Está en la página 1de 20

http://www.migueljara.

com/2013/08/19/el-servicio-de-salud-vasco-alerta-del-sobrediagnostico-
y-sobremedicacion-del-tdah/

La McDonaldización de la infancia:
La Salud Mental Infantil
en las culturas neoliberales
Sami Timimi
Resumen: Ya que el colapso de muchos servicios bancarios y financieros ha revelado
recientemente las fallas del neoliberalismo, parece un buen momento para pensar
en el impacto que este sistema de valores económico, político y social ha tenido
sobre el bienestar de los niños. Tras analizar cómo nuestras creencias y prácticas
sobre los niños y las familias están modeladas por una variedad de presiones econó-
micas, políticas y culturales, planteo cómo las políticas que promueven una forma
agresiva de capitalismo conducen a un sistema narcisista de valores que atraviesa las
instituciones sociales, incluyendo las que atañen a la infancia. Esto no sólo incide en
el bienestar emocional de los niños, sino que también da forma a la manera en que

  Átopos 15
conceptualizamos la infancia y sus problemas. Estas dinámicas alimentan el creci-
miento de los diagnósticos psiquiátricos en la niñez y la tendencia a manejar las
conductas y emociones disfuncionales de los niños mediante intervenciones –parti-
cularmente farmacológicas– a las que me refiero como la McDonaldización de la
salud mental infantil. El presente artículo pretende cuestionar muchas de las premi-
sas culturales asumidas concernientes a la infancia, que se encuentran incluidas en
el estrecho marco biomédico que fomenta el neoliberalismo.

Palabras clave: la crianza del niño –infancia-cultura-historia-narcisismo-neoliberal-


diagnóstico psiquiátrico–.

E n las últimas décadas el diagnóstico


y la prescripción de medicación en
de los nuevos descubrimientos científi-
cos (entre los que me incluyo), apuntan
los trastornos mentales de la infancia a la pobreza de la evidencia que sostie-
han aumentado enormemente en mu- ne estas aseveraciones (ver como resu-
chos países postindustriales (particular- men de estas críticas Timimi, 2002,
mente en Norteamérica, el Norte de 2005a, 2006, 2008; Timimi & Leo, 2009).
Europa y Australasia). Se trata de un he- Por supuesto, existen otras dos posibi-
Entender las causas cho indiscutible, pero que es objeto de lidades para explicar este dramático au-
de este aumento de muy distintas interpretaciones por parte mento de los diagnósticos de trastorno
los problemas de de académicos y clínicos, en función de mental en los niños. La primera es que
conducta y emocio-
sus diversos principios teóricos. Aque- sí exista un incremento real de los pro-
nales nos obligaría a
fijar nuestra aten- llos que creen que detrás de este cam- blemas emocionales y de conducta de
ción en los cambios bio rápido en la salud mental referida a los niños y adolescentes que ha llevado
que se han produci- la infancia está el progreso “científico”, a un mayor escrutinio público y una ma-
do en las socieda- sostienen que trastornos como el yor preocupación por el bienestar de
des postindustriales. TDAH, la depresión infantil y el autismo niños y adolescentes, y que ha abocado
estaban anteriormente infradiagnosti- a un mayor esfuerzo profesional para
cados. De acuerdo con esta perspectiva entender y aliviar estos problemas. En-
despolitizada, siempre ha habido niños tender las causas de este aumento de
que padecen estos trastornos, pero los problemas de conducta y emocio-
sólo a consecuencia de los recientes nales nos obligaría a fijar nuestra aten-
avances clínicos y científicos, hemos ción en los cambios que se han produ-
descubierto que son síntomas de una cido en las sociedades postindustriales,
condición médica capaz de causar un que incluyen factores ambientales, so-
desarrollo anormal y, a veces, un des- ciales, económicos y políticos.
equilibrio químico o un retraso en el
neurodesarrollo. La segunda posibilidad es que no se
haya producido este incremento en los
Los críticos de esta visión que mantiene problemas emocionales y de comporta-
que los cambios en torno a los trastor- miento entre los más jóvenes, sino que
nos mentales de los niños son resultado haya habido un cambio en la manera en

16 Átopos 
que pensamos, clasificamos y maneja- Potencialmente existen variaciones ili- …el contexto social,
mos las emociones y las conductas de mitadas de esta interacción que pue- cultural y político
los niños –en otras palabras, un cambio den operar a muy distintos niveles, que cambian tanto nues-
tra percepción y el
en nuestra percepción de las conductas van desde el niño en particular hasta la significado que da-
de los chicos y en los significados que organización global. En este artículo mos a la conducta y
les atribuimos. Un ejemplo de esto sería vuelvo a abordar y amplío algunos de las emociones de los
el cambio de ser “travieso” o “movi- mis análisis previos sobre cómo el con- niños, como tam-
do”, hecho que se encuentra dentro de texto social, cultural y político cambian bién afectan a su
la normalidad, a entender este compor- tanto nuestra percepción y el significa- propia experiencia.
tamiento como un síntoma de un tras- do que damos a la conducta y las emo-
torno médico como el TDAH. La plausi- ciones de los niños, como también
bilidad de esta explicación se hace afectan a su propia experiencia.
evidente cuando se atiende a los cam-
bios radicales que han tenido lugar en
la cultura occidental durante los últimos La construcción social de la infancia
siglos, así como a la enorme diferencia
que hay entre las ideas occidentales y Mientras que la inmadurez del niño es
las no occidentales en lo que se refiere un hecho biológico, la forma de enten-
a los niños y a su crianza (ver p.e. Timi- derla y lo que significa es un hecho cul-
mi, 2005b). tural (Prout & James, 1997). Las perso-
nas, en mi marco cultural, mantienen
La tercera, y en mi opinión la explica- una hipótesis de trabajo sobre la infan-
ción más probable para este aumento, cia –su naturaleza, limitaciones y dura-
es la interacción de las dos anteriores ción– basada en ideas que relacionan a
(i.e., un incremento real de los proble- los niños con otros miembros de la so-
mas emocionales y de conducta y un ciedad y con la ecología social (Hark-
cambio en el significado que les atri- ness & Super, 1996). Aunque ellos no
buimos). En otras palabras, es posible sostienen esta definición de forma ex-
que los cambios culturales y ambien- plícita, ni escriben sobre ella, ni siquiera
tales causen un crecimiento de ciertos la conciben conscientemente como una
problemas emocionales y conductua- cuestión a tratar, sí que actúan en fun-
les que, por su parte, nos lleven a un ción de estas premisas en todo lo que
mayor escrutinio que conduce a un respecta al manejo de los miedos y de
cambio en nuestra percepción de la las expectativas de sus hijos (Calvert,
infancia. La consecuencia de la varia- 1992). Además, las distintas prácticas
ción en nuestra percepción y en el sig- sociales resultan en distintos niños,
nificado que damos a las emociones y cada uno de los cuales es “real” dentro
los comportamientos de los niños, es de su ”régimen local de verdad” (Prout
un cambio en nuestra manera de ma- & James, 1997; Stephens, 1995). A partir
nejarlos, y en nuestra práctica habitual de esto se ha discutido que en cual-
concerniente a la infancia (como la quier marco cultural niños y adultos ad-
crianza y educación), lo que a su vez quieren su self a través de la incorpora-
aumenta estos problemas, y así sucesi- ción de valores, creencias y prácticas
vamente. que sostienen las relaciones valoradas

  Átopos 17
en su medio (p.e. Althusser, 1969). El au- la psiquiatría transcultural y crítica ha
toconocimiento personal está mediado tenido que desarrollar modelos flexi-
por instituciones ideologizadas, algu- bles e inclusivos que son: (1) inherente-
nas de las más importantes –como los mente multidisciplinares; (2) conocedo-
colegios– centran su atención en los ni- res de que la biología y la cultura están
ños. Como señaló Rose (1999): Los indi- relacionadas de forma interactiva más
viduos actúan sobre si mismos y sobre que dicotómica (en otras palabras, la
sus familias en términos de las imáge- cultura es un rasgo nuclear de la biolo-
nes, valores y técnicas disponibles para gía humana y los significados de las teo-
ellos a través de sus creencias, disemi- rías biológicas están conformados por
nados por los medios de masas. la cultura); (3) conscientes de cómo los
procesos y la construcción del self refle-
En otras palabras, no emergen simple- jan las realidades sociales y políticas vi-
mente de los deseos e impulsos inna- vidas; y (4) están alerta de las dinámicas
tos. Los deseos también surgen de las de poder que entraña la producción de
normas y las reglas. No quiere decirse conocimiento global y local (ver p.e.
que las acciones estén por completo Cohen & Timimi, 2008; Kirmayer, 2006).
determinadas socialmente ya que, aun-
que hasta la experiencia personal de- Este marco tan rico en contextos plan-
pende de las obligaciones del día, la tea la cuestión de la existencia de idea-
acción individual (libre albedrío y capa- les universales o de procesos de des-
cidad de elegir alternativas) también pliegue natural que todo niño debería
juega un papel. Por ejemplo, Martin y ser capaz de realizar, y hace difícil hacer
Sugarman (2000) afirman que: los seres un juicio de valor sobre si los niños es-
psicológicos, aunque nunca dejan de tán mejor o peor (en términos de su
estar construidos en términos sociocul- bienestar mental/emocional) en una
turales, como agentes capaces de pen- cultura o sociedad particular. Sin em-
sar e intencionales pueden ejercer so- bargo, esta postura también entiende
fisticadas habilidades de memoria e que los niños se socializan en una cultu-
imaginación, que en interacción con las ra determinada en un periodo concreto
teorías del self pueden crear posibilida- de la historia de dicha cultura, por lo
des para la comprensión y la acción pre- que se pueden ver ciertas diferencias
sentes y futuras que no estén entera- en el comportamiento de los niños
mente determinadas por la coyuntura como resultado de diferentes modos
sociocultural presente y futura. de educar, filosofías y procesos de so-
cialización. Por lo tanto podemos hacer
Esta multiplicidad ha hecho particular- algunas comparaciones siempre que
mente difícil categorizar con sentido el tengamos presente las advertencias
malestar psicológico y las alteraciones arriba citadas y emplearlas para cues-
de la conducta, sobre todo en el con- tionarnos cualquier premisa ingenua,
texto de unas interacciones que cam- polarizada o romántica.
bian rápidamente entre sistemas de
conocimiento generados global y local- Como en este artículo me centro en la
mente. Para enfrentarse a estos temas, infancia occidental, ilustraré los muchos

18 Átopos 
cambios, algunos de ellos radicales, vida surgió en Europa entre los siglos
que han sufrido los conceptos de infan- XV y XVIII, y al mismo tiempo se desa-
cia, desarrollo del niño y crianza del rrollaron las ideas modernas de familia,
mismo en los últimos siglos de dicha hogar, privacidad e individualidad. Sos-
cultura. Cada periodo histórico está tiene que, una vez pasado el periodo
marcado por unas normas particulares de dependencia del inicio de la vida,
en lo que a la infancia y la crianza se re- los niños eran vistos como adultos en
fiere, que no son abandonadas sencilla- miniatura, y su socialización tenía lugar
mente sino incorporadas de manera en ese entorno. Según Aries, esto no
fragmentaria a las ideas sobre la infan- era negativo necesariamente: en todo
cia del siguiente periodo. Observando caso, él critica el hecho de que en la cul-
la historia de la infancia en cualquier tura occidental moderna se insista en
cultura (y también entre culturas) en- que ha de haber un periodo de cuaren-
contramos que nuestras ideas sobre lo tena (por ejemplo, durante la educa-
que hace normal o anormal al niño y/o ción) antes de que se permita a los jóve- …la idea moderna
a la crianza del niño no están al margen nes incorporarse a la sociedad. Incluso de la infancia como
un estadio concreto
del tiempo, sino muy arraigadas en el si modificamos la atrevida idea de Aries
de la vida surgió en
pasado y reformuladas en el presente. y reconocemos que todas las socieda- Europa entre los si-
des que se conocen tienen creencias y glos XV y XVIII.
El libro de Philip Aries (1962) Siglos de prácticas que diferencian a los niños de
infancia tuvo un gran impacto sobre los adultos, lo importante de su libro es
cómo entendían los historiadores la que hay muchas formas de infancia y to-
manera en que las ideas sobre la infan- das tienden a ser social e históricamen-
cia han cambiado en la cultura occiden- te específicas.
tal durante los últimos siglos., sobre
todo debido a su atrevida conclusión La historia de la infancia en Occidente
–que en la sociedad medieval la idea de sugiere que los cambios han ocurrido
infancia no existía–. en todos los aspectos de la infancia y de
su crianza durante los últimos seis siglos.
Norbert Elias (1939) había anticipado la Por ejemplo, en la Europa medieval la
tesis de Aries al defender que la diferen- crianza era responsabilidad fundamen-
cia entre el niño y el adulto (psicológica talmente de la madre durante los prime-
y socialmente) aumenta en el transcurso ros siete años aproximadamente. Sin
de lo que Elias llamó “proceso de civili- embargo, durante el Renacimiento ita-
zación”. Sin embargo, Aries fue más allá liano la relación padre-hijo era la princi-
e ilustró la gran variabilidad de las actitu- pal durante la crianza. Era responsabili-
des humanas hacia la infancia y las prác- dad del padre elegir o contratar un ama
ticas de crianza, no sólo mediante el exa- de cría para vigilar el desarrollo de su
men de las culturas no-occidentales, hijo e interpretar juiciosamente las ac-
sino también referidas a la cultura occi- ciones de éste, para comprender y pla-
dental en el pasado. near su futuro. Un escritor contemporá-
neo influyente, Dutchman Desiderius
Aries afirma que la idea moderna de la Erasmo, hizo un énfasis considerable en
infancia como un estadio concreto de la la educación temprana y creía que los

  Átopos 19
Muchas de las prácticas que atañen a
los niños y que creemos que se deben
al progreso filantrópico o científico,
obedecen en realidad a presiones so-
ciopolíticas. Por ejemplo, la creencia de
que todos los niños deben ir a la escue-
la arraigó en la Europa de finales del
siglo XIX por distintas razones. Hasta
ese momento eran pocos los que pro-
testaban por el trabajo infantil, ya que
se creía que servía a los niños para
aprender sobre números, principios
económicos, sociales y morales, ade-
más de inculcar disciplina. Sin embargo
a partir de mediados del siglo XIX los
representantes políticos de la clase tra-
bajadora comenzaron a protestar por el
François Truffaut, padres debían controlar a sus hijos, so- efecto deshumanizador del trabajo in-
L´enfant sauvaje, bre todo a los varones, para que se de- fantil. En los vivos debates que se suce-
1980 sarrollaran de tal modo que estuvieran dieron, algunos representantes esgri-
cercanos a reflexionar sobre lo divino mieron el miedo a que el papel natural
(Cunningham, 1995). de los progenitores, especialmente de
los padres, fuera minado por la deman-
En el siglo XVIII los seguidores de Rous- da de niños para trabajar en las fábricas
seau atacaron las tradiciones que apo- –lo que se hacía a costa de los varones
yaban que los padres se hicieran cargo adultos–. Los miembros de las clases
de la crianza de los niños, argumentan- dominantes se volvieron cada vez más
do que la ambición y dureza de los pa- temerosos de que el descuido a la in-
dres eran más dañinas que el amor cie- fancia condujera, no sólo al daño de las
go de las madres. Rousseau afirmó que almas, sino al malestar social. Además,
la infancia puede ser la etapa más feliz de forma aún más importante, el éxito
de la vida. El “movimiento romántico” creciente del capitalismo industrial ha-
impulsado por Rousseau ganó apoyo bía resultado en la demanda de una
en la cultura popular a fínales del siglo fuerza de trabajo semi-cualificada, cua-
XVIII y las madres recuperaron la supre- lificada y educada, lo que reducía la ne-
macía que habían tenido en la Edad cesidad económica de niños trabajado-
Media. La crianza de los niños se convir- res e incrementaba la necesidad de
tió nuevamente en una ocupación de educarlos. Para los reformistas la idea
las mujeres (Sommerville, 1982). En este de una escolarización efectiva se hizo
ejemplo, la creencia dominante sobre importante en ese momento, no sólo
quién debía ser el progenitor más im- debido a las nuevas ideas sobre las ne-
portante cambió de las madres a los cesidades de los niños, sino también
padres y, de nuevo a las madres, en por motivos económicos y políticos
unos pocos siglos. (Hendrick, 1997).

20 Átopos 
Las ideas sobre la crianza de los niños El cambio de las circunstancias económi-
han experimentado otros muchos cam- cas también trajo cambios importantes a
bios profundos. Por ejemplo, antes de la vida familiar. Por ejemplo, a medida
declararse la Segunda Guerra Mundial que crecía la economía de mercado
la sociedad todavía entendía la crianza orientada por un modelo de crecimiento
de los niños en términos de disciplina y continuo, más madres abandonaron la
autoridad de los progenitores (espe- esfera doméstica para incorporarse al
cialmente de los padres). Esta convic- mundo laboral (lo que condujo a la rene-
ción arraigaba en el conductismo y su- gociación del poder dentro de la familia)
brayaba la importancia del control de y un número cada vez mayor de familias
los instintos de los niños por parte de se mudaba regularmente y, también re-
sus padres, con el fin de inculcarles “há- gularmente, llegaba a acuerdos sobre la
bitos de buena conducta” necesarios vivienda, lo que condujo a un declive de
para la vida social y productiva. la vida en los barrios y de las comunida-
des con historia. Muchas familias (sobre
Después de la Segunda Guerra Mundial todo las encabezadas por mujeres jóve-
surgió una importante ansiedad respec- nes) estaban ahora aisladas de las fuen-
to al efecto de la disciplina y la autori- tes tradicionales de información sobre la
dad en los niños, en el contexto del te- crianza de los niños, como es el apoyo y
rror a que esta disciplina autoritaria el consejo directo de las generaciones
condujera a esa sociedad de pesadilla anteriores. En consecuencia, los libros y
que representaba la Alemania nazi. Los guías sobre la crianza de los niños cobra-
grupos profesionales de médicos y psi- ron mucha más importancia, lo que per-
cólogos favorecieron un enfoque más mitió un cambio en el estilo de paterni-
abierto y compasivo de la educación dad que no hubiera sido posible en una
infantil, y apoyaron una disciplina “hu- comunidad más estable y con mayor
mana” a través de la guía y la compren- raigambre. Esto condujo a una mayor
sión. Hubo ocasiones en que la difusión autoridad de los profesionales en lo que
de estas ideas resultó en un “modelo respecta al conocimiento de los niños, la
permisivo”, que contemplaba la rela- infancia y la tarea de “paternaje”. Ahora
ción paterno filial más en términos de la gente recurría a los profesionales en
placer y juego que en términos de dis- busca de consejo sobre cómo criar a sus
ciplina y autoridad. Los padres debían hijos tanto como antes lo hacía con sus
abandonar su autoridad tradicional en propias familias.
aras de que el hijo desarrollara su indi-
vidualidad, autonomía y autoestima.
Además, mientras que el modelo ante- Malestar creciente entre los niños
rior a la guerra preparaba a los niños
para trabajar en una sociedad marcada Hay algunas cosas que se pueden decir
por la depresión económica, el modelo con una certeza razonable sobre los
de postguerra los preparaba para ser cambios experimentados por los niños
consumidores en busca de satisfacción en las sociedades postindustriales con-
dentro de una nueva economía de pros- temporáneas. Los cambios bien docu-
peridad (Jenkins, 1998). mentados incluyen:

  Átopos 21
1. La estructura familiar ha visto desapa- aceptable en los jóvenes y unos méto-
recer la vida en el vecindario, un nú- dos aceptables de crianza es cada vez
mero creciente de separaciones y di- más limitado. Ahora es más difícil que
vorcios, un aumento de las horas de nunca ser un hijo o un padre “normal”
trabajo de los padres y una disminu- (Timimi, 2005b, 2007).
ción del tiempo que pasan con sus
hijos. Paralelamente, el resultado de varios
2. Los estilos de vida familiar se han estudios sugiere que el número de ni-
transformado con un aumento de la ños que padecen un trastorno mental
movilidad, una disminución de las co- (así categorizados), como son los tras-
munidades “con raíces” y más tiem- tornos emocionales, o los trastornos de
po empleado en actividades de gra- conducta e hiperactividad, se ha dupli-
tificación personal. cado desde comienzos de los setenta
3. El estilo de vida de los niños ha cam- hasta finales de los noventa (British Me-
biado con un descenso del ejercicio dical Association, 2006) pese a la per-
…el número de ni- físico y una “domesticación” de la in- cepción de que las generaciones más
ños que padecen un fancia debida a un aumento del mie- jóvenes “nunca habían tenido las cosas
trastorno mental (así do a los riesgos que corren los niños, tan fáciles”. La investigación transcultu-
categorizados), co-
mo son los trastor-
que ha conducido a una mayor activi- ral ha encontrado diferencias conside-
nos emocionales, o dad dentro de casa, como son los or- rables en la prevalencia del trastorno
los trastornos de denadores y la TV. psiquiátrico en niños, sobre todo varo-
conducta e hiperac- 4. Ha surgido la comercialización/co- nes, en países estables en vías de desa-
tividad, se ha dupli- modificación de la infancia debido a rrollo que, al parecer, tienen menor tasa
cado desde comien- un aumento de los bienes de consu- de trastornos de conducta que las so-
zos de los setenta
hasta finales de los
mo deseados por los niños, así como ciedades occidentales (p.e., Cederblad,
noventa. la industria de “habilidades paterna- 1988; Pillai et al., 2008).
les” y la industria farmacéutica.
5. Se han producido cambios en el sis- Las cifras de prescripción de psicotró-
tema educativo, con un giro de la en- picos a niños y adolescentes ilustran la
señanza arraigado en métodos como profundidad de este problema, y el es-
la evaluación continuada y una plani- tilo peculiar de nuestra cultura para
ficación con orientación social, en la responder a ello. Por ejemplo, los in-
que algunos defienden el estilo de vestigadores analizaron las tendencias
aprendizaje de las niñas por encima de prescripción en nueve países entre
del de los niños (p.e., Burman, 2005). 2000 y 2002, y encontraron un aumento
6. La alimentación de los niños es más importante en todos ellos –el menor
rica en azúcar, grasas saturadas, sal, en Alemania, donde fue del 13%, y el
aditivos químicos, y más pobre en al- mayor en el Reino Unido, donde se re-
gunos ácidos grasos esenciales, en gistró un incremento del 68%– (Wong,
fruta fresca y en verdura. Murray, Camilleri-Novack, & Stephens,
2004). Particularmente preocupante es
Estos cambios ocurren al mismo tiempo el aumento de la prescripción de psi-
en que nuestro criterio sobre lo que coestimulantes a los niños. En1996 más
consideramos un comportamiento del 6% de los niños americanos en

22 Átopos 
edad escolar tomaban medicación es- que ocurre con el resto de la medicación
timulante (Olfson, Marcus, Weissman, psiquiátrica, al menos hasta el momen-
& Jensen, 2002), habiendo niños tan to, se utilizan casi exclusivamente en ni-
pequeños como de sólo dos años de ños. El uso de metilfenidato en el mundo
edad, a los que se les recetaban esti- (el estimulante más utilizado) ha aumen-
mulantes de manera creciente (Zito et tado significativamente en los últimos 15 …aumento muy sig-
al., 2000). En las muestras de finales de años. Entre 1990 y 1994 la producción de nificativo del uso de
psicoestimulantes
los 90 se observaba que en algunos co- metilfenidato aumentó de 3 a 8.5 tonela- que tiende a la glo-
legios de los Estados Unidos cerca del das (Equipo Internacional para el Con- balización, pero que
17% de los niños tomaban medicación trol de Narcóticos –INCB–, 2005). EEUU es desproporciona-
estimulante (LeFever, Dawson & Mo- ha sido el principal productor de metilfe- damente más alto en
rrow, 1999) y las estimaciones recientes nidato, con un aumento de la produc- los países de habla
sugieren que a aproximadamente el ción desde 1.8 toneladas en 1990 hasta inglesa, Norteaméri-
ca, Norte de Europa
10% de los niños en las escuelas de 21 toneladas en 2002, y con un descenso y Australasia.
EEUU se les ha pautado o tienen pau- moderado hasta 19 toneladas en 2003,
tado un estimulante (Sharav, 2006). En sobre todo a consecuencia del uso cre-
el Reino Unido la prescripción ha au- ciente de otros estimulantes para tratar
mentado de 6000 recetas al año en el TDAH (INCB, 2004). Los datos interna-
1994 hasta más de 450.000 en 2004; un cionales sobre consumo de estimulantes
asombroso aumento del 7000% en en los años 1999, 2001 y 2003 que apare-
sólo una década (Departamento de cen en la tabla I muestran claramente un
Salud, NHSE, 2005. aumento muy significativo del uso de
psicoestimulantes que tiende a la globa-
El patón global de prescripción de psi- lización, pero que es desproporcionada-
cofármacos se puede valorar mejor utili- mente más alto en los países de habla
zando la tasa de consumo nacional de inglesa, Norteamérica, Norte de Europa
estimulantes ya que, a diferencia de lo y Australasia.

Tabla 1. Consumo de medicaciones psicoestimulantes (anfetamina, desanfetamina


y metilfenidato) en dosis diaria, definida para uso estadístico (S-DDD), con fines
médicos por cada mil habitantes al día

País 1999 2001 2003


E.E.U.U. 9.25 9.37 11.44
Islandia 1.21 3.13 5.98
Canada 3.18 3.74 5.04
Reino Unido 0.75 1.15 3.97
Australia 2.28 2.43 3.10
Noruega 0.45 0.85 2.26
Suiza* 0.76 2.82 2.23
continúa en página siguiente »

  Átopos 23
» continúa de página anterior

País 1999 2001 2003


Nueva Zelanda 1.38 1.43 1.49
Países Bajos* 0.91 1.11 1.36
Bélgica 0.61 0.59 1.14
Alemania* 0.27 0.67 0.99
España* 0.13 0.15 0.78
Suecia 0.20 0.36 0.57
Chile 0.50 0.52 0.53
Dinamarca* 0.14 0.22 0.40
Irlanda* 0.26 0.26 0.36
Finlandia* 0.14 0.17 0.29
Japón* 0.14 0.19 0.29
Israel* 0.46 0.72 0.28
Sudáfrica* 0.08 0.16 0.27
Total 23.30 27.14 43.47
*Los datos representan S-DDD solo para el metilfenidato
Origen: Datos tomados del INCB (2004) Comments on the reported statistics on psychotropic substances

Un aspecto en particular de nuestro Crecer en un sistema de valores


sistema de valores, que se ha instala- narcisista
do en nuestro discurso cotidiano de-
bido, en parte al menos, a nuestra fe La era actual de recesión económica,
en los principios agresivos del libre traída por el excesivo riesgo asumido
mercado neoliberal, merece un análi- por el sector financiero en busca de un
sis más detallado. Me refiero a la cues- beneficio ilimitado, es quizá el momen-
tión del “narcisismo”. Narcisismo se to ideal para analizar cómo influye so-
refiere al amor a uno mismo o, en la bre la conducta un sistema de valores
forma de hablar más cotidiana, la basado en el “narcisismo”. Uno de los
“búsqueda de ser el número uno”. La temas principales que esgrimen los
expansión del narcisismo ha dejado a abogados de la ideología liberal del li-
muchos niños en un vacío psicológico, bre mercado es el de la “libertad”. A un
preocupados por temas de supervi- nivel económico este es el núcleo re-
vencia psicológica, y con la pérdida querido para la ideología del libre mer-
de la seguridad emocional que acom- cado. Las empresas deben estar tan li-
paña al sentimiento de ser valorado y bres de regulación como sea posible,
tener así un sentimiento de pertenen- para centrarse en competir con las de-
cia duradero. más con una maximización de los bene-

24 Átopos 
ficios, que es el mayor signo de éxito.
Hay poco que ganar mediante la res-
ponsabilidad social (a no ser que au-
mente la cuota de mercado).
A un nivel psicológi-
A un nivel psicológico, dar valor a la liber- co, dar valor a la li-
tad se puede entender como una opor- bertad se puede en-
tunidad de liberarse de las restricciones tender como una
impuestas por la autoridad, entendida oportunidad de libe-
rarse de las restric-
como los padres, la comunidad y los go-
ciones impuestas por
biernos (Richards, 1989). Este sistema de la autoridad, enten-
valores está construido por definición al- dida como los pa-
rededor de la ideas de seguir los deseos dres, la comunidad y
del individuo –el narcisismo–. Es más, los gobiernos.
una vez que los individuos están libera-
dos de la autoridad son libres (al menos
en la fantasía) de perseguir sus propios
deseos de auto gratificación, libres de
intromisiones, de las infracciones y limita-
ciones que otras personas representan.
Un efecto de este cambio de valores es
la atomización del individuo y el aisla- Este sistema de valores permite enmar-
miento de sus espacios privados de car a los otros como objetos para ser uti-
modo que las obligaciones con el otro y lizados y manipulados para nuestros fi-
la armonía con la comunidad se ven nes personales. Los intercambios
como obstáculos en lugar de como obje- sociales no resultan fiables ya que lo me-
tivos. Este viraje a una identidad más in- jor es manipular al otro de la manera que
dividualista, sobrevenido tras la II Guerra nos reporte mayor recompensa econó-
Mundial, ya se reconoció a mediados de mica (o de otra naturaleza, también nar-
los años cincuenta por los cronistas, que cisista). Este sistema de valores que, en
fueron los primeros en hablar sobre última instancia, busca erradicar o, al
cómo una “moral basada en la diversión” menos, minimizar la conciencia social
(Wolfenstein, 1955) primaba la diversión como regulador del comportamiento,
sobre la responsabilidad. Divertirse se no se sostiene sin provocar una respues-
estaba volviendo obligatorio –el mensaje ta moral en forma de culpa (Richards,
cultural implícito es que debes avergon- 1989). No es coincidencia que los abo-
zarte si no te diviertes–. Más aún, el au- gados más vociferantes del libre merca-
mento de posibilidades de estimulación do también lo sean de las formas más
y experiencias de excitación intensa creó agresivas y coercitivas de control social.
una presión contra el vínculo entre lo
aceptable y lo deseable, y facilitó subcul- La llamada “cultura de la culpa”, ubicua
turas cómodas con el consumo de alco- en los medios y en el discurso contem-
hol, la violencia (por placer), la promiscui- poráneo, se ha convertido en otro dis-
dad sexual y el consumo de drogas. tintivo de la creciente dependencia psi-

  Átopos 25
cológica de recursos inmaduros de la La McDonaldización de la Salud Mental
cultura occidental. Con los objetivos de los niños
narcisistas tan prominentes de autosa-
tisfacción, gratificación y manipulación Así como la valoración del narcisismo
de las relaciones, junto al descrédito de interactúa con la culpa colectiva, y las
la vinculación personal profunda, no re- ansiedades de derrota con nuestra
sulta difícil entender por qué los llama- competitividad, los gobiernos han sen-
dos trastornos narcisistas (como la con- tido cada vez más la necesidad de ha-
ducta antisocial, el abuso de sustancias cer políticas de desarrollo de muy diver-
y los trastornos de la alimentación) van sas formas con estas individualidades
en aumento (Dwivedi, 1996; Lasch, potencialmente peligrosas. Así, otro
1980). Una preocupación excesiva por rasgo que ha cambiado dramáticamen-
el self puede ser tanto “liberadora” te en las sociedades occidentales du-
como opresiva, simultáneamente. rante el último siglo es el nivel de vigi-
lancia de que son objeto padres e hijos.
Los niños se socializan en este sistema El estado ha desarrollado numerosos
de valores al vivir en sus instituciones y mecanismos de vigilancia y un “ejérci-
Con los objetivos exponerse diariamente a su discurso. to” de profesionales con la tarea de
narcisistas tan pro- Aunque ninguno de nosotros somos monitorizar y regular la vida en familia.
minentes de autosa- unidimensionales en nuestras experien- No quiere decirse que no necesitemos
tisfacción, gratifica-
cias o en nuestra interpretación de las ningún tipo de vigilancia, como de-
ción y manipulación
de las relaciones, mismas, un sistema de valores narcisista muestran los continuos episodios de,
junto al descrédito genera una ética de ganadores y perde- por ejemplo, abusos de menores, muy
de la vinculación dores que perjudica a los valores de significativos y de enorme trascenden-
personal profunda, compasión y preocupación por la armo- cia. Unos servicios sólidos de protec-
no resulta difícil en- nía social. Y cuando este sistema se re- ción del menor y una sólida legislación
tender por qué los
vela destructor de la felicidad de los al respecto son vitales en toda sociedad
llamados trastornos
narcisistas van en niños, nos distanciamos de la culpa y de que se proponga abordar seriamente el
aumento. la asunción de responsabilidades. En bienestar de la infancia. Sin embargo,
lugar de hacernos preguntas dolorosas debemos preguntarnos sobre la com-
sobre nuestro papel potencial en la pro- plejidad de llevar a cabo dichas tareas
ducción de esta infelicidad, vemos las de una forma efectiva, y también sobre
dificultades de nuestros hijos como en- el potencial impacto de cómo decidi-
fermedades biológicas que precisan de mos hacerlo sobre los niños, las familias
un tratamiento médico (Timimi, 2008). y sobre nuestra cultura en general.
Al suministrar los recursos adecuados
para subcategorizar el descontento y El nivel de ansiedad entre los padres que
las alteraciones de conducta, la psiquia- temen las consecuencias de sus actos ha
tría biológica dota a los gobiernos de llegado a un punto donde, para muchos,
nuevos medios de control de la pobla- el miedo es que cualquier influencia de-
ción, particularmente en las sociedades tectable puede ser vista como una in-
democráticas donde el estado debe fluencia indebida. Esto aumenta la pro-
buscar gobernar por consenso (Mon- babilidad de que los padres dejen la
crieff, 2008). socialización y guía de sus hijos en ma-

26 Átopos 
nos de profesionales expertos en tanto te práctica centrada en la medicación
que, rodeados por el discurso de que la en Salud Mental Infanto-Juvenil es simi-
infancia y la crianza de los niños están lar en muchos aspectos a la comida rá-
cargados de riesgos, pierden la confian- pida: procede de la sociedad más agre-
za en sus habilidades (Maitra, 2006). El sivamente consumista (EEUU), se Con la amplia difusión
uso creciente de las explicaciones médi- alimenta del deseo de satisfacción in- de técnicas médicas
cas para los problemas de conducta ha mediata, encaja en el estilo de vida ocu- –particularmente psi-
cofarmacológicas–
tenido, sobradamente, el efecto de pado del consumidor, requiere poco
para el manejo del
cambiar nuestras ideas sobre el libre al- enganche del consumidor con el pro- comportamiento y de
bedrío y la responsabilidad personal so- ducto, inhabilita a la gente suministran- los estados emocio-
bre nuestra conducta. Por ejemplo, si el do una “salida fácil” (y reduce, por tan- nales de nuestros hi-
comportamiento agresivo e impulsivo se to, la resiliencia), requiere el mínimo jos, hemos alcanzado
considera causado por una anomalía entrenamiento, crea consumidores po- lo que yo llamo la “Mc
Donaldización” de la
neurológica, como sucede con el Tras- tenciales a largo plazo y tiene el poten-
salud mental de los
torno por Déficit de Atención e Hiperac- cial de producir daño también a largo niños.
tividad (TDAH), se considera entonces plazo, tanto en los individuos que con-
una conducta que un niño y sus padres sumen los productos, como en la salud
no pueden controlar conscientemente y pública.
para remediarlo se requiere asistencia
médica (asumiendo, por supuesto, que
se ha decidido que el comportamiento La vida en familia y los derechos
debe cambiarse), pasando así de las ac- del niño
ciones que antes se consideraban peda-
gógicas y en el terreno de los padres y Ciertos factores adicionales han tenido
los profesores, al terreno de los médicos un efecto directo en la salud mental de
(Tait, 2006). los niños, incluido en aumento de horas
de trabajo de los padres, el ascenso de la
En el marco de esta visión de la infancia desigualdad de ingresos, la inseguridad
y de la crianza de los niños, tan cargada del empleo y el derrumbe de los vínculos
de ansiedad y predeterminada narcisís- con el vecindario, todo ello engrasado
ticamente, nuevos diagnósticos (como con la valoración cultural de las aspiracio-
la Depresión Infantil, el TDAH, el Sín- nes individuales. En muchos estudios se
drome de Asperger) parecen dar alivio documenta la relación entre pobreza,
temporal a unos cuidadores intensa- problemas matrimoniales y un amplio es-
mente asediados y monitorizados. Sin pectro de efectos perjudiciales en el
embargo, el resultado se ajusta en otro comportamiento de los niños y en su es-
rasgo de nuestra “cultura rápida”. Con tado emocional (p.e. McMunn, Nazroo,
la amplia difusión de técnicas médicas Marmot, Boreham, & Goodman, 2001).
–particularmente psicofarmacológicas– Los niños cuyos padres están solteros,
para el manejo del comportamiento y desempleados, tienen bajos ingresos o
de los estados emocionales de nuestros viven en una vivienda de propiedad pú-
hijos, hemos alcanzado lo que yo llamo blica, tienen un riesgo más elevado de
la “Mc Donaldización” de la salud men- presentar problemas emocionales y de
tal de los niños. Ciertamente, la recien- comportamiento (Dodds, 2005).

  Átopos 27
En estudios recientes se refleja que has- emocional y la infelicidad, el conflicto y
ta el 40% de las madres que trabajan la competitividad, en un contexto en el
sufren depresión, una cifra muy signifi- que su comportamiento (y el de sus fa-
cativa dado que la depresión de la ma- milias) es objeto de una enorme vigilan-
dre es un conocido factor de riesgo cia y un control social insidioso. Por su-
para el desarrollo subsiguiente de tras- puesto estas generalizaciones requieren
tornos emocionales y de comporta- una cualificación, ya que surgen de una
miento en los hijos (Flanagan, 2005). interpretación particular de los desafíos
actuales que supone afrontar el creci-
Estos acontecimientos han alimentado miento de los niños en lo que el psicó-
el crecimiento de una industria de “sal- logo Oliver James llama “el capitalismo
vadores de niños” que hacen campaña egoísta” (James, 2007). Debemos re-
por una mayor protección de los chicos cordar que las sociedades occidentales
y una vigilancia aún mayor de la vida en no son homogéneas, sino que incluyen
familia. En los últimos años los aboga- una gran variedad de etnias, clases, lo-
dos de este movimiento “por los dere- calizaciones, capital social, clima y servi-
chos del niño” se han centrado en con- cios. Aunque comprender lo “general”
seguir que los gobiernos prohiban el puede ayudar a entender lo “particu-
castigo físico de los niños, a menudo lar” no lo sustituye, ya que permanecer
recurriendo a Suecia como un ejemplo en lo general entraña el riesgo de caer
positivo. Sin embargo, si se examinan las en estereotipos inútiles.
cifras de morbilidad y mortalidad de
Suecia, resulta que se encuentra en la En muchos medios sociales no se pue-
mitad del listado de los países ricos (Bec- de entender la existencia del “self” sin
ket, 2005). Por ejemplo, la cifra de niños un contexto social. Por ejemplo, de
fallecidos por maltrato infantil en Suecia acuerdo con el concepto de Ubuntu,
es de 0,6 por 100.000 niños, muy supe- que prevalece en algunas partes de
rior a la de otros países que puntúan me- África, “la persona es una persona a tra-
jor en estas tablas, concretamente Espa- vés de otras personas”. En estas cultu-
ña (0,1) y Grecia e Italia (0,2) (UNICEF, ras no se puede concebir que exista un
2001), que no han prohibido por ley el ser humano aislado. Estas “teorías étni-
castigo físico (pero que, curiosamente, cas” contribuyen a las prácticas de
son culturas orientadas a la familia). Des- crianza del niño, ya que ayudan a es-
graciadamente, el objetivo de estos de- tructurar el objetivo de la crianza, los
lincuentes individuales que subyace a la modelos de desarrollo subyacentes y,
protección de los menores permite la desde aquí, los métodos y prácticas
despreocupación en cuanto a la respon- preferidas. En estudios comparativos se
sabilidad colectiva de los gobiernos, que ha observado que las madres japonesas
han consentido ambientes que desarro- hacen énfasis en las relaciones armo-
llan esta práctica y otros daños. niosas a través de la cooperación, el
cumplimiento y la empatía, mientras
Todo esto ha dejado a muchos niños de que las madres alemanas prefieren
Occidente con una experiencia de la in- como objetivo la independencia y la in-
fancia conformada por la inseguridad dividualidad, y para ello refuerzan la au-

28 Átopos 
tonomía del niño. En caso de conflicto, ma la relación entre desigualdad y
las madres japonesas, comparadas con peores resultados, relación que es
las alemanas tienden a empatizar con el evidente en cada nivel social de la
estado emocional de sus hijos y atribuir jerarquía y que no se limita a las
su comportamiento a factores positivos naciones desarrolladas. Los efec-
(como “un niño no es más que un tos cognitivos y emocionales de
niño”). Estas teorías étnicas se vinculan una diferenciación importante del
a diversos modelos de infancia, desa- estatus social son profundos y de
rrollo del niño y crianza del mismo. Es- largo alcance: a mayor desigual-
tos modelos, por su parte, conducen a dad, mayor competencia por el
variaciones en la experiencia de la in- estatus y mayor inseguridad de
fancia. Así, el enfoque de las madres ese estatus en todos los niveles de
japonesas promueve que se establezca ingresos, tanto entre los adultos
un vínculo emocional muy estrecho con como entre los niños. La distribu-
sus hijos, que ayuda a controlar las ción de los recursos económicos y
emociones negativas del niño con más sociales es lo que explica la salud
éxito que en el caso de los niños alema- y otros indicadores en la mayoría
nes (Tromsdorff, 2002). de los casos (OMS, 2009: III).

La idea del individuo como centro neu-


rálgico del self es una invención occiden- Desplegar otros sistemas de atención
tal relativamente reciente, y este marco
crea las condiciones psicológicas previas Se ha producido un aumento de los
para aceptar los mundos sociales atomi- trastornos psicosociales en niños y ado-
zados que se han generado. En las últi- lescentes en la mayoría de las socieda- La idea del individuo
mas generaciones hemos visto muchos des de Occidente. Los problemas de la como centro neurál-
cambios en la manera de interactuar los infancia se medicalizan cada vez más, lo gico del self es una
unos con los otros, tanto dentro como que resulta en una aparente “epide- invención occidental
relativamente re-
fuera de nuestras unidades familiares mia” de trastornos emocionales y de ciente, y este marco
atomizadas. De forma cada vez mayor, el conducta en los niños de Occidente y crea las condiciones
bienestar parece íntimamente ligado a un aumento rápido de la prescripción psicológicas previas
lo bueno que es cada uno en competir de psicotrópicos a los jóvenes; en otras para aceptar los
en sociedades enormemente desigua- publicaciones he resumido la naturale- mundos sociales
les. Así, en un informe reciente de la Or- za problemática del torrente de diag- atomizados que se
han generado.
ganización Mundial de la Salud (OMS, nósticos psiquiátricos como el TDAH y
2009) se concluye: la depresión infantil (Timimi, 2002, 2004,
2005b, 2007, 2008ª; Timimi & Maitra,
Está sobradamente claro que el 2006; Timimi et al., 2004). En este artícu-
estrés sostenido de luchar contra lo he explorado cómo las condiciones
las desventajas materiales se in- occidentales económicas, políticas y so-
tensifica notablemente cuando ciales contribuyen, a menudo a través
esta lucha tiene lugar en socieda- de su impacto en el sistema común de
des desiguales. Existe mucho ma- valores, a empeorar la salud mental de
terial de investigación que confir- los niños, así como también contribu-

  Átopos 29
yen a cambiar la manera en que conce- últimos siglos. Esto no sólo representa
bimos la infancia y sus problemas. La un peligro real para las bases del cono-
respuesta actual de medicalización e cimiento y las tradiciones del mundo no
individualización de estos temas tan occidental, sino que también significa
complejos no es, en mi opinión, ni cien- que se niega al mundo occidental la
tífica ni de ayuda, y despierta muchos oportunidad de beneficiarse de los
dilemas éticos. efectos positivos de adoptar algunos
conocimientos, valores y prácticas no
Cualquiera que sea el sustrato biológico occidentales1. Por ejemplo, pese a la
de cuadros como el TDAH (últimamente abundante evidencia aportada por la
cualquier comportamiento deriva de un investigación en el mundo no industria-
sustrato biológico), cómo se construye lizado, que muestra que la evolución
el significado que le damos es un proce- del trastorno mental grave es conside-
so cultural. Del mismo modo, los siste- rablemente mejor que en el mundo in-
mas de protección de los niños occiden- dustrializado, y especialmente en po-
tales poseen muchos aspectos blaciones que no han tenido acceso a
problemáticos. Se han desarrollado para tratamientos basados en los fármacos
proteger al niño “individualmente” lo (Hopper, Janka & Sartorius, 2007), la
Cualquiera que sea que, generalmente, implica apartar al OMS, junto con la industria farmacéuti-
el sustrato biológi- chico de situaciones peligrosas/abusi- ca, ha hecho campaña para “recono-
co de cuadros co- vas. La legislación ha prestado poca cer” enfermedades mentales en el
mo el TDAH, cómo
atención a reforzar la cohesión social y mundo no industrializado.
se construye el sig-
nificado que le da- reducir la desigualdad como una vía im-
mos es un proceso portante para mejorar la protección de Como otras campañas de marketing
cultural. los niños. Pero ¿qué ocurriría si las cultu- exitosas, esta estrategia tiene el poten-
ras no occidentales tuvieran algo útil cial de abrir un enorme mercado para
que ofrecer a los clínicos occidentales los psicofármacos, que pueden no re-
en lo que respecta a la infancia, la crian- sultar efectivos y causar serios efectos
za y la familia? Ya que detrás del núcleo adversos, al mismo tiempo que presen-
de este artículo hay una exploración ta los conceptos indígenas sobre la en-
atenta de este tema, merece la pena fermedad mental y su manera de tratar-
analizar los obstáculos que nos impiden la como surgidos de la ignorancia, pese
aprovecharnos de esto y tomar con se- a su éxito evidente en estas poblacio-
riedad el conocimiento y las prácticas nes (Summerfield, 2008).
indígenas, de culturas que, con sospe-
cha, vemos como “diferentes”.
Definición de problemas
¿Qué ocurriría si las Nuestra desvinculación de perspectivas
culturas no occiden- alternativas procedentes de culturas no Culturas distintas ven como problemáti-
tales tuvieran algo occidentales refleja una forma bastante cos comportamientos diferentes. Un
útil que ofrecer a los
oculta de racismo institucional (o más modelo de desarrollo del niño que reco-
clínicos occidentales
en lo que respecta a exactamente, una hegemonía cultural noce que las distintas culturas tienen di-
la infancia, la crianza institucionalizada) que ha infectado los ferentes (y saludables) versiones del de-
y la familia? esfuerzos políticos y académicos en los sarrollo del niño, tiene el potencial de

30 Átopos 
reducir la patologización de la infancia terapia cognitivo-conductual, la psico-
que existe en la práctica médica occi- terapia psicodinámica y los psicofárma-
dental actual, así como en el discurso cos. Mientras que muchos de ellos pue-
público, y de ayudar a que la práctica den ser útiles, hay pocas pruebas que
clínica pase de centrarse en el “déficit” y sugieran una evolución mejor resultan-
el “trastorno” a centrarse en el “poten- te de un abordaje de “estilo libro de …una terapia efecti-
cial” y la “resiliencia”. Esto requiere que cocina” de una técnica determinada en va gira en torno a la
los profesionales occidentales, como los un diagnóstico concreto. Existe una am- capacidad de utilizar
los recursos/resilien-
psiquiatras infantiles, psicólogos, pedia- plia literatura que demuestra que los
cia existentes y la de
tras, psicoterapeutas, profesores y traba- factores asociados con el cliente/pa- trabajar en un mar-
jadores sociales, se cuestionen la validez ciente y la calidad de la relación tera- co/cosmología que
universal de los conceptos usados en péutica tienen un impacto mucho ma- construya una rela-
relación al desarrollo del niño y su salud yor en la evolución que una técnica ción significativa en-
mental, y de las escalas que los acompa- específica (Whampold, 2001). Por lo tre el terapeuta/mé-
dico y el paciente/la
ñan (Timimi, 2002, 2005a, b). Conceptua- tanto, una terapia efectiva gira en torno
familia.
lizar las dificultades emocionales y de a la capacidad de utilizar los recursos/
comportamiento de los niños con for- resiliencia existentes y la de trabajar en
mulaciones que no dependen de con- un marco/cosmología que construya
ceptos universales de carácter determi- una relación significativa entre el tera-
nista e inapropiado desarrollados en la peuta/médico y el paciente/la familia
reciente psiquiatría infantil occidental (Duncan, Miller & Sparks, 2004). Todas Fundación Dar
(p.e., basados en conceptos diagnósti- las comunidades tienen recursos valio- Ballarj, Marrakesch,
cos como el TDAH, la depresión infantil, sos, incluidos los espirituales/religiosos. 2015
etc.), nos permite una formulación co-
construida (que abarque al clínico y al
chico/familia) que busque e incluya acti-
vamente los propios modelos de la fami-
lia sobre la infancia y la crianza de los
niños. Tomar en serio las perspectivas no
occidentales también permite unos mo-
delos de infancia y de vida familiar más
tolerantes y que aceptan un rango más
amplio de conductas y expresión emo-
cional en el niño, y quizá más orientadas
al papel crucial que juega la familia (y el
vecindario) en asegurar el bienestar
emocional de los niños.

Solución de problemas

La cultura occidental tiene muchos mé-


todos para tratar los problemas de la
infancia, incluidos la terapia familiar, la

  Átopos 31
Para muchas culturas no occidentales al comportamiento de los niños en esa
es la familia, y no el individuo, la unidad comunidad. En cuanto a la política, po-
social básica. Las familias y las comuni- dríamos apoyar políticas que promue-
dades que refuerzan y capacitan para van más sistemas de valores pro-socia-
sanar y confortar a los niños deben ser les, la reducción de la desigualdad
reconocidas y apoyadas. social y que se generen familias y comu-
nidades más fuertes y cohesionadas2.
Pueden ser útiles las ideas de otros sis- Mientras que la discusión exhaustiva de
temas de medicina. Por ejemplo, la me- qué políticas producirán este cambio
dicina ayurvédica contempla la enfer- no es el objetivo de este artículo, los
Tenemos la respon- medad como una disfunción en el profesionales sí deberían implicarse
sabilidad, como pro- delicado equilibrio del sistema somáti- más en debates más amplios sobre el
fesionales social- co, climático y social. Las causas no se desarrollo de los niños, su salud mental,
mente respetados,
localizan como tales, sino que se obser- su protección y la relación de estos as-
de entender que lle-
vamos a nuestro tra- van como parte de un sistema desequi- pectos con la economía, la adversidad,
bajo un sistema cul- librado, con los síntomas vistos como la cultura y la desigualdad.
tural de valores. una parte de un proceso, más que como
una entidad patológica.(Obeyesekere,
1977). Esta actitud basada en el equili- Notas
brio con la naturaleza (y opuesta al con-
trol de la misma) resuena con aproxima- 1. Edward Said (1978, 1981) aclara el ca-
ciones que incluyen las intervenciones rácter estructural y social del racismo
sobre el estilo de vida como la dieta, el en su exposición sobre el Orientalis-
En cuanto a la políti- ejercicio, el mindfulness y las rutinas fa- mo. Orientalismo es el conjunto de
ca, podríamos apo- miliares. Todas ellas pueden ayudar a discursos occidentales que han cons-
yar políticas que aumentar la diversidad de la práctica truido un Oriente de forma que de-
promuevan más sis-
clínica. pende de la posición de superioridad
temas de valores
pro-sociales, la re- y hegemonía de Occidente, un con-
ducción de la des- junto de ideas impregnadas de la su-
igualdad social y Influencias culturales sobre perioridad europea, racismo e impe-
que se generen fa- el comportamiento rialismo que se pueden encontrar en
milias y comunida- varios textos occidentales, medios de
des más fuertes y
Tenemos la responsabilidad, como pro- comunicación, disciplinas y prácticas.
cohesionadas.
fesionales socialmente respetados, de
entender que llevamos a nuestro traba- 2. 
Algunas sugerencias sobre políticas
jo un sistema cultural de valores. Nues- que pueden promover un conjunto de
tras acciones tendrán efectos sobre una valores con mayor contenido pro-social
comunidad local más amplia. Por ejem- y, por tanto, también un mayor tipo de
plo, si calmamos el comportamiento de prácticas, incluyen: luchar contra la po-
un niño con medicación, es comprensi- breza infantil global, limitar la publici-
ble que el colegio de este niño derive a dad dirigida a los jóvenes, llevar a cabo
más niños en busca de esta medicación, prácticas laborales respetuosas con la
lo que resultaría en la legitimación de familia, como horarios de trabajo flexi-
algunas creencias y prácticas referidas bles, conceder permisos por materni-

32 Átopos 
dad/paternidad compatibles con avan- – Department of Health, NHSE. (2005). Prescrip-
tion cost analysis England 2004. Retrieved from
zar en la carrera profesional, criminalizar
http://www.dh.gov.uk/PublicationsAndStatistics/
a los padres voluntariamente ausentes Publications/ PublicationsStatistics/Publica-
y apoyar a partidos políticos que favo- tionsStatisticsArticle/fs/en?CONTENT_ID=
rezcan una política de redistribución de 4107504&chk=nsvFE0
la riqueza. – Dodds, C. (2005). Latest NICE guidelines sets
new standards for treating depression in chil-
dren and young people. Retrieved from http://
Traducción de Ana Moro www.nice.org.uk/pdf/2005_022_Depression_in_
El original en inglés puede verse Children_Guideline.pdf
en la Web de Átopos www.atopos.es – Duncan, B., Miller, S., & Sparks, J. (2004). The
(en Documentos/artículos) en sección heroic client. San Francisco, CA: Jossey-Bass.
reservada para suscriptores de la revista. – Dwivedi, K. N. (1996). Culture and personality.
In K. N. Dwivedi & V. P. Varma (Eds.), Meeting the
needs of ethnic minority children (pp. 42-65).
Bibliografía London, UK: Jessica Kingsley.
– Elias, N. (1939). The civilizing process. New
– Althusser, L. (1969). For Marx. London, UK: York, NY: Blackwell.
Allen Lane. – Flanagan, P. (2005). 40% of working mums slide
– Aries, P. (1962). Centuries of childhood. Lon- into depression. Daily Express (2 June): 15.
don, UK: Jonathan Cape. – Harkness, S., & Super, C. (Eds.). (1996). Parents’
– Banhatti, R., Dwivedi, K., & Maitra, B. (2006). cultural belief systems: Their origins, expressions
Childhood: An Indian perspective. In S. Timimi & and consequences. London, UK: Guilford Press.
B. Maitra (Eds.), Critical voices in child and ado- – Hendrick, H. (1997). Constructions and recons-
lescent mental health (pp. 75-96). London, UK: tructions of British childhood: An interpretive
Free Association Books. survey, 1800 to the present. In A. James & A.
– Beckett, C. (2005). The Swedish myth: Corporal Prout (Eds.), Constructing and reconstructing
punishment ban and child death statistics. British childhood: Contemporary issues in the sociolo-
Journal of Social Work, 35, 125-138. gical study of childhood (pp. 28-56). London, UK:
Falmer Press.
– British Medical Association. (2006). Child and
adolescent mental health: A guide for professio- – Hopper, K., Harrison, G., Janka, A., & Sartorius,
nals. London, UK: British Medical Association. N. (Eds.). (2007). Recovery from Schizophrenia:
An international perspective. Oxford, UK: Oxford
– Burman, E. (2005). Childhood, neo-liberalism University Press.
and the feminization of education. Gender and
Education, 17, 351-367. – International Narcotics Control Board (INCB).
(2004). Comments on the reported statistics on
– Calvert, K. (1992). Children in the house: The psychotropic substances. Retrieved from http://
material culture of early childhood, 1600-1900. www. incb.org/pdf/e/tr/psy/2004/psychotropics_
Boston, MA: Northeastern University Press. comments.pdf
– Cederblad, M. (1988). Behavioural disorders in – International Narcotics Control Board (INCB).
children from different cultures. Acta Psychiatrica (2005). Report of the International Narcotics
Scandinavia, 78(S344), 85-92. Control Board for 2005. Retrieved from http://
– Cohen, D., & Timimi, S. (Eds.). (2008). Libratory www.incb.org/incb/ en/annual_report_2005.html
psychiatry: Philosophy, politics and mental – James, O. (2007). Affluenza. London, UK: Vermilion.
health. Cambridge, UK: Cambridge University
Press. – Jenkins, H. (1998). Introduction: Childhood in-
nocence and other modern myths. In H. Jenkins
– Cunningham, H. (1995). Children and child- (Ed.), The children’s culture reader (pp. 1-37).
hood in western society since 1500. London, New York, NY: New York University Press.
UK: Longman.

  Átopos 33
– Kirmayer, L. J. (2006). Beyond the ‘new cross- – Richards, B. (1989). Visions of freedom. Free
cultural psychiatry’: Cultural biology, discursive Associations, 16, 31-42.
psychology and the ironies of globalization.
– Rose, N. (1999). Powers of freedom: Reframing
Transcultural Psychiatry, 43(1), 126-144.
political thought. New York, NY: Cambridge Uni-
– Lasch, C. (1980). The culture of narcissism. Lon- versity Press.
don, UK: Norton (Abacus).
– Said, E. (1978). Orientalism. London, UK: Routledge.
– LeFever, G. B., Dawson, K. V., & Morrow, A. D.
– Said, E. (1981). Covering Islam. London, UK:
(1999). The extent of drug therapy for attention
Routledge.
deficit hyperactivity disorder among children in
public schools. American Journal of Public – Sharav, V. (2006). ADHD drug risks: Cardiovas-
Health, 89, 1359-1364. cular and cerebrovascular problems. Retrieved
from http://www.ahrp.org/cms/content/view/
– Maitra, B. (2006). Culture and the mental health
76/28/ Sommerville, J. (1982). The rise and fall of
of children: The cutting edge of expertise. In S.
childhood. London, UK: Sage.
Timimi & B. Maitra (Eds.), Critical voices in child
and adolescent mental health (pp. 48-74). Lon- – Stephens, S. (1995). Children and the politics of
don, UK: Free Association Books. culture in ‘Late Capitalism’. In S. Stephens (Ed.),
Children and the politics of culture (pp. 3-48).
– Martin, J., & Sugarman, J. (2000). Between the
Princeton, NJ: Princeton University Press.
modern and the postmodern: The possibility of
self and progressive understanding in psycholo- – Summerfield, D. (2008). How scientifically valid
gy. American Psychologist, 55, 397-406. is the knowledge base of global mental health?
British Medical Journal, 336, 992-994.
– McMunn, A. N., Nazroo, J. Y., Marmot, M. G.,
Boreham, R., & Goodman, R. (2001). Children’s – Tait, G. (2006). A brief philosophical examina-
emotional and behavioural well-being and the tion of ADHD. In G. Lloyd, J. Stead, & D. Cohen
family environment: Findings from the Health (Eds.), Critical new perspectives on ADHD (pp.
Survey for England. Social Science and Medici- 83-95). Oxford, UK: Routledge.
ne, 53, 423-440.
– Timimi, S. (2002). Pathological child psychiatry
– Moncrieff, J. (2008). Neoliberalism and biop- and the medicalization of childhood. London,
sychiatry: A marriage of convenience. In C. Co- UK: Brunner-Routledge.
hen & S. Timimi (Eds.), Libratory psychiatry (pp.
– Timimi, S. (2004). Rethinking childhood depres-
235-257). New York, NY: Cambridge University
sion. British Medical Journal, 329, 1394-1396.
Press.
– Timimi, S. (2005a). Effect of globalisation on
– Obeyesekere, G. (1977). The theory and practi-
children’s mental health. British Medical Journal,
ce of psychological medicine in Ayurvedic tradi-
331, 37-39.
tion. Culture, Medicine and Psychiatry, 1, 155-181.
– Timimi, S. (2005b). Naughty boys: Anti-social
– Olfson, M., Marcus, S. C.,Weissman, M. M., &
behaviour, ADHD, and the role of culture. Ba-
Jensen, P. S. (2002). National trends in the use of
singstoke, UK: Palgrave Macmillan.
psychotropic medications by children. Journal of
the American Academy of Child and Adolescent – Timimi, S. (2006). Childhood depression? In S.
Psychiatry, 41, 514-521. Timimi & B. Maitra (Eds.), Critical voices in child
and adolescent mental health. London, UK: Free
– Pillai, A., Patel, V., Cardozo, P., Goodman, R.,
Association Books.
Weiss, H. A., & Andrew, G. (2008). Non-traditio-
nal lifestyles and prevalence of mental disorders – Timimi, S. (2007). Misunderstanding ADHD:
in adolescents in Goa, India. The British Journal The complete guide for parents to alternatives
of Psychiatry, 192, 45-51. to drugs. Milton Keynes, UK: Authorhouse.
– Prout, A., & James, A. (1997). A new paradigm – Timimi, S. (2008). Child psychiatry and its rela-
for the sociology of childhood? Provenance, tionship to the pharmaceutical industry: Theore-
promise and problems. In A. James & A. Prout tical and practical issues. Advances in Psychiatric
(Eds.), Constructing and re-constructing child- Treatment, 14, 3-9.
hood: Contemporary issues in the sociological
– Timimi, S., & 33 co-endorsers (2004). A critique
study of childhood (pp. 7-33). London, UK: Fal-
of the international consensus statement on
mer Press.

34 Átopos 

También podría gustarte