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Cuestionario 1 Fil. Del Lenguaje
Cuestionario 1 Fil. Del Lenguaje
Para dar sentido al pensamiento de Frege, y a lo que se llamará luego el proyecto logicista,
Frege en sus primeros escritos comienza a traspasar los conceptos de la aritmética al mundo
de la lógica. Con esto, este intenta demostrar que, últimamente, la aritmética se reduce a la
lógica. Sus múltiples escritos motivaron una serie de importantes movimientos en el ámbito
de la filosofía y de la lógica que hasta el día de hoy tienen cabida.
Uno de los primeros y más importantes pasos que Frege da en este proyecto se sitúa
alrededor del concepto de función. La función, como bien se utiliza en matemáticas, es un
tipo de operación incompleta. Es decir, la función es aquella que debe de ser completada
por un número para que sea capaz de dar un determinado valor. Por ejemplo: f(x) = 2 + 3x,
en este caso todo lo escrito anteriormente representa una función. Claramente se ve que esta
está incompleta, aquella falta se representa en la letra x. Al mismo tiempo, esta letra x
representa el número cualquiera que una función puede tomar, por ejemplo; x = 2; f(2) = 2
+ 3 * 2 = 8. En el ejemplo anterior podemos ver que se determinó que x valdría 2, por tanto
el número que toma la función en este caso es 2. A través del mismo ejemplo anterior se
puede ver que el valor de la función cuando x es 2 es igual a 8. Finalmente, a modo de
resumen, podemos dilucidar el significado de los conceptos función y valor diciendo que;
cuando la función f(x) = 2 + 3 * 2 toma como x el número 2 el valor resultante de la
función es 8.
Palabras: 809.
Para entender la solución que Frege le da a esta aparente paradoja, primero tenemos que
entender cómo es que esta se forma. La oración “el concepto caballo es un objeto” está
compuesta de dos partes, el concepto en sí: “( ) es un objeto”; y el argumento que lo
resuelve: “concepto caballo”. Tomando en cuenta las definiciones de conceptografía que se
hicieron en la respuesta anterior podemos ver que hay un claro problema. Según aquellas
definiciones se entiende que el nombre “el concepto caballo” es un objeto, es decir, un algo
completo. Pero, por otro lado, vimos anteriormente que la definición de Frege de concepto
se caracterizaba por ser un tipo de función, y las funciones, por definición, se identifican
por ser ante todo incompletas. Entonces ¿Cómo es posible que un nombre como “concepto
caballo” sea un algo completo, es decir, un objeto, cuando vimos expresamente que un
concepto de por sí es incompleto?
Para hacer las cosas más comprensibles podríamos cambiar la oración antes tomada.
Imaginemos la siguiente proposición: “el concepto caballo no es un concepto”, nuevamente
tenemos dos partes, por un lado tenemos el nombre “el concepto caballo”, y, por el otro, la
función “( ) no es un concepto”. A primera instancia aquello parece extraño, ¿Cómo es que
un concepto puede no ser un concepto? Un análisis superficial de aquella oración nos haría
pensar que aquella es una paradoja irresoluble, ya que es extraño pensar que la referencia
de un concepto sea otro concepto, cuando ya vimos que la definición de referencia es un
algo completo, es decir un objeto. Pero Frege dice que aquello no tiene nada de raro, ¿Por
qué?
Frege comienza afirmando lo anterior, es decir que es efectivamente cierto que el concepto
caballo sea un objeto, por tanto es cierto que la referencia de la expresión anterior sea un
nombre y no un concepto. Aquí es donde podemos ver la supuesta paradoja, si Frege afirma
que concepto y objeto son excluyentes entre sí, ¿Cómo es que puede afirmar que “el
concepto caballo” sea un objeto? La solución de aquello es en realidad bastante simple.
Para entenderla hay que realizar una suerte de separación entre lo que es la lógica de Frege
propiamente tal y el uso del lenguaje natural. Esta supuesta paradoja se crea al entremezclar
el uso del lenguaje cotidiano y el sistema lógico que Frege opera. Es decir, esto en realidad
no es una paradoja, sino que es un error del lenguaje natural, el cual dejaría intacto el
esfuerzo lógico de Frege.
El lenguaje natural no nos deja usar funciones como nombres u objetos. Si yo quiero decir
algo de un concepto tengo que predicarlo a algo, aquello se puede hacer en lógica sin
problemas, pero esto conlleva que el concepto del que quiero decir algo se convierta en
sujeto, es decir, en objeto. Es decir, cuando quiero decir algo de un concepto, en ese mismo
intento de decir algo, se pierde su cualidad o su ser concepto, y pasa a ser un objeto del que
puedo predicar algo. Esto en lógica no conlleva ningún problema, pero es cuando se le mira
desde la perspectiva del lenguaje natural cuando vemos esta supuesta paradoja. Por tanto,
Frege concluye que el problema está en el uso del lenguaje y no en la lógica como tal. Con
esto Frege tampoco quiere decir que el lenguaje natural sea inservible o erróneo como tal,
solo que este a veces puede aparentar un conflicto a nivel lógico, cuando en realidad no es
así.
Palabras: 586.
Frege un gran problema en este argumento, este es, el predicar de un concepto la existencia.
Una función de segundo orden es aquella que se caracteriza por contener más de una
función en ella, por ejemplo f(g(x)) = 3y + 6; para resolver aquella función deberíamos
tener primeramente el valor de g(x) para luego resolver f(g(x)). En las funciones
conceptuales de segundo orden de Frege también sucede algo similar. Por ejemplo,
tomemos el concepto: ( ) se expande con el calor; para este tipo de concepto sirve cualquier
objeto que entre en el concepto Los metales. Es decir, las funciones de segundo orden son
aquellas que contienen más de un concepto. En el ejemplo anterior podemos ver que el
concepto ( ) se expande con el calor, me entrega un valor de verdad verdadero cuando lo
completo con cualquier objeto que se predique del concepto Los metales (cobre, oro, plata,
etc.).
Ahora bien ¿dónde entran los cuantificadores? El concepto anterior tiene como
cuantificador el cuantificador universal, es decir; todo metal se expande con el calor, o en
notación proposicional: (∀x)(F de x); esto quiere decir que: para todo x, F de x. Es el para
todo el cuantificador universal de la proposición. Aquello quiere decir que para todo metal,
la función se expande con el calor, dará un valor de verdad verdadero.
Otra forma interesante que Frege tiene de definir la existencia es refiriéndola a los números
0, 1 o n +1. Un concepto existe cuando este es distinto de 0.
Ahora bien ¿Qué tiene que ver todo esto con el argumento ontológico a favor de la
existencia de Dios? Muy simple, según todo lo anterior hemos llegado a concluir que la
existencia es un cuantificador de segundo, pero más importante que aquello, hemos visto
que un concepto no puede predicar por sí solo la existencia, es decir, jamás voy a encontrar
la existencia del concepto examinando el concepto mismo, sino que debo encontrar al
menos un objeto que caiga bajo él. El argumento ontológico rompe con esta regla
fundamental, es decir, predica la existencia de un concepto por el concepto mismo. En este
caso es tiene todas las perfecciones. Pero el concepto tiene todas las perfecciones no puede
contener la existencia por sí misma, sino que debe de existir un objeto que caiga bajo ese
concepto para poder afirmar su existencia, pero en este caso jamás podremos comprobar
aquello, por lo que no podemos atribuirle la existencia a algo que no podemos comprobar.
En conclusión, el argumento ontológico utiliza la existencia de manera infundada.
Palabras: 808.
En el escrito Sobre Sentido y Referencia (1892) Frege hace una importante distinción que
resuelve el problema de los enunciados de identidad. En la época de Frege la lógica como
tal pasó por alto una distinción que Frege consideraba esencial. Frege notó que cuando
hablamos de nombres como el lucero de la tarde; el lucero de la mañana; y el planeta
Venus, existe una clara diferencia entre estos nombres—a pesar de que todos refieran a
Venus—, y es justamente esta diferencia la que Frege quería abarcar.
Este rechaza que la identidad entre dos oraciones sea producto de una relación entre
objetos, ya que si esto fuese así se ignoraría la diferencia anteriormente expresada. Es decir,
si la identidad fuese efectivamente una relación entre objetos, el lucero de la mañana; el
lucero de la tarde; y Venus no tendrían una real diferencia semántica entre ellos, pero es
claro que sí hay una diferencia entre aquellos tres nombres. Podríamos ejemplificar lo
anterior de la siguiente manera; Venus = a; lucero de la mañana = b. Ahora bien, tenemos
dos relaciones de identidad; a = a; y a = b ambas relaciones son verdaderas (el lucero de la
mañana es efectivamente el planeta Venus). Si seguimos la idea de que la identidad se basa
en una relación entre objetos, ambas identidades anteriormente expresadas serían iguales,
ya que ambas refieren al mismo objeto (Venus). Pero es claro que hay una clara diferencia
entre ellas, a no es idéntico a b. La primera de las relaciones de identidad no nos dice nada
nuevo, es una oración analítica a priori, no necesitamos salir al mundo con un telescopio
para comprobar que Venus es efectivamente Venus. En cambio, la segunda relación de
identidad (a = b) sí contiene información nueva. Alguien que no tenga muchos
conocimientos astronómicos podría no saber que el lucero de la mañana es el planeta
Venus, por lo que para comprobar dicha relación de identidad tendría que salir al mundo o
al menos sacar su teléfono para poder googlear dicha respuesta. Es por ello que esta
segunda relación es claramente una expresión del tipo sintética a posteriori.
Gracias a lo anterior se puede ver que existe una clara diferencia epistémica entre ambos
enunciados. Ambos refieren a Venus, pero ambos expresan eso mismo de distinta manera.
Algo similar sucede con los nombres el lucero de la mañana y el lucero de la tarde, ambos
son nombres distintos que se les da al planeta Venus, pero hay igualmente una diferencia en
la forma de expresarlo. La relación de identidad el lucero de la mañana es igual al lucero
de la tarde es verdadera, pero hay una clara diferencia epistémica en ambos nombres. Si
tomamos los dos ejemplos antes explayados podemos notar que los enunciados de identidad
tomados como relaciones entre objetos no dan cuenta de esta discrepancia epistémica.
Palabras: 753.