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SER MUJER HOY

Un alto desafío
Colección Familia Escuela de Humanidad

1. Educación Sexual. Familia y Escuela


Zelmira Bottini de Rey
2. Educación Sexual. Reciprocidad y complementariedad
Zelmira Bottini de Rey
3. Educación Sexual. ¿Perspectiva de género o perspectiva
personalista?
Josefina Perriaux de Videla
4. La sexualidad hoy. Implicancias antropológicas
Josefina Perriaux de Videla
5. Matrimonio. ¿Construcción Cultural?
Josefina Perriaux de Videla
6. Familia educadora
Zelmira Bottini de Rey
7. Homosexualidad
Fernando Chomali
8. Diario de una pequeña ofrenda
Inés Machera de Vartorelli
9. Una Buena Nueva también para la sexualidad
Josefina Perriaux de Videla
10. La familia hoy. Nuevos desafíos
Josefina Perriaux de Videla
11. La familia en la actualidad. ¿Cambió el modelo?
Myriam Mitrece de Ialorenzi
12. Reflexiones en torno al aborto y sus consecuencias
Zelmira Bottini de Rey –comp.–
13. La misión del varón en la cultura actual
Alejandra M. Planker de Aguerre
Josefina Perriaux de Videla

SER MUJER HOY


Un alto desafío

Editorial de la Universidad Católica Argentina


Perriaux de Videla, Josefina

Ser mujer hoy : un alto desafío / Josefina Perriaux de


Videla. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Educa, 2020.

88 p. ; 18 x 13 cm. - (Familia Escuela de Humanidad / 19)

ISBN 978-987-620-419-4

1. Dinámica Cultural. 2. Procesos Sociales. 3. Sociología


de la Mujer. I. Título.

CDD 305.42

EDITORIAL
DE LA UNIVERSIDAD
CATÓLICA ARGENTINA

Fundación Universidad Católica Argentina


A. M. de Justo 1400 • P.B., Contrafrente • (C1107AAZ)
Tel./Fax 4349-0200 int. 2764 • educa@uca.edu.ar
Buenos Aires, junio de 2020

ISBN 978-987-620-419-4

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723


Printed in Argentina - Impreso en la Argentina
Nota preliminar

El Instituto para el Matrimonio y la Familia ofre-


ce a la comunidad un nuevo volumen de la colección:
Familia, Escuela de Humanidad.
Las obras que la componen son el fruto de estu-
dios de investigación, de una dedicación intensa a
la docencia y la divulgación, frente a públicos muy
heterogéneos y de experiencias de vida de distinta
índole.
La colección está dirigida a padres, docentes,
agentes de pastoral y líderes comunitarios.
El Instituto para el Matrimonio y la Familia se
propone esclarecer, a través de estas publicaciones,
algunos temas álgidos en la hora difícil y llena de
6 • Josefina Perriaux de Videla

desafíos que vivimos en la actualidad. Su anhelo es


brindar, por medio de ellas, un servicio al fortaleci-
miento y la promoción de la familia.
Introducción

¿Hay algo permanente en el ser mujer? ¿Algo


subyacente a los enormes cambios socioculturales
que ha vivido en los dos últimos siglos? Desearíamos
aportar un poco de luz a este tema tan complejo,
delicado y sensible hoy. Sensible al punto de enfren-
tar a la mujer con el varón, de ubicar a las mujeres
en dos veredas distintas y contrarias y, a la vez, de
disparar una lucha en el interior de la mujer contra
todo lo que hasta hace poco consideraba como cami-
no de realización personal.
I. Feminismo actual

En los últimos años, venimos presenciando cier-


tos acontecimientos que no pueden dejar de lla-
marnos la atención: distintas manifestaciones de
mujeres cuya bandera distintiva es el aborto legal,
seguro y gratuito. Pintan paredes o levantan carte-
les en los que podemos leer, por ejemplo, las siguien-
tes consignas: “muerte a los hombres”, “mata a tu
papá, a tu hermano y a tu novio”, “prender fuego a
todo”, “lesbianizate”, “yo aborté y me gustó”, “aborta
al macho”.
Cuando algo se repite una y otra vez, terminamos
naturalizándolo. Es lo que sucede aquí. Y el estupor
–que sería la reacción más esperable frente a esto–
tiende a desaparecer.
10 • Josefina Perriaux de Videla

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

¿Qué ha sucedido? ¿Cómo y por qué la mujer ha


podido llegar a enarbolar estas consignas? Consig-
nas que hablan de muerte: al niño que podría llevar
en su vientre, a todo varón; y piden destrucción:
“prender fuego a todo”1, y en algunos de los Encuen-
tros Nacionales de mujeres, es necesario recurrir a
las fuerzas de seguridad para prevenir o para limitar
daños de distinto tipo que ellas intentan ocasionar.
Hay infinidad de mujeres –la mayoría– que no se
identifican con esto. En estas manifestaciones hay
sobre todo un grupo importante de activistas, con
gran respaldo mediático y apoyo internacional2, que

1. El 19 de febrero pasado (19-2-2020) diputadas naciona-


les han amenazado con quemar la Catedral si no sale la ley
del aborto. Disponible en: https://realpolitik.com.ar/nota/39321/
diputadas-feministas-amenazan-con-quemar-la-catedral-si-no-
legalizan-el-aborto/.
2. Pablo Muñoz Iturrieta da un pormenorizado listado de
Organismos internacionales e Instituciones que financian la ideo-
logía de género, punto de culminación del feminismo radical: “La
ideología de género es apoyada y promovida mundialmente por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y organismos inter-
nacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS),
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO), el Fondo de Población de las Naciones Unidas
(UNFPA) y otros. También se cuentan entre sus más fervientes
contribuyentes las fundaciones Open Society Foundation (de
George Soros), McNamara, Rockefeller y la Clinton Foundation y
empresas como Google, Mastercard, McKinsey & Co., Virgin, IBM
FEMINISMO ACTUAL • 11

se arrogan la representatividad de todas las muje-


res, identificando mujer y feminista, falseando así
la realidad 3.
Sin embargo, estamos frente a un movimiento
que va cobrando mucha fuerza e influyendo cada vez
más en las nuevas generaciones de mujeres.
Miremos hacia atrás, entonces, para descubrir
algunas claves que podrían esclarecer esta situación.

a) Algunos acontecimientos que cambian


radicalmente la situación de la mujer

Diversos acontecimientos de distinta índole que


han tenido lugar a lo largo del siglo XIX, y han sido
consumados en el siglo XX, han conducido a una
radical transformación de la función de la mujer en
la sociedad y en la familia.

y Linkedln, las cuales presionan a gobiernos a instaurar políticas


LGBT. Además, temas relacionados a la ideología de género han
estado en el centro de recientes declaraciones emitidas por el G7
en Canadá y el G20 en Argentina, ambos en 2018”. “La perversa
ideología de género”. Disponible en: http://www.laprensa.com.
ar/478187-La-perversa-ideologia-de-genero.note.aspx.
3. Agustín Laje cita una encuesta realizada en Gran Bretaña,
en la que la totalidad de las mujeres apoya la igualdad de géneros,
pero solo un 9 % se asume como “feminista”. Cfr. Laje, Agustín,
“El día de la mujer no es el día de la feminista”. Disponible en:
https://prensarepublicana.com/dia-la-mujer-no-dia-la-feminista-
agustin-laje/.
12 • Josefina Perriaux de Videla

Siguiendo a Julián Marías4 queremos destacar,


en particular, tres de ellos:

1. La gran liberación de tiempo y esfuerzo dedica-


do a la vida doméstica, gracias a la progresiva
tecnificación de la existencia iniciada paulati-
namente en el siglo XIX. Resulta indudable,
por ejemplo, la importancia de la repercusión,
en esta área, de la extensión general de la luz
eléctrica, del agua corriente, del uso de cocinas
modernas, ascensores, del teléfono, entre otras
realidades. Y sin dudarlo, la incorporación
cada vez mayor a lo largo del siglo XX de todo
tipo de electrodomésticos ha significado un
aporte fundamental en esta línea.
2. Las implicancias “revolucionarias” que tiene
para la mujer el acceso a la universidad, que
se inicia a fin del siglo XIX y se vuelve ya un
hecho normal a lo largo del siglo XX. Esto le
permite trabajar fuera del hogar en el ejercicio
de distintas profesiones.
3. Por último, entre los múltiples factores que
influyen en la transformación radical del
papel de la mujer en la sociedad y la familia,
no podemos dejar de destacar la importancia
decisiva de la revolución sexual, que tiene
indudablemente su eje en la disociación entre
sexualidad y procreación.

4. Cfr. Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, Madrid,


Editorial Alianza, 1980, caps. 1 al 5.
FEMINISMO ACTUAL • 13

b) Desorientación subsiguiente

Estos acontecimientos, entre otros, abren para


la mujer un campo de posibilidades absolutamente
impensable antes. Liberada en una enorme medida
del esfuerzo de la vida doméstica, “liberada” de la
conexión entre sexualidad y maternidad, que indu-
dablemente restringe su dedicación a otros ámbitos
de acción y pudiendo acceder ahora a estudios que
la habilitan a cualquier tarea profesional, comienza
a entenderse a sí misma, a su realización personal
y a su rol en la sociedad, de un modo absolutamente
nuevo.
Sin embargo, tal como lo expresa muy claramente
Julián Marías, la magnitud de los cambios que ha
vivido la han desorientado.

“Creo que, al lado de grandes avances y progresos,


se ha deslizado en la vida de la mujer occidental una
crisis de identidad […] Esto es lo que se ha vuelto
problemático, por primera vez en mucho tiempo, lo
que introduce la desorientación […] por mucho que su
situación haya mejorado”5.

Esta desorientación le quita claridad para dis-


cernir lo que hay de cultural –susceptible de ser
abandonado– en los roles que hasta ahora había
desempeñado, de lo que tiene arraigo profundo en

5. Marías, Julián, ob. cit., p. 195.


14 • Josefina Perriaux de Videla

su ser. Le dificulta el distinguir con nitidez lo que


hoy llamamos estereotipo: modelo construido cultu-
ralmente con una connotación de rigidez, de lo que
es su genuina realidad. Y así, su rechazo actual de
todo estereotipo conlleva a menudo, también, el de
aspectos propios de su persona.

c) Evolución de los movimientos feministas

La dirección que han tomado los movimientos


feministas no la ha ayudado.
Sin lugar a dudas, la igual dignidad de la mujer
y el varón, con frecuencia, no ha sido reconocida en
muchos momentos a lo largo de historia. Por ello, ha
habido numerosos reclamos femeninos , necesarios,
justos y oportunos.
Julián Marías nos dice:

“Siempre ha habido una presión social, brutal en


ciertos momentos, no tanto en otros, que ha excluido
a la mujer de importantes dimensiones de lo humano
[…] se la ha confinado durante siglos y milenios, en
diversas formas, con altibajos, en ciertas parcelas con
exclusión de otras”6.

Pero a la vez, citamos ahora a Paola Scarinci de
Delbosco:

6. Ibídem, p. 22.
FEMINISMO ACTUAL • 15

“La historia de las relaciones entre hombre y mujer


dista mucho de ser un recorrido lineal que vaya desde
el sometimiento total hacia una cada vez mayor pre-
sencia. La realidad ha sido y es más compleja que esta
simplificación ideológica”7.

Con estas dos citas queremos afirmar el hecho


incontestable de las injusticias cometidas con la
mujer, en distintos momentos y lugares, distin-
guiéndolo, a la vez, de una lectura ideológica de la
historia. Hecha esta importante salvedad, podemos
seguir adelante.
El feminismo se consolida como movimiento
social a lo largo del siglo XIX8. Hay allí un justo
reclamo de los derechos sociopolíticos de la mujer.
En la primera parte del siglo XX, las mujeres acce-
den formalmente a estos derechos: en particular, a
la enseñanza universitaria y se reconoce su derecho
al voto9.
Pero a lo largo del siglo XX, el feminismo se tiñe
ideológicamente y se radicaliza, a un punto tal, que
“pierde el norte”, podríamos decir.

7. Delbosco, Paola, “La identidad de la mujer: contrapun-


tos”. Disponible en: https://es.scribd.com/document/373868054/
La-Identidad-de-La-Mujer-Paola-Del-Bosco-39-54.
8. Recién a fines del siglo XIX comienza a ser conocido con el
nombre de feminismo.
9. Nos referimos al mundo occidental. En muchos países de
Asia y África las mujeres están lejos todavía de las conquistas de
sus pares en occidente.
16 • Josefina Perriaux de Videla

Quisiéramos destacar, aquí, en especial, la


influencia marxista, por el enorme peso e impron-
ta que va a dejar en el feminismo. Marx explica la
historia como lucha de clases entre la burguesía y
el proletariado y llama al proletario a levantarse
contra el burgués. Su discípulo, Engels, va a sostener
que hay una lucha de clases más profunda: la del
varón y la mujer “unidos” en el matrimonio.

“El primer antagonismo de clases de la historia coinci-


de con el desarrollo del antagonismo entre el hombre
y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la pri-
mera opresión de una clase por otra, con la del sexo
femenino por el masculino”10.

Engels sienta así las bases de la unión entre


feminismo y marxismo. El hombre en la familia es el
burgués y la mujer representa en ella al proletaria-
do. Es servidora del hombre, esclava de su lujuria y
un simple instrumento de reproducción.
De aquí se nutre, sin lugar a dudas, ese rechazo
visceral del varón presente en el feminismo actual,
que, como veíamos en los grafitis, lleva a desearle
la muerte y a considerar, por ejemplo, la relación
sexual heterosexual como una violación del varón

10. Engels, Frederick, El origen de la familia, la propiedad


y el estado, New York, International Publishers, 1972, pp. 65-66.
FEMINISMO ACTUAL • 17

a la mujer11. Allí se origina también su “promoción”


del lesbianismo, tan presente hoy.
En su obra, El libro negro de la nueva izquierda,
Agustín Laje afirma:

“He aquí la razón por la cual tanto lesbianismo abunda


en los movimientos feministas, derivado en muchísi-
mos casos de un fuerte componente ideológico. El hom-
bre se ha convertido en el blanco de desprecio absoluto,
y el simple hecho de concebir una relación amorosa con
él, equivale al hecho de ‘dormir con el enemigo’ ”12.

Un hito de este feminismo, que asume claramen-


te la impronta marxista, es Simone de Beauvoir.
Pero ella da un decisivo paso adelante en su radica-
lización, “denunciando” la índole cultural de todo lo
que constituye a la mujer como tal. No naces mujer,
sino que llegas a serlo, es su afirmación más conoci-
da. Matrimonio, familia, maternidad son “trampas”
elaboradas por una cultura netamente masculina,
para que pierda independencia y tenerla sometida
al varón.
Con esto sienta las bases de la ideología de géne-
ro, para la cual no solo lo que constituye a la mujer
como tal sino también al varón, es de índole cultural,

11. Entre las defensoras de esta tesis, son dignas de mencio-


nar Andrea Dworkin, Sheila Jeffreys, Monique Wittig.
12. Laje, Agustín y Márquez, Nicolás, El libro negro de la
nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural,
Buenos Aires, Unión editorial, 2016, p. 89.
18 • Josefina Perriaux de Videla

desestimando así todo lo biológico y promoviendo la


construcción de la propia identidad sexual.
En aras de la liberación de la mujer, Simone de
Beauvoir propondrá entonces: el rechazo de su bio-
logía, el aborto13, el lesbianismo y el traspaso de la
educación de los hijos al Estado. Su extremismo es
tan fuerte que llega a afirmar lo siguiente:

“Pensamos que ninguna mujer debería tener esta


opción. No debería autorizarse a ninguna mujer a que-
darse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe
ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener
esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas
mujeres decidirán por ella”14.

Fiel a su maestra, Shulamith Firestone –su discí-


pula– sostendrá que la mujer debe tomar el control
de la reproducción para liberarse del papel de madre
y esposa.

“Asegurar la eliminación de las clases sexuales requie-


re que la clase subyugada (las mujeres) se alce en
revolución y se apodere del control de la reproducción;
se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios

13. Ella se jacta de haber abortado. Fue la redactora del


“Manifiesto de las 343”, declaración publicada en 1971, firmada
por mujeres que admitían pública y orgullosamente haber abor-
tado. “Yo declaro que soy una de ellas”, dice Beauvoir. Cfr. ob. cit.,
p. 81.
14. “Un diálogo entre Betty Friedan y Simone de Beauvoir”,
en Saturday Review, 14 de junio, 1975.
FEMINISMO ACTUAL • 19

cuerpos, como también el control femenino de la ferti-


lidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías
como todas las instituciones sociales de nacimiento y
cuidado de niños”15.

La resonancia marxista en los términos aplicados


a la sexualidad es indudable.
El control de la reproducción es lo que hoy, eufe-
místicamente, se denomina salud reproductiva y
ésta implica tanto anticoncepción como aborto, este-
rilización y fecundación artificial.

d) El feminismo radical se funde con la


perspectiva de género

Este feminismo termina disolviendo lo femenino


en las diversidades sexuales. Ya no existe la mujer.
La identidad femenina es pura construcción y esta
construcción ha sido desenmascarada y rechazada.
Queda un sujeto que se construye de acuerdo con sus
deseos. Lo vemos cada vez más claramente en las
marchas feministas. Hay un reclamo común: rechazo
de la biología, del matrimonio, el derecho al aborto,
etc. El último Encuentro Nacional de mujeres se
denominó: “Encuentro plurinacional de mujeres,
lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries”.

15. Firestone, Shulamith, La dialéctica del sexo, New York,


Bantam Books, 1970, p. 12.
20 • Josefina Perriaux de Videla

Y desde el punto de vista de la fundamentación


teórica, tenemos nuevamente a Shulamith Firestone
afirmando:

“La meta definitiva de la revolución feminista debe


ser igualmente –a diferencia del primer movimiento
feminista– no simplemente acabar con el privilegio
masculino sino con la distinción de sexos misma: las
diferencias genitales entre los seres humanos ya no
importarían culturalmente”16.

Y en esta misma línea, otra feminista, Kate Bors-


tein, sostendrá:

“Después de todo, los hombres no gozarían del privi-


legio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres
no serían oprimidas sino existiera tal cosa como ‘la
mujer’.
Acabar con el género es acabar con el patriarcado”17.

e) El patriarcado en la mira del feminismo

Este término nos lleva a un último punto que no


podemos dejar de destacar. El patriarcado es una
palabra que se repite con insistencia a lo largo de
todo el feminismo radical. De origen marxista, alude
al sistema socioeconómico dominado por el varón.

16. Ibídem, p. 12.


17. Borstein, Kate, Gender Outlaw, New York, 1994, p. 115.
FEMINISMO ACTUAL • 21

La familia pasa a ser considerada aquí como la


institución patriarcal por antonomasia. Por ello, el
propósito recurrente en el feminismo es destruirla.
Varias batallas derivan de allí:

1. El odio a la heterosexualidad, que da origen


a la familia con el advenimiento de los hijos.
Heterosexualidad que supone un vínculo con
quien se considera el enemigo18.
2. El intento de “liberar” a los hijos del “domi-
nio” de los padres, eliminando el concepto de
“patria potestad” para dejarlos a merced del
adoctrinamiento estatal, logrado particular-
mente mediante la educación sexual19.
Por ello, Firestone lamenta que “legalmente
los niños siguen bajo la jurisdicción de los
padres, quienes pueden hacer con ellos lo que
les plazca”. Deberían quedar bajo la tutela del

18. Ya hemos citado varias autoras en la línea de esta tesis. Entre


ellas, Sheila Jeffreys considera que el coito heterosexual sostiene
al sistema patriarcal. Cfr. “La herejía lesbiana. Una perspectiva
feminista de la revolución”. Disponible en: file:///C:/Users/Usuario/
Downloads/Sheila+Jeffreys-La+Herej%C3%ADa+Lesbiana.desblo-
queado%20(1).pdf.
19. La familia es el lugar por excelencia donde el niño se
fortalece y recibe determinados valores y visión del mundo. Las
ideologías totalitarias como el marxismo y como está demostran-
do ser el feminismo radical –fiel a su origen– necesitan debilitar
a la familia para imponerse, ya que ésta resguarda al individuo
de la intromisión del Estado.
22 • Josefina Perriaux de Videla

Estado. Simone de Beauvoir, como ya vimos,


proponía algo similar20.
3. La destrucción del orden en la sexualidad que
ofrece el matrimonio, al darle a ésta un signifi-
cado de amor y generación de vida que da ori-
gen a la familia. A título de ejemplo, podemos
mencionar propuestas radicales, más o menos
explícitas en esta línea, como el incesto y la
pedofilia21, que demuelen a la familia en su
raíz.

20. Estos objetivos no quedan sólo en la mente de algunas


teóricas feministas, como tenderíamos a pensar. Vemos ya en
nuestra legislación avances importantes en esta línea. En el
artículo 638 del nuevo Código Civil y Comercial, encontramos
el concepto de “responsabilidad parental”, en el cual la anterior-
mente llamada “patria potestad” es abandonada por completo, y
reemplazada por la “responsabilidad parental”. Este nuevo para-
digma exige una mirada que otorga centralidad a la voluntad, a
los planes y proyectos de vida de niños/niñas y adolescentes de
acuerdo a la evolución de su capacidad para discernir. Y en virtud
de este nuevo paradigma que atribuye esa capacidad de discer-
nimiento a los niños, sus derechos ya no quedan bajo la tutela de
sus padres, sino que el Estado se arroga el papel de “garante” de
esos derechos.
21. La culminación del feminismo radical en estas propuestas
todavía nos causa estupor. Sin embargo, ya tenemos aquí, en
Argentina, material para su difusión, como, por ejemplo, un video
elaborado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, que
intenta naturalizar el incesto. Disponible en https://www.youtube.
com/watch?v=895wzrmRaHI.
FEMINISMO ACTUAL • 23

f) Feminismo. Pedofilia e incesto

A continuación, transcribimos nuevamente un


texto de Firestone. Luego de afirmar que los niños
tienen plenos derechos sexuales, al igual que los
adultos, sostiene, naturalizando simultáneamente
tanto la pedofilia como el incesto:

“Si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con


los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre
genética, no habría razones a priori para que ella
rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del
incesto habría perdido su función. [...] Las relaciones
con niños incluirían tanto sexo genital como el niño
sea capaz de recibir –probablemente considerable-
mente más de lo que ahora creemos–, porque el sexo
genital ya no sería el foco central de la relación, pues
la falta de orgasmo no presentaría un problema grave.
El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales
desaparecerían”22.

Simone de Beauvoir, en 1977, ya había firmado


una solicitada a favor de la libertad de tres pedófilos.
No se encuentran solas en estas tesis, Kate
Millet, por ejemplo, también naturaliza la pedofilia
y lo mismo hace Judith Butler23.

22. Firestone, Shulamith, disponible en https://es.wikiquote.


org/wiki/Shulamith_Firestone.
23. Cfr. Laje, Agustín, ob. cit., pp. 87 y 100.
II. Perspectiva de género

El feminismo, tal como ya vimos, nos conduce a la


perspectiva de género1. ¿Qué significa hoy esta pers-

1. La Congregación para la Educación Católica publicó el


año pasado un documento: “Varón y mujer los creó”, Ciudad del
Vaticano, 2019.
Allí se refiere “a una ideología, genéricamente llamada
Gender (y la distingue) de investigaciones sobre el Gender, lle-
vadas a cabo por las ciencias humanas”. No menciona la pers-
pectiva de género. En nuestro texto, nosotros usamos el término
perspectiva de género, para referirnos precisamente a lo que este
documento denomina ideología de género, como enseguida vamos
a mostrar. Preferimos usar ese término, en lugar de este último
26 • Josefina Perriaux de Videla

pectiva, presente cada vez con más fuerza en todos


los estamentos de la sociedad y la cultura?

a) La perspectiva de género como defensa de


la mujer

Ésta se presenta como un planteo transversal, de


defensa de la mujer, de eliminación de toda desigual-
dad, de afirmación de sus derechos. En definitiva,
mediante estos términos aparece como defensa de la
mujer hasta un punto tal, que hoy los términos géne-
ro y mujer en muchas circunstancias se identifican.
Cuando se afirma, por ejemplo, que un gobierno o
una empresa priorizará la agenda de género, esto se
interpreta como una prioridad concedida a los temas
que afectan a la mujer. Cuando se habla de violencia
de género, se hace mención también a la violencia
contra la mujer.
Pero si ahondamos –más allá de esta amigable
“carta de presentación”– y vamos al fondo, al plan-
teo que podríamos considerar nuclear, que se ha ido
visibilizando cada vez más –no se veía tan claro al
principio–, encontramos algo bien diferente, que
poco tiene que ver con los verdaderos intereses de
la mujer.

porque así se denominan estas ideas en las políticas públicas, en


las leyes y en la educación.
PERSPECTIVA DE GÉNERO • 27

b) La condición sexuada presente en toda


nuestra persona

Antes de hacerlo, quisiéramos dar un pequeño


rodeo y preguntarnos: ¿qué es lo que desea saber
una mujer cuando se entera que una nueva vida ha
comenzado a existir en su vientre? ¿Qué es lo prime-
ro que quisiera conocer para empezar a entablar un
diálogo personal con ese rostro que aún no conoce?
¿Qué es lo que le pregunta su entorno cuando se
entera de que está embarazada?2. La respuesta, cier-
tamente, es si es varón o mujer, primera determina-
ción esencial de nuestra persona. No somos personas
neutras, sino masculinas o femeninas, desde la uña
del pie hasta el último cabello de nuestra cabeza.
Todas nuestras células son sexuadas. Nuestros cere-
bros también lo son y por eso la neurociencia ha
demostrado interacciones diferentes con el entorno
y las personas, entre los bebés varones y las bebés
mujeres3. Estas constataciones ponen claramente en

2. Imaginemos también la siguiente situación: un desconoci-


do inicia un chat con nosotros sobre cualquier tema. ¿No querría-
mos acaso, incluso antes de saber su nombre, tener conocimiento
de si se trata de un varón o una mujer? Ser varón o ser mujer es
algo decisivo, punto de partida de las demás determinaciones de
nuestra persona.
3. Estas investigaciones, realizadas en prestigiosas universi-
dades de EE. UU. e Inglaterra, pueden encontrarse resumidas en
un artículo de la revista The Economist, del 5 de agosto de 2006:
“Differences between the sexes”. Entre otros autores de dichos
estudios, podemos citar a Tracey Shors, de Rutgers University;
28 • Josefina Perriaux de Videla

evidencia que la condición sexuada no se limita al


cuerpo, sino que, de partida, está presente en toda
nuestra persona. Esto no implica negar todo lo cul-
tural que después se entrelaza con este dato funda-
mental que existe en nosotros desde el comienzo de
nuestra existencia4.

c) Irrelevancia del dato objetivo para la


perspectiva de género

Ahora bien, la perspectiva de género va a prescin-


dir de lo objetivo, del dato evidente e incuestionable
de nuestro cuerpo sexuado. Lo considera absoluta-

Baron-Cohen y Svetlana Leetmaya, de Cambridge University;


Melissa Hines, de City University en Londres y Gerianne
Alexander, de Texas A & M University.
4. “La determinación sexual se produce cuando se inicia la
vida, es decir, en la fecundación. Se trata de un hecho azaroso
que depende del cromosoma sexual que posee el espermatozoide
que fecunda al óvulo. La gameta femenina (óvulo) y la masculina
(espermatozoide) son las únicas células con un número haploide
de cromosomas (23 cromosomas). En la fecundación una gameta
femenina es fecundada por otra masculina y de esta manera se
restituye el número cromosómico de la especie humana, que es
de 46 cromosomas”. Bottini de Rey, Zelmira, “Ideología de género
versus ciencia”. Disponible en: https://www.academiadelplata.
com.ar/contenido.asp?id=2746.
PERSPECTIVA DE GÉNERO • 29

mente irrelevante. Lo que importa es la propia sub-


jetividad, cómo uno se autopercibe5.
Sin embargo, pensemos un momento qué sucede
en otra área cuando la autopercepción no coincide
con la realidad; una persona se ve gorda, por ejem-
plo, y es flaca. Esto configura una patología seria,
que requiere un tratamiento riguroso para lograr
que su percepción se ajuste a la realidad.
“Curiosamente”, en la perspectiva de género la
autopercepción es incuestionable. Y lo que sigue
después, si ésta no coincide con el dato objetivo, es
cambiar de sexo. En lugar de intentar adecuar la
propia percepción a la realidad, aquí se adecua la
realidad a la autopercepción. Este cambio requiere
complejas cirugías y tratamientos hormonales de
por vida6. Y lo inaudito –ya no percibido como tal
porque lo hemos naturalizado– es que este cambio

5. El documento citado más arriba: “Varón y mujer los creó”,


define así a la ideología de género: “[…] niega la diferencia y la
reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una
sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropo-
lógico de la familia […] La identidad humana viene determinada
por una opción individualista, que también cambia con el tiempo”.
En definitiva, queremos remarcar que el termino ideología de
género de este documento alude a lo que en nuestro texto llama-
mos perspectiva de género por las razones ya mencionadas.
6. Estos procedimientos, obviamente, no son inocuos.
Numerosos estudios advierten sobre los altos riesgos que impli-
can en el largo plazo. Cfr. Riva Posse, Alberto, “Ideología de
género desde la perspectiva médica y psiquiátrica”. Disponible
en: https://www.academiadelplata.com.ar/contenido.asp?id=2745.
30 • Josefina Perriaux de Videla

de sexo para adecuarlo a la autopercepción, está


amparado por la ley: La Ley de Identidad de Género;
es pagado con nuestros impuestos y realizado gra-
tuitamente por todo aquél que simplemente mani-
fieste el deseo de hacerlo. Nuestro sistema de salud
se halla colapsado en muchas áreas, faltan insumos
básicos, pero esto es considerado decididamente
prioritario. Hay tanta inversión en la difusión de
este planteo7, tiene tanta presencia mediática, que
casi no advertimos ya todo lo que implica la existen-
cia de esta Ley8.

d) Planteo absolutamente revolucionario


de lo real

Ahora bien, si por un momento logramos liberar-


nos de la naturalización que la insistencia constante
de estas ideas deja en nuestra mente, sólo en ese
caso podremos tomar conciencia de que estamos
frente a una concepción absolutamente revoluciona-
ria de lo real, con enormes consecuencias en todos
los ámbitos. Advertimos, por ejemplo, que la propia

7. Recordar aquí la detallada información al respecto brin-


dada por Pablo Muñoz Iturrieta, ya citada al comienzo de este
escrito.
8. La Ley de Identidad de Género expresa perfectamente
bien el núcleo de esta perspectiva y pone en evidencia qué alejada
está de los genuinos intereses de la mujer. Se trata de algo bien
distinto, absolutamente radical y revolucionario.
PERSPECTIVA DE GÉNERO • 31

identidad personal se desdibuja: si lo más eviden-


te y palpable es cuestionado, ¿qué queda para los
otros aspectos de nuestra persona? ¿Dónde pisar
firme si lo más tangible no es tal? Necesariamente
todo lo demás, de algún modo, también se pone en
cuestión9.

e) Necesidad de imponer este planteo en la


sociedad

La falta de sostén objetivo, su carácter absolu-


tamente anticientífico –la biología, la genética, la
neurociencia, prueban incuestionablemente nues-
tra condición sexuada– demandan la necesidad de
“inyectar” este planteo en la sociedad. Esto se logra
mediante la legislación, la educación, la manipula-
ción del lenguaje y distintas estrategias mediáticas.

9. Es preocupante, hoy, ver que ya desde las edades más


tempranas comienza a inducirse a los niños a pensar que ellos
son sexualmente tal como se autoperciben. “(Es suficiente ver)
las producciones literarias para niños desde que comienzan a
leer (Ejemplo: Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes,
autora Elena Ravilli, Editorial Planeta, obra presentada en
la Feria del Libro 2018, destinada a niñas de segundo grado;
George, simplemente se tú mismo, cuando la gente ve a George
ve a un chico, pero George sabe que es una chica, autor Alex
Guino, Editorial Nube de Tinta, destinado a niños de séptimo
grado)” Bottini de Rey, Zelmira, “Ideología de género versus
ciencia”. Disponible en: https://www.academiadelplata.com.ar/
contenido.asp?id=2746.
32 • Josefina Perriaux de Videla

De este modo, se consigue que la perspectiva de


género atraviese transversalmente toda la sociedad
y la cultura. Terminamos pensando en categorías de
género, desde este nuevo paradigma.
No obstante, si esto no sucede, si alguien se atre-
ve a disentir, viene luego la penalización, muy clara
en otros países más “avanzados” en esta línea y
advertimos que ésta ya despunta en nuestro país10.
Un caso paradigmático es el del Dr. Rodríguez
Lastra, penalizado por no realizar un aborto a una
mujer con un embarazo de cinco meses de gestación.
Fue condenado a un año y dos meses de prisión en
suspenso y a dos años y cuatro meses de inhabili-
tación para el ejercicio de su profesión. La pena de
cárcel fue suspendida al no alcanzar el mínimo nece-
sario para su cumplimiento, pero la inhabilitación se
mantiene y deberá dar cuenta de sus movimientos.
Su penalización no es casual. Es una paradigmática

10. En Canadá, por ejemplo –país paradigmático en esta


materia–, “así como un niño puede ser sustraído de su hogar
si es víctima de abuso físico o sexual por parte de sus proge-
nitores, de la misma manera puede ser sustraído de su casa
si sus padres no apoyan su orientación sexual o identidad de
género. Es decir, la orientación sexual y la identidad de género
son causal para que los padres pierdan la patria potestad”
Muñoz Iturrieta, Pablo, “La ley y la ideología de género. El
caso de Otario, Canadá”. Disponible en: https://pablomunozitu-
rrieta.com/2018/10/23/la-ley-y-la-ideologia-de-genero-el-caso-
de-ontario-canada/.
PERSPECTIVA DE GÉNERO • 33

advertencia para quien se atreva a negarse a reali-


zar un aborto11.
Nos preguntamos, entonces: en todo este planteo
que acabamos de describir, ¿dónde quedó la mujer y
lo que a ella realmente le interesa?

11. Vivimos en la actualidad una situación engañosa. El


aborto no es legal. Sin embargo, el Protocolo ILE (Protocolo para
la atención integral de las personas con derecho a la interrupción
legal del embarazo) obliga, en los hechos, a todo médico a realizar
un aborto, a cualquier mujer que lo solicite. Las causales que
habilitan a un aborto legal son tan amplias y están planteadas
de manera tan ambigua que toda mujer que quiera realizarse un
aborto puede recurrir a ellas.
III. En busca de la identidad
de la mujer

Al ver sucintamente el recorrido del feminismo,


nos detuvimos en la impronta ideológica que recibe
a lo largo del siglo pasado. Y hemos podido advertir
que, bajo esa influencia, culmina en la perspectiva
de género. Esta se presenta inicialmente como una
pretensión de defensa de la mujer, de “sus derechos”.
Sin embargo, lejos de afirmarla, a medida que se ha
ido explicitando, ha conducido progresivamente a
diluir su identidad, a “fundirla” con las diversidades
sexuales, sin dar respuesta por ello a las verdaderas
preocupaciones y dificultades que atañen a la mujer
de hoy.
36 • Josefina Perriaux de Videla

a) Tres miradas confluyentes en torno a este


tema

Quisiéramos ahora tomar un poco de distancia


de este proceso, intentar despejar la mirada de todo
tinte ideológico y aproximarnos mejor a la realidad
de la mujer. Nos gustaría preguntarnos si hay en
ella algún núcleo que permanece, subyacente a los
importantes cambios que ha vivido a lo largo del
tiempo.
Lo vamos a hacer de la mano de tres autores,
que, perteneciendo a distintos lugares y momentos
de la historia reciente, tienen, sin embargo, una
mirada convergente con respecto a esta pregunta
que acabamos de plantearnos. Nos referimos a Edith
Stein1, Julián Marías2 y Karol Wojtyla3. Los tres

1. Filósofa polaca (1841-1942) pero vivió en Alemania. Muy


interesada en la problemática femenina, con planteos muy ade-
lantados para su época. Declaró haber sido feminista radical en
su juventud. Judía conversa al cristianismo, muere en un campo
de concentración.
2. Filósofo español (1914-2005), muy enamorado de su mujer
y también de la especificidad femenina, como lo refleja en su libro,
La mujer en el siglo XX.
3. Karol Wojtyla (1920-2005) tiene un gran aprecio por la
mujer que se manifiesta muy claramente en dos de sus escritos
dedicados a ella: Mulieris Dignitatem (1988) y Carta a las mujeres
(1995). Mulieris Dignitatem fue bien recibido aún en los círculos
de las feministas más radicales. Gertrude Mongella, presidenta
de la Conferencia Internacional sobre la mujer en Pekín, refirién-
dose a este texto dijo: “[…] me gustaría que todos los fanáticos
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 37

reconocen una especificidad femenina, algo propio,


distintivo de la mujer, que podríamos llamar, por
qué no, su identidad. Y tienen, a la vez, una altísima
valoración de la mujer.

b) Visión antropológica convergente: unidad


corpóreo-espiritual de la persona humana

Coinciden también en una visión antropológi-


ca marcadamente diferente de la perspectiva de
género. Esta concibe dualísticamente a la persona
humana. El sujeto4 es pura libertad. Tiene “frente
a sí” al cuerpo como un material5 no integrado a la
propia persona, que puede modelar según los propios

del mundo razonaran con el equilibrio del Papa”. (Citado por


Burggraf, Jutta, Juan Pablo II y las mujeres, Coloquio Teológico
Internacional: “La mujer en Juan Pablo II”, Buenos Aires, Educa,
2006, p. 52). La Carta a las mujeres, por otra parte, es un escrito
breve que trasunta su enorme aprecio por la mujer. Al leerlo, toda
mujer no puede dejar de sentirse comprendida, valorada, confir-
mada en lo propio y orgullosa de ser mujer.
4. Es más adecuado aquí hablar de sujeto que de persona
pues este término, cargado de significado, remite en definitiva
a Dios –absolutamente ausente en este horizonte–, del cual la
persona es imagen.
5. “Varón y mujer los creó”, texto que ya citamos varias
veces, refiriéndose a la ideología de género, es absolutamente
coincidente con lo que acabamos de afirmar: “Las presuposiciones
de estas teorías son atribuibles a un dualismo antropológico: a la
separación entre cuerpo reducido a materia inerte y voluntad que
se vuelve absoluta, manipulando el cuerpo como le plazca”.
38 • Josefina Perriaux de Videla

deseos6. Por el contrario, estos autores entienden a


la persona como una unidad corpóreo-espiritual7.
Por ello, ven también el carácter sexuado de toda la
persona humana, dato no menor, sino que nos cons-
tituye integralmente. Julián Marías sostiene:

“Personas, sin más, no existen. Ni las mujeres son per-


sonas sin más, ni los hombres tampoco. Soy una perso-
na masculina. La idea de persona sin más es una pura
abstracción. La persona se realiza en forma de varón
o en forma de mujer, ambos íntegramente personales,
pero igualmente irreductibles”8.

Los tres ven también una mayor unidad corpó-


reo-espiritual en la mujer que en el varón.
Edith Stein afirma:

“La relación del alma y el cuerpo no es completamente


la misma (en el varón y la mujer) […] por lo común
la unión al cuerpo […] es más íntima en la mujer […]
el alma de la mujer vive y está presente con mayor

6. Bajo una aparente exaltación, subyace en realidad una


fuerte subestima del cuerpo, ya no integrado a la persona –y por
ello merecedor de un particular respeto–, sino manipulable, en
orden a la propia gratificación.
7. La ciencia y la psiquiatría lo corroboran. La medicina
constata, en forma creciente, la influencia de lo anímico sobre los
distintos procesos orgánicos. La psiquiatría, a su vez, descubre,
cada vez más, la repercusión de lo orgánico sobre lo anímico.
8. Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, Madrid, Editorial
Alianza, 1980, p. 95.
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 39

fuerza en todas las partes del cuerpo […] en el hombre


(el cuerpo) tiene más fuertemente el carácter de ins-
trumento que le sirve en su actuación, lo cual conlleva
cierto distanciamiento consigo mismo”9.

Marías, en profunda consonancia con Stein, se


refiere también a este tema:

“No sólo es distinto el cuerpo de uno y otra, sino que lo


es la relación de cada uno con su cuerpo […] la mujer
tiene una relación más próxima con el propio cuerpo
[…] Está más inmersa en su corporeidad, más afectada
por ella. Algunos aspectos de la vida masculina son
‘neutros’ respecto de su corporeidad.
La mujer como tal, quiero decir la persona femenina,
está siempre presente en su cuerpo, que es, en grado
mayor que el del hombre –siempre se trata de grados–
un cuerpo personal”10.

Ambos señalan una mayor distancia en el varón


respecto de su cuerpo, “un uso de éste como ins-
trumento”, dice Stein. Instrumento de trabajo, de
placer, lo cual manifiesta un vínculo más lejano con
éste. Por eso Marías afirma que el cuerpo de la mujer
es, “en grado mayor, un cuerpo personal”.

9. Stein, Edith, “Vida Cristiana de la mujer”, La Mujer,


Madrid, Ediciones Palabra, 1988, p. 94.
10. Marías, Julián, ob. cit., p. 143.
40 • Josefina Perriaux de Videla

c) Mayor cercanía de la mujer con lo humano

Esa mayor unidad corpóreo-espiritual, propia de


la mujer, no es un dato irrelevante. El cuerpo de la
mujer tiene en sí la capacidad de albergar nueve
meses a una persona en su interior. Y esto, en vir-
tud de la unión corpóreo-espiritual, configura toda
su persona. No sólo para la maternidad, le aporta
también una enorme aptitud para los vínculos inter-
personales, presentes y decisivos en todas las áreas
de nuestra existencia. Son fundamentales, por ejem-
plo, en la vida laboral, cualquiera sea el trabajo que
realicemos. Ese potencial de cercanía tan íntima con
la persona, ya sea que la mujer llegue a ser madre o
no, le da una especial empatía con lo humano. Una
mayor facilidad para leer en el corazón del otro y
ponerse en su lugar. Ciertamente, esta capacidad
puede ser bien encauzada o no. La mujer sabe bien,
por ejemplo, cómo herir al otro, precisamente porque
conoce mejor su interior. Julián Marías sostiene que
esa aptitud da una “ventaja” grande a la mujer sobre
el varón. Lo conoce mejor que él a ella y por eso lo
“maneja” tan bien11.
Tiene también bellas palabras referidas a esta
riqueza de la condición femenina que estamos des-
cribiendo:

11. Cfr. Marías, Julián, ob. cit., p. 173.


EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 41

“La mujer ha hecho siempre las cosas mucho menos


‘por principios’ que el hombre, se ha fundado más en la
experiencia de la vida, nacida sobre todo de su mater-
nidad, del contacto con personas desde su mismo naci-
miento: la mujer asiste íntimamente a un espectáculo
único: el de la personalización”12.

Con respecto a esta capacidad, destaca, también,


la influencia histórica decisiva que ha tenido la
mujer a través de la educación y pone de manifiesto
sus implicancias para la configuración de las gene-
raciones futuras. La mujer transmite las creencias,
lo cual implica una influencia más honda que la
mera transmisión de las ideas que se enseñan en la
escuela o en la universidad. Las creencias, en cam-
bio, se van incorporando vitalmente, hasta el punto
de no hacerse patentes como tales, sino de cumplir,
en cambio, la función de terreno que nos sostiene.
En su escrito sobre la vida humana, Evangelium
Vitae, Juan Pablo II expresa maravillosamente bien
ese particular vínculo con lo humano específico de
la mujer.

“La madre acoge y lleva consigo a otro ser, le permite


crecer en su seno, le ofrece el espacio necesario, respe-
tándolo en su alteridad. Así, la mujer percibe y enseña
que las relaciones humanas son auténticas si se abren
a la acogida de la otra persona, reconocida y amada
por la dignidad que tiene por el hecho de ser persona

12. Ob. cit., p. 193.


42 • Josefina Perriaux de Videla

y no de otros factores, como la utilidad, la fuerza, la


inteligencia, la belleza o la salud”13.

“Por eso Dios le confía de un modo especial […] el ser


humano […] sobre todo en razón de su femineidad”14.

Juan Pablo II se refiere a esta invalorable rique-


za femenina denominándola el “genio de la mujer”:
particular apertura y acogida de la persona humana
por el hecho de ser tal15. Presente en toda mujer, sea
madre o no, como una configuración básica de su ser.
Si quisiéramos ahora hacer una sucinta compa-
ración con el varón, podríamos decir, siguiendo acá
a Edith Stein, que él está primariamente dirigido a
la actividad exterior, a la acción y realización, a la
prestación objetiva, más que inmediatamente al ser
personal. Le cuesta más que a la mujer la empatía
con el otro, ponerse en su lugar. Más bien va a lo
suyo y espera que los demás muestren interés en
ello. En lugar de la inclinación a lo personal, Edith
dirá que el varón está “técnicamente situado”16. Se
dirige a obras externas buscando configurarlas. Esta
sumisión a un terreno técnico suscita en él un desa-

13. Evangelium Vitae n 99.


14. Mulieris Dignitatem n 30.
15. Cfr. Mulieris Dignitatem n 30.
16. Usa la palabra técnica en su sentido clásico, refiriéndose
al obrar sobre la realidad externa, distinta de sí. Por eso es más
fácil, en su caso, experimentar un desarrollo unidireccional, aco-
tado a ese sector de la realidad al cual se halla abocado.
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 43

rrollo unidireccional, frente al cual, la tendencia al


todo de la mujer constituye un contrapeso.
Jutta Burggraf, para caracterizar al varón, en
una ponencia sobre Juan Pablo II y la mujer –para-
fraseando a Juan Pablo II–, hablará de un “genio
masculino”:

“¿Cuál es el talento específico del varón? Éste tiene


por naturaleza una mayor distancia respecto a la vida
concreta. Se encuentra siempre ‘fuera’ del proceso de
la gestación y del nacimiento, y sólo puede tener parte
en ellos a través de su mujer. Precisamente esa mayor
distancia le puede facilitar una acción más serena para
proteger la vida, y asegurar su futuro. Puede llevarle a
ser un verdadero padre, no sólo en la dimensión física,
sino también en sentido espiritual. Puede llevarle a
ser un amigo imperturbable, seguro y de confianza.
Pero puede llevarle también, por otro lado, a un cierto
desinterés por las cosas concretas y cotidianas, lo que,
desgraciadamente, se ha favorecido en las épocas pasa-
das por una educación unilateral”17.

d) Centralidad del amor en su vida

No podemos dejar de marcar otra nota decisiva,


en estrecha vinculación con lo anterior, en la que

17. Burggraf, Jutta, Juan Pablo II y las mujeres, Coloquio


Teológico Internacional: “La mujer en Juan Pablo II”, Buenos
Aires, Educa, 2006, p. 64.
44 • Josefina Perriaux de Videla

coinciden también nuestros tres autores: el lugar


esencial del amor en la vida de la mujer.
Julián Marías, al igual que Juan Pablo II, destaca
el amor como el camino de realización de la persona
humana.

“El amor es la forma de la vocación personal en cuanto


el hombre es una persona sexuada”18.

Pero marca, a la vez, el mayor énfasis que éste


tiene en la mujer.

“La condición amorosa es un ingrediente esencial


y constitutivo de la estructura empírica de la vida
humana –de toda vida humana– pero es primaria en
la organización peculiar de la mujer”19.

Juan Pablo II, a su vez, nos dice:

“El ser persona significa […] ‘encontrar su propia ple-


nitud’, ‘en la entrega sincera de sí mismo a los demás’
[…] el hombre está llamado a existir ‘para’ los demás,
a convertirse en un don”20.

Y ve, en la mujer, una especial realización de


esta verdad de la persona. Llamada a testimoniar el
amor auténtico, mediante el don de sí y la acogida

18. Marías, Julián, ob. cit., p. 223.


19. Marías, Julián, ob. cit., p. 231.
20. Mulieris Dignitatem n 7.
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 45

del otro. Allí, en este servicio de amor a las personas,


la mujer encuentra la expresión más fecunda de su
“genio”21. Y se vuelve, a la vez, un testigo elocuente
del amor como el camino de plenitud personal.
Edith Stein también habla del amor servicial
como esencial a la condición femenina. Lo entiende
como una particular disposición a favor del creci-
miento y desarrollo de lo humano, una capacidad
de proteger, custodiar y llevar a su desarrollo la
humanidad verdadera de quienes la rodean, que
podríamos llamar su capacidad nutricia22.
Esta centralidad del amor en la mujer y el enten-
derlo como “servicio” a los demás, puede suscitar
cierto “escándalo” en nuestro interior. El servicio
entendido en clave del feminismo actual resulta hoy
algo deleznable. En efecto, en éste, la mujer, lejos de
ver su realización en el vínculo con otro, en la promo-
ción y cuidado de la vida de su entorno más cercano,
pone el eje en la autorrealización, desvinculándola
de los demás; hasta podríamos decir, la ve en la con-
frontación con el otro, en particular con el varón, y
de algún modo también con el hijo. Frente a ambos,
tiene que defenderse, marcando sus derechos, lle-
gando al extremo de ver como una gran conquista de
su libertad y plenitud, el derecho a desembarazarse

21. Cfr. Scarinci de Delbosco, Paola, La visión de la mujer en el


pensamiento de Juan Pablo II, Coloquio Teológico Internacional:
“La mujer en Juan Pablo II”, Buenos Aires, Educa, 2006, p. 33.
22. Cfr. Stein, Edith, “Valor especifico de la mujer para la vida
del pueblo”, en ob. cit., p. 320.
46 • Josefina Perriaux de Videla

del hijo que no ha sido concebido bajo el control abso-


luto de su voluntad.
En este punto se ponen de manifiesto dos visio-
nes contrapuestas de la vida humana. Una asentada
en el propio yo, en su exclusiva afirmación mediante
el reclamo de derechos individuales. Otra fundada
en el servicio y éste, “por añadidura”, se convierte en
el camino por el que se alcanza la plenitud personal.
Cristo es el modelo de este camino. “Yo no he venido
a ser servido sino a servir”. El servicio dignifica y
revela el significado de nuestro ser personal.
En esta línea, en Mulieris Dignitatem, Juan
Pablo II afirma:

“Cristo, ‘Siervo del Señor’, manifestará a todos los


hombres la dignidad real del servicio, con la cual se
relaciona directamente la vocación de cada hombre”23.

e) Invalorable aporte de la mujer para el


mundo de hoy

El “genio de la mujer”, entonces, y todo lo que


éste implica, puede brindar un aporte invalorable al
mundo de hoy, en el que priman el éxito y la eficien-
cia, ayudando a personalizar todas las áreas en las
que se mueve.

23. Mulieris Dignitatem n 5.


EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 47

“Será preciosa una mayor presencia social de la mujer,


porque contribuirá a manifestar las contradicciones
de una sociedad organizada sobre puros criterios de
eficiencia y productividad, y obligará a replantear los
sistemas en favor de los procesos de humanización que
configuran la ‘civilización del amor’”24.

Nuestro entorno cultural vive una particular


contradicción: nunca se han proclamado tanto los
Derechos Humanos; sin embargo, en los hechos, se
niega a la persona su valor de por sí. Si no es útil, si
trae algún tipo de problemas a su ámbito más cerca-
no, se descarta. Para expresarlo con los términos de
Francisco, vivimos una “cultura del descarte”. Des-
carte de quien llega a la existencia “en un momento
inoportuno”, de quien en la ancianidad es considera-
do una carga, de quien es débil o enfermo.

f) Su mayor afinidad con lo humano no es una


construcción cultural

La afinidad con lo humano -como disposición


básica de la mujer- no es una consigna moral, una
imposición del varón, o una construcción cultural.
Para quien no tenga la mirada enceguecida por el
adoctrinamiento ideológico, es algo evidente en su

24. Carta a las mujeres n 4.


48 • Josefina Perriaux de Videla

constitución corpóreo-espiritual, como hemos trata-


do de poner de manifiesto.
Edith Stein sostiene:

“Sólo a quien el acalorado apasionamiento de la dispu-


ta le ha cegado los ojos puede negar el hecho evidente
de que el cuerpo y el alma de la mujer están hechos
para una finalidad especial […].
La impostación de la mujer se dirige a lo personal vital,
y a la totalidad. Proteger, custodiar y tutelar, nutrir y
hacer crecer: he ahí su deseo natural. ... Lo muerto, la
mera cosa, le interesa […] en la medida en que sirve a
lo personal vivo, no por sí mismo.
A esta disposición ... se une la de compañera. Compartir
la vida de otro ser humano y participar en todo lo que
le afecta […] en las alegrías y en los sufrimientos, pero
también en los trabajos y problemas, constituye su don
y felicidad”25.

Urge que la mujer se afirme en lo propio. Para-


fraseando a Juan Pablo II, en Familiaris Consortio,
en donde hace un llamado: “familia, sé lo que eres”,
podríamos decir también: “mujer, sé lo que eres”. Sólo
desde lo propio podrá ofrecer su aporte tan necesario
hoy.
Quisiera terminar este capítulo con unas pala-
bras de la Carta a las mujeres:

25. Stein, Edith, “El ethos de las vocaciones profesionales


femeninas”, en ob. cit., pp. 26 y 27.
EN BUSCA DE LA IDENTIDAD DE LA MUJER • 49

“Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser


mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enri-
queces la comprensión del mundo y contribuyes a la
plena verdad de las relaciones humanas”26.

g) Una breve digresión

Todo lo que hemos visto hasta aquí, acerca de


la identidad de la mujer, alude al “potencial” de la
mujer. “Potencial” que con mucha frecuencia se halla
desfigurado como consecuencia del pecado, o más
precisamente, de la herida que el pecado original ha
dejado en nuestro corazón.
Edith Stein, con todo realismo, lo explicita clara-
mente:

“Que la naturaleza femenina se desarrolle genuina-


mente […] dista mucho de ser obvio, pudiendo inclu-
so decirse que eso sólo se da en circunstancias muy
especiales. Ciertamente, por culpa del pecado original,
tanto a la naturaleza humana en general como a la
femenina en particular, le afecta una mácula que impi-
de el pleno desarrollo y que, de no encontrar obstácu-
los, conduce a una degeneración típica”27.

26. Carta a las mujeres n 2.


27. Stein, Edith, “El ethos de las vocaciones profesionales
femeninas”, en ob. cit., p. 28.
50 • Josefina Perriaux de Videla

Sin embargo, sabemos, que nuestro corazón


puede ser curado, si nos abrimos y recurrimos a La
Fuente de nuestra “sanación”. Si recurrimos a Aquél
que llegó hasta la muerte y muerte en cruz para que
pudiéramos, una y otra vez, intentar amar de ver-
dad, recuperarando el sentido de nuestra vida
La obra de Dios –en este caso, las capacidades
que él sembró en nuestro ser– siempre es más fuerte
que el mal uso que podamos hacer de ellas. Por eso,
por más que esa potencial grandeza esté “velada”,
siempre es posible afirmarnos en ella e intentar
vivir, una y otra vez, de acuerdo a lo mejor que hay
en nosotros.
IV. Mujer y trabajo

Es interesante ver el aporte de nuestros tres


autores, tan confluyente también en este tema. Han
pasado ya varias décadas a partir del momento en
que ellos escribieron acerca de esta cuestión. La
situación social y, a la vez, la cosmovisión predomi-
nante, han ido variando cada vez más. Pero resulta
de gran valor recordar su pensamiento por la clari-
dad con respecto a la especificidad femenina. Ésta
hoy se ha olvidado, o por razones ideológicas no se
la quiere reconocer. Sin embargo, lo más propio del
ser femenino se mantiene subyacente a los cambios
sociales, por más importantes que estos hayan llega-
do a ser. Por ello, su visión acerca de este tema puede
52 • Josefina Perriaux de Videla

ayudarnos como un punto de referencia estable y


orientador en la realidad presente en la que prima
la confusión.

a) El trabajo de la mujer, ¿comienza con su


inserción en la vida pública?

Es el momento de aclarar, aquí, qué entendemos


hoy cuando hablamos de trabajo. Un texto de Julián
Marías nos ayuda a dilucidarlo:

“A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se desliza


en el concepto de trabajo un factor que no tiene que ver
directamente con su realidad, que es económico; el del
salario. Se va a entender como trabajo la producción de
bienes económicos o la prestación de servicios en forma
retribuida mediante salario”1.

¿Cómo va a repercutir esto en las mujeres? Se


introduce la idea de que, salvo las obreras, las muje-
res no trabajan. Y en esta línea conceptual, será tra-
bajo, luego, todo aquél que recibe una remuneración
económica.
Marías pone de manifiesto que se trata de un
concepto reductivo, que no “visibiliza” cuánto ha tra-
bajado la mujer a lo largo de la historia.

1. Marías, Julián, ob. cit., p. 50


MUJER Y TRABAJO • 53

“Yo no sé si hay alguien que trabaje más que las muje-


res, que haya trabajado más que las mujeres en toda la
historia universal”2.

Quisiéramos citar también, aquí, un pasaje de la


obra La mujer y la familia, de Gilbert Chesterton,
absolutamente coincidente con nuestro autor:

“En su hogar […] más que una profesión, lo que (la


mujer) desarrolla son veinte aficiones y todos sus
talentos. Por eso no se hace rígida y estrecha de mente
sino creativa y libre. Esta es la sustancia de lo que ha
sido el papel histórico de la mujer”3.

Hecha esta salvedad que clarifica el concepto


de trabajo y hace justicia a un aspecto importante
del desempeño de la mujer a lo largo de la historia,
seguiremos usando este término en su acepción
actual.

b) Inserción de la mujer en un ámbito laboral


con impronta viril

Tanto Edith Stein como Julián Marías señalan


un dato de suma importancia, no tan perceptible en
forma inmediata: la inserción de la mujer al trabajo

2. Ibidem p. 54.
3. Chesterton, Gilbert K., La mujer y la familia, Barcelona,
Styria, 2006, p. 33.
54 • Josefina Perriaux de Videla

se ha dado en un mundo laboral ejercido siempre


por varones y tiene por ello su impronta viril. Ella
ha entrado en este ámbito adaptándose a un esti-
lo laboral masculino y dejando de lado lo propio.
Marías nos dice:

“Ahora se abren a la mujer, ciertamente, esas parcelas


de la vida humana que antes no podía ocupar. Sí, pero
con una condición: que no las ocupe como mujer. Esta
es la trampa que se desliza sin que nos demos cuenta,
ni los hombres ni las mujeres […] De manera insidiosa,
se sigue manteniendo excluida a la mujer como tal”4.

Y en esta misma línea Stein afirma:

“Puesto que, a lo largo de los siglos, las profesiones


habían estado en manos de hombres, era natural que
hubiesen adoptado una impronta viril y que el aprendi-
zaje se acomodase a la naturaleza masculina”5.

Indudablemente, esto no puede sino ejercer vio-


lencia sobre la mujer. La razón más profunda es de
orden antropológico: el no tener en cuenta el dato
básico de su condición sexuada. La persona humana
existe íntegramente como mujer o como varón, lo
cual tiene resonancias profundas en todos los órde-
nes de su ser y actuar. Si la mujer no actúa desde lo

4. Marías, Julián, ob. cit., p. 122.


5. Stein, Edith, “Vida Cristiana de la mujer”, en ob. cit.,
p. 107.
MUJER Y TRABAJO • 55

propio, se violenta a sí misma y, a la vez, la sociedad


se empobrece, pierde posibilidades de enriqueci-
miento con su aporte específico.

c) Urge que la mujer aporte su sello propio en


el mundo del trabajo

Es imperioso que la mujer deje su impronta en


el trabajo, complementaria y enriquecedora de la
del varón. Con mucha frecuencia, su sello propio
compensa una habitual tendencia masculina a prio-
rizar la eficiencia, la producción, las cosas sobre las
personas.
Comentando a Edith Stein, Jutta Burggraf nos
dice:

“En contra de la opinión pública de su tiempo (Edith


Stein considera) que las mujeres pueden ejercer, en
principio, todas las profesiones. Es más, deben incluso
entrar plenamente en el mundo laboral, porque tienen
la misión de humanizar este mundo recordando que
cualquier tarea técnica, científica, política, artística o
mecánica está al servicio de los hombres. Las muje-
res han de demostrar, en definitiva, que una persona
humana vale más que todas las cosas”6.

6. Burggraf, Jutta, Introducción a La Mujer, Madrid,


Ediciones Palabras, 1998, p. 20.
56 • Josefina Perriaux de Videla

Juan Pablo II alienta también a una mayor


presencia social de la mujer en favor de una mayor
humanización7. El acceso de la mujer a las funciones
públicas no debe significar una renuncia a su femi-
neidad ni una mera imitación del carácter masculi-
no, sino, por el contrario, un llevar a la plenitud la
verdadera humanidad femenina8.

“Los éxitos de la ciencia y de la técnica […] (conducen)


a un progreso unilateral que puede llevar también a
una gradual pérdida de la sensibilidad por el hombre,
por todo aquello que es esencialmente humano. En
este sentido, sobre todo el momento presente espera la
manifestación de aquel ‘genio’ de la mujer, que asegure
en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre,
por el hecho de ser humano”9.

Pero afirma también con firmeza que, junto a


todo esto, la verdadera promoción de la mujer exige
que sea claramente reconocido el valor original e
insustituible de su función materna y familiar, res-
pecto de las demás funciones y profesiones. Sostiene
que es necesario superar la mentalidad según la
cual el honor de la mujer es considerado más por el
trabajo exterior, que por la actividad familiar.

7. Cfr. Familiaris Consortio n 4.


8. Cfr. Familiaris Consortio n 23.
9. Mulieris Dignitatem n 30.
MUJER Y TRABAJO • 57

Ve, a la vez, que la maternidad es un obstáculo


para la inserción laboral, un motivo de discrimina-
ción.

“¿Y qué decir también de los obstáculos que, en tantas


partes del mundo, impiden aún a las mujeres su plena
inserción en la vida social, política y económica? Baste
pensar en cómo a menudo es penalizado, más que gra-
tificado, el don de la maternidad, al que la humanidad
debe también su misma supervivencia. Ciertamente,
aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y
madre no comporte una discriminación”10.

d) Diferente repercusión en la mujer y en el


varón del acceso al ámbito laboral

El desarrollo del ser femenino que el acceso a la


esfera pública favorece tiene diferentes aristas. Sin
lugar a dudas, el trabajo no tiene la misma reper-
cusión en la vida personal de la mujer que en la del
varón11.
Recordemos, aquí, el “estar técnicamente situado”
como característica propia del varón, según Edith

10. Carta a las familias n 4.


11. Con respecto a este tema, recomendamos un breve
video, en el cual Cayetana Álvarez, una mujer joven, histo-
riadora, de nuestro tiempo, sintetiza, en cuatro minutos, esta
diferente repercusión. Disponible en: https://www.youtube.com/
watch?v=wI6EYqK2jcc.
58 • Josefina Perriaux de Videla

Stein: su estructura interior tiende a la actividad


exterior, a la prestación objetiva, más que inmedia-
tamente al ser personal. Por ello le es connatural
dedicar sus energías a un ámbito profesional, lo cual,
sin duda, puede favorecer fecundidad y eficiencia en
su labor. Pero a la vez, en esta tendencia, late siem-
pre la posibilidad de un abandono total al trabajo
profesional, un ser absorbido enteramente por éste.
Al tratar este tema, Marías, cuando se refiere a la
mujer, va a hablar de una “menor profesionalidad”12
en ella. Este término, que parece tener una conno-
tación negativa, por el contrario, hace alusión a su
mayor capacidad de no caer en esta desviación, de
ser siempre mucho más que su profesión. La absor-
ción total por una profesión es un empobrecimiento
en humanidad, un “reduccionismo vital” que la
mujer tolera menos que el varón. Su mayor interés
por lo personal favorece esta actitud. Y ciertamente,
también, el hecho fundamental de la maternidad
que implica para ella, en particular en la primera
crianza, un especial insumo de tiempo y energías de
toda su persona.
Esta “menor profesionalidad” entonces, no es un
“déficit”, sino un “plus”, que se esclarece aún más,
al ver mejor lo que en ella contrapesa esa absorción
total por el trabajo que caracteriza con cierta fre-
cuencia al varón.

12. Cfr. Marías, Julián, ob. cit. p 81.


MUJER Y TRABAJO • 59

Marías se refiere así al insumo de tiempo y ener-


gías que la primera crianza implica para ella:

“Lo más parecido a la ‘creación’ de que es capaz la


humanidad es la formación de personas, que es justa-
mente lo que hace la mujer (en) la maternidad”13.

A su vez, Edith Stein acerca de este tema nos


dirá:

“La orientación a la persona está…objetivamente justi-


ficada y valorizada por cuanto que…la persona es una
realidad más elevada que todos los valores restantes.
Toda verdad quiere ser reconocida por personas, toda
belleza contemplada y apreciada por personas. En
este sentido, todos los valores objetivos están ahí para
personas”14.

e) Jerarquizar: clave de un equilibrio


armónico

Stein, alienta a las mujeres a ejercer cualquier


tipo de profesión, aun cuando ve algunas para las
cuales están especialmente dotadas15. Y todas aque-

13. Marías, Julián, ob. cit. p 82.


14. Stein, Edith, “Valor específico de la mujer para la vida del
pueblo”, en ob. cit., p. 319.
15. “La mujer puede orientar la disposición individual hacia
cualquier campo profesional, incluso a aquellos que distan de la
especificidad femenina […] (hay) vocaciones profesionales cuyas
60 • Josefina Perriaux de Videla

llas profesiones que no coinciden con la especificidad


femenina, pueden ser ejercidas también de un modo
femenino. En efecto, en todo trabajo hay personas,
y todas ellas pueden convertirse en “piezas de una
máquina” o no. La aproximación a las personas pro-
pia de la mujer puede ser un contrapeso muy benéfi-
co para esto. Por eso afirma lo siguiente:

“En aquel que sabe que a él le espera en el puesto de


trabajo disponibilidad para la ayuda y participación,
en su alma se mantiene o se despierta algo viviente,
que de otro modo habría de atrofiarse. Ésta es, por el
influjo femenino, una manera de formar la vida profe-
sional diferente por término medio a la del hombre”16.

Pero ella ve también a muchas mujeres agobia-


das por la doble carga laboral y familiar, “sin resto”
para ser, desde lo propio, un factor de contención
en el hogar. Sostiene que la mujer ha de estar bien
plantada en las raíces profundas de la vida17, para
llevar adelante con equilibrio este desafío y poder,

tareas específicas se remiten a la especificidad femenina […]


todas las vocaciones profesionales en las que se trata de asis-
tencia, educación, amparo, comprensión empatizadora […] toda
la serie de modernas vocaciones profesionales sociales”.Stein,
Edith, “El ethos de las vocaciones profesionales femeninas”, en
ob. cit., p. 32.
16. Ibídem, “El ethos de las vocaciones profesionales femeni-
nas”, p. 33.
17. Como lo decisivo para la mujer es el amor, recurrir a su
fuente, es decir a Dios, tendrá una particular relevancia para ella.
MUJER Y TRABAJO • 61

así, jerarquizar y ver cuándo su trabajo está reper-


cutiendo negativamente en la vida familiar.
Bien consciente de las dificultades que el día a
día presenta a la mujer para vivir de modo armó-
nico sus múltiples tareas, da un sencillo y profundo
consejo:

“Cuando nos levantamos por la mañana, ya quieren


los deberes y preocupaciones del día inundarnos por
doquier (en caso de que no hayan expulsado ya la paz
de la noche). Entonces emerge la pregunta inquieta:
¿cómo puede ser hecho todo eso en un día?, ¿cuándo voy
a hacer esto?, ¿cuándo lo otro?, ¿y cómo debo hacer esto
y lo otro? Como convulsionando, habría que estreme-
cerse y echar a correr. Entonces es menester tomar las
bridas en la mano, y decir: ¡Despacio! A pesar de todo,
nada de todo eso va conmigo ahora. Mi primera hora
de la mañana pertenece al Señor. La obra que él me
encomienda quiero realizarla, y él me dará la fuerza
para realizarla”18.

18. Stein, Edith, “Fundamentos de la educación de la mujer”,


en ob. cit., p. 162. Quiero citar también sus palabras referidas a
nuestro interior al finalizar la jornada diaria: “Así pasará el resto
del día, quizá con gran cansancio y dificultad, pero en paz. Y cuan-
do la noche llega y la mirada retrospectiva muestra que todo fue
un fragmento de actividad y que mucho de lo que se proponía ha
quedado sin hacer, si eso despierta en nosotros fuerte confusión
y arrepentimiento, tomémoslo todo como es, pongámoslo en las
manos del Señor, y entreguémoslo a él. Así se podrá descansar en
él, descansar realmente y comenzar el nuevo día como una nueva
vida”. Ob. cit., p. 164.
62 • Josefina Perriaux de Videla

f) ¿Qué sucede hoy?

Han pasado ya varias décadas, y el gran desafío


que los importantes cambios sociales plantean a la
mujer no ha sido resuelto. La posibilidad de integrar
armónicamente trabajo y familia, viviendo plena-
mente ambas realidades, sin desatender a ninguna
de ellas, sigue siendo un anhelo pendiente para la
mayoría de las mujeres.
Varios de los problemas ya esbozados por estos
tres autores siguen vigentes.
El mayor riesgo hoy no es su exclusión del mundo
laboral, sino que su presencia allí sea a costa de su
persona y su familia. En otras palabras, la discrimi-
nación en el trabajo se da no tanto en razón del sexo
sino de la maternidad.
Como ya lo veía Julián Marías y lo hemos citado
al comienzo de estas reflexiones, sin darse cuenta,
la mujer ha caído en una trampa. Ha luchado por
conquistar, en la sociedad, los mismos espacios que
el varón –ha luchado por la igualdad con el varón–
“invisibilizando” el hecho de ser mujer y la materni-
dad, real o potencial. Ha consentido, así, en una sutil
discriminación:
“La discriminación se realiza no sólo cuando sujetos
iguales son tratados de forma diferente, sino también
cuando sujetos diferentes son tratados de la misma
forma”19.

19. Haaland Matlary, Janne, “El hombre y la mujer en la


familia, en la sociedad y en la política”. Disponible en: http://
MUJER Y TRABAJO • 63

La lógica subyacente al sistema laboral así


planteado, ve el embarazo, el amamantamiento, la
primera crianza como una carga para la mujer, para
alcanzar la anhelada igualdad, ya que compite con el
hombre para obtener puestos de trabajo.
Por ello, creemos que un verdadero feminismo,
que apunte a integrar armónicamente trabajo y
familia en la vida de la mujer, debería luchar para
que su valor insustituible en la familia sea recono-
cido. Ella lleva al hijo nueve meses dentro de sí, lo
amamanta y tiene una función de suma importancia
en los primeros años de vida del niño. Todas reali-
dades que han sido “invisibilizadas” en el sistema
laboral.
Y debería bregar también para que sea reconoci-
do nuevamente el papel nuclear de la familia para la
sociedad. Vivimos en la actualidad las consecuencias
de su “deconstrucción”: disgregación social, soledad,
empobrecimientos, padecimientos de orden psíquico
de todo tipo. En fin, abriendo un poco los ojos, estas
realidades, entre otras, saltan a la vista.
Ahora bien, la familia ha sido siempre el lugar
donde la persona se fortalece como tal y aprende
hábitos de gran relevancia social, con una funda-
mental incidencia en el rendimiento laboral, entre
otros ámbitos.

www.alfayomega.es/estatico/anteriores/alfayomega443/documen-
to23/home.html.
64 • Josefina Perriaux de Videla

“El servicio al prójimo que los padres realizan con sus


hijos y que los hijos, a su vez, aprenden […] tiene una
relevancia vital para otras esferas de la vida. En el
ámbito de la familia uno es amado de forma incondicio-
nal, tal vez sólo allí. Por tanto, en la familia se aprende
el amor. El servicio en la política, por ejemplo (la pala-
bra ministro significa servidor), puede ser imitado sólo
después de haber aprendido a amar de forma altruista.
Si no, el servicio político se convierte en una búsqueda
de poder político, como suele suceder”20.

Deconstruida la familia, ¿quién será la nueva


“humano factoría”?21
Por ello consideramos que el sistema laboral
debería ser realmente “inclusivo” de la mujer con su
perfil particular, flexibilizando las condiciones, de
modo tal que ella pueda brindar a la sociedad todo
su potencial, sin tener que renunciar o descuidar el
aporte invalorable de la maternidad. Y debería ser
también “inclusivo” de la realidad familiar, funda-
mental también para el varón y su aporte específico
a la familia.
Refiriéndonos a ítems más concretos podríamos
decir:

20. Ídem.
21. Cfr. Chinchilla Albiol, Nuria; León Llorente, Consuelo,
“La ambición femenina. Cómo reconciliar trabajo y familia”.
Disponible en: http://www.laici.va/content/dam/laici/documenti/
donna/culturasocieta/espanol/la-ambicio_n-femenina-co_mo-
reconciliar-trabajo-y-familia.pdf.
MUJER Y TRABAJO • 65

Se han priorizado las horas de presencia como


valor central y no a la persona que trabaja.
Sería necesario:

– una mayor flexibilidad horaria,


– trabajar por objetivos y no por horas de pre-
sencia,
– combinar trabajo presencial con trabajo a dis-
tancia vía web,
– organizar servicios para madres con hijos
pequeños durante el horario laboral.

Pero una pieza clave para que la mujer logre con-


ciliar mejor trabajo y familia es establecer acuerdos
con el varón sobre los tiempos que dedica cada uno
a estas dos esferas, de modo tal de apoyarse mutua-
mente, según la etapa que atraviesa cada uno, tanto
en lo laboral como en la presencia en el hogar.
V. La Iglesia y la mujer

a) Breve recorrido histórico de la relación


entre el cristianismo y la mujer

George Weigel afirma que, según Juan Pablo II,


pocos temas han llevado a interpretar tan mal las
enseñanzas de la Iglesia como el de la dignidad de
la mujer1.
Para esclarecer este punto, quisiéramos, en pri-
mer lugar, hacer un brevísimo esbozo, de la mano de

1. Weigel, George, Testigo de Esperanza, Biografía de Juan


Pablo II, Barcelona, Plaza y Janes Editores, 1999, p. 769.
68 • Josefina Perriaux de Videla

Régine Pernoud2, de algunos hitos importantes de la


relación entre el cristianismo y la mujer.
Si tomamos como punto de partida el siglo I de
nuestra era en el mundo romano, podemos descubrir
la condición de la mujer en el derecho. Esta no era
sujeto de derecho sino un objeto.

“En Roma, la mujer, sin exageración ni paradoja, no


era sujeto de derecho […] Su condición personal, la
relación de la mujer con sus padres o con su marido son
competencia de la domus, de la que el padre, el suegro
o el marido son jefes todopoderosos […] La mujer es
únicamente un objeto”3.

La patria potestad implicaba el derecho al infanti-


cidio. Solían matar a las mujeres, salvo la primogéni-
ta en orden a que perpetúe la familia y conservaban
a los varones por razones militares. El adulterio de
la mujer podía ser castigado con la muerte; el varón,
en cambio, sólo debía restituir la dote.
La situación de la mujer mejora en el Imperio,
en el que el poder absoluto del padre se hace menos
riguroso y, más aún, en el Bajo Imperio, en el que,
por influencia del Evangelio, se va dando una pro-
tección legal paulatina. Recién a fin del siglo IV,
se retira el derecho al infanticidio. Con la difusión

2. Cfr. Pernoud, Régine, La mujer en el tiempo de las catedra-


les, Barcelona, Ediciones Juan Granica, 1982.
3. Cfr. Villers, Robert, Le Statut de la femme a Rome jusqu’a la
fin de la République, citado por Pernoud, Régine, en ob. cit., p. 22.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 69

del Evangelio, no puede subsistir la primera y más


decisiva de las discriminaciones: el derecho a la vida
corresponde tanto a niñas como a los varones.

– La prédica de Cristo enuncia claramente


la igualdad esencial entre hombre y mujer.
“Quien repudia a su mujer y se casa con otra,
comete adulterio. Y si una mujer repudia a su
marido y se casa con otro comete adulterio”
(Mc. X, 11-12; Mt. XIX, 9). Cristo se niega a
aplicar el castigo habitual a la mujer adúltera.
Le dice “vete y no peques más”. Después de la
resurrección, se aparece en primer lugar a las
mujeres y las envía como testigos frente a los
apóstoles.
– A la declaración de igualdad entre varón y
mujer, Jesús añade la libertad de elección de
su estado de vida del que no habían gozado
nunca: el voto de virginidad implica la liber-
tad de decisión de la persona sobre su vida. Y
las mujeres que hacían este voto, a su modo
y en su medio, fueron contestatarias: para
conservar la virginidad y entregarse al Reino
de Dios, rechazaban al marido que su padre
les había asignado. Desobedecían así a quien
las había dejado vivir para perpetuar la fami-
lia. Y lo hacían, aún al precio de su vida. Su
padre podía aplicar el derecho a la vida o a su
muerte que la ley seguía otorgándole. Recién
a fin del siglo IV, pierde este derecho, como ya
hemos mencionado.
70 • Josefina Perriaux de Videla

Durante los siglos II y III, en la época de las


catacumbas, hay más nombres conocidos de mujeres
que de varones.
Sin embargo, la historia de Occidente es mas-
culina hasta el siglo V. A partir del siglo VI, las
precursoras del cristianismo son mujeres, y lo son
al conseguir que su esposo pagano se convierta. Van
a desempeñar una función activa en la evangeliza-
ción, en un período en que Occidente oscila entre
el paganismo, arrianismo y la fe cristiana. De este
modo se puede afirmar que el ingreso de las muje-
res en la historia se da cuando se desarrolla la fe
cristiana.

“En todas partes, si seguimos paso a paso los aconte-


cimientos y los pueblos en su vida concreta, es dable
constatar el vínculo entre la mujer y el Evangelio”4.

– Por otra parte, la concepción cristiana del


matrimonio repercute especialmente en la
historia de la mujer. La igualdad que estable-
ce juega a su favor. El matrimonio cristiano
es concebido como una unión indisoluble en
perfecta igualdad. En el siglo VIII la Iglesia
elimina el consentimiento de los padres como
condición de su validez y esto se ve cada vez
más a medida que se perfila su valor sacra-
mental. Los ministros son el esposo y la espo-

4. Pernoud, Régine, ob. cit., p. 21.


LA IGLESIA Y LA MUJER • 71

sa, el sacerdote es testigo. En el siglo XII, la


doctrina del matrimonio alcanza plena nitidez:
lo que constituye al matrimonio es la voluntad
de cada uno de los esposos. La reivindicación
de la libertad para contraer matrimonio que
hoy nos parece tan natural, antiguamente sólo
se dio en las zonas que fueron evangelizadas.

Pero asistiremos después a una curiosa regre-


sión. Por influencia del renacimiento del Derecho
romano en Italia, surgen tendencias para restringir
nuevamente la libertad de los esposos. El rey Enri-
que II –siglo XVI– da a los padres el derecho de
desheredar a los hijos que se casan sin su acuerdo,
lo cual significa restituir, aunque parcialmente, la
antigua patria potestad.
La situación de la mujer se va a deteriorar enor-
memente entre el siglo XVI y la redacción del Código
napoleónico (1804).

“El agravamiento es notorio respecto de los siglos


anteriores, en que el marido era dueño y señor sólo
de la comunidad de bienes, no de la mujer misma […]
(el marido) hace de la mujer casada no una ‘perpetua
menor’ según la expresión consagrada, sino en realidad
una persona mucho más desvaída que el menor en la
escena jurídica […]”5.

5. Portemer, Jean, “Le status de la femme en France depuis


la réformation des coutumes jusqu’a la rédaction du Code Civil”,
citado por Pernoud, Régine, en ob. cit., p. 191.
72 • Josefina Perriaux de Videla

“El poder del marido sobre la persona de la mujer con-


siste […] en el derecho que el marido tiene de exigir de
ella todos los deberes de sumisión que le corresponden
a un superior”6.

El acrecentamiento del poder marital, en el siglo


XVI, termina haciendo de ella un ser jurídicamen-
te incapaz. Si los actos de la mujer no tienen la
aprobación del marido son nulos. Los juristas del
Antiguo Régimen, imbuidos del Derecho romano,
consolidan estas disposiciones, consagradas después
por el Código de Napoleón a comienzos del siglo XIX.
Esto equivale a un retorno al Derecho romano. Y
el Derecho francés tendrá gran influencia en el de
otros países7.
Esta concepción se aleja cada vez más de la de los
siglos anteriores al XVI.
Hasta fines del siglo XV, la mujer goza de capa-
cidad jurídica. Las mujeres pueden comprar, vender,
administrar propiedades con una libertad que pier-
den en el siglo XVI y mucho más aún en los siglos
XVII, XVIII y XIX.

6. Pothier, Robert, La femme, Societé Jean Bodin, T. II, p. 454,


nota 3, citado por Pernoud, Régine, en ob. cit., p. 191.
7. Este proceso se inicia antes en países germánicos, influi-
dos por el Derecho romano desde el siglo XIII y también en países
bajo la influencia romana, como Italia. Y más acentuadamente
aún, en España y Portugal, que se encuentran asimismo bajo la
influencia islámica.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 73

Tal como hemos podido ver, aún muy sucintamen-


te, hay datos históricos relevantes que muestran cla-
ramente hasta qué punto el cristianismo ha puesto
de manifiesto, como ninguna otra cosmovisión, la
igual dignidad de la mujer y el varón.
Sin embargo, “los hijos de la Iglesia”, con frecuen-
cia, no somos fieles a sus enseñanzas y también en el
seno de la Iglesia la dignidad de la mujer no siempre
ha sido reconocida plenamente.

b) Juan Pablo II reconoce las injusticias


cometidas con la mujer a lo largo de la
historia

Por ello, Juan Pablo II va a realizar un esfuerzo


de primera magnitud para solucionar los malenten-
didos en torno a esta temática.

– Denuncia la larga historia de abusos cometidos


contra la mujer en el campo de la sexualidad.
Abusos que aún padece hoy, como consecuencia
de una cultura hedonística, de la cual ella es la
primera víctima.

“Desgraciadamente el mensaje cristiano sobre la digni-


dad de la mujer halla oposición en la persistente men-
talidad que considera al ser humano no como persona,
sino como cosa, como objeto de compraventa, al servicio
74 • Josefina Perriaux de Videla

del interés egoísta y del solo placer; la primera víctima


de tal mentalidad es la mujer”8.

– Tiene palabras muy duras para lo que no duda


en llamar “machismo agresivo” (Carta a las
mujeres n 5). Lo hace al recordar la escena
en la que, frente a la mujer sorprendida en
adulterio, Cristo, con su actitud, reprocha a los
varones, la injusticia y abusos masculinos.

“El episodio de la mujer ‘sorprendida en adulterio’ (cfr.


Jn. 8, 3-11) se presenta particularmente elocuente.
Jesús, al final, le dice: ‘No peques más’, pero antes él
hace conscientes de su pecado a los hombres que la
acusan para poder lapidarla, manifestando de esta
manera su profunda capacidad de ver, según la verdad,
las conciencias y las obras humanas. Jesús parece decir
a los acusadores: esta mujer con todo su pecado, ¿no es
quizás también, y sobre todo, la confirmación de vues-
tras transgresiones, de vuestra injusticia ‘masculina’,
de vuestros abusos?”9.

– También advierte que la mujer es discrimina-


da por una realidad vinculada hondamente a
su especificidad: la maternidad.

“A menudo es penalizado, más que gratificado, el don


de la maternidad, al que la humanidad debe también

8. Familiaris Consortio n 24.


9. Mulieris Dignitatem n 14.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 75

su misma supervivencia. Ciertamente, aún queda


mucho por hacer para que el ser mujer y madre no
comporte una discriminación”10.

– Y en su Carta a las mujeres hace un impor-


tante reconocimiento y pedido de perdón por
todas las veces en que las injusticias con la
mujer hayan sido cometidas por hombres de
Iglesia.

“Por desgracia somos herederos de una historia de


enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y
en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer,
despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerroga-
tivas, marginada frecuentemente […] Pero si en esto
no han faltado, especialmente en determinados con-
textos históricos, responsabilidades objetivas incluso
en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente
[…].
Que este sentimiento se convierta para toda la Iglesia
en un compromiso de renovada fidelidad a la inspira-
ción evangélica, que precisamente sobre el tema de
la liberación de la mujer de toda forma de abuso y de
dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el
cual brota de la actitud misma de Cristo”11.

10. Carta a las mujeres n 4.


11. Carta a las mujeres n 3.
76 • Josefina Perriaux de Videla

c) La Historia de la Salvación: un continuo


testimonio de la dignidad de la mujer.
Génesis, Evangelio, San Pablo

Juan Pablo II considera que el secreto para recu-


perar el pleno respeto a la dignidad femenina no es
sólo la denuncia, sino un proyecto de promoción que
va planteando en todos estos documentos y aparece,
de un modo maravillosamente sintético, en Evange-
lium Vitae12.
Nos va a mostrar que las Sagradas Escrituras
ponen de manifiesto la plena dignidad de la mujer.

– El Génesis: nos habla de la creación del varón


y la mujer a imagen de Dios que reside en el
carácter personal de ambos, iguales en digni-
dad. Su ser personal consiste en existir uno
para el otro. Varón y mujer son confiados uno
al otro. Ser persona a imagen de Dios es estar
llamado a una comunión interpersonal13.

Esta entrega mutua implica también la acogida,


la receptividad, como aclara Jutta Burggraf en la
ponencia sobre Juan Pablo II y la mujer, ya mencio-
nada, que tuvo lugar en la Universidad Católica en
el año 2005.

12. Cfr. Evangelium Vitae n 99.


13. Cfr. Mulieris Dignitatem n 7.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 77

“El amor, al que ambos están llamados, se expresa


en una entrega libre y recíproca. Pero ésta sólo es
posible si es mutua también la disposición a recibir.
Así la receptividad, junto a la entrega, aparece como
otro elemento constitutivo de la comunión, que, por
cierto, tiene efectos positivos en ambas direcciones.
Pues al recibir, se enriquece, fortalece y hace feliz
también al otro, dado que la receptividad en sí es ya
uno de los mayores dones que se le puede hacer a otra
persona”14.

El Génesis marca claramente, entonces, el signifi-


cado de la diferencia y complementariedad del varón
y la mujer. Esta se da en orden al llamado a alcanzar
plenitud personal en el encuentro con el otro y la
entrega mutua. En definitiva, Dios pensó al varón
y la mujer, distintos y complementarios, para hacer
del amor el sentido de su existencia.
Pero el Génesis también nos revela la pérdida
de esta armonía entre los dos. Nos relata el primer
pecado –el pecado original– por el cual se produce
la ruptura del hombre con Dios. Como todo nuestro
ser había sido configurado para encontrar plenitud
en Él –“Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón
está inquieto hasta que no descansa en Ti”–, esa
ruptura inicial “desequilibra” todo nuestro ser y lo

14. Burggraf, Jutta, Juan Pablo II y las mujeres, Coloquio


Teológico Internacional: “La mujer en Juan Pablo II”, Buenos
Aires, Educa, 2006, p. 59.
78 • Josefina Perriaux de Videla

lleva a entablar vínculos desordenados. En lugar de


comunión entre varón y mujer, se da una “apropia-
ción” del otro para sí. La entrega es reemplazada por
la búsqueda mutua para la autosatisfacción. El inte-
rés ya no está en el otro, sino en sí. Y en esto resulta
particularmente damnificada la mujer.

– La novedad evangélica: la igualdad original,


que alterada por el pecado ha perjudicado en
particular a la mujer, es subsanada por Cris-
to. Toda su persona, sus palabras y actitudes
muestran el significado de la redención para
la dignidad y vocación de la mujer.

“Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la


verdadera dignidad de la mujer y de la vocación corres-
pondiente a esta dignidad”15.

“La liberación de la mujer de toda forma de abuso y


de dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el
cual brota de la actitud misma de Cristo. Él, superando
las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en
relación con las mujeres una actitud de apertura, de
respeto, de acogida y de ternura”16.

Cristo vuelve a recordar el designio de Dios al


crear al varón y la mujer a su imagen y semejanza,
designio que fue desfigurado por el pecado.

15. Mulieris Dignitatem n 12.


16. Carta a las mujeres n 3.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 79

La actitud y palabras de Jesús dirigidas hacia las


mujeres que salen a su encuentro, así como también
referidas a las mujeres que aparecen en sus parábo-
las, constituye una clara novedad con respecto a las
costumbres de su tiempo.

“En las enseñanzas de Jesús, así como en su modo de


comportarse, no se encuentra nada que refleje la habi-
tual discriminación de la mujer, propia del tiempo; por
el contrario, sus palabras y sus obras expresan siempre
el respeto y el honor debido a la mujer”17.

Él conoce su dignidad y el valor que ellas tienen a


los ojos de Dios. Por otra parte, las mujeres, al encon-
trarse con Jesús, se descubren a sí mismas. Descu-
bren la verdad de su dignidad y de su pecaminosidad
y se sienten liberadas y reintegradas a su verdadero
ser, amadas por un amor eterno.
En el momento de la prueba definitiva, son las
mujeres las que permanecen fieles. De los apóstoles,
sólo Juan se mantuvo al pie de la cruz y, sin embar-
go, había muchas mujeres. Como “amaron mucho”
lograron vencer el miedo y se mostraron más fuertes
que los apóstoles. La mujer: “a menudo sabe soportar
el sufrimiento mejor que el hombre”18. Las mujeres
serán también los primeros testigos de la Resurrec-

17. Mulieris Dignitatem n 13.


18. Mulieris Dignitatem n 19.
80 • Josefina Perriaux de Videla

ción y las primeras en ser enviadas a anunciarla a


los apóstoles.
En definitiva, la actitud y palabras de Cristo
hacia la mujer confirman y aclaran de un modo
transparente y maravilloso la igual dignidad de
ambos.

– San Pablo y la mujer: también encontramos


en él la afirmación de la dignidad de la mujer:
“maridos, amen a sus esposas como Cristo amó
a su Iglesia” (Ef. 5, 25) ¿Qué modelo de amor
más alto podría tener la mujer que el amor
de Cristo? ¡Nadie como Él reconoce la plena
dignidad de la mujer!

San Pablo nos habla también de una “sumisión


recíproca” (de marido y mujer) en el Señor. (Ef. 5, 21).
Sin embargo, asimismo afirma: “mujeres, sed
sumisas a vuestros maridos como al Señor, porque el
marido es cabeza de la mujer”. (Ef. 5, 22-23).
Luego de leer los dos primeros pasajes, éste últi-
mo, así como también, algunas otras palabras de
San Pablo nos dejan desconcertados. Juan Pablo II
viene en nuestra ayuda, al distinguir, en estos tex-
tos, “lo antiguo y lo nuevo”

“La novedad de Cristo es un hecho […] Pero al mismo


tiempo, la convicción de que en el matrimonio se da
la recíproca sumisión de los esposos en el temor de
Cristo y no solamente la ‘sumisión’ de la mujer al
LA IGLESIA Y LA MUJER • 81

marido, ha de abrirse camino gradualmente en los


corazones, en las conciencias, en el comportamiento,
en las costumbres. Se trata de una llamada que, desde
entonces, no cesa de apremiar a las generaciones que
se han ido sucediendo, una llamada que los hombres
deben acoger siempre de nuevo”19.

Lo “antiguo” es la sumisión unilateral, tan arrai-


gada en las costumbres de la época. Lo nuevo es la
recíproca sumisión, que se abrirá camino gradual-
mente.
Raniero Cantalamessa20 tiene unas bellas pala-
bras referidas al término sumisión, del cual Juan
Pablo II deja bien en claro que ha de ser mutua,
como también lo dice Pablo en Ef. 5, 21.

“Someterse significa, en este caso, tener en cuenta la


voluntad del cónyuge, su parecer y su sensibilidad;
dialogar, no decidir solo; saber a veces renunciar al
propio punto de vista. En resumen, acordarse de que
se ha pasado a ser ‘cónyuges’, esto es, literalmente,
personas que están bajo ‘el mismo yugo’ libremente
acogido”21.

19. Mulieris Dignitatem n 24.


20. R. Cantalamessa ha sido Predicador de la Casa Pontificia
con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
21. Disponible en: https://es.zenit.org/articles/predicador-
del-papa-en-el-matrimonio-la-sumision-como-el-amor-ha-de-ser-
reciproca/.
82 • Josefina Perriaux de Videla

d) Francisco ratifica la enseñanza de


Juan Pablo II acerca de la mujer

“La carta apostólica Mulieris Dignitatem del Papa


Juan Pablo II (es) un documento histórico, el primero
del Magisterio pontificio dedicado totalmente al tema
de la mujer […] Dice que Dios confía de modo especial
el hombre, el ser humano, a la mujer (cfr. n. 30)”22.

e) Destaca el papel de las mujeres como


primeras testigos del Evangelio

“La Resurrección de Cristo es nuestra más grande


certeza, es el tesoro más valioso. ¿Cómo no compartir
con los demás este tesoro, esta certeza? No es sólo para
nosotros; es para transmitirla, para darla a los demás,
compartirla con los demás. Es precisamente nuestro
testimonio.
En los Evangelios […] las mujeres tienen un papel
primario, fundamental […] son las primeras testigos.
Madres y mujeres, ¡adelante con este testimonio! […]
esto nos hace reflexionar también sobre cómo las
mujeres, en la Iglesia y en el camino de fe, han teni-
do y tienen también hoy un papel especial en abrir
las puertas al Señor, seguirle y comunicar su Rostro,
porque la mirada de fe siempre necesita de la mirada
sencilla y profunda del amor. Los Apóstoles y los dis-

22. Francisco, Discurso con ocasión de los 25 años de Mulieris


Dignitatem, 12-10-13.
LA IGLESIA Y LA MUJER • 83

cípulos encuentran mayor dificultad para creer. Las


mujeres, no”23.

f) El pecado original y una protección


especial de sus consecuencias para la mujer

“La creación de Dios no es una simple premisa filosó-


fica: es el horizonte universal de la vida y de la fe […]
El mundo creado está confiado al hombre y a la mujer:
lo que sucede entre ellos deja la impronta en todo. Su
rechazo de la bendición de Dios desemboca fatalmente
en un delirio de omnipotencia que arruina todas las
cosas. Es lo que llamamos ‘pecado original’. Y todos
venimos al mundo con la herencia de esta enfermedad.
No obstante esto, no somos malditos ni estamos aban-
donados a nosotros mismos. Al respecto, el antiguo
relato del primer amor de Dios por el hombre y la
mujer ya tenía páginas escritas a fuego. ‘Pongo hos-
tilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia’ (Gn. 3, 15 a).
Son las palabras que Dios dirige a la serpiente enga-
ñadora, encantadora. Mediante estas palabras, Dios
marca a la mujer con una barrera protectora del mal,
a la que puede recurrir –si quiere– para cada gene-
ración. Quiere decir que la mujer lleva una bendición
secreta y especial, para la defensa de su criatura del
Maligno”24.

23. Francisco, Audiencia general, 3 de abril de 2013.


24. Francisco, Catequesis 16-9-2015.
84 • Josefina Perriaux de Videla

g) La ordenación de mujeres en la Iglesia


católica25

“(Cierto) reduccionismo nos llevaría a pensar que se


otorgaría a las mujeres un status y una participación
mayor en la Iglesia sólo si se les diera acceso al Orden
sagrado. Pero esta mirada en realidad limitaría las
perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las muje-
res, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han
dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de
su aporte indispensable.
Jesucristo se presenta como Esposo de la comunidad
que celebra la Eucaristía, a través de la figura de un
varón que la preside como signo del único Sacerdote.
Este diálogo entre el Esposo y la esposa que se eleva
en la adoración y santifica a la comunidad, no debe-

25. No es nuestro propósito desarrollar este tema aquí. El


espacio de estas breves reflexiones no lo permite. Sólo queremos
aportar dos textos más -complementarios y muy esclarecedores–
referidos a esta temática.
“Cristo no estaba condicionado por motivos sociológicos o cul-
turales propios de su tiempo […] llamando como apóstoles suyos
sólo a hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Y
lo hizo con la misma libertad con que en todo su comportamiento
puso en evidencia la dignidad y la vocación de la mujer, sin amol-
darse al uso dominante y a la tradición avalada por la legislación
de su tiempo […] El hecho de que María Santísima, Madre de
Dios y Madre de la Iglesia, no recibiera la misión propia de los
Apóstoles ni el sacerdocio ministerial, muestra claramente que la
no admisión de las mujeres a la ordenación sacerdotal no puede
significar una menor dignidad ni una discriminación hacia ellas”.
(Juan Pablo II, Ordinatio Sacerdotalis, n 2 y n 3).
LA IGLESIA Y LA MUJER • 85

ría encerrarnos en planteamientos parciales sobre el


poder en la Iglesia. Porque el Señor quiso manifestar
su poder y su amor a través de dos rostros humanos:
el de su Hijo divino hecho hombre y el de una creatura
que es mujer, María”26.

h) Aporte específico y distinto de la mujer a


la Iglesia

“Las mujeres hacen su aporte a la Iglesia según su


modo propio y prolongando la fuerza y la ternura de
María, la Madre. De este modo no nos limitamos a
un planteamiento funcional, sino que entramos en la
estructura íntima de la Iglesia. Así comprendemos
radicalmente por qué sin las mujeres ella se derrumba,
cómo se habrían caído a pedazos tantas comunidades
de la Amazonia si no hubieran estado allí las mujeres,
sosteniéndolas, conteniéndolas y cuidándolas. Esto
muestra cuál es su poder característico”27.

“En la Amazonia hay comunidades que se han soste-


nido y han transmitido la fe durante mucho tiempo
sin que algún sacerdote pasara por allí, aun durante
décadas. Esto ocurrió gracias a la presencia de mujeres
fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezado-
ras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas
por el Espíritu Santo”28.

26. Francisco, Querida Amazonia, n 100-101.


27. Francisco, Querida Amazonia, n 101.
28. Francisco, Querida Amazonia, n 99.
86 • Josefina Perriaux de Videla

“Mujer, se lo que eres”, podríamos volver a repetir


aquí.
La especificidad de la mujer hace de ella un tes-
tigo particularmente calificado del Evangelio. Su
capacidad de cercanía con el otro, de saber leer en su
corazón, hablándole desde el propio, facilita en ella
la posibilidad de encontrar las palabras, el modo, el
momento adecuado para transmitir el Evangelio.
Raniero Cantalamessa tiene unas bellas palabras
referidas a las mujeres que acompañaron a Jesús
hasta el final, al pie de la cruz, y a la vez fueron los
primeros testigos de la Resurrección.

“Las llamamos, con una cierta condescendencia mas-


culina, ‘las piadosas mujeres’, pero son mucho más que
‘piadosas mujeres’, ¡son igualmente ‘Madres Coraje!’.
Desafiaron el peligro que existía en mostrarse tan
abiertamente a favor de un condenado a muerte. Jesús
había dicho: ‘¡Dichoso aquél que no halle escándalo en
mí!’ (Lc. 7, 23). Estas mujeres son las únicas que no se
escandalizaron de Él […].
Las mujeres fueron las primeras en verle resucitado
porque habían sido las últimas en abandonarle muerto
e incluso después de la muerte acudían a llevar aromas
a su sepulcro (Mc. 16, 1).
Debemos preguntarnos por el motivo de este hecho:
¿por qué las mujeres resistieron al escándalo de la
cruz? ¿Por qué se le quedaron cerca cuando todo pare-
cía acabado e incluso sus discípulos más íntimos le
habían abandonado y estaban organizando el regreso
a casa? La respuesta la dio anticipadamente Jesús,
cuando contestando a Simón, dijo acerca de la pecado-
LA IGLESIA Y LA MUJER • 87

ra que le había lavado y besado los pies: ‘¡Ha amado


mucho!’ (Lc. 7, 47). Las mujeres habían seguido a Jesús
por Él mismo, por gratitud del bien de Él recibido, no
por la esperanza de hacer carrera después. A ellas no
se les habían prometido ‘doce tronos’, ni ellas habían
pedido sentarse a su derecha y a su izquierda en su
reino. Le seguían, está escrito, ‘para servirle’ (Lc. 8,
3; Mt. 27, 55); eran las únicas, después de María, su
Madre, en haber asimilado el espíritu del Evangelio”29.

En momentos como el nuestro, en que parecen


haber desaparecido referentes firmes, mujeres y
también varones, es bueno recordar estos ejemplos
de la fuerza y nobleza del corazón femenino, afirma-
do en lo propio, en la grandeza de ser mujer.

Josefina Perriaux de Videla


Febrero de 2020

29. Disponible en: https://es.zenit.org/articles/predicador-del-


papa-habia-tambien-algunas-mujeres/.
Índice

I. Feminismo actual........................................ 9
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?................. 10
a) Algunos acontecimientos que cambian
radicalmente la situación de la mujer....... 11
b) Desorientación subsiguiente...................... 13
c) Evolución de los movimientos feministas. 14
d) El feminismo radical se funde con la
perspectiva de género................................. 19
e) El patriarcado en la mira del feminismo.. 20
f) Feminismo. Pedofilia e incesto................... 23

II. Perspectiva de género............................... 25


a) La perspectiva de género como defensa de la
mujer........................................................... 26
90 • Josefina Perriaux de Videla

b) La condición sexuada presente en toda


nuestra persona.......................................... 27
c) Irrelevancia del dato objetivo para la
perspectiva de género................................. 28
d) Planteo absolutamente revolucionario
de lo real...................................................... 30
e) Necesidad de imponer este planteo en la
sociedad....................................................... 31

III. En busca de la identidad de la mujer.. 35


a) Tres miradas confluyentes en torno a este
tema............................................................. 36
b) Visión antropológica convergente: unidad
corpóreo-espiritual de la persona humana. 37
c) Mayor cercanía de la mujer con lo humano. 40
d) Centralidad del amor en su vida............... 43
e) Invalorable aporte de la mujer para
el mundo de hoy.......................................... 46
f) Su mayor afinidad con lo humano no es
una construcción cultural........................... 47
g) Una breve digresión.................................... 49

IV. Mujer y trabajo.......................................... 51


a) El trabajo de la mujer, ¿comienza con su
inserción en la vida pública?...................... 52
b) Inserción de la mujer en un ámbito laboral
con impronta viril....................................... 53
c) Urge que la mujer aporte su sello propio
en el mundo del trabajo............................... 55
d) Diferente repercusión en la mujer y en el
varón del acceso al ámbito laboral............. 57
FEMINISMO ACTUAL • 91

e) Jerarquizar: clave de un equilibrio


armónico........................................................ 59
f) ¿Qué sucede hoy?........................................ 62

V. La Iglesia y la mujer................................... 67
a) Breve recorrido histórico de la relación
entre el cristianismo y la mujer................. 67
b) Juan Pablo II reconoce las injusticias
cometidas con la mujer a lo largo de la
historia........................................................ 73
c) La Historia de la Salvación: un continuo
testimonio de la dignidad de la mujer.
Génesis, Evangelio, San Pablo..................... 76
d) Francisco ratifica la enseñanza de
Juan Pablo II acerca de la mujer............... 82
e) Destaca el papel de las mujeres como
primeras testigos del Evangelio................. 82
f) El pecado original y una protección especial
de sus consecuencias para la mujer........... 83
g) La ordenación de mujeres en la
Iglesia católica............................................ 84
h) Aporte específico y distinto de la mujer
a la Iglesia................................................... 85

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