A los amigos del cielo y de la Tierra; A los amigos de la paz y de la guerra; A los amigos de la euforia y trabajo duro.
Al eterno amigo, que vive en las alturas;
Al que me dio la vida, aún sin merecerla; A Dios Eterno, que mi alma fielmente cura; Al Señor Bendito, que su amistad me entrega.
A los amigos de cuna, que me vieron nacer;
A mis Padres, que su amor y sacrificio entregaron; A mi padre y mi madre, cuyo genuino querer; En amor y amistad filial, se tornaron.
A los amigos de sangre, mi hermana y hermanos;
Con quienes mi vida he ido sembrado día a día; Y en medio de aventuras y apretones de manos; Formaron una amistad con inmemorables alegrías.
Al amigo verdadero, al mayor de los hermanos;
Por su ejemplo que desde niño, fue calando en mí ser; Al que en las duras peleas, siempre me ha tendido su mano; Y en mi corazón guardo un especial querer.
A los amigos de familia, a las primas y primos;
Cuya amistad se mantiene, a pesar de la distancia; Con quienes divertidas vivencias, compartimos; Y en ocasiones hemos llorado, por inesperadas partidas. A los amigos de infancia, en las aulas de cemento; Con quienes aprendimos las primeras lecciones de vida; Y en medio de los juegos y travesuras de viento; Compartimos emociones de mentes imaginativas.
A los amigos de barrio, que en los campos y cultivos;
Disfrutamos de momentos, que permanecerán por siempre; Entre bosques y riachuelos, se formaron muy activos; Los vínculos de amistad, que refrescan aún mi mente.
A los amigos de adolescencia, del colegio los mejores;
Con historias de avenida, de enamoradas y fiestas; Que en medio del estudio, crearon sentimientos nobles; Perdurando con los años, una amistad sincera.
A los amigos que nacieron al tomar la decisión;
De viajar a la Capital para continuar creciendo; Las amistades de la U, los amigos de profesión; Cuyos vínculos se han mantenido, a pesar del tiempo.
A los amigos de jornadas, en los trabajos efectuados;
A las amistades manabas, cuyo recuerdo perdura; Quienes me apoyaron a construir, esos primeros pasos; De esta hermosa profesión, de esta hermosa locura.
Al amigo y maestro, de quien mucho he aprendido;
Entre clases, trabajos y conversaciones grandiosas; Quien siempre me ha alentado, a continuar mis sueños; Y de quien he aprendido, muchas lecciones hermosas.
A la amistad más dulce, mi bella novia y amiga;
La pareja que el Señor, me ha permitido conocer; Mi confidente, mi apoyo, mi compañera de vida; A ella mi gratitud y mi profundo querer. A los amigos de fe, que en la Iglesia he cultivado; Y entre cultos y ministerios, las semillas vi crecer; Sus palabras siempre llenan, son bendición del cielo; Sus vivencias, son agua viva, que riegan todo mi ser.
A las amistades de siempre, aunque ya no nos vemos seguido;
Mi gratitud eterna, mi admiración y cariño; Por todos esos momentos, que en estos años vividos; Hemos disfrutados juntos, como disfrutan los niños.
A las amistades que defraudé, a quienes he lastimado;
A los que pasaron dejando, su huella en el alma mía; A los amigos con historia, a quienes he confesado; Muchas de mis tristezas, pero también alegrías.
A las amistades con quienes, me he portado ingrato;
A los amigos de instantes, que alimentan mi existencia; A los amigos y amigas, cuyo sentimiento guardo; Como un tesoro invalorable, como una perla perfecta.
A todas las amistades, sean hombres y mujeres;
Que en algún momento me ofrecieron sin tapujos su amistad; Y con sinceridad y amor, te ayudan a ser lo que eres; A ellos, estas palabras de gratitud y verdad.
A las amistades de ahora, y a las que con el pasar de los años;
Permanecerán en mi corazón, por todo su aprendizaje; A los amigos que Dios, irá poniendo a cada paso; Para ellos y ellas, este sencillo pero emotivo homenaje.