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Efectos económicos

y psicosociales
de la pandemia
en Bolivia
Samuel Doria Medina (ed.), Martin Rapp,
Eduardo Pando y Elizabeth Machicao B.
Efectos económicos
y psicosociales
de la pandemia
en Bolivia
Samuel Doria Medina (ed.), Martin Rapp,
Eduardo Pando y Elizabeth Machicao B.
Efectos económicos y psicosociales de la pandemia en Bolivia

Edición: Fundación Pazos Kanki


Diseño y Diagramación: Aldo Sánchez
La Paz, Bolivia 2020
Contenido

Presentación 7

Efectos en Bolivia de la crisis económica mundial 9

La crisis será temporal 16

¿Cómo salir de la cuarentena? 22

Cuidar la salud y cuidar la economía 32

Los impactos psicológicos de la pandemia en los adolescentes 38

Entender y apoyar a los jóvenes 47


Presentación

La cuarentena a la que nos ha confinado la pandemia de la Covid 19 nos ha obligado


a cambiar nuestros hábitos de trabajo. No todos los cambios han representado
pérdidas; algunos, todo lo contrario. Gracias a la posibilidad de llegar a un público
con mayor disponibilidad y más necesidades de informarse, y de hacerlo de forma
virtual, eludiendo las restricciones logísticas que se presentaban anteriormente,
institutos de pensamiento y centros de estudios como la Fundación Pazos Kanki
hemos podido realizar nuestras actividades de manera más continua, puntual y
con una participación bastante importante, que además se vio enriquecida por
la posibilidad de contar con asistentes de distintas partes del país.

En este marco, la Fundación ha realizado los tres coloquios virtuales de los que
aquí presentamos una memoria escrita. La relevancia de los mismos amerita que
las ideas expresadas se conserven de un modo más durable que en los videos
grabados en cada ocasión. Además, los tres eventos de los que hablamos tuvieron
una unidad temática, que no fue otra que la evaluación de la situación que había
sobrevenido en el planeta y que nos había dejado pasmados, ansiosos y preocu-
pados. Se había despertado una enorme cantidad de dudas, una porción de las
cuales, aplicadas a nuestra realidad, tratamos de responder en estos encuentros
virtuales.

Los temas tratados en ellos fueron:

1. “Efectos en Bolivia de la crisis mundial”. Exposición del economista Martin


Rapp.

2. “¿Cómo salir de la cuarentena?”. Exposición del economista Eduardo Pando.

7
3. “Efectos de la pandemia en la vida de los adolescentes”. Exposición de la psicó-
loga Elizabeth Machicao B., directora de la Casa del Adolescente, institución
con la que hicimos una alianza para la realización de este coloquio.

En las páginas que siguen, el lector encontrará síntesis comprensivas y concretas


de las exposiciones, comentadas todas ellas por el editor de esta publicación.
Esperamos que estas reflexiones sean de utilidad para las autoridades guberna-
mentales y los políticos de distintas orientaciones, los analistas e intelectuales,
los estudiantes y maestros, y todos los ciudadanos interesados en comprender y
transformar la realidad política nacional.

Samuel Doria Medina

8
Efectos en Bolivia de la crisis
económica mundial

Martin Rapp
“Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos juntos”.

No sabemos de la dimensión de esta crisis

Esta crisis es inédita. Nadie sabe de su magnitud y características reales. Se puede


decir que es una combinación de dos crisis del pasado: la gripe española de 1919
y la gran depresión de 1929. Si fuera así, sería la peor combinación posible. Ojalá
no sea el caso.

A juzgar por las cifras que se vienen proyectando del desempeño de la economía
mundial, el virus está poniendo de rodillas a la economía global. De hecho, el
FMI pronostica una contracción global de 3% (en la crisis financiera de 2008-
9, el descenso fue de –0,1%). La economía de Estados Unidos se contraería en
5,9%, en tanto que Europa (la zona Euro) lo haría en 7,5%; caídas muy fuertes.
En cambio, la economía china tendría un crecimiento de apenas 1,2%, que en
absoluto sería suficiente para jalar al resto de la economía mundial. La buena
noticia es que para el año 2021 se espera un fuerte rebote: China 9,2%, Estados
Unidos 4,7%, Zona Euro 4,7%, y un crecimiento global de 5,8%.

Este pronóstico sugiere que la crisis tendría una trayectoria en V, o a lo sumo en


U; es decir, una caída brusca y una recuperación rápida.

9
El coronavirus pone a la economía global de rodillas

10% +9,2%

+6,1% +5,8%
5%
+2,9% +4,7%
+1,2% +4,7%
+2,3%
0% +1,2%
-3,0%

-5% -5,9%

-7,5%
-10%
2019 2020* 2021*

*Prognose
Quelle: IWF USA China Eurozone Welt

Con todo, el impacto de la crisis en el mercado commodities es considerable,


y en particular para los productos básicos que Bolivia exporta y que suman el
80% de su oferta exportadora: gas, minerales y soya. Estos productos están bajo
una fuerte presión de caída de precios, aunque en menor medida la soya y sus
derivados. Se trata, entonces, de un auténtico shock de precios externos, agravado
por la disminución en los volúmenes de producción y fruto, a su vez, del agota-
miento de las reservas.

Como consecuencia de este shock externo, los ingresos fiscales se ven muy dete-
riorados, y, naturalmente, el consumo de los hogares. Este consumo representa
el 67% del PIB.

Múltiples afectaciones en el circuito económico

Si vemos el esquema básico de actores que conforman el circuito económico en


Bolivia, se advierte el deterioro financiero de las familias, que conlleva la caída
de la demanda y por tanto la ruptura de la cadena de pagos, lo que a su vez

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impacta en las empresas (en situación de parálisis, achicamiento o quiebras) y
en la reducción de salarios y despidos laborales. Como resultado, se registra un
menor ahorro y caída de depósitos, que restringen la disponibilidad de crédi-
tos, interrumpiéndose la cadena de suministros, además de la postergación de
inversiones y el incumplimiento de obligaciones tributarias. Vale decir que los
efectos recaen sobre los hogares, sobre el gobierno, sobre las empresas y, en última
instancia, sobre el empleo. Estos son precisamente los cuatro focos de atención
para la política gubernamental y el diseño de medidas económicas.

Vale la pena también examinar la afectación diferenciada por sectores económicos,


comparando el grado de exposición de los sectores al impacto del COVID-19
respecto de tres variables: la incidencia en el PIB; el aporte sectorial a las expor-
taciones; la generación de puestos de trabajo.

Así, por ejemplo, encontramos que hay sectores con baja exposición a los efectos
de la pandemia, pero con una elevada aportación al PIB, como es el caso de la
agricultura. Y a la inversa, sectores con alta exposición al COVID-19, y reducido
peso en la economía nacional; es la situación de la construcción, los restaurantes,
el turismo, etc. Entretanto, la industria es un sector con un alto impacto en el PIB
y que también está muy expuesto a los rigores de la pandemia.

Desde el punto de vista del empleo, sobresalen sectores como comercio, transporte
o restaurantes, que generan mucho empleo y que, a la vez, exhiben altos riesgos
de contagio. Por último, hay sectores muy importantes por su contribución a
la exportación (minería e hidrocarburos), y con un menor riesgo de contagios.

Estas características dispares de los sectores ameritan ser evaluadas puntualmente


y, sobre todo, para pensar los términos y condiciones de la vuelta a la actividad
económica.

Tal evaluación bien podría complementarse con una mirada microeconómica


de los rubros y cluster existentes. En ese sentido, es interesante observar que,

11
mientras en un primer momento de la crisis, prácticamente todos caen juntos,
sus proyecciones de recuperación son muy disímiles. Todo indica que recién
hacia los meses de mayo y junio de 2021, las trayectorias podrían nuevamente
converger, en un escenario de normalización económica.

Cuatro escenarios

Stanislaw Lem (Ciberiada, 1965) ha acuñado la siguiente frase: “¿El futuro? No


puedo imaginarlo, estoy sopesando las posibilidades”.

Es un sabio consejo para evitar hacer pronósticos arriesgados sobre el futuro,


menos aún si se trata de economía, que no es una ciencia exacta. Es pues preferible
trabajar con escenarios que permitan abrir posibilidades sobre la profundidad y
la duración de la crisis económica.

En un modelo de ejercicio de escenarios, y para la situación actual de la emer-


gencia sanitaria y económica, una variable clave es la capacidad de atención
del sistema de salud, ya que de ello dependen las medidas de restricción. Si el
sistema sanitario está sobrepasado vendrán nuevas medidas restrictivas. Pero
estas medidas dependen, a su vez, de las mentalidades de los decisores (gobierno,
familias, empresas), que no son fáciles de predecir ya que responden a variados
estímulos; entre ellos, a las expectativas.

Otra variable a tomar en cuenta es la salud financiera de los actores antes de


la crisis y su resilencia, es decir con qué recursos cuentan para defenderse de
la crisis (si tienen ahorros, liquidez, deudas, etc.) Y, luego, la efectividad de las
medidas económicas adoptadas por el gobierno, condicionadas por su misma
calidad, la respuesta de los hogares y la capacidad de ejecución de las empresas.
Pero también por la disponibilidad de los recursos externos que el país necesita.

12
EJERCICIO DE ESCENARIOS: VARIABLES CLAVES

Capacidad
de Atención Medidas
del Sistema de restricción
de Salud

Profundidad
y duración
del impacto
económico
Gobierno
Hogares
Efectividad Empresas
de las medidas
económicas

Son estas variables que pueden determinar el alcance y la prolongación del impacto
económico, o sea los escenarios de evolución de la crisis y sus posibles salida.

Concretamente, pensamos en cuatro escenarios:

• Un escenario de recuperación rápida, que puede tomar más o menos un año,


y que sugiere una trayectoria en V. Es el escenario deseable, y el que menos
costos económicos y sociales conlleva;

• Un escenario con sucesivos regresos de la crisis sanitaria, con aperturas y


cierres de las actividades económicas, y por tanto con mucha incertidumbre,
al menos por los siguientes dos años. Una trayectoria en W.

• Un escenario de economía de guerra, con la pandemia descontrolada, insol-


vencia de las empresas, los hogares y del propio gobierno, e incluso parálisis
del sistema financiero. Una trayectoria en L.

13
• Un escenario de descalabro económico, el peor de todos, que supone una caída
vertical de la economía (trayectoria en I), la interrupción de los mercados e
impactos sociales y políticos inimaginables: estallidos sociales, caos político,
ingobernabilidad.

En principio no hay razones para descartar ninguno de estos escenarios. Todos


son potencialmente factibles. De ahí la importancia de monitorear la evolución
de la crisis en curso. Lo aconsejable sería tomar alguno de esos cuatro escenarios
como base y como referencia para orientar los pasos a seguir. “Por ahí vamos, y
me preparo de esta manera”.

Gobernanza de la crisis y liderazgo

En una crisis como esta, sin precedentes, sin experiencias previas que nos sirvan
de guía, y con grandes carencias de información, es fundamental tomar decisio-
nes racionales, bien pensadas, que minimicen los riesgos, evitando decisiones
emocionales o intuitivas.

Desde el lado de las familias, es necesario reforzar la disciplina social y poner


mucho más el foco en la economía familiar, las microempresas y la cultura
emprendedora (la base de la pirámide económica). En crisis pasadas se ha visto
que este sector económico tiene mucha capacidad para adaptarse y ajustarse
rápidamente a las nuevas condiciones (por ejemplo, el índice de mora bancaria
para este sector fue el más bajo). Esta cualidad de reconversión intrínseca debe
ser fomentada.

Desde el lado del gobierno, se precisa de una visión integral de las dinámi-
cas sanitaria, económica y política. Cuidar que medidas tardías o insuficientes
generen reacciones sociales adversas y enfrentamientos políticos que socaven la
gobernabilidad. Se sabe que cada crisis requiere de una determinada gobernanza.
La actual, como otras anteriores, ha de poner a prueba los liderazgos y quizás

14
demandar de nuevos líderes. Los liderazgos para una situación de normalidad
pueden no ser los que se precisa para una coyuntura de excepción.

Finalmente, desde el lado de las empresas se plantea el contraste entre dos men-
talidades: una de crecimiento e innovación y otra aferrada a lo convencional y
recurrente. La primera asume el reto de la búsqueda de nuevos modelos negocios,
de una actitud continua de exploración y de la construcción de una inteligencia
colectiva y una economía colaborativa, como condiciones que deben facilitar la
salida de la crisis. En cambio, la segunda mentalidad considera que las habilida-
des se hallan determinadas y que es preferible persistir en lo ya probado, aunque
esto pueda llevar a la parálisis y la añoranza por lo conocido.

En este sentido vale la pena precaverse del corporativismo, del “sálvese quien
pueda”, de quien se atrinchera en su interés y su visión particulares sin alcanzar
a ver el bosque ni el interés general.

El reto de lo nuevo

Se trata, en definitiva, de ver en la crisis del COVID-19 el gran acelerador de


cambios. La economía del “día después” va a ser distinta; en realidad, ya lo está
siendo en muchos aspectos. El tejido empresarial va a cambiar forzosamente, y
habrá un proceso de destrucción creativa (con la desaparición de ciertas estruc-
turas, las menos adaptativas), además de cambios en las formas de trabajo.

El reto es a la capacidad de articulación de un nuevo tejido social y empresarial.


Y, por cierto, a la capacidad de aprender.

15
La crisis será temporal

Samuel Doria Medina

Permítanme comenzar por valorar las contribuciones de Martin Rapp, a quien


conozco desde cuando yo era ministro de Planeamiento y él asesor de esta ins-
titución, hace treinta años atrás. Desde entonces, he seguido de cerca su trabajo
profesional. Martin tiene la ventaja de tal vez contar con la información más
cualificada sobre la economía nacional por su intensa labor de asesoramiento a
una serie de empresas bolivianas. De ahí, también, por qué consideré que podía
ser provechoso para el gobierno escuchar sus puntos de vista y no dudé en orga-
nizar una reunión con altas autoridades, incluida la presidenta Jeninne Añez, en
la que él paricipó. Estoy seguro que esa su exposición ha sido muy valiosa para
varias de las medidas y correctivos que se han adoptado recientemente.

La economía mundial tiene cimientos sólidos

La crisis que nos golpea es muy severa y de un alcance planetario. Por supuesto,
tiene efectos diferentes, según sea la situación en cada país: castiga menos a las
economías que de alguna manera se prepararon para una circunstancia muy
dura, y mucho más a las que no se prepararon o que reaccionaron tarde o mal.

Eso sí: hay que tener mucho cuidado de que esta crisis no tenga las características
de un tsunami que golpea a través de dos grandes oleadas; la primera, súbitamente,
y que ya ha afectado sobre todo a la salud de la población; y una segunda ola,
que podría incluso tener efectos más destructivos, especialmente en la economía.

Con todo, no debemos pasar por alto que esta crisis global irrumpe cuando la
economía mundial pasaba por un buen momento, sin problemas estructurales
severos. Este elemento es una ventaja, si comparamos lo actual con la crisis de

16
1929, marcada por los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial y
de la pandemia de 1918-9, así como por una intensa acción especulativa en los
mercados financieros.

Frente a ese escenario catastrófico, parece evidente que hoy en día la economía
mundial posee fundamentos más sólidos, lo que augura más chances para una
salida de la crisis relativamente rápida. Esto es lo que señalan las previsiones de
los organismos financieros internacionales.

Impactos sectoriales diferenciados

En Bolivia, como también se observa en muchos otros países, hay sectores muy
afectados por las restricciones impuestas por el coronavirus; también hay otros
sectores que siguen operando, y aún otros más a los que en medio de la crisis
incluso les está yendo bien.

Un ejemplo sobresaliente de esta tercera categoría de sectores con intensa activi-


dad son los supermercados en nuestras ciudades. Otro caso notable es el de los
negocios de producción, comercialización e importación de equipos y protectores
sanitarios, que han encontrado un nicho de mercado. Y vale tanto más destacar
el caso de muchos pequeños emprendedores dedicados justamente a fabricar esa
clase de implementos médicos y que tal vez están pasando por un gran momento.

Por lo tanto, no todo lo que ocurre es malo. Para algunos, incluso, el momento
está resultando ser promisorio.

Creo importante marcar estas diferencias, puesto que, habiéndose tomado medi-
das globales para intentar contener los impactos económicos de la emergencia
sanitaria, ahora sería el momento de prestar atención a cada uno de los sectores
productivos y de servicios, en su situación y sus necesidades específicas, y en
particular aquellos rubros como el transporte aéreo, restaurantes, hoteles y de

17
la economía del entretenimiento y de la cultura, que afrontan un impacto más
severo y prolongado.

Desde luego, y lamentablemente, esta es una situación que se da aquí en Bolivia,


lo mismo que en muchos otros países del mundo.

Se han tomado las medidas adecuadas

Hay que destacar sobre todo el crédito del Banco Central al Ministerio de Economía
y Finanzas Públicas de 1.000 millones de dólares (7.000 millones de bolivianos),
que le dado liquidez al Tesoro, y que ayuda a financiar el paquete de asistencia
social y de apoyo a las empresas, además de reforzar el presupuesto asignado a
la salud pública.

Este crédito interno equivale al 2,5 por ciento del PIB. Y está en proporción al
impacto económico inicial de la crisis, entre 2 y 3 por ciento del PIB, estimación
que me parece correcta y que se ha visto corroborada por los hechos. Se trata
de un apoyo, que yo prefiero llamarlo “crédito puente”, porque es una inyección
inmediata de recursos para sostener el gasto fiscal incrementado por las inversiones
en los servicios de salud, así como por los bonos y otros apoyos extraordinarios
a los sectores más necesitados y vulnerables de la población.

Y es también la fuente de recursos para la línea de crédito que se ha abierto en


favor de las PyMES, en condiciones favorables. Y lo propio para una segunda
línea de crédito destinada a las empresas que no tienen condiciones de cubrir el
pago de su planilla salarial, con una tasa de interés muy bajo e incluso de cero
en los primeros meses.

Hay que recurrir al crédito externo

El enfrentamiento de la crisis económica plantea la necesidad de buscar recursos


adicionales de financiamiento. En ese sentido, Bolivia no tiene otra alternativa
que recurrir al crédito de organismos internacionales, que lo hay disponible.

18
Para dimensionar esta necesidad de financiamiento externo, mi razonamiento es
este: en los próximos tres a cuatro meses, los ingresos de exportación tienen una
tendencia negativa. Si asumimos que el valor mensual de nuestras exportaciones
es de 600 a 650 millones de dólares, en un período de cuatro meses el valor total
exportado se situaría entre los 2.400 y los 2.700 millones de dólares. Con esta
pauta de referencia pienso que el gobierno boliviano debe gestionar préstamos
con los organismos internacionales (BM, BID, FMI, CAF) por un monto global
de entre 2.000 y 2.500 millones de dólares.

Esto, como apunté antes, es posible porque dichos organismos han abierto varias
líneas de crédito para asistir a las economías nacionales en sus esfuerzos de com-
bate a la pandemia y para remontar la crisis económica.

Si el país logra este financiamiento, el Ministerio de Economía y Finanzas podría


devolver el crédito del Banco Central de 1.000 millones de dólares, y con ello
reforzar las reservas internacionales. Además, lógicamente, de incrementar
significativamente el presupuesto del sistema de salud y para más compras de
equipamientos médicos y sanitarios, y eventualmente para proveer nuevas ayudas
a la población, mientras dura la cuarentena.

También habrá un monto muy importante para financiar la reactivación econó-


mica y la generación de empleo.

Una recuperación rápida

Tanto el FMI como el Banco Mundial estiman para Bolivia una recesión en 2020
de alrededor del 3 por ciento. La buena noticia es que también señalan que se
trata de una crisis temporal y que el próximo año 2021 la economía boliviana
recuperaría una tasa de crecimiento de 3,7 por ciento.

Estas previsiones coinciden con mi propia percepción de que habrá una crisis
temporal, que podrá revertirse si hacemos las cosas bien

19
Comparto con Martin Rapp la idea de que para la vuelta a la “normalidad”
escalonada (y con ritmos variados en los distintos sectores) es muy importante
fortalecer los servicios de salud, a fin de que las personas que lo necesitan puedan
ser atendidas pronta y adecuadamente, al tiempo que la gente retoma sus ocu-
paciones y sus trabajos.

Esta “nueva normalidad” presupone la adopción de una serie de medidas de


bioseguridad muy estrictas, cambios en las modalidades de trabajo, horarios
diferenciados en las empresas e instituciones, la detección de infecciones y el
reporte rápido de casos sospechosos, el transporte público con capacidad dismi-
nuida para mantener la distancia física, la prohibición de trabajar a las personas
de la tercera edad, etcétera.

Afortunadamente, podemos aprender de la experiencia de otros países que


toman la delantera en la apertura de sus economías y que ya ensayan una serie
de previsiones y modalidades novedosas.

Conclusión

Como lo dije ya, creo que la crisis que nos golpea tiene las características de
una crisis temporal y de la cual podremos salir más o menos rápidamente, en
la medida en que seamos capaces de tomar las medidas adecuadas y oportunas.

Desde una perspectiva macroeconómica, se han tomado medidas en la dirección


correcta y están funcionando. Obviamente subsisten problemas operativos y de
aglomeración social; en parte porque la bancarización en Bolivia es baja.

Los bonos y otras acciones de alivio económico tienen un amplio alcance demo-
gráfico y social, aunque insuficientes para las muchas necesidades y demandas
de la población.

Las empresas cuentan con líneas crediticias, que les serán de gran ayuda.

20
Pero faltan medidas para los sectores más castigados por las restricciones, a los
cuales se tendrá que apoyarlos en sus necesidades específicas.

El entorno internacional, siendo muy complejo y preocupante, tiene la capacidad


de reaccionar favorablemente a mediano plazo, tal como lo indican las cifras pro-
yectadas para el próximo año. Una vez que las economías se pongan en marcha,
es posible esperar una dinámica progresiva de recuperación.

En suma, veo una trayectoria “en V” de la crisis, que es uno de los escenarios
marcados por Martin Rapp en su exposición.

El desafío no es sencillo, pero podemos lograrlo. Estoy convencido de que sí.

21
¿Cómo salir de la cuarentena?

Eduardo Pando

Antecedentes

Como un antecedente de mi interés por las cuestiones de la pandemia y la cua-


rentena en Bolivia, me gustaría mencionar que lo primero que escribí fue un
pequeño texto sobre medidas de protección social, anticipándome de alguna
manera a la declaratoria de cuarentena por parte del gobierno nacional. Sabía
que el costo social de esta medida iba a ser alto, y me preocupaba sobremanera
cuidar el empleo y mitigar el hambre; dos desafíos centrales en una etapa de
confinamiento social extremo.

Luego de ello, trabajé, en colaboración con Alvaro Solares, el ensayo “Medidas de


distanciamiento social”, con ideas y propuestas de acciones que podrían llevarse a
cabo, de cara a la necesidad de identificar posibles vías de salida de la cuarentena.

Mi interés por el tema se vio reforzado al comprobar que había gente que no
estaba logrando cumplir la cuarentena, y no tanto porque no lo quisiera hacer,
sino simplemente porque no lo podía, dadas su urgencia de procurarse ingresos
y comida. Esta experiencia la sentí personalmente al acudir un cierto día a una
feria local en Achocalla. Entonces, me resultó evidente que debíamos pensar
en medidas de distanciamiento social para aquellas personas que no estaban
pudiendo quedarse en casa, pero también por el hecho práctico de que algún
momento la cuarentena tendría que concluir y que tendríamos que retomar una
cierta normalidad, bajo determinadas normas de bioseguridad y disciplina social.

22
Para acometer esta tarea, junto con otros colegas investigadores, vimos conve-
niente revisar un cierto número de investigaciones epidemiológicas recientes en
el país. Y lo hemos hecho básicamente con el propósito de conocer el tamaño
del monstruo; o sea para tener una idea más clara del número de contagios, la
cantidad de muertos por COVID 19, las tasas y curvas de crecimiento, etc.

Ahora bien, para responder concretamente a la pregunta de cómo salir de la


cuarentena, necesitamos plantearnos otras preguntas relacionadas: cómo y por
qué entramos a esta cuarentena, y qué implicaciones ha tenido gestionar esta
medida. Luego, también, cuáles podrían ser las condiciones para la salida o
cómo podríamos generarlas. Asimismo, calibrar la salida, sin duda una de las
cosas más difíciles; de hecho, algunos países que ya lo han intentado, han tenido
que vérselas con rebrotes de la pandemia. Y, finalmente, reflexionar propiamente
sobre la ansiada salida.

Se hizo lo que había que hacer

¿Qué sabíamos del COVID 19 a inicios de marzo? La verdad es que sabíamos


muy poco. Sin embargo, ya para ese momento quedaba claro que era una enfer-
medad que venía creciendo de forma exponencial (la OMS la había definido
como pandemia). La tasa de letalidad en varios países se colocaba entre el 6 y el
12 por ciento. Países como España e Italia, que había empezado con 200 casos,
se hallaban bordeando los 100 mil casos.

En Bolivia tuvimos el primer caso el 10 de marzo. El 15 de abril se dio inicio a la


cuarentena, que luego se ampliaría, inicialmente hasta el 30 de abril.

En retrospectiva se puede decir que aquí se hizo lo que tenía que hacerse; era
lo que recomendaba la OMS (otros países ya lo estaban haciendo). Y además se
lo hizo en forma oportuna. De hecho, hay un reconocimiento muy amplio de
la población. Las encuestas muestran que la gente valora muy positivamente la
declaratoria de cuarentena, por estricta y dura que sea esta medida.

23
¿Por qué hicimos la cuarentena?
Cantidad de personas enfermas de una sola vez

Número de personas enfermas si no se tomaban


medidas para ralentizar el brote

Cantidad de enfermos graves que los hospitales pueden tratar

Número de personas enfermas


tomando medidas para
ralentizar el brote

Este gráfico, utilizado en una serie de estudios internacionales, permite entender


la dinámica de la pandemia. Básicamente, explica cuál es la trayectoria del proceso
de infección si no hace nada para mitigarla (curva sombreada de azul), con un
pico muy alto y una duración más corta de la pandemia, hasta que se alcanza la
inmunidad colectiva. El problema es que esta curva rebasa ampliamente la capa-
cidad de respuesta del sistema de salud para atender a los infectados y enfermos
(en el gráfico esta capacidad está representada por la línea horizontal punteada).
Por tanto, lo que se recomienda es aplanar la curva, tal como se muestra en el
gráfico (sombreada en amarillo), ralentizando la tasa de infección y prolongando
en el tiempo sus efectos, de manera que el sistema de salud pueda actuar con
mayor eficacia.

La pregunta que nos hacemos muchos es dónde está esta línea en Bolivia, y qué
capacidad existe para poder aplanar la curva de contagio.

24
Las estrategias ensayadas en otros países indican tres posibilidades: i) romper la
curva, cosa muy difícil, aunque algunos lo han logrado; ii) reducir la presión al
sistema de salud; iii) ganar tiempo.

Desestimando la primera opción, podríamos decir que la estrategia seguida en


Bolivia ha apuntado a “ganar tiempo”, fundamentalmente para equipar nuestro
sistema de salud y prepararlo para una etapa de más intenso crecimiento de casos
de contagio, es decir el tránsito de la emergencia a la verdadera crisis sanitaria.

Esto es precisamente lo que se ilustra en el gráfico de abajo, con la curva azul


que indica una velocidad menor de contagio y con un pico también más bajo y
alargado en el tiempo; una trayectoria muy diferente de la curva roja en el área
sombreada. La otra curva (roja más tenue) indica un posible rebote de la pande-
mia, que podría ocurrir al levantarse la pandemia, complicando más la situación.

250
tratamientos críticos ocupadas

La intervención se mantiene
Número de camas para

200

150

100

50

0
Mar May Jul Sep Nov Ene
2020 2021

Capacidad estimada de camas No hacer nada


para tratamientos críticos

Aislamiento de enfermos, cuarentena Aislamiento de enfermos, cuarentena,


y distanciamiento social distanciamiento social y cierre
de escuelas y universidades

25
Lo importante de este ejercicio es visualizar mejor la diferencia de no hacer
nada, con tomar medidas de aislamiento de enfermos, distanciamiento social y
cuarentena, que es lo que se ha hecho en Bolivia.

Modelos epidemiológicos

Por suerte, en el país ya contamos con algunas investigaciones que proponen


proyecciones y modelos epidemiológicos sobre el comportamiento de la pande-
mia, y a partir de los cuales se formulan recomendaciones de política de salud.
Estos estudios y sus resultados están disponibles en Internet.

A continuación, un breve resumen de los mismos:

a) El estudio del Comité Operativo de Emergencias de la Facultad de Medicina


de la Universidad Mayor de San Andrés estima la tasa de trasmisión en 1.32;
por lo tanto, los casos se estarían duplicando cada 8 días. Su recomendación es
pasar a una flexibilización escalonada de la pandemia solamente en el momento
en que la duplicación de casos se produzca en al menos 10 días. Según este
estudio, el pico de la infección se daría recién a mediados de septiembre y
podría alargarse hasta finales de año.

b) El estudio de Virguetti-López, que consiste en un modelo dinámico para simu-


lar la trayectoria de la pandemia. Su conclusión principal es que en Bolivia se
ha logrado ganar un tiempo valioso (sin cuarentena estaríamos totalmente
desbordados), difiriendo el pico hacia mediados de septiembre, cuando se
alcanzaría al 6 por ciento de la población, algo así como 600.000 personas.

Este trabajo no toma en cuenta estudios recientes en otros países que han
detectado una gran cantidad de infectados asintomáticos, lo que implica que
el número total de casos es mucho mayor en cada uno de los países afectados,
a la vez que la tasa de letalidad es considerablemente más baja.

26
c) El tercer estudio de Rocabado, Seaone y Aliaga, que al igual que los ante-
riores, valora positivamente la cuarentena y otras medidas de protección y
aislamiento social. Plantea algunos escenarios prospectivos para diferentes
tasas de contagio (Ro) (de 2,5, 2 y 1,5).

Así, con una tasa de 2, el pico de la pandemia llegaría al 13 por ciento de infec-
tados en cerca de tres meses. En cambio, si la tasa de contagio fuera de 1,5%
el pico de la pandemia se retrasaría hasta 120 días, y claramente el proceso
estaría mejor controlado, aunque tendríamos que convivir con el virus por
un tiempo mayor.

Este ejercicio de escenarios se refleja en el gráfico siguiente:

Bolivia: Distribución de la población de infectados

0,25

0,20
Población (en %)

0,15

0,10

0,05

0,00
0
8
16
24
32
40
48
56
64
72
80
88
96
104
112
120
128
136
144
152
160
168
176
184
192
200

Tiempo (en días)

I: Ro=1.5 I: Ro=2.0 I: Ro=2.5

A partir de estas investigaciones, se puede decir que el gran desafío para los
países es lograr una tasa de contagio por debajo de 1 (Alemania, Finlandia y
Nueva Zelanda, ya lo están consiguiendo), de tal manera que la epidemia se vaya

27
extinguiendo por sí sola, y, lo que es más importante, que se pueda reactivar la
economía más libremente.

¿Cómo gestionamos las medidas de cuarentena?

Hasta acá, la estrategia gubernamental se ha centrado en dos grandes acciones:


i) fortalecer la capacidad del sistema de salud, y ii) promover medidas de higiene
y aislamiento social.

Ambas acciones han supuesto la definición de una serie de líneas de trabajo. Así,
en la tarea de fortalecimiento del sistema de salubridad se ha contemplado –en
mayor o menor medida– necesidades tales como la habilitación de hospitales de
referencia, equipamiento de salas de tratamiento, equipos de bioseguridad para
el personal, la capacitación, estrategias de prevención, sistemas de monitoreo
de sospechosos y el diseño de modelos epidemiológicos por departamentos y/o
municipios.

A este respecto, nos falta información para evaluar el grado de cumplimiento de


estas acciones. Con todo, hay que subrayar la importancia de reforzar dos inicia-
tivas, como son el programa de voluntarios (que en otros países funciona muy
bien) y sobre todo una estrategia comunitaria territorial, habida cuenta la valiosa
experiencia de salud comunitaria en Bolivia. Al mismo tiempo, sería conveniente
contar con un observatorio público-privado para el seguimiento y control de
todas las acciones, la sensibilización del público y el ejercicio de rendición de
cuentas que abonaría a una mayor confianza ciudadana en la gestión de la crisis.

Por el lado, de las medidas de higiene y aislamiento social, la otra pata importante
de una estrategia exitosa, y tal vez la mejor alternativa para evitar una cuarentena
rígida (es lo que hacen otros países), la cuestión clave es el desarrollo de proto-
colos de bioseguridad y comportamiento social y la capacidad de discutirlos y
negociarlos con las organizaciones sociales e instituciones involucradas, además
de la dotación de oportuna de equipamientos e insumos con fondos públicos y

28
privados, así como también la creación de mecanismos eficientes de coordina-
ción y supervisión. Y, todo ello, dentro de un proceso que tiene como premisa la
mejora continua a partir de la experiencia y el aprendizaje colectivo.

Mi confianza en la capacidad de gestionar este tipo de medidas se basa en la


percepción de que las organizaciones sociales son ya más sensibles a las conse-
cuencias de la crisis sanitaria y se hallan más presionadas por sus afiliados para
adoptar medidas que resguarden su seguridad. Por ejemplo, es muy aleccionador
haber visto cómo los vecinos de la feria 16 de julio en El Alto lograron imponer
a los dirigentes la decisión de una suspensión temporal de esta feria.

Lo que resulta evidente es que las medidas de higiene y aislamiento social tienen
que ser determinadas a nivel micro y sector por sector, ajustándose los protocolos
a cada situación particular.

No hacer esto puede significar imposibilitar el cumplimiento de este tipo de


medidas o bien condenar a ciertos sectores a la paralización indefinida. Cuesta
imaginar, por ejemplo, cómo podría funcionar el transporte público en La Paz
y El Alto, que tiene un parque de 40.000 unidades de transporte público, que
mueven, cada una, entre 200 y 250 pasajeros por día, totalizando entre 7 u 8
millones de personas transportadas diariamente.

También se debe contemplar la necesidad de adecuar las ciudades a una “nueva


normalidad”, peatonizando ciertas vías, calles, manzanos de concentración del
comercio; promoviendo el uso de bicicletas, con horarios diferenciados de trans-
porte, la reducción forzada en la capacidad de transporte de los vehículos, etc.
Y por qué no pensar en fomentar la migración temporal de personas y familias
de las ciudades al campo, mientras dure la pandemia.

Algunos negocios definitivamente tendrán que reinventarse y otros deberán


reenfocarse en las nuevas características de la demanda. Y es que difícilmente la
economía volverá a ser la misma.

29
Calibrar la salida. Escenarios

En la gestión de la pandemia hay cosas que se han hecho bien, dentro de las
muchas limitaciones materiales del país. Sin embargo, hay tareas pendientes como
la detección rápida de infectados con pruebas masivas y el rastreo y aislamiento
de contactos. Lo mismo se puede decir de la necesidad de incorporar a las medi-
das anti-crisis el modelo comunitario de salud y organización territorial. No por
nada hay muchos antropólogos, sociólogos y otros investigadores, que trabajan en
estrecho contacto con grupos y comunidades locales, que recomiendan apoyarse
mucho más en las redes de organizaciones sociales y populares para mejorar la
gestión de los servicios de salud y lograr controles comunitarios de las medidas
de aislamiento social y bioseguridad.

Indudablemente, calibrar la salida de la cuarentena es un desafío de gran comple-


jidad. Las decisiones tienen que sopesar adecuadamente las ventajas y desventajas
de los posibles escenarios y sabiendo que cada uno de ellos tiene sus propios
requerimientos y presupuestos. Veamos:

Escenario 1: No hacer nada. Dejar la cuarentena hasta que la misma pierda su


fuerza como medida coercitiva. Obviamente, esto tiene costo económico y social
considerable.

Escenario 2: Abrir de forma diferenciada y escalonadamente por departamentos


y municipios, con niveles de decisión para promover la corresponsabilidad en
todos los niveles e involucrar a las organizaciones vivas; además de mejorar la
cadena de proveedores y de pagos.

Escenario 3: Abrir la economía bajo un esquema de “acordeón”, que supone definir


indicadores para tomar acciones extraordinarias de cuarentenas focalizadas y
con un fuerte énfasis en la capacidad de auto regulación de las mismas entidades
territoriales y con procesos de aprendizaje continuos; además de la cadena de
proveedores y de pago.

30
Claramente es este tercer escenario el que debemos perseguir.

Reflexión final

La cuarentena ha sido una bocanada de oxígeno, pero no ha sido suficiente para


controlar la tasa de contagio. Todavía viene lo más difícil. Tenemos que estar
preparados, no únicamente como gobierno, sino como sociedad, para ingresar
en una nueva etapa en la que el cuidado de la salud debe ser compatible con la
recuperación de las actividades económicas.

En ese sentido, las medidas de higiene, de distanciamiento social y de adecua-


ción de la vida en las ciudades adquieren una renovada importancia, y deben
ser reenfocadas desde una perspectiva más ciudadana, de responsabilidad y
autoregulación de los individuos y colectivos sociales.

Tenemos que ser capaces de soñar en una tasa de contagio de 1 o de menos. Tal
vez no sea imposible. Si otros países lo están logrando, por qué no Bolivia.

31
Cuidar la salud y cuidar la economía

Samuel Doria Medina

Eduardo Pando nos ha pintado un panorama amplio de cómo se viene gestionando


la lucha contra el COVID -19 en el país. Por mi parte, me centraré en examinar la
salud de la economía en medio de la emergencia sanitaria, y en cómo pasar a una
nueva fase de la cuarentena, que se ha venido en llamar una “cuarentena dinámica”.

Hemos ganado tiempo

El trabajo de Pando, al igual que otros estudios epidemiológicos que él mismo cita,
arrojan una conclusión muy clara: la cuarentena nos ha permitido ganar un tiempo
valioso. Es lo que el país necesitaba para subsanar las carencias graves del sistema
de salud, heredadas del régimen de Evo Morales, y para preparar las condiciones
básicas que hicieran posible atender a los compatriotas infectados por el coronavirus.

Es verdad que nuestra tasa de contagio está aún por encima de 2 por ciento, y es
más alta que la tasa deseable de menos de 1. Lo importante, sin embargo, es que
se ha evitado un crecimiento explosivo de casos de contagio, como se ha visto en
otros países, y se ha conseguido ralentizar y aplanar la curva de contagio, además
de mantener la tasa de letalidad en un nivel bajo.

En otras palabras, se ha logrado salvar muchas vidas de bolivianos, y hacer que


los servicios médicos puedan lidiar mejor con el número creciente de infectados
y sin que los servicios colapsen. Esto es lo que ha significado ganar tiempo con
la cuarentena y con otras medidas de protección de la población.

Estamos mejor preparados

No ignoro, ni mucho menos, que subsisten una serie de falencias y debilidades


en nuestro sistema de salud, especialmente en ciudades como Trinidad, Cobija,

32
El Alto y en ciudades intermedias, que adolecen de equipamientos y recursos
humanos. Y por supuesto también en municipios pequeños y en áreas rurales.

No obstante, es innegable que se han hecho esfuerzos enormes para proveer a estas
y otras poblaciones de infraestructura y equipamientos sanitarios que antes no
tenían. Las ciudades del eje central (La Paz, Santa Cruz y Cochabamba), donde
se concentra más o menos el 80 por ciento de infectados, cuentan hoy con más
respiradores, unidades de terapia intensiva, laboratorios y protectores médicos.

Puede parecer paradójico, pero lo cierto es que la ciudad de Santa Cruz, con más
de la mitad del número total de infectados en el país, tiene un sistema de salud
fortalecido y tal vez no muy distante en cantidad y calidad de lo que uno podría
encontrar en otras partes.

En conjunto, el sistema de salud se ha reforzado en infraestructura, en recursos


humanos y en capacidad de gestión, pese a los problemas de coordinación.

Es también digno de destacar el esfuerzo gubernamental por proveer al país de lo


que hoy más se necesita y se demanda: respiradores y test de contagio. De hecho,
la compra de 500 respiradores y de miles de test, está comenzando a llegar.

La agencia de Naciones Unidas, encargada de realizar las compras de equipos


sanitarios por cuenta del gobierno boliviano, ha informado de la adquisición de
240 mil test para COVID-19. De los cuales, 32 mil test estarán disponibles por
muy pronto, y los restantes 208 mil test en los meses de junio, julio y agosto.

Por otro lado, los empresarios privados hemos hecho una donación de 22,7
millones de bolivianos para la lucha contra la pandemia; la mitad de este monto
se está destinando a la compra de 70.000 pruebas de contagio.

Pero hay más. A este número de 310 mil test, se debe sumar la compra de otras
70.000 de pruebas rápidas, que arrojan resultados en dos horas. Es decir que el

33
país va a disponer de un stock de 380 mil test en los próximos meses, para ponerse
al día en la detección de personas infectadas, lo que ayudará a tomar medidas
inmediatas de aislamiento y rastreo de contactos.

Y no solo eso. Según información que he recibido del Ministro de Planificación,


hoy en día se cuenta con 18.000 test para su utilización inmediata.

Todo lo cual indica que el sistema de salud ha mejorado en organización y que


el gobierno está tomando iniciativas para incrementar la dotación de equipos y
materiales de detección de contagio.

Por mi parte, seguiré ocupándome de buscar en Naciones Unidas la información


de las adquisiciones en curso y que la información esté disponible para el público.

Ayudas a las familias y empresas

Tengo el convencimiento de que el gobierno nacional ha adoptado las medidas


correctas de alivio económico, privilegiando a los estratos más vulnerables y
carenciados de la población. Me refiero a los bonos para los adultos mayores,
mujeres embarazadas, personas con discapacidad, niños y jóvenes con estudios
en primaria y secundaria, además de la asistencia alimentaria y el bono universal
que llegará a un amplio espectro de personas y familias.

Estimo que unos 10 millones de compatriotas serán beneficiados de una u otra


manera por este tipo de ayudas. Son ayudas que, además, impulsan la demanda
en el mercado para una variedad de productos y servicios, lo que favorece la
ocupación de muchos trabajadores, productores y empresas. Esto nos dice tam-
bién que no toda la actividad económica ha estado paralizada ni se han dejado
de generar empleos e ingresos para un segmento de la población.

Con buen criterio, las autoridades han dispuesto recursos financieros para líneas
de crédito en favor de las empresas, a través del sistema bancario. Es el caso de los

34
1.500 millones de bolivianos destinados al sector de PyMES, y con un beneficio
potencial para 500.000 micro y pequeñas empresas en las ciudades y para alrede-
dor de un millón de unidades campesinas y pequeños agricultores en el campo.

Hay otra línea de crédito abierta para pequeñas y medianas empresas para el pago
de salarios, con una tasa de interés muy baja y un plazo razonable. Todo esto, al
margen de otras disposiciones de alivio tributario y de postergación de pagos y
vencimientos crediticios.

Más adelante habrá que ver qué se puede hacer con los sectores y rubros más
afectados por la crisis, como son el turismo, los cines y otras actividades del
entretenimiento, el arte, la cultura o el deporte.

En suma, se puede decir que se ha hecho lo que tenía que hacerse para atender la
emergencia sanitaria y para paliar sus efectos sociales y económicos inmediatos.

¿Qué hacer hacia adelante?

El país no tiene otra opción que no sea acudir al endeudamiento externo. La


economía boliviana requiere una inyección lo más pronto posible de recursos
externos entre 2.000 y 2.500 millones de dólares. Por suerte, en el mundo hay
financiamiento disponible, que puede llegar en condiciones ventajosas.

Recientemente, el FMI ha otorgado un préstamo muy rápido a Bolivia de 327


millones de dólares, y sin ninguna condición. Esto es inédito. Tradicionalmente
el Fondo ponía un sin número de condiciones antes de cerrar una operación de
asistencia financiera. Esta vez no ha ocurrido así, y el dinero está ya desembolsado
en el Banco Central. Es un signo de los nuevos tiempos que vivimos.

Es una crisis temporal

No me cansaré en insistir en que esta crisis que está viviendo el mundo, y en


particular Bolivia, tiene todos los ingredientes de una crisis temporal, de la que

35
será posible salir más o menos rápidamente, si es que se hacen debidamente las
cosas que hay que hacer.

Desde ya, los organismos internacionales pronostican para Bolivia una caída
de la actividad económica, en este año, estimada en 3 por ciento. Al mismo
tiempo, estas mismas previsiones indican que nuestra economía podría retomar
el próximo año una senda de crecimiento con una tasa de entre 3 y 4 por ciento,
lo que sería muy significativo.

Lo importante es que el peso abrumador de las adversidades no nos paralice y


podamos retomar la iniciativa y vencer las dificultades, encarando los retos del
momento.

Volver a trabajar

A quienes están preocupados justificadamente por sus empleos o por sus empre-
sas y negocios, yo quiero decirles que hay un remedio para sus aflicciones. En
el mundo crece el consenso en cuanto a que la mejor medida para remontar la
crisis es volver al trabajo. No hay otra alternativa.

Debemos cuidar nuestra salud, al tiempo que cuidamos de la economía. Tenemos


que esforzarnos simultáneamente en estos dos terrenos. Ya no podemos decir
que, por cuidar nuestra salud, nadie debe salir a trabajar. Hemos llegado a un
límite desde el punto de vista económico.

Debemos pensar imaginativamente lo que puede ser esta esta nueva etapa de la
cuarentena, la cuarentena dinámica, y tomar las decisiones adecuadas. Así, por
ejemplo, proteger sobre todo a los adultos mayores y a las personas con enfer-
medades crónicas o de base, que son las vulnerables al COVID-19. Todas estas
personas deben permanecer en sus casas, hasta que esté disponible una vacuna
o un tratamiento comprobadamente efectivo.

36
Debemos seguir protegiendo a los menores de 18 años, que pueden ser agentes
asintomáticos del virus, lo que implica aplazar el funcionamiento de escuelas y tal
vez universidades hasta el próximo semestre, y que entretanto se siga ensayando
con modalidades de educación virtual y a distancia.

Si esto es así, habrá más o menos 5 millones de personas en cuarentena. Mien-


tras tanto, las personas entre los 18 y 65 años deben poder salir a trabajar, con
responsabilidad, con disciplina social y con medidas de bioseguridad. Aquí hay
una responsabilidad grande para el sector privado, que tendrá que hacerse cargo
de proveer de estos medios a sus empleados, y de tomar las debidas precauciones
en los lugares de trabajo.

Hay otras medidas de carácter general que deben ser proporcionados por el
gobierno, como el transporte público reducido en su capacidad y en horarios
diferenciados de modo de evitar lo más posible el contacto físico de las personas.
Estas y otras acciones pueden ser más fáciles de implementar en los departamen-
tos y ciudades con tasas más bajas de contagio.

Y, de hecho, podemos aprender mucho de los países que están tomando la delan-
tera en abrir sus economías y en la vuelta a una nueva normalidad.

La cuestión es reinventarnos. Como lo están haciendo hoy mismo muchos jóvenes


emprendedores, que se han dado a producir protectores sanitarios con indudable
éxito, u otros negocios de servicios de alimentación y de servicios.

La cuarentena dinámica es un desafío a la creatividad, la iniciativa y la respon-


sabilidad. También es una oportunidad para crecer.

37
Los impactos psicológicos de la
pandemia en los adolescentes

Elizabeth Machicao B.
Los padres debemos “sembrar” información con amor.
Antes de prohibir, es necesario hablar con ellos.

El clima social en tiempos del COVID-19

Una imagen muy descriptiva del impacto del coronavirus en la vida de los jóve-
nes sería la de un auto que va a toda velocidad y al que de pronto el conductor
le pone freno de mano y detiene su marcha en seco.

Hay que imaginarse lo que esto significa para los jóvenes –acostumbrados a la
calle, al colegio, a socializar permanentemente con sus amigos, hacer deporte,
frecuentar parques y otros lugares de diversión–, que súbitamente deban cortar
con todo eso y pasar a una reclusión absoluto. Los impactos emocionales tienen
que ser considerables.

Tanto más cuando se agudizan las sensaciones de incertidumbre, inseguridad,


desconfianza y mucho miedo, sobre todo el miedo a una enfermedad descono-
cida y ligada a la muerte.

Si esta circunstancia nos afecta a todos, su impacto tiene que ser mucho más para
los jóvenes que tienen la adrenalina a flor de piel, impedidos de ver a sus amigos,
a sus compañeros de colegio, a sus parejas –en esta etapa de sus vidas son sus
principales referentes, mucho más que los padres o hermanos–, coartados en su
libertad y sin poder tomar decisiones sobre qué hacer y cómo hacerlo.

38
También hay que entender el cambio que implican las nuevas prácticas de tra-
bajos académicos en las casas a través de internet y con plataformas virtuales;
recibir tareas en WhatSapp (varios colegios hacen esto). Es cierto que ello no está
al alcance de todos los muchachos; muchos no cuentan con estas herramientas.
Para quienes sí pueden trabajar de esa manera –hay quienes lo están haciendo–
es la experiencia de una nueva forma de aprendizaje, pero que también puede
resultarles muy exigente y cansadora, ya que no está acostumbrados a ella.

A esto hay que añadir que la cuarentena se vive en entornos familiares muy
diferentes; en realidad, distintas clases de familias. Las hay aquellas que tienen
recursos económicos, ambientes domiciliarios confortables, cohesión familiar,
la posibilidad de un trabajo en equipo, más colaborativo. En el otro extremo, las
familias con muchísimas carencias materiales, en condiciones de hacinamiento,
con padres negligentes y con vínculos muy lastimados, incluso de antes de la pan-
demia, y donde hay violencia, en múltiples manifestaciones, como una realidad
que hace parte de la cotidianidad. Naturalmente que estas son condiciones muy
desfavorables para un largo encierro; incluso contraproducentes, ya que puede
haber efectos perversos.

Entre esos extremos hay una gama amplia de entornos familiares, con sus propias
dificultades y posibilidades, y que condicionan la vida y la forma de ser de los
adolescentes que, obviamente, son también un producto de su entorno.

De ahí también la diversidad de adolescentes, con diferentes maneras de vivir,


de ser y de estar en hogares; estos últimos pueden ser un refugio de amor o un
campo de violencia (para enfatizar los casos extremos).

Ahora bien, lo cierto es que el virus ha cambiado la rutina de prácticamente todas


las familias y se ha roto la normalidad. En este escenario lo que se puede observar
es una acumulación de sentimientos y emociones, que pueden o no ser expre-
sados por los adolescentes, pero que indudablemente alternan su cotidianidad
y modos de vida y en algunos casos provocando cambios de conducta. Lo que

39
tendríamos que hacer los padres, los adultos, es buscar identificar estos cambios,
acercarnos a ellos, escucharlos, estimularnos a explicitar sus sentimientos y por
supuesto tratar de entenderlos y ayudarlos.

Y esto no solo para evitar que esa acumulación de emociones no procesadas o


mal procesadas vaya en aumento y eventualmente estalle; también porque va a
ser importante que todo esto nuevo que estamos viviendo se convierta en apren-
dizajes significativos para el crecimiento y formación de los jóvenes. El mundo
está cambiando, y que cuando salgamos de la cuarentena es posible que nos
encontremos con realidades diferentes. Los jóvenes tienen que saber que será
así y de deben prepararse para ello.

Los adolescentes suelen ser receptivos

También es posible que este tiempo de confinamiento esté sirviendo para un mayor
intercambio en las familias sobre la situación excepcional que vivimos y por qué
hemos llegado a este punto. Tal vez incluso para interrogarnos acerca del mundo
que tenemos, el porqué de tantas desigualdades, la pobreza, la violencia instalada
entre nosotros, los feminicidios, las relaciones humanas en los espacios sociales
que frecuentamos, los asuntos ambientales que suelen sensibilizar mucho a los
jóvenes, etc. Son temas para enriquecer el diálogo dentro de nuestros hogares.

Lo interesante del trabajo con los jóvenes es que ellos son a menudo muy recep-
tivos y tienen la facilidad de adaptarse a los cambios, incluso de desarrollar cierta
resilencia frente a situaciones extremas y dolorosas, por la misma edad en que
están y porque para ellos el futuro está abierto.

La capacidad de adaptación de los jóvenes ha de ser muy importante para la


etapa post-cuarentena y en la que probablemente habrá cambios en los vínculos
familiares y en las relaciones humanas, dada la necesidad de mantener el distan-
ciamiento social y parcialmente el aislamiento.

40
También es necesario recalcar que todos hemos entrado a la pandemia como
somos. El virus no ha cambiado nuestra forma de ser, nuestra estructura de
valores y creencias; no ha reconfigurado nuestras mentes; ni en los adultos ni en
los adolescentes.

Si esto es así, debemos asumir que con pandemia, o sin ella, educar a los hijos
requiere de ciertas habilidades: mucha paciencia, mucha aptitud de escucharlos,
tanto mejor si el vínculo está reforzado por la ternura y la comprensión; firmeza
para imponer límites claros, con certezas y sin dejar de establecer las responsa-
bilidades que corresponde, las tareas y actividades conjuntas en el hogar.

También entender que los adolescentes necesitan espacios de privacidad, momen-


tos de intimidad (incluso de no hacer nada), que hay que respetar. Se trata de que
puedan gozar de cierto “aire” y de sensación de libertad y autonomía personal, de
modo que no se acumulen tensiones que puedan afectar la convivencia familiar.

Características psicosociales en el aislamiento

A continuación, resumo los elementos de nuestras observaciones en el trabajo


de la Casa del Adolescente, en lo que va de la cuarentena.

Con los padres: Se pueden agudizar más en esta etapa las discusiones, los peleas
y los distanciamientos, pero también podría ocurrir todo lo contrario.

Con los pares: Los amigos ayudan a la construcción de la identidad personal y


proveen un sentido de pertenencia, constituyendo el vínculo más importante
para los jóvenes. Hoy en día este vínculo está cortado en buena medida, y los
adolescentes resienten de ello.

Con sus parejas: Se advierte una mayor ansiedad al no poder verse, y hasta pueden
darse rupturas, con el consiguiente duelo, enojo, depresión.

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Es muy natural que la alteración de este tipo de vínculos sociales y afectivos,
provoque efectos psicológicos en los jóvenes, tales como:

• Estrés, bajo muchas formas.

• Ansiedad, incluso la posibilidad de ataques de pánico.

• Depresión, que puede manifestarse como dormir mucho, no hablar, ensimis-


marse.

• Se pueden acentuar las conductas obsesivas y compulsivas.

• Adicciones; pueden darse síndromes de abstinencia o potenciarse los síntomas


de adicción, por ejemplo, con los video juegos, el fumar u otros.

Podría haber un riesgo de la salud mental, cuando existen manifestaciones de:

• Incremento de los niveles de estrés causados por el aislamiento y las tensiones


familiares.

• Sensaciones de angustia por miedo a la enfermedad, a la muerte, la separación


de un ser querido, la pérdida de ingresos económicos en la familia.

• Somatizaciones, impacto a nivel del cuerpo, alteraciones en el sueño, dificultad


para dormir.

• Se puede retrotraer imágenes de violencias vividas en el pasado.

Violencia con los adolescentes

Como ya se dijo, la violencia es un mal lamentablemente instalado en el seno de


muchas familias y en la cotidianidad de mucha gente, siendo los jóvenes víctimas
propiciatorias.

La violencia se puede expresar de varias maneras:

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• Castigos punitivos, por ejemplo, quitarles el celular, no dejar que vean televi-
sión, prohibición de acceso a juegos o a las redes sociales, etc.

• Mostrar actitudes de desinterés o desatención hacia sus problemas.

• Imponerles tareas domésticas excesivas o sobrecarga de ciertas labores por


razón de género.

• Maltrato psicológico.

• Sobre exigencia de deberes escolares.

Peligros a que están expuestos los adolescentes


en el aislamiento

Suelen ser los más recurrentes y de los


que los padres muchas veces están al
margen, ya sea por desconocimiento o
porque prefieren ignorarlo

Redes sociales Pornografía Violencia Sexual

Redes sociales

Las redes son espacios cada vez más frecuentados para llegar a los adolescen-
tes, para identificarlos, contactarlos y atraerlos. Sobresalen prácticas como las
siguientes:

Grooming: Conductas o acciones de un adulto para ganarse la confianza de un


menor, con el fin de obtener beneficios sexuales.

Sexting: Es el envío de mensajes, fotos o videos con contenido sexual explícito,


erótico o pornográfico.

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Pack: Conjunto de fotos que muestran a hombres o mujeres desnudos o semi-
desnudos.

Pornografía

Como muchos estudios lo demuestran, la pornografía puede convertirse en una


adicción, especialmente para los adolescentes, incidiendo en sus comportamien-
tos cotidianos.

Es primordial que los padres de familia conversen con sus hijos sobre los peligros
que envuelve la pornografía, los cuidados que debe tenerse, evitando llegar a la
prohibición de usar las redes sociales (por sus efectos contraproducentes).

Violencia sexual

El aislamiento en la cuarentena deja a ciertos adolescentes más vulnerables a la


violencia, el estrés y la angustia. En un entorno supuestamente seguro, como es el
hogar, puede llegar a producirse más violencia que nunca. He aquí una muestra:

“El periodo de cuarentena asumida por la emergencia por la pandemia


del Covid-19 ha generado una escalada de violencia durante el confi-
namiento que registra 1.872 casos, de los cuáles seis son feminicidios y
60 son violaciones cometidas contra niños, niñas y adolescentes”, indicó
el director nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia
(FELCV), Juan Carlos Alarcón.

Periódico Página Siete, 29 de abril de 2020

Otras evidencias corroboran que el confinamiento social puede potenciar, para


los adolescentes, el riesgo de la violencia sexual, a cargo de miembros de sus
propias familias.

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Hay casos extremos y aberrantes de madres que, aun sabiendo que su esposo
viola a su hija, callan, ignoran o niegan los hechos; a veces para dejar de ser, ellas
mismas, víctimas de la violencia de su pareja.

Los jóvenes son especialmente proclives a establecer relaciones de amistad a


través de las redes sociales e ignorar el peligro de vincularse con desconocidos
que pueden conducirlos a actos de violación, de trata y tráfico de menores o de
prostitución. Las evidencias sobre ello son innumerables.

Precisamente por esto es fundamental que los padres hablen con los hijos y los
alerten de tales peligros. No se debe perder de vista que los adolescentes tienen
la capacidad de responder asertivamente cuando son tratados con respeto y
confianza.

Buenas prácticas

Pero no todo es malo o peligroso. De hecho, hay familias que están aprovechando
este tiempo para desarrollar una serie de nuevas prácticas muy constructivas.
Por ejemplo:

• Reencontrarse y reconocerse como miembros de una familia.

• Dejar el ajetreo diario y aprender a compartir sin prisas.

• Animarse a nuevas formas de comunicación.

• Crear empatía y solidaridad con los suyos y con extraños.

• Identificar y gestionar emociones.

Los padres tenemos mucho que aprender

Aunque nos cueste admitirlo, lo cierto es que los padres no solo sabemos todo,
ni siquiera mucho y a menudo necesitamos aprender de nuestros hijos.

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A continuación, un conjunto de consejos que pueden ser de utilidad, primero,
para tratar de comprender mejor los trastornos que están viviendo los hijos en
este duro contexto de la pandemia y el confinamiento; y, segundo, para mejorar
las relaciones intrafamiliares y ayudar a que los jóvenes puedan lidiar mejor con
sus problemas:

• Aceptar y respetar al adolescente tal como es.

• Permitirle expresar sus emociones y dejar que encuentre los espacios y los
modos de exteriorizar sus enojos, frustraciones, miedos, tristezas.

• Escucharlos con atención y sin juzgarlos. No asustarse ante sus rabietas y sus
crisis emocionales. Es preferible dejar que expresen libremente sus sentimientos.

• Ayudarlos a ordenarse de manera sutil, no imperativa. Los límites son impor-


tantes y tranquilizadores.

• Bajar el nivel propio de exigencia y con los demás; no pretender llenar cons-
tantemente el tiempo con actividades. A veces no es malo perder el tiempo
sin hacer nada.

• Aceptar que este año escolar será muy peculiar, y mejor hacerse la idea de que
los profesores darán los contenidos que se puedan y que los chicos aprenderán
lo que sea posible aprender.

Una reflexión final

Las exigencias de una nueva forma de vida, de cuidados y responsabilidades


diferentes en lo que sigue de esta etapa de restricciones y aislamiento, impuestos
por la necesidad de abatir la pandemia, son ineludibles. Los adolescentes agra-
decerán que quienes son responsables de su bienestar hagan lo necesario para
que transiten y salgan de esta crisis con el menor daño posible, respetándolos,
escuchándolos y acompañándolos.

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Entender y apoyar a los jóvenes

Samuel Doria Medina

El virus ataca psicológicamente a las personas

Este tiempo de vivir la experiencia inédita del coronavirus nos ha demostrado


que tiene efectos en varias dimensiones: el sistema de salud, la economía, el
bienestar social, la estabilidad política, el equilibrio de poder en el mundo, etc.
La pandemia ataca la salud física de los individuos, pero también su estructura
psicológica, poniendo bajo intensa presión la estabilidad emocional, la seguridad,
la resilencia, el carácter de las personas.

Dentro de ese cuadro general, se nota un fenómeno particular en los jóvenes. Son
los que menos sufren los efectos directos del virus en su condición física, pero
también son el segmento probablemente más vulnerable a sus consecuencias
psicológicas y emocionales.

Esto no significa que los jóvenes estén a salvo de la infección del virus. En rea-
lidad, ningún grupo social lo está. La peculiaridad estriba en que los jóvenes
son proporcionalmente más asintomáticos que otros grupos etarios, y la tasa de
letalidad o mortandad en ellos es extremamente baja. Sin embargo, los jóvenes
viven el impacto económico en sus hogares, la caída del ingreso familiar, even-
tualmente la pérdida de la fuente de trabajo de los padres y, en general, el clima
de inseguridad económica que se apodera de muchas familias.

La cuarentena ha supuesto para los jóvenes un cambio dramático de sus condi-


ciones y modos de vida, algo sencillamente inimaginable antes de que ocurriera.
La privación del estudio en las escuelas y colegios, de las actividades recreativas,

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sociales o deportivas a que están acostumbrados, y el confinamiento absoluto en
los hogares, es un cambio drástico que no puede menos que tener un impacto
psicológico y espiritual considerable.

Esto es lo que están advirtiendo los profesionales y especialistas, que, además,


ponen de relieve el hecho curioso de que incluso los niños podrían estar proce-
sando mejor los rigores del distanciamiento social y el encierro forzoso.

Los adolescentes, en cambio, que atraviesan una etapa de intensos cambios de


personalidad, y que se desenvuelven con mayor autonomía, mucho más habitua-
dos a la calle, y muy dependientes del reconocimiento social en su crecimiento
personal, manifiestan síntomas de mayor vulnerabilidad frente a la crisis actual.
Esta vulnerabilidad conlleva ciertos riesgos de trastornos de conducta individual,
como pueden ser el ensimismamiento, la ansiedad, la depresión, un acentuado
temor a la enfermedad e incluso sentimientos de culpabilidad por lo que pueda
sucederles a los mayores.

Estamos, en consecuencia, ante una problemática social en muchos aspectos


inesperada y desconocida, sobre todo para los padres que nos sentimos a la vez
desconcertados y desorientados.

La oportunidad del aprendizaje y el reencuentro

Pero no todo lo que la cuarentena trae consigo es para lamentar. De hecho, hay
familias que pueden estar descubriendo la oportunidad de reconstituir los vínculos
de familia y una comunicación más estrecha entre padres e hijos. De acercarse
a los problemas de los adolescentes, y quizás también de entender mejor sus
preocupaciones, inquietudes y temores, para ayudarlos y orientarlos.

En ese sentido, la recomendación de Elizabeth Machicao de tener la aptitud de


escucharlos, de mostrar mayor tolerancia hacia ellos, de saber darles “su” espacio
y respetar su intimidad e individualidad, es, por cierto, muy importante.

48
De modo que hay muchas y buenas razones que nos deben llevar a repensar cómo
nos relacionamos padres e hijos, y no únicamente para prevenir los peligros que
se ciernen sobre los jóvenes, sino para hacer de la situación actual la oportunidad
de un aprendizaje individual y colectivo, como tal vez no ha sido posible antes.

Me resulta particularmente motivadora la idea de identificar buenas prácticas,


en nuestra propia cotidianidad. Es un desafío que deberíamos asumir todos.

Los jóvenes deben retornar al colegio

Y ya pensando en cómo salir de la cuarentena, creo que nada será tan necesario
y provechoso como la decisión de que, en el momento oportuno, los jóvenes
retornen a sus colegios, y especialmente los estudiantes del último grado.

Los estudiantes de la “promo”, deben ser los primeros en reconstituirse a sus res-
pectivos establecimientos, y, para eso, nosotros, los padres, los adultos, debemos
fomentar un sentido de responsabilidad en ellos. Los jóvenes, conociendo de
los peligros latentes por el coronavirus, que seguirá entre nosotros por mucho
tiempo más, tienen que aprender a cuidarse por sí mismos, proteger su salud y
evitar contagiarse y contagiar a otros.

Esto simplemente porque no es posible encapsularlos en una burbuja.

Y así como a todos debe dolernos que se cierre una fábrica, una tienda, un local
de comida, y que haya gentes que pierden su empleo, también debe preocuparnos
que se cierre un colegio o escuela.

Puede ocurrir que algunos colegios particulares, asfixiados económicamente, no


tengan cómo seguir funcionando. Esto será muy lamentable. Ojalá no lleguemos
a ese extremo, y que sus propietarios y profesores hallen la manera de resolver sus
dificultades, de modo que ningún niño o adolescente se vea privado de continuar
estudios en sus colegios.

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La casa del adolescente

Por todo lo dicho, es evidente que los padres, los profesores, el Estado y la sociedad
en general tenemos la obligación de cooperar con los jóvenes y adolescentes a fin
de que puedan enfrentar mejor la difícil situación que experimentan, proporcio-
nándoles herramientas de información, educación y prevención.

Esto es justamente lo que hace la Casa del Adolescente, desde hace dos años, con
el apoyo de la fundación que lleva el nombre de mi padre, Samuel Doria Medina
Arana. Gracias al gran trabajo profesional de su directora Elizabeth Machicao,
la Casa del Adolescente es ya un referente para muchos jóvenes de La Paz y El
Alto, que acuden y participan a lo largo del año en sus múltiples talleres de arte,
defensa personal y otros temas de interés, así como en charlas orientadoras y en
eventos de capacitación y formación.

Muchos jóvenes se acercan a la Casa en busca de orientación y algunos realizan


terapias psicológicas, especialmente los chicos que sufren la violencia en sus
hogares, el colegio u otros espacios públicos. De sus actividades también parti-
cipan profesores y padres de familia.

A sus labores habituales de asistencia profesional, la Casa del Adolescente ha


incorporado la sistematización de experiencias relacionadas con los problemas
que afectan a los jóvenes en esta emergencia sanitaria, de modo que todos noso-
tros, y sobre todo ellos mismos, podamos lidiar mejor con las aflicciones y riesgos
que la pandemia ha traído a nuestras vidas.

Estoy convencido de que, en la medida en que tengamos mayor fortaleza y esta-


bilidad emocional, seguridad personal, resilencia y carácter, tanto más seremos
capaces de encontrar salidas a la crisis social y económica y, en última instancia,
de derrotar al coronavirus.

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