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Bitácora Elkin Federico Diaz Mojica

Primer cuento: Un hombre muerto de Horacio Quiroga

Biografía: (Nació en Salto, Uruguay. Escritor mayormente conocido por sus relatos. Marcharía a
Francia, en donde conocería a Ruben Dario y tomaría influencias del modernismo, En 1904 publica
su libro El crimen del otro, basado en su experiencia de expedición a las ruinas de una selva
misionera. Este hecho, marcaría un tópico en su literatura: la influencia selvática y la locura.

Análisis del cuento: El texto nos presenta un acontecimiento anticipado: un hombre va a morir, los
sabemos por el título; sin embargo la atención del lector se ve sumida en la perspectiva del
protagonista quien , en un primer momento, dice no sentir nada especial, pues la muerte sucede
sin grandes acontecimientos. No obstante, empieza a tener consciencia hacerca de lo que sucedia
a su alrededor: el muchacho que pasaba en el caballo, la hora del almuerzo en que su familia lo
llamaba etc.

Esta forma de presentarnos la perspectiva del personaje hace posible la identificación con él, de
manera que un simple hombre que se está muriendo cobra valor y significado para el lector,
entendiendo ¿quién es? ¿Qué relaciones tiene? para que luego, la anunciada muerte se nos
presente de golpe.

El título también nos deja claro de manera explicita que el hombre va a morir, lo que no sabe el
lector y tampoco< sabía el protagonista es que ese sería el momento indicado para para vivir.

La idea del texto es la muerte y el tema es la vida en el campo.

Ejercicio

Tema:Los celos Idea: El conflicto armado.

ERstabamos sentados, las hojas nos metían entre las botas y el crujir de las hojas secas nos hacían
admitir que nos sentíamos cansados. La toma del pueblo no había sido fácil y nosotros, por ser los
nuevos, nos habíamos quedado atrás apoyando a los que disparaban. Todo el grupo había llegado
cansado y lo único que habíamos conseguido era un rehén desprevenido que caminaba por las
calles. Solo eso había explicado que nos hubieran dejado haciendo guardia a los más pequeños,
mientras el resto se había ido a dormir.

En el cielo ya aparecían las estrellas y las luciérnagas empezaban a sonar. Sacudo mis pies para
aliviarles el dolor. Estoy cansado.

Vuelvo la mi mirada hacia Viruta, mi compañero que esta embelesado jugando con un carrito.

—Viruta, ¿Qué hace?

Me voltea a ver desprevenidamente y sigue jugando, poniendo el carro sobre la corteza de un


árbol.

¿Qué es eso?

El rehén guarda silencio mientras lo mira jugar.

No, déjame estoy jugando yo.


Lo miro, el carrito da vueltas entre explosiones imaginarias, da vueltas, se vuelve a volcar.

LLo miro jugar e intentando entreterme también con algo le apunto en la cabeza al rehén, no sé
que más hacer, para que mas sirven las armas.

El señor empieza a llorar.

—No grite o lo mato.

Me había puesto en un aprieto. Ya no podía retroceder.

—Dame el carrito o mato a este señor.

—No lo conozco.

—Viruta, yo te lo devuelvo.

—Es mentira tú nunca devuelves nada.

Era verdad, pero él estaba en mejor posición que yo.

Yo hago carros

Segundo cuento:

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