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Maestría en Ciencias Sociales

UAMEM – IPRO
Omar Andraca Arcos
Ficha 4
Dra. Ángela Ixkic Bastian Duarte

Martínez Alier, Joan, “Conflictos ecológicos distributivos en América Latina”,


Anales de la educación común, 2006. pp. 52-58.

Martínez Alier, Joan, “Conflictos ecológicos distributivos y los indicadores de


sustentabilidad”, 2005. [Versión electrónica]: consultado en www.rebelión.org.

1. Hay quienes piensan que los problemas de la naturaleza son exclusivos de la


preocupación de los ricos, pero según argumenta el autor existe un “ecologismo
popular”. Lo cual quiere decir que existe un ecologismo que además de
preocuparse por la naturaleza piensa también en la gente pobre, o propiamente en
los efectos inequitativos o desiguales en que afecta dichos problemas
(contaminación, deforestación, cambio climático, etc.) a la población marginal de
las ciudades, a las personas que viven en el ámbito rural, y en general a las
personas que vivimos en los países pobres. Así las empresas de los países ricos,
las trasnacionales apoyadas por sus gobiernos son capaces de imponer sus
proyectos en nuestros países y ni los gobiernos, ni los afectados por éstos pueden
revertir o exigir una indemnización por los costos ambientales que puedan
producir.

2. En todos los lugares del mundo existen experiencias de lucha popular e


indígena contra el avance de las llamadas fronteras de extracción, que se
expanden debido al nivel de consumo de mercancías y de materias primas
requeridas diariamente en los países de norte. Dichas resistencias o luchas van en
sentido contrario de la historia contemporánea de la historia del capitalismo, que
consiste en el crecimiento del metabolismo económico, es decir, el aumento en la
utilización de materiales, energía, agua que al ser absorbidos por el sistema
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producen inevitablemente residuos. Las comunidades se defienden y muchas


veces apelan a sus derechos territoriales. A estas resistencias Alier las denomina
ecologismo popular, ecologismo de los pobres o movimiento de justicia ambiental.
Muchas comunidades rurales, como Tetelcingo, han sido objeto de esta injusticia
ambiental que describe el autor, su territorio ha sido fraccionado, y ocupado por
gente ajena a su origen ancestral. Su paisaje es dominado por los ejes viales,
autopistas, centros comerciales, unidades habitacionales, viveros, deshuesaderos,
y gasolineras que estos “nuevos” y “modernos” habitantes han traído consigo, que
se han convertido en grandes consumidores de agua y tierra, contaminando
severamente el entorno con todo tipo de residuos y desechos. Al mismo tiempo se
han formado colonias populares con carencias, que se construyen en torno de la
Ciudad de Cuautla, y que reclaman servicios y empleos. Lo que ha aumentado los
problemas que enfrenta la comunidad.

3. La economía mundial no se desmaterializa a medida que la economía crece,


usa más materiales y energía, por ello existen protestas sociales ya que este
hecho significa la destrucción de la naturaleza, afectando a generaciones futuras
que no pueden movilizarse porque no han nacido aún, a especies animales que no
pueden protestar causando desastres ecológicos que afectan a los habitantes
actuales que sí protestan: luchas por la justicia ambiental. ¿Las movilizaciones
emprendidas por los pobladores de Tetelcingo, ante la construcción de plazas
comerciales y unidades habitacionales, se pueden considerar luchas por la justicia
ambiental?

4. Debido a la tendencia del desplazamiento de los costos ambientales de los


países ricos a los países pobres (norte-sur), y a la perspectiva imperante que sólo
ve a la naturaleza en términos de precios el autor ve en las protestas, en las
resistencias la posibilidad de generar una alternativa al derroche implantado por el
capitalismo. “Yo creo que de las protestas, de las resistencias es de donde
nacerán las alternativas” (Alier, 2006: 56).
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5. Existen distintos lenguajes para valorar los efectos y los daños ambientales.
Mientras los ricos continúan sosteniendo un lenguaje de valoración economicista
lineal que sólo ve el costo beneficio y reduce a la naturaleza a una forma más de
capital, o a un activo del cual puede disponer siempre y cuando pueda pagar por
él. Por oposición a esta forma hegemónica de valorar a la naturaleza y como
resultado de los conflictos ambientales los afectados ambientales, ya sean grupos,
comunidades indígenas o ciudadanos acuden a otros lenguajes presentes en sus
culturas, por ejemplo aduciendo que la tierra, el agua y el aire son sagrados, que
no tienen precio. Estos lenguajes representan valores ecológicos y culturales muy
diferentes y que están basados en la idea del derecho de la subsistencia de las
poblaciones que se expresan, en escalas distintas y que no son susceptibles de
ser medidas, cuantificadas o tasadas. En el caso de la comunidad de Tetelcingo,
existen muchos elementos que nos permitirían pensar en que el asunto de la tierra
y el territorio podrían ser en efecto los motivos de descontento colectivo, debido al
carácter que tiene éstos para las comunidades rurales e indígenas.

6. Hay conflictos ecológicos locales y globales entre los que se pueden establecer
relaciones. Las resistencias locales que tienen un carácter concreto es decir, que
defienden territorios y poblaciones específicas en contra de daños o amenazas
específicas. Los conflictos locales dan vida y refuerzan a las redes internacionales,
y los conocimientos y preocupaciones globales sirven localmente como
argumentos que refuerzan los lenguajes de valoración construidos a ese nivel de
la resistencia. El presente estudio, se puede enfocar precisamente en el análisis
de uno de estos conflictos locales por la tierra y el territorio.

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