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CINCO MANERAS DE VIVIR

Vamos hablar de 5 maneras de pasar por la vida, o sea 5 maneras de vivir.


Cuando Jesú s narró la pará bola del buen Samaritano en Lc. 10,25-37, no lo
hizo solamente para enseñ arles a sus discípulos el camino a la vida plena, a la
vida verdadera o como dice a la vida eterna.
Hoy, nosotros los cristianos, debemos de vivir el mandamiento principal, amar
a Dios y al pró jimo como a uno mismo.
Jesú s también al descubrir los personajes de esta pará bola nos describe 5
maneras de pasar por la vida.
Al leer la cita bíblica vamos a darnos cuenta, en este teatro de la vida, qué
personaje somos nosotros.
Lc. 10, 25-37
“Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo:
«Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Qué
está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?» El hombre contestó: «Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con
toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Jesús le dijo:
«¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.» El otro, que quería justificar su
pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y
cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo
golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto.
Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, dio un rodeo y siguió.
Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de
largo.
Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció
de él.
Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó
sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al
día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si
gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.»
Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres se hizo el
prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?» 37 El maestro de la
Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú
lo mismo.»

Vamos a identificar los personajes de esta historia.


1. Al hombre que baja de Jerusalén a Jericó , le vamos a llamar la
víctima, al que asaltaron, al que golpearon, al que dejaron medio
muerto.

2. Los ladrones, los asaltantes, los que lo robaron.

3. Los que pasan de largo, los indiferentes, los que van a hacer algo para
ellos, y no tienen tiempo para los demá s.

4. El buen Samaritano, el que se detiene, el que se compadece, el que se


involucra, el que entra en acció n.

5. El hombre del mesó n, al que le dieron 2 denarios y recibió una orden,


cuídalo, y si gastas de má s te lo pagaré a mi regreso.

Atrá s de esos 5 personajes, hay 5 aptitudes, las maneras de vivir en esta vida.
Veamos.

1. La víctima: muchas personas viven con esa actitud, a mí nadie me


quiere, todos los que se me acercan me hacen dañ o, a mi desde
pequeñ o me ha tocado sufrir, etc., etc.
Tú que lees esta reflexió n, comprendo que hayas vivido circunstancias
difíciles en tu niñ ez, en tu adolescencia, en la actualidad, puede ser que
hallas perdido muchas cosas que otros te robaron. Has sufrido muchos
golpes, muchas heridas. Has pasado por el camino de la vida y má s de una
vez te has sentido medio muerto.
Pero no puedes pasar toda la vida quejá ndote de tu mala suerte, de lo malo
que son los demá s.
Tú eliges, o vas a seguir siendo víctima o te levantas, o cambias de actitud y
empiezas a cambiar esa capacidad de victimizar tu persona.
No negamos, que has sufrido, pero si está s repitiendo los que te pasó ,
cuando eras niñ o, lo que te hizo fulano, lo que te hizo mengano, vuelves a
sentir aquellos sentimientos que te tienen derrotado, deprimido y tirado en
el camino, que bueno que no hubiera pasado todo eso, pero qué bueno que
ya pasó .
Si a pesar de haber perdido lo que perdiste, está s vivo o viva quiere decir
que puedes superarlo.
Quiero decirte a ti que me escuchas, que llega el momento de pedirle al
Señ or y que le digas: Señ or, sana las heridas de mi corazó n y cuando hables
de tu pasado termina diciendo: y todo eso lo pongo en tus manos de Padre,
ese pasado ya no lo podemos cambiar, pero si le podemos permitir a Dios
que nos sane.

Si sufriste un trauma cuando eras niñ o, cierra tus ojos y dile al Señ or: dame
tu mano y quita estos recuerdos, sana estas heridas que no me dejan vivir
en paz, eso ya pasó , pero la herida sigue sangrando.
Señ or te pedimos por todos los que se sienten aú n medio muertos, por
todo lo que ha pasado en el camino de su vida.
Solo Dios sana, el tiempo NO.
Solo Dios puede sanar todas esas heridas que atormentan nuestro corazó n.
Perdonar es un camino para desatarnos del dañ o que nos han hecho todos
esos asaltantes que aparecieron en el camino de la vida. Pero á nimo,
porque si está s vivo a pesar de todo lo que pasó quiere decir que puedes
vivir y el Señ or te va a ayudar a levantarte.
Ahora veamos el personaje del LADRON.
2. Los asaltantes, los que aparecen en la vida para hacer dañ o, de que
los hay, los hay y mucho.
Incluso alguien de los que leen el Peregrino, este haciendo dañ o, porque
nos es bien fá cil pensar en los que hacen dañ o, lo bueno que pensemos
también en el dañ o que hacemos nosotros.
A veces no lo hemos pensado bien pero có mo puede ser, que el pasó por
este mundo sea para causar dolor.
Jesú s dice; el ladró n viene para matar y destruir, y tú vas pasar, toda la vida
como el ladró n?
Con llorar no va a resucitar la persona que mataste, pero podemos librar de
que mates a otro.
Talvez tenemos una trampa mental, como cuando decimos, si no hago yo el
mal, lo va a hacer otro, entonces mejor o hago yo. No uses el pretexto de
que el mal que yo hago, si no lo hago yo, lo va a hacer otro porque el mundo
se llena cada vez de personas que hasta se organizan para hacer el mal, y
hasta se llega a llamar esa acció n CRIMEN ORGANIZADO.
No podemos seguir en este mundo donde hay tantas personas que se
afanan por hacer el mal, y que no les importa pasar por encima del otro. Lo
que les importa es su placer, su tener, les importa llegar a una posició n,
aunque sea pasando por encina del otro, eso es ser ladró n.
Cuando tú quieres apoderarte de algo por la fuerza, cuando en lugar de
competir con tu capacidad y de tomar un puesto, tratas de bloquear a otro,
eso es ser un ladró n, estas causando heridas, cuando traicionamos el amor,
cuando traicionamos al otro, le robamos la esperanza, le robamos la
alegría.
Cuando le robamos la fe, cuando tu destruyes la alegría que hay en el otro.
Cuantos ladrones y ladronas de amor destruyen el matrimonio y la familia
de otras personas, ¿por qué? Porque ellos quieren tener todo, porque ellos
acaparan.
Al ladró n no le importan los métodos, a él le importa el fin, para él es estar
bien, al fin, tener lo que quiero y es que aquí se va a hacer lo que yo digo,
eres un ladró n.
¿Cuá l debe de ser tú actitud?
Pedir perdó n, pedirle perdó n a Dios porque él, que tedio capacidad,
inteligencia, te dio salud, y es que generalmente los ladrones está n bien de
salud y por eso la gente dice; como es que estos que hacen tanto mal, les va
tan bien. Es que tienen muchas capacidades para hacer las cosas, pero las
usan para a hacer el mal, tienen recursos claro, si roban mucho, los
ladrones en la vida pasan con buenos vehículos, hacemos armas, tienen
buenas fuentes de ingreso.
Pídele perdó n a Dios y dile perdó name porque estoy usando mal los dones
que tú me diste, para hacer el dañ o.
No tengas miedo a pedir perdó n, no sana, no borra, pero ayuda a vivir, a las
víctimas. Decir: mira, hice cosas que nunca tuve que haber hecho, no tenía
la edad que ahora tengo, no tenía la lucidez, la madurez, perdó name, un
esposo puede sanar o ayudar mucho al dolor de la esposa, si se para y dice;
Ya crecí, ya comprendí.
En la sociedad, cuanta gente traicionó la confianza, como cuando son
electos para un puesto que es un servicio pú blico, y sin embargo
aprovecharon ese lugar para oprimir, para robar, etc.,
Si tuviéramos la altura, la autoestima, la madurez de pedir perdó n, este
mundo se llenaría de amor en vez de ganas de vengarse, porque cuando el
ladró n comete el mal, el asesinato, asalto, etc., y se sigue riendo entonces
las víctimas sienten ganas de matarse y los que alrededor observan dicen;
como puede este hombre estar impune y buscan la forma de despedazarlo.
Cuando no hay perdó n, cuando no hay reconocimiento de culpa, la
violencia va creciendo en espiral, viene el resentimiento, viene el odio y eso
se puede detener, si el ladró n pide perdó n.
3. Los que tienen metas establecidas, el sacerdote, el levita, iban al
culto, no iban hacer algo malo, no, tienen sus metas, sus caminos bien
establecidos, tienen su estrategia y no permiten que nada los
distraiga, como el que tiene su negocio, sus estudios, su empresa,
como el que tiene su cuerpo y para él o para ella lo má s importante
es mantenerse bien.

¿Pero qué pasa? Que esa carrera de atravesar tus metas, no te detienes, no
te fijas que hay otros a tu lado. Es cierto, tú no tiene la culpa de que ellos
está n tirados, porque tú no fuiste el que los golpeo, y te justificar diciendo;
yo no le hago dañ o a nadie.
Esos son los que pasan de largo, los indiferentes, los que se justifican
diciendo; No tengo tiempo, eso no me toca a mí, yo no quebré eso, por eso
no lo recojo ese es el mayor pretexto de los niñ os.
A un niñ o se le puede decir en estos casos, Tú no hiciste nada malo, solo
queremos enseñ arte a que ayudemos a resolver problemas que tú no has
causado.
Cuando nosotros no queremos detenernos porque vamos hacia la meta,
hay gente que dice, por ejemplo: mi meta es hacer dinero, esos enfermos no
me ayudan, esos niñ os no me ayudan o también dicen; yo no me detengo a
platicar con la gente deprimida ¿y quién los va a sacar de la depresió n, si tú
no te detienes?
Piensa que el que quieras alcanzar tus metas no te justifica que le des la
espalda a otro.
Ejem. La madre Teresa de Calcuta, que yo tuve la suerte de ver por 2
ocasiones personalmente, cuando le iban a dar el Premio Nobel de la Paz,
llegó tarde a la ceremonia, y todo mundo nervioso y ella dice; es que
encontré a alguien en el camino y necesitaba ayuda.
Yo pú blicamente les confieso que a veces y bastantes veces yo soy esa
persona, que cuando estoy ocupado con alguien, no quiero saber ni hablar
con nadie, me molesta que me interrumpan y siento que también voy
dejando en el camino personas que necesitaron una palabra mía.
O tal vez digas yo no soy ladró n, no le he robado a nadie, pero talvez no te
has detenido en el camino de la vida, para ayudar a alguien para que
consiga trabajo.
Siguiendo con el Sacerdote, el levita de la pará bola, no le vamos a
descomponer su meta, su deseo era llegar al templo, para poder servir en e
templo necesitaban los sacerdotes de la pureza legal, pero tampoco podían
contaminarse tocando la sangre de un herido, pensaría; eso me evita
alcanzar lo que yo quiero y lo que ellos querían era sagrado, SERVIR A DIOS
en el templo.
Tus metas de estudio, tus metas de empresario también son muy
importantes, pero entonces tenemos que tomar tiempo para no dejar a
nadie tirado por el camino y darles una mano.
4. Pasemos al personaje nú mero 4, al personaje central, al que Jesú s le
dedica todo el tiempo, o sea lo que él nos vino a enseñ ar, lo que
quiere que hagamos sus discípulos, el buen samaritano, el que se
detiene, el que siente compasió n, que no es lá stima, no, compasió n es
sentir lo que siente el otro, eso se llama EMPATIA, ponerse en los
zapatos del otro, claro, eso incomoda, porque te disminuye el paso,
porque te bajas de tu cabalgadura, atiende al enemigo y so sube, que
hermoso esto, bajar un poco para que el otro suba un poco.
Dar de tu tiempo, de tus recursos, de tu amor, de tus capacidades, de tus
bienes, para ayudar al herido. Se necesita abrir los ojos, se necesita tener
un corazó n solidario, se necesita generosidad para poder compartir. Se
necesita gratitud para reconocer que todo lo que yo tengo debe servir al
otro.
Que gran reto, que meta, Jesú s viene cada vez a que no perdamos la
oportunidad de crecer.
La invitació n de Jesú s es a vivir una vida, cada vez má s plena y no hay
manera mejor de vivirla que estar dispuestos a servir.
5. Quinto personaje.
Resumiendo; hemos venido oyendo, yo no soy víctima, yo no me quejo tanto,
yo no soy ladró n, yo no paso de largo.
El quinto personaje es el hombre que estaba en la posada, el que cuida el
mesó n, él se levanta temprano, hacer lo que hace siempre, hace limpia, espera
para ver que va pasar este día, así nos levantamos todos.
Imagínense un día llega un hombre trayendo en su cabalgadura y pide ayuda,
lo atenderemos lo mejor que podamos y al día siguiente nos da dinero.
A lo que Jesú s dijo, un denario es como lo que gana hoy en el día alguien y le
dio dos salarios mínimos, ha, pero le dio una orden grande, en una mano
recibe dos denarios y en la otra una responsabilidad. Esto significa que
tenemos que estar conscientes de lo que Dios nos ha dado. Nos dio la vida,
capacidades, el lugar donde estamos, de lo que has podido lograr y alcanzar y
debes saber que esto lo debes saber administrar con sabiduría. Lo debes
estirar, lo debes hacer alcanzar, casi todos os que somos así, tenemos ese nivel
de responsabilidad, pensamos a veces que la necesidad es má s grande que
nuestros recursos, ojalá siempre en las circunstancias de poder ayudar
nuestro corazó n sea má s grande que nuestra cartera, en otras palabras, que
mi corazó n sea má s grande que mi casa, que sea má s grande mi corazó n que
mi vehículo.
Muchos dicen: Si yo me sacará la lotería, si yo tuviera 2 millones de denarios,
no, no, no te excuses con lo que Dios te dio y me dio, con lo que Dios puso en
mis manos, que si lo vemos bien es mucho, pero sobre todo con mi capacidad
de administrar bien, mis bienes, puedo hacer mucho bien.

¿Soy un administrador responsable de los dones que Dios puso en mis manos?
Identifiquémonos todos, con este ú ltimo personaje, el del mesó n que ha
recibido dones y que los pongo a mi servicio.
Ciertamente no debemos ni podemos resolver todos los problemas del
mundo, pero una sola palabra anima.
Dios nos pide también, que veamos nuestras limitaciones, que no tenemos
todos los recursos, para invitarnos a la solidaridad, para obligarnos a trabajar
en equipo, para que yo ponga lo que tengo, 2 denarios, pero los dos denarios
del otro y los denarios de otro juntamos mucho.
No nos escudemos, sintiendo que la misió n del herido es tan grande, hagamos
lo que podamos hacer.
Ejem. De lo que podemos hacer:
No puedo yo evitar el calentamiento global para que los polos no se derritan,
pero sí puedo caminar má s, cuidar má s la ecología y cuando me junte con mi
familia abrazarlos y con mis amigos estimarlos má s y con mis feligreses
servirles má s y mejor, aunque de momento me cueste. Eso significa 2
denarios.
No me puedo sentir incapaz yo en lo personal, no acepto decir; NO PUEDO
HACER NADA.
Convenzá monos que somos buenos administradores.
Ven có mo tiene tanta enseñ anza la pará bola del buen samaritano pues las
enseñ anzas de Jesú s, su vida, su gesto, su palabra es luz para iluminar el
camino de nuestra vida y cuando Jesú s contó la pará bola del buen samaritano
no fue solo para decirnos que el camino al cielo, que el camino a la vida eterna,
que el camino a la plenitud pasa por el amor, la solidaridad y el compromiso,
lo hizo también para decirnos que no puedes pasar por el camino de la vida
sintiendo y siendo una víctima todo el tiempo.
Aquel hombre que estaba tirado y medio muerto no te quedes tirados, o como
dice nuestro querido Papa Francisco: NO TE DECLARES MUERTO.
Levá ntate y sigue adelante que el Señ or sane las heridas, reconstruya tu
autoestima y tu deseo de vivir.
Hablo de los ladrones, de los ladrones, que roban, que matan, que asaltan,
violan y secuestran, que extorsionan que tienen competencias desleales en las
empresas, que simplemente consiguen cosas mal habidas y las venden para
mantener la competencia.
Hay tantas formas de ser ladrones, que el Señ or te ayude y piensa, que esto
que está s haciendo es: PAN DE HOY Y HAMBRE DE MAÑ ANA. Está n
convirtiendo en la sociedad en la que vives en una sociedad desconfiada, en
una sociedad resentida, en una sociedad con ganas de vengarse y eso, lo va a
vivir tus hijos, tus nietos, lo van a vivir las personas que dicen, yo no quiero a
nadie, no quiero saber nada de nadie. Sabes que no puedes dejarnos las calles
llenas de dolor y soledad, no puede dejarnos el mundo contaminado, porque
hay muchas generaciones que vienen detrá s. Detén ya esa carrera de hacer
dañ o, de robar y matar, que Dios toque tu corazó n, que, así como pedimos al
Señ or sane el corazó n de las víctimas y que Dios convierta el corazó n de los
que han olvidado de que somos hermanos.
Que Dios toque tu corazó n y que puedas llegar un día a convertirte que
quieres decir no solo dejar de robar, sino compartir, ayudar, no solo dejar de
robar, ya no matar.
Hablamos también del sacerdote y el levita, los que pasan de largo, los
indiferentes, los que no se comprometen, los que no se involucran, los que
nunca dan su firma, los que no se anotan, los que no pertenecen, los que dicen:
yo hago lo que tengo que hacer y a mí nadie me va a distraer de mis metas.
Pero por dentro de tus metas el pasar haciendo el mayor bien que te sea
posible.
Recuerda que no solo se trata de alcanzar los sueñ os personales, es de ayudar
también a los que está n con pesadillas.
Tenemos que crear un mundo de gente activa, de gente productiva, ya no hay
espacio para los que, no triunfan, este mundo se está convirtiendo en un
mundo de personas competitivas y que no nos importa dejar a los demá s
tirados.
Piensa que, así como tú tienes metas y que las quieres alcanzar, hay otros que
necesitan oportunidad para alcanzarlas.
Ese es el llamado A NO PASAR DE LARGO, si no dejas tus metas, pero dejas
tirado en el camino, ya no digamos a los demá s, sino que también tus
familiares y tus amigos.
El mensaje central por lo que Jesú s contó la pará bola el vino a darnos
ejemplo, a darnos vida, no a darnos una enseñ anza, Jesú s es diferente a todos,
los maestros enseñ an, ley, preceptos, ritos, normas, etc., Jesú s vino a enseñ ar
un estilo de vida y dijo: HAZ TU LO MISMO, vive como É l vivió , É l se encarnó ,
estuvo con nosotros, sintió lo que nosotros sentimos, eso se llama compasió n,
sentir lo que siente el otro. Se detiene, se baja de su cabalgadura, siendo Dios
se hizo hombre para que el hombre suba.
Quiera Dios que nosotros también tengamos ese estilo de vida.
Dios bendiga a los que han alcanzado metas grandes y ahora se solidarizan
para que otros logren.
A los empresarios, que ahora tratan de que los jó venes tengan su primer
empleo, que los jó venes se preparen y estudien.
Dios bendiga a aquellos que fueron electos a un cargo pú blico y ahora dicen
esta confianza no la voy a traicionar, quiero ayudar a otros, quiero ayudar a mi
pueblo o al menos vivir responsablemente como el señ or que recibió los dos
denarios.
Todos somos ese señ or del mesó n, que recibió 2 denarios. Por favor, no digan
que no has recibido nada. Es cierto que no has recibido todo lo que querías,
pero con todo lo que has recibido puedes hacer mucho, adminístralo bien, vive
una vida austera no despilfarres, usa bien tus bienes, sobre todo tu tiempo, tu
salud, tus añ os, días o lo que te quede, son denarios maravillosos que tienen lo
suficiente para cumplir la misió n.
Y si algo gastas de má s te lo pagara cuando regrese, el Señ or va volver y qué
bello es pensar que estamos esperando al Señ or. Obviamente no para que nos
pague una lista, sino simplemente para decir; me alcanzaron los denarios, fui
un administrador responsable, gracias por haber confiado en mí, por haberme
dado en una mano los recursos y en la otra la misió n que iba realizar.
Que esta reflexió n que lees llene de luz y de fortaleza tu vida y que el Señ or te
ayude a pasar por este mundo y que al final puedas sentirte satisfecho, valió la
pena, vivir, valió la pena estar consciente que no es solo que transcurra la vida
y no dejes que la vida te viva, no dejes que el calendario vaya arrancando
hojas en tu vida, vive tú , pero elige la mejor manera de vivir.
Mi hermano, en la vida hemos jugado diferentes papeles, pero a partir de hoy
decide dejar de ser víctima, ladró n, y dejar de ser indiferente, decide ser al
menos un buen administrador, decide sobre todo imitar a Jesú s y ser un buen
samaritano.
Tu dijiste Señ or, yo soy la luz del mundo, el que me siga no andará en
tinieblas, yo quiero tener tu luz para vivir la vida.
Tus palabras, tus gestos y tus acciones, nos invitan a vivir una vida en
plenitud.
Sacude Señ or a todos los que leen esta reflexió n.
Sana el corazó n de las víctimas y convierte el corazó n de los victimarios, y a
todos danos la gracia de vivir en tu amor y tu amistad. Amén.

Pbro. Lic. José Alfredo García Palencia

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