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Garcia Bemnjamin - La Perdida de Un Ser Querido
Garcia Bemnjamin - La Perdida de Un Ser Querido
La Pérdida
De Un Ser
Querido
Consuelo y Esperanza SAN PABLO
Benjamín García, O. P.
LA PÉRDIDA
DE UN SER QUERIDO
Consuelo y Esperanza
SAN PABLO
Distribuye:
• San Pablo, distribución
Ferrenquín a la Cruz de Candelaria
Edif. Doral Plaza, Local 1
Apartado 14.034, Caracas 1011-A, Venezuela
Telfs.: (02) 573.63.46 - 576.76.62 - 573.64.75
Fax: (02) 576.93.34 PRESENTACIÓN
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1.1 Destino de los vivientes también a los mayores? ¡Que muero porque no
muero!
Es difícil hacer una reflexión serena sobre la Es normal que los seres vivientes mueran, es
muerte. Los sentimientos invaden el campo de ley de vida. Si no hay vida, no hay muerte. ¿Se-
la razón. Porque los humanos vivimos la muerte ría preferible que no hubiera vida, ni cosas, ni
con dolor y el dolor obnubila la capacidad re- animales, ni personas, para así evitar la muerte?
flexiva. Sobre todo si quien ha muerto es una Sentimos que no, que el vacío total de vida sería
persona especialmente querida. O si estamos el mayor de los males.
amenazados por una enfermedad grave o el de Dios nunca causa el mal, lo permite Cínica-
la vejez nos obliga a temer una muerte cercana. mente. Y cuando lo permite es en el conjunto de
Nos parece que el morir es el final, que es una un bien mayor. La metafísica explica que el in-
despedida hacia lo totalmente desconocido. Pero fierno debe ser considerado en esta perspecti-
hay que hacer el esfuerzo de ver los lados me- va. Hasta el mal total, como es el infierno, justifi-
nos dolorosos que la muerte tiene. Existe una caría su existencia dentro de un programa gene-
perspectiva desde la cual se ve la muerte con ral de bien. El infierno es dato teológico, pero lo
signo de victoria. Santa Teresa de Avila lo expe- teológico es al menos «razonable». Y sólo dentro
rimentó así, por eso pudo escribir: del bien general sería razonable y justificable la
permanencia de un infierno de duración sempi-
terna.
«Vivo sin vivir en mi, Los pensadores han reflexionado mucho so-
tan alta vida espero, bre el tema del mal. Han llegado a la conclusión
que muero porque no muero». de que la muerte es como el resumen y la cima
de todos los males. Dios no causa el mal, por-
que el mal no tiene causa. Lo malo es defecto,
Estos versos hicieron reflexionar largamente es privación, es carencia, es no-ser. Sólo lo que
a unos jóvenes que tenían un día de retiro en el «es» positivamente, sólo lo que tiene entidad, es
Carmelo de San Cristóbal, Venezuela. Los jóve- causado. La muerte es carencia de vida, es
nes tardaron en situarse en la sintonía en que negatividad.
los veros fueron escritos, porque sólo desde esa La muerte es el más decisivo de los males.
sintonía son inteligibles. ¿No nos hacen meditar Se justifica y se esclarece su sentido en función
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del bien: por el bien general Dios permite o nos conduce a una condición mejor. La vida cam-
quiere la muerte del hombre. Porque la muerte bia, no se destruye, dice la liturgia de la Iglesia.
no es un mal total: en ella hay referencias a un Si el hombre no fuera ser espiritual, todo se des-
bien mayor. Los hombres queremos compren- truiría con la muerte. Pero la fe nos asegura que
der cuáles son las fuertes razones que justifi- el hombre sobrevive en una forma superior y de-
can la presencia de ese actor no invitado que finitiva. Creemos en la resurrección, no en me-
se hace presente para dar fin a toda vida hu- ras reencarnaciones. Por la resurrección se en-
mana. Veamos. tra en vida de plenitud tota! y de perennidad.
Quien resucita ya no muere más veces.
Desde esta perspectiva, puede considerarse
el morir como un mal, como el mal supremo del
1.2 Multitud y espiritualidad hombre terrestre, pero no como el peor mal del
hombre total. El hombre en cuanto hombre es
La muerte del hombre, de cada hombre, hace inmortal. Si sólo se mira la parte de acá, la eta-
posible la existencia sucesiva de millones de se- pa terrena, es natural que todo parezca perdido
res humanos. Es bueno tenervida. Es bueno que con la muerte. Es la fe la que nos corre el velo
muchas personas lleguen a la vida. Si no morimos que permite apreciar la otra vertiente: la eterni-
unos, no pueden llegar otros. El hombre es la dad. Este argumento se adentra en el campo
gran riqueza de la historia, de las civilizaciones, religioso, es válido y decisivo para quienes com-
del mundo entero. Presentimos que sin hombres parten la fe cristiana. A quien sea ciego ante los
no estaría completa la creación cósmica. valores religiosos, esta apreciación le dejará in-
Este es un argumento racional. No hace falta diferente.
tener fe religiosa para comprender que la exis-
tencia de muchos hombres es un gran bien. Y
que termina por verse como un bien el que unos
hombres mueran para que cedan su puesto en 1.3 Sacrificio y misterio
la mesa de la vida a otros.
La muerte humana afecta a un ser espiritual. Hay otro motivo de esperanza que atenúa el
Morir no es caer en el vacío, ni es volver a la dolor natural de nuestro morir. El hombres es
nada. La muerte es el paso por un umbral que el único viviente que puede hacer de su muerte
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un «sacrificio». El ángel no puede hacerlo, por- místico cuenta sus experiencias más íntimas, hace
que no tiene vida mortal. El animal tampoco, poesía del más alto vuelo. Basta escuchar «la so-
porque no tiene conciencia. El hombre es mor- ledad sonora» de san Juan de la Cruz:
tal e inmortal. Al tener cuerpo, puede morir. Al
tener conciencia, conoce a Dios, hace juicio de «Mi Amado, las montañas,
sus propios actos, puede ofrecer su muerte y valles solitarios nemorosos,
darle sentido. ínsulas extrañas,
Los cristianos que leen la Biblia se encuen- losríossonorosos,
tran en la Carta a los Hebreos (2,14-18) un pa- el silbo de los aires amorosos».
saje esclarecedor. Dios se hizo hombre para com-
partir con los hombres los sufrimientos y poder Más allá del mal inmediato, hay siempre un
ofrecer una muerte, es decir, la totalidad de la bien más alto o más general. El mal momentá-
vida. Hay que elevarse a estas cimas teológicas neo que es el morir, es como la condición para
para sospechar cómo Dios puede permitir o que- conseguir ese bien más valioso. Hay que elevar
rer la muerte para lograr un bien superior. Dios y ampliar la mirada de la parte a! todo, del mal
ve las cosas desde arriba, nosotros las vemos inmediato al bien posterior.
desde abajo. Por eso él ve más y mejor. Hay que Dios tiene siempre otras razones que justifi-
convertirse a él para ver la realidad como él la can las muertes que a nosotros nos parecen in-
mira. comprensibles. Dios tiene razones para dar la vida
Muchos Santos canonizados y muchísimos cristia- y para recogerla cuando le parece oportuno. Mu-
nos anónimos han logrado situarse en la perspectiva chas veces no nos aclara cuáles son esas razo-
de Dios y por eso han considerado la muerte como un nes.
bien. Es el caso de San Francisco de Asís: habló de la
Hermana Muerte con el mismo cariño que sentía ha-
cia el Hermano Sol y hacia la Hermana Luna.
El ver las cosas desde arriba equivale a situar- 1.4 Parcialidad y temor
se ante la muerte como misterio insondable. No
basta la poesía para llegar hasta allí. Pero quie- Es preciso hacer una observación general. El sen-
nes siguen el camino de la fe y se adentran en el tido común es más necesario a medida que nos en-
misterio, se convierten en místicos. Cuando el frentamos a cuestiones más espinosas. La presen-
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cia del mal y de la muerte son cuestiones muy difíci- nos resultan entrañables. Los Santos tuvieron
les en nuestro tiempo. Nos es dado hacer algunas miedo a la muerte. El mismo Jesús se angustió
aproximaciones al tema del dolor y de la muerte. en Getsemaní hasta el punto de que su sufrimien-
Es evidente que la apreciación y valoración to fue tan intenso que es descrito en el evange-
de los hechos depende de la escala conque se lio como «sudor de sangre». Es que la vida tam-
miden. Los gramos que aplastan a una hormiga, bién es un don que Dios nos da, y el deseo de
son insensibles para un hombre y para un caba- permanencia e inmortalidad han sido colocados
llo. Lo que para los 80 años de la vida del hom- dentro de nosotros por el mismo Creador.
bre es evolución lenta, sería evolución lentísima Lo no natural es el deseo de morir. Cuando los
para un insecto que sólo vive tres semanas. Y Santos anhelan la muerte, es el deseo de poseer
sería velocísima si se compara con los millones a Dios y entrar al paraíso de la felicidad lo que
de años que duran las cambios geológicos. directamente quieren, más que el simple morir.
Así sucede con el dolor y con lo que aprecia- Es lo que expresan los versos de Santa Teresa que
mos como malo. Vistos con nuestra experiencia hemos citado. También San Pablo escribió:
parcial de lo inmediato, son nada más que ma- «Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi
les. Vistos en un conjunto mayor -la vida de una vida o por mi muerte. Pues para mi la vida es
familia, de un pueblo o de la humanidad- reve- Cristo, y la muerte una ganancia. Me siento apre-
lan espacios de bondad notoria. Diez años de miado por dos partes: por una parte, deseo morir
enfermedad son sólo un instante si se insertan y estar con Cristo, que es mucho mejor; por otra
en la trama social o en el conjunto de la vida de parte, quedarme trabajando es mejor para vo-
un pueblo. Vivir cuatro años parapléjico, parece sotros» (Flp 1,20ss).
una eternidad si los contamos por el reloj de los Morir solo, sin que nadie lo advierta o morir
minutos y las horas. Pero en el conjunto de una arropado por el cariño de los seres amados. Mo-
vida de 80 años, es una parte mínima. rir confortado por la oración y los sacramentos
El miedo al dolor y a la muerte hace más si- de la Iglesia, o morir sin ayuda espiritual. Morir
niestra su presencia. El miedo a morir es natu- joven o anciano, en accidente inesperado o tras
ral: la muerte es un paso hacia lo desconocido. larga enfermedad. La sensibilidad humana se re-
Lo desconocido siempre intranquiliza y se pre- siente ante ciertas muertes. La fe, en cambio, afir-
senta con ambigüedad. Al morir se abandonan ma que esas circunstancias son intranscendentes
valores y alegrías, se cortan posibilidades que y no deciden nada fundamental.
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El creyente sabe que Dios está ahí. Ningún cia colectiva reacciona contra la investigación
enfermo, ningún derrotado, ningún moribundo, médica que hace de estos enfermos terminales
está solo. En la cruz está uno crucificado con un mero objeto de investigación. Reacciona tam-
otro: son dos manos, son dos pies, son dos ojos. bién cuando se considera al viviente humano al
Jesucristo está clavado en todas las cruces en mismo nivel de los no humanos y se propone la
las que los hombres se ven crucificados. Así lo eutanasia como solución para el dolor y para el
asegura la fe cristiana. En realidad nadie vive solo deterioro de la ancianidad.
y nadie muere solo. Dios no abandona a sus hi- La Iglesia católica, por su parte, siempre dio
jos moribundos. importancia al término de la vida. De hecho ins-
Es muy triste constatar que la vida perso- tituyó el sacramento de la Santa Unción o Un-
nal no interese a nadie. Pero hay quienes pien- ción de los Enfermos para esta circunstancia. Es
san que es más fácil morir solo que acompa- sacramento de acompañamiento, de perdón y
ñado por el cariño de los familiares. Porque a fortaleza. Es también sacramento que dispone
la separación del no hay que añadir las despe- para la resurrección: la muerte en cristiano es
didas de los seres queridos. tránsito hacia la eternidad por la resurrección.
Todos conocemos personas que no se des- Los antiguos teólogos hablaron de «dormición»
piden para las ausencias largas: el dolor de los y no de muerte, ni de acabamiento, ni de falleci-
familiares y sus lágrimas se suman al propio miento. El sueño es temporal. De la dormición
dolor para hacer más difícil la partida. Sucede de la muerte se despierta en la resurrección.
lo mismo cuando se trata de emprender el via- El sacramento de la Unción de los Enfermos
je sin retorno de la muerte. ha sido poco valorado en la tradición de los últi-
mos siglos. Hoy se está rehabilitando dada su
honda significación. Los sacramentos de la Igle-
sia católica «santifican» momentos especialmente
1.5 Paliativos y limitaciones importantes del vivir humano, están ubicados
estratégicamente.
La medicina paliativa intenta humanizar los El nacimiento biológico se eleva a hecho
últimos días de la vida en la tierra. Los enfermos santificador con el Bautismo. El paso de niño a
terminales tienen derecho a morir. Tienen dere- hombre, o de niña a mujer, se santifica con la
cho también a morir con dignidad. La concien- Confirmación. El Matrimonio ilumina la elección
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de estado y bendice el amor humano. El Orden miento, es que el difunto se ha condenado.
Sacerdotal ratifica y capacita para que la deci- Nada tienen que ver los rasgos físicos con la
sión de dedicar la vida al servicio religioso de suerte futura del muerto. Nada en absoluto: hay
una comunidad se cumpla con eficacia. Tienen quien muere con dolor y hay quien muere des-
importancia particular los sacramentos del Per- pués de largas horas de estar vegetativo o en
dón, sin el cual no es posible la convivencia ni la estado de coma.
felicidad: con rencores y culpabilidades nadie es El destino eterno del hombre se decide en
feliz. Y el sacramento de la Eucaristía, que ali- esta vida: el cielo se gana en el cielo. Muere bien
menta la vida de fe y une en comunidad: «El que quien ha vivido bien. El moribundo que tiene con-
coma de este Pan vivirá para siempre». ciencia de la importancia de los momentos fina-
La muerte suele venir antecedida por la en- les, es lógico que sienta preocupación y sobre-
fermedad y la decrepitud, con sus cortejos de salto. Los Santos han sufrido verdaderas «noches
limitaciones y sombras. Tanto la enfermedad del espíritu» en los días finales de su existencia.
como la ancianidad nos van aislando de las ta- Porque miraban con lupa sus pecados e imper-
reas humanas, de la convivencia social y fami- fecciones y les parecían muy grandes. También
liar. Nos van condenando a la soledad. Y a la porque la lucidez final les hacía ver las ocasio-
impotencia: llega el momento en que el anciano nes de hacer el bien que tuvieron y no utilizaron.
y el enfermo se sienten totalmente a merced de El que sabe que la muerte decide el destino eter-
los demás. Esta situación es especialmente difí- no, se enfrenta a ella con temor y temblor. Al fin,
cil para quienes gozan de lucidez y sensibilidad. la muerte es misteriosa y esos son los sentimien-
Si a todas estas impotencias se suma el dolor, la tos que experimentamos ante el misterio de Dios.
vida se convierte en verdadera cruz. El ateo, en cambio, convencido de que la
La fe cristiana da sentido también al dolor muerte es el punto final, no se angustia: nada
de saberse avocado a la muerte. Da sentido, gana y nada pierde. Para él la muerte no decide
pero no lo anula. En cierto modo, la fe da a la nada. Los agnósticos actuales, ubicados en la
muerte un sentido trágico que no tiene en los finitud, sin sentido trascendente de la vida, ven
increyentes. Hay que subrayarlo porque hay venir la muerte con absoluta indiferencia. Un gran
gentes que piensan de este modo al ver un ca- pintor de nuestra época decía con cinismo a sus
dáver: si está pacificado y sonriente, es que se íntimos: «Cuando muera, bebed un trago en mi
ha salvado. Si el rostro muestra signos de sufri- honor».
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¿Están en mejor situación los ateos que los a valorar. Exige establecer preferencias y jerar-
cristianos? Desde luego, sufren menos al morir. quías. Y mirar al futuro buscando el bien de la
Si una piedra pudiera responder, diría que es persona que ama y de la persona amada. Porque
mejor su existencia que la humana, porque ella resultan evidentes estas verdades:
no padece. Sospecho que ningún humano envi- - Amar mucho es fácil, sobre todo cuando se
dia a las piedras. La vida en conciencia, la exis- trata de objetos o de personas que son buenas
tencia llena de posibilidades, no se puede pa- y resultan agradables.
rangonar con la roca. Aunque la vida del hom- - Amar inteligentemente ya es más proble-
bre esté envuelta en sufrimientos. mático. Por lo mismo que la inteligencia estable-
ce preferencias objetivas.
- Amar desinteresadamente es sobremane-
ra difícil. No es frecuente la amistad que llegue a
1.6 Esperanza y gratitud la generosidad y al sacrificio que viven los pa-
dres en favor de sus hijos.
Los creyentes se mantienen y se sienten con- No se ama impunemente. «Nadie es digno de
fortados por la esperanza. El sufrimiento no es amor si no es capaz de conquistarlo en la bata-
estéril si se encuentra destino para él. San Pa- lla de cada día». El amor auténtico ni se improvi-
blo encontró una fórmula teológica admirable sa ni se regala. San Juan de la Cruz escribió
para expresar esta verdad: «Completo en mi bellísimamente sobre el amor. Pero no fue un
carne lo que falta a la pasión de Cristo» (Col visionario de ojos en blanco, sino un trabajador
1,24). Y repetidamente recuerda que acepta los infatigable, un menestral del amor: el amor en el
inconvenientes de su trabajo por el bien de las que, al atardecer de la vida, seremos todos exa-
comunidades cristianas. Acepta incluso el rigor minados. El amor es una tarea cotidiana, un su-
de aquellas cárceles injustas. El dolor expía los doroso empleo, una dedicación agotadora.
pecados, es fuente de merecimientos, es testi- Quizá es privilegio exclusivo del amor de Je-
monio fehaciente de las verdades en que se sucristo el que sea extensivo a todos los hom-
cree. El dolor acrisola el amor. Tiene pleno sen- bres. Nos lo dice san Pablo: «Por un hombre de
tido el sufrir. bien tal vez se atrevería uno a morir. Mas la prue-
El amor humano tiene variantes que no pode- ba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
mos ignorar. La inteligencia nos obliga a razonar y nosotros todavía pecadores, murió por todos...
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Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados tuales no aclaran el sentido de la muerte. La fe
con Dios por la muerte de su Hijo» (Rm 5,6ss). religiosa, al menos en las grandes religiones, abre
Maximiliano Kolbe dio un paso al frente cuan- horizontes esperanzadores sobre los interrogantes
do nombraron a un compañero, padre de fami- del morir y de la vida en el más allá. El problema
lia. Los nombrados en la lista fatal, eran ejecuta- de la muerte da paso al misterio de la muerte.
dos al día siguiente en el campo de exterminio Misterio ineludible, pues todos tenemos que pa-
de Auschwitz. Kolbe llevó al heroísmo su amor sar la alcabala de la muerte. Misterio indescifra-
desinteresado: murió para que se salvara su com- ble para amplios sectores de la humanidad ac-
pañero de infortunio. Hoy lo veneramos como tual que no tiene acceso a la fe cristiana.
Santo y en su celda del campo de concentra- Circula por nuestro tiempo una filosofía que
ción, después de 50 años, hay siempre flores medita así sobre la muerte:
naturales. «La sola existencia de la muerte nos aliena
Todavía en nuestra sociedad de consumos e íntegros, en nuestra propia vida, en favor del otro.
intereses hay personas que arriesgan la vida en Estar muerto es ser presa de los vivos. Mientras
tierras de misión y en las casas de familia. Per- vivo puedo desmentir lo que el otro descubre en
sonas que donan un riñon para prolongar la es- mi, proyectándome hacia otros fines. Pero el
peranza de un enfermo. Vale la pena vivir en un hecho de la muerte da la victoria final al punto
mundo en que se ama. Y «A quien nada más de vista del otro. Morir es ser condenado a no
puede ofrecer, tal vez Dios no le pida más que existir ya sino por el otro» (Sartre).
un sollozo de impotencia». «La vida que tiene en su horizonte la espa-
La vida del hombre tiene perspectivas que van da de la muerte, es absurda. Pero también es
más allá de la muerte. Como hombres y como absurdo el suicidio. Todo es absurdo. Si he-
cristianos, podemos dar sentido a la existencia mos de morir, nuestra vida carece de sentido,
terrena y a la terminación de la vida. Quien ha porque sus problemas no reciben solución»
descubierto el secreto del amor, sabe que la (Sartre).
muerte no tiene la última palabra. Ni la tuvo en Ciertamente, esto es la muerte para quien ca-
Jesucristo, ni la tiene en nosotros los pobres se- rece de fe. Sin fe, no es posible la esperanza. El
res humanos. horizonte se cierra cuando se cierran los ojos cor-
Es difícil morir. Es difícil hacer una reflexión se- porales. Los cristianos tenemos el privilegio de
rena sobre la muerte. Las meras razones intelec- poseer otra mirada.
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EL DOLOR HUMANO
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2.1 Males relativos se tambaleaba, no sólo el sentido de su vida,
sino el sentido y el valor de su fe cristia. ¿Por
Es cierto que el conocer el mal ajeno no alivia qué Dios le quitó la hija? Y rechazaba el consue-
el mal propio. No alivia, pero da contexto y sen- lo que los amigos trataban de ofrecerle.
sibilidad. Nos permite saber que no estamos Cuando esta madre conoció la situación de la
solos en el sufrir. Nos ayuda a relativizar las difi- otra familia, con un suicidio y una niña en ese
cultades personales que nos parecían absolutas trance, dejó de llorar. No daba gracias al Dios
que se llevó a su hija a los 22 años, pero sí agra-
y enormes.
decía no tener que llorar por algo semejante.
Sucedió hace años en un pueblecito de los
El conocer el mal ajeno relativiza el mal pro-
Andes venezolanos. Los hijos observaron que su
pio.
papá, extremadamente nervioso, se iba hacia la
¿Por qué permite Dios, el Dios bueno, tanta
montaña llevando en sus manos un objeto sos-
maldad en el mundo? ¿Se puede seguir creyen-
pechoso. Lo siguieron hasta que la noche lo ocul-
do en Dios estando rodeados de desgracias?
tó a sus miradas. Con la primera luz del nuevo
Estas preguntas no son nuevas, si bien es cierto
día lo encontraron guindado de un árbol. Días que hoy se formulan con especial virulencia. El
después se conoció toda la dimensión del dra- viejo Job, hombre del Antiguo Testamento, plan-
ma. La familia creyó enloquecer. Era una familia teó con toda crudeza el problema del mal. Lo
grande: todos tuvieron que llorar hacia dentro planteó desde su propia existencia dolorida.
bebiéndose las lágrimas. No podían aliviar su
pesar contando a las amistades lo sucedido. A
la tragedia del suicidio -el hombre era pobre y
alcohólico- se sumó la vergüenza de la niña: a 2.2 La lección de Job
los 14 años quedaba embarazada de su padre
muerto. Job vivía en el país de Us, al este de Palesti-
Por las mismas fechas, cerca del lugar, una na. Era un hombre bueno. Pero le llovieron des-
madre daba sepultura a una hija de 22 años. La dichas tan grandes y tan seguidas que todos a
enfermedad fue tan rápida que la medicina no su lado quedaron desconcertados. La narración
supo decir de qué murió. La angustia de la ma- bíblica tiene un encanto, primitivo y filosófico al
dre llegaba a límites preocupantes. Sentía que mismo tiempo, que hoy no podemos imitar.
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Job tenía una familia numerosa y feliz, tenía ya otro toma la palabra para comunicar otra
también muchos servidores y empleados. Poseía desgracia mayor. El relato literario es dramáti-
incontables riquezas: siete mil ovejas, tres mil co: Job perdió todas sus riquezas, perdió a sus
camellos, medio millar de asnos y bueyes de tra- hijas e hijos, se le alejó la mujer por considerarlo
bajo. Job era el hombre más rico del Medio endemoniado. A cada cosa que le anuncian, Job
Oriente. Así se entendían en la época la fortuna responde desde su fe inquebrantable:
y la familiar numerosa: era signo de premio divi-
no por el buen comportamiento humano. Por-
«Desnudo salí del seno de mi madre,
que Job era un hombre cabal: creyente y practi- desnudo allá retornaré.
cante, correcto y temeroso de Dios, alejado de Dios me lo dio, Dios me lo quitó.
toda maldad. Sea bendito el nombre de Yavé» (Job 1,2lss.).
Un día se presentó Satán ante el trono de
Dios. El viejo texto bíblico presenta a Dios y al
¡Piel por piel! «Todo lo que el hombre posee lo
Diablo conversando como si fueran amigos. Ha-
da por su vida!». Estas son las palabras del Tenta-
blan sobre las riquezas y las virtudes de Job. dor. Satán pidió autorización a Dios para quitar la
Satanás explica a Dios que la bondad de su sier- salud al paciente Job. Le dice a Dios: «Toca sus
vo es interesada: es bueno porque es rico; si se huesos y su carne a ver si no te maldice a la cara».
empobrece, perderá la fe en ti. El Diablo dice Pero la estrategia de Satanás fracasó de nuevo.
textualmente a Yavé: «Toca sus bienes y verás si
¿Por qué permite el Señor los sufrimientos,
Job no te escupe en la cara».
las enfermedades incurables, las aflicciones que
Conocemos el resto de la historia. Este es el parecen no tener límite? ¿Estamos ante un pro-
libro de la antigüedad sagrada donde mejor se blema o ante un misterio? Los teólogos son pen-
plantea y resuelve el problema del mal. La so- sadores, han intentado dar respuestas a las in-
lución que ofrece el libro de Job se adentra en evitables y oscuras preguntas humanas.
el campo de la fe religiosa. Eleva el «problema Se dice que Dios permite los males para puri-
del mal» a la categoría de «misterio del mal». ficar nuestra vida de afectos menos nobles. Se
¿Son comprensibles los misterios? ¿Son, al dice también que los males nos permiten distin-
menos, razonables? Las desgracias caen apre- guir y distanciar los amores: Dios quiere que le
suradamente sobre la vida de Job. No ha termi- amemos a él, y no sólo los regalos que él nos
nado un mensajero de anunciar una desdicha y hace. Los sentimientos humanos son complejos
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y muchas veces confundimos la dádiva con el tan, destruyen los vegetales. En la naturaleza hay
dador, y agradecemos más el regalo que la per- huracanes, terremotos y cataclismos. Cada año
sona que lo regaló. desaparecen especies vegetales y animales em-
Quien ha ocupado puestos de mando o ha dis- pobreciendo el mundo que Dios nos dio.
puesto de riqueza se lleva profundos desengaños Pero estos males nos parecen «normales»: la
cuando pierde el mando o entran en crisis sus di- naturaleza es buena en sí misma, su propio di-
neros. Tenía razón el poeta Horacio: «Mientras seas namismo evolutivo y la necesidad de equilibrio
rico, contarás con numerosos amigos; pero si los justifican que sucedan destrucciones y cambios.
tiempos se ensombrecen, sufrirás la amargura de La mente del hombre «científico» acepta con
la soledad». Dios quiere ser amado por sí mismo, naturalidad estos males en la medida que no
no por los bienes que nos proporciona. Las des- afectan directamente la vida del hombre.
gracias nos quitan el caramelo para que nos en- Porque si el terremoto, la inundación y el hu-
frentemos directamente con Dios. racán siembran la muerte, entonces se piensa
de otro modo. Es lo que sucedió a finales de
1998 con el huracán Mitch. Los comentarios que
llegaban de Europa sobre las «injusticias» de tan-
2.3 El peor de los males tas víctimas inocentes, sobre todo niños, herían
nuestra sensibilidad Latinoamericana. Nosotros
La pérdida de un ser querido golpea siempre vemos los acontecimientos, no tanto en perspec-
nuestra sensibilidad humana. Con frecuencia, gol- tiva filosófica, sino teológica. Las dos visiones
pea las convicciones filosóficas y vitales. Pone a están justificadas.
prueba nuestras convicciones religiosas en algu- La filosófica, porque el mal es problema. No
nas ocasiones. Con razón dice san Pablo que el es fácil entender por qué suceden estas hechos
ultimo y más peligroso enemigo al que el hom- destructivos. Y la teológica, porque el mal es mis-
bre tiene que dar batalla, es la muerte. terio y cuestiona el concepto que tenemos so-
Porque la muerte es definitiva: no se muere bre la providencia de Dios.
para unos días o unos años. Y es el mal supremo, En uno y otro caso el mal puede pasar a la
si se mira únicamente a la luz de las razones hu- categoría de «escándalo». La desgracia, la enfer-
manas. El mal está en la naturaleza. Los animales medad, la destrucción, el pecado, la muerte, son
carnívoros devoran a otros animales. Los que pas- un «escándalo» para la sensibilidad del hombre
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tecnificado de finales del siglo veinte. El mal que diciones en que tiene que actuar. Las raíces del
afecta al hombre, la muerte como supremo mal, árbol bordean la roca que les impide subir. Las
es un escándalo para los increyentes de nuestro heridas tienden a cicatrizar. El animal satisface
tiempo. ¿Y para los creyentes? Los creyentes no los instintos sorteando los obstáculos. La natu-
estamos mentalmente lejos de la misma posición. raleza hace lo que puede y debe hacer. En sí
El mal está en la naturaleza, pero está princi- misma es buena.
palmente en el hombre. La vida exige esfuerzo. Los hombres que están más cercanos a la na-
Es penoso estudiar y trabajar. Las inclinaciones a turaleza, los primitivos y quienes se rigen por la
lo malo son más violentas que el deseo del bien. ley del fatalismo, se resignan más fácilmente y
Los instintos nos reclaman libertad. La felicidad sufren menos. Para ellos el mal no es escándalo.
es efímera y difícil. Hay violencias, guerras, trai- A medida que el hombre se estima más y quiere
ciones e infidelidades. Sufren los inocentes, viven construir por sí mismo su destino, e! embate del
mejor los corruptos, los impíos triunfan sobre los mal le desconcierta hasta llegar al escándalo. Es
creyentes. El mal prevalece sobre el bien. en el plano de la libertad personal donde el mal
se hace escándalo. En el orden intelectual se en-
cuentran explicaciones más o menos convincen-
tes. Pero la frustración de la libertad no admite
2.4 Creación y felicidad paliativos para el hombre de hoy.
La libertad es al mismo tiempo la condición
Este es el grave problema de hoy. Los hom- del bien y la raíz del mal. El hombre se realiza en
bres de final del milenio no rechazan directamen- la oscuridad del riesgo, pues eso es la libertad.
te a Dios, sino el mundo creado por él. Entre Es en la zona de ¡a fe religiosa y de la frágil liber-
Dios y el mundo que él creó se interpone el mis- tad donde el mal pone su ancla. Dostoievski, y
terio del sufrimiento. De ahí a pensar que Dios con él la literatura existencialistas, se plantea-
hace imposible la felicidad del hombre, sólo hay ron este dilema: Dios pudo hacer a los hombres
un paso. Ese paso se ha dado ya: el mal se ha libres y sometidos al mal; pero pudo hacerlos
convertido en escándalo que separa a los hom- seguros, sin riesgo y sin libertad. Dios optó por
bres de la fe religiosa y de Dios. lo primero. ¿Nos ha demostrado más amor ha-
El lugar del escándalo del mal es el hombre. ciéndonos libres que si nos hubiera creado sin
La naturaleza hace siempre lo mejor en las con- libertad?
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El mal se plantea como «problema» al inte- bre se encuentra rodeado, inmerso, invadido,
lectual que busca explicaciones. El intelectual se porque el misterio está fuera y dentro de él, le
considera espectador del cosmos y de sí mis- supera. El misterio, o se acepta o se rechaza:
mo. Quiere conocer las causas de lo que sucede o nos ponemos de rodillas ante Dios o nos re-
a su alrededor y en su misma vida. belamos contra él. La rebelión lleva al escán-
Para el hombre que lucha con su destino y dalo.
busca sentido y valor a lo que sucede y a lo Aquella familia de los Andes que sufrió al mis-
que vive, el mal se ha presentado como «miste- mo tiempo la desgracia de la hija embarazada
rio» que debe descubrir, o como «escándalo» por el padre y la tragedia del suicidio de éste, no
para el que no encuentra justificación. El mal se desesperó. Encontró fuerza en la unión fami-
es misterio para quien admite que la realiza- liar y en la fe religiosa. Enterraron con honor al
ción de uno mismo depende de la soberanía de padre y le encomendaron a la misericordia de
Dios. Dios siempre quiere el bien del hombre. Dios, sabiendo que el Dios cristiano perdona más
Si el hombre quiere realizarse como ser autó- al que más lo necesita. Y ampararon lo mejor
nomo, sin contar para nada con Dios, el mal es que pudieron a la hija y al niño'que le nació. El
un escándalo. apoyo del vecindario, la comprensión y la com-
A medida que el hombre quiere ser más due- pasión, fue otra gran ayuda en la desgracia.
ño de su juego, tanto más intolerable le resulta ¿Cómo viviría este mal una persona o una fami-
la intervención misteriosa y atribuiadora de Dios. lia sin la luz y sin el consuelo de la fe cristiana?
El hombre actual se siente creador y dueño to- Dios no quiere el pecado, pero quiere al peca-
tal de su destino, por eso enjuicia a Dios, le criti- dor. Dios no quiere el mal, pero quiere a quienes
ca y hasta le descalifica. lo hacen y a quienes lo sufren. Así es el Dios en
Simone de Beauvoir nos cuenta: «Una noche el que creemos los cristianos.
desafié a Dios: si existía, debía declararse. Se Escuché de labios de Monseñor Molina, obis-
quedó quieto y yo nunca más le dirigí la pala- po de Montería, en Colombia, esta historia real
bra». Simone de Beauvoir había equivocado el de los años de violencia guerrillera de su país.
camino: Dios sólo se deja encontrar por quienes Se trataba de una madre muy cercana a él. Un
no le provocan (Sabiduría 1,2). día los vecinos se presentaron en la casa de la
Ante el problema, el hombre piensa, se en- mujer con esta noticia: «Te han matado al hijo».
frenta, busca solución. Ante el misterio el hom- Y depositaron el cadáver ante ella. La mujer se
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hizo la cruz, cerró los ojos y, concentrada en el
dolor, acertó a decir: «Gracias, Señor, porque no
ha sido mi hijo el asesino».
Problema o escándalo. El mal que nos envuel-
ve, vivido desde la fe cristiana, nos abre a la pers-
pectiva del misterio. Nos ponemos de rodillas
ante Dios y le pedimos que dé sentido y valor a
nuestras desgracias y desconsuelos. Porque no
estamos solos en el dolor. No son estériles tos
sufrimientos: el dolor redime.
3
DE PROBLEMA A MISTERIO
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37
Dios no causa el mal. Dios no quiere el dolor. alegrías terrenales. 'Ya no creo en Dios', me dije
Dios no se alegra con los sufrimientos humanos. sin gran asombro. No le negué para liberarme
Dios creó a los hombres para la felicidad. La teo- de un inoportuno: por el contrario, advertí que
logía ratifica todas estas afirmaciones. También ya no intervenía en mi vida y comprendí que
las ratifica la fe cristiana. Pero la vida nos pre- había dejado de existir para mi» (Simone de
senta otra cara. El techo de una catedral de Co- Beauvoir).
lombia se derrumbó durante los cultos de Se- La libertad nos asemeja a Dios, nos hace ser
mana Santa y murieron muchos feligreses. Si Dios sus compañeros. Pero somos criaturas y por tan-
puede evitar estas desgracias, ¿por qué las per- to no estamos en condición de igualdad con Dios.
mite? Dios nos espera donde él quiere e intenta con-
ducirnos hasta allí. No nos espera donde noso-
tros decidimos llegar.
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4.1 Redención con sangre resulta difícil separar la dádiva de la persona que
la hace. Hay que amar aunque no haya regalo.
«Amar y sufrir es, a la larga, la única forma Hay que distinguir a Dios de los consuelos que
proporciona: de la salud, del bienestar. Esta no
de vivir con dignidad» (Gregorio Marañón). El
es tarea fácil. El dolor en los creyentes vigoriza
hombre contemporáneo ha sido especialmen-
la fe en la vida y remuneraciones futuras. La jus-
te sensible al problema del dolor, sobre todo si
ticia no se cumple siempre en el tiempo presen-
se trata del dolor de los inocentes. Es razona-
te del vivir.
ble, más razonable, que sufra el culpable. Pero
Si el dolor nos obliga a luchar y vencer, se
si es un niño, o un adulto bueno el que sufre,
acrisolan muchos valores humanos. El sufrir
¿cómo se justifica? No es fácil conjugar la bon- pasa; el haber sufrido, queda. La dificultad
dad de Dios con el dolor de los seres inocen- madura al hombre. Madura la vida psicológica
tes. y la espiritual. Comparamos a veces a las jóve-
A los cristianos nos ilumina la existencia his- nes indígenas que a los 1 8 años tienen ya tres
tórica de Jesucristo. Porque fue inocente pero hijos, con las sifrinas de la misma edad que lle-
sufrió y murió condenado oficialmente como nan las discotecas los fines de semana. La difi-
culpable. Fue ajusticiado: se le hizo proceso, se cultad y la lucha maduran, dan sensatez, acri-
dictó sentencia, los que le mataron creyeron es- solan valores.
tar haciendo justicia. Esta situación nos lleva al El dolor prueba, discierne el metal de que
campo de la teología y de la fe. está hecho cada corazón. «El verdadero amor se
El dolor de Cristo fue redentor: pagó con su percibe mejor a sí mismo y se mide y calcula a sí
vida el rescate que los hombres adeudaban ante propio en el dolor y sufrimiento de que es ca-
Dios. Su muerte fue meritoria. Que el dolor sea paz». San Agustín decía que «Son muchos los que
fuente de méritos no se comprende fácilmente. buscan a Dios y pocos los que lo hallan porque
Pero quien lucha y vence, entendemos que acu- lo buscan fuera, donde no está». Dios también
mula merecimientos ante el justicia. está en la dificultad, en la amargura. El fracaso
El dolor purifica los afectos humanos. Purifi- enaltece a unos hombres y a otros los humilla.
ca, por ejemplo, la amistad. Obliga a distinguir Unos lo aceptan con humildad y otros lo recha-
el interés de la generosidad. Al amigo se le ama zan con soberbia. El dolor eleva o abate, hace
por lo que él es, no por lo que nos regala. Nos comprensivos o resentidos a los hombres, salva
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o condena. Los ejemplos de Job y su mujer, del Sheen). Se vive según se piensa o cree. Se cree
Buen y del Mal Ladrón, son elocuentes. según se vive. Al final, la vida se impone sobre
las ideas. De ahí la esquizofrenia existencia! de
quienes tienen unas creencias religiosas eleva-
das pero mantienen actitudes reñidas con su fe.
4.2 Purificación y dolor
Ese es el camino del dolor. Por ese camino se
llega a perder la sensibilidad. Sin sensibilidad hu-
A la hora de reflexionar sobre las consecuen- mana y religiosa, se está a un paso del cinismo.
cias del sufrir no olvidemos estas verdades ele- El hombre que se siente acosado por el do-
mentales: lor, tiene que purificar su corazón del odio. El
1 a El dolor propio puede aislar del dolor aje- demonio del odio acecha de cerca a todos los
no tanto como el éxito o la felicidad. Ni el dolor que cargan cruces muy pesadas. El odio es la
ni la alegría crean sensibilidad solidaria por sí gran tentación de las víctimas: ese deseo sordo
mismos. Cuando la falla o el pecado se conside- y amargo de venganza.
ran más como fracaso personal que como ofen- Si el sufrimiento personal es causado por la
sa a Dios o injusticia, producen sensación de tris- maldad de otra persona, el peligro del odio está
teza: el orgullo se siente herido. El orgullo nunca a la puerta. Contra el peligro del odio se nos ofre-
nos abre el corazón a las necesidades de los ce el remedio del olvido. Más que el olvido, el
demás. perdón. Sólo quien cultiva la generosidad del
2 a De igual modo, si las virtudes y los triun- corazón puede superar el veneno del odio. Los
fos se ven más como victorias personales que odios, como las violencias, crecen en espiral: se
como don de Dios y favor del prójimo, se corre apoyan mutuamente, se activan, exigen vengan-
el peligro de sentirse humillado si un día nos fa- za. El odio de un enemigo aumenta e! odio del
llan. otro.
El hombre que aspira a la felicidad -todos la El cristiano posee un arma eficaz que le libe-
queremos, es la aspiración más profunda del ra de los deseos de venganza: el perdón. El per-
corazón humano- tiene que buscarla por cami- dón es hijo de la valentía. «La más alta venganza
nos de coherencia. Hay que lograr la concordia consiste en no tomar venganza» (Goethe). Sólo
entre las ideas y la vida. Porque «El que no vive desde una visión evangélica de la vida es posi-
como cree, pronto creerá como vive» (Fuiton ble el perdón. Quien perdona de verdad, se es-
52 53
fuerza en olvidar. .No remite la venganza a la jus- Se cuenta de un niño brasileiro que hacía ora-
ticia divina, sino que ora para que también Dios ción todos los días. Un adulto le preguntó un día
perdone al enemigo u ofensor. Es muy complejo cuando salía del templo: ¿Qué pides a Dios, pues
y enriquecedor el esfuerzo de olvidar. Olvidar: te veo tan concentrado? El niño respondió:
las ofensas, los favores recibidos, los agradeci- «Nada, no le pido nada. Le pregunto si puedo
mientos humanos que son siempre sutiles, olvi- ayudarle». No hay mejor remedio para los egoís-
dar que se deba ninguna reparación. El hacer el mos y resentimientos que éste: estar siempre en
bien vale por sí mismo, no hay que esperar con- disposición de tender la mano para ayudar a
tinuamente la recompensa. Dios. Porque a Dios llegan todas las manos hu-
Fray Luis de Granada decía que los hombres manas necesitadas de ayuda.
deberían tener tres corazones:
- Para con Dios, un corazón de hijos.
- Para con los hombres, un corazón de ma-
dre. 4.3 Felicidad y sufrimiento
- Para con uno mismo, un corazón de juez.
Quienes comentan este texto y lo contrastan ¿Es cierto que los sufrimientos humanos hacen
con la vida real, aseguran que se han invertido imposible la felicidad? ¿Es justo reprochar a Dios
los corazones. Porque la realidad es que: el que no nos permita ser felices en esta tierra?
- Para con Dios tenemos un corazón de subdi- Albert Camus recordaba: «No hay que aver-
tos, en el que anidan temores, egoísmos e intereses gonzase de ser dichosos» Más tarde añadió: «Es
mezquinos. vergonzoso ser dicho uno solo». Quien tiene ex-
- Para con los demás tenemos corazón de periencia de la vida pude completar su pensa-
juez: inquisidor, más dispuesto a ver los defec- miento: «Además de vergonzoso, es imposible
tos que las virtudes, corazón que «vive con la ser feliz uno solo». «En realidad no existe más
escopeta de la crítica bien montada». que un solo sufrimiento: la soledad» (Gabriel
- Para con uno mismo, el corazón se vuelve Marcel). Nunca es buena la soledad forzosa, nun-
mantequilla, siempre dispuesto a disculpar y jus- ca es bueno estar solo. «Un hombre solo siem-
tificar las fallas, o a no verlas en su auténtica di- pre está mal acompañado» (Paul Valery).
mensión. La soledad creativa, que es voluntaria, siem-
pre es solidaria. El hombre que se ocupa de sus
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ideas y sentimientos, el que da vida ai arte o a la profundo del alma es fruto del Espíritu Santo.
oración, siempre está acompañado. Impresiona Por eso establecían una relación directa entre la
comprobar el sentido comunitario y solidario que oración y la paz espiritual.
tienen muchos monasterios de clausura. En ellos Felicidad se ha casado con el amor. Con el amor
encuentran eco todos los conflictos eclesiales y terreno y con el espiritual. Los dos son humanos:
humanos. Con razón una jovencita francesa, suponen abrazo, unión. La desdicha supone sepa-
muerta en el claustro a los 30 años, además de ración De ahí que la felicidad total sea propiedad
ser Doctora de la Iglesia, es patrona de las Mi- definitiva del cielo, cuando el hombre se sumerja
siones católicas: Santa Teresita de Lisieux. definitivamente en Dios. Las demás uniones
Todas las alegrías de la tierra han sido hechas terrenas son víspera y anticipo. Nuestros abrazos
para ser compartidas. Todo lo bueno -la música, y posesiones son efímeras por muy placenteras que
la belleza de la noche, el sabor de una comida- se sean. Resultan flor de un día, son sólo imagen de la
multiplica al ser compartido. El hombre está he- felicidad sempiterna que viviremos en el paraíso.
cho para la felicidad. La felicidad sí es compatible Es difícil entender que el Dios que nos hizo para
con los sufrimientos. Porque no importan tanto la felicidad sea la causa de nuestra infelicidad. Lo
sentirse feliz como esforzarse en serlo, al menos que sucede es que el hombre busca la felicidad de
creer que es posible. donde ésta huyó. El proverbio chino asegura que
Hay una verdad primaria en la que se piensa «las mejores fuentes se conocen en las grandes se-
pocas veces: yo puedo regalar felicidad a los de- quías». La sensación de vacío que el hombre expe-
más sin tenerla para mi. Quien se esfuerza en ha- rimenta después de las fiestas y placeres, ¿no será
cer felices a los demás, la felicidad comienza a na- la alarma que nos recuerda un destino superior?
cer dentro de él. La felicidad es una realidad extra- San Agustín buscó la luz y el placer en todas
ña. Sucede con ella lo que sucedió con el dinero de las hogueras que encontró en su camino. Fue un
aquella viuda pobre del evangelio: se multiplica al camino tortuoso. Su inteligencia prodigiosa no le
regalarla. (Le 21,2). Sólo nos llevamos de la vida lo permitió conformarse con parcialidades. Ansiaba
que hemos dado a los demás. Lo disfrutado como más, lo buscó todo, lo probó todo. A medida que
goce personal, aumenta poco la cuenta del cielo. crecía en edad, la sensación de vacío se le hacía
Este es el emblema de la verdadera felicidad: insoportable. Su vacío interior llegó a ser un alari-
«Cuanto más doy, más tengo». Los místicos cris- do. En su libro "Las Confesiones" describe los días
tianos de la época clásica aseguran que el gozo de llanto y desesperación que le tocó vivir mien-
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tras buscaba. Hasta que encontró la Biblia y en
ella encontró a Dios. Ninguna filosofía había cal-
mado su sed de amor y de verdad. Siendo ya an-
ciano, evocaba el recuerdo de su peregrinación y
constataba: «Nos creaste, Señor, para ti y nuestro
corazón no descansará hasta que llegue de nuevo
a ti». La felicidad está en Dios, sólo en Dios.
5
CONSUELO Y ESPERANZA
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5.1 Ni consuelo ni costumbre mentamos los que sobrevivimos. Los sentimien-
tos de dolor, de amor, de gratitud, de rencor o
Es muy brava la ausencia del ser con el que de angustia, se mezclan en este pobre corazón
se ha compartido la vida. El vacío de los espo- que Dios nos ha dado. Cada uno siente a su modo
sos que llevaron juntos los mejores afanes de la ias diversas experiencias. Hay ciertas actitudes
vida. El vacío que deja la muerte de un hijo. El ilícitas ante el dolor que nos oprime. Por ejem-
vacío de los amigos del alma con quienes se com- plo:
partieron tantas alegrías y dificultades. El vacío No se puede amortiguar el dolor con falsos
de los novios que proyectaban unidos la felici- consuelos. A veces el consolar es tan fácil como
dad. La muertes parece inicua en todas estas ilícito. El acudir a los sedantes un día y otro para
circunstancias. De todos modos, hay muertes y no tener lucidez ante los problemas, no es acti-
muertes. tud propia de la dignidad del dolor humano. El
Todas las muertes cercanas nos duelen, pero cristiano tiene siempre motivos de esperanza
de distinto modo. Hay muertes que dejan mu- ante la muerte. Porque cree en la resurrección.
cha paz, a pesar de la tristeza. Hay muertes que Muerte y resurrección son realidades insepara-
dejan mucha inquietud, a pesar de la esperan- bles en el plan divino. No hay razón para que la
za. muerte de un ser amado sumerja nuestra vida
La muerte de un ser querido que ha cumpli- en las sombras. Ni hay razón para pensar que
do en la tierra su tarea, es muy distinta de la toda dicha futura quedará envenenada por el
ausencia inesperada de una persona joven que recuerdo del difunto. La amargura continuada
muere en accidente. La muerte de unos papas no supone mayor fidelidad a su recuerdo, ni más
que fueron ejemplares es muy distinta de la entereza de carácter.
muerte de los papas que un día abandonaron El deseo de quienes se van a la eternidad es
su hogar dejando a la esposa y a los hijos sumi- que sus deudos, amigos y familiares vivan mejor
dos en la necesidad. Unas muertes estimulan a y sean felices. Hay que rectificar las apreciacio-
los seres queridos para que sigan viviendo y ha- nes que nos asaltan en los momentos de dolor
ciendo el bien. Otras muertes crean angustia, intenso. No hay que hacerle al muerto prome-
desconsuelo y desconcierto. sas dictadas por la angustia de la separación in-
La muerte de los seres cercanos nos duele. mediata. El amor se confirma en la lucha de cada
Pero no es el dolor la única vivencia que experi- día, no en la promesa arrancada al corazón en
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un momento de intenso dolor. Este es uno de a clarificar la mirada. Unos kilómetros de tierra
los extremos peligrosos. interpuesta ayudan a ver mejor. Ahora no nos
El otro peligro consiste en acostumbrarse al referimos a esto nos referimos a quitar valor para
dolor con el que nos encontramos cada día en sufrir menos. El dolor ilumina: permite valorar
los hermanos. Es fatal la insensibilizarse ante las las virtudes que tuvieron los demás mientras vi-
desgracias ajenas. Las alegrías tienden a ser dis- vían a nuestro lado.
frutadas en exclusiva por quien las recibe como
primicia. Con las penas puede suceder lo mismo.
La verdadera hermanad nos exige compartir las
cruces y los éxitos. 5.3 Ni depresión ni esterilidad
71
6.1 Ateísmo e increencia Se muere en casa, se entierra cerca de casa,
el nombre de los difuntos ocupa lugar preferen-
En 1998 el cardenal de Milán publicó un li- te en el altar familiar. Una luz acompaña en la
bro con este título: «En qué creen los que no noche a estos nombres. Todos los días se hace
creen». El libro dio motivo a un simposio de hom- memoria de los antepasados. Estas eran las cos-
bres eminentes de la filosofía, de la política y de tumbres ordinarias de la China precomunista.
la ciencia. Algunos de ellos eran creyentes, otros Otras culturas temen a los muertos. Las con-
eran agnósticos y otros ateos. El ateo niega la cepciones míticas llevan a alejar a los enfermos
existencia de Dios. El agnóstico prescinde de terminales del bohío que ocupa la tribu, los sa-
can del pueblo donde la gente vive. La enferme-
Dios, vive como si Dios no existiera. En el lugar
dad y la muerte se atribuye a espíritus malignos
del simposio se leía en letras grandes esta ver-
enemigos de la tribu.Por eso hay que alejar a los
dad proclamada por un obispo español:
invadidos por estos espíritus.
Algunos de nuestros pueblos aborígenes han
conocido estas prácticas hasta fechas recientes.
«Los hombres pueden dejar de creer en Dios, Otras veces se disimula la muerte. Se procu-
Dios no deja de creer en los hombres». ra que el cadáver quede «igualito» a como la
persona era en vida. Se arreglan y maquillan los
restos mortales para que no aparezcan los de-
El tema de la muerte y la presencia de los sastres de la descomposición física a que está
muertos ha inquietado siempre a los hombres. sometido el cadáver.
Las distintas culturas y religiones lo han vivido Al lado de estas creencias mayores, hay infi-
de modo diverso. Ha sido el cristianismo quien nidad de temores y costumbres menores que la
ha dado una explicación más optimista al morir mentalidad realista y científica no ha logrado
humano: la resurrección es dogma cristiano. No superar en el segundo milenio cristiano. Se tie-
es una tesis filosófica que pueda probarse con ne miedo a los muertos. Se tiene miedo a los
argumentos históricos o racionales. Es verdad cementerios. Se procura que una mujer grávida
sólo evidente a la luz de la fe. nunca se acerque a un cadáver. Se hacen ritua-
Unos pueblos han «convivido» con la muerte les en la habitación que el muerto ocupó para
y con los muertos. que su «espíritu» o su «sombra» se alejen defini-
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tivamente. Buena parte de las oraciones por los que haya ninguna forma de vida más allá de la
fallecidos tienen sentido ambiguo: en parte son muerte. Aunque la cremación habitualmente obe-
religión y en parte son magia. dece a otras razones.
La idea de la vida en ultratumba se abrió paso Cuenta Karl Jaspers la impresión que le produjo
muy lentamente Este era el deseo más profun- el hallazgo de un escrito medieval que decía así:
damente humano: que ia persona no terminara
con la muerte. Las pirámides de Egipto y de las
culturas pre-colombinas son testimonio fehacien- «Vengo, pero no sé de dónde.
te del deseo de supervivencia: hasta la estabili- Soy, pero no sé quién.
dad de la forma y la composición de la piedra Moriré, pero no sé cuándo.
son argumentos de eternidad. Era lo que se de- Camino, pero no sé hacia dónde.
seaba: que alguna forma de vida se prolongara Me extraño de estar contento».
para siempre.
La remota antigüedad nos ha legado restos
de monumentos funerarios. Cuando los hom- Reflexionaba el filósofo: «Nos rodea el miste-
bres daban poca importancia a la casa de vivir, rio. La cultura actual se empeña en ofrecernos
ya se encontraban en construcción enormes y un 'paraíso ahora', algo que es efímero, para que
costosos mausoleos o casas para morir. De otros no escuchemos estas preguntas metafísicas. Al
pueblos, en cambio, no han quedado restos de tabú del sexo le ha sustituido el tabú de la muer-
cementerios. ¿Pensaron que la muerte era el te. Tememos la muerte. Nos separamos de los
punto final y con ella acababa toda forma de muertos. El tema de la muerte necesita constan-
vida? te revisión y purificación».
Hay que desterrar supersticiones. Hay que co-
rregir falsas imágenes de Dios: de ese Dios al
que hay que aplacar con oraciones, misas y sa-
6.2 Sentido del morir crificios. Hay que revisar la liturgia. Porque una
mala praxis, y la hay muy mala, desautoriza a
Este es el pensamiento que vuelve a tener cier- una buena teología.
ta vigencia en ambientes de cultura post-cristia- A la mayoría de los hombres actuales nos an-
na. Se creman los cadáveres porque no se cree gustia la muerte propia o la conciencia de que
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somos mortales. Las ausencias de los seres que- Era un hombre mayor y le diagnosticaron cáncer
ridos nos sumergen en el dolor. Sólo encontra- incurable. Acudió a la consulta buscando alivio, no
mos luz en la fe. Sólo encontramos consuelo en para él, sino para su esposa: para no hacer sufrir a
la esperanza. ¿Esperanza de qué? su esposa en la etapa final de la vida que a él le
La reflexión de don Miguel de Unamuno nos quedaba. La confesión de aquel hombre es patéti-
parece propia de cualquiera de nuestros contem- ca y conmovedora. Decía al médico:
poráneos: «No quiero morirme, no; no quiero, ni «Soy un hombre difícil, sé que resulto poco atrac-
quiero quererlo. Quiero vivir siempre, siempre, tivo como hombre y como compañero. Mi esposa
siempre; y vivir yo, este pobre yo que me soy y es la única persona que se ha portado bien conmi-
me siento ser ahora y aquí». go y me ha querido. Ella me ha hecho crecer y su
No es malo el dolor: nos madura, nos hace más cariño me ha hecho sentir que mi existencia y mi
reflexivos, nos obliga a preferir y valorar, nos hace compañía son preciosas para alguien. No lo puedo
más comprensivos. Pasa el sufrir, queda el haber olvidar, no quiero morir sin pagárselo. Tendrán us-
sufrido. «Sólo quien ha sufrido por la Iglesia tiene tedes una psicoterapia o algo similar que pueda
autoridad para hablar sobre las reformas que ne- ayudarme a no hacer sufrir a mi esposa».
cesita la Iglesia». Lo dice un eminente moralista, Pasa el sufrir. Queda el milagro de lucidez y
recientemente fallecido, que sufrió las generosidad de este hombre difícil madurado en
incomprensiones de cierta inquisición enquistada la cruz del dolor. Sin duda, la conciencia de la
en organismos eclesiales. La afirmación se válida muerte obliga a hacer filosofía. ¿O teología?
para quienes hablan de la revisión que necesitan
toda la liturgia funeraria existente actualmente. Si
se cree de verdad en la resurrección hay que mo-
dificar muchas oraciones y costumbres. 6.3 Muerte celebrada
Se ha dicho que es «la conciencia de la muer-
te» la que da origen a la filosofía como reflexión Los cristianos celebramos la muerte. La Igle-
profunda y búsqueda de los últimos «porqué». sia tiene rituales, plegarias, himnos y cantos para
Sin la frontera de la muerte, el ser humano per- el entierro y para el recuerdo de los hermanos
manecería en el pensamiento superficial. fallecidos. Pero los cristianos no celebramos cual-
El psiquiatra Vallejo-Nájera copió para la poste- quier muerte, sino la que termina en gloria y re-
ridad la historia médica de uno de sus pacientes. surrección Creemos en la palabra de Jesús:
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«Yo soy la resurrección y la vida, tocado. La resurrección no es más de lo mis-
quien cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; mo, aunque lo supongamos endulzado. A Je-
y todo el que vive y cree en mi, sús recién salido de la tumba no le reconocen
no morirá para siempre». los propios discípulos: es una forma de ense-
ñarnos que su personalidad humana estaba
Estas palabras fueron verificadas con hechos: transformada en plenitud.
Jesús volvió a la vida a su amigo Lázaro. Lo mis- La resurrección no será vida en soledad: se
mo que devolvió la vista a un ciego para verificar salva el hombre total, cuerpo y alma, individuo
que era Luz, y curó a paralíticos para hacer creí- y comunidad. El yo no se perderá en la divini-
ble que era Camino. dad. Lo específico de la esperanza cristiana es
Las convicciones cristianas permiten vivir en «esperar contra toda esperanza», según la para-
esperanza. Hay esperanzas humanas y las hay doja clásica de san Pablo.
específicamente cristianas. Toda esperanza
debe abrirnos a la trascendencia: todo hombre
espera algo que está más allá y más arriba de
sí mismo. Toda esperanza se proyecta hacia el 6.4 De la muerte a la vida
futuro: al hombre no le satisface únicamente el
presente. Todo humano quiere hacer propia la El tema de la muerte nos obliga a replantear
sentencia fatídica del paraíso: «Seréis como dio- el problema de la vida. No se vive impunemen-
ses». Cuando se abre el horizonte de la trascen- te. La frivolidad no es la atmósfera propicia para
dencia, comenzamos a vislumbrar la realidad quien sufre. Desde el siglo XIX a los pensadores
divina. les preocupa sobremanera la relación del hom-
La esperanza cristiana matiza estos deseos bre con Dios: si es relación de encuentro o de
de «divinidad». Llegaremos a ser «semejantes a lejanía, si la ciencia acerca o separa de Dios. Es
Dios», no dioses. El cristiano no se conforma cuestión más decisiva que la economía, el desa-
con la mera inmortalidad, aspira y cree en la rrollo o la tecnología Saber si Dios es el hogar
resurrección. En el más allá nuestra personali- de nuestra libertad y la patria de nuestra auto-
dad humana será transfigurada. Aspiramos a nomía, o es el viento que apaga las ilusiones.
vivir en unos cielos nuevos y en una tierra nue- Esta es la cuestión central: si Dios es amigo o es
va, no en este valle de lágrimas ligeramente re- antagonista del hombre. La increencia ha hecho
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imposible la fe. Se recela de Dios, se le olvida, se bres. La revelación de Dios se hizo historia, fue
le reclama airadamente. progresiva. Sigue siéndolo.
¿Es Dios el que nos quita a los seres queridos Los hombres primeros lo entendieron como
que mueren? Si él está aquí es todopoderoso, un «Dios de lugares». Adán se encontraba con su
¿porque ha muerto mi hijo, o mi esposa, o mi Dios en el paraíso, al atardecer. Abrahán lo espe-
hermano? ¿Por qué calla Dios ante la insisten- raba en Canaán, la tierra prometida. Jacob luchó
cia de las preguntas humanas? con el en una noche de desierto. A Moisés le sor-
Un poeta supo escribir: «Las sirenas tienen prendió en la cumbre del Sinaí: «descalza tus pies,
un arma más temible que el canto: su silencio». porque este lugar es santo», al ser morada de Dios.
Se callaron al ver a Ulises, o porque creyeron Los hombres se han encontrado con Dios, sobre
que sólo el silencio podía vencerlo, o porque ante todo, en los Templos y en los Altares.
la felicidad reflejada en el rostro de Ulises ellas - Jesús de Nazaret anunció un «Dios de per-
olvidaron todo canto». sonas».
El silencio de Dios, tan elocuente, tan descon- A Dios se le adora en espíritu y en verdad, no
certante! en templos ni en lugares. A los que pedían una
Este es el grito desgarrado de un creyente señal o milagro para creer en él, Jesús les des-
a quien Dios no «oyó» cuando le invocó en un concertó: «Destruyan este templo y en tres días
momento límite de su vida (Don Juan Teno- lo reedificaré». San Juan aclara: se refería al tem-
rio): plo de su cuerpo, que resucitó al tercer día des-
pués de la muerte.
- Las Iglesia, al hacerse universal, descubrió
«Llamé al cielo y no me oyó. que Dios no es monopolio de ningún pueblo, ni
Y pues sus puertas me cierra, de ninguna religión. Terminó el Templo de Jerusa-
de mis pasos en la tierra Ién y con él los sacrificios de animales. Jesús en-
responda el cielo y no yo». tregó sus vida como rescate: laa vida entregada
por los demás, es fuente de vida y resurrección.
- Dios sigue acompañando a los hombres: se
¿Es que Dios se calla o es que sus mensajes encarnó en la humanidad. Sigue hablando en «los
se hacen imperceptibles para el hombre de hoy? signos de los tiempos». Dios habla, incluso, por
Dios se fue manifestando poco a poco a los hom- medio de aquellas muertes «que no quiere». Dios
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no quiere que haya miles de desaparecidos en
las dictaduras o democracias ineficientes. Dios
no quiere que se masacre a los indígenas de nues-
tro continente. Ni quiere la muerte del Arzobis-
po, ni la de los Jesuítas de El Salvador. No quiere
las muertes anónimas que se producen cada día
porque no funcionan los Hospitales, o porque
alguien conduce borracho.
Igmar Bergman, en su película «Jueves de ve-
rano», nos hace ver una escena macabra. Ma-
ría acaba de perder a su novio en un accidente
estúpido. Ella reacciona con violencia blasfema:
«Si Dios no se interesa por mi, yo tampoco me
intereso por él: yo le escupo a la cara», y el ges- ANEXO
to acompañó a la palabra. CAMINANDO HACIA LA ESPERANZA
Es preciso interpretar la voz de este Dios hu- Tomado de "Ecos Cristoforos" (S-208)
mano que sigue hablando por la vida y por la
historia que los hombres construimos. No olvi-
demos la sentencia de San Agustín: