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JOSEP M. BARNADAS AcTOS DE FE Colecciin HISTORIA BOLIVIANA Casilla 2046 Cochabamba (Bolivia) A 4. AC. que no me pidieron el pasaporte Para soar juntos va 195 En Bolivia, pais castigado por repetidos reveses internacionalei historiadores, al querer ir contra la carriente del sentimiento ga estamos en el peligro de desorbitar el cardcter “‘voluntarista” de su tencia, dando a sus cimientos una intangibilidad que no condice Ja materla prima histérica éCONVIENE A LA HISTORIOGRAFIA PASAR POR UNA CIENCIA SOCIAL ? Si tuviera que resumir: detesto la funcion manipuladora y abogo) una sana combinacién de las funciones ejemplar y critica. La pti sin la segunda, se vuelve melosa apologética surrealista; la segunda primera, cae presa de un nihilismo doctrinario, postizo. Y acaso sea la verdadera capacidad docente del conocimiento histérico: c: la humanidad por yuxtaposicién o fusidn de lo opaco y lo luminoso, cimas y los abismos, las arduas conquistas y las viles traiciones, Ve dera capacidad docente:es decir, capacidad docente de la verda Historia, Y sino, que cada uno se ponga a si mismo de testigo. Als meus alumnes dela Universitat de Barcelona (1979 - 1980) ffs la historiografia (.. estudio de la Historia) una ciencia social? Es oso, pero el posible debate encaininauo a responder la pregunta se la distorsionado por factores mas propios de un bufete psiquiatrico ie de una disciplina cientifica Ginebra, 10 ~ 1V ~ 1983 lomando las aguas de tm poco mas arriba, conviene saber que no se ede dar de ninguna manera por zanjada la vieja cuestion sobre si la toriografia es una ciencia, asi en absolute, Yo aqui no entro en esta istion, que incluye a la que me interesa; sélo me refiero a si es una mcia social. Y, por supuesto, solo me la vay a plantear desde la pers. ctiva de lo que trato de ser: un historiador. Por esto acaso se afinaria n mayor precision mi proposito si transformara el titulo que encabe. este capitulo por este otro: “;Nos conviene a los historiadores pasar cientificos sociales?” nemos en el mercado las dos respuestas posibles: unos identifican la turiografia con la “literatura”, en el sentido de “cosa intitil” !", “subjetiva”, etc.; otros se empenan en ser aceptados dentro del 187 11 Peto que lleva afos constituido; y lo que es mas importante, “‘prestigio social’’; la historiografia, en cambio, no forma parte tos miembros fundadores: de ahi que haya_que hablar de “‘aceptacic 0, al margen de esta légica, absolutamente ajena al fondo de la cues 1, gconviene 0 noal tipo de conocimiento que producen los historia Kes remodelarse segiin el modelo cientificosocial? Plantear asi las cosas tiene la ventaja de percibir los iérminos reales Problema de la admision/no~admision, conveniencia/no~convenie de la historiografia como ciencia social: se tratard, en cualquier of del “panente pobre”, cargado de nostalgias, pero que hoy ha de remolque de los nuevos tiempos. Acaso altivo y autosuficiente en tie lejanos, cuando apenas nadie balbuceaba en la ciencia social, pero. ahora en sus vejeces~ se siente en la intemperie y pide cobijo, aunt sea en un rineds modesto. ynvengamos en que hay senas dificultades para darle luz verde. primera se refiere a las infulas de cientificidad (. formulacion de jes generales, codificacion de las mismas en conjuntos normativos, jevision de comportamientos futuros, generalizacion. . .) de que parece wn dado muestras desde su nacimiento las (algunas?) ciencias iales; por el contrario, desde Aristételes son conosidas las objeccio- Ws en que anda envuelto el conocimiento de lo particular”. ,Debe/ lindo olvidarlas la historiografia? Si lo hace, pagar un alto precio por lo. Lo prueban la abundancia de aberraciones sobre la ‘‘cibernética jumana” 0 la “vida programada”’o la “ingenieria humana"/"social”"; ynbin, las inmensas montafas de papel escrito por cientificos sociales wocratizados al servicio de las decisiones de un gabinete ministerial 0 “club trilateral”. Por otro lado, la metafora con que estamos conceptualizando la sil cion en que se formula aquella pregunta, contribuye a explicarn angustia de los historiadores, rayana ya en el mero complejo: dé de las “relaciones de produccion'’ de la ciencia en las sociedades capt listas, la historiagrafia contempla azorada su aislamiento de los mat tales del financiamiento, mientras que las ciencias sociales reciben incomparable generosidad el rédito de la imagen que se han sabido bricar: son “‘ciencias”, son “utiles”, “'son aplicables"”a los probl reales (es decir, los que preocupan a quienes han de abrir la bol de las monedas de oro: gobiernos 0 fundaciones relacionadas cot sector empresarial o financiero) an sido los franceses quienes han Ilevado mas adelante los coqueteos las historiografia con las ciencias sociales (“historia social”, “historia rial”, “historia del clima o de la locura”, “historia de las mentalida ies", “historia de las estructuras de larga duracién”, y un largo etcs- ra). Es evidente, sabernos mas cosas: sabemos mejor 10 que ya sabia nos? Y sobre todo, {la historiografia ha creado sus propios temas y lpbjetos o se le han impuesto? ;Ha abierto nuevos panoramas? Me temo je mucho menos de lo que quieren creer quienes andan en el asunto. |) Han hibridado el vocabulario del historiador, han tabulado aprecia- Si éstoa.son los ingredientes reales que intervienen en el planteamiel de la pregunta inicial, ya puede imaginarse el lector las posibles res] tas: quienes busquen fondos para investigar, no dudaran un segund hacer todo lo que se les exija para recibir el pase a la ciencia x por el contrario, quienes, o no tienen aquella necesidad financiera estan dispuestos a someterse a los requisitos de uamite para acces la “garantia de origen”’, les tendra sin cuidado ser 0 no ser (ser o ni CF. las erfticas , que en conjunto me parceen dignas de atencion, por mis que ‘morofiquen 1a Vanidad pansina, dle J. Fontana, “Ascens 1 decadéneta de Tesco la lets Annales”, Recerques (Barcelona) 4 (1974) 283 298; ambien, A. Jara, “A proposito de dos libros recientes de historia econémica venezolana” Soletin Americanista (Barcelona) 31 (1981) 146 150; menos eritiea, la vision de G. Colmenares, “La historiogratia cientitiea del siglo NN, EL easo de la seutela francesa de los Annales", Beo (Boyists) 192 (1977) 561 602 reconocidas) ciencias sociales. bles cantidades de datos; han perfilado fenémenos confusos complejos; han hecho la “‘historia" de parcelas hasta entonces olvida De nuevo, han obligado a las ciencias sociales a hacerse “histori Tanto estructuralismo y semanticismo como prolifera par aquellas ‘mas latitudes no parece que sean un indicio reconfortante, I Pero, al margen de los resultados obtenidos por quienes contestan a mativamente la pregunta, hay otros datos que conviene consider Forman paite, tambien , de la situacion 4 Por ejemplo, que la superacion de aquella marginacion y aislamiento que veiamos a la histbriografia conlleva el precio de la servidumbre y Ja manipulacion.La historiografia (cada historiador) lia de preguntarst prefiere la posible utilidad social y cultural de una critica de la mem (v de la amnesia, por supuesto!) histéricas o la funcionalidad admit trativa (tomando el adjetivo en sus acepciones de aparato estatal y business administration }. Sus condiciones de produccién quedarn vemente afectadas por su eleccion, lo mismo que su producto, en uf u otra direccion, sea cual fuere la respuesta que diere Ala vista de la productividad de la opcion “vanidosa”’, acaso hoy resulte mas facil una decision fundada:cuando uno contempla las aber ciones a que lleva la tirania de la moda o las exigencias de la competi Vidad académica o la esclavitud a los temas de interés “politico empieza a poder recuperar la calma y desintoxicarse del complejo niargnacion. En efecto, la pregunta que a uno se le viene a la mente gtanto para esto? Algo parecido podria decirse de las hinchadas promesas prometei sobre la ‘‘capavidad previsora'“de las ciencias sociales. Basta ver la si cion econémica de las sociedades industriales (por no hablar de jonica, del Tercer Mundo) para empezar a fruncir la nariz a proposito su “aplicabilidad” y de su “poder modelador” de los conocimientas ntificosociales. Una de dos: o los cientificos tales la pifian una si y ra también, © gozan de escasa audiencia/credibilidad ante quienes nen Id sartén por el mango. Lo preocupante es que cualquiera de las, alternativas deia malparada el aura de prestigio de las cigncias iales!. ¥ me pregunto: ;valia la pena vender su libertad por un plato de lente- que, a la postre, tampoco quita el hambre a nadie? Sea o no sea la istoriografia una ciencia social, lo que me parece sin comparacion po: ible mas importante es que historiadores y cientificos sociales nos lediquemos a un examen de consciencia serio sobre fines y medios de ihuestro trabajo. Y definidos los primeros, ajustemos los segundos. Los que creemos que el conocimiento de la Historia humana (bajo cualquie- Jn de sus aspectos) sélo tiene una justificacién social si presta un servi ‘tio a los propios seres humanos, no podemos sentirnos comodos ante el Jnmenso tinglado montado por el mercado (educativo en primer lugar; Jnduswial y politico despues). Una historioytafia y una cienvia social que no se interrogue por su credibilidad social, han perdido —para mi ya su razon de ser como instancias éticas de la sociedad. Iv También la ciencia social puesta al servicio de los regimenes del "‘socia- Jismo real" puede ofrecer alguna ilustracion al problema que nos ocupa. Yor lo que toca a la cientificidad de la teoria, no se podia pedir mas: Wl “socialismo cientifico" habria encontrado el secreto para seforear la Jlistoria: hacia atras (el materialismo historico) y hacia adelante (la politica socialista). Por lo tanto,’ una economia, una sociologia, una historiografia, una psicologia marxista deberian haber hecho realidad ja maxima aspiracion (© ya atributo poseido, para algunos) de un 190 cientifico social: por un lado, homologar su disciplina con las cias"’ sin més (las fisicas, quimicas, exactas. . .); por otro, incidil realidad concreta, a través de su incardinacion en el aparato p¢ gubernamental. {Los hechos? Algo diferentes. O una ciencia libre, disidente, abs mente marginada de los instrumentos de produccién, catacum| salto de mata de la policia; o una “‘ciencia’”—repeticion de las ve Sas y oscilantes consignas—resoluciones del Comité Central o del Congreso del Partido. (2) {Por qué, en el capitalismo lo mismo que en socialismo, es tan di constituir una Ciencia social simultineamente libre y oficial? J aborrecer, siempre y en todo lugar, el beso perverso del poder todo poder)? {Sera que sélo cabe una ciencia social creativa y cre fuera del circulo de fuego del poder? Ante una situacin aca y alla tan poco alentadora, personalmente ci do vuelvo a la pregunta que nos ha levado a tado, me queda can. posicién de sano escepticismo, Estoy convencido de que la dimer historiografica resulta imprescindible para la consecucién de ciertas tas que persiguen las ciencias sociales (tanto si éstas lo‘quieren acey como no); pero no por ello me siento particularmente motivado a rer hacia ellas con armas y bagages. Si me obligan a escoger, me qt en mi casa, donde estaré dispuesto a conversar con todas ellas; in aceptaré e] didlogo en la plaza publica, en terreno neutral; pero confio demasiado de las tentaciones del prestigio instalado y bu ‘Mis preferencias personales acaso obedezcan a que rindo mayor Sobre las condiciones de trabajo y, sobre todo, algunos resultados de la ly por cjemplo, de los historiadores marginados de Checoslovaquia, ef, los vokimenes Acta persecutionis y Acta creationis (Hannover, 1975 y 191 HI fondo de 1a cuestién que vincula la perspectiva latinoamericana con la “‘socialismo real” queda explicitada con mayor detalle en oro capitulo libro (ef, No, 35). 191 ‘a la finura y penetracion intelectuales que a los desplieques nolgicos. otto lado, practicando la historiografia en Bolivia, sé que” aa do tanto’ una como ova opcion me eatin vedadas (ef No. 7). no me hace entrar en crisis. Me preocupa mas lenar las tareas ai peten a la situacion presente de la historiografia local. La otra, ica), la que marca el paso para quienes = la hegemoni univer oer se relajsa lahore del centro, Ya cuenta con suf jontes aspirantes. Ginebra, 3 IV - 1983

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