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El documento presenta una serie de principios estratégicos y tácticos para el ajedrez de apertura. Algunos de los puntos clave son: desarrollar rápidamente todas las piezas, disputar el control del centro, enrocar temprano para proteger al rey, mover solo uno o dos peones en la apertura y concentrarse en el desarrollo de las piezas mayores.
El documento presenta una serie de principios estratégicos y tácticos para el ajedrez de apertura. Algunos de los puntos clave son: desarrollar rápidamente todas las piezas, disputar el control del centro, enrocar temprano para proteger al rey, mover solo uno o dos peones en la apertura y concentrarse en el desarrollo de las piezas mayores.
El documento presenta una serie de principios estratégicos y tácticos para el ajedrez de apertura. Algunos de los puntos clave son: desarrollar rápidamente todas las piezas, disputar el control del centro, enrocar temprano para proteger al rey, mover solo uno o dos peones en la apertura y concentrarse en el desarrollo de las piezas mayores.
El principal objeto de la estrategia en la apertura es el de sacar
rápidamente las piezas para que tomen parte activa en el juego. No se puede atacar (mucho menos dar mate) con una o dos piezas. Hay que desarrollarlas todas, pues cada una tiene una misión que cumplir. Las negras deben luchar por conseguir una parte igual de las casillas valiosas. Las negras deben disputar la posesión del centro. ¿Por qué es tan importante el centro? Las piezas colocadas en el centro gozan de la mayor libertad de acción y tiene el mayor alcance para su fuerza de ataque. Un caballo, por ejemplo, colocado en el centro, domina en 8 direcciones y ataca en 8 casillas. Si se encuentra en un lado del tablero, el alcance de su ataque se limita a 4 casillas. ¡Se reduce a sólo la mitad de un caballo! La ocupación del centro significa el control del territorio más valioso. Deja menos espacio para las piezas del enemigo y le hace difícil la defensa, pues sus piezas tienden a estorbarse entre sí. La ocupación del centro, o su control a distancia, levanta una barrera que divide las fuerzas del adversario y les impide cooperar de manera armoniosa. La resistencia de un ejército desunido así no suele ser muy eficaz. Hay que desarrollar los caballos antes que los alfiles. Hay que colocar cada pieza, tan rápidamente como sea posible, en la casilla en que sea más eficaz. Hay que mover cada pieza solamente una vez en la apertura. Hay que enrocarse lo más pronto posible, preferentemente en el lado del rey. Hay que desarrollar todas las piezas antes de iniciar cualquier combinación. Nunca hay que mover los peones que se encuentran frente al rey enrocado, salvo por necesidad o para ganar una ventaja, pues cada jugada de los peones debilita la posición. Hay que esforzarse siempre por conservar los tres peones frente al rey enrocado en sus casillas originales durante el mayor tiempo que sea posible. Hay que desarrollarse con una amenaza siempre que sea posible. Las columnas abiertas se traducen en ventaja del jugador cuyo desarrollo sea superior. El punto más débil de las negras es la casilla 7AR. Hay que sacar las piezas rápidamente. Hay que mover cada pieza solamente una vez en la apertura. Hay que desarrollarse con la mira de controlar el centro. Hay que mover sólo aquellos peones que faciliten el desarrollo de las piezas. Hay que mover piezas no peones. Hay que eliminar las amenazas antes de continuar con el desarrollo. El hecho de abandonar la última fila constituye una jugada de desarrollo. En la apertura hay que mover sólo aquellos peones que ayuden a desarrollar las piezas. No hay que mover dos veces la misma pieza en la apertura. No suele ser prudente en un jugador inexperto adelantar los peones del flanco en que se ha enrocado su rey. No hay que capturar peones a expensas del desarrollo o de la posición. Sólo deben moverse uno o dos peones en la apertura. El contrafuego en el centro es el mejor medio de oponerse a un ataque en el flanco de rey. Y para conseguirlo, la posición de los peones deberá conservarse fluida. Hay que obligar a uno de los peones que defienden al rey a dar un paso hacia adelante, lo cual se traducirá en una debilidad permanente. Hay que tocar a los peones que se encuentran delante del rey con infinita delicadeza. Todo movimiento de los peones debilita la posición. Es muy importante luchar por el control de las casillas vitales. Haz las jugadas, que se conformen a los requisitos de la posición, y serás adecuadamente recompensado. Haz las jugadas necesarias para establecer un posición superior. Desarrolla tus piezas de manera que tengan la máxima movilidad y controlen la mayor parte posible del territorio. Dirige tus esfuerzos a debilitar la posición del enemigo, paralizando los movimientos de sus piezas y reduciendo la su capacidad de resistencia antes de que hagas la primera jugada de una combinación. Cuando llegue la hora, el ataque aparecerá por sí solo. La combinación decisiva surgirá como por encanto. El ajedrez no debe jugarse mecánicamente, ni siquiera en las posiciones más sencillas y plácidas. La mejor forma de ganar es la más rápida y más sencilla. El ajedrez no es para almas tímidas. Hay que enrocar porque uno quiere o porque es necesario; pero no tan sólo porque uno pueda hacerlo. La mejor jugada inicial para las blancas es 1. P4R Las mejores aperturas son aquellas en que el lector se encuentre más a sus anchas. Hay que sacar las piezas de la primera fila. Nunca hay que iniciar un ataque hasta que se haya desarrollado la torre de dama “En el principio de la partida no hay que buscar combinaciones y es necesario de abstenerse de jugadas violentas. Hay que buscar pequeñas ventajas, acumularlas, y solo después de haber alcanzado estos fines se buscan combinaciones con todo el poder de la voluntad y el intelecto, porque entonces debe existir alguna combinación, por oculta que esté”. “Cuando conocemos las ideas que los inspiran, ¡qué sencillos nos parecen los sacrificios!”, dice Znosko Borovsky. El ajedrez no es para los blandos de corazón, dice el proverbio francés. … P4A esta jugada es casi indispensable en las aperturas de peón de dama. Toda jugada de los peones debilita la estructura defensiva. Toda casilla que no esté defendida (como consecuencia de dicho avance) crea una debilidad en la posición. Hay que sacar las piezas de la primera fila y hacer. Toda posición es fuerte o débil únicamente en relación con la posición del adversario. Hay que sacar las torres de sus rincones. “suele ser ventajoso que los peones ocupen la parte media del tablero, porque allí retardan considerablemente los movimientos de las fuerzas enemigas. El peón de rey y el peón de dama están bien colocados en las cuartas casillas, pero no es fácil conservarlos en esa posición, y si se ve uno obligado a adelantar uno de ellos, su poder disminuye mucho”. Es muy importante disputar el control del centro. Mover solamente uno o dos peones en las primeras fases de la partida. Jugar con las piezas. Desarrollar las piezas con el propósito de controlar el centro ya sea ocupándolo o dominándolo a distancia. Desarrollar la dama, pero cerca del propio campo para evitar que la hostiguen los peones o las piezas menores. No hay que perseguir a los peones a costa del propio desarrollo. Obtener la seguridad del rey mediante el pronto enroque, preferiblemente en el flanco del rey. La acción en el centro es el mejor específico contra un ataque en el flanco del rey. Un maestro examina todas las jugadas que le gustaría hacer, especialmente las que parecen imposibles. “Cuando se tiene la certeza de no haber violado ninguno de los principios establecidos, hay que aceptar el sacrificio de un peón importante, como el peón del rey, el peón de dama o uno de los peones de alfil. Si no se hace así, por regla general el peón rehusado llegará a ser muy incómodo”. En una posición aglomerada hay que aliviar la presión obligando a cambiar piezas. Disputar el centro de inmediato, sin poner en peligro la seguridad del rey. El dominio de la columna AD es de importancia primordial en el gambito de la dama. El recurso de doblar las torres en una columna abierta aumenta su fuerza más de dos veces en esa columna. Todas las jugadas deberán medirse por su valor en la posición particular que se esté jugando. Con un peón de ventaja, hay que reducir el material (y las posibilidades del adversario) cambiando piezas, si esto no debilita la propia posición. El peón del alfil de dama debe estar libre para avanzar y atacar el centro de las blancas. Es buena estrategia conservar la tensión en el centro: manteniendo fluida la posición de los peones, no estática. En la apertura deben moverse las piezas, no los peones. Todo lo anterior explica por qué un maestro del ajedrez encuentra “instintivamente” las jugadas correctas. No es que pueda analizar con veinte jugadas de anticipación o que se tome la molestia de examinar los efectos de todas las jugadas posibles. ¡Algunas veces ni siquiera ve con una jugada de anterioridad! Ahorra tiempo descartando cualquier jugada que su instinto (o, más exactamente, su experiencia y su juicio) le advierta que es contraria a los principios y no pueda en manera alguna llevar a resultados favorables. Al descartar jugadas que le parecen impropias, al desechar recursos artificiales que no se avienen a su juicio de la situación, juega un ajedrez más enérgico y sólido en diez segundos que el aficionado de tipo medio en las partidas serias de torneo.