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GEOGRAFÍA

El suelo es un recurso natural con mucha variabilidad


espacial. El conocimiento de su distribución es fundamental
en el desarrollo de un país. En esta obra se presenta el
estado actual de la geografía de suelos de México. Es el
DE SUELOS DE
MÉXICO
primer libro de este tipo no sólo en el país, sino en toda
América Latina. El objetivo ha sido profundizar en la
explicación de la distribución espacial de los suelos en la

MÉXICO
superficie de la Tierra, explicar su papel en la distribución de
los ecosistemas, así como describir el uso del suelo en un
país como México, cuya riqueza se refleja también en una
gran edafodiversidad.

DE SUELOS DE
Si bien es imprescindible seguir avanzando en el
estudio de este tema, resulta coyuntural y muy útil dar a co-
nocer lo que hasta la fecha se ha logrado en las áreas del
conocimiento y la investigación de los suelos de México.
Los editores y colaboradores de Geografía de suelos
de México han logrado un excelente trabajo al capturar la
esencia de los avances en los procesos edáficos y al
enlazarlos a la teoría científica. El enfoque que en esta

GEOGRAFÍA
edición se presenta, sin duda incidirá en la formación de
estudiantes de educación media superior y superior,
especialmente en las áreas de ciencias biológicas y ciencias
de la tierra.


ISBN: 978-607-02-2704-2

9 786070 227042

EDITORES

Pavel Krasilnikov
Francisco Javier Jiménez Nava
Teresa Reyna Trujillo
Norma Eugenia García Calderón
Geografía de suelos de México

Editores:
Pavel Krasilnikov
Francisco Javier Jiménez Nava
Teresa Reyna Trujillo
Norma Eugenia García Calderón

Facultad de Ciencias, UNAM


2011
Geografía de suelos de México / ed. Pavel Krasilnikov ... [et al.]
; il. Mauricio Vargas Díaz. — México : UNAM, Facultad de
Ciencias, 2011.
xvi, 462 p. : il., mapas ; 28 cm. + 1 CD-ROM (12 cm.). — (Las
prensas de ciencias)
Incluye bibliografías
ISBN 978-607-02-2704-2

1. Suelos – Análisis – México. 2. Manejo de suelos – México. 3.


Conservación de suelos – México. 4. Investigación de suelos – México.
I. Krasilnikov, Pavel, ed. II. Vargas Díaz, Mauricio, il. III.
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Ciencias.
IV. Ser.

631.4772-scdd20 Biblioteca Nacional de México

La presente edición se elaboró gracias al


apoyo papime: pe-101809

Geografía de suelos de México


1ª edición, 15 de diciembre de 2011

© D.R. 2011. Universidad Nacional Autónoma de México.


Facultad de Ciencias.
Ciudad Universitaria. Delegación Coyoacán,
CP 04510, México, Distrito Federal.
editoriales@ciencias.unam.mx

ISBN: 978-607-02-2704-2

Diseño de interiores y CD: Mauricio Vargas Díaz


Elaboración de ilustraciones: Mauricio Vargas Díaz
Corrección de textos: Zorca Vuskovich y Felipe Sierra
Diseño de portada: Laura Uribe
Ilustración de portada: Aslam Narváez Parra

Prohibida la reproducción parcial o total de la obra por cualquier medio,


sin la autorización por escrito del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México.


Agradecimientos

• Al Programa de Apoyo a Proyectos para la Innovación y Mejoramiento de la


Enseñanza papime por aportar los recursos para la publicación del libro a
través del Proyecto: “Publicación del Libro de Geografía de suelos de México”
papime: pe-101809.

• Al proyecto “Edafopaisajes de las zonas dinámicas tropicales: Sierra Madre del


Sur” sep-Conacyt, clave: 55718, por los recursos adicionales para la publica-
ción del libro.

• Esta obra debe gran parte de la información a la Dirección de Información de


Recursos Naturales y Medio Ambiente del Instituto Nacional de Geografía e
Informática (inegi).

• Al biólogo Aslam Narváez Parra por los materiales de dibujo del capítulo 1 y
18, y por la imagen de portada.
Presentación

n esta obra el estudioso encontrará un panorama, si no exhaustivo, sí

E muy extenso del estado actual de la geografía de suelos de México.


Su contenido lo convierte en el primer libro de este tipo no sólo en
México, sino en toda América Latina.
Durante las últimas décadas la geografía de suelos no ha sido suficiente-
mente atendida por autoridades e instituciones de educación e investiga-
ción, difundiéndose por lo general sólo una de sus vertientes: la cartografía
edáfica, su aplicación más evidente. No obstante, los estudios edafo-geográ-
ficos tienen objetivos más amplios, como son aquellos que ayudan a com-
prender y explicar la distribución espacial de los suelos en la superficie de la
Tierra, su papel en la distribución de los ecosistemas y sus diversas posibili-
dades de uso.
Al tomar en cuenta el insuficiente conocimiento en el área de geografía de
suelos, los autores de esta obra hemos incorporado dos partes: geografía de sue-
los general y geografía de suelos regional. La primera parte ha sido estructurada
a la manera de un libro de texto en donde se explican las leyes y reglas de la
edafo-geografía, al mismo tiempo que se ofrece una visión general del estado del
conocimiento geográfico en la ciencia del suelo mexicana. La segunda parte, a
partir del capítulo doce, presenta la descripción de la cobertura edáfica de las
provincias edafo-fisiográficas del país.
El libro que aquí presentamos describe toda la parte de geografía general y la
mitad de los materiales de geografía regional (se describen siete provincias de
las quince), con la idea de que en un futuro cercano se cubra, mediante un se-
gundo tomo, la mitad aquí faltante así como algunos estudios edafo-geográficos
particulares.
Este libro es resultado del esfuerzo conjunto de varias universidades del país:
principalmente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Colegio
de Postgraduados, con la colaboración del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (inegi) y de algunos investigadores extranjeros.
En esta obra participan como editores Pavel Krasilnikov, investigador de la
Academia de Ciencias Rusa; Francisco Javier Jiménez Nava, director de In-
formación de Recursos Naturales y Medio Ambiente, del inegi; Teresa Reyna
Trujillo, investigadora del Instituto de Geografía de la unam; y Norma Eugenia
García Calderón, profesora de la Facultad de Ciencias de la unam. Cada uno
de ellos participa en esta obra con una visión geográfica propia, lo que da como
resultado un panorama diverso que permitirá la discusión y la posibilidad de
opiniones discrepantes.
El libro usa terminología geográfica, incluyendo los nombres de las provin-
cias fisiográficas, aceptada por inegi; por ejemplo, se usa el topónimo “Eje Neo-
volcánico” o “Eje Neovolcánico Transmexicano”, aunque en varios trabajos

v
Geografía de suelos de México

hay otros nombres para la misma provincia (“Faja Volcánica Transmexicana”, por
ejemplo).
La clasificación de suelos que se usa en este libro está hecha de acuerdo con la
Base Mundial Referencial del Recurso Suelo, oficialmente aceptada para la car-
tografía edáfica en México. La terminología está ajustada a la última edición de
esta clasificación (2006, con la traducción al español publicada en 2008).
Las figuras de color se presentan en forma electrónica en el CD encartado en
este volumen. Una gran parte de los dibujos que aparecen a lo largo del texto
están preparados por los autores y su versión final fue realizada por Mauricio
Vargas; algunas figuras están tomadas de otros trabajos, y se agradecen los
permisos de reproducción concedidos por las editoriales que poseen los dere-
chos patrimoniales; para los capítulos 1 y 18 fue el ilustrador Aslam Narváez
Parra quien colaboró con los editores.
Los editores agradecen el apoyo de la administración del inegi, que fue de
gran importancia para la preparación de esta obra. También se agradecen los
recursos que se proporcionaron para editar y publicar este libro: los proyectos
de sep-Conacyt 55718 y papime pe-101809.
Los editores

vi
Índice general

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . vii

Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la de-


terminan (Pavel Krasilnikov). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Bases teóricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Los términos y conceptos básicos de edafogeografía . . . . . . . . . . . . . . . 2
Las leyes y regularidades edafogeográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Las leyes relacionadas con la distribución global de los climas y ecosis-
temas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Las leyes relacionadas con el relieve y la distribución de los climas y los
ecosistemas correspondientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Las leyes relacionadas con el relieve y los flujos geoquímicos . . . . . . . . 28
Las leyes relacionadas con el tiempo y la historia de formación del paisaje 30
Edafogeografía regional y la regionalización edáfica del territorio me-
xicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución


de suelos (Elizabeth Solleiro Rebolledo y Jorge Enrique Gama Castro) . . 41
Tipos de materiales parentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Material parental de origen orgánico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Material parental de origen antropogénico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Material parental de origen geológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Materiales parentales predominantes en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
Materiales de origen ígneo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Materiales de origen sedimentario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Suelos sobre rocas clásticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Suelos sobre rocas calcáreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Suelos sobre sedimentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Las rocas metamórficas como material parental de los suelos de México 52
Aspectos generales de la influencia del material parental . . . . . . . . . . . 53
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México


(Carlos A. Ortiz Solorio, Patricio Sánchez Guzmán, Édgar V. Gutiérrez
Castorena y María del Carmen Gutiérrez Castorena) . . . . . . . . . . . . . . . 57
Los primeros estudios de la relación suelo-clima. . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Relaciones cuantitativas entre suelo y clima. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
El clima en las clasificaciones de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Sistema fao-unesco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

vii
Geografía de suelos de México

Inventario climático de la fao . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61


Inventario climático de la República Mexicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
La taxonomía de suelos de los Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Comentarios finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México


(Lenom Cajuste Bontemps y Ma. del Carmen Gutiérrez Castorena) . . . . 73
Conceptos básicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Altitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Forma del terreno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Pendiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Investigaciones relacionadas con el relieve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Pendiente: inclinación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Pendiente: exposición (orientación cardinal) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Posición con respecto al paisaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Distribución geográfica de suelos en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución


geográfica de los suelos (Sergey Sedov y Elizabeth Solleiro Rebolledo) . 87
Comportamiento temporal de los procesos edafogenéticos. Concepto
del tiempo característico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Tiempo como factor de la diferenciación espacial de la cobertura edá-
fica; cronosecuencias de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
Evolución de las condiciones bioclimáticas y su impacto en la edafo-
génesis. Paleosuelos (suelos relictos) y su lugar en la cobertura edáfica
actual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Factor tiempo y distribución geográfica de suelos a nivel global . . . . . . 91
Factor tiempo y distribución geográfica de suelos en México . . . . . . . . 92
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución


de los suelos (Norma Eugenia García Calderón) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Los biomas principales del mundo y los suelos correspondientes. . . . . 100
Los paisajes y los ecosistemas; la distribución espacial en México. . . . . 100
Los biomas principales de México y los suelos correspondientes . . . . . 103
Ambiente físico y zonas ecológicas de México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Trópico húmedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Trópico subhúmedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Bosque espinoso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
Bosque de encinos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Bosque de pino-encino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Bosque de coníferas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Bosque mesófilo de montaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Matorral xerófilo y pastizal semidesértico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Suelos de áreas costeras y en ambientes saturados de humedad . . . . . . 114

viii
Índice general

El efecto antrópico sobre los ecosistemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115


Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por influencia antropo-


génica: énfasis en las regiones tropicales (Alberto Hernández, José Irán
Bojórquez, Miguel Osvaldo Ascanio, Juan Diego García, Marisol Morales y
Yenia Borges) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Transformación de los componentes de la cobertura edáfica . . . . . . . . 121
Nitisoles ferrálicos, líxicos (éutricos, ródicos) en la provincia de La Ha-
bana, Cuba. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Alisoles con caña de azúcar en el Alto de Veracruz, México . . . . . . . . . 123
Suelos Phaeozems-Cambisoles de la Llanura Costera Norte de Nayarit,
México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
Unificación y homogeneización del mosaico de suelos . . . . . . . . . . . . . 126
Aumento del contraste entre los componentes de la cobertura edáfica 126
Destrucción de la cobertura edáfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Construcción de los suelos y edafopaisajes artificiales. . . . . . . . . . . . . . 128
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos (Pavel Krasilnikov) . . 133


Bases filosóficas y metodología de las ciencias naturales . . . . . . . . . . . . 133
Materialismo dialéctico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
Positivismo, Geshtalt y las revoluciones científicas . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Tecnología de la investigación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Criterios de la verdad científica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Metodología y conceptos de geografía de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
Métodos geográficos comparativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
Métodos evolutivos comparativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
Métodos experimentales de campo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Métodos de modelación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Técnicas aplicadas en edafogeografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Técnicas generales de edafología. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141

Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análi-


sis global de suelos (Juan José Ibáñez y Asunción Saldaña) . . . . . . . . . . 145
Razones para el análisis de la diversidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Herramientas básicas en los análisis de diversidad. . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Índices de riqueza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Índices de diversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Las curvas de Willis y los modelos de distribución de abundancia . . . . 150
Otras posibilidades de estimación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Leyes potenciales o de escala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
La diversidad en el espacio: relaciones especies-área (spar) y la teoría
de la biogeografía insular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
La diversidad y el tiempo: las curvas especies-tiempo o spti . . . . . . . . 154

ix
Geografía de suelos de México

Fractales y multifractales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154


Fractales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
Multifractales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Teoría de los subconjuntos anidados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Diversidad y escala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Algunas aplicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
Patrones de diversidad litológica y geomorfológica y sus relaciones con
la edafodiversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
Edafodiversidad y geografía de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
Edafodiversidad y sus relaciones con la geografía de suelos. . . . . . . . . . 164
␤-diversidad y geografía de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Edafodiversidad y edafogénesis divergente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168

Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República


Mexicana: evolución y perspectivas (Carlos Alberto Ortiz Solorio, Ma.
del Carmen Gutiérrez Castorena, Patricio Sánchez Guzmán y Edgar
Vladimir Gutiérrez Castorena). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Metodologías para evaluar la degradación de los suelos . . . . . . . . . . . . 173
Erosión de suelos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Métodos cualitativos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
Métodos cuantitativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
Metodología fao (1979). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
Metodología para evaluar la desertificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Metodología para evaluar la degradación del suelo causada por el
hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Estudios de degradación de suelos en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
Erosión del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
Estudios de desertificación en México. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
Estudios de degradación del suelo causada por el hombre en México. . 199
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207

Capítulo 11. Cartografía edáfica y mapas edáficos en México (Eliseo


Gerardo Guerrero Eufracio y Carlos Omar Cruz Gaistardo) . . . . . . . . . . 211
Antecedentes históricos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Cartografía edafológica tradicional (mapas impresos). . . . . . . . . . . . . 212
Cartografía de gran visión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212
Cartografía semidetallada (regional) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Cartografía digital y mapas edáficos de nueva generación . . . . . . . . . . 214
Mapas edafológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
Mapas geopedológicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
Mapas de degradación del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
Mapas de propiedades del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
Mapa de perfiles de suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
Cartografía de suelos: tendencias y perspectivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216

x
Índice general

Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja Califor-


nia (Yolanda Maya, Francisco Raúl Venegas y Francisco Javier Manríquez). 217
Los factores formadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
Orografía de la región. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
Climas de la región. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
Estructura geológica de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
Hidrografía de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Ecosistemas principales de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
El uso agrícola del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
Sierras de Baja California Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
Desierto de Vizcaíno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
Sierra La Giganta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
Llanos de Magdalena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232
Discontinuidad del Cabo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Oasis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
Los suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238
Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores
regionales y locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238
Peculiaridades regionales de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Principales grupos de suelos de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242
La organización espacial de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Toposecuencias representativas de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Variabilidad de los suelos en diferentes escalas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250

Capítulo 13. Geografía de suelos regional: llanura sonorense (José María


Solís Portillo y Francisco Raúl Venegas) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Los factores formadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Orografía de la región. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Climas de la región. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Estructura geológica de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
Hidrografía de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262
Vegetación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
Sierras y llanuras sonorenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
Desierto de Altar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
Discontinuidad Sierra del Pinacate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
Los suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269

Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental (Jesús


Noel Herrera Pedroza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
Factores formadores de suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 271
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Sierras y Valles del Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Sierras y Cañadas del Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

xi
Geografía de suelos de México

Sierras y Llanuras Tarahumaras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 276


Pie de la Sierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
Subprovincia de Sierras y Llanuras de Durango. . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
Gran Meseta y Cañadas Duranguenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
Mesetas y Cañadas del Sur. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285
Sierras y Valles Zacatecanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286
Los grupos de los suelos dominantes por subprovincias . . . . . . . . . . . . 288
Sierras y Valles del Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Sierras y Cañadas del Norte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
Los grupos de los suelos dominantes por subprovincias . . . . . . . . . . . . 288
Sierras y Llanuras Tarahumaras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
Pie de la Sierra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290
Sierras y Llanuras de Durango . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290
Gran Meseta y Cañadas Duranguenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
Mesetas y Cañadas del Sur. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
Sierras y Valles Zacatecanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
Los suelos dominantes y su distribución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Acrisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Arenosoles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
Calcisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
Cambisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
Kastañozems. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
Chernozems . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
Durisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
Phaeozems . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Fluvisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Leptosoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305
Luvisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Planosoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
Regosoles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
Solonetz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
Umbrisoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 314
Vertisoles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
Distribución geográfica de tipos de suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320

Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norte-


américa (Arnulfo Valadez Araiza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
Los factores formadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
Orografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321
Clima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323
Geología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 324
Hidrografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
Vegetación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329
Uso agrícola del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329

xii
Índice general

Los suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330


Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores re-
gionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330
Los grupos de los suelos dominantes en la región . . . . . . . . . . . . . . . . . 337
La organización espacial de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
Edafopaisajes representativos de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 352
Toposecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354

Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán (Fran-


cisco Bautista, Gerardo Palacio, Rosaura Páez-Bistraín, María Estela
Carmona-Jiménez, Carmen Delgado-Carranza, Wuendy Cantarell y
Héctor Tello) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
Factores formadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
Topografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
Los climas de las subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
Estructuras geológicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361
Hidrografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
Ecosistemas principales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
Uso agrícola del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
Los suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores re-
gionales y locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
Los grupos de los suelos dominantes en la región . . . . . . . . . . . . . . . . . 380
Peculiaridades regionales de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
La organización espacial de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 386
Edafopaisajes representativos de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387
Toposecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 390
Variabilidad de los suelos en diferentes escalas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 396
Variabilidad interna de las propiedades de los suelos en la subregión
cárstica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
Cronosecuencias edáficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
Perspectivas de investigación edafológica en la península de Yucatán 400
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402

Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Gua-


temala (José Jesús Zenil Rubio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Factores formadores del suelo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Relieve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 407
Climas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 408
Geología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409
Hidrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 410
Ecosistemas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 412
Los suelos de la región. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415

xiii
Geografía de suelos de México

Procesos formadores de suelo y su correspondencia con factores regio-


nales y locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415
Grupos de suelos dominantes en la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 416
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418

Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamerica-


na (Lorenzo Domingo Ramírez Cayetano). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419
Los factores formadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419
Subregiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 419
Los climas de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 421
Estructuras geológicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425
Hidrografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425
Ecosistemas principales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 426
Áreas Naturales Protegidas (anp) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429
Uso agrícola del suelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431
Los suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 432
Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores
regionales y locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 432
Los grupos de suelos dominantes de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
Peculiaridades regionales de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
La organización espacial de los suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
Edafopaisajes representativos de la región . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445
Toposecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 451
Variabilidad interna de las propiedades de los suelos de la región . . . . 455
Consideraciones finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457
Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

Anexo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461

xiv
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y
los factores que la determinan
Pavel Krasilnikov1*

a geografía de suelos es una de las subdisciplinas de las ciencias del

L suelo más importantes en el sentido teórico y práctico; a la vez, la


geografía de suelos constituye una parte importante de la geografía
física. El objetivo teórico de la geografía de suelos es entender y
explicar las reglas de la distribución de suelos y sus propiedades en
la superficie de la Tierra. La aplicación práctica de esta subdisciplina incluye la
cartografía de suelos para el inventario de los recursos edáficos, la interpolación
de los datos espaciales y la planeación del uso y manejo de los suelos (Sunyer
Martín, 1994). En las regiones latitudinales amplias y planas el clima cambia
regularmente desde el norte hacia el sur; en las zonas montañosas se observan
cambios regulares altitudinales; algunas sierras forman la “sombra geográfica”,
separando las áreas húmedas de las áridas; y en las zonas costeras hay un gradien-
te de humedad del clima distinto. Todas estas reglas definen la distribución de
los suelos en varias escalas.
En México esta situación es muy variable. El relieve complejo del país y la
extensión de la costa determinan la existencia de numerosos gradientes cli-
máticos: los altitudinales, los de aridez/humedad por la cercanía del mar y la
presencia de las sombras geográficas. La situación se complica con la presencia
conjunta de los gradientes mencionados en la mayor parte del territorio de
México. Además, se observa una diversidad impresionante de los materiales
parentales en el territorio nacional, que también contribuye a la complejidad
de la cobertura edáfica del país. Por las razones mencionadas la búsqueda de las
reglas que regulan la distribución de los suelos en la superficie del país es una
tarea bastante difícil, que requiere un conocimiento profundo de las leyes
básicas de la edafogeografía y de los factores ambientales en México.

Bases teóricas
La geografía históricamente fue una ciencia práctica orientada a la acumulación
del conocimiento empírico. Desde el inicio de la civilización humana el hombre
quiso saber la distribución espacial de los objetos en la superficie de la Tierra
para orientarse en el espacio, planear los viajes y la expansión. Entonces, una
gran parte de la geografía, y también parte de la geografía de suelos, son ciencias
descriptivas. Sin embargo, ya desde el Siglo xix, los geógrafos se enfocaron a
la interpretación de la información espacial, intentando entender las reglas de
ubicación y comportamiento de los objetos geográficos. Desde entonces la

1Lab. Edafología “Nicolás Aguilera”, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
Instituto de Biología, Centro de Investigación de Karelia de la Academia de Ciencias Rusa, Petrozavodsk, Rusia.
* pv@hp.fciencias.unam.mx

1
Geografía de suelos de México

geografía asumió también funciones explicativas (Huguet del Villar, 1921).


Actualmente la geografía se divide en geografía general, que se dedica a la bús-
queda de las reglas geográficas de la distribución espacial de los objetos en la
superficie terrestre, y geografía regional, que se enfoca al inventario de los
objetos espaciales en un territorio particular. Consecuentemente, la geografía de
suelos también sigue esta división. Las tareas descriptivas de la geografía de sue-
los incluyen la característica de la distribución de los suelos en varias regiones
del mundo en varias escalas, la evaluación de la edafodiversidad y la reflexión de
la diversidad de los suelos en forma gráfica (cartografía de suelos), entre otras.
La explicación científica tiene como metas establecer las reglas generales de la
distribución geográfica de los suelos, explicar el papel de los factores formado-
res de estos en la formación de la diversidad y explicar la interrelación de los
suelos en el espacio en diferentes escalas. Este capítulo está dedicado mayor-
mente al análisis de la edafogeografía general.
Los estudios edafogeográficos generales se pueden dividir en tres líneas de
investigación principales: la estática, la dinámica y la estructural. Cada una de
éstas tiene sus propias bases teóricas, métodos de investigación y terminología.
La línea estática trabaja con la distribución espacial de los suelos desde el punto
de vista de la teoría de los factores estáticos (state factor theory), por lo que la
distribución espacial de los suelos se explica a partir de la distribución de los
factores-formadores del suelo (Jenny, 1941; Yaalon, 1971; Arnold, 1994; Kozlovs-
kiy y Goryachkin, 1996). Aunque se consideran los procesos verticales en el
perfil del suelo, los procesos laterales de distribución de la materia no se to-
man en cuenta (Pennock y Veldkamp, 2006). Otra línea de estudio se basa en
el concepto del transporte lateral de las soluciones y los materiales sólidos que
provocan la diferencia en la composición y propiedades de los suelos. Los
flujos geoquímicos de varias escalas se consideran en los términos de la geo-
química del paisaje (Glazovskaya, 1973), y el transporte del material sólido
del suelo en los términos de la geomorfología de suelos (Birkeland, 1999).
Aunque el concepto se aplica en varias escalas (por ej., las arenas geoquímicas
según Glazovskaya (1973) se expanden en áreas de miles de kilómetros cua-
drados), el transporte lateral se considera mayormente en las escalas de una
ladera (una catena de suelos). Finalmente, la línea estructural en los estudios
edafogeográficos se concentra en el ordenamiento de los suelos en el espacio,
con relativamente poca atención a la génesis de este ordenamiento. Ejemplos de
esta línea de investigación son: la teoría de la estructura de la cobertura edáfica
(Fridland, 1974) y los métodos edafométricos, más que todo en el estudio de
edafodiversidad (Ibáñez et al., 1995). Cada línea de estudio usa diferentes meto-
dologías, que se discuten detalladamente en el Capítulo 8, dedicado exactamen-
te a las cuestiones metodológicas.

Los términos y conceptos básicos de edafogeografía


Los primeros conceptos edafogeográficos fueron propuestos por Vasili Doku-
chaev, quien desarrolló el concepto de las zonas naturales latitudinales y altitu-
dinales con los suelos correspondientes a dichas zonas (Dokuchaev, 1899). Sin
embargo, él no usaba el término “geografía de suelos” por su idea holística de las

2
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

ciencias naturales; para Dokuchaev la división de las ciencias naturales en dife-


rentes disciplinas y subdisciplinas fue una gran desventaja de las ciencias de la
vida y de la Tierra. Pero el Siglo xx inició con la división de las líneas de estu-
dios geográficos, así como de las edafológicas. En geografía se separaron la
geografía física y la geografía económica, mientras que en ciencias del suelo
los estudios de la química, física y microbiología de suelos crecieron más inde-
pendientes. En esta etapa la geografía de suelos también se estableció como una
subdisciplina independiente, aunque vinculada con los estudios de la génesis
del suelo. En 1926, Semyón Neustrúev abrió el primer Departamento de Geogra-
fía de Suelos en la Universidad de Leningrado (San Petersburgo). También en los
años 20 el término “geografía de suelos” se estableció en la literatura del idioma
inglés (por Wolfanger, 1930). En los trabajos en castellano a veces se aplica el
término “edafogeografía” como análogo de “biogeografía” (Ferreras Chasco y
Fidalgo Hijano, 1991), que se usa como sinónimo de geografía de suelos.
En la literatura edafológica se aplican varios términos que caracterizan el
lugar de los suelos en el espacio de los factores-formadores del suelo. Algunos
de estos términos (como los suelos zonales, por ejemplo) a veces están mal
interpretados, o entendidos de manera muy simplificada. Por ello, es importan-
te aclarar el sentido de tantos términos, como los suelos zonales, intrazonales,
azonales, dominantes, monogenéticos, etc., así como presentar su contexto
geográfico.

Suelo. Según la primera definición científica de Dokuchaev (1899), el suelo es


“un cuerpo natural, formado por la acción común del material parental, el
relieve, el clima, los organismos, vivos y muertos, y la edad de la superficie
geológica”. La distribución de estos factores, formadores obligatorios del
suelo, más el factor antropogénico optativo, determinan en gran parte la
distribución espacial de los suelos. La definición actual es más compleja;
la última versión de la clasificación internacional (iuss Working Group
wrb, 2006) define el suelo como: “Un cuerpo natural continuo que tiene
tres dimensiones espaciales y una temporal. Los tres rasgos principales que
gobiernan al suelo son los siguientes:

• Está formado por constituyentes minerales y orgánicos e incluye fases


sólida, líquida y gaseosa.
• Los constituyentes están organizados en estructuras específicas para el
medio pedológico. Estas estructuras forman el aspecto morfológico de la
cubierta edáfica, equivalente a la anatomía de un ser vivo. Ellas resultan
de la historia de la cubierta edáfica y de su dinámica y propiedades actuales.
El estudio de las estructuras de la cubierta edáfica facilita la percepción
de las propiedades físicas, químicas y biológicas; permite también com-
prender el pasado y el presente del suelo, así como predecir su futuro.
• El suelo está en constante evolución, dando así al suelo su cuarta dimen-
sión, el tiempo.”

Aunque el suelo estuvo relacionado anteriormente con los sustratos sueltos,


donde pueden crecer las plantas superiores, actualmente se incluye a la defi-

3
Geografía de suelos de México

nición un rango de objetos más amplio. La misma clasificación internacional


(iuss Working Group wrb, 2006) indica que se considera un suelo “cualquier
material dentro de los 2 m de la superficie de la Tierra que esté en contacto con
la atmósfera, con la exclusión de organismos vivos, áreas con hielo continuo
que no estén cubiertas por otro material, y cuerpos de agua más profundos
de 2 m”. Aunque la definición citada tiene ciertas deficiencias que no vamos a dis-
cutir ahora, se puede aplicar como la primera aproximación. Cabe mencionar
que el suelo, como sistema complejo, no se define de una sola manera.

Pedón. Es el bloque más pequeño del suelo que refleja todos los horizontes
del suelo. Su área lateral debe ser suficiente para el estudio de la relación de
los horizontes y sus formas, y varía entre 1 y 10 m2. En los suelos, donde hay
ciclicidad en las propiedades (como en las tundras poligonales, en adobes-sue-
los esmectíticos con macrogrietas en la superficie, etc.), en las distancias
lineales entre 2 y 7 m, el pedón tiene dimensiones correspondientes a la
mitad del ciclo. Si los ciclos tienen dimensión mayor de 7 m, el pedón regre-
sa al área de 1 m2 y los suelos del ciclo se relacionan con diferentes pedones.
El concepto de pedón, introducido por la escuela norteamericana (Buol et al.,
1974), tiene mucho en común con los conceptos del perfil y solum.

Solum. Término aplicado por la escuela francesa (Jamagne y King, 2003) para
el volumen mínimo del suelo, que se usa para su descripción y clasifica-
ción. En gran parte corresponde al concepto de pedón.

Perfil. Estrictamente significa una sección vertical bidimensional del suelo


que incluye todos los horizontes edáficos; sin embargo, en varias escuelas
edáficas el término perfil significa prácticamente lo mismo que pedón o
solum, i.e. la unidad mínima que se describe y se clasifica en el campo. Hay
que tener cuidado con el término, porque en los EE.UU. está restringido
sólo a la sección bidimensional, y en Francia el término “perfil” significa la se-
cuencia conceptual de los horizontes o propiedades en el suelo, mientras que
el cuerpo real que se estudia se llama solum. Aunque existe cierta confusión
con el término “perfil”, por los sentidos múltiples que tiene, en adelante se
usará para anotar la unidad mínima del estudio edafológico.

Polipedón. Grupo conjunto de pedones iguales (Buol et al., 1974), o, en otras


palabras, el área ocupada por los mismos suelos, la unidad mínima de carto-
grafía edáfica. En la escala detallada un polígono cartográfico corresponde
exactamente a un polipedón; en otras escalas, por supuesto, un polígono gene-
raliza varios polipedones. En la escuela rusa (Fridland, 1965, 1974, 1976) lo
mismo se denomina como “el área edáfica elemental”.

Cubierta edáfica. Conjunto de todos los suelos (todos los polipedones) en


alguna parte de la superficie de la Tierra.

Suelos zonales. Este término, así como los intrazonales y azonales, fue introdu-
cido a la ciencia del suelo por Nikolay Sibírtsev (1900), alumno de Dokuchaev,

4
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

que luego entró a la literatura internacional gracias a la traducción inglesa del


libro de texto ruso escrito por Konstantín Glinka (1937). El mismo concepto
fue aceptado por Thorp y Smith (1949) en la clasificación de suelos norte-
americana, y hasta ahora se aplica ampliamente en los trabajos edafogeo-
gráficos en todo el mundo (Sala et al., 2006). Según el concepto original de
Dokuchaev, los suelos se arreglan en la superficie de la Tierra en acuerdo
con las condiciones bioclimáticas, formando las zonas edáficas. Estas zonas
son unas áreas grandes, donde las condiciones bioclimáticas son relativamen-
te uniformes y diferentes de las demás áreas cercanas, que se refleja en los
suelos distintos para cada zona (Dokuchaev, 1899). Inicialmente se consi-
deraba que cada zona edáfica contaba con un solo tipo zonal de suelos, con
unas inclusiones de los suelos intrazonales y azonales. Además Dokuchaev
creía que las zonas bioclimáticas se ubican en la superficie de la Tierra de
manera regular desde el norte hacía el sur; en su primer mapa de los suelos
del mundo, que fue presentado en la Exhibición Mundial en París en 1900,
los suelos se ubicaron como cinturones meridionales (Figura 1.1).
Los datos empíricos mostraron luego que la distribución de las zonas
bioclimáticas, así como de las edáficas, es mucho más compleja, depen-
diendo de la cercanía de océanos, vientos dominantes, ubicación de los sis-
temas de montañas, etc. Para “salvar” la teoría de la zonalidad, Gerasimov
(1945) propuso el concepto de facies bioclimáticas, que implicó la idea de
ciertas diferencias en edafogénesis, y, por consecuencia, en la cobertura edáfica
en las regiones con diferentes tipos de climas (con diferentes regímenes

Figura 1.1. Mapa de la distribución ideal de las zonas edáficas del hemisferio norte, presentado por Dokuchaev
en la Exhibición Mundial en París en 1900.

5
Geografía de suelos de México

térmicos e hídricos) dentro de las mismas zonas climáticas. Además, los


estudios edafogeográficos indicaron que dependiendo del drenaje, material
parental, composición química del agua freática, historia natural del paisaje
y varios otros factores, los suelos dentro de las zonas edáficas varían en un
rango bastante amplio, y no está completamente claro cuál grupo de los
suelos es zonal. Para aclarar el asunto, se decidió que los suelos zonales son
los suelos que reflejan de manera más evidente los factores bioclimáticos
actuales.
Los suelos zonales, según el concepto actual, son los suelos monogenéti-
cos, desarrollados de los materiales parentales sedimentarios de silicatos de
textura intermedia (limosa o limo-arcillosa), con un buen drenaje, y sin
mayor efecto de los procesos de erosión, sedimentación, salinización o degra-
dación antropogénica. Los suelos orgánicos, hidromorfos, salinos, poligené-
ticos, muy jóvenes y derivados de los materiales arenosos, arcillosos, calcáreos
o de las cenizas volcánicas no se consideran como zonales. Por eso hay que
tener cuidado con el término “suelos zonales”. En México existen áreas don-
de los suelos zonales se encuentran en extensiones muy limitadas o están
completamente ausentes.
En la clasificación de suelos actual no hay separación distinta entre los
suelos zonales y los demás, porque los suelos zonales también se encuentran
como inclusiones en otras zonas como suelos intrazonales o paleosuelos
(suelos relictos o poligenéticos). Hay que tener muy claro que el concepto
de los suelos zonales es un concepto geográfico, no de la clasificación. Sin
embargo, existen los grupos de suelos en wrb (iuss Working Group wrb,
2006), cuyo desarrollo depende mayormente de las condiciones bioclimá-
ticas, y por eso se encuentran en la cobertura edáfica principalmente como
zonales. Por ejemplo, para los bosques templados de coníferas y mixtos los
suelos zonales son los Albeluvisoles y Luvisoles; para los bosques deciduos,
los Phaeozems; para las estepas, los Chernozems; para estepas secas y semi-
desérticas, los Kastañozems; para los desiertos, los Calcisoles y para la selva
tropical, los Acrisoles.

Suelos intrazonales. Son los suelos donde la influencia del material parental,
del hidromorfismo o de un proceso edafogénetico, tiene un mayor efecto.
Por este motivo los suelos intrazonales no reflejan de manera pronunciada
los factores bioclimáticos, y se encuentran con la morfología y propiedades
muy parecidas en más de una zona bioclimática. Estos suelos pueden tener
ciertas diferencias dependiendo de las condiciones climáticas, pero estas
diferencias son mucho menores que las diferencias entre los suelos azona-
les y zonales en la misma zona. En este grupo se encuentran los suelos deri-
vados de arenas, arcillas (especialmente de las arcillas esmectíticas), de las
cenizas volcánicas y de la roca caliza. Los suelos arenosos se clasifican
mayormente como Arenosoles, los suelos arcillosos, como Vertisoles, los
suelos volcánicos, como Andosoles, y los suelos derivados de caliza se lla-
man Leptosoles o Phaeozems réndzicos. Los afectados por un exceso de
humedad, como los Histosoles, Gleysoles, Planosoles y Stagnosoles, también
son mayormente intrazonales. Los suelos salinos y alcalinos (Solonchaks y

6
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Solonetz) se consideran como intrazonales, porque se encuentran en un


amplio rango de climas, desde sub húmedos hasta extra áridos. La mayoría
de los suelos de origen aluvial, marino o lacustre (Fluvisoles), con excep-
ción de los del grado de desarrollo inicial, entran a los suelos intrazonales.
Los suelos completamente transformados por las actividades agrícolas
(Antrosoles) también se consideran como intrazonales. Aunque inicial-
mente estos suelos fueron considerados como “inclusiones” a la cobertura
edáfica, actualmente ya está claro que en varias partes del mundo los suelos
intrazonales son más abundantes que los zonales. En México, por ejemplo, la
distribución de estos suelos es muy amplia, principalmente en la península
de Yucatán y en la Sierra Madre Oriental, donde los materiales parentales
calcáreos son abundantes (Bautista y Palacio, capítulo 16 de esta obra).

Suelos azonales. Son los suelos sin mayor evidencia de edafogénesis. Por eso
no reflejan en su perfil los factores formadores del suelo. El concepto princi-
pal de estos suelos es que son muy jóvenes; sin embargo, la mayoría de los
suelos azonales tienen un desarrollo leve por el efecto de la erosión o sedi-
mentación continua. En la primera versión de la clasificación, Dokuchaev
(1885) separó todos los suelos en normales, seminormales y anormales: en
el grupo de los seminormales incluyó los suelos aluviales y eólicos, los cuales
tienen desarrollo escaso, y en el grupo de los suelos anormales a las arenas
móviles de las costas y a los desiertos, donde el suelo no tiene oportunidad
para el desarrollo. Sibírtsev (1900) incluyó los suelos anormales de Doku-
chaev y la mayor parte de los seminormales en los azonales. En la tradición de
la escuela Rusa de clasificación de suelos esta división se refleja en el nivel
más alto de la taxonomía: todos los suelos se dividen en tres “troncos”: pos-
tlitogénicos (formados en los materiales parentales minerales estables),
sínlitogénicos (donde los procesos de litogénesis son iguales o más activos
que los procesos edafogénicos) y los organogénicos (formados de los mate-
riales orgánicos, como las turbas). Cabe mencionar que el concepto de los
suelos sinlitogénicos no es completamente idéntico al de los suelos azona-
les: algunos suelos postlitogénicos con grado de desarrollo escaso también
entran al concepto de los azonales. Los suelos azonales en la clasificación
internacional (iuss Working Group wrb, 2006) caen mayormente en los
grupos de los Regosoles, Leptosoles, Arenosoles y Fluvisoles. También los
suelos urbanos, pavimentados, perturbados por las actividades de minería
e industriales (Tecnosoles) pueden considerarse como azonales. Aunque
anteriormente los suelos azonales se consideraban de menor importancia,
en México estos suelos dominan en algunas provincias por el desarrollo
amplio de los procesos de erosión hídrica y eólica.
La división de los suelos zonales, intrazonales y azonales puede parecer un
poco artificial, y se puede preguntar ¿para qué se hace esta división formal?
Sin embargo, el concepto es bastante útil para las cuestiones de regionali-
zación geográfica y para extrapolación geográfica de los datos edáficos. En el
caso de la dominancia de los suelos zonales, el criterio de extrapolación es
climático; en el caso de la dominancia de los suelos intrazonales litológico e
hidrológico, y en el caso de los suelos azonales, lo que cuenta son los procesos

7
Geografía de suelos de México

actuales de erosión y sedimentación. Por ejemplo, en la Mesa del Centro en


México la distribución de los suelos (mayormente zonales) depende del
gradiente de aridez; en la Península de Yucatán la distribución de los
Leptosoles réndzicos (suelos intrazonales) depende de la distribución de la
caliza, aunque el clima varía dentro de la provincia; en la sierra de Baja
California dominan los Leptosoles (azonales) independientemente de la
existencia de un gradiente térmico del clima y de la variación en la composi-
ción de los materiales parentales.

Suelos dominantes. Son los que ocupan el área mayor en un territorio. Prin-
cipalmente en los mapas edafológicos de escalas medianas y grandes, que
implican la generalización de los datos, se demuestran los polígonos por el
suelo dominante, independientemente de que estos suelos sean zonales,
intrazonales o azonales. En México la mayor parte del territorio nacional
tiene a los intrazonales o azonales como dominantes. (Mapa anexo II).

Suelos modales. Son los suelos que reflejan de manera más evidente el com-
plejo de factores formadores del suelo. En contraste a la definición de los
suelos zonales, para los suelos modales se toma en cuenta el material paren-
tal, la historia del paisaje, el régimen de humedad etc., entonces, los suelos
modales pueden incluir tanto a los zonales como a los intrazonales. Por ejem-
plo, para los pantanos de Centla los suelos modales son los Histosoles y
Gleysoles, aunque no son zonales (los suelos hidromorfos no se incluyen
en el concepto de los zonales), para la Península de Yucatán los suelos moda-
les son los Leptosoles réndzicos, que tampoco son zonales por la peculiaridad
del material parental. Los suelos azonales generalmente no se consideran
como modales, con excepción de las situaciones en que estos suelos domi-
nan absolutamente en la cobertura edáfica; por ejemplo, en las regiones de
la erosión —o sedimentación— eólica intensa, con desarrollo muy escaso
de los suelos debido a las condiciones climáticas extremas (desiertos), o
por la erosión hídrica que ha afectado toda la superficie del suelo. Los sue-
los modales no son necesariamente dominantes; en ciertas regiones ocu-
pan las áreas menores por la abundancia de los suelos azonales, perturba-
dos por las actividades antropogénicas, por la heterogeneidad de los factores
ambientales (por ejemplo, en el relieve complejo) y varias otras razones,
los cuales deben ser reconstruidos en el transcurso de los estudios edafo-
geográficos particulares. Para detectar el suelo modal hay que preguntarse
cuáles suelos se encuentran en la región del estudio y que casi no se pre-
sentan en las demás regiones. Por ejemplo, para el Eje Neovolcánico Trans-
mexicano los suelos modales son los Andosoles, aunque no son dominan-
tes (el área mayor en el Este la ocupan los Phaeozems) ni zonales (porque
las cenizas volcánicas se consideran como los materiales parentales parti-
culares, que cambian completamente la ruta de la edafogénesis). En algu-
nos mapas edafológicos de escalas grande y mediana los polígonos de sue-
los reflejan más suelos modales que dominantes; la elección del método de
generalización de los datos cartográficos depende del concepto del autor
del mapa.

8
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Suelos monogenéticos. Son los suelos que reflejan completamente los factores
formadores actuales del suelo. Mayormente son los suelos relativamente
jóvenes, de la edad del Holoceno, que no sufrieron cambios climáticos mayo-
res, ciclos de erosión y sedimentación, etc. Sin embargo, existen los suelos
bastante antiguos que se desarrollaron en condiciones relativamente esta-
bles (los Vetusoles, según el término propuesto por Cremaschi (1987)) y la
única diferencia entre estos y los suelos típicos (modales) de una región es la
edad de los sedimentos superficiales (de la superficie expuesta). En México
los suelos monogenéticos jóvenes son bastante abundantes, mientras que los
Vetusoles no fueron reportados todavía; se considera poco probable que
en las regiones de alta actividad tectónica y de procesos de erosión y sedi-
mentación se forme un suelo en condiciones estables por varios cientos de
milenios. Los suelos zonales obligatoriamente deben ser monogenéticos,
los suelos intrazonales no tienen tantos requerimientos, como tampoco
los azonales. Aunque los suelos azonales se consideran como poco desa-
rrollados, éstos pueden tener ciertas evidencias de los ciclos anteriores de
edafogénesis: los suelos erosionados a veces tienen pocos centímetros de ma-
terial residual de productos de intemperismo profundo (como en los Lepto-
soles ferrálicos), derivado de la formación del suelo anterior, y en los sue-
los poco desarrollados en los sedimentos recientes a veces se encuentran los
perfiles sepultados de paleosuelos (como en los Regosoles y Arenosoles
thápticos).

Suelos poligenéticos. Son los que reflejan en su perfil, aparte de los factores y
procesos actuales, los ciclos anteriores de edafogénesis y litogénesis. Algunos
especialistas los consideran como paleosuelos superficiales; según Bronger y
Cutt (1989), todos los paleosuelos incluyen los sepultados, los superficiales
y los exhumados. Cabe mencionar que es la terminología de los paleoeda-
fólogos, la mayoría de los especialistas en otras áreas de las ciencias del suelo
no la usan, prefiriendo el término “suelos poligenéticos”. Sin embargo, los
conceptos paleoedafológicos son bastante importantes para el entendi-
miento del papel de los suelos poligenéticos en la cobertura edáfica actual.
Todos los suelos poligenéticos se pueden dividir según la contribución de
los procesos de sedimentación en su desarrollo, de la manera siguiente:

Suelos poligenéticos sin contribución significativa de los sedimentos. Son sue-


los de desarrollo normal, donde todos los cambios del ambiente en el
transcurso de la historia están “escritos” en el mismo perfil con la forma
de ciertas características morfológicas, químicas y mineralógicas. General-
mente las evidencias de los ambientes húmedos (iluviación de las arcillas,
segregaciones de hierro y manganeso) se conservan en el perfil en las
etapas áridas siguientes, mientras que los trazos de la edafogénesis árida
(por ej., las acumulaciones de carbonatos, de yeso y de sales solubles)
no se conservan bien en las etapas húmedas siguientes. Un buen ejem-
plo de los suelos poligenéticos se encuentra en el norte de México, don-
de en las zonas áridas se encuentran los suelos con un horizonte árgico,
el cual es un vestigio de los climas mas lluviosos del pasado. Desde el

9
Geografía de suelos de México

punto de vista de la edafogeografía, los suelos poligenéticos son difíciles


para delimitarlos en el espacio, porque los actuales factores-formadores
del suelo no son útiles para eso: su distribución depende de las condi-
ciones ambientales del pasado, que no se conocen (Phillips et al., 1996).

Suelos poligenéticos sinlitogénicos. Son los suelos que tienen acumulación


periódica de los sedimentos en la superficie. Sin embargo, no se pueden
considerar todos los suelos sinlitogénicos como poligenéticos: no se con-
sideran como poligenéticos si tienen una acumulación de sedimentos
continua, sin fluctuaciones en su intensidad. Así son, por ejemplo, los sue-
los aluviales en su mayoría. Sin embargo, los suelos derivados de los
materiales volcanogénicos o eólicos, o los que reciben los sedimentos
coluviales o de los flujos temporales, tienen el carácter del perfil más com-
plejo, que refleja ciertos cambios en el ambiente (que no necesariamente
están relacionados con el clima: por ejemplo, las erupciones de volcanes
no dependen de los cambios climáticos). En el caso de la sedimentación
irregular el perfil tiene unas capas casi no alteradas por la edafogénesis, y
otras capas con los microperfiles de suelos delgados y poco desarrollados.
En la literatura estas secuencias se llaman “edafocomplejos” (Smolnikova,
1967) o “suelos soldados” (welded soils) (Ruhe y Olson, 1980). Estos eda-
focomplejos, según la periodicidad de los eventos de sedimentación,
pueden variar en su morfología desde unos horizontes superficiales
muy profundos con poca estratificación (como se observa al este del Esta-
do de México, donde las erupciones de Popocatépetl continuamente
contribuyen con sus cenizas a los suelos, y los perfiles tienen un conteni-
do relativamente alto hasta la profundidad de varios metros) hasta unos
“paquetes” de microperfiles, de 10 a 30 cm de espesor cada uno (como
se observa, por ejemplo, en el norte del Estado de Puebla). Para los suelos
formados en piedemonte existe un concepto particular, que relaciona
los ciclos de erosión y sedimentación con el cambio climático, por un
lado, y con el arreglo del perfil, por otro. Según este concepto, llamado
K-ciclo (K de kronos, tiempo) (Butler, 1959, 1982), la erosión se activa
en los periodos más secos, cuando la superficie del suelo no se fija bien
con la vegetación, y disminuye en los periodos más lluviosos, cuando la
cobertura vegetal no permite el transporte de las partículas del suelo por
el flujo del agua. Consecuentemente, la acumulación de los sedimentos
en el piedemonte depende de la intensidad de la erosión, y por eso se en-
cuentran allí las secuencias de las capas con diferentes grados de desarro-
llo de los suelos (en las etapas de mayor escurrimiento la sedimentación es
más rápida y las capas tienen pocas evidencias de edafogénesis; en el caso
contrario, los microperfiles son más desarrollados). El concepto de K-ciclo
también se aplica para los ciclos de sedimentación más frecuentes, si la
intensificación de la erosión es causada, por ejemplo, por las activida-
des agrícolas humanas, por incendios forestales, por huracanes o por
los eventos sísmicos (Krasilnikov et al., 2005, 2007). En este caso no sólo la
morfología y las propiedades de los microperfiles, sino la propia secuen-
cia de los sedimentos y suelos, aporta información importante sobre los

10
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

cambios ambientales de alta resolución temporal. Para delinear la dis-


tribución de los suelos poligenéticos sinlitogénicos es importante tomar
en cuenta, aparte de los procesos y factores edafogenéticos, la actividad
de los procesos de sedimentación y su dinámica en el pasado.

Los suelos con un perfil sepultado. Son suelos que tienen un perfil de paleo-
suelo sepultado por los sedimentos mas recientes. El suelo superficial
puede variar en el grado de su desarrollo en un gran rango: la compa-
ración del suelo actual con el suelo sepultado proporciona informa-
ción valiosa sobre los cambios ambientales. Si el suelo sepultado se
encuentra dentro de los primeros dos metros desde la superficie del
suelo, y no está separado del suelo superficial por una capa de sedimen-
tos sin evidencias de edafogénesis, todo el perfil se clasifica en conjun-
to, como un solo cuerpo edáfico (Krasilnikov y García Calderón, 2006).
En el sistema wrb generalmente los suelos sepultados dentro del primer
metro del perfil se reflejan con un modificador con el prefijo “thapto-”
(thaptoándico, thaptolúvico, thaptohístico, etc.). Estas capas sepulta-
das de paleosuelos afectan las propiedades del suelo y su uso, por eso
en la cartografía de suelos se consideran en los mapas. La cartografía
de los suelos con perfiles sepultados es difícil, porque su distribución
espacial depende de los factores ya inexistentes. Los suelos sepultados
a una profundidad mayor de dos metros, o aislados del suelo superfi-
cial por una capa de sedimentos, no afectan tanto las propiedades del
suelo, se clasifican aparte (se utiliza incluso una clasificación diferente
para los paleosuelos sepultados), y no se reflejan en los mapas. En casos
excepcionales (el efecto importante de los paleosuelos sobre la hidro-
logía del paisaje o la distribución extensa de los paleosuelos) la presen-
cia de los suelos sepultados se refleja por los métodos cartográficos
(como fases).

También existe cierta confusión sobre los términos que caracterizan las
secuencias de los suelos. La dificultad de la terminología aplicada en esta área
de la edafogeografía es más compleja por el cambio de los conceptos en el
transcurso del tiempo y diferencias en el entendimiento de estos conceptos
para las diferentes escuelas científicas.

Divergencia. Es el proceso de formación de propiedades distintas en los sue-


los inicialmente uniformes. Los suelos inmaduros generalmente son pare-
cidos, porque tienen más rasgos del material parental que los edafogéni-
cos. En el transcurso del tiempo, por la variedad espacial de los factores
formadores del suelo, los suelos adquieren gradualmente propiedades dife-
rentes. El término “divergencia” proviene del concepto de la evolución diver-
gente en biología, que significa la formación de las diferentes características
de los organismos, que en el transcurso de la selección natural tienen su
origen en el mismo antepasado. Por supuesto, los suelos no compiten entre
sí, y la divergencia es resultado de la diferencia en los factores ambientales.
El término fue propuesto para la edafología por Boris Rósanov (1977), luego

11
Geografía de suelos de México

lo usaron independientemente otros investigadores (por ej., Juan José Ibáñez


Martí, en el Capítulo 9 de esta obra).

Convergencia. Es el proceso de formación de la morfología y las propiedades


similares en los suelos formados por diferentes procesos edafogénicos. Por
ejemplo, los horizontes álbicos se forman en el suelo por la eluviación de
arcillas, por eluviación del Fe y Al en conjunto con sustancias húmicas, y
por la gleyzación en la presencia del agua estancada. Los horizontes enri-
quecidos en arcilla (los horizontes árgicos) se forman por la iluviación de
las arcillas, por intemperismo fuerte en el nivel del agua capilar, por la ero-
sión selectiva de las partículas finas de la capa superficial del suelo, etc.
(Driessen et al., 2001). En edafología el término fue propuesto por Rósa-
nov (1977), como un análogo de la evolución convergente en biología. Las
razones de convergencia de los órganos de los organismos y de las propie-
dades de suelos son diferentes; en edafología estas razones todavía no están
bien entendidas.

Transecto. Es cualquier secuencia de suelos de cualquier escala. Generalmente


incluye varias topoformas, materiales parentales, climas, ecosistemas y el
uso del suelo (uno de los mencionados, o una combinación de éstos). A ve-
ces se hace un transecto según algún gradiente ambiental. Los transectos
pueden ser conceptuales (generalizados) o empíricos. En el caso de los
transectos conceptuales se utilizan datos de estudios anteriores, a veces
bastante idealizados, en su mayoría para ilustrar un concepto o para tareas
educativas. La mayoría de los transectos de este tipo son de escala pequeña
y mediana: por ejemplo, un transecto meridional del continente, un tran-
secto de la provincia edáfica, a un transecto de unas topoformas típicas
para la región. Los transectos empíricos son algunas secuencias de los per-
files existentes particulares; generalmente se hacen en escala grande y son
instrumentos fuertes de los estudios edafogeográficos. Algunos transectos
se enfocan al cambio de las unidades taxonómicas de los suelos que se
reflejan en los mapas edáficos (Fuentes Romero et al., 2004) y otros mues-
tran el arreglo espacial de alguna característica peculiar de los suelos; por
ejemplo, la distribución de diferentes formas de carbonatos secundarios
(Pérez Zamora, 1999). Casi siempre los transectos empíricos tienen ciertas
desviaciones del concepto ideal, y establecer un consenso de las razones de
estas desviaciones es una buena tarea para un geógrafo de suelos. La carac-
terística importante del transecto es que los suelos se arreglan en una línea
recta del transecto. En algunas secuencias de suelos no es obligatorio, pero
en el caso del transecto el arreglo en el espacio debe ser geométricamente
perfecto.

Toposecuencia. Es cualquier secuencia de suelos en un relieve pronunciado.


Generalmente incluye una cantidad limitada de topoformas; por ejemplo,
la ladera de la cumbre hasta el piedemonte, o una secuencia que cruza el
espacio entre dos parteaguas, incluyendo un valle entre ellos. Se puede tra-
tar una toposecuencia como un tipo particular de transecto; sin embargo,

12
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

en algunos casos particulares una toposecuencia puede incluir los suelos


que no se cruzan formalmente por la línea recta. Por ejemplo, una topofor-
ma tiene un mosaico de diferentes suelos, dependiendo de la roca parental
o de cualquier otro factor; en este caso se recomienda reflejar en el esquema
de la toposecuencia todos los suelos que se encuentran en cada topoforma.
Esto es importante para cumplir el objetivo principal de la toposecuencia:
caracterizar la dependencia de los suelos con la topografía. Cabe mencionar
que las toposecuencias tampoco tienen que incluir los suelos de diferentes
unidades taxonómicas; hay trabajos que estudian el cambio espacial de
ciertas características del mismo grupo de suelos (i.e., Curi y Franzmeier,
1984). Tomando en cuenta lo mencionado anteriormente, hay que decir que
unas secuencias de suelos en las montañas, que cruzan varias zonas altitu-
dinales, no se consideran como toposecuencias, porque el arreglo espacial
de los suelos en este caso no depende de las topoformas de la ladera sino de
los factores bioclimáticos, que cambian con la altitud.

Secuencia altitudinal. Es una secuencia de suelos en una ladera, donde cam-


bian las condiciones bioclimáticas por la altitud. Generalmente corresponde
a la escala mediana y al gradiente de altitudes mayores de 500 m. La secuen-
cia altitudinal está relacionada con la ley de la zonalidad vertical, que se
discute más adelante con mayor detalle. En general, las secuencias altitudi-
nales cruzan varias zonas (cinturones) altitudinales (Urusevskaya, 2007),
pero algunos estudios se enfocan en la distribución de suelos dentro de una
zona bioclimática, tomando en cuenta que el cambio de las condiciones
del clima y de la composición de la vegetación es gradual; un ejemplo es el
estudio del gradiente altitudinal de los suelos en los bosques mesófilos de
la Sierra Norte de Oaxaca (Álvarez Arteaga et al., 2008). En las secuencias
altitudinales no es obligatorio seguir una línea recta, como en los transectos;
en las montañas muchos suelos están perturbados por los procesos de lade-
ra, y un transecto formal puede mostrar mejor los suelos erosionados (suelos
azonales), que no reflejan las reglas de la distribución vertical de los suelos.
Idealmente, la secuencia altitudinal debe de mostrar los suelos modales de
cada zona altitudinal. Sin embargo, existen los edafopaisajes, donde todos
los suelos en ciertas zonas altitudinales están completamente perturbados y
hay que incluirlos en la secuencia, porque en este caso se considera que así
son las condiciones edafogenéticas en la zona vertical, y los suelos erosio-
nados se consideran como dominantes y modales para la zona de estudio
(por ej., Krasilnikov et al., 2005).

Cronosecuencia. Es una secuencia de los suelos que se forman del mismo


material parental y bajo los mismos factores ambientales, pero tienen dife-
rentes edades absolutas. En realidad el término no está directamente rela-
cionado con edafogeografía: una cronosecuencia es un arreglo conceptual
de los suelos que no necesariamente está relacionado en el espacio (Huggett,
1998). A veces los perfiles que se arreglan en una cronosecuencia están
bastante lejos uno del otro; por lo menos no es obligatorio que se encuen-
tren en una secuencia en el espacio. A veces se confunde la cronosecuen-

13
Geografía de suelos de México

cia, que es un arreglo conceptual, con cronocatena, que es una secuencia


de los suelos de diferentes edades en el espacio real, de la que se hablará más
adelante.
Según Vreeken (1975) existen cuatro tipos principales de cronosecuen-
cias: post-cortadas (postincisive), pre-cortadas (preincisive), transgresivas
sin sobrelaparse con la historia del suelo (time-transgressive without overlap
of soil history) y transgresivas con el sobrelapamiento de la historia del suelo
(time-transgressive with overlap of soil history). Aunque la terminología es
un poco compleja, la clasificación cubre prácticamente todos los casos de
cronosecuencias en la naturaleza. Las cronosecuencias post-cortadas inclu-
yen los suelos en los sedimentos parecidos de diferentes edades. Las terrazas
aluviales acumulativas dan un buen ejemplo de este tipo de cronosecuen-
cias; hay que mencionar que las terrazas aluviales son uno de los objetos
más comunes para el estudio de los suelos de diferentes edades; también
existen los estudios de las cronosecuencias de los edafopaisajes de las terrazas
de diferentes edades (Ibáñez et al., 1990). Las cronosecuencias pre-cortadas
incluyen los suelos, formados en los mismos sedimentos de la misma edad
absoluta, pero sepultados en diferentes etapas de su historia. Como ejem-
plo de este tipo de cronosecuencias se pueden anotar los suelos sepultados por
los deslizamientos en las laderas. El tipo de las secuencias transgresivas
sin sobrelaparse con la historia del suelo está ampliamente representado
por las columnas de los suelos y sedimentos eólicos (los loesses), aluviales y
los volcánicos (Sedov et al., 2003). El último tipo (las secuencias transgre-
sivas sobrelapadas con la historia del suelo) es más complejo y representa
una combinación de los tres tipos mencionados anteriormente. El término
“transgresivo” señala la secuencia inversa de las edades de las capas del suelo:
en un suelo normal el desarrollo empieza desde la superficie y penetra con
la profundidad en el transcurso del tiempo, entonces, las capas más profun-
das tienen el desarrollo edafológico más reciente, mientras que en las se-
cuencias transgresivas las capas profundas son más antiguas, sepultadas
por los suelos más jóvenes en la superficie.

Catena. Es uno de los conceptos básicos en la edafogeografía. Fue propuesto


por G. Milne (1935) para algunas toposecuencias en África del Este. Según
esta definición: “La catena es la unidad de cartografía… un agrupamiento
de suelos, los cuales, aunque son diferentes desde el punto de vista del sistema
natural de clasificación, están relacionados en su ubicación topográfica, y se
repiten en la misma relación uno a otro en cualquiera de las condiciones simi-
lares”. El concepto fue parecido al de las “secuencias topográficas analógicas”
propuestas anteriormente por Zaharov (1911). Según este autor, los suelos de
las zonas edáficas no son uniformes, pero varían en el grado de hidromorfis-
mo que, en su turno, depende de la topografía; entonces propuso caracterizar
cada zona no sólo por un suelo zonal, sino por una “secuencia topográfica”
típica. Sin embargo, el concepto de Milne fue más amplio, porque, aparte
del grado de hidromorfismo, incluía también los aspectos geoquímicos y
mineralógicos de las toposecuencias. Milne encontró que en la zona de
estudio las partes altas de las laderas fueron ocupadas por los suelos pro-

14
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

fundamente intemperizados (Ferralsoles), mientras que en el piedemonte se


encontraban los suelos con las arcillas del grupo de las esmectitas (Vertisoles).
Luego, Bushnell (1942) modificó el concepto, considerando la catena como
un grupo de suelos de una relación geográfica cercana, pero con diferentes
características del perfil por la diferencia en relieve, drenaje o tiempo de
exposición de la superficie. Para mayor información del desarrollo del con-
cepto de catena se puede consultar el trabajo de Gennadiev y Bockheim
(2006). Cabe mencionar que de pronto los conceptos de la catena se sepa-
raron en diferentes escuelas edafogeográficas. Para la escuela rusa una catena
siempre es una secuencia de suelos relacionados entre sí, y la definición de
la catena indica que “es una cadena de los suelos relacionados por los flujos
geoquímicos de los elementos” (Glazovskaya, 1973). En la escuela alemana,
al contrario, los suelos de una catena se consideran como independientes; la
diferencia entre los suelos se explica con las diferentes condiciones topográfi-
cas (de forma y pendiente de la ladera) e hidrológicas en diferentes partes de
la catena. Según Sommer y Schlichting (1997), existen tres tipos de catenas,
donde dominan los procesos de transformación, lixiviación o acumula-
ción, y la diferencia entre los suelos se explica por la intensidad diferente de
los procesos mencionados. En este caso, prácticamente no se nota diferen-
cia entre una catena y una toposecuencia. En la escuela norteamericana,
especialmente entre los geomorfólogos del suelo, las catenas se consideran de
manera más integral, y se aceptan los tres grupos de Sommer y Schlichting,
pero además incluyen un grupo importante de catenas, donde predomi-
nan los procesos de traslocación de material (Birkeland, 1999): este grupo
fue mencionado por Sommer y Schlichting como un caso particular de
menor importancia. En este libro la catena se trata de manera más amplia.
Se incluyen cuatro tipos de catenas según el esquema de Birkeland. Cabe
mencionar, que en la escuela norteamericana dan mucha importancia a la
forma de la ladera, que se divide en cinco componentes principales: la cima
(Su), la parte convexa u hombrera (Sh), una parte media recta (“backslope”)
(Bs), la parte baja cóncava de la ladera o pedestal (Fs) y piedemonte (Ts)
(Figura 1.2). Generalmente los suelos se relacionan con estos elementos de
la ladera; algunos investigadores (Birkeland, 1999) no reconocen como
catenas las toposecuencias de las laderas de otras formas.

Las catenas donde dominan los procesos de transformación. Es un grupo bas-


tante común y amplio, donde los suelos varían según el tipo y grado de
transformación. En su turno, el tipo y el grado de transformación puede
regularse por varios factores; uno de los más importantes es la hidrología
del suelo. En la mayoría de las catenas de las zonas húmedas y subhú-
medas los suelos de la cumbre y la parte alta de la ladera no tienen evi-
dencias de hidromorfismo (los colores gléyicos o estágnicos, ni las condicio-
nes reducidas en el perfil) (Figura 1.2a). En la parte baja de la ladera
aparecen gradualmente manchas de gleyización en los perfiles, mayormen-
te en los horizontes más profundos del suelo, BC y B. En el piede-
monte se encuentran los suelos donde los procesos de gleyización son
dominantes en todo el perfil (los Gleysoles); en ciertos paisajes más

15
Geografía de suelos de México

húmedos en el piedemonte se encuentran los suelos orgánicos (los Histo-


soles), donde la acumulación de la turba se provoca por el exceso de
humedad. En las zonas tropicales a veces se encuentra una diferencia
muy clara en la mineralogía y el color de los suelos en diferentes partes
de la catena. Una situación muy común es la ubicación de los suelos más
rojos kaoliníticos en la parte superior de la catena, mientras que en la
parte baja los suelos son grises y esmectíticos (por ej., Curi y Franzmaier,
1984). Sin embargo, la situación puede ser completamente inversa por
razones geológicas. En la zona glacial del noroeste de Rusia en algunos
paisajes se encuentran las toposecuencias, donde las partes altas de las
laderas tienen suelos con características de reducción (hidromorfos),
mientras que en el piedemonte los suelos son bien drenados y no tienen

Su
Sh
a
Bs

Fs
Ts RG
CM

CM
GL
HS

b
GL
CMgl

CM

PZgl PZ
c

LV
LV

AN
AN
VR

Figura 1.2. Algunos ejemplos de catenas: a) una catena típica diferenciada por la hidrología de suelos derivados de sedimentos limo-arcillosos; b) una catena atípi-
ca diferenciada por la hidrología de suelos, donde la parte elevada está constituida por los sedimentos arcillosos, mientras que los sedimentos del piedemonte son
arenosos; c) una catena diferenciada por los flujos geoquímicos, erosión y, por lo tanto, por la mineralogía de suelos. Su⫽la cima; Sh⫽la hombrera; Bs⫽la parte
media recta; Fs⫽el pedestal; Ts⫽el piedemonte; HS⫽Histosoles; GL⫽Gleysoles; RG⫽Regosoles; CM⫽Cambisoles; CMgl⫽Cambisoles gléyicos; LV⫽Luvisoles;
PZ⫽Podzoles; PZgl⫽Podzoles gléyicos; VR⫽Vertisoles; AN⫽Andosoles.

16
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

evidencias de hidromorfismo (Figura 1.2b), porque los materiales pa-


rentales son los sedimentos de glaciales lacustres arcillosos; el relieve de
la región se desarrolló por la erosión de los sedimentos mencionados a
partir de los flujos originados por el deshielo, y en el fondo de las cárcavas
se encuentran los sedimentos glaciofluviales arenosos; por eso los sue-
los de las partes bajas se drenan mucho mejor que los suelos derivados
de las arcillas de origen lacustre (Krasilnikov, reporte no publicado). En
las zonas subtropicales y tropicales también se reportaron suelos hidro-
morfos en las partes superiores de la catena, por la presencia de la roca
subyacente somera, mientras que en las partes bajas, donde los sedi-
mentos sueltos fueron bastante profundos, se encontraron los suelos
rojos y bien oxidados (Coventry, 1982; Evans y Franzmeier, 1986). Como
se observa en los ejemplos anteriores, a veces la diferencia del grado o
tipo de transformación de los suelos se debe a la diferencia en la com-
posición de la roca parental; en este caso hablan sobre las litocatenas. La
diferencia entre un transecto con heterogeneidad litológica y una lito-
catena es que en la litocatena los suelos deben estar arreglados en el
espacio estrictamente en una secuencia en la ladera, mientras que en los
transectos el relieve puede variar entre un gran rango de tipos (desde
plano hasta bastante abrupto), y la escala también puede ser desde gran-
de hasta pequeña. Otro subgrupo de las catenas con diferentes grados de
desarrollo de los suelos incluye las laderas con los suelos desarrollados
en las superficies de diferentes edades, aunque la roca parental inicial es
la misma en toda la ladera. Estas secuencias se denominan cronocatenas;
en realidad no se pueden considerar como catenas puras, donde domi-
nan los procesos de transformación, porque la diferencia en las edades
de los suelos en la ladera casi siempre se debe a los procesos de trasloca-
ción lateral del material sólido de los suelos y sedimentos (erosión y acumu-
lación de los sedimentos), formando así una transición entre los dos tipos
de catenas.

Las catenas donde dominan los procesos de lixiviación. Es un grupo de catenas


que se encuentran mayormente en las zonas húmedas, o formadas en
unos paleoambientes lluviosos. Casi siempre los suelos de la cima son
más lixiviados que los suelos de la ladera, porque en las últimas cierta
parte del agua, en lugar de percolarse verticalmente en el perfil, se pier-
de por escurrimiento lateral superficial y subterráneo. Por ejemplo, en las
zonas húmedas los suelos en la cima tienen los horizontes eluviales (álbi-
cos) profundos, los suelos de la parte convexa y recta de la ladera tienen
los horizontes mencionados de menor espesor y/o discontinuos, y en la
parte baja de la ladera los horizontes eluviales faltan completamente
(por ej., Glazovskaya, 1973).

Las catenas donde dominan los procesos de acumulación. Es el grupo que


varía dentro de un gran rango según las condiciones bioclimáticas de la
zona de estudio. Por ejemplo, en la zonas polares los suelos con mayor
acumulación de la materia orgánica se encuentran en las partes medias y

17
Geografía de suelos de México

rectas de las laderas, orientadas hacia el sur, y constituidas por los mate-
riales arenosos. En las zonas templadas húmedas la mayor acumulación
de materia orgánica se encuentra en la parte cóncava de la ladera (en la
forma de humus) y en el piedemonte (en la forma de turba mayormente).
En las zonas templadas secas el humus se acumula con mayor frecuen-
cia en el piedemonte, y los carbonatos de calcio edafogénicos en la cima, y
en el caso de las laderas orientadas hacia el sur, en las partes rectas de la
ladera. Birkeland (1999) casi siempre considera que a este grupo perte-
necen las catenas de las zonas áridas, donde se observa la acumulación
de los carbonatos de calcio y de las sales solubles en los perfiles.

Las catenas donde dominan los procesos de translocación. Es el grupo que


mas incluye el resultado de la transportación lateral de los elementos,
sustancias y sedimentos en la ladera. Estas catenas pierden los elemen-
tos y/o sedimentos de la parte superior y se acumulan en la parte infe-
rior de la ladera. La translocación del material se refiere al flujo del agua
(Vysotsky, 1906; Bushnell, 1942), los elementos y sustancias en forma
soluble (Polynov, 1953) o los materiales sólidos transportados por el flujo
del agua (erosión-acumulación) (Ruhe, 1974). La catena clásica de Milne
(1935) fue dominada por los procesos de translocación de elementos
en solución, que resultó en la formación de las esmectitas en los suelos de
piedemonte: las esmectitas se sintetizan en el suelo en el caso de la sobre-
saturación de la solución con silicio, aluminio y magnesio. Dichos elemen-
tos se lixiviaron de los suelos de la cima, donde los minerales más sencillos
de estructura 1:1 se quedaron y se acumularon en la parte baja de la lade-
ra. Una situación parecida se encuentra frecuentemente en México en la
región del Eje Neovolcánico (Figura 1.2c). En los suelos derivados de ceni-
zas volcánicas se forma halloysita en los suelos de la cima y de la hombre-
ra, resultando la formación de los Luvisoles. En las posiciones bajas de pie-
demonte se forma esmectita, dando origen a los Vertisoles. En las laderas
los materiales cristalizados se erosionan y por eso dominan los suelos con
productos iniciales de intemperismo de las cenizas (los Andosoles).
Las catenas formadas por los procesos de erosión y acumulación son
muy abundantes, especialmente en todas las zonas montañosas donde
dominan las laderas inclinadas. En México también son muy comunes
estas catenas, como en la sierra sur de Oaxaca; varios autores (Krasilnikov
et al., 2004, 2005, 2007) describieron las catenas con redistribución de los
sedimentos en la ladera, dando como resultado la formación de suelos
completamente diferentes en morfología y en su grado de desarrollo.

Edafopaisaje. Es el área caracterizada por una combinación de suelos en par-


ticular. Un edafopaisaje generalmente incluye más de un grupo taxonómico
de suelos. El mosaico de suelos dentro de un edafopaisaje debe tener la mis-
ma lista de los suelos, la misma proporción de áreas de cada grupo, la misma
forma predominante de los polígonos de cada suelo y la misma relación fun-
cional entre los miembros del edafopaisaje (por ejemplo, el mismo arreglo
espacial en una catena). El cambio de cualquier característica de la cobertu-

18
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

ra edáfica indica que se trata de otro edafopaisaje. Hay varias definiciones de


edafopaisaje que se enfocan en diferentes aspectos de este concepto. Para la
escuela norteamericana un edafopaisaje (soilscape) es un cluster de poli-
pedones (Buol et al., 1974; Hole y Campbell, 1985); esta definición indica
el lugar del edafopaisaje en el sistema jerárquico de las unidades edafogeo-
gráficas: los pedones constituyen un polipedón, la combinación de los poli-
pedones forma un edafopaisaje, los edafopaisajes se juntan en una región
edáfica y las regiones forman la edafosfera. Para la escuela francesa un eda-
fopaisaje es la unidad cartográfica que reúne suelo, vegetación y geomorfo-
logía (Duchaufour, 1998); aunque la definición no es muy concreta, se nota
que los edafopaisajes están vinculados con las unidades geográficas en los
términos de geomorfología y de los ecosistemas. En la Unión Europea
actualmente los edafopaisajes se definen pragmáticamente como algunos
grupos de cuerpos edáficos relacionados funcionalmente, que pueden ser
reflejados en cartografía desde la escala 1:250,000 (Finke y Montanarella,
1999). El concepto de los edafopaisajes no es nuevo y viene de los trabajos
tempranos edafogeográficos. Por ejemplo, Sibírtsev (1900) usó el término
“combinaciones de suelos”, Neutsrúev (1915) el de “complejos edáficos”, Hole
(1953) el de “estructura de cuerpos de suelos” y Frídland (1965, 1974) el de
“estructura de cobertura edáfica”. Aunque todos estos términos tienen ciertas
diferencias, la idea principal es parecida al concepto de edafopaisajes. Los
autores mencionados, principalmente Frídlland (1976), y Hole y Campbell
(1985) desarrollaron la terminología detallada y extensa para caracterizar
el arreglo espacial de suelos y los métodos para reflejar los edafopaisajes en
los mapas. Sin embargo, sus propuestas casi no se realizan en la práctica
por la complejidad de su aplicación. En este volumen no se tiene el espacio
suficiente para exponer la característica de los sistemas mencionados, por ello
se recomienda a los lectores interesados consultar las obras correspondientes.
En la práctica de la cartografía edáfica siempre se toma en cuenta la com-
plejidad de los edafopaisajes, aunque los mapas casi no reflejan las caracterís-
ticas estructurales de los edafopaisajes. Frecuentemente los mapas indican
un suelo dominante o combinación de dos o tres unidades, a veces con los
suelos que ocupan áreas menores. Hasta ahora la reflexión gráfica sencilla e
informativa de la estructura de los edafopaisajes no está desarrollada com-
pletamente. También existen ciertos problemas para delinear los límites de
los edafopaisajes. La manera más lógica para delimitar un edafopaisaje es el
análisis de la estructura espacial de suelos: se ponen los límites donde cambia
el mosaico de los suelos. Sin embargo, este mecanismo implica la elaboración
de los mapas edáficos detallados, un proceso muy costoso y laborioso. Para
muchas zonas del mundo no están disponibles los mapas de la escala deta-
llada. En la práctica los edafopaisajes se delimitan por las cuencas hidroló-
gicas, por la uniformidad del uso del suelo, por los límites de los paisajes,
etc. Estas maneras de división no son perfectas y pueden producir ciertos
errores en dicha delimitación.

Región edáfica. Es un territorio caracterizado por la uniformidad relativa de


suelos y los factores ambientales, como la estructura geológica, orografía, el

19
Geografía de suelos de México

clima y los ecosistemas. Para las regiones edáficas la “uniformidad” no signifi-


ca que los suelos deben ser iguales ni que deben formar un mosaico de la
misma estructura, como en el caso de edafopaisajes. El criterio principal es
externo: una región edáfica debe tener la cobertura edáfica diferente de las
regiones vecinas. La lista de los suelos es la misma para toda la región, pero
varía entre sus partes. Lo mismo es válido para los factores ambientales: por
ejemplo, una región puede incluir montañas con sus secuencias altitudi-
nales de ecosistemas y suelos correspondientes. Por supuesto, esto significa
que los suelos y sus mosaicos varían según las altitudes. Sin embargo, fuera de
la región las mismas secuencias altitudinales de los suelos deben ser diferen-
tes. Se nota que en muchos casos en la escala regional el clima no es unifor-
me, pero representa un gradiente específico de temperatura y/o humedad
(Steila, 1989). En el sistema jerárquico de las unidades edafogeográficas las
regiones edáficas tienen el nivel más alto que los edafopaisajes. Se puede
definir una región edáfica como un conjunto de edafopaisajes. Los tama-
ños de dichas regiones varían en un rango bastante amplio, pero desde el
punto de vista práctico conviene señalar que se reflejan en los mapas a par-
tir de las escalas de 1:500,000 hasta 1:5,000,000.
Históricamente, la regionalización edáfica fue propuesta en la primera
mitad del siglo pasado en Rusia y en Europa Occidental (Dantin Cereceda,
1913; Prásolov, 1922). En la visión Rusa la división fue principalmente cli-
mática, mientras que el concepto Europeo abarcó también otros factores
ambientales. En Rusia, hasta ahora, la regionalización de los suelos del
país es básica para los estudios edáficos y el planeamiento del uso del sue-
lo. En los Estados Unidos el primer trabajo de regionalización edáfica fue
publicado por Wolfanger (1930), quien dividió todo el territorio nacional
principalmente en dos zonas de pedalfers, que son suelos donde dominan
los procesos de translocación de aluminio y hierro, correspondientes a las
áreas húmedas, y pedocales, que son suelos de las áreas de clima árido con
acumulaciones de carbonatos de calcio y sales solubles en el perfil. La zona
de pedalfers ocupa la parte oriental del territorio continental de los
EE.UU. y la zona de pedocales el occidente del país. Según Wolfanger,
los factores limitantes para el desarrollo de la agricultura son diferentes
en ambas zonas: en la de pedocales la aridez del clima limita el desarrollo
de los cultivos, mientras que en la zona de pedalfers los factores edáficos,
como la acidez, la toxicidad de aluminio, la presencia de plintita, etc. son
de mayor importancia. Aunque el trabajo de Wolfanger fue muy general y
reflejó mas la división del territorio de los Estados Unidos a las zonas cli-
máticas que la verdadera regionalización; también propuso desarrollar un
sistema de regiones edáficas más detallado. Actualmente, el sistema de “dis-
tritos edáficos” se usa en los Estados Unidos principalmente para separar
las series de suelos [el nivel más bajo de la clasificación norteamericana
de los suelos (Soil Survey Staff, 1999)]. Para facilitar la ubicación de un
suelo en el sistema de clasificación, el uso de las series está limitado por
distritos. Aunque esto da origen a veces a la clasificación distinta de suelos
iguales en diferentes lados del límite de dos distritos, el sistema de distri-
tos refleja de alguna manera las regiones naturales edáficas de Estados

20
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Unidos. La situación de regionalización edáfica en México se discutirá


más adelante.

Las leyes y regularidades edafogeográficas


Como en muchas ciencias de la Tierra y de la vida, las leyes de la geografía de
suelos no están claramente postuladas de manera formal. Existe cierta dife-
rencia en el entendimiento de los conceptos edafogeográficos por diferentes
escuelas científicas. Algunas regularidades hasta ahora no se declaran, aunque de
manera intuitiva todos las entiendan. Como mencionó Hudson (1992), mucho
conocimiento en edafología existe en forma “no-verbal”, y se enseña en el cam-
po, pero nunca aparece en los artículos científicos o en los libros de texto. Aún
falta una lista definitiva de las leyes edafogeográficas, lo cual se debe a la divi-
sión de la geografía de suelos en varias subdisciplinas, o a la apropiación de las
áreas tradicionales de la geografía de suelos por otras disciplinas relacionadas.
Por ejemplo, actualmente la relación entre la erosión, la sedimentación, los pro-
cesos de ladera, etc. y la distribución espacial de suelos, se define como la “geo-
morfología de suelos” (por ej., Gerrard, 1992; Birkeland, 1999). La diversidad
de suelos causada por los flujos laterales del agua subterránea se adscribe a
una nueva subdisciplina que se llama “hidroedafología” (hydropedology) (por
ej., Kutilek y Nielsen, 2007). La pérdida o translocación de las sustancias y ele-
mentos en los suelos la estudian los especialistas en geoquímica (Sommer, 2006).
Muchos aspectos edafogeográficos se cubren con otras ramas científicas, como
“geoecología” o “ecología del paisaje” (Troll, 1950). Todo eso resulta en cierto
desorden en la metodología y la terminología de los estudios de los procesos
responsables de la distribución espacial de los suelos en varias escalas. Prác-
ticamente, en la opinión común, el área de la geografía de suelos está limitada
a las leyes más generales responsables de la distribución global de los suelos.
Estas leyes atraen poca atención pública, porque “todos saben eso”, “no tienen
aplicación práctica en la escala regional” o porque “son muy generales y no
reflejan la situación particular de un sitio”. Sin embargo, la aplicación de las
reglas edafogeográficas en todas las escalas, desde la más general hasta la detalla-
da, permite interpretar efectivamente las peculiaridades de la cobertura edáfi-
ca de cada sitio particular. Una condición necesaria para un análisis edafogeo-
gráfico es la aplicación continua de la metodología de la geografía de suelos
en todas las escalas. Enseguida presentamos una lista de las leyes y regularida-
des de la geografía de suelos, empezando de la escala global hasta la escala más
grande. Todas las leyes de edafogeografía se pueden dividir en grupos según
la escala y los factores principales responsables de la distribución de suelos:

• las leyes relacionadas con la distribución global de los climas y ecosistemas;


• las leyes relacionadas con el relieve de escala regional y los factores biocli-
máticos dependientes del relieve;
• las leyes relacionadas con el relieve de escala de un edafopaisaje y de la
hidrología y los flujos geoquímicos correspondientes;
• las leyes relacionadas con el tiempo y la historia de formación del edafo-
paisaje;

21
Geografía de suelos de México

• las excepciones relacionadas con las peculiaridades de un sitio particular,


dependientes de su litología, relieve, hidrología, dinámica de acumula-
ción de sedimentos, etc.

Cabe mencionar que la lista de las leyes edafogeográficas no es completa y


tampoco es universal, porque refleja en gran parte la opinión subjetiva de los
autores de este libro, por eso no recomendamos considerar todo escrito como
la verdad final. Recomendamos a todos los lectores analizar la información de
manera creativa y ajustarla a las condiciones regionales de sus estudios.

Las leyes relacionadas con la distribución global de los climas y ecosistemas


Las leyes relacionadas con la circulación global de la atmósfera, o las leyes bio-
climáticas, en la forma más general indican que los suelos se arreglan en la
superficie de la Tierra según los gradientes de las temperaturas y/o de la hu-
medad.

La ley de la zonalidad bioclimática latitudinal es una de las primeras regula-


ridades descubiertas en la ciencia del suelo. Según la definición temprana
de Dokuchaev (1899), en escala continental los suelos cambian gradual-
mente del norte al sur según el gradiente de temperaturas y la relación de pre-
cipitación a evaporación. El descubrimiento de la ley de zonalidad latitu-
dinal en Rusia se debe en gran parte a la presencia de una situación única
en la planicie rusa, donde el efecto del océano al clima es mínimo, el relieve
plano no interfiere en la distribución regular de las zonas climáticas y los
sedimentos son relativamente uniformes. Para el territorio europeo de Rusia
la secuencia de suelos del norte al sur, según Dokuchaev, fue de los “suelos
grises” a los chernozems (“tierras negras”) y luego hasta las “tierras casta-
ñas”. Actualmente la secuencia ideal de los suelos para el mismo territorio
incluye el siguiente gradiente: suelos con una capa permanentemente con-
gelada (los Cryosoles de desiertos y semidesiertos árticos); suelos fríos con
rasgos de reducción de Fe y Mn por la humedad excesiva (los Gleysoles de
tundras); suelos lixiviados con un horizonte álbico (los Podzoles y Albe-
luvisoles de los bosques boreales de coníferas); suelos con un balance de
lixiviación y la acumulación del humus (los Luvisoles y Phaeozems de los
bosques mixtos templados); suelos de humedad óptima con una acumula-
ción fuerte de humus y con alguna presencia de carbonatos secundarios en
el perfil (los Chernozems de las estepas); suelos con acumulación menor
de humus y con formación más intensa de carbonatos en el perfil (los Kas-
tañozems de las estepas secas); suelos con acumulación escasa de humus y
una acumulación fuerte de carbonatos secundarios (los Calcisoles de los
desiertos y semidesiertos). Cabe mencionar que no existen los límites abrup-
tos entre las zonas edáficas; existe un cambio latitudinal gradual en las pro-
piedades de los suelos. Por ejemplo, en la zona del contacto de los Cherno-
zems y los Kastañozems el contenido de humus en la capa superficial de
los suelos disminuye hacia el sur y los carbonatos de calcio se encuentran en
cantidades mayores y más cerca a la superficie.

22
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Los investigadores rusos de la etapa temprana del desarrollo de la ciencia


del suelo creían que el esquema mencionado tenía un carácter universal,
aunque los trabajos en Siberia mostraron que no es cierto (Glinka, 1937).
Actualmente sabemos que la aplicación de esta ley está limitada por la pre-
sencia de varias otras regularidades edafogeográficas. Aunque en cualquier
mapa de los suelos del mundo se anotan las reglas generales de la distribu-
ción latitudinal de los suelos (por ej., Driessen et al., 2001), se ve difícil apli-
car la ley de la zonalidad latitudinal a la escala nacional en la mayoría de
los países. Por ejemplo, en el territorio mexicano prácticamente no existen las
áreas donde se aplica la ley de la zonalidad latitudinal en su forma clásica,
porque no se observa el gradiente normal de los climas desde el norte hacia
el sur. En la mayor parte del territorio del país actúan las leyes relacionadas
con la zonalidad vertical y en las zonas planas interfieren los gradientes de
aridez independientes de la latitud.
Cabe mencionar algunas limitaciones importantes en la ley de zonalidad
aparte de la interferencia de otras leyes globales. La ley no se aplica para
las zonas áridas y muy áridas, donde el desarrollo del suelo es escaso. Por
ejemplo, en la península de Baja California, que tiene una extensión lati-
tudinal de 1 225 km, no hay diferencia entre los suelos de la parte norte y
del sur de la península. Los estudios finos pueden mostrar ciertos gra-
dientes en morfología y propiedades de suelos, pero no son suficientes
para distinguir los suelos desde el punto de vista taxonómico, ni de su
uso. También el gradiente no está muy pronunciado en las zonas de los
suelos muy antiguos e intemperizados que corresponden a las zonas pla-
nas más estables del trópico húmedo. Los suelos de África ecuatorial o
de la Amazonia, los Ferralsoles (Driessen et al., 2001) tienen propiedades
que varían poco, aunque los gradientes de temperaturas son bastante
pronunciados. Generalmente, la presencia de los rasgos relictos o la pre-
sencia de los paleosuelos puede afectar la distribución espacial de suelos
según los gradientes de los climas actuales. También hay que recordar
que existen los suelos intrazonales, que se desarrollan en las rocas paren-
tales de composición particular, por ej. arena de cuarzo, caliza, ceniza vol-
cánica, o con una dominancia de un proceso edáfico como la salinización
o la acumulación de residuos orgánicos poco descompuestos (de turba); estos
suelos son iguales o muy parecidos en las zonas cercanas. Finalmente,
hay que tomar en cuenta que existen los suelos azonales, que son suelos
poco desarrollados en las superficies recientes, o erosionados, o afecta-
dos por la acumulación continua de los sedimentos aluviales, eólicos o
volcánicos.

La ley de la zonalidad bioclimática relacionada con el gradiente de hume-


dad/aridez describe la distribución de suelos en el gradiente de la cantidad
de precipitación sin cambios mayores de temperatura. En la Tierra hay zonas
extensas donde las temperaturas se mantienen más o menos iguales, o por
lo menos el gradiente de temperaturas no afecta la composición de ecosis-
temas y suelos (Stroganova y Urusevskaya, 2009). La mayor parte de los gra-
dientes de humedad se encuentran en las costas de los océanos. Algunos

23
Geografía de suelos de México

gradientes tienen la escala continental: por ej., en el territorio continental


de los Estados Unidos las zonas climáticas, de vegetación y de suelos están
orientadas desde la costa Atlántica hacia el oeste según el gradiente de
humedad, desde la costa húmeda y extrahúmeda hasta las áreas continenta-
les subáridas y áridas. La misma situación se observa en África occidental
en la costa del golfo de Guinea, donde las zonas más húmedas se encuen-
tran en la costa y hacia el norte el clima se torna mas árido hasta la zona
del desierto. En otra escala lo mismo se observa en la planicie costera del
golfo en México en los Estados de Veracruz y Tabasco. Sin embargo, la
situación mexicana se complica por la presencia de montañas que afectan
la distribución de las lluvias. El gradiente de suelos depende de la zona térmi-
ca del mundo. Por ejemplo, para la parte central de los Estados Unidos la
secuencia de suelos del este al oeste es: suelos intemperizados y lixiviados
(los Acrisoles); suelos lixiviados (los Luvisoles); suelos ricos en humus lige-
ramente lixiviados (los Phaeozems); los suelos de estepas y praderas con
acumulación fuerte de humus y acumulación de carbonatos secundarios
(los Chernozems y los Kastañozems); los suelos de las zonas áridas con una
acumulación de humus escasa y la formación de carbonatos secundarios
fuerte (los Calcisoles). Por supuesto hay que tomar en cuenta que la dinámi-
ca de las lluvias afecta la distribución de suelos; por ejemplo, los suelos de
las zonas de clima mediterráneo con un máximo de lluvias en la época más
fría generalmente tienen los suelos mas lixiviados que los suelos de las
zonas con la misma cantidad de precipitación anual, pero con una dinámi-
ca diferente. También hay que tener en cuenta que la abundancia de sue-
los azonales e intrazonales afecta la situación particular de cada área de
estudio.
Hay ejemplos contrarios, cuando la aridez del clima es máxima en la
zona costera. Este fenómeno se debe a las corrientes frías: el aire se enfría
sobre el mar y pasando al territorio terrestre se calienta por la radiación so-
lar y disminuye su humedad relativa. Así se forman los desiertos costeros,
como el desierto de Namibia en Sudáfrica y el desierto de Atacama en
Chile.
Los gradientes de aridez que no corresponden al esquema de zonalidad
latitudinal se encuentran no sólo en la costa de los océanos, sino en cual-
quier lugar donde existen algunas condiciones especiales que afectan la dis-
tribución de las lluvias. Por ejemplo, en la zona central norte de México
que corresponde a las provincias fisiográficas Sierras y Llanuras del Norte y
Mesa Central, que ocupan ciertas partes de los Estados de Chihuahua, Du-
rango, Coahuila y Zacatecas, se observa una “zonalidad inversa” latitudi-
nal, porque la aridez del territorio aumenta desde el sur hacía el norte.
Las leyes relacionadas con los climas globales en realidad indican nada
más una buena correspondencia entre los climas y suelos, esto significa
que un geógrafo de suelos no debe seguir las coordenadas geográficas para
desarrollar sus modelos de distribución espacial de suelos, sino consultar
los datos climáticos. La distribución de los climas en nuestro planeta es
compleja, y vale la pena aprender las reglas climáticas para entender mejor
la distribución de suelos en la escala continental.

24
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Las leyes relacionadas con el relieve y la distribución de los climas y


los ecosistemas correspondientes
La ley de la zonalidad altitudinal fue también descubierta por Dokuchaev
(1899) en el transcurso de su viaje al Cáucaso. En su forma inicial la ley
postuló que las zonas altitudinales (los cinturones) edáficas de las montañas
casi repiten la distribución latitudinal de las zonas edáficas en regiones pla-
nas. Según Dokuchaev, el gradiente de distribución de los suelos desde abajo
hacia arriba, iniciando por los suelos “zonales”, corresponde al gradiente de
suelos del sur hacia el norte. Por ejemplo, en una montaña situada en la zona
de estepas los ecosistemas, según el aumento de altitud, serán los bosques
templados mixtos, los bosques de coníferas fríos, las tundras y los desiertos
árticos. Consecuentemente, la secuencia de suelos será: los Chernozems,
los Phaeozems, los Albeluvisoles, los Gleysoles y los Cryosoles. Sin embargo,
ya los estudios tempranos mostraron que en realidad la distribución de los
ecosistemas y de los suelos en las montañas tienen un arreglo espacial más
complejo (Zaharov, 1911). Prácticamente en ningún sistema montañoso
se observa la correspondencia completa de la zonalidad latitudinal y la alti-
tudinal. Es cierto que los ecosistemas y suelos cambian con la altitud, y
también que este cambio parece al cambio desde el sur hacia el norte por
la disminución de las temperaturas con el aumento de la elevación, pero
existen varios factores adicionales que regulan la distribución de los eco-
sistemas en las montañas. ¿Qué regularidades de distribución de suelos
modifican el esquema de zonalidad altitudinal? Primero, es la discontinui-
dad de las zonas altitudinales que se debe a la exposición de las laderas; las
laderas orientadas al sur y al este (en el hemisferio norte) generalmente son
más cálidas, porque reciben más radiación solar y allí se desarrollan los
ecosistemas distintos a los de las laderas orientadas al norte y al oeste. Tam-
bién se presenta un fenómeno que se llama inversión de las zonas altitudina-
les (Zaharov, 1911) y consiste en que la distribución de algunas zonas es
contraria a la que existe en las zonas planas, por la diferencia en la humedad
en diferentes laderas; por ej., Luvisoles sobre Phaeozems; en algunas mon-
tañas existen las zonas de descarga de lluvias, donde los suelos son más lixi-
viados. En algunos sistemas montañosos se observa la ausencia de algunas
zonas; por ej., los Luvisoles se encuentran sobre los Kastañozems sin cin-
turones de los Chernozems y Phaeozems, debido al límite muy abrupto de
las condiciones ambientales. En este caso no se forman los ecosistemas
transicionales y los suelos correspondientes. Zaharov (1911) observó este fe-
nómeno en el Cáucaso y lo llamó interferencia de las zonas altitudinales. En las
barrancas y los cañones los suelos de las zonas “bajas” pueden subir hasta
otras zonas; por ej., los Phaeozems “suben” hasta la zona de Albeluvisoles, un
fenómeno llamado migración de las zonas altitudinales (Zaharov, 1911).
También se puede notar que existe un efecto conocido en biogeografía que
se llama el efecto ‘Massenerhebung’ y consiste en que las zonas altitudinales
no corresponden completamente a las altitudes absolutas, sino que en las
sierras bajas las zonas a veces son iguales a las montañas altas, pero tienen
menor extensión (Brujinzeel et al., 1993). Generalmente este fenómeno se
debe al efecto de los vientos en las montañas bajas cercanas a la costa, que no

25
Geografía de suelos de México

están protegidas por otras montañas altas; la distribución de los ecosiste-


mas tiene, por supuesto, el efecto a los suelos. Finalmente, las condiciones
ambientales de las áreas montañosas a veces dan origen a la formación de
suelos que tienen muy pocos análogos en las zonas planas. Por ejemplo, en la
zona altitudinal de las praderas alpinas se forman los suelos ácidos ricos en
humus (los Umbrisoles), que son resultado de la alta precipitación, tempe-
raturas bajas y buen drenaje. La combinación de la cantidad de lluvias
intensas con el buen drenaje en las laderas inclinadas influyó en la formación
de los bosques mesófilos de la Sierra Norte de Oaxaca y en los suelos que
tienen una combinación única de rasgos de intemperismo fuerte, hidromor-
fismo por el estancamiento del agua y migración de los complejos de humus
con Fe y Al, taxonómicamente ubicados entre los Podzoles, los Stagnosoles y
los Ferralsoles (Álvarez Arteaga et al., 2008).
Las secuencias altitudinales de suelos son muy variadas dependiendo de
la zona térmica del mundo. Glazovskaya (1973) propuso 14 esquemas prin-
cipales de la distribución de los suelos en los sistemas montañosos del mun-
do (Figura 1.3). Por supuesto, estos esquemas tienen un carácter general y
necesitan cierto ajuste a las condiciones locales. Los datos empíricos mues-
tran la variedad de las secuencias altitudinales de los suelos en varias áreas
del mundo. Por ejemplo, sólo para el territorio ruso, Urusevskaya (2007) pro-
puso 27 tipos diferentes de zonalidad vertical de los sistemas montañosos.
Para el territorio mexicano todavía faltan datos para caracterizar todas las
secuencias de los suelos montañosos.

La ley de la “sombra geográfica” está a veces interpretada como la inversión


de las zonas latitudinales, pero en realidad es una ley más amplia. En gene-
ral, la ley indica que las montañas afectan la circulación atmosférica: por un
lado de las montañas las masas del aire húmedo descargan en las laderas o
inclusive en sus estribaciones; del otro lado de las montañas el clima es
seco, porque la humedad no puede pasar las sierras. Inicialmente el fenó-
meno fue descrito en la parte norte del Cáucaso, donde la descarga de las
lluvias en las estribaciones de este sistema de montañas origina la formación
de los suelos más húmedos, que corresponden, según el esquema clásico de
zonalidad, a las zonas más norteñas (Liverovski y Kornblum, 1960): la se-
cuencia latitudinal al norte del Cáucaso es: Chernozems, Kastañozems,
Chernozems, que permite interpretar la distribución como la “zonalidad
inversa”. Los autores mencionados encontraron las reglas de distribución es-
pacial de los climas y suelos parecidos en muchas otras áreas, como por
ejemplo en Asia media. Como anotamos desde el inicio, la ley tiene una
aplicación mucho más amplia: se aplica para cualquier región donde las
montañas enfrentan las masas del aire húmedo o, al contrario, excesivamen-
te seco. Sobre todo, el fenómeno se observa en las partes del mundo donde
las sierras se orientan según la línea costera de los mares y océanos. Por
ejemplo, la distribución de los climas de México está completamente deter-
minada por el efecto de la “sombra geográfica” de tres sistemas montaño-
sos principales del país: Sierra Madre Oriental, Sierra Madre Occidental y
Sierra Madre del Sur.

26
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

6000
1
5000
4000 1 1 11
1 12
3000 1 5 11
1 1 6 6
2000 5 5 2 10
6 9 12
1000 2 2 7 6 13
4 3 10 14
0 8
I II III IV V VI VII
7000
1
6000 1
1 1
11 18
5000 1 11 11
4000 12
1 11 12 12
3000 11 18
12
12 14 19
2000 15 17 19
20
1000 15 16

0
VIII IX X XI XII XIII XIV

Figura 1.3. Tipos principales de la estructura vertical de las zonas edáficas. Las zonas bioclimáticas donde se encuentran las montañas: I⫽desiertos árticos;
II⫽desiertos árticos y tundra; III⫽boreales húmedos; IV⫽boreales extracontinentales; V⫽boreales continentales; VI⫽templados húmedos; VII⫽templados con-
tinentales; VIII⫽subtropicales mediterráneos; IX⫽subtropicales continentales; X⫽subtropicales húmedos; XI⫽subtropicales áridos; XII⫽tropicales áridos;
XIII⫽tropicales subhúmedos; XIV⫽tropicales húmedos. Los suelos dominantes: 1⫽zona de nieves; 2⫽Criosoles (arídicos); 3⫽Criosoles háplicos; 4⫽Criosoles
(reductáquicos y oxiáquicos); 5⫽Podzoles énticos; 6⫽Podzoles y Albeluvisoles; 7⫽Cambisoles geliestágnicos; 8⫽Phaeozems gréyicos; 9⫽Chernozems lúvicos;
10⫽Chernozems háplicos; 11⫽Umbrisoles; 12⫽Umbrisoles mólicos; 13⫽Kastañozems háplicos; 14⫽Calcisoles lúvicos; 15⫽Kastañozems lúvicos;
16⫽Calcisoles háplicos; 17⫽Acrisoles y Alisoles; 18⫽Calcisoles y Regosoles arídicos; 19⫽Ferralsoles; 20⫽Lixisoles.

Las laderas orientadas hacia los océanos tienen los climas semihúme-
dos, húmedos y extrahúmedos; los últimos se encuentran en las zonas de des-
carga de las lluvias y en el nivel de neblina, que corresponde al cinturón de los
bosques mesófilos de montaña. Las laderas orientadas hacia la parte conti-
nental son mucho más secas, así como los valles protegidos por la sombra
formada por las montañas. En términos generales, a nivel nacional la geo-
grafía de suelos de México está determinada en gran parte por la ley de la
“sombra geográfica”.
En términos generales, la ley de la “sombra geográfica” para la teoría de
edafogeografía sólo repite el principio de que “los suelos siguen el clima”.
Pero un aspecto importante teórico es que los factores formadores del suelo
no actúan de manera independiente: en este caso el clima está regulado por
el relieve. Hay que tomar en cuenta que la distribución de los suelos en las
montañas mexicanas no puede ser interpretada sólo con los gradientes climá-
ticos relacionados con la zonalidad vertical y del efecto de la sombra de las
montañas. También la participación de los suelos intrazonales, como en la
sierra Madre Oriental con una gran abundancia de roca caliza, o de los sue-
los azonales (los Leptosoles y los Regosoles) que se encuentran en todas las
laderas por el desarrollo de los procesos de erosión pueden cambiar com-
pletamente la cobertura edáfica. Los procesos de ladera también dan origen
frecuentamente a la formación de perfiles complejos con suelos sepultados o
con evidencias de discontinuidad litológica (por ej. Krasilnikov et al., 2007).

27
Geografía de suelos de México

Las leyes relacionadas con el relieve y los flujos geoquímicos


La ley de la catena se aplica en algunas laderas desde cien hasta mil metros de
longitud aproximadamente. Aunque las catenas son muy diferentes depen-
diendo de las condiciones climáticas y litológicas, se pueden notar unos ras-
gos comunes para todas las catenas. Generalmente en la cumbre se encuentran
los suelos más secos y más lixiviados, y en el piedemonte los más húmedos y
ricos en bases y otras sustancias. Existe una clasificación geoquímica de las
catenas (Glazovskaya, 1973). Esta autora divide estas secuencias de suelos
según la zona bioclimática donde se encuentran:2

1) las catenas de los paisajes jóvenes montañosos de las zonas frías húmedas
(la secuencia de suelos incluye sólo los Leptosoles y Criosoles con un
aumento del espesor del suelo en el piedemonte);
2) las catenas de lomeríos de los paisajes glaciales con el clima boreal (la se-
cuencia de suelos de la cima a piedemonte es: Leptosoles, Podzoles énticos,
Podzoles háplicos);
3) las catenas de lomeríos de las zonas húmedas tropicales, generalmente con
el nivel alto del agua freática (Acrisoles, Ferralsoles, Plinthisoles);
4) las catenas de las zonas montañosas templadas subhúmedas (Cambisoles
dístricos, Cambisoles éutricos, Phaeozems, Chernozems);
5) las catenas de lomeríos y planicies acumulativas templadas subhúmedas
(Luvisoles, Phaeozems, Gleysoles mólicos cálcicos);
6) las catenas de lomeríos y planicies aluviales y lacustres de las zonas subhú-
medas y subáridas (Chernozems y Kastañozems, Solonetz, Solonchaks);
7) las catenas de lomeríos de las zonas subhúmedas tropicales y subtropicales
(Ferralsoles, Vertisoles y Solonetz);
8) las catenas de lomeríos de las zonas áridas y semiáridas (Calcisoles, Solo-
netz, Solonchaks);
9) las catenas de los desiertos árticos, antárticos y de altamontaña (los Lep-
tosoles nudilíticos, los Criosoles lépticos cálcicos, los Criosoles cálcicos, los
Criosoles sálicos).

La lista de las catenas no está completa debido a la experiencia limitada de la


escuela Rusa de edafología en la geografía de suelos tropicales, pero da algunos
ejemplos ilustrativos de la distribución de varios elementos en los suelos de
las catenas que se forman bajo diferentes condiciones ambientales.
La distribución de los suelos en la catena depende de la litología. Algunos se-
dimentos, relacionados con los suelos intrazonales no muestran mucha dife-
rencia en las propiedades del suelo en diferentes posiciones topográficas. Por
ejemplo, en cenizas volcánicas y en arenas pobres no se observa diferencia en el
grado de hidromorfismo entre los componentes de la catena si el nivel del agua
freática es profundo. En la roca caliza los suelos son someros y se clasifican
todos como Leptosoles; sin embargo, hay ciertas diferencias en las propiedades
de suelos que son importantes para el uso del suelo. Estas situaciones se dis-

2La clasificación de las catenas está modificada por el autor del capítulo: en el texto original las definiciones de los paisajes fueron muy
largos y complejos, y además usaron una terminología que no se usa internacionalmente.

28
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

cuten de manera más detallada en el capítulo sobre la península de Yucatán


en este volumen. La litología compleja puede modificar la secuencia de suelos en
la catena hasta la situación contraria en el caso de los sedimentos no uni-
formes. Por ejemplo, los sedimentos arcillosos en la cumbre y las arenas flu-
viales en el piedemonte dan como resultado la distribución inversa de los sue-
los hidromórficos y bien drenados (Figura 1.2b).
La catena es la unidad espacial que se estudia con mayor frecuencia en los
trabajos edafogeográficos. Existen numerosos trabajos para las catenas edáficas
de varios tipos; recomendamos consultar la literatura correspondiente a todos
los interesados en el estudio de estas unidades espaciales de suelos (por ej.,
Sommer y Schlichting, 1997; Birkeland, 1999; Gennadiev y Bockheim, 2006;
Holliday, 2006).

La ley del efecto del relieve y la escala en el mosaico de suelos indica que en las
zonas húmedas los elementos y sustancias móviles se acumulan en las depre-
siones, y en las zonas áridas en los elementos más elevados del microrrelieve.
Es conveniente señalar que microrrelieve se refiere aquí a las elevaciones y
depresiones menores de 0.5 m; este límite es relativo, porque en el efecto fun-
cional del relieve la distribución de los elementos en el paisaje depende no sólo
de la diferencia de elevación, sino también de la forma del relieve (abrupta u
ondulada) y de la litología. Un ejemplo más ilustrativo de esta ley es la distri-
bución de las sales solubles en los elementos del microrrelieve; en las zonas
más áridas las sales se concentran en los elementos más elevados y en las zo-
nas semihúmedas en las depresiones. Sin embargo, la distribución de las sales,
como los componentes minerales más móviles del suelo, también refleja la
dinámica temporal: en la época húmeda las sales se acumulan en las depresio-
nes y en la época seca ascienden en los elementos del microrrelieve. La situa-
ción es común, por ejemplo, en la zona chinampera de la Ciudad de México,
donde las sales se concentran en los componentes elevados del microrrelieve
en invierno, y se acumulan en los componentes bajos en la temporada de llu-
vias. Si hablamos de la distribución de las propiedades más estables de los sue-
los, podemos mencionar la distribución de los Vertisoles o suelos con propie-
dades vérticas en varias planicies y valles de México que tienen superficie
ondulada. En las depresiones los suelos siempre tienen las propiedades vérti-
cas más pronunciadas, a veces lo suficiente para cambiar el nombre taxonómi-
co del suelo. En el Eje Neovolcánico se observan superficies planas onduladas,
donde se encuentra un mosaico de los Vertisoles (en depresiones) con los
Phaeozems vérticos y háplicos (en las partes elevadas del microrrelieve).
Un aspecto importante de la ley del efecto del relieve en el mosaico de sue-
los es que la escala del estudio cambia completamente las reglas de distribu-
ción de los componentes de la cobertura edáfica. Por ejemplo, en las zonas
templadas húmedas las depresiones pequeñas tienen los suelos con ciertos
rasgos de hidromorfismo, pero se clasifican en el mismo grupo de referencia.
A veces las diferencias en la morfología y propiedades de los suelos son muy
escasas y no afectan la clasificación del suelo de ninguna manera. Al contra-
rio, las depresiones más amplias y profundas, que acumulan más agua, tienen
los suelos completamente diferentes, hasta que se forman los Histosoles. En

29
Geografía de suelos de México

México los ejemplos son los Vertisoles que se encuentran en las depresiones
del Eje Neovolcánico, entre los Andosoles en los elementos elevados del relie-
ve, o los Planosoles que se forman en las depresiones en las terrazas aluviales
en la mesa central. Para las sales solubles, y parcialmente para los carbonatos
de calcio edafogénicos en los ambientes áridos, la escala del relieve puede cam-
biar su distribución de manera contraria. Por ejemplo, en la escala de una
catena las sales y los carbonatos (en el caso del clima semiárido) se mueven
hacia abajo, al piedemonte, y se acumulan en las depresiones extensas. Sin
embargo, en las mismas depresiones con el fondo ondulado se concentran
en las partes más elevadas.

Las leyes relacionadas con el tiempo y la historia de formación del paisaje


Las leyes relacionadas con la edad del suelo, la dinámica del paisaje y las fases
del desarrollo de suelos anteriores son numerosas, aunque todavía no siste-
matizadas (Johnson et al., 1990). En esta sección presentamos sólo las más
obvias; esperamos que en el futuro se formulen otras regularidades edafogeo-
gráficas dependientes del factor tiempo.

La ley de la relación de sedimentación y erosión vs. edafogénesis es una conse-


cuencia de las regularidades generales del desarrollo del perfil del suelo en con-
diciones de la dinámica geomorfológica alta (Birkeland, 1999). La velocidad
de edafogénesis más alta se observa en las condiciones estables (Figura 1.4);
sin embargo, la adición continua de sedimentos frescos, o la pérdida de los
productos de edafogénesis por la erosión frenan el desarrollo del suelo; y en las
condiciones de sedimentación o erosión muy intensas el desarrollo del suelo
se para completamente. Esta ley tiene una consecuencia importante para la
distribución geográfica de los suelos. La actividad de sedimentación y erosión
nunca es uniforme en el espacio, siempre existen las zonas de mayor y menor
impacto. Por eso el grado de desarrollo de los suelos es diferente con diferentes
relaciones de sedimentación o erosión, inclusive bajo todos los otros factores-
formadores uniformes. La escala del impacto y variación de los procesos de
sedimentación y erosión varía en un gran rango. Por ejemplo, la acumulación
eólica en China central lleva a la formación de una zona muy amplia de acu-
mulación continua de loesses (sedimentos eólicos limosos) con un desarrollo
de suelos escaso (Roberts et al., 2001). Entonces, existen unas regiones edáfi-
cas de suelos inmaduros por la actividad de los procesos sedimentológicos.
Por otro lado, los procesos de ladera continuos llevan a la formación de un
mosaico de suelos maduros y suelos muy jóvenes (poco desarrollados) en dis-
tancias de sólo unas docenas de metros (García Calderón et al., 2006).

La ley de la dependencia de la edafodiversidad con la edad del paisaje indica


que generalmente las superficies más antiguas tienen la cobertura edáfica más
diversa. El concepto de edafodiversidad fue desarrollado por J.J. Ibáñez
Martí (Ibáñez et al., 1990, 1995) y se discute ampliamente en el Capítulo 9
de esta obra. La razón principal del aumento de diversidad de suelos en los
paisajes es la divergencia de los suelos en el transcurso de su desarrollo. La

30
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

Desarrollo del suelo

Erosión

Estabilidad Sedimentación

Tiempo
Figura 1.4. Grado del desarrollo del suelo con el tiempo en las condiciones de diferentes grados de dinámica de erosión o sedimentación (modificado después de
Birkeland, 1999).

variabilidad espacial de los factores formadores del suelo se refleja en la mor-


fología y propiedades de los suelos correspondientes. Ibáñez et al. (1990)
mostraron en una secuencia de terrazas aluviales de diferentes edades que
la edafodiversidad es máxima en la terraza más antigua. La relación entre la
diversidad de suelos y el desarrollo geomorfológico del paisaje es compleja.
Hace tiempo que Neustrúev (1922) mostró que el desarrollo de la red de
drenaje aumenta la complejidad de la cobertura edáfica. Por otro lado, el des-
arrollo excesivo de la erosión puede mantener los suelos en estado inmadu-
ro, como se anota en el párrafo anterior. El estudio en la Sierra Sur de Oaxaca
mostró que la edafodiversidad aumenta con la altitud, y fue interpretada
como el efecto de erosión en las altitudes bajas (Krasilnikov et al., 2009).
Cabe mencionar que en las zonas más antiguas y estables, donde el des-
arrollo de los suelos duró millones de años, la edafodiversidad es baja (Gra-
cheva et al., 2001). El fenómeno se debe a la fase final de la edafogénesis,
como resultado de la formación de los productos poco activos finales del
intemperismo (Targulian y Krasilnikov, 2007), que son muy parecidos entre
sí, independientemente de la ruta del desarrollo del suelo particular. Tam-
bién se anota que las áreas ocupadas por algunos suelos intrazonales relacio-
nados con el material parental particular (roca caliza, arenas cuarzíticas)
tienen la diversidad baja. Por definición los suelos intrazonales tienen baja sen-
sibilidad a los factores bioclimáticos y por eso varían poco en el espacio.

La ley de herencia de los edafopaisajes relictos dice que los atributos de sue-
los heredados de épocas húmedas se acumulan en el suelo, mientras que los
atributos de las épocas áridas se borran por los ciclos de edafogénesis si-
guientes. Esta regularidad es bien conocida entre los paleoedafólogos (por ej.,
Targulian y Goryachkin, 2004), pero su importancia para la geografía de sue-
los no se refleja mucho en las publicaciones. En estudios edafogeográficos

31
Geografía de suelos de México

siempre hay que tomar en cuenta que la distribución de suelos puede tener
relación con los factores formadores ya no existentes. Como mencionamos
antes, la mayoría de los suelos en el mundo son poligenéticos, por eso a veces
es difícil encontrar la correspondencia exacta con los factores geográficos
actuales. Por ejemplo, la distribución del horizonte tosca (una capa delgada
cementada por carbonato de calcio) en los Phaeozems de Argentina no se
explica sin interpretación del paleoambiente (Buschiazzo, 1986). Para algu-
nas regiones antiguas el poligenetismo de suelos tiene mayor importancia:
Cliff Ollier, el gran geomorfólogo y edafólogo australiano, dijo alguna vez que
“en Australia ningún perfil del suelo corresponde a los factores actuales”.

Cabe mencionar que los periodos secos también dejan cierta herencia en
los edafopaisajes actuales. Aunque los productos edafogénicos de los suelos
áridos se destruyen en los periodos más húmedos, los productos de los pro-
cesos geomorfológicos se quedan. Los procesos de erosión son más activos en
las épocas secas, cuando la superficie de la tierra no está protegida por la vege-
tación densa. Entonces, en los edafopaisajes actuales a veces se puede encon-
trar los suelos desarrollados en las superficies erosionadas o los sedimentos
acumulados en piedemonte que no corresponden a la actividad geomorfoló-
gica actual. Eso también complica la interpretación del paisaje.
La lista de las leyes y regularidades de geografía de suelos todavía no está
completa; se requiere mucho trabajo adicional para descubrir todas las reglas
de distribución de suelos en la superficie de nuestro planeta.

Edafogeografía regional y la regionalización edáfica del territorio mexicano


Como mencionamos antes, la geografía de suelos, aparte de su marco teórico,
debe describir los recursos edáficos en las escalas global, nacional, regional y
local. Si hablamos de los recursos edáficos de México, tenemos que documentar
los suelos del país, sistematizar las reglas de su agrupamiento espacial y reflejar el
nuevo conocimiento en las bases de datos, los mapas edáficos y los sistemas de
información geográfica (sig). La tarea es muy ambiciosa, tomando en cuenta la
extensión del territorio mexicano y la diversidad de las condiciones ambientales.
Por eso vale la pena manejar los datos edafogeográficos por regiones edáficas.
Entre los objetivos principales de la geografía de suelos uno de los más im-
portantes es la regionalización edáfica (Dantin Cereceda, 1913; Glazovskaya,
1973), la cual tiene una gran importancia, tanto teórica como práctica: teóri-
camente le permite encontrar las reglas regionales de la distribución de suelos
en el espacio, mientras que para las tareas prácticas constituye la base de las
actividades del manejo, conservación y restauración del suelo.
La regionalización edáfica es un procedimiento que generalmente se basa en
el concepto estático de ordenamiento de suelos en el espacio, aunque es necesa-
rio tomar en cuenta también los conceptos dinámicos y estructurales. Es indis-
pensable la agrupación de suelos en regiones y este se basa en cierta unifor-
midad de los factores-formadores del suelo dentro de cada región (Hudson,
1992). El suelo, como un espejo, refleja sus factores formadores, por lo cual
siempre se encuentra cierta correspondencia entre los mapas edáficos, topo-

32
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

gráficos, geológicos, climáticos y de vegetación, así que la regionalización edá-


fica está relacionada con las regiones naturales en general. Por este motivo las
regiones edáficas casi siempre se delinean según los límites de las regiones cli-
máticas, fisiográficas o biogeográficas. Lo más tradicional en regionalización
edafogeográfica es delinear las zonas, provincias y regiones edáficas según el
clima, lo cual no significa que el clima sea el factor más importante, sino que
la distribución de los climas es un factor regular y predecible. Por varios años el
clima fue el factor principal para la regionalización edáfica; sin embargo, la re-
gionalización basada sólo en el clima no es perfecta. Varios autores indicaban
que otros factores, como el relieve y los materiales parentales pueden afectar la
distribución espacial de los suelos prácticamente en todas las escalas (Arnold,
1994). Además el clima también varía en el espacio, especialmente en las zonas
montañosas. En un sistema de montañas no se puede caracterizar el clima del
área con los valores promedio de temperatura y precipitación, pero hay que
tomar en cuenta el gradiente del clima. El procedimiento de regionalización
edafo bioclimática fue desarrollado para las zonas planas con las transiciones
graduales del clima, situación que casi no existe en México. Se recomienda
considerar a las montañas como regiones particulares con su propia zonalidad
altitudinal (Bridges, 1977; Bridges y Davidson, 1982; Steila, 1989). Entonces, para
las montañas una región edáfica se define como una zona con un gradiente
regular del clima y los ecosistemas correspondientes; sin embargo, unos siste-
mas de montañas cuentan con una situación aún más compleja: los climas
cambian allí según la orografía en varias direcciones, constituyendo un mosaico
complejo de los climas de los valles (donde el clima se determina por la sombra
geográfica), y las laderas secas y húmedas con sus propios gradientes altitudina-
les. También es necesario tener en cuenta la diversidad litológica de las laderas,
porque el cambio del material parental puede cambiar completamente la cober-
tura edáfica, especialmente si los materiales parentales tienen propiedades
particulares, como las cenizas volcánicas o calizas (Fuentes Romero et al., 2004).
En los territorios con relieve complejo, una región edáfica es aquella con
gradiente de clima distinto o con un mosaico regular de climas. La región
edáfica debe tener la estructura de dicho gradiente o el mosaico distinto de
las demás regiones.
Generalmente el gradiente climático y/o el mosaico de climas se regulan
por el relieve. En la mayoría de los casos el relieve también está en función de la
composición de la roca parental (dado que las estructuras geológicas definidas
tienen la misma composición de ésta). En el caso específico de México, la pro-
puesta emanada del grupo de trabajo de la geografía de los suelos de la unam
es relacionar las regiones edáficas con las provincias fisiográficas (inegi, 1991)
porque estas últimas representan zonas con el mismo tipo de relieve y están
afectadas por el mismo gradiente del flujo atmosférico.
Cada provincia fisiográfica tiene su propio mosaico de suelos, regulados
por el mosaico climático y los ecosistemas correspondientes. Se debe aclarar
que esta propuesta de ninguna manera intenta reemplazar la regionalización
edafo bioclimática por otra “fisiográfico litológica”. La regionalización mexi-
cana se basa también en la climática y ésta a su vez, está marcada claramente
por la compleja y diversa orografía del territorio.

33
Geografía de suelos de México

En este país la división en regiones edáficas de acuerdo con las provincias


fisiográficas tiene además consecuencias prácticas; así, para cada una de ellas
no se deben dar recomendaciones uniformes para el manejo del suelo, ni de los
cultivos y plantaciones agroecológicas idóneas. Para ello es necesario desarrollar
recomendaciones específicas, proponiendo gradientes de cultivos o mosaicos
de los mismos. Esta zonificación agrícola debe planearse a nivel administrativo
municipal o por lo menos distrital.
Las regiones edáficas son quince y se sugiere agruparlas según los rasgos
climáticos más importantes, dado que algunas son predominantemente áridas
y otras en cambio son muy húmedas, húmedas o subhúmedas. Interesante tam-
bién es separar el eje neovolcánico puesto que se trata de una zona de edafo-
génesis particular relacionada con el material parental dominantemente piro-
clástico. Igualmente, separar las regiones de la península de Yucatán y la sierra
Madre Oriental donde predominan las rocas calizas. En estas tres últimas la
abundancia de los suelos intrazonales es muy alta.
Las regiones fisiográficas de México varían en la topografía, algunas son
playas, aunque la gran mayoría tiene relieve predominantemente montañoso,
así que en este último caso es necesario indicar esta característica y enfatizar
la importancia de la zonalidad vertical en la distribución de los suelos.
Finalmente, la regionalización propuesta es la siguiente:

I.1. Montañosa de la península de Baja California.


I.2. Llanura sonorense.
I. Regiones marcadamente áridas y semiáridas. I.3. Sierras y llanuras del Norte.
I.4. Grandes llanuras de Norteamérica.
I.5. Mesa del centro.

II.1. Montañosa de la Sierra Madre Occidental.


II.2. Llanura costera del Pacífico.
II.3. Llanura costera del golfo Norte.
II. Regiones muy húmedas, húmedas y subhúmedas. II.4. Llanura costera del golfo Sur.
II.5. Montañosa de la Sierra Madre del Sur.
II.6. Montañosa de las Sierras de Chiapas y Guatemala.
II.7. Montañosa de la Cordillera Centroamericana.

III.1. Montañosa de la Sierra Madre Oriental.


III. Regiones dominadas por rocas carbonatadas.
III.2. Península de Yucatán.

IV. Regiones dominadas por rocas piroclásticas. IV.1. Montañosa del Eje Neovolcánico.

Se debe tomar en cuenta que actualmente las regiones edáficas son provisio-
nales y la acumulación del conocimiento empírico puede llevar incluso a de-
terminar subdivisiones. Además, los límites exactos entre las regiones todavía

34
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

1 4 6
3
5

7
8 9

10 13

12
11
15

14

Figura 1.5. Provincias fisiográficas: 1⫽Baja California; 2⫽Llanura Sonorense; 3⫽Sierra Madre Occidental; 4⫽Sierras y Llanuras del Norte; 5⫽Sierra Madre Orien-
tal; 6⫽Grandes Llanuras de Norteamérica; 7⫽Llanura Costera del Pacífico; 8⫽Mesa Central; 9⫽Llanura Costera del Golfo Norte; 10⫽Eje Neovolcánico;
11⫽Sierra Madre del Sur; 12⫽Llanura Costera del Golfo Sur; 13⫽Península de Yucatán; 14⫽Sierras de Chiapas y Guatemala; 15⫽Cordillera Centroamericana.

no están bien marcados según los criterios edafogeográficos. A través del aná-
lisis hecho en este capítulo queda de manifiesto que faltan aún investigaciones
serias y sistematizadas que coadyuven en la consolidación de la geografía regio-
nal de este país.

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38
Capítulo 1. Distribución espacial de los suelos y los factores que la determinan

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39
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico
en la distribución de suelos
Elizabeth Solleiro Rebolledo1* y Jorge Enrique Gama Castro1

l material parental puede ser definido como el estado inicial de la

E
potencial.
materia sólida que constituirá un suelo. Es conveniente señalar que
el concepto material parental no es del todo claro, ya que no se tra-
ta únicamente de materiales geológicos subyacentes, intemperiza-
dos, a partir de los cuales se desarrolla el suelo, sino que todo aquel
material que queda expuesto a los factores ambientales constituye una fuente

Como factor formador de suelos representa un elemento fundamental


para entender la génesis y distribución espacial de este recurso. Asimismo, in-
fluye en sus características morfológicas, físicas, químicas y mineralógicas, y
en consecuencia en su fertilidad. La estimación del nivel de fertilidad, así como
la interpretación de la morfología y desarrollo del suelo, dependen de una
correcta evaluación del material parental (Arnold, 1968). Este factor, al igual
que el clima, organismos, relieve y tiempo, fueron postulados por V.V.
Dockuchaev en 1889 (Dokuchaev, 1967) como los responsables de la morfo-
génesis de los suelos. Jenny, en 1941, los retomó en la ecuación que establece
al suelo como función de estos cinco factores (Jenny, 1994):

S  f (cl o r p t),

donde S es suelo; cl, clima; o, organismos; p, material parental; r, relieve y t es


tiempo.
El material parental puede ser cualquier roca, detrito orgánico, material de
origen antropogénico e incluso un antiguo paleosuelo, que se encuentra en la
superficie de la tierra y que está sujeto al intemperismo. En este concepto tam-
bién se incluyen los productos de los procesos de sedimentación, los cuales
son disgregados y transportados por agentes como el agua, el viento, el hielo o
la gravedad.
La composición física, química y mineralógica del material parental es im-
portante para determinar las características del suelo, especialmente durante
las primeras etapas de su desarrollo. En estas etapas los suelos se asemejan
más a los materiales de origen.
Se exceptúan algunos suelos cuya génesis y evolución es totalmente condi-
cionada por las características del material parental (por ej. Andosoles, Ver-
tisoles, Leptosoles réndzicos, Gypsisoles, Arenosoles, Antrosoles) (Figura 2.1.).
Cabe aclarar que de acuerdo con la wrb (iuss Working Group wrb, 2006) los
Leptosoles réndzicos son suelos minerales condicionados por la topografía,

1Departamento de Edafología, Instituto de Geología, Universidad Nacional Autónoma de México.


* solleiro@geologia.unam.mx

41
Geografía de suelos de México

pero en realidad se presentan en diferentes geoformas con pendientes varia-


bles e inclusive planicies, bajo cualquier clima, pero siempre bajo material car-
bonatado.
Conforme el tiempo transcurre las diferencias se van acentuando hasta que
se pierden completamente las características del material de origen y se obtiene
un producto complejo denominado suelo. En paisajes con geoformas muy
antiguas y estables, expuestas al intemperismo extremo (trópico ecuatorial
húmedo) la influencia del material parental en el suelo es mínima, excepto si
está constituido por arena de cuarzo, como es el caso de algunos Arenosoles, ya
que este mineral es sumamente estable a los procesos de alteración química y
bioquímica.

Tipos de materiales parentales


Actualmente, la ciencia del suelo considera potencialmente tres orígenes para
los materiales, que al intemperizarse llegan a constituir un suelo: geológico,
orgánico y antrópico.

Material parental de origen orgánico


De acuerdo con Soil Survey Staff (1999) el material parental de origen orgáni-
co está representado principalmente por depósitos en los que predominan los
detritos de origen vegetal. En general, estos depósitos están poco descompues-
tos, saturados con agua y mezclados con cantidades variables de arcilla, limo y
arena. Los principales materiales parentales de origen orgánico que actualmen-
te considera la ciencia del suelo, están constituidos por turbas de bryophitas
en las regiones borales, árticas y subárticas; las turbas originadas en las regiones
templadas lluviosas; y por turbas de las zonas pantanosas en las regiones tropi-
cales húmedas. En México este tipo de material parental se distribuye princi-
palmente en antiguas zonas lacustres o palustres y el género Sphagnum cons-
tituye el elemento más abundante en los depósitos.
Los suelos formados a partir de estos materiales están integrados en un
solo orden taxonómico denominado Histosol (Figura I.2.1. del Anexo I) y
también se les conoce como suelos de turba, suelos orgánicos, suelos de pan-
tano o suelos de abono.

Material parental de origen antropogénico


De acuerdo con la wrb (iuss Working Group wrb, 2006) se reconocen dos
tipos de materiales de origen antrópico. El primero representa un suelo que ha
sido sometido, durante lustros a procesos antropopedogénicos prolongados en
los que se incluyen: la fertilización intensiva, tanto orgánica como inorgánica, el
encalado, el riego permanente anual, la adición de cantidades sustanciales de
sedimentos y el subsoléo profundo. Todos estos procesos, al actuar reiterada-
mente sobre el suelo, crean nuevos horizontes de diagnóstico, nuevos materiales
parentales y un nuevo epipedón (Wilding et al., 1983). Un ejemplo de estos pro-
cesos lo constituyen los “suelos de arroz” que predominan en las regiones

42
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

agrícolas de China y las chinampas que se ubican en sur-sureste de la cuenca de


México. En ambos casos los suelos formados se denominan Antrosoles (iuss
Working Group wrb, 2006). Algunos Antrosoles Térricos, que muestran una
capa agrícola de más de 100 cm de espesor, sepulta al suelo original, de tal mane-
ra que comienza a actuar como material parental del nuevo suelo, ya que el pre-
vio ha quedado completamente aislado de las condiciones ambientales.
El segundo tipo de material parental antropogénico lo conforman diversos
materiales minerales u orgánicos no consolidados que resultan de las activi-
dades tecnogénicas del hombre: Tecnosoles. La wrb (iuss Working Group
wrb, 2006) considera representativos de este grupo a materiales de relleno
urbanos y sanitarios, escoria de las minas (jales) y materiales de dragado entre
otros. En general, todos ellos carecen de alteración pedológica. Un ejemplo
de este grupo se presenta en la gran mayoría de “suelos” de áreas verdes que
se localizan en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México,
en la Ciudad Universitaria.

Material parental de origen geológico


Fitzpatrick (1987) plantea una clasificación basada en las características de los
materiales minerales y organogénicos, reconocibles en campo y laboratorio,
proponiendo nueve tipos de materiales parentales de acuerdo a su composi-
ción química y mineralógica. Hay cinco clases que se relacionan con el conte-
nido de ferromagnesianos, otra es acorde a la proporción de carbonatos; la
séptima y la octava están condicionadas por contenido de sales y la última por
la cantidad de materia orgánica. Dado que esta clasificación no es aceptada de
modo universal, y considerando que además produce conflictos conceptuales
con las definiciones geológicas establecidas, es recomendable usar la que se
emplea en geología (Gama-Castro et al., 1998). De esta manera, se reconocen
como materiales parentales las rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas,
así como sedimentos no consolidados de diferentes orígenes.

Rocas ígneas. Se forman por el enfriamiento y consolidación (cristalización) del


magma que se encuentra en el interior de la Tierra; éste puede salir comple-
tamente a la superficie constituyendo rocas extrusivas (efusivas), las cuales
se caracterizan por un enfriamiento rápido que impide la formación de
cristales grandes, en consecuencia, poseen altos porcentajes de vidrio. Si el
magma no fluye en la superficie y queda atrapado en el interior, tiene un
enfriamiento lento que permite la formación de cristales de grano grueso,
teniéndose rocas intrusivas (Tabla 2.1.). La composición de estas rocas, tanto
intrusivas como extrusivas, varía desde las rocas ácidas, enriquecidas en sílice
(70%), hasta las rocas básicas, cuyo contenido de sílice es menor (45-52%).
También, como parte de los productos volcánicos, existe una serie de
materiales no consolidados que se originan por el vulcanismo explosivo,
constituyendo los depósitos piroclásticos que pueden ser de caída o de flujo.
Los componentes principales de este tipo de depósitos son vidrio volcánico,
pómez, escoria, fragmentos de roca, en tamaños que varían de ceniza (2
mm), lapilli (2-64 mm) y bloques (64 mm).

43
Geografía de suelos de México

Tabla 2.1. Clasificación de las rocas presentes en la corteza terrestre

Tipo de roca Por su origen Clasificación Rocas más comunes


Extrusivas Ácidas Riolita/granito*
Ígnea Intermedias Andesita/diorita*
Intrusivas Básicas Basalto/gabro*
Partículas de tamaño 2 mm Conglomerado, areniscas,
Clásticas
Partículas de 2-0.002 mm limolita, lutita.
Sedimentaria
Partículas de 0.002 mm
Químicas Caliza, dolomía, evaporitas
Por tipo de constituyente
Grado bajo Pizarra
Grado mediano Filita, esquisto
Metamórfica
Gneiss, cuarcita,
Grado alto
mármol, eclogita

* El primer nombre corresponde a la roca extrusiva y el segundo a la intrusiva.

Rocas sedimentarias. Se forman por la descomposición y desintegración de


otras rocas y se acumulan en diferentes ambientes (sedimentarios), para
posteriormente, por procesos diagenéticos, litificarse. Los sedimentos y las
rocas sedimentarias constituyen las tres cuartas partes de los materiales
que cubren la Tierra, tanto en la superficie como en los fondos oceánicos;
sin embargo, no se conservan fácilmente y/o no son susceptibles a los pro-
cesos de intemperismo necesarios para formar suelos, porque se encuen-
tran sepultadas bajo grandes volúmenes de rocas de otro tipo.
Existen dos grandes grupos de rocas sedimentarias: clásticas y quími-
cas. Las primeras se forman por la acumulación de materiales detríticos y se
clasifican por su tamaño. Las rocas con tamaños de grano mayores que 2 mm
reciben el nombre de conglomerados; las areniscas poseen partículas 2 y
1/16 mm; las limolitas entre 1/16 y 1/256; y las lutitas con granos 1/256
mm. Hay dos tipos de rocas químicas, las de origen inorgánico y las de ori-
gen orgánico. Las rocas inorgánicas se forman por precitación y acumulación
de sales (carbonatos, sulfatos, cloruros, etc.). Las orgánicas también tienen un
origen químico, pero en este caso diferentes organismos acumulan las sales
como parte de su metabolismo (construcción de conchas, caparazones, etc.).
Las rocas más abundantes son las rocas clásticas de grano fino, del tipo de
la limolita y la lutita, conformando más del 75% de las rocas sedimentarias
del planeta (Tarbuck y Lutgens, 1999). Los conglomerados y las areniscas re-
presentan el 11%, mientras que las rocas carbonatadas forman el 14% del
total.

Rocas metamórficas. Se forman por cambios de rocas preexistentes, causados


por un fuerte aumento de presión y temperatura como consecuencia de la
dinámica interna de la Tierra, produciendo una recristalización y neofor-
mación de minerales, con el desarrollo de estructuras peculiares. La clasifica-

44
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

ción de estas rocas es compleja, pues combinan características heredadas de


la roca original y las que se forman durante el proceso de metamorfismo.
Se distinguen tres grupos de rocas metamórficas, dependiendo de las con-
diciones termodinámicas. Bajo grado, cuando las temperaturas de formación
son cercanas a los 200°C y presiones entre 300-600 Mpa; las de grado mo-
derado, con temperaturas entre 200 y 800°C y presiones entre 600 y 800 Mpa;
y las de alto grado se forman por temperaturas mayores, cercanas a la fundi-
ción de la roca 800°C, y con presiones de  800Mpa.

Materiales parentales predominantes en México


En México es posible encontrar los tres tipos de materiales parentales antes
citados. Sin embargo, los de origen orgánico, así como los antrópicos, no son
susceptibles de representarse en una escala regional. De acuerdo con Cruz et al.
(2007), las unidades de suelos formadas a partir de estos materiales ocupan
respectivamente, 910.0 y 4.87 km2 de la superficie del territorio. Las rocas que
se encuentran son de diversos tipos con edades que van desde el Precámbrico
hasta el reciente, en consecuencia, los suelos presentan diferente naturaleza y
morfología.
Se estima que, de los 32 grupos de suelos propuestos por la Base Referencial
Mundial del Recurso Suelo (iuss Working Group wrb, 2006) como repre-
sentativos a nivel mundial, en México es posible reconocer 28 de ellos (Cruz
et al., 2007). Hasta ahora, la presencia en México de los grupos de Alisoles,
Podzoles, Albeluvisoles y Cryosoles no ha sido plenamente documentada,
aunque es probable que algunos de ellos se presenten a nivel de inclusiones
en una superficie menor al 1% del territorio nacional.
De acuerdo con el mapa geológico de la República Mexicana, escala
1:2,000,000 (Atlas Nacional de México, 1990), las rocas más abundantes son las
ígneas extrusivas, que conforman la Sierra Madre Occidental, el Eje Neovol-
cánico, las Sierras de Baja California, parte de la Sierra Madre del Sur, con
edades principalmente cenozoicas. En segundo lugar, se tienen rocas sedi-
mentarias, formadas en el mesozoico-cenozoico, que integran la Sierra Madre
Oriental, la Plataforma Yucateca, la Plataforma Guerrero-Morelos y algunas
formaciones de Baja California. Las rocas metamórficas son las menos abundan-
tes, presentándose primariamente en la Sierra Madre del Sur, en los estados de
Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Los casos en que es clara la influencia del material parental sobre la génesis
del suelo, estos están en las rocas calcáreas (Carta Geológica de la República
Mexicana, 1992). En la Península de Yucatán y la Sierra Madre Oriental, estas
rocas originan Leptosoles y Regosoles réndzicos. En la Sierra Madre Occidental,
en donde afloran rocas volcánicas terciarias de carácter ácido, también se pre-
sentan suelos poco desarrollados (Leptosoles y Regosoles). En el Eje Neovol-
cánico la presencia de Andosoles está directamente relacionada con el surgi-
miento de materiales volcánicos de eyección reciente (Cuaternario).
Como se observa, la mayor diversidad de rocas se encuentra en la parte
sureste del país formando un mosaico más heterogéneo de suelos, aunque en
una escala de 1:2,000,000 es difícil de apreciar. Por ejemplo, en una finca cafeta-

45
Geografía de suelos de México

lera de la Sierra Madre del Sur, Krasilnikov y colaboradores (2007) muestran la


influencia de las diferencias en el material parental (tanto tipo como edad de ex-
posición en la superficie) sobre la génesis del suelo, constituyendo Phaeozems
calcáricos sobre calizas, Phaeozems esqueléticos sobre gneises y Cambisoles
úmbricos ferrálicos sobre los mismos gneises pero con mayor grado de intem-
perismo.

Materiales de origen ígneo


Como se mencionó previamente, este tipo de rocas se constituyen de minera-
les esenciales silicatados, que de acuerdo a su temperatura de cristalización
formarán los diferentes grupos mineralógicos, siguiendo la serie de reaccio-
nes de Bowen (Figura 2.1a.). Se puede observar que los primeros minerales
en cristalizar en un magma son los ferromagnesianos, como el olivino y las
plagiclasas cálcicas como la anortita. Posteriormente cristalizan los piroxenos
(por ejemplo augita), los anfíboles (hornblenda) y las plagioclasas intermedias
(andesina), hasta llegar a las micas como biotita, moscovita y finalmente el cuar-
zo (Figura 2.1a.). Comparando este diagrama de las series de Bowen con el
propuesto por Goldich (1938) sobre la estabilidad mineral (Figura 2.1b.), se
puede apreciar que los minerales con menor estabilidad son los ferromagne-
sianos y las plagioclasas cálcicas. En el primer caso, la inestabilidad se debe a
que estos silicatos tienen un elemento que es bastante lábil al intemperismo,
el hierro. Cuando un olivino es intemperizado, el hierro (en forma de Fe2)
que se encuentra en su red cristalina, se oxida, cambiando a Fe3, ión férrico.
Al cambiar de valencia también se modifica el radio iónico, de tal manera que
el elemento es expulsado de la red, recombinándose y formando óxidos de
hierro como goethita, ferrihidrita, hematita, etc.
En el caso de las plagioclasas cálcicas, éstas resultan inestables debido a la
presencia de “irregularidades” presentes en los cristales y maclas (Figura 2.2.),

a b

Series de reacción de Bowen Secuencia de estabilidad mineral


Menor
1205- Olivino Plagioclasa Ca 1552 E Olivino Plagioclasa Ca
1890°C 750°C
s
Piroxenos Plagioclasa Ca-Na t Piroxenos Plagioclasa Ca-Na
a
Anfíboles Plagioclasa Na-Ca b Anfíboles Plagioclasa Na-Ca
i
1000-1100°C Biotita Plagioclasa alcalina 1118 Biotita Plagioclasa alcalina
700°C l
i
Feldespato K d Feldespato K
Muscovita 940-980°C a Muscovita
1713
d
Cuarzo 573°C
Cuarzo
Mayor

Figura 2.1. Comparación entre las series de reacción de Bowen: a) que indica la secuencia de cristalización de un magma y la secuencia de estabilidad mineral;
b) Propuesta por Goldich (1938).

46
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

a b

Figura 2.2. Microfotografías de cristales de plagioclasas que muestran las maclas, que constituyen planos de debilidad por donde se produce la alteración y for-
mación de arcilla. Observaciones bajo microscopio óptico con nícoles cruzados. Las fotos corresponden a horizontes C de paleosuelos volcánicos del Nevado de
Toluca.

por las que el agua entra más fácilmente, rompiendo la estructura y permi-
tiendo la alteración a través de dichos planos (Sedov, 2005).
El cuarzo, ubicado en el extremo de la serie, es un sorosilicato con una
estructura cristalina tetraédrica, con un silicio por cuatro oxígenos, lo que le
da una estabilidad estructural alta. De esta manera el cuarzo no se hidroliza
fácilmente, sino que en su mayoría sufre una lenta disolución.
Los materiales que mas fácilmente se intemperizan son los de naturaleza
básica, ricos en ferromagnesianos, como los basaltos y las andesitas. Sin embar-
go, aún estas rocas no se alteran fácilmente, porque hay otros factores que
también intervienen fuertemente en su intemperismo: el tamaño de partículas,
la porosidad y el grado de compactación. En el primer caso, las rocas que poseen
partículas de tamaño pequeño (limo y arcilla) permiten una alteración más
rápida, en tanto que las partículas de mayor tamaño primero deben fragmen-
tarse para que la alteración sea más eficiente.
Una roca porosa permite mejor el paso del agua y hay una mayor superfi-
cie de contacto con los minerales. Una roca compacta difícilmente deja pasar
el agua, de tal manera que no hay contacto con las superficies minerales y por lo
tanto no se intemperiza fácilmente. Un ejemplo concreto de esto se puede obser-
var en las regiones de vulcanismo reciente del centro de México, en donde se
tienen flujos de lava, poco porosa, de naturaleza básica. Las lavas que fueron
expulsadas durante la erupción del Xitle, hace 1 500 años (Siebe, 2000), y que
constituyen el relieve del Pedregal de San Ángel, no muestran signos de in-
temperismo, en consecuencia, los escasos suelos formados a partir de ellas son
delgados (Leptosol Lítico y Regosol Téfrico) y, por lo general, derivados de la
ceniza volcánica que cayó en las fracturas y poros de los basaltos. En el caso
de las lavas del Paricutín, cuya última erupción tuvo lugar en 1943 (Figura 2.3a.),
las lavas se encuentran intactas y conservan claramente su estructura fluidal.
Diversos tipos de vegetación rupícola se ha instalado entre las fracturas de las
rocas, intemperizándolas; sin embargo, después de 60 años de la erupción, no se
ha formado suelo residual.

47
Geografía de suelos de México

a b

Figura 2.3. Aspectos de los materiales volcánicos. a) Lavas basálticas del Paricutín, procedentes de la erupción de 1943; b) materiales piroclásticos (ceniza y
pómez) de la erupción del Popocatépetl.

Los granitos y las riolitas tienden a formar suelos similares, los cuales son
poco permeables, generalmente ácidos y con bajos contenidos de bases, por lo
que su reserva de nutrimentos es baja (suelos con saturación de bases 50%:
Regosol dístrico, Cambisol dístrico). Los granitos son abundantes en los
Estados de Guerrero y Oaxaca, mientras que las riolitas se presentan en el Eje
Neovolcánico, pero no son tan frecuentes como los basaltos y las andesitas.
A partir de los gabros y basaltos, dioritas y andesitas, se forman suelos ricos
en arcillas, de color rojizo por la presencia de hierro (e. g. Luvisol férrico,
Plintosol eútrico). En condiciones de drenaje moderado muestran conteni-
dos altos de bases y pH neutros (por ejemplo Phaeozem vértico). En México
estas rocas son abundantes, sobre todo los basaltos y andesitas, generando
una gran variedad de suelos (Vertisol, Cambisol, Phaeozem, Luvisol). En climas
secos las rocas son atacadas por el intemperismo físico que las fragmenta,
aumentando la superficie de exposición y ataque de los factores ambientales
(Regosoles). En los climas húmedos y cálidos el intemperismo químico es más
eficiente y produce suelos profundos y bien desarrollados (Luvisoles, Acri-
soles, Nitisoles).
Otro tipo de rocas, no tan frecuentes en México, se refiere a los más de
veinte complejos ultramáficos-máficos que se encuentran principalmente en
la región occidental del país, desde Baja California, Baja California Sur, Si-
naloa, Guerrero, Oaxaca y Chiapas (Ortiz-Hernández et al., 2006). Las rocas
que comprenden estos complejos están formadas por minerales ferromagne-
sianos en porcentajes elevados (90%). En consecuencia, en los lugares donde
se presentan influyen directamente en la formación de suelos de mayor grado

48
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

de desarrollo y generalmente mayor fertilidad potencial (e.g. Phaeozem, Kas-


tañozem). Un ejemplo se puede ver en la región de la planicie costera de Si-
naloa, donde se tiene predominantemente sedimentos cuaternarios que consti-
tuyen suelos de escaso a moderado desarrollo (e.g. Fluvisoles, Cambisoles,
Vertisoles). Sin embargo, en la porción norte del Estado se tienen varios com-
plejos ultramáficos directamente asociados a suelos muy desarrollados, como
son los Nitisoles y Acrisoles.
Caso contrario ocurre con la ceniza volcánica (Figura 2.3b), la cual, al estar
finamente fragmentada, tiene una superficie específica mayor, que permite el
contacto con el agua por mayor tiempo, facilitando la humectación de las par-
tículas y el inicio de la hidrólisis. Es por ello que las cenizas volcánicas que
poseen minerales ferromagnesianos, plagioclasas cálcicas y abundante vidrio
volcánico (en forma de pómez) se intemperizan rápidamente, formando
minerales no cristalinos, metaestables (Lowe, 1986). Estos minerales le confie-
ren a los suelos que constituyen (Andosoles) propiedades únicas, muy favora-
bles para la agricultura, que difícilmente son encontradas en otras unidades
(Dahlgren et al., 1993; Shoji et al., 1993; Gama-Castro et al., 2000). En las ce-
nizas volcánicas ácidas (porcentajes altos de sílice y bajo contenido de bases),
el intemperismo es lento y no hay elementos nutritivos, de tal manera que la
pedogénesis es favorecida por una vegetación acidificante, desarrollando
principalmente suelos con horizontes A (melánicos) directamente sobre hori-
zontes C. En la región de Xalapa, Veracruz, donde hay un predominio de ma-
teriales volcánicos andesíticos, se tienen Andosoles, en tanto que sobre ceni-
zas ácidas hay Regosoles, a pesar de que las edades de los materiales son
similares.

Materiales de origen sedimentario

Suelos sobre rocas clásticas


Desde el punto de vista del intemperismo que afecta a las rocas clásticas, los
productos resultantes dependen de la composición de las mismas. En el caso
de las areniscas, los suelos son arenosos y sumamente permeables, de manera
que los procesos de lixiviación son fuertes (eg. Regosoles dístricos, Arenosoles
dístricos). En consecuencia, los contenidos de bases y sus pH son bajos, sobre
todo en climas húmedos (por ejemplo en Tierra Blanca, Veracruz). Las are-
niscas cuarzosas prácticamente no se alteran, así que los suelos son de poco
desarrollo (Leptosoles, Regosoles y Arenosoles). Las areniscas feldespáticas (arco-
sas) generalmente producen suelos arcillosos análogos a Vertisoles (Cambisoles
vérticos) pues la alteración química de los feldespatos, a través de la hidrólisis,
forma minerales arcillosos de relación 2:1 (e.g. Tuxtepec Oaxaca).
Los conglomerados, al ser de grano más grueso, forman suelos gravosos.
En las zonas áridas del norte de México generalmente producen suelos de po-
bre desarrollo, como los Regosoles y Leptosoles. En regiones templadas y tropi-
cales son suelos más desarrollados, representados por Cambisoles y Phaeozems,
entre otros.

49
Geografía de suelos de México

Suelos
Suelos sobre
sobre rocas
rocas calcáreas
calcáreas
Las rocas calcáreas en México son abundantes, ya que se presentan en exten-
sas zonas del país, como la península de Yucatán y la sierra Madre Oriental,
que cubre los estados de Hidalgo, Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí.
Los productos de intemperismo de esta roca, compuesta predominantemente
por carbonato de calcio, son escasos, tal como se aprecia en la reacción:

Este bicarbonato es sumamente soluble, de tal forma que se lixivia con facili-
dad del medio. En consecuencia, las calizas muestran rasgos de disolución, tal
como se presenta en la Figura 2.4a, en una roca de la península de Yucatán.
Los suelos que se producen a partir de calizas son delgados: Leptosoles rénd-
zicos, Calcisoles lépticos (Bautista et al. 2005; Sedov et al., 2007), aunque sus
propiedades reflejan un alto grado de desarrollo (Sedov et al., 2007) y calidad
agroecológica, cuya única limitante es la profundidad (Flores-Delgadillo et

a b

c d

Figura 2.4. Alteración de rocas calcáreas en clima tropical de la península de Yucatán. a) Huellas de disolución en la roca. b) Alteración profunda de la caliza y
formación de Luvisoles, en el área de Kantunilkin, Quintana Roo, sobre calizas terciarias. c) y d) Suelos rellenando cavidades de disolución sobre calcarenitas pleis-
tocénicas en canteras cercanas a Playa del Carmen, Quintana Roo.

50
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

al., 2008). En climas húmedos acumulan materia orgánica, produciendo suelos


que presentan estructuras complejas y mayor grado de desarrollo. Es común
encontrar suelos profundos de color rojo (e.g. Luvisoles, Acrisoles) cuya génesis
aún constituye retos para su interpretación (Figura 2.4b.). Se considera que
las calizas no pueden generar una gran cantidad de minerales arcillosos o de
material del tamaño arcilla que conforman estos suelos, por lo que se ha plan-
teado que las contribuciones de materiales eólicos son las responsables del
desarrollo que muestran estos suelos. Los estudios en las islas tropicales del Pa-
cífico y el Caribe muestran una vasta variedad de tipos de suelos formados sobre
sustratos calcáreos. Además de encontrar Leptosoles se han reportado Luvisoles
y Acrisoles con mayor grado de desarrollo (Bruce, 1983). De hecho, también se
presentan suelos profundamente intemperizados sobre calizas, como suelos
ferralíticos y caolíniticos en Cuba (Ortega-Sastriques, 1984), y Oxisoles asocia-
dos a bauxitas kársticas en Jamaica (Scholten y Andriesse, 1986). Sin embargo,
los factores que controlan esta diversidad de suelos, así como su origen, no se
han entendido completamente.
En la península de Yucatán, Bautista y colaboradores (2004) han reportado la
existencia de estos suelos profundos, de color rojo, que corresponden con
Luvisoles ródicos, los cuales se desarrollan sobre calizas terciarias. Sin embargo,
su distribución parece no estar controlada totalmente por el tipo de material
parental, sino por el grado de desarrollo del sistema kárstico (edad de la diso-
lución) y la posición en la geoforma. De hecho, en los materiales calcáreos que
afloran en la región costera de la península, cuya edad corresponde al Pleistoceno
tardío, los suelos son someros, pero con alto contenido de materia orgánica
que rellenan las cavidades de disolución, en donde muestran fuerte intemperis-
mo y están rubificados (Cabadas-Báez et al., 2010). De hecho, estos suelos
poseen minerales de naturaleza volcánica y plutónica, lo que implica una gé-
nesis alóctona.

Suelos sobre sedimentos


En el caso de materiales no consolidados, de manera similar a la ceniza volcáni-
ca, los materiales sufren descomposición con mayor rapidez. Sin embargo, la
composición química y mineralógica es fundamental para el desarrollo de las
diferentes unidades.
Por ejemplo, los depósitos de dunas litorales, con sedimentos arenosos,
comunes en la costa oriental de México en el estado de Veracruz, son sumamen-
te inestables, ya que se encuentran sometidas a la acción de los vientos. Cuando
llegan a estabilizarse, producen suelos de escaso desarrollo, con bajos conte-
nidos de materia orgánica y de nutrimentos (Arenosoles).
De manera similar se tienen los depósitos aluviales, los cuales se encuentran
en paisajes dinámicos, frecuentemente afectados por la sedimentación. Así, los
suelos que se conforman se caracterizan por su estratificación y poco desarro-
llo (e.g. Fluvisoles), a menos que el material se haya estabilizado (e.g. Cambi-
soles, Phaeozem). En este caso, la composición litológica del sedimento es
importante para definir la unidad de suelo que se forma (e.g Fluvisoles eú-
tricos —suelos fértiles vs Fluvisoles dístricos— suelos infértiles). Hay depósitos

51
Geografía de suelos de México

aluviales heterolitológicos, con fragmentos de diversos tipos de roca, por lo


que su intemperización es diferente y los suelos conservan restos de los mate-
riales más resistentes, combinados con arcillas y minerales neoformados. Si
en estos materiales aluviales se encuentran restos de materiales piroclásticos,
se llegan a formar suelos intergradados entre Fluvisoles y Andosoles, que aun-
que con poco desarrollo tienen alta fertilidad, como en el Estado de Nayarit
(Gama-Castro et al., 2000).
Los sedimentos coluviales o de lahares, formados por movimientos gravi-
tacionales, también generan un tipo de material parental, que combina frag-
mentos de rocas inalteradas con restos de minerales previamente intemperi-
zados e inclusive con suelos formados previamente. En las regiones volcánicas
montañosas de México, estos materiales que se encuentran en los pie de montes
favorecen la formación rápida de suelos, inclusive con un alto grado de desarro-
llo, como Vertisoles, Luvisoles, y Acrisoles, en sedimentos jóvenes (Solleiro-
Rebolledo et al., 2003). Estos suelos evolucionados se distribuyen ampliamente
en los pie de monte del Eje Neovolcánico, sobreyaciendo a capas endurecidas
denominadas tepetates (Gama-Castro et al., 2004).
Los sedimentos lacustres generalmente son de texturas limosas y arcillosas.
Poseen, además de la fracción mineral, restos de organismos como ostracodos,
algas, etc. En las posiciones marginales de los lagos, se desarrollan suelos con
propiedades muy variables (e. g. Fluvisoles, Gleysoles y Solonchacks). En el caso
de las cuencas de ex-lagos los suelos dependerán de la composición original del
material. Por ejemplo, en la cuenca de México, en el ex-lago de Texcoco, un lago
que a lo largo de su historia geológica fue somero y de alta salinidad (Peñafiel,
1884), al secarse favoreció la formación de suelos con propiedades salino-sódi-
cas (Solonchaks y Solonetz). La actividad volcánica dentro de la cuenca, con de-
pósitos de vidrio volcánico, generó minerales amorfos, que en conjunto con
otros minerales formó el denominado “jaboncillo”, el cual le confirió a los sue-
los propiedades mecánicas especiales, responsables de la subsidencia de la cuen-
ca (Gutiérrez-Castorena et al., 2005), que los hace de manejo complicado.
Los depósitos glaciares son de texturas gruesas, con restos de fragmentos
de rocas de diversa naturaleza, los cuales generalmente constituyen Regosoles y
en pocos casos, Criosoles. En México este tipo de depósitos queda restringido
a los volcanes más altos, como Malinche, Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Nevado de
Toluca, de manera que los sedimentos poseen rocas volcánicas, cuyo intem-
perismo ocurre como se ha indicado previamente.
Finalmente, se tienen los depósitos de loess, los cuales son principalmente
sedimentos de textura limosa que se forman por acción eólica, en regiones frías
y secas. En México no se tiene este tipo de material, o su presencia es muy li-
mitada. En Europa, Asia, y norte de Norteamérica, estos sedimentos se forma-
ron extensivamente durante las épocas glaciares y produjeron secuencias am-
plias de paleosuelos.

Las rocas metamórficas como material parental de los suelos de México


Como se ha mencionado, las rocas metamórficas son menos abundantes en el
país y se localizan principalmente en el suroeste, con edades paleozoicas. Los

52
Capítulo 2. Material parental como factor geográfico en la distribución de suelos

mecanismos de alteración de estas rocas han sido menos estudiados. No obstan-


te, se ha observado que los suelos que se derivan de pizarras y filitas, así como
de lutitas (roca sedimentaria) son arcillosos. En la sierra de Juárez, Estado de
Oaxaca, es posible observar varias unidades de Regosoles, Cambisoles y Lu-
visoles que se han formado por el intemperismo de esos materiales.
Dependiendo del tipo de mineral arcilloso presente en la roca, así como del
clima, se producirá un tipo particular de suelo. Por ejemplo, una roca com-
puesta de esmectitas, con drenaje confinado y clima estacional, e inclusive
templado húmedo, permitirá el desarrollo de Vertisoles. Si el drenaje es libre
los suelos dominantes tendrán propiedades lúvicas. En climas tropicales se
formarán Luvisoles, Acrisoles y Lixisoles (Gama-Castro et al., 1998).
En el caso de los esquistos, los cuales poseen altos porcentajes de micas, se
tienen suelos de textura fina, impermeables, con limitados procesos de lixivia-
ción, lo que favorece el drenaje lateral (e.g. Planosoles). En consecuencia, tam-
bién tienden a tener horizontes B con un porcentaje elevado de bases, pH altos y
con concentraciones importantes de potasio, en especial si la arcilla dominante
es ilita. Los esquistos cloríticos producen suelos arcillosos, plásticos y ricos en
montmorillonita, con cantidades elevadas de magnesio (Vertisoles). Si la arcilla
dominante es la sericita, entonces los suelos son más ácidos, porque presentan
porcentajes mayores de aluminio (e.g. Lixisoles).
Las cuarcitas, dominadas por cuarzo, originan suelos de poco desarrollo
(Regosol y Arenosol), debido a que este mineral es muy estable y práctica-
mente no sufre intemperismo químico, sólo presenta disminución de tamaño.
Los gneisses se alteran de manera similar a los granitos y riolitas, en tanto que
las anfibolitas y piroxenitas lo hacen de forma semejante a los basaltos y gabros.

Aspectos generales de la influencia del material parental


Como se ha visto, el material parental le confiere a los suelos características
particulares, sin embargo la tipogénesis es resultado de la interacción de todos
los factores de formación.
Dentro de los suelos condicionados totalmente por las características del
material parental, los Andosoles representan suelos transicionales, los cuales
se transforman en Luvisoles, Acrisoles, Oxisoles, Cambisoles, entre otros, en
lapsos diversos. En el centro de México, Mielich (1992), en sus estudios de cro-
nosecuencias de suelos en la sierra Nevada (Popocatépetl e Iztaccíhuatl), comen-
ta que los Andosoles evolucionan después de 10 000 años por cristalización
irreversible de los compuestos alofánicos. Sin embargo, este tiempo es variable
en función de las condiciones climáticas y topográficas. En el Nevado de Toluca,
Sedov et al. (2003) documentan que los lapsos de transformación de Andosoles
a Luvisoles ocurren en menos de 10 000 años, como consecuencia de cambios
en las condiciones de humedad, de tal manera que el alofano cristaliza a haloi-
sita-caolinita, la cual puede ser iluviada en el sistema formando horizontes
árgicos. En el estado de Morelos, Díaz (2008) menciona que el origen de Lu-
visoles y Acrisoles en el Glacis de Buenavista es mucho más rápido (lapsos meno-
res que 10 000 años) debido a que el material volcánico se encuentra previamen-
te alterado, tanto por hidrotermalismo como por intemperismo.

53
Geografía de suelos de México

En los suelos azonales, como Fluvisoles, Leptosoles, Regosoles y Arenoso-


les, hay una influencia fuerte del material parental sumado al factor tiempo. Es
decir, en las primeras etapas evolutivas la roca comienza a intemperizarse cons-
tituyendo regolitos y formando Leptosoles. Si se tiene un ambiente aluvial o
coluvial, con contribuciones constantes de sedimentos al edafosistema, los
suelos no tienen tiempo suficiente para desarrollar perfiles completos. Jahn y
Stahr (1996) señalan que sobre materiales volcánicos (islas Canarias), en ambien-
tes áridos (precipitaciones menores que 100 mm), los Leptosoles permanecen
estables por largos periodos de tiempo, en tanto que si la precipitación es
mayor de 500 mm, el tiempo para formar un Andosol es del orden de 103
años. Es claro que el material parental por sí mismo no es determinante de la uni-
dad de suelo que se forma, sino que depende en gran medida de otros factores.

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56
Capítulo 3. El factor clima en la distribución
de suelos en México
Carlos A. Ortiz Solorio1*, Patricio Sánchez Guzmán1, Édgar V. Gutiérrez Castorena1 y
María del Carmen Gutiérrez Castorena1

éxico, como muchos países en vías de desarrollo, pertenece

M al grupo de naciones que carecen tanto de un sistema de cla-


sificación propio para el estudio de los suelos, como de una
ciencia del suelo que haya alcanzado un grado de madurez
intelectual importante, a pesar de contar con más de medio
siglo de existencia. Por ello, al tratar de desarrollar el tema “el clima como fac-
tor de formación”, resultó notoria la escasez de trabajos nacionales, a pesar de
que nuestro país presenta diferentes tipos de climas en donde la temperatura y
la precipitación se presentan con diferentes intensidades y duraciones, lo que
permite, en combinación con los otros factores de formación, el desarrollo de
28 grupos de suelos. Por lo anterior se consideró importante aceptar la invita-
ción para escribir este capítulo y dar a conocer su historia, aunque fuera de
manera general, y mostrar nuestras investigaciones (dos mapas de regímenes
de humedad y temperatura del suelo a nivel nacional), así como hacer con-
ciencia en los interesados de diversas disciplinas (biólogos, ecólogos, botánicos,
etc.), sobre la necesidad de investigar con mayor vigor el fascinante campo de
la ciencia del suelo.

Los primeros estudios de la relación suelo-clima


El clima, como factor de formación del suelo, no es un tema reciente, más bien
fue parte del paradigma que dio origen a la moderna ciencia del suelo, la cual fue
planteada a mediados del siglo xix, en Rusia, por Dokuchaev.
La situación anterior no fue casual debido a que Dokuchaev, al iniciar sus
estudios de suelos en las llanuras de Rusia europea, notó que en la Gran Meseta
Central Rusa se presentaba un material parental del tipo de los Loess, bastante
uniforme, que se extendía a lo largo de cientos de kilómetros. Además, fue capaz
de apreciar que sobre esa zona se presenta un gradiente creciente de temperatu-
ras (de norte a sur), y otro gradiente creciente de humedad y precipitaciones
(de este a oeste), gradientes que a su vez influían sobre los patrones de vegeta-
ción. Con estas regularidades, Dokuchaev tuvo todos los elementos para estu-
diar y definir la influencia del clima en la formación de los suelos. Llegó a la
conclusión de que la acción del clima determinaba la distribución regular de
los suelos sobre la superficie terrestre, y por ello podría ser la base fundamental
para la clasificación de los suelos.
En México sería totalmente difícil llegar a este tipo de conclusiones debido a
que ocurren diferentes tipos de materiales parentales, relieves, climas y patrones

1Colegio de Postgraduados, Montecillo, Estado de México.


* ortiz@colpos.mx

57
Geografía de suelos de México

de vegetación, y los tipos de suelos que se desarrollan pueden variar incluso


hasta en metros; sin embargo, esta complejidad significa un gran reto y una
gran oportunidad para contribuir a la generación en conocimiento básico
sobre la relación entre el clima y el suelo.
Dokuchaev, en 1879 (citado por Glinka, 1940), propuso la primera clasifica-
ción genética de suelos, aplicándola en la Rusia europea. Sus generalizaciones
fueron la base para el establecimiento de una escuela de investigadores que am-
plió y desarrolló los principios fundamentales en esta materia. Entre sus dis-
cípulos más sobresalientes se pueden citar a Glinka y a Sibirtzev.
Glinka es considerado el escritor más prolífico e influyente y el más conocido
en el mundo occidental por la traducción de sus libros. Sibirtzev, por su par-
te, es calificado como el más brillante y capaz de los discípulos de Dokuchaev,
que desgraciadamente murió de tuberculosis cuando tenía 39 años de edad
(Buol et al., 1998).
Entre los factores climatéricos, Sibirtzev consideró a la humedad como la de
mayor importancia, indicando: “Muchas veces con anterioridad se ha hecho
mención de las diferentes formas como la humedad o el agua como importan-
tes en los procesos mecánicos y químicos y sobre la trascendencia de su acción.
Es evidente que en la misma zona de temperatura, el intemperismo variará con
el grado de humedad o sequedad de la atmósfera y de las rocas. Discute, ade-
más, el papel de la humedad en el movimiento de las sales solubles en los hori-
zontes más profundos cuando se efectúa el intemperismo” (Glinka, 1940).
Glinka (1940) también señala que Sibirtzev escribió en ruso el libro The
Tschernosem in Various Countries en 1898, uno de los cuales fue Estados Unidos,
sobre el cual menciona: “Las condiciones de humedad del clima americano cam-
bian de una manera diferente. El decrecimiento de la humedad no tiene lugar
como en la Rusia europea, de noroeste a sureste, sino de este a oeste. Los estados
del este son húmedos y sus lluvias totales son el doble que las de nuestras pro-
vincias del Sur. Los estados del oeste son muy secos y se conocen en América
como la “región árida”. Aquí también la distribución de los suelos corresponde
a la de las condiciones climáticas.
Sibirtzev (1901, cit. por Glinka, 1940) desarrolló el concepto de zonalidad de
suelos, una idea básica que ha persistido a través del tiempo, en el sentido de que
algunos tipos de suelos se asocian con determinadas zonas climáticas y de vegeta-
ción o ecológicas (Buol et al., 1998). Tal es el caso de los sistemas de clasificación
de suelos de Baldwin, Kellog y Thorp (Baldwin et al., 1938), y el de Thorp y
Smith (1949), en los cuales distinguen tres órdenes de suelos: zonales, intrazo-
nales y azonales.
A través del mapa de suelos (Global Soil Regions) publicado por la Taxo-
nomía de Suelos (Soil Survey Staff, 2007) se puede apreciar la distribución de
amplias zonas geográficas con un solo tipo de suelo; por ejemplo, Gelisoles,
Histosoles, Spodosoles, Alfisoles, Ultisoles, Mollisoles, Aridisoles y Oxisoles.
Esto no significa que a nivel regional no se encuentren diferentes tipos de
suelos; al contrario, a través de levantamiento de suelos a nivel mundial se ha
podido constatar formas transicionales entre los diferentes tipos, pudiendo in-
cluso estar intergrados debido a la acción preponderante de algún factor local:
materiales parentales, hidromorfismo, salinidad o alcalinidad, etc. Por ejemplo,

58
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

en el caso del lago de Texcoco se han reportado Andosoles, Inceptisoles, Entiso-


les y Mollisoles (Gutiérrez Castorena et al., 2005) o bien en el altiplano mexica-
no, específicamente en el Bajío, la presencia de Vertisoles, Entisoles y Mollisoles
(Sotelo, 2006).
Actualmente se acepta que en los procesos de formación y evolución de los
suelos intervienen una serie de procesos simples (en términos relativos) co-
munes a todos los suelos, pero que según las condiciones se manifiestan con ma-
yor o menor intensidad.

Relaciones cuantitativas entre suelo y clima


El primer trabajo que se llevó a cabo para estudiar la relación clima-suelo fue
realizado por Lang (1915), quien describió en forma cuantitativa a los climas
que se presentaban dentro de diferentes grandes grupos de suelos. Este autor
encontró que los valores del cociente entre la precipitación anual (en mm) y
la temperatura media anual (en °C), dentro de un mismo gran grupo, resul-
taban muy similares; sin embargo, no usó su cociente para buscar correlaciones
particulares; es decir, entre propiedades individuales de suelos y el clima.
Por su parte, Jenny (1941), en la parte central de Estados Unidos, al estudiar
el efecto de la humedad y la temperatura sobre el nitrógeno y la materia orgáni-
ca (mo) de los suelos, encontró que presentaban correlaciones significativas.
Estos estudios mostraron que, cuando el promedio de la temperatura anual
aumentaba y la humedad (expresada como cocientes con otras variables) per-
manecía constante, la cantidad de mo decrecía en suelos similares que tenían la
misma cubierta vegetal. En la relación %N con la temperatura se obtuvieron
dos curvas para diferentes tipos de vegetación. Los suelos forestales presentaron
menor contenido de mo que los de pradera. Resultados similares se encontra-
ron al estudiar la influencia de la precipitación sobre la mo de los suelos, con
el coeficiente de Meyer.
Otra relación estudiada entre propiedades del suelo y el clima fue la reacción
del suelo (pH) y la precipitación anual, en la cual se estableció una tendencia
inversa; esto es, a mayor precipitación menor reacción del suelo.
Jenny y Leonard (1935) estudiaron la relación entre la precipitación y la
capacidad de intercambio catiónico (cic) en suelos derivados de loess, alrede-
dor de la isoterma 11°C, y encontraron que: 1) La cic y la precipitación se
relacionan en forma directa, y 2) los cationes básicos intercambiables dismi-
nuyen después de los 600 mm de precipitación y el H⫹ intercambiable aumen-
ta. Otro estudio se basó en encontrar la relación entre la temperatura y el por-
centaje de arcilla formada, estableciéndose diferencias según el tipo de roca, pero
con la misma tendencia positiva.
Los trabajos anteriores nos dan una idea sobre la tendencia que ha tenido el
estudio sobre la relación entre suelo y clima. Por una parte se buscan correla-
ciones específicas entre propiedades de los suelos y el clima, y por otra se trata
de relacionar al suelo como un todo con fines de clasificación.
La primera forma ha continuado a través del tiempo, hay un gran número de
estudios en diferentes países En la literatura científica internacional se tienen
abundantes reportes sobre este tema, en su mayoría sobre procesos de forma-

59
Geografía de suelos de México

ción, como la acumulación de sales solubles y de carbonatos de calcio en climas


áridos y semiáridos, lixiviación de arcillas en climas templados y húmedos,
acumulación de minerales residuales como los óxidos de fierro, minerales
arcillosos tipo kaolinita en ambientes tropicales, etc.
Algunos ejemplos son los estudios realizados por Álvarez y Lavado (1998)
en la pampa y el chaco argentino, zonas que corresponden a grandes planicies
y están integradas por suelos derivados principalmente de loess. En este estu-
dio se encontró que el contenido de carbono orgánico en los 50 cm superficia-
les se correlacionaba en forma positiva con la relación precipitación/temperatu-
ra. Además, que el espesor del solum y el contenido de arcilla no se relacionan
con la temperatura, pero sí con la relación precipitación/evapotranspiración
potencial. Los suelos con mayor espesor y más contenido de arcilla se forman
donde dicha relación se incrementa.
Un caso más reciente corresponde al estudio de Dai y Huang (2006), en el
cual se estudiaron 886 sitios distribuidos en diferentes regiones de China para
establecer la relación entre la materia orgánica del suelo (mos) con el clima y
la altitud. China fue dividida en seis regiones de acuerdo a gradientes climáticos
y sucesiones vegetales. El análisis de correlación simple indicó que la mos su-
perficial se correlacionó negativamente con la temperatura (T), y positivamen-
te con la precipitación (P) y la altitud (H). Posteriormente se efectuó un análisis
de regresión múltiple con diferentes combinaciones de T, P y H, las cuales pudie-
ron explicar menos de 60% de la variabilidad de la mos.
En México este tipo de investigaciones, en donde se relacionen las propieda-
des de los suelos o tipos de suelo con el clima son escasos, por lo que su inves-
tigación en diferentes lugares del país constituye una excelente oportunidad
para generar conocimiento básico sobre este factor.

El clima en las clasificaciones de suelos


Sistema FAO-UNESCO
La otra vertiente relacionada con la clasificación de suelos se puede remontar
a finales de los años 60, cuando se creó en México la Comisión de Estudios del
Territorio Nacional y Planeación (cetenap), presidida por la presidencia
de la República, la cual escogió como sistema de clasificación de suelos a la
Leyenda del Mapa Mundial, mejor conocida en nuestro medio como el Sistema
fao-unesco, a pesar de no tratarse de un sistema formal de clasificación.
El Sistema fao-unesco se volvió muy popular en el país en la década de los
70; además, resultó muy significativo porque dos de sus unidades cubrían casi
50% del territorio, los Xerosoles y los Yermosoles, que correspondían a suelos
de zonas áridas y semiáridas.
Este sistema estuvo vigente por más de 25 años; a partir de los 80 se deci-
dió efectuar una revisión de la leyenda del mapa mundial de suelos y las insti-
tuciones encargadas en su elaboración fueron la Organización de Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (fao), la Organización de Nacio-
nes Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco) y el Centro
Internacional de Referencia e Información de Suelos (isric), este último de

60
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

Holanda. La nueva versión fue publicada en 1990 (fao-unesco-isric,


1990) y uno de sus cambios más importantes fue el de clasificar a los suelos
en base a sus características intrínsecas y eliminar a las características climáticas
dentro de la clasificación. Lo anterior significó que nuestro país se quedó sin
sus Xerosoles y sus Yermosoles para dar paso a nuevas unidades de suelos,
como los Gypsisoles y los Calcisoles. Sin embargo, todavía hay muchos estu-
dios publicados en revistas nacionales que siguen utilizando estos nombres a
pesar de que son obsoletos desde hace muchos años.
En 1996, a través de un esfuerzo conjunto entre la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el Colegio de Postgraduados (cp)
y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (inegi), se elaboró
el Mapa de Suelos Dominantes de México con la Leyenda Revisada fao-
unesco-isric (1990), cuya metodología consistió en una especie de tra-
ducción de nombres, manteniendo la distribución y linderos de la versión
anterior.
Este nuevo sistema propuso que para considerar al clima se podría efec-
tuar un trabajo paralelo, conocido como inventario climático, ya realizado
dentro del proyecto de Zonas Agro-Ecológicas (fao, 1978) y por medio de una
sobre posición al mapa de suelos hacer diferenciaciones climáticas.

Inventario climático de la FAO


Un inventario climático, de acuerdo con fao (1978), consta de dos partes: el
trazo de isolíneas de períodos de crecimiento y la delimitación de zonas cli-
máticas.

1) Períodos de crecimiento. La fao (1978) en su Proyecto de Zonas Agro-


Ecológicas (zae) utilizó la Evapotranspiración Potencial (etp) en la
definición de los Períodos de Crecimiento (pc). Por pc se considera al
número de días consecutivos durante el año en los que existe disponibili-
dad de agua y temperatura favorable para el desarrollo de cultivos. El cálcu-
lo del período de crecimiento se basa en un modelo simple de balance de
agua, comparando las precipitaciones, P, con la etp y 0.5 etp.
2) Período de crecimiento determinado por la disponibilidad de agua. Para la
evaluación del pc por disponibilidad de agua se emplean los siguientes
conceptos, definiciones y metodologías (Figura 3.1).

a) Inicio del pc. La determinación del inicio del pc está basado en el


comienzo de la estación lluviosa, debido a que es una metodología
para la producción de cultivos en condiciones de secano. Específicamen-
te, se obtiene cuando P⫽0.5 etp. El valor de 0.5 etp no es casual, sino
que fue determinado considerando las necesidades de agua para la
germinación de un buen número de cultivos, y cuando la P mensual
es igual o mayor a 0.5 etp, se satisface tal situación.
b) Período húmedo. Existe un período de crecimiento normal cuando se
presenta un período húmedo. El período húmedo es el intervalo de
tiempo en el cual la precipitación es mayor a la evapotranspiración

61
Geografía de suelos de México

ETP
ETP
0.5 ETP 0.5 ETP

t
p
a b1 b2 c d a c/d
1. Normal 2. Intermedio

ETP
t
0.5 ETP
ETP
0.5 ETP

3. Húmedo todo el año 4. Seco todo el año

Figura 3.1. Tipos de períodos de crecimiento: a) Inicio del período de crecimiento y de lluvias. b1 y b2) Inicio y
final del período húmedo. c) Terminación de la estación lluviosa. d) Terminación del período de crecimiento.
P⫽Precipitación mensual y ETP⫽Evapotranspiración mensual.

potencial (P⬎etp). Cuando existe un período húmedo no sólo se


satisfacen las necesidades de los cultivos a una cobertura completa,
sino que además habrá agua de reserva que se almacena en el suelo.
c) Terminación de la estación lluviosa. La estación lluviosa termina cuando
la P⫽0.5 etp después del período húmedo.
d) Terminación del período de crecimiento. Pero a su vez, dentro de estas
zonas bioclimáticas junto a los suelos típicos, existen otros suelos, que
difieren de aquellos en uno o más rasgos importantes debido a la acción
preponderante de algún factor local, roca madre de composición “ex-
trema”, hidromorfismo muy acentuado o concentraciones elevadas de
sales o álcalis.
En el modelo se consideró un valor general de 100 mm como la
reserva de humedad del suelo. Por esa razón, la terminación del perío-
do de crecimiento excede a la terminación de la estación lluviosa los días
necesarios para evapotranspirar 100 mm. Cuando no existe un perío-
do húmedo, la terminación del período de crecimiento coincide con la
terminación de la estación lluviosa.

3) Tipos de períodos de crecimiento por disponibilidad de agua. Además del


período de crecimiento normal, caracterizado por la presencia de un pe-
ríodo húmedo, se conocen otros tres tipos:

a) Período de crecimiento intermedio. Son aquellos en los que a través del


año la precipitación mensual no excede a la evapotranspiración poten-
cial total, pero sí a la mitad de la etp; es decir, no presenta período

62
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

húmedo. Lugares representativos de este tipo de período se ubican en


el centro del país, en los Estados de Guanajuato y Aguascalientes.
b) Período de crecimiento húmedo todo el año. La precipitación mensual
durante todo el año excede a la evapotranspiración potencial total. A los
períodos de crecimiento húmedos todo el año se les considera como
períodos normales de 365 días. Este tipo de período se presenta en las
zonas tropicales húmedas del país.

4) Periodo de crecimiento seco todo el año. La precipitación mensual nunca


excede a la mitad de la evapotranspiración potencial; es decir, tienen un
período de crecimiento de 0 días. En el norte de México es frecuente
encontrar este tipo de períodos.
5) Período de crecimiento por disponibilidad de agua y por temperatura. Los
períodos de crecimiento para el desarrollo de cultivos no sólo se basan
en la disponibilidad de agua, sino también en las condiciones térmicas,
motivo por el cual después de obtener el período con humedad disponi-
ble, se reevalúa en función de la temperatura. La fao (1978) considera
que una temperatura media diaria de 6.5°C, es el límite favorable para
el desarrollo de los cultivos. Para la aplicación en México de este proce-
dimiento Ortiz (1981) empleó el mismo valor de 6.5°C, pero con la tem-
peratura promedio de mínimas a nivel mensual. De esta forma, el lapso de
tiempo con temperaturas inferiores a 6.5°C se resta el período con dis-
ponibilidad de agua, como se muestra a continuación:

150 días
Período
= 150 días con agua
Inicio Terminación disponible

30 días
Período
= 30 días con temperatura
menor a 6.5º C

120 días
Período
= 120 días de crecimiento
efectivo

Inventario climático de la República Mexicana


Si se realiza un mapa de isolíneas de duración de períodos de crecimiento y se
le sobreponen las divisiones climáticas, se obtiene un inventario climático.
Ortiz (1981) utilizando 288 estaciones meteorológicas de México, determinó
la duración de los períodos de crecimiento con base en su disponibilidad de
agua y temperatura. Esto es, graficó los datos de P, etp y 0.5 etp para esta-
blecer el inicio y la terminación de los pc de cada estación y definir el tipo de
período. Es conveniente hacer notar que la etp fue estimada a partir de los
datos de evaporación multiplicándolos por 0.8, o sea: etp⫽0.8Ev.

63
Geografía de suelos de México

Las zonas de las divisiones climáticas se definieron en términos de su altura;


para la división tropical caliente se consideró una h⬍1 500 m, para la zona
tropical templada de 1 500⬍h⬍3 000 m y para la tropical fría se determinó una
h⬎3 000 m. Con la ubicación de las estaciones sobre un mapa y sus valores de
duración del período de crecimiento se trazaron las isolíneas de 75, 90, 120, 150,
180, 210, 240, 270, 300, 330, 360 y 365 días. Se delimitaron zonas de 0 a 74 días,
de 75 a 89, de 90 a 119, etc. Una generalización de dicho inventario se presenta
en la Figura 3.2, y valores de su extensión en la Tabla 3.1.
A principios de los años 80, a iniciativa de la fao, la unesco, el Programa
del Medio Ambiente de Naciones Unidas (unep) y la Sociedad Internacional
de la Ciencia del Suelo (isss), decidieron lanzar un programa para crear una
Base Internacional de Referencia para la Clasificación de Suelos (irb).
En 1992, el grupo de trabajo de la irb en Montpellier, Francia, propuso que
la Leyenda Revisada del Sistema fao-unesco se convirtiera en la base para
desarrollar el Sistema irb, que a partir de esa fecha fue renombrado como
Base de Referencia Mundial para el Recurso Suelo (wrb).
La wrb ha publicado dos ediciones, la primera en 1998 y la segunda en
2006; está fuertemente apoyada por científicos europeos y rusos. Dentro de sus
principios básicos se declara que los parámetros climáticos no se aplican en la
clasificación de suelos, con lo cual se puede creer que es el punto final de las
ideas originales sobre la zonalidad de suelos (iuss Working Group wrb, 2008).
Sin embargo, ésta es una escuela de pensamiento y su contraparte está repre-
sentada por la escuela americana, con un sistema de clasificación conocido
como Taxonomía de Suelos.

90

90
210
150
210 150 210
150 90 270
210 150
330 230
150 210
210
210
210 270 330 270
Isolínea 330
150
Tierras bajas
330
Tierras altas 210 150
330
Tierra muy altas
210 270
270

Figura 3.2. Inventario climático de la República Mexicana (Ortiz, 1981).

64
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

Tabla 3.1. Extensiones (en miles de ha)* de las zonas de períodos de crecimiento por divisiones climáticas (Ortiz, 1981)
División Climática
Zona de período Extensión
de crecimiento (días) Tropical caliente Tropical templada Tropical fría Total (000 ha) (% del territorio)
0-74 86 376 8 271 88 647 45.55
75-89 3 993 3 246 7 239 3.72
90-119 11 168 5 510 66 16 744 8.60
120-149 9 450 3 179 125 12 754 6.55
150-179 13 214 2 254 166 15 634 8.03
180-209 18 798 1 697 71 20 566 10.57
210-239 7 287 395 6 7 688 3.95
240-269 3 661 221 6 3 888 2.00
270-299 6 148 134 6 6 288 3.23
300-329 5 348 204 6 5 648 2.90
330-364 84 84 0.04
365 9 023 395 9 418 4.84
Total 168 640 25 506 452 194 598 100.00
* No se cuantificaron los grandes cuerpos de agua (presas, lagunas, etc.).

La taxonomía de suelos de los Estados Unidos


La taxonomía de suelos es el agrupamiento sistemático propuesto por Estados
Unidos, considerado como un sistema formal de clasificación, dada a conocer en
1960 con el nombre de 7ª Aproximación (Soil Survey Staff, 1960) en el 7° Con-
greso Internacional de la Ciencia del Suelo, celebrado en Wisconsin, eua.
La denominación de taxonomía de suelos se establece en 1975, al ser con-
siderada como el sistema oficial para la clasificación de suelos en ese país (Soil
Survey Staff, 1975); a partir de entonces ha tenido la pretensión de convertirse
en el sistema internacional más importante a nivel mundial. Para ello ha integra-
do comités internacionales para el estudio de diferentes suelos y características
de suelos cuyas recomendaciones, una vez probadas, se incluyen en la clasifica-
ción de suelos, en una publicación denominada Claves de la Taxonomía de
Suelos, con grandes aportes al conocimiento. La décima edición de las Claves del
2006 fue traducida al español y publicada por el Departamento de Agricultura
de los Estados Unidos en 2007 y está disponible en internet en la dirección:
http://soils.usda.gov/technical/classification/tax_keys/ (con guión bajo entre
tax y keys).
En la actualidad está publicada la onceava edición de las Claves (Soil Survey
Staff, 2010) y se espera contar con su edición en español en este mismo año.
Dentro de este sistema se propuso como unidad básica a un pequeño volu-
men de suelo con forma de prisma hexagonal, denominando “pedon” cuya mag-
nitud es de un tamaño suficiente para el estudio de los horizontes y sus interre-
laciones dentro del volumen (Sección transversal de 1 a 10 m2).

65
Geografía de suelos de México

En la taxonomía de suelos se tienen seis categorías: orden, suborden, gran


grupo, subgrupo, familia y serie de suelos, cada una de las cuales tiene sus pro-
pias características diferenciadoras. Además, considera el clima a través de los
regímenes de humedad y de temperatura de los suelos.
Una de las características de diagnóstico más importantes para el estable-
cimiento de subórdenes y algunos grandes grupos son los regímenes de humedad
del suelo, que se refieren a la presencia o ausencia de agua, ya sea proveniente de
un manto freático o la retenida por el suelo a una tensión menor de 1 500 kPa,
disponible para la mayoría de las plantas. El agua deberá estar presente o
ausente en periodos definidos y a profundidades específicas del suelo, mejor
conocidas como sección de control.
El límite superior de la sección de control es la profundidad a la cual un
suelo seco (con agua a una tensión mayor de 1 500 kPa, pero no secado al aire)
será humedecido por una lámina de agua de 2.5 cm en 24 horas, mientras que su
límite inferior será la profundidad a la cual un suelo seco se humedece por
una lámina de agua de 7.5 cm después de 48 horas.
En forma práctica, la sección de control varía de 10 a 30 cm de profundi-
dad para los suelos con altos contenidos de partículas finas (arcillas); entre
20 y 60 cm para suelos de texturas medias, y de 30 a 90 cm para suelos are-
nosos.
Un término que se emplea con frecuencia en la clasificación de suelos es el de
año normal, que se caracteriza por tener más o menos una desviación estándar
del promedio de la precipitación anual para una estadística de larga duración
(30 años o más). Además, la precipitación media mensual durante un año nor-
mal, deberá ser también más o menos una desviación estándar de la precipi-
tación media a largo plazo, para 8 de 12 meses.
Los regímenes de humedad del suelo son los siguientes:

Ácuico (L. aqua, agua). Es un régimen de reducción en el que el suelo está vir-
tualmente libre de oxígeno disuelto por estar saturado con agua. Si la tem-
peratura del suelo es menor a 1°C, dicho régimen no se considera como
Ácuico.

Údico (L. udus, húmedo). Su sección de control está húmeda en alguna parte
por un período tan largo como 90 días acumulativos. Si la temperatura
media anual del suelo es menor de 22°C y las temperaturas medias de verano
(junio, julio y agosto) y de invierno (diciembre, enero y febrero) a los 50 cm
de profundidad difieren en 6°C o más, la sección de control puede estar seca
por menos de 45 días consecutivos dentro de los 4 meses después del solsti-
cio de verano. Este régimen, cuando es extremadamente húmedo, se llama
Perúdico (L. per, a través del tiempo y udus, húmedo).

Ústico (L. ustus, quemado, para referirse a su condición de sequedad). Es un


régimen intermedio entre el Áridico y el Údico.

Arídico o tórrido (L. aridus, seco y del L. torridus, caliente y seco). Estos tér-
minos se usan para el mismo régimen de humedad. Su sección de control

66
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

en años normales está seca en todas partes por más de la mitad de los días
acumulativos cuando la temperatura del suelo es superior a 5°C y húmeda
en alguna o en todas partes por menos de 90 días consecutivos cuando la
temperatura del suelo es superior a 8°C.

Xérico (Gr. xeros, seco). Es el régimen que caracteriza a las regiones con clima
mediterráneo, donde los inviernos son húmedos y frescos y los veranos
cálidos y secos.

En la Figura 3.3. se muestra el mapa de los regímenes de humedad de los


suelos de México elaborado por Sánchez et al. (2009), quienes utilizaron el
modelo Newhall en 2 703 estaciones normales del Servicio Meteorológico Na-
cional (cna-smn, 2010); en la Tabla 3.2 se reportan sus extensiones estatales.
Sánchez et al. (2009) indicaron que la mayor precipitación reportada en el
país se ubica en la sierra Mazateca en el estado de Oaxaca, con 5 755 mm/año y
la menor en Comondú, Baja California Sur, con precipitación anual alrededor
de 50 mm. En relación a los regímenes de humedad del suelo se menciona que
el predominante en México es el Ústico, que cubre una extensión territorial
de 41%; le siguen, en orden de importancia, el Arídico con 39% y el Údico con
19%; se presenta también el régimen Perúdico en menos de 1% del territorio y
el de menor extensión es el Xérico (0.56%), que se ubica en el Estado de Baja
California.
114° 110° 106° 102° 98° 94° 90° 86°

Estados Unidos Mexicanos


Regimen de humedad en suelos mexicanos

30°
30°

W E

26°
26°

Océano
Pacífico Golfo de
22°

México
22°

Nomenclatura
Superficie 1,964,375 km2 (%)
Árido . . . . . . . . . . . 0.56
Arídico . . . . . . . . . . 38.52
Ústico. . . . . . . . . . . 40.74
Údico. . . . . . . . . . . 19.38
Periódo . . . . . . . . . . 0.80

Escala 1:12,500,00
18°
18°

Kilómetros
0 225 450 625 900

ELIPSOIDE CLAUDE DE 1866


PROYECCION TRANSVERSE MERCATOR
CUADRICULA A CADA 10 000 m
DATUM HORIZONTAL NORTEAMERICANO DE 1927 (NADIT)
Elaboró: P. Sánchez Guzmán, E.V. Gutiérrez Castorena

114° 110° 106° 102° 98° 94° 90°

Figura 3.3. Regímenes de humedad de los suelos de la República Mexicana.

67
Geografía de suelos de México

El régimen de humedad Xérico se concentra en el estado de Baja Califor-


nia; las mayores extensiones del régimen Áridico se presentan en Baja California
Sur y Coahuila; el régimen Ústico cubre la mayor proporción territorial de los
Tabla 3.2. Extensiones estatales, en porcentaje de los regímenes
Tabla 3.2. Extensiones estatales, en porcentaje de los regímenes de humedad del suelo
de humedad del suelo
Estados Xérico Arídico Ústico Údico Perúdico
Aguascalientes 98,82 1,18
Baja California 14,6 82,89 2,51
Baja California Sur 99,84 0,16
Campeche 0,17 70,96 28,87
Chihuahua 50,99 28,58 20,44
Chiapas 38,91 54,3 6,79
Coahuila 95,62 4,27 0,11
Colima 1,62 98,38
Distrito Federal 76,19 23,81
Durango 28,88 42,10 29,02
Estado de México 39,94 60,06
Guanajuato 3,5 92,91 3,59
Guerrero 0,24 94,38 5,38
Hidalgo 15,72 42,51 41,59 0,18
Jalisco 1,76 80,58 17,65
Michoacán 2,37 75,39 22,24
Morelos 86,72 13,28
Nayarit 85,11 14,89
Nuevo León 61,20 31,05 7,74
Oaxaca 6,41 62,5 27,52 3,57
Puebla 5,85 59,42 25,22 9,51
Quintana Roo 35,23 64,77
Querétaro 8,03 72,28 18,86 0,83
Sinaloa 26,34 64,40 9,27
San Luis Potosí 52,74 29,91 15,59 1,77
Sonora 78,16 19,97 1,87
Tabasco 0,03 97,52 2,46
Tamaulipas 52,03 34,72 13,24
Tlaxcala 63,43 36,57
Veracruz 0,11 24,64 71,95 3,29
Yucatán 10,72 84,41 4,87
Zacatecas 28,13 68,73 3,13

68
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

estados de Aguascalientes y Colima, mientras que el régimen Údico ocurre en


Tabasco y Veracruz, y el régimen Perúdico se localiza en mayor extensión en los
estados de Puebla y Chiapas.
La otra característica de diagnóstico de la taxonomía de suelos, relacionada
con el clima, son los regímenes de temperatura del suelo, útiles para clasificar
a los suelos principalmente a nivel de familia. Antes de caracterizarlos es nece-
sario definir el permafrost, considerado como una condición térmica en la que
un material (que puede ser el suelo) se mantiene por debajo de 0°C por dos o
más años sucesivos.
Para definir a los regímenes de temperatura del suelo es necesario contar
con datos de este elemento climático a la profundidad de 50 cm o hasta donde
llegue el suelo pero al igual que en muchos medios, nuestro país carece de esta
información. Por consiguiente, fue necesario estimarlos a través de reglas ge-
nerales; una de ellas, establece que la temperatura del suelo es similar a la del
aire más 2.5°C. Las temperaturas que se utilizan son la media anual (tma);
la temperatura media de verano (tmv), definida como el promedio de los
meses de junio, julio y agosto; y la temperatura media de invierno (tmi), que
considera los meses de diciembre, enero y febrero. De estas últimas es muy
importante su diferencia, tmv-tmi.

Cryico (Gr. Kryos, frío; para indicar muy frío). Los suelos de este régimen tienen
una tma⬍8°C y no tienen permafrost.

Frígido. Un suelo de este régimen tiene una tma⬍8°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Mésico. La tma es ⱖ8°C pero ⬍15°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Térmico. Su tma es ⱖ15°C pero ⬍22°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Hipertérmico. La tma es ⱖ22°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Isofrígido. Con una tma ⬍8°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Isomésico. Tiene una tma es ⱖ8°C pero ⬍15°C y una tmv-tmi⬎6°C.

Isotérmico. Su tma es ⱖ15°C pero ⬍22°C y una tmv-tmi⬍6°C.

Isohipertérmico. La tma es ⱖ22°C y una tmv-tmi⬎6°C.

En la Figura 3.4. se muestra el mapa de los regímenes de temperatura de


los suelos de México elaborado por Gutiérrez Castorena y Sánchez (Sánchez
et al., 2009), quienes usaron el modelo Newhall y lo aplicaron a 2 703 estaciones
normales del Servicio Meteorológico Nacional (cna-smn, 2010).
De los nueve regímenes de temperatura del suelo reportados en la literatura,
en México se presentan siete, dominando los de temperaturas elevadas. En par-
ticular, por orden de importancia se presentan el Isohipertérmico en 37% del
territorio, el Hipertérmico con 26%, el Térmico en 23% y el Isotérmico en

69
Geografía de suelos de México

12%. Además, los que cubren una menor extensión son el Mésico (1.4%), el
Isomésico (⬍1%) y el Cryico (en la Estación Meteorológica del Nevado de
Toluca, a 4 000 m de altura).
En la Tabla 3.3. se reportan las extensiones estatales de los regímenes de tem-
peratura de los suelos, donde se pueden establecer las mayores coberturas terri-
toriales de los regímenes establecidos en el país.

Comentarios finales
Es importante reconocer que en el tema tratado tenemos un rezago histórico,
que hace recomendable que tanto las instituciones educativas como las guber-
namentales dedicadas al estudio de los suelos se conviertan en promotoras
para la elaboración de investigaciones, tanto a nivel básico como aplicado.
Asimismo, es notoria la falta de trabajos en el país que relacionen las dife-
rentes propiedades de los suelos con parámetros climáticos específicos o com-
binados. Por otra parte, respecto a la clasificación de los suelos, se requiere
aceptar la necesidad de una verdadera actualización en relación a los que se
usan actualmente para poder definir la escuela de conocimiento que conviene
seguir en relación al factor clima.

114° 110° 106° 102° 98° 94° 90° 86°

Estados Unidos Mexicanos


Regimen de temperatura en suelos mexicanos

30°
30°

W E

26°
26°

Océano
Pacífico
Golfo de
Nomenclatura México
Superficie 1,964,375 km2 (%) 22°
22°

Cryico . . . . . . . . . . 0.01
Frígido . . . . . . . . . . 0.11
Mésico . . . . . . . . . . 1.35
Iso térmico . . . . . . . 12.00
Térmico . . . . . . . . . 23.00
Isohipertérmico . . . . . 37.17
Hipertérmico . . . . . . 26.00
18°
18°

Escala 1:12,500,00
Kilómetros
0 225 450 625 900

ELIPSOIDE CLAUDE DE 1866


PROYECCION TRANSVERSE MERCATOR
CUADRICULA A CADA 10 000 m
DATUM HORIZONTAL NORTEAMERICANO DE 1927 (NADIT)

Elaboró: P. Sánchez Guzmán, E.V. Gutiérrez Castorena

114° 110° 106° 102° 98° 94° 90°

Figura 3.4. Regímenes de temperatura de suelos en la República Mexicana.

70
Capítulo 3. El factor clima en la distribución de suelos en México

Tabla 3.3. Extensiones estatales, en porcentaje, de los regímenes de temperatura del suelo
Estados Cryico Isomésico Mésico Isotérmico Térmico Isohipertérmico Hipertérmico
Aguascalientes 80,67 16,92 0,93 1,48
Baja California 0,10 12,31 47,89 20,59 19,11
Baja California Sur 0,81 4,68 29,64 64,87
Campeche 100.00
Chihuahua 3,84 10,16 64,26 16,8 4,94
Chiapas 3,66 12,50 83,84
Coahuila 1,04 9,21 37,26 52,49
Colima 100.00
Distrito Federal 1,36 24,64 74.00
Durango 0,04 5,70 15,34 48,76 16,06 14,1
Estado de México 0,01 6,54 18,27 55,25 8,83 11,1
Guanajuato 77,61 17,11 4,21 1,07
Guerrero 0,94 7,62 91,44
Hidalgo 0,08 2,70 63,72 13,63 12,84 7,03
Jalisco 21,31 31,69 46,91 0,09
Michoacán 0,16 1,14 25,88 18,75 54,07
Morelos 3,15 1,90 5,40 23,04 66,51
Nayarit 0,04 15,82 84,14
Nuevo León 9,60 14,62 4,85 70,93
Oaxaca 0,02 1,19 14,55 24,02 60,22
Puebla 0,12 4,98 44,69 14,20 32,82 3,19
Quintana Roo 100.00
Querétaro 57,47 13,40 12,70 16,43
Sinaloa 0,63 5,54 24,62 69,21
San Luis Potosí 30,71 29,89 16,12 23,28
Sonora 0,08 0,38 7,04 14,32 78,18
Tabasco 100.00
Tamaulipas 1,18 3,47 7,68 87,67
Tlaxcala 0,1 11,34 88,56
Veracruz 0,46 1,85 5,50 3,65 61,16 27,38
Yucatán 99,51 0,49
Zacatecas 26,93 58,63 14,04 0,4

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72
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución
de suelos en México
Lenom Cajuste Bontemps1* y Ma. del Carmen Gutiérrez Castorena1

n México el estudio del relieve o la fisiografía ha sido ampliamente

E desarrollado a través de diferentes investigadores en diversas insti-


tuciones, como el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática (inegi) y el Colegio de Postgraduados (cp). El pri-
mero denomina las grandes regiones del país como Provincias Fi-
siográficas, mientras que el segundo las denomina como Provincias Terrestres.
La diferencia en el nombre está fundamentada en la metodología que utilizaron
para su elaboración: mapas topográficos-sistema de topoformas y enfoque
paisajista, respectivamente.
Uno de los primeros trabajos realizados sobre este tópico fue el realizado
por Raisz (1964), quien reportó 11 provincias fisiográficas; posteriormente, el
inegi reportó 15 unidades y el cp 16. La diferencia en número es también
resultado de la metodología, porque Raisz utilizó mosaicos de fotografías
aéreas, mientras que el inegi y cp usaron impresiones de imágenes de saté-
lite Landsat mss en falso color, de ahí que se haya detallado un poco más cada
provincia.
Otro estudio realizado es el denominado soter (Soil Terrain), bajo la
coordinación del isric. El objetivo principal de este proyecto fue establecer
una base digital de datos sobre suelos y sus respectivas topoformas. La infor-
mación referente para la República Mexicana está bajo el nombre de soter-
lac, escala 1:5,000000 (Ortiz-Solorio et al., 1994). Las aplicaciones de este
proyecto se utilizaron para estudios de degradación de suelos relacionada con
el hombre (Semarnap-cp, 2002) y sistemas de alerta alimentario.
Para analizar la relación entre el relieve con la distribución de los diferentes
tipos de suelos se utilizó la publicación “Provincias, Regiones y Subregiones
Terrestres de México” elaborado por Cuanalo et al., (1989). En esta publica-
ción se describen los diferentes tipos de regiones terrestres pero no hay una
interpretación a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación. En este
capítulo se pretende analizar en una primera aproximación los diferentes
tipos de suelos con sus respectivas geoformas.

Conceptos básicos
El relieve comprende las deformaciones de la superficie terrestre, dictadas por
la geomorfología del paisaje (Chorley et al., 1984) e interactúa con los otros
factores formadores (clima y biota) de manera dinámica, determinando dife-
rentes paisajes y diferentes unidades del suelo (Jenny, 1994). De igual manera,

1Colegio de Postgraduados, Montecillo, Estado de México.


* lenomcv1@colpos.mx

73
Geografía de suelos de México

el relieve es resultado de los agentes de deformación del paisaje (intemperis-


mo y erosión), los que a su vez repercuten en la diversidad de suelos en una
región.
El relieve afecta el desarrollo pedogenético de varias formas. Entre los pará-
metros más importantes están la altitud, la forma, magnitud y orientación
cardinal de la pendiente, y la posición del terreno con respecto al paisaje (Brady
y Weil, 2009). Estos parámetros inciden en la temperatura superficial (Chaplot
et al., 2000), el régimen de humedad (Galicia et al., 1999) y la textura del suelo
(Foth, 2008), así como en los procesos de intemperismo, erosión, adición, remo-
ción y lavado interno del perfil del suelo. En los siguientes párrafos se detallan
dichos eventos.

Altitud
La elevación tiene efectos sobre variables climáticas y florísticas del paisaje
que inciden en el desarrollo de los suelos (Figura 4.1). En lugares de baja ele-
vación el clima tiende a ser cálido y las temperaturas ambientales, por ende,
favorecen velocidades de reacción altas en el suelo, que aceleran el intempe-
rismo y la pedogénesis (Duchaufour, 1970). Además, la vegetación en estas
zonas aporta materia orgánica que se mineraliza rápidamente (Liu et al., 2007).
Contrariamente, el clima en regiones con elevaciones altas es generalmente

ha
C
hb
hc

Radiación Conducción Avección Convección

Figura 4.1. Efecto de la altitud topográfica en el régimen de temperatura e intensidad de reacción del suelo. En el punto A), la altitud (ha) es máxima con respecto
a los puntos B) (hb) y C) (hc); la conducción de calor es menor y la convección atmosférica es mayor, debido a la baja densidad relativa del aire, a pesar que la radiación
es casi la misma en los tres puntos. La oscilación térmica, además, tiende a ser mayor en A), en comparación con los otros dos puntos. En contraste, la conducción de
calor es mayor y la convección atmosférica es menor en el punto C), debido a la menor altitud y la mayor densidad relativa del aire, respectivamente. Consecuentemente,
la oscilación térmica es menor y la temperatura del suelo es mayor en C), en comparación con los otros dos puntos (Soil Web, 2004). El punto B) ilustra una situación
intermedia, donde el régimen de temperatura y las velocidades de reacción en el suelo se hayan entre los límites de los mismos, demarcados por los puntos A) y C)
anteriores.

74
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

frío y por lo tanto las velocidades de reacción en el suelo son más bajas (Ritter,
2000); en consecuencia, el proceso de intemperismo y el desarrollo pedogéneti-
co es más tardado en dichos lugares. Adicionalmente, la vegetación en estos
lugares puede aportar materia orgánica que no se mineraliza tan rápido (Liu
et al., 2007), por lo tanto su acumulación es visible en la superficie del suelo.

Forma del terreno


La forma del terreno se describe en términos sencillos con base en la pendiente
general (Ortiz Solorio, 2005), como se muestra en la Figura 4.2.
Estos términos se describen brevemente a continuación (Ortiz Solorio, 2005):

Meseta. Planicie extensa situada a considerable altura sobre el nivel del mar.

Cantil. Sitio o lugar que forma escalón en la costa o en el fondo del mar.

Talud. Superficie plana, inclinada o con pendiente, que forma los derrubios, acu-
mulados por la erosión al pie de un acantilado o de una vertiente abrupta.

Planicie. Terreno llano cuyo espacio tiene poca o ninguna variación en la altura de
la superficie con respecto al nivel del mar (no tiene inclinación ni pendiente).

Cauce. Conducto descubierto en el fondo de un valle por donde discurren las


aguas en su curso; es el confín físico normal de un flujo de agua y sus confi-
nes laterales son las riberas.

Depresión. Es una concavidad en un terreno; es un término para designar la


zona del relieve situada a un nivel inferior que la superficie vecina.

Cresta

Ladera

Meseta

Cantil Barranca
Talud

Declive Declive

Depresión
Cauce

Figura 4.2. Formas del terreno (a partir de Ortiz Solorio, 2005).

75
Geografía de suelos de México

Barranca. Despeñadero, precipicio; quiebre profundo del terreno producido


en la tierra por las corrientes de las aguas o por otras causas.

Declive. Pendiente, cuesta o inclinación del terreno en general.

Ladera. Declive (particular) ubicado en un monte o en otra formación elevada.

Cresta. Cumbre de agudos peñascos en montañas o formaciones montañosas.

Cada uno de estos términos puede ser modificado con base en la forma de la
pendiente; por ejemplo: meseta ligeramente convexa, talud escarpado, declive
cóncavo, planicie ligeramente ondulada, ladera convexa, crestas agudas, crestas
romas, y en términos de la magnitud de la pendiente: declive ligero, declive pro-
nunciado, ladera convexa ligeramente escarpada y ladera escarpada, entre mu-
chos otros. También se pueden utilizar términos geomorfológicos como: cono
cinerítico, abanico aluvial, dique o escarpa.

Pendiente
La pendiente se describe en términos de forma y de porcentaje. La forma de la
pendiente, comparada con la forma del terreno, es particular; aunque es posible
que las dos coincidan, como en las planicies, o que las dos difieran, como en los
terrenos ondulados donde puede haber pendientes cóncavas y convexas. Las
formas básicas de las pendientes se presentan en la Figura 4.3.
Hay también formas compuestas de pendientes, que son combinaciones
de las anteriores. Para describir una pendiente compuesta se comienza nom-
brando a la pendiente superior y después a las inferiores.

Regular Convexa Cóncava

Figura 4.3. Formas de la pendiente.

76
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

El grado de la pendiente se expresa en términos de porcentaje, el cual se


refiere a:

% pendiente ⫽ (tan␪) ⫻ 100

en donde ␪ es el ángulo de inclinación del terreno. Actualmente se puede hacer


uso de los clisímetros, que dan directamente la pendiente, tanto en grado como
en porcentaje.
La pendiente influye en el tipo de material parental (Figura 4.4); por ejem-
plo, en la cresta generalmente se presentan rocas o materiales residuales. En las
pendientes medias se producen materiales coluviales como resultado de mo-
vimiento de masas, aludes o por el transporte lento de diferentes clastos.
Finalmente, en el valle se producen los diferentes tipos de materiales aluviales
o lacustres como resultado de procesos de erosión hídrica.

Investigaciones relacionadas con el relieve


De acuerdo con Duchaufour (1970) y Levine (2001), la forma topológica de
la superficie tiene efectos en la acumulación de la humedad dentro del perfil
del suelo; por ejemplo, en topoformas convexas la infiltración es baja y el dre-
naje interno es alto (Figura 4.5), lo que reduce el periodo de humedad dentro
del perfil del suelo (Brady y Weil, 2009). En cambio, en topoformas planas la
velocidad de infiltración y el drenaje interno dependen de la inclinación de
la pendiente. Por el contrario, en topoformas cóncavas la infiltración es mayor y
el drenaje interno es menor (Brady y Weil, 2009), propiciando un mayor pe-
riodo de humedad dentro del perfil y por ende una mayor interacción entre el
agua y las partículas del suelo (nccs, 2010). De lo anterior se puede inferir que
en lugares con topoforma convexa la ventilación interna del perfil es mayor
que en lugares con topoformas cóncavas, y que las condiciones de humedad en

Cresta

Ladera
pendiente alta
Material residual
Pendiente media

Pendiente baja
(pie de monte)

Material residual
Plano aluvial

Material aluvial
Manto
rocoso

Figura 4.4. Interacción entre la topografía y el material parental.

77
Geografía de suelos de México

estos últimos permiten un desarrollo de vegetación más favorable, promovien-


do el desarrollo de suelos con mayor contenido de material orgánico en su perfil.

Pendiente: inclinación
La magnitud de la pendiente influye en el escurrimiento y en las propiedades
físicas del suelo, principalmente en la textura (Foth, 2008; Levine, 2001). En
terrenos con alta pendiente la infiltración del agua es menor, como se ilustra
en la Figura 4.6, y por lo tanto el escurrimiento del agua es mayor, ocasionando
un efecto erosivo más fuerte, transportando con mayor facilidad las partícu-
las finas de la superficie del suelo. Consecuentemente, la textura en las capas
superficiales es más gruesa, la porosidad total y la capacidad de retención de
humedad son menores, el tamaño de poros y la densidad aparente son más
altas, y el intercambio gaseoso es mayor (Krasilnikov et al., 2007; Ritter, 2000).
Por el contrario, en zonas con baja pendiente la infiltración del agua aumenta
(véase nuevamente Figura 4.6) y el escurrimiento superficial es menor, aunado
a un aporte de material proveniente de zonas con mayor pendiente. Como re-
sultado, la textura en capas superficiales tiende a ser más fina, la porosidad total
y la capacidad de retención de humedad son mayores, el tamaño de poros y la
densidad aparente son más bajas, y el intercambio gaseoso es más tortuoso
(Brady y Weil, 2009; Krasilnikov et al., 2007; Liu et al., 2007). Adicionalmente,

Infiltración/drenaje interno Escurrimiento Inundación

Figura 4.5. Efecto de la topoforma en el desarrollo pedogenético de los suelos. En el punto a) la infiltración depende de la permeabilidad de la capa superficial;
cuando existe material vegetal que favorece la retención de humedad, las partículas minerales forman agregados con el material orgánico, disminuyendo el escurrimien-
to y favoreciendo el desarrollo in situ de los suelos. Cuando no existe cubierta vegetal el escurrimiento se ve favorecido y las partículas minerales se desplazan con el
proceso anterior. Contrariamente, en el punto d) se recibe material de todo ese escurrimiento proveniente del exterior; no obstante, la infiltración es nuevamente fun-
ción de la permeabilidad de la capa superficial, llegando en ocasiones a presentar condiciones de inundación. Los puntos b), c) y e) presentan escurrimiento y poca
infiltración, que dependen principalmente del grado de inclinación de la superficie. De manera particular, el punto e) presenta menor escurrimiento superficial, compara-
do con los puntos b) y c); mientras que el punto b) presenta el mayor índice de escurrimiento, en comparación con los demás puntos.

78
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

d
e

Figura 4.6. Efecto de la inclinación topográfica sobre la formación del suelo. En el punto a) la pendiente no es fuerte, por lo tanto el escurrimiento superficial no
es considerable, el arrastre de material superficial es mínimo. La textura en este punto puede ser de media a fina. A medida que la pendiente del terreno aumenta
b), el escurrimiento superficial es mayor, removiendo las capas superficiales y produciendo suelos con texturas gruesas, hasta el punto en que no habría suelo c) y la
roca madre quedase descubierta, caso ilustrado en las cascadas. En el punto d) la energía cinética del escurrimiento superficial es máxima, aun cuando la pendiente
comienza a disminuir; en consecuencia, en ocasiones produce la deposición de sedimentos y socavamientos. En este punto la textura de los suelos es de gruesa a
media. Finalmente en el punto e) la pendiente vuelve a ser mínima y el escurrimiento es casi nulo; los aportes de material dan a los suelos del lugar una textura
generalmente fina y su desarrollo morfológico es por lo regular incipiente.

la longitud de la pendiente contribuye a aminorar o acrecentar el efecto erosi-


vo sobre la superficie del suelo. En terrenos con longitudes grandes el efecto
erosivo es mayor, mientras que en longitudes pequeñas el efecto erosivo sobre
la superficie del terreno es menor.

Pendiente: exposición (orientación cardinal)


La dirección desde la cual el terreno recibe los rayos del Sol influye de manera
igualmente significativa en el desarrollo de los suelos (Brady y Weil, 2009; Foth,
2008; Jenny, 1994; Levine, 2001). En terrenos expuestos hacia el norte, la canti-
dad de calor generada por el Sol y recibida por la superficie del suelo es menor
(Duchaufour, 1970); como consecuencia, los ciclos de humedecido/secado en el
perfil son más largos que en terrenos expuestos hacia el sur (Galicia et al., 1999).
De manera similar, la composición de especies vegetales en suelos expuestos
hacia el norte producen una acumulación de material orgánico cuya humifica-
ción es mayor que en suelos expuestos hacia el sur (Galicia et al., 1999; Scowcroft
et al., 2004), donde las comunidades vegetales difieren en la cantidad de mate-
rial orgánico sujeto al proceso de humificación.

Posición con respecto al paisaje


La posición del terreno dentro del paisaje integra los efectos de los factores
formadores en la pedogénesis y desarrollo morfológico de los suelos (Brady y
Weil, 2009; Jenny, 1994). En las partes altas (la cima, Figura 4.8) el material
parental proviene del basamento consolidado, el cual, debido a la acción del
intemperismo, cuenta con un drenaje interno apropiado. El clima y la vegeta-

79
Geografía de suelos de México

␭ corta

verano a
b
c ␭ larga

d invierno

verano

N
E invierno

O
S

Figura 4.7. Efecto de la exposición del terreno al Sol, sobre el desarrollo del suelo. Durante el verano, el Sol a) ilumina de manera más directa y uniforme la
superficie, proporcionando una cantidad de luz de onda corta mayor que la proporcionada durante el invierno. En este último punto d) el Sol ilumina con mayor can-
tidad de energía las superficies expuestas al sur, mientras que las superficies expuestas al norte reciben menor cantidad de iluminación en comparación con el verano.
Las longitudes de onda durante el invierno son generalmente mayores que en verano. El resultado final es mayor humedad, menor temperatura y menor oscilación
térmica en terrenos expuestos al norte, y mayor oscilación térmica, mayor temperatura y menor humedad en terrenos orientados al sur. La textura en ocasiones
varía, encontrándose suelos de textura fina en lugares con exposición norte, y ubicándose suelos de textura media en terrenos con exposición al sur.

ción permiten la incorporación de material orgánico y el desarrollo in situ


(Chaplot et al., 2000; Liu et al., 2007). En los bordes, la infiltración sigue siendo
apropiada, pero el escurrimiento acarrea material superficial de manera signifi-
cativa, ocasionando un desarrollo incipiente de los suelos en dicha ubicación
(Krasilnikov et al., 2007; ncss, 2010). En la ladera el escurrimiento provoca que
el lugar sea de poca estabilidad y consecuentemente de acarreo y transmisión

Clima
estable Bordo de
in situ transmisión
incipiente
A
B Ladera de
transmisión
Roca

C Pie de
recepción
coluvial Valle
recepción
fluvial
D
E

Figura 4.8. Efecto de la posición en el relieve sobre el desarrollo de los suelos.

80
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

considerable de material a las zonas bajas (Figura 4.8), en las cuales es difícil el
desarrollo de suelos y a menudo queda descubierto el material parental (Krasil-
nikov et al., 2007). En el pie de monte se establece una zona coluvial debido a
la recepción de material proveniente de las partes altas (Sauer et al., 1998). El
clima es menos húmedo y el desarrollo del suelo es incipiente a causa de la
constante adición de material transportado (Sowcroft et al., 2004). El valle es
igualmente una zona de recepción de material fluvial, con un clima también
menos húmedo, y con una cantidad de escurrimiento menor, lo que permite
en ocasiones el desarrollo de suelos en el lugar (Levine, 2001).
Los eventos descritos hacen evidente una estrecha relación entre las pro-
piedades del suelo y el relieve en el cual se desarrolla su perfil (Burt y Arkell,
1987; Dere et al., 2006; Avilés-Hernández et al., 2009). Dichas asociaciones se
conocen también como topofunciones (Krasilnikov et al., 2007). Las aplicacio-
nes de las topofunciones son útiles, sobre todo en la cartografía digital de suelos,
actividad que últimamente está tomando gran auge, principalmente en las
áreas de agricultura de precisión, y prevención y mitigación de desastres natu-
rales.
También existe una dependencia entre el grado de evolución del suelo y su
posición en el paisaje. Esta relación entre los suelos y el relieve se llama catena
de suelos o topo secuencias (Sedov et al., 2008).
La catena representa el escalonamiento regular de suelos (Brady y Weil, 2009;
Krasilnikov et al., 2007; ncss, 2010) dando una sucesión cuyo grado de desa-
rrollo varía de forma continua con la pendiente y mostrando niveles de igual
desarrollo para suelos situados en la misma posición topográfica (con iguales
inclinaciones y cotas topográficas).
Una de las catenas más estudiadas es la del Tláloc-ex lago de Texcoco en el
Estado de México (Figura 4.9).
Se han realizado estudios de los diferentes materiales parentales, específi-
camente los relacionados con los tepetates (Quantin, 1992; Rodríguez et al.,
1999) y con los materiales fluviales y lacustres (Del Valle, 1983; Gutiérrez-Cas-
torena et al., 2005, 2006), además de estudios de diferentes sucesiones vegetales
(Sánchez González et al. 2006), grados de intemperismo (Gutiérrez-Castorena
et al., 2007) presencia de metales traza (Balderas-Plata et al., 2006), indicadores
bioquímicos (Pájares-Moreno et al., 2010) y diferentes tipos de erosión (Ventura
et al., 2001).

Distribución geográfica de suelos en México


La fisiografía es la descripción de la superficie de la Tierra mediante la integra-
ción de los diferentes parámetros que caracterizan el relieve. La distribución
geográfica de los suelos en México con base en el relieve puede describirse de
manera más efectiva cuando se asocia la fisiografía del país con dicha distri-
bución geoespacial. Con base en la nomenclatura fao, y seleccionando la pri-
mera subregión fisiográfica de cada provincia fisiográfica, se describe la
siguiente distribución de suelos.
En la provincia Plataforma Yucateca (península de Yucatán) se presentan
como topoformas la planicie, la planicie ondulada y las áreas de inundación; jun-

81
Geografía de suelos de México

to con estas topoformas aparecen Regosoles, Leptosoles y Gleysoles. Con cierta


similitud, en la provincia Planicie Costera Tabasco-Chiapas se presentan las to-
poformas planicie, lomerío aluvial y área de inundación nuevamente. No obs-
tante, los suelos asociados a dichas topoformas corresponden a los Vertisoles,
Planosoles, Leptosoles y Gleysoles; muy probablemente esta diferencia se deba
a las variaciones altitudinales y el material parental presente en la zona. En la
provincia fisiográfica Planicie del Sureste (Veracruz) se encuentran de manera
similar planicies, lomeríos y áreas de inundación; sin embargo, los suelos pre-
sentes corresponden a las unidades Luvisol, Acrisol, Nitisol y Cambisol.
Por otro lado, en la provincia fisiográfica valle Nacional y mesa Central de
Chiapas, la primera subregión presenta plegamientos, cuestas y valles amplios
como topoformas principales, asociadas con Leptosoles, Acrisoles y Cambisoles.
De la misma forma, la provincia Sierra Madre del Sur (Guerrero, Oaxaca) pre-
senta cordilleras, valles estrechos y montañas, topoformas asociadas con Lep-
tosoles, Cambisoles y Andosoles principalmente, y algunas pequeñas zonas
con Luvisoles. En contraste, la provincia del Grupo de los Mames (Chiapas)
presenta conos volcánicos y cuestas asociados con Andosoles, Leptosoles y Lu-
visoles. Adicionalmente, en la provincia Sudserranense (Michoacán, Guerrero,
Oaxaca y Chiapas) se presentan los mismos suelos (Andosoles, Leptosoles y
Luvisoles), siendo similares las topoformas presentes (cordillera, valle estrecho,
cañada, montaña y lomerío) en la primera subregión.
Continuando hacia el norte se encuentra la provincia del Eje Neovolcánico
(Colima, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Edo. de México, D.F., Morelos,
Tlaxcala, Hidalgo, Puebla y Veracruz), donde la primera subregión fisiográfica
está conformada principalmente por volcanes, lomeríos, planicies lacustres y
cuestas. A estas topoformas se encuentra asociada una diversidad y compleja
distribución de suelos, consistentes en Andosoles, Vertisoles, Nitisoles, Lepto-

Leptosol

Andosol
Andosol /
4100 msnm Luvisol

A
0 Cambisol
R A 0
A
Bw Bw
Bw2 Fluvisol
2Btb A
2Crt Bw Feozem Solonchak
2Crt
Ap
Ap 2 230 msnm
2C
3C 2C L1
4C 3L
L2
L3
800 mm 700 mm 600 mm 550 mm 550 mm 450 mm 400 mm
6ºC 7ºC 8ºC 9ºC 10ºC 11ºC 12ºC
Pastizal B. Pino B. Pino-Encino V. secundaria Material fluvial Pastizal P. halófilo
Roca Ceniza volcánica Ceniza volc/toba Toba Material fluvial Material fluvial Lacustre
udic/frigid udic/frigid udic/mesic ustic/mesic ustic/mesic ustic/mesic ustic/mesic
Figura 4.9. Catena de suelos de la región del Tláloc, Eje Neovolcánico, Estado de México (Rodríguez et al., 1999; Gutiérrez-Castorena et al., 2005).

82
Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

soles, Regosoles y Solonchaks. La siguiente provincia corresponde a la Planicie


Baja de Tamaulipas, donde las topoformas dominantes en la primera subre-
gión fisiográfica son la planicie ondulada y el lomerío. A estos elementos de
relieve se encuentran asociados principalmente Vertisoles, Cambisoles, con
algunas superficies cubiertas de Leptosoles y Luvisoles. De manera similar, la
provincia Costera Nororiental (Tamaulipas y Veracruz) está conformada por
planicies y lomeríos, además de montañas; por ello, resulta factible entender
que los suelos asociados sean nuevamente Vertisoles y Cambisoles, acompa-
ñados de Leptosoles y Andosoles.
Hacia el poniente se ubica la provincia fisiográfica altiplanicie Septentrional
(Coahuila, Nuevo León, Zacatecas, Aguascalientes), con superficies dominadas
por cordilleras anticlinales, valles sinclinales y planicies de depósito; por lo tan-
to, los suelos encontrados en el lugar son Leptosoles, Kastañozems y Regosoles.
Más hacia el poniente se encuentra la provincia Sierra Madre Occidental
(Chihuahua, Durango, Nayarit) cuyo relieve se caracteriza por tener cañones,
montañas, valles y cordilleras. Los suelos asociados resultan ser Luvisoles, Lep-
tosoles y Kastañozems. La planicie Costera Noroccidental (Sinaloa, Jalisco) es la
siguiente provincia fisiográfica que incluye como topoformas dominantes a los
lomeríos, las planicies y las lagunas; consecuentemente, los suelos del lugar co-
rresponden a los Nitisoles, Luvisoles, Andosoles y Gleysoles. El desierto de
Sonora es una provincia fisiográfica que en su relieve, de diseño bastante com-
plejo, incluye áreas montañosas, cuestas, montañas, cordilleras, valles estrechos
y áreas de depósito. De manera similar, la distribución de suelos es igualmente
compleja y diversa, incluyendo principalmente Calcisoles, Kastañozems, Lepto-
soles y Luvisoles. La provincia de la Sierra de Baja California, en contraste,
presenta un relieve menos complejo, conformado por cuestas, montañas, áreas
de depósito y valles; encontrándose suelos similares a la provincia anterior
(Calcisoles, Regosoles, Leptosoles y Kastañozems). Finalmente, está la provin-
cia de la Sierra de Baja California Sur, que comparte rasgos de relieve similares
a los dos anteriores: mesetas, cañadas, valles y montañas. Los suelos de la
región son principalmente Calcisoles y Leptosoles, que varían en diversidad de
acuerdo con el paisaje.
La Tabla 4.1 resume las asociaciones entre las topoformas y los suelos en-
contrados en ellas. Como ejemplo conclusivo, encontramos Andosoles en zonas
de montaña y donde existen conos volcánicos, mientras que los Gleysoles se
ubican en zonas de inundación. Por otro lado, los Regosoles se encuentran en
las planicies y valles, al igual que los Planosoles, los Solonchaks y los Nitisoles.
En cambio, los Cambisoles se presentan en topoformas diversas que van desde
valles y cuestas hasta lomeríos.
El Centro Internacional de Información e Investigación en Suelos (isric)
desarrolló un proyecto sobre diseño y operación de una base de datos que
integra información sobre suelos y las topoformas asociadas a dichos suelos.
Este proyecto, conocido con el nombre de soter, se implementó en la Repú-
blica Mexicana bajo el nombre de soter-lac, a una escala 1:5M. Este ejerci-
cio, apoyado por la fao y la unep, sirvió como marco de referencia para los
estudios de degradación de suelos y sistema de alerta alimentaria a nivel de
América Latina. Este proyecto permite analizar la información sobre la fisio-

83
Geografía de suelos de México

Tabla 4.1. Las asociaciones entre topoformas y los suelos encontrados en ellas
Planicie Valles Cono Planicie Área de
Montaña Lomeríos Planicie ondulada Valles estrechos Cordilleras volcánico Cañada Cuestas lacustre inundación
Andosoles xxx xxx
Regosoles xx xx
Leptosoles xx xx xx xx xx
Gleysoles xxx
Vertisoles xx xx xx
Planosoles xx
Luvisoles xx xx xx xx xx
Acrisoles xx xx
Cambisoles xx xx xx
Solonchaks xx
Kastañosems xx xx
Nitisoles xx xx
Calcisoles xxx xx

grafía de una región y los suelos subyacentes. Como resultado se generaron


323 unidades donde se asociaron 513 topoformas a 797 unidades cartográficas
de suelos, descritas en 53 perfiles característicos (unidades de clasificación).
La información sigue siendo analizada y se continúa con la actualización de
datos sobre suelos y relieve a escalas geográficas más grandes.
En conclusión, la distribución de suelos en México con base en el relieve guar-
da una relación significativa entre topoformas y unidades de clasificación; sin
embargo, factores, como la altitud, el clima, el patrón de drenaje y la vegetación,
entre otros, influyen en el desarrollo y clasificación final de los suelos.

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Capítulo 4. El factor relieve en la distribución de suelos en México

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86
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad
y distribución geográfica de los suelos
Sergey Sedov1* y Elizabeth Solleiro Rebolledo1*

l tiempo (duración de la edafogénesis) es uno de los cinco factores

E formadores de suelo en la fórmula de Dokuchaev-Jenny y consti-


tuye un agente que influye en la diferenciación espacial de la cobertu-
ra edáfica. No obstante, el papel del tiempo en la distribución geo-
gráfica de los suelos es más difícil de percibir en comparación con
otros agentes, como el clima, la biota, el relieve o el material parental. Para demos-
trar este papel, en primer lugar consideraremos cómo el tiempo realiza su fun-
ción de factor formador de los sistemas edáficos.

Comportamiento temporal de los procesos edafogenéticos.


Concepto del tiempo característico
Los procesos de edafogénesis, como la acumulación de la materia orgánica, el
intemperismo, la iluviación, entre otros, pueden ser enmarcados por sus pro-
piedades cronológicas específicas, como duración, velocidad y tiempo caracte-
rístico. Este último concepto es clave para la comprensión del factor temporal.
El tiempo característico se refiere al periodo requerido para que los resultados
o productos del proceso alcancen una abundancia máxima (clímax) y ya no
aumenten más. Targulian y Sokolov (1978), y Arnold et al. (1990) consideran
que el tiempo característico de un proceso pedogenético se refiere al periodo
en el que se alcanza un estado estático o de cuasi-equilibrio con el ambiente, de
tal forma que produce propiedades pedogénicas perdurables en el tiempo.
Este comportamiento temporal se aproxima a una curva logarítmica, con una
tendencia asintótica que se aproxima pero no sobrepasa un valor determinado.
En esta aproximación el tiempo característico representa el intervalo entre el
inicio de la edafogénesis y el inicio del intervalo de crecimiento mínimo.
Pero, ¿por qué los resultados de los procesos edafogenéticos no pueden
aumentar con el tiempo siguiendo una tendencia lineal o parabólica? La razón
es que el desarrollo de la mayoría de estos procesos tiene limitaciones, las cua-
les se pueden catalogar en dos tipos: el primero corresponde a los procesos
cuyos productos no son estables y, por lo mismo, están sujetos a transforma-
ciones posteriores. Un ejemplo de este tipo es el proceso de humificación; el
humus se forma y se acumula por la descomposición de residuos vegetales,
pero al mismo tiempo está sujeto a una oxidación profunda que da lugar a
productos terminales como CO2, H2O y sales. Al aumentar la producción de
humus también se intensifica la descomposición hasta llegar a un equilibrio
dinámico, que repercute en una concentración más o menos constante de
1Instituto de Geología, Universidad Nacional Autónoma de México.
* sergey@geol-sun.igeolocu.unam.mx
* solleiro@geologia.unam.mx

87
Geografía de suelos de México

humus en el tiempo. El lapso necesario para alcanzar esta proporción repre-


senta el tiempo característico para este proceso particular.
El otro tipo de limitación se refiere a los procesos irreversibles, los cuales
no están sujetos al equilibrio dinámico, pero cuyo sustrato es finito, de tal forma
que cuando éste se agota el proceso se frena. Un ejemplo ilustrativo de este tipo
es el intemperismo de los minerales primarios. Los agentes de intemperismo cli-
máticos y bióticos, como el agua y los ácidos orgánicos e inorgánicos, pueden
destruir paulatinamente los minerales primarios del material parental, mientras
los componentes intemperizables estén disponibles; al alterar los minerales pri-
marios y transformarlos en minerales secundarios estables este proceso ya no
progresa. El intervalo que se requiere para llegar a la fase de extinción de los
minerales primarios inestables y la acumulación de los productos finales, per-
durables en el sistema edáfico, representa el tiempo característico del intem-
perismo.
Es claro que los tiempos característicos de diferentes procesos edafogenéticos
son variados, pues dependen de condiciones multifactoriales (tipo de material
parental, de clima, etc.). Targulian y Krasilnikov (2007) proponen la siguiente
agrupación de procesos de acuerdo con su velocidad:

Rápidos (tiempo característico 10-100 años): acumulación de materia orgáni-


ca, gleyzación, salinización, estructuración.

Intermedios (tiempo característico 1 000-10 000 años): iluviación, queluviación,


andosolización.

Lentos (tiempo característico mayor que 10 000 años): ferralitización, alitiza-


ción, intemperismo profundo.

También hay que tener en cuenta que hay procesos que ocurren con mayor
rapidez, como las reacciones de intercambio de gases, aire, calor, agua y iones
en solución, cuyos ritmos son diarios o anuales (Richter, 1987).
Las diferencias marcadas de los tiempos característicos determinan el im-
pacto de la duración de la edafogénesis en las propiedades de los suelos. Las
propiedades formadas en intervalos cortos de desarrollo en suelos jóvenes,
son principalmente consecuencia de procesos rápidos. Los procesos intermedios
y lentos se realizan en los cuerpos edáficos más antiguos, cuyos lapsos de des-
arrollo son comparables con sus tiempos característicos. Esto origina un con-
junto de rasgos pedogenéticos distintos y, en consecuencia, en una diversidad
de tipos de suelo en ambos casos de edafogénesis (joven y antigua), siempre y
cuando los otros factores (clima, material parental y biota) estén nivelados.

Tiempo como factor de la diferenciación espacial de la cobertura edáfica;


cronosecuencias de suelos
¿Cómo influye el tiempo en la distribución geográfica de los tipos de suelos y
en la estructura espacial de la cobertura edáfica? En primer lugar, su efecto
está directamente relacionado con factores geológicos y geomorfológicos. Las

88
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución geográfica de los suelos

rocas y los sedimentos que proporcionan el material parental para la edafogé-


nesis constituyen cuerpos geológicos de edad diversa, emergidos a la superficie
terrestre en diferentes épocas. Por ejemplo, los productos de erupciones vol-
cánicas recientes, o sedimentos coluviales o fluviales jóvenes, pueden deposi-
tarse al lado de rocas mucho más viejas. Esto implica que la duración de la
edafogénesis varía en los diferentes sustratos geológicos, sobre distintas geo-
formas, generando heterogeneidad en la cobertura edáfica. De esta manera
coexisten suelos jóvenes sobre las superficies recientes, con suelos de desarro-
llo avanzado sobre las superficies antiguas.
Una ilustración más clara del impacto del factor temporal en la distribución
geográfica de suelos se muestra en las cronosecuencias (Huggett, 1998). El con-
cepto de cronosecuencia se refiere a una asociación de cuerpos edáficos que se
forman en condiciones bioclimáticas uniformes, sobre superficies con caracte-
rísticas geológicas similares (litología y geoforma), pero de edad diferente. En
consecuencia, la duración de la edafogénesis resulta ser el factor principal de
la diferenciación de los tipos de suelos formados sobre aquellas geoformas.
Estas secuencias son relativamente comunes en diferentes regiones de la
Tierra, aunque son típicas de geosistemas como:

Secuencias de terrazas. Aluviales, asociadas con la incisión progresiva del cau-


ce; lacustres y marinas, derivadas de las fluctuaciones del nivel del lago o
del mar.

Secuencias de derrames de lavas y depósitos piroclásticos. De la misma com-


posición, generadas por erupciones volcánicas de edad diferente.

Secuencias de dunas eólicas costeras.

Secuencias de sedimentos glaciales (morrenas o tillitas). Producidas por la


dinámica de los glaciares (avances y retrocesos).

Varias cronosecuencias de diferentes tipos están descritas en las publica-


ciones de Birkeland (1992, 1999).

Evolución de las condiciones bioclimáticas y su impacto en la edafogénesis.


Paleosuelos (suelos relictos) y su lugar en la cobertura edáfica actual
Hasta ahora se ha considerado la influencia del tiempo en la formación de
suelos y en su distribución espacial, manteniendo constante los factores bio-
climáticos durante el periodo de la edafogénesis. Sin embargo, en los geosis-
temas reales esta condición frecuentemente no se cumple ya que el clima y la
biota cambian (a veces radicalmente) a través del tiempo geológico. Un ejemplo
ilustrativo de estos cambios son las variaciones de las épocas frías (glaciaciones)
y cálidas (interglaciales) que ocurrieron durante el Cuaternario —periodo
más reciente de la historia de la Tierra—. La última glaciación, que culminó
hace sólo 18 000 años, se caracterizó por un enfriamiento dramático a nivel glo-
bal, con un descenso de la temperatura promedio anual de 7-9°, lo que provocó

89
Geografía de suelos de México

una remodelación profunda de los ecosistemas. Las regiones templadas húme-


das de Eurasia y Norteamérica, actualmente ocupadas con bosques, estaban
cubiertas por glaciares, tundras o estepas frías con permafrost, mientras que la
zona tropical sufrió aridización, acompañada con una disminución de la selva y
expansión de paisajes abiertos-sabanas y desiertos (Williams et al., 1993).
Esos cambios complican aún más la función del tiempo como factor for-
mador de los sistemas edáficos, dado que es necesario considerar que la eda-
fogénesis del pasado ocurrió bajo factores bioclimáticos diferentes de los pre-
sentes, generando cuerpos edáficos específicos. A los suelos formados en
ambientes del pasado, distintos de los modernos, se les denomina paleosue-
los. Las propiedades de estos suelos del pasado se estudian ampliamente como
indicadores de ambientes antiguos y se usan conjuntamente con otros regis-
tros geológicos (lacustres, marinos, kársticos) para la reconstrucción paleoeco-
lógica (Yaalon, 1971; Catt, 1990). En la última década este enfoque ha permiti-
do la reconstrucción de los paleoambientes del Cuaternario tardío en el centro
de México (Sedov et al., 2001, Solleiro et al., 2003; Sedov et al., 2009), con lo que
se ha demostrado su valía en secuencias volcánicas.
Los paleosuelos pueden tener diversos patrones evolutivos en los geosistemas
cambiantes, siempre y cuando no se destruyan por procesos erosivos. En caso de
que los paleosuelos ya formados sean sepultados por sedimentos más recien-
tes, constituirán paleosuelos, denominados sepultados o suelos fósiles. Los
sedimentos que los cubren los aíslan de los procesos modernos, de tal forma
que parte de sus propiedades más estables no se modifican por procesos eda-
fogénicos subsecuentes, aunque sí pueden cambiar por diagénesis. Cuando
los paleosuelos permanecen en la superficie actual se les llama paleosuelos
superficiales o relictos. Esta última clase es de interés para la geografía de sue-
los ya que, a pesar de ser una herencia de los ambientes del pasado, los suelos
relictos se encuentran insertados en la cobertura edáfica actual. Típicamente,
se localizan en superficies antiguas y estables (planicies o depresiones someras),
mientras que en las posiciones geomorfológicas dinámicas los productos de la
edafogénesis antigua se erosionan o son sepultados por sedimentos más jóve-
nes. Por esta razón los suelos relictos tienden a formar “manchas” o “islas” en sus
“refugios geomórficos”, rodeados por los suelos jóvenes, correspondientes a
las condiciones ecológicas actuales.
Otra cuestión interesante que se presenta es tratar de elucidar la interac-
ción de los suelos relictos con el clima y la vegetación actual. Se supone que
los factores bioclimáticos actúan permanentemente, a través de los procesos
edafogenéticos correspondientes. Por consiguiente, la edafogénesis actual,
operando en los paleosuelos superficiales, debe sustituir las propiedades
edáficas relictas con las nuevas, en un intento por ajustarse o equilibrarse a
los factores modernos. De hecho, los factores y procesos actuales afectan a los
suelos relictos, sin embargo no siempre su potencial es suficiente para borrar
los rasgos antiguos. Por ejemplo, las propiedades que resultan de la edafogé-
nesis árida, como es la acumulación de carbonatos, yeso o sales, rápidamente se
destruyen en condiciones de humedad. Al contrario, varias propiedades for-
madas bajo clima húmedo, como es la acumulación de arcilla silicatada y de
óxidos de hierro, no se modifican en un clima seco. Por lo anterior, las pro-

90
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución geográfica de los suelos

piedades de los suelos relictos insertos en la cobertura edáfica actual dependen


de la dirección de la evolución climática. Se supone que un cambio de clima de
húmedo a seco es más favorable para la conservación de los suelos relictos
que la tendencia inversa; es decir, paso de clima seco a húmedo.

Factor tiempo y distribución geográfica de suelos a nivel global


La importancia del factor temporal en la distribución geográfica de suelos
varía en diferentes zonas de la Tierra. Es menor en las zonas templadas y frías
del Hemisferio Norte, donde la estructura de cobertura edáfica está controlada
principalmente por otros factores, principalmente los bioclimáticos. La causa
de este control se relaciona con la historia paleoambiental de estas regiones, las
cuales fueron afectadas por las glaciaciones continentales durante el Cuaternario,
cuyo último periodo frío tuvo su máximo hace 18 000 años. En esa época fría
los procesos bióticos y edáficos se oprimieron, mientras que los fenómenos
de erosión y sedimentación por mecanismos glaciales, fluvioglaciales, coluvia-
les y eólicos, se promovieron y extendieron; también se originó la mayor parte
de los sustratos y geoformas sobre los cuales, en la época posterior más cálida
(Holoceno), se formó la cobertura edáfica actual. Consecuentemente, la edad
absoluta de la mayoría de los materiales parentales y de las superficies terrestres
es parecida (Pleistoceno tardío) y la duración de la edafogénesis es uniforme
(Holoceno, es decir, los últimos 10 000 años, aproximadamente). Entonces, el
factor tiempo no varía mucho entre los diferentes cuerpos edáficos, cediendo
a otros factores el control de la distribución espacial de los suelos.
En las grandes planicies del trópico húmedo (Amazonia, África Occidental)
el factor tiempo muestra también un impacto limitado en la geografía de sue-
los, aunque por razones distintas. Aquí las superficies terrestres presentan una
gran variedad de edades, aunque en la mayoría de los casos son pre-Cuaterna-
rias (edades mayores a 1.8 millones de años). En particular, se conocen una
serie de geoformas planas, de nivel diferente, formadas por etapas consecutivas
de erosión avanzada (peneplenización). A pesar de las diferencias cronológicas
tan marcadas entre la edad de las diferentes geoformas (antiguas y jóvenes) y
el desarrollo edáfico, la edafogénesis ya llegó a su clímax y se ha alcanzado el
equilibrio con las condiciones ambientales, de tal manera que los suelos son
similares.
En las zonas subtropicales y tropicales, semiáridas y áridas, se documenta un
mayor efecto del factor tiempo, pues en estas regiones se encuentran muchos
paleosuelos superficiales (suelos relictos) relacionados con cambios climáticos.
En varias de estas zonas han ocurrido en el pasado geológico (inclusive du-
rante el Cuaternario) etapas de clima húmedo suficientemente largas para
producir cuerpos edáficos específicos. Como ya se ha mencionado, los relictos
de la pedogénesis húmeda son muy persistentes en los ambientes secos, y por
eso la transición climática de regímenes húmedos hacia áridos favorece la con-
servación de los paleosuelos y su incorporación en la cobertura edáfica actual.
Un caso bien estudiado de esta incorporación es la presencia de suelos rojos
arcillosos (Luvisoles ródicos) en los semidesiertos y desiertos del norte de
África. En particular, en la parte sur de Marruecos las “manchas” de estos suelos

91
Geografía de suelos de México

se encuentran bajo condiciones de precipitación menor de 300 mm y están


rodeados por Kastañozems y Calcisoles. Es claro que el clima actual no puede
promover la acumulación de arcilla caolinítica y óxidos de hierro, que abun-
dan en estos Luvisoles. Por lo tanto, se ha concluido que su formación se dio
bajo condiciones de mayor pluviosidad en el Pleistoceno, que aún persisten y
están incorporados en la cobertura edáfica actual como un elemento relicto
(Bronger y Sedov, 2003).
En las zonas subtropicales y tropicales, con actividad volcánica o tectónica
acentuada, la importancia del factor tiempo también es notable. En estas
zonas, contrario a las plataformas estables, se tiene una mayor diversidad de
geoformas formadas en épocas diferentes, de tal manera que los suelos se en-
cuentran bien diferenciados en función del lapso en que ocurrió la edafogé-
nesis. Particularmente, en áreas de vulcanismo y tectonismo activo las super-
ficies pueden rejuvenecer marcando claramente un tiempo cero de inicio de la
formación de suelos. Después de que ocurre una erupción volcánica el paisaje
se cubre con los materiales eyectados por el volcán, iniciando los procesos de
intemperismo inmediatamente después (Shoji et al., 1993). Esta actividad mo-
difica el paisaje porque destruye la vegetación existente, cambia la red hidro-
gráfica, e incluso, puede cambiar el clima localmente. Los suelos pasan por
diferentes etapas, condicionados inicialmente por el material parental, hasta
alcanzar su clímax. Si la evolución continúa se forman suelos intergradados,
pudiéndose reconocer las diversas fases en función del grado de desarrollo de los
suelos. Al ser tan heterogéneos los procesos volcánicos y tectónicos, las fases de
evolución edáfica se encuentran en diferentes posiciones geomorfológicas, pro-
duciendo una cobertura edáfica compleja. Si a los procesos geológicos se so-
breponen los cambios climáticos, se tiene como resultado una alta variabilidad
cronológica de los cuerpos edáficos, presentándose suelos de diferente fase de
evolución combinados además con suelos relictos.

Factor tiempo y distribución geográfica de suelos en México


El papel del factor tiempo en la distribución geográfica de los suelos y la es-
tructura de la cobertura edáfica en México todavía no ha sido estudiado sufi-
cientemente. Sin embargo, en términos generales se puede afirmar que es rele-
vante debido a que:

1) la dinámica de los procesos geológicos y geomorfológicos recientes es


intensa en la mayor parte del territorio nacional, ocupado por sistemas
montañosos, zonas volcánicas, y planicies fluviales y costeras; en estos
territorios se generan cuerpos geológicos y superficies terrestres de dife-
rente edad, sobre los cuales se desarrollan cronosecuencias de suelos.
2) La historia climática del pre-Cuaternario y Cuaternario de México es
compleja e incluye cambios contrastantes que implican modificaciones
múltiples del tipo de edafogénesis y de las propiedades edáficas a través
del tiempo geológico. Bajo esta pre-condición, la participación de los
rasgos y suelos relictos en la cobertura edáfica actual es altamente pro-
bable.

92
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución geográfica de los suelos

A continuación se presenta un ejemplo más ilustrativo y mejor estudiado que


demuestra el impacto geográfico del factor tiempo a nivel regional. Este ejemplo
se refiere a las zonas de vulcanismo reciente, donde el tiempo de desarrollo y
distribución espacial de los suelos volcánicos están claramente vinculados.
En varias zonas de México los suelos se desarrollan sobre materiales piro-
clásticos jóvenes, producidos por las erupciones volcánicas del Cuaternario.
La región más extensa de vulcanismo Terciario y Cuaternario (incluso Reciente)
es la Faja Volcánica Trans-Mexicana que atraviesa el territorio nacional en
dirección este-oeste, entre las latitudes 19 y 20°N cubriendo una extensión de
aproximadamente 1 000 km de estratovolcanes, conos cineríticos, volcanes es-
cudos, domos y calderas de composición andesítico-basáltica. Además, en el
sur del país y en Baja California hay áreas volcánicas de dimensiones menores,
pero que han contribuido con una cantidad importante de sedimentos en los
últimos años, como es el caso del volcán Chichón, en Chiapas, cuyas cenizas,
en 1982, dieron la vuelta al mundo y modificaron completamente el paisaje de
la región aledaña al mismo.
Varios estudios han demostrado que la edad de los sedimentos y rocas vol-
cánicas juega un papel decisivo para el tipo de suelos que se forman sobre
ellos. De este modo la diversidad espacial de la cronología de los depósitos
volcánicos rige la distribución de suelos en estas zonas. Una pregunta frecuen-
te se refiere a cuántos años se requieren para transformar un paisaje afectado
por una erupción volcánica y cómo usar el grado de desarrollo de un suelo
como indicador del tiempo de estabilidad cuando los volcanes han permaneci-
do inactivos.
La evolución de los suelos sobre sedimentos volcánicos no consolidados
(materiales piroclásticos como cenizas, pómez, escoria o depósitos de lahar)
bajo un clima húmedo ocurre mucho más rápido que sobre lavas. Este proceso
se conoce muy bien a nivel global por medio de estudios de suelos formados
sobre tefras de edad diferente en varias regiones volcánicas (Delvaux et al.,
1989; Zamotaev y Targulian, 1994; Nieuwenhuyse et al., 2000). En México la tra-
yectoria evolutiva de los suelos volcánicos se ha documentado en detalle, tanto
en trabajos de cronosecuencias de suelos superficiales (Miehlich, 1991; Peña-Ra-
mírez et al., 2009) como de paleosuelos sepultados (Sedov et al., 2003; Sollei-
ro-Rebolledo et al., 2007). Los perfiles que representan diferentes etapas de esta
trayectoria son tan distintos que resulta difícil creer que uno se originó del otro.
La fase del perfil primitivo de un Regosol dura sólo entre 200 y 400 años;
de hecho, los Regosoles solamente se observan sobre los depósitos de erup-
ciones históricas.
En las zonas tropicales (caso de Chiapas), en 29 años de ocurrida la erup-
ción del Chichón, sólo se han formado Leptosoles con horizontes A de esca-
sos centímetros de profundidad. Con base en el estudio de los suelos sepulta-
dos por diferentes erupciones pasadas, se considera que un Andosol con
horizonte mólico llega a desarrollarse en lapsos de 500 años (Solleiro et al.,
2007).
La erupción del Paricutín, en Michoacán, ocurrida en 1942-1952, sobre
lavas y cenizas basálticas, ha formado también Leptosoles, aunque ya se iden-
tifican propiedades vítricas (Bocco et al., 2005).

93
Geografía de suelos de México

La siguiente fase de evolución edafogenética está constituida por los Ando-


soles; son suelos tan específicos que actualmente han sido separados en las
clasificaciones internacionales, como fao-wrb y Soil Taxonomy, en una
unidad especial de nivel jerárquico más alto. Se caracterizan por tener un ho-
rizonte A con alta acumulación de materia orgánica, estructura granular bien
desarrollada y alta porosidad; en consecuencia, su permeabilidad es elevada,
permitiendo un constante flujo de aire y agua; es por eso que difícilmente des-
arrollan propiedades gleycas; además, típicamente no muestran rasgos de ilu-
viación de arcilla. La fase de desarrollo evolutivo de Andosoles dura hasta
aproximadamente 10 000 años.
Si la edafogénesis continúa sobre una superficie volcánica estable durante
un intervalo de tiempo más largo —varias decenas y hasta cientos de miles de
años— se alcanzan fases más avanzadas, que difieren dramáticamente de sus
precursoras. Dichas fases están representadas por Luvisoles, Acrisoles, Nitisoles y
otros tipos, que se caracterizan por la formación de horizontes B arcillosos,
compactos y poco permeables. Frecuentemente los perfiles maduros tienen
rasgos de iluviación de arcilla y gleización superficial, esta última producida
por el mismo horizonte B, que al acumular arcilla iluviada impide el drenaje
interno.
Lo que promueve esta evolución edafogenética es la transformación de los
minerales primarios a secundarios (los productos de intemperismo del material
volcánico). En la fase temprana se forman principalmente alofanos-minerales
de Si y Al con estructura cristalina muy poco desarrollada (antes se considera-
ban amorfos, actualmente se les identifica minerales con estructura de inter-
valo corto-short range order). Los alofanos forman complejos muy estables
con las moléculas orgánicas, favoreciendo la acumulación del humus, siendo
también agentes de agregación granular. Por otro lado, su migración en sus-
pensión e iluviación hacia horizontes más profundos no es viable.
En la fase avanzada los componentes secundarios cristalizan y forman mi-
nerales arcillosos cristalinos, como halloysita o esmectita, y posteriormente
caolinita. Estos componentes ya tienen menor capacidad de estabilizar la ma-
teria orgánica y formar una estructura estable, pero ya participan con facilidad
en los procesos de iluviación.
En estudios sobre evolución biológica, un argumento importante para
comprobar la relación evolutiva entre los organismos consiste en demostrar
que existen formas intermedias (intergradadas) entre ellos. Lo mismo se aplica
a los estudios de evolución edafogenética y en particular en la transformación
de los suelos volcánicos. Los perfiles que representan las fases intermedias
entre Andosoles y Luvisoles se han investigado en cronosecuencias tefra-paleo-
suelos de la faja volcánica Transmexicana (Sedov et al., 2003). Por un lado se
encontraron Andosoles que conservan sus propiedades típicas (horizonte A
grueso con alto contenido de materia orgánica y compuestos amorfos de Si,
Al y Fe), pero al mismo tiempo ya presentan algunos rasgos de transforma-
ción hacia Luvisoles. Estos últimos muestran abundancia de halloysita en la
fracción arcilla, desarrollo de estructura de bloques compactos y (lo más con-
vincente) presencia de cutanes arcillosos delgados en los poros, los cuales se
consideran testigos de la iluviacion incipiente.

94
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución geográfica de los suelos

Por otro lado, en varios de los perfiles de Luvisoles se observaron fenóme-


nos “rudimentarios” que no pertenecen a esta fase de edafogénesis avanzada,
sino más bien representan una herencia de la fase pasada del Andosol. En par-
ticular en los horizontes Bt, bajo el microscopio petrográfico, se encontraron
áreas con estructura granular. Esta estructura no es típica para el horizonte de
iluviación y se interpreta como un relicto del horizonte A andosólico, que pos-
teriormente se incorporó en el Bt del Luvisol. Los poros entre los agregados
granulares ya están rellenos de arcilla iluviada, que se asocian a esta última
fase de desarrollo evolutivo. Estos resultados justifican el esquema de evolu-
ción de suelos volcánicos que se ilustra en la Figura 5.1.
En muchas partes de la faja volcánica Transmexicana (estados de Veracruz,
Puebla, México, y Michoacán, entre otros), los mapas edafológicos muestran
una combinación de Andosoles con Luvisoles y Acrisoles. Conociendo el esque-
ma evolutivo (Figura 5.1) se puede advertir que esta composicion de la cobertu-
ra edáfica está controlada por el factor tiempo. Los Andosoles están asociados
con las tefras más jóvenes, en tanto que los suelos con iluviacion de arcilla se
desarrollaron sobre los depósitos más antiguos.
Otro aspecto importante es que la evolución de los suelos volcánicos tiene
implicaciones relevantes para la calidad biológica de los suelos, como su ferti-
lidad y características físicas favorables, así como la resistencia a los procesos
destructivos de erosión y degradación. En general se supone que los suelos
más maduros acumulan propiedades favorables a lo largo de su periodo de
desarrollo, y consecuentemente su calidad biológica aumenta; sin embargo,
resulta que este aumento tiene un límite. En el caso de los suelos volcánicos
los Andosoles muestran claramente características más favorables para su

AE
A A
E
AB
AC Bt
Bw

C C C

Matriz Revestimientos de arcillas delgadas


Zonas enriquecidas con humus Fe-Mn nodules
Fragmentos de rocas Revestimientos de arcillas laminadas

Figura 5.1. El esquema evolutivo de los suelos desarrollados en las cenizas volcánicas (Sedov et al., 2003; reproducido con el permiso de Elsevier).

95
Geografía de suelos de México

funcionamiento biológico en comparación con sus precursores-Regosoles


primitivos. Pero la transformación posterior de Andosoles hacia Luvisoles y
Acrisoles está acompañada con cierta pérdida de las propiedades benéficas.
Estos últimos suelos tienen horizontes A más delgados, con contenido de ma-
teria orgánica y capacidad de intercambio catiónico menor, estructura menos
desarrollada y estable. Su horizonte Bt es compacto y poco permeable, como
ya se mencionó, lo que representa un obstáculo para el crecimiento de raíces,
además de provocar sobresaturación de agua en el horizonte superficial y ero-
sión hídrica. Se observa claramente que la evolución no se traduce en la “me-
joría” de cualidades de un suelo en las fases más maduras. Esta observación es
parte de la tendencia general de la evolución edafogenética que ya fue señala-
da en varios estudios clásicos (por ejemplo Kubiena, 1970) y recientemente
comprobada con el análisis de unidades de la clasificacion internacional WRB
(Targulian y Krasilnikov, 2007).
Una consecuencia geográfica de esta tendencia es que la distribución espacial
de la calidad de suelos va a depender de la edad de las superficies terrestres y
materiales parentales que controlan la duración de la pedogénesis. En la sierra
Chichinautzin ha sido demostrada esta dependencia por los estudios de Peña-
Ramírez y colaboradores (2009), encontrándose que las mejores condiciones
edáficas para el crecimiento forestal se dan en Andosoles con edades entre
8 000 y 10 000 años.
El caso ilustrativo de los suelos volcánicos relictos en la cobertura edáfica
actual es el de los tepetates, los cuales son horizontes endurecidos sub-super-
ficiales, muy frecuentes en las zonas de vulcanismo reciente de México. Estos
horizontes recibieron la atención de los edafólogos por su importancia en va-
rios aspectos de funcionamiento ecológico y uso agrícola. La presencia de estas
capas impermeables en los perfiles de suelo limita el paso del agua y hace su
parte superior muy vulnerable a la erosión hídrica, que un manejo inadecua-
do puede destruirla completamente. En este caso los tepetates quedan expuestos
en la superficie generando paisajes muy poco productivos. La gran cantidad de
estudios previos realizados durante la década de los noventa (volúmenes espe-
ciales de Terra de los Simposia sobre suelos volcánicos endurecidos) se enfoca-
ron principalmente en los agentes de endurecimiento y a las prácticas de reha-
bilitación de los tepetates (e.g. Zebrowski et al., 1991). Con respecto a su
génesis, una parte de los edafólogos los consideró materiales de origen geológi-
co, como depósitos piroclásticos, de lahar o surges, mientras que otros mostra-
ron evidencias que estos materiales se formaron como parte del perfil de suelo
moderno, originados por procesos pedogenéticos actuales y condicionados por
factores ecológicos contemporáneos (e.g. Mielich, 1992; Prat y Quantin, 1992;
Gutiérrez-Castorena y Ortiz-Solorio, 1992). Sin embargo, debe tomarse en
cuenta que los tepetates también pueden ser producto de los ambientes del
pasado, que se han incorporado a la cobertura edáfica actual como elemento
relicto.
Los estudios de tepetates con enfoque paleopedológico han demostrado
que, por lo menos una parte de estos horizontes, son producto de procesos y
ambientes del pasado, muy distintos de los actuales (Geissert, 1992; Solleiro
et al., 2003). En el Glacis de Buenavista (Morelos), un conjunto de tepetates

96
Capítulo 5. El tiempo como factor de la variabilidad y distribución geográfica de los suelos

encontrado en la parte media de este piedemonte extendido está constituido


por una mezcla de materiales piroclásticos frescos y fragmentos de suelos arci-
llosos redepositados. En ellos resalta una combinación de rasgos producidos
por ambientes húmedos (propiedades gleyicas) con características propias de
condiciones de sequía (fuerte agrietamiento). De esta forma se ha interpreta-
do que la génesis de los tepetates obedece a flujos de materiales transportados
por agua durante fuertes tormentas y depositados en las partes intermedias de
la geoforma, en donde sufrieron un desecamiento intenso; se supone que estas
condiciones tan contrastantes tuvieron lugar en el Pleistoceno final (Solleiro
et al., 2003). Durante el Holoceno el ambiente era más estable, con climas que
propiciaban una edafogénesis propia de clima húmedo, permitiendo el desarro-
llo de suelos con altos contenidos de arcilla (alrededor del 90%) y de hierro
extraído por ditionito-citrato-bicarbonato (4.5%). En este sitio es claro que la
formación de tepetates se debió a condiciones particulares de fines del Pleis-
toceno que no se repitieron posteriormente, por lo que, contrariamente a lo
que señalan muchos autores (e.g. Mielich, 1991), no pueden originarse en el
ecosistema actual. Sin embargo, debido a prácticas de manejo y uso de suelo
inadecuadas, estos materiales afloran, se incorporan a la cobertura edáfica
reciente y controlan su funcionamiento al modificar sustancialmente la pro-
ductividad del paisaje.

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98
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico
de distribución de los suelos
Norma Eugenia García Calderón1*

asta el momento los estudios detallados de la organización

H espacial de la cubierta edáfica y sus relaciones con la dinámica


a través del tiempo y en la actualidad son muy escasos, así
como con respecto a la organización tridimensional espacial
de la edafosfera. Para subsanar en parte la información exis-
tente en nuestro país con objeto de cubrir la necesidad de entender la dinámi-
ca de las entidades edáficas o grupos de suelos, a la escala de paisaje y de eco-
sistemas, y para mostrar las relaciones entre la edafosfera y sus componentes
sobre el terreno, litosfera, hidrosfera, atmósfera y biosfera, se desarrolla el si-
guiente capítulo.
El factor más importante de formación del suelo es el factor biológico.
Algunos investigadores de la teoría de la edafogénesis indican que la actividad
de los organismos es el motor principal del desarrollo del suelo, mientras que
otros factores son nada más que las condiciones de edafogénesis. La distribución
de los suelos en la superficie de la Tierra está vinculada con la distribución de
los ecosistemas actuales, porque el tipo de ciclo biogeoquímico en un ecosis-
tema regula el mismo ciclo en el suelo, incluyendo las tasas de intemperismo,
acumulación de los elementos y su distribución en el perfil, así como el tipo y
distribución vertical de la materia orgánica.
Los ecosistemas en el mundo fueron reconocidos como un factor geográfico
de distribución de los suelos desde épocas remotas. En estos asuntos es con-
veniente confrontar su complejidad directamente, al ser el suelo y los ecosis-
temas complejos por naturaleza, la visión reduccionista u holística reemplaza
a los procesos en un contexto global y luego los analiza a la escala en que pue-
dan explicarse los mecanismos (Gobat et al., 2004).
La visión holística parte de considerar un sistema complejo como una enti-
dad que posee características emergentes relacionadas a su totalidad, propiedades
que no pueden reducirse a una simple suma de todos sus elementos.
Cabe mencionar que la distribución de los suelos no corresponde comple-
tamente con la distribución de los ecosistemas recientes por el efecto de otros
factores, sobre todo de los rasgos relictos en los perfiles del suelo y del efecto
antrópico a los ecosistemas y al suelo. Sin embargo, se pueden observar las
reglas generales en el arreglo espacial de los suelos según la vegetación. El efec-
to de los ecosistemas sobre la distribución espacial del suelo se anota en varias
escalas, desde los biomas terrestres globales hasta los paisajes particulares.

1Laboratorio de Edafología “Nicolás Aguilera”, Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación, Facultad de Ciencias,
Campus Juriquilla, Universidad Nacional Autónoma de México.
* normaeu@fata.unam.mx.

99
Geografía de suelos de México

Los biomas principales del mundo y los suelos correspondientes


Existen varias clasificaciones de los biomas de la Tierra. Aquí se usa una de las
más sencillas presentada por Woodward (2003), con los suelos correspon-
dientes (Tabla 6.1.).

Los paisajes y los ecosistemas; la distribución espacial en México


El término paisaje fue introducido en la literatura científica en el siglo xix
por los geógrafos alemanes (entre ellos von Humboldt y Bonpland, 1908). En la
literatura del idioma inglés desde Carl Sauer (1925) se introdujo la palabra
landscape; él mismo propuso el término paisaje cultural en la geografía de
América. Baker (2003) anota que inicialmente en la literatura alemana el tér-
mino “paisaje” tuvo varias acepciones, desde la morfoestructura de la Tierra
sin referencia a la vegetación y al uso del suelo, hasta las unidades del territo-
rio integrales. El trabajo de Sauer (1925) también continuó con la misma con-
fusión. Actualmente el término paisaje es más holístico, vinculado con los
aspectos ecológicos (Naveh et al., 2002).

Tabla 6.1. Los biomas principales de la Tierra, los suelos dominantes correspondientes y sus propiedades,
modificado después de Woodward (2003)
Bioma Suelos Propiedades de suelos más importantes
Acrisoles, Alisoles, Ácidos, desaturados, el ecosistema desarrolla adaptaciones para
Bosque tropical cálido húmedo
Ferralsoles, Nitisoles fijar nitrógeno, solubilizar fósforo, contenidos de MO* bajos
Ácidos, en general desaturados, el ecosistema desarrolla
Bosque tropical cálido húmedo Lixisoles, Luvisoles, Cambisoles adaptaciones para fijar N y solubilizar P, contenidos de
MO bajos a medios
Sabanas tropicales Alisoles, Lixisoles, Vertisoles, Acrisoles plínticos Desde ácidos desaturados, contenidos de MO bajos a medios
Someros en general, saturados, neutros a alcalinos, contenidos
Calcisoles, Gypsisoles, Regosoles, de MO muy bajos. En el relieve plano y en cuencas endorreicas,
Desiertos
Cambisoles, Solonchaks acumulan sales, o carbonatos formando horizontes endurecidos
(caliche)
Saturados, de reacción neutra a ligeramente alcalina, con
Praderas templadas horizontes diagnósticos de acumulación de MO, suelos fértiles
Chernozems, Kastañozems, Phaeozems
(estepas, praderas, pampas) ricos en nutrimentos, con acumulación de carbonatos de calcio
secundarios más evidentes en los ambientes subhúmedos
Luvisoles y Cambisoles (Terra rosa y Terra Compactados, pedregosos, poco desarrollados en general.
Bosques y matorrales mediterráneos
fusca), en las áreas estables antiguas Durisoles Con acumulación de calcio y de otras bases y de óxidos de fierro
Ligeramente ácidos, relativamente ricos en MO y nutrimentos.
Bosques caducifolios templados
Luvisoles, Phaeozems gréyicos, Cambisoles Los carbonatos de calcio secundarios se encuentran en la
(de hoja ancha)
profundidad mayor de 1 m
Ácidos, lixiviados de bases y nutrimientos, pobres en MO,
Bosques boreales Cryosoles, Podzoles, Albeluvisoles, Histosoles
con alta movilidad de Fe y Al en el perfil
Tundra Cryosoles, Gleysoles Ligeramente ácidos, pobres en nutrimientos y MO
Histosoles, Gleysoles, Stagnosoles, Ricos en MO (mayormente poco descompuesta), Fe y Mn
Humedales
Solonchaks se encuentran en la forma reducida
*MO ⫽ materia orgánica.

100
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

La geografía ha progresado en forma simultánea al desarrollo de la edafo-


logía, la geomorfología, la ecología y en los últimos años con el aumento en el
conocimiento de la biodiversidad en los ecosistemas terrestres; sin embargo,
aún falta mucho con respecto al conocimiento de las interrelaciones de todos
estos elementos en la naturaleza. Los ecólogos y geógrafos han propuesto la
clasificación de las tierras como sistemas para el manejo de los recursos desde
que Tansley, en 1935, acuñó el término de ecosistema. Sin embargo, el concepto
de tierra como un ecosistema es muy antiguo. Desde la antigua Grecia, pasando
por las consideraciones de von Humboldt con respecto a la zonalidad de las plan-
tas y de la fauna en relación al clima en cambios altitudinales drásticos, hasta el
trabajo de Dokuchaev en 1883 (Dokuchaev, 1967) que desarrolla la teoría de
conceptos integrados, en donde enfatiza que dentro de los límites de áreas ex-
tensas (zonas), las condiciones naturales están caracterizadas por muchos
atributos en común, los cuales cambian en forma tajante al pasar de una a
otra zona. En las notas de Kalesnik (1962) se señala la necesidad de estudiar
ciertos agregados territoriales del suelo como cuerpo natural y los factores —fe-
nómenos— naturales. Estas ideas constituyeron la base para trabajos subsecuen-
tes en la integración de la clasificación de las tierras, los cuales han generado la
metodología para la integración de las formas del paisaje, la litología, el relieve,
el clima, los suelos y la vegetación.
El análisis multiescalar de los ecosistemas pertenece a todas las clases del
paisaje e incluye problemas torales de contaminación, enfermedades en los
bosques, manejo silvícola y de la biodiversidad. Para combatir estos problemas,
la planificación debe considerar cómo los sistemas que guardan relaciones geo-
gráficas están enlazados a sistemas de mayor dimensión, Bailey (1996). Esto re-
quiere la colaboración de instituciones de enseñanza e investigación (unam
y todas las universidades del país a donde se tienen planes de desarrollo de su en-
torno), de instituciones gubernamentales (inegi, Semarnat, Sedesol) y aque-
llas involucradas en la ejecución (Sagarpa, srh, etcétera).
La geografía de los ecosistemas involucra el estudio de patrones de distribu-
ción, estructura y procesos de diferenciación de los ecosistemas, y trata de esta-
blecer cómo interactúan las unidades espaciales a varias escalas; en este caso la
escala elegida para el inicio de los objetivos de este capítulo es una escala peque-
ña, con la necesidad de que pueda crecer cada vez en función de los problemas
del uso y manejo del territorio. La geografía de los ecosistemas es, desde diversos
puntos de vista, similar a los campos que se contemplan en la ecología del paisa-
je, en el levantamiento de suelos y en el ordenamiento territorial. La diferencia
más grande radica en la inclusión de los mapas geográficos, en donde existe la
diferencia escalar. Los componentes del ecosistema no pueden funcionar en for-
ma individual debido a que ellos existen asociados entre sí (por ejemplo: los sue-
los someros de la mayoría de las pendientes pronunciadas, los suelos profundos
de las zonas planas en la parte baja de las pendientes, con textura fina y en algu-
nos casos con drenaje impedido). En este sentido, se puede ver cómo sus com-
ponentes se asocian en diferentes niveles desde el punto de vista de su compleji-
dad o de sus interrelaciones. Un nivel provee el conocimiento de la información
de las relaciones dentro de un área local y otro aporta el entendimiento de áreas
locales dentro del contexto de una región o de un área más extensa.

101
Geografía de suelos de México

La clasificación integrada de áreas relativamente homogéneas involucra la


combinación de dos o más componentes, cada uno con su propia jerarquía y
niveles. Como ejemplo puede darse el enlace entre la clasificación de suelos y de
la vegetación en un territorio, o el enlace de la clasificación de suelos y de la vege-
tación dentro de las regiones biogeográficas. De tal manera, se deben ver los eco-
sistemas en una jerarquía espacial o geográfica que refleje cómo pueden reunirse
en el paisaje y a su vez en la región biogeográfica. En cierta forma esto es análogo
al uso de las combinaciones de suelos para definir las catenas o las formas del
paisaje en tales regiones. Sin embargo, es necesario tener en cuenta el problema
de algunos ecosistemas relacionados por su geografía, que no se relacionan nece-
sariamente por sus propiedades taxonómicas. La catena, por ejemplo, compren-
de grupos de suelos de diferentes unidades que están relacionados geográfica-
mente, lo cual significa que dichos sistemas están unificados por un modo
común de intercambio de energía y materiales, el cual puede combinarse dentro
de grandes unidades geográficas referidas como ecosistemas del paisaje. Un eco-
sistema del paisaje corresponde al concepto de catena de suelos, dado el mosaico
repetitivo de grupos de suelos a través de un área dada.
México está considerado como el tercer país con mayor biodiversidad en
nuestro planeta. Sin embargo, su extraordinaria riqueza biológica no se distri-
buye de manera aleatoria en el territorio nacional, sino que existen diversas
regiones en donde se encuentra mayor cantidad de endemismos. Entre estas re-
giones destacan la Sierra Madre del Sur y el Eje Neovolcánico; en este último es
donde están las mayores elevaciones de la República Mexicana y donde con-
vergen las dos regiones biofisiográficas: la neártica y la neotropical (Morrone,
2005; Velázquez y Romero, 1999).
En todo el territorio los refugios de la vida silvestre y recursos bióticos, al-
gunos aún desconocidos, coexisten en función de los suelos que aseguran en
gran medida su desarrollo y su productividad, sin embargo el deterioro edáfico
incide en la pérdida de esas funciones y en ser la reserva del genoma. Por ello se
deben sistematizar los conocimientos de los suelos del país, con el objetivo de
presentar un orden jerárquico sobre el cual profundizar en sus cualidades rela-
cionadas a su distribución y con ello tener herramientas para interpretar la
información para el diseño y ejecución del uso y manejo de los recursos, y de
la protección de los suelos. El espacio geográfico en diversos niveles de resolu-
ción incluye buena parte de las variables causales o determinantes de los patro-
nes de distribución y abundancia de la biodiversidad. Dado que los componentes
bióticos son parte de otros componentes mayores que a su vez incluyen otros
menores, pueden ser ordenados jerárquicamente en un sistema de reinos, re-
giones, subregiones, dominios, provincias y distritos (Espinosa-Organista et al.,
2001 citado por Morrone, 2005). Esta regionalización biogeográfica, sustentada
en la homología biogeográfica primaria (los trazos generalizados reconocidos
por la pangeografía) y contrastada por la homología biogeográfica secundaria
(los cladogramas generales de áreas de la biogeografía cladística), resulta básica
para una comprensión adecuada de la evolución biótica. Es posible identifi-
car estos elementos bióticos teniendo en cuenta las relaciones filogenéticas de
los taxones involucrados, análisis filogeográficos, relojes moleculares y, cuando
existen, fósiles.

102
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

Los biomas principales de México y los suelos correspondientes


Ambiente físico y zonas ecológicas de México
La diversidad biológica de una región es la consecuencia de factores que favore-
cen tanto la aparición de fenotipos nuevos como su acumulación y que actúan
durante un tiempo geológico considerable (Gram, 1993 en Challenger, 1998).
Los orígenes y la evolución de la flora y de la fauna de México son temas que
continúan investigándose y discutiéndose en forma simultánea con los conoci-
mientos edáficos. En el caso de la evolución de la flora uno de los investigadores
más sobresalientes es Jerzy Rzedowski (1962, 1978, 1991a, 1991b, 1996) en cuyos
trabajos se basa en gran parte este capítulo de ecosistemas.
México ha sido el lugar de origen y evolución de muchos linajes de plantas,
y al mismo tiempo ha desempeñado un importante papel en la evolución y ra-
diación secundaria de linajes cuyos orígenes se remontan a otras regiones del
mundo. Es evidente que la principal razón de la riqueza florística del país reside
en su amplia variedad de condiciones fisiográficas, edáficas y climáticas. A este
respecto es preciso señalar cómo su distribución geográfica favorece la existen-
cia de una gran variedad de climas, aunada a la distribución de los suelos en
esa geografía.
Se ha documentado cómo el elemento con mayor influencia en cuanto a su
contribución relativa a la composición total de los ecosistemas de México es el
neotropical, seguido en orden de importancia por el endémico y el holoártico.
Esta marcada afinidad meridional ubica al territorio mexicano en el reino florís-
tico neotropical, lo cual indica que gran parte de la flora mexicana tuvo su
origen en Centro y Sudamérica, y en menor medida en el Caribe (Rzedowski,
1991a), sin excluir que muchas familias y géneros de plantas se hayan originado
en México y después hayan migrado hacia el sur. En la Tabla 6.2, se presentan
los biomas principales de México y los suelos dominantes correspondientes.

Trópico húmedo
Este bioma incluye los ecosistemas de mayor productividad biológica y diver-
sidad de especies del planeta; se distribuye desde la planicie costera del Golfo
de México y abarca el sureste de San Luis Potosí, el extremo norte de Puebla, la
mayor parte de Veracruz y Tabasco, el norte de Oaxaca y el norte de Chiapas.
También incluye el oriente de Chiapas hasta su frontera con Guatemala, la
vertiente del Pacífico de la Sierra Madre de Chiapas, así como las porciones
meridional y oriental de la península de Yucatán. Algunos autores clasifican
las selvas subhúmedas del sur de Oaxaca y la costa de Jalisco y Nayarit como
selvas medianas subperennifolias, pero lo más usual es que en conjunto se cla-
sifiquen dentro de la zona ecológica tropical subhúmeda, que en general se
encuentra muy fragmentada. Las extensas selvas que cubrieron hace tiempo
los trópicos húmedos de México han desaparecido en su mayor parte, quedan-
do reducidas a menos del 10% de su extensión original. Su fragilidad potencial
se manifiesta ante la perturbación antropogénica en su degradación biofisico-
química edáfica, en donde su gran complejidad en cuanto a composición, es-
tructura y funcionamiento ecológico se deteriora en función de la pérdida del

103
Geografía de suelos de México

Tabla 6.2. Los suelos más representativos de los biomas y ecosistemas en México (modificado de Rzedowski, 1978
y Palacio-Prieto et al., 2000)
Suelos Bioma Ecosistemas terrestres
Acrisoles
Luvisoles
Alisoles
Ferralsoles Bosque tropical perennifolio Trópico húmedo
Cambisoles
Nitisoles
Acrisoles
Luvisoles
Umbrisoles
Cambisoles Bosque tropical subperennifolio Trópico subhúmedo
Alisoles
Nitisoles
Feozems
Luvisoles
Chernozems
Bosque tropical caducifolio y subcaducifolio
Cambisoles
Kastañozems Templado subhúmedo

Calcisoles
Bosque espinoso (mezquital)
Leptosoles
Chernozems
Kastañozems Pastizal
Feozems Matorral xerófilo y pastizal semidesértico
Calcisoles
Matorral xerófilo
Arenosoles
Andosoles
Bosque de coníferas
Feozems
Cambisoles
Leptosoles Bosque de coníferas y latifoliadas
Regosoles Bosque de pino y encino
Feozems
Cambisoles
Bosque de quercus
Regosoles
Leptosoles
Andosoles
Cambisoles
Bosque mesófilo de montaña Bosque mesófilo de montaña
Luvisoles
Umbrisoles
Gleysoles
Stagnosoles Vegetación acuática y subacuática Canacoitales, corozales, jahuactales, punktales y timbales
Fluvisoles
Andosoles
Umbrisoles Pastizales de páramo de altura Zacatonales alpinos
Regosoles

104
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

suelo, ya que son muy vulnerables a la desaparición del mantillo forestal y de


los primeros centímetros del suelo mineral, y donde se almacenan las princi-
pales reservas de nutrimentos biógenos (N, P y S) que propician su alta pro-
ductividad primaria neta. En la actualidad gran parte de esta vegetación ha
sido reemplazada por monocultivos y por extensas áreas de potreros.
En la zona ecológica tropical húmeda de México predominan dos tipos de
vegetación principales: la selva alta perennifolia (Miranda y Hernández, 1963)
en suelos moderadamente profundos y con humedad edáfica disponible du-
rante todo el año (Luvisoles, Acrisoles, Alisoles); es decir, son localidades en
donde la precipitación excede a la evaporación, o que se mantienen con una
buena humedad edáfica por la presencia de mantos freáticos someros. La selva
mediana subperennifolia, en donde el 25 a 50% de los árboles pierden su follaje,
se ubica desde laderas pronunciadas a lomeríos, los suelos que sostienen estos
ecosistemas varían desde poco profundos, Acrisoles y Cambisoles, conforme
la forma del relieve y el grado de pendiente hasta suelos profundos en donde
pueden estar sobre cortezas de intemperismo o debido a su posición en las
partes bajas del relieve o del microrrelieve, que actúan como zonas de acumu-
lación (Acrisoles, Alisoles y Nitisoles). El régimen de humedad corresponde a
condiciones atmosféricas donde la evapotranspiración supera a la precipitación
en algunos meses del año, mientras en el suelo sus atributos dependen de su gra-
do de desarrollo y de la intensidad del lavado de bases; es conveniente señalar
que, en gran parte de estas regiones, en la superficie del suelo se han deposita-
do aportes de cenizas volcánicas de diversa composición cuyo intemperismo
aporta cantidades apreciables de minerales intemperizables que influyen en la
formación de estos suelos y en su reserva de nutrimentos. En la selva Lacandona
se clasificaron Cambisoles cálcicos y dístricos, Acrisoles plínticos, Luvisoles plín-
ticos y férricos, Acrisoles gleyicos y Gleysoles (Ramos, 1982).
En las tierras bajas y planas se desarrollan suelos hidromorficos con drenaje
deficiente; debido a la presencia del manto acuífero somero se forma el patrón
de color correspondiente al rasgo diagnóstico de los Gleysoles, o a evidencias de
propiedades reductomórficas por ciclos prolongados de inundación, en el caso
de los Stagnosoles, se desarrolla una comunidad clímax edáfica dominada por
pastizales y escasos árboles, formando las sabanas naturales de distribución
restringida en los estados de Tabasco y Campeche. Otros tipos de vegetación,
sobre todo en Tabasco, que en su momento representaban 30% de la cober-
tura en el estado, así como en el de Campeche, costas de Quintana Roo y en la
selva Lacandona corresponde a los canacoitales dominados por Bravaisia inte-
gerrima, corozales, dominados por Attalea butyracea (sin,-Scheelea liebmani),
jahuactales, puktales y timbales. Cada una de las variantes de la selva húmeda
estacionalmente inundada tiene flora y fauna específicas; en general los suelos
se encuentran condicionados por niveles bajos en la reserva de nutrientes actual
y potencial, puesto que las condiciones de intemperismo tienden a agotar la
reserva mineral de nutrimentos, quedando sólo minerales resistentes, como
diversas cantidades de sílice, óxidos e hidróxidos de hierro y de aluminio, y
óxidos de titanio y de zirconio.
Los manglares, formados por varias especies de Rhizophora, caracterizan la
vegetación litoral de las costas y lagunas salobres en la mayor parte del trópico

105
Geografía de suelos de México

mexicano. En estos manglares se han descrito algunos de los Histosoles repre-


sentativos en el país (Palma y Cisneros, 1996).
El cambio de uso del suelo en estos ecosistemas ha obedecido a:

• la deforestación para extraer las maderas preciosas, en forma indiscrimi-


nada, dejando abandonadas todas aquellas maderas no comercializables;
• el aumento de desarrollos turísticos;
• el aumento de la población;
• la tumba-roza y quema para introducirlos en la ganadería o agricultura
intensiva;
• la explotación del petróleo y construcción de infraestructura de la indus-
tria petroquímica;
• desastres naturales, huracanes, quemas y deslaves.

Ejemplos de ello son el cambio de uso del suelo en Los Tuxtlas, Veracruz, el
área más septentrional ocupada por selvas húmedas tropicales en el continente
americano, áreas donde las selvas se han reducido de 250 000 ha a ⬍40 000; en la
península de Yucatán las selvas altas quedaron dentro de las reservas de la biosfe-
ra de Calakmul y Sian Ka’an; la condición actual es fragmentaria y sólo prevalece
en los estados de Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Oaxaca y Veracruz.
La causa de la deforestación proviene en gran parte de la suposición de que
los suelos que permiten el desarrollo de la vegetación tan exuberante son suelos
muy fértiles; sin embargo, en relación con el ecosistema, son también suelos muy
frágiles, donde las reservas de nutrimentos se concentran en los primeros cen-
tímetros de su superficie y por lo tanto no son aptos para la agricultura exten-
siva, y mucho menos para la ganadería por el deterioro de sus propiedades
físicas. En Tabasco, la reserva de la biosfera pantanos de Centla, de 302 706 ha,
donde quedaron áreas protegidas importantes de selva mediana subperenni-
folia y de manglares, la formación de Histosoles se favorece por la productividad
del ecosistema en condiciones de descomposición muy lenta debido a la poca
aireación en relación con la saturación de humedad.

Trópico subhúmedo
En la zona ecológica tropical subhúmeda de México predomina el bosque tro-
pical caducifolio en el que la precipitación pluvial se concentra en una breve
temporada de lluvias de verano seguida por una temporada de sequía que dura
de cinco a ocho meses (noviembre a junio) y durante la cual la mayoría de las
plantas pierden sus hojas (Challenger, 1998).
En esta zona también existen el bosque tropical subperennifolio y las selvas
altas o medianas subcaducifolias, durante la temporada de estiaje cuando la
humedad atmosférica se mantiene alta en las áreas donde se establecen estos
tipos de vegetación, por causas como pueden ser la orientación en la ladera o
en barrancas, o donde los suelos son capaces de retener mayor humedad (suelos
con propiedades ándicas o con horizontes superficiales con abundante acumu-
lación de materia orgánica y arcillosos). Esto alivia las condiciones de sequía y
favorece gran cantidad de especies perennifolias, aun cuando dominan las ca-

106
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

ducifolias. Aunque durante la época de lluvias las selvas medianas o altas sub-
caducifolias se asemejan superficialmente a los bosques del trópico húmedo,
desde el punto de vista fenológico y ecológico se consideran un tipo de vege-
tación de transición entre ambos tipos de bosque, como en la península de
Yucatán (Rzedowski, 1978).
El bosque espinoso también se incluye en esta zona ecológica, con afinidades
florísticas netamente tropicales, donde debido a la sequía la mayoría de las
especies son caducifolias y están armadas con espinas. Estas selvas predomi-
nan en las planicies costeras del norte sobre suelos profundos y una modalidad
puede predominar en la vegetación secundaria, derivada de los desmontes de
los bosques medianos subcaducifolios y de la selva baja caducifolia, siendo en
muchas ocasiones difícil de identificar la vegetación primaria de esta zona
ecológica por el gran impacto de las actividades antrópicas.
La mayor parte de las selvas subhúmedas está distribuida a lo largo de las
planicies costeras del Pacífico (desde el sur de Sonora hasta Chiapas) y en las
faldas adyacentes de la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre del Sur, en el
norte de Jalisco, la Depresión del Balsas, el centro de Veracruz, el sur de Tamau-
lipas, la Depresión Central de Chiapas y el estado de Yucatán (Rzedowski, 1978).
También conocido como bosque seco y selvas tropicales secas, cubrían del 8 al
14% de la superficie del país (Rzedowski, 1978; Trejo y Dirzo, 2000); sin em-
bargo, es uno de los ecosistemas con mayor alteración, se desarrolla desde el
nivel del mar hasta 1 900 metros sobre el nivel del mar; la temperatura media
anual fluctúa entre 20 y 29°C y la precipitación se restringe a una temporada
de cuatro a siete meses; corresponde en general a climas cálido subhúmedos, los
árboles alcanzan de 5 a 15 m hasta 20 m. En su composición florística sobre-
salen una gran cantidad de especies de las familias Leguminosae y Burseraceae,
la mayor diversidad de especies del género Bursera se localiza en la cuenca del
Balsas (Oaxaca, Guerrero y Michoacán) donde se encuentra su máxima concen-
tración; en particular, se distribuye desde la reserva de la biosfera de sierra de la
Laguna en el sur de la península de Baja California. En algunas áreas con este
tipo de selvas se ha hecho una fuerte sobreexplotación de algunas especies
para manufactura de artesanías, entre ellas del palo fierro (Olneya tesota) y de
otras de uso medicinal como la cancerina (Hippocratea excelsa), extendidas en
la costa de Sonora y en la región Tarahumara de Chihuahua, respectivamente;
las selvas subhúmedas se localizan también en la sierra de San Javier en Sonora,
y en Chihuahua, Durango y Sinaloa en las vertientes occidentales de la Sierra
Madre Occidental, además de Nayarit, Colima y Jalisco —en donde la mayoría
de los estudios actuales proceden de la reserva de la biosfera de Chamela-Cuix-
mala dentro de la Estación de Biología— y algunas del Parque Nacional Huatulco
en la costa de Oaxaca, así como en extensiones menores en la reserva de la
biosfera sierra de Manantlán. En Chiapas, en la depresión central y en la plani-
cie costera, en donde sólo queda como vegetación residual. En la península de
Yucatán sobre suelos someros Calcisoles y Phaeozems calcáricos, en la cuenca
alta del Papaloapam, Oaxaca, y en porciones variables de los estados de Veracruz,
Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí y Tamaulipas (Puig, 1991, ci-
tado en Salas, 2002). En la parte oriental de la costa de Oaxaca se ha determina-
do la variación de la estructura de la vegetación en función de sus variables

107
Geografía de suelos de México

edáficas: profundidad de suelo (moderada 59 cm a 1 m), reacción del suelo


(de ligeramente ácida a neutra), contenido moderado de nutrientes y en general
con acumulación de materia orgánica (⬎1.8%) en el horizonte superficial con
relaciones C:N alrededor de 10, índice de actividad biológica muy activa, y su
distribución sobre Phaeozems háplicos hacia el oriente y en Cambisoles crómi-
cos en la porción media y oeste, en asociación con Regosoles éutricos; en gene-
ral se dice que estos bosques se desarrollan sobre suelos someros y jóvenes, de
textura arenosa que se relaciona con su baja capacidad de retención de hume-
dad y nutrimentos en los sitios de cambio, hasta suelos con horizontes mólli-
cos y cámbicos. En cuanto a su composición florística, se determinó que el 40%
de las especies de este ecosistema corresponde a las familias Leguminosae,
Euphorbiaceae, Boraginaceae, Burseraceae y Compositae (Salas, 2002).
En todos estos ecosistemas las palmas pueden ser favorecidas localmente
por los factores edáficos hasta el punto de vista de constituir rodales puros,
como los de la palma real, Sabal mexicana, en una estrecha franja de suelo
arenoso de la costa central de Veracruz (Sarukhán, 1968), y en las planicies
mal drenadas de la sierra de San José de las Rusias, Tamaulipas (González
Medrano, 1972). Otros palmares se localizan en la vertiente del Pacífico, como
el cocoyule Orbignya cobume, en las costas de Nayarit y en la franja de la costa
grande de Guerrero.
La vegetación de los litorales protegidos, en varios sitios de esta zona eco-
lógica, suele estar dominada por manglares; estos ecosistemas ocupan cerca
del 17% de la superficie total del país y comprenden la vegetación tropical de
dosel cerrado más septentrional del continente americano. Las selvas tropica-
les subhúmedas se consideran los “ecosistemas tropicales con mayor peligro”
(Challenger, 1998).

Bosque espinoso
Se desarrolla en lugares de clima más seco que el de bosque tropical caducifo-
lio; en general en suelos profundos y en algunos casos mal drenados con inun-
dación temporal, desde el nivel del mar a más de 2 000 metros sobre el nivel
del mar, en climas contrastantes que favorecen la acumulación de bases y la
estabilidad del humus en el horizonte superficial, formando horizontes os-
curos; este tipo de vegetación alcanza de 4 a 15 m de altura y a menudo se
observa una formación densa a nivel de estrato arbóreo, en el caso de los mez-
quitales; en general se consideran especies freatófilas y calcófilas, en suelos
profundos, de texturas medias y con el complejo de cambio saturado de bases.
En todos los casos abundan las especies espinosas y con cierta frecuencia exis-
ten también cactáceas candelabriformes asociadas. En la planicie costera nor-
oriental y en la península de Yucatán ocupan grandes extensiones de suelos
someros, arcillosos, de reacción alcalina, sobre lutitas o calizas, con pendien-
tes leves, lomeríos, y en el pie de monte de montañas; en suelos arcillosos, con
mal drenaje, las inundaciones periódicas favorecen la presencia de propieda-
des reductomórficas, en terrenos planos, representando un climax edáfico,
pues en zonas vecinas de características más favorables existe bosque tropical
perennifolio o subcaducifolio.

108
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

En general estos ecosistemas se han reducido por el aprovechamiento de


los árboles maderables, destinados a postes para cercas y madera para la cons-
trucción en las áreas rurales, por la cría extensiva de ganado. Algunos árboles
son importantes en forma local, como el Pithecellobium flexicaule, para la ela-
boración de carbón vegetal; los frutos de P. dulce y varias especies de Prosopis
son comestibles, y también el mezquite tiene uso forrajero; existen numerosas
especies de acacias; el tintal dominado por Haematoxylon campechianum “palo
tinte” se establece en suelos profundos, mal drenados, con periodos prolonga-
dos de inundación en áreas planas de los estados de Tabasco, Campeche, el sur
de la península de Yucatán y en el norte del estado de Chiapas. Pero sobre todo
la expansión de la frontera agrícola, con el auge de la fruticultura en extensas
áreas de este bosque espinoso, desde Sonora hasta Nayarit, así como para el
cultivo de hortalizas para exportación a Estados Unidos de Norteamérica,
China y Japón. Desde Nayarit hasta Oaxaca este bosque ha sido reemplazado
por cultivos de mangos, plátano, palma de coco, etc. En la altiplanicie se pre-
senta en forma de una faja ancha en la región, conocida como el Bajío, que
ocupa gran parte del estado de Guanajuato, así como en áreas adyacentes de
Michoacán y Querétaro. En los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Yu-
catán y Jalisco en el declive del Pacífico y en los estados de Tamaulipas y Vera-
cruz, la depresión central de Chiapas, y en Yucatán, en disposición discontinua
en forma de mosaico con otros tipos de vegetación; la reducción de su exten-
sión se debe a los planes de desarrollo ganadero (Rzedowski, 1978) y a la cons-
trucción de grandes obras de riego a partir de la década de 1940 y hasta la
actualidad en Sinaloa, Sonora y Nayarit, eliminando enormes superficies de
este bosque. El cambio del uso del suelo a pastizales, inducido o artificial, en las
Huastecas, dejó zonas muy reducidas de esta vegetación.

Bosque de encinos
El bosque de encinos representa un bioma de gran dispersión en México con alre-
dedor de 150 a 200 especies, ocupando uno de los primeros lugares por su biodi-
versidad a nivel mundial, donde algunas existen como masas puras de encinos y
otras se ubican dentro de otros biomas con especies características que respon-
den a propiedades del suelo, fundamentalmente al abastecimiento de humedad y
nutrimentos, abarcando su distribución un área aproximada de 15⫻106 ha; inclu-
so dentro de una misma especie la naturaleza del suelo influye en la fisonomía y
en la edad del arbolado. El bosque de encinos se localiza entre 1 000 y 2 500 metros
sobre el nivel del mar, sobre todo en las cadenas montañosas de la Sierra Madre
Occidental, Sierra Madre Oriental, Sierra Madre del Sur, existen varias comu-
nidades en donde las especies de encinos y su estructura son diferentes:

Comunidades xerófilas entre 2 000 y 2 600 metros sobre el nivel del mar de
Quercus sideroxyla, Q. laeta, Q. gentry, Q. deserticola y Q. potosina, entre algu-
nas de las principales especies con menor demanda de humedad edáfica.

Comunidades mesófilas del Eje Neovolcánico y de la Sierra Madre del Sur,


entre los 2 000 y 2 500 metros sobre el nivel del mar con dominancia de

109
Geografía de suelos de México

Quercus castanea, Q. obtusata, Q. martinezii, Q. crassipes, Q. rugosa, Q. cras-


sifolia y Q. laurina.

Comunidades termófilas entre 1 000 y 2 000 metros sobre el nivel del mar, en
el sur del eje neovolcánico y de la Sierra Madre del Sur con Quercus mag-
noliifolia, Q. resinosa, Q. scytophylla, Q. germana y Q. conspersa.

Este bioma tiene múltiples usos, el principal es la producción de carbón,


leña y raja para combustible; por la calidad de la madera de algunas especies
se contempla su uso como madera de alta calidad para la elaboración de pisos,
muebles, marquetería, como fuente de celulosa, producción de artesanías a
partir de la madera del tronco, raíces, frutos y fibras, con valor alimenticio,
medicinal e industrial. Estudios de la relación suelo-vegetación informan de las
propiedades determinantes de su desarrollo, como son: la profundidad del sue-
lo, la humedad disponible, el contenido de nutrimentos y la saturación de
bases; en las regiones en que se desarrolla existen especies acidófilas u oligo-
tróficas, mesotróficas y francamente eutróficas, en suelos con buen drenaje y
dependen para su desarrollo de simbiosis ectomicorrícica. Los bosques de
encinos son multiespecíficos, en general se ubican en las cotas entre los 1 600 a
2 300 metros sobre el nivel del mar, y representan áreas potencialmente frágiles
en cuanto al cambio del uso del suelo. Asímismo, se ha determinado un gran
número de endemismos dentro de ellos, tanto en zonas semiáridas y templadas
como en zonas subtropicales. Los grupos de suelos más importantes para su
ubicación van desde suelos poco evolucionados, como: Leptosoles, Regosoles,
hasta suelos con mayor desarrollo: Andosoles, Cambisoles, Phaeozems, Luviso-
les. En general, la mayoría de las especies se relacionan con ambientes más
ricos en nutrimentos que el bosque de pinos.

Bosque de pino-encino
Se ubica en la zona templada del país, entre las cotas de 1 800 a 2 400 metros
sobre el nivel del mar, en forma de asociaciones donde domina uno u otro
género; su dominancia depende de las condiciones abióticas y su geografía se
relaciona con áreas de ladera en ambientes desde condiciones templado
húmedas a templado semiáridas, en la sierra de San Pedro Mártir en Baja
California, en la Sierra Madre Occidental, Sierra Madre Oriental, Eje Neovol-
cánico, Sierra Madre del Sur, donde también coexiste con otros géneros de
coníferas. Estudios cuantitativos de este bioma han sido elaborados por múl-
tiples autores; entre los primeros se mencionan los de Madrigal et al. (1970),
quienes estudian además la asociación de Pinus douglasiana, P. pseudostrobus
y Quercus crassifolia en Michoacán y la asociación de Pinus pringlei, P. dougla-
siana, P. lawsonii, P. maximinoi, Quercus obtusata, Q. resinosa y Q. castanea en
el cerro de la Cruz, dentro del Eje Neovolcánico, relacionando parámetros edá-
ficos de Andosoles con el desarrollo de las masas forestales para determinar la
calidad de estación mediante curvas edad-altura y diámetro-altura, entre al-
gunos de los parámetros dasométricos en función de algunas propiedades del
suelo (textura) y del relieve; después de aplicar modelos de regresión múltiple

110
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

comprueba que algunas de las propiedades y factores que más influyen en el


índice de localidad son: la profundidad del suelo, el contenido moderado de
arcilla y la posición en el paisaje. A partir de estas investigaciones se han reali-
zado estudios sobre las características del suelo y del paisaje en el desarrollo
de especies de pinos, encontrando que la profundidad del suelo y la respuesta
a los contenidos de materia orgánica a la cantidad de nitrógeno, potasio, calcio
y magnesio disponibles, así como la proporción de arcillas y la capacidad de re-
tención de humedad disponible (crad), son determinantes en la presencia de
algunas especies; asimismo, han identificado las localidades de mayor produc-
tivad forestal en el país en Andosoles del estado de Michoacán (Gómez-Tagle,
1985; Madrigal, 1990), con base en el aumento de volumen, el índice isodiamé-
trico, los parámetros edáficos y en el paisaje. Varias instituciones han realizado
diversos estudios; entre ellos destacan los de la unam y los del Programa Fores-
tal de Colegio de Postgraduados, así como los realizados por investigadores
del actual inifap.

Bosque de coníferas
Este bioma se ubica también en gran parte de los declives de las principales
sierras del país, desde el nivel del mar hasta 4 000 metros sobre el nivel del
mar. El bosque de Pinus es el más distribuido en ese rango de relieve y sus
estudios tradicionalmente han sido los más abundantes dentro de las relacio-
nes de dependencia entre el suelo y el ecosistema, puesto que desde princi-
pios del siglo pasado se iniciaron investigaciones orientadas a la productividad
maderable de estos ecosistemas y por los usos redituables que se le dan. El
bosque de oyamel es una comunidad mesófila que se desarrolla en las laderas
entre 2 800 y 3 600 metros sobre el nivel del mar (Bello y Lavat, 1987) y se dis-
tribuye ampliamente en el Eje Neovolcánico y en la Sierra Madre Occidental,
en suelos profundos con elevados contenidos de materia orgánica en sitios
donde se conserva la humedad, por su posición en el relieve y por la presencia
de arcillas y complejos arcilla-humus que favorecen el crad y las buenas condi-
ciones de aireación, muy evidentes en los Andosoles.
En el bosque de Pinus la presencia de ciertas especies se da en función de su
posición en el relieve y de la profundidad del suelo, en su mayoría correspon-
den a especies con baja demanda de nutrimentos, oligotróficas; sin embargo,
su desarrollo se potencia en ambientes mesotróficos, todas son dependientes de
un efecto de rizosfera en el cual se den condiciones aerobias y dependen de su
simbiosis con ectomicorrizas.
Existen varias comunidades dominadas por diferentes especies:

Entre 1 500 y 2 200 metros sobre el nivel del mar, en el eje neovolcánico, domi-
nan especies de Pinus douglasiana, P. montezumae, P. oocarpa, P. michoacana
var. cornuta y P. lawsonii, suelos profundos, aireados y con moderada can-
tidad de nutrimentos, de los grupos Andosol, Phaeozem, Acrisol.

Entre 2 000 y 2 700 metros sobre el nivel del mar se ubican P. leiophylla, P.
montezumae y P. teocote.

111
Geografía de suelos de México

Entre 2 700 y 3 000 metros sobre el nivel del mar se distribuyen P. pseudostrobus,
P. rudis y P. teocote, en Andosoles, Phaeozem, Acrisoles y en algunos casos
Regosoles ándicos y Leptosoles.

Entre 3 500 y 4 000 metros sobre el nivel del mar sólo se desarrolla P. hartweggii
en suelos muy aireados, en su mayoría Andosoles vítricos, Regosoles y Lep-
tosoles.

Bosque mesófilo de montaña


Los bosques mesófilos de montaña en México son el resultado de la migra-
ción y mezcla a gran escala de las floras holoártica y neotropical del pasado
geológico, de modo que en el dosel suelen dominar árboles caducifolios de
clima templado, en tanto en el sotobosque prevalecen las especies tropicales
perennifolias (Challenger, 1998).
El bosque mesófilo es una formación esencialmente montana y templada,
en lo que se refiere a los límites climáticos entre los cuales se desarrolla y las
afinidades biogeográficas de los árboles que dominan su dosel, y en México
alcanza su distribución más septentrional dentro del continente americano.
Se ubica principalmente en las laderas de barlovento de las montañas en las
que rematan las planicies costeras tropicales de las vertientes del golfo de Mé-
xico y del Pacífico, así como en el perímetro norte de la depresión del Balsas,
asociados con las cotas altitudinales entre 600 y 2 400 metros sobre el nivel del
mar y en gran parte de las zonas volcánicas del Cuaternario, lo cual favorece la
riqueza de nutrientes asociada a este bioma y se asocia con una elevada eda-
fodiversidad desde Andosoles en los ambientes más recientes, Luvisoles,
Acrisoles, Alisoles, Lixisoles y Cambisoles, y en pequeños enclaves se han
identificado recientemente Podzoles (Alvarez et al., 2008).
Su distribución comprende enclaves ecológicos de las montañas de la Sierra
Madre Occidental, desde Sonora hasta Michoacán: de la Sierra Madre Orien-
tal, desde el sur de Tamaulipas hasta el centro de Veracruz; de la Sierra Madre
del Sur de Guerrero y Oaxaca; del Eje Neovolcánico, de la Sierra Norte de Oaxaca,
y de la Sierra Madre de Chiapas. En cuanto a su extensión, en Oaxaca y Chia-
pas se encuentra la mayor cobertura de bosque mesófilo de montaña en México,
pues se calcula que alrededor del 6% de Oaxaca tiene este tipo de bosque. Por
otra parte, el estado de Hidalgo en la sierra de Tlanchinol tiene remanentes
muy fragmentados de lo que probablemente fue una de las áreas de mesófilo
más extensas.
Aparte de esas áreas, también hay fragmentos aislados de bosque mesófilo
en las pendientes meridionales de sotavento de algunas de las montañas más
elevadas del Eje Neovolcánico, las cuales reciben la influencia del clima tropical
de la depresión del Balsas adyacente y en reductos en los estados de Veracruz
y Puebla, en su mayoría convertidos en extensas áreas de agroecosistemas
cafetaleros.
Cuenta con muchas especies paleoendémicas y varias especies endémicas
de evolución vicariante más reciente, así como con una biodiversidad supe-
rior a la de cualquier otro tipo de vegetación en relación con el espacio que

112
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

ocupan. Los géneros arbóreos más importantes son Quercus, Carpinus, Clethra,
Cornus, Meliosma, Sympocos, Oreopanax, Ficus, Styrax, Ternstroemia.

Matorral xerófilo y pastizal semidesértico


Predomina en la mayor parte del territorio (aproximadamente 40%) (Rze-
dowski, 1978) y se asocia con suelos que van desde escaso desarrollo, some-
ros, de textura arenosa y pedregosos, hasta suelos maduros originados en con-
diciones paleoclimáticas diferentes a las actuales. En la península de Baja
California ocupa la mayor parte de su territorio, resaltan las características del
paisaje de la sierra de la Giganta y de sus laderas, que interactúan con otros
elementos ambientales: la geología superficial, los grupos de suelo, la capaci-
dad de retención de agua disponible en el suelo, la radiación solar, la tempe-
ratura del aire y del suelo para controlar la distribución de las plantas y de
estos tipos de vegetación, con afinidades con los ecosistemas del desierto de So-
nora, la región de Los Cabos y la sierra de La Laguna; en estas condiciones se
producen cambios muy dinámicos en el paisaje debido a la capacidad erosiva
de estas zonas expuestas a la influencia de los huracanes.
El Matorral sarcocaule, en la sierra de La Laguna, se ubica en suelos de pen-
dientes muy escarpadas y de gran longitud, donde la energía cinética del agua
traslada las partículas dispersas del suelo, condicionando grandes extensiones
de suelos someros clasificados como Regosoles éutricos y suelos moderada-
mente someros con horizontes cámbicos con cantidades moderadas de arcilla,
clasificados como Cambisoles arídicos (Maya et al., 2004).
En casos particulares estos biomas se asocian a características del relieve, el
clima y a la concentración de sales en el suelo, que se reflejan en aridez edáfica
en los suelos de las cuencas endorreicas donde se ubican los zacatonales halófi-
los del altiplano. En los suelos yesosos del estado de San Luis Potosí se distribu-
yen, desde la parte media del estado hasta la parte norte del mismo, especies
como Prosopis laevigata, Juniperus monosperma, Maytenus phyllantoides, Acacia
sp, Agave sp y Opuntia sp, así como otras cactáceas.
En el estado de Tamaulipas se localizan principalmente en el sur del mismo,
abarcando únicamente el municipio de Tula, en las colindancias con Ciudad del
Maíz, SLP. En el estado de Nuevo León se distribuyen desde la comunidad de
Santa Lucía, en el municipio de Dr. Arroyo, hasta las cercanías de la cabecera
municipal de Mina. Sin embargo, se concentran principalmente en el municipio
de Galeana y en menor proporción en los municipios de Aramberri y Zaragoza.
En estas localidades los suelos no se encuentran de manera continua, por lo que
se les puede reconocer principalmente como Leptosoles y Gypsisoles (Soria et
al., 2009). La vegetación que predomina en los estados de San Luis Potosí y
Tamaulipas es principalmente de tipo arbustivo, sobre todo en las partes planas.
En el estado de Nuevo León una gran parte del área de suelos yesosos en la parte
plana está abierta al cultivo de papa; la vegetación, cuando existe, está compues-
ta principalmente de Bouteloua chasei, Yucca filifera y algunas cactáceas. En los
estados de San Luis Potosí y Nuevo León se encontraron colonias activas y aban-
donadas de Cynomis mexicanus. También se encontraron especies vegetales pro-
tegidas de los géneros Aricarpus, Aztekium, Astrophytum y Geohintonia.

113
Geografía de suelos de México

Suelos de áreas costeras y en ambientes saturados de humedad


Las zonas costeras de México tienen una extensión de aproximadamente 10 000
km de longitud rodeados de grandes cuerpos de agua: el océano Pacífico, el Gol-
fo de México, el golfo de California y el mar Caribe, con aproximadamente 125
depresiones marinas marginales distribuidas de manera irregular a lo largo de
las costas. Entre las diversas comunidades clímax que se han descrito se en-
cuentra la vegetación halófita que comprende la vegetación de suelos salinos y
alcalinos de planicies intermareales y la de playas arenosas y zonas de marismas.
Dentro de los humedales de zonas costeras las marismas ocupan un lugar
preponderante. Se define como un ecosistema dinámico costero sujeto a
inundaciones periódicas estacionales producidas directamente por el agua de
mar, o indirectamente por los cambios en el nivel hídrico de estuarios, man-
glares o lagunas costeras, que van a presentar fluctuaciones de niveles de sali-
nidad y de humedad que originan cambios en las condiciones físicas y quími-
cas de los suelos, lo que determinará a su vez que la vegetación que tipifica
este ambiente se manifieste a través de ciertas especies halófitas capaces de
resistir tan drásticos cambios (flora manifiesta) o por la presencia de propá-
gulos o estructuras de latencia, que en espera de condiciones favorables per-
manecerá como flora potencial, lo cual llevará a un dinamismo de la vegetación
a través de cambios cualitativos y cuantitativos en tiempo (estacionalidad) y es-
pacio (geográficos) (Jiménez, 1990). Por ser ecotonos intermedios entre bio-
mas marinos o biomas dulceacuícolas y los biomas terrestres de su alrededor,
tienen una estructura muy compleja y son altamente productivos, con una
gran variedad de vida animal y vegetal. Mantienen infinidad de relaciones con
otros ecosistemas, ya sea como sistemas amortiguadores y reguladores de
cambios en la temperatura o como sistemas almacenadores de nutrimentos y
reguladores de los procesos de eutrofización y descomposición de los propios
cuerpos de agua. Juegan un papel preponderante dentro de los ecosistemas
estuarinos por ser productores primarios, que contribuyen a la manutención
de la cadena alimentaria por la gran aportación de materia orgánica que se
origina año tras año como producto de la descomposición del material vege-
tal original durante la época de inundación, sirviendo como alimento para
los organismos que allí habitan o que pasan parte de su ciclo de vida en estas
comunidades, como el camarón, entre muchos invertebrados, o algunos ver-
tebrados, como peces y aves.
Estos ecosistemas guardan relación con la calidad de los residuos y con los
cambios con respecto a la morfología de la línea de costa que determinan la
mayor o menor cantidad de sales en transectos hacia el interior del continen-
te. Diversos autores ha comprobado la diferencia en sus relaciones en las
zonas costeras del oceáno Pacífico con respecto a las del Golfo de México y a
la vez con el mar Caribe. Es muy importante la situación de los manglares en
donde se tienen especies indicadoras de las propiedades físicas y químicas de
los suelos hidromórficos, al variar con las relaciones CO2:O2 y con la acumu-
lación de sales en la solución del suelo, fundamentalmente NaCl, que si bien
se relaciona con reacciones neutras, en ambientes con otros aportes salinos
donde los suelos adquieren las propiedades de Solonchak en las zonas de
mayor aporte, situadas desde el delta del río Colorado, en el norte del Mar

114
Capítulo 6. Los ecosistemas como factor geográfico de distribución de los suelos

de Cortés, hasta las costas de Sinaloa. Luego se tienen las zonas de manglares
más extensas del país en la costa de Nayarit, donde los Solonchaks se desarro-
llan en terrazas actuales. Su uso y manejo se ha dado en agroecosistemas de
palmares en el Pacífico sur, en grandes extensiones de las costas de Jalisco,
Guerrero y Oaxaca; también se presentan Solonchaks en el litoral más plano
de la región del istmo de Tehuantepec, con los graves problemas de intrusión
marina, aunque no es la única región en donde se tienen, debido al aumen-
to en la extracción de los mantos freáticos de agua dulce cercanos. Por otro
lado, en el litoral del Golfo de México estos mismos problemas se han agudiza-
do en los últimos años en las zonas de costa de los estados de Tamaulipas y el
norte del estado de Veracruz, vinculados a la naturaleza de los suelos con altos
contenidos de arcillas expandibles en zonas cercanas a los litorales, mientras
que en el sur las propiedades de los suelos se relacionan a un mayor aporte de
residuos orgánicos de la vegetación de los manglares con dominancia de va-
rias especies de Rhizophora, Avicinnia, Laguncularia y Conocarpus, que uni-
dos a los residuos de la fauna de las zonas salobres en el relieve más extendido de
los estados de Tabasco y Campeche han formado suelos orgánicos profundos
del grupo de los Histosoles. En todos los litorales los suelos mencionados al-
ternan con Arenosoles y Fluvisoles; en las playas de relieve muy plano los
materiales varían en función de los arrastres en el relieve desde materiales con
predominancia de minerales primarios producto del ambiente volcánico en
las costas del océano Pacífico, y de minerales secundarios que predominan en las
costas del Golfo y del Caribe, ambos influyen en los colores característicos de
los suelos.

El efecto antrópico sobre los ecosistemas


El conocimiento del grado de modificación antrópica de los ecosistemas, o de su
estatus, es esencial en su conservación. Los ecosistemas contemporáneos se di-
viden en diferentes clases, dependiendo del grado y del carácter de los cambios
introducidos por la actividad antrópica.
Conforme a los criterios de Milanova y Kushlin (1993), el grado de transfor-
mación de los ecosistemas en territorio mexicano en la actualidad se puede
definir de acuerdo con las siguientes categorías:

1) Modal o pristinos (sin afectación): paisajes donde la vegetación no ha


sido transformada y la intensidad del impacto antrópico es nula o im-
perceptible (regiones montañosas muy inaccesibles).

2) Secundarios o derivativos: conocidos en las regiones tropicales y sub-


tropicales como acahuales; es la vegetación emergente que resulta des-
pués de la actividad antrópica al abandonar las tierras, pero que alcanza
un estado relativamente estable después de cierto tiempo.

3) Modificaciones antropogénicas del paisaje: paisajes donde sus compo-


nentes naturales han cambiado por el impacto antrópico. Estos paisajes
se dividen en tres categorías: agrícolas, silvícolas y de recreación.

115
Geografía de suelos de México

4) Paisajes tecnogénicos complejos: paisajes totalmente determinados por


el impacto antrópico con base en la planificación, donde la dinámica, el
estado del medio ambiente y las funciones socioeconómicas están con-
trolados; por ejemplo: complejos industriales, áreas mineras, asenta-
mientos humanos, presas y caminos.

Los aspectos del efecto antropogénico sobre los ecosistemas se discuten


detalladamente en el capítulo 7 de este libro.

Conclusiones
El análisis de los ecosistemas puede involucrar una gran diversidad de suelos.
Su mapeo se realiza conforme a las propiedades permanentes que afectan los
patrones geográficos en los ecosistemas y los procesos asociados a los facto-
res, como son el clima y la geoforma. Los suelos ayudan a definir fronteras
para elaborar inventarios funcionales, como aquellos relacionados a la mejor
calidad de sitio silvícola, agrícola o pecuario, o de otras funciones que desem-
peña el suelo en la naturaleza. Este conocimiento requiere de un manejo mul-
ti e interdisciplinario integral y es deseable que el factor geográfico se aplique
a escala similar, que permita definir los mosaicos y las eco-regiones. Esto per-
mitirá definir la interacción entre los sitios y los procesos de un mosaico de
paisajes para su uso y manejo adecuado.
Las estrategias de manejo, los niveles de mapeo y los inventarios deben
correlacionarse para obtener un proceso de manejo más eficiente y consistente.
Los mapas de los ecosistemas y los mapas edáficos proporcionan unidades
permanentes comunes para el manejo integral, y por lo tanto pueden servir
de base para desarrollar mapas de ecosistemas para el desarrollo integral con
base en su interpretación y en la agrupación de los grupos y calificadores de
los suelos y de los ecosistemas para generar mapas de propósitos múltiples, los
cuales serán muy útiles cuando se representen los ambientes en las zonas de
pendientes pronunciadas (steep-slopes) que ocupan gran parte del territorio
del país.

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118
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo
por influencia antropogénica: énfasis en las
regiones tropicales
Alberto Hernández1*, José Irán Bojórquez2, Miguel Osvaldo Ascanio3,
Juan Diego García2, Marisol Morales4, Yenia Borges5

esde el inicio del desarrollo agrícola de la civilización los huma-

D nos afectan los suelos de varias maneras. El factor antropogé-


nico es una fuerza que afecta el clima y los suelos, incluyendo
la geología de la Tierra, que se incrementó en los últimos 300
años de tal manera que permite caracterizar este periodo como
una nueva época en la evolución de la Tierra: Antropoceno (Crutzen, 2002).
En el transcurso del último milenio casi todos los suelos sufrieron alguna
modificación por el factor antropogénico, directa o indirectamente. La génesis
de muchos suelos actualmente está regulada mas por el efecto humano que por
los factores formadores naturales, entrando a una fase de desarrollo que Yaalon
y Yaron (1966) llamaron metaedofogénesis. Resultados recientes en Rusia lle-
garon a la conclusión de que el proceso de transformación de las propiedades
de los suelos por la influencia agrícola deben ser nombrado como evolución
agrogénica (Shishov et al., 2002; Lebedeva, 2005), dando lugar, en la versión
actual de la clasificación de suelos de Rusia, a un grupo de suelos Agrozems
(Shishov et al., 2002). Estos principios sobre la evolución agrogénica de los
suelos fueron reafirmados recientemente por Hernández et al. (2009) para el
cambio de los suelos Ferralíticos Rojos Lixiviados (Nitisoles ferrálicos, líxicos
(éutricos, ródicos)) de La Habana, Cuba, por el cultivo durante casi dos siglos.
Actualmente el factor antropogénico tiene extensión global y modifica no
sólo algunas áreas particulares, sino que cambia toda la geografía global de sue-
los (Arnold et al., 1990). Los efectos del hombre sobre el suelo son numerosos,
desde la modificación de los suelos por el manejo agrícola y la degradación
por el mismo hasta la transformación completa del edafopaisaje en las zonas
urbanas y mineras (Amundson y Jenny, 1991). Algunos efectos en el cambio
de las propiedades edáficas son poco significativos y otros llevan al suelo hasta
cambiar su posición taxonómica o a la destrucción completa del perfil. Dudal
(2005) propone la siguiente clasificación de los cambios antropogénicos del
suelo, ordenados según el grado de transformación:

• transformación de la capa superficial del suelo;


• cambio de algunos horizontes del suelo;
• cambio de la clase taxonómica del suelo;
1 Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, La Habana, Cuba.
2 Facultad de Agricultura, Universidad Autónoma de Nayarit, Tepic, Nayarit, México.
3 Centro Virtual de Investigaciones Multidicisplinarias, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, México.
4 Instituto de Investigaciones Fundamentales para la Agricultura Tropical, La Habana, Cuba.
5 Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, La Habana, Cuba.

* ahj@inca.edu.cu.

119
Geografía de suelos de México

• perturbación profunda del perfil;


• formación del material parental antropogénico;
• cambio total del paisaje.

Actualmente los suelos transformados por el hombre se reconocen como


taxones particulares en casi todas las clasificaciones edáficas (Krasilnikov et
al., 2009). Para los suelos agrícolas la clasificación se complica porque hay
que considerar los indicadores de las propiedades que el suelo adquiere por
formación agrogénica, y después su intensidad, ya que puede haber estadios
intermedios. Estas ideas se aplican en sus versiones más elaboradas; en pri-
mer lugar la más completa, la clasificación de suelos de Rusia (Shishov et al.,
2002; Lebedeva, 2005) y también la wrb (iuss Working Group WRB, 2008)
y la de suelos de China (Gong Zitong et al., 1999; crg-cst, 2001). Por otra
parte hay que preguntarse cuál es el concepto de “típico” en la clasificación
de suelos; según los conceptos de las clasificaciones tradicionales de suelos,
el concepto del subtipo típico se aplica en aquellas condiciones naturales
donde ocurre el proceso de formación de suelos. Un ejemplo se tiene en la
última versión de la clasificación genética de los suelos de Cuba (Hernández
et al., 1999) donde muchos suelos que presentan evolución agrogénica se
clasifican como típicos y los que son de condiciones naturales o aun posta-
grogénica (con arboledas y pastizales establecidos después de estar someti-
dos a la formación agrogénica), se consideran como subtipo húmico. La cla-
sificación de suelos wrb ha dado un paso adelante, en los prefijos que
califican el Grupo Referencial de Suelos no existe el típico y se pone háplico
cuando el suelo en cuestión no presenta propiedades que coinciden con los
prefijos superiores.
Los grados de transformación antropogénica de los suelos se reflejan en
las clasificaciones nacionales de diferentes maneras. En la clasificación de suelos
rusa (Shishov et al., 2002; Lebedeva, 2005) el concepto está detalladamente
desarrollado para los suelos agrícolas. Los suelos con un cambio menor en la
capa superficial se caracterizan como un subtipo de “perturbados en la super-
ficie”. Los suelos que tienen todos los horizontes superficiales involucrados a
la capa arable se clasifican como tipos agrícolas análogos a los naturales (por
ej. agropodzólicos como análogo de podzólicos). En el caso de transformación
profunda los suelos se clasifican como las ramas (nivel taxonómico sobre el
nivel de tipo de suelo) separadas, como agrozems (suelos profundamente ara-
dos), abrazems (suelos erosionados), agroabrazems (suelos erosionados y luego
arados) y turbozems (suelos mezclados hasta la profundidad de un metro). Sin
embargo, los suelos de los materiales transportados por el hombre, suelos urba-
nos y los de las zonas mineras no se incluyen en la clasificación y se consideran
como “sustratos tecnogénicos”. La Base Mundial Referencial del Recurso Suelo
(iuss Working Group wrb, 2008) incluye dos grupos de suelos profunda-
mente cambiados antropogénicamente: los Antrosoles que incluyen los suelos
agrícolas y los Tecnosoles que abarcan los suelos de las zonas urbanas, indus-
triales y mineras.
Desde el punto de vista edafogeográfico las actividades humanas provocan
los siguientes cambios en la cobertura edáfica:

120
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

• transformación de los componentes de la cobertura edáfica;


• unificación y homogeneización del mosaico de suelos;
• aumento del contraste entre los componentes de la cobertura edáfica;
• destrucción de la cobertura edáfica;
• construcción de suelos y edafopaisajes artificiales.

Cada tipo de cambio tiene sus aspectos peculiares dependiendo del grado
de impacto humano y de las condiciones ambientales.

Transformación de los componentes de la cobertura edáfica


En el transcurso del manejo y uso del suelo se observan cambios en los suelos
naturales. Desde el punto de vista práctico estos cambios pueden aumentar la
productividad del suelo, pero en muchos casos el suelo se degrada. El cambio de
las propiedades del perfil no siempre lleva al suelo a los grupos taxonómicos
de los Antrosoles o los Tecnosoles. Dudal (2005) presenta ejemplos del cam-
bio de la posición taxonómica de suelos en el transcurso de su uso agrícola:

• salinización del suelo en el transcurso del riego en las zonas áridas provo-
ca la transformación de los Cambisoles a Solonchaks;
• erosión de los Acrisoles plínticos provoca la exposición y endurecimiento
del horizonte plíntico y formación de los Plintisoles pétricos;
• erosión profunda de los Luvisoles ocasiona la formación de Regosoles;
• el riego de los Nitisoles háplicos bajo el cultivo de arroz lleva al estanca-
miento del agua, conduciendo a la formación de Nitisoles antrácuicos;
• el drenaje continuo de los Gleysoles se manifiesta en la oxidación del hierro
en el perfil y formación de los Cambisoles;
• la oxidación de los sulfuros de hierro en los Fluvisoles prototiónicos des-
pués del drenaje lleva a la formación de Fluvisoles ortotiónicos;
• el manejo y la fertilización continua de los Albeluvisoles ocasiona homo-
geneización de los horizontes superficiales y formación de los Luvisoles.

En los casos de transformación más profunda se forman los horizontes


antropogénicos superficiales con una profundidad mayor de 50 cm, que lleva el
suelo al grupo de los Antrosoles (iuss Working Group wrb, 2008). El desarrollo
urbano, la contrucción de carreteras, fábricas y plantas, así como la minería,
causan la transformación de los suelos a Tecnosoles.
A continuación se discuten algunos estudios de casos de transformación
de suelos en áreas extensas.

Nitisoles ferrálicos, líxicos (éutricos, ródicos) en la provincia de La Habana, Cuba


Estos suelos ocupan más de 300 000 ha en la llamada “llanura roja Habana-Ma-
tanzas” en Cuba, y constituyen un fondo agrícola muy bueno para la producción
de alimentos, posiblemente uno de los suelos mas productivos del mundo, con-
juntamente con el Chernozión ruso y los Andosoles de la llanura León Chinan-
dega en Nicaragua. Desde la época colonial, de los siglos xvii al xix, la llanu-

121
Geografía de suelos de México

ra roja resultó la zona de mayor producción agrícola, con la introducción masi-


va del cultivo del tabaco y posteriormente del café y la caña de azúcar. Ya a
principios del siglo xx, Crawley (1916) señaló la necesidad de mejorar la fer-
tilidad de estos suelos debido a la explotación agrícola intensiva a la que estu-
vieron sometidos por el cultivo del tabaco en la época colonial. En el siglo xx
se cultivaron con caña de azúcar, viandas, vegetales y tabaco, aunque en los
últimos años se presentaron además áreas dedicadas a la cría de ganado.
Estos suelos se encuentran actualmente en una zona climática tropical sub-
húmeda con precipitaciones que oscilan entre 1 200 y 1 500 mm anualmente,
con dos periodos, uno de lluvia (de mayo a octubre) y otro de secas (noviembre
a abril), con temperatura media anual de 24.5°C. Se forman a partir de rocas
calizas duras del Mioceno, en un relieve de llanura con pequeñas ondulaciones.
La vegetación original es principalmente de bosques semideciduos con palmas
emergentes, pero se presentan áreas con vegetación de bosques de ficus, cedro,
majagua, etcétera.
La formación del suelo durante más de dos millones de años (periodo
Cuaternario) ha dado lugar a un suelo con proceso de ferralitización, con un
contenido en arcilla que oscila entre 60 y 80%, la mayor parte de las veces con
presencia de un horizonte Bt argílico, de color rojo, con una profundidad de
1.5, 3 y 4 metros, con predominio de minerales arcillosos del tipo 2:1 y rico
en goethita y algo de hematita como sesquióxidos de hierro. La capacidad de
intercambio catiónico no es la típica de los suelos ferralíticos de África, sino
que se presenta entre 10 y 20 cmol⭈kg⫺1 en dependencia del tipo de mineral
arcilloso, ya sea kaolinita o metahaloisita; el grado de saturación de bases es
mayor de 60-70%, con predominio de calcio entre los cationes intercambia-
bles. El suelo tiene un contenido alto en hierro total y en hierro libre, este último
mayor de 6 por ciento.
Durante mucho tiempo se pensó que estos suelos eran bastante homogé-
neos, pero en los últimos años se ha visto que por influencia del hombre, con
la producción agrícola durante muchos años, han cambiado las característi-
cas del suelo. En los últimos años se obtuvieron resultados más detallados, con
los estudios de Alfonso (2002), y Alfonso y Monedero (2004), en relación con el
uso intensivo de estos suelos y el surgimiento del proceso de compactación en
el horizonte Bt.
Teniendo en cuenta que la formación de estos suelos tuvo lugar en bosques
primarios, se han hecho estudios recientes (Hernández et al., 2006; Morell et
al., 2006; Morales et al., 2008) que demuestran el cambio en las propiedades
de estos suelos por el cultivo agrícola. En estos estudios se tomaron en cuenta
perfiles de suelos patrones, con vegetación natural de bosques durante más de
100 años, conservados bajo arboledas secundarias y agrogénicos, cultivados
permanentemente.
Los perfiles patrones de estos suelos contienen horizontes AhBtC, con un
contenido entre 6 y 9% de materia orgánica, textura arcillosa, estructura gra-
nular en el Ah y de bloques subangulares de 5 cm en el Bt. En los suelos con-
servados el perfil es AhBtC, pero con materia orgánica entre 4 y 5%, textura
arcillosa, estructura nuciforme y granular en A, y de bloques subangulares en
Bt. Los suelos agrogénicos son de perfil ABtC o BtAC, textura arcillosa, estruc-

122
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

tura de bloques subangulares y prismáticos en superficie. Todos los suelos son


saturados de bases.
Los resultados de las investigaciones realizadas en 35 perfiles de estos sue-
los evidencian los siguientes cambios:

• pérdida por mineralización de la materia orgánica del suelo (mos) que


conlleva a la pérdida de 30% del carbono en suelos conservados y 50% en
suelos cultivados para la capa de 0 y 20 cm, en relación con los suelos
patrones;
• debido a las pérdidas de materia orgánica en los suelos (mos), ocurre la
destrucción de los microagregados, aumentando el factor de dispersión del
suelo y de la densidad de volumen;
• ya sea por las lluvias o por el riego por surcos (riego por aniego), muy co-
mún entre los campesinos, la arcilla dispersa se lava lateralmente, lo que
se llamó “lixiviado frontal del suelo”, perdiendo poco a poco la estructura
granular del horizonte húmico acumulativo y surgiendo poco a poco cer-
ca de la superficie la estructura de bloques subangulares del horizonte Bt
subyacente;
• parte de la arcilla dispersa rellena los poros del horizonte Bt, haciendo que
los bloques subangulares sean mayores;
• al perderse parte de la mos el factor biológico en la formación de la es-
tructura del suelo disminuye, dando lugar al predominio del factor cli-
matogénico en la formación de la estructura, que trae como consecuencia que
por evapotranspiración diferenciada tenga lugar la formación de bloques de
mayor tamaño en el horizonte cerca de la superficie del suelo;
• de esta forma, se tienen diferentes estadios de degradación del suelo, donde
pueden aparecer bloques subangulares a veces prismáticos en la superfi-
cie del suelo o cerca de ella; además, puede darse también la formación de
un piso de arado.

Todos estos resultados, independientemente de que se relacionan con el


uso y manejo del suelo, tienen repercusión también en la clasificación y dis-
tribución geográfica de los suelos, ya que hoy en día hay clasificaciones de
suelo que incluyen estos diagnósticos (Shishov et al., 2002; IUSS Working
Group WRB, 2008).

Alisoles con caña de azúcar en el Alto de Veracruz, México


En el llamado “Alto de Veracruz”, en el estado de Veracruz, México, desde Coso-
lapa-Tezonapa hacia Córdoba, se presenta un área de suelos rojos y rojo ama-
rillentos, profundos, húmicos, que se forman de conglomerado basáltico y
que durante su formación tuvieron aportes de cenizas volcánicas, posiblemente
del volcán antiguo del Pico de Orizaba. Esta es parte del área de abastecimien-
to de caña de azúcar del ingenio Motzorongo, en un relieve de ondulado a
fuertemente ondulado, entre cerros de roca caliza dura del Cretácico.
El clima de la zona va desde tropical húmedo, con más de 2 000 mm de lluvia
anual, hasta tropical subhúmedo con 1 600 a 1 800 mm de lluvia anual, y la tem-

123
Geografía de suelos de México

peratura media anual alrededor de 24°C. En toda el área predominan Acrisoles,


Ferralsoles, Alisoles y Nitisoles.
En el área de referencia, hacia el ejido Ojo de Agua, atravesado por el río
Querétaro, se presentan los Alisoles, con evidencia de aportes de cenizas vol-
cánicas en forma de lozas de tepetates, alternando con la formación de Alisoles.
El suelo en condiciones de vegetación estable presenta un perfil del tipo
AhBtC, con el horizonte C en forma de plinthita. El horizonte Ah es de textura
franco, con estructura granular y puede tener entre 30 a 40 cm de profundidad,
densidad aparente de 1.0 Mg⭈m⫺3 y contenido de materia orgánica entre 6 y 8%
(3.5-4.5% de carbono), con un contenido en reservas de carbono entre 105 y
180 Mg⭈ha⫺1. El horizonte Bt es franco a franco arcilloso, estructura de bloques
subangulares y la mayoría de las veces tiene un contenido en aluminio cambia-
ble mayor de 50%, dando el carácter alúmico al suelo y es compacto, con un
valor de densidad de volumen mayor de 1.2 Mg⭈m⫺3. El horizonte C está for-
mado de una plinthita.
El potencial agroproductivo para la caña de azúcar radica en el horizonte
húmico que alcanza un gran espesor, pero con este cultivo durante más de 50
años, en un relieve inestable, el suelo ha estado sujeto al proceso de erosión. En
la región no se observan surcos ni cárcavas como muestras del proceso erosivo,
solamente se puede observar en las etapas más largas de mantenimiento de la
plantación en el campo, por lo regular los ejidatarios mantienen una planta-
ción entre 8 y 10 años; a partir del cuarto o quinto año se observan surcos
entre la línea de caña y depresiones entre los plantones, pero al cabo de ese
periodo se voltea la caña y se hace una siembra nueva, nivelando la superficie del
suelo. Por esto el efecto del laboreo continuo de la caña de azúcar se observa
por la disminución del horizonte Ah, el cual en diferentes casos ya ha disminui-
do hasta alcanzar solamente de 8 a 10 cm de profundidad, y en la preparación del
terreno ya se observa la mezcla con el horizonte Bt, dando una acidez cambia-
ble muy alta en superficie y con rendimientos cada vez más bajos en caña de
azúcar.
A continuación se presentan algunos perfiles de suelos Alisoles en diferentes
estadios de evolución por influencia del cultivo repetido de la caña de azúcar.
En la Figura I.7.1 del Anexo I se muestra el perfil de suelo Alisol húmico plínti-
co sin degradación (patrón). Este suelo tiene un horizonte húmico que llega has-
ta 40 cm de profundidad.
En áreas poco degradadas el suelo aún mantiene un espesor rico en materia
orgánica entre 20 y 25 cm, como se muestra en la Figura I.7.2 del Anexo I.
Se producen casos más erosionados aún, donde se observa una disminución
en el contenido en materia orgánica, de las reservas de carbono y una reduc-
ción del espesor húmico acumulativo, con presencia de agregados más gruesos,
lo cual se aprecia mejor en la Figura I.7.3. del Anexo I.

Suelos Phaeozems-Cambisoles de la Llanura Costera Norte de Nayarit, México


En el ecosistema de la llanura Costera Norte de Nayarit, con una extensión de
alrededor de 400 000 ha hay un fondo agrícola de aproximadamente 200 000 ha
(González et al., 2009), la formación inicial del suelo es de Phaeozem, con una

124
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

estructura muy buena pero con más de 30 o 40 años de agricultura intensiva


(sorgo, maíz, frijol, tabaco) con mecanización, aplicación de fertilizantes y
pesticidas, el suelo se ha transformado en Cambisol por destrucción de la ma-
teria orgánica, pérdida del carbono y cambio de la estructura original del
horizonte húmico acumulativo del suelo. Aquí está ocurriendo el siguiente
problema:

El suelo Phaeozem en condiciones conservadas es del tipo Ah-B-C, con


textura franco en todo el perfil, estructura granular en el horizonte A y blo-
ques subangulares pequeños en B, tiene grado de saturación mayor de 50%
y un contenido en materia orgánica entre 4 y 5%. Cuando se pone en
explotación este suelo se transforma a Cambisol, siendo de perfil Ap-B-C.
El horizonte A pasa de mólico a crómico, y a veces a hipercrómico. La forma-
ción y características de estos suelos se dan en Bojórquez et al. (2006, 2007).
En la formación de la estructura del suelo hay dos factores que convergen
decisivamente; uno es el aspecto biológico, que con la acumulación de ma-
teria orgánica da lugar a una estructura buena; el otro es el factor climáti-
co. Con la puesta de producción agrícola en las tierras disminuye la materia
orgánica del suelo y la ruptura de los agregados estructurales del suelo. Como
el factor climático sigue incidiendo, entonces ya no hay una regulación
equilibrada en el flujo de humedad que requiere la evapotranspiración del
suelo, ocasionando así una ruptura de capilares, tanto en sentido horizon-
tal como vertical. De esta forma se tienen agregados más grandes, y a medi-
da que se intensifica este fenómeno se hacen de mayor tamaño, provocan-
do la formación de bloques de tipo prismático que pueden llegar a ser
hasta de 15 cm o aun mayores. La formación de estos bloques se relaciona
con la textura y el tipo de mineral arcilloso del suelo; a medida que el suelo
es más arcilloso y predominan los minerales arcillosos del tipo 2:1, los blo-
ques que se forman por la influencia agrogénica son más grandes y más
compactos.
Este problema está muy marcado en la llanura costera norte de Nayarit,
con pérdidas de carbono que oscilan entre 30 y 60% en los suelos y la
transformación de Phaeozems a Cambisoles. Este tipo de transformación
al parecer está muy marcado en Europa, pues los Cambisoles ocupan más
del 20% del territorio, mientras que el Phaeozem solamente un poco más del
1% (Tóth et al., 2008).
Cabe mencionar que la transformación antropogénica de suelos no signi-
fica necesariamente su degradación. En muchos casos el uso agrícola, acom-
pañado con aplicación de abonos, provoca un incremento importante de
la fertilidad del suelo. Hay varios ejemplos históricos en que los suelos usa-
dos intensivamente en agricultura tuvieron productividad alta, especial-
mente en las zonas de baja fertilidad natural de la tierra; por ejemplo, en el
norte de Europa (Krasilnikov et al., 2004; Urusevskaya y Matinyan, 2005), en
los Andes peruanos (Sandor y Eash, 1995) y en el Valle de México (Jimé-
nez-Osornio y Gómez-Pompa, 1987). Actualmente la tecnología agrícola
avanzada permite mantener los suelos en buen estado si su manejo es ade-
cuado (Green et al., 2007).

125
Geografía de suelos de México

Así, los suelos de las áreas agrícolas pueden degradarse hasta Regosoles,
Solonchaks, Stagnosoles, etc. o transformarse en Antrosoles de alta fertili-
dad. Los suelos de las áreas urbanas, industriales y mineras principalmente,
se transforman en Tecnosoles. La presencia de los suelos transformados
por el hombre complica el proceso de predicción de la distribución geográ-
fica de suelos y de cartografía edáfica. La distribución espacial de suelos y
su delineación (la cartografía) se basa en la distribución de los factores for-
madores de suelo; en el caso de los suelos transformados por el hombre
hay que tener en cuenta otros parámetros: ¿Qué tipo de uso y manejo de
suelo se aplica?, ¿es adecuado y lleva al incremento de la fertilidad de suelo?;
si el manejo no es adecuado ¿qué tipo e intensidad de degradación del sue-
lo se observa? También la historia del uso de suelo tiene importancia. En-
tonces, la geografía de los suelos modificados por las actividades humanas
tiene sus complicaciones y trampas.

Unificación y homogeneización del mosaico de suelos


La mayor variabilidad del espesor y propiedades se observa en los horizontes
superficiales de suelos (Sidorova y Krasilnikov, 2008). Por lo tanto, el arado
que mezcla los horizontes superficiales lleva a la homogeneización de las pro-
piedades del suelo. Por ejemplo, en los edafopaisajes que tienen un mosaico
de Albeluvisoles y Luvisoles, los horizontes eluviales involucran la capa arable y
así todos los suelos se clasifican después de arados en Luvisoles (Dudal, 2005).
Las propiedades de la capa superficial del suelo también se homogeneizan en
el transcurso del manejo agrícola (Goovaerts, 1998; Geypens et al., 1999; Paz-
González et al., 2000).
El manejo de los suelos agrícolas está dirigido a la unificación de sus propie-
dades (McBratney, 1992). Desde el punto de vista práctico es más fácil planear
el manejo de un campo agrícola homogéneo; actualmente existen las meto-
dologías especiales del manejo diferencial de suelos (“agricultura de precisión”)
para llevar todos los suelos de un campo a las propiedades uniformes.
La homogeneización de la cobertura edáfica también ocurre por el riego o,
al contrario, por el drenaje de los campos agrícolas. La diferencia en el régimen
de humedad entre los suelos se suprime al aplicar el riego o por el drenaje de
humedad excesiva. En el transcurso del tiempo las evidencias de hidromorfismo
desaparecen de los perfiles de suelos (Dudal, 2005).
El uso agrícola de suelos a veces provoca su degradación por la erosión
superficial y/o eólica, y provoca la pérdida de los horizontes superficiales.
Como se mencionó antes, la mayor variabilidad espacial se encuentra en los ho-
rizontes superficiales de suelos, por eso la pérdida de la capa superficial lleva a
la formación de la cobertura edáfica más uniforme.

Aumento del contraste entre los componentes de la cobertura edáfica


Existen varios procesos inducidos por el hombre que pueden aumentar el
contraste entre los suelos de un edafopaisaje. La diferencia en el uso de los sue-
los inicialmente uniformes se refleja en los perfiles y se mantiene por varios

126
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

siglos (López-Granados et al., 2002). Por eso la cartografía de suelos antropo-


génicos debe incluir un análisis del tipo e intensidad del uso de cada campo
agrícola. En la escala más grande dentro de un campo se puede observar tam-
bién cierta variabilidad de algunas propiedades del suelo por las difrencias en
la intensidad del manejo y en la aplicación de fertilizantes (Paz-González et
al., 2000).
El riego y drenaje del suelo a veces dan también por resultado el aumento
del contraste de los suelos. Por ejemplo, el drenaje de los Histosoles del norte de
Europa provoca la mineralización y compactación de la turba. Inicialmente los
Histosoles naturales tienen un espesor variable en el horizonte orgánico, siem-
pre mayor de 50 cm. Después de la disminución de su profundidad en decenas
de cm por la mineralización y compactación, el espesor del horizonte orgánico
varía entre 0 y más de 50 cm, dando cierta variedad a los grupos taxonómicos
de suelos (Figura 7.1).
El riego en las zonas áridas y semiáridas, especialmente con agua mineraliza-
da, origina salinización y sodificación del suelo. Dichos procesos tienden a una
distribución compleja que depende del micro-relieve y cercanía a los canales de
riego (Mikheeva, 1997).

a
HS

0.5m

b
HS GLh GL GLh

0.5m

Figura 7.1. El cambio de la cobertura edáfica de una zona de suelos orgánicos a) después del drenaje y b) la compactación de la turba consecuente;
HS⫽Histosoles; GL⫽Gleysoles; GLh⫽Gleysoles hísticos.

127
Geografía de suelos de México

Un proceso muy común en los campos agrícolas es la erosión lineal que


forma los surcos y cárcavas. Los suelos profundamente erosionados entran a
otros grupos de referencia (principalmente Regosoles y Leptosoles); asimismo,
adquieren las propiedades diferentes de los horizontes internos.
Generalmente la cartografía de las zonas agrícolas, en especial a escala
detallada, requiere prestar mucha atención a los procesos de diferenciación de
suelos provocados por el hombre.

Destrucción de la cobertura edáfica


Desgraciadamente, la destrucción de la cobertura edáfica en el transcurso del
uso agrícola es un fenómeno común, especialmente por la erosión elevada.
Las tierras fértiles se convierten en “tierras malas” (badlands) prácticamente
inútiles para la producción agrícola. Este es un gran problema para México
(Maass y García, 1990) que se discute detalladamente en el capítulo 10 de este
libro.
La destrucción de la cobertura edáfica se define como la eliminación de
todos los horizontes del suelo hasta el material parental. Las razones princi-
pales de la destrucción del suelo son: erosión, minería y construcción urbana,
industrial y de vías de comunicación.
Aunque los horizontes edáficos naturales estén ausentes en los suelos des-
truidos, todavía se clasifican como suelos y se reflejan en los mapas edáficos.
Por ejemplo, los suelos erosionados o eliminados por maquinaria pesada se
clasifican como poco desarrollados (Regosoles); los suelos de las zonas de mi-
nería formados en los materiales transportados entran al grupo de los Tecnosoles
(iuss Working Group wrb, 2008); los suelos de las zonas urbanas se clasifican
principalmente según el tipo de su transformación tecnogénica (Blume, 1989);
algunos de los suelos urbanos, incluyendo los suelos pavimentados, están
incluidos en el grupo de Tecnosoles de la wrb (iuss Working Group wrb,
2008). La cartografía de los suelos completamente reemplazados por los sedi-
mentos y construcciones tecnogénicas es difícil, porque su distribución es
impredecible desde el punto de vista de los factores formadores de suelos
naturales. Por otra parte, la cartografía se facilita con el uso de los métodos de
sensores remotos, porque las construcciones humanas se ven bastante obvias
en las fotos aéreas y las imágenes de satélite.

Construcción de los suelos y edafopaisajes artificiales


La civilización humana nació en las zonas más favorables para la agricultura,
como en los valles de ríos grandes o en las zonas de sedimentos volcánicos,
fáciles de manejar y ricos en elementos nutritivos; sin embargo, con el creci-
miento de la población hubo migración hacia áreas menos favorables para la
agricultura. Por un lado, ante la necesidad de manejar los suelos menos férti-
les, se crearon algunos implementos agrícolas más avanzados; y por otro, en
algunas partes del mundo la población tuvo que pelear por los pedazos de tie-
rra fértil, incluyendo la construcción de suelos artificiales. Por ejemplo, en
Holanda los agricultores usaron el drenaje y la aplicación de abonos para con-

128
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

vertir los sedimentos marinos en suelo fértil (de Bakker, 1979), en Perú los
indígenas construían terrazas artificiales (Sandor y Eash, 1995), en México los
aztecas crearon las chinampas de los sedimentos lacustres (Ramos et al., 2001).
Una de las tecnologías más comunes y antiguas en todo el mundo es la cons-
trucción de terrazas (Sandor, 2006).
Los suelos construidos por el hombre generalmente se clasifican como
Antrosoles (iuss Working Group wrb, 2006). Aunque estos suelos ocupan
áreas menores es muy importante tomarlos en cuenta en los estudios geo-
gráficos y reflejarlos en los mapas edáficos. Por ejemplo, los suelos de chinampas
anteriormente fueron clasificados como Phaeozems, aunque sus propiedades y
productividad potencial son muy diferentes de dicho grupo; actualmente los
suelos de chinampas se reconocen como Antrosoles térricos.
La contribución antropogénica a la distribución espacial de suelos aumenta
cada año. Sin embargo, la teoría de incorporación de los suelos afectados por
el hombre al esquema general de edafogeografía todavía no está bien desarro-
llada. Esta tarea es una de las más importantes para el futuro.

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130
Capítulo 7. Cambio de la cobertura del suelo por la influencia antropogénica: énfasis en las regiones tropicales

Tóth, G., Montanarella, L., Stolbavoy, V., Máté, F., Bódis, K., Jones, A., Panagos, P.,
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131
Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos
Pavel Krasilnikov1*

a geografía de suelos requiere la aplicación de varios métodos de

L estudio derivados de la edafología general, así como de la geogra-


fía. En primer lugar, la edafogeografía es una ciencia natural, por
eso sigue la metodología común de todas las ciencias de la vida y
de la Tierra. En este capítulo se presenta, de manera muy breve, la
metodología de la geografía “desde arriba” (desde las bases filosóficas) “hacia
abajo” (los métodos particulares de su estudio en el campo y en el gabinete).

Bases filosóficas y metodología de las ciencias naturales


Existe la opinión generalizada de que lo “científico” significa “verdadero”. Sin
embargo, el conocimiento científico es muy dinámico y los conceptos consi-
derados una vez como “verdaderos” se pueden encontrar extemporáneos en
el transcurso de unos cuantos años. Para el público en general la dinámica de las
ideas y las teorías en ciencia a veces provocan dudas: ¿qué tan confiable es el
conocimiento científico?
El conocimiento científico nunca promete proporcionar la verdad comple-
ta y absoluta. El proceso del conocimiento es infinito, por eso en cada etapa se
conoce solo una proporción pequeña de la realidad. ¿Por qué tenemos que
aplicar la ciencia para el conocimiento? La respuesta es que la ciencia tiene un
sistema de métodos que permiten elaborar conceptos más confiables en el
nivel actual de desarrollo del conocimiento; además, desde el punto de vista
práctico el método científico es más eficiente. A fin de cuentas, nuestro mun-
do actual está formado por los logros científicos.
Si hablamos sobre las bases filosóficas de las ciencias naturales hay que
mencionar el materialismo como concepto básico. Esto no significa que el
materialismo sea el único concepto filosófico verdadero; muchos científicos
en su vida privada siguen otras ideas filosóficas y religiosas. Sin embargo, para
la ciencia, la aplicación de la filosofía materialista es más productiva que otras
filosofías. Por ejemplo, la aplicación de la filosofía del idealismo subjetivo no
da muchos instrumentos para la interpretación de la edafogénesis: no se puede
manejar ninguna hipótesis sobre el desarrollo del suelo si creemos que el sue-
lo, los factores formadores y todo el mundo son producto de nuestra propia
imaginación.
Entre otras cosas, hay que mencionar que no existe contradicción entre los
métodos materialistas de la ciencia y los conceptos personales filosóficos y/o

1Lab. Edafología “Nicolás Aguilera”, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.
Instituto de Biología, Centro de Investigación de Karelia de la Academia de Ciencias Rusa, Petrozavodsk, Rusia.
* pv@hp.fciencias.unam.mx.

133
Geografía de suelos de México

religiosos. La ciencia no es una religión, es un instrumento, nada más. La meto-


dología de la ciencia es un manual para manejar este instrumento. La ciencia nun-
ca responderá todas las preguntas humanas sobre el Universo. La función de
la ciencia es descubrir los mecanismos, no las razones.
En este contexto es importante conocer los métodos básicos de la ciencia:
al final de cuentas la respuesta de la naturaleza depende sólo de la manera de
preguntar.

Materialismo dialéctico
Independientemente de su connotación ideológica del conflicto de materia-
lismo dialéctico, en las ciencias naturales la aplicación del método es bastante
exitoso.
La filosofía del materialismo dialéctico fue desarrollada por Frederico Engels
en los años 70 del siglo XIX, en sus trabajos “Anti-Dühring” y “Dialéctica de la
naturaleza” (se puede consultar, por ej., Engels, 2001). Principalmente, el autor
desarrolló tres leyes del materialismo dialéctico que se comentan a continuación:

La transformación de la cantidad en calidad. Los cambios cuantitativos se


acumulan y llevan a los cambios completos del comportamiento de siste-
mas; esta idea parece ahora muy sencilla y auto-evidente. Sin embargo,
para la ciencia del siglo XIX el concepto fue revolucionario. La ley se aplica
tanto para las secuencias temporales como para las espaciales. Hay varios
ejemplos de este tipo de transformación: por ejemplo, el desarrollo de un
horizonte orgánico en los suelos de humedales lleva a la formación de una
capa de turba y al final a un suelo orgánico (Histosol). En geografía de sue-
los las aplicaciones de la ley son numerosas. Por ejemplo, la zonalidad climá-
tica de los ecosistemas y de los suelos es el resultado de los cambios gradua-
les de las temperaturas y las precipitaciones; sin embargo, estos cambios
originan la formación de zonas distintas, relativamente uniformes en la
composición de los tipos de vegetación y de los suelos, con los límites mar-
cados. El concepto también muy importante para la geografía contempo-
ránea es la diferencia entre los procesos en diferentes escalas, que creció de
la misma ley dialéctica. Por ejemplo, en un cerro pequeño los suelos se dis-
tribuyen según las leyes geomorfológicas y geoquímicas, mientras que en
una montaña grande la distribución de suelos depende principalmente de
la zonalidad bioclimática vertical (para más ejemplos se puede ver el capí-
tulo 1 de este libro).

La unidad y lucha de contrarios. Esta ley se aplica frecuentemente a la física,


donde hay varios ejemplos de la naturaleza dicotómica de varios objetos, como
la luz, que es una onda y al mismo tiempo un flujo de partículas elementales.
También la citan los especialistas en teoría de sistemas y los ingenieros me-
cánicos; por ejemplo, la fricción asegura el contacto de la llanta con el pavi-
mento, pero la misma fricción causa el retiro de la llanta. En geografía de
suelos las evidencias de la aplicación de la ley no están bien estudiadas.
Algunas propiedades del suelo tienen efectos contradictorios a la vegeta-

134
Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos

ción; por ejemplo, el aluminio activo generalmente daña las plantas, pero
al mismo tiempo mejora la estructura y propiedades físicas del suelo. El
manejo agrícola de la tierra provoca la unificación de los suelos, pero, al
mismo tiempo, causa la diferenciación de suelos por los procesos de ero-
sión y degradación (se puede ver el capítulo 1 de este libro). Hay varios
ejemplos de cartografía: no se pueden mostrar en un mapa, simultánea-
mente, las distancias y los ángulos sin distorsión, no se puede hacer un
mapa informativo y fácil para la percepción, etcétera.

La negación de la negación. Esta ley significa el desarrollo a través de contra-


dicciones o el desarrollo en espiral; principalmente aplicada al desarrollo
social. Lo que es bueno y progresivo en una etapa del desarrollo se considera
negativo y conservador en otra. La ley se aplica también a los sistemas bioló-
gicos y tecnológicos. Entre los últimos hay varios ejemplos, como un dis-
positivo que se desarrolló hasta un tamaño gigantesco (por ej., las pantallas),
pero luego, por la invención de nuevas tecnologías y/o por la demanda, se
hacen cada vez mas portátiles y otra vez crecen con los nuevos avances del
desarrollo tecnológico. En las etapas iniciales del desarrollo de un paisaje la
edafodiversidad crece con el desarrollo de la red de drenaje, pero luego se
homogeneiza por la erosión lateral o por la evolución convergente de suelos
(véanse los capítulos 1 y 9 de este libro).

El materialismo dialéctico fue criticado desde varios puntos de vista (Díaz,


1965), pero para las ciencias naturales es una metodología útil, por lo menos
para la interpretación de los resultados a posteriori. Por otro lado, como mu-
chos esquemas filosóficos, el materialismo dialéctico permite interpretar en
sus términos casi cualquier resultado científico. Cada quien decide por sí mis-
mo si es una ventaja o desventaja de la filosofía.

Positivismo, Geshtalt y las revoluciones científicas


La filosofía de la ciencia fue desarrollada activamente en el inicio del siglo XX en
Austria, donde un grupo de filósofos, llamado el Círculo de Viena, desarrolló
el concepto de positivismo (Neurath et al., 1995). Este grupo daba mucha
importancia a la lógica formal y al conocimiento empírico. Aunque los inte-
grantes del Círculo de Viena y los positivistas posteriores varían en detalles de
sus conceptos, generalmente todos reconocían que el resultado científico ori-
gina el manejo lógico (matemático) de los datos empíricos de observación o
experimentación.
Los oponentes del positivismo opinaban que en las ciencias naturales ningún
descubrimiento o logro importante era un hecho sumando los datos. Todas las
leyes de la naturaleza se descubrieron de manera inesperada, por un esfuerzo
mental. Arquímedes se metió una sola vez al baño lleno de agua para descubrir
la forma de evaluación del volumen de artículos de forma compleja; Newton
observó sólo la caída de una manzana para descubrir la ley de gravedad. Esta
consideración llevó a los filósofos al concepto de psicología Geshtalt (von
Ehrenfels, 1890), que postula que el entero es más que la suma de las partes.

135
Geografía de suelos de México

No se puede llegar a un resultado inesperado acumulando los datos, alguien


tiene que encargarse de generar una nueva idea; el origen de la “Geshtalt“ (ilu-
minación) es desconocido. El concepto de Geshtalt en geografía de suelos fue
promovido por Hudson (1992).
Los dos conceptos llegaron a cierto acuerdo con el concepto de Thomas
Kuhn (2006) de las revoluciones científicas. Según dicho autor existen dos
etapas en el desarrollo del conocimiento científico: la etapa de la “ciencia nor-
mal” y la de las “revoluciones científicas”. En la etapa de la ciencia normal exis-
te un acuerdo generalizado dentro de la comunidad científica sobre las leyes de
la naturaleza, y el trabajo científico se limita a la acumulación de datos y su
interpretación en los márgenes del paradigma existente. En ciencia normal se
puede aplicar el concepto positivista. Sin embargo, en el transcurso de la in-
vestigación se acumulan contradicciones entre los datos y las perspectivas cien-
tíficas. Para resolverlas hay que cambiar el paradigma en el transcurso de una
revolución científica. La revolución científica necesita nuevas ideas, que no se
pueden elaborar en los márgenes de los conceptos antiguos. El mecanismo de
nacimiento del nuevo paradigma aparece junto con el concepto de Geshtalt.
El proceso de la revolución científica fue doloroso, pero cuando el nuevo pa-
radigma se estableció, el desarrollo de la ciencia siguió el esquema de la inves-
tigación normal.
La revolución científica fue un evento extraordinario, casi siempre tene-
mos que trabajar en los márgenes de la ciencia normal. Nuestra tarea más
importante es ubicar los resultados de nuestros estudios en las “telas de ara-
ña” del conocimiento existente. Sin embargo, muchos investigadores enfren-
tan hechos que no caben en los conceptos actuales de la ciencia. ¿Qué hacer
en este caso? Por supuesto, el valor científico y la ética de investigación obli-
gan a difundir la contribución dentro de la comunidad científica. Por otro
lado, las pruebas de un concepto contrario a los existentes siempre deben ser
excesivas; un sólo hecho no es suficiente para romper el edificio de las leyes
de la naturaleza comprobadas por varios otros hechos. Hay que comprobar
muchas veces los resultados, buscar errores posibles, y en el caso de tener la
confianza completa hay que buscar otras pruebas, independientes del concepto
nuevo.

Tecnología de la investigación
En todas las ciencias naturales el procedimiento de investigación científica
sigue las mismas reglas. Cualquier estudio empieza con una hipótesis. Una hi-
pótesis nace, sobre todo, de una sorpresa. Existe algo que no entendemos y
tenemos que proponer alguna explicación. Las hipótesis más generales en las
ciencias naturales vienen de las preguntas básicas de la humanidad (por ejem-
plo, ¿cuál es el origen de la vida?, ¿dónde y cómo aparecieron los humanos?, ¿qué
procesos determinan la diversidad de suelos en la Tierra, etc.), y determinan la
selección de objetos. Sin embargo, los investigadores, en su mayoría, tienen que
trabajar con los objetos de estudio particulares. En este caso el objeto deter-
mina la hipótesis: la sorpresa y la falta de entendimiento de las propiedades
del objeto nos hacen buscar las explicaciones, que son nuestras hipótesis.

136
Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos

Una vez formulada la hipótesis se elaboran los objetivos y métodos del es-
tudio. La parte más importante de la investigación es el experimento. El expe-
rimento puede ser activo o pasivo. En un experimento activo modelamos ciertas
condiciones en el campo o en laboratorio, y en un experimento pasivo busca-
mos en la naturaleza las condiciones que nos convienen. Después los resultados
del experimento se manejan y se interpretan. Si hay necesidad se aplica la mode-
lación matemática como parte de la interpretación (a veces la modelación
puede reemplazar a la parte experimental). Una característica excelente de la
metodología de investigación científica aplicada a edafología la presenta
David Rossiter (2006).

Criterios de la verdad científica


El criterio más importante de los resultados de la investigación científica es su
reproducibilidad. Cada investigador tiene que reproducir su experimento
varias veces, así como sus colegas también; repitiendo su experimento deben
llegar al mismo resultado. Los resultados no reproducibles no se toman en
cuenta por la definición del método científico. Sin embargo, un experimento es
un hecho, además hay que comprobar la interpretación. La etapa importante
de la investigación científica es la verificación de los conceptos, la cual se rea-
liza con otro experimento, distinto del anterior. En el caso del experimento
activo hay que inventar otra prueba, otro diseño del experimento para com-
probar la interpretación del primer intento. En el caso del experimento pasivo
hay que buscar otros objetos con características similares y observar si se cum-
plen las reglas establecidas para los objetos del estudio inicial. Por ejemplo, en
edafogeografía, la ley de la zonalidad vertical fue descubierta por Dokuchaev
para el Cáucaso, pero luego otros investigadores la verificaron en otros siste-
mas montañosos.
Karl Popper (1962) propuso otro criterio para la comprobación de los
conceptos científicos, que se llama “falsificación”. Es un enfoque de alguna
manera contrario a la verificación. Según Popper un investigador debe bus-
car un experimento que pueda dar un resultado negativo; es decir, compro-
bando una hipótesis contraria a la inicial. Si el investigador logra cumplir el
experimento negativo se falsifican sus resultados iniciales. En la práctica, el
criterio de Popper se cumple también con la verificación ordinaria, porque
cualquier experimento puede tener resultados positivos y negativos. Lo
importante del concepto de Popper es que un resultado no es científico si
no se puede imaginar ningún experimento para falsificar este resultado. Por
este motivo, Popper no reconocía el psicoanálisis, por ejemplo, como una
ciencia.
En ciencias naturales, sin embargo, el criterio de falsificación se aplica con
muchas dificultades. La naturaleza es diversa y a veces las leyes geográficas no
se cumplen por la intervención de otras leyes y reglas. Por ejemplo, no se pue-
de decir que la ley de zonalidad latitudinal de suelos está falsificada porque
existen áreas donde los suelos están arreglados en el espacio de otra manera;
sólo que la distribución de suelos depende de varios factores y no puede ser
completamente uniforme en toda la Tierra.

137
Geografía de suelos de México

Metodología y conceptos de geografía de suelos


Todos los métodos de investigación que se aplican en edafología, según Alexei
Rode (1971), se dividen en geográficos comparativos, evolutivos comparati-
vos, experimentales de campo, experimentales de laboratorio y de modelación
matemática. En geografía de suelos se aplican casi todos, con excepción de los
métodos experimentales de laboratorio (hay que anotar que los métodos
experimentales de laboratorio no incluyen los análisis de rutina de las propieda-
des químicas, físicas, mineralógicas y biológicas del suelo, que se usan para la
característica complementaria de suelos en cualquier tipo de investigación).

Métodos geográficos comparativos


Estos métodos son básicos para la geografía de suelos. La mayoría de los tra-
bajos edafogeográficos se enfocan al estudio de la diferencia en las propieda-
des de suelos en diferentes ambientes y su interpretación. Un método más
productivo es el estudio del suelo según el gradiente de un factor. El ejemplo
clásico de aplicación de este método es el estudio de la zonalidad de suelos
latitudinal y vertical, el cual estableció las secuencias de las unidades taxonó-
micas de suelos, así como de sus propiedades particulares, según los gradientes
del clima. De igual manera se hacen los estudios de los suelos formados por
diferentes tipos de vegetación, en diferentes sustratos litológicos o en diferen-
tes formas topográficas (por ej., en las catenas). De manera general, este enfo-
que se puede llamar del estudio de “factoresecuencias”. Varios ejemplos de
estas secuencias se discuten en el capítulo 1 de este libro. La mejor manera de rea-
lizar este tipo de estudios es encontrar una secuencia de suelos donde sólo un
factor varíe en el espacio, mientras que los demás factores se queden unifor-
mes, aunque desde el punto de vista práctico es muy difícil encontrar este tipo
de objetos en la naturaleza. La interpretación de los datos es sencilla: se estable-
ce la relación cualitativa y/o cuantitativa entre los factores formadores del suelo
y sus propiedades. El valor de un estudio individual de este tipo es local o re-
gional, pero las regularidades verificadas en varios objetos llevan a conclusiones
más amplias.

Métodos evolutivos comparativos


Estos métodos son básicos para los estudios paleoedafológicos y paleogeo-
gráficos. Sin embargo, para la geografía de suelos superficiales también es muy
importante, porque la cobertura edáfica está compuesta de los suelos de varias
edades e incluye también varios suelos relictos, Vetusoles y paleosoles exhu-
mados (Bronger y Cutt, 1989). La edad del paisaje y de los suelos se agrega
como parte importante a la interpretación de la distribución espacial de sue-
los en la superficie de la Tierra (Targulian y Goryachkin, 2004). Los aspectos
particulares de la importancia de la edad de suelos para la edafogeografía se
discuten en el capítulo 5 de este libro.
En la interpretación de la historia de los edafopasajes se aplican los mismos
conceptos que en geología y biología evolutiva. El más importante es el concep-
to de actualismo (Lyell, 1870), que declara que los procesos del pasado eran

138
Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos

los mismos que existen actualmente en la Tierra. Esto no significa que en cada
sitio particular los procesos eran los mismos, sino que para cada proceso anti-
guo se puede encontrar un análogo contemporáneo. Es un concepto básico
para la interpretación de los perfiles de paleosuelos: se busca un análogo entre
los suelos superficiales y así se reconstruye el paleoambiente. El concepto de
actualismo también implica la idea de los procesos principalmente graduales
evolutivos. Al contrario, el concepto de catastrofismo (Cuvier, 1985) permite
dilucidar los eventos catastróficos en el pasado, incluyendo los procesos que
ya no se observan actualmente. Por un lado, el concepto se aplica a la historia
de edafosfera a largo plazo: algunos ecosistemas ya se extinguieron (como los
bosques Paleozóicos y Mesozóicos), y se cree que los suelos de estos ecosiste-
mas eran diferentes de los actuales. Por otro lado, a corto plazo hay que tomar
en cuenta que los procesos catastróficos geológicos y climáticos, como sismos y
huracanes, afectan fuertemente la cobertura edáfica, especialmente en las zonas
montañosas (por ej. Krasilnikov et al., 2007).

Métodos experimentales de campo


El uso de estos métodos en geografía de suelos está limitado, porque la mayo-
ría de los procesos que llevan al desarrollo de la cobertura edáfica son largos y
es difícil observar su dinámica en un experimento. Sin embargo, en geomor-
fología de suelos se puede medir la velocidad de erosión evaluando las canti-
dades de material transportado en una ladera en el transcurso del año. También
en hidroedafología se monitorean los flujos del agua superficial y subterránea.
Estos datos permiten entender los procesos responsables del transporte de
materia en el paisaje y explicar la distribución de los suelos en una escala detalla-
da. La aplicación de los métodos de experimentación en el campo hasta ahora
no se aplican en geografía de suelos de manera suficientemente amplia.

Métodos de modelación
Los métodos de modelación matemática ahora se usan ampliamente en todas
las ciencias de la Tierra. En geografía de suelos la aplicación de estos métodos
también se desarrolló recientemente (por ej., Minasny y McBratney, 2006;
Thompson et al., 2006). Se aplican principalmente en geomorfología de suelos
para modelar el desarrollo de topoformas y edafogénesis correspondiente.
Por otro lado, existe un área grande de estudios en edafología que aplica
los métodos geoestadísticos (Wackernagel, 2003) para interpolación de los
datos espaciales, principalmente de las propiedades particulares de los suelos
(Webster y Oliver, 2007). Estos métodos, aparte de interpolación y visualiza-
ción de las características de suelos, también se usan para predecir el espesor
de los horizontes edáficos (Bourennane, 2000; Sidorova y Krasilnikov, 2008), y
permiten precisar los mapas edáficos. Los métodos geoestadísticos también per-
miten planear la estrategia de muestreo en el proceso de la cartografía edáfica
(Di et al., 1989) y cumplir otras varias tareas en edafología (Goovaerts, 1999;
McBratney et al., 2000). Sin embargo, la mayoría de investigadores usa los
métodos geoestadísticos como instrumento técnico para generar los mapas de

139
Geografía de suelos de México

distribución espacial de las propiedades individuales de suelos. Los intentos


de interpretar los datos del análisis geoestadístico en términos edafogeográficos
son escasos (Sidorova y Krasilnikov, 2007; Krasilnikov y Sidorova, 2008). Una
revisión de literatura sobre la aplicación geográfica de geoestadística se pre-
sentó recientemente por Haining et al. (2010).

Técnicas aplicadas en edafogeografía


Técnicas generales de edafología
Descripción del suelo en el campo. La descripción morfológica de suelos en
el campo es la base de la edafología. Existen varios manuales de descrip-
ción de suelos; prácticamente cada país tiene uno o más, publicados en
distintos años. El más completo es el manual del Servicio de Suelos del
Departamento de Agricultura de los eua. (Schoeneberger et al., 2002).
También existe un manual preparado por la Organización de Alimentación y
Agricultura de las Naciones Unidas (la última edición fao, 2006). En México
los manuales de uso común fueron publicados por el Colegio de Postgra-
duados (Cuanalo, 1975) y por la unam (Siebe et al., 1996). Aunque exis-
ten ciertas diferencias entre las obras citadas, para el uso práctico se puede
aplicar cualquiera de las mencionadas.

Clasificación de suelos. La geografía de suelos maneja la distribución espacial


de suelos en términos de propiedades y procesos edáficos, así como de las
unidades taxonómicas de suelos. Actualmente existen varias clasificaciones
de suelos en el mundo. La clasificación internacional que también se usa
oficialmente en México es la Base Referencial Mundial del Recurso Suelo
(iuss Working Group wrb, 2006). Otra clasificación importante a nivel
mundial y para México es la Taxonomía de Suelos de los Estados Unidos
(Soil Survey Staff, 1999). En las publicaciones internacionales los suelos se
refieren conforme los términos de las dos clasificaciones mencionadas. En
caso de necesidad de trabajar en términos de otra clasificación de suelos se
pueden consultar los libros de referencia en, por ej., Krasilnikov et al.,
(2009). También se recomienda revisar el sitio de web de David Rossiter
http://www.itc.nl/~rossiter/research/ rsrch_ss_class.html. Recientemente se
incrementó el interés por las clasificaciones matemáticas, derivadas de los
conceptos de membrecía parcial, lógica difusa, etc. (por ej., Burrough et al.,
1997). Sin embargo, estas clasificaciones se consideran como complemen-
tarias a las tradicionales (Ibáñez et al., 2005).

Cartografía de suelos. La cartografía edáfica es de gran importancia para la


geografía de suelos. Muchos trabajos edafogeográficos se basan en los
mapas; por ejemplo, la estimación de la edafodiversidad (Ibáñez et al.,
1995) y de la estructura de la cobertura edáfica (Fridland, 1976). Los obje-
tivos de los mapas edáficos a diferentes escalas se discuten en varias publi-
caciones (por ej., Porta et al., 2003). El manual más detallado para realizar
el levantamiento de suelos fue publicado por el Servicio de Suelos del

140
Capítulo 8. Metodología de la geografía de suelos

Departamento de Agricultura de los eua (Soil Survey Division Staff, 1993).


Recientemente la wrb desarrolló también un manual para la cartografía
en escala grande (iuss Working Group wrb, 2010). En México la carto-
grafía edáfica se hace según el manual del inegi (2008).

Cartografía de suelos digital. Es una tecnología innovadora que se aplica en


las regiones donde se carece de datos del campo. Básicamente para hacer
un mapa de probabilidad de distribución de suelos se tiene que conocer la
relación entre los factores formadores y los suelos (McBratney et al., 2003). Si
se tienen datos de topografía, clima, geología y vegetación de un área, com-
plementados con datos de sensores remotos, se puede predecir la distribu-
ción de suelos. El método fue desarrollado inicialmente en la Universidad
de Wisconsin, eua (Zhu y Band, 1994; Zhu et al., 2001); el programa
SoLIM permite generar los mapas predictivos para áreas aún desconocidas,
si hay mapas disponibles para áreas similares. El programa está disponible
en el sitio http://solim.geography.wisc.edu/software/index.htm. Actualmente
la cartografía digital (predictiva) de suelos es un método en desarrollo que
produce muchos resultados interesantes desde el punto de vista de la eda-
fogeografía (Lagacherie et al., 2006; Hartenmink et al., 2008).

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143
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación
y utilidad en el análisis global de suelos
Juan José Ibáñez1* y Asunción Saldaña2

l concepto de diversidad es de uso habitual en los ámbitos de la

E ecología y de la biología de la conservación, entre muchos otros.


Sin embargo, la diversidad de cualquier recurso natural puede ser
estimada sin dificultad si sus elementos o componentes son dife-
renciados en categorías, lo cual suele ser muy frecuente, por lo que
se puede considerar una ley. La razón esencial es que la mente humana, con
vistas a ordenar el mundo que la rodea y comunicarse con sus semejantes,
requiere categorizar de forma que los procedimientos y resultados de tal acción
sean inteligibles para todos aquellos que comparten un lenguaje común y una
unidad de intereses.
La aplicación del concepto de diversidad, así como de las herramientas para
su estimación, no requieren que se alcance una clasificación o taxonomía, tal
como se ha descrito. Basta con tener una categorización “completa”. Empero, tal
listado u ordenación puede también ser considerado como una “clasificación
plana” o no jerárquica. Se trata de la más elemental de las taxonomías, si se le
considera como tal (Mosterín, 1984).
Aquí viene la paradoja, la taxonomía puede considerarse como una “diver-
sidad de inventario” (Magurran, 1988), ya que da cuenta de todas las “cosas”
que tienen cabida en el objeto de estudio tal como lo hemos entendido. Una
taxonomía nacional de suelos debe dar cuenta de todos los edafotaxa presen-
tes en un país, mientras que una universal lo hace de todo el planeta Tierra.
Ya se ha alcanzado un nexo explícito y no ambiguo entre clasificación y diver-
sidad en su sentido más elemental.
A pesar de todo lo dicho, la diversidad no sólo consiste en el acto de enu-
merar todos los taxa (con base en una clasificación determinada) que aparecen
en un determinado enclave o región geográfica. Esta idea, muy generalizada,
es tan sólo un aspecto considerado en los estudios de diversidad. Hay mucho
más que sopesar, conceptualizar, definir y cuantificar alrededor de este término.
Sólo hay una definición en el ámbito de los estudios de biodiversidad que sirve
también para los suelos (Huston, 1984):

El concepto de diversidad consta de dos premisas primarias y dos juicios de valor


insoslayables. Las premisas consisten en las propiedades estadísticas comunes a cual-
quier mezcla de objetos… Cada uno de estos conjuntos de objetos posee dos propie-
dades fundamentales: (i) el número de diferentes tipos de objetos (por ejemplo espe-
cies, tipos de suelos) que se encuentran mezclados en la muestra; y (ii) el número o la

1Centro de Investigaciones sobre Desertificación, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad de Valencia, España.
2Departamento de Ecología, Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, Madrid, España.
* choloibanez@hotmail.com.

145
Geografía de suelos de México

abundancia relativa de cada uno de estos objetos. Los juicios de valor son: (a) si las
clases seleccionadas son lo suficientemente diferentes como para ser consideradas tipos
distintos; y (b) si los objetos pertenecientes a una clase determinada son lo suficiente-
mente similares para considerar que pertenecen al mismo tipo.

La definición es esclarecedora y apta para aplicar a cualquier recurso natural.


Posteriormente Huston (1984) abordó dos cuestiones básicas: (i) la diversidad
no sólo implica contar el número de taxa, sino la abundancia relativa de cada
uno, ya sea número de individuos o cobertura estimada para cada taxa; (ii)
siempre existe una incertidumbre o ambigüedad respecto al número de obje-
tos que se incluyen en una categoría. En otras palabras, tanto en la caracteri-
zación y definición de las especies biológicas como en la de los edafotaxa, existe
algún criterio más o menos arbitrario a la hora de ser incluido en una clase u
otra. Tradicionalmente este último discernimiento ha sido llevado a cabo por
los taxónomos. Lo hasta aquí expuesto no sólo concierne a las taxonomías tra-
dicionales, ya sean biológicas, edafológicas o de otra temática. Si nos fijamos
en la definición descrita, nada impide que se pueda abordar el estudio de la di-
versidad “funcional”, diversidad de “usos”, o de cualquier otra índole; el único
requisito que se impone es que se proceda a una categorización previa del uni-
verso a analizar.

Razones para el análisis de la diversidad


Una vez explicado el concepto de diversidad cabe preguntarse qué motivos o
razones han impelido a los científicos a abordar este tipo de estudios. Debe que-
dar claro que los análisis de diversidad van mucho más allá de una mera enume-
ración de distintas clases en un universo dado. Al introducir sus abundancias
relativas y otras magnitudes —de las que se dará debida cuenta al describir las
herramientas con vistas al análisis de la diversidad— estamos edificando un sis-
tema conceptual y metodológico mucho más potente de lo que pudiera pensar-
se en un principio. Las herramientas expuestas permitirán realizar el análisis de
las regularidades intrínsecas en la distribución espacio-temporal de los recursos
naturales.
Han sido muy escasos los intentos de elaborar una edafogénesis de los paisa-
jes de suelos, así como de analizar su distribución espacial mediante instrumen-
tos matemáticos. El edafólogo ruso Fridland, en 1976, fue el pionero en este tipo
de estudios. Posteriormente, Hole y Campbell (1985) recogieron y ampliaron
sus ideas con la intención de presentarlas a la comunidad angloparlante; sin em-
bargo, por inercia o desidia, sus ideas no se extendieron. Sus trabajos siguen
manteniendo vigencia en muchos aspectos; sin embargo también es cierto que,
con la emergencia de las ciencias de la complejidad (también llamadas ciencias
del caos), los expertos comenzaron a disponer de recursos formales más poten-
tes. Por tanto, mediante los análisis de diversidad se ha ido avanzando hacia un
cuerpo doctrinal que da cuenta de la edafogénesis espacial y de los patrones
de distribución de los edafotaxa en el paisaje. A diferencia de las propuestas
originales de Fridland, Hole y Campbell (que no deben olvidarse), la nueva
corriente, a la que podríamos denominar “edafometría tipológica” (en contrapo-

146
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

sición a la basada en la geoestadística), permite hacer uso de las mismas técni-


cas matemáticas para analizar los patrones de cualquier recurso natural y
extraer conclusiones de tal ejercicio intelectual.

Herramientas básicas en los análisis de diversidad


El contenido de este apartado se basa en las síntesis previas realizadas por
Ibáñez y García-Álvarez (2002) e Ibáñez et al. (2003). A continuación se des-
criben y comentan las tres categorías básicas sobre las que se basa cualquier
análisis de diversidad:

1) Índices de riqueza: número de categorías o taxa albergados en un determi-


nado espacio (por ejemplo, el número de especies biológicas, edafotaxa,
tipos de geoformas o unidades litológicas).
2) Índices de diversidad o algoritmos basados en la abundancia proporcional
de los taxa: la diversidad se define en función del número de los diferentes
taxones presentes (riqueza) y de su abundancia relativa (equitabilidad).
3) Modelos de distribución de abundancia (adm en su terminología ingle-
sa): modelos de distribución estadística que mejor se ajustan para descri-
bir el número y abundancia relativa de los taxa incluidos en los dos índices
anteriores (por ejemplo, series geométricas, logarítmicas, potenciales o
exponenciales).

Índices de riqueza
Cuando existe la posibilidad de reconocer la totalidad de los objetos (taxa) pre-
sentes en un determinado espacio geográfico, la estimación de la riqueza es muy
sencilla y extremadamente útil. Si, por el contrario, sólo se puede obtener una
muestra de la población, resulta importante discernir entre riqueza numérica y
densidad de los objetos. Así, por ejemplo, en el caso de los inventarios de suelos
y geomorfología, la primera consiste en la razón entre el número de diferentes
taxa encontrados (edafotaxa, unidades geomorfológicas) y el de objetos inventa-
riados. Por el contrario, la densidad da constancia del número de taxa por super-
ficie muestreada. Resulta imperativo conservar el inventario de las especies o
edafotaxa (de un determinado hábitat, localidad o región) con vistas a la conser-
vación de los recursos y el diseño de las reservas naturales. Sin embargo, existe
una gran dificultad (a veces insuperable) a la hora de obtener un censo o inven-
tario completo. Por estas razones se han desarrollado diversos algoritmos para
hacer una estimación aproximada de la riqueza total de la población Smax a
partir del inventario de ciertas muestras representativas de la misma Sobs. Estos
índices, por tanto, ofrecen una valoración de la “integridad” del inventario, a la
par que permiten comparar la riqueza entre distintas localidades. Uno de los mé-
todos más simples es la denominada curva de acumulación de especies. Entre
los más conocidos destacan los estimadores de Chao (Chao y Lee, 1992), los mé-
todos de rarefacción y el denominado Jacknife. También se han propuesto pro-
cedimientos no paramétricos. Southwood y Henderson (2000), entre otros,
ofrecen un sumario de los índices más utilizados para estimar Smax.

147
Geografía de suelos de México

En el ámbito de la edafología lo usual es elaborar un mapa de suelos a una


escala determinada. A partir de éste, la extensión cubierta por cada edafotaxa es
extraída del mismo mediante los procedimientos estandarizados de la fao.
En consecuencia, los algoritmos al uso con vistas a estimar Smax a partir de la
Sobs no suelen ser utilizados porque son extremadamente onerosos desde el
punto de vista económico, a la par que sumamente tediosos de compilar. Aún
así, este hecho acarrea un problema: no todas las cartografías edafológicas
atesoran la misma precisión y calidad. En consecuencia, se debe ser suma-
mente prudente y tener en cuenta que presentan un rango de error difícil de
cuantificar. Todo inventario debe considerarse como una subestimación de la
realidad a inventariar.

Índices de diversidad
Los índices basados en la distribución proporcional de los objetos han sido
muy utilizados en ecología teórica. Como hemos visto con anterioridad, el
concepto de diversidad tiene dos componentes que resulta imprescindible
diferenciar: riqueza y equitabilidad. Tal discriminación resulta crucial y lógica, ya
que para dos unidades espaciales con el mismo tamaño e idéntica riqueza, la más
diversa es aquella en donde la distribución de objetos distintos es totalmente
equiprobable (todos los objetos distintos o taxa tendrían el mismo número
de elementos —individuos— o éstos ocupan la misma extensión). En este
sentido cabe mencionar que los distintos índices dan diferente peso a la riqueza
y equitabilidad. En cualquier caso, Hill (1973) y Magurran (1988) demostra-
ron que la mayor parte de los índices propuestos en la literatura se encuentran
correlacionados.
El índice de diversidad más utilizado proviene de la teoría de la información.
Se trata del denominado índice de Shannon (Shannon, 1948; Shannon y Weaver,
1949). Desde esta perspectiva, la diversidad es equivalente al grado de incerti-
dumbre o información existente al extraer al azar, o encontrar, un determinado
elemento de un tipo de objeto determinado (por ejemplo taxa) en la pobla-
ción muestreada. Más aún, el índice de Shannon posee estrechas conexiones
matemáticas con el desarrollado por Boltzmann (1872, 1905) con objeto de
determinar la entropía estadística de los sistemas termodinámicos; por esta
razón Shannon denominó a su algoritmo índice de entropía. Su expresión ma-
temática es:

donde H⬘ es la entropía negativa, negentropía o diversidad, y pi la proporción


de individuos o elementos de una determinada clase u objeto (por ejemplo
especies biológicas, edafotaxa). El verdadero valor de pi no suele conocerse
(ya que sólo puede estudiarse una muestra de la población real), por lo que se
estima mediante n/N, donde ni es el número de individuos del objeto consi-
derado (o su ocupación relativa del espacio), y N el número total de indivi-

148
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

duos (o el área total que ocupa cada objeto en la unidad espacial muestrea-
da). Los valores de H⬘ pueden variar entre “0” (logaritmo neperiano de 1), si
todos los individuos o elementos pertenecen al mismo tipo de objeto, e lnN si
el número de objetos es igual al número de individuos. El índice H⬘ alcanza
valores máximos para una riqueza dada cuando todos los objetos están repre-
sentados por el mismo número de elementos. Un índice semejante, proce-
dente también de la teoría de la información es el de Brillouin, HB (Brillouin,
1956). Más información sobre el tema puede encontrase en Ibáñez y García-
Álvarez (2002).

La aplicación del índice de Shannon para la estimación de la edafodiversidad


ha suscitado arduas polémicas (Ibáñez et al., 1998; Odeh, 1998; Ibáñez y De
Alba, 1999, 2000; Ibáñez et al., 2005b). La mayor parte de ellas proceden de la
escuela de edafología matemática, que desdeña el valor de las taxonomías de
suelos, como ya comentamos con anterioridad.
En biología los valores de H⬘ suelen oscilar entre 1.5 y 3.5, excediendo rara
vez de 4.5 bits, cuando la base logarítmica es igual a 2 (Margalef, 1972). La en-
tropía máxima Hmax para un determinado valor de riqueza se produce cuando
la distribución de objetos es equiprobable; es decir, si en términos matemáticos
se cumple la condición:

donde S es la riqueza. La relación entre las negentropías observada y máxima


puede utilizarse como un estimación de la equitabilidad E (Magurran, 1988);
por tanto, se obtiene mediante este simple algoritmo:

El valor de E está en el intervalo de valores [0,1], donde “1” representa la


condición de máxima equiprobabilidad en la distribución de los elementos
entre los diferentes taxa, ya sea en número o en área, y “0” la posibilidad me-
nos equitativa. Existen otras alternativas para estimar E; sin embargo,
Magurran (1988) demostró una vez más que, como en el caso de la diversi-
dad, todas ellas se encuentran correlacionadas. La Tabla 9.1. muestra algu-
nas características de los índices de diversidad más usados. La simplicidad o
complejidad de un cálculo se juzga con el punto de vista de un estudiante
con experiencia matemática mínima y el uso de una calculadora de bolsillo
básica. La columna encabezada por riqueza señala si un índice está sesgado
hacia la riqueza de especies o bien hacia lo contrario, la uniformidad o domi-
nancia.

149
Geografía de suelos de México

Tabla 9.1. Bondades y debilidades de los índices de diversidad* (Magurran, 1998)


Capacidad discriminatoria Sensibilidad al tamaño muestral Riqueza o uniformidad dominancia Simplicidad de cálculo Amplitud de uso
␣ (serie logarítmica) Buena Baja Riqueza Simple Sí
␭ (normal logarítmica) Buena Moderada Riqueza Complejo No
Estadístico Q Buena Baja Riqueza Complejo No
S (riqueza de especies) Buena Alta Riqueza Simple Sí
Índice de Margalef Buena Alta Riqueza Simple No
Índice de Shannon Moderada Moderada Riqueza Intermedio Sí
Índice de Brillouin Moderada Moderada Riqueza Complejo No
Índice U de McIntosh Buena Moderada Riqueza Intermedio No
Índice de Simpson Moderada Baja Dominancia Intermedio Sí
Índice de Berger-Parker Pobre Baja Dominancia Simple No
Uniformidad de Shannon Pobre Moderada Uniformidad Simple* No
Uniformidad de Brillouin Pobre Moderada Uniformidad Complejo No
Índice D de McIntosh Pobre Moderada Dominancia Simple* No
* Simple: medidas de uniformidad y dominancia que asumen que ya ha sido calculado el índice principal sobre el que están basados.

Las curvas de Willis y los modelos de distribución de abundancia


Willis (1922), y Willis y Yule (1922) constataron que todos los inventarios, e
incluso la estructura matemática de las taxonomías biológicas, se ajustan a un
modelo de distribución muy general que denominaron hollow curves [curvas
huecas] (Figura 9.1). Desde entonces se ha demostrado que este modelo es
ubicuo, tanto en las estructuras bióticas como en las abióticas, así como en los
aspectos sociales y económicos (May, 1975; De Cola, 1985; Ibáñez y García-
Álvarez, 2002; Ibáñez et al., 2003, 2005b y 2006). Se trata de las denominadas
distribuciones de cola grasa, en su sentido más amplio, a la que pertenecen todos
los modelos que se analizarán a continuación. Ibáñez et al. (2005a) comproba-
ron su existencia en la distribución de abundancia de los edafotaxa en las islas del
Mar Egeo (Figura 9.1) y en las taxonomías edafológicas (Ibáñez y Ruiz-Ramos,
2006; Ibáñez et al., 2006). Pero, ¿qué es una curva de Willis?
Una curva de Willis consiste en una representación en coordenadas carte-
sianas, en las cuales los taxones son ordenados de mayor a menor abundancia,
de tal modo que emerge una curva pronunciadamente cóncava. Este hecho
significa que muy pocos taxa son muy abundantes (número de individuos en
extensión superficial que ocupan, etc.), mientras que su número crece “drás-
ticamente” conforme disminuye su abundancia. Hasta ahora nadie ha dado
cuenta de las razones de un patrón tan ubicuo en la naturaleza.
Los modelos de distribución de abundancia (adm en su terminología
inglesa), también llamados de relaciones S:N (S de especies y N de número de in-
dividuos) por Southwood y Henderson (2000), son herramientas estadísticas
que los ecólogos han aplicado durante décadas para analizar las regularidades
intrínsecas en diversas entidades biológicas y ecológicas (Tokeshi, 1993). Los
adm son las herramientas que ofrecen una descripción más completa de la

150
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

8000

7000

6000

5000
Área

4000

3000

2000

1000

Ve

Oe
I+RO
E
Lc

Bc

I
To

Rc
Be

Gc
Ie

Bd
Re

Bh
Le

Lo
Je

Id
RO

Bk

Lv Pedotaxa

Figura 9.1. Las hollow curves en el mundo edafológico (edafotaxa en las islas del Mar Egeo; después de Ibáñez et al. 2005a). La lista de suelos (área en
km2) se presenta en el orden del grado del desarrollo del suelo: rocas expuestas (RO); una mezcla de Leptosoles y las rocas expuestas (I⫹RO); Leptosoles calcáricos
(Lc); Leptosoles éutricos (Ie); Leptosoles dístricos (Ld); Leptosoles asociados con las rocas volcánicas (I); Regosoles calcáricos (Rc); Regosoles éutricos (Re); Leptosoles
réndzicos (E); Leptosoles úmbricos (U); Cambisoles éutricos (Be); Cambisoles éutricos (Bc); Cambisoles dístricos (Bd); Cambisoles cálcicos (Bk); Cambisoles húmicos
(Bh); Andosoles háplicos (To); Fluvisoles calcáricos (Jc); Gleysoles calcáricos (Gc); Histosoles éutricos (Oe); Vertisoles éutricos (Ve); Luvisoles háplicos (Lo); Luvi-
soles vérticos (Lv); Luvisoles chrómicos (Lc). Reproducido con el permiso de Elsevier.

información sin tener que profundizar en complejos o tediosos análisis mate-


máticos. Resulta interesante aplicar estas técnicas en el ámbito de los recursos
naturales no biológicos para detectar las similitudes y diferencias entre las en-
tidades de estos recursos (Ibáñez et al., 1995b, 1998). A pesar de lo dicho, en tér-
minos operativos su uso resulta ser más complicado de lo que parece a simple
vista, dando lugar a controversias tan interminables, como en el caso de los ín-
dices de diversidad (Tokeshi, 1993; Ibáñez y De Alba, 2000).
Por otro lado, Frontier (1987) introdujo una familia de modelos a los cuales
denominó Zipf-Mandelbrot, previamente usados en contextos lingüísticos y
socioeconómicos, modificados posteriormente por Mandelbrot para abordar
los análisis fractales del contenido de información (Zipf, 1949; Mandelbrot
1975, 1977 y 1982; Tokeshi, 1993).
Los cuatro modelos aludidos dan lugar a curvas con formas diferentes al
ser presentados en los denominados gráficos de rango-abundancia. Cuando los
datos se muestran sin transformación alguna aparecen como en la Figura 9.2a
(ejemplo de la distribución de edafotaxa en las islas del Mar Egeo). Si las cifras de
abundancia son sometidas a una transformación logarítmica, al contrario que
las del rango, las series geométricas y logarítmicas dan lugar a líneas más o me-
nos rectas, mientras que los otros dos adm se curvan hacia abajo (Figura 9.2b).
Por el contrario, las distribuciones lognormales y de bastón roto (o palo quebra-
do) adquieren morfologías rectilíneas cuando son los rangos los que sufren la
transformación logarítmica (May, 1975).

151
Geografía de suelos de México

a b

25

10 000
20

1000

15 valores observados

Log N
100
Log N

log-normal
log-normal
series log
10 series log geométrica
10
barra rota
geométrica
observados

5 barra rota 1
1 3 5 7 9 11 13 15 17 19 21 23

0
1 1 000 2000 3000 4000 5000 6000 7000 8000
Rango Rango

Figura 9.2. a) Representación rango-abundancia: distribución de edafotaxa en las islas del Mar Egeo (después de Ibáñez et al. 2003, 2005a y 2005b). b) Repre-
sentación de los datos de la Figura 9.1 en un gráfico de funciones de distribución según lo expuesto en el texto (después de Ibáñez et al., 2003).

Otras posibilidades de estimación


A continuación se presentan algunas de las herramientas que hoy en día son de
uso común en los estudios de biodiversidad y edafodiversidad.

Leyes potenciales o de escala


Tradicionalmente las leyes potenciales, también llamadas de escala, han sido
soslayadas a la hora de analizar la distribución de abundancia de los indivi-
duos entre los diferentes taxones que cohabitan en una comunidad. La razón
esgrimida es que carecían de significación biológica (Magurran, 1988). Una ley
potencial puede ser formalizada mediante el siguiente algoritmo:

y⫽a∗Xb,

donde a es la intercepción de la curva en el eje y de un gráfico en coordenadas


cartesianas y b un exponente. Las leyes potenciales son denominadas de escala,
ya que son invariantes a los cambios de las mismas. El ecólogo español Ramón
Margalef, conocido como el pionero que introdujo la teoría de la información
en los estudios de diversidad, en las postrimerías de su fructífera trayectoria pro-
fesional propuso el siguiente algoritmo con vistas a cuantificar la biodiversidad
(Margalef, 1991):

152
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

donde N es el número de individuos (o extensión ocupada por un taxón), S es


la riqueza o el número de taxa del ensamblaje estudiado y K la estimación del
índice de diversidad. Los valores de K se encuentran en el intervalo [0-1]. En
otras palabras, la diversidad tiende a ser máxima cuando K se aproxima a “1” y
mínima si tiende a “0”. Por último, debe recalcarse que este índice de diversidad
corresponde a un exponente fraccional de una ley potencial, lo cual quiere de-
cir que se trataría de una dimensión fractal en el caso de que existiera un ajuste
de los datos a una ley de escala.

La diversidad en el espacio: relaciones especies-área (SPAR) y


la teoría de la biogeografía insular
El tema de las relaciones entre el número de especies y el tamaño del área
muestreada, también conocido en la literatura anglosajona como curva espe-
cies-área (spar), es una de las líneas de investigación que más interés ha des-
pertado en los estudios sobre diversidad (Huston, 1994; Rosenzweig, 1999).
Tales relaciones han sido utilizadas para estimar las dimensiones mínimas
requeridas en el análisis de las comunidades biológicas, así como para deter-
minar áreas óptimas de las reservas naturales que pretenden preservar la bio-
diversidad. Sin embargo, al margen de la riqueza, otros índices de diversidad
han sido poco estudiados en relación con el área. En líneas generales, los resul-
tados obtenidos hasta el momento parecen demostrar que al incrementar el
tamaño del área diez veces se duplica el número de especies. Es decir, se pre-
sentan funciones potenciales o de escala. MacArthur y Wilson (1967) propusie-
ron el siguiente algoritmo:

S⫽C∗Az,

donde S es la riqueza, A el área muestreada, C una constante empírica y z la


pendiente de la curva que se obtiene al representar gráficamente el logaritmo
del número de especies de una muestra frente a su tamaño. C y z varían de un
grupo taxonómico a otro (por ejemplo aves o plantas vasculares) y de un área
geográfica a otra. El valor de z para el conjunto de la fauna mundial oscila,
según el taxón, entre 0.15 y 0.35. Cuanto menor es z, es decir cuanto más se
acerque a “0”, más disminuye el número de especies al reducirse el área. Los
altos valores de z también parecen correlacionarse positivamente con la hete-
rogeneidad topográfica del área (Pianka, 1983). Probablemente, en la mayoría
de las ocasiones, el área en sí misma debe ser menos importante que la “varie-
dad” del modelado terrestre u otras variables del ambiente (en el caso de los
suelos sus factores formadores). Debe tenerse en cuenta que al incrementarse
el área suelen aparecer nuevos tipos de litologías, estilos fisiográficos, tipos de
suelos, micro y meso climas, etcétera.
Numerosos ecólogos consideran que la teoría biogeográfica de islas de
MacArthur y Wilson es corroborada simplemente cuando los datos se ajustan
a una distribución potencial, y que en el caso de las islas este ajuste debe tener
un exponente z⫽0.25. Durante mucho tiempo se han interpretado las regula-
ridades detectadas en clave biológica, considerando que los patrones o regu-

153
Geografía de suelos de México

laridades encontrados en la naturaleza se deben a rasgos propios y diferenciales


de las comunidades vivas. Actualmente se empieza a ver que esto no es así. Por
ejemplo, Ibáñez et al. (2005a, 2005b) constataron cómo las relaciones edafota-
xa-área en sistemas insulares se ajustan a esta misma distribución, y con el
exponente mencionado. Sin embargo los suelos no emigran ni se extinguen (en
el sentido biológico del término), y la composición y diversidad de los suelos
de estas unidades geográficas no depende de su distancia de los continentes más
próximos, y menos aún de cualquier asunción biológica. Esto pone en entre-
dicho la teoría de biogeografía de islas. Resumiendo, el comportamiento de
los edafotaxa y biotaxa respecto al área es el mismo.

La diversidad y el tiempo: las curvas especies-tiempo o SPTI


Existen algunas evidencias empíricas que podrían sugerir que las variables
tiempo y espacio son intercambiables (Preston, 1960). Por lo tanto, el número
de especies recolectado al incrementar el área muestreada o el tiempo de dura-
ción de un muestreo (de hecho una monitorización) darían lugar al mismo
tipo de curvas o modelos de distribución. Por estas razones diversos ecólogos
hablan de curvas especies-tiempo, o spti, mientras que tal posibilidad de in-
tercambiar tiempo y espacio recibe el término de conjetura ergódica (Rosenzweig,
1998). Sin embargo, existen pocos estudios y evidencias sobre este tema, por lo
que la conjetura ergódica y las spti permanecen en el ámbito de las hipótesis
y no de las regularidades. Finalmente cabe decir que en ciertos estudios reali-
zados sobre la edafodiversidad de una cronosecuencia de terrazas en el río
Henares (vertiente sur del Sistema Central, en el centro de España), se detecta-
ron patrones de incremento de diversidad con el tiempo para la misma unidad
de área que sugerían, aunque no probaban la posibilidad de un incremento
potencial de edafotaxa con el devenir del tiempo (Saldaña e Ibáñez, 2004).
El incremento de diversidad de ensamblajes de taxa biológicos (comunida-
des) con el tiempo, concierne a dos ámbitos más o menos relacionados de la
ecología, que se denominan sucesión ecológica y fraccionamiento de nicho
(Whittaker, 1972, 1977 y 1998). Sin embargo, desde un punto de vista edafoló-
gico, tal relación no sólo es de interés en los estudios de edafodiversidad per se,
sino que puede dar lugar a un aspecto de la edafogénesis que no se ha abordado
debidamente a pesar de su innegable importancia. Nos referimos específicamen-
te a la génesis de los edafopaisajes: bajo la acción invariante de los mismos
factores formadores, un segmento del espacio geográfico tenderá a incrementar
(edafogénesis divergente) o a disminuir (edafogénesis convergente) la edafo-
diversidad taxonómica con el tiempo.

Fractales y multifractales
Fractales
Hace casi tres decenios los investigadores han mostrado que la distribución
de objetos, como las montañas, las nubes o las galaxias, pueden describirse en el
marco de leyes potenciales. Mandelbrot (1975, 1977) introdujo el término frac-

154
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

tal para definir aquellos objetos o fenómenos espaciales y/o temporales que
son continuos pero no diferenciables y que exhiben correlaciones parciales
sobre muchas escalas. Una definición más formal del término fractal puede
consistir en “series de medidas en las cuales la dimensión de Hausdorff-Be-
sicovitch excede la dimensión topológica” (Burrough, 1985). La aparición de
tales modelos matemáticos en la escena de la edafología fue muy temprana, al
contrario de lo que ocurrió con las ciencias de la complejidad, y se debe a
Burrough (1981). Sin embargo, la literatura en ciencias del suelo sobre fractales
se ha circunscrito fundamentalmente a la física de suelos, incluyendo la hidrolo-
gía, calidad del agua y flujo de contaminantes. De este modo, se han detectado
estructuras fractales o multifractales en la distribución de las partículas del
suelo según su tamaño, estructura (dimensiones de los agregados del suelo), po-
rosidad, etc. (Pachepski y Crawford, 2004). Sin embargo, apenas existen estudios
que competen a la geografía de suelos.
Un elemento esencial de la geometría fractal es lo que se denomina dimen-
sión fractal D (Mandelbrot, 1977). En un espacio euclidiano los puntos tienen
dimensión “0”, las líneas dimensión “1”, los planos dimensión “2” y los volú-
menes dimensión “3”. La dimensión fractal, por el contrario, adopta valores
fraccionales. Así, una curva que se retuerce indefinidamente hasta parecer que
llega a ocupar un plano de referencia, poseería una dimensión tanto más cer-
cana a “2” cuanto más se aproximara a tal relleno completo. Análogas consi-
deraciones podrían realizarse en lo que concierne a un plano respecto a un
volumen de referencia. En geografía de suelos dos simples procedimientos
permiten detectar tales estructuras (y/o procesos); por un lado está el método de
las cuadrículas (box counting method), que es muy sencillo y cuya aplicación
se muestra en la Figura 9.3; por otro lado, una forma útil de reconocer visual-
mente una estructura de estas características consiste en llevar a cabo una tras-
formación logarítmica de los datos en ambos ejes y observar si se obtiene una
línea recta.
¿Por qué son de interés los fractales en los análisis de diversidad? En pri-
mer lugar porque son extremadamente ubicuos en la naturaleza, incluyendo
diversos aspectos que son competencia del edafólogo. Por tratarse de una
estructura invariante a los cambios de escala puede inferirse que, si se detecta
tal estructura, los procesos que la hacen posible no varían en el intervalo de los
órdenes de magnitud en los que aparece tal constructo. Por la misma razón,
cuando en el espacio y el tiempo se rompe la simetría fractal del objeto o proce-
so de estudio que se mantenía en un determinado intervalo, puede aseverarse
que la dinámica subyacente ha cambiado justamente a partir de tal inflexión.
En otras palabras, son potentes modelos de predicción. Muchas relaciones
edafodiversidad-área son estructuras fractales puesto que se ajustan a una ley
potencial que abarca al menos tres órdenes de magnitud cuando se analiza el
objeto de estudio. Este es el caso de los suelos en archipiélagos si obtenemos la
susodicha distribución potencial cuando la población de los tamaños de las islas
en él alcanza como mínimo tales órdenes (por ejemplo, desde 10 km2 a más de
1 000 km2) (Ibáñez et al., 2005a, 2005b).
Como se ha visto con anterioridad, se han propuesto numerosos índices con
vistas a determinar la edafodiversidad. Empero, si la estructura que analizamos

155
Geografía de suelos de México

Análisis fractal de tipos de suelo


UE (WRB) Gleu

Ejemplo de suelo intrazonal: Gleysol eutrico

Figura 9.3. Mapa de la distribución de los Gleysoles eútricos en Europa y muestra de la estructura fractal.

es un fractal, el índice de Margalef es el más apropiado, a pesar de que apenas se


ha hecho uso de él hasta la fecha.

Multifractales
Si la conceptualización, detección y cuantificación de las estructuras fractales
resulta ser sumamente sencilla, no puede decirse lo mismo de los denomina-
dos multifractales. Por tanto, tan sólo describiremos los aspectos básicos que son
fundamentales, con vistas a entender la relación entre los índices de diversidad
y las estructuras multifractales. A menudo encontramos que al cambiar la
escala de resolución se mantienen las leyes potenciales, pero no su dimensión
fractal (D), que varía en función de la escala. Por tanto, un único valor de D ya
no puede dar cuenta de toda la estructura considerada.
Existen dos metodologías ampliamente usadas por los expertos en materia
de multifractales. Una de ellas se denomina espectro de singularidades y la
otra es conocida como dimensiones generalizadas de Rényi. Ibáñez et al. (2006)
y Caniego et al. (2006, 2007) describen su aplicación al ámbito de la edafología.
De ambas aproximaciones se puede obtener información distinta, aunque la más
utilizada es la primera.
Puede ocurrir que las bases de datos a analizar sean fractales, o no sean frac-
tales ni multifractales. Caniego et al. (2006, 2007) constatan cómo la edafodi-

156
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

versidad de la edafosfera global, dividida por continentes, muestra claros sín-


tomas de multifractalidad (pero también con buenos ajustes a leyes potencia-
les; es decir, a distribuciones fractales) siempre y cuando se eliminen los taxa
de mayor extensión de cada masa continental. Curiosamente, el análisis mate-
mático de las taxonomías biológicas y edafológicas muestra el mismo patrón:
presenta una estructura multifractal al eliminar unos cuantos taxa de gran
tamaño (Ibáñez et al., 2006). ¿Qué hacer en estos casos? Obviamente en tales
circunstancias un análisis multifractal no puede reemplazar a las herramien-
tas clásicas, pero se puede detectar un rango de tamaños en el que se detecta
un patrón multifractal, con sus índices de diversidad característicos, e indagar
por qué los taxa de mayor tamaño lo eluden, lo cual siempre resulta ser muy
informativo como análisis geográfico cuantitativo.

Teoría de los subconjuntos anidados


Como en el caso del incremento del número de taxa con el área muestreada,
otro de los hechos aceptados por los estudiosos de la biodiversidad y por los de
la biología de la conservación es que todos los recursos naturales, una vez cla-
sificados, no se distribuyen al azar a lo largo de la superficie terrestre. Efec-
tivamente, a menudo, algunos taxa o unidades tipológicas aparecen correlacio-
nados espacialmente con otros, ya sea positiva o negativamente, y es indudable
que lo mismo ocurre en edafología. Por ejemplo, donde abundan los Criosoles
difícilmente pueden hacerlo los Plintosoles o los Nitisoles.
Uno de los patrones más simples y extendidos en la distribución de taxa
fue denominado anidamiento o patrones de subconjuntos anidados por Patterson
y Atmar (1986). Dado un conjunto de réplicas de un mismo hábitat que varían
en su riqueza, tales como las especies o los edafotaxa en las islas de un archipié-
lago, los hábitats menos diversos (que contienen las especies más comunes)
tienden a ser subconjuntos de los hábitats que ensamblan un mayor número
de especies (y que contienen además las especies raras). Del mismo modo, si un
taxón se encuentra ausente de un determinado conjunto también lo estará en
los menos extensos y, como corolario, también en los menos diversos.
Para realizar los cálculos, los taxa pueden ser ordenados de acuerdo al
número de sus respectivas ocurrencias o apariciones entre los hábitats mues-
treados. A su vez, estos últimos también lo hacen conforme a su riqueza en
taxa. Una matriz de presencias-ausencias ordenada de esta forma se caracteri-
zaría en los hábitats perfectamente anidados por poseer una diagonal nítida
(Figura 9.4a). La aparición de huecos indica que el anidamiento no es perfec-
to, como puede presentarse en la naturaleza (Figura 9.4b). Este procedimiento
de ordenamiento es muy semejante al que se elabora en los inventarios fitoso-
ciológicos. Este patrón también parece darse a escalas espaciales muy dispares
(Patterson, 1990), lo cual es una huella manifiesta de fractalidad.

Diversidad y escala
En función de la escala utilizada es posible distinguir varios tipos de diversidad.
Whittaker (1972, 1977) (véanse también las ligeras modificaciones propuestas por

157
Geografía de suelos de México

a
Número taxa Incremento de riqueza
Tamaño
parches

Disminución tamaño
Línea límite

b
Número taxa Incremento de riqueza Total
ocupación
Tamaño parches 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
1 9
2 8
3 7
4 7
5 5
6 5
7 5
8 4
9 3
Dism tamaño Línea límite Hueco Atípica 2
10
11 1

Riqueza 11 8 7 7 6 5 4 4 3 1

Figura 9.4. a) Esquema ideal de un anidamiento perfecto. b) Esquema teórico de un anidamiento en la naturaleza.

Southwood y Henderson 2000) distinguió cuatro tipos distintos: (i) diversidad


puntual o ␣ (que correspondería a la parcela de muestreo representativa de una
comunidad o hábitat, o en términos edafológicos a un polipedón); (ii) diversi-
dad ␤ (por ejemplo biocenosis, asociaciones de suelos o geoformas); (iii) di-
versidad ␥ (ecosistemas y asociaciones de suelos en un paisaje), y (iv) diversidad
␧ (diversidades de tipo regional). La diversidad de tipo ␧ corresponde a la in-
teracción de las diversidades precedentes.
Aunque actualmente los especialistas distinguen varios tipos de diversidad
biológica (Figura 9.5), el enfoque más común suele asociarse al estudio del
número de especies biológicas presentes en un determinado ecosistema, bioma,
etc. Debe entenderse que la diversidad es considerada como un atributo de las
biocenosis, relacionado con importantes procesos ecológicos (sucesión, madu-
rez, estabilidad, etc.). Lo mismo cabría decir en edafología, con especial énfasis
en la evolución divergente y en el análisis de los patrones espaciales de suelos
(Ibáñez et al., 1990, 1995b).
Conviene recordar que los instrumentos matemáticos desarrollados para
analizar la diversidad pueden aplicarse por igual a todos los objetos detalla-
dos en la Tabla 9.2, así como a muchos otros, ya sean artefactos tecnológicos,

158
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

DIVERSIDAD DIVERSIDAD DIVERSIDAD


Megagenoma Reino (División) Biosfera

Comunidad Phylum Bioma

Población Clase Paisaje

Organismo Orden Ecosistema

Célula Familia Ecosistema

Orgánulos Género Mosaico

Cromosomas Especie Hábitat-Nicho

Figura 9.5. Patrones jerárquicos y escalas de diversidad genética, taxonómica y ecológica (modificado de Di Castri e Younès, 1996).

entes sociales, económicos, cognitivos, etc. No obstante, debe tenerse en cuenta


que cuando se trabaja con bases de datos o cartografías edafológicas, se pro-
cede mediante un modelo de generalización cartográfica que tiende a ir eli-
minando los edafotaxa que cubren menos extensión. Del mismo modo, la
densidad de muestreo resulta ser de suma importancia: usualmente no se de-
tectará la misma edafodiversidad con una densidad de muestreo baja (pocos
tipos de suelos) que con una alta (más probable que aparezcan nuevos sue-
los). Desde este punto de vista se debe ser cauto a la hora de comparar la
diversidad de edafotaxa procedente de distintas áreas y realizadas por distin-
tos autores.
El la Figura 9.6. se muestra el efecto de las escalas en los estudios de edafo-
diversidad. Se trata de análisis anidados de cartografías realizados en Europa
desde una escala 1:20,000 a otra 1:1,000,000. Como puede observarse, una
pequeña porción de paisaje muestreado a una escala detallada puede detectar
casi el mismo número de grupos taxonómicos de suelos para el conjunto de
la Europa Occidental. Resumiendo, escala y densidad de muestreo se deben

Tabla 9.2. Ejemplo de aplicación de las diversidades de escala y diversidades ␤ en el ámbito de la cartografía de suelos, a escala 1:250,000
(Ibáñez et al., 1998)
Estructura del paisaje Jerarquía de unidades cartográficas de suelos Escala Diversidad de escalas ␤-diversidad

Micro-hábitat polipedión (10⫺4⫺101 ha) Diversidad puntual Diversidad entre pediones


Hábitat unidades de mapeo menores (102⫺103 ha) Diversidad ␣ Diversidad entre unidades de mapeo
Paisaje unidades de mapeo mayores (104⫺105 ha) Diversidad ␥ Diversidad ínter paisajística
Región región de suelos (ⱖ106 ha) Diversidad ␧ Diversidad interregional

159
Geografía de suelos de México

25
Suelos probables

20

15
Riqueza

10

0
CEE España Guadalajara Ayllón
1/1000 000 1/1000 000 1/25000 1/20 000

Figura 9.6. Riqueza en edafotaxa al segundo nivel de la FAO (1988) para espacios geográficos anidados y muestreados a distintas escalas.

tener muy en cuenta, como también ocurre en el ámbito de la biodiversidad


(Ibáñez et al., 2003).

Algunas aplicaciones
En este apartado se muestran dos ejemplos del uso de la edafodiversidad en
una cuenca de drenaje, que son un claro ejemplo de estructuras fractales
(Rodríguez-Iturbe y Rinaldo, 1997).

Patrones de diversidad litológica y geomorfológica y sus relaciones con la edafodiversidad


Más que escasos, son excepcionales los antecedentes, tanto en la literatura
ecológica como en la de las ciencias de la Tierra, sobre geodiversidad y las rela-
ciones entre biodiversidad y geodiversidad. A continuación se muestran algunos
resultados de trabajos en cuencas de drenaje obtenidos por los impulsores de
esta línea de investigación.
Ibáñez et al. (1990) analizaron la relación entre edafodiversidad y el rango
de las cuencas de drenaje en el Macizo de Ayllón (Sistema Central, España).
El rango de las cuencas, de acuerdo con la nomenclatura de Horton-Strahler
(Strahler, 1963), informa de la complejidad de las redes fluviales, que a su vez
está positivamente correlacionada con su área o extensión.

160
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

Tabla 9.3. Edafodiversidad según aumenta la complejidad de los sistemas de incisión fluvial
en el Macizo de Ayllón
Núm. cuencas Riqueza Equitabilidad Entropía Diversidad de
Rango cuencas muestreadas (S) (E) máxima (Hmax ) Shannon (H⬘)
1 163 1,6 0,76 1,79 1,36
2 53 2,0 0,77 2,49 1,91
3 20 3,5 0,85 2,64 2,34
4 5 8,8 0,97 2,89 2,80

Como puede observarse en la Tabla 9.3, tanto la riqueza como la equitabili-


dad y la diversidad aumentan conforme incrementa la complejidad y el área de
las cuencas. Recordemos que las cuencas pequeñas son conjuntos anidados
de las de mayor tamaño, y tal estudio fue realizado también sobre la misma
base de datos. Del mismo modo otros aspectos de la erosión fluvial y del mo-
delado terrestre en general, también se conforman por estructuras fractales. Lo
mismo ocurre con la hidrología de las cuencas fluviales y la magnitud-frecuen-
cia de las inundaciones catastróficas (Ibáñez et al., 1998).
El interés era determinar cómo los modelados de incisión fluvial repercuten
sobre la diversidad geomorfológica y litodiversidad de los paisajes a los que
afecta, del mismo modo que ocurre con la edafodiversidad. De Alba et al. (1993)
analizaron seis secciones transversales del río Torote, desde cerca de su nacimien-
to hasta su desembocadura en el río Henares, del que es tributario (Sistema Cen-
tral, centro de España). Tales cortes transversales alcanzaban desde el cauce
hasta sus divisorias y fueron seleccionados conforme aumentaba el rango de la
cuenca del Torote aguas abajo al ir recibiendo nuevos cauces tributarios. En ellos
se estimó la riqueza y diversidad del número de unidades geomorfológicas pre-
viamente cartografiadas. Los resultados obtenidos sugieren, una vez más, el in-
cremento de la riqueza y diversidad de modelados de una cuenca fluvial con
el aumento del rango de la misma (Tabla 9.4).
Posteriormente, los mismos autores seleccionaron dos transectos transversa-
les a los ríos Henares y Torote, de tal modo que ocuparan la misma extensión
(6,553 ha). Los dos también alcanzaban sus respectivas divisorias de aguas. La
sección transversal al Torote se situaba en el tramo alto y medio de la cuenca,
de tal modo que incluía los rangos 1, 2 y 3 mostrados en la tabla anterior. Por su

Tabla 9.4. Rango (Horton-Strahler) de los segmentos de la cuenca del río Torote y diversidad geomorfológica
Unidades geomorfológicas
Cortes Rango Superficie Terrazas Terrazas Conos Riqueza Diversidad
transversales cuenca raña altas bajas Laderas aluviales u. geomorfol. Shannon
Torote-1 1 63% 0% 0% 31% 9% 3 1,18
Torote-2 2 40% 0% 0% 50% 0% 3 1,36
Torote-3 3 10% 0% 40% 44% 0% 4 1,64
Torote-4 4 4% 8% 35% 42% 0% 5 1,88
Torote-5 4 0% 4% 21% 46% 24% 5 1,88
Torote-6 4 0% 15% 26% 33% 20% 5 2,14

161
Geografía de suelos de México

Tabla 9.5. Rango (Horton-Strahler) de los cortes transversales de dos cuencas fluviales (Centro de España)
y diversidad geomorfológico
Unidades geomorfológicas
Cortes Rango de Superficie Superficie Terrazas Terrazas Conos Fondo Riqueza Diversidad
transversales la cuenca páramo raña altas bajas Laderas aluviales valle geomorf. Shannon
Torote 1,2,3 0% 47% 1% 4% 46% 0% 2% 2 1.39
Henares 5 2% 4% 21% 20% 23% 23% 5% 5 2.54

parte, la sección transversal al Henares lo hacía cuando su cauce alcanzaba el


rango 5. Los resultados obtenidos se muestran en la Tabla 9.5.
Una vez más se demuestra cómo al aumentar la complejidad de las cuencas
de drenaje se incrementa la riqueza y diversidad de unidades geomorfológi-
cas, lo mismo que ocurría con la edafodiversidad. Nótese que esta manera de
proceder elimina el efecto del área que suele acarrear el análisis de cuencas
completas. Por lo tanto, los resultados obtenidos no dependen de esta última
magnitud, sino exclusivamente de la complejidad del modelado generada por
el proceso de incisión o erosión fluvial (De Alba et al., 1993).
Ibáñez et al. (1994) fueron aún más lejos al abordar la paleo-reconstrucción
de la incisión fluvial de una sección del río Henares, desde su divisoria pliocena
hasta su cauce holoceno. De este modo lograron obtener una panorámica de la
fisiografía en seis momentos distintos que abarcaban 2.5 millones de años, como
aparece en la Figura 9.7. En la cronosecuencia reconstruida se contabilizaron tan-
to la riqueza y diversidad geomorfológica como las concernientes a la litología.
Los resultados obtenidos son presentados en la Tablas 9.6 y 9.7. Una vez más
se muestra como el proceso de incisión fluvial que ha modelado el paisaje de
la región de estudio durante los 2.5 últimos millones de años genera tanto un
incremento de la diversidad geomorfológica como de la litodiversidad. Hasta
finales del Plioceno el área era plana. Los piedemontes que partían del Macizo de
Ayllón (Sistema Central) estaban constituidos por la superficie de raña que fina-
lizaba en un gran mar interior, que hoy corresponde a la denominada superfi-
cie del Páramo. La primera era de naturaleza silícea y la segunda calcárea (Ibáñez
et al., 1994). Más adelante, mediante modelos digitales del terreno y sistemas de

Tabla 9.6. Diversidad geomorfológica de la paleo-reconstrucción de una sección transversal del río Henares
Unidad geomorfológica T0 T1 T2 T3 T4 T5 “S”*

Superficie páramo 100,0 10,0 10,0 9,5 8,0 8,0 1o


Escarpe y cuesta páramo 0,0 4,0 5,5 9,0 9,0 12,0 7
Glacis 0,0 0,0 0,0 5,0 13,0 10,0 4
Superficie raña 0,0 86,0 8,0 8,0 8,0 8,0 6
Terrazas fluviales 0,0 0,0 1,5 36,5 53,0 53,0 6
Llanura de inundación 0,0 0,0 75,5 32,0 9,0 9,0 4
Riqueza unidades 1,0 3,0 5,0 6,0 6,0 6,0 —
Diversidad de Shannon 0,00 0,71 1,26 2,20 2,10 2,10 —
* “S” ⫽ Tipos de suelos a nivel de Subgrupo de acuerdo a la USDA Soil Taxonomy en la actualidad.

162
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

Superficie del paramo de erosión (2.5 millones de años) T0

T1

Superficie de raña (1.8 millones de años)


T2

Primera terraza (1.6-1.7 millones de años) T3

T4

T5
Terrazas altas (0.6-0.7 millones de años)

Terrazas bajas (10.00-0 años)


PERFIL LONGITUD m
T0 17 665 Planicie de inundación actual
T1 17 670
T2 17 671 ESCALA DEL GRÁFICO
m
T3 17 692 100
T4 17 693
T5 17 692
0 1 2Km

Figura 9.7. Paleo-reconstrucción de la fisiografía de una sección del río Henares de 2.5 millones de años.

información geográfica, estos autores cuantificaron la extensión de cada una


de las cinco paleo-superficies reconstruidas, así como de la fisiografía actual,
valorando a su vez la tasa de sedimentos perdidos y la dimensión fractal del
transecto (que nos informa sobre la irregularidad de la superficie del espacio
geográfico considerado). Estos datos se muestran también en la Tabla 9.7.
Tabla 9.7. Litodiversidad de la paleo-reconstrucción de una sección transversal del río Henares
Litología T0 T1 T2 T3 T4 T5
Calizas 100,0 10,0 10,0 9,0 8,0 8,0
Areniscas y conglomerados 0,0 0,5 0,5 0,5 0,4 0,4
Margas y yesos 0,0 1,5 1,5 1,5 1,4 1,4
Arenas y arcillas 0,0 2,0 3,0 6,5 7,3 7,5
Gravas calizas 0,0 0,0 0,0 5,0 10,0 6,0
Arenas, arcillas y conglomerados 0,0 0,0 0,0 1,5 4,0 6,7
Gravas silíceas 0,0 86,0 8,0 8,0 7,5 7,5
Arenas y gravas 0,0 0,0 3,0 36,0 53,0 53,0
Arenas, gravas y arcillas 0,0 0,0 74,0 32,0 8,4 9,5
Riqueza litológica 1,0 5,0 7,0 9,0 9,0 9,0
Diversidad de Shannon 0,0 0,76 1,38 2,35 2,27 2,28
Dimensión fractal relativa 0,0 39,0 42,0 97,0 100,0 97,0
Dilatación espacial relativa 0,0 15,0 20,0 55,0 100,0 79,0
Pérdida acumulada de sedimentos 0,0 49,0 54,0 94,0 99,0 100,0

163
Geografía de suelos de México

Como era de esperarse, el modelado de incisión fluvial incrementó la rugo-


sidad del relieve y con ello la superficie expuesta a las inclemencias de los
agentes atmosféricos e hidrológicos. En otras palabras, los modelados de inci-
sión fluvial no sólo incrementan las diversidades litológicas, geomorfológicas y
edáficas, sino que también dilatan el espacio, afectando a estos tres aspectos
analizados. Es obvio, aunque no trivial, que la erosión geológica generada por
agentes hídricos (y posiblemente por otros, como el hielo) pueda incrementar
la superficie de la edafosfera, a la vez que se pierden sedimentos (muchos de
ellos edafizados). En consecuencia, tal proceso genera más suelo si las superfi-
cies geomorfológicas se estabilizan (Ibáñez et al., 1994). El problema estriba
en que la cuantificación de tal dilatación depende del grano de resolución em-
pleado; en otras palabras, al aumentar la escala (detalle) también lo hace la
superficie estimada; no hay entonces una medida concreta objetiva, sino que
depende de la escala.
Ibáñez et al. (1990, 1994) hicieron conjeturas en el sentido de que al incremen-
tar la edafodiversidad, rugosidad, litodiversidad y diversidad geomorfológica,
debía también incrementarse la biodiversidad. A fin de cuentas, todas ellas
repercuten en lo que se denomina heterogeneidad del hábitat. De hecho, Johnson
y Simberloff (1974) demostraron tal relación en las Islas Británicas, mientras
que Ibáñez et al. (datos pendientes de publicación) lo hicieron en el archipiéla-
go de las islas Canarias. Por tanto, todas las evidencias apuntan a que toda la
diversidad mencionada se encuentra estrechamente relacionada y tal hecho es
factible de ser cuantificado. No obstante, para poder corroborar esta hipótesis,
resulta imprescindible: (i) abundar en los análisis sobre litodiversidad y diver-
sidad geomorfológica, por cuanto los aquí presentados deben considerarse
como test preliminares; (ii) poder realizar estudios en áreas en que todos estos
recursos naturales se encuentren bien inventariados (y de ser posible a varias
escalas de resolución).

Edafodiversidad y geografía de suelos


Hasta aquí se ha intentado repasar las herramientas para el análisis de la eda-
fodiversidad. Siempre que ha sido posible hemos tratado de hacer explícita la
relación entre edafodiversidad, geografía de suelos y análisis de patrones espa-
ciales. A pesar de todo, el análisis de la edafodiversidad es una línea de investi-
gación que se encuentra poco desarrollada, por lo que permanecen muchas
lagunas por rellenar.

Edafodiversidad y sus relaciones con la geografía de suelos


Hasta la fecha se han realizado muy pocos análisis detallados de la geografía de
suelos por regiones o países. Ibáñez et al. (1995b) realizaron un análisis compa-
rado de la edafodiversidad de Europa Occidental, dando como resultado que
al primer nivel de la leyenda de la fao los países mediterráneos atesoran mayor
edafodiversidad que los que se encuentran en climas templados y fríos. Sin
embargo, la base de datos utilizada fue sintetizada a la escala 1:1,000,000, por
lo que tan sólo puede considerarse como una primera aproximación.

164
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

En lo que concierne al análisis de la edafodiversidad por países, el único


ejemplo que merece la atención es el de Estados Unidos. Guo et al. (2003a,
2003b) llevaron a cabo un análisis detallado de la edafodiversidad del territo-
rio norteamericano. La escuela china ha publicado diversos trabajos en materia
de edafodiversidad, antecediendo a los norteamericanos. Así, Zhang (2003)
analizó la edafodiversidad de la isla de Hainan utilizando la metodología soter.
El problema de tales trabajos es que sólo describen situaciones locales, sin hacer
comparaciones con otros estudios, por lo tanto sólo tienen interés local. Al-
gunos de los trabajos de autores de ese país se refieren a la pérdida de edafo-
diversidad generada por la incontrolada expansión urbana de sus urbes e
infraestructuras. Del mismo modo, Dazzi y Monteleone (1999) mostraron
cómo la erosión del suelo por las malas prácticas de cultivo generaba la pérdida
de edafodiversidad en la isla de Sicilia.

␤-diversidad y geografía de suelos


Como ya apuntamos, la ␤-diversidad es probablemente una de las mejores
herramientas con vistas a elaborar análisis cuantitativos en geografía de suelos.
De hecho, su uso va mucho más allá de los análisis de diversidad, por cuanto se
trata de comparar ensamblajes de cualquier tipo apelando a los análisis mul-
tivariantes. Su utilización también es independiente de la escala de resolución.
Disponer de mapas o bases de datos de suelos permite procesar los datos con
vistas a analizar, comparar y jerarquizar espacios geográficos en función de sus
taxa constitutivos. Como ejemplo, Ibáñez et al. (1998) realizaron un estudio
“megaedafológico”, entendiendo como tal el estudio de la geografía de suelos a
escala global. En la Figura 9.8. se muestran dos ejemplos de cómo pueden aso-

Alpino o de montaña Tropical y subtropical (humedo)

Boreal
Tropical y subtropical (estacionalmente seco)
Frío
a
Templado Mediterráneo

Árido
ÁRIDO
MEDITERRÁNEO

TEMPLADO

FRÍO
BOREAL
b
ALPINO o de MONTAÑA

TROPICAL Y SUBTROPICAL
(ESTACIONALMENTE SECO)

TROPICAL Y SUBTROPICAL
(HÚMEDO)

Figura 9.8. Rasgos relevantes de los paisajes de suelos bajo clima mediterráneo. a) Árbol de conexiones mínimas de los paisajes de suelos bajo diferentes biomas a
escala global. b) Se presenta la misma información que en la figura anterior pero mediante un dendrograma convencional.

165
Geografía de suelos de México

ciarse los biomas del mundo en función de dos tipos de análisis multivariantes
distintos. La Figura 9.8a recoge los resultados gráficos de un procesamiento de
datos mediante el procedimiento estadístico denominado “árboles de confi-
guraciones mínimas”. Por su parte, la Figura 9.8b es un simple dendrograma
de los resultados obtenidos de un análisis de agrupamiento o clúster. En el
trabajo mencionado se dan más detalles sobre los análisis estadísticos utilizados.
Como puede observarse, en el dendrograma los biomas del mundo se asocian
muy coherentemente a partir de sus ensamblajes de suelos. Podemos decir
entonces que cada bioma no sólo puede caracterizarse por su ␤-biodiversidad,
sino también mediante su ␤-edafodiversidad. Si atendemos al árbol de conexio-
nes mínimas, lo que detectamos es un claro gradiente latitudinal de tales biomas
en función de sus ensamblajes de suelos. Los biólogos no disponen de los in-
ventarios adecuados para hacer análisis de este tipo, y menos aún con la fina-
lidad de agrupar sus paisajes dentro de una misma región biogeográfica. Tal
análisis, como indicamos anteriormente, es independiente de los cambios de es-
cala, por lo que el análisis de la ␤-diversidad resulta ser una poderosa herramien-
ta en el análisis de geografía de suelos. Ibáñez et al. (1998) también encontraron
relaciones interesantes entre la ␤-diversidad y la historia paleogeográfica de los
continentes en función de la tectónica de placas.

Edafodiversidad y edafogénesis divergente


Ibáñez et al. (1990, 1991) e Ibáñez y García-Álvarez (1991) plantearon que debi-
do a que todos los sistemas no lineales tienden a incrementar su complejidad
con el tiempo, lo mismo debía ocurrir con los edafotaxa y sus ensamblajes
(paisajes de suelos). Para demostrarlo propusieron varios ejemplos fenomeno-
lógicos, incluyendo saltos abruptos de unos tipos de suelo a otros por pequeñas
variaciones en las condiciones ambientales. De forma paralela e independiente,
Jonathan Phillips desarrolló la misma línea de investigación, pero fue más allá
al demostrar que la ecuación de los factores de estado (Jenny, 1941) ineludible-
mente daba lugar a un sistema no lineal (por ej. Phillips, 1998, 2002). Sin em-
bargo tales estudios abordaban la edafogénesis de un modo convencional; es
decir, partiendo de la idea de pedión.
No obstante, fue el uso de las herramientas de edafodiversidad lo que generó
un salto cualitativo en los estudios edafogenéticos. En efecto, los suelos son
entidades que se desarrollan en el espacio y devienen en el tiempo. Un pedión
aporta una instantánea de un sitio muy concreto. Ahora bien, cómo trascurre en
un espacio que va más allá de esta unidad convencional es un asunto muy dis-
tinto. Nos referimos a parcelas de escasas dimensiones y también a los paisajes
de suelos (ensamblajes de edafotaxa). Si la edafosfera es un sistema no lineal, una
porción de ella debería incrementar su complejidad con el tiempo. De ser así, el
número de tipos de suelo de un espacio geográfico concreto debiera aumentar
con el tiempo. Cabe señalar que los sistemas complejos son muy sensibles a
sus condiciones iniciales (como por ejemplo, pequeñas variaciones texturales)
y a sus condiciones de contorno (aquí podemos equipararlas a variaciones de
los factores formadores, por pequeñas que sean). En otras palabras, diferencias
insignificantes en ambas pueden hacer divergir el sistema hacia trayectorias que

166
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

se separan exponencialmente en el tiempo. En este contexto, puede decirse


que tales cambios diminutos generan que el sistema tome trayectorias edafo-
genéticas dispares, dando lugar a distintos tipos de edafotaxa.
Saldaña (1997) realizó un estudio en una cronosecuencia del río Henares
(justamente en la misma zona de estudio de la que hablamos en el apartado
anterior), para la cual escogió tres parcelas (terrazas altas, medias y bajas) en
las que realizó muestreos exhaustivos con vistas a determinar la variabilidad
espacial mediante procedimientos estadísticos, así como la edafodiversidad
mediante los procedimientos aquí descritos. Las tres áreas muestreadas, cuadra-
dos del mismo tamaño, no poseían variación fisiográfica alguna (Figura 9.9).
La autora observó cómo se incrementaba la edafodiversidad conforme se
pasaba de las terrazas bajas a las medias y de éstas a las altas; es decir, según
transcurría la edafogénesis en el tiempo.
Los resultados obtenidos constataron un incremento en el número de eda-
fotaxa con la edad de las terrazas (Figura 9.10). Los resultados fueron los mis-
mos, se analizaron los perfiles como individuos, y con los mapas a escala
1:1,000 que se elaboraron con la información compilada; es decir, con la cober-
tura de los tipos de suelo. Saldaña e Ibáñez (2004) también verificaron cómo
aumentaba en el mismo sentido la edafodiversidad genética, entendida como el
número de horizontes de diagnóstico distintos que se dan en cada parcela de
terraza.

Madrid
)
Km
(40
drid
Ma

0 5 Km

Figura 9.9. Muestreo intensivo en tres parcelas cuadradas de las terrazas altas, medias y bajas del río Henares.

167
Geografía de suelos de México

1.6

1.2
Pedodiversidad taxonómica

0.8 Gran grupo

Subgrupo

0.4

0
A1 A2 A3
Área de muestreo

Figura 9.10. Incremento de la edafodiversidad de Shannon en tres parcelas cuadradas de las terrazas altas (A3), medias (A2) y bajas (A1) del río Henares
(Saldaña e Ibáñez, 2004).

Del mismo modo, dentro de cada parcela, el incremento de la riqueza en


taxa con el área era conforme a una ley potencial (Figura 9.11). Al contrario
de los casos mostrados con anterioridad, aquí resulta difícil apelar a la hetero-
geneidad ambiental en el sentido clásico, por cuanto todo apuntaba a que eran
absolutamente homogéneas.
Como se puede observar, las herramientas utilizadas para estimar la diver-
sidad no sólo permiten llevar a cabo este tipo de tareas, sino que ofrecen un
marco conceptual novedoso para analizar la génesis de los suelos en un con-
texto paisajístico, sin excluir la edafogénesis clásica, sino abarcándola y enri-
queciéndola.

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168
Capítulo 9. Edafodiversidad: concepto, estimación y utilidad en el análisis global de suelos

y 0.2816 x 0.8762
0.8
R2 0.8546

0.6

0.4

0.2
log(s)

2 4 6
0.2

0.4
log(A)

Figura 9.11. Relaciones edaforiqueza-área en la parcela A3 del río Henares.

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172
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos
en la República Mexicana: evolución y perspectivas
Carlos Alberto Ortiz Solorio1*, Ma. del Carmen Gutiérrez Castorena1,
Patricio Sánchez Guzmán1 y Edgar Vladimir Gutiérrez Castorena1
ada la serie de limitaciones conceptuales y metodológicas que

D existen en nuestro país sobre la degradación de suelos, se con-


sideró necesario hacer una revisión histórica, que contemplara
al menos los dos enfoques que se manejan a nivel internacio-
nal. El primero está integrado por investigadores que realizan
evaluaciones de la erosión del suelo, suponiendo que es la única causa de su
degradación y analizan su impacto en la productividad agrícola. Los trabajos
del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (usda) son representati-
vos de esta corriente. El segundo enfoque considera que la degradación del
suelo es ocasionada por varios factores, en donde la erosión es uno de ellos,
con un impacto más amplio, que no sólo afecta a la agricultura sino también
al ambiente en su conjunto. Dentro de esta corriente se ubican diferentes gru-
pos de trabajo de la Organización de las Naciones Unidas (onu) y de la Organi-
zación para la Alimentación y la Agricultura (fao).
En cada uno de estos enfoques se analizan las metodologías que se lleva-
ron a cabo para evaluar la degradación de los suelos, indicando sus alcances y
limitaciones. En primer término se describen las relativas a la erosión del sue-
lo y posteriormente las de los organismos internacionales, donde destacan
tres grupos: las de degradación de suelos de finales de la década de 1970; la de
desertificación de principios de los ochenta; y las del grupo de degradación
del suelo causada por el hombre durante los años noventa. Finalmente, se des-
cribe y se analizan algunos de los trabajos cartográficos sobre degradación de
suelos realizados en México durante los últimos 50 años —algunos publica-
dos y otros inéditos— desarrollados dentro de los dos enfoques, o bien, como
una mezcla de ambos.

Metodologías para evaluar la degradación de los suelos


Erosión de suelos
En la evaluación de la erosión del suelo hay dos metodologías de acuerdo al
tipo de investigación. El primer grupo se enfoca a la evaluación de las pérdi-
das del suelo en un punto determinado (en campo, en una parte de la ladera,
o a veces en una cuenca particular); los métodos que se utilizan son diversos,
desde simulación de las lluvias hasta el monitoreo continuo y el uso de los
marcadores radioactivos. Los resultados de estos estudios son muy precisos,
pero difíciles de extrapolar a escalas mayores. El segundo grupo está enfocado

1Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo, Estado de México.


* ortiz@colpos.mx

173
Geografía de suelos de México

a la distribución espacial de los procesos de erosión y los suelos erosionados.


Aparte de la erosión laminar, también se evalúan la extensión de la erosión
eólica y la densidad de la red de las cárcavas. Exactamente en este aspecto está
enfocada la revisión bibliográfica de esta sección.

Métodos cualitativos
Los primeros levantamientos de erosión de suelos se realizaron a finales de 1930 y
durante la década de los años 40 para caracterizar los tipos y grados de erosión
a través de reconocimientos aéreos de grandes áreas. En Estados Unidos este
tipo de trabajos tuvieron el objetivo de apoyar a una serie de programas gu-
bernamentales para la conservación del suelo y gestión forestal (Castillo, 2005).
Se puede considerar que estos levantamientos fueron los primeros que se apo-
yaron en la fotointerpretación.
La clasificación de la erosión del suelo que se empleaba para el mapeo, consi-
deraba cinco clases:

A: Sin erosión o erosión ligera.


A/B: Domina la erosión ligera y en 10 a 25% de las tierras se presenta erosión
moderada o severa.
B: Erosión moderada.
B/C: Domina la erosión moderada y en 10 a 25% de las tierras se presenta ero-
sión severa.
C: Erosión severa.

Además existía otra clase:

I: Tierras con suelos no alterados por el hombre.

En ese contexto, la erosión moderada indicaba que del 25 al 75% del suelo
superficial se había perdido y se podían presentar algunas cárcavas; mientras
que la erosión severa significaba que más del 75% del suelo superficial se
había perdido y existían numerosas cárcavas profundas.
Otro sistema de campo, que complementaba a los trabajos de fotointer-
pretación, fue el método codificado de Morgan (1979). Este método carac-
terizaba a la erosión con valores de 0, ½, 1, 2, 3, 4 y 5; por ej.: la clase 0 se
identificaba a través de uno o más de los siguientes indicadores: no hay
exposición de raíces de árboles, no se aprecian costras superficiales ni pe-
destales y una cobertura vegetal de más del 70%; en la clase 4 existen raíces
expuestas, pedestales y montículos de suelo de 5 a 10 cm, presencia de ma-
teriales gruesos por el lavado o por el viento, canales de 8 cm de profundi-
dad y el suelo está desnudo. La clase 5, que es la más degradada, se caracte-
riza por la presencia de cárcavas, canales de más de 8 cm, dunas o suelo
desnudo.
El uso de fotografías aéreas es una técnica común y vigente para los levan-
tamientos de erosión en diferentes países. Actualmente se están utilizando
imágenes de satélite para realizar este tipo de estudios.

174
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

Métodos cuantitativos
A partir de 1940, en los Estados Unidos de Norteamérica se iniciaron investi-
gaciones para desarrollar un procedimiento cuantitativo, con el objetivo de
estimar la pérdida de suelo en la franja maicera. En las primeras ecuaciones se
consideraban la pendiente y las prácticas de conservación; después se intro-
dujo el factor lluvia, y en 1954 se creó en la Universidad de Purdue el Centro
Nacional de Datos de Pérdida de Suelo y Escorrentía. Wischmeier et al. (1958)
evaluaron los factores de la ecuación de pérdida de suelo y propusieron la
Ecuación Universal de Pérdida de Suelo, también conocida como USLE por
sus siglas en inglés. Este modelo fue publicado en el Handbook Núm. 537
(Wischmeier y Smith, 1978).
La usle es útil para calcular la erosión total laminar y en surcos; se le considera
como un método paramétrico o modelo multiplicativo, y tiene la siguiente forma:

A⫽R⫻K⫻LS⫻C⫻P

Donde:

A⫽Pérdida de suelo promedio, estimada en toneladas por acre por año.


R⫽Factor de erosividad de la lluvia.
K⫽Factor de erodabilidad del suelo.
LS⫽Factor de la pendiente, para su longitud (L) y grado (S).
C⫽Factor de cobertura⫺manejo.
P⫽Factor de la práctica de conservación.

Esta ecuación tuvo una gran aceptación y pronto se convirtió en la principal


herramienta para planear la conservación de los suelos a nivel de granja, tanto
en Estados Unidos como en muchos otros países. Sin embargo, a través de in-
vestigaciones, experimentos y datos adicionales, se propuso una versión revisa-
da y se le denominó rusle, la cual conservó la misma fórmula y las enmiendas
corresponden a los factores que intervienen en ella. La descripción detallada
de la rusle se publicó en usda Handbook Núm. 703 (Renard et al., 1997). Al
igual que la versión anterior, este método no está diseñado para estimar la pro-
ducción de sedimentos en pendientes complejas ni en grandes cuencas.
Para resolver este problema, Williams (1975) desarrolló la ecuación uni-
versal de pérdida de suelo modificada (musle) para estimar la pérdida de suelo
en cuencas; en este método se reemplazó al factor de energía de la lluvia por
un factor de escurrimiento (Q⫻qp), así la fórmula se expresó de la siguiente
manera:

Y⫽11.8 (Q⫻qp)0.56⫻K⫻L⫻S⫻C⫻P

También se indicó que el método musle es útil en cuencas con superficies de


alrededor de 100 km2.
En el caso de la erosión eólica, los métodos que se generaron tuvieron un
desarrollo similar al de la usle. El modelo we (método de erosión eólica) fue
uno de los primeros modelos propuestos (Woodruff y Siddoway, 1965), y se

175
Geografía de suelos de México

generó para estimar el promedio anual de la erosión eólica potencial del suelo,
como sigue:

WE⫽f(I,WK,WC,WL,VE)

Con:

I⫽Factor de susceptibilidad de erosión del suelo.


WK⫽Factor de escarpado de los camellones del suelo.
WC⫽Factor climático.
WL⫽Factor de distancia descubierta recorrida por el viento en el campo.
VE⫽Cubierta vegetal equivalente.

El modelo weq (Ecuación de erosión eólica) es una versión del modelo we,
y fue desarrollado para convertir la predicción anual de la erosión eólica a pre-
dicciones diarias (wecs), y utilizarse en modelos de simulación como el epic
(Calculador del impacto de la erosión sobre la productividad).
El modelo epic es un modelo a escala de campo, de tiempo continuo, que
simula la respuesta de sistemas de cultivo al clima, a los suelos y al manejo y con-
servación de los suelos (Williams et al., 1984; Williams y Renard, 1985). Utiliza una
escala a nivel horario-diario para simular factores tales como: clima, hidrolo-
gía, erosión hídrica y eólica, entre otros.
Otro modelo swrrb (Simulador para recursos hídricos en cuencas rura-
les), simula la hidrología, la producción de sedimentos y procesos relacionados a
nivel diario y hasta para 10 subcuencas. Un modelo más reciente es el wepp
(Proyecto para la predicción de la erosión hídrica) que se generó para desarro-
llar una nueva tecnología para determinar la erosión/sedimentación que
reemplazará a la usle; contiene tecnología de al menos 30 años pero ha sido
criticado por su dificultad de aplicación (Laflen et al., 1991).

Metodología FAO (1979)


En 1972, en Estocolmo se realizó una conferencia de las Naciones Unidas sobre
el hombre y su ambiente y se reconoció que el deterioro de los recursos natura-
les renovables estaba ocurriendo a nivel mundial. Es por esta razón que la fao,
con la colaboración del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(unep), organizó una consulta de expertos sobre la degradación de suelos
celebrada en Roma en 1974. En esta reunión intervinieron miembros de la
Organización Meteorológica Mundial (wmo) y la Sociedad Internacional de
la Ciencia del Suelo (isss).
A partir de dicha consulta, la fao, la unep y la unesco, a fines de 1975, ini-
ciaron el proyecto “Evaluación Mundial de la Degradación de Suelos” en su
primera fase. Los objetivos fueron:

• Evaluar la degradación actual y potencial de los suelos, basada en la compi-


lación de datos existentes y en la interpretación de factores ambientales que
influyen en su intensidad y extensión.

176
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

• Desarrollar una metodología y seleccionar criterios uniformes para medir y


monitorear la degradación de los suelos.

Además, se estableció que su primera etapa se iniciaría en África, con el fin


de estudiar el riesgo y el potencial de erosión del suelo, hídrica y eólica, así
como a la salinización-sodificación. Como resultado se generaron mapas con
escala 1:5,000,000.
En 1979 se publicó Una metodología provisional para la evaluación de la degra-
dación de suelos (fao-unep-unesco, 1979) cuyo objetivo era proporcionar
una guía para evaluar no solamente los daños ocurridos a la tierra (degradación
actual), sino también los que pudieran ocurrir en el futuro (riegos de degra-
dación). Los principios en los cuales trabajaron fueron:

1) Enfatizar la importancia de la agresividad del clima y la resistencia natu-


ral de las tierras a la degradación, así como la acción del hombre para
incrementar o disminuir riesgos.
2) Asumir que el riesgo de evaluación es más útil si los factores inestables son
eliminados, como la vegetación natural; además, no se consideró el uso
y manejo de las tierras pues se asumió que son estándar.

Los procesos de degradación que se estudiaron fueron:

a) Erosión hídrica. Incluye los procesos del impacto de gotas de lluvia, ero-
sión laminar, cárcavas y varios tipos de movimiento de masas, tales como
deslizamientos, avalanchas y solifluxión.
b) Erosión eólica. Entendida como la remoción y deposición de las partícu-
las del suelo por la acción del viento y su efecto abrasivo.
c) Salinidad y sodicidad. Procesos de acumulación de sales y sales sódicas.
d) Degradación química. Involucra los procesos de lixiviación de bases y
materiales tóxicos.
e) Degradación física. Se refiere a los cambios adversos en las propiedades
físicas del suelo como porosidad, permeabilidad, densidad aparente y
estabilidad estructural.
f) Degradación biológica. Cuando ocurre un incremento en la mineraliza-
ción del humus.

Para obtener datos de las variables y elaborar mapas de degradación del sue-
lo a escalas entre 1:1,000,000 a 1:5,000,000 la fao propuso varios factores e
índices, los cuales se reportan en forma resumida en la Tabla 10.1.
Las fórmulas de los índices climáticos son las siguientes:

a) Índice de agresividad de la lluvia (R⬘):

177
Geografía de suelos de México

Tabla 10.1. Factores e índices de degradación de suelos propuestos por FAO (1978) para su cartografía a escalas pequeñas
Factor Erosión hídrica Erosión eólica Salinización Sodificación Degradación química Degradación física Degradación biológica
Índice de Índice de
Índice de agresividad Índice climático Índice climático Índice climático Índice climático
Clima agresividad agresividad
de la lluvia (1)* (1) (2)* (3)*
del viento de la lluvia
Nomograma de
Wischmeier (a Clases de
partir de MO, erodabilidad de las
Textura del
estructura, unidades del mapa
Grupos de suelo, %CaCO3
permeabilidad y Solonchaks y Solonetz y fases Textura del suelo y mundial; relación
Suelo erodabilidad propiedades
textura), o a fases salinas sódicas tipo de arcilla limo/arcilla y
al viento hidromórficas
valores para las relación modificada,
y fases sódicas
unidades del mapa que considera
mundial de suelos a la MO
y para sus texturas

Depresiones y
Clases de Clases de Clases de
valles pobremente
pendientes Presencia de sodio pendientes pendientes
drenados y clases
Topografía reportadas en el en formaciones reportadas en el reportadas en el
de pendientes del
mapa mundial de geológicas mapa mundial mapa mundial
mapa mundial
suelos de suelos de suelos
de suelos

Terrenos agrícolas Presencia de Cultivos de riego


Terrenos agrícolas y
Humano y vegetación cultivos anuales y de secano y
vegetación natural
natural y árboles perennes vegetación natural

* Las fórmulas de los Índices Climáticos (1), (2) y (3) se describen en los siguientes párrafos.

Donde:

pi⫽Precipitación mensual, mm y
P⫽Precipitación anual, mm.

b) Índice de agresividad del viento (C⬘):

Donde:

V⫽Velocidad media del viento medida a 2 m de altura, m/s.


ETP⫽Evapotranspiración potencial, mm.
P⫽Precipitación; cuando hay riego, la P se transforma en (P⫹Q) y Q es el
agua de riego, mm.
n⫽Número de días erosivos al mes.

c) Índice climático (1) fue usado para caracterizar a las zonas bioclimáti-
cas del Mapa Mundial de Desertificación:

178
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

Donde:

ETP⫽Evapotranspiración potencial, mm.


P⫽Precipitación cuando hay riego, la P se transforma en (P⫹Q) y Q es el
agua de riego, mm.

d) Índice climático (2):

Donde:

ETP⫽Evapotranspiración potencial, mm.


P⫽Precipitación mensual, mm.

e) Índice climático (3):

Donde:

t⫽Temperatura mensual, °C. Si t⬍0; se considera que t⫽0.


ETP⫽Evapotranspiración potencial, mm.
P⫽Precipitación mensual, mm. Si P⬎ETP, entonces (P/ETP) ⫽1.

Metodología para evaluar la desertificación


Al igual que en otros programas, Naciones Unidas realizó una conferencia sobre
desertificación o desertización, entendida como: “la disminución o destruc-
ción del potencial biológico de las tierras, que pueden llegar en su etapa final
a condiciones como el desierto”. A pesar de la relevancia de la conferencia, hasta
1977 no existían datos precisos sobre las áreas afectadas o que serían afectadas
por los procesos de desertificación. Esto motivó que el unep, en colaboración
con la fao, se responsabilizara de elaborar un proyecto para generar una me-
todología que tuviera aceptación internacional. El objetivo era evaluar y carto-
grafiar la desertificación, tanto por sus causas como por su dinámica.
En los estudios de desertificación se consideraron siete procesos, los cuales
fueron:

a) Degradación de la cubierta vegetal.


b) Erosión hídrica.

179
Geografía de suelos de México

c) Erosión eólica.
d) Salinización.
e) Reducción de la materia orgánica del suelo.
f) Encostramiento y compactación del suelo.
g) Acumulación de sustancias tóxicas para plantas o animales.

A los cuatro primeros se les conocían como procesos primarios y a los últi-
mos tres como procesos secundarios. Los procesos primarios fueron así desig-
nados porque su efecto cubría grandes áreas y tenían un impacto muy signifi-
cativo sobre la productividad de la tierra.
La desertificación se evaluaba con base a tres criterios: estado actual, velocidad
y riesgo. Para cada criterio se consideraban cuatro clases de desertificación:
ligera, moderada, severa y muy severa.
El estado actual de desertificación era definido como el cambio que había
ocurrido en una región en un periodo de tiempo. Ese periodo tenía como
valor final el tiempo presente y su dificultad era determinar la longitud de dicho
periodo. Sin embargo, se recomendaba suponer o deducir el estado inicial del
terreno en el que se estudiaba el proceso de desertificación. Así, por ejemplo,
al estar un terreno sujeto a problemas de sales, de acuerdo con el grado de sali-
nidad se establecía la clase de desertificación y se suponía que la condición
inicial era de un terreno no salino.
La velocidad de desertificación era la rapidez con la que los procesos avan-
zaban en una zona por unidad de tiempo.
El riesgo de desertificación era la susceptibilidad de un terreno a la desertifica-
ción, o una predicción de lo que sucedería si se mantuviera la misma tendencia.
Para cada proceso y criterio de desertificación se propusieron una serie de
factores de evaluación, los cuales fueron probados en diferentes países. Los fac-
tores para la evaluación de los procesos primarios se presentan en la Tabla
10.2.
Sobre la cartografía de la desertificación (estado actual, velocidad y riesgo), se
indicaba que se podían utilizar varios métodos. El mejor método era el que rea-
lizaba determinaciones cuantitativas. Los métodos detallados requerían tra-
bajo de campo o de procedimientos de teledetección muy detallados ya que a me-
nor detalle se incrementaba el empleo de la detección aérea o satelital.
Se propusieron tres grupos de escalas:

1) El nivel detallado incluía al intervalo de 1:10,000 a 1:50,000; sus resultados


deberían contrastarse con la realidad para establecer su actualidad.
2) La escala intermedia de 1:100,000 a 1:250,000, exigía la generalización de
datos.
3) La escala pequeña de 1:1,000,000 a 1:2,500,000 y menores, donde las imá-
genes de satélite resultaban muy útiles, en particular para el trazo de lími-
tes fisiográficos y de vegetación.

Los datos, materiales y/o procedimientos de trabajo, en función de la escala,


se ejemplifican en las Tablas 10.3 y 10.4, para los procesos de desertificación
sobre la degradación de la cubierta vegetal y la erosión hídrica.

180
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

Tabla 10.2. Factores para la evaluación de la desertificación: procesos primarios


Criterio Degradación de la cubierta vegetal Erosión hídrica Erosión eólica Salinización
1) Cobertura de la vegetación 1) Estado superficial. 1) Área superficial cubierta
1) Indicadores morfológicos.
perenne. 2) Tipo de erosión. con montículos. 2) CEe, nivel máximo en los 15
2) Estado de los pastizales. 3) Subsuelo al descubierto. 2) Pérdida del espesor del suelo
cm superficiales.
3) Productividad actual. sobre una capa limitativa a
3) PSI, nivel máximo en los 15
4) Área de cárcavas. las raíces.
Estado cm superficiales.
5) Espesor de suelo. 3) Productividad actual.
actual 4) Rendimiento de cultivos.
6) Pérdida del espesor del suelo 4) Espesor del suelo.
sobre una capa limitativa a 5) Área superficial afectada.
las raíces. 5) Grava superficial. 6) Boro, ppm en el extracto
7) Productividad actual. de saturación.
7) Contenido de sales en el agua.
1) Disminución de la productividad 1) Aumento del área erosionada. 1) Aumento del área erosionada. 1) Aumento del área afectada
de la biomasa. 2) Pérdida del suelo. 2) Pérdida del suelo. por sales.
2) Degradación del estado de 3) Disminución de la producción 3) Disminución de la producción 2) Aumento de la CEe en los 15
los pastizales. anual de biomasa. anual de biomasa. cm superficiales.
Velocidad 3) Tala en tierras arboladas 4) Deposición de sedimentos 4) Cantidad de arena transportada 3) Aumento del PSI en los 15
sin reemplazo. en embalses. al año sobre una línea de 1m. cm superficiales.
4) Disminución de la producción 5) Pérdida anual de 4) Aumento del boro en el extracto
de forraje. almacenamiento. de saturación.
5) Disminución del rendimiento.
1) Condiciones climáticas para 1) Grado de agresividad climática. 1) Grupos de erosionabilidad por 1) Profundidad media de la
la productividad biológica. 2) Grado de las condiciones el viento (textura del suelo). capa freática.
2) Potencial de rehabilitación. edafo-topográficas. 2) Velocidad media anual del 2) Calidad del agua.
3) Grado de pérdida potencial viento a una altura de 2 m. 3) Fisiografía/ forma del terreno.
del suelo. 3) Frecuencia de viento activo 4) Drenaje general.
Riesgo (vⱖ6 m/s).
5) Drenaje interno.
4) Grado de remoción potencial
de arena. 6) Práctica de explotación del
suelo y sistemas de drenaje.
7) Grado de salinización potencial
del suelo.

Para los símbolos de las unidades cartográficas de desertificación se reco-


mendó la aplicación de los siguientes principios:

1) Los procesos de desertificación (cubierta vegetal, erosión hídrica, erosión


eólica y salinización) se deberán representar por medio de letras mayúscu-
las (V, W, E, S). Estas letras podrán aparecer solas o combinadas según
el número de procesos presentes dentro de la unidad.
2) La clase de desertificación de cada proceso se deberá indicar con números
del 1 al 4 (ligera, moderada, severa y muy severa) y seguirán a la letra ma-
yúscula empleada.
3) En los casos de combinaciones complejas de procesos, se deberán em-
plear los colores de las clases más altas.

Con lo anterior, si un mapa del estado actual de la desertificación tiene el


símbolo: V4-E2, implica degradación muy severa de la cubierta vegetal y erosión
eólica moderada.

181
Geografía de suelos de México

Tabla 10.3. Datos, materiales y/o procedimientos de trabajo para la cartografía de la degradación de la cubierta vegetal en función de la escala
Escalas cartográficas
Criterio Factor de evaluación 1:10,000 a 1:50,000 1: 100,000 a 1:250,000 1: 1,000,000 a 1:2,500,000
1) Cobertura de la vegetación perenne. C, FG FP N, IS
Estado actual 2) Estado de los pastizales. C, FG N N
3) Productividad actual. C N N
1) Disminución de la productividad de la C, FG N, FP N, IS
biomasa.
Velocidad 2) Degradación del estado de los pastizales. C N N
3) Tala en tierras arboladas sin reemplazo. C, FG N N
4) Disminución de la producción de forraje. C, FG N N
1) Condiciones climáticas para la productividad C, Dm Dm, N Dm, N
Riesgo biológica.
2) Potencial de rehabilitación. C, Dm Dm, N Dm, N

C⫽Observaciones y mediciones de campo; Dm⫽Datos meteorológicos; FG⫽Fotografías aéreas de escala grande; FP⫽Fotografías aéreas de escala pequeña; IS⫽Imágenes de satélite;
N⫽Interpolación de datos existentes.

En 1982, se realizó en Roma la tercera consulta de expertos para evaluar la


metodología provisional para la desertificación. Las conclusiones y recomen-
daciones más relevantes de esta reunión se indican a continuación:

• La evaluación de los efectos de la desertificación es difícil, por falta de datos.


Se tiene que confiar mucho en la extrapolación de datos obtenidos de áreas
pequeñas a grandes. El modelo usle se debe de emplear con cautela mien-
tras los datos no sean comprobados con datos experimentales.
• Falta información sobre uno de los siete procesos de desertificación, es
decir, de la acumulación de sustancias tóxicas, tanto de los factores de eva-
luación como para los límites de clases.
• Se recomienda como criterio principal la productividad de la tierra, para
establecer la clase de desertificación de todos los procesos.
• Se propone evaluar la velocidad de desertificación en periodos mínimos de
10 años.
• El uso de imágenes de satélite para evaluar la cubierta vegetal, por el mo-
mento, no es satisfactoria.
• Todavía no se ha ideado un método para evaluar la erosión hídrica en gran-
des extensiones territoriales.
• La erosión eólica es mucho más difícil de medir que la erosión hídrica.
• La evaluación de la salinización es más sencilla que la de los otros pro-
cesos.

Así, el estudio de la desertificación continuó con la tendencia de analizar


varios procesos; sin embargo, al incluir a la degradación de la cubierta vege-
tal, fue más allá del concepto de suelo transformándolo en el de tierra o terre-
no. De esta forma la desertificación se convirtió en un tema más amplio y más
ambiental.

182
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

Tabla 10.4. Datos, materiales y/o procedimientos de trabajo para la cartografía de la degradación por erosión hídrica en función de la escala
Escalas cartográficas
Criterio Factor de evaluación 1: 10,000 a 1: 50,000 1:100,000 a 1:250,000 1: 1’000,000 a 1:2’500,000
1) Estado superficial. C, FG FP, N N, IS
2) Tipo de erosión. C, FG FP IS
3) Subsuelo al descubierto. C, FG FP, N N, IS
Estado actual 4) Área de cárcavas. C, FG FP IS
5) Pérdida del espesor del suelo sobre C, FG N N
una capa limitativa a las raíces.
6) Productividad actual. C N N
1) Aumento del área erosionada. C, FG FP IS
2) Pérdida del suelo. C, FG M, FP M, IS
3) Disminución de la producción anual C N N
Velocidad
de biomasa.
4) Deposición de sedimentos en embalses. C,M M,N M, N
5) Pérdida anual de almacenamiento. C,M M,N M,N
1) Grado de agresividad climática. Dm, M M, N M
2) Grado de las condiciones M M M
Riesgo
edafo-topográficas.
3) Grado de pérdida potencial del suelo. C, T, M M, N M
C⫽Observaciones y mediciones de campo; Dm⫽Datos meteorológicos; FG⫽Fotografías aéreas de escala grande; FP⫽Fotografías aéreas de escala pequeña; IS⫽Imágenes de satélite;
M⫽Métodos paramétricos o matemáticos; N⫽Interpolación de datos existentes; T⫽Mapas topográficos.

Metodología para evaluar la degradación del suelo causada por el hombre


A mediados de la década de 1980 se retomó el interés por el estudio de la
degradación del suelo. Se le consideró como un recurso no renovable debido
a que resulta difícil y costoso recuperarlo, o incluso, mejorar sus propiedades
después de haber sido erosionado por el agua, el viento o deteriorado física o
químicamente. Pero además se estableció el papel destructivo del hombre al
provocar la degradación y contaminación de la superficie terrestre y ocasionar
la disminución de la productividad biológica y la pérdida de la biodiversidad.
El reconocimiento de esos problemas en el ámbito mundial generó la nece-
sidad de contar con una visión de la distribución geográfica de la degrada-
ción del suelo causada por el hombre. Para ello, en 1987, el Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma) encomendó al Centro In-
ternacional de Información y Referencia de Suelos isric) de Holanda la coor-
dinación de un programa mundial. El objetivo era producir en el menor tiem-
po posible una evaluación global, científicamente creíble, de la degradación
del suelo causada por el hombre; estaban conscientes de la falta de datos y de
la existencia de un conocimiento incompleto. Este programa fue conocido
como el proyecto glasod por sus siglas en ingles (GLobal Assessment of SOil
Degradation).
En 1990 se publicó el mapa mundial sobre la degradación del suelo inducida
por el hombre, a escala 1:10,000,000 con la colaboración de más de 200 cien-
tíficos de suelos. Este trabajo se complementó con estadísticas por continentes

183
Geografía de suelos de México

sobre las extensiones de los diferentes tipos de degradación, así como su grado
y factores causales, publicándose en 1991.
Fue así que se dio a conocer a nivel mundial que 10% del planeta estaba
degradado y 25% en riesgo de degradación. glasod despertó gran interés y
sus resultados han sido mencionados en varios documentos de política inter-
nacional y referenciados en artículos de algunas revistas científicas.
Los tipos de degradación estudiados con los símbolos que los identifican
en los mapas son los siguientes:

A. Degradación por desplazamiento:


a.1. Erosión Hídrica (W)
En el sitio:
i) Wt. Con pérdida del suelo superficial.
ii) Wd. Con deformación del terreno.
Fuera del sitio:
iii) Wr. Con azolve (sedimentaciones).
a.2. Erosión eólica (E)
En el sitio:
i) Et. Con pérdida del suelo superficial.
ii) Ed. Con deformación del terreno.
Fuera del sitio:
iii) Eo. Cubriendo el terreno con partículas acarreadas por el viento.
B. Degradación por deterioro interno
b.1. Deterioro químico (C)
i) Cn. Por pérdida de nutrimentos y/o materia orgánica.
ii) Cs. Por salinidad.
iii) Ca. Por acidificación.
iv) Cp. Por contaminación.
b.2. Deterioro físico (P)
i) Pc. Por compactación.
ii) Pw. Por inundaciones.
iii) Pa. Por aridificación.
iv) Pu. Por recubrimientos con concreto o asfalto.
v) Ps. Por hundimientos de suelos orgánicos.
b.3. Deterioro biológico (B)
i) Bb. Desbalance de las actividades microbiológicas en la capa super-
ficial del suelo.

Además, se consideran como unidades cartográficas a:

Terrenos estables (S)


i) SN. En forma natural.
ii) SH. Por el hombre:
1) SHp. Por plantaciones permanentes.
2) SHc. Por prácticas de conservación.
Terrenos sin uso (TS)
i) TSm. Regiones áridas montañosas.

184
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

ii) TSa. Desiertos.


iii) TSz. Planicies salinas.
iv) TSd. Dunas activas.
v) TSr. Afloramientos rocosos.

El grado de degradación se refiere al nivel de reducción de la productividad


agrícola o de sus funciones bióticas o al incremento de sus necesidades de res-
tauración. Dentro de la metodología son reconocidos cuatro grados, los cuales
se identifican con el número que se coloca después del símbolo del tipo de degra-
dación: 1, para ligero; 2, moderado; 3, fuerte y 4, extremo. El ligero tiene pocos
problemas y el extremo ya no es recuperable y sus funciones bióticas están
totalmente destruidas.
Dentro de cada unidad cartográfica se estima el área de ocurrencia de cada
tipo de degradación y se reporta como extensión relativa. Se reconocen cinco
categorías de extensiones cuyas definiciones son las siguientes:

1) Poco frecuente. De 1 a 5% de la superficie de la unidad cartográfica ha


sido afectada.
2) Común. De 6 a 10% de la unidad esta afectada.
3) Frecuente. De 11 a 25% de la superficie de la unidad está afectada.
4) Muy frecuente. De 25 a 50% del área presenta degradación.
5) Dominante. Más de 50% de la unidad está afectada.

Los factores que causan la degradación, usados en el enfoque glasod son


los siguientes:

1) Deforestación o remoción de la vegetación natural (f).


2) Sobre pastoreo (g).
3) Actividades agrícolas (a).
4) Sobre-explotación de la vegetación para consumo doméstico (e), y
5) Actividades bio-industriales e industriales (i).

Otro parámetro considerado es la tasa de degradación, es decir, la velocidad


con la que se degradan los suelos de un área. Se reconocen tres tasas: lenta, me-
dia y rápida. A una tasa rápida, la degradación de los suelos ha ocurrido dentro
de los últimos cinco años y a una tasa lenta, la degradación requiere de más de
10 años. Cuando la tasa es rápida, al final del símbolo cartográfico se adiciona
un asterisco (*); cuando es media, un símbolo de más (⫹), y cuando es lenta, no
se representa.
Un ejemplo de un símbolo cartográfico completo de una unidad fisiográfi-
ca es:

Et2.3g⫹

Donde:

Et⫽Erosión eólica con pérdida del suelo superficial (tipo de degradación).

185
Geografía de suelos de México

2⫽Grado de afectación moderado.


3⫽Extensión frecuente, ocupa entre 11 y 25% del área de la unidad.
g⫽Factor impactante el sobre pastoreo.
⫹⫽Tasa de degradación media, requirió de un periodo entre 5 a 10 años.

A partir de la publicación de glasod se requirieron evaluaciones de la


degradación de suelos a escalas y niveles más detallados, en un ámbito regio-
nal y nacional, generalmente bajo la dirección del isric y en colaboración
con la fao. Estas dos instituciones publicaron sus resultados en varias oca-
siones. La primera fue en 1997, en un estudio regional sobre la Degradación del
Suelo Causada por el Hombre en el Sur y Sureste de Asia. Esta evaluación se
le conoce como assod (Assessment of the Status of Human-Induced Soil
Degradation) y contó con la participación de 17 países. Sus mapas se publicaron
a escala de 1:5,000,000 y se basó en la metodología de glasod con algunas
modificaciones, como: eliminación del proceso de degradación biológica por
su difícil obtención o no limitar el número de tipos de degradación dentro de las
unidades, pues esta metodología aceptaba sólo 2, así como utilizar un mapa
fisiográfico como marco de referencia geográfico.
En 2000 publicaron el reporte de la degradación del suelo en Europa Cen-
tral y del Este. Este proyecto fue iniciado en 1997 y se conoció como soveur
(Soil and Terrain Vulnerability in Central and East Europe). Se trabajó a una
escala 1:2,500,000, con un procedimiento similar a glasod/assod, pero
dando importancia, como un tipo de degradación, a la contaminación del
suelo por acidificación, metales pesados, pesticidas y otros contaminantes
orgánicos, nitratos y fosfatos y radionúclidos. Participaron 13 países y se utilizó
como mapa base un mapa fisiográfico.
En 2001 se publicaron las guías para la evaluación cualitativa de los recursos
terrestres y degradación de suelos, donde se fusionó la metodología glasod/
assod, y se denominó soda (Soil Degradation Assessment) con bases en
datos de suelos y terrenos, soter (Soil and Terrain Databases).
Finalmente en 2004, la fao publicó Guías para la evaluación cuantitativa
de la degradación del suelo con especial interés en la salinización, en la declina-
ción de nutrimentos y en la contaminación del suelo (Van Lynden et al., 2004).
Los responsables de esta obra indican que los principios guía, también pueden
ser útiles en la implementación del proyecto Evaluación de la degradación de
tierras en zonas áridas, lada (Land Degradation Assessment in Drylands), el
cual en la actualidad es liderado por la fao en colaboración con otras institu-
ciones de países seleccionados.
El proyecto lada se inició en diciembre del 2001 con la participación de 170
países y con proyectos piloto en Argentina, China y Senegal. Está orientado hacia
la evaluación de la degradación de las tierras secas del planeta, al entendimiento
de este fenómeno y a la búsqueda de soluciones reales contra la desertificación.
Además, se propone generar información actualizada sobre aspectos ecológicos,
económicos, sociales y técnicos de la degradación de las tierras en zonas áridas,
incluyendo una combinación del conocimiento tradicional con el de la ciencia
moderna, para guiar una evaluación integral y una planeación y manejo intersec-
torial de los recursos terrestres en zonas áridas. Los objetivos del proyecto son:

186
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

• Desarrollar e implementar estrategias, herramientas y métodos de ejecución


para determinar y cuantificar la naturaleza, grado, severidad e impactos de
la degradación de la tierra.
• Construir capacidades de evaluación a nivel nacional, regional y global
para permitir el diseño y la planeación de las intervenciones humanas y
atenuar la degradación de las tierras secas.

Con estos últimos datos se puede indicar que la tendencia de la fao es


pasar del estudio de los suelos al de tierras (concepto más integral), de enfoque
cualitativo a cuantitativo, de mayor inclusión (al aceptar al conocimiento tradi-
cional) y de posiciones pasivas a activas, que buscan verdaderas soluciones.

Estudios de degradación de suelos en México


Erosión del suelo
Mapa de la fao-1954. Uno de los primeros estudios donde se reportó infor-
mación sobre erosión del suelo a nivel nacional, fue el mapa publicado por
la Fundación de Conservación en colaboración con la fao en 1954. El
director general fue el Dr. Mark Baldwin, pionero en la clasificación de gra-
dos de erosión a partir de fotografías aéreas; método que se empleaba en
áreas donde el trabajo de campo resultaba impracticable.
Los resultados fueron principalmente cartográficos con mapas de escalas
pequeñas y la clasificación y cartografía del daño de erosión muy generali-
zado. Debido a limitaciones de tiempo y dinero se realizó trabajo de campo
sólo en pequeñas áreas. Los mapas cubrieron grandes extensiones territoria-
les y sus datos fueron compilados de fuentes diversas.
La clasificación de la erosión del suelo empleada para el mapeo, consi-
deraba a las clases A, A/B, B, B/C y C, ya mencionadas.
El mapa de erosión del suelo correspondiente al territorio mexicano
(Figura I.10.1 del Anexo I) fue preparado por M. M. Striker, quien se apo-
yó en un mapa de asociaciones de suelos a escala 1:1,000,000, elaborado
por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (usda). Se contó con
el apoyo del personal de la Dirección de Conservación del Suelo y del Agua
en México y de la Fundación Rockefeller. El mapa fue verificado y revisado
con base en observaciones aéreas y con interpretaciones detalladas sobre
fotografías aéreas; sin embargo, no se indicó qué tipo de erosión fue carac-
terizada. Se reportó que de entre los países latinoamericanos, México era
quizás el más afectado por la erosión de los suelos con una superficie per-
judicada de 66%. De acuerdo con los autores, esto se debía a que los pro-
ductores nacionales eran individuos atrasados e ignorantes en el manejo del
recurso, que sembraban dominantemente maíz como monocultivo en parce-
las pequeñas, sobre terrenos en pendiente, empleaban herramientas pri-
mitivas y no utilizaban variedades mejoradas ni fertilizantes químicos.
Este estudio se puede ubicar dentro de la corriente que postula que la
pobreza es la causa del deterioro del recurso suelo; es decir, el crecimiento exage-
rado de una población ejerce presión sobre los recursos hasta causar su degrada-

187
Geografía de suelos de México

ción. Sin embargo, medio siglo después de su elaboración, los datos actuales
de la erosión global (hídrica y eólica) del suelo reportan menores superficies
afectadas (Semarnat-CP, 2002; Ortiz et al., 1994) y la “Revolución Verde”
impulsada por la Fundación Rockefeller resultó cuestionada por su acción
contaminante al ambiente (Brady y Well, 1999). Además, el conocimiento
campesino ha sido revalorado a tal grado que se le considera un ejemplo
digno dentro del tema sobre agricultura sustentable (Ortiz, 1999).
La clasificación sobre erosión del suelo también fue empleada en levan-
tamientos de erosión, pero realizados con interpretaciones visuales de imá-
genes del satélite landsat (Trueba et al., 1984). Estrada-Berg y Ortiz
(1977) propusieron que la interpretación de las imágenes debería realizarse
a través de la vegetación en dos épocas del año: la seca y la húmeda; además,
si en ambas fechas no existía cubierta vegetal se consideraba el área como
erosionada. Después del estudio de gabinete se realizaban muestreos de
campo para determinar el grado de erosión (García Lagos, 1983).
El conocimiento campesino también ha sido utilizado para generar ma-
pas sobre la erosión del suelo. Al respecto, González et al. (2003) compara-
ron el conocimiento local de los productores sobre erosión del suelo en un
ejido del estado de Guerrero contra un estudio técnico que zonificó el área
con un levantamiento fisiográfico (Ortiz y Cuanalo, 1984); utilizaron imá-
genes de satélite y fotografías aéreas y dentro de las unidades paisajistas se
seleccionaron de 2 a 6 sitios de observación; la erosión se caracterizó con
la metodología de Morgan (1979). El número de sitios dependió de la seve-
ridad, el grado y la forma del proceso erosivo. Los resultados mostraron que
existen ligeras diferencias en superficies, similitudes en su localización y
correspondencia en los conceptos derivados entre productores y técnicos, con
la ventaja que los mapas generados con el conocimiento campesino son más
rápidos y baratos.

Mapa paramétrico de erosión hídrica-1982. El primer mapa nacional de ero-


sión realizado por técnicos mexicanos fue el elaborado por Estrada-Berg y
Ortiz (1982), quienes aplicaron un procedimiento paramétrico para gene-
rar el plano de áreas con erosión hídrica en México, cuyo método está des-
crito en la publicación Una metodología provisional para la evaluación de la
degradación de suelos (fao-unep-unesco, 1979), que es muy parecido a la
ecuación universal de pérdida de suelo (usle), pero adaptado para traba-
jar con datos faltantes.
En particular, se realizó el mapa de isolíneas del índice de agresividad de
la lluvia (Ortiz, 1987), que se muestra en la Figura 10.1. La información climá-
tica fue colectada de las normales climatológicas 1941-1970 (smn, 1975). Se
calculó la R⬘ para 760 estaciones meteorológicas y se trazaron isolíneas por
interpolaciones.
Los datos requeridos para suelos (textura y pendiente) o unidades (con
el sistema fao-unesco), se obtuvieron del mapa de asociaciones de suelos
(3er. intento), elaborado por la Dirección de Agrología (sarh, 1972), escala
original de 1:2,000,000. Estos datos fueron calificados de acuerdo con la me-
todología fao-unep-unesco (1979) para generar dos mapas: uno, del factor

188
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

80
80

80
80

80

80
100

80
80
200

80 100

100 100

80 200 200
300 100 100

300 100 100


200 200
200 100 200 200
200
400 400
200 300 200
300
200 300
300
300 100 200
200
400
300

Figura 10.1. Mapa de isolíneas del índice de agresividad de la lluvia.

edáfico (unidades y textura) y otro, del factor topográfico (calificación de la


pendiente).
Para los datos sobre el factor humano, esto es, sobre los terrenos agríco-
las y la vegetación natural, se empleó el mapa de uso del suelo, elaborado
por el Departamento de Cartografía Sinóptica de la Secretaría de Agri-
cultura y Recursos Hidráulicos (sarh, 1981), a escala 1:2,000,000. Este mapa
presentaba nueve clases de uso del suelo, a saber: agricultura de riego, agri-
cultura de temporal (secano), matorral, pastizal, bosque, selva, marismas,
áreas sin vegetación y cuerpos de agua. Como no se reportó la cobertura
de las clases, se asumió que cubrían entre 60 y 80% de sus respectivas uni-
dades y se les asignaron valores tratando de mantener los lineamientos de
fao-unep-unesco (1979), debido a que algunas clases no estaban contem-
pladas en la metodología original.
Finalmente, se sobrepusieron los planos generados (del factor climático,
edáfico, topográfico y humano) y se generó un mapa paramétrico y a cada
nueva unidad se le calculó, a través de un producto, la cantidad de suelo
perdido. Las clases de erosión hídrica utilizadas para su mapeo fueron las
siguientes:

189
Geografía de suelos de México

Ninguna a ligera ⬍10


Moderada 10-50
Alta 50-200
Muy alta ⬎200

El plano de erosión hídrica del suelo en México se presentó a escala


1:8,000,000 (Figura 10.2). Este mapa se realizó con un procedimiento
exclusivo de gabinete y con el interés académico de conocer la metodolo-
gía. De tal forma que su calidad está en función de los materiales emplea-
dos; además, se detectó que la metodología requería de ajustes y adapta-
ciones. Los autores mencionan en sus conclusiones que los resultados de
este ejercicio mostraban que la erosión hídrica del suelo afectaba al 63%
del territorio nacional.
Debido a que esta publicación fue una de las primeras que se realizaron
sobre el tema, ha sido citada en varios estudios; sin embargo, el dato de
erosión que ahí se reporta no coincide con lo publicado por Estrada-Berg y
Ortiz (1982). Maass y García (1990a) y Figueroa et al. (1991) e instituciones
como la Semarnat-cp (2002) y Conafor (2007), refiriéndose al mismo
estudio, reportaron que la erosión hídrica ocurría en 98% del país. La dife-
rencia entre las cifras se debe al método utilizado para el cómputo de los
datos que originalmente fueron: erosión ligera 36.4%; erosión moderada

Escala 1:8,000,000 obtenido por la Metodología FAO (1979).

Grados de erosión Suelo perdido en ton/ha/año

LIGERA 0 – 10
MODERADA 10 – 15
ALTA 50 – 200
SEVERA 200

Elaboraron:
Juan Estrada Berg Wolf – Carlos A. Ortíz Solorio

Figura 10.2. Plano de erosión hídrica de la República Mexicana (Estrada-Berg y Ortiz, 1982).

190
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

34.3%; erosión alta 20.5% y erosión muy alta 8.6%. Mientras que para los
autores la primera clase (de ninguna a erosión ligera) no tiene problemas
mientras que para los revisores es todo lo contrario.
Esta situación se puede considerar como una desafortunada alteración
de datos, pero con mayores consecuencias, al convertir la nueva cifra (98%)
como un referente comparativo de la afectación nacional (Figura 10.3).
Debido a estas inconsistencias, se decidió corroborar la información de
la Figura 10.3 con los textos originales y se encontró que el trabajo de Bald-
win corresponde a 1954 y no a 1945; el resto de los estudios carecen de un
mapa nacional a excepción del de Estrada-Berg y Ortiz (1982). El dato de la
sarh tiene como apoyo un manuscrito no publicado y el valor que repor-
tan Geissert y Rossignol (1987) sobre la erosión del suelo no está sustenta-
do con información de campo ni de gabinete; además la cita correcta es
Rossignol y Geissert (1987). De esta figura sólo son rescatables los trabajos
de Baldwin (1954) y el de Estrada-Berg y Ortiz (1982), pero con el valor de
63%, quedando la duda de si es posible comparar erosión global contra
erosión hídrica.
Otro aspecto importante que se detectó en los estudios de erosión de
suelos, la falta de recursos y fue particular la falta de personal capacitado,
además de la condición geográfica de nuestro país; la suma de todo ello
dificultó la realización de mapas de erosión por falta de datos.
Ante la falta de información de calidad y la carencia de planeación para
este tipo de trabajos hasta antes de 1978, García Lagos (1983), quien fungió
como director general de Conservación del Suelo y del Agua de la sarh,
manifestaba textualmente:

100

90

80

70

60

% 50

40

30

20

10

0
Baldwin, 1945 SARH, 1945 Andrade, Estrada y Ortiz, García Lagos, SARH, 1986 Geissert y Rossignol,
1976 1982 1983 1987

Figura 10.3. Estudios de erosión en México (a partir de Maass y García, 1990b).

191
Geografía de suelos de México

Para poder desarrollar un eficiente programa de conservación de estos


recursos (suelo y agua), es fundamental contar con un diagnóstico sobre el
nivel actual de afectación que permita ubicar en el espacio los diferentes
grados del fenómeno, así como detectar la intensidad con que el proceso de
erosión afecta a los suelos del país. En este sentido, los esfuerzos oficiales
han estado limitados por la falta de información sobre el nivel actual del
deterioro del suelo y por el hecho de no contar con cartografía que permi-
tiera ubicar y diagnosticar la afectación por erosión. Las cifras oficiales que
hasta hace cinco años se habían estado divulgando como indicativas de la
afectación por erosión, son el resultado de apreciaciones de los especialistas
que han tenido un mínimo, casi nulo, apoyo de material cartográfico como
fotografías aéreas para delimitar áreas afectadas. Los programas de control
se realizaban, en gran medida, sobre la base de necesidades sentidas, o bien,
atendiendo a prioridades locales con poca proyección regional, estatal o
nacional.

A pesar de este comentario, el propio García Lagos (1983) sólo dio infor-
mación de la erosión para 17 estados y terminó estimando el resto sin pre-
sentar ningún mapa. Al igual que Baldwin (1954), este trabajo adoptó la
clasificación de erosión en cinco clases: A, A/B, B, B/C y C.
Para resolver esta situación, a partir de los 70 se comenzó a utilizar una
combinación de métodos para detectar áreas erosionadas. Se usaron méto-
dos cualitativos; por ejemplo, se combinaron las regiones fisiográficas con el
enfoque del Colegio de Postgraduados (Ortiz y Cuanalo, 1984), con imáge-
nes de satélite de dos épocas: la seca y la húmeda (Estrada-Berg y Ortiz, 1977)
y con interpretación de fotografías aéreas y muestreos de campo (Trueba et
al., 1984). El primer estado analizado con este enfoque fue Guanajuato por la
Dirección General para la Conservación del Suelo y del Agua (dgcsa, 1979),
y llevado a cabo por Juan Estrada-Berg, Nicolás Cerda y Jaime Rey, de la
Universidad Autónoma Chapingo (uach) y Alejandro Trueba y Andrés
Benítez de la dgsca.
También se realizaron algunas evaluaciones de los factores para calcular
la tasa de erosión hídrica con el método de la fao-unep-unesco (1979).
Al respecto, Ortiz y Anaya en 1984, citados por Ortiz (1987), con informa-
ción de 15 estaciones pluviográficas de la cuenca del río Texcoco, en el Es-
tado de México, intentaron comprobar la relación encontrada por Arnoldus
en África entre el índice de agresividad de la lluvia 兺pi2/P y el valor de R
(EI30, más propiamente dicho) de la usle de Wischmeier. Sus resultados
mostraron una correlación baja (r⫽⫺0.24), lo que dio origen a la búsqueda
de otras alternativas; la mejor fue la relación entre la EI30 y la precipitación
mensual. Además, Ortiz (1987) indicó que se tenían evidencias de que los
resultados con ese procedimiento eran más altos que los obtenidos en lotes de
escurrimiento; por tal motivo, se recomendó que ese tipo de resultados
se usaran con fines comparativos y no predictivos.

Mapa paramétrico de erosión eólica-1993. Los primeros mapas de erosión


eólica para la República Mexicana fueron realizados por Ortiz y Estrada-Berg

192
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

(1993), quienes aplicaron la metodología fao-unep-unesco (1979). Estos


mapas son considerados como una primera aproximación del proceso y, a
la vez, un análisis de los criterios propuestos para el caso de México. La
metodología original menciona que se puede evaluar la degradación presen-
te y el riesgo de degradación; no obstante, los autores generaron un mapa
de velocidad de erosión eólica y otro del riesgo de erosión eólica. En el reporte
no se menciona el motivo para cambiar el nombre del primero.
La velocidad de erosión eólica se calculó multiplicando a los valores del
factor climático, edáfico y humano. El factor topográfico no se consideró
significativo a este nivel de generalización; mientras que, para el riesgo de
erosión eólica, se multiplicaron sólo el factor climático y el edáfico.
El factor climático fue caracterizado por el índice de agresividad del
viento, siendo el que presentó los mayores problemas. La falta de datos de ve-
locidad del viento provocó que se usara información mensual de la velocidad
mínima registrada sólo en observatorios (menos de 50 para todo el país)
durante tres años: 1979, 1980 y 1981. La metodología original recomienda
el uso de la velocidad media del viento, medida a una altura de 2 m y repor-
tada en m/s. Otra alteración fue sobre el número de días erosivos al mes,
debido a que no se reporta el número de días con viento. Para ello se utilizó
el número total de días de cada mes, a pesar que la recomendación original era
que el número de días erosivos se considera proporcional a (etp⫺p)/etp
veces el número de días totales del mes.
Para el factor suelo se empleó el mapa de asociaciones de suelos (3er.
intento) con el sistema fao-unesco, de la Dirección de Agrología (sarh,
1972), y se calificaron los datos con los valores de los grupos de erodabili-
dad del viento.
En el caso del factor humano, esto es, uso del suelo y vegetación, se adop-
tó un porcentaje de cobertura vegetal de 40 a 60%, debido a que, según los
autores, la clase de 60 a 80% subestimaba los resultados. Las clases de erosión
resultantes eran las mismas que para la erosión hídrica.
El mapa de erosión eólica (Figura 10.4) produjo los siguientes datos glo-
bales: cero erosión, 1.06%; ligera, 5.09%; moderada, 33,24%; severa o grave,
43.04%, y; muy severa o muy grave, 17.57 por ciento.
El mapa de riesgo de erosión eólica (Figura 10.5) mostró las cifras globa-
les: riesgo ligero, 1.20%; moderado, 8.68%; severo, 45.64%, y muy severo,
44.48 por ciento.
Después del trabajo de Ortiz y Estrada-Berg (1993), estudios a nivel nacio-
nal sobre la erosión de suelos (hídrica y eólica) no se realizaron en forma sis-
temática sino hasta el 2002 (Confor, 2007), debido a la carencia de infor-
mación detallada; más aún, con la escasa información, la extrapolación de
información de estudios de áreas pequeñas a áreas grandes no se pudo reali-
zar. De acuerdo con Mermut y Eswaran (2001), esto representa un gran pro-
blema en la transferencia de tecnología y para otros propósitos de informa-
ción de suelos; asimismo, el hecho de que los modelos se generen a partir de
datos faltantes, origina evaluaciones erróneas (Eswaran et al., 2000).
Otros estudios relacionados con el tema fueron llevados a cabo por Cor-
tés et al. (1992) quienes caracterizaron a la erosividad de la lluvia en México y

193
Geografía de suelos de México

Escala original 1:2 000 000

Clase Pérdida de suelo

LIGERA 10
MODERADA 10 – 20
SEVERA 50 – 200
MUY SEVERA 200

Figura 10.4. Mapa de (velocidad de) erosión eólica (Ortiz y Estrada-Berg, 1993).

Escala original 1:2000000

Clase Perdida de suelo

LIGERA 10
MODERADA 10 – 20
SEVERA 50 – 200
MUY SEVERA 200

Figura 10.5. Riesgo de erosión de la República Mexicana (Ortiz y Estrada-Berg, 1993).

194
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

reportaron que es posible estimar el índice R de la usle. Por su parte, Arias


y Figueroa (1992) intentaron validar a la usle en la cuenca del río Texcoco
comparando datos promedio de 8 años de lotes de escurrimiento con los
generados con la ecuación y encontraron que este modelo sobreestima 10
veces la pérdida de suelo. Por lo tanto, recomendaron mejorar las estima-
ciones de los parámetros de la ecuación para las condiciones de la cuenca o
emplear un modelo más “universal”, utilizando principios físicos fundamen-
tales. Flores et al. (2003) combinaron la usle con un Sistema de Información
Geográfica (sig) para estimar y representar cartográficamente la erosión
hídrica en una cuenca del estado de Jalisco y mencionaron que la principal li-
mitante para la aplicación de estos procedimientos en muchas partes de
México es la falta de información.
Otro problema que surgió fue cuando se analizaron los datos sobre suelos,
información relevante para los levantamientos de erosión. La mayoría de la
información edáfica utilizada en México corresponde a los levantamientos
de suelos realizados por la Dirección General de Agrología, Instituciones de
Enseñanza e Investigación como el Colegio de Postgraduados (cp) y al Ins-
tituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), con sus cartas edafoló-
gicas. Estos estudios se comenzaron a realizar en los años 70 y significaron
un gran esfuerzo por la falta de carreteras y de personal calificado. La ma-
yoría de los resultados fueron preliminares, con descripciones morfológi-
cas generales y con datos faltantes para su correcta clasificación, de ahí que
varios autores cuestionaran la información (Gutiérrez, 1997; Lleverino et
al., 2000; Alfaro et al., 2000; Alcalá de Jesús et al., 2002; Sánchez et al., 2002;
Galdámez, 2005). Se requiere mayor trabajo para hacerlos más precisos,
útiles y completamente confiables. No obstante, este tipo de estudios ya no
cuentan con el interés gubernamental a pesar de su importancia para la
planeación de la conservación de los recursos naturales y para el manejo y
conservación del suelo.
Un dato importante para los estudios de degradación de suelos es la cla-
se textural, la cual se ha estado determinando con el método de Bouyoucos
en lugar de la pipeta. Lleverino (1999) encontró que ese método sobreesti-
ma las arenas y subestima las arcillas en 20%; otros autores han encontra-
do que la cantidad y tipo de arcilla puede sobre y subestimar la textura por
la densidad real de los minerales dominantes; por ejemplo, subestima la
cantidad de las arcillas esmectíticas (las más ligeras) y sobreestima las arci-
llas de cloritas y talco (las más pesadas).
El método de Bouyoucos ha sido recomendado por la Norma Oficial
Mexicana (2000) por su rapidez, en comparación con el método de la pipe-
ta; sin embargo, los datos generados con esta metodología deben de ser
tomados con reserva, sobre todo cuando se han utilizado en nuevos proce-
dimientos como el epic (Guevara, 1994), el swrrb (Fernández, 1996; Torres,
2000) o el wepp (Larose, 2003).

Mapas paramétricos de erosión. A pesar de las observaciones indicadas en


los párrafos anteriores, en cuanto a la limitación y calidad de datos, todavía
subsiste la tendencia a realizar mapas paramétricos de erosión, tanto hídrica

195
Geografía de suelos de México

como eólica, con el financiamiento de dependencias del gobierno federal.


La estimación más reciente fue realizada por Semarnat-uach a escala
1:1,000,000.
La Conafor (2007) reportó, dentro del Programa Nacional de Acción
contra la Degradación de las Tierras (desertificación) y mitigación de los
efectos de la sequía 2007-2030, que la evaluación realizada en este trabajo
se llevó a cabo empleando los principios de la usle, y en el caso de la ero-
sión eólica, se basó en el modelo propuesto por la fao (1980), aunque la
cita correcta debe ser fao-unep-unesco (1979). El trabajo cartográfico
incluyó el reconocimiento de campo y apoyo en datos cuantitativos (sin es-
pecificar cuáles datos y con qué intensidad de muestreo), también se utili-
zaron sistemas de información geográficos.
Los resultados encontrados fueron que 42% del territorio nacional está
afectado, por lo menos en algún nivel de pérdida de suelo por erosión hídri-
ca. La magnitud o grado de erosión está dividido en cuatro clases:

a) La pérdida de suelo en la categoría extrema corresponde a valores de más


de 200 toneladas por hectárea y por año; en la evaluación resultó en esta
clase el 3% del territorio nacional.
b) En la categoría de severa (50 a 200 t/ha/año), 8% de la superficie nacional.
c) En la categoría moderada (10 a 50 t/ha/año), se presenta en el 20% de la
superficie nacional.
d) El rango de ligera (5 a 10 t/ha/año), se presenta en el 11% del territorio
nacional (Conafor, 2007; Figura I.10.2 del Anexo I).

Por su parte, la evaluación de la erosión eólica indicó que el 89% del terri-
torio nacional está afectado por lo menos en un grado de erosión. La superficie
con pérdida de suelo causada por el viento se distribuye de la siguiente ma-
nera: 7% del territorio nacional en grado ligero (5 a 10 t/ha/año); 32% en
grado moderado (10 a 50 t/ha/año); 29% en grado alto o severo (50 a 200
t/ha/año), y muy severo en 19% (mayor a 200 t/ha/año). Su distribución
se muestra en la Figura I.10.3 del Anexo I.
Cuando se analizó la metodología utilizada por este estudio y las publi-
caciones gubernamentales relacionadas con él, se encontraron dos aspectos
relevantes: Semarnat (2006) se refiere a este trabajo como erosión po-
tencial, tanto para la hídrica como para la eólica y sus resultados son reporta-
dos como “riesgos de erosión”, como lo recomendaba la metodología de deser-
tificación de la fao-pnuma (1984); la Conago (2006), la reporta como
riesgo de erosión eólica, y la Conafor (2007) la cita como erosión actual.
Esto indica que hay confusión sobre las metodologías empleadas para estu-
diar la degradación y desertización de suelos tanto por parte de los usuarios
como por parte los técnicos que la elaboran.

Estudios de desertificación en México


A principios de 1980, los líderes del proyecto de desertificación de las Naciones
Unidas,. T. G. Boyadgiev y H. E. Dregne propusieron, después de varios años

196
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

de trabajo, una metodología provisional, la cual fue distribuida en diferentes


países para probarla en sus respectivas condiciones. México fue uno de los
países invitados, siendo el Colegio de Postgraduados en colaboración con la
Universidad Autónoma Chapingo, las instituciones encargadas de su elabora-
ción. En 1982, en Roma se desarrolló una reunión de países colaboradores
donde se presentaron los resultados nacionales.
En México, generar mapas de los procesos de desertificación en sus condi-
ciones actuales, de su velocidad y su riesgo, era y continúa siendo un atractivo
metodológico sumamente útil para la descripción y el entendimiento de un
proceso degradativo. Una recomendación que hizo la delegación mexicana en
este punto fue que la velocidad de desertificación debería considerarse al
menos entre periodos mínimos de 5 años, apreciando la clase de desertifica-
ción a la que pertenecían. De esta forma, si el proceso se mantenía en la mis-
ma clase, la velocidad era ligera; si cambiaba en una clase, era moderada; si
cambiaba en dos era severa y si cambiaba en tres, la velocidad era muy severa.
Esta recomendación se aceptó parcialmente, ya que al final se propuso eva-
luar la velocidad en períodos de 10 años.
Un cambio relevante en relación con las metodologías anteriores fue que si
bien la mayoría de los procesos seguían refiriéndose al suelo, al incluir a la
degradación de la cubierta vegetal se le daba una dimensión más amplia; esto
es, no sólo era el suelo sino más bien las tierras las que sufrían el proceso de
degradación.
La situación anterior, permitió que el Colegio de Postgraduados recomen-
dara como mapa base al levantamiento fisiográfico, con el enfoque inglés, un
sistema de clasificación de tierras que delimitaba paisajes, también denomi-
nados unidades terrestres. Los levantamientos fisiográficos habían constituido
una línea de investigación durante los diez años previos y en ese periodo se
estudió, modificó y adaptó para su aplicación a las condiciones nacionales (Ortiz
y Cuanalo, 1984). Se propusieron para la evaluación de la desertificación los
cuatro niveles establecidos: mundial, nacional, regional (estatal) y local (mu-
nicipal), las unidades terrestres y escalas (Tabla 10.5).
La metodología provisional para la evaluación de la desertificación contaba
con un buen número de parámetros, de los cuales, los que se consideraron apli-
cables a México se reportan en la Tabla 10.6. Cada parámetro tiene un rango
de valores para cada clase, los cuales pueden ser consultados en la publicación de
la fao-pnuma (1984).
Cabe mencionar que en México existen otras escuelas del conocimiento que
también realizan levantamientos fisiográficos, como el inegi y la unam; la

Tabla 10.5. Unidades terrestres y escalas cartográficas para la evaluación de la desertificación


en sus diferentes niveles
Nivel Unidades terrestres Escala cartográfica
Mundial Provincia terrestre 1:5,000,000
Nacional Región y Subregión terrestre 1:2,000,000
Regional (Estatal) Sistema terrestre 1:250,000
Local (Municipal) Faceta terrestre 1: 40,000

197
Geografía de suelos de México

Tabla 10.6. Parámetros para evaluar la desertificación en México para los procesos primarios
Criterio Degradación de la cubierta vegetal Erosión hídrica Erosión eólica Salinización
Pedregosidad y afloraciones Superficie cubierta por arena,
CEe máxima dentro de los 75 cm
rocosas (% del área) montículos o dunas (% del área)
Espesor del suelo perdido
Tipo de erosión (% del área) PSI en parte del suelo
(% o cm)
Cobertura de la vegetación Presencia del subsuelo Productividad actual % Rendimiento potencial de un
Estado actual (% del área) (% productividad potencial) cultivo de referencia
perenne (% del área)
Espesor del suelo (cm) Indicadores morfológicos
Superficie con gravas cuando Profundidad del suelo afectado
Sedimentos depositados en presas la erosión es inducida por el
(cm)
(% de retención /año) hombre (% del área)
Superficie afectada (% del área)
Parámetros anteriores medidos Factores Socio-económicos Incremento del área afectada con
Incremento de la degradación de
Velocidad con una periodicidad de 5 años Incremento del área afectada sales, con CE 16 y/o PSI 20
la vegetación perenne (%/año)
y aplicando la regla propuesta (%/año) en periodos de 10 años
Incremento de tierras arables de
Pendiente (%) Pérdida del suelo (ton/ha/año) Número de meses secos
secano (%/año)
Riesgo Profundidad media del
Incremento de unidades animal Pérdida del suelo (ton/ha/año) Extrapolación de la velocidad manto freático
por ha (%/año)
Calidad del agua de riego

diferencia con la propuesta del Colegio de Postgraduados es que emplea el


“enfoque paisajista”. Este método postula que todos los linderos trazados son
observables, ya sea en campo, fotografías aéreas o imágenes de satélite.
Algunos de los mapas resultantes de la prueba de esta metodología en Mé-
xico (Anaya et al., 1982; fao-pnuma, 1984) se presentan en la Figura I.10.9
del Anexo I, para la degradación de la cubierta vegetal a nivel nacional; en la
Figura I.10.5 del Anexo I, para el mismo proceso en el Eje Neovolcánico (Figu-
ra I.10.5a); en el área Texcoco-Tizayuca (Figura I.10.5b) y en el área de influencia
de Chapingo (Figura I.10.5c). Con los mapas anteriores se pretendía mostrar
que a mayor escala mayor precisión y detalle en la cartografía.
En la Figura I.10.6 del Anexo I se muestran tres mapas de procesos de
desertificación de acuerdo con el criterio de estado actual y en la Figura I.10.7
la sobreposición de los tres procesos, con la propuesta de la simbología para las
áreas resultantes.
A mediados de los 1980, Ortiz y Anaya, presentaron en una reunión nacional
la ponencia Metodología para la evaluación y la cartografía de la desertificación
en México, la cual no tuvo ningún impacto en el país.
A finales de esta misma década, desaparece en la práctica el proyecto de
desertificación de las Naciones Unidas. En México se separan los grupos de tra-
bajo de la uach y cp por conflictos institucionales y cada uno sigue desarro-
llando y aplicando sus propias ideas. Se genera un vacío de información, se
crean conceptos mal entendidos y se confunden metodologías. Por ejemplo,
se consideran como sinónimos los conceptos de degradación de suelos,
degradación de tierras y desertificación (Ortiz et al., 1994) o se combinan mé-
todos independientes dentro del tema de la desertificación (Estrada-Berg et
al., 1999).

198
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

Estudios de degradación del suelo causada por el hombre en México


Proyecto Internacional glasod 1990. En la fao a finales de 1980, se realizó
una reestructuración de su personal y se contrataron técnicos de alto nivel
procedentes del isric. Estos rápidamente se incorporaron en los proyectos
internacionales. En septiembre de 1987, el unep firmó un convenio con el
isric para desarrollar el proyecto glasod, bajo el liderazgo de L.R.
Oldeman, con una duración de 3 años, incluyendo la preparación del mapa
mundial de degradación de los suelos inducida por el hombre, a escala
1:10,000,000. Para lograr la meta y publicar el mapa mundial en ese breve
lapso, se sugirió solicitar la cooperación de científicos a nivel mundial espe-
cializados en suelos. El objetivo era obtener su opinión en relación con la
degradación del suelo en su región geográfica particular. Además, el uso del
enfoque de “sistemas-expertos” provocó la necesidad de preparar guías
generales para la evaluación de la degradación de los suelos.
El mundo fue dividido en 21 regiones, a México le correspondió la
región IVf; cada una tenía un correlator. Más de 250 científicos especialis-
tas en suelos y en ambiente, cooperaron con los correlatores regionales. A su
vez, los correlatores regionales —institutos e individuos expertos— después
de ser nombrados tomaron la responsabilidad de realizar las versiones preli-
minares de los mapas de degradación de suelos y las tablas complementarias
de matrices de datos (Figura 10.6). Los primeros reportes se recibieron en
febrero de 1989 y el último en enero de 1990. La elaboración del mapa de
degradación de suelos de México (Figura I.10.8 del Anexo I) fue realizada
por el Colegio de Postgraduados.
El Dr. M. Anaya participó en la elaboración de la Guía para la evaluación
general de la degradación de los suelos y fue además el correlator de la región

MATRIZ DE DATOS

Unidad cartográfica: Símbolo: Área: km2:

FISIOGRAFÍA SUELOS

GEOLOGÍA CLIMA (Medidas anuales)

TºC

USO DE LA TIERRA P (mm)

VEGETACIÓN

DENSIDAD DE POBLACIÓN (hab/km 2)

TIPO CAUSA GRADO TASA EXT OBSERVACIONES


1
2

Figura 10.6. Plantilla de la matriz de datos.

199
Geografía de suelos de México

IVf (México). La elaboración del mapa y las tablas de las matrices de datos
para México fueron responsabilidad directa de C. A. Ortiz Solorio y J.
González Meraz (Oldeman et al., 1990). En este primer mapa resultó que
el proceso de degradación más significativo fue la erosión hídrica, seguida
de la erosión eólica.

Convenios Semarnat-cp. Después de la experiencia de colaboración interna-


cional y tratando de evitar lo sucedido con la desertificación, el Colegio de
Postgraduados realizó varios convenios para estudios a nivel nacional
sobre la degradación de suelos con la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat), a diferentes escalas: 1:4,000,000 en 1997,
1:1,000,000 en 1999 y 1:250,000 en 2001. Los tres levantamientos se desarro-
llaron bajo la coordinación de C.A. Ortiz-Solorio. El primero fue un estudio
de gabinete y los dos últimos con trabajo de campo.
En los estudios a las escalas de 1:4,000,000 y 1:1,000,000, se aplicó la me-
todología glasod y en el levantamiento 1:250,000, la denominada assod.
Ambas, son consideradas como cualitativas y subjetivas, pero tienen la venta-
ja de producir información en poco tiempo. Por ejemplo el mapa assod
para México se realizó en menos de un año.
El número de unidades cartográficas caracterizadas en los diferentes
estudios fueron: para la escala 1:4,000,000, 104 unidades; para la escala
1:1,000,000, 851 unidades y para la escala 1:250,000, 16040 unidades. En la
Figura I.10.9 del Anexo I se ilustra la evolución de los tres levantamientos
en el estado de San Luis Potosí, en donde se puede observar que a mayor
escala mayor detalle en los procesos estudiados.

Mapa de degradación de suelos 1:1,000,000. Para la elaboración del estudio


1:1,000,000 se utilizó como mapa base a las Cartas fisiográficas del inegi.
Esta información, como toda la generada a escala 1:1,000,000 por dicho
instituto, se publicó en 8 cartas cuya distribución geográfica se presenta en
la Figura 10.7.
Los linderos fisiográficos se transfirieron a imágenes de satélite, esto es,
a espacio-mapas estatales, que junto con los planos de carreteras, sirvieron
para la planeación de los recorridos de campo. El país fue subdividido en 5
regiones, cada una integrada por estados completos.
Se nombró por parte del Colegio de Postgraduados a un responsable
regional. Los encargados de generar la información de campo fueron: Alberto
Torres, Rocío de la Garza, Guillermo López, Patricio Sánchez y Rafael
Bautista. En campo se contó con el apoyo del personal de las delegaciones
de la Semarnat y en conjunto se recorrieron más de 25 000 km.
Al ser el estudio 1:1,000,000, el primero en su tipo a nivel internacional
que cubriría toda una nación, provocó que la metodología glasod tuviera
algunas modificaciones. Una fue la relativa al número de procesos de degra-
dación que se deberían reportar por unidad cartográfica, pasando del núme-
ro original de 2 a 3, por el incremento en la escala. Sin embargo, con fines
cartográficos, se decidió que si dentro de una unidad existían tres procesos
de degradación, sólo se mostraría y se cuantificaría al más dominante; de

200
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

1. Tijuana
3 4 2. La Paz
1
3. Chihuahua
4. Monterrey
5. Guadalajara
2 6. México
7. Villahermosa
8. Mérida

7 8
6
5

Figura 10.7. Cobertura nacional de las cartas 1:1 M del INEGI.

esta forma resultó una sobreestimación de las superficies. Otro cambio, a


sugerencia de la Semarnat, fue el número de factores causales, pasó de 4
a 18. La idea era definir con mayor claridad las causas de los procesos de degra-
dación. En la Figura I.10.10 del Anexo I se presenta el resultado del estudio
para la carta Villahermosa y en la Figura I.10.11 el mapa nacional de la de-
gradación de los suelos causada por el hombre.
Los resultados que se obtuvieron mostraron que 64% de los suelos del
país presentaban problemas de degradación en diferentes niveles; 13% co-
rrespondía a terrenos de desiertos, rocosos o zonas abandonadas impro-
ductivas y sólo el 23% del territorio contaba con suelos que mantienen
actividades productivas sustentables.
El tipo de degradación de suelos dominante a nivel nacional correspon-
dió a la erosión hídrica (37%), erosión eólica (15%), degradación química
(7%), degradación biológica (4%) y degradación física (2%).
De la propuesta para factores causativos, sólo 8 resultaron significativos,
con la influencia siguiente: sobrepastoreo (25%); cambio de uso del suelo
(25%); deforestación (24%); labranza postcosecha (10%); sobreexplotación
de cultivos intensivos anuales (6%); mal manejo del agua (4%); sobreexplo-
tación de la vegetación para consumo doméstico (3%) y desechos industria-
les (3%). Uno de los aspectos más relevantes que se detectó durante la rea-
lización del estudio fue la presencia de basura en prácticamente toda la
República Mexicana.
Cabe mencionar que desde su publicación hasta cuando menos el 2007,
los resultados del estudio de degradación de suelos 1:1,000,000, pronto se
convirtieron en los datos oficiales y en la referencia obligada para muchas

201
Geografía de suelos de México

otras actividades, como las de la Cámara de Diputados o Senadores (LX


Legislatura, 2005); La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago,
2006); instituciones gubernamentales como el Instituto Nacional de
Ecología (ine, 2005), el Instituto Mexicano del Transporte (imt, 2004) o el
inegi (2004); instituciones educativas como la Universidad de Guadalajara
(Carrillo, 2006) o para los considerandos en convenios internacionales
(fao, 2007). También permitió que la Semarnat se proyectara a nivel inter-
nacional (Guajardo, 2007); Cuba fue invitada a compartir sus experiencias
en la evaluación de suelos degradados.
Sin embargo, por la escala de trabajo empleada (1:1,000,000), esta infor-
mación resultó general para la toma de decisiones; por ejemplo, para la
planeación de medidas dentro de la Cruzada Nacional por el Agua y el
Bosque, por lo que se consideró que era necesario contar con información
más detallada a nivel regional, decidiéndose realizar una nueva evaluación
a escala 1:250,000.

Mapa de degradación de suelos 1:250,000. A finales de 2001, la Semarnat y el


Colegio de Postgraduados (cp) firmaron un convenio de colaboración para
efectuar el estudio Evaluación de la degradación del suelo causada por el hom-
bre en la República Mexicana a escala 1:250,000. Como en situaciones anterio-
res, la Semarnat fungió como institución financiadora, revisora y supervi-
sora, mientras que el cp aportó el personal técnico científico para elaborar
el trabajo de campo, desarrollar bases de datos y crear, a partir de sistemas
de información geográficos, toda la cartografía (Semarnat-cp, 2002).
Este trabajo fue elaborado a partir de la valoración directa de los suelos de
México en el campo, con la metodología para la degradación de los suelos
conocida como assod (Van Lynden y Oldeman, 1997), que es una modi-
ficación de la denominada glasod (Oldeman, 1988). El trabajo de campo
se realizó en un periodo de 8 meses, durante el 2002 y para ello se recorrieron
más de 150 000 km.
Las diferencias más importantes en relación con el estudio 1:1M fueron:

1) La metodología de assod no considera a la degradación biológica, la


cual es difícil de evaluar en campo.
2) Los factores causativos de los cinco originales; por actividades agrícolas
(a), deforestación (f), sobreexplotación de la vegetación para uso domés-
tico (e), sobrepastoreo (g) y actividades industriales (i) y se adicionó
uno más: por crecimiento urbano o urbanización (u).
3) El mapa base lo constituyó el mapa de sistemas terrestres de México, st
realizado con el método propuesto por Ortiz y Cuanalo (1984), Miguel
Segura, Patricio Sánchez y Guillermo López, debido que no se contaban
con cartas fisiográficas a escala 1:250,000. Para ello se delimitaron los st
sobre imágenes de satélite en falso color, en particular sobre los espacio-
mapas (mosaicos de imágenes de satélite) escala 1:250,000 del inegi,
cuya distribución geográfica se muestra en la Figura 10.8. En total se
delimitaron 16 040 unidades fisiográficas (sistemas terrestres), las cuales
fueron visitadas en campo.

202
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

I
11 12 10
2 3 1 2 3 1 2
H 5-6 4 5 6 4 5
9 7 8 9 7 9
8 7
12 10 11 12 10 11 12 10
5 1 2 3 1 2 3 1 2
G 4 5 6 4 5
6 4 6

7-8 6 7 8 9 7 8 6
10-11 12 10 12
11 10 11 12
2-3 5-6 1 2 3 1 2
F 5 6 4 5 3-6
4-7 7 6
7 8 9-
8 9 9 12
10 11
11 12 10 11 12
1-5 3 3 1
3 1 2 5
E 6 4 5 6 4-7
6-9 4 5
7 8 9
7-10 8 9
10-9 11 12
11 12
3 2
D 5

11 12 13 14 15 16

Figura 10.8. Espacio-Mapas de México; escala 1:250,000.

4) Número de tipos de degradación por unidad cartográfica. La meto-


dología assod no limita el número de tipos de degradación, más bien
exige que los tipos que integran una unidad constituyan territorialmen-
te el 100%.
5) Los mapas muestran tipos dominantes de degradación de suelos en cada
sistema terrestre. La degradación de suelos tuvo preferencia sobre los
terrenos estables o sin uso, siempre que cubriera al menos 30% del siste-
ma terrestre; de esta manera, si en un área los terrenos sin uso cubrían
el 65% y la erosión eólica el 35%, era prioritario reportar la erosión.
6) Los resultados se presentaron a diferentes niveles: nacionales, estatales,
por espacio-mapa y para diferentes temáticas: por regiones ecológicas
y por regiones hidrográficas. Dadas las facilidades actuales de la cartogra-
fía con computadora, fue sencillo presentar los resultados de múltiples
formas.
7) El cómputo de las superficies de los procesos de degradación y otros
terrenos se basó en las extensiones de cada uno de ellos; sin embargo, al
ser apreciaciones visuales se consideró como una estimación.

Los resultados mostraron que México presenta suelos degradados por la


acción humana en el 45% de su territorio, terrenos estables o sin degrada-
ción aparente en el 10% y terrenos sin uso en el 26%. El principal proceso
degradativo es el químico (18%), le sigue la erosión hídrica (12%), la erosión
eólica (9%) y la menor proporción le corresponde a la degradación física
(6%). En la Figura I.10.12 del Anexo I se presenta su distribución.

203
Geografía de suelos de México

Los tipos específicos con mayor dominancia para cada proceso a nivel
nacional fueron los siguientes:

a) Degradación química por declinación de la fertilidad (Qd) en el 17% del


territorio nacional.
b) Erosión hídrica con pérdida del suelo superficial (Hs) en el 29%.
c) Erosión eólica con pérdida del suelo superficial (Es) en el 9%.
d) Degradación física por compactación del suelo (Fc) en el 4%.

De los 17 tipos de degradación existentes, los que no se presentan en el


país fueron: la degradación química por acidificación (Qa) y la degrada-
ción física por hundimiento del suelo superficial (Fh).
Los principales factores causativos de la degradación de los suelos son:

a) Actividades agrícolas en 39%.


b) Sobrepastoreo en 38%.
c) Deforestación con 16%.
d) Urbanización con 4%.

Los de menor impacto fueron: la sobreexplotación de la vegetación para


consumo humano con 2% y las actividades industriales con 1%.
En este estudio se mencionó que los niveles de degradación extrema de
los suelos se relacionan con el crecimiento urbano de alto impacto.
A nivel estatal las entidades con mayor degradación de los suelos fueron:

1) Tlaxcala con el 74% de su territorio.


2) Yucatán con el 71%.
3) Tabasco con el 70%.

Sus mapas se presentan en la Figura I.10.13 del Anexo I.


En cuanto a los estados menos afectados, los resultados mostraron que:
Coahuila tiene 21%; Baja California Norte, 7%, y Baja California Sur 5%.
A manera de ilustración en la Figura I.10.14 del Anexo I, se muestra una
generalización de una carta 1:250,000 sobre la degradación del suelo cau-
sada por el hombre, que en la nomenclatura del inegi le correspondería la
denominación carta Ciudad de México. Como figuras, existen un total de
121 cartas las cuales cubren a todo el país por lo que es posible generar
información a nivel de municipio. Asimismo, si se considerara como una
primera aproximación, se puede convertir en el inicio de estudios más
detallados.
Además de la información nacional, estatal y por espacio-mapa, en el
estudio 1:250,000, también se reportó información por región hidrográfica
(un ejemplo se presenta en la Figura I.10.15 del Anexo I) y por región eco-
lógica (Figura I.10.16 del Anexo I). Se utilizó la misma simbología y colores
para los procesos de degradación.
Es importante mencionar que al reportarse una menor cantidad de degra-
dación de suelos, pudiera interpretarse que se están realizando las acciones

204
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

correctas, como lo indica el inegi (2007); pero en realidad se trata de ubica-


ciones más precisas y cálculos más exactos de las áreas observadas en campo
afectadas por la degradación de los suelos, es decir, se disminuye la genera-
lización de los datos.
Chapela y Álvarez (2007) indicaron que la memoria del estudio a escala
1:250,000 se considera como la información oficial sobre la degradación
de suelos en nuestro país. Además, es probable que México sea uno de los
pocos países en el mundo que cuentan con información a ese nivel de detalle.
Por Internet se tiene acceso al Espacio Digital Geográfico, esdig (Semarnat,
2008), dentro del cual se puede acceder al Boletín Geomático, en donde
se pueden consultar números anteriores, y al recurrir a ellos, del 5 al 9 son
mapas de degradación de suelos, todos provenientes del estudio de 2002.
El número 6 corresponde al mapa de degradación dominante de todo el
país, el número 7 es el mapa de degradación química; el número 8 de ero-
sión hídrica y el número 9 de erosión eólica. El proceso que se realiza para
su elaboración es una especie de disgregación o separación de las partes
de un mapa inicial, similar a lo que se muestra en la Figura I.10.17 del
Anexo I.
Una situación importante que está ocurriendo en México es la forma-
ción de comisiones intersecretariales, ya que a través de ellas, diferentes
secretarías comparten información, aspecto que en el pasado resultaba im-
posible. Tal es el caso de la Semarnat con la Sagarpa y, en particular, con la
información de la degradación del suelo, generada en el 2002.
En el portal de Sagarpa (2006), correspondiente a la Subsecretaría de
Agricultura, aparece el título Conservación y rehabilitación del suelo agrícola
y más abajo varios subtítulos; el primero al cual nos referiremos es el de-
nominado “Degradación dominante”, que contiene el mapa de degradación
dominante de suelos, que es el mismo de la Figura I.10.12 del Anexo I. Más
abajo se encuentra “Mapas de degradación de suelos”, donde se puede ele-
gir a un estado de interés. Una vez seleccionado aparecerá un mapa con el
formato estatal, mencionado con anterioridad, que forman parte de la en-
trega de productos del convenio Semarnat-cp (2002). Mapas parecidos son
los ya reportados en la Figura I.10.13 del Anexo I.
Además, hay otro subtítulo: “Mapas de degradación de suelo agrícola”,
también a nivel estatal, donde sólo se reporta el tipo de degradación de los
suelos para las zonas agrícolas; la información corresponde a la generada
en 2002, con ligeros cambios en su simbología. Estos mapas aparentemen-
te generados por Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria
(aserca), se realizan a través de una sobreposición de los mapas, de degra-
dación de suelos con el de las zonas agrícolas, y todas las áreas que quedan
fuera de las zonas agrícolas no muestran la información. El proceso a nivel
nacional se ilustra en la Figura I.10.18 del Anexo I.
Situaciones muy semejantes, en cuanto al procedimiento para generar
diferentes tipos de mapas de degradación de suelos, se han elaborado den-
tro de la Semarnat (2006), tales son los casos del mapa de desertifica -
ción, donde al mapa de degradación dominante se sobrepuso el de áreas
áridas, semiáridas y subhúmedas secas, y el mapa de procesos de degrada-

205
Geografía de suelos de México

ción de suelos en las montañas es la sobreposición del mapa de degradación


dominante al de zonas montañosas, entre muchos otros posibles.
Se puede afirmar que a partir del 2002 no se ha vuelto a realizar ningún
estudio nacional con información y recorridos de campo, sólo trabajos a
nivel regional. Uno de los más recientes, con la metodología assod, fue el
desarrollado en la cuenca del río Amajac en el estado de Hidalgo (García y
Ventura, 2005).
Este trabajo tuvo como características especiales que fue realizado a una
escala 1:75,000 y como unidades cartográficas a las facetas terrestres, con-
sideradas como una subdivisión de los sistemas terrestres. El área de estudio
cubrió una superficie cercana a las 700 000 ha y se delimitaron 65 sistemas
terrestres y 610 facetas, caracterizadas cada una de ellas con los procesos de
degradación de suelos que presentan. Con este trabajo se muestra que es
posible realizar este tipo de estudios a un nivel más preciso. Su mapa de
degradación de suelos se presenta en la Figura I.10.19 del Anexo I.

Conclusiones
Uno de los aspectos más sobresalientes, después de revisar los trabajos sobre
degradación de suelos en México, fue encontrar la alteración de datos, el des-
conocimiento de las metodologías que se emplean y su modificación o altera-
ción sin justificaciones sólidas.
Para los grupos de investigadores, dentro de la corriente que considera a la
erosión como sinónimo de degradación de suelos, es notoria la limitación de
datos o datos de mala calidad, y el extremo es el querer dar la apariencia
de continuar evolucionando en el conocimiento de nuevos procedimientos;
mientras que en la otra tendencia, los investigadores que estudian grupos de
procesos de degradación de suelos, comparando a México con otros países
dentro de las tendencias internacionales, sólo llegaron hasta la metodología
assod, aun cuando se demostró que es posible aplicarla a niveles más detalla-
dos, no sólo a la escala 1:250,000, sino a mayor precisión como es a 1:75,000.
En México falta por aplicar y evaluar la metodología soveur, para conocer
los procesos de contaminación de los suelos del país, considerados como parte
de los procesos de degradación causada por el hombre y también buscar pro-
cedimientos que conlleven a evaluaciones más cuantitativas, no como los
métodos paramétricos, sino para realizar delimitaciones de los procesos de
degradación de suelos en forma más exacta, para así cuantificar su ocurrencia.
Finalmente, con el proyecto lada, aparentemente se vuelve a cambiar con-
ceptos al pasar de suelo a tierras como objeto de estudio y se está presionando
para encontrar soluciones verdaderas que resuelvan los problemas de las
sociedades que habitan los ambientes frágiles de las zonas áridas y semiáridas
del mundo, incluyendo todo tipo de conocimiento (desde el local hasta el
científico).
Una opinión muy interesante que se da dentro de este proyecto es el de la
subdirectora de Agricultura de la fao (2002), que puede hacerse extensivo a
nuestro país, quien indica que “Es una gran tentación sentarse ante una compu-
tadora, pero es importante conocer exactamente lo que pasa sobre el terreno”.

206
Capítulo 10. Cartografía de la degradación de suelos en la República Mexicana: evolución y perspectivas

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210
Capítulo 11. Cartografía edáfica y mapas
edáficos en México
Eliseo Gerardo Guerrero Eufracio1* y Carlos Omar Cruz Gaistardo1

esde la Antigüedad el hombre ha tenido necesidad de ubicar y

D conocer el espacio territorial en que habita. Los mapas son tan


antiguos como la humanidad misma, la necesidad de hacer
mapas ha persistido a lo largo de la historia para entender los
complejos fenómenos geográficos de toda la superficie del plane-
ta. La cartografía es una disciplina que responde a una necesidad social, es un
documento base del conocimiento de la realidad física y de todo aquello que
gira en torno a las actividades humanas.
La cartografía de suelos tiene como objetivo explicar su distribución, conocer
sus propiedades y las relaciones geográficas con el medio ambiente, teniendo
como base para ello los mapas de suelos.
Este apartado muestra, mediante una breve descripción, las etapas más
representativas y los avances que en materia de cartografía de suelos a escala
nacional y regional han realizado, desde los años sesenta, diferentes entidades
gubernamentales, educativas e internacionales. Por último, se hace mención del
estado actual que guarda la cartografía de suelos en México, sus tendencias y
perspectivas a corto plazo.
Si consideramos que en el territorio mexicano están representados la ma-
yoría de los suelos que se han identificado en el mundo, su estudio implica un
alto grado de dificultad, aunque existe un valioso cúmulo de información
sobre diversos aspectos relacionados con el suelo, los estudios que se tienen de
cubrimiento nacional son escasos, y, si existen tienen poca difusión, están des-
actualizados o se desconoce la metodología con la cual se elaboraron, a lo cual
se suma la complejidad para la interpretación de los datos derivados, por el
alto grado de especialización de la información contenida en los mapas.

Antecedentes históricos
El proyecto del mapa mundial de suelos a escala 1:5,000,000 (Figura I.11.1. del
Anexo I), preparado por la fao a recomendación de la Sociedad Internacional
de la Ciencia del Suelo (sics), durante el periodo 1961-1978, fue el detonante
que dio la pauta para iniciar los trabajos sobre cartografía de suelo de manera
sistemática en el país. Ese primer documento permitió contar con un mapa de
suelos de México que consideraba a América del Centro y el Caribe en el con-
texto de una leyenda uniforme de carácter mundial.
Los objetivos del proyecto fueron: hacer una estimación de los recursos del
suelo, proporcionar bases científicas para el intercambio de experiencias en

1Departamento de Edafología, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Aguascalientes, Ags.


* eliseo.guerrero@inegi.org.mx.

211
Geografía de suelos de México

zonas con ambientes semejantes e impulsar el establecimiento de una clasifica-


ción de suelos de carácter internacional como documento base para las acti-
vidades de investigación en clasificación y cartografía de suelos.

Cartografía edafológica tradicional (mapas impresos)


Este periodo, que podríamos considerar como la época de oro de la cartografía,
abarca aproximadamente de 1960 a 1990, etapa donde la cartografía impresa
fue el producto de vanguardia, la cual fue generada mediante la interpretación
de sensores remotos (fotografías áreas e imágenes satelitales).
El uso de la fotografía aérea como documento gráfico permitió el desarrollo
de niveles insospechados en la generación de información con propósitos carto-
gráficos, no solamente ampliando los horizontes de observación del medio fí-
sico, sino además satisfaciendo la necesidad de comprender mejor el espacio geo-
gráfico que nos rodea, conociendo el ambiente y sus características (Figura
I.11.2. del Anexo I). La fotografía aérea dio lugar al desarrollo de otras ramas
del conocimiento; una de sus vertientes es la fotointerpretación aplicada a la
generación de información temática de recursos naturales.
El inicio de la generación de cartografía de suelos presentó dos grandes
retos: primero, que nuestro país no contaba con un sistema de clasificación de
suelos propio; por otro lado, no se tenía experiencia para definir el nivel de deta-
lle de la información. De ahí la gran diversidad de documentos cartográficos
generados con muy diversas metodologías, utilizando incluso diferentes siste-
mas para la clasificación, la cual, junto a la complejidad en el mosaico edafo-
lógico de México, fueron fuertes limitantes.

Cartografía de gran visión


Son mapas de reconocimiento o generalizados, comúnmente de escala peque-
ña, son útiles para conocer amplias zonas, evaluar las relaciones geográficas
en la distribución de los suelos y permiten resaltar los contrastes entre vastas re-
giones; su ventaja es que proporcionan una estimación del estado que guarda
el recurso a nivel nacional en forma rápida y periódica, en función de los obje-
tivos que se persigan.
Entre los primeros documentos cartográficos de cubrimiento nacional
encontramos el mapa elaborado por el Departamento de Agrología de la Secre-
taría de Recursos Hidráulicos (srh), este mapa representaba la distribución
de los suelos con base en un enfoque paisajístico (suelos zonales, intrazonales,
interzonales, etc.) relacionándolos con algunas características particulares del
suelo (Figura I.11.3. del Anexo I).
Una de la instituciones de referencia en la generación de mapas edafológicos,
que sirvieron como base para elaborar el inventario de los recursos naturales
del país, fue creada en 1968 con el nombre de Comisión de Estudios del Territo-
rio Nacional (Cetenal), hoy conocida como Dirección General de Geografía
(dgg), adscrita al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi). Cuen-
ta con un acervo cartográfico en algunos casos de cubrimiento nacional, como
la Cartografía Edafológica escala 1:1,000,000 (Figura I.11.4. del Anexo I), edita-

212
Capítulo 11. Cartografía edáfica y mapas edáficos en México

da en proyección Cónica Conforme de Lambert (ccl) y Datúm de referencia


nad27, cubrimiento nacional 8 cartas edafológicas, elaborada durante el perío-
do 1978-1980.
Para la clasificación de los suelos se utilizó la leyenda publicada de la
fao/uneso 1968 manual No. 33 “Definitions of Soil Units for the Soil Map of
the World” y modificado por la Comisión de Estudios del Territorio Nacional
(Cetenal) en 1970.
Otro ejemplo es el mapa de suelos dominantes de la República Mexicana,
elaborado por la Conabio mediante la generalización de las cartas edafológicas
escala 1:1,000,000 del inegi y actualizado en la versión de 1988 del sistema de
clasificación fao/unesco/isric (Figura I.11.5. del Anexo I). La información
que se presenta es a nivel de unidades y subunidades de suelo.
Una segunda versión del mapa fue elaborada en forma conjunta por
Semarnat-colpos-inegi; en ese documento se incorporó, como parte de los
datos, una descripción general de las principales características de los sue-
los más representativos (Figura I.11.6. del Anexo I).

Cartografía semidetallada (regional)


El nivel de detalle de estos mapas aporta importantes datos sobre las caracterís-
ticas físicas y químicas de los suelos, su relación con los factores formadores y
limitantes para uso y manejo con fines agrícolas. Sin embargo, la obtención de
mapas actualizados en lapsos cortos es poco probable, ya que mucha de esta
cartografía se elabora en función de políticas o por áreas prioritarias.
Una de las funciones del inegi es generar la cartografía de recursos natura-
les de todo el territorio mexicano a diferentes escalas. La generación de mapas
edafológicos escala 1:50,000 inició en 1968 mediante la interpretación de mode-
los estereoscópicos de fotografías aéreas en blanco/negro en escalas 1:50,000 y
1:75,000, y por otro lado imágenes satelitales Landsat MSS en impresiones a
papel amplificadas (2⫻) de las bandas 4, 5, 6 y 7, para la generación de mapas
escala 1:250,000.
La cartografía de cubrimiento nacional, excluyendo el territorio insular, a
escala 1:250,000, elaborada en formato impreso de 2 grados de longitud por 1 de
latitud, en Proyección Universal Transversa de Mercator (utm) y Datúm de re-
ferencia nad27, fue elaborada en el periodo 1980-1998. (Figura I.11.7. del
Anexo I).
La carta Edafológica escala 1:50,000, formato de 15 minutos de latitud por
20 de longitud cubre un área aproximada de 1 000 km cuadrados, Proyección
Universal Transversa de Mercator (utm) y Datúm nad27, 1968-1982 (Figu-
ra I.11.8. del Anexo I). El cubrimiento es de 762 cartas para 30% del total del
país.
En este apartado se incluyen sólo algunos de la gran cantidad de estudios
cartográficos que se elaboraron durante ese periodo; con objetivos muy diver-
sos pero siempre basados en la representación cartográfica de los suelos.
El mapa de suelos de la cuenca alta de Puebla-Tlaxcala y sus alrededores,
tuvo como objetivo el estudio de los procesos pedogenéticos en relación con
las características ecológicas del suelo y su potencial rendimiento, especial in-

213
Geografía de suelos de México

terés en la génesis de los suelos barrosos y la estimación de la erosión (Figura


I.11.9. del Anexo I).
Otra muestra es la cartografía de suelos de una zona protegida en la reser-
va de la biosfera de Mapimí, elaborada por la Conabio (Figura I.11.10. del
Anexo I).

Cartografía digital y mapas edáficos de nueva generación


La ciencia del suelo ha progresado continuamente, tanto en la exactitud de los
mapas como en sus definiciones y conceptos, los cuales deben ser actualizados
en la medida de los avances tecnológicos en la informática y el desarrollo de
los sistemas de información geográfica, que desde finales del siglo pasado han
tenido lugar en el mundo y en México. Todo ello, aunado al reto de la globaliza-
ción, inciden en la necesidad de contar con información edafológica más opor-
tuna y con periodos de actualización más cortos. La demanda creciente de
nuevos productos, como escalas diferentes, diversificación temática y cambios
en las formas de presentación de los datos es el reto para las instituciones y es-
pecialistas; es decir, actualizar la información geográfica generada por métodos
tradicionales, implementando cambios conceptuales y metodológicos, adoptan-
do el nuevo sistema de clasificación apoyados en el uso de herramientas infor-
máticas de vanguardia.
La cartografía tradicional (mapas impresos) es una herramienta formidable
de investigación y análisis, pero ahora la conversión y la generación de mapas di-
gitales conlleva una mayor versatilidad en la consulta y almacenamiento de la
información. La información digital puede estar incorporada, junto con otros
datos, dentro de un sistema de información geográfica integrado, para con-
formar la cobertura de una región de interés en particular.
Refiriéndonos a la conversión de la cartografía representada en los mapas tra-
dicionales y demás documentos asociados, el reto no es sólo la migración a un
formato digital de todo este volumen de datos, sino hacerla compatible con otras
fuentes de datos dentro del contexto de un sistema de información geográfica.

Mapas edafológicos
El inegi generó el conjunto de datos edafológicos serie II en su versión digital,
mediante la interpretación de espaciomapas del satélite Landsat tm (Tematic
Mapper), clasificando grupos de suelos y calificadores con la Base Referencial
Mundial del Recurso Suelo (wrb).

Mapas geopedológicos
Mapas que combinan la geomorfología y la edafología. La primera propor-
ciona los límites de las unidades de mapeo, mientras que el componente edáfico
proporciona las bases para la clasificación que en conjunto coadyuvan al reco-
nocimiento de distribución espacial de los suelos. Este enfoque combina los
procedimientos convencionales de verificación de campo con las ventajas de
la teledetección y de los sig para el procesamiento de los datos.

214
Capítulo 11. Cartografía edáfica y mapas edáficos en México

La imagen de la Figura I.11.11 del Anexo I muestra un mapa con un enfoque


geopedológico, de la distribución espacial de los suelos de la zona de Karst-
tropical de la península de Yucatán.

Mapas de degradación del suelo


Mapa de estimación de la erosión del suelo elaborado con fines de calibración
satelital. Es un conjunto de datos auxiliares representados por una imagen de
probabilidad a priori que permite aumentar la fiabilidad del monitoreo sateli-
tal o de resultados obtenidos con una clasificación convencional o mediante
métodos no paramétricos y contextuales. Esta imagen fue realizada por la Coor-
dinación General de Ganadería de la Sagarpa mediante manejo de mde y
fotointerpretación directa (Figura I.11.12. del Anexo I).
La interpretación de los resultados indica que la mayor parte de los suelos
fuertemente erosionados (24.6 millones de hectáreas) son suelos erodables
sujetos a intensos cambios en el uso del suelo, específicamente deforestación,
sobrepastoreo o agricultura mal planificada. Los estados más afectados por la
proporción de superficie con erosión fuerte o extrema y de origen natural-antró-
pico asociado (clima-geología-actividad humana moderada o intensa) son el
Distrito Federal, Tlaxcala, Estado de México, Michoacán y Querétaro.

Mapas de propiedades del suelo


El mapa de carbono orgánico del suelo proporciona datos estimados del conte-
nido en porcentaje en el suelo, documento de referencia para registrar la pérdida
o captación a futuro y proporciona información que permitirá formular políti-
cas sobre el manejo que impacten positivamente en sus reservas en los ecosis-
temas y así mitigar el aumento de CO2 en la atmósfera (Figura I.11.13. del
Anexo I).

Mapa de perfiles de suelo


La producción cartográfica requiere del sustento de información de campo,
que por la propia naturaleza no aparece en la fotografía o imagen satelital. No
sólo implica la recopilación de datos cualitativos y cuantitativos, incluye tam-
bién la obtención de muestras de suelo. El inegi cuenta con un acervo de datos
puntuales de perfiles georreferidos que contienen datos de las propiedades físicas
y químicas del suelo, colectados durante el periodo 1980-2000 (Figura I.11.14.
del Anexo I). Cuenta con información de 9 549 perfiles y datos de laboratorio de
10 892 muestras de suelo.

Cartografía de suelos: tendencias y perspectivas


Las tendencias actuales de la cartografía de suelos, también contempladas en
el Plan Nacional de Desarrollo, son las de proporcionar información de interés
nacional, generar indicadores sobre aspectos relacionados con el cambio cli-
mático, desertificación, degradación del suelo, estimación de emisión de gases

215
Geografía de suelos de México

de efecto invernadero generados por el cambio en el uso del suelo, erosión e in-
ventario nacional de suelos; por otro lado, actualizar la información existente
con base en los cambios conceptuales implementados en los sistemas de cla-
sificación.
Actualmente existen varias dependencias que dentro de sus actividades está
la de generar información de interés nacional. Uno de los grandes retos es esta-
blecer convenios de colaboración interinstitucional para formalizar proyectos
conjuntos que sean de interés para ambas partes y en beneficio de la sociedad.
Otro es fortalecer el intercambio de datos para la simplificación de tareas, evitar
la duplicidad de tareas, y optimizar los recursos humanos y financieros.

Referencias
fao-isric-isss. 1998. World Reference Base for Soil Resources. World Soil Resources
Report 84. fao, Rome.
fao-unesco. 1974. fao-unesco Soil Map of the World 1:5,000,000. unesco, Paris.
Cetenal. 1970. Modificaciones al Sistema de Clasificación fao/unesco 1968, una opción
ante el problema de clasificación de suelos para México. México.
inegi. 2002a. Continuo Nacional Vectorial de Datos Edafológicos escala 1:250,000 serie
I. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Aguascalientes, Ags.
———, 2002b. Información Nacional sobre Perfiles de Suelo versión 1.2. Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Aguascalientes, Ags.
Werner, G., Aeppli, H., Miehlich, G. 1978. Los suelos de la cuenca alta de Puebla-Tlaxca-
la y sus alrededores. Fundación Alemana para la Investigación Científica.

216
Capítulo 12. Geografía de suelos regional:
península de Baja California
Yolanda Maya1*, Francisco Raúl Venegas2 y Francisco Javier Manríquez3

Los factores formadores


Orografía de la región
a provincia fisiográfica península de Baja California (inegi, 1995,

L 2001) se encuentra en el extremo noroccidental de la República


Mexicana. Es un largo girón de tierra de alrededor de 1 250 km, que
recorre más de 9° de latitud en sentido nor-noroeste-sur-sureste
entre las coordenadas 32°32’03.72” y 22°51’15.73”, N y 117°07’27.38”
y 109°54’14.05” W (Figura 12.1).
La columna vertebral de la península de Baja California está formada por una
masa de bloques afallados de alrededor de 1 600 km de largo y de 48 a 96 km de
ancho, que alcanza alturas superiores a los 3 000 m en la porción septentrional que
disminuyen gradualmente hasta los 500 m al norte de La Paz, en la porción me-
ridional (Raisz, 1964). En sus orígenes, durante el Oligoceno superior hace alre-
dedor de 30 millones de años, el basamento ígneo de la península se encontraba
adherido a la masa continental. Durante una primera fase, hace alrededor de 24
millones de años, ocurrió un régimen de subducción activa en la costa del Pacífico,
en la región que actualmente corresponde a Baja California (Hausback, 1984). La
segunda fase, hace entre 13 y 3.5 millones de años, se asocia con un gran episodio
de extensión de la corteza que corresponde a la apertura del proto-golfo. Este even-
to también está asociado con los patrones de desarrollo de la cuenca y cordilleras
del oeste de Norteamérica (Karig y Jensky, 1972; Stock y Hodges, 1989). La fase
final es el régimen transtensional que dio por resultado la configuración actual del
golfo de California y la transferencia total de Baja California a la placa del Pacífico
de la placa Norteamericana (Zanchi, 1994; Mayer y Vincent, 1999).
Alrededor de esa cadena montañosa, y como producto de eventos geológicos
tales como emersiones, plegamientos y exposiciones, se adhirieron extensiones
territoriales de diversos orígenes que constituyen las llamadas discontinuida-
des fisiográficas, que se encuentran en la mitad meridional de la península. Se
considera que la península quedó finalmente conformada como la conocemos
durante el Pleistoceno, hace alrededor de 2 millones de años (Fletcher et al., 2000).
El término “discontinuidad fisiográfica” se refiere a una superficie enclavada
dentro de una provincia fisiográfica, pero difiere del resto de ella por poseer
origen, litología y morfología propios y distintivos. Tales diferencias podrían
hacer que se le considerara como una provincia distinta, pero no cumple con el

1 Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C. La Paz, B.C.S.


2 Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali. Mexicali, B.C.
3 Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Coordinación Estatal Baja California Sur. La Paz, B.C.S.

* ymaya04@cibnor.mx.

217
Geografía de suelos de México

PROVINCIA PENÍNSULA DE
1.1 BAJA CALIFORNIA

SUBREGIONES

1.1. Sierras de Baja California Norte


1.2. Desierto de Vizcaíno
1.1 1.3. Sierra de la Giganta
1.4. Llanos de Magdalena
1.5. Discontinuidad del Cabo

Oasis más
importantes

Discontinuidades
fisiográficas

1.2

1.3

1.4

1.5
Trópico de Cáncer

Figura 12.1. Subregiones de la región Península de Baja California.

requisito de poseer un tamaño tal que influya macroclimáticamente sobre las


áreas adyacentes (Dirección de Estudios del Territorio Nacional, inédito).

Climas de la región
La península de Baja California se encuentra dentro de la zona subtropical de
altas presiones del hemisferio norte, a excepción del extremo sur, que penetra
en la zona de influencia del Trópico de Cáncer. La influencia de las altas presio-
nes se manifiesta como una angosta faja de aridez extrema (con menos de 100
mm de lluvia al año) que atraviesa oblicuamente la península desde la parte
baja del río Colorado hasta el litoral del Pacífico (García y Mosiño, 1968). Pre-
senta también una gran variación climática latitudinal, además de la asociada

218
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

a las altitudes, que varían desde el nivel del mar hasta más de 3 600 m en el nor-
te, en la sierra de San Pedro Mártir y 2 000 m en el sur, en la sierra de La Laguna.
Por otra parte, de norte a sur exhibe el efecto que ejercen dos cuerpos de agua
de características muy diferentes: el océano Pacífico y el golfo de California.
En la costa del Pacífico emerge la llamada corriente de California, que transpor-
ta agua de las profundidades del mar con temperaturas frías, entre 13 y 19°C,
generando nubes bajas y neblina que forman una barrera y producen una
inversión térmica anómala, en la que la temperatura aumenta con la altitud.
En contraste, el golfo de California es un cuerpo de agua de relativamente poca
profundidad, alimentado por aguas cálidas del Pacífico tropical, que durante
el verano recibe toda la insolación diurna por estar el cielo totalmente despe-
jado. Debido a esto la costa del Golfo es más caliente, sobre todo en verano; su
temperatura media anual superficial es de 24°C, en contraste con los 18°C de
la costa del Pacífico (García y Mosiño, 1968).
La suma de todas estas diferencias da por resultado climas variados a lo lar-
go y ancho de la península. Así, el noroeste en su porción más septentrional
cuenta con un régimen de clima mediterráneo único en el país, la sierra de San
Pedro Mártir presenta nevadas en invierno y el extremo sur tiene características
tropicales y subtropicales. Esta gama de climas se analizará con mayor detalle en
los apartados correspondientes a las diferentes subregiones. En la Tabla 12.1
se muestran los datos de precipitación y temperatura de las estaciones meteoro-
lógicas representativas de cada subregión y del área de influencia del estero de
San José del Cabo, que es uno de los oasis más importantes del sur de la pe-
nínsula.
Cabe además señalar tres fenómenos climáticos que tienen influencia en la
península. El primero se debe a que ésta se encuentra en el área que recorren
los huracanes y tormentas tropicales que se forman en la cuenca oriental del
Pacífico Norte entre los 10 y 18° N y los 95 y 110° W. Una vez formados, los
meteoros se mueven con dirección oeste–noroeste hacia las aguas abiertas del
océano Pacífico. Sin embargo, ocasionalmente siguen una ruta norte–noroeste,
afectando la península y el suroeste de Estados Unidos, llegando incluso a
Tabla 12.1. Datos climáticos de estaciones meteorológicas representativas de cada subregión y de un oasis
Coordenadas (grados decimales) Temparaturas ( °C)
Subregión Estación Altitud (msnm) pp (mm)
Lat N Long W Máx Mín Prom
Presa López Zamora
Sierras de Baja 31.8908 116.5911 50 28.7 7.9 17.2 258.0
(Ensenada)
California Norte
Sierra de Juárez 32.0036 115.9483 1,580 19.4 2.8 11.1 464.3
Desierto de Vizcaíno Guerrero Negro 27.9680 114.0458 10 24.7 13.1 18.9 85.2
Sierra La Giganta El Mezquital 27.4111 112.5777 450 29.2 12.6 20.9 128.0
Llanos de Magdalena Villa Constitución 25.0000 111.6500 45 31.4 12.7 22.0 149.7
Sierra de La Laguna 23.5486 109.9791 1,800 20.0 6.6 13.3 676.9
Discontinuidad del Cabo
Santiago 23.4805 109.7138 125 33.0 14.5 23.8 352.8
Oasis San José del Cabo 23.0694 109.7069 40 29.5 17.2 23.4 309.7
Lat⫽latitud; Long⫽longitud; msnm⫽metros sobre el nivel del mar; Máx⫽máxima; Mín⫽mínima; Prom⫽promedio; pp⫽precipitación total anual.

219
Geografía de suelos de México

penetrar en el golfo de California. Registros de 52 años (1949-2001) indican que


la mayor frecuencia se presenta en los meses de julio a septiembre, y que entre
el 12 y 16% de los huracanes formados en la cuenca oriental del Pacífico Norte
afectan la península de Baja California, ya sea por contacto directo o por la
gran cantidad de humedad que acarrean (Martínez-Gutiérrez y Mayer, 2004).
El segundo fenómeno es El Niño-Oscilación del Sur (enos), que se for -
ma debido al calentamiento de las aguas oceánicas ecuatoriales del Pacífico
que provoca lluvias intensas, principalmente durante el invierno, afectando al
noroeste del país (Lluch-Cota et al., 1999). A intervalos variables, de dos a sie-
te años, la temperatura de las aguas superficiales del océano Pacífico tropical
occidental se eleva unos cuantos grados por encima de lo normal. Gradual-
mente este máximo de temperatura se desplaza hacia el este y, alrededor de
seis meses después, alcanza las costas de América, en el extremo oriental del
Pacífico. El desplazamiento del máximo va acompañado de un enfriamiento
relativo en el Pacífico occidental. En el océano la contracorriente ecuatorial,
que desplaza las aguas frías desde el continente americano hacia el oeste, se
debilita, favoreciendo el transporte de una banda de aguas cálidas hacia las
costas de América. Durante el enos se altera la presión atmosférica en zonas
muy distantes entre sí, se producen cambios en la dirección y la velocidad del
viento, y se desplazan las zonas de lluvia de la región tropical. Los cambios en la
circulación atmosférica alteran el clima global, con lo que se afecta la pesquería,
la agricultura, los recursos hídricos y otras actividades económicas importantes
en extensas áreas del planeta. El Niño corresponde al extremo cálido de esta osci-
lación interanual; el extremo frío (llamado La Niña, El Viejo o Fase Fría) tiene
consecuencias igualmente destructivas (Green et al., 1997; cepes, 2005). Para la
península, en particular, las precipitaciones extraordinarias invernales relacio-
nadas con el enos han provocado deslizamientos de tierra e inundaciones en
gran parte de las zonas costeras noroccidentales.
El tercer fenómeno meteorológico, que tiene gran influencia por los efectos
devastadores asociados, es la Oscilación Decadal del Pacífico (odp). Hare y
Francis (1995) y Mantua et al. (1997), describieron este fenómeno, el cual tiene
un patrón cíclico como el enos, con una recurrencia de entre 20 y 30 años.
La odp también tiene una fase cálida (o positiva) de lluvias intensas y una
fase fría (o negativa) de condiciones de sequía. Por esta razón se espera que
los eventos climáticos más intensos se presenten cuando coincidan la odp
positiva con el enos, y la odp negativa con La Niña (Gershunov y Barnett,
1998). Además de la diferencia en la escala temporal, ambas oscilaciones se
diferencian en la escala espacial, dado que el enos influye mayormente en el
clima tropical, en tanto que la odp afecta al Pacífico norte y a Norteamérica.
Es notable que, debido a que se localiza en la zona transicional de influencia,
ambos fenómenos afectan directamente a la península de Baja California.

Estructura geológica de la región


Los eventos tectónicos y magmáticos que ocurrieron durante la separación y
conformación de la península de Baja California, como se le conoce actualmen-
te, generaron una gran variedad de unidades litológicas ígneas, sedimentarias y

220
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

metamórficas, cuya distribución se relaciona con la fisiografía de la península.


La serie de cadenas montañosas que recorren su eje mayor están formadas
básicamente por un enorme batolito granítico formado al interior de la corteza
terrestre, actualmente expuesto o recubierto por rocas sedimentarias o ígneas
más recientes. Las edades de las unidades litológicas abarcan las eras Mesozoica
y Cenozoica (inegi, 1995, 2001).
Las rocas del Mesozoico son las más antiguas y constituyen la base de la
columna estratigráfica. Están bien representadas en la mitad septentrional de
la península por rocas sedimentarias, volcánicas y plutónicas del Cretácico y
metamórficas del Jurásico. En la mitad meridional, en cambio, las unidades
de esta era son relativamente pequeñas y se encuentran dispersas, como las rocas
sedimentarias del Cretácico y las metamórficas del Jurásico de la sierra San
José de Castro en el desierto de Vizcaíno y las rocas metamórficas del Jurásico
que forman las islas Santa Margarita y Cerralvo. En el extremo sur de la penín-
sula se encuentra expuesta otra parte del batolito, formando una gran masa
de rocas plutónicas y metamórficas del Cretácico, que conforman la sierra de
La Laguna (inegi, 1995, 2001). Las unidades litológicas que coronan las cor-
dilleras que forman el eje de la península son del periodo Terciario del Ce-
nozoico, y están representadas por rocas volcánicas y sedimentarias; del periodo
Cuaternario son las rocas sedimentarias y los depósitos aluviales que se en-
cuentran en el desierto de Vizcaíno, los llanos de Magdalena y la discontinuidad
del Cabo (inegi, 1995, 2001).

Hidrografía de la región
Como quedó establecido en el apartado sobre climatología, la condición de ari-
dez es una característica relevante en casi toda la península de Baja California, la
cual puede considerarse pobre en recursos hídricos en general, dado que prác-
ticamente todas sus corrientes son intermitentes. A excepción del volumen alma-
cenado en seis presas (en el norte: río Tijuana, arroyo El Carrizo y arroyo En-
senada; en el sur arroyo San Lázaro, arroyo Grande y arroyo El Cajoncito), el resto
de la península depende del agua subterránea como única fuente de abasteci-
miento para actividades agrícolas y urbanas. Su calidad varía de dulce a salada
(⬍1 000 ppm a ⬎2 000 ppm, respectivamente), debido a que las tasas de evapo-
ración altas causan el incremento de salinidad de los acuíferos. A manera de ejem-
plo, más del 61% de 500 pozos analizados en el estado de Baja California Sur reba-
saron las 500 ppm establecidas para consumo humano por la Norma Oficial
Mexicana nom-127-ssa1-1994-Modificación 1999 (Semarnat, 2005). En muchas
de las zonas de aprovechamiento los recursos hídricos subterráneos se están
sobreexplotando, generando problemas de intrusión marina en algunos acuíferos
(cna 1995, 2003) y aumentando los problemas de salinidad que ya se presenta-
ban por causas naturales. En consecuencia, los suelos agrícolas están en proceso
de contaminación y degradación a causa de la mala calidad del agua de riego.
En cuanto a la distribución de las cuencas, la península cuenta con un parte-
aguas muy bien definido que divide dos grandes vertientes de escurrimiento
que son constantes en toda su longitud: la del golfo de California y la del océano
Pacífico. En el norte las cumbres de las sierras Juárez y San Pedro Mártir separan

221
Geografía de suelos de México

vertientes de anchura casi semejante. Hacia el sur los parteaguas de las diversas
cadenas montañosas que corren a lo largo de la península están francamente
desplazados hacia el golfo, dando lugar a cuencas pequeñas en esa vertiente y
mucho más amplias en la del Pacífico (Flores, 1998). Por esta razón, la ver-
tiente del Pacífico presenta arroyos de curso bastante largo debido a la distancia
que hay entre el parteaguas y la costa, a diferencia de la vertiente del golfo, en
donde las corrientes son relativamente cortas y descargan directamente al
mar. Esta situación cambia en el extremo sur de la península, en donde el par-
teaguas es más cercano al océano Pacífico y por lo tanto la vertiente del golfo
presenta corrientes de mayor longitud.

Ecosistemas principales de la región


En la península de Baja California se encuentran dos zonas fitogeográficas: el
desierto Sonorense y la región del Cabo. Como se puede apreciar en la Figura
12.2, el desierto Sonorense cuenta con siete subdivisiones en la península, en
tanto que la región del Cabo sólo tiene una, que corresponde casi en su totalidad
a la región árido-tropical, excepto por la intrusión de algunas franjas pertene-
cientes a la subdivisión desierto Sarcocaule (Brandegee, 1982; Shreve y Wiggins,
1964, Wiggins, 1980).
Los autores hicieron estas subdivisiones con base en la composición florísti-
ca y asociaciones vegetales más conspicuas de cada una. Las más importantes, de
acuerdo con Wiggins (1980), se describen en forma general a continuación:

Región Californiana. Incluye la llanura costera del Pacífico y los chaparrales de


las estribaciones de las sierras Juárez y San Pedro Mártir. Especies represen-
tativas son Adenostoma fasciculatum (chamizo), Arctostaphylos oppositifolia
(palo blanco), Aesculus parryi (trompo) y Rosa minutifolia (rosa silvestre),
esta última endémica de Baja California. Varios encinos se presentan en esta
región, destacando los Quercus agrifolia, Q. dumosa y Q. engelmannii.

Bosque de coníferas de Baja California. Se localiza en las sierras Juárez y San


Pedro Mártir, por encima de los chaparrales en sus laderas occidentales y
del desierto de San Felipe en sus laderas orientales. Entre varias especies de
pino destacan Pinus quadrifolia y P. jeffreyi, la primera predomina en la sierra
Juárez y la segunda en las partes altas de San Pedro Mártir. Otras especies
que las acompañan son Pinus murrayana (pino), P. lambertiana (pino dulce),
Abies concolor (abeto blanco) y Populus tremuloides (álamo blanco).

Desierto micrófilo. Se localiza al oriente de las sierras Juárez y San Pedro Mártir,
por debajo de los 1 000 m de altitud. El arbusto dominante es Larrea tridenta-
ta (gobernadora); también se presentan Fouqueria splendens (ocotillo), Am-
brosia spp. (yerba del burro), Olneya tesota (palo fierro) y Bursera micro-
phylla (torote blanco). La distribución de la cactácea Opuntia cinerea está
confinada a esta subdivisión. Presenta extensas superficies sin vegetación
aparente que incluyen la Laguna Salada y sus alrededores, y que llegan hasta
el golfo de California.

222
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

117º 116º 115º 114º 113º 112º 111º 110º 109º

1 1. Región Californiana 32º


32º
3 2. Bosque de Coníferas de
2
Baja California
31º
31º 3. Desierto Micrófilo
4. Desierto Sarcófilo

30º
5. Desierto Sarcocaule 30º

6. Región de Magdalena
7. Región Sierra de la Giganta 29º
29º
8. Región Árido-Tropical
FUENTE: Wiggins, 1980.
28º 4 28º
5

27º
27º

26º
26º

Desierto Sonorense 6 7
25º
25º

24º
24º 8
Región del Cabo

23º
23º

117º 116º 115º 114º 113º 112º 111º 110º 109º

Figura 12.2. Zonas fitogeográficas de la península de Baja California.

Desierto sarcófilo o región de Vizcaíno. Se caracteriza por la asociación Agave-


Ambrosia. Además presenta las extensiones más importantes del sur de la
península sin vegetación aparente en los alrededores de las lagunas costeras
Ojo de Liebre y San Ignacio, en donde la intrusión marina y las altas tem-
peraturas y radiación han formado extensas llanuras de evaporación.

Desierto sarcocaule. Dominancia de arbustos de tallos gruesos y carnosos.


Asociación Bursera-Jatropha. Entre las cactáceas se encuentran Opuntia
cholla (choya), Pachycereus pringlei (cardón), Opuntia spp. (nopales) y Fero-
cactus spp. (biznagas).

Región de Magdalena. Es un matorral en el que se mezclan especies del mato-


rral sarcocaule con las del crasicaule. Abundan especies de cactáceas co-

223
Geografía de suelos de México

lumnares como Pachycereus pringlei (cardón) y Lemaireocereus thurberi


(pitaya dulce), además de varias especies de Bursera (torotes) y leguminosas
como Prosopis articulata (mezquite) y Cercidium floridum (palo verde).

Región sierra La Giganta. Dominan leguminosas y arbustos (Lysiloma spp.,


Acacia spp., Cercidium microphyllum y Prosopis spp.). Entre las cactáceas
están Lemaireocereus thurberi (pitaya dulce) y varias especies de Mammillaria
(viejitos). La palma Erythea brandegeei se encuentra en los cañones.

Región árido-tropical. En sus llanuras hay matorral sarcocaule, dominando


Jatropha spp. y Pachycereus pringlei (cardón), en tanto que en su cadena
montañosa se encuentran comunidades de selva baja caducifolia y bosques
de encino y de encino-pino.

Cabe destacar que en la península de Baja California se localiza el límite


septentrional de distribución de dos tipos de vegetación básicamente tropicales:
la selva baja caducifolia y el manglar. Ambos exhiben en la región atributos
particulares. La selva baja caducifolia de la península es la que se ha establecido
en las condiciones más extremas de sequía y altas temperaturas (Gentry, 1942).
El manglar, por su parte, tiene la característica de no estar asociado a corrientes
fluviales permanentes, como ocurre en el resto de las localidades en las que se
distribuye.

El uso agrícola del suelo


Al sureste de Tijuana y al este-sureste de Ensenada se encuentra una de las re-
giones vitivinícolas más importantes del país. Localizada en la “franja mundial
del vino”, comprende varios valles intermontanos, como los de Guadalupe,
Ojos Negros, San Antonio, Santo Tomás y San Vicente, en los cuales se ha
tomado ventaja de la temperatura y la humedad propias del clima mediterrá-
neo que, sumadas a la calidad de la tierra y del agua de riego, crean excelentes
condiciones para el desarrollo de este cultivo y del olivo, que también es muy
importante en la región. Un poco más al sur y sobre la llanura costera del
Pacífico, se encuentra la otra localidad agrícola del norte de la península.
En el sur de la península, y debido a las condiciones climáticas imperantes,
la agricultura mecanizada es una actividad restringida prácticamente a sólo
dos localidades que son, en orden de importancia, el valle de Santo Domingo,
ubicado en los llanos de Magdalena y el valle del Vizcaíno, en la subregión de-
sierto de Vizcaíno. Pequeñas áreas en la discontinuidad del Cabo que suman
alrededor de 1 200 ha (Navejas et al., 2006) se dedican a la agricultura orgánica,
de gran importancia económica local, pues toda la producción es de exportación.

Valle de Santo Domingo. Es un área de agricultura de riego de aproximada-


mente 130 760 ha, enclavada en el matorral xerófilo, la cual fue abierta a la
producción en los años 40 para impulsar la economía de la región. Los prin-
cipales cultivos fueron el algodón y el trigo, y fue floreciente durante algunas
décadas, hasta que el riego agotó varios de los pozos. Actualmente se cultiva

224
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

principalmente alfalfa, naranja, frijol, garbanzo y maíz. El abandono de par-


te de los terrenos en esta región, continuamente azotada por el viento, ha dado
lugar a problemas de erosión e incluso a la formación de dunas activas.

Valle del Vizcaíno. Fue abierto a la producción en la misma época que el valle
de Santo Domingo. Es mucho más pequeño (alrededor de 8 660 ha), sus
suelos son muy arenosos y tienen problemas naturales de concentración
de sales y sodio, característicos de los suelos de esta subregión. En este valle
se produce principalmente trigo, algodón, maíz, frijol, vid, dátil y alfalfa,
con sistemas de riego por aspersión, goteo y gravedad. Actualmente, ade-
más de la agricultura mecanizada de riego, se practica la agricultura en
invernaderos (Navejas et al., 2006).

Subregiones
En la Figura 12.1 se muestra la distribución de las subregiones, las cuales se
describen a continuación.

Sierras de Baja California Norte


Fisiografía. Esta subprovincia limita al noreste con la provincia Llanura So-
norense y el golfo de California, al norte colinda casi con la frontera con Esta-
dos Unidos y al sur con la discontinuidad fisiográfica desierto de Vizcaíno y
la subprovincia sierras de La Giganta. Su principal característica es el batolito
de las sierras Peninsulares, con afloramientos continuos de rocas plutóni-
cas, desde el límite norte hasta el paralelo 28°, en donde se interrumpen por
una cubierta extensa de rocas volcánicas terciarias (Delgado-Argote et al.,
2004). A lo largo de esta subprovincia se localiza una serie de sierras más
prominentes al norte y que disminuyen en altitud hacia el sur, sin quedar
sepultadas. La vertiente del Pacífico tiene pendientes más suaves que las
del golfo, que son abruptas como resultado del levantamiento tectónico del
Terciario. De norte a sur se encuentran primero las sierras Cucapá-El Mayor
y el complejo San Felipe-Santa Rosa, los cuales son complejos cristalinos con
altitudes máximas alrededor de 1 000 metros sobre el nivel del mar. Conti-
nuando hacia el sur, en la región central de la península, se encuentra el
primer cuerpo ígneo, la Sierra de Juárez, de origen plutónico; forma parte del
batolito peninsular de la era Mesozoica, con altitudes que van desde 1 100
hasta 1 800 metros sobre el nivel del mar. Hacia el sur le sigue la sierra con
mayor altitud de toda la península; la de San Pedro Mártir, que alcanza 3 009
metros sobre el nivel del mar, y que pertenece al mismo batolito peninsular.
Entre estas dos sierras se localiza un sistema de fallas dextrales activas: la
falla de Agua Blanca, con desplazamiento horizontal de 2 a 3 mm por año
(Dixon et al., 2002), la cual prácticamente ha partido en dos a la península.
Como parte de esta subprovincia fisiográfica se localiza también una serie de
geoformas llamadas coloquialmente valles los cuales, de acuerdo a su situa-
ción, pueden ser costeros (Mandadero, San Vicente y San Quintín) o inter-
montanos (Tijuana, Tecate, Guadalupe, Ojos Negros y la Trinidad).

225
Geografía de suelos de México

Geología. La superficie que cubre la subprovincia de Sierras de Baja California


Norte es prácticamente igual a lo que López-Ramos (1982) definió como sub-
provincia de Sierra de Juárez. Está formada principalmente por rocas graníti-
cas y se considera como la continuación meridional del complejo cristalino
de la sierra Nevada, localizada en el estado de California. Esta subprovincia
ha estado sujeta a una intensa actividad tectónica que ha provocado dos gran-
des procesos de erosión: el primero inició desde el Mesozoico Medio, en el
Cretácico Inferior, y se caracterizó por el emplazamiento del batolito penin-
sular, la presencia de metamorfismo, la formación de grandes enjambres de
diques e intensos procesos de denudación (Gastil et al., 1975). El segundo
evento ocurrió durante el Terciario, en épocas del Oligoceno-Mioceno, antes
de la formación del golfo de California, con intenso vulcanismo, continua-
ción del levantamiento del batolito peninsular, reactivación de la gran Falla
de San Andrés y fallas asociadas (Elders et al., 1972; Gastil et al., 1975;
O’Connor y Chase, 1989; Kier et al., 2001; Cruz-Castillo, 2002; Dixon et al.,
2002). La gran diferencia que se puede establecer entre los dos eventos radica
en los materiales depositados durante el primero, que en general fueron más
grandes, mal clasificados y poco intemperizados, a diferencia de los deposita-
dos durante el segundo evento, de menor diámetro y mejor clasificados, algu-
nos bastante intemperizados, con presencia de minerales secundarios. Estos
indican una posible estabilidad climática que implicaría incrementos en pre-
cipitación, temperatura y CO2, el cual habría sido utilizado para promover el
intemperismo químico de minerales primarios (Williams et al., 1998; Ledley
et al., 1999; Keeley y Rundel, 2003), y que posiblemente permitió la forma-
ción de suelos con desarrollo de incipiente a fuerte, con acumulación de arci-
lla iluvial y presencia de horizontes Bt arcillosos.

Clima. La zona más septentrional de esta subregión presenta un clima de tipo


mediterráneo BSks que, como ya se mencionó, es único en el país. Se trata de
un clima seco mediterráneo templado, con verano seco y caliente e invier-
no húmedo, lluvioso y frío. En las sierras de Juárez y San Pedro Mártir en
particular, que son las más altas, se presentan climas Ca-Cb⬘, templados y
semifríos respectivamente, con lluvias de invierno (García, 1964; inegi,
2001). En las partes altas de la sierra San Pedro Mártir se presenta al menos
una nevada durante cada temporada de lluvias, generalmente a partir de
los 1 000 metros sobre el nivel del mar, aunque eventualmente se pueden
presentar nevadas a menor altitud. Ambos tipos climáticos, BS y C, son
dominantes en el noroeste de la península hasta un poco más al norte del
paralelo 30°. En este punto se establece la transición climática hacia lo que
se conoce como desierto Central, el cual se establece desde el sur de San Quin-
tín, sur de la sierra de San Pedro Mártir y sur de la sierra Matomi. La gran di-
ferencia que se establece entre los tipos climáticos BS y C del norte y los tipos
climáticos BW hacia el sur es el patrón de precipitación, el cual modifica su
estacionalidad: en lugar de seguir el patrón de lluvias de invierno y la in-
fluencia de las masas de aire frío y húmedo que bajan del norte, los subtipos
climáticos que se establecen son principalmente áridos, extremadamente
calientes, con lluvias de verano e invierno frío (inegi, 2001).

226
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

Vegetación. El tipo de vegetación más representativo de esta subregión es el


chaparral, el cual se caracteriza por formar una densa cubierta de arbustos
esclerófilos siempre verdes que soportan periodos de sequía extrema, de 1 a
3 m de altura, hojas pequeñas y duras, ramas rígidas y un sistema radicular
extensivo. Tiene especies características como Adenostoma fasciculatum
(chamizo vara prieta), A. sparsifolium (chamizo colorado), Rhus integrifolia
(lentisco), Artemisia tridentata (chamizo blanco, Arctostaphylos spp. (man-
zanita), Ceanothus spp. (brasilillo), Heteromeles arbutifolia (toyón), Garrya
spp. (espiguilla sedosa), Quercus dumosa (encino), Rhamnus californica
(cereza de café) y R. crocea (cereza roja). Generalmente se distribuye entre
400 y 800 msnm, sobre pendientes pronunciadas y suelos de texturas grue-
sas, aunque en las pendientes que dan hacia las costas se establece entre 900
y 1 800 msnm (Barbour y Christensen, 1993). Dependiendo de la altitud
en la que se establezca, el chaparral se subdivide en costero (localizado en
cañones y cañadas en la línea costera), intermedio (entre 400 y 800 metros
sobre el nivel del mar, caracterizado por especies de manzanita, chamizos y
encinos arbustivos) y de altura (entre 800 y 1 700 msnm, con el dominio de
coníferas) (Barbour y Christensen, 1993). El matorral costero es una co-
munidad vegetal compuesta por especies pioneras que tiene una distribución
muy parecida al chaparral. Se distribuye en el noroeste de la península hasta
el poblado de El Rosario en la latitud 30°. Se considera como una transición
entre la vegetación desértica y el chaparral. Su distribución no es uniforme y
es común que llegue a penetrar hasta 30 km tierra adentro, ocupando gran-
des extensiones en las laderas cercanas a la sierra San Pedro Mártir, hasta una
altitud de 500 m. Incluye especies semisuculentas como Euphorbia misera
(liga), suculentas en forma de roseta como Agave shawii (maguey) y Dudleya
attenuata (siempreviva), varias especies de cactáceas como Opuntia litoralis,
O. californica (nopales), Stenocereus gummosus (pitaya agria), Myrtillocactus
cochal (cochal) y Mammillaria dioica (viejito). Entre las herbáceas están
Salvia mellifera, S. leucophylla (salvias), Encelia californica (incienso) y, en-
tre los arbustos, Artemisa californica (chamizo), Eriogonum cinerum y Rhus
integrifolia y R. laurina (lentiscos). Al norte de la península, en las partes
altas de las sierras Juárez y San Pedro Mártir, así como en parches en algu-
nas sierras de menor altitud y cercanas a la costa, como Santa Isabel, San
Borja, sierra Blanca y las islas de Cedros y Guadalupe, se encuentran bosques
de coníferas. Es una comunidad vegetal de bosque mixto con especies como
Pinus jeffreyi, P. ponderosa, Abies concolor (abeto blanco), Pinus lambertiana
(pino dulce) y Calocedrus decurrens (cedro incienso). A pesar de que tradi-
cionalmente se le ha utilizado como agostadero, aún conserva gran parte
de sus atributos prístinos; es decir, condiciones naturales poco perturbadas
(Minnich et al., 2000). La mayor parte de estos bosques se desarrolla sobre
suelos de texturas gruesas de origen granítico, sin desarrollo, con algo de ma-
teria orgánica. En una estrecha franja a lo largo de las costas al suroeste de
esta subregión se encuentra matorral halófilo, que se caracteriza por tener
especies de poca talla y a menudo suculentas. Las especies que integran esta
comunidad están adaptadas a los cambios de salinidad del suelo y se en-
cuentran en zonas de inundación, como esteros, estuarios y lagunas costeras.

227
Geografía de suelos de México

Las especies más representativas son Spartina foliosa (pasto marino), Fran-
kenia grandiflora (yerba reuma), Salicornia bigelovii (salicornia), Distichlis
spicata (pasto salado) y Suaeda californica, Monanthochloe littoralis (zacate
salado) y Batis maritima (saladillo). Finalmente, la vegetación de dunas
costeras se distribuye a lo largo de las costas del Pacífico. Las geoformas
más significativas en esta subregión son Los Médanos, El Ciprés, La Joya,
San Quintín y El Rosario. Estos ecosistemas juegan un importante papel
debido a que protegen la línea de costa, ya que disipan y amortiguan los
efectos producidos por la fuerza del oleaje y el viento. Se les considera eco-
sistemas frágiles y representan una importante reserva de arena en playas
erosionadas. Este tipo de vegetación se caracteriza por tener especies pe-
queñas y suculentas, consideradas especies clave porque juegan un papel
importante como pioneras y fijadoras de arena al estabilizar y propiciar el
desarrollo de pastizales en suelos arenosos, además de tener un alto grado
de endemismo (Delgadillo, 1998). Especies representativas son Abronia
maritima (verbena), Ambrosia chamissonis (chamizo), Carpobrotus aequi-
laterus (hielito) y Camissonia cheiranthifolia (inegi, 2001).

Desierto de Vizcaíno
Fisiografía. Esta región constituye en sí misma una península, es una de las
discontinuidades fisiográficas de la provincia península de Baja Califor-
nia. Tiene la particularidad de haberse formado por un levantamiento
del terreno que se intensificó durante el Oligoceno Superior, hace alrede-
dor de 30 millones de años (Flores, 1998). Las rocas que forman las sie-
rras al oeste poseen el registro geológico más antiguo de Baja California
(periodo Triásico), con una antigüedad de alrededor de 220 millones de
años, cuando formaban parte del piso oceánico (Flores, 1998). A partir del
extremo occidental se encuentran varias sierras de geología compleja con
orientación noroeste-sureste. Destacan la sierra San José de Castro, que
alcanza 920 m, las sierras bajas Hornitos, Los Indios y Morro Hermoso,
que llegan sólo a 500 m y la sierra Pintada y el cerro El Elefante, que son
elevaciones aisladas. Aledaños a las sierras se encuentran lomeríos y
mesas de poca pendiente así como cañadas de poca profundidad. Otro
rasgo importante lo constituye la sierra de Santa Clara, con altitudes que
oscilan entre 250 y 500 m, destacándose algunos picos de fuerte pendien-
te que alcanzan 790 m y que forman uno de los múltiples monumentos
paisajísticos que posee esta región. El desierto de Vizcaíno es una enorme
llanura con muy poca pendiente, formada por depósitos eólicos. El vien-
to forma campos de dunas en grandes extensiones, localizándose los más
grandes al noroeste de la llanura, particularmente en las inmediaciones
de la laguna Ojo de Liebre, a la cual prácticamente rodea el desierto. En
algunas zonas a lo largo de la llanura se encuentran otros campos de
dunas estabilizadas que forman un lomerío bajo muy suave. Muy impor-
tantes en esta subregión son las llanuras de evaporación que rodean las
lagunas San Ignacio y Ojo de Liebre, las cuales se describen detalladamen-
te más adelante.

228
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

Geología. La mayor parte del desierto de Vizcaíno está conformado por exten-
sas planicies de escasa elevación sobre el nivel del mar, constituidas por
formaciones de areniscas y conglomerados. Como se mencionó, en esta
subregión se encuentran las rocas más antiguas de la península, que pro-
vienen del periodo Triásico del Mesozoico (inegi, 1995; Flores, 1998).
Forman los complejos metamórficos que se encuentran expuestos en la
sierra San José de Castro y al sur de la sierra Santa Clara, la cual está for-
mada por rocas volcánicas del Terciario (inegi, 1995). Las formaciones
geológicas de estas serranías sustentan la hipótesis de que la superficie
peninsular ha estado sujeta a variaciones continuas del nivel del mar y a
una intensa actividad volcánica desde los albores de su origen (Durham y
Allison, 1960). De acuerdo con esta hipótesis, los incrementos en el nivel del
mar habrían causado intrusiones marinas que formaron extensos mares
someros, dando por resultando condiciones edáficas de salinidad y alcali-
nidad elevadas. En el resto de la subregión prevalece un relieve eólico acu-
mulativo en el que destacan las dunas y los depósitos lagunares con con-
centraciones salinas (inegi, 1995).

Hidrología. Numerosos cauces de arroyo originados en las serranías, al orien-


te de esta subregión, terminan en las planicies del desierto de Vizcaíno, en
donde prácticamente desaparecen porque el agua atraviesa rápidamente el
material permeable y pasa a las capas inferiores del suelo. Algunos arroyos
que se forman en las cercanías de la laguna San Ignacio descargan en ella,
en tanto que la sierra de Santa Clara tiene un drenaje denso que descarga, al
norte, hacia el desierto de Vizcaíno, al este en la laguna San Ignacio y al sur
directamente en el mar. En las zonas de influencia de las lagunas Ojo de
Liebre y San Ignacio se encuentran varias llanuras de evaporación en las
que la concentración de sales es tal que ningún tipo de vegetación es capaz
de prosperar. En las inmediaciones de la laguna San Ignacio estas llanuras
ocupan grandes extensiones (148 200 ha), formando paisajes singularmen-
te atractivos. Debido a su extensión y a que en ellas se desarrollan comuni-
dades activas de microorganismos de diversa naturaleza, se ha sugerido su
importancia en los ciclos biogeoquímicos y como sumideros de carbono en
condiciones extremas de hipersalinidad (Maya y López-Cortés, 2005). La gran
evaporación del agua de mar causada por las temperaturas altas, la baja
precipitación pluvial y el viento constante promueve la formación de sali-
nas naturales, condición de la que se tomó ventaja a mediados de los años
50 en los alrededores de la laguna Ojo de Liebre para la creación de la mina
Exportadora de Sal, S.A. en Guerrero Negro. Con 33 000 ha de infraestruc-
tura para la evaporación y cristalización de agua de mar, es la más grande
del mundo a cielo abierto y la segunda en producción a nivel mundial.

Clima. Esta subregión es la más seca de la península, pues su precipitación


total anual no alcanza los 100 mm; su temperatura media anual fluctúa entre
18 y 22°C (inegi, 1995). El clima es muy homogéneo y, de acuerdo con
García (1964), de tipo BWhs(x⬘), árido, semicálido, con temperaturas bajas
en invierno, durante el cual se presentan precipitaciones que suman menos

229
Geografía de suelos de México

del 36% de la precipitación total anual. La corriente de California ejerce gran


influencia en esta subregión, acarreando humedad que cubre extensas
superficies en forma de neblina y que permite el crecimiento abundante de
epífitas. Aun durante el verano muchas especies condensan el agua, que así
alcanza la superficie y penetra en el suelo (León de la Luz et al., 1991). Cabe
señalar que esta subregión marca el límite septentrional de los climas muy
cálidos y muy secos que, a partir de aquí, se distribuyen ampliamente hacia
el sur y el este en la península (Salinas-Zavala et al., 1991).

Vegetación. En esta subregión se concentra la mayor cantidad de asociaciones


vegetales de toda la península: matorral sarcocaule, matorral sarco-crasicau-
le, matorral halófilo, matorral de dunas, matorral inerme, matorral micró-
filo, vegetación de dunas costeras, eriales y vegetación de influencia marina
(SPP, 1981; León de la Luz et al., 1991). El establecimiento —o ausencia—
de algunas de estas asociaciones vegetales, como los eriales y el matorral
halófilo, está directamente ligado a las condiciones edáficas. En esta subre-
gión se encuentran las condiciones más extensamente diseminadas, e inclu-
so más extremosas, de salinidad y sodicidad del suelo de toda la península.
Importante para los suelos en esta subregión es una planta rastrera, Mesem-
brianthemum spp. (vidrillo), al parecer introducida de Sudáfrica (Rzedowski,
com. pers.), tolerante a la salinidad y la sodicidad del suelo, y que prospera
durante el invierno cubriendo extensas superficies de la planicie del desier-
to, estabilizando las partículas y evitando la erosión eólica en una región cons-
tantemente azotada por el viento.

Sierra La Giganta
Fisiografía. En esta subregión destaca, al norte, la sierra de San Francisco, la
cual es un macizo montañoso con grandes y profundos cañones, que en
la vertiente occidental forma un conjunto de elevaciones de pendientes
abruptas, truncadas y alargadas. Estas elevaciones oscilan entre 500 y 1 000
m y se encuentran orientadas en forma prácticamente radial al pico de
mayor altitud de la sierra, que alcanza 1 590 m. En esta vertiente se en-
cuentran varias mesas, entre las que están la mesa Julio, la mesa San Gre-
gorio, la mesa Alta, la mesa San Jorge y la mesa el Pitacio. En la vertiente
oriental en cambio, la sierra está fuertemente disectada, con elevaciones
que oscilan entre 500 y 750 m y que descienden gradualmente hasta trans-
formarse en un lomerío. Otro elemento fisiográfico importante de esta
subregión lo constituyen el conjunto de volcanes formado por el volcán
de Las Vírgenes y el volcán El Azufre, de origen reciente. La imponente
masa del volcán Las Vírgenes alcanza 1 920 m, constituyéndose en la ma-
yor elevación de la subregión, la cual se puede observar a gran distancia.
El volcán El Azufre, por su parte, alcanza 1 370 m; en sus inmediaciones
se encuentran varias fumarolas, testimonio de que es un volcán activo, el
único en el sur de la península. La naturaleza de la sierra La Giganta es
mayormente montañosa, de fuertes pendientes, en las que son dominan-
tes los afloramientos rocosos. Está formada por bloques afallados e incli-

230
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

nados asimétricamente hacia el suroeste, debido al ladeo hacia el oeste


que sufrió la península cuando ocurrió la ruptura y separación del conti-
nente, que dieron lugar a la formación del golfo de California (Flores,
1998). Sus laderas escarpadas prácticamente penetran en el Mar de Cortés
al oriente, aunque en esta vertiente colindan con los extensos valles de los
arroyos San José y Mulegé. Al norte se encuentran las mayores elevacio-
nes, que alcanzan 1 710 m, las cuales brindan paisajes imponentes y en las
que las rocas ígneas extrusivas son dominantes. En el sur, en cambio, are-
niscas y conglomerados son mayoritarios, formando sierras y mesetas de
altitudes que fluctúan alrededor de 500 m, alcanzando algunas cumbres
870 m. Los arroyos que descienden por la vertiente oriental vierten sus
aguas directamente al golfo de California, en tanto que los que descien-
den por la vertiente occidental se pierden en las llanuras arenosas del de-
sierto de Vizcaíno o disectan los llanos de Magdalena. En esta subregión
se encuentran varios oasis, entre ellos dos de los más importantes de la
península: San Ignacio y Mulegé. Ambos sostienen extensos palmares y
mantienen un cuerpo de agua superficial, cuya permanencia ha sido posi-
ble gracias a la construcción de represas sin las cuales no existirían, aunque
en el pasado alcanzaban la superficie en forma natural. En la subregión
sierra La Giganta se encuentran varias islas importantes. De ellas, la isla
Carmen y la isla San José son las más grandes y con las condiciones ade-
cuadas para el establecimiento de pequeñas salinas. Al norte se encuentra
la isla San Marcos, en la que se encuentra un yacimiento de yeso que se
explota comercialmente.

Geología. En las cadenas que constituyen esta subregión (sierra San Francisco,
volcán Las Vírgenes, sierra San Pedro y sierra La Giganta) se reúnen monta-
ñas volcánicas, montañas en bloques, mesetas y picachos, que corresponden
en su mayoría a aparatos volcánicos de rocas volcánicas y sedimentarias
del Terciario y Cuaternario de la era Cenozoica. Se considera que se en-
cuentran en una etapa geomorfológica de juventud (inegi, 1995). La por-
ción central de la sierra La Giganta está formada principalmente por rocas
volcano-sedimentarias del Mioceno-Plioceno Inferior. Son un conjunto
heterogéneo de derrames de lava riolíticos, andesíticos y basálticos, así como
piroclásticos y aglomerados, asociados a conglomerado, brecha, arenisca y
depósitos argilíticos lagunares. Tienen estratificación evidente que presenta
una variación litológica lateral y en algunos sitios están coronados por lavas
basálticas del Cuaternario, cuyo origen se atribuye a un arco insular mag-
mático que estuvo activo durante el Mioceno del Terciario (inegi, 1995).
La porción sur de La Giganta está formada por areniscas tobáceas y arenis-
cas blancas marinas masivas, fosilíferas, con mucho yeso y con un espesor
aproximado a 800 m (inegi, 1995), en las que sobreyacen alternadamente
derrames de riolita (cuya antigüedad corresponde al mismo evento mag-
mático de riolitas de Nayarit), areniscas y conglomerados. Estudios del fe-
chamiento de las diferentes depositaciones sugieren que el cambio de con-
diciones marinas a terrestres tuvo lugar hace alrededor de 24 millones de
años (Uphoefer et al., 2001; Drake et al., 2004).

231
Geografía de suelos de México

Clima. Las partes más altas de las cadenas que forman esta subregión (a par-
tir de los 1 000 msnm), como en el volcán Las Vírgenes, tienen, de acuerdo
con la clasificación de García (1964), clima BS0kw(x⬘) semiárido, templa-
do, con lluvias en verano. Las temperaturas medias anuales están entre 12
y 18°C. La precipitación total anual fluctúa entre 300 y 400 mm, de los que
el 10.2% cae en invierno. En las áreas de menor altitud se presenta clima
BWhw(x⬘) árido, semicálido, con lluvias en verano. La temperatura media
anual varía entre 18 y 22°C (inegi, 1995).

Vegetación. En la sierra La Giganta la vegetación dominante es el matorral


sarcocaule. En las laderas la vegetación es muy abierta, porque son domi-
nantes los afloramientos rocosos de basaltos intemperizados. Las cañadas y
valles intermontanos tienen una cobertura vegetal más densa e individuos
más robustos debido a que los suelos arcillosos mantienen condiciones de
humedad. La composición florística varía latitudinalmente en forma gradual,
de tal manera que especies que son comunes en el norte no se encuentran
en el sur y viceversa, encontrándose en la parte central de esta subregión una
flora transicional, en parte con componentes florísticos de la sierra de San
Francisco del norte, en parte con representantes de las partes bajas de la
región del Cabo del sur, e incluso especies de matorrales espinosos del desier-
to Sonorense continental. Son abundantes las leñosas de la familia de las le-
guminosas, entre las que destacan el palo blanco (Lysiloma candida), mez-
quites (Prosopis spp.), mimosas (Mimosa spp.) y acacias (Acacia spp.).

Llanos de Magdalena
Fisiografía. Esta región es una de las tres discontinuidades fisiográficas de la
provincia Península de Baja California. Es una gran llanura formada por lo
que fueron terrenos bajos del fondo marino (Beal, 1948), los cuales emer-
gieron y dieron lugar a la forma actual de la península durante las últimas
etapas de su formación, hace alrededor de 5 millones de años (Flores, 1998).
Se encuentra fuertemente disectada por los arroyos que bajan de la sierra
La Giganta, que han dado lugar a la formación de diversas geoformas, des-
de lomeríos suaves en los que son comunes los terrenos arenosos que lle-
gan a formar campos de dunas, hasta cerros y mesetas con varias decenas
de metros de altura sobre el terreno. Sedimentos de una gran variedad de
materiales geológicos forman campos de dunas costeras de colores varia-
dos; son particularmente interesantes y vistosas las playas de arenas negras.
Uno de los rasgos fisiográficos importantes de la región de Magdalena es que
muchos de los arroyos que bajan de la sierra La Giganta se pierden en los
terrenos arenosos de la llanura, formando ocasionalmente pequeñas lagu-
nas intermitentes en algunas depresiones del terreno. La más grande de
ellas se encuentra en los llanos Iray.

Geología. En las áreas colindantes con la subregión sierra La Giganta se encuen-


tran areniscas y conglomerados del Pleistoceno del periodo Cuaternario,
los cuales afloran en forma de terrazas escalonadas de depósito y erosión.

232
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

Estas señalan antiguas líneas de costa que se generaron por fluctuaciones


del nivel del mar debido a fenómenos de glacioentatismo (inegi, 1995).
El resto de las extensas llanuras que forman esta subregión está formado
por material clástico de origen continental y marino que incluye arena,
grava, limo y muy poca arcilla. En las laderas de las elevaciones se pueden
observar los estratos formados por las capas de sedimentos de diversos
materiales, que brindan un paisaje característico a esta región (inegi,
1995; Flores, 1998).

Clima. De acuerdo con la clasificación de García (1964), en la zona costera


noroccidental el clima es BWhs(x⬘) árido, semicálido, con lluvias de invierno
debido a la corriente fría de California. En la zona costera suroccidental,
en cambio, el clima es BWhw(x⬘) árido, semicálido con lluvias de verano,
con una temperatura media anual que varía entre 18 y 22°C. Tierra adentro,
entre 50 y los 400 msnm domina el clima BW(h⬘)hw(x⬘) árido, cálido, con
lluvias de verano; la precipitación total anual suma alrededor de 100 mm
en las partes planas y llega a 300 mm en las zonas colindantes con la sierra La
Giganta (inegi, 1995).

Vegetación. En esta subregión se encuentran representados, de acuerdo con


el inegi (1995), el matorral crasicaule y el matorral sarcocrasicaule de
neblina. El matorral crasicaule está constituido principalmente por cactá-
ceas grandes, de tallos aplanados o cilíndricos. Se distribuye en manchones
en los lomeríos y bajadas. La fisonomía más frecuente de este matorral es
la de cardonal, dominada por el cardón (Pachycereus pringlei). El matorral
sarcocaule de neblina es un matorral denso que tiene una composición
florística variada, en donde se mezclan especies comunes del matorral crasi-
caule y del matorral sarcocaule, tales como el cardón, la pitaya agria (Machae-
rocereus gummosus), el lomboy (Jatropha cinerea) y burseras, entre otras.
Se caracteriza por la abundancia de líquenes (entre ellos Rocella spp.) que
crecen abundantemente sobre los arbustos y cactáceas (inegi, 1995), en tal
cantidad que Ramalina reticulata, especie de líquen con cualidades tintó-
reas, fue explotada comercialmente a finales del siglo xix, contándose con
el registro de la extracción de hasta 26 000 t anuales (Cariño, 1996). Cabe se-
ñalar que en esta subregión se presentan manchones de intrusión marina
en localidades cercanas a la costa, por lo que también la vegetación halófila
está representada. Son comunidades muy abiertas, con especies de medio
metro de altura, entre las que Salicornia spp. es una especie dominante.

Discontinuidad del Cabo


Fisiografía. La discontinuidad del Cabo incluye todo el territorio que forma
el extremo sur de la península. Con una dimensión de más de 19 000 km²,
posee cuatro geoformas principales que son: cadenas montañosas, colinas,
mesas y llanuras. Las llanuras son amplias superficies aluviales que consti-
tuyen los valles de los arroyos de esta subregión (Guertin et al., 1988). La
sierra de La Laguna es el rasgo fisiográfico más prominente de esta subregión

233
Geografía de suelos de México

y la razón por la que se ha catalogado como una discontinuidad fisiográfi-


ca. La sierra de La Laguna está formada por un enorme batolito del Jurásico
Superior o del Cretácico Inferior (Hammond, 1954) que se desprendió de
la masa continental para después fusionarse con el territorio emergido de la
península hace alrededor de 5 millones de años. Con una altitud de 2 090 m
es la mayor elevación del sur de la península y, al ser el único obstáculo con-
tra el que descargan las nubes, se constituye en el principal recargador de
los mantos freáticos de la región. De acuerdo con Hammond (1954), la sierra
de La Laguna está formada por una serie de cordilleras altas transversas
unidas por otra cadena longitudinal que en sí misma constituye el partea-
guas, de tal manera que el drenaje se divide entre el oceano Pacífico y el golfo
de California. Este parteaguas está desplazado francamente al oeste de la línea
central, por lo que la ladera oriental de la sierra es más tendida y presenta
cañones más profundos que la parte occidental de la misma, que es muy
abrupta. En la parte más alta se encuentra el valle de La Laguna, formado por
la unión de varias crestas anchas de las cordilleras transversas de esa región.
Las colinas que forman las estribaciones al oeste de la sierra de la Laguna ter-
minan en pequeñas llanuras costeras sobre las que corren los arroyos in-
termitentes que descienden de la sierra y que descargan directamente en el
mar. En la vertiente oriental, en cambio, los arroyos intermitentes bajan de la
sierra a la región de las mesas, desde la que se reúnen en un gran valle que
corre de norte a sur entre la sierra de La Laguna al oeste y la sierra de la Tri-
nidad al este (Guertin et al., 1988). Del poblado Boca de la Sierra hacia el nor-
te se forman varios arroyos que descargan en la bahía Las Palmas, en tanto
que de Boca de la Sierra hacia el sur se unen al arroyo San José, que también
recibe aporte por parte de la sierra de la Trinidad, para finalmente descargar
en el estero de San José, en San José del Cabo. La sierra de la Trinidad es un
macizo montañoso relativamente bajo, cuya mayor elevación alcanza sólo
890 m. Sus laderas orientales colindan prácticamente con el mar, entre Cabo
Pulmo y la Boca de la Vinorama. En esta región son importantes el oasis
Todos Santos y el estero de San José. El primero fue en el pasado un manan-
tial superficial y permanente, situación que en la actualidad ha cambiado
debido a la extracción del agua, tanto para uso doméstico como para sostener
diversas actividades productivas (Maya et al., 1997). El estero de San José es
un cuerpo de agua litoral con características continentales que sostiene un
extenso palmar, separado del mar por una barra arenosa que periódicamente
se rompe. El crecimiento reciente y la actividad turística han causado un
incremento poblacional acelerado, que ha causado la descarga de aguas resi-
duales provenientes de la ciudad de San José del Cabo, provocando un inten-
so proceso de eutrofización que pone en riesgo la permanencia del estero
debido a la aceleración del proceso evolutivo hacia estados de senilidad (Maya
y Guzmán, 1998). La construcción reciente de una marina colindante con el
estero amenaza la supervivencia del palmar ante el aumento paulatino, pero
constante, de los niveles de salinidad en el suelo que lo sostiene.

Geología. La geología superficial del macizo montañoso y sus estribaciones


está constituida por rocas plutónicas masivas de grano grueso y fuertemente

234
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

consolidadas, esencialmente granitos y sienitas, que probablemente forma-


ban parte de un batolito del Jurásico Superior o del Cretácico Inferior (Ham-
mond, 1954). Intrusiones tardías, probablemente del Cretácico Superior o
del Terciario Inferior, aparecen como venas de grano fino en los granitos y
las rocas metamórficas más antiguas. Sobre el límite oriental y discordan-
temente se encuentran formaciones marinas del Mioceno y Plioceno,
depositadas sobre el bloque caído del batolito (Mina, 1956). Las mesas
orientales están formadas por conglomerados, areniscas, esquistos y arena
de granito incluidos en una matriz calcárea, probablemente del Plioceno
(Hammond, 1954). Los llanos están formados por aluviones de arenas
estratificadas y gravas del Cuaternario (Guertin et al., 1988).

Clima. Esta subregión presenta la mayor diversidad de climas de la porción


sur de la península, relacionada con la altitud. Tiene un régimen de lluvias
bimodal (verano e invierno, estas últimas de mucho menor importancia),
además de recibir los mayores volúmenes de precipitación del sur debido
tanto a los vientos alisios como a la influencia de los ciclones tropicales, los
cuales inciden con una frecuencia de 3.5 cada 10 años (Flores, 1998). En
las partes bajas dominan climas áridos de tipo BW, muy cálidos y cálidos
en las llanuras por debajo de los 200 m de altitud, y semicálidos en los lo-
meríos de las estribaciones de la vertiente occidental de la sierra de La La-
guna. Entre 200 y 600 m de altitud, que comprende un cinturón en las laderas
de la sierra de La Laguna y la parte alta de la sierra Trinidad, se presentan
climas semiáridos de tipo BSo, a los cuales se ha adaptado la selva baja ca-
ducifolia. Entre 600 y 800 m de altitud, en la sierra de La Laguna, en la zona
de distribución del bosque de encino, se encuentran climas semiáridos de
tipo BS1. Por encima de estas altitudes, en la sierra de La Laguna se presentan
climas templados Cg, los cuales han hecho posible la permanencia del bos-
que de encino-pino.

Vegetación. En esta subregión la sierra de La Laguna tiene particular impor-


tancia biológica. Como un trozo de tierra procedente del continente, se
erigió como el único refugio con las condiciones ambientales requeridas
para la permanencia de muchas especies, entre ellas las que transportaba,
al representar una isla de condiciones tropicales y templadas rodeada por un
“mar” de llanuras áridas; del macizo continental conserva la selva baja ca-
ducifolia, en la que se desarrolla en las condiciones más extremas (Gentry,
1942). En sus cumbres más elevadas se encuentran bosques de pino y enci-
no con elementos de afinidad biogeográfica con las regiones montañosas
de México y con el sur de California (Morelos, 1988). La selva baja caduci-
folia se encuentra mejor representada entre 400 y 800 m de altitud. Tiene
especies arbóreas de afinidad tropical que pierden el follaje durante la esta-
ción seca del año. Las más representativas son el mauto (Lysiloma divaricata),
el lomboy rojo (Jatropha vernicosa), el chilicote (Erythrina flavelliformis), el
torote (Bursera microphylla) y el palo brasil (Haematoxylon brasiletto). Las
cactáceas columnares de esta comunidad son el cardón barbón (Pachycereus
pecten-aboriginum) y la pitahaya dulce (Stenocereus thurberii). El bosque de

235
Geografía de suelos de México

encino es una comunidad de carácter caducifolio que se distribuye entre 1 000


y 1 600 m de altitud, generalmente como una comunidad que separa la selva
baja caducifolia del bosque de encino-pino. Son dominantes tres especies
de encino: encino negro (Quercus devia), encino roble (Q. tuberculata) y en-
cino laurel (Quercus sp.). El bosque de encino-pino tiene carácter caducifo-
lio sólo por los encinos y se encuentra sobre 1 600 m de altitud. En él dominan
el encino roble, el encino negro y el pino piñonero (Pinus lagunae), con ejem-
plares que sobrepasan los 25 m de altura. En el resto de la subregión se
encuentra un matorral sarcocaule que puede considerarse transicional por
tener varios elementos pertenecientes a la selva baja caducifolia, como
Bursera spp. y el lomboy rojo (Jatropha vernicosa).

Oasis
Características generales. Este tipo de ecosistema se distribuye en la porción
árida al sur de la península sin constituir una región en particular. Su
importancia no sólo radica en el gran atractivo que tiene la existencia de
islas de vegetación en el desierto, sino por constituir ecosistemas de condi-
ciones muy particulares y porque históricamente permitieron el pobla-
miento humano de un territorio agreste y de clima extremo, en donde el
recurso hídrico se limita a acuíferos subterráneos, incluso de aguas fósiles.
Los oasis son refugios de gran interés biológico y evolutivo; se definen
como parches de vegetación diferente a la circundante con alta disponibili-
dad biológica del agua, considerando como referencia la requerida para el
establecimiento de vegetación mésica como los palmares (cibnor, 2005).
En la península se formaron por la evolución geomorfológica a través de
millones de años en los que se transformó un hábitat con vegetación mésica
tropical en un matorral xerófilo (Axelrod, 1979; Arriaga, 1997). Maya et al.
(1997) determinaron que en la península existen 81 oasis, la mayoría dis-
tribuidos en el sur, donde dominan climas áridos y semiáridos; de ellos,
cinco tienen cuerpos de agua permanente y una extensión relativamente
grande (0.15 a 2.70 km2); en la mayoría el cuerpo de agua se mantiene gra-
cias a obras de construcción, en cuyas inmediaciones se encuentran varias
comunidades vegetales, destacando los palmares. Otros 14 oasis son man-
tos freáticos que en el pasado fueron manantiales superficiales y perma-
nentes, los cuales se han abatido debido a que sostienen las actividades
agrícolas y urbanas de poblaciones con un número relativamente grande
de habitantes. Se reconocen por una vegetación mésica que cubre de 0.05 a
1.5 km2. La distribución de los oasis más importantes de la península se
muestra en la Figura 12.1.

Clima. Los oasis presentan condiciones microclimáticas diferentes a su entor-


no, más benignas que en las condiciones xéricas circundantes. Esto se debe
en parte a la presencia de un cuerpo de agua o suelos en condiciones de sa-
turación, y en parte al establecimiento de vegetación perenne que determina
un comportamiento particular de los elementos del clima, como son tem-
peratura, precipitación y humedad, presión atmosférica y viento. La presen-

236
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

cia de una cubierta vegetal densa es suficiente para mantener una tempera-
tura más baja dentro del oasis debido a la reducción de la insolación. A ello
se suma que la vegetación mésica, a diferencia del matorral xerófilo que la
rodea, tiene altas tasas de evapotranspiración que contribuyen a enfriar el
aire, el cual además está en contacto con el suelo más fresco de este micro-
ambiente.

Vegetación. En los oasis la disponibilidad de agua en el suelo determina los


tipos funcionales de vegetación, los cuales están representados esquemáti-
camente en la Figura 12.3a (León de la Luz y Domínguez, 2006). De acuerdo
con estos autores, el esquema supone que el oasis forma parte de un sistema
de arroyos discontinuos (sistema ribereño intermitente), en cuyas riberas se
forma una superficie anegada temporal y discontinuamente (sistema palus-

(a)

Matorral SISTEMA PALUSTRE

SISTEMA RIBEREÑO Matorral

Humedal
arbustivo
Humedal
Nivel inter e emergente
intra-anual
4
2 3
1
1. Permanentemente inundado
2. Intermitentemente inundado
3. Estacionalmente anegado
4. Temporalmente anegado
FUENTE: León de la Luz y Domínguez (2006)

1
15 m (b)

10

2 5
1
5

1 3 3 2 3
1 1

0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 m
1. Washingtonia robusta
2. Baccharis glutinosa
3. Perytile sp.
4. Encelia californica
5. Cynanchum palmer
FUENTE: Maya (1994)

Figura 12.3. a) Perfil esquemático de un sistema de oasis. b) Perfil esquemático del palmar del oasis “estero de San José”.

237
Geografía de suelos de México

tre) que permite el establecimiento de vegetales arborescentes de carácter


mésico, típicamente palmas, y que el nivel del cuerpo de agua varía intra e
inter-anualmente dependiendo de la evaporación y del aporte de la cuenca
de captación arroyo arriba. También supone que existe una superficie some-
ra (no mayor de 50 cm de profundidad) de fondo lodoso, en donde gene-
ralmente se establecen hidrófitas arraigadas que recalan las flotantes. Los
autores establecen que la estructura física y biológica de los oasis está suje-
ta con cierta periodicidad a eventos catastróficos debido a grandes e impre-
decibles avenidas del arroyo, a partir de los cuales se reinician procesos de
crecimiento vegetal por restos de tallos subterráneos y rizomas, y por neoco-
lonización.
A manera de ejemplo, en la Figura 12.3b se presenta el perfil esquemático
del palmar del oasis estero de San José (Maya, 1994). Como se puede obser-
var, al momento de hacer el perfil (1994) se trataba de una comunidad bien
estructurada en la que eran abundantes las plántulas de palma y las trepa-
doras, y existía un sotobosque desarrollado bien establecido. Esta situación
cambió dramáticamente a finales de septiembre de 2001, cuando el huracán
Juliette impactó en el sur de la península, descargando grandes volúmenes
de lluvia acompañada de vientos sostenidos de 140 km⭈h⫺1 con rachas de
180 km⭈h⫺1, evento que modificó sustancialmente las características del oasis.
La velocidad de la corriente destruyó superficies considerables de palmar y
vegetación asociada a la ribera del estero (Santoyo, 2002). Actualmente el
palmar se encuentra en franca recuperación, pero en amplias superficies en
las que pudieron prevalecer las palmas adultas el sotobosque desapareció,
en parte por el arrastre, en parte al quedar sepultado por los sedimentos.

Los suelos dominantes de la región


Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores regionales y locales
El mapa de suelos de la región se presenta en la Figura I.12.1 del Anexo I.
A nivel regional existen diferencias importantes en los factores formadores
de suelo que determinan la intensidad con la que se desarrollan los procesos,
que se manifiestan en la heterogeneidad de los suelos en la península. En primer
lugar, y como ha quedado establecido, la historia geológica de la península de
Baja Calfornia ha dado por resultado que esta sea la provincia fisiográfica que
cuenta con un mayor número de discontinuidades de todo el país. Por esta
razón el material parental es muy diverso, tanto que de hecho en esta región
se encuentran representados todos los tipos de rocas: volcánicas, plutónicas,
metamórficas y sedimentarias, cada una de las cuales domina en alguna de las
subregiones.
Los minerales del suelo proceden directa o indirectamente de la roca madre,
que representa la fuente de los materiales sólidos. Las características de las
rocas son muy evidentes en los constituyentes y propiedades de los suelos con
poco desarrollo, pero esta relación generalmente disminuye con el paso del
tiempo en donde se presentan condiciones que promueven procesos de meteo-
rización química. Estos procesos están relacionados con la temperatura y la

238
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

humedad; es decir, con el clima. En este sentido, la península de Baja California


exhibe una gama de climas, determinados tanto por la latitud como por la
altitud, así como por la presencia de la corriente fría de California.
En general, cabe destacar el gran contraste en los procesos formadores de sue-
lo dependientes del clima, la vegetación y el relieve, que varían gradualmente
de norte a sur de la península. En la subregión sierras de Baja California Norte,
al norte, donde se presentan las mayores altitudes y los climas más húmedos
de la península, son más evidentes los procesos formadores relacionados con la
humedad. Hacia el sur en cambio, dominan los climas áridos y secos, lo que
determina que los procesos formadores dominantes sean los relacionados con la
meteorización mecánica que produce la desintegración de las rocas por cam-
bios de temperatura, por la acción del viento, y por el transporte y depósito
de materiales por el agua. Otros procesos que destacan en las regiones áridas
son la acumulación de sales y carbonatos, los cuales se relacionan con las altas
tasas de evaporación predominantes.
El tipo de comunidades vegetales que se pueden establecer en una localidad
depende en gran medida del clima y por lo tanto determina la cobertura vege-
tal y el aporte de materia orgánica fresca que llega al suelo. Por esta razón en el
norte de la península los Phaeozem están bien representados, en contraste con
las regiones áridas del sur, en donde el contenido de materia orgánica es en
general muy bajo y la presencia de horizontes superficiales humificados se res-
tringe a condiciones de ecosistemas claramente delimitados o casi puntuales,
como por ejemplo los manchones de bosque y selva de la sierra de La Laguna
en el extremo sur, y en los oasis y localidades en las que se desarrollan cultivos
orgánicos.
Un proceso importante en la región, que se relaciona tanto con el material
parental como con el clima, es la erosión eólica. El viento promueve la constan-
te remoción y depósito de sedimentos, dando como resultado el poco desarro-
llo de los suelos debido a la inestabilidad y al establecimiento de vegetación
escasa y abierta. Este proceso es significativo particularmente en el desierto de
Vizcaíno y en la región colindante con el océano Pacífico de los llanos de Mag-
dalena.
Por otra parte, la actividad de los microorganismos del suelo, y por lo tanto
la mineralización de la materia orgánica, dependen también de la humedad.
En las regiones más áridas de la península dicha actividad se presenta en pul-
sos que siguen el patrón de las lluvias estacionales; en estos ecosistemas la caída
de hojarasca, que además es muy poca, se presenta justo cuando se abate la dis-
ponibilidad de agua en el suelo, al igual que la actividad de los microorganis-
mos, de tal manera que los procesos de humificación se desencadenan hasta
la siguiente temporada húmeda (Arriaga y Maya, 2007).

Peculiaridades regionales de los suelos


Sierras de Baja California Norte. Venegas y López (2005) estudiaron los pro-
cesos pedogenéticos en el valle Ojos Negros, que es representativo de los va-
lles intermontanos característicos de esta subregión. De acuerdo con los auto-
res, durante el Terciario y Cuaternario ocurrieron diversos procesos que

239
Geografía de suelos de México

incluyeron intensa actividad volcánica, cambios climáticos y la reactiva-


ción de la Falla de San Andrés. Todos ellos dieron origen a diversos procesos
de denudación, transporte, depósito y pedogénesis. Separaron cuatro tipos de
unidades: lomeríos, piedemonte, planicie de nivel base y valle fluvial. Con
base en sus resultados concluyeron que diferencias en relieve, materiales, y
condiciones climáticas y paleoclimáticas (con periodos glaciares e inter-
glaciares, con sequía y humedad recurrentes), originaron procesos pedoge-
néticos diversos. Tales diferencias se manifiestan en que algunos suelos han
desarrollado horizontes Bt rojos sobre esquistos y gneiss (Luvisoles cutáni-
cos), en tanto que otros, desarrollados sobre detritos graníticos, presentan
un desarrollo pobre (Arenosoles próticos y háplicos). En materiales graní-
ticos con procesos coluvio-aluviales se han formado suelos poligenéticos:
horizontes C con presencia de horizontes Bt rojos (4C, Bt), arcilla hereda-
da y hierro amorfo. La presencia de arcilla heredada y horizontes Bt rojos
indica que estos materiales provienen de paleopaisajes antiguos que fue-
ron denudados y depositados en las zonas bajas o piedemonte actuales.
Otros perfiles, localizados en una zona ahora inundable, que posiblemente
hace menos de un siglo se encontraba bajo el agua, evidencían procesos de
gleyzación (Gleysoles mólicos, con el color Gley1 6/5). La implementación
de un pozo en la localidad permitió hacer la descripción de una columna
estratigráfica de 70 m de profundidad. Dentro de los primeros 22 m se en-
contraron tres capas con evidencias de hidromorfismo (2-4, 4-8 y 20-22 m);
estos resultados sugieren que los procesos formadores del suelo que iniciaron
desde el Plioceno han continuado durante todo el Cuaternario.

Desierto de Vizcaíno. En esta subregión, conformada por una gran llanura


que emergió del mar y que en la actualidad sufre la acción constante del
viento, los suelos dominantes son profundos, de origen eólico, inestables,
con acumulación de sales y sodio, pisos de carbonatos y textura gruesa.
En un perfil típico del desierto se puede presentar una serie de capas de
material suelto que califican para Arenosoles háplicos (calcáricos, arídi-
cos); en otras unidades dominan Arenosoles endosálicos (sódicos) (AC1,
C1, C2, C3k) (inegi, 2007). Los Arenosoles se asocian con Regosoles
háplicos (sódicos, arénicos) y con Calcisoles háplicos (arídicos, arénicos).
En las laderas y alrededores de las pocas geoformas montañosas de esta
subunidad se encuentran suelos que se están formando a partir de las
rocas de las montañas. En la sierra San José de Castro, en la que son domi-
nantes los afloramientos rocosos, se encuentran Leptosoles nudilíticos
(arídicos), asociados con Regosoles epilépticos (epiesqueléticos) y Fluvi-
soles háplicos (arénicos). En la sierra de Santa Clara, al oeste de la laguna
San Ignacio, hay Regosoles háplicos (calcáricos, arénicos), Fluvisoles hápli-
cos (epiesqueléticos, arídicos) y Regosoles endolépticos (arénicos). En las
unidades colindantes con las lagunas costeras Ojo de Liebre y San Ignacio
es típica la acumulación elevada de sales y sodio originada por intrusión
marina y favorecida por condiciones de evaporación alta. Los suelos do-
minantes son Solonchaks petrosálicos (hipersódicos) y Solonchaks gléyi-
cos (sódicos). En las mismas unidades los Solonchaks se asocian con Rego-

240
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

soles, Gleysoles y Calcisoles, todos con algún grado de acumulación de sa-


les y sodio.

Sierra de La Giganta. En las pendientes escarpadas de las laderas de la sierra


predominan los afloramientos rocosos: Leptosoles nudilíticos (esqueléticos),
asociados a suelos que pueden ser muy diferentes, dependiendo de la roca
de la que se están formando. En las cadenas montañosas que se encuentran
al norte de esta subregión son dominantes las tobas intermedias que al
meteorizarse forman suelos de poco espesor Regosoles epilépticos (epiesque-
léticos) y Regosoles háplicos (eutricos), con fases pedregosas. En la parte
central de la sierra en cambio, son abundantes los suelos arcillosos que se
están formando a partir de escurrimientos basálticos y que califican para
Vertisoles endolépticos (crómicos). En algunos puntos estos suelos pueden
alcanzar espesores mayores a un metro. Al sur en cambio, los suelos se están
desarrollando a partir de areniscas tobáceas y areniscas marinas, formando
Calcisoles epipétricos (epiesqueléticos) y Regosoles epilépticos (calcáricos).

Llanos de Magdalena. Los suelos de esta subregión, conformada por llanuras


que en el pasado formaban parte del piso marino, reflejan su origen en los
contenidos de carbonatos de calcio, de sales y de sodio. Este último se ha
acumulado en cuencas endorreicas en tal cantidad, que los procesos edáfi-
cos han dado lugar a la formación de Solonetz, como sucede en la laguna
intermitente de Yrais. En las terrazas colindantes con la sierra de La Giganta
los carbonatos de calcio se han cementado, de tal manera que son abun-
dantes las fases petrocálcicas. En general, en las llanuras son dominantes
los suelos arenosos, profundos, formados a partir de aluviones del Cuater-
nario, con dominancia de minerales primarios debido a que las condicio-
nes de aridez restringen la meteorización química. En la región cercana a
la costa se trata de Arenosoles háplicos (hiposódicos) sin desarrollo, esta-
bilizados por el matorral que los cubre y protege del viento que sopla cons-
tantemente. Tierra adentro se encuentran suelos en donde ha sido posible
el desarrollo de un horizonte sub-superficial, predominando los Calcisoles
endosálicos (hiposódicos) y los Cambisoles endosálicos (calcáricos). En toda
la subregión el contenido de materia orgánica es de bajo a muy bajo debi-
do al poco aporte que recibe del matorral xerófilo que sostiene. Cabe seña-
lar que, en la porción media de la gran llanura, existen horizontes rojizos
con contenidos de arcilla por arriba del 30% y con espesores que alcanzan
más de 50 cm, los cuales evidencian que en el pasado existieron condiciones
climáticas diferentes a las de aridez que prevalecen en la actualidad. En este
sentido, son prácticamente inexistentes los estudios que sobre paleosuelos se
han desarrollado para la península. A partir de análisis enfocados al estudio
de la vegetación y de procesos marinos se puede inferir que las condiciones
propicias para el desarrollo de estos horizontes se presentaron muy proba-
blemente durante el Holoceno Medio (hace entre 8 900 y 4 500 años). De
acuerdo con varios autores (van Devender, 1990a, 1990b; van Devender et
al., 1990; Polyak et al., 2001), durante ese intervalo hubo fuertes precipita-
ciones y veranos cálidos, que podrían haber favorecido los procesos nece-

241
Geografía de suelos de México

sarios para la formación de arcillas y de óxidos de hierro. Otro intervalo


favorable para el desarrollo de suelos intemperizados arcillosos fue la épo-
ca fría del Pleistoceno Tardío, hace entre 20 000 y 10 000 años, durante la
última glaciación conocida como Wisconsin en Norteamerica o Würm en
el sistema Alpino. Varios registros paleoclimáticos del norte de México y
suroeste de Estados Unidos demuestran que hubo mayor humedad durante
ese periodo, registrado en niveles lacustres mucho más altos que los actuales,
así como en una mayor extensión cubierta por vegetación arbórea (Thomp-
son et al., 1993; Bradbury, 1997; Lozano-García et al., 2002; Metcalfe et al.,
2002). Tales condiciones pudieron haber favorecido los procesos de edafogé-
nesis húmeda, en particular el intemperismo y la neoformación de arcilla y
óxidos de Fe. Por otra parte, en la región colindante con la sierra de La
Giganta también existen algunas unidades de suelos con horizontes árgicos,
como Luvisoles háplicos (arídicos, sódicos). En este caso, sin embargo, su
formación se podría atribuir al aporte de arcillas, que a partir de basaltos
se están formando y erosionando continuamente en las laderas y partes
altas de la sierra.

Oasis. Las principales características de los suelos de los oasis, que los dife-
rencian de los suelos de las zonas xéricas que los rodean, son el alto conte-
nido de materia orgánica y los colores oscuros, independientemente de su
textura. Esto se debe a que estos ecosistemas sostienen comunidades vegeta-
les con características mésicas que se constituyen en una fuente constante
de materia orgánica fresca, que es rápidamente humificada debido a que la
actividad de los microorganismos también se mantiene a lo largo del año,
independientemente de la temporada húmeda o seca de la región.

Principales grupos de suelos de la región


La estimación de la superficie en la que son dominantes los grupos de suelos
en la región se hizo sumando las áreas de las unidades cartográficas del mapa
que se obtuvo a partir de la generalización de la Carta Edafológica de la penín-
sula de Baja California proporcionada a los autores por el inegi y se presenta
en la Tabla 12.2.
Cabe señalar que la clasificación con la que se elaboró dicha carta, corres-
pondiente a la Serie II (inegi, 2007), se hizo con base en la wrb 1998 modifi-
cada por el inegi en el 2000, por lo que fue necesario realizar la actualización
de la clasificación de las unidades a la wrb 2006. De acuerdo con los resultados,
los suelos mejor representados en la península son los Arenosoles (⬃20.6%).
Estos suelos se distribuyen sobre todo en las discontinuidades fisiográficas
desierto de Vizcaíno y llanos de Magdalena. Ambas discontinuidades están
formadas por amplias llanuras que emergieron del fondo del mar, en las que
dominan climas muy secos, que colindan con las cadenas montañosas que en
conjunto forman la sierra de La Giganta, de la que reciben un aporte constante
de sedimentos. Se pueden señalar ciertas diferencias entre ambas subregiones:
en el caso del desierto de Vizcaíno los Arenosoles son básicamente de origen
eólico debido a que los vientos azotan permanentemente la región y a que la

242
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

Tabla 12.2. Principales grupos de suelo que se encuentran en la península de Baja Calfornia
Grupo de suelo
(WRB 2006) Porcentaje
Arenosol 20.6
Leptosol 20.3
Regosol 14.1
Fluvisol 11.2
Calcisol 11.1
Planosol 8.0
Phaeozem 7.3
Solonchak 4.3
Cambisol 2.3
Vertisol
Gypsisol 1.0
Gleysol

permeabilidad del material limita el escurrimiento superficial y la formación de


arroyos intermitentes; en los llanos de Magdalena, en cambio, los múltiples
arroyos intermitentes que se distribuyen en patrones paralelos hasta reunirse en
un solo cauce evidencian un hecho común en las regiones áridas y que pare-
cen un contrasentido: el agua es la que modela el paisaje; lo cual ocurre porque
se descargan grandes volúmenes de precipitación en periodos tan cortos de
tiempo que se desencadena el escurrimiento superficial, con energía suficiente
para promover el desplazamiento de cantidades considerables de sedimentos.
El segundo grupo en importancia son los Leptosoles (⬃20.3%), los cuales
se encuentran ampliamente representados en las cadenas montañosas que
recorren la península a todo lo largo. Debido a que los afloramientos rocosos y
las pendientes abruptas son muy abundantes, el calificador típico asociado a este
grupo es el nudilítico, y el esquelético como otro calificador. En estas geofor-
mas los Leptosoles se asocian más frecuentemente con Regosoles epilépticos
(epiesqueléticos).
En tercer lugar están los Regosoles (⬃14.1%), que se encuentran bien re-
presentados en las estribaciones de las cadenas montañosas, en donde los suelos
que se están formando reciben al mismo tiempo materiales por el movimiento
constante de sedimentos hacia las partes más bajas; los más típicos son los Rego-
soles epilépticos (endoesqueléticos).
El siguiente grupo mejor representado es el de los Fluvisoles (⬃11.2%), que
en la península pueden ser de origen marino o terrestre. Los primeros son
depósitos acumulados por el mar y se encuentran formando playas, dunas y ba-
rras en la zona costera. Son muy abundantes debido a que la península colinda
en toda su longitud con el mar, tanto al oriente como al occidente. Tierra aden-
tro los Fluvisoles están formados por material transportado de las partes más
altas de las cuencas y se encuentran principalmente en los cauces de los arroyos
principales. También se distribuyen en los múltiples arroyos que se encuen-
tran, en el norte, al occidente de las sierras de Baja California Norte, y en el
sur en los llanos de Magdalena y en la discontinuidad del Cabo.

243
Geografía de suelos de México

Casi en la misma proporción se encuentran los Calcisoles (⬃11.1%), los


cuales se encuentran representados en distintas localidades a todo lo largo de
la península en diversas geoformas; por ejemplo, en las estribaciones orientales
de las sierras de Baja California Norte, en las estribaciones occidentales de la
sierra de La Giganta y al sur de los llanos de Magdalena.
Los siguientes grupos se encuentran menos representados: Planosoles
(⬃8%), Phaeozems (⬃7.3%), Solonchaks (⬃4.3%) y Cambisoles (⬃2.3%). Los
Planosoles se encuentran únicamente en el norte y en localidades específicas,
como las pequeñas llanuras costeras al noroeste de la península y uno de los
valles intermontanos de la sierra de Baja California Norte. Los Phaeozems se
encuentran tanto en llanuras como en laderas serranas, mayormente en el
norte de la península, y al sur en los oasis, el bosque de pino-encino de la sierra
de La Laguna y en las localidades donde se desarrolla agricultura orgánica.
Los Solonchaks están muy bien representados en las llanuras de evaporación
del desierto de Vizcaíno y también se encuentran en otras localidades donde
hay intrusión marina. Los Cambisoles generalmente se encuentran asociados a
otros grupos en geoformas diversas, pero las unidades en las que son dominan-
tes se encuentran en la vertiente occidental de la sierra de San Pedro Mártir y en
los llanos de Magdalena, en colindancia con la sierra de La Giganta.
Los Vertisoles, Gypsisoles y Gleysoles suman en total alrededor del 1%. Los
primeros se distribuyen sobre todo en la sierra de La Giganta, los Gypsisoles
en la isla San Marcos, donde incluso se explotan yacimientos, y los Gleysoles en
zonas costeras de inundación, generalmente asociados a otros grupos, y/o soste-
niendo los pequeños manchones de manglares, que hacia la mitad de la penín-
sula encuentran su límite de distribución septentrional.

La organización espacial de los suelos


Toposecuencias representativas de la región
Con el fin de mostrar la variación latitudinal de los suelos de la península de
Baja California, en la Figura 12.4 se presenta la localización de cuatro transectos
que la cortan transversalmente a diferentes latitudes, en los que es posible iden-
tificar variaciones en las toposecuencias.
En la Tabla 12.3 se muestra la relación de puntos de verificación y la se-
cuencia de los horizontes identificados en los perfiles.
Las toposecuencias de la Figura 12.4 se describen a continuación:

Transecto 1. Sierras de Baja California Norte (LV-PL-LP-RG-FL). Este tran-


secto representa la región de mayor latitud, que tiene un régimen de clima
mediterráneo. En esta latitud la humedad es un importante factor forma-
dor de suelo, pues da lugar a procesos de oxidación que se evidencian en
colores rojizos, así como en la formación, translocación y depósito de arci-
llas en cutanes, e incluso la formación de horizontes álbicos. Otro factor
importante es el factor biológico, pues el aporte de hojarasca y su posterior
humificación se manifiestan en horizontes oscuros, profundos y con buena
agregación.

244
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

117º 115º 113º 111º

Perfiles topográficos

30º
1

28º

26º

Transecto
3
24º Perfil edafológico

4
22º

115º 113º 111º 109º

Figura 12.4. Ubicación de los transectos que cortan transversalmente la península, representativos de variaciones latitudinales. La descripción de los transectos y de
los perfiles edafológicos se encuentra en el texto.

Al oeste, en la zona agrícola costera, hay Luvisoles cutánicos (hiperéu-


tricos) asociados a Cambisoles háplicos (éutricos). En los piedemonte se
encuentra una unidad en la que son dominantes los Planosoles lúvicos
(hiposódicos), suelos que por debajo de la capa superficial presentan otra
capa más clara y delgada (horizonte álbico), infértil y ácida, que se formó
por estar en contacto con una capa impermeable; están asociados a Phaeo-
zems epilépticos (epiesqueléticos), que se caracterizan por tener buena
agregación y colores oscuros, aunque en la región están limitados por roca
y tienen gravas y piedras superficiales. En las laderas de las montañas de la
sierra de San Pedro Mártir se encuentran Leptosoles líticos y nudilíticos,
suelos muy delgados que apenas se acumulan entre los afloramientos roco-
sos, asociados a Regosoles epilépticos (epiesqueléticos). Continuando al este
se encuentra una región de acumulación en la que predominan Fluvisoles
háplicos (arídicos, arénicos) de origen fluvial, de textura gruesa y con carac-
terísticas de las zonas áridas.

245
Geografía de suelos de México

Tabla 12.3. Perfiles representativos de los transectos que se muestran en la Figura 13.9
Transecto Punto Geoforma Perfil Nombre (WRB 2006)
punto 311 Llanura aluvial A, B1, B21t, B22t Luvisol cutánico (hiperéutrico)
punto 521 Piedemonte A, E, B21t, B22t Planosol lúvico (hiposódico)
1 punto 331 Piedemonte A, C1, R Phaeozem epiléptico (esquelético)
punto 421 Sierra A, R Regosol epiléptico (epiesquelético)
punto 181 Laguna intermitente C1, C2 Fluvisol háplico (arídico, arénico)
114 2103 Sierra A, Cr, R Regosol epiléptico (Epiesquelético)
114 2123 Llanura AC1, C1, C2, C3k Arenosol hiposálico (Sódico)
114 2053 Llanura A, B21w, B22w, BCk, Ckm Calcisol háplico (Arídico) (Arénico)
2 114 2153 Llanura de evaporación C1m, C2m, C3mg Solonchak petrosálico (Hipersódico)
Vertisol mázico (Calcárico)
116 2103 Sierra A, B21v, B22v, B23v
(Crómico)
206 1093 Sierra A, R Leptosol nudilítico (Esquelético)
punto 682 Llanura aluvial C1, C2. C3, C4, C5, C6 Arenosol háplico (Hiposódico)
punto 2 Portuario Sn Carlos4 Depresión con intrusión marina A11, A12, C1 Solonchak gléyico (Sódico)
punto 372 Llanura aluvial A, B21, B22ca, B23ca, B24ca Calcisol háplico (Arídico) (Sódico)
3
punto 642 Llanura aluvial Ap, B21, B22t, B23 Luvisol háplico (Arídico) (Sódico)
punto 232 Sierra A11, A12, A13 Vertisol endoléptico (Crómico)
punto 202 Sierra C1 Regosol epiléptico (Epiesquelético)
Fluvisol háplico (Hiposódico)
Rcho SL4 Playa C1, C2, C3
(Arénico)
60 1073 Lomerío A, C1, C2, C3, C4 Regosol háplico (Eutrico)
Leptosol nudilítico (Eutrico)
60 0533 Sierra A, R
(Esquelético)
4
7 del libro S de la L Sierra A, R Phaeozem léptico (Esquelético)
Regosol háplico (Hiposódico)
60 0423 Meseta de disección A, AC, C1, C2
(Yérmico) (Arénico)
C.P. 2 Ord. Cabos4 Sierra A, R Leptosol hiperesquelético (Calcárico)
Cabo 1 Ord. Cabos4 Playa C1, C2 Fluvisol háplico (Eutrico) (Arénico)
1 SPP, 1982; 2 INEGI, 1988; 3 INEGI, 2007; 4 descrito por Yolanda Maya.

Transecto 2. Desierto del Vizcaíno-Sierra de La Giganta (LP-RG-FL-AR-RG-


CL-SC-GY-LP-RG-VR). Este transecto representa las condiciones que
dominan en la media península. En las llanuras al oeste imperan los climas
áridos, por lo que todos los procesos edáficos relacionados con el agua a
nivel químico (oxidación, hidratación, eluviación, iluviación) y biológico
(humificación, cobertura vegetal densa) están restringidos. Los factores
formadores más importantes son, a esta latitud, el clima y el material parental.
También se presentan procesos de erosión eólica, que mantienen una dinámi-
ca permanente de transporte y depósito de materiales en la mayor parte del
desierto del Vizcaíno. La intrusión marina involucra las mayores extensio-
nes de toda la península, e incluso del país, las cuales colindan con las lagunas
Ojo de Liebre y San Ignacio del desierto del Vizcaíno.
En la sierra San José de Castro, como en casi todas las sierras de la penín-
sula, dominan Leptosoles nudilíticos asociados con Regosoles epilépticos

246
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

(epiesqueléticos) y Fluvisoles háplicos. En las llanuras del desierto propia-


mente dicho, en las que domina un relieve eólico acumulativo, se encuentran
Arenosoles hiposálicos (sódicos) asociados a Regosoles háplicos (arénicos,
sódicos) y a Calcisoles háplicos (arídicos, arénicos), que sostienen diversos
tipos de matorrales xerófilos. En la zona de salitrales naturales que rodean la
laguna Ojo de Liebre hay Solonchaks petrosálicos (hipersódicos) asociados
a Regosoles háplicos (arénicos, hiposálicos) y a Gleysoles háplicos (húmicos,
sílticos); en estas unidades el crecimiento de plantas vasculares está restrin-
gido y sólo prosperan comunidades microbianas. Al oriente, en cambio, se
encuentra la sierra de San Francisco, en la que dominan los Leptosoles
nudilíticos, asociados a Regosoles epilépticos (Arídicos). La humedad que
llega a esta sierra en forma de neblina ha sido suficiente para el desarrollo
puntual de Vertisoles mázicos (calcáricos, crómicos), que forman un grupo
indiferenciado con los suelos antes mencionados.

Transecto 3. Llanos de Magdalena-Sierra de La Giganta (AR-SC-CL-LV-RG-


LP-VR). Este transecto representa la segunda región con mayor extensión
de la península en la que se encuentran llanuras emergidas del fondo mari-
no: los llanos de Magdalena. A diferencia de los del desierto del Vizcaíno,
los suelos de los llanos de Magdalena se han estabilizado y alcanzan tal des-
arrollo que ya presentan horizontes subsuperficiales con acumulación de
carbonatos. Sostienen matorrales xerófilos de estructura compleja, además
de que la influencia eólica en el desarrollo del suelo se restringe a las zonas
colindantes con la costa. En algunas localidades, capas de arcillas rojas evi-
dencían la influencia de condiciones paleoclimáticas. Al este, la sierra de
La Giganta presenta los suelos rocosos y esqueléticos característicos de las
serranías, aunque la humedad, que como neblina abraza a esta sierra, ha
sido suficiente para lograr la formación de óxidos y arcillas. De acuerdo con
la Figura 11.4, al oeste se encuentra una llanura en la que predominan los
procesos eólicos que han formado Arenosoles háplicos (hiposódicos) sin
estructura y estabilizados por los diversos matorrales xerófilos que sostie-
nen. En algunos sitios se presentan depresiones en las que la intrusión
marina y la evaporación extrema han propiciado la formación de salitrales
en los que sólo crece vegetación halófila, con Solonchaks gléyicos (sódicos).
Tierra adentro se encuentran Cambisoles hiposálicos (calcáricos), en los que
ya se observa el desarrollo de horizontes, asociados con Calcisoles háplicos
(sódicos, arídicos) e incluso Luvisoles háplicos (sódicos, arídicos) en los
que se evidencian procesos relacionados con paleoclimas. En las estriba-
ciones de la sierra de La Giganta se encuentran Regosoles epilépticos (epies-
queléticos), suelos incipientes de poca profundidad, asociados con Cambisoles
epilépticos (yérmicos) con mayor desarrollo en sitios de acumulación, y
con afloramientos rocosos con Leptosoles nudilíticos intersticiales. En las
laderas de la sierra de La Giganta dominan los afloramientos rocosos con
Leptosoles nudilíticos, asociados a Vertisoles endolépticos (crómicos) que se
están formando por la meteorización química de antiguos derrames basál-
ticos. De otras rocas, como tobas y conglomerados, se forman Regosoles epi-
lépticos (epiesqueléticos).

247
Geografía de suelos de México

Transecto 4. Costa del Pacífico-Sierra de la Laguna-Sierra de la Trinidad-


Costa del Golfo de California (FL-RG-LP-RG-PH-CB-RG-CB-FL-LP-FL).
Este transecto cruza la punta de la península, que es también la única y
relativamente pequeña región con influencia tropical de toda la provincia
fisiográfica. La influencia tropical ha permitido la permanencia de una sel-
va baja caducifolia que fue transportada durante la formación de la penín-
sula desde el macizo continental en el bloque que hoy forma la sierra de La
Laguna. Sin embargo, las condiciones preponderantes son de semiaridez,
lo que ha determinado que los procesos formadores de suelo, dependien-
tes de la disponibilidad de agua, como la humificación, se hayan restringi-
do a las partes más altas de la sierra de La Laguna, con sus más de 2 000 m de
altitud, en donde se encuentra además el único bosque de encino-pino del
sur de la península. El transecto, que se puede observar en la Figura 11.4,
cruza las siguientes unidades: en la costa occidental se encuentra un litoral
de playas doradas de arenas gruesas que forman Fluvisoles háplicos (hipo-
sódicos, arénicos). Colindante se encuentra una pequeña llanura aluvial
con Regosoles háplicos (calcáricos, yérmicos) y Regosoles háplicos (eutricos),
que son suelos poco desarrollados de texturas gruesas sobre los que crece
un matorral xerófilo hasta una altitud aproximada de 350 m. A continua-
ción está la sierra de La Laguna, de pendientes escarpadas y afloramientos
rocosos dominantes, en donde Leptosoles nudilíticos en permanente for-
mación se asocian a Regosoles epilépticos (epiesqueléticos) sosteniendo
una selva baja caducifolia hasta los 800 msnm aproximadamente. La sierra
está coronada por bosques de encino-pino que han contribuido a la for-
mación de Phaeozems lépticos (esqueléticos) y de Cambisoles lépticos
(eutricos). Al este de la sierra se encuentra un área de mesas formadas por
la disección de una antigua llanura aluvial con Regosoles háplicos (arénicos)
profundos, de textura gruesa y con poco desarrollo edáfico, que se asocian
a Cambisoles yérmicos. Le sigue un valle orientado de norte a sur con Flu-
visoles eutricos (arénicos) profundos, formados por materiales transporta-
dos por el agua de las partes altas de la cuenca. Continuando al este, el relieve
se eleva nuevamente en la sierra de La Trinidad, de geología compleja, con
Leptosoles calcáricos (hiperesqueléticos) delgados y de textura fina, que sos-
tienen matorrales xerófilos con parches de selva baja caducifolia. Finalmente,
en la costa oriental se encuentran Fluvisoles háplicos (eutricos, arénicos)
formando playas tendidas de arenas finas y blancas.

Variabilidad de los suelos en diferentes escalas


Desde el punto de vista ecológico, el concepto de escala implica las dimensio-
nes de las unidades que conforman un paisaje al representarlo en hábitats dis-
cretos, es decir, el nivel de detalle con el que se pueden representar rasgos o
fenómenos de una determinada porción de la Tierra (Goodchild y Quattrochi,
1997). También ecológicamente puede hacerse referencia a una escala opera-
cional, que es aquella en la que un fenómeno determinado manifiesta su
influencia (no tiene la misma influencia un árbol que un bosque) (Bian, 1997).
En este sentido, en la península de Baja California los procesos derivados de

248
Capítulo 12. Geografía de suelos regional: península de Baja California

diferentes factores formadores del suelo son los que se manifiestan como do-
minantes a diferentes escalas.
Así, a escalas cartográficamente pequeñas (1:2,000,000), sólo es posible
representar el grupo de suelo de referencia dominante en la unidad cartográfica,
destacando aquellos en los que el relieve y el clima han sido determinantes:
las unidades con mayor extensión son Leptosoles, los cuales se distribuyen en
todas las elevaciones con pendientes abruptas que abundan a lo largo de la
península, seguidos por los Calcisoles y Cambisoles, que se han desarrollado
en las planicies emergidas del fondo del mar, en las que prevalecen condiciones
de aridez y de las que parecieran surgir las cadenas montañosas. Finalmente, en
este nivel tan general, también pueden representarse los Arenosoles, formados
por procesos eólicos y que dominan grandes extensiones en esta provincia
fisiográfica, particularmente en el desierto del Vizcaíno y en áreas colindantes
con el oceáno Pacífico de los llanos de Magdalena.
En una escala geográficamente más grande (por encima de 1:1,000,000)
pueden representarse unidades de suelo en donde ya es posible añadir los
calificadores prefijos a los grupos de suelo de referencia, los cuales aludirían a
la influencia de factores formadores como el material parental y el aporte de
materia orgánica proveniente de la vegetación. Ambos, junto con el clima, de-
terminan los procesos que se llevan a cabo. A esta escala los suelos dominantes
serían los Leptosoles nudilíticos, los Calcisoles pétricos o háplicos y podrían
representarse los Cambisoles hiposálicos. Pueden ya representarse las grandes
llanuras de evaporación que se ubican en la región lagunar del desierto del
Vizcaíno, en donde la intrusión marina, en conjunto con las altas temperaturas
y la evaporación, dan por resultado la formación de Solonchaks petrosálicos.
A esta escala ya es posible representar también unidades reducidas de Phaeozem
epilépticos y de Vertisoles háplicos, que se distribuyen en la región noroeste
de la península y en los llanos de Magdalena.
A medida que la escala geográfica permite mayor detalle (de 1:500,000 hasta
1:1,000,000), se pueden separar más unidades, no sólo por la dominancia re-
lativa de los diferentes grupos de suelos, sino por sus fases físicas y químicas, las
cuales están determinadas en gran parte por el relieve (líticas en laderas mon-
tañosas; gravosas y pedregosas en abanicos aluviales y arroyos), el origen geoló-
gico (fases petrocálcicas en las llanuras emergidas del fondo del mar, o pedrego-
sas en derrames basálticos; cadenas montañosas formadas por conglomerados y
brechas volcánicas) y clima (cuencas endorreicas, intrusiones marinas, vientos
constantes).
Una escala más detallada (1:250,000) permite la delimitación de unidades
más específicas, a las que es posible asignar asociaciones de suelos, además de
un mayor número de calificadores que hacen referencia a procesos edáficos
que han actuado en forma más restringida o que reflejan la influencia de alguna
condición local. Ejemplo son los Arenosoles próticos (eutricos, hiposódicos)
que se asocian a Solonchaks gléyicos (sódicos) de unidades de los llanos de
Magdalena colindantes con el mar y con el desierto del Vizcaíno; estas unidades
se refieren a las dunas arenosas activas que forman grandes barras paralelas a
la costa —de ahí que presenten cierta acumulación de sodio—, entre las cuales
se localizan depresiones sometidas a intrusión marina y que presentan procesos

249
Geografía de suelos de México

de hidromorfismo. Otro ejemplo son los Leptosoles nudilíticos asociados a


Vertisoles endolépticos (crómicos) y a Regosoles epilépticos (epiesqueléticos)
de la sierra de La Giganta. En este caso se trata de grupos indiferenciados, es de-
cir, unidades complejas en las que los diferentes suelos se encuentran tan ínti-
mamente asociados que no es posible establecer pautas de distribución en el
paisaje para lograr separarlos.

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253
Capítulo 13. Geografía de suelos regional:
llanura sonorense
José María Solís Portillo1*, y Francisco Raúl Venegas2

Los
Los factores
factores formadores
formadores
Orografía de la región
sta provincia es compartida con el estado de Arizona, EU; su forma

E es la de una cuña orientada hacia el sur; colinda en el extremo nor-


oeste con la península de Baja California, hacia el oriente con la
Sierra Madre Occidental y en su extremo sur con la Llanura Costera
del Pacífico (Figura 13.1).
El panorama de la provincia está formado de la siguiente manera: en el
norte, desde la Cordillera Peninsular Bajacaliforniana hasta los límites con
Sinaloa. Ocupa 15.61% del territorio de Baja California; su extensión es de
105 789.44 km2.
El término Llanura Sonorense como unidad fisiográfica se debe de con-
siderar bajo dos ópticas: la que proponen Shreve y Wiggins (1964) y la del
inegi (2001). No obstante que ambas cubren gran parte de la misma uni-
dad fisiográfica (aunque no exactamente la misma superficie y extensión)
ambos autores la denominan de diferente forma. Shreve y Wiggins la inclu-
yen como parte del Desierto Sonorense, con cuatro subdivisiones; una de
ellas, bajo valle del Colorado (Lower Colorado Valley) que incluye práctica-
mente todo el delta o la cuenca baja del río Colorado; Desierto de Altar; Valle
de Mexicali; Desierto de San Felipe y hacia el sur hasta la altura de Bahía de
Los Ángeles. En cambio el inegi (2001) solamente incluye todo el delta del
Colorado y hacia el sur solamente incluye el desierto de San Felipe hasta los
límites de Puertecitos. En este trabajo se va a utilizar la propuesta de inegi, aun-
que se retoma mucha de la información citada por Shreve y Wiggins (1964).
Gran parte de su extensión consta de sierras bajas paralelas de bloques fa-
llados, orientados burdamente nor-noroeste-sursureste, y separadas unas de
otras por llanuras cada vez más amplias y bajas hacia el golfo de California. Los
climas predominantes en la provincia son los muy secos semicálidos, como
en el desierto de Altar y los muy secos cálidos, hacia el sur de Hermosillo. En el
desierto de Altar domina la vegetación de desiertos arenosos, en el resto de la
región se encuentran matorrales de tipo sarcocaule, así como matorral desérti-
co micrófilo y mezquital.
En esta unidad fisiográfica se distinguen dos subunidades, el Bajo Delta
del Colorado y el desierto de San Felipe. La primera comprende todo el delta del
río Colorado que en la actualidad se conoce como Valle de Mexicali, formada
por sedimentos finos aportados por el río Colorado a través del gran proceso de
1Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Aguascalientes, Ags.
2Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali.
* jose.solis@inegi.gob.mx.

255
Geografía de suelos de México

Desierto de Altar

Sierra del Pinacate

Sierras y llanuras sonorenses

Figura 13.1. Subprovincias y discontinuidades litológicas de la provincia Llanura Sonorense.

erosión que formó el Gran Cañon del Colorado con edades Plioceno-Pleis-
toceno (Pacheco et al., 2006). Estos sedimentos fluvio-deltáicos al ser deposita-
dos, nivelando la depresión del Salton y el entonces recién formado protogolfo,
han sido retrabajados por procesos litorales hasta dar al delta del río Colorado la
forma que tiene en la actualidad y su desembocadura en el Mar de Cortés.
En la actualidad esta gran depresión del Salton (Salton Trough) (Gastil et al.,
1975) aún se encuentra bajo el nivel del mar y localizada en su mayor parte en
el estado de California, en lo que se conoce como valle Imperial y una mínima
parte en el valle de Mexicali. Ambos valles son parte de la misma unidad fisio-
gráfica definida por Shreve and Wiggins, como bajo valle del Colorado (Lower
Colorado Valley). Es una unidad casi plana con alturas medias cercanas a los
40 msnm, en los límites de la entrada del río Colorado a territorio mexicano y

256
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

conforme se continúa hacia el noroeste del delta, a la altura de la línea fronteri-


za la altitud disminuye hasta los cero metros y de ahí hacia el norte se marca
bastante bien la depresión del Salton que se encuentra a los 87 metros por
debajo del nivel del mar en el lugar conocido como valle de Coachella en el
estado de California de Estados Unidos.
Toda esta gran unidad fisiográfica presenta texturas finas a medias arcillo-
limosas formando suelos pesados y sujetos a proceso de salinización debido a
las altas temperaturas provocando altas tasas de evaporación. Por último, en-
tre las sierras Cucapá y de Juárez se localiza otra unidad como parte de la plani-
cie deltáica de inundación, la laguna Salada, una cuenca endorreica la cual
está abajo del nivel del mar y sujeta a procesos litorales, los materiales deposita-
dos en esta unidad presentan texturas medias a gruesas limo-arenosas aportados
por los detritos de las sierras Cucapá y de Juárez (Contreras et al., 2005).
Dentro de esta gran planicie de inundación del delta del río Colorado se
distinguen discontinuidades fisiográficas: el cerro del Centinela localizado en
los límites de la frontera con EU, continuándose al sur con la sierra Cucapá-El
Mayor. Ambas sierras presentan rocas prebatolíticas de edad Paleozoico y Me-
sozoico de origen volcánico intrusivo, así como volcánicas extrusivas del Ter-
ciario, con alturas máximas cercanas a los 1 000 msnm. Un poco más al sur se
localiza el volcán Cerro Prieto, estructura aislada en forma de un butte, del
Pleistoceno, de origen volcánico extrusivo, cuya altura es de 210 msnm.
La segunda subunidad está representada por el desierto de San Felipe, el cual
se continúa hasta las estribaciones de la sierra de Matomi hacia la vertiente del
Golfo, hasta la altura del poblado de Puertecitos en la franja costera del Golfo.
Esta unidad está limitada al poniente por las sierras de Juárez y San Pedro
Mártir, al oriente por la costa del mar de Cortés o golfo de California, y al centro
en sus límites norteños con la subunidad de la llanura de inundación. En esta
subunidad se levantan dos pequeñas sierras: Las Tinajas de origen volcánico
extrusivo y del Terciario y Las Pintas pertenecientes a las rocas prebatolíticas
del Paleozoico. Un poco más al sur y frente a la sierra de San Pedro Mártir hacia
el oriente, se levantan las sierras de San Felipe y Santa Rosa, con alturas pro-
medio de 900 msnm, pertenecientes a las rocas batolíticas del Mesozoico.
Entre estas dos sierras de San Felipe-Santa Rosa y San Pedro Mártir se lo-
caliza un valle intermontano, el valle de Agua Caliente formado por las fallas de
San Pedro Mártir y San Felipe (Cruz-Castillo, 2002). Estas dos estructuras han
formado una fosa tectónica que ha sido rellenada por los detritos provenientes
de ambas sierras. Las texturas de este valle o cuenca endorreica van de gruesas a
medias areno-limosas, la altura promedio a la que se encuentra es de 400 msnm.

Climas de la región
De manera general, se describen a continuación los principales climas presen-
tes, de acuerdo con la clasificación hecha por Köpen y modificada por Enriqueta
García (1964).

Climas muy secos. Estos tipos de climas, también llamados desérticos, abarcan
cerca de 46% de la superficie de Sonora, y se caracterizan por su precipitación

257
Geografía de suelos de México

inferior a los 400 mm al año y su temperatura media anual de 18 a 26°C;


son considerados muy extremosos ya que su oscilación térmica, es decir, la
diferencia entre la temperatura media del mes más cálido y la del más frío,
es mayor a 14°C. Se distribuyen en una extensa franja del terreno paralela a
la costa, ya que va desde el límite con Sinaloa —ensanchándose en el norte—
hasta la porción noroccidental, en la frontera con Estados Unidos. Esta
zona tiene una altitud variable, que comprende del nivel del mar a 800 m en
las estribaciones de la Sierra Madre, pero, en general, la constituyen terre-
nos llanos con algunas prominencias como la sierra La Gloria al norte de Ca-
borca. Los climas en esta región, de acuerdo con su temperatura, van de
los cálidos en el sur a los semicálidos en el noroeste.

Muy seco cálido con lluvias de verano. Influye en la zona costera, del centro
hacia el sur, y comprende más o menos 12% del territorio estatal. En el cen-
tro se distribuye en los alrededores de Hermosillo, Miguel Alemán y El Triun-
fo, así como en una mínima porción al sureste de Caborca.
Las temperaturas medias anuales varían en un rango de 22°C —como suce-
de en la estación meteorológica San José (26-055), situada unos 40 km al orien-
te de Bahía de Kino— a 26°C, valor reportado en la estación meteorológica El
Orégano (26-045), ubicada al noreste de Hermosillo; mientras que en esta ciu-
dad, con base en la estación 26-025, es de 25.1°C. La temperatura media men-
sual más alta, en general, corresponde a julio, en las estaciones citadas los valo-
res reportados son de 31.4°, 34.9° y 32.3°, pero el valor menor pertenece a la
estación La Chupasclilla (26-017) con 31°C. La temperatura media mensual
más baja se produce en enero con 13.5°, 17.2°, 17.3° y 13.1°, respectivamente.
Las precipitaciones totales anuales son de 186.4, 336.3, 242.7 y 147.4 mm en las
estaciones mencionadas, en ellas el mes más lluvioso es julio o agosto, con pro-
medios de precipitación de 532.1, 102.0, 74.2 y 46.8 mm. Cabe señalar que en
estos lugares la lluvia invernal, es decir, la ocurrencia en los meses de enero,
febrero y marzo, corresponde a más de 10.2% de la precipitación total anual.
Hacia el sur, por Guaymas, Empalme, Ciudad Obregón, Navojoa y Huata-
bampo, prevalece el mismo clima (muy seco cálido), pero el porcentaje de
lluvia invernal es menor; entre 5 y 10.2 mm. En estos terrenos se localizan
tres estaciones meteorológicas (una en Guaymas y dos en Navojoa) cuya
temperatura media del mes más frío es mayor de 18°C, por lo que se con-
sidera su clima muy seco muy cálido; sin embargo, en el resto del área y
con base en las demás estaciones, el mes más frío siempre tiene una tem-
peratura media menor de 18.0°C y es clasificado como cálido, así ocurren
la primera región descrita y en la estación 26-041 de Ciudad Obregón entre
otras, donde se reportan 16.9°C en enero. En esta ciudad, según datos de la
misma estación, la temperatura media anual es de 24.9° y el mes más calu-
roso es julio con 32.2°C de temperatura media; la precipitación total anual
en promedio llega a 298.5 mm, agosto es el mes de mayor precipitación
con 81.6 mm, y mayo es el de menor, con 0.3 mm.

Muy seco cálido con lluvias en invierno. La porción sonorense donde las lluvias
se concentran en el invierno comprende la ciudad de San Luis Río Colorado

258
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

y sus proximidades, así como los terrenos situados al oeste y sur de la locali-
dad Estación Coahuila; esta es una extensión dominada por condiciones muy
secas cálidas, en la cual, con base en la estación meteorológica 26-056 San
Luis Río Colorado, la temperatura media anual es de 22.8°C, la precipitación
de 50.6 mm totales al año y el porcentaje de lluvia invernal menor de 36; la
temperatura media del mes más caluroso (julio) es de 34.0°C, y la del mes
más fresco (enero) es de 12.7°C; el mes más húmedo es diciembre con tan sólo
7.9 mm de precipitación en promedio; el mes más seco es junio con 0.3
mm. Los datos anteriores, junto con los de las estaciones aledañas del estado
de Baja California, muestran que esta zona es una de las más secas del país.

Muy secos semicálidos con lluvias en verano. Comprende aproximadamente


33% del territorio sonorense y abarca del suroeste y sureste de San Luis Río
Colorado y el este-sureste de Sonoyta, en la frontera con Estados Unidos
de América; se extiende hacia el sur hasta las inmediaciones de Carbó,
Hermosillo y Miguel Alemán. Esta es la zona más amplia y continua de este
clima, en el cual el porcentaje de lluvia invernal es mayor a 10.2. Su preci-
pitación total anual fluctúa de 53.9 mm (temperatura media anual 21.5°C)
en la estación meterológica 26-050 El Riíto, ubicada en las cercanías del
límite con Baja California, hasta 304.9 mm (temperatura media anual
21.3°C) en la estación 26-060 Presa Cuauhtémoc (antes Santa Teresa),
localizada al noreste de Atil. Los primeros datos analizados en esta región
muestran que agosto y, en ocasiones, julio y octubre son los meses más llu-
viosos; así, en la primera estación reportada (26-050) se registran 9.5 mm
en octubre, en la segunda, 84.5 mm en agosto, y en la de Trincheras (826-
143) 87.5 mm en julio. Las temperaturas medias anuales van de 19.4°C
(271.9 mm de precipitación total anual) en la estación meterológica Félix
Gómez (26-097) a 21.8°C (278.4 mm de precipitación total anual) en la de
Altar (estación 26-003); el mes más tórrido en las dos últimas estaciones es
julio, con 27.8° y 31.6°C, aunque en la de El Riíto llega a 32.3°C (en el mis-
mo mes), y en algunas más corresponde a agosto; el mes gélido en estas
mismas estaciones es enero, con valores de 11.7°, 12.7° y 11.6°C, pero en
Puerto Peñasco (estación 26-048) se reportan 11.1°C y en Trincheras (26-
143) 13.0°C. Otros lugares con este clima son: Sonoyta, Benjamín Hill y la
isla Tiburón.
En las poblaciones de Torres, La Paloma y San Rafael, ubicadas al sur de
Hermosillo, así como en otras áreas dispersas y de menor tamaño, las con-
diciones son también muy secas semicálidas, con la diferencia de que en
invierno el porcentaje de lluvia es entre 5 y 10.2. Los datos reportados en la
estación meteorológica Torres (26-142) muestran que la temperatura
media anual es de 21.3°C, la media mensual más alta se presenta en agosto
con 28.2°C, y la media mensual más baja, en enero con 14.7°C. La precipi-
tación total anual es de 246.3 mm en promedio; agosto es el mes de mayor
humedad con 68.5 mm de precipitación y mayo es el mes de menor hume-
dad con 0.5 mm.

Un resumen de los datos climáticos de la región se presenta en la Tabla 13.1.

259
Geografía de suelos de México

Tabla 13.1. Temperatura y precipitación de la Llanura Sonorense


Clave Nombre de la Estación Temperatura media anual, °C Precipitación total anual (en mm) Clave climática
02-032 San Felipe 23.3 55.8 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
02-062 Cerro Prieto 22.6 54.5 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-050 El Riíto 21.5 53.9 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-061 Sonoyta 21.0 176.0 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-100 Golfo de Sta. Clara 21.5 35.5 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-011 Caborca 22.3 164.0 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-097 Félix Gómez 19.4 271.9 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-096 El Desemboque 20.5 119.0 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-022 San Jorge 21.5 185.0 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-118 El Plomo 19.6 304.0 BS0hw(x⬘)(e⬘)
26-134 El Sasabe 18.6 367.3 BS0hw(x⬘)(e⬘)
26-027 Magdalena 19.3 395.7 BS0hw(x⬘)(e⬘)
26-073 Punta de Agua 22.8 414.6 BS0hw(x⬘)(e⬘)
26-124 Querobabi 21.3 276.5 BWjw(e⬘)
26-142 Torres 21.3 246.1 BWjw(e⬘)
26-014 El Carrizal 22.2 185.2 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-045 El Orégano 26.0 336.3 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-025 Hermosillo 25.1 242.7 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
26-101 Guadalupe 22.1 192.8 BW(h⬘)hw(x⬘)(e⬘)
Fuente: Carta de Climas, Tijuana 1:1,000,000 (INEGI, 1981).
Estructura geológica de la región
Estructura geológica de la región
El Desierto Sonorense se caracteriza por la alternancia de sierras, bajadas y lla-
nuras. En esta zona las sierras se formaron por procesos tectónicos y tienen
una orientación noroeste-sureste; en el oriente están próximas unas de otras y
más separadas en el poniente. Su composición litológica es variada; dominan
las rocas anteriores al Terciario, las cuales en el este están cubiertas por efusiones
volcánicas del Cenozoico. Las llanuras son más amplias en el oeste, lugar donde
se acumularon grandes cantidades de material de tipo eólico y aluvial. En esta
provincia, desde el sur de Caborca hasta el noroeste del estado de Sonora, aflo-
ran rocas metamórficas, ígneas y sedimentarias del Precámbico. El Paleozoico,
por lo general, está representado por calizas, ortocuarcitas y dolomías meta-
morfizadas. El Mesozoico por calizas y rocas detríticas de ambientes marino y
continental, además de volcánicas (con predominio de composición andesítica)
e ígneas intrusivas (granitos y granodioritas) que son las de mayor distribución
en el Desierto Sonorense. Del Cenozoico se encuentran rocas volcánicas, entre
las que predominan las de composición ácida. Los afloramientos de conglo-
merados del Terciario tienen también una amplia distribución; sin embargo, la
mayor parte de esta provincia se encuentra cubierta por depósitos sin consoli-
dar del Cuaternario, localizados en las llanuras y bajadas.

Precámbrico. En el área de Caborca se localizan las más antiguas que se cono-


cen en la República Mexicana, las cuales corresponden a esquistos, gneiss y

260
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

cuarcitas, cuya edad aproximada va de 1 700 a 1 800 Ma, y están afectadas por
rocas intrusivas calcoalcalinas que se calcula tienen entre 1 710 y 1 750 Ma.
Este conjunto es denominado Complejo Bámori. La unidad de gneisses
que aflora de las poblaciones Las Cruces a El Tiro y al suroeste de la Ciénega,
entre otros sitios, se correlaciona con las rocas metamórficas antes citadas.
En el área de Caborca también se encuentra un conjunto de rocas sedimen-
tarias del Precámbico Tardío que sobreyace en discordancia tectónica al
Complejo Bámori y está constituido de rocas carbonatadas (dolomías), con
estromatolitos, así como de areniscas de cuarzo y lutitas. Estas rocas perte-
necen a las formaciones Pitiquito y Gamuza.

Paleozoico. Esta era está representada por rocas sedimentarias depositadas en un


ambiente de plataforma, algunas de ellas tienen grado de metamorfismo. En
el área de Caborca afloran rocas carbonatadas (calizas y algunas dolomías),
secuencias de lutitas, areniscas y cuarcita del Cámbrico. Tales rocas están
incluidas, en orden estratigráfico ascendente, dentro de las formaciones
Puerto Blanco, Cuarcita Proveedora, Buelna, Cerro Prieto, Arrojos y Tren.

Mesozoico. Hacia el sureste de Hermosillo hay varios afloramientos de rocas


consideradas dentro del Triásico-Jurásico, compuestos sobre todo de lutitas,
areniscas y calizas que presentan horizontes con carbono, así como fósiles ma-
rinos. Esta secuencia que se depositó en un ambiente palustre, fue denomi-
nada formación Barranca y después elevada al rango de Grupo. Las rocas
marinas del Triásico localizadas son algunas de las pocas que se conocen en
México, ya que además de éstas hasta la fecha sólo se han encontrado depó-
sitos de tales facies en los estados de Baja California, Zacatecas y San Luis
Potosí. En la era Mesozoica, hace 135 millones de años, se activó la gran
falla de San Andrés, que provocó la caída de un inmenso bloque para formar
los que se conoce como depresión del Salton (Salton Trough) (Gastil et al.,
1975). Posterior a la formación de esta gran depresión se inició un intenso
proceso de erosión proveniente de las partes altas de las sierras circundan-
tes y los detritos iniciaron la nivelación de esta depresión. Puente y de la
Peña (1978), al describir columnas estratigráficas en el campo geotérmico
de Cerro Prieto (cgcp), hacen referencia a que estos depósitos presentan
una profundidad de 6 000 metros con estratos de 2 000 a 2 500 metros de
gravas y areniscas y edades del Mesozoico. Sobreyaciendo a estos estratos,
Lira (2005), dice que el área de influencia del cgcp está influenciada por
las fallas Cucapá, Cerro Prieto, Michoacán e Imperial, formando una cuenca
tectónica con una profundidad aproximada de 5 200 metros, la cual ha sido
rellenada de sedimentos aluviales y deltáicos que abarcan edades desde el
Terciario hasta el Reciente.

Terciario. Precisamente durante el Terciario, se formó la Provincia Volcánica del


Golfo debido a la revolución volcánica que se presentó durante el Mioceno,
promoviendo la formación del golfo de California por la reactivación de la
falla San Andrés y el inicio de la separación de la península de Baja Califor-
nia del macizo continental por el movimiento de la placa Pacífico de la placa

261
Geografía de suelos de México

Norteamérica; esto provocó que las aguas del golfo penetraran hasta los
pies de monte de las Sierras Transversas (Transverse Ranges) en el desierto
de Mojave en California, dando lugar a la provincia extensional del golfo de
California, cuyas fronteras son al oriente: la Sierra Madre Occidental y al
occidente el escarpe del golfo formado por las sierras de Juárez y San Pedro
Mártir (Martín-Barajas, 2000).

Hidrografía de la región
Región Hidrológica 7 Río Colorado (RH-7). Abarca los terrenos situados
sobre las márgenes izquierda (Sonora) y derecha (Baja California) del río
Colorado en la parte final de su recorrido. Tiene como límite superior la
línea divisoria internacional con Estados Unidos de América y termina en
el golfo de California. La corriente principal, el río Colorado, inicia en
Wyoming, EU, con dirección inicial hacia el sureste; su cauce, que va de
cerca de los Algodones, B.C. a San Luis Río Colorado, sirve como límite
internacional entre México y el vecino país del norte. A partir de esta zona el
río drena hacia el sureste hasta su desembocadura en el golfo de California.
La extensión de esta región corresponde a una parte de la cuenca (A),
Bacanora-Mejorada, representada por el Distrito de Riego Núm. 14 “Río Co-
lorado”, en el cual se aprovechan las aguas de la corriente principal y de
algunos de sus afluentes para uso agrícola, después para doméstico, pecuario
e industrial. Representa el 2.81% del territorio sonorense. Se ha determinado
para la cuenca una precipitación media anual de 301 mm, un coeficiente
de escurrimiento de 7.2% que relacionado con 1 434.9 millones de metros
cúbicos (Mm3), determinan un escurrimiento anual de 103.31 Mm3, de los
que sólo son disponibles 2.5 Mm3, ya que el resto fluye hacia el territorio nor-
teamericano.

Región Hidrológica 8 Sonora Norte (RH-8). Ocupa casi todo el noroeste, en


un área que comprende del sureste de San Luis Río Colorado a las proximi-
dades de Cananea, y de Punta Chueca (frente a la isla Tiburón) al golfo de
Santa Clara, que representa. Las cuencas que entran a la provincia fisio-
gráfica son:

1) Cuenca (A) Río San Ignacio y otros. Su corriente más importante, el


río San Ignacio, se origina en el cerro El Tordillo, a una altitud de 1 120
m, con un curso inicial hacia el noroeste que cambia al sur y luego al
oeste para desembocar en el golfo de California. El aprovechamiento
de los escurrimientos se lleva a cabo mediante la construcción de pe-
queños bordos de almacenamiento que se utilizan para actividades
pecuarias. Ocupa 4.59% de la superficie de Sonora; la precitación
media anual es de 142 mm, el volumen precipitado de 1 145 mm3 anua-
les y el coeficiente de escurrimiento de 3.6% que genera 41.54 mm3
drenados.
2) Cuenca (B) Río Concepción-Arroyo Cocóspera. De las cuencas de la re-
gión, es la de mayor área, drena 14.25% de superficie sonorense. El río

262
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

Concepción nace en el cerro Las Veredas, a una altitud de 2 000 m, 9 km


al sureste de Santa Cruz, con el nombre de El Carrizo (Casa de Piedra); a
continuación recibe el nombre con el que continúa hasta Magdalena de
Kino, donde es designado Magdalena; su recorrido es hacia el sureste
pero cambia al oeste a la altura de la confluencia del arroyo El Coyotito
para después dirigirse al noroeste. Posteriormente su nombre cambia por
el de Asunción, lo cual ocurre al recibir los aportes del río Altar, uno de
sus principales afluentes, mismo que es controlado por la presa Cuauh-
témoc; tal denominación se mantiene hasta la confluencia del arroyo El
Coyote (afluente de mayor extensión en la cuenca) a partir de aquí se
conoce como Concepción y cambia su dirección hacia el suroeste para
desembocar en el golfo de California. El agua de este río y de algunos de
sus afluentes se aprovecha en el Distrito de Riego Núm. 37 “Río Altar-
Pitiquito-Caborca”, el cual comprende parte de las cuencas San Ignacio y
desierto de Altar. Se tiene una precipitación media anual de 305 mm, el
volumen anual precipitado es de 7 809.2 Mm3 y el coeficiente de escu-
rrimento de 1.71% que representa 132.76 Mm3 anuales drenados. Las pre-
sas de mayor importancia son: Cuauhtémoc, en el río Altar, Comaquito,
sobre el arroyo Cocóspera; El Plomo, en el arroyo del mismo nombre, e
Ignacio R. Pesqueira, en el arroyo El Yeso. El uso más extendido es agrícola
y en menor proporción doméstico, pecuario e industrial.
3) Cuenca (C) Desierto de Altar-Río Bámori. Esta cuenca comprende la re-
gión más árida del país. La corriente principal tiene su origen en la sierra
Pozo Verde, donde es conocida como El Coyote; continúa hacia Estados
Unidos de América con el nombre de río Bámori, para entrar de nuevo
al territorio mexicano con el nombre de Sonoyta con dirección al sur,
después cambia su curso al oeste-noroeste, pasa por la población que le da
nombre y por último corre hacia el sur para desembocar en el golfo de Ca-
lifornia, 22 km al oriente de Puerto Peñasco.
En la cuenca, además de la parte del distrito de riego “Río Altar-Piti-
quito-Caborca”, se localiza casi la mitad del río Colorado. Ocupa una
superficie de 11.86% del estado de Sonora. Se presenta una precipita-
ción media anual de 109 mm, un volumen anual precipitado de 2 300.7
Mm3, coeficiente de escurrimiento de 2.3% que representa un volumen
de 52.96 Mm3 anuales drenados. El principal uso del agua es agrícola, do-
méstico y pecuario.

Vegetación
En gran parte del Desierto Sonorense dominan diferentes tipos de matorrales
xerófilos ya que los climas imperantes son muy secos y secos. En esta región
existe gran diversidad de formas de vida. Predominan efímeras, arbustos,
suculentas, etc., que le dan distintas fisonomías a las comunidades; además, la
composición florística y la densidad vegetal son variables. Sin embargo sólo
algunas especies se desarrollan por toda esta zona como el palo fierro (Olneya
tesota), la gobernadora (Larrea tridentata) y la jojoba (Simmonsia chinensis),
al igual que los géneros Ambrosia, Cercidium y Fouquieria.

263
Geografía de suelos de México

Matorral Desierto Micrófilo. Tal como su nombre lo indica, la mayoría de las


especies presentan hoja pequeña, dominado principalmente por la asocia-
ción Larrea-Ambrosia. Las especies más representativas son Larrea tridenta-
ta, Ambrosia dumosa, Encelia farinosa, Ephedra californica, Hilaria rigida. La
mayoría de las especies que comparten esta comunidad vegetal se establecen
en suelos de textura gruesa arenosa, profundos y ambiente xérico a árido
(Soil Survey Staff, 1999). Es la comunidad vegetal que resiste las más altas
temperaturas y escasa precipitación.
Compartiendo el mismo tipo de ambiente se distinguen especies arbó-
reas y arbustivas de bajo porte y tronco grueso, porte bajo, como Bursera
microphylla, Olneya tesota, Cercidium floridum, C. microphyllum y Prosopis
juliflora. La mayoría de estas especies se localizan mayormente en los arro-
yos secos, así como en sustratos muy pedregosos en las estribaciones de las
sierras de Juárez, San Pedro Mártir, Cucapá y San Felipe, así como en lome-
ríos de pie de monte y pendientes suaves. Asimismo se establecen otras
especies como Fouquieria splendens, varias especies de cactáceas como el
género Opuntia, Ferocactus acanthodes que prefiere lomeríos bajos, poco
profundos, muy pedregosos y las estribaciones o piedemonte de las sierras
que limitan a esta unidad fisiográfica.
Respecto a la vegetación de las zonas inundables, esta unidad adquiere
gran importancia ya que antes del control de las aguas del río Colorado, a
principios del siglo xx, su delta presentaba una fisonomía muy diferente a la
actual debido a la presencia de gran cantidad de meandros los que con curso
divagante y a la constante aportación de gran cantidad de sedimentos finos
lo que propició el establecimiento de asociaciones como Typha domengensis,
Phragmites australis, Salix spp., Pluchea sericea y una gramínea Distichlis
palmerii que tuvo un papel importante en la alimentación de la cultura
cucapá (indígenas que habitan el delta de río Colorado).
La explotación de estos recursos es importante; una de las especies más
utilizada es el mezquite (Prosopis spp.) cuyo volumen de madera para la ela-
boración de carbón vegetal representa una valiosa fuente de ingreso, apor-
tada en gran medida por los municipios de Caborca y La Colorada. Otras
especies aprovechadas a nivel local son: la jojoba, el palo fierro (para uso
artesanal) y una gran variedad de árboles y arbustos utilizados en la cons-
trucción, como combustible, o para alimentación humana.

Subregiones
La provincia está dividida en dos subprovincias y una discontinuidad, las cuales
son: Sierras y Llanuras Sonorenses, desierto de Altar y Sierra del Pinacate.

Sierras y llanuras sonorenses


Comprende un área de 8 1661.40 km2; abarca completamente los municipios
de Caborca, Altar, Sáric, Tubutama, Atil, Oquitoa, Pitiquito, Trincheras, Benja-
mín Hill, Hermosillo, Carbó, San Miguel de Horcacitas, Empalme y Mazatán;
asimismo incluye parte de San Luis Río Colorado, Puerto Peñasco, General Plu-

264
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

tarco Elías Calles, Nogales, Magdalena, Santa Ana, Opodepe, Quiriego, Ures,
Villa Pesquiera, La Colorada, Guaymas, Suaqui Grande y Cajeme.
Está formada de sierras bajas separadas por llanuras; tales sierras son más
elevadas (700 a 1 400 msnm) y más estrechas (rara vez más de 6 km de ancho)
en el oriente y más bajas (de 700 msnm o menos) y más amplias (de 13 a 24
km) en el occidente. Casi en todos los casos las sierras son más angostas que las
llanuras y su espaciamiento es tal que nunca quedan fuera de la vista. En ellas
predominan las rocas ígneas instrusivas ácidas, aunque también son importan-
tes, particularmente en la parte central de la subprovincia, las rocas lávicas,
metamórficas, calizas antiguas y los conglomerados del Terciario. La isla del
Tiburón forma parte de este sistema de sierras, cuyas cimas son bajas y muy
uniformes. Las pendientes son bastante abruptas, siendo frecuentes las mayores
de 45 grados, especialmente en las rocas intrusivas, lávicas y metamórficas, en
tanto que las menores a 20 grados son raras; en general, las cimas son almace-
nadas, es decir dentadas. Los arroyos que drenan esta región efectúan una fuer-
te erosión produciendo espolones laterales que se proyectan en las llanuras.
Las llanuras representan alrededor del 80% de la subprovincia, están cu-
biertas en la mayor parte o en toda su extensión de amplios abanicos aluviales
(bajadas) que descienden con pendientes suaves desde las sierras colindantes.
La llanura aluvial de Hermosillo (200 msnm) baja hacia la costa ensanchán-
dose en sentido noreste-sureste; tiene 125 km de largo y 60 km en la costa.
El río más grande de esta porción es el Sonora, que nace en Cananea, en la
provincia Sierra Madre Occidental, donde fluye hacia el sur. A la altura de
Hermosillo se une con el San Miguel de Horcacitas, también procedente de esta
provincia, y con El Zanjón, que se origina en esta subprovincia.

Desierto de Altar
La subprovincia abarca un área de 22 818.6 km2 comprende desde la frontera
hasta el golfo de California, y del límite con Baja California al oriente de So-
noyta. Solamente ocupa parte de tres municipios: San Luis Río Colorado, Puerto
Peñasco y General Plutarco Elías Calles.
En su mayoría, es un desierto arenoso con altitudes debajo de 200 m (Figura
I.13.1. del Anexo I), en la parte occidental se localiza el mayor delta del país: el
del río Colorado, que cruza la subprovincia en sentido norte-sur, tiene un ancho
de 90 km en la frontera y una longitud aproximada de 140 km hasta su desem-
bocadura. En él se encuentra el Distrito de Riego número 14 “Río Colorado”.
La región está constituida dominantemente de campo de dunas semilunares
(tipo barján) con la ladera abrupta y los cuernos del lado opuesto (sotavento) al
que recibe los vientos dominantes. Estos campos son interrumpidos al oriente
del delta y al norte de la bahía de San Jorge por lomeríos de rocas metamórfi-
cas del Precámbico.

Discontinuidad Sierra del Pinacate


Queda dentro de los municipios de Puerto Peñasco y General Plutarco Elías
Calles, e interrumpe en su parte oriental a la subprovincia Desierto de Altar.

265
Geografía de suelos de México

Ocupa una extensión de 1 556.61 km2. Es un complejo volcánico con longitu-


des aproximadas de 50 km norte-sur y unos 37 km este-oeste con sistemas de
topoformas muy diferentes. Hay una dominancia absoluta de rocas volcáni-
cas básicas, con abundancia de lavas basálticas (Figura I.13.2. del Anexo I). El
aparato central es escarpado con cima superior a 1 100 msnm. Hacia la base
las laderas se tornan cóncavas y finalmente casi planas sobre las mesetas de
basalto circundantes. Las mesetas son más amplias en el norte, donde existe
un gran número de conos adventicios (conos desarrollados en los flancos del
aparato principal).
Las características generales del clima de la provincia vienen dadas por su
ubicación latitudinal, la cual corresponde a un cinturón de zonas áridas dis-
tribuido alrededor del mundo, ello debido al sistema de alta presión que pre-
valece y que tiene como origen la confluencia de masas de aire frío y tropical,
lo cual viene a provocar cielos despejados y amplia exposición solar, efecto
que lleva al incremento de la temperatura.
Las variables regionales del clima están determinadas, en gran medida, por la
influencia de los vientos alisios provenientes del NE, mismos que hacen un re-
corrido continental, razón por la cual van perdiendo su humedad al ir chocan-
do en su trayecto contra los elementos orográficos existentes, siendo el últi-
mo de ellos la Sierra Madre Occidental, lo que provoca que su arribo a las
llanuras sonorenses sea carente de humedad; por otro lado, el mar no pro-
porciona humedad suficiente debido a las bajas temperaturas del agua durante
buena parte del año, por lo que no es posible una evaporación considerable.
Como consecuencia de lo anterior los climas predominantes en el área de estu-
dio son de carácter seco y semiseco, ello se manifiesta en buena parte del terri-
torio sonorense y oeste de Baja California.

Los suelos dominantes de la región


El mapa de suelos de la provincia se presenta en la Figura I.13.3. del Anexo I.
En el sistema de topoforma Llanura Deltaíca Salina e Inundable, localizada en el
municipio de Mexicali, de origen lacustre y aluvial, predominan los suelos
denominados Solonchaks o suelos salinos que presentan una fuerte degrada-
ción; son suelos con gran acumulación de sales solubles que hacen inutilizable
el recurso, proceso favorecido por el clima árido o muy árido dominante en la
región, aunque no es exclusivo de los mismos. Además, estos suelos presentan
el nivel freático muy cercano a la superficie, como en los terrenos localizados
alrededor de la laguna Salada, en donde el constante movimiento de dicho ni-
vel hace imposible el desarrollo de la vegetación y cuando la hay, ésta es muy
escasa y predominante de especies tolerantes a la salinidad como la Salicornia.
En esta área dominan los Solonchaks gléyicos de acuerdo con la Base Referencial
del Recurso Suelo (iuss Working Group wrb, 2008). También tenemos otros
Solonchaks como los Solonchaks vérticos; anteriormente sustentaban agricul-
tura de riego y se encuentran en zonas con drenaje deficiente y aporte externo
de sales, acumulándose paulatinamente en la superficie. El problema de la sali-
nización se agudiza cuando las sales dominantes son de sodio, ya que las sales y
el sodio repercuten en el desarrollo fisiológico de los cultivos.

266
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

También encontramos a los Solonchaks asociados a otros tipos de suelos


como los Vertisoles y Calcisoles localizados en el Distrito de Riego de Mexica-
li; son utilizados para la explotación agrícola con cultivos como maíz, trigo,
hortalizas, etcétera.
El problema de la salinización ha llegado a ser de primera importancia al
interior de los distritos de riego de Mexicali, Guaymas y Cajeme. Su rehabilita-
ción es difícil y costosa; se requiere mucha agua de buena calidad y la instalación
de drenaje superficial para eliminar el exceso de sales del suelo, por lo que se ha
optado por la introducción de cultivos tolerantes a la salinidad.
También en dicho sistema de topoforma podemos localizar a los Vertisoles,
formados a partir de sedimentos arcillosos ricos en esmectitas. Son de perfil
AC, raramente ABC, con un solum profundo, de color claro, arcilloso (más
de 30% de arcilla en todos los horizontes hasta una profundidad de 50 cm);
tienen una estructura masiva cuando están húmedos y de bloques angulares
con caras de deslizamiento (slickensides); se caracterizan por presentar, en
épocas de secas, grietas en la superficie que llegan hasta los 50 cm de profun-
didad; son fértiles, aunque con ciertos problemas de manejo agrícola como
son dificultad para la labranza, mal drenaje y deficiencia de materia orgánica, y
como están en zonas de intrusión salina, son susceptibles a sufrir acumulación
de sales. El paso constante de maquinaria pesada y el uso excesivo de agroquími-
cos pueden llegar a dañarlos. Este grupo de suelos se encuentra afectado por
la presencia de sales y sodio denominados Vertisoles sálicos sódicos, las cuales,
como ya se mencionó, afectan el rendimiento de las cosechas; la mayoría de
los cultivos comienzan a afectarse con contenidos entre 0.15-0.20% de sales
solubles totales (Hernández Jiménez et al., 2006). En el caso de este grupo de sue-
lo, en el distrito de riego presenta conductividad eléctrica mayor a 15 dS/m, y de
sodicidad superior de 30 cmol⭈kg⫺1 de Na, por lo cual se hace necesario tener
un buen manejo agrícola de los mismos.
Por otro lado, en el sistema de topoformas denominado Campo de Dunas
Típico, tenemos el grupo de suelo Arenosol cuya característica principal es
tener una textura más gruesa que franco arenosa hasta una profundidad de 100
cm, aparece sobre dunas recientes Cuaternarias, como los localizados al norte
de Algodones, municipio de Mexicali, y los localizados en el desierto de Sonora,
pertenecientes a los municipios de San Luís Río Colorado y Plutarco Elías
Calles, donde sustentan vegetación de dunas semifijas, de texturas gruesas y
en ocasiones están desprovistos de vegetación. El perfil es de tipo AC, y algu-
nas veces únicamente C; en la zona se presenta un horizonte ócrico super-
ficial, muy pobre en materia orgánica (⬍0.2% de carbono orgánico), excesi-
vamente drenados al interior del perfil, por lo que ocupan mucha agua cuando
están bajo uso agrícola. Su uso se restringe preferentemente al pastoreo de ga-
nado caprino por el bajo índice de calidad forrajera de las especies vegetales
que lo conforman.
Los Arenosoles que se encuentran en zonas aluviales Cuaternarias, forman-
do campo de dunas con lomeríos, se encuentran asociados a los RG, como lo
es el caso de los terrenos localizados alrededor de San Luis Río Colorado. En
algunos de ellos se practica la agricultura bajo riego presurizado con cultivo de
dátil de buena calidad y con fines de exportación.

267
Geografía de suelos de México

En la región cercana a Puerto Peñasco, también se localizan algunos Regoso-


les que forman parte de la Reserva Ecológica de la Sierra del Pinacate.
En lo que respecta a la Discontinuidad de la Sierra del Pinacate, esta área
se encuentra protegida como un área natural y su categoría es Reserva de la
Biosfera, decretada el 10 de junio de 1993, con una superficie de 714 556.5 ha; en
el sistema de topoforma denominado Sierra Escarpada Volcánica, destaca la
presencia del grupo de suelo Leptosol lítico, el cuál se encuentra coronando
al volcán El Elegante; son suelos menores de 10 cm de espesor, presentan gran
cantidad de piedras a nivel de superficie (basalto) como al interior del perfil.
En la parte correspondiente a la meseta con cráteres de la misma disconti-
nuidad, se encuentran los Regosoles. Son suelos poco desarrollados debido a
sequías prolongadas; son del tipo AC, limitados en su interior por piedra; son
menores de 50 cm, presentan gravas y piedras al interior del perfil, con bajo
contenido de materia orgánica, son calcáricos. Los Regosoles que se encuentran
en las laderas de los cerros de dicha discontinuidad son susceptibles de erosio-
narse fácilmente. En general están asociados a Leptosoles y Fluvisoles, a nivel
de superficie presentan bastante pedregosidad (derrames basálticos), lo que le
da cierta imagen a esta reserva ecológica.
En la región correspondiente a la subprovincia Sierras y Llanuras Sonoren-
ses, la más extensa de las subprovincias que componen a la provincia Llanura
Sonorense, encontramos una gran cantidad de grupos de suelos; en el siste-
ma de topoformas Bajada con Lomeríos, localizado en el municipio de San
Luis Río Colorado, encontramos a los Fluvisoles; son suelos de perfil AC que
están sometidos a la influencia del llamado “proceso aluvial” (Hernández Ji-
ménez et al., 2006); presentan muy bajo contenido de materia orgánica, debido
a la escasa vegetación que sustentan; están constituidos a partir de materiales
fluviales o de acarreo recientes formando arrollos y ríos, mientras que los Cal-
cisoles (antes llamados Xerosoles y Yermosoles), se encuentran ampliamente
distribuidos en esta subprovincia. Son suelos propios de zonas áridas y semiári-
das en donde la deficiencia de humedad impide el lavado de sustancias solubles
(como sales y carbonatos). Esta limitante impide que se formen suelos profun-
dos y hace que los aportes de materiales orgánicos sean mínimos, como los
localizados al norte del cerro Las Trincheras y en las Lagunitas con Calcisoles pé-
tricos; presentan acumulación, en mayor o menor grado, de carbonatos de cal-
cio (CaCO3). Las áreas más extensas de Calcisoles se ubican alrededor de Puerto
Peñasco, así como en la colonia Ortiz Garza, por citar algunas.
De igual forma encontramos a los Phaeozems; son suelos con perfil ABC o
AC que se forman sobre materiales no consolidados, algunos de reacción alca-
lina. Son profundos con un desarrollo medio (parte de las arcillas han sido
eluviadas de la parte superior del suelo y se han acumulado a cierta profundi-
dad, en el horizonte B, ya que no presentan acumulación de calcio en el perfil;
presentan ⬎1.0 de materia orgánica, lo cuál le imprime un color más oscuro a
la capa superficial del suelo además de hacerla suave y esponjosa. Son de alto
potencial agrícola, actualmente la mayoría de ellos están bajo uso agrícola con
muy buenos rendimientos. En condiciones naturales son susceptibles a la ero-
sión según el relieve particular que presentan, sin embargo la principal ame-
naza se deriva de las técnicas agrícolas intensivas: compactación por el uso de

268
Capítulo 13. Geografía de suelos regional: Llanura Sonorense

maquinaria pesada y por el uso indiscriminado de agroquímicos, por lo que


se hace necesario roturar de vez en cuando el suelo para romper el piso de
arado o bien incorporar los restos de cosecha en ellos. Este tipo de suelo es
muy característico en el área de La Poza, Santa Cecilia, y en el arroyo Los Vie-
jitos, en el municipio de Hermosillo.
Otro tipo de suelo muy representativo en la subprovincia son los Cambi-
soles; son suelos con perfil ABwC o ABwR, de profundidad variable 50-125
cm; representan estadios jóvenes de formación del suelo. Se encuentran sus-
tentando vegetación de matorrales, pastizales inducidos y, en otros casos, agri-
cultura de riego, como los localizados en la costa de Hermosillo, son profun-
dos, con un bajo contenido de materia orgánica (⬍1.0%), de color claro. Existen
otros Cambisoles afectados por gravas a nivel de superficie como los localiza-
dos alrededor de Genoveva, municipio de Hermosillo, y los de Pozo Nuevo
en el municipio de Guaymas.
Mientras que los Luvisoles (anteriormente algunos Xerosoles, Yermosoles,
fao, 1970), se encuentran ampliamente distribuidos en la subprovincia (como
los localizados en Arivaipa, Aquituni, municipio de Caborca, y El Socorro, La
Biznaga, en el municipio de Hermosillo), los cuales son profundos, de color
claro y perfil ABtC, profundos de color claro. El horizonte Bt es lixiviado (Bt
árgico), con una saturación de bases cercana al 100%; el contenido de materia
orgánica es variable. Son suelos de drenaje moderado por la capa de acumu-
lación de arcilla y de potencial agrícola regular.
Los Planosoles son un grupo muy localizado, se presentan en muy bajo
porcentaje. En el área de estudio el más característico se localiza el valle de
Guaymas, en los ejidos Guadalupe Victoria, Felipe Ángeles y Lázaro Cárdenas.
Son suelos profundos, presentan perfil AEBtC, se caracterizan por presentar
un horizonte eluvial (de lavado E) e inmediatamente por debajo presentan un
horizonte impermeable de acumulación de arcilla (Bt); estos suelos son dedi-
cados a la agricultura de riego, con rendimientos moderados, otros son dedica-
dos al establecimiento de praderas con zacate buffel. Cabe hacer mención que
estos suelos se encuentran afectados por salinidad (4-16 mS), lo cual se puede
agravar con el uso excesivo de agroquímicos y por la calidad de agua de riego.

Referencias
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Geografía de suelos de México

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270
Capítulo 14. Geografía de suelos regional:
Sierra Madre Occidental
Jesús Noel Herrera Pedroza1*

Factores formadores de suelo


a provincia fisiográfica Sierra Madre Occidental se encuentra ubi-

L cada dentro de la República Mexicana con los siguientes límites de


latitud norte a sur, 31°21⬘49⬙ y 20°47⬘27⬙, de longitud oeste a este,
111°13⬘01⬙, 102°18⬘00⬙, cubriendo una superficie aproximada de
362 180.70 km2 (Figura 14.1.).
Sus límites se inician prácticamente en la frontera con EU (donde tiene
una muy poca penetración), y se extiende de noroeste a sureste hasta sus lími-
tes en el sur con la provincia del Eje Neovolcánico. Al oeste limita con la pro-
vincia de la Llanura Sonorense y la Llanura Costera del Pacífico; al este con la
provincia de Sierras y Llanuras del Norte, la extensión occidental de la Sierra
Madre Oriental y la Mesa del Centro; abarca partes de los estados de Sonora.
Chihuahua, Sinaloa. Durango, Zacatecas, Nayarit, Aguascalientes y Jalisco. El
territorio de la provincia fisiográfica de la Sierra Madre Occidental se reparte
entre nueve subprovincias (Figura 14.1).
La Sierra Madre Occidental es el resultado de diferentes episodios magmáti-
cos y tectónicos durante el Cretácico-Cenozoico, asociados a la subducción de
la placa Farallón debajo de la placa de Norteamérica y a la apertura del golfo
de California.
Su estratigrafía consta de cinco conjuntos ígneos principales: 1) rocas plu-
tónicas y volcánicas del Cretácico Superior-Paleoceno; 2) rocas volcánicas
andesíticas y, en menor medida, dacítico-riolíticas del Eoceno, tradicional-
mente agrupadas en el denominado Complejo Volcánico Inferior; 3) ignimbri-
tas silícicas emplazadas en su mayoría en dos pulsos: en el Oligoceno temprano
y el Mioceno Temprano, agrupadas en el Supergrupo Volcánico Superior; 4) co-
ladas basáltico-andesíticas transicionales extravasadas después de cada pulso
ignimbrítico, correlacionadas con las andesitas-basálticas del sur de la cordi-
llera; 5) volcanismo postsubducción constituido por coladas de basaltos alcali-
nos e ignimbritas emplazados en diferentes episodios del Mioceno Tardío,
Plioceno y Cuaternario, y que se relacionan con la separación de Baja California
del continente.
Los productos de todos estos episodios magmáticos, parcialmente super-
puestos entre sí, cubren a su vez un basamento heterogéneo pobremente
expuesto con edades del Precámbrico y Paleozoico en la parte norte (Sonora y
Chihuahua) y del Mesozoico en el resto de la Sierra Madre Occidental.
La deformación Laramide afectó moderadamente a las rocas más antiguas
en Sinaloa y a las rocas volcánicas del Maastrichtiano en Chihuahua central.

1Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Dirección Regional Norte. Durango, Dgo.


* jesusnoel.herrera@inegi.gob.mx.

271
Geografía de suelos de México

2 3

5
4

7
6

8 9

Figura 14.1. La ubicación de la provincia Sierra Madre Occidental y su división a las subprovincias: 1. Sierras y Valles del norte; 2. Sierras y Cañadas del norte; 3. Sie-
rras y Llanuras Tarahumaras; 4. Pie de la Sierra; 5. Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses; 6. Sierras y Llanuras de Durango; 7. Gran Meseta y Cañones Duranguenses;
8. Mesetas y Cañadas del Sur; 9. Sierras y Valles Zacatecanos.

En su fase final, durante el Paleoceno y Eoceno temprano, se desarrollaron frac-


turas de tensión con dirección al Oriente y al este-noreste que hospedan los prin-
cipales depósitos de pórfidos cupríferos de la Sierra Madre Occidental. La tec-
tónica extensional inició por lo menos en el Oligoceno en toda la mitad
oriental de la Sierra Madre Occidental, provocando la formación de cuencas
limitadas por fallas de alto ángulo que se han referido como la provincia de
Sierras y Cuencas. En el Mioceno temprano y medio la extensión migró hacia
el occidente. En Sonora central esta deformación llegó a exhumar la corteza
inferior, mientras que en el resto de la Sierra Madre Occidental no rebasó el
20%. En el Mioceno tardío la extensión se concentró en la franja más occiden-
tal de la Sierra Madre Occidental, adyacente al golfo de California, donde produ-
jo sistemas de fallas norte-noreste que limitan la convergencia de un conjunto
de semigrábenes tanto al este-noreste como al oeste-suroeste con zonas de aco-

272
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

modo transversales. Es importante notar que buena parte de la extensión se


dio mientras la subducción de la placa Farallón era todavía activa.
Los estudios geoquímicos y petrológicos indican que las rocas de la Sierra
Madre Occidental forman un conjunto típicamente calcoalcalino, caracterizado
por concentraciones de potasio intermedias a altas y enriquecimiento relati-
vamente bajo en Fe. El volcanismo del Eoceno tardío al Mioceno es claramente
bimodal con los miembros silícicos dominantes sobre los máficos.
Las rocas volcánicas y xenolitos de algunos sitios de la Sierra Madre Occiden-
tal se han propuesto como modelos contrastantes para la génesis del volcanis-
mo silícico. Por una parte, las ignimbritas silícicas se han relacionado a un
proceso de cristalización fraccionada de magmas máficos del manto con poca o
nula intervención de la corteza; por otra parte, se ha considerado que estas
rocas son, en gran medida, el resultado de fusión parcial de la corteza calentada
por el arribo de basaltos del manto. Diferentes evidencias sugieren que, en la
mayoría de los casos, ambos procesos hayan ocurrido en la Sierra Madre
Occidental y que la petrogénesis de las ignimbritas es dominada por procesos
de mezcla y asimilación-cristalización fraccionada a gran escala inducida por el
emplazamiento de cantidades significativas de magmas máficos procedentes
del manto.
El manto superior por debajo de la Sierra Madre Occidental se caracteriza
por una amplia anomalía de baja velocidad, típica del manto astenosférico
que se extiende desde la provincia Sierras y Cuencas de Estados Unidos.
La revisión de la historia magmática y tectónica de la Sierra Madre Occiden-
tal indica que esta provincia geológica es el resultado de la evolución del sistema
de subducción Cretácico-Cenozoico del occidente de Norteamérica. En particu-
lar la Sierra Madre Occidental, como gran provincia ígnea silícica oligo-mio-
cénica, está ligada a los eventos ocurridos en el ocaso de la subducción de la
placa Farallón y puede verse como el precursor de la apertura del golfo de
California. El mecanismo responsable de los pulsos ignimbríticos se relaciona
esencialmente con la remoción de la placa Farallón desde la base de la placa de
Norteamérica después del término de la orogenia Laramide. Este proceso in-
volucra el aumento rápido del ángulo de subducción y, posiblemente, el des-
pegue de la parte más profunda de la placa subducida como consecuencia del
arribo de litosfera oceánica, cada vez más joven y flotante en la paleotrinchera
y, finalmente, la interacción directa entre las placas Pacífico y Norteamérica
(inegi, 2006a, 2006b y 2006c).

Subregiones
Sierras y Valles del Norte
Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 100 a
los 2 600 msnm. Se caracteriza por altitudes decrecientes hacia el sur y
amplios valles paralelos, orientados norte-sur, entre los brazos montañosos.
Al norte de Mazacahuí, Sonora, la mayoría de las elevaciones exceden los
1 000 msnm, pero pocas los 2 000, dándose la mayor altitud en la sierra de
Los Ajos al este de Cananea, con 2 645 msnm. Al sur de Mazacahuí la ma-

273
Geografía de suelos de México

yoría de las cimas quedan por debajo de los 1 000 msnm, con muy pocas supe-
rando esa altitud. Las laderas son escarpadas. Los ríos San Miguel de Horca-
sitas y Sonora (que se unen en la provincia vecina de la Llanura Sonorense)
fluyen por los valles occidentales, en tanto que el Moctezuma y el Bavispe,
ambos afluentes del Yaqui, fluyen por los dos valles orientales. Estos ríos des-
cienden hasta los 400 msnm en las orillas suroccidentales de la subprovincia.

Clima. La precipitación en esta subprovincia es de 400 mm al este y oeste, y


de 500 a 600 en las zonas del norte, centro y sur. Su temperatura varía de los
12 a los 24°C. Las temperaturas de 12 a 16°C se ubican al norte y de 18 a
24°C al sur. Los datos de la estación meteorológica más cercana se presentan
en la Tabla 14.1.

Geología. En las sierras dominan las rocas volcánicas ácidas, un gran cuerpo
ígneo intrusivo aflora desde la sierra Los Hornitos, hasta Mazatán y Nácar
Grande, pasando por Mazacahuí.
En los valles dominan materiales sedimentarios continentales (conglo-
merados del Terciario). Una enorme falla normal baja al sur, desde Ignacio
Zaragoza al suroeste de Agua Prieta y corre por los costados occidentales
de las sierras de Los Ajos, Buenos Aires y La Madera, terminando en el
extremo sur. Otra de menor longitud corre por el valle de Moctezuma
sobre sedimentos aluviales, andesita, andesita-toba intermedia, arenisca,
arenisca-toba intermedia.

Vegetación. La vegetación que cubre esta superficie de mayor a menor exten-


sión es la siguiente: la mayor superficie la ocupa la selva baja caducifolia

Tabla 14.1. Datos de precipitación y temperatura en estaciones meteorológicas representativas de las subprovincias
Estación Altitud Precipitación Temperatura
Subprovincia meteorológica Ubicación (msnm) (mm) (grados C)
Gran Meseta y 10018 El Cantil, Durango 2 035 1 497.3 14.9
Cañadas Duranguenses
Gran Meseta y 08106 Norogachi, Chihuahua 2 015 666.3 12.2
Cañadas Chihuahuenses
Mesetas y 18018 Jesús María, Nayarit 610 815.8 26.9
Cañadas del Sur
Pie de la Sierra 25019 Choix, Sinaloa 225 729.5 24.4
Sierras y 05055 El Poleo, Chihuahua 2 300 1 184.8 10.0
Cañadas del Norte
Sierras y 10068 San Juan del Río, Durango 1 700 530.1 18.8
Llanuras de Durango
Sierras y 08104 Namiquipa, Chihuahua 1 840 451.9 14.2
Llanuras Tarahumaras
Sierras y 26005 Arizpe, Sonora 830 466.1 20.0
Valles del Norte
Sierras y 32073 Villanueva, Zacatecas 1 920 448.6 16.8
Valles Zacatecanos

274
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

que se localiza al sur; el matorral desértico micrófilo se encuentra ubicado


al norte de esta área; el pastizal natural también lo encontramos al norte; el
matorral subtropical se encuentra al oeste; el bosque de encino desde el cen-
tro hacia el norte de esta región; el mezquital se ubica del centro con rumbo
este; la selva baja espinosa se localiza en la zona sur y con una mayor concen-
tración hacia los costados este-oeste; el matorral sarcocaule lo ubicamos
en el centro de esta área; el bosque bajo abierto está al norte y centro; la
agricultura de riego se localiza en distintas zonas de norte a sur, la de tem-
poral se encuentra en pequeñas regiones dentro de la misma área; el pasti-
zal inducido se localiza de norte a sur con una mayor concentración en el
centro y el pastizal cultivado del centro al sur; el bosque de pino-encino se
ubica al norte, el de táscate se localiza al norte; la vegetación de galería se en-
cuentra en áreas pequeñas del centro hacia el norte de esta región, el chapa-
rral se encuentra ubicado en áreas pequeñas al norte, el bosque de pino se
localiza en áreas pequeñas en la zona norte, el bosque de galería se encuen-
tra ubicado al norte y noreste en pequeñas áreas.

Sierras y Cañadas del Norte


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 400
a los 800 msnm. En el occidente todas las cimas se levantan por arriba de
los 1 000 msnm y de los 2 000 en el oriente; la cumbre más elevada está en el
extremo norte, con 2 535 msnm en la sierra San Luis. Los ríos corren por
profundas cañadas que reúnen sus corrientes en el río El Arco, afluente del
Bavispe y, por tanto, del río Yaqui; mismos patrones de flujo se observan
en las corrientes de la vertiente occidental.
En estas sierras siguen dominando las rocas volcánicas ácidas pero hay
grandes franjas basálticas burdamente orientadas norte-sur. La morfología
es de sierras de laderas escarpadas. Solamente en Chuhuichupa y la Mesa del
Huracán, a unos 2 400 msnm se da la morfología de meseta.

Clima. La precipitación en esta subprovincia es de 400 a 1 000 mm; en la zona


norte se ubican las precipitaciones de 400 mm y 500 mm incluyendo una pe-
queña área en el sur. De norte a sur las de 600 mm cubren gran parte, la
precipitación de 700 y 800 mm se da del centro al sur de esta área, y en una
superficie menor del centro y sur, los 1 000 mm.
Las temperaturas oscilan entre los 10 a los 24°C y se encuentran distri-
buidas de la siguiente manera: al este tenemos temperaturas de 10 y 12°C, y
hacia el centro las de 14 y 16°; del centro hacia el oeste las de 18°C y en la
zona oeste están las de 20, 22 y 24°C.

Geología. La geología que cubre esta área es la siguiente: la mayor superficie la


ocupa la riolita-toba ácida con una mayor concentración del centro hacia
el sur, con algunas áreas más pequeñas al norte; en segundo término con
una menor área el basalto ubicado al este y centro, con áreas más pequeñas
al oeste; conglomerado al oeste y este; el basalto-brecha volcánica básica en el
sur; la toba ácida se localiza en el norte; la caliza en la zona oeste. Las aso-

275
Geografía de suelos de México

ciaciones de caliza-arenisca y caliza-lutita también se ubican en esta zona.


La asociación arenisca-conglomerado se ubica en el sur del lado oeste y
este; en el suroeste se ubican dos áreas de granito. Las áreas de andesita se
ubican en el sur del lado oeste; una área menor de lutita-arenisca en el centro.
Las áreas de aluvial se encuentran dispersas en el norte y sur; andesita-toba
intermedia en el noroeste. La asociación limolita-arenisca, andesita, volca-
nosedimentario, arenisca y esquisto se ubican en el suroeste. La riolita, bre-
cha-volcánica ácida y granodiorita se localizan en pequeñas áreas del nor-
este. La riodacita, diorita, volcanosedimentarias, volcanoclásticas y la toba
intermedia se encuentran en áreas pequeñas del lado oeste. La brecha vol-
cánica básica se localiza en una pequeña área en el sur. El pórfiro riolítico
se ubica en una pequeña área del noroeste. Una pequeña área de arenisca-
toba ácida se encuentra ubicada en el lado oeste.

Vegetación. La mayor superficie la ocupa el bosque de encino que se encuen-


tra distribuido de norte a sur extendiéndose de la parte central hacia los
costados; en segundo lugar tenemos la selva baja caducifolia en la zona
suroeste; en tercer término se encuentra el bosque de pino-encino que se
encuentra distribuido de norte a sur, del lado este; en seguida tenemos bos-
que de encino-pino que cubre de la parte del área de norte a sur, del lado
este; posteriormente tenemos el bosque de pino con áreas pequeñas en el
norte y una mayor cobertura en el centro y sur del lado este; el matorral
subtropical se ubica en el este, a la mitad de la región; el pastizal natural se
encuentra distribuido en la zona norte; el matorral desértico micrófilo se ubi-
ca en la zona norte del lado oeste; el pastizal inducido se encuentra distri-
buido del centro hacia el sur; el matorral sarcocaule se ubica a la altura del
centro del lado oeste; la superficie agrícola de temporal se distribuye en
áreas dispersas del centro hacia el sur; la vegetación de mezquital se ubica
en el centro del lado oeste; el chaparral y el bosque de táscate se ubican en
la zona norte; el área agrícola de riego se distribuye de norte a sur del lado
oeste; la selva baja espinosa se ubica en la zona sur del lado oeste; el bosque
de galería y la vegetación de galería se ubican en la zona norte; el pastizal
cultivado se encuentra distribuido en el sur de lado oeste y en el centro; el
bosque de ayarín se ubica en dos áreas del sur; el pastizal halófilo se ubica en
un área en el centro del lado este; el matorral desértico rosetófilo se ubica
en un área pequeña al norte del lado oeste.

Sierras y Llanuras Tarahumaras


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 1 600 a
los 3 000 msnm. Esta subprovincia consta de tres grupos de sierras orienta-
das norte-sur: Bavícora, Santa Catarina-Las Tunas-El Rosal y El Nido, se-
paradas entre sí por valles cada vez más amplios hacia el oriente. En su
extremo sureste, a poco más de 2 200 msnm, se tiene la llanura en la que se
encuentra la laguna de Bustillos.
El río Papigochi nace al oeste de esa laguna, dentro del valle limitado por
la sierra de Bavícora y amplio en el sur; fluye hacia los confines estrechos

276
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

del mismo en el norte, donde se extingue. Más al norte se tiene la llanura


ínter-montana de San José de Bavícora; en su centro se encuentra la lagu-
na de espejo de agua fluctuante del mismo nombre en su centro.
El río Santa María nace al norte de la laguna de Bustillos y fluye en ese
mismo sentido por el segundo valle. También el San Miguel corre de sur a
norte por el tercer valle (de tipo estructural, con fallas paralelas sobre los
costados de las sierras que lo flanquean). Ambos ríos penetran en la sub-
provincia de Llanuras y Médanos del norte donde se extinguen.
También en la zona de la laguna de Bustillos tienen su nacimiento los
primeros tributarios del Conchos, afluente a su vez del río Bravo. En estas
sierras dominan las rocas volcánicas ácidas, aunque las basálticas afloran
cada vez en mayor abundancia hacía el oeste, particularmente en la sierra de
Santa Catarina. Los valles cada vez menos elevados hacia el oriente (2 400
msnm el de Papigochi y 1 600 el de San Miguel) están rellenos de aluviones
recientes, aunque también hay importantes depósitos de aluviones anti-
guos conglomerados, particularmente en el norte de Santa María y por los
costados y extremo norte de Papigochi.

Clima. La precipitación en esta subprovincia va de los 300 a los 800 mm; las
precipitaciones de 300 y 400 mm de esta región se localizan al norte en una
pequeña área; las de 500 y 600 cubren la mayor área de norte a sur; las de
700 y 800 cubren parte de la zona oeste.
Su temperatura varía de los 8 a los 16°C. Las temperaturas de 8 y 14°C
se ubican al oeste y de12 a 16°C al este; la temperatura de 10°C cubre una
pequeña área al norte.

Geología. El área con mayor extensión la cubre la asociación de riolita-toba


ácida, y en segundo término, el conglomerado distribuido de norte a sur y
de oeste a este; el basalto lo encontramos de norte a sur con rumbo oeste.
Se localizan dos áreas lacustres, la de mayor superficie se encuentra en el
costado oeste con rumbo al norte, y la otra en el extremo sur; la asociación
de arenisca-conglomerado se ubica en el extremo sur; la arenisca se locali-
za en el costado este con rumbo al sur; el aluvial se distribuye del centro
hacia el sur por el lado oeste; la andesita se ubica en una pequeña área del
sur; la brecha volcánica ácida se encuentra en el extremo norte; la caliza al
sur; el granito y la granodiorita se localizan en el extremo sur; la asocia-
ción limolita-arenisca se ubica en un área del costado oeste con rumbo al
norte; la lutita se localiza en la zona oeste; la monzonita en un área del ex-
tremo norte; la riolita se ubica en el sur en el costado oeste; la toba ácida se
ubica en el extremo norte; la toba intermedia y el volcanoclástico se ubican
en la zona sur.

Vegetación. La vegetación que mayor cobertura tiene corresponde al área


agrícola de temporal que se encuentra distribuida de norte a sur con rum-
bo al oeste; en segundo término tenemos el bosque de pino-encino que se
encuentra de norte a sur y de oeste a este; por otro lado el bosque de encino
y el bajo abierto está distribuido de norte a sur; el pastizal natural se en-

277
Geografía de suelos de México

cuentra en toda la región con una mayor concentración hacia el norte; el


pastizal inducido se distribuye en áreas de diferente superficie con una
mayor concentración en el sur; el área agrícola de riego se ubica en la zona
sur; el pastizal halófilo se ubica al norte con rumbo oeste; la vegetación de ga-
lería tiene varias áreas al norte; una pequeña área de vegetación de desiertos
arenosos se ubica en el extremo norte; el bosque de táscate se localiza en la
zona oeste; el chaparral se ubica al sur; el área agrícola de humedad se locali-
za en una pequeña área al norte en el costado este; el matorral desértico
micrófilo se ubica en el norte y sur en el costado este; el bosque de pino se
ubica en áreas de la zona sur en los costados oeste y este.

Pie de la Sierra
Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 100
a los 1 700 msnm. La altitud de esta subprovincia se extiende en una angos-
ta franja al occidente del macizo principal de la Sierra Madre Occidental
limitando con la Llanura Costera del Pacífico, desde el sur de Sonora hasta
la parte central de Nayarit. La caracterizan sierras y lomeríos similares en
litología a la Sierra Madre pero bastante más heterogéneas, ya que además
de los materiales volcánicos se presentan también granitos y algunas rocas
metamórficas.
Las sierras son de elevaciones muy inferiores a las características para la
provincia y hay muy pocas mesetas. Algunas cumbres se levantan a más de
700 m sobre los terrenos más bajos que las rodean. Están constituidas de uno
o varios núcleos altos, rodeados de lomeríos abigarrados de cerros más ba-
jos con alturas de 200 a 300 m sobre los 50 msnm de sus llanuras limítrofes.
Presentan disección intensa y, en ocasiones, algunas mesetas. Hay algunas
llanuras aluviales entre estos lomeríos.

Clima. La precipitación en esta subprovincia varía de 400 a 2 000 mm. La pre-


cipitación de 400 mm se ubica en la zona noroeste, la de 500 mm al norte,
la de 600 mm al centro hacia el norte en forma paralela a la de 500 mm; la
precipitación de 700 mm se ubica al norte en forma paralela a la de 600
mm; la precipitación de 800 mm está localizada en la zona este; de 1 000 y
1 200 mm se localiza al sur; en una pequeña área al sur se encuentra la pre-
cipitación de 1 500 mm, y la precipitación de 2 000 mm también está ubi-
cada al sur.
Las temperaturas de esta subprovincia oscilan entre los 18 y 26°C, dis-
tribuidas de la siguiente manera: al norte, una pequeña zona registra los 18 y
los 20°C; del centro hacia el norte, y con un área pequeña al sur, se tiene una
temperatura de 22°C; del centro hacia el norte se presentan temperaturas
de 24°C y de 26°C al sur con unas algunas áreas en la región centro y norte
(Tabla 14.1).

Geología. La geología que cubre esta área es la siguiente: la mayor superficie la


ocupa la riolita-toba ácida con una concentración superior del centro hacia el
sur, con algunas áreas más pequeñas al norte; en segundo lugar los aluviones

278
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

se encuentran dispersos en toda la subprovincia, prevaleciendo una mayor


concentración de áreas del centro y sur; posteriormente la toba ácida-brecha
volcánica ácida se encuentra aproximadamente del centro al norte de esta
subprovincia; en seguida, el basalto-brecha volcánica básica se encuentra en
mayor concentración al norte y algunas pequeñas áreas al centro; la granodio-
rita se encuentra ubicada en el centro con rumbo norte, en donde se locali-
zan las mayores concentraciones; los suelos palustres están ubicados al sur
sobre el costado oeste; las areniscas asociadas a conglomerado se localizan
en el norte y centro con mayores extensiones, al sur las áreas son menores;
distribuido en toda la zona se encuentra el conglomerado; la andesita se
encuentra en una mayor concentración en el centro, y al norte en pocas
áreas; la toba ácida se encuentra al norte y centro, en el sur sólo una área
menor; la asociación de arenisca-conglomerado-limolita está ubicada entre
la zona centro y norte en el costado oeste; en el costado oeste de la zona
centro se localizan áreas de pizarra; al centro se localizan áreas de metavol-
cánicas: el basalto se distribuye de norte al centro; el granito se localiza en
una mayor área del norte y al centro sur con áreas más pequeñas; en el centro
se ubican dos zonas dispersas de andesita asociada a toba intermedia; los
volcanoclásticos están localizados al centro norte; la asociación andesita-
brecha volcánica intermedia se ubica en el centro norte de esta subprovincia.
En la zona centro, al norte hay la asociación de pizarra-filita; la toba interme-
dia asociada a la brecha volcánica intermedia se localiza en el centro norte; la
caliza-lutita se encuentra ubicada en el centro norte del lado este y oeste; el
esquisto se ubica en zonas del centro norte, centro y centro sur. El complejo
metamórfico se ubica en la zona centro norte de lado oeste; la arenisca se
ubica en el norte, centro norte, centro y centro sur; las calizas se localizan en
pequeñas áreas en el norte, centro y centro sur; las volcanosedimentarias en el
centro norte; en el centro norte, de lado oeste y al centro existe brecha vol-
cánica intermedia; la limolita-arenisca se encuentra ubicada en el centro
de lado este; el residual está localizado del centro al sur; la brecha volcánica
ácida se distribuye en pequeñas áreas del centro hacia el sur; de la riolita-
brecha volcánica ácida se tienen dos áreas en el centro sur de la subprovincia;
la arenisca-toba ácida se localiza en tres áreas al centro del lado este; la tra-
quita se localiza al centro norte en tres áreas; de caliza-yeso sólo existe un
área mínima al centro norte por el costado oeste; el gneiss se localiza en el
centro norte en dos pequeñas áreas; tres áreas de toba intermedia se localizan
al centro sur; de dacita sólo se encuentra un área al centro sur y dos de ga-
bro se localizan al centro norte.

Vegetación. La selva baja caducifolia es la vegetación que mayor superficie


abarca en esta subprovincia, excepto en los últimos 95 km. Al sur, la agricul-
tura de temporal representa el segundo lugar en cuanto a extensión, ya que
se encuentra distribuida en diferentes dimensiones; la agricultura de riego,
también se encuentra en casi toda la zona con una mayor extensión al cen-
tro norte; la agricultura de humedad se encuentra localizada entre el centro
y el sur; la selva mediana subcaducifolia está distribuida del centro al sur; la
mayor concentración de áreas de pastizal cultivado se encuentran al norte,

279
Geografía de suelos de México

así como pocas áreas al centro y centro sur; los bosques de encino se encuen-
tran distribuidos desde el centro norte hasta el sur; el matorral sarcocaule
se localiza en la zona centro norte del lado oeste; al norte tenemos la mayor
concentración de selva baja espinosa, y en la parte centro sur, escasas; el
pastizal inducido se encuentra distribuido en pequeñas áreas en toda la
subprovincia, teniendo la mayor concentración en el sur; el mezquital se
ubica en pequeñas áreas dispersas que van del centro al norte; la vegeta-
ción halófila se ubica en la zona sur de lado oeste; la sabana se localiza al
sur, del lado oeste; el palmar se localiza distribuido en la zona sur; la vege-
tación de galería se encuentra localizada en pocas áreas del centro norte y
centro sur de lado oeste; en la zona centro sur del lado oeste se ubican dos
áreas de tular; en el área centro norte se ubican dos espacios de bosque de
encino-pino; en la zona centro al oeste, se localizan dos áreas de popal.

Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 200 a
los 3 300 msnm. Aquí se presentan algunos de los paisajes más espectaculares
del país. Ostenta la morfología de una enorme meseta de rocas volcánicas
dominando las ignimbritas, está fuertemente disectada en toda su exten-
sión y los ríos de la vertiente occidental han labrado profundos cañones.
Las cumbres más elevadas se encuentran en la parte oriental y su altitud
oscila entre los 2 700 a 3 000 msnm, quedando ubicada la de mayor eleva-
ción con 2 623 m en la mole que se levanta al sureste del codo del cañón del
río Urique, formando la barranca del mismo nombre, que junto con otra serie
de barrancas forman las Barrancas del Cobre.
El Urique se integra en el centro de la subprovincia y fluye noroeste oeste
hasta entrar en el cañón que corre sobre una gran fractura de 55 km de lar-
go, en cuya terminación occidental al suroeste de Estación Creel, dobla en
ángulo recto hacia el sur, recorriendo unos 70 km, y tornándose cada vez
más ancho, hasta la confluencia con el río Fuerte que también, al igual que
sus afluentes del oriente, corre en profundos cañones desde sus orígenes
en el sureste de la subprovincia. El célebre cañón del Cobre ofrece al visi-
tante la vista panorámica más pasmosa del país, ya que el desnivel entre la
cumbre de 2 623 m arriba mencionada y el piso del cañón inmediatamente
al oeste es de 1 600 m. La altitud del punto de confluencia Urique-Fuerte,
es ya de sólo 200 m. El sistema del Fuerte, cuyo cauce sigue los 120 km de
longitud de otra gran fractura, alimenta las zonas de riego de Los Mochis.
El río Mayo, que se dirige a Navojoa, nace en el noroeste de la subprovincia.
Estación Creel se encuentra prácticamente sobre el parteaguas, aunque del
lado del Urique, entre este río y el Conchos (afluente del Bravo) que nace a
unos 30 km al norte de aquella localidad. El Conchos se vuelve hacia el
oriente para dirigirse a la provincia vecina.

Clima. La precipitación en esta subprovincia va de los 500 a los 1 000 mm; las
precipitaciónes de 500 y 600 mm se localizan al este; las de 700 y 800 cu-
bren la mayor área en la zona central y las de 1 000 cubren parte de la zona

280
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

oeste y sur. Su temperatura varía de los 10 a los 22°C. Las de 10, 12, 14 y
16°C se ubican del este hacia el centro y de 16, 18, 20 y 22°, de la zona cen-
tro hacia el oeste (Tabla 14.1).

Geología. La riolita-toba ácida ocupa la mayor superficie extendiéndose de


norte a sur; En seguida, el basalto-brecha volcánica básica tiene el segundo
lugar en extensión localizándose en el extremo norte; continúa la asocia-
ción arenisca-conglomerado que se encuentra distribuida en la zona nor-
te; el basalto está en áreas distribuidas de norte a sur; la granodiorita se
encuentra ubicada en el lado oeste; la andesita en el norte y centro; el conglo-
merado se localiza en el costado este; la metavolcánica se ubica en la zona
oeste; la caliza y la asociación caliza-lutita se ubican al norte; la toba ácida-bre-
cha volcánica ácida se localiza en el extremo sur; la arenisca-toba ácida se
ubican en el lado oeste; la metasedimentaria y aluvial se encuentran ubica-
das en el extremo norte la andesita-brecha volcánica intermedia se localiza en
el oeste; la toba ácida se localiza en el norte; la lutita-arenisca y el granito
se ubica en el lado este; la volcanoclástica, pizarra, filita y brecha volcánica
ácida se ubican en el lado oeste. La diorita se ubica en el norte; la dacita en
el sur, la arenisca se ubica en el costado oeste; la tonalita, toba intermedia,
esquisto, cuarcita, gneiss, volcanosedimentaria, pórfido riolítico, andesita-
toba intermedia, pórfido riolítico, y yeso tienen superficies menores a 600
hectáreas y se encuentran distribuidas en el norte y oeste; la andesita-toba
intermedia en el sur.

Vegetación. La vegetación es muy diversa y la que mayor extensión cubre es el


bosque de pino distribuido de norte a sur por el corredor central; en
segundo término tenemos el bosque de encino, este se distribuye en áreas
dispersas de norte a sur; en seguida está el bosque de pino-encino, tam-
bién con la misma distribución que la anterior; la selva baja caducifolia se
ubica en el costado oeste; el bosque de encino-pino se distribuye en áreas
dispersas de norte a sur con una mayor concentración en el lado este; el
pastizal inducido está disgregado de norte a sur con una mayor concentra-
ción en el lado oeste; el pastizal natural se ubica en lado este con una mayor
concentración hacia el norte; la agricultura de temporal está distribuida en
áreas dispersas en toda la región; el bosque bajo abierto se localiza en el cos-
tado este; el matorral subtropical se localiza en el centro de la región; el
pastizal cultivado se ubica en el lado oeste; el chaparral al sureste; el bosque
de táscate se localiza en el extremo norte; el bosque de ayarin en el extremo
sur; las áreas agrícolas de riego y de riego eventual se ubican en el extremo nor-
te; la selva baja espinosa se ubica en dos pequeñas áreas en el lado oeste.

Subprovincia de Sierras y Llanuras de Durango


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 1 300 a
los 3 000 msnm. Esta angosta y alargada subprovincia forma parte de los
costados orientales de la Sierra Madre Occidental desde la altura de Cuauh-
témoc, Chih., en el norte, hasta Sombrerete, Zac., al sur.

281
Geografía de suelos de México

En su parte norte, entre Cuauhtémoc e Hidalgo del Parral, Chih., se tienen


angostas llanuras a unos 1 500 msnm y cadenas de pequeñas sierras con
mesetas y lomeríos, todos orientados en sentido paralelo al eje de la pro-
vincia. Algunas cimas superan los 2 000 msnm al oeste de Parral; existen
algunas fallas normales sobre los límites de las subprovincias occidentales.
La morfología es semejante entre Parras y la ciudad de Durango, salvo
que las llanuras son más amplias; existe una mayor manifestación de la
morfología de mesetas y dominan en la litología las rocas ígneas ácidas. Al sur
de Parral, se integra el río Florido, así como dos ríos confluyentes que pro-
ceden del norte y del sur; El Florido se dirige al norte, hacia Ciudad Ca-
margo; al sur se suma el Nazas de modo semejante; el río Tepehuanes fluye
al sur y el Santiago al norte, ambos por angostos valles, para concluir al
norte de Santiago Papasquiaro, Dgo. El valle de Papasquiaro está a 1 800
msnm, la llanura al este de Durango a 2 000. La sierra La Zarca, orientada
en paralelo al eje de la provincia, limita por el este la zona de El Palmito con
sus valles máximos a los 2 000 msnm.
Finalmente, entre la ciudad de Durango y Sombrerete se tiene una re-
gión de drenaje interno; entre estas dos ciudades se desplantan la sierras Del
Registro al oeste y la de Sombrerete al sureste, con altitudes a 2 400 y 2 600
msnm respectivamente, y por último, la llanura entre Durango y Villa
Unión se encuentra a 2 000 msnm.

Clima. La precipitación en esta subprovincia es de 300 a 700 mm. La de 300


mm se localiza aproximadamente al este de la región centro; en la zona
norte y al centro, con dirección sur, la precipitación es de 400 mm; del cen-
tro al sur, por el lado oeste se registra una precipitación entre 500 y 600
mm; un área pequeña en el centro norte, del lado oeste, tiene una precipi-
tación de 700 mm. La temperatura media registrada en esta subprovincia
oscila entre los 12 a los 20°C; las de 12°C se encuentran distribuidas en el
centro, centro norte y centro sur; la de 14°C se distribuye en toda la sub-
provincia; la de 16°C se localiza de norte a sur del lado oeste; los 18°C se
registran en la zona norte, centro sur y una pequeña área al sur; la tempe-
ratura de 20°C se ubica en la zona centro del lado este (Tabla 14.1).

Geología. La asociación riolita-toba ácida ocupa la mayor superficie distri-


buida en casi toda la subprovincia; le sigue, en segundo lugar de superficie,
el conglomerado distribuido en diferentes áreas de norte a sur; el aluvial se
encuentra en toda la subprovincia y con una mayor concentración en la
zona centro y al sur del lado oeste; en seguida la asociación de caliza-lutita
que se encuentra distribuida en el centro norte, centro y al sur, con una ma-
yor concentración del lado este; el basalto se encuentra distribuido en áreas
de diferentes tamaños de norte a sur; la toba ácida se distribuye en el cen-
tro norte, centro y centro sur; la caliza distribuida en áreas del norte, centro y
sur; la arenisca-conglomerado se ubica del centro norte al norte; la andesita
se ubica en el centro norte del lado oeste; la lutita-arenisca se encuentra dise-
minada del centro al sur; la metasedimentaria se localiza en el centro y centro
norte; la asociación de caliza-lutita-arenisca se ubica al centro del lado este; la

282
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

toba intermedia ubica la mayor superficie en el centro y una área menor al


norte; la riolita se encuentra en un pequeña área al centro norte del lado
este y una área mayor al centro sur; el granito se localiza en pequeñas áreas
de norte a sur; el volcanoclástico se ubica una pequeña área del norte y en
el centro se tiene la mayor concentración; al norte, un área pequeña de
lacustre y al centro sur una mayor concentración; la asociación de arenis-
ca-toba ácida se localiza al centro en mayor proporción y una pequeña área
al extremo sur; el residual está distribuido del centro al centro sur; el cali-
che en el centro norte del lado este y otras áreas al centro sur; la diorita se
ubica un área pequeña en el norte con una mayor concentración al cen-
tro; la brecha volcánica básica se distribuye en áreas ubicadas en el centro
sur; la arenisca se ubica en áreas pequeñas al norte, centro y sur; la grano-
diorita se localiza en dos áreas al centro de la subprovincia; de la asocia-
ción de caliza-arenisca se tienen dos áreas ubicadas al norte; la asociación
limolita-arenisca se ubica en un área al sur del lado oeste; la toba básica se
ubica al centro sur; en el centro sur se localizan cinco áreas de eólico; un
área de travertino se localiza al sur; del centro norte al centro sur se distri-
buyen seis áreas de tonalita; al sur del lado este se localiza un área de brecha
volcánica ácida; del centro al centro sur se distribuyen seis áreas de esquisto;
al norte del lado este se ubica un área de monzonita así como del mismo
lado pero al oeste se ubican dos áreas de la asociación arenisca-toba inter-
media; en el centro norte se ubica una área de lutita y al centro norte una
de mármol.

Gran Meseta y Cañadas Duranguenses


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 100
a los 3 200 msnm. La morfología de meseta, pese a la considerable disec-
ción por ríos encañonados, es bastante destacada en esta subprovincia; hay
una gran dominancia de las rocas volcánicas ácidas con pocos afloramien-
tos de básicas e intermedias. La altitud general de las mesetas es de 2 200
msnm, subiendo a 2 400 en el parteaguas entre la vertiente del Pacífico y la
interior. Desde el oriente, por cañones de más de 1 000 m de profundidad
baja el río Humaya, principal afluente del Culiacán, hasta la presa Adolfo
López Mateos en la costa. Más al sur en cañones grandes pero menos es-
pectaculares, fluyen el Tamazula, que confluye con el Culiacán en esa ciudad,
y el San Lorenzo, independiente, cuyos afluentes más remotos atraviesan
quebradas asociadas con grandes fracturas. En el extremo noreste, donde la
morfología de meseta se conserva muy íntegra, se originan el Sextin y el
Tepehuanes de la vertiente interior. En el sureste, también de esta vertiente,
nacen el río Santiago, afluente del Nazas y el Mezquital, que a través de
modesto cañón se dirige al sur para unirse al San Pedro, que baja a la costa, al
norte de Santiago Ixcuintla.

Clima. Las precipitaciones en esta subprovincia oscilan entre 500 y 1 200 mm;
las de 500, 600, 700 y 800 mm se localizan al este; las de 1 000 y 1 200 mm
en la zona oeste con dos incrustaciones de 800 mm. Su temperatura varía

283
Geografía de suelos de México

de 10 a 24°C. Las de 10, 12, 14 y 16°C se ubican del centro al este y de las de
16, 18, 20, 22 y 24°C en la zona centro con rumbo al oeste (Tabla 14.1).

Geología. La geología de esta región está conformada por las siguientes tipos
de roca: la que mayor superficie ocupa es la riolita-toba ácida con una
cobertura de norte a sur y su mayor concentración en el este; en segundo
término está la granodiorita ubicada al oeste; la andesita se localiza en el
costado oeste; la asociación toba ácida-brecha volcánica ácida se ubica en
el norte; el conglomerado en el lado este de concentraciones mayores en el
norte y sur; la andesita-brecha volcánica intermedia, basalto y toba inter-
media-brecha volcánica intermedia se localizan en el extremo norte; el aluvial
se representa por áreas pequeñas dispersas en la región; la metavolcánica se
ubica en el extremo norte y la metasedimentaria el norte; de la toba ácida
se localizan áreas pequeñas en el norte y sur; de caliza se ubican áreas en el
oeste y este; la pizarra se localiza en el oeste con rumbo norte; la asocia-
ción arenisca-conglomerado se ubica en la zona sur; la andesita-toba inter-
media en el lado oeste y este en pequeñas áreas; el granito y la asociación
arenisca-toba ácida se ubica en el extremo norte; la asociación caliza-lutita
en la zona norte con rumbo oeste; la volcanosedimentaria se localiza en el
lado oeste y en el norte; la riodacita se ubica un área en la zona central; la
asociación pizarra-filita y volcanoclástico en el extremo norte del costado
oeste; la asociación lutita-limolita al sur; la asociación basalto-brecha vol-
cánica básica se ubican dos áreas en la zona norte; la asociación lutita-are-
nisca se localiza en el costado oeste; la dacita se ubica en el extremo norte; el
suelo residual se encuentra en áreas dispersas de la zona central; la asocia-
ción arenisca-brecha sedimentaria se localiza al norte con rumbo oeste; la
brecha volcánica ácida se ubica en el costado oeste; la tonalita y la brecha
volcánica básica se ubican en el costado este; la asociación limolita-arenis-
ca y esquisto se ubican en el lado oeste.

Vegetación. La vegetación en esta región la componen los siguientes tipos: el


bosque de pino cuenta con la mayor superficie, se ubica en un corredor
que va de norte a sur; el bosque de pino encino en el costado oeste y este,
con una mayor concentración en el sur; el bosque de encino tiene su mayor
densidad en el costado oeste; en seguida, la selva baja caducifolia que se
ubica en el lado oeste que va de la zona centro al norte; el bosque de enci-
no-pino se encuentra distribuido en toda la región con una mayor con-
centración en el sur; el chaparral se localiza de norte a sur sobre el costado
este; el pastizal inducido distribuido en toda la región con una mayor con-
centración de áreas en el sur; las áreas agrícolas de temporal se distribuyen en
toda la región en áreas pequeñas; el pastizal natural se ubica en el costado
este con una mayor concentración de áreas en la zona sur; el bosque bajo
abierto se ubica en el costado este; el matorral subtropical en la zona sur; el
matorral crasicaule se ubica en el costado este en la zona sur; la asociación de
pastizal-huizachal se ubica en la zona sur; la selva mediana subcaducifolia
se localiza en la zona centro del lado oeste. El bosque de ayarín se localiza en
algunas áreas en la zona norte y sur; el área agrícola de riego se ubica tanto

284
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

en el lado este y oeste situadas del centro hacia el sur; el bosque de oyamel
se ubica en la zona norte, el bosque mesófilo de montaña se ubica en la zona
central del lado oeste; el bosque de táscate en el costado este con rumbo
sur; el pastizal cultivado se ubica en el lado oeste y el halófilo en el costado
este. La selva baja espinosa se localiza al norte en el costado oeste; el bos-
que cultivado se ubica en el lado este de la zona sur.

Mesetas y Cañadas del Sur


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 100
a los 3 300 msnm. La altitud media de las mesetas de 2 100 msnm con litolo-
gía uniforme de las rocas volcánicas ácidas. Esta es una de las subprovincias
más fuertemente disectadas de la Sierra Madre Occidental. En el extremo
noroeste varios ríos (Habitas, Verde, Piaxtla, Presidio y Baluarte) encañona-
dos y relativamente cortos que se dirigen a la costa. Con el río Acaponeta,
que desemboca en la región deltáica del Santiago, se inicia un marcado
patrón de drenaje paralelo norte-sur, incluso sur-norte de corrientes afluen-
tes a las primeras. Hacia el oriente continúan sucesivamente el San Blasito,
que desemboca en las lagunas costeras nayaritas, y los ríos Huaynamota,
Bolaños y Juchipila, afluentes del río Grande de Santiago (los primeros dos
por los cañones más importantes).

Clima. La precipitación en esta subprovincia va de 600 a 2 000 mm; las precipi-


taciones de 600, 700 y 800 van del este al centro y las de 1 000, 1 200, 1 500 y
2 000 van del centro hacia el oeste. Su temperatura varía de los 10 a los
26°C. Las temperaturas de 10 a 18°C se ubican del este al centro y de 20 a 26°C
del centro al oeste.

Geología. La geología que cubre esta región es la siguiente: la mayor superficie


la ocupa la riolita-toba ácida distribuida en 91% del área; en segundo tér-
mino la granodiorita que se localiza en el costado oeste con rumbo nor -
te; un tercer lugar es para el basalto que se encuentra localizado en el este
y sur de la región; en seguida el suelo residual con áreas localizadas en el
este, sur y oeste. Posteriormente, la andesita que se ubica en el norte, este y
oeste; la asociación andesita-toba intermedia se localiza en el costado oeste
con rumbo norte; el suelo aluvial se encuentra distribuido en pequeñas
áreas del norte, este, oeste y sur; el conglomerado se encuentra distribuido
en mayor concentración en el sur, este y oeste; el volcanoclástico se ubica
al este y centro; la asociación de arenisca-conglomerado al este con rumbo
sur; la toba ácida y riolita se ubican en la zona sur; el esquisto se localiza en
el costado oeste con rumbo norte; el pórfido riolítico se ubica en el lado este,
a la altura del centro; la asociación de lutita-arenisca se localiza al centro;
la riodacita se localiza en el extremo sur; la asociación arenisca-toba ácida y
metavolcánica se ubican en el costado este; la asociación limolita-arenisca
se ubica en el extremo sur; la caliza se ubica en el oeste; la brecha volcánica
ácida se localiza en el extremo norte del lado oeste; la dacita se ubica en el
centro de esta región; el granito se localiza en el costado oeste; el pórfido

285
Geografía de suelos de México

andesítico en el costado este; la brecha volcánica básica se ubica en el extre-


mo sur; la riolita-brecha volcánica ácida se encuentra en el costado oeste y
la traquita en lado este.

Vegetación. La vegetación que cubre esta superficie, de mayor a menor exten-


sión, es la siguiente: en primer lugar está el bosque de encino diseminado
por toda la región; en segundo lugar el bosque de pino-encino que se encuen-
tra también en toda la región con áreas de mayor concentración en el centro;
en tercer término está la selva baja caducifolia distribuida en franjas que
van de este a oeste y de norte a sur; el bosque de encino-pino se encuentra
diseminado por toda la región; el pastizal inducido se distribuye de norte a
sur; la selva mediana subcaducifolia se ubica en el costado oeste; el mato-
rral subtropical en el costado este a la altura del centro hacia el sur; la agri-
cultura de temporal se encuentra diseminada en toda la región con una
mayor concentración en el este; el bosque bajo abierto se localiza en el este;
la agricultura de riego se ubica en el centro de este a oeste; el bosque de
ayarín está en un área en el centro; el chaparral se localiza en el costado
este; el bosque mesófilo de montaña se ubica al oeste de la zona sur; la aso-
ciación de pastizal-huizachal está en el lado este; el palmar en el costado
oeste a la altura del centro; el pastizal cultivado se localiza en un área en el
costado oeste de la zona norte.

Sierras y Valles Zacatecanos


Orografía. Las elevaciones que dominan en esta subprovincia van de los 600
a los 3 000 msnm. La morfología de meseta está muy conservada a 2 000
msnm con una litología uniforme típica de la provincia, en la parte norte
de esta subprovincia, pero a la altura de Jerez de García Salinas y Ojo
Caliente, Zacatecas, se inician amplios valles norte-sur que descienden has-
ta unos 1 600 msnm; algunos de éstos presentan litología de conglomera-
dos con afloramientos basálticos al norte de Guadalajara, Jal. Los ríos
Valparaíso y Jerez, afluentes del Bolaños nacen en las localidades de esos
nombres; el río Juchipila, formado por la unión de dos ramales proceden-
tes desde las ciudades de Zacatecas y Aguascalientes, fluye hacia el cañón
del río Grande de Santiago, penetrando en el mismo al norte de Guada-
lajara, Jalisco.

Clima. La precipitación en esta subprovincia varía de los 500 mm a los 800


mm. En la zona sur se registran las más altas precipitaciones, que son las de
800 y 700 mm y al norte las de 600 y 500 mm. Las temperaturas más altas
se localizan en el extremo sur que van de los 20 a 24°C, y en el resto de la
subprovincia se ubican las temperaturas de 14 a 18°C (Tabla 14.1).

Geología. La mayor superficie la ocupa la riolita-toba ácida distribuida de


norte a sur; seguida por la aluvial, con sus áreas más grandes en el norte
del lado este y las menores al sur; el basalto se encuentra distribuido al
norte, centro y en el sur donde se encuentran las áreas más grandes de

286
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

este material; la asociación de arenisca-conglomerado se ubica en la zona


centro norte y centro sur; la toba ácida se encuentra distribuida en dife-
rentes zonas de norte a sur; el conglomerado está distribuido en el cen-
tro y hacia el norte; la asociación limolita-arenisca se ubica en el la zona
sur con unas pequeñas áreas del lado oeste, el pórfido andesítico se locali-
za del lado este hacia el norte; la asociación de basalto-brecha volcánica
básica se ubica en el extremo sur; el esquisto se ubica en el centro y cen-
tro norte del lado este; la asociación de arenisca-toba ácida se localiza en
tres áreas en el extremo norte del lado oeste; del residual se encuentran
distintas áreas distribuidas del centro hacia el sur; el pórfido riolítico se
ubica en la zona centro norte; la riolita se encuentra dispersa en áreas
pequeñas en el norte, centro y sur; la asociación de caliza-limolita se locali-
za en el sur del lado este, de la andesita se localizan seis áreas en el centro
norte y norte del lado este; la asociación caliza-lutita se ubica en el extre-
mo norte; la asociación de lutita-arenisca se encuentra en mayor concen-
tración en áreas del extremo norte y una pequeña área en el centro sur; la
traquita se localiza en el extremo sur y en el centro norte del lado este;
del volcanoclástico se ubican cinco áreas en la zona sur; el lacustre se ubi-
ca en un área en el norte; la toba intermedia en un área en el centro sur;
la arenisca se localiza en tres áreas del centro sur; el granito en un área
centro norte y en dos del extremo norte; de la diorita se localizan dos áreas
en el centro norte; la caliza se encuentra en la zona norte y centro norte
del lado este.

Vegetación. La vegetación que cubre la mayor superficie es la agricultura de


temporal distribuida de norte a sur; en segundo término el bosque de enci-
no, distribuido en áreas que van del centro al sur y con pequeñas áreas en
el norte; del centro hacia el norte está la mayor concentración de áreas
de pastizal natural y un cubrimiento menor en el centro sur del lado oeste; el
matorral subtropical se ubica en la zona del centro hacia el sur; el pastizal
inducido se encuentra distribuido en toda la subprovincia con una mayor
cobertura del centro hacia el sur; la selva baja caducifolia se localiza en el
extremo sur; el bosque de encino-pino se encuentra distribuido en áreas lo-
calizadas en el norte y sur; el matorral crasicaule se distribuye en áreas
que van del centro al norte con una mayor concentración del lado este; el
bosque de pino-encino se ubica en el norte y sur del lado oeste y unas
pequeñas áreas en el centro; la agricultura de riego se distribuye en áreas
que van de norte a sur; la mayor concentración de áreas de bosque bajo
abierto está en el norte con algunas áreas al centro de lado este; el bosque
de pino se encuentra distribuido en el lado norte; el chaparral se encuen-
tra distribuido en la zona norte; el bosque de táscate se localiza en seis áreas
en el centro norte del lado este; la selva baja subcaducifolia se ubica en un
área entre el centro y el sur del lado este; el mezquital se ubica en cinco
áreas en el centro del lado oeste y un área en el norte del lado este; la aso-
ciación de pastizal-huizachal se localiza del centro hacia el sur del lado
este; el matorral desértico micrófilo se localiza en una área hacia el norte
del lado este.

287
Geografía de suelos de México

Los grupos de los suelos dominantes por subprovincias


Sierras y Valles del Norte
La distribución de los diferentes tipos de suelos de esta subprovincia es varia-
da. Los Leptosoles son los que mayor superficie ocupan, integrados por 369
polígonos que suman una superficie de 1 315 580.37 ha y se localizan de norte a
sur con una menor concentración en el centro del lado este. En seguida tenemos
los Regosoles con 550 polígonos que cubren una superficie de 1 201 918.89 ha y
se localizan de norte a sur con una mayor concentración en la zona del centro.
Los Phaeozem lo integran 121 polígonos con un cubrimiento de 274 256.11
ha; su distribución en la zona norte tiene una mayor concentración, en la zona
sur son pocas áreas y en el centro escasas. Los Luvisoles, representados por 64
polígonos y una superficie de 135 134.67 ha, se distribuyen hacia el norte de
esta subprovincia. Los Calcisoles cubren una superficie de 123 066.82 ha y se
encuentran en 41 áreas distribuidas del centro al norte. Los Vertisoles están
repartidos en la zona norte y sur con una mayor área al centro, lo integran 66
polígonos que cubren una área de 119 131.72 ha. Los Fluvisoles están distri-
buidos de norte a sur cubriendo una superficie de 69 507.10 ha formadas por
103 polígonos. Los Cambisoles tienen un cubrimiento de 42 101.81 ha integra-
das por 27 polígonos que se encuentran distribuidos en el norte y centro. Los
Planosoles cubren una extensión de 29,872.88 ha, integrada por 4 polígonos al
norte y una en el centro. El Acrisol está representado por 1 polígono de 832.75
ha y se localiza en la zona norte del lado este. Los Arenosoles tienen 2 polígo-
nos localizados al norte en el lado oeste, con una superficie de 22.11 ha.

Sierras y Cañadas del Norte


Los tipos de suelos que se encuentran en esta región son los siguientes: men-
cionados de mayor a menor área que ocupan. Los Phaeozems ocupan mayor
superficie con una extensión de 1 537 589.59 ha que integran 121 polígonos y
se encuentran distribuidos de norte a sur en la zona del centro y áreas meno-
res en los costados este y oeste. Los Leptosoles son los suelos que están en
segundo término con una extensión de 1 349 118.58 ha que integran 83 polí-
gonos y se encuentran distribuidos en mayor extensión al norte y este y con
áreas menores al sur y oeste. Los Regosoles ocupan el tercer lugar con una
extensión de 857 775.83 ha que integran 126 polígonos, se distribuyen de nor-
te a sur con una mayor concentración en el lado oeste lo que no ocurre al este.
Los Luvisoles ocupan el cuarto lugar con una superficie de 132 276.33 ha for-
mada por 31 polígonos y se encuentran en la zona centro, así como en el sur
del lado este. Los Vertisoles con una extensión de 102 311.10 ha que integran
79 polígonos dispersos en toda la región. Los Cambisoles es el siguiente grupo
con una extensión de 93 593.61 ha formado por 18 polígonos concentrándose
en mayor proporción al centro del lado este con algunas áreas pequeñas en el
sur y al este. Los Umbrisoles suman una superficie de 92 005.25 ha con 15 po-
lígonos. Los Durisoles ocupan una superficie de 33 182.98 ha en 10 polígonos;
se encuentran ubicados al sur del lado este. Los Calcisoles cubren una super-
ficie de 22659.44 ha distribuidos en 9 polígonos y se localizan al norte. Los

288
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Fluvisoles abarcan 14 330.75 ha en 23 polígonos, una cantidad mayor de áreas


en el lado oeste y con menor extensión en el este. Los Planosoles cubren
una superficie de 8 610.82 ha disgregadas por siete polígonos, se encuentran
distribuidos en pequeñas áreas en el lado este. El Arenosol es un polígono de
1 180.78 ha que se ubica en el sur de esta región.

Sierras y Llanuras Tarahumaras


Los tipos de suelos de esta región y de acuerdo a la superficie que cubren son:

En primer término, los Leptosoles cubren una superficie de 1 295 773 987.75
ha, repartida en 108 polígonos distribuidos de norte a sur con una mayor con-
centración del lado este; en segundo término están los Phaeozems con un cu-
brimiento de 861 206 473.61 ha dispersos por toda la región con una mayor con-
centración de áreas en el lado este; los Regosoles están en tercer lugar en
cuanto a cubrimiento con una área de 556 124 894.18 ha que integran 86 polígo-
nos situados en la zona central, la mayor cantidad de estos con algunas áreas ais-
ladas en el este y oeste; los Luvisoles cubren una superficie de 442 835 004.42
ha, integrada por 97 polígonos, la mayor cantidad de áreas se ubica en la zona
oeste y hacia el centro de esta región; los Cambisoles tienen un cubrimiento
de 138 442 189.00 ha, integradas en 78 polígonos ubicados en la zona central
principalmente; los Umbrisoles tienen una superficie de 29 383 250.08 ha for-
madas por 37 polígonos distribuidos en el lado oeste, con una mayor concen-
tración al sur; los Vertisoles, con 18 455 923.12 ha en 23 polígonos concen-
trados en el oeste, el centro y sur; los Calcisoles cubren una superficie de
11 361 770.26 ha, integrados en 24 polígonos que se ubican en la zona central
con rumbo norte; los Fluvisoles tienen una superficie de 11 005 370.17 ha,
integrada por 37 polígonos, con pequeñas áreas dispersas en la región; los
Durisoles cubren una superficie de 7 000 558.43 ha que forman 25 polígonos
ubicados en la zona sur y suroeste; los Planosoles tienen un cubrimiento de
363 333.17 ha, integradas por 3 polígonos que se localizan en la zona central;
el Gleysol es un solo polígono ubicado al sur con 3 058.22 ha.

Pie de la Sierra
Los tipos de suelos de acuerdo con la superficie que cubren y que se encuentran
en esta subprovincia son los siguientes:

El suelo que mayor superficie abarca es el Phaeozem, con 712 844.98 ha inte-
grado por 505 polígonos, se encuentran distribuidos en toda la subprovincia.
El Leptosol ocupa el segundo lugar con una superficie de 639 131.98 ha, en 444
polígonos, distribuidos en toda el área. El suelo que ocupa el tercer lugar es el
Regosol con una área de 625 177.84 y está conformado por 503 polígonos
diseminados por toda la subprovincia. Así sucesivamente ocupan los siguien-
tes lugares los demás tipos de suelos como es el Luvisol con 174 186.85 ha en
158 polígonos con mayor concentración del centro al sur, y con algunas áreas
al norte. El Vertisol se encuentra dispersado del centro hacia el norte con algu-

289
Geografía de suelos de México

nas áreas en el sur y una extensión de 163 299.78 ha integrada en 197 polígonos.
El Cambisol con 151 701.41 ha en 154 polígonos, su distribución es dispersa
del centro norte al sur que es donde se encuentra la mayor concentración. El
Fluvisol distribuido en forma muy local en toda la provincia con una superfi-
cie de 42 028.45 en 105 polígonos. El Durisol se ubica en la zona central con
28 130.65 ha en 7 polígonos. El Calcisol cubre un área de 17 317.37 ha confor-
madas por 14 polígonos distribuidos al norte por el lado oeste. El Umbrisol
se encuentra ubicado al sur cubriendo una superficie de 12 184.05 ha en 26
polígonos. El Kastañozem abarca 4 833.31 ha en 4 polígonos localizados en el
lado norte. El Acrisol, con 5 polígonos abarca 4 184.25 ha que se ubican en la
zona sur. El Arenosol, con una superficie de 3 604.69 ha, lo conforman 3 polí-
gonos ubicados en forma dispersa del centro hacia el norte. El Nitisol con una
superficie de 2 833.19 ha, repartidas en 9 polígonos, se encuentran distribui-
dos en la zona sur. El Lixisol tiene un cubrimiento de 632.02 ha en un solo
polígono en el sur del lado este. El Solonchak tiene un cubrimiento de 67.12
ha en 7 polígonos ubicados en la zona centro sur del lado oeste.

Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses


Los suelos que mayor superficie ocupan son los Leptosoles con un cubrimien-
to de 1 679 707 021.16 ha, conformado por 140 polígonos que se encuentran
dispersos por toda la región; le siguen los Regosoles con una superficie de
1 293 313 707.40 ha y lo integran 200 polígonos, con la misma distribución
que los Leptosoles; los Phaeozems tienen un cubrimiento de 1 178 493 069.16 ha,
integrado por 156 polígonos dispersos por toda la región con una concentración
mayor en el noroeste; los Luvisoles tienen una extensión de 511 314 644.29 ha
en 112 polígonos en el lado este con rumbo norte, sur y suroeste; los Cam-
bisoles tienen un cubrimiento de 92 294 792.67 ha, conformado por 52 polí-
gonos ubicados en el norte, sur y este; los Vertisoles tienen una extensión de
23 270 511.76 ha formada por 29 polígonos ubicados en el oeste, norte y este;
los Umbrisoles tienen un cubrimiento de 16 676 979.77 ha en 21 polígonos
dispersos de norte a sur, abarcando sólo el corredor central; los Fluvisoles cu-
bren una área de 10 707 927.73 ha integrada por 36 polígonos y distribuidos
en pequeñas áreas aisladas en el oeste, norte y este; los Durisoles tienen un
cubrimiento de 5 040 402.0660 ha en 18 polígonos ubicados en el norte; el
Kastañozem es un solo polígono con una superficie de 396 895.82 ha en el este;
el Planosol se ubica una área en el norte con una superficie de 121 111.06 ha.

Sierras y Llanuras de Durango


La distribución de los diferentes tipos de suelo en esta subprovincia, de acuerdo
con la superficie, es la siguiente: de mayor a menor y en primer lugar está el Lep-
tosol con una superficie de 160 4923.96 ha en 759 polígonos que se encuen-
tran de norte a sur y de este a oeste. En segundo término el Phaeozem con una
extensión de 1 107 795.81 ha conformada por 747 polígonos distribuidos de
norte a sur con una mayor concentración en la zona centro. Posteriormente
está el Chernozem con una superficie de 320 339.82 ha formadas por 195 polí-

290
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

gonos que se encuentran distribuidos con pocas áreas en el norte y el sur, y su


mayor concentración en el centro. En seguida tenemos el Luvisol con un cu-
brimiento de 302 563.78 ha integradas por 194 polígonos distribuidos con una
mayor concentración en el norte y sur, en el centro son escasos. El siguiente
tipo de suelo es el Regosol con una extensión de 230 778.98 ha conformadas
por 118 polígonos diseminados en mayor cantidad al norte y en menor en el
centro y sur. El Vertisol cuenta con una extensión de 201 972.42 ha y lo inte-
gran 147 polígonos distribuidos con una mayor concentración en el sur. En
seguida, el Calcisol tiene un cubrimiento de 197 724.76 ha en 157 polígonos, con
la mayor cantidad en el norte y una menor en el centro y sur. El Kastañozem
con 189 614.99 ha repartidas en 114 polígonos distribuidos en el sur, con la
mayor concentración de polígonos al norte y en el centro la menor. El Cam-
bisol con una extensión de 116 279.04 ha en 103 polígonos se distribuyen de
forma dispersa en la zona norte sur de esta subprovincia. En seguida el Flu-
visol abarca una superficie de 90 527.32 ha que integran 86 polígonos dispersos
de norte a sur. El Durisol tiene una extensión de 55 554.51 ha en 24 polígo-
nos distribuidos en el extremo norte y en el centro de lado oeste. El Solonetz
tiene un cubrimiento de 35 751.91 ha integradas por 23 polígonos localizados
en la zona sur. El Umbrisol tiene una extensión de 2 351.62 ha en sólo cinco
polígonos que se encuentran en la zona centro sur del lado oeste. Por último
el Planosol con una extensión de 73 ha que forma un solo polígono en la zona
norte.

Gran Meseta y Cañadas Duranguenses


Los suelos de esta región son los siguientes: los Leptosoles ocupan mayor área
con una superficie de 3 311 422 413.14 ha en 276 polígonos y se localizan de
norte a sur con áreas de mayor concentración en el costado este; en segundo
término están los Phaeozems con un cubrimiento de 1 495 779 664.70 ha inte-
grados por 198 polígonos distribuidos en el norte y sur con áreas de mayor
concentración en el lado oeste; en tercer término están los Luvisoles con una
superficie de 1 091 108 928.44 ha que forman 239 polígonos y se encuentran
de norte a sur con su mayor concentración en el corredor central; en seguida,
los Regosoles que cuentan con una superficie de 931 185 869.33 ha en 144 polí-
gonos distribuidos de norte a sur con una mayor área de concentración en el
centro hacia el norte; los Cambisoles tienen un cubrimiento de 212 987 983.08
ha que incorporan a 120 polígonos distribuidos en una concentración mayor en
el centro hacia el norte y en el sur algunas áreas dispersas; los Umbrisoles cu-
bren una superficie de 32 559 817.65 ha incorporadas en 41 polígonos en los
costados oeste y este, así como en áreas dispersas de la zona central; los Verti-
soles cubren una superficie de 13 641 334.48 ha en 17 polígonos al centro y
este; los Kastañozems cubren una área de 5 953 437.35 ha formadas por 15
polígonos ubicados en el lado este de la zona sur; los Fluvisoles tienen una
superficie de 5 353 963.87 ha que integran 18 polígonos dentro de la zona sur
con rumbo este; los Durisoles tienen un cubrimiento de 5 353 963.87 ha que
totalizan 12 polígonos en la zona norte; los Chernozems tienen un cubrimiento
de 1 719 210.39 ha en 5 polígonos ubicados en el este; en el sur se ubica el Calci-

291
Geografía de suelos de México

sol con 2 polígonos que abarcan 1 719 210.39 ha; en la zona sur el Acrisol tiene
un cubrimiento de 730 527.11 ha en 8 polígonos; en la zona norte se ubican
áreas de Arenosoles que cubren 444 160.30 ha, integradas por 12 polígonos.

Mesetas y Cañadas del Sur


Los suelos de esta región son los siguientes de mayor a menor área: los Lep-
tosoles con una superficie de 1 751 574.16 ha, integrados por 188 polígonos,
distribuidos en toda la región con una concentración mayor hacia el norte;
los Luvisoles son los suelos que están en segundo término con una superficie
de 1 069 339.61 ha que integran 407 polígonos y se localizan de norte a sur
con una mayor proporción en el este; en tercer término están los Regosoles
que tienen un cubrimiento de 597 384.59 ha y lo integran 164 polígonos ubi-
cados de norte a sur, del lado oeste; en seguida los Phaeozems con una super-
ficie de 549 432.49 ha con 270 polígonos ubicados en el oeste, norte, este y
sur en donde hay una mayor concentración de áreas; los Cambisoles tienen
una superficie de 506 883.85 ha, la integran 203 polígonos que se ubican en el
norte, este, sur y oeste en donde está la mayor cantidad de áreas; los Umbri-
soles tienen una superficie de 78 066.77 ha integrados por 66 polígonos que se
ubican en la zona norte y centro; los Acrisoles tienen un cubrimiento de 73 050.48
ha que forman 59 polígonos que se ubican en la zona norte y centro en los
costados este y oeste; los Vertisoles suman una superficie de 15 972.99 ha que
integran a 22 polígonos y se localizan en el costado este y sur; los Kastañozems
cubren una superficie de 14 164.76 ha integradas por 13 polígonos, ubicándose
en el costado este; los Fluvisoles tienen un cubrimiento de 10 301.61 ha con-
formadas por 35 polígonos y se ubican en el este, oeste y centro; los Planosoles
tienen un cubrimiento de 8 403.93 ha con 3 polígonos que se localizan en el
costado este; los Nitisoles cubren una área de 5 832.58 ha que integran a 2 po-
lígonos ubicados en el costado oeste; el Lixisol tiene un cubrimiento de 1 965.15
ha integradas por 3 polígonos que se ubican en el centro; el Chernozem tiene
una extensión de 415.99 ha que integra a 3 polígonos ubicados en el costado
este y otro al centro.

Sierras y Valles Zacatecanos


Los tipos de suelos, de acuerdo con la clasificación wrb, que se encuentran en
esta subprovincia son los siguientes:

En primer lugar tenemos el Leptosol que cubre una área de 958 884.28 ha
integradas a 387 polígonos, dispersos en toda la subprovincia. En segundo
término se encuentra el Phaeozem con un cubrimiento de 678 067.21 ha que
integran a 438 polígonos distribuidos en forma dispersa por toda la subprovin-
cia. En forma secuencial tenemos el Luvisol con una extensión de 421 251.18
ha con 338 polígonos, distribuidos de norte a sur con más frecuencia en el
lado oeste. El Regosol cubre una superficie de 188 741.57 ha conformadas por
102 polígonos distribuidos en el norte, con una mayor concentración en el
centro sur. En seguida tenemos el Kastañozems con una superficie de 175 267.98

292
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

ha, las integran 96 polígonos distribuidos del centro al norte con una mayor
concentración del lado este. El Cambisol tiene un cubrimiento de 63 873.80 ha
con 39 polígonos, distribuidos en forma dispersa en el norte, sur y con una mayor
concentración en el centro. El Vertisol tiene un cubrimiento de 58 787.42 ha
formadas por 39 polígonos distribuidos en el norte y sur con una mayor con-
centración del lado oeste. El Calcisol cubre una superficie de 54 360.23 ha
integradas con 32 polígonos distribuidos en forma dispersa de norte a sur. El
Planosol tiene un cubrimiento de 4 7024.20 ha con 25 polígonos ubicados en
la zona del centro. El Fluvisol tiene una extensión de 34 253.38 ha constitui-
das por 44 polígonos distribuidos en forma dispersa de norte a sur. El Durisol
engloba una superficie de 22 668.09 ha conformadas por 31 polígonos distri-
buidos en forma dispersa de norte a sur con algunas concentraciones del lado
este. El Chernozem engloba una superficie de 22 620.98 ha constituidas por 6
polígonos que están ubicados del centro al norte. El Umbrisol tiene un cubri-
miento de 9 893.24 ha que se integran con 3 polígonos que están ubicados en
el extremo norte. El Lixisol tiene un cubrimiento de 1 927.51 ha con 3 polígonos
que se localizan en el sur del lado este. El Gleysol está representado por un
polígono con una superficie de 1 634.07 ha y se encuentra ubicado en la zona
norte de esta subprovincia.

Los suelos dominantes y su distribución


En el presente capítulo se abordarán las características de los principales gru-
pos de suelo y calificadores más importantes presentes en la Sierra Madre
Occidental, sus relaciones con el ecosistema, su distribución y su relación con
otros grupos. Se presenta una serie de cuadros que resumen de manera sim-
ple el ambiente en que se encuentran en la provincia; cabe señalar que los
datos aquí expuestos son los valores promedio o los más frecuentes de las va-
riables ambientales que intervienen en la formación del suelo. El mapa edáfico
de la provincia se presenta en la Figura I.14.1. del Anexo I.

Acrisoles
Los Acrisoles son suelos que se caracterizan por presentar acumulación de
arcilla de baja actividad en un horizonte árgico, además de un nivel bajo de sa-
turación de bases y un pH ácido (Driessen et al., 2001). Generalmente se des-
arrollan sobre topoformas montañosas u onduladas donde las condiciones
climáticas provocan un fuerte intemperismo degradando paulatinamente los
materiales del suelo. En la Sierra Madre Occidental se localizan principalmente
al sur de la misma en partes de las subprovincias Sierras y Cañadas del Sur, Pie
de la Sierra y Gran Meseta y Cañones Duranguenses, donde se registran valo-
res elevados de temperatura y/o precipitación que acelera en un alto grado la
velocidad de los procesos de meteorización y la eliminación de los productos
resultantes (Figura 14.2). Se presentan diferentes tipos de Acrisoles cuyas con-
diciones ambientales más representativas se muestran en Tabla 14.2.
La secuencia de horizontes en los Acrisoles en la zona es generalmente A-Bt-C
en suelos profundos que se forman en pendientes relativamente suaves; sobre

293
Geografía de suelos de México

Distribución de Acrisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.2. Tipo y distribución de Acrisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

relieves más accidentados la secuencia es A-Bt-C-R. Aquellos que se desarro-


llan sobre un clima subhúmedo, donde predomina la vegetación de bosque,
tienen un horizonte superficial de color claro u oscuro pero delgado; en
ambientes de mayor humedad y temperatura con vegetación de selva, éste es
oscuro, grueso y desbasificado. El horizonte Bt presenta evidencias de ferrali-
tilización como resultado de la acumulación de sesquióxidos de fierro forma-
dos a partir de la meteorización de los minerales primarios, específicamente
los silicatos, debido a que todos los Acrisoles en cuestión se forman sobre

Tabla 14.2. Los subgrupos de los Acrisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Acrisol abrúptico Riolita-Toba ácida Lomerío 2 815 12 Templado subhúmedo 915 14 Bosque de pino
Acrisol háplico Riolita-Toba ácida Lomerío 1 900 8 Templado subhúmedo 1 500 18 Bosque de
pino-encino
Acrisol léptico Riolita-Toba ácida Cerril 2 100 17 Templado subhúmedo 1 200 18 Bosque de
pino-encino
Acrisol profúndico Riolita-Toba ácida Lomerío 1 370 8 Cálido subhúmedo 930 19 Bosque de encino
Acrisol úmbrico Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 300 6 Cálido húmedo 2 000 24 Selva mediana
ondulados subcaducifolia

294
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

rocas ígneas extrusivas ácidas; dicha acumulación de sesquióxidos otorga al


horizonte un color más rojizo que el suprayacente. Aún cuando su contenido
de materia orgánica es elevado, las características químicas intrínsecas de los
Acrisoles provocan que los niveles de nutrientes sean bajos, y que la toxicidad
por el aluminio y por la absorción de fósforo sean una gran limitante para el
desarrollo de la mayoría de los cultivos. Además, su actividad biológica es baja y
la regeneración natural de la superficie del suelo es muy lenta.
En la provincia se encuentran asociados a Cambisoles dístricos y crómicos a
Leptosoles líticos y dístricos a Regosoles dístricos y a Umbrisoles lépticos.

Arenosoles
Son suelos que tienen un alto porcentaje de arena, con textura arena francosa o
más gruesa hasta una profundidad de 100 cm o más. Se trata de suelos profun-
dos, poco desarrollados cuya formación está condicionada principalmente
por el material parental.
Los Arenosoles en la Sierra Madre Occidental se han formado básicamente al
oeste sobre áreas muy localizadas de granodiorita en las subprovincias Pie de
la Sierra, Gran Meseta y Cañadas Duranguenses, en un clima semicálido sub-
húmedo donde prospera la vegetación baja caducifolia, tal como lo muestra
la Tabla 14.3.
La granodiorita es una roca ígnea intrusiva ácida que por su modo de for-
mación está compuesta de granos gruesos de sílice con una estructura mine-
ralógica muy estable y por ello difícil de intemperizar, dando lugar a suelos de
color claro y con partículas gruesas. Debido a esto el suelo más representativo
bajo estas condiciones es el Arenosol háplico (Figura 14.3).
Generalmente tiene una secuencia de horizontes A-AC-C (Figura I.14.2. del
Anexo I). El horizonte A con frecuencia se presenta como una capa delgada y
oscura, rica en materia orgánica, arenosa y con una estructura poco desarro-
llada como granular o migajosa. El horizonte AC también es delgado y muestra
evidencias de humificación que le otorgan un tono poco más oscuro que el
horizonte C pero prácticamente sin estructura, y el horizonte C es grueso, muy
arenoso y muy claro por efecto del color de los cristales de la granodiorita.
Son suelos poco fértiles y con poca retención de humedad que los hacen ina-
propiados para la agricultura. Se encuentran asociados a Regosoles arénicos y
lépticos.

Calcisoles
Los Calcisoles se distinguen por tener una cantidad considerable de carbonatos
de calcio secundario o por estar limitados por una cementación rica en este

Tabla 14.3. Los subgrupos de los Arenosoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Arenosol Granodiorita Cerril 479 16 Semicálido 900 22 Selva baja
háplico subhúmedo caducifolia

295
Geografía de suelos de México

Distribución de Acrisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.3. Tipo y distribución de Arenosoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

material. Son propios de las regiones áridas y semiáridas donde existen con-
diciones ambientales favorables para la translocación de carbonatos desde el
horizonte superficial a una capa de acumulación a alguna profundidad.
En la provincia Sierra Madre Occidental se distribuyen principalmente en
las tierras bajas cercanas a los límites norte, este y sur de la misma, en las sub-
provincias Sierras y Valles Zacatecanos, Sierras y Llanuras de Durango, Sierras y
Llanuras Tarahumaras, Sierras y Cañadas del Norte y Sierras y Valles del Norte
que están bajo la influencia de climas secos y semisecos; allí se forman estos
suelos a partir de conglomerados o depósitos aluviales y sostienen vegetación
de matorral o pastizal (Figura 14.4, Tabla 14.4).
Los carbonatos de calcio se presentan como concreciones o de manera
cementada formando un horizonte cálcico o petrocálcico. Debido a que la
mayoría de los Calcisoles se forman sobre conglomerados, es frecuente que
presenten cantidades considerables de esqueleto y en algunos casos acumula-
ción de arcilla en el subsuelo, inclusive muestran propiedades vérticas en pla-
nicies aluviales. La secuencia de horizontes en Calcisoles profundos puede ser
A-Bck o Btck-Cck y en Calcisoles someros A-Cmk (Figura I.14.3. del Anexo I).
El horizonte A en climas secos semicálidos es generalmente delgado, claro con
bajo contenido de materia orgánica y con estructura de bloques subangulares
o migajosa; en los climas semisecos templados éste puede ser oscuro con una
cantidad considerable de materia orgánica, pero que no tiene el espesor sufi-
ciente para ser mólico y su estructura es de bloques subangulares.

296
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Distribución de Calcisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.4. Tipo y distribución de Calcisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

Cambisoles
Son suelos que se caracterizan por estar en una etapa transicional de desarrollo,
presentan una incipiente diferenciación de horizontes que indica la evolución
de un suelo joven hacia otro más desarrollado. Su formación está condicionada

Tabla 14.4. Los subgrupos de los Calcisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Calcisol arénico Conglomerado Terrenos suavemente 1 757 3 Semiseco templado 500 16 Pastizal natural
ondulados
Calcisol arídico Conglomerado Terrenos suavemente 1 120 5 Seco semicálido 500 18 Matorral desértico
ondulados microfilo
Calcisol Conglomerado Terrenos suavemente 1 300 5 Seco semicálido 450 18 Matorral desértico
esquelético ondulados microfilo
Calcisol háplico Aluvial Planicie 800 0 Seco semicálido 500 20 Matorral desértico
microfilo
Calcisol léptico Conglomerado Terrenos suavemente 938 5 Seco semicálido 500 20 Matorral desértico
ondulados microfilo
Calcisol lúvico Conglomerado Lomerío 978 14 Semiseco templado 500 18 Pastizal natural
Calcisol pétrico Aluvial Planicie 2 256 2 Semiseco templado 500 16 Pastizal natural
Calcisol vértico Aluvial Planicie 1 900 0 Semiseco templado 500 16 Huizachal

297
Geografía de suelos de México

a su edad y no están confinados a una región en particular. Se forma por lo


general en relieves ondulados y montañosos (Figura 14.5).
Este tipo de suelos se presenta prácticamente en toda la Sierra Madre
Occidental, desde las zonas desérticas hasta las templadas y las cálidas, se for-
man de diferentes materiales parentales, en varios tipos de geoformas y sos-
tienen diversos tipos de vegetación, tal como lo muestra la Tabla 16.5.
Por la diversidad de Cambisoles existentes en la provincia, la secuencia y
características de sus horizontes también son variables, pero se pueden separar
en un primer término en base a profundidad. En Cambisoles profundos la se-
cuencia más frecuente es A-Bw-C (Figura I.14.4. del Anexo I). En suelos some-
ros es común encontrar los horizontes A-Bw-R. El horizonte A puede ser claro
y pobre en materia orgánica en ambientes secos con vegetación de matorral,
o bien, oscuros, ricos en materia orgánica y delgados en condiciones cálidas,
templadas y semifrías, con vegetación de selva o bosque.
En esta provincia el horizonte B cámbico, propio de los Cambisoles, se
distingue del horizonte A y C por su estructura y color o por acumulación
de carbonatos de calcio o arcilla. En los climas secos del norte y oriente de la
provincia son comunes los Cambisoles calcáricos y hacia el oeste, los vérti-
cos con clara influencia de los suelos arcillosos de la Llanura Costera del
Pacífico. En climas semisecos el horizonte B se torna rojizo y con estructura
más desarrollada que el horizonte A. Hacia las partes altas con climas tem-
plados o semifríos puede ser claro o rojizo, este último generalmente se ob-

Distribución de Cambisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.5. Tipo y distribución de Cambisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

298
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.5. Los subgrupos de los Cambisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Cambisol Aluvial Terrenos suavemente 1 091 5 Seco semicálido 400 20 Matorral desértico
calcárico ondulados micrófilo
Cambisol Granodiorita Terrenos suavemente 276 3 Semiseco cálido 700 24 Agricultura
crómico ondulados de temporal
Cambisol Riolita-Toba ácida Cerril 371 19 Cálido húmedo 1 500 24 Pastizal
esquelético inducido
Cambisol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 286 9 Semifrío 1 000 12 Bosque
éutrico subhúmedo de pino-encino
Cambisol Toba ácida Lomerío 1 197 11 Semiseco 500 18 Pastizal natural
hiposódico templado
Cambisol Riolita-Toba ácida Lomerío 1 344 14 Semiseco 400 16 Matorral desértico
léptico templado micrófilo
Cambisol Arenisca- Planicie 100 0 Seco 500 24 Agricultura
vértico Conglomerado cálido de temporal
Cambisol Riolita-Toba ácida Lomerío 1 715 10 Semicálido 800 20 Bosque
vítrico subhúmedo de encino

serva sobre pendientes relativamente suaves y frecuentemente se encuentran


desbasificados.

Kastañozems
Son suelos cuya formación está condicionada por el clima; se ubican en zonas
semiáridas o de transición hacia climas más lluviosos donde predominan los
pastizales. Se caracterizan por presentar un horizonte mólico, generalmente café
oscuro y un subsuelo con una considerable acumulación de carbonatos de
calcio secundario.
Dentro de la provincia se distribuye hacia el este y sur en las subprovincias
Sierras y Llanuras de Durango y Sierras y Valles Zacatecanos, en lugares en que
predomina el clima semiseco templado con lluvias en verano y prospera el pas-
tizal natural o se practica la agricultura de temporal (Figura 14.6).
Se desarrollan sobre depósitos aluviales generalmente profundos, con acumu-
lación de arcilla o carbonatos de calcio en el subsuelo, excepto en lugares en
que se ha formado un horizonte petrocálcico que limita su profundidad; en con-
glomerados el perfil presenta alto porcentaje de esqueleto y aunque es poco
frecuente también se forman sobre riolitas encontrándose el lecho rocoso a
menos de 1m de profundidad (Tabla 14.6).
El perfil generalmente se conforma por los horizontes A-Bck o Back en sue-
los profundos y A-Bck-R o Cmk en suelos someros (Figura I.14.5. del Anexo
I). Como ya se ha dicho, el horizonte A es oscuro, grueso y rico en materia
orgánica y nutrientes. El horizonte B puede tener evidencias de acumulación
de carbonatos de calcio secundario o tener una cantidad muy importante de
este como es el caso de los Kastañozems cálcicos, también en algunas áreas
presenta acumulación de arcilla. Sobre estos suelos junto a los Chernozems se
desarrolla de forma muy rentable la ganadería extensiva.

299
Geografía de suelos de México

Distribución de Kastañozem en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.6. Tipo y distribución de Kastañozems presentes en la Sierra Madre Occidental.

Chernozems
Al igual que los Kastañozems, estos suelos están condicionados por el clima,
se forman en regiones con inviernos fríos y veranos cálidos; también tienen
acumulaciones de carbonatos de calcio secundario en el subsuelo pero con
un horizonte superficial negro, rico en materia orgánica y nutrientes.
En la Sierra Madre Occidental se concentran casi exclusivamente en la sub-
provincia Sierras y Llanuras de Durango y en menor medida en las Sierras y
Valles Zacatecanos (Figura 14.7).
En geoformas planas u onduladas con pastizal natural o bosque bajo y
abierto, la mayoría de ellos se forman a partir de conglomerados donde puede

Tabla 14.6. Los subgrupos de los Kastañozems y sus factores ambientales


Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Kastañozem Aluvial Planicie 2 197 2 Semiseco templado 400 16 Agricultura
cálcico de temporal
Kastañozem Arenisca- Lomerío 962 8 Semiseco cálido 700 22 Agricultura
esquelético Conglomerado de temporal
Kastañozem Toba ácida Meseta 2 394 2 Semiseco templado 500 16 Agricultura
léptico de temporal
Kastañozem Pórfido Meseta 2 271 2 Semiseco templado 500 16 Pastizal
petrocálcico andesítico natural

300
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Distribución de Chernozem en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.7. Tipo y distribución de Chernozems presentes en la Sierra Madre Occidental.

tener acumulación de arcilla en el subsuelo, pudiendo incluso mostrar pro-


piedades vérticas; también en algunos casos se forman cementaciones de sílice
o caliche que limita a estos suelos en su profundidad. Ocasionalmente se desarro-
llan sobre riolitas-tobas ácidas, aquí muestran una incipiente acumulación de
carbonatos de calcio y se encuentran limitados por la misma roca (Tabla
14.7). En depósitos aluviales son profundos y con abundante acumulación de
cal en el subsuelo.
La secuencia de horizontes en suelos profundos es Ah-Bck o Back y en sue-
los someros es Ah-Bck-Cmk o Cmq o R (Figura I.14.6. del Anexo I). Son suelos
muy productivos que se utilizan para la ganadería extensiva y para la agricul-
tura de riego y temporal con muy buenos resultados. Se les encuentra asocia-
dos con Kastañozems cálcicos, Phaeozems calcáricos y Leptosoles réndzicos.

Durisoles
Son representativos de ambientes áridos y semi-áridos e incluye suelos desde
muy someros hasta moderadamente profundos y muy drenados que contienen
sílice secundario cementado en el primer metro superior del suelo (Figura
14.8).
En la zona de estudio se ubican principalmente al pie de las sierras de rocas
ácidas sobre topoformas coluviales de conglomerado suavemente onduladas,
el clima predominante es semiseco templado con lluvias en verano, donde se
registra una precipitación total anual promedio de 600 mm y una temperatu-

301
Geografía de suelos de México

Tabla 14.7. Los subgrupos de los Chernozems y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Chernozem Basalto Meseta 1 944 2 Semiseco templado 600 16 Agricultura
abrúptico de riego
Chernozem Caliza-Lutita Terrenos suavemente 1 947 6 Semiseco templado 400 16 Pastizal
cálcico ondulados natural
Chernozem Arenisca- Terrenos suavemente 1 960 3 Semiseco templado 600 16 Agricultura
esquelético Conglomerado ondulados de temporal
Chernozem Aluvial Planicie 1 970 2 Semiseco templado 600 16 Agricultura
hipercálcico de temporal
Chernozem Riolita-Toba ácida Lomerío 1 723 8 Semiseco templado 400 18 Pastizal-
léptico huizachal
Chernozem Metavolcánica Terrenos suavemente 196 5 Semiseco cálido 800 24 Selva baja
lúvico ondulados caducifolia
Chernozem Conglomerado Terrenos suavemente 1 797 4 Semiseco templado 500 16 Bosque
petrocálcico ondulados bajo abierto
Chernozem Aluvial Planicie 2 039 1 Semiseco templado 500 16 Agricultura
petrodúrico de temporal
ra media anual de 15°C. En condiciones naturales la vegetación más repre-
sentativa es el bosque bajo y abierto con especies de Quercus, Pinus, Juniperus
y gramíneas con elementos de pastizales naturales (Tabla 14.8).
Son utilizados en la ganadería extensiva o pueden estar sometidos a agri-
cultura de temporal con rendimientos bajos. Aunque en otras partes del país

Distribución de Durisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.8. Tipo y distribución de Durisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

302
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.8. Los subgrupos de los Durisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Durisol pétrico Conglomerado Meseta 2 033 2 Semiseco templado 500 12 Agricultura
de temporal

los Durisoles erosionados se han recuperado a través del rompimiento e


incorporación al suelo del duripan, en esta provincia todavía no se han obser-
vado estas prácticas.
Los horizontes que comúnmente integran el perfil de los Durisoles en la
Sierra Madre Occidental pueden ser A-Cmq o A-Bw o Bt-Cmq. El horizonte
A es delgado, claro y con una abundante cantidad de granos de cuarzo que le
otorga una textura arenosa; el horizonte B es rojizo, en ocasiones con acumu-
lación de arcilla, y el horizonte C está cementado con sílice, es frecuente que
tenga un tono café rojizo y puede tener una estructura masiva o laminar.

Phaeozems
Son parecidos a los Chernozems y Kastañozems, su formación está condicio-
nada por el clima, se presentan en zonas más lluviosas por lo que son más
intensamente percolados en la temporada húmeda. En consecuencia, tienen
horizontes superficiales, pardos, humosos que son menos ricos en bases que
los Chernozems y Kastañozems. Los Phaeozems no tienen signos de carbo-
natos secundarios en el primer metro superior del suelo.
Debido a que en la Sierra Madre Occidental se forman en varias condiciones
ecológicas, presentan una amplia gama de calificadores que denotan el factor
climático que determina con mayor intensidad su formación (Tabla 14.9).
En las zonas más húmedas se encuentran los Phaeozems háplicos, los húmi-
cos y los abrúpticos; en las más secas se ubican los calcáricos, lúvicos, petro-
cálcicos y vérticos. En zonas con mayor pendiente predominan los lépticos y
los húmicos y el calificador esquelético es más frecuente cuando se derivan de
conglomerados (Figura 14.9).
Cuando son profundos la secuencia de horizontes es Ah-Bw o B-C y cuando
son someros Ah-Bw-Cmk o Cmq (Figura I.14.8. del Anexo I). El horizonte
Ah es oscuro, rico en materia orgánica y grueso, incluso puede alcanzar los
50 cm o más de profundidad como en el caso del Phaeozem páquico. El hori-
zonte B se puede distinguir del horizonte Ah por color ya que generalmente
adquiere colores rojizos y/o pueden tener estructura de bloques angulares
cuando hay acumulación de arcilla. Debido a su fertilidad son utilizados para
la ganadería extensiva y la agricultura de riego y temporal con buenos rendi-
mientos.

Fluvisoles
Son suelos aluviales jóvenes que muestran estratificación o alguna otra evi-
dencia de sedimentación reciente y cuya formación está condicionada por la
topografía del terreno. Se desarrollan en tierras bajas y niveladas en áreas

303
Geografía de suelos de México

Tabla 14.9. Los subgrupos de los Phaeozems y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Phaeozem Conglomerado Meseta 1 984 2 Semiseco templado 500 16 Agricultura
abrúptico de temporal
Phaeozem Andesita Terrenos suavemente 1 892 7 Semiseco templado 500 16 Bosque
álbico ondulados bajo abierto
Phaeozem Conglomerado Terrenos suavemente 1 013 4 Semiseco semicálido 500 18 Pastizal
calcárico ondulados inducido
Phaeozem Andesita Cerril 609 21 Cálido húmedo 1 000 24 Selva
esquelético baja caducifolia
Phaeozem Riolita-Toba ácida Lomerío 335 11 Cálido húmedo 1 200 24 Selva
háplico baja caducifolia
Phaeozem Riolita-Toba ácida Montañosa 1 000 28 Cálido húmedo 800 24 Pastizal
húmico inducido
Phaeozem Riolita-Toba ácida Cerril 1 668 19 Semicálido subhúmedo 700 12 Bosque
léptico de encino
Phaeozem Conglomerado Terrenos suavemente 1 929 3 Semiseco templado 400 14 Pastizal
lúvico ondulados natural
Phaeozem Toba ácida Terrenos suavemente 1 293 7 Semiseco cálido 800 22 Selva
páquico ondulados baja caducifolia
Phaeozem Aluvial Planicie 2 256 2 Semiseco templado 500 16 Agricultura
petrocálcico de riego
Phaeozem Conglomerado Terrenos suavemente 2 202 5 Templado subhúmedo 600 12 Pastizal
petrodúrico ondulados inducido
Phaeozem Aluvial Planicie 100 0 Seco cálido 500 24 Agricultura
plágico de riego
Phaeozem Conglomerado Terrenos suavemente 1 132 4 Seco semicálido 500 18 Matorral
vértico ondulados desértico micrófilo

Distribución de Phaeozems en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.9. Tipo y distribución de Phaeozems presentes en la Sierra Madre Occidental.

304
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

periódicamente inundadas de llanuras aluviales, abanicos de ríos, valles y maris-


mas; en todos los continentes y en todas las zonas climáticas. Sin embargo en la
zona de estudio se presentan con mayor frecuencia en las condiciones ecoló-
gicas que a continuación se describen (Tabla 14.10).
En la provincia Sierra Madre Occidental la presencia de Fluvisoles se hace
más evidente hacia el norte y oriente, específicamente en la subprovincias
Sierras y Valles del Norte, Sierras y Llanuras de Durango y Sierras y Valles
Zacatecanos (Figura 14.10); en contraste son menos representativos en la ver-
tiente oeste, esto se explica por el grado de pendiente del terreno en la parte
norte y este; la inclinación se va modificando gradualmente hasta llegar a los
valles y llanuras que caracterizan esta parte de la provincia donde tienen opor-
tunidad de extenderse e inundar las partes ribereñas de los escurrimientos,
mientras que al occidente, en la subprovincia Pie de la Sierra, la pendiente es
más abrupta y las corrientes provenientes de las partes más altas y húmedas de
la sierra son más caudalosas y transcurren por esta zona con mayor velocidad y
depositan sus aluviones en la provincia Llanura Costera del Pacífico.
Los Fluvisoles son suelos muy jóvenes con una débil diferenciación de ho-
rizontes; tienen en su mayoría perfiles A-AC-C y son predominantemente
claros y en algunos casos oscuros (Figura I.14.9. del Anexo I). Su textura va-
ría de arena gruesa en los cauces y zonas aledañas de los ríos, a arcillas pesa-
das en áreas de las cuencas más alejadas del río. Por lo regular son suelos
fértiles.

Leptosoles
Son suelos muy someros, con 25 cm o menos de profundidad que yacen sobre
roca dura o material altamente calcáreo, pero también suelos más profundos que
son extremadamente gravosos y/o pedregosos. Los Leptosoles son suelos azo-
nales con un solum incompleto y/o sin rasgos morfológicos claramente ex-
presados (Figura 14.11).
Son particularmente comunes en áreas de montaña con una topografía
fuertemente disectada. Los Leptosoles se encuentran en todas las zonas cli-
máticas, particularmente en áreas muy erosionadas (Tabla 14.11).

Tabla 14.10. Los subgrupos de los Fluvisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Fluvisol Aluvial Planicie 750 1 Semiseco semicálido 500 20 Selva
arénico baja caducifolia
Fluvisol Aluvial Planicie 1 620 2 Semiseco templado 600 18 Pastizal
calcárico natural
Fluvisol Aluvial Planicie 400 0 Semiseco semicálido 800 22 Selva
esquelético baja caducifolia
Fluvisol Aluvial Planicie 1 945 1 Semiseco templado 500 16 Agricultura
éutrico de riego
Fluvisol Aluvial Planicie 1 950 1 Semiseco templado 500 16 Pastizal
mólico natural

305
Geografía de suelos de México

Distribución de Fluvisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.10. Tipo y distribución de Fluvisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

Distribución de Leptosoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.11. Tipo y distribución de Leptosoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

306
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.11. Los subgrupos de los Leptosoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Leptosol Caliza-Lutita Terrenos suavemente 1 700 7 Semiseco 500 17 Pastizal
calcárico ondulados templado natural
Leptosol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 500 9 Semifrío 1 000 12 Bosque
dístrico subhúmedo de pino
Leptosol Riolita-Toba ácida Lomerío 1 668 12 Semicálido 900 21 Bosque
éutrico subhúmedo de encino
Leptosol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 400 10 Semifrío 700 12 Bosque
hiperesquelético subhúmedo de encino-pino
Leptosol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 500 11 Semifrío 900 12 Bosque
húmico subhúmedo de pino-encino
Leptosol Riolita-Toba ácida Cerril 1 700 19 Semiseco 650 19 Bosque
lítico templado de encino
Leptosol Riolita-Toba ácida Cerril 1 400 22 Semicálido 1 000 20 Selva
mólico subhúmedo baja caducifolia
Leptosol Conglomerado Planicie 1 500 2 Semiseco 500 18 Matorral
réndzico semicálido desértico micrófilo
Leptosol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 545 8 Semifrío 800 12 Bosque
úmbrico subhúmedo de pino
Leptosol Volcanoclástico Terrenos suavemente 700 3 Seco 700 25 Selva
vértico ondulados semicálido baja caducifolia

Si bien los Leptosoles como grupo son suelos azonales, algunos de sus ca-
lificadores responden claramente a factores ambientales que determinan su
presencia y su distribución. Así tenemos que en la provincia fisiográfica Sierra
Madre Occidental el clima ejerce gran influencia en ellos, los Leptosoles cal-
cáricos y réndzicos se ubican en las partes bajas con ambientes secos donde es
frecuente la acumulación de carbonatos de calcio y en ocasiones la cementa-
ción de este. En contraste, hacia las partes altas con temperatura media anual
baja y precipitación relativamente alta, permiten el lavado del suelo y retar-
dan los procesos de descomposición de la materia orgánica, ahí los calificado-
res dístricos, úmbricos y húmicos son comunes.
En condiciones ambientales intermedias encontramos los calificadores
mólico y éutrico y, finalmente, los calificadores lítico, hiperesquelético y vértico
que dependen de otros factores ambientales como las pendientes y la geología
y que se pueden presentar en cualquier parte de la provincia. El perfil típico
de un Leptosol en la Sierra Madre Occidental está compuesto por un hori-
zonte A, sobreyaciendo directamente a la roca que puede ser de diferente ori-
gen, ocasionalmente se puede encontrar un incipiente horizonte B con rasgos
morfológicos poco desarrollados (Figura I.14.10. del Anexo I). Su uso está li-
mitado a la ganadería extensiva y al aprovechamiento forestal generalmente mal
manejados y han provocado erosión de leve a fuerte. Se asocia a suelos Rego-
soles, Phaeozems, Umbrisoles y Cambisoles.

Luvisoles
Son suelos cuya formación está condicionada por el clima. Se ubican en regiones
subhúmedas y en los cuales la característica dominante es una marcada dife-

307
Geografía de suelos de México

renciación textural dentro del perfil del suelo, con el horizonte superficial ago-
tado de arcilla y con una acumulación de ésta en un horizonte subsuperficial
árgico. Los Luvisoles tienen arcillas de alta actividad carecen de un horizonte
superficial mólico y un bajo contenido de aluminio intercambiable.
En la Sierra Madre Occidental existe una gran variedad de Luvisoles en
regiones bajas con clima semiseco templado donde las condiciones de hume-
dad no son muy altas; se presentan los calificadores arénicos generalmente
sobre conglomerados, y se caracterizan por un elevado contenido de arena hasta
los 50 cm o más de profundidad, el esquelético sobre conglomerados donde
el perfil presenta alto porcentaje de gravas y/o piedras que los hace difíciles de la-
borar en las partes aluviales, sobre todo en los bajíos existe el calificador hipo-
sódico cuya acumulación moderada de sodio intercambiable está asociada en
algunos casos a la influencia de cuerpos de agua naturales donde la acumulación
de sodio es elevada; los crómicos y ródicos denotan Luvisoles con alto conte-
nido de óxidos de fierro y cuyos colores rojizos a rojo intenso indican un drenaje
eficiente del perfil (Tabla 14.12).
En zonas un poco más altas con clima templado subhúmedo encontramos
Luvisoles con un cambio textural abrupto, propio del calificador abrúptico,
también el calificador profúndico cuyo contenido de arcilla del horizonte árgico
puede ser muy homogéneo y no decrecer a más del 20%, en este ambiente es
más común la presencia de Luvisol léptico el cual puede estar limitado por
roca antes o después de los 50 cm. Aunado a este clima y a la geología de basalto
se han formado los Luvisoles vérticos, que son muy arcillosos y presentan fa-
cetas de fricción-presión y grietas que se pueden adentrar a 50 cm o más de
profundidad. En las partes más altas de la provincia los calificadores están
íntimamente relacionados con el clima semifrío subhúmedo que ahí impera;
existen condiciones para que se produzca un lavado lateral del suelo debido a
la presencia de una capa impermeable en el subsuelo que generalmente es un
horizonte arcilloso y para que se formen los Luvisoles álbicos, también para
una intensa iluviación de arcilla y la formación de películas de este material
en el subsuelo; en el caso del calificador cutánico, intrínseco a este movimiento
de materiales provocados por el agua, también existe el lavado de bases intercam-
biables propio del calificador dístrico; aunque no es muy común en topoformas
cóncavas existe en el subsuelo acumulación de agua por largos periodos en el
año que promueven procesos de óxido-reducción y originan el calificador
gléyico, asimismo las bajas temperaturas que se registran retardan los proce-
sos de degradación de la materia orgánica, debido a esto existen los Luvisoles
húmicos y úmbricos que se caracterizan por tener un horizonte superficial
oscuro, grueso, ácido y con alto contenido de materia orgánica (Figura
14.12).
En los climas cálidos y semicálidos se localizan los calificadores férrico,
crómico, háplico y cálcico (Figura I.14.11. del Anexo I). En el primer caso se
trata de suelos muy intemperizados con arcillas de baja actividad y altas con-
centraciones de óxidos de hierro y manganeso el segundo caso refleja la inten-
sidad de los colores rojizos a amarillentos dentro de los 150 cm de la superficie
del suelo, con 30 cm o más con un matiz de color de 7.5 YR o más intenso en
comparación con las tablasMunsell y un croma en húmedo mayor de 4; los

308
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.12. Los subgrupos de los Luvisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Luvisol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 100 7 Cálido 800 25 Selva mediana
férrico ondulados subhúmedo subcaducifolia
Luvisol Aluvial Planicie 100 0 Cálido 800 25 Selva mediana
háplico subhúmedo subcaducifolia
Luvisol Conglomerado Meseta 1 700 1 Semicálido 650 18 Matorral
cálcico subhúmedo subtropical
Luvisol Conglomerado Terrenos suavemente 2 000 4 Semifrío 600 10 Bosque
álbico ondulados subhúmedo de encino-pino
Luvisol Riolita-Toba ácida Cerril 2 394 15 Semifrío 1 000 12 Agricultura
cutánico subhúmedo de temporal
Luvisol Riolita-Toba ácida Cerril 2 400 12 Semifrío 1 000 12 Bosque
dístrico subhúmedo de pino
Luvisol Riolita-Toba ácida Bajío 2 360 0 Semifrío 800 12 Agricultura
gléyico subhúmedo de temporal
Luvisol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 650 4 Semifrío 900 12 Bosque
húmico ondulados subhúmedo de pino
Luvisol Riolita-Toba ácida Cerril 2 400 9 Semifrío 800 10 Bosque
úmbrico subhúmedo de pino
Luvisol Conglomerado Meseta 2 024 1 Semiseco 500 14 Agricultura
arénico templado de temporal
Luvisol Conglomerado Terrenos suavemente 2 300 2 Semiseco 500 14 Agricultura
crómico ondulados templado de temporal
Luvisol Conglomerado Terrenos suavemente 1 800 4 Semiseco 500 15 Pastizal
esquelético ondulados templado natural
Luvisol Aluvial Meseta 2 000 0 Semiseco 500 16 Pastizal
hiposódico templado natural
Luvisol Conglomerado Meseta 2 178 1 Semiseco 500 12 Agricultura
ródico templado de temporal
Luvisol Riolita-Toba ácida Cerril 1 900 15 Templado 900 17 Bosque
abrúptico subhúmedo de pino-encino
Luvisol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 445 6 Templado 800 14 Bosque
léptico ondulados subhúmedo de pino
Luvisol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 300 3 Templado 900 16 Bosque
profúndico ondulados subhúmedo de encino-pino
Luvisol Basalto Cerril 2 150 11 Templado 650 12 Bosque
vértico subhúmedo de pino-encino

Luvisoles háplicos no expresan otras características más que las especificadas


para el grupo y finalmente el calificador cálcico en Luvisoles se da principal-
mente en climas semicálidos en condiciones apropiadas para la formación,
translocación y precipitación de carbonatos de calcio en el perfil.

Planosoles
Son suelos desarrollados con un horizonte superficial que muestra signos de
estancamiento periódico de agua y sobreyace abruptamente a un subsuelo
denso y lentamente permeable con significativamente más arcilla que el hori-

309
Geografía de suelos de México

Distribución de Luvisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.12. Tipo y distribución de Luvisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

zonte superficial. Se forman en geoformas relativamente planas, que estacional


o periódicamente están anegadas, sobre sustratos entre los que destacan
depósitos arcillosos aluviales y coluviales, principalmente en regiones subtro-
picales y templadas, semiáridas y subhúmedas con bosque ligero o vegetación
herbácea (Tabla 14.13).
Debido a las condiciones ambientales que se requieren para la formación
de Planosoles, éstos son restringidos en la Sierra Madre Occidental, ya que son
escasas las zonas favorables para su desarrollo. Se ubican preferentemente en las
subprovincias: Sierras y Valles del Norte, Sierras y Cañadas del Norte y Sierras y

Tabla 14.13. Los subgrupos de los Planosoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Planosol Conglomerado Terrenos suavemente 1 400 4 Semiseco 500 16 Bosque
esquelético ondulados templado de encino
Planosol Conglomerado Planicie 1 700 0 Templado 700 14 Agricultura
éutrico subhúmedo de temporal
Planosol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 200 2 Templado 600 14 Bosque
léptico ondulados subhúmedo de encino
Planosol Aluvial Planicie 2 140 1 Semiseco 650 17 Pastizal
mólico templado natural
Planosol Conglomerado Planicie 1 950 2 Semiseco 600 18 Pastizal
vértico templado natural

310
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Llanuras Tarahumaras en la vertiente norte y oriental de la provincia. Sobre


este sustrato conglomerado se encuentran principalmente los Planosoles
esquelético, éutrico y vértico; son profundos y sostienen vegetación de pasti-
zal natural, bosque o agricultura de temporal; los Planosoles mólicos se hacen
presentes en planicies aluviales de las subprovincias Sierras y Llanuras de
Durango y Sierras y Valles Zacatecanos, también son profundos y con pastizal
natural. El calificador léptico para este grupo de suelos se encuentra sobre
mesetas de riolita-toba ácida en las subprovincias Mesetas y Cañadas del Sur
y Sierras y Valles Zacatecanos, sostiene bosque de pino encino y agricultura
de temporal (Figura 14.13).
Un perfil típico de Planosoles muestra una secuencia de horizonte A-E-Bt o
C (Figura I.14.12. del Anexo I); el horizonte A puede ser claro u oscuro, con
textura media o gruesa y está sobre un horizonte E intensamente lavado, de
color muy claro y con textura arenosa; debajo de este está un horizonte B muy
arcilloso, casi impermeable y frecuentemente muestra propiedades vérticas;
después se encuentra la roca como en el caso de Planosoles lépticos.

Regosoles
Suelos ubicados en muy diversos tipos de clima, vegetación y relieve. Tienen
poco desarrollo y por ello no presentan capas diferenciadas. Son claros y/o
pobres en materia orgánica, se parecen bastante al material parental que les
dio origen y conservan muchas de las características de él. La baja coherencia

Distribución de Planosoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.13. Tipo y distribución de Planosoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

311
Geografía de suelos de México

Tabla 14.14. Los subgrupos de los Regosoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Regosol Riolita-Toba ácida Cerril 300 19 Cálido 900 19 Bosque
éutrico subhúmedo de encino
Regosol Conglomerado Terrenos suavemente 1 000 6 Seco cálido 500 20 Matorral
calcárico ondulados subtropical
Regosol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 500 7 Semifrío 800 12 Bosque
dístrico ondulados subhúmedo de pino
Regosol Granodiorita Planicie 250 2 Semiseco 800 24 Selva
arénico cálido baja caducifolia
Regosol Riolita-Toba ácida Lomerío 900 14 Semiseco 650 19 Matorral
léptico semicálido subtropical
Regosol Conglomerado Terrenos suavemente 1 721 3 Semiseco 500 16 Bosque
abrúptico ondulados templado bajo abierto
Regosol Conglomerado Lomerío 1 900 8 Semiseco 500 14 Bosque
esquelético templado bajo abierto
Regosol Riolita-Toba ácida Cerril 1 900 20 Templado 800 17 Bosque
húmico subhúmedo de pino-encino
en el material de la matriz hace que la mayoría de los Regosoles en áreas incli-
nadas sean propensos a la erosión (Tabla 14.14).
Se reportan prácticamente en toda la Sierra Madre Occidental, sin embargo
su presencia se ve más acentuada hacia el norte de la misma, en las subpro-
vincias Sierras y Valles del Norte, Sierras y Cañadas del Norte y Gran Meseta y
Cañones Chihuahuenses (Figura 14.14).
La morfología y características de los Regosoles está determinada en gran
medida por el clima y el material parental, en regiones secas tienen general-
mente un contenido de bases más alto que los Regosoles de regiones más
húmedas; lo anterior se manifiesta claramente en algunos calificadores fre-
cuentes en la provincia, tal es el caso del Regosol calcárico el cual se encuentra
en conglomerados derivados de formaciones calizas adyacentes que aunado a
las condiciones secas en que se desarrollan, produce la acumulación de carbo-
natos de calcio; el calificador léptico es más común en estas condiciones de baja
humedad en que la formación de suelo es lenta y la roca está cercana a la super-
ficie; los calificadores arénico y esquelético también guardan una relación
directa con la geología del lugar, los primeros se derivan de granodiorita que
por ser una roca ígnea intrusiva está formada principalmente por cristales
gruesos de sílice, el cual tiene una estructura mineralógica muy estable y por
lo mismo es difícil de intemperizar dando lugar a suelos con textura arenosa, en
tanto que otros se forman sobre conglomerados cuya naturaleza pedregosa es
heredada para el calificador esquelético.
Lo contrario sucede en climas fríos, donde los Regosoles dístricos y húmi-
cos son profundos, ácidos, con bajo contenido de bases intercambiables y el
horizonte superficial contiene materia orgánica pobremente descompuesta.
La secuencia de horizontes de un Regosol es A-C en suelos profundos, A-C-
R en suelos con profundidad intermedia y A-R en los someros (Figura
I.14.13. del Anexo I). Generalmente está asociado a Leptosoles, Cambisoles y
Calcisoles.

312
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Distribución de Regosoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.14. Tipo y distribución de Regosoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

Solonetz
Se caracterizan por tener un subsuelo arcilloso con estructura prismática o
columnar y altas concentraciones de sodio y/o magnesio intercambiables. Los
Solonetz están normalmente asociados con tierras planas en climas secos y
veranos cálidos, o con depósitos costeros que contienen una alta proporción
de iones de sodio. Las principales concentraciones de Solonetz están en terre-
nos planos o ligeramente planos con materiales no consolidados, mayormente
sedimentos finamente texturados (Tabla 14.15).
En la Sierra Madre Occidental se localizan casi exclusivamente en la sub-
provincia Sierras y Llanuras de Durango al oriente de la provincia, específica-
mente en depresiones con un contenido alto de arcilla y permeabilidad y lixi-
viación reducida donde se han acumulado grandes cantidades de sodio a

Tabla 14.15. Los subgrupos de los Solonetz y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Solonetz Aluvial Bajío 1 900 0 Semiseco 500 17 Pastizal
háplico templado natural
Solonetz Lacustre Bajío 2 000 0 Semiseco 500 16 Pastizal
sálico templado halófilo
Solonetz Lacustre Bajío 1 900 0 Semiseco 500 16 Pastizal
vértico templado halófilo

313
Geografía de suelos de México

través del tiempo. El Solonetz sálico se ubica en vasos lacustres de cuencas


endorréicas entre las que destaca la Laguna de Santiaguillo; ahí ha proliferado
el pastizal halófilo como consecuencia de los altos niveles de sodio presentes,
en tanto que los vérticos se distribuyen en geoformas con abundancia de arci-
lla de tipo esmectítico que ocasionan la expansión y agrietamiento por efecto
de la presencia o ausencia de humedad en el suelo; hacia terrenos poco menos
deprimidos, donde la acumulación de materiales finos o sales no es tan acen-
tuada encontramos los Solonetz háplicos sin características adicionales a las
que definen este grupo (Figura 14.15).
El horizonte de un Solonetz en estas condiciones se compone de los hori-
zontes A-Btn y C. El primer horizonte puede ser claro u oscuro, grueso y con
textura de media a fina y el horizonte B es muy arcilloso y con grandes canti-
dades de sodio que dispersa la estructura reduciendo la aireación y la conduc-
ción hidráulica afectando de forma importante el crecimiento de las plantas
(Figura I.14.14. del Anexo I).

Umbrisoles
Son suelos cuya formación está condicionada por el clima, se les encuentra
en los templados, semifríos y en otros con humedad relativamente alta, se
derivan de materiales silíceos intemperizados; los distingue un horizonte
superficial bien estructurado oscuro, grueso, desbasificado y con un contenido
de materia orgánica de moderada a alta.

Distribución de Solonetz en la Sierra Madre Occidental

Sierras y llanuras de Durango

Gran meseta y cañadas durangueses

Leyenda
Solonetz vértico
Solonetz sálico
Solonetz háplico

Figura 14.15. Tipo y distribución de Solonetz presentes en la Sierra Madre Occidental.

314
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.16. Los subgrupos de los Umbrisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Umbrisol Riolita-Toba ácida Terrenos suavemente 2 349 3 Semifrío 1 000 10 Bosque
álbico ondulados subhúmedo de pino
Umbrisol Riolita-Toba ácida Lomerío 300 15 Cálido húmedo 2 000 24 Selva mediana
esquelético con lluvias en verano subcaducifolia
Umbrisol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 204 10 Templado 1 000 14 Bosque
húmico subhúmedo de pino-encino
Umbrisol Riolita-Toba ácida Lomerío 2 500 14 Semifrío 1 000 10 Bosque
léptico subhúmedo de pino

En la Sierra Madre Occidental los Umbrisoles se distribuyen en las partes


altas, frías y húmedas, sobre rocas ígneas extrusivas ácidas con bosque de coní-
feras, aunque también aparecen en tierras bajas con climas cálido húmedos
(Tabla 14.16).
Son suelos primordialmente de mediana profundidad, no obstante, también
existen los profundos, medianamente texturados, permeables y bien drenados.
Gravas, piedras y cantos rodados ocurren frecuentemente a través del perfil;
tienen buenas propiedades físicas y un nivel de fertilidad natural moderado
generalmente por el alto contenido de materia orgánica del horizonte super-
ficial. El Umbrisol álbico se restringe a las subprovincias Sierras y Cañadas del
Norte y Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses; lo define una capa eluviada y
decolorada encima de un horizonte C o roca del tipo riolita-toba ácida poco
permeables.
El calificador esquelético es más evidente en las subprovincias Mesetas y
Cañadas del Sur y Pie de la Sierra en un clima cálido y húmedo donde pros-
pera la selva mediana subcaducifolia, en estas condiciones, a pesar de la pen-
diente donde se ubican, la formación de suelo es más acelerada, por ello son
profundos pero con alto contenido de piedras y/o gravas en el perfil. El léptico
es el calificador más abundante dentro de los Umbrisoles, se distribuye esencial-
mente en las partes altas, frías y húmedas de la provincia y están limitados por
roca antes o después de los 50 cm. En este mismo entorno se localizan los
Umbrisoles húmicos en las subprovincias Gran Meseta y Cañones Chihua-
huenses, Gran Meseta y Cañadas Duranguenses, y Meseta y Cañadas del Sur,
se destacan por ser profundos, ácidos y tener un alto contenido de materia
orgánica (Figura 14.16).
El perfil presenta comúnmente los horizontes Ah-Bw-C en Umbrisoles
profundos o A-C-R en los someros (Figura I.14.15. del Anexo I). Está asociado
a Cambisoles, Luvisoles y Regosoles. Se usan primordialmente en actividades
forestales y ganadería extensiva. En pendientes fuertes son susceptibles a la
erosión si son expuestos a lluvias torrenciales.

Vertisoles
Suelos determinados por un material parental rico en Ca, Mg, y Na presentes
en rocas volcánicas básicas destacando los flujos basálticos y en otros sustra-
tos como aluviones de tierras bajas, calizas, lutitas y esquistos verdes, entre otros.

315
Geografía de suelos de México

Distribución de Umbrisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.16. Tipo y distribución de Umbrisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

Las propiedades de los Vertisoles son dominadas por una abundancia de arcillas
esmectíticas, las cuales son arcillas tipo 2:1 que le otorgan al suelo la peculiari-
dad de expanderse cuando están húmedos adquiriendo una consistencia plás-
tica y pegajosa; cuando están secos se contraen desarrollando grietas anchas en
la superficie o a determinada profundidad, en este estado su consistencia es
dura (Figura I.14.16. del Anexo I).
En la Sierra Madre Occidental se sitúan preferentemente en climas secos y
semisecos de las subprovincias perimetrales de la zona de estudio donde la
pendiente se vuelve más plana y se han acumulado materiales finos como las
arcillas antes mencionadas, o sobre determinada geología cuya mineralogía
produce esmectitas a través del intemperismo (Tabla 14.17).
En planicies aluviales con cierto grado de pendiente destacan tres calificado-
res; el mázico que se identifica por tener un horizonte superficial con estructu-
ra masiva y consistencia dura; el pélico que muestra un color negro indicador
de un drenaje interno deficiente, y el crómico con una tonalidad rojiza como
consecuencia de un eficiente drenaje y la acumulación de óxidos de fierro en la
matriz del suelo. En depresiones donde se favorece la acumulación de sales, se
presentan los calificadores sódico, hiposódico e hiposálico cuya vegetación es
de pastizal halófilo dedicada a la ganadería extensiva. En derrames basálticos,
en los que sobresale La Breña, al oriente de la ciudad de Durango, Dgo. y Gua-
chochi, Chihuahua, entre otros, el calificador más frecuente es el léptico, el cual
además de la presencia de roca que limita su profundidad tiene una cantidad
considerable de esqueleto en el perfil (Figura 14.17).

316
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

Tabla 14.17. Los subgrupos de los Vertisoles y sus factores ambientales más representativos
Altitud Pendiente Precipitación Temperaturas
Suelo Material parental Geoformas (msnm) (porcentaje) Clima (milímetros) (grados C) Vegetación
Vertisol Basalto Terrenos suavemente 700 7 Semiseco 500 20 Matorral
crómico ondulados semicálido desértico micrófilo
Vertisol Basalto Terrenos suavemente 1 100 5 Seco 400 18 Matorral
hiposálico ondulados templado desértico micrófilo
Vertisol Conglomerado Planicie 250 1 Seco cálido 750 24 Matorral
hiposódico sarcocaule
Vertisol Basalto Planicie 1 900 0 Semiseco 500 16 Matorral
léptico templado crasicaule
Vertisol Aluvial Planicie 200 2 Semiseco 750 24 Agricultura
mázico cálido de temporal
Vertisol Aluvial Planicie 2 000 0 Semiseco 500 16 Agricultura
pélico templado de temporal
Vertisol Lacustre Bajío 1 900 0 Semiseco 500 16 Pastizal
sódico templado halófilo
Vertisol Basalto Terrenos suavemente 700 7 Semiseco 500 20 Matorral
crómico ondulados semicálido desértico micrófilo

Distribución geográfica de tipos de suelo


Como ya se ha visto, la distribución de suelos en la Sierra Madre Occidental
está determinada principalmente por el clima y el relieve; el primero, a través de

Distribución de Vertisoles en la Sierra Madre Occidental

Figura 14.17. Tipo y distribución de Vertisoles presentes en la Sierra Madre Occidental.

317
Geografía de suelos de México

sus elementos, entre los que destacan la temperatura y la precipitación los cua-
les aceleran o retardan procesos relacionados con la formación del suelo como
son la descomposición de la materia orgánica, el intemperismo geoquímico y
edafoquímico y la acumulación o pérdida de sustancias en la matriz del suelo,
entre otros; mientras que el segundo influye en profundidad, así como en
color, textura y contenido de la materia orgánica del horizonte superficial. En
consecuencia, se presentan diferentes tipos de vegetación y cobertura de la
misma cuya aportación de restos vegetales puede determinar la presencia o
ausencia de grupos y/o calificadores de suelo.
La geología es el factor de mayor uniformidad en la provincia, predominan
ampliamente las rocas de tipo ácido que otorgan al suelo características distin-
tivas como colores claros, ricos en cuarzo y feldespatos y formación de arcilla
caolinítica cuando existen condiciones favorables para ello. Existen, de manera
más restringida, materiales parentales con orígenes diversos que de igual ma-
nera imprimen sus características a los suelos, un ejemplo muy evidente es el
calificador calcárico en la zona de calizas, esqueleto abundante en conglome-
rados y texturas arcillosas en basaltos.
Así pues, la variabilidad de suelos en la provincia Sierra Madre Occidental
es más acentuada en dirección oeste-este que de norte sur, como lo muestra la
Figura 14.18.

Transecto oeste-este de la Sierra Madre Occidental


3 000

2 500

2 000
Altitud (msnm)

1 500
Bosque de encino

Bosque de pino
1 000 Pastizal natural
Selva baja caducifolia
500 Selva mediana caducifolia

0
0 50 000 100 000 150 000 200 000 250 000 300 000
Distancia (m)

Suelos dominantes

LVlen RGdy LPdy LVlep UMhu LVdy LPeu VRmz CHlv LVcr

Climas presentes

Cálido Semicálido Templado Semifrío Templado Semifrío Templado Semiseco


subhúmedo subhúmedo subhúmedo subhúmedo subhúmedo subhúmedo subhúmedo templado

Figura 14.18. Variabilidad edáfica en un transecto transversal de la Sierra Madre Occidental.

318
Capítulo 14. Geografía de suelos regional: Sierra Madre Occidental

En la Figura 14.18 se demuestra de forma clara la distribución de suelos en


la Sierra Madre Occidental partiendo de la subprovincia Pie de la Sierra hacia la
subprovincia Sierras y Llanuras de Durango. En la vertiente del Pacífico existe
una asociación de suelos cuyas características están determinadas por varios
factores debido a que es la parte de la provincia con mayor diversidad de con-
diciones ambientales; el relieve se presenta de manera muy irregular con geo-
formas planas, inclinadas y accidentadas que dan como resultado la existencia
de suelos someros y profundos; los primeros se ubican en zonas aluviales donde
es frecuente la presencia de arcillas esmectíticas que dan lugar a Vertisoles
mázicos y otros suelos como Luvisoles y Phaeozems con calificador vértico,
son importantes también los Fluvisoles que se han formado en zonas donde se
extienden las corrientes que bajan de la sierra y han depositado periódicamen-
te materiales flúvicos. Los suelos someros están representados por Leptosoles y
Regosoles que se desarrollan sobre granitos, basaltos y riolitas principalmente.
Debido a las condiciones climáticas predominantes con ambiente más seco de
la parte central hacia el norte se presenta la acumulación de bases intercam-
biables en el perfil y en muchos casos carbonatos de calcio en cantidades sufi-
cientes para que el calificador calcárico e incluso Calcisoles bien definidos;
por el contrario, el sur de la vertiente se caracteriza por una alta precipitación
que frecuentemente lava los suelos para que los Umbrisoles y el calificador
dístrico se hagan presentes, asimismo en toda esta zona de la provincia se
registra temperatura elevada, la cual provoca que la descomposición de la ma-
teria orgánica sea acelerada y abunden los suelos con horizonte superficial oscu-
ro. La textura del suelo también es variada, en zonas donde se ha acumulado
arcilla, en especial de origen aluvial, la textura es fina y de consistencia dura,
mientras que en formaciones con geología de granito o granodiorita los sue-
los son arenosos y poco estructurados.
La parte central de la provincia es la región más homogénea tanto desde el
punto de vista edáfico como ambiental; comprende las subprovincias: Gran
Meseta y Cañadas Duranguenses, Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses, Me-
setas y Cañadas del Sur, y Sierras y Cañadas del Norte; el relieve es el principal
factor que determina la distribución de los suelos, predominan las geoformas
con pendiente fuerte, por lo que el Leptosol y Regosol son los grupos domi-
nantes, también se presentan mesetas o geoformas con pendiente más suave
donde es común la formación de Luvisoles, Phaeozems, Acrisoles y Cambisoles,
normalmente limitados por roca. El clima y la geología, aunque en menor
medida, también ejercen influencia sobre la distribución de los suelos y algu-
nas de sus características; en la zonas con mayor altitud, donde se presenta el
clima semifrío subhúmedo, y en aquellas con mayor precipitación al sur de la
provincia existen condiciones para el lavado del perfil, es común la presencia
de Umbrisoles, Acrisoles y otros suelos como Leptosoles, Luvisoles, Regosoles y
Cambisoles con calificador dístrico. En otros climas, si bien también existen con-
diciones de humedad considerables, ésta no es suficiente para la desbasificación
predominando suelos como Luvisoles, Phaeozems, Regosoles y Leptosoles
con características éutricas. La geología confiere propiedades distintivas en
algunos grupos y calificadores, en sustratos derivados de rocas ácidas, los sue-
los son de colores claros, con alto contenido de sílice y presencia de arcillas

319
Geografía de suelos de México

caoliníticas y cuando provienen de basaltos, cuya presencia se hace más evi-


dente al norte de la región, son rojizos con presencia abundante de esmectitas
que dan al suelo propiedades vérticas, tal es el caso de Vertisoles y Luvisoles,
Cambisoles y Phaeozems vérticos, entre otros.
La región que comprende las subprovincias Sierras y Llanuras Tarahuma-
ras, Sierras y Llanuras de Durango, y Sierras y Valles Zacatecanos, al oriente
de la provincia, se distingue porque el descenso en altitud es más bien gradual y
no abrupta, como sucede en la parte occidental, y tiene cierta influencia del
fenómeno conocido como sombra orográfica; así, el clima que domina am-
pliamente es semiseco templado y la pendiente, en general, es relativamente
suave. Existen diversos materiales parentales que definen en cierta medida los
grupos o calificadores en la zona; destaca la riolita-toba ácida sobre la cual se
desarrollan Leptosoles, Regosoles y Phaeozems limitados por roca, en conglo-
merados se forman Durisoles, estos contiguos a formaciones de rocas ígneas
ácidas, Luvisoles, Phaeozems, Cambisoles, Chernozems, Kastañozems, Leptoso-
les réndzicos y Calcisoles pétricos, estos dos últimos en lugares donde existe
material altamente carbonatado y cementado, como el petrocálcico, pero todos
con alto porcentaje de esqueleto en el perfil; en planicies aluviales donde la
topografía es suave, los suelos son profundos como Phaeozems, Luvisoles, Ver-
tisoles, Calcisoles, Kastañozems, Chernozems y Fluvisoles. En depresiones los
Vertisoles y Solonetz son dominantes.

Referencias
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México.
Driessen P., Deckers J., Spaargaren O., Nachtergaele F. 2001. Lecture notes on the
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Hernández Jiménez A., Ascanio García M.O., Morales Díaz, M., Bojórquez Serrano,
J.I., García Calderón, N.E., García Paredes J.D. 2006. El suelo: Fundamentos sobre
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Aguascalientes, Ags. México.
———. 2007. Conjunto de datos edafológicos, escala 1:250000, serie II (Continuo na-
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Ortiz Villanueva B., Ortiz Solorio, C.A. 1984. Edafología. Universidad Autónoma
Chapingo, 4ª edición. México.

320
Capítulo 15. Geografía de suelos regional:
Grandes Llanuras de Norteamérica
Arnulfo Valadez Araiza1*

sta gran provincia fisiográfica de América del Norte se extiende de

E norte a sur desde las provincias políticas canadienses de Alberta


(norte y este de la misma) y Saskatchewan (oeste y sur) hasta el Norte
de México en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Atraviesa el
centro de Estados Unidos sobre los territorios orientales de los
estados norteamericanos de Montana, Wyoming, Colorado y Nuevo México;
los occidentales de Dakota Norte, Dakota Sur, Oklahoma y Texas y casi todo el
territorio de Nebraska y Kansas. Sus límites en el poniente (con las montañas
Rocallosas y en México con la Sierra Madre Oriental) y orientales (con la pro-
vincia estadounidense de los Bajos Centrales y con la Llanura Costera del
Golfo Norte en Estados Unidos y México). Dentro del territorio de México in-
tegra la subprovincia de las Llanuras de Coahuila y Nuevo León que limita al
norte y al este con el río Bravo, al oeste con la Sierra Madre Oriental y al sur-
este con la Llanura Costera del Golfo Norte. Los límites de la provincia dentro
de la República Mexicana van, de norte a sur, de los 29°53⬘ a los 24°30⬘ de latitud
norte y de los 98°10⬘ a los 102°35⬘ de longitud oeste, cubriendo una superficie
aproximadamente de 60 456 km2 (Figura 15.1).

Los factores formadores


Orografía
En sus bordes occidentales alcanza altitudes superiores a 1 000 msnm y cerca
de 500 en los orientales (en la República Mexicana 500 a 850 y 100 a 400
msnm respectivamente), quedando su territorio claramente inclinado de oes-
te a este, alcanzando parte norte de los estados de Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas.
La altimetría guarda un comportamiento de menor altitud en la parte este
sobre las ciudades de Nuevo Laredo y Miguel Alemán, aumentando gradualmen-
te hacia el oeste y noroeste hasta China y Lampazos de Naranjo (Nuevo León),
Ciudad Sabinas y Melchor Múzquis (Coahuila), siguiendo el contorno de las
curvas de nivel paralelamente a la forma de la provincia, tornándose más per-
pendiculares a la altura de Ciudad Acuña y la Presa Internacional de la Amistad,
en la porción noroeste de la región siendo esta parte la de mayor altura.
En general las formas del relieve están constituidas por lomeríos, llanuras
aluviales y bajadas, dando origen a una buena densidad de red fluvial com-
puesta por ríos, arroyos y riachuelos que, en general, son corrientes consecuen-

1Instituto Nacional de Estadística y Geografía, San Luis Potosí, S.L.P.


* arnulfo.valadez@inegi.gob.mx.

321
Geografía de suelos de México

Figura 15.1. Ubicación geográfica de la provincia Grandes Llanuras de Norteamérica.

tes. El rasgo más destacado de la provincia es la fuerte dominancia de amplí-


simas llanuras muy planas cubiertas de vegetación de pradera, antiguo hábitat
del bisonte (Figura 15.2).
Esta región se caracteriza por llanuras aluviales interrumpidas por lomeríos
bajos dispersos de pendientes suaves y constituidos en forma dominante por ma-
teriales de origen sedimentario marino como calizas, lutitas, areniscas, con-
glomerados, con excepción de rocas volcánicas de basalto localizadas al sur de
Ciudad Sabinas, Coahuila. Una de las llanuras más extensas de la subprovincia
es la que se presenta desde Ciudad Anáhuac, Nuevo León, hasta Nueva Rosita,
Coahuila, extendiéndose hacia el norte en las cercanías de Piedras Negras, Coahui-
la; es una llanura aluvial compuesta por depósitos de aluviones recientes (Lugo
Hubp, 1989) alcanzado aproximadamente una altitud de 200 a 350 msnm, la
cual incluye un área de suelo lacustre único registrado dentro de la subregión
al noreste de la presa Venustiano Carranza (Don Martín).

322
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

SUBPROVINCIA
DESCRIPCIÓN
Bajada con lomerío
Lomerío de laderas escarpadas
Lomerío de laderas tendidas
Lomerío de laderas tendidas con bajadas
Lomerío de laderas tendidas con llanuras
Meseta típica
Sierra baja
Sierra baja con lomerío
Llanura aluvial con lomerío
Llanura aluvial con lomerío de piso rocoso o cementado
Valle típico
Cuerpo de agua

Figura 15.2. Distribución espacial de la geomorfología de la provincia Grandes Llanuras de Norteamérica.

Clima
El clima es el principal factor que determina la formación de suelos, así como el
principal agente que influye en la distribución de la vegetación y el tipo de pro-
cesos geomorfológicos; forma la base de muchas clasificaciones de fenómenos
naturales, siendo la temperatura y la precipitación sus principales componentes.
Existen diferentes zonas climáticas que varían entre sí según los elementos geo-
gráficos presentes, como son la altitud, la latitud y la distribución de tierras y
aguas.
Los climas dominantes de la subprovincia son los semicálidos subhúmedos
con lluvias de verano (A)C(w0) y lluvias escasas todo el año (A)Cx⬘ en la parte
sur, con precipitación de 600 a 800 mm y temperatura que oscila entre 20 y

323
Geografía de suelos de México

23°C; semisecos muy cálidos y cálidos con lluvias de verano BS1(h⬘)hw y lluvias
escasas todo el año BS1(h⬘)hx⬘ con precipitación de 600 mm y temperatura
de 24°C en las porciones sureste, oeste y centro; semisecos semicálidos con
lluvias de verano BS1hw y con lluvias escasa todo el año BS1hx⬘ con precipita-
ción de 500 mm y temperatura de 22°C sobre las porciones oeste y norte;
secos muy cálidos y cálidos con lluvias de verano BS0(h⬘)hw, BS0(h⬘)hw(x⬘) y
con lluvias escasas todo el año BS0(h⬘)hx⬘ con precipitación de 400 mm y tem-
peratura de 23°C del centro hacia el este y oeste de la subregión; secos semi-
cálidos con lluvias de verano BS0hw, BS0hw(x⬘) y lluvias escasas todo el año
BS0hx⬘ con precipitación de 350 mm y temperatura de 21°C sobre la parte
norte; muy seco semicálido con lluvias de verano BWhw(x⬘) con precipitación
de 300 mm y temperatura de 20°C al noroeste de la subprovincia.
La presencia de granizadas varía entre 2 a 4 días y las heladas oscilan de 0 a
20 días por año6. Durante el verano, la cercanía del mar da lugar a vientos
húmedos y ciclones que provocan la precipitación de gran parte de las lluvias
anuales; en invierno, las masas de aire polar o “nortes” causan una alta hume-
dad y lluvias que afectan las partes centro y norte del Estado de Tamaulipas, esta
última parte de influencia dentro de la subprovincia.

Geología
La provincia fisiográfica de Grandes Llanuras de Norteamérica se sitúa dentro
de México en dos provincias geológicas; a) Coahuila, que integra parte de la sub-
provincia de Sabinas; b) Noreste de México, que integra parte de las subprovin-
cias de Cuenca de Burgos y Plataforma Burro-Picachos (López Ramos, 1980)
(Figura 15.3).
Al norte, la provincia de Coahuila se trata de un anticlinorio cretácico con
rumbo de los pliegues NW-SE, las rocas del Mesozoico están expuestas en
toda la zona, afloran en los potreros y en casi todas las sierras que en su
mayoría forman anticlinales. Los depósitos marinos del Terciario cubren el
límite oriental de la provincia geológica, tienen un echado general hacia el este
y están dispuestos como franjas superpuestas quedando la más joven hacia
el este.
Los sedimentos terrígenos del Cuaternario se encuentran rellenando los
valles intermontanos existentes y tienen un espesor considerable. La actividad
ígnea extrusiva se desarrolla a fines del Terciario y Cuaternario son de tipo
basáltico de olivino que aparece especialmente en la región de Múzquiz-Nueva
Rosita.
La región carbonífera de Coahuila, especialmente sobre la cuenca de Sabi-
nas consiste en una depresión casi plana con pocos y pequeños accidentes
topográficos, resultado de la erosión que ha actuado en esta área, por lo que
geomorfológicamente se puede clasificar su estado como maduro, estando
presentes en el centro de la cuenca las formaciones más jóvenes del Cretácico
superior consistentes en lutitas, limolitas, areniscas y derrames basálticos que
forman los pequeños lomeríos; en el área se encuentran pequeñas elevaciones
que corresponden a los anticlinales, y extensos valles que corresponden a los
sinclinales de aluvión del Cuaternario.

324
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

COAHUILA

COAHUILA

NORESTE
DE MÉXICO

PROVINCIAS GEOLÓGICAS
SUBPROVINCIAS NORESTE
DE MÉXICO
Coahuila

Cuenca de Burgos

Plataforma Burro-Picachos

Sabinas

Figura 15.3. Provincias geológicas que comparten sustrato con la provincia fisiográfica Grandes Llanuras de Norteamérica.

Dentro de la provincia del Noreste de México, la subprovincia de la Cuenca


de Burgos llamada en la porción sur del estado de Texas, embalsamiento del Río
Grande y constituye geológicamente el extremo sur del geosinclinal Terciario del
Golfo de México, que alcanza su máxima amplitud en Texas y Louisiana. En esta
parte predomina la topografía de grandes llanuras de edad Terciaria y consti-
tuida por sedimentos de lutitas y areniscas de gran espesor del Paleoceno y
Oligoceno. Dentro de la subprovincia de Plataforma Burro-Picachos, se cons-
tituye un monoclinal al oriente que va desde calizas, margas, lutitas, areniscas
(Paleoceno), hasta clásticos del Eoceno y del Oligoceno; parte del terciario está
cubierto con caliche de edad Plioceno. En esta subprovincia conjuntamente con
la de Burgos, se ubican gran cantidad de pozos petroleros, de gas fuente de ri-
queza económica. La litología que domina en la provincia, en orden de cubri-

325
Geografía de suelos de México

miento espacial, es la asociación de lutita-arenisca del Terciario, sobre los lome-


ríos que se encuentran en su mayor parte en los estados de Tamaulipas, Nuevo
León y en Coahuila del Cretácico en menor proporción. Aluvión del Cuaterna-
rio que domina sobre las grandes llanuras aluviales de los estados de Coahuila,
Nuevo León y Tamaulipas. Conglomerado del Terciario distribuido por toda
la provincia en áreas de bajadas y laderas tendidas, dominando en los estados de
Nuevo León y Tamaulipas, y es en gran parte del Cuaternario en la porción del
estado de Nuevo León. Caliza-lutita del Cretácico que se localiza en su mayor
parte dentro del estado de Coahuila, sobre lomeríos altos y sierras bajas de la
provincia. Caliza del Cretácico localizada principalmente en los lomeríos altos y
escarpados dentro del estado de Coahuila y en menor proporción pequeñas
áreas lacustres y basálticas del Cuaternario y lutita del Cretácico distribuidas
en los estados de Coahuila y Nuevo León. Cabe destacar un área importante de
caliche del Terciario Plioceno dentro del estado de Tamaulipas en los límites
de la provincia con la Llanura Costera del Golfo Norte (Figura 15.4 a y b).

Hidrografía
La hidrografía de Grandes Llanuras de Norteamérica es muy ramificada debido
a la variabilidad geomorfológica derivada de una geología tan diversa, así como
de factores endógenos, exógenos y de régimen fisiográfico. La configuración de
la red fluvial se presenta en su gran mayoría de forma intermitente y algunas
corrientes perennes; es muy regular, de tipo paralela, sobre dos regiones hi-
drológicas: la RH24 Bravo Conchos que es la de mayor extensión y la RH25
San Fernando-Soto La Marina con menos extensión al sur de la provincia
(Figura 15.5).
En la RH24 se identifican siete cuencas hidrológicas: a) río Bravo-Matamo-
ros-Reynosa, la cual limita al norte con el río Bravo siendo ésta la más destacada;
b) río Bravo-San Juan, por donde precisamente atraviesa el río San Juan afluente
del río Bravo; en esta cuenca se ubican dos grandes presas de almacenamiento:
la presa Marte Río Gómez y la presa El Cuchillo; c) río Bravo-Sosa, en donde
fluyen los ríos Álamo y Sosa, afluentes principales del río Bravo; d) P. Falcón-río
Salado, en esta cuenca se identifican como principales los ríos Sabinas y el Sala-
do, así como dos grandes presas: la Internacional Falcón y la presa Venustiano
Carranza (Don Martín), además de dos de menor capacidad como la Salinillas
y la de Santa Rosa; e) río Bravo-Nuevo Laredo, en donde la mayoría de la red
fluvial es intermitente y corre el río Bravo como límite internacional; f) río
Bravo-Piedras Negras, cuenca en la que corre el río Bravo en su parte oriental
como limítrofe y corren como principales ríos el San Rodrigo y el Escondido; ade-
más se ubica la zona denominada Cinco Manantiales, que abarca los municipios
de Zaragoza, Morelos y Allende, principalmente, aunque éstos son de poca ex-
tensión, y las presas Fragua de la Solidaridad, San Miguel y Centenario; g) río
Bravo-Presa La Amistad, su red fluvial de tipo intermitente, a excepción del
río Bravo que corre como limítrofe internacional en la parte nororiental y
donde se ubica la presa internacional de La Amistad.
En lo que corresponde a la RH25, intervienen dos cuencas hidrológicas:
c) Laguna Madre, en cuya pequeña porción presente muestra un drenaje inci-

326
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

Figura 15.4. Litología de la provincia Grandes Llanuras de Norteamérica; a) Parte norte de la provincia. b) Parte
sur de la provincia.

piente e intermitente debido a la poca pendiente y la geomorfología; d) río San


Fernando, destaca el río Conchos que atraviesa en la parte sur y las presas Los
Mimbres, Los Cristales y La Carbonera, además del drenaje intermitente pre-
sente (Figura 15.5).
Las unidades hidrogeomorfológicas que definen la región están en función
de los rasgos fisiográficos con características hidrográficas particulares, resul-
tado del origen geológico. Representan las diferentes formas que intervienen en
el comportamiento, régimen de escurrimiento y calidad del agua.
Con base en los datos de referencia de la calidad del agua superficial, se ob-
servan diferentes rangos de salinidad, sodio y sólidos disueltos, que la determi-
na como neutra, agresiva ácida sin carga de elementos, e incrustante con alto
contenido de sólidos disueltos.

327
Geografía de suelos de México

HIDROGRAFÍA — CUENCAS
N
G

E
RH24

D
GLLNA_Cuenhidro
Cuencas
A R. Bravo - Matamoros-Reynosa
B R. Bravo - San Juan
C Laguna Madre C
C R. Bravo - Sosa
B A
D P. Falcón - R. Salado
D R. San Fernando
E R. Bravo - Nuevo Laredo RH25 C
F R. Bravo - Piedras Negras D
G R. Bravo - P. de la Amistad
H2O
PE

Figura 15.5. Distribución de cuencas hidrológicas.

En la hidrología subterránea, la determinación de las unidades geohidro-


lógicas es resultado de las características físicas de las rocas y materiales gra-
nulares. Para determinar las posibilidades de contener o descartar la existencia
de agua se clasifica en material consolidado y no consolidado y de acuerdo con
la probabilidad de funcionar como acuífero.
Con base en los datos de referencia de pozos, norias y manantiales mues-
treados, la calidad del agua subterránea presenta diferentes rangos de salini-
dad, sodio y total de sólidos disueltos, lo cual determina si es neutra, agresiva
ácida sin carga de elementos e incrustante con alto contenido de sólidos
disueltos.
Como resultado de los rangos para la hidrología subterránea, la de mayor
distribución es “agua altamente salina y baja en sodio, incrustante”.

328
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

Vegetación
Las plantas superiores influyen en el suelo de diversas maneras; al extender
sus raíces actúan como fijadoras impidiendo que haya erosión, en esa función
son particularmente efectivas las gramíneas y se ha sugerido que el desarrollo y
la diseminación de las plantas fanerógamas son de especial importancia para la
formación y preservación de los suelos. Las raíces agrupan entre sí pequeños
grupos de partículas de suelo y ayudan a formar la estructura del mismo; a me-
dida que las grandes raíces de los árboles crecen y se expanden producen cierta
redistribución y compactación del suelo mineral; cuando las plantas mueren,
sus raíces aportan materia orgánica que al podrirse deja una red de espacios
porosos en los cuales pueden circular con más libertad el agua y el aire, acele-
rando con ello algunos procesos del suelo.
La provincia se localiza en la región florística Xerofítica Mexicana dentro del
Reino Neotropical. Derivado del clima árido y semiárido de esta región de Mé-
xico, la cubierta vegetal es tan variada desde el punto de vista fisonómico que
se reconocen y denominan diferentes tipos de vegetación caracterizados por
aspectos sobresalientes de porte arbustivo, quedando bajo el rubro colectivo
de matorral xerófilo (Rzedowski, 1978).
La vegetación dominante es de matorral espinoso tamaulipeco de 2 a 3 m
de altura, en donde sobresalen especies de los géneros Celtis, Koerbelinia, Opuntia,
Acacia, Cercidium, Leucophyllun, Porlieria, Castela y Cordia acompañados con
frecuencia por Prosopis.
En segundo término, se distribuyen grandes áreas de pastizal cultivado, y en
menor escala, pastizal natural de Bouteloua al oeste de la región, utilizadas prin-
cipalmente para pastoreo extensivo debido al manejo derivado de las largas
sequías. De menor cobertura se presenta el matorral desértico micrófilo con
especies dominantes del género Larrea, Prosopis, Flourensia, Fouquieria, Leuco-
phyllum y Opuntia. Este matorral es de los más tolerantes a condiciones de defi-
ciencia de drenaje y a cierta salinidad de los suelos. Dentro del matorral rosetó-
filo característico de sustrato calcáreo se incluyen los géneros Agave, Euphorbia,
Yucca, Hechtia y Dasylirion. La vegetación halófila (otros tipos de vegetación),
indicativa de alta salinidad en los suelos, ocupa pequeñas áreas en las zonas más
bajas dominadas por los géneros Sporobolus, Suaeda y Atriplex.
También destacan zonas de mezquital de forma arbórea (otros tipos de vege-
tación) del género Prosopis, característico de suelo aluvial profundo y calcáreo,
presentes en las partes más bajas de las llanuras, en la parte norte se identifican
pequeños manchones de bosque de encino y de bosque de galería que se des-
arrollan a lo largo de los ríos y corrientes de agua más o menos permanentes.
Dentro de la región, la distribución de la flora obedece de manera estrecha
al clima, ya que el reino florístico al que pertenece es el Neotropical, el cual in-
tegra a la región Xerofítica Mexicana caracterizada por su clima árido y semiá-
rido (Rzedowski, 1988).

Uso agrícola del suelo


El principal problema para el desarrollo de la agricultura es el clima y la falta de
agua; las áreas dedicadas a la agricultura se distribuyen a lo largo y ancho de la

329
Geografía de suelos de México

provincia disminuyendo significativamente hacia el norte, con régimen de


temporal en menor proporción, con una superficie de 257 865 ha, y riego por
gravedad y aspersión en mayor grado con una superficie de 284 272 ha, culti-
vándose maíz, sorgo, cártamo, avena, trigo, nogal y soya, principalmente; la
actividad se realiza de forma mecanizada siendo las más productivas las de riego
en los estados de Coahuila y Tamaulipas sobre la vertiente del río Bravo junto
con las regiones de Múzquiz, Nueva Rosita, Ciudad Sabinas, Allende, Nava, Mo-
relos y Zaragoza en el estado de Coahuila, además de los distritos de riego de
Ciudad Anáhuac, Sabinas de Hidalgo, Cerralvo, China y General Bravo en el es-
tado de Nuevo León.
La mayor concentración de las áreas de agricultura de temporal se localizan
en la parte sur de la provincia, dentro de los estados de Nuevo León y Tamau-
lipas; es esta parte la más beneficiada con las precipitaciones pluviales por su
cercanía al mar e influencia de huracanes.
Los ecosistemas están siendo explotados por el uso pecuario con ganado
bovino y caprino principalmente; existe una distribución de pastizal cultivado
de aproximadamente 1 177 678 ha, y la agricultura se presenta en menor can-
tidad. Existen ranchos cinegéticos con la práctica de la caza de venado, palo-
ma y jabalí, entre otros.

Los suelos dominantes de la región


Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores regionales
El suelo es una entidad que evoluciona, conservada en un flujo de materiales
geológicos, biológicos, hidrológicos y meteorológicos (Fitzpatrick, 1984). Los
cuerpos de suelos individuales y sus correspondientes horizontes juegan
papeles diferentes debido a la distribución desigual de materiales. El intempe-
rismo es el causante de la descomposición y desintegración química y física
de las rocas y los minerales contenidos en ellas que no se encuentran en equi-
librio en las condiciones de temperatura, presión y humedad del espacio entre
la atmósfera y la litosfera (Buol et al., 1981). La intemperización de los mate-
riales iniciales precede a la formación de los suelos en el caso de las rocas duras y
la acompaña en las rocas blandas y los materiales de suelos. Las secuencias de
intemperismo de minerales y edafoquímica se combinan con varios fenómenos
físicos para constituir los procesos de formación de suelos como consecuen-
cia de la acción de los factores formadores de los mismos. La geomorfología
que guarda esta región da origen a la distribución de diferentes grupos de sue-
los con génesis muy variadas (Figura I.15.1. del Anexo I).
En la parte sur, sureste y centro de la provincia dominan los Vertisoles, for-
mados por sedimentos de textura fina que contienen gran cantidad de arcilla
y por hidrólisis progresiva de la roca. Cuando el suelo se seca, se agrieta y cuan-
do llega a humedecerse, se expande. Los Vertisoles de esta zona, en su mayoría,
se han desarrollado en depósitos aluviales de origen continental y marino del
cuaternario, de textura fina a muy fina; otros se forman por la intemperización
progresiva de las rocas lutita-arenisca del Cenozoico Terciario Eoceno, así como
conglomerado del Plioceno, y sobre la cuenca Sabinas, basalto del Cuaternario

330
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

con profundidades de más de 1 m en los aluviones y menos de esta profundidad


sobre la roca. Las mayores extensiones de Vertisoles se localizan sobre llanuras
y lomeríos suaves con climas semicálidos subhúmedos, semisecos muy cáli-
dos y secos muy cálidos, en donde la lixiviación es mínima, acumulándose en
el suelo cationes básicos que proporcionan condiciones para la formación de
montmorillonita con precipitación de 400 a 600 mm y una estación seca de has-
ta 11 meses. Las comunidades vegetales predominantes las forman el matorral
espinoso tamaulipeco, el mezquital y el pastizal cultivado. Son suelos muy
arcillosos con más de 30% de arcilla en sus horizontes.
Debido a la aridez de la región, los Calcisoles son suelos dispersos por toda
la zona; se caracterizan por presentar un horizonte cálcico con más de 15% de
CaCO3 o un petrocálcico con más del 50% de CaCO3 cementado. La mayor
parte de los procesos que se efectúan en estos suelos operan con mucha lenti-
tud debido a la cantidad de agua escasa que contienen, sin embargo la pequeña
cantidad de materia orgánica aportada por la vegetación es humificada con
rapidez. Debido a que con frecuencia la cubierta vegetal es escasa, la superficie
del suelo está expuesta a remoción de las partículas finas y arrastres rápidos,
dando como resultado una concentración de grava en la superficie y en oca-
siones dentro del perfil del suelo.
Debido a que estos suelos se identifican en condiciones áridas y semiáridas,
sólo penetra en ellos una pequeña cantidad de agua, hay lixiviación reducida
y las sales más solubles son desplazadas a los horizontes inferiores, pero algu-
nas de ellas tienden a volver a la superficie durante la parte más seca del año.
El material de origen está constituido en su gran mayoría por sedimentos de
aluvión del Cuaternario, pero también lo integra conglomerado del Plioceno y
Cuaternario, así como lutitas-areniscas del Eoceno y Oligoceno. Estos suelos
se presentan en todos los climas de la provincia, desde los semicálidos subhú-
medos hasta los muy secos semicálidos, con precipitación de 300 a 600 mm y
de 11 a 12 meses de sequía. Las comunidades vegetales que sobreyacen a los
Calcisoles son en su gran mayoría el matorral espinoso tamaulipeco, pastizal
cultivado, mezquital, vegetación halófila y en la parte norte matorral desértico
micrófilo. Gran parte de la agricultura se localiza sobre estos suelos por sus
reservas de cationes, materia orgánica y buen drenaje. El relieve que presentan
es mayor sobre las grandes llanuras donde se ubican los suelos profundos de
más de 1 m y lomeríos de pendiente leve con profundidades menores a 1 m, de-
bido a limitantes como la presencia del horizonte petrocálcico, roca y, en algu-
nos casos, petrogípsico (Figura 15.6).
Los suelos más someros se identifican en altitudes mayores dominando el
noroeste y sur de la región; están limitados en profundidad por roca dura y
continua; dentro de los 25 cm son los Leptosoles ubicados sobre laderas escar-
padas, bajadas, lomeríos y sierras bajas; su génesis deriva de la intemperiza-
ción de rocas sedimentarias carbonatadas como calizas y lutitas del Cretácico
inferior y superior, conglomerados del Plioceno y Oligoceno del Terciario-
Cenozoico, lutita-arenisca del Eoceno Terciario-Cenozoico. La mayoría de
estos suelos son calcáreos con un horizonte poco desarrollado; sobre la parte
sur presentan un horizonte más estructurado, más oscuro, debido al comple-
jo calcio-humus, y con alto contenido de carbono orgánico; en general, pre-

331
Geografía de suelos de México

a
PETROCÁLCICO N

GRUPO DE SUELOS
CH
CL
GY
KS
LP
PH
VR
b
PETROCÁLCICO N

GRUPO DE SUELOS
CH
CL
GY
KS
PH
VR

Figura 15.6. Grupos de suelo con cementación de petrocálcico. a) Dentro de los 50 cm de profundidad. b) Dentro de 50 a 100 cm de profundidad. Aquí y ade-
lante: CH⫽Chernozems; CL⫽Calcisoles; GY⫽Gypsisoles; KS⫽Kastañozems; LP⫽Leptosoles; PH⫽Phaeozems; VR⫽Vertisoles.

sentan contenido esquelético sobre la superficie y en algunos casos dentro del


perfil.
Los Leptosoles, de la parte centro hacia el norte de la provincia presentan
vegetación de matorrales desértico rosetófilo y micrófilo; en los de la porción
sur domina la cubierta vegetal de matorral submontano y en menor cobertura,
matorral espinoso tamaulipeco y pastizal cultivado, lo cual influye en el apor-
te de materia orgánica. Estos suelos se desarrollan sobre climas de secos muy
cálidos a muy secos, y muy cálidos del centro hacia la parte norte, con precipi-
tación de 300 a 500 mm y periodo de sequía de 11 a 12 meses, y de semisecos
muy cálidos a semicálidos subhúmedos, con precipitación de 600 a 800 mm y
periodo de sequía de 8 a 10 meses.

332
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

Los Regosoles (RG) se han formado de material no consolidado con un


horizonte de poco desarrollo de textura media a gruesa, en su mayoría son
calcáreos y registran una profundidad de menos de 50 cm debido a la roca
como limitante (figura 19.20). Se identifican en mayor cantidad sobre la fran-
ja central transversal y en menor proporción al sur de la región en lomeríos
suaves de laderas tendidas; al noroeste sobre sustratos de caliza-lutitas del Cre-
tácico superior, al oeste y centro de la franja central, lutita-arenisca del Cretácico,
hacia el este, lutita-arenisca del Eoceno Terciario, más hacia el sur se presentan
lutita-arenisca del Paleoceno y Oligoceno del Terciario, así como conglomerado
del Plioceno. Los Regosoles soportan vegetación de matorral espinoso tamau-
lipeco, algunas áreas de pastizal cultivado y matorral submontano, sobre todo
al sur de la región. Se presentan en todos los climas registrados en la provin-
cia y no existe restricción para su formación y distribución.
Los suelos más oscuros se distribuyen a lo largo de toda la provincia, en las
zonas más protegidas ecológicamente, como son los pequeños valles inter-
montanos y llanuras de mayor acumulación, dominando los que cuentan con
un horizonte mólico y la característica distintiva de acumulación en forma de
concentraciones de carbonatos de calcio secundarios como los Kastañozems.
Los principales procesos que se efectúan en estos suelos son: la descomposi-
ción y la incorporación de la materia orgánica en el suelo mineral; la provisión
de materia orgánica es reducida mientras que la actividad de la fauna del suelo
es elevada debido a la naturaleza básica del mismo y a las altas temperaturas de
verano. El segundo proceso principal es el de lixiviación de los constituyentes
más solubles, siendo los iones de cloruro, sulfato y sodio, etc., removidos a las
aguas subterráneas. El calcio es translocado como bicarbonato que se deposita
como carbonato de calcio en la parte inferior del suelo; cuando los iones de calcio
y sulfato son translocados, a menudo se combinan para formar sulfato de cal-
cio debajo de la capa de acumulación de carbonato de calcio. El aumento de con-
tenido de arcilla en la parte media de algunos Kastañozems, puede ser debido
a la translocación de la misma, ya que en ciertos casos se presenta como reves-
timiento. Se desarrollan en condiciones aeróbicas en las cuales hay movimiento
libre de agua a través del suelo, debido a que estos suelos se presentan en donde
la evapotranspiración excede a la precipitación, mostrando falta de humedad
en la parte media.
Los materiales maternos de estos suelos son depósitos no consolidados y
sedimentos de soliflucción, como lutitas del Cretácico superior al norte, lutitas-
areniscas del Cretácico al centro, y del Oligoceno y Mioceno al sur de la región;
sobre la vertiente oriental de la provincia, desde el centro hacia el sur, la génesis
deriva de conglomerados del Plioceno y Cuaternario, y en la parte sureste, los
suelos se identifican sobre caliche del Plioceno; los Kastañozem que se forman
en aluviones del Cuaternario son pocos y se localizan sobre la línea central de la
provincia, siendo en estas partes los de más profundidad, generalmente mayor
a 1 m. Los suelos que se ubican sobre la diferente litología son de menor profun-
didad a 1 m dominando los menores a 50 cm debido a limitantes de petrocál-
cico y roca (Figura 15.7).
Las comunidades vegetales que crecen sobre estos suelos no son muy varia-
das, predomina el matorral espinoso tamaulipeco y, en menor proporción, el

333
Geografía de suelos de México

LÉPTICOS N

GRUPO DE SUELO
CH
CL
CM
KS
LV
RG
VR

Figura 15.7. Grupos de suelo con limitante de roca entre 50 y 100 cm de profundidad.

pastizal cultivado del centro de la provincia hacia el sur, en esta última parte
subyace la vegetación de mezquital; sobre estos suelos destacan grandes áreas
agrícolas, en el distrito de riego número cuatro de la presa Don Martín, sobre
las vertientes del río El Salado y al sur de la provincia, en el área de influencia
del río Conchos. Los climas que han influido en su formación son todos los
que se distribuyen en la provincia, desde los muy secos, muy cálidos hasta los se-
micálidos subhúmedos.
Otros de los suelos con un horizonte mólico y ricos en materia orgánica
son los Chernozems, que se caracterizan por ser más oscuros que los Kastaño-
zems y presentar concentraciones de carbonatos secundarios. Dentro de este
grupo de suelos la variabilidad es reducida, debido al periodo relativamente
corto en que se han estado formando y también a sus condiciones ambienta-

334
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

les restringidas; una de las propiedades químicas más importantes es la distri-


bución vertical de arcilla y el incremento uniforme de carbonatos con la pro-
fundidad.
Su génesis se debe a los principales procesos que se efectúan en la forma-
ción de los Chernozems, como la incorporación rápida de la materia orgánica
en el suelo acompañada por su humificación y la lixiviación de sales solubles y
carbonatos. El gran horizonte superficial que presentan se debe a la actividad
de los pequeños vertebrados que constantemente remueven el suelo; la lixivia-
ción elimina las sales solubles y el carbonato es depositado como pseudomice-
lios o concentraciones en medio del mismo. Los Chernozems se desarrollan
en condiciones aeróbicas en las cuales hay movimiento de agua libre a través del
suelo, el horizonte superior es oscuro y grueso, bien estructurado y mantiene
excelentes relaciones de humedad cuando cuenta con aportación de agua por su
capacidad de almacenamiento dentro de los peds, y al mismo tiempo el exceso
de agua se drena fácilmente permitiendo una buena aireación.
Estos suelos se han formado en sitios muy protegidos ecológicamente dentro
de la provincia; localizados sobre lomeríos de laderas tendidas y llanuras se
distribuyen con más frecuencia al sur de la región; el material materno en que
se han desarrollado es de aluviones del Cuaternario y hacia el sur de la región se
encuentran sedimentos calcáreos fácilmente intemperizables que liberan una
porción elevada de calcio derivados de material joven no consolidado de con-
glomerados del Plioceno y lutitas-areniscas del Mioceno. Las comunidades
vegetales que se encuentran en estos suelos son: el matorral espinoso tamau-
lipeco y pastizal cultivado en su mayor distribución; pastizal natural en las
cercanías de Múzquiz, Coahuila; mezquital hacia el sur de la provincia y áreas
importantes de agricultura sobre estos suelos en la parte este en los límites con
la provincia de Grandes Llanuras del Golfo Norte; sobre el área de influencia
del río Bravo, en las cercanías de las ciudades de Ciudad Camargo y Gustavo
Díaz Ordaz, en el estado de Tamaulipas, se desarrolla agricultura de riego, y
dentro del estado de Nuevo León, en el área de riego de la presa Salinillas los
suelos corresponden a los Chernozems. Los climas que han influido en su for-
mación son los semisecos muy cálidos, semisecos semicálidos y semicálidos
subhúmedos, donde las características importantes son los inviernos fríos,
veranos calientes y un exceso de evapotranspiración sobre la precipitación,
esta última entre 400 y 600 mm. En su mayoría son suelos profundos con más
de 1 m, pero se identifican profundidades menores a esta en algunas unidades
principalmente limitados por petrocálcico y roca.
Otros suelos que desarrollan un horizonte mólico son los Phaeozems, su
distribución dentro de la provincia es mínima, principalmente sobre el área
central; son carentes de concentraciones de carbonato de calcio, algunos de ellos
presentan cantidades variables de revestimientos de arcilla en los peds de la
parte media dentro del perfil. Su génesis se desarrolla sobre llanuras de aluvio-
nes del Cuaternario y lomeríos de laderas tendidas de material no consolidado
compuesto por lutitas-areniscas del Cretácico superior y conglomerados del
Plioceno-Cuaternario. Los Phaeozems se desarrollan en condiciones aeróbicas
en donde hay, a través del suelo, movimiento libre del agua; la estructura del
horizonte superior imparte a estos suelos una gran porosidad, permitiendo la

335
Geografía de suelos de México

penetración de raíces y de humedad, al mismo tiempo que los peds tienen


una elevada capacidad para retener el agua. La vegetación que influye en el
aporte de materia orgánica es matorral espinoso tamaulipeco y pastizal cultiva-
do, en los climas secos semicálidos y semisecos semicálidos, con precipitaciones
que oscilan entre 400 y 600 mm. Todos los Phaeozems de la provincia son cal-
cáreos y se presentan dentro de una profundidad menor a 1 m debido a la pre-
sencia de limitantes físicas como petrocálcico y roca.
Los Fluvisoles se identifican, desde la parte central hasta el norte de la pro-
vincia, en los escurrimientos hidrológicos como ríos y arroyos. Su desarrollo
ha derivado de depósitos aluviales recientes de tipo fluvial del Cuaternario;
estos suelos son pobres en materia orgánica y presentan textura gruesa; por el
origen de aporte de los sedimentos éstos son calcáreos. Las comunidades
vegetales que crecen sobre los mismos son el mezquital, dominando el bos-
que de galería en las áreas más húmedas y matorral desértico micrófilo en la
parte noroeste de la provincia, que es la más seca. Los Fluvisoles se localizan
en todos los tipos de climas que envuelven a la provincia.
Se desarrollan, además, otros suelos que espacialmente ocupan menos ex-
tensión, entre los que destacan los Luvisoles, que se caracterizan por presentar
un horizonte árgico que subyace a un ócrico. Estos suelos se han formado por
migración progresiva de material hacia abajo, seguido de la translocación gra-
dual de la arcilla del horizonte o los horizontes superiores para formar el hori-
zonte medio. En éste, la arcilla es depositada en forma de revestimientos en la
superficie de los peds y poros. Uno de los requerimientos climatológicos de
importancia para estos suelos es la ocurrencia de una estación seca bien de-
finida, por lo cual se localizan en climas extremosos. En esas condiciones, el
material es translocado durante la estación húmeda, pero durante el periodo
seco las partículas finas de los peds y poros se deshidratan, en parte, y se adhie-
ren con fuerza. Con la repetición anual de esos ciclos, en forma gradual, se
acumulan capas de material para formar los revestimientos.
Los Luvisoles se forman en condiciones aeróbicas en las cuales de ordinario
hay movimiento libre de agua, cuando menos a través de la parte superior y me-
dia del suelo, y para el desarrollo de éstos se requiere una estación seca definida.
Dentro de la provincia, las áreas de Luvisoles se localizan sobre la vertiente
oeste, desde el centro hacia el sur, sobre llanuras de aluviones del Cuaternario y
lomeríos de laderas tendidas (pendiente suave), compuestos de depósitos de ma-
teriales maternos no consolidados de conglomerados del Plioceno y consoli-
dados de lutitas-areniscas del Mioceno y Eoceno, ambos del Terciario. Estos
depósitos son calcáreos por lo que los suelos desarrollan esta característica,
principalmente por la acumulación en forma de concreciones de carbonato
de calcio.
Las comunidades vegetales que se observan sobre ellos son: agricultura de
riego en la vertiente central, matorral espinoso tamaulipeco, mezquital y pasti-
zal cultivado, todas ellas distribuidas en las demás unidades de Luvisoles. Res-
pecto a los climas, estos suelos se desarrollan en condiciones un poco húmedas
con estación seca bien definida, los tipos son: secos muy cálidos y cálidos; se-
misecos semicálidos sobre las pocas unidades de Luvisoles en la porción central;
semicálidos subhúmedos dominando, y semisecos semicálidos en la parte sur

336
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

de la región, con un régimen de precipitación entre 600 a 700 mm y una esta-


ción de sequía entre 9 y 10 meses. En su mayoría estos suelos tienen un espe-
sor menor a 1 m debido a la presencia de roca dentro de esta profundidad.
Los suelos con contenido elevado de sales son los Solonchaks que presen-
tan un horizonte sálico y se desarrollan en pequeñas áreas al centro y sur de la
provincia en ambientes áridos y semiáridos sobre sitios planos y depresiones
lacustres que en la estación húmeda sube el nivel del agua freática llegando a
menudo hasta la superficie y ocasiona cierta reducción del hierro; al mismo
tiempo la evapotranspiración conduce a que una parte de las sales disueltas
en el agua subterránea se depositen en la superficie y en la superficie del suelo.
El principal material materno es el aluvión del Cuaternario, en el cual la cu-
bierta vegetal varía con base al grado de salinidad presente; destacan las comuni-
dades de vegetación halófila, mezquital, matorral desértico micrófilo y pastizal
cultivado con especies resistentes. En algunas zonas ocurren afloramientos de
sales en forma de costras lo cual disminuye la cubierta vegetal.
La profundidad de los Solonchaks generalmente es mayor a 1 m, presentan-
do en algunos casos altos contenidos de carbonatos, arcilla y sodio, principal-
mente de la parte media del perfil hacia abajo.
Los suelos que se presentan en menor proporción son los Cambisoles y
Gypsisoles, ocupando áreas mínimas en la parte central de la región. Una de las
características principales de los Cambisoles es la presencia del horizonte cám-
bico; los Gypsisoles se caracterizan por el alto contenido de sulfato de calcio
(yeso), acumulado en forma de concentraciones dentro del perfil, o bien, por
un horizonte cementado por este material. Los Cambisoles presentes se han
desarrollado en gran parte en lomeríos de laderas tendidas sobre lutitas-are-
niscas del Terciario Eoceno, y en menor distribución en aluvión del Cuaternario.
La vegetación que crece en estos suelos es matorral espinoso tamaulipeco y
pastizal cultivado; una de las características de los Cambisoles de esta zona es
el color pardo oscuro a rojo del horizonte medio debido a la liberación del hie-
rro. Estos suelos son profundos presentando un espesor de más de 1 m y tex-
tura gruesa dentro de los primeros 30 cm de la superficie.
Los Gypsisoles se identifican sobre las llanuras de aluviones y un área lacus-
tre; ambos derivados de sedimentos calcáreos del Cuaternario. Son suelos de
poco desarrollo situados sobre matorral espinoso tamaulipeco, con clima seco
muy cálido y cálido, precipitación de 400 a 500 mm y sequía de 10 a 11 meses.
Debido a esta característica de aridez algunos de los Gypsisoles presentan acu-
mulación de sales, principalmente de sodio.

Los grupos de los suelos dominantes en la región


Dentro de la Provincia Grandes Llanuras de Norteamérica, y de acuerdo con la
Clasificación “Base Referencial Mundial del Recurso Suelo” (iuss Working
Group wrb, 2008), se identifican 12 grupos diferentes de suelos dominantes,
de los cuales los de mayor extensión son: los Calcisoles con 40.80%, distribui-
dos por toda la provincia; los Vertisoles ocupan el 18.07% y también se lo-
calizan por toda la región; los Leptosoles con 14.25%, dominando en la parte
noroeste y sur; Kastañozems con 8.82% con dominancia al sur y sureste de la

337
Geografía de suelos de México

45.00 PORCENTAJE POR GRUPOS DE SUELO

40.00

35.00

30.00
PORCENTAJE

25.00

20.00

15.00

10.00

5.00

0.00
Cuerpos de agua
Chernozems

Calcisoles

Cambisoles

Fluvisoles

Gypsisoles

Kastañozems

País extranjero
Leptosoles

Luvisoles

Feozems

Regosoles

Solonchaks

Vertisoles

Localidades
GRUPOS DE SUELOS

Figura 15.8. Áreas ocupadas por cada grupo de suelo en la provincia Grandes Llanuras de Norteamérica.

provincia; los Regosoles con 5.82% sobresaliendo en la franja central hacia el


este y suroeste; Chernozems con 5.06% localizados en unidades aisladas por
toda la región, con mayor frecuencia al sur y sureste; los Fluvisoles con 2.36%
se presentan como dominantes en la franja central y al noroeste; los Luvisoles
de 1.06% dominando al sur y en algunas unidades sobre la vertiente occidental
central de la provincia; Phaeozems con 1.01% sobre unidades aisladas en el
centro; Solonchaks distribuidos en unidades muy pequeñas de la parte centro
y sur; suelos de mínima cobertura como Cambisoles con 0.29% y Gypsisoles
con 0.16% se localizan en la franja central de la provincia (Figura 15.8).
El 22% de los suelos de la provincia presentan limitantes sobre la superficie
como son pedregosa y gravosa (rúdica) en algunas zonas y el resto sin la pre-
sencia de éstas (Figura 15.9).

Calcisoles (CL). Son los suelos dominantes encontrándose 1 619 polígonos


de este grupo, las más grandes extensiones están en los estados de Coahuila y
Nuevo León y en menor proporción en Tamaulipas. Cuentan con un hori-
zonte cálcico o petrocálcico dentro de los 100 cm, desde la superficie del
suelo, debido a las altas concentraciones de carbonato de calcio (CaCO3);
el porcentaje de saturación de bases es alto y la cantidad de carbono orgánico

338
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

FASE RÚDICA N

LIMITANTES
FASE SUPERFICIAL
Gravosa
Pedregosa
Sin fase rúdica
Localidad
Cuerpo de agua
País extranjero

Figura 15.9. Distribución de limitantes físicas superficiales gravosa y pedregosa.

varía, presentándose en menores cantidades del centro hacia el norte de la


región y en mayor cantidad hacia el sur, fluctuando valores de 0.7% a 1.5%.
Los Calcisoles presentan diferentes calificadores primarios dominantes que
se distribuyen dentro de la provincia debido a las diferentes condiciones
ambientales (Figura I.15.2. del Anexo I).
Los Calcisoles lúvicos (CLlv) por acumulación iluvial de arcilla dan ori-
gen a la presencia de un horizonte Árgico ocupan el 22% del total de éstos y
se localizan con más frecuencia sobre las llanuras y lomeríos de los estados
de Coahuila y Nuevo León, y con mayor escasez dentro del estado de Tamau-
lipas. Los Calcisoles háplicos (CLha) con 18% del total de cobertura no se
presenta una característica significativa o distintiva en estos suelos, su mayor
distribución se localiza sobre las llanuras y lomeríos en la parte central de la

339
Geografía de suelos de México

provincia, en la parte norte de los estados de Tamaulipas y Nuevo León y,


en menor extensión, en el estado de Coahuila. Los Calcisoles epipétricos
(CLptp) ocupan el 16% de la distribución total de los Calcisoles, su carac-
terística morfológica es que presentan un horizonte petrocálcico fuerte-
mente cementado o endurecido dentro de los 50 cm desde la superficie del
suelo y se localizan dentro de los estados de Coahuila y norte de Nuevo
León en llanuras y lomeríos de laderas tendidas sobre conglomerados del
Cuaternario, en su mayoría, y del Plioceno en menor distribución. Los Cal-
cisoles epilépticos (CLlep) cubren el 11% del total de los Calcisoles, se
caracterizan porque tienen roca dura continua entre 25 y 50 cm, desde la
superficie del suelo, su distribución se presenta al noroeste de la provincia
y al norte del estado de Coahuila, sobre lomeríos de laderas escarpadas
compuestos por sedimentos de calizas-lutitas del Cretácico superior, en el
centro de la región dentro de los estados de Coahuila y Nuevo León se pre-
sentan sobre lomeríos de lutitas-areniscas del Cretácico superior, y en
lomeríos de laderas tendidas compuestos de sedimentos de lutitas-arenis-
cas del Paleoceno y Eoceno dentro de los estados de Nuevo León y Tamau-
lipas. Los Calcisoles endolépticos (CLlen), con 8%, presentan roca dura
continua entre 50 y 100 cm desde la superficie del suelo y se localizan en
las mismas condiciones que los CLlep agregando lutitas-areniscas del Oli-
goceno al sur de la provincia. Los Calcisoles esqueléticos (CLsk) represen-
tan el 8% del total; tienen entre 40 y 90% de gravas u otros fragmentos
gruesos dentro de una profundidad de 100 cm desde la superficie del suelo
y se encuentran, en su mayoría, en unidades limítrofes en la parte norte
entre los estados de Tamaulipas y Nuevo León, sobre lomeríos de laderas
tendidas compuestas por sedimentos de conglomerados del Plioceno y
Paleoceno y en las secuencias litológicas de éstos con lutitas-areniscas del
Eoceno. Los Calcisoles hiposálicos (CLszw), con 5% del total, tienen una
conductividad eléctrica del extracto de saturación de más de 4 dS⭈m⫺1 a
25°C en algún subhorizonte dentro de los 100 cm desde la superficie del
suelo, se localizan sobre los aluviones del Cuaternario en la franja limítrofe
entre el noreste y noroeste de los estados de Nuevo León y Tamaulipas, res-
pectivamente; la vegetación de mezquital es dominante, así como el mato-
rral espinoso tamaulipeco; otras áreas se ubican en una zona lacustre con
vegetación halófila al noroeste de Nuevo León, límites con Coahuila; tam-
bién se ubican grandes unidades de estos suelos en el estado de Nuevo
León, al sureste de Vallecillo y sur de China (Figura 15.10).
Los Calcisoles vérticos (CLvr), con 5% del total de los CL, tienen un
horizonte vértico dentro de los 100 cm, desde la superficie del suelo; esto
es, que son arcillosos y tienen consistencia dura o muy dura y muestran
grietas de 1 cm o más de ancho en condiciones secas, se localizan sobre
las llanuras de aluvión del Cuaternario en la parte central de la provincia
que comprende parte de los estados de Coahuila y Nuevo León, también
hacia el sur de la región, dentro del estado de Nuevo León, se ubican so-
bre lomeríos de laderas tendidas compuestos por sedimentos de lutitas-
areniscas del Eoceno, Oligoceno y Mioceno. Los Calcisoles endopétricos
(CLptn), que ocupan 4% del total de los CL, tienen un horizonte Petro-

340
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

HIPOSÁLICOS N

SUELOS HIPOSÁLICOS
GRUPOS
CL
KS
RG
VR
Límite estatal

Figura 15.10. Grupos de suelo que presentan calificador primario hiposálico.

cálcico cementado o endurecido entre 50 y 100 cm desde la superficie del


suelo, se localizan en la parte central de la región dentro de los estados de
Coahuila y Nuevo León sobre sedimentos de aluvión y conglomerados
del Cuaternario, con cobertura de matorral desértico micrófilo y mato-
rral espinoso tamaulipeco; más hacia el sur de la provincia, entre los lími-
tes de Nuevo León y Tamaulipas, se forman sobre lomeríos de laderas ten-
didas compuestos por sedimentos de lutitas-areniscas del Eoceno y
conglomerados del Plioceno, con dominancia de vegetación de pastizal
cultivado y matorral espinoso tamaulipeco en menor cobertura. Otros
CL de importancia morfológica son los Calcisoles hipercálcicos (CLcch)
que ocupan apenas el 2% del total; tienen un horizonte Cálcico con 50%
o más de carbonato de calcio; se limitan a zonas dispersas dentro de la

341
Geografía de suelos de México

provincia, al norte en el estado de Coahuila, sobre llanuras de aluvión del


Cuaternario, con matorral espinoso tamaulipeco y agricultura de riego
de las cuencas de río Bravo-Piedras Ne gras y río Bravo-Nuevo Laredo;
más hacia el centro dentro del estado de Nuevo León se ubican en llanuras
de aluvión y lomeríos de laderas tendidas de lutitas-areniscas del Eoceno
con vegetación de matorral espinoso tamaulipeco en los límites de las cuen-
cas de presa Falcón-río Salado y río Bravo-Nuevo Laredo; en la parte sur
de la región principalmente en la cuenca del río San Fernando dentro del
estado de Nuevo León, se presentan sobre lomeríos de laderas tendidas
de sedimentos de lutitas-areniscas del Oligoceno, con cubierta vegetal de
pastizal cultivado. Por último, los Calcisoles sódicos (CLso) con 1% del to-
tal, con más del 15% de sodio intercambiable (o más del 50% de sodio más
magnesio intercambiables en el complejo de intercambio en alguna parte
dentro de los 100 cm desde la superficie del suelo), y Calcisoles hiposódi-
cos (CLsow), también con 1% del total y que tienen más del 6% de satu-
ración con sodio intercambiable, en por lo menos algún subhorizonte de
más de 20 cm de espesor dentro de los 100 cm desde la superficie del sue-
lo; su desarrollo ha sido sobre las llanuras de aluviones del Cuaternario con
vegetación de matorral desértico micrófilo en la parte central de la provin-
cia y de mezquital y vegetación halófila, al sur.
La peculiaridad de los Calcisoles (CL) en las llanuras calcáreas y lomeríos
de laderas tendidas de origen sedimentario en la provincia, es su amplia dis-
tribución espacial, genéticamente de origen aluvial y residual, favorecidos
por los diversos tipos de climas y bajo las diferentes comunidades vegetales,
con contenido de carbono orgánico entre 0.6 y 2%. Estos suelos se han for-
mado en las diferentes altitudes de la región entre los 100 hasta los 600
msnm. En las partes de menor profundidad y con la presencia de roca dura
y continua, las asociaciones más frecuentes de los CL son con Vertisoles,
Kastañozems, Chernozems, Solonchaks y Leptosoles.

Vertisoles (VR). Son los suelos que ocupan el segundo lugar en extensión
dentro de la región con 683 polígonos espaciales; tienen un horizonte vér-
tico dentro de los 100 cm desde la superficie del suelo, cuentan con 30% o
más de arcilla, en todos los horizontes, hasta una profundidad de 100 cm
o más, o hasta una capa lítica (roca), o un horizonte petrocálcico; presen-
tan grietas que se abren y cierran periódicamente dependiendo del grado
de humedad (Figura I.15.3. del Anexo I). Los VR se han formado bajo las
diferentes condiciones ambientales de la parte central hacia el sur de la pro-
vincia, encontrándose mayor distribución dentro del estado de Nuevo
León, seguido del estado de Coahuila y en menor escala en Tamaulipas.
Presentan saturación de bases alta y el contenido de carbono orgánico (CO)
es bajo.
Los Vertisoles son otro grupo de suelos que guardan peculiaridades por
ser muy abundantes y genéticamente se han formado sobre diferentes geo-
formas, principalmente en las llanuras aluviales, bajadas y lomeríos de lutitas
donde crece vegetación de matorral espinoso tamaulipeco y grandes exten-
siones de pastizal cultivado, así como áreas agrícolas. Las altitudes del relieve

342
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

donde se han formado estos suelos oscilan entre 100 y 400 msnm. Las aso-
ciaciones de los VR son con Kastañozems, Calcisoles y Solonchaks, princi-
palmente, destacando la subunidad de Vertisol crómico (VRcr) sobre sedi-
mentos de lutitas-areniscas del Paleoceno.
Los VR presentan buen número de calificadores primarios (subgrupos)
entre los que dominan, por el origen de sedimentos calcáreos, los Vertisoles
cálcicos (VRcc) con 26% del total de este grupo; tienen un horizonte cálci-
co o concentraciones de carbonatos de calcio secundarios dentro de los
100 cm, desde la superficie del suelo, se han formado en mayor parte sobre
sedimentos no consolidados como son las llanuras de aluviones del Cua-
ternario, y hacia el sur de la provincia, sobre algunos materiales consolida-
dos de lutitas-areniscas del Eoceno, Oligoceno y Mioceno; la cobertura de
vegetación es muy variada, se presenta conforme la distribución del clima:
desde matorral espinoso tamaulipeco, pastizal cultivado, agricultura, mez-
quital y matorral desértico micrófilo. Los Vertisoles calcáreos (VRca) cu-
bren el 25% del total, son calcáreos entre 20 y 50 cm desde la superficie del
suelo; presentan reacción de moderada a fuerte al ácido clorhídrico, su dis-
tribución es muy semejante al anterior subgrupo debido a que los proce-
sos de formación son muy parecidos por lo que las condiciones de los eco-
sistemas son las mismas. Los Vertisoles sódicos (VRso), con 12% del total
de los VR, tienen más del 15% de sodio intercambiable, en alguna parte,
dentro de 100 cm, desde la superficie del suelo; se localizan sobre materia-
les no consolidados de aluvión del Cuaternario en la parte central y al sur
de la región con mayor distribución dentro de la porción del estado de
Nuevo León; la cubierta vegetal que se desarrolla en estos suelos es mez-
quital, muy resistente a este tipo de sales e indicativo de suelos profundos,
vegetación halófila y matorral espinoso tamaulipeco en menor cobertura,
los pH son altos, oscilan entre 8.0 a 8.5 y en algunos casos llega a 9.0 (Fi-
gura 15.11).
Son suelos con acumulación de sales solubles: los Vertisoles sálicos
(VRsz) —que se presentan de manera significativa con 10%— y los Verti-
soles hiposálicos (VRszw) —con 6% del total—; los VRsz tienen un hori-
zonte sálico dentro de los 100 cm, desde la superficie del suelo; los VRszw
tienen una conductividad eléctrica del extracto de saturación de más de
4 dS⭈m⫺1 a 25°C, en un subhorizonte dentro de los 100 cm desde la super-
ficie del suelo, ambos suelos se presentan en el centro y sur de la provincia,
con mayor distribución dentro del estado de Nuevo León y menor en
Coahuila y Tamaulipas; su formación se ve favorecida en las llanuras y
zonas lacustres de acumulación con sedimentos del Cuaternario, las comu-
nidades vegetales que crecen son: mezquital, matorral desértico micrófilo,
espinoso tamaulipeco, y vegetación halófila, esta última en las áreas lacus-
tres (Figura 15.12).
Los Vertisoles endolépticos (VRlen) y epilépticos (VRlep) se presentan
con 8 y 3%, respectivamente, del total; están limitados por la presencia
de roca dura y continua entre 50 y 100 cm, y dentro de los 50 cm, desde la
superficie del suelo. Estos suelos se desarrollan en su mayoría del centro
hacia el sur de la región sobre la vertiente occidental, con más influencia

343
Geografía de suelos de México

SÓDICOS N

SUELOS SÓDICOS
GRUPOS
CH
CL
KS
SC
VR
Límite estatal

Figura 15.11. Grupos de suelo que presentan calificador primario “sódico”.

dentro de los estados de Nuevo León y Coahuila, en materiales consolida-


dos de lutitas-areniscas del Eoceno, Paleoceno y del Cretácico superior.
Destacan unidades de estos suelos sobre basaltos del Cuaternario en la
región carbonífera de Sabinas, Coahuila; el tipo de vegetación que sobre-
yace es matorral espinoso tamaulipeco y pastizal cultivado ocasionado por
la eliminación de la vegetación original, los VRlen y lep se han formado en
lomeríos con altitudes entre 200 y 400 msnm.
Suelos de este grupo con poca presencia son los Vertisoles pélicos (VRpe),
con 2%, que tienen en los 30 cm superiores de la matriz del suelo un value en
húmedo de 3.5 o menos y un croma de 1.5 o menos, estos colores origina-
dos principalmente por el material materno; las unidades presentes en la
región carobinífera de Coahuila, sobre basaltos y aluvión del Cuaternario y

344
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

SÁLICOS N

SUELOS SÁLICOS
GRUPOS
CL
VR
Límite estatal

Figura 15.12. Grupos de suelo que presentan calificador primario “sálico”.

en Nuevo León, sobre sedimentos de aluvión y conglomerados del Paleoceno


y Plioceno. Los Vertisoles gléyicos (VRgl), con 1% del total, presentan pro-
piedades gléyicas, las cuales consisten en condiciones reductoras por satu-
ración con agua freática por un periodo dentro de los 100 cm desde la su-
perficie del suelo, se ubican al sur de la región dentro del estado de Nuevo
León en los límites con Tamaulipas sobre valles aluviales donde crece vege-
tación halófila y pastizal cultivado.

Leptosoles (LP). Los Leptosoles ocupan tercer orden dentro de los dominantes
con 489 polígonos de unidades. Son de poco desarrollo, someros y están
limitados en profundidad por roca dura continua dentro de los 25 cm des-
de la superficie del suelo o contienen menos del 10% de tierra fina hasta

345
Geografía de suelos de México

una profundidad de 75 cm o más desde la superficie del suelo (Figura


I.15.4. del Anexo I). Se localizan por toda la provincia en las partes altas,
sobre materiales consolidados de las sierras bajas, lomeríos de laderas
escarpadas y lomeríos de laderas tendidas, con mayor dominancia en el
noroeste del estado de Coahuila, sobre sedimentos de rocas calizas del Cre-
tácico inferior y calizas-lutitas del Cretácico superior, con comunidades
vegetales de matorrales desértico rosétofilo, desértico micrófilo y, en menor
grado, espinoso tamaulipeco; la altitud de esta zona en que se han forma-
do los LP oscila entre 400 y 800 msnm; en la parte sur, dentro el estado de
Tamaulipas, estos suelos se localizan sobre sierras bajas y lomeríos de laderas
tendidas con sustratos de conglomerados del Plioceno, lutitas-areniscas del
Eoceno y algunas rocas ígneas de gabro del Terciario; la vegetación que se
desarrolla en esta área es matorral submontano (por ser un poco más hú-
meda), la altitud en que se desarrollan los LP de esta zona oscila entre los
200 y 400 msnm; con menor distribución de LP en Nuevo León, sobre lo-
meríos de conglomerados del Eoceno y Plioceno, lutitas del Cretácico supe-
rior y del Eoceno, con vegetación de matorral submontano y espinoso
tamaulipeco, con altitud entre 200 y 400 msnm. Los LP tienen alto conteni-
do de carbono orgánico, de 1.5% hasta 5.0% en zonas con más cobertura
vegetal; los pH varían entre 7.5 a 8.0, este último en los climas más secos.
Entre las peculiaridades de los Leptosoles están su distribución en los
relieves más abruptos de la provincia, sobre las partes más altas de las sie-
rras y lomeríos de materiales consolidados compuestos por sedimentos
calcáreos de calizas, conglomerados y lutitas de diferentes periodos geoló-
gicos. Genéticamente, su formación es residual, debido a los diversos grados
de intemperización causados por los climas de la región; por lo general son
muy esqueléticos dentro del perfil y rúdicos sobre la superficie. Las asocia-
ciones más frecuentes de los LP son con los Calcisoles, Phaeozems, Regoso-
les y Luvisoles, dependiendo de la geomorfología donde se presenten. Las
altitudes donde se localizan van de los 300 msnm en la parte sur de la pro-
vincia, hasta los 800 msnm al norte y noroeste.
Entre los calificadores primarios dominantes de los LP están los Lep-
tosoles líticos (LPli) que ocupan 34% del total de los LP, son los de menor
profundidad de todos los grupos de suelos, tienen roca dura continua dentro
de los 10 cm desde la superficie del suelo, su distribución se presenta por
toda la provincia en las áreas de mayor altitud, dominando en el noroeste
del estado de Coahuila (Figura 15.13). Los Leptosoles esqueléticos (LPsk),
se localizan en 30% del total, tienen entre 40 y 90% de gravas u otros fragmen-
tos gruesos hasta una profundidad de 25 cm desde la superficie del suelo; la
mayoría de los LPsk también presentan fases gravosa y pedregosa (rúdica)
sobre la superficie. Los Leptosoles réndzicos (LPrz) ocupan el 30% del
total; son los más desarrollados morfológicamente, con alto contenido de
carbono orgánico y de color oscuro; tienen un horizonte mólico entre 10 y
25 cm desde la superficie del suelo que contiene o está inmediatamente por
encima de materiales consolidados calcáreos que contienen más del 40% de
carbonato de calcio. Otros LP de menos presencia que se presentan como
dominantes y en asociación son: Leptosoles calcáricos (LPca) con 5% del

346
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

LEPTOSOLES N
LÍTICOS

Suelos líticos
Límite estatal

Figura 15.13. Distribución de Leptosoles con menos de 10 cm de profundidad.

total (son calcáreos por lo menos dentro de los 20 cm desde la superficie


del suelo debido al origen de los sedimentos) Leptosoles hiperesqueléticos
(LPskh) con el 4% del total (tienen más del 90% en volumen de gravas u
otros fragmentos gruesos hasta una profundidad de 75 cm o hasta roca
dura continua) Leptosoles vérticos (LPvr) con 2% (son arcillosos presentan
grietas y un horizonte vértico en los 25 cm desde la superficie del suelo),
estos suelos se limitan a la parte sur de la provincia sobre lutitas-areniscas
del Eoceno.

Kastañozems (KS). Este grupo de suelos ocupa el cuarto lugar dentro de la


provincia con 335 polígonos de unidades edafológicas. Los KS son suelos
morfológicamente bien desarrollados, con alto contenido de carbono orgáni-

347
Geografía de suelos de México

co, de color oscuro y alta saturación de bases (Figura I.15.5. del Anexo I).
Tienen un horizonte mólico con un croma en húmedo de más de 2 hasta
una profundidad de por lo menos 20 cm; presentan concentraciones de
carbonatos secundarios dentro de los 100 cm desde la superficie del suelo;
tienen otros horizontes de diagnóstico como árgico, cálcico, vértico y
petrocálcico. Los KS se han formado en zonas más estables ecológicamen-
te por toda la provincia, como son los lomeríos con pendiente suave de
calizas-lutitas del Cretácico superior en el norte, con vegetación de mato-
rral espinoso tamaulipeco y micrófilo; hacia el centro sobre sedimentos de
conglomerados del Cuaternario con pastizal natural y matorral espinoso
tamaulipeco, dentro del estado de Coahuila en bajadas y lomeríos de conglo-
merados del Cuaternario y del Plioceno y en algunas llanuras con aluvión
del Cuaternario en el estado de Nuevo León con vegetación de mezquital,
matorral submontano, espinoso tamaulipeco y pastizal cultivado; en el esta-
do de Tamaulipas al sureste de la región, los KS se localizan sobre bajadas
de conglomerados del Plioceno, lutitas-areniscas del Mioceno y caliche del
Plioceno, con dominancia de pastizal cultivado, matorral espinoso tamau-
lipeco y algunas áreas de agricultura. Las altitudes en que se desarrollan
estos suelos oscilan de 100 a 200 msnm en el sur de la provincia, de 200 a
300 msnm en el centro y de 300 a 500 msnm hacia el norte. Los grupos de
suelo Kastañozems y Chernozems tienen la peculiaridad de desarrollarse en
las geoformas intermontanas de los lomeríos y llanuras, con regular conte-
nido de materia orgánica que les da colores oscuros característicos, genéti-
camente son calcáreos y con carbonatos secundarios; las asociaciones más
frecuentes son con Calcisoles, Vertisoles y Chernozems con los que com-
parten unidades edafológicas limítrofes.
La distribución de los calificadores primarios dominantes son los Kas-
tañozem epipetrocálcico (KSpcp) con 34% del total de los KS; tienen un
horizonte Petrocálcico dentro de los 50 cm desde la superficie del suelo. Se
presentan con más frecuencia en el sur sobre conglomerados y caliche del
Plioceno, en el norte de la región, y con menos frecuencia hacia el centro,
sobre conglomerados del Cuaternario. Los Kastañozem cálcicos (KScc) se
distribuyen en 24% del total, tienen un horizonte Cálcico o concentracio-
nes de carbonatos secundarios dentro de los 100 cm desde la superficie del
suelo; se localizan del centro hacia el sur de la región sobre aluviones inter-
montanos del Cuaternario. Los Kastañozems epilépticos (KSlep), con 12%
del total, con roca dura continua entre 25 y 50 cm desde la superficie del
suelo y los Kastañozems endolépticos (KSlen), con 8%, con roca dura con-
tinua entre 50 y 100 cm desde la superficie del suelo, se presentan del centro
hacia el sur de la provincia sobre sedimentos de conglomerados del
Cuaternario y Plioceno, lutitas areniscas del Mioceno y Eoceno. Con menos
distribución se localizan Kastañozems endopetrocálcicos (KSpcn) con 7%,
Kastañozems lúvicos (KSlv) con 4%, que tienen un horizonte árgico y Kas-
tañozems vérticos (KSvr), con 4% del total de los KS.

Regosoles (RG). Estos suelos se ubican en 247 polígonos de unidades edafoló-


gicas en la provincia son suelos de poco desarrollo, no presentan horizon-

348
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

tes de diagnóstico, se han formado de manera dispersa por toda la provincia


sobre materiales consolidados de la diferente litología excepto aluviones
(Figura I.15.6. del Anexo I). Genéticamente se han formado en altitudes in-
termedias entre los Leptosoles y los Calcisoles, Vertisoles y Kastañozems,
sobre geoformas con lomeríos de materiales consolidados compuestos por
sedimentos calcáreos de lutitas-areniscas; presentan esqueleto dentro del per-
fil de gravas y se asocian con Leptosoles, Calcisoles y, en algunos casos, con
Vertisoles. Los Regosoles epilépticos (RGlep) son los de más presencia, con un
76% del total; tienen roca dura continua entre 25 y 50 cm desde la superfi-
cie del suelo, encontrándose las unidades más extensas sobre lutitas-are-
niscas del Eoceno y Oligoceno sobre altitudes de 200 msnm. Con menos
presencia se localizan Regosoles endolépticos (RGlen) con 12%, Regosoles
calcáreos (RGca) con 8%, y Regosoles antrópicos (RGah) con 2%, estos
últimos debido a la actividad minera de la región carbonífera al sur de
Ciudad Sabinas y Nueva Rosita, Coahuila.

Chernozems (CH). Este grupo de suelos se presenta en 169 polígonos de uni-


dades edafológicas; son suelos morfológicamente bien desarrollados, con
alto contenido de carbono orgánico, de color más oscuro que los KS y alta
saturación de bases (Figura I.15.7. del Anexo I). Tienen un horizonte mólico
con un croma en húmedo de 2 o menos con textura fina hasta una profun-
didad de por lo menos 20 cm, presentan concentraciones de carbonatos
secundarios dentro de los 100 cm desde la superficie del suelo. Estos suelos se
han formado en áreas de aluvión del Cuaternario intermontanas favorecidas
climáticamente; sobre la parte sur de la provincia se ha visto beneficiado su
desarrollo por presentarse un clima más húmedo, logrando la intemperi-
zación de las rocas lutitas-areniscas del Mioceno; en los CH destacan gran-
des zonas de agricultura y pastizal cultivado.
Entre los calificadores primarios dominantes de estos suelos están los
Chernozems cálcicos (CHcc), con 33% del total; son los más profundos,
dominando dentro del estado de Tamaulipas. Los Chernozems epilépticos
(CHlep), con el 19%, presentan roca dura entre 25 y 50 cm desde la super-
ficie del suelo. Los Chernozems petrocálcicos (CHpc) tienen 15% de dis-
tribución, presentan un horizonte Petrocálcico dentro de los 100 cm desde
la superficie del suelo. Los Chernozems vérticos (CHvr), con un horizonte
vértico, ocupan 14% del total de los CH. Otros Chernozems con menos
presencia son los Chernozems hipercálcicos (CHcch), con 9%, y con un
horizonte Cálcico que contiene 50% o más de carbonato de calcio; los
Chernozems páquicos (CHph), con 2% del total, y que tienen un horizon-
te mólico de más de 50 cm de espesor, y los Chernozems lúvicos (CHlv),
con 2% del total de los CH, y con un horizonte árgico.

Fluvisoles (FL). Grupo de suelos que se localiza en el centro y norte de la pro-


vincia sobre 115 polígonos de unidades de suelo; tienen material de suelo
flúvico compuesto por sedimentos fluviales que comienzan dentro de los
25 cm desde la superficie del suelo y continúan hasta una profundidad de 50
cm por lo menos. Por lo general estos suelos son esqueléticos, de textura

349
Geografía de suelos de México

gruesa y tienen bajos contenidos de carbono orgánico (Figura I.15.8. del Ane-
xo I). Los Fluvisoles se localizan sobre las riberas de los ríos y arroyos; su
origen se debe a sedimentos de materiales flúvicos recientes; son arenosos
y esqueléticos ocasionando textura gruesa y bajo carbono orgánico debido a
procesos de lixiviación; las principales asociaciones son con Calcisoles y
Regosoles. Dentro de los subgrupos dominantes están los Fluvisoles calcári-
cos (FLca), con 86% del total de los FL, tienen fuerte efervescencia al ácido
clorhídrico entre 20 y 50 cm desde la superficie. Los Fluvisoles húmicos
(FLhu), con 9% del total, tienen más de 1% de carbono orgánico dentro
de una profundidad de 50 cm o un contacto lítico, la vegetación de mez-
quital es la principal fuente de materiales húmicos en este subgrupo. Los
Fluvisoles mólicos (FLmo) ocupan el 4% del total, tienen un horizonte
mólico también favorecido por aporte de material por parte del mezquital.

Luvisoles (LV). Los LV son de los grupos que tienen menos cobertura; ocupan
apenas 24 polígonos edafológicos en el suroeste de la región; tienen un hori-
zonte árgico con una capacidad de intercambio catiónico (por NH4OAc 1 M)
igual o mayor a 24 cmolc⭈kg⫺1 de arcilla en todo su espesor (Figura I.15.9.
del Anexo I). Los LV con calificadores primarios dominantes son los Luviso-
les endolépticos (LVlen), con 67% del total, que presentan roca dura entre
50 y 100 cm desde la superficie del suelo y los Luvisoles vérticos (LVvr) con
30% y que desarrollan un horizonte vértico.

Phaeozems (PH). Los Phaeozems se localizan en 39 polígonos dispersos de


unidades edafológicas, son de color oscuro, tienen un horizonte mólico y una
saturación con bases de 50% o más y una matriz del suelo libre de carbo-
nato de calcio secundario hasta una profundidad de 100 cm o una capa con-
trastante (Figura I.15.10. del Anexo I). Los calificadores primarios do-
minantes que se presentan son los Phaeozems epipetrocálcicos (PHpcp) con
43% del total que tienen un horizonte petrocálcico dentro de los 50 cm
desde la superficie del suelo y los Phaeozems epilépticos con 38% que pre-
sentan roca dura entre 25 y 50 cm desde la superficie del suelo; otros PH
con calificadores menos dominantes que se encuentran en asociación con los
anteriores son PHlv y PHca.

Solonchaks (SC). Los SC se localizan en 22 unidades edafológicas sobre las


llanuras lacustres del centro y sur de la provincia, donde se desarrolla
vegetación y pastizal halófilos; tienen un horizonte sálico que comienza
dentro de los 50 cm y que contiene enriquecimiento secundario de sales
solubles con una conductividad eléctrica del extracto de saturación de
más de 15 dS⭈m⫺1 a 25°C. Los Solonchaks sódicos (SCso) son los domi-
nantes con 73% del total, estos tienen más del 15% de sodio intercam-
biable dentro de los 50 cm desde la superficie del suelo. Los Solonchaks
cálcicos (SCcc) ocupan 18% con un horizonte cálcico o concentraciones
de carbonatos secundarios dentro de los 100 cm, desde la superficie del
suelo; los anteriores se encuentran en asociación con Solonchaks vérti-
cos (SCvr).

350
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

SUELOS SALINOS N

Solonchacks
Límite estatal

Figura 15.14. Distribución de suelos salinos.

Cambisoles (CM). Este grupo de suelos se localiza en una mínima parte sobre la
franja central-transversal de la región con 9 polígonos de unidades edafoló-
gicas únicamente. Los CM tienen un horizonte cámbico y los calificadores
primarios que se presentan solos o en asociación son eútricos (CMeu),
endolépticos (CMlen) y crómicos (CMcr), estos últimos con cromas rojizos.

Gypsisoles (GY). Al igual que los CM los GY se localizan en la franja central


ocupando 8 polígonos edafológicos, tienen altos contenidos de yeso (más del
15%) y presentan un horizonte Gípsico o Petrogípsico dentro de los 100
cm desde la superficie del suelo. Los calificadores primarios que se encuen-
tran son el cálcico (GYcc) y el endopétrico (GYptn), este último endurecido

351
Geografía de suelos de México

o cementado (Petrogípsico) por sulfato de calcio entre 50 y 100 cm desde


la superficie del suelo.
Con base en las verificaciones en campo y resultados analíticos del tamaño
de las partículas de arena, limo y arcilla de las muestras, la textura media es
la dominante, seguida de la fina, la cual se presenta con más frecuencia en la
parte central y sur de la provincia y en menor distribución la textura grue-
sa (Figura I.15.11. del Anexo I).

La organización espacial de los suelos


En el caso del mapa se suelos de la provincia Grandes Llanuras de Norteamé-
rica (Figura I.15.1. del Anexo I) se utilizó un enfoque geopedológico con base
en diferentes procesos de la interpretación y análisis del Sistema de Información
Edafológica (sie), integrado por información de imágenes satelitales y carto-
grafía temática digital correspondiente a los recursos naturales y factores for-
madores, en el cual las geoformas son la base cartográfica y los grupos de suelos
el componente temático, tal como se establece en la metodología para la
actualización de conjuntos edafológicos.
La asociación de los suelos se presenta hasta un máximo de tres grupos,
anteponiendo en primer lugar el suelo de mayor cobertura dentro de la uni-
dad edafológica (de 50 a 100 000 ha). Sobre las llanuras se pueden encontrar
los suelos más profundos y en lomeríos y sierras los más someros y con limi-
tantes como roca, gravas y piedras. En general el relieve es plano en las partes
bajas y redondeado sobre lomeríos sin llegar a ser abrupto.

Edafopaisajes representativos de la región


La provincia de gllna cuenta con 6 045 124 hectáreas en la que se identifi-
can 12 grupos de suelo diferentes; 4 299 polígonos de los cuales 3 843 corres-
ponden a unidades edafológicas, 2 635 en asociación con los diferentes grupos,
1 208 con suelo único, 358 corresponden a cuerpos de agua y 98 a manchas
urbanas de localidades. Dentro de la región se ubican 147 perfiles descritos,
distribuidos de la forma siguiente: Chernozems con 18 perfiles, Calcisoles 56,
Cambisoles 1, Fluvisoles 3, Kastañozems 13, Leptosoles 16, Luvisoles 3, Phaeo-
zems 3, Regosoles 9, Solonchaks 3 y Vertisoles con 22 perfiles.
Dentro de la provincia se distinguen tres grandes paisajes edáficos; en las
grandes llanuras se distribuyen los suelos más profundos, por lo general ma-
yores a 100 cm, como son los Calcisoles, Vertisoles, Kastañozems, Chernozems
y Solonchaks, solos o en asociación, a excepción de los SC que son los de
mayor importancia agrícola y pecuaria de la región; sobre los lomeríos de la-
deras tendidas y bajadas se localizan los suelos medianamente profundos, entre
25 y 100 cm, limitados por roca, petrocálcico y esqueleto, también estos suelos
son de importancia pecuaria y donde se distribuyen las grandes áreas de los pas-
tizales cultivados; en las partes con más altitud y abruptas dominan los suelos
someros con 25 cm o menos de profundidad, son los Leptosoles de más co-
bertura y algunos Calcisoles y Kastañozems sobre cementación ocupados por
vegetación natural de matorrales.

352
Capítulo 15. Geografía de suelos regional: Grandes Llanuras de Norteamérica

a
Grandes llanuras de Norteamérica Toposecuencia SE-NW BWhw(x’)
3
MDR
(A)Cx’ BS1(h’)hx’ BS0(h’)hx’ BS1hx’ BS0hw(x’) LP
800 Noroeste
Lomerío de laderas tendidas con llanuras Llanura aluvial 1 2
Sierra con lomerío MDR MDM
baja Matorral Matorral Clima
Pas- Mez- KS Ki
(MSM, Vege- tizal Matorral espinoso Lep- Topoformas
quital (cz)
MED) tación culti- Tem- Pastizal Mez- espinoso tamaulipeco toso- CL
600 haló- vado
poral
tamaulipeco les
anual cultivado quital K Vegetación
L Kastañozems
e
fila a
p K s Ks
R t
t a C V Calcisoles (cz-lu)
ALTITUD (msnm)

C e
o s a
V l
e a g
a
ñ
Q (al) Suelos
s t C V C r l o
e c C F o Ks
400 o a h
V S r i
e
C h
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l
t c s z (cz-
l ñ e r l i i o
o e o t s a e u e lu)
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t o i o e
e o s l s c n s i l s
i n o e o s l s
m z o i o e e
s e s c l s l s z l o s s Geología
o h e o e e l
200
m
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e
l m s e Q (al)
e k s
TPl e s s
Sureste (cg) s s s Te (lu-ar)
To
(lu-ar) Tpal Ks
Te Q(al) Te (lu-ar) (lu-ar) (lu)
(lu-ar)
0
0 200000 400 000 600 000 800 000
DISTANCIA (mts)
b
Grandes llanuras de Norteamérica Toposecuencia SE-NW BWhw(x’)
3
MDR
N 800
(A)Cx’ BS1(h’)hx’ BS0(h’)hx’ BS1hx’
Llanura aluvial 1
BS0hw(x’) LP
2
Noroeste
Lomerío de laderas tendidas con llanuras
Sierra con lomerío MDR MDM
baja Matorral Matorral Clima
Pas- Mez- espinoso Lep- KS Ki
(MSM, Vege- tizal Matorral quital (cz) Topoformas
MED) tación culti- Tem- Pastizal Mez- espinoso tamaulipeco toso- CL
600 haló- vado
poral
tamaulipeco les
anual cultivado quital K Vegetación
L Kastañozems
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fila a
p K s Ks
R t
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ALTITUD (msnm)

C e
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m
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Sureste (cg) s s s Te (lu-ar)
To
(lu-ar) Tpal Ks
Te Q(al) Te (lu-ar) (lu-ar) (lu)
(lu-ar)
0
0 200 000 400000 600000 800 000

Terminología
Geología
Tpl (cg) = Terciario Pliocenio, conglomerado.
To (lu-ar) = Terciario Oligoceno, lutita-arenisca.
Te(lu-ar) = Terciario Eoceno, lutita-arenisca.
Q(al) = Cuaternario, aluvial. Vegetación TIN = Red Irregular
Tpal(lu-ar) = Terciario Paleoceno, lutita-arenisca. Suelos MDR = Matorral desértico rosetófilo. Topoformas de Triángulos tomado
Ks(lu) = Cretácico superior, lutita. CL = Calcisoles. MDM = Matorral desértico micrófilo. 1 = Lomerío de laderas tendidas con bajadas. como vértices a
Ks(cz-lu) = Cretácico superior, caliza-lutita. KS = Kastañozems. MSM = Matorral submontano. 2 = Lomerío de laderas tendidas. las coordenadas
Ki(cz) = Cretácico inferior, caliza. LP = Leptosoles. MET = Matorral espinoso tamaulipeco. 3 = Lomerío con laderas escarpadas. x, y, z.

Figura 15.15. Diagrama de toposecuencia Grandes Llanuras de Norteamérica. a) Principales grupos de suelos, material parental y vegetación. b) Orientación de
la ladera y la leyenda.

353
Geografía de suelos de México

Toposecuencias
La edafodiversidad de la provincia gllna es variada al ser representada de
forma generalizada del sureste hacia el noroeste, a lo largo de la misma, se
presenta la secuencia LP-KS-CH-VR-SC-VR-CL-VR-CL-CH-CL-FL-VR-
CL-RG-KS-CL-KS-LP-CL-KS-LP. El microrrelieve representa que en los mon-
tículos más abruptos de calizas, lutitas y conglomerados se encuentran los
Leptosoles; al pie de éstos, sobre lutitas y aluviones, se localizan Calcisoles,
Kastañozems, Luvisoles y Regosoles; en las partes más alejadas de los picos de
montículos de aluviones y lutitas, incluyendo las áreas de menor altitud, se des-
arrollan los Vertisoles, Calcisoles, Chernozems y Kastañozems; la cobertura
vegetal que domina es la de matorrales y pastizal cultivado (Figura 15.15b y b).

Referencias
Buol, S.W., Hole, F.D., McCracken, R.J. 1981. Génesis y clasificación de suelos. Trillas,
México.
Enciclopedia de los Municipios de México, 2005. Instituto Nacional para el Federalis-
mo y el Desarrollo Municipal, Estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
Fitzpatrick, E. 1984. Suelos. Su formación, clasificación y distribución. Companía
Editorial Continental, México.
inegi. Continuo Nacional del Conjunto de Datos Geográficos de la Carta Fisiográfica,
1:1,000,000, serie I.
———. Continuo Nacional del Conjunto de Datos Geográficos de la Carta Geológica,
1:250,000, serie I.
———. Continuo Nacional del Conjunto de Datos Geográficos de la Carta de Climas,
1:1,000,000, serie I.
———. Continuo Nacional del Conjunto de Datos Geográficos de la Carta de Precipitación
Total Anual, 1:1,000,000, serie I.
———. Información Topográfica Digital, Escala 1:250,000 serie III.
———. Información Topográfica Raster, Escala 1:250,000 serie II.
———. Conjunto de Datos Vectoriales de Uso del Suelo y Vegetación, Serie II, Escala
1:250,000.
———. Conjunto de Datos Vectoriales Edafológicos, Serie II, Escala 1:250,000.
———. Continuo Nacional de Información Digital del canevá, Escala 1:250,000, Serie II.
———. (2007) Conjunto de Datos Edafológicos, Escala 1:250,000, Serie II (Continuo
Nacional).
iuss Working Group wrb. 2008. Base referencial mundial del recurso suelo. Un marco
conceptual para clasificación, correlación y comunicación internacional. Informes
sobre recursos mundiales de suelos No. 103, fao, Roma.
López Ramos, E. 1980. Geología general y de México. Tomo II. 2a ed. Escolar, México.
Lugo Hubp, J. 1989. Diccionario geomorfológico. unam, México.
Rzedowski, J. 1978. Vegetación de México. Limusa, México.

354
Capítulo 16. Geografía de suelos regional:
península de Yucatán
Francisco Bautista1,2,* y Gerardo Palacio3
Con la colaboración de: Rosaura Páez-Bistraín1, María Estela Carmona-Jiménez1,
Carmen Delgado-Carranza4, Wuendy Cantarell4 y Héctor Tello5

a península de Yucatán (py) se localiza al extremo sureste de la

L República Mexicana entre los 18° y 21°30⬘ de latitud norte. Es una


región de escaso relieve con altitudes menores a los 400 msnm. La re-
gión o provincia fisiográfica de la py ocupa todo el territorio de los
estados de Yucatán y Quintana Roo, casi todo el estado de Campeche,
el departamento de Petén en la República de Guatemala y el norte de Belice.

Factores formadores
Topografía
Hacia el centro de la py se encuentra la zona más elevada, cerca de la pobla-
ción de Zohlaguna, y desciende al este y oeste por escalones bruscos; al noro-
este se tiene una altitud media, al sur del estado de Yucatán se encuentra la
Sierrita de Ticul, con altitudes de hasta 250 msnm, pero básicamente la mayor
parte de la península presenta altitudes menores a los 50 msnm (Vidal, 2005).
Tiene la forma de un gran bloque de superficie suavemente tendida al oeste y
norte, con extensa plataforma continental bajo las aguas del Golfo de México
y un abrupto talud vertical, sin plataforma continental, sobre el mar Caribe. Este
bloque ha venido emergiendo lentamente sobre las aguas marinas durante los
periodos Terciario y Cuaternario del Cenozoico. Las calizas de diversos tipos que
componen la superficie de la py no son de gran profundidad, ya que, según ci-
fras de perforaciones de Petróleos Mexicanos, ceden el lugar a margas y otros
tipos de sedimentos a profundidades de escasos 160 a 325 m.
Uno de los rasgos más notables y destacados de la py, dentro del territorio
mexicano, es la escasa presencia de drenaje superficial, con excepción de la
corriente superficial del río Champotón. El drenaje de la provincia fisográfica
de la py es, por tanto, casi totalmente subterráneo. La infiltración, a grado tan
extremo, del agua al subsuelo es rasgo característico de un karst cuyas formas
topográficas dominantes son resultado de la disolución de sus rocas por el
agua. La mayoría de los karsts se dan en calizas porosas, fracturadas y bajas en

1 Centro de Investigación en Geografía Ambiental, Universidad Nacional Autónoma de México.


2 Departamento de Ecología, Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarios, Universidad Autónoma de Yucatán.
3 Programa de Ecología, Pesquerías y Oceanografía del Golfo de México, Universidad Autónoma de Campeche.
4 Centro de Investigación Científica de Yucatán.
5 Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

* leptosol@yahoo.com

355
Geografía de suelos de México

arcillas. Otro rasgo notable es la formación de cavernas. En la py hay una gran


cantidad de cavernas subterráneas por las que fluye el drenaje subterráneo,
dominantemente hacia el norte. Otro importante rasgo del karst es la forma-
ción de dolinas o pozos inundados naturales llamados cenotes, dz’onot en lengua
maya. Éstos son comunes en el norte. Otra modalidad morfológica del karst
tropical es la formación de conjuntos de lomas cupulares, productos de diso-
lución vertical. Éstos son abundantes en gran parte del estado de Campeche,
al sur del lomerío alineado de Ticul, localmente llamado “Sierrita de Ticul”.
Esta falla se extiende diagonalmente en sentido noroeste-sureste, separando
las planicies del norte de los lomeríos del sur.
Otros rasgos notables dignos de mención son: a) la integración, en la ma-
yor parte de la superficie de la py, de una capa calcárea superficial endurecida,
la coraza litificada (chaltún en lengua o laja), casi íntegra en territorios del
estado de Yucatán y norte de Quintana Roo y, al parecer, fragmentada por las
raíces de la vegetación; b) la abundancia de depósitos arcillosos superficiales en
las periferias de la península y particularmente en el suroeste de Campeche y
sureste de Quintana Roo. Muchos de ellos han dado origen a suelos arcillosos,
probablemente son depósitos de antiguas lagunas costeras.
Lugo-Hubp et al. (1992), en un trabajo a escala 1:1,200,000, reconocen dos
unidades geomorfológicas para la PY: la septentrional, muy joven, con planicies
de menos de 50 msnm, y la meridional, más antigua, con relieve y desarrollo del
sistema cárstico, resultando planicies y lomeríos menores a los 400 msnm. Bau-
tista et al. (2005a), en un trabajo a escala 1:500,000 consideran la evolución
cárstica de la py con variantes derivadas de las condiciones propias de su evo-
lución geológica, tectónica y ambiental.

Subregiones
En esta sección se utiliza el sistema fisiográfico propuesto por Ortiz y Cuanalo
(1978). Las categorías correspondientes al sistema de Zinck son: región terres-
tre a ambiente morfogenético, y sistema terrestre a paisaje geomorfológico;
las correspondientes al inegi son: región terrestre a subprovincia fisiográfica;
sistema terrestre a sistema de topoformas (Mendoza y Bocco, 1998).
La py es una región terrestre conformada por cuatro subregiones terrestres
con base en los ambientes; al interior de esas subregiones hay 36 sistemas te-
rrestres o paisajes geomorfológicos identificados, en primera instancia, con base
en el modelo digital de elevación, imágenes de radar e imágenes satelitales mul-
tiespectrales (Figura 16.1). Las subregiones son las siguientes:

Subregión litoral. Se localiza en el borde externo continental, en una transición


entre el continente y el océano. Se forma de los sedimentos continentales y
marinos, retrabajados por las olas, las mareas y la deriva litoral.

Subregión fluvio-palustre. Reconocido en las planicies bajas acumulativas, con


inundación periódica, presentando procesos de hidromorfismo en los suelos.
La particularidad de este sistema es que presenta características y ecotonos de
ambientes de la región carbonatada y terrígena.

356
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

20 25 30 35 40 45

N
25 25

20 20

15 15

10 10

20 25 30 35 40 45
0 20 100 200

Subregiones

Cuerpo de agua Fluvio-palustre Karstica Karstico-tectónica Litoral

Figura 16.1. Subregiones en la península de Yucatán.

Subregión cárstica. Es la más representativa de la py, presenta una combinación


entre la actividad neotectónica y los patrones de disolución que dan origen
al relieve cárstico. El relieve cárstico se debe al proceso de disolución diferen-
cial por el agua de las rocas caliza, dolomita, yeso y sal, subsuperficiales y
subterráneas. El relieve en su conjunto es considerado del tipo karst de mesa
por el predominio de estructuras tabulares monoclinales, organizado en pla-
nicies estructurales a diferentes niveles altitudinales de 20 a más de 200 msnm.

Subregión cárstica-tectónica. Comprende un lomerío alto y la montaña, ambas


fueron originadas por las fallas de Ticul y Sayil y presenta un escarpe tectóni-
co inactivo.

Al interior de cada subregión pueden identificarse sistemas terrestres o pai-


sajes geomorfológicos con base en el modelo digital de elevación para las
subregiones cárstica y cárstica-tectónica, con imágenes satélitales multiespec-
trales (Landsat y spot) para la identificación de los sistemas terrestres en las
subregiones fluvio-palustre y litoral (Figura 16.2, Tabla 16.1).

357
Geografía de suelos de México

Geomorfología
1
6 2
3
21
3 35 4
5
5
30 6
7
N 18 8
29 9
23 10
19 11
31 12
36 26 13
10 20
14
37 15
16
13 17
18
22 19
4 24 20
21
33 27 22
26 23
11 24
17 15 25
32 26
27
28
38 29
14 25 30
9
7 28 31
32
8 33
12 34
35
16 36
37
38

Figura 16.2. Sistemas terrestres en la península de Yucatán.

Existen aproximaciones de mayor resolución a escala 1:250,000 en el estado


de Yucatán (Ihl et al., 2008), así como en la costa (Batllori et al., 2006; Ihl et al.,
2006) y en los lomeríos del sur a escala 1:50,000 (Frausto et al., 2006) que han sido
utilizados para la identificación de geodesastres, para entender la dinámica de
los sedimentos costeros o para identificar las zonas de inundación por eventos
meteorológicos extremos como los huracanes. En el estado de Quintana Roo
se han generado mapas de las zonas exocársticas a escala 1:50,000 que son de
suma importancia en la conservación de la calidad del agua subterránea. En
Campeche los avances de la geomorfología han sido en la costa (Palacio et al.,
2005); en los llamados bajos inundables (Palacio et al., 2006; Gun et al., 2007), y
en las zonas urbanas, entre otros sitios.
A pesar de los grandes avances que se han tenido en el conocimiento de la
geomorfología de la py, aún falta mucho por hacer, por ejemplo, los mapas
1:50,000 con aplicaciones diversas, como los efectos de las inundaciones, hu-
racanes, incendios, colapsos gravitacionales, entre otros.
El clima, al igual que la geología e hidrología del lugar, han participado en la
formación de las geoformas. Históricamente en varias estaciones meteorológi-

358
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Tabla 16.1. Sistemas terrestres de la península de Yucatán


Sistema
ID Subregión Ambiente de terreno Tipo Altitud Pendiente Área (ha)
1 Litoral Marino Planicie Ondulada 0-4 0-1 233 593
2 Litoral Marino-eólico Planicie Ondulada 0-4 0-1 2 526
3 Litoral Marino-eólico Planicie Subhorizontal 0-4 0-1 20 204
4 Litoral Marino Planicie Subhorizontal 0-4 0-1 28 257
5 Litoral Marino Planicie Subhorizontal 0-4 0-1 117 488
6 Litoral Marino Planicie Subhorizontal 0-4 0-1 26 791
7 F-P F-P Planicie Subhorizontal 0-35 0-3 227 685
8 F-P Fluvial Planicie Subhorizontal 0-35 0-3 74 669
9 F-P Marino-palustre Planicie Subhorizontal 0-35 0-3 88 529
10 F-P MCP Planicie Subhorizontal 0-35 0-3 21 301
11 F-P MCP Planicie Subhorizontal 0-35 0-3 398 929
12 F-P Fluvio-deluvial Planicie Ondulada 0-35 0-3 885 307
13 Cárstica Cárstico Lomerío Cupulares 50-250 3-6 149 259
14 Cárstica Cárstico Lomerío Cupulares 50-250 4-12 934 230
15 Cárstica Cárstico Lomerío Cupulares 50-250 4-12 2 244 029
16 Cárstica Cárstico Lomerío Cupulares 50-250 4-12 94 288
17 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 4-30 0-3 654 697
18 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 4-30 0-3 1 710 586
19 Cárstica Cárstico Planicie Ondulada 18-30 0-4 1 725 152
20 Cárstica Cárstico Planicie Colinosa 30-100 0-4 138 615
21 Cárstica Cárstico Planicie Ondulada 7-200 0-4 661 794
22 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 25-280 0-3 802 694
23 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 0-25 0-3 520 423
24 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 200-300 0-3 144 514
25 Cárstica Cárstico Planicie Ondulada 2-35 0-4 91 616
26 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal 2-20 0-3 38 450
27 Cárstica Cárstico Planicie Subhorizontal/ondulada 35-130 0-4 39 788
28 KT KT Lomerío Cima plana 35-140 4-14 22 984
29 KT KT Lomerío Cupulares 50-250 4-20 83 751
30 KT KT Montaña Cimas planas disectadas 25-130 4-14 37 5079
F-P⫽fluvio palustre; MCP⫽marino-cárstico-palustre; KT⫽cárstico tectónico.

cas registran un poco más de los 1 500 mm de precipitación anual, temperaturas


promedio superiores a los 18°C y humedades relativas de más del 70% (García,
2005). En el estado de Yucatán la formación de dolinas y uvalas es una clara
muestra de la relación entre las formas del relieve, el clima y la roca.

Los climas de las subregiones


El clima es un factor dominante que afecta directa e indirectamente a la forma-
ción de los suelos, e influye en otros factores formadores de estos, como son
la vegetación, topografía y actividad humana (fao, 1998). De los parámetros del

359
Geografía de suelos de México

clima que afectan al desarrollo de los suelos en primer grado están la precipita-
ción y la temperatura, y en segundo término la radiación y el viento.
Como ya se ha mencionado, la py se encuentra a escasa altitud sobre el
nivel del mar y registra pocos contrastes altitudinales, esto repercute en la dis-
minución de la intensidad de la precipitación pluvial, que debería de ser más
intensa por la influencia de los vientos alisios y la celda de alta presión
Bermuda-Azores; en general la lluvia se registra de mayo a octubre, siendo
más intensa en septiembre, principalmente por efecto de perturbaciones tro-
picales (huracanes, tormentas y depresiones tropicales), la lluvia que llega en
invierno es por aporte de los “nortes” (invasión de frentes fríos cargados de
humedad). La temperatura media anual en promedio de la py es de 26°C y los
meses más frescos son diciembre, enero y febrero con temperaturas menores
a los 22°C (Vidal, 2005). Tomando como base la clasificación climática de
Köppen modificada por García (2005), en la py se manifiestan en forma gra-
dual los climas cálidos, con diferentes niveles de humedad; subhúmedos con
régimen de lluvias de verano Aw0, Aw1, Aw2, con régimen de lluvias interme-
dio, Aw0(x⬘), Aw1(x⬘), Aw2(x⬘) (en este caso la precipitación invernal es mayor
al 10.2% de la total anual); hasta llegar a los climas secos BS1 y BS0, en los que
la disminución de la precipitación se debe al efecto de la corriente de chorro
que mueve el viento del continente al mar (Orellana et al., 1999).
Los factores que construyen las condiciones climáticas de la py son los
siguientes: 1) Ausencia de elevaciones considerables, al formar una gran semi-
planicie en la que paradójicamente se tiene una complicada microtopografía;
2) La cercanía al trópico de Cáncer, lo que acarrea un marcado gradiente de
presión atmosférica de norte a sur; 3) La fuerte influencia del Anticiclón Ber-
mudas Azores del Atlántico, generador de gran actividad atmosférica; 4) La
presencia estival de los vientos del este o alisios; cuando existe un fuerte gradien-
te barométrico se presenta condición de monzón; la influencia estival continua
de perturbaciones de los vientos alisios denominadas ondas tropicales que
acentúan a su paso la intensidad de la lluvia; 5) La presencia de la canícula o
sequía intraestival, generada por vaguadas polares que debilitan a los vientos
alisios; 6) La influencia de perturbaciones tropicales, que generan tormentas y
huracanes que dejan un monto considerable de lluvia al año; 7) La llegada des-
de el otoño de las masas de aire polar, generadas en los frentes y que al pasar
por el Golfo se humedecen y se transforman en “nortes”; 8) La presencia de la
corriente cálida del Canal de Yucatán que hacia el oeste da lugar a la “Corriente
del Golfo” (Orellana et al., 1999; Orellana et al., 2003).
La zona suroeste de la py registra un clima cálido subhúmedo con lluvias de
verano, Aw2, el más húmedo de los subhúmedos, lo cual coincide con la zona
de mayor altitud de la península (300 msnm), con un coeficiente de precipita-
ción/temperatura mayor a 55.3. Otra área con lluvia intensa se presenta en una
franja que se extiende del noreste al suroeste desde Cancún hasta la base de la
península, en este caso el clima es Aw2(x⬘), es decir, que la precipitación durante
los meses de invierno es mayor al 10.2% de la total anual, e inclusive en la isla de
Cozumel es mayor la precipitación invernal ya que registra un clima Am(f).
Los climas Aw1, Aw1(x⬘), con un poco menos de precipitación a los Aw2,
pero mayor a los Aw0 con un índice de P/T entre 43.2 y 55.3, se localizan al

360
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

centro de la py, registrándose al oeste los de régimen de verano y al noroeste los


de régimen intermedio. En tanto, los climas Aw0, Aw0(x⬘) (los más secos de
los subhúmedos), se presentan más al norte de la península, y al igual que los
otros climas subhúmedos, los de régimen de verano se registran más al oeste y
los de régimen intermedio al este.
Finalmente, sobre el litoral norte de la península, se manifiestan los climas
BS1(h⬘)w y BS0(h⬘)w, llegando a precipitaciones de 438 mm anuales en Pro-
greso, Yucatán y 377 mm anuales en Faro Triángulo W., Campeche, ambos con
un régimen de lluvia de verano y cálidos.
En cuanto a la radiación solar, por la posición intertropical de la península,
la insolación que recibe es bastante intensa y uniforme a lo largo de todo el año.
Los vientos fuertes están asociados a los nortes y ciclones; presentan veloci-
dades promedio de 25 km/h a una altura de 2.5 m del piso y velocidades de 14
a 20 km/h a 10 cm del piso, lo que facilita una erosión constante de los suelos y
sedimentos, principalmente donde no se tiene vegetación.
A pesar de que se cuenta con diversas publicaciones sobre aspectos climáticos,
es deseable contar con estudios de mayor precisión cartográfica, así como con
aplicaciones de la información climática, como por ejemplo, cartografía sobre la
longitud del periodo de crecimiento (lpc), índice de humedad, índice de eroda-
bilidad, índice de concentración de las precipitaciones, índice de lavado de sue-
los, entre otros; como está haciendo Carmen Delgado para el estado de Yucatán.
Esto permitiría lograr una mejor integración de la información ambiental.

Estructuras geológicas
La py, desde el punto de vista geológico, está constituida por una plataforma
con estratos de rocas carbonatadas. En la superficie, éstas son reconocidas en
una clara secuencia que va desde el Paleogeno hasta el Cuaternario. La plata-
forma de rocas sedimentarias del Mesozoico y Cenozoico presenta un grosor
mayor de 3 500 m, situada sobre un basamento Paleozoico. Por arriba se tienen
las rocas jurásicas, reconocidas en el subsuelo profundo de la porción centro-
septentrional de Belice.
El Cretácico se encuentra registrado en toda la península, principalmente por
la formación de evaporitas y carbonatos que dieron origen a las calizas, dolo-
mitas y yeso. Durante este tiempo, la py estuvo cubierta por mares someros
(López-Ramos, 1975 en Lugo-Hubp et al., 1992). Por su espesor las evaporitas
de Yucatán indican que tuvieron origen en dos cuencas al sur de la península,
llegando hasta Guatemala con espesor mayor a 2 000 m, de ahí se reducen gra-
dualmente hasta llegar a 1 000 m en el centro de la península y a menos de
500 m al oriente.
Las rocas del Cretácico se manifiestan a menor profundidad en los sitios de
relieve más alto al igual que en la planicie nororiental, a diferencia de las zonas
interiores continentales que se reconocen hasta los 1 500 m. Es muy probable que
estas irregularidades sean producto de la configuración de los bloques del basa-
mento, según Lugo-Hubp et al. (1992) de acuerdo con López-Ramos (1975).
Las rocas paleogénicas se registran en todo el subsuelo, caracterizadas por
calizas, areniscas y evaporitas del Paleoceno y Eoceno. Durante el Eoceno se pre-

361
Geografía de suelos de México

sentaron una serie de eventos geológicos que definieron la geomorfología actual


de la península; el caso del proceso orogénico al sur de la misma que plegó los
recién formados estratos de calizas, dando origen a un relieve ondulado.
Desde el km 95 de la carretera federal No. 186 que va de la ciudad de Che-
tumal, Quintana Roo, hacia la de Escárcega, Campeche; se encuentra la forma-
ción Icaiche-Paleoceno o Eoceno inferior, la cual está representada por rocas
cuyas características litológicas principales son: las de pertenecer al grupo de
las endogenéticas; dichas rocas están constituidas de cristales de calcita cuyo
color varía del blanco al crema. Según Álvarez (1969), la formación está consti-
tuida por calizas compactas, micro a macrocristalinas, de color amarillo a blan-
co, generalmente dolomitizadas, a veces silicificadas, o bien, simplemente recris-
talizadas, lo que indica su origen marino.
La formación Chichén Itzá, está conformada casi exclusivamente de rocas
carbonatadas de edad eocénica. Las rocas de esta formación son calizas fosilí-
feras que presentan ligeras variaciones litológicas que han permitido dividirlas
en tres miembros:

Miembro Xcabal. Representada por calizas, a veces blancas o grises, pero ge-
neralmente amarillentas e impuras. Se presenta en capas de espesor pequeño
a mediano, a veces masivas, pudiendo pasar a verdaderas margas amarillas o
inclusive a lutitas verdosas, más raras. Estas rocas forman pliegues cerrados,
con echados que alcanzan 20° o más en oposición al resto de la formación.

Miembro Pisté. Representado por calizas blancas o amarillentas, a menudo masi-


vas, a veces en capas más o menos gruesas. Los echados son muy pequeños
o nulos y de orientación variable, salvo en el estado de Campeche, en el que
las calizas están plegadas en anticlinales y sinclinales, dispuestos regular-
mente y cuyos ejes tienen una dirección dominante WNW-ESE.

Miembro Chumbec. Está representado por calizas masivas blancas, muy cris-
talinas, con el aspecto de mármoles sacaroides.

A finales del Oligoceno los materiales dolomíticos sufrieron una fuerte ero-
sión. El Oligoceno se manifiesta en la parte nororiental con calizas y lutitas,
donde se reconocen los depósitos marinos del Neogeno y las calizas de la Forma-
ción Carrillo Puerto. El Oligoceno inferior se presenta como una calcarenita
pulverulenta, quebradiza, suave en partes, blanca y rosada con caliche, en bancos
que subyacen a la caliza superficial alterada, mal estratificados, sin echado real se
aprecian ondulaciones en todas direcciones, que dan la sensación de horizon-
talidad, dichos bancos son de 1 a 1.5 m de espesor. El Oligoceno superior lo
constituyen calizas y calcarenitas pulverulentas, coquinoide, con abundantes
restos de moluscos y briozoarios, en colores crema y blanco que subyace a la
caliza superficial alterada.
El Mioceno se manifiesta con depósitos calcáreos de la formación Río Dul-
ce; durante el Mioceno y el Plioceno se originan dos sistemas de fracturas:
uno con orientación NE-SW, cuyas expresiones se observan a lo largo del cauce
del río Hondo, y otro con orientación NW-SE, a lo largo de las “Sierritas de Ticul

362
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

y Sayil” (Figura 16.4). En el Mioceno medio, la py experimentó un hundimien-


to que favoreció la posterior precipitación de carbonato de calcio durante el
Plioceno, conformando su porción septentrional (López-Ramos, 1973 en Bau-
tista et al., 2005a).
El Mioceno corresponde a calizas cretosas, de un blanco generalmente vivo,
con nódulos duros, amarillentas; pasan a margas blancas en los niveles infe-
riores. Ocasionalmente con finas capas de yeso.
Los mayores cambios de la costa de la península se presentaron durante el
Pleistoceno, ocasionados por las glaciaciones y los periodos interglaciares.
Según Bautista et al. (2005a), se han encontrado tres eventos geológicos que
determinaron la morfología actual de la costa: 1) Durante el periodo interglaciar
Sangamon en el Pleistoceno, se estabilizó la línea de costa de entre 5 y 8 m sobre
el nivel actual del mar; el norte de la ciudad de Mérida estuvo inundado aso-
ciado a los humedales costeros actuales. 2) Descenso de 130 m el nivel del mar
durante la glaciación Wisconsin, exponiendo la plataforma marina a procesos
de erosión y sedimentación, estableciéndose las lagunas costeras. 3) Durante la
trasgresión del Holoceno, el nivel del mar disminuye de 3 a 4 m por debajo del
nivel actual, ocasionando la acumulación de sedimentos carbonatados en las
zonas costeras actuales. En el Pleistoceno reciente (Holoceno) se forma la cali-
che superficial alterada que cubre gran parte de la py, pero existen también
porciones pantanosas, calizas alteradas, calcarenitas y calcilutitas que bordean
la península, terminando en playas.

Hidrografía
La hidrología de la py es muy peculiar, resultado de varios factores propios
de la zona como su geología, que han favorecido el desarrollo de acuíferos, de ma-
yor importancia en rocas carbonatadas del Eoceno y Mioceno-Plioceno, alta-
mente permeables (Bautista et al., 2005a). La escasa topografía y la permeabili-
dad de las rocas limita la formación de corrientes permanentes y favorece la
infiltración. Al sur de la península se tiene un drenaje incipiente, destacando
el río Hondo y el río Sorpresas, de carácter intermitente. El alto grado de fractu-
ras en las rocas superficiales, un suelo delgado, de buen drenaje interno y alta-
mente permeable, y la alta precipitación en la mayor parte de la península,
permiten la formación de una compleja trama de cavidades subterráneas
como grutas, cavernas, sumideros y cenotes. La alta permeabilidad de las rocas
carbonatadas y el bajo nivel freático hacen que los acuíferos sean de alta a
extrema vulnerabilidad. Según la cna (2002) se han decretado cuatro vedas
para la extracción del agua del subsuelo, con la finalidad de preservar, controlar
y proteger su cantidad y calidad.
Son cuatro regiones hidrológicas (rh): la rh 30 al sur de la península, don-
de se encuentra la laguna de Términos y el río Candelaria; la región rh 33 al
este, con el río Hondo; la región rh 31 al oeste con el río Champotón, y final-
mente al norte la rh 32 que no registra corrientes superficiales permanentes.
En la región 32 se identifican cuatro zonas hidrogeológicas: región costera,
semicírculo de cenotes, planicie interior, y cerros y valles (cna, 2003). Por otro
lado, Perry et al. (2002) definen cuatro regiones hidrogeoquímicas/fisiográficas:

363
Geografía de suelos de México

1) Cuenca sedimentaria Chicxulub, en donde las características químicas del


agua están determinadas por la mezcla con la intrusión salina; 2) Anillo de
cenotes con alta permeabilidad que influye en la dirección del flujo de agua;
3) Falla de Ticul, que influye en la dirección del agua y en su calidad química
por la presencia de rocas evaporitas (yeso y anhidritas), y 4) Tierras con alta
densidad de cenotes con presencia de rocas evaporitas. En estas zonas del esta-
do de Yucatán no existen corrientes de agua superficiales debido a que gran
parte del agua de lluvia (85%) se evapotranspira y los remanentes se infiltran
rápidamente hacia el subsuelo debido a la naturaleza cárstica de las rocas. El
acuífero es libre excepto por una banda paralela a la costa norte, acuitardo o
caliche impermeable que confina el acuífero, eleva el nivel del agua hacia las
tierras altas y lleva a una mayor profundidad las aguas saladas del fondo (Vi-
llasuso y Méndez Ramos, 2000; Batllori y Febles, 2002; Perry et al., 2002).
El flujo del agua subterránea es a través de conductos y fracturas en la roca
y circula de las zonas de mayor precipitación hacia la costa. Existe un gradien-
te hidráulico muy pequeño (7-10 mm⭈km⫺1 con dirección de sur a norte)
debido a la alta permeabilidad del acuífero y el relieve llano (Marín et al., 2004).
En el semicírculo de cenotes se descarga una gran cantidad de agua y se dirige
hacia las costas noreste (Dzilam de Bravo) y oeste (Celestún) (Perry et al.,
2002), en donde se descarga a través de manantiales (Doehring y Butler, 1974;
Schmitter-Soto et al., 2002).
La lente de agua dulce flota sobre agua salina; su grosor se incrementa hacia
el centro de la península, varía de 16 metros en la costa (Chuburná) a más de
80 metros en Sotuta (Marín et al., 2004). Hay intrusión de agua de mar a lo
largo de la costa norte de Yucatán debido a la alta permeabilidad de los estratos
carbonatados excepto en Celestún y Dzilam, donde la descarga de agua impide
que el agua de mar penetre. Durante la estación seca, y con alta explotación
del acuífero, se incrementa la intrusión salina; por el contrario, en la estación llu-
viosa disminuye a causa de la alta captación de agua y los niveles bajos de extrac-
ción (Doehring y Butler, 1974). La intrusión salina por debajo de la lente de
agua dulce ha penetrado más de 40 km tierra adentro.
El agua subterránea recibe iones de dos principales fuentes: la disolución
de minerales y la mezcla con el agua de mar (Perry et al., 2002). Los autores
encontraron que los valores del índice SO4/Cl⫻100 alrededor de 10.3 indican
un origen marino de los cloruros y/o sulfatos debido a la intrusión salina; los
valores mucho mayores de 10.3 significan un origen a partir de rocas evapo-
ritas (halita y yeso/anhidrita). Los valores del índice Na/Cl alrededor de 1.17
indican un origen marino de los cloruros a partir de la intrusión salina, y se
presentan en aguas subterráneas someras; los valores alrededor de 1 significan
un origen a partir de rocas evaporitas (halita).
Doehring y Butler (1974) determinaron altas concentraciones de sólidos
disueltos en el agua subterránea y consideraron que son limitaciones para el des-
arrollo industrial, adecuada salud humana, y si las concentraciones son extre-
madamente altas, tampoco sería apropiada para uso agrícola por el peligro de
aumentar la salinidad del suelo. Recomendaron que “la planeación a mediano
y largo plazos en el uso del suelo en Yucatán, en un marco de desarrollo susten-
table, tomando en cuenta la fragilidad del acuífero subterráneo a la contamina-

364
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

ción, debe considerar una red de monitoreo de parámetros hidrogeológicos,


incluyendo la precipitación, evapotranspiración, fluctuación del nivel y calidad
del agua”.
La Semarnat (2001) afirma que “El uso del agua para fines agrícolas afecta
los ecosistemas acuáticos naturales. Está asociado a cambios en la calidad del
agua pues se incorporan sólidos suspendidos producidos por la erosión del sue-
lo, así como de fertilizantes y plaguicidas; el fósforo y el nitrógeno promueven la
eutrofización con daños severos en la vida acuática y la disminución del volumen
de agua de los cuerpos de agua subterráneos disminuye su capacidad de dilución
y purificación. El sector agrícola contribuye a la contaminación tanto de cuer-
pos de agua superficiales como subterráneos por escurrimiento o infiltración y
constituyen la fuente potencial de contaminación del recurso, debido a una fal-
ta de control en la aplicación de fertilizantes, pesticidas y herbicidas”.
Pacheco y Cabrera (1996) encontraron que en el sur de Yucatán las con-
centraciones de sulfatos y cloruros excedieron el límite máximo permisible
establecido por la Norma Mexicana: los sulfatos en Muna, Santa Elena, Tzucacab
y Peto y los cloruros, además de los anteriores, en Dzan y Akil. La presencia de
sulfatos la atribuyen a que es una zona con rocas sulfatadas debido a los pro-
cesos de intemperismo de minerales sulfatados con la subsecuente oxidación
a sulfato y a la precipitación del yeso y anhidrita en evaporitas. O bien, también
suponen que puede deberse al proceso de salinización del suelo, inducido por
las actividades agrícolas, principalmente por el riego con aguas salinizadas y
por el uso de fertilizantes sulfatados. Las concentraciones de ambos iones
aumentan durante la época de estiaje. Sugieren que la presencia de los cloruros
probablemente se deba a una contaminación por desechos domésticos y mu-
nicipales, donde existe una correlación significativa entre las concentraciones de
los iones de cloruro y nitrato. Pero sugieren que principalmente se debe a la
disolución de minerales y a procesos de salinización por efectos de riego con
agua salina, uso de fertilizantes clorurados y mezcla con el agua salina que sub-
yace al acuífero. Debido a que existe un comportamiento similar del sodio con
el ion cloruro se puede suponer que la presencia de los cloruros es debida a la
disolución de rocas evaporitas presentes en la geología regional.
Batllori y Febles (2002) recomiendan que “la conservación de los recursos
hídricos en Yucatán requiere que el Consejo de Cuenca de la py impulse es-
trategias para el manejo de los recursos minerales (explotación de roca calcá-
rea), el desarrollo agropecuario y agroforestal; la vida silvestre, el agua y las
pesquerías y la administración de los pastizales o sabanas, la erosión del suelo y
el control de la salinización del acuífero, particularmente en el semicírculo de
cenotes y planicie interior como zonas prioritarias”. Mencionan también que
“La explotación del recurso agua subterránea en Yucatán (5%) no representa
una amenaza seria en términos de sobreexplotación, ya que es muy abundante
la cantidad de agua; sin embargo, son muy vulnerables a la contaminación
que proviene de las aguas residuales domésticas, municipales, agropecuarias e
industriales, las cuales carecen de un eficiente sistema de tratamiento para su
disposición de acuerdo con las normas establecidas. Asociado al agua, existe el
deterioro de otros recursos naturales como los suelos, la vegetación originaria y
la diversidad biológica. Los programas de desarrollo no han tomado en cuenta

365
Geografía de suelos de México

la relación sistémica que sostiene la gran diversidad biológica de la región, así


como las características de la roca calcárea sujeta a procesos de disolución,
sus suelos y la variabilidad social de las poblaciones humanas. Por lo que las
actividades socioeconómicas han tenido impacto negativo en el ambiente
natural y han producido un severo desequilibrio en los ecosistemas tropicales.
Se requiere desarrollar visiones integrales con un alcance basado en la protec-
ción de los ecosistemas, el cuidado responsable y el manejo sustentable del agua”.

Ecosistemas principales
El tipo de vegetación puede jugar un papel importante en la fertilidad química
y biológica del suelo (Muys y Lust, 1992); así, por ejemplo, se ha visto que en
áreas de clima frío, determinadas especies forestales (sobre todo coníferas), han
sido asociadas a procesos degradantes al favorecer la acidificación (Augusto et
al., 1998, entre otros); en las regiones de selva caducifolia, las raíces de los
árboles y de la vegetación en general, tienen un papel muy significativo en la
fijación y retención del suelo, evitando la erosión (Palacio et al., 2002). Por el
contrario, en otras áreas el factor vegetación podría ser secundario, apareciendo
supeditado al peso que adquieren factores como el clima y el material paren-
tal, fundamentalmente.
La py se reconoce como una provincia biótica claramente definida, debido
a las características particulares de la vegetación (Rzedowski, 1978), que concen-
tra elementos florísticos de la región antillana, centroamericana sur y sureste
de México, además de un alto porcentaje de especies endémicas (Durán et al,
1998 en Escamilla et al., 2005). Según Carnevali et al. (2003), la flora de la por-
ción mexicana de la provincia biótica de la py incluye eventualmente entre 2 200
y 2 400 especies, comprendidas en las siguientes familias: Fabaceae (263 spp),
Poaceae (150 spp), Orchidaceae (123 spp), Asteraceae (121 spp), Euphorbiaceae
(110 spp) y Cyperaceae (91 spp). Según Flores y Espejel (1994), la mayor ex-
tensión de la py está cubierta por selvas tales como la baja caducifolia, mediana
subcaducifolia y mediana subperennifolia.
En el estado de Yucatán son típicas las selvas: baja caducifolia, baja caduci-
folia espinosa y mediana subcaducifolia, integradas por comunidades y aso-
ciaciones propias de rejolladas, cenotes, aguadas y cavernas. En Campeche, la
vegetación se compone por selva mediana subcaducifolia, selva mediana sub-
perenifolia, selva alta perennifolia, selva baja inundable, sabanas, petenes y
manglares; en Quintana Roo dominan la selva mediana subperennifolia y los
manglares; además de que en los tres estados existe la vegetación de duna cos-
tera, carrizales, seibadales y tulares (hidrofitos) (Flores y Espejel, 1994).

Selva alta perennifolia. Es la comunidad vegetal más rica y compleja de todas.


Sus árboles dominantes sobrepasan los 30 m de altura y durante todo el
año conservan las hojas. Se presenta en las zonas más húmedas del clima A
de Köppen que tienen precipitaciones anuales promedio superiores a 2 000
mm y hasta 4 000 mm (Rzedowski, 1978).
El número de especies que componen el estrato superior de este tipo de
vegetación es por lo general grande y a menudo no es fácil determinar cuál

366
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

es la especie dominante. Los árboles correspondientes a este estrato, prin-


cipalmente, tienen troncos rectos que no se ramifican en su mitad o en sus
2/3 inferiores. Las copas a menudo presentan formas piramidales achatadas
o más o menos esféricas. En la base de los árboles es muy común encon-
trar raíces bien desarrolladas con contrafuertes. Una de las características
más llamativas de la selva alta perennifolia es su abundancia en trepadoras
leñosas, que con frecuencia alcanzan tamaños tan grandes que su follaje
compite con los árboles de los estratos superiores.
Son especies importantes en la composición de esta comunidad: Alseis
yucatanenses; Andira inermes, Bucida buceras, Brosimum alicastrum (ramón),
Callophyllum brasiliensis, Dialium guianense (guapaque), Pithecellobium
leucospermum, Swietenia macrophylla (punab, caoba), Zuelania guidonia,
Ceiba pentandra, Tabebuia guayacan, Sweetia panamensis (chakte’), Tabebuia
pentaphylla, Manilkara sapota y Ficus acotinifolia. También hay epifitas her-
báceas bromeliáceas como Aechmea y orquídeas, líquenes incrustados en
los troncos de árboles y epífitas leñosas como Ficus spp (Laurel).

Selva alta subperennifolia. Es la comunidad vegetal más exuberante que hay


en la py. Se le encuentra en Campeche, Quintana Roo y Guatemala (hacia el
centro sur de Quintana Roo y en una franja de la base de Campeche). Este
tipo de vegetación presenta árboles que rebasan los 30 m.
Las especies más comunes en este tipo de selva son las siguientes: Alseis
yucatanensis, Aspidosperma megalocarpon, Brosimum alicastrum, Bucida bu-
ceras, Calocarpum mamosum, Cupania glabra, Exostema mexicana, Manilkara
zapota, Pimenta dioica, Pouteria unilocularis, Pouteria campechanum, Pseudo-
bombax ellipticum, Sabal yapa, Sickingia salvadorensis, Swartzia cubensis,
Swietenia macrophylla (Flores y Espejel, 1994).

Selva mediana subperennifolia. Es el tipo de vegetación más extensamente


distribuida en la py. Cubre la mayor parte del estado de Quintana Roo y
Campeche, así como una pequeña porción de la parte suroriental de Yucatán.
Se le puede localizar en lugares de moderada pendiente, con drenaje super-
ficial más rápido o bien en regiones planas pero ligeramente más secas y
con drenaje rápido.
Los árboles de esta comunidad, al igual que los de la selva alta perenni-
folia, tienen contrafuertes y por lo general poseen muchas epifitas y lianas.
Los árboles tienen una altura media de 25 a 35 m, alcanzando un diámetro
a la altura del pecho menor que los de la selva alta perennifolia aun cuando
se trata de las mismas especies. En este tipo de selva se distinguen tres estra-
tos arbóreos, de 4 a 12 m, de 12 a 22 m y de 22 a 35 m. Formando parte de los
estratos (especialmente del bajo y del medio) se encuentran algunas palmas.
Entre las especies dominantes se encuentran Lysiloma latisiliquum, Brosi-
mum alicastrum (ox, ramón, capomo), Bursera simaruba (chaka’, palo mulato,
jiote, copal), Manilkara zapota (ya’, zapote, chicozapote), Lysiloma latisiliqua
(tsalam, guaje, tepeguaje), Vitex gaumeri (ya’axnik), Bucida buceras (pukte’),
Alseis yucatanensis (ja’asché), Carpodiptera floribunda. En las riberas de los
ríos se nota a Pachira aquatica (k’uyche’). Las epifitas más comunes son al-

367
Geografía de suelos de México

gunos helechos y musgos, abundantes orquídeas y bromeliáceas y aráceas


(Rzedowski, 1978; Flores y Espejel, 1994).

Selva baja subperennifolia. Esta comunidad se desarrolla en Gleysol profundo


sin afloramiento de rocas, con alto contenido de arcillas. En general, este
tipo de vegetación se caracteriza por un estrato arbóreo bajo, con alturas
promedio entre 4 y 7 m, donde muchas de sus especies presentan torcedu-
ras de sus troncos y se ramifican cerca de la base (Olmsted et al., 1994).
La composición florística es diversa debido a la variabilidad ambiental
entre la época seca y la lluviosa. Entre las especies más frecuentes, que tienen
tolerancia ecológica a estas condiciones, cabe distinguir a Haematoxilum
campechianum, Cameraria latifolia, Dalbergia glabra, Erythrina standleyana,
Hyperbaena winzerlingii, Coccoloba reflexiflora, Coccoloba cozumelensis,
Jacquinia macrocarpa subsp. macrocarpa, Neomillspaughia emarginata, Acacia
riparia, Lonchocarpus rugosus, Guettarda elliptica, Asemnantha pubescens,
Hampea trilobata y Panicum aff. laxum. Además de estas especies es común
encontrar algunas especies arbóreas como: Byrsonima bucidaefolia, Metopium
brownei, Crescentia cujete, Gymnopodium floribundum y Mimosa bahamensis
(Palacio et al., 2002).
Una característica importante de la selva baja subperennifolia es la densi-
dad de vegetación que dificulta su penetración, especialmente en la época
de lluvias, debido al gran desarrollo de trepadoras herbáceas y lianas.

Selva mediana subcaducifolia. Este ecosistema es una comunidad densa y


cerrada y su fisonomía en la época de lluvias a menudo es comparable con
la de la selva alta perennifolia. Su altura oscila entre los 15 y 30 m (más fre-
cuentemente entre 20 y 30), y por lo general el estrato superior forma un
dosel uniforme. Los elementos del estrato superior comúnmente tienen
troncos derechos y esbeltos que no se ramifican en la parte inferior de la
planta, los diámetros de los troncos pocas veces sobrepasan 1 m y de ordi-
nario oscilan entre 30 y 80 cm (Rzedowski, 1978).
Esta comunidad vegetal predomina en suelos rocosos derivados de calizas,
a menudo arcillosos y rojos o negros. La materia orgánica por lo general es
abundante cerca de la superficie, el drenaje suele ser rápido; el pH del suelo
es ácido o con mayor frecuencia neutro. Este tipo de vegetación cubre la par-
te central y oriental del estado de Yucatán, la parte norte de Campeche y
una pequeña porción de Quintana Roo, en ella se presenta la mayor parte de
la zona milpera.
Entre las especies más comunes en la selva mediana subcaducifolia se
tienen las siguientes: Acacia pennatula, Caesalpinia gaumeri, Caesalpinia
platyloba, Lysiloma latisiliquum, Enterolobium cyclocarpum, Mimosa baha-
mensis, Metopium brownei, Annona reticulata, Gyrocarpus americanus,
Piscidia piscipula, Pithecellobium dulce, Pithecellobium albicans, Sapindus
saponaria, Gliricidia sepium, Acacia cornigera, Cedrela mexicana, Bursera
simaruba, Simaruba glauca, Vitex gaumeri, Bucida buceras, Cochlospermum
vitifolium, Gymnopodium floribundum, Spondias mombin, Guazuma ulmi-
folia y Trema micrantha.

368
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Selva baja caducifolia. Rzedowski (1978), Miranda (1958), Flores y Espejel


(1994) y Palacio et al. (2002) reportan la existencia de la selva baja caduci-
folia. La característica más sobresaliente es la baja altura de los componentes
arbóreos, entre 8 y 10 m, los cuales se organizan en un solo estrato, y la pér-
dida de sus hojas durante un periodo de cinco meses o más durante la época
seca. La mayoría de las especies son leñosas y de diámetros pequeños, a
excepción de los sitios en donde se acumula humedad en el suelo. Entre las es-
pecies arbóreas más frecuentes se pueden mencionar: Bursera simaruba,
Coccoloba reflexiflora, Pseudobombax ellipticum, Thevetia gaumerí, Plumeria
rubra, Piscidia piscipula, Cordia gerascanthus, Nopalea gaumerí, Cochlos-
permum vitifolium, Diospyros cuneata, Croton chichenensis, Croton glabellus y
Lysiloma latisiliquum. También se encuentran plantas suculentas de la fami-
lia Cactaceae, como Nopalea.
Este tipo de comunidad vegetal es especialmente alterada por la extracción
de leña y las quemas, lo que aunado a los suelos someros, la exposición de las
cimas y laderas al sol, los elevados índices de permeabilidad y la susceptibili-
dad a los incendios forestales en la época seca, hacen difícil su regeneración.

Selva baja subcaducifolia. En los “bajos inundables” de la región de Campe-


che se encuentra este tipo de vegetación (Palacio et al., 2002) cuyas caracte-
rísticas son semejantes a la selva baja caducifolia, sin embargo al encontrarse
sobre las planicies onduladas de transición que interceptan el manto freáti-
co, tiene mayor disponibilidad de agua que es alcanzada por las raíces de
algunos árboles que crecen sobre suelos pedregosos, lo que les permite ser
menos caducifolios.
La característica más importante de la selva baja subcaducifolia son las
especies arbóreas que no rebasan los 12 m de altura. Entre las más repre-
sentativas se encuentran: Amyris sylvatica, Bauhinia divaricata, Bourreria
pulchra, Caesalpinia mollis, Caesalpinia vesicaria, Ceiba schotti, Erythrina
standleyana, Forchammeria trifoliata, Guetarda elliptica, Hampea trilobata,
Havardia albicans, Gliricidia maculata, Lonchocarpus rugosus, Mimosa baha-
mensis, Phyllostylon brasilense, Piscidia piscipula y Cochlospermum vitifolium.
Los arbustos forman otro estrato de la comunidad vegetal, la mayoría son
de hojas crasas, resolutas o tomentosas para evitar una mayor evapotrans-
piración. Al igual que en la selva baja caducifolia, las hierbas son más abun-
dantes en el periodo de mayor humedad del año; otras formas de vida
como las bejucoides prosperan en regiones de mayor humedad.

Bosque de pino. Según Flores y Espejel (1994), este ecosistema está formado
por una asociación de pinos de la especie Pinus caribaea con elementos de
sabana, la presencia de esta especie de pino en la PY es importante ya que es
el único lugar de México en donde existe. Este pinar se encuentra situado el
sureste del ejido Caobas, en el municipio de Othón P. Blanco, en el estado
de Quintana Roo.
La vegetación se caracteriza por elementos achaparrados (1 a 2 m) de
sabana y de selva inundable entre los que podemos mencionar: Byrsonima
crassifolia, Byrsonima bucidaefolia, Dalbergia glabra, Metopium brownei, y

369
Geografía de suelos de México

Acoelorhape wrightii, además se encuentran presentes elementos bastante


raros de las familias Melastomataceae, Cactaceae, Dilleniceae, y Orchidaceae;
entre esta vegetación achaparrada se distribuyen los pinos que forman una
población de aproximadamente 300 especímenes que alcanzan una altura
entre 7 y 20 m.

Manglar. Se conoce con este nombre una comunidad vegetal que prospera
principalmente en las orillas de las lagunas costeras, de bahías protegidas y
de desembocaduras de ríos, en donde hay zonas de influencia de agua de
mar. Ocasionalmente se les puede encontrar tierra adentro. Soporta cam-
bios fuertes de nivel de agua y de salinidad, pero no se establece en lugares
francamente rocosos o arenosos ni en áreas sometidas a fuerte oleaje.
El manglar es una formación leñosa, densa, frecuentemente arbustiva, o
bien arborescente, cuya altura es de 2 a 5 m, pudiendo alcanzar hasta los
30 m. Una característica que presentan los mangles son sus raíces en forma
de zancos y neumatóforos, cuya adaptación le permite estar en contacto di-
recto con el agua salobre, sin ser necesariamente especies halófitas. La compo-
sición florística que lo forman son el mangle rojo (Rhizophora mangle), man-
gle salado (Avicennia germinans), mangle blanco (Laguncularia racemosa) y
mangle botoncillo (Conocarpus erectus).
El uso principal, desde el punto de vista forestal, es la obtención de taninos
para la curtiduría, la madera para la elaboración de carbón, aperos de la-
branza y embalses. Una característica importante que presenta la madera de
mangle es la resistencia a la putrefacción, pero quizá el uso más importante
que presenta el manglar es el albergue de muchas especies de invertebrados,
como los moluscos y crustáceos, destacando el camarón y el ostión cuyo
valor alimenticio y económico es alto.

Matorral de dunas costeras. Comunidad vegetal que se establece a lo largo de


las costas, se caracteriza por estar conformada por plantas pequeñas y sucu-
lentas. Las especies que la forman juegan un papel importante como pione-
ras y fijadoras de arena, evitando con ello que sean arrastradas por el viento
y el oleaje. Algunas de la especies que se pueden encontrar son Opuntia
dilleni (nopal), Ipomoea pes-caprae (riñonina), Abronia maritima (alfombri-
lla), Sesuvium portulacastrum (verdolaga), Agave angustifolia. También se
pueden encontrar algunas leñosas y gramíneas como Coccoloba uvifera
(uvero), Chrysobalanus icaco (pepe), Sporobolus virginicum (zacate), entre
otros (Cabrera y Flores, 1993; Flores y Espejel, 1994).

Tular. Comunidad de plantas acuáticas, arraigadas en el fondo de los cuerpos de


agua, constituida por monocotiledóneas de 80 cm hasta 2.5 m de alto, de ho-
jas largas y angostas o bien, carentes de ellas. Se desarrolla en lagunas y lagos
de agua dulce o salada y de escasa profundidad. Este tipo de vegetación está
constituido básicamente por plantas de tule (Typha angustifolia), también
es común encontrar los llamados carrizales de Phragmites communis. In-
cluye los “saibadales” de Cladium jamaicense. Otras especies que presentan
esta asociación son Paspalum fasciculatum, Cyperus rotundus, Leersia hexan-

370
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

dra, Hymenocallis littoralis, Ipomoea sagittata, Pluchea purpurascens, Cassyta


filiformis, entre otras (Flores y Espejel, 1994).
En México es bien conocido por la utilización de sus tallos en la confec-
ción artesanal de petates, cestos, juguetes y diversos utensilios. Los carrizales
también son de gran importancia para la elaboración estructural de juegos
pirotécnicos y muchos objetos artesanales.

Vegetación halófita. Comunidad de gramíneas que se desarrolla sobre Solon-


chak por lo que su presencia es independiente del clima; es frecuente en el
fondo de las cuencas cerradas de zonas áridas y semiáridas, aunque también
son frecuentes en algunas áreas próximas a las costas afectadas por el mar
o por lagunas costeras. Generalmente es de tipo rastrero, herbáceo o arbus-
tivo. Estas especies juegan un papel importante en la fijación del suelo.
De los pastizales halófilos costeros más sobresalientes cabe mencionar
los de Ageratum littoralis, de Sporobolus virginicum, de Ambrosia hispida,
Cakile lanceolata, Canavalia rosea, Suaeda linearis y Tribulus cistoides (Cabrera
y Flores, 1993). En general las gramíneas, con frecuencia, son las especies do-
minantes y las que definen la fisonomía de las comunidades vegetales que
ahí habitan.
Por otro lado, el reto en estudios de la cubierta vegetal es la caracterización
de las comunidades vegetales con base en sus componentes, así como por la
abundancia y/o dominancia de especies. A nivel cartográfico es deseable que
en un futuro no lejano se cuente con mapas de uso de suelo y vegetación
considerando las diversas edades de crecimiento de las selvas en uso.

Uso agrícola del suelo


En la py coexisten varias culturas de entre las que destacan dos, la maya actual y
la mestiza, producto de la fusión de la española con la maya. La agricultura
refleja las diferencias culturales: la tradicional maya de milpa con roza, tumba
y quema (rtq), con el manejo del solar y de la vegetación natural y la mestiza
que es una mezcla de ambas culturas con monocultivos, como los cítricos, los
pastizales y el henequén, por ejemplo.
Según estadísticas del inegi, de los tres estados que componen la py, el de
Yucatán presenta el mayor porcentaje de la superficie estatal ocupada por las
actividades agrícolas (11.94%), con cultivos como el maíz, henequén, naranja,
calabaza y frijol. En el estado de Campeche, la superficie agrícola ocupa el 1.1%
de la superficie estatal con el cultivo de maíz, caña de azúcar, arroz, sorgo y
frijol. Finalmente en Quintana Roo el uso de suelo agrícola ocupa sólo el 0.05%
de la superficie estatal con cultivos como el maíz, frijol, arroz, chile jalapeño,
sandía, papaya y caña de azúcar.
El conocimiento maya sobre los recursos naturales se encuentra amplia-
mente reportado en revistas científicas y libros: conocimiento sobre plantas
(Ruenes et al., 1999; Flores y Bautista, 2005); cultivos (Terén y Rasmusen, 1995);
animales, clima (Bautista et al., 2005c); suelos (Duch, 2005; Bautista et al.,
2003a; Bautista et al., 2005d); rocas (Bautista et al., 2004), etc. No es de extrañar
la fineza y durabilidad por milenios de las pirámides y del “Maya blue”, por

371
Geografía de suelos de México

mencionar solo dos ejemplos (García-Solís et al., 2006). A continuación se men-


cionan con mayor detalle algunos aspectos del conocimiento maya sobre cues-
tiones agrícolas.

Agricultura maya. En las últimas dos décadas el estudio del conocimiento


local (colo) sea indígena, campesino o de productores ha tenido gran
relevancia. Las principales conclusiones son: el colo está restringido geo-
gráficamente, considera la dinámica temporal, es colectivo, diacrónico y
holístico; producto de una larga historia de observación, análisis y manejo
de los recursos naturales que es transmitido de forma oral de generación
en generación (Martínez-Montoya y Ortiz-Solorio, 1992; Toledo, 2000).
El colo incluye la información sobre paisaje, geoformas, vegetación, ani-
males, hongos, minerales, suelos y acuíferos (Sandoval y Martínez, 1995;
Cruz et al., 1998; Barrera-Bassols y Zinck, 2000; Bautista-Zúñiga et al.,
2003a,b; 2004).
Los sistemas productivos diseñados con base en el colo se sustentan,
principalmente, en las interacciones ecológicas, por lo cual, a menudo son
energéticamente eficientes, pero presentan limitaciones económicas al no estar
dirigidas al mercado sino al autoconsumo (Barrera-Bassols y Zinck, 2000).
La agricultura maya no ha sido bien entendida en toda su extensión
para todos los ambientes en los que se practica. Desafortunadamente no se
enseña en las escuelas de agronomía aunque existen contribuciones cientí-
ficas muy valiosas que han documentado y entendido el manejo maya de
los recursos naturales.
La agricultura practicada por los mayas prehispánicos se dio en tres tipos
de hábitat: montañoso, pantanoso y costero. Las grandes superficies de
albarradas y terrazas existentes en el sur de Campeche y Quintana Roo indi-
can que los mayas poseían el conocimiento del cultivo de las tierras altas.
Los muros de piedra son grandes, cruzan gran parte de los terrenos planos
y delimitan las pequeñas parcelas de alrededor de una hectárea. Para el cul-
tivo en las llanuras y depresiones los mayas combatieron las inundaciones
mediante la elevación de campos y construyeron canales de riego y drenaje,
como en Belice, Quintana Roo y la zona de depresión fluvial oriental a lo
largo del río Candelaria. La agricultura de micro hábitat y multitecnología
que establecieron los antiguos mayas en las zonas forestales sigue siendo
una solución viable para el desarrollo agrícola actual (Quezada, 2002).
Según Hernández-X (1985) es de notarse que el conjunto de característi-
cas de la agricultura yucateca diferencia claramente a esta región agrícola de
las del resto de México. Tales características son: a) dominancia psicológica
del cultivo del maíz en el medio social maya; b) incertidumbre del inicio de la
temporada de lluvias; c) uso preponderante del sistema de roza-tumba-que-
ma-siembra (rotación nómada) para la preparación de las tierras de cultivo;
d) abundancia de suelos que exigen técnicas especiales para su manejo, y e)
importancia del cultivo del henequén en el norte de la península.
En la subregión cárstica el cultivo de la milpa tradicional maya consiste,
de manera general, en seleccionar y abrir la vegetación en la época seca, se
cortan las hierbas y arbustos (roza), posteriormente se cortan los árboles

372
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

(tumba) y se pican las ramas, el material se quema cuando está seco y antes
de las primeras lluvias. El suelo se cultiva por dos o tres años, se deja “descan-
sar” a causa de la disminución de la fertilidad del mismo y de la prolifera-
ción de arvenses. Los campesinos recomiendan que el periodo de descanso
o barbecho sea de 20 años.

Tipos de milpa. En el estado de Yucatán se desarrollan cuatro tipos de milpa:


1) milpa de roza, tumba y quema con vegetación arbustiva y arbórea; 2)
milpa caña de primer año, es decir, en un lugar en el que ya hubo milpa
de rtq; 3) milpa de segundo año, proveniente de una milpa caña de pri-
mer año, y 4) en menor grado, la milpa intensiva restringida a realizarse
en las planadas con suelos profundos del tipo Cambisol o Luvisol; en ellas
se utilizan estiércol, labranza manual con azadón y cultivos de cobertera
(cc) con leguminosas herbáceas, entre las que destaca Mucuna deeren-
gianum, y las leguminosas locales, como Ib grande (Phaseolus lunatus), Ib
chico (P. lunatus), Xcolibuul (P. vulgaris) y Espelón (Vigna unguiculata).
Todos los campesinos tienen milpas de rtq, algunos tienen milpas caña
de primer año, otros milpa caña de segundo año y sólo 2% tienen milpas
intensivas.
En la siembra se colocan juntas las semillas de maíz y las de los cultivos
acompañantes; se realiza con palo sembrador y se colocan de tres a ocho
semillas por golpe (hoyo). La siembra se lleva a cabo al inicio de la época
de lluvias, en general al final del mes de mayo. La distancia de siembra es de
1⫻1 m; se utiliza una variedad de maíz local denominada Xmeje nal para los
suelos de Boxlu’um y una variedad mejorada para los suelos de Kancab.
El control de las arvenses se realiza mediante un deshierbe a 30 días des-
pués de la siembra (dds) y un segundo deshierbe a 60 dds. Cuando la
mazorca ya está formada, se procede a la “dobla” para protegerla de la hu-
medad y de las aves. La cosecha del grano se realiza de acuerdo con las necesi-
dades del campesino.
En las milpas de rtq, caña de primero y segundo año, se cultivan ca-
mote, yuca y maíz en las partes bajas del relieve, en las que predomina el
Kancab (Cambisol/Luvisol). En las partes altas del micro y meso relieve con
Boxlu’um (Leptosol principalmente), se cultiva maíz con calabaza y frijol.
En las milpas intensivas el cultivo principal es maíz. Los cc se siembran
de 15 a 30 dds del maíz, con esto se impide la siembra de camote, yuca, fri-
jol y calabaza, pero se controlan las arvenses, se abona el suelo, se genera
semilla de uso forrajero y/o comestible dependiendo del cc. Se recomienda
la evaluación de los supuestos de mejoramiento de la fertilidad y del control
de arvenses por cada especie de cc utilizado, ya que la experiencia indica que
no funcionan de la misma manera todas las especies de leguminosas.
Terán y Rasmussen (1994) reportaron 25 especies vegetales con 87 varian-
tes que son cultivadas en la milpa maya, de ellas, seis son variedades de
maíz con 14 variantes y nueve tiempos de duración del cultivo. Las varian-
tes se cultivan selectivamente en los tipos de milpa, ya sean de rtq o caña
de primero y segundo año. Es claro que la situación agrícola es más com-
pleja que un simple cultivo de maíz, frijol y calabaza. Es de suma impor-

373
Geografía de suelos de México

tancia reportar y conocer la diversidad de tipos de milpa, para generar op-


ciones de mejoramiento acordes para cada caso específico.

Precipitación pluvial. Según los campesinos, la lluvia se puede adelantar o


atrasar, cae en lugares muy localizados y cuando llega es copiosa y después
aparece la canícula; sin embargo, el promedio anual de la precipitación plu-
vial puede calificarse como adecuado para cuestiones agrícolas e incluso la
cantidad promedio durante la época de lluvia, por arriba de los 753 mm,
es suficiente para no tener problemas agrícolas; sin embargo, los coefi-
cientes de variación superiores al 40% durante los meses de la época de
lluvia son dos indicadores de la dificultad de predicción y de la planeación
agrícola. Ante esta situación, la estrategia campesina es la siembra de hasta
tres veces en el mismo sitio, así como la siembra de pequeñas superficies
en diversos lugares, con un consecuente aumento de trabajo por la pérdida de
algunas milpas. También se menciona una mayor intensidad en la canícula
y la presencia de vientos del norte (Xamankán en maya) que traen agua
salada durante las épocas de floración y fructificación, con una consecuen-
te disminución del rendimiento agrícola.
La forma más común de solucionar el problema de la lluvia errática, en
otras regiones del estado y con campesinos organizados o productores de
mayores recursos económicos, es mediante el establecimiento de sistemas
de riego. Sin embargo, no en todos los casos es posible realizarla con éxito
ya que la calidad agrícola del agua subterránea varía considerablemente,
hasta llegar a ser no recomendable.

Barbecho campesino. Según la experiencia campesina, el tipo de uso del terre-


no previo a la milpa de rtq afecta el rendimiento. Los terrenos provenien-
tes de henequenales abandonados (Xlapach en maya) son menos fértiles
en comparación con los que provienen de otra milpa, debido a la intensidad
de la explotación (de 20 a 25 años con henequén y de dos a cuatro años
con milpa), y a que las raíces de la vegetación espinosa del Xlapach (Pithe-
cellobium albicans, Mimosa bahamensis, Acacia spp., Ceiba aesculifolia)
impiden el buen desarrollo de los cultivos de la milpa. También se dificulta
el corte de los árboles (tumba) y el control de arvenses.
Los campesinos identifican que se ha reducido el tiempo de barbecho
de 26 a 15 años en promedio y saben que la realización de la milpa en barbe-
chos de cuatro años (Hubche en maya) se dificulta por la mayor densidad
de la vegetación, lo cual ocasiona una mayor demanda de mano de obra.
El rendimiento de maíz llega a fluctuar entre 125 y 500 kg⭈ha⫺1 dependiendo
del clima y del manejo de las arvenses. Es por ello que en estas condiciones
sólo se cultiva un año, además, no se obtiene madera, sólo un poco de leña.
En barbechos de 15 años (monte joven, Ta’ankenlem k’aax en maya) es posi-
ble cultivar la milpa dos años. La rtq no requiere de mucha mano de obra y
se obtiene leña y algo de madera. La producción de maíz, cuando la preci-
pitación es favorable, llega a ser de 1 050 kg⭈ha⫺1 en el primer año y de 625
kg⭈ha⫺1 en el segundo, debido a la proliferación de arvenses y la disminu-
ción de la fertilidad del suelo. En barbechos de más de 20 años (Nuukush

374
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

k’aax en maya), la tumba de la vegetación (corte de árboles) se facilita,


debido a que los árboles espinosos no presentan espinas en sus troncos a
esas edades. La producción de maíz en la milpa es mayor que 1 t ha⫺1 y,
aun en casos de canícula intensa, el suelo retiene humedad y es posible
alcanzar una producción de maíz de 500 kg ha⫺1. Los beneficios forestales
son abundantes.

Arvenses. Para los campesinos es claro que las arvenses influyen de manera
negativa en la rentabilidad de la milpa, así que sólo cultivan dos años, ya
que en el tercero la proliferación es alta y su control requiere de mucho
esfuerzo físico. Argumentan que las arvenses proliferan en los campos de
cultivos con diversa intensidad, dependiendo del manejo y de la historia
de uso de la parcela. Las arvenses son un problema mayor en el tercer año
en Nuukush k’aax y en el segundo año en Hubche.
Pool Novelo y Hernández Xolocotzi (1987) reportaron el empleo de
12.5 jornales⭈ha⫺1 en el primer año y 25 jornales⭈ha⫺1 para el segundo;
cuando el deshierbe es total se utilizan 50 jornales en el primer año y 100
en el segundo. Además, el periodo entre la quema y el primer deshierbe se
reduce de 3.5 a dos meses, entre el primer y segundo año, respectivamente.
En la región, el uso de herbicidas es una práctica común y los herbicidas
más utilizados son paraquat dichloride y 2,4-D; ambos de uso restringido
en otros países. El glifosato comienza a promoverse. Caamal et al. (2001)
recomendaron el uso de leguminosas como cultivos de cobertera para el
control de arvenses, principalmente a Mucuna deerengianum. Los resultados
de las investigaciones no publicadas y realizadas en el municipio y dentro de
la misma zona agroecológica sugieren que es necesario un combate integral
de las arvenses mediante el uso alterno o combinado de cultivos de cober-
tera y los diversos tipos de herbicidas.
No es posible generar recetas ni paquetes tecnológicos para el manejo
de las arvenses, debido a las diversas situaciones que se presentan, como
barbecho, época de siembra, cultivos principales, cultivos acompañantes,
precipitación pluvial, usos de cultivos de cobertera y uso de mantillos. Se
sugiere analizar cada caso en especial, de acuerdo con sus circunstancias
particulares, lo cual ayudará a una mejor toma de decisiones (Meelu, 1994).
Por ejemplo, en el primer año de cultivo, el control de arvenses mediante
herbicidas puede llegar a ser el más adecuado; para el segundo o tercer ciclo
de cultivo, dependiendo del tipo de barbecho proveniente, el uso de culti-
vos de cobertera es recomendable. Las arvenses también pueden ser vistas
como un recurso, ya que se han reportado 116 especies de herbáceas de
uso forrajero (Flores y Bautista, 2005).

Fertilidad del suelo. Los campesinos expresan que existe un claro “cansancio
de la tierra” que puede traducirse como una disminución de la fertilidad,
producto del menor tiempo de barbecho que se ha reducido de 26 a 15
años. En la actualidad, 59% de los campesinos están utilizando vegetación
de seis a 15 años para la milpa. El argumento que ellos manejan se refiere a
la producción; antes se utilizaban montes de 15 años y se obtenían 1 500

375
Geografía de suelos de México

kg⭈ha⫺1 en el primer año y 850 kg⭈ha⫺1 en el segundo; en la actualidad la


producción es de 700 y 500 kg⭈ha⫺1, respectivamente.
En una parcela pueden estar presentes dos o más clases de tierra con
diferente calidad medida mediante la mapn, también llamado nitrógeno
activo del suelo. El Kancab es la clase de tierra de la parte baja del relieve
con menor cantidad de nitrógeno lábil biológicamente activo, pero tam-
bién es la clase de tierra con mayor cantidad de tierra fina por su mayor
profundidad y su menor pedregosidad en comparación con el Boxlu’um.
En el ambiente técnico se han reportado problemas de fijación de P, dispo-
nibilidad de K y con una baja capacidad de retención de humedad debido
a las condiciones calcáreas, al desbalance de cationes intercambiables, y a
las características hidrófobas de la materia orgánica, respectivamente. Se
ha encontrado que el fósforo disponible en condiciones de campo tiende a
disminuir con el tiempo de barbecho, pero la tendencia se invierte en el
caso del nitrógeno en forma de nitratos. En el primer año, 29 y 39; en el sex-
to año, 13 y 52, y en el duodécimo año, 8 y 75 ␮g P y ␮g N por tira de resina,
respectivamente (Weisbach et al., 2002).
Durante la quema, muchos elementos contenidos en los compuestos
orgánicos, entre ellos el fósforo, son liberados al ambiente logrando el
aumento de la fertilidad del suelo, pero, a medida que son reabsorbidos
por las plantas, sus concentraciones en el suelo disminuyen. Por el contra-
rio, los elementos de ciclo abierto, como el nitrógeno, aumentan con la
actividad biológica del suelo producto de la acumulación de hojarasca y a su
descomposición durante la época de lluvia.
Se han realizado experimentos que demuestran la efectividad de la adición
de N, P y K (Mariaca et al., 1995), también se ha probado que el uso de le-
guminosas como cultivos de cobertera y mantillos aumenta la producción
del maíz (Caamal et al., 2001) y mejora algunas propiedades del suelo, pero no
en todos los casos ni con la misma intensidad (Muraoka et al., 2002). El
empleo de leguminosas herbáceas fijadoras de nitrógeno como cultivos de
cobertera es una opción de mejoramiento de la fertilidad, además de la adi-
ción de materia orgánica y de la conservación de la humedad; sin embargo,
los efectos benéficos potenciales de las diversas plantas utilizadas como cul-
tivos de cobertera deben ser evaluados técnicamente y de manera integral.
Las políticas agrícolas gubernamentales de asistencia a los campesinos re-
quieren ser analizadas y corregidas, incentivando la producción agrícola en
lugar del cultivo improductivo. El conocimiento local sobre los recursos na-
turales debe ser un recurso intelectual utilizado para el diseño de nuevos agro-
ecosistemas con mayores posibilidades de inserción en el mercado y conser-
vando las ventajas ecológicas de los sistemas tradicionales (Duch, 1995).

Los suelos dominantes de la región


Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores regionales y locales
La morfología de los suelos tiene lugar como consecuencia de la actuación de los
factores formadores (material parental, clima, relieve, organismos, tiempo y acti-

376
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

vidades humanas), bajo la interacción de los compartimentos de la geosfera


(atmósfera, litosfera, hidrosfera, exosfera). Los distintos suelos son el resultado
de las diferencias locales en la intensidad del efecto de los factores formadores
y de los procesos pedogenéticos que prevalezcan, así, hablar de un origen de
los suelos a nivel de la py es una generalización muy grande. A continuación se
trata el origen de los suelos de la py por subregiones.

Origen de los suelos en la subregión litoral. Se localiza en el borde externo


continental, en una transición entre el continente y el océano. Se forma de
los sedimentos continentales y marinos, con impactos de las olas, mareas y
la deriva litoral. La cantidad de los sedimentos determina la presencia de
Arenosol (AR) con alturas mayores a 1 m; Regosol (RG) y Solonchak (SC)
con menos de 1 m. En los AR la cantidad de arena en los horizontes y la
profundidad del perfil son las propiedades que le dan el nombre al grupo.
Los RG son tales cuando no se alcanzan a cumplir los niveles de arena y
profundidad del perfil. Ambos suelos son de escaso desarrollo pedogenéti-
co. Los RG también pueden estar formados por restos de moluscos en
lugar de arena. El AR presenta comunidades vegetales de palmas, agaves y
arbustos.
En la zona costera del estado de Yucatán, cuando la profundidad del perfil
es menor al metro y la salinidad alcanza la superficie, entonces ocurre la
presencia de SC. Las comunidades vegetales que presenta el SC dependen
del nivel de salinidad, herbáceas y pastos salinos hacia la duna y mangle en
los límites de las lagunas. Los RG tienen cubiertas vegetales de arbustos y
herbáceas de las zonas costeras. En resumen, la cantidad de arena, profun-
didad del perfil y niveles de salinidad por el ascenso del nivel del mar, son
las propiedades y procesos que dan lugar a los suelos de la costa.

Origen de los suelos en la subregión fluvio-palustre. En las planicies bajas


acumulativas, con frecuente inundación, se presentan procesos de hidro-
morfismo en los suelos. La particularidad de este subsistema es que pre-
senta características y ecotonos de ambientes del subsistema litoral y del
subsistema cárstico.
En las partes más bajas del relieve, el ascenso y descenso del nivel freático
provoca las condiciones reductoras y anaerobias en el perfil, dando lugar
al proceso de gleyzación que consiste en la translocación de hierro, man-
ganeso y azufre, identificadas por la presencia de horizontes de coloracio-
nes neutras (blancos o grises). Estas condiciones ambientales y procesos
pedogenéticos dan origen a los Gleysoles (GL).
Las condiciones reductoras y los aportes de hojarasca propician la acumu-
lación de materia orgánica debido a la disminución de la descomposición
en comparación con los ambientes aerobios. En esas condiciones ambienta-
les se originan los Histosoles (HS). Los HS son altamente sensibles a los
procesos degradativos, como la salinización y descomposición de la mate-
ria orgánica, que se propician por la interrupción de los flujos de agua dul-
ce y la posterior pérdida de la cubierta vegetal. Estos procesos de degrada-
ción ocasionan la pérdida irreparable de los HS dando lugar a SC. Aún

377
Geografía de suelos de México

cuando se restablece la cobertura vegetal por la desalinización del suelo, la


conversión de SC a HS es a muy largo plazo.
En las partes un poco más altas del relieve, el drenaje deficiente y la alta
saturación de cationes dan lugar a la neoformación de arcillas del tipo de
la smectita, la cual se identifica por la presencia de grietas debidas a la
expansión-contracción, a las caras de deslizamiento y al relieve en gilgai,
propiedades distintivas de los Vertisoles (VR).
En el noreste de la py, en la zona de transición entre la subregión fluvio-
palustre y la cárstica, se encuentran Phaeozems lépticos (PH) discontinuos
y, frecuentemente, pedregosos. Los procesos formadores son la lixiviación y
acumulación de materia orgánica. Los valores de pH van de neutros a lige-
ramente ácidos, indicando una lixiviación incompleta. Estos suelos dan la
impresión de ser muy jóvenes, tienen perfiles poco desarrollados. Sin em-
bargo, la tierra fina está libre de carbonatos primarios y minerales intem-
perizables, pero está dominada por arcilla y óxidos de hierro con pocos y
resistentes granos de cuarzo. Es decir, someros pero desarrollados por pre-
sentar productos intemedios del intemperismo como silicatos interlami-
nares 2:1 de tipo de la vermiculita; no presentan horizontes ferrálicos de
los suelos altamente intemperizados (Flores et al., 2006).
Las condiciones reductoras y la acumulación de materia orgánica dan
origen a los Phaeozems gléyicos; en la pequeña depresión cárstica se ha
alcanzado una mayor cantidad de tierra fina y, por lo tanto, un incremento
de la profundidad del perfil debido a la adición de suelo redepositado en la
parte superior, lo cual fue indicado por la presencia de fragmentos de car-
bón aun en su horizonte Bg inferior. Se identifican procesos redoximórfi-
cos (frecuentes nódulos ferruginosos) indicando que estas localidades reci-
ben tanto material fino como humedad. Estos suelos llegan a presentar
propiedades vérticas e indicios de una incipiente iluviación de arcilla.

Origen de los suelos en la subregión cárstica. El origen de los suelos de esta


subregión está en discusión; Wright (1970) sugiere que el verdadero mate-
rial que les dio origen no es la coraza calcárea, sino un depósito superficial
presente sobre la roca en el momento del levantamiento. Contempla la po-
sibilidad de que los suelos profundos que reposan sobre la roca calcárea
sean producto de un antiguo ciclo de formación de suelos, mientras que
los formados a partir de la coraza resquebrajada y erosionada se originaron
en un ciclo reciente. Menciona que la naturaleza del depósito podría ser
un sedimento impuro, rico en carbonatos (fango calcáreo submarino), o pol-
vo meteórico, o cenizas volcánicas depositadas sobre la superficie ya emer-
gida; o bien, una mezcla de sedimentos abisales y otros materiales finos
derivados de erupciones volcánicas submarinas, depositados súbitamente
sobre el bloque peninsular ya emergido.
Estudios recientes, realizados por Bautista et al. (2005c) en el norte, centro
y sur del estado de Yucatán, han dado evidencias de un desarrollo de suelos
a partir de la disolución de la roca caliza, con la consecuente formación de un
horizonte petrocálcico en la parte baja del perfil del suelo bajo condiciones
de clima árido; es decir, C, así como Cambisoles y Luvisoles en los climas

378
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

subhúmedos. Estos autores mencionan que la morfología de los perfiles su-


giere la existencia de un proceso de descarbonatación de la caliza, cuya in-
tensidad y transporte de carbonatos depende del tipo y pureza de la roca y
de la intensidad de la precipitación pluvial. Por ejemplo, en suelos de menor
profundidad, primero se forman suelos poco profundos como son los Lep-
tosoles con escasa cantidad de fracción de suelo fina de coloraciones roji-
zas; después se forman los Cambisoles debido a la disolución gradual de la
roca identificada por los canales de disolución. Posteriormente, y debido a
la mayor disolución de la roca, se tiene una matriz de suelo fino con algu-
nos fragmentos de roca, una profundidad no mayor a 60 cm y un horizonte
petrocálcico en la parte baja del perfil, lo cual da origen a los Calcisoles; estos
pueden ser epipétricos o endopétricos, dependiendo de la profundidad del
horizonte petrocálcico.
La formación de los Luvisoles comienza con una disolución intensa de
la roca y la acumulación del carbonato de calcio en la parte baja del perfil;
es un Cambisol cuando el perfil muestra una profundidad mayor de un
metro y es posible que aún no se observe la acumulación de arcilla en el
horizonte Bt. En los estadios más avanzados sólo hay fragmentos de roca
caliza en la parte baja del perfil. La evolución de Luvisoles es evidente
cuando se han disuelto los fragmentos de roca y se ha dado origen al hori-
zonte Bt.
Contrario a lo que se piensa, existe una gran diversidad de calizas, todas
ellas presentan calcita y en algunos casos dolomita; sin embargo, el tamaño
del cristal, las propiedades físicas y el contenido mineralógico residual pue-
den llegar a ser muy diferentes. Las discontinuidades litológicas y la conse-
cuente disolución diferencial de la roca generan la formación del micro y
mesorrelieve cárstico y cada uno de ellos con sus particularidades edáficas
(Bautista et al., 2003ab, 2004, 2005b).
La combinación de karst y clima tropical subhúmedo y húmedo genera,
en la subregión cárstica, la presencia del proceso denominado “pérdida de
suelo por lixiviación” o “pérdida de suelo por transporte vertical”. La eviden-
cia de la existencia de este proceso es el transporte de suelo principalmente
vertical y hacia las grietas, huecos, y pequeñas pero profundas depresiones
de origen cárstico. Es común encontrar estas formas, llenas, vacías y/o par-
cialmente ocupadas con pedosedimentos finos, bajo aflojamientos de cali-
za con escasa cantidad de tierra fina.
En zonas de transición climática (Aw0 con Aw1 o Awx) y geomorfológicas
(planicies costeras y planicies cársticas bajas), la acumulación de materia
orgánica en los suelos forma un horizonte mólico, origina Kastañozems en
zonas áridas y Pheozems en zonas con mayor humedad.

Origen de los suelos en la subregión cárstico-tectónica. Los suelos de esta subre-


gión presentan propiedades y características dependiendo de su posición en
el relieve, es decir, sobre las lomas o en el nivel de base; a nivel de base pode-
mos formar dos grupos de suelo con buen drenaje o con drenaje deficiente.
En las lomas, el relieve y el intemperismo de la roca dan origen al Lep-
tosol. A nivel de base con buen drenaje, la lixiviación y lavado son los pro-

379
Geografía de suelos de México

cesos pedogenéticos que dan lugar a la acumulación de arcilla en el hori-


zonte B. La intensidad del proceso define la presencia de Luvisoles o Niti-
soles. La intensidad del proceso se manifiesta en la cic, a mayor intensidad
menor cic. En el nivel de base con drenaje deficiente se presentan las con-
diciones adecuadas para la recristalización de las sales en disolución y dar
lugar a la formación de arcillas del tipo 2:1 como la smectita. En esta parte
del relieve se encuentran suelos de los grupos Vertisol y Gleysol, que
dependen del nivel de ascenso del acuífero (50 cm para el Gleysol).

Los grupos de los suelos dominantes en la región


En la py dominan las asociaciones con suelos poco profundos como los Lep-
tosoles/Cambisoles. Los suelos de mayor extensión son los Leptosoles rendzicos
y líticos (67%) en las zonas cársticas; Gleysol (15.5%) en las zonas costeras;
Luvisol (4.44%) en planicies cársticas; Vertisol (3.02%) al sur y al noreste;
Solonchak y Arenosol en las zonas costeras; Regosol e Histosol en el litoral y
planicies costeras principalmente (Figura I.16.1. del Anexo I).

Histosoles. Suelos con material orgánico acumulado en la superficie y en el


cual el componente mineral no tiene influencia significativa en las propie-
dades del suelo.
Los Histosoles encontrados en el noroeste de la py muy cercanos a la
costa contienen material orgánico, principalmente tejidos vegetales reco-
nocibles, producto de la descomposición incompleta de hojas, raíces y
ramas bajo condiciones de saturación de agua de por lo menos un mes en
la mayoría de los años. Son poco profundos, sobreyacen a materiales con
más del 40% de CaCO3; limitados en muy pocos casos por roca continua.
Tienen un alto porcentaje de saturación de bases, presencia de sodio y sales
más solubles. Los calificadores son: éutrico, hiperéutrico, sódico, hipersó-
dico e hiposálico, fíbrico y fólico.
Presentan cobertura vegetal de manglar, tular y popal. También se les
localiza en comunidades vegetales endémicas de la península de Yucatán
llamadas los petenes. En ellos crecen islas de vegetación de árboles caracte-
rísticos de la selva mediana subperennifolia, la cual está rodeada de vegeta-
ción de tular, saibadal y mangle (sin formar parte de ellos).

Leptosoles. El grupo Leptosol corresponde a los suelos someros o muy pedre-


gosos. Dominan en las planicies cársticas y en los lomeríos, principalmente
en las partes altas de las lomas. Las principales secuencias de horizontes son
AR, AcskR, AbwC, AhACC o ABk.
En Quintana Roo se encuentran Leptosoles húmicos (rendzicos) cuya
profundidad está entre los 10 y los 25 centímetros; Leptosoles húmicos (lí-
ticos), de muy poca profundidad, que va desde unos pocos centímetros a
los 10 como máximo. En Yucatán hay una gran variedad de calificadores
dominando los líticos, hiperesqueléticos y rendzicos.
Los calificadores a nivel de prefijos y sufijo son: nudilítico, lítico, réndzi-
co, hiperesquelético, húmico, calcárico, crómico, ródico.

380
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Estos suelos se encuentran asociados a Cambisoles, Regosoles, Calcisoles,


Luvisoles e Histosoles.
Los Leptosoles réndzicos son de alta fertilidad natural, se utilizan en el
trópico en el cultivo y explotación de caoba y otras especies forestales, así
como en el cultivo de cítricos, papaya, henequén y pastizales. Otros Lep-
tosoles son utilizados en áreas de bosque o como reservas naturales. Los
Leptosoles presentan serias restricciones para los cultivos por escasa pro-
fundidad efectiva y baja capacidad de almacenamiento de agua para las
plantas; cuando se encuentran en las partes altas presentan un alto riesgo
de erosión, dificultad de enraizamiento, dificultan en la labranza mecanizada;
problemas en la nutrición vegetal por el exceso de calcio asimilable y escasa
retención de humedad por la baja cantidad de tierra fina.

Vertisoles. Los Vertisoles presentan un horizonte vértico dentro de los 100 cm


desde la superficie. Se desarrollan en zonas en las que predomina la pre-
sencia de arcillas expandibles 2:1 del grupo de la smectita, se localizan en las
partes bajas del relieve.
En los tres estados de la py hay Vertisoles. En Quintana Roo hay Vertiso-
les humigleyicos, gipsygleyicos con material yesoso como material parental,
hiposaligleyicos y cálcicos. Secuencias de horizontes son ABssBssg; ABssBssy;
Abssk.
Calificadores (prefijos y sufijos): húmico, gléyico, gípsyco, sálico, calcárico.
Los Vertisoles son muy pesados en la época de secas y pegajosos en la de
lluvias, por lo que la labranza se realiza al comienzo de la época de lluvias.
El manejo del agua en estos suelos es clave para lograr altos rendimientos
agrícolas. En diversos lugares algunas siembras se realizan al final de la época
de lluvias debido a que la cantidad de agua residual puede ser suficiente para
algunos cultivos. Se utilizan con cultivos de caña de azúcar, sorgo, maíz y
arroz. En condiciones naturales presentan una cubierta vegetal de selva baja
subperennifolia.

Solonchaks. Son suelos que tienen un exceso de sales solubles. Los Solonchaks
desarrollan una secuencia de horizontes muy variada AC, AhC, ABgC o
ABC, frecuentemente con propiedades gléyicas sobre todo en alguna pro-
fundidad. En áreas bajas que presentan un nivel freático somero, la acumu-
lación de sales es más fuerte en la superficie del suelo que donde el nivel freá-
tico es profundo.
En la península de Yucatán se localizan principalmente en la subregión lito-
ral y en la fluviopalustre. En el estado de Quintana Roo en la costa baja, desde
Tulum pasando por Punta Herrero, Mahahual hasta la ciudad de Chetumal
en el municipio de Othón P. Blanco. En Campeche se localizan a lo largo de
la costa en la zona de petenes. En Yucatán al este y sureste de Celestún, oeste
de Hunucmá, al este de Dzilam de Bravo, San Felipe y Las Coloradas.
Los Solonchak se encuentran asociados a Gleysoles, Leptosoles e His-
tosoles, principalmente. Los calificadores primarios son: hipersálico, fólico,
hístico, vértico, gléyico, stágnico, mólico, cálcico y háplico. Los calificadores
secundarios son: sódico, arénico, síltico, límnico.

381
Geografía de suelos de México

Los Solonchak localizados en las costas o en la subregión fluvio-palustre


generalmente se encuentran desprovistos de vegetación cuando son hiper-
sálicos o con vegetación de mangle y herbáceas halófitas con escaso creci-
miento cuando la salinidad no es extrema.

Gleysoles. El grupo Gleysol se identifica por la presencia de colores grisáceos


y/o azulados en la parte baja del perfil; donde fluctúa el agua se forman
motas pardas, rojas o amarillas producto del proceso alterno de reducción-
oxidación. Secuencias de horizontes son AgBgCg, AbgCg, ABCg o ABBgBCgk.
Los Gleysoles se localizan en los tres estados de la py. Los tenemos en las
partes bajas del relieve cercanas a las costas en los tres estados, pero también
se encuentran en las partes de mayor altitud, en los lomeríos y en las mon-
tañas en zonas de baja permeabilidad. En Quintana Roo hay Gleysoles
húmicos GLhu que se forman en las partes bajas donde se acumula agua,
normalmente presentan un color gris y cuando están saturados de agua se
tornan azules o verdosos, al secarse se manchan de rojo, tal es el caso de la
zona agrícola de Nicolás Bravo.
Calificadores (prefijos y sufijos): húmico, vértico, calcárico.
Los Gleysoles drenados se utilizan en agricultura intensiva, así como en
el cultivo de arroz. En el trópico, en condiciones naturales tienen vegeta-
ción de mangle y pastizales. Presentan alto riesgo de inundación, fertilidad
alta y pueden tener cantidades altas de carbonato de calcio, lo cual ocasiona
desórdenes nutrimentales en la absorción de hierro. Los Gleysoles de las
partes bajas del relieve tierra adentro presentan, en condiciones naturales,
cubiertas vegetales de selvas subperennifolias.

Nitisoles. El grupo Nitisol presenta un horizonte subsuperficial rico en arcilla


(más del 30%), textura franco arcillosa o más fina, con estructura poliédrica
o nuciforme fuertemente desarrollada; son suelos profundos, con buen dre-
naje, de color rojo típico de suelos tropicales (iuss Working Group wrb,
2006). Presentan cic de moderada a baja, producto de la presencia de arcillas
del tipo 1:1. Presenta un desarrollo de perfil del tipo ABtC. Secuencias de
horizontes son ABC o AhBt1Bt2. Los Nitisoles se localizan en los lomeríos
a nivel de base.
Calificadores (prefijos y sufijos): ródico, eutrico.
El grupo Nitisol está catalogado como el más productivo de los suelos
del trópico debido a sus mejores condiciones químicas, de la misma manera,
presenta buenas condiciones físicas debido a la profundidad, estructura es-
table, alta capacidad de retención de humedad, y buena permeabilidad. Es
utilizado en una gran variedad de cultivos, como cacao, piña, café, hule y
otros; sin embargo, los niveles de fósforo y bases intercambiables pueden
llegar a ser bajos. En condiciones naturales presenta una cobertura vegetal
de selva mediana. Posee muy buenas características para el uso de aguas
residuales en labores agrícolas.

Phaeozems. Son suelos con horizonte superficial mineral mólico Ah espeso y


oscuro (aunque en menor grado que el Chernozem), rico en materia orgáni-

382
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

ca y nutrimentos. La saturación de bases potencial de estos suelos es de


50% o más, y tienen una matriz del suelo libre de carbonato de calcio, por lo
menos hasta 100 cm de profundidad o hasta una capa lítica, paralítica u hori-
zonte petrocálcico. Secuencias de horizontes son AhBt, AhBtC, ApBtkCk o
AhCk.
En la península de Yucatán los calificadores son: léptico, lúvico, calcári-
co, hiposódico, esquelético, crómico y gléyico.
Este grupo de suelo se encuentra en los tres estados de la península de
Yucatán y se desarrolla en lugares bien drenados. Son suelos regularmente
asociados con Leptosoles, Luvisoles y Gleysoles. Puede ser confundido con
los Leptosoles ya que muchos datos de perfiles realizados antes de 1998 no
registran la estimación de la pedregosidad y/o rocosidad, sólo las propie-
dades de la tierra fina.
Son suelos aptos para la agricultura, por la fertilidad natural que poseen,
lo que hace que produzcan buenas cosechas. En Yucatán y Campeche el
principal uso que se les da es en el cultivo de maíz, mientras que en Quintana
Roo presentan cobertura vegetal de selva mediana subperennifolia.

Luvisoles. El grupo Luvisol corresponde a suelos con un horizonte de acumu-


lación de arcilla, presentan un desarrollo de perfil del tipo ABtC o AEBtC.
Cuando se realizan actividades agrícolas aparece un Ap y el E puede no
estar presente. En Quintana Roo, hay Luvisoles humiprofúndicos LVhupf,
Luvisoles humiendolépticos LVhuenl. En Yucatán hay Luvisoles ródicos.
Calificadores (prefijos y sufijos): ródico, crómico, húmico, léptico.
El grupo Luvisol, con excepción de las unidades léptico, gléyico, férrico y
dístrico, son suelos fértiles con una amplia variedad de uso agrícola. En
condiciones de pendiente se requiere tomar medidas contra la erosión. El
Luvisol presenta una profundidad efectiva variable, de buena a muy buena,
con problemas de compactación en la parte baja del perfil, sin problemas
fuertes de fertilidad química, sin problemas para el laboreo mecánico y, de
manera general, de buena aptitud agrícola. La principal desventaja radica
en la fragmentación en parches que varían de 100 a 900 m2 de superficie.
Al igual que el Nitisol presenta muy buenas características para el uso de
aguas residuales en labores agrícolas.

Arenosoles. Suelos que tienen una textura media areno francosa o más grue-
sa. Secuencias de horizontes son Ahk, AbkCk1Ck2 o ApkAk1Ak2Ak3. En
la py los Arenosoles se encuentran formados por texturas que van de arena
francosa a más gruesas, a una profundidad de 100 cm y tienen menos de
40% de fragmentos de roca u otros fragmentos gruesos dentro de los 100
cm desde la superficie del suelo, si presenta una capa de textura fina es me-
nor a 15 cm. Se localizan en los cordones litorales, islas de barrera y planicie
costera.
Calificadores: calcárico, hipersódico, prótico e hiperéutrico.
Presentan coberturas vegetales de matorral costero, palmas y agaves.
Principales restricciones de uso: cuando el terreno de este suelo se nivela
se pierden sus funciones y la cobertura vegetal cambia.

383
Geografía de suelos de México

Cambisoles. Los Cambisoles son suelos con un horizonte cámbico (Bw). El


horizonte Bw puede estar presente en otros grupos de suelo debido a que
existen otras propiedades o materiales u horizontes de diagnóstico de
mayor prioridad, como el horizonte sálico, vítrico, ándico, mólico, gypsico,
cálcico o las propiedades gléyicas, por ejemplo. Esto ocasiona que para que
un suelo sea considerado como Cambisol además de tener el horizonte
cámbico no puede tener los horizontes o propiedades antes mencionadas.
Se localizan en todos los ambientes (altitud, tipo de vegetación y clima). Se-
cuencias de horizontes son ABwC o AskBwC.
Calificadores (prefijos y sufijos): léptico, háplico, calcárico, esquelético,
ródico y crómico.
Como se localiza en diversos ambientes y posee diversas características
químicas, físicas, minerales y biológicas, los usos del Cambisol son tam-
bién diversos. De manera general, son suelos de buena calidad agrícola
manejados de manera intensiva. Los Cambisoles eútricos son los más pro-
ductivos.
Los Cambisoles vérticos y Cambisoles háplicos calcáricos de planicies
aluviales en las zonas secas, bajo condiciones de riego, son utilizados en la
producción de alimentos. En planicies cársticas onduladas o en el nivel de
base de los lomeríos los Cambisoles son utilizados en una amplia variedad
de cultivos perennes.

Regosoles. Los Regosoles comprenden el grupo taxonómico que contiene


todos los suelos que no pueden ser acomodados o clasificados en otro gru-
po taxonómico de suelo. En la práctica los Regosoles son suelos minerales
muy débilmente desarrollados, constituidos de material suelto, semejante
al material parental que le dio origen. Son suelos jóvenes con poco desa-
rrollo a partir de materiales no consolidados, excluyendo materiales de tex-
tura gruesa o materiales de propiedades flúvicas. El desarrollo mínimo del
perfil es generalmente consecuencia de la juventud y/o de la formación len-
ta del suelo. Generalmente tienen un horizonte mineral A con un porcen-
taje variable de saturación de bases. No tienen horizonte mólico, úmbrico,
o propiedades gléyicas. En general se puede decir que no tienen caracterís-
ticas, propiedades u horizontes que se combinen para definirlos. La
secuencias de horizontes son AC, ApCk; AhBgC, Ackm, Acgk o AuCn.
En la py, los Regosoles se encuentran, por lo regular, muy cerca de las
costas de la península de Yucatán y unos pocos que podríamos catalogar
como inclusiones al interior de la misma por el hecho de ser suelos que no
clasifican en otro grupo, la mayor parte de ellos se localiza desde Xcalak
hasta la bahía de la Ascensión. También se localizan al NE, E y SE de Celes-
tún y en menor proporción al N, SE y S de la ciudad de Campeche.
Los calificadores son: léptico, endogléyico, sálico stágnico y háplico, calcá-
rico, húmico, hiposálico, sódico, eútrico, esquelético, y arénico.
Los Regosoles de la py presentan una mezcla de vegetación de manglar
con vegetación de tular o vegetación de tular con vegetación de manglar acha-
parrado, petenes y una pequeña parte con vegetación halófila. Las texturas
gruesas hacen que la fertilidad sea limitada, la infiltración muy rápida y la

384
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

retención de humedad muy baja. En estos suelos es necesario utilizar riego


para establecer parcelas productivas.

Peculiaridades regionales de los suelos


En las planicies cársticas del estado de Yucatán una de las peculiaridades de
los Leptosoles es su alta heterogeneidad espacial, a nivel de metros, los hay
nudilítico, léptico, réndzico, hiperesquelético, crómico, húmico con diferen-
cias de materia orgánica de menos de tres hasta mayores de 20%; sin pedre-
gosidad e hiperesqueléticos; de negros a rojos. Estas diferencias tan grandes
pueden ser atribuidas a la heterogeneidad o a la también llamada disconti-
nuidad litológica. En la zona se encontraron cinco tipos de roca.

1) La roca más abundante en la superficie es la calcita con microcristales


(Mudstone 1); es una roca consolidada, presenta canales de disolución,
corresponde al material parental de los suelos localizados a nivel de base
en las planicies cársticas.
2) Roca con microcristales (Mudstone 2); se localiza en el subsuelo, es de
color blanco a crema y presenta estructura laminar de alta porosidad;
esta roca es de menor consolidación, su consistencia es muy semejante
al banco de caliza no petrificado.
3) La calcita de granos medianos (Mudstone 3); predomina en la superficie
y en la parte baja del perfil como fragmentos de roca derivados del
intemperismo o quema agrícola que, a su vez, propicia la formación de
gravas (diámetro de 0.2 a 2 cm); esta calcita es porosa y con mayor con-
tenido de óxidos insolubles de silicio, aluminio y hierro (2.93%); es
común en los suelos de montículo.
4) La calcita con granos grandes (carbonato-cristalina) y de color blanco; se
encuentra en la superficie, se rompe con el calor de la quema agrícola
para formar piedras entre 15-25 cm de diámetro.
5) Caliza “roja” que presenta los menores contenidos de carbonato de calcio
y la de mayores contenidos de minerales formadores de suelo que dan
origen a los Cambisoles y Luvisoles.

La presencia de halloisita en las rocas, piedras y suelos de la región, revela que


este aluminosilicato no es un material de neoformación sino heredado, lo cual
explica su presencia en suelos con alta saturación de bases.
Los Gleysoles son otro grupo que presenta peculiaridades porque se en-
cuentran en las subregiones litoral, fluviopalustre y cárstica. En la primera, los
suelos están muy cerca del nivel del mar rodeados de Regosol, Arenosol y So-
lonchak; presentan vegetaciones de matorral costero y herbáceo. En la subre-
gión fluviopalustre se encuentran en la interfase de las subregiones litoral y
cárstica, cerca de Histosol, Solonchak y Leptosol; presentan vegetación de
manglar, popal y tular. En la subregión cárstica se encuentran en lugares altos
con respecto al nivel del mar pero con drenaje impedido y cercano a Vertisol,
Leptosol, Cambisol y Kastañozem, con vegetación de selva baja y mediana
subperennifolias. Esta situación ocasiona una gran diversidad de calificadores

385
Geografía de suelos de México

en estos suelos, como sálico, húmico, léptico, vértico, gypsico, entre otros; ade-
más da lugar a ecosistemas muy diversos.
Otra peculiaridad es la presencia de Calcisoles sólo en la parte de climas
semiáridos a pesar de estar en una zona de karst. Los carbonatos generalmente
son lavados y, cuando se encuentran en el suelo, la mayoría de las veces no
corresponden a carbonatos secundarios, sin embargo, en los climas semiári-
dos sí se encuentra este grupo de suelo.

La organización espacial de los suelos


En el caso del mapa de la península de Yucatán se utilizó un enfoque geope-
dológico en el cual las formas de relieve son la base cartográfica y los suelos el
componente temático, tal y como lo establece la norma oficial mexicana de
cartografía 023-2001 (Semarnat, 2001).
En el caso de la subregión cárstica, los suelos se encuentran asociados a
manera de fractales. El tamaño de la unidad fractal varía de los 100 m a varias
hectáreas, motivo por el cual la leyenda se expresó a manera de paisaje edáfi-
co, comenzando por el suelo de mayor superficie. En este trabajo se utilizó el
concepto de edafopaisaje definido como una porción de la cobertura del sue-
lo con cuerpos de grupos de suelo que tienen o presentan relaciones funcio-
nales (Finke y Montanarella, 1999). Esta forma de trabajo es conveniente en
el caso de las zonas de karst, debido a la predominancia del grupo Leptosol y
las pequeñas superficies ocupadas por Cambisol y Luvisol. Cabe aclarar que
como el tamaño de las unidades fractales es inferior al criterio inglés de uni-
dad mínima cartografiable, las opciones son: a) Leptosol solamente, b) edafo-
paisajes o asociaciones de suelo.
Una forma de ejemplificar lo anterior es con la Figura 16.3a en la que se
muestran las etapas de desarrollo del karst; en las tres primeras (reciente, ju-
ventud y madurez) el grupo Leptosol es el dominante, sólo en la cuarta etapa
deja de serlo. Entonces la leyenda sería: reciente con Leptosoles; juventud con
Leptosoles, madurez con Leptosoles y tardía de relictos con otro grupo. En el
caso del uso del concepto edafopaisajes, la leyenda sería: reciente Leptosoles,
juventud con Leptosoles/Cambisoles; madurez con Leptosoles/Luvisoles; tardía
de relictos con Luvisoles u otro suelo de mayor profundidad al Leptosol.
De la misma manera en la imagen satelital (Figura 16.3b) se observan las
geoformas del poniente de Yucatán. En la planicie cárstica, lomerío alineado,
lomerío cárstico y planicie colinosa, el grupo Leptosol es el dominante; sin
embargo, las diferencias estrivan en los suelos a nivel de base, ya que en la plani-
cie cárstica subhorizontal (PK) es Leptosol y en la planicie cárstica colinosa (PC)
es Nitisol. La diferencia en los lomeríos también es obvia; en los lomeríos cárs-
ticos (LK) hay mayor superficie a nivel de base y en los lomeríos alineados
(LA) la pendiente es mayor.
Considerando que el objetivo de los levantamientos de reconocimiento es
el de proporcionar información de los suelos de una región para la localiza-
ción de proyectos de desarrollo, de programas de apoyo al medio ambiente y
de direccionamiento de infraestructura productiva, entre otros, se consideró
más conveniente el uso de los edafopaisajes para la leyenda del mapa.

386
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

a
RECIENTE JUVENTUD

MADUREZ TARDIA DE RELICTOS

Figura 16.3. a) Etapas de desarrollo del karst. b) Imagen SPOT de planicies cársticas (PK) subhorizontales, colino-
sas (PC), lomerío alineado (LA) y lomerío cárstico (LK).

Edafopaisajes representativos de la región


En un panorama general y de acuerdo con la información generada por el
inegi (1984a,b,c,d,e,f), la península de Yucatán cuenta con una superficie de
136 millones de ha en las que se han identificado 3 024 polígonos o unidades
de mapeo, 187 asociaciones y 13 unidades de suelo. Sólo el 2.6% de las unida-
des de mapeo presentan perfiles descritos y con datos analíticos. La parte cen-
tro, sur y sureste son las que tienen un mayor número de unidades de mapeo
a escala 1:250,000.
En la península de Yucatán dominan las asociaciones con suelos poco pro-
fundos o Leptosoles de reciente formación y Cambisol crómico que son suelos
de escaso grado de desarrollo pedogenético. Los suelos de mayor extensión
son los Leptosoles rendzicos y líticos (67%) en las zonas cársticas; Gleysoles
(15.5%) en las zonas costeras; Luvisoles (4.44%) en planicies cársticas; Ver-
tisoles (3.02%) al sur y al noreste.
El mapa geopedológico de la py, realizado con base en el modelo digital de
elevación y en imágenes satelitales, muestra la diversidad edáfica de la región.
En la Tabla 16.2 se integra la información y la respectiva correspondencia entre
paisaje geomorfológico y unidades de suelo (Figura 16.4).

387
Geografía de suelos de México

Asociaciones de suelos
?
Mapa de suelos de la península de Yucatán Agua
AR/RG/SC
20 25 30 35 40 45
AR/RC
AR/RG/SC
CM/LP
CM/LP/GL
N
CM/LP/LV
25 25
GL/LP
GL/LP/CM
GL/SC
LP
LP/CM
20 20 LP/CM/LV
LP/CM/NI
LP/LV
LP/LV/CM
LP/NT
LP/RC
15 15
LP/VR
LP/VR/CL
LP/VR/CL/N
LPli
LPli/LP
10 10 RG/SC
SC
20 25 30 35 40 45 SC/GL
SC/GL/HS
100 0 100 200 Millas
SC/HS/LP
SC/RC
VR/GL/LP

Figura 16.4. Mapa de edafopaisajes de la península de Yucatán (preparado por los autores del capítulo).

En el litoral se localizan los Arenosoles, Regosoles, Solonchaks y Leptosoles.


Los cordones litorales presentan Arenosoles en las partes altas del microrelieve
cuando la tierra fina se encuentra constituida de arena y con espesores del perfil
mayores a 1 m. Cuando no se alcanza esa profundidad o cuando los conteni-
dos de arenas no alcanzan el 80%, que es requisito para el grupo Arenosoles,
entonces tenemos Regosoles. Ambos grupos presentan un horizonte A inci-
piente, un excelente drenaje interno y una baja cic. La vegetación de estos
suelos es muy diversa: matorral costero, tular, popal, manglar, arbustos y hier-
bas halófitas.
La influencia del mar da lugar a la presencia de los Solonchaks por el ascenso
capilar de las sales en las partes bajas del cordón litoral que generalmente se
encuentra cubierta con pastos salados. Algunas partes del litoral presentan
afloramientos rocosos en los que domina el grupo Leptosoles: Leptosol lítico,
Leptosol réndzico y Leptosol hiperesquelético.
La subregión fluvio-palustre propicia la presencia de Solonchaks, Gleysoles,
Histosoles, Leptosoles y Cambisoles. La interrupción del flujo del agua oca-
siona la acumulación de grandes afloramientos de sales que impiden el creci-
miento vegetal; la morfología del perfil sería de Gleysoles si no hubiera tal
cantidad de sales que dan lugar al Solonchak que en los bordes presenta vege-

388
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Tabla 16.2. Relación geoformas y suelos en la península de Yucatán


ID Sistema de terreno Suelos Climas Vegetación
1 Planicie RG/SC Awo, Aw1(x⬘) M, PI
2 Planicie AR/RG Awo(x⬘) Awo, Aw1(x⬘) VDC
3 Planicie AR/RG/SC BSo(h⬘)(x⬘) M, PI
4 Planicie LP/RG Awo(x⬘) Awo, Aw1(x⬘) APF
5 Planicie AR/RG/SC BSo(h⬘)(x⬘) Awo(x⬘) MM y SBI
6 Planicie SC/RG Aw2(x⬘) MM y VDDC
7 Planicie SC/GL Awo PT, SBI
8 Planicie GL/SC Awo MB, SRMP
9 Planicie SC Awo MB, MM
10 Planicie SC/GL/HS Awo MB, SRMP
11 Planicie SC/HS/LP Awo MM, SBI, T
12 Planicie GL/LP/CM Aw1(x⬘) SMP, SMSP, AP
13 Lomerío LP/NT Awo SMC y SMSC
14 Lomerío LP/VR LP/VR/GL Aw1(x⬘) SMP, SMSP
15 Lomerío NT Aw1(x⬘), Aw1 SMSC
16 Lomerío CM/LP/LV Aw1 SMP, SMSP
17a Planicie LPli/LP BSo(h⬘)(x⬘) SBC, SBSC, AP
17b Planicie LPli/LP BSo(h⬘)(x⬘) SBC, SBSC, AP
17c Planicie LPli/LP BSo(h⬘)(x⬘) SBC, SBSC, AP
17d Planicie LPli/LP BSo(h⬘)(x⬘) SBC, SBSC, AP
17e Planicie LPli/LP BSo(h⬘)(x⬘) SBC, SBSC, AP
18 Planicie LP Aw1(x⬘) SMP, SMSP
19 Planicie LP/CM/LV Aw1(x⬘) SMC, SMSC
20 Planicie CM/LP Aw1(x⬘) SMP, SMSP, AP
21 Planicie LP/VR/GL Aw1(x⬘) SMP, SMSP, AP
22 Planicie GL/LP Awo(x⬘), Aw1(x⬘), Aw1 SBP, SBSP, AP
23 Planicie LP Aw1(x⬘) SMP, SBP, SBSP
24 Planicie VR/GL/LP Aw2(x⬘) SMP, SMSP
25 Planicie Agua Agua
26 Planicie GL/SC Aw1 PT, PI
27 Planicie SI Aw1 SMC, SMSC
28 Lomerío LP/CM/LV Awo SAP, SMP, SMSP
29 Lomerío LP/CM Aw1(x⬘) SMC, SMSC
30 Montaña LP/CM/NT Aw1 SMC, SMSC
SBI⫽Selva baja inundable, M⫽Manglar, Manejo APF⫽Agrícola, pecuario y forestal, SRMP⫽Selva riparia, mediana y
perennifolia, T⫽tular, SMC⫽Selva mediana caducifolia, SMP⫽Selva Mediana Perennifolia, SMSP⫽Selva mediana subperen-
nifolia, SMSC⫽Selva mediana subcaducifolia, SBC⫽Selva baja caducifolia, SBSC⫽Selva baja subcaducifolia, SAP⫽Selva alta
perennifolia, PI⫽Pastizal inundable, AP⫽Manejo agrícola y pecuario, VDC⫽Vegetación de duna costera, MM⫽Manglar tipo
matorral, MB⫽Manglar de borde. Modificado de Bautista et al. (2005a).

389
Geografía de suelos de México

tación halófila y manglar. Localmente al Solonchak se le denomina de manera


coloquial “blanquizal”.
En estos ambientes fluvio-palustres se encuentran áreas de resurgimiento
de cuerpos de agua dulce de conductos subterráneos que allí desembocan, lo
cual propicia la presencia de condiciones reductoras y suelos de los grupos
Gleysoles e Histosoles. En Campeche hay grandes extensiones de Gleysoles
con una gran edafodiversidad. Por el contrario, en Yucatán y Quintana Roo los
Gleysoles son someros y se encuentran asociados a Leptosol lítico, así como a
petenes en los cuales se forman “islas de Leptosoles y Cambisoles” rodeados
de Gleysoles o Solonchaks. Si bien, algunos de los suelos que existen en la py
son de escasa importancia agrícola como Leptosol, Solonchak, Histosol, y
Regosol, sin embargo, se encuentran en zonas de gran interés ecológico y am-
biental, como los petenes, manglares, matorrales de duna costera y la selva baja
espinosa. Además estos suelos constituyen una barrera natural para evitar la
salinización de los suelos de mayor importancia agrícola, impidiendo el avance
del agua de mar hacia el continente.
En la subregión cárstica el Leptosol es el grupo de mayor importancia, el cual
presenta una mayor edafodiversidad en las planicies cársticas del Plioceno-
Mioceno en pequeñas distancias.
El Leptosol presenta cualidades a nivel de prefijo como: núdilitico, lítico,
hipersquelético, réndzico, calcárico, móllico, con alta diversidad en áreas menores
a una hectárea. La edafodiversidad, por ejemplo, puede expresarse de las siguien-
tes maneras: los niveles de materia orgánica son de menos de 3% hasta mayores
de 20%; sin pedregosidad e hiperesqueléticos, de colores negros a rojos, entre
otros. Estas diferencias pueden ser atribuidas a las discontinuidades litológicas
en las que se genera una gran variedad de microambientes. La subregión cársti-
ca puede ser dividida en dos partes; una con buen drenaje, en la que se encuen-
tran asociaciones de suelo Leptosol, Cambisol, Luvisol y Nitisol, y otra con
drenaje deficiente en la que se presentan asociaciones edáficas con los grupos
Leptosol, Vertisol y Gleysol, principalmente. En los lomeríos y en las planicies
con escaso desarrollo cárstico domina el Leptosol.
Subregión cárstico-tectónica comprende un lomerío alto y la montaña,
ambas fueron originadas por las fallas de Ticul y Sayil y presenta un escarpe
tectónico inactivo. En las lomas, el relieve y el intemperismo de la roca dan
origen al Leptosol. A nivel de base con buen drenaje, la lixiviación y lavado
son los procesos pedogenéticos que dan lugar a la acumulación de arcilla en
el horizonte B. La intensidad del proceso define la presencia de Luvisoles o
Nitisoles. En el nivel de base con drenaje deficiente se encuentran suelos de
los grupos Vertisoles y Gleysoles, que dependen del nivel de ascenso del acuí-
fero (50 cm para el Gleysol).
La presencia de los grupos Kastañozem, Phaeozem, Chernozem, Calcisol no
es sistemática ni cartografiable a esta escala.

Toposecuencias
A continuación se presentan algunas toposecuencias de los estados de Yuca-
tán, Campeche y Quintana Roo, cabe recalcar que la edafodiversidad en la pe-

390
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

nínsula de Yucatán es muy grande a pequeñas distancias, por lo que, a distancias


cortas, es mayor el detalle en suelos; por el contrario, a grandes distancias ma-
yor generalización en suelos.

Toposecuencias en Mérida, Yucatán. La toposecuencia fue descrita por Bautista


et al. (2003). Existe una diferencia clara en materia orgánica (mo), Ca y P
en los suelos a lo largo del microrrelieve, presentándose los valores más al-
tos en el montículo en comparación con las planicies. Los suelos rojos se
localizan en la parte baja del microrrelieve, los café-rojizos en el piedemonte
y los negros en el montículo. El color del suelo puede ser utilizado, en pri-
mera instancia, para distinguir entre suelos diferentes ya que dicha propie-
dad tiene soporte analítico, sin embargo, para aumentar la precisión se
hace necesario analizar las propiedades químicas, principalmente P y mo,
así como Mn, Ca, Cu, S y K. Adicionalmente, el contenido total de óxidos de
Si, Al, Fe y los minerales como la hematita, calcita y bohemita varían con el
relieve y color del suelo, constituyéndose en propiedades distintivas.
Los suelos predominantes de las partes altas del microrrelieve (negros)
pueden ser clasificados como Leptosoles líticos o Boxlu’um en lengua
maya. Las principales características de estos suelos son los abundantes
contenidos de mo, calcio intercambiable, fósforo y calcita, así como con-
centraciones bajas de Al2O3, halloysita y cuarzo. En menor proporción,
también pueden presentarse otras variantes en la región, como son el Lep-
tosol hiperesquelético. Los altos contenidos de mo en las partes altas del
microrrelieve son una situación particular y rara (Figura 16.5a).
El suelo café-rojizo es un intergrado entre el rojo y el negro, presentando
cantidades intermedias de minerales como el cuarzo, la calcita y halloysita,
así como de los contenidos totales de Al2O3 y P2O5.
Los suelos rojos localizados en la parte baja del microrrelieve, presentan
cantidades mayores de suelo por ser más profundos y de minerales, en com-
paración con los demás suelos, lo cual se corrobora con los contenidos de
Fe2O3, K2O, BaO y SiO2 y por la cantidad relativa de halloysita, boehmita y
hematita (Figura 16.5b). Estos suelos pueden ser clasificados como Leptosol
por la wrb y como Haylu’um por la nomenclatura maya, son los que pre-
dominan en las partes bajas del microrrelieve en la zona de estudio; sin em-
bargo, en algunas zonas pueden ser más profundos y clasificarse como
Cambisoles o inclusive como Luvisoles (Kancab en maya), según el grado
de desarrollo alcanzado.
En la región, el color del suelo puede utilizarse como propiedad distinti-
va y para diagnósticos rápidos, tal y como lo hacen los campesinos de origen
maya.

Toposecuencias en Tzucakab, Yucatán. La catena presenta en la parte alta


Leptosoles (Figura 16.6a); en el piedemontículo dominan los Cambisoles
con el desarrollo de un horizonte B cámbico, diferenciados por la ubicación
del material parental en relación con la profundidad; en un estadio más avan-
zado se alcanza la formación del Luvisol háplico crómico con presencia de un
horizonte Bt y alta cic, sobre calizas con alto contenido de hematita. Esta

391
Geografía de suelos de México

a
300 A
250 2m l
t
200 i
MO (g kg⫺1)

1m
t
150
u
100 d
LPli hu
Montículo LPli hsk
50 Pie de LPli cr
montículo Planicie
0
0.0 3.0 6.0 9.0 12.0 15.0 18.0 21.0 24.0 27.0
Distancia (m)

b Ca
3.03
LPli rojo nivel de base
H LPli negro montículo
4.45
Qz
3.34

Qz He
4.27 B 2.51 B
Ca 3.16 2.35
B 3.86
6.11
Hz
H I 2.66 Hc
7.4 10.0 1.69
10

15

20

24

27

31

33

39

42

47

52

56

61

66

Figura 16.5. a) Materia orgánica en el suelo en un transecto del nivel de base a 2 m de altitud del montículo. b) Mineralogía de los Leptosoles liticos en Mérida,
Yucatán. LPlihu⫽Leptosol lítico (húmico); LPlihsk⫽Leptosol lítico hiperesquelético; LPlicr⫽Leptosol lítico (crómico).

392
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

a 5
LVro
0

0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75

b
A B C
1m D E

15 m

Acuífero

c Disolución cárstica

Bosque natural
Sabana
P5 Cambisol
Crómico

P1 Leptosol Réndzico

P4 Calcisol Léptico
P3 Calcisol sobre
W P2 Phaozem Léptico gléyco Cambisol Léptico E

Figura 16.6. Relación de relieves y suelos. a) Hocabá, Yucatán (Bautista et al., 2004). b) Hobonil, Yucatán, (Bautista et al., 2003), A⫽Leptosol lítico;
B⫽Leptosol esquelético; C⫽Cambisol; D⫽Cambisol; y E⫽Luvisol ródico. c) El Edén Quintana Roo (Sedov et al., 2006).

secuencia es: Luvisol háplico (ródico), Cambisol endoesquelético, Cambisol


léptico, Leptosol mólico y Leptosol réndzico. El porcentaje de rocosidad y pe-
dregosidad en la planicie es de 0 a 10%; mientras que en la cima de los
montículos se encuentran valores de hasta 70%. El mayor porcentaje de la
superficie lo ocupa Luvisol háplico (ródico) (28.4%), y el menor Leptosol
réndzico (1.3%).
La heterogeneidad espacial de los suelos ocasiona diferencias en la cober-
tura vegetal, tanto en la composición como en la producción de rebrotes.
Haciendo una evaluación de las tierras se obtuvo que el jabín (Piscidia pisci-
pula), una especie maderable, está bien representada en Cambisol léptico, pues
presenta valores de importancia relativa (vir) de 49.38 con respecto a las
demás especies. El Luvisol háplico (ródico) y el Cambisol háplico (endoesque-

393
Geografía de suelos de México

lético) tienen una buena aptitud para el crecimiento del tzurubtok (Bauhinia
divaricata), especie forrajera utilizada como suplemento alimenticio para
el ganado bovino; están bien representados con un vir de 63.97 y 40.75,
respectivamente. El pasto guinea presenta valores de biomasa de 8.3 t⭈ha⫺1
en Luvisol háplico (ródico), y 2 t⭈ha⫺1 en Leptosol réndzico. Tomando en
cuenta los porcentajes de rocosidad y pedregosidad para el arado, se obtie-
ne que el Luvisol háplico (ródico) es “arable” (⬍10%); el Cambisol háplico
(endoesquelético) y el Cambisol léptico son “poco arables” (10-40%); en tan-
to que el Leptosol mólico y réndzico se consideraron “no arables” (⬎50%).

Toposecuencias en Hocabá, Yucatán. Se reconocieron ocho patrones de relie-


ve (Figura 16.6b). Los suelos en el nivel de base fueron: Leptosol lítico,
Cambisoles y Luvisoles (Bautista et al., 2004). En los suelos de montículo
se presentaron: Leptosol lítico, Leptosol hiperesquelético y Calcisol con las
siguientes catenas: Leptosol-Leptosol, Leptosol-Cambisol, Calcisol-Cambisol,
Leptosol-Luvisol.
La variabilidad sistemática de los suelos en los sistemas geopedológicos
estudiados revela que en la zona de menor energía del relieve se presentan
catenas del tipo Leptosol-Leptosol y Leptosol-Cambisol. En la zona de ma-
yor energía del relieve la secuencia de suelos es Calcisol-Cambisol y Lep-
tosol-Luvisol. La variabilidad al azar en el suelo se debe a: a) al tipo de roca
predominante en el caso del grupo Leptosol; b) a la profundidad y a la pre-
sencia de roca y/o piedras en el grupo Cambisol, y c) a la dinámica de los
carbonatos de calcio en el caso del grupo Calcisol.

Toposecuencias en Quintana Roo. El transecto efectuado en el toposistema


representativo de El Edén (Figura 16.6c) muestra que en la parte alta del
relieve se presentan los Leptosoles réndzicos, con profundidades menores
de 25 cm y con una secuencia de horizontes Ah/AC/C (Sedov et al., 2006).
El horizonte Ah de 15 cm de espesor tiene un color pardo rojizo oscuro
(5YR 3/3 en seco), una estructura granular, una alta densidad de raíces y
una alta proporción de carbono orgánico (8.9%). El horizonte AC es pardo
rojizo con una estructura granular fina, siendo más suave que el horizonte
previo. Los fragmentos de caliza intemperizada son comunes, sin embargo
no hay reacción al HCl indicando que la matriz del suelo no tiene carbona-
tos, lo que se refleja en los valores de pH (6.8). El horizonte C está com-
puesto por 90% de caliza fracturada, rellena con material de suelo.
En las depresiones hay Phaeozem léptico gléyico, con secuencia de hori-
zontes A/Bg/C, donde el horizonte Ah es de 11 cm de espesor, de color pardo
grisáceo oscuro en seco, estructura granular y en bloques subangulares y
con 15.3% de carbono orgánico. El horizonte Bg es pardo grisáceo en seco,
arcilloso, con cutanes de arcilla delgados sobre los agregados y presenta
frecuentemente concreciones de hierro, con fragmentos de caliza dentro
de este perfil pero los horizontes no muestran reacción al HCl.
En posiciones intermedias, en terrenos con pendientes suaves, hay un
Calcisol con la siguiente secuencia de horizontes: A/Bk/Ah/Bw/C. En los
humedales el Leptosol calcárico (anteriormente reportado como Calcisol

394
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

léptico) presenta los horizontes A/Bk; el A es un horizonte de materia orgáni-


ca fuertemente descompuesta de 1 cm de espesor, por debajo está el Bk que
es de color gris, de 10 cm de espesor, rico en calcita y conteniendo abun-
dantes conchas de moluscos. En las “tierras altas” pero con pendiente casi
plana (NW), se identificó un Cambisol háplico crómico con una profundi-
dad de 35 cm). El horizonte Bw con 15 cm de espesor presenta estructura en
bloques subangulares, es muy duro cuando está seco y muy arcilloso; el hori-
zonte C es rico en fragmentos de caliza alterada, pero sin reacción al HCl.

Toposecuencias en Campeche. La distribución de los suelos y los tipos de


vegetación son reflejo de las condiciones ambientales inducidas por los
grados de humedad determinada por el relieve en el paisaje. Las diversas
condiciones ecológicas, como la profundidad y la estacionalidad de la lámi-
na de agua, favorecen la diversidad edáfica y vegetal. Las partes más eleva-
das con predominancia de Leptosoles donde se establece la selva baja cadu-
cifolia, los declives de los lomeríos con Vertisol que ocupa la selva baja
subcaducifolia y las planicies acumulativas con Gleysol donde se encuentra
la selva baja subperennifolia, conforman un mosaico con una gran diversidad
de especies de plantas asociadas a esos hábitats, incluyendo las acuáticas;
algunas de las cuales se encuentran bajo alguna categoría de riesgo o protec-
ción especial (Palacio et al., 2006). Hacia la parte este del área de estudio,
conocida regionalmente como Meseta Baja de Zoh-Laguna, se encuentran
los lomeríos a 300 msnm. Las lomas presentan cimas epicársticas redondea-
das y cúpulas bajas típicas de ambientes cársticos tropicales con Leptosoles de
muy variados tipos, así como Cambisoles y Luvisoles en el nivel de base.
La vegetación es de selva baja caducifolia, crece sobre las cimas y laderas de
las lomas en Leptosoles. La característica más sobresaliente es la baja altura
de los componentes arbóreos entre 8 y 10 m, los cuales se organizan en un
solo estrato, y la pérdida de sus hojas durante un periodo de cinco meses o
más durante la época seca. La mayoría de las especies son leñosas y de diá-
metros pequeños, a excepción de los sitios en donde se acumula humedad en
el suelo. Entre las especies arbóreas más frecuentes en esta comunidad vege-
tal se pueden mencionar Bursera simaruba, Coccoloba reflexiflora, Pseudo-
bombax ellipticum, Thevetia gaumeri, Plumeria rubra, Piscidia piscipula,
Cordia gerascanthus, Nopalea gaumeri, Cochlospermum vitifolium, Diospyros
cuneata, Croton chichenensis, Croton glabellus y Lysiloma latisiliquum.
Sobre las planicies onduladas de transición que interceptan el manto
freático se encuentra el Vertisol. La infiltración es de lenta a moderada de
0.5 y 12.5 cm por hora, respectivamente. La vegetación es de selva baja sub-
caducifolia, la mayor disponibilidad de humedad permite que los compo-
nentes arbóreos de la selva sean menos caducifolios. La característica más
importante de este tipo de vegetación son las especies arbóreas, que no
rebasan los 12 m de altura. Entre las más representativas se encuentran Amyris
sylvatica, Bauhinia divaricata, Bourreria pulchra, Caesalpinia mollis, Caesal-
pinia vesicaria, Ceiba schotti, Erythrina standleyana, Forchammeria trifoliata,
Guettarda elliptica, Hampea trilobata, Havardia albicans, Gliricidia macula-
ta, Lonchocarpus rugosus, Mimosa bahamensis, Phyllostylon brasilense, Piscidia

395
Geografía de suelos de México

piscipula y Cochlospermum vitifolium. Con menor frecuencia Guettarda


combsii, Maclura tinctoria, Olyra glaberrima, Platymiscium yucatanum,
Manilkara chicle, M. zapota, Talisia olivaeformis, Brosimum alicastrum y
Swietenia macrophylla. Es importante mencionar que en este tipo de vege-
tación existe también la especie Guaiacum sanctum, pero en agrupaciones
perennifolias monoespecíficas; se encuentran individuos que llegan a al-
canzar hasta 15 m de altura, con fustes rectos y poca ramificación; sus copas
son muy densas. Otra especie de aspecto arborescente y perennifolia que
se encuentra dentro de la selva baja subcaducifolia es Beaucarnea pliabilis
(llamada tuuk o despeinada), la cual se encuentra en la orilla de los lomeríos
lejos de los bajos. Estas agrupaciones son muy particulares de la zona.
Las planicies semicóncavas son áreas de inundación marginal semiper-
manente anual y semipermanente extraordinaria. Muestran en general un
drenaje deficiente, por lo que su formación está condicionada a la presen-
cia relativa de agua. La superficie del suelo es ondulada, de manera que
pequeños montículos se alternan con ligeras hondonadas. Los suelos co-
rresponden a Gleysol con diversos calificadores.
En general la vegetación se caracteriza por un estrato arbóreo bajo, con
alturas promedio entre 4 y 7 m, donde muchas de sus especies presentan tor-
ceduras en sus troncos y se ramifican cerca de la base. La composición florís-
tica es diversa debido a la variabilidad ambiental entre la época seca y la llu-
viosa. Entre las especies más frecuentes que tienen tolerancia ecológica a
estas condiciones y que se encontraron en la zona, están Haematoxylum cam-
pechianum, Cameraria latifolia, Dalbergia glabra, Erythrina standleyana,
Hyperbaena winzerlingii, Coccoloba reflexiflora, Coccoloba cozumelensis, Jac-
quinia macrocarpa subsp. macrocarpa, Neomillspaughia emarginata, Acacia
riparia, Lonchocarpus rugosus, Guettarda elliptica, Asemnantha pubescens,
Hampea trilobata y Panicum aff. laxum. Es común encontrar parches de
especies tolerantes a las inundaciones, como Bucida buceras, Metopium
brownei, Cameraria latifolia, Dalbergia glabra y Haematoxylum campechia-
num. En los márgenes de las aguadas existen comunidades monoespecíficas
de Haematoxylum campechianum, que alcanza una altura de alrededor de 7
m y presenta un tronco ramificado y copas extendidas.

Variabilidad de los suelos en diferentes escalas


Utilizando el concepto de paisaje edáfico, lo cual implica criterios morfológi-
cos y pedogenéticos, en la península de Yucatán es posible identificar una gran
diversidad a diferentes escalas. Diversos factores genéticos pueden ser domi-
nantes en la definición de cierto paisaje edáfico o secuencias, como por ejemplo,
los efectos de los factores formadores. Así tenemos litosecuencias, toposecuen-
cias, climosecuencias, hidrosecuencias y cronosecuencias, principalmente. Por
supuesto, diversas secuencias se pueden aplicar al mismo paisaje edáfico. Las se-
cuencias más frecuentes se expresan junto con las topográficas y litológicas
(Jamagne & King, 2003).
En la península de Yucatán se han realizado diversos estudios considerando
el concepto de paisaje edáfico. Los criterios de la clasificación en cada caso in-

396
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

cluyen la escala y el arreglo espacial para los criterios morfológicos, los factores
de la diferenciación, el grado de la relación.
Se han reportado litosecuencias a escala 1:500,000 (py) (Lugo-Hubp et al,
1992; Bautista et al., 2003, 2005a) y a escala 1:100 a 1:1,000 prácticamente a
nivel parcela como se muestra en las Figuras 20.5 y 20.6 (Bautista et al., 2003,
2004; Sedov et al., 2006).
En la py hay una clara climosecuencia a escala 1:500,000 (py) que corres-
ponde a subtipos climáticos del mar al continente y otra a 1:250,000 conside-
rando la longitud del periodo de crecimiento en meses en una dirección del
noroeste al sureste en el estado de Yucatán; sin embargo, no se ha hecho un
estudio de la climosecuencia considerando la diferenciación edáfica.
Se han realizado varios estudios del relieve, entre ellos tenemos el mapa
geomorfológico a escala 1:1,200,000 realizado por Lugo-Hubp et al. (1992); el
mapa 1:500,000 realizado por Bautista et al. (2003, 2005); el mapa de pisos
altitudinales a escala 1:250,000 en el estado de Yucatán reportado por Ihl et al.
(2006) y el de Campeche reportado por Palacio et al. (2005, 2006); por la den-
sidad de las formas exocársticas a escala 1:50,000 en el estado de Quintana
Roo, realizado por Frausto et al. (2006) y Sedov et al. (2006); los estudios de geo-
formas a escala 1:50,000 en la costa de Yucatán realizados por Batllori et al.
(2006) e Ihl et al. (2006); las toposecuencias a nivel parcela en el estado de Yuca-
tán estudiadas por Bautista et al. (2003, 2004, 2005a) y en Quintana Roo por
Sedov et al. (2006). En estas toposecuencias sólo los trabajos de Bautista et al.
(2001, 2004, 2005a) y Sedov et al. (2006) han estudiado los edafopaisajes.
Las diferencias en el tiempo de formación de las rocas sirven en este estudio
para reportar las cronosecuencias de la subregión cárstica a escala 1:500,000
utilizando la información geológica de López-Ramos (1975) y Lugo-Hubp et al.
(1992) (Figura 16.8).

Variabilidad interna de las propiedades de los suelos en la subregión cárstica


En la subregión cárstica es posible agrupar a los suelos por su posición en el
paisaje edáfico para observar la variabilidad interna. Las dos posiciones bási-
cas son nivel de base y formas positivas del relieve, como montículos, colinas
y lomas.

Suelos a nivel de base. Los suelos localizados en el nivel de base no presentan


fases pedregosas, o si las tienen son de porcentajes muy bajos, en compara-
ción con los suelos de montículo en los que abundan las piedras (50 a
100%). Estos suelos del nivel de base presentan contenidos de materia
orgánica de 11.4% a 17.2%, valores menores que en los suelos de montícu-
lo que van de 21.3% a 49.9%.
Algunos ejemplos son: 1) Luvisol háplico crómico por la presencia de
un horizonte Bt y cic mayor a 24 cmol⭈kg⫺1 de arcilla en todo el perfil;
2) Cambisoles lépticos y Cambisoles háplicos endoesqueléticos, todos por
la presencia del horizonte Bw y por la profundidad y pedregosidad, respec-
tivamente, y 3) Leptosol lítico por la profundidad menor a 10 cm (Figura
16.7a).

397
Geografía de suelos de México

a 0 0 0 0 0
A1 A1
10 A 10 A 10 A1 10 10
A2 A2 A2
20 20 Bw1 20 20 20
30 30 Bw2 30 Bw1 30 Bw1 30
40 40
Bt1
40 40 40
50 Bw2 50 Bw2 50
60 60 60
70 70 Bw3 Bt2
70
Leptosol 80 80 80
lítico Cambisol 90 90
100 Bt3
Caliza consolidada epiléptico 100
110
Caliza fracturada Cambisol 120
130 C
Caliza no consolidada háplico 140
Arcilla Carbono Cambisol háplico 150
10 - 20% 0.2 - 2.5% endoesquelético
20 - 30% 2.6 - 5.0%
30 - 40% 5.1 - 7.5%
40% > 7.6% Luvisol háplico
ródico
b
0 0 A 0 Ak 0 0

10 10 10 10
Ak 10
Ah
Bk1
20 20 A/C 20 20 Bk1 20 A2

30 30 30
Bk2
40 Bk2 40 40
Cmk
50 50 50

60 60 60
Leptosol C/A
hiperesquelético 70
calcárico Leptosol
réndzico Clacisol 80
mólico hipercálcico Calcisol
epipétrico
Piedras Contenido de C Contenido de CaCO3
5 - 10% 0 - 10%
Caliza consolidada 11 - 15% 11 - 20%
Caliza no consolidada 16 - 20% 21 - 30%
21% > 31 - 40%
Leptosol
41% >
hiperesquelético
Figura 16.7. Suelos de la subregión cárstica por su posición en el relieve (Bautista et al., 2004). a) Suelos de nivel base. b) Suelos de las formas positivas del
relieve.

Los Leptosoles líticos son ródicos o crómicos y no llegan a acumular la


materia orgánica tanto como los Leptosoles líticos de los montículos, colinas
y lomas.
Los suelos del nivel de base son la parte del paisaje edáfico por la cual se
infiltra la mayor cantidad de agua hacia el acuífero, es por esto que son los
suelos más lavados y con menores contenidos de carbonato de calcio en la
tierra fina. La secuencia de desarrollo de estos suelos, producto de la diso-
lución de la caliza y de la translocación de arcilla, es del tipo Leptosoles líticos
⬍Leptosoles⬍Cambisoles⬍Luvisoles.

398
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Suelos de las formas positivas del relieve (montículos, colinas y lomas). En los
montículos, colinas y lomas se encuentran Leptosoles y Calcisoles; ambos
presentan altos contenidos de materia orgánica de 23.5 a 49.9% y de 21.3 a
45.0%, respectivamente. Ambos grupos tienen escasa cantidad de tierra
fina por las fases pedregosas y líticas que presentan y son de colores oscu-
ros del pardo al negro.
Los Leptosoles son: 1) Leptosol hiperesquelético por la pedregosidad
mayor al 90% en peso; 2) Leptosol lítico por la profundidad menor a 10 cm;
y 3) Leptosol háplico calcárico húmico, por el contenido de materia orgáni-
ca y el carbonato de calcio menor a 40% (profundidad mayor a 10 cm, no es
réndzico y no es mólico).
Los Calcisoles son: 1) Calcisol hiper-o hipocálcico, 2) Calcisol epipétrico
esquelético y 3) Calcisol epiléptico esquelético; sin embargo, se requieren
estudios de micromorfología para una plena identificación de la presencia de
carbonatos secundarios.

Cronosecuencias edáficas
Durante el Cretácico la py estuvo cubierta por mares someros que dieron ori-
gen a importantes espesores de calizas, dolomitas y yesos. Posteriormente
durante el Eoceno, Mioceno, Plioceno y Pleistoceno se sucedieron una serie
de eventos geológicos que determinaron el ambiente físico y, por tanto, la geo-
morfología de la py, así como el efecto del clima en la disolución de las rocas y
su consecuente efecto en el relieve y suelo.
En este trabajo se parte de la premisa de que el efecto del clima, a lo largo del
tiempo, es el principal mecanismo que modela el desarrollo del karst. Con base
en esto se plantea la presencia de cuatro etapas de evolución lineal del karst
denominadas: reciente, juventud, madurez y tardía de relictos (Bautista et al.,
2005) (Figura 16.8). A medida que el proceso cárstico avanza, el relieve se hace
más evidente, aumentan los materiales residuales producto de la disolución de
las calizas expresándose generalmente con un incremento en la cantidad de tie-
rra fina. Las planicies subhorizontales con predominancia de Leptosoles se trans-
forman gradualmente en planicies onduladas.
En la etapa de juventud dominan las asociaciones de suelo con Leptosoles, con
inclusiones de Cambisoles y Luvisoles. Al aumentar los tiempos de disolución los
bordes de los montículos y colinas tienden a redondearse y las dolinas a hacerse
de mayor tamaño. En la etapa de madurez los montículos y colinas forman lomas
cónicas (20 a 100 m) en densidades altas; aumenta la cantidad de tierra fina en el
nivel de base y, por lo tanto, hay predominancia de Cambisoles y Luvisoles, pero
con presencia de Leptosoles en las lomas y colinas. Las dolinas con acumulación
incipiente de suelo que inician su formación durante la etapa reciente, al evolu-
cionar, se unen gradualmente durante su etapa de madurez (hasta formar uvalas).
Posteriormente, en la etapa tardía de relictos, las uvalas se convierten en poljes
(depresiones alargadas), predominan suelos con mayor cantidad de tierra fina,
como Luvisoles, Nitisoles y Vertisoles, dependiendo del drenaje y de los materia-
les del suelo. Las formas positivas del relieve (lomas de la etapa de madurez) se
convierten en lomas, colinas y montículos aislados y poco frecuentes.

399
Geografía de suelos de México

Tiempo Expresión Etapas de Tierra fina Suelos


geológico exocárstica evolución actualmente

Cordón litoral AR/RG/SC


Reciente
Pleistoceno LPli
Reciente
LPli/LP

LP/CM

Juventud
Plioceno LP/CM/LV
Mioceno

CM/LP/LV
Madurez

LV/CM/LP

Eoceno
LV/LP
Tardía de NT/LP
relictos
VR/LP

Figura 16.8. Distribución temporal de los suelos en la península de Yucatán: AR⫽Arenosoles; RG⫽Regosoles; SC⫽Solonchaks; LP⫽Leptosoles;
LPli⫽Leptosoles líticos; CM⫽Cambisoles; LV⫽Luvisoles; NT⫽Nitisoles; VR⫽Vertisoles.

En el norte de la py se presenta una cronosecuencia muy clara en dirección


norte-sur; en el norte se presentan asociaciones de suelo Arenosoles/Regoso-
les/Solonchaks, específicamente en los cordones litorales que se han formado
durante el Cuaternario. En la planicie cárstica aledaña al litoral, que se formó du-
rante el Plioceno-Mioceno, se presentan asociaciones de suelo con una gran
diversidad de Leptosoles. Posteriormente, en las planicies cársticas formadas
durante el Eoceno, los edafopaisajes son Luvisoles/Cambisoles/Leptosoles. En
las planicies cársticas se cumple con la teoría de formación del karst con sus
modelos idealizados (Grund, 1914; Cvijic, 1918; Pannekoek, 1948; Lehmann,
1954; Bautista et al., 2005a) (Figura 16.7). Estas etapas de desarrollo del relie-
ve y suelos se llevan al cabo en condiciones ambientales determinadas pri-
mordialmente por el clima y las discontinuidades litológicas.
El planteamiento del desarrollo conjunto de relieve y suelos (edafopaisa-
jes) resulta más claro y coherente que los modelos de desarrollo individual de
suelo. Es menester aclarar que para lograr un mejor modelo de cronosecuen-
cias edáficas e incluso de los procesos pedogenéticos es necesario contar con
estudios de isótopos (Alexandrovskiy, 2007). En la py también exiten otros
mecanismos de desarrollo del relieve, como el que se debe a la actividad endó-
gena, que ha generado la presencia de fracturas, así como la acumulación de
sedimentos de la época reciente que ha dado origen a los cordones litorales
(Figura 16.8).

400
Capítulo 16. Geografía de suelos regional: península de Yucatán

Perspectivas de investigación edafológica en la península de Yucatán


En cuanto al ambiente, la cartografía de las formas diversas de relieve, tanto po-
sitivas como negativas, a escalas grandes mayores a 1:50,000 permitirán una
cartografía de suelos de mayor detalle, así como el entendimiento de la evolu-
ción relieve-suelos. También será de gran utilidad en la elaboración de estrate-
gias de uso de suelo aplicando y favoreciendo una agricultura de precisión.
En cuanto al suelo, se recomienda la realización de estudios tendientes a ex-
plicar los procesos pedogenéticos y su relación con la morfología del perfil; la
composición mineral y el análisis micromorfológico para dilucidar la presencia
de procesos pedogéneticos; las particularidades en cada grupo de suelos para
el mejor entendimiento del recurso y para el mejoramiento de los esquemas de
clasificación nacionales e internacionales, como la wrb (iuss Working Group
wrb, 2006); los beneficios de la comprensión de la nomenclatura maya con el
objetivo de incorporarla a los esquemas nacionales e internacionales de cla-
sificación de suelos; las relaciones relieve-suelos-asociaciones vegetales con
fines ecológicos, agropecuarios y forestales; la dinámica de los ciclos biogeo-
químicos en la amplia diversidad de suelos y ecosistemas, así como sus cam-
bios por el uso de suelo; los reservorios de carbono, ya que esta zona del país
es de las que presentan los mayores contenidos de materia orgánica; el manejo
sustentable de los suelos en los ámbitos agrícola, pecuario, forestal y ambiental.
Se requiere el mejoramiento y adaptación de las técnicas de análisis de suelos
de acuerdo con las particularidades de la región, como por ejemplo, el análi-
sis de carbonatos y materia orgánica en Arenosoles háplicos calcáricos; el mejo-
ramiento de la descripción de los sitios de posición del perfil en el relieve, iden-
tificación de las geoformas, heterogeneidad espacial o suelos vecinos. También
atender la descripción de los perfiles de suelo, como por ejemplo pedregosidad,
rocosidad, gravosidad y densidad aparente.
Aun cuando ya se cuenta con una base de datos de suelos de la py, se re-
quiere seguir incluyendo y analizando la información que se va generando, pro-
yecto tras proyecto, tomando en cuenta a todas las instituciones que trabajan
en la región.
Es de suma importancia la generación automatizada de modelos de eva-
luación de tierras y la utilización de las bases de datos de suelos de toda la
información generada hasta la fecha. La modelación también puede ser utili-
zada para encontrar patrones de distribución, agrupación y clasificación nu-
mérica.

Agradecimientos
Al Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (B-1-99/014); al
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) (proyectos R31624-B,
yuc-2002-C01-8721; yuc-2003-C01-8761, yuc-2003-C02-054) por el fi-
nanciamiento de los proyectos. A G. Bocco del Instituto de Geografía por las
imágenes satelitales para la realización de diversos productos cartográficos.
fbz agradece a la Fundación Rockefeller por el apoyo económico para su ins-
talación en la Universidad Autónoma de Yucatán. cdc agradece la beca de
doctorado que le otorgó el Conacyt.

401
Geografía de suelos de México

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Capítulo 17. Geografía regional de suelos:
sierras de Chiapas y Guatemala
José Jesús Zenil Rubio1*

as sierras de Chiapas y Guatemala corresponden a la provincia nú-

L mero XIV del sistema fisiográfico de la Dirección General de Geo-


grafía del Instituto Nacional de Estadística y Geografía conforme a
la división del país en 15 provincias fisiográficas. Esta provincia
cubre una superficie de 48 658.70 km2 equivalente a 3% de la supe-
rficie total de México y está ubicada en la zona norte del estado de Chiapas y
Guatemala; en territorio mexicano sus más bajas estribaciones tocan una
pequeña porción del sur de Tabasco, incluye también a las sierras del noroeste
y noreste de Chiapas, así como la altiplanicie del sur del estado de Chiapas, cuya
constitución geológica corresponde a rocas calizas semejantes a las de la Sierra
Madre Oriental.

Factores formadores del suelo


Relieve
En esta provincia se encuentra la depresión central de Chiapas en donde se
localizan grandes llanuras que están regadas por el río Chiapas y sus afluentes,
en uno de los cuales se ubica la gran presa de La Angostura, la cual es una de-
presión localizada en la zona central del estado, entre la sierra del norte de
Chiapas y la parte sur, en los Altos de Chiapas.
En su extremo noroeste se encuentra el imponente cañón del Sumidero,
por donde fluye el río Grijalva.
Las cartas fisiográficas de inegi (1981) muestran que al interior de la pro-
vincia de Sierras Plegadas del Norte, se localizan básicamente tres sistemas de
topoformas generales, sierra alta de laderas tendidas, sierra alta escarpada
compleja y sierra alta plegada, y llanura aluvial, las cuales definen la combina-
ción de siete unidades fisiográficas mencionadas en la Tabla 17.1. La sierra La-
candona presenta variaciones altitudinales que van desde los 200, en el río
Lacantún, hasta su máximo de 1 500 msnm en la región norte de la reserva,
en la meseta del Ocotal.

Subregiones
Sierras de Chiapas y Guatemala está integrada por las cinco subprovincias fisio-
gráficas siguientes:

1Instituto Nacional de Estadística y Geografía.


* jesus.zenil@inegi.gob.mx.

407
Geografía de suelos de México

Tabla 17.1. Unidades fisiográficas (Arreola, 1999)


Unidad fisiográfica Características
Sierras y cañadas del río Sistema de plegamiento reciente (grupo intercalado de anticlinal y sinclinal) con dirección noreste-sureste que da origen a un
Perlas Santo Domingo número significativo de corrientes fluviales.
Sistema de Sierras Pequeño grupo de cadenas montañosas de baja altitud con dirección noroeste-sureste separadas por la unidad fisiográfica del valle
de la Cojolitla-Jalapa de Santo Domingo, cruzada longitudinalmente por la pequeña sierra San Pedro.
Valle de San Quintín Está circundada por laderas de pendientes abruptas y lomeríos con una fuerte actividad cárstica. Presenta un patrón de drenaje
que corre en dirección norte-sur; incluye los escurrimientos de los ríos Azul y Jatalé, los cuales confluyen al sur de la sierra de
Colmena y forman el alto Lacantún.
Valle de Santo Domingo Continúa con la zona de las cañadas, el valle de Lacanjá y la sierra de Cojolitla.
Sierras del Norte Se ubica en la porción septentrional, colinda al norte con la llanura aluvial del Usumacinta y las llanuras de la Planicie costera del
Golfo.
Llanura aluvial del Comprende amplios valles de los ríos Salinas y Lacantún en la Región de Marqués de Comillas y Usumacinta.
Usumacinta Lacantún
Valle de Lancajá Llanuras con lomeríos someros producto de la erosión de las cordilleras sierra de Cojolita y sierra de Jalapa.

1) Sierras del Norte de Chiapas.


2) Depresión Central del Norte de Chiapas.
3) Sierra Lacandona.
4) Sierras Bajas del Petén.
5) Altos de Chiapas.

Climas
Se puede apreciar en el territorio un gradiente de lluvia que corre en direc-
ción suroeste-noreste: las áreas de mayor pluviosidad se localizan en la región
montañosa (3 500 milímetros) y disminuyen paulatinamente conforme nos
acercamos a la planicie costera del Golfo y al Petén guatemalteco, donde se han
llegado a registrar —en algunas localidades del río Usumacinta y del Salinas—
sólo 1 990 mm anuales de lluvia.
Esta región está fuertemente influenciada por los vientos alisios, que domi-
nan el área durante el verano y el otoño, y por los contralisios y las masas de
aire polar que ejercen su dominio durante el invierno y la primavera.
Los vientos alisios provocan depresiones, tormentas tropicales y huracanes
que llegan por el este y el sureste desde el mar Caribe o el Golfo de México, y
muy excepcionalmente del océano Pacífico, y aportan el 80% del agua que se
precipita en el área. El efecto de los vientos contralisios y sus anticiclones puede
ser cálido y excesivamente seco y entonces se conoce con el nombre de “sura-
da”, o bien frío y seco, o moderadamente húmedo, y es denominado “norte”.
Estos fenómenos suelen alternarse entre los meses de diciembre y abril. Los
nortes aportan del 5 al 10 % de la lluvia en el área.
Por su temperatura, los climas dominantes de la zona son el cálido, que pre-
valece por debajo de la cota altitudinal de los 800 msnm, con un promedio
anual de 25°C, y el semicálido, con 20°C de promedio y que predomina entre
los 800 y 1 300 metros de altitud. El clima de tipo templado se localiza única-
mente en las cumbres de las serranías del Nudo de Diamante y en las estriba-
ciones del Macizo Central, situadas por encima de los 1 300 metros.

408
Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Guatemala

La cantidad de precipitación anual se ve afectada en su distribución por el


relieve accidentado de las montañas de Chiapas. Las diferencias en la precipi-
tación total anual no son muy significativas y a nivel regional se observa un
gradiente creciente de precipitación de este a oeste. La precipitación en la
región Lacandona varía entre 1 500 y 3 500 mm al año; con respecto a la precipi-
tación anual en el área que comprende la Reserva de la Biosfera Montes Azules,
se han registrado precipitaciones entre 2 500 y 3 500 mm. En promedio, la pre-
cipitación media anual para toda la región es de 2 226 mm (Centro Nacional de
Investigaciones Agrarias, 1982).
En general las lluvias son abundantes (de 2 500 a 3 500 milímetros anuales).
Las precipitaciones más importantes ocurren en los meses de julio, agosto y
septiembre, y sólo durante marzo y abril se presenta una estación relativamen-
te seca. En la región, la humedad relativa media anual es del 80 por ciento.
La oscilación anual de la temperatura es de tipo isotermal, con menos de 5°C
de variación, aunque en algunos lugares puede alcanzar 7°C. La variación de la
temperatura en la región es de tipo Ganges, registrándose las temperaturas máxi-
mas antes del solsticio de verano.
La temperatura a nivel regional presenta dos máximas en el año, la prime-
ra durante el mes de mayo y la segunda en agosto, en plena época de lluvias.
La disminución de la temperatura al aumentar la altitud varía entre 0.3°C
por cada 100 m de altitud, en el extremo noroeste de las montañas del norte
de Chiapas en su vertiente hacia el Golfo de México, y 0.9°C por cada 100 m de
aumento en altitud en la parte central de las laderas de las mismas monta-
ñas, explicable por la exposición del sistema montañoso a los vientos. En ge-
neral, la distribución mensual de la temperatura es regular. La temperatura
media anual varía entre 24 y 26°C en sentido sureste-noroeste. Asimismo,
existe cierto paralelismo entre estas isotermas y las de las temperaturas míni-
mas promedio anual y máxima promedio anual, las cuales son: de 14 a 16°C,
y de 32 a 36°C, respectivamente. La oscilación anual de las temperaturas
medias mensuales es baja, en algunos lugares es isotermal (menor de 5°C), y
en otras es de baja oscilación (5 a 7°C) (Centro Nacional de Investigaciones
Agrarias, 1982).

Geología
Las sierras de Chiapas y Guatemala presentan, desde el punto de vista estruc-
tural, algunos aspectos complejos, pues el patrón de estructuras conformadas
sobre las secuencias rocosas del Mesozoico y Cenozoico indican una evolu-
ción paleogeológica compleja. Esta provincia ha sido configurada a partir de
montañas plegadas formadas por un grueso paquete de calizas del Cretácico
superior y por rocas del Terciario inferior. La altitud de estos elementos topo-
gráficos varía entre 200 y 500 metros. Estos elementos han sido afectados por
una intensa erosión fluvial, controlada en parte por los sistemas de fallas trans-
currentes, y aparecen disectados por profundos cañones y gargantas.
La sierra Lacandona presenta afloramientos del Cretácico medio y superior
así como del Cenozoico, con rocas sedimentarias constituidas por calizas com-
binadas con dolomitas y calizas-lutitas. En las tierras bajas y planas, con lomeríos

409
Geografía de suelos de México

del noroeste y este, los suelos son de tipo aluvial, constituidos por arcillas, limos,
arenas, grava y cantos rodados.
Se trata, pues, de una región joven, cuyo paisaje actual es producto de una
historia geológica relativamente corta que se inició durante el Paleoceno, hace
aproximadamente 65 millones de años, con la emersión de las primeras tierras
en el sur y el oeste, debido a plegamientos del Macizo Central Chiapaneco y
de la sierra de los Cuchumatanes en Guatemala. El Macizo Central Chia-
paneco emergió paulatinamente desde el Paleoceno hasta 20 millones de años
durante el Mioceno. El levantamiento provocó los escurrimientos que irán
conformando, en la joven vertiente atlántica, la cuenca de los ríos Lacantún-
Usumacinta.
Los cambios más importantes en la fisonomía del Istmo de Tehuantepec,
que incorporaron estas tierras emergidas al continente, ocurrieron a partir
del Mioceno, al igual que la sierra volcánica de los Tuxtlas en el estado de Vera-
cruz. Estos cambios culminaron hace 5 millones de años en el Plioceno-Pleis-
toceno y parecen haber sido un factor determinante para el levantamiento de la
depresión ístmica y el establecimiento de la comunicación de la región centro-
americana con el México continental.
Durante el Pleistoceno temprano, hace aproximadamente un millón de años,
se levantaron los volcanes del Macizo Central: el Huitepec y el Tzontehuitz, con
lo que quedaron conformadas de manera muy similar a la actual las cuencas
de los ríos Grijalva, Usumacinta y Lacantún. Entre el Pleistoceno medio y
reciente, el azolve acarreado por estos grandes ríos terminó de conformar las
planicies del Marqués de Comillas, del norte de la Selva lacandona y de la llanu-
ra costera de Tabasco.
Estudios geológicos realizados por Pemex, confirmados por perforaciones
profundas, han conducido a la postulación de que grandes cuencas salinas
ocupaban gran parte de la llanura costera y parte de la sierra de Chiapas du-
rante el Jurásico superior. Estos depósitos salinos jugaron un papel muy impor-
tante en la formación de las rocas del Mesozoico y Cenozoico, y han influido
fuertemente en el desarrollo de trampas estructurales, donde se acumularon
los aceites, gases y condensados que Pemex explota.
La historia geológica de la región indica acontecimientos relativamente
recientes. En la Reserva de la Biosfera de Montes Azules (Rebima) la presencia
de rocas calizas, sus rupturas, fracturas, fallas y diaclasas son los elementos que
controlan la posición de las formas cársticas. La presencia del carst es el resulta-
do de la disolución de la química de los carbonatos de calcio y magnesio de las
calizas al estar en contacto con el agua y se encuentran cubiertas por vegetación;
cabe considerar que en los últimos años dicha capa de vegetación ha sido alte-
rada, propiciando con ello un aumento en el grado de erosión.

Hidrología
La selva Lacandona presenta una impresionante red fluvial y lacustre constitui-
da por tres sistemas hidrológicos principales.
El primero es el río Tulijá, en el extremo noroeste de la región, que nace en la
vertiente norte del Nudo de Diamante y tiene como principales tributarios al

410
Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Guatemala

Paxilhá y el Shumulá, que provienen de las montañas de Yajalón y Jetjá, y des-


agua hacia la planicie aluvial tabasqueña por un cañón próximo a Salto de Agua.
El segundo es un sistema endorreico de la meseta Lacandona compuesto
por un conjunto de lagos y lagunas de singular belleza que cuenta, entre otros,
con los lagos Ocotal, Suspiro, Ojos Azules, Nahá y Metzabok, que desaguan en
las otras dos cuencas, Tulijá y Lacantún-Usumacinta, por medio de galerías
subterráneas.
El tercero y más importante es el formado por los caudalosos ríos Usu-
macinta y Lacantún. Este sistema tiene una complicada red de afluentes que
nacen cerca de Huixtlán, Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y Comitán,
en los Altos de Chiapas, en donde los ríos Perlas y Tzaconejá forman la cuenca
del río Jataté, que incluye al río Azul y a la impresionante laguna de Miramar.
El Jataté aumenta su caudal al recibir al río Santo Domingo, que recoge las
aguas provenientes de Guatemala y de los ríos Eusaba y Dolores del munici-
pio de Las Margaritas, en Chiapas. A partir de esa confluencia toma el nom-
bre de Jataté Inferior o Colorado y corre en dirección sureste por un encajo-
nado, de donde sale con el nombre de Lacantún. Sigue rumbo al este donde
recibe, por el margen sur, a sus importantes afluentes guatemaltecos: el Ixcán
y el Chajul que nacen en la sierra de los Cuchumatanes. Luego prosigue hacia
el noroeste y recibe por su margen oeste a los ríos Negro, Tzendales, San
Pedro y Lacanjá que, nacidos en las estribaciones de la meseta Lacandona,
corren hacia el sureste por los valles centrales de la selva hasta encontrarse
con el gran río.
El río Lacantún cambia su nombre por el de Usumacinta al confluir, en
Benemérito de las Américas, con el sistema Chixoy-Pasión-Salinas, que corre
en dirección norte-noroeste, donde este río sirve de frontera entre Guatemala y
México, a partir del Vértice de Chixoy. Con el nombre de Usumacinta el sistema
corre hacía el noroeste, forma la Frontera entre México y Guatemala y recibe
por el oeste a los ríos Busilijá y Chancalá, antes de salir a la planicie costera
tabasqueña por el encajonado de Boca del Cerro.
La región hidrológica donde se ubica la selva Lacandona es una de las más
extensas del país en proporción a su superficie total (1 550 200 ha). Incluye cuen-
cas hidrográficas cuyos aportes pertenecen básicamente al sistema Grijalva-
Usumacinta. La red fluvial presenta un fuerte control estructural en donde los
colectores observan un patrón correspondiente al sentido de los sistemas mon-
tañosos (pasecop-Sedue, 1992).
Las características hidrológicas de la Rebima están determinadas por el
fuerte control estructural que ejerce el sistema de anticlinales y sinclinales
sobre los escurrimientos superficiales, en dirección noroeste-sureste, a través de
los cuales se desarrolla un sinnúmero de afluentes que corren paralelamente
desde la porción más elevada de la reserva, en su parte noroccidental, hasta la
extensa planicie de Marqués de Comillas, al sureste de la misma.
Los patrones de drenaje son principalmente del tipo semiparalelo y dendrí-
tico, el primero influenciado directamente por los sistemas de relieve en forma
de serranías paralelas, que permiten una distribución casi homogénea de los
tributarios a las corrientes principales, como es el caso del río Negro “encajona-
do” entre las sierras Jalapa y San Felipe. El segundo tipo corresponde al río

411
Geografía de suelos de México

Tzendales, que a partir de un cauce principal recibe una gran cantidad de tribu-
tarios de primer y segundo orden, provenientes de diferentes direcciones al “sua-
vizarse” la pendiente.

Ecosistemas
Información disponible de inegi señala que la mayor parte de esta región
presenta selva alta perennifolia, la realidad es que la mayor parte de la selva ha
sido eliminada y sustituida por pastizales; sólo quedan algunas zonas y corre-
dores ecológicos que están bajo algún tipo de protección.
El bosque tropical es el más productivo de todos los ecosistemas terrestres,
debido a que en él se realiza la mayor cantidad de fotosíntesis. Una hectárea de
selva tropical tiene el doble de productividad que una de bosque conífero nor-
teño, vez y media de productividad de un bosque templado y casi cinco veces
la productividad de una hectárea de pastizal. Por lo anterior, hablar de conser-
var o proteger no es cuestión de moda o gusto, es cuestión de nuestra propia
supervivencia.
Durante mi visita en el año 2004 logré observar el bosque de pino en la
reserva lagunas de Montebello en buenas condiciones, pero fuera de la reserva,
y sobre todo en la parte fronteriza con Guatemala, se observan bosques fuer-
temente degradados por incendios y plagas forestales.
Sólo en zonas de muy difícil acceso (laguna de Miramar, Bonampak, Yaxhi-
lan) y zonas extremadamente inaccesibles se puede observar selva alta perenni-
folia en estado regular y bueno.
Martínez et al. (1994) reportan para la selva Lacandona un total de 3 400
especies de plantas vasculares distribuidas en 61 familias, que corresponde al
78.8% del total de especies estimadas (4 300); de ellas 487 son nuevos registros
para el área y 38 para México.
Ochoa y Domínguez (2000) destacan que para la zona de Chajul se repor-
tan 392 especies leñosas, que se distribuyen en 76 familias, conformadas por
194 especies arbóreas, 126 arbustos y 72 lianas, de las cuales al menos 23 se en-
cuentran en riesgo de amenaza, en peligro de extinción o son endémicas.
No se reporta gran número de endemismos, confirmándose lo establecido
por Rzedowski (1991), que relaciona los endemismos de la flora fanerogámica
mexicana en climas cálido-húmedos, indicando al respecto que estos sistemas
son los que menos favorecen la concentración de elementos endémicos, con-
dición que parece obedecer a procesos de índole paleoecológica. No obstante, es
importante destacar la presencia de Lacandonia schismatica, única especie de la
familia Lacandoniaceae, cuya distribución se restringe a 1 ha en los bordes de
una laguna de la sierra de La Cojolita. Lo restringido de su distribución parece
obedecer a un proceso de macroevolución, basado en su comportamiento po-
blacional, particularidades morfológicas (estambres en posición central rodea-
dos de pistilos) y de hábitat. La rareza de la especie constituye uno de los argu-
mentos para la protección de la selva, y específicamente del hábitat crítico de
la especie y su área de amortiguamiento.
La mayor parte de la vegetación original de la Rebima corresponde a selva
alta y mediana perennifolia. Sin embargo, también se encuentran otros tipos

412
Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Guatemala

de vegetación (Miranda y Hernández, 1963; Rzedowsky, 1978) de acuerdo con


características físicas (suelos, climas, fisiografía e hidrología) siendo éstos los
siguientes:

Selva alta perennifolia. Cubre la mayoría de la reserva; se distribuye desde los


100 hasta los 900 msnm, en relieves abruptos con suelos someros y drenaje
deficiente, aunque también se la encuentra en fondos de valles sobre suelos
profundos y muy arcillosos. Presenta tres estratos en donde los árboles más
altos pueden alcanzar 60 m o más. Algunas especies características de este
tipo de vegetación presente en la reserva son el canshán (Terminalia amazo-
nia), guapaque (Dialium guianense), ramón (Brosimum alicastrum), entre
otras.

Selva mediana perennifolia de canacoite. Se distribuye sobre los suelos hidro-


mórficos planos, inundables por largas temporadas, con una altura que osci-
la entre 15 y 25 m. Se compone de cuatro estratos; entre las especies que
identifican este tipo de vegetación están, por ejemplo, el cochimbo (Platymis-
cium yucatanum), tinco (Vataira lundellii), zapote prieto (Diospyros digyna).

Bosque de pino-encino. Se ubica tanto hacia la porción noreste de la reserva,


por arriba de los 850, como en laderas de los cerros que rodean la laguna
Ocotal. Se han reportado bosques de pino de extensión reducida denomi-
nados “pinares de mediana altitud”, con árboles de hasta 40 m de altura;
las especies que se han identificado dentro de este tipo de vegetación son
los pinos Pinus maximinoi y Pinus pseudostrobus, los cuales generalmente
se encuentran mezclados con Myrica cerifera y Clusia flava. Además, en las
partes bajas y con suelos profundos se pueden observar algunos encinares
de Quercus peduncularis y Q. segovienensis. A una altitud de 600 msnm se
observan Pinus oocarpa, P. tenuifolia y P. pseudostrobus.

Bosque mesófilo de montaña. Este tipo de vegetación se encuentra poco re-


presentado en la reserva, se le pueden encontrar manchones principalmente
al noroeste, en sitios próximos a los pinares; esta asociación de especies está
representada por Pinus oocarpa, Quercus sp., Zanthoxylum procerum, Sau-
rauia leucocarpa, Pinus maximinoi, etcétera.

Bosque ripario. López (1980) refiere que este tipo de vegetación se distribuye
en los cauces de los ríos y tiene una amplia gama de transición. Los elemen-
tos de las asociaciones colindantes se imbrican debido a que los ríos no ex-
perimentan cambios bruscos de nivel, independientemente de que amorti-
guan la acción de los demás elementos de la naturaleza. Se le puede encontrar
desde los 0 hasta los 2 000 msnm, en una topografía generalmente plana.
Sus suelos son profundos y anegables con un sustrato limoso. Puede presen-
tar de uno a dos estratos arbóreos con una altura de 20 a 40 m en su estrato
superior y de 10 a 20 en el inferior. Las principales asociaciones de vegeta-
ción riparia que se distinguen están dominados por ejemplares de las espe-
cies amate de río (Ficus glabrata), sauce (Salix chilensis), guatope de bajo

413
Geografía de suelos de México

(Inga sp.), gusano de río (Lonchocarpus sp.), frijolillo (Pithecellobium arbo-


reum), pío (Licania platypus), canacoite (Bravaisia integerrima), Platanus me-
xicana y Taxodium mucronatum.

Jimbales. De acuerdo con Castillo y Narave (1992), en el sur de la reserva, bá-


sicamente en la vega del río Lacantún, se encuentran comunidades vegetales
dominadas por Bambusa longifolia, conocidas localmente como jimbales. Esta
comunidad es muy densa y se encuentra en forma discontinua a lo largo de las
vegas de los ríos y barrancas, en zonas casi planas y en ocasiones inundables.
Las especies que caracterizan este tipo de vegetación son el Schizolobium
parahybum, Luehea speciosa, Lonchocarpus guatemalensis, etcétra.

Sabanas. Se presentan sabanas con árboles dispersos formando una franja más
o menos ancha entre el bosque y la selva. La composición arbórea varía
según su proximidad al bosque o la selva. Los árboles característicos de esta
vegetación son bajos, entre 5 y 7 m, entre los que se encuentran Curatella
americana, Byrsonima crasifolia, Ateleia pterocarpa y otros. En el límite que
forman la sabana y la selva se pueden presentar, por ejemplo, especies arbó-
reas como Cochlospermum vitifolium, Cecropia peltata, Spondias mombin,
Quercus oleoides.

Vegetación acuática. De acuerdo con Ramírez y Lot (1992), la reserva es una


región muy importante de cuerpos de agua dulce en el estado de Chiapas.
La flora acuática de la Lacandona se compone de 44 especies, repartidas en
34 familias. Del total de especies, 30 son acuáticas estrictas, 6 subacuáticas, 6
tolerantes y de 2 no se especifica el hábitat. Si consideramos únicamente la
presencia de las plantas acuáticas estrictas, la mayor diversidad se reporta
en la laguna Miramar con 8 especies, en segundo lugar las lagunas Lacanjá y
Carranza con 6 especies cada una.
Las principales zonas de crecimiento de hidrófitas en los lagos y ríos de
Montes Azules se localizan en los bordes y playas someras, ya que la mayo-
ría de los lagos son profundos y los ríos muy caudalosos, en los cuales son
escasas las formas de vida herbácea. La vegetación hidrófita herbácea de los
principales lagos se distribuye de la siguiente manera:

La laguna Lacanjá, en su borde norte, presenta una zona litoral somera; el


borde suroeste está limitado por algunas serranías. La playa norte está do-
minada por una asociación de Cladium jamaicense (sibal), entremezcla-
do con algunos elementos como Sagittaria lancifolia, Ludwigia octovalis,
Pontederia sagittata, Bletia purpurea y Eleocharis interstincta. En el borde
más extremo del sibal se encuentra Nymphaea ampla y en otras playas
de baja pendiente la hidrófita sumergida Myriophyllum aff. heterophyllum.
El lago Miramar, lago muy salobre o alcalino, está rodeado por cerros
muy altos, los cuales están cubiertos de selva alta y mediana. Las playas que
presenta son muy pequeñas y tienen diferentes asociaciones dominantes,
como son las de sibal, tular (Typha dominguensis) y carrizal (Phragmites
australis). En otras playas se encuentra Eleocharis interstincta, Lindenia

414
Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Guatemala

rivalis y Ruppia maritima, esta última especie es típicamente salobre o


halófita. Otras herbáceas presentes son Pontederia sagittata, Nymphaea
ampla e Hymenochallis littoralis.
El lago Ocotal está rodeado por serranías cubiertas de selva mediana
perennifolia y subperennifolia, mezclada con bosques de pino, encino y li-
quidámbar, con algunas laderas taladas. Hacia el borde noreste la pendien-
te de la playa es poco pronunciada y en ella se desarrolla una extensa
franja de Cladium jamaicense (sibal) y de Eleocharis interstincta; en la
parte más profunda de ese borde se desarrollan algunas hidrófitas de ho-
jas flotantes como Nymphaea ampla y Myriophyllum aff. heterophyllum,
este último se extiende entre 1 y 2 metros de profundidad alrededor de
todo el lago. Hacia la parte noroeste del lago se encuentra una pequeña
laguneta donde crecen estas y otras especies, como Polygonum acumi-
natum y Utricularia gibba.
En cuanto a la vegetación leñosa acuática, Lot y Novelo (1990, en Ramí-
rez-García y Lot 1992), ésta se caracteriza por la presencia de selva peren-
nifolia y bosque deciduo ripario en los bordes de los ríos y arroyos, y en las
playas someras de lagos y lagunas se encuentra matorral espinoso inunda-
ble, así como selva alta o mediana. Los elementos arbóreos más sobresa-
lientes son Manilkara zapota, Coussopoa oligocephala y Bursera simaruba,
entre otras. Estas y otras especies son terrestres, pero se encuentran en las
playas y bordes de cuerpos de agua que en los meses de mayor precipita-
ción comúnmente se inundan. Entre los elementos de matorral espinoso
inundable se encuentra Mimosa pigra y entre los arbóreos Bravaisia intege-
rrima. En los bordes de los lagos Kakan-ete y Lacanjá se encontraron ele-
mentos de selva alta o mediana con especies arbóreas estrictamente acuá-
ticas, como Pachira acuatica, y subacuáticas o tolerantes, como Calophyllum
brasiliensis. En sitios perturbados a orillas de ríos son comunes los zarzales
de Mimosa pigra y los jimbales de Guadua spinosa.

Los suelos de la región


Procesos formadores de suelo y su correspondencia con factores regionales y locales
Los suelos de la provincia Sierras de Chiapas y Guatemala son de origen resi-
dual, formados in situ a partir de rocas sedimentarias e ígneas y de origen alu-
vial (Figura I.17.1. del Anexo I). El 80% de la provincia esta cubierto por suelos
con limitante física dentro de los 50 y 100 cm desde la superficie del suelo y
con clara dominancia de suelos someros.
El 50% de la subprovincia Sierra Lacandona está compuesta de sierras ple-
gadas con cañadas, las cuales presentan suelos con limitante física de roca dura
continua dentro de los 50 cm de profundidad, que corresponden a Leptosoles.
El otro 50% de superficie corresponde a lomeríos con llanuras en los que
podemos encontrar suelos profundos con mayor grado de desarrollo, como son
los Luvisoles y Acrisoles, y en las llanuras suelos que manifiestan características
de una constante inundación y manto freático superficial fluctuante: Gleysoles
y Fluvisoles.

415
Geografía de suelos de México

Las características de los suelos en la región están determinadas por el tipo


de materiales geológicos, las condiciones climáticas, las particularidades del
relieve y las condiciones de las comunidades vegetales que ahí se encuentran,
así como la edad de desarrollo de los suelos.
En su mayor parte la zona presenta calizas del Cuaternario superior, y si-
guiendo en orden de importancia, lutitas, areniscas y parte aluvial. Estos tipos
de rocas, en conjunto con los demás factores formadores, han dado origen a dis-
tintos tipos de suelo en los que el material geológico tiene una mayor o menor
importancia como factor formador del suelo dependiendo del clima y de la
vegetación que permanezca en el lugar.
Las formaciones que predominan son rocas calizas, con suelos delgados y
porciones orgánicas de texturas finas y medias, de tonalidades negras, café roji-
zo o rojas y amarillentas que se identifican genéricamente como Leptosoles
réndzicos. Estos suelos presentan fuerte susceptibilidad a la erosión y lavado en
los terrenos de mayor pendiente que se encuentran asociados con los Lepto-
soles líticos.
Se considera que la composición de las rocas calizas en relación con la canti-
dad de carbonatos tiene una gran influencia en las características de los sue-
los presentes en la zona.
La mayor parte de los suelos de la subprovincia de las Sierras del Norte de
Chiapas son suelos maduros, Acrisoles y Luvisoles, y el resto son suelos jóve-
nes, Fluvisoles y Leptosoles; todos tienen un grado considerable de acidez
debido al arrastre de nutrientes por las lluvias intensas y frecuentes.
En la subprovincia de las Sierras Bajas del Petén, los suelos más importantes
son Litosoles, Luvisoles, Regosoles y Gleysoles; debido al relieve de la región,
el 90% de los suelos de la superficie son recientes y muy someros.
La gran cantidad de precipitación que se presenta en la zona, junto con la
temperatura, la vegetación, relieve, geología y tiempo, favorece la presencia y
dominancia de procesos pedogenéticos tales como iluviación, melanización,
gleyzación y ferratilización, entre otros.
El factor tiempo es fundamental para el desarrollo de los suelos en general; en
esta región ha jugado un papel importante en el cambio de las características
de los suelos; es decir, cuando se tuvo la vegetación de selva alta perennifolia sin
perturbar, los suelos seguramente presentaron un horizonte de considerable
espesor y gran cantidad de materia orgánica. Hoy, en zonas de pastizales, se
presentan suelos con una menor cantidad de material orgánico y en muchas
áreas podemos ver a los suelos con un horizonte oscuro muy delgado sobre-
yaciendo a un horizonte árgico, y en algunos casos ha desaparecido por com-
pleto y aflorado dicho horizonte arcilloso.

Grupos de suelos dominantes en la región


De los 32 grupos de suelos contemplados en la base de referencia de los sue-
los del mundo (iuss Working Group wrb, 2006), 19 de ellos se encuentran
en esta provincia; este hecho hace que la provincia Sierras de Chiapas y Gua-
temala cuente con una gran riqueza de suelos. Los cinco suelos que ocupan
superficies mayores dentro de esta provincia son: Luvisoles (33.7%), Leptosoles

416
Capítulo 17. Geografía regional de suelos: sierras de Chiapas y Guatemala

(27%), Phaeozem (13.4%), Regosoles (4.7%) y Vertisoles (4.4%). Suelos de los


grupos Cambisoles, Umbrisoles y Alisoles ocupan 8% de la provincia, y Gley-
soles, Acrisoles y Planosoles ocupan el 4.8% de la superficie de la provincia.
Otros suelos presentes en superficies menores son: Fluvisoles, Ferralsoles, Cher-
nozem, Plintosoles, Arenosoles y Nitisoles, que en conjunto cubren el 1.52% de
la provincia.

• Los Luvisoles se distribuyen en toda la provincia, sin embargo se concen-


tran mayormente en la parte centro, noroeste, norte y noreste de la provin-
cia. Los factores formadores del suelo que tienen una mayor influencia
son el clima y el material parental. La humedad alta y constante a lo largo
del año, la temperatura alta y una vegetación exuberante favorecen el desarro-
llo de procesos pedogenéticos denominados melanización y eluviación.
• Los Leptosoles presentan el mismo comportamiento y su mayor distribu-
ción la encontramos hacia el centro, noroeste, noreste, sur y sureste. Estos
suelos se distribuyen en las partes mas accidentadas de los terrenos y en
altitudes mayores a las que se distribuyen los Luvisoles. Los Leptosoles son
suelos ricos en materia orgánica, bajos en bases, resultado de un constante
lavado. Debido a lo accidentado, donde se presentan es recomendable man-
tenerlos con vegetación natural todo el año, para evitar que se erosionen y
se pierdan rápidamente debido a la poca profundidad que presentan.
• Los Phaeozems se distribuyen en toda la provincia, pero su mayor con-
centración se encuentra hacia el norte, sur y sureste. Estos suelos presen-
tan una fertilidad alta y se distribuyen en altitudes por debajo de los
Leptosoles, sus características permiten una capacidad más amplia de uso.
La conservación de estos suelos depende en gran medida del buen mane-
jo que se les dé.
• Los Regosoles se presentan hacia el noreste, oeste y suroeste de la provin-
cia. Estos suelos son el resultado de materiales transportados por la llu-
via, viento y de forma coluvial. Son suelos poco desarrollados y de estabi-
lidad baja, por lo que es necesario mantenerlos con cobertura natural para
evitar su degradación.
• Los Vertisoles se distribuyen hacia el sur, suroeste y sureste de la provin-
cia. Son usados ampliamente para sustentar pastizales y agricultura de rie-
go (caña de azúcar) y temporal (maíz). La fertilidad de estos suelos es alta,
pero se debe tener cuidado con el manejo de la humedad de los mismos
dado que tienden a agrietarse cuando son sometidos al secado; este agrie-
tamiento causa daños severos a la producción.
• Los Cambisoles, Umbrisoles y Alisoles son suelos que presentan porcen-
tajes de distribución muy parecidos y se caracterizan por presentar grandes
cantidades de carbono orgánico y un valor de saturación de bases bajo, en
particular para el caso de Alisoles. Estos suelos tienen una amplia variedad
de usos que van desde pastizal, selva y bosque de pino. La mejor alterna-
tiva de manejo para la conservación de estos suelos es mantenerlos con la
vegetación natural. El uso para pastizal ha demostrado resultados poco
satisfactorios por el hecho de que se tiene una pérdida de fertilidad, com-
pactación y acidificación del suelo por efecto de la fertilización. Usos agríco-

417
Geografía de suelos de México

las son poco frecuentes debido a la gran acidez que presentan estos suelos y
a la amenaza que se tiene por la presencia de una plaga denominada langos-
ta que hace muy riesgoso este uso.
• Los Gleysoles, Acrisoles y Planosoles son suelos cuya distribución está
restringida a las partes bajas y lomeríos de la provincia; estos suelos se
destinan a la ganadería de tipo extensivo. Los suelos Gleysoles y Planosoles
presentan grandes problemas de exceso de agua, lo que los hace poco ade-
cuado para la introducción de pastizales, resultando más conveniente
orientarlos a recuperar la vegetación que sustentaron en el pasado (Selva
Alta Perennifolia).

Otros suelos menos importantes en cuanto a la superficie de la provincia son


los siguientes: Fluvisoles, Ferralsoles, Chernozems, Plintosoles, Arenosoles y
Nitisoles. Estos suelos se distribuyen también en las partes bajas de la provin-
cia y sus usos son agrícola, forestal y ganadero.

Referencias
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dad Autónoma Chapingo. San Cristóbal de las Casas.
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López, R. 1980. Tipos de vegetación y su distribución en el estado de Tabasco y norte de
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Martínez, E., Ramos, C.H., Chiang, F. 1994. Lista florística de la Lacandona, Chiapas.
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Miranda, F., Hernández, X.E. 1963. Los tipos de vegetación de México y su clasificación.
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Rzedowski, J. 1978. Vegetación de México. Limusa, México.
———, 1991a. Diversidad y orígenes de la flora fanerogámica de México. Acta Bot.
Mex. 14:3-21.

418
Capítulo 18. Geografía de suelos regional:
cordillera Centroamericana
Lorenzo Domingo Ramírez Cayetano1*

sta provincia, que se inicia en el Istmo de Tehuantepec, se extiende

E hasta la República de Nicaragua, atravesando los territorios de Gua-


temala, Honduras y El Salvador; es otro gran batolito ígneo emer-
gido sobre el sitio de subducción de la placa de Cocos. En casi todo
Chiapas el cuerpo intrusivo ígneo está plenamente expuesto, pero
a partir del Tacaná, volcán ubicado parte en territorio de México y parte en
territorio de Guatemala, queda casi todo sepultado por los productos de los
numerosos volcanes juveniles de los países centroamericanos.
Dentro del territorio de México, y de acuerdo con el Inegi, ocupa una ex-
tensión de 34 272.79 km2, siendo la de menor extensión de las 15 provincias
en que está dividida la República Mexicana, con sólo el 2% del territorio na-
cional. Limita al norte con las provincias de la Llanura Costera del Golfo a la
altura del Istmo y con la de las sierras de Chiapas y Guatemala, al oeste con la de
la Sierra Madre del Sur y al sur con el océano Pacífico, abarcando parte del esta-
do de Chiapas y una pequeña parte del estado de Oaxaca.

Los factores formadores


Subregiones
El territorio de la provincia de la Cordillera Centroamericana dentro de México
se reparte entre dos subprovincias y dos discontinuidades fisiográficas (con as-
teriscos):

83 Sierras del Sur de Chiapas


84* Llanura del Istmo
85* Llanura Costera de Chiapas y Guatemala
86 Volcanes de Centroamérica

Sierras del Sur de Chiapas. En el estado de Chiapas representa el 20.71% de


la superficie estatal y en Oaxaca el 7.2%. Es en esta subprovincia de la
Cordillera Centroamericana que afloran las rocas graníticas del batolito
integrando estas sierras de orientación noroeste-sureste y con penetración
en territorio de Guatemala. En el noroeste gran parte de sus cumbres que-
dan por debajo de los 1 000 msnm con islotes que se pasan de los 2 000
metros. En el oriente de Pijijiapan donde se tornan más altas y escarpadas

1Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Dirección Regional Sur, Oaxaca, Oax.


* lorenzo.ramirez@inegi.gob.mx.

419
Geografía de suelos de México

con numerosos picos superiores a los 2 000 metros, y uno, el Picacho Prieto
en el extremo sureste, con 3 200 msnm.
Las rocas graníticas tienen una dominancia casi absoluta. Sólo en el norte
de Niltepec se presenta un afloramiento de rocas volcánicas seguido por
metamórficos con manchones calcáreos. En el noreste los afluentes del río
Grijalva han excavado una serie de amplios valles. El fracturamiento de las
masas graníticas y generación de cantos esferoidales y ovoides de gran
tamaño son manifiestos en muchos lugares. En las laderas del suroeste es
muy notable la exfoliación granular del granito a profundidad con la gene-
ración de gruesos mantos arenosos.
La variación altitudinal permite la existencia de varios tipos climáticos con
lluvias en verano, entre los que destacan los cálidos húmedos, cálidos sub-
húmedos y semicálidos húmedos. Con sus precipitaciones estos climas dan
origen a la existencia de abundantes ríos. La vegetación que cubre esta sub-
provincia son los bosques mesófilos de montaña, bosques de pino, bosques
de pino encino, selva alta perennifolia y donde se ha arrasado la vegetación
original existe agricultura de temporal, como el cultivo del café cereza,
maíz, frijol y los pastizales inducidos.

Llanura del Istmo. En el estado de Oaxaca representa el 4.78% de la superficie


del estado y en Chiapas tan sólo el 1.06%. En términos geológicos esta dis-
continuidad es bastante joven, está conformada por terrenos de origen alu-
vial que emergieron durante el Cuaternario, así como por cuarzitas del
Paleozoico inferior.
Los climas predominantes son los cálidos subhúmedos con lluvias de
verano. De las cuatro subregiones esta es la más seca. Las asociaciones ve-
getales que la cubrían eran principalmente selvas bajas caducifolias y selvas
bajas espinosas, en su lugar existen actualmente grandes áreas con agricul-
tura de temporal y de riego. Dentro de las corrientes fluviales importantes
están los ríos Tehuantepec, Perros, Espíritu Santo y Ostuta, así como las
lagunas superior e inferior, que a su vez están conectadas al golfo de Te-
huantepec.

Llanura Costera de Chiapas y Guatemala. Representa el 7.56% de la super-


ficie de Chiapas. La planicie costera se ha formado por una acumulación
de sedimentos que bajan de la sierra en ambientes fluviales, así como por
los procesos de tipo marino costero. El primero ha formado depósitos alu-
viales, sedimentos fluviales y depósitos de meandros; mientras que los
procesos marinos costeros han originado la presencia de arenas de playa,
antiguas líneas de costa, zonas de manglar y llanuras de inundación.
También es posible encontrar afloramientos de aislados de gneiss, már-
mol y esquistos, que han sido intrusionados por rocas graníticas más
recientes y cubiertas en parte por rocas volcánicas del Terciario superior.
Destacan en la discontinuidad las albuferas (lagunas costeras separadas
del mar por una barra), tales como laguna La Joya, laguna Buenavista,
laguna Panzacola, estero Palo Blanco, entre otras. La zona es una región
rica en agua, existe alrededor de una decena de ríos, entre los que se pue-

420
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

den mencionar: Pijijiapan, Margarita, Novillero Alto, Coatán y Suchiate,


entre otros.
Los climas dominantes de la región son los cálidos subhúmedos con
humedad media y lluvias de verano, y en un área relativamente menor
también los más húmedos de los cálidos subhúmedos. En cuanto a la vege-
tación, aún se pueden encontrar relictos de selva mediana subperennifolia y
selva mediana subcaducifolia. El paisaje actual está compuesto por pasti-
zales inducidos, huertas de mango, plátano, cocotero y en las inmediacio-
nes de las lagunas bosque de mangle, popal y tule.

Volcanes de Centroamérica. Representa el 1.83% de la superficie estatal de


Chiapas. Geológicamente está compuesta por rocas andesíticas, tobas inter-
medias y conglomerados de Terciario superior. Asimismo, no faltan las ro-
cas graníticas de Paleozoico y complejos metamórficos del Mezozoico.
La topografía de la zona es muy accidentada, compuesta por lomeríos y
sierras cuyas altitudes varían entre 300 y 4 117 metros sobre el nivel del mar,
en la cima del volcán Tacaná. La variación altitudinal permite que haya di-
ferentes climas; entre los dominantes están los cálidos y semicálidos húmedos
con abundantes lluvias de verano; en las partes altas de la sierra están los cli-
mas templados húmedos con abundantes lluvias de verano y en la cima del
volcán Tacaná los semifríos húmedos con abundantes lluvias de verano. En
las inmediaciones del volcán nacen los ríos Suchiate y Coatán.
Las comunidades vegetales están representadas por bosques de pino, bos-
que mesófilo de montaña y agricultura de temporal; principalmente huertas
de café cereza y pastizales inducidos.

Los climas de la región


Según Enriqueta García (1973), clima es el estado más frecuente de la atmósfera
en un lugar determinado, y comprende los extremos y todas sus variaciones.
Las causas que hacen variar a los elementos del clima de un lugar a otro, y de
una estación a otra, son las conocidas como “factores climáticos”, a saber: a) la-
titud (distancia angular al ecuador); b) altitud (altura sobre el nivel del mar);
c) relieve (configuración superficial de la tierra); d) distribución de tierras y
aguas, y e) corrientes marinas.
Estos factores actúan con diferente intensidad y en combinaciones distintas
sobre los elementos, y los hacen variar de una manera diferente originando
los distintos tipos de clima. Asimismo, para entender los diferentes tipos de cli-
ma y su relación con los seres vivos, principalmente con la vegetación original,
será necesario analizar detenidamente los siguientes elementos: temperatura,
precipitación, presión y vientos, y los cambios que experimentan al actuar sobre
ellos los factores climáticos.
Köppen divide los climas del mundo en cinco grandes grupos que corres-
ponden a los cinco principales grupos de plantas superiores.

Grupo de climas A. Calientes húmedos con temperaturas, en el mes frío, ma-


yores de 18°C; en estos climas dominan las plantas megatermas.

421
Geografía de suelos de México

Grupo de climas B. Secos. Es el grupo de climas donde prosperan las plantas


xerófitas.

Grupo de climas C. Templados húmedos con inviernos benignos. Predominan


las plantas mesotermas.

Grupo de climas D. Subárticos húmedos con inviernos rigurosos. En ellos pre-


dominan las plantas del grupo de las coníferas.

Grupo de climas E. Fríos o polares. En ellos la vegetación es del tipo de musgos,


algas, helechos y líquenes; grandes áreas están cubiertas totalmente de hielo.

La cantidad de precipitación anual resulta insuficiente para caracterizar los lí-


mites húmedos y los secos; es necesario, además, considerar la temperatura y
la época en que la lluvia se presenta. Sin embargo, un lugar con 1 000 mm de llu-
via anual o más puede considerarse como clima húmedo.
Según las cartas climáticas del inegi los climas dominantes en la provincia,
y de acuerdo también con el sistema de clasificación climática de Köppen, mo-
dificado por Enriqueta García para adaptarlo a las condiciones de la República
Mexicana, son:

Am. Cálido húmedo con abundante lluvia en verano, precipitación del mes
más seco menor de 60 mm. y porcentaje de lluvia invernal entre 5 y 10.2.
Se distribuye en buena parte de las sierras del noroeste de la provincia.

Am(f). Cálido húmedo con abundante lluvia en verano, precipitación del mes
más seco menor de 60 mm. y porcentaje de lluvia invernal mayor de 10.2.
Se distribuye en las sierras de la antípoda noroeste de la provincia.

Aw0(w). El menos húmedo de los cálidos subhúmedos, con lluvias de verano.


Precipitación del mes más seco menor de 60 mm y porcentaje de lluvia in-
vernal menor de 5. Está presente en el Istmo de Tehuantepec y en las inme-
diaciones de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Aw1. Cálido subhúmedo con humedad media y lluvias de verano. Precipitación


del mes más seco menor de 60 mm y porcentaje de lluvia invernal entre 5 y
10.2. Este tipo climático está restringido a una pequeña área en el noroeste
de la provincia.

Aw1(w). Cálido subhúmedo con lluvias de verano. Agrupa los subtipos de


humedad media de los cálidos subhúmedos. Precipitación del mes más
seco menor de 60 mm y porcentaje de lluvia invernal respecto a la total
anual menor de 5. La precipitación total anual en esta zona está entre 1 200
y 1 500 mm, este tipo climático está presente en un área bastante restringi-
da al sureste de la provincia; junto a la costa, en las inmediaciones de las
ciudades de Frontera Hidalgo y Puerto Madero, en la frontera con Gua-
temala.

422
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

Climas de la provincia XV Cordillera Centroamericana

Simbología
(A) C(m) (w)
(A) C(w2) (w)
A (C) (m)
A (C) m (f)
A (C) m (w)
A (C) w0 (w)
A (C) w1 (w)
A (C) w2 (w)
Am
Am (f)
Am (w)
Aw0 (w)
Aw1
N Aw1 (w)
Aw2
Aw2 (w)
C(E) (m) (w)
C(m) (w)
C(w2) (w)
H2O

FUENTE: INEGI. Conjunto de Datos Geográficos de la Carta de Climas 1: 1 000 000

Figura 18.1. Los climas de la provincia Cordillera Centroamericana.

Aw2. Cálido subhúmedo con lluvias en verano, el más húmedo de los cálidos
subhúmedos. Precipitación del mes más seco menor de 60 mm. y porcentaje
de lluvia invernal entre 5 y 10.2; se distribuye en las sierras y lomeríos en el
noroeste de la provincia.

Aw2(w). Cálido subhúmedo con lluvias de verano, el más húmedo de los cáli-
dos subhúmedos. Precipitación del mes más seco menor de 60 mm y por-
centaje de precipitación invernal respecto a la total anual menor de 5, la
precipitación total anual en estos lugares es de 2 000 mm.; este tipo climá-
tico es el dominante en la provincia. Por el lado de la costa se distribuye
desde el nivel del mar hasta la cota aproximada de 100 msnm; por el lado
norte desde la cota de 500 a 1 500 msnm; distribuyéndose siempre de
manera paralela a los macizos montañosos, cuya orientación es de noroes-
te-sureste.

423
Geografía de suelos de México

Am(w). Cálido húmedo con lluvias de verano. Porcentaje de precipitación


invernal respecto a la total anual menor de 5, la precipitación total anual
varía entre 2 500 y 4 500 mm. Este tipo climático se distribuye de manera
paralela a la costa, desde Tonalá, Chiapas, hasta Tapachula, dentro del mis-
mo estado. Al parecer la sierra del Soconusco actúa como barrera y marca
una zona de barlovento en sus estribaciones por el lado sur; del otro lado
de los macizos montañosos se distribuyen otra vez los climas Aw2(w) des-
critos anteriormente, los cuales, aunque cálidos, son menos húmedos.

A(C)m(w). Semicálido. El más fresco y más húmedo de los cálidos, con llu-
vias de verano. Porcentaje de lluvia invernal respecto al total anual menor
de 5, la precipitación total anual es de 3 000 mm. Se distribuye en las partes
altas de la sierra del Soconusco y del resto de los macizos montañosos,
entre 800 y 2 200 msnm aproximadamente.

(A)C(m)(w). Semicálido húmedo con abundantes lluvias de verano. Precipita-


ción del mes más seco menor de 40 mm y porcentaje de lluvia invernal res-
pecto a la total anual menor de 5, la precipitación total anual es de 2 000
mm. Este tipo climático ocupa un área restringida, se distribuye en las cer-
canías del lado noreste del volcán Tacaná, al este de la provincia, aproxi-
madamente desde los 1 000 y hasta los 1 800 msnm.

A(C)m. Semicálido húmedo con abundantes lluvias de verano. Precipitación


del más seco menor de 60 mm, porcentaje de lluvia invernal entre 5 y 10.2,
se distribuye en las sierras y lomeríos de la parte noroeste de la provincia.

A(C)m(f). Semicálido húmedo con abundantes lluvias de verano, precipitación


del mes más seco menor de 60 mm, porcentaje de lluvia invernal mayor de 10.2,
está restringido a una pequeña área en la antípoda noroeste de la provincia.

A(C)w0(w). Semicálido subhúmedo con lluvias de verano. Agrupa los subtipos


de humedad media de los cálidos subhúmedos. Precipitación del mes más
seco menor de 60 mm, porcentaje de lluvia invernal menor de 5, está res-
tringido a una pequeña área en el norte de la provincia.

A(C)w1(w). Semicálido subhúmedo con lluvias de verano, agrupa los subtipos


de humedad media de los semicálidos subhúmedos. Precipitación del mes
más seco menor de 60 mm, porcentaje de lluvia invernal menor de 5, está res-
tringido a una pequeña superficie en las sierras del centro de la provincia.

A(C)w2(w). Semicálido subhúmedo con lluvias de verano. El más húmedo de


los semicálidos subhúmedos. Precipitación del mes seco menor de 60 mm,
porcentaje de lluvia invernal menor de 5, se distribuye en los lomeríos del
centro norte de la provincia.

(A)C(w2)(w). Semicálido subhúmedo con lluvias de verano. El más húmedo de


los semicálidos subhúmedos y precipitación del mes más seco menor de 40

424
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

mm, porcentaje de lluvia invernal menor de 5, se distribuye el los lomeríos


del centro norte de la provincia.

C(m)(w). Templado húmedo con lluvias de verano, porcentaje de lluvia in-


vernal respecto al total anual menor de 5, la precipitación total anual es de
3 500, este tipo climático cubre una importante área de la provincia, cuya in-
fluencia comprende las partes más elevadas al noroeste del volcán Tacaná;
las elevaciones montañosas en estos lugares oscilan entre 1 800 y 2 800
msnm.

C(w2)w. Templado subhúmedo con lluvias en verano, el más húmedo de los


templados suhúmedos. Precipitación del mes seco menor de 40 mm, y por-
centaje de lluvia invernal menor de 5, se localiza de manera aislada en los
picos de algunas sierras a lo largo de la provincia.

C(E)(m)(w). Semifrío con lluvias de verano. Porcentaje de lluvia invernal res-


pecto al total anual menor de 5, la precipitación total anual es de 4 000 mm.
Este tipo climático ocupa un área por demás restringida, ocupa las partes
más altas del volcán Tacaná, comienza en la cota de 2 800 y hasta 4 117 msnm
(cima del volcán).

Estructuras geológicas
A pesar de ser un área relativamente pequeña, la geología presente es muy
heterogénea. Es común encontrar tanto rocas ígneas intrusivas y extrusivas,
sedimentarias como metamórficas. Sobresale el macizo montañoso (sierra
del Soconusco) que la recorre longitudinalmente por la parte central en direc-
ción noroeste-sureste, esta estructura está compuesta principalmente por
rocas intrusivas de granito de la era Paleozoica. En la parte noreste de la pro-
vincia existen rocas sedimentarias del tipo limolita-arenisca pertenecientes a
la era Mesozoica; totalmente al oriente se ubica una importante área de cali-
zas del Paleozoico superior; rocas ígneas extrusivas del tipo de las andesitas,
así como tobas intermedias del Cenozoico se les encuentra en el área de in-
fluencia del volcán Tacaná, siendo este el único volcán activo que se encuentra
dentro de la provincia (por el lado mexicano). Grandes depósitos aluviales,
lacustres y palustres, así como una extensa franja de litoral de la era Cenozoica
y correspondientes al sistema cuaternario se extienden en la parte costera,
desde el sur del Istmo de Tehuantepec hasta la frontera con Guatemala. Tam-
bién es posible encontrar afloramientos aislados de conglomerado, complejo
metamórfico, esquistos y gneiss.

Hidrografía
Los recursos hidrológicos de la subprovincia están costituidos por ríos, arroyos,
lagunas y una gran masa oceánica. Estos recursos permiten que se desarrolle
una gran diversidad de ecosistemas, los cuales albergan un sinnúmero de es-
pecies florísticas y faunísticas, que por su importancia endémica el gobierno de

425
Geografía de suelos de México

la República se ha visto obligado a protegerlas, declarando tres grandes áreas


como Reservas de la Biosfera, de las cuales más adelante hablaremos.
La Comisión Nacional del Agua (cna, 2005) divide al país en 37 regiones
hidrológicas; de ellas, en la provincia se encuentran dos, una fracción de la
número 22, llamada Tehuantepec, es la décima novena más húmeda del país
con 1 011 hectómetros cúbicos de escurrimiento natural medio superficial
interno y 16 363 kilómetros cuadrados de superficie; la otra es la región hidroló-
gica 23, llamada Costa de Chiapas, es la décima más húmeda del país con 9 703
hectómetros cúbicos de escurrimiento natural medio superficial interno y 12 293
kilómetros cuadrados de superficie. El río más importante de esta región hi-
drológica es el Suchiate, con una longitud aproximada de 300 kilómetros desde
su nacimiento en la Sierra Madre de Chiapas, en porción guatemalteca, en la
confluencia con el volcán Tacaná, hasta su desembocadura en el océano Pacífico.
Los ríos más importantes de la provincia son los siguientes: en la parte que
corresponde al estado de Oaxaca sólo abarca cinco ríos y tres lagunas; dentro de
estos cuerpos de agua están el río Tehuantepec, con 240 km de longitud y des-
agua 950 hectómetros cúbicos por segundo en el golfo de Tehuantepec; los otros
ríos son Tequisistlán, Perros, Espíritu Santo y Ostuta. En cuanto a las lagunas
están la laguna Superior que abarca casi toda la Llanura Ístmica, laguna Inferior
y laguna del Mar Muerto. En lo que corresponde al estado de Chiapas la región
hidrológica es completa y contiene 21 ríos y dos lagunas, el río más importante,
como ya se mencionó, es el Suchiate; además de él están los ríos Tapanatepec,
Arenas, La Punta, Sanatengo, Jesús, El Porvenir, San Diego, Pijijiapan, Margarita,
Coapa, Novillero Alto, Sesecapa, Cacalutla, Despoblado, Huixtla, Huehuetán,
Coatán, Puerto Madero, Cahuacán y Cozoloapan. Los cuerpos de agua laguna-
res son la laguna del Viejo y Temblader, y la laguna de la Joya.

Ecosistemas principales
La profusa diversidad florística en la provincia está íntimamente ligada a las
condiciones climáticas y edáficas en que se desarrollan las diferentes asociacio-
nes vegetales. Sin embargo, es menester aclarar que en la actualidad grandes
extensiones de tierra han sido abiertas a la agricultura y la ganadería, por lo que
en ciertos lugares existen sólo reelictos de la vegetación original. De manera
general la distribución espacial de estas asociaciones es la siguiente.

Selva alta perennifolia. Esta asociación vegetal ocupa grandes áreas; su dis-
tribución espacial abarca las estribaciones de la sierra del Soconusco en los
climas Am(w), en las faldas de la sierra y paralelamente a la costa (Figura
I.18.1. del Anexo I). Existen reelictos de esta selva en las huertas de cafeto
aledañas al volcán Tacaná, cerca de Tapachula (Rzedowski, 1978). Última-
mente grandes áreas de tierra han sido incorporadas a la agricultura y ga-
nadería. Donde antes existía selva, hoy domina la agricultura temporal per-
manente, pastizales inducidos y grandes potreros.

Selva mediana subperennifolia. En el pasado reciente esta selva estaba ocu-


pando toda la parte costera de la provincia en los climas Aw2(w) sobre la

426
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

zona de aluvión, comenzando desde Tonalá, Chiapas, hasta la frontera con


Guatemala, actualmente todo son pastizales inducidos y plantaciones
con agricultura permanente, como huertas de plátano o de mango, de modo
que sólo existen reelictos de ella (Figura I.18.2. del Anexo I). En los potreros
es común encontrar hermosos ejemplares de Ceiba pentandra, como cla-
ros testimonios de lo que la actividad humana ha destruido.

Selva baja caducifolia. Esta asociación vegetal se caracteriza porque la mayor


parte de los árboles y arbustos que la constituyen tiran las hojas en la época
seca. En la provincia algunas especies representativas son Bursera spp (copa-
les) y Ceiba parvifolia (pochote), entre otros. Su ubicación está confinada a
los climas Aw1(w) y Aw2(w) con precipitaciones anuales de 1 200 y 1 500, en
el extremo oriental de la provincia, junto a la depresión central de Chiapas;
descansa sobre rocas calizas y calizas- areniscas en suelos mas bien someros.

Selva baja espinosa. Tiene una fisonomía semejante a la selva baja caducifo-
lia. La distinción entre ambas comunidades se basa en que el matorral espi-
noso presenta un dosel más bajo (⬍4m), en el que predominan tanto plantas
ramificadas desde la base como las que presentan espinas, principalmente
de la familia Mimosaceae. Su distribución en la provincia abarca parte de
la llanura del Istmo de Tehuantepec en los climas Aw⬘(w), Aw1(w) y con
precipitaciones de 1 000 a 1 200 mm anuales.
Entre el conjunto de elementos arbóreos característicos de la selva baja
espinosa se registran: Acacia cochlicantha (Mimosaceae), Amphiterygium
adstringens (Julianaceae), Bursera excelsa (Burseraceae), Castela retusa (Sima-
roubaceae), Gliricidia sepium (Fabaceae), Hintonia latiflora (Rubiaceae),
Mimosa golmanii (Mimosaceae), Pseudosmodingium multifolium (Anacar-
diaceae) y Sideroxylon celastrinum (Sapotaceae). Los arbustos más frecuentes
están Cordia oaxacana (Boraginaceae) y Lippia nutans (Verbenaceae); en-
tre las enredaderas destaca la urticante Tragia mexicana (Euphorbiaceae)
(Pérez García, 2001).

Sabana. La sabana en esta región está dominada por hierbas amacolladas de


las familias Poaceae (26 especies), entre las que destacan las pertenecientes
a los géneros Andropogon, Aristida, Bouteloua, Cenchrus, Digitaria, Hacke-
lochloa, Heteropogon, Hyparrhenia, Panicum, Paspalum, Schizachyrium, Tha-
rasya, Trachypogom y Urochloa, y de Cyperaceae (11 especies), representadas
por los géneros Abildgaardia, Bulbostylus, Cyperus y Rhynchospora. Además
son muy comunes las Asteraceae (15 especies) y las Fabaceae (25 especies).
Entre las plantas características de este tipo de vegetación, que no se
encuentran en los otros, están Alophia drumondii (Iridaceae), Bletia pur-
purea (Orchidaceae), Byrsonima crassifolia (Malpighiaceae), Calea urticifolia
(Asteraceae), Calliandra juzepczukii (Mimosaceae), Chamaecrista diphylla, C.
flexuosa, C. serpens (Caesalpiniaceae), Curculigo scorzonerifolia (Hypoxida-
ceae), Eriosema crinitum (Fabaceae), Krameria resoluta (Krameriaceae), Man-
freda pubens (Agavaceae), Melocactus ruestii (Cactaceae), Pecais saturejoides
(Asteraceae), Tephrosia nitens, Zornia megistocarpa, Z. reticulata (Faba-

427
Geografía de suelos de México

ceae), Psidium guineense, P. hypoglaucum y P. salutare (Myrtaceae) (Pérez Gar-


cía, 2001).

Bosque mesófilo de montaña. Las especies presentes en la región son Liqui-


dambar styraciflua, Alnus arguta y Quercus spp. Esta asociación vegetal se
encuentra confinada en los climas C(m)w y A(C)mw donde se mezclan las
condiciones de alta humedad y alta nubosidad la mayor parte del año; den-
tro de la provincia estas condiciones están presentes en grandes áreas. El
límite altitudinal que coincide con estas condiciones están entre los 1 000 y
2 400 msnm aproximadamente. Sin embargo, se han reportado ejemplares
de Chiranthodendron pentadactylon en altitudes cercanas a los 2 500 m en
las inmediaciones del volcán Tacaná. Los suelos en los que se desarrolla
son más bien someros o poco profundos.

Bosque de pino-encino. Dado que los pinares y los encinares tienen similitud
en cuanto a las exigencias ecológicas, al analizar la distribución espacial
dentro de la provincia se observa que los dos tipos de bosque ocupan
nichos muy similares, desarrollándose con frecuencia uno al lado del otro,
formando intrincados mosaicos y complejas interrelaciones sucesionales
ocasionando que a menudo se presenten como bosques mixtos, lo cual di-
ficulta su interpretación cartográfica, razón por la cual se describen como
bosque mixto, a pesar de sus diferencias fisonómicas evidentes; lo anterior
no excluye que a menudo se les puede encontrar como masas puras.
Vastas superficies de este bosque sobreyacen en rocas ígneas graníticas,
limolita-arenisca, caliza-arenisca, complejos metamórficos y esquistos en
zonas donde predominan los climas C(m)(w), A(C)m(w) y A(w2)w en alti-
tudes entre 600 y 2 600 msnm, en dirección noroeste-sureste de la provin-
cia hasta las inmediaciones del volcán Tacaná.

Manglares. Los manglares se encuentran frecuentemente en sitios sujetos a


inundación y por consiguiente bajo condiciones de anoxia en un ambiente
salino y altas temperaturas; en la provincia estas condiciones están presentes
en los esteros e interior de las lagunas costeras, desde el Istmo de Tehuan-
tepec hasta la frontera con Guatemala, en climas Aw1(w) y Aw2(w). La asocia-
ción vegetal puede alcanzar alturas desde 3 y hasta 30 m, donde se pueden
desarrollar como una sola especie o como un bosque mixto; dependiendo de
gradientes fisiológicos importantes, tales como salinidad, nivel de inundación,
niveles de marea y las propiedades del suelo, incluyendo la fertilidad. En
México las especies de manglar más características son Rhizophora mangle
(mangle rojo, Rhizophoraceae), Avicennia germinans (mangle negro, Avicen-
niaceae), Laguncularia racemosa (mangle blanco, Combretaceae) y Cono-
carpus erectus (mangle botoncillo, Combretaceae); específicamente en las
lagunas costeras de Chiapas han sido reportadas Rhizophora harrisonii y dos
especies de mangle negro (Rhizophora germinans y Avicennia bicolor).

Popales o vegetación de los pantanos. Son comunidades vegetales que habitan


grandes superficies pantanosas de agua dulce o salobre permanentemente

428
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

estancada en la llanura aluvial, prácticamente sin declive, la cual en algu-


nas partes es inundada por los caudalosos ríos de la región. El popal tiene
una fisonomía muy característica, pues lo forman plantas herbáceas de 1 a
3 m de alto, cuyas hojas grandes y anchas de color verde claro sobresalen
del agua constituyendo una masa muy densa. Este tapiz apenas deja entre-
ver el pantano que esconde debajo. Comparten el mismo ecosistema que
los manglares sólo que ocupan las partes más elevadas del terreno, donde
el sustrato es menos salino y la influencia de las mareas no tiene efecto. Se le
puede encontrar como agrupaciones puras de Thalia geniculata, Calathea
y Heliconia o bien mezcladas con otras gramíneas y ciperáceas.

Praderas de alta montaña. Es una agrupación vegetal representada por plan-


tas herbáceas y arbustivas. Las gramíneas representativas son de los géneros
Muhlenbergia, Trisetum, Calamagrostis, Poa y Agrostis, así como algunos
musgos. Está confinada en los climas C(E)(m)(w) en la cima del volcán Ta-
caná y ocupa una superficie aproximada de poco más de 2 000 hectáreas.

Áreas Naturales Protegidas (ANP)


En México existen registradas, hasta el año 2006 en el Diario Oficial de la Fede-
ración, 58 Áreas Naturales Protegidas (32 Reservas de la Biosfera, 15 Parques Na-
cionales, 9 Áreas de Protección de Flora y Fauna, 1 Monumento Natural y 1 San-
tuario). Actualmente, las 58 anp registradas cubren una superficie de 12 120 918
hectáreas que equivalen al 60.9% de las 19 906 893 hectáreas decretadas.
De las 32 Reservas de la Biosfera que actualmente existen en el país, en la pro-
vincia se encuentran tres: Reserva de la Biosfera la Encrucijada, Reserva de la
Biosfera la Sepultura y la Reserva de la Biosfera El Triunfo.

Reserva de la Biosfera La Encrucijada. Abarca casi en su totalidad la planicie


costera del Pacífico en el estado de Chiapas, geográficamente está ubicada
entre los 14°43⬘ y 15°40⬘ latitud norte, y 92°26⬘ y 93°20⬘ longitud oeste.
Posee una superficie de 144 868.15 hectáreas, comprende parte de los muni-
cipios de Pijijiapan, Mapastepec, Acapetahua, Huixtla, Villa Comatitlán y
Mazatán.
Esta reserva se estableció para proteger los humedales del litoral chiapa-
neco que son una fuente de recarga de los mantos freáticos de la zona, sir-
viendo además como barrera natural de protección contra los huracanes y
la intrusión salina, protege al suelo y funciona como filtro biológico mejo-
rando la calidad del agua.
Recientemente esta reserva fue reconocida como un sitio Ramsar, que
la identifica como un humedal de importancia internacional para la pro-
tección de la biodiversidad.
Los tipos de vegetación presentes son: manglar, zapotonal, popal, tular,
selva mediana subperennifolia, selva baja caducifolia, vegetación flotante y
subacuática, vegetación de dunas costeras y palmares.
Un inventario preliminar de la flora arroja 329 especies pertenecientes a
86 familias; entre las especies dominantes están el mangle rojo (Rhizophora

429
Geografía de suelos de México

mangle), mangle blanco (Languncularia racemosa), el mangle prieto (Cono-


carpus erectus) y la madre de sal (Avicennia germinans).
Del total de las especies florísticas reportadas para la encrucijada, la
Norma Oficial Mexicana nom-059-ecol-1994 establece dos especies (Bra-
vaisia integerima y Tabebuia chrysantha); con status de amenazadas, cuatro
especies con el carácter de sujetas a Protección Especial (Conocarpus erectus,
Laguncularia racemosa, Rhizophora mangle y Avicennia germinans) y una
especie en peligro de extinción (Acrocomia mexicana).
Existen en el área 73 especies de mamíferos, entre los que se encuentran
el mono araña (Ateles geottroyi), el oso hormiguero (Tamandua tetradacti-
la), el puercoespín (Coendu mexicanus), el jaguar (Phantera onca) y el oce-
lote (Leopardos pardalis).
Se registran 294 especies de aves, siendo las más abundantes las acuáticas,
como el cigüeñón (Mycteria americana), la garza cucharón (Cochlearius
cochlearius), el ibis blanco (Eudocimus albus), la espátula (Ajaia ajaja), el teco-
lotito manglero (Otus cooperi) y el águila pescadora (Pandion haliaetus).
Dentro de las 45 especies de reptiles, resalta la presencia del caimán
(Caiman crocodilus), por ser éste el único lugar donde habita en México.
Entre los crustáceos destacan cuatro especies de camarón, que son la base
de la economía pesquera de la región; existe, además, una gran cantidad de
especies de peces de importancia comercial y varias especies de tiburón.
Adicionalmente, los pantanos y áreas de inundación son sitios de alimen-
tación, refugio, crianza y reproducción del pez pejelagarto, especie consi-
derada fósil viviente, de las cuales existen poblaciones importantes en esta
región.

Reserva de la Biosfera La Sepultura. Dentro de la provincia se localiza en la


parte noroeste, geográficamente ubicada entre los 16°00⬘18⬙ y los 16°29⬘11⬙
norte, y los 94°07⬘35⬙ oeste, quedando delimitada una parte en el estado de
Oaxaca, al norte del Istmo de Tehuantepec, y otra en el estado de Chiapas,
abarcando los municipios de Arriaga, Cintalapa, Jiquipilas, Tomalapa, Villa-
corzo y Villaflores. Ocupa una superficie de 167 309 hectáreas.
En esta área se origina un importante número de cuencas y microcuen-
cas, las cuales abastecen de agua a 126 localidades de la reserva y a las ciuda-
des de Arriaga, Tonalá, Villaflores y Jiquipilas. Su ubicación, entre la zona de
transición seca del Istmo de Tehuantepec y la zona húmeda del Soconusco,
la coloca como una de las áreas de mayor riqueza y diversidad natural de la
República Mexicana. Alberga la extensión de selva baja caducifolia prote-
gida más importante del sur de México, así como vegetación relicta de bos-
que mesófilo de montaña, matorral de niebla y sabana; se han encontrado
especies de plantas, entre las que destacan el pinabeto, las cicadáceas, apo-
carbón, la espadaña y la palma camedor.
En relación con la fauna silvestre, se han registrado 518 especies de ver-
tebrados terrestres, 39 anfibios, 78 reptiles, 304 aves y 97 mamíferos; desta-
can gorrión azulito, la salamandra de tres picos, el quetzal, la culebra listada,
la ardilla voladora, el milano pinguiganchudo, el tapir, el jaguar y el mono
araña.

430
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

Reserva de la Biosfera El Triunfo. Se localiza al norte de la provincia y está


conformada por cinco polígonos, abarca los municipios de Acacoyagua,
Ángel Albino Corzo, La Concordia, Mapastepec, Villa Corzo, Pijijiapan y
Siltepec en el estado de Chiapas y comprende 119177.29 hectáreas.
El lugar cuenta con bosque mesófilo de montaña, bosques puros de
pino, bosques mixtos de pino-encino, selva alta perennifolia y bosques
de oyamel. En la región están representadas especies maderables como el
guayacán, liquidámbar, la palma camedora, el cedro, el caspiral de monta-
ña, el palo colorado, el tepeguaje, el talcoitillo y chichito; especies que pro-
ducen tintes, como el palo tinto; especies industriales, como el chicozapote y
el hule; especies forrajeras, como el ramón; y especies frutales, como el zapo-
te negro, nanche, mamey, siricote, xaniste y guaya, cuyo material genético
constituye un patrimonio nacional por su biodiversidad y potencialidad
genética.
Respecto a la fauna de la región, El Triunfo se identifica claramente
como una región zoogeográfica neotropical, contiene especies considera-
das como raras, endémicas, amenazadas y en peligro de extinción que es
necesario proteger, tales como el ocelote, el tigrillo, los monos aullador y
araña, el tapir, el tamazate, el puma, el jabalí de collar, el pavón, la pava, el
quetzal, el águila arpía y la chachalaca.

Uso agrícola del suelo


De acuerdo con datos obtenidos de la Sagrapa, en esta provincia 778 435
hectáreas están siendo destinadas a la agricultura (Tabla 18.1). De estas tie-
rras el 93.5% dependen del temporal para producir cosechas y sólo el 6.5%
de la superficie tiene garantizado el riego. Asimismo, el 43.1% de ellas están
siendo sembradas con cultivos cíclicos o anuales y el 56.9% con cultivos
perennes. El uso agrícola del suelo en la provincia está fuertemente determi-
nado por el tipo de ecosistemas existentes y por las políticas del sector que los
gobiernos han implementado. Así, tenemos que existen diferencias significa-
tivas en los sistemas de producción agrícola que se practican en la región.
En la parte que corresponde al estado de Oaxaca, según datos del Distrito
de Desarrollo Rural (ddr) Istmo, 271 116 hectáreas tienen uso agrícola; de
ellas, el 90.9% son de temporal y el 9.1% son de riego. Los principales culti-
vos de la zona son, en orden de importancia, el maíz, pastos, café cereza, sorgo
grano, mango, ajonjolí, frijol, naranja, agave mezcalero y hortalizas, entre otros.
En la parte que corresponde al estado de Chiapas, y de acuerdo con datos ob-

Tabla 18.1. Tipos de agricultura y cultivos en la provincia Cordillera Centroamericana


Tipo Tipos de cultivos
de agricultura Cíclicos % Perennes % Total %
Temporal 314 499.2 40.4 413 472.5 53.1 727 971.7 93.5
Riego 20 726.3 2.7 29 737.0 3.8 50 463.2 6.5
Total 335 225.5 43.1 443 209.5 56.9 778 434.9 100.0
FUENTE: Sagarpa, 2006. Servicio de Información y Estadística Agroalimentaria y Pesquera.

431
Geografía de suelos de México

tenidos de los ddr Villa Flores, Tonalá y Tapachula, 507 319 hectáreas se des-
tinan para la agricultura; de ellas, el 94.9% son de temporal y el 5.1% tienen
garantizado el riego. En esta zona los cultivos más importantes, por la super-
ficie que ocupan, son maíz, pastos, café cereza, mango, soya, frijol, palma afri-
cana, ajonjolí, caña de azúcar, cacao, plátano y hortalizas, entre otros.

Los suelos dominantes de la región


Los procesos formadores del suelo y su correspondencia con factores regionales y locales
La edafología investiga cómo se ha formado un suelo a partir de un material
originario, sobre el que han actuado una serie de factores que a su vez han ori-
ginado procesos cuyo resultado es el suelo, con todas sus propiedades.
Hace cien años el edafólogo Dokuchaev propuso cinco agentes formadores,
que actuaban juntos en la formación del suelo en un lugar determinado. Estos
factores son: el material parental o roca madre, el clima, la antigüedad del terre-
no (tiempo), los organismos animales y vegetales, y la topografía o relieve.
En el proceso de formación del suelo, el clima y los organismos actúan sobre
el material parental durante un periodo de tiempo (antigüedad del terreno),
mientras la topografía influye en las relaciones agua-suelo y en la manera en que
la gravedad puede afectar la formación del suelo.
En este capítulo se trata de explicar cómo estos factores han incidido en la
formación y expresión de los suelos más representativos de cada una de las sub-
provincias y discontinuidades.

Origen de los suelos en la subprovincia Sierras del Sur de Chiapas. Los grupos
de suelos como los Leptosoles, Regosoles y Cambisoles, que la wrb (iuss
Working Group wrb, 2006) agrupa como aquellos que presentan severas
limitaciones de enraizamiento o con un perfil poco o moderamente desa-
rrollado, ocupan casi tres cuartos de la subprovincia (65% del territorio).
Otros grupos que también tienen presencia significativa son los Luvisoles y
Acrisoles (cubren 19.6% del territorio), los cuales se distinguen por presen-
tar un horizonte subsuperficial rico en arcilla. La geología sobre la cual tienen
su origen todos estos grupos de suelo es principalmente granito (90%), el
resto lo ha hecho a partir de rocas de tipo caliza, caliza-arenisca y limolita-
arenisca.
Los Leptosoles están distribuidos principalmente por las partes abruptas
de los macizos montañosos y son el resultado del intenso intemperismo a
que está sometido el material parental. Las fuertes pendientes y las lluvias
son los principales factores formadores. Estos mismos factores a su vez no
permiten la acumulación de grandes cantidades de tierra fina, de modo que
constantemente la capa de suelo que se va formando es removida hacia las
partes bajas de las topoformas. En las partes medias de las sierras (laderas)
donde las pendientes empiezan a suavizarse y la topografía del terreno per-
mite que el suelo retenga más humedad, el intemperismo parcial de la roca
permite el desarrollo incipiente del perfil; en estos sitios están evolucionan-
do los Regosoles con profundidades someras. Los Cambisoles en este intrin-

432
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

cado sistema de sierras se ubican en el pie de monte y son producto del


arrastre de los materiales del suelo por la acción del agua y de la gravedad,
dependiendo de su posición en la topoforma pueden ser someros o pro-
fundos. Los Luvisoles y Acrisoles se han estado desarrollando en los lome-
ríos suaves y en las pequeñas mesetas; lo suave de las pendientes influye en
que la intemperización del material parental en este tipo de topoformas
ocurra de manera más intensa y eficiente, ya que la retención de humedad en
el interior del perfil es bastante buena; de esta manera y a través de procesos
de iluviación de las arcillas, se está formando el horizonte árgico, propio de
estos grupos de suelos.
Por otro lado, las grandes láminas de lluvia en la región provocan la pre-
sencia de procesos de lixiviación y lavado de bases. Al mismo tiempo, la
cobertura vegetal de selvas altas y medianas perennifolias, así como los bos-
ques de pino, pino-encino y bosques mesófilos de montaña están confirien-
do el carácter húmico a gran parte de estos suelos. Los aportes considera-
bles de materia orgánica confieren una marcada acidificación a los suelos, de
modo que encontramos Leptosoles dístricos húmicos, Regosoles húmicos
endolépticos, Cambisoles húmicos epilépticos, Luvisoles dístricos húmi-
cos y Acrisoles húmicos, por dar algunos ejemplos.

Origen de los suelos en la subprovincia Volcanes de Centroamérica. Entre los


suelos de mayor importancia que han evolucionado en esta subprovincia
están los Luvisoles y Acrisoles que, como ya se ha mencionado, se caracte-
rizan por presentar un horizonte subsuperficial rico en arcilla. En términos
porcentuales la superficie que cubren los Luvisoles y Acrisoles es del 61.9%;
le siguen, en orden de importancia, los Cambisoles y Regosoles que juntos
tienen una cobertura del 26.3%; por último, y cubriendo una superficie de
9.1%, se encuentran los Andosoles.
El origen de los suelos en esta zona se da a partir de rocas del tipo tobas
intermedias, andesíticas y conglomerado del Triásico superior, graníticas
del Paleozoico y complejo metamórfico del Metasedimentario.
Todos los factores formadores del suelo en esta subprovincia están
jugando un papel importante en la presencia de determinado grupo. En el
caso de los Luvisoles y Acrisoles las propiedades químicas del horizonte
árgico (psb y la cic principalmente) darán lugar a la existencia de uno u
otro grupo de suelos. Estos suelos son profundos debido al intenso proceso
de intemperismo a que está sometido el material parental, la lámina de agua
que cae en los polígonos donde se cartografiaron estos suelos va de 3 000 a
4 500 mm, de modo que aunque las pendientes son pronunciadas eso no im-
pide el desarrollo de perfiles de excelentes profundidades (100 cm y más).
Los Cambisoles y Regosoles se han originado en la parte “más seca” de la
subprovincia (1 200 a 3 000 mm de precipitación), en donde la intemperiza-
ción del material parental es menos intensa, de modo que la roca dura con-
tinua está a menor profundidad y los suelos, por la profundidad a la que
puede encontrarse esta roca, tienen el calificador epiléptico o endoléptico.
Los Andosoles se encuentran en las inmediaciones del volcán Tacaná y se
han originado de la rápida intemperización de los flujos piroclásticos del

433
Geografía de suelos de México

mismo. El clima y en particular la precipitación (3 500 a 4 500 mm) al lixi-


viar los suelos se han sumado a la naturaleza ácida de las cenizas volcánicas;
son particularmente ácidos todos los Andosoles cartografiados en esta zona.
La accidentada topografía no influye en la profundidad del solum, las grandes
y bien distribuidas láminas de agua que bañan la zona han intemperizado
la roca dura más allá de los 100 cm.
La cubierta vegetal, al adicionar cantidades significativas de materia orgáni-
ca, permite que se presenten en la superficie de todos los suelos de la subpro-
vincia procesos de humificación, mineralización o melanización. Así, es
común encontrar en todos los grupos el calificador húmico o úmbrico.

Origen de los suelos en la discontinuidad Llanura del Istmo. Esta región es


una zona compuesta en 98% por material aluvial, lacustre y litoral del
Cuaternario. Por su topografía plana es una gran zona de acumulación de
sedimentos que las corrientes fluviales acarrean de las partes altas de la pro-
vincia. Los Phaeozems y Kastañozems caracterizados por su buen contenido
de materia orgánica y alto psb cubren el 36.9% de la superficie; los Ver -
tisoles, Fluvisoles, Solonchaks y Gleysoles que la wrb 2006 agrupa como
aquellos en que el agua ha tenido una gran influencia en su formación ocu-
pan el 38.2% del territorio, los suelos relativamente jóvenes o suelos con
poco o ningún desarrollo del perfil, como Cambisoles y Arenosoles, repre-
sentan el 13.4%; los Luvisoles, al igual que los Leptosoles, están represen-
tando el 4.4 y 4.0%, respectivamente.
Una gran porción de los Phaeozems de esta discontinuidad presentan
roca dura continua dentro de los 100 cm de profundidad, un horizonte
mólico de 50 cm de grosor y más, o un horizonte árgico. Los procesos for-
madores de estos suelos han sido la humificación de la materia orgánica
(mo), la iluviación de las arcillas y la melanización del solum; en algunos
perfiles muestreados por el inegi se reportan colores del horizonte mólico
de 10YR 3.0/2.5. Junto al litorial también es posible encontrar Phaeozems
arénicos, sódicos e hiposálicos. Los procesos de salinización y sodicidad se
dan por medio del ascenso capilar de las sales; la elevada evapotranspira-
ción en la zona producto de las altas temperaturas contribuye a la presencia
de estos procesos (sitios con 28°C de temperatura media anual). La mayo-
ría de los Phaeozems están ubicados dentro del área de influencia de los
climas cálidos subhúmedos con humead media Aw1(w). Los carbonatos
secundarios que están dando origen a los Kastañozems han sido transpor-
tados por el agua de las partes altas de la sierra (compuestas de caliza) hacia
las partes bajas y posteriormente traslocados dentro del perfil. Los Kastaño-
zems se están originando en los climas cálidos subhúmedos más secos (Aw⬘).
Los Vertisoles se han originado de los sedimentos ricos en arcilla de tipo
esmectítico depositados en la llanura, la expansión-contracción de las arci-
llas ocurre por la presencia de dos estaciones climáticas bien definidas pro-
pias de los climas Aw⬘(w) y Aw1(w). Los carbonatos secundarios (proceso de
carbonatación) que se han encontrado en algunos perfiles proceden de las
partes altas de la sierra (compuestas de calizas), la salinización que se obser-
va tiene dos causas: por un lado, por el ascenso capilar de las sales (en los

434
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

suelos ubicados cerca del litoral y de las lagunas saladas); por otro, el uso
excesivo de fertilizantes en la agricultura, ya que la mayoría de ellos están
dentro de área de influencia del Distrito de Riego Núm. 19. En cuanto al
color existen tanto Vertisoles crómicos en aquellos sitios que tienen un me-
jor drenaje y vertisoles negros donde el drenaje es más deficiente.
Solonchaks y Gleysoles se ubican junto al sistema lagunar del Istmo, la
presencia de uno u otro depende de la calidad del agua. Los Solonchaks se
están originando por dos procesos: el primero es una adición de sales por
medio de las mareas y la brisa marina, el segundo es un aporte de sales por ca-
pilaridad a través de los estratos subyacentes; a ello se le suma la evaporación
ocasionada por las altas temperaturas, dando como resultado la pérdida de
humedad y por ende la concentración de sales dentro del perfil. La vegeta-
ción de manglares, al adicionar suficiente materia orgánica, premite la pre-
sencia de procesos de humificación. En los ambientes donde la fluctuación
del manto freático es permanente y superficial (primeros 50 cm de pro-
fundidad) de modo que permite la presencia de condiciones reductoras y
anaeróbicas en el subsuelo, y que además el contenido de las sales no es
suficiente para formar un horizonte sálico, se están formando los GL (sódi-
cos la mayoría). Los Fluvisoles son producto del depósito de sedimentos
fluviales en la ribera de los ríos. Los Arenosoles en cambio son producto
de los sedimentos marinos depositados a lo largo de la costa por las olas.
Muchos de estos AR son sódicos por el aporte de sales que realizan las ma-
reas y las brisas marinas.
Los Cambisoles se están formando en las partes más elevadas del micro-
rrelieve, donde las escasas pendientes son suficientes para que se pierda agua
al interior del perfil y la poca que se retiene no alcanza para intemperizar
totalmente los aportes periódicos de material edáfico.
La argilización del horizonte que da origen a los Luvisoles se da a partir
de la iluviación de las arcillas de las partes superiores del perfil. La mayoría de
los Luvisoles son crómicos y están siendo ocupados por pastizales inducidos.
Asimismo, muchos tienen roca dura continua entre los 50 y los 100 cm de
profundidad. Por último, los Leptosoles son producto del intemperismo in-
cipiente de la roca y de la topografía (cerros aislados dentro de la discontinui-
dad). Los Leptosoles están alimentando vegetación de selva baja caducifolia
en los climas cálidos subhúmedos, con humedad media Aw1(w).

Origen de los suelos en la discontinuidad Llanura Costera de Chiapas y Gua-


temala. Esta es otra gran zona de acumulación de sedimentos. En términos
generales la composición geológica de la discontinuidad está estructurada
de la siguiente manera: 75% es material aluvial del Cuaternario, 20% corres-
ponde a sedimentos lacustres y palustres también del Cuaternario, el 5%
restante lo componen rocas del tipo granodiorita del Terciario, conglomera-
dos del Cuaternario y rocas graníticas del Paleozoico. En cuanto a los suelos,
el 51.7% de la discontinuidad está cubierta por suelos que tienen ya sea un
perfil con poco o nulo desarrollo, o bien, con problemas severos de enraiza-
miento, como es el caso de los Cambisoles, Regosoles, Arenosoles y Leptoso-
les. Los suelos fuertemente influenciados por el agua, como los Solonchaks,

435
Geografía de suelos de México

Gleysoles y Fluvisoles, representan el 28.2% del territorio; los Phaeozems


caracterizados por tener buen contenido de materia orgánica y alto psb
ocupan el 17.4%, y abarcando el 2.8% se encuentran los Luvisoles y Acriso-
les, caracterizados por tener un capa subsuperficial de suelo rica en arcilla.
Los Cambisoles y Regosoles se distribuyen como un abanico en la parte
centro y hacia el norte de la discontinuidad, su ubicación relativamente
cercana a las faldas de las sierras sugiere que han estado evolucionando a
partir de material coluvial. Los procesos que les han dado origen son el
intemperismo parcial del material edáfico el cual ha experimentado un
continuo rejuvenecimiento. Los climas en que están ubicados son Am(w) y
Aw2(w) y sobre ellos se cultivan pastizales para sostener la ganadería exten-
siva. Los Leptosoles son también producto del intemperismo, aunque en
este caso la pendiente de los cerros sobre los cuales han estado formándose
juega también un papel importante para la escasa acumulación de tierra
fina en estos sitios; estos suelos han estado sosteniendo vegetación de selva
baja caducifolia. Los Arenosoles son el producto del depósito de sedimentos
por parte de las olas en la línea costera, están cubiertos por vegetación de
dunas costeras y en algunos casos por cultivos de cocotero y mango.
Los Solonchaks y Gleysoles están originandose de depósitos lacustres y
palustres junto a los sistemas lagunares. El enriquecimiento de sales en el
perfil por efecto de las mareas, así como por el ascenso capilar y la evapo-
ración excesiva debido a las altas temperaturas está dando origen a los So-
lonchaks. La evaporación es tan intensa que llegan a formarse las costras de
sal sobre la superficie del suelo. Los manglares con sus aportes de mo están
confiriendo un carácter húmico a estos suelos; al mismo tiempo es posible
encontrar patrones de color gléyico como una clara evidencia de los proce-
sos de gleyzación que ocurren por la fluctuación somera del manto freático.
La formación de los Gleysoles en la zona está condicionada por la presencia
de la excesiva humedad dentro de los primeros 50 cm de profundidad, la
cual desencadena los procesos de gleyzación caracterizados por la oxidación
de los compuestos de Fe y Mn en el perfil del suelo. Dependiendo de la cali-
dad del agua, y por efecto de la capilaridad, se puede dar al mismo tiempo
una adición de sales en el perfil alcanzando algunos de ellos la cualidad de
sódicos. En la zona están sosteniendo bosques de tule y popal, aunque los
aportes de mo de este tipo de vegetación son considerables; debido al exceso
de agua en las zonas pantanosas esta mo no se alcanza a descomponer en su
totalidad de modo que es común encontrar restos de plantas en los primeros
40 cm del perfil, dando origen a los GL hísticos. Por otro lado, los Fluviso-
les son suelos azonales y se originan por el depósito periódico de los sedi-
mentos fluviales, en el cien por ciento de ellos el psb es mayor de 50, son
profundos, la mayoría está libre de piedras en su superficie y se utilizan
para cultivar pastizales, mango, cocotero, plátano y hortalizas.
Los presencia de los Phaeozems está concentrada al sur de Tapachula en
los climas Aw1(w) y Aw2(w). Los procesos formadores que le han dado ori-
gen a este grupo de suelos son la acumulación de mo y su posterior
humificación. En las partes bajas del microrrelieve los suelos presentan pro-
blemas de exceso de humedad, de tal manera que se originan procesos de

436
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

gleyzación formándose los Phaeozems gléyicos. La vegetación que están


sosteniendo es de mango, plátano, sorgo grano, palma africana, cacao, maíz y
pastos inducidos.
Tan solo una pequeña fracción del territorio de esta discontinuidad está
cubierta por Luvisoles y Acrisoles. El horizonte árgico que los caracteriza
se está formando en los pocos lomeríos al norte de la discontinuidad (en la
frontera con la subprovincia Volcanes de Centroamérica). Los Luvisoles
descansan sobre conglomerados y material aluvial del Cuaternario mien-
tras que los Acrisoles sobre rocas graníticas del Paleozoico, ambos grupos
en climas Am y Aw2(w) están sosteniendo cultivos de café y pastos induci-
dos, la acumulación de la materia orgánica y su humificación posterior
confiere el caráter húmico a estos suelos. En cuanto al color, ambos grupos
presentan policromía, es decir son crómicos.

Los grupos de suelos dominantes de la región


De los 32 grupos actualmente existentes en la Base Referencial Mundial del
Recurso Suelo (iuss Working Group wrb, 2006) 18 se encuentran presentes
en esta provincia; en orden de importancia por el área que ocupan, son los
siguientes: Leptosoles (LP), Regosoles (RG), Luvisoles (LV), Cambisoles (CM),
Phaeozems (PH), Acrisoles (AC), Vertisoles (VR), Umbrisoles (UM), Fluvisoles
(FL), Gleysoles (GL), Solonchacks (SC), Arenosoles (AR), Andosoles (AN), Ni-
tisoles (NT), Planosoles (PL), Kastañozems (KS), Plintosoles (PT) y Alisoles
(AL).
La distribución espacial al interior de la provincia de los diferentes tipos de
suelos ya mencionados se encuentra de la siguiente manera (Figura I.18.5. del
Anexo I).

Leptosoles y Regosoles. Se distribuyen a lo largo de toda la parte central de la


provincia en dirección noreste-sureste sobre las partes más altas de los
macizos montañosos, están desarrollándose sobre geología de tipo granítico
y soportan vegetación desde selva baja caducifolia, selva mediana perenni-
folia, selva alta perennifolia, bosque de pino, bosque de encino, hasta bos-
que mesófilo de montaña.
Estos suelos son en su extensa mayoría someros, guardando estrecha re-
lación con las pronunciadas pendientes sobre las cuales se desarrollan; para
el caso de los Leptosoles el 70% no alcanza los 10 cm de profundidad; en
cuanto a los Regosoles el 78% de ellos tienen una profundidad de 50 cm o
menos. Para ambos grupos de suelos dominan aquellos en que el Porcentaje
de saturación de bases (psb) es mayor del 50%, generalmente tienen textu-
ra media y no presentan fase gravosa o pedregosa en su superficie.

Luvisoles. Se localizan a lo largo de toda la subprovincia Sierras del Sur de


Chiapas en dirección noroeste-sureste hasta llegar a las inmediaciones con
el volcán Tacaná, están suprayaciendo geología de granito y conglomerado,
bosque de pino, selva alta perennifolia y selva baja caducifolia, principal-
mente. Generalmente se les puede encontrar asociados con Cambisoles y

437
Geografía de suelos de México

en menor medida con Regosoles, Acrisoles, Umbrisoles y Vertisoles. La ma-


yoría son Luvisoles crómicos, profundos; el 75% de ellos presentan textura
arcillosa, sin fase gravosa o pedregosa en su superficie. En cuanto al psb en
su gran mayoría son eútricos y una mínima proporción dístricos.

Cambisoles. Están diseminados por toda la provincia, sin embargo su distri-


bución espacial destaca en dos regiones; una, la región sur-oriental de la
provincia que empieza en Tonalá, Chiapas, y se extiende hasta la frontera
con Guatemala; la otra es la región noroccidental al norte de Arriaga, tam-
bién en Chiapas.
En la región sur-oriental, entre Tonalá y Tapachula, Chiapas, la geología
sobre la cual se originan son los grandes depósitos de aluvión del Cuaterna-
rio. En el pasado reciente estos suelos sostenían selvas medianas y selvas
altas perennifolias, las cuales han cedido su paso a los grandes potreros don-
de se han establecido pastizales inducidos para la práctica de la ganadería
extensiva y en menor medida a las plantaciones de mango y cocotero. En esta
zona se les puede encontrar asociados con Regosoles y Phaeozems.
En la región noroccidental se están desarrollando sobre geología de gra-
nito y soportan vegetación de pino y bosque mixto de pino-encino. En esta
parte la asociación más común es con Phaeozems y Luvisoles.
Los Cambisoles de esta parte del país son en su mayoría eútricos y
medianamente profundos; la roca dura continua está entre los 50 y los 100
cm de profundidad, tienen textura media y no presentan fase gravosa o
pedregosa en su superficie.

Phaeozems. Estos suelos se están desarrollando sobre material aluvial del Cua-
ternario, el cual ha dado origen por un lado a la subprovincia Llanura del
Istmo en el extremo sur occidental, y por el otro a la subprovincia Llanura
Costera de Chiapas y Guatemala compuesta también por el mismo mate-
rial geológico en el extremo sur-oriental, en las inmediaciones con la frontera
guatemalteca. La vegetación sobre la cual se encuentran los Phaeozems de
esta parte del país es de selva baja caducifolia, selva baja espinosa en la
región más seca de la provincia (Istmo de Tehuantepec), aunque en la actua-
lidad sobre ellos se han abierto grandes áreas a la agricultura de riego y
temporal. Estos suelos en su mayoría son profundos y las asociaciones más
frecuentes que se pueden encontrar son con Cambisoles, Vertisoles, Fluviso-
les, Regosoles, Gleysoles, Luvisoles y en menor medida con Leptosoles.

Acrisoles. Se encuentran localizados en la subprovincia Sierras del Sur de


Chiapas, distribuidos en mayor medida en los extremos oriente y occiden-
te de la misma, sobre geología de granito y de limolita-arenisca; las asocia-
ciones vegetales que se están desarrollando en ellos son masas puras de
bosque de pino o bosques mixtos de pino-encino, bosque mesófilo de
montaña y selva alta perennifolia.
Los Acrisoles que se están desarrollando en esta provincia son profun-
dos y gran parte de ellos plínticos. Dado que la mayoría de ellos están sobre
geología de granito es poco común que sean crómicos, en cambio un gran

438
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

porcentaje son húmicos al estar soportando pastizales, selva alta perennifo-


lia, bosque mesófilo de montaña y bosque de oyamel, en estas condiciones la
materia orgánica al descomponerse aporta grandes cantidades de carbono
orgánico. Las asociaciones más comunes que se pueden encontrar son con
Luvisoles, Regosoles, Umbrisoles, Andosoles y Leptosoles.

Vertisoles. Dentro de la provincia el mapa cartográfico indica que su distribu-


ción espacial está ocupando áreas importantes, tanto de la discontinuidad
Llanura del Istmo como de la subprovincia Sierras del Sur de Chiapas.
En la discontinuidad Llanura del Istmo los vertisoles son producto del
material aluvial que se ha estado depositando a lo largo de toda la historia
geológica de la región, soportan vegetación de selva baja caducifolia, selva
baja espinosa, sabanas y agricultura, tanto de riego como de temporal; los
grupos climáticos dominantes en la región son los Awo(w) y A(w1)(w) con
precipitaciones de 1000 mm anuales. Los Vertisoles aquí son profundos y
negros, sin fase gravosa o pedregosa. Por otro lado, los que se ubican cerca
de la laguna del Mar Muerto en las inmediaciones de Juchitán de Zaragoza
y Unión Hidalgo, Oaxaca, presentan limitante química para la agricultura
debido a un alto contenido de sales ocasionado por la fluctuación de las
mareas en esta área. La principal asociación es con Phaeozems y muy poco
con Cambisoles y Gleysoles.
En la subprovincia Sierras del Sur de Chiapas los Vertisoles son un poco
diferentes a los anteriormente descritos. La geología sobre la cual se desa-
rrollan son aluviones, granito y calizas, y están soportando vegetación
principalmente de selva baja caducifolia, aunque grandes extensiones de
esta selva ha sido sustituida por agricultura de temporal. En esta región,
aunque los suelos generalmente son profundos, no es difícil que presenten
limitante de roca dura continua dentro de los 100 cm de profundidad; exis-
ten tanto los pélicos como los crómicos, algunos de ellos pueden presentar
tanto fase pedregosa como gravosa. Las principales asociaciones son con
Luvisoles, Fluvisoles y Phaeozems.

Umbrisoles. Su distribución espacial está restringida a la parte occidental de


la subprovincia Sierras del Sur de Chiapas y se han originado básicamente
a partir de rocas graníticas Paleozoico y calizas del Cretácico inferior, la
vegetación que sostienen son bosque mesófilo de montaña, selva alta peren-
nifolia y bosque mixto de pino-encino.
Sin lugar a dudas los factores formadores del suelo han jugado un papel
determinante en las características físicas y químicas de estos suelos. El gran
aporte de materia orgánica por parte de las asociaciones vegetales, el clima
húmedo (Am) y la combinación con la topografía del terreno, han dado
como resultado Umbrisoles húmicos, epilépticos y/o endolépticos. En cuan-
to a la granulometría, la mayoría presentan textura fina, lo mismo aquellos
que se desarrollan sobre calizas que los que se encuentran sobre granito;
en este último caso, aunque es de esperarse que la textura sea gruesa o me-
dia, la gran cantidad de materia orgánica que reciben ha sido un factor im-
portante como modificador de la misma.

439
Geografía de suelos de México

Las asociaciones que se pueden encontrar son con Luvisoles dístricos,


Acrisoles y Leptosoles dístricos.

Fluvisoles. Dado que son suelos azonales su distribución espacial no está


confinada a ninguna zona climática o geológica. La gran cantidad de recur-
sos hídricos en la provincia ha originado que los depósitos de material
flúvico de los ríos al desbordarse estén desarrollando, en las partes más
bajas de sus márgenes, este tipo de suelos. Los Fluvisoles de esta provincia
son profundos y aunque la mayoría de ellos son eútricos, también es co-
mún que algunos estén desaturados en bases; los que se encuentran junto
a los sistemas lagunares presentan el calificador gléyico y/o sálico, tam-
bién es común que presenten fase gravosa o pedregosa; en cuanto a la tex-
tura, existen tanto aquellos con textura media como aquellos con textura
gruesa.
En la actualidad estos suelos están sosteniendo agricultura de riego y de
temporal; las principales especies son limón agrio, plátano, mango y cocotero.
Las asociaciones más comunes son principalmente con Phaeozems y
Regosoles, en menor medida también con Luvisoles, Cambisoles, Vertiso-
les y Acrisoles.
Por otro lado, en el pasado reciente, cada vez que un huracán toca el
continente en esta parte del país producto de la deforestación y erosión de
las partes altas de las sierras, millones de metros cúbicos de suelo son
removidos y acarreados a las partes bajas de la provincia por el lado del
océano Pacífico, al desbordarse los ríos; de manera recurrente ocasionan
pérdidas económicas considerables y saldos fatales en vidas humanas. Dada
la problemática anteriormente descrita debe considerarse seriamente carto-
grafiar este tipo de suelos a escalas mucho mayores que permitan implemen-
tar políticas de reordenamiento territorial en la región, donde el objetivo
principal sea la seguridad de la población, prohibiendo los asentamientos
humanos en el área de influencia de los ríos.

Gleysoles. Son las áreas inundables permanentes y temporales adyacentes a


los sistemas de lagunas costeras y esteros donde estos suelos se están desa-
rrollando. Estas características topográficas se observan desde la laguna
costera del Mar Muerto en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, hasta Puerto
Madero, Chiapas.
La geología sobre la cual han evolucionado es material lacustre y aluvial
del Cuaternario; las asociaciones vegetales que están soportando son prin-
cipalmente popal, mangle, pastizales naturales y enducidos, así como algu-
nos carrizales.
Dado que la mayoría de ellos, por un lado, están cercanos a los sistemas
lagunares y esteros de agua salada y, por otro, al inundarse, también reciben
el aporte de grandes cantidades de sales solubles en solución; más del 50%
presentan el calificador sódico y el 11% el calificador sálico. Otros califica-
dores frecuentes son el hístico, eútrico y mólico; en menor frecuencia tam-
bién tienen el calificador vértico y húmico. En cuanto a la textura, en su ma-
yoría presentan textura media.

440
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

Por otro lado, se les encuentra principalmente asociados con Solon-


chaks, Regosoles, Fluvisoles, Arenosoles, Cambisoles, Phaeozems e His-
tosoles.

Solonchaks. Su distribución espacial está restringida a los sistemas lagunares


que se encuentran dentro de la provincia, desde la Laguna del Mar Muerto
Superior en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, hasta la frontera con Gua-
temala.
Están desarrollándose sobre geología lacustre, palustre y aluvial del
Cuaternario, la vegetación que están sosteniendo son bosques de mangle y
pastizales naturales, adaptados a las condiciones de salinidad y sodicidad,
propias de estos suelos. Asimismo, debido a su alto contenido de sales y
sodio, las prácticas agrícolas están casi ausentes sobre este tipo de suelos, la
agricultura que existe se limita al cultivo de algunas hectáreas con pastos
resistentes a estas condiciones.
En cuanto a sus características fisico-químicas, 49% de ellos presentan
como calificador primario la cualidad de sódico; o sea que el porcentaje de
sodio intercambiable (psi) es más del 15% o más del 50% de sodio más
magnesio intercambiable en el complejo de intercambio dentro de los 50
cm desde la superficie del suelo, el mismo porcentaje tienen el calificador
gléyico y tan sólo el 2% el calificador arénico, es decir, este porcentaje tiene
textura areno francosa fina o más gruesa en los 50 cm superiores del suelo.
Sin embargo, la textura dentro de los 30 cm superiores del suelo es media
en el 69% de las áreas cartografiadas; el 26% es fina y gruesa sólo el 5% de
ellos.
Las asociaciones cartográficas más comunes son en su mayoría con
Gleysoles, aunque también se les encuentra asociados con Cambisoles,
Histosoles, Regosoles y Arenosoles.
La mayoría de los Solonchaks de esta provincia están sufriendo sobre-
explotación en el aprovechamiento de la madera de mangle que las comu-
nidades rurales están utilizando para la construcción y reconstrucción de
sus viviendas. Es urgente que las autoridades involucradas en el manejo
de este tipo de bosques incrementen la vigilancia para regular el aprove-
chamiento de la madera, ya que una vez destruidos estos ecosistemas resul-
ta económicamente costoso, si no imposible, recuperar tanto el ecosistema
como el suelo mismo.

Arenosoles. La evolución geológica de estos suelos en la región ha sido a par-


tir de material litoral, aluvial y eólico del Cuaternario. Sobre ellos están cre-
ciendo asociaciones vegetales compuestas por dunas costeras, selva baja
caducifolia y vegetación halófila. Asimismo, en la parte más seca de la pro-
vincia, en los climas Aw⬘(w) cuya influencia son las inmediaciones de las
dos lagunas del Mar Muerto, en el Istmo de Tehuantepec, están sosteniendo
selva baja caducifolia y selva baja espinosa. Por otro lado, en algunas áreas
a lo largo del litoral también es posible encontrar algunas especies cultiva-
das, como cocotero, mango y algunos pastos.
Sus características físicas y químicas son las siguientes:

441
Geografía de suelos de México

Todos tienen un psb mayor al 50%, casi el 41% tienen adjudicado el


calificador prótico, esto quiere decir que no muestran de manera clara
el desarrollo de algún horizonte, 25% de ellos tienen el calificador sálico
o hiposálico dentro de los 100 cm del suelo; esto está en estrecha rela-
ción con aquellos sistemas costeros lagunares y de esteros, adyacentes a
ellos, ocurre lo mismo con aquellos que se están desarrollando bajo
estas condiciones en donde el 13% tienen el calificador sódico. Por otro
lado, el 6% tienen el calificador arídico; es decir, tienen propiedades arí-
dicas y se ubican en la región del Istmo, área de influencia de la zona
denominada “La Ventosa”. Por último, tan sólo el 3% de ellos tiene el
calificador gléyico. Las asociaciones más frecuentes, cartográficamente
hablando, en orden de importancia son con Solonchaks, Gleysoles y
Regosoles. Sin embargo, es menester aclarar que más del 53% están car-
tografiados como una sola unidad edafológica.

Andosoles. Estos suelos ocupan una superficie restringida dentro de la pro-


vincia y están confinados a dos áreas bien definidas. En ellas, unos se han
cartografiado en el extremo oriental de la subprovincia Sierras del Sur de
Chiapas y otros en parte de la subprovincia Volcanes de Centroamérica. La
geología subyacente sobre la cual descansan son andesitas del Triásico su-
perior, granito del Pleistoceno y calizas del Cretácico inferior. Sin embargo,
la génesis de estos suelos no deriva de este tipo de rocas sino de las cenizas
volcánicas que el volcán Tacaná ha depositado en las distintas erupciones
que ha tenido a lo largo de su historia. La vegetación que están sostenien-
do son bosque mesófilo de montaña, bosques de pino, ya sea como masas
puras o asociados con encino y cedro, pastizales inducidos y cerca de la
cima del volcán, en los climas C(E)(m)(w), existen pastos de alta montaña.
En las áreas que se han abierto a la agricultura se cultiva básicamente maíz y
frijol de temporal.
En cuanto a sus características físico-químicas, 80% de ellos están desa-
turados en bases presentando indistintamente el calificador dístrico o úm-
brico, húmico y epiléptico, estos suelos se localizan en las inmediaciones
del volcán Tacaná donde la topografía es muy accidentada, las temperatu-
ras medias anuales son entre los 12 y 18°C y se registran precipitaciones
anuales entre 2 500 y 3 700 mm; a estas condiciones ambientales-topográfi-
cas se le suman condiciones de nubosidad durante varios meses, donde la
asociación vegetal principalmente es bosque mesófilo de montaña. En las
áreas donde las cenizas volcánicas han sepultado a las calizas encontramos
el 20% restante de los Andosoles con un psb mayor a 50, profundos, aun-
que con fase pedregosa en su superficie. Aquí la vegetación predominante
son bosques puros o mixtos de pino, pastizales inducidos y agricultura de
temporal. Los climas más comunes en esta micro área son A(C)m(w) y
C(m)(w), la topografía sigue siendo accidentada, las temperaturas medias
anuales son un poco más benignas, oscilan entre 16 y 20°C, las precipita-
ciones totales anuales entre 3 000 y 3 500 mm. Las asociaciones más comu-
nes con otras unidades de suelo son principalmente con Umbrisoles, Luvi-
soles y Acrisoles.

442
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

Nitisoles. Estos suelos son profundos y rojos por definición. Dentro de la pro-
vincia están ocupando una pequeña superficie de poco más de 20 000 hec-
táreas. La mayoría de ellos se distribuyen en la antípoda noroccidental de
la subprovincia Sierras del Sur de Chiapas. Estos Nitisoles se han desarro-
llado a partir de rocas calizas del Cretácico inferior, limolitas areniscas del
Triásico-Jurásico y lutitas areniscas del Cretácico superior; en cuanto a la
vegetación, están cubiertos por selva alta perennifolia, vegetación secunda-
ria arbórea, pastizales inducidos y unas pocas hectáreas con agricultura de
temporal. Los climas más comunes son Am y Am(f), las precipitaciones
totales anuales varían entre 3 400 y 3 500 mm y la temperatura media anual
es de 24°C.
En cuanto a sus propiedades físico-químicas, el 100% presentan el cali-
ficador hiperdístrico; es decir, tienen un psb menor de 50 en todas las partes
entre los 20 y 100 cm desde la superficie del suelo, y menos del 20% en algu-
na parte dentro de los 100 cm; más del 65% son húmicos, el 100% tienen
textura fina y no presentan fase gravosa o pedregosa en su superficie. Las
asociaciones más comunes con otras unidades de suelo son con Acrisoles y
Luvisoles.

Planosoles. A nivel de subprovincias la mayoría están distribuidos en la parte


norte de la discontinuidad Llanura del Istmo en las inmediaciones del
cerro El Venado, entre las localidades urbanas de Niltepec y Zanatepec,
Oaxaca. Otros se ubican en la parte centro-norte de la subprovincia Sierras
del Sur de Chiapas en las cercanías de Suchiapa, Chiapas.
La superficie que ocupan dentro de la provincia es de apenas 14 156 hec-
táreas y se están desarrollando a partir de material parental tipo dacitas y
riodacitas del Terciario Oligoceno-Mioceno, y aluviones del Cuaternario.
En cuanto a la vegetación que sostienen, es de selva baja caducifolia, sabana,
pastizales inducidos y agricultura de temporal. Los climas que existen en estos
lugares son los Aw1(w) y Aw2(w) con precipitaciones totales anuales que
van de 1 200 a 1 500 mm y temperaturas medias anuales entre 24 y 26°C.
Al analizar sus propiedades fisicoquímicas nos encontramos que son
profundos, el psb es mayor de 50, pueden tener el calificador plíntico, lúvico,
mólico o hiperálbico, no tienen esqueleto en todo el perfil, su textura es grue-
sa en 75% y en 25% es media. Asimismo, no presentan fase gravosa o pedre-
gosa en su superficie. Las asociaciones con otras unidades de suelo son
principalmente con Vertisoles y Phaeozems; en menor medida también
con Plintosoles, Regosoles y Fluvisoles.

Kastañozems. De estos suelos tan sólo un polígono de 6 049 hectáreas existe


en la provincia. Tratando de dar una ubicación más exacta podemos decir
que se encuentra en el extremo occidental de la discontinuidad Llanura del
Istmo, entre las zonas urbanas de Santo Domingo Tehuantepec e Ixtepec,
Oaxaca.
Estos Kastañozems han evolucionado a partir de material geológico del
tipo aluvial del Cuaternario. La vegetación original que existía en estos sue-
los ha sido arrasada por el hombre para dar paso a sistemas agrícolas de

443
Geografía de suelos de México

riego y temporal, así como a algunas hectáreas con pastizales inducidos


para sostener especies ganaderas. El clima predominante en esta área es el
Aw⬘(w) con precipitaciones totales anuales de 1 000 mm y temperatura
media anual de 28°C.
Las características de los Kastañozems de esta parte de la República son
profundos, el horizonte mólico que tienen es de más de 50 cm de grosor,
de tal manera que tienen el calificador páquico, su textura es media, no tie-
nen esqueleto dentro del perfil, tampoco fase gravosa o pedregosa en su
superficie. Agrícolamente hablando estos suelos son aptos para la agricul-
tura y altamente productivos. Las asociaciones con otras unidades de suelo
están dadas con Vertisoles y Fluvisoles.

Plintosoles. La distribución espacial de este tipo de suelos está restringida a


una pequeña superficie de tan sólo 5 482 hectáreas en el centro norte de la
subprovincia Sierras del Sur de Chiapas, aproximadamente 10 kilómetros
al sureste de Cintalapa, Chiapas.
Entre los factores formadores del suelo se observa que descansan sobre
geología de tipo aluvial del Cuaternario, granito del Paleozoico y limolita-
arenisca del Triásico-Jurásico. En relación con las asociaciones vegetales,
sólo quedan relictos de la selva baja caducifolia que originalmente existía,
actualmente estas tierras, aunque no son las más aptas para la agricultura,
están ocupadas por cultivos temporaleros. El clima predominante es el
Aw⬘(w) con precipitaciones totales anuales de 2800 mm y temperaturas
medias anuales de 24°C.
En cuanto a las propiedades fisicoquímicas, estos suelos por definición
tienen una baja capacidad de intercambio catiónico (cic) y una baja satu-
ración de bases, aunque hay excepciones como las unidades de suelo endo-
eútricos. Los que se cartografiaron en esta provincia son profundos, el
100% tienen el calificador háplico, es decir, no tienen una característica
distintiva o significativa, carecen de esqueleto dentro del perfil, son de tex-
tura fina y no tienen fase gravosa o pedregosa en su superficie. Las asocia-
ciones con otras unidades de suelo son principalmente con Luvisoles plín-
ticos y Regosoles plínticos epilépticos.

Alisoles. Se les considera como uno de los grupos más improductivos. Dentro de
la provincia son los suelos que ocupan la menor superficie (4 396 hectáreas).
Cartográficamente están ubicados en la parte centro-norte de la subprovin-
cia Sierras del Sur de Chiapas, al norte de las localidades urbanas de Cin-
talapa y Villa Flores, Chiapas.
Al observar su distribución espacial se observa que están evolucionando a
partir de rocas graníticas del Paleozoico y material aluvial del Cuaternario, en
topografía de tierras onduladas y montañosas de la zona. En cuanto a las
agrupaciones vegetales que soportan, son bosques mixtos de pino-encino,
aunque la mayoría de estas especies han sido perturbadas por el hombre para
establecer agricultura con especies temporaleras. Los climas presentes en la
región son los Aw1, Aw⬘(w), Aw1(w) y (A)C(w2)(w), la precipitación total anual
en la zona es de 1200 mm y temperaturas medias anuales entre 22 y 24°C.

444
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

En relación con sus propiedades fisicoquímicas, los suelos de esta región


son profundos, al 50% de ellos se les ha adjudicado el calificador plíntico,
denotándose así que tienen un horizonte plíntico dentro de los 100 cm
desde la superficie del suelo y 25% son húmicos; es decir, tienen 1% en
peso de carbono orgánico (co) en la fracción tierra fina hasta una pro-
fundidad de 50 cm desde la superficie del suelo, 25% son háplicos, tienen
textura fina, no presentan esqueleto dentro del perfil y carecen también de
fase gravosa o pedregosa en superficie. Las asociaciones con otras unida-
des de suelo son con Leptosoles, Cambisoles y Regosoles.

Peculiaridades regionales de los suelos


La presencia de Andosoles sobre rocas calizas y a una distancia aproximada
de 50 km de distancia en línea recta del volcán Tacaná es una peculiaridad en
la subprovincia Sierras de Chiapas y Guatemala. La existencia aislada de los
AN en estos lugares encuentra su explicación en que se formaron a partir del
depósito de una gran nube de ceniza volcánica que el referido volcán depositó
en una de sus múltiples erupciones.
Los factores formadores del suelo, principalmente el clima C(m)(w) y su
principal elemento transformador, el agua (en la zona llueven de 2 500 a
3 000 mm anuales), han permitido la rápida intemperización del material
piroclástico transformando la ceniza volcánica en suelos profundos de más
de 100 cm de profundidad. Al mismo tiempo la temperatura de la zona al no
ser muy fría (18°C de temperatura media anual), ayuda a que la materia
orgánica que adicionan los bosques de pino y de cedro sufra procesos de hu-
mificación, por un lado, y por el otro que los 30 cm superiores del suelo que
forman el horizonte mólico de estos suelos experimenten procesos de mela-
nización (colores de 10YR2/1). Es factible encontrar tanto Andosoles pedre-
gosos en su superficie como libres de piedras aunque sin esqueleto dentro
del perfil.

La organización espacial de los suelos


Edafopaisajes representativos de la región
De acuerdo con datos del inegi la Cordillera Centroamericana ocupa una
extensión territorial de 34 272.79 km2 en la cual se han cartografiado 1 201
polígonos de suelo, 256 asociaciones y 18 unidades de suelo (Figura I.18.5.
del Anexo I). El tamaño promedio de los polígonos es de 3 746 ha. El polígo-
no de mayor extensión ocupa una superficie de 105 514 ha y corresponde a un
RG eutri-endoléptico ubicado en la parte noroeste de la provincia; el de me-
nor superficie ocupa 6.5 ha y es una isla dentro de la laguna La Joya, ubicada
cerca de la localidad de Tres Picos, Chiapas.
En la provincia Cordillera Centroamericana los cinco principales suelos
que dominan el paisaje edáfico son los Leptosoles (20.1%), Regosoles (16.4%),
Luvisoles (14.7%), Cambisoles (13.5%) y Phaeozem (9.9%). Los suelos menos
representados son los Alisoles con el 0.1% de la superficie edáfica.

445
Geografía de suelos de México

Al analizar la distribución espacial de los suelos a nivel de subprovincia o


discontinuidad nos encontramos lo siguiente:

Subprovincia Sierras del Sur de Chiapas. Más del 65% del edafopaisaje de
esta subprovincia son suelos que presentan un psb mayor a 50, aunque
tienen en contra que son suelos limitados en su profundidad o tienen un
perfil poco desarrollado. En los sistemas montañosos de laderas abruptas,
constituidas por rocas graníticas del Paleozoico se localizan los Regosoles y
Leptosoles. En las faldas de las sierras y en los lomeríos más o menos sua-
ves se distribuyen los Cambisoles endolépticos.
Los Luvisoles son otro grupo de suelos que cubren una superficie im-
portante en esta subprovincia, están desarrollándose principalmente en la
zona de lomeríos más o menos suaves y en las partes bajas y medias de las
sierras, un porcentaje significativo de ellos tiene el calificador endoléptico,
sostienen vegetación de selva alta perennifolia, bosques puros de pino, bos-
ques mixtos de pino-encino, así como cultivos temporaleros. La mayoría
presentan textura fina dentro de los primeros 30 cm de profundidad. Aque-
llos que han evolucionado donde existe selva alta perennifolia han adquiri-
do la cualidad de húmicos al acumular 1% o más de co dentro de los pri-
meros 50 cm de profundidad.
En los valles intermontanos y lomeríos suaves, que son las zonas de acu-
mulación del material que fluye por la acción del agua de las partes altas a
las bajas, se están desarrollando los Vertisoles de color negro y los Phaeo-
zems con muy buena profundidad. La buena fertilidad de estos suelos ha
sido aprovechada por los agricultores de la zona, de modo que grandes
superficies han sido incorporadas a la agricultura de temporal. Donde no se
practica la agricultura sostienen selva baja caducifolia. La precipitación en
estas áreas va de 1 000 a 1 200 mm anuales.
Los suelos desaturados en bases, como Acrisoles, Alisoles y Umbrisoles,
están distribuidos en las partes más húmedas de la subprovincia. En cuanto
a su posición en el paisaje, los Acrisoles y Alisoels se localizan en la zona de
lomeríos, mientras que los Umbrisoles están en las partes más altas donde la
nubosidad es permanente. En las áreas que ocupan estos suelos se registran
precipitaciones por encima de 2 000 mm anuales, el tamaño de esta lámina de
agua permite la lixiviación de las bases dentro de los 100 cm superiores del
suelo. Los climas dominantes son los Am y (A)C(w2)(w).
Los Andosoles que conforman el paisaje edáfico de esta subprovincia se
han originado a partir de las eyecciones de ceniza del volcán Tacaná y no
de la roca caliza subyacente. Debido a que estos suelos reciben grandes
aportes de materia orgánica (soportan pastizales, bosque de pino, bosque
de cedro y bosques mixtos de pino encino), y dado que en estos lugares la
precipitación es de más de 2 000 mm al año, facilita que se presenten las
condiciones que permiten la ocurrencia de procesos de humificación y
melanización en las partes superiores del perfil, formando como conse-
cuencia un horizonte mólico, de tal manera que muchos AN de la zona son
Andosoles mólicos. La topografía que existe en estos lugares es fuertemen-
te accidentada, la altura de los picos montañosos alcanza los 2 900 msnm,

446
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

aun así el fuerte intemperismo a que está sometido el material piroclástico


permite que los suelos sean profundos.
En los valles intermontanos, zonas con lomeríos suaves o en los bordes
con la llanura costera, y dependiendo también de las condiciones ambien-
tales particulares de cada área, se han formado los Nitisoles, Plintosoles,
Planosoles y Gleysoles. En los climas más lluviosos (Am) y sobre rocas cali-
zas del cretácico inferior se están desarrollando los Nitisoles, los 2 500 mm de
lluvia anual de estos lugares permiten que se presenten procesos de ferrali-
tización propios de los Nitisoles. Los Plintosoles se ubican en la base del
pie de monte donde la acumulación de sesquióxidos parece provenir
del exterior, ya que los 1 000 mm de lluvia que caen sobre las áreas donde
se han cartografiado parecen ser insuficientes para la presencia de procesos
de óxido-reducción alternante, así como para la remoción de sílice y otras
bases por hidrólisis avanzada. La prudencia aconseja verificar la existencia de
este grupo de suelos en estas áreas. Los Plintosoles y Gleysoles se cartogra-
fiaron en el borde con la Llanura Costera, donde la ausencia de pendiente
origina estancamiento del agua; por otro lado, la cercanía a los sistemas
lagunares provoca la fluctuación del manto freático. A nivel de micro-relie-
ve, los PL ocupan la parte más alta del paisaje y los Gleysoles la más baja,
donde los primeros 50 cm del perfil están permanentemente saturados por
agua buena parte del año, provocando la presencia de propiedades gléyi-
cas, producto de condiciones reductomórficas y/o oximórficas.
La topografía accidentada de la subprovincia no permite el asentamiento
de sedimentos fluviales en grandes áreas, de modo que los Fluvisoles son
franjas delgadas y alargadas en el edafopaisaje. Derivado también de la to-
pografía, gran porcentaje de estos Fluvisoles presentan fase gravosa o pedre-
gosa en su superficie al arrastrar las corrientes de agua infinidad de cantos
rodados. Otra característica es que en su mayoría presentan textura gruesa.

Subprovincia Volcanes de Centroamérica. Los suelos dominantes en esta pe-


queña subprovincia son: Luvisoles, Cambisoles, Acrisoles, Andosoles, Rego-
soles y Fluvisoles. Más del 70% son suelos desaturados en bases (psb menor
de 50), lo cual queda explicado por la gran cantidad de lluvia que cae en la
región; los climas dominantes son los Am(w) y los C(m)(w), que se carac-
terizan por tener abundantes lluvias en verano; el 90% del territorio regis-
tra precipitaciones arriba de los 2 500 mm, llegando hasta los 4 500 mm en las
inmediaciones del volcán Tacaná. Esta lámina de agua es suficiente para li-
xiviar las bases de las partes superiores del perfil, los significativos aportes de
materia orgánica que reciben también están jugando un papel importante
en la disponibilidad de las bases al acidificar el suelo. Las asociaciones vegeta-
les dominantes son pastizales cultivados, cafeto, bosque mesófilo de mon-
taña y bosque de pino.
La subprovincia se caracteriza por tener tres áreas bien definidas: un
área de lomeríos, otra de sierras muy abruptas y el área que ocupa el volcán.
En los lomeríos, cuyas alturas van de 100 a 600 msnm y donde el flujo del
agua, junto con la relativamente suave topografía, permite la iluviación de
arcillas hacia las partes bajas del perfil, se está formando el horizonte árgico.

447
Geografía de suelos de México

Es en estos lugares donde se desarrollan los Luvisoles y los Acrisoles. Un poco


más arriba de este límite altitudinal se desarrollan los Cambisoles y luego
los Regosoles, estos últimos ubicados completamente en las zonas serra-
nas. Los Andosoles se circunscriben al área de influencia del volcán, se han
formado a partir de lava y ceniza de tipo andesítico; la materia orgánica
del bosque mesófilo de montaña y del cafeto, las bajas temperaturas, así
como las abundantes lluvias (4 000 a 4 500 mm anuales) confieren a los
Andosoles su acidez y su bajo psb, de modo que es común encontrar Ando-
soles con horizontes úmbricos o asociados con Umbrisoles. Los Fluvisoles,
al ser suelos azonales, se han formado por los sedimentos que acarrea el
río Coatán de las partes altas. Estos suelos se han cartografiado en la parte
más baja de la subprovincia; en las inmediaciones de la ciudad de Tapachula,
Chiapas. Son suelos cuyo psb es mayor de 50 y presentan textura media,
sobre ellos se cultiva plátano, cocotero, mango y algunas hortalizas.

Discontinuidad Llanura del Istmo. De las dos llanuras de acumulación pre-


sentes en la provincia esta es la más seca, los tipos climáticos dominantes son
Aw0(w) y Aw1(w). La zona es una gran área de relleno formada por sedimen-
tos de origen fluvial y procesos marino costeros. Los suelos presentes en el
paisaje edáfico del área son, en orden de importancia, Phaeozems, Vertisoles,
Cambisoles, Fluvisoles, Luvisoles, Gleysoles, Leptosoles, Solonchaks, Areno-
soles, Planosoles, Kastañozems y Regosoles.
A nivel de grupo también es posible observar una gran edafodiversidad, así,
por ejemplo, podemos encontrar Phaeozems lúvicos, hiposálicos, páquicos,
calcáricos, arénicos y endolépticos, principalmente. En cuanto a los Vertisoles,
presentan el calificador calcárico, endogléyico y endosálico. Tanto los Phaeo-
zems, Vertisoles y Kastañozems son suelos con muy buena fertilidad, por lo
que son suelos que en su gran mayoría tienen agricultura de riego.
Los Gleysoles y Solonchaks se localizan en los ambientes lagunares. Los
Solonchaks están sosteniendo bosque de mangle y algunos pastos silves-
tres resistentes a la salinidad. Los Gleysoles alimentan vegetación de popal.
A nivel de microrrelieve los Solonchaks ocupan la posición más baja del
paisaje, en las proximidades de las lagunas y esteros. Los Gleysoles se están
desarrollando en las partes más elevadas, donde los procesos de gleyzación
ocurren por la fluctuación de las aguas subterráneas libres de sales.
Los suelos someros o con un pobre desarrollo del perfil, como los Lep-
tosoles, Regosoles y Cambisoles, se están formando en los pocos lomeríos
que existen, así como en el borde norte de la discontinuidad, ya en las áreas
cercanas a la sierra. Estos suelos tienen un psb mayor de 50% en algunos
casos presentan fase pedregosa en su superficie, aunque sin esqueleto dentro
del perfil.
Los Arenosoles se están desarrollando en el litoral, su distribución car-
tográfica semeja una corona siguiendo el contorno de las lagunas saladas
inferior y superior, en el Istmo de Tehuantepec. El 100% de ellos presenta
sales dentro del perfil, por lo que se les ha indexado el calificador sálico o
hiposálico. Al estar dentro del área de influencia de la Ventosa, algunos de
ellos presentan propiedades arídicas.

448
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

Los sedimentos de los ríos han formado en sus márgenes los Fluvisoles,
suelos que en su mayoría son de textura media, buena parte de ellos pre-
sentan fase pedregosa en su superficie, todos tienen un psb mayor de 50%.
En algunas áreas planas con drenaje deficiente, el estancamiento perió-
dico del agua hace que algunos suelos presenten propiedades estágnicas.
Los procesos físicos pedogenéticos de eluviación-iluviación selectiva de
arcilla provocan que se forme un horizonte álbico (E) con textura gruesa
por encima de un horizonte iluvial árgico, formando los Planosoles en la
discontinuidad. Los suelos que se cartografiaron son suelos someros con
una capa cementada por sílice a menos de 50 cm de profundidad, textura
gruesa dentro en los primeros 30 cm de profundidad, ródicos (muy rojos),
psb mayor de 50%, sin esqueleto dentro del perfil aunque sin fase gravosa
o pedregosa en su superficie. En la zona estos suelos están conformando el
paisaje edáfico en el norte de la discontinuidad sobre la cota de 50 a 80
msnm y en pendientes del 2%, sobre geología de dacitas del Oligoceno-
Mioceno y soportan vegetación de selva baja caducifolia y sabanas en cli-
mas Aw1(w) y Aw2(w), con precipitaciones de 1 500 mm anuales.

Discontinuidad Llanura Costera de Chiapas y Guatemala. Al igual que la


discontinuidad Llanura del Istmo, ésta se formó de los sedimentos fluviales
y procesos marino costeros. De las dos discontinuidades ésta es la más hú-
meda, los tipos climáticos dominantes son Aw2(w) y Aw1(w), con precipita-
ciones anuales entre 1 500 y 2 000 mm. Los niveles de salinidad y sodicidad
determinan los tipos de vegetación. El edafopaisaje, en orden de impor-
tancia y por la superficie que ocupan, está compuesto por Cambisoles,
Phaeozems, Regosoles, Solonchaks, Gleysoles, Fluvisoles, Arenosoles, Luviso-
les, Leptosoles y Acrisoles.
Los suelos con un nulo y pobre desarrollo del perfil, así como aquellos
suelos someros y con graves problemas de enraizamiento cubren el 52%
del territorio. En el litoral los Arenosoles, un poco más alejados de él los
Regosoles y Cambisoles, y en las pocas elevaciones los Leptosoles. En más del
90% de los suelos el psb es mayor de 50%. A excepción de los Arenosoles,
que por definición tienen textura gruesa, en los otros grupos domina la
textura media. Otra característica física es que pueden presentar o no fase
gravosa o pedregosa, aunque no tienen esqueleto dentro del perfil.
Los suelos fuertemente influenciados por el agua representan el 28%
del paisaje edáfico. Los Solonchaks y Gleysoles se encuentran distribuidos
en los ambientes palustres y lacustres, los Fluvisoles se distribuyen en los már-
genes de los caudalosos ríos. A nivel de microrrelieve los Solonchaks ocupan
la posición más baja del paisaje, ya en las inmediaciones de las lagunas, ya
en las inmediaciones de los esteros. Los Solonchaks se están desarrollando en
los sitios donde finalmente son depositadas las sales que son trasportadas
en la solución del suelo por las corrientes fluviales, donde la influencia de
las mareas por el ascenso capilar del agua elevan la concentración de sales
en el perfil, y donde también se suma la extraordinaria evapotraspiración
producto de las altas temperaturas de la zona. Manglares y pastos nativos
resistentes a la salinidad forman parte de estos ecosistemas. En la parte alta

449
Geografía de suelos de México

del microrrelieve se encuentran los Gleysoles; numerosas corrientes de


aguas subterráneas alimentan los acuíferos de la región. De acuerdo con
estudios técnicos realizados por la cna en el año 2000 estas aguas son de
buena calidad para el consumo humano, el estudio sostiene que la gran
cantidad de precipitación mantiene los acuíferos en equilibrio, de tal modo
que los niveles freáticos no han variado mucho a lo largo de los años (cna,
2002). Asimismo, en él se revela que cerca de la línea costera el nivel estático
del agua está a 2 metros de profundidad, considerándosele somero. Con
estos datos es fácil imaginar que en la temporada de lluvias este nivel esté
mucho más cerca de la superficie, propiciando las propiedades gléyicas que
distinguen a los Gleysoles; popales y tulares son básicamente el tipo de ve-
getación que cubren estos suelos. En los Fluvisoles, dada su propiedad de
Azonales, el microrrelieve no influye para su formación y están desarro-
llándose en todas las riberas de los ríos (en la zona son muchos); sus sedi-
mentos presentan un psb mayor de 50%, en su mayoría presentan textura
gruesa y muy pocos tienen fase gravosa o pedregosa en su superficie, no tie-
nen esqueleto dentro del perfil, características que los agricultores de la
región han aprovechado para cultivar cocotero, plátano, mango, hortalizas y
en otros casos establecer pastizales donde practican la ganadería extensiva.
A los Phaeozems se les considera como uno de los grupos de suelos más
fértiles, se están desarrollando principalmente en la gran llanura aluvial
que se extiende al sur de la ciudad de Tapachula, Chiapas. El horizonte
mólico de estos suelos se formó con los aportes de materia orgánica de la
vegetación original que existía, procesos de humificación y melanización
debieron ser intensos en el pasado. En la actualidad, según estudios de la
cna (2002), queda menos del 2% de la cobertura vegetal original, selvas
bajas caducifolias y selvas medianas subperennifolias han cedido el paso a
cultivos de cocotero, mango, plátano, cítricos y a los pastizales para la explo-
tación extensiva de ganado vacuno. Los Phaeozems de estas latitudes son
profundos, con textura media, no presentan fase gravosa o pedregosa, tam-
poco tienen esqueleto dentro del perfil; algunos presentan un horizonte
árgico dentro de los 100 cm de profundidad y en las partes cercanas al lito-
ral pueden tener propiedades estágnicas.
Luvisoles y Acrisoles se agrupan dentro de los suelos con un subsuelo
rico en arcilla. Tan sólo el 3% de la superficie constituye el edafopaisaje de
la discontinuidad. En el límite norte de esta región, y justo donde empieza
el pie de monte de la sierra, los procesos de iluviación de arcilla, desde las
partes altas del perfil, están formando el horizonte árgico. La geología a par-
tir de la cual están evolucionando son aluviones del Cuaternario, tobas
intermedias del Triásico superior y rocas graníticas del Paleozoico. Los
Luvisoles están localizados en los climas Aw2(w) donde la precipitación de
2000 mm anuales aún no es suficiente para desbasificar los primeros 100
cm de profundidad de suelo; en cambio los AC están en consonancia con
el área de influencia de los climas Am(w), donde la precipitación de 3 000
mm anuales y la textura gruesa de las rocas graníticas son condiciones sufi-
cientes para lavar los suelos. Ambos grupos sostienen agricultura de tem-
poral, las especies que se cultivan son principalmente cafeto y pastizales

450
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

para la engorda de ganado vacuno. Estos grupos de suelos normalmente


son profundos, rojos y en algunos casos tienen el calificador húmico, ya que
el contenido de co dentro de los primeros 50 cm de profundidad es de 1%
o más; algunos presentan fase pedregosa en su superficie aunque no tienen
esqueleto dentro del perfil; la clase textural lo mismo es media que fina.

Toposecuencias
A continuación se describen algunas toposecuencias dentro de las subprovin-
cias y discontinuidades.

Toposecuencia en la discontinuidad Llanura del Istmo. La siguiente topose-


cuencia corresponde al transecto entre Zanatepec, Oaxaca, y el Mar Muerto.
La dinámica de los flujos de agua bien puede explicar la heterogeneidad
espacial de los suelos en este microrrelieve. La pendiente máxima que se
alcanza desde el litoral donde se encuentran los Solonchaks hasta donde
empiezan los Phaeozems es del 2%; esto ocurre en una distancia aproxi-
mada de 15 km en línea recta.
El ambiente marino, por la acción de las mareas al modificar el gradiente
de humedad, el ascenso capilar del agua salada, así como la precipitación de
las sales disueltas que son acarreadas por las corrientes fluviales, enriquecen
de sales (bicarbonatos, carbonatos, sulfatos y cloruros) las zonas sujetas a
inundación temporal. En este tipo de ambientes, donde la salinidad es más
intensa, se están desarrollando los Solonchaks gléyicos; el manto freático
somero propicia las condiciones reductoras, presentando los suelos un pa-
trón de color gléyico. La vegetación que crece en estos ecosistemas son
manglares y pastizales nativos resistentes a la salinidad. En dirección al
ascenso del microrrelieve, y donde el manto freático sigue siendo somero y
además la intensidad de la salinidad ya es insuficiente para formar un hori-
zonte sálico, se están dando procesos de óxido-reducción en la matriz de
los primeros 50 cm del suelo, presentándose un patrón de color gléyico y
formándose los Gleysoles sálicos; estas áreas en la zona están desprovistas
de vegetación, ya que gran parte del año permanecen inundadas. En el mis-
mo sentido ascendente del paisaje y alrededor de la cota de los 20 msnm,
donde el manto freático es más profundo, se están desarrollando los Ver-
tisoles hiposálicos (presentan sales en menor cantidad). Los Phaeozems se
están formando en la parte más alta del microrrelieve, donde el manto freá-
tico es más profundo, ya que no se han cartografiado suelos con patrones
de color gléyico. El horizonte mólico profundo, con más de 50 cm de gro-
sor, se formó con los materiales que fueron acarreados de las partes altas
con los aportes de materia orgánica que en la superficie del suelo la selva
baja espinosa llevó a cabo durante miles de años; los procesos de humifi-
cación y melanización fueron intensos dadas las condiciones climáticas de la
región; llueve alrededor de 1 200 mm anuales y se registran temperaturas
medias anuales de 28°C. En la actualidad, para esta zona en particular, la
vegetación original ha desaparecido y el suelo está cubierto con especies
frutales tales como el mango y pastizales cultivados.

451
Geografía de suelos de México

20 PHph 20

15 SCgl VRszw 15

GLsz
10 10

5 5

0 0

Mar Manglares Popales Agricultura Agricultura Zanatepec


Muerto Riego Riego

Mareas y manto Manto freático Drenaje impedido Materia Orgánica


freático somero somero y

Figura 18.2. Relación relieve y suelos en la discontinuidad Llanura del Istmo. SCgl⫽Solonchak gléyico; GLsz⫽Gleysol sálico; VRszw⫽Vertisol hiposálico;
PHph⫽Phaeozem páquico.

Toposecuencia en la discontinuidad Llanura Costera de Chiapas y Guatemala.


La siguiente toposecuencia corresponde al transecto Cerro Bernal hasta el
límite del Litoral. En una distancia corta, de aproximadamente 8 km en línea
recta y tomando como referencia la cima del cerro Bernal en el municipio de
Tonalá, Chiapas, hasta las orillas del litoral, pasando por las inmediaciones
de la laguna La Joya, la variación altitudinal del terreno pasa de 1 000 a cero
msnm. La heterogeneidad espacial de los suelos está explicada, por un lado,
por los tipos de topoformas, y por otro por la dinámica de los flujos de agua.
Los Arenosoles se encuentran en el litoral y son producto de la dinámica
de las olas del mar y de las mareas. Por el aporte de sales de este tipo de agua
los Arenosoles tienen ciertos niveles de sodio en el complejo de intercambio,
por lo que son hiposódicos. Un poco más arriba del relieve, junto a la salada
laguna La Joya, las altas tasas de evapotranspiración precipitan las sales que
son acarreadas por las corrientes de agua superficiales; el ascenso de las
aguas saladas por capilaridad incrementan los niveles de salinidad en las par-
tes superiores del perfil, dando origen a los Solonchaks. Al mismo tiempo
están ocurriendo procesos de óxido-reducción dentro de los 100 cm superio-
res del suelo, provocando un patrón de color gléyico, formándose de esta
manera los Solonchaks gléyicos. En cuanto a las especies vegetales el mangle
es una de las especies adaptadas a este tipo de suelos. Por otro lado, la pro-
blemática regional de estos suelos es la alta tasa de deforestación (30% en
los últimos 20 años). Entre las principales causas que han originado la tala del
manglar se encuentra el incremento en las áreas dedicadas a la ganadería,
siendo la más acentuada en la década de los ochenta por una política de fuer-
tes apoyos a esta actividad, sin importar el valor ecológico de los bosques.
Según la cna, en su reporte del 2002 sobre la “Disponibilidad de Agua
en el Acuífero Arriaga-Pijijiapan, Chiapas”, revela que el flujo de aguas sub-
terráneas tiene una tendencia a seguir la dirección de las corrientes super-

452
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

ficiales de la sierra hacia la costa, que la calidad del agua se considera buena
y apropiada para su utilización como agua potable, y que además su pro-
fundidad es muy somera. La superficialidad del manto freático al saturar
de agua el suelo, ocasiona que se presenten condiciones de reducción y se des-
arrollen patrones de color gléyico propio de los Gleysoles. La buena cali-
dad de las aguas subterráneas no permite la acumulación de sales, de modo
que los Gleysoles están libres de sales, sin embargo los aportes de materia
orgánica oscurecen al suelo formando Gleysoles mólicos con textura me-
dia. En la cota aproximada de 30 a 90 msnm empiezan a formarse los Rego-
soles y Cambisoles. Estos dos grupos son resultado de la transportación y
asentamiento del material de suelo por la acción del agua de las partes altas
de la topoforma (Cerro Bernal) al pie de monte de la misma; su textura es
media y pueden presentar fase pedregosa en su superficie, son profundos y
tienen un psb de 50 o más. Grandes áreas de estos terrenos han sido incor-
poradas a la ganadería, por lo que sostienen pastizales inducidos. Los Lep-
tosoles están ocupando la mayoría del cerro Bernal. Son suelos con severos
problemas de enraizamiento, cerca de la cima existe solo la roca desnuda,
la profundidad de estos suelos no pasa de 10 cm y tienen textura media
con un psb mayor de 50. Por lo abrupto de la topografía es de los pocos
lugares donde aún la vegetación original de selvas medianas subperennifolias
está presente.

Toposecuencia en la Subprovincia Volcanes de Centroamérica. La siguiente to-


posecuencia describe los suelos que se encuentran al Norte de la ciudad de
Tapachula, Chiapas, en dirección y hasta el volcán Tacaná.

LP
LP

1 000 1 000

500 500

400 400
SC/GL
300 300

200 200
RG/CM
100 100
AR

0 0
Litoral Laguna Pie de Ladera Cima
La Joya monte Cerro
Bernal
Figura 18.3. Relación de relieves y suelos de la discontinuidad Llanura Costera de Chiapas y Guatemala. AR⫽Arenosoles; SC⫽Solonchaks; GL⫽Gleysoles;
RG⫽Regosoles; CM⫽Cambisoles; LP⫽Leptosoles.

453
Geografía de suelos de México

Al norte de Tapachula existe una zona de lomeríos con pendientes suaves


cuyas alturas de los cerros varían entre 200 y 500 metros. En estos lugares caen
entre 3 000 y 4 000 mm anuales de lluvia. El horizonte árgico que está forman-
do los Luvisoles está determinado por la granulometría de la roca subyacen-
te; tobas intermedias del Triásico superior con una granulometría fina per-
miten, por procesos de iluviación, la acumulación de arcillas en las capas
subterráneas del perfil. Luvisoles y Cambisoles dístricos húmicos ocupan la
misma posición altitudinal en el paisaje. La formación de un horizonte sub-
superficial rico en arcilla que dará origen a los Luvisoles está determinado por
la geología del sitio. Así, tenemos que el horizonte árgico está presente sobre
rocas del tipo tobas intermedias. Estas rocas, al meteorizarse sus partículas de
suelo, son finas; más tarde, por procesos de iluviación y formación in situ
de arcillas, darán origen al horizonte árgico. La desaturación del suelo ocurre
por el intenso lavado que realiza la extraordinaria lámina de agua que cae en
la región. Los CM están evolucionando principalmente sobre geología de
conglomerado y granito. Por la posición que ocupa en el paisaje este mate-
rial es de origen coluvial; ciclos repetidos de erosión-asentamiento de ma-
terial coluvial se repiten una y otra vez. El horizonte B cámbico de moderada
intemperización no reúne las cantidades suficientes de arcilla iluviada para
convertirse en un horizonte árgico. En la superficie estos Cambisoles tienen
fase pedregosa aunque sin esqueleto dentro del perfil. La humificación de los
horizontes superficiales de los suelos de esta zona ocurre gracias a los grandes
aportes de materia orgánica que realizan los cafetales y pastizales inducidos,
estos últimos para sostener la actividad ganadera.
Los Andosoles, al ser suelos azonales, lo mismo están suprayaciendo
rocas de tipo granítico del Paleozoico que andesitas del Triásico superior.
Las propiedades ándicas de estos suelos no tienen su origen en las rocas
subyacentes sino que proceden de la intensa meteorización tanto de la lava
como de la ceniza volcánica que el volcán Tacaná ha derramado y deposi-
tado en su área de influencia. Estos suelos, al ser ricos en aluminosilicatos,
son fuertemente ácidos y tienen baja capacidad de intercambio catiónico,
tienen un psb menor de 50%. Otras características físicas destacables es
que tienen una buena profundidad; la roca dura continua, por lo irregular de
la topografía, lo mismo puede estar muy somera que a más de 100 cm y no
presentan esqueleto dentro del perfil. Aunque las personas del lugar los
están utilizando para sembrar maíz y frijol, aprovechando la temporada de
lluvias, agrícolamente hablando estos suelos son poco aptos para esta acti-
vidad y deberían ser utilizados con fines forestales.

Toposecuencia en la subprovincia Sierras de Chiapas y Guatemala. La siguien-


te toposecuencia describe los suelos que se encuentran presentes al sur de
la localidad Benito Juárez, en el municipio de Villa Flores, Chiapas, que va
de la cota entre 600 y 1 100 msnm en la cima del cerro La Manga, esto en
una distancia aproximada de 5 km en línea recta. Esta microrregión tiene cli-
mas Aw1(w), con precipitaciones de 1 200 mm anuales y temperatura me-
dia anual de 24°C. El horizonte álbico eluvial característico de los Plano-
soles se está formando en las tierras planas y cóncavas de origen aluvial, las

454
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

cuales presentan una capa subyacente rica en arcilla que impide la libre circu-
lación del agua hacia las partes bajas del perfil. Las constantes adiciones de
materia orgánica que reciben de los cultivos temporaleros (principalmente
pastos), ha permitido que se desarrolle un horizonte mólico superficial,
tienen buena profundidad, no tienen fase gravosa o pedregosa en su super-
ficie, tampoco esqueleto dentro del perfil y son de textura media. Los Verti-
soles son del mismo origen geológico que los Planosoles, a nivel de micro-
rrelieve ocupan la cercanía de las márgenes laterales al río el Sabinal, el
enriquecimiento de arcilla se ha dado por acarreo y asentamiento del material
fino en la solución del suelo, de las partes altas a las bajas utilizando como
medio de transporte las corrientes de agua. Dentro de sus características
destacables presentan policromía dentro del perfil (colores de 7.5YR y más
rojos); aunque son profundos tienen fase pedregosa en su superficie, pero
no esqueleto dentro del perfil, la mayoría de ellos han sido incorporados a
la agricultura de riego. Los Luvisoles, al igual que los dos suelos descritos
son de material aluvial del Cuaternario. El horizonte árgico se está formando
en el pie de monte del cerro la Manga; son suelos someros que presentan
roca dura continua dentro de los primeros 50 cm de profundidad, crómicos,
no tienen fase gravosa o pedregosa, sin esqueleto, con textura fina y psb
mayor de 50% sobre los cuales se practica la agricultura de temporal. Ocu-
pando toda el área del cerro Bernal, cuya estructura está compuesta de grani-
to, están los Regosoles, suelos que se caracterizan por ser los menos desarro-
llados, son someros, no presentan limitante física en su superficie o dentro
del perfil, su psb es mayor de 50% y son capaces de sostener agricultura de
temporal no mecanizada.

Variabilidad interna de las propiedades de los suelos de la región


En esta provincia también es posible estudiar los suelos por su posición en el
paisaje edáfico para observar la variabilidad interna. Las dos posiciones bási-
cas son nivel de base y formas positivas del relieve, como lomas, cerros, mon-
tañas y volcán.

Suelos a nivel de base. Los suelos de esta provincia, localizados en el nivel de


base presentan en mínima proporción fase pedregosa. Los que la presentan
están desarrollándose sobre rocas graníticas del Paleozoico, material alu-
vial del Cuaternario y rocas metasedimentarias del Cretácico. Asimismo,
los suelos ubicados en lomas, cerros o montañas en los que los porcentajes
de pedregosidad van del 30 al 40% están evolucionando también a partir de
rocas graníticas del Paleozoico.
En cuanto al contenido de materia orgánica, los suelos de base presentan
valores entre 0.5 y 7.4%, valores que son inferiores a los suelos desarrolla-
dos en lomas, cerros y montañas donde los porcentajes van de 2.8 a 9.1%.
Algunos ejemplos de estos suelos son Phaeozems lúvicos, Planosoles plín-
ticos, Cambisoles eútricos y Regosoles eútricos.
Los suelos de nivel de base ubicados en la gran llanura aluvial de la pro-
vincia registran pH de 5.7 a 8.3 y en general la cic varía de 10.6 a 25.0

455
Geografía de suelos de México

Bosque mesófilo
Potreros Cafetales de montaña

ANdy Pino
4 000 4 000

3 500 3 500

3 000 3 000

2 500 2 500
CMdyhu
2 000 2 000

1 500 LVdyhu 1 500

1 000 1 000

500 500

0 0

Tapachula Lomeríos Pie de monte Ladera Volcán


Tacaná

Tobas Conglomerado Ceniza


intermedias volcánica
Figura 18.4. Relación de relieves y suelos en la subprovincia Volcanes de Centroamérica. LVdyhu⫽Luvisol húmico (dístrico); CMdyhu⫽Cambisol húmico (dístri-
co); ANdy⫽Andosol dístrico.

1 200 1 020

1 000 RGeu 1 000

900 900

LVcr
800 800

700 700
VRcr PLmo
600 600

Cerro Ladera Margen río Sabinal Pie de monte Planicie Benito

Sur Norte

Figura 18.5. Relación de relieves y suelos en la subprovincia Sierras de Chiapas y Guatemala. RGeu⫽Regosol (eútrico); LVcr⫽Luvisol (crómico); VRcr⫽Vertisol
(crómico); PLmo⫽Planosol (mólico).

456
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

cmol⭈kg⫺1. Sin embargo no es extraño que puedan presentarse valores más


bajos de cic en suelos con textura arenosa.

Suelos de las formas positivas del relieve (lomas, cerros, montañas y volcán).
En las lomas cerros, montañas y volcán se encuentran los Leptosoles, Rego-
soles, Cambisoles, Acrisoles y Andosoles. Estos grupos de suelos están evolu-
cionando principalmente a partir de rocas graníticas del Paleozoico, material
piroclástico de tipo andesítico, esquistos y complejos metamórficos del Pre-
cámbrico.
De acuerdo con los datos del inegi, el contenido de materia orgánica de
los suelos que ocupan esta posición en el relieve varían de 3.5 a 9.1%.
Algunos ejemplos de estos suelos son CM dístrico-húmicos, AN dístrico-
húmicos y LP húmico-líticos y son suelos de colores oscuros (10YR 3/2;
10YR 3/1 y 10YR 2/1). En cuanto al pH, los suelos de las formas positivas
del relieve son suelos más ácidos que los de nivel de base, sus valores van de
5.2 a 6.4; respecto a la cic, frecuentemente presentan valores entre 14.5 a
37.5 cmol⭈kg⫺1.

Consideraciones finales
La provincia Cordillera Centroamericana es una de las grandes áreas de bio-
diversidad nacional, su riqueza se debe a la confluencia y entrecruzamiento
de los reinos neotropical y neártico, y a la imbricación de las biotas de los gol-
fos de México y Tehuantepec. Este entretejido biótico al mismo tiempo la con-
vierte en una región compleja, frágil y delicada, ecológicamente hablando.
Actualmente la región presenta elevadas tasas de deforestación por activi-
dades agropecuarias, erosión de suelos, contaminación de corrientes y cuer-
pos de agua por actividades agrícolas, petroleras y urbanas, obras hidráulicas
inoperantes (Distrito de Riego Núm. 19) y la destrucción de ecosistemas cos-
teros. Sobre esta realidad se pretende desarrollar, de hecho ya ha comenzado a
ejecutarse, el llamado “Megaproyecto del Istmo”, programa integral de desa-
rrollo económico según el gobierno de México. Este programa, por la posición
geográfica estratégica de la zona, tiene la perspectiva de insertar a la región en
el comercio mundial de bienes y servicios; su implementación, además de los
recursos financieros, requiere de la construcción de grandes obras de infraes-
tructura física, como autopistas, rehabilitación y modernización de puertos
(Salina Cruz en Oxaca y Puerto Madero en Chiapas), centrales eoloeléctricas,
plantas automotrices, agricultura de plantaciones comerciales (palma de aceite,
agave, bosque de eucaliptos, etc.), así como desarrollar el turismo ecológico
en las áreas de reserva natural que existen.
El panorama anterior nos debe alertar para prevenir un ecocidio en la zona.
Tan sólo para la construcción del Distrito de Riego 19 en el Istmo se devastaron
50 800 hectáreas, entre selva baja caducifolia y espinosa, para el establecimiento
de plantaciones comerciales de agave se desmontaron 5 000 hectáreas de selva
baja; por estas acciones se perdió gran parte de la riqueza florística del lugar,
de modo que se desconocen aspectos básicos, como la composición florística del
lugar, consecuencias ecológicas, ambientales y de reducción de recursos natura-

457
Geografía de suelos de México

les. Asimismo, 12 000 hectáreas con policultivos fueron reconvertidas para es-
tablecer en la zona del Soconusco en Chiapas el monocultivo de la palma de
aceite. Para establecer plantaciones forestales comerciales se tendrán que eli-
minar miles de hectáreas de bosques; en este sentido es posible que en el futuro
tengamos árboles pero no bosque, por dar sólo algunos ejemplos. Por otro
lado, para la construcción de la Central Eoloeléctrica del Itsmo se pretende ex-
propiar 100 000 hectáreas agrícolas, lo cual acarreará graves consecuencias en
la compactación y contaminación del suelo. Por otro lado, no se ha conside-
rado el impacto social que tendrá desplazar a las comunidades indígenas que
ocupan las Áreas Naturales Protegidas.
Cualquier política de desarrollo económico debería tomar en cuenta la
protección a la naturaleza, sin embargo este ha sido el eterno conflicto entre
progreso y ecología. “Cualquier propuesta de modernización productiva y
desarrollo económico debe tomar en cuenta un conjunto de factores que se
han perdido y que muchos de ellos estaban comprendidos en las prácticas
productivas de las comunidades indígenas y campesinas. Es necesario recupe-
rarlos y adecuarlos a nuestro contexto (en el que hay problemas muy graves
de devastación ecológica, miseria económica, pérdida de soberanía y auto-
suficiencia alimentaria) pero también desarrollarlos” (Flores Mondragón,
2005). “Necesitamos un nuevo pacto entre el mundo urbano y el mundo rural.
No el advenimiento del pasado netamente agrario y un futuro puramente
industrial […]. Viraje civilatorio, donde algo tendrán que decir los campesinos,
y donde mucho tendrá que hacer la comunidad rural; un microcosmos aldeano
cuya convivencia nunca fue angélica y cuyas prácticas agrícolas están lejos de ser
inmaculadas, pero sin el cual es imposible enmendar el rumbo” (Bartra, 2003).
En cuanto a los suelos, se debe realizar levantamientos cartográficos a es-
calas mayores (1:50,000 y 1:20,000) para contar con un inventario más preciso del
recurso suelo, evaluar la pérdida de la cobertura vegetal en la región por prác-
ticas silvícolas y agropecuarias, adaptar las técnicas de análisis de suelos que
sean las más adecuadas para realizar las determinaciones químicas de los sue-
los tropicales, realizar estudios científicos multidiciplinarios en la zona, im-
plementar medidas de conservación para prevenir y detener la erosión, imple-
mentar medidas de uso eficiente del agua, promover convenios de investigación
específicos con las universidades, centros de investigación para el estudio de
la biodiversidad regional (usos y valor económico potencial, tanto en produc-
tos directos como transformados), sin menoscabo de los cultivos tradicionales
como el maíz y el frijol; debe haber una reorientación radical de los proyectos
agrícolas, ganaderos y pesqueros para que puedan participar en los nuevos mer-
cados locales y regionales, el inifap debe reorientar sus programas de investi-
gación para generar los paquetes tecnológicos hacia las especies ecológicamen-
te adaptadas a la región. Los verdaderos productores rurales deben ser los que
participen de manera directa en el diseño, planeación, ejecución y supervi-
sión de sus proyectos productivos; los productores rurales deben ser sujetos
de su propio desarrollo y no objetos del desarrollo; para esto, los agentes ex-
ternos deberán ser sólo facilitadores del cambio y no suplantar liderazgos ni
proponer proyectos impertinentes. En suma, en el aspecto social se deben prepa-
rar los cuadros técnicos para que tengan posibilidaes reales de insertarse en el

458
Capítulo 18. Geografía de suelos regional: Cordillera Centroamericana

mercado laboral del Programa Transístmico y lograr así el tan soñado desarro-
llo regional equitativo.
Por último, quiero cerrar el capítulo con la siguiente cita: “En la era de los
tratados comerciales y bloques económicos, bajo los dictámenes de la Orga-
nización Mundial de Comercio (omc) en la imposición de reglas únicas mun-
diales a los Estados y el nuevo papel que juegan las regiones en el contexto inter-
nacional alrededor del Istmo mexicano (y de la región entera) hay una
pregunta que siempre se repite: ¿los distintos actores están políticamente ma-
duros para establecer relaciones que permitan un desarrollo equitativo regio-
nal, dándole lugar a los más desfavorecidos, o en este caso, los pueblos indios y
los campesinos pobres aportarán mano de obra no calificada, territorios y re-
cursos naturales, y se quedarán con la miseria y el deterioro y abandonarán a
sus hijos en las calles?” (Rodríguez Nemesio, 2003). Al tiempo…

Referencias
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Anexo
Geografía de suelos de México

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Geografía de suelos de México
editado por la Facultad de Ciencias
de la Universidad Nacional Autónoma de México,
se terminó de imprimir el 17 de enero de 2012
en los talleres de Navegantes de la Comunicación Gráfica, S.A. de C.V.
Pascual Ortiz Rubio 40, San Simón Ticuman,
Benito Juárez, 03660, México, D.F.

El tiraje fue de 1 000 ejemplares.

Está impreso en papel bond de 90 grs.


En su composición se utilizó tipografía
Minion Display 11.5/13, Futura Book 12/16,
Futura Condensed 14/16, puntos de pica.
Tipo de impresión: offset.

El cuidado de la edición estuvo a cargo de


Rosanela Álvarez Ruiz y Mercedes Perelló Valls.

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