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1 Cosmovisiún
s: PACHA: EN TORNO AL PENSAMIENTO
,x::.J\.-t':h) t.'0"'"'x1- rlc.J...J'·¡EL ~L<-·tl-<.-d.. .\ sJ_.;i-ohoJ
AYMARA
G:vf "4' 2,n- 2.: ?1
ÜLJV!A HARR!S
TllÉRESE BOUYSSE-CASSAGNE'

1. Introducción
a) A1etájora y memorizacir)l!

Al llegar a! Oullasuyu, en !a segunda rni1nd del sifdo XVI, los europeos


se enfrcntnron a la vez con un::t tierra desconocida y con una concep-
ción del mundo ajena y nueva. Como todos los vencedores -y untes de
!os espaúolcs )'3 lo habían intentado los Inka- procuraron destruir !as
creencias del vencido para sustituirlas por su propia religión y formn
de pensar, Así en un período rclntivamcntc breve, menos de nn si~lo, !a
figura del dios cristiano encubrió a la del Sol. L1 cual en tiempos ante-
2
o riores yrJ hnbín rcemplnzado a !a del Viracocha [ \Vir<lquchn l, sucesor a
su vez de Tunupa. Esta serie de sustituciones por parte de los distintos
"
,§ invasores -magistralmente estudiadas por In profesora boliviana Ten.>
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·;;:.....:. su de t>'1csa-, tejos de ser automó.ticns, procedieron de la combinnción
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de dos lógicas: la del vencedor y la del vencido, Este proceso nfectó lns
~- '2. c<:ltegoríns mentales del conjunto de !a socicdr1d, t;mto en sus versiones
-§·~ colectivas y casi inconscientes como en l11s resonancias mtís individuales
~i -~
que cada persona siente como propíamcnte suyas.

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-.i..2, 1 Dentro de este capítulo Olivia Harris es !n princípal re~pon~nb!c de la
p"í'lrte etnográfica contemporánea, y ThérCsc Bouysse de ln rarte histórica. P1ra
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contextualizn.r esta parte histórica, ser:'i. útil tener en cuenta d c¡¡p(tu!o de Mmm
y lu prirnem purte del de P!stt en este mísmo volumen. {Nota del Editor.)
~--- . ~

.i 217
218 5. Pncba: En torno al pensamiento Aymara 219
Cosmovisión

,\!runos c;p<liío!cs del sig!o xn, e::¡.,cdnlmcnte entre los misioneros En realidad los sopones wc.ncriales que en la culturn Aymnra f¡¡ci-
quisicn)n pcn>;lr en unn <•pi'LT<lr0ción providencial de !us indios)) po 1: lílaron el proceso de mcmoriz<lción mn muy diversos. ·\igunos de ellos
parte Jc L)H:,s p:na su cv¡¡ngdi7.ilci6n y creyeron ha!lnr much<Js scme~ rlcnen un;¡ gran difusión y dcscn1pc:il:1n un pnpd impnrtnn1c en ia for·
i:mz:1s l'lllrc hs cn:cnci<~c:. ;mdinn.s y ¡,;~ que ellos tr.1jctc;n_ Sin embargo, madón de un código conccprunl. En !as sucJ,.:d:Hks sin c:-:u·itur8, uno
los que se cnc;n:;rcm de fn;nte con el prohknw Jc !i\ traducción de los de 1os prímerns lugares donde se pLlsrnn ln munori:J cLJiectíva es e!
~- cuerno: efectívnmente, !os tejidos andinos corHicnen mudw mAs ínfor--
cotH.:cptus nccidnHaks :1 ];¡s lcngu0s ;n:tóctc•¡ns cxpresnl\)ll sin rccorc-
cos sus Jificull;Hk:::. Entre cJk,:::, d jcSlJit;l Ludovico Bcnonin, escritor mnción que si fucrnn simplemente una scgund<~ rici. En tkmpCls pasa-
del rrin1cr diL·cion:ni<J Je !a kn¡:u:1 Aym:nn, enuncia de h siguiente dos, én !t1s grandes ocndones rituales se maru,b<l dir~:clmnente d cuer-
mnn~..Tct su pCi'jllcjidnJ :d consider:-n· UtW dr: !ns figuras de esta kngua: po. Durante el sukultu. un rito de pnso, se manchnhil ln cara de ]¡y;
niños con la sangre fresca de una vicurw recién ~nniflcadn. pJra signi-
1\íuchas md:1phons :~y en esta lcngt_Ll r<ru conviene aducrtir que aquel ficar la pe.rtcnendo del niño a su grupo: en tiempo de ptCJTilS los anti-
1a lwhlnr,1 l11L'j,~1 r, v cun 11l<lS provecho quL' ~:.,; ,¡comodarc n! kngunjc comun guos tomb!én {(se cmhijílbrm" h1 cnro. Como d ritual, e! ¡ejido propor-
y mdinurio. v __r:: lntih:d"-u, es nws ordín:1riu que lntí pha11Zl~tl: lnti halantí, ciona inform<1ción sociuL Es todo un universo conceptual y simhóilcn
e~ nns clnrt1 que no dnir !nti th:¡Jnkhr;\11\Í Destos modos ruct~phoricos, que sorprende por su riqueza; en el tejido se puede kn 8 !a vez !a re·
Y exquisitos t':lslarn us;lr de q\l;mdrl en qunndo, para dar ulgun sal, y
g!ón de donde procede el poseedor de la prendn, su riquc?a, su grado de
lustre n la cnci0n (fLnunio. Anotación flf, Pá:-raíu 4. De algun:1s cosas
cre<n;vidad y h:lstn los lazus que mantiene con gcnté ,k otrns comnrc;ts.
mcnud:1~. Vuc:Jbulnrioj
Otros conlextos vísu<Jlcs, m;:ls nmplios que el cspncio rcducidu dd
L:1 r:l~:tHun, indir ¡,, de unil pe>n11c:H•riznd:¡ oh.':>crvaci(Í!l dd nHmdc tejido, t<nnbJén se ofrecen n unil lccturn. ¡\!udii-cmos tan ~ó!o a! v0stu
<!inbi\'nUd, ('\"('Cil si,·mrrc en quien In c'-cuck1 u1w multitud de con¡ex~
<:spncio constituido por e! mundo que nc,::; ¡-(ldcn: lns cumbres. moiunc~,
~us, y ~u trnducción <~ Olro siskmfl co:Kc¡~111ill rcsu!til dificultcsn v arrics- cnnucijad<Js de c:>ro1inos, confluencias de rh>s Fn todo ello el Aym;u-a
i-'·dJ<i. Al cnft-,·;llinsc U)!l b mcuifcq<l, rl traductor lk:nonio !r~1pi·~-z 3 con no sólo lee una ::::cfla!iznción viul; reconoce l;nn¡-.¡,_<n sus rcluciuncs con
hs rnismns difll·ul1~1Jcs que el an!n'pólogu cunndo evoca los símbolos. los antcpnsados, coll sus vecinos y con sus dir.\scs. l\o se cquivocnbnn
'\111hns é>lllPciurw:. csc:tpan ;-, rcduc,_:iunc:-: Lí,:ilcs, por invo1ucr: 11· nnil- los cvnngclizndorcs cuando vd:n1 en los ritus tc\lrricus una de las raíces
tiplcs sirnifi·::1dos y res ;nanci<~s. t->'-t;¡ c-;'---lTCÍClllnl fluidez conct'p¡unl, ;1 m~~ pwfundas de ln !duli1tda. Por eso cC'Il m:is uq::Tnci:1 scntinn neceo:!~

h qt:c <J]ud,; el lwy q\IC rd:Kic,n;u-!r'- con los u!ros sistcnws -ex" dnd ele horrndos. Ramos Cavilr'r11, no sin ru6n, '-ksc.rlh~~ en t;.~nninns de
prcsivm m;i" ~dl:i de la cmT· C'._'njunln ct"mstinryt~ron y constitu- dÍt:c!ivíd<Hl y de gran picJad rdi¡,:iosz¡ los cultu-s de ks h:lhi-
>·cn lus nJud,,:-, d~ CX)-'JT~~ión Jc un;\ cuitura dc:::provisw de sistemas Jc t;Jn!c:s del Oul!í-\suyu·
CSCI"Í(ur:_L
De otn1 ofrenda menos (kii1osn usab;m ~es¡,·,s lndiiJs. cu;mdn r<'r
Cuc:l(nn :1· ILi;!lnwntc i(;s La~;mi tk fl,tc.,sí qut: nnlcs la gcnk sahi:1
ks Apnchct<ls, que en tlnn-sc de lns pcslnil:ls l) u-·i;;, v ponn le~ que (le
,>uiL,ir, pe¡ que L•s ;¡] 1111 1ncnlo de in Ctlnqui:;rn. les dije-
clbs: i'.rr3ncabm }unto a la k>c:-1, ?,hndo d ruqro al So\ y l·,m un
8rrojnrins en al!o, ofrecicndolns a los cerros, <1 ;l ](Y,; ;\pachdas o a
zk csia CrCL'IJCia nni\cm¡'udnc;l vishnnh;11nns la ccmvicción de que sí dioses que en mayor vcncradon tcn!:1n, y curmdo h:1hinn de pn:;nr pPl
::ahí:lll ,,escribir.·' :t su lll;1ncrn, pnn unnhic~n el recuerdo de la imposi- nqueslos lugares, iban con grnn recogimiento ck <:Of87.\.'ll Jcsu;sos Je <Jf',r<Hinr
cióll de utr<l cL!;:.c de cscritun ror p<~ill' (kl vencedor, yn que ,,]il letra al síiio, por parecerles que habi:1n en d, nlgunn tkidad, y que ::;cmcjnnrcs
n'n ~;m¡-:n~ cntr;t-' S:dJu11u;; que l1h :mdinos pc>SCÍJn gcnuinns Jioscc; crnn !os que fnvorecinn ,1 los hornbrcs, dando!cs fttCI?Jl'i y l:ts co:-2s
fcrrmus de mz·mori7ilCÍ(Íil, :n111qu\' ,1,- cnnccpción distinta a !:1s fcrmas nccesarins. Lo mismo jtJ?:gnbnn de h1s marwntínlcs \' ln¡::_:uFlO:. que cncontruhnn
,-,ccidcnL1ks de: l'''<! Ílur;L S1..>i1 Í;q)],_l',:tc: 1:1:- UiCI'dilS nnmbdns (cfzf¡¡¡¡ Cll y muchos gustnh;m vivir cerca de estos lugares. (!!i::;tc,rio de Nucsrru So/ora
:\ynwr.1. khír11: en Oucchu;l) ~- I(JS oif/o,¡ -<B?OS, ctínraros dibujndos- de Covacabana, Cap. XX!, p. 68.)
pmb;d>kmcn:c p-nqlll' L'Sl!1<:: l'\!'rc.:·c-Í\m~·'--. m:ís que otras, ;;e acercan al
conL-c¡'ill c'~cvidvnl:d, :1 ¡v:qr de q¡¡c J10<'1;1n un menor graJv de abs- Al intentar destruir J:¡s formils m:ís Jcst::1cnd:•::: de esto~ cultos, los
!J:hl'Í(·n: \ll!i\tT· 1lid:1d f\::ru a nuc--;w; ¡':HLTU seda erróneo !imitarnos cv;n1gdizadmcs no sólo procurnb:111 ncab:H con In q :e CCHJ;-;idcn1h;m idC'·
:1 >:Sl:l'-' f( 'l !11:1'-' btrfas. sino que trastornaban ad~:m~s las form·as de. lrh·r,_'Jrc;~; en e\ tlcmro

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220 Cosmovisión 5. Pachn: En torno al pensamiento Aymara 221

y en el espacio, en lns que se plasma lo esencia! de In existencia social asequible al conjunto de la sociedad, a través de conocimientos empíri-
Aymara, Destruyendo esta concepción fundamental se desintegraban a Ja cos, rítos y mitología.
vez las estructuras mentales colectivJs y L:1s de los individuos. El Conci- Cuando en las próximas páginas hablemos de una determinada «era)}
lio de Trento, por ejemplo, estipulabH la destrucción de los edificios ri- o «lugar>), esta concreción en el tiempo y el espacio debe interpretarse a
tuales en las cumbres y su sustitución por cruces. b luz de lo que acabamos de explicar. Sin negar posibles referencias a
Parn comprender la estructurnción del pensamiento Aymara hay que evoluciones históricas en un pasado lejano, hay mucho más. Es toda una
ver todns sus manifestacíones como un conjllnto que relaciona todas las codificación de las categorías del pensamiento J\ymara, proyectadas a
formas de conocer y expresarse. Así, por ejemplo, los grandes eventos r' épocas específicas en el tiempo y a ubicnciones concretns en el espacio.
rituales vRn acompañados de una música especial, de modo que el año Lo que la mentalidad occidental expresaría en conceptos m.cís abstmctos
ritual se entiende como una brga composición musical con sus tiempos hn quedado aquí cristalizado en una forma más concreta en tiempos, lu-
fuertes --{:onespondicntes a las fedFlS importnntes del calendario, como gares y seres más tangibles.
las siembras y lns cosechas- y sus tiempos menores, que son aconteci~
mientas de la vida individuctl: n<lcimícnto, boda, muerte< Si la música b) Los Aymara en sa mundo
marca sobre todo el compás del tiempo, el teJido es mayormente slgnifl~
cntivo en cunn!o :1 la relación espaciaL Pero los dos, como también la Antes de seguir adelante conviene señalar al lector uno ambigüedad.
lectura del pnisnjc, expresan, ndemás, las relaciones sociales del grupo. Al evocar los antiguos mitos nos adentraremos en un~ concepción del
Estos múltiples modos expresivos se combinan a su vez con formas mundo en gran parte panandína, que se refleja en la mayoría de los cro-
orales de memorización. Así, a veces durante horas y horas, los Aymara nistas, aun los ajenos al mundo AymartL Sin embargo, en todos sus es-
enumcnm las rcalidndcs del mundo que !os rodea, por ejemplo, clut'ante critos Sarmiento, Coba, Malina, Arriaga, Polo de Ondcgnrdo, Gunmán
las !lbudones de la C'h'alla. Esta enumeración obedece sin duda a una Poma, aluden n la cuenca del Tilicaca como zonn clave en In mitología.
\'Oluntacl de poner orden en el mundo, y q11c este participe de una ló- Esta se entiende mejor si nos situamos en una perspectiva Ool!a 2 , la ~..:uaí
gica. Ln necesidad de nombrar dasificnndo es muy antígua, Cieza de permite echar luces sobre la lógica interna de tales mitos, y nos confirma
León notaba ya en el siglo XV!: en la idea de que las grandes culturas que florecieron en es! a región -cu-
yos herederos son los Aymara de hoy- influenciaron probablemente de
Usan de una mnncrn de Romances o cantares con los cuales les queda modo decisivo en la manera que los demás pueblos andinos pensaron so-
memoria de sus ncontecimicntos sin se olvld:Jr que cnrecen de letras y bre sí mismos y sobre el mundo. Pero la paradoja es que quien pretende
entre los nnturalcs dcstc Collao, hay hornbres de buena razón y que le da~ hablar de pensamiento Aymara en la antigun época, muy difícilmente
de si en lo que les preguntnn y que ellos quieren saber, y tienen cuenta del puede partir del presupuesto implícito de una cultura Aymara en sus
tiempo y conocieron algunos movimientos asi del sol como de la luna. contornos< Para el arqueólogo y el historiador, la época del l ntermedio
(Crónica del Pcrü, BAE, p. 444.) Tardío, que sucede al gran Tiwanaku y precede a la invasión lnka, puede
ser considerada como el período de auge de diversos grupos de habla Jaqi
El cómputo del tiempo, la historio., h mitología, constituyeron el sa· Am (lengua humana o Aymara 3), los cuales asimilaron, sojuzgaron o
bcr de unos e:;pcdallstas importantes: los que practicaban «el arte de marginaron a otros grupos que compartían su territorio. Delimitar tal
la memoria». No se sabe aún hasta qué punto esta clase de individuos época en términos culturales estrictos, refiriéndose solamente n una anti-
se encargaba de mantener las estructuras colectivas, como guardianes de gua cultura Aymara desvinculada de! contexto en que opera, sería histó-
la memoria del grupo. Pero podemos sospechar que su rápida desaparición ricamente erróneo, El proceso histórico Quila es sumamente complejo;
a raíz de la cvnngelización cristiana -pues se vinculaban a los antiguos baste recordar la persistencia de di versas len.guas a lo largo de su terri-
cultos-, junto con la introducción de un desconocido sistema de escri~ torio en la época de los sefloríos Aymara, antes de la Conquista, Para
tura occidentaL contribuyó a la desestructuraci6n de la sociedad y a In
2 En este capítulo utilizamos el término Oul1a en su sentido nmplio, equi"
pérdida de una parte de sus tradiciones, probablemente de las más cul-
wllente a lo que los Inka denominaron Qullnsuyu y Jos españoles COllao. No
tns. A pcsBr de todo, algunos fragmentos de la antigua cultura oral han nos restringimos a! llamado Señorío Qul!a,
1\cgndo hasta nosotros, Pero éstos contienen sólo parte de Jo historia más 3 Ver el capítulo de Marlha Hardman, en este mismo volumen.
222 Cosmovísión 5. Padlil: En torno 2\ pensmnlcnto Aym<na

entender entonces la Villidcz de b;:: informnciones encerradns en los an- gos)~ por porte de un grupo étnico corno !8 cmnplcja ocupación multi-
tiguos relatos, así cc>mo !a !ógícn fntimrl que se desprende de ellos, h<Jy élnkn de un mismo territorio.
qoc tener en cuenta constnnt<:mente qur- h antigua sociednd Qulla, más Si b ínterprctnciÓil de hs antiguos mítos i\ymnrn ya es cornrl,_;ja,
:~un que b nclun!, crn p!uric~fnic<~, y que si hubo un npogco del grupo por rcvc!:1r unn m:.ncrn cspccinl de pcnsnr el mundo y un proceso de
Aymflra 6~tc no f'lJCdc dcsvincubr~c de In evolución Je las dt:"-n1~s ctn!as. idcntld<td or\g\n:d, ln situación se: complicn nt'ln m;\s ;1 pMtir de h Con~
Los estudios de i\lurr<1 hnn dcnwslrndn que el Lupnqa, pa~tor de al- quist3. Cabe preguntarse de qué rnnncr;-1 CSIC!S códigos de rclllL\oncs so~
turn, ;lllú por lc's 4.000 metros. nplf'Lrha rnaindes y cocaks en valles ci¡dc.s y estas e:;tructurns de ¡wnsnmic·n!o cninl(lJl en cnnl<lC!C'. n pn.rtir
ilJn<l?.Ónicc's y p:1cíficcs. Sus viajes rq~¡¡J;ncs imr!icnbnn e! conocimiento dd siglo X\'1, con !u<:; cn!q~oi'ins del pcn~;;nnicn\o tXcid('HlnL fruto, a su
de rll((lS trndiCÍ(>JI<l!cs CJ1lC' pi1"Clh;Hl rcr Jc)~ fllÍSI110S vados, por Jos mismOS V('Z, de otro prnccso cultt!r<d, de_ dar c-\r;'< dd mun-
ccllnclos y rnr lo;:; mis.nws r\0~. Trdcs T1lO\ im\'~ntos se rcnliz;ÜJan en de ter.. tÍLL P2r2 rcfcr·inws tnn SL'rÍo ;¡ h funna in<Í" cnr:i,:tní"lic:1 de u-d proceso,
minnchs. érllCil~ (kl ;ú1n v l'h~{kcí;m :1 h perind1Tncí6n del cnknd;nio ¡,cómo se cnc~tió la rdigkn nndina con !n ;·-¡ iqi:Hn?
agncci~L A~í. d,'nlrc.l de lo qu,_; pcdiÍ:lilH'~ !!Jnl0r el espacio intcré!nico
Lupaq;\, e\ pens:Hnicnto pudo :1plutin;n en un sc>lo enjnmhrc de írncígcncs e} Las traduccionc" de fu C1'C1!1p;cii::.C!c!OII
;¡ en un :.z1ln conceptu el tiempo par<\ ir d,, un pnnto a otro y el espacio
vi:d de los distinlü5 n11ns scg11ídn<::. ;\ '"r como hoy la dis.ülncía cnrrc A! h<lh\ar de \a mcuífura y Jc !<lS diricultnd,_·c, en su usu. íkr!cnio
difcrcnks lup:n-cs siempre :'t cxprl':'D en l\~nnin0s dd licmro pnrn cfcc- CYO:.:<l probkmas mris n1ncrdt)S de 1r::vh!C'ci1\n \/,:remc;s n( cstudi<H lo:>
!uJr el vi;1jc Todc cslc cDr-í1ulo n'\Cl'-lr;H:-t cé'mO la íden de! esp<tclo e.c;tá mito~ que esU1s dilicu!tndcs c\i;cten por igcu1i en l:ls trnducc·ioncs nl Ay-
cstrcchiH11C!llt' vincul<Hlrl Cli11 Ll dd ti,·mpn Pero ¡o que hace en partr" lll<lrH y ni csp:1fwl, rucsto que t:-Jnlo la conccpci,'ln del mundu uccidcntn!
uri¡!in:-11 nl pcno;;nrnicntu (!· crgcminció11 ~i'cícd) de cadn grupo rmdino es corno la Ayrnnru procnlcn de un sistema rnetafó1.1cn. lkr!Oniu c:,(;Í en el
que, e11 vo. de oricnt;:Jrse únícJmcntc con rcfcrcnc!a nl!icmro y al e<:p¡¡cio corazón de esta prohic'rncític,'1 pcr ser rrl mi~mo tiun¡'o nu!ur de un d¡c-
del ¡:;rupo propio. como ocurre en i:1 nH~'tlrí(l de l:ls cult>Jras, tk-.ne gran ciOni1rio y misionero. A pcsnr Jt:: las notorias irwdccuaciuncs conccp!mdes
p]:J:;tÍcidnJ r,\r:! [(>11l~1r Cll Cl1Ci1[;1 ~~ 18s dcmri..<: etniaS de !a región. existentes entre ?.mbas !cngu:>s, encontnHno:;< .',in cmhngo. en su dicciu-
Vc"-mOs l'll cionplo. sacado dL'! yn mcncion0do gruro Lt1p<Hj2. ni S.E. l1<1riO trnducc1ones Aym8ra de conceptos cristinnos. como: paraíso, in-
dd TifÍC:1C:1. rduchc: productos COli."-'Jinidus ror este grupo ele p;lstorcs- fícrno, pecado, snlvnc¡ón, p3ra citar tdgunos de lns m.ís sign;[ie<Hivos,
Df\rÍrultnrcs procedí~l!l ele !os vnrÍos c!im"s v sitios dispersos. a veces leja- CV'\;r sección 6 (\(Í capílUlo de l Janlman.)
nos, aUJHjUé C\.'ntrni:Fiv-; por el grupo. Pt.'H) habín proJue1m p1·ovcnientcs Como dijimos, lus ev<mgdi?.CJdorcs h:-~hhrnn de \(-¡ pusdli\illad (k que
de Ptrus grupP\ ,'tníco:-; q11t prúc!lccuncntc cmn¡-,zntían el rniStTlC territtwío en bs rcgümcs ;lutóclonas hubiua eonccpiV'> sitniL11·es i'l los ~uycs. Pero
cetl!r<d Lurn(p !\'r cjl'nlpk'. el pcsc:vl() v l:1s ovi1s de los [1<ttos se dz;bfln p;nccc evidente c¡uc no h~1bí;1 pr;u1 cntTcspundcnci~1 ccn la idcu!ogb. cris~
en L1 7nrn hcustrc Clm!Ípl;l n;n!t\'bd;J p1•r ¡ilS Uru, aniiguo.:: pc:;cndorcs ¡;nmL A propósito de h1 noción Jc ptGldo, CL'hl escribe:
nóm:1dz;s p:HC.I;J\menr.-c ~crh:-n!:lriznd~):; v ]:1s hicrbns o hs ani1nnlcs de
c:m1 crccinn m<i" ;¡rrih,1 de l:1s 7Jl'P5 d·' pilstorco LupJJ¡;_l. p(lf las .'\ccrcil d~- los cuento-o que h~111 de tener pnn !iknnlar la g!ut·i;:¡ y las
;dfns punns Jc_ond;__' pcrq'rin;lfnn !v; Ci7'ldnrcs Choque! a [ChuqilnJ. cuipn;; por donde ~un condenados, también di::.pnr<lll, porque dndo que con-
¿Cómo cntrcnon en cnn!;tclo c.stos purL'S nómad<ls con l<ts pnslorcs- venían en qttc los ma!os se condcnc1ban y lo" buenos SG salvnbc111, no ncu-
i:>bnn en scñnlor y distinguir los buenos de lns n1~dos. Porque le:; pcrsn:~dió
ngricuítorcs? /,C't'm<\.'• cmrCJ.:nTm a csi:Jb\cccrsc los Lup;lqa en rc,¡:::ioncs t<m'
el demonio que !os nobles y gentes de cnlíchd nunquc fun·~n de ~~ostumbrcs
;:dcind;1s juntn C(lll (>ir;¡s cln¡ns? ;.Se ir.JI(l \k c·x¡¡cdicioncs especializadas
derravadas cnm buenos y no en< posíbic poderse c0n(kn<~r, porque d in-
y C<,f;H:i(lna)c,". u de intc!e<nnbic1s Ulflln pt·:icticos como simbólicos en dc- fierno solo era p3rR los hombres bnjos y sin ci11id:~d (Tlistoria del Nuc1·o
tcrmin<ldus sitíus \' ~~rnus dd of1o? ,\fundo. De {as opiniones que tul'ieron éslos iwh'ns en lo que tpcn a las
Prcp:u!1Uls cnmo é."':l.S, t8n rclcvtmlc::: en !:1 rrcl1i.;;toria occidental j)fllél animas ~, orra Pida dr.spors de-s! o, BAE, t. 2, p. í 1,1_)
cnkndcr la f¡li'IWtcíón de hs c::-,fruc!ur:l~ c~pncio-temror<llcs de grupos en
cC'nt<ldo, est;Ín ;¡Úil sin cuntcc,iz;r en l:1 rcgú)n nndlnn. Sin cmbiugo, <:1 lo L0s !rnduccioncs que entonces se dienm a h trilq!Ía c\clo. ticrrn, \n-
l<trf(l de este GlpÍ!ulo \-eremos que ];¡:.; rC¡'t·c~:cntacloncs sirnbó!k;¡s tonD- flcnw nu deinn de plmücar intcnog<1ntcs en cunnln ;l su grmtu real de
rcn en cuenta l;mto ln CIC1ip0ción dio;;¡rcr":l del icrrilorio ((en archi¡~i(~]a- intc!í¡r.\bi\i(h.J por porte de los Aymnra LJ ti en ;t vino a ser ampoclirl

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224 Cosmovisión
5. Pncha~ En torno al pensamiento Aymnra 125
(es decir, el pacha Cil que vivimos), el cielo alaapacha (el pacha de arri- d) El concepto de FACHA
ba), el infierno manca racha 4 (el pacha de abajo). ¿Existía tal esquema
tripartito antes de !8 l!cgnda de los españoles?, y en caso de que existiera, Otro vocablo relacionado con el ciclo en el diccionario de Dertonio
¿cuál crn ~u significndo? Hastn ahora no hemos encontrado pruebas fe~ es pacha (pacha lliklwti 'estar muy raso el ciclo'; cfr. laccampu llukhti
fwclcntcs de tnl existencia, pero tanto ln mitología antigua como lBs 'serenarse e! ciclo'). Tanto en el Aynwra como en el Quechua del XVI
creencias nctunles sugieren, como veremos, una serie de hipótesis. paella en este sentido se reflcre a la luz del día mfis que al espacio preciso
En los escritos de Cabo ~que muestnm un interés de estilo moderno donde vuelan los pájaros, y es!n acepción es!:l obvíamentc vinculada con
por !as crccncins nutócton11s- npnrcccn muchas contrndicciones. A pro- otro significado de pacha, a saber 'tiempo'. Este es justamente e! primero
pósito del infierno dice que: entre todos los sentidos que señala Bcrtonio para este vocablo:

el lugar del lnfierno dccínn cstnr dcbnjo de la tierra, y que es muy estrecho Facha: Tiempo,
y nprctado.. cst<1bnn persuadidos a que hay infierno para los malos. Miccapacfta vel Nayra .. Tiempo antiguo.
lluccapacha lwtatha, Vernas [vendrás] a tícrnpo, a tnl hora, señalando
PoclrÍamos deducir de nhí uno <Jdccuaclón concepttwl entre esta vi~ el sol. (!L 242.)
sión y la cristiann: nmhas lndicnrían una misma ubicación y quizá una
misma función. Pero ya en la cita anterior negaba una división entre En el último ejemplo quedu clara Ja 3SOCHlCJOJ1 de racha o tiempo
buenos y maios, y más adelante constílta que la gente en los Andes no con el sol, que es el elemento primordinl en la experiencia y la medición
de! tiempo.
entien-de el signif!cndo del dele y del infierno cristianos:
Pero el concepto abarca a la vez nociones espacinles. En la actualidad
Si es que ya sabemos que no se hltlló entre todos estos indios nación pacha puede referirse dircctmncntc :l la ticrrn, aunque parece evidente
que trat;~se de la resurrección de ln carne, ni por 'alguna via creyese que que esie u~o deriva de Paclwmama, la divinidnd p:mandin;1 de la fertili-
los cuerpos hnn de venir a ser algo jomns.. y como no entendiese que dad del suelo. En e! Quechua de! XVI pacha yn tenía este sentido de 'sue-
hubiera mtís que cíelo e infierno, no hncínn sacrificios y sufragios por Jns lo' o 'lugar' de acuerdo con ._4:! vocabulario de Gonzálcz Holguín; en el
ánimas úc los difuntos, dnndo por rnón, que si estaban en el ciclo, no lo Aymaro: antiguo, a diferencia del actual, esta ncepción no se encuentra,
habían menester, y si en el infíerno no ics nprovechabn. (ldem, p. 155.) pero la orientación temporal y espacial ya están estrechamente relaciona-
das, Y ya en el xvr los evangelizadores utilizaron el concepto de pacha
El pensnmicnto occídcntal procede de una concepción lineal del tiern, para expresar su propia orientación espaciaL el cielo arríbíl y el infierno
po: el mundo nace de unn génesis y se cncflmina hncia un juicio finaL debajo de la tierra.
Esta visión se combinn-n su vez con una jcrnrquiznción de los ircs espa- De hecho pocha abarca una gama muy nmp!ia de signifkndos, y no
cios que componen e! universo: e! cielo csuí encima de la tierra, el in- es nuestra !nlcnción cntrnr aquí en un análisis pormenorizado de todos
fierno aba.lo y nmbos son posteriores n la vida terrenaL ellos; pero aun dcjílndo de lado sus vmios usos como sufijo, es evidente
No es seguro c¡uc el sentido nndino nbnrque una mísmn serie de con- que incluye ia noción de totalidad y ubundancin. Por eso se hn trnducido
ceptos: por lo menos los escritos de un Cobo nos incitan a la duda. ¿Qué no pocas veces al castellano como 'universo', concepto occidental en el
significa este manca padw, apretado y escondido, bajo la tierra?, ¿quíén cual quedan incluidas nociones tanto de tiempo conio de espacio y evi-
lo habita?, ¿cu(lndo? Las mismns preguntas se pueden formular también 1 dentemente de 'universalidad'. Peto nos parece que· éste no es precisa~
para el cielo. Lns traducciones que Bertonio da para 'cielo' son significa- mente el sentido de pacha en el pensamiento Aymara; el 'universo' no se
Uvas: distingue el Mdakhpacha, mornda de los santos>> del daccampu, el
ciclo desde las nubes hasta las estrellas inclusive y también donde vuelan
J..w concibe como una totalidad indiferenciada que nbarca todo, ni como un
flujo primordial, sino como una composición, un .encuentro de elementos
los pájaros>>, que describe como unn especie de 'cubierta' sobre la tierra, igtwlados u opuestos. La abstracción implkitn en los conceptos occiden-
Las nubes, estrellas y prijaros fonn<m parte de esta cubierta; pero parece tales de tiempo y espacio no se encuentra en la metafísica Aymara, cuyos
que el sol y la luna cslrin más al!J. conceptos parten de una clasificación concreta. Así. como para enfatizar·
lo de manera tajante, Bertonio escribe la frnse 'Todo el universo mundo'
4 oka 'este, nquí'; pfoxa, a!aya o alii 'nrribn'; manqha o mii 'nbnjo, ndentro'.
que incorpora justatrÍentc la idea occidental de tota!idnd, pero lo traduce
226 5. Pncha; En torno al pensamiento Aymi"lra 227

por ¡msi S11í/, o ~ca 'lw: ru<Hro di\·i~ic'ncs que componen e! todo". Y CJSÍ viLln conw pnra Sunw Cruz PadElCuti, lc1s nndamns de cs!a dlvini\.hd se
tnP1bién racha l'!l :--cntido de tiempo no ~e refiere n la etcrnidnd nl a vinculan con d cje. acuático (río /\z~ng;¡rcl, lugo Titie<lca, Dcsagundcro,
un;l suc<..'~·IÓ11 inf"lll.lt:l de monKnf(15, 5inn n épocA~ dclimi!<"1chs y de dunl- lilf:,ü Poopó), y nwyonncntc con la wna dd bgo y con Tiwnnnku. f,.fcsa
ción cspccíficn. Fl <tf"1o. por ejclllplo, c~t6 diviUido c11trc el ihaya pacha, muestra que Jos cultos ac.u;íticos rc!acionndc1s con hls ilntiguns culturas
!uri pacha v ja/fu flOcho. !0;:, lTrK:ls n':::pcuivnmcntc del fríe', del calor bcustres (Uru, Pukína) son muy ;mtíguos. conw 1o es tiunhién !a época
v de. !0 l!U\·i;l. Etl ~u cc,nccpiuni!z.;¡cíl\n dci p11s.ado lo:; Aymarn !;lmpoc:o ~· de auge de Tiv.'<Hl<Jku. AutF¡lH.', de nK!Il1Cnto nos in!crcsnn mós ]Js cstruc-
Picns:w en un muviHliC\l!ü lln\::1L s\no en una serie de edades, llnmad<:1S turfls de pacha, nuestro anü\isis dt. !;·, mllolof(Ín rcrc\nrú cómo l8 tn:u.lición
también pricha. ora! es en gnm parte e) depósito y el cri<::u) de ];¡:; trndicloncs hls1óricns
Como CCIIlSCCt!l'llCia de tc'do lo cli.cho, lll.1C"Sl r<1s prq;ui1!8.S e !ave pi1rn Jd mundo m1dino.
comprender cslc. puntu ccntn! y or¡:.:wírHJqr de !a cosmovisíón Aynwra En 13 relación de Bcnubé c(lbO, (•.;:.L\ prirncr(l edad apMCCC. como
~or¡: <·.De qw' nt:lliU;I 1\'S :\~nwn se ~Í1H<Jhm y se siiÜ<In hoy en día en principio Je !a mu!tip!ividnd y de ia divcr;;iJad de !:1s culturas:
este nwndo "de di\·isil.lfL's'? ¿C_'ímo piCP'<In sobre el p21~.ulo y d futuro 7
;,Oué eran \. <.:1_1n las cJtcg\1ríns que cpmponcn el espado? En primer !ugn El criador formo dd barro de Tfgu:l!l;")CO bs n~v::'1onts h>d;1s que hny en
cstudi:n·cm:l.~ !:1 rnill•luf~Ín :1nllpua que se: refiere a las di:-,Unt:cts ·:::dadcs del esta tierra pint<mdo a cndn uru el trnje y \·c~tido que había de tener y
mundD. v ;:¡ h1sc ck C\(l' nnfdisis dd pt'll5:Hnicnro nn!iguo con5idcrnn:'müs qoc asinü.smo dio B cm)¿\ ni'lción ln lcngu<I que h:1bia dté cnnt:1r, y Lls co"
la fornl.~ en qu': los Aymar;J cbsific:m \" <;(; sítúan en el mundo hoy en rnid~1s y semillns con que h::>.bia de susff:nj;Jrsc y que hc-cho esto, les nlandP
Jí:L dcspw5s de cin..:o síglns de c;·;mgdiznción cristiana. 5C sub¡escn debajo de tierrtl, cnda n11ción por ;..i. pMn: que de alli fucst'tl
n sa!ir a las p3rtcs y !u.g;,rc~ que t"! le~ nwnrl:!:;C'; y que unos Si"l!ieron de
suelos, üfi"OS de cerros: otros de fucnl,cs de !agunas ele !roncos de arbole;.,
y otros [ug<H"CS, (!d., cnp. [!, t, 2, p. 151.)
2. Espacio y tiempo en !a mitología antigua

Sq:\.in l;\ mih~lop.i" qul"' CClnoccmcs J,'''r \ns cronísL1~ dd si¡.~!c xvr,
Lo que enumera cntOJKCS d mitu ·"''!\]¡y ;¡f¡iht~c•s simhól\cus ··-·n~:;­
cnda di\·i.:;ir'n tl.'Pl!'UI';ll o ;.'é-t:i \"¡p:;v\;j :1 un esp;¡ric1 p;ntic:ubr. Se iid,:, kngun, cnnto, planta ccrcmuni0l, hu;Ka ( wo!( 'rd·-- que constituyen
p<Jdrí:l pcm:1r q\lt: 1u~ mitu<:: no cnl:i!:11l \r;:; uhdcs entre si ':i a primen! lus s¡gnos \"i:;ihlcs de la ídentidad dl' cnda pyu¡~o. Para 8\ud.lr tan só\o H
visl;l \1l'dr\:mws supl'lh'r c¡n'2- se tr;1ta 1k rchtos referido;;, a ticmros hclc> L1 mt'hiC<L s;¡hcmos que Jun en !n ~·pocn !nkn. C\l:l!ldu en el centro ccrc·
rc..<f:,;llC'OS que ¡v1sccn h::; c<rcictnístic;¡.:; dci C'Tacio en (j\.lc se inscriben. nwn!n! de h hla del Sol se cclcbrnba el Inri , c1dn grupo badaba
f\:rn en !; 1. rncdid:1 en qtiC lns diYCJ ~;;_1.c: cd,,r_ks forman u m\ crom•logÍ3. es n su usanza:
dccír rc!:lciu!\:\n \11D :;e¡ ic rL- tic m pe''' L'T;¡cios y caracteri7.ncinncs, po-
dcmo:: sup!'IP,:r que tv•.k' d ((•niullL.l cnrrcSp(mdc n una ll'g\c;l.. E~>t;-¡ lógi, Los rn~'lc.~rcs baihbnn rJ¿> L!lli1 maneru, !os guerreros de o ira, y !o~- ! ncc\S
en :;uby;Kcnk es L1 qlic nq\IÍ intcll!iHllns Cllnlprcndcr, de otra y cndn nución en su~ bJiles se difcrcnciuba de los otros. (Hnmos
CJ;¡vl\{!n, OfJ. C!l .• p. 8J.)

Esta primera ed~1cl cvocn L1 clivcrsidnd y la multiplicidad mediante


l . <i J1l;lW'rÍ:l ck k'S cn,niqns ((\_,hn, S:n·mícntn, i\l()lin:1. Cicz.n) dcsignan- unn Jógícn que rc!ndona a les hombres, a sus !ugnrcs de origen (p(rcarina,
ccmo lu¡::u~r prínlitivn ¡;¡ \sl::1 de Ti1icnc~1 dwy J.:;ln del SolLO T\wzmnku, ¡)(u¡rtrimr), que son los li1gos Ls fuentes, etc., y sus dioses con un centro
cuw1 nombre A\·m;n<"l. Tayri Oala, :-i,r.nifio la ricdra ccntud (Cobo. ca- primordial o tay¡Ji. En efecto, IJ rnu!t!tud de k<.s culros locnlcs reprcscn-
pit.u!o XIX. p ..Wj). \'eremos que c::!c !uf!nr no sf. omforrna con !a idc;l t.:Hios por las huaci!s se hal!nn vinculados en primera inslnncia con la
~le ¡:fnc_c;i::, ;n¡nquc en !;1 hoca ~le le,:; crnni~t<lS :lp8!TZCfl como lug<1r de !<1 ricdri1 Central. De csfn fonm1 e! csp<Kio mítico del grupo y su riempo
Cn.':lcÍÓtl, ~e rdm:.ionaban con d taypi: !;¡s lnwcas, en cfccro, eran objeto de: un
L3 fíf:'.Uf:l c\()minnntc. de estn nrin1cr:1 nhd es ln del dios Tunupo, que ctd1o 2l nntepclsado fundndor y, a! mlsmo tiempo, descrnpcllaban fundo"
Tcrcs:~ dz~ ~k<:a c:dtf¡c~l de adi(1~ ;¡ytp;>rn n'lcqc y pmíficnckn', rchc!o- m:::: nstrológicas y Dsrronómicas, indispcns;:1hlcs pra el funcionmnicnto
n:índoh~ con el fuc~:.o v \::¡-;,; uurcl0t{<.:" vnlc-;'¡nic::lS. T::1niL' pznn Rnmos G;¡- del cn!cndario agrícola. Esta primera edad contknc en sí dos f;::¡scs y dos

-
228 Cosmovh;ión 5. P.achll: En tomo n! pens:>miento Aym;¡rn 229

espacios: pasamos de un estado de conu-:.ntración en el taypi ;¡ un estado


6
'!
1 b.., de difusión espacÍ<ll (pacarirws, huacas),
o
N
¿Puede entonces considerarse e! tayí 1i comn un microcosmos potencial
2 <¡ue daría sentido al espacio y al tiempo y a pnrtir del cual se irían difun·
_,o dicndo los diversos grupos? Ejemplos sBcndos de In rcnlidnd Ay·nwrn con·
' ¡ e iemponincn dan mo(ivos pnra pensar que .sí: en S<1b:1y~~. con1unid<:HJ es! u·
~" diaJn por Gí!lcs HiviCrc ( !9R2), en];¡ zona dr Cnrnng.::ts, existe un edificio
o
~ sagrado situado en la línea que divíJc el tfrriturio comunn! en dos mit<tdcs
" y representa el lug:lr de erigen y microcosmo~;. [! nornhrc que se Ja a
~
este s;mtuario -Pusi suyu- es sign\Íicn!lvu, Por un<1 pnrte evoca el
o"
o nombre dd lmperic lnk<.l T;:nvnnt\IJSU\.tl, cuya ctimo!of;Í<l es id{·nticCt:
.:2 pusi (cuatro) suyu (división); y por otr:l, como ya Uijimos, e! sentido de
~ '" est;¡ p:1labra en la !engun antigun ntt el de mundo o de universo.
2 Es m(ls dífíd! cnconlrDr prucbils de !n rebci(m toypí, microcosmos
"::." en tiempos remotos. Sin embaqw, yü en la époc:1 en que dominab:Jn lus
señoríos Aynwra (Intermedio Tnrdio), el cnnjun!o de! territorio Qu!la
estaba dividido en dos pctrtes (suyu) que CClJTc<:pondínn 3 1~1 vez <1 divi·
sioncs ecológicas y étnicas: el Urqusuyu y el Unwsu~'ll- Urqusuyu corrcs-
pondín a !os cerros, ;-¡ lo mnsculitw y ngrcsivn; Unw<;u.vu n lns rq::ioncs
bnjas, ul ii)J:Wl, él lo femenino y a !o fcumdn, L~1 !íncn que purlífl en dos
-" e! terr¡torio y nwrcsba esta división se confunJc con c1 C'jc 3cuútko Qull<:t,
zona privilegiada de e-sta ptimcrn ed:-~d míticn.
-;:¡ V! De Jos lw!l<1zgos de los J¡rqueó!ogos y de !ns ctnohiskni:ldorcs entre·
.?.
snc<1rcmos los sigttícntcs puntos referentes nl taypi, a~;Í c'-"'mO una serie
'"' ',1 ~

de lr\tcrrog<:wtes. El taypi acuático es e! hábltnt de ~mtiguas culturas que


,~

o ~ .:::;
;.¡
o
o -2o ndor:Jban ;:¡ bs d!vinldJdes lacustres:
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o ·v, go
Puqu!nn Colb, Uro Colb, sDnificuvrm cun c::l!'nLT(lS bhnc~'s de cuy-ro
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"1
·o 5:. t y bnxilln de barro y nHiclw chicha de cnn:w;:, y mornyn y mullo, comidns
E
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y pcscndo fresco y seco. Ech:¡v,an n la lagunn de Poquinn y !o consuminn.
A ln unen de Titkaca sacr'¡f\cnh:m ron mucho oro y p!nta y bcslidos y
"e :;;:o
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o con veinte niños de dos aflos. (Gu<1miín Porrw, p. 273.)
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La mitología antigun de los a!tiplónicos se npodcrr1 de este espado y
hace coincidlr !3 ruta de Tunupa con. !n de lns nntiguns dc\d(ldcs. Tunupa,
"0 o o
"o i·c!ac!onado con el rayo y con e! fuego, es seducido c:n Copnc:Jbctna por
8
o ~ ¡'::" 6oo mujeres peces, M{ls a!!á Jc J¡¡ refcrencln ;1 nntiguHs poblncioncs y a sus
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2 vencedores, nos prcguntnmos en qué mcdirln. e! tayri permite ln rc-uni(m
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e ' o b seducción de dos elementos que normrilmentc son <mUlg<'inícos, como
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.s el fuego y el agua.
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"' "~ Tmmpa nparcce en un nntlguu lugnr ;;agrndo, Copacnb<Hl:J, muct-c en
7; 'O
"' el Titic<:tC:J y, siguiendo el Desl<gundcro, dcs;lparccc en c-1 lago Poopó
,...,..,
~
230 Cosmovislón 5. Pacha: En torno rd pensamiento AynHJra 231

«donde ~e unlkn hs :lf!U<lS por l<~s rntr::nl::1s de la licn·a}> (Rnmos Gavi-


l~n. p. 32L De !a rni:->~JD manera en Tiv,:8n8ku lils naciones se sumÍiHl
haju tierra y rcopílrcchln en sus pocaril/(ts. ¿Cómo estnrf1 concebido un
cspncio que permite estos pasajes Sllh!crr:íncos?

hl La ('dad del PURUMA

E\ tic¡npu que ::i.etiC inmcd'in!nrH'!lfC a la primera ed;1d es d tiempo


del Puruma. Junn de Snntn Cn1z l'nck1uHÍ escribe 0 cs1c propósito;

tJi¡_cn q1:c ('n el tivn1¡-o de f'WIInfYicfr,-¡ l!idZJs lns naclonc;; de Tnun1HÍJ1·


s11yo bcnic-n··n de h;1ci;1 ;nrih:1 de: Potpc.:.::i trc< o ctlatru excn:itos en k)nno
d'.: guerra, y :1s1 los lK_n\cron p0h!;,nd(,, \<)!lJando los lug<1res, quedandosc
cad;\ vno en lugnrc::: bnldio~; i1 c:;ll' !Í~'nlpo se llama cca!luc¡wclw o
tutayacho(-f;o; v ,.-z<rno c;HLl vno cop:icrut\ lu¡~<HCS bcddíos pal'a su;; hcuicndas "-
y mumd;l< \.'~k> <.e: ll:tm:m t'llrunri~<·ho racu!ptil¡, este tíctnpo. {!\c!adon de "
Anti[!!H'dod<'S rk,dc {?,,-no del !'cru, !1.'\E, !'- ::U:\3.)
G
~
Un hrC\T c·tUdiu del lntu Oucchua de S;mia Cruz Po-
cho.culi pcnn\~c d,__•:-;f:Jc~u t!H<l serie (le ('{lJ1!lillacioncs, todas !igacbs enire
-~
"
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·~L qní.~ ~-e rcfl~:rc11 Ll!llil ;J\ c~rncio ('t'nl'l <l! lic1npo Jc cst;:1 segunda cd;1d: e
·\ntt~ wd() <:.e 11 <H:l (k un nwwcTti'' d•· lu1 difusa, como !a que corrcs-
r<mi_k .,¡ ;11\('Chc(_cr ( tnl1do Q((;\11"'.'CC el ciclo. En U{ri\ r:'lrtc de su cróni,\:;1 ,_ "
o
e

S:1nUl Cruz !';11_ h'HYti <lil·c: «No lnhi:q1 :::.e¡:urldnd de ;md:n nnochccit:n- ¡; 'D
du''· \'el signifiv:1du r¡·inc·ipal de ]a p;1l:1hrn tutaya11 ¿m(C~ citadn es rrcci-
<:;:nw.:-ntc r(;moch•:cu·,_ e
E! diccicn:nlc> de tkrtuniu nP_s d;l h:; cc•rrc"J'Ondenci:ls en Aym<lrll del ~
"-
sitdc< \\ 1, c11 i:h que con h''" ·.m!u ¡,_ncs, 0parccc un nl\C\'0 tC.rm'¡ . e
e
no· cc/)(n!lucrc ¡l·!t'om(d\aj: ~
Ccl!mnaru.filiO !nkiu'l: F curn. e• c'·,·¡¡!''ldnzL
Cchamacaq!li¡'tntfra Cq::-~r el qnc \'Cv:1
""a'-e,
Punnna. \el Ccíwn¡o,-·o rar·íw; TicmpP if'1tiqt!Í';~imo. qnnndo !10 ii\l!i1 sol, "
~~
segun im<Jginnu;\11 los indios, ni muchn~ C<':1'1S deh>s que ny n-gor1. S
Puntmtl Íw<¡w·; ¡ !('ll1hrc pc'r ';t:['~'l:tr, que no tiene Ley. ni Rey.
Punnw1 C,nlH!lll.'rl /ul!jiiC: E! que nn ;¡;:v.d'.: a las obJigacÍC'dKS del ¡wcb!o.
"
E
J'r¡rum,z C(/ltnl; (::l!ilCrn !llnmnj que <1l.t!f no ha :;ido cnr¡_:ndo.
S
¿;
l'unmw l'r,u¡ul_'; Ticrr;¡ por [;¡brnr. + o !0 que ha mucho c;uc 110 ~e ~-

!abt~l. 01 7(', 27S.l ¡:


~

Punm c1 ruruma ~on tierras tk bn1 !~uho o dcsérticils. ¡\ c.stn noción


q11cUa ¡¡sori;¡d;¡ t~1mhil~l1 la de vlq!iniíhd v por extensión b de salvnje
"'"i
~

y In de libre; ~lc;Í «L1 muicr vir['cn". ,,h \'ÍCuñ:1 sin cnan), ,,e) pez nun- <
?
CCI pcsGldo'', <'-h pL:mt:-1 salvnjc}' SDI1 rcpulndos ¡mruma_ El puruma, hom" >
~

"'
232 Cosmovisión
5, Pncha: En torno ul pensamiento Aymura 233
brc de hJs tinieblas, queda definido corno ?<e! hombre por sugetnr, que
no !lene ni ley ni Rey)}. En ciertfiS nccpdones este mismo vocablo es sinó- Los indios Col!as, enterraban sus difuntos fuera del pueblo, en los
campos usando, de unas sepulturas en forma de torrecillas, donde junt<~­
nimo de chuqifa y !ari!ari, o sea de gente <{címarrona que vive en la puna
meme con el d1funto encerraban alguna comidn y bebida v el veswario que
sustentándose con !n cnzi1». En resumidns cuentas, podemos decir que hay tenia. (Cap. XXII, p. 73.) ·
un sistcmn de correspondencia entre el cspncio (oscuro, desierto, salvaje)
y ln socicdnd sin estado, el mundo ele los cazadores. Esta tradición oral La topografía de! altiplano y In ubic:Jcíón de los sítios funcrnrios in~
dn n entl'ndcr qtJc n In nuscnda del sol corresponde um1 sociednd salvaje sinúun unn posibilidad de rclnción con lns roblacioncs de cr~znd~res.
y unas ticrrns ycrmns, y, en cambio, lJ presencia de1 sol significa el des~ ~tro. dato que se refiere a los cultos prcnymnra ütmbién es sugerente.
arrollo de una socicdnd que vive I<Ctl policía)} y que conoce la agricultura. 1 rovJCne de Santa Cruz P8chacuti:
El mito de puruma. wari, lari t\cnc muy larga vida. Para el siglo XVI
!a versión mós conocida es la de Gunmún Poma. Se refiere al tiempo en ~~1 _tiempo del purunpac!Ja . .. enlOJKcs n medianoche oyicron que los
que las cosas empiezan -----d ccallac pacha de Santa Crt!Z Pachacuti-, y lwpuumos se desaparcyíero11 dando tcrncrarlns qucj 8s dl'zietH.lo: ((venzídos
a propósito Jc ln gcn!C wari, dice que nrcn;Js conocían la agricultura, no som?s, ven7.idos somos! ¡ay que pierdo mis ticn-<Js!>> ... rnrquc nntigunmentc
snbínn tejer y vivían en UlSJs como hornos. Una versión moderna del en ttcmpo del purunpacha, dizcn que !os hopiiíuiíos nndaunn bissib!cmente
mismo mito, rccogiJ.;¡ por Oblltas Poblcte, nos cuenta que el wari es un e~ todn esta tierra, que no ilhi,m scguridnd de undnr ('!l nnochczicmlo ...
hombre rublo con cuerpo de vicuñn, que en Aymara se dice cabalmente d1c:n que Jos c~racns del AsiHo y Huanu los conto ni yngn qm: cómo
wari. antiguamente abw llegado vn pobre viejo finco barbudo y con cabellos
como mujeres, y cnmissa larga, .. y les dczia que e! hom!)rc se J!nmnua
Otro milo muy difundido en b nctualldnd hab1n de la edad de los
Tt~napa Vi!dnqufr~ e! qua! dizen que en la lcng:un de es! a prouincia 1wblnun
chullpa, nnli.'riorcs a ln ngricultnrn, n! so! y rd estado; vivínn también en
meJO~_Y ~¡ue los nbw desterrado a todos los ydolos, ynwjincs de los dl.'monios
la scmioscurid::td. Se contrapone nl fnka tim¡m, que ya es una sociedad happmww~, a los scrros nibados, donde _inmas los hombres los lkgHui~n,
Huminnda y t<en policía)), posterior n ln edad Awqa de que en seguida que sor: l1o~ues o quenamaris. Y tras dcsto dicen que todos los curacas
hablaremos. Y sus h1stonadores de los orejones les dixieron !o mismo, que avlan dcste-
Estas rcprcscntnc\ones en lns que el mundo cósmico y e! mundo de los rra~o ese mismo Ttonapa a todos guacas e ydo!os a los serros Aosancata y
humnnos viven en cstrC'cha depcndencin constituyen probnblemente uno Oumynncnta y Sal!cantny y a Pitosiray. (Pp. 282-283, 293.)
de los funrbmcntos del pensamiento Ayrn<lnL Esla correspondencia <~cla"
ra muchos aspectos de la JógícH de! tiempo mítico y de la vida sociaL Esln "hístoria)> de los lwpitimius -fantnsm<ls o duendes que solían
Pero hny mis: h dicotomín que acsbnmos de enunciar --cazador-salvaje fl~1:1rccctse con (<dos tetas largas que podían nsir dc!bs))' según !a defini-
vs. agricultor,sodcd<HI en policía- pbnfca un Jnterrognntc sobre la fun, eron de_ Holguín 5- nos sugiere la hipótesis de que el destierro n que !os
ción social, y casi poddnmos dcclr políticn, del mito. condeno el Tunupa Aymara en la épocn úel puruma alude a ]a rílunliza"
S.<Jbcmos que los i\ymnra dcnominnbnn chuqila (sinónimo de puruma) ción :Jc
una división cconómico·cul!ural enlrc dos capns de población,
a los cnndorcs de nltur-a que ntín en el siglo XVI vivfan en el reino Lu· Chuqda Y. ~~yrnara -los origin<~rios y los advenedizos- muy parecida a
pnqn. Se les consideraba guardinncs del cullo ele las wak' a y dotados de la que ex¡st13 en aquel entonces en otrns regiones andinas. Pero el rela!o
poderes sobrcnntura!es. En esa époc-::1 ya qucdnban pocos en este grupo, introduce una diferencia fundnmen!al en!rc dos actitudes de Tunupa:
probable resto de una antigua poblJc!ón, tnl vez UnL En el señorío la· an.tes vlmos cómo en el taypi había sído seducido por lns mujeres peces,
custrc de lr.s Lupaqn. más allá de los 4.500 metros las tierras eran de· detdades de lBs .culturas lacustres rmtiguas; aquí, en cnmbio, Tunupn re-
sicnns, ln np.rlcultura estaba prác.tlcamente ausente y ]:<J única actlvidad chaza R los haprfíuñus --otrns divinidades con Mributos femeninos y tam·
posible era ln caza de v!cuñns y de pequeños animales, así como la reco- bién antiguas- hacia Jos confines inhabitados de los cerros. Desp~t~s ín-
lección de unns cscasns hierbas. Los grnm!cs monumentos fune.tarios terpretaremos estas dos actitudes antagónicas de seducción y rechnzo. De
(cfwllpa) de Jos Lupnqn -Ancnra Circn. Co!lang:n, Ccncca- están situa- momento, la figura de Chuqfla es plurifncética: sus acepcior.1es simbólicas
dos en la punn altn, nrriba Jc los lug::1rcs de poblamiento Aymara, pre, lo relacionan con las wak' a, los cultos a los muertos, el anochecer, las
clsnmcnte en ticnn de Clmqíln. Ramos Gaviltin escribe a propósito de
estos ccmcntcdos antiguos: .j Vocabtdado [!608], 1952, p. 150. En Quechua significa li!cta!m<'ntc 'lela
que agnrrn': jap'iy 'agarrar'; Fiwiu 'teln'.
Co-;movisicin 5. Pach:>: En !orno a! pensnmien!o Aymnra 235

!\erras zlf;(rtk:"ls o en b:·¡¡ bccho l~ inc-lrl'-'0 cc:-n un:1 divi11idnd que !lcvíl d de la tierra colinda con e! ciclo: el arco iris y e! rrtyo. Con rei<Jciún nl
rniqy1n 11 ,omhrc de dnu¡ifrr. Sq!lln S;-rnLl Cruz Pachn.cutl se ir8t8 de <(un primero, escuchemos a Cobo:
hotnbn:: Cj\IC cq;\ en d ,_-ichl cv-n un:1 hq1d::1 Y' unn pon.1 y c¡uc cstfl en su
Po] ticnrn poY rnal nguero y que ::e hnn de morir o que vendn'l algun dnf1o
m:HlCl el llm ,,r \' gr:rn¡;_ar v tron;¡r v lt\do lo dem~rs que pcr!UlCCC 2 b
grn.vc, cuando ven al arco del cicln !!Hm<Hlo cuychi, y que a veces por
rcg¡/1n del ai 1c -drltHfc ~'-' hace THlhl~Hk\" l)uos, como Aco-st<1 Y Cobo, ~"
bueno !o revcrcndnban mucho y no lo osan mirnr, o yn que lo miran no
, 1 ~ 111 qtk' k n.:L-','flL'lc:lH ):re:. mi~;mns :•!rihucioncs, lo re_r.r;::scn 1.:m dc_n_tra rn~r-
lo osan apuntar con el dedo, entendiendo que :-;e mor!ri<-ln, y aqucl!a pnrlc
11c1:1- ,,¡];11 nnn ;1i tru,_:no cun tres 1wmhJcs cfwqwfta que Slfpuflcr~ res- donde ks parece que cae el pie de! r.rco ln tienen por !ugnr horrendo y
phrld('l' de un•. t:l sq::undu cooti/!rl y ci tcn:cru intiiíla¡w)). En otr<lS rcg.io- temeroso, entendiendo que )wy nl!i nlguna gu~1ca u otra cosa digna de
llC" <1ndin:F< cPmu }f¡¡;q·uchiri, ci1cc,ntnmos !0 mism(l trilogía. rcpresen- temor y reverenda; o hay tempestad grande, dnn gri1o;;, cntcndkndo que
tnndo 01 1 ~11''-1, ni !1 lk'lW y n! fuc¡:c'. n5l tenJran remedio. (Cap. LV! L p. JO·U
Fs prvl-1;1hk la ~-upcT¡lt\:=-ici(:'n de Tunupit subrc un antiguo culto ::1!
rnruA, pr;1l·lic:ld,, pn¡- ioc. Chuqila o cv:HintC" de l:1s nhns punns. El pn· E! !ugnr más peligroso es e! pie del <treo, es decir la región donde se
n.::;llcsco cntn; C'hut¡':Ll y Ttllllljl:l e:::. n\dcntc. E! rccNrido de c:s!c por el confunden !os colores desdoblados dd rrísmil, l<1 ticrr;¡ y e! ciclo.
munck Ot~lh lk.¡a un:1 lh<hk huc!l:1· Ll !HÍrnn:J, ya cit<nb, va por el ca- El encuen(ro con el rayo, fucn:n cclcs!c y a ¡¡¡ vez terrestre, rcsult;t
111!110 del ~ 1 gu:1 {linruL en e! ta_\pi; !;1 (llt·n, que nquí nos in!C'rcsn, ';8 por Jañino y peligroso. Todas bs creencias que ncompafínn a los tocados por
b wrdllln:1 !urto. unwl. que hnrzk:-t e! rdtipL:mo. L;¡s manifcs!.1cioncs el rayo los designan como seres fronterizo;;, y es muy prohnhk que de
dd f1''dcr d-~ Tun\q1::1 ;:.('n !:t;; ck un:1 di•;inidod que dol'ninn n Li vez d esta situación 1\mimd provengan sus poderes p;,u¡ comunic:n-sc con los
ft 1cg'-' ('.:k~h' (;¡l_tihutn de. Chuqildl y d ft:cgu !errcs\rc de los cc.rros vD!- muertos. La forma de estos individuos, menh de hurn:1no y de r:~yo, no
C:ÍT;iu's. Fn clJ!n, Tltl1t1p; 1 (kjn sus \¡\1•-.::ll~>s e-n Cnch<1 bnju b [c>nnn de es la comtín; es contrnhe-cha o dcsdnblnda. E! r<lyo rwrte tos bbio5, hun·
j'c'!]; 1 ~ :d·¡¡;!o..;¡d:1-:. c('ll f¡_ll'P,U tkl cic+-, en (;--¡ranp;~ts un Vl>lc:ín lkvn su de bs narices, rnu!tiplíc:~ los dedos, f_pg_cndra gcmclll:-:; Henc un efecto
l1\._lll1h!,'. 11-n·, i'''l 1:-:nto. 1!!1<1 CL111l1Í\Ct1'~¡,, entre il's cerros vok~n\cos similar sobre las p!antns: Jos mníccs Job!cs y !M- paras gnmdcs (lbmndas
nhr: 1·.-,'\du.s y n_·]¡¡ 11 JfH:ltllc-> y d 1 de. oro que ene del ciclo con lm. ifla) se guarJRn en signo propicintorio p::1r8 hs co;;cchn<.;, y pucck.n in"
1nísn 1:J( nLnníc.si<Kionc::. de 1uidc', d,, lt!t. y de granizo. En este mundo tcrpretarse corno frutos de un engendro descomurHll.
!i!lli!1;d 1k:::1111 ,,\ :1 ltln c~pccic {k C-.il(w.. ión entre !v;;. c!cm~~nlr.:!S. Lns zo- Gunm<Ín Poma, escritor Jc !os Andes ccn!rnlcs, dice:
n>\s d,,tHic 1n;Íc:, se h:Jct.'ll sentir \P~ ck,:H's dd poderoso señor de b rnc>
tc,lrt'\t'i'Í: 1 ~,,¡ 1 l.1s c;¡rnhP''< 7un:1s f¡r_~ntct i1.ns entre e! ciclo y la tierra. En quando coxcn ma)·s o prtpéis, ocas que llil';tl'l des jun1n-~ nHl-5orc<Js o dos
);v cumhP'' ; 1 \¡;l~ ->t" ~\ct!lntd;J h nkn·. '-'C sienten lns grandes hielos que pnpas íuntos y o mt¡y grande mByor que todns_ Db:cn tpiC r.s muy nHJ!C!
)¡; 1r<rl l\{, 1:11 ,1 h~ Yin11-1:1<: y rclt1111h,t ¡-,,n rn;í<: intcnsí(bd el trueno, el grnn sci1:d que .111 de murír y acnvar y pnra c:::!o qw: no rtn de !Tll'rir mand<Jn
1uidu tdc-J,· \ en l'l'ill.t;q.,:nlid;¡ :1l¡~tm:h Cllnlbrcs, los volc;mc:::, cch:m
bo_ylnr toda la noche ]B7:icndo pacarico. y se cmhorrachnn y comen mucho
;)\ ,:¡,_~h, .~u luz,\,: rcntdbs fq;u:;:l"-. :-,¡¡~ picdr~l::.:., sus !Jvas y un ruido que coca y carne cruda cin sal; n esto les Uarn11 [H1UiriCI!y. (P. 285.)

c:onft>lld;:.
llKtcor(l\ó¡::icos que, como el 'Chu-
¡\J¡;Jd(ICI'\h>--. :Hj\\Í \l[!'OS fcn(\lll('J\C'''
En realidad, e! aspecto desdoblado, múliirk o borroso se produce
qth. penen l'n C\'i_dnn\;J el a~pcnu ¡'c\i¡;ni~O de estas a!tas fwntcr8S don- cuando contcmplnmos un objeto después de hnhcr fijado los oíos en a'1go
muy bri!!ante como e! rnyo, cuyo nombre signiflci1 rcspl<mdor de om. De
---;¡::~;~--~:,_- 1 :!!-,rid·\d, fttcr:> de ln( n:~!tn:l'. n0s !Jrv¡¡ a !<1 hipólc~i~ del cnr<'ictcr la misma munerR la ¡nccrtldumbre en la fomH\ es capc¡c•.rís!ica del mo-
o;\nrré!icc' ,. d~-. 1 ·1 , .1 do de e~Ll di> inírbd, C:l)':rr. de ali;tr5e cnn dcidndc~ hcustrcs
mento ((entre Jos luces)) que marca el hito cnfre 1a noche y e! din, o S'-'a
(Lru. Pul--..i-n~l y d'-" lC\Inir ;¡ h vu !1'' fl<"ld;-rc~ d,:! fuego celeste, pcrtcneocntcs
el momento del puruma.
;¡un 2 n•T¡:tl\' di\'~' ¡!t_.l rn\''· y lo.~ del fHr['(' lfrlf''lrc:. _ ..
Si e•; ·un d:.;~ ~itKI~:¡t;::n, cnr:t7. tk rr11nir ln,; p0lkn::s de varias thn,ntd:~dcs Si nos fijamos en Jns talcg8S, un tipo de textiles nndinos que !os cstu~
11 nll'r\¡il~'s d;:nc\";Hl,l3, ~nmctid~s 0 ~edncid:1~, {_cumplir<'i Tunupa un papel s1\_lpril· dios de Verónica Cereceda hiln enfntiz~nfo de mancm tan sugerente:, en·
CPn1ll\'irJ•ic'" \)(>\ d:ltt>c- 110~ indin;m h:H-1:1 lJ rr~puc~f;"~ af\rmntivn: (l\rr.s uw.~es contramos e-l mísmo efecto en !os bordes, o seR en e! espncio frc,nterizo
nndinos, C(W'l' !';\c~v \<;lntnq en !!u:11Uthí1·i. dt>Cinpcñ:~ron un r_~-Ttl p-are~do
del teíido. Las tejedoras co!ocnn allí ·los colore-s menos contrnstados. los
;1\ ~~¡ 111 iLfr dnfl'l~" cuh'~ kr.•k~. Fn 'rpq!ldo lnf'M< h ruin t,c l unupn es el
1

T<~\'l'i qu<:. Cl'llH' \im:'"· uPnrk un:1 func,>n unificJ1iora. que nwíor dan la impresión de n!go difw,c), o lo" hilos mcíltip!es que re-

........\o_
2J6 Cosmovisión 5, PHcha: En torno a! pcnsamienfo Aymnru 217

producen todos los colores dd tejido. En su reducido espacio, el tejido (cchamaca) a Ja Iuz solar. Tunupa caza a !os hapilíwlus de noche y !a
reproduce el mismo códi¡:;o que el mito. gente b11i!a de noche para a!ejnr el mal agüero Jc Jos rnaícrs dobles. En
EslJs regiones y momentos en que el Chuqi!<t ejerce sus poderes no esü1s regiones que colindan con un mundo de fuerzas extrnñas, las f01··
deben ser considcrndns linicnmcn!e bajo sus mpcctos peligrosos. Este pue~ mns y los colores se pueden borrm· o desdoblar.
de fe-cundar de m:-mern dcscnmunnl y engendrar seres múltiples y desdo· Ya hemos insinuado otl'a correlación mús: las regiones liminnlcs cons·
blndos. Pero 1nrnbién puede generar unn abundnnte fecundidad en los tltuycn el dominio de los muertos. Se !os uhíca en estos bordes de! e:>pn-
productos necesarios pan¡ vivir, porque ];¡ !Juvia y la nieve son !as que cio sociHlizado, arriba en Jos cerros -llamados ac/zachila 'antcrasndos'-
atraen buenas co~cchas. No es casual que uno de los flctua!es ritos de r" o en las profundidades abiertas y oscuras de lns grandes extensiones de
fccundidnd entre los Lup;:1qn Jc Chucuito se llame precisamente c/wqila. agu<1. Es de notar que en ja mitología de Hwnochiri del siglo xv¡, cuando
En el momento cumhre de d!cho ritunl el coro Je mujeres entona un canto allí se hablaba una lengua Jaqi, los muertos vuelven n (<quien los creó>),
que relata !<1 cn<J de las vicuíías (wari, el nníma! de puna alta por excc~ el uma ¡;acha, que en dicha lengua es el pacha de! ngua.
!cncin) como pnra rcunimnr lrls divinidndcs de los cetros (Tschopik). Has· Ahora bien, ¿cutí! es 1a relación conccptu<ll que Podemos establecer
tn hov, !os cerros son considerados lugares de fuerzas ambiguas en los entre esta edad dd purunw, caracterizada por su situación liminal, y la
que $~ conscrvnn lo::: poderes reconocidos por los ;mtiguos. Sugieren así primera ed<Jd, la de! taypi, el centro? El mundo en que v!vimos es un
csle ¡¡cmpo dd pwwna por su situnclón limlnal que pone en contacto espado caracterizado por fuerzns ccntrífugns que vnn pasando de su má·
nuestro mundo con o1n1s fucr7.DS Ci<trilflas. xlma conccntmción en el taypi n su máxim1:1 difusión en los bordes, de la
E~tc tiempo <<entre do::: luces)) -tufa~'mt pacha o cchamaca pocha- vida a 11:1 muerte, de lo social a lo snlvajc. Al !wh!Jr de Tunupa hemos
no ;:;(Jlo se refiere n !a yn mcncíonnda rcglün de los cerros, El contenido definido el taypi como lugar de la seducción por pJrtc de los elementos
léxico y b cnrgn metsfórica de estas pn!~1h!'<1S cvoc<ln otras regiones. Se~ femeninos ncutíticos, y !os ccrws liminnles corno lugnr de repulsión de
glin Bcrtonio, cchnmaca significa tnmhién dngo sin suelo)} y lula «mar las antiguas deidades tnmbiét1 femeninas. Estos linderos son mnbiguos:
profuntJ<l>l. En !t1 nctualíd<Hl los grnndc::; snpos que viven abajo en las pueden contrarrestar, parar, torcer e! movimiento que brot!l de! taypi. En
profundidndcs del !ng.o Titicnca tnmhién ~e denominan clwqifa. Desde el taypi se produce la unión de dos cntidndcs opuestas: el Tunupa mascu·
b remo!<~ nnli¡ú\edad estos <Jnimnles fueron ob_ieto de un culto a !a lluvia, lino y volcánico se une con l<Js mujeres peces; el Urqusuyu, mnsculino y
como el Chuqi!a celeste, Rnmos Gavih'ín nos dice que en esta región tnontafíoso, se encuentra con el Umasuyu acuático y femenino. En el ex-
tremo contrario lns fuerzas del puruma, que oper<Jn ~n los bordes, dividen
usnbnn poner !':Ohrc unns peilns unos ldo!lllos, s<1pos y otros nnimales in" lo que normalmente es único: parlen !os labios, engendran los mellizos,
mundo::;, cr-eyendo qllc con esta ccremoni8 alcanzaban e! ngun que tanto doblan las mazorcas y, en gencrJ/, forma pares simétricos,
Jescnb;w, (P. 82.) Para intentar resumir las informaciones y nclrtr<~r algunos de los sen-
tidos más destacados del taypi y el puruma, proponernos el cundro 5.1, ins-
C0hc prq:;1Jntnr~c entonces si el esp<Kio~Hcmpo de! paruma, ademús pirado de a!gUn modo en la organización espada! de un tejido.
de referirse a lns Jímires superiores entre tkrrn y ciclo, no se refiere tam- ¿No serri uno Jc los grandes intentos conceptuales de- la cu!!ura Avma·
bi6n n !ns gr.nndc~ c:drnsíoncs de ngua que dejan pasar la fluidez de las ta el resguardar linderos movcdízos para domar y regular fuerzas no~tur­
fuerzAs subtcrr:'Íncns. Los altos montes y lns ilguns profundas, <.1l oponerse nas venidas de otros espacios-tiempos y el reunir en el centro elementos
y comp!cmcntarsc, (.no descmpciían en e! pensamiento Aymara un papel separados para seducirlos?
similm? Los se1pos profundos, que no snlcn de su moradn lacustre, ¿ten-
drrin el poder de atr;\cr y llmnnr el ngua celeste? Puede ser que en esta :""' e) La edad del AWQA, TACHA KUTJ
zonn liminJl ptofundn estemos de nuevo ('_n presencia de un mundo de
connivencins y nfinidndcs con el mundo igwdmente liminn! de la altura. La siguiente cdnd se Hama awqa pacha o también pacha kuti, que
El C!mqi!a cnzndor es, por tnnlo, quien rn<Jrcn !os bordes entre la so- Bcrtonio trnducc como diempo de las guerr{lSll. Snhcmos cfectivmncnte
ciedad y el cstndo s~!vnjc; gu rclnclón 3] i\ymnrn es como la de la vicuña que durante el Intermedio-Tardío, los mú!tirlcs señoríos Oul!n guerrea-
(wari) no cazadn con rdcrencin <1 /él llnma, 1n mujer virgen a lH casada, el ban constantemente unos contra otws, Mercado de Pciblosn escribe il pro-
camro yermo (fll!ruma) n1 c•.dtinHk), LJ !m. del anochecer o de la noche pó~ito de esta época en ln visita de Pacajcs:
238
Cosmovioión S, Pacha: En torno al pensamiento Aymnra
239

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Poblnron en csf<J provincia en los cerros mns <d!n~ qw: hny en c!h. y

¡__,___,,_!
vivínn a manen¡ de behctcria, sín reconocer scilorfo a nadie, sin pngar
tributo, porque todo era traer guerra unos con olros, y d mns valiente y
1 ; 1 1 sabio era entre ellos, ese los mnndab;1 y rcconoscian por señor. (Relaciones
Geográjícas, BAE, f. 337.)
240 Cosmovisión 5. Pacha: En torno al pensnmiento Aymarn 241

Aunque se constJtn la existencia histórica de un período de intensas se debe esencia!menle, según nosotrns, a la posíción que ocupa Tunupn
guerras entre grupos Aymnra, c1 concepto de awqa pacha va mucho más en el espacio Qulla, m<Ís que a supucstns hnznfias o a su talento. Ante
ulló, Es todn urw conccptualizsc\ón sobre l<ls rdnciones entre dos ele- todo Tunupa es el dlos del taypi, es decir, del logar donde se unen las
mentos o dos grupos humanos a veces opuestos, a veces asociados. dos partes nntagónicas que componen hl gcogrnría Quila: Urqu y Uma.
La palabrn auca !mPqaJ, segUn Berlonio, significn «enemigo)}. Pero En otro trabajo hemos cs!udindo In función rcguhHlor:J del fa_V{JÍ frente
los nk.'mccs del concepto son más amplios. En otra parte él mismo dice: a las mitades Urqu y Urna que componían mud10s señoríos Aymarn en
el awqa pac!w. Como ya vimos en taypi, evocB la conccntrnción de fuer~
Contn.1rio en !as colores, y e!cme11tos, Aucn: Y de otras cosas assi, que
zas y !a mu!tiplicidnd potenci;:¡J. Parece que estn posición céntrica per-
no purdcn e5tar juntas v.g. Con!rnrío es lo negro de lo blanco, el Fuego
mite reducir la contraposición entre dos mFqa, posibi!itnndo Jn unión de
del Agun, el o;n Jcln Noche, e! Pcccndo dcla Gracia. (l, 140.)
contrarios. Taypi es el lugnt donde pueden convivir las diferencias, es el
Est<Jmos en prcscndJ de lo que Jkrh'mio entcndf!J por metMora, un tiempo mítico ot!ginnl, cuando las diversns naciones ~que mñs tarde
cmnpo scm;lntico muy vnsto, mucho m{Js fundamental que cualquier no- serán tal vez enemigas, es declr, awqa-~ surgínn de! mismo centro.
ción occidcntnl de cncmig0, y que permite introducir en unn lengua con- Pnra comprender mejor e! papel mediador del taypi conviene consi-
quis1ada la noción cristimw de pccndo y de gracia. derar el concepto de tinku 'encuentro', !nl como se nos fWcsentr~ en dos
Pero, ¿por qué este paella es el de lns cosas que no pueden est8r sugerentes ejemplos; e! de las dos mit<Jdcs que componen cada grupo
junt:1s? ¿Qué lo diferencio. del taypi donde se unen? O, fonnultíndolo social y el de In pareja hombre y mujer.
de otra mancrn, /_cu<ílcs son las cosas que en 1a cultura Aymara van Tinku es el nombre de !as peleas rituales en las que se encuentran
]untas? dos b<mdos opuestos, frecuentemente llnnwdos alí:isaya (el !nclo de arri-
- Los tr:1bnjos de T1 istnn Pln!t hnn dc;..:Mrollado nmpliamcnte la impor- ba) y miisaya {el lado de nbnjo). Parece un combate guerrero, pero en
t;mc\a del concepto ywwnliu 7 (yanani en ;\ymnra). Se refíere n las cosas realidad se trata de un rito; por eso une. E! tinku es ln <<ZOJHi de en·
que siempre vi,•ncn jun!;1S, como son !os dos ojos, las dos manos, los dos cuentro» donde se juntan dos elementos que proceden de dos Uirccdoncs
gunn!c:s, los dos ?.npatos o una yunU1 de bueyes. diferentes: dincuihaptatlw, encontrarse los que van y vienen en el en-
En ner!onio los elemento" all'qa t:1mbién son pares. Pero, a diferen- mino)} (Bertonlo: ll, 350).
ch de los yananliu. no pueden coincidir, se rcchnznn, se anulan y contra- En tierra Aymara esos combates rituales se practican desde unn épo·
ponen rnutU<Jmentc, corno el día y la noche, el agua y el :fuego, como los ca remota, Es interesante 1a descripción que hace Ramos Gavilán de uno
enemigos. de ellos en la región cle Carnbuco. Ocurre significntivamcn(c en !a época
;,Se tratn de unn cDlllrnp!.lSición inS'Jpcrnblc o hay alg(!n camino de del solsticio de junio, período muy hostil en que se conjuraba el peligro
rcconcílinclún? Fn el pensamiento Avmnr<J percibimos dos posibles ca- de una división comunitarin.
minos: el encuentro Y ln nltcrnnncl~, expresados en los conceptos de
tinku y kuti. Acaecio que el mismo dia que la Iglesia celcbrn la fiesta u! cuerpo de
Cristo Señor Nuestro, occurricsc otra que los Naturn!es teninn por solemne,
Tínku: encuentro de cO!t!rarios conforme Jos ritos de su Gentilidad; y asi pudieron a sombra de nuestt·n
Religión, disimular la suya, Tienen Jos Indios en costumbre celebrar sus
Y n hcmo.;; lbnwdo ln ntcnción sobre b c:drnf'ln convivencia en e! dios regocijos y fiestas bebiendo hasln embríngarse y siendo asi que la cmbdngucz
Tunupa del fuego y el ogua, que son en!re sí awqa. Esta alianza insó!lta turba demasiudamentc el juicio, ftJCi!men!e se cncmistnn despues de embria-
gados los que al tiempo de beber se brindnron corno amigos. Trt1bose pues
7 Ff }"1111(11!/in (p<Jf de elementos simé!rÍC0S nncidos de la división Je l111 cJc- entre los Indios una grande pcndenda, Jw~!a venir n lns rnfmos, y entre
mcn!o único) y el nwqa (ctcmcn!os opuestos. que form:111 entidades dist"ln!as) otras palabrns de injuria que los de una p:.:1rcin!idad dccinn n ln otrn, los
r.on~lituycn prob<Jbic'mcnte hs fnscs ~!tcrnndn.s de una lógica coherente. A! hnblar
Urinsayas [de abajo] que son los Jndios NaJurf!les de la Provincia, dccian
de TaH:anlin.wvu, !ns 'Ctintro Pnrtcs Unidas' qttc conformaban e! imperio 1nka,
;.ctc:lso no clcbcmo~ rccurrír " esta misrnn iógicn? Se tratl\ría de reunir en !orno
por balden a los Anansayas rdc arribnl' que ernn faras!C'fOS y :Jdvencdizos,
n un !m·pi mrdi;1dor --d Cn~co en es!e t<'~o:O- cuatro elementos, o mejor dos gente sin tierra ni _propia pn!rin mantenida por píedt~d en In suyA. Los
p;lrtcs de elementos, que formnn unn to!nlidnd. Anansayas respondieron que ellos habinn venido enviados por el Inca a
Co;o.movisión 5. l\wha: En torno al pcnsilmienlo /\ymara 241
;,qud!:l rcgion ronpw conncicndulo5 re>r n1,1!n~ y [10Co fieles u su scfior tivos de ambos sexos, el tinku reguln lns tens¡onc:s internas dc.l grupo y
natural gust<lh:in c::;!ohicscn sujetos. (Rnnws G;n·i!án, idem, p ..H.)
reafírma los linderos particulares Jc las uniJndcs, famill<ncs y terri!o-
ria!cs.
Hoy en dí:1 en h1" fíH1:u h<s dtlS mit?.d< c: ~-que guerrean con 0nd;::s o Sin embargo, los intentos de igunlación mcdill!HC e[ tinku o el matri~
holi1s úc plunw u cr1n s1ts puil(_is-- nn :11 ¡:'-'11H'nicnl con serncjrmte:> tér~ monio no climinnn la oposición entre los auca. Esta persiste tnnto en !n
rnlnos sobre el otif~·'n de :..11S ten"ic,nn; sin cnlh:n-go, mc.d!rmtc !<1 pelea naturaleza como en las reh1eioncs soci81cs. En todns !ns socíedndcs gue-
In que ';e rr<..'kndc '-'q:<bkccr es un inrcH ólmhio de fucr7ns necesario al rra y matrimonio constituyen ím:li!ucioncs compic111cntnri::Js. Ln guerra
cqudihrío soci:li. Al pcnnilir que i;lS ftwu:1:-; de <Hnhns mít:-Jdcs se midnn acnba ctwndo el matrimonio tnnsformn el enemigo en nmigo. Pero lns
v que loe: contl-illc:<nks se: suíctcn. e! tinht pi('\cndc rc<lií-r:tr d idcd de nllanzas desembocan t3mhkn en nucvns guerras, Ambos constituyen las
_\\f!lrmfin. con1o do::: ml{~ldts r'crfcu;J'; en hJtnu n un tay¡tí. El iuntarsc en fnscs dternndas de untt miSillFJ rcalidc,J.
comh:dc es llil:) <<Ípl:llnciónn.
L.a unltin hnrnhrc-nHljl'r :1¡~:l!CLC unni~¡,,:n cumn un :Jeto Jc n1cdir, o
unno si se intcni:J!:l \!q;:1r :1 )¡-¡ i_2\1:~1:•<-iÓ!1 del .'·onantin L1 fu;ción de! Kwi.· aftcmancia de contrarios
l!;y,ni cu1nn lug:1r de rncdi:Kil111 es cvi,knk en cc,!c c;;¡so. En ckcto, la
kn;!H:l /\y·m:~rrt ;¡¡·!ti¡::IJ:l
:'e \;-dí;¡ de una r~:d:d•¡;;¡ derivada de cliik11 'mííad Frente n fa irrcconciabilidad entre eontr0rios aura. L1 concept.IÓn Ay·
(1 rncdío· p:m1 dt'~ipl:lr
e! hecho de G1qrsc Cf1icarha SÍ,?.niflc;¡ rncdir, mi- mnra prc,<;enta otra propuesta, exrrcsada en tos 1énninos fu¡ ti y a_YIIi:
r;or ~¡ sc1n iguale;:, C1S.lr5c, d:n- pr11 mu_ín e: trnridn (Bcrtoníu: Il, 80!.
(tJmo dice Ph!t, \Pdu d cducrzn del ht 1!lli>rc y de ln muicr es p:1ra Cutipc1tha. nynit!w: contrndezir ](¡ que otro dl;;:e.
!lq~:n· D 1n ipudilci('·n. ccmc' lC1s ¡_J(>s o]\l'< !:1" d('S nHilOs. o sea cmno dos Culip(lsitím, ay;úsitha: Porf'wr vno con otro. Dch:Hir en!IT. .;i. (fkr!o·
n1i1ades de un solo cuc1 ['(). 1 <:. 1 l ¡•,1q¡ 't"r ·de 11 que es Jn del _\'(11iflllfin, !ÚC', !!, p, 61,)
es la plnw ~urcnci~-)n de la del ouca en In cu:d les elementos no sr j•,m-
tnn, si1w que pckan Se tnHa de unn pareja de encm¡gos. c:on\r<~r!ns. Ln \dt,a ccntr;J! de
A este prppó~ittl, rs Íll(r'H'scJnlc c\:Htlin:tl e\ ~1do de m;l)~iil :-nnnrosa, estos cPnccptos es que aquí cnd<~ demento se vn al!crnnndo C\)f1 su opues-
pur el cual un;l p::i-~\'11<1 l'rdt'n k Cil;tn1C";lr :1 utrCl: to en un reiterado vaivén.
En e! caso del ayni. se !raiél de un v<~ivén recíproco de trnbnjo o de
Cotno lnz yndio::: hidH'7\'r0~ h:1c1:Hl tiiP{IÚ( ,\jttnlnn rd hnrnb1c con bienes entre dos contnparfes, Puc:dc ser inclu<.:o un intcru~rnbin de vcn-
la mujer p:l! ct que ~e cncmwn'n y ltn~;:1 g:Ft:n ,d lhlnlhrc_ (Gu<~mrin Ponw,
g;:mzils. Hnstrl en el littku. si en e! primer conll_r<Jtc 1111:1 mil<ld ~e mucslra
f' 276.)
superior, en el siguiente la otrn m!tad procur;lr~ vencer pan1 cobrnrsc ~u
ayni. Si [os de abnjo dcm muerte, los Jc tHr\ba 1n. dnr;\n en el futwo, Con
Fl t0nninP e[ ayni ~'e evidencia la dedgunldad o e! desequilibrio !nicin! ent1c las dos
do al de ywwntin,
pnrtes. En 1n primcrn fase el uno posee y el otro cnrcce; pero luego Jn
situnción se invierte.
Tinqrríni. 1!cnwl1lilr d0" o mochas ct>~;\s (' pnrcnrlas. U1íir bucyc:.> (' Kuti dice algo m8s~ vuclí3, cambio, tmnG. C'unndo pnsnmos del cnm-
nl~ns jnnl;:n-h"-. po socin! al orden cósmico se hacen más exrlíd(ns nún c~Uls contradk·
Tinqui. Vn p:n de c<_;sns yptt<dcs como ~tuntcs. (C('.n?.á!c:z: l!nlg\JÍn. p. 343_)
clones. Durnntc el solsticio (vi!cacuti, «VIlc!tn del .::nlnL que dívide el afio
en dos, el ciclo sol<n se invierte: n un so! que crece di::-~ri:HllCn!c de julio
l ,a m;·¡g'tn del hechicero rctnm1 un;l ,.,,, m:ís el tcm<J de In ((Íg¡¡;da- a diciembre se opone un sol menguante de cncrP n junio. Se dice que
ción». Conw en lns pt·k~ls ritu<lk~. L'0tllO Cll el m:Hrirnonio: quh;:ís, lilm- el sol cumple un<~ revo!ución durante e! sotslicfo. E,; cnrno <\VP!vcrsc den·
bil'n, Cll!1lll en b :;,·rhtL\Í(Ín de 1.1~ nwjcrc;-; peces n Tunupn en el tay¡IÍ. troj) (cutiutatha) o •<destorcer lo torcido)¡ (cu!Íquipaata).
MatrimCtni,) y tiuru ntcs!Íf!ll:lll In Ítllima rchh'ión entre unión. copu!a~ El contra:<:le en!re la idea de kuti (n!tern;mcin) y linl,~u (igun1nci6n)
ci,>n v Cllfrellt:llllÍcnll_,_ lk la Pli:;ma manl'rP que !;:1 pnrc_ia hombrc-mu_icr reapareces! col1trílponcr e! solsticio con d eíjuinrxcio, es dcc'1r. el momen-
~d unirse <N'gura \;¡ lcrwducci<,ín del p¡u¡w., y define !os papcks distin- to ~n que e! día o la noche dejan de crecer pnrn mrnguar, r(lr un tHio,

í
l.
~
CesmovlsiUn 5. PmJ¡;¡; En !orno <t! pensamienfo Ayrnnrn 24'5

y por tll·n e! nl('IY\Cn!u en que dín y n0chc :;(.'fl igun1cs, Par<l el primer cnso
se uq e! término kuií (vuclt:1). P:m1 e! ;:q;undo, ell c0mbio, .se hnbla de
r:·hica.<.i racho, ''!lempo de hnccrsc rnit;l,_i\·;; i~w1lcs,,, utilizímdose nquí e!
mi.:.mn vcc;1hlu que c11 d cnso yn cit;1du dci mnltimonio: chicafha, (\mirar
.)i son ]~urdes)',
rinn!mcntc, )(1 q\lc ruede dr1r un nwlco wtnl es todo un mundo, toda
una er;1, un fJilch,¡_ Esto es !o que se i1nm;1 pacha kuti.
Bcrtl'nio lo define cnmo 'dicn1po de ¡;llerrn>', con lo que Ja a enten-
der ''U ldcntific:lci(ln u1n cJm,m r(/chcr, t\cnpc' de gucrrns, enemigos, cam~
b!(•s. ;,!rnp!íut:i ,Jch.·m;'i'; unn situnck'n <;jml!Zlr :<. !<1 que se produce du-
rnntc el :;ulqic)(l, ce: clccír, u¡w invusil)!l del tiempo y del espado?
Cu;mdo lo<: etc,nistns ;¡ndi'lo::; se: refinen :1! pocha kuti evocnn siempre
el mund'' ni rcvé\, Í<l \·uc1L:l del nwnd(l_ (u:mdo un ink:1 mucre, se pro·
duce n\1 r¡[{_Jw fulii Cu;mdo los csp:\1-\('ks l!cptn n los Andes se produce
Hro k!tiÍ. Fn tl'(h><; \o::; Cl5t'5 '< ;•c:~ba un:1 époc1 tld tiempo, un
cic!,) lCTllf'L'r:d.
!_c_i<; C\':-lPFC]i;:ldC>rn uJi!inncn h r:l!;dw:J al/ca parn oponer pecado
y p,r:1cin, y f'i;'chucufí r:ml si¡_~nific;11 j!dcio finnL Introdujeron <1si tm2
intcnci,:.n rnnrnl en unos tCrrninCJs que prcbnh!cmcntc no !a tcnÍZln y un~1
linodid:1d tcmronl domk (q;:¡ no niqí:1 ln(cnt:Jb<ln lroc:n b vicjn idc::t
~_k ttcmru ciclico pnr unn nwr:1l rdigiCJc;l ,\' un sentido lineal dd tiempo.
Al hnhlar de pi!r/lnw raclra vimns n"lil1(' l('(b nquc!ln concepción po-
df::t qucdnr pl,1qn:>d:1 en el es¡':lcicl de ;1q 1cj\dP. ;,Oc.urrirú k' n1lsrno con
auco {'llcho:' \'cnlníc:1 Ccrcccdn, nl c"ludi:n· la rcp:lrticíón del hlmKo y
ne¡::w (d(\-; Cl'!on:s auca) en L1s mism:'-" u-dcg:1-", hnhín nol:1do c(\mo estos
c<,lwc'5 no ~e ~ilunhm ní cr1 el ccn1ru ni en los hendes, ::-:ino ;¡ ::lmbos Indo:; '
de In i'Jyn ¡nr_•lr:lnn, cl01':1mullc c~lnh!Lcido su contnlstc. que for- -~
rn:l un:•_ z:om\,·n:vit'nl \\:mndn o!fq.-¡ l!nn n'7. m:ís b rclnción entre el espn- :e

cio del y c1 de ](1~. racha ll1i.!ico.~ pnrlklpnn de l<>s mismas cnlc··


}tUI"Í:l-". '"" ~

Adcn1..-1~ de inc,'!"P('fnr pa1lc de h 1\id_(,Ji''· del grupo, los mítos cons-


tituyen un nnrco cc.pncío,tcmrorn! en el cu;1j !os d¡stinios eventos cntrnn.
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~e n'ml1in~m, se cr•nir;ls!nn. $C rc-ch;u_Ml IIYHl<; n otros: 1n primera edad es ~
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)¡, del centro: el f'llmmo, la de los hPrdcs: el auca, lr1 de los elementos ;::,
Of'\.\C!o'>. A\ b~Ji;1ncco cqut!"1hr;1<h' (kl rc;:;p0ndc la inversión de! "'
a!ica. o e! mnvimicntc centrifugo del ¡'un:nw; ];¡ seducción, guerra, re- o"'
cknn.
f L.1.i' en dir1 /.qul: signlfknr:í f'O'-'iw ktr!i p~l\'" un /\ymma?
Se emp!c;¡ roen C5L'l r0!:'"d.nn, pcl"(l C"- rk l1l1!<H que el tenHl del <~juicio>>
",,"'
1

csL1 muy vivo y se discute en tocb b rqdón t\ynwra. Tiene c2da dín mñs '"o
,:tcto:dídnd Cün hs convcn;inncs- m'lsivns n d¡vcrs;rs sectas que predican 9"
o
tl fin dd mundo n Ir~ vcniJJ del Scilor. ~lucho-; intcrprctnn como sciin· u
246 Cosmovísión 5. f'ncha: En torno al pensamicn(o Aymnra 247

les de esta próxima llegada fenómenos extraños en el ciclo o aconteci- cio, nquf iambién la clasificación espacial tiene, n su vez, una dlmc:nslón
mientos que se consideran poco habitutdcs, temporal.
Hay que fíjarse, sín embargo, que mós se habla de «juicio)} que de Tomar lH clnsificación cristiana nos permít!r{J a !a vez prcgun!Rr cómo
((juicio finnb. !nterpretumos esta díferencin como indicio de la discre- los Aymara -que, evidentemente, aceptaron el mcn~njc cristiano- in"
pancia entre la visión Aymnra y la occ!denhlL Para tos misioneros se trata scrtaron !o europeo y lo ajeno en sus propios esqucnFlS mct8ffsicos, y ver
de una finalidad; para los Aymnr<l, de! fin de una etapa y del comienzo las. formas contemporfmcas de su pensamiento, con toda su divenddad,
de otra. Nos han comentado repetidas veces que en cuanto l!egue el juicio dentro del marco est<1blecido por !a mitología nntigua. Algunos de sus
morírcmos todos y vendr~n otros para ocup<H el mundo en nuestro lugar. elementos fundamentales siguen vigentes hastn nucstms días, y nos pare-
Otros diccrt que en el momento del juicio la tierra misma dará una ce que los conocímientos fragmentarios que tenemos, tanw de la ant\gDc~
vuelta. Un joven Laymi, comentimdonos esta vuelta, nos mostró cómo e! dad como Jc bs culturas Aymar;J. de! siglo xx, se pueden adarar muttw~
mundo se pondri~l <~l revés. Con !a mann cxiendída hacia nosotros enseñó mente y arrojar luz sobre lo mucho que todavía queda escuro.
e! dorso y dijo: ({nrribn estamos nosotrm;>, y mostrando la palma af1a~
dió: «y abajo, Bl otro lado de la mano, es otro mundo, el de abajo (man~
a) Los del 1\f anqha Pacha
qha). Abajo todo es al revés del nuestro; es de noche cuando aquí es
día, n!lú es verano cuando aquí es invierno. E! juicio es como darle En la concepción cristiona tradicional, traidn de Europa, la ubicación
vuelta a la mnno, !o Je ahajo estará arriba y !o J~ arriba abajo>>. Con esta espnclrt! del cielo e infierno corresponde a una oposición nítiJa entre e!
cxp!ícRclón adquieren pleno sentido algunas preguntas que nos h;.:cían bien v el mal. En la traducción de estos conccp!os c:laws del pensamiento
los Layll1í cuando vivíamos en sus comunidades: ¿cómo hacen en su tie- cristí;mo al Aymara, !a dimensión mora{ es otra, Como veremos, el pcn~
rra para andar siempre de cabeza, pa!3S arribn? ¿Cómo pudo pasar el sarniento ético y social aymar;l no se funda en e! maniqueísmo tipíco de
avión por e! jach'a p'iya (gran agujero) para llegar de una cara a la otra muchas tradícioncs cristianas. El cuadro se complica porque, en contrnstc
de la tierra? con el alax pacha, que es la mor:Jda de \os santos y de Dios, el pacha (k
abajo está poblado por ,,diablosl>. Pero In mora!ldnd de los Aymanl no
lleva a colocar a todos los buenos en el ciclo y ver en el manqha pacha \ ";

·' 1

3. Los tres pacha del pensamiento ;\ymara del siglo xx la médula del mal. i 1
Es evidente que existen personas y fuerzas que obrcm para el mal de
los demás; pero en muchos casos ellas mismas son también fuente de
!1'1
A con!Ímwción daremos un gran snho en el !lempo para enfocar la
actualidad, lH ((edad de lo~ cri~!ianQ:;». Aunque ruede parecer dernasfado prosperidad.
brusca la trnnsici6n, qut·-rcmos enLuiz<H de e~ u forma las continuidades Así, los demonios que pnt::.blan d nwnqha pacfw se aleJan profunda··
evidentes en el pensamiento Aymarn Jcsde la .:mtigüedad hasta el prcsen- mente de la definición clásica de los teólogos. En muchas regiones, por '1
(c. Asf, por ejemplo, persis!c hoy en día por toda 1<1 reg¡ón del antiguo e.jemp!o, el vocablo andino que !os denomina es wak 'a, que si bien se
Qul!asuyu la clnsificnción dd p;1sado en diferentes edades, de la cual Víc- puede traducir como «diablo», también significa «sagrado>). Hasta hoy en
tor Ochoa nos enseil<J una versión contemporánea. Pero, como punto de día no se ha perdido del todo el sentido antiguo de las huacctl, que Berto-
partida, no tomaremos esta división síno b yB dtn.da clasificación entre nio definía como: ddolo en fonnn de hombre, carnero, (:.(e,, Y !os cerros 1
ciclo, tierra e infierno, tal como ha qucdndo traducida ai Aymara por los que adoraban en su gentilidad>) (l I 143L El vocnhlo más comúnmente
conceptos de a{ax ptlc!w, aka pacha y nWIII/ha pacha. usado en los Andes para designar a! diablo tal vez es supay (en Ayrnara.
Nuestro objet[vo sigue siendo el estudio de hls pnrticu!.:nidadcs de! su paya); sin ernbnrgo, un estudio reciente de! !íngU.ista Gerald Taylor 1
1
pensamiento Aymnra: cómo entienden su mundo y cómo se ubican en él. propone. que el supay en lns antiguas culturas andinas era el alma de los
Pero aquí lo h<lrernos desde otro prísma: In clasificación entre !os distin- muertos, objeto de culto que los primeros evangelizadores identificaron
tos pacha que conforman e! mundo ya no s(; funda en un contraste tem· como nefasto y diabólico, Wak'a, supaya: en ambos casos la derivación
pora!, sino en una diferenciación espacial (nrriba-abajo). Sin embargo, lingüística sugiere que se trata de una política religiosa para extirpar los
a~í como bs edades de ln mitologín ant1gua se definían mediante e! espa- antiguos cultos. Idcntific<1rlos con Satanás no tuvo el efecto de errad!-

i:
248 Cosmovisión 5. Facha: En torno al pensamiento Aymnra 249

carlos totalmente, sino el de reubicados c11 un contexto clandestino e inte- Es decir, los Aymara mismos de tiempos pre·cristianos han venido a ser
rior, donde el diablo cristiano cambió radicalmente de carácter, para los pueblos contemporáneos los chullpa jaqi, gente de una edad te··
De hecho otra de las palabras generalmente usadas para designar a los ncbrosa que ejerce una influencia especial sobre la fertilidad del suelo.
diablos -saxra- alude a su carácter secreto. Normalmente traducido Conocidos también como 'abuelos' (achachila) o gentiles, pueden impedir
por «malo)), incluye a la vez una connotación de <<clandestino}}. Ello nos la lluvia, o también mandar que llueva excesivamente en el caso de que
recuerda que el mismo vocablo manqha (abajo) tiene una carga metafó- los antiguos sepulcros no sean tratados de forma debida. En cuanto a las
rica de secreto y escondido. El manqha ¡mcha entonces no es una esfera pukara, los Aymara de Isluga les rinden culto directamente para asegurar
separada de nuestro mundo, como es el infierno cristiano, sino lo clan- sus eu1ti vos.
destino y lo secreto de nuestro mundo. SH tiempo propio es el crepúscu- El mismo Gabriel Martínez nos cuenta en otro contexto cómo apare-
lo; su poder es ambiguo. Más allá de las diferencias individuales que cen los chullpa en Lun!aya, comunidad quechua de Charazani, al norte
tiene cada clase de 1<dinblo)}' todos los pobladores de esta esfera se carac· de La Paz:
terizan sobre todo por su gran fuerza (sinti, eh' ama) para obrar tanto el
bien como el mtd, Su actitud frente a los devotos no está inspirada por un [Son como] una pareja de personas ancianas, hombre y mujer, de esta-
cálculo moral, sino por su propla «hambre)), Es decir, los del manqha tura muy pequeña. Generalmente en lugares cerca del río, próximos n sus
pacha necesitan comer y, si tienen mucha hambre o si las ofrendas brin- viviendas de otros tiempos (chullperíos}, aparecen, silenciosos, en las penum~
btas del crepúsculo, vestidos con sus trajes negros autóctonos. Exactamente
dadas por la gente son insuficientes, son capaces de ~(comen> (hacer en-
con la mismu imagen se describe a las deidades de los cerros. (En prensa,)
fermar, o hasta morir) a alguien. Por otra parte, dan de comer o de qué
vivlr a quienes los veneran, y sí hacen enfermar, también son grandes
curanderos, En esta descripción notamos de inmediato varios aspectos que hacen
La relación entre humanos y los del ma11qha pac!ta_ se basa en la re- recordar el puruma: lo luz difusa, la identificación con el agua, la re!a"
ciprocidad y dependencia mutua; pero el comportamiento de los diablos ción con los cerros. Pero ¿hasta qué punto son estas características pro~
no es siempre predecible, ni es automútica su bendición. Según el estu~ pias de los muertos gentiles? ¿Juegan un papel similar Ias almas de Ayma~
dio de Gabriel Martínez sobre Isluga (Chile), algunos de ellos son consi- ra cristianos, o son contrastadas a los antiguos? A este interrogante no
derados «bravos}>, y en el norte de Potosí se habla comúnmente de que podemos conteStar con certeza, ni de manera general, pues algunos pue-
los saxra son <(fieros)) (phiru). Se trata entonces de una fuerza salvaje, blos han reproducido más literalmente que otros la ortodoxia cristiana.
no plenamente socializada, y por lo tanto no del todo controlable, que Sabemos, sin embargo, que los extirpadores de idolatría en el primer
hace pensar en el puruma de los nntiguos: los bordes del mundo social siglo de Ia colonia encontraron una fuerte resistencia cuando se empeña-
donde se encontraban fuerzas excepcionales y salvajes< Los seres que hoy ron en destruir la veneración a los muertos y hflcer de la iglesia misma
en Jfa ptJeblan el manqha pac!w son considerados «diablos»; pero el ca· el único lugar legítimo para entierros, Hoy en día hemos comprobado
rácter incontrolable de las fuerzas que desencadenan no niega el trato recí~ que entre los campesinos Aymara los cementerios provocan a veces reac-
proco entre ellos y los humanos. 'ciones de horror y miedo. Se puede suponer que antiguamente también
Veamos en mayor detalle los rasgos de Jos principales tipos de pobla- las actitudes hacia los sepulcros eran complejas y ambivalentes; pero si
dores de este ma11qha padw, en e! esquema original Jos muertos tenían que estar dispersos a lo largo
del territorio, en las cumbres, al lado de un río o de una confluencia de
ríos, en los linderos, mojones y chacras, ¿no será la actual actitud de
Los muertos horror y miedo el producto de una excesiva concentración de fuerzas en
un solo lugar? De hecho en muchas regiones no todos los muertos son
Los sepulcros donde los antiguos colocaron sus muertos más destaca- enterrados en cementerios, sino que la gente busca maneras de recuperar
dos todavía dominan el espacio y juegan un papel en los quehaceres de su poder colocando los sepulcros en otros puntos significativos del es-
los vivos. En b mitología moderna, estos clwllpa, junto con las pukara pado.
-antiguas fortalezas o en general cualquier sítio arqueológico-, son 1a El testimonio de una vieja de Chuculto entrevistada en los años 40
serial visible de una edad nntctíor a la nuestra, curmdo no había luz solar. por Harry Tschopik es elocuente al respecto:
-""
1:r
250 Cosmovísión 5, Pncha: En torno al pensamiento Aymara 25!

El muerto debe ser enterrado donde se cruznn los caminos t'aki /wktapi
{thaki jíktha¡n'l Habrá un tiempo en que vlvírB otra vez y es mejor ente·
rnnlo en el cnmino. No creo que aquellos enterrados en los cementerios
vivan otra vez. (!968: 175.)

Se desprende de esta declarnción que !a potencia vital de los muer~


tos !'e puede anular en los cementerios. Y no hace falta subrayEn el signi-
ficado pccukn de la cncruc\jada de en minos como lugar de los muer los,,
donde 'pueden volver 3 vivtr', y donde es posible desencadenar el poder
que tienen sobre !os vivos: en efecto, la encrucijadR (palfqa) es un lugar
de máxima tnm::lción y a la vez un lugar de encuentro. Hnsta en la actua"
Jidnd corre !a voz de que hay que enterrar a un mu::rtG pnra ln exitosa
construcci(m de un nuevo camino: por una pnrtc los muertos necesitan
e! camino, por o!ra el scOor y señora del camino' (thaki maflku, thaki
t' alfa) nccesitnn al muerto, y los viejos se encomíendan especialmente
a los muertos.
A!.nmcl<m otros ejemplos sobre d papel que juegan los muertos en la
ddinicíón del e~pndu, y en hc1ccr m<Ís eficaz el poder que tienen los !ugn-
rcs s::~gndos, En alpJHBS regiones se considera que [os niños que mueren
sín bautiznr pcrfcncccn a los cerros, y así son dejados en lugares s<~lvajcs
p<!ra los 'dinblos' que viven a!!í. Lns torres (turi nwllku) esparcidas por
d nlt!plano, a veces p\:gadas a la iglesía, u veces separadas, dependen
iambien de! poder de !a rnuerlr. /\un cuando !os que las erigieron no en"
tcrrnmn de ver:1s ;1 un muerto pnr;1 dnr fuerz¡¡ u ln construcción, scgün
!n mitolop;ia moderna el poder que de:;rrnpeñan deriva en gríln parte del
muerto que cstú dentro, de pie. ¿No scdn est"s torres una especie de
transición entre 1ierr0 y cieio, que evoca en sus formas h-1s propias cum,
brcs de los cerros?
De hecho, por los vnilcs del norte potosi no, todavía en lierra Aymara,
hemos presenciado entierros en un cementerio ubicado en la misma cum-
bre Jc un cerro que formn el lindero e-ntre vnriRs comunidades del ayllu
Lnymi. La gente se !unta alhl desde sus di5tintas estancias para acudir a
sus muertos en la fícsta de Todosrmtos; y cuentan que, hasta hace pocos "J
añc\s, durnntc !D fiesín se rcrdiznbnn peleas (tinlw) muy sangrientas entre
las dos mitades de! grupo. Sin pretender entrar en un análisis pormenori-
znrlo, podemos notr1r que, aun mRn!en!cndo la institución cristiana del ce-
menterio, la gente del lug:1r lo ha intcgrndo en otro campo de significa-
ción, idcntlfidndolo pknnmcnte con un lug;H de trunsición tanto socíal
como geográficn. y que la gran fiesta de los muertos lleva prímero a la
LÁ~>HNA 5.4.-!Wual Aymara. El yntirí dispe-rsa a los presentes con una ch'a!fn de
fusión y mez.cln de miembros ele distintns comunidndes. y luego a un res- cerveza para que no molesten al nchachíla cuando l'enga a servirse. fa o:d!l!C'e n.tisa»,
tnb!ccimicnto de linderos e !denl iclndes opuesl8S a través del tinku. Tiene Parte final de la wilnncha para los cimienlos del m1CVO ro!eg1o secandano de
nlp,o en común con la palfqa de los cnminos, como lugar de dilución de J'iwanaku.

-
252 5. Pncha; En torno a! pensamiento Aymnra 255
Cosmovis!ón

linderos y también de tncuentro entre bandos opuestos. Usando los con~


ccptos de la mitología ~m ti gua podríamos decir que juega a la vez e! pape!
de purrww (cumbre nlta, m::ís allá de tierras cultivadas, zona !irnina! entre
diferentes comunidades, lugar de los muertos) y del ta.vpi (h1gar de en-
cuentro, de rcdefinición de linderos, de 'igualación' entre dos bnndos).
Si los muertos desempcfian hasta en !a actua!ir.bd un pape! en la dcfi-
,~ níción de! espncio, también lo hacen en la diferenciación del tiempo. En
el Norte Je Potosí, la estnción de lluvias -iniciada riturdmcnte en !u fics·
ta de Todos:mtos, époc:.B en que cclebrnban a Jos muertos también en
tiernpos nntiguos~ es consideradn un tiempo sagrado, dedicado a las
almns, que moran en sus comunidades de origen durante todo el perío-
do de madurncíóu de Tos cultivos. Durante !a estación de lluvias los vivos
observnn todn una serie de restricciones p3n.l no mokstnr a !os muertos.
Por ejemplo, en vez de tocar la mús'1cn alq!rC del charango tocan los
pinkillu, nauta de madera cuyo tono es sumnmrnte triste, y las mclodlns
(wayi!u) propias a esta tempon1da son una especie de lamento. En los
vnllcs, los muertos hasta son vísib!es baJo b formn de luciérnngus, que
centellean desde la época de siembra y durante toda la estnción de lluvias.
E{ fin de esta tcmpornda estri señalado por la otrn gran fiesta del ciclo
ritual: Carnaval, la celebración de las primicins. l\·lienlrr~s que !ns demás
fiestns son propi3s de una comunidad y no de otrn, Todosantos y Cnrna-
va! tienen un significado universal y marcrm el comp{Js de h estación
de lluvias. E! nombre Aymara Jd Carnavü1, anata, s'1gnifica 'tiempo de
juego'; pero a !n vez es conocido como wpay phisfa, In fiesta de !os
diablos. De hecho éste es el momento en que sale n lns calles a bailnr la
'diabhl(lJ' tan famosa de Oruro. En las comunidades Laymi n!p,unas per-
sonas también se disfrazan de díablos, con pieles de cabrn negr-a -nni-
mal estrechamente relncion:,dv en el folklore europeo con el diablo-
y llevan en sus monteras y sus bultos grnn cnntidad de verdura, flores sil-
vestres y cultivos. Llamados kira ma!iku (y k ira t' alla las mujeres), bailnn
de casa en casa para despedir h1 fiesta, dejando a su paso una imagen
inolvidable de la abundanci<J natural.
Los diablos del Carnaval son, desde luego, peligrosos: pueden llevar
a la muerte a los que caminan descuidados, o que duermen solos, o que
no participan plenamente en su fiesta. Pero a la vez, bajo forma disfra-
zada y aunque nadie lo diw1 directamente, son los mismos muertos que
!legaron a la comunidad para Todosantos: en b despedida de Carnaval
(tapa kayu) los despedidos son los mismos muertos, que vuelven a su tie-
rra al otro lado del mnr. Ya vimos cómo en las primcrns décadas de la
evangelización los supaya, que según Taylor eran los muertos veneradus
en la antigua religión, pasaron a rcprcsen!nr el dinblo cristiano. En !os
ritos modernos de loG Layml vemos a su vez que lwstn hoy el su paya está
,.....
254 Cosmovisión 5. Pacha; En wrno n! pensamiento /\ymnra 255

ocultamente IJentif!cado con los muertos, responsables de! ciclo agrícola, cviJcnie que sus creenclns acerca de la suerte cvc.ntuJ) de lns alm<ls no
los cunles, bajo la forma de kira nwllku y k ira t' alla. reprcsenU:m la fe~ coinciden demasiado con el esquema tradicional cristíano, como han po-
cundidad desbordante del sudo. dído constatar muchos misioneros en el altiplano. No es raro escuchar
Para ddinir Jc manera provísionnl L1 rc!acióf1 que puedan tener las que todos los muertos, y no solamente los condenados, vayan 'abnjo'. i\'ÍU+
almas de Aymara cristianos con la g8n!c <lntigua -los chullpa jaqi-·- po· chns veces se asocia a los muertos con e! agua; por ejemplo, se dice que
demos decir que, si bien son clar(!mcnlc distinguidos, e! pape! que jucg<m ellos tienen que pasar por una gran extensión de agua sentados en l.a
en !a viJn humnna es similar_ Estas alm:1s U1mhién tienen s!go ck 'diabó· oreja de un perro negro, rccorcbndo asf lrl asoci8ción antigua entre muer~
lico', de SIIJlil_Ya, y son mediadores entre l<1 socicdnd civilizada y el mundo tl: y lngos (inclusive d 'gran lago' o jach'a. quia que es el nwr) y la reJa,
!ímína\ de fuerzas s;Jlvnjcs. cspccin!mcnte por su estrecha identificación ción mítica del dios Tunupa que desapareció bajo lns nguas de! lago
con !}¡ ngricu!turfl. Sabemos muy poco mln de cómo piensan los cJ!::;tintos Poupó. En otros pueblos se cree que los muertos vuelven a los cerros;
puchlos t\ymara ucerca de! destino de bs a!mas_ Pero detectamos en casi est!fS crecncías nos recuerdan de nuevo el puruma untlguo, los bordes de
!odos los rc:JI',tos una cierta ambiriiccli1d con respecto a !os rnucrlus, la poderes ambiva!cnte.s asociados tanto con las cumbres como con d 'lago
cw1l no :::e debe simpkrncnle J! micdll que ln:::pirnn !as 'almas en pena' profundo' y d 'mJr sin fondo'
de los que en vidn fueron grandes rccJdCJfCS, La dlfcrencind6n tajnntc
que prop()nc el cristiani,"fno entre ésws, que pndcccn castigos eternos en
el infierno, y !u~ buCJ1(1.:; que tJrdc '' h.:mpr;~no Hcg8r{¡n al cielo, se en- Los diah!os
cuentra ya de algún modo en ¡,, rc!ip_iu~idad ¡mdina. En tícmpos prchis~
prinkos también k's Jntiguos crdill1 que estos 'condenados' tenf<ln que En los centros mineros del a!tiplJno bc\ivícmo e! supaya es nmplii1-
sufrir por sus m:dd:Jcks en tn vida de uilratumhtL mentc conocido, ya no identificado con !os muertos, slno con un ser po-
1íoy en día lns rdma;; zk los que fueron en vidn criminnlcs o delincuen- deroso de! subsuelo que ha adquirirlo muchos n1sgos úcl diablo ctnopeo.
tes provocnn hl'rrur y miedo y s.on cc>!1:"idcl·?tdns CDpaces Je mJiar a los
con sus cuernos y su mirada hurrurizantc. Este diablo minero tarnbíén es
mort;dcs, u de cngcnLhar niil.os monsíruos ;¡ las mujeres; sin embargo, el "Tfo' o duciío de las vct<~s de mincud en ];1s enlr:lf'i<1S de b tierra. S\!
en ciertos ccntc:-:tos se ve a todc's l0s mucrlns, cspecinhnenle los recién
f<mF! se ha hecho internacional por b cnmbatlvíd:d de los mineros que
fin;:o.dos, con el mismo horror y miedu. Fn !;1s comunidades 1\.a!!awa_va
son su.s devotos y por las compJrsas de bailndncs disrruados de d.iabl0
de CIH1fG7Jni. sq:ún Ob!iU1s Pob!cic, los condcnndo.s son idcntifíc<ldos
qul: constiiuycn un elemento dnvc de las fiestns p:ltrona!cs lT:ineras, Nc
con s!.'rc.s m;:di¡mus como e! rmchanc/u; v el íari lari; pero. como veremos
sólo su apariencia física nos recuerda al diablo de. los evangelizadores,
en :;cgu!í..hl, éstus tienen lJ11 CtrSctrr ;¡mhi¡::uo que no represcn(a sin1plc~
sino también su morada tenebrosa debajo de la tierra, en cuyos coneJo·
mente b maldnd, Por ulr;l parte, todo5 los muertos comparten cnrnctcrís·
ticas 'dh1hó!icns' como ser hambrientos. cxip,iendv por envidia a los vivos
res la extracción de m!ncralcs se realiza mediante un enfren!o.miento cons"'
sncrilicios, bcbidn;; y !w:.; curn¡das mfi~. qhros<15, y h<"Kcr enfermar y basta tante con d peligro y lo desconocido. Su hambre es notoria; cada serna·
!kvar consigo <1 lus mort:dcs. Pcncnecicndo rodos 81 mismo universo de na -en nlgunas minas todos los días- los mineros le convidan una
Jb:1jo, los condenados sedan los menos 'soc!'Jiizados' entre los muertos, eh' a!la de trago con coca y cigarrillos, y en el curso de! año le preparan
micntrJS que hny ci..:rtn comunicación y U'8!0 recíproco con \os demás ¡;;rnndcs fiestas con el sacrificio de ganados. A pcsRr de estas ofrendas,
mue nos. ~u hambre puede alcanzar tales proporciones que acaba matando a quie·
Tampoco qucd<1n c!<ll"JS !as crccnci:Js nctu;¡lcs acerca de dónde se en- nes trab;ljan en su dominío.
cuentran los muertos rccícntcs. De acuerdo con e! cristianismo tradicíonaf, Si el hambre del Tío es voraz, también su generosidad puede ser des-
muchos Jc ellos pasnn por una e!npa purifiGJdorn en el purgatorio, pero mcd\da: algunos mueren en b mina, pero El otros entrega tesoros. A
:>abemos que fos rnlmcros cvnngc!iz;¡dorcs en >US prédicas dieron pocn cambio de comida brínda su cosecha mineraL En las palabras de un
ímportHncia n estn c:;ferH transicionnl, cnLrtizando en su lug8r la suerte trabaj;:Jdor de San José, Oruro, a !a antropóloga }une Nash: «Nosotros
infcrnnl qu.z. c::pcnd:>:.J 3 wdos nqucllcs que no Jlevab::m una vida plena- comemos !a mina, y la mina nos come a nosotros.'~ O sea, este diablo
men!t:: cristilln.:L De hecho Jos Aymvrn nctu<1lcs- ofrecen misas a sus muer· subterr3neo también actúa dentro del marco de una reciprocidad típica
tos y rezan por c!lus en htín par<J que vnyan ;d cíc!o, pero a la vez es de la relación que tienen los mortales con los del numqíta pacha.
256 Cosmovisión
5. Jlacha: En torno ni pcns:1micnto Aymnrn 251
Por otrn pnrtc, va k recordar que en el contexto runü el diablo mine~
ro cstfl cstrcchnmcnle vincui;:¡Jo con los que ejercen su poder sobre la
ngricu!tura, En ~~~ mlsrna mina de San }osé el culto al Tío se practica
juntamente nl de b rachanwma, a la que se considera normalmente como
divinichld agrico\a. Hastn se dice que ln Paclwmama es su esposa, En la
rninn Siglo xx hemos escuchado decir n los mineros que en buenas épocas
el m!ncra! se reproduce (wawachi) como la papa, y hast!:l usan el mismo
concepto de lfal!all'a pan1 referirse tanto a los tubérculos de tamnño ex~
cepcional como al mincrrd de nlta !cy.
Entre los dioses de las minas y de los cereos también hay lazos; algu·
nns de !ns minns mis imporUmtcs en la historia mund!a! -como son las
de Potosi y de Lln1lap1<1 Uncía- cstfln ubíc:adas en las entrañas de los
m;ís hermosos e imponentes montes de In comarca, Más nún, en los mitos
el Tío de b min;~ n veces ararcce como un gringo -rublo, con bigotes
y botas altns---, !n mismn apariencia que suelen tener los cerros en los
mitos. E! dinblo de !a mina no es entonces tan diferente, tan opuesto a
!as dcm3s dívinld<ldcs.
1!ay otros seres --;;,:omo el mtclumc!w o el lari lari ya citados- que
se identifican también dircct'-lmcntc con los poderes supucs!amente ne-
fBstos y mHlignos del diablo, r~ pcsnr de que en este cBso no hny eviden-
cia de nn1cccdcntcs europeos.
El anchanc!tu, según el retrato de Rigobcrto Paredes, es un se¡- tram·
poso:

Lo suponen fsus víctimas], cu:mdo se hncc visible, tnn ílrnnb!c y meloso,


que engaña 'al hombre mús nvisndo y mundano con su nstucla y sngaddal.L
Pcrsonificn tn d ln dcskn!!ad, 18. pcr-fídin, la refinada pcrvet'sídaci y lo
lúgubrt lroní::L El Anchonchu es unn Jddad sinicstru, que sonríe siempre y
::onricnJo prcpnrn y CDUS!l !os mnyores dmlos; !kva ln Jcso!nción a Jos
hogares y destruye los edificios y campos sernbrndos. {1963: 69,)

BJjo b plum:1 de P~1rcdcs d auchanchu recuerda la imagen dcspccti-


vn Jd mcstlz~lÍC, En rc;J!idad, cu:1ndo buscnmos su identidad 'real' por
las distintas regiones Aymnra, este diablo resulta ser una síntesis de pcr~
smnjcs. En Canngrls, por cjcmp!o, Monast dice que los anchancfw son
constdcrados como SUJHI.)'O, y como Udcs asisten a la fiesta de Carnavales
en Oruro. l-hly uno, bast<:mte nwlo, que trae o impide !a lluvia; ése es
¡.,.
lo
1
el patrón de !os ladronc:; y por lo mismo ladrón. El nombre de ese an-
chanchu es San Andrés. Ern nrnigo de Snntingo, era su mensajero. Cuan-
do Santía¡zo csl~Ün (Jc~\:ontcnto m;mdnbn a Snn Andrés pntil que 1des robe
sus coscchns a la gente;). Sigu!cndo el cnmino ya emprendido, podríamos
1
decir que cs!c anchanchu suena mucho il los mismos muertos, y es nota~
1

2~
258 Cosmovis(ón 5. Pacha: En torno al pensamiento Aymara 259

blc que en ia fiesta de San Andrés -finnl de noviembre, el mes dedica- Los poderes del pdsaje
do en el ca!cnd;ll'io !nb a los muertos- los campesinos van a !a iglesia
para ofrecer una misa en nomhrc de todos los muertos, Durante la ch'alla (libac!ón), cuando invitan n tomar a todas las divi-
Pero en lns riberas del lago Titicac<~ su personaje es otro~ Tschopik nidades, Y mientr<ts van derramando gola a gota el trago por el suelo,
cuenta que en Chucuito el anc!wnchu habita d subsuelo y es el mismo los ru:b1o_s Ayrnar~ recorren nombre por nombre todos los lugares Je
dueño dd 'tesoro' y d..: las vetas de oro y plala que hay allL Aquí se su t~rntono Y los mscrtnn en un espncio mris vasto y lleno de fuerzas,
pnrecc mris nl Tío que a 1os muertos. Otros autores, escribiendo sobre rncdwnte la recitación casi íntcnninab!c de cada lugar, cada recoveco
otros pueblos, lo identifican de diferentes maner<ts. Por ejemplo, Tcobal- donde se reconoce un poder especiaL No es una s!mp!e enumeración de!
do Loayz.a Jke que en b región de Pune• los rmchanchu son los represen- espnc!o, síno que van l!nmundo a estos lugares para que desempeñe cada
lantcs de la gente anti~ua (gentiles, chullpa jaqi); y ya aludimos al libro uno su función propia.
de Oblitas Poblctc sobre lns comunidades Kalhnvaya de Charu.ani, don- Y d~ ~:cho las funciones son múltiples: y<J hnblnmos de los lugares
de el anchanc!m, al igu<d que el lari lari y otros, son los que en vida fue- de transJclon entre un espado y otro, un territorio v otro, tales como las
ron delincuentes: <dos déspotas, los incestuosos, !os traídores, los ladro- c¡~crt:cíjadns del camino y las confluencias del río (a-mbas pa!lqo). A ésto~
nes, incendiarios, blasfemos (pp. 29, 4-3). a,n?dm10s las apachira y \as cumbres arribn, los ríos abaio y todo:.; los
S!(los que dan paso a las fuerzas que. brotan desde abajo: manantiales,
1-l<Kc falta un estudio comparntivo detallado para entender mejor el
carácter de este d!ahlo alt!plánico en sus varindas manifestaciones. Pero Llgunas, cuevas, quebradas, mínas y otros fígujeros profundos.
ya !os relatos mcnc!on<Jdos dan unil pnuta. Se identifica con la gente anti- , Algun~s de estos lugares son considerados surnamcn!c peligrosos y
gua y ccm los condcnmlos; actüa pnra e! buen éxito o para la desgracia ftcros [p}¡¡ru], pero lo que importa es que por Jo general aun éstos tie-
de la agr¡cu!tur;l, y tnmhiCn se conoce como duei1o de los minerales, Así, nen su cara positiva. Por ejemplo, lBs vertícntes de ngua son tan salvajes
que no hny que acercarse. a ellas sino con grnndes pr-ce<1uciones; pero a !a
su carácter 'Ji:1hólico' se vn m<tllnmdo, y si rccordnmos el vinculo que
vez en estos lugares ei sirinu o sirina cnsefía n la gcn1c a cantar y tocar.
indica Ob!itas Poblctc entre éste y el lari lari, vemos que de nuevo este
Los músicos dejan allá sus instrumentos con nfrend11s durante t~da una
diablo llene al~o en común con el antiguo puruma. Los fari del siglo XV!
noche _par~ que aprendan nuevas mdodias, Otros !ugarcs muy pendien-
eran de un<> cdnJ prcvín, y vivÍ<ln en la puna altn: hasta hoy en día los hu~
tes e ¡gu<nmente pclígrosos son fl! mísmo tiempo los fecundaJorcs de!
bitnntcs de los volks lbman lari a los que vienen Je lo puna. Este es tam- g<mado.
bién el nombre mítico del zorro, animal de rapifía que vive en las lade-
~ntre trmtos lug<Jrcs salvajes, que son peligrosos pero a su vez fuen-
rns Jc cerros altos, y --otra asociación···- en la terminología Aymara de tes de energfa y ríqucza desmesurada, !as curnhres de los cerros son los
parentesco, hoy caída ya en desuso, significa cabalmente <dÍm', que es m;ís sobresalientes. Son ellos el origen de lns fuerzns meteorológicas, como
d nonünc actual del dueño de !os mincroks, e! ~ranizo, la lltn·.!a y el rayo. Al igual que el nntiguo dios Choquela, sus
Ya vimos que en el puruma padw de la m.itologfa antigua Tunupa poocres son amb1gucs. Una granizada puede nplilStM ct1 pocos minulos
dc5terró a !as punas altas a los hapii"íuiíus, que antes vivían entre. los toda unn cosecha: la lluvia excesiva a veces c2usn derrumbes fata!es, el
humanos. ¿No SC'T<~n el Tío, el anchonc!w. el larí lari otros ejemplos más rayo mara al gcmado y hasts a !ns personas. Pero, por oirn parle, las mis·
recientes de un movimiento parecido, <~demás muy conoddo en la histq· mas fuerzas mojan lH tierra seca, dupl!can la mazorca del maíz, hacen
ría de las religiones? Así, los númcnes reverenciados por genernciones rnultipllcJr e.I gnnndoc
anteriores son desterrados hacia los bordes y adquieren un carácter cada Este carácter a la vez fiero y fecundador que tienen tantos lugares
vez más nntiguo frente a la nueva religión, pero sin ser olvidados ni que· sngrsdos hace que la gente los trate como d!nbólicos. Dice que son muv
dar dd todo desprovistos de su poder antiguo. Desde Juego, cada pueblo saxra, muy wak'a, en rin, muy diablo. Su fuerza h<t sido ídcntif!cada po-r
tiene sus conocimientos particulnrcs y distintos acerca de los diablos; Gabriel Martíncz como un poder 'genésico': aunque pcl!g-rosos, son las
pero cunndo la gente cuenta en voz h:1jn cómo han encontrado ai Tío, fucnt.es de fertilídnd y de vid;:,. Uno de !os nombres mfís comunes pnra
al a11chanchu o a un condenado. nos parece que aluden a un universo r~fenrse ~ el!os, acfwchila o antepasado/abuelo, :::dude a este poder gené-
mtís vnsto, en el que estremecerse de miedo va junto con arriesgarse SlCO no solo por haber engendrado a los pobladores actmdes, sino tam-
y en e! que la abundJncia es !a otra cura de la muerte. bién por el poder generador de los muertos en gcncr<tl, y su intervención
Cosmovisi6n 5. Pacha: En torno al pensamiento Aymnra 261
260

lmpresclndible en la agricultma. A su vez la estrec~a relació~ percibíd~ las similitudes en las formas que tornan cuando se hacen visibles: la pa-
entre muertos y cerros en muchns regiones puntualJza el caracter ambi- reja de .ancianos bajitos descrita por Mattíncz puede set tanto 'gente anM
valente de ambos, tigua' como deidades de los cerros; el 'grin_go' con barba y botas altas
Sin embargo, no todos los lugares sngrados se comportan de forma puede representar tanto al Tío de las minas como al cerro mismo, y nde·
tan 'snlvnje', Algunos son guardianes, sea de casas familiares, sea de una más nos recuerda la figura Je Santiago en el arte colonial, o rcmontán~
comunidad entera, y son por lo general benévolos, velando por la pros~ danos aún más en el pasado, la imagen de Viracocha en los mitos anti~
peridad de los que les tratnn bien y castigando a los que no se compor- guas. Este papel unificador que juegan los cerros en In actual concep-
tan debidamente. Estos ejercen un poder no tanto genésico sino 'orde- tualización Aymara del mundo, junto con todas las continuidades en el
nador' en las palabras de Martínez, y de hecho el título maliku (jefe o pensamiento mítico, nos lleva a pensar que estamos frente a una versión
señor) empleado para Invocar a ciertos lugares sagrados parece referirse sumamente comprimida de divinidades que en la antigüedad habrían te-
espedalmenic a esta faceta. No todos los lugares sagrados tienen, por nido cada una individualldades más contrastadas,
tanto, el mismo carácter; algunos son guMdianes y simbolizan la autori~
dnd Jegítíma y 1a sociedad bien ordenada, mientras que otros son casi
enemigos del orden. De estos últimos unos están en plena comunicación El rayo
con los humanos y otros no, De fornw pnrecida, al contraste ya notado
entre muertos y condenados, la mayor parte de los lugares con poder El rayo, con las demás fuerzas metcorol6gicas, pertenece a los cerros,
genésico reciben ofrendas regulares en las fiestas, como libaciones, coca seg6n el pensamiento actual Aymara, Sin embargo, aún hoy sus poderes
o incluso comida y bebida propia; pero algunos son tan salvajes que ní abarcan un campo mucho más vasto que el de las demás fuerzas, y en
siquiefa son nombrados en la eh' alla, y sólo recibirán ofrendas cuando forma medio oculta persiste una veneración al rayo que recuerda su
h~1mbrean mucho y las exígen haciendo enfermar a alguien, identificación antigua con e! dios Choquela o con Tunupa. Los lugares-
Entre todos los lugares sagrados no cabe duda de que para Ios agri~ donde cayó reciben nombres distintos segUn las regiones: illapujata, afata,
cultores !os cerros son los ejes significativos del paisaje, Y !a mayor con- kiska, siinku, Son reverenciados y temidos casi como las cumbre!>. Al mis~
centración de las fuerzas del mmrqha pacha. Son los más hambrientos mo tiempo siguen vigentes las creencías acerca del poder engendrador del
entre todos, Las principales ofrendas rituales suelen ser para ellos, Por rayo. A veces son explícitas, por ejemplo en cuanto se refiere a los me~
un lado hnccn enfermnr por su hambre, pero tnmblén puede~ ser, gran~ 1lizos; a veces son implícitas, como en !a veneración a los illa ya men~
des curanderos y awiaturu (aviadores, o sea, los que proveen avfo o co· donados, o en el culto al lqaqu o «Ekeko>} -patrón gordo de la fiesta
paceña de Alasltas, símbolo de fecundidad y generosidad-, cuya forma
mida a la gente), .
Al mismo tiempo que dominnn el paisaje Aymarn, proporc10nan un jorobada Io vincula díreclamcnte con el r<~yo y el antiguo dios Tunupa,
modelo natural de jcrnr.quía y de la relación orgánica que entrelaza las según el sugerente argumento de Carlos Ponce Sanjinés (ver láminas 7-8).
comunidndes y Butoridades locales con un sistema mayoritario. Así, el Pero e1 rayo interviene todavía más directamente sobre Ja vida de los
cerro guardián de cada comunidad, por m~s pequeño (jisk' a) que sea, mol'tales, al tocar físicamente a personas elegidas, quienes se vuelven
particiPa del poder otorgado por la cumbres altas (jach' a), Y algu?~s ,de sus servidores a veces con sus descendientes más. Don _Silverio Sosa, de
Jos más destacados por su altura, su belleza, sus nieves o sus preclp!C.lOS Chucuito, describió la experiencia en la siguiente manera:
son reconocidos y venerados hasta por gente que no los ha ~ono?1do
Yo he sido cogido por Dios. El rayo (kaxya} penetró en mí cuerpo; por
personalmente, por ejemplo, el Illampu, el Wayna Potosi, el Ilhmani, e1
esta razón no tengo miedo a nada. Ni siquiera el rayo fue capaz de matarme.
Tata Sabaya. Me tocó una noche cuando estaba solo en m! musii1a. Estaba cuidando mi
Las cumbres son las fuerzas mayores de la esfera diabólica del man· campo y comenzó a !Iover muy fuerte, Entonces súbitamente el rayo me
q!w pacha, o rnejor dicho, representan a éstas en su forma más~imp,onen­ tocó: k'on k'on.. Súbitnmente se iluminó todo. Una boln de fuego centelleó
te y más globaL l-Iemos escuchado decir que todos los demas dmblos hacia mL Me dejó estupefacto; mis ojos eran incapaces de ver. Estaba como
-muertos, condenados, lugares salvJjcs, fuerzas meteorológicas- perte~ si hubiera muerto. Entonces Dios llegó, Cuando pasó, mi cabeza estaba
nccen a los cerros; ¿será una manera de expresar la fusión y la identi: como rota, como si ei fuego la hubiera quemado ... A si es como Dios me
dad fundamental de ellos frente a otro universo contrastado? De alh golpeó y me quemó .la cabeza. Después volví en mf. Si Dios no me mata
Cosmovísión 5, Pacha: En torno a! pensamiento Aymaril ?63
262

cuando viene. es buen si¡:!no. Soy amndo por Dios porque no me mató. Por Pc;ro no por eso debemos suponer que 1a Pac!Hlmarna corresponde en to-
esta n 1zón empecé a actuar como mngo. Pero primero aprendí a leer en la dos los aspectos a !a madre-virgen de la religiosidad sur-europea, arque~
coca. (Tscbopik 196-8: l95.) tipo de femineidad y maternidad sacrlfícad<L
Segün la rellgión y el idioma andino utilizado, el nombre de Facha-
Si tienen suficientes fuerzas, los tocados por el rayo aprenden a ha~ ¡¡;¡,." mama tiene diversas resonancias. En Aynwra e! vocablo mmna no signi-
blar con {os diablos, con !os cerros, el rnyo mismo, las alws. cumbres Y la fica 'madre' tanto como 'scfiora'. En Quccht.l<l es rd revés. Pero tiene tam-
J'achomamo, o sea, cntr<m en comunicacíón justm11en!e con los seres del bién otra acepción antigua: la de wak' a, o cosn so grada, como nos enseña
mam¡ha paella, fuenlc de poderes ambivalentes y desmesurados. Cristóbal de A!bornoz, extirpador de idolatrílls dc.l ~ig!o XVI:
No debe sorprendernos, por tnnto, si !os tocndos por el rayo -o por
lo menos aquellos que aprenden a hablar con todos estos seres- son co- !lay otros gcneros de guacas, a quien revcrenciRn y sirven con mucho
nocidos en muchns partes justBmente como eh' amakani, 'dueño d~ la .~s­ cuydado, que. son de los frutos prímeros que coxen de alguna tierra qlle no
curidad', elcmcn!O lmport<:mte de purunw. Sin embargo, la categonzac10n fue sembradtL Escoxen e! mas hermoso fruto y !e guardan y. a semcjam;a
misma del rsvo es más compleja; hace po:;lble la comunicación con los de!, hizicron otros de piedras dífcrentes o de orQ o plnta, como una mw:;orcu
dci manqha Pacha; pero su propín naturaleza como poder fronteriz~ en· de ma!z o una papa y les llaman mamai(ara y manwpapa; y asi de los dcmas
tre e! cie!o y la tierra !e da cierta ambigüedad que ímpide su p.lena .¡den- frutos y desta forma de todos los m!nerales de oro o pinta o azogue que unti-
tificacíón con el universo de los diablos. Como constata el test1momo de quísimamente se han descubierto. Han escogído las más hermosas piedras
don Si!verio Sosa. hnsta nuestros díns el rayo es considerado como 'Dios' de los metales y los han guardado y guardan y los mochan Hamandolas ma"
¡0 cual corrc;;;ponde a su antiguo stnlus de Choquela, Tunupa, d dios más drcs de las tales minas_ Y, primero que !os vayan a labrar, el di a que han
de travaíar. mochan y bcven a In tat piedra llamandoln mama de lo que
venerado del mundo Qulla.
travajan. Onstrucclon para descubrir todas lBs guacas del Piru, p. l8.}

Pac!JatiiOirtil Hasta en la actual!Jad se cncuenlra nwnw usndo en este sentido; las


mama entonces, mris que una figura líternl de maternldad humana, sedan
Lo. Pachamnm.a es
<1 la vez la dlvinidnJ andina mDs familiar Y la más a igual que las illa los «Brquctipos gcrrnírwntcs)> de cada especie, como
opJCtL Su culto es casi univcrs3l y nbarc01 no solamente ei sector rural, lo ha expresado José fv1aría Argucdas.
sino t<Hnbi{n las capas populares .urbanas: prx su íntima identífknción ¿Y pacha en este caso? Entre las ¡nuchas <1ccpcion.::s de este vocablo
con los campos cultiv:1dos y ln ícni\iJarl del suelo, su culto celebra dudamos de que la Pachamam:1 se refiera a Un3 noción global de tiempo
subrc todo la nbundnncia g:rncias n ln cual vivimos. Como nos enseña el y espacio. Como ya notamos, pacha en Aymara denomina tiernpos del\nú-
mismo lkrtonio: tadDs, y no el tiempo abstracto y eterno; pero también tiene el sentido
de abundancia, y éste nos parece más apropiado para el c.aso de la Pa-
roclwll!anw, Suyrymoma·. la tit'xr<1 de p?c<lilcuar, y a cerca de los anti- chamnnw. De manera provisoria, entonces, definirínmos a la Pachamama
f2UOS era nombre de reve-rencia, por ver que la t!crra les d~:w de comer; Y
como 'la abundancia o totalidad de arquetipos germinantcs de! suelo'.
nssi dcz.ian, Pachamnm<>. ht!ahuamaha. O tierra yo sere tu hqo, o tomame, o
ten me por hijo. I bb!auan como el Demonio les ensenaua. {[l 242.) h·' Su carácter también la aleja de la imagen de la Virgen, madre de
Dios; la Pachamama, como los demás demonios, hambrea y es capaz de
De nllí su opacidad: si bien el culto agrícola a la tierra tiene. raíces castigar con enfermedades, como nos ensefla Msurkio Mamani en otro
antiguas en los Andes, también debe IF1bcr tenido cierta resonancia para capítulo. En áreas mineras es conocida corno !a esposa del Tío, dueño
!os frailes europeos, cuya propia religión deriva histórícamcnte en parte diabólico de las mínas. No sorprende, si de veras representaba los frutos
de tos cultos agrícolas mediterráneos. ., del sudo, tanto minerales corno cultivados. Con su cariz 'demoníaco', en
Pnehnrnama se llnma comúnmente lVirji11a (Virgen}, apelac!On que la muchas regiones es considerada también como pareja de los cerros, y a
idcnt!ííca npnrentemcnte con la madre del Dios .cristiano: aunqt:e tam- veces como ellos es llamada achachila (abuelo}. Sin embargo ciertns face~
bién en la rcligi6n andina antigua el cuHo a !a t1erra culuva?a estaba n tas de esta dívinidad de la tierra encuadran menos fácilmente que otras
veces asociado con un lugar donde estaba enterrada una VIrgen aqlla. con el perfil que vamos esbozando de los seres del ma11qha pacha. Vol-
264 Cosmovisi6n S. Pachu: En torno al pensamiento Aymnra 265

veremos más adelnnte sobre el carácter ambiguo que tiene la Pacha~ Entre los santos, los patrones guardianes de cada comunidad que vi~
mama. ven en las iglesias y capillas en el Norte de Potosí suelen llamarse 'mila·
Al juntar bajo una sola clasificación seres tan diversos como la Pa- gros'. Los de cada loca!ídad son 'pequeños milagros' (jisk' a milawru),
chamama y Jos anchanchu, los condenados y los cerros guardianes, nos mientras que los de las iglesias importantes y centro de peregrínaje son
hemos guiado por varias consideraciones. Entre otras, las múltiples reso- grandes (jach'a milawru). Estos úleimos supuestamente son doce, e !nclu·
nancias entre estos seres y el antiguo panana con sus poderes fluidos, yen Jugares distantes a muchos días de camino, corno tata Quillacas y
no plenamente socializados pero imprescindibles. Igualmente importante tata Pumpuri.
nos ha resultado su agrupamiento dentro de la clasificación religiosa de La distribución espacial y funcional de los santos y «mamitas)> hace
los mismos LaymL Ellos no hablan mucho del manqha pacha; pero sí recordar mucho la red de cerros y lugares sagrados que ya describimos.
piensan que todos estos seres forman parte de lo que denominan saxra Se habla a veces de 'doce' cerros guardianes usando el numeral simbólí·
parti, o sea, la parte 'secreta' poblada de diablos. ca mente de manera muy similar a los doce milagros: son «doce)>, aunque
No sabemos sí tales identificaciones se hacen en toda la región Ayma~ al enumerarlos uno por uno resultan ser once o quince. De hecho en
ta ni mucho menos sl corresponden a! pensamiento antiguo. Nos parece algunos lugares el 'diablo' y el santo conviven juntos: hemos visto, por
que el esquema actual debe mucho al empeño de los evangelizadores por ejemplo, una piedra natural de forma extraña con la imagen pintada de
erradicar idolatrías que veían como diabólicas, pero no se sabe cuánto. la Virgen de la Asunción, dentro de una iglesia dedícada n ella. También
En la actualidad nlgunos de estos seres son más temibles que otros~ algu- hemos presenciado actos solemnes en honor de San Barto!omé cumplidos
nos están más nítidamente opuestos al orden social que otros. Nos parece en el día de su fiesta en un lugar pendiente y peligroso que no sólo está
sin embargo que se trata de un solo universo semático y que sus poblado- dedicado al santo, sino que a la vez está poblado por diablos. Podemos
res, llámense wak' a, saxra, mallqu, aclwchila, supaya, comparten rasgos citar de iguai manera la ig[esia misma de la Virgen de Copacabana, pa~
comunes entre ellos y se contrastnn con los de otro pacha. Situarlos en trona de Bolivia, erigida encima del antiguo templo del Sol del culto
un pacha «abajo)) es un pnso muy provisorio, hasta entender mejor lacar~ lnka, que a su vez se sobrepuso a otros cultos anteriores. La superposición
ga semántica del concepto manqha en las culturas Aymara de hoy. Un de un culto cristiano sobre otro antiguo no es nada especial de los An~
joven Laymi nos propuso la palma de la mano como modelo de lo manqha des: como es bien sabido, lo mismo pasó en Europa con la imposidón
contrastándolo al dorso arriba, donde vivimos los humanos. Pero preciM de la relígión cristiana sobre las antiguas paganas. Sin embarfio, creemos
scmos que -si estamos en lo correcto-- manqha pacha es el concepto ver en la yuxtaposición de cultos a diablos y a santos en un solo lugar
apropiado para referirse a la configuración de las fuerzas 'diabólicas' no tanto una 'superposición', por más que lo quísleran los evangelizado~
por sus acepciones metafóricas de lo profundo, interior y clandestino res, sino una convivencia de cultos doblados, que no borra ni el uno ni
y por una relación de contraste con otro pacha «arriba» el polo celestial, el otro, Cuando van de peregrinaje, ¿acaso los Aymara no buscan npro·
extenso y manifiesto de la clasificación cristiana, infundido por la luz vechar el poder fecundador de la wak'a del lugar a la vez. que la influen·
civilizadora del soL cía quizás más benigna del santo? Otra manifestación de este proceso de
duplicación pueden ser las ideas supuestamente confusas de los Aymara
b) Los de la gloria o ALAX PACilA acerca de la vida de ultratumba, es decir, la incertidumbre comentada
por muchos autores sobre si los muertos van al cielo o si más bien van
Si el pacha de abajo estt1 poblado por diablos, el de arriba, como a otro lugar 'abajo'. Sería terna de una investigación futura estudiar a
dice Bertonio, es ln 'morada de los santos'. Así como la asignación espa· fondo c6mo se entiende la relaCión entre santos y diablos, sobre todo en
cial de 'abajo' no tiene que entenderse siempre en sentido literal, tampo~ los grandes centros de peregrinaje.
co hay que pensar necesariamente que los san los de 'arriba' (alaxa) vivan En el caso de ser principal entre los celestiales no se trata tanto de
lejos de los humanos. Cada localidad tiene su patrón propio, cuya fiesta una duplicación, sino de una identificación directa del Dios cristiano con
se celebra en el día del santo. Ganados, artesanos, camioneros, todos tie~ el antiguo culto al Sol, cuyos rayos dorados rodean la custodia sobre el
nen su santo patrón con culto propio. Y en muchas regiones cada casa altar. Asf Dios lleva los nombres del santo sacramento -soberano (suwi-
también rinde culto n una 'devoción' familiar expresada en alguna santa rana) y santísimo (santisimu)- a la vez que su luz mira a todas partes.
o santo que llcvnn cada año a escuchar mlsa. ~<Nuestro padre (awkisa) nos da todo: comidas, ganados, casas, todo nos
266 Cosmovislón 5. Pacha: En torno al pcnsnmicnto Aymara 267

brindan, nos díjo una ve?. '..ID campesino con voz !lena de emoción. Pero a) De!rd!e de la port¡¡da lateral de
<1 este Dios, fuente de todo, no se lo concibe como ei 'poder genésíco' de Pomata, Junto nl Lago,
los cerros -un poder salvojc y tcmib!e-, sino como el que sabe todo
y ordena todo. Al C('ntrario (k los cerros, el So! no hace enfermar, sino
que es el 'buen mCdico' (suma miriku); o más bien no hace enfcrmur al
azar, sino so];¡mcntc como castigo !cpítímo a los pec1dores. Tal vez por
eso se hn escrito lanl<lS veces que e! Sol pma los Aymnra es un deus
otioms, una divinidod remota que no interfiere en !os quchaet~res colldia··
nos de los mortales. Con mtís precisión dirÍ!lmo~ que no interviene de In
rní:;ma mnnera que los de! mml(¡ha pacha. El Sol, can su con;:orte celes-
¡¡¡¡¡ !B Luna, ¡:rcsidr.:: el trnsrmso de! tiempo regulnr y predecible --e! ca-
lendario-, mlcntrns que !Hs fuer:ras meteorológicas irregulares y a veces
violentas vienen de los cerros,
El astro cuyo culto fue impuesto por el estado Inkn, y que fue iden"
tifkado po;;tcricrmente con el Dios cristínno, hkn puede servir como
imagen de orden y lq;it!mid;H.L Recordemos que en la mitología Aymara
\a luz dd sol sciln!a el inicio de una nucv;-~ edad, de vida plennrnente
socializnda. En contraste con la edad precedente ----el punmw pacha en
b mitología antip.un, t:! chul!pa pacha en ln moderna-, la cdncl ele !uz
solar corresponde n un mundo de diferenciación, de In agriculturn, de
orden sucia! en vez de confusión. Recordemos. que, S'<'.gún Ber\onio (!l, b) El Sol. que en el tumhaclo de
In igksia de Combnpnta (Cu7.co)
278), rumma ca111auisa l1oque es (<el que no ncudc a las ob!lgacioncs dd nparcce entre d Espfritu Santo y
pueblan, Así como entre los mismos cerros unos son mtís dlablos y fie- fHS.
ros, micnJr;:¡s que otros son protectores, aqu1 LHnbíén creemos ew-:-onlrar
---en el contr<~ste entre ln luz Jcl afax ¡¡acha, r.notcctorR y ordenadora,
y el crcpús:cu!o de mauqha pc.chrL confuso pero fecundador- In misma
oposición llevada ya n otro pltmo.
En los conceptos rdigiesos norpn¡o~inos, la oposición entre luz y tl~
nieblas es cxp1ícita en el culw: con los saxra hny que comunlcrnsc en ia
oscuridad, por lo gcnend de noche, o quizris también de dÍ3, pero en una
casn ccrrJda. A los ."-<lntos y a Dios se rinde culto a ln luz cld día y que~
mando incicn:;o, mientras que para !os primeros lu:~y que quemar q' uwa
(men(a silvestre)~.
Los diablos, hambrientos, comen la 'rncsa' [misa] de sangre, de Wl-
thu, llumpaja y otws elementos na!ivos. que es preparada de noche;
y de hecho en !n región de! Titicnca sus servidores mísmos son eh' amaka-
lli, duefios ele las tinieblas. Los Silntus, por el contrnrio, comen la 'misa'
flllisol ce-lebrada con elementos a¡cnos como son el pan y el vino, de día
en la iglesia. No vemos en esta oposición entre !uz y tinich!ns una sim-

s Esta oposición sirnbólicn entre incicn<o y r(lttl"a no es conocida en tod.:~s


!as regiones Aymnrns.
268 Cosrnovisión 5. Pacha: En torno al pensamiento Aymara 269

ple correlación con el contraste entre santos y diablos. Nos parece más diusan wawapa (el hijo sagrado de Dios) y pacha wawa, que literalmen~
probable que la nitern<1ción entre día y noche en sí pertenece al pacha te significH hijo de pacha (¿de arriba?, ¿de abajo?), y que Uertonio
de arríba, presidido por la pareja Sol y Lvna, y que la luz propia de (Il, 243) traduce por 'mellizo'. Ya citamos el tocado por el rayo en Chu~
abajo es la líminnL En nuestra experiencia, algunos de los momentos cla- cui¡-o, quien, según sus propias palabras, fue 'cogido por Dios',
ve en los dtos :'ara los cerros y otras deidades de abajo se realizan jus· ¿Se trata en el caso del rayo de un verdadero sincretismo entre lo
tarnente al amanecer, cuando !os devotos salen fuera de la comunidad antiguo y lo cristiano? El dios que toca en esta forma n los mortales tiene
para ofrecerles sus 'comidas' antes de que llegue el soL una característica fundamenta! en común con la divinidad cdstiana: se
Otra metáfora por la cur,¡ se constata repetidamente la mismn oposi- manifiesta en forma trinitaria y esto parece remontar a époctlS prehlsp~lw
ción es la saL Esta, cuyas propiedades fí3lcas lncluyen el aliñar y con- nicas. En el Norte de Potosí, sus 'balas' -piedras redondas metálicas que
servar, es usada en el bautismo para dif:renciar al niño así 'socializado' ejercen poderes especiales- hasta son llamadas gloria wala o san! u wala.
de los recién nacidos que pertenecen al mundo nO··diferencíado de los No hay que olvidar tampoco que el relámpago y el gran ruido del trueno
diablos. De ahí, cuando mucre una criatura sin bautizar, se cr~:e que vienen justamente de arriba, de la gloria, fuente de luz celestial; en las
pertcn~ce n los cerros, o al rayo. La sal tnmbié11 es utilizada para ,:efen· palabras de Bertonio: ((lllapuaiha.. Enbiar el rayo del ciclo, hazerle
dcr a !a sociedad contra los que obran el mal como ladrones y brujos, caer, es propio de DioS» OL 173). En contraste, los Ayrnara de Caran"
y también contra las granizadas. Por otra parte, cuando la gente entra en gas dicen que tata Santiago en realidad es un diablo, pero tan poderoso
comunicación con los diablos, tienen que abstenerse de la saL La sal cow que ni Dios lo puede sacar del cielo (Monast). Qucdnn muchas preguntas
rrespondcría entonces al mundo completo, y condimentado, de Dios, Ya por contestar acerca del sitio que ocupa el rayo en e1 pensamiento Ayma-
vimos, citando n Guamtín Poma, que su uso simbólico tiene raíces ante~ ra, pero podemos constatar que su rango es consonante con el que anta~
r!orcs a la llegada de los frailes. Esta es una razón más para creer que flo ocupaba como divinidad máxima de los antiguos.
el contraste entre el poder genésico de los diablos y el poder ordenador Si la figura del rayo Santiago parece escapar a una fácil clasificación,
de Dios no es únicamente fruto de la evangelización, Las versiones actua~ de manera similar la Pachamama pertenece a mundos opuestos. Concebí~
les serían una reconceptualizací6n de otra clasificación más antigua. da como cónyuge de los cerros, o del Tío de las minas, forma parte del
En ciertos contextos la oposición entre diablos y santos se mantiene mundo de los diablos: es hambrienta, hace enfermar y es uno de los se~
tajante; peto en otros lns divinidades de manqha se entremezclan con Ias res que hablan con el tocado por el rayo, Sin embargo, a la vez pertene-
de alaxa. Por ejemplo, en las eh' al! a de los Laymi las primeras libaciones ce a1 mundo arriba: en el Norte de Potosí, por ejemplo, se le rinde culto
son siempre para 'nuestro padre y nues1n1 madre' el Sol y la Luna, y las no solamente con q' uwa en la oscuridad como a los demás diablos, sino
segundas para los cerros y Pachamama. También los muertos, relaciona- también de día con incienso, de tal forma que parece trascender la opo~
dos con los diablos y el inundo secreto de abjo, mantienen a la vez una siclón entre diablos y santos. Más aUn: es considerada la esposa de dia~
presencia ambigua en la !glcsia, No sólo reciben 'mesas', sino que tam~ blos, pero también en algunas ocnsiones hemos escuchado decir que es
bién comen ln 'misa' católica. la esposa del Sol.
Más compleja ntín es la figura del rayo, que por un lado inspira a los ¿Tendríamos que ver en la Pachamama otro ejemplo de la 'doble
que comunican con !os diablos o mata n las llamas que pastean en las cara' a la vez demoníaca y cristiana que tienen algunas divinidades?
cumbres altas y por otro tiene VBri2s caras de santo: de Santiago, pro- Creemos que la Pachamama representa algo m~s que eso, por ser ella ante
tector él mismo de las llamas; de Snnta Bárbara (o Tata Snn Warawarn) 9 , todo la tierra cultivada, y porque Ja agricultura llevada a cabo en la edad
patrona de mineros, artilleros y geólogos, y de otros santos más. Weston de luz solar es casi el símbolo primordial de la cultura. La Pachamama
La Barre cuenta que en la región de Pacajes la imagen de 'Tata Santia- es así la representación principal de la domcsticnción del espacio salvaje,
go' es la misma del antiguo dios Chuqi!a -un hombre que tira balas des~ y como tal pertenece al pacha de arriba, del orden social cuya reproduc~
de arriba con su honda-, pero a la vez el tocado por el rayo se llama ción se funda justamente en la agricultura. Si se coloca asf dentro de la
civilización, ¿por qué mantiene entonces la cara dcmorlfaca a la cual nos
9 Pnra los españoles, Snnln BárbRrn ya et<J patrona de la artillería e invoclldn
hemos referido? La respuesta tiene que partir de la conceptualización del
contra los ravos. La pronundad6n aymarizadn del nomhte de esta santa, warawara, orden mismo, Este, si llega a su perc .- :ción, deja de representar un valor
positivo y se vuelve estéril. El poder creativo -genésico--, !a fecundi-
coincide con. la del vocablo Aynnra que significa 'estrella'.
,.....
270 Cosmov\sión 5. Pacha: En torno al pensam!cnto Aymaril 271

e) ;\fanq!w pacha, aka pachc<, a!ax ¡;acha


MANQHA PACI-!A ALAX PACHA
En la actu3lidnd, ios mundos opuestos que hemos denornínado mall·
qha pocha y alax pacha cstfm fuertemente infec!mlos por motivos cristia-
Lo interior, d::lncles!ino y genésico Lo c.xt,:rior, visible (¿o nitído?)
nos. Así el mundo 'lnfernnl' está poblado por J¡ablos, m¡cntras que el
y ordenndm
·celestial' corresponde formalmente a los númc:ne:;; reverenciados por !a
diablos snntos iglcs!~ ~atól!ca. Sin embargo, hemos notndo en !n discusión anterior que
cs!c ultuno se nccrca a ln idcZ! precrístinna de orde11, sociedad 'en nuli-
'Tío' Dios/So! cía', asociada a la luz solar y a la ngrícultum: mientras que el m~ndo
rac!wmamn. cspUSil de! Tío l.un;:;, csposn del Sol 'inf:rnal' se parece en aspcctus crucinles ni purunw ¡;ac!w de b mitología
nnugua. Reconocer esto no es mtis que afirm¿1r que d esquema cdstümo
tm·o que acomod<1rse a una met~físicn preexistente: por otra parte, es
c:laro que e\ ajuste entre estas categorÍas es. muy provisionnL Así, por
Jucc cer-ros doce 'milagro~·
ejemplo, si dejamos de !ado lo oposicíón entre crbtiano v di<Jbólico de-
fuerzas mctcorológic<ls okndMío so!u y !unz1r tectamos entre !os númcnes del manqha pacha unJ divisiÓn entre 'dicü;ó,
!icc~s' (peligro creativo) y ncHiiabó!icos (orden)~ o se<:, un contraste pn-
til)'O
rcc.rdo a! que, segtín sugerinmos, subyace en !n oposicl6n entre los Jc
d '¡oc,ldo pur ct rnyo' c1 sacerdote cristinno 'arrlba' y los de 'ahajo'.
ch'amaknni ¿Cómo hemos de entender la relación entre estos dos uacha, v cuál es
d pnpd de! aka pach¡J, el 'suelo ror donde andcm los 'vivicnt~s'? Nos
misa (rncsH) Jc wulw. sangre, liwnpt!i" misa de p<ln y vino
pnrcce ev¡Jente qut! este último se refiere al mundo de los humanos, so~
nuscncí:o de ~al brc los cuales ejercen sus rcspcctivns influcnci;:¡s los dos pacha Je <Hrlb<:~
Y abajo. Refuerza esta condusión la división trip;1rtita de! mundo entre
T_vusa parti (la parte d<-: Dios), saxra porli (1<~ p<ntc Jc diablo~) y jiwas
partí (la parte de nosotros), que hemos cscuclHHlo en el Norte de Po!osL
Cwmdo los religiosos de los siglos :xvr y xvr! hnblnban de cíelo e
in[!crno tenían en mente unn oposición categcíricn entre el bien y el mal
UHno valores éticos. Según estn c!Jsificar::ión, los s;mtos y los diablos eran
contrarios, como d pecado y h gracia; o s~n. expresado mediante con-
cbd, reside, pur el conaario, en d zksurdcn (por nu decir e! cJos) que
ceptos Aymnrn, eran auca, cosas que no se pueden .\unwr, que se hacen
es propio del purumo, ese mundo pc)i¡:roso de luz difusa. J\.·Iundo que
ndcm<ÍS, incluye esos condenados --lH~ljOs, ¡;¡cJroncs, incestuosos- qu~
la guerra y se anulan mutuamente, como día y noche. Hasta en la nc~
tualidnd se puede perdbir esta relacíón antagó-nica, por ejemplo, en las
nos amenazan porque en vida pecaron ju~t~unen!e contra d orden; de
ahí su fascinnción simbólica porque n.:prcsent<Jn en forma mRs extrema
personas mismas que presiden los cultos: por un lado, el sacerdote; por
oao, el 'tocado por el , el hombre de lns tínlcb[as. Estos, de hecho.
e! poder, a);-¡ ve1 fccund<~dor y peligroso, que reside en los bordes, Y no
olvídcmos que los muertos, Jos que en vida ctdtívnban el suelo y que n! 'no se pueden juntar'; sus conocimientos se excluyen mutuamente. -
morir han pasado <:'ll otro pac!w son los responsables especiales de la Sin embargo, si examinamos más de cerca sus papeles respectivos
fertilídnd <lgrícoln. vemos que en el acto princípnl que realiza cada uno para comunicarse
La Pachnrnamn sería cnwnces el punto de múximo encuentro entre y agradar a !os poderes divinos prop\os aparece un demento de encuen~
!os do~ munc!Ds, Por una parte pertenece al pacha de arrib3, concebida tro. Se trata de la misa ofrecida a Díos y la mesa para los del manqha
como esposa Jd Sl1!, y, por otrn, participa del carácter fecundador de pacha. En la fonélica Aymara estas palabras, tan cuidadosamente distln~
los dinblos. ¿Serfn Ta)pi? No sabernos. guidas en castellano, son una sola: misa.

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272 Cosmovisión 5. P a e ha: En torno al pensamiento Aymara 273

Un rito descrito por Rodolfo Kusch servirá para ilustrar una de las mera implica la inversión del tiempo, as{ como la alternancia, Y esta
múltiples formas en que los dos pacha se pueden juntar o igualar me~ idea fue sin duda la que utilizó el estado Inka para significar la sucesión.
dianíe sus respectivas 'mesas'. Se trata de la dedicación de un nuevo ca- Vimos también cómo el equilibrio se lograba mediante la sutil combina-
mión en la reglón de Euca!iptus, Dcpat'tamento de Oruro. En el lugar ción de elementos pares y opuestos, cuya figura más completa y conoci-
donde acuden para rcnlizar el rito hay un calvario dedicado a Ja Gloria da fue probablemente llevada a cabo por estos mismos Inka en la con~
y a la Virgen; a unos 20 metros de distancia una pirqa (construcción de figuración del imperio, el Tawantinsuyu con su taypi en el Cusca, El ele-
piedras) dcdicadn al anchanchu que en csu1 región se asocia a fuerzas mento regulador de todo el sistema era entonces el Inka, el mismo hijo
meteorológicas y a minerales subterníneos. Para dcdicu _el camión se / del Sol, cuya figura centtallzadora daba sentido al orden cósmico y al
prepnnm tres mesas: la primera con elementos cristianos para la Gloria; orden temporal, es decir, en última instancia a la historia. Al desmoronar-
la segunda, con elementos opuestos (formando una 'mesa negra' en las se este imperio, y con la evangelización cristiana, gran parte de la lógica
palabras del antropólogo) para el anclw11chu. así vemos con claridad la del sistema antiguo se perdió. Los fragmentos de la tradición que logra-
oposición entre el afax pacha y el ma11qha pacha; la tercera es similar ron sobrevivir ya no operaban a nivel estatal, sino más bien al de comu~
a la segunda y se coloca dentro de! mismo camión, en el asiento det con- nldad, quizás a! nivel de cacicazgo, En todos los casos tuvieron que aco~
ductor. ¿No scní ésta la r':presentación del aka pacha, de la tierra poblada modnrse de forma compleja en otra lógica: la cristiana.
por humanos trabi!jndorcs como un chofer de camión? Y si la mesa del En nuestro intento de presentar el pensamiento Aymara, hemos deja~
chofer se parece a la 'diabólica', ¿no sení porque la misma naturaleza de do de lado cuatro siglos de evolución histórica, con la ambición de dar
un camión lo acerca a las fuerzas del abajo? No sólo camina y así tras· solamente dos imágenes instantáneas: la del rcn1oto pasado y la actuaL
pasa los linderos entre un grupo y otro, s!no que tiene como propia fina- Si se debiera encontrar una ligazón entre ambas partes la buscaríamos
Hdad buscar riqueza en los viajes. ¿Con quién mejor que el anchanchu no del lado de una supuesta perennidad lógica (lo cual sería una mane-
se juntaría el chofer y su nuevo camión? ra de negar la historia), sino en la permanencla de la naturaleza Quila,
Ya hemos scííBlado otros varios ejemplos que indican un intento de que es la que inspiró tanto la mitología y los :mtiguos cultos como los
igualar o de acercar estos pacha opuestos, como son las cumbres grandes modernos. El prólogo a la Instrucción contra las ceremonias y ritos que
y los milagros grandes (ambos supuestamente doce); o el mismo rayo, a usan los indios conforme al mal tiempo de su infidelidad, a pesar de ha-
la vez fecundndot, creador y destructor de llamas, cuya contraparte cris- ber sido escrito en el siglo XVI, contiene modernas resonancias:
tiana es Santiago, que en algunas reglones es también el santo protector
de las mismas llamas. Añadiremos Ja sugerente resonancia de la misma Comun es a casi a todos Jos Indios adorar guacas, idolos, quebradas, pi<>
oposición entre arríba y abajo, por la Cl"ll las dos mitades (saya) de los dras o piedras grandes, cerros, cumbres de montes, manantiales, fuentes y
grupos andinos fueron identificados desde épocas precolonia!es. Ambas finalmente cunlquicr cosa de ORturnleza que parezca notable y diferenciada
mitades se encucntrnn pcriódicnmente en unn lucha ritual, el- tinku. De de los dcmns, (Polo de Ondcgardo.)
acuerdo con esta perspectiva, el pacha de arriba y el de abajo se acercan
hasta 'igualarse' en el taypi que es la tierra de los vivientes (aka paella). Hoy la división acwal de! espacio y del tiempo no se entíendc si no
se toma en cuenta el juego de luces en tierra Aymara, que hace que la
cumbre más alta parezca tenebrosa y difusa, mientras que In pampa a
4, Interrogantes finales sus pies está infundida de una luz bri!1ante, lo cual informa la carga me·
tafórica entre el arriba y el abajo.
Taypi, puruma, awqa, es evidente que las figuras elementales del f'1!'1 Pasemos a un último punto, o interrogante, relacionado con la percep-
pensamiento antiguo siguen vigentes hasta nuestros días, en varios conk ción de lo futuro dentro de la concepción actual.
textos, aun cuando nuestros conocimientos sean tan provisionales. Con ¿Cuál puede ser hoy la cara temporal de los tres pacha, los de abajo,
todo la división actual entre arfiba y abajo no se puede superponer sin aquí y arriba? El aka pacha en cualquier caso es nosotros, El interrogante
más sobre una mitología que tenfa otros fines y cuya clasificación surgía se refiere entonces a los otros dos. Hemos visto que el pacha de arriba es
de otro contexto. Del pasado se destacan dos idcns fundamentales y opues~ eJ dominio del dios Sol y su pareja la Luna; es por tanto el pac!ta de los
tas para entender la historia: la de pacha kuti y la de equilibrio. La pri- equjnocclos y de los solsticios. En cambio el pacha de abajo es el origen
274 Co>;;movisi6n 5. Pilcha: En torno al pensamiento Aymara 275

de otro 'Jlcmpo', e! de las fuerzns meteorológicas_ Siguiendo esa ruta, el


pacha de arriba es d ticrnpo del ciclo eterno entre día y noche, verano
e invierno, mientras que. el de abajo se ubica especialmente en el momen-
to 'entre dos luces', de! crepl1scu!o y de! am<1necer, y nsi es un tiempo
secreto, irregular, difícil de captar, en contraste con el tiempo ordenado
y seguido de arriba.
A!gunos ontropólogos han visto en la clasificacidn andina entre tres
pacha de nbnjo, aquí y nrríba una correspondencia con los !res tiempos
del pnsndo, presente y futuro. Es evidente que e! aka pacha está en d
presente, y 1flmbién que el ma11qha paella nos lleva hacía el pasado remo-
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to, medinnte !a comunicación con muertos, con gente aniigua y dioses ~
antiguos. Pero !a conceptualización occidental de tiempos es poco Elpm-
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pinda pnrn cnptar signific¿¡Jos tan diferentes como son los del Aymara. 00 o
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;\sí, e! ahu.: pacha no nns parece corrcspünder al 'futuro' en térm!nos oc- ~ ~
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cidcntnlcs, s¡no il! proentc. Ln cd<~d en que vivimos es ln cristiana, y la 2
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luz de! Dios~Sol pr~::idc la reproducción lcgitimizadoro de !a sociedad ¡¡ V
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actual. "
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{'{el futuro entunccs? Para dar unJ rcspuest:J provisional volveremos o
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n ];¡ irnngcn (k ese joven Laymi quien nos cxp!ícó cómo en el momento
de! juicio el mundo Jnuí la vuelta p:nn que lo de abajo tome el lugar de
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nuestro mundo presente, de nosotros. Es decir, no só!o el 'pnsado', sino 2
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t:1mbién el 'futuro' se ubican en d pacha de abnjo. La próxima e.dad bro-
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fíld de donde c;nl~n loe; poderes repentinos e inciertos que nos dan vida.
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Y 85Í los nn!cpnsados, !Cl gente de 1icmpüs anteriores, no só!o h<1ccn fe- 1
00
cundar fa tierra desde el ma11qha padw. sino que ::Hlcmás son fuente de
un futLlrO mñs kj;:¡no. Estiín hillo ticrrn como semilla de fccundídnd y de '"<
nueva socicdJd. La actu;ll concepcil'~n Aymara de !a historia se expresa
entonces en un movimiento pcndu!8r. pn el curll nuestro mundo, regido
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por el orden sol:1r. se n!lcrn8 con e! eMe, tenebroso. que es fuente de "E
crcatívidad y de crecimiento !D" ::2
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...
276 277

Con el tiempo tuvieron dos hijos. Pero la c.slrclla scguíu pensando


LAS ESTRELLAS, LA SJMPA Y EL ZORRO en irse, y rogaba constantemente a w esposo para irse al ciclo. Ante
(Tr;:¡dJción oral rccogiUa por VfcTOR ÜCHOA) esta situación el hombre tuvo que reprimida y hnstn la pegaba. La jo-
ven se lamentaba y lloraba, porque no podía fugar .al no poseer su
Antiguntncntc, en los ticrnpos de Yus Awki (Dios Padre) o Apu ropa, que se ettcontraba en un baúl enterrado en el suelo. El Jugar s61o
Ou!!mt Awki (dios Pnclre Divino), por e! peder que les hnbfa conce- lo conocía e! hombre.
clldo, dice que ins estrellas del ciclo bnjabnn a la ticrru, a fin de pnse.ar Pasó mucho licmpo en este trance: la mujer dcsespcrnda por irse;
o ver lo que pasaba en este mundo. el hombre, pegaba y regañaba a su mujer. Cuando el nifio mayor crcdó
Cierta vez, en tiempos de clwcra, dice que bajaron del dcio dos vela todos estos acontecimientos. El esposo, para evitar que se malo-
estrellas, con sus vcstimcntns, l!cnns de perlas. Brillaban bastante; por gre !a ropa en e! interior de 1n tierra, solía sncnrla con el fin de hacerla
eso vernos brillar n lns estrellas dd ciclo. Est:ts dos estrellas se convir· solear, Esta opernción la realizaba en uusenda de su esposa. Este se.
1icmn en Jos bucnns donccl!as y fueron n ver !a dwcrn de un Aynwra creto fue visto solamente por su hijo, pero como aún era pequeño no
que vigilaba su chncrn de ppas en unn musiiia (cabnñn para pasar In podía comunkarlo a su madre.
nocheL Las cstrcl!ns jóvenes, nl ver que ti ducilo de Jn chacra donnín Cierto dfa, cuando su padre estnbn ausente, el n1fio preguntó a su
profundamente, empezaron n csc:\rbrtr lns papas, luego se fueron. Al madre:
día siguícntc, cunndo el dudlo empezó a rodear la chueta, se sorprendió
al ver que habíu sldo cscnrbad<J una buena cantidad de matas. A! ver «Mnmá, ¿por qué lloras tanto y por qué pelean con ml pnpú?»
esto, empezó n cuidar mucho más. El agricultor no dormía hasta altas La madre tuvo que contestar la verdad:
horas de la noche. Sin embargo, unn vez que el joven dormía, nucva- «Hijito, tu papá me hizo quedar n la fuerza. Yo, no soy de esta
mcrHc regrcsnron las jóvenes y, corno vieron que e! Jueflo ya dormía, tierra. Mi lugar está en el cido, Cuando vine a curiosear a esta tlcrrn,
cm~zaron n nrnmcnr otms ma!ns l!cv!lndosc las ¡;apas. Cuando en la lu pmlrc me encontró y me despojó de ml ropa. Enwncc.s, por falla de
mndrugadn d joven despertó y fue a ver la chacra, se sorprendió nue- ella, no puedo ir al ciclo.··"
vnmcn!c porque lns papns habínn sido t~rrancadns. Ante esta situación, Ante la tristeza y el llanto de la madre el hijo dijo:
tuvo que vigi!nr cclos:lmentc. No donnín hasta las horas de la mudru. «Marn¡ta, tu ropa cslá guardada debajo de la misa gala (piedra sa.
gadn. Pero las estrellas aprovechaban la horu que dormía~ así tuvieron grada), enterrada en la tierra ..
que esperar hasta la madrugnda pnra arrnncnr las matas de las papas.
Viendo que, a pesnr del culdnclo mlnucíoso. al día siguiente result!Jban Al escuchar a su hijo, la estrella se alegró mucho. Desenterró la
nrrancndns lns mnws de pnpns, e! dueño optó por supli-car a otrns per- ropa. Preparó comídn pma Jos hijos. Les ncon~ejó. Y cambiándose Jc
sorws que lo acompañen. Tuvieron que turnarse dos a dos con e! fin ropa, se fue ·al de!o.
de dar con el ladrón.· Cuando el padre llegó del viaje, no encontró a su esposa. El hijo
A es~ de lns dos de la mnilnna, vieron que las dos hcrrüosas jóve- tuvo que avisarle sobre el via.jc de su mamá al ciclo. El padre inmc·
nes, vcsudas con bellos ropajes de oro y plata que brillaban bastante, dlatamcnte buscó la ropa, pero no la encontró e interrogó n su hijo:
se ;;~cercaban ll la chncrn y empczabnn n sustraer las mntn.s de papas. ('(¿Quién avisó sobre el esconclíte de la ropa de tu madre?» El hijo
Entonces, lnmcdiaLnmentc sin perder tiempo, !os vigilantes corrieron dijo: «Le avisé porque estaba llorando.» El padre regañó n! hijo. Pero,
hacia cllns; pero lograron capturnr solamente a una de ellas, mientras al ver que no hnbía más n!temativa. tuvo que ir a averiguar cómo en.
lH olra, :1 pesar de ln vclocldt~J y c1 número mayor de Jos hombres, contrnr a su .;sposa.
nlcanz6 "n fugnr a! cieh
Con10quicrn qm.· ln joven era hcrmosD v no hnbía manera de recu-
perar las pnpas, el duciio de In chncr;J. opt¿ por llevarla a su casa. Ella
tuvo que lr por miedo y vergl'!cnza. Allí intimaron a la joven propo- Después de cierto tiempo, el hombre encontró a un yatiri (sabio).
niéndole mntrimonio. Pero la cstrcíb no quiso, Al fin, ante la exigen- Este, minmdo la coca, le aconsejó diciendo:
cin de! ducfw }' de sus ruegos, luvo que qucdnrse en nquclla casa. Pos-
teriormente le cnrnblnron de ropo. Es decir, la ropa de perlas, no y «Tu esposa está en el cielo. Nadie sube allá, solamente va tata
plata que brlllnbn tuvo que ser cambi:::ld.a por Jn ropa común que usaba Lurinsu (antes fue :ave grande; hoy Cl! dra es picaflor). Entonces tienes
aquella gcnlc. que ir n suplicar al Luri~tsifu, para que te cargtle has!a allá Para ello

,_,..
tienes que vestírte de k'usi!lu {mono o personaje jocoso de los cnrna-

31
278 279

vBks), Cunndo hayas llegado ;;! cielo, te dltiges hnciu el temp[o del Mientras !anta, el alojnmicnto como la comjda fueron proporcionados
Dios Padre, en donde se !icva n cabo ung u::rcmo:nla grande, y te para" por :;u propia ex-esposa y por !os dei cielo.
tt\s en In puerta de l~quc! lempio hasta que wdos hayan salido. De allí Después de mucha fuena, en In U!!ima botada Je !a soga que hízo
sn\dnín hombres, mujeres, niños, nncinnos; tú no hablarás ni molestarás el hombre, por fin akam:ó !a tkrril. Se alegró y n un costado Je! !cm"
a la gente, nl preguntarás por lu esposn. porgue !od.:1s ias cstrdlfls t!encn plo puso una estaca. Allí anwr-ró fuerte la soga que tc.nín ln forma de
el ~nismo ropaje y es muy Jifíc\l reconocerlas. Esrcrarás que n!guna unn escdera. Luego ·avisó a Dios PnJre, quien echó una bendición y la
muJer te dig;l; "Aqui tAmbién hailín s:.~bido haber k'usillu no?" Enton- denominó:
ces la cogcr;\s a clln. Esa será tu ,:sposa. Asf podrás rcsc;Jtar a tu es·
pvsu.»

Con cstn consulta dd yoliri. ei \ln¡nhP; suplicó :1 tato Lurinsu pnr3 Con la licencia de Dios Pudre y !n de su esposa, el hombre bajó a la
que k lleve al cielo_ Consiguió tambkn h1 rop3 de k'usil!u. Después de tierra por medlo de la simpa.
que e\ l~11tinsu hnbi<J accptadu llcvnri<), se fueron al ciclo. Cuando l!c-
f-Jn.H·I, el lc.rdrlo de Dios f'rH..lrc habín cst:H.io lleno, porque se n.::<liiL:lbü
ww Gr;-¡n CcremoniJ. E\ hombre vistiéndose de k'usi!Ia se fu,:; a la
ptlcr/a dd tcrnp!o, mientras d !"urÍil.q¡ hrtjó hacia \a tictra. Al término Por la existencia de la simpa, que ya parecía un'J escalen<, todos
Jc ia Ccrcmoni;t l:1 gente salín Jd tclllJÚO, puo o<Jdic 'te decin nndn al los seres de la ticrrn vínjabnn hacia el cielo; yn sen parn pllrticlpnr en
k'usi!!u. El hombré miraba utda vez ai interior de! icmn\o de. donde la Gran Ceremonia que se !levaba alií en el ciclo, como para otros que-
pcwlatinmncntc se retirabiln bs <.t$iskrHc:.. Al ver que yc1. estaba vacío haceres u compromisos.
el templo, e\ hombre se desesperO. Pero ;¡] fin, como de la nada salieron Cierta vc7., en uno Je los hllltos viajes que bnbín rcatizndo, e! ;.urro
Jus jón:nc> nn;jcro vestidas de pcl"i<ls rcspi:mdccientcs, y una de elhs. fue nl ciclo pnro pilUÍCipar de uno de .sus compromisos. Después de cum-
n! ver ni k'usil!u dijo: plir con su comclido, e! anima! regrcsubn. Cunndo cstnba ya por ln
mítad del ctHnino, !os k'alíal!a (!oros de color vcrJc) estaban cruz<H1Úo
/1 kunx !, 'miffu.-: Ul ¡,.;n;k iri I<IVI!i/S!i en tnanuda por un costado de la simpo. El zorro en ac1ilud I.Judcsca
!\dí lnmbi(:n hi!bln 5>:J\.Jido il:~bcr k ¡;_\il!u. no? les dijo;

, Entnm:cs dcscs¡Kr;ld:nncnk el homh1c se lanzó sobre, h mujer que' K'a!la!!anu.ka, nas !/unru k'olio!lanaka /{iqi J:u11 huir ~U!nl.l awkima,\'
diJO tH¡uclb fr<lSC, y la cogió parn 1t<H.:ria n In ticrrn. i\bs cll:1 no quiso jutaskia simparak t'uruqilasma.
1\ntc nt:> ncgn1"1va. fueron donJc el Supremo Dios PnJr-1!, n fin de ser Lores, loi"Os nariwtus. Tu buen puJ¡·¡: el que hn hecho taJes !ns ccs:J.S,
Ju¡.gadm. y, <:.L::L'H1IC de\ Sei"tOr, se nchlrilrlH1 !as nartcs. E! veredicto dio está viniendo. Cúi,L.Hio con cortanne la simpa.
d resultad() de que i:1 mujer ibil a qucdn1sc, rnicnt1·as ei homb 1·c tcníu
que n'¡:u·csar solo a In tierra. E~1o ocu1 rió ¡;orouc el hombre había sido Frente n esta frase, los loros no hicieron cnso. Pero e! zorro ,:;¡;guia
culp:J.bk por el mal (n\lu que i1:1bía d;tdu a' !a mujer c:;tando en ¡3 provocitndok.s has~n pot· tres veces con la rn¡sma Versión. Entonces los
tkrrél, loros regresaron y le Ddvirticron diciendo:
Dcspu<2s Jcl L;llo de Dios P:1dre. e'! ho111brc no encontró ninuún
me(r10 pnra rcgrc"~ r a 1n t1crrn,
• " ~· Ja11iw kuns arxay<gfáliilali, llkt1laraki simp t'uruqapxirh.(a.
y;1 que don Lurinsu se había regresado,
Cuidado, no vas a decirnos nada, CuiJado que podernos connr la sÚJi¡w.
Ante esta 5i!o<"Jci0n rct:urrió nuevmn..:nk .1 Dios Pudre, Viendo Ju pn>
ocupación, Vus JÍH'J;i le dio una nwrr;n (bro?.adü, gavíl\a) de ramos y
Pero ct zorro no les hizo caso y !os Jo¡·os picotearon lu simpa.
l:O cncnrgó que hiciera unn ~ogD grnndc hnsla que ;;knnce ~ la liern:.
El zorro n! ver que]¡¡ simpa cstabn cortada, se cayó a ln tierra desde
El hombre crnpc;;ó b p/¡n/wla (opernción de torcer con lu mnno}. Des,
medio cielo gritando:
pués lk: c~<.h jornt~dn e! hom!:rrc nrrojaba hacia ]a ticrrn la soga que
había hc:clio, pero no lkpba. Se dice q11c ht mnrqa Jc ramos se había Uraqinkirinaka! Tcqi kun {urir suma a¡¡•kinum: jwaski' Oumpichus
tcrminndo VRrias veces, y hasta Jn pn!m;t Jc la mano se lwbia hecho jani'ak¡¡pxma!!
ampo!iu, Pero todnvin no conscgufn su ubictivo, Atín así el hombre, con ¡Gente de ía tierra! ¡Tu buen Padre, el que ha hecho !odas \as ccsDs,
pacicncl:1, hacin sGrLJr la pnlmJ de :;u rnnno y trabajaba nuevamente. est§. viniendo! ¡ ¡Th:ndan frazucb.s!!
280

5, I'iKhtl; En torno al pcnsumknto Aymura 281


Mientras gritaba estas írnses, d zorro u1fa aparntosnmcntc tle! cie-
lo, y su cuerpo daba vueltas y vuc!t<Js. Cuando cayó n! suelo su cuerpo
penetró lres brawdns dentro de! suelo.

Entonces, desde ese d(a, todos !os seres de Jn tierra, perdieron la


úmpa, que servía de cnmlno pnrn ir ni ciclo, con ello Uln1bién se ter-
minó ln comunicación con ..:1 cido. Estn simpa, dicen que todavia
cxis1c en medio del ciclo. Los seres humanos, después de su muerte,
soinmente suben hasta !a mitad de! cie!o. Luego vinjan tranquilamente
por la simpa hada c1 deio. Cuando llegue d fin del mundo, todos los
hombres tnmbién podremos irnos por b simpa.
Según unos, cu¡¡ndo el zorro cnyü al suelo, su cuerpo penetró tres
brnadas bnjo licrra. Otros dicen que al caer reventó todo su cuerpo.
Su barriga se hiw trlzns y por !odt~s p<~rtes se desparramó !o que había
comido en el ciclo. Desde entonces pcn el Altiptuno empezó n brotar
quinua y qaíiiwa.
Los abuelos cuentan esta his!oda con grnn fervor religioso y reco-
rnicndan que, por eso, no hay que ser malos n\ traviesos como el hom-
bre y e! zorro, si na hay que ser honestos y buenos a fin de conscgtlir lo
que otros y d Dios Padre nos ofrece l.

! En Folklore Americano (Lima, N. 1.1·l1, !965·6, pp. !27-140) se publicó


olra versión Quechua del mismo miw, recopi!~do por Jorge A. Lira, proba- "
blemente de lnbios de Carmen Tnripr., en 1\f<~rhngnnl (Canchis, Cuzco), Va
ncompúinda de unn lraducciór, cnstellnna de Lira y fosé /viada Arguedns.
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Las varir,ntcs con refncí6n a la prescnrc versión de Víctor Ochoa merecen
un nn:'i!isis dcud!ado. (Naia del Editor.} ~
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