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Queridas comunidades educativas y amigos de la Fundación:

Una vez más hemos llegado al cierre de un año intenso, cargado de desafíos
institucionales y con la pandemia como telón de fondo. Más allá de todas las
vicisitudes que hemos transitado, creemos que ha sido un gran año. Por eso "se me
alegra el corazón y mi carne descansa serena" (Salmo 15,9). Estamos orgullosos y
agradecidos por el gran esfuerzo realizado por cada uno y por cada comunidad,
colegios y familias, para que nuestros alumnos reciban lo mejor en su proceso de
formación y crecimiento personal.

Por delante tenemos un 2022 que traerá nuevos desafíos y oportunidades. A


nivel sanitario no podemos adivinar o predecir, pero tenemos la esperanza que sea
más parecido a lo que conocemos y podamos estar de forma presencial. Lo que sí
sabemos es que será un año de austeridad, la que nos ubica necesariamente en lo
esencial y germinal. Y eso es bueno, pues hace resurgir la innovación y creatividad,
dos características que nos definen como Fundación Sophia.

A su vez no tendremos algunos servicios centrales: como el equipo de


campamentos y el de la Liga Sophia. Esta "poda" le dará más fuerza y protagonismo
a cada comunidad educativa: dirección, docentes, funcionarios, familias y
estudiantes. Brotará savia nueva en cada lugar. Al final tendremos una red
fortalecida porque cada centro será más fuerte.

En lo pedagógico debemos acelerar a fondo para mejorar los resultados en


cada una de las áreas de conocimientos. Es el camino para consolidar finalmente la
calidad educativa.

Pero nuestro gran deseo es hacer brillar lo mejor que le podemos brindar a
nuestros alumnos y sus familias: una propuesta pastoral potente e incisiva, que lleve
a la profundidad del corazón de cada uno el anuncio de la fe. Nuestra principal
prioridad es la propuesta pastoral en cada colegio en sus expresiones más
sencillas: la oración, la vida sacramental, la devoción a la Virgen, los retiros, los
campamentos y la formación cristiana.

“Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad”. Salmo 15, 6

La Fundación Sophia es el "lote" que nos ha tocado, es un regalo del Señor


para nosotros que Somos Parte. Esta obra hace posible la continuidad de tantos
proyectos educativos en comunidades tan diferentes, y a la vez tan parecidas en su
finalidad: llevar la luz del Evangelio de Jesús que nos Salva. Somos muchos y muy
diversos, cada uno tiene en sus manos el tesoro de ser partícipe y protagonista.
Gracias Padre bueno, "me encanta mi heredad".

Les deseo un muy buen descanso, lo merecemos. Podemos estar tranquilos,


estamos en sus manos y por eso "mi carne descansa serena".

Que el Señor nos siga bendiciendo. Un abrazo.

Federico Reyes
Director Ejecutivo

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