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Hacia el uso del modelo CBM-CFS3 a escala nacional en México:

Proyecto piloto Chiapas


Marcela Olguín1, Werner Kurz2, Bernardus de Jong1, Fernando Paz3, Gregorio Ángeles3, Carlos
Zermeño4, Rafael Flores4
1
El Colegio de la Frontera Sur, Km 15.5 carretera Villahermosa-Reforma, CP 86280, Villahermosa,
Tabasco, México.
Autor para correspondencia: marcela.olguin2@gmail.com
2
Pacific Forestry Centre. 506 Burnside Road West. Victoria, British Columbia, Canada.V8Z 1M5.
3
Colegio de Postgraduados, Km 36.5 Carretera México-Texcoco, CP 56230, Montecillo, Edo. de
México, México.
4
Comisión Nacional Forestal, Periférico Poniente # 5360, C.P. 45019, Zapopan, Jalisco, México.

Resumen

Estimaciones del más reciente inventario nacional de gases de efecto invernadero (GEI) en México,
ubican al sector forestal como el segundo en importancia en términos de sus emisiones netas de GEI a
la atmósfera. De acuerdo con dicho inventario, las emisiones para el sector forestal se calculan en 70
Mt CO2 año-1, con un nivel de incertidumbre estimado del 44%. Una manera costo-efectiva para
mejorar la calidad de estas estimaciones y así reducir sus incertidumbres asociadas, es mediante la
calibración, prueba y uso de herramientas de modelación disponibles que permitan evaluar las
implicaciones que tienen, por ejemplo, diversos eventos de perturbación sobre los reservorios de
carbono forestal en diferentes escalas de tiempo y espacio. El objetivo de este trabajo es mostrar,
mediante un estudio piloto en la región norte del Estado de Chiapas (2.35 Mha), el uso potencial del
modelo Carbon Budget Model of the Canadian Forest Sector (CBM-CFS3) para la estimación de los
flujos de GEI en el sector forestal en México. El modelo canadiense CBM-CFS3 es una herramienta
que facilita el análisis de la dinámica de emisiones y remociones de GEI en el sector forestal, desde
escala de rodal, regional y nacional, conforme a estándares internacionales como el Panel
Intergubernamental de Cambio Climático. El presente trabajo es una prueba de concepto que muestra,
además del tipo de insumos necesarios en la parametrización del CBM-CFS3 en México, su uso
potencial para el monitoreo de emisiones en el pasado, así como para la generación de escenarios
considerando cambios en la dinámica de procesos como la deforestación, la degradación forestal, la
regeneración y la aforestación, sobre el balance neto de emisiones de GEI a escala regional.

Palabras claves: Carbono, CBM-CFS3, REDD, modelos, sector forestal, Mexico

Introducción

Los países suscritos a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático
(CMNUCC) deben monitorear y reportar en forma creíble, verificable y transparente las emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI) generadas por su sector forestal. En el caso de México, las prácticas
forestales y el cambio de uso de suelo contribuyen anualmente con la emisión a la atmósfera de ca. 70
millones de toneladas de GEI (10% del total nacional), con un nivel de incertidumbre estimado del
44% (de Jong et al., 2010).

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En los últimos años, México ha hecho importantes avances para mejorar la calidad de estas
estimaciones y así reducir sus incertidumbres asociadas (e.g. generación de una base nacional de
ecuaciones alométricas para biomasa, estimación y re-muestreo de todos los reservorios de carbono
forestal a escala de país; de Jong et al., 2009; CONAFOR, 2010). Sin embargo, una manera costo-
efectiva de apoyar este esfuerzo es mediante la calibración, prueba y uso de herramientas de
modelación, que permitan evaluar bajo un mismo marco de análisis, los impactos que diversos eventos
de perturbación ejercen sobre los bosques a través de diferentes escalas de tiempo y de espacio.

En México existe poca experiencia en el uso de este tipo de herramientas. A la fecha, ninguna se ha
empleado para la cuantificación total de la dinámica de emisiones de GEI a nivel nacional. Sin
embargo, desde el 2007, instituciones de gobierno y académicos participantes del subgrupo forestal de
la Alianza México-Canadá, han iniciado trabajos piloto orientados a la evaluación del uso potencial del
modelo Carbon Budget Model of the Canadian Forest Sector (CBM-CFS3) en México (Olguín et al.,
2008; Vásquez, 2011; Tinoco et al., 2011). El CBM-CFS3 es actualmente la base para las estimaciones
nacionales de GEI del sector forestal en Canadá. Su enfoque de modelación es congruente con
estándares internacionales establecidos por la CMNUCC, así como por el Panel Intergubernamental de
Cambio Climático en su nivel más detallado de requerimientos de reporte o Tier 3 (Kurz y Apps 1999;
Kurz y Apps 2006; Kurz et al., 2009).

El objetivo de este trabajo es explorar la habilidad del CBM-CFS3 en la estimación de los impactos
producidos por cambios en la cobertura vegetal y en el uso de suelo (i.e. deforestación, degradación,
regeneración, aforestación), sobre la dinámica de carbono forestal a escala regional en México. Si bien
los tipos de bosques y prácticas de manejo en México difieren de las canadienses, nuestro propósito es
analizar si el enfoque del CBM-CFS3 puede ser adaptado a las condiciones mexicanas y por
consiguiente, servir en la evaluación de actividades orientadas al monitoreo y a la mitigación de estos
gases. Así, el presente estudio es una prueba de concepto mediante la cual exploramos, además de los
requerimientos de información del CBM-CFS3 para su uso a escala regional/nacional, su capacidad
para evaluar las implicaciones de procesos de perturbación en el balance de emisiones de GEI a la
atmósfera, tanto en el pasado (monitoreo) como hacia el futuro (i.e. escenarios tipo REDD).

Materiales y Métodos
El enfoque de modelación del CBM-CFS3 y los insumos necesarios para su parametrización han sido
ampliamente documentado en la literatura (Kull et al., 2006; Kurz et al., 2008; Kurz et al., 2009;
Stinson et al., 2011). En términos generales, el CBM-CFS3 combina información sobre inventarios
forestales, crecimiento de la vegetación, perturbaciones naturales y/o antropogénicas, para simular los
flujos de GEI que ocurren en biomasa, materia orgánica en descomposición y suelo, desde escala de
parcela hasta escala de paisaje. El modelo simula la dinámica de carbono forestal usando una lógica de
estratificación del territorio en Unidades Espaciales (UES) y clasificadores, la cual permite la
integración de insumos con diferentes resoluciones espaciales bajo un mismo marco de evaluación
(Kurz et al., 2009). En el caso de México, las UES propuestas resultan de la intersección de los límites
entre Estados y las ecoregiones de Norteamérica nivel 1. Del total de 94 UES posibles a nivel nacional,
nuestra área de estudio corresponde a la intersección entre los límites espaciales del Estado de Chiapas
y la porción norte de la Ecoregión Selvas Cálido Húmedas del mapa de Ecoregiones de Norteamérica.

La superficie total seleccionada para este estudio tiene una extensión aproximada de 2.35 M ha, la
cual se conforma principalmente por áreas de selvas tropicales húmedas altas y medianas, pastizales y
zonas agrícolas. Sin embargo, para caracterizar la dinámica de los flujos de carbono forestal a un nivel
más detallado dentro de esta unidad, empleamos los siguientes criterios de clasificación: 1) uso de

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suelo (bosque, no bosque), 2) fase sucesional (bosque maduro, bosque secundario, no aplica), y 3)
estatus de conservación (protegido, no protegido). Con base en el anterior esquema de estratificación,
generamos los insumos necesarios al modelo a partir de información disponible en mapas de cobertura
de vegetación y uso de suelo de INEGI (series 2, 3 y 4), mapa nacional de áreas naturales protegidas de
la CONANP, información de parcelas del Inventario Nacional Forestal y de Suelos de 2004-2007
(CONAFOR, 2010), ecuaciones alométricas de biomasa (de Jong et al., 2009), temperatura media
anual, así como datos incluidos en el modelo para la conversión de volumen a biomasa y respecto a la
descomposición de materia orgánica (Kull et al., 2006; Kurz et al., 2009).

Una vez parametrizado el CBM-CFS3, construimos un escenario de referencia (pasado) y tres


escenarios de simulación hacia el futuro. El primero, escenario “Bussiness as usual”, refleja la
dinámica de carbono forestal ocurrida en el área de estudio durante el periodo 1990 al 2007, como
resultado de procesos de deforestación (conversión de un uso de suelo forestal a uno no forestal),
degradación (transición del bosque de una fase madura a una secundaria), regeneración (transición del
bosque de una fase secundaria a una madura) y aforestación (conversión de un uso no forestal a
bosque). Para estimar la superficie anual afectada por estos procesos de cambio, se realizó la
intersección del área de estudio, junto con los tres mapas de INEGI sobre uso de suelo y cobertura
vegetal (años 1993, 2002 y 2007). A esta información se le unió el mapa de áreas naturales protegidas.
Posteriormente, reclasificamos las etiquetas de todos los polígonos conforme a las categorías de bosque
primario, bosque secundario o no bosque, dentro de área protección o fuera de ella. Con base en este
nuevo mapa generamos cuatro matrices de transición; es decir, una por cada periodo de cambio 1993-
2002 y 2002-2007 y estatus de conservación (protegido o no protegido). El segundo escenario de
simulación es muy similar al anterior (escenario BAU), pero en este caso suponemos que las tasas
anuales de cambio correspondientes al último periodo (2002- 2007), continúan constantes desde el año
2008 hasta el año 2050. En contraste, en el tercer escenario (escenario RED) analizamos las
implicaciones en los flujos de GEI a la atmósfera, si a partir del año 2008 se reduce paulatinamente la
tasa de deforestación presente en el periodo 2002-2007, hasta llegar a una tasa neta cero al año 2025. El
cuarto escenario (escenario REDD), tiene la misma lógica que el escenario RED, sólo que en el año
2025 se logra una tasa de degradación cero además de la tasa de deforestación cero.

Resultados y Discusión

A partir de la elaboración de las matrices de transición observamos que de 1990 al 2001, cerca de una
quinta parte (439,503 ha) del total del área de estudio fue afectada por alguno de los cuatro proceso de
cambio seleccionados (total de 36,625 ha año-1 en promedio). Durante este periodo de 12 años (figura
1), el 50% de los cambios observados se debieron a la conversión de bosques maduros a secundarios
(degradación) y el 38% a la conversión de bosques maduros y secundarios hacia pastizales y zonas
agrícolas (deforestación). Aunque la mayoría de estos eventos sucedieron fuera de las áreas naturales
protegidas, cerca de una cuarta parte se presentaron al interior de las mismas.

En el segundo periodo de análisis (2002 al 2007), la superficie total afectada por alguno de los cuatro
eventos de perturbación fue de 271,894 ha (54,379 ha año-1 en promedio), mostrando un incremento en
la tasa de cambio anual de casi un 50% más respecto al primer periodo. En términos de la superficie
afectada por tipo de perturbación, se observó un aumento de casi cinco veces más la superficie anual
que pasó de un uso no forestal a uno forestal (aforestación). Sin embargo, la conversión en el sentido
opuesto (deforestación) tuvo un incremento en términos absolutos aún mayor, por lo que contribuyó
con el 51% del total de los cambios ocurridos en toda el área (figura 1). Durante este segundo periodo

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de simulación, la superficie anual afectada por deforestación y degradación dentro de las áreas
naturales protegidas disminuyó a casi a la mitad respecto al periodo anterior.

En cuanto al impacto que tuvieron los cuatro procesos de cambio seleccionados, sobre los flujos de
GEI, observamos que el sistema se ha comportado como una fuente de emisiones netas de carbono
equivalente a -0.87 millones de toneladas de carbono (-3.2 Tg CO2 eq año-1). Si bien el crecimiento de
los bosques remanentes y de los bosques recién establecidos mediante la aforestación, también
contribuyeron a la remoción de carbono atmosférico durante estos 14 años, ello no compensó la
disminución neta de casi un 10% de la superficie total de bosque (figura 1).

En la figura 2 exploramos las implicaciones de continuar por varias décadas más, con la trayectoria de
cambio antes descrita (escenario BAU) o de realizar acciones de mitigación que logren la reducción
neta de la deforestación (escenario RED), así como de la deforestación junto con la degradación
(escenario REDD). Como se esperaba, de no modificar los patrones de cambio observados durante el
segundo periodo, en un tercer periodo que va del año 2008 al 2050, el sistema en su conjunto seguirá
siendo una fuente neta de emisiones de C a la atmósfera, con un promedio de -1.2 millones de
toneladas de carbono emitidas al año (-4.5 Tg CO2 eq año-1). De hecho, el sistema alcanza un máximo
de emisiones netas en el año 2020, después del cual pareciera que la trayectoria se hace menos
negativa, la emisión neta al año 2050 es poco más del doble de la observada al inicio de la simulación.
Este ligero cambio hacia constituirse como una menor fuente de emisiones netas, se debe
principalmente a que los bosques remanentes son en su mayoría bosques secundarios, cuyas tasas de
crecimiento son relativamente altas.

Ya sea que mediante los programas de gobierno federales y/o estatales, de la transferencia de
financiamiento externo (e.g. UNDP-FAO-Gobierno Noruego, USAID, etc), o de los sistemas de
mercado, si se logran implementar acciones orientadas a la reducción paulatina de la deforestación y/o
de la degradación, hasta lograr una tasa neta igual a cero en el año 2025, el sistema en su conjunto
pasará en menos de dos décadas de ser un emisor neto a ser un sumidero neto de carbono atmosférico.
Como se observa en la figura 2, la trayectorias correspondientes a los escenarios RED y REDD
comienzan con una pendiente pronunciada al inicio de la simulación y hasta cerca del año 2025.
Posteriormente, ambas trayectorias se suavizan, debido a una menor tasa de crecimiento de los bosques
regenerados (cambio de secundario a maduro) y a un crecimiento esperado de cero en el caso de los
más viejos (tasa de crecimiento igual a su tasa de mortalidad). El promedio de las emisiones netas
anuales estimadas para el periodo 2008 al 2050 equivalen a 0.3 millones de toneladas de carbono (1.1
Tg CO2 eq año-1) en el escenario RED y a 0.4 millones de toneladas de carbono (1.6 Tg CO2 eq año-1)
en el escenario REDD. Es decir, la diferencia promedio entre los flujos de CO2 eq entre los escenarios
BAU y RED alcanza un valor de 5.7 Tg CO2 eq año-1, mientras que entre los escenarios BAU y REDD
es de 6.1 Tg CO2 eq año-1.

Por último, si comparamos entre sí a las trayectorias de emisiones correspondientes a los escenarios
RED y REDD, vemos que de incluir acciones de mitigación basadas en la reducción de la degradación,
la ganancia al final en el año 2050 será de un 11% adicional respecto a si sólo consideramos la
reducción de la deforestación. Si bien existen muchas expectativas respecto al beneficio que pudiera
generar evitar la conversión de los bosques maduros a bosques degradados, existen varias razones que
explican el por qué este diferencia no fue mayor en nuestro ejercicio de simulación. Por ejemplo: a) La
deforestación afecta mayor área total. Con base en la información espacial derivada de los mapas de
cobertura y uso de suelo de INEGI (escala 1:250,000) y del análisis de las matrices de transición, la
tasa de deforestación ocurrida del 2002 al 2007 (misma que se usó del 2008 al 2050 para escenario

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BAU), representa el doble de la superficie anual que se deforestó en el primer periodo (1990- 2001). En
cambio, la degradación durante el primer periodo contribuyó con un 38% del área perturbada, pero
disminuyó hasta un 14% en el segundo periodo; b) La deforestación tiene un mayor impacto en la
disminución de los reservorios de carbono forestal. El modelo simula una mayor transferencia del
carbono contenido en la biomasa hacia el sector forestal (i.e. 80% del fuste comercial) y hacia los
reservorios de materia orgánica en descomposición, suelo y atmósfera (i.e. emisión de CO2, CO, CH4
por procesos de quema y descomposición durante la preparación del sitio). Mientras que en la
degradación, suponemos que la transferencia es desde el reservorio de biomasa al sector forestal (i.e.
50% del fuste comercial) y hacia los reservorios de materia orgánica en descomposición y suelo; c) Los
bosques secundarios tienen mayor capacidad de remoción de carbono. Durante las simulaciones
suponemos que la deforestación afecta en primera instancia a los bosques más viejos (mayor
concentración de carbono acumulado), después de lo cual se llega a una condición de cero incremento
y contenido de carbono en biomasa. En cambio, durante la degradación sólo reduce el reservorio de
carbono en biomasa a un 50% y en su lugar quedan árboles jóvenes cuya tasa de incremento es mucho
mayor respecto a los árboles viejos.

Conclusiones

El presente trabajo es una prueba de concepto exitosa que muestra el uso potencial del modelo
CBM-CFS3 para la cuantificación de las implicaciones a escala de regional, de cambios en el uso de
suelo ocurridos en el pasado (e.g. reporte de emisiones de GEI forestal). También, analiza las
implicaciones que tienen actividades relacionadas a la mitigación de emisiones de carbono en el futuro
y demuestra la importancia relativa que tienen la reducción de procesos como la degradación y la
deforestación. Actualmente se están realizando diferentes actividades y planes de trabajo para mejorar
la simulación de la dinámica de carbono en una mayor diversidad de tipos de ecosistemas en México
(e.g. a través de mejorar la parametrización de la información de materia orgánica muerta y suelo
usando datos de inventarios forestales). También, se está explorando la posibilidad de aumentar la
complejidad del estudio en el futuro; por ejemplo, mediante la inclusión de mayor número de sistemas
de manejo forestal y agroforestal, procesos de extracción de leña, mayor número de curvas de
crecimiento por tipo de bosque, y simulaciones de tipo espacialmente explícitas. Si bien otros tipos de
escenarios (e.g. REDD+) y nuevas áreas piloto pueden ya implementarse y analizar, la presenta
experiencia nos indica que el éxito de este tipo de estudios y su eventual uso a escala nacional,
requerirá de un mayor fortalecimiento de los trabajos conjuntos que se están realizando por parte de
instituciones de gobierno y académicas de ambos países (e.g. CONAFOR, CFS-NRCan, ECOSUR,
COLPOS, etc.), así como la inclusión de nuevos participantes y proyectos relacionados a estos temas
(e.g. GEO-FCT, USFS, etc.).

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Figuras

Cambios en reservorios de C ( Tg C año-1 )


125 1

Area perturbada (Kha año -1 ) Sumidero


100 0
Fuente
75 Regeneración -1
Aforestación
Degradación
Deforestación
50 -2
Cambio C

25 -3

0 -4
1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006
Año
Figura. 1 Superficie anual afectada (miles de hectáreas) por tipo de perturbación durante 1990 al 2007, con su
implicación en términos del balance neto de emisiones a escala regional (millones de toneladas de carbono por
año).

1.5

1.0 Escenarios
(2008-2050)
Tg C año-1

0.5
Sumidero REDD
RED
0.0
BAU
Fuente
-0.5

-1.0

-1.5
1990

2000

2010

2020

2030

2040

2050

Año

Figura. 2 Balance neto de emisiones simulados para el periodo de 1990 al 2050, de continuar con las tasas de
cambio de cobertura y uso de suelo observadas durante 2002 al 2007 hasta el año 2050 (escenario BAU), de
reducir la deforestación a una tasa cero en el año 2025 (escenario RED) o de reducir la deforestación y la
degradación forestal a una tasa cero en el año 2025 (escenario REDD).

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