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En el silencio se puede encontrar a Dios, es desde ahí desde donde Él opera.

Su gratuidad no tiene
explicación, es silencio. De aquí que sea tan desconcertante, llegado a veces a tener la impresión
de abandono por parte suya. Es difícil tener paciencia ante sus aparentes demoras y silencios, ante
la falta de lógica humana en su obrar y en su gratuidad. El silencio es el atributo que mejor
caracteriza el obrar de Dios, y el de su Hijo… y de María, mujer silenciosa, adjetivo que expresa con
cabalidad su historia y su personalidad. El autor al hablar del silencio de María, busca significar
vocablos como profundidad, plenitud, fecundidad, fortaleza, dominio de sí, madurez, fidelidad,
humildad, todos ellos presentes en María.

A pesar de ser un personaje de semejante importancia, todo es silencio en torno a María, no se


sabe con exactitud cuándo, dónde o cómo nació. El silencio envuelve su vida. Fuera de sus
fugitivas apariciones, la Biblia no habla nada de ella. Tan humilde, pobre y desinteresada que
quedó en silencio, se hizo transparente para mostrar el Misterio de Dios y su salvación.

Entendidos los vocablos que emanan del silencio, es que se puede entender entonces el silencio
de la virginidad de María, la cual encierra contornos mucho más amplios que los meramente
fisiológicos. Esta se entiende como pleno consentimiento al pleno dominio de Dios, en quien se
encuentra la explicación final y total de la virginidad, pues sin Dios, la virginidad es un absurdo
total.

Una escena íntima

La escena de la anunciación es una narración muy valiosa, cargada de intimidad en todos sus
actores y situaciones. La situación interior de María era como la de quien se siente ruborizado por
un tratamiento del que no se siente digno. Desde esta situacion emerge la figura humilde de
María.

Aparentemente todo es pasividad. Es mucho más facil conquistar que ser conquistado. María,
como la pobre de Dios, no duda, no cuestiona, no se queja, solo se entrega al misterio desde el
silencio.

Impresiona el silencio de María despues de la anunciación, dado el peso de la noticia que acababa
de recibir. Por el contexto evangélico se deduce que María no comunicó la noticia a nadie.

A manera de excursus, conviene decir que desde los tiempos de Abraham, se había ido formando
una especie de sueño dorado en todas lasm mujeres de Israel, pues cada una tenia la posibilidad
de ser la madre del Mesías. Esto llevó a una desestimacion de la virginidad y un especial temor a la
esterilidad. Y contra todo posible pronóstico, en María, la joven virgen, es donde Dios habría
decidido encarnarse.

Vemos pues, en Maria, una gran fuerza interior, esto es porque María vive desligada de sus
intereses, entregada totalmente a Dios. Situarnos en su contexto y su ambiente cultural nos
ayudarán a comprender mejor su persona y su modo de obrar. Se adoptará la siguiente regla: lo
que es común y normal en su tiempo para su pueblo, lo es tambien para ella.

En su tiempo, las mujeres de 12 años eran consideradas gedulah, es decir, núbil y eran entregadas
en esponsales. Este fue el caso de María. Las penas para las mujeres desposadas en los esponsales
eran desde repudiar con el acta de divorcio hasta ser lapidadas o incluso quemadas vivas si eran
hijas de levitas. Estos elementos nos dan motivos para dimensionar y valorar el silencio y la
fortaleza de María después de la anunciación, que sólo se entienden en alguien que se encuentra
profundamente invadido por Dios. Nos hace evocar las palabras del salmista: “el Señor está
conmigo, no tengo miedo. ¿Qué mal podrá hacerme el hombre?” (Sal 117).

No menos admirable es la reaccion de José. Dado su contexto, lo habitual eran las reacciones
violentas, ante la humillacion de la infidelidad. ¿Qué detuvo a José de reaccionar de esa manera?
María habrá evocado en él algo divino, con su personalidad, que lo hizo desistir. José es
presentado como “justo”, alguien sensible a las cosas de Dios, de aquí que muy seguramente José
percibía en María el misterio de Dios. El autor elabora un retrato de José que se corresponde muy
bien con la persona de María: sensible a las cosas de Dios, preocupado más de los demás que de sí
mismo, capaz de comprender y perdonar, capaz de tener control de sí mismo para no dejarse
llevar precipitadamente, capaz de esperar y sufrir él mismo en lugar de los demás, capaz de amar
oblativamente.

Amistad y comunión

Una verdadera relación con Dios desembocará en la donación y apertura a los demás. El trato con
Dios que no lleve a la comunión con los hombres es una simple evasión en la que la persona se
busca a sí misma. Es por eso que inmediatamente después de la anunciación encontramos a María
en camino a visitar a su prima Isabel. Esto mismo ocurre en Isabel, quien hacía seis meses había
tenido una profunda experiencia de Dios al quedar embarazada. Al encontrarse ambas madres se
nos narra una escena de la que brota comunion y fraternidad, fruto del Espíritu. Dos mujeres tan
distantes en tiempo y espacio, ahora se encontraban tan unidas.

Como bien sabemos Dios puede obrar por encima de su creacion a placer, tanto así que se hizo
hombre, sin embargo, el decide respetar la naturaleza de lo que ha creado. María se casó, y esto
no se debe entender como una falta de fe o una falta de la fortaleza interior a la cual hemos hecho
mención en párrafos anteriores, sino porque, dado su contexto cultural y la sociedad de su tiempo,
convenía que así fuera. María se casó, sin embargo esto no hizo que de ningun modo se perdiera
el más minímo detalle de su condicion virginal. Nada escapa a la voluntad de Dios, es así que la
Virgen concibe sin dejar de ser virgen y se casa, conservando su virginidad. José es un personaje
fundamental en todo esto, pues debía ser un varón de semejantes caracteristicas, el que recibiera
a semejante mujer, predilectos ambos de Dios para poder llevar a cabo esta obra. Sensibles a su
proyecto, humildes, justos, santos.

Podemos imaginar la alegría de María en la noche de Navidad. Que experiencia tan profunda e
inefable. No menos profunda, pero sí con diferente efecto, las palabras de Simeón y Ana. Que
efecto tan diferente produce el encuentro con el Señor. Finalmente, el Calvario, en medio de tanto
movimiento estaba María, de pie, en silencio, reverencial, como de adoración. Nunca el silencio
dijo tanto como en ese momento.

Y así, también en silencio, termina la vida de María. Sin saber cuándo, dónde o cómo murió. Fiel a
su misión de traer a Dios y llevarnos a Dios, María desaparece casi en el anonimato, tal como
apareció del mismo.

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