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Casertano
Casertano
El filósofo griego
frente a la sociedad
de su tiempo
Editorial Rhesis
Sociedad democrática y cultura sofística
Giovanni CASERTANO
(Universidad de Nápoles)
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El filósofo griego frente a la sociedad de su tiempo
posteriores hasta el día de hoy, fue un largo trabajo para los historiadores
de la filosofía antigua a partir de fines del siglo pasado. Se puede decir
que el resultado de estos estudios fue, generalmente, una valoración
positiva de la filosofía de los sofistas que hizo justicia respecto de
algunos lugares comunes que, incluso sobre la base de la presentación
platónico-aristotélica, los habían maltratado al presentarlos como
corruptores de las costumbres, disgregadores del orden social,
individualistas, y cosas por el estilo. Es necesario comprender, por
consiguiente, en qué sentido los sofistas representaron una “novedad” en
el ámbito cultural de la Grecia del siglo V, particularmente en Atenas,
que recién hacia la mitad de dicho siglo conquistó su estatuto de “capital
cultural” de Grecia, después de que la cultura filosófica y científica
habían conocido una consagración más bien en la “periferia” del mundo
griego: los jónicos y Heráclito en Asia Menor, los pitagóricos en Jonia y
en la Magna Grecia, los eleáticos en la Campania, Empédocles en Sicilia,
por citar sólo las figuras más significativas del siglo V. En Atenas, por
entonces, confluyeron las figuras intelectuales más importantes,
incluidas, justamente, los sofistas, y para comprender el sentido histórico
de su acción es necesario esbozar las transformaciones de la sociedad
griega en aquel período y de qué manera los sofistas supieron interpretar
el espíritu de estas transformaciones.
Óptimas descripciones de la sociedad griega y, por ende, de la
ateniense en el siglo V, en la cual operaron lo sofistas, se encuentran de
Levi a Untersteiner, de Lanza a Capizzi.71 Se ha subrayado en especial
que la constitución en Atenas de un nuevo espacio político y cultural,
que hizo de la misma la “ciudad” por antonomasia de la Grecia del siglo
V, estuvo ligada a la crisis de la antigua sociedad agrícola y aristocrática,
crisis caracterizada por la gradual privatización de la tierra, la expansión
demográfica, el florecimiento del comercio, factores todos estos que
contribuyeron a superar el aislamiento de las antiguas poleis y crearon
una unidad económica más amplia. Figuras ciudadanas tales como los
comerciantes, los empresarios, incluso auténticos “industriales”
(propietarios de minas, canteras, etc.) adquirieron importancia. La ciudad
llegó a ser el corazón de una nueva vida económica que, sin reemplazar
completamente el campo, redimensionó su importancia.
Naturalmente, también desde el punto de vista político, Atenas
devino el modelo del nuevo espacio político, el modelo de la
71
A. Levi, Storia della sofistica, Napoli, Morano, 1966; M. Untersteiner, Sofisti.
Testimonianze e Frammenti, Firenze, La nuova Italia, 1948; D. Lanza, Lingua e
discorso nell’Atene delle professioni, Nápoles, 1979 y A. Capizzi, I sofisti ad
Atene. L'uscita retorica dal dilemma trágico, Bari, Levante, 1990.
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72
Véase L. Spina, Il cittadino alla tribuna. Diritto e libertà di parola nell'Atene
democratica, Napoli, 1986, pp. 27-31; D. Lanza, Lingua e discorso…, op. cit., p.
54.
73
Véase D. Lanza-M. Vegetti, “L’ideologia della città”, in D. Lanza-M. Vegetti-
G. Caiani-F. Sircana, L’ideologia della città, Napoli, 1977, pp. 14-21.
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Véase DL, IX.50 = DK, 80A1.
75
Compárese con aquello que Platón, en Prot. 317b-318e, pone en boca de
Protágoras: "convengo en que soy un 'sofista' y en que educo a los hombres...en
los asuntos domésticos…y en los políticos".
76
Véase D. Lanza-M. Vegetti, “L’ideologia della città”, op. cit., pp. 22-23.
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2. Desde cierto punto de vista se puede decir que los sofistas fueron uno
de los tantos ejemplos de “perdedores” en la historia de la cultura; y ello
no tanto por el hecho de que en su tiempo no tuvieron éxito ni
seguidores, sino porque su imagen tuvo, desde un comienzo, una
connotación negativa, que luego fue heredada por la tradición. Ejemplos
de esta consideración negativa por parte de la cultura tradicional se
encuentran ya sea en Aristófanes,79 ya sea en Platón,80 pues ambos
haber observado atentamente los males del prójimo, seguramente cada uno
conservaría los que llevó consigo” (VII.152).
78
Heródoto, I.134: “Entre todos, estiman en primer lugar a sí mismos y a
quienes viven en regiones vecinas; en segundo lugar, a quienes están a una
distancia media; y luego, gradualmente, miden la estima en proporción a la
distancia. En el último grado de la consideración están quienes habitan en
lugares muy remotos”. Heródoto está hablando de los persas, pero, como
dijimos, su observación tiene carácter universal.
79
En su comedia Nubes, Aristófanes había asimilado a Sócrates con los sofistas,
representándolo como un exponente de la “cultura” ateniense, bastante lejana
del cuadro tradicional de los valores y de los intereses del pasado. La
asimilación de Sócrates a los sofistas operada por Aristófanes es un serio
problema historiográfico, puesto que otras fuentes (Platón, Jenofonte,
Aristóteles) los contrastan duramente. Sobre este tema, véase G. Casertano, Le
filosofie antiche, Napoli, 1994, pp. 98-107. En Nubes es clásica la presentación
del “pensadero de almas sabias” (verso 94) en el cual están recluidos los
sofistas. Para la caricatura del sofista y de sus doctrinas naturalistas, véanse en
particular los versos 95-104, 144-164, 441-451, 882-884, 961-1111.
80
Una crítica, y también una deformación, de la actividad de los sofistas se
encuentra en la obra de Platón. No es que Platón quisiese defender la cultura
tradicional, como otros críticos de los sofistas, contemporáneos o posteriores. En
efecto, toda la crítica platónica a la cultura tradicional abarcaba también la
“nueva” cultura representada por los sofistas, en la cual Platón veía
inteligentemente ciertos peligros debidos en especial a su “popularización”. El
proyecto político y cultural de Platón iba en realidad mucho más allá de la
cultura de su tiempo y abría perspectivas insospechadas y absolutamente
originales, ya sea en el campo epistemológico como en el filosófico y en el
político. En efecto, si bien toda la obra platónica puede entenderse como una
polémica contra la cultura tradicional y contra la sofística, a menudo en sus
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83
Véase R. Müller, La sofistica e la democrazia, en “Discorsi” VI (1986) pp. 7-
23, p. 7, pp. 17-18; D. Lanza-M. Vegetti, L’ideologia…, op. cit., pp. 17-20.
84
En Tucídides, V, 84-114.
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85
Sobre este punto, cfr. K.J. DOVER, The Freedom of the Intellectual in Greek
Society, en “Talanta” 7 (1975) pp. 24-54.
86
IX 52-54 = DK80A1.
87
La noticia se encuentra también en Sexto Empírico, adv. m. IX 55, 56 =
DK80A12.
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89
Met., IV.5.1009a16-22.
90
Véase B. Cassin, Du faux ou du mensonge a la fiction (de pseudos a plasma),
en B. Cassin (ed.), Le plaisir de parler, Paris, 1986, pp. 6-7.
91
Sobre este punto, véase G.W. Most, Sophistique et hermeneutique, en B.
Cassin (ed.), Positions…, op. cit., pp. 236-237.
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93
Para la justificación detallada de nuestra lectura del Sofista platónico, véase G.
Casertano, Il nome della cosa. Linguaggio e realtà negli ultimi dialoghi
platonici, Napoli, 1996, capítulo 2; y, para una lectura diferente, los bellos
ensayos de M. Canto, “Politiques de la réfutation. Entre chien et loup: le
philosophe et le sophiste”, en B. Cassin (ed.), Positions…, op. cit., y de L.
Palumbo, Il non essere e l’apparenza. Sul Sofista di Platone, Napoli, 1994.
94
Teeteto, 151e-152a.
95
Adv. math., VII.60 = DK, 80B1; Pyrrh. hip., I.216 = DK, 80A14.
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...pero quien había organizado todo el complot para que se llegara a este
resultado, quien había dedicado al mismo desde hacía tiempo todas sus
energías, era Antifonte, un hombre que, entre los atenienses de su tiempo,
no era superado por nadie en cuanto a su estatura moral, el más profundo
tanto en el pensamiento como en la expresión del mismo; si bien no se
presentaba de buen grado para hablar en la Asamblea ni en otros lugares de
debate, era considerado con desconfianza por la masa por su fama de hábil
orador. No había nadie mejor que él para aconsejar a quien, perseguido en
los tribunales o en la asamblea popular, le pedía sus consejos. Y cuando [...]
los Cuatrocientos fueron derrocados y el pueblo los castigó duramente, fue
precisamente él, que había sido acusado de instaurar este régimen, quien
pronunció la mejor defensa, según mi opinión, pronunciada jamás en un
proceso por delitos capitales.103
102
Es obvio que esto no excluye que en el siglo IV hubiera individuos que
esperaban que la restauración del régimen oligárquico redundara en su
beneficio.
103
Tuc., VIII.68, 1-2.
104
“La vida se asemeja a una efímera vigilia, la extensión de una vida a la
duración de un día, en el cual miramos la luz para dejar de inmediato nuestro
puesto a otros, que han de seguir” (Estobeo, IV.34, 63 = DK, 87B50); “Es toda
la vida la que está en acusación, querido amigo, la cual no contiene nada de
elevado, ni de grande, ni de noble, sino que todo es pequeñeces, debilidades,
transitoriedad y mezcla de grandes Dolores” (Estobeo, IV.34, 56 = DK, 87B51);
“Hay hombres que no viven la vida presente, y que se preparan cuidadosamente
a vivir otra vida, y no ésta; entretanto, el tiempo perdido se les escapa para
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pero son justamente sus reflexiones sobre la vida humana y sobre aquello
que es lo mejor para el hombre lo que abre la puerta para las reflexiones
“políticas” de Antifonte. Y es acá donde el análisis de Antifonte muestra
toda su desesperada lucidez al denunciar el formalismo abstracto de las
leyes, que, incluso ahí donde deben imponerse para organizar bien o mal
una red de relaciones reguladoras de los comportamientos humanos en
sociedad, sólo son capaces de determinar un comportamiento
formalmente correcto, que solo roza en grado mínimo la “interioridad”
del hombre, su naturaleza más profunda, y que no consigue ofrecerle
ninguna motivación profunda para sus acciones. He aquí por qué el
sistema de las leyes vigentes representa una ofensa para la naturaleza
humana, al atacar y al mortificar las bases de sus exigencias vitales.
Estos lúcidos análisis se conservan en el famoso fragmento del papiro de
Oxyrhynco, que se encuentra en DK 87B44. La definición inicial de
Antifonte, desde el punto de vista formal, es perfecta:
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106
DK, 87B44, A, col. 3.
107
DK, 87B44, A, col.3.
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108
DK, 87B44, A, col. 5.
109
Es éste, por ejemplo, el caso de “igualdad” ante la ley del ofendido y del
ofensor, recordado por Antifonte: DK, 87B44, A, col. 5-7.
110
DK, 87B44, B, col.2: en este punto se interrumpe el fragmento.
111
Jámblico, Ep. sobre la concordia [Estobeo, II.35, 15] = DK, 87B44a.
112
Véase G. Casertano, Il piacere, l’amore e la morte nelle dottrine dei
presocratici, cit., pp. 100-101 y G. Casertano, Sofista, Nápoles, 2004.
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