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BUEN PASTOR
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Contenido
LA CATEQUESIS DEL BUEN PASTOR DE SOFÍA CAVALLETTI BASADA EN
LOS PRINCIPIOS DE MARÍA MONTESSORI
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LA CATEQUESIS DEL BUEN
PASTOR
a) LA CATEQUESIS DEL BUEN PASTOR
La catequesis del Buen Pastor es un método de formación religiosa para niños
basada en los principios más esenciales de la pedagogía de María Montessori y
comenzó por Sofía Cavalletti en Roma, Italia en el año de 1954. El nombre de este
trabajo está tomado de la primera y esencial presentación que se les da a los niños;
La Parábola del Buen Pastor.
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La Catequesis se lleva a cabo en un ambiente preparado llamado “Atrio”"/>*, en
donde los niños van experimentando la catequesis a través de la oración,
meditación, canciones, arte y trabajo. Una serie de atractivos materiales invitan al
niño a explorar y a tener experiencias profundas a su propio ritmo; mapas y
ambientes en miniatura representando los elementos de las parábolas y los eventos
históricos de la Sagrada Escritura han demostrado satisfacer las necesidades
espirituales del niño.
Sus estudios y acción están dirigidos a los niños entre los tres y los doce años, aunque
por su concepto de catequesis, puede ser aplicado para la educación religiosa de todas
las edades.
“La catequesis del Buen Pastor es mucho más que un método: es una pedagogía que
inspirándose en los principios de la pedagogía de María Montessori, descubre y
puntualiza, por medio de una diligente observación, marcada con el sello de lo
científico, ciertos datos esenciales de la psicología religiosa del niño, que constituye el
El nombre es dado por María Montessori en el año de 1922 cuando incorporó un ambiente de trabajo
"/>*
para la religión en su escuela de Barcelona. El atrio en los primeros años de la Iglesia era el lugar en
donde los catecúmenos se preparaban. Para los niños el atrio es el lugar en donde se preparan para
desarrollar más adelante su trabajo dentro de la comunidad.
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alma de la catequesis del Buen
Pastor”.2
3 ibidem p. 15
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Sofía Cavalletti al observar que los niños
quedaban como cautivados ante la presentación
de ciertos argumentos y que utilizaban repetidas
veces el material; y ver que esto se iba
repitiendo en diversos ambientes con niños más o
menos de la misma edad; creyó ver la indicación
de que los argumentos y el modo de presentarlos
respondían a los intereses y exigencias del niño.
5 idem
6 ibidem p. 23
7 idem
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respuesta. En la relación entre Dios y el niño
ella ve un gran misterio en el que muchas
veces se ha podido penetrar. Ella se basa en
una serie de documentos y ejemplos que van
revelando la existencia de una religiosidad
espontánea en el niño. Niños que sin ninguna
educación religiosa han demostrado llegar, a
través de deducciones lógicas, a la
existencia de Dios. La manifestación
constante de hechos y actitudes de los niños
que se repite en diversos países y de
semejante manera, la llevan a pensar que
existe una relación profunda entre Dios y el
niño.
Sofía Cavalletti menciona : Todo lo que hemos podido observar en estos años, ya sea
directamente o por medio de colaboradoras y exalumnos, nos hace pensar en el niño
como un ser metafísico que se mueve a su gusto en el mundo trascendente, y goza –
satisfecho y sereno- en el contacto con Dios.8
8 ibidem p.41
9 ibidem p. 39
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Nacimiento, la huída a Egipto, etc...
Los niños eran los encargados de
cuidar la pequeña Iglesia; encendiendo
las velas, poniendo flores junto al
altar, etc... Ella dijo que “La Iglesia
parecía casi el fin de la educación que
el Método se propone dar” y que las
actividades que los niños realizaban
eran “casi todas repeticiones de lo
que el niño había aprendido a hacer
dentro de las paredes de la clase.
Estas actividades, por lo tanto,
deben aparecer a esas tiernas
inteligencias como la meta del
esfuerzo pacientemente mantenido de donde brota para
ellos un sentido agradabilísimo de alegría y de dignidad nueva”. 10
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como la revelación de una diferencia entre dos tiempos y dos lugares diversos, como
entre la siembra y la recolección. El diferenciar actos parecidos, pero de distinta
aplicación, constituye por sí mismo otra fuente de desarrollo intelectual.11
11 idem
13 ibidem., p. 46
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Sofía Cavalletti dentro de su catequesis pone al niño en contacto con las “fuentes” a
través de las cuales Dios se revela y comunica con el hombre de una manera viva: LA
BIBLIA Y LA LITURGIA.
∗ Aunque la experiencia expuesta en este informe académico fue realizada con alumnas de tercero de
primaria, se exponen estos temas ya que fueron algunos los que se utilizaron en la clase por coincidir
con los temas del programa de este grado.
∗∗ Se refiere a la capacidad que tiene el niño de asombrarse ante los misterios del Reino.
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enamoró de ella, entonces ésta florecerá en la niñez (después de los seis años), y
teñirá las primeras inquietudes morales con su luz, que es la luz del amor”.15
Como punto final, cabe destacar, que Sofía Cavalletti llega a la conclusión de que esta
catequesis puede ser llamada antropológica, no porque esté basada en la experiencia
individual del niño, sino porque responde a las exigencias vitales del niño, es decir a
su estructura de fondo.16
15 ibidem p. 149
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b) LOS SIGNOS
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confiriéndoles la dignidad de signos de la gracia, del
don de Dios que nos ha sido dado en Jesucristo.
EL SIGNO
• contiene una realidad que va más allá de nuestros sentidos,
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• no limita nuestra percepción,
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C) CULTIVANDO LA CAPACIDAD DE ASOMBRO
Los niños pequeños son ricos en el don del asombro. Pero la capacidad de asombro
debe cultivarse para que subsista, crezca y florezca.
¿Qué podemos hacer para cultivar este don en los niños? La capacidad de asombro
comienza con el simple hecho de ser conscientes, darnos cuenta, ponerle cuidadosa
atención a algo.
A medida que el cuerpo del niño se enfoca, el niño también adquiere enfoque a nivel
mental y espiritual. Podemos motivar este tipo de actividad enfocada ofreciéndole al
niño juguetes simples (apropiados a la etapa de desarrollo en la que se encuentre) que
promuevan el movimiento de las manos. Le motivamos al invitarlo a hacer tareas
simples de la vida diaria, demostrándole primero cómo hacerlas; así como al permitirle
pasar el mayor tiempo posible afuera, no solamente con juguetes comprados y
estructuras para juego tales como resbaladillas y columpios, pero también con cosas
tan simples como piedras, tierra y agua. Cuidar el jardín y a las mascotas son de las
actividades más satisfactorias y que fomentan la capacidad de asombro en los niños
pequeños, así como lo son las excursiones y caminatas en el campo para los niños
mayores. Nuestro deseo de cultivar la capacidad de asombro en los niños puede
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ayudarnos a nosotros a des-acelerarnos y simplificar nuestras vidas. Puede ayudarnos
a tomar más descansos en nuestro día lleno de ocupaciones para que podamos notar y
disfrutar cosas con los niños: la araña tejiendo su red, la sensación de masa pegajosa
entre nuestros dedos, el olor del pan recién horneado o el sonido de los insectos en la
noche y los pájaros en la mañana.
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asombro en los niños (y en nosotros mismos) al
ayudarlos a poner atención, ofrecerles
oportunidades de enfocarse en alguna actividad,
y, sobre todo, ayudándoles a acercarse a Dios
en la palabra y en la liturgia. El don de la
capacidad de asombro nos permite encontrar y
disfrutar a Dios cada día y en cualquier lugar.
https://es.scribd.com/document/270273677/
Cultivando-La-Capacidad-de-Asombro
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d) EL MÉTODO DE LA PARÁBOLA
Por Sofía Cavalletti
Esto es ciertamente un elemento en extremo positivo, pero creemos sin embargo que
no se ha hecho todo lo que se podría en este campo. En nuestra opinión, debe existir
una afinidad natural entre el contenido y el método, ya que la fuerza de éste último es
tal que puede distorsionar al primero, si no hay una correspondencia en naturalidad
entre ellos.
Si la catequesis ha de ser un apoyo que se ofrece para entrar en contacto con Dios,
asimismo debe darse cuenta de su inadecuación, debe renunciar a dar respuestas
prefabricadas que se le imponen al que las escucha, cerrando así la puerta a la
exploración posterior, y por ello al contacto vivo con la realidad trascendente.
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insospechadas se abren ante el que escucha, y el mundo que lo rodea se vuelve
gradualmente transparente, revelando horizontes cada vez más ricos y más amplios.
La parábola nos abre una puerta, pero el caminar por el sendero que parte desde ahí---
eso nos toca a nosotros. La parábola, sin embargo, no nos abandona en el trayecto, ya
que propone dos elementos que nos guían constantemente. Estos dos elementos son
como dos barandales sobre los cuales avanzan nuestra búsqueda y nuestra meditación,
evitando que nos perdamos o nos abandonemos a la arbitrariedad. Más aún, en este
sendero cada persona lleva su propio paso, su propio ritmo, un grado de penetración
diferente. Alguno hará una pausa por un rato, atraído por un punto en lo particular,
otro será llevado por otra cosa, uno ponderará un aspecto hoy y solamente el día de
mañana verá otros.
Por esta razón la parábola se adapta a la catequesis para niños y adultos por igual.
Respeta la capacidad de cada persona y le da los medios a cada persona para tomar de
ella lo que más corresponde a sus propias necesidades. (Cuantas veces los niños nos
han sorprendido con su increíble capacidad de percepción.)
Por esta razón la parábola no se explica. El explicar una parábola es tratarla como una
definición, quitarle toda la fuerza que tiene, limitarla a la interpretación que nosotros
sugiramos. Pero, como los antiguos rabinos decían, en el Monte Sinai la Palabra de
Dios resonaba en setenta lenguas, y nosotros queremos aislar una nota del concierto e
imponerla a todo, para que todos la reciban de la misma manera. El explicar una
parábola es traicionar su naturaleza, faltarle al respeto a su riqueza infinita, la
explicación de la parábola es el alfiler que inmoviliza a la mariposa.
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Llama la atención lo que Jeremías con su
habitual agudeza y preparación académica ha sido capaz de observar acerca de la
explicación de las parábolas del sembrador, el grano de trigo y el darnel, las cuales se
encuentran en el Evangelio (Sn Mateo. 13, 18-23, 36-43). Al estudiar su idioma ha
sido capaz de probar que no corresponde al idioma de Jesucristo sino al idioma de la
Iglesia primitiva. Entonces Jesús no explicó las parábolas.
La catequista debe presentar la parábola e iniciar la meditación en torno a ella con la
comunidad, estando bien atenta a no imponer a los demás su forma de entender el
texto. Entonces debe poner muchos “signos de interrogación” en su meditación y no
“altos completos.” El propósito de la meditación comunal es la de plantear preguntas
en los presentes, formulándolas más para sí misma que hacia los que escuchan,
preguntas que a menudo quedan como tales y esperan una respuesta que vendrá, no
sabemos cuándo. De esta manera, el texto se convierte en una fuente de búsqueda sin
fin y así, una maravilla que no termina, una fuente a la cual uno se acerca con
veneración, ya que nunca veremos el fondo.
Es un hecho digno de resaltar que Jesús multiplicó las parábolas en temas similares, el
Reino de Dios se relaciona con una semilla, la levadura, la perla de gran valía, el tesoro
escondido, el banquete, etc… Este hecho pone en evidencia la innegable naturaleza de
esa realidad que llamamos el Reino de Dios, y por lo tanto la imposibilidad de que un
texto pudiese agotar el contenido. Solo cuando yuxtaponemos la parábola podremos
penetrar gradualmente en esa realidad, debemos contemplarla desde más ángulos para
tener éxito en acercarnos a ella.
Es urgente--- en nuestra opinión--- que las parábolas vuelvan a adquirir en la
catequesis el lugar que tenían en el predicar de Jesús, el no enseñó más que en
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parábolas (Sn. Mateo 13,34). Es
urgente por la riqueza de su contenido,
Jesús nos ha revelado en parábolas el
misterio de su persona y el de su
relación con nosotros (el Buen Pastor y
la Vid verdadera) nos ha dado a conocer
la realidad de su Reino, ha revelado
secretos de algunas acciones de Dios,
las cuales norman nuestra conducta (los
cobradores, los talentos, el amigo
insistente, etc.).
Más aún, la catequesis podría volver a aprender, de las parábolas, lo que debiera ser el
método de transmisión del Misterio Cristiano.
Nos parece que existe, una afinidad en la naturaleza entre la parábola y el Misterio
Cristiano. La parábola- constituida como se ha dicho de la relación entre un elemento
cotidiano de la existencia con otro trascendental- se nos presenta “encarnada” y por
lo tanto es un instrumento privilegiado en la transmisión del Misterio de la
Encarnación.
Sin embargo, la Biblia es Una, y no sólo está “encarnada” cuando la Encarnación llega a
su culmen: en Cristo, “hijo de un carpintero” e hijo del Dios vivo. La Biblia en su
totalidad se nos presenta como una mezcla de lo divino con lo humano, por lo tanto la
alianza con Abraham, el sacrificio de Isaac, el Éxodo de Egipto son eventos humanos y
al mismo tiempo revelaciones de Dios y su eterna voluntad por el Bien. Si esto es
cierto, entonces debemos extrapolar las consecuencias también en el plano de la
metodología y recordar entonces que toda la Biblia se resiste al método de fórmulas y
definiciones.
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entre la Palabra y el destinatario, en tal caso, el catequista no se pone en una posición
de quien presta un servicio a la Palabra y a quienes la escuchan, sino que de manera
avasalladora impone su experiencia, su encuentro con el texto a los demás. Tal o cual
versículo, fuera de contexto, puede resultar muy preciado para mí, porque para mí tal
vez fueron la ocasión de un encuentro vivo con la Palabra de Dios y porque me hacen
evocar el texto completo. Sin embargo el catequista, al proponer versículos aislados
a sus escuchas, se reserva el momento álgido del encuentro con la Palabra para sí
mismo, y le da a su audiencia el resultado de su elección. No los pone en condición de
tener esa experiencia directa por sí mismos con la Palabra de Dios, y de elegir lo que
en particular corresponde a sus necesidades, y que puede ser diferente a lo que dejó
huella en el catequista. Debemos darle a los escuchas los textos completos, de
manera que le sea posible establecer un diálogo con ellos, tener un encuentro vivo con
ellos.
La tarea del catequista es maravillosa, con la condición de que reconozca sus límites, y
sepa como detenerse en el umbral de ese “lugar” en el que el diálogo interior entre el
Creador y su criatura ha empezado. San Agustín, quien fuera un gran maestro, dijo:
“Yo no puedo enseñar” (“Ego numquam possum docere”).
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E) OFRECER UN TESORO
Las siguientes indicaciones generales podrán ayudar para que esto ocurra:
-Relate el contenido de la parábola con sus propias palabras y luego ayude a los niños a
penetrar en su significado comprometiendo su capacidad natural de asombro.
-Ofrezca a los niños motivos de reflexión (formulando preguntas en vez de
afirmaciones) para provocar su respuesta personal a la parábola. Veremos, con
frecuencia, que la respuesta de los niños se expresa con una actitud de calma y
meditación que se percibe en sus expresiones faciales y corporales más que por medio
de sus palabras.
-Recuerde que estas reflexiones deben favorecer la meditación personal de los niños y
también la nuestra. Con la parábola del Buen Pastor, mencione por ejemplo: “¡Cuánto
cuida el Buen Pastor a sus ovejas!.. Él las conoce.. .las llama por su nombre... ¿Quiénes
serán estas ovejas?”.
-Comprenda que la respuesta personal y profunda necesita tiempo para salir a la luz.
Por lo tanto, no espere que los niños respondan de manera inmediata cuando
reflexionen con ellos de esta manera. El énfasis debe ponerse en ayudar a los niños a
comprender que hay una infinidad de cosas a descubrir en las parábolas y que
penetramos gradualmente en su inmenso significado sólo cuando las incorporamos a
nuestras vidas.
El espíritu al que nos referimos consiste en ofrecer a los niños las parábolas como lo
haríamos con un tesoro, de manera que se implante en ellos profundamente y que
puedan saciarse del mismo cuando lo necesiten, aunque nosotros no sabremos ni el
cómo ni el cuándo (Marcos 4:27).
La experiencia muestra que cuando la parábola es presentada de esta manera,
continúa actuando como la levadura en el espíritu del niño y lo invita a profundizar su
significado.
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mantenga vibrante y que el mensaje conserve en nosotros su cualidad vivificadora y activa.
(Hebreos 4:12)
Sin embargo, proclamar la Palabra de Dios no significa asumir el rol de un experto, sino
simplemente servir a Dios y a los niños de manera particular. Servir de esta manera no cambia
lo que debería ser nuestra postura habitual frente a la Palabra de Dios: una actitud de
apertura,
en un espíritu de gozo, asombro y gratitud por la presencia de un don que se nos revela tanto
más inmenso. Disponernos a escuchar la Palabra de Dios con los niños puede convertirse en una
experiencia muy valiosa para nosotros. Por lo general, los niños nos envuelven
fácilmente en su propia admiración maravillada, nos ayudan a revivir algunos
aspectos del mensaje cristiano y a mantener activas ciertas fuentes vitales en nuestro
interior. Gracias a los niños, la percepción de que la relación con Dios es de gozo — por encima
de todo — permanecerá especialmente viva en nosotros.
Escuchar la Sagrada Escritura con otros siempre es una experiencia enriquecedora. Esto
ocurre especialmente cuando la escuchamos junto a los niños ya que la Palabra de Dios resuena
de manera diferente en los niños y en los adultos. A través de los niños, llega a nosotros otro
eco de la Palabra de Dios. Esto ocurre siempre y cuando estemos dispuestos a escucharlos.
EL ADULTO
Necesita profundizar para que el mensaje esté en él vivo y activo, no debe asumir el
rol de un experto, mantener un espíritu de gozo, asombro y gratitud por la presencia
de un don que se nos revela tanto más inmenso, necesita la ayuda de los niños para
revivir el mensaje cristiano y mantener activas algunas fuentes vitales de su interior,
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debe saber que la palabra de Dios resuena diferente en niños y adultos, le llega otro
eco de la Palabra de Dios a través de los niños, debe dispuesto a escucharlos.
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F) PRINCIPIOS MONTESSORI APLICADOS A LA
CATEQUESIS
1) el Ambiente
Al inicio de este siglo fueron determinantes las observaciones hechas por M.
Montessori(1870-1952) en un ambiente preparado por ella para proporcionar a los
niños independencia y autonomía. Fue en este ambiente preparado en donde ella logró
el descubrimiento del niño, en él se le revelaron las características particulares del
ser humano en vía de desarrollo, una mente absorbente capaz de absorber sin
esfuerzo, y unos periodos sensitivos o sensibilidades interiores especiales en las
diversas fases del desarrollo.
El 16 de enero de 1907 María Montessori abrió la primera Casa del Niño en la colonia
más pobre de Roma, San Lorenzo. Allí inició la experiencia de pedagogía científica, que
se extendió por todo el mundo y reveló y revela todavía hoy en día su genial
descubrimiento.
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a) Educador y constructor, porque ayuda al desarrollo del ser humano, educándolo a
la conquista de la autonomía, estimulando la laboriosidad y el control de si.
b) Revelador de los intereses , y de las capacidades del niño:
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características culturales, sociales,
morales, que caracterizan nuestra vida
históricamente situada.
Toda vida tiene necesidad de un ambiente para ser vivida. La vida de fe encuentra una
ayuda en un ambiente intermedio entre el aula y la Iglesia. Un ambiente para
responder a las exigencias religiosas del niño; un lugar donde él pueda vivir la vida de
fe y conocer aquellas realidades que la alimentan.
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características y metas particulares
que lo diferencian del aula. Deberá
tener una cierta solemnidad, si bien
diferente también a la de la Iglesia,
pues será un lugar donde el niño podrá
escuchar el anuncio de la fe, meditarlo
y vivirlo según su ritmo de niño
diferente del ritmo del adulto. A
diferencia de la Iglesia, el atrium no es
sólo un lugar donde se anuncia y se
celebra; el atrio es un lugar donde
además se trabaja, es un ambiente
especial en el cual el trabajo se
convertirá fácilmente en meditación y
oración.
Esto requiere de una decoración y una disposición de los muebles y de los objetos que
faciliten e inviten a este trabajo. El atrio será un poco lo que para los adultos es un
lugar de retiro espiritual, un lugar por tanto que a través de elementos externos,
ayude a la concentración y a la meditación; un adulto encontrará ayudas de este tipo
sobre todo en libros apropiados para ello, el niño las encontrará en un material
específico.
La Palabra de Dios, presentada con una Biblia solemne, tendrá un lugar de honor en el
ambiente, si los niños saben leer será aconsejable tener pequeños libros que
contengan un episodio del Evangelio presentados en su texto original, pero escritos en
caracteres sencillos que sean fáciles de leer. Un cuidado especial será dado al rincón
de la oración, donde los mismos niños podrán colocar una imagen sagrada sobre la
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estantería o sobre una mesa con un
paño de color, según el tiempo litúrgico
que se vive en la Iglesia; estos objetos
deben de poder ser cambiados por los
mismos niños siguiendo la liturgia de la
Iglesia. Habrá flores que cuidar, velas
que encender y un pequeño reclinatorio
o al menos un simple cojín en el suelo, y
un pequeño tapete que permita a los
niños pararse a rezar aislándose del
grupo. Conviene poder atenuar la luz
hasta oscurecer el ambiente, por
ejemplo con cortinas, para llevar a cabo
algunas celebraciones, por ejemplo la
celebración pascual.
En el atrio:
“El niño que entra en su casa para trabajar (en nuestro caso en el atrio) debe por así
decirlo tener su foto exacta en la mente, sintiendo el placer de conocer cada objeto y
el lugar que ellos ocupan” dice la doctora Montessori. Al principio del año el material
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no estará todo expuesto en el atrio. El adulto establece la calidad y la cantidad de los
objetos que realmente se requieren para la actividad de los niños al inicio de los
encuentros.
Por ejemplo: la solemne vigilia pascual que se desarrolla en el atrio tiene los momentos
más importantes y las oraciones correspondientes, aisladas y revividas con un ritmo
más lento, como el de los niños.
El atrio reflejará las condiciones y las características del lugar, de las culturas, de las
capacidades económicas y sociales de quien lo organiza.
FUENTE:
- Algunos Principios Montessorianos Aplicados a la Catequesis de los Niños:
Selección: Capítulo 1, “El ambiente”
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2) El Silencio
Un elemento esencial para enseñar a rezar a los niños es el silencio. No nos referimos
sólo al silencio entendido como ausencia de ruido en el momento de rezar, sino más
bien en una educación en el silencio por la cual se convierta en algo que el niño desee y
ame, en el que se encuentre completamente a gusto.
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3) El material
E l
material sensorial es como una guía que
ordena y clarifica las impresiones que el niño
absorbe y acumula a través de las cosas del
mismo ambiente, es como un alfabeto que le
permite leer las cosas. Creando claridad y
orden mental que se convierten en cauce de
trabajo espontáneo, llevan a la repetición del
ejercicio y a la concentración. En la escuela
primaria, se hace uso de un material que
tiende a la abstracción, que sirve de
instrumento para el progreso del niño en el
desarrollo de la personalidad y en la
adquisición de la cultura.
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Material de la Catequesis
Este material permite al niño repetir el ejercicio el número de veces que le sea
necesario, demostrando con frecuencia una gran concentración en el trabajo y el logro
de una disciplina espontánea (auto disciplina) en una atmósfera de gran silencio. Es
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este el momento en el que el niño
interioriza lo que le ha sido
anunciado y lo hace suyo. Por
ejemplo para la parábola del buen
Pastor: la catequista relata el
contenido del texto, guía a los
niños a entender que el relato
esconde un significado que ha de
ser descubierto, lee con
solemnidad el texto, presenta el
material constituido por pequeñas
figuras de madera en dos
dimensiones de los protagonistas
del relato (Buen Pastor, ovejas,
redil); mueve las figuritas según la acción descrita por el texto y deja después el
material a disposición del niño. La tarea del adulto es poner al niño en contacto con el
material y dejarlo trabajar solo. Con mucha frecuencia los niños (aún los más
inquietos) durante el trabajo se aíslan del resto del mundo manifestando en la cara
una alegría y una seriedad insólitas, y esto por mucho tiempo sin interrupción. Otras
veces hacen comentarios aplicados a su vida ligando la protección afectuosa del Pastor
con la protección de una persona por ellos querida: la mamá, un hermanito o bien los
compañeros.
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Es necesario cuidar que el número de materiales en el atrium junto con las actividades
de la vida práctica, collages, dibujos, etc., sean más o menos igual que el número de
niños. Hacer el material, entiendo por esto construirlo, es una experiencia formativa
para el profesorado. También para nosotros catequistas, hacer el material es una
ayuda a la meditación y a nuestra maduración como adultos
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El material debe ser objetivo, y hablar directamente al
niño por sí mismo. Podemos usar objetos y material que
nos ayuden, pero éstos no son para nosotros, como un
apoyo didáctico. Un material auténtico no es el producto
de una creación establecida por nosotros, que brota sólo
de nuestra creatividad, interés y apoyo a nosotros como
adultos. “Un verdadero material debe tener algo que
produzca en el niño un trabajo, una actividad que lo
envuelve profundamente, que lo lleva a una experiencia
personal, a un descubrimiento y conquista, a un paso adelante en su propia formación.”
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indispensable que el niño vea realmente el vino, nosotros lo decimos y el niño ve que el
sacerdote lo pone durante la Misa. En tantos años, los niños nunca nos han hecho la
observación de que falta el vino; somos nosotros los adultos los que pensamos que
falta el vino, y si lo pusiéramos le daríamos una importancia que en este momento no
sería adecuada porque aquí no es el vino lo más importante; debe ser el gesto lo que
llame toda la atención sobre su significado escondido y hacer ver, con los ojos de la
imaginación, lo que sucede sobre el altar: el descenso del Espíritu Santo.
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4) LOS PERÍODOS SENSITIVOS
En todos los seres vivos existen Períodos Sensitivos, no voluntarios, en los que el
organismo tiende intuitivamente a realizar una determinada acción. Se habla de
períodos porque corresponden a una determinada etapa y se llaman sensitivos porque
son independientes de la voluntad.17
María Montessori escribió sobre los periodos sensitivos cuando ya había trabajado y
observado niños por un largo periodo de tiempo. Una de sus observaciones fue que
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durante los periodos sensitivos, el niño
se olvida casi completamente del resto
del mundo. Es un periodo de gran
actividad intelectual, en el cual el niño
observa y descubre muchas cosas.
El periodo sensitivo permite al niño absorber de manera más natural los conocimientos
y habilidades. Cuando el interés es generado por el niño mismo, él aprende sin trabajo
y sin cansarse. Se puede decir que viene renovado por la actividad física y mental. Si
el trabajo del niño no es originado por él mismo, se cansará y será necesario cambiar
con frecuencia las actividades.
Cuando el adulto percibe el periodo sensitivo, tiene que darle al niño la actividad
específica necesaria, y hay que permitirle que trabaje libremente, sin interrumpir su
concentración arbitrariamente.
Más adelante, en una escuela Montessori de Barcelona cuya finalidad era la enseñanza
de la religión católica, logró ver en los niños un período sensitivo para la religión. Vio
en ellos el gran interés que mostraban por todo lo simbólico; el altar, el misal, los
vasos sagrados, los ornamentos sacerdotales, los actos de culto, la señal de la cruz, las
genuflexiones, etc., estos verdaderamente atraían la atención del niño. Este manifestó
ir penetrando cada vez más profundamente en el significado místico que se encierra
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en cada uno de estos actos. María Montessori
expresó lo siguiente en sus primeros experiencias
con niños con relación a la religión:
De
esta manera, los niños, desde su más
tierna infancia, viven, por decir así, en
la Iglesia y adquieren insensiblemente
un conocimiento en materia de religión
verdaderamente extraordinario con relación a su edad.
Además, el hábito que han adquirido en la escuela de aplicación al trabajo, al silencio, a
la calma de un ambiente donde son continuas las relaciones sociales entre los niños,
que deben obrar escogiendo las propias acciones y amoldando sus propias necesidades
a las de sus compañeros, les predispone a otra adquisición moral de grandísima
importancia. Tienen una tendencia, evidentemente preparada por ese hábito, a
reconocer el bien y el mal y, de consiguiente, a examinar su conciencia para
purificarla.19
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alegría, de gozo hacia ciertos temas u objetos de la religión que se les iban
presentando, habló también de períodos sensibles.
Los temas a los que los niños entre los tres y los seis años respondieron siempre de la
misma manera son los siguientes:∗
∗ Se incluyen los temas que interesan de tres a seis años para una futura investigación ya que esta edad
es la base para el desarrollo de los niños de 7 a 12 años.
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La persona puede llegar a dominar sus períodos sensitivos, no llevar a cabo la acción
que corresponde a cierto período sensitivo o realizar la acción pasado el tiempo del
período. Dice, que de poder se puede, pero una vez pasado el tiempo natural propicio
se necesitará una fuerza de voluntad mayor, nos costará mayor trabajo y será difícil
alcanzar la perfección que se hubiera alcanzado si se hubiera realizado en la etapa
correspondiente.
Saber imitar es uno de los Instintos Guía que primero se manifiestan. Se desarrolla en
la primera infancia, al principio en forma mecánica hasta que se convierte en hábito.
Una vez que la voluntad empieza a despertar, la capacidad de IMITAR, se convierte
en uno de los primeros cauces de la libertad.
21 Son los conocimientos innatos transmitidos de padres a hijos a través de los genes. Son
conocimientos primarios que permiten el desarrollo de los conocimientos adquiridos, y ambos
constituyen la base del saber humano. Ordenan las acciones primarias de todos los seres vivos. En los
seres humanos esta infrormación, de carácter innato, interviene en el desarrollo de las personas en sus
tres facetas: Materia, Inteligencia y Voluntad. (Corominas, p.30)
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El niño imita según su propio antojo. Pero la capacidad de IMITAR no actúa sola en el
aprendizaje, sino que va acompañada de un Período Sensitivo expresado en las ganas
de repetir la acción que ha contemplado.
Es obvio que el proceso no se realiza sin tener un
modelo a imitar.
Durante los Períodos Sensitivos las células
cerebrales se acomodan a una determinada acción,
que dan por aprendida de una manera natural. Por
otra parte son capaces de repetir dicha acción de
forma también natural y sin esfuerzo, durante el
resto de su vida, siempre que funcione el
mecanismo de la memoria, que a su vez también
requerirá el entrenamiento y la preparación
correspondientes.
Cuando se aprende algo fuera del Período
Sensitivo, a base de voluntad y esfuerzo, las
células cerebrales se encuentran con una cierta
rigidez que le dificulta su adaptación. Como
consecuencia no pueden realizar la acción de
aprender con la misma perfección22 .
Los animales racionales viven los períodos sensitivos de una manera automática. Es el
ser humano el único, por su libertad, que puede anular la acción de los períodos
sensitivos. En los primeros años de vida la manifestación de los períodos sensitivos es
mas clara ya que la voluntad no se manifiesta o lo realiza de una manera débil.
El aprendizaje que se va
adquiriendo queda reflejado como
hábito, que más adelante, si tiende
al bien y la voluntad así lo desea se
convertirán en virtudes. Es por eso
importante orientar de manera
positiva, en los primeros años, la
adquisición de hábitos.23
23 Cfr., ibidem p. 74
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Fernando Corominas en el libro educar hoy distingue tres etapas de los periodos
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Sobre la autora de esta guía:
Ha impartido cursos y conferencias en México y Latinoamérica a profesores de
religión y catequistas tratando de transmitir esta gran pasión que es la
Evangelización de los niños y jóvenes.
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