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Título

Hablar de Cuba desconectada del mundo en el que está inserta, me


parece un ejercicio banal

Nuestra radicalidad está cada vez más descolocada del movimiento del
sistema internacional

No hay posibilidad ninguna de que los gringos «nos perdonen» en este


escenario

No hay nada desconectado cuando se hace política

Está resurgiendo un nacionalismo de derecha

La dependencia es una relación objetiva

La perspectiva sistémica ayuda mucho a entender y ayuda mucho al


análisis

El marxismo es una visión de totalidad

La estructura actual de la sociedad cubana contiene un patrón de


desigualdad cuyo término inferior implica una considerable franja de
pobreza

Lo que tenemos choca ahora con las expectativas

Las nuevas generaciones tienen otras expectativas

No hemos ganado capacidad para combatir en las redes

Noto que la dirección política es muy influenciable por la red

Hay un corte generacional que tiene implicaciones políticas muy fuertes

La institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones

Hay un potencial de renovación, pero no hay una política de renovación


todavía

No hemos reparado suficientemente en que con la nueva Constitución


hemos hecho la reforma política

Hay que mantener un ojo sobre la implementación de la Constitución


Hay que redistribuir los cuadros y los recursos en los municipios

No tenemos una filosofía de la municipalización

Estamos conviviendo con lo que podríamos llamar una diversificación de


las corrientes políticas

Todo lo que sea plebiscitario reforzaría la condición socialista

Cada vez más los temas de la jurisdicidad y del desarrollo democrático


van a pesar en la legitimidad del régimen

Antes, la Revolución se separaba de ese burócrata, que no afectaba la


imagen, el compromiso, la grandeza de la Revolución

En política no hay vacío

El núcleo duro del consenso político de la Revolución es su obra social

Por Juan Valdés Paz

Intervención realizada el FECHA, en NOMBRE DE LA REUNIÓN Y LUGAR.

Después de una ardua batalla, porque yo tengo mujer médico e hija médico,
después de una ardua batalla y de la promesa mía de que no me iba a quitar el
nasobuco, que no iba a tocar algo, echar un líquido ahí para lavarme las manos
cada hora… después de todo eso, por fin salí. Lo que te quiero decir es que,
efectivamente, me has dado la coartada para salir (…) No te puedes imaginar.
Y cómo ocurre el cuento, yo me enfermé antes del coronavirus, vino el
coronavirus después, entonces ahora tengo algo de vulnerabilidad, pero no
tanto, la gente te ama tanto que ya tú no puedes ni contigo mismo…

Bueno, más o menos tú me habías explicado una parte de eso que me has
expuesto ahora en la conversación telefónica y traté de imaginar en qué cosa
podía ser útil en la exposición. Tengo que hacer una exposición larga, a pesar
de que voy a minimizar los aspectos a los que me voy a referir. Voy a tratar de
hacer una mezcla, porque al principio pensé hacerlo de una manera muy
diferenciada, pero no me salió del todo. Tú sabes que yo soy un tipo serio y
escribo las exposiciones que voy a hacer, por costumbre de maestro, respeto
por los alumnos…
Hay, digamos, un diagnóstico del escenario cubano, del cual todos sabemos
mucho. Quien sabe más, quien ha oído a Marino Murillo, sabe dos cosas: lo
que Marino Murillo te dijo y lo que Marino Murillo no te dijo y el otro que está
detrás del palo, igual a antes de que hablara… O el ministro de Economía, el
único ministro de Economía que no dice ni un número, entonces, se hace muy
difícil, realmente, para mí (…) El común de los mortales quedarán conformes,
pero para mí, que no me den un número, hablando de economía, me hace
pensar que es intencionado, obviamente. Entonces, tenemos el problema de
que hay un escenario actual, al cual me voy a referir sucintamente, pero del
cual todos sabemos mucho.

Después está lo que podríamos llamar las tendencias, que nos advierten, en
virtud de las políticas que ya existen y se están implementando. Para mí, esto
de la implementación de las políticas siempre tiene un grado de error, de
insuficiencia, de que no acaba de implementarse, etcétera, según nuestra
tradición histórica; de manera que, evaluar las tendencias que podemos
esperar de las políticas en curso, o que están implícitas en ellas, me parece
también importante para el diálogo entre nosotros.

Y, por último, una breve caracterización de un escenario hasta un plazo,


digamos, del año 2025. Puse lo del ´25 porque me gustó el número, espero
estar todavía entre ustedes.

Eso es más o menos. Con esas ideas del escenario, las tendencias y un
imaginario escenario para 2025, traté de construir lo que voy a exponer ahora.

He tratado de decir en todo lo que digo «posible», porque el tema de la


objetividad en Cuba es muy complicado, porque siempre hay una –digámoslo
técnicamente– información insuficiente; entonces, no me echen en cara si no
parezco suficientemente objetivo, hay muchas cosas que son de apreciación,
obviamente, etcétera. Y, también, porque objetivos o no, cuando se habla del
futuro se es optimista o pesimista, ¿no?, más optimista o más pesimista, y en
algunos temas más pesimistas y optimistas que en otros. Entonces, también he
asumido una opción optimista, porque si no pensamos que el futuro va a ser
mejor que el presente, entonces ¿para qué nos reunimos? Esas son algunas
de las coordenadas que voy a utilizar.
Antes de entrar –estrictamente hablando– en la sociedad cubana actual,
quisiera hacer un comentario del escenario externo a la sociedad cubana, lo
que en Teoría de Sistemas sería el ambiente del sistema social cubano, porque
la variable externa es tan fuerte y tan condicionante de lo que podemos hacer
ahora y podremos hacer de aquí al 2025, tan fuerte que, yo creo que hay que
dedicarle a eso ahora un comentario, y en nuestros análisis de futuro tenerlo
siempre presente. Es decir, hablar de Cuba desconectada del mundo en el que
Cuba está inserta, me parece un ejercicio relativamente banal. Y cuando uno
observa a Cuba, a la sociedad cubana con un cierto distanciamiento, lo primero
que advierte es que hay –voy a usar un lenguaje técnico– fuertes
constricciones externas y fuertes restricciones internas. De las restricciones
internas, más o menos vamos a conversar sobre la marcha, pero quisiera
ahora centrarme un momentico en un comentario rápido, en lo que yo llamaría
las constricciones externas de todo lo que queramos hacer, incluso de las
políticas que deseamos, porque tiene que ver mucho con que las podamos o
no realizar como las hemos pensado. Oyendo ayer a Marino Murillo se hace
claro que ha pintado un pájaro que no se sabe dónde va a volar, en qué jardín
va a volar el pájaro este, porque del mundo donde se supone que ese pájaro va
a volar no dijo nada, entonces, quisiera hacer ese comentario para tenerlo de
telón de fondo del examen del escenario interno nacional.

Bueno, de estas constricciones externas que son muchas, son –igual que
decimos de los sistemas internos de la sociedad cubana– constricciones
políticas, económicas, ideológico culturales, civiles, de todo tipo, voy a
comentar nada más que dos grupos: constricciones políticas y constricciones
económicas. Bueno, todos intuimos o sabemos algo de eso, ¿no? Yo
simplemente quiero recordarlas.

Primero: el sistema internacional. Se supone que el sistema internacional de


Estados, de sociedades nacionales, de Estados nacionales, está dominado por
tendencias conservadoras –ahí entra todo lo que ustedes quieran decir:
neoliberalismo, globalización neoliberal, lo que alguien ha llamado transición
geopolítica, crecimiento de los conflictos, resurgimiento de los bloques,
etcétera–. Todo eso en un panorama que marca una erupción conservadora
del sistema internacional. Ese es un dato, ¿no? Es decir, que nuestra
radicalidad está cada vez más descolocada del movimiento del sistema
internacional. Esa es una observación. La otra es que, en el sistema
internacional, como se observa, todos los días hay un incremento de los
conflictos de todo tipo, pero marcadamente de los conflictos militares. Esto es
interesante porque cuando crecen los conflictos militares, el conflicto militar se
hace, ¿cómo diría?, «costumbre», y antes nos podía parecer raro un conflicto
militar en la frontera chino-hindú pero, después de tantos conflictos como los
que se están acumulando, al final, un conflicto militar en América Latina parece
parte de la normalidad. De manera que, el hecho de que la conflictividad crezca
en el sistema internacional, y la militar en particular también, en esa evolución
del sistema internacional, como todos estamos observando, hay un gran,
inmenso problema que puede ser –que toca casi el destino de la humanidad,
según su desenlace– la evidente caída del imperio norteamericano, descenso,
caída, involución del imperio norteamericano como lo hemos conocido desde la
postguerra. Ya, de entrada, su condición de única gran potencia mundial se ha
debilitado… vemos, de la monopolaridad hemos ido de nuevo a la bipolaridad
e, incluso, a una nueva guerra fría que ya está oficialmente declarada por
Estados Unidos. Es decir, hay esa involución y aunque eso significa, de parte
de Estados Unidos, una proyección política tendente a frenar ese proceso o
intentar quedar lo mejor colocado posible si no puede evitar esa decadencia.
Eso es muy importante, ¿no?, tan importante que voy a recordar una frase que
dijo una vez Fidel: «…nosotros estamos locos porque …estaríamos felices de
que el imperialismo se suicidara, pero ojo, que no nos caiga encima…».
Entonces, el problema es que cuando los elefantes pelean, lo que se jode es la
lagartija –dice también un refrán hindú–. Entonces, aquí el problema es que
ese escenario tiene que ver con nosotros, tiene que ver con todos los chiquitos,
pero si el chiquito está a 90 millas, tiene una contradicción previa, y está en su
zona geopolítica privilegiada, ya está claro que nosotros tenemos un problema
permanente, de larga data, sea un presidente o sea otro, o los que
sobrevengan, porque estos son temas de la clase dominante, de los sectores
dominantes, del establishment. No son temas del presidente de turno. Más
bien, el presidente de turno es el resultado de las decisiones que han tomado
los sectores dominantes para buscar soluciones a estas tendencias que para
ellos son tendencias negativas. Entonces, estamos viendo en este momento
que ese intento de recuperación hegemónica de Estados Unidos transcurre
bajo la presidencia de Trump y, bueno, es un fantoche, un payaso, como le dijo
Biden, que ha sido –precisamente porque es un payaso– ha sido utilizado por
las clases dominantes para romper los compromisos de los Estados Unidos.
Cuando usted va a ver cuál es el resultado del trumpismo, es: «no tenemos
compromiso con nadie». Han echado al cesto de la basura el derecho
internacional, se han ido de la mitad de Naciones Unidas, no les importa
Naciones Unidas, están tratando de cambiar, de modificar las tendencias de la
globalización porque el gran descubrimiento de una parte importante de la
clase dominante norteamericana es que, con la actual globalización, pierden.
Solamente la actual globalización explica el surgimiento de China como
segunda gran potencia y, eventualmente, primera para mediados del siglo.
Entonces, ya están claros de que pierden.

En el 2004, los informes del secretariado nacional de los Estados Unidos


decían que China era «el enemigo», pero ya se convirtió en política pública una
década después. Es decir, se preguntan ¿cómo fue que perdimos este juego?,
¿cómo es que estamos en este juego? Bueno, porque las reglas del juego me
perjudican a mí y benefician a China y, eventualmente, a la recuperación rusa;
y, eventualmente, a nuestro descalabro en el Medio Oriente; y, eventualmente,
al surgimiento de potencias regionales como Irán o Turquía, etcétera. Es decir,
se preguntan ¿cuáles son las reglas del juego que han hecho que yo pierda y
los demás estén ganando? Por eso es que, visto con una perspectiva macro, lo
que está haciendo la clase dominante es buscándose a Trump y a los
trumpistas, a esa horda, para romper los compromisos de Estados Unidos y
establecer sus propias y nuevas reglas. Lo van a sacrificar todo eso, al final no
les importa ni Naciones Unidas, ni el derecho internacional, nada, como se está
viendo. Ahora ¿quién va a hacer eso? Bueno, tienen que buscar un salvaje
como Trump, más nada que eso, sabiendo siempre que va a perder las
elecciones o le van a dar un tiro en la cabeza como mínimo, es decir, que esa
es la cuestión. Con Trump se ha iniciado el intento de un proceso de
desglobalización, por lo menos en los términos de globalización existente, cosa
que es muy traumática y casi imposible porque la globalización es un proceso
objetivo, no es solamente una decisión política, entonces, de ese intento de
ponerle a un proceso real nuevas reglas, se le va a generar un conflicto que no
podemos imaginar todavía.

Pero, vuelvo a la idea de que nosotros somos los que estamos en el jardín,
nosotros somos las flores del jardín en el que están produciéndose esas
broncas. Y terminaría diciendo, al respecto, que en ese proceso de pérdida de
hegemonía, de decadencia imperial etcétera, la última fortaleza, la retaguardia,
el top yard es América Latina, por tanto, las peores tendencias mundiales se
van a reflejar con más fuerza en América Latina, la disociación del sistema
internacional –ya estamos viendo que es más fuerte en América Latina– y
todos los conflictos y contradicciones se van a exacerbar en América Latina. Y
nosotros, por acción u omisión, seremos de todas maneras los culpables de
todo eso, es decir, no hay posibilidad ninguna de que los gringos «nos
perdonen» en ese escenario. Igual siempre vamos a ser culpables. De hecho la
propaganda lo dice: somos culpables de lo que pasa en Venezuela, somos los
culpables de lo que pasa en todas partes, los médicos cubanos son agentes,
todo eso forma parte de la parafernalia de enclaustrarnos lo más posible,
aislarnos lo más posible, para desplegar una política de abierta de división de
la región y no van a tener freno moral ninguno para dar golpes de Estado,
quitar a Morales, hacer trampas electorales, corromper a las instituciones,
comprar a la burguesía, a las clases políticas, como está ocurriendo, como
estamos viendo.

Esto que estoy describiendo ¿es un efecto Trump? ¿Los demócratas, Biden,
van a hacer una política diferente? Van a utilizar, quizás, un estilo diferente
para la misma política y, por último –no, no por último, lo último es mucho más
tarde– en esto de las constricciones políticas que tenemos que prever están
dos cosas que quería agregar: primero, el caso Venezuela, ustedes recordarán
que quien estrenó la política contra Venezuela fue Obama. Al mismo tiempo
que declaraba a Venezuela «un peligro extraordinario para la seguridad
nacional de Estados Unidos», hacía el pacto con nosotros, establecía
relaciones, una nueva política para Cuba y relaciones diplomáticas. No son dos
hechos desconectados, porque no hay nada desconectado cuando se hace
política, y mucho menos cuando la hace una gran potencia, con miles de
expertos y de instituciones, y de consejos y reuniones… Entonces, el caso
Venezuela va a ser, es, para Estados Unidos prioridad… Hay una variante que
siempre existe en la historia, que es el papel de los pueblos, cuánto va a resistir
el pueblo venezolano, cuánto va a respaldar la opción liberadora, etcétera. Eso
siempre es una incógnita y una combinación de muchas cosas: cultura,
liderazgo, identidad nacional, etcétera. No me detengo en eso porque ustedes
lo están viendo igual que yo. Lo que yo quería decir era que Venezuela es para
Estados Unidos un test face, ellos tienen que resolver el problema de
Venezuela, porque si después de Cuba, a la que no ha podido derrotar,
Venezuela se convierte en otro foco progresista en la región, ellos no pueden
resolver el problema regional. Estarían amenazados en su retaguardia. Eso es,
de entrada, digamos, la dirección política del problema, pero rápidamente
quiero recordar que la primera reserva mundial de petróleo está en Venezuela,
y si los gringos están tirando tiros en Medio Oriente por el petróleo del Medio
Oriente, ustedes me dirán qué harán por el petróleo que está a 100 millas, 200
millas.

Bueno, la apuesta es a todo: petróleo, minerales, en fin, el agua, la frontera con


Brasil y con Colombia… un país que también es caribeño, es un país
estratégico, una ficha estratégica, para el cual van a hacer una política dura,
dura, gradualmente dura e imparable, creo yo. Ahora, nosotros estamos
comprometidos políticamente con Venezuela, no solamente porque tenemos
gente allí, sino porque el destino de Venezuela tiene que ver con el nuestro, es
decir, que nosotros necesitamos a Venezuela, políticamente hablando,
etcétera. No me detengo más porque todo lo demás está implicado.

La última observación que quería hacer sobre el sistema internacional es que,


como resultado de los grandes movimientos geopolíticos y la derechización –a
que me estaba refiriendo– el tema nacional, el tema del nacionalismo, se está
complicando. Mientras que, hasta hace poco, como resultado de la historia, el
nacionalismo se había convertido en un tema de izquierda –el nacionalismo
acompañaba a las intenciones de liberación nacional de los pueblos coloniales,
atrasados, era de los chiquitos de este mundo, etcétera–, ya el nacionalismo
era, casi por definición, de izquierda; pero ahora, con las tendencias que
estamos viendo, está resurgiendo un nacionalismo de derecha, vean un
momentico si American first no es un nacionalismo de derecha, o Vox de
España o Ciudadanos, o se mueve más arriba, en Alemania… está resurgiendo
un nacionalismo de derecha. Entonces, desde el punto de vista de lo que
ustedes llaman la guerra ideológica, la batalla ideológica, tenemos un serio
problema, porque yo digo «nacionalismo» en España y todo el mundo dice que
estás hablando de Franco, hay un discurso en España –nacionalista– que es
Franco, incluso en el nacionalismo secesionista de Barcelona, es decir, de
Cataluña, hay de derecha, es un estandarte que dirige ahora la derecha, la
centro derecha. Ese es un problema que nos atañe a nosotros porque nos
complica el discurso, la lucha ideológica internacional, las influencias sobre el
Tercer mundo.

Lo dejo, todo eso, en lo que he llamado constricciones del sistema internacional


en lo político.

Voy a mencionar algunas constricciones en lo económico, sobre las cuales casi


no me tengo que extender, puesto que ya es más evidente para nosotros. Es
mucho más evidente, pero quisiera recalcar que la Covid-19 produce, ha
producido ya y producirá un trauma en la economía mundial toda –la
producción, el comercio, las finanzas, etcétera– de tal magnitud que todavía no
lo hemos visto. Estamos hablando de la Covid-19, estamos hablando de la
epidemia, pero igual que nos pasa a nosotros, que la epidemia nos va a tirar
para abajo a un 8 por ciento del PIB, o más, eso le está pasando al mundo
entero. Ya Europa recibió la noticia de que caerá en un 12 por ciento del PIB.
Cuando el capital cae, su primer problema es a quién le pasa la cuenta en
primera instancia: a nosotros, y a partir de cierto punto, a su gente. Es decir, a
quién le van a pasar la cuenta de la Covid 19, que es un tema inacabado, como
ustedes saben, porque estamos en el medio de la pandemia y no hay ninguna
vacuna disponible antes de abril del próximo año. Ese es, digamos, el entorno
que tiene Cuba, que tiene que ver cuántos turistas vendrán, si los queremos,
etcétera… nosotros, que tenemos al turismo como locomotora. Bueno,
díganme dónde va a atracar la locomotora nuestra en lo inmediato. Y no
tenemos todavía claro el balance de la pandemia. Estoy hablando ahora de
economía, pero vale para todo lo demás que va a producir la pandemia porque
es un suceso histórico inusitado, traumático, que ha afectado tanto a los países
centrales como a los periféricos, a todas las clases sociales; es decir, que es
un fenómeno que no tiene precedentes y que es casi una guerra mundial lo que
está viviendo la humanidad. Hay una gran incógnita sobre la que nadie habla:
de África. Ustedes no se creerán los números de África, qué saben los
africanos de quién está infectado y quién no está infectado, pero el problema
de vencer a la pandemia y no poder controlarla en África es igual a vivir al lado
del pabellón de infecciosos. El fin de la pandemia no está claro y los traumas
que en todos los órdenes –político, económico, civil, ideológico cultural,
etcétera– que producirá la pandemia, no tenemos todavía el balance acabado,
pero podemos presumir que será desastroso, y en un mundo desastroso, como
en las películas esas de ciencia-ficción en que la humanidad empieza después
de una gran guerra nuclear… ¿Cómo es el mundo en el que nosotros nos
vamos a mover, o en el que tenemos que desarrollarnos? Una constricción muy
fuerte. Ya estamos en una recesión económica mundial, ya las consecuencias
son visibles.

Estamos viviendo un reforzamiento del bloqueo día a día, semana a semana –


como ya se ha dicho–, pero Biden, por poner la idea, la versión más optimista,
¿nos va a quitar el bloqueo? Inclusive, aunque fuera a regresar a las políticas
de Obama, por decirlo de alguna manera, retomarlas, colocarse en el 2016 de
las relaciones con Cuba, ¿lo va a hacer de una manera directa o va a empezar
a negociar con nosotros medida a medida? Porque él vuelve a tener en sus
manos un Gobierno demócrata y la posibilidad de traicionarnos. Entonces, no
creo que hay que ser tampoco muy optimista, ni hacer ninguna fiesta por el
regreso de los Demócratas –que siempre será mejor que este salvaje– pero
Biden constatará que lo que pretendía Obama, que era distanciarnos de
Venezuela, no ha ocurrido, y la política contra Venezuela es bipartidista, es del
establishment; entonces, hay que tener en cuenta que no hay mucho que
esperar al respecto.

Ya de una manera más concreta, en lo que se refiere a nosotros… nosotros


arrastramos desde los años noventa… déjenme ver si se los digo de otra
manera: nosotros no reparamos suficientemente en que en el proceso
revolucionario nosotros –Cuba– hizo un tipo de inserción internacional sui
generis, es decir, en vez de estar en el mercado mundial todas sus relaciones
externas, incluyendo las económicas, transitaban bajo acuerdos políticos. El
efecto de la caída del campo socialista es que los acuerdos políticos
desaparecieron. Cuando el campo socialista europeo dijo: las transacciones en
el futuro son en términos de mercado mundial, nosotros fuimos inviables
económicamente. Después apareció Chávez y después aparecieron dos hijos
pródigos, Rusia se acercó a nosotros, no como antes, pero bueno, se acercó, y
nosotros logramos rearticular nuevamente parte de nuestra economía –de
nuevo bajo acuerdos políticos– porque, por ejemplo, las misiones médicas en
el exterior, que ustedes saben que eran 4.000 millones, son bajo acuerdos
políticos y, como se ha visto, cuando se han roto los acuerdos políticos nos
hemos tenido que tragar a los médicos nuevamente y devolverlos a Cuba. Es
decir, que nuestra inserción económica internacional se ha complicado, y una
gran parte ha seguido bajo acuerdos políticos. Tenemos acuerdos políticos con
Venezuela, pero de pronto, la crisis venezolana nos produce más pérdidas
ahora que beneficios, porque ya no tenemos seguro ni el petróleo venezolano y
le condonamos la deuda y le seguimos mandando los médicos, etcétera. Es
decir, que otro gran problema del presente y del futuro es cómo nosotros
vamos a resolver, como parte de la normalidad, nuestra inserción internacional,
que es –nos guste o no– en el mercado mundial, porque somos inviables. Yo
creo que una de las cosas buenas que tienen los discursos del ministro de
Economía y de Murillo es que no hacen más que decir, hablar de la
competitividad en el mercado mundial, que tenemos que tener exportaciones
competitivas. Bueno, eso es una novedad, porque yo creo que Fidel Castro
supo siempre que éramos económicamente inviables y que, sencillamente,
nosotros teníamos que resolver eso con acuerdos políticos, pero eso va a estar
en crisis por un largo período y, entonces, dentro de esas inseguridades, una
constricción muy, pero muy fuerte, es la inseguridad energética en la que
estamos… las constricciones económicas externas que tienen nuestros
campos.

Tú puedes querer hacer lo que tú quieras aquí, que, si no tienes la energía


suficiente, ni siquiera puedes poner el televisor para ver a Murillo. Entonces, yo
creo que hay esa constricción. Bueno, termino con estos breves comentarios,
porque no es el centro de mi exposición, para insistir en la idea de que tenemos
un escenario externo adverso y, en mi opinión, será adverso en el mediano
plazo. Llegaremos al 2025 con ese escenario adverso. ¿En qué medida
nuestras relaciones con Rusia y China nos podrán compensar? No aparece
otra alternativa. En algunos momentos parece que vamos a mejorar las
relaciones con Europa y, de pronto, aparece una Europa más alineada a
Estados Unidos que nunca. Estados Unidos la está presionando, como ustedes
supondrán, hasta el «gollete», como se decía. Y, de todas maneras, tenemos
que incrementar nuestra dependencia a acuerdos, o relaciones, intercambios o
como quieran llamarle con Rusia y China y seguimos en el drama de todo
pequeño país, que es que depende de las grandes potencias. Es decir, el nivel
de autonomía que tú tienes. Si ustedes revisan la historia de las relaciones con
la URSS, verán los sapos que tuvimos que tragarnos en esa historia, porque la
dependencia es una relación objetiva. Más hábil que lo que fue Fidel
manejando esa dependencia es imposible, no creo que tengamos capacidad de
hacer más que lo que él hizo. Ni ahora, ni en el mediano plazo. Estoy tratando
de decirles que, en lo que respecta al escenario externo internacional, soy
pesimista de una manera declarada. Estoy tratando de advertir que mi
pesimismo es relativamente objetivo.

Eso me hace entrar en lo interno. Para comentar lo interno voy a usar la figura
que estoy usando hace cierto tiempo en todos mis trabajos, que es una
perspectiva sistémica. La sociedad cubana es un sistema social, y dentro de él
hay subsistemas: subsistema político, subsistema económico, subsistema civil,
subsistema ideológico cultural y otros que se puedan identificar. La idea es que
un tratamiento sistémico nos permite ver a estas dimensiones como
totalidades, no solamente como pedacitos de medidas o de acontecimientos,
sino como totalidades. Hay una totalidad que es el sistema económico, una
totalidad que es el sistema político, o lo político, etcétera. La perspectiva
sistémica ayuda mucho a entender y ayuda mucho al análisis. Lo que voy a
comentar en el marco de cada uno de esos subsistemas: el político, el
económico, el civil, el ideológico cultural; son comentarios sobre una totalidad,
la que no tengo ninguna pretensión de agotar. De cada una de estas cosas que
voy a decir me he callado cien más y ustedes tienen otras cien, que a mí no se
me ha ocurrido tener en cuenta. De manera que es, simplemente, una
incitación a que retengamos esa visión sistémica porque tenemos que
encontrar cuáles son todos los componentes del sistema, cómo está, cuál es la
estructura de relaciones del sistema, cuál es la dinámica del sistema, etcétera,
con todas las cosas que se dicen en la teoría de sistemas de un sistema. Pero
yo creo que nos ayuda un poco y es una perspectiva que nos devuelve al
marxismo, el marxismo es una visión de totalidad, también la teoría de
sistemas es una visión de totalidad y es la visión de totalidad que preconizó
siempre el marxismo.

Bueno, en esa perspectiva, lo primero que yo quisiera decir del escenario


cubano es que a pesar de los zigzag, los avances y retrocesos, los discursos
que no cuajan, etcétera, lo más importante para mí –y para el centro Martin
Luther King– es asumir que estamos en un escenario de reformas y que la
primera potencialidad, como le suelen decir –se ha puesto de moda–
«fortaleza» es que estamos en un escenario de reformas. Y, no solamente
vamos a hacer un nuevo plan perspectivo, etcétera, sino que, a diferencia de
10 años atrás, nos vamos a colocar en un escenario de reformas, de cambios,
de transformaciones, donde hay aspectos que se conservan, es decir, cambios
y continuidades, para decirlo de una manera rápida, y esa es la primera
perspectiva que tendríamos que asumir. El país tendrá un escenario de
reformas. Hay, por tanto, propuestas de reformas, unas en curso, otras
prometidas, otras que se proponen –no están todavía en la agenda oficial–, hay
sujetos y actores que están con las reformas y otros que no, y por tanto, son
una traba, marcan el freno. Hay todas esas contradicciones que acompañan al
proceso de reformas, y nosotros no tenemos que poner, inevitablemente, una
reforma sobre otra, proponiendo la nuestra, cobijando una u otra,
acercándonos a unos actores más que a otros y asumir un discurso reformista
también, porque parece ser, por suerte, que la Revolución está en esta etapa.

Entonces, ese es el primer problema. Ahora, la reforma que era, digamos, en


esta conversación, aquí, yo mismo, en el 2010, cuando se hizo la primera
discusión de los Lineamientos, era una cosa abstracta, o estábamos
discutiendo qué reforma, pero aunque podemos seguir discutiendo qué
reforma, inclusive decir que las que se proponen son una mierda, o
insuficientes, el hecho es que el proceso de reformas al que me estoy refiriendo
transita bajo un conjunto de programas que ya están establecidos,
consensuados, legitimados, etcétera. Es decir, yo creo que lo políticamente
saludable es, antes de inventar más y seguir discutiendo sobre las reformas
que todavía no tienen consenso, centrarnos y ponernos bajo el paraguas de las
reformas que ya tienen consenso y que, además, están legitimadas
oficialmente. Eso es lo primero que yo quería decir. No tengo necesidad de
recordar todos los documentos: los Lineamientos 1, 2; la actualización; el Plan
de desarrollo hasta el 2030, etcétera, porque están repartidas en todos esos
documentos… una multitud de reformas… si aplican la mitad de lo que está
prescrito, si aplican la mitad, estamos en otro país, y hay quien tiene que
pensar qué hará en el otro país. Primero llegar a él y después qué hace.

Yo creo que esa es una cosa muy importante: asumir que estamos en un
escenario de reformas, y ese escenario de reformas va a convivir con algo que
dije antes, que es los niveles de normalización de las interrelaciones con los
Estados Unidos. Nosotros tenemos muchos problemas con el mundo y hasta
con el vecino, pero nosotros tenemos un principal problema que se llama los
Estados Unidos de Norteamérica, porque es el que tiene la capacidad de
destruir a la Revolución, y con el que tenemos una contradicción fundamental
que es de carácter geopolítico. Nos podemos poner de acuerdo, nos podemos
normalizar y hasta podemos llegar hasta una serie de amoríos… pero, ellos
serán siempre una gran potencia, ellos son el capitalismo, ellos son el imperio
en este hemisferio, etcétera, y nosotros somos la piedra en el zapato… porque
eso no tiene solución objetiva. Nosotros podemos llegar a un nivel de acomodo,
pero esto es importante que los cubanos lo retengamos porque, para decirlo de
una manera poética, hubo muchas piernas flojas aquí durante el proceso de
negociación del 2014, hubo mucha pierna floja. Entonces, hay que saber, no
solamente tenemos anexionistas, sino también tenemos piernas flojas…
tenemos muchos socialdemócratas: «al final el imperio no es tan malo, hay que
resolver, eso es inevitable, hay que ser objetivos, hay que ser realistas…» y
empieza a aparecer un discurso a nombre del «realismo» y aquí no hay nada
realista y hay una cosa que es la nación cubana, que no tiene solución frente a
Estados Unidos tal como la concebimos nosotros: independiente, soberana,
que se autodetermina. Esa nación, en los últimos 200 años no tiene solución
frente a Estados Unidos, ni la tendrá. Bueno, ¿llega la revolución socialista a
Estados Unidos? Ya veremos cómo es la cosa… Esto lo digo anticipándome a
una de las cosas que tendré que decir cuando hable de lo ideológico cultural.
Este es un gran telón de fondo del problema. Además, el imperialismo no
siempre se acerca a ti mordiéndote los calcañales… puede ser hermoso, puede
ser bello, puede venir en colores y envuelto, viene con música… el
imperialismo tiene dimensiones muy agradables, no todo es que te pisan los
pies… tentadores, con una buena compañía. Y, entonces, hechas estas
advertencias, que estando en un escenario de reformas, los Estados Unidos
harán una política… ¿cómo lo veo yo? Yo creo que una de las diferencias
sustanciales entre la política de Obama y la política de Trump –o dicho de otra
manera– en lo que coinciden las dos, antes de hablar de las diferencias, es que
las dos ven, en este escenario de reformas, perciben el escenario de reformas
como un proceso en la Revolución cubana que la puede hacer viable… es
hacer una política para que nosotros nos autoextingamos o nos destruyamos,
pero cuando estamos hablando de reformas, quiere decir que nosotros somos
flexibles, que estamos en una nueva situación, nos estamos adecuando,
estamos tratando de superar nuestras contradicciones, entonces nos
podríamos hacer viables para Estados Unidos, que está lleno de think tanks
que estudian esto que estamos diciendo mejor que nosotros. Ese proceso de
reformas… ¡un socialismo que se reforma!, que ninguno lo ha hecho… bueno,
el chino, ustedes me dirán si esa es la reforma que podríamos asumir nosotros.
Es decir, ellos ven un peligro en el proceso de reformas en curso. Obama dijo:
«bueno, el proceso de reformas va a permitir penetrar en la sociedad cubana
como no hemos podido hacerlo hasta ahora, no los hemos podido vencer por la
fuerza”. Y Obama puede hacer esa política y declarar públicamente que hacen
una política con los mismos objetivos, con otros medios, e inclusive decir que la
política de ellos está orientada –tomen nota de esto por algo que voy a
mencionar después– a los jóvenes, los negros, las mujeres y los
cuentapropistas. Ellos han identificado ya sobre qué grupos sociales actuarían.

Llega Trump, unido a la derecha de Miami, como ya saben y dice: «no, no, no,
si nosotros aceptamos esa política, aunque hagamos alguna ventaja, esto es
para el siglo XXII y nosotros queremos resolver el problema cubano ya, porque
Cuba es Venezuela, Venezuela es Cuba, América Latina»… y aparece una
propuesta contraria, que es: hay que impedir las reformas, es decir, en una
lectura de lo que parece salvaje, la lógica es impedir las reformas. Yo creo que
esta es una de las cosas que tendríamos que tener en cuenta. Y eso me
permite ahora entrar a algunos comentarios por sistemas, de la sociedad
cubana, al menos como yo lo veo.

Me voy a detener primero en lo que vamos a llamar un comentario sobre el


sistema social. No voy a detenerme ahora en ningún subsistema, sino en el
sistema social, las cosas que son de la estructura social, que la estudiamos
poco porque las ciencias sociales son una mierda en Cuba, la Sociología es
más mierda todavía y lo que producen lo engavetan, es clandestino, etcétera y
algunas ciencias sociales, como las ciencias políticas son casi inexistentes. No
me detengo en eso, que tiene que ver con lo que comentábamos. Si Gina
[Georgina Alfonso] estuviera ahí le estaríamos tirando piedras a Gina, pero no
iba a hacer nada Gina, sabemos que eso es política de Gobierno, política de
Estado.

En lo societal está el primer problema, del cual hay muchos comentarios


regados, porque lo que yo quiero presentar ahora de una manera central es el
problema demográfico, el problema de la estructura demográfica del país, que
tiene que ver con lo que nos pase de aquí al 2025, y peor, del 2025 en
adelante: no crece la población cubana, crece la migración, las mujeres no
quieren parir, o siguen pariendo, pero menos del 2,2 que necesitamos y, lo que
es peor, envejece aceleradamente, tiene una estructura etaria como si
fuéramos Alemania, pero no somos Alemania. Todas las tendencias
demográficas son desastrosas para la economía y la sociedad cubanas. Si
estuviéramos en China estaríamos felices de tener tantos viejos, pero aquí
estorban todos, y los que no estorban, es porque están en posiciones de poder,
donde también estorban. Es un problema demográfico, pero entre los tantos
problemas de las tendencias demográficas de aquí al 2025, el más grave es la
disminución de la fuerza de trabajo. El problema más grave que tenemos de las
tendencias demográficas es la disminución relativa y absoluta de la fuerza de
trabajo. Es decir, la fuerza de trabajo disminuye y disminuirá hasta el 2025 y
después. ¿Qué quiere decir eso? ¿Cómo nosotros resolvemos ese problema?
¿Cómo lo resuelve el capitalismo? Con inmigración. Todos esos negros que
están ahora ahogándose en el Mediterráneo, que no los quieren, estaban hasta
el otro día trabajando en Europa: cinco millones de magrebíes en Francia, siete
millones de turcos en Alemania, no tengo que decir que en Europa cuando
entras en los campos de hortalizas todo eso es africano. Las aceitunas las
recogen inmigrantes estacionales… en Europa, que tiene la tecnología para
resolver una parte del problema con tecnología que nosotros no tenemos ni
vamos a tener para ese plazo, para tú decir: «quita un tipo y pon una máquina
en su lugar». Si tuviéramos la ciencia y la tecnología, no tenemos el capital
para hacerlo.

Ahí hay un problema serio, que nos tendrá que volcar a dos tendencias que
hoy no queremos. Yo me moriré y ustedes se acordarán de esta conversación.
Una, es abrazar a la emigración cubana, que regrese, que vaya y venga, que
sea un actor interno, primero económico y, si es económico, terminará siendo
político. Dos, la inmigración caribeña, que ya nos sacó del aprieto en nuestra
historia, como ustedes recordarán en los años ´20 con la explotación
azucarera, la inmigración haitiana. Sí, tenemos la otra solución que es la
inmigración, pero, obviamente, es muy problemática. Todavía meterse en los
cañaverales del norte de Camagüey y descubrir una aldea de haitianos, casi
100 años después da una idea de cómo es eso cuando metes una inmigración
de otra cultura, cómo la integras, eso es muy, pero muy complicado, como
todos sabemos, pero lo pongo ahí porque acuérdense que dijimos que íbamos
a decir algunas cosas del escenario del 2025.

La otra cosa societal que quiero mencionar es la estructura ocupacional, las


variaciones que va a tener la estructura ocupacional. Quiero recordar que hay
un compromiso oficial declarado de que el empleo estatal, que llegó a ser el 95
por ciento del empleo en Cuba, está en el 75 por ciento y hay un compromiso
del Estado de no emplear más del 60, es decir, ser el empleador de no más del
60 por ciento de la fuerza de trabajo del país. Esto quiere decir que todavía se
tiene que desprender de casi un millón más de trabajadores y que ese empleo,
para ocuparlo, hay que crearlo en el sector privado: cuentapropistas, Pymes,
economía familiar y cooperativas, todas las formas no estatales que ya están
en el papel, pero como el mismo Marino Murillo ha reconocido en estos días,
todo eso es un desastre, pero lo tenemos que ordenar, está decidido, es parte
de la reformas ordenar eso, darle personalidad jurídica, convertirlos en agentes
económicos normales del sistema económico, etcétera. Veremos cómo
ordenan eso, pero lo concreto, para el punto que estoy tratando, es que hay
que crear ese empleo en el sector, si queremos racionalizar al sector estatal.

La capacidad de crear empleo del Estado está bloqueada, porque el Estado…


te lo voy a decir… en el año 2004 –fecha que a ti te interesa, porque tú también
estabas entusiasta con la Batalla de ideas– le dijeron a Fidel Castro: «tenemos
un 12 por ciento de desempleo» y Fidel dijo «¿desempleo en el socialismo?»…
te acuerdas de todo lo que apareció: los trabajadores sociales, los instructores
de arte, del estudio-trabajo, etcétera. No te cuento todo eso de nuevo. Lo puso
en menos del dos por ciento de desempleo, el lugar que menos desempleo
tiene en el mundo. ¿Dónde está toda esa gente? En las plantillas de las
empresas estatales o de los órganos presupuestados. Cuando se tomó la
decisión, a tanta insistencia probablemente de Raúl, no lo sé –eso transcurre
en la caja negra– de que la experiencia de las Fuerzas Armadas pasara a ser
adoptada en el sector civil bajo el término de Perfeccionamiento Empresarial…
El perfeccionamiento empresarial lo primero que tenía era el ajuste de las
plantillas, es decir, que para implementar el perfeccionamiento empresarial
había que quitarse el superempleo de arriba, obviamente, el 25 por ciento que
ya se quitaron. Les falta todavía un pedazo. Mientras yo estoy escuchando a
Marino Murillo hablando de la eficiencia y de la eficiencia de las fábricas y todo
eso… la primera reacción de esos empresarios cuando sean autónomos –
hasta ahora no, porque hasta ahora se lo dicen todo– pero cuando le digan: «tú
decides…» será «No, no, aquí sobran 30, y aquí 40… y aquí 35 y allí…», y
para eso, de pronto, inventarás subsidios de empleo, que es una cosa que no
había mencionado, pero que van a tener que crear, y lo otro es que ¿quién
crea el nuevo empleo? El empleo es, económicamente, una función de la
inversión, ¿habrá inversión extranjera suficiente para expandir el empleo? ¿El
sector privado nuestro crecerá a un ritmo que le permita crear el suficiente
empleo? Y aunque eso sea así en grandes números, cuando tú te detienes a
analizar el empleo que tú ofreces y termina siendo un empleo por ramas,
sectores, oficios, etcétera... porque en la agricultura falta fuerza de trabajo, tú le
puedes seguir ofreciendo a los 11 millones de cubanos que vayan a la
agricultura que todos tienen trabajo… no va a ir nadie, porque el 18 por ciento
de la población es lo único que queda en área rural en Cuba, es decir, que la
ruralidad tiene miseria, atraso y… Palmas y Cañas. Por tanto, está claro cuál
es la dinámica social aquí del empleo. Lo que quiero señalar ahora es que
tenemos una problemática de empleo que no será fácil resolver y no tengo
claro cómo va a estar al nivel del 2025, pero creo que no estará resuelto y que
esto dará lugar a un subsidio de empleo de considerable magnitud si queremos
racionalizar la economía. Naturalmente, como tú sabes, y como sabemos
todos, esto pasa por luchas políticas, habrá sectores políticos que no quieren
tijera blanda, o no quisieran, como no quiso Fidel Castro, y otros que sí, y otros
«bueno, sí, pero hasta la mitad». Hay muchos cuentos prosaicos sobre eso.
Ahí tenemos un problema de la sociedad en su conjunto, del sistema social.

Tenemos un problema también, que curiosamente no hablamos, nosotros


somos marxistas nada más que para sacar la asignatura Marxismo-Leninismo,
para más nada. Nunca nos preguntamos cómo evoluciona la estructura
socioclasista de la sociedad cubana, aunque uno, rápidamente dice: «bueno, si
hay propiedad privada y hay pequeñas y medianas empresas y hay
empleadores, hay una pequeña burguesía, una mediana burguesía», incluso
uno intuye que están creciendo, pero yo no quiero detenerme ahora en esa
fenomenología, sino decir que la estructura socioclasista del país está
evolucionando de una manera muy diferente a como la construyó el socialismo
cubano hasta los años ochenta. Hay dinámicas de estratificación que inciden
en la cultura. Si la estructura socioclasista cambia, cambia la cultura de
intereses y la estructura de estatus en la sociedad y, por tanto –cosa que a
ustedes les interesa mucho– las valoraciones, los valores, las ideologías que
están conexas con esos intereses. Lo que quiero decir es que la estructura
social se mueve a una mayor estratificación, diversidad, complejidad de
intereses y dinámicas nuevas y diferentes a las que hemos conocido, con
efectos políticos «X», en los que no me voy a detener ahora. Pero, por ejemplo,
voy a poner un ejemplo, ahora tenemos, visiblemente, una concentración del
ingreso, hay una franja que tiene ingresos enormes comparados con el ingreso
medio y el ingreso más pequeño. Esa franja va adquiriendo la capacidad de
hacerse una vida, hacerse un país diferente, ellos se salen del socialismo, lo
pueden comprar todo, comprar la salud pública, los servicios, los mejores
productos, viajan, ellos se van creando un país que no es el socialismo cubano.
Tienen esa capacidad, tienen la capacidad de corromper, y tienen una
capacidad que se volverá política en algún momento. Estoy diciendo una cosa
gruesa, pero para el 2025 vamos a ver expresiones políticas de eso. Yo venía
conversando con José Luis por el camino, me estaba explicando ahí su último
trabajo, su investigación en curso, y le decía: «José Luis, de eso que tú estás
estudiando, de los años sesenta, no te olvides que el centro, el núcleo duro de
la política de la Revolución, de la estrategia de Fidel Castro y del Che Guevara
y de todos los que nos creíamos aquello, era la igualdad, la igualación entre los
cubanos». Nunca una igualdad total, porque eso no existe en la realidad, pero
era una política de equidad muy fuerte y profunda, que minimizaba el patrón de
desigualdad. Siempre hay desigualdades sociales, pero, minimizando el patrón
de desigualdad. Es un factor. Desde los noventa estamos transitando hacia un
mayor patrón de desigualdad. Las políticas en curso, es decir, la dimensión
económica de las reformas mueve hacia un mayor patrón de desigualdad a la
sociedad cubana. Cuando lleguemos al 2025 tendremos una sociedad mucho
más desigual que la que ahora tenemos, que la que hoy tenemos con
coronavirus, entonces, si ustedes quieren, empiecen a sacar las implicaciones,
pero esa es la tendencia. Cuando yo hablo de este tema, a mí no me preocupa
–a diferencia de otros compañeros, como José Luis– que está incluido en el
igualitarismo y todo eso. Yo no tengo problemas con un mayor patrón de
desigualdad porque reconozco que es una necesidad económica y tampoco es
posible crear un mecanismo de incentivo económico sin algún grado de
desigualdad. Eso lleva su discusión, no me detengo en eso. Todos queremos la
igualdad por su belleza, no se puede aspirar a más que la equidad y siempre
tendremos un patrón de desigualdad y estaremos discutiendo cuánta
desigualdad, pero no es tan importante cuánta desigualdad como qué pasa con
el término inferior de la desigualdad. Yo siempre digo, o he dicho aquí en este
salón: Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo 500, Usted tiene más que yo, pero
yo estoy bien, pero si Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo siete, entonces sí hay
un problema. El término inferior de la desigualdad está muy jodido. Dicho eso,
quiero decir, sin más comentarios, que en la estructura actual de la sociedad
cubana hay un patrón de desigualdad cuyo término inferior contiene ya una
considerable franja de pobreza. Los estudios que se hicieron en los noventa en
La Habana daban un 20 por ciento de pobreza, en La Habana, con los
indicadores nuestros, podría calcularse para el país un por ciento no menor del
25, en los noventa. Ahora, el patrón de desigualdad, por ejemplo, la
desigualdad del ingreso, que es lo que se puede medir con el índice limpio, era
punto veinte en los ochenta, se puso en punto treinta y tantos en el Período
especial, y está ahora en punto cuarenta y llegará en el 2025 a no menos de
punto 45. Tú puedes decir, bueno, la desigualdad en América Latina es punto
70, punto 76… estamos lejos, pero estamos mucho más lejos del socialismo
cubano que conocimos, y sobre gran parte del cual se ha construido el trabajo
y el imaginario del Luther King. Ustedes se han pasado todo el tiempo luchando
por la igualdad, bueno, pues no luchen más por la igualdad, empiecen a luchar
contra la pobreza.

A pesar de esto, como decía al principio, mi presentación es optimista, porque


si yo te digo a ti, si yo le digo al gobierno que tiene que hacer una política
contra la pobreza, que no la hace, tienen una concepción ya dejada atrás por
las ciencias sociales de que son liberales, que va a progresar el país y va a
haber un derrame, y en el derrame se van a beneficiar todos, cosa que está
demostrada por las ciencias sociales que no ocurre, tenemos cada vez más
pobres, no hay política para la pobreza, es más, la palabra pobreza no aparece
en un solo discurso oficial. No hay un funcionario cubano que se atreva a decir
pobreza. Entonces, yo no estoy aquí invitado para darle tareas posibles al
Luther King… No estoy en la pobreza de la Teología de la Liberación, no estoy
en la pobreza espiritual, estoy en la pobreza concreta y material.

Hay que tener en cuenta las consecuencias de todo tipo de la pobreza para
toda la sociedad. Por eso, yo he colocado el comentario en la sociedad, en el
sistema social, eso atañe a todo el sistema social. Por último, quería
mencionar, porque es un problema que regresa, y que, además, es una base
del enemigo, y que ha creado aquí muchas confusiones, es el problema racial,
porque los negros y mulatos están sobrerrepresentados en esa franja de
pobreza, están sobrerrepresentados en los peores indicadores: el menor
ingreso, la pobreza, la falta de vivienda, los peores empleos, etcétera. Por
tanto, hay tendencias objetivas para que el tema de la racialidad se nos vuelva
un problema socialista a nosotros y una base al enemigo sobre la que está
actuando con mucha energía. Yo sé que en Luther King, yo sé que nosotros
preferimos no hablar del problema racial, precisamente porque estamos contra
eso, pero nos entra por la ventana, y tiene una dimensión ideológico cultural
terrible. Por eso quiero mencionarlo como un problema del conjunto de la
sociedad, porque es un tema transversal, que nos aparece en la economía, que
nos aparece en la política, que nos aparece en la vida civil y en la esfera
ideológico cultural cada vez con más fuerza, y sobre la cual los enemigos
trabajan, y también los criollos trabajan, los propios negros y mulatos se
sienten que tienen que reivindicar su situación de desventaja, y no está mal,
porque yo estoy porque todos los grupos defiendan sus intereses. Eso de que
hay un gran padre, un big brother que nos va a proteger a todos… descarten
eso. Hay que hacer los espacios para que los grupos de intereses defiendan
sus intereses, sean las mujeres, sean los LGTBI, sean los negros, sea
cualquiera. Si no empoderamos a los grupos de intereses, no podemos
defender sus intereses y estarán siempre bloqueados. Ahora bien, en el caso
nuestro, hay algo, me parece a mí, ideológicamente terrible, que es que
muchos de los compañeros que están aquí en la lucha por el tema racial se
han comprado un término que vino. Tiene otras razones, fue aceptado por las
Naciones Unidas, y ha entrado en Cuba y hasta el discurso oficial lo ha
aceptado –para mi sorpresa–: es el tema de los afrodescendientes. Es decir,
hemos entrado en un tema de identidades y la identidad de los negros y de los
mulatos, ustedes me dirán que hay 16.000 variantes de la mulatez, como
también, por supuesto, hay un racismo negro, y mestizo… es un problema de
mucha complejidad este problema de la racialidad. Y nosotros teníamos eso
resuelto, creo yo, ideológicamente hablando, con Martí: «cubano es más que
blanco y más que negro…». Es decir, la misma identidad, que era la del
cubano, resolvía el problema y nos daba un techo ideológico para colocar esas
contradicciones mientras las resolvían. Y resulta que hay que volver a África,
hay que montar el barco en dirección contraria. A mí que reivindiquemos la
cultura africana, como un componente, ¡un componente! del ajiaco… pero
¿volver ahora a la africanización?, y que somos afrodescendientes, yo creo que
nos estamos metiendo en un callejón ideológico cultural que en vez de
resolver, o ayudar a resolver, de crear un marco de solución ideológico cultural
al problema de las contradicciones raciales –que son objetivas– lo que lo
estamos es enquistando como un problema insoluble, porque cuando creemos
o recreemos la identidad negra o mestiza, lo cubano no se sabe lo que quiere
decir. ¿Qué quiere decir ser cubano con mi identidad? Tengo que poner la
nacionalidad, en un pasaporte, en un carnet… y este es un problema que
nosotros teníamos resuelto, ideológico, entonces llamo la atención sobre esta
contradicción.

Hay dos problemitas más de carácter global que quiero mencionar ahora: uno
es el problema generacional. Yo sí creo que a nosotros nos falta lo que se
llamaba imaginación sociológica y hay una cantidad inmensa de problemas.
Nosotros nunca los problemas los colocamos en una perspectiva sociológica –
no digo ustedes, obviamente es parte de su oficio– sino digo la población, los
cuadros, los cuadros políticos, los decisores. El compañero Marino Murillo
puede hablar durante dos horas de cualquier cantidad de problemas sin
mencionar ninguna implicación social. Lo social nunca aparece cuando los
economistas hablan. Bueno, el quid de lo que quiero explicar ahora es que la
Revolución comenzó con dos generaciones y llegamos al Período especial con
cuatro. Se formó en el Período especial una quinta generación. En los 2000, en
los cuales llevamos ya 19 años, se creó una sexta generación y ahora, sobre
todo de aquí al 2025 vamos a tener una séptima generación sociopolítica. Es
decir, que la Revolución, que convivía con dos generaciones, se las tiene que
ver con siete, de las cuales yo siempre digo: las tres primeras vivieron mejor
que sus padres, la cuarta vivió igual que sus padres, y todas las demás, peor
que sus padres, para decirlo rápido. Pero no es esa la connotación única, no,
las connotaciones de todo tipo: memoria histórica, experiencia revolucionaria,
niveles de participación… el que ahora arriba a la séptima…

Detente en esa variable que mencionaste al paso, en esas variables


dentro de la Revolución no solo la condición material…

La condición material es importante. A ver, siempre hemos tenido necesidades,


tenemos ahora un poco más de necesidades porque hemos salido de un
Período especial –lo voy a describir– y estamos en otro, aunque se llame de
otra manera, es decir, tenemos más carencias materiales que las que tuvieron
nuestros padres hasta los ochenta. Hay carencias materiales, hay una
distribución más desigual de lo que hay en la sociedad, etcétera. Estos son
impactos, pero el problema es que lo que tenemos choca ahora con las
expectativas. Las nuevas generaciones tienen otras expectativas. Mi
generación quería educación, quería salud, quería cine, quería música, quería
cultura. Ya todo eso ya se dio, más o menos, mejor o peor, ya son conquistas
de la Revolución. Ahora la nueva generación quiere otra cosa, yo me siento
con mis nietos y no puedo… «no me hables más de la educación y la salud… si
yo nací con eso, no hables más de eso». Pero oye, ¿tú sabes lo que es un país
del tercer mundo tener al 100 por ciento de los niños con uniforme, y en la
escuela y reproducir eso? El problema es el último celular, quiero mayor
conectividad, quiero viajar, a conocer el mundo… el problema es que las
expectativas que la Revolución le resolvió a las cuatro primeras generaciones
están bloqueadas, más nuestros errores, porque, por ejemplo, yo creo que en
el tema de la conectividad cometimos un error estratégico, con costos de todo
tipo, no solamente generacionales, costos para los sectores científicos y
académicos que estaban desinformados, etcétera. Y lo peor, es que no hemos
ganado capacidad para combatir en las redes, que es un oficio. No hacemos
más que quejarnos… que el enemigo, que el grupo, que no sé qué, que un blog
que nos ataca, que no sé cuántas cuentas… bueno, ¿y nosotros? ¿Por qué no
le piden al Martin Luther King que haga sus combates en un blog a nombre de
la Revolución? Ustedes lo tienen, pero, quiero decir, publicar algo que se
entendiera y tú y el otro, ¿por qué Aurelio [Alonso] está en su casa ahí,
esperando a morirse, en vez de estar defendiendo a la Revolución en la red? Y
el otro y el otro y el otro… no nos preparamos para eso, no sabemos qué decir,
y lo que es peor –y aquí voy a hacer una observación atrevida– noto que la
dirección política es muy influenciable por la red, están muy preocupados,
muchas veces están contestando lo que uno sabe que está en ese momento
circulando. Mi hermano, no. No me meto más en eso porque estoy hablando en
chino. Lo que quiero decir es –porque voy a volver a esto en el desafío, más
tarde, de la red– lo que quiero decir es que, a tu pregunta, hay problemas
generacionales. ¿Tú tienes alguna duda? Si no, te lo voy a decir, la biblioteca
personal más importante de Cuba la tengo yo, ¿he logrado que mis nietos se
lean un libro? ¿Uno? Hay un grupo generacional que está asociado al
desarrollo de la informática, etcétera, que nosotros no acabamos de entender,
y nos retrasamos mucho en entender eso. Habría que haber asumido –porque
se sabía que iba a ocurrir– que era un desafío ideológico cultural en las redes y
habernos preparado para eso, pero nada más que saben criticar, en fin…

Ya dejo eso, lo que quería era decir, que es lo que estoy diciendo ahora, y es
que hay un problema generacional, hay un corte generacional y hay que tener
en cuenta que tiene implicaciones políticas muy fuertes. Todavía estas nuevas
generaciones no son oposición, veremos si logramos evitar que lo sean, pero
son cada vez más críticas. «Esto es un negocio de ustedes, esto es un negocio
de los viejos, esto es un negocio de papá, que estuvo en el barco que dirigió mi
abuelo, a lo sumo es un negocio de papá, pero esto no es un negocio mío». No
pasan a ser la contrarrevolución y quizás ni la oposición, pero no les importa.
Luego, en grandes números –percibo yo– cada cual tiene su visión de la
realidad porque, por supuesto, una vez más, no está estudiado. Y los dirigentes
cubanos creen que la información es lo que les informa la Seguridad del Estado
y el aparato ideológico del Partido, y creen que así están enterados de cómo
está Cuba. Entonces, este es un problema que está muy falto de estudio, todas
son percepciones indirectas que tenemos todos, si somos padres, si somos
abuelos, si tenemos vecinos pequeños o adolescentes, pero hay un corte y no
hay política para eso. No tengo que decir que los dispositivos que hay para eso
–Juventud comunista, Pioneros, Federaciones estudiantiles, etcétera– no
pueden mascotear ese problema todavía.

El último comentario que iba a hacer es lo que voy a llamar sucintamente…


otra cosa que no está… que no oigo al compañero Murillo… Déjenme decirlo
de una manera un poco académica al principio… Nosotros nacemos, crecemos
y morimos en el marco de instituciones, por tanto, la dimensión institucional, las
instituciones que existen y el orden institucional que existe, y el funcionamiento
de esas instituciones es el primer dato que tiene que ver con la vida social,
porque la sociedad tiene, inevitablemente, instituciones. La Revolución creó su
cuerpo de instituciones, hay un cierto orden institucional, por ejemplo, en el
caso del socialismo las instituciones políticas predominan sobre las demás,
etcétera. Hay un cierto orden, una cierta jerarquía, en fin, y todos vivimos en el
marco de instituciones legales. Las instituciones nos norman la vida, nos la
ordenan, nos dan, nos quitan, nos favorecen o nos estorban. Esta idea –antes
dije imaginación sociológica– y ahora digo imaginación institucional.

Ustedes aquí están forzados a tener en cuenta al resto de las instituciones que
los están limitando y jodiendo todo el tiempo, y no debe ser un tema muy raro
para ustedes. Pero el hombre común, las personas, los individuos sociales
etcétera, nadie está suelto, la vida cotidiana transcurre en instituciones, desde
que te levantas hasta que te acuestas. Entonces, estas redes institucionales,
en las que no me voy a meter, es el núcleo duro de la sociedad. La sociedad se
institucionaliza. La sociedad está siempre institucionalizada. Puedes concebirla
como una suma de instituciones: instituciones jurídicas, instituciones políticas,
instituciones económicas, instituciones civiles, instituciones ideológico
culturales, etcétera, pero instituciones. ¿Qué quiere decir? ¿Qué cosa es una
institución en Sociología? Un conjunto de relaciones sociales de carácter
permanente y duradero que tiene, como núcleo constitutivo, una norma
constitutiva que define las funciones, lo que hacen y los poderes que tiene esa
institución. De ahí se desprende todo lo demás. Los estudios institucionalistas
lo primero que aprenden es que, tal como está pintado el pájaro es una cosa y
cómo funciona el pájaro, es otra, que nosotros, los sujetos y actores desviamos
la Constitución, hacemos que la institución se comporte con cierta desviación
respecto a lo previsto, a la norma constitutiva… a esto le llaman macro teoría
que les digo para explicar lo que quiero decir ahora: la institucionalidad cubana
tiene una serie de graves, graves desviaciones. Toda sociedad tiene
desviaciones. La desviación es un concepto sociológico. La desviación de la
norma… pero las nuestras son muy graves, y, de paso, voy a mencionarlas: el
hecho de que el socialismo nuestro sea un socialismo de Estado, es decir, el
dominio que tiene el Estado sobre toda la vida social, la alta desviación de las
normas, que ya mencioné, la alta centralización de las instituciones nuestras,
que ha derivado en burocratización, que digamos que es un rasgo de la
modernidad que el socialismo real ha multiplicado por 100, la corrupción como
un componente socialistamente no previsto, pero que acompaña
históricamente a todas las instituciones y que, en el caso nuestro, tiene muy
bajo control democrático sobre ese proceso y la baja eficiencia de las
instituciones. Eficiencia… la institución tiene prevista una serie funciones, las
nuestras las hacen, las ejercen con bastante ineficiencia. Es un grupo de
rasgos que yo creo que el proceso de reformas irá mejorando –vamos a ser
optimistas– de aquí al 2025, pero que, como no se habla de eso, como no está
puesto eso en claro, como no se dice cuáles son las políticas para que eso se
resuelva y que las instituciones mejoren, por ejemplo, el área de la burocracia,
parece que hemos decidido resolver el problema de la burocracia con la
computación… Lo único que vamos a hacer es darle a los burócratas, además,
una computadora. Bueno, lo dejo ahí como un problema macro de toda la
sociedad que quería enunciar como una problemática a resolver en la reforma,
pero que, a diferencia de otras problemáticas, no está suficientemente
visibilizada. No aparece en el discurso oficial y no tenemos ciencias sociales
que se ocupen de eso. Por tanto, Valdés Paz sigue hablando mierda cada vez
que puede.

Ahora entro en el sistema político. Hay mucho que decir del sistema político,
porque todos lo vivimos –políticamente hablando–. Yo quería mencionar
algunos problemas que son decisivos en este intervalo que va del escenario
actual al año 2025, es decir imaginario año 2025. Primero, doy por sentado que
lo que llamamos la sucesión política habrá avanzado considerablemente. En
seis años se mueren los que tienen más de 80, pero los que tienen 70 ahora
tendrán 80. La sucesión política es algo que tiene que ser resuelto
políticamente. Actualmente eso transcurre bajo reglas naturales: fulano
envejece, muere, y lo sustituye uno que tiene 5 o 10 años menos que él y así
sucesivamente. No hay política de que se vaya para su casa, no hay política de
retiro, como estamos viendo, como correctamente estamos viendo. Hay un
cierto grado de sucesión con el presidente de la República, que agarró con 56,
tiene 60 años, en fin, y se supone que él arrastre consigo una mayor sucesión
generacional. Uno dice: la generación histórica va a desaparecer en este
intervalo. Pero no sabemos cuándo, por cuánto tiempo. Voy a decirlo de una
manera rápida: es verdad que el compañero presidente tiene 60, pero es
verdad que el vicepresidente tiene 80 años; es verdad que Raúl tiene 90, es
verdad que Machado tiene 91; es verdad que el Jefe de la Fuerzas Armadas
tiene 78… Hay una renovación que transcurre ahora por vía natural. No está
claro que hay una política, aunque hay un potencial, que las investigaciones
que yo conozco dan que la edad promedio, por ejemplo, de los cuadros a nivel
de provincia de Partido y Gobierno está entre 50 y 55. De hecho, el Comité
Central quedó en 52 y la Asamblea Nacional quedó en 53, como promedio, con
todos esos viejos. Sobreviviendo. Hay un potencial de renovación, pero no hay
una política de renovación todavía… eso que tú y yo esperamos, que en los
próximos seis años se desencadene. Es más, yo quiero creerlo, pensé que iba
a suceder en el 6to. Congreso del Partido, pensé que iba a suceder en el 7mo.
Congreso del Partido y me quiero creer ahora que va a suceder en el 8vo.
Congreso del Partido. Ahora fíjate… Estamos en la sucesión política
generacional. No que quitaron a Pedro y pusieron a Pablo… porque tenemos el
sistema de generación. El primer problema que tenemos es que las
generaciones más jóvenes no tienen representación en el poder político,
ninguna, es decir, aquí el que está por debajo de 30 años… salvo que tú me
quieras decir que el secretario de la Juventud está en el poder. Tenemos un
problema de representación generacional, no hemos logrado tener una
representación de todas esas generaciones en las estructuras del poder
político. Ese es el problema, que introduce una disfunción. No tengo eso
estudiado, no puedo medirlo, pero lo advierto como un problema.

Segundo problema, como decía mi amigo el Comandante PRECISAR, que era


un sabio, el problema en política es por dónde me van a cortar el pescado, se
decía el bacalao. ¿Qué quiere decir eso? Que cuando tú dices «voy a meter
renovación», la pregunta implícita es ¿por dónde vas a cortar? Porque los de
80 se van a morir, pero el que tiene 70 ahora y es director, ministro o
viceministro, dice: «me toca a mí, yo llevo aquí de viceministro 30 años, y ahora
quiero ser ministro», o vicepresidente del Consejo de Ministros. Hay un primer
problema ahí: ¿por dónde vas a cortar el pescado? Porque cuando tú cortes el
pescado, los que están por arriba de ese corte, sobran. Demorará «X» tiempo,
pero tu política es que se vayan para su casa, y también le ponen un límite a
los grupos etarios más jóvenes, porque si la media está en 60 y tú tienes 30, tú
dirás: «¡¡¡cooo… treinta años más!!!». Para entrar, esa es la problemática, que
está implícita, y que no está definida, y, por tanto, te advierto que tiene esa
contradicción.
Hay otra contradicción más, que es la limitación del mandato. En algunos
cargos, muchos menos de lo que se pensó, han puesto un límite de edad para
acceder, un límite de edad para estar y un límite de período de ejercicio. ¿Qué
introduce eso en un sistema político? Porque sí introduce una cosa que no
hemos vivido… nosotros no hemos vivido eso… Esta Revolución tiene 60 años
con dos cosas claras: la dirigió 50 años Fidel Castro y la ha dirigido y dirige,
los últimos 10 años, Raúl Castro Ruz. Un sistema político donde rotan las
élites, porque hay reglas de rotación… porque, al final, los límites de edad son
reglas de rotación, que podrían ser más. Si tú dijeras, una regla:
incompatibilidad de cargos: el que sea dirigente del Partido no puede ser
dirigente del Estado, el que sea dirigente del Estado no puede ser dirigente de
una organización de masas; suponte que dijeras eso, otra dinámica se
desataría. Lo que estoy tratando es de transmitirles la idea de que en la medida
en que ponemos nosotros reglas, se crean dinámicas con las que no hemos
vivido, y te voy a decir más: no tenemos cultura política para eso.

Otra, si quieres que te hable de contradicciones que tiene que tener en cuenta
el Luther King, no hemos vivido con eso, no sabemos vivir con eso. Te voy a
poner dos ejemplos, dos consecuencias probables, ya estamos viviendo parte
de eso, déjame decirte que parte de eso ya se está viviendo, pero no quiero
entrar en eso, porque a lo mejor yo soy más pesimista que ustedes.

Te voy a exponer dos problemas implicados. Primer problema: no va a haber


árbitro, este es un partido de futbol que tenía un compañero llamado Fidel
Castro con un silbato, que cantaba las jugadas. No es que no haya habido
contradicciones, porque yo he sido funcionario 20 años y sé que se matan
todos entre ellos, el ministro «A» con el «B», el ministro «B» con el «C» y así
sucesivamente, el de arriba con el de abajo… Había un árbitro que tocaba el
silbato y se acababa la bronca. Raúl no es el mismo árbitro, pero sigue con el
silbato… Hay más gente inconforme, pero cantó la jugada. Ya no habrá quien
cante la jugada. ¿Qué dijo el compañero Raúl Castro? Él mismo dijo: no hay
quien pueda sustituir a Fidel, yo no puedo, en el futuro el sustituto histórico es
el Partido… sin comentarios. Tú me dirás si el Partido va a ser en el futuro el
árbitro. Bien, lo dejo ahí.
Voy para la segunda contradicción. Otra condición de esta experiencia histórica
que hemos transcurrido es, y muy notable, la unidad de la clase política, porque
el arbitraje, una de las cosas fuertes que imponía era la unidad de la clase
política: «esta es la política, esta es la línea... y andando». Todo el mundo
sabía: «tengo opiniones, pero esto es lo que hay que hacer”. Ahora, el
compañero Joel, que sabe, que tiene sus calladas intenciones y sabe que el
compañero Díaz Canel solo podrá ser presidente 10 años, puede decir Joel:
¿por qué no? ¿Por qué yo no después? ¿Por qué no me toca a mí después?
Digo Joel porque sé que Joel no está pensando en eso, pero hay mucha gente
pensando en eso… o ya estamos, como dice el poeta, en el centro de las
almas. Si no estamos en el centro de las almas, hay quien está ya barajando su
futuro. ¿Qué sucede cuando tú piensas que tienes tu propia carrera? El
presidente tiene su carrera, yo tengo la mía. Tengo que empezar a preparar a
mis amigos, a mi clientela, a mi grupo, mis socios, mis ecobios, y ya la unidad
política, esa que hemos vivido, se comienza a resquebrajar, quieras que no. Yo
no voy a ir diciendo esto por todas las esquinas, porque te podrás imaginar que
pongo un petardo. Si me lo preguntan lo digo, pero como estamos aquí en
confianza y tú me dijiste: «dilo» (1:54:03). Lo dejo ahí, porque me parecen
bastantes los desafíos.

Había un término más elegante que era la circularidad…

La circulación de las élites, ese era un término acuñado sobre todo por los
italianos, Mosca, Michels, Pareto, que crearon la teoría. Incluso Pareto creó
una teoría que se llamó así: la circulación de las élites. Es más, reducía toda la
política a eso, lo cual ya era una exageración, pues dejaba por fuera las masas,
la población, pero no dejaba de tener un cierto viso de verdad, de que en las
élites políticas hay ciertas reglas de circulación, y nosotros vamos a entrar en
eso. Eso tiene su propia objetividad. Bueno, lo dejo ahí, la sucesión política
generacional.

Quiero llamar la atención acerca de que, sobre el sistema político, parece que
estamos haciendo una reforma económica, y no hemos reparado
suficientemente en que, con la nueva Constitución, hemos hecho la reforma
política. Todas estas cosas que estoy diciendo están en la Constitución ya, es
decir que, hay que mantener un ojo sobre la implementación de la Constitución,
porque la nueva Constitución modifica el sistema político cubano
sustancialmente y le introduce nuevas dinámicas, como ya he estado tratando
de explicar. Bueno, dicho eso, quiero detenerme un momentico en algunos de
los cambios de las instituciones políticas que están implicados. Hay muchas
más, cosas gruesas que quiero mencionar que están resueltas
institucionalmente. Está la separación de funciones que todos queríamos, que
era un presidente o un jefe de Estado y un jefe de Gobierno. Esa separación,
que nosotros creíamos que iba a ser… incluso como estaba... quiero recordar
que en el socialismo real –menos en el cubano– siempre han estado separadas
las jefaturas de Estado y de Gobierno. Hicieron un sistema político ad hoc para
el compañero Fidel, perfecto, no tengo problemas con que lo hayan hecho para
él, pero, era para él. Cuando el compañero Fidel desapareció y empezamos a
hablar de reformas, todo el mundo entendió que se tenía que producir una
separación de las jefaturas de Estado y de Gobierno, y había algunas
preguntas y al menos unas propuestas de qué se debía hacer con el Consejo
de Estado, que a todo el mundo le suena como la quinta rueda del carro, y lo
que es peor, el carro gira con esa rueda. Ustedes recordarán, por cada ley que
hizo la Asamblea el Consejo de Estado emitió 24 Decretos-ley, es decir, que,
estamos gobernados por el Consejo de Estado. Ahora, con los cambios
institucionales políticos planteados por la Constitución, hay dogmas. Se han
separado las estructuras del Estado y el Gobierno, pero se le dio al jefe de
Estado la atribución de presidir el Consejo de Ministros cuando lo estimara.
¿Qué hemos visto, por ejemplo, en el coronavirus? El primer ministro es un
amanuense, el presidente preside todos los Consejos de Ministros. Es decir,
que eso, que parecía ser una regla de excepción, pues se ha convertido en la
práctica cotidiana. Cuando, como ya dijo el compañero Raúl, le demos la
condición de primer secretario del Partido a Díaz Canel, habremos reproducido,
en gran medida, una concentración enorme de poderes en una sola persona,
que no está en el espíritu de la reforma, y que tampoco está en la Constitución.
La Constitución dice que el Partido es el dirigente superior de la sociedad y del
Estado. Entonces, cuando sea secretario general, está claro, que es bastante
más que jefe de Estado. Ahí está esa pequeña incongruencia.
Pero hay una segunda incongruencia no declarada, que es la siguiente: sin
decirlo, hemos creado un poder Ejecutivo, porque si tú miras bien que hay un
jefe de Estado, que subordina al primer ministro… el primer ministro lo que
tiene ahora en provincias son gobernadores, y los gobernadores lo que tienen
en los municipios son intendentes. Se ha creado, sin decirlo, un poder
Ejecutivo, una línea ejecutiva completa, directa y autónoma. No sé si lo
pensaron así o no, pero no era lo que esperábamos. Lo que esperábamos era
la única virtud que tenía el esquema anterior, que era que, todas las decisiones
eran colegiadas. Es decir, la única virtud que tenía aquella maraña que
teníamos nosotros, era que el Consejo de Ministros nada más que tomaba
decisiones colegiadas, el Consejo de Estado tenía que tomar decisiones
colegiadas, la Asamblea tomaba decisiones colegiadas, y así era gobernado el
país. Sabemos que nadie iba a decir lo contrario de lo que dijera Fidel Castro,
ya sabemos eso, pero el poder era colegiado. Cuando Fidel Castro quería
hacerse el gracioso decía: «…pero yo no sé por qué dicen que yo, si yo no
puedo nombrar ni un embajador». Lo cual es verdad, lo nombraba el Consejo
de Estado, es decir, que la única virtud que tenía aquella mierda, era que
estaba diseñada sobre la base de la decisión colegiada. Ya no, ya tenemos una
línea ejecutiva que rendirá cuentas y todo lo que tú quieras, y tú me dirás qué
quiere decir rendir cuentas en Cuba, está bien, está puesta ahí como un
derecho de tales o mascuales de la Asamblea, que le rindan cuentas, ya
veremos cómo se hace, pero los distintos poderes están adscriptos no al primer
ministro, sino al comandante en jefe que ahora es jefe de Estado. En fin, que
yo creo que hemos tenido una reforma política, que resuelve algunos de los
problemas que teníamos, pero que nos deja otros, porque, hay que hacer
abstracción de las personas, hoy está Pedro, y mañana está Pablo, y hay que
pensar institucionalmente cuál es el potencial de conflictos que puede haber.
Bueno, lo dejo ahí.

Un logro que yo creo que tiene la reforma política implicada en la Constitución


es que define mejor lo que en todas partes se llama la administración pública,
porque el Estado tiene, entre sus instituciones, entre las instituciones estatales
está la jefatura de Estado, está el Gobierno y está la Administración Pública. En
realidad, lo que hemos hecho es definir, de los ministros para abajo, pasando
por los gobernadores y los intendentes, una administración pública, es decir, la
parte del Estado que ejecuta, que implementa las políticas que se deciden en
los niveles decisores de las políticas: la Asamblea, la Presidencia, el Gobierno.
El Gobierno es una institución, los ministerios son parte de la Administración
Pública, pero cuando el ministro se constituye como miembro de un órgano
colectivo que es el Gobierno, es el Gobierno. Por eso, no solamente es
lamentable que, por ejemplo, el ministro de la Industria Alimentaria haya dado
ese espectáculo que dio, con lo cual demuestra que no sirve como parte de la
administración pública, sino lo que es peor, es pensar que es miembro de un
órgano de Gobierno. Me tendrá que decir a mí qué luz va a dar, qué importa lo
que opine, es decir que, hay que tener en cuenta que un ministro es miembro.
Fíjense que en los regímenes parlamentarios está el ministro y están después
los secretarios, que son los que llevan la ejecución política, pero lo importante
del ministro es que está formando parte del Gobierno, y que, por tanto, forma
parte de los que deciden las políticas que se implementan. Entonces, ahí
tenemos ese potencial de contradicciones.

Tenemos un problema con las Fuerzas Armadas que, en el escenario de


conflictos que tenemos, habrá que volver a reforzar las Fuerzas Armadas,
modernizarlas, no queda más remedio que volver a destinar recursos para las
Fuerzas Armadas, a los institutos armados, sea las FAR, sea el Ministerio del
Interior. No cabe duda. Habrá que tecnificarlas, todo eso deberá ocurrir. Hay
que tratar de que vuelva a ser una fuerza mínimamente disuasiva, tanto para el
enemigo externo como para el interno. Yo creo que entre las cosas que hay
que resolver para que eso ocurra es que hay que liberar a las Fuerzas
Armadas de todo lo que no sea una función propia, rápidamente.

En ese sentido, me refiero a Gaesa. En mi opinión, Gaesa es un cáncer


institucional. Yo no tengo opinión sobre Gaesa porque no sé cómo funciona. Lo
mío es un juicio institucional: tener comprometidas a las Fuerzas Armadas con
los monopolios estos que tienen el 30 por ciento de la economía del país.
Comprometer a las Fuerzas Armadas con ese tipo de función y actividad, que
es, eventualmente una fuente de corrupción, porque si tú eres un militar de
carrera tú preferirías terminar en Gaesa, que terminar en un Cuerpo de Ejército
y, eventualmente, tirando tiros. La introducción en las Fuerzas Armadas de esa
expectativa es muy peligrosa. Entonces, más todas las explicaciones
económicas y de otros tipos, pero a mí lo que me interesa ahora es la
expectativa de que hay que devolverle a las Fuerzas Armadas su perfil propio,
liberarlas de lo que no es una función defensiva y, por tanto, uno de los
problemas gruesos que ya estoy planteando que hay que resolver, sobre el
cual martilla el enemigo constantemente: las tres cuartas partes de las
prohibiciones que ha dictado Trump son para las empresas de las Fuerzas
Armadas. Eso es Gaesa. Entonces, yo creo que ese es uno de los problemas
que hay que resolver, pero como de todo lo importante, no se habla, no se
menciona, la palabra Gaesa no existe, es decir que le estamos tocando, como
dicen los campesinos, los huevos al toro. Pero no cabe dudas de que es un
problema institucional, político, con muchas implicaciones que hay que
resolver, que hay que sanear, hay que civilizar eso. Yo mismo me he puesto
muchas metas: he pensado ahora sí, ahora sí, ahora sí… Incluso me he
querido creer que lo iban a resolver trayendo a Gaesa entera a la vida civil y
poniendo a su presidente de vicepresidente del Consejo de Ministros, para
darle a eso una transición, pero no ocurrió. He pensado que nuestro primer
ministro, que viene de ese mundo, es una solución confiable para que eso
ocurra. No sé, quién sabe, pero no deja de ser un problema que hay que
resolver y que tiene costos políticos y de imagen, y consecuencias económicas,
y desafíos para la autoridad de la jefatura de Estado enormes, porque no tengo
que decirte que uno de los problemas que está por resolverse en esa historia
es unas Fuerzas Armadas, un instituto armado que nunca han estado
subordinados a un no militar. Para ponerlo en criollo: «a mí nunca me ha
mandado no solo un no militar, sino tampoco uno que haya nacido después
que triunfó la Revolución». No tiene precedentes, no hay ni una historia.
Siempre sucede en política, muchos problemas implicados de subordinación
real, lealtades políticas, etcétera, que hay que favorecer institucionalmente. Si
tú complicas el orden institucional de manera que no favorezcas eso, el
gobierno civil sobre el militar, la subordinación de los militares al poder civil, si
tú no resuelves institucionalmente eso, arriesgas toda clase de cosas. Lo dejo
ahí porque me parece que algo de eso se va a manifestar de aquí al 2025. Y yo
espero, una vez más –debe ser porque es el último Congreso que voy a ver yo
en vida– que en el 8vo. Congreso a ver si arreglan esa cosita que estoy
diciendo, o algunas de ellas.

Me detengo en algo que les importa mucho a ustedes, de lo cual se ha dado un


gran avance en la reforma política, vuelvo a decir, implicada en la nueva Carta
Constitucional, que es el tema de la municipalización, que mejoró mucho su
reconocimiento constitucional, aunque yo creo que insuficientemente. Yo creo
que le tenía que haber dado la Constitución más líneas, más definiciones, más
condiciones a la futura Ley del municipio, que dejó demasiadas cosas
indefinidas, pero bueno, avanzó, ya se habla de lo local, se habla de lo
municipal, se espera una Ley municipal, se empieza a hablar de que hay que
resolver, que hay que descentralizar en el municipio, etcétera. Eso tiene un
largo recorrido, porque cuando le empiecen a echar cosas al municipio van a
descubrir que en el municipio no hay nadie. Eso lo digo con sobrada
experiencia personal. El primero que habló de municipalización fue Raúl
Castro, hablando de la municipalización de la agricultura, que nunca ha
ocurrido, pero crearon delegaciones municipales del Ministerio y cuando yo
dije: «coñoooo , ahora sí que lo que van a mandar para allá es a los
viceministros, los cuadros, los directores, todo lo provincial, los carros, las
computadoras…». Como me tocó pasear por algunos municipios acompañando
a PRECISAR y sus proyectos, empecé a ver a los delegados municipales de la
agricultura y lo que te daban eran ganas de llorar, de llorar. Lo digo ahora
porque ustedes, como consultan esta realidad, creen que tienen que volver a
hacer el recorrido de volver a regular todo, de volverlos a formar. Todo eso hay
que hacerlo, pero mi hermano, lo primero que hay que hacer es una política de
cuadros que mande para los municipios. Si tú vas a virar la pirámide, tú tienes
que mandar para los municipios los cuadros fundamentales del país, porque si
no, es mentira; si no, es de mentiritas. Si tú no mandas los cuadros que están
hoy en los organismos centrales, disuelves los organismos centrales, disuelves
las OSDE esas que inventaron y mandas toda esa reciedumbre de cuadros –
que en Cuba ser cuadro es llegar a vivir en La Habana, no hay nadie que
piense que su destino va a transcurrir en los límites del municipio donde nació,
nadie cree eso en Cuba–. El ascenso, entre otras cosas es, salir del municipio.
Esa es la ideología que acompaña la dinámica existente. Para cambiar esa
dinámica, para cambiar ese imaginario, convertir realmente al municipio en lo
que se dice que va a ser hay que hacer muchas cosas, y uno de los gestos que
hay que hacer es que hay que redistribuir los cuadros y los recursos en los
municipios; si no, todo esto es violín. No hay municipalización.

Y no pudiera ser que, en los municipios, en vez de redistribuir los


cuadros se creen potencialidades y capacidades, que creen una base
comunitaria que le suba el paraguas a …

De hecho, eso existe, es que lo tienes que hacer, necesitas, seguramente, un


segundo tiempo. El municipio tiene que crear sus cuadros, pero ahora, de
inmediato, en la primera fase, para que haya un municipio que pueda asumir la
descentralización de la economía, la descentralización de la política ¿dónde
están los cuadros? ¿Tú quieres ver los presidentes, los gobernadores? No voy
a hablar ya de los municipios, ¿quieres que te hable de los gobernadores que
tenemos, de los gobernadores realmente existentes? Entonces yo creo que de
aquí al 2025, que es lo que estoy planteando, hace falta una política que haga
realidad, que le dé una dimensión real a eso de la municipalización, porque si
no, bueno sí, puede ser que la PRECISAR popular, las capacidades que
creemos, el desarrollo local, todo lo otro que hasta ahora hemos inventado
quede lidiando a largo plazo, juegue su papel, y algún día los municipios creen
sus propios cuadros y sus propios actores. Pero eso es de mediano a largo
plazo, y no está acompañado de ninguna cultura política que diga que tú
naciste para quedarte en tu municipio, que tú consideres que es tu status –
vamos a usar la imagen del estatus, recuerden que el estatus es la estructura
que es la valoración que frente a la sociedad tiene el lugar que tú ocupas; por
tanto, un maestro puede tener más estatus que un tipo lleno de dinero, porque
la sociedad le reconoce esa instancia–. Bueno, ¿qué lugar tienen aquí
PRECISAR. Es más ahora están inventando empresas filiales y todo eso,
porque hasta las pocas empresas que existían las convertimos en empresas
básicas. Hicimos horrores al respecto, que no hemos resuelto, y yo estoy
oyendo hablar de reforzamiento empresarial. No disuelven las OSDE, han
inventado una nueva complicación que son las llamadas empresas filiales para
acallar el escándalo. ¿Quieres que te cuente un ejemplo del escándalo? Estoy
en una reunión de balance del Centro de Estudios de la Economía Cubana que
estaba dedicada a las empresas, ahí estaban los investigadores diciendo
horrores y se les ocurrió invitar a la presidenta de Holguín, del Poder Popular,
un cuadro. Cuando cogió la palabra dijo: «lo primero que voy a decir es que
Holguín no tiene empresas». ¿Cómo no va a tener empresas? Y la empresa
que fabrica las combinadas de caña y la empresa que fabrica las cosas de
riego, y los centrales… no hay. PRECISAR en las empresas, no hay cortadoras
de caña en las empresas, todas fueron convertidas en unidades básicas,
unidades económicas básicas, las famosas UEB, fueron degradadas. Primero,
es un horror organizativo, pero fueron degradadas social y hasta laboralmente.
Si tú quieres ser director de empresa, vendrás para La Habana. Todo eso es un
lío, que no me voy a meter en eso, pero no veo que van a resolverlo, que entre
paréntesis resolvió Humberto Pérez en el ´76, para darle ese crédito, que
disolvió todo el sistema empresarial que había en el país y reconstruyó, y creó
4.000 empresas estatales, expediente empresa por empresa, que tenía que
cumplirse, etcétera y aprobado por PRECISAR. Lo que quiero decir, es que
todo eso crea un imaginario. ¿Cómo se asienta socialmente? ¿Cómo se
asienta laboralmente? ¿Cómo se asienta en una política de cuadros? ¿Por qué
hay que salir del municipio? Vas a tener un drenaje permanente, si no, esto que
estoy diciendo no se resuelve, tú creas capacidades, creas cuadros y se te van
del municipio. Produjiste al león de Andrak, descubriste que tenías en el
municipio «X» al león de Andrak… se te va a ir del municipio, te lo van a
promover, porque se te va, porque como es más complejo estar en la provincia
que en el municipio, te lo van a llevar para la provincia, y como es más
complejo estar en La Habana que estar en la provincia… Tienes que cambiar,
porque como tenemos una pirámide invertida, para todos los frentes, todas las
facultades están arriba, y abajo no hay nada. Si tú me dices, están los cuadros
más importantes arriba… si tú no distribuyes las facultades, no distribuyes las
funciones, no distribuyes… no habrá un cambio de imaginario, no habrá un
cambio de asociaciones jerárquicas, no habrá un cambio en la política de
cuadros, no habrá un cambio para el municipio. A lo mejor ustedes crean
capacidades que se van a desaparecer, etcétera. Yo creo que tenemos un
problema, que aunque yo creo que hemos avanzado mucho en el tema de la
municipalización, no tenemos una filosofía de la municipalización. Nos hace
falta una filosofía, un imaginario, una ideología de la municipalización, porque
está tan atrasado. Pero, además, nos hemos movido al contrario en la historia
de Cuba, que es lo peor, este era el país más municipalista de América Latina,
en Cuba un político lo que quería ser era o alcalde o presidente. Nadie quería
ser gobernador. Alcalde o presidente de la República, porque estaba repartido
todo el pastel en esos dos lugares. Nos hemos movido, durante 60 años, en
sentido inverso. Hemos liquidado las jerarquías, los lugares, los poderes
locales. Hay que reconstruir todo eso. Yo lo veo como una obra inmensa. Yo,
cada vez que hablo de esto, y me visitan en mi casa, abro las puertas de uno
de mis libreros y les digo: «esos dos tomos que tú ves ahí, de papel biblia, de
1.500 páginas cada uno, es la Legislación municipal de Cuba», que te decía no
solamente todo, sino, por ejemplo, que tú no podías estar a más de 100 metros
de la playa, de la costa, sin pantalones, que tú no podías estar sin camisa en
ningún lugar. Cuando triunfó la Revolución yo me acuerdo que fue un suceso
que hubo que dictar una nueva resolución municipal, ¡municipal!, para autorizar
a andar en short en La Habana… Dime tú cómo estaría el preso ahora… Yo
mismo ando en short, yo no me he movido en pantalones todavía en La Víbora
y, como siempre sucede, la manera de vestir, la manera de comportarte, una
cierta educación, una cierta manera de hablar, todo eso está engranado. Bien,
nosotros invertimos, liquidamos todo eso, y creo que todo eso hay que crearlo.
Yo te acabo de poner el ejemplo de los dos tomos, y de pronto te digo, ya no es
que no haya los dos tomos, es que no hay ni una Ley municipal. Tú coges la
Constitución del 40 y un tercio está dedicada a los municipios. En fin, lo dejo
ahí como que este es un gran problema en el que yo creo que nos tenemos
que mover de aquí al 2025.

Pero es importante, porque hay un relato, una expectativa de que todo


eso funcione, que se acerque la gente a la gestión, pero hay un
mesianismo con el tema del municipio.

Bueno, pero es mejor… A ver, es como todo… El mesianismo de Fidel Castro


estaba a favor de la Revolución, entonces, el mesianismo posible del
municipalismo ¡qué bien si va a crear a los municipios! Hay que admitir la
ideología, este es un país ideológico. Nosotros vivimos con la Caridad del
Cobre en el fondo, entonces, si no le metemos a eso ideología, mesianismo –tú
le llamaste así, como te dé la gana– la idea de que se van a resolver todos los
problemas, porque no, etcétera, no tenemos solución.

Cuando hay un problema, voy a usar tus mismos instrumentos en la zona


de análisis, cuando ahí coinciden un problema institucional, la
circularidad de las élites, el peor lugar es el municipio como lugar
topográfico de estar social y políticamente. En la circulación de las élites,
lo peor es el cargo del gobierno del municipio, es mejor ser director de
KTP…

Al no estar jerarquizado el municipio, este compañero que llegó a ministro de la


Industria Alimentaria, a lo mejor sería un formidable dirigente en el municipio,
puede ser su techo…

Pero a ver, a ver, por eso yo empleé el término filosofía. No tenemos todavía
una concepción clara de lo que es un municipio ni de lo que queremos como un
municipio, y como no tenemos eso claro, hacemos cosas, avanzamos un poco,
hay una sed de institucionalidad, que se supone que permite más participación,
etcétera, pero sabemos que eso no funciona, cuando tú le des al municipio,
cuando pongas el centro de gravedad del sistema político en el municipio, se
deben crear dinámicas, y se debe crear una institucionalidad nueva y distinta
para esa idea distinta, porque la institucionalidad que hay ahora es una
institucionalidad subordinada, está subordinada a la provincia, es decir, es una
réplica en el municipio, es una homología de lo que se decidió centralmente, se
homologa cada vez con menos facultades y recursos hasta que llega al
municipio donde no hay nada.

¿Cómo queda la municipalidad con ese poder ejecutivo directo y


autónomo que tú hablaste ahorita?

Puede echar a funcionar mejor, puede suceder que, al tener cierta autonomía
administrativa, lo que es en la administración pública puede funcionar mejor.
Ahora, tú has dicho, que rinda a la Asamblea; si eso es mentira, volvemos a
que el pájaro que está pintado no vuela. Ahora, en la institucionalidad que hay
–y me anticipo a algo que iba a decir después– en la actual, como ha sido
diseñada no hay espacio para el movimiento comunitario. Un movimiento
comunitario es algo que ocurre en el marco territorial de un Consejo Popular, o
en el marco de la circunscripción, o en el marco del municipio. Eso es lo que es
una acción comunitaria, una actividad comunitaria, un proyecto comunitario,
nunca un movimiento comunitario. La autonomía, la espontaneidad que se le
supone sociológicamente a lo comunitario no tiene lugar, no tiene espacio en la
institucionalidad esa de la que estamos hablando. Entonces, tú tienes que
persuadir, porque si no convences al del Consejo Popular no vas a hacer nada,
olvídate… y por ahí para arriba. Entonces, una cierta concepción del municipio,
de lo local, una cierta concepción del poder político local crea una cierta
institucionalidad y cierra otra. Por ejemplo, ustedes, que giran sobre la
concepción implícita –aunque se callen, porque es mejor no menearlo– de lo
comunitario, tienen que emplear las tres cuartas partes de su energía en
conciliar con el poder político real, y que no te cierren… por no hablar de los
poderes fácticos que no ves, porque tú vas a terminar discutiendo con el
Consejo Popular, pero tú y yo sabemos que, antes de que tú llegaras vino la
Contrainteligencia o la Seguridad del Estado a ver al del Poder Popular, y «esto
aquí no puede ser». Es decir, que hay poderes fácticos que no están sentados
ahí contigo, pero que están diciendo si va a haber un proyecto comunitario o no
va a haberlo. Entonces, todo eso hay que pensarlo, por dónde puede romper,
yo creo que cuando la Revolución se compromete con un mayor desarrollo de
lo municipal, crea una dinámica que queremos conquistar, es como todo, que
tenemos que conquistar… Bueno, eso no es la reforma, pero vamos a ver
cómo le pedimos más al ámbito comunitario y ese negocio, etcétera.

Ahora, si aquí no funciona el Estado central qué tú me vas a decir de cómo


funcionan los municipios, ¿qué me vas a contar? Eso ha empeorado, porque
en casi todos los municipios de Cuba –te voy a dar un dato– casi todos los
municipios de Cuba tenían un central azucarero, y muchos, más de uno, y una
de las fuentes de cuadros de un municipio eran los cuadros que se formaban
allí. Porque, bueno, un administrador de un central azucarero era siempre una
tarea de envergadura y de prioridad central. Desaparecieron la mitad o las tres
cuartas partes de los centrales del país.

Quería decir lo siguiente, quería agregar una complicación más que es la


siguiente: en teoría en este país la Revolución ha transcurrido y transcurre, en
teoría, con dos corrientes políticas muy claras: los revolucionarios y los
contrarrevolucionarios, y el consenso de apoyo a la Revolución es ese mismo:
todos los revolucionarios, y los que no están en el consenso son los
contrarrevolucionarios. Ya eso no es así, y se va a complicar más, en mi
opinión, de aquí al 2025. Yo creo que estamos conviviendo con lo que
podríamos llamar una diversificación de las corrientes políticas, político
ideológicas, una diversificación, que hoy no tiene tantas figuras políticas como
figuras intelectuales. Estamos en la fase en que los representantes de esas
corrientes tienden a ser voces intelectuales más que políticas, aunque también
hay algunas que son políticas. Bueno, yo creo que la Revolución no está
preparada, el sistema político cubano no está preparado para lidiar con esa
diversidad, y su reacción frente a esa diversidad –que es diversidad de
discurso, que es incremento de la crítica, son diversidades de propuestas– es,
por el momento, una respuesta visceral, reaccionamos mal, no podemos lidiar
con eso. Bueno, ese es un problema que yo creo que llevaría mucho tiempo
entre nosotros, porque es muy atractivo, nada más que quería enunciarlo.

Voy a decir algunas figuras, por ejemplo, entre los socialistas, los que están por
el socialismo: están los fidelistas y guevaristas, que no es lo mismo, pero los
voy a meter en el mismo saco; están los socialistas convencionales, digamos
pesepistas y soviéticos; están los socialistas críticos, que tienen una marca
generacional muy fuerte, que le pasan a la Revolución por la izquierda –aunque
la Revolución no los reconozca– porque la critica porque no es suficientemente
socialista, suficientemente revolucionaria, suficientemente igualitaria,
suficientemente participativa, la critican, usan el discurso socialista para
confrontar la Revolución. Eso me lo dijo a mí un compañero proveniente de la
Contrainteligencia, me lo definió de la siguiente manera: ponen el indicador
para la izquierda, pero giran para la derecha; al cual yo le dije, pero ustedes
¿clasifican a la gente por la intencionalidad? La clasificación de ustedes de la
gente ¿es por intencionalidad? Un panel que había propuesto yo en la UNEAC
–con tu amigo Julito [Fernández Estrada], con tu amigo Ariel [Dacal]– y no lo
querían. Si te sabes esa parte de la historia no te la cuento, pero me vinieron a
ver y a dar explicaciones. Para que vean con qué estamos tratando. Después
tenemos lo que podríamos llamar, creo yo, los libertarios, que son anárquicos,
anarcoides, anarcobolcheviques, cuyo carácter principal… para ellos lo
atractivo es que un socialismo y una sociedad tan estatizada como la cubana
es una contradicción, y aspiran a una sociedad no estatizada. ¿Cuáles son las
doctrinas que critican el Estado? El anarquismo, entonces son filoanarquistas,
anarcosindicalistas, pero hay un componente ahí antiestatista que, en Cuba, es
darle una patada en los cojones al régimen. Vamos a estar claros de cómo es
la cosa. Bajo el umbral del socialismo, hay esa diversificación, y se va a
agudizar, no hablo de proporciones, porque es muy difícil estimar eso.

Tenemos después una franja que son, lo que el régimen ha llamado los
centristas, que quieren ser políticamente leales, pero no están de acuerdo con
el socialismo, no están de acuerdo con el socialismo real que tenemos, y no
están de acuerdo ni con el socialismo porque eso es una mierda que fracasó.
Ahí, en ese grupo, en esa corriente, tenemos los que son socialdemócratas,
que se colocan en esa tradición socialdemócrata, de Estado capitalista para
que sea eficiente, de redistribución de los ingresos para que la gente tenga un
estado de bienestar, etcétera, cosas a las cuales ya la socialdemocracia
realmente existente ha renunciado, ya, se fueron por el capitalismo.

Y tenemos los socioliberales, es decir, los que son liberales, pero no quieren
ser neoliberales, sino liberales que para fines del siglo XIX entienden que debe
haber un componente social en la gestión económica, habría que ayudar a los
pobres y los abandonados que están en los callejones del hambre y después
hay que redistribuir un poco la riqueza. Esa es una franja.

Y hay otra franja que son francamente anexionistas, con distintos matices que
van desde «yo quiero ser un estado de la Unión» hasta que «los gringos no son
tan malos», o «¿por qué no somos realistas?», o «¿por qué no aceptamos que
ellos son los grandes y los fuertes?» No sé si ustedes conocen un libro que se
llama El idiota latinoamericano escrito por el hijo de Vargas Llosa, Montaner, y
el colombiano este, Apuleyo. Se llama el Manual del idiota latinoamericano:
aspirar a la soberanía, la independencia económica, etcétera, por fuera de
Estados Unidos, es el signo supremo de la idiotez. Pero tenemos una franja de
eso aquí, esa corriente está instalada aquí y tiene una expresión también entre
los medios intelectuales ya, no quiero decir que entre los medios políticos
porque todavía hay algún mecanismo de depuración, pero, «Cosa veréis Mío
Cid», porque la transición del socialismo en Europa al capitalismo la hizo, en
todos los casos, la mitad del Partido Comunista; de manera que hay que
curarse en salud.

Por supuesto, hay dos tipos de reacción, la reacción brutal, que es cargarle a
eso la Seguridad del Estado, la Contrainteligencia y que ponga orden; y otra,
que es la que se supone que le toca al Partido, que es ver cómo va a
administrar esas contradicciones. Y administrar las contradicciones es admitir
que va a existir, en el seno de la Revolución y del país, un sector crítico que le
pasa a la política del Partido y del Gobierno por la izquierda y otro que le pasa
por la derecha, y que están aquí, y que son leales, y que aceptan la
Constitución.

No tenemos ni psicología ni cultura política para digerir eso, pero de aquí al


2025 esto es un problema. Y, quiero decir que, cuando lo vemos por grupos
etarios, tiene una creciente presencia en los sectores más jóvenes, en las
nuevas generaciones. Lo dejo ahí, no quiero extenderme en eso, porque
querría hacer antes de terminar el tema político y entrar en el económico,
cuatro comentarios muy rápidos.

Hay una nueva Ley electoral, no voy a comentarla, voy a decir que en este
proceso de reforma apareció con más fuerza que nunca antes el componente
plebiscitario del sistema político, es decir, la idea de que hay política, y
decisiones, y leyes que deben ser sometidas a plebiscito. Hay que echarle aire
a eso, hay que echarle aire, no podemos dejar en una representación
exclusivamente electoral que tiene todas las limitaciones que sabemos,
etcétera. Baste decir que el que manda, que es el Partido, no es elegido por la
sociedad, para saber todos los problemas que eso implica. Todo lo que sea
plebiscitario o todo lo que podamos poner bajo plebiscito, en mi opinión,
reforzaría la condición socialista o movería al socialismo real cubano en el
sentido de un mayor desarrollo democrático. Llamo la atención sobre ese
problema que, por supuesto tiene muchas implicaciones. Cuando
plebiscitemos, ahí todas las fuerzas y todas esas corrientes enemigas, entran
al juego; pero obliga al poder revolucionario a debatir y a enfrentar a la opinión
pública a su favor para todas sus políticas. Bueno, lo dejo ahí.
El otro comentario que quería hacer acerca del sistema político es que
pongamos a revisión lo que voy a llamar la evolución del consenso. Yo creo
que la Revolución ha transitado con un consenso mayoritario, creo que ese
consenso se ha estrechado, pero que sigue siendo un consenso mayoritario a
favor de la Revolución. Ahora ese consenso tiene, en mi opinión, en lo que he
podido estudiar, dos manifestaciones nuevas: no es un consenso total, no es,
como era para la primera generación, un consenso sobre todo lo que dice,
sobre todas las políticas, sobre todas las manifestaciones de la Revolución, no,
es más selectivo. Hay consenso sobre «A», pero no sobre «B»; sobre «A» y
sobre «B», pero no sobre «C», empieza a ser selectivo. No tengo ningún
consenso sobre la cola del pan, pero tengo total consenso sobre PRECISAR.
Entonces, empieza el consenso, que para los más viejos no tenía ninguna
diversidad ni grieta, ni diferenciación durante los casi primeros 40 años, y que
ahora entra en una dinámica de un consenso más selectivo, primer problema.
Y, segundo problema, el consenso –la definición de consenso es los que
aprueban y los que no se oponen– cuando Joel en la reunión te dice «bueno,
como tenemos consenso», es que nada más que hablaron dos, como los
demás no se opusieron, tenemos consenso. Así funciona en política el término,
por eso gran parte de la dinámica real es que me calle, de manera que se
cumplió el consenso con los que no se oponen. Ahora, este es un tema de
proporciones. Yo creo que la Revolución ha transitado por lo que pudiéramos
llamar un consenso pasivo pequeño y un gran consenso activo. Yo tengo la
impresión de que, aún en el seno de ese consenso mayoritario, se están
produciendo variaciones en esas proporciones y que se está llevando el
consenso pasivo, el componente pasivo del consenso, es decir, los que no se
oponen. ¿Me explico? Pero, evidentemente, eso es una debilidad del
consenso, un debilitamiento del consenso, lo que debemos apuntar como una
problemática que, en mi opinión, se va a hacer manifiesta a la altura del 2025 y,
por supuesto, esto tendría que ser reforzado por las muchas vías que solemos
emplear, pero que no las asociamos a este fenómeno: más participación, más
representación, más debate, en fin, hay una serie de instrumentos que existen,
que nosotros usamos muy limitadamente y que son los que permiten reproducir
el consenso. Lo dejo ahí con ese comentario.
Apunto otro problema para el 2025: la legitimidad. Un concepto que tiene
muchas escuelas, pero que es muy importante en la perspectiva gramsciana
porque la hegemonía lo que tiene de contrapartida en política es la legitimidad
que te concede la PRECISAR y yo asiento frente al poder porque me parece
legítimo, si no me pareciera legítimo no asentiría. Entonces, el tema de la
legitimidad, que nunca se ha puesto en discusión, porque es obvio, «la
Revolución es fuente de poder, es legítima, representa los intereses de las
grandes mayorías, trabaja para ellas». Hasta a Marino Murillo no le queda más
remedio que decir: «esto es en favor de las grandes mayorías, esto es en favor
del pueblo». No le queda más remedio que decir y repetir eso, y el otro, y el
otro, y yo creo que es verdad, no creo que están mintiendo, pero es una de las
fuentes de la legitimidad. Ahora, en mi libro que tú has visto yo me di el trabajo
de descomponer lo que yo llamé las fuentes de legitimidad, para quitarle la
subjetividad. La legitimidad era algo subjetivo que nos ocurría corazón adentro,
no, no, no, debía también haber algunas razones objetivas para que yo me
enamorara de la Revolución y la siguiera y la defendiera. Lo que llamé después
fuentes de legitimidad: identifiqué la fuente histórica, identifiqué las obras de la
Revolución, las expectativas que la Revolución había creado y que hoy son, la
jurisdicidad, que la Revolución era legítima jurídicamente, el liderazgo, el
liderazgo es cardinal como fuente de legitimidad, etcétera. Yo no quiero decir
que hay que estar de acuerdo con esa propuesta mía, lo que quiero es llamar
la atención sobre que hay fuentes objetivas de legitimidad, que la legitimidad no
es solamente el discurso, aunque también el discurso. El discurso va a incidir
en esa legitimidad, pero no solo. Hay otras fuentes de legitimidad, y yo advierto
que algunas de esas fuentes se están estrechando, y que otras fuentes están
ganado cada vez más peso. Voy a poner un ejemplo: con la desaparición de la
generación histórica la legitimidad histórica –la Revolución, la Sierra Maestra,
se encaramó, se comió un león en la esquina– todo eso se va minimizando, no
desaparece nunca, pero va perdiendo peso en la construcción de esa
legitimidad. Por supuesto, la obra de la Revolución sigue teniendo gran peso,
pero como hemos advertido, estamos de crisis en crisis, de manera que, para
un sector importante de la población, a veces nosotros mismos, los viejos,
porque esto es transversal, estoy cansado de ver gente de mi generación que
están cansados y hasta me han dicho: «pero yo, empecé por aquí y ¿voy a
terminar por aquí? ¿Cómo es esto? Se me fue la vida». Y si estoy de dirigente
a lo mejor no me he dado cuenta, pero si pasé a jubilado, me acabo de dar
cuenta de que dejé el carro, la gasolina, el comedor, el viaje al extranjero y la
playa en el verano. Es decir, y a lo mejor estoy dispuesto porque soy un duro,
un comecandela, un guevarista como José Luis y estoy dispuesto a renunciar a
todo, pero la mujer ¿qué dice? «¿Qué tú estás diciendo? ¿Qué te vas a
jubilar?» Y los hijos le dicen «¿cómo? ¿papi? ¿Y yo, que estoy terminando la
carrera, cómo me vas a dejar colgado a mí aquí?». Todas esas artimañas
están transitando en el escenario real. Bueno, pero lo que quería decir yo es
que observemos, de cara al 2025, que las fuentes que van ganando más peso,
en mi opinión, es la jurisdicidad. Cada vez será más fuente de legitimidad lo
que se atiene a la ley, lo que se atiene a la Constitución, lo que se atiene a la
norma, el cumplimiento de la ley y «te voy a reclamar a los tribunales», y la
independencia del poder judicial, etcétera. Todo eso va a ganar en peso en la
legitimidad de la Revolución.

Y dos, el desarrollo democrático. Nosotros somos de una generación y de otras


generaciones que, bueno, tenemos la democracia imperfecta, hemos puesto el
acento en otros aspectos de la democracia, la igualdad, la cuestión social, la
cuestión económica, en fin, hemos tenido que soslayar otros aspectos, los
derechos civiles y políticos o les hemos tenido que poner algunas barreras
porque los enemigos se aprovechan de eso. Sobran las explicaciones, pero
cada vez más esos son problemas que hay que resolver; es un problema
internacional, forman parte de los derechos humanos, etcétera. Estamos
comprometidos con eso, y cada vez más el tema de la jurisdicidad y del
desarrollo democrático van a pesar en la legitimidad del régimen. Yo creo que a
la altura del 2025 van a pesar mucho, pero bueno, yo hoy estoy aquí, cuando
alguno de ustedes llegue al más allá, yo he sido bueno en este mundo, nos
encontramos obviamente en el cielo, ¿pero, qué pasó? Pero, advierto que
tenemos un problema en esta proyección que estamos haciendo sobre el tema
de la legitimidad política y termino.

Para mí hay otro componente, me parece que es un modelo en transición,


y una reforma constitucional en cinco o seis años sería terrible, que es la
legitimidad que se gana o se pierde en la administración pública, al tú
desnudar ahí, clarito.

A eso le llamé la eficiencia, la obra de la Revolución. Bueno, lo están diciendo


ellos, ya están confesando en la televisión que no funciona nada. Está claro, y
por eso dije antes que uno de los problemas del orden institucional es su
ineficiencia. Después tu averiguarás por qué son ineficientes: el jefe es
incapaz, el burócrata es un maligno, no tienen recursos, después analicemos
eso, pero que el orden institucional cubano –incluida la administración pública–
es de una ineficiencia abismal está claro y por tanto, efectivamente, estoy de
acuerdo contigo es una fuente de ilegitimidad. Afectará la legitimidad, estoy de
acuerdo contigo absolutamente.

Está bien que lo digan todo, lo que pasa es que, curiosamente, ¿qué está
ocurriendo?, ¿qué ha ocurrido? Ese burócrata existe desde el sesenta y estaba
la película La muerte de un burócrata y estaba 44 luchas contra la burocracia,
etcétera. Ya no hacemos ninguna, ya lo peor es que no hacemos ninguna, no
hay una campaña contra la burocracia. Hay quejas, nos quejamos, nos
quejamos, pero en los sesenta ya eso era un problema. En el ´64 se publicó un
artículo en Granma, el Che habló de eso varias veces, Fidel también se
pronunció, de eso hablan el capitalismo, las ciencias sociales, pero antes,
como yo lo he percibido en esta historia, y yo soy un observador participante de
esta historia… este es un burócrata, y un cabrón que estaba afectando a la
Revolución, pero la Revolución se separaba de ese burócrata, el burócrata era
una perversión local, personal, casuística, que no afectaba la imagen, el
compromiso, la grandeza de la Revolución. Ya no es tanto, ya el tipo que no le
dan el pan, y tiene un problema en la Oficoda, y choca con la burocracia, y ahí
mismo se caga en la Revolución. Hay una evolución de apreciación del costo
que tiene, efectivamente, este encuentro con la burocracia, pero, otra cosa que
he dicho en mi libro –y que voy después a escribir un ensayo sobre el asunto–
es que el problema es de un tipo o de otro según la definición que tú des de
burocracia. Si tú dices que la burocracia se refiere a los supernumerarios, es
decir, que hay demasiada gente, hay un tipo de solución, que es la que tú
quieres. Si tú dices que la burocracia es el funcionariado que funciona
deficientemente hay otra definición y hay otro enemigo. Pero si tú llegas a
decir, que es como dicen los trotskos, que la burocracia es la capacidad de
tomar decisiones sin control democrático, entonces puede ser un burócrata el
presidente de la República, todos los dirigentes entran en la posible
burocratización de su gestión y de su manera de dirigir, porque toma
decisiones discrecionales que la sociedad no puede controlar, que no tienen
control democrático, etcétera. Es decir, que también la definición de la que tú
partes cuando se hace la crítica. Y se dice que el socialismo es un régimen
burocrático, están apuntando a esta última definición del problema, que es que
la dirección del poder político se hace burocrática en el sentido de que la
sociedad pierde todo control sobre él. Eso es lo burocrático del poder, además
de los funcionarios. Están todas las otras excrecencias. Yo creo que esta
dimensión del problema burocrático va a hacerse más clara en los años por
venir: «no me jodas más, y dame cuentas». Además, ese poder Ejecutivo que
hemos creado ahora hasta el intendente, si no le ponemos control democrático,
si, por ejemplo, en primera instancia la Asamblea no lo controla, y después los
ciudadanos no tienen voz… prepárate. Bueno, eso lo dejo ahí.

Y, el último problema que quería mencionar, solamente voy a mencionar,


aunque yo sé que ustedes querrían que yo les hablara de eso, pero no… es el
papel del Partido. Porque desde el punto de vista del sistema político, el
Partido, el Partido de vanguardia, que se ha convertido históricamente en
Partido dirigente, que hay muchos problemas sobre cómo ejerce esa dirección,
la posición que tiene con el Estado, todo eso. El socialismo histórico se la pasó
diciendo que iba a separar el Partido y el Estado y nadie lo cumplió. Aquí lo
hemos dicho, no lo hemos cumplido. No hay ninguna regla de separación,
etcétera. Por tanto, ese es un problema que está por resolverse: cómo
realmente el Partido se separa del Estado, equidista del Estado, equidista de la
sociedad y, como dice la fórmula de los clásicos, representa a la sociedad
frente al Estado y legitima al Estado frente a la sociedad. Esa es su función.

Todo eso está resumido en la fórmula de dirigente superior de la sociedad y el


Estado, pero la fórmula sugiere una equidistancia, que en la realidad no existe,
como ustedes saben. Para que el Partido juegue su papel de vanguardia, de
dirigente superior, tiene que resolver esa colusión, esa articulación con el
Estado. Y yo quiero decir que aquí, a nivel central, es patente, pero cuando
usted llega a Baracoa, no tenga ninguna duda de que el primer secretario de
Baracoa es un señor feudal. Es inapelable. No tengo ninguna duda. Es decir,
que este es un problema que, cuando tú vas bajando y cuando nos metamos
en la municipalización, corremos un riesgo. Es uno de los problemas que me
preocupaban a mí con esta separación de poderes, la administración de los
órganos representativos, es que corremos el riesgo ahora de que el Partido
colisione con el gobernador, o colisione con el intendente y vuelva mierda en la
práctica los poderes representativos. Este es un peligro que no descarto,
porque ahora, en el coronavirus, el que está en la televisión es el primer
secretario del Partido en La Habana y el gobernador, es decir, que esa es una
dinámica complicada. El Partido pudiera arrastrar en algunos lugares el papel
en que se le percibe y como no hay problemas, como esto no lo discutimos, yo
nunca he discutido esto en el Partido, el Partido nunca me ha preguntado mi
opinión de esto que yo estoy diciendo aquí, ni me lo va a preguntar, está de
más que lo diga. Yo creo que este problema del papel que va a jugar el Partido,
y un grupo de estos problemas que he mencionado, que, o el Partido los
asume en el próximo 8vo. Congreso, se los plantea, o el Partido va a quedar
muy mal parado en esta historia de aquí al 2025. Porque, al final, el Partido es
una institución que necesita no solamente que la letra diga que él manda, sino
que sea legítimo, que tenga ascendencia, que sea hegemónico, etcétera.

Dicho eso, ya después habría que referirse a la vida interna partidaria. En fin,
me preocupa mucho la relevancia del 8vo. Congreso, del cual,
desgraciadamente, por el coronavirus, ni hemos hablado todavía. Es más, le
estamos pasando al 8vo. Congreso la agenda incumplida del sexto, la agenda
incumplida del séptimo y, de las 270 leyes que implementaron para su
ejecución, no menos de 250. Y es el Congreso en que se supone que la
generación histórica se despide… se supone y se ha dicho, y desarmará todas
las dinámicas correspondientes, como decían los antiguos, la naturaleza tiene
horror al vacío. Bueno, les voy a decir, con más razón de la política, quien sí le
tiene horror al vacío es la política, en política sí no hay vacío; cuando la
generación histórica diga «me voy», entonces, me parece, que ustedes deben
contemplar muy atentos a las tendencias. Porque, bueno, ustedes son una
brizna de paja en la tormenta, son una hoja en el viento, en medio de un
vendaval en el país. El 8vo. Congreso: eso se va a poner con mucho ruido de
aquí a allá y ustedes tienen que ver cuál es la corriente más favorable al
proyecto del Centro [Martin Luther King].

Bueno, me quedan dos sistemas que quería comentar. Me queda mucho por
comentar. Quería comentar el sistema económico, voy a tratar de abreviarlo
por razones obvias. Lo primero que hay que decir es que hemos estado, hasta
el coronavirus, en una tendencia cercana a la recesión económica, una tasa de
crecimiento muy baja. El propio discurso oficial declara que hay que poner en
cuatro y medio de crecimiento del PIB para desarrollarse y, bueno, muchas de
las aperturas y políticas que se diseñaron desde el 2011 eran precisamente
porque había que enfrentar esa tendencia recesiva. De todas maneras, no
hemos pasado del 1.0, el 2.0, el 2.2, esa era la tasa sin coronavirus. Con el
coronavirus se dice que vamos a caer al 8.0, menos 8.0, no es que no vayamos
a crecer, es que vamos a decrecer en 8.0. Si decrecemos el 8.0 y no logramos
una tasa de crecimiento por sobre 4.0 y seguimos creciendo al 2.0,
demoraremos los próximos cuatro o cinco años recuperándonos del
coronavirus.

No sé si se me entiende lo que acabo de decir. Hemos caído 8.0, al 2.0 de


crecimiento no recuperamos el 8.0 de caída en, al menos, cuatro años.
Pasamos por el 8vo. Congreso, y llegamos al año 2023, casi al 2024 o al 2025.
No empezaríamos a tener un verdadero crecimiento a partir del 2024, o no
tenemos. Planteo todo eso porque el coronavirus es un golpe mortal, es un
torpedo que nos han tirado en la mitad de la nave, una nave que navegaba con
dificultades, pero navegaba. Entonces, el primer problema económico es cómo
nos recuperamos y, por supuesto, todas las aperturas de las que se está
hablando son necesarias, necesarias económicamente. Ha sido necesario, una
vez más, estar al borde del abismo para que los sectores conservadores
acepten las aperturas, porque ese es otro drama nuestro, que las reformas que
hemos hecho han sido al borde del abismo. No somos capaces de generar en
la reflexión, en la experiencia del transcurso de la propia Revolución, las
experiencias que nos advoquen a las reformas necesarias. Por suerte, de todas
maneras, las hemos asumido, pero ya al borde del abismo. A los sectores
conservadores le torcemos el brazo diciendo, como dijo, tuvo que decir Raúl
Castro en 2011 «estamos al borde del abismo, o hacemos cambios, o esto se
acabó». Te podrás imaginar. ¿Cómo se puede conducir un proceso histórico en
esos términos? Y ahora pasa igual. Si no hay coronavirus llevamos diez años
de incumplimiento de los Lineamientos.

Dos ejemplos concretos. Yo le he echado para atrás y lo que dijo Raúl Castro
en el 2014, hace cinco años en la Asamblea Nacional sobre la unificación
monetaria es que había que hacerla, y que está bueno ya… Bueno, estamos
discutiendo eso mismo, está Marino Murillo explicándonos cómo es que la va a
hacer. Por cierto, quiero hacer un comentario, está bien lo de Marino Murillo,
está bien lo del ministro, etcétera. No dan un número, parece que la economía
cubana no tiene números. Te voy a hacer una anécdota: estuve en un evento
de la Sociedad cubana económica de Amigos del país, y ahí fueron Triana y
una economista joven que habían estado estudiando el problema, traían los
resultados del grupo «X» que estaba dedicado a eso, y bueno, lo traían y
empezaron allí a explicar. De la explicación –en la que no me detengo– voy a
rescatar tres cosas interesantes. Una: había siete propuestas en la mesa, no
una, siete; dos: cómo se hace una unificación monetaria lo saben hasta en
Burundi, porque todo el mundo ha hecho unificación monetaria, todo el mundo
ha tenido que hacer cambio de moneda, todo el mundo ha tenido que hacer
ajustes, etcétera y todos los organismos internacionales tienen experiencia y
asesores, es decir, que cómo hacer la unificación monetaria no era realmente
el problema que dilataba su aplicación, y había siete propuestas, hechas por
expertos cubanos.

Concluyó aquella exposición de la siguiente manera: el problema es que en


todas las variantes hay afectaciones a la población, por tanto, la decisión es
política, a quiénes vamos a afectar, porque tú puedes decir: vamos a afectar a
los que tienen más dinero, y ¿si no es suficiente, y tienes que bajar y detenerte
en los ingresos medios? ¿Y si no es suficiente y tienes que meter al conjunto
de la población? No me detengo. Conclusiones: terminamos en lo mismo que
decía Papito, ¿por dónde se corta el pescado? Y yo creo que es la explicación
real de la dilación y lo cual explica que hay sectores conservadores marcando
el freno: «hay que tener cuidado», «perdemos el consenso», «el enemigo…»,
«en este momento el enemigo arrecia», «la situación económica», «la crisis
mundial»… Es decir, tú puedes, conservadoramente, hacer una lista de
razones para no hacer nada que no caben en esta sala, pero, al final, es un
retraso de la toma de decisiones. Bueno, por suerte parece que han decidido
sacarle el tapón y vamos a ver cómo sale. Pero, cierta preocupación de la
población, cierta instintiva no es gratuita. La gente olfatea que donde hay un
cambio de moneda va a haber ajustes, porque están diciendo las dos cosas:
hay que hacer la unificación monetaria y hay que hacer ajustes en la economía.

La palabra ajuste que, si es socialista, contemplará a todo el mundo, protegerá


a los grupos vulnerables… todo eso seguro que es cierto. Pero, la palabra
ajuste es del diablo. La palabra ajuste fue acuñada en los infiernos, y la
preocupación es natural. Por ejemplo, aquí en Pogolotti en la discusión de los
Lineamientos, yo estuve en varias –ustedes lo saben igual que yo– cuando
llegabas al punto de la supresión de la libreta, que es una cosa que está
incluida en los Lineamientos desde 2011, cuando llegabas a ese punto, era en
el que nadie estaba de acuerdo, la negrada decía ¿cómo? ¿Qué me van a
quitar la única garantía que yo tengo?

Eso mismo que dicen ahora «vamos a apoyar a las personas», «no vamos a
subsidiar las cosas, los productos».Todo eso lo dijeron desde el 2011, el mismo
Marino Murillo, pero nadie se lo creyó. Ahora, en medio de la crisis, nos lo
tenemos que creer. No vayas a creer tú que no hay preocupación. Y la acción
enemiga en las redes sabe eso, y nos tienen al parir, cada vez que el gobierno,
un funcionario del gobierno dice algo. Y si es Marino Murillo, que lo dice todo
tan enredado, lo que viene en las redes es de truco. Dejo eso como la primera
preocupación del sistema económico.

Una segunda preocupación del sistema económico, ya la mencioné, es que


nuestra dinámica de recuperación estará inevitablemente atada a Rusia y
China. No hay para donde virarse, de manera que empecemos a estudiar
chino. Dos, está claro, hay una superchería del discurso oficial. A mí lo que
más me molesta del discurso del socialismo real es la fabulación, inventar
términos para no hablar de las cosas como son, ser mentiroso inevitablemente.
A ver, ¿por qué la palabra reforma nunca aparece en el discurso oficial? Yo
mañana digo reforma, esto que hemos hablado con tanta naturalidad aquí,
hasta he aplaudido que estemos en un escenario de reformas como una
conquista de la Revolución, y resulta que si yo digo reforma me van a mirar
como me miran. Ya la omisión es culpable, es culposa.

Después inventamos «actualización del modelo», ya ahora se llama «el


ordenamiento», pero la verdad de toda esa jerigonza es que vamos a terminar
con un nuevo modelo económico. Esa es la verdad de la verdad, y sería, desde
todos los puntos de vista: político, ideológico, cultural, mucho mejor para los
intereses de la Revolución que fuéramos francos y que dijéramos que vamos a
un nuevo modelo económico, como lo ha dicho todo el mundo. Los chinos lo
dijeron, lo dijeron los vietnamitas, y todo el mundo dice: un nuevo modelo
económico. El otro no funciona. Que los filósofos discutan si no funciona por
razones endógenas o no funciona por razones exógenas: el imperialismo, el
capitalismo mundial… Fracasamos, perdimos, lo que tú quieras, pero no
funciona en el contexto histórico actual.

Este tema, del que vamos a llegar a un nuevo modelo de una manera
vergonzante, es un problema, en mi opinión, que va a tener repercusiones en lo
político y en lo ideológico cultural al que me referiré finalmente.

No voy a detenerme en el problema del cambio de la propiedad, en las nuevas


formas de propiedad admitidas, los nuevos agentes. Quiero llamar la atención:
la Constitución describe las nuevas formas de propiedad admitidas que son
todas, y ahora se suele hablar en términos de «los nuevos propietarios», pero
se está obviando que esa no es la realidad. Hay que distinguir entre la
estructura de la propiedad y la estructura de tenencia de la propiedad. No quién
es el dueño, que ya es un problema, sino quién tiene la propiedad, quién es el
tenente del medio de producción.

En la agricultura hay una enorme proporción de tierras, ya más del 33 por


ciento de las tierras está en manos de usufructuarios, no son propietarios, son
tenentes de un medio de producción, por tanto, hay un desfasamiento ahí entre
propiedad y tenencia. Para poner un ejemplo, cuando usted hace una
Cooperativa no agropecuaria le entregan un almacén, le dan en arriendo un
local, le dan un no sé qué, las guaguas las compra el Estado y se las da en
arriendo a la cooperativa, etcétera; pero en la Constitución decía que no se
pueden nacionalizar los bienes públicos, la anterior, ya esta lo suprimió.
Entonces, es una cooperativa tenente de una cantidad de medios de los cuales
no es dueña, y así hacen, si entro en el mundo de la informalidad, de alquiler,
tanto en los rurales como en los urbanos, la informalidad existe sobre lo ajeno,
sobre propiedades que no poseen. El término de que la estructura real sobre la
cual vamos a hacer la economía y transita la sociedad a todos los fines
políticos e ideológicos es la estructura de tenencia, porque tener el medio de
producción es ya más importante que ser el dueño del medio. En el socialismo
real ser el propietario es mierda, porque toda la ley está para limitar los
derechos del propietario. Por ahí tenemos esa problemática en la que no me
voy a detener, la he enunciado, aquí tenía cuadros y eso, pero por razones de
tiempo sólo lo voy a enunciar.

Tenemos un problema que se ha mencionado una y otra vez, pero que no es


tan fácil resolver, que es el Sistema de dirección y planificación de la economía.
Hay una discusión histórica insoluble, que confesó el mismo Murillo, sobre qué
cosa es la planificación, cuánta planificación, si es directiva, si es indicativa, si
es centralizada, si es descentralizada; pero, lo que acaba de ratificar el ministro
es que esta es una economía centralmente planificada. Dicho eso, para hacer
un plan central, hay que agregar los planes que hacen los demás, en todos los
niveles, en todas las ramas, en todos los sectores, en todos los territorios.
Entonces, eso nunca lo hemos podido armar, el efecto centralizador del plan
produce un efecto centralizador de las instituciones. El Che no era un defensor
de la planificación de la industria, sino porque era un fanático del Plan
centralizado. No era posible hacer lo uno y no lo otro, y de ahí para acá. Ese es
un problema que yo creo que no acabamos de entrar cómo vamos a hacer un
plan más democrático, más participativo, todas esas cosas que le han ido
agregando, que son como guindas que le ponen al pavo.

Y, asociado al problema de la planificación y del modelo económico


centralizado y todo eso, está el viejo problema del mercado que, digámoslo con
sinceridad, no lo quieren. La dirección política del país ve al mercado como una
concesión que la Revolución le tiene que hacer a las circunstancias, y ponen el
mercado, liberan algunos mercados, son mercados libres agrupados de ciertas
cosas, altamente regulados, administrados por el Estado. La idea de una
economía que tiene un mercado está muy lejos, no solamente de lo que tienen
en la cabeza todos los políticos cubanos, sino de las reformas en curso. La
idea de un mercado regulado está bien, pero la idea de que el mercado es lo
mismo en Pinar del Río que en Oriente… si han tenido que autorizar al hombre
para poder comprar fuera de Cuba… El sentido libre y universal del mercado
no existe aquí, lo de libre no existirá nunca, porque si es socialismo, hay que
regularlo, pero la otra dimensión universal del mercado, de que hay que meter
en el mercado todo, a todo lo que no funciona es porque no está en el
mercado, etcétera.

Entonces, yo creo que ese es otro problema, el problema del mercado, la


realidad del papel que va a jugar el mercado y las relaciones mercantiles en el
nuevo sistema económico siempre es una incógnita. Cada vez que hablan del
mercado es para decir que lo van a limitar, y lo van a regular, y han educado
una ideología pública espontánea –instalada en la población– de que el
mercado es perverso, es malo. Efectivamente, cada vez que vas al mercado
suben los precios, es un mercado dominado por la oferta, se va al mercado
nada más que a sufrir, etcétera. Todo eso es cierto. Dejo eso.

Hay problemas financieros obvios. Me voy a detener en el que, obviamente, es


el plato fuerte. Está el problema de la esfera empresarial, que hay que
reorganizar. Veo dos problemas. El presidente, cuando habla de la esfera
empresarial, tiende a concebir la esfera empresarial como un universo donde
hay empresas estatales, Pymes, empresas familiares, trabajadores por cuenta
propia, cooperativas, etcétera… y todos esos actores, todos esos agentes
económicos compiten entre sí. Más o menos, el presidente tiende a trasladar
esa imagen. Mala idea. Cuando tú pasas y cruzas los documentos y las leyes,
las empresas son, por definición, las empresas estatales; y está acordado,
incluso en la Constitución, que se van a crear las Pymes, que se les va a dar
personalidad jurídica, etcétera, pero eso es algo que está por hacerse, que
veremos cómo se hace, y que yo me temo que llegamos al 2025 y estamos
todavía en eso.

Ahora, ¿cuál es mi opinión? Creo que llegamos a eso inevitablemente. Esa


concepción de que el socialismo, de que la economía del socialismo tiene
diversidad de actores que compiten entre sí, etcétera, y que todo está regulado
en algún nivel, mucho en el caso de las estatales, menos en las otras, en fin,
que el socialismo es regulación, no planificación. La planificación es un
instrumento más de la regulación, que hay muchas maneras de regular,
muchas maneras indirectas de regular. Si no pasamos a esa concepción más
abierta, vamos a tener mayores dificultades de las necesarias. Ahí es donde
entran los presupuestos, la cultura acumulada, las concepciones que, en fin,
tenemos en la cabeza. Bien, me llama la atención, en esto, la importancia que
comienza a dársele al sistema bancario. La única economía universal, la única
economía del mundo que fue contra la civilización: suprimió las rentas, suprimió
los impuestos, suprimió la banca, lo suprimió todo, todos los instrumentos
creados por la civilización para controlar la economía, trajo uno nuevo
importado y algunos políticos más que otros. El Che tenía preocupaciones,
porque había que sustituir esas ausencias con otros mecanismos, pero el resto
de la gente no se detuvieron con nada. Necesitamos 60 años para volver al
presupuesto, para volver a las finanzas, para volver a los impuestos, y ahora
estamos llegando al Banco. Acabamos de llegar a lo que el capitalismo cubano
ya había descubierto: que la agricultura necesitaba una banca especializada, el
BANFAIC lo crearon los Auténticos. Todo eso lo vamos aprendiendo, somos así
los cubanos y no nos vamos a echar más mierda encima, somos así, pero esos
son los instrumentos, las cosas nuevas que hay que echarle aire.

Primero, la recuperación de instrumentos que no son del capitalismo, que son


civilizatorios, y, por otro lado, que está el hecho de que eso es lo que nos va a
permitir. Llamo la atención de que, entre los problemas por los que vamos a
transitar, que habíamos comenzado a resolver y que el coronavirus nos ha
virado para atrás, está el tema de que hemos vuelto a caer virtualmente en
default en el pago de la deuda externa. Como hay tanta gente que están en
default por el coronavirus y va a haber tanto impago, y están reclamando los
organismos internacionales que se vaya a una política consensuada, en
Naciones Unidas, de condonación de la deuda o de parte de ella, como están
esas moras, nosotros estamos revueltos en ese río. Pero nosotros tenemos un
serio problema: hemos renegociado los acuerdos de pagos del Club de París;
nunca hemos terminado las negociaciones con el Club de Londres, que es otra
parte de la deuda externa nuestra; hay mucha deuda de cortos y medianos
plazos que son los suministradores, que los hemos planchado; es decir que
nosotros, esta recuperación, en vez de como estábamos hace un año que
estaba por entrar el capital fresco y crédito fresco, en la medida en que
estábamos pagando –habíamos pagado 25.000 millones en los últimos 10 años
de deuda externa–, ahora no vamos a poder pagar. Entonces, quería agregar a
las dificultades económicas que vamos a transitar, que tenemos una enorme
deuda externa, que nos tenemos que volver a meter en una campaña de
condonación de la deuda externa y nos tenemos que meter en ese aguaje de
nuevo y encabezarlo incluso, si fuera necesario.

Dejo esto como lo más relevante, para decir lo último, que tiene un pie en la
economía y un pie en la sociedad: si uno examina cuál ha sido el principal
mecanismo de igualación social, el núcleo duro del consenso político de la
Revolución, la expresión suprema del carácter socialista de la Revolución,
etcétera –después que le quitamos todo lo malo que tiene: estatismo,
burocracia, colusión del partido y el Estado; después que quitamos todo eso
que sabemos que acompaña al socialismo real– lo que nos queda es la política
social de la Revolución, la inmensa e increíble, imprevisible obra de un país
pobre del Tercer Mundo que es la obra social de la Revolución.

Yo, desde que salieron los lineamientos, dije –de voz y por escrito– y sigo
diciendo que –cosa que con ironía dijo Murillo en algún momento–: «lo que
algunos llaman salvaguarda». No, no, no, salvaguarda dije yo, porque la
pregunta es ¿dónde están las salvaguardas socialistas de todo esto? Y como el
socialismo cubano termina siendo la educación, salud, cultura, deporte, la
seguridad social, la asistencia social, todo ese paquete, la vivienda, que no se
ha logrado resolver, el pleno empleo, todo eso es la política social de la
Revolución, eso tiene que tener salvaguarda, tenía que haberse comprometido
que todo lo que hiciera el nuevo modelo económico iba a salvaguardar eso. No
frases, la teoría, el pueblo, protegeremos a los más vulnerables… no, no, no, la
política social de la Revolución. Cuando en la Constitución del 40 se discutía,
una de las cosas que logró el Partido Comunista de entonces imponer en la
Constitución es que la educación, por ejemplo, tuviera no menos del cinco por
ciento del presupuesto asignado a la educación, le aseguró a la educación un
porcentaje obligatorio del presupuesto, la ancló, para decirlo en lenguaje
técnico. Entonces, nosotros no hemos anclado la política social, la política
social es la que es, y mañana aparecen los liberales aquí y la recortan, y la
disminuyen, y siempre hay un argumento de necesidad. Entonces, una de las
cosas que más me preocupa a mí es que la política social no está anclada ni
en el modelo, ni en los Lineamientos; y la Constitución de la República volvió a
reconocer que la política social son derechos, pero casi siempre tienen una
coletilla «donde es posible» o «según las circunstancias permitan». Una cosa
así, es un derecho, pero… Entonces, esa es una gran preocupación y, de
hecho, ya estamos percibiendo recortes en la política social que teníamos. No
sé si está claro que la economía nuestra no sostiene la política social que
tenemos. O resolvemos lo económico para poder aplicarla o tenemos que
recortarla. Ahí hay un drama político económico o económico político, y yo creo
que ese drama nos va a acompañar económica y políticamente de aquí al
2025. Sectores y fuerzas presionando para delimitar la política social y sectores
luchando por sostener la política social de la Revolución. O yo me he vuelto
viejo y loco y me estoy engañando con cosas que no existen ni van a existir,
porque la Revolución es invencible, o este es un peligro real que habría que
tener en cuenta. Yo creo que una de las cosas, hablando de valores que tiene
que –no en abstracto, sino en concreto– defender este Centro, es la política
social de la Revolución, en concreto.

Lo dejo ahí. Se me quedaron algunos comentarios para la esfera civil… pero,


ya son las dos. Terminamos aquí mi conferencia, almorzamos y regresamos,
yo no tengo límites de tiempo o qué hacemos… Nos queda la esfera del
sistema civil, donde entra el tema de las iglesias; tenemos el tema de la esfera
ideológico cultural, que no tengo que decir que es lo más cercano a ustedes en
lo inmediato y tenemos en el imaginario, cuál sería el escenario del 2025.

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