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TIPO DE VÍNCULOS.

El vínculo que formamos con mamá es de los más importantes, ya que determina el
tipo de relación que tendremos con la vida.
El apego, o vínculo, es un sistema biológico innato que busca mantener al bebé a
salvo ya que hace que éste:
 busque la proximidad de la madre.
 Acuda a ella cuando siente malestar para que le ayude a regular sus emociones.
 Pueda internalizar la relación con ella y le produzca una relación de base segura.
Esta sensación es el resultado de experiencias repetidas de sentirse conectado con
una figura que le proporciona: amor cuidado y protección.

La sensación de seguridad proviene de experiencias predecibles, repetidas y


consistentes que crean una “base segura” primero desde el exterior y que luego sentimos
internamente y nos permite sentirnos seguros para poder salir a explorar. Cuando esto se
da, hablaremos de apego seguros y, si no, de apego inseguros.
Los apego seguros están relacionados con desarrollos positivos en muchas áreas:
emocional cognitiva y social.
El Apego Seguro: facilita la autoestima, la capacidad para relacionarnos
adecuadamente, fomenta la resiliencia al estrés y la habilidad de manejar las propias
emociones, como también la empatía para manejar las de los demás. Sienta las bases de
nuestra inteligencia emocional y del desarrollo de las habilidades sociales, lo que va a dar
un sentido a nuestras vidas.
Hay que tomar en cuenta, que cuando el apego de base es inseguro, puede
cambiar si tenemos relaciones reparadoras en el proceso de crecimiento. Una relación
reparadora con otra persona, en la que nos sentimos comprendidos y seguros, puede ser
una importante semilla para desarrollar resiliencia.
El vínculo, o apego que formamos con nuestra madre, es la base de una conexión
emocional con otro ser humano. A través de esta conexión física y emocional,
desarrollamos la confianza en los demás. La forma en que nuestros padres nos muestran
amor cuidado y protección, sientan las bases para sentirnos seguros y confiados con los
demás.
Una buena calidad de amor contiene cualidades de: atención, aprecio, afecto,
aceptación, autenticidad, apego, amistad, ánimo y admiración.
Podemos definir AMOR como la capacidad de dar o prestar atención plena al otro
en presencia del otro. Aceptar a la persona sin quererla cambiar. Apreciar el que sea
como es y estar en nuestra vida. Poder expresar afecto: amor a esa persona. Mostrarnos
auténticos y esperar que el otro se pueda mostrar auténtico con nosotros. Poder establecer
un vínculo con esa persona. Crear una amistad significativa, crear una relación recíproca.
Animar a la persona a sacar su máximo potencial y poder admirar a esa persona en su
singularidad.
Si una madre no siente amor y todas estas cualidades, por sí misma, difícilmente
podrá ser el espejo necesario para podérselo reflejar a su bebé.
La madre sensible es capaz de ver las cosas desde la perspectiva del bebé,
empatiza con él, escucha sus necesidades y responde rápida y adecuadamente.
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Si la madre es insensible y se comporta con el bebé según a ella le convenga,
basándose en sus propios deseos, en su estado de ánimo y sus actividades, éste sufrirá y es
probable que pierda la confianza en sí mismo. Hasta un niño pequeño necesita sentir que
sus acciones influyen con el entorno.
El apego seguro se da cuando la madre satisface las necesidades del niño de
forma correcta y en el momento adecuado. Lo que interioriza el niño de éste
comportamiento materno es que le entienden y sus sentimientos y necesidades son
respetadas y entendidas. Siente que alguien importante en su vida le conoce y le deja la
sensación de que “si me expreso, me van a entender y van a cubrir mis necesidades”.
El apego seguro, genera sintonía (resonar, enfatizar, relación recíproca) y el niño
percibe que esta sintonía manifiesta comportamientos coherentes, predecibles y
repetitivos. Las relaciones con estas cualidades hacen que el niño se sienta entendido y
conectado. Esta sintonía produce una sensación de equilibrio interno que le ayuda a
regular sus estados corporales y emocionales.
Cuando el vínculo o apego con los padres es inseguro, la sensación de sintonía es
frágil e incierta. Existen tres tipos de vínculos inseguros:

APEGO ANSIOSO (AMBIVALENTE).


Los que tienen un “apego ansioso” experimentan la comunicación con la madre
como inconsistente, pues unas veces están en sintonía y otras no, y puede ser incluso
intrusiva. Experimentan a la madre como impredecible y esto les hace aferrarse a ella
cuando está presente y ser dependientes.
Cuando los niños experimentan una disponibilidad inconsistente y el tipo de
conexión con la madre no es predecible, desarrollan un sentido de ansiedad y de
incertidumbre y duda sobre si pueden o no depender de la madre. No saben qué esperar,
y esto produce ansiedad. La ansiedad produce una sensación de inseguridad en la
relación madre-hijo y crea una base de desconfianza en el otro. Lo más probable es que
la interacción con el mundo sea parecida.
Las personas con este tipo de apego están desesperadas por esa conexión,
expresan intenso afecto y mucho estrés negativo en las relaciones que no responden a lo
que ellos necesitan y se convierten en hipervigilantes. Están constantemente preocupados
por la pérdida potencial de la relación. Tienden a formar relaciones de dependencia a las
que se aferran. Permanecen en relaciones dependientes, aunque estén incómodos tanto
en parejas como en trabajos. Aceptan esa falta de sintonía con la otra persona, esa
negligencia como si fuera algo natural, y son incapaces de separarse.
Viven con un miedo implícito al abandono. Son personas que tienen constantes
demandas emocionales. Están siempre pidiendo que las reafirmen: ¿me quieres? ¿De
verdad que me quieres? Sus parejas se quejan de que hacen demasiadas demandas de
afecto. Su núcleo desde la infancia es que no pueden estar seguros de la relación, así que
siempre están con miedo de una manera desesperada, con “hambre”. No creen que
alguien vaya a estar ahí para cubrir sus necesidades relacionales
Pueden alterar sus expresiones afectivas de estar: 1) confusos y pasivos, y 2)
miedosos y abrumados.
Son buenos estudiantes, vinculados a algún profesor, porque están dispuestos a
adaptarse a cualquier precio para llenar esa inseguridad.

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Características de cómo se manifiesta este apego en las relaciones adultas:
 Tiene necesidad de tener pareja, se siente desgraciado cuando no la tiene.
 Busca mucha intimidad en la relación, que se convierte en una especie de
dependencia.
 Le cuesta expresar sus inquietudes por miedo a que se distancie la pareja, pero
actúa para que le pregunten.
 Recurre a juegos para llamar la atención o despertar el interés de la pareja.
 Está muy pendiente de los comportamientos de la pareja para intentar saber si hay
algún cambio o todo está bien.
 Cree que debe esforzarse mucho para que la pareja siga interesado en el/ella.
 Se adaptan a la pareja con una especie de sumisión y esperan que sea la pareja la
que lleve la relación.
 Tiene cierta ansiedad por el futuro de la relación, preocupándose de si durará.
 Teme que cualquier descuido arruine la relación.
 Desconfía de la pareja y cree que le puede ser infiel, por lo que se muestra celoso.

APEGO EVITATIVO
Cuando una madre no está disponible de forma reiterada, o rechaza al niño, o
cuando se acerca al niño y no está emocionalmente equilibrada, éste puede desarrollar
un apego evitativo. El niño se adapta al adulto evitando la cercanía y la conexión
emocional con la madre. La relación emocional madre-hijo suele tener una calidad estéril,
pues es como si la madre no disfrutara del niño y éste siente la no-conexión.
En el apego evitativo inicialmente el niño llora para llamar la atención de su madre y
ésta tarda en acceder, y cuando lo hacen es posible que esté alterada y no trate al bebé
con el cariño que necesita o le proporcione lo que no necesita. Se produce un
desencuentro entre lo que el niño necesita y lo que obtiene. Las madres de estos niños no
estaban emocionalmente disponibles: se retiraban cuando el niño estaba triste y se sentían
a disgusto con el contacto físico. Por ello, aunque la necesita, aprende a no mostrar
necesidad e incluso rechazo
El apego evitativo también se puede llamar “desapego emocional”. Los evitativos
están relajados; no hay necesidad ni de intentarlo, convencidos que no van a conseguir lo
que necesitan. Expresan su malestar descontando o devaluando la importancia de las
relaciones. Inhiben las emociones y expresan su enfado apartando a la gente.
Básicamente evitando la intimidad. No hablan de lo que sienten porque no creen que
vaya a haber alguien para responderles.
Tienen un miedo implícito a la vulnerabilidad en la intimidad. Intentan no mostrar
su propia vulnerabilidad y evitan expresiones de ternura. No les gustan las expresiones
tiernas de afecto y ridiculizan a quienes si las muestran. Rechazan su necesidad de
contacto físico y desarrollan estrategias para las relaciones interpersonales donde no son
conscientes de sus necesidades. No quieren ser dependientes de nadie, pero pueden serlo
de las cosas. Viven la dependencia como algo peligroso.
En el adulto, este patrón está repleto de afirmaciones contradictorias acerca de las
historias de la infancia en las que se refiere a las relaciones con los padres. No se quieren
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acordar. Utiliza la negación y desapropiación. Suelen manifestar autoafirmación intentando
ser dominantes en las relaciones, y si no son dominantes resultarán por lo menos fríos.
Pueden llegar a mostrarse narcisistas y creer que no necesitan de nadie y que todo lo
pueden hacer solos.

Características de cómo se manifiesta este apego en las relaciones adultas:


 No aclara sus intenciones en la pareja.
 Envía mensajes confusos, parece que le interesa el otro/a pero luego crea distancia
o espacio.
 Emplea tácticas para poner distancia emocional o física estableciendo límites en la
relación.
 Valora mucho su independencia.
 Desconfía de sus parejas pensando que se pueden aprovechar de él/ella.
 Hace descuentos: no tiene en cuenta la pareja o habla de las dificultades con
parejas anteriores.
 Tiene una opinión poco realista e idealizada de cómo deben ser las relaciones.
 Tiene miedo al compromiso y establece reglas que lo evitan.
 Crea discusiones (consciente o inconscientemente) para poder alejarse
temporalmente; de no ser así, demasiada cercanía les estresa.
 Le cuesta hablar con la pareja acerca de la relación.

APEGO DESORGANIZADO.
Se desarrolla cuando las relaciones con la madre son un foco de miedo y
desorientación y la necesidad de apego no está resuelta.
Este apego refleja una desorientación psicológica profunda causada por un trauma
que no está resuelto y una pérdida del contacto reparativo, que no existe.
El trauma ocurre, pero lo que traumatiza (significa que no está resuelto) es la
ausencia de una acción reparativa. Si un niño entiende que es una mala experiencia, o lo
habla y lo libera, y no se queda con esa carga emocional, entonces no es traumatizante,
hay calidad reparativa.
En el apego desorganizado hay un trauma emparejado con la ausencia de una
relación reparativa. Por ello los niños hacen sus propias conductas de autorreparación.
Otro trauma es el acumulativo, que consiste en pequeñas decepciones, las
pérdidas, la crítica, que ocurren una y otra vez, y todo eso es lo que es traumatizante,
aunque cada una de esas cosas no lo es en sí misma.
Este apego se da cuando la manera de tratar al niño hace que éste sienta más
miedo que confort o esté más a disgusto que a gusto. Cuando se quejan reciben más
malestar. Esto hace que sienta indefenso, lo que le hace tensarse aún más.
El niño siente que la madre no está presente para él y ha deducido que sus
emociones no sólo no le ayudan a conectar con el otro sino que crean una desconexión
mayor, y esto hace que no pueda darle sentido a sus emociones internas. Esta
desconexión hace que el niño tenga miedo de confiar en las relaciones interpersonales
y, sobre todo, en las situaciones de estrés.

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Cuando el niño sabe que al llorar con tristeza no consigue una respuesta, pero que si
se pone alegre o enfadado al menos la madre viene y le grita, aprenden a cerrar un
afecto y activar otro para conseguir respuesta, aunque sea negativa. Esto se llama una
sustitución de sentimientos.
Éstos niños tienen experiencias repetidas de conexión con la madre en las que se
sienten desbordados, asustados por una sensación de caos. Cuando la madre es un foco
de alama y confusión, los niños padecen “una paradoja biológica”. Esto significa que
dependen de quien no solo no les produce confort y cuidado, sino todo lo contrario: les
produce miedo y les hace sentirse a disgusto.
Perciben a sus cuidadores como negligentes y castigadores de forma predecible, y
que van a ser negligentes de una forma que también va a ser predecible.
Son niños supertensos, supervigilantes, a los que no les cubren sus necesidades.
Crecen en medio de peleas familiares. A menudo se convierten en la víctima de esas
peleas. Muchos informan que uno de los padres, o ambos han sido abusivos o violentos.
Estos niños tienen un miedo implícito al abuso.
Para los niños con un apego desorganizado, el hecho de no poder integrar
correctamente una base segura puede ser que no les resulte fácil regular emociones,
tengan problemas en las situaciones sociales, y dificultad con los razonamientos
académicos, así como una predisposición a la violencia o a la disociación.

Características de cómo se manifieste este apego en las relaciones adultas:


 Dificultad para establecer una relación duradera.
 A veces busca cercanía y otras veces la evita.
 Tiene prevención hacia las relaciones en mayor o menor medida.
 Está alerta, siente ansiedad en los encuentros, tiene miedo de que le hagan daño.
 Es cauteloso en mostrarse, puede fingir lo que no es.
 Estar tenso pero puedes sustituir sentimientos mostrando alegría y agrado.
 Es desconfiado, le cuesta tener intimidad, no se muestra.
 Intenta mantener relaciones en las que tiene el control.
 Puede demostrarse agresivo en momentos de estrés.
 Tiene problemas en situaciones sociales.
 Miedo al abuso por parte de la pareja.

Siendo conscientes de nuestro tipo de apego podemos, poco a poco, transformarlo en


un apego seguro.

Tomado del libro: “Abraza tu niño interior” de Victoria Cadarzo

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