Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Poesía Oscar Todtmann editores
Trigésimo tercer libro
3
4
TERCER LIBRO
DE LOS ENTUSIASMOS
7
en los textos sagrados y los Diálogos platónicos– se asientan sus li-
bros hasta ahora editados –Sueño de un día, Purgatorio, Entusiasmos,
ahora El tercer libro de los entusiasmos– y buena parte de su obra
(ocho libros inéditos y otro más en proceso de composición).
Las preguntas que emanan de su poesía vienen a ser una suerte de
principio axial. Así el poeta abarca una amplia variedad de registros:
desde la síntesis aforística, la contestación, la glosa y la conversación,
hasta el poema de largo aliento, en ocasiones muy cercano al mo-
nólogo interior. Y más que las preguntas, Mármol Bosch se adentra
en sus preguntas, las más entrañables, las que llevan dentro de sí
muchos asentimientos, exclamaciones y desarrollos de considerable
prominencia metafórica, siempre con una dicción líricamente hon-
da, sensorial, analógica. El poema, para Mármol Bosch, más que el
desarrollo de una exclamación, como lo proponía Paul Valéry, suele
encerrar preguntas que van ramificándose y expandiéndose. Un pa-
saje de El tercer libro de los entusiasmos lo hace evidente: «¿Quién
hace preguntas/cuando celebran sus bodas el Cielo y la Tierra?»
Insisto: las repercusiones de sus preguntas le sirven de basso conti-
nuo y punto de gravitación. Vale ahora recordar un verso de Entu-
siasmos: «¿Cómo puede hacerse el entusiasmo tantas preguntas?».
Este particular motivo impregna buena parte de una poesía que se
las juega entre los estados más exaltados y cierto tono melancólico,
bluesy. Bien puede aparecer a la hora de hacer una meditación de los
árboles y el mar (dos de sus paisajes imaginales preferidos), el amor
carnal y divino, la charla con el amigo que se cruza en el camino y el
poeta leído, al que necesita decirle algo. Esta vertiente se asoma con
claridad en El tercer libro de los entusiasmos cuando Mármol Bosch
dialoga con la más antigua poesía china y otro poeta y matemático
muy admirado por él: Omar Khayam. Ante la muy eventual extrañe-
za –¡todavía!–de ciertos lectores por la combinación de estas voca-
ciones en un creador, habría que recordar las palabras de Saint-John
8
Perse cuando ganó el Premio Nobel en 1960. El científico y el poeta,
enfatizaba el antillano, «sostienen la misma interrogación sobre un
mismo abismo, y únicamente difieren sus modos de investigación».
Por esta vía ocurren asentimientos y epifanías ante los paisajes más
frecuentados por el poeta. También puede ocurrir que las pregun-
tas cesan, le abren paso a profundas comprensiones interiores y en
una bella vuelta paradójica se pueden convertir en exclamaciones y
afirmaciones. Ya lo apuntó Santos López en la addenda que le hace
a Entusiasmos: la poesía de Mármol Bosch expresa «un madurado
lenguaje del alma». Se trata de un poeta que busca y vive, así lo ha
dicho López, «el arrebato de la luz».
De repasar algunas de las preguntas que recorren El tercer libro de
los entusiasmos, por ejemplo, es posible ver que siempre encierran
muchos misterios. El poema los va desplegando en el discurrir de
sus imágenes: «¿Podremos decir que el mundo derrota a la historia,
finalmente,/si andamos por un barrio que es nuestra alma?». Más
adelante reincide: «¿Cómo olvidar la lección del giróvago,/el que ha-
bita el Templo que es todos los templos?».Por este camino es posible
entrever que el leit motiv de la pregunta le abre paso a la agudeza del
epigrama y las contemplaciones de la naturaleza: «¿No es el Amor
más que el firmamento?», «¿Es también la mar el brillo de una fle-
cha?», «¿De qué color es el fuego que acariciamos?».
Y en estos avances el poeta comienza a tantear el terreno del mito.
Lo noto particularmente en tres ocasiones: «¿Eres Parsifal u Odiseo?
/¡Vaya pregunta! ¿No podrías ser ambos?», «¿Por qué el laúd de Or-
feo amansa las fieras/y a la vez las excita?», «¿Qué tinajas de piedra,
blancas como cúpulas, como la luz del día, /guardan el agua de Pro-
teo?»
Los rasgos anteriormente evocados, decía más arriba, se asoman
con nitidez ya desde Sueño de un día y particularmente en «Canción
báquica de la serenidad de la tierra». Aquí Mármol Bosch comienza
9
a darle forma a su camino en la poesía con una dicción sutilmente
lúcida y de largo aliento que no reniega de las expresiones culturales
más populares, ni de los tesoros que hay en el cancionero venezolano.
No es azar que manifieste en las notas eruditas de El tercer libro de
los entusiasmos su cercanía con Luis Felipe Ramón y Rivera.
Hay en la poesía de Mármol Bosch momentos de una embriaguez
claramente dionisíaca, pero ese vino al que tanto alude y que dice
probar es también otro; impregnado de sabiduría metafísica, se
va destilando de manera dosificada en muchos de sus poemas. En
muchas ocasiones, de hecho, la voz del poeta pareciera sugerir que
va cantando mientras liba y camina: pareciera, por momentos,
adentrarse en profundos monólogos interiores (en el fondo está si-
guiendo la máxima de Antonio Machado: «Quien habla solo espera
hablar a Dios un día»). Este sentido de ir cantando un tanto em-
briagado por los caminos hace recordar un poema de Friedrich von
Schiller: «El paseo».
10
11
12
Hacer nacer árboles en llanuras sin sombra,
sólo por el don del canto.
Pero, ¿qué silencio es más hondo:
el de la llanura como palo de rosas
o el del pájaro?
¿Qué cuerda del laúd del mundo nos habla?
¿Realmente perdimos el secreto de las siete cuerdas?
Basta, tal vez,
dormirse bajo las estrellas de otro mundo:
así dijo uno de los poetas inocentes.
Las bacantes decían que los ojos de Orfeo
mezclaban en su filtro azul las flechas del sol
con las caricias de la luna.
Relatores de sueños divinos así lo revelan.
Y nosotros queremos que los ojos nuestros
sean como lo desconocido,
o como el alimento de la eternidad.
Y el relator, también inocente, nos ha dicho
que al despertar de uno de tales sueños, sumidos aún en la tiniebla,
un luminoso laúd brilla, solo.
¿Siempre podremos verlo?
Iniciarse en los misterios de Dionysos, y no ser Dionysos
es tal vez imposible,
pero no todos son descuartizados como Orfeo.
Mira la acacia amarilla, sí,
pero debes, a tu lado, tener un leopardo,
aquel que custodia los pámpanos.
13
HACIA LA CUAL MI PENSAMIENTO VUELA
14
Más allá otros árboles, que no conocen el otoño,
dan alimento a su ventalle
de un río que, como tantos, soporta nuestras inmundicias,
y aún así, provoca sentarse a su orilla.
15
No claudicamos en verdad, no hay que engañarse,
pero, ¿a quién no asombra oír su voz cascada?
¿No nos han dicho hombres festivos
que la voz es lo único que sobrevive después de la muerte?
Y la pregunta que más apremia y abruma:
¿quién diría que, justo aquí, estaríamos tan lejos
de los mares de sol cándido?
Piel de ocaso postrero y ojos claros,
¿se encogen de hombros los amigos de triste mirada?
Frente a un mar como hembra y licor,
un mar con crepúsculos de vientre inolvidable,
un deplorable cementerio:
nada de un Templo a Minerva, estable tesoro,
sino un cementerio mísero y feo.
Las ruinas, las matas de tabaco de flores tumefactas,
las grandes casas pobres, pero no marginales,
la pesca feliz, pero condolida:
¿un completo extraño soy?
¿No miras,
y aún más, no respiras, no escuchas ya como tus amigos,
como este mundo mismo, esplendor desolado?
Hombres locuaces de puertos pesarosos: cada palabra es un terrón.
¿Mas no es hermoso cualquier paisaje,
silencio rosa y naranja?
Se aprende a respirar,
¿y qué amor, el más atrevido de todos,
se conquista como fruto, como ofrenda?
16
Quien desea abolir el tiempo
e ignora las ofrendas ante el Bosque Sagrado,
es alcanzado y herido por el tiempo,
sin piedad.
Ya nada nos impide bajar hasta las aguas.
¿Quién busca,
en medio de estos feos cementerios alzados frente a un mar
[esplendente
caballos de crin blanca capaces de arrojarnos a la mar con ellos?
Fue este el paisaje que nos acogió
cuando, de pronto, dejamos de ser jóvenes,
pero no hay que engañarse:
no viajamos hasta aquí para perdernos.
Con soles y tristura
olvidamos de súbito el río herido de inmundicia que aún tiene
[nombre de pomares
y su blanca paloma:
allá nos veremos con la luz del día.
Una misa en la madrugada
es el misterio de los ojos de roble,
destello de la luz de las batallas.
¿Es que los hombres más puros nacen en ciudades inconsolables?
17
Como al bailar, se emula a los pájaros.
Los héroes celestes que todo lo hicieron con la potencia de su danza,
¿dejaron aquí sólo rabia?
Muere el día. Un ocaso trigueño ronda el plexo del sol.
Parece que aquí
el don de vida no pasa a las flores, sino a rudas conchas de mar.
Este sol se enrosca como en el vientre, agua de cobre,
las ruinas de la edad y el esplendor del alma.
¿Qué raza de hombres cree en cielos así?
Sol de cobre, caminos del agua,
son las palabras corrientes;
y los oídos del que ya viejo sale del mar son traspasados
con otro sol indiano,
cuando el oro de los árboles, los costados de grana,
dejan al fin conocer el afán de cortejos
del golfo luminoso, hondo y sereno.
18
ARMANDO CON SU BOLSA DE CEREZAS
19
Prados habrá, sin duda,
y muy singulares fuentes de agua.
La uva es guardián del alma
y la ciruela, quizás, como la amada;
pero el Agua es la ciencia absoluta.
¿No habrá un racimo de cerezas frente al cántaro de agua?
Más allá o más acá de nuestra ciencia
estamos siempre flotando.
Nos cernimos hacia arriba y hacia abajo, siempre,
abatidos por grandes mazos.
No hay que maravillarse de lo sucedido en una ocasión remota, nos dicen,
sino de que esto a diario suceda:
el mejor vino lo guardan
para el final de la boda.
20
RUBAI
21
¿Hay algo como el azul del día
sobre unas flores de color naranja?
22
PRAYER IS AN ENDLESS CHAIN
23
como los entrevistos cuando en mitad de la luz
cerramos los ojos?
¿Es la aterida estrella matutina la luz de las batallas?
24
¿Cuánto tiempo ha pasado
para descubrir que tenemos
no sólo un pájaro en la frente
sino una piedra lunar?
25
Mira la luz:
¿no está dentro de ella la ciudad oculta?
Luz es la ciudad oculta.
Difícil es saber cuáles son estas aguas.
Aquí, rocío de perlas, ¿cuál es ya el corazón?
26
INTENTO COMPRENDER A KHAYAM
(Diálogo con Santos López)
27
TÁNGARA
28
EN MANOS DEL ESPÍRITU
Así lo creía,
pero ahora no sé.
Y además,
¿realmente importa?
29
LA PALABRA Y EL DESEO
30
INTENTO COMPRENDER A KHAYAM, OTRA VEZ
31
CUJÍ
32
La fronda sutil llega hasta el suelo, y camina por él.
¿Quién desliza sus dedos por los siete cielos,
la flor con otra flor dentro, la almena,
el laúd rojiblanco con las puntas doradas?
33
Los pájaros no suelen volar cuando llueve,
pero acabo de ver un zamuro
volando bajo la lluvia.
Se posó en una antena
y bajó las alas como baja los brazos un hierofante.
Cayó un relámpago
y un trueno nos sobrecogió.
El zamuro descendió a ras del tejado
con las alas siempre bajas.
¿Un fuego de naranja
es el ámbar de Tasnim?
34
ICOR
35
LA VIRGEN DEL ÁRBOL SECO
(Petrus Christus)
36
Aquí se colocan piedras
y derramamos aceite sobre ellas;
¿pero en verdad el paisaje
importa más que el hombre que lo habita o procura?
¿Quién nos podrá responder?
37
Y ya sin sombra, ¿no es un corazón?
Uno quisiera conocer
si es de hombre aún, o de animal,
hermano de la Estrella.
¿Y dónde hunde sus raíces, entonces?
¿Allí donde las almas se agrupan y forman pájaros?
38
MELANCHOLY GALLIARD
39
Es un monte, y no un cono de sombra
lo que la tierra arrastra tras de sí.
¿Eres Parsifal u Odiseo?
¡Vaya pregunta! ¿No podrías ser ambos?
Siempre hubo miel en tus ojos.
«Tu mirada es, también, secretamente verde»,
dice quien te ama.
A nada has querido renunciar.
Has llegado a creer que el más puro es el más deseoso.
Hay, en verdad, la sublime vía de la renuncia,
pero todo, en suma,
¿no ha de emprender su vuelta como ofrenda?
40
Ahora mis anteojos, la piel de la garganta que cuelga
y la sorpresa de volver a ser delgado,
me dejan adivinar cómo seré de viejo.
¿Páginas coloridas de días descoloridos?
El otro bosque, el que está en todos nuestros sueños de una casa,
¿no rodea nuestra tumba, allá en el patio?
42
¿Qué mujer dirá que su matriz es la superficie del orbe?
Y, sin embargo ¿no es en la noche cuando se renace, se nace incluso?
He allí la otra mujer: ¿cuál reina, de las dos? ¿Cuál es sacerdotisa?
Sobre la piel del orbe se enciende la llama, siempre en voz baja,
y el que celebra sabe que en el leño, lanza y vientre, duerme el
[aliento grana,
el vuelo osado de la plegaria.
43
DIÁLOGO CON ZHAO ZHOU
44
El Espíritu podrá levantarte después de que la muerte te haya
vomitado a sus pies
y decirte: A partir de ahora seré yo quien te vomite
en los días terriblemente tristes.
45
A LA SOMBRA DE LOS MAESTROS VERDADEROS
(Tercer asedio a Khayam, y otras cosas)
46
ALLEMANDE
47
¿Cómo ha de oler el esmalte?
Cada estría de tus senos es hierro de vitrales.
Quien tiene tu pezón entre el pulgar y el índice, como se estruja un
[ grano de café,
sabe o cree que el Cielo de la luna es el de las estrellas fijas.
Hay un solo Cielo.
¿Cómo podrán nuestros oídos privarse del tacto que va a morir?
48
LA FIESTA INNOMBRABLE
Abrir castillos
49
Aguas del sol, araguaney:
¿una voz de torrente y duraznos
es don del alma contemplativa?
No conozco las flores de durazno,
pero me han dicho que con el agua huyen, que corren siempre,
y es casi imposible hallar la gruta al pie del torrente.
La voz podemos hacerla nuestra, nuestra voz:
lo único, nos dicen, que permanece intacto después de la muerte.
¿Quién ha de morir, falena azul?
Tú eres el invisible regato,
el rostro anochecido,
pero este cielo es el único azul incandescente.
Cielo y araguaney, sol sobre los muslos de la diosa,
¿qué piélagos respiro?
Pero el púrpura azurado, ¿asciende o desciende?
¿Dónde está nuestro rostro?
Uva, estrella nocturna, guardián del alma:
son plaza fuerte las constelaciones, luz de la otra mitad
tras la invisible corriente.
A veces, entre felices y abatidos,
pensamos que todo es un castillo,
porque ante la súbita visión de cualquier cosa se realiza lo
indescriptible.
Pero tal vez no es así,
tal vez hay una grieta en el arca,
y merced a ello, rodeando los tesoros de la visión,
recibimos palabras.
50
si no hemos conocido la del vino.
Tan sólo aquí el azul es incandescente.
Este sol y sus aguas, los montes, el azul anegado,
¿nos elevan al fin? ¿Nos anclan aquí como nunca? ¿Qué es esto?
Amores de cóndor, ¿qué son?
¿Somos o seremos caparazones de chicharra
porque las aguas del sol fatigamos
abriendo murallas del Misterio?
Vino, aliento y tiempo, ¿una sola palabra? Difícil es saber.
Primero se conoce el vino.
Misterio y Vino tienen la misma cifra.
51
II
Otra vez
52
III
Misterios
54
POMAGÁS
55
Agua parpadeante, Ojo que guardas
Bajo un velo de llama tanto sueño
56
el vuelo del buitre, su piel?
De blanca piedra en su cerebro
nace, nos dicen, la leche de las mujeres.
57
URAPE PURPÚREO
58
EL HÁLITO Y EL CIELO
(Colonia Tovar)
Alejandro SebastianiVerlezza
59
de donde salen pájaros como heráldica,
vestidura es ya
de aquel cuya herida fue curada por la lanza que la causó.
Vellón o almendra de negra sangre,
¿el mirar que suspende los otros sentidos?
¿El alma, puente y bisagra, gozne de fuego?
60
la estrella del tiempo dorado fue un valle.
He aquí la estaca donde atan los corceles,
o fugaz, algún treno de hierro:
la esencia y el aliento, la espada,
¿como tu piel ostenta marcas de la roja estrella polar?
De cara a este mundo nos asedia una veleta, su gallo y sus flechas,
como la última mirada.
Grato escozor, ¿lirismo indócil quizá?
61
La cruda música del mundo te persigue, te inquiere,
laberinto es flor innombrada, hortensia o cabellera de pino,
¿somos entonces como los forjadores,
incapaces ya de escuchar el ruido que hacen?
¿Por eso los miramos, a los árboles?
También el trueno es un cuenco vacío:
así estoy mirando pinos
y recogiendo sobre mí el aura celeste,
el orvallo sobre mi cabellera.
¿Por eso los miramos?
A Federico Ferro
62
Tan sólo tiempo puede ofrecer la vida,
centrífuga ilusión:
Así decía yo.
63
SUSPIROS
64
SOBRE UN VERSO DE QIAN QI
65
Creo dormirme en el otro mundo.
Dejan los labios el vino y nos saturan
los melancólicos idilios,
la naturaleza que se oye, se mira, se huele,
nos quita siempre las palabras, o casi;
sobre todo, se respira.
Y gruñimos como el forjador, viento y madeja de seda,
aún sólo contemplando.
Dios habla con la misma frecuencia que lo hacen los árboles,
dicen las ráfagas sorpresivas.
Pero, ¿cómo y por qué suena el sonido?
¿Pulsan el éter los árboles siempre?
66
la danza de las grullas?
Nombra sus nobles trazos el laberinto:
un espejo quizás, remolinos de agua celeste.
Cierro los ojos como si volara.
Como dicen los augures,
el calor del sol se convertía en vino
con el jugo de la vid, en la Edad de Oro.
¿Y ahora no es así?
Pequeño loto del corazón, el oído,
la voz que crepita, amorosa por el pesar,
¿no era para ellos lo mismo «quietud» que «golondrina»?
¿Viento y árboles son en verdad lo mismo?
¿Es la octava cuerda, la que buscan los árboles?
67
que son lo mismo la lira y la hoguera.
También han dicho
que el otoño es la juventud,
y no parece juego, ni aporía.
Pero aquí las hojas caen en medio de la insolación feroz
y casi de inmediato
están verdes los árboles otra vez.
La danza es la ciencia de los elementos, la física terrestre:
así lo creen algunos;
y uno, que danza con tanta torpeza
quisiera, cuando los labios balbucean un himno,
ser adivino, realmente.
Ahí está la falena azul, en la tarde calcinada:
mariposas somos siempre, falena azul,
y este mundo, pese a ser el más bajo de todos,
cuán bello es, cuán milagroso.
¿Pero quién dice esto, quiénes son ya las chamizas,
las mansas vestiduras de la tierra o nosotros?
68
que sólo parece castaño en las mañanitas o en mitad del amor desabrido.
Nadie como un pájaro sobrelleva un reborde de sol.
¿Qué trópico hizo del otoño
cristal y osado fuego, pórtico del templo clausurado?
69
CUARTO ASEDIO
70
CHANSON TRISTE
72
sol y maderas de orilla.
¿Podré, yo también,
llevar algo de tu aire en mis pulmones?
73
No hay aflicción que no nos amiste,
que no acabe, por brutal o prolongada,
más que haciéndonos poner los ojos uno en el otro.
Corrimos por la calle, caminamos por la calle,
lavamos nuestro rostro con el agua de la calle.
Otras miradas son estas charcas:
prados mórbidos hay
y la fija omnisciencia del que aún siendo niño es ya nostálgico.
Unos dicen que ojos y fuente son lo mismo,
otros dicen que ojos y fuego:
¿cuál de los dos escogería el niño?
74
QUINTO ASEDIO
75
RUBAI
76
OTRA VEZ
77
signos, y también luz, hay que sólo se oyen.
Pero podemos comprender,
y aprendemos a amar lo que creímos intolerable.
78
o la bellísima bruma cobalto, la calina del anochecer sobre los montes.
Es otra, que aún en la alborada de flacos bambúes nos ronda:
agua de mar o cielos de quema,
o mientras caminamos, las maderas del aire de la luna,
como dijo un poeta que olvidó su don.
Sales de un trajinado litoral ahúman
el misterio del vuelo implume, y la cosecha de la calígine.
79
El corazón, agua entre dos barrancos,
agua que corre al fondo de un abismo,
sabe ya que a uno,
la mujer al fondo de la vasija, si bien está todavía oculta,
no le es esquiva.
80
LEJANÍA
81
¿Cómo se transfigura la inocencia?
Un hombre entre puro y engreído pensaba:
«el árbol es la vegetación de la tierra,
la nieve es la vegetación del cielo,
he aquí el misterio que hace rey a un hombre».
Y los pájaros que a la montaña vienen de cualquier lugar,
¿cuántos colores tienen?
Sólo gracias a ellos es mayor su ciencia,
y sobre todo su piedad.
¿Cuándo fue de otra manera?
Hay un Arco Iris sobre fondo de oro, cubrecuello celeste, Juicio y Paraíso,
y en fin,
es rojo el oro y la madreperla.
82
Aquí la niebla y la gloxinia, el lirio morado de los páramos,
pudieron dar a la luz una antorcha, un épico relato.
¿Cómo sostienes una copa, varón?
Aquel que traspasaron nos lo ha señalado.
¿Quién hace,
cómo se hace música el miraje?
Esta criatura también arrastra al sol,
fruto lejano.
83
No se hace preguntas, como uno.
Tampoco nos las hacemos, cuando hablamos hacia adentro,
o por nosotros lo hacen los ojos como un árbol.
¿Cuándo hemos dejado de buscar palabras?
Mira el cielo como pétalos, igual que siempre,
tú que ya eres viejo.
No hay misterio mayor que la inocencia,
¿cuántas veces se habrá dicho esto?
¿Qué es nuestra médula: mar o río?
84
Sol sobre un prado cuando acabó de llover,
nostalgia bienaventurada:
que toda penumbra, también la que doblega ilusiones,
sea un lirio cárdeno.
85
Si he recibido un filo con el que abro un sendero,
al igual que muchos,
¿podré al fin hablar como nieve herida de pájaros,
(porque hablo ya como la playa donde van a morir nuestras melodías)
y sobre todo, como la palma inaudita, que no conoce el otoño?
86
87
88
Anotaciones del autor
89
En las manos de Armando hay una bolsa de cerezas compradas
en el mercado local y comidas después con fruición. La luz que lle-
ga desde la izquierda deja entreverlas. Puede parecer fácil comparar
esta bolsa de cerezas con la rama dorada, pero la comparación es jus-
ta. Se trata, aquí, de una rama roja. Todavía no se ponen de acuerdo
los alquimistas sobre este tema: ¿cuál de estos dos colores simboliza
una realidad más elevada? ¿Qué es mayor: el oro o el rubí?
Armando está, como siempre, vestido como lo que es: un monje
laico. Así lo ha dicho sin cesar.
90
escribirán después, pero me gusta particularmente recordar las pa-
labras de Armando.
Aún en diversos lugares del mundo se viste a los delincuentes con
uniformes color naranja. Aún hoy los monjes budistas visten de na-
ranja. El color del crimen es el color del Iluminado. Color del Centro,
de la Vía Regia.
Pero estos, me parece, son símbolos, ideas, cosas humanas. ¿Sabe
algo de esto la naturaleza? Yo sólo vi la Gracia más alta sobre aque-
llas flores, que nada al parecer saben de estas cosas. Ellas mismas
eran la más alta Gracia. Por eso, más que el color del crimen o del
Iluminado, es el color de las flores que crecen en la zanja. No hay
trobar clus mayor que la inocencia.
91
tamente a partir de esa música, en esa específica versión, escribí este
poema. Puede hallarse en https://youtu.be/p9Tiu4EEodw. Aunque
toda la partita es maravillosa, si quiere escucharse específicamente
la Allemande hay que adelantar hasta 6:36.
92
Estas parecen objeciones serias, pero mi corazón humildemente
me dice que estos fosfenos, o muchos de ellos, son auténticos man-
dalas. Un mandala es un gran aliado para la meditación, nunca un
obstáculo. Se puede incluso prescindir de ellos cuando ya no se los
necesite; pero son un apoyo, no un obstáculo.
Una mosca, de lejos, parece una abeja: eso dije hace algún tiempo.
Cosas que son una la opuesta de la otra pueden parecer lo mismo, si
se contemplan de lejos. Algo así dirían quienes nos adversan, quienes
piensan que estos bellísimos colores y figuras pueden lucir como un
soporte para la meditación, cuando en realidad son un desvío, una
gran trampa.
Pero también una abeja, de lejos, parece una mosca. Una abeja lu-
minosa puede, si se la contempla de lejos, verse como una sucia mos-
ca. Elijo escuchar a mi corazón, y seguirlo: estos fosfenos no parecen
fantasías sino auténticos, espontáneos mandalas. Lo mismo pasa,
por ejemplo, cuando confunden el Entusiasmo, una experiencia in-
tegradora incomparable, con los estados psicóticos, que son la ver-
dadera desintegración. ¿Acaso San Juan de la Cruz fue un psicótico?
93
dieron su fruto y se dio con el original, que como ya se ha dicho di-
fiere sensiblemente de la traducción de Bethge: su autor es el poeta
Qian Qi, y esta es, según parece, la manera fonéticamente correcta
del nombre, en lugar de Chang-Tsi. La fonética china difiere mucho
de la occidental, de ahí la enorme variabilidad en la traducción de
los nombres: antiguamente se decía Pekín, hoy se dice Beijing; anti-
guamente se le daba el nombre de Li Po, o bien Li Tai Po, a la figura
máxima de la poesía china: hoy se le llama Li Bai; el gran poeta Bai
Juyí era antes conocido como Po-Chü-I, y al poeta Mong-Kao-Jen se
le llama, hoy día, Meng Haoran, o Men Haoyan.
Estos son mis modelos. Quiera Dios que no los deshonre. Este poe-
ma es mi propia canción de la tierra.
94
tal que sólo Dios podía consolarme por ello, dándoseme entero: esto es
lo que Él ha hecho y, lejos de quejarme, lo doy gracias. Las alegrías de la
música son muy poca cosa si se las compara con la paz que Él nos da. Y
entonces, los ojos del alma ven cosas de un plano mucho más elevado
que los ojos del cuerpo».
Una obra exigua y magistral le ha valido la inmortalidad. Su caso es,
en esto, comparable al del gran cuentista venezolano Julio Garmendia.
Chanson Triste data de 1868: Duparc tenía apenas veinte años
cuando la compuso y es, para mí, su más perfecta composición y una
de las cumbres de la melodía francesa. Recomiendo con absoluto
amor la versión de Jessye Norman con Dalton Baldwin al piano. Pue-
de hallarse en https://www.youtube.com/watch?v=J__f-Xq5Gqo.
Me gusta escribir poemas que son glosas de canciones y otras com-
posiciones musicales que amo. En este caso, no obstante, no sé si
«glosa» sería la expresión adecuada. Han sido el espíritu y la atmós-
fera de la canción, más que alguna idea particular, los que me han
hecho llevar adelante este intento.
95
Índice
96
URAPE PURPÚREO 58
EL HÁLITO Y EL CIELO 59
(Colonia Tovar)
Tan sólo tiempo puede ofrecer la vida 63
SUSPIROS 64
SOBRE UN VERSO DE QIAN QI 65
CUARTO ASEDIO 70
CHANSON TRISTE 71
QUINTO ASEDIO 75
RUBAI 76
OTRA VEZ 77
LEJANÍA 81
Anotaciones del autor 89
97
Fotografía: Vasco Szinetar
98
En poesía ha publicado Sueño de un día (Editorial Eclepsidra, 1997) y
Purgatorio (Eclepsidra, 2012). Su tercer poemario, Entusiasmos, apa-
reció en el segundo semestre del 2016, bajo el sello editorial Kalathos.
Textos suyos han sido incluidos en la Antología de la poesía latinoa-
mericana del siglo XXI, El turno y la transición (compilación de Julio
Ortega, Siglo XXI Editores, México, 1997), en El salmo fugitivo: antolo-
gía de la poesía religiosa latinoamericana (Leopoldo Cervantes-Ortiz,
editor; Editorial Clie, México, 2009) y en Tramas cruzadas, destinos
comunes (Común Presencia Editores, Bogotá, 2014), así como en al-
gunas revistas impresas y en medios electrónicos dentro y fuera de
su país. Es director asociado de Editorial Eclepsidra.
99
He pensado dar el nombre de Entusiasmos al conjunto de mi obra
poética, un poco a la manera de Baudelaire, Whitman, Pound,
Guillén o Juarroz. El término ‘entusiasmo’ no debiera tomarse por
una suerte de manía o euforia más o menos incontrolada o banal,
monocromática y monocorde. Esta palabra griega podría traducirse
más o menos literalmente como «estar en Dios». Es inconmensurable
la cifra de estados o movimientos del alma y del espíritu que el rapto
anima o desencadena. ¿Cómo podría entenderse una palabra como
‘entusiasmo’ de manera unívoca?
No me interesa la poesía sino como arte y oficio tradicional. Como
conocimiento tradicional, vale decir, ciencia sagrada. Como el
camino de la interioridad, que es el significado primigenio de la
palabra esoterismo. Más aún, estoy convencido de algo que a más
de uno le resultará una contradicción ofensiva (un escándalo,
diría San Pablo), cuando no un ridículo juego de palabras: quienes
actúan de acuerdo con el verdadero espíritu tradicional son los
más innovadores, los más originales. La explicación de la aparente
paradoja es de una sencillez pasmosa: sólo quien tiene acceso al
conocimiento tradicional puede, a su vez, conocerse a sí mismo.
100
101
102
1° En medio del blanco
Kira Kariakin
2° Limones en almíbar
Jacqueline Goldberg
3° 102 poetas
Jamming
Compilación
4° Daño oculto
Georgina Ramírez
6° Fragmentos naranja
José Antonio Parra
7° Íntimo, el espejo
Graciela Yáñez Vicentini
9° Caracas mortal
Claudia Noguera Penso
103
10° Roto todo silencio
Edda Armas
Edición especial en honor a los 40 años de vida poética de la autora.
Primera edición, Imprenta Universitaria, UCV, 1975.
104
18° Beber de la sombra
Poesía reunida 1986-2017
Víctor Fuenmayor
23° Partir
Alejandro SebastianiVerlezza
105
26° El Sol de la ceguera
Kira Kariakin
106
35° Salomario
Toda la poesía
Alfredo Chacón
*
Ser al decir
Alfredo Chacón
En esta obra ensayística el autor analiza
las implicaciones y consecuencias del pensamiento de
la poesía ejercido por José Lezama Lima,
Octavio Paz, Ida Gramko, Tomás Segovia, Haroldo de Campos,
Rafael Cadenas y Alfredo Silva Estrada.
107
Tercer libro de los entusiasmos
Luis Gerardo Mármol Bosch
Enlace
oteditores@gmail.com
IG/Twitter/Facebook: @oteditores
108
109
110