RANGEL VALBUENA Y JORGE ISAAC JAIMES
LARROTA, les asiste EL DERECHO AL COBRO DE HONORARIOS
PROFESIONALES.
El procedimiento de Estimación e Intimación de Honorarios
Profesionales, según nuestro ordenamiento jurídico, tanto en el juicio
principal como por vía incidental, prevé dos fases claramente
determinadas, una declarativa y otra ejecutiva. En la primera de ellas el
sentenciador sólo determinará la existencia o no del derecho del abogado
a cobrar honorarios profesionales (debiendo expresar el monto de los
honorarios profesionales que la parte demandada debe pagar a los
abogados intimantes a los fines de no incurrir en indeterminación
objetiva) y, la segunda fase, ejecutiva o de retasa, solo está referida al
quantum de los honorarios a pagar. En el caso sub examine nos
encontramos en la primera fase del procedimiento de cobro de
honorarios profesionales judiciales.
Veamos, los intimantes en su escrito libelar alegaron:
“…PRIMERO: Conforme al mandato otorgado por ante la Notaría
Pública Primera de San Cristóbal el 24 de octubre de 2007, bajo el
N° 47, Tomo 284, ejercimos la representación judicial del ciudadano
DANIEL ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, quien es
venezolano, casado, médico veterinario, titular de la cédula de
identidad 3.429.396, domiciliado en la ciudad de San Cristóbal,
estado Táchira, en el proceso de Amparo Constitucional que
nuestro mandante propuso contra la sociedad mercantil
SEGUROS LOS ANDES C.A.,  domiciliada en San Cristóbal,
inscrita en el Registro Mercantil Primero del estado Táchira, bajo el
N° 41, Tomo 20-A, de fecha 03 de noviembre de 2004. Dicho juicio
fue sustanciado y decidido en primera instancia por el JUZGADO
TERCERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL,
MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN
JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA, según expediente N° 17.113-
07 de la nomenclatura de ese Tribunal y en segunda instancia por el
JUZGADO SUPERIOR PRIMERO EN LO CIVIL, MERCANTIL,
TRÁNSITO, BANCARIO Y DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL
ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL
ESTADO TÁCHIRA, según expediente N° 6.131 de la nomenclatura
interna llevada por ese Tribunal.
SEGUNDO: Con fecha 11 de diciembre de 2007 el JUZGADO
TERCERO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL,
MERCANTIL Y DEL TRÁNSITO DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA,
dictó sentencia definitiva en el Expediente N° 17.113-7 en la cual
declaró con lugar el recurso de amparo constitucional intentado por el
ciudadano DANIEL ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, contra la
Sociedad Mercantil SEGUROS LOS ANDES C.A., en el particular
cuarto del dispositivo de dicho fallo el sentenciador condenó a la
parte demandada, SEGUROS LOS ANDES, C.A., al pago de las
costas procesales por haber resultado totalmente vencida. Por su
parte, el JUZGADO SUPERIOR PRIMERO EN LO CIVIL,
MERCANTIL, TRÁNSITO, BANCARIO Y DE PROTECCIÓN
DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA,
procediendo como tribunal de alzada dictó también sentencia
definitiva en el expediente N° 6.131, el 11 de febrero de 2008,
confirmando la sentencia apelada, declarando con lugar el
mencionado recurso de amparo constitucional y en el particular
cuarto del dispositivo de dicho fallo, condenó igualmente a la
parte demandada, SEGUROS LOS ANDES, C.A., al pago de las
costas procesales por haber resultado totalmente vencida. Esta
sentencia quedó definitivamente firme por no haberse interpuesto
recurso alguno contra ella…
...En el caso concreto que nos ocupa, el agraviado DANIEL
ALBERTO FIGUEROA MERCHAN estimó la cuantía de la acción
de amparo que ejerció contra SEGUROS LOS ANDES, C.A., en la
cantidad de CUATRO MIL TRESCIENTOS MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 4.300.000.000,00), cantidad ésta que re-expresada
en bolívares fuertes equivalen a CUATRO MILLONES
TRESCIENTOS MIL BOLÍVARES FUERTES (Bf. 4.300.000,00),
por ser esta suma el valor de la cobertura del anexo de enfermedades
críticas, de la póliza integral N° 02-02-12501-28-001, contratada por
DANIEL ALBERTO FIEGUEROA (Sic) MERCHAN con
SEGUROS LOS ANDES, C.A…
…ocurrimos ante su competente autoridad, en nuestro propio
nombre, PARA DEMANDAR COMO EN EFECTO
FORMALMENTE DEMANDAMOS EN ESTE ACTO a la sociedad
mercantil SEGUROS LOS ANDES, C.A., …, para que convenga en
pagarnos, o en su defecto a ello sea condenada por el tribunal, la
suma de DOS MILLONES QUINIENTOS MIL BOLÍVARES
FUERTES (Bs.f 2.500.000,00), por concepto de los honorarios
profesionales que nos adeuda por las actuaciones que realizamos en
dicho juicio…
…solicitamos al tribunal que en la sentencia definitiva ordene la
corrección monetaria…”
Por su parte, la representación judicial de la empresa demandada
sostuvo en la oportunidad de contestar la demanda lo siguiente:
“…Rechazo y contradigo la demanda tanto en los hechos como en
el derecho argumentado.
Rechazo y contradigo a que los abogados demandantes les asista el
derecho de estimar honorarios profesionales y nuestra representada
que se encuentre obligada al pago de ellos.
Rechazo y contradigo del libelo de demanda los fundamentos para
la estimación de honorarios que corre inserta a los folios 1 al 9 de
la presente causa.
Rechazo y contradigo la argumentación contenida en el numeral
cuarto, mediante el cual en forma infundada y temeraria los
accionantes pretendiendo desconocer las normativas legales,
criterios jurisprudenciales y doctrinales atribuyen un valor
económico o de cuantía legal al ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHAN, y sobre cuyas actuaciones aforan los
honorarios profesionales.
Rechazamos y contradecimos los argumentos que sustentan al
numeral quinto del escrito mediante el cual en forma desatinada y
sin mayor soporte se pretende dar por cumplidos los requisitos
contenidos en el artículo 40 del Código de Ética del Abogado
Venezolano instituidos por la jurisprudencia como fórmula de
criterio para la fijación de honorarios profesionales que se derivan
de los procedimientos de amparo.
Rechazamos e impugnamos el valor otorgado por los adorantes a
cada una de las actuaciones que describen al NUMERAL SEXTO,
que son carentes de toda sustentación lógica y de pertinencia e
idoneidad procesal, pues en su mayoría no hay relación de causa
efecto, entre los supuestos fácticos de cada acto procesal con la
naturaleza, fin u objetivo del procedimiento de amparo…
…, a todo evento en un supuesto negado que este tribunal acordarse
el derecho del cobro de honorarios de los abogados demandantes;
EN FORMA SUBSIDIARIA, ME ACOJO AL DERECHO DE
RETASA…”.
Habiendo quedado así trabada la litis, el juez de instancia resolvió:
“…Ahora bien, en el lapso probatorio el aforado no demostró la
improcedencia del cobro aquí peticionado, y dado que, consta en
las actas procesales la veracidad de lo expuesto por los aforantes de
que en el juicio del recurso de amparo constitucional interpuesto en
contra de la demandada, que fue condenada al pago, mediante
sentencia definitiva de las costas procesales esta juzgadora
concluye que a: ALEJANDRO BIAGGINI MONTILLA,
FRANCISCO RODRÍGUEZ NIETO, JOSÉ GERARDO
CHAVEZ CARRILLO, MONICA RANGEL VALVUENA Y
JORGE ISAAC JAIMES LARROTA, les asiste el derecho al
cobro de honorarios profesionales …”.
III
MOTIVOS PARA DECIDIR
Antes de entrar a conocer el fondo de la controversia, debe esta
juzgadora pronunciarse sobre la autenticidad de la firma que aparece al
folio 21 de la pieza 1, correspondiente al ciudadano Daniel Figueroa y
que fue atacada por la parte demandada en la contestación de la
demanda.
El artículo 107 del Código de Procedimiento Civil establece el deber del
secretario del tribunal de recibir los escritos que le presenten las partes y
dar cuenta al juez. En el presente caso estamos frente al libelo de
demanda el cual es recibido por los secretarios de los tribunales y en ese
momento se identifica personalmente a cada uno de los que suscriben 
dicho escrito, por lo que al estar dicho funcionario revestido con
facultades de autenticación salvo prueba en contrario, se tiene que la
firma que aparece en el folio 21 de la pieza 1 corresponde al ciudadano
Daniel Alberto Figueroa Merchán, Y ASÍ SE RESUELVE.
PRUEBAS DE LOS AFORANTES
Documentales:
         Original de folleto de memoria y cuenta del año 2007 emitido
por SEGUROS LOS ANDES C.A., el cual corre inserto a los
folios 22 al 45 de la primera pieza. Esta prueba no se valora por
impertinente, ya que el objeto de la pretensión corresponde a la
intimación de honorarios profesionales y esta prueba no guarda
relación con el punto controvertido.
         Copia fotostática certificada del expediente N° 17.113 que curó
por ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado
Táchira, en cual riela a los folios 46 al 381 de la primera pieza,
relacionado con el juicio que por amparo constitucional se llevó y
que origina el objeto de la presente litis. Esta prueba se valora de
conformidad a lo establecido en los artículos 1.359 y 1.360 del
Código Civil, en concordancia con el artículo 429 del Código de
Procedimiento Civil, por cuanto no fue impugnada por la
contraparte y evidencia a esta sentenciadora que ciertamente los
abogados  ALEJANDRO BIAGGINI MONTILLA,
FRANCISCO RODRÍGUEZ NIETO, JOSÉ GERARDO
CHAVEZ CARRILLO, MONICA RANGEL VALVUENA Y
JORGE ISAAC JAIMES LARROTA, en su condición de
aforantes brindaron asesoría técnica y ejercieron la representación
jurídica del ciudadano DANIEL ALBERTO FIGUEROA
MERCHAN en el juicio de amparo constitucional en que fue
condenada en costas la sociedad mercantil SEGUROS LOS
ANDES, C.A., y que originó la presente litis.
         Copia fotostática simple de poderes otorgados a los abogados
aforantes por diferentes empresas, las cuales corren insertas a los
folios 633 al 697 de la pieza 2. Esta prueba por cuanto no fue
impugnada por la contraparte se valora de conformidad con lo
previsto en el artículo 1.359 del Código Civil, en el sentido de
que demuestra la reputación y experiencia laboral de los
accionantes a la luz del Código de Ética Profesional de Abogados
y de la Ley de Abogados.
         Original del pasaporte N° D0368693 inserto el folio 847 de la
pieza 3 a nombre del ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHAN. Esta prueba no se valora por
impertinente, ya que el objeto de la pretensión corresponde a la
intimación de honorarios profesionales y esta prueba no guarda
relación con el tema controvertido.
         Original de oficio N° DAANL-3846/2009, emanado de
BANCARIBE el 22 de mayo de 2009 y que riela al folio 912 de
la pieza 3. Esta prueba no se valora por impertinente, ya que el
objeto de la pretensión corresponde  a la intimación de honorarios
profesionales y esta prueba no guarda relación con el punto
controvertido.
         Original de oficio N° 00002974 emanado de la Dirección
Nacional de Migración y Zonas Fronterizas, División de
Migración y Zonas Fronterizas, Departamento Movimiento
Migratorio, el 25 de mayo de 2009, mediante el cual se informa
que el ciudadano DANIEL ALBERTO FIGUEROA MERCHAN
no registra movimientos migratorios. Esta prueba no se valora
por impertinente, ya que el objeto de la pretensión corresponde a
la intimación de honorarios profesionales y esta prueba no guarda
relación con el punto controvertido.
Testimoniales:
         Declaración testimonial del ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA BERNARDINELLO y VALENTINA FIGUEROA
BERNARDINELLO, de fechas 11 y 16 de marzo de 2009,
insertas a los folios 704-705 de la pieza 2 y 815-816 de la pieza 3
respectivamente. Estas pruebas se aprecian y se valoran de
conformidad con lo establecido en el artículo 508 del Código de
Procedimiento Civil, en el sentido de que sus deposiciones
concordaron entre sí y no se contradicen, ya que fueron contestes
en manifestar que la firma que aparece en el documento que les
fue presentado es la de su padre ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHAN y que su padre autorizó a los actores a
ejercer la presente acción de honorarios profesionales.
         Prueba de ratificación de contenido y firma evacuada a través de
las testimoniales de las ciudadanas WILMA GISELA TAYLOR,
DANILA FIGUEROA BERNARDINELLO y WILMA GISELA
TAYLOR GARCÍA en representación de su hijo ALBERTO
DANIEL FIEGUEROA (Sic) TAYLOR, corrientes a los folios
897, 898 y 900 de la pieza 3 respectivamente. Estas pruebas se
aprecian y valoran de conformidad a lo establecido en el artículo
508 del Código de Procedimiento Civil, en el sentido de que
concuerdan con los demás elementos probatorios que existen en
los autos, no se contradicen y evidencian a quien decide el
reconocimiento de la firma y el contenido del libelo de demanda
inserto al folio 21.
PRUEBAS DE LA DEMANDADA
         Copia fotostática certificada del expediente N° 17.113 que cursó
por ante el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado
Táchira, el cual riela a los folios 46 al 381 de la primera pieza,
relacionado con el juicio que por amparo constitucional se llevó y
que origina el objeto de la presente litis. Esta prueba ya fue objeto
de valoración.
         Exhibición de Documentos inserta al folio 706 y 707 de la pieza
2 relacionada con el acta constitutiva, estatutos, aumento de
capital y Asamblea Extraordinaria de SEGUROS LOS ANDES,
C.A. Esta prueba se aprecia y valora de conformidad a la sana
crítica, por cuanto guarda relación con las demás pruebas
analizadas.
Revisadas como han sido las actas que conforman el presente juicio y
valoradas las probanzas aportadas por las partes, esta juzgadora llega a la
conclusión que quedó demostrado por parte de los accionantes que
brindaron asistencia técnica jurídica al ciudadano DANIEL ALBERTO
FIGUEROA MERCHÁN en el juicio que por Acción de Amparo
Constitucional se llevó en el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de esta Circunscripción Judicial y que
interpusiera en contra de SEGUROS LOS ANDES C.A., el cual fue
declarado con lugar y se condenó en costas a dicha sociedad mercantil,
que dicha sentencia fue apelada y el Juzgado Superior Primero en lo
Civil, Mercantil, Tránsito, Bancario y Protección del Niño y del
Adolescente de esta Circunscripción Judicial confirmó dicho fallo y hubo
condenatoria en costas, que a lo largo de iter procesal quedaron
reflejadas las actuaciones que realizaron los actores en dicha causa y que
les generan sus honorarios profesionales, lo cual se demostró con las
copias fotostáticas certificadas del expediente en cuestión, que la parte
demandada no aportó elementos probatorios idóneos y contundentes que
desvirtuaran la acción intentada, que es un derecho del profesional del
derecho percibir sus honorarios profesionales conforme lo prevé la Ley
de Abogados dentro del marco del Código de Ética del Abogado.
Como colorario de lo anterior, debe esta juzgadora declarar sin lugar la
apelación incoada y confirmar el fallo apelado, en el sentido, de que LE
ASISTE A LOS ABOGADOS ALEJANDRO BIAGGINI
MONTILLA, FRANCISCO RODRÍGUEZ NIETO, JOSÉ
GERARDO CHAVEZ CARRILLO, MONICA RANGEL
VALVUENA Y JORGE ISAAC JAIMES LARROTA su derecho a
cobrar honorarios profesionales, en todo caso, no puede exceder de la
cantidad de DOS MILLONES QUINIENTOS MIL BOLÍVARES
FUERTES (Bs. 2.500.000,00), suma en que fueron estimadas por los
abogados intimantes, tal y como se discrimina de seguidas:…(OMISSIS)
…” (Negrillas y Subrayado de la sentencia)
 

            De lo antes citado, esta Sala puede sintetizar que el Juez Superior en primer

lugar procedió a resumir los antecedentes de la problemática planteada objeto de la

controversia, para lo cual, en síntesis procedió a identificar las actuaciones procesales

que se han producido en el presente juicio, iniciado con el escrito del libelo de la

demanda, hasta el acto mediante el cual se recibió expediente en calidad de reenvío para

dictar sentencia definitiva. En segundo orden procedió a examinar los alegatos


efectuados por las partes, y en ese sentido, por cuanto lo consideró necesario transcribió

partes fundamentales de lo alegado tanto en el escrito del libelo de la demanda, como en

la contestación a la misma, para luego, en el capítulo referente a la motivación para

decidir, analizar  los medios probatorios mediante los cuales las partes fundamentaron

sus respectivos alegatos y defensas planteadas tanto en el libelo como en la contestación

de la demanda. Y una vez analizados y valorados los medios probatorios que tuvieron

lugar en el presente juicio, el Juez de la recurrida procedió a plasmar sus conclusiones

de hecho y de derecho, dejando establecido en ese sentido que, quedó demostrado por

parte de los accionantes el derecho de percibir los honorarios profesionales generados a

su favor, para finalmente declarar sin lugar  la apelación incoada por la parte

demandada.

            Bajo este orden de ideas, cuando esta Sala compara el contenido de la sentencia

recurrida con el vicio denunciado que se encuentra enmarcado en el ordinal 3° del

artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, consistente en la indeterminación de la

controversia, se delimita claramente que el juez de la recurrida efectuó en primer lugar

una síntesis de los antecedentes de la controversia, para luego proceder a dejar

establecido lo que alegó tanto la demandante en su escrito libelar, como la demandada

en su contestación, y subsiguientemente analizar y valorar tantos medios probatorios

alegados por dichas partes en fundamentación a su pretensión y defensa, para

finalmente establecer sus propias conclusiones de hecho y de derecho acerca de la

manera como ha quedado planteada la controversia, con su consecuente decisión al

fondo de la misma, produciéndose en ese sentido una sentencia clara, precisa y lacónica,

al quedar marcados los términos en que ha quedado planteado el asunto jurídico

resuelto. En este sentido, se demuestra que, contrario a lo afirmado por el recurrente, el

juez, realizó su labor intelectual correspondiente al entender y exponer los términos en

que ha sido planteada la controversia, con su consecuente resolución de la misma,

transmitiéndole en este sentido al lector, los términos en que ha sido planteada y

resuelta la misma.
            En todo caso, a los fines de destacar el mayor planteamiento aflorado por el

formalizante, cuando el juez de la recurrida procede a transcribir solo parte fundamental

tanto del libelo como de la contestación de la demanda, ese solo hecho no puede jamás

ser considerado para que se materialice el quebrantamiento del ordinal 3° del Código de

Procedimiento Civil, porque, aparte de haber resaltado solamente parte fundamental de

la pretensión y la defensa, el Juez de la recurrida procedió a plasmar su labor intelectual

para transmitir que en la presente controversia se pretende el derecho al cobro de

honorarios profesionales generados a favor de la parte accionante, lo cual lleva consigo

el resumen de los sucedido en actual expediente, con el correspondiente análisis y

valoración de medios probatorios aportados, con la consecuente fundamentación de

hecho y de derecho sobre el asunto debatido. Así se establece.

           

            Bajo este aspecto, no considera la Sala que se ha quebrantado el ordinal 3° del

artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, delatado por el formalizante. Por

consiguiente, la presente denuncia debe ser declarada Improcedente. Así se decide.

II

De conformidad con el ordinal 1° del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, el formalizante denuncia la infracción del ordinal 5° del artículo 243 eiusdem y el

artículo 12 ibídem, bajo el vicio de incongruencia negativa.

 En ese sentido, el recurrente apoyó su denuncia bajo los siguientes parámetros:
 “…En efecto, el ordinal 5° del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil estatuye:
“Toda sentencia debe contener: (…) 5° Decisión expresa, positiva
y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones
o defensas opuestas (…)”
Asimismo, el artículo 12 del Código Procesal impone el deber  al
juzgador de “atenerse a lo alegado y probado en autos, sin poder sacar
elementos de convicción fuera de éstos, ni suplir excepciones o
argumentos de hecho no alegados ni probados.”
El requisito atinente a que la sentencia contenga decisión con arreglo a la
pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, alude a que
el Juez está obligado a resolver sólo las cuestiones planteadas por las
partes, ya que el límite de la controversia judicial queda fijado por los
hechos alegados por el actor como fundamentos de su pretensión y los
hechos aducido por el demandado como fundamento de sus excepciones
o defensas.
En este sentido, si el Juzgador no cumple con los extremos legales
señalados, la sentencia adolecerá del vicio de incongruencia, positiva o
negativa, según el caso. De acuerdo a la doctrina de la Sala, la
incongruencia negativa se produce cuando el Juez omite pronunciarse
sobre algún alegato de las partes.
Ahora bien, en el escrito de contestación de la demanda, la
representación judicial de la parte demandada alegó:
Que “(…) los accionantes pretendiendo desconocer las normativas
legales, criterios jurisprudenciales y doctrinales atribuyen un
valor económico o de cuantía a la acción de amparo constitucional
en la que le dieron asistencia legal al ciudadano DANIEL
ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, y sobre cuyas actuaciones
aforan los honorarios profesionales”.
Que los demandantes “(…) en forma desatinada y sin mayor
soporte se pretende dar por cumplidos los requisitos contenidos en
el artículo 40 del Código de Ética del Abogado Venezolano
instituidos por la jurisprudencia como fórmula de criterio para la
fijación de honorarios profesionales que se derivan de los
procedimientos de amparo”.
Que “(…) los adorantes a cada una de las actuaciones que
describen al NUMERAL SEXTO (del libelo), que son carentes de
toda sustentación lógica y de pertinencia e idoneidad procesal,
pues en su mayoría no hay relación de causa efecto, entre los
supuestos fácticos de cada acto procesal con la naturaleza, fin u
objetivo del procedimiento de amparo”.
El ad quem no resolvió las defensas anteriores propuestas por la
representación judicial de la sociedad mercantil demandada, ya que sólo
se limitó a reproducir algunas de ellas en la narrativa del fallo, sin decidir
acerca de su procedencia.
Como puede observarse, los alegatos efectuados por el mandatario de la
accionada en su escrito de contestación de la demanda no fueron
resueltos por el juzgador, quien debió decidirlos en forma expresa,
positiva y precisa, apreciándolos o desechándolos, pero nunca soslayar el
pronunciamiento expreso sobre los mismos.
Esta omisión de pronunciamiento en la cual incurrió la jueza Superiora
violó el principio de exhaustividad del fallo, que le impone al juez el
deber de considerar y resolver todas y cada una de las alegaciones que
constituyen el problema judicial debatido entre las partes.
Al no pronunciarse el Juez de Alzada sobre las defensas alegadas por el
apoderado judicial de la demandada en su escrito de contestación de la
demanda, ya señaladas, infringió el ordinal 5° del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil, quedando el fallo impregnado  de
incongruencia negativa. Aunado a ello, no decidió conforme lo alegado
en autos, violando de esta forma el artículo 12 eiusdem.
En consecuencia, el fallo recurrido es nulo de acuerdo  a las previsiones
del artículo 244 del mismo Código de Procedimiento Civil.
Por las razones expuestas, solicito se declare procedente la presente
delación…” (Cursivas del Formalizante).
  
 
           

            Para decidir, la Sala Observa:

            En la presente denuncia, el formalizante enfoca el vicio de incongruencia

negativa, al considerar que el juez de la recurrida quebrantó el ordinal 5° del artículo

243 del Código de Procedimiento Civil. En ese sentido delimita su denuncia en la falta

de pronunciamiento que según su entender, el juez Ad Quem no resolvió tres defensas

que a su parecer fueron planteadas en el escrito de contestación de la demanda.

Destacando en este orden de ideas que el Juez de Alzada se limitó a reproducir en la

narrativa algunas de ellas, sin decidir acerca de su procedencia.

            En ese sentido, considera el recurrente que debió el juez decidir planteamientos
como:  “Que los accionantes pretendiendo desconocer las normativas legales, criterios

jurisprudenciales y doctrinales atribuyen un valor económico o de cuantía a la acción

de amparo constitucional en la que le dieron asistencia legal al ciudadano DANIEL

ALBERTO FIGUEROA MERCHAN, y sobre cuyas actuaciones aforan los honorarios

profesionales”.

            Asimismo, también considera el recurrente la consumación del vicio de

incongruencia negativa, al no pronunciarse el juez de la recurrida sobre el siguiente

alegato en la contestación de la demanda: “Que los demandantes en forma desatinada y

sin mayor soporte se pretende dar por cumplidos los requisitos contenidos en el

artículo 40 del Código de Ética del Abogado Venezolano instituidos por la


jurisprudencia como fórmula de criterio para la fijación de honorarios profesionales

que se derivan de los procedimientos de amparo”.

            Finalmente considera el formalizante la ocurrencia del vicio de incongruencia

negativa al destacar que el juez de la recurrida tampoco se pronunció sobre el siguiente

alegato plasmado en el escrito de contestación de la demanda: “Que los aforantes a

cada una de las actuaciones que describen al NUMERAL SEXTO (del libelo), que son

carentes de toda sustentación lógica y de pertinencia e idoneidad procesal, pues en su

mayoría no hay relación de causa efecto, entre los supuestos fácticos de cada acto

procesal con la naturaleza, fin u objetivo del procedimiento de amparo”.

  Estas alegaciones anteriormente descritas por el formalizante, que


lo acoge como fundamento para afirmar el vicio de incongruencia
negativa, evidentemente conforman alegaciones aisladas que lo ha
utilizado si se quiere para dar parte de fundamento a su escrito de
contestación al fondo de la demanda, que por demás debe estar dirigido a
desvirtuar la pretensión de la parte actora enmarcada en la afirmación del
derecho que posee al cobro de honorarios profesionales. En este orden de
ideas, sin necesidad de verificar lo que ha fundamentado o no el juez de
la recurrida al respecto, no tiene sentido afirmar que los alegatos antes
citados determina una defensa autónoma que contradice el fondo de la
pretensión de la demanda.  Así pues, el vicio de incongruencia atiende a
los hechos alegados tanto en el libelo de la demanda como en la
contestación a la misma, mas no al derecho mediante el cual las partes
sustentan sus peticiones. (Vid. Sentencia N° 245 del 15 de junio de 2011,
expediente N° 10-557, caso:  William del Valle Marín  c/ Eduardo José
Bustos Parra).

Bajo la fundamentación anteriormente expuesta, considera esta Sala


de Casación Civil que la actual denuncia por defecto de actividad, debe
ser declarada Improcedente. Así se decide.

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY


ÚNICA

De conformidad con el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, el formalizante denuncia la infracción del artículo 286 eiusdem, por falta de

aplicación.

En ese sentido, el recurrente apoyó su denuncia bajo los siguientes parámetros:


 “…El artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, determina el
porcentaje máximo que debe pagar la parte vencida en juicio a su
contraparte, por concepto de honorarios  profesionales de abogado.
En tal sentido, dispone la norma in comento                                                                        
que:
“Las costas que deba pagar la parte vencida por honorarios del
apoderado de la parte contraria estarán sujetan (Sic) a retasa. En
ningún caso estos honorarios excederán del treinta por ciento
(30%) del valor de lo litigado.
Cuando intervengan varios abogados, la parte vencida sólo estará
obligada a pagar los honorarios por el importe de lo que percibirá
uno solo, sin perjuicio del derecho de retasa”.
Es claro, entonces, que siendo el origen de los honorarios de abogado
que han de pagarse dentro del concepto de costas del proceso, de orden
legal, la propia Ley establece la limitación a la obligación del vencido
condenado en costas, en cuanto a la obligación de pagar honorarios
profesionales a la parte gananciosa que aparece en el artículo 286 del
Código de Procedimiento Civil, limitaciones que explican, lógicamente,
por no mediar entre el obligado a pagarlas y el acreedor, ninguna
relación de tipo convencional en cuanto a este punto, por surgir la
obligación del pago de las costas, por ministerio de la ley en el
pronunciamiento de la sentencia, salvo el derecho de retasa que también
les asiste. Así lo ha dispuesto la jurisprudencia inveterada del Máximo
Tribunal.
Ahora bien, en el caso que nos ocupa, la recurrida infringió la
mencionada disposición por falta de aplicación, al fijar a mi representada
un límite cuantitativo superior al establecido en la ley, por concepto de
honorarios profesionales derivados de la condena en costas.
Ciertamente, la recurrida expresa en su parte motiva lo siguiente:
“En el caso concreto que nos ocupa, el agraviado DANIEL
ALBERTO FIGUEROA MERCHAN estimó la cuantía de la acción
de amparo que ejerció contra SEGUROS LOS ANDES, C.A., en la
cantidad de CUATRO MIL TRESCIENTOS MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 4.300.000,00) por ser esta suma el valor de la
cobertura del anexo de enfermedades críticas, de la póliza integral
N° 02-02-12501-28-001, contratada por DANIEL ALBERTO
FIEGUEROA (Sic) MERCHAN con SEGUROS LOS ANDES,
C.A…”
Como puede apreciarse de lo expuesto, la jueza de la recurrida señaló en
el fallo proferido, que en la acción de amparo de la cual devino la
condena en costas impuesta a mi representada fue estimada la demanda
en la cantidad de “CUATRO MIL TRESCIENTOS MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 4.300.000.000,00), cantidad ésta que re-expresada en
bolívares fuertes equivalen a CUATRO MILLONES TRESCIENTOS MIL
BOLÍVARES FUERTES (Bf. 4.300.000,00)”.
No obstante, en el dispositivo del fallo, fijó “(…) el monto el
monto (Sic) de los honorarios profesionales demandados en la cantidad
de DOS MILLONES QUINIESNTOS MIL BOLÍVARES FUERTES (Bs.
F. 2.500.000,00) (…)”, infringiendo de esta forma el artículo 286 del
Código de Procedimiento Civil.
Como pueden apreciar los ciudadanos Magistrados, la norma cuya falta
de aplicación se denuncia impedía a la juez de alzada fijar una cantidad
superior a UN MILLÓN DOSCIENTOS NOVENTA MIL
BOLÍVARES FUERTES (Bs. 1.290.000,00) por concepto de
honorarios profesionales de abogados derivados de la condena en costas
(que equivale al treinta por ciento del valor de lo litigado); sin embargo,
en evidente violación a la ley, fijó la cantidad de “DOS MILLONES
QUINIENTOS MIL BOLÍVARES FUERTES (Bs. F. 2.500.000,00), la
cual supera al límite legal con creces, y que equivaldría a más del
cincuenta por ciento (50%) de dicho valor.
Para dar cumplimiento a lo establecido en el ordinal 4° del artículo 317
del Código de Procedimiento Civil, señalo a esa Sala, que el Tribunal de
última instancia debió aplicar el artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil y no fijar una cantidad por concepto de honorarios
profesionales, derivados de la condena en costas, que supera el límite del
treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado.
El error cometido por la jueza Superiora fue decisivo en el dispositivo de
la sentencia, pues al cometer el vicio delatado rebasó el límite
cuantitativo que impone la ley al condenado en costas, con ocasión al
pago de los honorarios profesionales que debe pagar el vencido al
abogado de su contraparte, y por ende, se incrementó notablemente el
monto de los honorarios profesionales sobre los cuales se va a ejercer la
retasa.
Por las razones expuestas, solicito se declare procedente la presente
delación…” (Subrayado, Negrillas y Cursivas del Formalizante).
 

La Sala observa para decidir:

            En la presente denuncia por infracción de ley, el formalizante ha estimado la

infracción del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, bajo el vicio de falta de
aplicación, por cuanto afirma que el juez de la recurrida le fijó a la parte demandada

perdidosa, un límite cuantitativo superior establecido en la ley, por concepto de

honorarios profesionales derivados de la condena en costas. Así bien, cita el artículo

denunciado que sostiene que en ningún caso los honorarios excederán del treinta por

ciento (30%) del valor de lo litigado, y por ende señala que al ser estimada la demanda

en base a Cuatro Millones Trescientos Mil Bolívares (Bs. 4.300.000,00), el valor

condenado por el monto de la cantidad de honorarios profesionales calculados en base a

Dos Millones Quinientos Mil Bolívares (Bs. 2.500.000,00), por demás excede del 30%

exigido por el legislador.

            Así bien, a los fines de hacer un pronunciamiento sobre la presente denuncia, es

importante empezar analizando la disposición legal denunciada. En efecto, el artículo

286 del Código de Procedimiento Civil dispone lo siguiente:


“…Artículo 286
Las costas que deba pagar la parte vencida por honorarios del apoderado
de la parte contraria estarán sujetan a retasa. En ningún caso estos
honorarios excederán del treinta por ciento (30%) del valor de lo
litigado.
Cuando intervengan varios abogados, la parte vencida sólo estará
obligada a pagar los honorarios por el importe de lo que percibirá uno
solo, sin perjuicio del derecho de retasa…”

            El legislador patrio en la presente disposición legal, que por demás se encuentra

regulando la materia de costas procesales, define el cobro de las mismas por motivo de

honorarios profesionales a los que está obligado cancelar la parte vencida al apoderado

de la parte contraria. Entiéndase que en el presente artículo, el legislador procesal

Venezolano delimita que los honorarios profesionales que deben ser cancelados por la

parte vencida al apoderado judicial de la parte contraria que ha resultado gananciosa en

un juicio, no deben exceder del treinta por ciento (30%) de lo litigado. Entiéndase

también, que este artículo va regido a la materia de costas procesales. Y que además,

dicho monto calculado, a los fines de ser debatido por la parte contraria, la herramienta

a seguir es a través de la retasa.


            En ese sentido, es importante destacar, que mediante criterio jurisprudencial

emitido por la Sala Constitucional en materia de Amparo Constitucional, por no ser

estimable en dinero, existe una excepción en la aplicación del límite establecido en el

artículo 286 del Código de Procedimiento Civil. Así bien, es importante citar la

sentencia número 320 de fecha 4 de mayo del 2000, de la referida Sala al respecto:
“…El inconveniente que aparentemente suscita la condena en costas,
prevista en el artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales, es que éstas, en cuanto a los honorarios de
abogado, no pueden calcularse aplicando el artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil, ya que en las acciones de amparo no hay estimación
en dinero de la demanda, ni se litigan objetos o derechos apreciables en
dinero; pero el que ello sea así, no es un obstáculo para que se puedan
calcular, al menos las correspondientes a los honorarios de los abogados.
 Dada la naturaleza de la acción de amparo, ella no es apreciable en
dinero, motivo por el cual la estimación contemplada en el artículo 38
del Código de Procedimiento Civil no tiene lugar; y al ocurrir esto, a
pesar que en el amparo hay condenatoria en costas en algunos supuestos,
como se ha apuntado, las previsiones del artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil se hacen inaplicables.
Las costas procesales están conformadas por dos rubros: 1) los
honorarios de los apoderados de las partes que se benefician con la
condenatoria en costas; y 2) los costos del proceso, los cuales a partir de
la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
que establece en su artículo 26 la gratuidad de la justicia, y por tanto no
son aplicables al proceso las normas sobre arancel judicial señaladas en
la Ley de Arancel Judicial, han quedado reducidos básicamente a los
emolumentos y honorarios de los auxiliares de justicia que no sean
integrantes de cuerpos de funcionarios del Estado, previstos en las leyes
como auxiliares de justicia profesionales.
Por lo regular los costos del proceso en las causas de amparo son
mínimos, pero de existir, el juez del amparo en la sentencia los tasará,
por mandato del artículo 35 de la Ley de Arancel Judicial, que prevé la
tasación en el fallo de los procedimientos orales.
Con respecto a los honorarios de los apoderados (abogados) de la parte
gananciosa, los cuales no pueden exceder del treinta por ciento del valor
de lo litigado, esta Sala observa que con respecto a la condena en costas
en los juicios de amparo, el artículo 286 del Código de Procedimiento
Civil no es aplicable, con la limitación mencionada del treinta por ciento
(30%), por lo cual el que obtuvo la condenatoria favorable en costas,
puede encontrarse en dos situaciones con respecto al rubro honorarios:
 a) Que el accionante no utilice apoderado ni abogado asistente (artículo
23 de la Ley de Abogados), lo que es posible en los juicios de amparo
dada la previsión del artículo 13 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, el cual permite que cualquier
persona natural o jurídica interponga el amparo, sin exigir ni siquiera la
asistencia de abogado.
 Dada la urgencia del amparo, hasta el punto que se permite la instancia
verbal (artículos 16 y 18 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos
y Garantías Constitucionales), exposición que el juez recoge en acta, y
que el proceso no debe detenerse una vez se forme la relación procesal
total, la disposición del artículo 4 de la Ley de Abogados no es aplicable,
ya que el proceso de amparo no se va a detener por cinco días de
despacho, para que el supuesto agraviante nombre dentro de ese plazo un
abogado que lo represente.
Por igualdad procesal, si el accionante del amparo que no es abogado, no
necesita de la asistencia obligatoria del profesional del derecho, el
demandado tampoco tiene tal deber, y el que se defiende solo (como
actor o demandado), no puede pretender se le cancelen honorarios de
abogados, que no ha utilizado.
 Solo si la parte involucrada en el proceso es un abogado, él podrá cobrar
honorarios, si resultare con una condena en costas a su favor, ya que a
pesar de que desplegó una actividad propia, ella a su vez fue profesional
y mientras atendió su asunto, no pudo ejercer la profesión de abogado en
otros casos que tuvieron lugar en la misma fecha y hora.
           b) Que las partes se hicieron representar o fueron asistidos por
abogados. Los honorarios de estos podrán cobrárseles al condenado en
costas.
 Estos honorarios, que van a ser cobrados a persona ajena a las partes del
contrato de prestación de servicios profesionales que existe entre
abogado y cliente, no pueden fundarse en dicho contrato, que a tenor del
artículo 1166 del Código Civil ni lo beneficia, ni lo perjudica; y la forma
de cálculo del monto de esos honorarios es la señalada en los artículos 39
y 40 del Código de Ética Profesional del Abogado Venezolano de 3 de
agosto de 1985. En especial se ponderarán las circunstancias del artículo
40 de dicho Código de Ética, aplicable a cualquier proceso en esta
materia, por imperativo del artículo 17 del Código de Procedimiento
Civil.
 Dada esta estimación fundada en las circunstancias del artículo 40 del
Código de Ética Profesional, y siendo las costas propiedad de la parte
beneficiada por la condena de su contraparte, considera esta Sala, que el
procedimiento para el cobro al perdidoso en el juicio de amparo, no es el
establecido en el artículo 23 de la Ley de Abogados, el cual como
presupuesto para la intimación de honorarios, sólo exige que se tome  en
cuenta las anotaciones del valor de la actuación, que haga el abogado al
margen de todo escrito o diligencia en que actúe, o la relación de estas
actuaciones en diligencia o documento aparte, sin que el artículo 24 de la
Ley de Abogados requiera se dé cumplimiento en alguna forma al
artículo 40 del Código de Ética Profesional del Abogado.
 Este procedimiento del artículo 23 de la Ley de Abogados está
relacionado con el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, con
su limitante de que el monto de la condena en costas, por honorarios
profesionales, no puede rebasar el treinta por ciento (30%) del valor de la
demanda que debe ser  estimada por el actor. De allí que por más
anotaciones o estimaciones que se hagan por concepto de honorarios,
exagerados o no, la suma de los mismos siempre chocará con la valla del
treinta por ciento (30%).
 Pero en el caso de costas dentro de un proceso no estimable en dinero,
esa valla no existe, y por ello el que pretenda el cobro de los honorarios,
debe explicar conforme al artículo 40 del Código de Ética citado, las
razones que tuvo para estimar esos honorarios, las cuales pueden ser
discutidas por el deudor de las costas; y por ello es criterio de esta Sala,
que tal cobro no pueda realizarse por el procedimiento de estimación e
intimación, previsto en el artículo 23 de la Ley de Abogados, sino
mediante una demanda donde el abogado previa conformación auténtica
de la parte victoriosa, adaptándose al citado artículo 40 del Código de
Ética Profesional del Abogado, explica las razones en que funda sus
honorarios a fin que ellos puedan serle discutidos, procedimiento este
que no lo contemplan los artículos 23 y 24 de la Ley de Abogados….”
 

            Ante el presente criterio, es importante afirmar que efectivamente, y siendo

aplicable al caso bajo análisis, cuando de trate de condenatoria en costas procesales

proveniente de juicios por motivos no estimables en dinero, como lo es el caso del

amparo constitucional, el límite máximo estipulado en el artículo 286 del Código de

Procedimiento Civil, referido a la aplicación de un máximo del 30% del valor de lo

litigado es inaplicable, al considerarse que en la actuación de amparo constitucional no

se litiga objeto o en definitiva ningún derecho apreciable en dinero. Así se establece.

            Ahora bien, cuando el formalizante denuncia que el juez de la recurrida excedió

el límite del 30% del valor de lo litigado y por ende no observó el contenido del artículo

286 del Código de Procedimiento Civil, no tomó en cuenta que el presente caso ocurre

con ocasión a una causa que no es estimable en dinero, pues se trata de intimación de

honorarios profesionales por motivo de las costas procesales que produjo la acción de

amparo constitucional que ejerció y en la cual resultó ganancioso el Ciudadano Daniel

Alberto Figueroa Merchán en contra de la Sociedad Mercantil Seguros Los Andes C.A.

            Bajo esta premisa, el juez de la recurrida no pudo haber aplicado el contenido

del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil al presente caso, al tratarse de una

causa proveniente de una condenatoria en costas mediante acción de amparo


constitucional, no estimable en dinero. En este sentido, no puede existir falta de

aplicación de dicho dispositivo legal denunciado. Así se establece.

            Se afirma una vez mas que el Juez de la recurrida no ha incurrido en el vicio de

falta de aplicación del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil. Y bajo los

argumentos antes señalados, la presente denuncia por infracción de ley, debe ser

declarada Improcedente. Así se decide.


             

DECISIÓN

En virtud de los razonamientos precedentemente expuestos, este Tribunal

Supremo de Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la

República Bolivariana de Venezuela por autoridad de la Ley, declara: SIN LUGAR el

recurso de casación ejercido por el profesional del derecho Jesús Enrique Perera

Cabrera, apoderado judicial de la sociedad mercantil “SEGUROS LOS ANDES,

C.A.”, parte demandada, contra la sentencia de reenvío proferida en fecha 25 de mayo

de 2011, por el Juzgado Superior Cuarto en lo Civil, Mercantil, Tránsito, de Protección

del Niño y del Adolescente, Agrario y Bancario de la Circunscripción Judicial del

Estado Táchira.

Se condena en costas al recurrente, de conformidad con lo previsto en el

artículo 320 del Código de Procedimiento Civil.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Tribunal de la causa, Juzgado

Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción

Judicial del Estado Táchira. Particípese esta remisión al Juzgado Superior de origen, de

conformidad con lo previsto en el artículo 326 del Código de Procedimiento Civil.


Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil del

Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los diecisiete (17) días del mes de abril de

dos mil doce. Años: 201° de la Independencia y 153° de la Federación.

Presidenta de la Sala,
________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta,
_____________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ

Magistrado Ponente,
___________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ

Magistrado,
___________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ

Magistrado,
_______________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

Secretario,
________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES

Exp.: Nº AA20-C-2011-000457.

Nota: Publicada en su fecha a las (     )


 

Secretario,

El Magistrado Antonio Ramírez Jiménez, se permite disentir del criterio

sostenido por la distinguida mayoría sentenciadora, razón por la cual salva su voto, con

fundamento en las siguientes consideraciones:

En la segunda denuncia por defecto de actividad se plantea el vicio de

incongruencia, por omitir la recurrida pronunciamiento sobre alegatos contenidos en la

contestación de la demanda, la cual es desechada por estimarse que ello constituye

alegatos aislados del demandado; es decir, frases alejadas del contenido central del

escrito de contestación. Nos permitimos disentir de este criterio, ya que en el texto de la

contestación, además del rechazo general a la demanda, se sostienen otros argumentos

que debieron merecer por lo menos alguna consideración por parte de dicho fallo, cuales

son los referidos a los conceptos solicitados por los intimantes en cuanto a la relación

causa-efecto de los mismos, ya que esto no puede entenderse como una cuestión aislada,

sino central,  respeto del propio juicio de estimación e intimación intentado. De acuerdo

a lo que se transcribe textualmente en la disentida, se destaca lo que decidió la misma en

relación a las pruebas presentadas por la parte actora, algunas de las cuales no se

aprecian, otras se refieren al problema de la cualidad de la firma del accionante en

amparo, y solo en una se señala que los intimantes brindaron asesoría técnica a la parte

intimada en su condición de abogados. Estimamos que ha debido la sentencia del

superior contener, al menos, un pronunciamiento sobre este argumento del demandado

atinente a los conceptos formulados, mucho más tomando en cuenta las particularidades

y la cuantía del caso. En base a esto existe una falta de pronunciamiento en la ya

referida decisión, por lo cual la Sala ha debido declarar la procedencia de la denuncia.

Queda así expresado el voto salvado del Magistrado que suscribe.


En Caracas, fecha ut-supra.

Presidenta de la Sala,
________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

Vicepresidenta,
_____________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ

Magistrado Ponente,
___________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ

Magistrado,
___________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ

Magistrado,
_______________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

Secretario,
________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES

Exp.: Nº AA20-C-2011-000457.

Secretario,
Exp. N°  2006-000207

SALA DE CASACIÓN CIVIL


Ponencia del Magistrado: ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.

En el juicio por estimación e intimación de honorarios profesionales de

abogado, intentado ante el Juzgado Undécimo de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de

Caracas por el abogado JOSÉ A. SALAVERRÍA A., actuando en su propio nombre y

en defensa de sus derechos e intereses, previa aprobación autenticada de su mandante

ciudadana FRANCESCA MARÍA PUGLISI DE GRASSO, contra el

ciudadano TOMMASO PUGLISI PLATANIA, representado judicialmente por los

abogados Rafael Ángel Briceño y Mónica Citton Marín;  el Juzgado Superior Primero

en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial dictó

sentencia en fecha 14 de noviembre de 2005, mediante la cual declaró: 1°) sin lugar el

recurso procesal de apelación ejercido por la parte demandada contra la sentencia

definitiva dictada por el a quo en fecha 5 de abril de 2005, mediante la cual declaró con

lugar la demanda; 2°) con lugar el derecho a cobrar honorarios profesionales y, en


consecuencia, condenó al demandado a pagar la suma de Bs. 30.000.000,00 a la parte

actora; y, 3°) confirmó el fallo apelado, pero con motivaciones distintas.

El abogado Rafael Ángel Briceño, actuando como co-apoderado judicial del

intimado, anunció recurso de casación que fue declarado inadmisible por auto de fecha

30 de noviembre de 2005. Contra dicho auto denegatorio el precitado abogado recurrió

de hecho por ante esta Sala de Casación Civil, el cual fue declarado con lugar por

sentencia de fecha 17 de febrero de 2006 y, consecuencialmente, admitido y

oportunamente formalizado el recurso de casación. Hubo impugnación y réplica.

Concluida la sustanciación del recurso y cumplidas las demás formalidades

legales, pasa esta Sala a dictar sentencia bajo la ponencia del Magistrado que con tal

carácter suscribe el fallo, en los términos que siguen:

CASACIÓN DE OFICIO
 

De conformidad con lo previsto en el artículo 320 del Código de Procedimiento


Civil, la Sala ejerce la facultad de casar de oficio el fallo recurrido con base en las infracciones
de orden público que ella encontrare, aunque no se las hubiere denunciado. A tal efecto, se
observa lo siguiente:

La presente demanda por estimación e intimación de honorarios profesionales de


abogado tiene su fundamento en la condenatoria en costas que se le impuso al hoy intimado,
ciudadano Tommaso Puglisi Platania, con ocasión del amparo constitucional sobrevenido que
interpuso en el cuaderno contentivo del juicio de tercería intentado contra él y contra la
poderdante del abogado hoy intimante, ciudadana Francesca Puglisi de Grasso, por la empresa
Fábrica de Tacones Venanzi, C.A; de ello se infiere que estamos en presencia de un juicio
mediante el cual se pretenden cobrar las costas impuestas en una acción de amparo
constitucional sobrevenido, que es una acción no estimable en dinero y que, por tanto, se
debe tramitar y sustanciar por el procedimiento establecido en el primer aparte del artículo 22
de la Ley de Abogados, de acuerdo con lo decidido por la Sala Constitucional en su sentencia
N° 320 de fecha 4 de mayo de 2000, caso: C.A. Seguros La Occidental, exp. N° 00-0400, en la
que expresó lo que sigue:

“…Con respecto a los honorarios de los apoderados (abogados) de la parte


gananciosa, los cuales no pueden exceder del treinta por ciento del valor de lo
litigado, esta Sala observa que con respecto a la condena en costas en los
juicios de amparo, el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil no es
aplicable, con la limitación mencionada del treinta por ciento (30%), por lo cual
el que obtuvo la condenatoria favorable en costas, puede encontrarse en dos
situaciones con respecto al rubro honorarios:

…omissis…

b) Que las partes se hicieron representar o fueron asistidos por abogados. Los
honorarios de estos podrán cobrárseles al condenado en costas.

Estos honorarios, que van a ser cobrados a persona ajena a las partes del
contrato de prestación de servicios profesionales que existe entre abogado y
cliente, no pueden fundarse en dicho contrato, que a tenor del artículo 1.166
del Código Civil ni lo beneficia, ni lo perjudica; y la forma de cálculo del monto
de esos honorarios es la señalada en los artículos 39 y 40 del Código de Ética
Profesional del Abogado Venezolano de 3 de agosto de 1985. En especial se
ponderarán las circunstancias del artículo 40 de dicho Código de Ética,
aplicable a cualquier proceso en esta materia, por imperativo del artículo 17
del Código de Procedimiento Civil.

Dada esta estimación fundada en las circunstancias del artículo 40 del Código
de Ética Profesional, y siendo las costas propiedad de la parte beneficiada por
la condena de su contraparte, considera esta Sala, que el procedimiento para
el cobro al perdidoso en el juicio de amparo, no es el establecido en el artículo
23 de la Ley de Abogados, el cual como presupuesto para la intimación de
honorarios, sólo exige que se tomen en cuenta las anotaciones del valor de la
actuación, que haga el abogado al margen de todo escrito o diligencia en que
actúe, o la relación de estas actuaciones en diligencia o documento aparte, sin
que el artículo 24 de la Ley de Abogados requiera se dé cumplimiento en
alguna forma al artículo 40 del Código de Ética Profesional del Abogado.
 

Este procedimiento del artículo 23 de la ley de Abogados está relacionado con


el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, con su limitante de que el
monto de la condena en costas, por honorarios profesionales, no puede
rebasar el treinta por ciento (30%) del valor de la demanda que debe ser
estimada por el actor. De allí que por más anotaciones o estimaciones que se
hagan por concepto de honorarios, exagerados o no, la suma de los mismos
siempre chocará con la valla del treinta por ciento (30%).

Pero en el caso de costas dentro de un proceso no estimable en dinero, esa


valla no existe, y por ello el que pretenda el cobro de los honorarios, debe
explicar conforme al artículo 40 del Código de Ética citado, las razones que
tuvo para estimar esos honorarios, las cuales pueden ser discutidas por el
deudor de las costas; y por ello es criterio de esta Sala, que tal cobro no puede
realizarse por el procedimiento de estimación e intimación previsto en el
artículo 23 de la Ley de Abogados, sino mediante una demanda donde el
abogado previa conformación auténtica de la parte victoriosa, adaptándose al
citado artículo 40 del Código de Ética Profesional del Abogado, explica las
razones en que funda sus honorarios a fin de que ellos puedan serle discutidos,
procedimiento este que no lo contemplan los artículos 23 y 24 de la Ley de
Abogados.

Por ello quien pretende el cobro de estas costas del amparo, en base a un
escrito circunstanciado sobre la razón de los honorarios y previa aprobación de
su cliente, ventilará dicho cobro por el procedimiento establecido en el primer
aparte del artículo 22 de la Ley de Abogados, a pesar que no se trate del cobro
de honorarios por servicios extrajudiciales, el cual reza:

“Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en cuanto al


monto de honorarios por servicios profesionales extrajudiciales, la
controversia se resolverá por la vía del juicio breve y ante el tribunal Civil
competente por la cuantía. La parte demandada podrá acogerse al
derecho de retasa en el acto de la contestación de la
demanda”.  (Resaltado de la Sala).

El artículo 23 de la Ley de Abogados otorga una acción directa de cobro, en


cabeza del abogado contra el condenado en costas, pero no siendo el artículo
23 citado, aplicable al caso, tal acción directa no existe, por lo que hay que
acudir a otra vía, siendo la de mayor semejanza con la situación existente, la
del primer aparte del artículo 22 de la Ley de Abogados…”.    

Sobre el particular, en sentencia N° 959 de fecha 27 de agosto de 2004,

dictada en el juicio seguido por HELLA MARTÍNEZ FRANCO y LUIS ALBERTO

SISO contra el BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA, C.A., expediente Nº 01-

329, esta Sala estableció un nuevo criterio referente al procedimiento idóneo a seguir en

caso de una reclamación de honorarios profesionales derivados de una condenatoria en

costas proveniente de una acción no apreciable  en dinero, como lo es la acción de

amparo constitucional, en los siguientes términos:


“...Ahora bien, retomando el problema planteado en la sentencia del 5 de
noviembre de 1991, esto es, cómo se establece el límite máximo de los
honorarios que la parte condenada en costas debe pagar a su adversaria
cuando el juicio en el que se produjo tal condena, aún cuando era
estimable en dinero, se desconoce ese valor o estimación por la conducta
omisa de las partes en establecerlo, tenemos lo siguiente:
La solución que hasta ahora se ha venido dando a esta situación, esto es,
que el acreedor de las costas debe instaurar un procedimiento ordinario
destinado a dilucidar en definitiva a través de una experticia
complementaria del fallo, el valor del juicio que dio lugar a la imposición
en costas para que entonces ese acreedor proponga su reclamación
conforme al procedimiento descrito precedentemente, es indudablemente
una fórmula lenta, costosa y contraria, en lo que respecta al abogado, al
espíritu de la ley que regula su actividad que previó mecanismos
expeditos para hacer efectivo el cobro de los honorarios a que tiene
derecho por el ejercicio de su profesión....
Ahora bien, la Sala considera que esta solución no se corresponde con los
valores de efectividad y celeridad que, constitucionalmente, inspiran el
proceso judicial venezolano; por tanto, se impone una revisión de la
misma que se corresponda con la realidad actual. En este sentido, ante la
evidente falta de regulación de una situación como la descrita, es decir,
cuál es el límite de la reclamación que tiene el vencedor en costas en un
juicio estimable en dinero que no se haya estimado, la Sala considera
oportuno aplicar por analogía, tal como lo recomienda el artículo 4º del
Código Civil, la solución que se da a los juicios que no son estimables en
dinero...
Entonces, en materia de estado y capacidad de las personas, si hubiere un
juicio contencioso y de él resultare una las partes vencedora en costas,
cuando las reclame al vencido no puede imponérsele limitación distinta a
la prudencia, la moral y la lealtad y la probidad que se deben las partes en
el proceso, pues debe recordarse que las costas tienen una función
netamente restablecedora, lo que en tales situaciones deberá ser
especialmente observado también por los jueces retasadores en caso de
que éstos sean designados, siguiendo con estricto apego las pautas
deónticas que al efecto establece el Código de Ética Profesional del
Abogado Venezolano, cuya observancia es obligatoria conforme al
artículo 1º de la Ley de Abogados, y a riesgo de someterse al
procedimiento disciplinario a que hubiere lugar por su infracción...”.
 

Queda evidenciado, con meridiana claridad, que el criterio de esta Sala de

Casación Civil en relación al cobro de honorarios profesionales derivados de una

condenatoria en costas proveniente de una acción no apreciable en dinero, tiene su base

en circunstancias similares a las destacadas por la Sala Constitucional de este Máximo

Tribunal en la decisión ya transcrita en este fallo.


 
 
Establecido lo anterior, la Sala pasa a precisar lo sucedido en el decurso de este
proceso de la manera siguiente:  una vez agotada la intimación personal y la publicación del
cartel correspondiente, a la parte demandada le fue designado como defensor ad lítem al
abogado Oswaldo Jesús Madriz Roberty en fecha 20 de octubre de 2003 (f. 153, pieza 2/2),
notificado el día 27 de octubre de 2003 (f. 154, pieza 2/2), y juramentado en fecha 29 de
octubre de 2003 (f. 157, pieza 2/2).

En fecha 31 de octubre de 2003, el precitado defensor ad lítem consignó escrito


contentivo de la contestación a la demanda, en el que expresó lo que sigue:

“…Siendo Consignados (sic) en dos (2) folios útiles, copia fotostática del
telegrama y el recibo de consignación en IPOSTEL, enviado en fecha 24 de
Octubre (sic) del año en curso, a la parte demandada, ciudadano, TOMMASO
PUGLISI PLATANIA. Así mismo índico (sic) al Tribunal que a pesar de las
múltiples diligencias efectuadas para lograr comunicarme con mi
representado, no me ha sido posible hasta la presente fecha. En consecuencia,
de lo anterior, ha sido imposible concertar los detalles de su defensa en este
procedimiento.

II

Expuesto como ha quedado que no se han podido establecer los parámetros


de la contestación de la demanda incoada en contra de mi representado y
dejando constancia de que no podré promover las pruebas necesarias
pertinentes para la defensa de mi representado, paso en consecuencia a dar
contestación a la misma en los siguientes términos: Rechazo, niego y
contradigo la demanda en todas y cada una de sus partes, tanto en los Hechos
(sic) como en el Derecho (sic) alegado, y solicito respetuosamente al Tribunal
la declare Sin (sic) Lugar (sic) en la definitiva con los pronunciamientos de ley
correspondientes…”.

Ciertamente, cursa al folio 160 de la segunda pieza de las que conforman el


expediente, copia simple de un telegrama enviado por el defensor ad lítem a la parte
demandada, en fecha 24 de octubre de 2003, de la que se evidencia que el mismo fue
enviado a la siguiente dirección: Edificio Santa Ana, piso 5, oficina 51, Ave. Universidad
de Sociedad a Traposos. Caracas-Venezuela.

Llama la atención de la Sala, que en el libelo de la demanda el actor pide se


intime al demandado en la siguiente dirección: Edificio Grano de Oro, Calle Bolívar,
Municipio Chacao del Estado Miranda; y, posteriormente, en fecha 13 de abril de 2003,
el Alguacil del Tribunal de la causa, ciudadano Javier Rojas, consigna diligencia en la que
manifiesta que se trasladó en varias oportunidades a la referida dirección y a la otra
indicada por el actor “Calle Mohedano, edificio San José, piso 1, apartamento 10,
Chacao”, siendo imposible localizar al demandado. De lo expuesto se infiere que la
dirección utilizada por el defensor ad lítem designado en la presente causa para
defender los intereses del demandado no coincide con ninguna de las que fueron
aportadas por  la parte actora.

En ese telegrama, el defensor ad lítem, abogado Oswaldo Jesús Madriz


Roberty, le comunica a su defendido lo que sigue:

“…Comunicarse: con Oswaldo Madriz al 0412 9961373

Asunto: Defensor Judicial Ad Lítem en juicio que en su contra se sigue en


el Tribunal 11 (sic) de Primera Instancia Civil Mercantil (sic) de Caracas
(sic) Exp. 19323…”.

Respecto a las obligaciones que debe cumplir en sus actuaciones el defensor


ad lítem, en  sentencia N° 33 de fecha 26 de enero de 2004, caso: Luis Manuel Díaz
Fajardo, exp. N° 02-1212,  la Sala Constitucional estableció lo siguiente:

“…El derecho de defensa en el proceso, contemplado como derecho


fundamental en el artículo 49 constitucional, se desarrolla legalmente
mediante varias instituciones, siendo dos de ellas la de la defensoría y la
de la necesidad de la doble instancia (la cual admite excepciones).

La institución de la defensoría se divide en pública, destinada a otorgar


asistencia técnica integral a los imputados en el proceso penal que no
contraten defensores particulares; y en privada, la cual opera en el
proceso de naturaleza civil, bajo diversas figuras como la del defensor de
quien goza de la declaratoria de justicia gratuita, o como la del
defensor ad litem.

Esta última clase de defensoría (ad litem) persigue un doble propósito: 1)


Que el demandado que no puede ser citado personalmente, sea
emplazado, formándose así la relación jurídica procesal que permite el
proceso válido. Desde esta vertiente, la defensa obra incluso en beneficio
del actor, ya que permite que el proceso pueda avanzar y se dicte la
sentencia de fondo.
 
2) Que el demandado que no ha sido emplazado o citado, se defiende, así
no lo haga personalmente.
 

Debido a ese doble fin, el defensor no obra como un mandatario del


demandado, sino como un especial auxiliar de justicia, que por no
pertenecer a la defensa pública, debe percibir del demandado sus
honorarios, así como las litis expensas, tal como lo señala el artículo 226
del vigente Código de Procedimiento Civil. Sin embargo, como tal función
auxiliar no la presta el abogado defensor gratuitamente (a menos que la
ley así lo ordene, como lo hace el artículo 180 del Código de
Procedimiento Civil), si éste no localizare al demandado para que le
facilite las litis expensas o sus honorarios, tales gastos los sufragará el
demandante -quien se beneficia a su vez de la institución- quien podrá
recuperarlos de los bienes del defendido, si éstos existen.

Ahora bien, la función del defensor ad litem, en beneficio del


demandado, es el de defenderlo, el que el accionado pueda ejercer su
derecho de defensa, lo cual supone que sea oído en su oportunidad
legal. De allí, que no es admisible que el defensor ad litem no asista a
contestar la demanda, y que por ello se apliquen al demandado los
efectos del artículo 362 del Código de Procedimiento Civil. El
defensor ad litem ha sido previsto en la ley (Código de Procedimiento
Civil), para que defienda a quien no pudo ser emplazado, no para que
desmejore su derecho de defensa.

Pero debe la Sala, en aras a delinear las relaciones del derecho de defensa
y la función del defensor ad litem, proceder a analizar, como debe
encarar tal función el defensor, a fin de cumplir con ella cabalmente.

En este sentido, la Sala considera que es un deber del defensor ad litem,


de ser posible, contactar personalmente a su defendido, para que éste le
aporte las informaciones que le permitan defenderlo, así como los medios
de prueba con que cuente, y las observaciones sobre la prueba
documental producida por el demandante.

El que la defensa es plena y no una ficción, se deduce del  propio texto


legal (artículo 226 del Código de Procedimiento Civil), que prevé el
suministro de las litis expensas para el defensor, lo que significa que él no
se va a limitar a contestar la demanda, sino que realizará otras
actuaciones necesarias (probatorias, etc.) a favor del demandado.

Lo expuesto denota que para que el defensor cumpla con su labor, es


necesario, que de ser posible, entre en contacto personal con el
defendido, a fin de preparar la defensa.

Para tal logro no basta que el defensor envíe telegramas al defendido,


participándole su nombramiento, sino que para cumplir con el deber que
juró cumplir fielmente, debe ir en su búsqueda, sobre todo si conoce la
dirección donde localizarlo.

A juicio de esta Sala, la lectura del artículo 225 del Código de


Procedimiento Civil, apuntala lo que la Sala destaca como forma de
ejercicio de la función de defensor ad litem. En efecto, dicha norma
dispone que el Tribunal al hacer el nombramiento del defensor dará
preferencia en igualdad de circunstancias a los parientes y amigos del
demandado o a su apoderado, si lo tuviere, oyendo cualquier indicación
del cónyuge presente, si lo hubiere y quisiere hacerla.

Cuando el legislador toma en cuenta que para la designación se prefiere a


los apoderados, a los parientes y amigos del demandado, y se oiga a su
cónyuge (si se tratare de persona natural, casada) lo que se está
significando es que el defensor a nombrarse debe tener interés en la
defensa, debido a sus nexos con el defendido, lo que demuestra que es la
defensa plena la razón de la institución.

Tal norma (artículo 225 del Código de Procedimiento Civil), colide con la
Ley de Abogados (artículo 4), que establece que la representación en
juicio sólo corresponde a abogados en ejercicio, y aunque el defensor ad
litem no es un mandatario; sin embargo, el espíritu de dicha ley especial
-que debe ser respetado- es que la actividad procesal sea efectuada por
abogados en ejercicio, por lo que los parientes y amigos mencionados en
el artículo 225 citado, deben ser abogados para ser defensores, pero por
el hecho de que no lo sean y no se les pueda nombrar, no surge razón
para no consultarlos sobre cuál profesional del derecho será nombrado
defensor, ya que lo que se busca es que quien asuma la defensa tenga
interés en ella.

En el caso de autos, constaba en el expediente laboral la dirección del


demandado, antes de la fecha del nombramiento del defensor. Luego, era
impretermitible que el defensor acudiera a la dirección del defendido a
preparar la defensa, a menos que éste se negare, no bastando a ese fin
enviarle un telegrama notificándole el nombramiento . Si el defensor no
obra con tal diligencia, el demandado queda disminuido en su defensa,
por lo que la decisión impugnada, que no tomó en cuenta tal situación,
infringió el artículo 49 constitucional y así se declara …”. (Resaltado de la
Sala).

En el presente juicio, como antes se señaló, el defensor ad lítem designado


en la presente causa para que defendiera los derechos e intereses del demandado se
limitó a enviarle, a una dirección distinta a las dos que había señalado la parte actora
para los efectos de la citación personal, un telegrama para que éste se pusiera en
contacto con él por vía telefónica; lo que demuestra que dicho defensor, que no es
mandatario del intimado sino que obra como un especial auxiliar de la justicia, no fue lo
suficientemente diligente, pues, si conocía el domicilio de su defendido estaba en la
obligación de ir en su búsqueda con el propósito de localizarlo y así preparar una
verdadera defensa, conducta con la que hubiera dado cumplimiento a la misión que
aceptó y juró cumplir bien y fielmente, como se evidencia de diligencia de fecha 29 de
octubre de 2003 (f. 157, pieza 2/2).

Pero eso no es lo único que se observa en este caso, pues tratándose de una
demanda por estimación e intimación de honorarios profesionales, derivados de una
condenatoria en costas impuesta al hoy demandado en una acción de amparo
constitucional sobrevenido, que se debe tramitar y sustanciar de acuerdo con lo pautado
en el primer aparte del artículo 22 de la Ley de Abogados, como lo estableció la Sala
Constitucional de este Máximo Tribunal, en el acto de contestación a la demanda el
defensor ad lítem ha debido, al menos, acogerse al derecho de retasa en beneficio de su
representado puesto que esa era la única oportunidad que éste tenía para hacerlo.

En consecuencia, por aplicación del criterio jurisprudencial trascrito en este


fallo, resulta evidente que el defensor ad lítem, abogado Oswaldo Jesús Madriz Roberty,
al no haber actuado en el proceso diligentemente, como se le exige a un especial auxiliar
de justicia, lesionó el derecho de defensa de su representado, ciudadano Tommaso
Puglisi Platania, situación que no fue advertida por el juez ad quem en su decisión, por lo
que infringió los artículos 12, 15, 206 y 208 del Código de Procedimiento Civil, al no
ordenar la correspondiente reposición de la causa; con el agravante de que el
prenombrado ciudadano en ambas instancias fue condenado a pagar al actor los
honorarios estimados en el libelo de la demanda, los cuales de ninguna manera fueron
cuestionados por quien estaba obligado a defender sus derechos e intereses. Así se
decide.

En el caso concreto, constando en autos que el demandado está


representado judicialmente por apoderados judiciales, es evidente que no procede la
reposición de la causa al estado en que se le designe nuevo defensor ad lítem sino al
estado en que se encontraba para el día 23 de septiembre de 2003, fecha en la que el
Secretario Accidental del Juzgado del primer grado de la jurisdicción dio cumplimiento a
lo pautado en el artículo 223 del Código de Procedimiento Civil, dejando constancia de
haber fijado el cartel de citación en la morada del demandado. De ese modo se le
permite al demandado ejercer su derecho a la defensa, aportando al proceso las pruebas
que considere pertinentes, además de  tener la oportunidad de acogerse al derecho de
retasa si a bien lo tuviere hacer. Así se decide.

No obstante, tomando en cuenta los alcances de la reposición decretada, en


salvaguarda del derecho de la defensa, la Sala advierte al tribunal de primera instancia
que en definitiva conozca de este proceso, que deberá notificar de su abocamiento a
ambas partes del juicio mediante boleta dejada en el domicilio procesal señalado por
éstas. Así se decide.
 

DECISIÓN

En fuerza de las anteriores consideraciones, este Tribunal Supremo de

Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil,

administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,

declara: 1) CASA DE OFICIO  la sentencia de fecha 14 de noviembre de 2005,

proferida por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito

de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas; 2) REPONE  la

causa al estado en que se encontraba para el día 23 de septiembre de 2003, fecha

en la que el Secretario Accidental del Juzgado del primer grado de la jurisdicción

dio cumplimiento a lo pautado en el artículo 223 del Código de Procedimiento

Civil, dejando constancia de haber fijado el cartel de citación en la morada del

demandado; y 3) declara NULAS  todas las actuaciones habidas en el expediente

con posterioridad a la efectuada en  el precitado día 23 de septiembre de 2003, por

el Secretario Accidental del Juzgado Undécimo de Primera Instancia en lo Civil,

Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial, que cursa al folio

150 de la pieza 2/2 de las que conforman el presente expediente.


 

Dada la naturaleza de la decisión, no hay condenatoria al pago de las costas


del recurso.
 
 

Publíquese, regístrese y remítase el expediente al Juzgado de la causa, Juzgado Undécimo de Primera

Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial. Particípese dicha remisión al Juzgado

Superior de origen, de conformidad con lo previsto en el artículo 326 del Código de Procedimiento Civil.

 
 

Dada,  firmada  y  sellada  en  la  Sala  de  Despacho  de  la Sala de
Casación  Civil  del Tribunal   Supremo  de  Justicia,   en  Caracas,   a  los catorce (14)
días  del mes de noviembre de dos mil seis. Años: 196° de la Independencia y 147° de la
Federación.  

                      Presidente de la Sala,


 

CARLOS OBERTO VÉLEZ

 
Vicepresidenta,
 
_____________________________                              
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
 
 
Magistrado ponente, 
 
 
________________________
            ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
                                                                                                                                 
                          
 
Magistrada,
 
 
__________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
 
 
Magistrado,
 
 
_____________________________
            LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
 
Secretario,
 
 
___________________________
ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ
 
Exped. AA20-C-2006-000207
 
SALA DE CASACIÓN CIVIL
 
 
Exp. Nº AA20-C-2012-000332
 
 

Magistrado Ponente: ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ

 
En juicio por intimación de honorarios profesionales, intentado ante el
Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana Caracas, por el ciudadano CARLOS
BRENDER, representado judicialmente por los abogados Mariela Bolívar y Roberto
Salazar, contra el CONDOMINIO DEL CENTRO COMERCIAL PLAZA LAS
AMERICAS, representados judicialmente por los abogados Frank Petit Da Costa y
Solmeris Cares Rengifo; el Juzgado Superior Octavo en lo Civil, Mercantil, Tránsito y
Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, dictó
sentencia interlocutoria con fuerza de definitiva en fecha 14 de marzo de 2.012,
mediante la cual declaró: 1) Con lugar el recurso de apelación ejercido por el apoderado
judicial de la parte actora contra la decisión de fecha 30 de mayo de 2011, dictada por el
a quo; por vía de consecuencia, revocó la decisión antes indicada, que había declarado
procedente la defensa perentoria opuesta por la representación judicial de la parte
intimada, relativa a la falta de cualidad e interés de la parte intimante, ciudadano Carlos
Brender, y sin lugar la pretensión de estimación e Intimación de honorarios
profesionales.
 

Contra la mencionada sentencia del juzgado de alzada, la representación

judicial de la parte intimada, anunció recurso extraordinario de casación, el cual fue

admitido en fecha 18 de abril de 2.012 y oportunamente formalizado. No hubo

impugnación.

Concluida la sustanciación del recurso de casación y cumplidas las

formalidades legales, se dio cuenta ante la Sala el día 17 de mayo de 2.012,

correspondiendo la ponencia al Magistrado que con tal carácter suscribe el presente

fallo, en los presentes términos:

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD

Con fundamento en el ordinal 1° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, se denuncia la infracción del artículo 243 ordinal 5° eiusdem, por

considerar el formalizante que la sentencia de alzada se encuentra inficionada

de  incongruencia negativa.

     Por vía de fundamentación, el formalizante alega textualmente lo

siguiente:
“…Bajo estas premisas jurisprudenciales, al realizar una lectura del fallo
recurrido se puede observar, sin ningún género de duda, que el
sentenciador de la Alzada omitió todo pronunciamiento sobre el fondo de
la controversia, no se pronunció declarando con o sin lugar la demanda
intentada; no analizó los alegatos del tema decidendum, ni las pruebas
producidas por las partes. Simplemente, la sentencia impugnada se limitó
a señalar que debía revocarse la decisión de primera instancia y allí se
detuvo, sin resolver el mérito de la controversia.
En efecto, ciudadanos Magistrados, el presente proceso se trata de un
juicio de estimación e intimación de honorarios profesionales interpuesto
por el abogado Carlos Brender, quien en escrito libelado presentado el
30.05.2005 por ante el Juzgado Sexto de primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, reclama a mi representada honorarios
profesionales, que dice se generaron por la condenatoria en costas
impuesta por el Juzgado Superior Séptimo en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, en sentencia dictada el 26.02.2003, en el juicio que sigue la
compañía GALERÍAS PUBLICITARIAS PLAZA LAS AMÉRICAS
C.A., contra mi representada, CENTRO COMERCIAL PLAZA LAS
AMERICAS S.A., y consecuencialmente estima sus honorarios en
CIENTO CINCO MIL BOLÍVARES (Bsf. 105.000,00). Es decir, que la
fuente de la obligación por la que se reclama honorarios profesionales a
mi representada es por haber sido vencida en juicio y condenada en
costas.
Ante ese reclamo de honorarios, supuestamente generado en costas, mi
representada alegó (i) la violación del debido proceso en el trámite de la
demanda de honorarios, ya que no se aplicó el régimen que ha
establecido esta Sala en materia de honorarios y consecuente se pidió la
nulidad de la causa o su reposición al estado de que se acordara su
tramitación de acuerdo al criterio jurisprudencial imperante desde el año
1996; (ii) como defensa subsidiaria se alegó (a) la falta de cualidad activa
del estimante en honorarios en vista de haberle sido estos satisfechos por
su cliente, compañía GALERÍAS PUBLICITARIAS PLAZA LAS
AMERICAS S.A., y (b) se negó el derecho también por consideraciones
contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior Séptimo, entre las que
se incluyó fraude procesal. Y (iii) eventualmente se acogió el derecho a
la retasa.
Así quedó trabada la litis.
El 30-05.2011 el Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas dicta sentencia declarando la procedencia de la
defensa perentoria de falta de cualidad activa del abogado estimante de
honorarios y le condena en costas.
Contra esa decisión se alzó la parte actora, impugnándola mediante el
recurso de apelación y oída en ambos efectos, el Juzgado Superior
Octavo en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas, el 14-03-2012 –sentencia recurrida-
dicta su fallo en que si bien declara (i) la legitimidad activa al abogado
estimante, (ii) improcedente la condena en costas, (iii) procedente la
apelación y (iv) revoca la sentencia apelada; no es menos cierto, que deja
al proceso en un limbo cuando (a) omitió todo pronunciamiento
declarando con o sin lugar la demanda intentada, (c) no analizó los
alegatos del tema decidendum, (d) ni las pruebas producidas por las
partes.
Luego, ante ese mutis absoluto, la sentencia recurrida infringe el artículo
243. 5° del Código de Procedimiento Civil (incongruencia negativa), con
esa conducta al omitir todo pronunciamiento sobre el fondo de la
controversia o improcedencia del derecho a cobrar honorarios; no
analizar los alegatos del tema decidendum, ni las pruebas por las partes.
Y así solicito lo declare esta Sala afirmando la procedencia de la presente
delación…”

 
 

Para decidir, la Sala observa:

Alega el formalizante que el juez de alzada incurrió en la infracción del

artículo 243 ordinal 5° del Código de Procedimiento Civil, por no pronunciarse sobre el

fondo de la controversia, es decir, por no declarar con lugar o sin lugar la demanda.

Para verificar las afirmaciones del formalizante, se procede a transcribir

algunos extractos de la sentencia recurrida:


“…Se inició el presente juicio mediante escrito presentado en fecha
30 de mayo de 2005, por el abogado Carlos Brender…, actuando en
su propio nombre y representación, interpuso demanda basada en los
siguientes argumentos:
Que fungió como apoderado judicial de la sociedad mercantil Galería
Publicitaria Plaza Las Américas, en su carácter de parte actora, en el
juicio que por cumplimiento de contrato de arrendamiento, seguía
éste, en contra del condominio del Centro Comercial Plaza Las
Américas y que se sustanciaba en el expediente signado con el N°
3119; que dicho juzgado declaró por sentencia definitiva en fecha 19
de septiembre de 2000, sin lugar la demanda intentada por la que
fuera su mandante… Que contra esta decisión, se interpuso recurso
de apelación, el cual fue declarado con lugar, según sentencia de
fecha 26 de febrero de 2003, por el juzgado Superior Séptimo en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción judicial del
Área Metropolitana de Caracas, quedando de esa manera la sentencia
del a-quo anulada, y consecuencialmente a ello con lugar la
demanda, contra el Condominio del Centro Comercial Plaza Las
Américas.
Que en contra de esa decisión, la representación judicial de la parte
demandada, es decir, Condominio del Centro Comercial Plaza Las
Américas, anunció recurso de casación el cual fue declarado sin
lugar en fecha 29 de julio de 2004, por la Sala de Casación Civil del
tribunal Supremo de Justicia, quedando definitivamente firme la
decisión de fecha 23 de febrero de 2003, dictada por el juzgado
Superior, se condenó en costas al Condominio del Centro Comercial
Plaza Las Américas, resultando la que fuere su mandante totalmente
gananciosa…
Que de conformidad con el artículo 23 de la Ley de abogados, así
como el 24 del reglamento de la ley de abogados, en concordancia
con la previsión del artículo 1.982 del Código Civil acude ante el a-
quo para estimar e intimar los honorarios causados por su
intervención en el referido juicio desde su inicio hasta su declaratoria
definitiva con lugar…
                                                                                             
III
MOTIVACIONES PARA DECIDIR
Corresponde conocer y decidir a esta Alzada, del recurso de
apelación interpuesto en fecha 06 de junio de 2011, por el abogado
Roberto Salazar, inscrito en el Inpreabogado bajo el Nº 66.600, en su
carácter de apoderado judicial de la parte actora, contra la sentencia
dictada en fecha 30 de mayo de 2011, por el Juzgado Sexto de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que
declaró procedente la defensa perentoria opuesta por la
representación judicial de la parte intimada, relativa a la falta de
cualidad e interés de la parte intimante, ciudadano Carlos Brender, y
en consecuencia sin lugar la pretensión de Estimación e Intimación
de Honorarios Profesionales intentada por el abogado antes
mencionado, en contra del Condominio del Centro Comercial Plaza
las Américas.
 
Ahora bien, en base a las exposiciones precedentes y con el fin de
emitir un pronunciamiento ajustado a derecho en el presente recurso,
considera necesario quien aquí juzga traer a colación el contenido del
artículo 49 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela el cual establece que:
 
“… El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y
administrativas; en consecuencia:
 
1.                 La defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables
en todo estado y grado de la investigación y del proceso. Toda
persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se
le investiga, de acceder a la pruebas y de disponer del tiempo y de
los medios adecuados para ejercer su defensa.
Serán nulas las pruebas obtenidas mediante violación del debido
proceso…”.
 
En este sentido, resulta oportuno hacer mención de la sentencia
dictada en fecha 15 de marzo de 2000, Nº 97, por la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, la cual define el
derecho al debido proceso, en los términos siguientes:
 
…Omissis…
 
De lo anterior se desprende, que en efecto, al no tramitarse las causas
que de una u otra forma lleguen a las sedes judiciales del país,
conforme a los procedimientos debidamente establecidos en la
legislación venezolana para ello; estaríamos en presencia de tal
figura, razón por la cual a criterio de quien aquí suscribe el tema de
marras se encuentra enmarcado dentro de las especificaciones
anteriormente señaladas.
 
Observa este Juzgado, que la parte recurrente para fundamentar el
recurso de apelación ejercido, en los informes traídos a los autos se
desprende textualmente lo siguiente:
 
“… En relación a lo anterior, es pertinente que se ponga de relieve
que, aunque el precedente que se invocó se refiere a las demandas
de los abogados contra sus clientes, nada distingue esa situación
de las demandas que interpongan los abogados del vencedor
contra el vencido que hubiere sido condenado en costas, ya que
esta pretensión se rige por las mismas normas, reglas y principios
que la primera (…)
En el caso sub iudice, los honorarios que se intiman en el presente
juicio al CONDOMINIO DEL CENTRO COMERCIAL PLAZA
LAS AMERICAS, son consecuencia del vencimiento de la parte
actora, esto es, GALERIAS PUBLICITARIAS PLAZA LAS
AMERICAS, C.A, cuya representación ejerció mi representado,
en la demanda de cumplimiento de contrato de de arrendamiento
en contra de aquella, habiendo sido condenado en costas la parte
demandada de conformidad con lo previsto en el artículo 274 del
Código de Procedimiento Civil, y los honorarios profesionales
forman parte integrante de las costas, las cuales puede intimar el
abogado de la parte gananciosa independientemente de los
honorarios que haya podido percibir de parte de su cliente (…)
Por lo que respecta a la condenatoria en costas, el a quo incurrió
en falsa aplicación de lo previsto en el artículo 274 del Código de
Procedimiento Civil, y violación de lo previsto en el artículo 49 de
la Constitución, que consagra el derecho a la defensa y la garantía
del debido proceso, conforme a la jurisprudencia emanada de la
Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en
sentencia de fecha 10 de septiembre de 2003, caso: Iraída Carolina
Cabrera Medina, con Ponencia del Magistrado Antonio Ramírez
Jiménez, antes citada, que señala, que el procedimiento de
intimación de honorarios profesionales no puede generar costas en
virtud de que pudiera generar sucesivos juicios intimatorios de la
misma índole, que si bien, en la citada cita jurisprudencial se
refiere al cobro de honorarios múltiples a un mismo intimado
“mutatis mutandi” resulta aplicable el mismo criterio al intimante
en caso de prosperar la oposición, y que se afirma con la
declaración que hace la Sala en la sentencia in comento, cuando
sostiene lo siguiente: “quiere esto decir, que el procedimiento de
intimación de honorarios profesionales no puede generar
condenatoria en costas” y, así pido se declare…”.
 
Ante tal alegato, debe esta Alzada señalar el contenido de la
sentencia de fecha 31 de mayo de 2005, dictada por la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del
Magistrado Antonio Ramírez Jiménez (caso: José Leonardo Chirinos
Goitía contra Seguros Mercantil, C.A.), el cual reitera el siguiente
criterio en cuanto al procedimiento de cobro de honorarios
profesionales de abogado a la parte condenada en costas.
 
…Omissis….
 
En el mismo sentido se pronunció la Sala de Casación Social del
Tribunal Supremo de Justicia en sentencia Nº 446/2000, del 09.11,
caso: Carlos Mosquera Abelairas contra María Amparo Andión de
Trovisco, en la que estableció:
 
…Omissis…
 
En relación con la legitimación ad causam de los abogados para la
incoación de una demanda que pretenda el cobro de honorarios
profesionales a la parte que resultó condenada en costas, la Sala
Constitucional se ha pronunciado en varias oportunidades y, sobre el
punto, tiene establecido que:
 
 
…Omissis…
 
‘En otro veredicto de esta Sala (N° 2.296/07) se señaló:
 
Al no haber casado el fallo recurrido, la Sala Accidental de Casación
Penal dejó incólume la violación de los derechos constitucionales a
la defensa y al debido proceso de la parte recurrente en casación,
obviando el vicio de incongruencia positiva que había sido
denunciado por ésta, fundamentando su decisión en criterios
erróneos, como lo son el de que la falta de cualidad puede ser
declarada de oficio por el Juez y que los abogados no tienen
legitimación ad causam para ejercer una acción directa de cobro de
sus honorarios contra la parte condenada en costas, lo cual juzga esta
Sala contrario al derecho a la tutela judicial efectiva que reconoce el
artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (Cfr. S.s.C. Nº 708/2001, del 10.05, caso: Juan Adolfo
Guevara y otros) por lo que es procedente la revisión solicitada por
infracción de normas constitucionales’.
 
‘En efecto, el artículo 23 de la Ley de Abogados establece:
 
“...Las costas pertenecen a la parte, quien pagará los honorarios a
sus apoderados, asistentes o defensores. Sin embargo, el abogado
podrá estimar sus honorarios y pedir la intimación al respectivo
obligado, sin otras formalidades que las establecidas en esta
Ley...”. (Resaltado añadido).
 
‘Por su parte el artículo 24 del Reglamento de la Ley de Abogados
dispone:
 
“...A los efectos del artículo 23 de la Ley se entenderá por
obligado, la parte condenada en costas...”
 
De las normas transcritas se colige que los abogados tienen
legitimación ad causam o cualidad para ejercer una acción directa
para el cobro de honorarios a la parte perdidosa condenada en costas,
lo cual ha sido reconocido por la jurisprudencia de forma casi
pacífica y reiterada. Así, en sentencia del 15 de diciembre de 1994,
dictada en el juicio de Jesús Alfredo Moreno La Cruz contra C.A.
Electricidad de Caracas, expediente N° 93-672, la Sala de Casación
Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia, ratificada en sentencia
de esa misma Sala RC-00282 de 31 de mayo de 2005, caso: José
Leonardo Chirinos Goitía contra Seguros Canaima, C.A., expediente
Nº 03-1040…’ (Resaltado del Tribunal).
 
Del análisis concatenado de las dos disposiciones contenida en las
jurisprudencias transcritas, se deduce claramente que la Ley de
Abogados atribuye a los profesionales del Derecho una pretensión
directa para el cobro de sus honorarios profesionales que sean
causados por sus actividades en el desarrollo de un proceso
(judicial), contra la parte que resulte vencida y condenada al pago de
las costas; es decir, a la parte contraria a su patrocinado que hubiese
sido totalmente derrotada en un juicio; en tal sentido, observa quien
aquí decide que la pretensión es para el cobro directo de los
honorarios profesionales, no para el cobro de la totalidad de las
costas de la cual forman parte aquéllos, pues, en ese caso, si
carecerían de legitimación ad causam o cualidad, en consecuencia,
forzoso es para esta Alzada declarar que el abogado Carlos Brender
si tiene legitimación ad causam para intentar la presente acción. Y
ASI SE DECIDE.
 
Por otra parte, evidencia este Juzgado que el Juez de Instancia señala
en su dispositiva, lo siguiente: “…Por la naturaleza del presente fallo
se condena en costas a la parte accionante por resultar totalmente
vencida en la presente sentencia…”, para lo cual la parte quien ejerce
el recurso de apelación, aduce que el A-quo incurrió en falsa
aplicación de lo previsto en el artículo 274 del Código de
Procedimiento Civil, y violación al artículo 49 de la Constitución,
que consagra el derecho a la defensa y la garantía al debido proceso.
 
La doctrina ha sostenido unánimemente, que las costas procesales
son una condena accesoria que, como uno de los efectos del proceso,
le son impuestas a la parte que hubiere resultado vencida en la litis,
y, aunque la ley no las define claramente, comprenden todas las
erogaciones hechas por la parte vencedora con ocasión del juicio, así
como los honorarios profesionales de los abogados que intervinieron
en su nombre
 
Al respecto, considera esta operadora de justicia traer a colación la
sentencia dictada por la Sala de Casación Civil, del Tribunal
Supremo de Justicia, de fecha 10 de septiembre de 2003, de la cual
se desprende:
 
‘… En el caso bajo estudio, se advierte que el 3 de julio de 1996, el
abogado Hernán Carvajal Morales intentó una demanda de cobro de
honorarios profesionales extrajudiciales contra la ciudadana Iraída
Carolina Cabrera Medina, que fue decidida en fecha 9 de junio de
1997, mediante sentencia proferida por el Juzgado Superior Segundo
en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores (sic)
de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, en la que
declaró: 1°) sin lugar la apelación interpuesta por el abogado
intimante contra el fallo del a quo que declaró la perención de la
instancia en fecha 19 de diciembre de 1996; 2°) sin lugar la adhesión
a la apelación formulada por la parte intimada; 3°) sin lugar la
demanda de estimación e intimación de honorarios profesionales
incoada por el referido abogado; y, 4°) condenó en costas a la parte
intimante, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 274 y
281 del Código de Procedimiento Civil (folio 396, 1ª pieza del
expediente).
Contra la mencionada decisión de alzada, el abogado intimante
anunció recurso de casación que fue declarado perecido por auto N°
13, dictado por esta Sala en fecha 5 de febrero de 1998.
Ahora bien, en fecha 24 de febrero de 1999, la abogada Josefa
Bolivia Santana Sandoval, apoderada judicial de la ciudadana Iraída
Carolina Cabrera Medina, con fundamento en la condenatoria en
costas habida en el referido juicio de cobro de honorarios
profesionales extrajudiciales, introdujo una nueva demanda de cobro
de honorarios profesionales contra el otro intimante, ahora intimado.
Es de hacer notar que, en cuanto a los honorarios y las costas en el
procedimiento de intimación de honorarios, en sentencia N° 284,
dictada el 14 de agosto de 1996, en el juicio de Carmen Rosa López
Barrios contra La Industrial Entidad de Ahorro y Préstamo, esta Sala
dejó sentado el criterio siguiente: “...Esta Sala comparte plenamente
el criterio de la recurrida, acerca de que ‘el procedimiento de
intimación de honorarios no puede generar honorarios, pues ello
excedería el límite que el legislador ha establecido para el cobro de
honorarios y haría interminable el procedimiento, lo que resultaría
ilógico e ilegal, por lo que el abogado intimante no tiene derecho al
cobro de los honorarios que ha intimado contra La Industrial Entidad
de Ahorro y Préstamo’, porque admitir la tesis de la formalizante
significaría perpetuar los procedimientos de estimación e intimación
de honorarios, al caso en que cada intimación de honorarios se podría
hacer una nueva intimación de honorarios y así sucesivamente. Esta
tesis debe rechazarse por ilógica, antijurídica y antiética...”.
(Resaltado y subrayado de este Tribunal).
No hay duda que el caso que se examina encuadra, por vía analógica,
con el de la jurisprudencia transcrita, pues la recurrida fue dictada en
un procedimiento de estimación e intimación de honorarios
profesionales de abogado, derivado de la condenatoria en costas
efectuada en un juicio anterior de la misma naturaleza, vale decir, de
estimación e intimación de honorarios profesionales de abogado.
Es evidente que, un procedimiento de estimación e intimación de
honorarios profesionales, no puede generar sucesivos juicios
intimatorios de la misma índole. Quiere esto decir, que el
procedimiento de intimación de honorarios profesionales no puede
generar condenatoria en costas, caso contrario, serían procedimientos
interminables que darían lugar a que el abogado intimante pudiese
cobrar honorarios múltiples a un mismo intimado. En razón de lo
anterior, al admitirse el segundo juicio de estimación e intimación de
honorarios profesionales, con base en la condenatoria en costas
efectuada por el tribunal superior que conoció del primer juicio, se
configuró la infracción del artículo 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela que consagra el derecho a la
defensa y la garantía del debido proceso.
Este derecho a la defensa y la garantía del debido proceso, se vieron
conculcados al permitirse la admisión de un segundo juicio de
intimación de honorarios profesionales, generado por el primer
proceso de igual índole.
Por tanto, en el dispositivo de este fallo se casará de oficio sin
reenvío la recurrida, se decretará la inadmisibilidad de la presente
demanda, y se anularán todas las actuaciones habidas en el
expediente, relacionadas con el presente juicio…’.
 
Mediante sentencia de fecha 08 de agosto de 2006, la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, caso Gerardo
Augusto Nieves Pirela vs. Eliseo del Carmen García, con Ponencia
del Magistrado Luís Antonio Ramírez, estableció lo siguiente:
 
‘…El formalizante delata que el Juez de Alzada incurrió en la
infracción del artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, por
falsa aplicación, por cuanto el mismo omitió el pronunciamiento
respectivo sobre la condenatoria en costas, basándose en una
decisión de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia que según su criterio no es aplicada al caso concreto (…)
Seguidamente, con la finalidad de corroborar lo expuesto por el
formalizante en la presente denuncia, esta Sala se permite transcribir
extractos de la Alzada:
“…Punto previo Segundo: El apoderado de la parte accionante, en
los informes en esta alzada, solicita el pronunciamiento sobre las
costas de la instancia; el solicitante en su escrito señala:
‘SEGUNDO: condene en costas a la parte recurrente de conformidad
con el artículo 281 del Código de Procedimiento Civil, y se
pronuncie sobre las costas generadas en la Primera Instancia, ya que
ELICEO DEL CARMEN GARCÍA, ejerció medios de defensa e
impugnación y la sentencia hoy recurrida omitió dicho
pronunciamiento…’ (Negrillas del texto).
(…) Al respecto, la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, en decisión de fecha 07 de noviembre de 2003, en el juicio
seguido por los abogados Ramona Uzcategui Contreras y Carlos
Torres Sequera, contra Nelly María Sciacchitano Caruso, por cobro
de honorarios profesionales, señala: “La Sala de Casación Civil ha
estableado que el límite del 30 % contenido en el artículo 286 del
Código de Procedimiento Civil, se aplica en el caso del abogado que
intima honorarios a la parte contraria, vencida y condenada en
costas, pero no en la situación del abogado que intima honorarios en
su propio cliente, pues esta intimación no requiere en condena en
costas alguna y puede ser llevada a cabo en cualquier estado y grado
del proceso, no viéndose regulada por el límite que establece el
artículo 286 eiusdem, aunque sí persiste el derecho del intimado a
acogerse a la retasa. (Negrillas y subrayado de la Sala).
…Omissis…
(…) Este Superior Tribunal, de acuerdo al criterio reiterado de
nuestro máximo Tribunal, concluye que la solicitud de pago de
costas hecha por el abogado accionante en el presente caso no es
procedente, en virtud de que el demandante está intimando
honorarios profesionales a su propio mandante, por lo que mal podría
esta alzada condenar al pago de dichas costas. Así se resuelve…”.
Así las cosas, queda evidenciado en la precedente trascripción que si
bien es cierto, el Juez de Alzada, basa su decisión conforme al
criterio jurisprudencial de la Sala de Casación Civil (fecha
07/11/2.003, caso: Ramona Uzcategui Contreras y Carlos Torres
Sequera contra Nelly María Sciacchitano Caruso, RC00679/ Fallo
02-105), exponiendo su criterio, en el sentido de afirmar que en el
procedimiento de intimación e estimación de honorarios
profesionales no es idóneo plantear la solicitud de condenatoria en
costas por no ser procedente, no observa la Sala que la recurrida
hubiere dado aplicación al contenido del artículo cuya falsa
aplicación fue delatada, pues al contrario, señala que el mismo no es
aplicable cuando la intimación y estimación fuere realizada por el
mandatario contra su mandante como en el caso bajo análisis.
Por tal razón al no haber aplicado la recurrida la norma cuya falsa
aplicación fue delatada por el formalizante, debe necesariamente la
Sala proceder a desechar la presente denuncia. Así se decide…’.
 
Así las cosas, considera quien aquí suscribe, que si bien es cierto que
el artículo 23 de la Ley de Abogados manifiesta que las costas
pertenecen a la parte quien pagará los honorarios, no es menos cierto,
que de las jurisprudencias antes transcritas, las cuales han sido
reiteradas por nuestro Máximo Tribunal, señalan que en los juicios
por estimación e intimación de honorarios profesionales no puede
haber imposición a costas a la parte perdidosa, bien sea que se trate
de costas del proceso o de costas derivadas de cualquier otro recurso
ordinario o extraordinario que se haya intentando durante el recurso
del juicio, porque ello daría lugar a que los procedimientos de este
tipo se hicieran interminables o perpetuos, permitiendo que el
abogado intimante pueda cobrar honorarios múltiples a un mismo
intimado, de tal manera que dicha pretensión excedería el límite que
el legislador ha establecido para el cobro de honorarios y haría
interminable el procedimiento, lo que resultaría ilógico e ilegal, por
cuanto al admitir la condenatoria en costas significaría eternizar los
procedimientos de estimación e intimación de honorarios; en tal
sentido, y en aplicación a las jurisprudencias antes descritas, no hay
cabida a la condenatoria en costas, razón suficiente para declarar con
lugar el recurso de apelación ejercido por el abogado Roberto
Salazar, inscrito en el Inpreabogado bajo el Nº 66.600, quien actúa
en su carácter de apoderado judicial de la parte actora. Y ASI SE
DECIDE.
 
IV
DISPOSITIVO
Por las razones antes expuestas, este Juzgado Superior Octavo en lo
Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas, administrando justicia en nombre
de la República Bolivariana de Venezuela y por Autoridad de la Ley,
declara:
 
PRIMERO : CON LUGAR el recurso de apelación interpuesto, en
fecha 06 de junio de 2011, por el abogado Roberto Salazar, inscrito
en el Inpreabogado bajo el Nro. 66.600, en su carácter de apoderado
judicial de la parte actora, contra la sentencia dictada en fecha 30 de
mayo de 2011, por el Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas.
 
SEGUNDO: SE REVOCA la sentencia dictada por el Juzgado Sexto
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, dictada
en fecha 30 de mayo de 2011.
 
Dada la naturaleza del fallo no hay condenatoria en costas de
conformidad con lo establecido en el artículo 283 del Código de
Procedimiento Civil…”.

De la anterior transcripción de la recurrida, queda evidenciado que el juez

de alzada se pronunció respecto de los siguientes puntos:

-Falta de cualidad de la parte intimante, declarada con lugar por el a quo. Al

respecto, el ad quem evidenció que el abogado Carlos Brender si tiene legitimación ad

causam para intentar la presente acción.

-Condenatoria en costas por parte del juzgador a quo. La parte apelante

alegó que el juez de la causa incurrió en la falsa aplicación del artículo 274 del Código

de procedimiento Civil, al respecto el ad quem declaró que en materia de estimación e


intimación de honorarios profesionales no hay condenatoria en costas, pues en ese

supuesto se harían interminables o perpetuos los procedimientos, en consecuencia,

declaró con lugar la apelación ejercida por el abogado Roberto Salazar.

           

Como consecuencia de todo ello, el ad quem declaró en su dispositivo, con

lugar la apelación y revocada la decisión apelada de fecha 30 de mayo de 2011, dictada

por el Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de

la Circunscripción de la del Área Metropolitana de Caracas.

Por ende, efectivamente como lo asienta el formalizante, la recurrida no

decidió el fondo de la controversia. No se pronunció declarando la procedencia o

improcedencia del derecho a cobrar honorarios; no analizó los alegatos del thema

decidendum ni las pruebas producidas por las partes. Simplemente, la sentencia

impugnada se limitó a señalar que debía revocarse la decisión de primera instancia

y allí se detuvo, sin resolver el mérito de la controversia.


Es decir, la sentencia cuestionada revocó el fallo de primera instancia, pero
en lugar de resolver el fondo de la litis como lo ordena el artículo 209 del Código de
Procedimiento Civil, acordó enviar el expediente a primera instancia para que este
último Tribunal decidiera el mérito de la controversia. El Juez Superior, al detectar
vicios en la sentencia apelada, debe anularla y proceder a conocer y decidir el problema
de fondo planteado por las partes, de no hacerlo,  contraviene el artículo 12 del Código
de Procedimiento Civil, por no atenerse a lo alegado y probado en autos e incumplir con
los requisitos del 243 del Código Procedimiento Civil, específicamente en el caso, el
ordinal 5º del citado artículo, ya que la sentencia impugnada no contiene un
pronunciamiento expreso, positivo y preciso respecto a la suerte de la litis, e igualmente
viola el artículo 209 antes citado.
 
En virtud de lo antes expuesto el juez en reenvío deberá pronunciarse sobre
el fondo de la litis de conformidad con el artículo 209 del Código de Procedimiento
Civil; asimismo se le indica al sentenciador de reenvío que resulte competente, que
deberá tomar en consideración a los fines del fallo que profiera, la sentencia N° 235, de
dictada por esta sala en fecha 1° de junio del 2011, expediente 10-204, juicio: Javier
Ernesto Colmenares Calderon contra Carolina Uribe Vanegas dictada por esta, que
prevé nuevos lineamientos  para las decisiones en juicios de intimación de honorarios
profesionales, siempre y cuando verifique previamente que tal doctrina resulta aplicable
al caso.
 
 Igualmente, la Sala considera hacer un llamado de atención al Juez de
Alzada, por reponer la causa erróneamente al quo, a fin de que éste resolviera el fondo
de la controversia, no cumpliendo con lo dispuesto en el artículo 209 del Código de
Procedimiento Civil que impone categóricamente el deber de pronunciarse sobre el
fondo, lo cual actúa en desmedro de la celeridad procesal con el consecuente desgaste
de la jurisdicción.
 
Por todo ello, la presente denuncia fundamentada en el vicio de
incongruencia negativa debe declararse procedente. Así se decide.
 
Por encontrar la Sala procedente una denuncia de las descritas en el ordinal
1º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, se abstiene de conocer las
restantes delaciones contenidas en el escrito de formalización, en acatamiento del
precepto normativo consagrado en el artículo 320 eiusdem. Así se decide.
 
 
DECISIÓN
 
En mérito de las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de
Justicia en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara CON LUGAR el recurso
de casación interpuesto por la representación judicial por el abogado Frank Petit Da
Costa del CONDOMINIO DEL CENTRO COMERCIAL PLAZA LAS
AMERICAS, contra la sentencia de fecha 14 de marzo de 2012, dictada por el Juzgado
Superior Octavo en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, En consecuencia, se declara
la NULIDAD del fallo recurrido y se REPONE la causa al estado de que el Juez que
resulte competente, dicte nueva sentencia, sin incurrir en el vicio que dio lugar a la
nulidad del fallo.
 
Queda de esta manera CASADA, la sentencia impugnada.
           

Publíquese, regístrese y remítase el expediente al Juzgado Superior antes


referido, todo de conformidad con lo establecido en el artículo 322 del Código de
Procedimiento Civil en concordancia con el artículo 326 eiusdem.

Dada,  firmada  y  sellada  en  la  Sala  de  Despacho  de  la  Sala de

Casación Civil  del Tribunal Supremo de  Justicia, en   Caracas, a los veintidós (22) días

del mes de noviembre de dos mil doce. Años: 202º de la Independencia y 153º de la

Federación.
 
Presidenta de la Sala,
 
 
 
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA
Vicepresidenta,
 
 
_________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
Magistrado Ponente, 
 
 
 __________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado,
 
 
______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
Magistrado,
 
 
_______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
Secretario,
 
 
_____________________________
CARLOS WILFREDO FUENTES
 
RC N° AA20-C-2012-000332
NOTA: Publicada en su fecha, a las
 
Secretario,
 
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Ponencia del Magistrado:  ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.

En el juicio por estimación e intimación de honorarios iniciado ante el Juzgado


Quinto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial
del Área Metropolitana de Caracas por los abogados HELLA MARTÍNEZ FRANCO y LUIS
ALBERTO SISO, contra la sociedad de comercio BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA, C.A.,
representada por los abogados Pablo Solórzano Araujo, Rosa Ana Díaz Fermín, Yaritza
Zambrano Liscano, Marcel Zeppenfeldt Pedauga, Adriana La Salvia Tovar, Orlando Gutiérrez
Gutiérrez, Brenda Chacón Pineda, Marlene Morales Vaamonde, Maria Elisa Suárez Castro,
Alejandra Carolina Lattasa Guerrero, María Srour, Kama Karin Galíndez Datica, Franklin
Oswaldo Sequera Madrid, Gismer Espinoza Bonilla, Nadezhda González, Luis Alberto Sevilla
Terán y Alfredo José Centeno; el Juzgado Superior Quinto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito
de la misma Circunscripción Judicial, conociendo del recurso de hecho propuesto por la parte
actora contra el auto dictado por el a quo que negó la apelación interpuesta contra la
sentencia dictada por el Tribunal de Retasa constituido que declaró no tener materia sobre la
cual decidir sobre los honorarios estimados e intimados, dictó sentencia el día 26 de
septiembre de 2000 la cual declaró sin lugar el aludido recurso de hecho por cuanto las
decisiones de retasa, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 28 de la Ley de Abogados
son inapelables.

 
Contra este fallo de alzada la parte actora anunció recurso de casación, el cual, una vez admitido, fue

oportunamente formalizado. No hubo impugnación.

Cumplidos los trámites de sustanciación, siendo la oportunidad para decidir, lo hace esta Sala, bajo la

ponencia del Magistrado que con tal carácter suscribe el presente fallo, previas las siguientes consideraciones:

CASACION DE OFICIO
 

-I-
 

Con  fundamento  en  la  decisión  dictada  por  esta  Sala  de  Casación

Civil  de  fecha  24  de  febrero  de  2000,  en  la que se expresa, que  podrá

casar  de  oficio  los  fallos  sometidos  a  su  consideración,  para  lo cual sólo es necesario que se detecte en ellos infracción

de orden público y constitucionales como lo señala el artículo 320 del Código de Procedimiento Civil, ateniéndose siempre a

los postulados del artículo 23 del Código de Procedimiento Civil, se hacen las siguientes consideraciones:

La decisión recurrida en casación, se dictó con ocasión de un recurso de hecho interpuesto ante la negativa

de admisión de la apelación, ejercida por la parte actora contra la sentencia dictada por el Tribunal de Retasa constituido, que

declaró no tener materia sobre la cual decidir con respecto a los honorarios profesionales estimados, pues no constaba en

autos la estimación de la demanda que dio lugar a los aludidos honorarios profesionales.

La referida decisión del Tribunal de Retasa arribó a tal conclusión, con base en lo dispuesto en el artículo 286

del Código de Procedimiento Civil, que limita el monto que por honorarios profesionales ha de pagar el condenado en costas,

estableciendo que al no haberse estimado la demanda de la cual se derivaron los honorarios reclamados, los abogados

demandantes debían acudir al procedimiento ordinario a fin de dejar demostrado  tal cuantía, para entonces hacer efectiva su

pretensión.

 
Por su parte, la recurrida negó el recurso de apelación contra la mencionada decisión, haciendo suyos los

razonamientos de la decisión apelada y por considerar que el artículo 28 de la Ley de Abogados que establece la

inapelabilidad de las decisiones de retasa abarca cualquier decisión dictada por el Tribunal de Retasa sin importar su

naturaleza. En efecto, la recurrida estableció lo siguiente:

 
“...Alegan los recurrentes que el Tribunal Retasador solo (sic) tenía competencia exclusiva para cuantificar
los honorarios y a lo cual se encuentra circunscrito su ámbito de poder decisorio, pero cuando el Tribunal
Retasador, invade la competencia del Juez Natural y decide materias vinculadas a la pertinencia del derecho
a cobrar honorarios, declarando no tener materia sobre la cual decidir, declarando su nulidad y reponiendo
la causa al estado de que se vuelva a intentar la estimación e intimación de honorarios profesionales por
ante un Tribunal ordinario, violó los límites de su competencia.-
 
Considera este Juzgador que para que el Tribunal de Retasa pueda cuantificar los honorarios estimados e
intimados, la causa en la cual se producen los honorarios reclamados,debeestimarse,esprecisamenteesa cuantificación
la cual va a permitir al Tribunal de Retasa en su caso, proceder a establecer si los honorarios estimados e
intimados se encuentran dentro de los parámetros que la propia Ley establece y en consecuencia aplicar la
retasa; por supuesto al omitirse la estimación bien de la demanda, bien de cualquier actuación realizada en
el proceso primario, ello imposibilita el cumplimiento de su labor al momento de constituirse y decidir el
Tribunal de Retasa, como efectivamente así sucedió.-
 
Ahora bien, establece el artículo 28 de la Ley de Abogados en su parte in fine que:
 
‘Las decisiones de retasa son inapelables’.-
 
En el caso de autos, es evidente que el Tribunal de Retasa se pronunció en el sentido de que no tenía
materia sobre la cual decidir y la norma transcrita es específica y contundente al establecer la inapelabilidad
de decisiones (sic) de retasa, sea cual fuere la naturaleza de la misma, por esta razón las apelaciones contra
las sentencias de retasa son improcedentes...”.
 

En síntesis, la recurrida estableció dos pronunciamientos de especial trascendencia: I) que la falta de

estimación de la demanda en el juicio principal que da lugar a la estimación de honorarios derivados de la condena en costas,

impone que se establezca previamente, a través del procedimiento ordinario, la cuantía de dicho juicio para que,

posteriormente, se puedan demandar tales honorarios profesionales y así poder aplicar la limitación que en tal supuesto

impone el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil; y II) que las decisiones dictadas por el Tribunal de Retasa son

inapelables sin importar su naturaleza o contenido.

Los anteriores pronunciamientos de la recurrida se encuentran en armonía con los criterios que hasta ahora

ha venido desarrollando de manera  constante en esta Sala de Casación Civil, tal como se expondrá posteriormente; sin

embargo, se considera oportuno revisarlos nuevamente a la luz de la Constitución, procurando garantizar los principios de

celeridad, eficacia y prevalencia de la justicia material sobre las formas no esenciales que ella postula. A tales fines, se

examinaran en el mismo orden expuesto, pero por separado, ambos pronunciamientos.

- II -
En  lo  que  respecta  a  la  necesidad  de  acudir  al  procedimiento ordinario  para  establecer  la  cuantía

del  juicio principal, cuando éste no hubiere sido estimado, para entonces, poder liquidar y repetir del condenado en costas

una suma por honorarios profesionales que no exceda del treinta por ciento del valor de lo litigado, este pronunciamiento se

encuentra respaldado por el criterio pacífico y consolidado de la Sala desde la sentencia de fecha 5 de noviembre de 1991,

reiterado, entre otras, en las sentencias de fecha 15 de octubre de 1992, 6 de abril de 1994 y 27 de julio de 1994,

estableciéndose en esta última lo siguiente:


 
“...Por otro lado y en relación con el punto en análisis, la Sala,
extremando sus deberes, considera necesario ratificar la doctrina de la
Sala, de fecha 15 de octubre de 1992, en cuanto a la vía procesal
adecuada para estimar e intimar honorarios, cuando no se ha estimado el
valor de la cosa demandada.
 

En efecto, reiteró la Sala en fallo de fecha 6 de abril de 1994, lo siguiente:

‘La materia de costas está íntimamente relacionada con los honorarios de


abogados en caso de cobro de los mismos a la parte vencida, y, por ende
también, con el valor de lo litigado.

Esto se evidencia claramente del artículo 286 del Código de Procedimiento


Civil, el cual establece que las costas que deba pagar la parte vencida por
honorarios profesionales al abogado de la parte contraria, no excederán, ‘en
ningún caso’, del treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado.

Esta Sala de Casación Civil, en recientes decisiones, ha reiterado su criterio en


el sentido de que la estimación del valor de la demanda, es imprescindible
para determinar el límite en el cobro de honorarios que deber pagar la parte
vencida a su parte contraria, al concluir el juicio.

Así, en sentencia de fecha 05 de noviembre de 1991, la Sala dijo:

La estimación del valor de la demanda en los juicios en los cuales no conste su


valor, pero sea apreciable en dinero, es elemento importante en el juicio por
cuanto producen determinadas consecuencias jurídicas, entre las cuales
pueden citarse las siguientes:"
a) Limita el cobro de honorarios que deberá pagar la parte vencida a su parte
contraria al concluir el juicio (artículo 286 del Código de Procedimiento Civil)
"...".

El precepto legal que regula la estimación del valor de la demanda que no


conste, pero sea apreciable en dinero, es el artículo 38 del Código de
Procedimiento Civil, el cual dice:

‘Cuando el valor de la cosa demandada no conste, pero sea apreciable en


dinero, el demandante la estimará’:

El demandado podrá rechazar dicha estimación cuando la considere


insuficiente o exagerada, formulando al efecto su contradicción al contestar la
demanda. El Juez debe decidir sobre la estimación en capítulo previo en la
sentencia definitiva.

Cuando por virtud de la determinación que haga el Juez en la sentencia, la


causa resulte por su cuantía de la competencia de un Tribunal distinto, ser
éste quien resolver sobre el fondo de la demanda, y no ser motivo de
reposición la incompetencia sobrevenida del Juez ante quien se propuso la
demanda originalmente’.

Dicha disposición legal es complementada por el artículo 39 ejusdem, el cual


establece:

‘A los efectos del artículo anterior, se consideran apreciables en dinero todas las
demandas, salvo las que tienen por objeto el estado y la capacidad de las
personas’.

Y es en razón de esa importancia que la normativa procesal le atribuye a la


estimación de la demanda apreciable en dinero cuyo valor no conste, que el
indicado artículo 38 ha consagrado la posibilidad legal de que el demandado
rechace la estimación formulada por el actor, cuando la considere insuficiente o
exagerada. Tal rechazo debe hacerse en el escrito de contestación de la
demanda, y deberá el juzgador resolver el punto sobre la estimación, en
capítulo previo en la sentencia definitiva’. En el mismo fallo, más adelante
puntualizó la Sala:

‘Desde luego, aparece como lógica y jurídica la idea de ocurrir al juicio


ordinario, ante la falta de estimación de la demanda y la necesidad de fijar los
honorarios de abogado que debe pagar la parte condenada en costas, pues
conforme al artículo 338 del Código de Procedimiento Civil ‘las controversias
que se susciten entre partes en reclamación de algún derecho, se ventilarán
por el procedimiento ordinario, si no tienen pautado un procedimiento
especial’.

Tal juicio ordinario se dirige a superar el escollo de la falta de


estimación. Y en el escrito mediante el cual se proponga la demanda que
dará comienzo a dicho juicio, deberán los ahora abogados estimantes e
intimantes fijarle un valor al proceso en el que se causaron los
honorarios cuyo valor se pretende. Este valor, una vez que quede
definido y fijado en la sentencia que se dicte en el nuevo proceso
ordinario que se inicie, servirá, justamente de base, para la aplicación del
límite máximo que, por concepto de honorarios de abogados de su
contraria, debe pagar la parte condenada en costas, a tenor de lo
dispuesto en el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil.
Igualmente dicho valor servirá de base a los eventuales retasadores,
quienes en todo deberán ser constituidos para que realicen su actividad
de cuantificación de los honorarios causados, por la vía de una experticia
complementaria del fallo que ponga fin al proceso ordinario ya referido.
 
Con el criterio que se acoge, se concilian los intereses y derechos que el
ejercicio de la profesión da al abogado, conforme al artículo 22 de la Ley de
Abogados, a percibir honorarios por los trabajos judiciales y extrajudiciales que
realice, con el derecho del deudor de dichos honorarios a no pagar una cantidad
que exceda el límite legal fijado en el citado artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil...".

Conforme al precedente jurisprudencial transcrito, cuando un juicio  en el  que  se  ventilare

una  controversia  estimable  en  dinero,  una de las partes resultare condenada en costas, si se hubiere    omitido tal

estimación, el acreedor a tales costas debe acudir al procedimiento ordinario   para   que   en   él   se   establezca  la  cuantía

de dicho juicio, a través de una experticia complementaria del fallo, para que entonces pueda hacer valer ese crédito,

conciliando de esta manera el derecho de dicho acreedor para hacer efectivo el derecho que le fue reconocido en la
condenatoria en costas de su adversario y el derecho del condenado en costas a que la suma que deba pagar por tal concepto

no exceda del treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado.

Ciertamente es posible, y no de poca ocurrencia, que a pesar del mandato expreso del artículo 38 del Código

de Procedimiento Civil, el demandante omita estimar el valor de su demanda y el demandado nada diga al respecto en su

contestación, de manera que, aun cuando lo litigado sea apreciable en dinero, se desconozca su valor. En estos casos, cuando

finaliza la controversia y una de las partes resulta condenada en costas, se plantea, a los efectos del artículo 286 del Código de

Procedimiento Civil, cómo se ha de establecer el monto máximo que a título de honorarios profesionales ha de pagar el

condenado en costas. El criterio jurisprudencial transcrito ofrece una solución a esa situación; sin embargo, nada dispone con

respecto a las controversias no apreciables en dinero.

La  Sala,  con  ocasión  de  la  entrada  en  vigencia  de  la Constitución  de  la  República Bolivariana de

Venezuela, ha venido reexaminando  sus  criterios  con  respecto  a  la  interpretación  que se le ha dado a diversas normas

que integran el ordenamiento jurídico, adaptándolas a los valores y principios que ella postula. En este sentido, los artículos

26 y 257 de la Constitución impregnan al proceso judicial de valores fundamentales, entre otros, la eficacia y la celeridad.

Ahora bien, es incuestionable la función social que para el abogado representan sus honorarios

profesionales, pues en ellos encuentra la remuneración que como contraprestación de sus servicios tiene derecho conforme

al artículo 22 de la Ley que rige su ejercicio. De allí que la Ley haya dispuesto de vías procesales expeditas para hacer efectivo

ese derecho, las que variarán según la naturaleza de sus actuaciones judiciales o extrajudiciales.

Así, la Ley de Abogados dispone que el procedimiento para obtener el reconocimiento del derecho del

abogado a percibir honorarios profesionales causados por actuaciones extrajudiciales se desarrolle por los cauces del

procedimiento breve, mientras que el correspondiente a las actuaciones judiciales, se hará según la oportunidad en que se

demanden los honorarios, como si se tratare de una incidencia innominada en el expediente en que se hubieren cumplido

tales actuaciones, o a través de un juicio autónomo, según la doctrina establecida por la Sala en sentencia de fecha 11 de

diciembre de 2003, exp. 01-112; (Mercedes Yasmina Molina Velasco contra Paltex, C.A).
Especial atención merece en esta oportunidad el procedimiento correspondiente para hacer efectivo el

cobro de honorarios profesionales judiciales, pues su desarrollo, de acuerdo al artículo 22 de la Ley de Abogados y al artículo

22 de su Reglamento, necesariamente, se verifica en dos fases distintas, una declarativa y otra estimativa.

En efecto, la controversia que exista entre el abogado y su cliente con respecto al derecho de aquél a cobrar

honorarios profesionales se seguirá conforme al artículo 386 del Código de Procedimiento Civil derogado, cuyo texto se

corresponde con el artículo 607 del mismo Código vigente, para que, una vez establecido el derecho pretendido por el

abogado, entonces éste pueda estimar e intimar el valor que considera apropiado por las actuaciones cumplidas y cuyo

derecho fue reconocido, dando lugar entonces a la fase estimativa del procedimiento.

Obsérvese que aun cuando la pretensión del abogado es autónoma e independiente de lo litigado en el

juicio en el que prestó sus servicios, ésta se desarrolla como si se tratare de una incidencia, en cuaderno separado al

expediente en el que se cumplieron tales actuaciones. Como se indicó anteriormente, la primera fase del procedimiento está

destinada especialmente a establecer si el abogado tiene o no derecho a percibir honorarios por las actuaciones que al efecto

señale; por tanto, no es necesario que el abogado que pretenda el reconocimiento de su derecho, de una vez estime el valor

de sus actuaciones, pues tal actividad, a la letra del  artículo  22 del Reglamento de la Ley  de

Abogados  está  reservada  para  una  oportunidad distinta, esto es, una vez que se encuentre firme la decisión que declare el

derecho del abogado a percibir sus honorarios profesionales. No obstante lo anterior, a los mismos efectos establecidos en el

artículo 38 del Código de Procedimiento Civil, el abogado deberá estimar prudencialmente el valor de su demanda.

Entonces, conforme a las disposiciones que se examinan (artículos 22 de la Ley de Abogados y 22 de su

Reglamento), el  abogado que tenga una controversia con su cliente con respecto a su derecho a percibir sus honorarios por

actuaciones judiciales, mediante escrito presentado en el expediente en el que se encuentren tales actuaciones judiciales,

hará valer su  pretensión declarativa en la  que señale las actuaciones de las que se dice acreedor. El Tribunal, por su parte,

desglosará el escrito y formará   un  cuaderno  separado si es tramitado incidentalmente y, de acuerdo a la letra del artículo

607 del  Código de Procedimiento Civil (correspondiente al artículo 386 del mismo Código derogado) emplazará al demandado

en tal pretensión (antiguo cliente) para el día siguiente a su citación,  la que  se  verificará en

la  forma  ordinaria,  a  fin  de  que,  a  título  de contestación, señale lo que a bien tenga con respecto a la reclamación del
abogado, y hágalo o no, el Tribunal resolverá lo que considere justo dentro de los tres días siguientes, a menos  que considere

que existe algún hecho  que probar,  en  cuyo caso, en vez de  resolver la controversia, abrirá  una articulación probatoria de

ocho días para luego resolverla al noveno, es decir, al día siguiente del vencimiento de los ocho días.

Debe observarse que la decisión del Tribunal en esta fase del procedimiento, sea que se dicte dentro de los

tres días siguientes al emplazamiento, sea que se dicte después de vencida la articulación probatoria, sólo puede juzgar sobre

el derecho del abogado a percibir honorarios por las actuaciones judiciales en las que dice haber participado, bien como

representante o como asistente, sin que pueda declarar la confesión ficta del demandado, pues tal sanción no está

expresamente prevista para el caso concreto. Dicha decisión, conforme lo tiene establecido reiteradamente esta Sala de

Casación Civil, es apelable libremente, y la sentencia que la resuelva es recurrible en casación conforme a los límites propios

de este recurso previstos en el artículo 312 del Código de Procedimiento Civil.

En todo caso, el trámite en segunda instancia y en lo sucesivo se corresponde con el del procedimiento

ordinario ante la falta de regulación expresa en la Ley al respecto y por aplicación de lo dispuesto en el artículo 22 del mismo

Código.

De  acuerdo  al  artículo  22  del  Reglamento  de  la  Ley de Abogados, una vez que concluye la primera fase

del procedimiento, la declarativa, se dará inicio a la segunda fase del procedimiento, esto es, la estimativa. En esta fase es que

el abogado estimará sus honorarios profesionales, siempre y cuando, obviamente, hubiere obtenido el reconocimiento

judicial del derecho a percibir honorarios profesionales por cada una de las actuaciones que ha de estimar, pues en definitiva

cada una constituye título suficiente e independiente generador de derecho.

En lo sucesivo el trámite seguirá, conforme a lo dispuesto en los artículos 25 al 29 de la Ley de Abogados y,

conforme al artículo 22 del Código de Procedimiento Civil, por las normas de este Código en todo lo que no constituya

especialidad así como respecto a la ejecución. Esto es, hecha la estimación de las actuaciones por el abogado, el Tribunal

intimará en la forma ordinaria al deudor para que dentro de los diez días siguientes se acoja al derecho de retasa. De no hacer

uso de ese derecho el intimado, los honorarios estimados quedarán firmes y de hacerlo se procederá en la forma prevista en

la Ley para la designación de los jueces retasadores y posterior pronunciamiento de la correspondiente decisión.

 
Obsérvese que esta segunda fase,  la  estimativa,  constituye  un

precedente   legal   del  Procedimiento  por  Intimación  incorporado  al  Código de Procedimiento Civil en su  reforma de 1986,

pues en ambos el demandado es intimado para que dentro de los diez días siguientes, se oponga al procedimiento monitorio

o se acoja al derecho de retasa en este especial  procedimiento, con el apercibimiento que, de no hacerlo, quedará firme el

decreto intimatorio o las sumas estimadas por el abogado según el caso.

Por mandato expreso del artículo 23 de la propia Ley de Abogados, cuando el abogado pretenda reclamar

honorarios profesionales al condenado en costas, deberá seguir el mismo procedimiento  correspondiente al que debe

instaurar cuando ha de reclamar los honorarios a su cliente por actuaciones judiciales. Sin embargo, a diferencia de la

reclamación que hace el abogado a su cliente por honorarios profesionales, que no tienen otra limitación que la prudencia y

los valores morales del abogado que los estima y la conciencia de los jueces retasadores, en caso de constituirse el

correspondiente Tribunal, los honorarios profesionales que a título de costas debe pagar la parte vencedora a su adversaria,

no pueden exceder del treinta por ciento (30%) del valor de lo litigado.
 

Por su parte, en lo que respecta al procedimiento judicial que ha de seguirse para hacer efectivo el cobro de

honorarios profesionales por actuaciones extrajudiciales, como se dijo anteriormente, éste se tramitará de acuerdo a las

pautas del procedimiento breve establecido en el Código de Procedimiento Civil; sin embargo, a diferencia del

correspondiente a actuaciones judiciales, el abogado deberá estimar de una vez en su demanda el valor que considere

prudente por cada una de las actuaciones que afirme haber realizado, por lo que el demandado, en la contestación, aparte de

hacer valer las defensas que estime convenientes, deberá preclusivamente acogerse al derecho de retasa si no está de

acuerdo con la estimación hecha.


 

Por tanto, cuando se está en presencia del procedimiento judicial para hacer efectivo el cobro de honorarios

profesionales causados en actuaciones extrajudiciales, ante la omisión del demandado en acogerse al derecho de retasa en la

contestación, o eventualmente, la propia falta de comparecencia de éste a tal acto, el juez que establezca el derecho, también

se pronunciará con respecto a la estimación hecha, ateniéndose a lo establecido por el demandante, sin necesidad de que se

produzca la segunda fase del procedimiento, típica del correspondiente al que se suscita por efecto de actuaciones judiciales.

 
Ahora bien, retomando el problema planteado en la sentencia del 5 de noviembre de 1991, esto es, cómo se

establece el límite máximo de los honorarios que la parte condenada en costas debe pagar a su adversaria cuando el juicio en

el que se produjo tal condena, aun cuando era estimable en dinero, se desconoce ese valor o estimación por la conducta

omisa de las partes en establecerlo, tenemos lo siguiente:

La solución  que  hasta  ahora  se  ha  venido  dando  a  esta  situación,  esto  es, que el acreedor de las costas

debe instaurar un procedimiento   ordinario   destinado   a  dilucidar,  en  definitiva  a  través  de una experticia

complementaria del fallo, el valor del juicio que dio lugar a la imposición en costas para que entonces ese acreedor proponga

su reclamación conforme al procedimiento descrito precedentemente, es indudablemente una fórmula lenta, costosa y

contraria, en lo que respecta al abogado, al espíritu de la Ley que regula su actividad que previó mecanismos expeditos para

hacer efectivo el cobro de los honorarios a que tiene derecho por el ejercicio de su profesión.

Obsérvese que una vez que quede definitivamente firme la sentencia que imponga la correspondiente

condenatoria en costas, el acreedor deberá demandar en juicio aparte, por los trámites del procedimiento ordinario, el

establecimiento del valor de lo litigado en el procedimiento que dio lugar a la condenatoria en costas. Este segundo juicio,

probablemente tendrá dos instancias y, si la cuantía lo permite, recurso de casación. Luego, conforme a lo dispuesto en la

referida sentencia de 1991, posteriormente reiterada en varias ocasiones, habrá de practicarse una experticia

complementaria del fallo, con la designación de los expertos necesarios, cuyo dictamen, de ser impugnado, provocará un

pronunciamiento del juez el cual será apelable libremente y, según el caso, también será recurrible en casación.

Aun   si  todos  los  lapsos  procesales  se  cumplieran  a  cabalidad,

no   se   decretara   alguna  reposición  ni  hubiere  casación  múltiple, obviamente se trataría de un procedimiento que

tomaría tiempo en ser resuelto para que, entonces, una vez que se establezca la cuantía de aquél juicio, el acreedor de las

costas pueda proceder a reclamarlas. Aunado a la evidente ineficacia práctica de esta solución se suman problemas

colaterales como las costas que genere el segundo juicio y cual será la cuantía del mismo, esto es, si la cuantía del segundo

juicio será la misma de aquél cuya cuantía se busca establecer o podría ser una distinta.

 
Ahora bien, la Sala considera que esta solución no se corresponde con los valores de efectividad y celeridad

que, constitucionalmente, inspiran el proceso judicial venezolano; por tanto, se impone una revisión de la misma que se

corresponda con la realidad actual. En este sentido, ante la evidente falta de regulación de una situación como la descrita, es

decir, cuál es el límite de la reclamación que tiene el vencedor en costas en un juicio estimable en dinero que no se haya

estimado, la Sala considera oportuno aplicar por analogía, tal como lo recomienda el artículo 4° del Código Civil, la solución

que se da a los juicios que no son estimables en dinero.

Así, de acuerdo al artículo 39 del Código de Procedimiento Civil, no se consideran apreciables en dinero las

demandas sobre estado y capacidad de las personas, sin embargo existen procedimientos de tal especie de carácter

contencioso en los que existe condenatoria en costas, tal como sucede en el juicio de divorcio. Ahora bien, en estos casos en

los que la demanda no es apreciable en dinero, cómo podría aplicarse la limitación establecida en el artículo 286 del Código de

Procedimiento Civil, cuánto vale el divorcio de una persona o su separación de cuerpos; obviamente que en estos casos no es

posible aplicar una limitación cuantitativa a los honorarios que se deben al vencedor en costas con base al valor de la

demanda pues ésta no existe.

Desde el punto de vista procesal, imponer esta limitación en condenas en costas derivadas de juicios sobre

estado y capacidad de las personas es tan absurda como que se exija al demandante de una resolución de un contrato

celebrado verbalmente que cumpla con el requisito establecido en el ordinal 6° del artículo 340 del Código de Procedimiento

Civil, esto es, que produzca el instrumento fundamental de la demanda, puesto que, obviamente, conforme a la propia

declaración de la parte, tal instrumento no existe ya que la relación contractual que pretende resolver, simplemente no se

instrumentó.

Entonces, en materia de estado y capacidad de las personas, si

hubiere  un  juicio  contencioso  y  de  él  resultare  una  de las partes vencedora en costas, cuando las reclame al vencido no

puede imponérsele limitación distinta  a la  prudencia, la moral y la lealtad y probidad que se deben las partes en el proceso,

pues debe recordarse que las costas tienen una función netamente restablecedora, lo que en tales situaciones deberá ser

especialmente observado también por los jueces retasadores en caso de que éstos sean designados, siguiendo con estricto

apego las pautas deónticas que al efecto establece el Código de Ética Profesional del Abogado Venezolano, cuya observancia
es obligatoria conforme al artículo 1° de la Ley de Abogados, y a riesgo de someterse al procedimiento disciplinario a que

hubiere lugar por su infracción.

Así, volviendo al caso de la demanda que, a pesar de ser apreciable en dinero, no hubiere sido estimada, la

Sala debe hacer las siguientes precisiones adicionales:

La estimación de la demanda es una carga procesal que tiene el litigante, pues su omisión puede acarrear

consecuencias desfavorables, como podría ser la imposibilidad de acceder al recurso de casación, aun cuando, eventualmente

el valor intrínseco de lo litigado supere la cuantía necesaria al efecto. Obsérvese que el desarrollo que el Código de

Procedimiento Civil ofrece al respecto, no describe la estimación de la demanda como una obligación ni tampoco como un

mero deber.

Sin  embargo,  el hecho de que en el mencionado Código se

establezca   que  incumbe  al  demandante  estimar  el  valor  de  su  demanda, no significa que se trate de una carga exclusiva

de éste, pues el demandado puede efectivamente provocar tal estimación, bien proponiendo una cuestión previa en la que

plantee el defecto de forma del libelo de demanda por tal omisión, o proponiendo él la estimación que considere oportuna al

caso concreto en su contestación de la demanda, e incluso, cuando se hubiere estimado la demanda, puede impugnarla por

exagerada o exigua. Por tanto, la estimación de la demanda y, en consecuencia, el establecimiento cierto del valor de lo

litigado es carga de ambos litigantes.

Ahora bien, desde el momento en que un justiciable entra en juicio desconoce cuál va a ser su desenlace,

esto es, si va a triunfar o no; no obstante, dada la necesaria asistencia jurídica de la que debe ser provisto por mandato

expreso del artículo 4° de la Ley de Abogados, se presume que conoce que los efectos naturales del proceso son: La cosa

juzgada y las costas, las que ha de pagar en caso de que pierda el juicio. Así, el litigante sabe que puede fracasar en la litis y

que, si así ocurre, será condenado al pago de las costas, independientemente de que aparezca en el proceso como

demandante o demandado.

 
Por  tanto,  el  litigante  que  deliberadamente  o  por simple

negligencia  omita  velar  por  el  justo  y  oportuno  establecimiento  del valor de

lo  litigado,  se  expone  a  que,  de  resultar  vencido  en  la  controversia con la consecuente condenatoria en costas, no sólo

vea limitado su acceso al recurso de casación, sino también, en lo que al tema atañe, no pueda excepcionarse a la estimación

que por  honorarios profesionales le proponga su adversario vencedor en   costas  con la limitación que establece el artículo

286 del Código de Procedimiento Civil, pudiendo entonces el abogado hacer valer su derecho directamente, sin agotar un

procedimiento previo y mediante la vía indicada en la presente decisión.

De esta forma la Sala establece que la limitación establecida en el artículo 286 del Código de Procedimiento

Civil, no es oponible por la parte condenada en costas en los juicios sobre estado y capacidad de las personas, ni en aquellos

en los que aun siendo estimables, las partes hubieren incumplido con su carga procesal de establecer  oportunamente el valor

de lo litigado. Con la solución que ahora se adopta, la Sala adapta su criterio al nuevo texto constitucional y lo armoniza

igualmente con el espíritu de la Ley de Abogados en el sentido de proveer al profesional del

derecho  de  medios  expeditos  para hacer efectivo su derecho. De esta forma, la Sala abandona  expresamente su criterio

sostenido en su sentencia del 5 de  noviembre  de 1991,  así  como  en cualquier otra en que se lo hubiere hecho valer.

-III-

Ahora bien, establecido lo anterior, la Sala considera igualmente oportuno reexaminar su criterio con

respecto a la interpretación que ha dado del artículo 28 de la Ley de Abogados, según el cual, las decisiones de retasa son

inapelables. En este sentido, es de vieja data la sentencia que de manera categórica negó la apelación a las decisiones que se

dicten en la fase estimativa del procedimiento. En efecto, en sentencia de fecha 3 de agosto de 1967, la Sala estableció el

siguiente criterio:

 
“...porque de conformidad con el artículo 28 de la vigente Ley de
Abogados, ya en vigor para la fecha en que el Juez de la causa dictó su
expresado auto, ‘las decisiones de retasa son inapelables’. Es de advertir
que este dispositivo legal se refiere no sólo a la sentencia de retasa
propiamente dicha, sino también a cualquier otra clase de decisión
recaída en incidencias conexas con esa materia y entre las cuales aparece
expresamente contemplada en el citado artículo 28, la que surge con la
fijación de los honorarios de los retasadores y de la oportunidad para que
sean consignados por la parte interesada. La disposición legal comentada
es terminante al negar la apelación contra las decisiones de sobre retasa,
y aunque no lo fuera, bastaría una simple consideración lógica para
llegar a la misma conclusión, pues sería un absurdo jurídico que la ley
no diera apelación contra el fallo de retasa propiamente tal, donde pueden
aparecer involucradas cantidades de un monto considerable y la
concediera para revisar una situación de menor entidad como lo es la
fijación de los emolumentos de los retasadores...”.
 
 

El  anterior  criterio ha  sido  reiterado  en  numerosos  fallos  dictados por esta Sala de Casación Civil, entre

otros el pronunciado el 19 de julio de 2000, incluyéndosele argumentos adicionales como el elemento

interpretativo   gramatical, según el cual, al estar redactada en plural la disposición legal, debe entenderse que la negativa de

apelación se entiende para la sentencia de retasa propiamente dicha como para las dictadas durante esa fase del

procedimiento. Sin embargo, en decisión de fecha 31 de enero de 1978, reiterando un precedente de  fecha 25 de marzo de

1976, la propia Sala de Casación Civil sostuvo un criterio diferente, el cual fue el siguiente:

 
“...Por último, en cuanto a la infracción del artículo 28 de la Ley de Abogados
por considerar la recurrida que ‘la decisión dictada unipersonalmente por el
Juez de la Primera Instancia, era una decisión sobre retasa, y de que, en virtud
de que la parte in fine del artículo 28 de la mencionada Ley la decisión era
inapelable’, corre al folio cuarenta (40) decisión de esta Corte de fecha 25 de
marzo de mil novecientos setenta y seis (1976), por la cual al decidir el recurso
de hecho ejercido contra el Auto (sic) de veintisiete (27) de octubre de mil
novecientos setenta y cinco (1975), se estableció la siguiente jurisprudencia que
hoy se reitera que modificó jurisprudencia del 3-8-67. ‘No es correcto el auto del
Juez de la alzada que denegó la admisibilidad del recurso de casación
anunciado contra la sentencia dictada en la incidencia de cobro de honorarios
profesionales dicha, por la que declaró que no tenía materia sobre la cual
decidir, en razón de que la de primera instancia era inapelable, porque si bien,
a tenor de lo estatuido en el artículo 28 in fine de la Ley de Abogados, las
sentencias sobre retasa son inapelables, lo cierto es que la sentencia contra la
cual se anunció el recurso de casación no participa de esta naturaleza, pues la
dictada en Primera Instancia que dio lugar a la recurrida en casación, no fue
por el Tribunal Retasador, y se refiere únicamente a un punto de derecho,
como es la cuestión de que por no haber consignado oportunamente los
honorarios de los retasadores, debe entenderse renunciado el ejercicio del
derecho de retasa, pedimento formulado por la contraparte.
Consiguientemente por dar la recurrida un alcance que no contiene el artículo
28 de la Ley de Abogados y considerar inapelable la sentencia de Primera
Instancia y decir que por ello careció de materia sobre la cual decidir, infringió
la mencionada disposición...”. (Subrayado de la Sala)
 

Ahora bien,   nuevamente  la  Sala entra a reexaminar su actual

criterio,  el  que  se  corresponde  con  el  establecido  el 3 de agosto de 1967, con  vista

a los valores establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

En este sentido, debe tomarse en cuenta que el derecho a la doble instancia

en materia penal es un derecho humano reconocido por la Convención Interamericana

de Derechos Humanos, el cual ha sido ampliado a todo proceso judicial por Sala

Constitucional de este Tribunal Supremo de Justicia, tal como aparece en la sentencia

dictada el15 de marzo de 2000, en el procedimiento seguido por el ciudadano ISAÍAS

ROJAS ARENAS, siendo que la apelación es el medio a través del cual se patentizan

ese derecho fundamental, toda interpretación que se haga en tal  sentido debe hacérsela

de manera progresiva, esto es, procurando la solución que aparezca más garantista de

ese derecho tal como lo ordena el artículo 23 de la propia Constitución.


 

 
 

Por tanto, la previsión contenida en el in fine del artículo 28 de la Ley de


Abogados constituye una evidente limitación al referido derecho fundamental, lo que

impone revisar cual debe ser su verdadero alcance.


 

La   Sala   considera  que  las  “decisiones  de  retasa”  a  que se

refiere  la  norma,  excluidas  de  apelación,  sólo  se  remiten a las dictadas por

el  Tribunal  Retasador  constituido  por  sus  tres miembros, y cuyo contenido

sea   el   desarrollo   de   la   única competencia que legalmente tienen establecida, esto

es, estimar si el valor que el abogado ha fijado a sus

actuaciones  es  aceptable  o  no,  y  en caso de considerarlo exagerado, reducirlo al

monto que estimen justo y equitativo.

 
 

La  razón  por  la  que  este  tipo de decisiones es inapelable es

simple,   y  es  que  la  función  que  ejercen  los  retasadores,  quienes

responden   a   una   función   social   y gremial, aun cuando son abogados,

dictan  una  decisión  de  equidad  antes  que  de derecho, pues a ellos se les

pide  que  determinen,  con  base  a  la  escala axiológica descrita en el Código

de  Ética  del  Abogado Venezolano y a su conciencia, la justeza de los

honorarios   a   que   aspira un abogado por el ejercicio de su profesión.

Entonces,  la  decisión  de  retasa  no  juzga sobre hechos  ni  sobre derecho, sino sobre

los valores éticos involucrados con el ejercicio profesional y,

particularmente,   sobre   el   quantum que con base en tales valores debe dársele a

determinadas actuaciones cumplidas por el abogado.


 
 

De  allí  que  las  decisiones  de  retasa  al  igual  que  la de los

árbitros,  arbitradores  o de equidad, tal como lo dispone el artículo 624 del

Código  de  Procedimiento  Civil,  son  inapelables;  y,  por  similares razones,

son  irrecurribles  en  casación  las  decisiones  dictadas  conforme  a  la  equidad, tal
como lo establece el artículo 312 del mismo código.
 
 

En consecuencia, las decisiones dictadas en la fase estimativa del

procedimiento para hacer efectivo el cobro de los honorarios profesionales por parte del

abogado, o de retasa, dictadas por el juez unipersonal o por el órgano colegiado que se

designe al efecto, serán apelables de acuerdo con las reglas ordinarias  establecidas en el

Código de Procedimiento Civil, esto es, según el  agravio y el carácter de la decisión de

que se trate, salvo las decisiones de retasa propiamente dichas, esto es, aquellas que se

limiten  a  establecer exclusivamente el valor de las actuaciones estimadas por


el  abogado, las  que,  por  mandato expreso del in fine del artículo 28 de la Ley de

Abogados, son inapelables.


 

De esta forma la Sala abandona nuevamente su criterio

establecido  en  sentencia  de  fecha 3 de agosto de 1967, así como en cualquier otra

sentencia en que lo hubiere hecho valer, y retoma, en los

términos   expuestos  en  esta  decisión, el  criterio  establecido  en su sentencia de

fecha  25 de marzo de 1976 y reiterado en el fallo de fecha 31 de enero de 1978.


 
 

Ahora bien, en el caso concreto, la recurrida negó el recurso de apelación

contra la decisión dictada por  el Tribunal  de  Retasa que estableció que, dada la falta

de estimación del juicio en el que se produjo la condena en costas que originó la

reclamación por honorarios profesionales, los abogados  estimantes debían acudir al

procedimiento ordinario a fin de establecer previamente tal cuantía para entonces poder

hacer efectivo su derecho derivado de la aludida condenatoria en costas.


 
 

Conforme ha quedado expuesto, la referida decisión no sólo deja de

responder a la esencia y competencia natural y exclusiva del Tribunal de Retasa, sino


que, además, con respecto a los abogados demandantes, pone fin a su actual

procedimiento, pues de acuerdo con su dispositivo, éstos tendrán que proponer

nuevamente su demanda por los cauces del procedimiento  ordinario. Por tanto, la

recurrida  aplicó falsamente el artículo 28 de la Ley de Abogados para negar la

apelación ejercida,  negó  al formalizante el ejercicio de su derecho a recurrir el fallo

apelado con el evidente  menoscabo a su derecho a la defensa lo que permite a la Sala

casar de oficio el fallo recurrido en uso d la facultad que le confiere el artículo 320 del

Código de Procedimiento Civil.


 
 
Aunado a lo anterior, con base en los mismos principios de eficacia,

celeridad y prevalencia de la justicia sobre las formas no esenciales, a fin de evitar

reposiciones inútiles, como sería en el presente caso  la  reposición de la causa al estado

de que el Juzgado Superior que

resulte  competente  admita  la  apelación  ejercida  por  la  parte actora, para que luego,

conforme al criterio establecido en la presente decisión, finalmente se revoque la

decisión apelada cuya  ilegalidad ha sido constatada con ocasión del presente recurso de

casación; la Sala, de conformidad con lo dispuesto en el  artículo  322  del Código de

Procedimiento Civil, casa de oficio el fallo recurrido,  declara la nulidad de la decisión

dictada por el Tribunal de Retasa el día 11 de abril de 2000 y repone la causa al estado

de que dicho Tribunal efectivamente retase los honorarios estimados por la parte actora

cuyo derecho fue reconocido por sentencia definitivamente firme. Así se decide.-
 

DECISIÓN
 

Por  las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de


Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República  Bolivariana de Venezuela y
por autoridad de la ley, CASA DE OFICIO la  sentencia dictada por el Juzgado Superior Quinto
en lo  Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, en fecha 26 de septiembre de 2000. En consecuencia se declara la nulidad de la
decisión dictada por  el Tribunal de Retasa el día 11 de abril de 2000  y repone la causa al
estado de que dicho Tribunal efectivamente retase los honorarios estimados por la parte
actora y cuyo derecho fue reconocido por sentencia definitivamente firme.
 

Publíquese, regístrese y remítase el expediente al Juzgado Quinto de

Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del

Área Metropolitana de Caracas. Particípese esta remisión al Juzgado de origen ya

mencionado.
 
                      Dada,  firmada  y  sellada en  la

Sala  de  Despacho  de  la  Sala de  Casación Civil del Tribunal

Supremo  de  Justicia,  en  Caracas a los veintisiete (27) días del mes de agosto del dos

mil cuatro. Años: 194° de la Independencia y 145° de la Federación. 


SALA CONSTITUCIONAL
MAGISTRADO-PONENTE: JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
 

El 11 de agosto de 2000, la abogada CORNELIA B. RUIZ,  inscrita en


el Inpreabogado bajo el Nº 26.569, actuando en su propio nombre interpuso
ante el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, acción de amparo
constitucional contra la sentencia dictada el 5 de junio de 2000, por el Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial.
 
El 25 de agosto de 2000, el Juzgado Superior Sexto en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, que conoció en virtud de la distribución de ley, dictó sentencia, y
el 31 del mismo mes y año, ordenó remitir a esta Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, el expediente a los fines de la consulta
obligatoria establecida por el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales.

El 8 de septiembre de 2000, se recibió el expediente en este Supremo


Tribunal, se dio cuenta en Sala y se designó como ponente al Magistrado
que, con tal carácter, suscribe el presente fallo.

 
Efectuada la lectura del expediente se pasa a dictar sentencia, previas
las siguientes consideraciones:

 
I
ACCIÓN DE AMPARO

La presente acción de amparo fue ejercida de conformidad con los


artículos 1, 2, 4, 6, 7, 13, 18 y 23 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, en concordancia con los artículos 21,
25, 26, 27, 49 y 87, de la Constitución vigente, consagratorios de los derechos
a la igualdad, al acceso a los órganos de administración de justicia, al amparo,
al debido proceso y al trabajo, respectivamente, contra la sentencia dictada el
5 de junio de 2000, por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas.
 

La accionante, en su escrito, señaló lo siguiente:

1.- Que, en el procedimiento de estimación e intimación de honorarios


iniciado por ella contra el ciudadano FRANCOIS TARTAK, el Juzgado Cuarto de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito, actuando como
Tribunal Retasador, determinó -en la decisión accionada-como monto
máximo a cobrar, la suma de sesenta mil bolívares (Bs. 60.000,00), y acordó
la indexación de dicho monto desde el 1º de octubre de 1996 hasta el 5 de
junio de 2000.

2.- Que esa decisión adolece del vicio de inmotivación, al no contener


los motivos de hecho y de derecho en que se fundamentó dicho juzgador
para establecer el monto antes indicado, contraviniendo así lo dispuesto en
los artículos 12, 243 ordinal 4º y 254 del Código de Procedimiento Civil.

 
            3.- Que “(e)l Juez incurrió en el vicio de reforma (sic) in peius, es decir,
me desmejoró en lo solicitado en el libelo de demanda por Estimación e
Intimación de Honorarios Profesionales Judiciales, se me está violando el
derecho a la defensa, por cuanto el Juez a-quo no le exigió al Juez
retasador  que yo nombré su ponencia (sic), se le canceló Trescientos Mil
Bolívares (Bs. 300.000,00), ...omissis... no justificó su ponencia, por cuanto la
misma no consta en el expediente Nro. 90-292, ni riela a los autos, no tuvo
ninguna exposición, ni motivación para defender el pago de mis honorarios
por lo tanto me violaron el derecho a la defensa, es decir, el Juez retasador
cobró por firmar la ponencia del otro Juez retasador que si consta en autos,
dejándome en estado de indefensión tanto el Juez a-quo como el Juez que me
representó, y el Juez a-quo convalidó esta irregularidad, incurriendo al no
hacerlo en el juicio (sic) de inmotivación, violando así igualmente el Artículo
244 del Código de Procedimiento Civil...”.

4.- Que, para el cálculo de la indexación, debió fijar como fecha de


inicio enero de 1985, oportunidad en la cual fue interpuesta la demanda de
interdicto de obra nueva contra el ciudadano FRANCOIS TARTAK JABBOUR.

5.- Que dicha querella interdictal fue objeto de varias incidencias, sin
que hasta la presente fecha “...los demandados no han cancelado Daños y
Perjuicios a la parte actora, conllevándome a gastos extraordinarios
innecesarios como es el caso de pagar en varias oportunidades SESENTA MIL
BOLÍVARES (Bs. 60.000,00), a los Alguaciles, a fin de que notifiquen al
intimado FRANCOIS TARKAT JABBOUR, en la población de Higuerote,
Municipio Autónomo Brión del Estado Miranda...”.

6.- Que, la decisión accionada es violatoria de los derechos a la


defensa, al trabajo y a percibir unos honorarios justos “...por cuanto los
viajes a la población de Higuerote, exponía mi vida en la carretera, el estado
angustioso que vivía, y los gastos eran superiores a Doscientos Mil Bolívares
(Bs. 200.000,00)...”, y que se le lesionó el derecho al debido proceso, por
cuanto no se ha calculado lo que le corresponde por indexación, atendiendo
“...al índice inflacionario ocurrido en el país entre la fecha de admisión de la
presente demanda hasta la ejecución del fallo...”.
 

Solicitó que se declare con lugar el amparo solicitado, restableciendo


la situación jurídica infringida, de la siguiente forma:

1.- Que “...se ordene al Juez que la base de la experticia


complementaria no debe ser el Primero de Octubre de Mil Novecientos
Noventa y Seis (01/10/1.996); por cuanto el gasto del juicio desde Enero de
Mil Novecientos Ochenta y Cinco (11/1.985) (sic), hasta Mil Novecientos
Noventa y Nueve (1.999), alcanzaron a una suma superior al monto
demandado por las tácticas dilatorias implementadas y ejecutadas por el
apoderado de la parte demandada FRANCOIS TARTAK JABBOUR...”.

2.- Que “...se ...(le)... restablezca inmediatamente la situación jurídica


infringida del cobro de ...(sus)... Honorarios Profesionales justos, en base al
tiempo que ...(lleva)... con el juicio que es de Quince (15) años, de acuerdo
con la devaluación monetaria y se ...(le)... cancelen ...(sus)... honorarios,
debidamente indexados...”.

 
II

SENTENCIA CONSULTADA
 

El 25 de agosto de 2000, el Juzgado Superior Sexto en lo Civil,


Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas dictó sentencia mediante la cual declaró procedente el amparo
solicitado y, en consecuencia, declaró nulo el fallo dictado por el Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial y repuso la causa al estado de que un nuevo tribunal
retasador dicte una nueva decisión ajustada a derecho.
 

En primer lugar, el prenombrado juzgado desestimó la denuncia de


violación de los derechos al debido proceso y a la defensa, al observar que
“...en el juicio en base al cual la abogada Cornelia Ruíz procede a estimar e
intimar sus honorarios profesionales, se cumplieron cabalmente todas y cada
una de las etapas procesales que a tales efectos prevé nuestra ley adjetiva,
por consiguiente, a las partes se otorgaron todos los medios y recursos para
su defensa...”.

En segundo lugar, el sentenciador de la primera instancia hace


referencia a la incorporación en el capítulo relativo a los derechos sociales y
de la familia de la vigente Constitución, del “...derecho a un salario suficiente
que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades
básicas materiales, sociales e intelectuales. Garantiza igualmente el pago de
igual salario por igual trabajo”.

Concluye en que del texto del fallo accionado en amparo, se


desprende que el juzgador “desarrolla un concepto restringido de lo que
debe entenderse por cuantía de un juicio, -de ello derivo la transgresión del
citado artículo 91 de la Constitución-. Ha sido pacífica y reiterada la
jurisprudencia de la extinta Corte Suprema de Justicia, en el sentido de
considerar que en un juicio terminado, la cuantía abarca no sólo el monto en
que ha sido estimada la demanda, sino también las costas y costos de dicho
juicio. Esta apreciación errónea, tanto del término cuantía como de la fecha
base de la suma ...(a)... indexar, sin lugar a dudas coloca en situación de
indefensión a la querellante, pues el juzgado agraviante desmejoró el
derecho que tiene como profesional de la abogacía a obtener un pago justo
por su trabajo, pues resulta desproporcionado si colocamos de un lado la
fecha en la cual se intentó la demanda –año 1985-, que dio inicio al
procedimiento en base al cual se intiman honorarios y los sesenta mil
bolívares máximos que decretó el Tribunal Retasador que debe cobrar la
abogada Cornelia Ruíz”.

 
III
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

En primer lugar, corresponde a esta Sala pronunciarse acerca de su


competencia para conocer de la presente consulta obligatoria establecida en
el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, de una sentencia dictada por el Juzgado Superior Sexto en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas al conocer de una acción de amparo en primera
instancia y, en tal sentido, reiterando los criterios asentados por esta Sala en
sentencias de 20 de enero de 2000 (casos Emery Mata y Domingo Ramírez
Monja); 14 de enero de 2000 (caso Elecentro); y 8 de diciembre de 2000
(caso Yoslena Chanchamire Bastardo), al determinar la distribución de
competencia en la acción de amparo, a la luz de los principios y preceptos
consagrados en la Constitución, se considera competente para conocer de la
presente consulta, y así se declara.

Corresponde ahora a esta Sala pronunciarse acerca de la presente


consulta, a cuyo fin observa que el a quo declaró con lugar el amparo
solicitado, al estimar que el juzgador de la sentencia accionada hizo una
“...apreciación errónea, tanto del término cuantía como de la fecha base de
la suma ...(a)... indexar, sin lugar a dudas coloca en situación de indefensión
a la querellante, pues el juzgado agraviante desmejoró el derecho que tiene
como profesional de la abogacía a obtener un pago justo por su trabajo,
pues resulta desproporcionado si colocamos de un lado la fecha en la cual se
intentó la demanda –año 1985-, que dio inicio al procedimiento en base al
cual se intiman honorarios y los sesenta mil bolívares máximos que decretó
el Tribunal Retasador que debe cobrar la abogada Cornelia Ruíz”.
 
Al respecto, observa la Sala que los honorarios profesionales por los
cuales la hoy accionante intimó al ciudadano Francois Tartak Jabbbou, se
originaron en el juicio contentivo de la querella interdictal de obra nueva
interpuesto por la ciudadana ZENOBIA PARAQUEIMO MARÍN contra los
ciudadanos FRANCOIS TARTAK JABBOUR y ASDRÚBAL OLIVARES SOSA; juicio
cuya cuantía a los fines de la condenatoria en costas fue fijada en doscientos
mil bolívares (Bs. 200.000,00),  y en el cual la accionante actuó como
apoderada judicial de la querellante, como se desprende de las sentencias
dictadas el 29 de septiembre de 1998 y 9 de julio de 1999, emanadas del
Juzgado Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas y del Juzgado Superior Noveno
en  lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial,
respectivamente, en las cuales se declaró en primera y en segunda instancia,
respectivamente, el derecho de la abogada CORNELIA RUIZ a cobrar
honorarios profesionales por las actuaciones en dicho juicio, conforme a lo
dispuesto en el artículo 23 de la Ley de Abogados (folios 22 al 42 del
presente expediente).
 
Dichos honorarios profesionales fueron estimados por la accionante
en la suma de veintisiete millones cuatrocientos noventa y cinco mil
bolívares (Bs. 27.495.000,00), como consta en la demanda de intimación,
cuya copia corre inserta en los autos (folios 68 al 78).
 
Ahora bien, el Juzgado Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial, actuando como Tribunal Retasador, en la sentencia
accionada del 5 de junio de 2000, declaró como monto máximo de los
honorarios profesionales de la accionante, la suma de sesenta mil bolívares
(Bs. 60.000,00) y acordó la indexación de dicha suma, para lo cual ordenó
practicar una experticia complementaria del fallo, tomando para el cálculo
de la indexación el 1º de octubre de 1996 hasta la fecha de la sentencia
dictada.
 
A los folios 17 al 21 corre inserta la sentencia antes referida, en cuya
parte motiva, se leen las siguientes consideraciones:
 
“...la acción interdictal pertenece al género de las llamadas
‘Acciones Estimatorias’, que en el caso suyo, específico, obligan
al proponente a estimar cuantitativamente la demanda, con el
único propósito de la fijación de las costas, ello en ejercicio de
la liberalidad que le confiere el artículo 38 ejusdem, liberalidad
esa que sólo está limitada por el derecho de impugnación que
la misma norma de derecho procesal otorga al demandado; de
allí se infiere, con fundamento a todo lo antes expuesto, que el
actor, en el claro e indiscutible conocimiento de la
inquebrantable limitación citada ‘supra’, impuesta por el
también citado artículo 286 del texto procesal  ...omissis..., fija,
‘ab initio’, lo que será el monto máximo de los honorarios
profesionales que podrá cobrarle la contraparte de su
representado, fijación inicial que ocurre cuando él mismo
determina el valor de la querella que interpone, a cuya
determinación queda inexorablemente sujeto todo el ‘iter’
procedimental, sin importar el tiempo de desarrollo de la causa,
la cantidad de incidencias que surjan en su decurso, y en fin,
cualquier eventualidad que se produzca hasta la culminación de
las misma...”. “En el caso que nos ocupa, ciertamente no se
pone en duda la fama profesional de la Intimante, ni tampoco
se ignora la complejidad, así como el tiempo de duración del
caso que le fue encomendado, generador de los Honorarios
Profesionales cuya cuantía se reclama, pero no por ello este
Tribunal Retasador estaría de alguna forma facultado para
quebrantar el límite máximo que impone el artículo 286 del
Código de Procedimiento Civil...”.”Ahora bien, en el caso que se
resuelve se observa que la Querella Interdictal fue estimada,
para el único propósito, como ya se expuso, de fijar el monto de
las costas procesales, en la Cantidad de DOSCIENTOS MIL
BOLIVARES (Bs. 200.000,00), y si bien es cierto que el libelo de
dicha querella no fue suscrito por la intimante, quien se reservó
para constituirse en fiadora posteriormente, también es
absolutamente cierto que ella se encontraba incorporada como
apoderada como apoderada de la querellante, a la luz del
instrumento poder que se le confirió a varios abogados, de
modo que la estimación antes dicha, en modo alguno puede
resultarle extraña a dicha Intimante, quien evidentemente
excedió en extremo el citado monto para calcular sus
Honorarios Profesionales los cuales, sin más trámites, en su
límite máximo deben imperiosamente quedar ajustados al
quantum porcentual que impone obligatoriamente
el  ...omissis... artículo 286 del Código de Procedimiento Civil,
tomando como referencia aquella estimación de la demanda
interdictal, lo que traduce, en aplicación de una sencilla
operación aritmética que a la Intimante le corresponde percibir
en concepto de pago por Honorarios Profesionales concedidos
por el artículo 23 de la Ley de Abogados, en armonía con el
artículo 24 del Reglamento de dicha Ley, la cantidad máxima de
SESENTA MIL BOLÍVARES (Bs. 60.000,00) que es la resultante de
aplicar la rata establecida en la citada norma de derecho
procesal (artículo 286 del Código de Procedimiento Civil)...”.
 
El artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, en el cual se
encuentra fundamentada la decisión accionada es del siguiente tenor:
 
“Artículo 286: Las costas que debe pagar la parte vencida por
honorarios del apoderado de la parte contraria estarán sujetas
a retasa. En ningún caso estos honorarios excederán del treinta
por ciento (30%) del valor de lo litigado. (...Omissis...)”.
 
Visto el contenido de la disposición antes transcrita, esta Sala estima
necesario referirse a la sentencia dictada el 4 de mayo de 2000, en la cual
analizando la condenatoria en costas en materia de amparo constitucional,
se declaró la inaplicabilidad del artículo antes transcrito, para el cobro de los
honorarios profesionales del abogado que haya intervenido en el juicio de
amparo, señalando lo siguiente:
 
“...El inconveniente que aparentemente suscita la condena en
costas, prevista en el artículo 33 de la Ley Orgánica de Amparo
sobre Derechos y Garantías Constitucionales, es que éstas, en
cuanto a los honorarios de abogado, no pueden calcularse
aplicando el artículo 286 del Código de Procedimiento Civil, ya
que en las acciones de amparo no hay estimación en dinero de
la demanda, ni se litigan objetos o derechos apreciables en
dinero; pero el que ello sea así, no es un obstáculo para que se
puedan calcular, al menos las correspondientes a los honorarios
de los abogados.
Dada la naturaleza de la acción de amparo, ella no es
apreciable en dinero, motivo por el cual la estimación
contemplada en el artículo 38 del Código de Procedimiento Civil
no tiene lugar; y al ocurrir esto, a pesar que en el amparo hay
condenatoria en costas en algunos supuestos, como se ha
apuntado, las previsiones del artículo 286 del Código de
Procedimiento Civil se hacen inaplicables.
Las costas procesales están conformadas por dos rubros: 1) los
honorarios de los apoderados de las partes que se benefician
con la condenatoria en costas; y 2) los costos del proceso, los
cuales a partir de la vigencia de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, que establece en su artículo 26 la
gratuidad de la justicia, y por tanto no son aplicables al proceso
las normas sobre arancel judicial señaladas en la Ley de Arancel
Judicial, han quedado reducidos básicamente a los
emolumentos y honorarios de los auxiliares de justicia que no
sean integrantes de cuerpos de funcionarios del Estado,
previstos en las leyes como auxiliares de justicia profesionales.
Por lo regular los costos del proceso en las causas de amparo
son mínimos, pero de existir, el juez del amparo en la sentencia
los tasará, por mandato del artículo 35 de la Ley de Arancel
Judicial, que prevé la tasación en el fallo de los procedimientos
orales.
Con respecto a los honorarios de los apoderados (abogados) de
la parte gananciosa, los cuales no pueden exceder del treinta
por ciento del valor de lo litigado, esta Sala observa que con
respecto a la condena en costas en los juicios de amparo, el
artículo 286 del Código de Procedimiento Civil no es aplicable,
con la limitación mencionada del treinta por ciento (30%), por
lo cual el que obtuvo la condenatoria favorable en costas,
puede encontrarse en dos situaciones con respecto al rubro
honorarios:
a) Que el accionante no utilice apoderado ni abogado asistente
(artículo 23 de la Ley de Abogados), lo que es posible en los
juicios de amparo dada la previsión del artículo 13 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, el cual permite que cualquier persona natural
o jurídica interponga el amparo, sin exigir ni siquiera la
asistencia de abogado.
Dada la urgencia del amparo, hasta el punto que se permite la
instancia verbal (artículos 16 y 18 de la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales),
exposición que el juez recoge en acta, y que el proceso no debe
detenerse una vez se forme la relación procesal total, la
disposición del artículo 4 de la Ley de Abogados no es aplicable,
ya que el proceso de amparo no se va a detener por cinco días
de despacho, para que el supuesto agraviante nombre dentro
de ese plazo un abogado que lo represente.
Por igualdad procesal, si el accionante del amparo que no es
abogado, no necesita de la asistencia obligatoria
del profesional del derecho, el demandado tampoco tiene tal
deber, y el que se defiende solo (como actor o demandado), no
puede pretender se le cancelen honorarios de abogados, que no
ha utilizado.
Solo si la parte involucrada en el proceso es un abogado, él
podrá cobrar honorarios, si resultare con una condena en
costas a su favor, ya que a pesar de que desplegó una actividad
propia, ella a su vez fue profesional y mientras atendió su
asunto, no pudo ejercer la profesión de abogado en otros casos
que tuvieron lugar en la misma fecha y hora.
b) Que las partes se hicieron representar o fueron asistidos por
abogados. Los honorarios de estos podrán cobrárseles al
condenado en costas.
Estos honorarios, que van a ser cobrados a persona ajena a las
partes del contrato de prestación de servicios profesionales que
existe entre abogado y cliente, no pueden fundarse en dicho
contrato, que a tenor del artículo 1166 del Código Civil ni lo
beneficia, ni lo perjudica; y la forma de cálculo del monto de
esos honorarios es la señalada en los artículos 39 y 40 del
Código de Ética Profesional del Abogado Venezolano de 3 de
agosto de 1985. En especial se ponderarán las circunstancias
del artículo 40 de dicho Código de Ética, aplicable a cualquier
proceso en esta materia, por imperativo del artículo 17 del
Código de Procedimiento Civil.
Dada esta estimación fundada en las circunstancias del artículo
40 del Código de Ética Profesional, y siendo las costas
propiedad de la parte beneficiada por la condena de su
contraparte, considera esta Sala, que el procedimiento para el
cobro al perdidoso en el juicio de amparo, no es el establecido
en el artículo 23 de la Ley de Abogados, el cual como
presupuesto para la intimación de honorarios, sólo exige que se
tome  en cuenta las anotaciones del valor de la actuación, que
haga el abogado al margen de todo escrito o diligencia en que
actúe, o la relación de estas actuaciones en diligencia o
documento aparte, sin que el artículo 24 de la Ley de Abogados
requiera se dé cumplimiento en alguna forma al artículo 40 del
Código de Ética Profesional del Abogado.
Este procedimiento del artículo 23 de la Ley de Abogados está
relacionado con el artículo 286 del Código de Procedimiento
Civil, con su limitante de que el monto de la condena en
costas, por honorarios profesionales, no puede rebasar el
treinta por ciento (30%) del valor de la demanda que debe ser 
estimada por el actor. De allí que por más anotaciones o
estimaciones que se hagan por concepto de honorarios,
exagerados o no, la suma de los mismos siempre chocará con
la valla del treinta por ciento (30%).
Pero en el caso de costas dentro de un proceso no estimable en
dinero, esa valla no existe, y por ello el que pretenda el cobro
de los honorarios, debe explicar conforme al artículo 40 del
Código de Ética citado, las razones que tuvo para estimar esos
honorarios, las cuales pueden ser discutidas por el deudor de
las costas; y por ello es criterio de esta Sala, que tal cobro no
pueda realizarse por el procedimiento de estimación e
intimación, previsto en el artículo 23 de la Ley de Abogados,
sino mediante una demanda donde el abogado previa
conformación auténtica de la parte victoriosa, adaptándose al
citado artículo 40 del Código de Ética Profesional del Abogado,
explica las razones en que funda sus honorarios a fin que ellos
puedan serle discutidos, procedimiento este que no lo
contemplan los artículos 23 y 24 de la Ley de Abogados.
Por ello, quien pretende el cobro de estas costas del amparo, en
base a un escrito circunstanciado sobre la razón de los
honorarios y previa aprobación de su cliente, ventilará dicho
cobro por el procedimiento establecido en el primer aparte del
artículo 22 de la Ley de Abogados, a pesar que no se trate del
cobro de honorarios por servicios extrajudiciales,  el cual reza:
Cuando exista inconformidad entre el abogado y su cliente en
cuanto al monto de honorarios por servicios profesionales
extrajudiciales, la controversia se resolverá por la vía del juicio
breve y ante el Tribunal Civil competente por la cuantía. La
parte demandada podrá acogerse al derecho de retasa en el
acto de la contestación de la demanda.”
El artículo 23 de la Ley de Abogados otorga una acción directa
de cobro, en cabeza del abogado contra el condenado en
costas, pero no siendo el artículo 23 citado, aplicable al caso,
tal acción directa no existe, por lo que hay que acudir a otra vía,
siendo la de mayor semejanza con la situación existente, la del
primer aparte del artículo 22 de la Ley de Abogados”.
(Resaltado de la Sala)
 
Atendiendo al criterio antes expuesto así como al texto de la sentencia
accionada que parcialmente se transcribió supra, esta Sala observa lo
siguiente:
 
1.- Que el Tribunal Retasador identificado anteriormente, sí señaló -en
la sentencia accionada- las razones de hecho y de derecho que lo llevaron a
fijar los honorarios profesionales de la accionante en la suma de sesenta mil
bolívares (Bs. 60.000,00), pues acordó el pago de los honorarios profesionales
conforme lo previene el artículo 286 antes mencionado, el cual es aplicable al
juicio de interdicto en el cual se originaron los honorarios reclamados por la
accionante.
 
2.- Que no existe en autos, recaudo alguno del cual pueda
derivarse  irregularidad en la designación del juez que actuó como ponente
para la retasa, y contrariamente a lo alegado por la accionante, del propio fallo
accionado se desprende que el ciudadano ARGENIS RODRÍGUEZ, sí
participó en dicha retasa con el carácter de Conjuez Retasador, por lo cual le
fue cancelada la suma de trescientos mil bolívares (Bs. 300.000,00), como se
evidencia del folio 137 del presente expediente.
 
3.- Que para acordar la indexación, el Tribunal Retasador fijó como
fecha de partida del cálculo, el 1º de octubre de 1996, sin esgrimir los motivos
por los cuales tomó como referencia esa fecha (ver, vuelto del folio 19 del
presente expediente), siendo que para la accionante debió ser desde “...enero
de 1985...”, por haberse interpuesto en esa oportunidad la querella interdictal.
 
Respecto a este punto, la Sala observa que en las sentencias dictadas
el 29 de septiembre de 1998 y 9 de julio de 1999, emanadas del Juzgado
Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas y del Juzgado Superior Noveno en  lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial,
respectivamente, en las cuales se declaró en primera y en segunda instancia,
respectivamente, el derecho de la abogada CORNELIA RUIZ a cobrar
honorarios profesionales por las actuaciones en dicho juicio, se mencionó el
1° de octubre de 1996, como la fecha en la cual llegó el expediente al
Juzgado Cuarto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, una vez decidida en forma
definitiva la querella interdictal; y dicha mención obedeció al cálculo que
hizo dicho Juzgado para desestimar el alegato de prescripción de la acción
establecido en el artículo 1982 del Código Civil opuesto por el intimado.
 
Ahora bien, estima la Sala que, la fecha a partir de la cual debe
indexarse la suma que corresponde a la accionante, es el 20 de diciembre de
1995, oportunidad en la cual quedó definitivamente firme la decisión del
interdicto de obra y se condenó en costas al ciudadano FRANCOIS TARTAK
JABBOUR (como se desprende de los folios 13 y 34),  pues a partir de ese
momento, nació el derecho de la ciudadana CORNELIA RUIZ a cobrar los
honorarios profesionales en virtud de la referida condenatoria en costas;
derecho éste que difiere de aquél que pudiere tener la accionante, con ocasión
a la celebración de un contrato de prestación por servicios como profesional
del Derecho, respecto a la ciudadana ZENOBIA PARAQUEIMO MARÍN,
por sus actuaciones como su representante judicial en la querella interdictal.
 
Siendo ello así, esta Sala procede a revocar la sentencia consultada y,
en consecuencia, declara parcialmente con lugar el amparo solicitado,  anula
parcialmente el fallo del 5 de junio de 2000 dictado por el Juzgado Cuarto de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en lo que se refiere a la fecha de
la indexación, y ordena a dicho Juzgado tomar el 20 de diciembre de 1995 y
no el 1° de octubre de 1996, como fecha de inicio para el cálculo de la
indexación de la suma de sesenta mil bolívares (Bs. 60.000,00) que
corresponden a la accionante por concepto de honorarios profesionales. Así se
decide.
DECISIÓN
 

Por las razones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala


Constitucional, administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley, decide lo siguiente:
 

1.- REVOCA la sentencia dictada el 25 de agosto de 2000, por el


Juzgado Superior Sexto en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, mediante la cual
declaró procedente el amparo solicitado por la abogada CORNELIA B.
RUIZ,  contra la sentencia dictada el 5 de junio de 2000, por el Juzgado
Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial.
 

2.- Declara PARCIALMENTE CON LUGAR el amparo solicitado; en


consecuencia,  anula parcialmente el fallo del 5 de junio de 2000 dictado por
el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de
la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en lo que se
refiere a la fecha de la indexación, y ordena a dicho Juzgado tomar el 20 de
diciembre de 1995 y no el 1° de octubre de 1996, como fecha de inicio para
el cálculo de la indexación de la suma de sesenta mil bolívares (Bs. 60.000,00)
que corresponden a la accionante por concepto de honorarios profesionales.

Publíquese y regístrese. Devuélvase el expediente. Cúmplase lo


ordenado.

Dada, firmada y sellada, en el Salón de Audiencias del Tribunal


Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, en Caracas, a los  03  días del
mes de  AGOSTO  de dos mil uno. Años: 191° de la Independencia y 142° de
la Federación.
 

El Presidente de la Sala,

IVÁN RINCÓN URDANETA

                                                                   

 
                                                                      El Vicepresidente,

 
                                                     JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO

                                                                             Ponente

Los Magistrados,

JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO

                                                              ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

 
Exp. N°: 00-2575

J.E.C.R/
                               

         

El Presidente de la Sala,

________________________

CARLOS OBERTO VÉLEZ

  El Vicepresidente Ponente

________________________

ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ


Magistrado,

_____________________________

TULIO ÁLVAREZ LEDO


 
 

El Secretario,

___________________________

ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ

 
 

EXP. N° AA20-C-2001-000329
 

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