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Taboada, Paulina

El respeto por la persona y su dignidad como


fundamento de la bioética

Vida y Ética. Año 9, Nº 2, Diciembre 2008

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Taboada, Paulina. “El respeto por la persona y su dignidad como fundamento de la bioética”[en línea]. Vida y Ética. 9.2
(2008). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/respeto-persona-dignidad-fundamento-
bioetica.pdf [Fecha de consulta:..........]

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DOCTORADO HONORIS CAUSA


A S.E.R. MONS. ELIO SGRECCIA

EL RESPETO Paulina Taboada, M.D., Ph.D


· Directora del Centro de Bioética (Pontificia
POR LA Universidad Católica de Chile)

PERSONA
Y SU DIGNIDAD
COMO
FUNDAMENTO
DE LA BIOÉTICA

INSTITUTO DE BIOÉTICA / UCA - VIDA Y ÉTICA AÑO 9 Nº 2 DICIEMBRE 2008 75


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INTRODUCCIÓN [1] puede ser considerado -con justicia-


como padre de la Bioética personalista.
La Bioética personalista tiene su fun-
damento en el respeto por la persona y Desde un punto de vista histórico,
por su dignidad, tal como lo expresa la podemos decir que Wojtyla [5] propuso el
“norma personalista de la acción”: “principio personalista” a partir de una de
Persona est afirmanda propter seipsam las formulaciones del imperativo categó-
et propter dignitatem suam. [2] Tenemos rico de Kant, que nos recuerda que la per-
una obligación moral de respetar a la sona nunca debe ser utilizada como un
persona por sí misma y por la dignidad mero medio, sino siempre al mismo tiem-
que le viene dada por su “estructura po como un fin en sí mismo. [6] En efec-
ontológica”. [3] Dado que la persona to, Kant percibió con extraordinaria cla-
posee un valor altísimo -que denomina- ridad el deber moral de respetar a la per-
mos “dignidad”- es necesario que cada sona por sí misma. A partir de esta intui-
una de nuestras acciones libres respete ción filosófica kantiana, el concepto de
adecuadamente ese valor. Corresponde a persona pasó a ser central en la funda-
Mons. Elio Sgreccia el mérito de haber mentación de los derechos humanos. [7]
mostrado con enorme claridad las conse-
cuencias prácticas que se desprenden de Sin embargo, en el debate bioético
la aplicación de la norma personalista a contemporáneo, la función del concepto
los diversos ámbitos de la Bioética con- de persona parece haberse invertido. De
temporánea. [4] De hecho, este autor un tiempo a esta parte, dicho concepto

[1] El sentido de la honestidad intelectual me lleva a dejar constancia de que las principales ideas recogidas en estas
reflexiones no son propias, sino que corresponden a la herencia que nos ha sido transmitida principalmente por autores
como Elio Sgreccia, Josef Seifert, Robert Spaemann, Tadeusz Styczen, Rocco Buttiglione y Karol Wojtyla.
[2] Cfr. STYCZEN, Tadeusz, The ABC of Ethics. Manuscrito inédito, 1981. STYCZEN propone que la norma personalista de
la acción puede ser formulada del siguiente modo: “Persona est afirmanda propter seipsam et propter dignitatem
suam”.
[3] Cfr. WOJTYLA, Karol, El hombre y su destino, Madrid, Palabra, 1998; cfr.: WOJTYLA, Karol, Mi visión del hombre,
Madrid, Palabra, 1997, y WOJTYLA, Karol, Persona y acción, Madrid, BAC, 1982.
[4] Cfr. SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética, trad. M. Fernandez, México, Diana, 1996; GUERRA LÓPEZ, Rodrigo, Afirmar
a la persona por sí misma. La dignidad como fundamento de los derechos de la persona, México, Comisión Nacional de
los Derechos Humanos, 2003.
[5] Cfr. WOJTYLA, Karol, El hombre y su destino, op. cit.; WOJTYLA, Karol, Mi visión del hombre, op. cit., y WOJTYLA, Karol,
Persona y acción, op. cit.
[6] KANT, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Madrid, Espasa-Calpe, 1996.
[7] GUERRA, Rodrigo, Afirmar a la persona por sí misma…, op. cit.

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parece jugar un papel fundamental en la cia de sí mismo, el raciocinio, la “capaci-


destrucción de la idea de que los seres dad moral”, etc.). Por tanto, no serían
humanos, por el mero hecho de serlo, personas “en sentido estricto” aquellos
poseerían algo así como derechos frente miembros de la especie humana que
a sus iguales. Se nos asegura hoy que no carecen del uso de razón y de la “capaci-
todos los seres humanos son sujetos de dad moral”, ya sea porque todavía no los
derechos, sino sólo aquellos que son per- han adquirirlo (por ejemplo embriones,
sonas . Esta afirmación lleva implícita la fetos, bebés, etc.), porque nunca llegarán
idea de que existen seres humanos que a desarrollarlos (por ejemplo retardados
no son personas. Si hasta ayer nadie mentales) o porque los han perdido per-
dudaba de la falsedad de una afirmación manentemente (por ejemplo pacientes en
como ésta, hoy -en cambio- nos vemos estado vegetativo persistente).
enfrentados al desafío de tener que
demostrar su falacia, pues renombrados De este modo, negando a algunos
autores contemporáneos en el campo de seres humanos su condición de personas,
la Bioética -como por ejemplo Singer [8] algunos autores contemporáneos privan
y Engelhardt Jr. [9]- postulan que no simultáneamente a esos seres de su dig-
todos los seres humanos son personas. nidad y de los derechos que les son pro-
pios. Por tanto, ya no bastaría con que
De acuerdo al planteamiento de alguien sea miembro de la especie huma-
Engelhardt, [10] por ejemplo, solamente na para que se le reconozcan automáti-
podrían ser reconocidos como personas camente los derechos humanos , sino que
“en sentido estricto” aquellos miembros habría que demostrar -además- que
de la especie humana que son capaces de posee en acto ciertas cualidades por las
ejercer actualmente las capacidades pro- cuales otros puedan identificarlo como
pias de las personas (como son la concien- persona. [11]

[8] SINGER, Peter, Ética práctica, Barcelona, Ariel, 1979.


[9] ENGELHARDT, H. Tristram, Los Fundamentos de la Bioética, Barcelona-Buenos Aires, Paidós, 1995.
[10] ENGELHARDT, op. cit., pp. 151-183.
[11] Desde un punto de vista filosófico, esta postura puede ser denominada “actualista”, ya que identifica al sujeto con
sus actos. De acuerdo con el realismo filosófico, la identificación del sujeto con sus actos es un error, pues la realización
de actos presupone la existencia de un sujeto que pertenezca a una especie capaz de realizar dichos actos (los actos no
se “sostienen” sin un sujeto).

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Así, las respuestas a las preguntas nocer que un sujeto posee dignidad. En
“¿son todos los seres humanos perso- este contexto reflexionaremos, también,
nas?” y “¿poseen todos los seres humanos sobre las diferentes dimensiones de la dig-
dignidad?” cobran hoy gran relevancia, nidad humana y sobre los derechos fun-
no sólo desde un punto de vista teórico, damentales que de ellas se derivan. Esto
sino también desde el práctico. [12] Estas nos permitirá comprender ciertas razones
interrogantes, que hasta ayer podrían por las que algunos autores contemporá-
habernos parecido absurdas, tienen hoy neos han negado la condición de persona
enorme actualidad. Como suele ocurrir a determinados seres humanos, así como
cuando se cuestiona alguna verdad que la falacia de esta distinción entre seres
históricamente ha sido aceptada como humanos y personas.
evidente, las nuevas teorías que se han
propuesto en el campo de la Bioética nos
confrontan con la necesidad de profun- DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
dizar en los fundamentos teóricos de Y ÉTICA
algunos conceptos éticos básicos, como
son los conceptos de persona, dignidad, Tradicionalmente, al concepto de per-
derechos humanos, etc. Este desafío fue sona se le ha reconocido una connota-
asumido magistralmente por Mons. ción axiológica. Una persona no es un
Sgreccia, quien elaboró su propuesta de ente como cualquier otro. No es un obje-
una Bioética personalista, basada en el to neutro, cuyo contacto nos deje -por
imperativo ético de respetar a la persona así decirlo- indiferentes. Parece existir
por sí misma y por la dignidad ontológi- una intuición básica que nos lleva a cap-
ca, que le viene dada tanto por su origen tar que la persona está revestida de un
como por su destino eterno. cierto valor: hay algo que la saca de la
neutralidad y la eleva a una categoría de
Dado que no es posible comprender la importancia. Sin necesidad de un com-
originalidad y riqueza del aporte de Mons. plejo razonamiento deductivo, sino de un
Sgreccia al desarrollo de la Bioética con- modo que podríamos llamar “directo” o
temporánea sin profundizar en los con- “intuitivo”, captamos que la persona
ceptos de persona y dignidad humana, en representa un bien en sí mismo (un bien
lo sucesivo nos proponemos analizar lo objetivo). La persona posee una relevan-
que se entiende por dignidad y las impli- cia especial, una importancia positiva, un
cancias prácticas que se derivan de reco- valor. Es precisamente a ese valor, exclu-

[12] SPAEMANN, Robert, ¿Todos los hombres son personas?, en SPAEMANN, Robert, Personas. Acerca de la diferencia
entre “algo” y “alguien”, Barañáin (Navarra), EUNSA, 2000.

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sivo de la persona humana, lo que deno- intuitivamente su valor especial, que


minamos dignidad. El uso habitual del denominamos dignidad, podremos avan-
lenguaje solía reservar la palabra digni- zar un paso más en nuestra reflexión. El
dad para referirse al valor inconmensu- análisis de nuestra experiencia muestra
rable que poseen exclusivamente las per- que, junto con captar ese valor inconmen-
sonas. Es así como se acuñó la expresión surable, propio de las personas, captamos
“dignidad humana”. En general, no utili- también que ese valor exige de nosotros
zamos la palabra dignidad para referir- una respuesta adecuada. Descubrimos, así,
nos al valor que puedan tener otros entes la existencia de algo como una co-intui-
no personales, como por ejemplo los ani- ción por la que nos es dado simultánea-
males o los objetos inertes. mente reconocer un valor singular y la
necesidad de responder a ese valor con
Resulta necesario dar este “rodeo” al nuestras actitudes y conductas concretas.
intentar precisar qué entendemos por Podríamos llamar a este fenómeno “intui-
dignidad humana, puesto que la dignidad ción moral fundamental”, intuición que,
corresponde a uno de esos datos primarios por lo demás, parece ser común a todos
e irreductibles que no pueden ser formal- los hombres, independientemente de sus
mente definidos, sino que necesitan ser culturas o religiones. Algo nos dice que las
comprendidos en sí mismos. Este tipo de personas merecen ser tratadas con respe-
nociones no admiten una definición lógi- to. Corresponde a Kant el mérito de haber
ca, es decir, una definición en términos de visto con extraordinaria claridad este
género próximo y diferencia específica. En hecho. En efecto, una de las formulacio-
casos como éstos, la tarea del filósofo nes de su imperativo categórico nos
consiste en intentar dar una definición recuerda que la persona nunca debe ser
esencial, es decir, delinear aquellos aspec- utilizada como un mero medio, sino siem-
tos centrales (esenciales) del concepto, pre al mismo tiempo como un fin en sí
distinguiéndolos de los que son sólo peri- mismo. [13]
féricos (accidentales), para ayudarnos así
a “mirar en la dirección apropiada”, con la Podríamos decir, entonces, que el
esperanza de que lleguemos a “ver” por núcleo del razonamiento estriba en el
nosotros mismos ese aspecto de la reali- hecho de que la persona real y concreta,
dad, descubriendo su verdad. en virtud de su dignidad y de su “estruc-
Ahora bien, si admitimos que en nues- tura ontológica” (es decir, el modo en
tro contacto con las personas captamos que “está hecha”), es la que define el

[13] KANT, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, op. cit.

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ámbito del deber moral para las otras te diferentes, como el Cristianismo y el
personas. En otras palabras, no es ni el Humanismo Ateo. Es así como en el siglo
deber por el deber, ni la ley por la ley, ni XX surgieron diversas formas de
la utilidad por la utilidad, etc., lo que Personalismo. [14]
define el contenido de la obligación
moral (como afirman algunas corrientes Sin embargo, ese reconocimiento de
éticas actualmente relevantes), sino que la dignidad de la persona no puede limi-
este contenido viene dado básicamente tarse a formulaciones teóricas, sino que
por el respeto por la persona y por su debe expresarse en actos concretos, que
dignidad. realmente reflejen el respeto por cada
persona en particular, que es el verdade-
Es llamativo que, en nuestros días, el ro “sujeto ontológico” de esa dignidad.
redescubrimiento de la persona y de su De hecho, en la vida moral de las perso-
dignidad se está abriendo un camino pro- nas no basta con conocer normas gene-
pio en la reflexión ética. La afirmación del rales. Es necesario que esas normas se
valor de la persona no parece ser hoy un apliquen a situaciones particulares y
tema sujeto a debate, sino más bien un concretas, ya que es precisamente allí
dato que aceptamos como evidente por sí donde surge el llamado interior que
mismo. Y evidente no en virtud de la experimenta el sujeto moral a realizar u
aceptación de unos presupuestos filosófi- omitir un determinado acto (deber
cos particulares, sino en virtud de una moral). Es en la respuesta personal a esos
experiencia moral básica, que parece ser llamados interiores concretos donde se
común a todos los hombres. En efecto, la juega nuestra vida moral. Toda persona
actual proclamación de la persona consti- se encuentra a sí misma y se realiza en
tuye un componente esencial del progra- cuanto persona en la medida en que res-
ma ético de corrientes filosóficas de ponde adecuadamente a estos llamados
orientación muy diversa, como por ejem- interiores, que le exigen afirmar a cada
plo el Neo-Tomismo, el Existencialismo, la persona en razón de su dignidad. Si no lo
Fenomenología o el Neo-Marxismo, e hiciera así, no sólo lesionaría la dignidad
incluso de posturas religiosas radicalmen- del otro, sino que se traicionaría también

[14] Me refiero aquí específicamente al personalismo francés de Mounier y Maritain, al personalismo americano de
Bowne y Brightman y al personalismo polaco de Wojtyla, Stiyczen y Szostec. Cfr. WOJTYLA, Karol; SZOSTEC, Andreas &
STYCZEN, Tadeusz, Der Streit um den Menschen. Personaler Anspruch des Sittlichen, Kevelaer, Butzon & Bercker, 1979.
Cfr. BURGOS, Juan Manuel, Antropología: una guía para la existencia, 2ª. ed., Madrid, Palabra, 2003; BURGOS, Juan
Manuel, El personalismo hoy o el sentido de una asociación, en BURGOS, J. M.; CAÑAS, J. L. y FERRER, U. (eds.), Hacia
una definición de la filosofía personalista, Madrid, Palabra, 2006.

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a sí misma. Esta idea la expresó Platón decir, en su estructura ontológica). [17]


magistralmente en el Gorgias . [15] En sus elementos básicos, esa estructura
ontológica es lo que tradicionalmente se
Existe, por tanto, una convergencia ha llamado la naturaleza humana. Esta
entre la responsabilidad hacia otros y la naturaleza, en cuanto permanente y cog-
responsabilidad para con nosotros mismos. noscible, es la que nos permite formular
Descubrimos, así, que la norma moral más normas morales válidas para todas las
básica, que nos recuerda que debemos personas.
hacer el bien y evitar el mal, se concreta en
la máxima: “La persona -cada persona- ha Este fenómeno cultural se constituye
de ser afirmada por sí misma y por su dig- así en una demostración de la imposibili-
nidad”. [16] Y como la única respuesta ver- dad de facto de negar que toda persona
daderamente adecuada a la persona indi- humana posea una dignidad inalienable,
vidual y concreta es el amor, una formula- por la que merece ser respetada.
ción más precisa de la norma moral fun- Comprendemos, entonces, por qué algu-
damental sería: “La persona ha de ser nos autores de la Bioética contemporá-
amada por sí misma y por su dignidad”. nea -como Singer y Engelhardt- no pue-
Esta máxima resume y contiene en sí todos dan negar abiertamente que todas las
nuestros deberes morales. personas posean dignidad. Por tanto, al
justificar ciertas conductas prácticas que
Sin embargo, surge aún la pregunta indudablemente atentan contra la digni-
por los actos concretos que efectivamen- dad humana –por ejemplo el aborto, la
te manifiestan ese respeto (amor) por la eutanasia, el infanticidio, etc.-, estos
persona y su dignidad: ¿cómo podemos autores recurren a otra línea de argu-
identificar los actos que realmente respe- mentación, como es negar que algunos
tan a la persona y su dignidad? La res- seres humanos sean personas. Así, al pri-
puesta a este interrogante se funda en var a algunos seres humanos de su digni-
una reflexión filosófica sobre la forma en dad, los privan también de los derechos
que “está hecha” la persona humana (es que la dignidad trae aparejados.

[15] PLATÓN, Gorgias, 469b; 472c+d; 475e.


[16] STYCZEN, Tadeusz, The ABC of Ethics, op. cit.
[17] Cfr. WOJTYLA, Karol, El hombre y su destino, op. cit.; WOJTYLA, Karol, Mi visión del hombre, op. cit.; WOJTYLA, Karol,
Persona y acción, op. cit.

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ORIGEN Y DIMENSIONES cualidad o conducta personal. Por tanto,


DE LA DIGNIDAD HUMANA la dimensión ontológica de la dignidad
humana no admite grados y sólo podría
Hemos visto que existe una intuición perderse por la aniquilación de la persona.
ética fundamental que nos dice que el
reconocimiento de la dignidad de la per- Sin embargo, Cicerón reconoció tam-
sona humana nos impone el deber moral bién la existencia de otras dimensiones
de respetarla en cada uno de nuestros de la dignidad humana, que se fundan en
actos libres. Sin embargo, cabe aún pre- los actos intencionales de la persona o en
guntarnos: ¿de dónde le viene a la perso- ciertos atributos que los seres humanos
na humana su dignidad? Es indudable pueden poseer en diferentes grados. Así,
que la respuesta a esta pregunta reviste además de la dignidad ontológica,
una enorme complejidad y excede con Cicerón admite otras dimensiones de la
mucho las posibilidades de estas breves dignidad humana que derivan de algunas
líneas. Por tanto, recogiendo los aportes cualidades propias de cada persona, del
de algunos autores a este tema, [18] nos ejercicio de la libertad o de ciertos títu-
limitaremos a distinguir aquí diferentes los o cargos que la comunidad/sociedad
dimensiones de la dignidad humana. le otorgue a cada persona. Esta distinción
la introduce Cicerón en un famoso pasa-
La primera y más fundamental de las je de su libro Sobre los Deberes [20]:
dimensiones de la dignidad humana es la “Hemos de pensar también que la natu-
ontológica , que corresponde al valor raleza nos ha dotado, por así decirlo, de
especial de todo ser humano por poseer una doble persona. Una es común a
una naturaleza racional y libre. Ya en la todos los hombres, como resultado de
antigüedad romana, Cicerón reconoció que todos somos partícipes de la razón y
que la dignidad de la persona se funda en de la excelencia que nos sitúa por enci-
la naturaleza humana, en cuanto natura- ma de los animales y de donde procede
leza racional. Esta dignidad ontológica la toda especie de honestidad y de decoro,
tienen todos los seres humanos por el y se deduce el método que lleva a la
mero hecho de existir como “naturalezas investigación y al hallazgo del deber (…).
racionales individualizadas”. [19] En otras
palabras, la dignidad ontológica la posee La otra, en cambio, se atribuye como
la persona humana por el mero hecho de parte característica a cada uno. Pues,
existir y es independiente de cualquier como en los cuerpos hay grandes deseme-

[18] Me referiré aquí fundamentalmente a Cicerón, Marcel y Seifert.


[19] SPAEMANN, Robert, ¿Todos los hombres son personas?, op. cit.
[20] CICERÓN, Sobre los deberes, Madrid, Tecnos, 1989.

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janzas (unos tienen disposición para nuestra voluntad. Por ello unos se entre-
correr por su ligereza; otros, para luchar gan a la Filosofía, otros al Derecho Civil,
por su fuerza, y lo mismo en la confor- otros a la elocuencia, y de las virtudes
mación de la persona, en la que unos mismas cada uno quiere sobresalir en
presentan dignidad y otros belleza), una determinada [I, 115]”.
mayor es todavía la variedad en el espíri-
tu (…) [I, 107]. Desarrollando esta distinción intro-
ducida por Cicerón, Seifert [21] propone
Debe cada uno conservar escrupulo- que la persona adquiere una dignidad
samente sus cualidades personales, no nueva, que se añade a la dignidad onto-
defectuosas, para guardar el decoro que lógica, cuando efectivamente posee vida
buscamos. Hay que proceder de forma consciente (autoconciencia) y la capaci-
que en nada nos opongamos a la natura- dad de ejercer su racionalidad en los
leza humana y, quedando ésta a salvo, diferentes actos de conocimiento de la
obrar en conformidad con nuestro carác- verdad, de raciocinio, etc. (dignidad de
ter particular, de suerte que, aunque la vida consciente). Seifert distingue,
haya otros más dignos y mejores, mida- además, otra fuente de la dignidad
mos nuestras inclinaciones con la norma humana que deriva del ejercicio de la
de nuestra condición, y no conviene libertad de acuerdo con el verdadero bien
resistir a la naturaleza ni perseguir lo que de la persona, lo que lleva al desarrollo
no se puede lograr (…) [I, 110]. moral de la persona (dignidad moral),
cuya manifestación máxima la encon-
Y a estos dos tipos de persona, que he tramos en los héroes y los santos. [22]
dicho antes, hay que añadir una tercera, Por otro lado, Seifert postula la exis-
que nos impone algún caso o las circuns- tencia de una nueva fuente de la dig-
tancias. E incluso una cuarta que nosotros nidad humana que se adquiere por el
nos elegimos por nuestra libre voluntad. desarrollo de aquellos talentos especia-
Pues los reinos, los mandos militares, los les de los que una persona pueda estar
varios grados de nobleza, los honores, las dotada -como, por ejemplo, un talento
riquezas, las influencias y sus contrarios intelectual, artístico o deportivo excep-
dependen del azar y son gobernados por cionales- y, sobre todo, por el amor que
las circunstancias, pero ser la persona que le otorgan otras personas (dignidad
nosotros queremos ser, eso depende de otorgada ).

[21] SEIFERT, Josef, Las fuentes de la dignidad humana, [manuscrito inédito de una conferencia dictada en la
Universidad de Navarra], Pamplona, el 22 de octubre de 2001.
[22] SEIFERT, Josef, Essere e Persona. Verso una fondazione fenomenologica di una metafisica classica e personalista,
Milano, Vita e Pensiero, 1989.

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Esta visión de la dignidad humana es go, este autor analiza estos fenómenos
muy distinta de la que tienen autores en el contexto de un mundo que parece
existencialistas, como Sartre, Heidegger contradecir esa aparente belleza. Es así
o Camus, que intentaron entender la dig- como parece que, mientras más intensa-
nidad humana sin hacer ninguna refe- mente vivimos el amor, más fácilmente
rencia a un mundo trascendente y obje- puede mezclarse con el odio; somos
tivo de valores. Así, por ejemplo, en la capaces de cometer los crímenes más
filosofía del absurdo de Camus, el absur- grandes, justificando lo injustificable con
do deriva precisamente de una visión razones de supuesta beneficencia. Parece
muy clara y penetrante de aquellas cosas que son precisamente los actos que con-
que la mayoría de nosotros reconocería sideramos “indignos de una persona”
como las más preciosas de la Tierra, como aquellos que sólo las personas podemos
la amistad, el amor, etc. [23] Sin embar- realizar. [24]

[23] Cfr. CAMUS, A., La Chute; CAMUS, A., L’Etranger.


[24] Ante esta aparente contradicción inscripta en la naturaleza humana, cabría introducir aquí una reflexión teológica. En un
mundo sin Dios, sin la posibilidad del perdón y, sobre todo, en un mundo en el que estamos destinados a morir, la dignidad huma-
na se nos presenta como algo muy frágil, o incluso como un absurdo. Sin referencia a algo trascendente, nuestra dignidad pare-
ce ser simplemente un término más en una cadena de absurdos y contradicciones. Ella afirma un aspecto de nosotros que se ve
negado por otros aspectos de nuestra misma naturaleza. En lógica se dice que, si se parte de premisas contradictorias, cualquier
conclusión que se pretenda sacar es igualmente válida (o mejor dicho: inválida). La perspectiva de lo aparentemente absurdo y
contradictorio de nuestra condición humana dejaría, entonces, a nuestro arbitrio la elección de la postura que queramos adop-
tar: una postura optimista, en la que elegimos quedarnos con la cara positiva de nuestra naturaleza, o una pesimista, que es la
adoptada por el nihilismo. A la luz de lo dicho cabría preguntarse si es o no posible sostener una visión positiva de la dignidad
humana sin introducir ciertas tesis de contenidos específicamente religiosos. Sin negar la existencia de una cierta intuición bási-
ca del valor único e inconmensurable de cada persona, como afirmé anteriormente, reconozco que resulta difícil defender “hasta
sus últimas consecuencias” la afirmación de la dignidad de la persona humana, sin hacer referencia explícita o implícita a Dios;
a la posibilidad del arrepentimiento y del perdón; en definitiva, sin hacer referencia a la Redención.
La experiencia de la división interior y del absurdo, que tan claramente se perciben desde una perspectiva existencialista, sólo
encuentra su salida definitiva en la apertura hacia Dios. Si Dios no existiera; si no tuviéramos la posibilidad del arrepentimiento
y del perdón; si la muerte fuera el final de nuestra existencia; y si, como parece desde una perspectiva existencialista, la perso-
na no mereciera ser amada, pues encontramos en ella tantas divisiones y contradicciones interiores, entonces sería efectivamente
muy difícil, si no imposible, aceptar lo que identificamos como la norma moral fundamental: amar a cada persona por sí misma
y por su dignidad. Por el contrario, si aceptamos la existencia de Dios y la Redención del género humano obrada por Cristo, enton-
ces podemos apoyarnos en la certeza de ser amados precisamente en razón de nuestra pequeñez. Y es precisamente esa certeza
de contar con el amor gratuito e incondicional de un Dios que es capaz de perdonar nuestras debilidades y de superar los lími-
tes de la muerte, lo que nos capacita para amar. Sólo la experiencia de ser amados incondicionalmente puede capacitarnos para
amar del mismo modo. El modelo de conducta moral del cristiano está dado por la persona de Cristo. Y Cristo ha propuesto un
modelo de amor que difiere radicalmente del que parece dictarnos espontáneamente la “lógica humana”. El amor de Cristo pri-
vilegia precisamente a aquellos que la lógica humana tendería a rechazar: los más débiles, los enfermos, los limitados, los pobres,
los que nos han hecho algún mal, etc. En este modelo de amor no cabe la distinción entre personas y miembros de la especie
humana “no-personas” que nos quiere imponer la sociedad de hoy con el fin de desproteger a los seres humanos más débiles.
Concluimos, entonces, que la fundamentación última del origen de la dignidad de la persona humana y del deber moral de res-
petarla incondicionalmente se encuentra en la Teología. Como nos recuerda Gaudium et Spes (n. 22), “el misterio del hombre
sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”, es decir, a la luz del amor de Dios por cada persona humana.

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Vista desde esta perspectiva existen- humanos, como son la autoconciencia, el


cialista, nuestra dignidad ontológica se raciocinio, la “capacidad moral”, etc.
presenta como algo extraordinariamente Nuestra convicción de que toda persona
frágil. Tenemos ansias de inmortalidad y humana posee una dignidad que debe ser
sabemos que inevitablemente vamos a respetada incondicionalmente parece fla-
morir. Del mismo modo, nuestra expe- quear cuando nos vemos enfrentados con
riencia personal -complementada por la la limitación y la vulnerabilidad propias de
literatura y el cine- nos hace experimen- la condición humana. Este tipo de situacio-
tar constantemente la fragilidad de nes son frecuentes en la práctica médica,
nuestra dignidad adquirida . Descubrimos por lo que parece especialmente necesario
en nosotros una profunda división inte- que los profesionales de la salud se familia-
rior por la que muchas veces “no hace- ricen con los fundamentos de una ética que
mos el bien que queremos: antes bien, se articule en torno al respeto por la perso-
hacemos el mal que no queremos”. [25] na humana y por su dignidad, independien-
Así, la experiencia humana revela la exis- temente de la etapa de la vida o de las con-
tencia de una profunda contradicción: diciones en las que se encuentre la persona.
ciertos aspectos de la estructura de la Éste es, precisamente, el núcleo de la
persona humana parecen afirmar su dig- Bioética personalista, desarrollada funda-
nidad intrínseca, mientras que otros mentalmente por Mons. Elio Sgreccia. [26]
aspectos parecen negar esa dignidad.

Es así como, desde una perspectiva exis- ¿TODOS LOS HOMBRES


tencialista, parece que no bastaría con SON PERSONAS?
identificar a una persona para asegurar que
ella será tratada con el respeto y el amor Aristóteles decía que alguien que afir-
que merece. A pesar de existir una intuición mara que es lícito matar a la propia madre
moral fundamental que nos dice que toda necesitaría de un llamado de atención,
persona ha de ser afirmada por sí misma y más que de una explicación. Sócrates, en
por su dignidad, la experiencia muestra que cambio, se mostraba agradecido hacia
nuestra respuesta a este compromiso es aquellos que con su provocación lo obli-
muy frágil, especialmente cuando nos gaban a fundamentar intuiciones que
encontramos ante personas que no pueden tenía por ciertas. Frente a autores como
realizar los actos más específicamente Singer o Engelhardt, que plantean que no

[25] Cfr. Rom 7, 19-24.


[26] Cfr. SGRECCIA, Elio, Manual de Bioética, op. cit.

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VIDA Y ÉTICA

todos los seres humanos son “personas en Filosofía ha intentado identificar aquellas
sentido estricto”, proponemos adoptar características o “propiedades” que nos
aquí la actitud socrática. La intuición que permiten reconocer a un ente como per-
estos autores nos obligan a fundamentar sona. Estos intentos han ido fundamen-
es que todos los miembros de la especie talmente en dos líneas: 1) enunciar los así
humana son personas . Esta afirmación, llamados “predicados mentales” (o “pro-
que probablemente la mayoría de nosotros piedades mentales”) y 2) destacar el
acepta como evidente, contiene ciertos carácter relacional de la persona.
presupuestos metafísicos que hoy parece
necesario explicitar. La primera línea procura precisar
aquello que Boecio designó con el califi-
Afirmar que todos los hombres son cativo rationabilis (racional). Dentro de
personas supone aceptar que podemos esta corriente tenemos, principalmente,
identificar al ser personal basándonos en a la filosofía anglosajona que, desde
ciertas características propias de la espe- Locke hasta la filosofía analítica contem-
cie, aceptando al mismo tiempo que poránea, ha intentado establecer una
dichas características no necesitan estar lista de aquellas “propiedades mentales”
actualmente presentes y en ejercicio en que nos permitirían definir a un ente
cada uno de los individuos para incluirlo como persona. Es necesario precisar bien
en dicha especie. Bastaría, entonces, que lo que se entiende aquí por “predicados
un individuo pertenezca a una especie mentales”. Son numerosos los autores
cuyos miembros “típicos” sean personas, que han hecho aportes en este sentido,
para afirmar que ese individuo posee, refiriéndose a características como la
necesariamente, un modo de ser perso- conciencia de sí, el recuerdo, la relación
nal. Ésta es, precisamente, la tesis que con la propia vida como un todo y el
deberemos probar en lo sucesivo. Para interés por esa vida y por el mundo
ello será necesario comenzar por precisar (Welt/Umwelt). Max Scheler, por ejem-
la noción de persona e identificar aque- plo, define a la persona como sujeto de
llas características que le son propias. actos intencionales. [28] Strawson pro-
pone que lo esencial para la persona es el
Desde la famosa definición de Boecio, ser sujeto de predicados mentales y físi-
según la cual la persona es una “sustancia cos simultáneamente. Esto es indudable-
individual de naturaleza racional”, [27] la mente muy importante para diferenciar

[27] BOECIO, Contra Eutychen et Nestorium, cap. 3, 74: “Naturae rationabilis individua substantia”.
[28] SCHELER, Max, Der Formalismus in der Ethik und die Materiale Wertethik, 5. Aufl. Gesammelte Werke, Bd. 2, Bern-
München, 1966.

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El respeto por la persona y su dignidad como fundamento de la Bioética / DOCTORADO HONORIS CAUSA

una auténtica filosofía de la persona de te de acuerdo con el modo que le es pro-


aquellas teorías de la subjetividad que, pio. Así, para que un ser humano pueda
desde Descartes hasta la actualidad, actualizar las características o propieda-
exaltan excesivamente la conciencia. des que le son propias según su especie,
primero tiene que existir. Y el modo pro-
La segunda dirección que ha tomado pio de existir de los seres humanos es ser
el intento por esclarecer el concepto de personas. El hecho de que por alguna
persona se centra en el carácter social o razón no pueda actualizar las caracterís-
relacional del ser personal. Ninguna per- ticas y conductas propias de su especie
sona puede existir aisladamente, sin el -por ejemplo, por encontrarse en una
contacto con otras personas. El reconoci- etapa precoz del desarrollo embrionario o
miento mutuo entre las personas es, en por tener un daño cerebral severo, transi-
cierto modo, constitutivo para la perso- torio o permanente- no lo aniquila como
na. Podríamos decir que las personas no persona. Sigue existiendo con el modo de
son tales sólo en razón de determinados ser personal que le es propio a su especie.
atributos propios de la especie, sino tam-
bién en virtud de sus relaciones mutuas. Cabe recordar aquí que el sentido pri-
Fichte y Hegel se consideran padres de mario de la clásica definición de Boecio
esta línea de pensamiento. Sin embargo, es fundamentalmente ontológico. La per-
dado que Hegel diluyó este aspecto rela- soneidad -mejor diríamos: el ser persona-
cional de la persona en una conciencia es el modo específico en que las “natura-
colectiva, se considera que el personalis- lezas racionales” se concretizan indivi-
mo adquirió su verdadero perfil recién en dualmente. Las naturalezas racionales
la segunda mitad de este siglo al separar- existen siempre como una sustancia indi-
se del citado autor. vidual, es decir, como individuos. Para
comprender mejor este punto, es de capi-
La filosofía realista clásica afirma que tal importancia precisar la noción de
el obrar sigue al ser. En otras palabras, individuo. Según Boecio, el concepto de
para que un individuo pueda poseer cier- individuo hace referencia a la relación
tas propiedades típicas de su especie y que existe entre una identidad numérica
para que pueda actuar del modo en que y una cualitativa. Corresponde a Ricardo
típicamente actúan los individuos de su de St. Viktor el mérito de haber profundi-
especie, primero tiene que existir como zado en este aspecto tan fundamental de
individuo de esa especie. Y cada ser exis- la definición de persona la unicidad. [29]

[29] ST. VIKTOR, Richard, De Trinitate 4, 24: “[Persona est] existens per se solum juxta singularem quamdam rationalis
existentiae modum”.

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VIDA Y ÉTICA

Las personas son individuos no sólo en de existir- del hombre. Así como para los
cuanto a su identidad numérica, sino animales su modo de existir es vivir, así,
también en cuanto a su unidad cualitati- para el ser humano, su modo de existir es
va. Son “naturalezas racionales indivi- ser persona .
dualizadas”. Por eso cada persona es
única e irrepetible. De aquí se sigue que todo ser huma-
no o es persona o simplemente no existe,
Con lo dicho tenemos los elementos pues de acuerdo con el principio lógico
necesarios para responder a la pregunta del tercero excluido, no hay término
que aquí nos ocupa, a saber, si todos los medio entre el ser y el no ser. Es precisa-
seres humanos son personas o -lo que es lo mente por esto que, para la identifica-
mismo- si basta con que un individuo per- ción de un individuo como persona, no se
tenezca a la especie humana para que sea requiere que las características o propie-
persona. La clave de la respuesta a esta dades típicamente personales estén pre-
pregunta la encontramos en el hecho de sentes (o que puedan ser actualizadas de
que ser persona es un modo peculiar de hecho), sino que basta con que ese indi-
existir y no un mero atributo accidental de viduo exista y pertenezca a una especie
la especie humana, como ha mostrado cuyo modo de ser es ser persona.
convincentemente Robert Spaemann. [30]
En otras palabras, ser persona no es una En resumen, cuando hablamos del ser
cualidad, sino la realización individual humano, en sentido genérico, nos referi-
específica de las naturalezas racionales. mos a una especie natural, que define a
Ser persona no es un accidente que se sus elementos por ciertos predicados o
pueda tener o no tener. El modo de ser características. El concepto de persona ,
personal no se tiene, sino que se es . en cambio, no se refiere a una especie,
Aristóteles decía que la vida es el ser de sino a los elementos que la conforman,
los seres vivos. [31] En otras palabras, en cuanto que éstos son individuos úni-
esto significa que para un ser vivo, vivir cos e irrepetibles. De este modo, con
es su modo de existir. Las personas son un Spaemann [32] podríamos decir que per-
tipo especial de seres vivos. Por tanto, sona más que un concepto es un nom-
homologando a Aristóteles podemos bre: el nombre propio de las “naturalezas
decir que ser persona es el ser -o el modo racionales individualizadas”.

[30] SPAEMANN, Robert, Personas. Acerca de la diferencia entre…, op. cit.


[31] ARISTÓTELES, De Anima II, 4; 415 b 13: “Vivere viventibus est esse”.
[32] SPAEMANN, Robert, Personas. Acerca de la diferencia entre…, op. cit.

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El respeto por la persona y su dignidad como fundamento de la Bioética / DOCTORADO HONORIS CAUSA

DERECHOS HUMANOS Y BIOÉTICA través de la práctica experimental sobre


PERSONALISTA personas en estado de indefensión; el
derecho a compartir la propia intimidad
La conclusión a la que hemos llegado bajo condiciones de justicia y que prohí-
es que todo ser humano es persona, por be absolutamente entre otras cosas el
el mero hecho de existir como miembro abuso sexual; etc.”. [35]
de la especie y, también, que toda perso-
na posee valor en sí misma. Esto implica Guerra, propone que “derecho huma-
que la dignidad humana no depende de no no es cualquier intención o acción
los consensos sociales. Ésta es la razón su que un sujeto pueda pretender para su
inviolabilidad. [33] Es esta dignidad la vida individual o colectiva. Derecho
que consideramos como fundamento de humano es la refracción analítica de la
todas las obligaciones morales y jurídicas obligación absoluta de respetar a la per-
de la persona: dignitas humanae subs- sona como fin y nunca usarla como
tantiae, la dignidad del sujeto humano medio. A este principio se le suele llamar
como tal. [34] Con Rodrigo Guerra pode- ‘norma personalista de la acción’ [36]:
mos afirmar, entonces, que “de esta dig- Persona est afirmanda propter seipsam
nidad emergen derechos que a su vez Dicho de otro modo: como la persona
imponen deberes absolutos e innegocia- posee un valor altísimo que denomina-
bles para todos : el derecho a la vida que mos ‘dignidad’ y en cada acción se pue-
prohíbe matar de manera intencional y den escoger valores que afirmen o nie-
que permite afirmar que aun en el hipo- guen precisamente este valor supremo, es
tético caso en el que un sujeto vivo no necesario que nos demos cuenta de que
muestre con claridad quoad nos rasgos es precisamente una adecuada respuesta
manifestativos de lo humano no debe- libre en función del orden axiológico des-
mos matarlo ni disponer de él de manera cubierto lo que funda y constituye el
instrumental (el principio in dubio pro ámbito de los derechos humanos”. [37]
reo recibe así una nueva aplicación: in
dubio pro vita ); el derecho a ser afirma- De hecho, la historia de la positiviza-
do por sí mismo y que prohíbe nunca ser ción de los derechos humanos es, en
usado como mero medio, por ejemplo, a buena medida, la historia de la amplia-

[33] Cfr. SEIFERT, J., What is Life? The Originality, Irreducibility and Value of Life, capítulo IV, Amsterdam-Atlanta, Rodopi,
1997.
[34] SEIFERT, Josef, Las fuentes de la dignidad humana, op. cit.
[35] Cfr. GUERRA LÓPEZ, R., Afirmar a la persona por sí misma..., op. cit.
[36] Ídem.
[37] Ídem.

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VIDA Y ÉTICA

ción de la conciencia respecto del deber nentemente positiva, por cuanto se debe
moral de respetar la persona y su digni- dirigir de diversas maneras a estimular
dad. “Las denominadas ‘tres generaciones’ que se logre la satisfacción de necesida-
de los derechos humanos son la expresión des como recibir un salario justo, educar-
de la búsqueda de los motivos para ase- se o tener vivienda. [41] (…) Los derechos
gurar al margen del poder la dignidad de de ‘tercera generación’ son aquellos que
cada ser humano, en especial, de los más sólo se pueden poner en práctica gracias
débiles y vulnerables”. [38] Otra manera de al esfuerzo conjunto de todas las perso-
decirlo es afirmar que “el descubrimiento nas y de todas las instituciones. Esto es
paulatino de los derechos de la persona así tanto porque versan sobre el bien que
están relacionados a experiencias de requiere toda la sociedad como por el
sufrimiento e injusticia”. [39] peculiar hecho de que son derechos
tanto de la persona como del sujeto
“Todos los derechos de ‘primera gene- social en su conjunto. En este grupo sue-
ración’ implican un deber de abstención len ser mencionados el derecho a la paz,
por parte del Estado, en el sentido de no al desarrollo, a la libre determinación de
prohibirlos ni impedirlos. Asimismo, los pueblos, a un medio ambiente sano y
suponen de parte de esta institución el ecológicamente equilibrado y a benefi-
deber de garantizar el orden dentro del ciarse del patrimonio común de la huma-
que puedan realmente ser ejercidos de nidad”. [42]
manera libre y no discriminatoria. [40]
(…) La ‘segunda generación’ de los dere- ¿Por qué es importante tener en
chos de la persona está dada por los cuenta a los derechos humanos en sus
derechos económicos, sociales y cultura- tres generaciones al momento de pensar
les . Es común que se les caracterice a la Bioética? Según Guerra, esto se debe
estos derechos como exigencias de las fundamentalmente a tres razones:
personas frente al Estado. Gracias a ellos
la concepción de los derechos humanos “Porque los derechos humanos si bien
se amplió, ya que se supone que la acti- no apuntan en su contenido a máximos
vidad del Estado no es pasiva, sino emi- de virtud, sí pretenden asegurar la justi-

[38] Ídem.
[39] Ídem.
[40] Cfr. DEL ARENAL, C., “Paz y derechos humanos”, en Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San
José (enero-junio 1987).
[41] Cfr. CASTÁN, J., Los derechos del hombre, Madrid, Reus, 1995, p. 32.
[42] Cfr. GUERRA LÓPEZ, R., Afirmar a la persona por sí misma..., op. cit.

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El respeto por la persona y su dignidad como fundamento de la Bioética / DOCTORADO HONORIS CAUSA

cia elemental en las relaciones entre las maneras, con muchas voces, se afirma la
personas y los pueblos. De este modo, la dignidad inalienable de la persona
Bioética, que está llamada a argumentar humana. Esto quiere decir, que una bioé-
con rigor el fundamento normativo de la tica personalista, si realmente es perso-
acción libre frente a los desafíos de la nalista, no puede prescindir de la consi-
vida, encuentra que es la vida humana deración integral de todos los derechos
misma la que en su experiencia más ori- entendidos como una suerte de refrac-
ginaria no puede carecer de contenidos ción analítica de la norma personalista
axiológicos moral y jurídicamente obli- de la acción”. [43]
gantes basados en la justicia”.
Todo esto nos lleva a preguntarnos
“Porque los derechos humanos inte- ¿en qué consiste propiamente una bioé-
gralmente considerados abarcan un tica personalista en cuanto personalista?
amplísimo abanico de realidades huma- [44] Guerra propone que una bioética
nas que le recuerdan a la Bioética que no que se llame “personalista” debe conte-
puede reducirse a un mero conjunto de ner las siguientes tesis, como mínimo:
‘principios’, ni a un mero conjunto de
cuestiones más o menos limitadas al • “LAS COSAS Y LAS PERSONAS SON REALIDA-
ámbito de la práctica médica, sino que DES DISTINTAS E IRREDUCTIBLES:no es posible
realidades tan diversas como el valor de desde una comprensión cosmológica
la vida humana, las políticas públicas en aprender a la persona en su dimensión
materia de salud, o la problemática irreductible. [45] Es preciso, al afrontar la
medioambiental, son dimensiones cons- realidad de la persona, realizar una
titutivas de la vida real de las personas, reductio in propium genus que permita
de la vida humana real en continua rela- apreciar su especificidad característica
ción consigo misma, con el prójimo, con ab initio.
la naturaleza, y también, con Dios”.
• AFIRMAR A LA PERSONA POR SÍ MISMA:
“Porque los derechos humanos son debe de ser capaz de argumentar con
una suerte de coro en el que de muchas rigor filosófico estricto la norma perso-

[43] Ibídem.
[44] Para una presentación de tendencias y corrientes en el personalismo, véase: DÍAZ, C., Treinta nombres propios,
Salamanca, Fundación Emmanuel Mounier, 2002; BURGOS, J. M., El personalismo. Autores y temas de una filosofía
nueva, Madrid, Palabra, 2000; RIGOBELLO, A., Il Personalismo, Roma, Citta Nuova Editrice, 1978.
[45] Cfr. WOJTYLA, K., “La subjetividad y lo irreductible en el hombre”, en El hombre y su destino, op. cit.; CROSBY, J. F.,
The Selfhood of the Human Person, Washington, The Catholic University of America Press, 1996.

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VIDA Y ÉTICA

nalista de la acción como dimensión el más elemental acto de reconocimiento


constitutiva y articulante de los diversos de la persona, la razón práctica -y con
preceptos de la ley natural. La norma ella toda la vida concreta del ser huma-
personalista incluye que la persona, por no real- se encuentra comprometida y
su valor intrínseco, reclama ser tratada obligada. La congruencia de vida en el
con amor de benevolencia. Esto también trato a los demás, en la libertad para dis-
significa que la persona es verdadera- poner de los bienes materiales, y en la
mente una “hypostasis proprietate dis- prontitud al servicio de los más vulnera-
tincta ad dignitatem pertinente”, la bles, es una dimensión constitutiva del
hipóstasis que se distingue por una pro- personalismo auténtico”. [47]
piedad perteneciente a la dignidad.

• DISTINGUIR LA IRREDUCTIBILIDAD DE LA VIDA REFLEXIONES FINALES


HUMANA A OTRAS FORMAS DE VIDA Y A SISTEMAS
MATERIALES COMPLEJOS:
debe de ser capaz de Una intuición moral fundamental nos
reargumentar auténticamente la exis- dice que toda persona ha de ser respeta-
tencia y la condición espiritual del alma da -afirmada, amada- por sí misma y por
humana en diálogo real con las ciencias su dignidad. Sin embargo, la experiencia
biomédicas contemporáneas (incluidas nos muestra que la respuesta a este
las neurociencias). imperativo moral es muy frágil, especial-
mente cuando nos enfrentamos con la
• RECONOCER A LA PERSONA COMO SUJETO limitación y vulnerabilidad propias de la
COMUNIONAL: ha de poder superar tanto al condición humana. Por tanto, en la
individualismo como al colectivismo a Bioética y en la práctica médica contem-
través de una articulación adecuada de poráneas resulta particularmente impor-
la sustancialidad y de la relacionalidad tante tener presente la “norma persona-
constitutiva de la persona. [46] lista de la acción”, que nos recuerda que
toda persona humana ha de ser respeta-
• CONCEBIR AL PERSONALISMO COMO UN da por sí misma y por su dignidad, en
COMPROMISO EXISTENCIAL Y PRÁCTICO A FAVOR DE todas las etapas y condiciones de su vida.
TODAS LAS PERSONAS, EN ESPECIAL, DE LOS MÁS Éste es el núcleo del razonamiento moral
DÉBILES: el personalismo como pose pura- según la Bioética personalista, desarro-
mente teórica es un contrasentido. Desde llada por Elio Sgreccia.

[46] WOJTYLA, K., “La persona: sujeto y comunidad”, en El hombre y su destino, op. cit.
[47] Cfr. GUERRA LÓPEZ, R., Afirmar a la persona por sí misma…, op. cit.

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El respeto por la persona y su dignidad como fundamento de la Bioética / DOCTORADO HONORIS CAUSA

El planteamiento “personalista” ha ceptos de persona y dignidad que nos


contribuido enormemente a iluminar ofrece la perspectiva personalista nos per-
muchos de los grandes debates de la mite identificar la falacia contenida en
bioética contemporánea, en los que algu- esta distinción entre seres humanos y per-
nos autores proponen distinguir entre sonas, afirmando que todo ser humano es
seres humanos y personas. Esta distinción persona, pues ser persona es el modo de
falaz lleva a negar la condición de perso- existir de los seres humanos. Y si esto es
na a algunos seres humanos, privándoles así, podemos afirmar también que todo
simultáneamente de su dignidad y de los ser humano posee una dignidad, que debe
derechos que ella trae aparejados. Sin ser respetada incondicionalmente en cada
embargo, un análisis filosófico de los con- uno de nuestros actos libres.

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