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1Origen
2La Naturaleza
3Problemas especiales contemporáneos
4Véase también
5Referencias
6Enlaces externos
Origen[editar]
Aún en las situaciones más críticas, cuando la violencia era la norma de las relaciones
entre los centros de poder independientes, siempre existieron reglas de juego
preestablecidas, o pactadas de alguna manera por las partes, aceptadas y respetadas
como un complemento de las relaciones de fuerza. Puede afirmarse que, hasta muy
avanzada la época histórica, las reglas de juego aplicadas a esas relaciones no poseyeron
caracteres jurídicos, y que se fundaban en concepciones religiosas, o ciertas veces en
planteamientos filosóficos y morales.
En algunos casos no se utilizaban ciertas armas, por poseerlas también el enemigo. Así,
por ejemplo, las jaurías de perros no se usaban en las luchas entre musulmanes y
cristianos. Pero estas jaurías sí fueron empleadas por los colonizadores españoles en
América contra los indígenas.
Si atiende específicamente a los documentos y datos de la historia, Héctor González
encuentra la existencia de reglas que regulan las relaciones entre centros de poder
independientes, que se remontan a más de 5000 años. El acuerdo (o tratado) más antiguo
del que se tiene noticia es el celebrado en el 3200 a. C. entre las ciudades caldeas
de Lagash y Umma, por el cual ambas fijaron sus fronteras.
Otro acuerdo sería el celebrado entre los egipcios y los hititas, por el cual se acuerda el
reparto de zonas de influencia.
En cuanto al origen del Derecho internacional público, no hay una clara posición entre los
historiadores, siendo varios los posibles orígenes del término:
Algunos autores sostienen que este derecho existe desde que los pueblos primitivos
mantuvieron relaciones comerciales, establecieron alianzas, sometieron sus problemas a
la decisión de un tercero, respetaron la inviolabilidad de sus enviados, etc.
Quienes niegan la existencia del derecho internacional en la antigüedad, ubican su origen
a partir del momento en que se dan los supuestos básicos para la existencia de un sistema
tal cual funciona en la actualidad: una pluralidad de Estados nacionales que se reconocen
como jurídicamente iguales, que se atribuyen en exclusividad el atributo de soberanía y
que están dispuestos a regular sus relaciones por normas jurídicas, sin menoscabar por
ello su carácter de soberanos.
En esta línea, cabe destacar los escritos en el siglo XV del español Francisco de Vitoria,
donde desarrolla la teoría sobre el derecho de gentes (ius gentium) para el ámbito
internacional, concluyendo que también deben regirse por unas normas justas y
respetuosas con los derechos de todos. Más tarde, el también español Francisco Suárez,
escribe Tractatus de legibus ac Deo legislatore (reimpreso en Londres, 1679)
desarrollando más en profundidad dichos conceptos y haciendo una distinción importante
entre el derecho natural y el derecho internacional. Ambos fueron los precursores y,
potencialmente, fundadores del campo, que más tarde continuarían Hugo Grocio con su
obra De jure belli ac pacis y Samuel Pufendorf.
Pero no es hasta el Tratado de Westfalia de 1648 que no se pone en práctica un derecho
internacional al uso, al ponerse de acuerdo por primera vez diferentes estados europeos
sobre los límites de su territorio, suponiendo la creación moderna de los estados-nación.
Sin embargo otros autores, como Koskenniemi, han argüido que ninguno de estos
pensadores humanistas ni escolásticos fundaron el derecho internacional en el sentido
moderno poniendo, en cambio, los orígenes en la época posterior a 1870.
En la época moderna, parece que el primer recurso a una jurisdicción internacional fue el
de las Reclamaciones de Alabama, al fin de la Guerra de Secesión Americana, juzgado
por una corte internacional en Ginebra.
La Naturaleza[editar]
Uno de los problemas con los que se ha hallado el derecho internacional es el de que
muchos autores han puesto en tela de juicio el carácter jurídico de esta disciplina. Es decir,
muchos han sido quienes han negado que el derecho internacional sea derecho. Es el
caso de John Austin, quien le negó el mencionado carácter y lo definió como un "conjunto
de mecanismos de fuerza que regulan las relaciones entre los Estados". También en
el siglo XX autores como Hans Morgenthau le negaron ese carácter al derecho
internacional.
Esta negación tenía su base en la comparación que se realizaba entre los derechos
nacionales y el derecho internacional. Comparación gracias a la cual se aprecian las
siguientes diferencias:
Mientras en los derechos nacionales existe un legislador central que dicta las leyes
que han de cumplir los ciudadanos, en el derecho internacional las normas jurídicas
son fruto de la voluntad de los Estados, pues tiene una naturaleza esencialmente
voluntaria. Lo más parecido a un órgano de este tipo es la Asamblea General de
las Naciones Unidas.
La creación del derecho internacional tiene lugar de una forma muy diferente a
como se hacen las leyes en los sistemas políticos nacionales, pues tiene lugar de una
manera muy inconexa:
Primero nos encontramos con las principios imperativos del derecho internacional
(normas ius cogens) que no podrán ser modificadas ni derogadas a no ser que sea por
otra norma con carácter imperativo
De igual manera, los tratados internacionales se aplican solamente a los Estados que los
han ratificado. Las leyes nacionales, en cambio, se aplican a todos los ciudadanos por
igual.
Por otra parte, la [costumbre internacional] consiste en una serie de usos que los Estados
han venido repitiendo de una manera constante con la convicción de que son obligatorios.
Por último tenemos los principios generales del derecho que se utilizarán cuando no exista
una determinada norma (sean tratados o costumbres) para un determinado hecho, es decir
cuando haya lagunas en el derecho internacional.
Otro factor que llevó a estos autores a opinar así fue la deficiencia de los mecanismos de
aplicación del derecho internacional. Mientras en los Estados existen jueces encargados
de velar por el cumplimiento de las leyes a las que todos los ciudadanos están sometidos,
en la sociedad internacional estos mecanismos de aplicación son mucho más primitivos y
menos sofisticados, por lo que el derecho internacional se viola de manera muy regular en
forma impune.
Existen algunos tribunales internacionales, pero a diferencia de los nacionales requieren
que los Estados, previamente, hayan aceptado su jurisdicción para poder ser juzgados por
dichos tribunales. La jurisprudencia internacional, creada por estos tribunales, tiene como
principal función la de servir como elemento de interpretación del derecho internacional.
El Derecho a la Guerra:
De igual manera que existen las leyes de paz, también hay leyes de la guerra, esto abarca
la iniciación y conducción de la guerra, esto es, las circunstancias sobre las cuales se
considera legal que un Estado acuda al uso de la fuerza armada contra otro Estado, y el
tipo de comportamientos que son legalmente permisibles por parte de los gobiernos, una
vez que se inicia la contienda, cualquiera que sea la forma como ésta comience. La fuerza
armada puede ser legalmente utilizada sólo bajo tres condiciones: en defensa propia,
cuando se ha puesto al servicio de las Naciones Unidas como parte de una operación de
"seguridad colectiva" o "fuerza de paz" y por último cuando se coloca al servicio de una
organización regional encargada del mantenimiento de la paz.