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* El Principio de los Valores: Los valores y creencias de una persona se reflejan en sus
acciones.
* El Principio del Subconsiente: el subconsiente nos alerta sobre las cosa que nos
rodean de acuerdo a nuestras creencias y temores.
* El Principio de la Expectación: dice que lo que esperamos que suceda con absoluta
confianza, llega a materializarse.
*El Principio del Hábito: Las cosas que hacemos automáticamente forman parte de
hábitos y aquellos que nos alejan de nuestros objetivos deben ser eliminados.
* La Ley de la Flexibilidad: Es más fácil lograr nuestra metas cuando somos flexibles
en el modo de conseguirlas. El ser inflexible nos puede hacer perder buenas
oportunidades.
Mientras crecemos en el amor por Dios, mientras nuestro corazón se llena de amor,
comenzamos a irradiar amor a todos aquellos con quienes nos encontramos. Nos
volvemos una morada de paz y alegría... ¡Si cada persona lograra este estado de
desarrollo, piensen cuán maravilloso y pacífico sería éste mundo!... Habría amor para
todo el mundo, sin tener en cuenta las diferencias externas. Traeríamos el Cielo a la
Tierra. Esto es lo que los santos tratan de enseñarnos. Estas son las cualidades que se
deben inculcar en nuestra vida.
Nuestros lugares de adoración, han sido creados para enseñarle a la humanidad estos
ideales tan elevados. En vez de enseñar división y prejuicios hacia los seguidores de
otras religiones, en vez de poner el mundo en llamas con fanatismo, debemos sembrar
las semillas del amor. Debemos vivir a la altura de los valores más elevados, dados por
los fundadores de cada religión, y esos valores son conocer a Dios, conocernos a
nosotros mismos, reunir nuestra alma con el Alma Suprema y desarrollar amor por
toda la Creación.
Los santos son la encarnación del amor, y sirven de ejemplo de cómo debemos vivir
nuestra vida. Nos muestran el camino del amor espiritual e irradian su amor hacia
nosotros. Nos dan a probar el amor divino e inculcan en nosotros el deseo de ir hacia
adentro, a recibir más de ese dulce néctar. Cuanto más nos elevamos internamente,
más y más amor divino experimentamos. Al final, nos fundimos en Dios y nos
volvemos la personificación del amor.
Cada día podemos medir nuestro progreso espiritual, según el estado de nuestro
corazón. Podemos preguntarnos si nos estamos acercando a Dios, al pasar más tiempo
en su dulce recuerdo. La meditación no es un proceso mecánico. Es un tiempo que
pasamos amando a Dios. Podemos medir nuestro progreso viendo cuánto amor
estamos desarrollando por los demás en nuestra vida cotidiana.
El diario de introspección que nos dio Sant Kirpal Singh Ji nos ofrece un método para
registrar nuestras faltas en las virtudes éticas, de modo que podamos mejorar al día
siguiente. Cuando nuestras faltas disminuyen, podemos estar seguros de que nuestro
amor por los demás aumenta. Podemos medir nuestro progreso viendo cuánto tiempo
pasamos sirviendo a nuestros hermanos y hermanas y a toda la Creación.
Si nos movemos hacia nuestra meta cada día, lograremos nuestra propia felicidad y
dicha. Al mismo tiempo, contribuiremos a la paz y al amor en este mundo. Si nos
fundimos en Dios, logramos la unidad con la fuente del amor. Pero no se nos pide
guardar esa dicha para nosotros mismos. El misticismo y el sendero espiritual son
positivos. Sant Darshan Singh Ji Maharaj lo ha llamado misticismo positivo. Debemos
compartir este amor con toda la Creación.
2º.- Perdono de todo corazón, y olvido para siempre, todo disgusto, agravio, deuda,
desamor, irritabilidad, agresión, traición, maledicencia y odio, que me haya causado
cualquier ser humano, situación o cosa.
3º.- A todos aquellos que se hayan ido de mi lado para otro grupo, trabajo, partido o
círculo de amistades, lo suelto y lo dejo ir sin reclamarle nada, dándole la plenitud de
mi amor, para bendecirlo y prosperarlo, donde quiera que se haya ido y donde esté.
4º.- Renuncio, con toda la entereza que mi ser tiene, a todo apego de objetos,
situaciones, posesiones y, sobre todo, personas. Declaro que nada ni nadie me ata a
nada, y YO SOY libre, pero completamente y absolutamente libre, para entregarme,
ampararme y refugiarme en Dios y sólo Dios, para siempre.
5º.- Borro, borro y borro todo aquello que me haya sucedido en este año, que no sea
un escalón dentro de mi proceso de ascensión, y hago desaparecer de mi vida, todo
obstáculo que me impida volar hacia la libertad, que es el estado natural de mi ser.
6º.- Cubro cada segundo, minuto, hora, día, semana y mes de éste año que concluye,
con la brillante y resplandeciente sustancia de la Llama Violeta, para borrar toda
energía mal calificada, y ahora lo envuelvo todo con la incandescente brillantez del
fuego Blanco de la Ascensión.
7º.- Libre de personalidad, ego, pasado, memoria y mal karma, entrego mi Corriente
de Vida al Servicio Único de la Luz, para que de ahora en adelante sólo oiga la Luz,
sienta la Luz, vea la Luz, saboree la Luz, huela la Luz y piense la Luz, hasta alcanzar la
eternidad...