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TRABAJADORAS
— ARAGONESAS —
debemos sumarnos
A LA HUELGA FEMINISTA?
Y NO ASISTIR EL PRÓXIMO 8 DE MARZO
A NUESTRO PUESTO LABORAL
#HACIAL AHUELGAFEMINISTA
CO N TAC TO : 8 M L A B O R A L A R AG O N @ G M A I L .CO M
CONTENIDOS
1 DISCRIMINACIÓN L ABORAL | 3
5 PL ANES DE IGUALDAD | 13
14 L AS MUJERES AUTÓNOMAS | 34
1
DISCRIMINACIÓN
LABORAL
4 | a r g u m e n ta r i o h u e lg a l a b o r a l d e m uj e r e s a r a g o n e s a s
L
a legislación española prohíbe la discriminación por razón de género, aunque las
mujeres diariamente la sufrimos en todos los ámbitos de la vida, incluido el laboral,
tanto de forma directa como indirecta.
Como son: el acoso sexual y las preguntas sobre nuestra vida personal, nuestra materni-
dad en las entrevistas de trabajo, los ascensos, o el paso de contrato a tiempo parcial a
tiempo completo.
En el ámbito productivo son los sectores feminizados los que más precariedad sufren,
además de estar infravalorados e invisibilizados socialmente, ya que corresponden en su
mayoría al trabajo de cuidados y reproductivo.
Las mujeres en 2017 trabajamos «gratis» 54 días, pero la cuestión va más allá de la rei-
vindicación de igual trabajo, igual salario y repercute drásticamente en las cuantías de las
pensiones por jubilación y las prestaciones por desempleo, como ha puesto de manifies-
to incluso el tribunal superior de justicia de la UE, que dictaminó recientemente que el
cálculo del paro en España discrimina a las mujeres.
Además, hay que añadir las barreras que nos encontramos las mujeres para acceder a los
mismos puestos que los hombres, debido a la segregación vertical existente dentro de
las empresas, incluso en las más feminizadas, que nos impiden a las mujeres acceder a
puestos de decisión y mejor remunerados.
EN EL ENTORNO
LABORAL
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E
l bajo índice de reconocimiento de los problemas de salud relacionados con el
trabajo de las mujeres, y la intervención sobre ellos, supone una gran injusticia que
se observa en todos los países industrializados. Se dan por supuestos varios he-
chos; que el trabajo de las mujeres conlleva menos riesgos en virtud de su ocupación en
sectores considerados tradicionalmente menos peligrosos; y que los hombres tienen más
accidentes porque ocupan los puestos más peligrosos para la salud.
En conclusión, para acumular conocimiento acerca de los efectos del trabajo en la salud
de las mujeres se requiere la adopción de indicadores más centrados en síntomas, en
percepciones, que en patologías o lesiones. Y esto tiene claras implicaciones para la vigi-
lancia de la salud (y así sobre las causas laborales de la pérdida de salud), siendo necesa-
rio mejorar el acceso de las mujeres a los reconocimientos médicos, que según muestra
la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo es menor que la de los hombres.
4
EMPLEADAS
DEL HOGAR
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Por otro lado, la posibilidad de inspección de trabajo se encuentra limitada ya que esta
suele inhibirse al tratarse de un domicilio particular. Este hecho es un caldo de cultivo
para la trata y las agresiones machistas, que unido a las circunstancias especiales de este
trabajo, hace que sea prácticamente imposible probar los abusos cometidos. Además de
ello, en el caso de quienes somos internas, al despido se suma un desahucio que supone
para nosotras una situación de extrema vulnerabilidad.
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D
esde la entrada en vigor de la ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hom-
bres en el año 2007 todas las empresas (de cualquier tamaño y sector) están
obligadas a establecer medidas de igualdad, que deberán tener obligatoriamente
forma de plan en empresas de más de 250 trabajadores/as. Estos planes de igualdad po-
drán contemplar, entre otras, las materias de acceso al empleo, clasificación profesional,
promoción y formación, retribuciones, ordenación del tiempo de trabajo para favorecer,
en términos de igualdad entre mujeres y hombres, la conciliación laboral, personal y fami-
liar, etc.
Los planes de igualdad, cuando existen, se quedan en papel mojado y la inmensa mayoría
de las trabajadoras no conocen la existencia del plan de igualdad en su empresa (por lo
que no van a solicitar su cumplimiento). Además de ello, una gran cantidad de empresas no
cumplen ni siquiera con los mínimos requisitos formales (basarlo en un diagnóstico, esta-
blecer objetivos evaluables, batería de medidas concretas…) sin que en ningún caso se vean
sancionadas por ello. El Gobierno español reconoce que no sabe cuántas empresas están
incumpliendo la ley de igualdad al no tener planes en vigor y no muestra ninguna intención
de solucionarlo, por su parte, la inspección de trabajo muestra generalmente un alto grado
de desconocimiento y desinterés en la vigilancia de la obligación empresarial de eliminar la
discriminación por razón de género en su ámbito de actuación. De las 4.484 empresas en
España que cuentan con más de 250 trabajadores en y trabajadoras (un 53% del total) a
finales de 2017, solo se registraron 189 acuerdos sobre Planes de Igualdad.
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ACOSO SEXUAL
Y POR RAZÓN
DE SEXO
EN EL TRABAJO
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Entre 2008 y 2015 en España, la Inspección hizo 1.500 requerimientos a empresas rela-
cionados con casos de acoso sexual laboral que involucraron a 2.484 trabajadoras y solo
se dictaron 49 sentencias de condena.
7
MUJERES EN EL
MUNDO RURAL
Y EL TRABAJO
AGRARIO
18 | a r g u m e n ta r i o h u e lg a l a b o r a l d e m uj e r e s a r a g o n e s a s
L
as casi 6 millones de mujeres que vivimos en el mundo rural en España nos en-
contramos en una situación de desigualdad, discriminación y precariedad laboral
mayor que nuestras compañeras de la urbe, que se ve incrementada en propor-
ción al grado de ruralidad. A la violencia que sufrimos por el éxodo impuesto, se suman
una mayor tasa de desempleo en los entornos rurales y el incremento de la brecha sala-
rial, percibiendo en rangos salariales entre los 400€ y los 1.000€ en comparación con los
1.001€ y los 1.400€ de los hombres.
Todo esto se traduce en una fuerte presencia del sistema patriarcal en el mundo rural,
con unos estereotipos y roles de género conservadores, que nos atribuyen las tareas de
cuidado en el hogar, dificultando nuestra incorporación al mercado laboral, y agravando
las situaciones de violencias machistas, pues es en este entorno donde se producen el
60% de los feminicidios en España.
8
TRANSFOBIA Y
ARMARIZACIÓN
FORZADA
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Por otro lado, más de 50% de las personas trans, intersexuales, lesbianas y bisexuales, tene-
mos temor a salir del armario en nuestros entornos de trabajo debido a los posibles actos
de discriminación, mofas o delitos de odio que sufrimos. Este hecho, que se intenta nor-
malizar e invisibilizar bajo la excusa de la discreción, atenta contra nuestra libertad de ser,
amar, de desarrollar completamente nuestra identidad u orientación en nuestros lugares
de trabajo y vivir sin necesidad de fingir, sentir temor, o invalidar las identidades no binarias.
Además, en caso de que una empresa tenga un Plan de Igualdad en la empresa, es im-
portante que en el momento en que una mujer trans notifica su identidad de género real,
sea incluida en todas las medidas, independientemente de que todavía no se haya realiza-
do la rectificación registral de su nombre y sexo legal. En el caso de tener que negociar o
revisar un Plan de Igualdad se establecerá un eje específico para avanzar en la igualdad y
protección de las personas trans.
Para ello, se ha de formar a las personas que realizan los procesos de selección de mane-
ra que la presentación de una documentación oficial con un nombre y sexo diferente de
la expresión de género de la persona no suponga un motivo para denegar su contrata-
ción en caso de que reúna los requisitos para el puesto.
9
FEMINIZACIÓN
DE LA POBREZA
Y PRECARIEDAD
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P
ese a una supuesta mejoría de la situación económica en España según el Gobier-
no de Mariano Rajoy, la pobreza aumenta recayendo con mayor incidencia entre
las mujeres si atendemos a variables como el desempleo, la temporalidad y los
contratos parciales.
Según los datos del último trimestre de 2017: el paro sube a 72.600 personas paradas,
un 8,47% más que el trimestre anterior, la tasa de paro alcanza el 11, 37%. Por sexos, se
han registrado 314.800 hombres ocupados y 30.300 parados, lo que representa una tasa
de actividad del 64,36 por ciento y una tasa de paro del 8,79 por ciento. Asimismo, hay
250.900 mujeres ocupadas y 42.300 paradas, con una tasa de actividad del 52,76% y una
tasa de paro del 14,41%. Contratos por jornada: 65.000 ocupadas a tiempo parcial, el 26%
de las mujeres, frente al 6% de los hombres.
Las mujeres jubiladas también nos vemos afectadas por las políticas de austeridad. En
2017 poco más de dos millones de mujeres hemos podido acceder a una pensión de ju-
bilación frente a más de tres millones de hombres. Dejándonos a las mujeres jubiladas en
extrema pobreza, con un 37% de brecha de las pensiones respecto a la de los hombres,
que en la media general de las mujeres equivale a 421 euros menos de pensión, que la
media general de los hombres. Las pensiones de las mujeres en la media no llegan a los
700 euros.
Asimismo, las mujeres son más vulnerables a ser desahuciadas, ya que para nosotras la
tasa de desempleo, la desproporcionada ocupación a tiempo parcial (72%), las tareas de
cuidados a personas dependientes y el posicionamiento en el lado inferior de la brecha
salarial, nos coloca en una situación de inferioridad en relación a la posesión de vivienda
encabezando el número de desahucios.
Especialmente vulnerables a perder su hogar son las mujeres que sufren las violencias
machistas y las familias monoparentales, de las que el 83% están formadas por una mu-
jer y sus hijos/as. Son familias en las que el índice de pobreza se eleva del 22.1% medio al
37,5%. Sin embargo, la Ley de Enjuiciamiento Civil no obliga a los jueces a estudiar la pro-
porcionalidad de un desahucio teniendo en cuenta circunstancias personales del desalojo
ni las desigualdades de género.
10
LA DOBLE
CONDENA DE LAS
MUJERES PRESAS
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A demás de los malos tratos ejercidos hacia las mujeres presas dentro de las cárceles,
donde se ven sometidas a discriminaciones de clase, raza, orientación sexual y géne-
ro, sin tener acceso a un sistema y personal sanitario que cubra sus necesidades básicas,
y donde no reciben una alimentación digna, equilibrada ni adaptada a sus intolerancias
alimenticias, se suman las situaciones laborales de inseguridad y aprovechamiento del
trabajo de las presas a favor de las instituciones.
Por ello, nos manifestamos absolutamente contrarias a la imposición del Real Decreto
782/01, de 6 de julio, en el que se establece que el trabajo en prisión es una relación la-
boral de carácter especial, donde sus condiciones laborales rozan la esclavitud.
DIANA DE LA
PRECARIEDAD
LABORAL
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L
as mujeres migrantes sufrimos una triple discriminación: de género, de nacionali-
dad y de clase, lo que nos convierte en uno de los colectivos más vulnerables. La
mayoría de nosotras desarrollamos trabajos precarios y no cualificados, en secto-
res como la hostelería, el comercio o el trabajo doméstico, sufriendo mayores tasas de
temporalidad y jornadas incompatibles con otras facetas de la vida, y muchas veces nos
vemos abocadas a la economía sumergida.
Si bien, no debemos confundir esto con un reparto de la carga de las tareas domésticas
para las mujeres autóctonas o afirmar que la precaria ocupación pueda implicar un efecto
emancipatorio sobre nosotras. La realidad es que las mujeres en general seguimos sien-
do las principales responsables de las tareas del cuidado. Invisibilizar este hecho es obviar
la realidad social de la desigualdad de género y de las desigualdades sociales que sufri-
mos las trabajadoras migrantes.
LAS INVISIBLES
31 | a r g u m e n ta r i o h u e lg a l a b o r a l d e m uj e r e s a r a g o n e s a s
L a precarización y el hecho de ser migrantes o trans nos sitúa a las mujeres en una si-
tuación de mayor vulnerabilidad para caer más fácilmente en redes de trata de seres
humanos con fines de explotación sexual o laboral.
El año pasado en España fueron identificadas 14.000 mujeres víctimas, lo que supone un
tercio de las captadas por redes y mafias, según datos de la UCRIF.
En el caso de la explotación laboral, las empleadas del hogar, trabajadoras del campo o
de las fábricas textiles, entre otras, somos en muchas ocasiones víctimas de esta vulnera-
ción de derechos humanos, siendo un agravante encontrarnos en situación administrativa
irregular. Invisibles a la sociedad y a los medios, vivimos en condiciones infrahumanas,
siendo esclavas del capitalismo más desolador. Según el Centro de Inteligencia contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado, la policía ha detectado desde 2015 a más de 1.245
víctimas de trata con fines de explotación laboral en España.
13
MUJERES
G I TA N A S
Y MUNDO
LABORAL
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L
as mujeres gitanas se enfrentan a una doble discriminación: por ser mujer y gitana
que tiene que enfrentarse diariamente al estigma de las personas racializadas. El
racismo estructural de la sociedad mayoritaria y el antigitanismo social e institu-
cional contra el pueblo gitano, influye decisivamente en las posibilidades de incorpora-
ción al mercado laboral de las mujeres gitanas.
Las mujeres autónomas perseguimos mediante la acción del derecho a huelga, su paro
voluntario en su trabajo sin que conste un cierre patronal y que en simultáneo, se sus-
penda la cotización a la Seguridad Social sin baja en Hacienda durante el periodo que la
trabajadora autónoma se encuentre de huelga.
Si responden con una negativa, podemos recurrir ante la instancia judicial oportuna para
que se reconozca la inconstitucionalidad del bloqueo a nuestro derecho fundamental a la
huelga.
Las mujeres cada vez vamos optando más por este tipo de trabajos ya que nos permite
conciliar más fácilmente la vida familiar (pues como hemos explicado anteriormente esta
tarea sigue recayendo mayoritariamente sobre nosotras) con la laboral y además no nos
sentimos expuestas a ser juzgadas por ser mujeres y por nuestras habilidades y capaci-
dades profesionales. Ésto último a nivel global resulta precopante, pues vemos cómo el
patriarcado atraviesa el mundo laboral en España y las mujeres asalariadas lo tenemos
muy complicado en el mismo. Sin embargo, el peso de la mujer autónoma en España, a
31 de diciembre de 2016, es aún inferior al de los varones y representan el 35,3% del total
de autónomos registrados en el RETA. Es decir, uno de cada tres autónomos en España
somos mujeres.