Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Há
mundo por vir? Ensaio sobre os medos e os fins. Florianópolis:
Cultura e Barbárie / Instituto Socioambiental.
.“El fin del mundo es un tema aparentemente interminable – por lo menos, está claro,
hasta que éste acontezca. El registro etnográfico consigna una variedad de maneras
por las cuales las culturas humanas han imaginado la desarticulación de los cuadros
espacio-temporales de la historia. Algunas de esas imaginaciones ganaron una nueva
vida a partir de los años 90 del siglo pasado, cuando se formó el consenso científico al
respecto de las transformaciones en curso en el régimen termodinámico del planeta.
Los materiales y análisis sobre las causas (antrópicas) y las consecuencias
(catastróficas) de la “crisis” planetaria vienen acumulándose con extrema rapidez,
movilizando tanto la percepción popular, debidamente mediada por los medios, como
la reflexión académica” (11).
. “Por eso, no son apenas las sociedades que integran la civilización dominante, de
matriz occidental, cristiana, capitalista-industrial, sino toda la especie humana, la
propia idea de especia humana, que está siendo interpelada por la crisis –incluso, por
lo tanto y sobre todo, aquellos tantos pueblos, culturas y sociedades que no están en
el origen de la crisis” (12).
. “Este texto es un intento de llevar a serio los discursos actuales sobre el “fin del
mundo”, tomándolos como experiencias del pensamiento acerca del cambio de la
aventura antropológica occidental hacia la caída, esto es, como intentos de invención,
no necesariamente deliberados, de una mitología adecuada al presente. “ (17).
. “Uno de los aspectos más interesantes de estos tiempos es, como ha sido
exhaustivamente observado, su aceleración descontrolada. El tiempo está fuera de eje,
y andando cada vez más rápido. (…) Virtualmente todo lo que puede ser dicho sobre la
crisis climática se torna, por definición, anacrónico, desfasado; y todo lo que debe ser
hecho al respecto de eso es necesariamente muy poco, y demorado por demás –too
little, too late.” (19).
. “Local y global se sobreponen y se confunden: la elevación global del nivel del mar no
se refleja uniformemente en su elevación local; los cambios climáticos son un
fenómenos global, pero los eventos extremos inciden cada vez en un punto diferente
del planeta, tornando su previsión y la prevención de las consecuencias cada vez más
difíciles. Todo lo que hacemos localmente tiene consecuencias sobre el clima global,
pero por otro lado nuestras pequeñas acciones individuales de mitigación parecen no
surtir ningún efecto observable. Estamos presos, en fin, de un devenir loco
generalizado de las cualidades extensivas e intensivas que expresan el sistema biofísico
de la Tierra” (25).
. “El problema del fin del mundo se formula, entonces, siempre como una separación o
divergencia, un divorcio o una viudez, resultante de la desaparición de uno de los polos
de la dualidad entre el mundo y su Habitante, o ente del cual el mundo es mundo – y
que en nuestra tradición metafísica [34] tiene a ser el “Humano”, ya sea que responda
al apellido de Homo sapiens o de Dasein-, desaparición sea por su extinción física, sea
por su absorción metafísica por el término correlativo, lo que lleva a la
redeterminación de este término subsidente.” (33-34).
. “El mundo sin nosotros que veremos aquí es un mundo independiente de cualquier
experiencia, anterior a toda descripción, actual o virtual. Un mundo sin observador,
que se constituye esencialmente, y no apenas se define accidentalmente, como
ausencia de perspectiva.” (48)
. “El choque con el planeta Melancolía es un evento que acaba con todos los eventos, y
con el mismo tiempo, exactamente en el mismo sentido en que Anders se refería al
desastre nuclear: no sobre nadie, no hay ninguna voz en off para comentar el fin del
mundo –el tiempo real desaparece al punto de no poderse imaginar en qué tiempo
verbal se podría narrar lo inenarrable, sino en un “presente” mudo (no sobra nadie, no
hay ninguna voz). Al choque con Melancolía le sigue la oscuridad, o antes, la ausencia
de imagen, el silencia, la nada. El fin del mundo es el fin del film, y el fin del film es el
fin del mundo.” (54).
5. Enfim, sós
. “La verdad alegórica del film estaría, antes, en el carácter súbito (en la escala
biográfica humana) de nuestra toma de conciencia de la intrusión de Gaia, y de la
convicción rápidamente creciente de la irreversibilidad, de la irrevocabilidad de esa
intrusión: Gaia vino para quedarse y cambiará nuestra historia para siempre (…). Por
eso Gaia se parece mucho más al planeta Melancolía que a la Tierra que es golpeada
por él; Melancolía es una imagen de la trascendencia gigantesca y enigmática de Gaia,
entidad que se mece sobre nuestro mundo, tornado súbitamente demasiado humano,
de modo arrasador.” (59)
6. Um mundo de gente
. “Pero los amerindios piensan que hay muchas más sociedades (y por lo tanto
humanos) entre el cielo y la tierra de lo que sueñan nuestras antropologías y filosofías.
Lo que llamamos “ambiente” es para ellos una sociedad de sociedades, una arena
internacional, una cosmopoliteia. No hay por lo tanto una diferencia absoluta de
estatuto entre sociedad y ambiente, como si la primera fuese el “sujeto” y el segundo
el “objeto”. Todo objeto es siempre un sujeto, y siempre es más que uno” (94).
. “La regla en las mitologías amerindias, decíamos, son los Apocalipsis periódicos. Pero
cuando éstas se cruzan, en los pueblo actuales, con las múltiples informaciones sobre
la catástrofe climática en curso, que les llegan de todos lados; cuando a estas
informaciones se les suman las observaciones aún más preocupantes, por ser
obtenidas de la experiencia directa, de una dessincronización de los ritmos
estacionales y de los ciclos hidrológicos, y de una consecuente perturbación de las
interacciones biosemióticas características de los hábitats tradicionales de estos
pueblos; cuando a eso se adhiere a la [104] destrucción generalizada, creciente y
violenta de estos ambientes por los “programas de aceleración del crecimiento”
promovidos por los Estados-nación referentes del capitalismo mundial integrado, para
no hablar de la penetración antigua, pero ahora más acelerada, de las escatologías
apocalípticas diseminadas por las sectas misioneras evangélico-fundamentalistas – en
estas condiciones, hoy cada vez más presentes en la América indígena, las
“inquietudes” en cuanto a la imposibilidad patente de reproducir el presente
etnográfico ganan un sentido de urgencia decididamente pesimista” (103-104).
A espécie impossível
Dipesh Chakrabarty
. “Dipesh Chakrabarty en “The climate of history”, llamaba la atención en el hecho de
que el Antropoceno parece exigir la vuelta del concepto, recusado con estruendo por
las teorías críticas de la mundialización capitalista, de “humanidad” en cuanto “especie
humana”. Este es porque, decía él, las consecuencias de la catástrofe climática sólo son
comprensibles cuando pensamos a los humanos como una forma de vida, y a su
trayectoria más reciente (…) como parte de la larga historia de la vida en la Tierra”
(108).
. “Si la responsabilidad por el colapso ambiental no puede ser uniformemente
distribuida –es evidente cuáles fueron las regiones geográficas, las formaciones y los
segmentos sociales que se beneficiaron históricamente con los procesos que lo
desencadenaron-, sus consecuencias lo serán mucho más: “el Antropoceno”, advierte
el autor, “apunta a una catástrofe compartida”.” (109).
. “La solidaridad ontológica de la “especie humana” (…) con los demás pueblos,
colectivos e intereses que pueblan, disputan y constituyen la Tierra no es, para mucho
pueblos no-modernos, la consecuencia inerte (conceptual) de una historia natural, sino
un dato activo (experiencial) de la historia social del conjunto de lo viviente en cuanto
actualuzación diferenciada de la potencia antropomorfa precosmológica. El concepto
de Antropoceno de Chakrabarty, en suma, nos parece carente de comparativismo
etnológico y de curiosidad traductiva” (111).
Günther Anders
. “Pero Anders piensa, bien al contrario, que no tenemos el derecho (113) de disimular
la existencia, en este tiempo del fin inaugurado por el advenimiento de la era nuclear,
de dos lados distintos e inconciliables, el de los culpados y el de las víctimas. No se
trata de suicidio, sino del asesinato de una parte de esa especia por otra parte de la
misma especie. Al mismo tiempo, dadas las características de la tecnología nuclear, la
aniquilación acabaría por afectar a todos los seres humanos indistintamente, de
manera que, dice él, la fisión dará dialécticamente lugar a una fusión (…). Como para
Chakrabarty, entonces, aparentemente sólo habrá una humanidad cuando no haya
más humanidad alguna, cuando desaparezca el último ser humano de la Tierra” (112-
113).
. “Anders defiende lo que llama “apocalipsismo profliláctico”. (…) La profecía del “fin
del mundo”, en este sentido, debe ser performativamente anunciada para que no se
torne realidad” (114).
Bruno Latour
. “Bruno Latour, a su vez, habla de una guerra que, aunque también ya ha comenzado,
precisa ser “oficialmente” declarada para que las conversaciones de paz dean
iniciadas, y para que con eso no sólo se evite el fin del mundo por la generalización del
ecocidio que acompaña el avance del frente de modernización, como para que se críe
o instaure un mundo, sino precisamente, un “mundo común”, un modus vivendi entre
los habitantes de un planeta puesto sobre la égide de Gaia, un “personaje divino”
(theoteros) muy diferente a la Naturaleza o a la Divinidad del periodo moderno. Un
personaje, sobretodo, que no tiene ningún interés en servir de árbitro exterior en un
conflicto entre los dos pueblos, los dos demoi enemigos que se oponen hoy en un
combate mortal en torno del nomos (orden / distribución / apropiación) de la Tierra ”
(116).
. “Los dos personajes míticos de nuestro ensayo forman aquí una figura de un solo
lado: la humanidad no está del otro lado del ser, ella no es el inverso o el negativo del
mundo, así como el mundo no es el “contexto” (el “ambiente”) de un Sujeto que lo
contra-define como [117] Objeto. No es esta la dualidad que cuenta, ni esta la
negatividad que se impone” (116-117).
. “El camino para una anhelada futura paz universal solo podrá ser recorrido, entiende
el autor, se comenzamos por una múltiple y combinada recusación del presente
agenciamiento cosmopolítico (demos – theos – nomos ) instaurado por los Modernos.
Recusa, entonces, la unificación precoz del multiverso (o sea, recusa de la unificación
del “mundo”, ese espacio multinanural de coexistencia de los planos de inmanencia
trazados por los innumerables colectivos que lo recorrer y animan), recusa de la
anterioridad del hecho al valor, del dato a lo construido, de la naturaleza a la cultura;
recusa del poder de policía atribuido a la Ciencia como intermediario autorizado
exclusivo de la primera Naturaleza; recusa del único “verdadero” fetichismo, a saber, la
pretendida referencialidad de la Economía como ciencia de la segunda Naturaleza
(pretensión de medir valores instituidos por la propia actividad mensurante). Recusa,
por fin, de la idea de anthropos como entidad prematuramente unificada, figura que
eclipsa, en nombre, una vez más, de una Naturaleza (…), la pluralidad contradictoria y
heterogénea de condiciones e intereses de los colectivos que se ven delante de la
terrible teofanía de Gaia” (117).
.“
Seja como for, aquilo que dizíamos mais acima, que os índios tinham
algo mais a nos ensinar em matéria de apocalipses, de perdas de mundo,
de catástrofes demográficas e de fins da História é simplesrnenre isto: para
os POyOS nativos das Américas, o fim do mundo já aconteceu, cinco séculos
atrás.(..) Podedamos
assim chamar de Primeira Grande Extincáo Moderna esse evento
americano, quando o Novo Mundo foi atingido pelo Velho como se por
um planeta gigantesco, que propomos chamar Mercadoria, por analogia
com o planeta Melancolia de L. von Trier.(138)
A palavra "fracionamento" é, na verdade,
apropriada; pois é como se o fim do mundo fosse um acontecimento ftactal,
que se reproduz indefinidamente em diferentes escalas, das guerras etnocidas
em diversas partes da África ao assassinato sistemático de líderes indígenas
ou militantes ambientalistas na Amazónia, da compra de territórios
gigantescos de países pobres por potencias hiperindustriais a grilagem e
desmatamento de terras indígenas por interesses minerários e agronegociais,
a expulsáo de urna única família de camponeses para a arnpliacáo de
um campo de soja transgénica ... Isso para náo falarmos da "fractalizacáo"
do fim que percorre de cima a baixo a Grande Cadeia do Ser,171com a desaparicáo
dos inumeráveis Umwelten dos viventes.(139)
Pois sáo justamente os Maya que nos oferecem, hoje, talvez o melhor
exemplo de uma insurreicáo popular bem sucedida (no sentido de náo se
ter transformado em outra coisa) contra o monstro bicéfalo Estado-Mercado
que oprime as mi norias do planeta, a única revolta de um POyO indígena
da América Latina que conseguiu se manter sem degenerar em mais um
projeto estatal-nacionalista, e, muito importante, que deixou rapidamente
de se apoiar na velha escatología revolucionária "marxista" (na verdade,
cristá de fio a pavio), com que a Europa, por meio de seus insuportáveis
intelectuais-clérigos, continua a querer controlar as Íutas de libertacáo dos
POyOS, para tra<;:arum caminho cosmopolítico próprio. Estamos falando,[142] é claro,
do Movimento Zapatista, esta rara revolta que é um modelo de
"sustenrabilidade" - sustentabilidade política tambérn e sobretudo. Os
Maya, que viveram vários Iins-de-mundo, nos mostram hoje como é possível
viver depois do fim do mundo. Como, em suma, é possível desafiar o
Estado e o Mercado, e fazer valer o direito a autodeterrninacáo dos pOyos.
Verdadeiros especialistas em fins do mundo, os Maya, como todos os
demais povos indígenas das Américas, térn muito que nos ensinar, agora
que estamos no início de um processo de transforrnacáo do planeta em
algo parecido com a América no séc. XVI: um mundo invadido, arrasado
e dizimado por bárbaros estrangeiros. (141-142)