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por lo que ha llegado a tener una connotación negativa1.

Pensadores como
Bolingbroke, Burke y Hume trataron de diversas maneras el tema del partido. Si
bien el primero de ellos fue quien lo hizo de manera más extensa, fue Burke
quien trabajó la idea moderna de partido político. La concreción inicial fue el
Partido Republicano en los Estados Unidos, bajo la dirección de Thomas
Jefferson. Los partidos políticos más modernos, que han mostrado continuidad,
son el Partido Demócrata en Estados Unidos, nacido en 1828, y el Partido
Conservador en Inglaterra, que apareció alrededor de 1827 . Sin embargo, los
partidos fueron aceptados recién cuando se comprendió, que la diversidad y el
disentimiento no son necesariamente incompatibles ni perturbadores del orden
público. No obstante, la doctrina del pluralismo constitucional, de la división y
equilibrio de poderes, se forjó sin los partidos, lo que en realidad tienen un
reconocimiento a nivel constitucional recién después de la Segunda Guerra
Mundial; todo ello impulsado por la ampliación del sufragio. Así, el pluralismo
es aceptado, y ello implicaba que podía y debía existir más de un partido.

Habría que añadir que el pluralismo de partidos fue posible gracias a la


ampliación del sufragio. Este fenómeno lleva a que se conforme una sociedad
politizada con la consecuente mayor participación de sus miembros en el
sistema político. En otras palabras, diversos contingentes de miembros de la
sociedad obtienen la posibilidad de participar en los procesos de toma de
decisiones de su propia comunidad. Los que entran ya no salen. Solo se les
puede reprimir, como ocurre en algunos Estados y, con gran frecuencia, en la
historia latinoamericana. En tal sentido, el sistema de partidos adquiere una
nueva función. Cuando una sociedad se desarrolla y crece, sus funciones se
complejizan; sus normas y reglas, que relacionan a Estado y sociedad civil, se
empiezan a establecer conforme a su sistema de partidos. De esta manera, los
partidos políticos cumplen el rol de organismos de canalización: el sistema por
ellos forjado constituye el sistema de canalización política de la sociedad 2.

Sartori se distancia de las definiciones de estos autores; señala que en el fondo


ellas no distinguen partidos de facciones y propone una definición mínima: «un
partido es cualquier grupo político que se presenta a las elecciones y puede
colocar mediante estas a sus candidatos en cargos públicos». Esta definición
mínima se funda en la participación electoral de los partidos, aunque carece de
capacidad explicativa. Para nuestro caso esta definición resulta insuficiente

1
El término «facción», del verbo latino facere (hacer, actuar), daba cuenta de un grupo dedicado a un
facere perturbador o nocivo. Por el contrario, la palabra apartido» viene del verbo latino partire, que
significa dividir y también compartir. Ingresa al vocabulario politico en el siglo XVII, reemplazando a
otro, «secta», su predecesor, derivado del latin secare, que significa, separar, cortar, es decir, dividir. El
Término secta se ligó al vocabulario religioso para denotar el sectarismo protestante. Sin embargo, esta
relación inicial trajo como consecuencia la asociación de la palabra «partido» con división y partición.
(Sartori Sartori, Giovanni: Partidos y sistemas de partidos/1. Madrid: Alianza Universidad NC 267, 1980,
p.65).
2
Idem.
pues, debido a una encarnizada persecución, durante largos periodos varios
partidos políticos estuvieron al margen de procesos electorales. Más aún,
muchos de estos procesos fueron solo parcialmente libres.

1.1 Criterios para la identificación de los partidos

• Un partido se esfuerza por tener influencia en el proceso de toma de


decisiones políticas y un efecto político en general. La participación en
dicho proceso político depende no solo de un período más largo, sino
también de un área más extensa. No es suficiente si una asociación está
políticamente activa y opera exclusivamente en el área local o aborda un
solo tema.
• Un partido es una asociación de ciudadanos con afiliación individual y
debe tener un cierto número mínimo de miembros para conservar el
reconocimiento de la seriedad de sus objetivos y de sus posibilidades de
éxito.
• Un partido debe demostrar el deseo de participar regularmente en la
representación política del pueblo, es decir, en las elecciones. Esto
difiere, por ejemplo, de las asociaciones, las organizaciones no
gubernamentales o de otras iniciativas que no desean tener
responsabilidad política en zonas más extensas, sino solo pretenden
tener influencia puntual y no participan en las elecciones.
• Un partido debe poseer una organización independiente y permanente;
no debería formarse solo para una elección y luego cesar en sus
actividades de nuevo.
• Un partido debe estar dispuesto a tener imagen pública.
• Un partido no necesariamente debe tener escaños en el parlamento,
pero sí debe cumplir con los demás criterios.
Por lo tanto, los partidos pueden definirse como asociaciones permanentes de
ciudadanos que, con base en sus programas y la afiliación voluntaria, se
esfuerzan por ocupar con su equipo de gestión, por la vía de las elecciones, los
puestos políticamente decisivos de un Estado y así poder implementar sus
ideas para la organización de la comunidad y la solución de los problemas
existentes.
Los partidos no pretenden participar solo en el proceso de la toma de
decisiones políticas, sino también tienen como fi n intervenir en la
representación del pueblo en el parlamento. Esto presupone que los partidos
participen en las elecciones. Por ende, su participación política, así como su
“peso” político están estrecha mente relacionados con las elecciones. La
voluntad del electorado tiene una importancia crucial para los partidos.
Figura 1

1.2 Origen histórico de los partidos


Con todas sus variantes, la configuración actual de los partidos no
siempre ha sido tal cual la conocemos hoy. Los partidos han ido evolucionando
a través del tiempo, y muchos de los aspectos que ahora les son
característicos fueron antes objeto de controversia.

Los partidos políticos son consecuencia de un largo proceso de cambio


al interior de las sociedades, siendo posible encontrar sus inicios mucho antes
de que apareciesen formalmente a mediados del siglo XIX.

1.2.1 Siglo XIII a primera mitad del siglo XVIII


Hacia inicios del Renacimiento y hasta la Edad Moderna, pueden
identificarse grupos de personas asociadas espontáneamente con el fin de
defender intereses particulares (léase clanes, séquitos personales, hombres
de negocios banqueros, mercaderes, dueños de pequeños comercios o
industrias-, entre otros). A estos grupos se les llamaba indistintamente, y

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