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De acuerdo con lo leído en el artículo en cuestión, se sabe que para la creación de la vacuna
contra el COVID-19 las empresas e investigadores se basaron en tres enfoques para llegar al
modelo de la espiga, modelo que consiste en entrenar a las células humanas para que
produzcan un antígeno llamado proteína de espiga, esta proteína es utilizada por el COVID-
19 para ayudarse a penetrar en las células, uno de estos tres enfoques, llamado vacunas de
ARN consiste en incorporar el proyecto genético en una cadena de ARN, enfoque utilizado
por la empresa ModernaTX, Inc.
Las vacunas de ARN mensajero se diferencian de las anteriores en que no se infecta ningún
patógeno ni fragmentos de este. En su lugar, los científicos crean un ARN mensajero sintético
en el laboratorio, el cual contiene una copia de parte del código genético viral. Este ARN
mensajero se introduce en las células y permite a la maquinaria celular poder fabricar la
proteína viral directamente, la cual se presenta en la membrana celular y estimula al sistema
inmune.
El ARN de estas vacunas se transporta en lípidos ya que son moléculas grasas que pueden
pasar fácilmente a las células a través de nanopartículas lipídicas y estos lípidos se inyectan
en el cuerpo para así dentro de la célula, en el ribosoma se codifica la proteína de pico que
llega a la superficie celular para producir la respuesta inmunitaria. Ese ARN mensajero
desaparece en horas.
Estas vacunas son caracterizadas por inducir una inmunidad más potente y una memoria más
fuerte en el sistema inmunitario, por lo que se requieren dosis más bajas, pero también tiene
sus desventajas, por ejemplo, estas son menos estables que otras vacunas con otros enfoques
por lo que las enzimas comunes del cuerpo pueden degradarlas rápidamente, estas deben
estar congeladas o refrigeradas ya que el calor las puede dañar, lo que es un hecho
contraproducente en los países más pobres.
La empresa Moderna no contaba con la capacidad en sus instalaciones para generar millones
de dosis de vacunas de ARN como se necesitaba en este caso, tantas dosis en el menor tiempo
posible, sin embargo, la vacuna pasó de ser un diseño por computadora en enero a un estudio
en humanos en solo tres meses, lo que convirtió a Moderna en la primera compañía
estadounidense en llegar a ese punto.
El estudio en mayores de 18 años arrojó resultados muy positivos que indicaron que la vacuna
tenía un 94% de efectividad en la prevención de COVID-19, con 100% para enfermedad
severa, y era segura y sin efectos secundarios. El 18 de diciembre, la FDA (Administración
de Medicamentos y Alimentos) otorgó la autorización para su administración. Ya se han
administrado varios millones de vacunas con eficacia y seguridad demostradas y comienza a
verse un efecto de control de la enfermedad. Los científicos relacionados con Moderna han
podido establecer en pruebas de laboratorio que las mutaciones en la variante del Reino
Unido tienen poco o ningún efecto. Pero la variante de Sudáfrica tuvo una respuesta inmune
más débil. Sin embargo, aún no está claro si ello comprometerá la protección. Moderna
estudia si una segunda inyección de refuerzo podría mejorar la eficacia y ya está
desarrollando una vacuna específica para diferentes variantes.
Debido a que el método utilizado en las vacunas de ARN es relativamente nuevo, han surgido
muchas dudas, la más polémica es que se asegura de muchas fuentes confiables en el tema
que las vacunas de ARN pueden modificar el genoma y causar daños desconocidos e
irreparables, sin embargo, la OMS anuncio y justifico con varias razones que no es posible
que este tipo de vacunas pueda alterar nuestro ADN.