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Tiene Solita 5 años cuando recibe el primer golpe del dolor. Muere su padre. Doña Paula y sus hijos se van a vivir a Madrid
donde Soledad va interna al Colegio de Huérfanas de la Beata María Ana de Jesús. En este colegio recibe la Primera Comunión y
aprende a amar un poco más a Jesús y a la Madre Inmaculada. La niña se hace mayor pero es alegre y sencilla. Es buena en los
estudios, sensible, afable, obediente, piadosa y sincera.
Cuando Soledad tiene 18 años recibe el llamado de Dios, quiere ser religiosa y se pone en camino. Entra al Noviciado de la
Religiosas Escolapias. Una vez que Soledad se hace religiosa va al Colegio de Santa Victoria, en Córdoba, y en esta ciudad
permanecerá hasta que Dios cambie sus planes cuando en 1941 Madre Soledad se encuentra con Francisco Blanco Nájera. Los dos
tuvieron una idea genial que pronto se haría realidad. Fundarán una Congregación que se dedicará a los niños, niñas y jóvenes más
pobres.
En 1945 Madre Soledad irá a abrir un colegio en un pueblecito andaluz llamado Baza. Las primeras compañeras de Madre
Soledad se llaman: Inés y Amalia. Llegaron a Baza en una mañana muy fría, pero ellas tenían fuego en el corazón porque querían que
todos los niños de ese pueblo, recibieran una educación esmerada y católica.
Pero pronto serán más, se abrirán nuevas casas, surgen nuevos colegios, van a otros países. Ella ya no será Madre Soledad a
secas, ahora es: Madre Soledad de la Cruz, fundadora de la Misioneras del Divino Maestro y de los Colegios Divino Maestro que
están dispersos por el mundo.
Pero Dios la llamó a su presencia y se fue al cielo un 28 de octubre de 1965, no sin antes enseñarnos con su vida la
importancia de amar a Dios y buscar su voluntad en los acontecimientos diarios, en las dificultades que se nos presentan.
Madre Soledad de la Cruz decía que debíamos recordar que: “En todas partes donde vayáis tendréis siempre el sagrario,
María Inmaculada, la cruz y almas que salvar”
De la virgen María, aprendió a vivir de fe, a escuchar a Dios, a seguirle como Camino Verdad y Vida, y a amar a los demás
como Él los ama y con su mismo amor. Por eso rezaba el rosario todo los días… y desde el cielo se alegrará mucho con nosotros si
también lo rezamos, sobre todo en este mes de octubre que está dedicado al rosario…
¿Por qué la Iglesia dedica el mes de octubre al rezo del Santo Rosario?
Cuenta la historia que en el siglo XVI los musulmanes habían invadido Europa. Los europeos, los cristianos, intentaron con
frecuencia no sólo desalojarlos del continente, sino conquistar los lugares santos (lugares donde vivió Jesús) para que estuvieran
abiertos al peregrinar de los creyentes. En esa situación se aliaron cuatro naciones europeas para organizar una armada, una flota, para
acabar con la temible armada turca.
El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la famosa batalla de Lepanto en la que salió derrotada la flota turca y las armas de la
cristiandad obtuvieron la victoria.
Mientras se llevaba a cabo esta acción de guerra, en Roma se hacían procesiones y se rezaban rosarios por la victoria europea.
Por ese motivo, el Papa San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre de 1572 y, un año después, se
cambió por la de Nuestra Señora del Santo Rosario, por atribuirle a esta oración la gracia de la libertad.
A través del Rosario aprendemos a conocer más a la Virgen María y a sentirla más cercana a nosotros. La hacemos nuestra
intercesora ante su Hijo y ante el Padre Dios. Ella nos acerca más a Jesús y lo hace presente en nuestra vida. Madre Soledad sabía que
de María podemos aprender a ser bondadosos, amables, y en ella vemos como se hace posible y cercana la santidad. Al igual que
Solita, podemos decir: "Si Dios lo quiere, Soledad lo puede"