Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Aunque este artículo es más dirigido a los hermanos (solteros y casados); será
también de provecho para las hermanas que quieran saber a qué nos referimos
realmente cuando decimos que una mujer es “ayuda idónea”. Te comparto
cinco verdades de lo que implica la “ayuda idónea”.
A. W. Pink dice al respecto:
“Así como Dios ha entretejido los huesos, los tendones, los nervios y el resto
del cuerpo para darle fuerza, ha ordenado la unión del hombre y la mujer en
matrimonio para fortalecer sus vidas, porque “mejores son dos que uno”
(Eclesiastés 4:9). Por lo tanto, cuando Dios hizo a la mujer para el hombre,
dijo: “Le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18), demostrando que el
hombre se beneficia por tener una esposa” (2).
Según una lectura judía del texto, el Talmud, la costilla de donde fue tomada la
mujer es la parte del hombre más cercana al corazón. Dice así:
“La mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni
de la cabeza para ser superior, sino del lado para ser igual, debajo del brazo
para ser protegida y al lado del corazón para ser amada” (4).
Esta es la representación más gráfica del Evangelio. Por tanto, el esposo que
ha conocido de la gracia de Dios a través de Su Hijo amará a su “ayuda
idónea” como a sí mismo se ama; porque es su contraparte correspondiente y
es puesta siempre delante de él para ese propósito (léase Efesios 5:28).
Génesis 2:23 “Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne
de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada”.
Quizás el autor de Proverbios pensó esta cita de Génesis cuando escribió para
enfatizar esa alegría:
El puritano Richard Baxter escribe:
“Es una gran misericordia tener una amiga fiel que lo ame completamente y
que sea tan verdadera en relación a ti como tú mismo; alguien a quien puedas
abrir el corazón y comunicar tus asuntos personales. Alguien que está
dispuesta a fortalecerte y a dividir los cuidados de las obligaciones y de la
familia contigo; a ayudarte a llevar tus cargas; a confortarte en tus tristezas; a
ser una compañía diaria en tu vida y una participante de tus alegrías y tristezas.
Y es una gran misericordia tener una amiga tan cercana para ser una
auxiliadora de tu alma; para unirse a ti en la oración y otras prácticas santas;
para cuidar de ti y hablarle de tus pecados y de los peligros que corres; para
animarte en la gracia de Dios; recordarte de la vida futura y alegremente
acompañarte en el camino de la santidad” (7).
Por tanto, es un buen motivo para dar gracias a Dios por el regalo de una
“ayuda idónea”.
“Tú, hermano, debes aprender por esto a amar a tu esposa, como Cristo Jesús
amó a Su esposa Su iglesia. Es decir, así como nuestro Salvador Cristo es muy
paciente hacia ella, y mediante pequeñas y pocas purgas, lava y limpia la
corrupción de ella, así debes de la misma manera en toda sabiduría usar los
medios (y con una mente paciente esperar la enmienda de cualquier cosa que
encuentres que está mal en tu esposa) para que las gracias del espíritu de Dios
crezcan diariamente en ella. Por tanto, te encargo ante los ojos de Dios y sus
ángeles, y así como responderás ante mí y a los padres de esta mi hermana,
delante del tribunal de Cristo, que así como la recibes virgen de sus padres, así
no descuides ningún deber por el cual su salvación pueda ser promovida, para
que puedas presentarla pura e irreprensible, en tanto dependa de ti, a
Jesucristo cuando Él te llame a cuentas” (9).
Así que cuando llames “ayuda idónea” a tu esposa (o tu futura esposa), ten
siempre presente que ella, con sus defectos y virtudes, es el cincel que Dios
usa para formar a Cristo en ti. Da gracias al SEÑOR por este privilegio.
~ Charles W. Shedd
¡Sólo a Dios la Gloria!