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Antoniorivero 25
Antoniorivero 25
Su doctrina narra no sólo teoría de la experiencia espiritual, sino que plasma su propia
experiencia, toda la aventura y el itinerario recorrido por él, no siempre bajo su gusto, para llegar a
las más altas cumbres de la perfección cristiana. Brota de su humanidad profundamente
transformada por la gracia de Dios, y deseosa de transmitir a los otros esa realidad interior que ha
experimentado.
Esta experiencia ha sido reconocida por la Iglesia como camino seguro para alcanzar la unión
con Dios. Es evidente que Dios lleva a cada uno por caminos diferentes y todos debemos descubrir
nuestro propio camino, sin embargo las pautas que san Juan de la Cruz nos da brindan una guía
segura para poder enrumbar nuestro caminar hacia la voluntad de Dios.
1. Perseverancia en la Lectura: Nos encontramos frente a un texto del Siglo XVI, que tiene de
fondo una teología escolástica, marcada por muchos conceptos que hoy nos suenan extraños.
Además puede en algún momento convertirse en un texto de difícil comprensión. Por esto es
necesario ser perseverante en la lectura, incluso releer aquello que no quede claro para poder
asimilar mejor su contenido y no desfallecer en el intento, el mismo santo nos da este consejo
al inicio de la obra.
2. Tener altos pensamientos: Como dice el mismo santo “porque esperanza de cielo / alcanza
cuanto espera” (Poesía 6), por este motivo es necesario partir del presupuesto básico cristiano
de que todos estamos llamados a la santidad. Y aunque no todos estamos llamados por Dios a
vivir experiencias místicas sobrenaturales, todos estamos llamados a ser místicos en el sentido
correcto de la expresión. Todos como bautizados estamos llamados a vivir una fuerte
experiencia de unión con Dios. Y el primer paso para llegar a la unión con Dios es desear llegar
ahí y creer que con la gracia de Dios y nuestra disposición Él nos ha de llevar a experimentar su
amor infinito.
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3. Considerarse como principiante: Aquel que cree saberlo todo, o aquel que se considera muy
avanzado en el camino espiritual no podrá nunca comprender la lectura del santo, pues para
entender cada paso es necesario descubrir que nosotros mismos somos quienes debemos
crecer en nuestras vidas. Quien cree haber llegado, no tendrá motivo para caminar.
4. Actitud receptiva: Puede venir la tentación de creer que cuanto se dice en el texto
(recomendaciones, llamados de atención e indicaciones sobre el proceso de purificación) es
para todos excepto para mí. Muchas veces utilizamos frases como “ojalá fulanito(a) leyera esto,
¡cuánto bien le haría!”, hay que entender que somos nosotros los primeros destinatarios del
mensaje sanjuanista. Pues es una doctrina que sigue siendo actual y necesaria.
5. Actitud contemplativa: somos seres integrales y no podemos separar las dimensiones de
nuestra naturaleza humana, menos aún de nuestro ser cristianos. Por esta razón el crecimiento
intelectual y cada uno de los aspectos aprendidos debe enriquecer mi visión del mundo, de mi
propio ser y de todo cuánto me rodea. Debe además enriquecer mi oración y mi contacto
profundo con Dios desde la interioridad cotidiana.
6. Asumir el itinerario: Finalmente se recomienda creer que este proceso verdaderamente se da
en las personas, se da en cada uno de nosotros. ¿Deseo llegar a la unión con Dios? ¿Deseo
alcanzar la perfección cristiana? Pues no vale quedarse estático y no hacer nada, hay que
avanzar y vencer las dificultades que surjan en el camino, confiando en el auxilio del Señor y sus
mediaciones.
Lo siente a la manera de una necesidad orgánica. No persigue una finalidad didáctica alguna,
canta por cantar. Así lo han hecho literalmente algunos místicos, cantando como pajarillos del
bosque sin que nadie los escuche. Fray Juan cantaba sus versos, según dijo él, infinitas veces en la
cárcel solitaria.
Este es el caso de San Juan de la Cruz: místico hasta los huesos, artista de cuerpo entero.
Sensible a lo divino y ganoso de expresarlo en formas bellas, inventa mil maneras. A pesar de su
natural reserva, mayor cuando se trata de cosas interiores, abunda en manifestaciones de este
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género: Navidad dramática, representación del martirio, pinta el crucifijo en escorzo después de
una visión, baila en momentos de viva emoción religiosa, en los viajes entona canciones, etc.
Es preciso tener bien presente la pluralidad de vías por las que San Juan de la Cruz ha
intentado encarnar la experiencia vivida. Por ninguna de ellas, exceptuando la poesía, ha ido muy
lejos. Mas esta parquedad no las priva de significado. De uno y otro modo, anónimamente,
trasvasarán su propia eficacia en el poema, contribuyendo a la perfección es éste adquiere en color,
forma, sonoridad, movimientos dramático. Cualidades de músico, escultor, pintor, etc, que se han
puesto al servicio del poeta.1
Con este título abreviado, no original de san Juan de la Cruz, se conoce el escrito designado
por él como “Declaración de las canciones del modo que tiene el alma en el camino espiritual para
llegar a la perfecta unión de amor con Dios”. Son las canciones de la noche oscura, de ahí el epígrafe
clásico de esta obra.2
Las estrofas cantan y describen poéticamente algo ya sucedido: el alma se goza “de haber
llegado”; por eso, todos los tiempos verbales están en pasado. Desde un presente que es el estado
de unión perfecta, se narra el camino de la negación espiritual que conduce a esta menta. La
coincidencia entre el enunciado del poema y el del comentario es perfecta.
1.2.1 Estructura
El libro está compuesto por varias partes:
Prólogo al lector: es en realidad un prologuillo, porque el verdadero prólogo está antes de Subida.
Comentario: Comentario ordenado en dos libros, cada uno con sus respectivos capítulos, tal y como
se muestra a continuación:
1
RUIZ, F. (1968). Introducción a san Juan de la Cruz. El hombre y sus Escritos. BAC. Madrid.
2
S. JUAN DE LA CRUZ (2010). Obras Completas. Novena Edición. Monte Carmelo, p. 532
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Cuadro 1: Esquema completo del Libro
El comentario en prosa: Tampoco abundan los apoyos documentales para situar con
precisión lugar y tiempo de composición. Dos testimonios de indudable autoridad no coinciden
plenamente en sus afirmaciones. Se trata de los discípulos más fieles de J. de la Cruz. Según Juan
Evangelista, la composición de Noche tuvo lugar en Granada: “… la Subida del Monte Carmelo y
Noche Oscura escribió aquí en esta casa de Granada, poco a poco, que no lo continuó sino con
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muchas quiebras…”3. Para Inocencio de san Andrés los comentarios al poema se iniciaron en El
Calvario, a petición suya y de otros religiosos de la misma comunidad.
Como el tema específico de la Noche, el aspecto pasivo, sobre todo la noche pasiva del
espíritu era más desconocido y menos tratado, interrumpió la Subida y comenzó Noche, al final no
terminó ninguna. Le cansaba escribir y, en cuanto podía, colgaba la pluma.
De esta manera quedó la obra en menos de la tercera parte de lo que se había propuesto y
declara en el prologuillo de la Noche y sus propósitos de declarar las ocho canciones.
Subida del Monte Carmelo ha tratado la noche activa del sentido y del espíritu. En este se
pretende purificar las tres potencias del alma (memoria, voluntad y entendimiento) con las tres
virtudes teologales. Según el esquema del santo se da de la siguiente manera:
Fe → Purifica → Entendimiento
Esperanza → Purifica → Memoria
Caridad → Purifica → Voluntad
Es importante tener en cuenta el esquema general del díptico, esto nos ayuda a comprender el
proceso general de crecimiento espiritual y purificación que propone el santo:
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AAVV. Introducción a la lectura de san Juan de la Cruz. Segunda Edición, Salamanca, 1993, p. 401.
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Cuadro 2: Díptico Subida-Noche
del sentido
13 método práctico para entrar en la noche
CARMELO
14 conclusión
1-3 introducción
2-3 necesidad: imperfecciones aprovechado
Noche Pasiva 4-10 realización
Libro II (2N)
del espíritu 11-14 frutos
15-24 propiedades
25 anuncia la otra estrofa
“Y por cuanto esta doctrina de la noche oscura por donde el alma ha de ir a Dios, no se
maraville el lector si le pareciere algo oscura. Lo cual entiendo yo que será al principio que la
comenzare a leer; mas, como pase adelante, irá entendiendo mejor lo primero, porque con lo uno se
va declarando lo otros. Y después si lo leyere la segunda vez, entiendo le parecerá más claro y la
doctrina más santa.”
El libro de la Noche Oscura conecta con un fenómeno de carácter universal: la vida como
problema, como dificultad. También conecta con la experiencia del sin sentido y del vacío de una
existencia alejada de Dios y de los valores trascendentes.
La intuición central de Noche Oscura toca al ser más profundo del hombre, a su esencia. De
ahí la fuerza de las imágenes con las que el autor ha plasmado el proceso de su reconstrucción
interior. No en vano es considerado San Juan de la Cruz como un autor para tiempos de crisis y
desconcierto. La Noche Oscura tiene su fundamento en una antropología. El hombre es un ser
llamado a participar de la vida divina. En este largo proceso que culminará en la unión con Dios, es
donde se insertan las noches como etapas transitorias que disponen al sujeto, lo purgan de todas
sus disimilitudes, para que pueda alcanzar el alto estado de perfección: la unión con Dios.
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La noche Oscura indica que nos encontramos en una etapa significativa del itinerario
espiritual que recorre el ser humano en su relación con Dios. Se trata de un elemento esencial de la
existencia cristiana, que toma su contenido de la muerte y resurrección de Cristo, que todo cristiano
está llamado a realizar en su vida.
Esta es una de las creaciones poéticas y teológicas más geniales del Santo Doctor. No le faltan
precedentes bíblicos y tradicionales para acogerse a ellos en la descripción, justificación teológica y
orientación pedagógica de esta materia, pero su aportación es del todo original en multitud de
aspectos. La experiencia vivida y la genialidad poética han puesto luz en su palabra para describir,
justificar y acompañar por este tránsito necesario y desconocido. Su doctrina se resiste a la
condensación y ha producido y ha producido enorme cantidad de lectura e interpretaciones.
En el conjunto de la vida espiritual presenta el proceso de comunión con Dios bajo dos
aspectos: en sentido positivo, es progresivo acercamiento y compenetración con Él; en sentido
negativo, la noche aparece como eliminación, purificación de todo lo personal que le repugna. Si
domina la primera perspectiva, se habla de la “contemplación”, si se coloca en primer plano la
segunda, se prefiere la expresión “noche oscura”.
La noche oscura, experiencia religiosa y humana descrita con extraordinaria lucidez por Juan
de la Cruz ha subyugado la imaginación y ha informado la mente de los espirituales y de los teólogos
de la vida espiritual, de modo que ya no imaginamos el momento en que la teología espiritual
carecía de este símbolo. Pero la noche oscura del alma ha pasado a ser también patrimonio de toda
la humanidad. De hecho se ha convertido en un paradigma simbólico válido en los más diversos
espacios culturales para la descripción y la comprensión de fenómenos vitales, históricos, eclesiales
y hasta sociales de nuestro tiempo.
Encuentran aplicación muchos elementos de las descripciones sanjuanistas, los más dramáticos
y tremendos son preferidos, para hablar de la noche colectiva de los excluidos y acallados, para
describir los efectos devastadores del espíritu de la secularización, para entender la presente crisis
colectiva de civilización en cambio profundo y acelerado, para comprender, quizá como una
oportunidad para la purificación de algunas expresiones sociológicas de la fe, el fenómeno llamado
“silencio o ausencia de Dios”, para hablar con respeto y seriedad en fin de la situación de oprimente
exclusión de muchos pueblos, al a vez creyentes y oprimidos, que padecen silenciamiento y dura
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servidumbre en muchas regiones del mundo, para hablar de nuestro perenne e impotente
enfrentamiento a la fatal y ominosa presencia del mal en el mundo.
La Noche Oscura de Juan de la Cruz se revela valiosa no solo por su vigor descriptivo, su
profundidad simbólica y su belleza literaria, sino por su fuerza esperanzadora, por su enérgica y
lúcida afirmación de la victoria final del amor y la libertad en todo proceso humano que permanezca
abierto al misterio de Dios. Apuesta y afirmación que no le resultó barata al autor. Fuerza liberadora
y esperanzadora que le viene de su dimensión cristiana y pascual.
a. Experiencia primaria: En su primera impresión, la noche oscura se presenta al sujeto que la vive,
como experiencia de privación, desconcierto, pena. Esto vale tanto para la noche activa como
para la pasiva, aunque en la noche pasiva, la privación es más evidente y recalcada.
Quien se encuentra en este trastorno de valores e impotencia, intenta dar a lo que sucede una
primera interpretación. En el fondo lo ve como desgracias, abandono de Dios, merecido por sus
muchas culpas, sin remedio. Lo más doloroso es pensar que Dios le tiene abandonado para
siempre.
b. Contemplación: Es la palabra clave con que el doctor místico explica los contenidos y el
dinamismo de la noche oscura. Es, por tanto, influencia o infusión de Dios; conocimiento
amoroso, sabiduría, noticia y amor unidos; de carácter global, sin imágenes; oscura y secreta
para la percepción y la comunicación; purifica e ilumina; bajo su influencia el alma obra
pasivamente.
La noche es vida teologal calificada, vida ya en sí, y no sólo en transición. Comunión fuerte, pura,
aunque poco sensible.
c. Fidelidad penosa: La noche es un don de Dios, que da a quienes quiere, especialmente la noche
pasiva. Pero, por otra parte, “muchos servicios han de haber hecho a Dios y mucha paciencia y
constancia ha de haber tenido por él y muy aceptos han de haber sido delante de él en su vida
y obras a lo que él hace tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en
dones y merecimientos” (L 2, 28)
La razón por la que Dios no envía la noche pasiva antes es porque tiene que esperar a que el
amor y la paciencia del sujete se hagan capaces de aguantar la prueba, sin volver atrás. Porque
se requiere la colaboración empeñada de éste. Si le envía antes, lo arruina todo. Se ha entendido
muy mal la pasividad de la noche pasiva, como si fuera una pasividad inerte de aguantar la aridez
en la oración. Requiere una vida de empeño y de fidelidad, al menos material, a todos los
compromisos y exigencias de la vocación propia y de la existencia.
d. Fruto de transformación: Por los efectos conocemos la finalidad y el objetivo de la noche, que
es precisamente lo que mejor la caracteriza. El santo tiene una enumeración abundante de
provechos, que se van exponiendo sucesivamente (purificación, liberación, fortaleza,
virtudes,…), pero hay dos efectos positivos de esta noche que el santo recalca con particular
estima: conocimiento de sí y conocimiento de Dios.
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2 UNIDAD II: LOS PRINCIPIANTES
Hay alusiones a los vicios en todas las obras mayores del santo, pero son especialmente
tratados en este libro primero de la Noche, en el que dedica un capítulo a cada uno de los vicios
capitales, uniendo a ellos el adjetivo “espiritual”. De este modo se puede hablar que son los mismos
vicios (soberbia, lujuria, etc…), pero a otro nivel. Desde otra perspectiva, más sutil y más fina desde
el discernimiento espiritual y desde la misma comprensión de la personas que está realizando su
proceso de crecimiento.
2.1.2 Principiantes
El desarrollo en la vida espiritual, comparado con el de la vida corporal, ha permitido distinguir fases,
momentos, situaciones y etapas de crecimiento. La equiparación más clásica ha sido la de:
Juan de la Cruz asumió la división tripartita como instrumento pedagógico, pero sin sentirse esclavo
del mismo.
Pone su empeño en conducir a las almas lo más rápidamente posible a esa meta, a la que todos
están llamados. Ello le obliga a señalar un camino seguro y recordar las etapas del mismo. Una de
las mejores descritas por él es la que corresponde a la niñez espiritual, a la que suele llamarse
“estado de principiantes”.
En la pluma sanjuanista “principiantes” no son cristianos del montón, creyentes sin preocupación
alguna por su elevación espiritual. Son profesionales de la vida espiritual con vacación y compromiso
suficientemente clarificados. Los “principiantes” sanjuanistas alcanzan niveles que actualmente se
consideran casi ideales. Por ello parece excesiva la dureza con que, a primera vista, los trata el Santo.
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Lamenta profundamente que hayan trabajado tanto y mantengan intactas sus ilusiones de alcanzar
la perfección, pero, a la vez, se pierdan en niñerías y no ataquen la raíz de sus defectos4.
Su gran preocupación es precisamente desenmascarar engaños y hacer ver a los principiantes que
en el camino espiritual no valen las apariencias, como ellos creen, sino la virtud sólida. Mantener las
posturas y situaciones propias de principiantes significa, según él, renunciar a la santidad. Lo que el
Santo pretende es ofrecer estímulos y razones para que los principiantes no queden estancados
definitivamente.
Juan de la Cruz siempre busca justificar el sentido de la noche desde el inicio, y la manera de
hacerlo es presentando los vicios o imperfecciones de los cuales tiene el alma necesidad de
purificarse. En el caso del libro de Subida el santo inicia presentando el daño que los apetitos pueden
causar en el alma y esta es la razón por la cual debe de purificarse. En este libro de la Noche, inicia
presentando las imperfecciones de los principiantes como su principal argumento, junto con los
frutos, para justificar la necesidad de la noche. En el libro segundo, yendo más a lo profundo,
presentará también las imperfecciones de los aprovechados.
Infantilismo Espiritual
Es diagnóstico típicamente sanjuanista, ya que los principiantes, por lo general, proceden flaca e
imperfectamente, “como flacos niños”. La figura del niño criado a los pechos de la madre es símil
favorito del Santo para describir gráficamente la vida del principiante. A medida que el niño va
creciendo, la madre le va quitando el regalo. Es lo que hace Dios con los principiantes: Dios los lleva
“como al niño, que desembarazándole la mano de una cosa, se la ocupan con otra, porque no llore,
dejándole las manos vacías” (S 3, 31, 1).
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En 1N 8, 3 da el santo una caracterización muy completa de las personas a las que él llama principiantes.
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Volubilidad e inconstancia
Es consecuencia natural de la curiosidad de insaciabilidad del sentido, siempre ansioso de novedad.
Frente a la firmeza de la motivación teologal, los principiantes se dejan llevar por el fervor sensible,
más aparente que real. Los trazos apuntados por el Santo son de gran realismo: “Estos son los que
nunca perseveran en un lugar, ni a veces en un estado, sino que ahora los veréis en un lugar, ahora
en otro… Y de estos son también aquellos que se les acaba la vida en mudanzas de estados y modos
de vivir…” (3S 41,2)
Egoísmo sutil
Es lo que sintetiza, en el fondo, todas las demás imperfecciones y deficiencias del principiante, cuyo
estilo peculiar de obrar “frisa mucho en el amor propio” (1N 8,3). El refinamiento del egoísmo lleva
a convertir a veces la voluntad de Dios en el propio querer. Las pinceladas de Juan de la Cruz a este
propósito son magistrales: “Y muchas veces de éstos querrían que quisiese Dios lo que ellos quiere,
y se entristecen de querer lo que quiere Dios, con repugnancia de acomodar su voluntad a la de
Dios… midiendo a Dios consigo, y no a sí mismo con Dios, siendo muy al contrario de lo que él mismo
enseñó en el Evangelio” (1N, 7,3)
Puede surgir la pregunta: ¿todos los principiantes tienen este modo tan variado de imperfecciones?.
El mismo santo responde: “De estas imperfecciones algunos llegan a tener muchas y muy
intensamente y a mucho mal en ellas; pero algunos tienen menos, algunos más y algunos solo
primeros movimientos o poco más: y apenas hay algunos de estos principiantes que al tiempo de
estos no caigan en algo de esto” (1N 2,6)
1. Soberbia: de algunas imperfecciones espirituales que tienen los principiantes acerca del
hábito de la soberbia: cap. 2.
2. Avaricia: de las imperfecciones que suelen tener algunos de estos acerca del segundo
vicio capital, que es la avaricia, espiritualmente hablando: cap. 3.
3. Lujuria: de otras imperfecciones que suelen tener estos principiantes acerca del tercer
vicio, que es la lujuria: cap. 4.
4. Ira: de las imperfecciones en que caen los principiantes acerca del vicio de la ira: cap. 5.
5. Gula: de las imperfecciones acerca de la gula espiritual: cap. 6.
6. Envidia y acidia: de las imperfecciones acerca de la envidia y acidia espiritual: cap. 7.
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Cuadro 3. Imperfecciones de los principiantes
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3 UNIDAD III: NOCHE PASIVA DEL SENTIDO
Cuando San Juan de la Cruz habla de la noche pasiva del sentido lo hace con los siguientes
calificativos: “amarga y terrible para el sentido” (1N 8, 2); “oscura y seca purgación” (1N 11, 2);
“angosta puerta” (1N 11, 4); “camino... estrecho, oscuro y terrible” (1N 11, 4); “amarga purga” (2N
13, 11); “noche seca” (1N 12, 5; 13, 13). Ya nos podemos imaginar con estos calificativos la situación
dolorosa y de desconcierto en la que se va a encontrar la persona que es metida en esta noche. El
ser humano se encuentra en una etapa de la vida espiritual que se caracteriza por la generosidad,
el convencimiento y el entusiasmo. Trabaja con empeño por mejorar y se siente a gusto con lo que
hace. Piensa que la continuidad en el camino de la unión se realiza siguiendo y reforzando las pautas
seguidas hasta el momento. La realidad es totalmente distinta.
La persona siente que todo lo construido hasta el momento en tantos años de esfuerzo
ascético, de oración, de caridad fraterna, de virtudes, de relación con Dios, etc., todo se le vuelve al
revés, se cae como un castillo de naipes y en su lugar y sin saber por qué vive: vacío interior,
debilidad, desgana, angustia, sensación de pérdida de tiempo, des-concierto, etc. Se pierde el gusto
por cualquier cosa y el sin sentido se apodera de todos los sectores de la existencia. Con frecuencia
estos momentos pueden ir acompañados de sentimientos y vivencias muy parecidos a la depresión
y a la melancolía, como veremos en su momento.
Nos encontramos en plena crisis oracional: paso de la meditación a la contemplación. Los
síntomas que aparecen son los siguientes:
De la meditación a la contemplación, del gusto al no sentir.
Sequedad y sinsabor en las cosas espirituales y temporales; se pierde la ilusión
y el gusto por vivir (1N 9, 2).
Desorientación “por el recelo que tienen de que van perdidos en el camino,
pensando que se les ha acabado el bien espiritual y que les ha dejado Dios,
pues no hallan arrimo ni gusto en cosa buena” (1N 10, 1-2).
“Desgana y repugnancia interior” al tener que contentarse con la quietud y el
nuevo modo de trato con Dios (Ibid.). tampoco Dios les satisface porque no
están hechos al modo de Él.
Confusión y desconcierto pues son semejantes “al que deja lo hecho por
volverlo a hacer, al que se sale de la ciudad para volver a entrar en ella, o al
que deja la caza que tiene por volver a andar a la caza” (Ibid.).
Peligro de retroceso si no encuentran quien los entienda, “vuelven atrás,
dejando el camino, aflojando o, a lo menos, se estorban de ir adelante” (Ibid.).
Para superar esta situación han de adoptarse las siguientes actitudes: confianza, paciencia
y fortaleza ( esto la da la fe): “Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen
perseverando con paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no dejará de dar lo necesario
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para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor, que les dará por medio de la noche
oscura del espíritu, si merecieren que Dios les ponga en ella” (1N 10, 3).
Sólo los menos pasan adelante a esta noche. “Que le es mayor pena lo que están viviendo que el
morir. Así nos es extraño que cuando viven esta situación ronden hasta ideas de suicidio.
Tres pruebas.
Las tentaciones y trabajos que se padecen en la noche pasiva del sentido son de gran
crudeza. El Santo dice que “a veces les es mayor pena que el morir” (1N 14, 1). Tres son las
tentaciones que nos presenta: el espíritu de fornicación, el espíritu de blasfemia y el espíritu de
vértigo.
Dada la complejidad de la experiencia nocturna y el desconcierto que crea en quien la vive,
el Santo nos ofrece unas señales para poder distinguirla.
El santo en el cap. 8 del primer libro deja clara la división en dos noches, la del sentido y la del
espíritu, cada una con la capacidad de purificar las dos dimensiones de la persona (sentido y
espíritu). En este primer libro se encargará de presentar de manera rápida la primera, la del sentido,
pues el santo afirma que en orden temporal esta es la primera que sucede.
No hallar gusto en nada: “así como no halla gusto ni consuelo en las cosas de Dios,
tampoco le halla en alguna de las cosas criadas” (1N 9,2)
Memoria de Dios: “ordinariamente trae la memoria en Dios con solicitud y cuidado penoso,
pensando que no sirve a Dios, sino que vuelve atrás” (1N 9,3)
No poder meditar: “la tercera señal que hay para que se conozca esta purgación es el no
poder ya meditar ni discurrir con el sentido de la imaginación, como solía, aunque más
haga de su parte” (1N 9,8)
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3.2.2 Comportamiento que se ha de tener en la noche (Cap. 10)
El problema, y lo que hace sufrir a muchas personas, no es la noche en sí, sino el no saber
cómo comportarse y qué hacer en este momento que puede ser tan doloroso. Creyendo que no
sirven a Dios o que van por camino errado, muchos huyen de la noche y por esta razón no avanzan
en su itinerario espiritual. El santo da consejos importantes para saber qué hacer ante esta situación:
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Esto es lo que el santo llama Inflamación de amor. El santo no explica con exactitud este fenómeno,
pareciera incluso que parte de su axioma: “quien lo ha vivido lo entenderá”. Esta inflamación al inicio no se
siente, pero al surgir hace desear con ansias a Dios y puede crecer con gran vehemencia, pues es viva. (1N 11,
2-3). Esta explicación surge el verso “con ansias en amores inflamada”. Lo explica mejor en Llama B 1,3
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3.3 TEMA 3. LOS FRUTOS DE LA NOCHE (AMOR Y PUREZA)
La noche tiene su razón de ser. En sí misma no es el fin del proceso espiritual, sino un medio
empleado por Dios para el crecimiento, maduración y fortalecimiento de la persona. De este modo,
la razón de la noche es siempre la disposición del alma para la unión con Dios, su creador. El santo
recalca en el capítulo los frutos que proceden de esta experiencia purificativa.
El conocimiento propio: “éste es el primero y principal provecho que causa esta seca oscura
noche de contemplación: el conocimiento de sí y de su miseria” (1N 12, 2)
El conocimiento propio del que aquí hablamos tiene un valor particular, es Dios quien da a
conocer a la persona su propia limitación, y de aquí el valor y la profundidad del conocimiento. De
verse limitada y pequeña al alma le brota como fruto tratar con Dios con más respeto.
Conocer la propia miseria, por medio de la noche, lleva a la persona a conocer a Dios y su
grandeza. Un extremo se conoce por el otro extremo, dirá el santo. Solo un Dios tan inmenso puede
llevar a la personas por caminos tan inesperados, de hecho se percibe a Dios como el otro
inabarcable, incomprensible, incapaz de ser atrapado y encerrado en nuestros esquemas.
La humildad espiritual: “Saca también el alma en las sequedades y vacíos de esta noche del
apetito humildad espiritual” (1N 12, 7).
Encontrarse con su propia limitación hace que la persona, casi de manera espontánea,
crezca en humildad. Ya no puede creerse importante, ya no puede sentirse superior, ni siquiera
puede considerarse buena. Dios le ha hecho ver su realidad, y su realidad es la pobreza interior. El
ser humano es pobre, es limitado en sí mismo, es incapaz, porque su riqueza y capacidad le es dada,
es un don; darse cuenta de esto le hace ser humilde. Esta humildad trae muchos bienes a la persona.
Ya no juzga como antes a los otros, aprende a ser obediente.
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3.3.2 Cuadro completo de provechos
A partir de la doctrina del santo podemos resumir los provechos en la siguiente lista:
Para Reflexionar:
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Recordemos que carne, en cuanto enemigo significa más que nada el “yo”, la sagacidad de la propia
sensualidad egoísta. Es el más tenaz de los tres “y duran sus acometimientos mientras dura el hombre viejo”
(Cautelas n. 2)
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4 UNIDAD IV: LA NOCHE PASIVA DEL ESPÍRITU
Estados de ánimo interiores y circunstancias externas difíciles que Dios permite y que interpelan
la fe, la esperanza y amor del sujeto. O forman parte del ser humano.
Dios infunde su luz y fortaleza para actuar en sentido teologal ante la situación que se padece.
El hombre responde “aguantando”, o mejor, padeciendo con fidelidad heroica la situación
dolorosa.
*. Los tres elementos deben ir engarzados en el proceso de noche*.
Fray Juan de la Cruz en el segundo libro de la noche sigue las líneas del esquema anterior:
vicios, experiencia de aridez, oscuridad y sufrimiento, frutos. Los vicios son tratados con más
brevedad, la parte más amplia la dedica a la descripción intensa y prolongada de la experiencia
pasiva, (Cap 4-10) y los frutos los desarrolla más esquemáticamente (ambos los profundizaremos en
los temas siguientes).
Entramos ahora en la verdadera noche oscura, tanto del espíritu como del sentido. La noche
del sentido “más se puede y debe llamar cierta reformación y enfrenamiento del apetito que
verdadera purgación” (2N 3, 1). Sólo se ha hecho una reparación pero la casa sigue siendo viejita,
se necesitan otros arreglos más estructurales. La purgación válida “es cuando de propósito
comienza la del espíritu (2N 3, 1). Es mucho más intensa en pruebas y sufrimientos que las
anteriores. Lo que hasta ahora se ha vivido es el preámbulo para pasar a la regeneración de las
profundidades del ser.
Las imágenes que el Santo usa al hablar de esta noche son bastante ilustrativas como veremos
más adelante. Y los calificativos con los que se refiere a esta noche son de mayor fuerza que en la
anterior: “horrenda noche de la contemplación” (2N 1, 1); “horrenda y espantable” (1N 8, 2);
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“tempestuosa y horrenda noche” (2N 7, 3); “purgación tenebrosa y horrible” (2N 23, 10). Capítulos
centrales donde el Santo dice lo más importante de esta noche es el 4 al 10.
Para que nos hagamos, ya desde ahora, una idea de lo que es la noche del espíritu pasiva
reproduzco un texto de Augusto Guerra que considero acertado y clarificador:
“La Noche del Espíritu dice referencia directa y expresa a la pérdida de sentido. Esto
quiere decir que los símbolos a través de los cuales encontrábamos sentido a
nuestra fe sufren un vacío, oscuridad y ausencia, que nos deja en la nada… Aquí
está, en su profundidad, el sentido oscuro de Noche: “es oscuro porque no tiene
imágenes o representaciones nítidas de Dios”7.
Después de haber pasado por las noches anteriores, nos queda lo peor. Por eso enseguida
nos habla de la necesidad de esta noche. ¿Qué queda que hacer? Por ejemplo, cuando lavamos la
ropa y resulta que esta aun con la lavada la mancha aunque sea tenue sigue estando. Al estar tan
enraizado no se ha logrado que salga, pero eso se necesita ese legía de Dios. Hay que raspar.
Al alma “le parece estar Dios contra ella y que ella está hecha contraria a Dios” (2N 5,5)
“el sentido y espíritu, así como si estuviese debajo de una inmensa y oscura carga, está
penando y agonizando tanto, que tomaría por alivio el morir” (2N 5,6)
Parécele claro que Dios la ha desechado, aborrecido, arrojado en las tinieblas; “que para
ella es grave y lastimera pena creer que la ha dejado Dios” (2N 6,2). Se ve, se siente “sin
Dios, y castigada y arrojada, e indigna de él, y que está enojado, que todo se siente aquí; y
más, que le parece que ya es para siempre” (2N 6,2). “Le parece aquí que la ha Dios
arrojado” (2N 5,5)
La acción de Dios es tan fuerte, aniquiladora, vaciadora y consumidora que “todas las
afecciones y hábitos imperfectos que ha contraído toda la vida, que, por estar ellos muy
arraigados en la sustancia del alma, sobre padece grave deshacimiento y tormento interior
demás de la dicha pobreza y vació natural y espiritual” (2N 6,5)
Lo que el alma padece en este tiempo es “muy poco menos que en el Purgatorio” (LB 1,21).
“Cuando estas cosas juntas padece el alma, es de manera el purgatorio que todo
encarecimiento se queda corto; porque a veces muy poco menos es que el Purgatorio” (2N
20,5).
Es muerte para el alma, “porque en este sepulcro de oscura muerte le conviene estar para
la espiritual resurrección que espera” (2N 6,1)
7
Noche de San Juan de la Cruz: Supraconceptualidad y anchísima soledad, en Teresianum 41
(1990) p. 277
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4.2 TEMA 2. JUSTIFICACIÓN DE LA NOCHE PASIVA DEL ESPÍRITU – LOS APROVECHADOS
La persona por sí sola es imposible que pueda llegar a la raíz de donde brotan los vicios y
defectos que tiene. Esto sólo la cura Dios, por lo que la persona debe acogerla en fe. Y a pesar de
haber pasado por la purgación activa del sentido y del espíritu y la pasiva del sentido todavía quedan
en ella: “las manchas del hombre viejo, aunque a él no se le parece ni las hecha de ver; las cuales, si
no salen con el jabón y fuerte lejía de la purgación de esta noche, no podrá el espíritu venir a pureza
de unión divina” (2N 2, 1).
En 2N 3, 1, nos dice San Juan de la Cruz: “Se han de purgar estas dos partes del alma, espiritual
y sensitiva, porque la una nunca se purga bien sin la otra, porque la purgación válida para el sentido
es cuando de propósito comienza la del espíritu... la causa es porque todas las imperfecciones y
desórdenes de la parte sensitiva tienen su fuerza y raíz en el espíritu, donde se sujetan los hábitos
buenos y malos, y así, hasta que éstos se purgan, las rebeliones y siniestros del sentido no se pueden
bien purgar”.
¿Qué queda todavía en la noche? (2N 2,1). Todavía le quedan las manchas del hombre viejo
que el hombre no las percibe.
Esta Noche Pasiva del Espíritu es para dar luz al alma de todas las cosas: “... esta dichosa noche
aunque le humilla y pone miserable, no es sino para ensalzarle y levantarle, y, aunque le empobrece
y vacía de toda posesión y afición natural, no es sino para que divinamente se pueda extender a
gozar y gustar de todas las cosas de arriba y de abajo, siendo con libertad de espíritu general en
todo” (2N 9, 1).
Para transformarlo del hombre viejo al hombre nuevo y llegar así a la unión de amor:
“... conviene que primero sea puesta el alma en vacío y pobreza de espíritu,
purgándola de todo arrimo, consuelo y aprehensión natural acerca de todo lo de
arriba y de abajo, para que así, vacía esté bien pobre de espíritu y desnuda del
hombre viejo para vivir aquella nueva bienaventurada vida que por medio de esta
oscura noche se alcanza, que es el estado de la unión con Dios” (2N 9, 4; Cfr. 2N
3, 3).
En realidad lo que hasta el momento ha ocurrido es que los defectos han disminuido, las
virtudes se han desarrollado y fortalecido, se ha progresado cuantitativa y cualitativamente en la
unión con Dios, pero aún falta mucho por hacer a todos los niveles. En el nuevo estado de
aprovechados se tiene necesidad de la noche pasiva del espíritu por las “imperfecciones y peligros”
que todavía tienen (2N 2, 3).
Todavía la persona se puede enredar mucho con una cierta presunción, más sutil. En esta
noche se llega a las raíces de los vicios, más que a sus manifestaciones.
Todas estas imperfecciones “les son más incurables por tenerlas ellos por más espirituales
que las primeras, que las quiero dejar” (2N 2, 4). Este juicio del Santo expresado de esta manera es
de lo más significativo para afirmar la necesidad de la noche pasiva para quitar esas afecciones
naturales y hábitos imperfectos.
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4.2.1 Los aprovechados
Entre la noche pasiva del sentido y la noche pasiva del espíritu “suele pasar harto tiempo y
años, en que, salida el alma del estado de principiantes, se ejercita en el de los aprovechados” (2N
1,1). Estas personas se encuentran en una etapa que se caracteriza por los siguientes aspectos:
En este tiempo anda la persona humana con más anchura y satisfacción en las cosas de Dios,
como quien ha salido de “una estrecha cárcel”
No está bien hecha la purgación del alma, “porque falta la principal parte que es la del
espíritu”, y de ahí los problemas que tiene.
“interpolaciones”, “interpoladamente”: dentro y fuera de la noche.
Reacciones o fenómenos psicosomáticos o al recibir comunicaciones espirituales.
Es la etapa más larga del camino espiritual, porque ordinariamente. Observemos que llama
aprovechados a los que comienzan a sentir la influencia de la contemplación, o lo que pasan de la
meditación a la contemplación, a los que “salen del discurso y entran en estado de aprovechados”
(1N 9,7); también a los que comienzan la segunda noche, es decir la pasiva del espíritu.
Como hizo en la noche del sentido, ahora para demostrar la necesidad en aquellos que Dios
quiere llevar adelante por este camino se señalan algunas imperfecciones y peligros que tiene estos
aprovechados. Este es el argumento principal para argumentar la noche, además de los provechos
que de ella se reciben.
El punto importantes es este: aunque los defectos del hombre viejo hayan disminuido, sus
niñerías sean menos, las virtudes se hayan desarrollado y fortalecido, el alma haya progresado, etc.,
falta, con todo, mucho por hacer en todos esos niveles o áreas. Queda lo más por hacer. Justamente
lo más difícil.
Habituales:
Las aficiones y hábitos imperfectos que todavía, como raíces, ha quedado en el espíritu, donde la
purgación del sentido no puede llegar. Dicho muy gráficamente:
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Aun después de la noche pasiva del sentido, con todas sus aportaciones, “todavía se quedan en el
espíritu las manchas del hombre viejo, aunque a él no le parece ni lo echa de ver; las cuales, si no
salen con el jabón y fuerte lejía de la purgación de esta noche, no podrá el espíritu venir a pureza
de unión divina” (2N 2,1).
Las imperfecciones habituales que tiene y que hay que quitar son, entre otras:
Actuales:
En las imperfecciones actuales “no caen todos de una manera”. Después de emitir este juicio,
hace ver cómo las imperfecciones y peligros de: presunción, soberbia, engaños por parte del
demonio, vanidad, arrogancia, etc., pueden ser, y de hecho son, defectos mucho peores que los que
motivaban la noche pasiva del sentido (1N cc, 2-7). Todas estas imperfecciones “les son más
incurables por tenerlas ellos por más espirituales que las primeras” (2N 2, 4).
Con este juicio un poco drástico corta por lo sano, insistiendo al mismo tiempo en la necesidad
de la noche pasiva para quitar las afecciones naturales y hábitos imperfectos que, como ha dicho
anteriormente (2N 2,2) “todos lo que no han pasado de este estado de aprovechados las tienen; las
cuales no pueden estar… con el estado de unión de amor”; esto mismo lo reafirma diciendo:
“ninguno de estos aprovechados, por bien que le hayan andado las manos, deja de tener muchas de
aquellas afecciones naturales y hábitos imperfectos” (2N 2,4)
De este modo el santo hace ver la necesidad que tienen los aprovechados de seguir
creciendo. Aunque pareciera que en la noche Pasiva del Sentido ha quedado purificado, sólo fue
una limpieza exterior, pues las raíces de las imperfecciones aún están en el alma. Por esta razón que
no hace una descripción prolongada de las imperfecciones, pues son las mismas que tienen los
principiantes, sólo que a un nivel “más profundo”, de ahí la dificultad para quitarlas, y la necesidad
de una acción más fuerte por parte de Dios.
Reflexiona:
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4.3 TEMA 3. FRUTOS FINALES DE LA NOCHE
“Bien claro está que le fue dichosa ventura al alma salir con una tal empresa, como esta su
salida fue; en la cual se libró: del demonio y del mundo y de su misma sensualidad y, alcanzando la
libertad preciosa y deseada de todos, del espíritu, salió de lo bajo a lo alto; de terrestre se hizo
celestial, y de humana divina, viniendo a tener su conversación en los cielos, como acaece en este
estado de perfección del alma” (2N 22, 1).
La noche pasiva del espíritu lleva a la persona al afianzamiento de los frutos y provechos
que vimos anteriormente y a otros. Se alcanzan con esta noche frutos abundantes y sazonados,
llevando a la persona a una “libertad de espíritu general en todo” (2N, 9, 1), que se manifiesta como:
La persona que ha pasado por esta noche canta su “grande dicha y ventura” por el trueque
que se ha producido:
La persona que ha pasado por la noche aparentemente es como otra persona cualquiera.
Lo que ocurre es que se ha producido un cambio interior sustancial: la intencionalidad de todo su
ser, pensar y obrar está movida y orientada por Dios y hacia Él.
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5 CONTENIDO
1 Unidad I: Aspectos Introductorios de la Obra ............................................................................. 1
1.1 Tema 1: Primer Acercamiento ............................................................................................ 1
1.1.1 Actitudes básicas al leer a san Juan de la Cruz ............................................................ 1
1.1.2 Poesía y mística ........................................................................................................... 2
1.2 Tema 2. La Obra Noche Oscura ........................................................................................... 3
1.2.1 Estructura .................................................................................................................... 3
1.2.2 Composición de la obra ............................................................................................... 4
1.2.3 El díptico Subida-Noche .............................................................................................. 5
1.2.4 Contenido General de la obra ..................................................................................... 6
1.3 Tema 3. Noche Oscura del Alma ......................................................................................... 7
1.3.1 Naturaleza de la noche................................................................................................ 8
2 Unidad II: Los Principiantes ......................................................................................................... 9
2.1 Tema 1. Conceptos Clave: Vicio, Principiante ..................................................................... 9
2.1.1 Vicios Capitales ............................................................................................................ 9
2.1.2 Principiantes ................................................................................................................ 9
2.2 Tema 2. Imperfecciones de los principiantes (Caps. 1-7).................................................. 10
2.2.1 Principales rasgos del principiante ............................................................................ 10
2.2.2 Cuadro de imperfecciones ........................................................................................ 11
3 Unidad III: Noche pasiva del sentido ......................................................................................... 13
3.1 Tema 1. Experiencia dolorosa y desconcertante .............................................................. 13
3.2 Tema 2. La noche: señales y comportamiento ................................................................. 14
3.2.1 Señales para discernir (Cap. 9) .................................................................................. 14
3.2.2 Comportamiento que se ha de tener en la noche (Cap. 10) ..................................... 15
3.3 Tema 3. Los frutos de la noche (amor y pureza) ............................................................... 16
3.3.1 Conocimiento propio, de Dios y humildad (Cap. 12.) ............................................... 16
3.3.2 Cuadro completo de provechos ................................................................................ 17
4 Unidad IV: La noche pasiva del espíritu .................................................................................... 18
4.1 Tema 1. ¿Qué es la Noche Pasiva del Espíritu? ................................................................. 18
4.1.1 Características de la noche........................................................................................ 18
4.2 Tema 2. Justificación de la Noche Pasiva del Espíritu – Los Aprovechados ..................... 20
4.2.1 Los aprovechados ...................................................................................................... 21
4.2.2 Imperfecciones como motivo para entrar en la noche ............................................. 21
4.3 Tema 3. Frutos finales de la Noche ................................................................................... 23
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6 BIBLIOGRAFÍA
AAVV. (1993). Introducción a la lectura de san Juan de la Cruz. Salamanca: Junta de Castilla y León.
Gaitán, J. (2008). Dios como amor purificador en san Juan de la Cruz. Revista de Espiritualidad, 39-
59.
Marcos, J. (2013). Ahora entiendo a san Juan de la Cruz. Revista de Espiritualidad, 469-497.
Mondel, S. (2002). Una aproximación Ortodoxa a san Juan de la Cruz. Revista de Espiritualidad,
605-614.
Ruiz, F. (1968). Introducción a san Juan de la Cruz. El hombre, los escritos, el sistema. Madrid: BAC.
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