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Kostas Axelos

Editorial Fontanella
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Kostas Axelos
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MARX,
CIENCIAS
DEL
PENSA
HOMBRE

es una colección que intenta desmlllficer,


desen ruase arar ios tópicos, los luidos de
DE LA íí

valor encubiertos bajo la cape del pseudo-


clentlfismo, aportando nuevos enfoques en
meterías tan Actuales o Importantes^como
Antropología, Sociología, Politice y Economía.

Con estos objetivos. CIENCIAS DEL HOM­


BRE se dirige a:

GRADUADOS que deseco fundamentar los


ddbttos conocimientos de la enseñanza ofi­
cial asimilada

PERSONAS de formación media y superior


cuya preocupación intelectual las ileve, el
deseo de formarse o informarse en estas
ramas fundamentales del saber humano.

CUANTOS, sin poseer una formación básica


sisInmAUca. sienten la necesidad de cono
ruf eUiuiui de tos temas espeol I ICOS incluh
tftfl m lfcfiB teü fón _______________________ Editorial EontanAhi
MARX, PENSADOR DE LA TÉCNICA

Mar*, como todos los grandes pensadores, pro-


sonta dos graves problemas a la conciencia del
hombro de hoy: el de so justa interpretación, y
el de la Integración de su pensamiento en la di­
námica del conocimiento humano que, sujeto a
la dialéctico de la historia, no puede detenerse
e Instalarse en un pesado lúcido, por más deci­
sivo que haya sido,

MARX, PENSADOR DE LA TÉCNICA os una apor­


tación considerable a la resolución de ambos
problemas, realizada por uno do los pensadores
marx latas más independientes, cuya originalidad
consiste en al intenta de realizar un diálogo vivo
y anticipador con el fundador del marxismo. In­
tenta alcanzar el centro del pensamiento da
Marx, desda sus escritos de juventud hasta los
trabajos económicos y políticos da madurez, y
comprender cómo y por qué el pensamiento
marxista ha podido informar la realidad históri­
ca del siglo XX.

KOSTAS AXELOíJ, nacido en Atenas en 1924, par­


ticipó en la resistencia frente a los alemanes e
italianos Invasores y, más tarda, contra los.con­
servadores y 5JU3 aliados en ía guem civil grle­
po. Fundador def Partido Comunista frie g o , fue
Expulsado más tarde del mísrjjo y'condenado a
muurtii por el Gobierno griego.' Ental exilíe fun­
dó. con Edgar Morin, \& revista «Argumentos« y
nn Luí rmtnkfnstndo1siempre como defensor de
Hiin nmT*l*tnrt iiblnno Su reflexión intenta hacer
uiiiii, nUib-nh do Haidegeer, Nietzscfae y
hir, i (uróimitvt m'.-t',!! unAlfa-feas, hacte un -pensa-
mliiutu nLiinr^ y nuifaidlmansignall, cuestionante
y filtmti|v'Tu-
Marx, pensador
de la técnica

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MARX,
PENSADOR
DE LA

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BARCELONA, ufa
TríidncMn ni eiiutrllumi ¡xtr tlw'úfur 1f"-
il-t-l nhitititJ íranees MARX l’ RN-
SliUH Dtf t,A TECH ÑIQUE, p u b lic ó
p<ir Li’A ÉJíí /qíií de iWiuiuf, Parts.

n' ¡W-ií hy L.’i ÉiJífiiim de Mimní

Frinicrn trliciiln ; diciembre líKiíí


NOtmem de níRiitrn ¡ 4,221 -6"
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InnprL-wi pnr Hlblctfü'Lif, S. A, - lÍl-
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h t t p s : / / t i n y u r l . com / y794d ggv


h t t p s : / / t i n y u r l . com /y9m alininin

<i EiiiUtñai Vtniliineliu. S. A_ J96ÍI

Eirmrni.il, MI - Darcelond - 1-2


JiTtjur ni i >i Iñjhiriit - PfHttt'd fir 5|mía
*La filosofía moderna no ha he­
cho otra cosa que proseguir una ta­
rea empezada va por ficrádita y
Aristóteles.*

K adl M*hx
(En La Caceta Renana del 14 de
julio de 1842)

«£/ [tegar-a-ser-fiíosotia del mun­


do ts al mismo tiempo un llegar­
a-ser mundo de la filosofía; su rea­
lización es su perdida.»

K aki, VIakx
(En su Tesis doctoral)
ganzl912
Prefacio

El objetiva det presente trabajo es hacer presente eí pensamiento


Je Kart Marx, pensamiento que después virto a ser marxismo para
desempeñar un papel sumamente activo en eí movimiento histórico
de Europa, de Asia y det mundo en vías de plamtizacidn.
El pensamiento filosófico de Marx ¿ligue siendo tgetremadamente
poco oanacido, pese 0 los múltiples trabajos que se basan en él,
pues estos trabajos son, en su mayor parte, o demasiado estricta­
mente históricos o demasiado dogmáticos y apologéticos. El centro
de este pensamiento, el fundamento de que ha surgido y ¡a fuente
del movimiento que ha surgido de t í permanecen velados: descono­
cidos, subestimados, combatidos, admirados — pero no pensados— .
Tal vez ya sea tiempo de probar a entrar en diálogo «n t Ja filosofía
y la dialéctica det desarrollo de ia Técnica, enigma de la historia
universal, Pero antes de entrar en diálogo, y para poder dialogar
después, hace .falta, previamente, o ír y comprender 2a palabra de
Marx, « t discurso,
Et lector de Marx que quiera leer tos textos mismos del fundador
del m arxism o se ve ctAocado ante las Obras completas, conjunto impo­
nente y de muy difícil acceso, que comprende una. tesis doctoral
(sobre Dcmócrito y Eplcura}, criticas comentarios del pensamiento
y de tos textos de Heget, escritos filosóficos — incluso *metafísicas* —
violentamente reveladores (Economía política y filosofía; Ideología
alemana), obras palétnicas contra las hcgcltdnos de izquierda (La
Sagrada Familia) y contra el socialismo de Proudhcm (Miseria de la
filosofía), monumentales frailo/os cctmórnicos (Contribución a la crí*
tica de la economía política; El Capital) y programas de acción polí­
tica (Manifiesto comunista; Critica del Programa de Gotha), análisis
sodológiáXjs e históricos de lalr luchas de clases en Francia {de
JÍ4t y de 1ST1), artículos periodísticos, sobre cuestiones europeos y
orientales, poemas Líricos, numerosas cartas, notas y esbozos de toda
especie. Un pcnsvmUtniv unitario inspira y domina de un extremo a
otro lodos estos textos, en tos que el desarrollo de tos múltiples
Temas vela la unidad que los sostiene; este pensamiento es de orden
filosófico y quiere invertir la metafísica tradicional de Occidente;
quiere consumar, suprimir y rebasar la filosofía, realizándola en la
práctica, y la técnica; este pensamiento parte del análisis y de ¡a
critica de la alienación del ser del hombre — de Ja dUenadón del

?
trabajo v ilti la. ecuaotnía, <1*i ta política, de tu existencia humana y
de tas ideas— y desemboca en (a previsión técnica de la reconci­
liación universal, reconciliación del hombre con la Nal urgiera, y su
naturaleza, efectuada a través de ia comunidad histórica y social de
Jos hambres y que hace posible la satisfacción plenaria de laj nece-
sidadss vitales, eí reinado de la abundancia, el mundo de la transpa­
rencia dé todo Ja que es y je íroee. H$ía ( refconciliación significa:
conquisia del mundo por y para d hombre, despliegue ilimitado de
las fuerzas de Ja técnica.
HosotrOS trataremos de hacer otr la. palabra pensante de Marx
éii toda su coherencia, toda .tu profundidad, toda jh limitación. Un
pensamiento importante contiene siempre su propia problematicidad
y muliivaleticiti. <41 hacerlo presente, debemos interrogarlo, ponerlo
en tela de juicio. N o oponernos o ét; eso no significa nuda. Abrazar
el ritma de un pensamiento y hacer resurgir toda su intensidad radi­
cal — demasiado frecuentemente olvidada o rebajada— es macho
mds fecundo que leer un fí-ito filosófico como un texto sagrado, rata
disertación escotar o un periódico.
fio hay, por una parte, el pensamiento sistemático de un pensa­
dor, sus *opiniones», y, por otra parte, la historia de la génesis y
del desarrollo de su pensamiento dentro de la historia general de la
filosofía. Tampoco hay pensamiento sistemático separado de stt ges­
tión metódica y de la totalidad de la historia del pensamiento. Final­
mente, no hay primeramente pensamiento y al lado la Historia, o
primeramente la Historia y al lado el pensamiento. Por tanto, aquí
se trata, para nosotros, de intentar captar un pensamiento que impli­
ca la jhiífon'ü, que pertenece a la historia, que desemboca en la
historia. Nuestro objetivo no es, por consiguiente, ni «sistemático»
ni ^histórico»; sólo apunta a la preparación del diálogo con un pensa­
miento cuyo alcance escapa todavía <¡ HOSPíroj. Pues este pensa­
miento, centrado en la Técnica, forma cuerpo con el ser en devenir
de la historia del mundo, aun cuando plantee el grave problema de
la esencia del pensamiento y del sentido de la actividad práctica de
los hombres a través de ta realidad histórica y política.
Servir de ifitroduccidn a la meditación de la obra de Marx: tal
es el designio que da. vida a este trabajo. ¿Acaso esa obra no se
inserta en el meollo de ta totalidad del ser, siquiera iluminando y
realizando uno de los aspectos del Mundo? Esa obra jc injerid en el
tiempo — el devenir del ser— ; expresa un cierto movánUnta. Quizás
sea todavía íJewmjiado pronto para decir si este movimiento, que
fie va ¿Y nombre de dialéctica, címjtp'íHye principalmente una dialéctica
l»*u b jftiv it»f de lo qué llamamos pensamiento a una dialéctica ( «obje­
tiva*) ti* lo que llamamos realidad. La distinción misma entre la
m ffdcid v el [fcnsomicnio je^ulrd alendo problemática para nosotros
É ftf t*rgn de nuestra trabajo, y asimismo ta aspiración de Marx
# la ttNJ/Jafcjrtn de una y otro, Igualmente, tto dejarán de ser un
Bfmktáwm b*i términos hubJcLivo y objetivo. En tanto que ia subje-
iMÁftt iM sujeto Y la objetividad del objeto no son rebasadas en
m NÉdtéh é§ 4M fundamenta unitario y de su horizonte común, no
i É N é » d l t l mda etenciai.
In t ro d u c c ió n

PARA COMPRENDER EL PENSAMIENTO DE MARX

El pensamiento de ICarl Maní, convertido después en marxismo,


método y doctrina, teoría y práctica oficialmente sistematizadas, con­
tinúa y prolonga toda La metafíisica occidental, aun cuando quiera
suprimir radical mente la filosofía para que ésta pueda realizarse en
ta acción r a l y material. Eslabón cu la historia del pensamiento,
cada nuera apertura del pensamiento es preparada por la Filosofía
y la Historia y marcha siempre por un camino establecido — bien
es verdad que dando pasos nuevos— . EL pensamiento en su historia
es el nervio de ¡o que comúnmente llamamos historia de las ideas;
en su forma filosófica llegó a ser Incluso Ja luz de la historia,
Et pensamiento griego constituye la primera etapa de esa marcha
que condujo hasta Marx. «La filosofía moderna no ha hecho otra
cosa que proseguir una tarea empezada ya por Herid ito y Aristó­
teles», dirá el fundador del marxismo,1 Lew PPejuteráticos captan,
por primera vez en ln historia det mundo, et ser en devenir de la
Totalidad (de todo lo que es) en tanto qtie Arija; y de
la Fists divina c Indestructible, Para Herdelito, amar la Sabiduría
( tí oq^ dv) significa: captar con amistad — a través de la guerra y
la armonía— el Uno-Todo ((v xrivTí iTvttt), la Fisis, la unidad de
lodo lo que se dcscncubrc y se revela, d ser en devenir de la tota­
lidad del mundo, y expresar mediante el lenguaje humano el ritmo
del Logar, En su lucha contra tos sofistas, y precedidos por Sócrates,
Platón y Aristóteles, los dos Filósofos clásicos de ln Héíadc, y no
solamente de lu Hélado, «separan* el ser del pon ¿armenio, fundan la
filosofía en cuanto filosofía, ca decir, metafísica, y abren así el camino
al dualismo. Fl pensamiento griego piensa — contempla — los ferió-
menos de la Fisis y, después de Platón, que disocio las ideas de las
cosas, intenta captar su significado metafísica, e incluso teológico.
Sin embargo, a los ojos de Aristóteles, toda )& filosofía primera cul­
mina aún en la pregunta: «¿qué es el ser (de la totalidad del mun­
do)?-.

1. No* permiUrum rtmiHr * nufrlwi ortutho», fowtjtioi ¿fudlzne-notu leí


PréjocfnriifiM?-!? (Paviita tfftios di itorlf tWU íflutofíA, fue. 4. Botnn-Mílin, 1953).
Lt Logo* faruiaimr dt b INalctílqu*,- te r«ri>r jwAtqve rt te dixemm páifo»phi?uí
(RrdicnJlei de pliiloanfihi*, vq!, 11. IlMdLe de BÁm m , Flrif, 1060}.
In* voi'kru rl anua iU’i picamiento contra el pensa-
lidiMiin v, iuliii In imkhiiJ estoicos y epicúreos traían de apt>
V*i4iHrh Ih i urn'IriiMii ilc *4 iniNmoü, Después, el pensamiento griego
w i*tn unidla i on ¡U le cristiana —■precedida por la revelación ju-
■■lis y I*t¡ir iño tuJai la trata de restablecer la unidad (perdida). Ven
* l-.Iiülo de la Hélade, Roma se desarrolla en un terreno esencialmente
Miela! y practico y hace, de ludo lo que es, une res. Perú Roma no
c.'.^pa asi a su perdición. Para la república y el imperio romano,
r¿ cierto lu que DO deja de ser cierto pora toda forma de existencia,
n saber: que toda victoria es el preludio de una derrota.
ü¿] mundo antiguo muere, y la tratlidún judeo^crisíiarta se desa-
rnulla abriendo otro horizonte, La totalidad de todo Jo que es — el
mundo — es considerada ahora como creada ex nihilo por el ser por
excelencia, por Dius, £1 mundo ya n » es devenir de la fisís, simi
Creación que conocerá el Apocalipsis, Los hombres, que viven bajo
d signo do) pecado, esperan la Redención final, posible gracias al
sacrificio del Dios hecho Hombro y muerto para los hombres. As!.
Ja persona humana es portadora del mensaje divino y se convierte
en foco dul drama- El hombre, creado a imagen de Dios, crea obras,
sin dejar de Juchar contra U naturaleza y la carne para el triunfo
del Espíritu. Los hombres que se mueven por la tierra, croan y
procrean, sólo deben tener ojos para el cielo, sabiendo que el verda­
dero mundo es un mas allá. Los profetas judíos, d Antiguo y el
Nuevo Testamento, san Agustín y el conjunto de la mística y de !h
Escolástica mantienen esta tradición cuyo poder se prolonga taita
¡'a Reforma. Es muy difícil hablar de filosofía cristiana, pues Jo que
depende d¡j la fe en una Revelación y se apoya en Ja autoridad de la
Iglesia no es ya filosofía. Siñ embargo, en el mundo cristiano opera
un cieno pensamiento.
La tercera etapa se eslabona allí tiende Las dos anteriores se de­
tienen, ciertamente prolonga Jo que la preíbtle, pero aparece —*i:n
cuanto pensamiento = bajo una nueva Jaz- EJ pensamiento europeo
y moderno disuelve Ja unidad de La totalidad de la fisís — puesta ya
en tela de juicio por el cristionismo — e impugna el orden de la
creación. Establece el ego del sujeto humano en cuanto res cogitaos
y lo opone a) mundo (objelivo) de la reí externa. La representación
y La ralla, la conciencia y b ciencia fundan la posibilidad de la apre­
hensión del mundo infinito y emprenden la ruta en cuyo curso desple­
gará velas la voluntad de poder de la conciencia, de la ciencia y
de la técnica. El hombre y los hombres se lanzan a b conquista
de todo lo que es. aspirando a unas realizaciones objetivas. La con­
ciencia de si del hombre y su voluntad do encuentran ya límites.
Ja historia su convierte en d verdadero lugar de b lucha contra la
naturaleza, la Técnica quiere transformarlo iodo, El racionalismo y
el humanismo, las ciencias de la naturaleza y los ciencias históricas
y humanas, la actividad práctica y la teoría se ven precipitados a esa
carrera destinada a arrastrar consigo el planeta entero. Esta marcha
no parece detenerse ni siquiera ante la crisis, crisis que deja al des­
cubierto el peligro de la nada, del nihilismo; pues el fundamento
primera y último da toda esta empresa no se manifiesta en modo
alguno, y Ja respuesta a la pregunta del porqué de todo lo que es y
•.L- hace. permanece ausente.
Lo* hundadares del Renacimiento y Descartes, los enciclopedistas
tro meses, tos lilósofos de Tas Luces y los pensadores del «(idealismo
nkaiwn» (de Lcibnitz a Kant y Hvgeí) su» los héroes de La marclia
conquistadora del ego cogito, do! Yo trascendental, de! Sujeto abso-
1uti>Ksplritu absoluto. No obslHnte, en el curso de la misma marcha
se hacen oír, pero apenas entender, otras voces también — las voces
de lia tragedia.
Para el pensamiento griego, el mundo, en cuanto totalidad de todo
lo que en el devenir es, sigue siendo litio: es Fisís iluminada por
d Logos. Lugos que anima el lenguaje y el pensamiento do los mor-
iiücS: El ser d d Cosmos cierno se manifiesta en su verdad a travé*
de los seres y de los entes, se expresa en los mitos y las hazañas
de los inmortales, y se palenlizn medíanle y en la pública, el arte,
fet poesía. El hombre cS un ser de La fisis (vncablu que no significa
ajanas para los helenos lo que ■Naturalezaj* significa para nosotros,
ya que la fisís es la totalidad); está asido por unor vínculos ■físicos»
y obedece al ritmo cósmico. Explorando todo lo que es, llevándolo
al Lenguaje v elevándolo al nivd del saber, empleando una redimí
correncia] a La fisír. los humanos no so constituyen nunca en duchos
del Cosmos; sus obras no pretenden en modo alguno transgredir
el orden cósmico. Lo que es aprehendido como ente — en su plenitud
natural y sagrada— sigue siendo la última instancia y el primer
Fundümeolo, Y los helenos supieran afrontar la amenaza del no-
*er íde la nada), que también es; en ocasiones su atrevieron a llevarla
hastu el lenguaje, sin examinar por ello el poder de la nada misma
ni poner en tela de juicio el fundamento del ser.
A los ojos de la Revelación judeo-crixíiana «= desde uO determi­
nado momento, más cristiana que judía— , la totalidad en cuanto
mundo es aneada de 1¡i Nada por el acto creador de Din*. Toda la
creación y todas las criaturas permanecen subordinadas ai Creador;
este mundo na es más que una etapa pasajera que debe conducir
jü otro mundo, el verdadero. La Naturaleza se convierte en aquello
contra lo cual luchan los hombres creando a su vez nuevos seres y
entes; pero Ja naturaleza debe ser domeñada, pues por encima de
ella planea et Espíritu, y por encima de ] qs ínonales, que ejecutan
sus trabajos y sus obras para gloria de Dios, reina el Hombre-Dios,
Dios hecho hombre, hijo del sciior absoluta. Todo lo que es, per­
manece sometida al plan de la Providencia divina, que persigue sus
objetivos,
Para el pensamiento moderno, el itiundo es a la vez Naturaleza y
Espíritu — realidad c Idea — y «o hace aprehender por la represen­
tación y el pensamiento de loa hombres, que quieren conocerlo y
enriquecerlo, explicarlo y transformarlo. Et hombre es esc sujeto
(cosí absoluto) que, en conexión con los demás hombres, U Sociedad,
obra, afana y construye unos objetos, poniendo cu movimiento los
terribles potencias de la técnica, empeñada en d combate contra Ja
naturaleza y destinada a ser la palanca que pondrá en movimiento
la totalidad dd planeta.

11
TI pensamiento europeo y moderno, [creerá fase de] iTiiKtmiionlu
occidental, en tención bacía su expansión mundial, está esencial y
perpel llámenle en cruij: busca el fun llámenlo último en d que podría
apoyarse su actividad teórica y práctica, pía nica, respecto ni Todo
y respecto a todo, el problema del porqué, y no llega en mudo alguna
a una respuesta radical y lutaí, Aun entregándose a la búsqueda del
ser de la unidad de la totalidad y de la que se manifiesta en su seno,
expresa constantemente la tendencia a pensar el Mundo, no en su
plenitud, sino respecto a unos dominios específicos vistos desde el
úngula de determinadas perspectivas, Iji letalidad del set1 se halla
disuella, y el pensamiento instaura y explora unos conjuntos autó­
nomos que constituyen uñas dimensiones particulares,

* * *

F-l pensamiento moderno es esencialmente —-y constitutiva­


mente— lógico y físico, histórico, íocio/d^ícej, psicológico y estético:
pienso en y a través de esas perspectivas, que constituyen dimensiones
del pensamiento relativamente autónomos y regiones especificas de
la realidad global. Está claro que este pensamiento desemboca en
privilegiar — alternativamente o según uJ □ cual dirección particu­
lar— cada una de esas ópticas, que pretenden ser visión del gran
Todo: asi se consolidan el logicismo y el flskalismo, el historie i smo.
el socLologismo, el ¡wícotogismo y el esteticismo, y todas las ínter-
penetraciones, alianzas y combinaciones efectivas y posibles. Todas
estas aprehensiones fracciónales y segmentarias empican In técnica
de la reflexión y cxpluran — cada una para su provecho— los domi­
nios y las regiones ónticas llamados pensamiento, naturaleza, histo­
ria, hombre, arte, en cuanto esferas específicas, en cuanto conjuntos
que poseen sus propias leyes y estructuras. Sin duda, todo eso es
tnecesario que la investigación y la búsqueda, la teoría técnica
y la práctica transformadora avancen y progresen, y lleguen a resul­
tados positivos y utilizfihjes; sin embargo, ¿qué viene a ser el pensa­
miento central que aprehende (odo lo que es en la unidad de su
plenitud? ¿Ya no tmy plenitud? Las totalidades particulares y kii suma,
¿reemplazan el circulo de la totalidad? Putí incluso un pensamiento
uiulti dimensional — o el conjunto de los pensamientos unilaterales —
apenas si desemboca, necesariamente, en una aprehensión global,
puesto que no hace otra cosa que religar unas dimensiones partir
colares.
Sin duda alguno, el pensamiento moderno busca aún, a su modo,
la unidad de la Totalidad (rota, sin embargo): pero esta tarea
incumbe a una disciplina particular que licite como tema la gene­
ralidad: hemos aludido a la metafísica (llamada más positivamente
Iilusoria general), quo, no obstante, degenera, lambién y con excesiva
Isecuencia, en historia general de Ja metafísica o incluso en simple
historia de las (grandes) ideas. La filosofía primera. La onl elogia,
uu alcanza a ser verdaderamente fundamental; no escapa al peligro
anodino de una sistematización escolar {teológica, idealista o positi­
vista!. Querer pronunciar un discurso sobre el ser no significa en

ti
m d u ulitmu) llegar ii< vscnjiur el sentido cid iogos del ser en su
totalidad y en toda la riqueza ile sus manifestaciones.
Nacidas de la filosofía, Jas ciencias se desarrollan llegando tan
t*)o« pumo les sea posible |a especiaJizacián; se tccuifican hasta más
NO poder y prosiguen su Lrabajo de descubrimiento y de invención
dmiru de los limite* que ellas mismas se trazan, sin dejar por eso
da querer subordinarlo todo a su «punto de vista* y a su método,
» n m i hurgo, toda ciencia no es más que aprehensión de uno de los
Magiecifos del mundo y no del mundo total; aun citando aprehendiera
mi aspecto y una verdad, concernientes a toda realidad, no seria fiptv-
hfnvUm de Ja Realidad universal. El lenguaje y el pensamiento, la
natm ateza, la historia, el hombre, la poesía y el arte se ven cada vuz
mAt atacados desde dos Angulos que tienen, rimóos, un denominador
eufmiti, técnica mente cirnilílco: se ven juntado* desde el lado histó­
rico (ésto es. hLftorícfcln) y desde el lado sistemático fque hace de
«litis un objeto de [ratado). Todos céus dominios poseen si$f sos
■hit tudas* y los Tratamientos científicos supuestamente adecuados,
lil problema de la historia y del hombre, el problema del sentido de
la historicidad y del sor ttcí hombre, ¿se halla suficientemente ilumí*
nado por todos esas medios? ¿Alcanzan las ciencias histórica» y las
ciencias humanas a resolver el problema del que se da por hecho que
se ocupan, o sólo se interesan en explorarlo técnicamente?
lin el mundo moderno y en este mundo de pensamiento, la His­
toria y el Hombre vienen a ser centrus priviilcgíarios, y su esi inlro
reviste una importancia particular y casi dramática. Todo aquello
que es considerado enmu algo que se desoncuhre en el espacio y el
tiempo de la Historia humana — la cual *r apropia, científicamente,
de loclu di pasado histórico de la humanidad— iransturma mu frt
lécnlca la Nattiroleza y imla de preparar un mejor porvenir, dado
que el presente es perpetuamente sombrío y desviador. Et Hombre
histórico se convierte así en el héroe principa! de- la tragedia de la
lotabdadr su pensamiento quiere aprehender todo lo que es, sus
obras artísticas y técnicas expresan su esencia, aun cuando muestren
también que c! hombre se realiza y se objetiva — en la historia uni­
versal'— alienándose y sufriendo- No obstante, loa hombres no dejan
ele querer conquistar, individual y colee tí vilmente, lo que escapa ti
ellos, y se creen protagonistas del devenir, olvidando con demasiada
facilidad que, si son los sujetos de ese devenir, lambíén siguen some­
tidos a ese devenir, que v->, además, algo cuteramente distinto (te
una carrera que arrastre a los «sujetos» y los «objeto** hacín un
punto de destino querido y planíficahle. Pero los hombres ya no quie­
ren re (rasarse ni tomar en serlo la falibilidad.
El pensamiento moderno — y por primera vez en la historia del
mundo— asigna al hombre un papel enteramente privilegiado. Esta­
blece el ego dotádu de i'íífro y de conciencia de sí en cuanto rey
cogí taris, y le asigna como campo de acción toda la extensión de la
rey externa. La subjetividad humana se convierte asi en el Jutida-
memo (objetivo) de todo cuanto es, y el Mundo se constituye me­
díanle el mundo de) Sujeto y el mundo de los objetos, dado que el
hombre es el Sujeto (objetivo), cognosctmc y activo que actúa sobre
Ihj,i objetos y lo» aprehende en Es representación. La cogitalw corre
purejus con la acción c incluso lo agliación. La historia constituye
en lo sucesivo la tierra de los hombres, el Terreno de tinla acción,
el verdadero lugar, y el pensamiento se lanza a enrular el enigma
del ser tlel hombre y el sentido de nu historia. Sin embargo, las
relaciones que Jo concreto y lo finito mantienen con lo universal y
lo absoluto se convierten cu preguntas angustiosas, y el hombre se
esfuerza en responder de una manera sistemática a tas grandes pre­
guntas, pero no alcanza a justificar ni las cosas que son ni las cosas
que vienen a ser. Lo cual no impide apenas la acción ya iniciada
de proseguir su camino.
E) realismo y el idealismo, el racional isino y el! irmpiri sirio, el indi­
vidualismo y H universalismo. la teoría del conocimiento y la técnica
de fn. arción hacen así su aparición conjugada en plena era del
humanismo y del moraüsmo, que se disponen a cttcmicrae por toda
la superficie del globo. A juicio de los gratules pensadores de la
Modernidad (y únicamente a juicio de los grandes), el hombre y la
historia no se dejan aislar y autonomízar en relación al resto, en
relación a la totalidad que los con [¡ene: permanecen cu el interior
de un circulo mucho más global.
Partiendo de la voluniad de aprehensión científica y de transforma­
ción práctica del hombre y de la historia, es como, esencialmente,
esas en ti dailes se hallan autonomizadas y de algún modo desatadas del
lazo que Iris une a lo que las fundamenta y las rebasa. Tal cambio
de rumbo tiene lugar a mediados del siglo xTS y sucede u la consu­
mación de la última gran filosofía de esa etapa ilcl * llegar-a-ser-
tnundo de la filosofía» y del » llegar-a-.ser-filosofía del mundo». Des­
pués de Hcgel es cuando aparecen el hístorietsmo fy el socfologisnHi'h
el humanismo práctico (ya sea individualista, ya sea eolccifvisia) y
la tendencia a pensar el hombre y la historia en hu ¡luiomjmfa «antro­
pológica» c «histórica*, pese a los esfuerzos de algunos pensadores
que se niegan a corlar en rebanadas la totalidad y prosiguen la
búsqueda de la esencia y del fundamento de iodo lo que es v se
manlfjcsin a través de los cortes ónticos y las segmentaciones meto­
dológicos. A finales de) siglo xix y a principios del nuestro, un
esquema «oiiiulógico» y epistemológico se asegura victoria y orde­
na lo real y el saber; la cadena def devenir, cuyos eslabones están
compútalos por la materia, los minerales, los vegetóla, los arrímale.?,
los hombres y Lai sociedades históricas — orden al que corresponde
el esquema de las ciencias, que va de la mdíemdricc y de la fhica
a la biología y a la sociología— , va a parar asi al hurnhrc histórico,
a los hombres en sociedad, quienes, mediante et trabajo, la técnica
y la ciencia, quieren aprehenderse y transformarse a sí mismos y
aprehenderlo todo y translormarlo todo.
El hombre se conviene por consiguiente en un problema, una
pregunta abierta a la que se interna dar una implicación de cual­
quier modo, en las prisas por hallar una respuesta. Pero el sujeto
humano es esencialmente un ser histórico; por tanto, la historia obli­
ga umbién a explorarla, y se Intenta penetrar el secreto de su
sentido, El saber antropológico quiere abarcar Ja realidad humana,
V tu cifhdu históriui y social» la economía política y la política se
Mfuoiziin rn abn retir el devenir histórico de las sociedades humana;.
Ttulwt estas indagaciones se lanzan, pues, sobre lo que es esencial­
mente humano c histórico: sobre el pasado de la humanidad, sobro
tu estructuras y sobre Las deses truc foraciones histórica.;, sociales y
poll(ÍL.iis. tratando de analizar bien para operar mejor» en el presente,
f pan preparar, según sus planes, rí porvenir, porvenir que pretende
ser planetario,
l_as realidades óniieas que se llaman hombre e historia se hallan
a*i ahnrtíad^s, teórica y prácticamente, por toda una red de ciencias
antropológicas, históricas y sociológicas, y eso acontece después del
lín de una gran etapa de la filosofía especulativa, de la metafísica
uní y lógica, ¿Es que la filosofía ya no tiene nada propio que decir?
¿Acaso se convierte en ciencia rea)? Sin situar el pensamiento de
Marx en el horizonte histórico y mundial del pensamiento, apenas si
llegaremos n comprenderlo; pues enlaza con un momento culeramente
peculiar de la historia» Por eso anteponemos, a Ja presentación del
prnsmnienlo de Mam, los pensamientos que deseniboettri un ¿]. Mam
innisme considera l¡t filosofía, en cu an to filosofía, Como una actividad
i(Vírica que debe ser rebasada a través de su realización; pero «su
realización es su perdición». Mari acentúa y da forma a lo que se
hace a su alrededor: a su manera, la emprende, no con el ser en
devenir de la totalidad del mundo, sino con el ser humano y con el
devenir histórico y social.
El ser humano y el devenir histórico constituyen justamente el eje
de fas indagaciones cuya figura Lnten tamo:- esbozar. Ese ser y ese
devenir son estudiados para poder ser transformadas y ser mejorados
por y gracias a la intervención operante de la ciencia y dr la técnica.
La técnica científica cana la realidad total en esferas, rebanadas,
regiones y frac; iones. para abordarlas mejor según las perspectivas
y métodos apropiados (o tenidos por tales), que tienen como objetivo
actuar eficazmente empleando los medios específicos y adecuados.
Todo el mundo .sabe, sin duda alguna» que el «hombre* V la «his­
toria» se manifiestan en d interior de la naturaleza cósmica y de la
Totalidad kliintiudu y abierta al pasado y al porvenir. Nadie ignora
que hombre e historia no se dejan aislar totalmente. F.n ninguna
parle tener ruis que habérnoslas con un homhre exclusivamente Indi­
vidual, aislado de luda historia, y cu ninguna parte nos encontramos
con una historia entecamente impersonal de la que faltaran los hom­
bres. Lo que somos es indisolublemente histórico y humano Los
hombres se presentan como Jos protagonistas de) deven It, en el cur­
so deí cual se manifiesta, y se retira, el ser en devenir tic la totalidad
del mundo» En cuanio individualidades y colectividades, ios hombres
SCO las agentes activos y pasivos de esa marcho. Sin embargo, «utv-
tantemettte se manifiesta la tendencia a olvidar que la historia hu­
mana nt> agota en modo alguno la totalidad del ser; ct devenir histó­
rico y social no cubre apenas — sobre toda si es comprendido de
una manera estrecha y reductíva— ¡a. totalidad de la apertura que
es el mundo, totalidad nunca «total». La totalidad de la no-totalidad
que es el Mundo, nunca conjunto empírico, la totalidad abierta de

15
!uk fray mumuís del Mundo, no pucd-c ser reducida a] mundo sensible
y supuestamente real.. No hay mita que un solo mundo, es cierto,
puro éste no es lan limitado y aprchcmdbk uomu el mundo cunsti-
tui do y cuncret izado.
r. 4 4

La época de la subjetividad — la era moderna— no puede menos


que privilegiar lo antropológico, lo histórico, lo social, que dejan
sin fundamento el pensamiento y la acción del hombre. Subjetividad
no significa en absoluto subjetividad psicológica, individualista y par*
ticularisla; la subjetividad constituye el lugar y el tiempo dd desen­
cubrimiento de la totalidad del mundo; es objeti\tuneme la *suje-
lídad».
Las oposiciones hombre historia, individuo-sociedad, subjetividad-
objetividad son y permanecen esquemáticos v vacias do contenido,
puesto que nunca encontramos uñ sola polo; cuando se manifiestan,
es porque aislamos artificialmente 1 » elementos que componen el
conjunto, dado que es el conjunto lo que les permite ser miembro!!
actuantes. Lo cual no significa apuñas que poseamos el fundamento
del todo y la mije común y única de todo lo que compone el con­
junto = en (oda su plenitud y en toda su dislocación'—, La historia
humana engloba a) hombre individual, por todas partes en evolución
y siempre en sociedad, comu Ludo el mundo sabe. La pregunta:
¿es el hombre la causa, de su historia? o; ¿la historia produce al
hombre? está desprovista de sentido, pues es artificial y abstracta.
Importa saber comprender simultáneamente y en un solo movimiento
la globalidud de la historia que contiene a Los hombres y la miseria
del ser humano que, con los demás seres humanos, *haoc» la historia,
Marx privilegia, es Cierto, unñ dimensión, la separa del resto, pero
esa dimensión no permanece aislada. Mar* pune de relieve un as­
pecto dominante. tmalE/a un factor determinen tu del conjunto de lodo
lo que es; profundiza y ampliliat una derla realidad, sin edificar
por eso un modo de aproximación concreta y total, unitaria mis que
unificado™; propone una lectura del libro de la historia y preconiza
una manera particular de acción. Sin embargo, la totalidad del mun­
do contiene también otras realidades y otras actividades.
La Totalidad, a la cual se abrieron los presoeráticos, que la apre­
hendieron, por primera vez en la historia del mundo, mediante el
logos, llegó a ser sistema lolál l*m el penxtmilento de Fftgel. para
quien ío verdadero tsj el (odo., La Totalidad ya no se manifiesta en
chumo tal después de Ilegal; sus regiones y sus dimensiones, sus
fragmentos y sus aspectos continúan siendo aprehendidos por los
liumbres, pero fa ausencia de un pensamiento ontológjco no deja de
manifestarse cruelmente. Ll fundamento de todo lo que es y el
%úñenlo que lo religa todo en un Todo escapan a los humanos- Con­
vertida la Naturaleza en aquello contra lo cuál se lucha, muctfo
UU» y descubiertos les fallos terribles de la Sociedad humana, el
hombre y Jus hombres se csluensun en aprehenderse de nuera y
tkKdlkniiw, pite** »tl la cxl&Lcilcin individual ni la comunidad humana

m
a
jHii'Üra prescindir tic liHiihmvhLi]. Hl sev luiniiinu ímenta de&espe-
imdii mente reconciliarse contigo mismn, cun los demás hombres y
$1111 el Mundo. ti inlcnia hacerlo sodulimndo su drama, poniendo
crl movimiento !u* putenciua de lu voluntad y dcL trabajó, Parece,
nliti embargo, que las pül encías de La representación y de la razón,
del wher teórico y del trabajo práctico, de Ja conciencia y de la
fiemen nu conduzcan tan directamente a la reconquista de la unidad
perdida, de la totalidad despedazada, de lit naturaleza desnatural i-
Mida, La verdad mm de la Totalidad ya no se manifiesta, el funda*
mentó unitario ya no « visible, y, para los hombres modernos, el
Todo tema el aspecto de U Nada. Los humanos rto dejan por eso
de desplegar una actividad teórica y práctica que no parece encontrar
limites. Jo cual apenas impide — iodo tu contrario—- que f¡i pregunta
tic! porqué permanezca sin respuesta. La dialéclka histórica quiere
apoderarse tld secreto del devenir de la humanidad y del ser del
liombre para afrontar la alienación y ofrecer un remedio a la insa­
tisfacción que crece a medida que crece al ritmo de la producción de
bienes materiales. Todo lo que es fuente de explotación, de frustra­
ción, de insatisfacción, se ve atacado por lodos aquellos que quieren
transformar La aegatiridad y la conciencia desgraciada, la dislocación
desgarradora y e] conflicto de Jos vasos nocúmun icantes en toma de
conciencia revolucionaria que debe conducir hacia una armonía que
constituya la solución de Jos enigmas y establezca un orden satis­
factorio.
En primertsímo lugat, es Marx quien emprende esc caimito; el lleva
a sus extremas consecuencias la tendencia humanista del pensa­
miento occidental, lleva al lenguaje los males de la sociedad y del
hombre, con el fin de proponer una solución y una terapéutica
— partiendo de un análisis de las condiciones dadas, resultantes a su
vez de un largo proceso — , Considerando que un laborioso desa­
rrollo, el desarrollo mismo de los fuerzas de la historia humana, ha
allegado al hombre de su propio ser, de Jos productos de su trabajo,
de_su verdadera naturaleza y de) mututo en su totalidad (dado que
la verdadera naturaleza nodal del hombre se había perdido en pro­
vecho de la civilización leenicisla), Marx describe analíticamente ese
estado desnaturalizado y alienado, lo Homele a violenta critica, lo
condena radicalmente y quiere preparar Iíj que superará de una ma-
nerajmáctica la multiforme alienación. El análisis putómico le hace
llegar u unoh cuncl uniones extremadamente negativas en cuanto al
presenta y a unas perspectiva! locamente conciliadoras eti cuanto
al porvenir, en tanto que el problema del pasado original queda en
la sombra.
En el análisis de) trabajo del hombre, Marx piensa hollar el se­
creto de la tragedia. El trabajo del hombre, la producción de bienes.
Ib reproducción de los hombres y, más nún, la autnproducción del
hombre, ligan de nuevo a los hombres a la Naturaleza, cunsiiiu-
ytndt) sin embargo un vinculo alienado. En La alienación del trabajo.
Marx piensa hallar el enigma del devenir histórica de la humanidad
alienada: la tragedia económica aparece asi como la realídd más
sólida del mu) y del malcriar, y el Mal se proyecta en cieno modo

17
MBB una sombra JaiciEadit del pecado enigma!* Esta lucha por la
jMWbaccióa de la vida, lucha sostenida por los hombres que trabajan,
■oatenUSa con y contra otros hombres, y contra La naluraleza. es lo
qtw sofoca las fuerzas vivas.
Esc «mnl», cuyo secreto intenta penetrar Marx, ¿habría ptxlído
ni» iiisiaurmae? ¿No es inficiente al desarrollo mismo de las foerw*
vivas? Y, do otra parte, ¿por qué no podemos por menos que pensar
efl d «pecado original-?
Hl Dios del Génesis habla ordenado a Adán, el primer hombre,
que no comiese del árbol del conocimiento en el jardín del Edén que
éste debía cultivar y guardar; el hombre era libre do comer de todo
árbol dei jardín, excepto del que era d árbol del cimucímíeitta del
bien y del ntat: «Sin embargo, por lo que respecta al árbol del cono*
cimiento del bien y del mal, no comerás de él; pues el día en que
comas de él, morirás», dice el Eterno al hombre. Su mandamiento
no fue respetado, la negatividad cumplid su obra y el hombre y la
mujer se hicieron mortales, mortales pero cú£nascentes\ poca, des­
pués de haber comido la fruía prohibida, «ios ojos de ambos se
abrieron»; en lo sucesivo, las generaciones que suceden a Adán y
Eva han de contar con que la desgracia pesará sobre sus vidas; el
paraíso se pierde para los hombres hechos mortaje? y cogno&centes
a causa del pecado original. Pues el Eterno dice al primer hombre
mortal: «Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer, y comido del
árbol de que te mandé no cumíese». maldita sea Id tierra por tu
cansa: con grandes fatigas Sacarás de ella el alimento en todo el
curso de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás hierbas
de la tíeTTfi. Mediante f l sudor de tu rostro comerás el pftfl, t e t l
que vuelvas a la tierra de que fuiste formado: puesto que polvo
cines, y a ser polvo tornarás». El Cielo condena así al primer hombre
y a toda su posteridad a Trabajar duramente en la tierra, a ser prlsio-
ñeros de la necesidad de la producción', y d Eterno aflige también
con la desgracia la reproducción, pues dice a la primera mujer
mortal: «Multiplicaré tus dolores en tus preñeces; con dolor parirá*
a tus hijas, y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te domi­
nará».
El hombre creado por el Eterno del polvo de la iierra y a imagen
de Dios, y la mujer, sacada del hombre, ayuda y compañera, porque
«no es bueno que el hombre está solo», estaban destinados original­
mente a ser inmortales y felizmente fecundos, dado que tenían como
misión multiplicarse y llenar la tierra sometiéndola y dominándola,
reittando sobre todas lat demás criaturas. Después de la caída y la
expulsión del paraíso, se hacen mortales, destinados a volver a la
tierra y condenados b producir y a reproducir con fatigas, luchas y
sufrimientos para arrancar a la tierra sus bienes; y asi como luchan
contra la naturaleza para satisfacer sus nccesiddes vitales, asi luchan
también entre ellos para satisfacer sus deseos- El hombre y la mujer
que han obedecidos la ley de la negatividad y han comido del árbol
del conocimiento del bien y del mal adquieren asi el conociiniiíntD;
sus ojos se abren y ellos lU-^an a ser inclusa «como diese**. ¿No es,
pues, humano que Loa mortales, arrojado* del paraíso y condenados

II
y n sufrir cu In lienn. quieran 11-c-y.iir a ser cl'ec lilamente
Hiñera* v realizar n?J paraíso cu la tierra? ¿Y no es Igualmente
rn quienes evoEudkinnn sobre la tierra humana intentar
* la conqtusta de los cíelos divinos — animados por el espíritu
constructores de Babel, que habían dicho ya: «construyámonos
«dudad y una torre cuya cima llegue hasta el cielo, y hagamos
t nitrvlii) nombre, para que no seamos dispersados por la far.
ta tierra»?
Bl canutara ¡trato. que acompañó al no cimiento de tes primeros
H rw humanos, proseguirá su Camino. Adán conoció a Eva, que
CttKlbíó y parió- Dado que d pecado original fue debido a una
fttfc tnrn, a una dislocación de un mundo uno, divino y «natural», y la
farvaaióo del conocimiento str/iaJó esa fractura, es consecuente que tos
hombres quieran superar mediante el conocimiento operante la mi-
Hría que afecta a la producción de 1a vida.
Profeta judio llegado tarde, Marx parece oír todavía — aun cuando
tua«e muy lejos = eJ eco del Antiguo Testamento? Pero quiere que
la humanidad emprenda un camino que deje atrás Ins pecadas ori-
^naits y las maldiciones correspondientes. Marx exige el verdadero
conocimiento, d reconocimiento de la verdadera naruraJcim social del
hombre, la toma de conciencia de teda su miseria, con el fin de
q w el hombre sea totalmente liberado — mediante este nuevo cono-
tHmiento y esta nueva conciencia -— de las cadenas que lu ataban al
curso del devenir histórico. F,I pecado original es puesto en tela de
juicio y negado; e! trabajo dclie dejar de ser alienante; el hombre
debe llegar a ser el señor de la tierra sin caer bajo lo» golpes de
ningún señor humano o divino. Al asignarle a! hombre como torca la
conquista de b tierra en reconciliación consigo mismo, con los demás
y con la totalidad de todo ]t> que es. Mam vacía de dioses el cielo
r incluso quiere abolir la dualidad ciclo-tierra.
Marx tiene tras éí todo un mundo — de procedencia griega y
romana, judia, cristiana, europea y moderna— , Su pensamiento
quiere estar exento de presupuestos metafísicas, pero los presu­
puestos en general y los metafísicos en particular na son siempre
Fáciles de aprehender, incluso cuando no quiere hacer obra de Filó­
sofo, piensa en cierta medida filosóficamente; hace «concreto» algo
que le viene de lejos. Explícitamente, su sistematización quiere ser
científica, pues a ól le importa ante todo comprender mediante el
saber positivo (y can demasiada frecuencia positivista) el proceso del
desarrollo histórico de la humanidad, con el fin de que el mundo
sea prácticamente transformado en un mundo a lo medid» de la acti­
vidad del hombre. Pero lo que se da por científico no bebe sola­
mente en las fuentes de la ciencia. Podría decirse que Marx explícita
den líricamente sus presupuestos implícitamente filosóficos, es decir,
metafísteos, si no es que su trabaja •cien/ifiro» no admite ser desig

U. Fietid, por iu parte, se opllcví a ljlperiT dt* li maldli Fio Usada oJ pe


titlp origina], nn VR f-1 trabajo |«rthlo^LLv(.i, sini) ti ujiiot; a la iiitrinrtán rnajtxfrmu
ilf! La eatancipactiú del traba]*) rnwlnrtlvn coorMioiidc- Ju íhEl-iil'Mh Fj-Btnüan» de
la pmlncipAeiii! dtl aninr (üiviliiiblv Ib tona d# mncicnni tlü lfls Hltrcdídxíl
nprt_neS¡L
nade Mtocuftdainratc n a car nombre. Más que por la ciencia, la
f g i p f p de Mam está afectada por la técnica; pero lal vez la técnica
(moderna) constituía el motor interno de la ciencia (moderno).
Mura |xii'ic de un pensamiento global, de una idea de conjunto, se
vniisqgru ¿i un trabajo de análisis — de análisis cíüiiómico, Histó­
rico, político, sociológico, ideológico—* y va a parar de nuevo a una
visión que quiere ser total. Su pensamiento (filosófico) adopta una
cierta andadura científica, pero sin contentarse con ios resultados
científicos. Mar* es ante todo un técnico dei análisis de la aliena­
ción que iicompaña al esplendor de la técnica; quiere ser también
técnico de la desalíe nación y dn Ih I rans formación de la historia
mundial. Ta técnica, que constituye el secreto de la época moderna
y tonta diversos aspectos, opera también en la obra de Marx, y el
esfuerzo de éste sólo Apunta a un despliegue desalienado y total del
poder de la técnica. La dirección general de ese pensamiento, la
edificación científica de La obra, sus conclusiones prácticas están im­
pregnadas en todas sus partes ¡tor tá técnica. Nosotros debemos
tratar de captar el ccutm de ese pensamiento indisolublemente filo­
sófico, científico y técnico, pensamiento que dit vida a un método
conducente a la edificación de una teoría de conjunto y a la for­
mulación de un programa práctico.
Para hacer eso hay que esforzarse en captar la esencia de su
pensamiento, comprender en su total idad el discurso, descubrir el
origen dd movimiento de su pensamiento y concebir su devenir
como un devenir unitario — pero que implica unas etapas—. Para
preparar un diálogo futuro con el discurso de Marx, es necesario
cnLrar en contacto con el meollo vivo de su obra y proseguir medi­
tativamente el desarrollo metódico y sistemático de esta obra que
se inserta en ei curso del mundo. Oír y comprender el sonido ori­
ginal de una voz no en cosa muy fácil; comunicar con una verdad
que se oculta en unñ construcción no Jo es tampoco; en cuanto a
la tarea de circunscribir los límites entremos a los que va a parar
un pon saínfemó de conquista, tampoco puede dejar de encontrar
diticu hades.
Sin i-tnbargo, debemos aceptar todas esas dificultades y correr el
riesgo que acecha a este género de empresas: no encontrar aquello
hacia lo cual se encaminan. Así. nos hemos propuesto como objetivo
poner en claro la gestiún metódica y el contenido sistemático del
pensamiento de Marx, sabiendo que método y doctrina nunca están
separados en el seno de un pensamiento en marcha. Nosotros no
emprendemos ni una upofagia ni una critica ; el ataque y la defensa,
por necesarios que sean en cuanto operaciones militares, pierden
can excesiva frecuencia la cabeza y se pasan al lado de lo que no
se deja atacar ni defender. Puede surgir un enmmido mucho más
significativo si, en vez de cantar alabanzas o Janrarse a la polémica,
nos preparamos parn seguir la andadura del pensamiento do Marx
enfrentados contra una realidad áspera, a comprender de modo explí­
cito el contenido de lo que llamamos su doctrina. Proseguir y com­
prender lo marcha y la gestión de tal pensamiento significa: descu­
brir sit intención v seguirla hasta suí ultimas consecuencias. Al tratar

10
oir el discurso de Marx — discurso coherente, consecuente v glo-
nos preparamos también para hacer irrumpir su verdad-, para
l*Cer ímimpir Ja verdad de un pensarniento es necesario abrirse
A él, porque solamente asi sus problemas irresueltas y sus limites,
sus dificultades internas y su parcialidad pueden surgir en su propia
tac. Es cuestión, también, de abrirse a la irrupción de la verdad de
m pasamiento, que, como toda verdad, apenas si escapa a lo que
la a rebasarla. Comentar escolamtente o criticar inteligentemente
pensamientos constituyentes y constituidos es y sigue siendo secun­
dario: los penmunientos ñn se *conFirni;m» ni se rinfirmtin»; aparecen
y se desarrullíin orgánicamente, se man II'i es tan al expresar y a] jlu-
minar uno de los focos y uno de los aspectos de la totalidad abierta,
Llegan a ser — transformándose— verdad de la realidad efectiva y
potencia real, cuando no mueren simplemente en las bibliotecas por
BO haber sabido aprehender una verdad fulgurante. Pero los grandes
pensamientos kmueren» lambían, pero después de haber agotado y
realizado su verdad (o al menos un;i de las dimensiones de ¡ni
verdad >, después de haberse universalizndo efectivamente fecundando
pensamientos y realidades nuevas. » Mueren», es cierto, los pensa­
mientos verdaderamente importantes, pero su alcance se inscribe en
1* vida dd mundo en devenir.
Para comprender filosóficamente los presupuestos metaffsicos
dd pensflinlcnto de Marx, el sentido explosivo de su doctrina y ln
fbemt de au método, para comprender también aquello a lo que
toda su empresa quiere ir A parar, su objetivo y sti ñn, no hav
(pie olvidar jamás que ninguna comprensión ni ninguna jmerpñcv
(ación agotan su fuente: todo pensamiento digno de este nombre si­
gue siendo imilUdimenslonnt y polivalente, incluso cuando — y en­
tonces tal vea mds especlalimente — logramos poner ni desnudó su
dimensión principal. Sólo haciendo surgir su dimensión principa)
logramos hacerle hahlar. Así pretendemos nosotros exponer n la
comprensión cJ eje central dd pensamiento de Marx. Sin reducir
este pensamiento a un esquema, trata reinos de interrogarlo cu cuan­
to a su propia intención, pura que puedun aparecer su problema tica
y su problema deidad, para que él pueda ser sometido a critica.
Pues et pensamiento de Marx contiene también la negntividad —'ése
movimiento de rebosamiento— , y su relatividad entera fa hora de
su irrupción, Al poner en marcha la negatividad que e) mordimiento
mismo del pensamiento de Marx implica, ponemos en conmoción lus
marcos que bloquean la ncgtUívtdad, tornamos en fluidez, la inmo­
vilidad del pensamiento de Marx. Así pues, sin atacar desde fuera
este pensamiento, marcharemos segírn su ritmo, pero abriendo tus
ojos y pensando que es necesario marchar y pensar m is allá dd
limite en et que él se detiene
Remontándonos hada d fundamento dd1iwnsamíenio de Marx y
prosiguiéndolo hasta sus extremas consocuencías, tal vez ims halla­
remos ante aquello que Jo funda y lo rebasa. Presentar, Jujear pre­
sente y transparente, un pensamiento significa promover la presencia
de la universalidad que engloba a su particularidad- Significa tam­
bién ayudar a la aparición de sus ■cuuiradicciooCs» internas, pero

2i
sin denunciar esos con Undicciones a la, ligera o de una manera es­
colar; ningún pcnsaníHcniu logra reducir totalmente a Ta unidad toda
dualidad y pluralidad, monopolizar la totalidad. Tampoco el de
M oo, Al hacer vcrdadersmieme presente un pensamiento, despeja­
mos ya el camino a aquello que, es un porvenir más o menos lejano,
lo rebosará. Rebasar un pensamiento quiere decir; elucidar su ver­
dad, comprender su falibilidad, sostenerlo asumiéndolo. aun eleván­
dose por encima de di y yendo más lejos. El devenir del pensa­
miento en la historia realiza estos rebosamientos, estás supresiones
dialécticas a través de loa cuales se conserva el momento de verdad
propio de cada gran pensamiento: el devenir de la historia realiza
efectivamente los pensamientos verdaderamente importantes y los
unlversaliza — transformándolos^-. La instauración de un pensa­
miento, su adaptación histórica, ¿constituye, más que una transfor­
mación, una traición 7 Pero, ¿en nombre de qué podemos dejar caer
el juicio que pretendía hacer justicia? Sin duda, sófo una de las posi­
bilidades se halla actualizada: la posibilidad más enérgica, probable­
mente, la más apta para transmutarse en potencia «real*; asi, nunca
es la totalidad del significado de un pensamiento lo que se realiza.
Por consiguiente, entre el pensamiento original de Moni y el mar­
xismo hay a la vez continuidad y solución de continuidad. ¿£s posi­
ble separar a Marx del marxismo? Ciertamente no; pero tampocu es
posible identificarlos. El marxismo, como par otra parte, y habida
cuenta de las diferendus, el platonismo y el cartesianismo están
ligados a sus fundadores por vínculos que manifiestan el poder
de la continuidad pero también do la discontinuidad, El platonismo*
el cristianismo, el cari pjííJrttimo, el marxismo, siguen ti ti camino Eni-
cialmenta abierto por un fundador, aun cuando se aEcjvn de la in­
tención original; amplifican un movimiento que ha recibido un im­
pulso inicial, modificándolo, generalizándolo, rebajándolo, Entre et
pensamiento platónico v el platonismo, entre la visión cristiana y el
cristianismo, entre el pensamiento conquistador de Descartes y el
cartesianismo, entre la üi tención de Marx y el marxismo hay un foso
profundo que no se deja Henar. En fin de cuentas, nadie sabe lo
que son esos ismos: Proteo* polimorfos e inaprchcnsibles, vagas y
rasas «visiones del mundo», actitudes mentales o áticas, pagan con
iá pérdida de su verdad primera bu eficacia, su Inserción en el mun­
do, la utilización universal de uno de los aspectos de su verdad. La
fundación — la genialidad fulgurante de un pcnsa&iicniu, de una in­
tuición, de una visión — probablemente no podría ser mantenida
en su intensidad y su pureza originales; al convertÍr*r en movimiento
filosófico, religioso, político, toda intención fundadora se erige en po­
tencia que aspira a su extensión y sigue un desarrollo que ta hace
pusar por unos cambios, y asi se convierte en fuerza tormüdora. La
diferencia que Ja separa de *u realización a través de su evolución
nunca debe ser ignorada; sin embargo, debemos reconocer que algo
en ella ha permitido y hecho posible su proceso de expansión y de
rdlkación,
El pensamiento ile Marx se convirtió eu marxismo, moví míen tu
teórico y práctico que no aprehende solamente el mundo sino que
ehviule del Ttiundi)' Eli nmiKiüma se manifestó confio una ico-

«
La historia verdaderamente explosiva y operante, un in.fi.tnj-
ité análisis sociológica de una extrema eficacia, una poderosa
de Jucha política. Sin embargo, el marxismo ha conocido, c o
f conocerá sus propias dificultades, que conducirán lucia su
miento. El pensamiento original y creador de Marx, al conver-
rn marxismo — teoría y práctica sistematizadas, mélodo y doc
constituidos — se exteriorizó afumándose, se realizó según un
ubjelívo y realista, y dio nacimiento a lo que más tarde se
fttíaetííoiíó. El desarrollo muñóla dd pensamiento de Marx const*-
Ihi, realizó e hizo sistemat¡cu y prácticamente eficaz una intuición

(
fHgina), amplificándola y transformándola: amplificando una de las
Ütenmalones de su propósito y estrechando lo que permanecía abierto
* problemático; transformando su aspiración en ideología y en rea-
JUid. Esta «deformación* formedon erg. posible, sim embargo, mer-
• k í a la formulación primera del pensamiento de Marx; el devenir
,pp hizo otra cosa que perfeccionar unos datos iniciales. El lado
gue se hadaba más apto para ser recogido y propulsado tomó venta­
ja. Sin querer ni desligar a Marx del marxismo ni atarlo al mismo
f in cadenas, pensarnos que para comprender el marxismo tuv que,
lo primero de todo, comprender a Mam. Aprendamos a releer a
Marx en Hegel y en toda la tradición filosófica precedente, censido
remos como uno el pensamiento de Marx — sin olvidar, no obviante,
que hay un Marx joven y otro M arx—, meditemos líi cuestión del
vínculo que une, y desune, el pensamiento filosófico dr Marx y el
reamismo, pues existe una cierta unidad y hay algo en Marx que ha
permitido el desarrollo marxiste. Asimismo tratemos de no olvidar
que its foso (o un abismo)1separa a los creadores geniales de sus
discípulos más o menos dotados, y que et necesario remontarse a
la fuente para seguir mejor la corriente. El pensamiento {filosófico)
constituye el fundamento lejano de toda teoría, científica, técnica y
práctica, que, siendo su consecuencia, pretende sin embargo rebar
Garlo; por tanto, hay que esforzarse en comprender mediante el pen­
samiento aquello en lo que se convierte la filosofía al dar nnei-
miento a la ciencia y a la técnica, o dicho de otro modo, comido se
sreal iza v y se •concretíza», cuando se hace práctica, El funda mentó
filosófico de un pensamiento da también Dacimicnto a doctrinas que
se desarrollan partiendo de él, a reserva de autonomizarse después,
y estas doctrinos pretenden ser, por lo general, minada sobre el
Todo, modo de aprehensión de todo lo que es. Aun cuando su verdad
particular abarque un aspecto de la totalidad, ellas apenas pueden
aprehender el ser mismo en devenir de La totalidad, puesto que no
cesan de iluminar con una cierta luz un cierto rostro del mundo
abierto. Expresar una de las realidades de la Realidad minea equi-

1 Niuntuii heñios Untalo de ilírir imn riÑctiHlán a propósito (!** U "fíltisnfin


pmaixÍJftír** — cuestión dciTnoíiiutn dnflnteridltln rn lo yuc tiriir ilr íni» ¡Uíjlilwttá-
tTeii — fin im articulo ai qtií slguoo slg-ijiut* (wi>ut:ytaj a las obiicktrwM rpu* nuicitn
y a la* CLii'jtkmi.'-a ijue plantea, Cí. Arumiiciriti, n," 4, t" 41Mí plit/uso-
pfito Frmnliteí y n.* 5, 11)57, Afrtnriimie “oupprrt" ou “e» marche"? Cf. también
nurütlil liir W in , A lgu iltlltl. Ii-1 T, líñfl.

13
vale a un nguiamiemo real de todo lo que críi'i en funcionan liento.
Ni el sentido de la historia, ni el sentido de la vida humana, ni el
curso dd mundo se dejan agotar: el problema al que todos los pro-
ble mas conciernen, el problem a que Marx quiso resolver — el hombre
en su historia y en el meollo de la historia mundial — sigue siendo
un problema abierto, digamos metafíisico e histórico, que ninguna
aproximación unilateral llego a elucidar, y mucho meaos a resolver.

Para comprender y hacer transparente el pensamiento de Marx,


para presentarlo y hacerlo presente, es necesario seguir un hilo
conductor, y eso es lo que trataremos de hacer, considerándolo como
e( hilo conductor. Esta presentación sólo debe « r intentada sobre
la baño de la letra y del espíritu de los textos de Marx, textos
que hacen hablar de realidades; de los hombres y de las cosas.
Trataremos de ver cómo se destacan — sobre ei fondo de la Tota­
lidad rota y de Ja Unidad disloca tía— Ja visión dei hombre y de ia
historia y el programa salvador que Marx elabora. Tendremos en
cuenta todos los textos, sin ponerlos todos, empero, en el mismo
plano. Recurriremos sobre todo, pero no exclusivamente, a las es­
critos de juventud (Jos que preceden al Manifiesto Comunista de
1B4¡), para captar mejor el origen, la estructura y ci desarrollo del
pensamiento de Marx, sin olvidar ni por un momento que este pen­
samiento es desarrollado ulteriormente por Marx mismo para tomar
después la forma y el contenido que Engcls y los demás moñistas
te darán. Por consiguiente, sin descuidar Ja perspectiva total y sm
perder de vista el sentido del conjunto de los textos de Marx, a los
que sucederán los textos manas tas. nos apoyaremos principalmente
en el manuscrito de París, el texto de 1W4 titulado Economía política
y filosofia, libro de génesis de la teoría y piedra de loque del peu-
¿amiento de Marx, y cu la primera parte de la Ideología alemana.
Con las numerosas citas que ofreceremos esperamos liacer presentes
el pensamiento y d lenguaje aniónl¡cus de Marx. 1h tetra y d espíritu
de su discurso,
ft * *

Un sumario esbozo de los momentos constitutivos de la génesis


y del desarrollo del pensamiento de Marx w presentaría así; Dife*
rertctfl de Itx filosofía de la naturaleza en Derttdcríto y en Epicuro
(1&4041; tesis doctoral, inédita hasta 19021. Crítica de la filosofía dei
Estado d t Henal f estudio que ha quedado en su forma de notas
críticas, elaborado hacia 1343 y publicado mucho después de la muerte
de Marx, acaecida en 1383}. Introducción a la critica de ta filosofía
dei Derecho de Hegel (1344). La criejíidn judio (I £44), Economía
política y filosofía (manuscritas económico-filosóficos, redactados
eti París en I $44 c inéditos hasta 1932). Ixt Sagrada Familia, a crítica
de ta crííiifj critica; contra Bruno Bacter y consortes (en colaboración

14
(un Hiiw’ In, quien, sJn «inlrargo, no ncdíictó mita que filguhus pa-
fciLjí*, IMS). Tesis sobre Fnuerbach (IB45; inéditas hasta 1839 Jr La
Ideología alemana; critica de la fitosofía alemana moderna en jh s
rrpre.vrw/aHffJt Feuerbach, B. Jlatter y £ f traer, y del socialismo alemán
en mí diverso* profetas {£□ colaboración con Epgcls: IM M ój iné-
illlii hasta 1932), Miseria de la füosufía. Respuesta a ta filosofía de
la miseria de Prpudhon {texto origina] en Francés. 1847}. Manifiesto
del partido comunista (en colaboración con RngcU, JM8), Las lu-
Wim de clases en Francia; 1848-1850 O £50 ). Bt i8 Brumario de Luis
fívwtparre ( 1852). Contribución a la crítica de la economía política
O M 9 ¡. La guerra civil en Francia: tSTf (ÍB7t). Ofrica det pro­
grama de Cotha f 1875; inédito hasta IMÜJ. JE¡Í Capital: crítica de la
economía políticd {solamente ei primer libro apareció rn vida de
Mnix. Iflóí; d L" y el 3* Fueron editados por Etigcls cu ISAS y 1894),
A través de estas obras, que jalonan su actividad teórica y prédica,
<o expresa toda la evolución de Marr: reasunción y crítica de la
filosofía clásica del idealismo alemán que desemhtKa en ilegal, pro­
gresivo apartamiento de Hegel. oposición al materialismo y ai huma­
nismo de los hegdifíttos de izquierda (Feucrhach, Str&uiS, Bpuer.
Slirner) y definición de sus propias posiciones económicas y polí­
ticos frente al socialismo utópico francés {Saint-Simón. Fourier, Ca-
het, ProudT'cm) y la economía política inglesa íódatn Smith y Ri­
cardo). ÍJt Filosofía, la Economía política y la Política son consi­
deradas como las tres fuentes, las tres partes constitutivas y los tres
ejes dei pensamiento de Marx y del pensamiento mnrxista, pues seré
nt interior de estos dominios adonde será dirigida la acción revo
Lucioiwm-

15
.
LIBRO I

De Hegel a Marx
M an pensador ex y sigue siendo rigurosamente incomprensible
aln Ib onto-leo-logla de Hegcl. A través del extraño diálogo que los
religa — y los opone— ,-Ja dialéctica, después de haber sido Tundada,
pensada y violentada por el saber absoluto, se hace invertir, se pone
a andar con los pies y pierde un poco La cabeza; parece venir a ser
efectivamente historia mundial, praxis total; bajo el impulso propio
de Marx, lleva a cabo uno mutación. La historia ya no es el lugar
y el tiempo dei despliegue del espíritu absoluto; se convierte en his­
toria del desarrollo de la técnica. El Mundo deja de ser el mundo
rñ devenir del espíritu, para convertirse en el mundo de la actividad
humana. El problema del «m otor» y del sentido de la historia queda
sin embargo abierto, pites si el idealismo no alcanza a fundarlos,
el cñitraldeatismo no se atreve a rebasar — interrogativamente —
la obsesión de un último fundamento. Y el Mundo, ¿acaso no sigue
tiendo una potencia — ni espiritual ni material— distinta del hom­
bre, una pregunta que no admite respuesta reductiva, 'un horizonte
que no no deja conquistar totalmente?

Vt
I

I
Del saber absoluto a la praxis total

El pensamiento filosófico de Man; — pensamiento que quiere


desembocar en Ja supresión de la filosofía mediante su realización
prdctica y social = se perfila en el horizonte de la metafísica ontoló-
¡jtn de Hege!.1 Hegel, que hizo revivir en pensamiento toda la tra­
dición filosófica do Occidente — de Heráciito a Kant— . toda la
tradición religiosa — de los profetas judíos al protestantismo— .
«tai como toda la tradición histórica y artística, era un pensador del
«cr en devenir de la Totalidad: La filosofía es la Loma de conciencia
del devenir universal que conduce al Espíritu, divino y absoluto, o
través de su exteriorización en Ja Naturaleza, hasta la Historia conce­
bida y comprendida en que el EspíHtii retom a a sí mismo y se
aprehende en y por la subjetividad sensitiva, psicológica y después
.razonable, el derecho. Inmoralidad (MorolífaíJ y la ética (Sítftichkeit),
el arte, Ja religión y la filosofía. La ftEogofía tiende a transmutarse
en saber absoluto del espíritu de la Totalidad, la cual es, por su
parte, la verdad. Para Hegel, la verdad de la realidad reside en la
idea, y ello hoce que «racional» y «real» coincidan; él quiere traducir
lo real « i la Forma del pensamiento* pero lo reai (verdadero) no es
ni siquiera separable del pensamiento, pues leu rea! se revela en el
discurso y eso real es pensamiento. Las determinaciones de la con­
ciencia, de la ciencia (de la filosofía), del saber, son tonto más deter­
minaciones de la esencia de las cosas cuanto que son pensamientos-
E1 pensamiento circular de Hegel está edificado sobre su concepción
de la identidad
& como identidad de la identidad y de la rtoidentidad.

1, Los escritos do juventud de Hegel, la FetwHíJtinrííugíq dai Expírtte í J Sc>7),


la Ldgínp (181a y 1816). los FHncíptet ¡E? la Jííuaojía dét Derecho (1831) «si corno
los Coraos tabre la ftiniafla tía l¡i Religión, sobre 1a Ejiétíctr, sobro lijÁiílorfci de
la PÜctúftti y sobre la fikwfffií de la Hiitoría — series de lecciones -uruversttarius
publicadas después do su muerte (IB31)— contienen la elaboración metódica y
Ib tíapcuácíón sistemática de su pensamiento; el movimiento de su pensamiento
dialéctico (índisolcllle'tttente légitú, úntolégiuO, metafísica, Eistanáticü, Cjiddupé-
dlro e histórico') y h doctrina constituida quieren aipKHor mediante el Jenguaje,
ttóBiprirféndcilo modüuite el paisononícnto, el logus del mwlmlaKo total de la
nulklflíl — de la realidad universal y concreta.

29
Realidad e idea. pensamiento y cosa, son idénticos, habida cuenta g «I mÍMiio, confiere ni saber su poder de [ibsoiulo y so hace elevar
tic que la fdentidad implica la ucgattvidad, la mediación y la díte- por el saber hasta la alta cima de la racionalidad, Dios se revela
rene ia. La Totalidad constituye un reino de Ln armonía superior, y OT la historia y por la historia, y el Pistado mismo es algo divino en
nu de la Indistinción o de la unificación en Ja indiferencia. Asi, las la tierra. Lp que ens y seguía siendo verdadero en el movimiento
palabras decisivas para la dialéctica de Hcgel que éste pronuncia en tulfll dd pensamiento do Hegirl va a hallaran pronto aislado y atra­
la Enciclopedia tle laj ciencias filosóficos necesitan una comprensión yendo las Iras de la critica.
más profunda: «E l paHitim/entí) es la cosa; simple identidad de lo El pensamiento de Hegd no es nada manos que polivalente, plás­
subjetivo y de lo objetivo, I jO que es pensada, es; y lo que es, tico y multidimcnrianal. Circular, sin duda alguna, encerrándolo
es solamente en tanto en cuanto es pensado,* (Ene. § 3B4.) tudu en un círculo, aprisionándolo todo, y a nosotros juntamente,
La filosofía — el pensamiento especulativo— es Lndi solublemente pero poco apto para ser esquemáticamente comprendido. Nosotros
lúgicoontolágioo; « saber del ser y saber de uno mismo, conoci­ IHj prclendemos en modo alguno haberlo esbozado a grandes rasgos
miento del mundo y conocimiento de uno mismo* El pensamiento ni haber indicado su Centro. Apenas si hemos dado una ligera idea
es idéntico ni .ser, el ser es pensamiento. El pensamiento es una ik l horizonte desde el cual se d c ^ ija rá La crítica de Marx. Parece
fuerza y dice lo que en el devenir n . Lfrabsolulo-y-lo-verdadero es que la filosofía de Hcget no sv deja prender en las mallas de Ja
espíritu; peni lo absoluto ts en el devenir, que no es cambia sino reflexión filosófica, que tío permita apenas un* comprensión o una
proceso de la revelación de lo absoluto {del espíritu). La verdad critica filosófica extrínseca, aun cuando haga imposible toda «refu­
de la totalidad se desencubre en la unidad del • ser» y del ■no- tación» intrínseca- Hace problemática la filosofía; la considera como
ser» que es el devenir, y d espíritu absoluto tiende a convertirse un «mundo invertido», piensa que filosofar es «caminar sobre la ca­
en saber absoluto del Sujeto (absoluto). Hegrí piensa en términos de beza». Pero es el mundo de la conciencia ingenua el verdaderamente
«sujeto» y no de «sustancia», aunque el sujeto de que él habla no pervertido, y la condénela ingenua, el buen sentido del común de
sea nada fácil de captar. los mortales, no hace otra cosa que Imaginar que camina conve­
El espíritu se manifiesta: se exterioriza, se aliena y se recon­ nientemente, ¿Oué sentido tomará entonces la empresa de Marx, que
cilia, se reintegra y alcanza a conocerse. Después de múltiples peri­ apunta a invertir ese mundo invertido y a poner sobre los pies la
pecias y de haber superado la oondencin desgraciada, el hombre llega dialéctica, hegeliuna para que no camine más sobre ta cabeza? ¿Y en
a reconciliarse cao el destina universal e histórico; historia y hombre, qué desembocará la empresa de Mane, que preconiza el re ha simiente
humanidad e individuo, van a parar a un acuerdo, acuerdo siempre de la filosofía en y por su realización práctica? La praxis material
discordante, que rebasa las oposiciones y los conflictos anárquicos y y total, ¿reemplazará efectivamente al espíritu absoluto y real?
trágicos, románticos c irrazonables. La conciencia de sí y el Mundo Estas cuestiones son y serán tanto más difíciles de elucidar (y
no deben ser separados porque SOH UPO, La historia universal de la no de resolver) cuanto que Hegel en persona parece haber querido
humanidad, la historia del mundo, es el lugar en que se realiza el proseguir — con medios enteramente distintos y con un objetivo
espíritu, en el tiempo. Sin embargo, la historia universal está ella diferente— el camino del rebajamiento de la filosofía. Todavía no
misma contenida en la Totalidad de lo que es en el devenir — unidad hemos acabado de poner en claro este esfuerzo. Tal vez ni siquiera
del Mr y de Ja nada— , ya que ese Todo es la verdad que implica su hemus empezado todavía. En las primeras páginas del P re fa cio de la
propia ticgatlvidad y temporalidad, y conduce Incesantemente lo fi­ Fenom eitoiogbi d e l E s p ír it u , Hegel escribe e propósito do ese amor
nito hada lo infinito (lo absoluto) a través de un perpetuo proceso a la sabiduría que c$ la filosofía: *La verdadera forma en la que la
de rebosamiento. La Nada, la negatívldad y la contradicción siguen verdad existe no puede ser sino el sistema científico de esa verdad.
siendo inherentes al ser en devenir de Ja lolutidml de) mundo y a Colaborar a esta tarca, aproximar la filosofía a la lorma de la ciencia
toda realidad óntica, ^ c o n el fin de que pueda deponer su nombre de am o r at sa b e r para
El pensamiento dialéctico de Hegri es conjuntamente «conserva­ ser sab er reíd — es lo que yo me he propuesto.» Este texto puede
dor* y «revolucionario», si es que se le pueden aplicar tales desig­ querer decirlo todo, salvo que la Filosofía (am or al saber) debe llegar
naciones. Todo lo quí tí, es rebosado, suprimido, superado, aun a ser ciencia en el sentido del cicntifísmo y de ta ciencia positiva.
siendo mantenido, salvaguardado y conservado. Ciertamente que la Saber jW is s e n j, totalidad orgánica del saber { n is s e n s c h a fM c tie s S y s­
Aufhebung hegeliaua todavía sigue siendo enigmática y no se deja tem) y ciencia (Wr.Tseitte/ja/f j significan sistemática metafísica y filo­
encerrar en una Interpretación unilateral. Mhtx va a atacarla dando sófica, saber consciente de sí, significan saber ontológicu. Pura Hegel.
un relativo rodeo, pero ¿rebasará efectivamente el pensamiento hege- la más alta forma de la rienda, la verdadera ciencia, l-s la filosofía:
liono del icbasamicnto? ortología, metafísica, lógica del espíritu, profundamente idénticos.
Quienes vinieron después de Hegel van a tratar de atacar lo que Así H egd titula su metafísica ontológica C ie n c ia de la L ó g ica . EJ
él parecía querer conservar y lo que él se esforzó en instaurar; la texto citada nos dice también que la filosofía, en el sentido griego
religión y el Estado, de vul lado, y d saber absoluta, del otro. Para del vocablo debe deponer su esencia y su nombre antiguos
|k*l¡d, la religión sigue siendo verdadera: es el espíritu que se sabe para convertirse en saber real. c> decir. saber absoluto de la idea

10 11
qbMitutu, al mu (te tu Totalidad. Murx va a cargar contra esto intcrn
cl6n hI I níihLT absoluto y total, oponiendo al saber absoluto y total
la praxis productiva y total, y al S u jeto absoluto los sujetos objetivos
y productores de bienes m ateriales. Todo lo que era espirito absoluto
s idea absoluta se convertirá para él en m ateria de trabajo v realidad
práctica, A la lenta y petrosa elaboración de la Idea hegeliana que
ve rja ii-ü a través de las fases de Ja historia del mundo (historia
del espíritu) para reintegrarse y conocerse finalrr^nte en el saber
que rebasa la filosofía, le será opuesta por Maní la visión de la
b i-lcu ! de la producción del hom bre y del mondo real, gracias al
tra b a jo concreto, determ inado y m aterial, de Ja humanidad, que as­
pira ít rebasar sus alienaciones.
No* en ron I ramos con Heget en todos los pisos del edificio de
Mnrx. y ello porque está debajo de los cim ientos. Procurem os no
olvidarle, Píocurem os no olvidar tampoco que Hcgel constituye un
gran y definitivo final, una consum ación de una gran eiapa del pensa­
m iento occidental que empieza con los prcsnviálicos, pasa por el
cristianism o, instituye el ego c o r U ü , el Yo trascendental, el S u jeto
¡ib&oJuto-Espíritu absoluto y se concluye, Uegel capta el pensamiento
total de !& realidad total y encierra todo lo que es y llega a ser en
un Circulo d d que no es posible salir m ás que rompiéndolo. E so es
Jo que hiif-á Marx, si a eso se Ic puede llamar salirse.
Ya sen porque d mundo no podía sopon a? la elevada tensión
del puíii-anjícjita, ya sea porque este pensam iento no podía llevar so­
bre si d mundo, la filosofía del idealism o alemán, la filosofía cuyo
últim o .i. \q io constituye H egel* se desploma. I.tp ñ la hora de tos

'= 1.1 panel tic Hegul como Último filíe,bp Imt hoy que T-Ieuderlo una.
.(i,, ■■* Jo¿rnittiiL í-a íiPotoda, en cuanlo t ju d rt 111avión uP'rnuL, s e inrtTfflBija4H
(W Me^sl. Etl cuanto KiJvídEi], prtm^uo U1 vjilt; mál (ñh, ve unirqnliia.
Hfidr-^'i Hrtre el míritn de plantear dqiitm la Pregunta HddríKer:
"íAitÓltdf ttiiWK a buflütr tu alEminuciña de la liluNltia moderna? .¿En Hegel
o iu¿( bifti en U último filosofía de Sebflüíng? qu¿ prv.i ‘-orí Slij/x y NíetMcbé?
cErlán ya dcscarriailpa de la filosofía? lin caso «n i Mario. ¿cómo ilptemnlnar su
lugar?" t í Q u i í ' í f iiv s t t f f it ? ; Q u e - t t - c e q i w í<i p h l i w t / p h i l í r , t/ml. francesa d t K.
Astilnn v J. Hr.nifnnt, pp. 4iMT, GaHfmard, IttHT.) T Ie k fa ^ r tratn inchim tlp
buce m í* iib'litus u la voz de Man:. ‘‘ La mciifisU.'* absoluta — iliiíu — , cotí las
invmííitit'i 4111: en clLk [i|>craroTii Marx y Niotzschr, prrLeiiocci & la historia de Ja
verdad riel Snr, I j o que piocfide de ella no podría » r abordado y mimos aún
flimlnuVi inerHanb1 it-fiitncHmcn7’ . fVim no t i muy ffceil iniciar un J lilojp pro­
ductivo con M an y el maniisimo. '"M an, Haciendo 1« rvpnrlcncia de la a lio
lUHJÍóli- licita a uní íltrncnaión esencial de la libturi*. y por etú 1* visión mar-
rilsta de 111 Híitoriñ r t nuperior a cualquiera otra hltlarDOgndia. Kr cambio, " i Hus-
:cri (,j :•• i.viu, iiuu ytr sepa, Sarlrc cmiííeo ILcm 111 («ce 'w yi li'Uv lo histórico lleofi
-u M H t i í W i í eti cT S n , y por e¡m ni la t<T¡iiwnnbí1l ni d rairtoioiln m i;
pi 1 11 ^.,1 b "==J* ilirKTOÜra. ía única t-n la tim, t t [KríbV tin (iÜlofrü prn.
J j¡=hn t "iñ rT nuñti'n n.” H ridesiicr va m.',- |<-j. aún al ír r t h ír : "Cabe tornar
fs ^ k i.ii ,: 1 J -mitiLi nunrrm nspedn * bu ¡usa tlcj usMninaD y a su
í •’ ,■(• íti r'l plano de la historia de! Ser, ef : -(PlOi (lun I?n el ccimunáimj
- -nú tilK itrn tia d e n r a íll de lo que t*s HumlhiluiiTii- histórico. Quiñi
tula < i'l ¡ ■ílr. irxiiimr,1- únicamente romo mi ‘ ¡Htlidv- ¡r corno im i 'u m o'jicióa
,Ih im .-.I ■" plr-r u r*n pobtfjisute enero h -f-1 1* n i iU íli de ‘ tm r-
n. l|i ¡ - " -■'■Li lÍPsiguim, dovaiorizáEdolíj, un latiki do vida pcculiax^ [JX ire
'iif í'liü, ninitjjF. c.arta a Jcan Beanfrct, tiad. |r*nc¡- :j. dr II. Miinjnr, Áublf-T,
r r " . i’ji. Ó7, W , 101.) Cuanto dice Heidogger uo siiultlai que íl mltnia lu>u
lil i, ni;: I li * lo qoc prcipomr como tanca.
lH'iiMiinli’iiiiiií", njutlfu'liM l-i v í tuce íolui lea. lis In hui.i del esrucrío
U'fiiKiili' >< hii,i>iiiiibi' nt hfjmbjic en mi mundo que no es uno solo.
Muiií tiuiiJii3 n llvgd y desconoce la dimensión esencial de su
I* n^.nuKiiii», id'i.unocc la grandeja de que permanece pre-
wrilr kU>M=iiie c la obra de Marx. Este empuña el acero contra su
*vui.il tid’itT-.(im — ya muerto—- Le reconoce no $ó¡o su grandeza
l(ltil'ñl v;nii lumbjt-n mochos méritos particulares, y se muestra panli-
i ulutiiu-iiitc sensible a uno de ios aspectos de la disfóctios. hcHtliana
que nli.its i'tiru los pensamientos firmes y fijos. •Hesicl — dirá—,
ipti hf.Kiii'iiij.o había resuello ej mundo moderno en mundo de pensa-
mh-tníii^ abstractos, define ía tarca del filósofo moderno por opos i-
i loo <4 filósofo antiguo de la manera siguiente; cu vez de eman-
cuma los antiguos, de la * conciencia natural* y de «purificar
al Individuo del modo de la inmediatez sensible para hacer de £1 una
tiiftl.mcia pensada y pensante» (espíritu), de Lo que se trata, para
í<lr i’->4c «rebasar íes pensamientos rínnesj determinados, fijos», «Uso
r» fu qiuc Nova a cubo, añade £1, la dialéctica»,1 En efecto, en el
Vrrfituia Uc lu Penóme woZogíij, Hegel reclama el rebosamiento de la
al^iiiicción y de los pensamientos firmes, determinados y fijos, en y
pm el movimiento dialéctico que fluidifica Jos pensamientos, en el
pcmnmicnlo puro, «esa inmediatez interior», que se conoce » sí mis-
mu Ucgel reconoce que es difícil “hacer fluidos los pensamientos
filmes»; d movimiento dialéctico que lleva a cabo esta tarea hace,
u) mismo tiempo, que los pensamientos puros se conviertan eü con-
i'e/íírfs: los pii&iuirticmoa se loman asi lo que en vendad -on: «auto
movimientos, círculos. Jo que su sustancia es, evmriilidades espíri-
ni.ikss, El yo estrecho y determinado w ve asi superado, la con-
«.(eñCÍS y )a conciencia de sí se liberan del sí mismo fijo, «la pura cer-
uiumbi. de ai mismo hace abstracción de sí», «Por este movimiento
i1* tjürno Jos pensamientos puros se convierten en conceptos».*
Marx, en cambio, quiere reemplazar Ja fuerzo dd pensamiento y
i-| movimiento de los conceptos por las fuerzas productivas y su
irniuviniíentu real. La acción de las ideas, quiere sustituirla por la
mMividad de los hombres: «Unas ideas nunca pueden llevar más allá I
de un antiguo estado de cosas; sólo pueden llevar más allá de las l
Jticas del antiguo csteiio de cusas. De hecho, unas Ideas no pueden I
reuííyir nada. Para realizar las ideas, son necesarios los hombres,
t¡uu empican una potencia práctica».* Asi pues, empezamos tai vez
a entrever que el diálogo, o el duelo, Hegel-Manc apenas 4 prosigue
al mismu nivel y etl el mismo terreno: Mam responde a Heg^l con
arm^s que no rurresponden a su pensamiento. Podría suceder de
otro modo? ¿Acaso no esperaba su hora un cieno poder?
Los hombres que ponen en juego una fuerza práctica» r j l f mate-
ii¿« y sensible forman el ejército que Marx intenta mn-, ín el
tiHJvrr-Tenlo que llene tomo objetivo ta supresiór r- vuIij. io nana del

JuLAvipa n L finottsi: d ra o iíj f)hifS ¡vn*, L Ylf, p. 181,


i 4 rls la íVniímiimfitfnjeúi d fl Pípírilu ai Mktru H; ri'lp ia , y d rl
HL¡i? Iljii iaiielitjí iiu^itffc, c-sa», K- LhJIu cu las '30-31 de iu Ir* 4. hdliuiu [le
I l[yppfil¡tr, t, I, Aiibicr, lfi-17. trad’ioriün qnr nwdlfícamOr. aquí licrerArrieiile.
3. L íi Sirgada Fotfilftíl; al. frilTiffifci: tta ji1* ! id)t¡p*pphl(jnet. t, II, p, 313.

31
muiuíüi existente, c| i ^Liílsji,uilt:nltj creativo del estado de cosas exis­
tente. Al esfuerzo leude le u ptinur uL de anudo el logas de tus fenó­
menos del Espíritu, a ta obra de la Fenomenütpgía del Espíritu y de
3it Lógica, Marx upone oíros csíueixus y oirás obras. «Como Heg&l
reemplaza aquí fen 1¿i Fenomenotogia] al hombre par la conciencia
de si, Ja realidad humana md$ variada aparece solamente como una
forma determinada, como una ífcrerwiñracidrt de la conciencia de si-
Pero unn simple determinación de la conciencia de sí na es más que
una tpura categoría», un simple «pensamiento», que por tanto yo
puedo también rebasar en el pensamiento «puro» y superar por medio
del puno pe risamiento. En la Fettomcrtologia de Hegel, los funda­
mentos materiales, sensibles, objetivos de las diferentes formas alie­
nadas de la conciencia de ft del hombre son dejadas en pie, y toda
la obm destructiva tuvo como resultado la filosofía más conservadora,
porque se figura haber superado el mundo objetivo, et mundo sen­
sible y real, transformándolo cu un ser ideal, en una simple determi­
nación de la conciencia de si, y en consecuencia puede disolver a
su adversario, ya etéreo, en *el ¿ter det pensamiento puro»,* La
Fenomenología deí Espirito, «ciencia de la experiencia de la con­
ciencias, concibe « i electo los fenómenos de la aparición del espíritu,
que se revela en y por la historia, como pensamientos, ideas, con­
ceptos. Lo absoluto se dcscncubre en este proceso, lomándose, en
cuanto resultado, lo que en verdad e* desde el comienzo, puesto que
«principio» y «fin» sólo son uno, dado que el principio tiende hacia
d objetivo de su ejecución final. En el saber absoluto, la rienda
y la conciencia de Sf se reconcilian, y el saber absoluto «a saber abso­
luto del Espíritu absoluto — del Sujeto absoluto—. El mundo real
apenas es separable del mundo espiritual, puesto que el espíritu del
mundo constituye la esencia y el sentido de la historia del mundo,
y esto espíritu, aunque se aliene haciéndose extraño a si mismo, se
reintegra y se reconoce. Es el eje central de toda esta metafísica
que Marx no quiere dejar en su sitio; Marx traslada ct eje del pensar
mienta, dirigiéndose hacia el mundo que él llama real, objetivo, sen­
sible y material.
El texto de Marx que hemos empezado a citar prosigue así: «La
Fenomcufííogífl tiene como resultado, por tonto, poner en el lugar
de toda realidad humana el "saber flívoínro1*; — saber, porque et
saber es el único modo de existencia de conciencia de- sí y porque
la conciencia de si vale como el único modo de existencia del hom­
bre; — saber absoluta, porque justamente la conciencia de &( no co­
noce más que a sí mtfiHO y ya no es incomodada por ningún mundo
objetivo. HcgcL hace del hombre, el hombre de la conciencia de si.
En vez dg hacer de la conciencia de al, la conciencia de sí del hombre
real, y por consiguiente vivo en un mundo real y objetivo y condi­
cionado por Él, Hegel pone el mundo sobre la cabeza, y así puede,
eii ía cativa, disolver todos tos limites, gracias a lo cual Éstos perma­
necen subsistentes naturalmente para la mala sensibilidad, para el
hombre reoí. Además, considera necesariamente como límite todo lo

£ Ihtd., t. Lili, p, Bl.

»
dc-lsiu la ríe tu anuda/icia de. \í universal, [es decir},
Kt-mdhilldnd, leí realidad, Ib. individualidad de los hombres y (1l--
1inumido. Tndu la rcnorm-iiLi'l'ugiu quiere demostrar que la cottcíen-
4r ¿í es la ünif.a y la total realidad». ¿Se dispone Marx a en-
dtli ni ti vilmente, y u pronunciar su oración fúnebre, una gi-an
de la historia de lu subjetividad que tiene su fin en Hegcl?
usa a la ves; la forma dialéctica y el contenido oncológico del
unto de Hegel, según el cual forma y contenido son idén-
r? HcgcJ parece haber identificado la totalidad del ser con la
tildad de sus dcsencubnmiicmos y la totalidad de nuestros accesos
adamo. La obra de Marx consistirá en dislocar esa totalidad
denunciando Ja alienación Fundamental y las alienaciones partí-
que Ib habitan y nos alienan. EL espíritu se aliena en la
leza, piensa Hegel, dado que la naturaleza constituye el lugar
i Ja exiEriorizadón de la idea y permanece en una alienación párpe­
la naturaleza tío tiene historia, no se piensa ni se conoce. Pero
h naturaleza se aliena igualmmlc en provecho del espíritu, que, en
«I movimiento de su dcvenir-htslorla. «restituye al s u je to * , se reins*
Ifturn. se recobra, se interioriza, se reconquista; el espíritu se reen-
b«bentra después de haberse perdido, y el proceso de su revelación
•que lo aliena y lo hace reunirse a si mismo— consiste en condu­
cirlo a *saber integramente lo que él es» (que se identifica con todo
Id que es). El resultado del desarrollo es la toma de candencia de
•ui presupuestos, y lo que al comienzo es lo que llega en el curso
dd moví miento circular a conocerse. Simplificando hasta el exceso
*3 movimiento dial detico de] pensamiento hegelíano, Marx le reprocha
considerar la verdad como *un autómata que se demuestra a sí mis'
mu. El hom bre no tiene más que seguiría EL resultado de!
dc&arrollu real no es otra cota que la verdad demos irada, es decir.
la verdad llevada a la c o n c ie n c ia * ?
Sin embargo, lo que hn sido adquirido gracias a un esfuerzo con­
ceptual y especulativo por H cgd, ya no es del orden de lo especu­
lativo para Marx. Así, cuando Uegel decía que la verdad reside cu
lo adecuación del conocim iento con su objeto, entendía eso especu­
lativa y on aló g icam en te: «lo verdadero es el todo», el todo está en
el devenir, viniendo a ser lo que en verdad es, dado que «rio absoluto
c» solam ente verdadero, o solam ente lo verdadero es absoluto». La
verdad es ciertam ente «el m ovim iento de d in m ism a en ella m ism as,
y es verdad que «sólo lo espiritual e s e fe c iiv a m m ite r e a l», «el espí­
ritu es tiem po*, lo vcrdmlcru y lo no-verdadero son diferentes aun
siendo uno, pero estas proposiciones especulativas no pueden ser
comprendidas sino a través de toda la obra de la dialéctica — sí
todavía pueden ser com prendidas— . En las últim as páginas de la
F e n o m e n o lo g ía , que corresponden a la s prim eras, Hegel dice: «Sí ea
la Fenom enología d e l E spíritu cada mom ento es la difcrentiLa del
saber y de la verdad y e l m ovim iento por el cual esta diferencia se
suprime, la Ciencia, por e l contrario, ya no contiene esta diferencia

7, ibUL. i. [I. p. isa.


35
ni >hi supiVMÓn» ‘ Uiin en ti cu miope no llega apenas u rciiiiar, con
ayutlu de la lógica del buen sentido, d pensamiento Ilicitano.
Marx no pretende emplear ¡as armas del pensamletiiu especula­
tivo en su lucha contra HegeL No quiere ejercer de crítico espe­
culativo, Si es que puede hacerlo. Su flaqueza es tambióñ su fuerza.
El habla utiru lenguaje y hace hablar de otras alienaciones. En He-
gel, la exíeriorieadón y la alienación (FnJiiicfSerung, Erttfremdunf;)
del espíritu, de la conciencia, del sí mismo, del concepto, de la idea
y del pensamiento son mamen tos necesarios del proceso del de-
sencubnmiento del espíritu en la historia del mundo y por medio
de esta historia: sin embargo, son rebasadas en el tie/upo — pues la
alienación misma se aliena— y suprimidas en el curso del deienir
que conduce al resultado final, a la idea absoluta, al saber que se
sabe. La concepción hegeliana de la alienación y de la reconcilia­
ción, de la exterioriaación y de la rcinlcriorízacíóti es particularmente
ditlcit de captar, til último capítulo de la Fenómetiología del Espí­
ritu, el espíritu absoluto, se acaba con este pasaje: «Puesto que la
consumación del espíritu consiste en saber íntegramente lo que ét es,
su sustancia, ese saber es entonces su üilarioritacidn, en la cual el
espíritu abandona su existencia (Dascin) y cotilla Ja íigura de la
misma a la interioridad del recuerdo. En su interiorización, el espi­
rito es sumido en la noche de su conciencia de sí, peto su exis­
tencia desaparecida es salvaguardada en ella: y esta existencia reba­
sada — la precedente, pero que acaba de renacer del saber —, es la
nueva existencia, un nuevo mundo y una nucía forma del espíritu.
Ea ella y en el seno de su inmediatez, el espíritu debe volver a
empezar, desde el principio y simplemente, A elevar de nuevo su
propia magnitud, como si todo lo que preeéde estuviese perdido para
¿1, y contó si él no hubiese aprendido nada de la tmpi-rícncia de los
espíritus precedentes; pero la interiorización del recuerda* los ha sal­
vaguardado: ésta es interior, y, de hecho, la forma ttás elevada de la
sustancia. Pur tanto, si este espíritu vuelve n empezar desde d prin­
cipio su formación pareciendo partir solamente de sí, a) mismo tleni'
po empieza a un grado más elevado. F.l reino do los espíritus que
se ha fonnadu asi cu lo existencia constituye unn sucesión en la cual
un espíritu ha reemplazado a otro, dado que cada uno de dios ha reci­
bido de su predecesor el encargo del Imperio del mundo.* Y este
texto, cuya traducción no facilita apenas la inteligencia del mismo,
prosigue y se remata anunciando el fin — y no, en mudo alguno, lo
irttemipción — de la sucesión de los espíritus que rigen el mundo;
«E l objetivó de esta sucesión es la revelación de la profundidad, y
data i:v el concepto absoluto-, esta revelación es por* consi guien te c!
rebasa miento de la profundidad del concepto o iu extensión, la nega-
tividad de ese Yo concentrado en sí mismo, negütividud que es su
alienación o su sustancia: y esta revelación es también su tiempo
[su encarnación temporal], en el curso del cual esa alienación se aliena
en ella misma y por tanto en su extensión \ tambiVn en su p e »

£, f'f/.wfta Jt>/ Fipfiifcj, trad. ftanotsa J. I [ yjjpoliUv t. 11, p. 1112.


'I ||(*■«!'] r'¡trille u veres fifitiieiiiFig y a. w ipp Ür-lTUItruiif.
HltulliVud, en d 1SI iit¡Kiwj,> Iteael llega al objetivo lina! dol espíritu
píitiliM en Jii hl.<unih (tilínbien «infinita*} y pronuncia las últimas
ptUh l-m de la Fenomnitologia; «E l objetivo, el saber absoíuro, o el
Mpírilu que se sabe a si mismo como espíritu, tiene por vía de
ápeesu el recuerdo interiorizante de los espíritus, como son en si
ttUmos y cunto Llevan a cabo la organización de su reino expirmial.
lu salvaguarda, bajo el aspecto de su existencia libre que se mani-
f lm « rn la forma de la comingenda, es la historia; pero, bajo el
**pacio de su organntajctáfi concebido, es la ciencia dei sa b e r feno-
ménL®. I jOS dos aspeólos reunidos, es decir, la historia concebida,
forman ta itlteridad tktl recuerdo y el calvario del espíritu absoluto,
la realidad, la verdad y la certidumbre úc su trono, sin el cual él
éTría la soledad sin vida; solamente
del cáliz de este mino de los espíritus
llega hasta la espuma de su propia irttinitutteri
Itespuds de esta visión grandiosa, fundada en un terrible esfuerzo
conceptual y especulativo, ¿qué quedaba aún por liüceF? Nadie puede
decir do esta visión que está solamente vuelta hacia el pasado; pues
bien, Mam la ha acusado de perder de vista la historia real cuyo
devenir implica otro porvenir. Situándose al nivel del hm.Lt y apre­
hendiendo la tuminiad de lo que es como totalidad de lo que se
hace, Marx mira con otras ojos la historia. «La historia no es
nada más que la sucesión de las diferentes gene rae iones: cada una
de ellas explota lo* mal (.ríales, ios capitales, tas fuerza* de producción
que le han legado todas Jas precedentes; ella continúa, pues, de una
parte, en condiciones enteramente modificados, la actividad transmi­
tida. y, de otra pane, modifica, mediante « tu actividad totalmente
transformada, las condiciones antiguas.*11 Al reino dd espíritu su­
cede el reino del trabajo práctico.
E3 tiempo de Marx, ¿es efectivamente otro? Marx vive y enfoca
un lieffipo diferente del de Hege), Quiere abrir di camino al tiempo
futuro, a) porvenir, itegel, aun cuando identifique el espíritu y d
tiempo, aniquila sin embargo el tiempo en provecho <Jd espíritu.
El espíritu ifijir se aliena en el espacio y en el tiempo = u n la nfilu-
raleza y en lu historia— elimina el tiempo reintegrándose: «,,,cl espí­
ritu se manifiesta necesariamente en el tiempo, y se manifiesta en el
tiempo por tan largo tiempo que no aprehende su concepto pura, es
decir, no aniquila el tiempo».1’ Marx apunas si acepta esta elitriT-
iMCtón, está cesación; el devenir necesario de la historia n al, el desa­
rrollo incesante de las fuerzas y de las facultades productivas, el
proceso del devenir-historia de la naturateza, gracias ni trabajo prác­
tico de los hombres, no se dejan en modo alguno aniquilar,
• # «
M an no tuvo que luchar solamente contra el -espiritual«sino* y
ct idealismo objetivo y absoluta del Sujeto absoluto, sino también
10. Cita dcíiimiiull í|r |w (ItK piintriú) m r » dr -1 jkjí-ính lf_ S cItJIIit f'ffNnrfi-
vhsft.
11. íiícrdvitin , fi}. finntcsa i OtMi fp( fihUci&phiifüFi. I, |V, p, 179
13, FÚnunfia iM fócpíi Lítt. udiciúpi Pitada, t, II, p. 305,

n
conliu el «materialismo» y el * positivismo». Renunciamos a indicar
aquí, aun cuando no fbCW Sino a grandes rasgos, la historia y el
desLino del hegelianismo y más especialmente del hegelianismo de iz­
quierda, con el que se relaciona Mari,, que se opona a la voz a Hegcl
y a é!, Ya tendremos ocasión de encontrarnos sobre la marcha con
todos esos personajes que entran en eiwena después de la caída del
telón. Digamos por ell momento, simplemente, que el movimiento
del hegelianismo de izquierda — Ludwig Fetterbach, David Friedrich
Slrauss, Bruno Bauer y Max Stimer— se entrega a i™ crítica
radical y positivista de la religión, tratando de naturalizar y de huma*
nizsr el planteamiento da Jos problemas; sólo tiene ojos para el desa­
rrollo de la naturaleza humana sobre la tierra, pero este movimiento
concibe estas realidades mismas de una atañera estrecha y reduo
tiva, ingenua e individualista. Consume los restos del pensamiento
de Hegel, y cual los enanos, tus representantes intentan subir sobre
las espaldas del gigante, imaginando que así vea más lejos. Éstos
ofrecen el tipo de la reflexión unilateral, obnubilada, obsesa por un
tema fijo y ciega para todo lo que la rebase. Refiriéndose a ellos,
Marx no cesa ck- ironizar y de ridiculizar las tentativas de quienes
pretenden haber rebasado a Hcgc). «Su polémica contra Rege! y
entre ellos mismos se reduce a que cada uno toma un Lado del
sistema hegeliano y lo vuelve tonto contra todo c| sistema como con-
tira los lados tomados por los otros. Empezaron por tomar categorías
hegellanas puras y no alleradas, tales cuino sustancia y candencia
de si, pero después profanaron esas categorías con nombres más mun­
danos, tales como género, el tinten, el hombre, etc.»,1u Lo que Marx
reprocha a esos críticos profanos es «no haber abandonado el terreno
de la filosofía», ex decir, de la abstracción (especulativa); por con­
siguiente, ellos no pueden rebasar a Hegel y permanecen ligados a
él por vínculos de mala dependencia,
Marx quiere dcScnmuscarar a «esos borregos que se tienen y sgn
tenidos por lobos» y so aprovechan del «proceso de putrefacción del
sistemo hegel ¡ano», del «proceso de corrupción de! espíritu abso­
luto*, Hegel ya había llevado a atts últimas consecuencias, n su
«expresión más puna*, Jó concepción idealista e Ideológica; para él
ya no se trata de «interese! reoles* sino de «puros pensamientos».
Él consumó la obra de la filosofía especulativa. «Hegel mismo, al final
tic la filosofía de in historia, iccouuce que "considera únicamente la
progresión del concepto" y que ha expuesto en la historia "la verda­
dera teodicea" » Los ideólogos que lu critican — sin abandonar el
terreno de ]&$ ideas abstractas — profanan todo lo que afín era consi­
derado como sagrado, y consideran el mundo de las representaciones
religiosas y teológica* como un mundo alienado de ]a conde ocia de
si del hombre individual- Rabiosamente se entregan a la crítica
teórica y verbalista, y su única preocupación es el hombre indi­
vidual — ser natural y material; todo lo que fue transferido a Dios,
gracias al desposeimiento del hombre, debe ser reintegrado por el

I 1. üííTrtíir-’ t>iTviMi ¡)M(Hopl)ú¡lir, I XV, p. 150.


M IJÜ , p, 107
I>
humille. Y lü luit'u du la criden (lo lux Ideas mediante ideas incumbe
preeís.imonte u lj conciencia do xí denmlxt Jijeada, a la conciencia de
»l üuhjciiviüta y egoísta. Esa crítica sigue siendo, por tanto, ideóla
gjea y «teológica*; <en última instancia, no es otra cosa que el ex­
tremo desfigurado, la consecuencia de la antigua trascendencia filo­
sófica y en partí cuJar de la de Hcgel, convertida en en nonti ira t e o l ó -
fieiL t I n t e r é s a m e justicia de la historia, que destiña la teología,
desde siempre el punto corrompido de lu filosofía, a representar en
ella misma la descomposición negativa de la filosofía, es decir, su
proceso de putrefacción*.1* £s una * venganza histórico» que hace que
la filosofía muera merced a su pecado capítol; pero la verdadera
muerte de la filosofía no puede, de ninguna manera, consistir en su
■descomposición negativa*; es ia supresión positiva de la filosofía
luí que se trata de efectuar, para rebasarla realizándola. Ésta será
la tarea de Marx.
En su crítica de la crítica crítica, Marx hace ciertamente una
excepción con Ludwjg Fetierbach, y le reconoce eí mérito de haber
Inaugurado «la crítica p o s i t i v a , human isLa y naturalJíLa»;1* la consi­
dera incluso como el fundador de esta empresa. Las obras de Feuer-
boch han ejercido una úcctém *kw escrito* de Fcuerbach [son] los
únicos escritos — desde la Fr n o n t c n o f o g í a y la L ó g i c a de HegeJ —
en los que esté contenida una real revolución teórica»,*1 «Feuerbach
ex [,..7, en suma, el verdadero vencedor de La vieja filosofía,*" Tri­
ple es su «gran acción»;
1. Haber proporcionado la prueba de que la filosofía no es otra
cosa que la religión puesta en pensamientos y desarrollada por el pen­
samiento; por tanto, hay que condene ríe igualmente, como otra forma
y otro modo de existencia de la alienación de! ser humano.
2. Haber fundado el verdadero movimiento y la rícHeía real, ha­
ciendo asimismo de la relación social «del hombre al hombre» el
principio fundamental de la tcorla.
3. Haber opuesto a la negación de la negación, que pretendía ser
!□ positivo absoluto, lo positivo que descansa en sí mismo y que
está positivamente fundado sobre sí mismú,11
Ya tendremos ocasión do volver sobre estos méritos de Feuer-
hacb, así como sobre to positivo, fundado positivamente sobre sí
mismo. Pero también tendreinos ocasión tic ver con más detalle lo
que Marx reprocho a Feuerbach; pues. en fin de cuentas, y después
de haber reconocido sus méritos, Marx contiena Igualmente a Feuer-
bach, como la testimonian las Tesis sobra Fetterbac/i y muchos otros
textos. Éste parece Identificar la verdad con ¡a realidad y la sensi­
bilidad (u Ib materialidad). Desconoce La primordial importancia de
Ia acción real y nenióble; sustituyendo d amor a Dios por c! amor

15. Eannnw tir* j witHca ff ftíotofíü i t*J. frhrkCtha: O tU L rm jsh&i.wnftiiJ+iiJi.


i. VT. p, 11,
ttf. tfttí.. P, 10.
17. JÜd.
Ift. Ihíd.. tí #4.
IB. /iíií.. p. 44-43.
til hombre y la le en Dios por Ja fe en el hombre, nu rebasa ¡a
concepción estrecha del individuo, Es naturalista y humanista, pero
su naturalismo y su humanisTno no parten tic — ni desembocan en —
la realidad social del hombre, su esencia comunitaria, Anticipemos la
critica de Mará citando ya la 6* y la 7.* tesis sobre Feuerbach
Lo ellas leemos: «Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la
esencia hulutir'rt, Pero la esencia humana no es algo abstracto inhe­
rente a cada individua. En su realidad, es el conjunto de Fas reía
dones sociales, Ftuerbach. que na emprende Ja crítica de esta esen-
cía fcat, se ve obligado, por tanto, a: 11 hacer caso omiso del
proceso histórico, fijar ct sentimiento religioso por Si mismo y pre­
suponer un individuo humana abstracto y aislado; 2t comprender por
consiguiente la esencia sólo en cuanto ''género-, universalidad inte­
rior muda, que mu: rtcí/urafn-rercfe a las numerosa* individuas.»0
«Se deduce que Feuerbach es incapa? de ver que “ el sentimiento
religioso'' mismo es un producto social y que el Individuo abstracto
que ¿I analiza pertenece a una determinada forma de sociedad,»11
L| alcance y la importancia de Marx son entera mente diferentes.
Marx pone en movimiento un inmenso poder de ncgnrividiid y lleva
hasta el lenguaje la riega tividad que opera en la realidad histórica.
Esta nepüLlvidud, lejos de conducir o una síntesis (una negación de
la negación) en el presente, desemboca por el euntraTtu en una crisis
dramáiika; la crista histórica de) presente, en el que el hombre se
halla alienado de su verdadera naturaleza, de los productos de su
trabajo y de Ja bislora del mundo. Y apenas es el hambre indi­
vidual el que está especialmente alienado, sino lo- hombres, lodos
Eos hombres; lo que constituye la humanidad de la Humanidad está
alienada. Le visión marxiana de la alienación = j|¡rnnrwin que próxi­
mamente será rebasada, según la perspectiva optimista de Marx —
Forma el horizonte de todo este pensamiento filosófico e histórico,
fintropológlco y sociológico. Marx se pone en camino para rebasar
a Hegftl, pera habiendo abandonado el terreno en que rute se situaba,
no afronta a su adversario sino en el campo tic batalla que ól ha
elegido, poique tal campo tra el que se imponía a su mirada.
La unidad armoniosa, La síntesis suprema, en la que Hcgtrl había
desembocado y que volvía a encontrar al final porque ella opembn
desde el principio, es considerada por Mam como un conjunto de
dislocaciones cuyas grietas saltan a la vista. La ium Unción del su­
jeto. la t'cconriÜEicLÓn dd hombre con el destino y Ja historia del
mundo, d retorno dd espíritu a sí mismu, en una palabra, la síntesis
Superior que H tgd había elaborado trabajosamente, viene a ser para
Mane una tesis a Ja que él opone La antítesis-, a La proposición hege-
Ikiiña i. halla así opuesta una negación que conduce a una nueva
n*'zpctón de !a negación, a otra y nuera síntesis. líese] había pactado
con la trágico sin aniquilarla. Lo trAgtco segnhs siendo inherente al
sef en Ó Minir de 1¡i totalidad del mundo, y Hegd >*bia que ninguna

'¿ti. í"‘ - ii ■■1", KtMtíríjfttJi. ed. Irm asii: ÍVl,11™ jtlMlíi«j;iJiíí¡r«r»- t. Vi,
i , i-n,
Ül p l-ir]* Mi.

40
nmlijUL'.i'iii hiulórk/1 MÍ humano pUL'de abolido; la verdadera vcidod.
l i radhlod tul id, )u loididutl abierta de iodo lo que es en el posadu-
ppMeii te-porvenir, rebosa toda realización positiva y particular, por
■miulÍH »vo que ésto sea; aunque las realidades ¿micos expresen el ser
«H devenir, no lo agotan jamás. Marx, por su parte, arranca — muy
íCtíui. ivinmenu» = de un análisis crítico del mundo histórico pré­
senle, y emprende el desenmascaramiento de la verdadera y real
tintín j Ict-3 de la alienación. No se detiene por tanto cu las consta-
laclones Ira^iros; su pensamiento se desarrolla muy rápidamente y
m tím ida en la perspectiva salvadora de la r^concílía-
vJótt inial, que re^lizaió plenamente, en el porvenir, el naluulismo
humanismtHtomuüismo. La tragedia se hace así rebasar por la Bi­
dón hisiórk'-a y social, práctica y material, de los hombres rundidos;
«1 ti ruma se convertirá en acción desalíe nada que realizará al nivel
de la historia universal el sentido fsensible) de ta realidad rea!.
Marx se sujeta a Hcgel, lo «prolonga* y desarrolla dialécticamente
un momento del pensamiento de su maestro, irrumpiendo en Lino
tic las reglones de la realidad total, captando uno de sus aspectos
y considerando csu reglón y ese aspecto como fuente de toda realidad
esencial, figura capital de todo cuanto es. El mundo histórico v so-
vial, movido por las fuerzas productivas que ponen un movimiento a
quienes tqs ponen en movimiento, constituye n los ojos de Marx el
espurio y el tiempo en los que se desarrolla el drama. El mundo r.s
1 sus ojos la totalidad de lo que es, tal como cita se descubre por
V en Ib actividad productora de los hombres. El Mundo Mol al) es
ciertamente considerado como un todo, un todo que comporta. rín
embargo, des aspectos: el aspecto esencialmente real, wateriat. v ef
«apéelo derivado y secundario, el aspecto espiritual. Drible tam­
bién Ib naturaleza de la alienación; ésta es hindamanalmente real,
tte diva x material, de uns parte, e ideológica, superestructura! y
*.p¡fenoménica, de otra. Hegel era el metaflsíco p&ra quien La tota­
lidad una englobaba orgánicamente todas sus dimensiones y todas
hjs regiones — dado que el pensamiento, la naturaleza y Ja historia
obedecen al mismo ritm o— y toda dualidad era reabsorbida en la
un¡dad. Marx es principal mente vi pensador que interpreta unu de-
(ennmadA historia; por consiguiente, privilegia un ámbito en relación
a los demás y un eje de investigaciones, despreciando el resin. 1.a
metafísica se muiKimita en el en física íímtíhI, ya que l;i lilosofÍB debe
xer superada cu provecho de su realización en el nnJLiiídKTno-hu-
inanUmo realizado, esto es, en el comunismo En Marx, Ib rtegatt-
vidad y la alienación, momentos esenciales de la marcha del Espíritu
bcgeliano, se hacen materialmente históricas y sociales; el mundo
hi^órico es concebido de una cierta manera, aunque sea considerado
Cismo el mundo total. Marx lleva así a sus extremas consecuencias
revolucionarias y prácticas una parte del sistema de pen%ñmíenlo es­
peculativo de Hcp.el, La totalidad absoluta de Hrevl se transmuta
en algo distinto: se hace dislocar para poder ser reemplazada — iles-
puvs del rebasa miento de la alienación— por una unalidíid concreta,
por la totalidad concreta y real del desarrollo total de la piíjdüc-
tividad do los hombres.

41
Muí * kl‘ nsfijur/u en desplegar una visión global y cuiivrpru; perú habí iunten de un dclcrminndu mundo. De los ojos tkl iiliiin v
su miríidn, sim queriendo abarcar el ritmo y el sentido del movi­ espíritu iiM quiere saber nada, ni de las rutas y los senderos que
miento de la ¡listona universal de la humanidad, ¡w fija muy parti­ Conducen a un punto fija, ni de los paisajes que no admiten
cularmente en la sociedad burguesa y capitalista, occidental y eu­ limitados, ni de los secretos que es prácticamente impo-
ropea. Menos interesado en saber si esta visión abarca efectivamente pctfctmr.
tuda la historia del pasado, quiere, ante todo, Interpretar el presente
y lo qué en di prepara ci porvenir histórico y mundial- Pues lo
que se desarrolló en el seno de la historia burguesa y capitalista, M an conquista a vfva fuerza sus posiciones. Se despega progre-
occidental y europea, ¿no es la que tiende hacia la expansión plane­ Inntcnie de Hcgcl, y sus escritos de juventud muestran la evolu-
taria? de un joven pensador que camina hacia la elaboración de su
En toda la violencia de su despliegue, el esfuerzo de ¡Man apunta pensamiento. Los escritos anteriores al Manifiesto det partido
a un objetivo; dar soluciones prácticas y concretas a los problemas mista (18481 constituyen los escritos de juventud de Marx y
teóricos y abstractos, resolver efectiva y eficazmente los únicos pro­ ten la génesis de su pensamiento. Entre todos estoa textos,
blemas dignos de Ser resueltos y cuya solución es posible: los pro­ manuscrito dé París, redactado en 1844. al que se ha convenido
blemas reales, reales a los ojos de una sensibilidad «real*. Reinaba Titular Economía política y filosofía (Natianalakonamiti und Ph(-
un vacio inmenso tras la consumación de !□ gran empresa de Ilegel, nphie), ocupa un lugar absolutamente central y tiene una impnr-
que unía con vínculos indisolubles — con vínculos de identidad — ^fcpciü particular, por el hecho de que expresa el pensamiento global
lo lógico, lo histórico y lo encícoplédico en el Círculo de la tota­ dfl Joven Marx que conquista su pensamiento oponiéndose a llcgel.
lidad- Es le vuelo reinaba a la vez en el mundo del * pensamiento» y Übt otra parte, el manuscrito de 1844 es y sigue siendo el texto
en el mundo de la «realidad», y la unión — y la separación — de esos WWU rico en pensamiento de todas las obras mándanos y mar-
dos mundos seguía estando vacía de sentido. Marx so dispone a ttlalOB. Con la Introducción a la critica de la filosofía del derecho
Henar el vado. Animado por un profetismo judío muy racionalista, 4 » tíegel (1844), las breves Tesis sobre Feuerbach (1845) y la ideología
desenmascara el error y la mentira, la miseria y la alienación de! fUmana (1845), pero rebasándolas en alcance, nos ofrece el lugar
estado de COSOS existente, [rara preparar el camino u un porvenir & aparición del pensamiento de Marx- Este escrito es. filosófico,
mejor, que realíce la felicidad terrestre. Denunciando violentamente telúrico y antropológico; despliega un pensamiento que se esfuerza
loa mixtificaciotics y las ilusiones de la conciencia, «ale a campaña OD interpretar c| drama humano, la tragedia de la alienación, cu el
contra toda mística, en nombre de un saber real OÍ servicio de la Barco del horizonte histórico y social. La alineación fundamental,
praxis productiva. Fundador de una visión de la historia destinada fa. Alienación del trabajo en régimen de propiedad privada, la alíe-
a tener una enorme repercusión mundial,, centra esa visión en lo que judón de la vida social y política del hombre, la alienación de la
él llama la realidad del ser humano, y concibe a éste coma un ser «atinencia misma deí hombre, la alienación religiosa y filosófica son
movido por sus impulsos naturales, sus necesidades y sus deseos p u lla s al desnudó y vueltos a la fuente de las alienaciones, o lo
vitales, que tiende a dar a éstos completa satisfacción y que sufre ■licuación de la producción de La vida, la ajenación económica, I-ss
cruelmente por el hecho de la insatisfacción y la alienación de los giUenaciüties son denunciados con vistos o su supresión, lo cual lleve
mismos. El hombre es interpretada, así, en !□ que está considerado 8 cabo, Cn un mundo nuevo, el social i saiocomunismo en cuanto
como su verdadera naturaleza, ¡a cual no ha bocho otra cosa que naturalismo-humanismo realizado. Sin embargo, la sistemática eco­
alienarse en su historia, ya que la csenda del hombre es conjun­ nómica todavía no lia tilemizado, a esc nivel, la victoria decisiva;
tamente i y de manera inseparable, natural, humana y social- El CB cambio, Vil ?OS escritos del Marx de la madurez = desde Cl Mdni-
pcutaniívnli) de Marx — namrolústa, humanista y sofrdíi.vtd— es a fiesta comunista— , se elabora su doctrina de ta evolución económica
la vez antropológico c histórico; su raíz y su desarrollo implican y política de la historia, centrada en el desarrollo de Las fuerzas
d radicalismo analítico y reductivo que lo reduce todo a los datos productivas, se precisa cl programa de la revolución prclctntia y se
pretendidamente positivos, para denunciar radicalmente lo dado en Construye el conjunto sistemático del método y de la doctrina del
nombre de una positividad que se realizará íntegramente en el por­ Staterialjsmo histórico,
venir. fFf hombre en ta historia no es ya considerado como un El pensamiento de Marx es uno; no hay du? Murx; cl joven v
problema metalfrico, y mclafúricamente histórico, riño como una rea­ d otro, el verde v el maduro, sino el vieja; cl devenir di- un pensa­
lidad, alienada de su propia naturaleza, que es necesario, mediante miento es Ufi todo. No hay que olvidar, empero, que el pensamiento
Ib supresión positiva de la alienación, reconstituir de modo práctico, de Marx, aunque sea uno, comporta dos épocas, unidas entre sí en
deponiendo iodo lo que la obstaculiza, en la tierra o en el =cielo». US iodo- Miiix parte de la filosofía de Hcgd, principalmente de la
Sensible solamente a lo que se ofrece a la percepción sensible, FemimcTiotogía tte( Espíritu, encuentra en su camino a los hegeüanos
Marx recurre un camino bástame largo, según su ritmo de marcha, de izquierda, aírenla los problemas planteados por los teóricos de la
rxpluia im iiaisajc sufie ¡en temen Le vasto y escudriña los lumus de economía política y del socialismo llamado utópico y se forja así

41 4}
su jxfnsmiiiL'Utu; osle punsanrjientu quiere resolver üe un mudu nuevo U il riliiint ,iIl- J.I prudiiLvión de tuda cspceJe de bienes, ,b pixiduc-
y enteramente práctico los problema» filosóficon, políticos, humanos vhlml di l,i li-mlca y Iji expansión pianetnria Je Jn técnica (que
y económicos, En d curso de esta marcha ronquistodora es cuando loriuun leenli n nulo cuanto cyj serón Jo que liara tutu el corazón
construye su sistemática científica — económica c histórica— y el Hlculñdin l|i- la imnii humanidad? Sólo un diáluau estrecho con el
programa técnico y político de la revolución comunista. El manus- ptliuindinin Ue Mane puede encaminarse Jenlamente hacia la res
purria a rwjHs pregunta*.
•jrtlo parisino de 1844 contiene el centro del pensamiento de Marx,
su núcleo filosófico y el germen de su elaboración cicnltfics y técni­ Inmii quiera que sea, no hay que perder de vista que Marx,
ca; y este centro de irradiación se convierte después cti doctrina •oluc bJtln en su Juventud, supo abarcar ton la mirada determinados
consolida da. uhkni-i. cgncci nienles al ser del hombre, a su humanidad marti-

C
El joven Mar* trata de escrutar el sentida do la historia humana, ■dtii, cí propagájiüisu» de la colee tívizactón universa), de la sociedad
de la vida de los hombres, y denuncia la alienación de ta actividad ráilUnt. se detuvo a visees en el drama del hombre, en la vida
sensible en tudas las formas de la exteriorízacián de la vida humana tfurii.idü de toa Individuos y del individuo en ei seno de ln soch>
Et sentido se reduce así al sentido sensible, y todo lo que se aparta dad l*i eslsLeniñii humana, y no solamente las estructuras -riciales
de este sentido constituye una falta de sentidlo, Después, Mar* trata y Jas superestructura* asfixiantes, fue vista por Marx como una llaga
de fijar el Sentido de la historia y de la evolución social, queriendo Xblvria; pero él. lejos de detenerse por mucho tiempo en crin visión,
determinar la dirección det proceso histórico a partir del desarrollo Eitnia prisa pur forjarse el arma y el üistrumcmu que permitiese
técnico; y, al hacer esto, rechaza como un contrasentido (reaccio­ xbutlr la causa del sufrimiento y. mediante una violenta interven­
nario) todo lo que no parece marchar en la línea de la acción ción, curar radicalmente Lo que no marchaba bien. Tampoco hay
revolucionar la tic] proletariado. En d análisis económico reside el que olvidar que el propósito de Marx nace en sudo de lo sociedad
«fiocrtítu» de 1a situación total, y en la aprehensión de la dinámica occidental y europea, burguesa y capitalista, y terna tic esta sociedad
económica reside el * secreto» del devenir. de su pensamiento el urina del análisis critico para lnnxar.se a
Marx se atiene a la historia de la bumanidad en sti conjunto, a Jucha contra ellos. El mundo en que Marx vive Je es ajeno; en
Ib historia que, por primen vez en la historia del mundo, tiende consecuencia, él niega la razón de ser de ese mundo, desetníifiicara
a hacerse tiaiwrjnl. La emprende con el destino de la Historia, in­ tus mitos y sus Ilusiones, rechaza como mendaces las f amias de la
terpretando este destino en términos económicos; pues son las leyes conciencia de si del hombre que ha reñida a ser ajeno ■ »( mrimo.
del mercado mundial, las leyes que rigen la producción y el inter­ y quiere que el reconocimiento de La verdad real, la toma de con*
cambio. la oferls y ta demanda, las leyes de ln fabricación y del ciruela reva!uc*üfiii ría, guie a Los hombres hacia la re conciliación
comercio, lo que constituye el poder supremo de ta historia mundial, (imputo mismos y con el mundo; el reconocimiento d# la realidad
poder que ■planea sobre la tierra cual el Dr»iT¡io antiguo y, con verdadera y la nueva conciencia desmixtifivada no pueden sin em­
mam* invisible, distribuye a los hombres la felicidad y ta desgracia, bargo ser eficaces sino aliándose a la acción revolucionaria = a veces
funda imperios y arruina imperio, hace nacer y desaparecer pue­ paro servirla, a vece* para guiarla—. El objetivo apuntado, si se
blos Marx la emprende con este deatino para que la humanidad renliza, transformará ln vida de Los hombres; toda distinción pije-
so libere de él, para que la actividad histórica y mundial de los tilínlu entre la vida privado y la itda pública será abolida; Ja historia
hombres no esté ya sometida al poder alienad or de una determinada universal se Convertirá cu historia de los hombres, que desplegarán
economía mundial, para que la historia se haga verdaderamente uni­ utia actividad politécnica y universal. El individuo habrá curado
versal y produzca hombres por encima de los cuales nn planee así su mal, y la sociedad no estará ya fundado, en la explotación del
ningún destino ajeno a su actividad politécnica. Sin embargo, vene­ hombre por d hombre. Individuo y Sociedad habrán dejado de upo
mos a continuación quE el movimiento revoluciona lio que transfor­ Jicrse. así como espíritu y materia, sujeto y objeto, riuturalczn e
hit! tolla.
me de arriba abafo el mundo existente, asi eunio la orgatiivnrinn de
ln sociedad eormirtisla, se determinan principa!mente por el factor Sin embargo, en la óptica y la perspectiva de Marx, esta reuní-
económico, ¿No será el mismo poder, con otro rustro, no ---.ó e! íkación sólo puede ser realizada mediante el movimiento social y
socialista, que activa una* fuerzas reales y materiales. La última
nmi-inü» destino, en formas nuevas, lo que continuará planeando so­
bre la tierra entera, presa en las redes de la organización económica palabra corresponde por lo lauto a lo social, a lo material. 3 lo
y común i5ia a escala planetaria? La supresión de las leyes económicas reaí, a lo práctico, a la objetivo. ¿Está entonces el dualismo' radi­
del capitalismo, el rebasarme!)to de la alienación primordial, de la calmente superado? Él pensamiento y 1a concienciií, la teoría y el
pnipk'dod privada, la abolición del mercado mundial capitalista, abri­ saber, ¿seguirán "Metida diferentes y na se unirán por completo al
rán i I horizonte de una mundial ¡dad total y efectivamente diferente? movimiento de ía realidad verdadera? ¿Le serán sacM .cadas o conti­
nuarán planeando por encima de él? ¿Qué sucederá de la Aspiración
. Instauraran riqimcni. por primera vez, una mundial idad abierta?
a la unidad glohíil que abarque la verdad simultánea de lo que la
Mri'fugJrr nkim.'HfT, ftí. franfflsu; phtíf) H)jthtffttr*. t VI. p. 178.
alienación había separado? Dejemos abiertos, por el momento, estos

44 45
Ínter rugante*, tmuque no estemos en modo alguno seguios de poder ■Hgiiixiilicudom que cMá encnrputhi de ivullzar el reino dul nalu-
responder <■ ellos más adelante. Bjtltmu-humanismo no aspire niút que a suprimir las alienaciones
Ahora bien, recordemos que Huípil tsfCribía: «El espíritu os tanto H t *fi oponen u su acción; pero después det rebajamiento de cuanta
más grande cuanto mayor es la oposición partiendo de la cual retor­ Hpfhiculizaba su actividad total — su voluntad de actividad total— ,
na a sí mismo.*" Pero Hegei pensaba eso en su (¡fuerzo conceptual ■ p ir o reconoce ningún límite exterior n clin. Bien es verdad que la
que rebasaba el nivel de la representación para alcanzar la verdad ■Hacienda también se halla movilizada en esta obra, pero, una vea
de la unidad del pensamiento presente en las cosas y de las cosas ■pipadas todas sus ¡liujones, será un instrumento de la acción y se
presentes en el pettí amiento: «La rozón es m si misma toda cotffii’ Hfaifá así a los instrumentos técnicos. $J¡n embargo, la conciencia
dad, y también la cose idad que es pitremente objetiva; pero la P > n « casi destinada a rebasar perpetuamente la acción real.
razón es eso en el concepto, o el concepto os solamente su verdad.»51 B r lodo la largo de nuestro camino, siempre incidiremos en la con-
El pensamiento que sucede a Hegel, no pudiendo ya mantener la ■p n cia, en esta contienda reducida a no ser más que un instrumento
tensión de esa unidad — unidad efectuada por el espíritu y en el ■-considerada como transgresara de todas las obras realizadas me
espíritu— , ¿no podrá hacer Qira cosa que preconizar el reverso de B ^ n te instrumentos. De todas maneras, la Conciencia dejará de ser
esa unidad? ■ ¡M i luz o una nube celeste; bajará a la tierra, pues Marx piensa
No es solamente el mundo en que vivía Hegel. sino el mundo de ■ b a s a r, para siempre jamás, los ciclos, vacíos y vaciados de los
Hegel, por no decir el mundo en (teñera!, lo que llega a ser ajeno ■pMes, y no admite que el cielo continúe estando suspendido sobre
a Marx; él piensa que el mundo se ha hecho Inhabitable, ya que la B t (ierra. La antropología y la filosofía de b historia de Marx.
alienación ha convertido a todos los hombres en seres desarrai­ M f í como su programa salvador y su visión, digamos, escatológica,
gados. EJ pensamiento de Marx se inscribe en un mundo que ha ■prienden ser resueltamente reales y estar enraizados en b tnma-
dejado de ser una patria o de contener unas patrias para el hombre ■ jn d a . La colectividad humana, la sociedad comunista — que gene-
moderno — ser sin ser. sin lugar ninguno— . No obstante, es en ese ■jdfara el poder del ego del hombre = . se conviene aquí en el funda-
mundo donde Marx alza su voz, llevando a! lenguaje una situación y de lodo lo que es, el dueño del planeta; y señorea la totalidad
humana o histórica verdaderamente insoportable; él arroja una viva ■ p r medios prácticos, consciente de lo que ella hace y sin zozobrar
luz sobre U época de la alienación del sujeto y quiere mostrar a los BÉ) b falibilidad.
hombres un camino de salida. Pero, ¿es posible que no sea afec­ K y El saber absoluto, el pensamiento especulativo, el togos fmeta-
tado por el mundo que él niega? ¿Le es posible preconizar un mundo V fÚ co) del ser en devenir de la totalidad del mundo, todos deben
fundamentalmente diferente dd mundo inmundo que él condena irre­ . ipr rebasados en y por la praxis total, la actividad multilateral, la
vocablemente? En el Prefacio de la primera edición alemana de E7 Kéión real. La praxis total, al menos en cuanto visión, sigue siendo,
Capital, Marx, después de haber dicho que «el país más desarrollado impero, muy problemática. ¿Será una actividad únicamente prác­
induetriaJmenw no ot rece al país menos desarrollado sino la imagen tica? ¿No dejará sitio a ningún pensamiento teórico? ¿Englobará el
de su propio porvenir», declara, algunas lineas más adelante, lo si­ pensamiento y la acción, que no por eso quedan menos separados
guiente: ■Además de los males de la época moderna, sufrimos la eJ uno de la otra? ¿0 dominará y determinará, en cuanto praxis
opresión de lodo una serie de males heredados y provenientes de la material, real, sensible, efectiva, eficaz y objetiva, todo pensamiento,
vegetación continua de antiguos mudos de producción que han vivido conciencia y conocimiento? Su letalidad, ¿contendrá una dualidad
(rebasados), con su secuela de relaciones sociales y políticas que (entre la acción y el pensamiento, la sensibilidad y la significación)
consliluyen contratiempos, Le morí salsit te vif!mM ¡El muerto hace o instaurará la unidad? ¿A qué Totalidad apelará la praxis total?
presa en el vivo! Marx esté seguro de que el muerto ya no va a Nos encontraremos a menudo con estas preguntan a lo largo de
hacer presa en el vivo en utl mundo que habrá suprimido todo lo nuestro camino. Digamos sin embargo, desde ahora, que Marx, en­
que está rebasado. ¿Están suficientemente fundadas su certidumbre frentándose al saber absoluto de Hegel, no pretende Ir a parar a la
y su esperanza? instauración de la actividad «en su forma de aparición sórdida y
La edificación metódica del pensamiento de Marx se desarrolla Judía», como él escribe en la primera tesis sobre Peuerbach. En su
alrededor del tema del hombre dotado de una voluntad capaz de sentir, la praxis desal ¡criada es mucho más global, aunque su tota­
apoderarse del mundo medíame la técnica. La voluntad radical y lidad siga siendo limitada y unilateral, siga estando manchada de
objetivismo y de pragmatismo.
23, Fii!pjí?Jííi d * í E fp írit ti, «Jfckm diada, t. 1, p. 2E£. La acción práctica parece constituir la última palabra de Marx;
14. Ifrid., p. Sh
60, tin embargo, hay además la comprensión y la conciencia de esa pra­
25. Fn tiznáis tn él hito dr .Vían. xis activa. Todos los misterios y (odos los enigmas, todos los pro­
Zfí. E l Cartíáii « J , fnneesu: Ed, Soctata, t I, p, 10. Cutas Ando* afirma,
*n nota df- 1» ndldóit ftlMtH (id pnadtfle Ühm ÍKorí .Unrr, r™Mur rffl la tecfmi- blemas y todas las cuestiones que el pensamiento teórico podría re­
ijiu l fo b rt EfKxliffoÓQ aquí a ijiiflll t w lu d íic fmH.-Cte de E ! Capital. Nosotros solver en pensamiento y por el pensamiento, se convierten en cues­
(n d iirp im ile la n-rrliWi, ad n id ff irada. de Cintas And™ . (N . del T > tiones derivadas de Lt práctica, que les da una solución; no obstante,

44 +T
queda en pie una cuestión: ¿la comprensión de la práctica es del ‘
urden de la práctica? «Toda vida social es esencial mente práctica. ^
Todos los misterios que llevan la teoría al misticisino hallan su
solución racional en la praxis humana y^en la comprensión de esta
práctica», (píensa Marx cu la oclava tests sobre Feuerbacfu ¿Persiste
la diferencia, pues? El ser y el pensamiento, la acción y su com­
prensión, la teoría y la práctica, Ja actividad sensible y su sentido,
¿no se unen y constituyen una sola cp&a? EL destino del pensamiento
occidental, que, desde Parmúnides, busca Ja unidad — e incluso la LIBRO II
id e n t id a d d e l ser y el pensamiento, del pensamiento que piensa
e] ser como pensamiento, ¿pesa también sobre Mane? Pues todo el
pensamiento occidental está aprisionado’— desde el final de ia aurora
presíDcrática— en el engranaje en que se uncu y se separan el ser
y el pensamiento, yan que ni la identidad ni la diferencia llegan a
brillar a la luz de un fundamento único y verdaderamente total.
La alienación económica
La praxis esencialmente práctica de Marx, ¿invierte solamente el ar­
den de los dos órdenes, haciendo de la actividad real el j u « del y social
pensamiento?

La aprehensión, mediante el pensamiento, de la alienación f-Erif*


tremduitg) existente de modo concreto, real y cruel, en el seno de
la historia humana, aleja progresivamente a Marx de Hegei y alimenta
la visión propia del primero. Marx, queriendo comprender el sentido
del movimiento de Ja historia universal, el destino histórico do la
humanidad, parte del análisis de Ja sociedad europea del presente
para encontrarse en ella con la áspera realidad de la alienación,
que se manifiesta en todos los planos de la vida humana y cuya
htise material es la alienación económica, la alienación del trabajo­

E7, Kl ■uliiiiyivlo n imnitni,

sa 4?
L El trabajo. La división del trabajo.
Los trabajadores.

El hambre trabaja para vivir; a diferencia del animal, trabaja


pura arrancar a la natur£l«a Jos bienes que 1c permitan satisfacer
«Lis necesidades naturales; esto no lo hace solo, sino con ios demás
hombres. E-ocíaímtnlc, La escocia del trabajo es social, y es Ja cotntK
nltUd, la sociedad humanar coda vcz=cS distinta forma histórica. Ja
que jucha contra la^naturalcza para poder subsistir. La actividad
Peni, sensible, material, práctica y transformadora es el primero de
toilos los datos, más allá del cual no podemos en absoluto remon*
tornos. La esencia del hombre no es una abstracción fundada en
Individuos aislados; se constituye, en cuanto existencia humana,
en y por el conjunto de las re¡aciones sociales basadas en el trabajo
y a través del desarrollo hlstáricode Jas mismas. EL fundamento
último del pensamiento de Marx, que se esfuerza en interpretar toda
cuanto es como social e histórico, descansa fin su creencia de que
1n raíz de la historia humana no puede ser hallada en otro lugar
que en la actividad del hombre inmanente a su historia; asi se mani-
fiesta fundamental y originariamente el radicalismo humanista de
Marx.
la historia de las sociedades humanas se hace mediante la pro*
dueción de medios que permitan a los homhres satisfacer sus n eto
nidades materiales. «Los hombres empiezan a diferenciarse de loa
UÜtnales tan pronto como empiezan a y r ú J u c ir sus medios de sub­
sistencia, actividad [nueva] que esta condicionada por su organización
tiPrporaL Al producir sus medios de subsistencia, los hombres pro­
ducen indireeiámente su vida material misma. La manera como los
hambres producen sus medios de subsistencia depende en primer
lugar de la naturaleza de Los medios de Subsistencia que ellos etr
cuentran a su disposición y que les es necesario reproducir», leemos
Ct) la Ideología alemana.1
Esta producción de bienes materiales mediante el trabajo no per-

l, rp- ISt-lOG, En lo siicralw, táa'á titflrtn mi abítevlahifa Id. til. Cu&ndú at>
qfljjctai m:* ninguna ufan indicación, ic bata-de le f'ttméra parte de la Idealgftfa
llniu iu. cnntenkhl «o el lo™ V [ l í lis O H tn * phllosfjúhkjut*, da la ediciúti
fortes, a la que eorr^qnndR la pagOiReini qge

51
mJle a los hombres sglamenLe vivir; rnantfiícsla una nttíiierü Jv v/vjr hUItl IX.I JUL
. ™'Mr¡u tiuix; tener un ungen, así también
determinada, pues los individuas manífiosIon su existencia 1rabil- fte tiene su avio de origen, Ja historia; pero para ¿1 esta
jando, y son determinados por lo que producen y la manera como M una historia que di conoce y que por eso es un fleto de
producen. La satisfacción de las necesidades hacia la que tiende ct i que se suprime y se rebasa (sich aufhehmdcr Entstehungsaki 1
trabajo rto se delk-nr en ninguna parte. Las «primeras» necesidades, tlte la conciencia, en cuanto acto de origen. La historia es
una vez satisfechas, engendran (producen) nuevas necesidades que □Adera historia natura! del hombre.» (Ibid„ pp. 78-79) Tuda
reclaman ser satisfechas a su vez, y así sucesivamente. Necesidades d* creación original es rechazada por Marx, que piensa que
naturales y trabajo humano y social se tiesartedian dialéctica y pro­ «A tic creación parte de Jos datos evidentes de la vida práctica y
gresivamente. y su liltimo límite no tín visible. No es posible captar Iticltira para extrapolarlos y proyectarlos atrás; sólo existe la
ni el comienzo absoluto de la historia humana ni su lia. Lo que andón espuntánes» (la genñratin oequivoca), tamu para la Na-
vemos en acción son los hombres — seres naturales— oponiéndose r-.*XA como para el hombre.
social mente a La Naturaleza, impulsados por sus necesidades impe­ i Empezamos quizás a ver que Marx no parte — como Hegcl —
riosas. Los hombres son. pues, serta «biológicos» (que se diferen­ en devtadr & la UMñiídad, el cual, después de haberae com
cian, gracias al trabajo, de sus antepasados animales) guiados por Naturaleza, se manifiesta, se revela y se aprehende en
sus instintos vitales y, en cuanto hombres, son, de guipe, seres so­ Espíritu, en la Historia; recusando todo fundamento, empieza
deles. La primera cosa per certificar es la organización corporal historia natural del hombre, origen «primero». Dicho de otro
<lc los hombres — condicionante de su actividad productora = y su ■Sh su pensamiento no es, en absoluto, mctaUsicamente ontoló-
rondón con el resto de la naturaleza. slno filosoficam-ente, y después cienlífEcamente, histórico y an­
Naluraleza-Humnn¡dad-Sociedad componen el ser histórico del tilógico. Su pensamiento empieza con la tnanífes (ación y el desa­
hombre. El radicalismo humanista de Marx, que se prulongn después lío del trabajo y de la técnica que someten la Naturaleza a sí
en socialismo-comunismo, se funda en cierto naturalismo; es la natu­ moa, Naturaleza que ha conducido naturalmente hacia los hom-
raleza orgánica y vital del hombre lo que le impulsa hacia bi satis­ _que trabajan para vivir. El fundamento de todo desarrollo, ¿es
facción de sus necesidades esencialmen te naturales. Es Le ria/NrüIismü »? ¿O nos hallamos, desde el principio, cu un «dtuihíma» que
es sin embargo •anü-núíüTalista*, puesto que el hombre se opone •nc naturaleza y Técnica? «Todo» deriva de la Naturaleza, cierla-
a la naturaleza, Ja combate mediante el Lrabajo, para realizar su ite. puesto que ella se hace naturaleza humana productora’ sin
destino humano. Tenemos, pues, el naturalismo en la base del pensa­ *rgo, «todo* deriva asimismo de !a Técnica, pues ésta pem íte
miento de Marx; este mismo naturalismo, cuando concierne al ser «L ■ breS d?minftr *1 mundo natural. La dualidad se deja quizás
natural del hombre, se transmuta en tintinalurBfísmü y constituye jJ IMucir alternativamente a cada una de las unidades fy entidades)
la esencia productora y social de! hombre, el cual es radicalmente tal í V * " Co,T,!,oníI1* sin por eüo abolida, Marx, que prometía
como se manifiesta a través de su historia. Ninguna trascendencia, I * » f ^ P íiCaC1™ de su punto de partida, no la ha dado No se ha
ningún Logas, habita originariamente Ja Naturaleza > el hombre. ’ 5ot,re la fucníe de lft Prefeí“ tii»ca histórica y humana por-
La cuestión del comienzo absoluto de la historia humana -queda los problemas dramáticos, históricos y humanos que se presen­
sin respuesta, Marx piensa que ésta es tima cuestión vacía de sen­ tan ante sus ojos — en el presente— acaparan toda su energía
tido, pues es insoluble en el terreno de la experiencia sensible; nu Marx ve a los hombres en d trabajo, en el trabajo que es la exte.
hay, «por tanto*, comienzo absoluto de Ifi historia; es que nosotros, rfonraclón y fa manifestación del hombre, y, en cuanto exterioriza-
productos de la historia y en una etapa determinada del movimiento 2 " n raíl cante, su alienación, A la concepción hegeliana del trabajo,
histórico, planteamos ese problema. Lo lógicamente inaprclicnsiblc « opone violentamente la suya, que pasa al mismo tiempo de Ja
se ve declarado áulicamente inexistente, «Lo material del trabajo V tafera de la metafísica y de la fenomenología del espíritu a tu de la
el hombre como sujeto son el resultado tanto como el punto de Suca histórica y de la economía político. «La gran importancia de
partida del movimiento [...] Este carácter Social es, pues, el carác­ iu ¡£?e)ntttt*>loXia Jwgeliaw» — dice— y de su resultado final fía
ter general de todo el movimiento; det mismo modo que la sociedad «AKCtica, Ja uegatividad en cuanto principio motor y creador) es,
produce al hombre como hombre, es producida por él», nos declaro p u «, que Hcgel considero la producción propia del hombre como uii
Muñe en Economía potiiiea y filosofía.’1 Sin embargo, Marx no llega proceso, la objetivación en cuanto oposición, en cuanto exteriori-
a resolver tan fácilmente el problema íleJ origen de la humanidad
íactón fEntatisserung) y supresión y rebasamíento de esa exterioriza-
histórica; y nos dice aún; «La Naturaleza, ni objetiva ni subjeti­ clóa; que conciba, por tanto, lo esencia del trabafu y comprenda ni
vamente, se presenta de modo inmediato y adecuado al ser humano. hombre objetivo, al hombre verdadero porque real, como resultado
de su propio trabajo.* ilbid.t pp. Ó9-7D), Algunas lineas más ade­
lante, Marx pasa a la crítica de Hcgel; pues éste «concibe el trabajo
L Pp, '¿5-&I. En h »un-?rva, m i diado fu iblrviifairt Ec, F í. Aquf y luífp.
Mritam * I* óri i*m*j Vt de los Qmum vfrtfittcrphiipfei tL 1* «UrióD como la esencia (das U '« e « L c o n » la esencia del hombre que se
Opari#*, <* *1 i|M itKiiri »l tfitn EnmnfitU ¡xü lla y fiSonrfiit. afirma; sólo re el lado positivo del trabajo y rio su lado negativo.
Jif üíibitjn l‘s «i {invenir pura i¡í daf hambre en ti interior de la
cxfoíorízaeión o en tuanLa hombre exteriorizado. Eí único trabajo
que Hcgel conoce y reconoce os el trabajo espiritual abstracto.»
\Ihxú.\ Et pensamiento de Marx, que quiere ser concreto y desmi-
(¡fiüador, Intenta sacar a la luz, a Id vez, el lado positivo del tra­
bajo -^manifestación productiva del hombre — y su lado negativo,
igualmente esencia), puesto que el hombre pierde su esencia a través
de] trabajo alienante. La dialéctica de Marx no perdona a la dialéc­
tica de Hegel su tendencia a justificar el trabajo — sobre todo el
trabajo (al como es en ¡a sociedad contemporánea—. rUcgtl, con­
cibiendo — una vez, ciertamente, de manera alienada— el sentido
positivo de la negación referida 9 bí misma, concibe la alienación
de uno mismo, la exterlorización de ta esencia IWesensentilusscrunq),
la dcHobJetívación y desrea] Ilación del hombre, como tina conquista
de uno mismo, una expresión esencial fWeseiiranssemngl, una ob­
jetivación, una realización,» (/fiúf., p, 06j.1
En cuanto revolucionario, Marx pone el acento sobre la negatí-
vidad del trabajo en general, y* que eJ trabajo es el motor del deve­
nir, y, principalmente, sobre el aspecto negativo del trabajo; los
hombres que é l ve no se afirman en el trabajo, sínu que se anulan
y se alienan exteriorizándose:. Sin embargo, no todo «trabajo» es alie­
nante: en el pasado, quizás hubo un trabajo más bien «realizador»,
y en el porvenir habrá un trabajo capaz de conciliar al hombre con
c| mundo; pero en el presente histórico el trabajo hace al hombre
ajeuo o sí mismo y a sus propias producciones.
La actividad económica es aquella actividad que permite al hom­
bre vivir y que Je hace hombre; es ciertamente la actividad primor­
dial y esencial d d hombre, pero también es el terreno en el que
el hombre se abena.
1 t *

La actividad económica es social por esencia, pues el trabajo rs


llevado a cabo, siempre y en todas partes, por hombres, y cada
uno de ]us hombres lleva a cabo una parte del trabajo social global.
Por consiguiente, el trabajo se divide necesariamente, y esta división
d.d trabajo manifiesta de una manera cruel y tangible ía realidad de
la alienación económica y social, de la alienación global misma;
pues, con la división dd trabajo, el hombre genérico (el hombre
tutal y concreto) se divide también y pierde su esencia unitaria.
• La división del trabajo es la expresión economista de la sociabilidad
del trabajo en el interior d e la alienación. O bien, r d siendo el
trabajo más que una expresión de la actividad humana en el interior
de la rMcfiorización, de la maoifcsi ación de la vida (íjehensausse-

1 . tfiv [jije distinguir eiddaéw.minjitti, y nmipMidtr r-n in <'i|*-r(flrH¡uL Jai



Mnnítiot hiliti*m 1 la sipiesión, li ctti'floclrari/m y la allt-mii-tfm, .3111- Marx ttil-
plisr ítillPimujiéndulcn y apjlüérulalnx I (íip.prprn «IjfiiíHm mprev.ii', piupuf/Vt^r, 1/
Amutttitiiit 1% tu f.íprrt.'íiiTn, la niflíidífií^rifíf»; ifniiiv^cra ^Itíiilllt'u, i'ituiiiirisur ilet-
fltwitjfjHiitiir, y EnlíívAíFTPíng r1 * la rílrrlfipívif í¿rt. tn derjhrjiwjiAhij ¡•Krilu/meot HÍJ{-
iiiHIh’u o í¡r “ itr y Vín-irtirAie-mjn^j en la ulltuuir'k'm, fjjí/rrprkííín nJ^iidJut iW M'illllaú
iríír.'ptr.u- y i'M/ftcrriduiii; es !■ aUcnar.Win, la ‘ yiíiuñFt/uf/*".
rungj en cuanto exteriori/juión de la vida f Lebenseiitdusserung^ la
divtsüín del trabaja tampoco és otra cosa que el establecimiento
alienudo, exteriorizado, da la actividad hu m an a en cuanto actividad
gettéritw real o acfividíid del hambre ser genérico {Gattitngswese.n}.*
UbiiL, p. 97}-
Mam reprocha a la economía política (de Adam Smith y de Ri­
cardo y de las demás cconoonlstas burgueses) el no haber captado
la naturaleza real de la división del trabaja y el no ver que esta
división constituye una forma alienada y exteriorizada de ia actividad
genérica de los hambres. La economía política liberal c individua­
lista otom izai por tanto al hombre, en tanto que la economía polí­
tica social y colectivista de Mar* no quiere desconectar al hombre
de la sociedad. Marx se enfrenta a Hegel, a Smith y a Ricardo no
pan terminar en una mejor historia de la filosofía — y filosofía
de la historia— , en una mejor exposición sistemática e histórica,
sino pare introducir la crítica filosófica t histórica en la filosofía y
la economía, critica que debe conducir a una nuevo ■política*. La
historia de la división del trabajo no nos es narrada minuciosa­
mente; sólo son abordadas algunas formas capitales de la división
del trabajo sacia] y sobre todo la miseria actual que de ella resulta-
Volviendo por un momento su mirada hacia el pasado,, Marx es­
cribe; «La mayor división del trabajo mal erial y del trabajo espi­
ritual es la separación de la ciudad y el campo. La oposición entre
la ciudad y el campo comienza con el paso de la barbarie a la civi­
lización,. del rógimen de tribus al Estado, de La localidad a la na­
ción, y prosigue a través de toda la historia de la civilización hasta
mies iros días.* Ud- a l p, 201), La división del treba|o no sola­
mente aísla al hombre —- a cada hombre— de la comunidad, sino
que corta al hambre en dos (trabajador de Id materia y trabajador
¿el espíritu) y asigna a unos la «especialidad» de ser trabajadores
de la primera, cuando los otros se especializan en el segundo. Esla
ruptura fue posible tan pronto como los hombrea abandonaron la
naturaleci (bárbara) para reunirse en las ciudades (civilizadas); al
abandonar la naturaleza, el hambre se entrega a un trabajo antina­
tural y se civiliza-
La civilización contemporánea hace insoportable la división del
trabajo. El acto productivo del hombre se convierte en un poder
«t r a b o y exterior que le subyuga. Can la división del trabaja, la
explotpeión de la rtaturaltzd por tos hombres se transforma en ex-
ptOUteíón de los hombres por los hombres, Trabajo productivo y
consumo (disfrute) de sus productos caen en suene a individuos
= y clases — difeteniieS- l>csdc ln separación de la ciudad y el
campo, que condujo a la oposición del trabajo agrícola y la acti­
vidad comercial e industrial, los hombres continúan eleriumenfc ex­
plotando la naturaleza, pera lo hacen expía Lando a hombres. Los
que explotan la naturaleza para producir y fabricar aquello que los
hombres necesitan se ven explotadas por las no trabajadores.
Ruptura con la naturaleza, ruptura e n tr e individuos y comunidad,
ruptura entre productores y consumidores acompañan ln división del
trabajo, que se convierte de algún modo en causa mayor y casi
iiiiílu üc ln alienación. Asi pues, ¿no es Iti división del trabajo imsi
explosión exteriorizada y alienada de La actividad humana genérlcaí
Lia hombres ya no joo ni saben Jo que hacen, y su actividad no
ex total sino f raimen tari a* Caria ocupación se aísla y se autono-
moa, cada esfera de actividad forma una esfera aparte, y cada cual
considera ej ámbito en cuyo interior se «manifiesta», exteriori­
zándose y alienándose, como e! verdadera. Y cada ser, aunque esté
necesariamente religado u La universalidad, se encastilla desespera­
damente en ju particularidad. La potencia nodal global reduce a los
Seres (de los cuales ella resulta) a la impotencia. «L a potencia
social, es decir, la fuerza productiva multiplicada, que resulta de la
colaboración de los diferentes individuos condicionados en la divi­
sión del trabajo, se presenta a estos individuos (porque La colabo­
ración misma no es voluntaria, sino natural) no como su propia
potencia unida, sino como una violencia extraña, situada fuera de
ellos mismos, cuyo origen (waAerJ y cuyo objetivo (wciiinj ellos tío
conocen ni por lo tanto pueden ya dominar, perú que ahora recorre,
por el con trario, toda una serie de fases y de grados de desarrollo
—- haciéndose pan leuJar e independíeme de la voluntad y de lu agi­
tación de los hombres, e incluso regulando esa voluntad y esa agí-
lacfón.» l/fríd,, pp. 175*l7ó).
¿Son, por consiguiente, males el trabajo y la división del traba­
jo? ¿Sólo se manifiestan negativamente? M an piensa que trabajo y
división det trabajo han constituido factores de desarrollo histórico,
en el pasado, ya que han promovido el avance de las sociedades;
pero en el presente ya no desempefian papel positivo. Marx ve en
la actual división del trabajo una fuente de insoportables alienacio­
nes cuando examina, más que ta esencia tiel trabajo, sus formas
históricas, sobre todo, las contemporáneas. Sin embargo, él sabe
bien que «esta estabilización de la actividad social, esta consoli­
dación de nuestro propio producto en una fuerza objetiva que nos
domina, que escapa a nuestro control, contrarresta nuestras espe­
ranzas y aniquila nuestros cálculos, constituye uno de los momentos
del desarrollo histórico en el pasado.» (fíiitL, p. 175).
Los humbres fueron ■naturalmenie» conducidos hacia la divi­
sión del trabajo; en ct porvenir, podrán entregarse vo/ufí/rtriíímflffíe
a Las actividades sociales, rebasando Los marcos asfixiantes de la
división del trabajo. Al igual que la propiedad privada (de la que
hablaremos más adelante), la división del (rabajo lu desempeñado
su papel positiva en el pasado, se hace iñude rabie en el presente
y puede ser abolida en el porvenir. Trabajo, división del trabajo y
propiedad privada están indisoluble metí te ligados, tin cuanto al ira-
Ítítjo, se nos dice que *lo que era (interiormente una exíeriorízación
úhíica de uno mtsnio (Sic!rAiissertii:h\im íu Í, unn i cul cxteriuriBaciúíl
del hombre (reate íiniausseruii^}, si* Im LimvviUdu ahora en el acto
de la exierjorización tTtít drt Mntiiuwrtwij;}. m la alienación (Ver-
$ u $ \ c r t m g j * (/te. I-'H., pi. II.) üó|« mu (unvenir comunista podrá
dar al trabajo su sentido, la pmpinlud privada y la división del
irahnj,!} ( ■ic*pJVM'>iies ulvnltm»: en una *c expresa en relación a la
¡ntiiviilud lo une en la olm se expíe« en relación ¿t producto de
Ia nftividuu]’ , ftl. al., p. 172J pnjnnivipt'uii el avance de la huma
nkfud, ptiu abura impiden su evuluciún, Nunca hay que perder de
vista la esirechmmB conexión que une la división del trabajo a la
propiedad, y (ay diversas formas de la división del trabajo a las for­
mas diversas de la propiedad. Pues los diferentes niveles de la evo­
lución de Ja división del trabajo coinciden con las formas de la
propiedad y constituyen expresiones de las mismas. Lo que es
cierto para la división del trabajo es cierto para la propiedad pri­
vada, a saber que, ade una parte, la vida humaría ha tenido nece­
sidad, para su realización, de la propiedad privada, y, de otra parle,
actualmente tiene necesidad de la supresión de la propiedad pri­
vada*, (Ec, Fih> p. 106.)
* # «

Asi pues, Marx analiza y critica et presente para preparar un me­


jor porvenir. Crítica la ciencia económica, coa la intendón de aprr
hender la realidad económica. Si la emprende con tas realidades
sociales objetivas, es para descubrir en ellas al hombre que ellas
mismas ahogan. Al hablar del trabajo y de Ja división del trabajo,
tiene la mira puesta en los hombres que trabajan — los traba-
fadores= y no « i cosas sociales. Establece muy sucintamente la
genealogía del trabajador moderno. Pisa rápidamente revista al es­
clavo {antiguo), al siervo (medieval), pare detenerse en el obrero
asalariado «libre» (y moderno).
Si ¡a esencia del hombre resido en su actividad social total, prác­
tica y realizadora, el trabajador es, de entrada, un ser alienado que
no hace otra cosa que trabajar, piara loa demás. El desarrolle de las
fuerzas productivas ha conducido a un estado social en el cual aque­
llos que producen las riquezas sociales — los trabajadores par exce­
lencia. los proletarios — son ■totalmente» defraudados del producto
de so trabajo. Para vivir, mise rabie mente, están obligados a vender,
no su trabajo, sitió su fuerza de trabajo.1
Los trabajadores de todas I » sociedades históricas constituyen

-1. En smh trabajos czunúiniriiS fCurifrlImctiin a b critica ríe la (Hffuraifí flfl-


Mina, Ef Capital) G* dundo Cgairiiiiinfiíste f l i t í » Maní su uidlltb — hasta ahora
inigualado— del valar un uso, del valor en cambio y de la rlurvaHu. de! tiempo
de trabajó y de la hici-r* de trabajo, áñ la relación de lu m roinriiu y los precios,
dol dinero y del tmplUÍ
Recordemos iqnl. «Imple y sumariamente, fuente de toda fiqu e», pera no
fumto única puesta [jije la m liioleu también lo es, constituye, « cuanto tra­
bajo objetivadó, rea-lirado, mntsrialwaiio y crijtalriado, los valona «W uóiiiScdb
y «r ie ld . Loa vtlum ge distinguen ni vdlotpj en uso y vilorta mi cambie- Los
primeros sUn medio* do ísisfesvia, oh|dut de lu w w iiiir in humanas, cosas
útiles o agradable!. no entmn, en cuanto tales, en el muñón do las mercancías.
"Pamcp Qnr tutLi nutninda deba necnturEaiuenta ser valer cu uso. [tote importa
|iuco ai valer en uso ser ¡ncrcanda, El valor en uso L---1 n* futra dentro del
marre de la mjmjinli política,” (Caiitrlbucíóti <* lo critico tte ta «opiísilíi pciílfcti,
edición Coste*, pp, 36-37). El valor m cambia, por d contraría, "aiínrecfl en
primer luiísr rumo la fetacídn puantttutlt-a stpln la cual se latcmejiihian unos
yd iin s « A biilalan K rie bvltfm-ftirj a su tuede untura! dr n ú ld k il,
foi«risibles a I* U4hítale?» especifica de 1* itrp sH id respecto a la cual ítmriitnyúD
vilm es en ihd, !í s m r u i d a i to a n d u en ism'Jdtitht d eh ap liu d u , «c irnnpen-
W>, se reemplazan P i d intercambio. Hit (n o tó cn d lS €011» c^utvalentrs y.

57
lu el 3ntí cxplunutu. eslón ligados dlrcct amen le o Jus Huier/As produc-
Liuns y fue-han centro la dase de Je» explotadores que obtienen ni
poder del hecho de que poseen los medios de producción y de que
los relaciones de producción existentes Jes aseguran la dominación.
Los trabajadores — como, por otra parte, los que poseen los medios
de producción — forman una cíase, es decir, un conjunto de hombres
unidos entre ellos y 3 la economía de una manera determinada y
en posesión, o en posible posesión, de una conciencia de clase. Asi*
mismo, no están alienados solamente Jos obreros, los trabajadores,
loa proletarios; también lo están Jos burgueses y los capitalistas. La
dase de £05 trabajadores proletarios no está formada por ¡a pobres*
nalurgJmente existente sino por Ja pobreza producida artificialmente;
lós productores proletarios son ellos mismos producto del proceso
económico alienante. Para hablar con propiedad, el profeta rindo no
es efl modo alguno una clase particular, sino que tiene un carácter
universa], representa la universalidad — puesto ¿pie él es el elemento
social de la sociedad — y sus sufrimientos son universales. Es la
última clase, ta clase que conduce la sociedad a la sociedad sin
clases.
El prticeso económico del capitalismo lleva, sepin Marx, a una
concentración progresiva de todas las riquezas en las manos de quie­
nes poseen los medios de producción, y el número de los poseedores
disminuye cada vez más, pues expropian a los menos poderosos;
correlativamente, se intensifica la descomposición dé la clase media,
cuyos miembros van a parar a las filas del proletariado. &ste, con
su vida y sus luchas, consuma la disolución del orden social exis­
tióte y puede marchar hacia ta revolución social, de la que resultará
ta nueva sociedad socialista y comunista, Marx, creyendo haber
descubierto esta polarización dualista, no ve más que la oposición
insuperable de ios dos adversarios: capitalistas poseedores y trabaja'

peso 11 )u niwirf-T'iiciífl, ton abigarrada, mprarntan id mbiiw unidad/'. f l h i d , )


Mar* *e refiere también a Arfatótdes (JViiííifw, A S, 1257 n, fi-Mi, que (Hítiugtic
)n oi**Tn KffloaC rio le «ÍJurf1? . Los valores en ramhlfi mnaíltviyyti el val™ eco­
nómico ¿Ir fea uiuruiodus; rme resultan drl tralmjn supla! ciíxUdlzmlo (y alionarlo).
El obrmm tno viWlu, pura vivir, su írnínn/a, sino mu j - u í f t a d é t f ii t m t o , y la
j t t u w . t t f í a resulta de la rwrtpra, p a r los oapitulíEtiM do la fuerza do trabajo de los
(■bu-ron, l'imp p| í i l i r b dvl buliujo no ni valor {o til precio) del trabaja
rendido. es mus forma d h f r a z i u í a del vfltor (o d d pnidn) de lfl íilnr¿n de tra­
bajo, El uliiwii irjibuji ni] cierto tiumjjo gratuitamente pora el n p ils lir i y este
robre- t r a í i a i o w furnia de pflti.m fú para el a p íls lá u . "E l Valor qur !a lu c m
ili' tn liijA pihri! y el valor que nll* punía crear, (Jifl«f*Ti por lento de magnitud.
E ít* lilfrm ieia de valor e n lo qiio d capttallvta tenia a la vista rucado «Írapró
la tacna llr lltlnin. En docta, d veodudur de l i fuerza de trabaje, «fino d r a í
dedo* de' vunlrjiiíi-í o tn o itto a d s , realiza d valor ro tmulua, y i l l u a r] valor
m nto, de la miuna," i E i C rpü d, Libra I, pf>, 1 H 1 -M d « la v ftiiín fn n ccu
en f j . SoH*W ), El olnora » pagado asi pn- q m p e le ralm cnir de mi trabajo. la
extensión di || jomada de trabajo y la IqlessifícBdób de la ptodnrtivúiad pro-
forjjaii su babero gratuito, "La ¡m dcodiin d r no es, puq, otra cosa
que U pwlücrSin lie valor pío tangida n w allá de im curto punto. Si el procese
do hwfajn ISO dura sino Inula el punto en (|i]i- el irolw da !» fuerza de trabajo
pagado por r| capital es reemplazado por un equivalente nuevo, Hay simple pns-
duectóti de valor; cuando rdstsj tac límite, Hay pmdnrrfiVi de pítn-cufía--
tlbíd., p. lío).

ss
lluros c* piulados. Sin embargo. se equivocó, concrete y económi­
camente: el dualismo no se ha acentuado, sino que, por el contrario,
se hu atenuado, y Las cI&seí medias no se han proles rizado. En
Europa occidental por lo menos — así como en América — la «pau­
perización* de la sociedad no ha sobrevenido. Las clases medias
se han extendido e incluso han absorbidu un cierto número de ele-
memos proletarios; la pequeña burguesía no parece dispuesta a
morir tan fácilmente. Par otra parte, los obreros participan en los
beneficios de sus explotadores, y el nivel económico de la sociedad
capí tal icia occidental asciende.
No obstante» los trabajadores estaban y siguen calando alienados
en relación a los productos de su trabajo; y ninguna política simplo-
mente sociáll ha llegado a rebasar esta alienación» aunque la nece­
sidad del obrero ya no se encuentre eniemanete reducida *al mante­
nimiento más indispensable y más lamentable de su vida risicas.
Marx vu en los trabajadores los proisgun istüs del devenir histórico
«p eso a su alienación y a causa de eha: ellos son quienes emplean
las tuerzas productivas. Los trabajad orea serán asimismo los héroes
conscientes de la nueva liberación total — a causa de su alienación
total— . Quienes animan las fuerzas productivas siempre han sido
consíruefortíí y fermentas de la negaiividad que hittc evolucionar
Laa sociedades; lo han sido incluso cuando no lo sabían, puesto que
los opresores no hacían otra cusa que dar sus formas a la materia
que los oprimidos facilitaban. Desde «hora,, pueden saber lo que
hacen y lo que son: constructores. constructivos y realizadores, for-
madores del mundo material que producen.
El célebre Prólogo a la Contribución o h crítica de ta economía
potlúca expresa la concepción de conjunto de Marx, tanto del jw tfl
como det viejo, y formula esquemáticamente, lacón icamcnte, toda 1a
visión del materialismo histórico: y Jo que es más: intenta captar
el sentido de la historia {de la historia europea y moderna mucho
más que de la historia universal det pasado) para que la práctica
política pueda orientar la sociedad en un sentido nuevo, Serán los
trabajadores quienes realizarán la verdad (oculta e invertida) de la
historia. Leamos, pues, atentamente, este texto mar*¡ano y marxisteL
límela mental: «En lo producción social de su vida, los hombres
entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su
voluntad, relaciones de producción que corresponden ü un cierto
grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El con­
junto de esas telaciones de producción comí ti luye la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva una
supc-rcslrucluni (Überbau) jurídica y publica y a la que responden
uqo$ formas determinadas de conciencia social. El modo de pro­
ducción de la vida material condiciona el proceso de vida política,
social y espiritual fgeiíí/gejil en general. No Cs Ja conciencia iBewus-
stsein) de los hombres lo que define su ser iSeinff, sino que. inver­
samente. su ser social es lo que dcFinc su conciencia. En un cierto
grado de su desarrollo, las fuerzas materiales productivas de la so­
ciedad entran en contradicción con Uis relaciones de producción
existentes, o, lo que no es sino la expresión jurídica de éstas, con

59
liis rdik'íonc* tii- propiedad en l¡m que ee habían movido hasta en­
tono?*. Di.* lumias evolutiva* tle las fuerzas productivas, que eran
hasta allí, estas relaciones se conviertan en (.rabas. Entonces se
abre tnm ¿poca de revolución soda!. Le transformación de Ja base
económica revoluciona mis o menos aprisa [oda la enorme super­
es Ime tura. Cuando se considera estas revoluciones, siempre hay
que distinguir catre lo* cambios materiales que se operan en Jas
condiciones económicas de la producción — y que se pueden verificar
fielmente, con una exactitud científica semejante a Ja de las ciencias
de la naturaleza {narumrissertschaftJich) — y las formas jurídicas, po­
líticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, las formas ideo­
lógicas, en que los hombres cobran condeneia de este conflicto y
luchan pare resolverlo. De Ja misma forma que no so puede juzgar
a un individua por lo que ¿I piensa de sí mismo, no se pueden
juzgar «t a s ¿pocas de revoluciones según su propia conciencia; antes
al contrarío, hay que explicar esa conciencia por las contradicciones
de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas pro­
ductivas sociales y Jas relaciones de producción. Una formación
social nunca desaparece ante* de que hayan sido desarrolladas to­
das Jas fuerzas productivas que ella es capar de contener; y unas
relaciones de producción nueva* y superiores nunca las sustituyen
antes de que sus condiciones m aterial» de existencia hayan madu­
rado en el seno de la vieja sociedad. Por eso ¡a humanidad se pro­
pone únicamente tas objetivos (Aufgabcn) que puede alcanzar;
puíí, 5í observamos atentamente, siempre hallaremos que esos ob­
jetivos no surgen sino atli donde se dan ya las condiciones mate­
riales para resolverlos, o al menos están en vías de formación*
Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiáticos, anti­
guos, feudales y burgueses modernos pueden ser designados como
¿pocos progresivas de la formación económica de la sociedad.»
Marx divide aquí, a demasiado grande* rasgos, toda Ja prehistoria
y la historia universal en cuatro ¿poca* que no constituyen sino la
«prehistoria* de la sociedad humana, puesto que la historia propia­
mente dicha comenzará con el socialismo innovador. Tenemos, pues,
cinco períodos históricos: el asiático (oriental), el antiguo (greco
romano y esclavista), cí 'feudal (cristiano y medieval), el moderno
(burguós, capitalista y occidental) y el socialista (proletario, comu­
nista y universal), Pero el fundador del materialismo histórico no
se pregunta si este esquema «occidental* y «europeo» abarca la tota­
lidad espacio-temporal de) devenir histórico de ia humanidad nt si
siempre y ™ todas partes han sido la* fuerza* preduclivas las que
han provocado los cambios sociales. Y concluye así:
«Las relaciones de producción burguesa constituyen la última
forma antagónica del proceso tic producción social, antagónica no
en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo
que nace de las condiciones de la vida soda] de los individuos;

5, O lu bn yvtn es nuestro. Aquí k bala de 1¡m ttn s i frátfexu y ccav


rtrftu^ P¡;Vnlass y tvalc*- M an *r poco en las grandes «rstín n e s y en
k<* ipjjhI'-i jmliicmw que no comportan sofuríóa prfctk*.

M
«hora bien, iws Jucnuiü productivas que se desarrollan en el reno de
iti suciedad burguesa c retín úl mismo tiempo Jus condiciones materiales
que permiten resolver cíe antagonismo, Con esta formación social se
acaba, pues, la prehituni-ia de* la sociedad humana,»
Este texto resume todo el pensamiento de Marx y expone clara
y sumaríame!]le — dado que torio el pensamiento de Marx se man­
tiene siempre lacónico, sumario y poco exp licitado— el esquema de
la perspectiva del materialismo histórico, teoría que quiere guiar la
práctica revolucionaria de los trabajadores. Resume y subsume to­
das las ¿pocas históricas bajo un esquema rígido y sumario, cierta­
mente, pero esclaioccdor. No buscando la verdad de las particula­
ridades históricas, capta violentamente «e l» sentido del devenir his­
tórico que desemboca en el capitalismo occidental, y Los trabajadores
son los encarado* de resolver de arribó abajo esta época, con el
Qn de conducir ■ la humanidad a la verdadera historia universal, El
maícríítíijruo de Marx es histórica {el fundador del marxismo nunca
habló de materialismo Aiaiicttco}, esté fundado en la idea de la
primada del proceso económico estructural que determine todo el
desarrollo de la superestructura. Este materialismo histórico se
preocupa poco de saber Si efectivamente explica el devenir de la
historia universal en cuanto td posado, al presente y al porvenir, y
si es aplicable a ludo lugar de cultura: describe el estado de cosas
existente en la Europa burguesa y capitalista y tanto se le da de
los enigmas que plantea la historia india o china; piensa que la
verdad del mundo actual es la verdad actual del planeta- El oerf-
dentalísmo se hoce así universal, y Ion trabajadores del mundo en­
tero estén encargados de unirse y de realizar el destina social y
global del mundo. Marx no se pregunta ni siquiera si ese estada
de casas existente, en el que La técnica económica determina causal-
mente iodo lo demás, no es una realidad particular, resultado y
producto de una cierta meta física realizada, de una cierta leclura
del mundo (primeramente grlcgrt, después cristiana y finalmente
europea y moderna} que privilegia la techná, la idea de Creación y
la ratón práctica, la dialéctica histórica de Marx es unilateral: los
productos producen producios, y el modo de producción de la vida
material determina la política, la religión, la filosofía, dado que éstas
nada pueden producir o engendrar. Marx no re enfrenta a Hegel
en su totalidad; re opone a su «idealismo» histórico, pero esta nueva
toma de posición no llene ningún alcance explícitamente ontológieo;
en ninguna parle se habla de la materia y del espíritu al nivel del
ser de la totalidad. Marx, volviendo resueltamente la espalda a la
iluminación mcluíisica de la historia, quiere ignorar toda antología
«abstracta»; lo que di quiere es que los trabajadores re apropien
concretamente los productos de su trabajo a través de una historia
real y material.
La tragedia histórica terminaba después de cada gran período
económico-histórico sin llegar a una solución verdaderamente posi­
tiva; los verdaderos héroes quedan Ignorados y negados- En lo
sucesivo, lo que ios productores de riquezas sociales hacían nega­
tivamente debe hacerse positivamente. Los trabajadores pueden y

til
íklmim iitnM l luirse en nogíidorcs d e hi negación, lib era r las fu erza »
im idiu ilv a t c im p edir que si ñas habas las obstaculicen.
Aunque el acento del pensamiento de Marx seo mis bien fUo-
Tflfitfj en Bcortümia política y filosofía (J844), económico en d Pró­
logo a La Contribución a la critica de la economía política (1859)
y político en el Manifiesto det partido comunista. ((848), su pensa­
miento pai te siempre, aun evolucionando, del mismo centre; del tra­
bajo productivo que en su desarrollo condiciona toda la marcha
hividrien. Sus ojos están siempre lijos en el présenle y sus aliena­
ciones, en lu que engendra la necesidad de la transformación revp-
ludonaría dr La sociedad por los trabajadores, que realizarán, en la
praxis, tn teoría filosófico-cicntíflco-p láctica a partes iguales. Las
primeras lineas del primer capítulo del Manifiesto de! partido comu­
nista constituyen un texto importante del marxismo, que debemos
lomar en consideración, pues, cunto los textos «dogmáticos» de Marx
son poco numerosos y están dispersos, hay que tenerlos constan te­
menle y todos junios en la mente. El capitulo se titula Burgueses
y proletarias, y empieza por decimos: «La historia de toda sociedad,
hasta nuestros di as, es la historia de lucha de clases,* Hombre übre
y esclavo, patricio y pieheyo, barón y siervo, maestro artesano y
oficial, en suma, opresores y oprimidos, estuvieron en oposición
(Ccgenstiiz) constante unos contra oíros y sostuvieron una lucha inin­
terrumpida, a veces disimulada, a veces abierta, mía lucha cuyo
final era, cada vis, una transformación revolucionaría de la sociedad
entera o Ja destrucción común ( acmeitisámen Umergcmg) de las cla­
ses en lucha.»
La visión histórica de Marx, una vea mi?, mucho más occidental

#. Enjtek » í N i i i : “n d*dr, pan hihUr u n «lettíhid, 1» hísfrtru tow&-


mKkl* ¡M* fJífild", Él re quien. ^ Origpe de la familia, de til prOfHedúd
prienda |f M Estado íipanntidfl' reí 18H4, y por hnb) después do lu nmáte de
M an), d i *t Bu/íiimp 914 cK[iteini dlilécU w d » la historia in jv i^ id , qur- d(
nnH ícrt*'. el firmunbiw primílíixí [Mtdrdul sin [m ip iaM privada y sin u liyih
t 1* Olía] lo npoiR- iiTkH üT]fft-Tt(Hir Idi npiriCtladiv dlñldtdcj: en ciasen (saíne (oda, l*«
iH)rladMk-.|i irruco-mioanas y t-HzlavDrfftf, mrdiHvales y feudalfx, moile™*# y luir-
dUCJlls-capítulistttH), y que dnflPmbüca. en ííhíí nirj!ricíín lía ¡a ncgtsíióa (rfnhntx}.
rl tocídUnut-ctrniUnlsmo, puso de Ir primitiva y civilizada, u lit
historia VHilidera. K,u Marx nn fiiomlranigl filo visiiín de un csiminbmo Pfldit-
Hvn (1# propíidúJ tntfrqiuenic «imuulLirla. oip^cle de «lad de aro y do ptiihu
perdido que m volverá a hallar rt'allHniu mi ténrVFW cM priXifWl ilfxlóctím de
Ia historia uniwrnil m un nivel o u u d í'»^ y roperán. Man empfcja dlrtdv>)«ntr
cuc al humhre hütóriui que, mcdLantr id Irdaju sudal, sr opone ■ la rmimlrwa,
se itírru on y juh el trabajo,, lo. división del Inhals y a i i'^ntuto de '■(tolulaJar- :
pero Je* licntArc* pueden rcboMr <-SO y JoaitíUittlsa económica, social v tuimJ-
Hoite. No obstaulc, Mujt admití* íiunlifén una cierta forma prímilivm ufe pro­
piedad ftJrtiira, una ñ x ta Forma rio fflpitniiihd p d riá á » dr lu qim m han
■partudo I# propiedad privada y el dc'rocho prfHKhi, “ L i historia [...] prvfCPBt
I» [irunletlsd oilecHva i en loe, indio*. loa rikvos. Ins Antiguos ceJtps, por éjwiiplü}
tonn) la formn v ifio a l que, wi fixnu de propiedad común#!, ointlftáa ik im -
ptdnttiJn, Llurunlr mucho tiempo, nn JJitpH impoitante,” {Aveudife a I# t'.UHlr. a
In rríf, ríe in acón. pai., cdícióti Cüshw, p, £09}, Mari admití que el trabajo en
oun iíii, mi na lumia todavía mitin ul, jkí hulla el onjrfcii de la hMoría di: todos
lo* pmilhluti civilizados, sin que por ciw tul estado de ixreaa fuese armoniosa ni
rl hombre íiiciu vailídíriinenft! Iiomibrv, En la [lonlráuiriilh n Lt rflflrV do ¡a
ri'iiidiimlj política, M ilite r « nota ¡p, IB) lu ijin: repite Jispiits, Lundl/n w
que ulirdravl úntenle uuivcraiil, NohiuvulEindu I&s tres grandes ¿pocas
— Auri^UrdiUi giccu-rumunu, Ldad Media feudal y Modernidad hur-
gucítu y capitalista— . perlifica y admite la realidad y la posibilidad
de Luto solución éalaslrófioa a la lucha de clases- cf attiijuiltimienio
LuUitin de las das clases en lucha: asi pues, la tragedia no siempre
desemboca en una solución progresista, cosa que los marxistas ol­
vidan con demasiada frecuencia.
Mora concluye de nuevo: «La sociedad burguesa moderna, nacida
del derrumbamiento de la sociedad feudal, no ha abolido los anta­
gonismos de las clases. Nu ha hecho utra cosa que nu^lttuír por
nuevas clases, por nuevas condiciones de opresión, por nuevas formas
de lucha, las antiguas. Pero nuestra época, 3a época de ¡¿J burguesía,
se distingue en que ha simplificada las oposiciones de clase. Cada
vez más, Ia sociedad emem se divide en dos grandes campus ene­
migos. en dos grandes dase* d irve Lamente apuestas una a Otra: la
Burguesía y el Proletariado.*
Marx tiene constan le mente la mira puesta en eslG dualismo fun­
damental: burgueses-capitalistas, explotadores y opresores, y íraba-
jadorc&pmleiarios. explotados y oprimidos; partiendo de este dua­
lismo. y aun cuando él do quiera ser dualista sino dialéctico, piensa
constantemente de unu numera dualista, c Incluso muniquea. La
vida material de los hombres y sus pensamientos, la estructura eco­
nómica y las superes truc Hitas ideológicas, son ilumlíiadns por esta
luz que opone radicalmente lo verdadero y lo no-verdadero, Ins Tunes
y las tinieblas, et bien y el mal. No hay salida que conduzca al teba-
samlcniu (es decir, n la supresión! de los antagonismos sino en la
victoria total y absoluta de Las realidades fundamentales sobre los
epifenómenos. Sin embargo, no es tan fácil admitir la verdad uni­
versal de esta visión, ni que «la historia de toda sociedad, hasta

noli. en In sepmdU adtftfm <1* Kí CopííAÍ fT. L p. 39). lie aquí f| tw lm id a Jr


r*a üí.it»; HE] un ^ u l d i ) ridículo, difundido en estes últlnKH típnpoj, que lu
forma nihjrd ds b pmpkxJtd cOtnún Ana una [w m l aiwiUmitirntA rsl(Vl O aún
fltdiiiívilffletitt rusa. 5c Inlii Jd UIU lumw [irighiaria cuya tjdíltliclu podemus Je-
riKwtrBT m lew romano*, In* grniiJinns y loa celtas, y de la cual *e enciuuntri
iiliiiiju una curta InoJi.-'líj Lim dílcjvnte* miir-sbui. Humille par fraunicntef
y imit (nmscrvarlníí, en leía Indina. Un estudio minucioso de ln.s formar asidricas
y iribve todo do las forunu íihJjíus de In pruiiictbid común tmwLraria eóiwu dilcT[jntc.H
fijnniijj de ia propiedad común natural han rcsidtndn diferentes forma* He m
dladluüldo. A», por (jenipio, loa illEermlei tipos originales de lu pronunciad pri­
vada eu loa nxcumB y loa |¡ctntDHU pim lm sor drrfvmioi de lo* IlUTIW iliv im i
dr la propiedad r-crnnm hi&ía.“
Mutailim Ruhel qula* mtrtiar, apoyándose er> lira i Ifa de Mar*, que
este iHnssha que la xodedad i tilma irril un iBxdmiaill}, en um funai wpe-
der, de b oamunidd rural irraH. 'HMinbfid* los fruían de Itenry Mofean,
expresa ui convicción de que la «anima rural "mpondr n la rtiutaili' historia”
ik su época y que el 'sistema imcv«" al que tiende la jocfodad nnnltUTU '¡(r i
itn ireiincúnieutu, tu una | im «ijperinr, de uu tipo todil armíiti'V llnbel (KarJ
Mura, ÍJMIi de biQfírafihic iiarttectueUíf, Rivicic, 1967, p. 4-33) tita Lía frase
ilti Man sin meditar demasiado koIiía olla. No in cnnfiwún ctm el cnoliintn del
petsHiUtiifüsto de Marx, iillo- üpuutu witu tocio a una rsolurlótl liKiJlU del em'gmu
do k historia, solución qur sólo ni posilílo gracias al prcHtigiuso dcnomiUei de la
IlLIILea. el cual permite, por pilionu voz, ia cwquiiia ds| inunda «nr'lallíad/t por
el hombre rklid&Usta.
—— ><_ -i. imihui ul l iiu im , csu vtruaa y caía
lut'liii curáete rizara esencialmilite la Modernidad occidental, el perío­
do burgués y capitalista dd devenir de Ja* sociedades. Pues no es
derto que los «clavos, los plebeyos y los siervos sostuvieran una
lucha contra los hombres libres, los patricios y los barones, lucha
cuyo final fuera, en virtud de $tt dialéctica interna, «una trun*for­
mación revolucionarla de la sociedad entera». El devenir histórico
na estuvo, en modo alguno, tan unívocamente determinado par el
desarrollo de las fuerzas productivas y por la revolución de los
hombres que las manejan. Sin hablar do la prehistoria o de las socte-
dade-\ primitivas, de los imperios y de los pueblos orientales y asid-
ticos, podemos sin duda afirmar que ni la Grecia antigua, ni el
Imperio Romano, nt la Edad Media cristiana murieron a los golpes
de los esclavos, de los plebeyos, de los siervos, en lucha, respec­
tivamente, con los hombres libres, los patricios, los barunes, El paso
de una etapa histórico a la siguiente no resultaba un modo alguno,
de la victoria de los explotadas sobre los explotadores, sino de un
agotamiento interno y de la manifestación de una * tercera fuerza»
nueva. El antagonismo dualista se veía suprimido y rebasado por
una tercera hierra que suprimía y rebasaba los dos partes en lucha;
los romanos alcanzaran la victoria sobre los griegos, y los bárbaros
suprimieron el mundo greco-romano, incapaz ciertamente de sub­
sistir; y la Edad Media halló su fin en el desarrollo de los burgueses
e «independienteniente* de la lucha que oponía a barones y a siervos.
¿F-síá excluido, por consiguiente, que d antagonismo actual (capi­
talistas y proletarios) se vea suprimido y rebasado sin que haya
victoria definitiva de unos sobre otros, sino desarrollo de una ter­
cera solución que sin duda puede surgir del Interior?
En tuda caso, Marx concentra su atención en el presente y no
en lu que él llama cu una ocasión «la supuesta historia universal».
El presente — y sus taras— acapara toda su energía; y predsn-
menlc por haberlo Interpretado unilateral y violentamente, su pensa­
miento ha podido apoderarse del mundo. El trabajo, la división
del trabajo, la propiedad privada y el capital asedian su visión, y
ó] se vuelca incesantemente sobre todas esas realidades alienantes
pera abrir el camino del porvenir.

04
II. L a p ro p ied ad p rivada. L I capital.
E l dinero.

La economía es el nervio del devenir histórico, y la economía


política como método histórico es ta ciencia por excelencia* El tra­
bajo es el principio de la economía (y de la ciencia de la economía
política); también es la esencia de la propiedad privada. La econo­
mía política es ella misma producto del real movimiento económico
y. sobre todo, de la propiedad privada. Sin embargo, lejos de reco­
nocer al hombre en su actividad productora, la economía política
{burguesa) es la realización lógica de la negación del hombre.
División del trabajo y propiedad privada,caminan juntas. Si la
división de la dudad y del campo fue U primera fum a mayor de
U división d d trabajo, la propiedad territorial fue la primera forma
mayor de la propiedad privada, a la que sucedió el capital indus­
trial, forma objetiva de la propiedad privada. Lo que importa ana­
lizar es la esencia alíenadora de la propiedad privada, "La propiedad
privada material, directamente sensible, es la expresión material y
sensible de la vida humana alienado. Su movimiento — la produc­
ción y el consumo— es la manifestación sensible del movimiento
de toda producción anterior, es decir, la realización o la realidad
del hombre. La religión, la familia, el Estado, e1 derecho, ]□ moral,
la ciencia, el arte, etc., no «un sino modos particulares de la pro­
ducción y caen bajo sus leyes generales.» {£e. FÍL, p. 24.)
La propiedad privada aliena la actividad productora genérica del
hombre c impide a los hombres manifestar su verdadera universa­
lidad. Ligada a la división del trabajo, estabiliza, consolida, frag­
menta y particulariza lo que es comunitario por esencia. La propie­
dad privada introduce lo particular en el seno de lo universal, gene­
raliza Lo particular, aliena y subyuga al hombre: pues, al particularizar
siempre lo que es común a todos, en virtud de su escuda sucia),
impide ai hombre ser hombre (ser natural, humano y social) y lo
encierra en Jas prisiones del paseer. Bajo la dominación de la pro­
piedad privada, el hombre acaba por convertirse en un objeto entraño
a sus propios ojos, un sujeto que no es, pero que tiene (que, sobre
lodo, un líene) y que es tenido.

es
s
niitoTin üCJ trabajo y vi desarrollo de Jas fuerzas productivas
eMán llgadus u la historia de la divislán del trabajo y a les reía-
clones de producción, es decir, a las formas de la propiedad, y de
ello se sigue que a cada forma de Irebajo productor corresponda
un modo de ]a explotación dej trabajo. Lo que los hombres arrancan
a la naturaleza les es arrancjido por otros hombres. La propiedad,
es decir, la expropiación, tiene toda uña historia, y la historia del
trabajo (agrícola, comercia), industrial), historia de la apropiación
de los bienes materiales e historia de la expropiación de los traba-
jadores, condiciona toda la Historia, Mane esboza, también a grandes
rasgos, una breve historia de la propiedad: las últimas páginas de la
primera parte de la ideología Alemana nos ofrecen un cierto resumen
histórico cti escomas de la propiedad territorial, comunal, feudal y
moderna.
La primera forma de la propiedad « la propiedad de iribú; ésta,
respondiendo a un grado no desarrollado de la producción, se basa
en la caza, la pesca, la ganadería, la agricultura elemental y !n pro­
piedad territorial. La división del trabajo estd muy poco desarro­
llada y se limita a una extensión más amplia de la división primitiva
del trabajo en la familia. La propiedad comunitaria y el régimen
pntriarcal caracterizan esta época, cuya organización social com­
porta como jefes Jos jefes patriarcales, en tanto que por debajo de
éstos se sitúan Ies simples miembros de la tribu y después los es­
clavos. No sabemos qué periodo histórico hoy que hacer corres­
ponder a la propiedad de tribu: ¿el de la barbaria prehistórica y
primitiva (o incluso el de ciertas sociedades asiáticas}? Marx do nos
lo dice, y nosotros no podemos deducirlo con certeza.
La segtittda forma de la propiedad es ta propiedad comunal de
la antigüedad greco romana: resulta de la reunión de varias tribus
en una ciudad -— por acuerdo o por conquista— , acentúa la oposi­
ción entre la dudad y el campo y consolida la esclavitud. La división
del trabajo &e desarrolla, así como ln propiedad privada mobitinria
y. más tarde, la propiedad privada inmobiliaria, que sin embargo
permanece subordinada a la propiedad comunal. Pues, «sólo en su
comunidad lienen los ciudadanos autoridad sobre sus esclavos que
trabajan, y eso basta para ligarlos a la forma de la propiedad co­
munal, Es la propiedad privada común de los ciudadanos activos
que, opuestos a los esclavos, están forzados a seguir en esta forma
natural ffMrfurwHcJttfaínJ de asociación.» {Id. al„ pp, 253-254.) Sin
embargo, la propiedad privada no cesa de desarrollarse y se eorh
centra, cada vez más, en pocas manos.
I-i tercera forma de la propiedad es la propiedad feudal de la
F-dad Media {periodo de la «sinrazón realizada»)- A diferencia de
Iji Antigüedad, que partía de la ciudad (Estado) y de su territorio,
Iíi Edad Media parte del campa. La propiedad feudal o propiedad
de bi'. estadas (Standel resulta de la disolución del Imperio Romano
l*»r los conquistadores bárbaros y de la influencia de la organiza-
«rlrin militar germánica, Al esclavo sucede ahora el siervo, el pu-
qmiFto agricultor. A la organización feudal de la propiedad terri-
totLiil «nrjL>pondc en las ciudades la propiedad corporativa, organi-

44
ración ft'iiJjil el* ! ol icio. La escasa v tusca agrfculiura y la industria
aiicsaínli caracifrizan este régimen. Su jerarquía de los estados
fSitínúe/’iiedeniTt^í comprenden tos principes, la nobleza, el clero
y los campesinos, en el campe, y los maestros, oficiales y Étpren-
dices (y pronto la plebe de los jornaleros), en las ciudades. Con
lentitud pero con firmeza, esta forma de la propiedad — esencial­
mente territorial y secundariamente inclusiva de un pequeño capital —
conducirá a la formo siguiente. «La necesidad de asociarse contra
los caballeros depredadores, asociados a su v a , la Taita de plazas
de mercado commutes, en una época en que c( industria) era al mismo
tiempo comerciante, la competencia creciente de los siervos en que­
brantamiento de destierro que afluían a las ciudades cuya propiedad
aumentaba., la organización feudal del país entero dieron nacimiento
a las corporaciones; Los pequeños capitales lentamente economizados
por artesanos aislados y su número estable eq medio de una pobla­
ción creciente desarrollaron el sistema de oficiales y aprendices que
establece en las ciudades una jerarquía semejante a la de (os cam­
pos.« ííbid,, p , 256.)
til propiedad moderna fde los (.lempos moderno*:) es la caa ría
forma de propiedad; es esencialmente urbana, y pasa progresiva­
mente de la propiedad manufacturada al capital Industrial- Los
estados son abolidos o más bien transformados en ciases netamente
antagonistas. Esta época señala la apoteosis de la propiedad privada
en cuanto tal. El desarrollo necesario del trabajo ha liberado la
industria y el capital ha hecho obreros libres ni siervo y al esclavo.
«De ¡a marcha real del desarrollo f...’] se sigue la victoria necesaria
del capitalista, es decir, de la propiedad privada desarrollada sobre
la semipropiedad no desarrollada del propietario territorial, como
en general el movimiento debe vencer a la inmovilidad, la bajeza
abierta y consciente a Ib bajeza disimulada c inconsciente, la aridez
a la sed de goces, el cguísma confesado, Incesante, hábil, de los
espíritu i ilustrador al egoísmo local, astuto, templado, perezoso y
fantas isla de la superstición, el dinero a la otra forma de la propie­
dad privada; pero su victoria civilizada consiste en haber descubierto
y creado, como fuente de riqueza, el trabajo humano en el lugar
de la posesión muerta.» (Ec. FiL, p. 124.)
Estas cuatro grandes etapas de la historia de la propiedad privada
corresponden, íhufcíís mtifautíúr, a las grandes épocas de la historia
económica y social a las que Mam había panado revista rápidamente
en el Pnftogo a la Contribución a ¡a critica de la economía política
y en: los primeros parágrafos del Maiti/resfo del partido comunista.
Desarrollo de las fuerzas productivas, trabajo, división del trabaio,
modos y relaciones de producción, luchas de clases y formas de la
propiedad son encadenados, conjuntamente, a la misma dialéctica
histórica. El «primer» periodo, «iprcJusídriico», «primitivo*, «frdrhn-
ro*, de propiedad de tribu y de régimen patriarcal-esclavista <t me­
dias, es dejado en la sombra. Mar* no ilumina tampoco d periodo
«oriental* o «asiático*. La emprende, apasionadamente, con las tres
grandes fases de la historia occidental: la Antigüedad esclavista, la
Edad Afwfia feudal y — principaljnrnte — la modernidad capiralista.

Í7
rtl itrniJno de esta pix>ctT.y, el Imbajo se hallo totalmente alienado,
V lo propiedad privado oJJenadora se realiza plenamente en cuanto
capital; este último Ser convierte en el protagonista de la tragedia
aces»étnica y social, hasta que los trabajadores — los obreros Ubres —
vienen b ocupar totalmente la escena histórica para instaurar el soefa
fiíne-comutiismo universales. La dialéctica de la tus tona occidental
se ve asi erigida en dialéctica de Ja historia universal. La historia
universal no ha existido; existirá.
Todas las épocas de desarrollo de las fuerzas productivas consti­
tuyen otras tantas épocas de alienación. Todo nuevo paso, progre-
ilvamcmc dado, liberaba las fuerzas productivas y alienaba (más)
a leu productores, pero era necesario La vida social de los hombres
ha tenido necesidad, pata realizarse, de la división del trabajo, de
la formación de las clases y de la lucha entre éstas, de ta propiedad
privada y del desarrollo del capital; en lo sucesivo, y para poner fin
definitivamente a La alienación, ha tenido necesidad de la supresión
<Le todas esas realidades alienantes y, principalmente, de la propiedad
privada. El capital — vencedor económico, social e histórico— debe
ahora ser Integramente vencido por los trabajadores victoriosos.

El capital debe ser comprendido en su naturaleza real para poder


ser aniquilado en cuanto tal. El capital se ha asegurado la victoria
completa con la transformación de toda propiedad privada en capital
industrial. Marx vuelve con frecuencia a la separación de la ciudad
y del campo, verdadera aurora de la epopeya histórica de una huma­
nidad que se emancipa de Ja naturaleza. «La separación de la dudad
y del campo puede ser considerada como la separación del capital y
de la propiedad territorial, como el comienzo de una existencia que
seria independiente da la propiedad territorial, como desarrollo del
capital, propiedad que no tiene base sirvo en el trabajo y ell inter­
cambio.» (id. a1, pp. 2D2-203J
El capital es justamente una propiedad privada productiva (y
producida) que tiene hu base en el trabajo y el intercambio. El
provecho capitalista, del que se nutre el capítol, no constituye en
modo alguno un robo, como pretendía Proudhon; d provecho capi­
talista se constituye mediante una cierta compra de la fuerza de
trabajo de Loa obreros, puesto que los ob ren » no venden su trabajo,
Sino su fuerza da trabajo. No describiremos Jai teorías propiamente
económicas de Marx que conciernen a Ja formación del capital y
a su modo de funcionamiento; todos los problemas históricos, econó­
mico* y tóemeos, estudiados al detalle en el voluminoso libro El
Capilaíf no serán abordados aquí, Al nivel de la alienación econó­
mica y social del trabajo y del trabajador — nivel al que nos colo­
camos — el capital interviene romo forma consumada de la propiedad
privada, y el capitalismo es visto como Ja última etapa de la historia
de b lucha de clases, cfapa que conduce, en virtud de sus contra­
dicciones internas, hacia su rebosamiento socialista. La producción
de los bienes malcríales, que se efectúa cada vez más de una manera

sa
ftuCitoJ, y lo pi’oplcdíid privada Je luí medios de- producción, tjttí se
empresa también y sabré todo por el capJlal, mantienen reine lunes
■ nlagónicav, y este antagonismo implica los gérmenes de la supresión
del capitalismo en una forma social que armoniza la producción
social y los medios de producción socializados y que ya no lotera
eaa Lucha entre Trabajo y Capital.
£1 capital se baso en el trabajo social pero aliena ese trabajo y
se úutooomiza en relación a él. «Pero el trabajo, la esencia subjetiva
de la propiedad privada, en cuanto exclusión de la propiedad, y el
capital, ei trabajo objetivo, en cuanto exclusión del trabajo, constitu­
yen la propiedad privada ea cuanto relación desarrollada de in con­
tradicción y por consiguiente una relación enérgica que empuja a
U descomposición.» {Fe. Fit>. p. 1S.) L í contradicción que resulta
del trabajo social y de su modo ntdfWduai de expropiación (y dsí
modo de la apropiación de sus productos) en tan alie naote que
desarrolla la dialéctica que la suprimirá.
Los obreros, productos ellos mismos del capitalismo, producen
Cl capital y serán también sus sepultureros. El trabajador, mediante
su trabajo alienado, produce el capital; y cl capital transforma al
hombre en obrero y 1c redara a no ser más que obrero. FJ hombre-
obrero, a la vez productor, productor y simple mercancía, es actual­
mente cl término fatal del movimiento histórico y tecnológico. Al
mismo tiempo, el obrero se convierte en un capital viviente que
tiene unas necesidades; si no trabaja, vendiendo su fuerza de trabajo
como una mercancía, pierde sus intereses y, par consiguiente, su
existencia misma. El valor del obrero, en cuanto capital, asciende
Según la olería y la demanda, y el valor de su vida baja hasta el
límite extremo. La vida entera del obrero no es más que la oferta
de una mercancía; reducido a no ser sino obrero, sus propiedades
humanas no existen sino en la única medida en que *on para ¿1
algo del capital ajeno que puede rentarle. Azi — por obra del capi­
talismo— los trabajadores ganan su vida perdiéndola y producen
ellos mismos Us fuerzas que los alienan y de las que dios son unos
subproductos.
Está lucre de duda que el capitalismo moderno ha aportado algu­
nas modificaciones a la vida de los obreros y que un exceso de
ganancia le permite conceder un poóo más n ios trabajadores. Sin
embargo, Maní ha querido captar la verdad profunda que domina
la verdad empírica del capitalismo. Los colores han podido cambiar
y pasar de) negro al gris, sin que por eso los trabajadores estén
dcsól ienados. Lo que hemos llamado radicalismo humanista de Marx
Sí expresa vigorosamente en su concepción del capital- El capital es
ciertamente el gran protagonista del drama contemporáneo; él do­
mina y aplasta a aquellos que Lo producen gracias a su trabajo social,
y también a aquellos que lo disfrutan. Individualmente o por peque­
ños grupos. Sin cmbiirtio. son unos hombres los comprometidos en
esta experiencia, Üueriuiido romper todo fetichismo sedicetiiifiuente
objetivo, el objetivismo apasionado del autor de Fl Capital apunta
constan temen te a los sujetos humanos sometidos; su visión y su
profecía sustituyen las relaciones entre las cosas por unas relaciones

Í9
_ * fh.nhMj i tui miiiuua ciütiltticüjho.tité y denuncia ti triado
de towiN e slaten tes, con vistas a liberar esas relaciones humanas*
que *ic ndflcan en y por el capitalismo. Odio, romanticismo* cien­
cia* pistón y acción son empleados para condenar esa realidad alie­
nante que hace del ser humano una mercancía. Al término del pro­
ceso capitalista, td hombre* producido él mismo por todo el movi­
miento de la producción, ha llegado a convertirse en obrero, que se
descompone en necesidad vital y en salario* en capital y en mer­
cancía.
t t •
Toda esa pasión fría y ese furor profélIco la emprenden igual­
mente con otra realidad particular del mundo rdfitado; lógica y
sentinikmo enlabian la Jucha contra la res por excelencia: d dinero.
El dinero, que posee la propiedad de poderlo comprar todo, y que
efectivamente puede apropiárselo todo, ha llegado a ser el objeto
por excelencia, $u esencia se confunde con la universalidad de sus
propiedades, y su ser resulta todopoderoso. El dinero es atienador
porque es — y sobre todo porque ha llegado a ser— el mediador
entre las necesidades de la vida humana y los objetos de esas nece­
sidades* y asimismo se ha constituido en mediador entre la vida
del hombre y la existencia de los demás hombrea.
Resucitando la pasión purificadera de los profetas Judíos y alián­
dose a Jos grandes poetas («burgueses»)* Marx denuncia violentamente
el poder corruptor del dinero y cita a Shakespeare y a Goethe
(£c. Filo., pp. 108-109). Hace suyas tas Invectivas de Timón de
Aleñar, quien, después de haber dicho: «Todo está oblicuo* nada
hay recto en nuestras naturalezas malditas», y deseado la destrucción
de la humanidad* se pone a cavar tü (ierra pidiéndole unas raíces;
pero encuentra oro en [a tierra, se desata en improperios y quiere
aniquilar, enterrándolo definitivamente, este maldito y precioso me
tal: «¡O ro! i Elle amarillo, brídame y precioso metal! ¡No* buenos
dioses! Yo no profiero deseos frivolos: junas ralees, cielos serenos)
Esta pirca de ojo bastaría para hacer blanco al negro; bello* al feo;
justa* al injusto; noble, al infame; joven, al viejo; válleme* al cobarde.
¡Ah, dioses! ¿Para qué esto? ¿Qué es esto? Pues bien, esto apartará
de imestra diestra a vuestros sacerdotes y a vuestros servidores;
esto arrancará la almohada de la cabecera de los enfeimps, Este
amarillo dinero urdirá y romperá los votos, bendecirá aj maldito,
redorará la lívida lepra, sentará a lus ladrones —>otorgándoles titulo,
homenaje y alabanza—■ en el banco de tas senadores... (Vamos,
polvo maldito, prostituta de todo el género humano, que pones dis­
cordia entre la multitud1de los nacionesI Yo quiero devolverte tu
sitio en la naturaleza. . Por vivo que estés, voy a enterrarte,* Y un
poco más adelante* Timón se dirige al dinero en estos términos:
* ¡Dios visible que acercas a los Incompatibles y loo hucos besarse,
que hablas por todas las bocas en iodos los senlidosl ¡Oh piedra
de todos los corazones! Trata como rebelde a la humanidad, tu
esclava, y por iu virtud arrójala a un caos de discordias, de suerte
que Ins bestial puedan tener el dominio del mundo,* (Acto IV, es­
cena llt.)

n
Muía d ía asimismo, concediéndoles su pleno asentimiento, las
piitíit>ríif> que pronuncia Mefistófelcs en e! gabinete de trabajo de
t'Uimo; *Ah, pardícz, naturalmente que tus inunos y tus píes, tu
cabeza y tu trasero son tuyos; pero todo aquello de lo que yo pue­
do ogratíflblcmente disfrutar, ¿es menos mío? Sí yo puedo comprar
seis caballos, ¿sus fuerzas no cae pertenecen entonces? Corno, y soy
un hombre, y es tañía si tuviese veinticuatro piernas.» {Primera
parte, versos í 820-1827.)
El dinero es alienador y maldito, porque invierte las propiedades
— ¿naturales?— de ios cosas, concilla kit contrarios, somete a sí la
humanidad de Jos hombres y prostituye todo lo que compra. Las
propiedades del dinero se convierten en propiedades de quien, pose
yéúdolo en cuanto «propiedad universal», puede apropiárselo todo.
Resumiendo los textos de Shakespeare y de Goethe, «c rib e Mam:
«La Inversión fVerkehruttg) y la confusión de lodos las propiedades
humanas y naturales, la conciliación de las imposibilidades — el po­
der divino— dei dinero, reside en su esencia, ya que su «encía- es
la ¿senda genérica (Gattungwesen) del hombre que se aliena, abdica
de si mismo y se vende. Es el poder exteriorizado [alienado] de la
huinanidad.» (Sbid.r p, t I L j1
El hombre que quiere satisfacer una necesidad y tiene dinero,
puede realizar sus deseos, en tanto que el hombre que sólo tiene
necesidades y carece de dinero se representa únicamente la satis­
facción de sus necesidades; el primera entra asi en contacto con la
realidad det mundo exterior, en tonto que el segundo se refugia en
el pensamiento interior, pensamiento interior que se desarrolla en el
interior de la exterioridad alienante- Y lo que es más: la careada
de dinero determina igualmente una carencia de necesidades- El di­
nero puede, por consiguiente, transformar la representación de la
necesidad en realización objetiva, y Ta realidad de la necesidad en
simple representación subjetiva. Siendo el trabajo humano — a Ira-
vis de la alienación — productor de valores que se utilizan y se
intercambian, el dinero ha llegado a ser aquello que se Intercambia
por todas las rosas y por lo que todas las cosas se Intercambian,
Mucho antes de Timón de Atenas, de Mefistófelcs y de Marx,
Herrtdito había captado en todo «1 esplendor de su universalidad ei
procesa «dialéctico* de la conversión de todas los cosas en dinero
y del dinero en todas las cosas. «Todo se cambia por fuego y el jue­
go por todo, coma las mercancías par oro y el oro por las mer­
cancías», nos dice su fragmento 90, En <1 primera libro de El Capital,
en el capitulo Itl, consagrado a la moneda o la circulación de las
mercancías, y en el parágrafo que trata de la metamorfosis de las
mercancías, Marx cita textualmente a H-crédito y piensa que su frag­
mento ilustro el proceso que ¿I estudia, a saber; la transformación-
de la mercando en dinero y su re transió rniación en mercancía, de
modo que todo se puede vender y comprar.* No obstante lo que

í. En EJ Capítol, libia I, L I, p. 138 de H rjlclófi fnncoM de Ed. Seríale*.


Marx íí fefírre a un pacaje de Ib. At&tg/ma de S&focle* (fcflS-301) en el ¡pie se
halla denunciado el ipuder del Jiuero,

TI
Ííitíicsm sobre lotli» (jira cosa ul autor de Economía política y filo­
sofía es el poder alienante y a llenador del dinero, el hecho de que
provoca la confusión general en nuestro mundo trastocado y per­
vertido, El dinero no solamente puede cambiarse por cualquier pro­
piedad, y por tanto puede comprar también su contrario, sino que
tambuin puede cam biar» por el conjunto dd mundo objetivo y hu­
mano, Las necesidades ra le s de ios hombres y sus satisfacciones
reales se bollan enclavijadas al dinero. La necesidad del dinero se
convierte en to único y verdadera necesidad que lo ciencia de las
necesidades y de sus satisfacciones (la economía política) prodiuca
y reconozca, por el bocho de que el movimiento real (la economía)
sólo produce la necesidad de dinero-

6, Man corada uuy bien k i intcrprelKims hegdUrus da Herddftn (de la&


Cuna* « b n lo hifbrrto d i la F lW to ) y LmvtJuminoti mumieraHa de Fer(linead
Lauüe, D í* Phlio*aphie tía Oitu&len o¡m E p k & t*, Berlín, 2. t o ¡„
1^56. En «arta a E n jjtb del 1 de febrera de 1SM, Mera n ^ o d u » L am Bo d
haber repetido una por unir loa pnnanüctito h e js d iw » raíais™* a Horádiio, Cf_
I* obra citada de Laulte, ed. Cawim, BnLtn, 1920, VarbefAeWamK.

TI
HE. La máquina. La industria.
La civilización tccnícista.

£1 mundo trütOCüio y pervertido Contra d que Marx arremeta


no está solamente dominado por la división del trabajo, e) capital
y d dinero; c] reinado de la máquina, de la industria y toda la civi*
Ttzactán tccnictMa consuman la alienación económica y social del ser
humano. Et hombre — producto de la naturaleza y de la técnica —
se distingue de los demás animales por su actividad práctica, actividad
que él invierte en la satisfacción de sus necesidades naturales t im­
periosas. «Para vivir, hace falta ante todo comer y beber, alojarse,
vestirse y algunas otras cenas más. El primer acto histórico e$, pues,
ts producción de los medios que permitan satisfacer esas necesi­
dades, la producción de Ib vidn material misma, y eso es en efecto
un acto histórica, una condición fundamental de toda historia, que
debe ser llevado a cabo todavía boy como hace millones de anos,
cada día y a todas horas, nada más que para mantener a los hombres
coa vida.» (id. af, p. 165.) Por tanto, lo que permlle al hombre
constituirse en cuanto hombre y oponerse a la Naturaleza para arran­
carle sus bienes es la herramienta. Marx suscribe la definición ame­
ricana y zoo-tectio-lógica d d hombre dada por Benjamín Franklin:
«E l [hombre es un animal fabricante de herramientas (a toohttakíng
anim al)»} La utilización y (a fabricación dé la herramienta y el desa­
rrollo correlativo de les fuerzas productivas y de los instrumentos
de producción constituyen el hilo conductor real del devenir histó­
rico de la humanidad y engendran — y son engendrados por— una
dialéctica infinita. Pues la segunda condición histórica es la siguien­
te; «En segundo lugar, una vez satisfecha, la primera necesidad
conduce ella misma la acción de la satisfacción y el Instrumento ya
adquirido de la satisfacción a nuevas necesidades.» (/tí. al,, p. 166.)
Necesidades na tundes e instrumentos de satisfacción, nuevas ne­
cesidades y nuevos instrumentos, ejercen unos sobre otros una ac­
ción recíproca, sin que sea posible reducirlo todo o bien a una
inicial dialéctica progresiva de las necesidades, o bien a una diatée-

0, El CapAal, I, p, 142 da la odfctóu flirtees*, B d ttiom Speíafaj.

7)
Lien primordial Je la evolución de las técnicas productivas. Ijt nece-
sitiad determina ct Instrumento que conduce a su satisfacción y los
medios du producción disponibles engendran (producen) nuevas ne­
cesidades. La acción de estas dos realidades es ciertamente recí­
proca. pero, ¿no su baso en td dualismo: necesidad natural, de un
lado; técnica del otro? El fundamento unitario no se deja apre­
hender, puesto que Mar* sigue menos preocupa do por la búsqueda
del último futulautemo his túrico-antropológico que por el proceso del
desarrollo de la técnica; su punto de partida es la relación inicial
que Jos hombres mantienen con la Naturaleia. La relación natural
y social del hombre con la Naturaleza (historial izada) es una rela­
ción de lucha, y la historia natural del hombre es un producto de
esa lucha. £1 hombre fabrica unas herramientas, y su historia se
«fabrica» a través del desarrollo de Jas armas dé lucha, va que
ella misma fabrica también, en el curso de su devenir, esas anuas
que determinan su devenir.
Et fundador del malcriatisn» histórico busca siempre y por todas
partes el verdadero y real motor del desarrulla histórico de la huma­
nidad, se esfuerza en examinar el proceso alienante, para trazar
íioalmcnlc Ja perspectiva de) rebosamiento de la alienación en la
futura reconciliación universal. Su punto de partida — unos indi­
viduos vivos, de organización corporal determinada, luchando sociaJ-
meme contra la naturaleza, con ayuda de instrumentos, para produ­
cir su vida— quiete estar exento de toda metafísica. Mane ve ccnlt-
miamcnte las manifestaciones de la naturaleza en la historia — su
historia — y no presupone un «estado natural» que serla el origen
de Ja naiuraiH?» histórica del hombre. Los hombres primitivos iva le
interesan mucho,' él sabe que cada siglo se forja su etnología y
■produce sus hombres primitivos propios».
El pensamiento de Marx es esencial ni ente histórico y busca en el
desarrollo económico el sentido tk lo dirección del movimiento his­
tórico global; su pensamiento es doblemente histórico: quiere com­
prender todo fenómeno en su historia (y en la Historia) y se fija
muy particularmente en el presente histórico, en la actual situación
histórica. Pues el pasado produce el presente, y el presente prepara
el porvenir. Así se ligan pasado-presente-porvenir en la dimensión
del tiempo histórico.
Este tiempo histórica lu cro al profeta del socialismo a Ir aprisa
y a no demorarse demasiado en las investigaciones históricas. La
alienación presente pido socorro. Por eso Marx se emplea principal­
mente contra la alienación que resulta del maqumismo capitalista.
Mientras los hombres utilizaban instrumentos de producción so­
bre todu neutrales, el agua por ejemplo, permanecían subordinados
a la naturaleza; en cambio, los medios de producción erradas por
la civilización, y creadores de la civilización tecnológica, les ayudan
a aponerse mejor a Ta naturaleza; pero, aun cuando exploten la natu­
raleza. los hombres se hacen ahora explotar por otros hombres y
quedan subordinados a lo que ellos mismos han producido. El de­
sarrollo de tos instrumentos de producción condujo necesariamente

T4
ft la creación y al dcwrútllo tic la máquina, pues el trabajo que
presupon^ una máquina « mostró mis susceptible de desarrollo.
La máquina un d término último, hasta hoy, del desarrollo y del
perfeccionamiento constante y progresivo de los instrumentos de
producción. El largo camino (Id devenir histórico de la humanidad
conduce, de Ja utilización y de la fabricación de las primeras herra­
mientas extremadamente elementales, al reinado de las máquinas
potentes y perfeccionadas- La máquina es, por decirlo asi, la síntesis
de todos los Instrumentos: los contiene, y hace sintéticamente lo
que ellos hacían analíticamente. Sin embargo, el hombre no ha
cesado de alienarse progresivamente en y por su trabajo: la época
de la máquina consuma esta alicnadótt, y el hombro, habiendo él
mismo producido la máquina, se encuentra ahora con que no es
sino una rueda del a inmensa máquina y maquinaria capitalistas. El
positivismo de Marx, tan admirativo ante la evolución de las hienas
productivas, se trueca en romanticismo apasionado al enfren­
tarse a la máquina alienante a inhumana. Necesaria para el desa­
rrollo de las sociedades humanas, la máquina aplasta sin embargo a
los hombres: nos loa aplasta en cuanto tal, sino a través de los
relaciones que los trabajadores mantienen con ella.
Esas relaciones inhumanas que ligan a los hombres a la máquina
transforman en mecánica la esencia del hombre. Hoy, la máquina
se adopta a la debilidad del hombre paro hacer del hombre débil
una máquina, afirma Mam. F.) hombre se ha convertido, pues, en
esclavo de la máquina, del mismo modo que es esclavo del trabajo
dividido, de la propiedad privada, del capital, del dinero, de la indus­
tria y de toda la civilización tecnológica. La constante y progresiva
división del trabajo y la simplificación constante del trabajo mecá­
nico y maquinal transforman al nlfio en obrero y al obrero en niño.
El desarrollo de las fuerzas productivas que desemboca en el rei­
nada de tas máquinas capitalistas no madura al obrero, sino que lo
infantiliza y lo debilita. La rueda de la historia aplasta a quienes
la ponen en movimiento.
* * *

Las fuerzas productivas reales — motor Interno del desarrollo


histórico, puesto que dan satisfacción a las necesidades materiales
de tos hombres y crean Indcflnidamente otras nuevas— determinan
con su ritmo el ritmo del desarrollo de In sociedad global. La arrit­
mia del funcionamiento de esas fuerzas, sobre todo al nivel complejo
del maquinismo, llega a ser arritmia social generalizada. Cierta­
mente que la Economía no es toda la Sociedad, pero constituye el
motor de su funcionamiento y de su desarrollo. Marx parece «iden-
tincar* en ocasiones eí conjunto de tas relaciones de producción
fio cual es evidentemente más que la pura economía) con J o t o t a ­
lidad de la. sociedad, identificando así una «parte* con un «todo».
El movimiento económico, si es definido demasiado estrechamente,
pierde su gran importancia, y si es definido demasiado extensiva­
mente. acaba por englobarlo iodo. Marx, en su voluntad de poner

75
de relieve lodo el ajeo neo y toda In amplitud del movimiento eco­
nómico, se inclina, un idilio esees ivilmente, por la segunda tendencia.
Cuando arremete muy concretamente contra todas las realidades eco­
nómicas y íliBmáticas que alienan a! hombre, arremete al mismo
tiempu contra la sociedad en su conjunto, sin distinguir cutre los
•males económicos* y los «males sociales*. Las fuerzas productivas
que se autonotnizaii y alienan a lo# trabajadores, d trabajo que se
transforma en mercancía, la división del trabajo, que corta cu partes
el ser mismo del obrero y de la sociedad. Ja propiedad privada, que
so emancipa de la comunidad, el capital, el dinero y la máquina,
que someten a si a los individuos, y a la dase proletaria, las clases
sociales que lambida se autonomiran, todas estas fuerzas de la exte-
riorizaciún y de la alienación, ¿son económicas, principalmente eco­
nómicas, o globalmentc sociales? ¿Y ha sido únicamente la dialéctica
intema del desarrollo de tas fuerzas productivas lo que ha condiieido
a la humanidad fll estadio del capitalismo, deJ maqumismo, del in­
dustrialismo y dd tecnicismo? El desarrollo de las fuerzas produc­
tivos, ¿no es también un producto que rebasa el marco estricto do
la economía y del conjunto de las relaciones de producción?
A la prrgimlat ¿qué es ]o que ha hecho posible cate desarrollo
monstruoso del moquiolsmo y dd industrialismo {estado de cosas
que do caracteriza sino a algunos siglos de la historia total de la
humanidad)?, Marx no le da una respuesta lotai. £1 piensa que el
ser de los hombres depende de las condiciones materiales de ta pro­
ducción y que los hombres son lates como se manifiestan efectiva­
mente. Por consiguiente, na es posible remontarse más allá da sus
manifestaciones reales, incluso económicos, y se permanece en los
datos tangibles y productores de bienes de consumo. «Un modo de
praducceióa determinado o un grado industrial determinado está
siempre ligado a un modo detc rmi nado de colaboración o de nivel
social y ese modo de colaboración e* él mismo una "fuerza produc­
tiva"; la multitud de Tas fuerzas productivas accesibles a los hom­
bres condiciona el estado sodiil, y por consiguiente la historia de
La humanidad” [es Marx quien pone entre comillas la expresión]
siempre debe ser estudiada y trabajada en conexión con la historia
de la industria y del Intercambio.* (id. al.t p. 167.) Y en otro
lugar leemos esta afirmación todavía más explosiva: «La historia de
la industria y la realidad objetiva a 1u que ha llegado la industria
son el libro abierto de tas fuerzas rJtertcístle.f dt.t hombre, la psicología
humana presentada de moda sensible,* fEc- Fií,, p, 34.)
La industria constituye la forma más consumada del trabajo;
esta enorme maquinaria productiva permite al hombre oponerse efi­
caz y victoriosamente tt la naturaleza. La tan decisiva separación
de la ciudad y del campe engendró la separación entre la produc­
ción y el comercio, que a su vez favoreció el desarrollo de fas manu­
facturas; la extensión del comercio, de la navegación y de Ja manu­
factura aceleró la acumulación del capital móvil y dio nacimiento a
In gran industria. La gran Industria consumó la victoria de la ciudad
sobre el campo, engendró una masa de fuerzas productivas, gene­
ralizó la competencia, estableció los medios de comunicación y el

T*
irttücmkj mundial, sometió o sí eí camerctu. titm&formd todo capital
en capital Industrial y condujo al desarrollo dd sistema financiero
y a la centralización de loa capitales. Esta diosa-madre del mundo
moderno «aniquiló lo más posible la ideología, la religión, la mo­
ral, etc., y allí donde no podía hacerlo las trocó en mentira evidente.
Ella fue la primera en crear la historia universal en el sentido de
que hilo civilizadas a todas tas naciones y dependientes del mundo
entero, para la satisfacción de sus necesidades, a todo* los Indi­
viduos, y destruyó la antigua exclusividad natural de las naciones
particulares.» (fd. al., p. 2(8.)
El sistematismo y el automatismo del industrialismo descompo­
nen, pues, toda relación natural y reducen a nada todo cuanto aún
había de un poco «natural» en el trabajó, la división del trabajo y
la vida social de tos hombres. El maquinisino, la industrialización
y el tecnicismo constituyen indudablemente Inmensas conquistas en
el desarrollo histórico de la humanidad, « incluso constituyen el
nervio de todos las conquistas; pero conducen a la civilización bur­
guesa y capitalista en su forma consumada e imposible de vivir.
Todas osas conquistas han intensificado y ampliado, también, el dra­
ma de la alienación, llevando a sus consecuencias extremas la exte­
rioridad de La actividad práctica de los hombres y la exteriorizBción
de su ser. Todo parece haberse hecho ajeno, extraña, hostil y alie­
nante, justamente en el momeritoi en que la industria transforma la
historia en historia universal. La naturaleza que animaba a los hom­
bres parece definitivamente vencida, pero en el interior de este estado
de cusas los hombres vencidos quieren librar ta mayor batalla contra
sus vencedores, capitalistas e industriales; batalla apoyada en la
contradicción misma que existe entre el prodigioso pero unilateral
desarrollo de las fuerzas productivas industriales y la estructura de
la propiedad privada.
♦ * *

Lo que el romanticismo de Marx «deplora» en el proceso de


Industrialización — la desnaturalización — , su positivismo lo admira.
El régimen de la industria marca positivamente toda la civilización.
La industria ha unlversalizado la vida económica, la hn unificado con
la vida social, cosa que los regímenes precedentes "bárbaros, asiá­
ticos, antiguos, feudaW — no habían llegado a realzar. Lo que dis­
tingue a una época económica e histórica de otra es, más que aquello
que sé produce o fabrica, la manera de producir o de fabricar,
en consecuencia, Los medio* de producción de la edad industrial defi­
nen toda la época de la técnica burguesa y capitalista. El devenir de
la técnica ha conducido gradual y progresivamente al maquínlsmo
industrial, y la herramienta elemental con la que d hombre trata de
obtener la satisfacción de sus necesidades se ha transformado, en
el curso de las edades y de las civilizaciones, en técnica moderna. La
técnica, destinada en virtud de su naturaleza (natural pera también
antinatural) a Insertarse en La naturaleza para explotarla en provecho
de la sociedad humana entera, no ha realizado, empero, su destino.
La civilización tecnológica ha hecho insoportables el trabajo y la sida.

77
La civil izucióu tvcnivu, que íüJ ucc el ¡negó tic ta nelívldiid taimum
íil píipcl del obrero libre de vender su fuerza de rrabaJo a quienes
POmíci] los Instrumentos da producción en cuanto propiedad privada,
que atusa Imta el extremo la contradicción entre las fuerzas pro­
ductivas y las formas de la organización del trabajo y de la propie­
dad, que por consiguiente ensanche cada vez mis la ¿ase de ta vida
social y Miradla cada vez más d círculo estrecha de quienes deter-
minan los relaciones a la producción, la civilización técnica, decimos,
impide el pleno y armonioso desarrollo de las fuerzas productivas y
asfixia a la vez a tos trabajadores industríales y las verdaderas posi­
bilidades creadoras y sociales de la mduslriá misma. La vida, las
ciudades, la actividad industriosa e Industrial de los hombres ya no
reciben ninguna justificación dentro de los marcos de la civilización
teenicísta alienante. Marx, que con bastante frecuencia da pruebas
de nostalgia del pasado, que siempre está lleno de horror hacía eí
presente y de esperanzas hacia el porvenir, escribe a propósito del
maqui titanio Industrial y de la civilización tecnícista en general;
«[L a gran industria] quitó a la división del trabajo la última aparien­
cia de naturalidad. Aniquiló en general el carácter natural fWdf«r-
wHcJjsígJceif>. tanto como era posible, en d interior del trabajo, y des­
compuso todas las relaciones originariamente naturales en relacio­
nes de (Uñero. Reemplazó las ciudades naturales [Marx llega incluso
a hablar de naiurwüchsigcn Stadtc 1 por las grandes ciudades indus­
tríales modernas surgidas de la noche a La mañana.» {Ibiá,. p. 216,)
Estas vida* humanas y « t a s ciudades, técnicas y tceniza das, alie­
nadas y alienantes, constituyen el reverso de ta medalla del progreso.
Los hombre* no disfrutan del producto de su trabajo, puesto que el
obfóro sotaníen le recibe lo que le es indispensable para perpetuar
su vida física y continuar vendiendo su fuerza dt trabajo. Quienes
detentan los medios de producción lanzan los productos como cebos
para atraer el dinero de los demás, crean y despiertan necesidades
y deseos — con demasiada frecuencia artificiales— paro poder des­
pués satisfacerlos. Las necesidades reales están lejos de ser real­
mente satisfecha», en tanto que una multitud de necesidades artifi­
cíales es artificialmente producida y artificialmente sntJsfccha; «esta
alienación ¡n; manifiesta en que el refinamiento de tas necesidades
y de sus medios, de una parte, provoca, de Ib otra, cJ embruteci­
miento bestial, una total y grosera simplicidad abstracta de la nece­
sidad». (ñc, Fi!,, p, 51), Todo se ha hecho grosero, uniforme,
automático y mecánico; el reinado de la cantidad, de la cantidad
abstracta, se extiende y transforma la tierra de lo* hombres en de­
sierto civilizado. Sin embargo, los ricos y tos pobres no evolucionan
parejamente en este desierto. *E1 sentido que Ja producción tiene
en relación a los ricos se muestra abiertamenté en el sentido que
la misma tiene para los pobres; en los de arriba, la manifestación
de ese sentido es siempre delicada, disimulada, ambigua, una simple
apariencia, y en los de abajo es grosera, franca, cordial, esencial. La
necesidad grosera del obrero es una fuente de provecho mucho ma­
yor que ta necesidad delicada del rico.» (lbíd.t pp, 58-59,)
Lo civilización industrial y teenícista se desnrrollA asi en el seno
á t Iti ftíJJ.'i'FH barbarie Je la tteetisiJad y del frubajat el trabajo se
'Vrt más que ruiru.li, explotado, y Las necesidades son groseramente
» - y nrtifiduJintíntr— satisfechas — poT con si guíente, quedan insa-
tfrfechus— . Esta grosera barbarie supereivílizadn os un terreno de
dofate especuil ación: Jos «pilares» de Ja civilización especulan a la
ves con el refinamiento de las necesidades y con su grosería, grosería
producida artificialmente pitraque puedan serles ofrecidos, como dis­
frute, c) aturdimiento y La satisfacción aparente e ilusoria de la
real y rica necesidad. La civilización burguesa y capitalista oculta,
por coBsifuicntc, todas Tas verdaderas riquezas del round o materia]
a los hombrea, mecaniza. las necesidades, ¡a producción y los me­
dios de satisfacción de Las mismas, sustituye el mundo nature] y
social, rcaJ y humano, por un nutrido artificial, alienante, ieCtiificado,
hasta el extremo, ajeno y hostil a quienes Jo habitan y Jo han edifi­
cado, «El innoble vaho pestilencial de la civilización» que se des­
prende de la etapa capitalista, del devenir histórico indica a qué
grado de putrefacción ha llegado esta etapa dej proceso de la huma­
nidad. ¿Es todavía posible un devenir ulterior en el mismo sentido?
La tecnología capitalista lo emponzoña y lo aliena todo, y sólo la
ñcgalividad que su esencia implica pOdrd pruporcionai* el contrave­
neno y conciliar n Jos hambres can una civilización y una t¿cuica
sociales y humanas.
Una vez superada la alienación tecnirista, Ja técnica podrá desa­
rrollarse Integramente y de una manera no alienante, si queda bajo
el control dcJ conjunto de la comunidad humana. La planificación
de la producción técnica debe impedir que sea fuente de explo­
tación y de desorden.
La sociedad capitalista, que ha generalizado el trabajo y sentado
tas bases det desarrollo tecnológico integral, prepara asf lo que la
suprimirá.1* Ha univar ¿atizado el trabajo, lo ha hecho alienante al
máximo de lo posible, ha instaurado ta realidad práctica deí tra­
bajo abstracta, que se efectúa en una total indiferencia. EL trabajo
tecnlcista ya no se presenta en una forma particular, sino que se
impone a iodos en la universalidad de su abstracción deja de estar
íntimamente ligado al individuo. «La indiferencia hada un modo
determinado do trabajo — escribe Marx— supone una totalidad muy
desarrollada de modos de trabajo reales en la que ninguno de elfos

10, "En nuestro* día*, rada m ía pairee puntad* *U contrirki — «crib e


Marx-— , La luiqui»*, que patee el naunviltow poder de abreviar ni a tin ja y
do htuvrln m i* pnxltii’duo, trae tí hambre y el «c «s u de [¡triga. Por un e n -
tTiifcj d jir lc le del defttno, I i ) nuevu Fnenti* de iiq u < v w> transí «m a n en
F m tr de rorobra. D liir e que cada victoria de la lítu k a k paita n » una
daudkacló'n m o n i A medida que el hemlire « K u r durólo di- la natural esa.
se torna mtíavn de tur Kituefanles y de m jm ipl» infamia, Induao parece que la
puta lux de 1* d e )r U redame, para rrqtlañdeoer, (o* tinieblas de la tp m n n Á ,
Todoi TiLiertoot tnvciKrkwei y todos nuestro progresos np parveen tener otro
nrsultadí» que dotar de Vid» y de inteligencia a !si Film a» t m M í I t i y ilre ra b r t í
hombre t tina fuenta material. Este contraste de la (pOroUl* y de ta ciencia
modñmU ton lis crmrlirkmrt m c iik i de nuestro tiempo r t un hecho patente,
aplastante, innegable, Aiffuncu partidrn poIlHcc* pueden deplnnrln, fitfíta puedan
anhelar JCr Itlierndoo dr ia técnica moderna y «1 mlmno tiempo de lo» cunFlictOJ
m odim ii. O, hltnbléo, pueden creer que un progreso tan Mtnhlí en Id industria.
domina ya si conjunto. Así es como Isa abstracciones más gene-
rale» no nacen sitio en el desarrollo concreto más rico, en el que
un tolo demento aparece común a yari05, redunda en todos.* {A piti*
dice d ia Contribución tt ia críiíca de la economía poff/zre, Edición
Coslcs, p. 294.) E$ta situación se halle realizada en los Estadas
Unidos y. por otras razones, en Rusia, Oigamos a Marx: « Ese estado
de cosas ha alcanzado su máximo de evolución en los Estados Unidos,
la forma más moderna de la sociedad burguesa. Allí es, puna, donde
a la abstracción de la categoría * trabajo” , "trabajo en general” , tra­
bajo S O n s p h T a s e s f i punto de partida de la economía moderna, llega a
ser verdad práctica. Por consiguiente, la abstracción más simple, que
la economía moderna pone en cabeza, y que expresa una relación muy
antigua y válida pan todas las formas de la sociedad, sólo en esa
abstracción aparece como prácticamente verdadera, en cuanto cate­
goría de la sociedad más moderna-» {Ibid.) Lo que caracteriza a
la aociedad más moderna, la industrialización más evolucionada, el
reinado del rnaquiniumo conquistador y la civilización mis tecno­
lógica, ¿se encontraría también en una sociedad técnicamente subde-
■arrollada? Las lineas que acabamos de citar prosiguen asi; «Se po­
dría decir que la indiferencia hacía el trabaja determinado, que en
los Estados Unidos es un producto histórico, aparece en Rusia, por
ejemplo, como un* predisposición natural. Pero, primeramente, hay
una endiablada diferencia entre que unos bárbaros estén predls-
pucsioa a dejarse emplear en lo que sea, y que unos civilizados se
empleen en ello por ,sí mismos. Y, en segundo lugar, a esa indi­
ferencia hacia un trabajo dj^erminado corresponde prácticamente,
en los rusos, el apego tradicional a un trabajo enteramente deter­
minado del que sólo pueden arrancarles unas Influencias venidas del
exterior.» (Ibid>. pp. ¡ 94-295.)
La mecanización y ta automatización extremas del trabajo, 1*
transformación de todo lo que es y de lodo lo que se hace en piezas
de un maquinismo industrial, el tecnicismo abstracto y autotromizado,
desarrollados hasta el máximo por las sociedades más modernas e
invadiendo los paisas técnicamente subdesarroJlados, conducen hacia
su negación. Este estado de coses, que itransforma a todos los hom­
bres en obreros libres de vender su fuerza de trabajo y que desarrolla
una indiferencia total en cuanta al modo de trabajo, puede y debe
conducir a la liberación de todos los trabajadores, al rcb&samfenLo

t n p Dccqiibd, para Ser perfecta, d e un r itn )w u da m oiAt perfecto en el


orden político. En cuanto a anotaos, no ikh óelcnwf engañar por el wplrilu
pérfido que dq m carura de señalamos, todos OKw mutasbc*. Nosatro* sabemos
rpw las fu e r » ! mirviu do la sociedad exigen hombre* nnovas que lu dominen y
1us obliguen a hacer bmmn labor. Esos hnrnbnai nuevos son loa obrcius.'* (íjwücn.
nt t h e AnnfwTMrp o f i h f P eo p V » P a p e r, en P t t r v U ' s Pipe#, 19 de abril d i 1850 ¡
citado por Rubd, K a t l M a r x , E s s e i da WO E f a p h t t f t í t u l l s c i u e i l e , p. 437), Marx,
pensador de la técnica. queriendo que el hombre rebose la alienación de it me­
díanle la conquista, dd mundo, «m ptobatido q w '‘ cada viciaría de ■* (¿adra se
mui con uno d iw t t n d in moral- , do q u ien que tos hombrea m u liberados
de I* túaika moderna. quien; que la técnica te libree de tarda lo que la hace
Jahunwu j ad rescate Sus propias Fuerzas y lai Fuenou humanas.
11, Stq frtHOí. £b fnuces en ol tasto do Man.

10
mismo del trabajo tradicional y moderno. Tal liberación de los tra­
bajadores coincide con la liberación de las fuerzas productiva*, pues
la técnica capitalista no solamente es alienante sino que ella misma
esta alienada.

SI
I
¡

f
UBRO TTT

La alienación
La política se basa, según Mam, en te economía, que la determina.
La política corresponde a la esfera de la superestructura. E$ la
forma que organiza las futrías productivas y económicas, el material
real de la sociedad; pero asimismo deforma te lógica del desarrollo
de la economía: es una forma congelada del devenir, La alienación
política constituye te expresión — alienada — de la alienación econó­
mica. Asi, la política y el Estado aparecen como poderes alienadas,
pero también alienantes.

«3
La sociedad civil y el Estado

La anatomía de la sociedad económica proporciona el instrumento


del análisis y del estudio de la génesis real de la sociedad civil. El
desarrollo de la sociedad política—esfera de la sociedad total conver­
tida en casi autónoma por obra de la alienación — está condicionada
por el desarrollo de las fuerzas productivas. La realidad objetiva
de la Sociedad se basa en las fuerzas humanas que animan el proceso
productivo, fuerzas que se organizan en y por las formas de la socie­
dad política, cuya expresión más poderosa es el Estada.
Los hombres, al producir su vida material — ellos mismos, pro­
ductos naturales y sociales —, entran en relación con los medios de
producción y se unen entre ellos. 1as re] aciones que mantienen
con las fuerzas productivas se determinan por la evolución de estas
últimas y pnr las modalidades de su desarrollo. Estas relaciones de
producción en las que entran los hombres, condicionados por sus
necesidades y el modo de producción, preexl&ten en realidad a las
relaciones políticas y jurídicas. A su vez, las formas políticas ejercen
una acción en reciprocidad — acción real, pero secunda— sobre las
fuerzas edbnómitas. i*,E] modo de relaciones condicionado par ]as fuer­
zas productivas existentes en todos los grados históricos del pa­
sado, y que las condiciona a su vez. es Id sociedad burguesa (die
bilrgerliche Gesettschaft) Desde ahora se haoe manifiesto que
esa sociedad burguesa [es decir, la sociedad civil] es el verdadero
foco y el teatro de toda historia, y asimismo lo absurdo de la concep­
ción que basta aquí ha sido hecha de la historia desatendiendo las
relaciones reales y limitándola a las grandes acciones de lus príncipes
y de los Estados.» (Id. al., p. 179.)
Pues el Estada no es sino una reacción de la sociedad civil, en
cuyo interior luchan las clases* La sociedad civil es la escena del
teatro en el que se enfrentan los tíos protagonistas reales; la clase
explotada y Oprimida, la que produce las riquezas sociales, y la
clase de los explotadores y opresores, que detenta las fuerzas pro­
ductivas, poseyéndolas jurídicamente en cuanto propiedad. El Es­
tado es el instrumento del poder de Ja clase dominante, su arma
de combate; constituye la armadura de la superestructura. Su natu­
raleza debe ser captada h través de su desarrollo histórica — que
ramluiL1 has la el presente y concierne también a su porvenir, c In­
cluso a hi no-porvenir
La separación de la ciudad y del campo no solamente arrastro y
precipitó d desarrollo * antinatural» de la división del Lrabajo, de
la propiedad privada moblHaria y de las condiciones fuíniadoras del
capital y de la industria, sino que arrastró y precipitó también La
necesidad de Ja administración y de la política en genera]. Esta
administración y esta política — creaciones históricas que derivan de
la economía y no realidades eternas— se autonotulzaron después y
contrarrestaron la lógica duí desarrollo de las fuerzas productivas.
Las relaciones que las formas de organización política mantienen con
las fuerzas de producción económica son fuente de conflicto; la
sociedad civil no es solamente el foco de la historia, sino también
un perpetuo focu de incendio, Y la contradicción que actualmente
se manifiesta entre las fuerzas productivas (y quienes trabajan con
ellas) y las formas de relaciones (formas de ¡a organización del
Trabajo y de la propiedad, formas jurídicas y políticas) resuenan
en el seno de h sociedad civil y la hará estallar.
Formalmente, la sociedad civil quiere sor garante do la justicia
y de 3a libertad, administración equitativa de la sociedad entera. Sin
embargo, real y materialmente, las tosas no suceden así, sino todo
lo conUíirio. La libertad personal supuestamente garantizada por la
sociedad civil no existe efectivamente sino para los individuos que
pertenecen a ia clase dominante; no es, de ninguna manera, universal.
En el seno de la sociedad — económica y civil— se manifiesta, de
una parte, la totalidad da las fuerzas productivas constituidas por
la mayoría de Jos Individuos (una clase que, propiamente hablando,
no es clase, puesto que constituye la masa total de la sociedad y
representa la Sociedad), y de tú otra parte, el conjunto de las refa­
ciónos sociales que sirven lofl intereses de una minoría de individuos
(de la clase que posee los medios de producción y que domina las
instituciones políticas). Al mismo tiempo, la totalidad de las fuerzas
productivas aparece como independiente y separada de los individuos
— formando un mundo propio ajeno al individuo—, siendo asi que
esas fuerzas no son fuerzas reales sino gracias al trabajo de Los
individuos sociaimenio unidos. La forma concreta de la totalidad
de las fuerzas productivas reales se opone a la forma abstracta de
tos individuos de quienes esas fuerzas se han superado. Aparece
también como independíente, y separado de los individuos, el con­
junto de las relaciones sociales que forman el mundu político auto-
uomizndu y ajeno al individuo, siendo así que esas relaciones son
relaciones humanas. La forma concreta de la administración y del
Estado se opone a los individuos, que so tura hecho abstractos. Por
eso la alienación política es Ja expresión alienada de ia alienación
económica.
Por consiguiente, el Estado so emancipa respecto a la sociedad
y lleva una existencia casi independíenle, Buril cuando lucha en dos
frentes: contra sus enemigos interiores, los proletarios y los explo­
tados en general, y contra sus enemigos exteriores, otras sociedades
nacionales. La política exterior permanece subordinada a La política
Iulcrioi'. I ji soriodud civil «abarca tono (J entórtelo inuu intj uu illa
Individuos en el marco de un cierto grado de desarrollo de las fuerzas
productivas. Abarca el conjunto de la vida comercia] e industria]
de un grado y rebasa en cale sentido el Estado y la Nación, aunque
esté obligada, de otra parte, a hacerse valer en el exterior en
cuanto Nacionalidad y a organizarse en el interior en cuanto Estado.
EJ término Sociedad burguesa' [es decir, civil} apareció en el si­
glo XLX. cuando Jís coadicioaes de propiedad ya se habían desprendi­
do de la comunidad antigua y medieval. La sociedad burguesa en
cuanto tal sólo se desarrolla con la burguesía; la organización social
que se desarrolla directamente de la producción y del comercio y que
forma en (oda tiempo la basé del Estado y de cualquier otra super­
estructura idealista ha sido, empero, llamada constantemente con
este nombre,» (ífrúf,, pp. 244-245,)
La organización social, jurídica, estatal, política y administrativa
se desarrolla, pues, partiendo de la producción y de la vida econó­
mica; es una superestructura que se Levanta sobre una base real;
así ha sucedido en todo tiempo y asi sucede sobre todo desde la
era capitalista y burguesa Peno, ¿asi ha sucedido siempre, o Marx
no hace otra cosa que proyectar y generalizar, una vez más, la ver­
dad de la realidad de una época histórica (que tiende a hacerse
universal) sobre la historia entera? Los poderes políticos — raciales,
nocionales, estatales —, ¿organizan solamente un contenido, son for­
mas derivadas, o Soo también poderes formadorw primeros, reali­
dades tan fundamentales como la economía? Parece que podamos
responder afirmativamente a nuestras dos preguntas. Mam, pasando
al vuelo la evulucíón social o histórica de la humanidad y a la vez
todas las colisiones que acaecieron en Ol curso de su devenir, no
cea» de afirmar la primacía de lo económico sobre lo político: el
desarrollo de las Fuerzas productivas y el conflicto de éstas con las
relaciones de producción sen considerados como explicativos de evo­
luciones y revoluciones sociales, Sin embargo, no fue solamente la
dialéctica económica (o prittcipatmenia la lógica económica) lo que
hizo pasar la prehistoria • la historia, engendró la vida y las peri­
pecias de los imperios orientales y de los pueblos ricos, condujo
al mundo greco-romano, provocó la invasión de los bárbaras. Fundó
la sociedad feudal y medieval y nos trajo a la época, moderna. Las
solas luchas de clases en el interior de cada sociedad no explican
el devenir histórico, como tampoco las colisiones entre fuerzas pro­
ductivas y relaciones de producción. La morería y el contenido econó­
micos y los modos de producción no Sé separan tan fácilmente de
las formas y de las orgawZíicftmes políticas. Fuertas económicos y
poder político no están, vinculados entre ellos como una bale real
y una superestructura idealista. Los grandes acontecimientos histó­
ricos no-económicos no constituyen solamente organizaciones que
organizan un organismo, sino que son constitutivos y orgánicos,
]jj5 textos délo Prólogo a la Contribución a la crítica de la eco­
nomía política y del Manifiesto dei partido comuníría, que ya hemos
citado, asi corno muchos ornas textos de Economía política y filo­
sofía y de ideología alemana (para no hablar de Otros escritos de
jviiirx tniiuiiu iuún categóricos aún}, i na¡aten en cala InrtLmtn r<ultra-
dicción ci(|it¡ Fuerzas productivas y refaciónos de producción, Las
fuerzas productiva* Forman la base y son manejadas por los traba­
jadores: las formas de fas relaciones constituyen Ja superestructura,
se organizan en y por el Derecho y el Estado y están al servicio
do tos intereses de los explotadores. Esta contradicción, y En Lucha
de clases que ella engendra, se manifiesta a través de toda la historia
de la humanidad; y Lodas las evoluciones, revoluciones y colisiones
son consideradas desde el ángulo de la. economía y de la política
« interiores», Ningún tercer poder a joiucíótt tiene sobre el
dualismo fundomentat. La grandeza, y el límite, del pensamiento' de
Marx consiste en esta óptica que, partiendo del atado de cosas exis­
tente, lo unlversaliza en el pasado, el presente y d porvenir. Lo que
se produce ante sus ojos y la perspectiva de la historia contempo­
ránea se convierten en realidad total. Lo que es cierto desde hace
algunos siglos y anima la marcha actual de la historia universal, lo
que es y será cierto resulta haber sido también cierto. Todos las
conflictos se reducen a un denominador común: «Esta contradic­
ción entre fas fuerzas productivas y la forma de las relaciones, que,
como acabamos de ver, se ha manifestado ya varias veres en la
historia hasta nuestros dios, sin comprometer, no obstante, los fun­
damentos ele la misma, debía cada vez estallar en una revolución
que tomarla en cada caso formas secundarias diferentes dentro de
la totalidad de Jos Conflictos, como conflictos de clases, contradic­
ciones de conciencia, lucha de ideas, etc., luchas políticas, etc. [...]
Asi pues, según nuestra concepción, todos los conflictos de La his­
toria tienen su origen en la contradicción entre las fuerzas producti­
vas y la forma de fas relaciones.* (Ibid.. pp. 120-221)
Dirigiendo la mirada a la contradicción presente entre el desa­
rrollo de fa técnica, puesta en funcionamiento por los proletarios, y
las forma* administrativas, jurídicas y políticas, que aseguran a la
hurgue*iti su dominación económica y política, Marx reduce consi­
derablemente el sentido do lo político. Ciertamente, La distinción
que él hace entre los cambios económicos y sociales, las transfor­
maciones de estructura, y los simples cambios jxilí ticos, es sobera­
namente verdadera; poro la política en general no ejerce solamente
una acción en reciprocidad sobre la economía y la lucha de los Es­
tados, sino que ts, por lo menos, tan importante y dctcrmínimte como
Ja lucha de clases en el interior de un Estado. Sin duda es posible
buscar y hallar el fundamento económico de la lucha de los Estados,
pencar que Los Estados se autonomizan y parecen ser casi indepen­
dientes respecto al movimiento económico; sin embargo, en el pasado,
lus Estados desempeñaron un papel constitutivo y primordial, e in­
cluso dentro del pensamiento y de la política posteriores a Marx
asistimos a una venganza de lo político sobre Lo económico.
En cuanto a la alienación política del presente, Marx es Inago­
table i-ri su crítica negadora y, por asi decirlo, anárquica, de fa so­
ciedad civil y de todas sus instituciones. Criticando al Estado, con
vista* a su abo lición, arremete sobre todo contra el Estado burgués,
vniii el ¡ip.nuUj estatal de los últimos siglos. «1.a burguesía, por el

»
foi/ada u lem?r una organización nacional y no yn simplemente Jo-
l' ílI, y u ilor una Turma general a su interés medio. El Estado, por
!n c mancipad ún de la propiedad privada de Ja comunklHil. ha adqui­
rido para sí una existencia particular, al lado y fuera de la sociedad
burguesa; pero no es nada más que la forma de organización que
Ion burgueses se dan necesariamente, tanto hacia el interior como
hacia el exterior, para la garantía recíproca de su propiedad y de
vus intereses. [...] EL Estado no existe sino pan La propiedad priva­
da [...J, Siendo c) Estado la forma en la que los individuos de una
dase dominante hacen valer sus intereses comunes y en la que se re­
sume toda la sociedad civil de una época, de ello se sigue que todas
las instituciones comunes pasan por el conducto del Estado y reciben
una forma política. De ahí la ilusión de que la ley descansa en la
voluntad, en la voluntad separada de su base real, en la voluntad
fibra. Del mismo modo, el derecho es reducido entonce* a la ley.-
f/W A, pp. 246-247.)
Ni la política, ni el Estado, ni el Jeraeíto, ni las instituciones
tienen historia propia; se desarrollan gracias ni movimiento econó­
mico y mediante el mismo, y d hecho de que se autonornizan — alie­
nándose— es justamente lo que les da una falsa apariencia de
existencia particular c independiente, Todas esas superestructuras
consi ¡luyen la * estructura» de la sociedad civil, s# alienan respecto
a la economía y alienan a los hombres a los que engloban. Los
andamiajes que alias levantan mantienen a Jos hombres y las
cosas en su lugar, les impiden desarrollarse y alcanzar su plenitud.
Todo d «devenir* político, estatal, administrativo, institucional y ju­
rídico se despliega por encima de La cabeza de los individuos
y consogra la alie nación. Marx desenmascara violentamente la men­
tira de las Leyes y del Derecho: la ley jurídica no expresa sino
en una forma deformada las leyes económicas, es derivada y
mixtificadora; el derecho es el derecho dr la clase dominante y le
asegura a ósta sus derechos. Ea el interior de la sociedad civil
(forma organizada y «artificial* de la sociedad real, es decir, econó­
mica) reina el Estado, que organiza la ley y el derutfin del estado
de casas existente. La vida orgánica, 1» sociedad efectiva de los
hombres que trabajan y viven en común, cae a los golpes del Estado
y de su Derecho, y se asfixia. El Estado, abandonando el terreno
social, desarrolla su «propia* lógica, traiciona los Inlcrcses univer­
sales y no vela por otros intereses que por los de Jos poseedores. Las
clases sociales, el aparato estatal, las Instituciones y los poderes polí­
ticos se emancipan de la comunidad, sí erigen en autónomos ícente
a los individuos, los esclavizan, y aparentan ser independíenles de
los Individuos. Lo mismo de ilusorio es el derecho, que de hecho
reduce a los hombres o la realidad alienada, puesto que es fuerza
de opn-HÍón y de represión. Ei peso de la ley, lejos de ser la expre­
sión de ia voluntad general, es la expresión *legal » de la domina­
ción enteramente particular de una clase dada. El mundo se halla
c u n a d o Ju e le c tiv a m e n te c ie r to e s e x a c ta m e n te lo c o n tr a r ío ,

A la luz tic cuanto preceda podremos comprender mejor la radical


crítica ejercida por Marx respecta a ta filosofía política de Hegel.
Tomando como punto de punida la Fenomenología del Espíritu y los
Principias de tu filosofía del derecho, La crítica marxinna de Ih filosofía
de la historia, del Estado y dtl derecho de Hegel se ejerce prin­
cipalmente a Ludo lo largo de la Introducción a ta crítica de la filo-
sofia del derecho de Hegel, de ta Crítica de la filosofía dei Estado
de Hegei y de Economía política y filosofía. La critica mandona
parte de las adquisiciones del pensamiento político de Hegel, que
interpreta la esencia de la sociedad y de la historia modernas, y
reconoce la verdad de aquéllas. Marx no rechaza en modo alguno a
Hegel, sino que lo critica, lo prolonga y quiere invertirlo. Acusa
a Hegel de captar la esencia ideal, la génesis y el desarrollo ideales
dei aparato, de la función y del poder del Estado y del derecho, y
su verdad efectiva, su génesis y su historia material y real. Según
Hegel — piensa Marx— , todo lo que se aliena, se aliena en su forma
ideal y no" a través de su verdadera realidad, El Estado y el derecho
siguen siendo seres espirituales, puesto que sólo el espíritu es el
verdadero ser del Estado; así, la alienación política del hombre, en
el interior de Ja sociedad civil y de su Estado — realidades autono-
mteadas— , es mantenida y justificada. Marx no perdona a su gran
maestro el que éste capte el movimiento dialéctico, vea la negntj-
vidad en funcionamiento, prepare la crítica Regadora, y luego disuelva
todo eso en la justificación de la realidad existente; justificación
espiritualista, idealista y mística, que degenera en mixtificación. He-
gel se ve acusado de enmascarar la contradicción y las contradic­
ciones, contradicciones entre la vida económica y la sociedad civil,
entre la sociedad civil y el Estado, entre et funcionamiento real
del aparato estatal y los leyes jurídicas justificadoras e idealistas.
Hegel es acusado de justificar la realidad empírica de todo lo que
es, a la vez cu su realidad y cd su justificación mendaz e idealista,
Ei criticismo ílc Hegel es puramente aparente, y su positivismo es
falso, declara Marx (£c. fií., p. 82.)
Sabiendo captar la amplitud y la profundidad de la visión polí­
tica de Hegel, sin suscribir los juicios d m alarmadores y sumarios
de que ésta ha sido objeto, reconociendo el papel que en ella de­
sempeña la negatividad, Marx no cesa de criticar implacablemente
a Hegel: 1c acusa constantemente de no negar eí ser aparente para
afirmar el ser verdadero, sino afirmar y confirmar el ser aparente
[o el ser alienado) en y por Id justificación de la alienación. Hegel
piensa que Ja supresión v el rebosamiento de la sociedad económica
conducen a la sociedad civil; La supresión y d rebasara lento de la
sociedad civil, ai Estado; la supresión y el rchasamiento de) Estado,
n la historia universal. Sin embargo, Marx, que interpreta así el
cInvenir-historia del Espíritu según Hegel, no ve en este proceso de
supresión y üc rebasan; Irnto más que una Atifhebung del ser pensado

I
y apa chendido por la conciencia; dicho de otro modo: ta supresión
sigue siendo enteramente idea] y no afecta a la realidad; esta dialéc­
tica cree haber vencido a su objeto realmente, aun cuando lo deja
existir en la realidad justificándolo. Correlativamente, la realidad
se convierte, pitra esta dialéctica y esta fenomenología, en un elemen­
to ideal, considerado en su realidad abe tme la.
La existencia política real y alienan te queda disimulada asf, y
no se revela sino cu el pensamiento y la filosofía. Sin embargo, la
filosofía política no puede, de ninguna manera, compensar la realidad
deí drama político. El hombre que vive en una sociedad organizada
por el Estado no es ciudadano sino abstractamente; y eso lo de­
muestra et peníarmenío, y no la realidad efectiva. No siendo la alie­
nación política más que una expresión alienada de ]a alienación
económica, y fundamentalmente social, la alienación del pensamiento
político es una alienación de tercer grado. Así, Marx puede escribir:
■Mi verdadera existencia (Dasein) política ca mi existencia filosófico’
jurídke; mi verdadera existencia humanaf mi existencia ffíírítfjficc.
Del mismo modo, la verdadera existencia [.,.] del Estado es la
filosofía del E s ta d o (Ee. Fil.f p. ¡M.) Por consiguiente, la
existencia de la alienación política se ve mantenida en id práctica
y «rebasada» solamente en teoría. El Estado es y sigue siendo el
estatuto de la alienación, estatuto que todo el aparato estatal, las
instituciones, las leyes y la política mantienen, «E l hombre que ha
reconocida que vive en el derecha, la política, etc, tina vida exte­
riorizada [es decir, alienada], vjvb en esa vida exteriorizada como si
fuera su verdadera vida humana. La afirmación de uno mismo, la
confirmación de uno mismo en confredtcerón córt Litio mismo, con
saber tanto como con lu escuda del objeta, es, pues, el verdadero
saber, i& verdadera vida.» (Ec. Fil., p. 92.) Pues ni Siquiera la
existencia teórica de] ciudadana y la «realidad» puramente teórica
de la justicia social son captadas por el pensamiento y eJ saber; el
saber teórico no es, en modo alguno, una expresión adecuada de la
realidad práctica.
Hegel ha expresado en Lenguaje filosófico la verdad no verdadera
de la sociedad civil, del Estado y de la política de su época, eri­
giendo en verdad la existencia real de aquélla, transformado lo
racional en real y lo real en raciona) y viendo esto último transfor­
marse en ta primero. Asi esquivaba el devenir de la negatividad,
del tiempo histórico revolucionario, en el seno de ífl positividad dada.
Hegel ha dicho lu que es; su palabra justifica y enmascara, sin
embargo, la verdadera realidad de lo que es: cualquier cosa que sea
se. hulla Justificada por el hecho mismo de ser, y, de otra partCj ¡a
justificación racional es Jo que le otorga su ser, Hegel es el intér­
prete verídico y no verídico del Estado burgués moderno, peno sin
traducir la verdad efectiva en un lenguaje también real. Por lo me­
nos, así piensa Marx,
EL, por el contrario, quiere poner ai desnudo todas las contradic­
ciones y las inconsecuencias de la vida nodal y política, <j impedir
que se concillen. Su dialéctica analítica es disocialiva, puesto que

íl
ve dEochidun cuino un resultado ele la rrujpncn Lición ile la íhv
cledpd total en suciedades pardales, partícula res, alienantes y alie­
na da». Contrariamente a Hcgel, Marx dice que es Ja sociedad econó­
mica — Jas fuerzas productivas y la* relaciones de producción— la
que determina a la sociedad civil. La sociedad civil no ¡te «opone»
al Litado polftícu, que además se verla situado todavía «más arriba»
que Ja sociedad civil para gobernar el conjunta del desarrollo social
c histórico. Eí Es lado es la armadura de la sociedad civil, su PTTTJíl
de cómbale contra las enemigos interiores (los trabajadores) y, se­
cundariamente, tos enemigos exteriores. El conjunto de la vida eco­
nómica constituye el fundamento y el terreno de lo social; la socie­
dad civil. forma organizada y organ izado ra, está condicionada por el
movimiento — tecnológico y humano— de la ffnnmnl,i y forma el
teatro de la Jucha de clases; medíante esta lucha, que expresa unas
relaciones especificas a la producción y a euS medios, se constituye
la realidad política del Estado, de Ja administración de Jas personas
y sobre rodo de los bienes. Marx se alza violen lamen te contra toda
concepción dé uri E$tudo que constituya un órgano autónomo y direc­
tor y que desarrolle sólidamente un aparato burocrático y un futido-
□arlado de presuntas tareas universal mente social us; el estatismo, el
centralismo y el burocratismo no hacen otra cusa que organizar, cen­
tralizar e institucionalizar Ja alienación social y política. La admi­
nistración y los funcionarios no ejercen, de ninguna manera una
fundón comunitaria y universal, sino que expresan una realidad y
unos intereses particulares y determinadas; quienes administran y ri­
gen tos negocios del Estado, administran y rigen los negocios de la
dase domíname que «confunde» su negocio con el interés social
total. «Hegrl — escribe Marx en la Crítica efe to filosofía dei Estado
de Hegeí, nos ofrece una descripción empírica de la burocracia, en
parte tal como es realmente, en parte según la Opinión que tiene
de si misma [.,.] Hegel toma como punto de partida la separación
del «Estado* y de la «sociedad civil», de tos «intereses particulares»
y de lo (universal que existe en y por sí», y es verdad que la
burocracia se basa en nsm separación. [..,] Hegel no desarrolla nin­
gún sotitemdo ffpiftíífíj de la burocracia, sino solamente algunas deter­
minaciones generales de su organización •furmat», y en ventad que
la burocracia no es mis que el «formalismo» de un contenido situado
fuera de ella. Las corporaciones san el materialismo de la buro­
cracia, y la burocracia es el e s p l r i t u a l i s m o de las corporaciones.»
(Ed. Clistel, PP‘ M-99.)
Hcgel, al tratar de describir y de justificar la realidad existente
pealándole filosóficamente y fundándola en Espíritu y en Razón,
un era. sin embargo, tan ingenuamente «espiritualista» o «idealista»
como tos mürxislas, más que Marx, han pretendido. La filosofía
política de Hegel es extraordinariamente realista y, a través de todos
tas meditaciones y reconciliaciones, sabe vm las contradicciones trá­
gicas que siguen siendo inherentes a toda historia humana. La so­
ciedad civil se opone a la sociedad económica, y d Estado se opone
a la sociedad civil, puesto que él emerge por entuma dé la vida poli-
tita y de !u vida civil de los individuos concretos. La realidad po-

u
litio» imii m: deja unificar y armonizar enteramente, y las cunLradie-
clunes siguen operando pese a tedas las mediaciones. Marx, en
cambio, no quiere detenerse ante la realidad suprema de Jas contre-
dicciones, y las denuncia; no quiere solamente rebasarlas en provecho
de una unidad totalísta. sino que quiere suprimirlas.
Marx hace estallar las contradicciones que existen entre la forma.
de J;j sociedad civil y del Estado — forma burocrática —■y su cante*
nido efectivo, entre la idea que supuestamente anima o representa
la vida política y La implacable y sórdida realidad histórica, entre
el espíritu mendaz de las instituciones y su materialidad calcula-
dora, la pretensión de universalidad dd funcionario y su estre­
chísima particularidadj la totalidad ficticia d d Estado y la tota­
lidad orgánica de los hombres, el ciudadano y el hombre, la vida
pública y la vida genérica. Todo lo que emerge por encima de la
suciedad efectiva cc denunciado por Marx en nombre del realismo
y del materialismo históricos. Sin embargo, el querer suprimir to­
das la» contradicciones y realizar la unidad total) sta — pues la crí­
tica Regadora de la sociedad civil y del Estado apunta a eso— ,
¿do da Marx una prueba de idealismo? Esc romanticismo de la uni­
dad, cae ensueflo de la totalidad realizada, esc anarquismo comuni­
tario que animan toda La teoría manciana de la alienación y de las
alienaciones — y en virtud de los cuales Jas alienaciones son aliena-
dones— , ¿no están Intensamente teñidas de idealismo? Y Hegel, que
reconoce y acepta las mediaciones y las alienaciones, ¿no cobra apa­
riencia de realista? Sin embargo, el movimiento de la dialéctica de
Marx es también realista e incluso materialista, sobre todo en cuanto
que es una critica analítica: desmonta implacablemente el meca­
nismo económico, social y político, que aboga ei desarrollo natural
y orgánico; pero, ¿todo desarrollo natural y orgánico no se aliena
necesariamente en la organización social, cualquiera que ésta sea? El
prodigioso desarrollo de los fuerzas productivos, la organización del
trabajo, el control de la técnica, el reparto de las riquezas, ¿pueden
ser administrados por la sociedad en su conjunto y casi anárquica­
mente? ¿La política, en cuanto tal, puede ser rebasada? ¿O se su­
prime generalizándose (más que cumpliéndose)?
El fundador del movimiento que intentó é Intenta realizar su
teoría, se preocupaba de saber, m is que lo que puede o va a ser, lo
que es. Descompone lo que es. mostrando todos sus fallos, como si
esos fallos pudiesen también no existir.1 El Estado político se ve
así descompuesto y explicado materialmente mediante la sociedad
civil, que eá una esfñritualización del proceso económico, puesto que

1 Cimijde Muí ateca li vida política «mdnhiHÍm, la acbníatfbBclúi Ih iim ií -


tfes j. «>) afóralo estatal, m m^inriÓD c* nñj&iteliT*. ijsta c é t i a temblón debe
ia pii' ítí a wntríburiáni en cuanto a tu mHili-in {Xititícx, que apelan a Mar*
y al tn in u n ii. Mam I C « 4 formulas como éste . "La cirlñ mJíftflfl en el ^ c tífo
moderno « la «teUdlíd de la vida popular.“ (CrÍJ- de u fíí- dd tintada de
Hre*l. p. TI). En toda w a i tica de la fllowfla política tk licué!, saluda juhi-
lonmníft»t a m adversario cada vr-z epte cite pone ai dnftiudn U nibna ftdml-
iil)tnlíi« y el funcftenmiíciitú, mecanEtrnos rp» piólo ttcimp Htl WiBnte da una
r.f™ limitada" ríbitíp. lis).

93
lu hodudad total, cuya usencia, así como Ja del hombre genérico,
no l’ í muy hltsn explicitada por Marx, no liega — ni ha llegado hasta
nucílrus días — a la supresión simultánea del «esplritualismo» y dei
■materialismo». El fundador del movimiento que hace profesión de
seguir a Marx no se cansa de repetir; «El hecho es, pues, éste: unos
individuos determinados., que son productivamente activos de una
manera determinada, entran en esas relaciones sociales y políticas
determinadas, La observación empírica debe, en cada caso parti­
cular, empíricamente y sin ninguna mixtificación o especulación, pre­
sentar la conexión de la estructura social y política con la produc­
ción- La organización social y el Estado emergen continuamente
dd proceso de individuos determinados, no tales como pueden spa^
reccf en su propia representación o en la de otro, sino tales como
son realmente fwtrkUch)y es decir, como actúan iw irknnit como pro­
ducen materialmente, y por consiguiente tales con Iti son activos dentro
de sus límites, presupuestos y condiciones materiales determinadas e
independiente» de su libre albedrío.» (id. til,, pp, 155-156J
El Estado, erigiéndose sobre la base real de la» fuerzas produc­
tivas y di? I hs relaciones productivas, fuerzas y reJaciones animadas
por los hombres y no por las cosas, toma una forma alienada y
aljenadora, se convierte en la organización de una comunidad ilu­
soria, independíente del interés universal real. El Estado no es lo
que él dice ser, la realidad de lo universal, sino que extrae su razón
de ser de la contradicción que existe entre el interdi común (e insa­
tisfecho) y los intereses particulares (y dominadles). El hombre mo­
derno es cortado en varios trozos en los procesos de reif¡catión
desnaturalizante y desfrumanizante: es trabajador, asalariado, hom­
bre económico, animal político, ciudadano, funcionario, etc., etc.
Y es lodo eso separadamente, sin ser — ni, por otra porte, haberlo
sido ,tal vez nunca— hombro genérico, es decir, tolo), hombre que
trabaja, vive y organiza con los demás hombres la vida de la comu­
nidad. El hombre se ha escindido en dos: tiene mía vida pública
y una vida privada que no se comunican de ningún modo y que son
contradictorias.
* * *

Ni los imperios orientai&s y asiáticos, ni las cludades-Estados


haíénícas, ni Roma, ni el cristianismo y la Edad Media, ni la bur­
guesía lograron resolver plenamente el problema de la vida política.
En loa Estados despóticos de Asía, un solo hombre es libre, el dés­
pota, y todos los «súbditos» le están sometidos; el Estado político,
si se le puede llamar así, está en monos de un individuo particular.
En las Ciudades-Estados antiguas, la comunidad llega a ser una «ver­
dad» por el hecho de que permite el desarrollo pleno del ciuda­
dano; pero sólo son ciudadanos tos hombres libres. Sin embargo,
la vida privada y la vida pública dei hombre que no era esclava
no constituían dos mundos ajenos el uno al otro: el hombre era
plenamente ciudadano de una comunidad de hombres-ciudadanos.
Esta realidad no era naturalmente sino la realidad del hombre polí­
tico idealista y no era efectivamente verdadera, Pues la antigüedad

«4
giitccj-nimima (de régimen esclavista) no llegó 11 hacer de la casa
pública un asunto de todos los hombres.
Las Condiciones que permiten el advenimiento posible de la
democracia efectiva, ¿son debidas al cristianismo y no al desarrollo
de las tuerzas productivas? El pensamiento de Marx, es poco preciso
accica de este tema capital. Un pasaje de la Critica de Ja jilosofia
del listado de tíegst nos dice: «Del mismo modo que la religión
PO crea al hombro, sino que el hombre crea la religión, no es la
constitución lo que crea al pueblo, sino que es el pueblo quien crea
la constitución. U democracia se comporta, en un cierto sentido,
hacia todas las demás formas estatales como el cristianismo se
comporta respecto a todas las demás religiones. El cristianismo es
fe religión **;’ í&wip, la esencia de la religión, el hombre deificado
en forma de religión particular. Del mismo modo, la democracia
es la esencia de roda constitución política, el hombre socializado,
como constitución política fwrticidar; es a las demás constituciones
como el género es a sus especies.* (p. Ó7.) Marx no afirma, por
supuesto, que la exigencia cristiana de la igualdad y de la libertad
de rodos los Individuos (y no ya de uno fiólo como en Oriente o de
algunos como en Orecia y en Roma) esté en el Origen de la demo­
cracia; por lo menos, no lo afirma ustplíci lamen te. Sin embargo,
nos dice que el cristianismo es la forma más consumada y más
completa de la religión, y Ja democracia = puesta en relación con
el cristianismo por el propio Marx— la esencia de toda constitu­
ción política. Lo cual m impide pensar que ni el cristianismo oí
la democracia realizaron efectivamente su esencia: La realizaron par
tkulnr y parcialmente a través de nuevas formas de alienación, y
suj promesas siguieron siendo formales. «Ixt que era mis difícil
era extraer, de diversos momentos de la vida del pueblo, el Estado
político, la constitución. Ésta se desarrolló como la razón universal
frente a otras esferas, como un mis alti. La taren histórica con­
sistió en reivindicarla; “ pero tas esferas partí tufe res no tienen con-
ciencia de que su ser privado cae al entrar en consideración c) ser
de la constitución — situado en el más allá— o del Estado político,
y que el ser del Estado situado en el más allá no es otra cosa que
la afirmación de su autoalienación." Lo constitución política fue
basta ahora la enfera religiosa, fe rfligiife de la vida popular, el cielo
de su universalidad frente a la existe-tuic terrestre de su realidad,»
{Ibid.t p. 70.)
En fe Edad Media, la vida del pueblo y de! Estado estaban iden­
tificados, pero ios hombres reales, auñ cuando ya no eran esclavos,
distaban mucho de ser libres. «Es, pues, la democracia Se la no-
íihertad, la &Jjenatión realizada el dualismo rea/-* (Ihid., p. 72,)
FJ dualismo se hace a&síracío con los Tiempos Modernos. Todo se
hace ahora abstracto: (a vida privada, la vida pública, el Estado en
cuanto (al, el conjunto de la política. Sí en los Antiguos la comu­
nidad era todavía una «verdad», en lux Modernos se hace «mentira»
idealista, y el hambre moderna, el burgués, no es realista sino en
cuanto amigo del dinero y del comercio. Toda la vida política se
hoce asimismo formal, formando y deformando el contenida material.

55
m ucoou guncriiBrticrmii gana terreno y la administración se apropia
el Estado, lru.ltiso d régimen más pretendidamente universal, esto
et, la democracia (y no la república), no JJega a desalicnar fa vida
política. 1.a democracia, aun siendo, en principio, «el fondo y la
forma*. *el enigma resuelto de todas las constituciones». «su prin­
cipio farrttúl que es al mismo tiempo su principio material*, puesto
que es «ín verdadera tmidad de lo universal y lo particular* — «por
otra parto, cae de su peso qxte todas las formas políticas liciten la
democracia como verdad y que, en consecuencia, por lo mismo que
no son democracia, no son verdaderas,» {ibid.r p. la demo­
cracia, pues, tan encarecida por Man, sigue tiendo para él abstracta
y forma), burguesa y particular. La vida política rige y aboga la
verdadera vida del pueblo.
El desarrollo progresivo de la administración, del funcionario y
de lo burocracia agravan más la alienación política, La burocracia
agrava el «formalismo de Estado», pretende ser condénela de sí y
volunLad del Estado y de la Sociedad total, pero silo es un tejido
de ilusiones prácticas; es la i ilusión del Estado», Da lo formal
por c) cortletiitto y el contenido por lo formal; entidad autónoma,
es ese circulo (vicioso) del que nadie puede escaparse. El «forma­
lismo de Estado» que es la burocracia es el «Estado en cuanto forma­
lismo», Las instituciones están vacías de sustancia. Las subjetivi­
dades humanas no pueden objetivarse a través de las estructuras
políticas. El ciclo asfixiante de la política gravita abrumadonunente
sobre ta tierra de los hombres. El hombre, animal más bien social
que político, según Marx, no se realiza ni en la sórdida realidad
civil y estatal ni en las tentativas ideológicas 0 políticas que intentan
suprimir su alienación. Ni los filósofos de las Luces, ni los libera-
listas, ni la Revolución francesa, ni la moral kantiana, ni U ética
política de Hegcl, ni ios ensueños de los socialistas utópicos han
constituido un remedio para el mal. La vida real y material de Jos
hombrea es y sigue siendo traicionada por las formas y las abstrac­
ciones idealistas y espiritualistas que le ocultan el sentido de la vida
genérica y social. Las potencias políticas reducen a la Impotencia a
aquellos a quienes gobiernan. El poder estatal establecido no es
un organismo vivo, sino una organización exangüe, un sistema que
no ordena en un todo unos ciernentos, sino que solamente hace
funcionar unos engranajes, Marx, muy duro en la critica regadora
del posado y deí presente — y queriendo estar únicamente vuelto
hacia la preparación efectiva del porvenir salvador, pero sin hablar
positivamente de esc porvenir— , arranca Ja máscara de Jos prota­
gonistas del drama político y desmonta rodo stj mecanismo. La tra­
gedia política oculta su verdadero sentida a quienes la viven: una
vez penetrado su secreto, esa tragedia se convierte en comedia, «La
burocracia está, pues, forzada a proteger la generalidad imaginaria
del interés particular, para proteger la particularidad imaginaria del
interés general, su propio espíritu. [..J EJ espíritu burocrático es
trn espíritu totalisen te jesuítico, teológico. Los burócratas son los
jesuítas do Estado y los teólogos de Estado. La burocracia es Is
réptibltque prétre.* [...] El espíritu de Ja burocracia es "el espíritu
formal del Estado” . Ella hace, pues, del "espíritu formal del Es-
lado", o de to real falto da espíritu del Estado (Gdstíoslgkeit des Sta­
tus), un Imperativo categórico. La burocracia es, a sus propios ojos,
el último objetivo final del Estado. Como la burocracia hace de
sus objetivos “ formales ° su contenido, en todas partes curra cu con­
flicto con los objetivos "reales- .» í/bíd., pp. MXVIÜl.)
Animado por una pasión enteramente judia y profúlica, y arman­
do esta pasión coa el arma del análisis critico y negador, Marx no
cesa de lanzar sus rayos contra el mundo moderno (el mundo bur­
gués, ciertamente, pera tas centellas de su pensamiento pueden ilu­
minar, sin duda, otros mundos también modernos), mundo que no
es uno solo: au artillería no apunta solamente a la filosofía política
del último gran filósofo, sino que apunta ñ toda Ja modernidad
— del Renacimiento al siglo x ix — , todo ese período histórico (y todas
sus manifestaciones reales y espirituales) que llevó la alienación a
su límite extremo. El tecnicismo y el burocratismo progresivos se
han apoderado de La realidad humana y soda!, su formalismo se ha
constituido en potencia espantosamente real y se ha convertido en
su propio contenido, los objetivos de la burocracia se han confun­
dido con los objetivos del Estado y los objetivos del Estado buro­
crático con los de la sociedad global, la vida política ha perdido
su sentido; en consecuencia, es necesario — ante todo — describir y
denunciar ese estado de cosas para que sea posible llegar a desal te­
nar Ja historia humana- Mar* sigue arrancando tas máscaras: «Esta
jerarquía [burocrática] es una jerarquía del saber. La cabeza se
remite a los círculos inferiores del cuidado de comprender el detalle,
y los circuios inferiores en intercomunicación creen que la cabeza
es capaz de comprender lo general, y asi se engabanan recíprocamente.
La burocracia es el Estado imaginario junto at Estado' real, eJ espl­
ritualismo de Estado. Todas las cosas tienen pues, dos significados,
uno real y otro burocrático, del mismo modo que et saber
es dóble, uno real y otro burocrático (asi como la voluntad). Pero
el ser real es tratado según su ser burocrático, según su ser espi­
ritual de la sociedad; éste es Sil propiedad privada. El espíritu
general de Ja burocracia es el secreto, el misterio, La autoridad
es, en consecuencia, el principio de su sabiduría y la deificación
de la autoridad es su manera de pensar y de jenfir (Gesinnung).
Pero, en el seno mismo de la burocracia, el espiritualismo se con­
vierte en un materialismo sórdido, el materialismo de La obediencia
pasiva, de la fe en la autoridad, del mecanismo de una actividad
forma) fija, de principios, concepciones y tradiciones fijas. En lo que
concierne a la burocracia tomada individualmente, el objetivo del
Estado se conviene en su objetivo privado: a la cata de altos car­
gos c) hacer carrera. Empieza por considerar la vida real1como una
vida material, pues el espíritu de esta vida tiene, en la burocracia,
su existencia para jfí, ¿u existencia separada. Por tanto, la buro­
cracia debe tender a hacer la vida tan material como sea posible.

2, ftrjuJWlco Kicrrdote- En francés ce ol beato de Mar*.

97

T
[ ,] L eí ciencia real aparece como vacía de cotí tonillo. del mismo
modo que la vida reai aparece como muerta, pues este saber ima­
ginario y esta vida imaginaria pasan por scr)o.> (tbid., pp. 102-103,)
Así pues, Marx vacía de &u sustancia una fundón, ia función de
la política moderna, en si misma vacia de sustancia; el fnúdonariadiO
es, funciona y administra el Estado, la sociedad civil y ia sociedad
emera, pero su ser está vacio, Marx parece pensar esto en lo que
concierne a todo funciona riada, pues todo funciona nado, en cuantío
tai en lodo caso, se autonamiza, se separa y se aliena de la vida
genérica de los individuos que viven en sociedad, Asimismo se ven
condenadas todas las instituciones, realidades opresivas vacías de
vida y de sentido. Lo que es por esencia universal, al particular
rizarse, se aliena y aliena: los hombrea no pueden vivir y obrar
por delegación. Marx, rechazando a la par el fnateriíilísino sórdido y
su inscpur&bTE, el eíptnrüa/ísíMG mendaz, no esboza ninguna teoría
sistemática del Estado no-alienante, ni tampoco w pregunta cómo
sería posible un Estado semejante. Critica implacablemente lo que
es. y quiere preparar el porvenir; este porvenir debe suprimir Ifl
burocracia y hacer coextensivos el InLcrés general y los Intereses
particulares, haciendo también coincidir lo formal y lo real, o m is
bien rebasando Ia oposición de ambos. Aspirando a un estado de
cosas, y sobre todo de hombres, sin Estadu, Marx quiere que el
hombre realíce plenarocnle su vida genérica, y deje de ser hombre
privado por una parte y ciudadano por otra: La vida Intima y total
vendría a ser asi personal-y-pública. sin que tas dos esferas se cons-
l'riuyan en regiones casi autónomas, puesto que no habría más que
un soto terreno de la manifestación una-y-tnüJtiple de la actividad
humana. Marx quiere todo eso. Quiere unlversalizar la estructura
económica de la sociedad y suprimir la superestructura política y
estatal, quiere que el hombre y los hombres m realicen plenamente
en cuanto sujetos y reinen comunitariamente sobre los objetos. ¿Es
pleno mente posible la realización efectiva de caía voluntad humana?
Perpetuando y llevando a sus consecuencias extremas Ja tradición
occidental ■— tradición fundada en el ego del hombre activo, es decir,
en su voluntad y su potencia— , Marx niega en particular una cierta
fase de le historia occidental: la Case burguesa y capitalista. Pues
dentro de esia fase, sobre todo, es donde la burocracia estatal se
erige en duefta de la sociedad y «quiere hacerlo todo, es decir, hace
de Ja voluntad la causa primera, porque es una realidad únicamente
activa y reciba su contenido de fuera» Ubid., p. 103.) Fd Estado
viene a ser así el sujeto omnipotente y absoluto (c* decir, separado
de su base) que trata todo lo que es como objeto suyo, Marx, par
el contrario, quiere, que la voluntad de ios hombrei activos (univer­
sal ¡/ando así el ego) sea «¿extensiva ai orden vocftd universal y a la
potencia colectiva, convertida la totalidad de ta hii-toria humana una
en el Sujeto que transforma, produce y administra unos objetos. La
tradición occidental se ve llevada a sus consecuencias extremas, es
generalizada, y el individualismo racionalista y tecnicista se trans­
muta en Comunismo — fundado siempre eq la técnica, la rafío y la
voluntad— , comunismo que desemboca final mente en la anarquía.
hl hnmhrc que fue trabajador, asalariado. prole kit1Lo, burgués, fun-
dnmu'lo, hombre público y hombre privad y, teórico, práctico, hom­
bre subyugado por el trabajo y la división del trabajo, el capital y
las daM*': (aquella a la que pertenece y Ja otra), las instituciones y
las construcciones espiritualistas, llegará a ser hombre total en una
sociedad total, y mi ser s<e inscribirá en el ritmo del devenir histórico
del Universo.
No obstante, la sociedad civil y el Estado, que se disgregan en
virtud de las amtradkcioDes de su propia lógica, deben ser atacados
por los hombres, los sujetos de las contradicciones. La comunidad
aparente, e( Estadio y la sociedad civil, «comunidad» basada en el
estado de la economía, el derecho del Estado y el estado de derecho
burgués, por más que se autonomíce, se haga ajeno a los Individuos
y se constituya por encima de sus cabezos, sigue estando desgarrada
por la lucha de clases; a la dominación de la clase poseedora corres­
ponde la lucha de La clase oprimida por su liberación total- Y * todas
las luchas en el interior del Estado, la lucha entre la democracia.
La aristocracia y la monarquía, La lucha por el derecho del voto,
eludiera, etc. — en suma, la form a universal, pero Ilusoria, de la
comunidad — no son sino los formas ilusorias a través de las cuales
se prosiguen los luchos reales de las diferentes clases entre ellos.
[,,.] Toda dase que aspira a la dominación, ama cuando su domina'
rión condicione, como en el caso del proletariado, |a supresión fd
rebosamiento, Aufkcbujtg] de toda la vieja forma de la sociedad y de
la dominación (Herrschaft) Crt general, debe ante Inda Conquistar el
poder político, para presentar de nuevo su interés como el interés
general, a lo cual está obligada en el primer momento.» {id- al.,
pp, 173-174.1 El Estado político no es. pues, sino el resumen de tas
bicha» políticas que expresan — disfrazándolos— ios intereses eco­
nómicos, Le social ¡ración de la producción, de la distribución y del
consumo, el rebosamiento de la división dd trabajo, la abolición de
la propiedad privada y del capital, la supresión del burgués y del
trabajador (en cuanto tal), la universalización del trabajo humano,
le destrucción del aparato estatal burgués, en sunm, la desalienación
económica y política, empieza con la dictadura del proletariado, dic­
tadura que se suprimirá después a sí misma; de este modo, a través
de una nuevo «dominación» particular, La humanidad se encaminará
hada el comunismo integral, sociedad sin clases y sin Estado, en la
que lo «político* se fusiona con lo *económico», y lo «social» con lo
■Individual», y ninguna acción gubemamcnial dirige la acción de la
colectividad.
Toda la visión analítica de la olienaLÍán política actual debe con­
ducir al rebosamiento de esa alienación en el porvenir, porvenir que,
por primera voz en la histeria det mundo, no estará basado en la
alienación. Marx, que fue casi al mismo tiempo filósofo (teórico y
visionario), científico {sociólogo y economista) y político (técnico
de la práctica), no se interrogó mucho acerca de la posibilidad del
advertí mi ruto de esa realidad de la no-alienacíón. Y eso es lo que
constituye a la vez su profundidad y su límite; él, captando lo que
es y queriendo aniquilarlo, se apodera de las cosas existentes — des-

99
de el ¿ingirió üe su propia perspectiva, por supútalo; puro usa pers­
istí [va íisco vüf, por lo menos, un aspecto tic la realidad ártica
total— y piensa, en la visión de la mediación radicalmente transfor­
madora y revolucionaria, abrir la perspectiva lie la salvación histórica
de la humanidad. En las cuestiones concernientes a esta previsión
del porvenir, previsión que él siempre se guardó de sistematizar
a prior/, se interesa poco. Su pensamiento puede ser caracterizado
como demasiado teórica («idealista* romántico, anarquizante, etc.)
y a la vez demasiada práctico (ingenuamente «realista», rastrero, et­
cétera). demasiado abierto y especulativo (sobrevuela la historia uni­
versal para dcsal ¡erarla en pensamiento) y demasiado dogmático,
congelado (lo reduce todo a la economía y a la lucha de ciases).
Pero no hocemos nada esencial si creemos ponerlo en la picota con
tales designaciones. Este pensamiento sigue siendo todavía fecundo
y extremadamente problemático, incluso ambiguo, y no solamente
dialéctico; puede recibir varias interpretaciones, tanto en el terreno
del pensamiento como en el de la realidad, [ja problemática política
de este pensamiento dista mucho, pues, de ser univoca, y en un
mundo que considera la política como su destino global, las cues­
tiones que plantea la filosofía política de Marx siguen en pie: pues
ni la potliic* se deja reducir tan fácilmente a lo económico, ni el
dualismo cnlru Lo social y lo político puede desaparecer tan cómo­
damente, ni lo formal se deja disociar de lo material, de lo real y
del contenido del cuál es Ja forma,
Marx condenó (a política y el Estado, em cuanto tales, en nombre
de la economía y de lo social humanizados y tulabiados. Lo «xmd-
mico, lo tociaI (que es para Marx lo tata), y cuyo fundamento es
tecnológica y humanamente económico) y lo poli fiero (que es infint
tómente más que formal) no pueden ser, sin embargo, tan esquemá­
ticamente distinguidos, Marx escribe sin dejarse una letra que ía
emancipación del proletaricido será ante todo política [ItL aL, pá­
gina 174), y asi hace entrar Ja última de las clases ett el Juego y el
engranaje políticos* Lo político parece incluso predominar sobre lo
económico en el curso del proceso que transformó el pensamiento y

3, NI quu dedr tlnnc que, en opinión del fundador da! marsisrrw, la apli­
cación r t 1m priirtpkn comunistas s e hada sesión üiihj mitxULItiadni con «retai y
particulares En un Pfílloín, redlitado eti por* ni llm rlflnl» dd partida
coiqufiliu, Man y KnjfnJr subrayan que ’ li aplicación práctica de ntos princi­
pio» dependerá siempre y en todas partes da )u ceiuiidonra iilstdrtanraifc
dw ln" (Eil. Coates, p . 4£). l a que queremút wbrayar núiqUnj d* li Dtimtid¿n
ppfrtat que lona d movimiento comunista, ya. ro vid* de More. El «¿venarla
enramUtuk» da l> FítoKiffn pótftk* de Hege) y de la politta* en fruerai uo ¡rudo
evitar de ninguna mañera conceder a h emand pación de Ira trabaftikiro una
importancia primordio)mente potitfc-i. Va m UtH n o lU i M u i m al diaria
V erifí/ti d» l'arfi: “ La revJluañQ a i fifiicral, es decir, el dm-íbo Hd poder
pórtente y le diigTcgaLión d d antiguo catada dé eran*. o* Un acto político. Poro
sin rrtd ie lfe id mclaferoo no podria re tliaiK , El m éalbno ttefie acreffd d de
este acto (ivliüca lt> li im dklí de jfltm te á i y da ó lip io d d A . Pera tan pronto
come « i actividad nqaiilradna eom íeus y m alma ian agal, al inicuo tlnnpo que
.su objetivo propio, sa manükirtíL. el socialomc se descmhiinm de m envoltura
política.* ffíi tv\i dt Prrtiia y- la reforma aactal, Cetrera» philctcphiqmní, Ed. Cui­
tes. t. V, p, £44).

100
t:l p 'irp ósiilu d e M a r » en m a rx is m o , ¥ (i L c n ln e n ¿ Q u é h a c a r ?
Iiu^ln d e la tr ip le p e rs p e c tiv a d e Ja Jucha d e l p r o le ta r ia d o — e c o n ó ­
m i c o , p o l í t i c a y t e ó r i c a (s ie m p r e n o s e n c o n tr a m o s c o a e s te esq u em a

t r ip a r t it o — y d e la n e c e s id a d d e s u b o r d in a r , en d cu rso d e ía lu ch a,
lo e c o n ó m ic o a la p o lít ic o . E fe c tiv a m e n te , el p o d e r p o lític o , lig a d o ,
p o r su p u esto, a la e c o n o m ía y a Ja té cn ica , p a re c e m a n ife s ta rs e t o ­
d a v ía m is v is ib le m e n te q u e lo s f a d o r e s e c o n ó m ic o s ; la h is to r ia d e
e s to s ú ltim a s c ie n a ñ os n os m u e s tr a q u e ía lu ch a d e Las D acion es
(r e a lid a d e s e n v e r d a d h a r to d e s a te n d id a s p o r M o r a ) y d e lo s E s ta d o s
se c o n m in a c o n la lu ch a d e cla ses e in c lu s o lle g a a d o m in a rla. Pues
la v o lu n ta d d e p o d e r , e n pugna c o n la técn ica, lle g a a s o m e te r a s í
la e c o n o m ía , y la p o lít ic a d e s a r r o lla su p r o p ia d ia lé c tic a , d e s p lie g a
su v o lu n ta d d e p o d e r .
N o c * n u estra in te n c ió n a p lic a r e l p e n s a m ie n to d e M a r x a la
re a lid a d m e tam a n d a n a y m a rx is ta . Q u ercm n a d e ja r h a b la r a M a rx ,
y c a p íiir su d iscu rso , d is c u rs o c a r g a d o de cu estio n es, curtió lo d o gran
d is c u rs o . La v in c u la c ió n c o n la r e a lid a d q u e h a ce p r u íe a ió n d e s e g u ir
a M a rx p la n teo un p r o b le m a im p o r ta n te q u e n o p u ed e ser re s u e lto
a lo lig e ra y d e una m a n era u n ív o c a , ¿ 5 c p o d r ía a p lic a r la p a la b ra
d e los E v a n g e lio s — h a b id a c u e n ta de las d ife r e n c ia s que sep aran
Jas d o í v is io n e s y las d o s r e a liz a c io n e s - - a la r e a lid a d q u e p r e ­
te n d ía ser c r is Liana?1 E l p e n s a m ie n to s ie m p re e m p re n d e su v u e la y la
re a lid a d p o s e e su p r o p ia p e s a n te s , sin q u e p o r e s o e l jK-nsarntenio sea
ir r e a l o no* rea l. En c h o q u e con la s c u e s tio n e s d e l p e n s a m ie n to y
c o n lo s p r o b le m a s d e la r e a lid a d , e l h o m b r e y ía h u m a n i d a d s e
p ro p o n e n ta re a s q u e e llo s n o p u e d e n r e s o l v e r , pu es n o to d o p e rte ­
n ece al te rre n o d e l d a to y d e ta p rá c tic a . E l p e n s a m ie n to p u e d o en
d e te rm in a d o s m o m e n to s c a p ta r lo q u e es y d e s p e ja r e l c a m in o al
p o r v e n ir , p e r o e l s e r c u d e v e n ir h u rta e l c u e r p o ta m b ié n . L o m is m o
su cede con c( p e n s a m ie n to p o lít ic o , to m a n d o e l té r m in o >p o lít ic o » en
su S e n tid o h is tó r ic o y fo r m a d o r , O c c id e n te h a v is t o n a cer L a ü e p ií-
h l l c a d e P la tó n . I j i C i u d a d d e D í a s d e San A u gstfn , el M a n i f i e s t a
c o m u n i s t a d e M a rx , e n e l cu rso d e su h islu ria , q u e tie n d e a h acerse

u n iversa l y p la n e ta ria . S in e m b a r g o , n in gú n p e n s a d o r h a p e n d r a d o
ja m ó s el e n ig m a d e e s ta H is t o r ia , aun cu a n d o lo Ilu m in a se, M a r x
ta m p o co , sin s e r p o r es o « u t ó p ic o » . É l s e a p lic ó a d e s c ifr a r la re a ­
lid a d , p re s ta n d o o íd o s a la v k d e la tragecffa d e los h o m b re s qu e
a sc e n d ía n d e la tie r r a a l c ie lo , a u n q u e n o c re y e s e de n in gu n a m a n e ra
e n el c ic lo . ¿ H a b r ía p o d id o h a b la r u o b r a r d e o t r o m o d o ? E l p e n s a ­
m ie n to p ien sa lo q u e e s, y la a c c ió n p o lít ic a c o n s tru y e y d e s tru y e
ciu d a d e s c Im p e r io s , s in q u e e s o s ig n ifiq u e q u e e l p e n s a m ie n to sea
i ne ríen i .

4. Eú hutauta sorprendente compra bu i]ie Lnibi pentla de relieve d olvido do


U v m lid n n í i n » , "V treon m en te en esto punta — 1* cuestión d d Estado,
tal vea la rain importante de to (k s— es en el que t a eaerflanas de Marx han
smIo odia olvidada*- L « commtarips de v d jf u f n q in ■
— Inrmmrrablw— no diera
un* palabra de esto. Está ‘ ‘admitido- callar lo nano un* "c o w purnil” que ya ha
tu snvidi), exactamente coran los crfatanoi que. mu u k qae su culto
k convirtió en religión de Estado, "olvidaron1* las "puorilkladea" rtol crídiznmto
primitivo cph íu eplrihi democrático mióhidorauls.' fiíl Kriflde y b fíawluelífi,
tra rl tomo II de las Oeutrcr cftaísieír, M osvú. 1047. p. IW5.J

101
Mui x pretendió superar pora siempre el pensamiento especulativo,
para rcallw la «verdad* ideológica y abstracta de la teoría en Ib ener­
gía práctica. Los grandes héroes de Ja alienación Ideológica nos ayu­
dan sin embargo, con bastante frecuencia, a comprender no solamente
d pensamiento de Marx, sino también las realizaciones económicos
y políticas del marxismo práctico. Platón, guia de los metafísicas
idealistas, reconoce en su República que (a aplicación práctica y
politica de los pensamientos verdaderos no cae por su peso; pues
algunos líneas antes de hablar de los reyes-filósofos y de la coinci­
dencia de U filosofía y Ja política, pregunta: «la praxis en virtud
de su naturatez*, ¿no logra menos la verdad que Ib palabra» (473 a)?
F.n cuanto a Aristóteles, a quien Marx no vaciló en llamar ■gi­
gante del pensamiento»,1 afirma con toda serenidad que «el ñu de
la teoría es la verdad, y el de la práctica la obra (ípfov)* {Müa-
física, « 3 , t>, 20.)

A. El Capitel, t. I, p. 9, TOrw'óc trances* de Lu Cdltkmi Sedal**.


LIBRO IV

La alienación humana
Los Mires humano!;, protagonistas visibles c invisibles d d devenir,
sujetos y objetos de la historia, que desarrollan una técnica y se
desarrollan gracias a ella, se alienan también en relación a al mismos
y a su esencia; pierden su verdadera existencia en la lu dia por la
subsistencia, llegan a ser ajenos a sí mismos, £1 hombre, tal como
Marx lo considera, tiene una naturaleza esencialmente histórica,, y
esta naturaleza (histórica) del hombre es lo que se ha exterio­
rizado y alienado en el curso del devenir de la humanidad. El hom­
bre e$ el ser d e todos las seres — de las realidades"— a través de
los cuales se m anifiesta; su esencia es la de una universalidad, la
de u iu comunidad de posibilidades; él es, pues, el ser genérico
{Gafttotgswesen) y oam mntario {Gemniruncxenj que se ha alienado a
través de la vida económica, política, fam iliar y humana. La supresión
de Id alienación dará nacimiento, por consiguiente, ni hombre total, al
hombre que llega a ser aquello que verdaderamente ¿t es, ponqué
su naturaleza haya llegado a ser — dado que esencialmente Ií i es —
fjitiHami,
I. Las relaciones entre los dos sexos
y la familia

El hombre es el ser genérico que actúa según su naturaleza, y


contra la Naturaleza para satisfacer sus necesidades, Transformando
lo que se opone a ti], so transforma a si mismo, y «la historia entera
no es Otra cosa que una traiiBfiünmatióri de la nuluraleza humana»
(Miseria de ta filosofía, E<L Costes, p* 177)* Cada satisfacción posi­
tiva acarreará nuevas necesidades que, a su vez, procuran ser satis*
fechas, y asi sucesivamente. La vida del hombre, cuya escuda es
Comunitaria, la vida de las hombres, es asi una perpetua realización
y un perpetuo rebosamiento de lo que ellos tienen y de Jo que soit-
Ya Juntos visto1*3que Marx la emprende con dos de las tres condr
dones primordiales de U historia. La primara condición histórica
es «la producción de ¿ierre.? que permitan satisfacer esas newsí-
dad«-, ¿í d «ír , «comer y beber, alojarse, veslírw. y algunas otras
cosos mús»; la segunda condición histórica consiste efl que, 'la pri­
mera necesidad, una vez satisfecha, conduce ella misma ta acción de
la satisfacción y d instrumento ya adquirido de la satisfacción o
nuevre necesidades*. A estas «dos» condiciones y presupuestos de
toda historia que juntas constituyen «el primer acto (Tat) histórico»,
está ligado un «tercer» presupuesto, un tercer tipo de relación natu­
ral y jocíflí;1 sin embargu, hay quci entender los tres factores como
un todo, *La tercera relación, que entra aqui de golpe en la evolu­
ción histórica, es que tos hombres, que vuelven a hacer cada día
su propia vida, empiezan por hacer {machen} a otros ihombres,
por reproducirse — son Jas relacianes cutre el hombre y la mujer,
entre los podres y tos hijos, es la familia—. Esta familia, que en
un principio es la única relación social, llega a ser después, cuando
las necesidades acrecentadas engendran nuevas condiciones sociales
y el número acrecentado de los hombres nuevas necesidades, algo
subordinado (excepto en Alemania).»* {Id. o/., pp. 160*167.) Tres

1. Al c Q t n t t w i d e Io e c a p í t u l o s snjrt-t- f i l t r c h a l o , (a i U b u lu io , la r
Inbaiadrrrei y k Jm La aúrutao; ¡a ín tiu liii. ta e fc tb d d rt lontdita.
3, E l v o c o lik » idw nán V&bátfrir, en »p)ríid r> por M arx en c *J«j p íg ln ts , s fg -
nlfta a lt v í í ecHUÜnást y rdacúmi lu tw lld M M non i w i Man «liciones
q u e unen y ep p q on a la s h am bres can la n i f a n k a y en tre d lo i.
3. tills óbacrvteión OS DBtuiHlmenle “ Ííóntcí "*
IIIm-üH inda ahaju, Marx precisa: * Estos tres laitos de 1a actividad
sodaJ no hay que entenderlos, por otra parte, como tres grados
diferentes, sino simplemente como tres lados, o, para decirlo de una
manen) coro prensil) Je a Jos alemanes, Jos «momentos* que han exis­
tido simultáneamente desde el comienzo de Ja historia y desde los
primen)» hombres y que todavía hoy se hacen valer en Ja historia,*
La historia de Ja humanidad — a la vez natura) y social— y las
condiciones y las relaciones que la engendran, implican, pues, una
doble producción: Ja producción de bienes materíates mediante el
trabaja y la producción de la vida humana mediante ta procreación,
A Jos insiTHmtniaí. de producción corresponden, por tanto, en cierto
modo,, los órgattm de reproducción. En consecuencia, los hombres
están ligados cintre eJJos y con la Naturaleza por vínculos naturales
tanto como sociales,
Eso no significa que Marx admita una dualidad de fuerzas en
cuanto al desarrollo de la naturaleza histórico del hombre; no hay
el hambre, de un lado, y el amor, tkl otro. Tampoco boy, junto ni
desarrollo de las fuerzas productivas, el desarrollo de las fuerzas
sexuales1 La procreación, la reproducción de la especie humana,
es una esencial condición del devenir histórico, peto sigue siendo
sobre todo un:i función natural, aunque no exclusivamente. F,í mo­
tor de la yenes¡s y del desarrolla de la historia —. que es mis que
uña evolución — reside en la utilización, la creación y el desarrollo
de tas fuerzas productivas que determinan las relaciones humanas en
general y la forma y el contenido humano de las relaciones sexuales
en particular; los homhnes, seres prirnordialmente históricos, son más
que seres simplemente naturales. El desarrollo de los relaciones
entre los do* sexos y de la familia está condicionado, « i conse­
cuencia, por el proceso del desarrollo de las fuerais productivas y de
las relaciones de producción.
I>el mismo mudo que el trabajo humano productivo, al dividirse,

4. Dt* nnm v ii*í fingülj qnltm se ba amwsailo tln fr-uir, muy ruiuL-inátiia-
meutn por cierto, la historia de la familia, en sm Oriflim d r ¡tí frarrtuln, d e la
p t o j t i f í d a t i p rfn a d rt v d s í L u t a d a , nhr» apanjciíio en lftff4 lelfutptrfi de la ímu-rlc
rtv Marx). [i'ue Lugrle quien nm iribu^ a la creación ele la luuifu "dualista” de
la hktoil* — teoriii qua, por tün t>art(', hw mar-vistan nt> lUM.'jitamn — , Ha el prú*
Irjsto dp la primera (■diríún (Je su ohm, escrUw especial mente: "Según la eun-
ccpelóu material kla tlr J-n historia, rl «3pftv*ntiu dctonninimlr wi dirima Instancia
eu 1» hlrtrvria e* k producción y la reproducción de U vida iijiiirdktu. Ahora
hien, ú*la et du do* c lliíf . s d e una parte, producción de n m llw de existencia,
de objeto* qtie llrvin para la nutrición, el vestido, la vivienda, y do kn útiles
í)iu ellrvi erigen, de otra parte, producción de Tos mret humano* IrtJrrmtts, pmpa-
IVciáp df U especie, la » iiittibEiflne; socóla icio las ctiahai viven los homlirrí
(1* m u época hittórxn dada y í p un país dado catán cnndloonadai to r e s » das
( U i A di! producción t por d atailia i) e emtudóa cu que t C hallan, de uní pvtn
el Ochido y de otra I» familia." fEd. fjoetr-s, pp. V it l- fX ) Slguterulu la linea ó e
la ctid irr ulsía de Rachofen, A n M u t i e r r e c h t (IS fil), y apoyándote en kn Libra*
dn I,. II. Xlíif^sa (.t y d c w uf C e n m n K U í t í i t y and A f f i n i t y . LtfTJ, y Hibir todo
Anden Scxtety or Anurtác: m íí«y Linn of Human Prcgren from Sffixjpeni
ih n w g fi B e r b ó r itm toC4riftwfic»íj, ÍST7), el amigo, colaborador y Vulgar karior dé
Mane. ofrece <d njruiimtn «q u em a de la evolución de la f m l l l i ! a l i fjrwm U c v i d a d
prprilMeVi. r í n u H t t t l d l p o r u n comercio s u n s ú s in t r a t a » y cuya nahijrt'eza íiu e s
mu V h l n i pftMauls |Kjr (ítiJtels, i n c e d # l a f i n r l i i a cw i«nj|ltíiu« { e n la que fa d ir*

106
u iioh'mlorra y opresores, tic una jwirlc, y a cxplnludos y opri­
midos, do la ulrti, osi t] «trabajo» humano reproductivo, y las rela­
ciones m las que se Inserta, separa, también, en el seno de la famiba,
ni Jiiuu Ucl esclavo. Marx llega a pensar incluso que la división
del trabajo «no era originalmente sino la división del trabajo en el
acto sexual» (/tí. al,, p. LTO.) Parece que haya, pues, desde los
comienzos, utia Incfui de seros que prosigue hasta nuestros días, en
los que se encuentra con — y se hace determinar por— la Jucha
de clases* Por el encuentro de los dos «conminas» que se atraen
— el sexo masculino y el sexo femenino = y por la conjunción de
sus diferencias extremas nace el ser humano, resultado de la unidad
y de la oposición de los contrarios. Sin embargo, no nacen sola-
mente por la gracia de la Naturaleza, sino que nacen también por
obra de dos seres humanos y en una Sociedad. Esta sociedad es la
de la división, del trabajo y la de La explotación del hombre por el
hombre, «Ctm la división del trabajo, en la que su dan todas esas
contradicciones y que descansa a su vez en la división natural del
trabajo en la familia y la separación de la sociedad en familias
(lis(hilan y opuestas unas a otras, se da al mismo tiempo la repar*
lición fTerfeifíOngb cuantitativa y cualitativamente desigual, del tra­
bajo y de sus productos — y por tanto de la propiedad—, que ya
tiene su núcleo, su primera forma, en La familia, en la que la mujer
y Jos hijos son los esclavos del hombre. La esclavitud — todavía
más burda, y latente, de cierto, en la familia— es In primera propie­
dad.» W tU .t p. 172, >
El desarrollo progresivo de Ja propiedad privada condiciona, por
to demás, ef desarrollo de tas formas de la Vida familiar Propiedad
privada y división del trabajo aíslan a la familia en d seno de la
comunidad y hacen de ella una realidad privada y ttu comunitaria.
El movimiento de ta propiedad privada determina directamente la
economía domestica separada. La sociedad civil, y el Estado tienen

a hilos ratón «tduidus del comercia sexual reciproco) y, a fabo, 1a iniiiiiíti pu-
rm h ia(dvu ctKaluyv a su vea loa relaciunes entre fuimiui»* y hemwnaa) y después
la Fjimllüx jW íin n íta ( basada cu uniones por paru|iM, uukiruis bnn*Mite clúütkas,
sin LLiibarüij); ¿(tus son las grandes formas evolutivas dfi la lunilla en el curso
d* U pftjlilsloila udvftlc y bárbara, (le Us cuales Ion puuMos ísrliriitivua m.huilcs
oes o lirw ii todavía aljjmios ejemplos. Con la /¡milita |wir|anrul [ijiie líju ilia i le
Enn derroLu histórica del sean [rirnsuiiq, es decir, li inversión del derecho n »-
temal y k pérdida para in uuijCT de su papel de gpblwnp uu 1» cosa), entramas en
lo* dominica de la historia ( c a e d l a ) , h ñ a h n e r r t c , la última forma do « l e proraso
de tsdscrlAn es I* familia nniiLDeíiriiao, tundida a i La ihinlmdúr deí hambia,
tipa de relación t)ur, dr-idr la Edad Media, díco üngtli, pura na ilcdí desde el
Qrtfbsniiinvi. Implica si nmcir m u d rfidrcHtiod. La monogamia y el amar » n u l
ásilvkliid, l í o cuando deban su nacimiento i unu ntndidLjiHá dr propiedad de-
terminad*», parveen constituir d tipo de relación más elevado, asi indino ea un
porvenir pMt-eapitatistsL, se mantondrin, y lo que druptunreá ser* el predominio
del hoinluv y la indisolubilidad <le] vináJcc es decir, tas diflrTiltadr- opuestas al
dimes). L d p im a ig u a ld a d d a hr dos m u ií v el a m a r enidl I w t ii'id íü d \¡ c™ -
rOHlÜo feo tanto va n jauto Jure) se realizarán, pues, plíSajncnln, denme* del
iliJiuniliiirríetUQ dd capitalismo. siii uw sea pniblu ver lai bnms siguiente* de
la evolución Je k » vínculos « b u los dos s^.ei, U luclliadén isepraa del
hjinliTt y de ti nuijar tediará por si sota l n f i m t » ■i!t*t-iuiiJai de su realiiacfón
dmpnó* de la desaparición de toda presión íeoiiéinlfo.

107
como prc&iipucslo y como fundamento la familia. Siendo las rela­
cionen do la propiedad privada unas relaciones que ligan íes decir,
alienan) la comunidad ilusoria y sus mienibrus al mLiado natural y
objetivo, es evidente que «el matrimonio es, indiscutiblemente, una
forma de la propiedad privada exclusiva» (Ce. FU., p< 20.) Pro­
piedad privada, matrimonio y familia son los fundamento» prácticos
sobre los cuales se eleva la dammptfón de la burguesía. La insti­
tución de la familia (burguesa) descansa en cuestione* muy empí­
ricas — a saber: económicas — , y el verdadero cuerpo de la familia
es eí estado de fortuna. Lo que en general impulsa a los individuos
al matrimonio es d juego combinado del hastío y de los internes
pecuniarios, y no la validez autónoma de la familia. Asi, aunque
la disolución de la familia se vea realizada prácticamente, dado que
la acción de La disgregación real se hace cada vez mis general, la
institución persiste, porque su existencia ho llegado a ser necesaria
por su conexión con el modo de producción de la sociedad civil.
Además, la disolución de la familia ha sido proclamada también,
teórica mente, por los socialistas franceses e Ingleses y por los nove­
listas franceses; hasta por los filósofos alemanes, que acabaron por
advertirla — dice Marx irónicamente—. Disolución de la familia
significa dos cosas; disolución real y ocurrida efectivamente, puesto
que los burgueses mismos son los protagonistas de esa disolución
en la práctica, y disolución necesaria, es decir, reconocimiento de esc
estado de cosos por la conciencia y supresión de la familia — en su
forma burguesa — a través del movimiento proletario y desaiie-
nador.
La familia continúa existiendo y permanece rclni iva mente intacta
eo teoría porque en Ta práctica es uno de Jos fundamentos sobre los
que la burguesía eleva su dominación; el burgués hipócrita (hipó­
crita por esencia) na se conforma a la institución, <?p particular,
pero la institución se mantiene, en general. El matrimonio y la
familia se ven negados, en la tetina y en la práctica, individualmente,
pero se mantienen, en la teoría y en la práctica, socialmenlc. El
hastio y el vacio de la existencia alienada, Jos intereses del dinero,
la crítica teórica del matrimonio y de Ja familia y ati disífregaciórt
práctica forman parte integrante de la familia y elel matrimonio y
no desembocan de ninguna manera — dentro de los marcos eapí-
talitas y burgueses — un la disolución y en el rcbasainiento efec­
tivos, La hipocresía general ele la existencia burguesa erige en mundo
sacrosanto la existencia indecente de esta rcifícactón (y deshumani­
zación) de las relaciones entre los dos seres. Y esta misma hipo­
cresía, fundada en condiciones muy empíricas, encuentra también sus
escapatorias y sus solidas de emergencia, especialmente en el adul­
terio y la prostitución.
Sin embargo, en la medida en que el hombre considera — « de­
cir, evalúa ■— a la mujer coma presa y sirviente de la voluptuosidad,
expresa toda su propia c infinita degradación y alienación. Fn las
relaciones sexuales extra-maritales — y en particular la prostitu­
ción — esta alienación de la verdadera naturaleza social de hombre
se manifiesta de une manera todavía más infame, pues la presti­

os
lutfóii (!stá basada en una relación mercantil que hace a quien
prostjiuye más alienado aún y más alienante que quien es prosti­
tuido. £1 dinero, que posee la propiedad de poder apropiárselo todo,
comprándolo, puede por consiguiente comprar también el «am or»;
siendo ¿l mismo la prostituta universal, la alcahueta universal entre
las necesidades humanas, confunde, invierte y cambia por sus con­
trarias todas Las propiedades naturales det ser humano genérico y
comunitario y «fuerza a los contraltos a darse un beso».
En cambio, «establece al h o m b re en cuanto hom bre, y su relación
con el mundo como una relación humana; entonces, puedes cam­
biar d amor únicamente por el amor, y la oonfianM únicamente por
la confianza. [-.-1 Cada una de tus relaciones con el hombre y con
la naturaleza debe ser una mapiifesrat'iíín f'AiiíscrungJ deíermjnadff,
y correspondiente al objeto de tu voluntad, de tu vida in d iv id u a l
reai. Si amas sin provocar un am or en reciprocidad {G cg e n tieh e),
es decjr, si tu amor en cuanto amor no produce amor en recipro­
cidad, Si, m an ifestan d o m v id a [ y no alienándole con su exteriori­
zad ón] en cuanto hombre que ama, no haces ele ti un ham bre am ado,
entonces tu amor es impotente, es una desgracia [desgracia inhe­
rente en tal caso n la condición humana y no ya al régimen social]*,
leemos en E c o n o m ía p o lítica y filo s o fía [p, 1141, Para que las reía-
dones entra los dos senos puedan desalienarse, hace falta que el ma-
Qlmonio {burgués), y todo lo que lo condiciona, lo rodea y lo
acompaña, cambie a ia vez de Forma y de contenido. Pues la familia
no Cs sino uno de los modos particulares de la producción y cae
bajo las leyes generales de ésta. A-sí, la supresión de la propiedad
privada y de la vida eco nó m ica se p a ra d a no puede ser disociada
de la supresión de la familia [id- ai., p. 223). Supresión positiva
y efectiva de la propiedad privada significa, «¡p in Mar*, apropiación
de la verdadera vida humana (genérica y total) y supresión radical
de toda alienación. £1 hombre de familia se incorporará así a su
existencia humana, indisolublemente individual y comunitaria. De lo
que se trata es de ia supresión — aniqui Lamiente]— de la propiedad
privada, y no de su gÉiimdjzaaVín y extensión; por con si púleme, la
supresión de! matrimonio no significa de ninguna manera comunidad
de mujerres — convertidas asi en propiedad común— , que es lo que
parece desear todo «comunismo grosero e Irreflexivu». Mam con­
dena este comunismo, que no sería otra cosa que una universali­
zación del capitalismo y que niega la personalidad del hombre, inser­
tándolo en un proceso de nivelación contrario a tn verdadera natu­
raleza del hombre. £1 rebosamiento de la alienación, erótica entre
otras, del hombre, conducirá al hombre a Incorporarse a «su exis­
tencia humana, es decir, social»,*
Aun cuando haya podido escribir que -la más pira función del
cuerpo es la actividad sexu al fG a c t t le c h t s id tig k e it)* <C r it ic a de la f i l o
¡o fia det E st a d o de H e g e l, p. 89), Marx na considera en modo alguno

3. ‘ lliidíkfb des Meuseben... ia setn d. h, fliwlkdwfdfeftpt


Diníin" (Ee„ Fil„ lerin «lemán en Mar* FríiAi<ATtF*ín. ed- Krüner. Shittgnrt,
JP5-1, Jf. &W. trad. híneesa, p . 24.

10»
1* íilii íy MíhI sl-xueiI del hombre como una función simplemente
animal; el verdadero amor físico no se deja reducir a] acto material
de la secreción seminal. Marx pone al tlescubicrlu la alienación, la
deformación y la contracción que sufre la actividad sexual humana
en el régimen asfixiante de la propiedad privada- Lejos de querer
generalizar lo particular, generalizando la propiedad privada, Marx
quiere que lo concreto refleje lo universal. Así puede afirmar: «En la
relación (Verhatittis) con la mufer, presa y inerva de la voluptuosidad
común, se halla expresada la infinita degradación en que el hombre
vive para si mismo, pues el secreto de esta relación [Marx emplea
aquí él ténnino Ge&eímmx] tiene su expresión nO equivoca, decisiva,
revejida, descubierta, en la relación del hombre a la mujer y en la
manera Como es interpretada la relación inmediata, naturalmente
genérica. La relación inmediata, natural, necesaria, del ser humano
al ser humano es la relación det hombre a la mujer. En esta relación
geni rica natural fnatvríichen GaituttgíverhllUnia), la relación del ser
humano con la Naturaleza es inmediatamente su relación a] ser hu­
mano, como la relación al ser humano es inmediatamente su relación
al origen de su propia determinación natural. En esta relación se
muestra, pues, de modo ívnííMe, y al nivel de un hecho visible
fftrcrcJtfluíicJí«j( hasta qué punto la esencia humana (dar nrenschüche
Wrseij) se ha convertido en naturales humana o en qué medida la
naturaleza se ha convertido en la esencia humana del hombre. Todos
los grados de cultura del hombre {Bildungsstufen} pueden, por con­
siguiente. ser apreciados según esta relación, Del carácter de esta
relación se infiere hasta qué punto el hombre rn cuanto ser gené­
rico {Gatttm&swestn} ha llegado a ser hombre y se ha comprendido a
st mismo; Ib relación del hombre a la mujer es la relación más natural
del ser humano ni ser humano. En ello se muestra, pues, hasta
qué punto el comportamiento {Verhalten} natural del hombre ha lle­
gado a ser humano o hasta qué punto la esencia humana ha llegado
B ser para él esencia natural, hasta qué punto su núIti raleza humana
(menschtiche Nnffírí ha llegado a ser su ttaturaleta. En esta relación
se mués ira asimismo hasta qué punto la necesidad del hombre ha
llegado a ser necesidad htananat hasta qué punto el otro hombre,
en cuanto hombre, ha llegado a ser, por tanta, una necesidad para
él, hasta qué punto en su existencia más individual fíndh’iduellsten
Dascin) él, es al mismo tiempo ser de la comunidad fGemeinwesen),»
{Ec. FU., pp, 234*235 de Krimer, pp. 21-22 y 23 de la Ed, Costes,
donde este pasado está cortado en dos.)
Marx — que escribió cartas y poemas dd amor4 a la mujer a la
que amó apasionadamente desde $u adolescencia y que llegó a ser
su esposa, su compañera fiel y la madre de sus hijos— no disocia
en modo alguno la sexualidad (verdadera, es decir, humana) y el
amor (pasional), como no disocia, en general, la naturaleza y el
hombre, el hombre y la humanidad, el individuo y la sociedad, la

ó En dlc-trinbrt? d í IBM, ft los dJeúodjü a¡km de edad. Morir díracií q


ni "quürittn v (•t^niarn^tVe unida Jejmy ™n Wwtphíkn" dot cuidmioi dnf pite-
'HrliMllrkiri, titulfcdun El W>w de¡ ffntor (BikA der Llebg),

110
MjhJrl ivklrnl y lu objetividad. £1 protesta contra quienes quieren re­
ducir lu fuerza pasional del amor y arremete a Tn vez contra los
mnUTÍ:ili*tu5 críticos y burgueses y contra lúa idealistas especulativos
e inhumanos. «E l autor es una pasión, y nada hay más peligroso
pura, la calma del conocimiento que la pasión = escribe^-.
¿Cómo la subjetividad absoluta, el acto puro, la critica «pura*, no
habla de ver en el amor su bste noireT1 Satanás en persona; en el
amor, que, mis que ninguna otra cosa, hace que el hombre cna en
el mundo malnial y le enseña no solamente a hacer del hombre un
objeto, sino también a hacer del objeto un hombrea {¡¿a Sagrada
fíiJtíí/trt, Ed. Costes, t. El, pp. 32 y 34).
Justamente por el hecho de que el desarrollo de la pasión del
¡unor — «el objeto espiritual, tan rico de Sentido y de significado,
del am or«— no puede ser construido a príari, puesto que ese desa­
rrollo es un desarrollo real y material que se si tria de entrada en
el mundo sensible y afecta b individuos concretos, no podría haber
cons(rucción teórica y especulativa a propósito del amor o sobre el
amor. Parece que nn sea posible estudiar difllécticamente el desa­
rrollo Interior del amor-pasión, es decir, su origen y su objetivo;
tampoco es posible trazarle programas. So trilla principalmente de
desalienar lo que impide el brote del amor y la rlcfi y plena mani­
festación de la sexualidad humana, mediante la abolición del matri­
monio y de la Familia burgueses, V de dejar por consiguiente ente­
ramente abierto el problema del devenir y del porvenir de aquel
brote y de aquella manifestación. Lo que Marx deja entender es
que, una ye* suprimidos t* familia y el matrimonio burgueses, las
parejas se formarán libremente, el hombre y lo mujer serán iguales,
la mujer dejará de ser un instrumento de placer y de (re-lproduc-
dón y ¡os hijos serán educados principalmente por la comunidad.
La mu|er ya no estará « i dependencia ilcl hombre, la pareja ya no
dependerá de la situación económica y civil, los hijos ya no depen­
derán de los padres, Lo cual no significa — repitámoslo — que habrá
comunidad de mujeres y socialización del deseo general, cosa deseada
por los comunistas groseros y que provoca el espanto de los bur­
gueses. Después de las obras filosóficas de Juventud, el Manifiesto
comunista se explica una vez más acerca de este punto: «El burgués
ve en su mujer un simple instrumento de producción. Oye decir
que tos instrumentos de producción serán explotados en común, y no
puede pensar en otra cosa sino en que el régimen colectivo va
a alcanzar también a las mujeres. No sospecha que se trata pre­
cisamente de arrancar a la mujer de su cometido actual de simple
instrumento de producción. Nada más ridiculo, por lo demás, que
este espanta ultramara] de nuestros burgueses ante la pretendida
colectivización de las mujeres por comunistas, 1j>» comunistas no
necesitan introducir la comunidad de mujeres; ésta ha cxisüdo casi
siempre, [...] Todo lo más se podría reprochar a los comunistas et
querer sustituir mu» comunidad hípóerllamente disimulada por inra

7. nutre-. penadiDa, en el sentido figurado Je itiiramzs y preocupación


grave y cntifími»."Eü francés en el texto de Mar ,
1 11
comunidad olicial y francamente reconocida. Por oirá liarte, cae
de su peso que con la supresión de las condiciones actuales de pro­
ducción desaparece igualmente la comunidad de mujeres,..» (Ed.
Costes, pp. 90-91.)
• * *

La interpretación mandaos de las relaciones entre krs dos seros,


del amor, del matrimonio y de la familia es — una vez más — mucho
más vigorosa en lo que analiza y niega que en lo que afirma y pres­
cribe, Esta interpretación parle siempre del hecho fundamental, y de
la idea fundamental de Mam, de que los hombres producen su vida
y se producen unos a oíros, dado que el ser humano es simultá­
neamente, si se puede decir así, productor y producto, En este
proceso productor, reproductor y productivo, los hombres están
siempre, y desde siempre, en pugna con una naturaleza histórica,
y su propia historia es natural- Lo que dios son y lo que ellos
hacen en el curso de su devenir se desnaturaliza, se deshumuiiza,
$c aliena y los aliena, los deshununiza, los desnaturaliza. Todo se
fija, se congela y se relfica en el curso mismo de su evolución pro­
gresiva y unlversalizante. Trabajo y amor sufren la misma suerte,
y es altamente significa tivo que Marx asocie la sexualidad a la téc­
nica, llegando a ver en ei acto sexual (y reproductivo) la primera
manifestación de la división det trabajo. El desarrollo de la técnica
es, pues, el secreto de toda la historia natura! — y antinatural —
de los hombres, y La técnica es lo que Ilumina el devenir det amor;
ella, abandonando cada vez más la Naturaleza para dominarla mejor,
■teja también al hombre, cada ves más, de su propia naturaleza:
siñ duda es antinatural por esencia, pero a través de la historia
humana, historia de la alienación, pierde incluso el vínculo con aque­
llo ■ lo que se opone, se autonomíza y se vacía de toda vida.
Dado que la técnica corre parejas con el intercambio y el comer­
cio, es consecuente ver también en las relaciones entre los dos sexos
una forma de comercio. Esas relaciones han sido en todos los tiem­
pos comercio, pero al nivel de la sociedad moderna y burguesa, sobre
todo, es donde, según Marx, el carácter alienante de esa comercia­
lización salta a la vista. Así Marx trata de ver, a Ja vez, la esencia
del amor —'esencia nunca realizada todavía en el curso do la historia,
y realizable solamente después de la supresión de la causa de toda
alienación de la propiedad privada — y los realidades eróticas y fami­
liares de ]a era burguesa, realidades alienantes y alienadas. De una
parte, Marx cania el amor, amor físico, pasional, espiritual, «y por
tanto- total, y do la otra, describe todas las formas alienadas que él
ha sorprendido. Sin embargo, el amor se ve reducido, de entrada,
a la división del trabajo y a La producción, puesto que el acto sexual
se basa cu una forma de la división del trabajo, y cabe preguntarse
qué significará efectivamente ta plenitud del amor después de) reba­
jamiento de La división del trabajo social. ¿Capta Marx, no diso­
ciando las relaciones sexuales del amor, el alcance de lo que él llama
amor? ¿Qué significa para él, que na ve en el desarrollo del amor
individual La obra del Cristianismo, el libre brote del amor indi-

112
vWiml en un mundo nncjiMhum (y resucítame» le ateo}, mundo que
Ielidirá universalidad de lndivlduid? La sociedad humana que suce­
déis al capitalismo habrá rebasado la lucha de clases v la lucha
de sexo*: hombre y mujer habrán llegado a ser i(jindas:; pero esa
sociedad habrá abolido tarabita la propiedad privada y todas las
formájt individualizantes que Ja acompaña. £1 amor, ni universa'
liiui!*e, ¿será todavía amor? Dejando e] ser humano de ser «pnoduo
l i f i y -trabajador», ¿en qué será todavía reproductor t incluso amo-
luso? ¿Qué hará del «objeto» de] «am or»? ¿Qué sucederá no sola­
mente con el amor sino también con el acto sextt&í =* forma original
f.le la división del trabajo — después de la supresión radical de toda
división del trabajo, supresión por la que pasa la empresa de la
ilesatfenación humana? ¿A un nuevo modo de producción técnica y
económica, corresponderá un nuevo modo de reproducción?
Todo el pensamiento de Marx concerniente a la sexualidad y al
amor íd los que él no disocia, pero tampoco identifica). al matri­
monio y a la familia que educa a los hijos, se basa en la idea del
hombre-animal que fabrica herramientas y se reproduce, idea total,
global y • genérica», sigue las alienaciones que ej hombre efectivo
sufre, y apunta a la salvación. Al hacer esto. M an permanece, sin
embargo, atado a la sociedad moderna, burguesa y capitalista; ésta
es la que £1 diseca, pero ésta es también la que le proporciona las
armas de su combate, que apunta al «rebosamiento*. Así, él prolon­
ga [oda la critica dirigida en el curso de los dos últimos siglos
contra las formas sociales del amor y contra las instituciones Fami-
linrcR. mismo se refiere U d . <il,, t. V II. pp. 159-160) a la crítica
del sigju x v m y a la Revolución Francesa, que quebrantaran los
bases de la familia. Marx pretoria, radicaliza, 11* va a sus conse­
cuencias extremos y un ¡ventaban el radicalismo de la modernidad:
I las trabas deben ser suprimidas, para que el ser humano se realice
plenamente, para que su esencia natural y social se objetive total­
mente y sin tomar apoyo en ninguna trascendencia metafísica. Así,
quiere sobre todo abolir 1» familia y el matrimonio burgueses, partí
que d amor pueda manifestarse en su universalidad, en cuanto amor
«que hace del hombre un objeto, pero también del objeto un hom­
bre». En e] interior de este mundo de los Sujetos y ctr los Dhjctos,
d mu ntío moderno, una forma particular se ve negada, lo forma
burguesa, pero la dirección profunda del proceso sigue sien do la
mismo: los sujetos humanos deben apoderarse tic todo, unlversali­
zarlo y coincidir ellos mismos cotí los objetos. Aun cuando Marx
p ro lo te contra el comunismo g rosero y mecánico que do hace otra
cosa que generalizar la propiedad privada en vez dé rebasarla radi­
calmente, ¿lo rebasa él efectivamente y ofrece una visión de la rela­
ción de los dos sexos y del amor que instituiría un nuevo modo de
vinculación? Pues, aun cuando él rechaza la tesis de la comunidad
de mujeres, su prupia «texis» de la desalíe-dación y de la des-rcifi-
CHCÍÓD de las relaciones entre los dos sexos sigue en el centro d e un
pensamiento que universa liza lu que es, evitando ciertamente el falso
comunitarísmo, perú sin llegar, no obstante, a liberarse tolalnurUc del
peso de Jo que él mismo niega- Por consiguiente, se ve negada aquello

1
que se descompone, el matrimonio, La familia, y generalizado aque­
llo que lo componía a través de Ja alienación, es decir, cl amur-
pasiórt-del-qbjeto. Marx hace que pese una sombra sobre toda, su
glorificación del amor, y este amor no parece poder ahuyentar esa
sombra.
El ser, el hacer y el haber

Es pugna con h)3 Objetos, objetos de la alienación y objetos que


alienan al hombre, et pensamiento de Marx, aunque permanezca tan
cerca de los objetos, Jucha por liberarlos, liberando al hombre.
Romanticismo y realismo — «i estos ísmo& tienen algún sentido —
caracterizan simultáneamente este esfucw». M an es, ai mismo tiem­
po, visionario y hombre práctico, profeta y técnico.
El ser del hombre, su esencia CWtscnj. su verdadera naturaleza his­
tórica y social con *1itusen la preocupación central de Marx, Sin
embargo, el ser humano se manifiesta a través del hacer, y este
hacer desemboca en un haber. Haciendo, el hombre se aliena, y su
verdadera esencia ry> se revela sino negativamente, en y por la alie-
noción, permaneciendo ella misma ireprehensible, puesto que toda la
historia no ha sido hasta ahora más que desarrollo de la alienación.
Así, el hombre e$ la] como »c manifiesta en su actividad social,
poro toda su actividad le hace ajeno a sí mismo, a las cosas y al
mundo. El ser del hombre es, pues, aquello que todavía -no se ha
expresado nunca en toda Ja plenitud de sus posibilidades totales;
descifrando la historia de La alienación es como se puede captar
esa esencia genérica, inaprehcnsiblc positivamente pora toda obser­
vación empírica,, Marx, que se niega a hacer otra cosa que no sea
leer el libro de,1o experiencia, descifra por lo menas este libro, lee
entre líneas y Ve aquello cuyas Imágenes deformadas son lo única­
mente visible.
Para que «L hombre seo, es necesario que haga, y su actividad
fundamental, el trabajo productor ejecutado^ en común con otros
hombres, le aliena de su ser. Ve hemos tenido ocasión de ver toda
la teoría marxiana del trabajo. El hacer desemboca en un haber,
y este haber es lo que parece alienar aún más fundamentalmente las
relaciones del hombre con todo lo que es. Trabaja, división del
trabajo y sobre todo propiedad privada alienan el ser del hombre
de su verdadera naturaleza social y humana, y le hacen buscar la
consolidación de su ser alienada en c| haber, en la posesión. En
vez de realízame en el curso ücl devenir histórico, eJ sujetó humano
no hace otra cosa que renegar de sí misino haciéndose cada vez
más ajeno a su verdadera esencia. La producción de riquezas socia-

M5
Jes empobrece y Uis hombres, el mundo exterior queda ocultado □
ellos, y lo que tto tienen Jes Impulso a desarrollar la riqueza del
mundo interior tas necesidades reales de loa sures humanos les
empujan al trabajo = al hacer— , trabajo que so congela en el haber;
pero esta influencto, de la posesión y de la propiedad aliena o los
seres humanos, como aliena, por lo demás, los objetos de su acti­
vidad- A su vez, ia carencia incita a los hombres a buscar las satis­
facciones en algo irrosnar ¡o desconectado de Lo real- «L& propiedad
privada nos ha hecho tan necios y unilaterales (einseitig) que un
objeto (Gegenstand)1 no es el nuestro sino cuando lo tenemos, cuando
existe para nosotros en cuenta capital. Todos los sentidos1 físicos
y espirituales han sido reemplazados así por la simple alienación de
todas esas sentidos, d sentida del haber. Fl ser humano habla de
quedar reducido a esa pobreza absoluta para poder dar nacimiento
a su riqueza interior. [,,.] La más bella música ao tiene sentido
para el oído do musical, no es un objeto, porque mi objeto no puede
ser sino la confirmación de una de tas fuerzas de mi ser. [...] EL
hombre abrumado de preocupaciones, necesitado, no tiene sentido
para el más bello espectáculo; et comerciante de minerales no ve
más que el valor mercantil del mineral, pero no su belleza en su
naturales particular; no tiene sentido mineralógico. Por tanto, bate
falta objetivación {VergegemtdndHchung) del ser humano, desde el
punto de vista teórico tanto como práctico, para hacer humanas los
sentidas del hombre, y también para crear el sentido humano
correspondiente a toda la riqueza del ser humano y natural.» (£c.
Fü.t pp. 30. 32 y 33.)
Pero, ¿qué es el Hombre, esc ser natural pero también ser natural
humano (mertsehlicfte ífflíurwesen), ser comunitario y genérico, ser
cuya esencia se expresa mediante el hacer hasta ahora aJ¡arador?
¿Cuál es eJ sentido de Ib sensibilidad humana, sensibilidad que debe­
ría poner al hombre en contacto con la totalidad del mundo?
El ser eti devenir de la Totalidad es aprehendido — o más bien
se supone que es aprehendido*— por el Hombre. La no-nmologfa
se transmuta en antropología, pero « t t t Antropología sigue siendo
negativa: nos dice todo lo que el hombre no es. £1 hombre entra en
relación con el Mundo por los .í ckíííío í , piensa Marx; lus sentidos
vinculan a los hombres, a Ion Bujetas, a los entes, es decir, ft los de­
más hombres y n los objetos. Sin embargo, los sentidos naturales y
humanos sun físicos y materiales y « ine tafIsleos» y »cspi rituales»
(«los sentidos llamados espirituales», escribe Marx, ibid.t p. 32j.
prácticos y teóricos; ver, oír, oler, gustar, oorar, pensar (Denken},
mirar (Anschauen}, sentir f B m pfindenquerer, obrar, amar, consti­
tuyen la manifestación de la realidad humana (alienada) y de los

& Cuando aicaiitiuitis el vw ttilo Oégnialanet (O k jtk t) nt Marx. tíneiDM


que entender — en KHteral = «t e vocablo nejpio >u rifen.tficadci «i^n¡J.' C¿gen-
tUütd, lo i)M «Id nn/rtA/í. ¡Q W if opt»#? ly que cunatituyr bÍ &fo poto de
ttt vincttkr dialéctico,
0k El vocaliln jwlfclu |Swó, empleado en rrim pasaje», rijjnfhra en alemán
anuo en FnnCn [y utmkmO n i cuteiltno] a la W í V fm M dé id iertsÜriHtltul y
Utptíjkxdv.

i 16
nunios d l' jLpmpitidún — v Incluso de; ntí apropiodón escuda]— de
lu reulidud totnl, I ji tottüMod de los sentidos y su actividad signi­
fico tiva deberían, por consiguiente, y deberán, si no fueran por la
alienación, despulí del rebosamiento radical de toda alienación,
insertar al hombre en la totalidad de todo Lo que es. Lus sentidos
— todos los sentidos, físicos (physfsehe) y espirituales fgeistige) — no
se reducen, por consiguiente, de ninguna manera a la» sensaciones,
pite* es el sentida He los objetos lo que se presenta — e incluso se
oculta— A los Sujetos hurminm. El hombre puede, en virtud de su
propia esencia, apropiarse hwt en tos y su propio ser universal de una
numera universal, si no fuera por La alienación que separa Ja sensa­
ción del Kcntido significativo, los objetos de los sujetos, lo partí'
cular de lo universal, lo fragmentario de lo total, el hacer del ser.
el haber consolidado del ser que haciendo se hoce. La realidad
hutrama tolal, unitaria y mu tridimensional, permite a los hombres
a luí que ella anima apropiarse n tn vez, de un modo no posesivo,
los objetos y esa misma realidad humana. Apropiarse significa aquí
actualizar pieriamente las posibilidades subjetivas y objetivas cu un
ser y hacer CU devenir, al que ninguna fijación estática y posesiva
pone trabas. Sólo la colectividad humana, lo universal, puede llevar
a cabo eso.
El ser (del hombre), et hacer y el haber, la subjetividad, la rea­
lidad y Ja objetividad componen todo un estrado nudo de problemas.
El hombre se manifiesta efi el trabajo, pero esta manifestación es
una exterioridad; él se exterioriza, se aliena de su ser. Por el
hecho de que el hombre deja de ser hombre para hacerse trabajador
- - y por añadidura en un mundo en que el trabajo está dividido—,
el hacer se aliena, pero en el interior de la necesaria actividad
productora. El ser humano entra en contacto con la» cosas; sin
embargo, aprehendiéndolas mediante el haber es precisamente como
no las tiene y como se desposee,10 El hombre es el sujeto del devenir
histórico y * también» eslá sujeto n esc devenir; el hombre-sujeto
producido por su actividad Industriosa de los objetos. Pero, ¿qué
significan estos términos — sujeto y objeto-- en Marx? ¿Les da él
un significado claro?
E) hombre no ts un «sujeto» absoluto. Tampoco es un objeto.
¿En qué residen, pues, su subjetividad y su objetividad? ¿Cuál es
la realidad efectiva del liotubie {tirr wirkHche Menseh)? El hombre
parece ser, según Marx, «la subjetividad ^Subjuktívitat) de las fueras
esenciales objetivas (gegertJftfnii/feAer Westnkrafie), cuya acción debe,
por consiguiente, set ob}ti¡wt. El ser objetivo (gífgeMrfíiruííícJifi We­
s t » ) obra objetivamente, y no obraría objetivamente si lo objetivo

10, fteCDTdnTKw una VC7 m il lodo Al* da fucrxa», de potencial y de


¿mpíitcnd»*. qnt jo revela tanto i travo» del k i del hambre como a trové» del
Mr de la ro a , t,l ier htnnnmi a un iw que w n i a n t f i e t t a íü im m ); iu actividad
esencial e» i s i n w r t i} e r t ít c i ¿ n ; . *in ímbarBO. ello «msjtitaiye una bt-
t e r l o t Ü t u l M iuíitjI ícM üMJ, y lo que en más. una i Iüjhbei I™ ÍEniaiujdliníiJ, una
alienación fVrr¿n.nrmiw, EnfhfniJupie). "La proplrdid privada aLiend no Hita­
mente b bKhTtfnalldad d f lo» hambre*. *too también i* de l u «asar", escribe
Mam (id. j í , L Vil, p, 2431.

117
(das Gcgvustüitdlicfn:) no residiese en la ttarerminuclón de #li ser,
El no uil'íi ni establece objeto» sino porque es establecido por unos
objetos, porque es, por su origen, natiiratezti-* ( íic. l!ií.f pp. 75-76.)
El hombre, ser inmediatamente natural, ser sub|etivO'Objctivü, ser
real y activo. sor del hacer: he ahí el punto de partido de Mar*,
¡a posición de la que él parte para analizar la alienación que el
hombre sufre. F.l hombre es, más que un sujeto, o un objeto, una.
actividad sensible, La naturaleza del hambre, humana y social, es lo
que hace que «en el acto de establecerse, él no abandona "su actividad
pora” para crear el objeto. sino que su producto objetivo manifiesta
simplemente su actividad objetivo, so actividad en cuanto actividad
de un ser natural objetivo» (Ib id J
Sin duda alguna, el trabajo productivo, esa creación de objetos,
es Ja realización de las fuerzas esenciales, sustanciales y objetivas
del hombre; sin embargo, la manifestación de su vida es la aliena­
ción de su vida, su eoncretizacidn es su abstracción. I jo que es la
realidad misma esencial del hombre se convierta en una actividad
ajena. Ijo que le liga al mundo en su conjunto — mundo natural
«y* social que constituye la esencia del hombre — le hace ajeno al
mundo y a sí mismo; todo le abandona tomando la forma del ha­
ber. El hacer con los demás se convierte, por consiguiente, en poseer
y ser poseído. El hombre va convierte asi en un simple objeto, e
igualmente evalúa los seres y las cosas tu cuanto objeto*, El ser
del hombre ya no se dirige hacia las realidades por amistad y por
amor a esa» realidades, sino únicamente para posee rías. A través
dei devenir histórico realizador y alienante, el hombro «efectúa» y
traiciona su esencia naturalmente comunitaria y naufraga en un
egoísmo comerciante. En « t e mundo, el devenir dd ser ha sido
traicionado por eí hacer, y naufraga definitivamente en el haber.
El hombre se lia empobrecido al crear todo el mundo inmenso de
las riquezas, hoslu el punto de convertirse cu esc Yo activo que tiene
un Yo concHTrtcííi y que dice; yo tengo, mío; «es» ese ser que me­
diante el trabajo sólo aspira a hacer suyo lodo lo que es y se hace.
El ser humano, sin embargo, alcanza la única, verdadera y reai
objetivación cunndu, Jejos de transformarse y de luins formarlo todo
en objeto, se objetiva humanamente, es decir naturaf «y » social-
mentc, y sabe reconocer la sociedad humana y sus obras en toda
[a objetividad de la una y de las otras. Sólo de e*Ui manera realiza
cornual l¡i ñámente su individualidad en vez de aliena ría. La supre­
sión de In propiedad privada y del mundo total que ella condiciona
permitirá la objetivación pknajia de las fuentíts objetivas que animan
al sujeto 'humano. Esta supresión debe correr parejas con la Su­
presión de U condición que ha hecho de todos los hombres unos
trabajad ures, *E| hombre no se pierde, entonces y sof^menie. en
objeto, cuando díte se convierte en objeto humano u hombre obje­
tivo. Eso sólo é¿ posible si ese objeto se convierte en un objeto
social, como fa sociedad se convierte en ser para él en ese objeto,
Por d hecho de Que, en toda la sociedad. La realidad objetiva se
convierte para el hombre en la realidad! de las fu e™ * esenciales del
hundiré, la realidad humana y por consiguiente Ih realidad de sus

11B
propias fuerzan cendales, todos ton óblelos llegan a sor existentes
p i n ól en cuanto objetivación (t/cr^cgeTisíUntUinvhiití^.} de sí mismo,
cu cimtito objetos que manifiestan y reñí izan su individualidad, en
cuaitin jhjí objetos, es decir, objetos de é1 mismo.• (Ibid.. p, 31.)
Lu que esto texto ambiguo y polivalente parece querer decir es que
mediante el despliegue objetivo, sensible, tuatería I, real efectivo, del
ser humano objetivo, es decir, del hombre, ser indisolublemente
nal mal y social. Individual y comunitario, La riqueza de la realidad
humana {subjetiva) y de las realizaciones de las fuerzas esenciales
del hombre puede llegar a ser para los hombres, para la sociedad
de ios individuos, un campo en el que se manifiesten y se reccnaz-
can las fuerzas del ser humano que se realiza en el hacer. El sen:
del hombre pertenece a la naturaleza sensible y material, y el hom­
bre no puede apropiarse la naturaleza si no es materialmente; apro­
piársela y apropiarse no significa en modo alguno poseer unos ob­
jetos naturales o producidos, es decir, estar al lunado, expropiadoj per
los pode rea alienantes de la propiedad. La propia materialidad de
cada ser humano sólo exista como individualización de la materia­
lidad humana total; de ello se sigue que el ser humano reniega de
al misino y se aliena a) querer poseer a ios demás senes humanos en
cuanto objetos. £1 contenido del hombre, Stt verdadera realidad
(tyúhre Wirkiickkeitj, está constituido por su esencia objetiva, que no
« t á . dé ninguna manera, separada de la materialidad exterior. La
alienación es lo que separa el contenido de Ja forma, lo subjetivo
de Jo objetivo, lo interior de lu exterior, la materia del espíritu.
La materialidad de ta naturaleza constituye al hombre; la natu-
ndeza es en cierto modo el primer objeto, y t u fuerzas sustancíales
y subjetivas del hombre sólo tienen su realización objetiva en Los
objetos — n* arrales y producidos—. Marx no trasciende la fase de
La filosofía que la filosofía moderna vive desde Descartes; la jilo-
sopa de Fu subjetividad; no es generalizando la subjetividad en la
sociedad, y haciéndola objetiva, como se la rebasa Verdaderatnente.
Es esencial de esta filosofía no llegar a ver claro en Ja cuestión de
lo subjetivo y lo objetivo, cuestión importante para esta filosofía
aunque sigue careciendo de fundamento, Marx parte del hombre:
un sujeto que es objetivo, El ser del hombre es real y su aspiración
« i realizante, realizadora y realista. Pero, ¿qué significa aquí reali­
dad? ¿Es algo distinto do la objetividad sensible? Na lo parece. Es
real, en verdaderutuente real— como dice a menudo Marx — lo que
es objetivamente de una manera Sensible. El hombre-sujeto es por
consiguiente uu ser objetivo real.
Marx opera con toda una determinada concepción metafísica do
La realidad, objetividad sensible y empíricamente aprchcnsible, y no
llega de ninguna manera a librarse de este objetivismo realista, asi
como tampoco se libra de la influencia de la Filosofía de la subje­
tividad, o tict pensamiento de los sujetos objetivos, $in embargo,
lucha contra la mala objetividad, es decir, contra la reífícariórL La
realidad del hombre, al caer en los dominios Je lu rclflcación, se
despoja de su realidad; cada hombre y lodos los hombres se des­
pojan asi de su realidad, de su humanidad, e inclusa las cosas se
alienan. La «osificación Itllchísiíi aliena la objetividad y lo roulldad.
rompe ios maceos de la relación que une oí hombre a la naturaleza.
h| hombre a los hombres, a los hombres a tas cosas, y transforma
tocias esas relaciones en relaciones entre cosas, relaciones falsa­
mente objetivas e inversamente realistas. La relación social de
hombre a hambre es, en virtud de su esencia comunitaria, c! prin­
cipio fundamenta] de la verdadera práctica que puede real liarse a
trüvdfi de un hacer desahenndo- La naturalidad, la sociabilidad, la
humanidad, la materialidad, la objetividad y la realidad, es decir, Ib
esencia de lo que es, se han alienado hasta ahora, desno tu rali Ján­
dose, des-sociaJ i cándese, deshuman izándose, desmatcrialfzándosc, co­
dificándose, desobjeticándose aun transformándolo todo en objeto,
desreal izándose. No obstante, el rebasa miento de Ja rcífieación puede
permitir a la esencia del hombre realizarse y desplegarse plena­
mente cu el hacer, que ya na c o n d u c ir la a l haber. Lo que M ane no
ve, ni puede ver, es que tal vez el c&iürmj, la reificación, el objeti­
vismo (el «malo»), ef realismo (sórdido) son las consecuencias nece­
sarias e inevitables de todo ese movimiento al que pertenece todavía
su propio pensamiento y que privilegia Ja objetividad, la realidad,
la experiencia sensible, potencias privilegiadas pero desconectadas
del resto y carentes aún de fundamento. Él no ve ni puede plan­
tearse la cuestión crucial: ¿cómo una consecuencia y una serie de
Consecuencias pueden ser activamente rebasadas sin pararse en
aquello de lo que son consecuencias?
El rebasa miento radical de la alienación, piensa Marx, permitirá
al hombre, por primera vez en la historia universal de la humanidad,
realizar plenamente sus necesidades, todas sus necesidades, Sin nau­
fragar en la ttí litación, sin icr dominado por las fuerzas negativas
de la desposesión, de la frustración. La necesidad del ser humano os
infinitamente rica, y su propia necesidad interior le impulsa, impe­
riosa c incansablemente, hacia la realización exterior. El hombre no
es solamente rico es necesidades; la pobreza — la pobreza humana
y no la pobreza producida artificialmente por la acumulación do
las riquezas en manos de tos poseedores— puede temblón adquirir
un significado humano y social, pues forma parte de esas necesfc-
dados que dirigen al hombre hacia los seres y las cosas; puede y
debe, en una sociedad que haya suprimido la alienación, constituir
el vínculo positivo que une el ser humano a la suprema riqueza — a
los demás seres humanos *=. La pobreza puede asi recibir un signi­
ficado. dado que es esa necesidad humana del hombre por el hombre.
La necesidad del hombre, su pasión activa, le impulsa hada los
objetos del mundo matenal. Pero el cubjetu» de la actividad humana
— su meta, su objetivo— se ha alienado y hace que todo naufrague
en Ja eosificarióo, la reifícactón, el fetichismo; lo real objetivación
no hn acaecido, nunca ha acaecido todavía verdaderamente. JE1 hom­
bre, sujeto constituida por objetividad, llega a ser ajeno a sí mismo
y al mundo al tomarse por un simple objeto (reificmlo) y al querer
poseer unos objetos. La alienación fundamental separe el sujeto del
objeto, y es fuente de esta alienación dualista; la alienación radical
y total, que preside todas las alienaciones particulares, se revela a
Iravé* de (odtis las realidades particulares* en todos Ion enmpus de 1a
actividad» c incluso en la propia alíctiucfón del hombre- Lus Tuerzas
sustanciales del ser humano *¿ reiíican, el hombre vive en el interior
tlí un mundo de objetos {de objetos ajenos >, es conducido hacía
Ja apropiación «objetiva* y posteriora, pero faísa y abstracta, abs­
traída de la verdadera realidad objetiva pero no reiítcada. Lo que
yo tengo y lo que yo quiero tener. Lo que tí ofro tiene y que yo
quiero también tente, toda esta dialéctica entre los deseos (subje-
livos) y la posesión (falsamente objetiva), todo este circulo que
vincula el ser, el hacer y el haber es infernal, es decir* antinatural.
Inhumano, and social. «La alienación aparece también en el sentido
de que mi medio de subsistencia es el de o t r o , en que todas las
cosas son al mismo tiempo algo de otro, en que mi actividad es
otra, no acabada [,..] en que urt poder inhumano domina en general.»
Ubiíl,, p, ¡66.) Este hacer que desemboca en uit haber, incluso en
un no-haber, este despliegue del reinado de fas potencias antinatu­
rales, antisociales, inhumanas, toda esta * alienación», ¿no es, sin
embargo, más esencial a !a historia humana de to que M lm piensa?
¿fío « gracias al hacer antinatural como la historia se edifica?
Man piensa que después del rebosamiento de la alienación el hacer
realizará el ser; suprimido ci haber* todo será y se hará en la plenitud;
todo lo que es abstraído de Ja realidad será reemplazado por lo
concreto en su totalidad y en la totalidad, Pero, ¿todo tiacer no es
y no seguirá siendo «alicuanto, sobre todo cuando este hacer toma
la forma de la enorme y moderna maquinaria técnica? Esta potencia
mediadora entre fas necesidades de Jos hombres y todo Jo que es y
puede producirse, esta dispensadora de medios de existencia, esta
formidable ¿puede dejar de comportar al (cridad e -inhu­
manidad»? Una vez m i*, 1m ojos de Marx no ven; o le problema,
porque miran a otra parte. Están acaparados por lo que quieren
hacer que deje de ser, esto es, la tiranía del trabajo en cuantro tra­
bajo, la propiedad privada en cuanto posesión desposeedora.
La victoria del haber sobre el hacer y el ser se manifiesta de
uno manera enteramente visible en el ahorro, forma consumada del
embargo del objeto (orificado) sobre el ser del hombre, poder que,
cu nombre de la propiedad privada, priva aí hombre de lodo lo que
redunda en él. fuerza que Impide al hombre gastar y gastarse. Pues
■la economía política, esa ciencia de la riqueza, es, pues, al mismo
tiempo, la ciencia del renunciamiento, de la indigencia, del ahorro.
£..,] Esta ciencia de la industria maravillosa fy, ante toda, el movi­
miento económico real que La Fundamenta, hay que leer) es al mismo
tiempo la ciencia de la asarais, y su verdadero idea) es el avaro
ascético pero usurero y el ewJava ascético pero productor Su idea!
moral es tí obrero...» (I b i d pp, 53-54). El hombre, cuyo ser pro­
fundo reside en ese movimiento que da existencia a las riquezas,
puesto que él mismo es impulsado por la riqueza de sus necesidades,
«1 convertirse en obrero - - o incluso en capitalista— se aliena tanto
en relación a su actividad como en relación al producto de su actí-
vidad; sólo tiene un deseo: tener, o incluso dejar aparte para poder
tener. Asi renuncia, a la vez, a su ser y a las objetivaciones de su

121
hacer, jnduso renuncia u poseer ¿IIreí:I¡míenle, y tolo proctna aho­
rra r> es decir, enriquecerse empobreciéndose. Esta reducción de la
vida humana se maml'testo muy particularmente en el obrero, el pro­
letario, aunque la alienación haya transformado ¡i todos iw hombres
en simples ohiums, en *Lrabajactores*, El obrero debe tener estira­
damente con quó vivir, para poder producir y reproducirse, y no
dehe tenor voluntad de vivir Sitió para tener, EL hombre, en medio
de sus propias obras, está esencialmente desposeído cíe to que redun­
da en ¿1 = pero no ep cuanto tener = y, mientras no se te ahorra
ninguna fatiga, debe capitalizar y atesorar, si es rico, o *hacer
economías*, si es pobre. La teoría económica del ahorro no es, al
nivel de la economía política, sino )a expresión alienado de la real
fundón alienante dd ahorro en el centro del movimiento económico,
productor y expropiador. El ahorro no afecta solamente a la vida
económica del hombre: su existencia total se ve empobrecida y redu­
cida. «Oíanlo menos comea, bebes, compras libros, vas al teatro,
al baile, al restaurante, menos piensas, amas, teorizas (iheatetí-
sierst), cantas, actúas, ¿temes, etc.; y cuanto más ahorras, mayor
se hace tu tesoro, a resguardo do las polillas y de los ladrones, tu
capitaL Cuando menos eres, menos manifiestas {aüsserst) tu vida; y
cuanto más tienes, mayor es tu vida tUimuda (entBussetrtes íjcbtn),
más economizas a expensas de tu ser alienado ( entfrttmdeícn Wtsmf.m
{IhiiL, p, 54,)
Et hacer y el producir, la actividad human*, la técnica, han con­
ducido a Eos hombres al centro dr Ja. forma más evolucionada de la
alienación. Ib alienación del mundo moderno, la cual ha reducido
extrañamente el ser del hombre, imponiéndole reducción sobre re­
ducción. Todo d despliegue del hacer económico ha tenido por
resultado el reinado en el que es necesario «hacer economías* para
Scf, es decir, nO SCt, y economizar lado lo que hace que el hombre
sea hombre y lo une al mundo de ta plenitud. Compréndanlos bien
Ja tan generosa critica marxlarui del ahorro; más allá de toda moda­
lidad económica particular det ahorro, esta critica apunta a la cosa
misma; apunta 8 lo negativo dd luja, de la prodigalidad y de la
riqueza que re despliegan en el Piulido moderno; apunta ai funda­
mento mismo del aspecto humano — de hecho, inhumano— de esas
potencias que reducen ai hombre a la impotencia. «Prodigalidad y
ahorro, lujo y miseria, riqueza y pobreza son la misma cosa, ¥ no
son solamente tus sentidos Inmediatos, como el comer, etc,, lo que
debes economizar, sino que también debes ahorrar la participación
en Los intereses generales, la piedad, ta confianza, etc., si quieres
Ser económico, si no quieres que tus Ilusiones te lleven a la perdición.
Todo lo que le pertenece debes hacerlo venal, « decir, óril.» (Ibid.,
página 56.)
«b iV ^

l..ii difícil de captOT en el análisis marciano de la alienación


humana es ta nafu raleza del hombre que se aliena. Para que haya
alienación, hace falta que alguien o algo re aliene. Cabe pregun­
tarse: ¿cuál es la crencia humana que re aliena, puesto que nunca,
Imsut hoy, lm hnbklo hombre* no clic nudos? Marx define bastante
sumen lanmu te lia iiaHir<ilct.a ffJaittr), el ser (Seinj del hombre, su
esencia fWescn)\ <H quiere más bien que el hombre humano, ser natu­
ral y social, se» reconocida y se realice; que, a travos de la comu­
nidad social y el proceso histórico, los hombres sacien todas sus
necesidades, tanto naturales (comer, beber, vestirse, habitar, repro­
ducirse, etc.) coma espiritual*? (geistigenh Mam parte, pues, de
una idea metafísica del hombre, idea que él no precisa sino negó-
trióme üte, y exige que la verdadera realidad la realice. £1 hombre
humano y genérico debe, después de la desalienación, llevar a cabo
xu naturalc/a natural y, aun luchando contra la Naturaleza con la
Técnica, llorarse a cabo a si mismo en la Sociedad, puesto que el
hambre es por esencia ser natural-hurnano-sociab Sin embargo, en
toda la tus loria universal, el hombre no ha hecho otra cosa que
alienarse cada vez más, Et hombre se exterioriza al manifestarse,
k aliena al trabajar. Por obra, ¿obre todo, de la total soberanía de
la propiedad privada, «lo que antes e n una exíeriorizacidn de sí
{Sich-AtesserJichsetn 1, una real exteriorización {reale f-rifaiirsprung)
det hombre, ha venido ■ ser ahora el acto de la exteriarizaciún {Tal
der EntíúisservrtgK la alienación { Veetiusserung).* {Ibid., p. 13.) Todo
sucede como sí una cieña ¡interioridad del hombre se alienase al ex­
teriorizarse, dado que la exteriurí radón misma es alienación. Sin
embargo, Marx habla poco de aquello que se pierde al o l e no ri­
zarse. Piel al espíritu de toda la metafinca de la subjetividad — me­
tafísica y subjetividad que tosmui formas diferentes, pero que pro­
ceden del misma rúndamenlo, el cual no se deja fácilmente reba­
sar— , Marx no aparta la mirada del hombre al que sus necesidades
objetivas llevan a manifestarse productivamente para realizar sus
necesidades nalurales y espirituales, del hombre que al hacer eso se
abena en las realizaciones Que prtVatr de su ser a él y las cosas y
en el interior de las cuales todo se convierte en exterior, ajeno,
hustll, Asi es verdad para el hombre que «la manifestación de su
vida» { LcbensUusserfing} es la exteriorízación de su vida (Lefre?¡jen-
tdtuweruttf;), que su realización { Verwirklichung) es des realización
{Ertíwirklíchungf, una realidad ajena.» (!bid,, p, 29.)
En ci centro de todas las diferentes dimensiones de la alienación
— Ja alienación económica, y fundamentalmente determinante, la
alienación ¡nfiltUa, estatal y burocrática, la alienación ideológica, reli­
giosa, artística y filosófica— se Sitúa la alienación humana propia­
mente dicha, la alienación del ser humano, para el que la totalidad
del ser1y su propio ser han llegado a sor ajenos y enemigos, A este
hombre es al que d humanismo mandan*) quiere desalienar, supri­
miendo todo lo que Impide al hombro, animal social y racional,
satisfacer sus necesidades vitales, sociales, espirituales, en una pa­
labra: humanas. Pues osle animal social, que es el hombre, está
dotado de fuerzas vitales y es activo porque está aguijoneado por
sus necesidades. 1a acción de la subjetividad humana opera sobro
unos objetos ¡temibles y reales, y esta subjetividad es ella misma
real y Sensible. Los impulsos constituyen la fuerza motriz natural
que pone en movimiento d desarrollo de Jas fuerzas productivas y

123
prtxim-líMus du nueve* objetos; *...1us objetos tfc sua iiiipnÍMisu
exiSien lucra de ¿I tomo objeto* indcpmiHenit'x de ó!, peni estos
objetos son objetos de su necesidad para la activación ( BetíUstong}
y Ja confirmación f Bes fifí itttng) de sus fuerzas esenciales, y objetos
indispensables, esenciales. Decir que ci hombre es un ser (Wesen)
corporal, dotado de fuerzas naturales, vivo, real, sensible. objetivo,
es decir, que tiene unos objetos reales, sensibles, como objeto de
su ser, de la manifestación de su vida, o que no puede manifestar
(buSsern} su vida má> que en objetos sensibles y reales, Ser fseinj
objetivo, natural, sensible y tener objeto, nalumiera, sentido, fuero
de uno mismo, o ser uno misino objeto, naturaleza, sentido para un
terceto, es idéntico.» ( lbld.t pp. 76-77.)
Según Mam, el hombre no puede manifestar su vida más que en
objetos sensibles, reales, mal eriales, res tenores»; sin embargo, si
manifestar su vida, la aliena y se aliena. El profeta del humanismo
realizado en cuanto naturalismo-socialismo piensa, sin duda, que el
hombre manifiesta su vida en la alienación a causa de la alienación
económica fundamenta!; no pone en tela de juicio toda la concepción
metafísica de la «subjetividad» y de la «objetividad», cuyo alcance
rebasa una fase particular de lo historia social; aun queriendo rebasar
la posición misma de la problemática que opone el sujeto a los
objetos, no llega a efectuar plenamente ese rebosamiento, puesto que
continúa I ransformando cuanto el hombre encuentra en objetos ser>-
sibles y materiales.
Lo que Impulsa al hombre, lo que anima su acdón, acción que
persigue con energía su objeto, es siempre un poder objetivo, aun­
que éste poder activo pueda tomar la forma del sufrimiento y de la
pasión. La pasión del hombre ea lo que Inspira su acción, «Ser
sensible, c* decir, ser real, es ser objeto del sentirlo, ser objeto fffrj-
sibie, y por tanto tener objetos sensibles fuera de uno mismo, tener

11. Mnrt Rama a lo* b t i p a l r a t q tx animan las necetldadm hum an» natura]«i
f r i d í . y Fletad empleará d n bnw vocablo púa dmignar Jo qtte m o m a tr*-
dnchncí* habítualmente jkq hMHntm. Tanto pan el uno c o n * p a n t i otro, el
hürobre n tá definido uiitv tuda " y do uro mimfrt Hm()tiiflik9" — como tía
& er, nmlmtl, natural y hnmttno, llevado por nts Im^ulioi hada la ¡atltfaailAn q L
fetfva y Hiidlilc (perü no adúnente mstnrlql) de suf oeuillbulqi. Esto jiiov liliJiihtu
se i c d f n rn la sociedad de los hombres. N o bU ante, las y leu (taco*
qutdjm. huta nueva onlni, im a tsfcd n i y frustrados. L d nneátUdet mismai n o
■a detienen en ninguna parte, rite que iir w n hasta el (níiolto. M i n y Kneud
riig tu un iH diiocH iiM to y m u satisfacción picoas de los impulsos, mi piofiin-
tarcc sf CU dialéctica asi Lcnieebkltt w n p i d i un tÉnnino. 171 estudio sobre Man
y Freud — y «obro ni rmnliimo y el pricaáriillíis— todavía está por hacer. El
joven Marx y el viejo Freud — al de J!I /nnruenlj' d a u-nn íh w tó tt y El im iW gr
en la c lo é lt it M n - ' wlncideii de una manera muy especial, ÍGÍ, s u cstw onu yH
El "m ito d e fe f n é d l c i n t T * n r í s t g la a i , Eiprtí, n.* 11, 1956, y F r e t u l ¡f e l iráif.
erftzr en fe cifriWsdictón, .tfíliW irii. n * 16. 1(100.) Prm ni M n ni F in il vieron,
oí mpcciuiron. lo que atm, entre Lo* do», mpo v n y a i atrevió a definir como
rnluntsd da p o d e r , uOmu voluntad de k voluntad infinite, Pues es la voluntad
de pude: [o que ?a apodera (fe loí hombrea drjpués do la niuurte de Dios y pro­
pulsa ni tilinta hummiu = iiq al sujelo subjetivo. sino al Juimbre-sujefo objetivo'—
hada La dominación, shrmpre ¡risattsfecba y siempre arepípntr, sabré ]p tObtUdad
d* loi “ nbjrtm", en un mudo nihilista qur h j precipitado y dlsuelto el Ser en
d devenir ü rmfa y sin lin. Nos isfcriiHX a N lr is d ir .
Objetos tle Ln prñpiít SílMWiiiciao. aef senaimc es sei su/tufnm. t i
hombre cu cnanto ser sensible es, por consiguiente, un ser sufriente
y, porque es ser que siente su sufrimiento, un ser apasionada. Lo
pastan (ií(e Leidenschaft) (die Passiont es la fuerza esencial del hom­
bre que persigue cofl energía su objeto.» (IMd., p. 7S.) El sufrir
miento oongéntLo de! hombre, su naturaleza, que experimenta la pa­
sito y las pasiones, alimenta su acción; el hombre no seria activo si
no fuese pasión, Pero el hombre no es primeramente pnsión, sino
acción. En cuanto actividad sensible, es, de entrada, ser de la pasión
activa. Ld necesidad, el sufrimiento, se mueven en ól en acción que
apunta al rebosamiento de Ja necesidad y del sufrimiento; su acción
misma es apasionada. La pasión (en los dos sentidos del vtxiablo)
parece caracterizar al hombre en cuanta tal ; en plena época de la
alienación, el lado «cd to de la pasión sigue siendo alienante y es-
Lando alienado; después de la supresión de )a alienación, la pasión-
acción de los hombres desplegar! sus verdaderas Fuerzas. Ño hay
que confundir la verdadera pasión del hombre y la inquietud que se
apodere de él, la anguíficf — psicológica y moral—, que es un signo
de la alienación de su existencia. Pues la inquietud angustiada que
se apodera del hombre burgués y 1c hace tan vulnerable a todas las
místicas y a todas las mixtificaciones idealistas y espiritualistas (no-
objetivas y des-real»), lejos de ser un rasgo esencial de la natu­
raleza histórica del hombre, no es otra cosa que la compañera nece­
saria del trabajo y del hastío, dcJ vado y de la alienación conse­
cutivos al régimen capitalista y burgués, que man tiene al hombre en
estado de inferioridad y le impulsa a replegarse sobre su «interio­
ridad*. En cambio, Iñ «inquietud» de) proletario es propia de la
aflicción violenta y aguda, y te hace reiolucionario, le impulsa a la
lucha a muerte, inspira su acción dirigida hacia la verdadera apro­
piación del mundo exterior: e« pasito conquistadora.
Marx, lejos de querer reducir a nada todo vestigio de sufrimiento
humano, de desgracia humana, de «pobreza» humana, piensa que la
alienación es lo que Impide a esas realidades lomar su verdadero
sentida humano. El régimen económico y social que él combate a
muerte aliena igualmente el sufrimiento, la desgracia, la pasión, la
opobreza», las necesidades de los hombres, se j» róndalas de las esen­
cias y de los objelo» que Jes son, unas y otrus, propios. No obs­
tante, el sufrimiento significativo, la desgracia inherente al ser del
hombre, la pasión activa, merecen ser desalicaados, pues comportan
un rico contenido humana, y asimismo constituyen fuentes de la
acción. Pero la acción no debe ser obnubilante, como lu es abora.
Pues la economía política y la psicología burguesas no saben hacer
justicia ni a las verdaderas necesidades vitales, ni a las necesidades
de descanso, ni a la acción, m a la pasión. La necesidad de descanso
del hombre se halla alienada también, y la desenfrenada carrera hacia
la propiedad impide que esta necesidad llegue a ser una necesidad
humana enriqueced ora.
Todos las manifestaciones del ser humano y todas las negatívi-
dades que él implica están, por consiguiente, alienadas. Los hom­
bres ion toles como se manifiestan, piensa Marx, pero su rnanifes-

125
■ación tí* alienación, .¿Dónde está, pues, su ser? El hombre es una
subjetividad objetiva, material, reíd, sensible; pere lus objetos le
rcifieaii, En realidad le dcs-realiza, el mundo sensible carece de
sentido. ¿Qud es, por tamo. In verdadera objetividad y realidad, el
significado de la sensibilidad? F4 hombre es definido como una
actividad sensible, un ser que produce y es producido; pero el tra­
bajo es exteriorizaciórt de joto mismo y Ja producción desposesión
¿Cuál es , pues, el hacer que hace ser a una mismo?
Ko esperemos hallar una respuesta a esas preguntas; Man: opera
con pensamientos, sin pararse a elucidar sus propina pensamientos
operatorios. £1 ataca por el flanco de la critica y del análisis, de ta
polémica y de la negación. Define muy brevemente al hombre, afir­
ma determinadas cosas en cuanto a su $cr, establece su esencia y
habla largamente de la alienación del hombre, de los manifesta­
ciones degeneradas de su ser, de las traiciones de su esencia, £1,
el apóstol de la observación humana empírica y objetiva, exento de
todo presupuesto metaflftco o filosófico, describe ciertamente a los
hombres como los ve, pcn> no parece admitir que el hombre no
alienado haya existido alguna vez. El pensamiento — con el que él
opera— dej verdadero hombre real y genérico, la medida de los
alienaciones, es un pensamiento altamente mrtattsico: precede y re­
basa toda experiencia sensible, objetiva, real, empírica* natura), so­
cial, etc., etc. Ycon este pensamiento metafísica jan tropológlco
histórico) va a ser con d que Marx va a arremeter contra los de­
más concepciones metafísicas tic) hombre — contra toda concep­
ción ( metafísica) del hombre — y en particular cotilni Ja de Hegel.
Por el hecho de que la concepción misma del hombre es una de las
fornias de la alienádún, por el hecho de que d hombre se aliena
más al interpretarse do determinada manera, esta lucha comía las
consecuencias antropológicas dé una filosofía le parece absoluta­
mente necesaria,
M arx se alza, por consigu iente, a este nivel, co n tra su genial « p re ­
d eceso r» H egel, so b re todo el d e la F enom enología del E sp íritu
— «verdadero lu g ar de origen y secre to de Jn filo so fía h e g e lia n a *—■,
porqu e piensa q u e el ú ltim o filóso fo m antien e la a lien a ció n del hom ­
b re , la ju s tific a con su penHwnicnto, co n la h ip o cresía d e su m oral
y co n su m entira filosó fica, f'arn H cgcl, d ice M arx, el s e r d el hom ­
b r e e s su co n cien cia d e sí, su yo, su st m ism o, bu co n cie n cia . P o r
con sigu ien te, «lu d a ¡irlenación de! s e r h u m ano no e s nada mds q u e
alienación de la conciencia de si, Lu alien ación d e la co n cie n cia d e s í
no es co n sid erad a co m o exp resió n f/ icíd ru efcj, ex p resió n que r e fle ja
en el pensam ien to , de la real alien ació n del s e r h um ano. La aireña-
ción real, o m is b ie n que ap a re ce co m o re a l, n o e s , según su esen cia
o cu lta m ás Intim a — y que aülo h a sido sa ca d a a la luz por la filo ­
s o fía — , nada m ás q u e el fenóm eno iE rsch eín u n g) de la alien a ció n
del se r hum ano real, de la conciencia de xL P or esa iíiz ó b , la cie n c ia
que co m p ren d e todo eso se llam a fenom enología.* ilb ttL, pp, 72-73.)
H egel e s acu sad o ilc In te rp re ta r o l h o m b re en cu an to su b jetiv id ad
eg o ísta, de un lad o, y s e r esp iritu a l, del o tro ; p or tan to , no c a p ta
la natu raleza social d el h o m b re, n i su realid ad sen sib le , y en tie n d e
Im ulJcnación real cu cuanto iLticnnci-ón de lo conciencia de sí.
hombre concreto y total no existe puro él, puesto que ¿1 no ve más
que ul hombre abstracto, parte de una totalidad espiritual. M an
comprende a Hugel a su manera: le violenta y le contra! nterpreta
all Interpretarlo; na obstante, permanece atado a ¿1 e impulsa en
mía dirección las consecuencias do la metafísica hegeüana. Mane
quicr? desaltenpr al hombre, al hombre que hasta ahora no ha apa­
recido sino a través de sus alienaciones,
El hombre mundano « natural «y » social, individual «y » comu­
nitario, y se manifiesta, manifestación que es una alienación, en y
por la actividad sensible, la práctica social. Sin preocuparse de sus
propios presupuestos metafísica*, puesto que nadie ha visto todavía
a esa persona humana cuya esencia se aliena, Marx escribe: «E l
individuo es t í ser social La manifestación de su vnda — incluso
cuando no aparece en la forma Inmediata de una manifestación
comunitaria realizada al mismo tiempo con otros — es, pues, una
manifestación v una afirmación de la vida social La vida individual
y la vida genérica del hombre no son diferentes...* ( I b i d p. 27-1
Lo que constituye la vida individual ay» la vida genérica del hom­
bre, su naturaleza real, activa fuirtficJi y iriVJtíítií). su esencia efec­
tiva y eficaz, su objetividad, es justamente la actividad sensible. Al
hablar de la realidad, de la objetividad, de la sensibilidad, de la
materialidad, Marx tiene puesta constantemente la vida en la acti-
\idad real, objetiva, sensible, material, el hacer productor, la praxis.
Lo que él reprocha fundante ni ni mente a HrgeJ es su metafísica espe­
culativa c i inactiva». Lo que él reprocha a quienes se enfrentaron
con Hegel, los hcgeliñnos de izquierda, es su metafísica materialista
e Igualmente «inactiva*, Lo que él propone es una «metafísica* que
reniegue de sí misma realizándose en la actividad (material). La
actividad que et idealismo conoce y reconoce no es una actividad
puesto que es espiritual. La actividad que el materialismo conoce y
reconoce np e.s una actividad, puesto que es mecánica, y no humana.
La primera tesis sobre Feuerbach rechaza juntamente el espiritua-
lismu idealista de Hegel y el materialismo realista de los hegelianos
de izquierda; «El defecto capital de todo materialismo del pasado
[Incluido en el Feuerbftch) es que sólo considera d objeto, la rea­
lidad, el mundo sensible bajo In forma de objeta o de contemplación,
pero no como actividad jeittiMe-ftiuníUífl, como praxis, subjetiva­
mente. Por eso d lado activo en oposición al materialismo es desa­
rrollado de modo abstracto por el idealismo (que, naturalmente, no
conoce la real y sensible actividad cti cuanto tal).»
Marx quiere que el trabaja práctico, transformador y productor,
la totalidad de la praxis social que ha posible la satisfacción de la
totalidad de ios necesidades satúrales, sea reconocida tanto en su
realidad y materialidad como en su alienación. Este traba jo es esen­
cialmente práctico y objetivo: pues el trabajo teórico deriva de él
y. todo la más. puede comprenderlo. No obstante, la práctica y la
realidad rw -son verdaderas en cuanto toles; fuentes de la verdad,
han venido a ser. por obra de la alienación, alienadas y alienantes,
y oponen un freno b la energía do la actividad verdadera. Ni toda

Ti7
rffiliOiict ni tocia prátticd Sun verdaderamente reales, 1^ verdadera
y real praxis no consista de ninguna manera en una actividad acotada,
limitada, egoísta y negociante, fetichista y reificante = lo que Marx
'llama la praxis «en su forma de aparición sórdida y judia» — , sino
en tina práctica que habrá rebasado radicalmente la alienación, una
actividad total, abierta, coctunituria, perpetuamente revolucionaria,
que liberará a la vez a los hombres y las cosas y apropiará rn>pose­
sivamente el mundo tota), csio es, el mundo del Hombre y de la
Naturaleza. Esta praxis es la única verdaderamente reveladora, y la
realidad que 1c corresponde es la única afectivamente verdadera, En
resumen: toda la exteriomneión del hombre sigue siendo práctica
de la alienación. La primerit rasis sobre FeicerÍMícl!, cuya primera
parle acaba de ser citada, prosigue en estos términos: «Penerbach
quiere unos objetos (Q hjckici sensibles, realmente diferentes de los
objetos del pensamiento; pero no interpreta la actividad humana
misma como actividad objetiva { gcgenstnndtiche Taii^keit), Ei consi­
dera, pues, en La esencia daí Cristianismo, solamente la relación
teórica romo auténtica relación humana, en tanto que la praxis no es
captada y fijada sino en su forma de aparición sórdida y judia
ischmurzigiiidischen Erscheimm^sform). Asi, él no comprende el sig-
nificado díe la “ revolucionaría" actividad critico-práctica.*
Es precisamente esta permanente actividad revolucionaria, crítica,
práctica y antiespecuJativa lo qué Marx opone a Hegcl y a Feuer-
bach. Su tarea es desalicnar al homhre, práctica y efectivamente,
mediante la praxis desareno da. Volviendo la espalda al ser pensado
y a la conciencia de si, st saber absoluto y a la dialéctica de las
esencias pensadas, Marx mira ■ quien es el portador de todo eso,
al hombre real pero alienado, Hcgcl no ■puoe» al hombre como un
ser concreto que despliega una actividad real y realizadora, sino
como una conciencia de sí, e incluso llega a hacer que la conciencia
de sí establezca la roseídad í’ DitigheifJ en general, piensa Marx. En
cotrsccuéncú), él hombre no es un ser natural, provisto de fuerzas
suuunciales objetivas y sensibles, que tiene unos obfetos reales y
sensibles como objeto de su necesidad y objetivo de su acción; np
ea más que sujeto espiritual, fragmento dd espíritu absoluto, con­
ciencia de sí, que encuentra, a través de su manifestación, na la
realidad de las cosas sino la coscidad establecida por la conciencia
de SÍ. Los productos de la actividad humana aparecen en esta pers­
pectiva como productus dd espíritu absoluto, elementos espirituales,
aerea ideales, momentos de la totalidad ideal. Hegel es acusado, asi,
de no tener ojos para la tragedia que se está representando en la
tierra, la única tragedia; de considerar La como un reestreno de la
represen loción de las ideas celestes. Marx reconoce que su visión de
la «conciencia desdichada» contiene elementos gramáticos y críticos,
aunque en una forma alienada, porque el sujeto y los objetos dd
devenir histórico siguen siendo conciencias de sf y objetos estable­
cidos por ei espíritu. La real alienación tid hombre no deja de
aparecer como una alienación de la conciencia de sí, y la obje^
livldad se disuelve en la espiritualidad- De esta manera, Htigcl rebasa
solamente el objeto (objeto de la conciencia), y mantiene tanto la

121
jilicniición dd m humano reñí w ino ln alienación de las cosas reales,
llave lodo «so. es decir, pierisn ludo cSo, porque no ha Visto que el
hombre es un ser natural, sensible, que tiene su naturaleza fuera
di: el mismo, que participa en el movimiento de la Naturaleza y
umstiíuvc el tugar subjetivo de tas fuerzas subjetivas, un ser que
no ha hecho otra cosa qLte alienarse mediante su hacer, u n ser despo­
seído de sus propios productos.
La interpretación mamaria de He ge] es, cernid toda interpretación
creadora, una interpretación deformante. Con Hegcl, Jo metafísica
occidental se cunsuma, y esta filosofía desemboca en el espíritu ab­
soluto-saber absoluto, en la aprehensión de ]□ absoluto en cuanto
Sujeta y por el Sujeto histórico. Marx toma la contramarcha de
cute pensamiento, aun continuándolo, y establece el sujeto humano
en cuanto objetividad de los Cuentas esenciales y materiales del hom­
bre, fuerzas que Se manifiestan en la acción- Toda acción ha estado
hasta hoy alienada, poro la sola práctico puede dewrlienar el ser del
hombre y colmar objetivamente sus necesidades. Marx reprocha a
Hegel el confundir la conciencia de si del hombre (ser espiritual)
con la realidad material de su vida abena da; d no captar la aliena­
ción real y captar la alienación de la conciencia de si de una
manera alienada, es decir, especulativa y abstracta. La vida humana
se convierte así en usa vida filosófica, la existencia efectiva en una
existencia pensada. Pensamiento y filosofía mantienen, por consi­
guiente, la alienación humana, trágicamente material, justifican el
estado de cosas existentes y no lo rebosan sino mctafísicamcnte. La
moral que deriva de esta concepción es conformista e hipócrita y
lleva ai hombre a La aceptación de lo que es, de su ser alienado, de
tu hacer alienador; la conciencia moral «rebasa* Id Cxtérro rización
« i pensamiento, para mejur mantenerla en la realidad: ■-. y por eso
el rebosamiento ( A u f b e b u ngj de la cxierioñzaaóTt [alienación] se con­
vierte en una confirmación de la alienación, o. mis aún, ese movi­
miento de producirse uno mismo, de objetivarse jiho mismo, en
Cuanto exteriorización (fe hiio mismo y alienación de utro mismo, es,
para Hegd, la mflmfcsracldH vifíri y humana absoluta y. por esta
razón, la última que sea su propio objetivo, basada en $í misma y
llegada a su ser..,* (£t. Fil„ p, 07.)
Al atacar Las Falsas interpretaciones de ia actividad humana, las
ilusiones do la conciencia de sí, Marx apunta sobre todo a sus
presupuestos prácticos y a rus consecuencias «éticAK*. 1.a base de
toda alienación es y sigue siendo, para él, el trabajo en régimen de
propiedad privada; el moví míen tu económico rea) y materia] es lo
que condiciona los movimientos ideológicas y éticos alie nadares. La
m o r a l , reino autonomúado en cuyo interior el hombre prosigue su
vida alienada, no es una instancia autónoma: está condicionada por
los procesos de la producción y sirve pora enmascarar el sentido de
los mismos, esto es, el sinscmido de los mismos. Las potencias deí
haber son las que ripen la moral, y ésta expresa de una manera disi­
mulada ios mandamientos de la economía política* La conciencia
moral, lejos de rnamfcslwr y de guiar el sor ücl hombre, ral como
dste ser se descubre en el hacer, es una de las formas y de los

ti»
p
fiHM'üim de lu ul Icriación; licner su ra íz en la alienación real, y sirve
a la causa d e la represión de ¡as necesidades naturales y sociales,
o b jetiva s y m ateriales. La m o ra l es una d e Las piezas m aestras del
e d ific io (su p erestru ctu ra !) que m antiene la alienación humana y sus
estructuras reales. N o tien e a i independencia ni d ev en ir propia, ex­
presa el p roce so vita l y m aterial de La actividad humana, d eform a n d o
su sentido; no tiene h istoria propia, dado que Q sti ligada a la h istoria
del d es a rro llo de La p rodu cción m aterial, e sto es. a la historia d e la
ra te río ru o c iá n — d e la a lie n a c ió n — del h om bre. Cuando una de­
term inad 9 m ora l entra en con trad icción con la* condicion es socia­
les existen les. eso n o se prod u ce p o r razones m orales, sino p o rq u e
las con d icion es m o ra les existentes han en tra d o en con trad icción
con las fuerzas prod u ctiva s existentes y ponen trabas a su desarrollo.
O frecien d o un ideal alien ado a !a vid a humana alienada, U m o ra l se
opone ftl d esarrollo io ta ! de la naturaleza humana, m antiene y sal­
vaguarda el tra b a jo al i en ador e im p id e que tas necesidades se enca­
minen lia d a su satisfacción plena a través de un hacer desnlienado
que ninguna traba detendría.
N i la moral espiritu alista, ni la m oral pasivam ente m aterialista
Llegarán a erigirs e en verdaderas potencias educadoras. La m oral
espiritu alista no concede ningún lugar a la a ctivid a d revolu cion aria
del hom bre; la m ora l m aterialista n o Concede su ficiente lu gar a esa
a c t i v i d a d , capuz de ro m p e r las cadenas de la alien ación , que hacen
del hom bre un su jeto aislado y d e las cosa* unos realidades relfi-
ca d a j, >La teoría m aterialista d e que el h o m b re es produ cto d e hts
circunstancias y d e la edu cación olvid a q u e los circunstancias son
m odificad as p o r los lu m b re s y qu e <x) edu cador deb e ser edu cado a
su vez. Conduce, p o r tanto, a d iv id ir la sociedad en dos partes,
una d e las cuales es su perior a ella. La coin cid en cia d e la m odi­
ficación d e La* circunstancias y d e la m od ificación de la actividad
hum ana o de la m o d ific a c ió n de uno m ism o só lo puede com p ren ­
derse y racion alm en te com o p r a x i s r e v o l u c i o n a r i a * , declara la tercera
ft í/ j s o b r e fi'e H e r b a c ft. E l ser hum ano es lo que él m an ifiesta m e­
d ía m e c! hacer, p ero tod a m anifestación no ha sido más que alie­
nación y vi hacer es al ¡enador; en consecuencia, sólo un h acer des-
alicn fldor puede Tnmpcr radicalm en te las ca d era s de la alienación. F l
hacer q u e desem boca en el haber es la ra íz de lu alienación; el hacer
m ovim ien to eco n óm ico real y la conciencia mural de la econ om ía
política están del lado de lo que hay que rebasar, pu erto que velan
p o r el m an tenim ien to del tra b a jo alien ado y deE haber a expensas
d el ser d el h om bre y de las verdaderas potencias de su actividad,
Pues la m oral consum a tanto la alienación hum ana c o m o la alieno-
eión de la conciencia d e si, y oo se opone sin o de una m anera a n a
rente a la econ om ía p o li tica; ciertam en te, se hace abstracción d e la
m oral en la m edirla en que hace econ om ía p olítica, y se hace abs­
tracción de la eco n om ía política en la m edida en que ¿c hace m ora l;
sin em bargo, e n r e e d i d a d , Ja m oral sirve (y p erju d ica ) a la econom ía,
im pone im f u ñ o a la producción y al consunto «— ■ las saiísfac-
líuucs d e 1»s, n ecesidades-—, no op on ién dose a la econom ía, sjno c o m ­
poniendo con ellfl, *L-a m oral de la econ om ía p u lítk a f y d e su base

lio
ilm || r* lu ¡¡Minucia, ul trabaju y lu eco numía, lit sobriedad — pero
Jti economía pulí [ira me píamete satisfacer mis necesidades— , La
L'iononnu pul i tica de la moral es la riqueza cu buena condénela, en
virtud, cu:, — pero, ¿cómo puedo yo ser virtuoso si no soy; cómo
puedo tener una buena conciencia sí no sé nada?— , Esto esíá fun­
dado en la esencia de la alienación; que cada esfera me aplique
una medida diferente y contraria, una la moral, otra la economía polí­
tica, porque cada una es una alienación determinado del hombre y
cada una tija un círculo particular de la actividad esencial alienada,
dado que cada una se comporta ante otra alienación de una ma­
nera alienada.* lEc. FiL, p, 57.)

* * -i

En el centro de todas las alienaciones se sitúa, pues, la alienación


tiumona, la alienación de las fuerzas esenciales de la subjetividad
objetiva del hombre, la alienación de la actividad sensible, potencia
constitutiva del hombre. En el Curso del desarrollo de la técnica
productiva, el hombre no hada otra cosa que alienarse de su ser,
de su actividad y de los productos, de su actividad, El hombre expe­
rimenta cada vez más lo insatisfacción creciente de sus necesi­
dades. Su hacer es estorbado, y Ja total triad de todo lo que es fe
es negada. El movimiento de la reproducción de la especie, el amor
(burgués} y la familia Je alienan igual mente, y et embargo del haber
ahoga *u ser. La conciencia que él tiene de sí mismo no irs ado-
ciiñiit a £1, y su conciencia de si no es verídica, La moral contri­
buye finalmente al mantenimiento de la alienación, cerrándole la
única salida, la práctica revolucionaria.
Los adjetivos que usa Marx para calificar al hombre cuyo ser se
aliena siguen siendo, ciertamente, poco fundados: todo es supues­
tamente íeHJríífe, material, objetivo y red! en Su esencia, esencia
que se revela, hasta hoy, negativamente; en todo ese materialismo
histórico y antropológico, de inspiración metafísica pero no explíci­
tamente mitológica, viene a injertarse lo f.sjñrititttl (las necesidades
espiriloale$, los sentidos espirituales, etc,), a lo que Marx concede
una importancia limitada. Así prolonga la meta física, operando por
inversiones negadores, queriendo que aquéllo se realice en el plano
de la acción. ¿A qué apunta esta acción? A Ja satisfacción de las
necesidades, ta visión mandarín de lo moral es un poca corta, si
bien radical. Marx medita poco en la ética, por muy preocupado que
esté por definir el ethos del hombre como él lo entiende, como la
Modernidad parece exigirlo. Sin hacer mustio caso tk- la Antigüedad,
el humanismo de Marx no quiere que el hombre *e desaliente para
reencontrar su esencia, sino para encontraría por primera vez, reali­
zándole. El sueño prometeico do se ha realizado nut ra. Toda pro­
gresión de la técnica coincidía con una piOptrcsíój, de Ib alienación.
Ei hombre no tiene lugar digno de él, carece de lodo habitat. El
hombre alieundu, convertido en obrero, ntabilíti un mundo ajeno y
extraño, y todos los hombres se han cumertído en trabajadores sin
morada y sin residencia, El hombre se aloja, pciv> no habita en nin-

[31
gunu pane. hIíbo trusa (le muerte, tiene que pagaría, (jt morada
luminosa,. que Prometeo sédala en Ib tragedia de Esquilo corno uno
de los grandes presentes con los que £1 hace de un salvaje un hom­
bre. deja de existir para el obrera* Ubid., p. 52.) Asi pues, ¿el
salvaje estaba menos alienado? ¿Tenía un lugar propio? «E l salvaje
en su caverna — ese elemento natural que k ofrece a 61 espanté
ótame rite para su disfrute y su cobijo —- ya no se siente extraño,
o mis bien se siente como el pez en el aguo, Pero el sótano del
pobre es una habitación hostil que implica un poder extraño, que
no se entrega a £1 sino a condición de que él le dó d sudor de su
Frente, que él no puede considerar como su patria =• donde pueda
decir por fia; aquí estoy en mí casa—, antes bien, donde él se halla
en la cosa del otro, en una casa enroña.,.* (Ibid„ pp. 65-66.) ¿Hay
que decir que ésta situación excede con mucho el problema de la
habitación obrera y de la crisis de vivienda? A lo que se apunta es
at Ser del hombre, del hombre convertido en trabajador; lo que se
interpreta es la esencia del hombre convertido en obrero, que paga
martalmente todo lo que tiene; y ese ser (SeiKj, esa esencia (Wesun}
y esa existencia {Daseitt} no tienen lugar propio ni morada. Los hom­
bres han llegado a ser apatridas, ya no tienen «su casa»; están desa­
rraigados. Preso en el engranaje de Ja propiedad, el hombre pierde
su ser propio y se halla privado de todo disfrute y todo cobijo. En
vano intenta cobijarse en una casa de muerte, en una habitación y
en una casa extraña.
LIBRO V

La alienación ideológica
Et desarrollo tecnológico de la humanidad, la base real, deter­
mina au desarrollo ideológico, la superestructura, es decir, el derecho
y la mora, la religión y el arte, la filosofía y la ciencia La tecnología
sobrepuja a la ideología, y ya hemos citado iel famoso pasaje del
Prólogo a la Contribución a La critica de la economía política que
expone y resume fas tesis esenciales del materialismo histórico de
Marx. Pero lo que Marx llama ideología reclama ser bien inter­
pretado si bien Man, aun definiéndola categóricamente, la expone
a la posibilidad de una multitud de significado#. Al desarrollo instru­
mental de in técnica corresponden las ideas, también instrumentales;
tal ¡nvlrumemalidad plantea, sin embargo, problemas. La conciencia
de los hombrea expresa, traduce, fiel o infielmente, y conduce la
actividad práctica y transformadora; esta conciencia — esta teorta
WTgida de la praxis — puede ser real y verídica, ai es verdad que
(d fuese alguna ves hasta hoy, o abstracta — abstraída (de la rea­
lidad)— y alienada. Pues al proceso de la alienación real corres­
ponde c] movimiento de la alienación Ideológica.

131
í. El pensamiento y la conciencia,
¿son verdaderos y reales?

Los hambres, a] producir su vida material (y total) de una ma­


nera determinada — determinada por Ja naturaleza de tú que les
rodea— , su organización corporal y el grado de desarrolla de las
fuerzas productiva», evolucionan cu una historia. De entrada, su
pensamiento toma parte en este movimiento del devenir-historia, y
puede también, después, volcarse sobre ese devenir paré intentar
comprenderlo, ¿Qué es el pensamiento, la conciencia y el conoci­
miento? Mam no distingue estos tres términos, y su empleo es inter­
cambiable. La primera conciencia, real porque eficaz y activa, es
práctica? cS Itttguafñ, El lenguaje, elementa absolutamente consti­
tutiva del pensamiento. es de naturaleza material, según Mane Ijen-
guaje y pensamiento (conciencia y conocimiento) no nacen sirm de
la necesidad práctica, de la indefectibilidad del comercio entre los
bombees £1 animal, que nu tiene una relación, en cuanto relación,
con otros seres, no liene lenguaje ni pensamiento. La conciencia es
un producía social y no puede dejar de serio; tiene su fuente en la
naturaleza materia] y se manifiesta en c! desarrollo histórico de la
sociedad uhumana.
Va hemos tenido ocasión de hablar de los «tres lados», de los tres
«'momentos» constitutivos de la historia humana, a saber; la pro­
ducción de bienes que permiten satisfacer las necesidades materiales,
es decir, la producción tic La vida mediante e l trabajo; el movi­
miento que conduce ía acción de la satisfacción y el instrumento ya
adquirida de la satisfacción hacia la producción de nuevas necesi­
dades: la producción de la vida ajena a través de la reproducción.
Estos «tres factores» coexisten, y presiden lo que los hombres hacen
parapoder «hacer historia*. Otra potencia vierte a añadirse; * ha­
llamos que el hombre tiene también '"conciencia'". Sin embargo, no
de entrada, como conciencia “ pura".* (Id- a¡„ p. lófL) Entonces,
¿la conciencia es una potencia suplemenítrria que viene después de
las potencias constitutivas, producción material y reproducción, en
cuanto producción espiritual? Marx parece pensarlo asi, puesto que
nombra la conciencia en último lugar. No obstante, al maraca de las
Ilncftts que uuibíinuis. de dUn', añade: «Los hombres Tienen unit his­
teria porque deben prudueir bu vkht, y ello de una manera... deter­
minada: a&J viene dada por nn organización Tísica tanto como por su
conciencia.* (Jbid,} Ya se emienda esta nota marginal, apresurada­
mente redactada, como ai quisiera decir que la torganimeión física
de los hombre,sw llanto como {eben&Q) su conciértela* les hace posible
y necesaria la producción de la vida histórica. o como si quisiera
decir que ¡a producción de la vida, lo mismo que la conciencia, es
hecha posible y necesaria por la organización física de los hombres,
una cosa parece cierta: que Marx, lo quiera o no, continúa movién­
dose en el interior de c u dimensión del pensamiento que * separa*
lo físico de lo metafísica, la redJitfcd de la idea, la materia del
Espíritu, la práctica de la teoría. El pensamiento de Marx es meta-
físico, aunque quiera rebasar las oposiciones y el dualismo; es rae-
laíisico — como lo es todo el pensamiento occidental y europeo des­
de Descarte*— aun privilegiando lo físico y lo sensible en relación
a lo fmetafUico*. Marx piensa v opera con la í/ísífrtcidrt, con la
diferencia que existe metafíisicamente entre lo que verdaderamente
es y la que no es sino secundariamente; para él, lo verdadero y fun­
damental no es lo suprasensible, sino lo sensible; pero ello en el
interior de la oposición metafísica. El Mundo, la totalidad del ser,
sigue siendo doble; material y espiritual,
A los instrumentos de producción económica, a los órganos de la
reproducción humana, «sucede*, pues, y se upe la lengua como ins­
trumento de comunicación entre los hombres, base del pensamiento,
de la conciencia y del oonoowiiemo. La lengua es, por consiguiente,
una herramienta: no pertenece a la esfera de la superestructura
ideológica; constituye la realidad Inmediata del pensamiento, la con­
ciencia practica. Los pensamientos no existen fuera de la lengua. La
lengua misma es interpretada de una manera doble — metafísica —
por Marx, «El "espíritu” implica, de entrada, la maldición de estar
” afligido" por la materia, lo cual se manifiesta aquí en forma (le
capas de aire puestas en movimiento, de sonidos, en suma; del len­
guaje, El lenguaje es tan viejo como la conciencia, el lenguaje es
la conciencia práctica, que existe igualmente para otros hombres, y
por tanto existe también para ¡d mismo, conciencia real: y el len­
guaje nace, lo tnjsmO que la conciencia, de la necesidad del comercio
i Verkehrs) con otros hombres.* ifbid., pp. 16&-JÓÓ.)
La conciencia no es, en los comí erutos de! devenir histórico de la
humanidad, sino una conciencia sensible en relación con el contorno
sensible inmediato, con las personas y con las cosas del mundo cir­
cundante; producto social, se halla engendrada por Jas necesidades
de la comunicación interhumana. A través de esas conexiones todavía
muy estrechas, limitadas y corlas, que unen a los hombres a la natu­
raleza y entre cite», es como et individuo — en la sociedad— e m ­
pieza a hacerse consciente, a adquirir poco a puco pensamiento y
conocimiento, Respecto a tu naturaleza, potencia terrible y terrorí­
fica, los hombres se comportan 1odavía de una manera animal; están
sometidos a ella, dado que todavía no han llegado a ser los sujetos
de b transformación histórica de la naluralcza. No obstante, la
cune le m,-ia empieza u upunlur, y los hombros cobran conciencia de
Hit viJn social, u luí vis de sus cortos cuntamos y de sus limitadas
relaciones. «Este comienzo es tan unhnal como la vida social misma
de esto grado; es una conciencia simplemente gregaria; el hombre no
se diferencia aquí del borrega sino un que su conciencia rEempi&za
en él al instinto o en que su instinto es cánseteme.* (/¡tul, p. 169.)
El grado del desarrollo productivo social, es decir, del nu-dcsarrollo o
del subdfsafrollo, condiciona esta fase. Esta «identidad del hombre
y la naturaleza*, este no-surgimiento de la historia humana partiendo
de la naturaleza*, se manifiesta todavía en la forma como la corta
relación de los hombres con la naturaleza condiciona su corta rela­
ción entre ellos, y como su corta relación entre ellos condiciona
su corta relación cotí |f naturaleza», piensa dialécticamente Mam.
(Ibid„ p. 170.) Igualmente «dialéctica* sigue siendo la relación
original entre la conciencia y la historia, puesto que La conciencia
no se desarrolla sino en y por la historia, aun siendo uno de tos
factores y uno de los presupuestos del devenir histórico.
Marx parece aplicarse menos al cometida productor del pensa­
miento (y de la conciencia) que a su cometido derivado, puesto que
lo considera como un producto del desarrollo y de la plenitud de
tas fuerzas productivos, de lo multiplicación de Las necesidades, del
crecimiento de la población y de las relaciones sociales. Sin em­
bargo, lu conciencia toma parte en todo esto y coproduce en cierto
modo este movimiento.
El pensáj ilie tilo, la cuiietirncia y el conocimiento, ¿captan real y
verdaderamente lo que son, hqivh de alienarse, con la división def
trabajo que se instaura en cuanto tal desde un cicrtu momento dd
desarrollo social? Antea de que el trabajo se divida en trabajo ma­
terial y trabajo espiritual ( Arebtt) , división partiendo de la
cual o en forma de la cual el trabajo se divide realmente y se
aliena, ¿la «teoría» expresa efectivamente la npráctica»? ¿Existen
formas de pensamiento anteriores a la alienación? El procesa social,
productu de la actividad humana y productor de humanidad, engen­
dra y hace necesarios el lengua jo, el pensamiento, la conciencia, el
conocimiento— el espirita social — ¡ sin embargo, !o que es llevado
al lenguaje, pensado, hecho consciente, conocido, ¿corresponde a la
realidad verdadera? Ya hemos dicho que Mar* no defíne muy amplia­
mente lo que él llama realidad, y otro tonto sucede con lo que per­
tenece a la verdad. Real, efectivo {wirktich) significa sobre todo ac­
tivo, eficaz fivirkcn)', y es verdadero (realmente verdadero) íü que
propulsa la acción. El pensamiento verdadero sería, por consiguien­
te, Ja teoría que es ni al servido de una práctica, una práctica no
alienada, «verdadera», El conocimiento y la conciencia reales y ver­
daderos, que reconocen la realidad y contribuyen a la acción, en
suma: el pensamiento genérico, «no es sino la fa m a teórica de
aquello cuya forma itwj es el ser Común realt el ser social [...]
Por eso, la actividad de mi conciencia general es — co cuanto tal —
mi existencia teórica como ser social.* {Ec. FiL, p. 27.) La con­
ciencia verdadera sería, pues, esa conciencia genérica y teórica por
La cual el hombre (individual) expresaría sti vida socia], reflejando

tJ7
(repitiendo) su existencia real en el pensamiento; el ser genérico.
nocJíxI y común, la actividad práctica de los hombres, se manires-
tarín así en una conciencia genérica y teórica. Sin embargo, esta
distinción entre la teoría y lia ^riefírd implica ya la alienación,
puesto que es obra de Ja división al leñadora del trabajo- Marx
opera con esta distinción — incluso cuando abarca lot dvs términos
en su unidad diahVtirn— sin fundamentarla, no obstante. Aunque
considera La oposición entre lo material y lo práctico, Jo «ptrifuoí
y lo teórico, la estructura rcaJ y La superestructura idealista c ideo-
¡4f¡iCH, como coextensiva a t* alienación, no llega en modo alguno
a situarse mis acó o más allá de esa fisura. Puesto que toda «teo­
ría» expresa una «practica*, y puesto que toda ¡a actividad humana
ha sido alienada, tenemos derecho a pensar que Marx no admite
que hubiese en el pasado un conocimiento verdadero o realmente
real — tii siquiera antes de la división del trabajo— Todo pensa­
miento, toda conciencia, todo conocimiento fueron «ideológicos»,
fueron alienados, recortados y determinados por la fundamental alie­
nación económica.
Con toda certeza, a la necesidad real de los hombres, que traían
de satisfacer sus impulso* mediante ia producción y la reproduc­
ción. ha correspondido una conciencia conductora; a La práctica
real ha correspondida una teoría «verdadera». Pues la conciencia
contribuyó a la edificación de ía historia social. Con toda certeza,
los hombres han conocido una evolución histórica en vías de pro­
greso; no obstante, dado que todn. historia sigue siendo historia de
la alienación y la historia crea las condiciones del rebajamiento
de Ia alienación, resulta de ello que toda la historia de Ea conciencia
es también un devenir progresivo tle la conciencia alienada. Pues lo
espirituales, las Ideas, los pensamientos y Jas representaciones no po­
seen ninguna autonomía y soEl constantemente opuestas por Marx
a la práctica, a lo material, a la actividad y a las presencias nenies.
Los pensamientos reales, en cuanto activos, han sido y son, sin duda,
electivas y conductores en d seno de la alienación global; lo mejor
que hacen es, todo lo más. permitir una toma de conciencia de la
alienación. Toda la «realidad» sigue siendo, hasta el rebosamiento
radical de la alienación, no real, y ninguna actividad humana ha
sido jamás verdadera. El criterio de la verdad teorética CS de orden
práctico, es activo; no obstante, no ha habido todavía verdadera
práctica dcsalicnada. Por tanto, la verdadera práctica, la realidad
real, es el criterio de la verdad, y no la. actividad (alienada), fío
podremos ver lo que es la verdadera praxis siso esbozando la visión
y el programa de Marx en lo que concierne al rebosamiento de la
alienación dentro del naturalismo consumado, det humanismo comu­
nista, del activismo que hoce tabla rasa de las ideologías. Por el
[tlD incnlu, limitémonos a tratar de comprender la operación mar-
xiana por la cual todo pensamiento se halla reducido a la praxis,
la praxis que satisface las necesidades reales y que no va a la caza
ile quimeras. La 2* lesis sobre Fauerbach declara; «La cuestión
de saber si se puede atribuir al pensamiento humano una verdttd
objetiva fRegensíandhcha Wahrhtit úü f í nú problema teórico sino


un problema práctico, lín la praxis es donde el hombre debe de­
mostrar la verdad, es decir, Ja realidad y La potencia, el carácter
terrestre ( DiesseiiigkeiiI de su pensamiento. El debate sobre la rea­
lidad a la irrealidad <ki pensamiento — aislado de I» práctica —
na nr« problema puramente acotásíictr.* Puesto que toda práctica
QO ha sido más que actividad alienada, de ello se sigue, necesa­
riamente y a forfiorí, que lodo pensamiento no ha existido más que
etl la alienación.
Ea verdad no hay que bailarín, sinq que hacerla y producirla,
que hacerla a través de la praxis desalienada. Pero, al decir esto,
¿no hace teoría Marx? Al hacer de la realidad y de la potencia, de
la Diesseitigkeit, el criterio de Ja verdad <práctica), ¿no abandona,
por otra parte, toda teoría?
Es verdaderamente difícil captar la génesis, el cometido, la fun­
ción y la misión del pensamiento, es decir, de la conciencia y del
conocimiento, de Ja teoría y de la «superes truc tura* idealista, de lo
espiritual, de lo que Marx Huma necesidad espiritual. Antes de Ja
división del trabajo, los hombres hablan, y dicen no lo que es, sino
Jo que se Jes manifiesta, a causa de sus limitaciones, del no-desa­
rrollo de la técnica, del carácter restringido de sus relaciones con la
naturaleza y con tos demás hombres. Su lenguaje no puede decir
la verdad, puesto que su práctica es tan poco vendad era, por ser tan
limitada, tan poco transformadora. A ese nivel, cu los comienzos
del devenir-historia de la naturaleza, los hombres no tienen más que
•una conciencia borrcguJJ o gregaria» {Id. al., p. 17Q). Su len­
guaje mismo (que no pertenece a la esfera de la superestructura)
y su conciencia farfullan y son muy poco verdaderos, es decir, reales
y potentes. Sin embargo, también mediante esta conciencia se edi­
fica la historia de la humanidad. Y d hombre — animal que fábrica
herramientas y apenas racional— entra asi en la historia de la alie­
nación. De es La fase anterior a la división del trabajo no se puede
decir casi nada, y aplicarle categorías toles como práctica y teoría
es inadecuado. Pues «esa conciencio borneguil o gregaria» recibe su
diurno! lo del des arrol lu de las fuerzas productivas que condicionan
la división del trabajo. Lo división del trabajo se instaura por — e
inflenija — la división entre d trabajo maieriat, práctica y real, y el
trabajo espiritual, teorético y derivado, Antes de la división casi no
había «teoría», del mismo modo que habla muy poca práctica; esta
dU tinción misma no existía. La ■conciencia borreguil o gregaria» no
tenia ni grao verdad ni gran, realidad y potencia antea de que el
trabajo progresara y se alienara dividiéndose. «Desde ese momento,
la conciencia puede realmente imaginarse (embriden j que es otra cosa
que la conciencia de la práctica existente, representar tvarinsteílenf
realmente algo sin represe untar algo real; desde esc momento la cun­
dírtela está en cundid unes de emanciparse del mundo y de pasar
a la formación de la “ teoría pura", de la teología, de la filosofía,
de la moral, etc,* iíbiü., p, 170.)
I jjn hombres producen bienes maLeriales, fabricnn realmente Jos
Instrumentos de producción, se reproducen, y también pruducen
ideas, pensamientos, representaciones, instrumentos espirituales. La
que los huJiibius producen con sns monos es lo más real y lo más
poderoso, aun cuando se inserí ha en una práctica alienada; (con sus
órgano* gemíale*, tus hombres reproducen efectivamente a otros
hombres), Los productos de su cabeza, en cambio, expresan dé una
cierta manera lo que ellos huecú, pero rebasando la realidad mate­
rial, alienándose. La conciencia es un producto que traduce traicio­
nando; es un saber que deriva de un hacer, un acompañamiento
mendaz. Las casi veinte primeras páginas del primer libro de la
Ideología (derruiría tratan de ex plicitar la (enría marxifina de la teoría
y de la ideología: su radicalismo natumilita, humanista y activista
debe ser entendido de manera radical. Hay que dar a Marx En que
es de Marx: su genialidad y su ostrechel, y no tratar de disolver
su discurso en una discurso sin contornos. Leamos y tratemos de
entender: «Las representaciones que se hacen esos individuos [los
individuos productivamente activos) son representaciones que con­
ciernen o bien a sus relaciones con la naturaleza, o bien a sus rela­
ciones reciprocas o a su propia complexión. F.s evidente que, en
lados esos casos, esas representaciones son la expresión consciente
— real o ilusoria, = de sus relaciones reales y de su manifestación
activa, de su producción, de su comercio, de su actitud social y polí­
tica- La suposición contraria no o* posible más que si, además del
espíritu de los individuos reales materialmente condicionados, se
presupone aún un espíritu aparte.» (tbitL. p. 156.) Marx parece
admitir aquí la posibilidad, c incluso Ja realidad, de una expresión
consciente real; sin embarpo, la niega de hecho, pueMo que toda
expresión «consciente» — c incluso un poco real, porque activa —
no es más que ía expresión leórica alienada de la real alienación
práctica.
Todavía tendremos ocasión, en los páginas que van a seguir, de
mostrar lo que efectivamente Marx piensa del pensamiento humano;
que este pensamiento ha sido siempre falta hasta ahora- Pero conti­
nuemos la lectura de nuestro texto: «Sí in expresión ¡ Ausdruúkf cons­
ciente de las relaciones reales de esos individuos es ilusoria, si, en
üus representaciones, poner Jn realidad cabeza abajo, ello es, una
vez más, consecuencia de su limitado modo de actividad y de sus
limitada* relaciones sociales, derivadas de aquél. La producción de
las ideas, de las represe(Unciones, de Ja conciencia está, en primer
lugar, inmediatamente implicada en la actividad material y el comer­
cio material de los hombres, lenguaje de la vida real. La represen­
tación, el pensamiento, el comercio espiritual de los hombres apa­
recen todavía aquí como la emanación f Ausdruck) directa de su
actitud material. Ocurre lo mismo en lo que concierne a la pro­
ducción espiritual), (al como ósta se presenta en el lenguaje de la
política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica,
eteótera., de titi pueblo.» (lbtd.r pp. Í56-IÜ7.) A las gestos y a las
relaciones de In producción material y práctica corresponde, pues,
el lenguaje derivado de la producción espiritual y teórica. La pro­
ducción es d denominador común; sin embargo, esta producción es
doble, c incluso dualiüa, y Marx no llega aperuis a rebasar esta doble
aprehensión del hombre: física y metafísica- A ¡a alienación de la
actividad conc*pc)Nik’ la ulicnnciúi: ideológica, expresión ilusoria de
tina nJii'tí¡u:fón real, Prosigamos aún la lectura de este texto, tan
iiíiirtniilivü: eLus hombres son los productores de sus representa­
ciones, pus ideas, etc-, puro los hombres reates (wírklichc), actúan
(wirkende), Lalos tomo Km condicionadas pur un desarrollo determi­
nado de sus fiicr/Hs producirvah y del comercio que corresponde a
ellas hasta sus formaciones más extensas, la conciencia {Rewits-
slstinl nunca puede ser otra cusa que el ser consciente ( das bewttsste
Sein), y d ser de los hombres es su real proceso vital. Si los hom­
bres y sus relaciones aparecen en toda Ja ideología invertidos, como
lo está una imagen en una cámara oscura (camera obscuroJ, este
fenómeno se deriva de Su proceso dial histórico, del mismo modo
que la inversión de los objetos en la retina se deriva de su proceso
directamente fia ico.» (/Aid., p. fJ7.|
Esbozando 4 grandes rasgos la génesis de la ideología, Marx quie­
re reducir todo to que parece etéreo y celestial t la fierra y al suelo
de donde ha salido. En la tierra es donde actúan los hombres reales,
concretos, activos y productivos, determinados por el grado de desa­
rrollo de las fuerzas productivas. Estos mismos hombres históricos
producen también esos productos que ascienden de la tierra al cielo,
a saber: Ideas y representaciones, pensamiento y conciencia. Todos
estos elementos de La superestructura idealista y espiritualista ema­
nan del ser — no det Ser, sino del ser del hombre — , lo expresan,
lo reflejan y lo invierten, constituyendo los materiales de la aliena^
cióri ideológica, del encubrimiento de la verdad, espejismos mendaces
e Ilusorios que expresan mediante la conciencia la alienación de
aquello cuya conciencia es conciencia alienada. El pensamiento que
exprese verídicamente el ser (humano), la conciencia y el pensa­
miento reales que guien la práctica, no una simple práctica produc­
tora, sino una praxis total encaminada a La satisfacción total de las
necesidades, nunca han existido todavía en el seno de la alienación:
todo lo más que ha podido manifestarse hn sido un pensamiento
verdadero a medias, una condénela descubridora n medías, sin que
por « o Marx sé aplique a producciones espirituales de tan poco
alcance c importancia, La cdntara oscura, que invierte la posición
y el sentida de los fenómenos en él mundo de la Ideología, es la
réplica del mundo rea! c Invertido en cuyo interior no reina ninguna
claridad, puesto que falta todo sentido.
La producción espiritual no es en modo alguno identificada a la
producción material, sino que se hallo reducida a ella. A Hegel,
que vela en la historia el desarrollo del espíritu, opone Marx su
propio propósito, y piensa invertir el de Hegel. Marx invierte la
metafísica, no buscamlci en lo invisible y Lo suprasensible el funda­
mento de lo físico (de lo visible y de tu sensible), haciendo de lo
material, de lo práctico, de lo empírico, el fundamento de lo espiri­
tual. Moviéndose siempre en el eje de la distinción y de La dife­
rencia, de La fisura y del hiato (entre fu que es verdaderamente y lo
que, medido con ello, no es sino de una numere derivada), sigue
siendo, no obstante, mctafísko, metafísica que inviene el orden de
los *dos mundos*, puesto que habla de base, de estructura real (y

141
ís iu hc cunvji ilt- ¡ihoru l'íi Id qini; ve rtlndi: lilimente l*s ) y dtí .tuper-
rjírac'íítfd , de c itta n a c ió ti id e a lis ta y e s p irittttilis rtt que jc ciuivitrie
en lo que. medido con lu w id ad ero, n a cjí sino derivado. El m ñií-
tialism o de Mam no concierne a la m a te ria c ó s m ic a , ser prim ero y
fúndame m al, a e ch é Oúlulógico; m uy poto -dolado» para la «ontola-
gia» y la «cosmuJugía», M a n dirigí; su mirada penetrante hacia la
m a te r ia ett la q u e c o n s is te el s e r h u m a n o . mnteríu que hace aparecer
todo lo que es com o m a te r ia l de tra b a ja productivo y transform ador,
tiste trab ajo material, práctico, sensible, hacer real, está realm ente
aberrado; La pjeducción espiritual que « r u n a de é] lo está, por
consiguiente, m ás. Ante todo, es cuestión de de&alienar, medíanle la
praxis revolucionaria, d trab ajo hum ano objetivo, para perm itirle
desarrollarse hasta su plenitud, para que tenga lugar en unas condi­
ciones reate* tales que impida que ¡as nubes de Ja ideología cubran
el horizonte de ¡a actividad humana y social. Transform ando me*
diante la Técnica la Naturaletui en H istoria, el hombre aniquilará
todos Los fantasm as y todos Jas quim eras.
Sin embargo, d hom bre, definido por su naturaleza social y pro­
ductora, no seria un s e r h u m a n o , sino un animal de una especie sope
rior, sj estuviese reducido u su sola actividad práctica. Mam está
obligado así a introducir te m e ta fís ic a (en cuanto mundo derivada),
es decir, las representaciones y las ideas, la conciencia y d pensa­
miento, tiadendo de ese mundo un mundo c o m p le m e n ta r ia y s u p le -
m e n ta ría al mundo físico-histórica y anim alm ente humano, por muy
dialéctico que quiera ser. para Marx, el mundo m aterial — cuya ob­
jetividad es definida c a cuanto o b je to del tra b a jo humano y cuya
realidad significa que é j es el o b je to de la acción real — es la base,
la realidad p r im e r a y fnndnm enlal, sobre lu cual se erige suplemen­
tariam ente un mundo s e g u n d o , d mundo íllí las representaciones
subjetivaü. Dicho sea con pendón de m arxistes y antim arxistas, Marx,
aun cuntido loche por reducir la dualidad, no lo consigue: p:irte
de ella v prolonga así la m etafísica de la Subjetividad, la m etafísica
del Hom bre, su jeto o su jeto ob jetiv a, que, mediante su hacer, su
voluntad y su representación, se apodera (le un mundo exterior a él
y lo «aprehendí?" m ediante la representación. Veremos que ni si­
quiera ef rebaso miento de la alienación desemboca en la identidad
de esos dos mundos; el mundo «espiritual* continuará viviendo su
vida. Na obstante, ese mundo espiritual, del que Marx no consigue
hacer una nada, es violentam ente som etido al1 mundo de la produc­
ción in aleriat, del que es una especie de en crrC íiitia patológica; pero
el hom bre, ¿seria el s rr hum ano sin esa excrecencia? Probem os una
vez más a oir la palabra de Marx, en lucha contra la alienación
Ideológica, nsa cám ara oscura: «No se parte de Jo que los hombres
dicen, se imaginan, se representan, ni de los hom bres dichos, pen­
sados, imaginados, represen lados, para, partiendo de eso, term inar
cu los hom bres de carne y hueso-, s e parte de los hom bres realm ente
activos, y p i tiendo de su proceso vital reñí es com o se presenta
igualmente c! desarrollo de lu« reflejo s tR e fJ c x c i ideológicos y de Jos
ecos de ese proceso vital. I jss form aciones nebulosas del cerebro
di: los hom bres son tam bién, y necesariam ente, suplementos (Snp-
lilemente}* di? mu proceso viuit material, empíricamente verílicable y
lígadu u píes uposic tunes mil U na les. [¿N o *¡c; opera aquí esa ínver-
itún meta i £->LtJdUtonU' s.ntiii^míísica de lo 11espí ritualn cti favor de lo
que le o diferente, a saber: lo material?] Jjt moral. La religtóa. la
metafísica y cualquier otra ideología y la» formas correspondientes
de la eoiKieiiciá tampoco conservan asi por mucho tiempo la apa­
riencia dt* Independencia. No tienen ninguna historia, no tienen nin­
gún desarrollo, pero los hombres, desarrollando su producción ma­
terial y su comercio material, modifican, al mismo tiempo que su
realidad, también su pensamiento y tos productos de su pensamiento.
No os que la conciencia determine la vida, sino que la vida deter­
mina la conciencia-* {IbüL, pp, 157-158.)
La naturaleza social de los hombres, cuyo trabajo e# el funda­
mento histórico de la humanidad, se ha expresado siempre mediante
una ideología. Los hombres son tales como se manifiestan, según
Marx. Puesto que sus manifestaciones están alienadas, su ser está
alienado, y este ser [Sentí alienado determina la alienación del ser
consciente [Hetwis.trsetri/, cuya alienación acentúa todavía ífiás ía fali­
bilidad de Ib humanidad, de la «prehistoria* hasta Marx. La teoría
que deriva de una práctica alienada sigue siendo corta, limitada,
mendaz. Tanto La «conciencia borregull o gregaria» como la con­
ciencia sensible e inmediata, tanto las representaciones elementales
concernientes a la na luto luía y a las relaciones interhumanns como
los conocimientos más elaborados, y Finalmente las ideologías siste­
máticas y aparentemente independientes* h;tn expresado espiritual -
mente, idealmente, pero sin reconocer la verdad de lo que expre­
saban, la alienación material y real de los hombres alienados, Cuando
un determinado pensamiento se manifestaba de una manera casi
real, cuando una determinada conciencia real se abría paso, lam­
bido eso tenía lugar en el interior de la alienación total y de la
alienación ideológica en particular.1 Sin embargo, los hombres tienen
También conciencia, como dice Marx, y sin pensamiento nii conciencia
la historia humana no hubiera podido ser edificada. Tomada al pie
de la letra, llevada a sus últimas cotiK-vuencias, la tcorfa manía-

1, Otra lectura lee Mufiílimita.


£. \<l (hiirro croi d Ipn intale. \ troki to lu ii» de lii íileuíosLl atorrona, Man
imnrra y [u|i-mia contra fu tnxírncú a hacer SU tro vocablos dpi írojjtüje haW.oi
a travi'c di Inh anififü p Iíth »V.g¡£íit, las infiTNjtiqílu, Las síuoüíEBUH, ;c í jin^B
de ¡aliStiih, d t. El Icngizap, t-TwJmio hislwkv y ¿firial. roctnrtbr ^ hoIjíci ik
la aJimiciófl y gprniu reveía verdad partícula! t! hslúiisLxia, “ Kt Irop.'uc's tiene
tanta mili fucíliiiaij de proliar iijcíÍIíi nte Su 1# Identidad dil Irte rrl adama;
mercantiles c individuales o IndtlfU) generalmente luunmuss emula qur lm-
guajci rtltvrm si un prcutnctn dn la ImríTnfíiíi, y ni/intf) qiíC- rr rd tc'riCttlHjC!, «m ío
en Ll realidad, Ua rclatiatii;* cmijcrciaics han JlrgmJu k bw I» bi¡v‘ Jt? todti-S las
dtmái, 1\jt itpmplo, pfnpiirddd ¿turifica EijurjifUm y EigrFLicitaft* JJf[.'f¡iTÍ|/ Eigefl-
fum y EltvnJitnitícfitril. "prapio'1' cr i^rttfdo m.-Tnntil y m ícaltíu individual,
«li?r. c j ’Va, H'írt — rraitTiHi, l 'p í l h r — , Míero.ndrto. fctrikii:L:c. .V./.itü t, ctr**
otras tinlai espresianíí CMlí^aihf par* mlítíflii ' í-jm-reLdcí hhihi porta Odlj-
dadrs y rv’ uCkrVi'5 de individuo* ( a Lem b h !' - =" (Id, o/., L Vil, p|>, l-tí-Má),
Elny que iMilir-f oír y l«ir aquello cuya parífraslt iiffl lili vocihl™ y lili iimpirei-
Cj&tK'í , pues "Lrt maacitiadii til ri lenguaje séJsJ Uvill1 sentirle í¡ m Ifi CxjH'eiiiÓn
mnscliL'Titu u iiiivmsderitm de ana. Tnascararia real". (fhíd., L IX, p, 4+),

M3
iili íik hi Ideología, aun reconociendo un carácter Instrunichinl a las
íik'üs y nu ignorando toda conciencia activa, srcal». pero nunca real-
innUL' real y verdaderamente real, liaría de iodo lenguaje, de todo
pensamiento, de todo arte, de nula ética, de todo derecho* de toda
religión» de toda representación» de toda lilosoEía» una nube sombría
que cubrirla la tierra de tinieblas.

* 4 *

Considerada en toda su radkalidati, esta interpretación mamaria


de las «producciones* espirituales de la humanidad deberla excluir
La idea misma de una teoría digna de atención. Sin embargo» los
pensadores no llevan tan fácilmente su pensamiento hasta el extre­
mo* y la teoría marciana de la superestructura ideológica sigue siendo
ambigua» Sometiendo la ideología a la sacrosanta producción y ha­
ciendo de ella una segunda especie de producción, segunda, secun­
darla v derivada, Marx no la aniquila, antes al contrarío- Él recoge,
invirliíadola. la tradición de la metafísica {«dualista»)* de la meta­
física que «opone» lo sensible y las ideas, la naturaleza y el espíritu,
el pensamiento y la realidad, desde Ptaióa hasta Hcget. Marx no
Jogrft captar el fundamento único del ser, ni del ser humano ni de
todo lo que es, Kay práctica y teoría, realidades e ideas, materiali­
dad y espíritu, pese a todas tas interacciones, interdependencias»
interpenetraciones y otros vínculos dialécticos. Esta dualidad, ¿es
debida únicamente a la alienación y a la división del trabajo en
trabajo material y trabajo espiritual? No parece así. Sin embargo,
no anticipemos lo que llegará a ser lo «espiritual# después del reba­
sa miento de la propiedad privada de los medios de producción.
Retengamos por el momento ese movimiento doble mediante el cual
Marx abarca el doble movimiento de la producción. Desde Platón,
verdadero origen de la metafísica {filosofía) occidental y europea,
d judca-cristianísmo y su teología, hasta el pensamiento europeo
moderno (Descartes, Kan(. Hegel), la idea, separándose del ente, lo
dominar el pensamiento se opone a la naturaleza y la rebasa; puesta
que la idea. Dios, el espíritu o t'J pensamiento son el ser por exce­
lencia, et Ser verdadero, en relación al cual et ente sensible os
diferente y derivado. Desde Descartes, el pensamiento, la represen­
tación, las ideas y la conciencia se convierten en la medida de la
realidad de lo que es, y el ego del hombre es su lugar. Hegd lleva
a su consumación esta metafísica, id metafísica occidental, y el Espí­
ritu — fundamento de la totalidad del ser — se reconoce a si mismo
en la historia universal y en las formas consumadas de la conciencia
de si, Ciertamente que la verdad es, según Hegel, «el movimiento
de su devenir»; pero la verdad es idea, pues «Ja idea absoluta sola
es ser». Del Prólogo de la ferjotuenoíogífl del Espíritu a la conclu­
sión de la Ciencia de ¡a Lógica, el ser en devenir de Ja totalidad es
y sigue siendo, según ElegeJ, idea. Desde Hegel no se hace otra cosa
que oponerse a su metafísica, aun permaneciendo dentro de la
metafísica. Mane es el primero que opera Ja inversión; paro él, la
naturaleza sensible* las fuerzas esencialmente activas del hombre st>

144
clnl, el desarrollo de las fuerana pruductjvaa y loa condiciones mate­
riales económicas y sociales contienen la verdad y Ih realidad, y cons­
tituyen la base materia} y fundamental, en relación a U cual la
superestructura idealista, el pensamiento, las ideas, las representa­
ciones, la¡ conciencia son derivados y diferentes. pues constituyen Ja
esfera de la ideología espiritualista* N o obstante, esta inversión de
la metafísica sigue siendo metafísica, y veremos que Marx no alcanza
a suprimir toda la ■superestructura».
La unidad fundamental del pensamiento «y* del ser, del decir «y »
del hacer (del del xoliív y del irpaTTiud. tal rumo se halla
captada por los pr «socráticos, antes de toda sistematización filosó­
fica, metafísica y dialéctica, Mar* no llega ni a encontrarla ni a
reconstituirla, a pesar de su dialéctica, que aspira a la unificación.
Su empresa de unjficnción parte de la oposición y de la diferencia
(dé la teoría y de la práctica, por ejemplo) y, en el seno de la
unidad conquistada, uno de los dos elementos determina, domina y
funda al otro. F.rt esie sentido, la vía de Mora sigue mucho más
la vía de la metafísica platónica y post-platóníca, c incluso cristiana,
y ove mucho menos la voz de la palabra pensante de los preso
crá ticos. La unidad del ser de la totalidad no es captada por él:
Centrado en la roturo, él opone el pensamiento u la realidad, la
teoría a U práctica. Ilion es verdad que la alienación es la -causa*
de esa rotura, pera Marx no logra salir de ésta* e Incluso quizás la
hace mis profunda. 1.a frase de Herádito; «Si ois no a mi. sino
al Lagos, es prudente reconocer que Todo (lo que e.tj cí Un o» (fr. 50)
y ti pensamiento de Parménides: ■Pues Pensar y Ser son lo mismo*
(fr. i ) no llegan ya a abrirse un camino de acceso hasta él,
Stfgún Man, no hay Logos del ser irno de la Tomlithd, y el pensa­
miento repite solamente la actividad del ser. no del Ser, sino del ser
humano reai. E! Jogos y la verdad, el sentido y el1pensamiento se
hallan considerablemente reducidos, ya que han venido a ser con­
ciencia. «En cuanto coHcícncút g e n é r ic a (Gattungsbewusstsein}. el
hombre ratifica (besíirígí; su vida social real y repite simplemente su
existencia real en el pensamiento. £...] Pensar (Denkén) y ser (Sein)
non, pues, diferentes (uwterscftiedert) pero al mismo tiempo están uni­
dos.* (Ec. Fi?„ p. 2fl.) Marx se aplica, sin embargo, n demostrar
la diferencia y ao Ip, unidad, diferencia que «tractorizo también a
cada una de las dos alienaciones, la alienación práctica y la alienación
teórica. Más arriba hemos Insistido en que, según Marx, no parece
haber habido un pensamiento y una conciencia reales, que expresaran
de una manera adecuada la realidad verdadera y no La realidad alie­
nada. N¡ siquiera cuando el pensmiento expresba *corree lamente ■
lo que objetivamente es. dejaba de expresar una realidad activa pero
;iTimada. 1.a adaequatio intellectus et ret estaba adecuada a la doble
idicnaciórL La alienación en cuanto tal no fue todavía captada por
ningún pensamiento,
Marx somete lo$ instrumentos ideológicos a los ¡nal rumen tos eco­
nómicos. Las ideas siguen siendo, no obstante, diferentes de las
realidades. Esta dualidad entre la base y la superestructura — dua­
lidad ciertamente, pero no entre potencias iguales— permite tam-

145

te
bién q J«s ideas y al pensamiento ejercer una Influencia sobre lu base
económica y Las relaciones de producción» produciendo un efecto in­
verso. Derivando de la práctica y traduciéndola» las formas de con­
ciencia pueden actuar sobre la acción y conducirla. Será Ertgds en
particular quien, en Urda una serie do canas, insistirá en La tesis
de la acción reciproca que vincula entra ellos loa elementos de la
base y las formad-dnes de la superestructura* La relación de causa
a efecto sigue siendo lo que día es, solamente que se halla más
■dialectizadn». Los marxi atas oficiales u oficiosos, notables o esco­
tares, n u jp s i hasta nuestros días esta tesis, que da a la ideología
una cierta importancia. Lenta. Stnlin, MaoTse-Tung y todos los do-
más insisten siempre en el hecho de que los formaciones teóricas
rtsajccdoñan sobre la realidad de la práctica. Las formas «espiri­
tuales» e ideológicas de la superestructura, erigiéndose sobre el fon­
do de Ja economía, del desarrollo técnico y de la práctica social,
pueden entrar cu acción y desempeñar un papel en el desarrollo
histórico'. El pensamiento y la conciencia, siñ dejar de permanecer
bajo La determinación mayor de la evolución económica, son vistos,
asi, como actores de una influencia re-activa (positiva o negativa,
conductora o inhibidora) sobre aquello de lo que son emanación.
El pensamiento y la conciencia pueden, por tanto, ser ■reales», real­
mente activos, lo cual no Jes impide estar alienados durante toda
la historia humana, historia de ln manifestación — de la aliena­
ción— de los hombres. Sólo el rebosamiento radical, la supresión
efectiva de la alienación real, desoíicnará también el lenguaje, el
pensamiento y lu conciencia, los cuales, sin embargo, seguirán siendo
diferentes de la práctica. El pensamiento y la coúcicnria llegarán
a ser reales y verdaderos, expresiones adecuadas de lo que el hacer
descubre, cuando se imán a la acción histórica de los homhres, después
del rebasamiento de la alie ración. No obstante, como veremos a
continuación, no se identificarán a la praxis, I j teoría y las mani­
festaciones espirituales, el pensnmiento, Ia conciencia y el conoci­
miento no puede dejnr de sobrevolar la realidad de la práctica.

3. Cf, Im-í vartaí dr Eniüil*¡ a J. Bloch (21-SfcJ8ÍJU)n n JJ. gfwfanbürz (25-


1-1ÍHM), a C. $<;WL<)t (27-Í0-lUflUÍ, a Mehrinfí ( H - f 1S03), Enffdr reconoce
que |a jWnrl noción y Id reproducción Je lu vidii rtdl no d itnu én tlmirui Itufúnclii
pl Im íof dnlcrtuliunln do I* hliterüi ctlni ttmhtfn (¡m Marx y él llevan psrelulmfn-
l í Ja rarptmiabtildad ele la rjnuerdddh del lado- ¡joouúmitü, por muy empeñados
que íltuVliaai m hftrw o ru tl Te que lltt (llvmiiuiíw n*ísb«B, sin tenpr siempre
tKiiipo, Ilutar y oeadéfl dn h u t r [nítida □ leí drmáir íai'luxes que participan ral
la acción r td p m s y en lt I n c t lin (W^ch*rluMrlíting) de trolas l u fiterTa?. "E l
desarrolle politice. |ürídlw, filosófico. religioso, literadn, artístico, etc., descansa
wimt al dersiotollo nm óniteo, fm p bxlo* ellos m cciom n qiwn in b n otros, ad
corno sobre la base económica. No u que la económica V I £3 mum,
t ó l t r e l l o a c t i v a , y que lodo lo drauií no res mis qiw* acr-pSo padva- Per el
EDotraña, hay andón y m n t l n sobre le ham de la w e i i i k d económica. que n ™ -
pre lleva la Vnitaji en lilUnm iraliindo. "(M m -E n u tll, S t tíd w x p h l t n w t p h t q a m .
Parir, Edjtwro Social e*. IW 7 , p. 132), Al drsdr « o , Erígele eentlnila pensando
que tu potendsj "ideológicas" tro valen gran co**t~ “ La hartará de l u denotas
n la historia de la eltminadón prnurniv* de c u [fntnpídei Ideológica debida al
«ubderajTollo « w á l d n j , M éndr. ni nsm pluD por una estupidez nueva. P«rn
t*d# vez m a n » absurda " übkl-. p. 15Ü.)

144
II. La religión. Las ideas.

La rei^gjón « p an Marx la forma pjimera y primordial de la


alienación itlcológka, la más. tenaz, la más mixtificadora. Primera­
mente. es un producto de esa conciencia anima] de la naturaleza de
la que ya hemos hablado. En sus comienzos, y en d comienzo del
proceso histórico de b humanidad, es «religión natural» y expresa
la impotencia de [os hombres frente a la omnipotencia de la natu­
raleza, cuya fuerza afeita y extraña apenas si ha sido sondeada por
el trabajo transformador. Las primeras formas de conciencia úni­
camente sensible, esa «conciencia borreguil o gregaria», esa aprehen­
sión «animal» de b naturaleza en una sociedad todavía medio animar
y medio humana (en cuanto desprovista de técnica), se reflejan en
Ja religión natural primitiva. Los relaciones activas que ligan a los
hombres a la naturaleza y entre ellos son extremadamente limitadas y
cortas, y la puicncia de bs fuerzas productivas todavía no se ha
manifestado verdaderamente; en consecuencia, los hombres produ­
cen lo religión, cuyas potencias superiores y trascendentes encarnan
espiritual mente su propia impotencia práctica y material respecto a
la naturaleza. Así pues, b religión no es, fundamentalmente, mas
que uno ele los modos particulares de la producción, que cae bajo
las leyes generales de ésta y que no tiene desarrollo histórico propio;
siempre refleja el desarrollo histórico material.
El hombre vive y se représenla religiosamente Jo que constituye
su debilidad presente y vital, La religión noce sobre la base de una pro­
ductividad no desarrollada, y continua reflejando después, de una
manera sublimada y no real, el sentido y el £irisen litio del proceso
económico y social, Pues, con el aumento de la población, el creci­
miento de la productividad, b evolución de las fuerzas productivas
y la multiplicación de las necesidades, con la división del trabajo
en trabajo material y trabajo espiritual, con la instauración y b
consolidación de la tiranía de b propiedad privada, b religión
empieza a expresar la alienación del lumbre en relación a los produc­
tos de su trabajo, constituyendo b satisfacción imaginaría de la
insatisfacción de sus impulsos reates. El no-desarro! lo de las fuerzas
productivas determina ¡la génesis de la retigidn; el desarrollo pos­
terior de las mismas determina su «evolución* consecutiva. Ex-

M7
presión do (a Impotencia y de la alienación. Ja religión aliena a su
vez, según su modo propio, al hombre, de su vida y de sus tuerzas
esenciales. Lejos de constituir un indicio cualquiera de la fuerza
de] ser del hombre, la religión sólo se desarrolla gracias a la debilidad
del hombre a sus frustraciones, a sus insatisfacciones, a su aliena­
ción, Abstraída de las condiciones concretas, la religión es un pro­
ducto de la alienación práctica y de la alienación teórica de! hombre.
La mística, tejos de implicar su propia verdad, vela la vendad de la
realidad y Ja enmascara en una mixtificación. Con un extraordi­
nario fanatismo, Marx se enfrenta contra la religión, contra toda
religión. Su análisis crítico de la alienación práctica, de la alie­
nación de la base material, y de la alienación ideológica, de la aliena­
ción de la superestructura espiritualista, alcanza *u punto culmi­
nante en la critica de la religiosidad y de la religión.
las primeras páginas del primer escrito «marxiste* de Marx — de
la Introducción a la critica de la filosofía del derecho de Hcgel —
están llenas de Cite extraordinario fragor antirreligioso: «En crítica de
la religión es el presupuesto de toda critica. t,.,J 111 fundamento
de la crflicu irreligiosa oa éste: El hombre hace (machí) la religión;
la religión no hace al hombre. Y la religión es la conciencia da sí
y el sentimiento de si del hombre que, o bien nu se ha conquistado
0 sf mismo, o bien se ha perdido ya de nuevo. [...] El hombre es el
matulo del hombre, el Estado, la sociedad. Ese Estado, esa sociedad
producen la religión, una conciencia det mundo invertida, porque
ellos mismos son ttw mundo invertido. La tellgión es la teoría gene­
ral de ere mundo, su compendio enciclopédico, su lógica en una
forma popular,, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción
moral, su complemento solemne, su razón general de consuelo y de
justificación. Es la realización imaginaria del ser humano, porque el
ier humano no posee verdadera realidad (wahrc Wírklichkeit)-
La mint-ria religiosa es a! mismo tiempo la expresión de la miseria
real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro
de la crialura oprimida, el alma de un mundo sin corazón, del mis­
mo modo que es el espíritu de un estado sin espíritu. Es el opio
del pueblo.» (Ed. Costes, t, I, pp, 83-64,)
Marx critica ante todo la cosa misma, la Cuente de tuda verda­
dera realidad, la actividad práctica de los hombres, es decir, hu inda
alienada, V porque la religión es el complemento solemne de esa
vida vaciada de su esencia, él la consagra a la critica destructiva.
La critica no es en modo alguno su propio objetiva Todo lo con­
trario: Marx combate a quienes permanecen a nivel de 1n critica, o
tic la crítica critica, especialmente loa hegeUanú* de izquierda

— Strauss, Bauer, Stimer y Feuerbach — , esos jóvenes htgeLíanos
que, b diferencia de los viejos hegebanos que lo comprendían todo
mediante el espíritu y la Idea, lo criticaban todo; lo criticaban todo,
haciendo de iodo un asunto de religión y de representación reli­
giosa. La dominación total de la religión fue presupuesta, (as repre­
sen ¡aciones religiosas dominaban todas las realidades y todas las re­
presentaciones, y, después de haberlo interpretado todo religiosa y
teológicamente, esos críticos críticos querían combatir tal dominá­

is !
clón como una usurpación de la verdadera y natural vida del ham­
bre. Ello* querían liberar a los hombre* de sus trabas religiosas.
¡3Un embargo, lo vieron todo a través de la religión, y su negación
de lo que encadena al hombre siguió siendo ideológicamente crítica,
abstracta, teológica -—en una Forma asi!teológica—, vanílocua. Los
escritos filosóficos de Marx, la Introducción a la critica de la filo-
tafia idel derecho de Heget, Economía política y filosofía. Lo Sagrada
FamiUa o critica de ta crítica crítica, las TVj íí sobre Feuerbach y la
Ideología alemana, están animados por su doble lucha filosófica: con­
tra el ■idealismo» y el «esplritualismo» de Hegel y contra el pseudo-
radicalismo, el psetidohumanismo y el pscudo-mflterialismo de los
heprlianoti de izquierda. Marx emprende una crítica de la realidad
existente y de la ideología correspondiente a ella, crítica que desem­
boca m la exigencia de la transformación práctica y revolucionaría
ÜO lü que es. El combate no es emprendido en nombre de la «verdad
Filosófica», sino con miras a) rcbasaml etilo práctico de la alienación
y de la liberación de las fuerzas productivas de los hombres.
La crítica de la religión apunta, pues, ai mundo del que ella es
producto; esta raíz de la alienación es lo que debe ser extirpado,
■La lucha contra la religión es por tanto, Indirectamente, Ja lucha
contra ese mundo cuyo aroma espiritual es la religión. La
real felicidad del pueblo exige que la religión sea suprimida en cuanto
to felicidad ilusoria del pueblo. Exigir que las ilusiones concer­
nientes a nuestra situación sean abandonados es erigir que se aban­
donada una situación que tiene necesidad de ilusiones. La critica de
ta religión es, pues, en germen, la crítica rf£ ese valle de lágrimas
Cuya aureola es la religión,» l_fbid.] Toda trascendencia religiosa es
Ilusoria y alienadora y por consi.guien.tc debe ser aniquilada. La reli­
gión expresa de una manera ideológica las debilidades de la técnica
y de la organización práctica de los hombres; sólo uña técnica y una
práctica omnipolcnles devolverán al hombre a sí mismo y a sus
obras reales. Mam, queriendo hacer «coincidir» ta práctica dcsa-
licuada y la comprensión teórica de esa práctica, sin plantearse dema­
siadas cuestiones un cnanto al sentido y al contenido de semejante
empresa que lo «desm Mitifique» lodo en nombre de la práctica,
escribe en la 4.my en la 3“ de Tas Tesis sobre Fettcrbach: hcuerbach
parte del hecho de la alienación de si religiosa, del desdablamiento
del mundo en mundo religioso y mundo mundano, Su trabajo con­
siste en disolver d mundo religioso en su fundamenta mundano, Pero
el hecho de que el fundamento mundano se separe de sí misma y
se fíje un imperio independiente en Jas nubes sólo puede explicarse
por el desgarramiento y la contradicción intemas de esto funda-
mentó mundano. Por tanto, ese fundamenlo debe ser tan compren-
dido en sí mismo y en su contradicción como revolucionado prác­
ticamente. Y en consecuencia, después de que la familia terrestre,
por ejemplo, ha sido descubierta como e) secreto de la familia sa­
grada, ahora e* necesario que la primera « a aniquilada teórica y
prácticamente. — «Toda vida social es esencialmente práctica. To­
dos los misterios que llevan la teoría al misticismo hallan su solu-
dt'jn, racional en la praxis humana y en la comprensión Je esa prác­
tica»'
Marx no combate solamente el vrisíianistnQ; apunta al aniquila­
miento de todo religiosidad y <le toda religión. Los rayos que lanza
costra el judaismo, la religión de sus antepasados, son todavía más
violentos*
Marx afronta la cuestión Judia de una manera ni teológica o reli­
giosa, ni política, sino social, es decir, económica, fil no busca el
secreto del judio en su religión, puesto que halla el secreto de esa
religión en el judio real. EL descubre el fundamento mundano y pro­
fano, el verdadero fundamentó, del Judaismo en La necesidad prác­
tica, el interés. £1 comercio y el dinero son. según Marx, el culto
y el Dios de los judíos reales y no de los judíos sabáticos ideali­
zados. Las páginas consagradas a lá Cuestión Judia dait prueba de
una extraordinaria vehemencia y apuntan a la supresión del judais­
mo, portador de un espíritu práctico, utilitario y nrurrcaiUilT «Pues
bien, at emanciparse dei comercio y del dinero, y por consiguiente
del judaismo real y práctico, nuestra ¿poca misma se emanciparla.
Una orgamitajción de Ja sociedad que suprimiera las presuposiciones
del comercio, y en consecuencia la posibilidad del comercio, harta
imposible al judio. La conciencia religiosa del judío se desvanecerla,
cual un insípido vapor, en la real atmósfera vital de ia sociedad.
[,,,] Reconocemos, por tanto, en el judaismo un elemento antisocial
general y adiad que, por el desarrollo histórico al qtic loa judíos
han colaborado ardientemente en este desdichado aspecto, ha sido
Llevado a su punta culminante en el tiempo presente, a una altura
a la que no puede hacer otra cosa que disolverse. La emancipación
judia es, en su último significado, la emancipación de la humanidad
del judaismo** JEd, Costes, t, 1, p. 206.) Los judíos ya se han
em.tñcipado a la manera judiar transformándolo lodo en mercancía.
haciendo del espíritu práctico judio el espíritu de Los pueblos cris­
tianos, transformando a los cris líanos en judíos: así han colaborado
ardientemente a la edificación de la sociedad burguesa y capitalista,
puesto que ésta produce a Jos judíos de sus propias chinabas. Los
judíos son acusados de haber despojado el mundo total — el mundo
del hombre y el mundo de la naturaleza— de su valor, puesto que

1. m ú n idea «e halla expresada lunatmcnte en tfí CnpWaf. "En general,


el rwfleit/ reUgiaito del tmiode mil no podrí desaparecer sho cnanrlo les condlcionei
de llah*|ú y do la vida jeitU ci peteuld) constantemente ti hcmlire itnu rrla-
dOn« transparentes y razonable* can na semejantes y con fe naturaleza. La
forro* d d proceso vital y social, e» Jtcir, J t l protí’w mfatico nulerial y produc­
tivo, no ser» despojada de m velo de ntehla mística sino ruando m uróe. en
OHplD producto de hombres libremente analizados, ba¡0 el control Qpmamtip
y pUntUrado de éstos. Pero ello aúpe una haim material de la sadcrtaL o una te r»
dc condirlorm de existencia mitwiilcr, que, a su vr^ am el prudurto na tumi
ínafeinofitkric) de un largo y doionm ttóaíiollo hlitórfco,” (T, I, p, ’fi'l).
3. Mata es hijo de pudro) JudllM "convertida®7 al pnoiottanliirno. Su podro,
hijo dn rabino, ™ habla hecho bautizar antoa cid luclnlanto de Karl Mora; au
mcxll'e duHcülidla tumhirin de tArli lint linea de rabilan, y entró, devpws de la mnnr-
te de fuá pedrea, en ln Iglesia evnnt^lica- Foro 1 « padree de Marx, robra todo au
Ímdre. eran protestantes liberal na y «redan de fe religfcua profunda. Karl Marx
gr battdzldo a la edad de idl l¿0l,
n hecho de luda* las cósa* una cuestión de valor mercantil y alíe*
nador, LjO que existe de una manera ideológica en la religión judía,
ese rebajamiento del hombre y de la naturaleza, los judías reales 5o
han efectuado prácticamente. «Lo que está contenido abstractamen­
te en la religión judia, el menosprecio de la teoría, del arte, de la
historia, de! hombre considerado como su propio objetiva, es el pun­
to de vista real y consciente, la virtud del hombre de dinero. La
relación genérica misma, la relación entre el hombre y la mujer, etc,.
$e convierte en un objeto de comercio. La mujer se convierte en ob­
jeto de un tráfico. La nacionalidad quimérica dd judio es la nacio­
nalidad del comerciante..,» ilbid-, p- 210.) La ley judia es cari­
catural, mendaz y furmai, Jey que entraña la venganza y que es
constantemente abolida cu Ja práctica artera, esa práctica corta, li­
mitada, utilitaria, egoísta, mercantil, vulgar y a-teorética que Marx
fulmina en nombre de la verdadera práctica ¿«alienada, revolucio­
naria, comunitaria y portadora de su propia comprensión teórica,
práctica abierta al porvenir* «E l judaismo en cuanto religión no
podía desarrollarse más en el plano de la teoría, porque la visión del
mundo de la necesidad práctica es, cu virtud de su naturaleza, limi­
tada, y se agota en unos pocos rasgos. La religión de la necesidad
práctica no podía, en virtud de su esencia, hallar su consumación
en La teoría, sino únicamente en la práctica, precisamente porque su
verdad es la práctica. El judaismo no podía crear mundo nuevo
alguno.» (Ibid., p. 211.)
El cristianismo, nacido del judaismo, acabó por reducirse al ju­
daismo, E! cristianismo no ha vencido al judaismo real; ha subli­
mado la necesidad práctica y la práctica vulgar del judaismo sin
llegar a eliminarlas. El judaismo, no el del Pentateuco y del Talmud,
sino en su esencia efectiva, se sublimó en cristianismo, y éste, ha-
Ciándose cada vez más práctico y vulgar, cayó de nuevo en ei ju­
daismo. «Et cristianismo es el pensamiento sublime dcJ judaismo,-
el judaismo es la vulgar aplicación utilitaria del cristianismo; pero
esta aplicación utilitaria no podía llegar a ser general sino cuando
ei cristianismo, un cuanto religión consumada, hubiese acabado, teó-
ricatuente. de hacer al hombre ajeno a si mismo y a la naturaleza.»
(/bid„ p, 212.) El cristianismo hizo posible así el HorecnMÍeiito de
la sociedad burguesa, la cual asfixia al hambres genérica y descom­
pone el mundo de los hombres en un mundo de individuos «atomís­
ticos» fatomisiischer Individúen) alienados. El judaismo, origen del
cristianismo y de la sociedad burguesa, alcanzó su apogeo con el
perfeccionamiento de la sociedad burguesa, basada en el interés
egoísta y mercantil. No pudiendo crear un mundo nuevo, atrajo a
so radio de acción, aun Sin dejar de ser él el elemento pasivo, todas
las demás creaciones y todas las demás concepciones, y las mercan-
til izó gracias a su espíritu práctica. El espíritu judio vino a ser,
por consiguiente, d espíritu práctico y egoísta de la sociedad bur­
guesa, en cuyo interior el mundo de las necesidades egoístas y de
los objetos prácticos Sigue estando sometido al dios Judío secu-

3. Cf, también la ¡v lifir s y l i uttoid Jeift tvbre Ftuerltach, y* ahíla*.

151
liirlzudo: d dinero. Marx, lijos de querer contribuir a la causa de
lu emancipación de los judíos, quiere que la sociedad humana desa^
lí emula suprima la esencia empírica del judaismo, el comercio y sus
condiciones, haciendo imposibles a los judío* en cuanto judíos. l i ­
jos de denunciar la limitación social del judío, quiere suprimir y
rebasar la limitación judia de la sociedad. El escrito que Marx con­
sagra a la cuestión judia se termina con esta frase; • La emancipación
social del judio es Ja emancipación de la sociedad respecto al ju­
daismo,* Ubid, p. 21+,)
* *- *

Según ta interpretación marciana de lo religión = **a esfera par­


ticular, pero determinante, de la alienación Ideológico y de la super­
estructura espiritualista— , toda religión se reduce a la práctico. El
no-desarrollo de 3a práctica y de la técnica condiciona el nari-
miento de la religión primitiva y «natural*, el subdesnrrollo de Jas
fuerzas productivas y las barreras inherente» n las relaciones de
producción de la era de la propiedad privada determinan el carácter
de la religión en cuanto justificación idealista del estado tic cosas
existente y picudo-protesta contra Ja miseria real: el desarrollo ple-
nario de la práctica y de fa> técnica suprimiré, al hacerla perfec­
tamente Inúttí, toda religión. La religión se basa en una Falca, una
deficiencia, tina limitación. Su verdad reside en la práctica, y ella
misma, en cuanto religión, no posee ninguna, como tampoco posee
historia propia. Dado que la práctica, de (a que día Pía sido siempre
una sublimación, no comportaba verdad real, Ib religión no ha sido
más que la expresión alienadora de una alienación real, contritas
yendo ciertamente al mantenimiento de esta última. Marx no reco­
noce cometido íormador y fundamental a la religión. Ni la polí­
tica, ni la religión, ni el arte, ni la filosofía son para él potencias
constitutiva* de in historia humana {incluso alienada), modos de
vinculación entre el hombre y el mundo. Sólo la práctica es fuente
de verdad y de realidad; ella vincula al hombre al mundo, y todo
lo que $e interpone es expresión, reFlcxión, reflejo fie En alienación,
A la pregunta: ¿a qué se debe que la religión haya podido desplegar
tal potencia?, no le concede ninguna importancia religiosa. Su pers­
pectiva religiosa sigue siendo corta; además, ó] no combate solamente
las religiones históricas sino toda religiosidad, todo descncubr imiento
de lo divino mismo o de lo sagrado. Sólo nc ve «santificada* la
práctica de tos hombres y la comprensión correspondiente. Ni si-
quiere se habla de lo «divino* y de lo «sagrado»: lo tino y lo otro
na son sino productos de la alienación de ta imaginación religiosa,
y ésta a su vez es subproducto de la producción material alienada
1-a vida humana alienada ha dado nacimiento g Ja religión; la muerte
de la religión, su supresión, coincidirá con et verdadero nacimiento
de'l hombre que se basa en sí mismo como en su propio funda­
mento. Y. en efecto, el pensamiento y la tentativa de Man. tanto
como el mundo del que él habla, se sitúan bajo el signo de la
Muerte de Dios, del asesinato de Dios por loa hombres.

m
Ljin MlgJuiiiís primitivos y nafurait's stm rápidamente eliminados
por Mane, de lo* religiones orientales y asidítecas no habla, el poli­
teísmo pagano no le interesa más. ¿1 la emprende contra el movi­
miento que ha desembocado en el Occidente moderno, en la Europa
burguesa y capitalista, movimiento que, una vez rehusado, hará po­
sible la limitación de la sociedad humana universal. El judaismo,
coa su monoteísmo, prepara el ctmí tonismo, y Ésto es la religión
consumada, la religión rxC ¿l-iXrv, la esencia de la religión, la reli­
gión del hombre d e i f i c a d a . 1 Sin detenerse demasiado en esta esencia
de la religión y en los graves problemas que suscitan la religión no
general y el cristianismo en particular. Mar* sólo espere el rebosa­
miento del monoteísmo y del hombre deificado, por ef hombre lle­
gado a verdaderamente hambre, que vive en esta (ierra, en cuanto
ese ser natural y social que él es, sin tener necesidad de ningún
Cielo religioso. En lo que concierne a la teología, Marx no se plantea
muchas cuestiones, pues no la considera «¡na como el «extrema
putrefacto* de esa otra actividad teórica alienad» que es la filosofía,

* ir +

Sin embargo, la alienación religiosa no es, ni con mucho, Ib única


alienación que expresa teóricamente la práctica alienada, Otras po­
tencias ideológicas reflejan también, sin reconocer su carácter de
ráilejo, la impotencia humana. Las ideologías, los formas de la su­
perestructura y la teoría (alienada), aunque en realidad son formas
reflejadas, no reconocen su papel, no tienen conciencia de lo que
son. Formas de la conciencia social, formas e ideas de un cierto
BÉwiY.ijr.íein csclarecedor, re-pre‘-dilaciones. ellas traducen de una ma­
nera alienada lo que en su alienación las Condiciona: las cosos con
las que ct ser fSein) del hombre tiene trato, su presencia efectiva
en el mundo, Ellas esclarecen ciertamente algo, pero lo que escla­
recen es tenebrosa. Son abstrafdas dd devenir concreto de las
hombres, lo fijan y se fijan abstracta mente, constituyen abstrac­
ciones, Su «verdad# es no-verdadera, pues ellas descubren, iluso­
riamente, una realidad que no es efectivamente real. Volvamos
nmi vez mis, para tratar de comprender bien ln alienación ideoló­
gica, al esquema fundamental de Mar*, a Ib andadura da su pensa­
miento, al centro del movimiento que no se disocie en método y en
doctrina.
Lo realidad fundamental, activa y rrsf { vrírfecflíf y ívírfclíchj, ver­
daderamente primera, fuente de toda verdad, es el desarrollo de las
fuerzas productivas y materiales, instrumentos y trabajo humano, lo
que permito al ser del hombre constituirse en oponente de la natu­
raleza, la cual no concierne al hombre sino * través de su historia
humana natural y no porque -pteexista» al hombre. Ese trabajo
sensible es el fundamento del mundo Sensible, de la totalidad de lo
que es por y pota el hombre. El desarrollo de las fuerzas produc­
tivas engendra fas relaciones de producción, relaciones que los hom-

4, O , niiísfnu pájtfnM ($+-95).

153
Ijit * mu atienen entre dllos y con las Tuerzas productivas. Este con­
junto tiu fuerzas y de relaciones productivas constituye la estructura
económica de la saciedad, de ios hambres, la base real y material
del devenir histórico de la humanidad. Y Ja «tcHorizactón aJ¡enante
de) trabajo productivo es el fundamento de la alienación general.
Sobre la base rea] y material se eleva Ea superestructura jurídica
y política: ja expresión jurídica de los relaciones de producción
efectivas, la organización social, la vida política y el Estado. Esta
superestructura es idealista y espiritualista, pues disfraza ideológi-
catrtente el sentido del estado de cosas real y material, A esta super­
estructura responden, formando parte de ella, unas forma de con­
ciencia social determinadas y condicionadas. Las farmas de concien­
cia son teóricas , por oposición a la actividad práctica, y lo que
ellas se representan les permanece oculto: las verdaderas fuerzas
motrices que las mueven íes permanecen desconocidas; estas formas
de condénela son, propiamente hablando, inconscientes. El pensa­
miento, fundado por la práctica, se cree, ideológicamente, fundado en
si mismo; lo que se efectúa por intermedio del pensamiento se te pre­
senta cuma efectuado gradas al pensamiento y por 41- Loa repre­
sentaciones, ¡deas, pensamientos, teorías, formas de convencía, etc.,
son abstractos, reflejo ideo lógico — es decir, alienado — de una alie­
nación real y malcría!. Las creaciones religiosas, morales, artísticas,
filosóficas y cfenrffícas forman las producciones espirituales mayores
y son en verdad especies particulares y sublimadas de la producción
material, de la actividad laboral c Industrial del hombre, Estas re-
fkxioncs reflejan de una manera ilusoria la verdadera realidad, el
motor interno del desarrollo, a saber: el desarrollo de La técnica
empleada por los hombres que producen su vida, Tas condiciones
económicas de la producción. Ya determinadas facetas de los rela­
ciones Je producción, por ser o por poder llegar a ser jurídicas, en­
mascaran o frenan el sentido del desarrollo y desembocan asi en
plena superestructura. Al derecho está ligada la «moral*, y en cuanto
a la política, ésta dista mucho de constituir una actividad verda­
deramente real: «organiza», dentro de la alienación, la vida del orga­
nismo social. Finalmente, las formas ideológicas, a veces parcialmente
«verdaderas», activas y «reales», constituyen esencialmente las fuer­
zas de esa alienación que mantiene la impotencia del hombre, puesto
que traducen las cosas a ideas, y confunden Tas ideas con las cosas.
Esta «metafísica* violentamente antimetafísica debu ser compren­
dida en toda su profundidad radical, réductiva y unilateral, para que
la filosofía antifilosófica de M an se baga Glosó ricamente compren­
sible. Los interpretaciones laxas y extensivas, que privan de sazón
y de sabor al pensamiento de Marx al quitarle sus ingredientes más
fuertes, no alcanzan en modo alguno el centro de este pensamiento;
son rebuscamientos que intentan hacer menos «indigesto* el pensa­
miento brutal de Marx, Éste quiere que su pensamiento cató exento
de presupuestos filosóficos, que parta de la experiencia, de Ion presu­
puestos reales y materiales de la historia natural y social de Jos hom­
bres, No obstante, el pensamiento que so impone a él continúa
moviéndose en el eje de la metafísica, aun cuando oca la negación
de Lu mismo. Lo crííjiVa mundana de las ideas en general, de Las
ideas que animan la ideología, es implacable.
Las ■ideas» son la expresión sublimada, idealista e Ideológica del
vicio de la limitación, de La» trabas inherentes a la historia humana
real, historia de alienación reaJ, y por « o son combatidas ea nom­
bre de la praxis generadora de verdad práctica y de historia: .ha­
bremos de ocuparnos de In historia de los hombres, puesto que casi
toda la ideología se reduce o bien a una concepción falsa de esa
historia, o bien a una abstracción incompleta de esa historia. I-a ideo­
logía misma no es más que una de las facetas de esa historia.»
(7d, oí,, p. 153-154), Marx emprende efectivamente la lucha contra
toda ideología, calificada de entrada como idealista. El lucha con­
tra toda especie de idealismo platónico o cristísm (el cristianismo es
un platonismo popular, dirá Nietzsche) o moderno, contra toda auto­
nomía del pensamiento? *Lo que la conciencia hace ella sola carece.
por lo demás, del menor interés. [ „ . } Además, ni qué decir tiene que
los "fantasmas” , los “ vínculos", el “ ser superior", el “ concepto” ,
"lo que hay que pensar" {Bedettkttchkeiti m> son mis que la expre­
sión espiritual idealista, la representación aparente del individuo ais­
lado, la representación de (rabas y de barreras fnuy empíricas, en cuyo
interior se mueven el modo de producción de la vida y el modo de
relaciones conexos, escribe Marx, no solamente dirigiéndose a los
hcgellanos de izquierda, sino respecto a todas las «¡deas*, conside­
radas como expresiones idealistas de las barreras nuiles- (Ibid.t pp,
171-172.) El secreto de ¡a formación de las ideas reside en la praxis
real; su «riqueza» corresponde a Ja producción de riquezas sociales,
y su vado expreso La pobreza en que se debate la humanidad pese
al despliegue de un inmensa trabajo productivo. Lo que es una
relación real entre los hombres y entre los hombres y Jas cosas se
sublima por intermedio de la ideología y se convierte en un pensa­
miento, en una idea.1En cuanto a la praxis, posición primera y funda­
mental, Marx, en el fondo, explícita poco su esencia, puesto que es
ella la que sirve para expücilar no sólo la praxis prédica sino tam­
bién la actividad teórica; Marx hace lo que hacen loa pensadores en
general al no explicitar aquello con lo que explidtan el ser en su
totalidad.
La potencia humana linlln su camino obstruido por las Ideas, pues
éstas impiden el desarrollo total de las fuerzas esenciales del hom­
bre. Las Ideas están ligadas, como los instrmnenios de producción,
a la clase dominante. Quienes dominan en la tierra y explotan el
trabajo producto de los trabajadores, producen también las ideas
■celestes» y dominantes. Las ideas, lejos de expresar lo universal,
reflejan, en cuanto formaciones reflejas, lo particular que se hoce
pasar por universal. «Loa pensamientos de la dase dominante son,
en todas las épocas, los pensamientos dominantes; es decir, que la
Clare que es la potencia r n a t e r i a l dominante de la sociedad es al

5. Loe {¿rmlntií p c tv tta iv iu n tc a (C ¡e d a n J te n i e id e a s ( h i t e pi) fon empinados, por


mídechlo, como sinónimo* por Marx; sin embargo, el termino Id e a s t i empicado
M un aúntido ttiít ncbimirtit^ p f)w llv D .

151
mismo i lempo la poienda espiritml dam mitote. La cfasc que dispone
(Je lilis medios de la producción material dispone al mismo tiempo y
por eso mismo de Los medios de la producción espiritual, de modo
que así le están sometidos al mismo tiempo, uno con otro, los pensa­
mientos de aquellas a quienes faltan los medios de la producción
espiritual^ ilb id .„ p. 193.)
los pensamientos, las ideas, tas categorías, tos principios domi­
nantes, son, por consiguiente, la expresión ideal, idealista c ideo­
lógica de las condiciones materiales dominantes. Quienes detentan
Los roedlos de producción producen también las ideas de su tiempo
y regulan su distribución y consumo. La duse dominante dispone
de aquello que los demás, los dominados, nu tienen, y Jas ideas sirven
pata compensar y para sublimar esta falta doóVe: material y espiri­
tual. Asi. las ideas prestan un ilacu servicio a aquellos a quienes
esclavizan, ko hay leyes eternas y pensamientos ciemos, sino leyes
sociales e históricas, de fundamento económico, c ideas dominantes.
Las ideas y tos ¡(ejisamicntos no tienen historia ni desarrollo que les
partene/eftn como propios, puesto que no constituyen sino la subli­
mación espiritual y espiritualista de la bis Loria material y del desa­
rrollo material. Sus presupuestos son reales y materiales, y si sus
posiciones ye hacen abstractas, ideológicas y no reales, ello es debido
a b doble naturaleza de b alienación: la alienación económica y
fundamenta] y la alienación ideológica y derivada. Los pensamientos
y las ideas, las representaciones y las formas de conciencia, las teo­
rías y Jos conceptos deben ser analizados y criticados según su ca­
rácter social c histórico concreto, sus determinaciones empíricas, la
fase det desarrollo de Ja producción y el modo de los relaciones de
producción correspondientes. Las ideas sé conciben a si mismas en
cuanto producciones autónomas; en verdad, ts decir, en realidad, no
hocen otra cosa que autonomizarse, sin qué por eso sean efectiva­
mente independíenles. Su propia lógica les viene de ni ni parte.
El régimen de la propiedad privada y de la división del trabajo
suebl alieno Jos pensamientos y las ideas. Del mismo modo que
en el interior de la sociedad global ol trabajo productivo está divi­
dido, asi está dividido el trabajo espiritual en el interior de la ciase
social domíname. Unos son los productores de Ideas, los pensado-
ros, los ideólogos activos, otros son Los consumidores receptivos y
pasivos do los pensamientos producidos. Inversamente, aquellos con­
sumidores pasivos de productos ideológicos qué pertenezcan a la
clase dominante roa los miembros socíalmcntc activos de la clase
dominante, tas ideas dominantes, aun cuando sean dominantes, ca­
lón sin embargo murtaimente ligadas a su soporte rodal y no
pueden hacer otro cosa que vivir su vida y conocer su muerte; no hacer
otra COSO que traducir teóricamente y en un lenguaje ilusorio tinas
realidades no verdaderos e incluso llegan a mantener la Ilusión de
que son independientes de los individuos concretos y de Las condi­
ciones sociales, cuando no se conciben como motor del devenir his­
tórico. Su «verdad* reside en su mentira, en su error habitual.
El carácter de la alienación ideológica es, por asi decirlo, doble:
las ideas expresan de una mañero deformada la relación real de las

154
polvnchiN malcríales, constituyen un reflejo Infiel e inadecuado y,
por ulra parte, crean la ilusión de su prgpiA potencia, transformando
(a vida real de los individuas sociales en vida ideológica- Asi. los
hombres viven su vida «moral*, «religiosa*, «teórica*, *artística*, de
una manera abstracta y alienada, en contradicción completa y no
confesada con la realidad y la práctica efectivas y concretas. Pues
el hombre no está alienado en cuanto ser teórico; la alienación de su
conciencio do a l a alienación fundamental- Su real y material abe-
nación, la alienación concerniente a lo material de su trabajo real,
es la tale de toda alienación; y esta alienación radical se halla refle­
jada y velada en todo lo que es ideológico- kos hombres han llegado
incluso a pensar que las ideas y los conceptos dominan la historia
íHegel) o buscaron la .liberación por medio de otras ideas (hege-
lianos de izquierda); todo eso es falso y falsifica el verdadero sentido
LÍcl devenir, ITay que buscar en la base empírica, la infraestructura,
el secreto de la génesis, del orden, de la conexión y de !a función
da las ideas que se suceden en el espacio y el tiempo social, desmix-
tificando radicalmente toda idea de tma relación mística y dotada
de unn dialéctica específica que constituiría la esencia del mundo
de Iflft Ideas, í-'cm la sustitución de la relación {real y material) por
la idea (espiritual), todo se cambia en ideas, y los aeres y las cosas
pierden fiu verdad y se vuelven ideales, A través d i estas constnuc-
ctones ideológicas se oculten las relaciones humanas; la totalidad de
tas relaciones que unen a los hombres a la naturaleza y entre ellos
Sí autonomLzan, se convierten en una potencia incomprensible para
los hombrea, una Fuerza ajena, extraña y hostil. Todo k> que -
separa do las relaciones que se establecen co el curso del proceso
vital se desenvuelve por encima de la cabera de los hombres y de la
humanidad y les impide vivir produciendo su vida y comprender
mediante la teoría esta práctica.

• * *

Así pues, Marx parece consagrar al fuego del infierno la feoríu


(teorética), el pertíaniicijío, la conciencia, la represen fnción, las ideas
y las producciones eípirífr/alíjí. formas y fuerzas de la alienación
Ideológica, desprovistas de verdad real, máscaras de la práctica. Su
crítica apunta a la supresión de lo alienación, del doble aspecto
de la alienación. Ya lo hemos dicho: Mane, pensador de la alie­
nación económica y de la alienación suplementaria c ideológica, no
consigue rebasar la concepción que opone lo realidad al pensamiento,
el xcr {del hombre) a la conciencia {de si). £1 opera de una manera
doble, aun cuando someta lo que es segundo, y secundario a lo que
es primero y primordial. Las ideas y las cosas siguen estando sepa­
radas. Así, aunque toda teoría, toda forma de conciencia, toda sis­
temática de ideas, estuviesen hasta ahora alienados y fuesen ideo­
lógicas, serán la teoría, la conciencia, la potencia de las ideas, las
que conducirán ai rebasamjenUr de la alienación — expresando cierta-
mente el desarrollo de las fuerzas productiva! — , Desde el momento
en que La alienación se halla reconocida, a un cierta grado del desa­

I5T
mono üe la lécriica y de In industria que engendran la clase prole*
tarja, parece que los pen namientes puedan llegar a ser verdaderos,
realea y activos. Inclusa el subdesarrollo de la técnica era lo que
determinaba la mentira ideológico; y el actual grado de maduración
puede permitir, por primera vez en la historia de la humanidad, la
aparición de pensamientos y de ideas verdaderos y reales.
El proletariado que emprende la tarea de la supresión de la alie­
nación no puede llevarla a cabo sin ser guiado por ideas revolucio­
narías que esclarezcan su lucha. ¿De dónde Je vienen esas ideas?
De loa intelectuales burgueses que reniegan de su cíase, la clase
dominante, y se adhieren al proletariado, la clase oprimida. La con­
ciencia de la situación histórica es lo que determina ese cambio de
campo de tos intelectuales que reniegan de su clase; ta conciencia es
Lo que, desde fuera, apartan ellos al proletariado. La conciencia, la
[corta, los pensamientos y 1 » Ideas dejan de ser aquí un simple
epifenómeno ideológico, rebasan [as condiciones empíricas particu­
lares y se elevan a una visión de conjunto. El segundo aspecto del
mundo toma aquí m cieno modo la preeminencia, y las armas teó­
ricas que los intelectuales burgueses aportan al proletariado — pues
no es la práctica de tos proletarios lo que engendra ta teoría revo­
lucionaria de una manera directa — Je son fundamentalmente nece­
sarios con vistas a su emancipación práctica- Y Marx, intelectual
burgués y autor del Manifiesto del partido comunista, escribe estas
lineas, sin preocuparse demasiado deí dualismo que ponen en evi­
dencia; «Finalmente, en las épocas en que la lucha de clases se
acerca al momento decisivo, el proceso de disgregación reviste, en el
interior de la clase dominante, un carácter tan violento y tan brutal
que una escasa Tracción de Ifl dase dóminanle se separa de esta
clase y se adhiere a Ja ciase revolucionaria, la clase que licúe en
sus manos el porvenir, Del mismo modo que en otros tiempos una
parte de la nobleza se pasó a la burguesía, una parte de la burguesía
se pasa ahora al proletariado, especialmente una parte de los ideó­
logos burgueses que se lmn alzado laboriosamente hasta la compren­
sión teórica del conjunto del movimiento histórico f»im thearetis-
chert Versttfntfniit der samen geschlchtiichen (Ed, Cos­
tes, p. 75.) Esta conciencia teórica del conjunto del movimiento
histórico, este pensamiento y estas ideas nuevas y revolucionarías
llegan a la vanguardia del mundo nuevo por intermedio de los inte­
lectuales del mundo de la alienación y fecundan su doble lucha: su
lucha práctica, económica y política, y su lucha teórica (¿ideoló­
gica o «ideológica*?).
La dase revolucionaria recibe, pues, las ideas revolucionarias,
y esta teoría guia la práctica; el ser consciente toma preeminencia
sobre el ser de los hombrea- Mi siquiera el marxismo militante y
triunfante llegó a superar esta concepción de la conciencia revolu-
donaría que, aunque «p re se la situación material, realmente revo­
lucionaria, del prole taríndo. le viene sin embargo de fuera gracias a
los intelectuales revolucionarios. Lcnln, aplicándose en ¿Qué hacer?
a loa cuestiones candentes de nuestro movimiento, considera et pro­
blema de la conciencia revolucionaría y de la lucha teórica como

13*
unu cuosllóti fn.iiLli*nUí y vltnl. Pensando siempre que «sin teoría
revolucionarla no hay movimiento revolucionario» y reconociendo a
la gran luchn tres formas, económica, política y teórica, coloca la
tocha teórica en el mismo plano que las otras dos. «Ya hemos dicho
que los obreros — escribe— no podían tener todavía conciencia so­
da!-demócrata, Ésta sólo podía venirles de fuera. Le historia de
todos los países atestigua que, entregada a sus solas fuerzas, la clase
revolucionaría no puede llegar más que a la conciencia trade-uniomsta,
es decir, a 1n convicción de que es necesario unirse en sindicatos,
mantener la lucha contra el patrono, reclamar del gobierno tal o cua­
les leyes necesarias para los obreros, etc. En cuanto a la doctrina
socialista, ha nacido de teorías filosóficas, históricas, económicas,
elaboradas por tos representame* instruidos de las clases poseedo­
ras, por los intelectuales. Los fundadores del socialismo científico
contemporáneo, Marx y Erígela-, man ellos mismos, por su situación
social, mlclecluales burgueses. Asimismo en Rusia, la doctrina teó­
rica de la social-democracia ¿urgió da ün modo enteramente inde­
pendiente del crecimiento espontáneo de] movimiento obrero; fue el
resultado natural, ineluctable, del desarrollo del pensamiento en los
intelectuales revolucionarios socialistas,» {En Óeuvres chaisies, 2
vol„ Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú. 1946, t. I, pp. 197-
198.) El primitivismo, el economismo, el practidsmo, el populismo,
la confian í i Ciega en Ip espontaneidad de las masas explotadas minea
han sido preconizados por Marx. La acción revolucionaria no puede
prescindir de la teoría revolucionaria, pensaba di constantemente.;
sin embargo, no profundizó en el problema que esta relación plan­
teaba y planlca.
Ui. MI Arte y la Poesía

t.a cualidad que usted aprecia más: en todas las personas, la


scridlk'z; en los hombres, la fuerza; en las mujeres, la debilidad.
Su rasgo característico: la unidad de objetivo,
Su idea de la felicidad: la lucha.
El defecto que le inspira a usted mis aversión: el servilismo.
Su ocupación preferida: rebuscar Tíbros viejos.
Su» poetas preferidos: Shakespeare, Esquilo. Goethe.
Su prosista preferido; Dídenol.
Su hilrflc preferido: Esparta™, Kcpter,
Su heroína preferida: Gnetchen.
Su máxima preferida: Nada humano me es ajeno.
5u divisa preferida: Duda de lodo.1

El arte es, también, una de las formas de la superestructura, una


sublimación ideológica, un reflejo y un complemento de la vida eco­
nómica, tan real y tan alienada. El arte — y la esfera total del arte
comprende como géneros artísticos la poesía, la literatura y el tea­
tro, la» artes plásticas y la música— no tiene historia propia, desa­
rrollo Interno, dado que es una especie particular, y espiritual, del
movimiento general de la producción malcría], Marx es afirmativo
en su negación del devenir histórico autónomo fie tas formas de la
superestructura alienada: «N o hay historia de la política, d d Estado,
de la deuda, etc., del arte fKunst}, de lo religión, etc,» Ud, ai.,
p. 250.) Los Ideólogos invierten las líneas de fuerza de la historia
y lo hocen caminar sobre la cabeza.
La tí Xvi^ en cuanto arte es una de las creaciones de la en
cuanto técnico. La técnica productiva y económica y las condiciones
sociales determinan todas las creaciones humanas, y por consiguiente
las obras de arte. Pruébese a comprender bien lo que Marx piensa y
dice; la determinación económica lleva La ventaja, ciertamente, sólo
en tílrfma instancia — en último análisis— y pasando por toda upa
serie de mediaciones; sin embargo, son los fuerzas productivas y Jas
relaciones correspondientes 3 ellas las que constituyen Ja causa cons-

1, l'rnenalto df una "araÍHión" ¡nviit dfl Marx. Otado por J, FHvüIe.


Sfntr, f r . Engfh, Sttf Id L it t é r ü t u r c el f*af|, Ecf. Sf!d»)e*. 1M4, p. 150,

i ao
Iftnlp v luciclnmcnte! del desarrollo de tudüü laa proLliu’riüncs de los
luimhTL'», Marx es entrámenle explícito, y este pensamiento es el
eje de su pensamiento.1 Estando radien)mente alienadas la produc­
ción y la vida económica y social, de ello se sigue, por vía de conse­
cuencia, que la producción artística debe necesariamente estarlo tem­
blón.
Ha sido sobre todo la sociedad burguesa y capitalista de las
lili irnos siglas la que ha consumado la alienación del arte. Al hacer
de la obra de arte un objeto de intercambio — en el que una cantidad
de trabajo cristalizado se cambia por otra cantidad —, al hacer de la
obra de arte una mercancía que se cambia por otra mercancía o por
dinero, at hacer de la obra de arte un asunto de comercio, la sociedad
europea moderna dio un paso decisivo, y mercantUizó, rciticó, la
producción artística, la hizo depender de la ley tic la oferta y la
demanda, Para que esc movimiento pudiese ser ejecutado, era nece­
sario, no obstante, que, por su naturaleza, el arte fuese objeto de una
producción, realización de un trabnjo, obra material (y espiritual).
La situación actual del arte exaspera lo que caracteriza al arte- La
alienación parece serle «intrínseca», El régimen de propiedad pri­
vada es la causa de toda alienación económica y social y de toda
alienación ideológica, incluido el arte. Citamos, por segunda vez, un
importantísimo pasaje del Manuscrito económico-filosófico de 1344;
«La propiedad privada material, dinectenusme sensible, es la expre­
sión material y sensible de la vida tjuiiiana alienada. Su movi­
miento — la producción y el consumo— es la manifestación sensible
del, movimiento de toda producción anterior, es decir, la realización
ó la realidad del hombre. La religión, la familia, c) Estado, el de­
recho, la moral, La ciencia, el arte, etc., no son otra cosa que modos
particulares de la producción y caen bajo sus leyes generales.»
{Ec, Fil„ p. 14.) Sin embargo, la realización del hombre na ha
tenido lugar hasta ahora más que en la alienación, y su producción
espiritual lo alienaba más. Marx, apuntando a la supresión de la
raíz de toda alienación y al rebasmíento del doble aspecto de la
alienación, material y espiritual, quiere que el hombre abandone esas
formas de la superestructura alienada que son la política, la familia,
la religión, la ciencia, el arte, para que reintegre flu existencia huma­
na, es decir, social; pues d hombre es para si misma su propio
fundamentó y su propia raíz.

£. A ta lu d o a M u Sttmer, *p¿*fajl de la enti^Oad, 'Marx r w lb e a projriíittj de


Raliel, de L w n n d o da V in a y del Thdano: "Sancho (M . Siimer] t t imagina
Ijv l T lllu t m d Snt d ir u ¡BdepcnJirntanaite de le división dcJ trabaje que ™ V
b i m Roma a tu época. Si campara a H afid coa Leonardo da Vlnct y ™ <d
T ix ilM , vafli huta qué p en if la* oh rp de Arte del primero «tu vieron CtmriifUL-
m d u por d ¡kureimirgtD de Roma, debido cnlwcm a la influencia fknmtina,
le* de I jruMjrdo por k líbtactón de Florearla, y. más tanJv. l* i del T iz ia í» ¡m
d d oan olla oatununeotc diferente de Vcqcda. H ilid , como toda* lu* demói
arttrtaa, «tu v o condkwnadQ por lo* pronmoa t ís ic o * del irte. m itrado* antes de
II, pqr la v>pM>mdÍD de la r x i d a d y la divtaiáa del (retajo en iu dudad, y
finalmente por lia úiviiión del trabajo en todo* )u* paita con tai que ni dudad
«ta b a ru rvlidón." (id. a i, t. IX. pp. lt-lB ),
La posición de Míiix en lo que concierne al arte sigue siendo, no
obstante, extremadamente ambigua y ambivalente* El arte, forma
de la superestructura ideológica alienada, mundo ideal y no real,
especie particular y espiritual tic la producción material y funda­
mentalmente alienada, ¿debe ser suprimido y rebasado — como de­
ben serlo todas las «potencias» de las superesrmetu res = para que
sólo la técnica productiva real y material puwla desplegar toda su
potencia en su carca encaminada a la transformación práctica de
todo lo que es? Para que el hombre reiniegre su existencia social
mente humana, ¿no debe abandonar resueltamente todas las formas
por las cuales su vida se exterioriza, es decir, se aliena? ¿No es ci
arte una de esas formas? Las pocas lineas de Marx que acabarnos
de citar nos hablan de la propiedad privada material, expresión sen­
sible de La vida humana alienada, y del movimiento productivo, y
alienado, del que la religión, la ¡familia, el Estado, di derecho, la
moral, la ciencia, el arfe, no ton sino modos particulares. En el
mismo texto leemos: «La supresión positiva de la propiedad privada
en cuanto apropiación de la vida humana es por consiguiente ta
supresión positiva de toda alienación, y por tanto el retorno <RSck~
kehr) del hombre a su existencia humana, es decir social, desde la
religión, la Familia, el Estado, etc, [el arte, que había sido mencio­
nado anteriormente, ya no lo es ahora],» {Ibid.} Las formas de la
alienación humana, formas en tas que la vida humana se exterioriza
— la refilón, la familia, el Estado y todo lo que está comprendido
en el etcétera de Marx— , serán, pues, suprimidas y rebasadas, pero
el arte, siendo una de tilas, ¿no será suprimido ni rebasado? No
planteemos aquí la tan esencial y decisiva cuestión concerniente a
la problemática del resultado de ese retorno del hombre a su exis­
tencia humana, después del aniquilamiento de la familia, de la moral,
de la religión (de ln ciencia también), y del Estado. Dejamos abierta
la cuestión relacionada con el sentido y ci contenido de esa vida
humana basada en su propia raíz y radicalmente desembarazada de
las ramas alienantes: de Ja familia, de la mural, del derecho, de la
política, del Estado, de la religión, ele Id ciencia, de la filosofía.
Tratamos de elucidar un poco la problemática y la esencia deJ arte.
Al enumerar Jas fuerzas ideológicas de la superestructura alie­
nada, formas y fuerzas sin historia. prupla, ni definir las formas
de la producción espiritual que subliman la carencia de la produc­
ción material. Marx menciona el arte y lo considera como formando
porte de este mundo segundo, mundo ideológico, idealista e Ideal,
mundo teórico. Al querer que el hombre reintegre su existencia
(únicamente) humana, al querer que este hombre abandone las po­
tencias complementarias de su impotencia práctica, Marx no habla
del arte. (Ibid., p. 24, segúrala dta.) ¿Es que I» alienación no afecta
morlalmente al arte, ni ¡a supresión de toda alienación suprimiría
también el arte — en cuanto arte?
Lo repetimos; la posición de Marx respecto al arte, sigue siendo
extremadamente ambigua y ambivalente. Todo sucede Como ai Marx,
queriendo aniquilar radicalmente tn familia, la religión, la política
y el saber teorético, para que el hombre se entregue totalmente a

TCZ
hi praxis pruihiclivii, vacila en cuimlo ¡il arte. El arte es interpre­
tado de una manera doble: de una parte, nu es más que una especie
de producción espiritual, que cae baju las leyes de la producción
(material} y por consiguiente de la alienación general; visto en esta
perspectiva, sin duda debe ser suprimido. De otra parte. Marx, en
cuanto individuo concreto y (gran) pensador, estaba constante»
mente preocupado por el arte; y serla verdaderamente superficial
entender esta preocupación sólo como una manifestación de «cultura
generala O d e cinLúríft e stític o » .
Marx escribió en mi adolescencia poemas líricos y románticos,
poemas de amor. En 1&36 enviaba a Jenny von Weslphalen, su
prometida, a ]s que amaba con pasión, tres colecciones de poemas
de los que era autor; el LíÉ-ro de tos cantos (Buch der Lieder)
y dos coleccione* titulad;!* Libro del amor {Buch der Liebeh Son
poemus sin gran intensidad poético. ciertamente, considerados como
mediocres por Marx mismo un poco más larde, peno plenos de un
cierto ardor humano; la nostalgia, la metanto Lia, el ensueño, el idea»
lismo y )a desesperación tlevan en ellos su voz. No obstante, en
estos poemas se manifiesta ya ta voz iraniana de Marx. Así, es­
cribe:»
Yo quisiera conquistarlo lodo para mi.
Lodos los más hermosos favores divinos,
penetrar audazmente el Saber
y hacer míos también el Cauto y el Arte.
No camínenlo* meditando
temerosos bajo el yugo inferior,
pues nos quedan, a pesar de iodo,
la nostalgia y la exigencia y la Acción.

Marx escribió también algunos pasajes de un sombrío drama en


verso. Ouiamun, una novela satírica en la que reconoce amargamente
que «nuestro tiempo yn no puede crear epopeyas» (E l Escorpión y
Félix), un diálogo, Cicunte, O L>d punió de partida y del desarrollo
necesario de ta filosofía,1, y se proponía, mucho más tarde, escribir
para bus hijas un drama sobro los Gracos, cosa que nunca llegó a
hacer. El esfucrao tenso del pensamiento filosófico, el trabajo cien­
tífico y económico y la dirección de la acción política y práctica ale­
jaron a Marx de la poesía; sin embargo, el arte no dejó de fascinarle.
Homero, Esquilo (el poeta de la tragedia y de Ja rebeldía de P ro
tneieo), Dante, Shakespeare y Goethe (el autor de Fausto, el perso­
naje que mediante la acción quien: conquistar el mundo) siguen
siendo sus poetas, y él los consideraba - - a Esquilo, a Sj’jfljtespa&re
y a Goethe, sobre todo— como los más poderosos genios poéticos
de la humanidad; todos los años releía a Esquilo en el original. En­
tre los prosistas y los novelistas, Cervantes, Dídcrot y Balzac gana

Cimfo por MAhdhg, Kart Watt, Leipzig, 1923. p, 15.


4. V£wc, * j*v|ráftv de luí pocoaUL de M *n, «d hmo de ni* demis obras
poétiou, b que él Alma dtoe rn li bella am e a «v poíó» iiei LO de ocvienihic
de 1637. En Ofutxfi: ptiiíutapbiífveí, C IV, Ed. Cute*.

163
¡tm sus jirel tírendas, fil mismo, adversario de todo formalismo de
epígono, siempre queda cuidar lo más posible el estilo de sus es­
critos, Bien es verdad que escribió a un amigo tai lu eres poeta,
ya soy crítico*,* pero es absolutamente superficial hacer de Marx un
vujgar sociólogo del arto. Esos grandes poetas con quienes él se
comunicaba — poetas de la tragedia y de la comedia divinas y hu­
manas— , ¿no eran considerados por él cranu trabajadores espiri­
tuales que expresaban a través de la alienación Ideológica y poética,
y sin reconocerlo, la real alienación de la actividad humana produc­
tiva? ¿One significa esta actitud doble respecto al arte, creación hn-
mana que se basa en la división alienante del trabajo alienado, crea­
ción que refleja un mundo curiado en dos?
La respuesta a esa pregunta uo salta a la visto. Sin embargo,
probemos a contornear un poco más la problemática del pensa­
miento de Marx relativo al arte. Este pensamiento se alzó con mu­
cha Fuerza contra los filisteos exangües, puros consumidores de arte,
contra toda nuionomfa del reino de la poesía y de las artes plásti­
cas, contra todo esteticismo (idealista o realista), contra (oda produc­
ción artística pequeño-burguesa; toda esta producción ramplona e inc-
sendaI se al rajo muy especialmente las Iras de Marx, Ltu creaciones
artísticas pique ñu-burguesas hacen pasar por universal la particula­
ridad curta y limitada, el interés estrecho de «L a clase, su vacila­
ción entre el pro y el cortina, su instalación en d de una parte y
de otra, aun cuando este chalaneo siga siendo inconsciente. Sí, Marx
se pronunció contra todo eso; pero también *c pronunció a favor de
determinadas cosas.
No esperemos hallar en Marx una historia de) arte, una filosofía
del arte o una estética, en cuanto disciplinas Filosóficas o científicas.
El museo imaginarlo o real del arte universal no le Interesa apenas.
Sin embargo, £1 manca con d sello de su pensamiento las tres etapas
de la historia humana en vía# de hacerse universal i Crecía, la Edad
Media crirridrrd, la Modernidad capitalista- ósí como se había vuelto
hacia los urígeíies del mundo occidental al empezar su trabajo filo­
sófico, puesto que su tesis doctoral trataba de ta diferencia de la
fiíosofta de ta rtaturateza en Demácrito y ett Epicttro, del origen de
un cierto naturalismo, materialismo y ateísmo, también se vuelve
hacia el arte griego, origen y primera etapa dd arte occidental y
después europeo. ¿Y que ve? La libertad que Io j mortales han con­
quistado en su lucha prometeica contra los «inmortales*. «La ludia
de los antiguos sólo podía terminarse por la destrucción dd ciclo vi­
sible, de Ib atadura sustancial de la vida, de la pesantez de la exis­
tencia política y religiosa, pues la naturaleza debe ser quebrantada
para que d espíritu baile su unidad. Los griegos lo destruyendo
coma artistas, con el martillo de Hefaisto#. lo demolieron, y con
sus escombros levantaron estatuas*, anota en sus trabajos prepara­
torios para su tesis doctoral.* Marx, que en ocasiones ha sabido ver.
o entrever, que la praxis misma det pe tiramiento « teórica, y que

S. Curta a Pntíigrtith del de («tuero de IBflÚ; dtaüu por Frivílle, p. 3Í8.

1 «4
Ju Lunti'iiipIlición no práctica tiene su propio liulgor, mira esas esta-
itins (totas). *Y, sin embargo, esos dioses nu son una ficción de
Epleuro. Son los dioses plásticos del arre griego- La calma
teórica es ua elemento capital del carácter de las divinidades griegas,
como dice el misino Aristóteles: “ Jo que es lo mejor no tiene nece­
sidad de acción, pues es para si mismo su propio fin*.* (Diferencio
di ta filosofía de ía. noluralezfi en Demócrifo y en Epicuro, Cos­
tes, p. 32.)
Lo que Marx admira en el arle plástico de los griegos es la humj-
Pidnd luminosa de ese arle, que cristaliza en formas individuales
la vida de ta Ciudad antigua. Ciudad! que está basada, sin embargo,
en la distinción de los hombres en ciudadanos libres y en esclavos
productores. Esta misma humanidad luminosa, ¿caracterizo también
la epopeya y la tragedia? Marx no ha captado eti una sola mirada
la belleza tranquila del arte plástico y el terror sagrado de la poesía
trágica. Lo que él habría de admirar en la puesta era sobre todo ta
libertad individua) del ser humittto, de los héroe* de la guerra de
Troya y de UIlscs, de Prometeo y de Anligonti, a riesgo de interpretar
la ÁaitgUcdad de una manera demasiado moderna y humanista. Del
arte oriental y asiático, se aparta; ese arle no le interesa, como
tampoco le interesa la historia oriental y asiática. £1 mundo empieza
verdaderunieíite a hacerse mundo con los griegos. Es en Occidente
donde la luz despunta. £1 arte oriental es tosco, desmesurado, tene­
broso, inhumano, y expresa la tiranía y la superstición despótica.
Pero el arte griego debía morir. Parece que debía morir porque
•la individualidad abstracta es ta libertad respecto al modo de ser,
no la Libertad en e] modo de ser; no está en condicione-< de resplan­
decer a la luz del modo de ser.* {7fr?J„ p. SI.} El arte griego debía
morir, parece, como debía morir también Ui filosofía griega, con los
tres ismos que suceden a Aristóteles, el Alejandro Magno de la filo­
sofía griega; estoicismo, epicureismo y escepticismo son esas formas
consumadas de La conciencia de sí subjetiva, abstracta y formal, que
no tus realiza en su modo de ser, por lo cual sigue siendo conciencia
Individual y alienada. «Una inmortal muerte arranca la mortal vida*
del pensamiento y del arte, de los Individuos y de las ciudades helé­
nicas. dado que ia conciencia si no llega a expresar el mundo total
en devenir, porque su libertad sigue siendo «negativa*, liberad res­
pecto al modo de ser que no se realiza en el ser en devenir (le la
totalidad. Las formas de arte y tas Formas de conciencia, s u c u m b e n
a )a debilidad del desarrollo de las fuerzan productivas; por lo menos,
así piensa Marx en su primera juvenlud.
¿Y qué miramos nosotros, hombres modernos, en el arte antiguo?
¿Cómo rs definida esta mirada por el Marx de la madurez? Ualláit-
dono? en otro grado de desarrollo de la producción material (y espi­
ritual), ¿qué podemos buscar todavía en una época conclusa para
siempre? LJ problema es turbador, y el fundador del marxismo está
turbado y lo seguirá estando. £1 trata de plantearlo, si no de resol­
verlo, en un texto inacabado, redactado por el tiempo del trabajo

8, Citado pee F rfvillí, p. 41.

165
sobre lü Cttiitribución a la criítcti de tu E con om ía. política y titulado
Introducción, a una crítica di la economía. política ( « t e texto, que
rto hay que confundir con el Prólogo a la Contribución.... está publi­
cado en las ediciones recientes como Apéndice a la Contribución).
En esta Introducción a una crítica de la Economía pOtitlCd está ano*
utdn la «desigualdad entre la producción materia] y, por ejemplo, la
producción artística*; y Man mismo nos pone en guardia contra todo
progresismo formal diciendo que «el concepto de progreso no debe,
por otra parte, ser comprendido en la abstracción habitual*. {Con*
trihucióit..., Apéndice, Introducción a una crítica...t Cosíos, p. 301),
El arte, ese sector particular de la producción, no seguirla, por tanto,
el movimiento progresivo de la técnica. «Es sabido que, en el arte,
algunos períodos florecientes no están de ninguna manera en rela­
ción con el desarrollo general de la sociedad, ni, por consiguiente,
con La base materia i, la osamenta de su organización Por ejemplo,
los griegos comparados con los modernos, o incluso Shakespeare. En
lo que coácteme a algunas formas del arte, por ejemplo la epopeya,
(incluso está reconocido que nunca pueden ser producida* en sus
Iornias clásicas, que hacen ¿poca en el mundo, desde que la produc­
ción artística aparece en cuanto tal; así pues, en la esleía misma del
arle, algunas formaciones importantes sólo son posibles en un gTado
inferior de Ja evolución artística. Si eso es cierto do la relación de
los diferentes géneros del ¡irte en 1¡¡ esfera del arte mismo, es menos
asombroso que suceda lo mismo con ln relación de la esleía total
del arte con el desarrollo general de la sociedad. La di [(cuitad con­
siste solamente en la aprehensión general de estas contradicciones.
Ton pronto como Están especificadas, son explicables.* (Ibid., pá­
gina 303,)
El desarrollo — a menudo regresivo— del arte no obedece posi­
tivamente al desarrollo de las fuerzas productivas. Incluso sucede
con frecuencia to contrario, El desarrollo de determinadas fuerzas
productivas y materiales frena o mata el desarrollo de las formas
artísticas y espirituales. En el momento en que el arte se mani­
fiesta en cuanto producción artística, determinadas formaciones im­
portantes se hacen imposibles. Toda esta contradicción, ¿es expli­
cable, sin embargo, tan pronto como se halla especificada? ¿Resuelve
Marx d problema específico que le preocupa, a saber: el arte griego
antiguo en su relación con la técnica moderna? El texto del que nos
ocupamos dice aún; «Es sabido que la mitología griega no fue sola­
mente el arsenal del arte griego, sino su tierra. La visión de la
naturaleza y de las relaciones sociales, que es el fundamento de ía
imaginación griega, y. en consecuencia, del arte griego, ¿es posible
con los trabajos automáticos, leu ferrocarriles. Las locomotoras y el
telégrafo eléctrico? ¿Qué es Vulcano contra Robería et Cie„ Júpiter
contra el pararrayos y Mermes contra el Crédito Mobiliario? Toda
mitología rebasa, domina y dispone loa fuerzas de la naturaleza en
la imaginación y mediante la imaginación; por tanto, desaparece
cuando so llega a dominar esas fuerzas realmente. ¿Qué va a hacer
la Fama al lado de la Printing house squareT Ei arte griego presu-
?, Imprenta de] diario de Londres.
pune la mitología griega, os decir. Ja naturaleza y Jas formas sociales,
elaboradas y? dt una manera inconscientemente artística por la ima­
ginación popular. Son sus materiales.» { Ibid.t p. 303.)
El desarrollo económico y social, el subdesarroUo técnico de la
antigüedad griega, favorecían la relación mitológica { habría que decir
mítica); la relación misma tic los hombres con la naturaiera era
productora de mitología, y esta mitología productora y engendrada
engendraba igualmente Ja producción artística. Pero nosotros,, hom­
bres modernos, que hemos reemplazado la imaginación mitológica
— producto de una impotencia determinante y deterrnimada— por
la putcncla técnica que determina y domina realmente (o casi) la
naturaleza, ¿qué hacemos de la producción artística? ¿Es posible
AquiJes con la pólvora y et plomo? O, en general, ¿es posible
la Ilinda con !a prensa de imprenta y la máquina de imprimir? El
canto y ía palabra fdas Singen und Sagen) y la Muta no cerón de
hacerte oir ame la palanca de la prensa de imprenta? por consi­
guiente. ¿no desapa recen las condiciones necesarias para la poesía
épica?
«Así y todo, la dificultad no consiste en comprender que el arle
griego y la época estén ligados a determinadas formas de desarrollo
social. La dificultad consiste en comprender que puedan ofrecemos
todavía goces estéticos y que sean válidos, desde cierto punto de
vista, cama norma y como modelo imposible de alcanzar.» (íbid.,
página 303.)
Esta dificultad inherente al arte (griego) y esta problemática de
nuestras relaciones con él. Mar* no llega a atacarlas por el lado
tecnológico. Él pasa de la historia social a la historia * individual»
y de La edad madura de la humanidad a su infancia, tratando de
hallar la luz et> ello. Y prosigue con estas lineas nostálgicas: *(Jn
hombre no puede volver a hacerse niño sin hacerse infantil. Pero,
¿no se regocija de la ingenuidad del niño, y no debe ó) mismo aspirar
a reproducir, a un nivel superior, su verdad? En la maturaleza infan­
til. el carácter propio de cada época, ¿no revive cu su verdad natural?
¿Por qué la Infancia histórica de la humanidad, en su más bcllu
florecimiento. no habría de ejercer, como una época que no volverá
nunca más. un encanto eterno? Hay niños mal educados y niños
con inteligencia de anciano. Muchos pueblos antiguos pertenecen a
esta categoría. Los griegos eran niños normales. El encanto que
tiene para nosotros su arte no está en contradicción con el nivel
social no desarrollado del cual ha surgido. Antes bien, es el resul­
tado de éste; y está ligado Indisolublemente al hecho de que los con­
diciones sociales poco maduras en los que este arte nació — y sol:
mente en ellas podia nacer— no podrán volver nunca más,* UbvL,
pp. 303-304.) Ahí se detiene este manuscrito inacabado, y la respuesta
queda también inacabada y deficiente. El arle griego — arle del pa­
sado— permanece tvivo». pero en cuanto recuerdo; nosotros, adul­
tos, contemplamos todavía unas obras hechas por niños. Un cierto
tipo de producción artística se ha hecho imposible por causa dd

H. El snínrivado e* nuevtro.

1 *7
uuhnuiiu tic ia tcetuca productiva moderna; no obstante, podemos
iil!mirar todavía las obras de nrtc que una producción rebasada ofre­
ce a nuestro consumo. Este consumo es, en resumidas cuentas, bas­
tante anodino.
El arle cristiano — monumental, -aplastante* y «venerado»— no
parece haber retenido La atención de Man, y sin duda ti no lo
considera digno de continuar «viviendo* en la memoria histórica y
■artística* de la humanidad. Su anticristianismo viólenlo le impide
justificar de algún modo el arle plástico de la cristiandad. De esencia
religiosa mucho m ij que «mitológica», este arte, inseparable de la
religión ilusoria que lo inspira, cuüstituye el calmo de la alienación re­
ligiosa cd forma artística. Así y todo, Man, pensador doble y pen­
sador de la dualidad, admiraba sumamente a Dante, el poeto de la
Edad Media cristiana y feudal. ¿Es que la catedral poética de la
THviivi Comedia no estaba tan aUenada como las catedrales de piedra?
Al arte cristiano, y a los arte» que se volvían hacia él, opone Dante
el arte pagano 3' griego, arle nacido, sin embargo, de la división alie­
nante del trabajo, arte que da formas plásticas a los dioses, arte
basado en una sociedad esclavista de productividad subdcxarroUaáa.
El hecho de que ct arte griego expresase una sociedad que privile­
giaba el valor en uso, es decir, la cantidad específica de las cosas,
y no sometida todavía al valor en cambió y al reinado de la cualidad
rui Meada y mercantil izada, este hecho, ¿«justifica» la sociedad griega
y el arte que a ella corresponde?*
En cuanta a! arte «cristiano caballeresco* y «moderno feudal»,
esto es, el arta romántico, era considerado por Marx como franca­
mente reaccionario. La primera manifestación del romanticismo es
opas ¡de rada como una reacción contra la Revolución Francesa y su
obra liberadora y ácsacndlrante; esta reación romántica ae propone
el retomo a la Edad Media cristiana, feudal y tenebrosa. Marx está
contra todo romanticismo, porque piensa que todo Toman (¡cismo está
vuelto hacia el pasado y hacia lo rebasado. La segunda manifesta­
ción del romanticismo constituye una reacción contra el proceso de
Tu revolución socialista y cumuiiisia; mira, por encima de la Edad
Media, hacía las épocas primitivas y arcaicas de los diferentes pue­
blos, El romanticismo 00 c&tá abierto al porvenir. «La Imprecisión,
la delicadeza íntima y el énfasis subjetivo* del romanticismo, su
culto dd héroe y el principia cristiana, caballeresco y feudal que fo
rige, así como su nostalgia de un retomo a la {pretendida] natu­
raleza. muestran toda la impotencia del romanlkismo para captar el
pre« c í e y el movimiento de las fuerzas objetivas que se despliega
ante sus ojos.
No esperemos hallar en Mam un análisis «sistemático», histórico,
estético o filosófica de las diversas épocas de arte y de tos diferentes
géneros y estilos artísticos; sus visiones del arte y de la poesía son
a la vez profundas y sumarias, penetrantes y deficientes, ¿Se puede
siquiera afirmar categóricamente que Marx sea el apologista de un
arte reaíúia (si es verdad que sabemos lo que es el rmiíjftno y. sobre

I}, Cí. E¡ Copad, libro 1, t. H. pp. M»5B,


ludo, el realismo podiícv y artístico)? El problema no se pLiuUea
apenas en estas Idi minos. Ciertamente, Marx quiere que el arte ex­
prese con veracidad y comprenda en profundidad «las relaciones rea'
Jes*; esa veracidad y esa comprensión es Jo que él aprecia tanto en
BáLzac, a quien se proponte consograr un estudio después de la ter­
minación de su propia Comedia Humana, El Capital. Marx so hizo
hincapié tampoco en Las posibles coniradkcioftci entre la ideología
(subjetiva) deJ creador de una obra de arte y ti contenido (obje­
tivo) de la misma. £1 admira apasionada mente, y científicamente,
n quien escribía en el prólogo de su Comedia Humana: «yo escribo
ni fulgor de dos Verdades eternas; 1a Religión y la Monarquía.* Y en
tina carta del 19 tic abtil tic 1Ü59 dirigida a Lasalie, Mura le escribe,
a propósito de un heme de su tragedia Fratiz von SíCfcingtfwi111 «Tó
habrías debido entonces, rtaiuralmente, shakespearizar más, siendo
así que yo considero abura como tu más gran error la shülerización,
la transformación de los individuos en simples portavoces deJ espí­
ritu del siglo. Huttcn representa, a m¡ entender, demasiado exclu­
sivamente el «encusíasmo*, lo cual es enojoso- ¿Acaso no fue al
misma tiempo un hombre pleno de sal. im verdadera demonio de
espíritu?.,.*
Por otra parle, aun iil avie «realista*, ¿no sigue siendo arte, es
decir, forma de la ext crío ideación, esto es, de Ja alienación? La época
histórica que da naciintteiilo a este realismo, ¿no es juntamente la
que consuma la alienación ideológica en general y la alienación artís­
tica y estética en particular? Pues la sociedad burguesa y capitalista
de la Europa occidental y mudema, que instauró el reinado del mer­
cado mundial y despojó de su aureola a la actividad espiritual de la
poesía y del arte, manifestó, de tina parte, una cierta hostilidad contra
determinada producción poética y artística, aun cuando generalizase,
de otra parte, te producción espiritual transformada en mcTcancte-
Esa sociedad «ha despojado de su aureola a todas Las actividades
ha-i (o ahora respetadas y consideradas con una piadosa veneración.
1M médico, del jurista, del sacerdote, del poeta, del hombre de
ciencia, ella be hecho unos asalariados a su servicio» (Manifiesto
comunista. Costes, p. 61). Sin embargo, la sociedad moderna no ha
hecho otra cosa que generalizar y consumar te alienación, de la
cual el derecho y el jurista, la religión y el sacerdote, la poesía y el
arte y el poeta y eí artista, ía ciencia y el sabio, son expresiones
alienadas. Ella ha puesto al desnudo y ha despojado de su aureola
loa rostros de te alienación, aun unlversaliza riela la alienación, crean­
do al mismo tiempo las condiciones de su rebajamiento universal,
■En vez del antiguo aislamiento de tes provincias y de tes nociones
que se baslaban a sí mismos, se desarrollan unas relaciones univer­
sales, una interdependencia universal de las nociones. Y lo que es
cierto de la producción mal erial lo es también de Ja producción espi­
ritual- Las producciones espirituales de las naciones particulares se

10. TiftJícrJia hiítriíleu lid Ltíillle que. heno comii 4MiMitL) lu (ful.ilcv^ión de
k eabslleiin contra ten pHnefpci, en ct utüite üe 1523, r* decir, dat Hites antro
do la jjuerrs de ira nunjieilirii.

\69
ñm vierten i¥n propiedad común a toda*. Lb estrechez y ]a limitación
huilonaJes se hacen cada vez más imposibles, y de las numerosas lite­
ratura* nocionales y tócales se íorina una literatura mundial (Weltli-
tetasiir),* ( I b i d p. &3.)
* * *

Parece que Mar* considere e) arte, el arte en general y el arte de


la Cpoca moderna, como un reflejo de Ja impotencia técnica del
hombre y como una esfera particular de la alienación. La alicnaci/to
artística es complementaría de la alienación de la íóchico. «La historia
de Ja industria y la realidad objetiva a la que Tía llegado la industria
son el libro abierto de las fuerzas esenciales def hombre, la psicología
humana presentada de manera sensible, [fuerzas] qm! habían sido
captadas hasta hoy no en «tu conexión con el ser del hombre, sino
siempre y solamente en una relación exterior de utilidad, porque
‘— moviéndose en el interior de lu alienación^ no se sabia captar
más que la existencia general del hombre, la religión o la historia en
su esencia abstracta y general en cuanto política, arte, literatura,
etcétera.» (Ec. FiL, p. 34.1 Y «habiendo consistido, hasta ahora,
toda la actividad humana en Irabajo, y por tanto en industria, acti­
vidad alienada a ella misma» (ffríd.J, ¿no se ve «claro» que la activi­
dad productora artístico esté también alienada?
El arte, en cuanto tal, parece implicar la alienación, alienación
que la sociedad burguesa y capitalista no hace sino njjtrrtvar y gene­
ralizar. A través de esa producción particular que es el arte, se rea­
liza también, como a través de todos los modos de producción, el
movimiento de la alienación, es decir, de la expoliación, de Ja despa-
sesiúti, de la pérdida para el hombre da lo que constituye su ser
genérico. A través del arte se separa igualmente el sujeto del objeto,
el productor del producto, la cosa {el contenido) de Ja idea (la
forma), la presencia sensible de la representación imagina lia, la
realidad de la ideología. A través del arte, lo que es se halla sepul­
tado bajo )o pensado. Así, «m i verdadera existencia ertituica [se
convierte en] existencia /íío.wJftflwrrisííea, Del mis mu modo, Ja
verdadera existencia [..,1 del arte es la filosofía del arte,»
p. S4.)
Asi pues, ¿et arte noi debe ser rebasado como todita las demás
formas de la alienación material y espiritual, para que el hombre
pueda recuperar su ser genérico, puesto que verdaderamente no
tkne necesidad, para manifestarse, más que de una actividad pro.
ductora desolienada y real? El une, hacia el que Marx profesa a ratos
tal admiración, ¿debe dejar de ser? Leemos m la pluma de Marx:
« c! poeta decae tan pronto como La poesía se convierte para él en
un media El escritor no considera en modo alguno sus trabajos
como un medio. Éstos son fines en st mismos, y en tan pequeña
medida toa un medio para él y para los demás que sacrifican su
existencia a la existencia de su$ 1rabajos, cuando ello es necesario, y,
de otra manera, como al predicador religioso, se pliega al principio;
«Obedecer a Dios más que a los hombres», a los hombres entro los
cuales él mismo está confinado con sus necesidades y sus deseos

170
de hombros (Debatía sobre tu libertad de prensa; rilado por Fré*
ville, p. 1^5-J Siempre hay que tratar de diüLífigulr entro lo que Marx
ataca y lo que defiende, aunque esta distinción $e manifiesta como
difícilmente aprehensíble, pues ¿i ataca y defiende en una perspectiva
concreta; M an critica y niega toda concepción de un arte inde­
pendíeme y en evolución dentro de su propio mundo, de un arte que
constituya una esfera autónoma, pero igualmente crítica cuanto envi­
lece al arte. Ciertamente, se interesa menos en et arte cu cuanto arte
que en el estado social sobre el que el arte crece; ataca y niega la
sociedad burguesa que aliena aJ arte, pese a que et arte misma uo
sen, supuestamente, más que una forma de la alienación, Marx de­
fiende al arte contra la sociedad capitalista por necesidades de la
causa, pero no incondicional mente. El arte es una especie de !a
producción, y cuando esta producción es capitalista, Mura defiende
d arte; su defensa del arle se deduce de su ataque contra la sociedad
burguesa. Bel el texto que acabamos de citar podemos leer también:
*La primera libertad pora la prensa consiste en no ser una índüífrícL
El escritor que la rebuja basta hacer de ella un medio material
merece, como castiga de c u cautividad interior, la cautividad exte­
rior, la censura- o mis bien, su existencia es ya su castigo.» Marx
escribe estas lincas para atacar a la censura burguesa, a La prensa
burguesa, a la industria capitalista, aun cuando piense muy firme­
mente que la industria « el prototipo de toda actividad humana
— incluida el arte — y que el arte no puede ni debe ser separado de
la producción, puesto que es, solamente, una rama de ella. Para
defender la libertad de prensa, ¿1 ataca a su carácter de industria,
precisamente él, que piensa que todo es industria. El pensador de
la liberación total de la industria — y de la transformación de todo
en material de industria— se compadece a menudo de Lo que es
negado por la sociedad tecnológica, a saben la familia, la moral,
la poesía, el arte; ve compadece de lo que es negado para Lanzarse
mejor a su polémica pegadora que apunta a la supresión radical
de todas esas alienaciones, pora que el hombre, abandonando todas
esas falsas moradas, pueda recuperar su única existencia humana
reducida a la riqueza de sus necesidades. Ley términos «industria»
y «arte» pueden, por tanto, tener por lo menos dos sentidos en la
pluma de Marx; la industria ra «muía» en cuanta capitalista, y buena,
en cuanto tipo de la actividad humana; el arte es «bueno* cuando
ts sociedad burguesa atenta contra él, pero sin dejar de ser «malo»,
puesto que es expresión de La alienación.
Marx afirma que el arte está ligado a toda la producción, que es
un objeto producido por el sujeto productor y ofrecido ol consumo
de los sujetos consumidores — producción y consumo proceden de
la misma fuente — . El arte no posee ninguna especie de «trascen­
der cío»; está encerrado en eí ciclo que une la producción al con­
sumo. «La producción crea, por tanto, al consumidor. La produc­
ción suministra, no solamente los materiales a las necesidades, sino
también una necesidad a los materiales. El objeto de arte — así
como cualquier otro producto— crea un público sensible al arte
y capaz de gozar de la belleza. La producción produce, pues, no

ITl
■uititncmc un unjelo para d sujeto, sino también un sujeto para el
objeto.» (Cantr. a la crít. de la ce. pof.r Apéndice, Introd. a una
crit, de la te. pal. p. 276.)
Podríamos pensar, por consiguiente, que el arte, en la perspectiva
det rebajamiento de toda alienación, debe ser rebasado en cuanto
a r t e . El arte se vería absorbido por y en la actividad humana gené­
rica. realmente productora, y el movimiento total y líbr* de la pro­
ducción nu implicaría ya ninguna alienación, fuese real y material,
fuese ideológica (ideal) □ espiritual. La historia humana misma
implicaría «poesía» y «arte», pero el arte y la poesía no constituirían
ya un mundo dentro, o por encima, del Mundo. Por tanto, mfts
que hacerse realista el arte, la hi*loria humana misma ae efectuaría
Creativa y realmente, es decir, con potencia y de una manera reali­
zadora. Los personajes históricos dejarían de interpretar unos pa­
peles; ya no representarían; manifestarían las fuerzas esenciales del
hombre social a través de la presencia. La actividad productora e
histórica de los hombrea dejaría de ser tragedia o comedla, mundo
teatral; sería la escena real' y única del desarrollo plcitáTio de Ja
técnica- Los héroes de esta escena ya no tendrían' aspecto oficial;
no llevarían coturnos en los pies ni aureolas en tamo ft la cabeza,
ya no recurrirían a máscaras (unliguas o nuevas} ni a disfraces.
Eslus «héroes» no heroicos, y héroes de la colectividad, ya no pro­
nunciarían frases que desbordan el contenido; por el contrario, el
contenida desbordarla la Frase y la forma. Todas las supersticiones
e ilusiones, toda la poesía ideológica y todas los formas a rita ticas
que forman parte de la tradición rebasada, deberían ser liquidadas,
para que la nueva realidad social deba imponerse y desplegarse, sin
alienarse en las mediaciones Improductivas. El 13 Bramarlo 4e Luis
Boncijiwre empieza can esta frase: «Hcgel hace en algún lugar la
observación de que todos los grande» acontecimientos y personajes
históricos se producen, por asi decirlo, dos veces. Se olvidó de abadir
esto: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa.» En la
perspectiva de ta reconciliación universal, la historia de U hujnanjdad
viene a ser la escena real del despliegue de la energía práctica do los
hombres. Va no se desdobla en drama y en comedia, El mundo de
la alienación empieza por In tragedia, y habiendo perdido «—en el
momento de la maduración de la técnica — toda razón de sur, nau­
fraga en el ridículo. Sus gestas son vanos y vacíos, sus personajes,
y sus acontecimientos son ridículos, sus actores ya no actúan sino
ridiculizándose. Ei devenir de )a alienación ha agotado su senti do
y ya no es fuente de poesía y de arte; en consecuencia, la humanidad
debe — y debe porque puede— construir eficazmente su porvenir.
NI trágico, ni cómico, ni poético, ni prosaico, ni artístico, ni tosco,
e] devenir de la reconciliación debe ser necesario, real, serio y prác­
tico. La poesía del pasado será rebasada. «La historia es radical
y atraviesa muchos fases cuando conduce a la tumba una vieja forma
fCtsíalt). La última fase de una forma histórica es su comedia. Los
di use» griegos, heridos de muer le trágicamente por primera ve/, en el
Prometeo encadenado de Esquilo, hablan de morir una vez más y de
manera cómica en los diálogos de Luciano, ¿Por qué eSW marcha

171
(ir lii historia? Para que: la hirnanidnd se separe alegremente de su
pusjulu.» {Fntr. a ta crít. fíe tu fiL del der. de Hcgel, pp= 50-91.)
La vida misma absorbínS el arte, sin hacerse por eso específi­
camente poética, artística o «tífic a - La verdad y (a bailesa del es­
fuerzo de los bombees para conquistar ta naiuraleza mediante la
técnica do tendrá ya necesidad de un complemento ideal, del orden
de )a vendad y de la belleza poética o artística. Mam, pensando fir­
memente que el arte es un sector de la división dd trabajo, una
técnica basada eo el desarrollo de las fuerzas productivas, la organi­
zación de la sociedad y del comercio, nos hace ver lo que piensa del
porvenir, e incluso dd no-porvenir, del arte en cuanto arte- d n
concentración exclusiva dd talento artístico en algunoJ individuos,
y su extinción en las grandes masas por consecuencia, es tul efecto
dé la división del trabojo. Inclusa si, en determinadas condiciones
sociales, todo el mundo fuese un pintor excelente, eso no excluiría
en modo alguno que todo el mundo fuese también un pintor original,
de suerte que también aquí Ib distinción entre el trabajo * humano»
y el trabajo «único» desemboca en un simple absurdo. F.n una orga­
nización comunista de la sociedad se acaban, en cualquier caso, la
sumisión del artista a la limitada estrechez local o nacional, que
proviene únicamente de la división del trabajo, y el sometimiento del
individuo a tal o cual arte determinado, sometimiento que hace de
di exclusivamente un pintor, un escultor, etc. El solo nombre ex­
presa ya suficientemente la limitada estrechez de su desarrollo profe­
sional y su dependencia de la división del trabajo, En una sociedad
comunista na hay pintores, sino, todo lo más, hombres que, entre
otras cosos, hacen también pintura.»11 {Id. al,, t. IX, p, 16.)

* * •

El arte y la poesía no han cesado de plantear su propia cuestión


al pensamiento filosófico desde la consolidación y la sistematización
de éste, es decir, desde Platón. La inmutable y verdadera idea de
lo bello, separada por d íiupigjMic y sin embargo parlidpamc por la
tu la belleza movediza de lo sensible, que no hoce otra cosa
que reflejarla, empieza a constituir problema desde Los finales do la
aurora presocrática. Este problema se une a La cuestión planteada
por las vinculaciones y las relaciones de la ^üaic y de la rcXvi], de
la di,t;frita y del ípyoy, El lenguaje de la filosofía, cuando hace frente
a estas cuestiones, llega muy difícilmente a captar el lenguaje de la
poesía en cuanto y xotilv. En La República y en Las Leyes,
la poesía y el arte se imponen a la atención de) Filósofo clásico de
Occidente en todo lo que tienen de más fundamental y en toda su
probtematicidad y fragilidad; la poesía y et arte están en peligro y
al mismo tiempo son potencias peligrosas. Después de una l&rgt

11. Murx precisa, un Ih página (interior a este pwwjtp, tpw ct necesario dls-
lírtíTuIr oaldadnsiunonto ‘'til trabajo dJlfttKJimntn pouduotlvn, q ii* (foh« P«T crga*
nUwJü“ tu ib íoíiedsd «iinunirtá, y *ei trabajo quo no tí dírtcUimeiih) pisdiie-
tivo" y e . r» el rjua cada erial dcliti laide-J t ip r a a iíc libíiejueritr. Kl arte forma parte
del trabajo que no « directam/aite (KBtlutilvo, Gf, I b i d . , p. 14.

1=1
I Tf
»miñ mandil*, el último filósofo «sistemático* de Occidente, iíq jd , se
Aplica una voz más, y de una manera concluyente, a la verdad del
arte, ea sus Cursos sabré la estética. El arte en primer lugar, la
religión después y la filosofía finalmente, constituyen los (res mo­
mentos del espirito absoluta que se realiza cu Ja historia del Mundo,
El arte es la revelación de la verdad absoluta, en forma sensible, la
representación sensible del Ideal, Ja puesta en forma de un contenido;
el arle — cuya esencia es la poesía— es mus expresión de lo divino.
La religión expresa lo absoluto a un grado superior al del arte y se
apoya en la representación de la fe. Finalmente el pensamiento, en
forma de filasafia, capia mediante la Vernunft, el concepto y la idea,
Ea realidad misma de la verdad del ser en devenir de la totalidad;
sin embargo, la filosofía también debe ser rebosada en y por el ver­
dadero saber (absoluto), el real saber de la Wisstnxchuft. Hegel vio
así que el Espíritu rebasa el arte; e incluso previo que el arto podría
llegar a ser algo no absolutamente necesario, que desde un deter­
minado momento podría pertenecer al pasado. Hegel no quería de­
cir que ya no habría obras de arte, que toda movimiento y toda
producción artísticos cesarían- t i piensa que el arte ya no es para
nosotros una necesidad absoluta, que ya no tenemos la necesidad
absoluta de encarnar y de presentar un contenido ideal cu una for­
ma artística y sensible. La esencia sagrada de la poesía y del arte
ya no se manifestaría; sti verdad constitutiva y decisiva ya no sería
necesaria al mundo.
Algunos pasajes de la Estética se imponen a la meditad óo, al
plantear, y no resolver, usa cuestión muy grave que habitual mente
tratarnos con excesiva ligereza; nos ponen frente al problema del
arte — y no de ia leoria del une, esto t*s, de la estética— . El arle
ha llegado a ser para nosotros un objeto, peno *carno nuestra cultura
no se caracteriza precisamente por un desbordamiento de vida, y
como nuestro espíritu y nuestra alma ya no pueden volver a hallar
la satisfacción que procuran los objetos animados de un soplo de
vida, puede decirse que situándonos en el punto de vísta de la cul­
tura, de Hjfrjftna cultura, ya no estaremos en condiciones de apreciar
el arte en su justo valor, tic darnos cuenta de su misión y de su
dignidad. A nuestras necesidades espirituales ya no les procura el
arte la satisfacción que otros pueblos han buscado y hallado en di.
Nuestras necesidades e intereses se han trasladado en la esfera de
la representación, y, para satisfacerlos, hemos de llamar en nuestra
ayuda a la reflexión, b lus pensamientos, a las abstracciones, a
representaciones abstractas y generales. Poi eso el arte ya no
ocupa, en Jó que hay de verdaderamente vivo en la vida, el lugar que
ocupaba en otros tiempos, y las representaciones generales y las
reflexiones han tomada la delantera. Esta es Ja razón por Ja que en
nuestros días nos inclinamos a entregamos a reflexiones, a pensa­
mientos aceren del arte. ¥ el arte, tal como es en nuestros dias, está
demasiado hecho para llegar a ser objeto de pensamientos.» ( Estéti­
ca, ed. francesa Aubier, 1944, |. I, p, 24.) ¥ algunas páginas más ade­
lante, Hcgcl lleva hasta el lenguaje estas cuestiones, que siguen en
pie; «La obra de arte es Incapaz, por tanto, de satisfacer nuestra

IT4
úlllruii necesidad de Absoluto. En nuestros días ya no veneramos
una obru de arte, y iigcstru actitud resjitcto a los creaciones del
arte es mucho más tria y reflexiva. Ante citas dos sentimos mucho
más libres de lo que podían sentirse Ion hombres de amafio, cuando
las obras de arte eran ta expresión más elevada de La Idea. La obra
de arle solicita muestro juicio; nusulros sometemos su contenido y
la exactitud de su representación a un examen reflexivo. Respe (amos
el arte, lo admiramos: ahora bien, ya no vemos en él algo que no
podría ser rebasado, la manifestación Intima de lo Absoluto; lo some­
temos ol análisis de nuestro pensamiento, y ellor no con la intención
de provocar la creación de nuevas obras de arte, sino, más bien, con
la finalidad de reconocer la función del arle y su lugar en el conjunto
de nuestra vida. Los leí ices días del arle griego y la edad de oro
de la tilia Edad Medía están conclusos, Las condiciones generales
del tiempo presente no son muy favorables para el arle,* (Ibfd-,
pág, 3ü.) Y pocas líneas después, el pensador a quien Marx hace eco,
el pensador que tal v d no solamente abarcó' d - pasado» y su «propio
presente», sino que supo mirar hacia el porvenir, dice: «Desde rodos
estas puntos de vista, el arte para nosotros, queda, respecto a su des­
tinación suprema, como una cosa deí pasado." Por eso ha perdido
para nosotros lodo lo que tenía de auténticamente verdadero y vivo,
su realidad y su necesidad de amorto, y para lo sucesivo se baila
relegado en nuestra representación. Lo que una obra de arte suscita
en nosotros es, al mismo tiempo que un goce directo, un juicio sobre
el contenida y sobre los medios de expresión, y también sobre el
grado de adecuación de la expresión al contenido.*
Man, que se ocupa muy particularmente de la filosofía del arte
de Hcrgcl, Aporta su respuesta el problema del arte y dice lo que el
arte es, lo que ha llegado a ser en el mundo moderno y lo que será,
5cgurt toda lo que hemos visto, parece que, en su opinión, el arte y
La pocsúi constituyan una techné basada en el no-de sano do o en el
suhdcsürrullo de la t&nloa y formen porte del mundo de La alie­
nación ideológica, del mundo ideal; por consiguiente, necesariamente
han de ser suprimidos, parece, por el desarrollo desoíienador y total
de la praxis total de tus hombres, que trabajan socialrncntc para
apropiarse, transformándolo, el mundo natural y material. Del mis­
mo modo que La Demoia se halla subordinada a la ipuPiQ, sin que el
fundamento mismo de la distinción entró ambas sea Suficientemente
explorado, así la c^ste. en cuanto esencia de la ciX>i¡, se halla
subordinada también a la , y ta téXv^ toma el sentido de
Técnica (productora}. De está suerte, la rélv^ es separada de la
y la dXr^sia se halla di suelta en el íe-jov. el cual no es sino
el producto de la energía productora y práctica de los hombres, que
quieren satisfacer sus necesidades vitales transfoimando la natura­
leza. No hay otra actualidad que la realidad constantemente actua­
lizada, en cuanto realización y producción de objetos aptos para
satisfacer el consumo. El esplendor de la belleza verdadera se halla
absorbido por la verdadera — es decir, la peleóte y efectiva— rea

12. El ¡mliruyiiiiü el UUCVOO.

«75
litíiul. 121 fuente común tlel lenguaje de la poesía y del len­
guaje dd penjHirmcnto, se calía; ¿«el tamu y la palabra y la Musa
no cesan de hacerse oír ante Ja palanca de la prensa de imprenta*?
Por otra parte, nunca fue realmente problema para Mar*. ¿Tam­
bién debe ser rebasado?1’
£1 arle *e concierte ea un objeto de estítica — de la estética filo­
sófica, científica, técnica y práctica, o vivida—' cuando deja de ser
arte, reípeero a jw desrinaeídn suprema. Así, se dirige a la g**rt3ic
a tos sentidos, a la sensibilidad, a las emociones y a tos sentí'
miemos, y Los hombres buscan, todo k> más, un significado intelec­
tual — un sentido— en todo ese goce y consumo. En lo perspectiva
de Ja deso Uetuición y de la desreifícación, todo objeto puede y debe
hacerse objeto de Jos sentidos, objetivación de las ruer/tts esenciales
y subjeti vas-objetivas del bombee social. Los hombres, habiendo
rebasado la alienación gracias al despliegue integral da las potencias
de la técnica, podrán gozar con sus sentidos, y con la ayuda de sus
representaciones, de todos los ahjetoa del mundo — objeta! más que
objetivo— , Habiendo de ser transformada la nal maleza, de arriba
abajo, por la técnica, hasta perder su naturalidad, consumadas ia
des» eral lic ió n y la humanización de todo lo que es, ¿por qué habría
de subsistir la producción de esas obras y de esos objetos espe­
cíficos, cuales son las creaciones de la poesía y del arte, actividades
creadoras particulares, determinadas por la división del 1 robajo? La
conciencia sensible, prolongando los sentidos, ¿no bastaría para des­
cubrir el sentido de los objetos de la realidad producida por d
hombre a i revés de su trabajo realizador? Una vez el mundo haya
llagado a ser real, ¿en qué habrían de tener todavía tos hombres
verdadera necesidad de un complemento ideológico, de un mundo
ideal?
M an indica en qué sentido van sus respuestas, y también índica
el sentido del devenir histórico actual. Lo que él dice está precisa­
mente en idas <1c realizarse; el arte pierde su esencia en proveho
de la técnica. Simultáneamente, se desarrolla toda una multitud de
técnicas literarias y artísticas. A través de toda su multiplicidad y de
toda su problema deidad, la nueva realidad planetaria manifiesta un
sentido; la producción del mundo do los objetos por Las sujetos
humanos. Se traía, para el hombre, de afirmarse en este mundo,
objetivándose de una manera rtíaí. «El modo como [los objetas]

13, M an ujt¿ rttmiarapute cerca y lejos de mi "cuntían perineo" FUmbaud.


TorriHAn Kimliüud «muirla La muerte del Iraeuxio, de la pueda y del arte, nuestra
■ b in id i del mundo y la tm aScía del mondo, y si abran tiempo *e abre un
porvenir IuuuHOío, apremiándose a sü u dn "el u e b iln ite dd tn bijp nuevo, la
iiUduzia nueva". Poro la lengua y la visión de o te "último poeta" a i etetsoaL
nwim porítoa*. Rebajando indo mundo cmutihiliio y lodo proyecto revolucionario,
ve ki i;nc no tkne necesidad de ser "rejhi'tntt eudjtenRf" pan jer. (tabla de lo
? ue reba*» "la acción, esa (m om a cazón del mundo1’, para dacfr; "E l arte eterno
tai decir, onsiáteniporal] tendría sus fundones, como loi poeta* x a dudadamr.
La h e d í ya np Titulará la icoón-. «A rdura per deleni», ;K u a portal s-endrin!"
(Carta del 13 mayo de 1B7I a P. Dtmtf&yO rUrahaud Invoca a unos pwtaí-
tmbajadorM tirn v» y btirtible*. Cf. nuestra enuyu Rimhaml y Ib poesía del
mundo píariftario, Revisa de Méiaphyríque, n.n 3, 1SS7,

IT «
llcguri a wl suyos depende de la miuraievt del objeta y de la p o
tan-til esencial (Wesenskraft} que corresponde ¡t la naturaleza; pues
■ la certidumbre determinada de esa relación es precisa mente Id que
IV forwa el mundo particular, real, de la afirmación. Para el ojo un
['■ objeto no es el mismo que para el oido, y el objeto del ojo es otro que
.9 el del oida. La especificidad dé toda fuerza esencial es justamente
iI su esencia específica, y. por tanto, también d modo particular de
[ su objetivación, de su ser {Sein) vívu, objetivo, real. Por consiguiente,
d hombre es afirmado en el mundo objetivo no solamente en d
pensamiento, sino mediante lodos los sentidoí.* (Ec. FiL, pp. 31-
32.1 Las fuerzas esenciales de La subjetividad objetiva pueden obje­
tivarse v afirmarse plenamente, y en toda su especificidad, por medio
de los sentidos, de la representación y del pensamiento correspon­
diente. Alt conquistar mediante la técnica et mundo rintural, ya obje­
tivo gracias al trabajo del hombre, el ser humano, que ya no vive
bajo el yugo de la propiedad privada y de la división del trabajo
— t.mjMis generadoras de la doble alienación— , se realiza total y
social me ti le. El mundo contplrnnjTitariü e Ideal pierde loíla razón
du ser. E sh hombre, liberado de la preocupación práctica y limitada
y del trabajo que hace de él solamente un trabajador, gracias a la
praxis total del trabajo triunfante gozará rompida y «estéticamente*
de todas las riquezas objetivas y reales; ya no estará alienado ni en
la producción ni en los productos de la práctica. El arte
ya no constituirá una esfera del circulo total, mando todo pueda
procurar sensaciones, emociones y represenUicjones «estéticas*; estas
representaciones emanarán de presencia* concretas; «solamente me­
diante el despliegue ubjetívo de la riqueza del ser humano es como
la riqueza de ia sensibilidad humana subjeiivtit como un oído rau-
siCül, como un ojo sensible a la belleza de las formas, en suma,

I
como loa sentidos capaces de goces humanos llegan a ser sentidos
que se manifiestan en cuanto fuerzas esenciales fui mimes, en parte
desarrollados, en partes producidos* Pues no sólo los cinco sentidos,
sino también ios sentidos llamados espir ¡Uiulc h (die sagenannten
galsiigdn los sentidos prácticos (querer, amar, etc.), en una
palabra, él sentido humano, Ja humanidad de los sentidos, se constitu­
yen únicamente por Ja existencia de su objeto, por la naturaleza
humanizada. La formación y la cultura (Bitduuf;) de los cinco senti­
dos es d trabajo de loda la historia del mundo hasta esc día.»
[Ibití., pp. 32-33.) Pero, ¿el sentido y los sentidos pueden coincidir
fniegramenle? A no ser que toda cuestión que tenga relación con el
sentido haya desaparecido*
Seria bastante legítimo pensar que por encima de la muerte de Ja
poesía y del arte, por encima de Ja muerte de la ubre de arte y del
poema, la dimensión poética y artística se desplegara en cuanto «ac­
tividad* no directamente productiva, ni técnicamente organizada-
Y no «tria ilegítimo pensar que esa dimensión poética y artística se
ilcs plega ría entonces en cuanto Juego.

1T I

i "
IV. La filosofía {metafísica).
Las ciencias.

Lo filosofía no es otra cosa que religión — esc «reaumen de las


luchas teóricas de la humanidad* — puesta en pensamientos y de­
sarrollada por el pensamiento. La filosofía, es decir, la metafísica,
prolonga, corona y sistematiza toda la alienación ideológica: «...el
espíritu filosófico no es mis que el espíritu del mundo alienado que
piensa en el interior de la alienación de si mLstno, es decir, que se
concibe de un modo abstracto.» <£c. fiL, p, 48-1 El pensamiento
metafJsko abstracto se opone a ¡a realidad sensible y concreta, y,
engendrado él mismo por las oposiciones materiales, engendra a su
vea las oposiciones ideales, los materiales de su pensamiento: así
nacen las oposiciones ilusorias entre el en sí y el pora sft el sujeto
y el objeto, el espíritu y la materia, la historia y la natttraíezn, etc.
£1 acto de la ejuedorizatión del pensamiento no cesa, sin embargo,
de expresar, sin reconocerlo, la exteriorízación real de Ja actividad
humana alienada. Este pensamiento alienado, no siendo un instru­
mento verdaderamente operan te, no hace otra cosa que alienar más
la práctica humana, puesto que ed la considera en toda su verda­
dera realidad. Las «gafas» a través de las cuales el filsó&ofo míre
el mundo le impiden ver los hechos empíricos, hechos a los que se
reducen todos los profundos problemas me tufísicos. «La filosofía es
el estudio <ld mundo rea] (Siudtum der ivirfcítcfteii Welt) lo que d
onanismo es ni acto sexual*, declara categóricamente Marx (fd, ai,,
t. V II, p. 254K
El ser genérico del hambre, lejos de confirmarse y de afir­
marse en el mundo dd pensamiento, se invalida y se aliena en ese
sentimiento místico que anima el pensamiento especulativo y su lógica
formal y abstracta. El mundo det pensamiento está alienado y es
alienante, porque no es más que la mitad ideológica det mundo real,
éste material y efectivamente alienado. El pensamiento filosófico, ya
opere con le intuición o con la razón, no hoce más que luchar contra
el árbol de la realidad sobre el que crace, pora abandonarlo. «El
«n lim iem o místico, lo que empuja a los filósofos dd pensamiento
abstracto a la Intuición, es el hastío, la nostalgia de un contenido.

1TI
El hombre utíenudo a sí mismo es también el pensador alienado de
au ser, es decir, del ser natural y humano. Sos pensamientos son,
pues, espíritus fijos, alojados fuera de Ja naturaleza y del hombre.»
(£e, Fil.„ p, 9L) El pensamiento x ve m í condenado como pro­
cedente de tn mística y de la religión, como meta-físico, como no-
humano e inhumano.
Todo « t e reinado del pensamiento abstracto expresa el remado
de quienes detentan tos medios de producción. U filosofía, por más
que parezca ser una abstracción, no deja de estar ligada a lo con­
creto. La ciase dominante, productora de ideología., emplea la filo­
sofía también como un arma. El carácter de generalidad y de univer­
salidad que parecen revestir los pensamientos filosóficos sirve de
maravilla a los objetivos particulares de la clase dominante. Y a
medida que la historia se unlversaliza por el desarrollo de la técnica,
por el aumento del efectivo numérico de la clase dominante, por la
concurrencia y la extensión de las relaciones mundiales, que engen­
dran la ilusión de la existencia de intereses comunes a lodos los
miembros de la sociedad, los pensamientos dominantes se hacen cada
vez más abstractos. Las Ideas toman cada vez más la forma de la
universalidad, pues la clase dominante, que realiza cada vez más su
dominación sobre una base más amplia que la de la dase que domi-
naha anteriormente, presenta su interés como el interés común y uni­
versal; así, da a los pensamientos que ella inspíre y que la representan
la forma de la universalidad, y los defiende como tos únicos razo­
nables y unive realmente admitidos. Ahora bien, el pensamiento no
es la forma teórica de aquello cuya esencia activa y viva es el ser
común y real, el ser social, sino que «se convierte en» conciencia
-universal-, es decir, eo abstracción generalizada, abstracción ene­
miga de la vida concreta y real, El individuo no vive ya su exis­
tencia humana en cuanto tai existencia humana, sino que se la repre­
senta Como existencia filosófica; de otra parte, y correlativamente,
e! Individuo no puede manifestar concretamente su vida sino en
contradicción completa con el pensamiento abstracto. Y lo que es
más: el pensamiento sistematizado en forma de filosofía oculta y
enmascara toda esa contradicción. «E l filósofo se erige a ai mismo
— forma abstracta del hombre alienado — en norma del mundo alie­
nado, Toda Ja historia de la exteriarizaclón alienada y toda la rapa-
lición de esa exteriorizacióti alienada nn son otra cosa que la historia
de ía producción del pensamiento abstracto, « decir, del pensa­
miento absoluto, lógico, especulativo.- CEí *. FU, p. 49).
El hombre, ese ser natural -y» humano, vive y produce en socie­
dad. La naturaleza tomada en sentido abstracto, la naturaleza en si,
no es ruda pora el hombre; una naturaleza anterior a la historia
humana no tiene sentido para el hombre. Ni la filosofía de Ja nurti-
raltw, de la naturaleza exterior al hombre e Independiente de su
actividad laboral, ni la filosofía de ta historia y dd hombre, que ig­
nora las necesidades naturales, pero humanas, de los hombres, ni la
lógica filosófica o la dialéctica abstracta, en las que el pensamiento
te separa de aquello de lo que él es pensamiento, tienen en cuenta
la situación fundamental: la actividad sensible de los individuos vi-
tunsunMivu» y transformadoras del mundo sensible.
F.l hombre siempre tiene sntt? él — y, de entrada, se sitúa e n — una
naturaleza histórica, una historia natural* Esta realidad fundamen­
tal. indisolublemente natural, histórica, social v humana, es precisa­
mente to que el pensamiento filosófico, en cuanto metafísica alienada,
sobrevuela y abandona, El ideólogo consumado, el filósofo — espi­
ritualista corno Hcgel o materialista como Feucrbadi y ciertos neo-
liegclíanos— «no ve que d mundo sensible que le rodea frite ilm
umgebende sitmlicke W efí) no es algo que esté dado directamente
desde toda la eternidad, siempre semejante a si mismo, sino el pro­
ducto de la industria y del estado social, y ello en el sentido de que
ese mundo es, en toda ¿poca histórica, el resultado, el producto de
la actividad de toda una serie de generaciones, cada una de las cuales
alzó sobre los hombros de la anterior, cuyn industria y cuyo
comercio desarrolló y cuya organización sedal modificó según las
necesidades. Ni siquiera los objetos de la «certeza sensible» mis
simple le son dados sino por la evolución social, la industria v las
relaciones comerciales*» (/&T ai., p* lól 1* Ciertamente hay una
naturaleza anterior a la historia natural del hombre, pero el hombre
nunca tiene que habérselas con esa naturaleza, puesto que no se En­
cuentra con más naturaleza que con aquella que se descubre cu el
curso de «o historia activa* Ni el pensamiento ni la práctica del
hombre se encuentran con esa naturaleza distinta del hombre* «Sin
duda, Ja prioridad de la inutiraleza exterior continúa persistiendo»,
c e acede Marx (ü?úi, p. IÓ1). Sin embargo, esa oaiuraleza no con­
cierne al hombre: «Por lo demás, esa naturaleza anterior a la his­
toria humana, en la que vive Fcuerbach, mi es la natmrakaa, que,
a excepción quizás tk algunos arrecifes tic coral de Australia, de
□rigen bastante reciente, ya no existe un ninguna p a r te ,,a fir m a
lineas más abajo el mismo texto. El pensamiento que inspira cale
aserto, ¿da prueba de una carencia tan extraordinaria de sentido
cósmico? El Circuios mismo, la Naturaleza englobante, ¿no «existen»
propiamenie hablando? Astros, minerales, vegetales y animales, ¿sólo
existen en cuanto qurhacei dd hombre? £í texto, relativo al mundo
sensible, que hemos citadu prosigue en estos términos: -iil cerezo,
como cas] todos los árboles frutales, ha sido trasplantado a nuestra
zana, uorao es sabido, hace sólo algunos siglos, por el comercio, y
por tonto no ha sido dado a la "certeza sensible1' de Feuerhach sino
por esa acción de una sociedad determinada en un tiempo determi­
nado.» iltiid.. p* lól.) Volviendo l& espalda a [a Kafu raleza, en
cuanto tal, Marx sólo se preocupa del proceso de la transforma­
ción de la naturaleza en Historia. Su naturalismo humanista sólo se
interesa en la desnaturalización completa de la naturaleza, desnatu­
ralización llevada a cabu por la praxis encaminada a tu satisfacción
de las necesidades naturales. La naturaleza no es sino en la medida
en que el hombre y su técnica tienen poder sobre ella* La ya
no está presente para Mam, la actividad sensible de los hombres
reemplaza al luego heredó ano que lo gobierna todo.
Por consiguiente, luda filosofía de la naturaleza, abstracta o intui­
tiva, idealista o materialista, mitológica, teológica o naturalista, sigue
estando niirnnda de la práctica de los hom bres, por el hecho de que
privilegia la naturaleza * anterior a la historia humana*.
Mu menos alienada eslá toda la jüost/fiA (fe Ja h is to ria y d e i h o m ­
b r e desarrollada por el espíritu filosófico. É sta tampoco reconoce el
verdadero m otor del desarrollo histórico de la humanidad, y líela
nu sólo las necesidades m ateriales sino También la alienación real
de los seres humanos. l a filosofía de Ih historia no stihe partir tic
la ucción de los hom bres que modifica todo lo que es natural; por
tanto, BO opera desde tinos presupuestos reales: «Lo» presupuestos
son los hom bres, no Jos hombres [interpretados com u] consumados
y fijad os de una m anera im aginaria cualquiera, sino los hom bres
en su real proceso de desarrollo, que se realiza en unas condiciones
determ inadas y es em píricam ente visible. Tan pronto comu es es-
puesto ese proceso vital y activo, la historio deja de ser una colec­
ción de hechos m uertos — com o en los cm pírislas, ellos mismos
todavía abstractos — o una acción im aginaria de sujetos imagina­
rios — com o en los id ealistas— .» (I b id ., pp, 15*8-159.J El deveniT
h istórico no ha sido más que desarrollo progresivo de alienación, los
hom bres no hacen otra cosa que cxterltirizarsé en e l tra b a jo prác­
tico y social; por consiguiente, está d u ro que la interpretación teó­
rico — em pirista o racionalista, m aterialista o espiritual istn — de ese
proceso fue y siguió siendo ideológica, estuvo y sigue estando filo­
sóficam ente alienada.
Seguirá estando igualmente alienada la empresa del pensamiento
que quiere aprehender al pensamiento, la contruccción de la lógica.
«La lógica — el dinero del espíritu, ct valor especulativo ideal del
hombre y de lu naturaleza— es el ser de éstos convertido en comple­
tamente indiferente a toda determinación real y por lo mismo ser
irreal, el pensamiento exteriorizado, y por tanto haciendo abstracción
de la naturaleza y del hombre real: el pensamiento abstracto.» {Ec.
FU-, p. 48.) Escolanncñte formal, trascendental o abstractamente
dialéctico, eí pensamiento filosófico en cuanto lógica inmoviliza o
fija en el interior de un esquema el movimiento del pensamiento,
separándolo del movimiento real y concreto. La lógica bloquea la
negación y la contradice)ón, y no llega apenas ü dar una hase efec­
tiva dr Ja ncgatlvídad, porque la sitúa di nivel de la idea, ti el con­
cepto, dtl espíritu, de Ifl conciencia, del pensamiento, Marx acusa
a los filósofos que precedieron a Hegel, a Hegcl y a los ideólogos
que te sucedieron, de quedar aprisionados en el mundo de la «ló­
gica* y de no lanzarse contra ella niño con sus propias armas. Critica
al ideólogo Bauer el permanecer en el plano de la crítica teórica e
ideológica, en vez de pasar a la critica material, eficaz y efectiva:
aque esto conciencia, después de la critica, no haya apenas corres­
pondido at acto de Ja crítica material, es lo que nos prueba Bauer
cuando, en su "buena Causa de la libertad", en vez de responder a
la indiscreta pregunta del señor Gruppe “ y ahora, ¿qué hacemos eco
Ja lógica?1*, le remite a los críticos venideros.» itbld., pp. 42-43.)
La respuesta de Marx a esa pregunta indiscreta equivale a Cito: aca­
bar de una vez con la lógica filosófica, suprimirla zambulléndola en
la praxis. La comprensión racional de la praxis puede y debe suco-

141
ckíi a lodíi lógica abstractamente racionalista. Todo problema filo­
sófica «profundo» se reduce simplemente a un hecho empírico, o a
una totalidad de hechos reales; por tanto, no son el conocimiento
y el pensamiento lógico los que pueden resolver ese problema; «Ja
solución de los enigmas teóricos es una tarea de la práctica media­
tizada por unos medios prácticos la verdadera práctica es la
condición de una teoría real y positiva,» (ífrití.. p, 63.)
Mane no se muestra más indulgente respectó a la filosofía pri­
mera o general, esto es, la metafísica. La metafísica pretendidamente
(Mitológica no escruta en modo alguno el sentido (¿1 togos) del ser
de ia totalidad, a sea espiritualista p materialista, ia metafísica
sigue siendo — desdo Platón hasta Hegel— abstracta, y se complace
en los misterios especulativos. La sombra del dualismo pesa sobre
la metafísica entera; el pensamiento metaffsieo confunde lo abstracto
con lo real; toma lo abstracto por lo real y traduce lo real abstrac-
lamente, No hay verdad ontólógica, respuesta que rebase el hori­
zonte de la actividad humana sensible y práctica. La cuestión del
ser no tiene sentido. Lo que rebasa la experiencia sensible y con­
creta se aliena al hacerse abstracto: «El erpirituflliímíj abstracto es
ímtíeriniiJiíio abstracto; el ttiMíeríafismo abstracto es el espiritualisma
abstracto efe la materia.» {Criu de la fit, ¡leí Es?, dtt Hegel, f, IV,
p, 1&3.) El fundamentó de todo lo que es, la arché primara y pri­
mordial, no se deja aprehender ni como espíritu ni como materia.
Esplritualismo y materialismo son, amijos, abstractos, puesto que
son únicamente teóricos. No existe cuestión fundamental concer­
niente a lo que precede a la actividad humana real o material o la
funda. El materialismo de Marx es practico; y en el nombre de este
materialismo, él condena toda filosofía como especulativa. La meta­
física nunca ha considerado el Mundo como material del trabajo
humano, como devenir-historia de ia naturaleza; así, ha traicionado
a líi naturaleza, £d hombre y a la historia.
Pensadores, filósofos y teóricos, todos metafísicas e ideólogos,
especialistas de Jas ideas generales y de lo universal, son los «hé­
roes* de esta alienación. Ellos se hacen pasar por normas del mun­
do, se imaginan ser los verdaderos fabricantes de !a historia, e] con­
sejo de los guardianes, los dominantes. Pero su alienación consiste
justamente en esto: ellos na hacen otra cosa que expresar y siste­
matizar las ideas de las clases dominantes, Sus construcciones espe­
culativas están condicionadas por las realidades materiales, y ellos
no Llegan ni siquiera a formular correctamente el devenir de la prác­
tica. Todos estos especialistas del trabajo espiritual no hacen otra
cosa que reflejar la división del trabajo y la alicuación de la téc­
nica : na-desarrollo y después subdesorrollo de las fuerzas produc­
tivas y trabas puestas al desarrollo por las relaciones de producción
determinan la producción de toda esta riqueza ideal c ideológica,
sublime y sublimada. Pbr tanto, no puede haber una historia de la
filoso fia, historia de un desarrollo £autónomo) del pensamiento filo­
sófico, en la que las filosofías —■separadas de sus bases reales — se
relacionen unas con otras. No puede haber una sucesión de los sis­
temas filosóficos unidos entre ellos por una relación mística, una

112
dialéctica pina rae tu, que enmascara sus determ inaciones y sus suje­
ciones Aciales, su condicionamiento histórico. Los pensamientos
filosóficos y todas las sistematizaciones contemplativas no tienen
desarrollo histórico que Ies corresponda como propío, pues son los
hombres, en el desarrollo de su producción material, quienes, al
modificar i a realidad objetiva, cambian también su modo de pensar
y ios productos de su moda de pensar. Con un extraordinario sen­
tido de la consecuencia, Marx destruye radicalmente todo el edificio
de ia metafísica, de la filosofía y del pensamiento especulativo, sin
considerarlo como un edificio fundamental y englobante, sino como
superestructura- Captando el «sentido» de la historia moderna y
escrutando el sentido de la técnica planetaria, Marx no reconoce
la filosofía como una potencia histórica y la conduce ante el tribunal
soberano de la acción productiva, transformadora y material; fa /fío-
sofía muere a los golpes de (a técnica. Las tareas de la filosofía se
convierten en tarcas de la praxis histórica. La filosofía no tiene
más que inl solo paso por dan desenmascarar la alienación, abrir
el camino al desarrollo total de la produc fieldad y suprimirse reali­
zándose. «La tarea de la historia as, pues, una vez que el más allá
de la verdad (das Jcnseits der Wahrheit) se ha desvanecido, establecer
la verdad terrestre. Y la primera tarea de ¡a filosofía, que está al
servicio de la historia, consiste, una ve¡t desenmascarada la imagen
sagrada de Ja alienación del hombre en relación a sí mismo, en de­
senmascarar esa alienación de sí ud sus formas profanas- I-a crítica
del cielo se transforma así en crítica de la tierra, la írifícfl de la
religión en crítica del derecho, la crítica de la. teología cu crítica de
la política.» ( In tr. a la crít. de la fil. del der■ de Ifegei, p„ 85.)

4 * 4

La filosofía de Marx emprende, pues, la tarca de criticar impla­


cablemente todas las alienaciones y de suprimir finalmente la filo­
sofía, Supresión de Ja filosofía debe significar, al mismo tiempo,
realización de ia filosofía; es justamente por su realización como la
filosofía se suprime y se baila rebasada. Los emp iris tos reclaman
la negación de la filosofía, los puros teóricos quieren que la filo­
sofía se realice. Los primeros no ven que es imposible suprimir la
filosofía sin realizarla, y los segundos no comprenden que es impo­
sible realizar la filosofía sin suprimirla. Negación do la filosofía
significa; «negación de tit filosofía tul como fue hasta aquí, de la
filosofía en cuanto fots) filosofía.» (tbid.t p. 95.) La Anfhebung del
complemento ideal del mundo alienado debe coincidir con su reali­
zación práctica (VerwirklicfiMtig), en el sentido de la reconciliación
universal, que habrá rebasado y suprimido toda alienación. Este
movimiento del Uegar-a-ser-mundo de la filosofía plantea sin embargo
algunas cuestiones que más adelante trataremos de abordar.
Por el momento, nos aplicamos a esclarecer un poco la crítica
mundana de La alienación filosófica, el pruceso al que la filosofía
debe sucumbir. Esta critica se dirige principalmente a ia filosofía ale­
mana, a su consumación en la filosofía de Hsgel y a las construc-


uom-s Ut' Iun hendió non.1 L o f iJo&olía alemana sólo ha podido de-
sarro! (atsc gracias al nú-desarrollo de la historia ulemona. Pobres
en are Lories, Jus alemanes fueron ricos en pensamientos. «Del mismo
modo que los antiguos pueblos vivieron su prehistoria en U imagi­
nación» en la mitología, nosotros ios alemanes hemos vivido nuestra
post-historia en el pensamiento, en la filosofía. Somo* los contem-
poratu-tií. fSúsúficox del tiempo presente, sin ser liv» ton temporáneos
históricos. La filosofía alemana es la prolongación ideal de la his­
toria alemana,» Ubid., pp, 92-93.)
Hegcl ca d filósofo alemán que trató de captar, mediante el pen­
samiento filosófico1, la totalidad de la realidad histórica. £1 ha pro­
seguido, lógica e «históricamente», la génesis ideal de lodos los pen­
samientos filosóficos, y los ha resumido y agrupado en su historia
de la filosofía =* ÉHuifl de la historia universal— . Los pensamientos
filosóficos se hallan así todos reunidos y componen un todo; este
mando filosófico alienado reclama ahora la critica. La crítica negra-
dora de la filosofía en cuanto filosofía debe enfrentarse ¡i Htigel, en
quien desemboca el «devenir»* del pensamiento filosófico que cobra
conciencia de si mismo, que se hace espíritu del mundo que se
piensa. «Así pues, io que forma en general el ser de la filosofía, la
éJUarioriztiCiótt del hombre que se conoce ó la ciencia exteriorizada
que se piensa, Hegcl la concibe corno su ser; por tanto, ét puede,
frente a Ja filosofía anterior, resumir los diversos momentos de ésta
y exponer su filosofía como la filosofía.» (Le, fi!., p* 7L) Con
Hegei, toda la filosofía de la historia coincide con la historia de ta
filosofía: c] Mundo se convierte así en Pensamiento. Sin embargo,
este Ihqpir-a serfilosoffa del mundo, licgar-o-scr-Biundu de la filoso­
fía, no es dé ninguna manera total y unitario: el mundo tola! queda
descompuesto en una filosofía que piensa en el interior de la aliena­
ción y de la absl rurción, y cu una realidad desgarrada, alienada y
alienóme, concreta y contradictoria. La filosofía es incluso doble­
mente contradictoria.
La crítica de la alienación filosófica es orre empresa dcsalienanlc;
apunta menos a una abstracción filosófica determinada que a la
■totalidad» del «devenir» histórico y sistemático del pensamiento
filosófico. Ilegal, desembocadura de esc devenir, debe por consi­
guiente ser Criticado de manera radical. Mam se alía violen lamente
contra su «maestra*; animado por su propia pasión filosóficamente
antifilosófita, emprende el combate. Este combate mortal no se hace
en nombre del amor a la Sabiduría ( <í>ó.ogt^pi-31, o en nombre de la
verdad <!el Avjvt, sino en nombre de la voluntad de la realización
de la Praxis, en nombre de la práctica conquistadora. Hegel es acu-

J. Marx arremete ocmfr» i» traditiún fiinrifioa. probríeiUita. hegt-lUn* y


pasthegeliana. « « i t í » todo® I » füávjío* y <jiif ó ^k m u i acn toreí
y pensador» o p fn frw ra de fílamfi*, le iuipott» poen. Kn lo que cueriente » lo*
últlutot, M an no b*U» rpurbo dificultad en m t»tr»j q t » ejercen ej "ptrn iiiijcm »*
como us fu t h iu f, en cuanto profesionales. “ L * tniufgnnatíón de 1» m d r n c a ,
ic p iK d i tu lu oodvdictciDes, tal w n » los füósüfeti la n e i i u i A pee profesión, a
drdr, como un gutáscrr, es ella misma un producto » l v oúndliionei cí¡rt<ntA
y Furrnt paite de ¿atas." ( I d . a l . r t. V III. p, ¡4 Í),

114
j^utii pin Marx ift toda una serle de «errores» converge ritos, debidos
u un fuiitkiniLiiltj falso; es acusadai de man tener 1¡i $ ilusione* de la
especulación metafísica y de desplegar uü pensamiento místico y abs­
tracto, Es acusado de hacer uso, solamente, de un criticismo apa­
rente y de un positivismo falso, puesto que no es ni suficientemente
critico ni radicalmente negadur. Hejid es acusado, en una palabra,
de ir a parar a la justificación de lo que ca. el proclamar real lo
racional y raciona) lo oral. La critica marxlana de Hegel quiere ata­
car el centro del pensamiento hegeliano y todas sus dimensiones y
consecuencias, así como su presupuesto. Lógica y filosofía de la
naiurálcia, teoría del trabajo y filosofía política, fenomenología del
espíritu y filosofía del arte y de la religión, historia de Ja filosofía
y filosofía de la historia se ven atacadas, y ya hemos visto ta manera
como opera la critica mandarín a propósito del trabajo, do la socie­
dad Civil, del Estado y de la conciencia de sí del hombre. El funda­
mento de este esfuerzo por invertir a Tlcgd. el sai (ido de esta cri­
tica Regadora, viene a ser esto: acusar a Hegel de no haber descu­
bierto (I motor y el enigma del movimiento de la historia universal
de la humanidad, es decir, el desarrollo de las fuerzas productivas
reales, el movimiento de la técnica activa. *fcl solamente ha hallado
la represión abstracta, lógica, especulativa dd movimiento de ¡a his­
toria que todavía nu es historia reat del hombre en cuanto sujeto
presupuesto, sino solamente acto de procreación, historia del origen
del hombre.> (lbid„ p, 44.) En cambio, «como pare el hombre
socialista toda ta sedicente historia universal tifie ftqrtze sogermnntc
Weltgtschichte} no es nada más que la producción del hombre por
el trabajo humano, el devenir de la naturaleza pare el hombre, él
tiene asi la prueba visible, irresistible, Je su nacimiento por si
mismo, del proceso de su origen. Por la eseneiatidad (Wesenhafti-
gkeit) del hombre en la naturaleza, porque el hombre ha llegado a
ser prácticamente sensible y visible en la naturaleza — el hombre en
manto existencia de la naturaleza, en la naturaleza en cuanto existen­
cia del hombre—, se ha hecho prácticamente imposible preguntar si
existe uó ser extraño, un ser colocado por enebua de la naturaleza
y del hombre; pues esta pregunta implica la confesión de la no
esencia Helad de la naturaleza y del hombre*. (Ibitl., p, 40.)
El Dios que permanece oculto en el m tortor de todu el pensa­
miento hcgdiüno y la filosofía religiosa de TlegeJ se atrae las iras
de Marx. La alienación religiosa, centro de toda Alienación ideo­
lógica, es mantenida por Hegel, y la existencia real di la religión
no en suprimida. Después de todo un largo recorrido (y rodeo)
dialéctico, el ser divino, que trasciende ta naturaleza y la historia
humana, y d hombre religioso hallan todavía en el último filósofo
una última confirmación. Este no ha considerado más que la escueta
espiritual e ideal de la religión, y no su realidad alienada y sus deter­
minaciones. Confundiendo la existencia empírica de la religión con
la filosofía especulativa de la religión, confundicodo la existencia
religiosa del hombre con las representaciones íilosófico-religiosas que
él sí hoce de esa «existencia*, Hegel no llega a captar la esencialidad
del hombre. E incluso cuando trata de rebasar U religión, la relí-
ilion no so ve «suprimida» sino en provecho de otro abstracción filo­
sófica: el saber absoluto.
Hegel se ve acusado de mantener Ja raíz y todas Jas formas do la
doble alienación, práctica y real, teórica e Ideológica, puesto que a
su juicio todas Jas formas de ia alienación real no son sino formas
de la alienación de la conciencia de ai. $u día tecuca no es dialéuti*
ca de le realidad, sino que se queda en dialéctica del pensamiento
puro. Esta dialéctica mantiene la alieñacióh, porque constituye al
hombre cu conciencia de sí; el hombre es de este modo un ser abs­
tracto, enteramente teórico, y toda la Fenomenología no hace otra cosa
que estudiar los fenómenos espirituales de la alienación del ser huma­
no real y activo, la realidad sensible y la actividad sensible se ven así
negadas, puesto que el objeto sólo está constituido pnr la conciencia
de sí y la actividad espiritual. La realidad tota! -— el Uegar-a-ser-
historia *}« Ja naturaleza gracias al trabajo humano— no existe más
que en función del sabor. Espíritu, concepto, idea, pensamiento,
conciencia, conciencia de si y saber rcemplmiijm a la vida real y ma­
terial, a la objetividad, «La. manera como la conciencia es y como
algo es para olla es el saber. El saber es su acto único. Algo llega
a ser, pues, pura ella, por el hecho de que ella í'cifie ese algo. Saber
es su única relación objetiva,* {¡bid,, p, 80.)
Uegcl establece y mantiene el ser alienado y di alee tiza solamente
el ser pensado. La negación no niega nunca Ja alienación, pues sigue
siendo un movimiento lógico que no se enfrenta sino a unas esen­
cias de pensamiento. La negación de la Jiegucfórr, que pretende ser
lo positivo absoluto, desemboca efectivamente en la abstracción io­
ta!, en el espíritu infinito, y así mantiene definitivamente la aliena­
ción. «En Hcgcl, la negación de ia negación no es, pues, la afirma­
ción del verdadero ser {wáhren Wesens) justamente por la negación
del ser aparente ( SehemwsensI, sinu la afirmación del ser aparente
o del ser alienado en su negación o la negación de ese ser aparen­
te en cuanto ser objetivo que permanece Fuera del hombre y es inde­
pendíenle de él, y su transformación en sujeto. Por consiguiente,
el rcíiímíHÍeWíi (Aufhebm) desempeña un cometido particular:
en el rebasan:ento, la negación y la conservación, la afirmación son
co tiesas,» ílbld., p. 83.) Pese a la enorme Importancia revolucio­
naria de la dialéctica hegeliana — cuyo principio determinante y
creador es la negstlividad— , esta dialéctica sigue siendo «lógica* e
ideológica, dado que sustituye por el devenir del espíritu el devenir
de la realidad de todo lo que materialmente es. No llegando a captar
plenamente la negativid&d del devenir como tiempo histórico, esta
dialéctica no concibe el tiempo sino como negat i viciad referente a ella
taisuta; así, no puede en modo alguno quebrantar y rebasar, negar
productivamente la exteriomarión. la alienación dé las fum as esco­
cíales del hombre. En suma: esta dialéctica signe siendo formal y
estando vacía, y no tiene influjo sobre la práctica revolucionaria y
transían nadara, la actividad esencial y plena de contenido, «Así
pues, la supresión de la exterforización no es, tampoco, más que una
supresión abstracta, voda de contenido, de esa abstracción vacia de
contenido, la negación de la negación. La actividad plena de conte­
nido. vívb. sensible, concreta, de Ib objetivación de si $e conviene
de este modo en su simple abstracción, negatividad absoluta, una
abstracción que, de nuevo, es fijada como tal y pensada como acti­
vidad independíante, como la actividad simplemente. Porque esta
pretendida negatividad no es otra cosa que La forma abstracta y
vacia de contenido de ese acto vivo real, el contenido no puede ser
sino formai, producido por la abstracción de todo contenido.» {Ibid.,
pp. S8-S9.)
Toda la filosofía uolo-lóglca y metafísica de ftcgel desemboca
• porque empezó con él — en Ja realeza del espíritu (¡divino) y abso­
luto, en la verdad de la idea. El espíritu engendra el concepto y la
idea del Pensamiento (lógico), el espíritu se toma extraño a si mismo
y se aliena en la Naturaleza (filosofía de la naturaleza), el Espíritu
vuelve a *1 mismo a través del derecho, la moral, el arte, la religión
y la filosofía, en el curso de la historia universa) de la humanidad
(fenomenología del espíritu y filosofía de la historia); cobrando
conciencia de sí mismo y de su proceso, exige finülmeute el rebosa­
miento de la filosofía en provecho del saber absoluto. El ser en
devenir de la totalidad es ese devenir del espíritu absoluto que
desemboca en la aprehensión de Ja verdad total por el saber abso­
luto. *Lo que es pensado, es; y Lo que es do es sino en la medida
en que es pensado *. dice Hegel {Enciclopedia, & 384). identificando
así, de una manera parmenidea, la cosa y d pensamiento, lo subje­
tivo y lo objetivo, lo real y lo ideal. Marx resume a HcgeL citán­
dole: *Lo absoluto es el csjríritiu; tal e* la más alta definición de lo
absoluta.» (£c. FU., p. 95.) Y algunas páginas más adelante lee­
mos estas frases de comentaría, can las que. por Otra parí-:, ter­
mina el manuscrito de IB44: «Hasta tanto el espíritu no se consuma
en si, como espíritu del mundo, no puede alcanzar su cumplimiento
como espíritu consciente de sí mismo. El contenido de la religión
expresa, pues, antes que la ciencia íWiíJntíífw//), lo que es t í espí­
ritu, pero sólo la ciencia es e) verdadero saber fu'ohrés Wissen) que
él tiene de sí mismo... El movimiento (es) la forma del saber qns el
espíritu tiene de sí mismo.» (p, 135.)
Marx emprende la lucha contra Hcgel en nombre de la liberación
total de Ja praxis humana, en nombre de un pensamiento que quiere
ser únicamente guía de la acción. Él no niega pura y simplemente
a HegeL En el fuego del combate, no economiza sus golpes, y a
menudo se deja arrebatar; asi, por ejemplo, escribe: =La filosofía
hege liana es y sigue siendo una viuda vieja y marchita, que disi­
mula y engalana su cuerpo consumido y reducido a la abstracción
más abyecta, y, con miradas apasionadas, busca un galón por toda
Alemania.* (Sdgrsdd Familia. ti II, p. 31.) Marx quiere invertir
dialécticamente a Hcgel; volviéndose hacia él y contra él, como un
genio hacia otro genio, se esfuerza en instaurar el comino que condu­
ce de la luz dei espíritu a la realidad de acción. Ningún filósofo
fue nunca refutado por otro; así sucede en el «diálogo» Hegd-Marx.
Sin embargo, Marx alza su propia voz y quiere trazar un nuevo
camino.
En Lb nota final de la segunda edición alemana de Eí Capital

lar
poilcmos — y debemos— leer el pasaje siguiente, que noa ayudará a
comprender mejor c! sentido de la crítica de MBi'.x, lamo en su ju­
ventud como en su madurez: «Mi método dialéctica no solamente
difiere por lu base (Gruíjdfage) del método hegeliano, sino que es
direet ti mente su contrario. [Recordemos que Marx no opera nunca
con La distinción íógicíMintoIogica entre los contrarios y los Contra­
dictorios- j Para Hegcl, d proceso de] pensamiento, que él convierte
incluso bajo el nombre de idea en un sujeto anónimo, es el demiurgo
de Lo rea], «I cual sólo constituye su aparición exterior, Pirra mí.
por el contrario, lo ideal idus Ideelle} no es otra cosa que lo material
(M úterídlt} traspuesto y traducido en el cerebro del tiombre.
• Yo he criticado el lado mixtificante de la dialéctica hegeliana,
hace casi treinta años, cu una época «n que e(ta cstaha todavía de
moda. Pero precisamente cuando yo elaboraba el primer volumen
de m Capital, los epígonos irritables, pretcnsimus y mediocres, que
ahora hnctn ln ley en la Alemania culta, se complacían en tratar a
HegeL como eJ bueno de Moisés Mendelson habla tratado a Spinoza
en los tiempos de Leasing, es decir, como a «perro muerto», f!mon­
ees me declare abiertamente discípulo de este Eran pensador c in­
cluso puse, aquí y allá, una cierta afectación en el capitulo sobre la
teoría del valor, repitiendo su manera peculiar de expresarse. La
mixtificación a ln que sucumbe la dialéctica en manos de Hegel no
impide de ninguna manera que sea él quien primero ha expuesto
sus formas generales de movimiento, de modo global y consciente.
En llcgc!, [la dialéctica] camina sobre la cabeza; ex necesario inver­
tirla para descubrir el núcleo raciono] bajo la cobertura mística.
■Bajo su aspecto mixtificado. La dialéctica se puso de moda en
Alemania porque parecía glorificar Lo que existe. Bajo su aspecto
racional, es un escándalo y «na abominación pura los- burgueses y
sus portavoces doctrinarios porque, en La comprensión positivo de lo
que existe, incluye al mismo tiempo la comprensión de xu negación,
de su declive necesario' porque capta toda forma que, en el rio del
movimiento, y por consiguiente según su margen, se luí tomado pere­
cedera también; porque nada podría imponerle respeto, yp que ella
es, por esencia, crítica y revolucionar ia.» (E í C'opífiií, i, T. Ed, So­
ciales, p, 2P.)
La dialéctica crítica y revolucionaría de Marx quiere liquidar la
filosofía; pone la mirada en el movimiento material, d devenir real
de ln historia humana, no considerando el movimiento del pensa­
miento (y de la filosoFía) sino en cuanto reflejo, traducción y trei-
ción dél movimiento real. «Materialismo» y «realismo» son aquí
materialismo y realismo históricos y humanistas, y no «ontológí-
cos». Al movimiento material de las fuerzas productivas, al desa­
rrollo reíd de Ja técnica, «corresponde» ei movimiento espiritual de
la ideología, el pensamiento idealista de ls filosofía, las alienaciones
de la conciencia. Esta dialéctica no es, pues, cit Mitológica — puesto
que no quiere saber nada de un ser fundamental ni de la materia y
el espíritu— ni lógica o gnoseológiea — puesto que no se demore
por mucho tiempo en la realidad o en la idea— . Ni espiritualista
o materialista, tif realista o idealista, la dialéctica de Marx pretende
-U*r dialéctica de ¡a actividad humana, iíl- lo actividad real, material,
sensible, práctica, potente y coñete la; pretende acabar de una vez
Unilo con lo alienación filosófica, mitológica y metafísica que se ocu­
pa de una manera abstracta del ser, de] espíritu y de Ja materia,
come con la alienación gnuscolúgica y lógica que intenta cscnilar
— m> meóos abstractamente— el conotiuiiemu, la realidad, las ideas,
el peas amiento. El lenguaje que habla la dialéciica de Marx no es
ni ¿cosmológico* ni «conceptual»; quien expresar el «logas» efec­
tivo de la historia humana y descubrir el sentido de la actividad
humana. Lis habladurías acerca de la cuestión de la primacía de la
imtttrúi o del espíritu (materialismo y esplritualismo ontolúgicos),
de la oposición entre la reafrífeíí y h idea, el ser y el pensamiento,
lo experiencia y la razón (realismo e idealismo, empirismo y racio­
nalismo lógicos) no conciernen a Marx, si es que alguna vez hayan
podido concernir a un pensamiento digno de este nombre.
«El iniamu espíritu que construye los sistemas filosóficos en el
cerebro tic Jos filósofos construye ios ferrocarriles con las manos
de los obreros», escribía Marx en la Caceta Rttttana, ya el 14 de ju­
lio de 1M2, Viendo en ln técnica, y no en la filosofía, el motor del
tic venir, es unte todo la técnica, mal erial io que su dialéctica quiere
dcúilicnar y revolucionar- Para que !□ consiga, le es necesaria hacer
estallar las contradicciones del mundo de la allí nación. La dialéc­
tica de Marx separa a menudo lo que h dialéctica de Hegvl unía,
y combate luda intervención de la mediación,, de la mediación s
través de la cual el ser en devenir de la totalidad se realiza y se
conoce en cuanto Espíritu universal y absoluto. Ciertamente, Marx
no profundiza en la esencia de la dialéctica, y InmpOcD elabora Los
conceptos del pensamiento dialéctico. Sin detenerse en las distin­
ciones entre realidades y nociones «w ifraife; y cent retíretenos, o en
la cuestión concerniente a la unidad 0 a la rifetíítdírf/ de los con­
trarios en lucha, sin dejarse embrollar por el problema relativo a
[oh vínculos que Ligan Ja dialéctica «subjetiva» (la del pensamiento)
a la dialéctica «objetiva» (y real), 1a sumaria y lacónica dialéctica de
Marx se aplica explosivamente a resolver la contradicción dinámica
que «une* las dos clases en lucha, Lus contrarios de que se trata
ante todo cu su dialéctica son los proletarias, portadores de Relati­
vidad, y los capitalistas, detenladores tic las fuerzas productivas y
soportes irpositivos» de la alienación.
«Entre extremos reales no puede haber mediación, precisamente
porque son extremos reales. Por lo demás, no tienen necesidad de
mediación, pues Sun de naturaleza contraria. No tienen nada en co­
mún, no ttc reclaman ni se completan uno al otro. Uno no tiene en
su propio seno las aspiraciones, las necesidades, las anticipaciones del
otro», escribe Marx en ía Critica de la filosofía del Estado de Heget
(t. TV, pp. L&2-163), reprochando a Hcgcl la dimensión eorrnJfe-
dora de \u dialéctica. Según el, las realidades contrarias, los extre­
mos reales, |as diferencias efectivamente existentes siguen siendo
mci me diablas; así. por ejemplo, el sexo humano y el sexo no humano
no pueden unirse en modo alguno y siguen siendo fundamentalmente
distintos. En cambio, dos determinaciones opuestas pueden encon-
trui se trn el coi tizón del misino ser, de ]a misma entidad, I jis dife­
rencial que salen a la luz en el interior de una entidad común
pueden, y sólo cílns, unirse; así, por ejemplo, d sexo masculino y el
seso femenino, cuyas diferencias «irem o s se man ifie» tan en el seno
del ser del hombre, se atraen y se juntan (íb/d,, pp. 183-185). Por
consiguiente, todo pensamiento filosófico que continúe afirmando
la unidad de] mundo — de ese mundo cortado en dos por la aliena­
ción — mantiene la alienación y la justifica: «E l error principal de
Hegef es tomar la con! radicción det fenómeno como unidad en el
ser, en ta idea, siendo asi que esa contradicción llene por esencia
algo mis profundo, a saber: una contradicción esencial,.,* (Tbíd_,
página 188.)
La metí física no puede por menas que ignorar Ta contradicción
esencial, porque ella misma se deriva de la alienación; como ella
trata de ritconcfíifli-lo todo, en el seno del espíritu, «retoncílip*. en
la abstracción, la realidad y la Mea. Sin emhargo, la realidad sigue
estando desgarrada y colmada de antagonismo*; la filosofía total y
unida no liare otra cosa que velar esa disTuuadtín del inundo, La
filosofía ha expresado mediante el pensamiento el mundo de lp alie­
nación; ya sólo le queda hacerse absorber por el devenir real d'e’i
mundo.
* * *

No es solamente el pensamiento Filosófico y mtUif isleo el que está


alienado: la ciencia no lo está menos. 1.a actividad científica no
constituye un proceso autónomo que posea ju propia lógica inte ma­
ní devenir real de Ja actividad productora determina la «historia*
del saber y de la actividad científicos No hay historia de la ciencia,
considerada ósta como independiente de ta actividad productiva ma­
terial. La malcría misma de la actividad científica es dada at traba­
jador científico como producto social; lo que éste hace — aunque ¿I
pueda imaginarse que lo hace por sí mismo— , lo hace sodalmente,
es decir, gradas a ia técnica y a la sociedad. Y habiendo estado
hasta ahora alienada la técnica de toda sociedad, ¿cómo podría no
estarlo Ib ciencia?*
Al luchar contra 1» naturaleza para arrancarle; los bienes de íus
que tiene vitalmente necesidad, el hombre constituye también las
ciencias de la naturaleza; en el curso de su historia, elabora la cien­
cia de la historia: su actividad política se expresa en la ciencia de la
economía política. Las relaciones prácticas, que unen y oponen a los
hombres a la naturaleza y entre ellos, están, materialmente en la
base de toda teoría científica. Estas relaciones están sin embargo
alienadas; por consiguiente, la expresión teórica y científica de las

2. M u í « 1 rrplidtd n n ú ¡Mf pod er en la fonml*Ctó(i d « cate p eraam ieijíc


e m tn li ia d a c a n un prodocto d e la industria, “ l i d a o t u ciencia* d e la
natu ralrz* “ p u íB * ■— A c rib e — w it d b e i, m efecto, m o b je tiv o y írts n u -
terialc* riño n m lk n tc e l enmendó y b industria. m ediante U actividad ^ m tU e
de t a ham bR *.” {id . si.. p. 163). Esto « muy im portan le, suca» aun cuantía la
técnica moderna aparezca como na producto, un resultado de la tie n d a , en verdad
rila es « I retorta y el secreto d d desarrolle ric o tifie®.

ISO
mlsmu lo está también. No puede haber ciencia no alienada de
una realidad alienada*
Laa ciencias están tanto más alienadas cuanto que $e han desa­
rrollado en el interior de la división del trabajo* Pues la división
alienante dd trabajo es id que condiciona de una manera general
y según modalidades particulares los trabajos de la ciencia* ella
misma dividida. Podemos observar que son los trabajadores inte­
lectuales, miembros de la clase dominante, y kilo ellos, quienes hacen
obra de ciencia; por su parte* las actividades científicas están divi­
didas entre etlü, y sus divisiones y su fraccionamiento les impiden
comunicarse electivamente. Asi, toda esfera se autonómica, pierde
su relación con tas demás y engendra otras esferas que a su ver
se autonomi¿aTi y abandonan la universalidad al especializarse. Es
cieno para la esfera «total* de la alienación científica y pata todas
sus careras particulares lo que es cierto pora todos ios dominios de
la alienación: a través de ellos se aliena el Ser genérico del hombre
y ja Totalidad se halle atomizada, «La esencia de lo alienación esta
hlecc lo siguiente: que toda esfera, me aplica una medida diferente
y contraria f * -1 porque cada una es una alienación determinada del
hombre, y que cada una fija un circulo particular de la actividad
alienada, ya que cada una se comporta ante otra alienación de una
manera alienada.* (£c, Fil., p. 57.1 Abandonando la práctica, de
la que han nacido, el saber científico y las diversas y múltiples
técnicas cien tí [icos se imaginan consl iluir un propio reinado que po­
see EUf propias leyes. Sin embargo, el reinado de tu alienación cien­
tífica expresa ta alienación general* la división del trabajo y los inte­
reses de la clase dominante. Además, incluso las diferentes ramas
del árbol de «la» ciencia permanecen sin real comunicación entre
ellas, aun estando también separadas — cada una por su parte y en
su conjunto — de la verdadera universalidad natural, humana e his­
tórica*
Ni la enciclopedia de las ciencias, ni el sistema total del sa­
ber científica, ni la ciencia absoluta llegaron a constituirse. F.l saber
permanecerá dividido y fraccionada, y cada trabajador científico
considera su disciplina y su método como ios únicos verdaderos.
Jueces de todos los demás* sin preocuparse, por otra parle, de poner
en relación su verdad enteramente particular con la realidad — si­
quiera restringida— que le corresponde. Los individuos aislados que
viven en una sociedad * atomística« no pueden de ninguna manera
llegar a construir el edificio de la rienda. Indudablemente, se han
realizado progresos científicos, resultantes, por lo gene rol, de un re-
basamicnlQ parcial de tos tabiques herméticos que separan a los
sabios; pero estos resultados siguen siendo pobrrf: «En ]a astrono­
mía, hombres como Arago, Herschet* Eoltc, Bessel, han rimo la nece­
sidad de organizarse para observaciones en común, y sókt desde esc
momento han logrado resultados aceptables. En la historiografía,
es absolutamente imposible al «tínico*1 hacer algo, y desde hace mu­
cho tiempo, mediante la organización del trabajo, tos franceses han

3. AluSÍáti íróriicB i El tínico y tu pfepfedod de Shrtun,

191
sobrepasiult» nimban en oate terreno a ludas las demás naciones.
I’nr ulna partí;,, queda entendido que todas esas organizaciones basa*
tías en la división moderna del trabajo no llegan todavía sino a resul­
tados extremadamente restringidos, y sólo constituyen un progreso en
relación ai antiguo aislamiento limitado,» {id. al., t. IX, pp. 15*16.)
Las ciencias siguen divididas en ciencias de la naturaleza- y cien­
cias de ía historia íuimana. Esta división es alienante, pues el hom­
bre nunca tiene que habérselas con una naturaleza extraña a la his­
toria ni con o na historia independiente de la naturaleza. No hay
una. base para la ciencia y otra para Ja vida; es la alienación lo que
introduce esta escisión, y así la ciencia abandona el terreno — que
debería ser su fundamento— sobre el que se eleva, a saber: la acti­
vidad sensible de Jos hombres. «La ciencia no es ciencia rsai más
que si parte de lo sensible (Sinniichkeit) ún su dobie forma, tanto de
la conciencia sensible como de la necesidad sensible; por tanto, si
parte de la natoraleia.* {Ec. Fil„ p. 36.) Esta naturaleza no es
en modo alguno separable de la historia humana, pues, nía natu­
raleza que nace [que llega a ser] en la historia humana — en el acto
generador de la sociedad humana — es la real naturaleza iiel hombre,
y por tanto la naturaleza tal como ilega a ser — aunque en una
forma alienada — mediante Ja industria, la verdadera naturaleza
antropológica.» (Jbid.) Naturaleza, Historia y Hombre no constitu­
yen apenas entidades separables; por consiguiente, no puede haber
ciencias separadas. Mediante su trabajo productivo es como el hom­
bre, la naturaleza antropológica e histórica del hombre, entra en
con Lacio con la naturaleza pava transformarla a través de la his­
toria, «La industria es la relación histórica real de la naturaleza., y,
en consecuencia, de las ciencias de la naturaleza, con el hombre,»
iíbíd., p, 35,1 La abstracción científica, abstractamente materia­
lista o abstractamente idealista, no puede captar este proceso del
llegar-a-ser-historia de ía naturaleza gracias al trabajo y a la industria
dei hombre que vive en suciedad- La ciencia alienada sigue siendo,
pues, no-natural, antihísiúrica. inhumana. La alienación tícniilica
hace pensar que existen, de un lado, las ciencias do la naturaleza,
y del otro las ciencias tle la historia humana, que la realidad efec­
tiva y las construcciones del saber son diferentes, que hay verdades
(naturales y humanas) del hombre, esta alienación científica, parte
integrante de la alienación ideológica, expresa la real alienación de!
hombre.
Desconectadas unas de otras y sin vinculación con la totalidad
— indisolublemente natural, histórica y humana— , Jas ciencias pier­
den también tuda vinculación eftcLiva con el pensamiento filosófico.
La alienación filosófica, sistematización especulativa y abstracta de la
alienación científica, se prolonga, por asi decirlo, en la alienación
científica, la cual, a su vez, se autímomiza, uLas ciencias de la iwitt-
raleza han desplegado una actividad enorme y se han apropiado (le
un material siempre creciente. Sin embargo, la filosofía ha seguida
siendo tan extraña a ellas que ellas mismas han quedado extrañas
a Ja fí Insufla, Su unión momentáneo no fue más que una ilusión
imaginaria i phcntasíiscke [ilusión). La voluntad estaba allí, pero el

192
poder lullübii. La historiografía misma nu se refiere a Ja duneta de
la naturaleza sino de paso, como a un momento de la cultura ilus­
trada, [no considerando mis que] la utilidad de algunos grandes des­
cubrimientos aislados. Pero tanto más prácticamente cuanto que la
ciencia de la naturaleza ha intervenido, por medio de la industria,
en la vida humana, la ha ironsformado y ha preparado la emanci­
pación humana, aunque de forma inmediata haya deshumanizado.*
(Ib iit, p. 35.)
Viendo en la técnica, en la actividad práctica y sensible, el motor
del desarrollo histórico de la humanidad y de lá transformación de
la naturaleza en material de trabajo social, y viendo en la técnica
más desarrollada, la ótíhcsíría, aquello que prepara la dcsaJicnacíón
del hombre, la liberación de su actividad (aunque, en el presente,
complete su alienación), la satisfacción de la totalidad de sus nece­
sidades naturales, humanas y sociales, Mar* asocia indudablemente
la técnica y la ciencia; la técnica proditc/iVa c industrial es incluso
inseparable de la técnica científica. Sin embargo, como ya hemos
vislo, «no hay historia de la política, del Estado, de la ciencia, etc.,
del arte, de la religión, etc.» {Id. uL. p, 250.)
Aun considerando la ciencia como uno de los modos particulares
do la alíe dación, de la alienación fundamental y de la alienación ideo­
lógica derivada de aquélla, Al&rx no parece condenar la ciencia a la
supresión, como sucede con la política, el Estado, la religión, el arte
y la filosofía. La ciencia, ligada a Ja técnica, constituida en cuanto
saber basado en un Jiacer, puede sobrevivir al rebasnmien lo de todas
las formas de la alienación, y nosotros trataremos de ver lo que acon­
tece con la técnica en la perspectiva de la reconciliación universal.
La ciencia, tal como ha sido concebida y practicada basta ahora, si­
gne. no obstante, alienada, y no será era ciencia la que se desarro­
llará después de la supresión de la alienación, supresión que abarcará
también a la alienación científica.
No esperemos hallar en Marx una teoría de la ciencia o una eluci­
dación del problema de las relaciones de la filosofía y la ciencia.
No esperemos tampoco que M an dé su propio pensamiento como
ciencia. Su pensamiento metafísica c histórico, Su análisis y SU teo­
ría científicos — económico-políticos— están indisolublemente laga­
rtos, pero su actividad científica sigue estando fundamentada por su
pensamiento filosófico. El vocablo ciencia, en la pluma tic Marx,
no tiene enteramente el sentido que tiene para nosotros, como
veremos, quizás, seguidamente. Sin embargo, io que parece cierto es
que la ciencia, tal como ha sido desarrollada, sólo constituye el
extremo remate sistematizado y teenfeizado de la alienación.
La alienación científica, como la radical alienación real y como
todos los demás modos de la alienación ideológica, separa la teoría
de la práctica, separando además, en el interior de la teoría cien­
tífica, los diversos dominios mediante tabiques herméticos. La actb
vidad científica alienada separa igualmente la naturaleza de la his­
toria, y la ciencia de la vida. Cortando la totalidad en rebanadas y
recortándola según unos puntos vista, cada uno de Jos cuales se

193

13
Cónaktora ct único verdadero, esta alienación se basa en la división
del trabajo y en la técnica alienada.

» * *

Toda aquello mediante lo cual el Espíritu (bcgcliano) se descu­


bría y se realizaba en la historia del mundo, a saber,-el trabajo, la
lamilla, la política,,el derecho, la moralidad, la conciencia de $1, el
arte, la religión, Ja filosofía y el saber, todo lo que llevaba el ser
cu devenir de la totalidad hasta la luz del tugas, del concepto, de la
idea y en definitiva del saber absoluta, iodo eso es considerado por
Marx como constitutivo de otras tantas formas y fuerzas de la exte*
riorización, de la alienación del ser humano. En los fenómenos que
el espíritu capta. Marx descubre alienaciones reales del hombre.
La totalidad de las alienaciones debe ser rebabada efectivamente
y no con ef solo pensamiento. Esta doble alienación, alienación de
la práctica y alienación ideológica, debe ser suprimida realmente y
no con la mía conciencia- Et corazón mismo do la totalidad de los
alienaciones, y del doble aspecto de la alienación, debe ser extirpado.
La propiedad privada debe ser aniquilada, pues la alienación econó­
mica es la rofc de toda alienación; «...la alienación económica es la de
Ifi vida real; su supresión abarca, pues, los dos lados [la realidad
práctica y la conciencia].» {Ec. Vil, p. 23.) Ni el pensamiento
filosófico ni el pensador pueden conducir a la humanidad hada la
reconciliación universal, aunque ta toma de conciencia desempefle un
papel tan importante en el pensamiento de Marx. En las últimas
lineas del Prólogo a la Filosofía deí Derecho, de Hcgel (última obra
aparecida en vida de su autor), pudimos leer: «Para decir una pa­
labra más acerca de la pretcnsión de eíisoldr cómo debe ser el
mundo, señalamos que, en cualquier caso, la filosofía llega siempre
demasiado tarde. En cuanto pensamiento del mundo, aparece en el
tiempo, cuando ta realidad ha efectuado y terminado su proceso de
formación. Lo que el concepto enseña, la historia lo muestra Con la
mioma necesidad: es en la madurez de la realidad donde lo Ideal
aparece frente a lo real y, después de haber captado el mismo mun­
do en su substancia, lo edifica en forma de un imperio intelectual.
Cuando La filosofía llueve sobre mojado, una forma de vida ha enve­
jecido y no se deja rejuvenecer por tal lluvia: solamente se hace re­
conocer. El búho de Minerva no emprende el vuelo hasta la caída de
la Larde.»
Hocicudo eco a este texto, el texto de Marx que sigue reprocha
a Hegel una doble insuficiencia: *F l fUosóofo aparece, puco, única­
mente como el órgano en que el espíritu absoluto que hace la historia
consigue la candencia a posteriori, después de La consumación del
movimiento. [ . „ ] 61 filósofo, por consiguiente, llega pojr festttm. Hr-
gel se hace culpable de una doble insuficiencia; primeramente por­
que explica ta filosofía como la existencia (Daseia) del espíritu abso­
luto, aun guardándose muy bien, al mismo tiempo, de hacer pavor el
Individuo filosófica reo] por el espíritu absoluto; después, porque ha­
ce del espíritu absoluto, en cuanto espíritu absoluto, la apariencia
— solamente — de la historia. En efecto, el espirito absoluto, al no
conseguir la conciencia « c o m o espíritu del mundo creador (schop-
ferischer Wettgeisl} — sino po&l festum, en el filósofo, sólo fabrica la
historia en la conciencia, la opinión y la representación del filó­
sofo, en la imaginación especulativa.» {Sagrada Familia, i. II, pp.
151- 152. )
Para acabar con la alienación y su prolongación ideológica, para
acabar con la filosofía, para que las fuerais productivas puedan
desarrollarse libre y totalmente, sin que la praxis humana conozca
ya trabas, Marx resume todo su propósito en la 1/F tesis sobre,
Feaerbach: «Le» filósofo* no han hecho otra cosa que interpretar el
mundo, pero de lo que se trata es de traniformarfo.» Y o t e cambio
total y radical, este rebosamiento de la alienación y de las aliena­
ciones, será lo que conduzca al hombre a recuperar su ser, a recon­
ciliarse, conquistándolo, con el devenir de (a totalidad, pero de la
totalidad interpretada en un determinado sentido.
LIBRO VI

La perspectiva de la
reconciliación
en cuanto conquista
La 'óptica de la rudiail y multiforme alienación nu constituye en
modo alguno d Jónnino dirimo dd pensamiento de Marx. Este pen­
samiento se sitúa frente a la alienación dd hombre para conducir a
la humanidad at rebasamienio de la alienación de las (urnas mate­
riales, del pensamiento y de la conciencia. El pensamiento filosó­
ficamente antifiiosófico de Marx desemboca cu La perspectiva de la
rccoticüiacjdn universal y totai c incluso está animado de un extremo
al otro por esta visión. La reconciliación universal significará recen-
üllaríún y reconocimiento' de Ja naturaleza y de la historia, dd hom­
bre y de la sociedad, dd individuo y de Jn comunidad, de las nece­
sidades, de la tócnka planetaria y de la satisfacción pleñaría. En
su sena, la filosofía se suprimirá realizándose; el pensamiento se
hará realidad; la filosofía, mundo. Reconciliación significará con-
tfuisíu del mundo, ya que el mundo es aquello que se descubre y se
construye a travós de la actividad humana.

1tt
1. Loa presupuestos del rebosamiento
de la alienación

Para que se puede hablar de exteriorizaáótt y de alienociárt, ¿no


es necesario que se presuponga un ser o una realidad -precedente*
a la exteriorice ión y a la alienación? Para que pueda haber rebasa^
miento de la alienación, reconciliación total, ¿no tiene que haber una
-realidad* que se haya lomado extraña — a través de La alienactóo —
y con La cual habrá re-conciliación? Pero aquello que se exterioriza
y se aliena, la historia de cuya desposesión e*. exactamente, la his­
toria entera, ¿puede no haber existido nunca todavía, tú toda La
verdad de su realidad?
Toda la historia humana no ha sido más que la historia de la
alienación; no ha habido realidad precédeme a la aliemaciofL Alíe'
nación significa: alienación de la actividad del hombre, expoliación,
desposesión de su ser, Sí' hombre siempre ha sido, hosca ahora,
hambre alienado, unas veces más y otras menos, ¿Qué significa,
pues, ese retorno del hombre a su existencia humana, de que habla
Marx? Pues di dice: -La supresión positiva de la propiedad privada,
en cuanto apropiación de la vida humana, t$, por consiguiente, la
supresión positiva de toda alienación, y por tanto el retorno (Rück-
kehr) del hombre, desde la religión, la familia, el Estado, etc., a su
existencia humana, es decir, social,» <£e. FU., p* 24.)
Fuerza es repetirlo; el hombre, ese ser indisolublemente natural ^
y social, dotado de fuerzas esenciales objetivas que animan su lucha
y su actividad productiva, ser que aspira a la satisfacción total de
sus necesidades, ese hambre es el centro del pensamiento de Marx,
£1 ser humano mismo es producto de la naturaleza, el cual produce
y se reproduce en el seno de la historia natural, y la historia no es
más que una transformación continua de la naturaleza humana, No
hay comienzo «absoluto*. El origen de todo lo que se descubre al
hombre « y el origen de la manifestación de la actividad del hom­
bre— reside en un movimiento (dialéctico). La primera relación
(diálogo) genérico y natural es la relación que une al hombre a Ja
naturaleza, relación que une ai mismo tiempo a los hombres en
cuanto seres sociales; no hay nada que -preceda* a esta relación.

IW
l'.stn retaelún es la hicntc (,1c la verdad de ta rofilidiut, KJ .ser humano
es ta naturíllezíi del hombre, y Ja nnturulv/a es ci ser humano del
hombre. El ser de la tuluí Jetad, en sg devenir, la Naturaleza, el
Mundo, no son sino desde el momento en que la naturaleza se mani­
fieste a los ojos del hombre: el hombre se opone a la natoi-aleza
mediante su trabajo, y hace eso porque tal es su naturaleza humana.
No podemos dejar de repetirlo: Marx no plantea explícitamente
en ninguna parte el problema de lo que «precede» a la actividad
humana, el llcgar-a-scr historia de la naturaleza. El movimiento orno
lógico total y toda la evolución de la naturaleza, todo lo que ha
conducido hasta el hombre, queda mis acá de su visión. Todo parece
empezar, para él, con la actividad social üel hombre natural, todo
empieza a existir, pora c) hombre, desde el momento en que el ser
natural del Hombre empieza a operar sobre y en la naturaleza para
satisfacer sus necesidades naturales y humanas. La naturaleza se
descubre y, propiamente hablando, ttacc en la historia humana, y ía
naturaleza del hombre ex lo que le Imce. de entrada, ser social. «La
historia misma es una parte real de la historia natural (Naturgcs-
chichi e}, del devenir de la naturaleza para el hombre», escribe Marx
(thü£, p. 36.} Sin embargo, esa «parte real» es ta Totalidad, pues
a travos de ella, y en relación a cita, todo es, se muesira y se hace.
La historia humana comienza tan pronto como la naUirakza desem­
boca en el hombre, y esta desembocadura es t i comienzo. La his­
toria es ciertamente • natural», pero la naturaleza no existe sitio en
cuanto naturaleza fuslor ¡aireada, «La esencia humana de la natu­
raleza no existe sino para el hombre social: pues aquí, primeramente,
es donde existe para 61 como rittcwln con el hambre...» (Tbid.,
página 26,)
Los hombres no fueron creados’, sino que aparecieron por gene-
recién espontánea, y la cuestión de saber quién, en la naturaleza, ha
engendrado al primer hombre es un puro producto de la especulación
abstracta. Ni la natundeza ni el hombre fueron creados o produ­
cidos por un creador í > un fren obrero; existen por si mismos (rífl.t
flitrscftsictíscfÍJífsfin dar Natur tmtl des Mcnschen), afirma Marx,
pensando que «La general (o aequivoca es ta única refutación práctica
de la teoría de ta creación,* ilhiñ., p, 3fl.)
Así pues, no hay un logo* o una dialéctica que rijan y penetren
ta totalidad de Jo que m : tínicamente, el trabajo del hombre — su
actividad sensible y significante—, mediante d cual la naturaleza y
el hombre se manifiestan y se «producen»; así, el Mundo se convierte
en historia humana, historia humanamente natural de todo lo que.
en su devenir, es. La tierra misma, por ejemplo, sobre ta cual el
hombre se mueve y n la cual vuelve, sólo existe pnra el hombre
por su trabajo naturalmente antinatural: «Y sólo por el trahajo, por
Ja agricultura, le (ierra es para el hombre.» ( Ibid.t p. 15.) La acti­
vidad productiva del hombre constituye el acto de origen de tocio
lo que, en el devenir histórica, es, EJ hombre empieza a hacerse
visible en una naturaleza «socializada», y esta naturaleza empieza a
existir para el hombre tan pronto como éste aparece en cuanto ani­
mal que fabrica herramientas. No hay ninguna especie de ser es-
iraito y KLtpci litrt sil mulo pui rnclmu de hi na lumiera, tRil como ésta
kc‘ manifiesta en la hbtotb humunn; no hay «ser*» que trascienda la
escuda dtíl luimhre. esencia que reside en su historia natural, cuya
motor es la actividad social de los hombres que reivindican el
mundo material y tratan de apropiárselo para satisfacer rus nece­
sidades vitales y humanas. El Ht¡r humano, cuyas ralees son natu­
rales, despliega sus fuerais genéricas, animado por sus impulsos na­
turales, y edifica el devenir social. T.H naturaleza humana del hombre
expresa <¡1 liegar-a-ser-hombre de la na tura lera, y ella es ia fuente de
esas fuerzas esenciales y objetiva», que le impulsan hacia so exte-
riorizacidn; el hambre es, de entrada, un ser natural, sacialmente
activo, que iratu de satisfacer mediante el trabajo la totalidad de
sus necesidades. El origen del hombre es naturaleza, su naturaleza
es bu mana, La Naturaleza a la que él se enfrenta es siempre social,
y su devenir ex histórico. Naturaleza (cósmica) y naturaleza (hu­
mana), técnica (social) y devenir (histórico) están, pues, indisolu­
blemente ligados, y se manifiestan de golpe y desde el principio todos
juntos. EL comienzo visible de todo lo que es, el acto de origen del
Mondo, es La historia humana, pues «la historia es La verdadera
historia natural del hombre» (fbid-, p. 79) y «sólo el naturalismo
es capaz de comprender el acto de la historia del mundo» (íbíd-,
página 76), El acto de origen de todo lo que es. el lugar desde el
cual lodo puede ser aprehendido, es ese punto de intersección del
«humanismo de la oaiumleza» y del Datura Irimo del hombre.
La relación social que une a] hombre a Ib naturaleza, y a los hom­
bres entre cito», es la relación real y fundamental, y esa relación se
halla alienada desde el origen del desarrollo histórico. El ser del
hombre y la naturales de los fóíáS «tá n alienados desde el comien­
zo. Pues el hombre, en el curso de su historia natural, nu hace otra
cosa que exteriorizar»? alicuándose; mediante su trabaja social, crea
toda un mundo de objetos, pero ese mundo es extraño a él y no
forma verdaderamente parle de su ser, Los impulsos naturales y las
fuerzas esenciales y objetivas empujón a los seres humanos hacia
los objetas de sus necesidades; sin embargo, ese reinadu de los obje­
tos implica la rcfíiCáClón de todo Lu que es, Ni ttaiural ni humana,
la actividad del hombre — ]tttr esencia, natural y humana— sigue
siendo rciricftiitc y estando alienada. Los objetos naturales y lus ob­
jetos producidos y fabricados no llegan a convertirse en objetos
aptos para setisfaccr verdaderamente a los sujetos humanos. Las
tuerzas esenciales del hombre sé objetivan ciertamente en este pro­
ceso. manifiestan su poder creador y hacen que ia naturaleza sea
para el hombre, pero Lodo ese mundo objetivo, lleno de realidades
«útiles», sigue siendo extraño y asfixiante, ajeno y alienante. El hom­
bre se manifiesta y se realiza en d trabajo; no obstante, se aliena
al realizarse y al realizar su* obras. La propiedad privada y la divi­
sión del trabajo hocen al hombre extraño a si mismo y a la natu­
raleza de las Cosas, al mundo y a los demás hombres. Todo lo que
el hombre crea. cxicriomójtdose, permanece exterior a él. Desde su
principio, la historia de la actividad social es tina historia da b aliena­
ción; desde b suhproducción prinuma a la superproducción capí-
umita, e( liumbrc üti aliena id realizarse, E.Í tambre so alienaba y re
nlicnu Jo su verdadera nalnraleza, de la verdadera realidad de su
¿véneta, pues la no-üLieacaciriu Ludavía no ha sido constituida nunca
cu realidad histórica. Lo que hace del hombre un ser humana, lo
que hace que la naturaleza rea histórica, a saber, la Técnica, desde
siempre estuvo alienada y fue alienante. Además, los hombres nunca
lomaron conciencia de este estado de cosas, y su conciencia de si,
tanto como su pensamiento teórico y su saber, lúe ilusorio e ideo*
lógico, La toma de conciencia de la alienación es uno de los prestí*
puestos del rebasan] icuto de la alienación, pero por sí sola no es
casi nada. Las oposiciones y los antagonismos, las contradicciones
y los conflictos que oponen a loa hombres entre ellos, y a los seres
huma nos al mundo, se de sarro ¡lun en un terreno realmente alienado,
y eñ este terreno real es donde se ha de enlabiar la bata lito
Todo lo que parece corlado en dos lo está efectivamente, a causa
de la alienación. ■La úfícnqctdri, que forma, por tanto, el verdadero
interés de esa exleriorirauón y de la supresión de esa ex tenor! ra­
ción. es la contradicción entre el en sí y el para si, entre la con­
ciencia y la conciencia de ti, entre el objeto y el sujeto, es decir,
la contradicción de! pensamiento abstracto en la, realidad sensible
o de la real sensibilidad iSinnlichkett) en el interior del pensamiento
mismo,» U b id - , p. 59.) La reconciliación universal significo supre­
sión de esas contradicciones, unificación del pensamiento y Ja reali­
dad sensible; significa conquista Fundadora de la unidad de lo tota­
lidad, y na reconquista tic un eslñdo perdido.
El presupuesto de la roen re litación universal viene dadu por la
verdadera naturaleza del hombre, su esencia, por lo que hasta ahora
no hacia utra cosa que allicnaixé. En el curso de la historia, el ham­
bre no se realizaba sino muy imperfectamente, puesto que '*113 reali­
zaciones lo reificaban. No obstante, el hambre creaba al mismo
(tempo las condiciones del rebasaniicnta de la alienación. El hom­
bre puede, por tanto, (re (encontrar su esencia- ■Reencontrar» sig­
nifica aquí: encontrar descubtiendo lo que constituía el sentido cul­
to de su ser y de su devenir, de su naturaleza hu,inana y de su
escueta natural y social. No tte trata de reencontrar un estado para­
disiaco y perdido, puesto que ene estado nunca ha existido aún; tam­
poco se trata de volver a una sencillez primitiva y no desarrollada,
a una pretendida, unidad original, de reencontrar una sencillez no
natural para d hombre. De lo que se trata — y lo que ios hombres
han de hacer pora que su ser y su hacer se deralicnen, por primera
vez en la historia de la humanidad— es de la «supresión positiva
de la propiedad privada, en cuanto alienación de si det hombre y,
para ello, de la apropiación real del ser humano por y para el
hombre; por tanto, del retomo ( Rückkehr) completo, consciente,
efectuado en el interior de toda la riqueza del desarrollo pasado, del
hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, en cuanto hombre
humano.» (Ibitl., pp. 22-23.) A.tf se realizará la «reintegración o el
retorno del hombre a si mismo fiíeiHíegrarion o d e r ñilckkchr d e s
tíenscíten in sich). la supresión de la alienación de si del hombre...»
{Ibid„ p. 22.) El rebasa miento de La alienación Fundamental, la

101
supresión positiva Je la propiciad privadlo, conducirá a lu apropia­
ción efectiva del ser human* — y del mundo— por y pora el hom­
bre; la supresión de la alienación propia del hombre permitirá la
realización de la reintegración, del retomo del hombre a sí mismo,
de la reconciliación universal; en esta reintegración, cale retoma y
u ta reconciliación, el antagonismo entre el hombre y la naturaleza,
cnlrt el hombre y el hombre, hallará su solución. El secreto del
origen, la naturaleza del hombre y de las cosas, el sentido vetado
de [oda actividad histórica podrá manifestarse en el seno de la
reconciliación. El hombre reintegrará t&mbión a su ser, su natura­
leza y su esencia; volverá a si mismo; se incorporaid a un lugar que
itanca ha habitado taciaviá. La esencia natural, humana y social del
hombre, su ser genérico, constituye eí presupuesto de la reconcilia­
ción universal: ella es lo que el hombre, y la humanidad, deben
reintegrar, sin que eso signifique que este retomo sea el retomo
a una posición o situación, que ya hayo, existido reíd mente.
La historia de la humanidad implica un enigma: ¿cuál es el sen­
tido de su devenir? Toda actividad humana seguia siendo hasta aquí
actividad sensible y laboral, pero alienada, y en consecuencia el enig­
ma permanecía sin resolver, y toda la historia era solamente historia
del desarrollo de las Fuerzas productivas y preparación de Ja solu­
ción del enigma. El devenir natural e histórico de la humanidad ha
croado las condicium» reales y materiales de la reconciliación del
hombre consigo mismo, con su trabajo, con los producios de su tra­
bajo y con el mundo. Iji evolución progresiva y ascendente de la
técnica hace posible, y necesaria, la revolución que desalíenará a las
trabajadores y el trabajo. La propiedad privada, la división del tra­
bajo, el capital y el maqviinUmo hán permitido al hombre exteriori­
zarse y realizarse, aun r cifrándose, desnaturalizándose, deshumanó
zandose; ahora, y sobre la base de U> adquirido, resta suprimir lo
que alienaba a los hombres, <En el hecho, precisamente, de que la
división del trabaja y el futereamólo son formaciones de propiedad
privada, se halla la doble prueba de que, por una parte, la vida Jmpno-
Ttw ha tenido necesidad, para su realización, de la propiedad privada,
y de que, por otra parte, actualmente tiene necesidad de Ja supresión
de la propiedad privada.* {ibid., p. JOh)
La técnica servia hasta ahora para la satisfacción injusta, parcial
y fragmentaria de las necesidades humanas, pero eso tenia lugar en
el interior del mundo de la propiedad privada, mundo que separa los
sujetos de Los objetos. L-a supresión de Ja propiedad privada permi­
tirá ai hombre recuperar su existencia humana, es decir, social, para
satisfacer fa totalidad de sus necesidades de una manera humana.
«La supresión de la propiedad privada es, por tamo. Ja emancipa­
ción completa de todas fas propiedades y de todos los sentidos hu­
manos; pero esta emancipación es posible precisáitieme porque esas
propiedades y esos sentidos han llegado a ser /ihiímmos, tanto subje­
tiva como objetivamente. El ojo ha llegado a ser ojo humano como
SU objeto ha llegado a ser un ubjeto social humano, proveniente
del hombre y destinado ai hombre. Los sentidos, por consiguiente,
han llegado a ser directamente, en su praxis, unos teóricos. Se reía-
clonan con la cosa por amor a la cosa, pero la cosa minina es una
relación humana objetiva consigo misma y con el hombre, y viceversa.
La necesidad o el goce lian perdido, pues, su naturaleza egoísta, y la
naturaleza ha perdido su simple urrJrdaíf, por el hecha de que la uti­
lidad ya llega a ser utilidad humana.* (ibid., p. El rebosa­
miento de la alienación, el frtomo del hombre a su na Incalerá hu­
mana, a su esencia social, la reconciliación universal, toda esta rein­
tegración del hombre, que por primen ve* puede llegar a Ser rea-
Tftiad, dignificará relio «amiento de la simple egoidad y subjetivldasl,
rebajamiento del reinado de la necesidad y del goce utilitarias y rRati­
tas; pero, correlativamente, significará rebasamiento de la simple ob­
jetividad y ah cridad, rebosamiento de fa reificaáón. Hombres y
cosas se comportarán de una manera humana. Todo ello puede
efectivamente ocurrir, puesto que la naturaleza humana, por su mis­
ma esencia, lo permite c incluso lo exige, aunque todo ello no haya
sido realizado todavía nunca. El hombre recuperará, pues, su huma­
nidad total, humanidad qtie todavía no se ha muñí testado nunca
plenamente; sin embargo, esta humanidad del hombre es d presu­
puesto del reba&auHcrtlü de la alienación, es decir, de Ja reconcilia­
ción universal. Aun queriendo llegar mucho más lejos que el indi­
vidualismo, e£ subjetivismo y el egoísmo (y correlativamente'. cJ ob­
jetivismo y el utilitarismo), el pensamiento de Mane sigue centrado
en el hombre, y, lo que es más, quiere humanizar y socializar todo
lo que es, sin querer reconocer ningún ser que rebase o funda­
mente el ser del hombre.
Lo solución del enigma de la historia del mundo, es decir, de la
historia de los hombres, la dialéctica de su devenir, 1h retdida¡J de
su tentído. la reconciliación de la actividad sensible y del signifi­
cado del trabajo, consiste en la apropiación conquistadora del mundo
y del hombre por el y para el hombre, apropiación que habrá dejado
muy atrás Ja propiedad privado. Hasta aquí, la verdad del devenir
histórico de la humanidad sólo s e ha mnnüfestado negativamente:
mediante 3a alienación; la supresión de la alienación permitirá, por
consiguiente, la apropiación del ser humano por el hombre, y la
apropiación por el hombre de todo lo que es. La supresión de lo
alienación subjetiva y 4c la alienación objetiva hará posible la apro­
piación del ser fa la vez objetivo y subjetivo) deí hombre y 4c las
cosas. El hambre no se apropiará así mis que de aquello que por
esencia te pertenece, sin que nunca (e haya pertenecido todavía efec-
tivartvtntc; es, pues, una «re * apropiación, una toma de posesión
por el hombre de la totalidad de las propiedades que, aunque le
pertenecen naturalmente, no le han pertenecido efectivamente hasta
ahora. La reivindicación de la vida humana real y material, y, con­
juntamente, la reivindicación de las múhlples riquezas del mundu
natural y social, imponen la supresión de ]n propiedad privada, fuente
de toda alienación. l,a sociedad de los fiambres puede y debe
— puesto que la esencia del hombre es indisolublemente natural,
social y humana— apropiarse natural, üodal y humanamente de la
totalidad del mundo. Las fuerzas esenciales y objetivas del sujeto
humano pueden y deben realizarse subjetiva y objetivamente dentro

104
del mino lIc In reconciliación, que no conocerá ya ni nucen¡dudes
cántelos ni u-alidades reificantíí». Todo ello puede efectivamente
tener lugar en el tiempo histórico, porque La naturaleza subjetiva
y objetiva del hombre, la esencia humana de todo lo que es, Id per­
mite y Id matulo-
iva esencia humana de todo ¡o que es — pues, según Marx, el
Mundo no es más que La totalidad de lo que es, tal como esa tota­
lidad se manifiesta y se produce a través de la actividad humana— ,
y la esencia humana del hombre, es, a la vez, lo que se ha alienado
a través de la historia y lo que hace posible el rehas&m¡cuto de la
alienación- Sin embargo, esta esencia humana todavía lio se ha ma­
nifestado nunca plenamente, ni siquiera ha existido empíricamente
en su plenitud y en su totalidad, Es Ja esencia del ser del hombre
y del ser en devenir de la totalidad, y espera su cumplimiento; es
en potencia y «p e r a ser en acto, pues hasta aquí la energía práctica
de les hombres no la realizaba. Toda la historia es la historia del
desarrollo de U técnica y de la alienación y al mismo tiempo historio
de preparación du la reconciliación universal, Toda la vida nece­
sitada o trabajada de los hombres implicaba la alienación. Ja pro­
ducía, y producía también las condiciones de su rebosamiento. «En
la industria ordinaria, material {que puede ser considerada como
una parte de un movimiento general, así como puede ser inter­
pretada como una parte particular de Ja industria, dado que toda ao
l¡viciad humana ha sido basta aquí trabajo, y por tanto industria,
acLÍvidad alienada a sí misma), tenemos ante nosotros, en forma de
objetos sensibles, extra ños (/remeter), ülites, en forma de alienación
(Lntfremdun¿}t las fueras esenciales humanas objetivadas,* (Ibid.,
página .34,) Habiéndose reificario, eii necesario inaugurar una era de
trabajo nu alienado para re-human izar lo que todavía no había sido
nunca verdaderamente humano, aunque emanase, por su naturaleza,
del ser del hombre. «Para que el "hombre “ llegue a ser el objeto de la
conciencia sertsibte, y para que la Tu-vesidad did 'hombre en cuanto
hombre" Llegue a ser una necesidad, Con vistos a eso toda la historia
es la hiilorüi del desarrollo {JLntvficklungsgeschichte},* (Ibid., pági­
na 36.)
Sin desviarse ni hacia la explicación de los presupuestos cinto
lógicos de la naturaleza humana, ni hacia el fundamento muta físico
de la escisión de la totalidad en mundo de los sujetos y mundo de
los objetos, Marx sólo se interesa en el devenir histórico que hoce
que la naturaleza llegue a ser para el hombre gracias a la actividad
sensible de la técnica. ÉL no se esfuerza en captor U verdad de la
historia tumi del mundo: «roda la infríente historia del mundo»; la
hemos visto asi, escrita en cursiva (ibid., p. 40). Lo que le interesa
apasionadamente, lo que anima su interés teórico y práctico es el
movimiento de La producción (La producción del hombre mediante el
trabajo humano y la producción del mundo de las riquezas) y las po­
sibilidades de uno plena satisfacción de los necesidades humanas.
El quiere remontarse al verdadero origen dd hombre, reconquistar la
verdad esencial para el ser humano, con el fio de que el hombre
pueda efectuar el movimiento del retomo, de la reintegración a sí

105
mismo. el re lome; hada un lugttr que constituye su propia morada,
aunque enin morada nunca la tuvo todavía. La «cu ela del hombre,
su verdadera naturaleza natural, social y humana, comí iluye n a mo­
rada nunca habitada todavía; los seres humanos, seres desplazados y
desarraigados, deben emplear su ser y su hacer pana efectuar ese
retomo, [ro l integración y (re-)conquisifl de aquel io que es el presu­
puesto fmetafisico) del rebosamiento de la alienación. £1 movi­
miento que remonta a los orígenes se realiza en la dirección del
porvenir; es una subida, una conquista, una integración, uno conci­
liación del hombre con aquello que él es y con todo lo que es, una
solución Inédita, radicalmente revolucionaría, una respuesta entera*
mente nueva a un problema provocativo, una c raptes-a que provoca
incluso una violenta provocación.
Los fuerzas esenciales del ser genérico del hombre se e*t crío ri­
laban y se alienaban, hasta ahora, para crear las obras de la historia
humana; esa* fuerzas constituyen, sin embargo, el presupuesto y ta
posibilidad de la reconciliación, y de lo que $c trata es de utilizarlo
todo para que quede abierta una vía de acceso a la verdadera realidad
humana. Esas fuerzas esenciales y objetivas deben llegar a ser lo que
son, a saber; motor de desarrollo de Ja actividad humana, vinculo
entre los miembros de la suciedad humana. En efecto, el individua­
lismo atomistíCO puede ser rebasado, puesto que la naturaleza del
hombre es social y panhumana por esencia. «E l punto supremo a
que llega d materialismo intuitiva, es decir, el malcrialiimo que ño
comprende la sensibilidad en cuanto actividad práctica» es le visión
de los Individuos aislados y de la sociedad burgués*, — El punto
de vista del antiguo materialismo es la sociedad burguesa, el pun­
to de vista del nuevo es la sociedad humana o ta humanidad social-,
afirman 1* S.‘ y la 10.* t e s i s sobre F e u e r h a c h .
T* * *
El presupuesto fundamental que permite el rebajamiento de la
alienación, a saber» la esencia (nunca empíricamente constatada
aún) del hombre, es de naturaleza metafísica. Es metafísica, en
el sentido tradicional de este término, puesto que rebasa los datos
de la experiencia, Marx nunca pudo constatar la existencia empírica
de esta esencia natural, social, humana y genérica del hombre, la
historia tic cuya alienación es exactamente la historia entera, y que
se manifcitará por primera vez en el reino de la reconciliación uni­
versal. Marx misino ignora la dimensión metafísica de su pensa­
miento; asi» escribe: «Los presupuestos con que comenzamos no
son presupuestos arbitrarios, no son dogmas, son presupuestos reales
de los que sólo en la imaginación es posible hacer abstracción. Son
los Individuos reales, su acción y sus condiciones de vida mate­
riales, las condiciones que ellos encuentran ante si, así canto las que
ellos producen por su propia acción. Estos presupuestos son, pues,
constatabas por vía puramente empírica.» {Id. oí.» p. 154.) Pero
Ja esencia genérica del hombre, ser natural, social y humano, que
ts para al mismo su propio fundamento, esa esencia todavía no
realizada y que sin embargo hace posible y necesario el rebasamiett-
lo do lu alienación, esc íundumenlnl pies upuesto metal isico, ¿es
conslathhle por vfn puramente empírica? Y I-h perspectiva de Ja ra­
idleal dfKallenaeión, Ja íe en la posibilidad de un rcbaaamienlo total
de toda alienación, la esperanza de la futura reconciliación universal,
¿se dejan fundar en los datos de la experiencia, están Implicadas
en el prestigioso desarrollo de la técnica liberada de todo enclave?
Marx piensa y escribe que «todo problema filosófico profundo se
reduce simplemente a un hecho empírica» (ibiít.. p. 141). Sin em­
bargo, ni el presupuesto óntitoantropoiógíco del rebosamiento de la
alienación, esa gloriosa y can plena naturaleza del hambre, ni ct
final del devenir histórico, el reino de la reconciliación, constituyen
hechos empíricos. El presupuesto del pensamiento de Marx y la
limitada amplitud de su visión son mctnfísicos, e incluso consti­
tuyen la desembocadura de la metafísica occidental, y ésta da naci­
miento a la ciencia y a la técnica que se aprestan a conquistar el
planeta entero en nombre del hombro que trabaja para satisfacer
sus necesidades.
1# dimensión metafísica del pensamiento filosófico de Marx, aun
queriendo rebasar el subjetivismo y el objetivismo, el idealismo y el
espiritual i timo, sigue centrada en la subjetividad humana, «subjeti­
vidad» que se ve socializada, y en una cierta concepción «materia­
lista* de la realidad. Partiendo de Jos impulsos y las necesidades
naturales, sensibles, reales y materiales del hombro, interpretando al
hombre como actividad sensible, real y material, considerando el
reinado de la reconciliación como un estado de concordancia entro
la manifestación de los sumidas humanos y el descubrimiento del
sentido dej ser en devenir de la totalidad, esta pensamiento tiene
por un Jm settíütu todo aquello que funda, rebosa, trasciende la acti­
vidad transformadora del hombre. La «espiritualidad* no forma
parte verdaderamente de la esencia del hombro, y por tanto no será
reintegrada después del rcbasamiemo de la alienación. En la vi­
sión metafísica de la naturaleza humana, la historia de tuya aliena­
ción es la historia entera y a lá que el hombre volverá después de
la supresión radical de todo lo que la alienaba, no hay espacio para
ninguna potencia «metafísica». Lo que llama la atención de Mane
c& la «relación materialista de los hombres entre dios, que está con­
dicionada por las necesidades y por el modo de producción y es tan
vieja como los hombros mismos, relación que presenta incesante-
meóte formas nuevas y por consiguiente una "historia", sin que ni
siquiera exista un sinscntído {Nottscns} cualquiera, político o reli­
gioso, que una todavía a los hombres de una manera extraordinaria».
{ I b i d . , p, 161.}

La metafísica negativo de Marx quiero que la esencia humana se


realice positivamente en la física social, dado que la historia misma
se halla rebasada en cierto modo. El comienzo, el acto de origen del
ser humano es ciertamente historia; «pero para él esa historia es
una historia que él conoce y que por lo menos es un acto de origen
que se suprime y se rebosa, con Ea conciencia, cñ cuanto acto de
origen.» (£c. Fit, pp. 74-79.) El hombre está alienado desde su
origen histórico, pero posee una esencia íntegra, la historia entera

207
es historia de Li alienación, y por tonto «hísíurin», Jo «sediciente
historio universal» no es más que historia de preparación del reba­
jamiento integral de la alienación; en consecuencia, de lo que ahora
se (rata, para el hombre, es de realizar su ser, nunca realizado todavía
en el líegar-a-ser-hambre de la Naturaleza. La historia del mundo
ha sido histurU de la alienación radical vid hombre y del mundo, la
historia «universal!» no ha sido nunca universal, Marx, volviendo
resueltamente la espalda a toda historiografía de simples anécdotas
o incluso de acontecimientos históricos, negándose a considerar en
modo alguno el devenir histórico como una abstracción, interpre­
tando el Mundo como la totalidad de lo que se muestra y se hace
gracias aJ trabajo dd hombre, quiere que el hombre se realice com­
pletamente en su trabajo transformador; naturaleza, técnica, Iroma­
nidad y técnico obedecen al mismo ritmo, riuno común, puesto que
están unidos en su esencia común.
Por consiguiente, se trata, para lus hombres, de fre-tencontrar el
sentido original de la unidad de todo lo que cu, esc sentido nunca
positivamente manlfestsdu todavía, Negando la negación, negando
todo lo que niega su ser, el hombre puede rúa liza roe por todos los
sentidos, instalándose, por la negación de la negación, en La posición
creadora y fundadora de la era de la reconciliación total. Descu­
briendo el scnttdu (oculto) de todo aquello que él es y de todo
la que es, ese hombre desembarazado de todos los sinsemidos meta-
físicos podrá realizar así lo que constituía su esencia, esencia que Ja
alienación recubría; así podrá recuperar, después de la supresión del
trabajo en cuanto alienación y después de U+ vupresiún de la pro­
piedad privada, lo que constituye su inalienable propiedad, es decir,
su humanidad panhumaita.
Marx, que forja esta perspectiva de la desa licuación coiai partí en
do de una interpretación metafísica de la verdadera naturaleza del
hombre, Marx, tan locamente optimista en cuanto a la posibilidad
de la reconciliación del hombre consiga mismo y con el mundo,
Mam, pensador rebabado en ocasiones por su propio pensamiento,
escribe también estas líneas: «La supresión de la alienación de sí
sigue el misma camina que lo alienación de al.»1 {lbid„ pp. 18-
19,) Tal vt¡¿. na lia llegada aún el tiempo de comprender este pensa­
miento del fundador del marxismo, esta contusión de que la reinte­
gración, el retorna del hombre a si mismo, la 'renovación* por el
hombre de su esencia, constituye en cierto modo u(l& ^renovación*.
una * repetición», un 're to rn o » de la misma alienación. La frase ci­
tada quiere decir, ciertamente, que el movimiento de Ja de&aJienacíón
recorre — en sentido inverso— el mismo camino que la marcha de
la alienación- Sin embargo, dice también que ía supresión de (a
alienación (de si) sigue el mismo camino que la alienación (de si).
Sin duda hace falta que se realice un determinado movimienlo para
que e] sentido Oculto de ese movimiento se manifieste, para que su
significado y eu dirección lleguen a ser visibles. Antes ele seguir un
camino no es fácil expresar el sentido de la marcha.
1. Dí* Auihehvng der SeHssteutfremdnn# merhr druelben We^, uíe d*e
S tih w ttm tfrm d ó n g , £d. Crduor, p . 232.
H. El comunismo:
naturalis mo-h urna nism o-so ci aíbmo

M o n t mi quiere detenerse en el conocimiento teórico d e l movi­


miento histórico. No se interesa, tampoco, en la crítica por la crí­
tica. Pues Jo crítica, lejos de constituir una «pasión de la cabeza*,
<s, por el contrarío, «la cabeza de la pasión*. «La crítica no es una
pasión de la cabeza, es la cabeza de la pasión. Na es un bisturí,
es un fuma. Su objeto es su enemigó* al cual quiere, no refutar.
Sino aniquilar.» {luir, a la crtt. de l& ftL det der. de ífegeí, t. I*
p. 87.) EL estado social y total de la alienación, desde mucho tiem­
po atrás parcialmente comprendido, criticado y refutado, no se atrae
tas iras de la crítica negadora de Marx sino porque éste quiere
preparar su radical y total supresión, capaz, y sólo ella, de conducir
a la humanidad hacia un porvenir abierto. F.n csé sentido, «el arma
de la crítica no podría en modo alguno reemplazar a la crítica de las
ansas; la violencia material debe ser derribada por la violencia ma­
teria].* (Ibid-, p. 96.) Toda teoría teorética ha estado alienada,
porque no ha captado la verdad de la realidad, la alienación de la
actividad de ios hombres. El pensamiento elaborado por Marx, aun­
que se inicia en la cabeza del pensador, quiere ser Instrumento prác­
tico y revolucionario, palanca de la emancipación materia! del prole­
tariado y de la humanidad. Fl pasaje que acabarnos de citar pro­
fligue en estos términos: *pcro la teoría también se hace violencia,
violencia material, tan pronto como capta a las masas. La teoría
es capaz do captar a las masas, tan pronto como procedí por de­
mostraciones od hominem, y hace demos trociónos ad hermnem tan
pronto como se hace radical.* f/bííf.) «Ser radical — prosigue
Marx— es tomar los cosos en la raíz; ahora bien, para el hombre,
la miz es el hombre mismos {¡bid., pp. %-97.) Y algunas líneas
mis adelante, precisa que «el hombre es, para el hombre, el ser
Supremo» y que, por consiguiente, el imperativo categórico de la
emancipación completa del ser natural, y social de] hombre sólo pue­
de formularse así: * invertir todas las relaciones en ci interior de las
cuales d hombre es un ser rebajado, esclavizado, abandonado, des­
preciable.* {Ibid*. p. 97.)
El hombre, triste héroe de la alienación, debo convertirse en el

109

i-t
héroe jubiloso de lii rccoridlladun; después de Iei inversión, me­
diante ia violencia material, de todas las relaciones qui; alienan al
hombre, el reinado del ñuft¿dni.wp reo i, dol humanismo consumada,
puede y debe instaurarse. Este human i* mu significará ia consuma­
ción de la verdadera nattiTCtletu del hombre, de su esencia social,
puesto que el hombre es un ser comunitario por escuda. El pensa­
miento filosófico que reconoce la verdadera naturaleza social del
hombre y pone al desnudo la alienación de ln historia humana
— pensamiento filosófico que denuncia el carácter ideológico de toda
la filosofía del pasado-— toma una parte activa en ct advenimiento
de la emancipación humana: pero no en cuanto pensamiento filo­
sófica (puro). Transformándose en herramienta de la revolución,
cambiándose en violencia material. *s como esc pensamiento puede
contribuir activamente a la instauración del naturalismo humanista,
el cual, a su vez, lo suprimirá, puesto que él mismo se habrá con­
vertido en realidad- 'A si curio la flloaofía halla en el proletariado
sus armas materiales, el proletariado halla en la flfosofia sus anuas
rníeJecruaJej,» Ubid., p. LD7,) Pues los héroes de la emancipación
del hombre, y no solamente de hx trabajadores, son los proletarios,
tos « r e s humanos más deshumanizados- «La füosofíü es la cabeza
de esa emancipación, y el proletariado' es ct corazón, La filosofía
no puede realizarse iiñ la supresión det proletariado, y el proleta­
riado no puede suprimirse sin la realización de la filosofía.* (Ibid.,
páginas 1D7.10ÍL)
La supresión de tu (ilusoria mediante m realización, la supresión
del proletariado mediante U emancipación del hombre, la supre­
sión de la propiedad privada mediante el movimiento comunista, la
supresión de todas Jos formas de la alienación, constituye la solución
del enigma de la historia, el fin de la tragedia. Esta solución radical
y total no puede por menos que disolver todos los vínculos — econó­
micos. políticos, religiosos c ideológicas —* si es verdaderamente re­
volucionaria; pues todos esos vínculos mantienen le alienación del
hombre. No basta con suprimir uno do esos vínculos, hay que supri­
mirlos todos y flj mismo tiempo. «N i que decir tiene — escribe Mar*
(Ec. FiL, p. W )— que lo supresión de la alienación piarte siempre
de la forma de alienación!,que efi Ja forma dominante*? La alie­
nación toma ciertamente forma* diferentes, pero la alienación eco­
nómica constituye La raíz de toda alienación y de todas las formas
que ésta puede tomar. Asi, la batalla se entabla en prirnerísimo Jugar
contra la propiedad privada.
La solución del enigma ele la historia no reside, sin embargo, en
un comunismo grosera y mecánico, un Comunismo que «suprime*
la propiedad privada genítraíiufTiíío/fl. La desaheoación no puede ser
únicamente económica. P.l cumunismo grosero no suprime la condi­
ción misma del obrero, sino que, por el contrario, la extiende a todos
Jos hombres; «La posesión física e inmediata significa para él el

J. tiwiudltlanirnlt, Mam pnxÜM dilicaclt) que t i (n h a c ir dominio tr de li


■líejudón « hj A lcm oil* la «n d r A r ln d e <f, < « trimwti l i tf^valdad jwJfoca
y n ll.npiití'íTa la Hacendad real, nulntel y pufcikv que ao tk n s otra medida
q u r r l l f l luLEntg-
objelivti único do 1» vitln y Jn existencia (Lebens tottí Dtuwins}; Lo
delerminuvióri det obrero lio es rebasada, sino extendida a todos los
hombres; quiere de mfttitím violenta hacer abstracción del talen­
to. e t o (Ec. Fíl., pp. 19-20.) El comunismo grosero c irreflexivo
Irvhen und ^edankeniosen KommttntíimiJ, ibiíf.l no niega la pro­
piedad privada; es la expresión positiva y generalizada de la misma,
pues, en forma de propiedad privada general y consumada, expresa
positivamente la propiedad (privada), suprimida solamente en cuanto
privada. La propiedad privada *c convierte así, únicamente, en pro­
piedad de la comunidad, y seguimos en el mismo mundo de la
alienación, ya que la comunidad! con linda manteniendo una relación
de propiedad! con el mundo do las cosas. «Esc comunismo, al negar
en todo la personalidad det hombre, ño es, sin embargo, más que ¡a
expresión consecuente de la propiedad privada que es esa negación,*
(Ibid-, p. 20.) La necesidad posesiva, la envidia y la concupiscencia
□ñlrcD el comunismo todavía grosero e incapaz de reconocer la ver­
dadera naturaleza del hombre; ni natural ni humano, esc comunismo
no hace otra cosa que colectivizar el individualismo egoísta y las
realidades reifí cadas* Entreviendo hasta qué ponto el comunismo
mecánico puede ser tomado por la forma y el contenido del movi­
miento de la dcsalieaaclón, Marx insisto muy particularmente en el
carácter grosero y limitado de esc comunismo que desea aniquilar
lo que no puede ser poseído por todas en cuanto propiedad privada.
En[reviendo incluso, quizás, hasta que punto tal comunismo trae el
peligra de pesar sobre La revolución comunista cuyo advenimiento él
prepara. Marx combate vigorosamente esa falsificación del comunis­
mo radical, que no es, en verdad, más que un capitalismo generalizado.
Queriendo que d hombre satisfaga la totalidad de SUS necesidades
□atúrales y humanas, y manifieste toda la riqticTn de sus propie­
dades esenciales apropiándose del mundo de una tu¡inera humana y
nu posesiva, el visionario del humanismo naturalista denuncia la
perspectiva que confunde d ser con el haber: «El comunismo gro­
sero no es más que la consumación de esa envidia y de esa nive­
lación partiendo del mínimo representado, Ttene una medida deter­
minada y (imitada. Lo poco que usa supresión de la propiedad pri­
vada es tina verdadera apropiación es lo que prueba precisamente
la negación abstrae la del mundo entero, de la cultura y de la civi­
lización, el retomo o la sencillez, contrarid a íu naturalezft del hombre
pobre y pin necesidades que todavía no tía rebasado la propiedad
privada, pero que ni siquiera ha llegado todavía a ella.» (ibid-.
páginas 20-2L)
El comunismo Irreflexivo universalira el capitalismo y es una
forma más del miserable mundo de la propiedad privada, que quie­
re instaurar la propiedad privada en cuanto haber comunitario posi­
tivo. 1.a comunidad humana no hoce oirá cosa que convertirse en
sociedad capitalista generalizada. «La comunidad no es más que

2, El) nuestras página» oonráttovlaf » I» ilictuciún tld »iigr, luaziús tenido


oobóii tamban de mlilnl de d o OilhiEliiiM) qirf npnnc ■] matríniUDia la ¡imple
comuiiiilad de 1u m n jim

211
la t‘r>iinimklULl del trabajo y de la igualdad del aala rio pagado por
el capital común, por la comunidad en cuanto capitalista general,»
itbid., p, 2 1 ,} La sombra del mundo antiguo pesa sobre el mundo
pretendidamente nuevo, y Mar* ha sabido, en un moro ruto* captar
esa sombra q¡u* cubre la empresa promételes de 1a emancipación
del hombre, Pero su fe científica en la posibilidad!, incluso en la
necea tetad de la completa y total supresión de (mías las alienaciones,
le impidió meditar atentamente esta perspectiva.
La limpió supresión de la alienación política tampoco constituye
una solución satisfactoria deJ enigma de La historia. El furniamem
to del verdadero comunismo no puede ni debe ser ni exclusivamente
-—o siquiera principalmente— económico* ni poUiicu. Al suprimir
únicamente c! Estado, y al reivindicar la igualdad civil para todos
los miembros de la comunidad, el comunismo político — de natu­
raleza democrática o despótica —- no llega a suprimir la propiedad
privada y la alienación del hombre (no del ciudadano). Del mismo
modo que cj comunismo grosero y económico no hace otra cosa que
generalIzar la propiedad privada y la esclavitud de la mujer, el comu­
nismo político no hace otra cosa que generalizar la igualdad cívica.
Marx insiste con fuer/a y repite en sucesivas ocasiones que nt> son
idénticos ni la simple supresión de la propiedad privada y el verda­
dero comunismo, ni la emancipación política y la emancipación hu­
mana. En i*a cuestión judía consagra página» penetrantes a la
insuficiencia de la emancipación política. «La emancipación política
constituye, en suma* un gran progreso. No es, ciertamente, la úl­
tima forma de la emancipación humana en general, pero es la última
forma de la emancipación humana dentro de los marcos del ur­
den del mundo existente, Entiéndase: hablamos aquí de emancipa­
ción real, de emancipación práctica.» (T. I* p. 179.) La emancipación
política no es ei moda absoluto y total de Ja emancipación humana,
porque el hombre, al liberarse políticamente, se libera por interme­
dio de una realidad particular. F.l estado no es unu realidad uni­
versal; órgano de la alienación, no es más que el ínter media rio entre
el hombre y la libertad del hombre, pues el hombre alienado se
remite al Estado para que éste realice su huirounidad, «Por consi­
guiente, el hombre se libera de una barrera, por ln mediación dai
Estado, poUricametue, elevándose por encima de rsn barrera, en con­
tradicción conmigo mismo, de un mudo abstracto, limitado y pardal,
Además, el hombro se libera políticamente mediante un rodeo, por
una mediación — aun cuando sea una mediación necesaria—.►[Ibid.,
página 174.1
Del mismo modo que la propiedad privada no puede ser abolida
efectivamente con medidas políticas encaminados a su anulación, así
tampoco la distinción del ser humano en hombre y en ciudadano no
puede ser rebasada por medios políticos. El comunismo que quisiera
ser exclusivamente — o principalmente — político no llega a suprimir
la existencia doble del hombre; su existencia de ciudadano, de hom­
bre público, en el seno de la comunidad política* y su existencia de
hombre privado que vive su vida particular* o, en otro? términos,
su existencia general, en la alienación, y su existencia particular.

til
en culi Iindicción cuii la antcriur, cu etiíuilu individuo que vive su
vlthi. Ln política, por más que trate por toilus lus medios de eri­
girse en vida genérica verdadera y no contradictarla, no lo consigue,
puesto que Implica la alienación. La vida política mi puede llegar a
ser la vida real del hombre, haga lo que haga: «no puede efectuar
eso más que poniéndose en contradicción vioietna con sus propias
cutidle iones de existencia* declarando la revolución en estado per­
manente; por eso el drama poUtko se termina necesariamente por
la restauración de la religión, de la propiedad privada, de todos los
elementos de la sociedad civil, coma la guerra se termina por la
paz.» {thiti., p, 181,} Así pues. Marx ha sabido ver también todos
Tus peligros que implica un comunismo po/í;ico más que total, comu­
nismo que no hace otra cosa que restaurar en otra forma política
todas las potencias de la alienación.
En efecto, la generalización de La igualdad política significa la
generalización de los derechos del ciudadano y no reconocer plena­
mente los derechos del hombre. El comunismo económico hace de
todos loa hombres obreros, el comunismo que preconiza la comuni­
dad de loa mujeres hace de todas las mujeres prostitutas, el comu­
nismo político — de naturaleza democrática 0 despótica— hace de
todos los hombres ciudadanos. Y ninguna de esos «comunismos»
se da cuenta de que el obrero, la mujer esclavizada al hambre y el
ciudadano no son más que figuras de lü alienación dol hombre.
Marx nOS Incita a constatar «el hecho de que los pretendidos dere­
chos del hombre (die sagenannten Menschcnrcchte* (lie droits de
íhom m ei, distintos de los droits du citoyen* no son nada más que
los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hom­
bre egoísta, del hombre separado de los hombres y dd ser común.»
{ibfd-p P- 192). La verdadera revolución comunista no podría, pues,
Ser política, como lo fue la revolución burguesa, sino humana y social;
«sólo cuando d hombre haya reconocido y organizado sus " [orces
pTopres"* como fuerzas sociales, y en consecuencia ya no separe do
¿1 la fuerza .social en forma de fuerza poltiiea, sólo entonces estará
consumada la emancipación humana*. {íhld., póg. 202.) Al dejar
de ser ubrera alienado y ciudadano abstracto es cuan do el hombre
puede llegar a ser lo que ól es: hombre genérico. Al dejar de ser
individuo egoísta es cuando puede recuperar su esencia comúnitaria.
Lá reasunción por e! hombre de todas sus propiedades, la supresión
del obrero y del ciudadano en provecho del hombre real, la reasun­
ción por el ser genérico de todas las actividades: he ahí el sentido
de la emancipación humana. Así pensaba Marx, al intentar conjurar
el espectro dui comunismo político.
La .solución del enigma de la historia, oí ptíntipálmente político
ni principalmente económico, tampoco puede consistir en la simple
supresión de la alienación religiosa. Supresión de la alienación reli­
giosa y comunismo do son idénticos: *tn embargo, el comunismo está
constitutivamente ligado al ateísmo. sF.1 cíiimmismq comienza ton

3 , finja* du eílritwji; derechos drl ciudadano; en Ínuitví en et leitode Man.


1 . I'rirrw pmprei; fueteas propias; nn fruncen en el texto d* Mrnx,
Zia
pronlo t u n » comienza el ateísmo», dice Mam (fie, fiil., p. 25), en­
raizando nsí d humanismo en el ateísmo, No obstante, prosigue,
*d ateísmo esii, en un principio, muy Jejos todavía de ser cotíhí-
itisnjo, ya que ese ateísmo es más bien una abstracción. La filan­
tropía del ateísmo na es, primeramente, más que una filantropía
filosófica abstracta» en tanto que Ja del comunismo es en seguida
real freell) y está directamente encaminada a la acción iWirkurig).*
flbid-} El ateísmo que se detiene al nivel de Ja oración de un ser
trascendente a la naturaleza y al hambre, negando Ja alienación reli­
giosa. no es lo bástante radical. Al suprimir a Dios y a la religión,
al posar de la esfera teológica a la problemática antropológica, el
ateísmo instaura ciertamente el humanismo, pero sigue siendo abs­
tracto; pues la simple negación do Dios o la simple negación de La
religión que niega al hombre real no significan todavía Instauración
del temado de ta verdadera positividad del hombre. La * muerte de
Dios», el asesinato de Dios por los hombres no hasta puní fundar el
comunismo m Cuanto posición humanista «absoluta» basada en su
propio fundamento. La posición, en cuanto negación de la negación,
partiendo de la cual se erige el comunismo, oprehcn.de al hombre
natural como el ser. «El ateísmo, en cuanto negación de esa Inesen-
tialidad [la inéscncíalidad de la naturaleza y del hombre, desde el
punto de vista religioso], no tiene ya sentido, pues es el ateísmo
una negación de Dios y, con esta negación, establece la existencia
del hombre (das Dasein des Menschen); pero d socialismo en cuanto
socialismo/ ya no tiene necesidad de esta meditación; parte de ta
conciencia teórica v prácticamente sensible dei hombre y de la natn-
raleza, considerados como el ser (des Htgsenj),» ilhid u p, 4Í>,}
El comunismo esencialmente económico quiere suprimir no la
propiedad sino la propiedad privada, y emancipar al hombre por la
mediación de la propiedad (generalizada); e) comunismo que se opo­
ne groseramente al matrimonio y al amor monógamo, y preconiza
el retando de la comunidad de las mujeres, tiene que pasar, para
realizar su sucho, por la mediación de Ja prostitución universal; el
comunismo esencialmente político intenta suprimir un cierto tipo de
Estado, y quiere liberar al hombre por la mediación del Estado,
transformando a todos los hombres en ciudadanos iguales; el comu­
nismo que suprime a Dios y que pasa por Ja mediación de esta ne­
gación para establecer al hombre nn IJega a aprehender la esencia
fundamental de la naturaleza y del hombre- Todos estas supresiones
particulares, todas estas negaciones de Jas negaciones que niegan el
ser genérico del hombre, tienen todavía necesidad de Ja mediación
y de la supresión de Ja alienación, sin llegar a establecer taiciaímente
el ser del 1tambre natural como fundamento de todo lo que — por d
hombre— es. Sin embargo, la radical supresión de la propiedad
privada sigue siendo el presupuesto de toda emancipación total, y
constituye la condición previa de la realización dd humanismo próc-

5. KU tfimiitt ujriííÍHns et aquí nbsutniaitumh' equivuientit al termino po-


niunfvfti.il,

1H
Uto y punitivo, deJ humanismo quo pixtcetle positivamente de sí mis­
mo y rebosa aquello que lo prepara,
IU comunismo que quiere suprimir unle todo la alienación reli­
giosa paree* ignorar que la supresión positiva de ia propiedad pri­
vada significa supresión positiva de ia raíz de toda alienación, y por
tanto de La alienación religiosa también. La supresión positiva de
la propiedad privada no constituye todavía, sin embargo, el ser pleno
del comunismo consumado, >E1 ateísmo, en cuanto supresión de
Dios, es el devenir tícl humanismo teórico: el comunismo, en cuanto
supresión de la propiedad privada, es la reivindicación de la vida
humana real cunto propiedad suya, reivindicación que es ct devenir
del hiimaníatna práctico; en otros términos, el ateísmo es el huma­
nismo mediatizado por la supresión de la religión, y el comunismo es
el humanismo mediatizado por la supresión de la propiedad privada.
Sólo con la supresión de esta mediación — que sin embargo es un
presupuesto necesario— nace ct humanismo procedente positiva­
mente de si misino, el humanismo positiva.» [lbíd.t p. 66.) La
supresión de ia propiedad privada es la negación — y Ja mediación —
más necesaria, sin ser absolutamente suficiente para fundar positi­
vamente el humanismo comunista; la supresión del Estado, de Dios
y de la alienación religiosa derivan de la primera negación y, aun
dehiendo también ser realizadas propiamente, n& puedas constituir
por sí solas el sentido del comtmismo humanista. Ni que decir
lien* qu*, asi como no se trata de generalizar la vida económica (y
la propiedad privada}, la vida política de los ciudadanos (y el poder
del Estado), tampoco puede tratarse de generalizar la vida religiosa
<y la divinidad). El hombre no tiene que llegar a ser dios después
de ia supresión de Dios; desembarazado do (odo aquella que trai­
ciona so verdadera naturaleza, sólo tiene que llegar a ser lo que él
es, hombre real que descansa en sí mismo y que es para sí mismo
su propio fundamento. El hombre tampoco tiene que llegar a ser
superhombre, una vez que deje d* desarrollarse bajo el cielo pre­
ñado dé dioses; eran los dioses los considerados como superhom­
bres. El hombre, ni dios, nf superhombre, ni subhombre, debe rea­
lizarse positivamente a través de su humanidad, *EJ hombre, que,
en la realidad imaginarla del cielo cu que buscaba un superhombre
( Ubet'HTCttJíftettJj sólo ha hallado su propio reflejo, no se sentirá incli­
nado a hallar más que su propia apariencia, el no-hombre (Untnerts
chen), allí donde busca y debe buscar su realidad verdadera (wahre
Wirklicftkeít),» (/itír. críí. jü, der. de íiegei, t. I, p. 83.)
La solución del enigma de la historia no es ni esencialmente eco­
nómica. ni esencialmente política, ni esemáalnwntc anti religiosa, peco
tampoco esencialmente ideológica; la supresión positiva y radical de
la alienación no puede ser eJ resultado de una modificación de la
conciencia y d d pensamiento. Interpretar de forma diferente Eo que
existe, sin cambiarlo efectivamente, significa, reconocerlo y conser­
varlo por medio de otra interpretación teórica; forjar teorías nuevas
con vistas a un porvenir nuevo y mejor sigue siendo un trabajo
ideológico y alienado, filosófico y abstracto. La critica teórica del
mundo existente a ia edificación filosófica rio un pensamiento que
quisiere preparar un mundo nuevo, minen pueden reemplazar a la
práctica real y junterial, La fueran motriz de la historia no es la
teoría {ya sea justificativa, crítica o abstrae lamente revolucionaria),
sino la revolución efectiva, No obstante, la práctica del humanismo
consumado presupone también una teoría que denuncie implacable­
mente e) doble aspecto de 1h ahemición, de la alienación real y de la
alienación del pensamiento y de la conciencia. El círculo que une
el pensamiento ‘{y Lh conciencia y la teoría) a la acción (y a la prác­
tica y la realidad) no es, tal vez, solamente dialéctico, sino también
vicioso. Si bien, considerando la teoría como derivada, Marx no
deja de reconocerle también uña potencia creadora. Colocando, de
entrada, el pensamiento al Jado de la teoría sobre la base de una
separación bailante tosca de la teoría y la práctica, Marx no sabe
muy bien qué hacer con el pensamiento; éste siempre queda tachado
de ideología, y eso es también cicnu para el pensamiento revolu­
cionario. No obstante, la toma de conciencia, la teoría revoluciona­
ría y e! pensamiento que guía la acción son presupuestos nece­
sarios — aunque en modo alguno suficientes— pare el movimiento
comunista, e incluso fundan «se movimiento, si bien el mavimien-
to se desembaraza de ello» a medida que va cumpliéndose.
Un pasaje del único libro de Marx escrito directamente en francés
podría tal ve/ ayudarnos a comprender lo que es la teoría revolu­
cionaria y lo que puede acontecer coc el pensamiento comunista en
el curso de su realización. En Miseria de la filosofía, respuesta a. la
filosofía de ta miseria de Ai. Prottdhún encontramos este pasaje;
«Así como los ecoriomisíos son loa representantes científicos de la
clase burguesa, así los socialistas y los comunistas son Jos teóricos
de la clase proletaria, Mientras el proletariado no está todavía lo
bastante desarrollado como para constituirse en clase, y por consi­
guiente la bicha misma no tiene todavía un carácter político, y
mientras las fuerzas productivas todavía no Se han desarrollado, en el
Reno de ia burguesía, lo bastante como para dejar entrever las condi­
ciones materiales necesarias puin la liberación dd 1 proletariado y la
formación de una sociedad nueva, esos teóricos no son sino utopistas
que, pare remediar las necesidades de las cía son oprimidas, impro­
visan Eistetn&í¡ y corren t ™ una ciencia regeneradora, Pero a me­
dida que ía historia marcha y que con ella la lucha del proletariado
se delinca más nc-tamente, ellos ya no tienen necesidad de buscar
ciencia en su espíritu, sólo tienen que darse cuenta de lo que sucede
ante sus ojos y hacerse órgano de ello, (Taro* ¿lo que sucede ante
sus ojos no sucede lambida bajo la Instigación de su pensamiento?]
Mientras buscan la ciencia y no hacen otra cosa que sistemas, mien­
tras están en ios comienzos de Ja lucha, no ven en la miseria más que
la miseria, sin ver en ella el lado revolucionario, subversivo, que derrí
bará la sociedad antigua- Desde csic memento, la ciencia produ­
cida por el movimiento histórico [que sin embargo es también un pro­
ducto de la ciencia] y asociada al mismo en pleno conocimiento de
causa, ha dejado de ser doctrinaria, se ha convertido cu revolucio­
naria,* ÍEd. Coates, pp. 14#-149,1 Así pues, llegará un momento
en que la teoría, se asociará tan completamente a la acción que
dejará de aci titi lo doctrinaria y wa Lurihukliró con el movimiento
revalucUinmriu de ia práctica sociid. I„h negación ¡Je las ideología i
del pasado y la suprisión de 1n nlienndón del pensamiento y de la
conciencia, y sobre todo la edificación del pensamiento revolucio­
nario sobre Ja base de la realidad revolucionaria, son a todo punto
necesarias, aun cuando no surt sino presupuestan del humanismo
práctico y consumado. Pues todavía dichas negaciones y supresiones
son mediaciones que serán rebasadas por la instauración de] comu­
nismo en cuanto posición [undamentalmente humanista y práctica,
positiva y real.
El verdadero comunismo tro generalizará la teoría y la Filosofía,
no hará de todos los hombros «pensadores»; asi como no se trata
de generalizar la vida económica, la vida política y la vida religiosa,
tampoco s* trata de generalizar la vida contemplativa o incluso teó­
rica. Negando (odas las negación» que niegan d ser genérico del
hombre, rebasando la negación de la negación, el comunismo será
esa posición nueva que ya no tendrá necesidad de la propiedad pri­
vada di del Estado, de la divinidad ni de las ideas. Lejos de querer
generalizar 1¿ filosofía — aun cuando Fuese la filosofía revoluciona­
ria — el comunismo quiere suprimirla, realizándola. No obstante,
veremos a continuación iodos los graves problemas que plantea esta
supresión del pensamiento filosófico.
* * *
La solución del enigma de la historia, el rebasamiento de todas
las alienaciones. Ja reconciliación del hombre can [a naturaleza, con­
sigo mismo, con los demás hombres y con la totalidad del mundo,
no t i ni esencialmente económica, ní esencialmente política O filo­
sófica; en consecuencia, es total y pasa por la negación revolucio­
naria de Ift totalidad del mundo existente, «be trata en realidad y
para el materialista práctico [y no el filósofo materialista], es decir,
el comanfcta, do revolucionar el mundo existente, de atacar de modo
práctico y de transformar las cosas que ha hallado.* {ItL til
página 1ÓG.)
Revolucionar el mundo existente signifita; suprimir lo quo es,
puesto que todo lo que es está alienado y es alienante. Hay que
suprimir, lo primero de lodo, ln base más real de la alienación, a
saber, la vida económica: U propiedad privada, e1 trabajo alienante,
U condición misma de trabajador, la úívisón cid trabajo. Para que
la reconciliación pueda real litarse, es necesario que lo vida econó­
mica sea suprimida tu cuanto tal, Este supresión es el presupuesto
de la de salir tinción, aunque todavía no basta en modo alguno para
fundar positivamente el humanismo comunista. El comunismo no
es un movimiento que se agota en lo económico. Sin embargo, Marx,
pensador de la economía, queriendo liberar a] hombre del poder de
la economía, puestos los ojo í constantemente en aquello que los
fascina, afirma: «Su organización [la organización del comunismo]
es, por consiguiente, esencialmente económica»1, ( íbid-, p. 231.)

6. »¿rvi ttluiidir«ng júf riaher to&enLlrh niattírrM-ttvti (trfHui, p- 369),


Marx dice eso, no del comunismo groseramente económico, sino del
verdndoro comunismo, de jh comunismo. Quien quiere rebasar el
primado de lo económico escribe eim todas las letras que la orga­
nización del comunismo es esencialmente económica. El revolucio­
nario que quiere suprimir todo lo que es, tropieza con una realidad
difícil de rebasar. El espectro de la economía no se deja conjurar
fácilmente, y el problema económico, ligado aí di la técnica moderna,
es extremadamente difícil de resolver.
Marx quiere, empero, que el hombre, al suprimir la raíz de todas
las alienaciones, al suprimir la propiedad privada en cuanto aliena­
ción del hombre, reencuentre, recupere, reintegre y conquiste su
verdadera naturaleza, su ser indisolublemente natural, humano y so­
cial. Abandonando todas sus moradas alienadas — ei mundo econó­
mico, el mundo político, la familia, la vida religiosa y la vida ideoló­
gica —, el hombre debe llevar a cabo ese movimiento de retorno
— y de reintegración ifteintegratio» Oder Rückkehr) — a su existencia
naturalmente humana y humanamente social, existencia y esencia
que constituyen una morada que él minea había habitado todavía,
puesto que La historia entera es la historia de la alienación, de fe
pérdida del hombre- La supresión positiva de ia propiedad privada
conduciré al hambre a la apropiación no posesiva de Ja naturaleza,
tai como ésta se manifiesta a través de sus necesidades y de su acti­
vidad, a la conquista de su origen, de su ser y de La totalidad det
mundo. Asi podrá entrar en la Fase de Ja reconciliación universal,
suprimidos todos Lqs antagonismos entre el hombre y la natura!erar
ci hombre y Jos hombres, la subjetividad y la objetividad, la Libertad
y la necesidad, la realidad y el pensamiento. En el seno de esta
reconciliación, Las relaciones que unirán a los hombres a la natu­
raleza y entre ellos serán naturales y soclalitiente humanas, y no
* económicas!, «Este comunismo es, en cuanto natura Lismo consu­
mado, humanismo {vottenrfeler fíaturalistims — Humamstrtns), y en
cuanto humanismo consumado, naturalismo' f vottendeter ¡hintattis-
imits — Naturñtismusj; ca la verífurferít solución del antagonismo entre
el hombre y Ja naturaleza y entre el hombre y el hombre, la verda­
dera solución de !a lucho entra la existencia fEí/stcri^i v la esencia
fWestn}, entre la objetivación y fa afirmación de sí, entre la libertad
y la necesidad, entre el individuo y lo especie [por tanto, es la recon­
ciliación total y universal]. F.s el enigma resuelto de la historia, y se
conoce a si mismo como solución> (Econtunie pnf ¡fique eí nfrííoso-
pftíe, página 23.)
La alienación es radical, aliena la raíz misma del hombre, es
decir, su humanidad natural y social; por lanío. La solución de los
antagonismos, en el curso de los cuales Naturaleza. Hombre y Socie­
dad aparecen como po leticias disi intas y en lucha, tiene que ser total.
Esta solución permitiría al hombre recuperar su esencia, manifes­
tarla éñ su existencia y no separar ya la totalidad de lo que es del
ser. ese ser del mundo indisolublemente natural humano y social.
El hombre .se reconciliaría a*¡¡ con el Mundo, pues el mundo es, se­
gún Marx, la totalidad de todo lo que se descubre (se hace visible.

111
dice iM ) y se constituye: gracias n lu ucl ¡viciad Lola! del hombre
“ -ser esencialmente práctico y realizador.
L 1 comunismo, (re-¡¡encontrando la esencia común de todo lo que
es, será humanismo consumado; el hombre llegará a ser lo que
£f es pero que nunca ha sido todavía; Ser, gracias al coai todo Jo que
es, es, pues todas las «cosas* llegarán a ser pana él objetos cargados de
humanidad, por su subjetividad objetiva o social. En cuanto huma
Diseño consumado, este comunismo será tmturalistoi. Reconociendo la
totalidad de las necesidades naturales del hombre y encaminándose
a la natisfacción plenaría de las mismas, este naturalismo sabe que la
□aturalcza no es «nuda* sin el hombre, sin que eso signifique que
ella «erií/r* por y para el hombre; la naturaleza &e manifiesta cu
cuanto naturalota, y llega a ser naturaleza del hombre, y naturaleza
para el hombre, a través do la vida social y del devenir histórica de
los hombres, indiferente hacia la gran Naturaleza, la Físls, la natu­
raleza digamos cósmica, Marx ha tenida siempre a la vista la natura­
leza (social!) del hombre, «La esencia humana de la naturaliza na
existe sino pare el hombre social; pues es ahora, primeramente,
cuando ella existe para él como vinculo con el hombre, como exis­
tencia de si pare otro y de otro para si, como elemento vital de la
realidad humana ( mcnschlichcn WirkitchkelX}'. sólo ahora es cuando
ella está ahi (e rjl fiier ist síe da), en cuanto fundamento de su pro­
pia existencia humana. Sólo ahora es cuando su existencia natural
(natiirlichet Dasein) se ha convertido para ¿I en existencia humana
( menschUches Dastin), puesto que la naturaleza se ha trasmutado
para él en hombre. La sociedad es. pues, Ja unidad esencial y
consumada del hombre con ln na tti releja, la verdadera resurrección
( Rettitrrckiion} de le naturaleza, la rcaliíatcíÓJl del naturalismo del
hombre y la realización del humanismo de la naturaleza.* {fbíd.,
página 26.) Por consiguiente, el comunismo realizará la esencia co­
mún de aquello que es por esencia n&luralcza-humamdad-saciedad.
y. en este sentido, será naturalismo consumado, humanismo consu­
mado, socialismo consumado. Será todo eso en cuanto humanismo
activo, práctico y realista.
La desalietlacjón del humbnc es al mismo tiempo una desaliena­
ción de la naturaleza; el socidiistno realizado será una resurrección
de la naturaleza. Este retorno de la naturaleza a la vida — la natura­
leza que empieza a morir r«n pronto como empieza a existir, puesto
que aquello por lo cual ella es, la actividad humana, en todo tiempo
estuvo alienado y fue alienante— es llamado por Marx resurrección.
Sin embarsD- 1» resuireccfóM de la naturaleza, asi como la reintegra­
ción o el retorno de) hombre a si mismo, no es más que d retomo a
una vida nunca vivida todavía. Al resucitar, la naturaleza reintegrará
— o retomará a — su natura leía, naturaleza que. hasta el presente,
no hn existido sino en la alienación. Los términos mismos ■ — fiiícfc-
Iceftr, Reintegra! ion, Resurrektion^ de que Marx hace uso (más aba­
jo veremos que habla do reconquista del hombre. mensUehc Wíe-
(ícTgeumnjotgJ podrían hacer pensar que, al término del proceso <cs-
calnlógico*, seria el paraíso perdido ó la edad de oro lo reencontrado,
reintegrado y reconquistado, y que este movimiento conduciría al

219
paraíso terrestre. Y, en efecto. la «profecía» cumuniíta de Mari,
que aspira a la realización sobre Ja titira do la felicidad de Fus hom­
bres — dado que Ja sociedad socialista significa la reintegración* el
retorno, la resurrección y la reconquista oc uoa esencia perdida y
alienada— implica una cierta visión escatológica y judía- Lo exi­
gencia de justicia y de par. universal, d sufrimiento provocado por
el desarraigo del hombre, la negación de un paraíso celeste derivan
de aquélla. Pero M an no piensa ni cree en un paraíso perdido a
en una edad de oro det-i parecida. asi como tampoco en un fin de la
historia humana. £ 1 rw> habla de un comunismo prehistórico y pri­
mitivo que constituyera la tesis contra Ja cual so opone la aufúesis,
la historia universal de Ja alienación, y que sería reencontrada y re­
creada, o un nivel superior, en el seno del comunismo desarrollado
(negación d e la negación y nueva posición). Según él, toda la historia
humana ha sido historia de la alienación, sin que nada preceda his­
tóricamente, u ómícamente, a la alienación. Lo que se aJienalKi era
la naturaleza social del hombre; se trata* pues, do reencontraría, per­
dida desde su manifestación, pero este movimiento de reconquista es
absolutamente nuevo e inédito. El presupuesto de la reconciliación
es «metafísico*. puesto que esa na tura] « a precede a toda experiencia*
pero Ja realización debe ser física, humana e histérica.
La realización del naturalismo del hombre en el eje del humanis­
mo de la naturaleza sólo puede tener lugar por obra de la sociedad
y s través de la vida y de ta actividad social de los hombros. No
hay que privilegiar ni tn naturaleza a expensas del hombre y de la
sociedad, mí al hombre a expensas de la naturaleza y de la sociedad,
ni la sociedad a empentas de la naturaleza y del hombre. Propia­
mente hablando, ni siquiera hay que distinguir entre ellos esos tres
aspectos del mismo ser, del ser común, del ser en devenir de la
totalidad- Indisolublemente naturufeta, humanista y socialista, el
comunismo rectmcilianí lo que estaba en lucho. Marx advierte: «Hay
que evitar ante todo fijar de nuevo la ■Sociedad" como abstracción
Frente al individuo. El individuo « el ser social.* {Tbid.t p. 27.)
Pues ni la muerte misma impide que et individuo sea ser genérico,
en el devenir histórico de la humomdnd; ei individuo determinado es
mortal en cuanto ser genérico individualizado. ¿Acaso el individuo
no deja, hasta después de su muerte, subsistir los vestigios de su
paso por le tierra? ¿No es la memoria histórica de los hombres el
depositario terrestre de tos acciones y de las actuaciones de Los indi
viduE» pe recedores?
Mam suprime las tres tesis fundamentales de la teología y dt? ía
antropología metafísica; tilos, la libertad y Iei iimjurialidfld del alma.
Dios es suprimido por la posición fundadora del ser humano: La
libertad coincide con la necesidad en ti reino del comunismo inte-
(tral; la inmortalidad dd alma es negada también, puesto que no hay
más que ln existencia ^genérica y real — dul hombre real que sea
efectiva, o los vestigios que esa existencia puede dejar subsistir en
el devenir histórico después de su muerte, vestigios que expresan,
sin duda, mucho más la dimensión genérica de] individuo que su
particularidad determinada, Marx opera todas estas supresiones de
mm manera hits unte brutal y putu contemplativa, y Jo íitieu en nom­
bre del humanisirio predica.

El verdadero comunismo, naturalista, humanista y socialista,


suprime todas Jas blicitaciones, y todas las mediaciones torcidas, para
edificar el mundo de la emancipación humana, para permitir al hom­
bre que despliegue toda su potencia, que realice totalmente su vo­
luntad. Este comunismo tiene el rostro vuelto hacia el porvenir.
Por consiguiente, no hay que imputar al comunismo las necesidades,
las limitaciones y las intenciones creadas por el régimen de la alie­
nación pasada y rebasada. I-a envidia, la concupiscencia, la nece­
sidad de goce inmediato, posesivo y utilitario, el sentido del haber,
la moral ideológica y las exigencias de la conciencia no serón los
móviles de la acción humana, cuando et hombre, totalidad viviente,
haya encontrado su unidad en e) seno de la unidad del ser en devenir
del mundo. Cuando el hombre baya rebasado su Eraccionam lento y
la dualidad — entre d aspecto sensible y material y el aspecto signi­
ficativo y espiritual de los senes y de Las cosos — paro encontrar su
unidad, unidad que expresa la unidad de su esencia, entonces podrá
apropiarse de su ser de modo universal, apropiándose al mismo tiem­
po de ta esencia universal de todo lo que es, Marx, sin preocuparse
demasiado de la diferencia que separa tuda unidad original de una
empresa de unificaxtión, sin dejarse turbar demasiado por la extrema
dificultad que implica toda tentativa de re-unión de lo que estaba
separado, piensa que el humanismo activa engendrará el hombre to­
tal y Ja sociedad total, y que Ja actividad total de los hombres se
insertaré orgánicamente en la totalidad. «El hambre se apropia de
su aer universal (allseitiges Wesetij de un modo universal frtifííií'íge
Art), y por consiguiente en cuanto hombre total, Cada una de sus
relaciones humanas ton el mundo, ver, ulr, oler, gustar, sentir, pen­
sar, mirar, experimentar, querer, obrar, amar, en suma, todos Los
órganos de su individualidad, asi como los órganos que son, turne
difltamente, en su forma, órganos comunitarios, son. en su relación
objetiva o en su relación al objeto, Ja apropiación de eso objeto, la
apropiación de la realidad humane,' su relación al objeto os Ih mani­
festación activa de la realidad hutwma.* (íhid,, p, 29.) Ser da la
totalidad, este glorioso hombre total, no perdiéndose ya en el objeto,
no separando ya el objeto del sujeto, y manifestando activamente
su realidad humana en sus empresas realizadoras, expresará el ser
mismo de la totalidad que se descubre al hombre, porque es la raíz
de todo lo que es, puesto que hace que aquello que sin sli trabajo
no existiría, sea-
La supresión positiva y radical de Ja propiedad privada, raíz de la
alienación, y no su simple abolición o su generalizacióa, conduciré
a la emancipación completa de todas las propiedades humanas e in­
cluso hará que Las cosas se comporten de una manera humana res­
pecto ni hombre. El hombre nuwó manifestaré así toda la riqueza
de sus necesidades naturales, humanas y sociales, su pasión se
convertiré en acción, su líber 1,0.1! coincidiré con la necesidad. Los

221
^uCrrimiciTlos humanos habrán adquirida también un sentido cnlcra-
tíiL-rate nuevo, a] convertirse igualmente en potencias que enriquez­
can la vida humana. El sufrimiento ( L e id e n ), lo pasión ife tid e us-
cftaft) y la incitable negatjvídad podrán transmutarse en móvil
de goce y de acción positiva. «Se ve cómo, en el lugar de la ri­
queza y de la miseria de la economía política, entra en escena el
hombre rico y la necesidad humana rica* El huttibre rico es al mismo
tiempo e] que tiene necesidad de una totalidad de manifestaciones
humanas de la vida, el hombre en quien su propia realización existe
Como una necesidad interior (muere JVoíii'endfgfteít), como una nece­
sidad necesaria i fio r|. No solamente la riqueza^ sino lambido la po­
breza del hombre recibe de igual modo = e n el preso poeto del
socialismo— una significación human» y por consiguiente social.»
Ubid., p. 37,1
El hombre total vivirá. desde luego, en una sociedad total. Por
otra parte, hombre y sociedad tío son. más que dos expresiones dife­
rentes del mismo ser único. Esta vida natural (puesto que la so­
ciedad nueva será 1n resurrección de la naturaleza), humana y social,
dará una vida nueva y un sentido nuevo a todas las obras del hom­
bre y todos los fenómenos de! mundo. Pues, en el seno de la recon­
ciliación universal, las cosas mismos habrán rebasado su alienación
y su nejfícación, y empezarán a existir plena y positivamente en
cuanto productos del hombre. La naturaleza trabajadora del hom­
bre, la consustancialidad del hombre (individual) y de la sociedad
(de los hombres), la entera transformación de la naturaleza en his­
toria serán realidades en la nueva situación social que hará coincidir
— ¿peio cuál vendrá a ser su diferencia?— la sensibilidad v la Signi­
ficación, ¡a «materialidad» y la «espiritualidad», ios seres y ios cosas,
la realidad y el pensamiento, la práctica y la teoría; sin embargo,
los 5eniidos, la práctica material y real, el ser humano, aun después
del retesamiento de la alienación, predominarán, en relación a lo
que es espiritual, pensamiento, contemplación y teoría, sentido del
set de la totalidad. «El naturalismo o el humanismo consumado
difiere tanto de¡ idealismo como del materia Hsrno, y n al mismo
tiempo la verdad que utic ambos*, oíirrnu Marx (íbíd., p, 76).,
quien, sin embargo, no deja de definir ni hombre de su humanismo
real com o material id a práctico, ni de reducir toda actividad ti la
tic lindad sentible. Aunque la unidad total debería realizarse en d
recto de ¡a reconciliación universal, una de las potencias de 1n tota­
lidad predomina constantemente sobre las demás.

* *

Cuanto m ás radical y negro es el pesimismo de Marx en lo que


concierne al pasado y al presente, más desbocado es su optimismo
rosa respecto al mundo nuevo. Pensando que lo que ch llama a su
contrario — y ello en el mundo de la alienación solamente— , Marx
ve que «la alienación corre hacia su supresión» p, 69). Su
confianza en la energía práctica de los hombres, energía productiva
y creadora, transformadora y realizadora, es ilimitada. La trágico-

m
im'tlíu de lu hiaioiiu universal Imitará tisl su solución en un httppy
erid lulal. Lú «historia» enteca del pensamiento filosófico, no ha­
biendo llegado * resolver nada, se disolverá en la práctica y la téc­
nica. «Se ve cómo el subjetivismo y el objetivismo, el apirilualiatoo
y el materialismo/ la actividad y el sufrimiento no pierden su opo­
sición, y, por consiguiente, su existencia en cuanto oposiciones, sino
en la situación uncial [del socialismo realizado]; se ve que la solu­
ción de Jas oposiciones teóricas es posible Juicamente de una. ma­
nota práctica {mir auf eine praJtítíCfcc Arf, escribe Mane, subrayan­
do Ja palabra nur y la palabra praktisdie), por la energía práctica
del hombre, y que esta solución no es en modo alguno [y ] sola­
mente una tarea de conocimiento, sino una real tarea vital, que Ja
filosofía no podía resolver, precisamente porque no ve en ella más
que una tarea únicamente teórica.» {/búi, pp. 33-34.) Asi pues, la
energía práctica de los hombres con*liluye la sola potencia capaz de
llevarlos a Ja conquista de su ser y de su mundo, puesto que hace
coincidir las fuerzas esenciales y objetivas de la subjetividad humana
y los productos objetivos y reales de Ja actividad social. Sin embargo,
¿no supone esta práctica, también, una teoría verdadera? Marx, por
haber situado el pensamiento, de una vez para siempre, junto a la
teoría, y por preocuparse tan sólo de la verdad y de Ja actividad prác­
ticas, no llega, pesa a sus esfuerzos, a reconciliar, en el seno de usa
sola unidad, el lagos y la praxis,
£ 1 reinado de la reconciliación total, aunque rebaso, según Jas
afirmaciones de Marx, todas las posiciones y todos los jíphos contra­
rios y contradicluj'iufl, no deja do privilegiar una cierta beHe de
términos a expensas de otra, y ello incluso al nivel de Ja pretendida
unidad total, global e integra]. Minie concibe la hostilidad, entré los
Sentidas y el espíritu como necesaria mientras el sentido humano
para la naturaleza «y* Lo que él llama el «sentido humano de la
naturaliza» no es todavía producido por el propio imbajo del hom­
bre. (Ec. Fü.t p. 63.) La emancipación completa del trabajo hu­
mano debe, por consiguiente, hacer que todo aparezca como el pro­
ducto de la actividad social de los hombres. La totalidad di la que. es
se halla así reducida n la actividad total del hambre. Y cala praxis
( « totalb) es material, sensible, retü, objetiva; es una producción desti­
nada a satisfacer la «totalidad1 de las necesidades humanas. No
obstante, incluso en el seno del naturalismo human ¡ata y socialista,
la apropiación del mundo por el hombre se efectúa gradas al trabaja
y al goce sensibles, reales, objetivos, materiales. El otro lado ño es

7. M but apene ali imuierialinnp umi v «n » el idealismo y otini el rrpírúuuíii-


FJH7, y ]o hücc baitarítrj nimlriaiuíllh: y nifl lilclfirsfi fin tea nmuidñn da td( ITO-
blcmas ióRjoo-flatnléltlcaai dún queriendo mWsar muujuiitaTiente Jiuilrríaiitmn
(teórico) y el idfiEtl Irírid-t^pHtunliieüo (iipiuNtiPnta, y ™úti nidn, bórico y (tantracte)
en pncrvBfho ilv mu, unidad superior cju-4 Implicad» sus verdadun ímitubctal-es, ufar
lio licm b rmite.ftíltífa (njtibjldgiecjj piiPíte qn*. (trflraáí de ó l, 1‘1 Itmjvlíí material
es el producto (kJ, l n i t ) c tum afl), í ] fc ddilie, y define d kualmi da la « ■
ocmdliaEÍón. nomo n w tn tiliiti p radica. lím n m a itr iu U ít a iiwtioníTíií, tonto ln ¡ -
nunliid « . « 'n i y w L Mntorídbmo práctica, (ontrnústa, arlivo m d quiere decir
lodo la que h y Unta a n a mío a it t a m ctiuto ttoteriit y m it t b lc t de L
pmductwidld humana y mciál.

223
iiíbusado un provecho de una unidad; es suprimido, El otro lado,
des Uñado a desaparecer — aunque Marx nunca sepa muy bien qué
hacer con él — , no concierne solamente a Lo -que funda y rebasa Lo
sensible, esto es, a k> ideal, lo subjetivo, lo espiritual, potencias meta-
tísicas que implican el dualismo alienante. Concierne también a la
naturaleza misma, la cual, en nombre del naturalismo realizado y con­
sumado, está destinada a dejar de ser naturaleza para convertirse
únicamente tm pruducto de la técnica humana. La ‘ resurrección de
la naturalezas significa, pues, supresión letal de la naturaleza, lecni-
citación completa de lo que es unaturai*.
No queriendo admitir tina fisura posible dentro de la reconci­
liación misma, ni queriendo considerar la posibilidad, si no la nece­
sidad, de una no-identidad entre Los sentidos y el sentido de esta
empresa total, Marx no cesa de proclamar que, después del rebasa-
miento de la alienación. La naturaleza resucitará a través de la pro­
ductividad de los sujetos humanos, sujetos objetivos, y el hombre
total ya no se perderá en el mundo de Los objetos, sirio que se
objetivará plenamente a sí mismo en los objetos producidos. Lo
que determinará el ser de ese hombre, reconciliado con su ser y
con iodo ?o que es, no será ya una potencia ajena y extraña, sino
que cons ti luirá ru propia esencia impulsándola hacia la realización.
Pues * la apropiación del ser objetivo alienado o la supresión de la
objetividad bajo La determinación de la alienación debe ir desde Ja
L'xtiañeidad indiferente hasta ta real alienación hostil » Ubid., pá­
gina 7?.)
El hombre social late, integramente liberado de todo lo que le
limita y escupa a él, será un ser que viva en un mundo «únicamente*
sensible, un ser que será el productor de todo lo que es, Este pro­
ductor es al misino tiempo un producto del llcgar-a-ser-hlstoriñ de la
naturaleza y de La sociedad comunista. «La sociedad llegada a ser
t die gewordene GeseftscJíoft) produce a| hombre en toda esta riqueza
dé su ser, al hombre rico, de sentido ífln plena y profundo (at¡-
urtd tiñfsmtdgttt Menseben) como su realidad constante.* (ífrúf,, pá­
gina 33.) Marx repudia el comunismo grosero e irreflexivo, y ve al
hombre de su comunismo naturalista y humanista como un ser plena
y profundamente anclado, a la vez,, en to sensible y eo lo bíjjtiífi­
cante, £ 1 sentido del devenir del hombre sigue, no obstante, reducido
a la actividad sensible, a la energía práctica. EL hombre nuevo y la
sociedad nueva estarán en un estado dé constante actualización, de
movimiento perpetuo que realizará y actualizará en todo momento
un sentido sensible y global, y esta realización y esta actualización
se rebasará continuamente en provecho de nuevas realizaciones y
actualizaciones, aun cuando irán en el mismo sentido. La produc­
ción predominará sobre todo producto particular.
Una gran época de Ja metafísica occidental — griego, judco-cris-
liana y moderna— se acaba con Marx, El ser en devenir de la tota­
lidad del mundo, el sentido de todo Jo que es, ya no reside para él
en el logas y Ja de 1* fisis divina e indestructible, en ta
idea que participa en lo sensible y queda separada de ello, en
la etnrrié^HMi y Ja Íxípijíio de un Nous divino y primer ntotor, como

114
pum los pir soitAHeos, l'tolón y Aits Inicies. Tampoco reside en Jñ
fíctííuUiü'i dv un Dios ctbsofjtfo, creador ex tiihütt de lodo to que
es. traícenfíriUL‘ y otftttipotenre. como pura los judio* y Jos cristianos.
Finalmente, no reside cu el encucniro del ego cogito (es decir, de la
res cogitan*) coa 9a reí extenso, en d sujeto trascendental, que funda
y aprehendí la objetividad, o en la historia deJ mundo del Espíritu
absoluto que se hace conciencia di .sí y saber absoluto, como eo
Descartes, Kam y Hegol, Mane, prolongando tuda la metafísica oc­
cidental, y principalmente su tercer período, el pensamiento europeo
y moderno, la filosofía de la subjetividad pensante y atinante (Filo­
sofía que es también filosofía de La objetividad, por via de conse­
cuencia), quiere rebasar radicalmente la filosofía en cuanto búsqueda
de La verdad, en cuanto pensamiento, teoría, conocimiento y saber.
Marx generaliza, socializa y unlversaliza la subjetividad humana •— que
Se bolla objetivada— , ve todo lo que es desde el ángulo de la sensi­
bilidad fSirírtlicftkeiti, de la objetividad y de la realidad (Objzktivitai.
Cegenstátidtkhkeii; Wirklichkeit, ñeaütüth y el mundo (sensible), la
objetividad y la realidad como un producto actualizado de la ac­
tividad práctica y realizadora (WicAunj;, ,4£/Íoh, Praxtir, Vsrwirkli-
chung) dd hombre. Pues la productividad de los hombres es lo que
hace que la naturaleza y la Totalidad sean y vengan a ser para el
hombre. Et ser eñ devenir de La totalidad reside en )a indisolu­
ble unidad original y esencial que vincula la naturaicea, el hambre
y Ja sociedad; él es lo que se manifiesta y se hace por el trabajo
poderoso de to sociedad humana. Suprimiendo toda* las alienaciones
materiales e ideológicas, revolucionando de arriba aliaje to estruc­
tura social y suprimiendo las potencias de to superestructura, el
hombre ¿libé llegar a expresar su wrr fnatural, humana y social)
imprimiendo a todo lo que es Jas señales de su praxis 1¿cuica, ha­
ciendo, con su poder y su voluntad, que aquello que sin su trabajo
no e.visle, sea y llegue a ser. Marx quiere fundar la i poca de la
historia del mundo propiamente dicha (Weltgeschirhtei, ya que el
Universo enlero se bate historia humana gracias a la actividad, to
productividad, to técnica y la energía práctica de la sociedad humana.
La colectividad humana (los sujetos humanas que se objetivan) so
hace asJ fundamento — ¿hay que llamarlo todavía metafísica? — de
la técnica planetaria, productor de todo lo que es, El comunismo,
naturalista, humunisla y socialista, es el movimiento encargado de
realizar la tarca de la reconciliación universal y de permitir to satis­
facción plenalia de to totalidad de tas necesidades humana.*, necesi­
dades incesantemente renovables, a medido de su solisfuccióru

• # *

Para que todo este «prngTamu* pueda cumplirse electivamente,


son neccstulúfl unos presupuestos reales, presupuesto» esencialmente
prácticos ÍMurx wO sabe nunca si los prcsupueslos teóricos son tam­
bién esefli-toles y necesarios); estos presupuestos, lejos de ser dedu­
cidos abstractamente, se ven producidos por el rtuv mucura mismo
de las fuerzas productivas y de la técnica, por el drüamiilu global de

225


la suciedad, por el grado de inienüllicm-iúi] y de cMcnsión de la
lucha de clases, por el grado de profundidad de la acción histórica
y por el (¡rodo de extensión de la masía puesta en movimiento*
Jil primor presupuesto real, la primera condición práctica de la
supresión radica) de la propiedad privada y de toda alienación, resi­
de en el fmn crecimiento de las fuerzas productivas, el alto desa­
rrollo de la técnica. Faltando esta condición, la verdadera sociali­
zación y universalización de las riquezas sería imposible, y sólo se
generalizaría la miseria. No existiendo este presupuesto, ■sólo la
carencia habría de ser generalizada y, por consiguiente, con la nece­
sidad empezaría de nuevo la lucha por lo necesario y toda la antigua
inmundicia se restablecería». (Id. al., p. 176,) Así pues, el comu­
nismo es considerado por Marx como el porvenir de los países téc­
nicamente desarrollados, los países do la Europa occidental, puesto
que consiste cti la socialización de las riquezas y no en la sociali­
zación de la miseria; deberla ser lo que sucediese al industrialismo
capitalista. Mnrx fundaba sus esperanzas en la revolución comu­
nista alemana. «En Alemania, ninguna especie de esclavitud puede
ser destruida sin la destrucción de toda especie do esclavitud. La
Alemania radical fdets gründlicfie Deutschlamt} no puede hacer re­
volución sin revolucionar radicalmente (yon Grund aerj cu revoltitian-
ttieren}. La emancipación del alemán es ia emancipación det hom­
bre.* Unir, cril. fil. der. de Heget. t. I, p. 107.)
El alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas no debe,
sin embargo, ver solamente local y nacional, sino universal, o casi
universal. Sólo los hombros que redunden en la historia universal y
sean ■empíricamente universales», y no individuos locales, sólo los
proletarios, ligados directamente a la historia universal, pueden ani­
mar Ja empresa comunista. Un comunismo local y nocional no po­
dría ser comunismo ni mantenerse. El comunismo no es empíri­
camente posible sino de un solo golpe y simultáneamente fattf ete­
rno) und gleiehzeliittg), en cuanto acción de Jos pueblos dirigentes,
lo que presupone el desarrolle universal de la fuerza productiva y
las relaciones mundiales concomitantes.» (Id. ai., p. 177.) Por
consiguiente, el comunismo debe ser un movimiento universal, en­
gendrado por la sociedad occidental, europea y moderna, la sociedad
burguesa y capitalista destinada a abarcar la historia mundial trans­
formando b historia en historia universal,'
B. tCn lo* rriüfnmr&M e c ú n ó m íc o -H la ió f iíu » de 1&44, Marx Mienta la» bases
[ü p ó h n i de tu pcTtMifliertta. que parte de la it líiu d in radical para desembocar
en 1* remncíliaciím total y oontuduta; y p no vuelve máj ■ (ate FuncUment»
cw fid en d o como establecido, La p rim o » parte da I j i d t o l a g i t « I n w u 0&15-
líHfl), libro que II dejó también en estado de manuscrito, utico (a e t d u m x el
«■m ininao de tuna manen m i* práctica. Economía pa lin e a y f íl o t a f ia y ÍJi fa£ro-
(«d a f l o i u M ptim u ed eton inédita hasta d r il. Kt marxismo I j U í i e o d e los
veinte primeaos ano* del stjlo xa ÍPleklntitov, Lcnin. Lukaca, EbncK, r ta ) f g w
nha, iikh tanto, esto* escritor fnndaincnLik-i. y ego ha sido y todavía o . bístódea.
y Fitot&tóamente importante
íitin Vvín l*a cuntí así: en ni época, «limo suri# d rjllw . r.lfrttntolE,
1« revolución, rti cuanto p e m a m te n ta , partió de hunjp*. p W no fanpció a.
m Um h c en Europa, y monos aún cu AJeiunniu, coon iwcveía Mam, Tampoco
m h i » iln n ltin rim eiti' y de un sala golpe cu vúrtq* palana, í'ljtn hecho histórico-
l-ii «gum ía crinclícíón para qtn; pueda rvalrz¡i™: Ifl revolución que
tienen]boque en el cojTmnisrmj üerívn ele In primera: la existencia de
una crnirmc masa de la humanidad, tic la inmensa mayoría, despro­
vista de tuda propiedad, radicalmente alienada y en contradicción in-
conciliable con el mundo de ia riqueza y de la culi 1,1ra existentes.
Polenuu ya intolerable, la alienación que expropia a la aplastante
mayoría de la humanidad engendra la rebeldía de esa masa de prole­
tarios y los conduce hacia esa resolución en ta que, según las últimas
palabras del Mant/resío Contuttism *lq$ proletarios t » lícoen nada
que perder, excepto sus cadenas, y tienen un mundo que ganar».
Totalmente alienada, ta masa casi total de la humanidad no puede
por menos que marchar hacia la «expropiación de í « expropia dores»,
hacia la revolución total.
Lo masa obrera, desprovista de toda propiedad y privada de toda
satisfacción, aun cuando anima las fuerzas productivas y produce las
riquezas, se da cuenta de que sólo tiene que derribar a quienes
detentan los medios do producción y dirigen las relaciones de la
producción, para tener acceso a una existencia humana. Reducida
& un estado de suhhumanídad, aplastada por las potencias inhu­
manos, la mayoría de la humanidad es el motor del movimiento que
conduce hacia Ja apropiación del hombre por el hombre y para el
hombre. Los individuos que componen csia dase no son ya indi­
viduos empíricos y particulares: no ion nada y no tienen nada en el
mundo existente- Productos del desarrollo de la historia «universal»,
« t o s individuos redundan en ía historia universal y tienen coma
tarea real izarla productivamente, «El proletariado sólo puede exis­
tir, pues, de una manera históricamente universal, así como el
comunismo, su acción, sólo puede existir «fl cuanto existencia "his­
tóricamente universal11. Existencia históricamente universal de los
individuos: eso significa ex ¡si encía de los individuos ligados direc­
tamente a la historia,» (Id. a!., pp. 177-178.)

r*al ha estado y está careado de roiuciatajciu. Lenta curactcriió 1 1i época que


nuwdiii a 1» de Mam t-uimi imperialista ((«ipcrtiüinio b u id a tm la «mcenlra-
tdiírt íle loj mnncpoltoí que jupiaban A acaparar lo! njcrcodot 0» Coa países jub-
d*wartfl!Jadu*J, y vía uIk , grada* n la íleatEiHtldíd del ¡leuurollo capitalista, la
revolución podía irt iW ir a d tW s en luí Dilsboii*) mis débiles de la cadena
imperialista, «a decir, en los países ecairiroicairimte atrasada* y ¡mperexplotado*.
Aid, M baria irás fficíl herir sJ capitalismo en su punto m i* vulnerable, pues, en
el puñado do Estadios particularmente rjno* y podEitm Qua explotan al mundo
Hilero y H ascjpiran un sopeipifiYecbo, un nitrato de! proletariado — la alisto-
cmria ohnm — v baña cnrrompiila pur ll buitpütll y lo ¿esclídarlsa del prole
tañado, con lo cual hoce difícil la iwoludófl *ocí*Jilta- C f. El Imperldltano, rntodin
supremo fiel orpiioHmw {Entapa de eulg/srixactin).
Loe cdihonc* méi débiles de la cadena tmpertarUta. lo* paire* 1éenIc*u»ito
•ubdcwrollados y «OM(nic*m™te siipcferpkrt-ado*, loa pefnw. par tanto, esen­
cial mentí agrario* y no «cM entales, de aparata estala) y militar lolativBincatB
pooO desamoltadoL, peed™ efrdrw w aite llegar a aer 1 » p a in ea que se hoja
«Hallar la ic-volucirra esta revolución errpeürí cuino una revolución hurgue» y
ilenm xiNrt — p an liquidar las luptuvivenciu letidslir particularmente fuer­
te* — i se enrammará. a través de ü dictadura du| protelar lado (y de sus slia-
düs), hada el noció am a y ct ixnumiinie. ístm jmfie* tendrán acceso a Ea técnica
osoJema y re tndustrtalíxaráii gra«H a la revaluriún- V u t empeló a ser, efectiva-
mente, en Rusia y luego <na China.
211
La sociedad anticua, que engendró Ludas las Julo ¿o* productivos
que podía con tener y Que desarrolló hasta el límite de vhí posibili­
dades Ja técnica moderna, produjo al mismo tiempo esta masa aplas­
tante de Jos trabajadores proletarios; así creó- la doble condición
práctica de te emancipación humana objetiva y subjetiva. Las condi­
ciones de la liberación completa de la. clase explotada y de la emanci-
pflciúti de La humanidad entera vienen dadas por el desarrollo del
motor de La historio: tas fuerzas productivas y quienes Jas animan.
La clase revolucionaria misma posee el mayor poder productivo en­
tre todas las fuerzas productivas-
El modo de producción y la división del trabajo oondicioiiaj 1 a las
dos clases antagónicas. La dase de los proletarios es la verdadera
animadora dr los fuerzas productivas. Sin embargo, como las relíe
ciuiies de producción se bal tan bloqueadas par la propiedad privada,
el trabajo común de los proletarios, ligado aJ desarrollo de las fuerzas
productivas, choca violentamente con quienes detenía 11 'tos medios
de producción, Jos burgueses y Los capitalistas, que bucen pasar por
interés general su interés particular. Bajo d influjo de la propiedad
privada, las fuerzas productivas, en vez de estar positivamente al
servicio de tus hombres, se transforman en fuerzas destructivas y
engendran la relatividad. Los propietarios representan el lado con­
servador, perú en realidad desinictur de La sociedad, en tanto que
los proletarios son tes fuerzas destructoras de este estado de unos.
El proletariado soporta tudas tes cargas sociales y no goza de nado;
así, se opone a todas las demás clases- Constituye la mayoría de te
sociedad, pone en movimiento los fuerzas productiva-?, produce Las
riquezas por intermedio de la venta de su fuerza de trabajo, venta
que lo transforma en simple mercancía radicada- A] querer luprimir
la contradicción existente entre las fuerzas productivas que él anima
y las relaciones de producción ligadas a la propiedad privada, el
proletario no quiere coDveríiise en clase dominante y consolidada;
quiere suprimir a la vez la propiedad privada (y los propietarios) y
el modo de trabajo alienante; suprimirá, conjuntamente, a si mismo
<cn cuanto proletariado) y a su contrario.
A la masa de tos trabajadores se impone la conciencia de dase,
la conciencia de te necesidad radical de vina revolución Lotal.
Este conciencia revolucionaria le viene «tic fuera*, aunque esté ert-
gemliatla por su propio situación; es esa teoría que presupone, perú
temblón funda, la práctica. Ese pensamiento Ilumina te lucha eman­
cipadora, Sin la intervención activa del proletariado, el antiguo estado
de cosas no podría aer abolido. La necesfdetd de disolución, inhe­
rente a la sociedad burguesa, se encuentra con te acción voluntarte
del proletariado, engendra esta acción. »És verdad que, en su movi­
miento económico, te propiedad privada se encamina, por sí misma,
hacia su disolución; pero lo hace por una evolución independiente
tic cite, inconsciente, que se produce contra la vQluniad de ella y está
dcicrsniññcte por te haUnraleza de tes cosas, únicamente porque cite
engendra el proletariado cw cuanto pro/efflrtado, la miseria cons­
ciente de su miseria espiritual y física, la deshumanización consciente
dr su deshumanización y, por lo mismo, suprimiéndose a sí misma.

2I&
ííl pritk'dtt inilfj cumple lti sentencia que, por la producción del prole­
tariado, lu propiedad privada pronuncia contra sí misma,» (Sugrada
Familia, t. TT, pp. 61-62,) Y, algunas líneas más ahajo, Marx sub­
raya el cometido, na divino, sino humano, det proletariado, pues los
proletarios no son dioses, antes al contrarío; y precisa también la
esencia del proletariado: «N o puede suprimir sus propias condi­
ciones de existencia sin suprimir todas tai inhumanas condiciones
de existencia de ja sociedad actual r que se condenan en su situación-
No en vino pasa por la escuela ruda, pero fortificante, dei trabar
jo. No se trata de que tal o cual proletario, o incluso el proletariado
entero, se represente provisionalmente. Se traía de la que él t í ftwir
es isíj y de lo que di está obligado a hacer históricamente, con­
forme a esc ser {¿Ucsem Ssin). Su objetivo y su acción históricos le
son trazada*. de manera tangible e irrevocable, en su propia situación
de existencia, como en toda la organización de lo sociedad burguesa
actual.h (Ib¡ef„ pp. 62-Ó3.)
El cumplimiento de la tarea del proletariado que descubre su
esencia pesa por el derrocamiento económico, político e ideológico
de I» clase económica, política e ideológicamente domíname. Al ha­
cer esto, el proletariado no repetirá simplemente una de esas expe­
riencias revolucionarias que han visto la lux en el curso de Ja historia,
historia de la alienación. Ya ha habido muchas convulsiones revo­
lucionarias, pero «todas las apropiaciones revolucionarias anteriores
fueron limitadas». (Id. a!.f p. 242.) Pues bien, sólo el alto desa­
rrollo de tus fuerzas productivas, de la técnica y de la gran Industria
hace posible y necesaria la supresión de la propiedad privada y del
antagonismo de las clases. Esas apropiaciones revolucionarias ante­
riores eran también limitadas, porque ni h¡ Lotúlfdad de tas nece­
sidades ni la totalidad de las capacidades estaban todavía plena­
mente desarrolladas. Sólo los proletarios modernos, totalmente des­
poseídos y frustrados, pueden y deben constituirse en el motor del
desarrollo ilimitado de la actividad social desal leñada,
■Lo conmoción revolucionaria que se repite periódicamente eu la
historia» nunca ha sido tan fuerte como para derribar Iíi baso misma
de todo Jo que es, como para efectuar una revolución total que revo­
lucione allí producción misma de la vicia tul contó ha tenido lugar
hasta aquí, que destruya la actividad total y alienada sobre la que
esa producción estaba, y sigue estando, basada».1" La idea de esa
destrucción ya ha sido emitida cien veces, observa Marx,11 como lo
prueba la historia del comunismo; el pensamiento comunista se
atrevió n atacar a la propiedad privada; sin embargo, retrt y prácti­
camente, la base material de la producción de la vida y de la acti­
vidad humana quedó poco más o menos intacta. Rs justamente
ese nudo — compuesto por la propiedad privada, el trabajo en cuanto
trábalo alienante y la división del trabajo — el que los materialistas
prácticos, los comunistas reales y los proletarios revolucionarios tie­
nen que desatar, cortándolo de un tajo,

10. Id, al, n. ise,


N. IbitL
119
La conmoción revolucionaria que « t repita periódicamente en la
historia sigue, sin embargo, un movimiento evolutivo, conoce na
desarrolla. Pone en movimiento a una masa siempre creciente de
individuos, ensancha cada vez el círculo de La actividad social. -Toda
clase nueva no realiza su dominación sino sobre unii base más
amplia que la de la base que ha dominado basta entonces; pero, en
cambio, la oposición de La clase que no domina contra la clase
actualmente dominante se desarrolla a continuación de modo más
agudo y más profunda.» (Ibid., p. 196.) La historia tiende a hacer­
se universal, pero sólo el proletariado puede unlversalizar realmente
todo lo que es.
Marx no es solamente el analista científico de Las contradicciones
económicas, el -profeta- de La reconciliación total y el técnico de Ja
emancipación de la humanidad gracias a Ib emancipación del prole­
tariado. A] mismo tiempo es un genial avisador, constantemente
pune en guardia contra todos los falsos sentidos que el movimiento
comunista podría lomar; casi conjura este movimiento, este movi­
miento que tomará como base su pensamiento; eren todas loa revo­
luciones pasadas, el modo de la actividad siempre ha quedado in­
tacto, y sólo se ha tratado de otra distribución de osa actividad, de
una nueva repartición del trabajo entro otras personas*, escribe
liíjid-, p. 1&3}; «en tanto que la revolución comunista — prosigue —
se dirige contra el modo de actividad (al como ha existido hasta
aquí, relega el trabajo iáié Arheti bescitigtf y suprime La dominación
de todas clases, suprimiendo las clases mismas, porque es realizada
por la clase que, en la sociedad, ya no es considerada como una
clase, ya no es reconocida como clase y expresa la diiuluctón de
todas las clases, de todas Las nacionalidades, etc., en el interior de
la sociedad actual.» Así pues, Marx da por hecho que la revolución
proletaria subvierte de arriba abajo La infraestructura y Lb super­
estructura de la sociedad capitalista — y de toda sociedad que im­
plique alien ación » pora efectuar una nueva e inédita fundación de
la vida social de los hombres. Trabajo, propiedad privada y división
del trabajo deben ser suprimidas; pera Marx no nos dice cómo,
después de la supresión de la propiedad privada y después de la
socialización de las riquezas, el ri-abaja y la división del trabajo
pueden ser efectivamente rebasados en una sociedad basada en un
fulgurante desarrollo de la técnica y de la productividad.
Pleno de confianza cu cuanto a la posibilidad, y la orces!dad, de
esta transformación radical y total, Marx afirma que el movimiento
práctico que debe desembocar en esta modificación no puede por
menos que tomar la forma de una revolución. La revolución es nece­
saria, no sólo «porque no hay otro medio de derribar a la clase
dominante-, sino también «porque la clase que opera la subversión
no puede llegar, sino es mediante una revolución, a desembarazarse
de toda la vieja inmundicia para hacerse capaz de efectuar una nueva
fundación de la sociedad* íibid., p. 184). La clase dominante posee
los medios de producción y el listado; para desposeerla y desoUenar
la sociedad, es necesario abolir también el Estado burgués. El prole-
(jtriado mismo madurará un esln obra rcvuiuoanurlu y cxpcrimen-
inrú tas tundiciones de existencia de la mueva sociedad comunitaria.
En este movimiento encaminado hacia la reconciliación total se
expresa La contienda revolucionaria y comunisia del proletariado,
conciencia revolucionaria y comunista 'que también puede formar­
se nauiralmmic en las demás clases gracias a la comprensión de la
situación de esta clase* (ibüi-, p. 1$3) y a la que igualmente pueden
tener acceso los individuos que pertenezcan a la clase dnrninante y
se separen de esta dase para adherirse a la clase revolucionaria,
por el hecho de que «se han elevado laboriosamente hasta la com­
prensión teórico del conjunto del movimiento histórico*-11 Sólo la
trabazón dialéctica de las idea} revolucionarias y del pensar» tenfru
comunista con la clase revolucionaria y el wovimieirio real del comu­
nismo es la garantía de la atención vigilante que se ponga en la
tarea de la supresión radical de la propiedad privada, del trabajo
(alienante) y de la división del trabajo. Sin embargo, y ya hemos
tenido ocasión de suscitar este problema, el vínculo que une esta
relación sigue siendo ambiguo: a veces la situación material y real
de la clase revolucionaria, su experiencia práctica, es lo que hace sur­
gir las ideas, Ja conciencia y el pensamiento revolucionarios, a veces
la teoría, la comprensión de la situación y del movimiento real, la
roma de conciencia, es lo que engendra la acción revolucionaria. EL
circulo ^vicioso* que une la práctica y la acción reales {materiales
y creadoras de pensamientos teóricos) a la conciencia y a las ideas
(formas derivadas, pero cuán potentes y fundadoras), por más que
gire 'dialécticamente» no es menos «-vicioso», puesto que no queda
precisado cuál es la potencia que le imprime su movimiento.
Comoquiera que &éa, ia acción comunista que engendra las ideas
comunistas, producto ella misma de la conciencia revolucionaria,
debe contribuir ■ una producción masiva de conciencia comunista,
el pensamiento revolucionario que penetra a las masas y guía su
acción; para ello es necesario un cambio masivo de los hombres que
emprendan la Lucha contra -la producción misma de la vida, tal
como ha sido hecha hasla aquí*, puesto que serán los hombres quie­
nes llevarán a cabo esta transformación total de la actividad funda­
menta] del hombre. Los hombres están destinados n cambiar y a
hacerse una piel nueva en esta empresa que debo modificar la raíz
de la vida social; «las circunstancias hocen a los hombres tanto
como los hombres hacen los circuns tancías», piensa, de una manera
muy dialéctica, pero un tanto vaga, el adversario resucito de La dialéc­
tica hegeliana {td. al-r p. 165). Si la masa revolucionaria no se
encarga de seguir hasta ei fin su larca, realizando prácticamente el
pensamiento comunista y la verdad de la historia universal, no habrá
más que simples e inesenciales cambios sociales o persistencia de la
sola e impotente idea de una agitación regeneradora.
La clase revolucionaria, repite incansablemente Marx, es y no es
cíase; aunque es una clase determinada, se presenta, como repre­
sentante de toda la sociedad; su interés «particular* coincide con el

12, O, Libro V, ffnaJ dri c*p 2; t¿¡ roMgtín, Las atan.


£11
verdadero Interés universal, Constituye lu inasa total de Tei sociedad,
en pugna con Ja única clase dominante y poseedora, y todavía no ba
podido, bajo la presión de las condicione» sociales, desarrollarse en
clase peculiar coa interés peculiar. A&f pues, aspira a su dominación
como tal clase. Su victoria asegurará la emancipación de Lodos los
miembros de la sociedad, y din conduciré a la humanidad hacia esa
forma de sociedad W) la que «ya no c» necesario presentar un interés
particular como el interés general o *' lo general" [es decir, lo abstrac­
tamente universal] como dominante» iibid., p. 197). La última etapa
de la lucha de clases tendrá fin con la supresión simultánea de las
dos últimas claves antagónicos, y conduciré a una sociedad sin cla­
ses, a una sociedad de técnica plenamente desarrollada y planificado.

* *

Es el plana económico, la revolución prole taña debe suprimir


simultáneamente la vidá económica separada, ta propiedad privada
en todas sus formas, ci trabajo mismo en cuanta exteriorizaciún del
hombre, la división del trabajo y toda* las antiguas condiciones de la
producción y del comercio, Eso constituye, como es evidente, una
tarea todavía negativa, n ta que sucederé la construcción positiva
de la economía socialista, la organización comunitaria y comunista de
la vida económica. Aun pretendiendo ser supresión de lo económico,
la organización det comunismo sigue siendo esencialmente econó­
mica, ild, at„ p, 2J1.1 Sin embargo, la vida económica socializada
habrá tomado otro sentido, en cuanto vida económica,
Todo estaré subordinado a todos; los individuos subordinarán a
sí mismo las poderes que los subyugaban. Las fuerza» humanas so­
meterán a si misino las cosos. La letalidad humana podrá apropiarse
de Ja totalidad de Jo que es. El proletariado — y la humanidad en
su conjunta— se apropiará de la totalidad de las fuerzas produc­
tivos, desarrollándolas prodigiosamente, liberando todos las posibi­
lidades de la técnica. Esta apropiación universal revestirá un carác­
ter toral y no implicaré ninguna alienación, puesto que las condi­
ciones de trabajo y asimismo la dréúrdn det trabajo y ios instru­
mentos de trabajo no podrán erigirse en fuerzas extrañas y hostiles
b. los miembros de La sociedad socialista, «En todas loa apropia­
ciones del pasado, una masa de Individuos quedaba subordinada a
un solo instrumento de producción; en la apropiación proletaria,
una masa de instrumentos de producción debe estar subordinada a
cada individuo, y la propiedad subordinada a todos, El comercio
universal moderno no puede estar subordinado a Ira individuos sino
estando subordinado a todos ios individuos.» ilbid,, pp. 242-243.)
Sin tomarse el trabajo de explicar cómo seré postble todo eso, cu un
mundo de técnica altamente desarrollada, técnica que pondrá cu movi­
miento a todos Los hombres del planeta, Marx proclama constante'
mente que la supresión de la propiedad privada Ífrfvareingcff/Hmj y
la reglamentación comunista tic Ib producción, permitirán el embasa­
miento (Áifjhsbung) de todo loque es extraño iFremdheitj a la natu­
raleza social de los hombres, la impresión de la alienación (Enrfrettt-
üu»u), que ubi luí vi i'iimmu u lu libre y tulnl apropiación (Aneig-
tiuna) eJf1 mundo ixtr d hombre, «Con iu supresión de la base, de la
propiedad privada, con la reglamentación comunista de la produc­
ción y el aniquilamiento d« !u consecutiva tüxlrafteidad (Prenidheitj
con que los hombros se compunan respecto a su propio producto, Ja
fuerza de la relación de la ótala y la demanda se reduce a nada,
y los hombres vuelven a lomar bajo su poder1' el intercambio, la
producción, el mudo dt sus relaciones entre ellos.* {íbid-, p. 178.)
Esta reglamentación comunista de la vida económica liberará a
los hombres de la tiranía de las potencias económicas, puesto que
dios dominarán esas potencias, las controlarán y ejercerán su poder
sobre ellos, según su conciencia y su voluntad, conciencia y vo­
luntad que copcuerdan con d ritmo del desarrollo y de la técnica.
*La dependencia universo/, esa forma natural de la colaboración his-
fdricafíiente umveríaf de Ion individuos, es transformada, por la re­
volución comunista, en control y dominación consciente ejercida
sobre esas lucí ¿as que, engendradas por la acción reciproca de los
bombees, se han impuesto a ellos y los han dominado como fuerzas
rateramente extretas.* Ubidr, p, i&2.> La necesidad social y la
libertad individual, la producción de ios objetos según la voluntad
consciente de loa sujetos, la colaboración y la actividad interhumaita
adquirirán el aspecto de una realidad familiar al hombre. Al apro­
piarse de las Cuentas productivas y asegurar un desarrollo feliz a la
industria y a Ja técnica, al desarrollar la totalidad de sus capaci­
dades individuales — la apropiación total correrá parejas con Ja rea­
lización de la totalidad de las capacidades» y preparar Las condi­
ciones de satisfacción de la totalidad de sus necesidades, los miem­
bros de la nueva sociedad se transformarán en individuos totales
y vivirán de una manera históricamente universal (weíigesclticht-
lich).
El homo neconomtcat « r d rebasado después de la subversión de
la base económica de la sociedad existente; el hombre de la sociedad
nueva ya no tendrá un horizonte ccunómico egoísta, corto, limitado
y sórdidamente utilitario, A Irevés de la lucha por Ja apropiación
universal de lo que el hombre es y hace, el proletariado se despo­
jará de todo cuanto iolIíivíh le ha quedado de su antigua posición
social y hará el aprendizaje de la vida desalienada.
Podemos comprender lo que Mar* entiende por supresión radical
de la propiedad privada, aunque él no parece considerar esta supre­
sión como un fundamento suficiente para el rebajamiento integral
de luda alienación. Parece consistir en la socialización de fus medios
de producción, la apropiación jjor los miembros de la colectividad
humana de la totalidad de las riquezas, convirtiéndose en bien común
de los hombres todo aquello que se produce, en suma, en lo pose­
sión común de todas las (fuente# de la vida*», conscientes do que
todo esto implica grales dificultades* Tal vez comprendemos, y no

11. ...w itd c r ta i/ilíí GfttaJ JLeicmmcn, ru íllV M&i.i ÍL üiiíT, p. 3fl3); sin
cmhur^a, T w hombres to<nMi á * nuevo bajo s i poder" lo que (íxltvía no hi
rttftdo nuiu* bajo ni pote nfauth*).
213
sfn esfuerzo, lo que Marx entiendo por la supresión del trábíifo tal
corno ¿ste se fia producido hasta ahora. Una vei suprimida la
condición del trabajador, en cuanto trabajador, todos los hombres
trabajarán productivamente, y empezará una nueva era de trabajo;
éste se convertirá en iinn manifestación de la vida humana y dejará
de ser un medio (le ganarse ■— es decir, de perderse— la vida. Cuan­
do Marx se hace verdaderamente difícil de seguir e> cuando habla de
la supresión de ta dñvdán del trabajo. «La transformación, por la
división del trabajo, de las patencias (relaciones i personales en po­
tencias objétales (snchlichñ) no puede ser suprimida por el hecho de
desembarazarse de la representación general, slnó únicamente por
el hecho de que los individuos se subordinen de nuevo fwtederj esas
potencias objétales y supriman !a división del trabajo. Esto no es
posible sin la comunidad.* (íbíd., pp, 225-22Ó.) La división del tra­
bajo y toda especia!izaddn aliéname que ella implica, ¿pueden ser
efectivamente rebasadas por una comunidad que diera libre curso a|
desarrollo de la industria, de las máquinas y de la técnica rcvulucio-
ttadura? F1 pensador de la técnica piarte tarín, el analista realista de
la división del trabajo, ¿se toma idílico y sodador al preconizar e|
trabajo total? ¿Se representa él esa actividad no dividida de los
miembros de la suciedad comunista en formas «naturales*, «primi­
tivas» y artesanales? Volcándose con una cierta ternura sobre el arte­
sano medieval, cuya situación no deja de estar determinada por la
estructura económica y feudal de la sociedad, escribe; ■Por eso Jos
artesanos de la Edad Media se interesaban todavía en su trabajo es­
pecial y en la destreza, y este interés podía llegar a un cierto sentido
artístico de no mucha altura. Pero por lo rnivrnu, también,, *1 arte­
sano medieval se absorbía totalmente en su trabajo, tenía respecto
a él un comportamiento sumiso y le estaba subordinado, mucho mñs
que d obrero moderno, a quien su trabajo le es indiferente.» {Ibid„
pág. 206.) Mu puede tratarse de volver al trabajo artesano y medie­
val, Pero, ¿cómo se representa Marx esa actividad total, totalmente
nueva y todavía inédita?
No hay que olvidar que el régimen comunista habrá transfor­
mado todo lo que es natural en producto de la actividad social de
los hombres, puesto que se habrá efectuado una completa utilización
de las fuerzas de la naturaleza para fines humanamente sociales. EL
núíKP'aíLTmo consumado significa tecHTciífttíJ consumado, pues el hu­
manismo socialista y comunista realizará el «despojo de toda natu­
ralidad (A b s t r t if u n g aller i'ia iu r v ñ ic h s ig k e it } * . (Ibld,, p. 243.) Supri­
mido Dios, y sometida y transformada la naturaleza en realidad hu­
mana y social, la actividad práctica de tos hombres ya do tendrá
que habérselas owi una naturaleza independida te de los hombres.
Suprimiendo la propiedad privada y La división det trabajo, el régi­
men comunista efectuará al mismo tiempo «la supresión de La oposi­
ción entre la ciudad y el campo [supresión que] es una de Las pri­
meras condiciones de la comunidad*. {Ibid., p, 202,) Lo que hace
da] tuvo tuv *0010101 ciudadano» y limitado, y del otro un «animal
campestre* todavía más limitado, Lo que sustenta esta oposición.

ui
JiLilurt deludo de existir gracias al dcsarrollu lotul Je la Incaica pro
ductlvn, gracias a la completa iutfustriedivjicióii y socialización de la
naturaleza. También desaparecerá — a ente nivel — la división del
trabajo en trabajo material y manual y trabaja espiritual e inte*
tactual.
Volvemos a preguntar: ¿cómo se presentará concretamente el des­
pliegue de la potencia del trabajo na dividido? Y lo preguntamos a
Marx mismo, quien, después de haber insistido ea el «hecho» de que
tas actividades del hombre derivarán verdaderamente de su voluntad,
sin que ninguna estabilización y fijación de la actividad social inter­
venga para turbar la felicidad de Ia praxis total, recurre a una es­
pecie de ilustración de su tests. Es Marx, et implacable negodpr
de la realidad existente, quien afirma positivamente, en cuanto a la
realidad nueva, lo que ramos a citar. Primeramente nos dice que
en la sociedad natural (mturwitchsigen Gercttí difluí J, sociedad técni­
camente subdesarrnllada, en la que la actividad no está dividida
libremente sino naturalmente, el acto propio det hombre se convíer-
te en una potencia extraña y hostil que lo subyuga. Por tanto, las
actividades de ese estadio, todavía demasiado próximas a la natu­
raleza, no son elegidas por la voluntad Libre del hombre, sino que Le
son Impuestas naturalmente: el hombre es cazador, pescador, pastor,
y está forzado a seguir siéndolo. Por consiguiente, no podría tratarse
de una reanudación de esas actividades tintúrales, pero no volunta­
rias, al nivel del naturalismo trasmutado en socialismo humanista.
Y he aquí lo que sucederá en la sociedad vomunista: «En la sociedad
comunista fin der Jfcomirmntsíttcften Geseltechitfttt en la que cada
cual ño tiene un circulo exclusivo de actividad, pero puede perfec­
cionarse en cualquier rama, la sociedad regula la producción general
y me da asi la posibilidad de hacer boy esto y mañana aquello, de
cazar por la mañana, pescar por la tarde, pastorear por la noche,
criticar después de la cena, sin convenirme nunca en cazador, pesca­
dor, pastor o critico, y siguiendo mi gusto del momento.* ( Ibid.,
página 175.) En el mundo de la técnica planetaria y del más potente
desarrollo de las fuerzas productivas, en el mundo que habrá trans­
formado completamente la naturaleza en historia y despojado Lodo
lo que es de su carácter natural, en el mundo que ya no conocerá
la distinción del trabajo en trabajo material y trabaja espiritual,
ni la oposición de la ciudad y el campo, el hombre comunista podrá,
pues, según su voluntad y su gusto del momento, dedicarse a esas
actividades primitivas, antiguas y medievales: podrá cazar* pescar,
pastorear y criticar* Esta visión antícipadora de las actividades del
hombre total en el seno de la sociedad total, conmovedora por su
Ingenuidad y sus colores campestres e idílicos, enunciada por el ad­
versario fanático de toda ideología y de toda utopia, ¿no es ideo­
lógica? En cualquier caso, hace pensar; hoce pensar que la supresión
de la vida económica y de toda alkmacióTi económica por una orga­
nización esencialmente económica y por la reglamentación comu­
nista de la producción plantea problemas que Marx no consideraba.
E| rebosamiento del trabajo y (le la división del trabajo — tales
como han existido— por el desarrollo gigantesco y universal de
]fi léctiieu productiva desemboca rin en una realidad mucho más
probítsmtltfai que aquella un La que ei hombre podrá cazar, pescar,
pastorear o criticar, según su gusto y La hora del dio, Incluso en
cuanto proyección imaginaria, esta precisión, ¿no sigue siendo terri­
blemente trivial, y do nos muestra, en calores sumamente idílicos,
el rebasamiento de las «diferencias* en el mundo de la in-rtife renda
generalizada? O bien, la actividad del hombre, so actividad poli-
técnica, ¿ « n i del orden del Juego? £1 juego, ¿constituirá el «sentido*
de la acción humana que habrá superado la búsqueda del sentido,
sin zozobrar por ello en el absurdo y el sínsenlida? Marx nos permite
manejar esta «hipótesis», sin formularla explícitamente, ¿Habrá una
actividad humana global, cu la que se rundirán en su unicidad el
trabajo productivo y creador, la actividad poética, las ocupaciones de
recreo, y esa actividad única será Juego? Hablando dd trabajo pro­
ductor de valores reificados, Marx denuncia el carácter fundamen­
talmente Ininteresante y no atrayente de este trabajo, y dice que
el trabajador no goza de su actividad en cuanto «juego (Spicí) de
sus propios fucilas corporales y espirituales» (E l Capital, t f, £di-
tioiiB Sociales, p. IB1.) Pero no nos dice nada más aceran de la
posibilidad de uno apertura futura ett la dimensión del juego.

* *

La liberación total del hombre mediante la liberación del prole­


tariado revolucionario debe recurrú1 a una vía poli tica, destinada a
desembocar en ita supresión de la alienación política y de la vida
política misma. En primer lugar, el proletariado debe derribar el
Estado existente, potencia organizada y organizador» del estado de
cosas existente. «Toda ciase que aspire a la dominación, aun cuando
su dominación condicione — como es el caso del proletariado— la
supresión de roda la vieja forma de la sociedad y de ¡a dominación
en general, debe primeramente conquistar para sí d poder político,
para presentar de nuevo su interés como el interés general, a lo cual
se ve obligada en el primer mámenlo.» (/d. ai., p. 174,) Por et
hecho de que Jos Individuos sólo buscan su interés particular, ese
interés general, que expresa sus interines reales, les parecerá «ex­
traño» a! principio; pero serán educados por — y gracias a — su
propia acción revolucionaria.
Fl derrocamiento y la aniquilación del Estado existente, por la
revolución, es la primcrlsima tarea del prole tarjado. Pues para éste
no se trata de apoderarse pura y simplemente de la máquina de
Estado en lera mente dispuesta, para hacerla funcionar de otro modo-
E1 viejo aparato estatal debe ser aniquilado, y la clase obrera, una ves
tomado el poder, no debe continuar administrando con la antigua
máquina burocrática. En una carta célebre. Mam escribe a Kugcl-
mano: «En et último capítulo de mi IB Bramaría, digo, como verás
eí lo relees, que la próxima tentativa de la revolución en Francia
consistirá, no ya en hacer que La máquina burocrática y militar
pase a otros monos, como sucedió hasta ahora, sino en rom p erla .
Ésto es la condición primera de toda revolución verde defámenlo po-
|1llJ;i¡ , „ » (C'flrfrt ítCÍ l í ÍJC nprn ue ;nu, •.» *— ..... ....... - .
|S7l, pp, 79-80.) El paso del capitalismo al social limo no puede ha­
cerse pacificamente. La revolución es necesaria, c Instaurará la d io
tfititira del prvlttarwdo que permitirá ol proletariado organizanse,
empezar la edificación del socialismo y aniquilar a sus adversarios.
«Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista se sitúa el
periodo tic transformación revolucionaria de aquólla en ésta. A lo
cual corresponde un período de transición política cuyo Estado no
podría *er otra cosa que la dictadura revolucionaría del pro!ela-
ríddo.k (Crítico de los programas de Gotha y de Erfttri, Editiotts
Sociales, p, 34.) La dictadura del proletariado y el Estado que a
ella corresponde son rigurosamente provisionales, pasajeros, y están
abocados a la desaparición. Nacida de la lucha económica — y pri*
mordíaI— del proletariado, su lucha política, estrechamente Upada a
la primera, apunta h la conquista dd ]Todcr político. Ln sociedad es
el fundamento del Estado; eso es cierto respecto a la suciedad
burguesa y capitalista y respecto a la sociedad que conduce al socia­
lismo y al comunismo; el Estado de eslu periodo transitorio estará
enteriimente subordinado a la sociedad y no adquirirá realidad inde­
pendiente; y lo que es más; está destinado a desaparecer, Ln mismo
sucede con la lucha de clases, resorte del devenir de *todn sociedad
hasta ahorn» y particularmente de ln sociedad de los últimos siglos;
esta lucha de clases conduce a la revolución proletaria y a la dicta­
dura revolucionaría del proletariado, potencias que conducen a la
humurúdad a tu sociedad sin clases. La dictadura de! proletariado
pune la nota final a la Lucha de dase» y suprime los antagonismos
sle clase.1'
Marx, denunciador del Rifado, del derecho y de la vida política,
icórieo encarnizado de la supresión radical del Estado, del derecho
v de la vida política, y visionario de una sociedad sin clases v sin
Estado, sociedad que ya no separará la esfera de (a actividad social
y socialista en economía y política, sabe, sin embargo, que el Estado,
el derecho (coercitivo) v la política no pueden aer abolidos inme-
dÚHumente, Considerando el famoso período transitorio como una
realidad inevitable, escribe: «Con lo que leñemos que habérnoslas
nliora e.i con tina sociedad comunista, no tal como se lia desarrollado
partiendo de su propio fundamento, sipo, por el contrario, tal como
acaba de salir de la sociedad capitalista; tina sociedad, por consi-

1-1. Man lia ptetisadn la riatriraltzd i - mi wntrlbuciüo al problema de las


rfifH•< ¡njvlalns. til ¡5 de mnu de 1S52, rseríbia d’.'ulv l^wlirn a Jwcpli WíyJe-
m e-.*!; "K ti tü qw a mí «m datec, no rt a mi t 'pifen rtWTetpondr tí hhítíId
de Id u s itewTibíerto ni ln cxisteticii de lai d«tci en la *ocl<-da<j moderna ni tu
ludu mtn: d lu , Mocto antes que yo, ilnnw i huioiltdam huríuían habían
detvilo <-l desarrollo histórico <le la bicha de d a », y illtunos «vcmaoBtu bur-
( t n r * baNjui rapufttn la artahmá* Knrbillka de lu R lm v . Lo qiK hice por
r kiíf VCI futí 1) danúütur i)nc la (lálcn d ii da Jan dtuet mti Ü fhh n fintn
un údfírfcd determinada de ta ptvducei/íf|; í) j¡iH h lucha de
ti« u t conduce u iM sin u m tií a ln dict«du*n del pmlekrrlubj í i que caá dicta
(Jura ntúrou no nundfcyc sino la transid,ir * la íwillftón J ( W i Im c h m y x
una ¡tticiediiil iin elaaes,” (M m -Engel!, UrtarfU» líloiifflcpj, Editoras Sociales.
IW , is. 11U).
guíeme, que, desde lodos los punios de vjstu, económico, ¿tico, espi­
ritual, está todavía cargada de las afieles de nacimiento de la antigua
sociedad, de cuyos Mancos hu salido.* (Ihití., p, 23.) La sociedad
nueva prolonga algunas idealidades de La sociedad antigua, aunque
quiera ser la negación do Cata, La negación misma sigue estando
afectada e infectada por k> que ella niega, aunque Marx nunca haya
tomado muy en serio esa afectación y esa infección; con una con­
fianza inquebrantable en el porvenir absolutamente positivo de la
sociedad comunista realizada, él no ha dejado que su visión se oscu­
rezca por las manchas sombrías que el mundo antiguo proyecta
sobre e] mundo nuevo.
Marx admite de buen grado que el derecho de que hará uso la
sociedad transitoria seguirá siendo ¿un derecho fundada en ta desi­
gualdad, como todo derecho* (i b i d p. 24). Por otra parte, el
nunca se dejó obnubilar por la idea de la igualdad nt deseó que
fuesen Inscritos en las banderas de Ja sociedad socialista los térmi­
nos formales Libertad, Igualdad, Fraternidad, í.l apunta a Ib abolición
de las di/ereircíoi de clase y no a la instauración de un reinado de
igualdad abstracta. Se tral* de suprimir la desigualdad de las condi­
ciones materiales y de las condiciones del desarrollo de los indi­
viduos, de aniquilar las diferencias de clase y no de anhelar el esta­
blecimiento de un reinado de la indistinción, de un reLoo de ta «igual­
dad*, cosa irrealizable- NI siquiera el comunismo realizado estará
ni debe estar baja el imperio de ta ¿igualdad*.
Esta sociedad provisional y transitoria debe ser tomada por lo
que es: una sociedad que niega violentamente et capitalismo, sin ser
todavía, empero, plenamente Socialista y comunista. El proletariado
dominará, pero no en cuanto clase; aunque en posesión del poder
estatal y político, no Instaurará, propiamente hablando, un nuevo
poder gubernamental. En el Curso de su marcha victoriosa, ía clase
obrera sustituirá La antigua sociedad civil — marco en cuyo interior
el poder político resumía el antagonismo de los explotadores y los
explotados— por una asociación comunitaria, Marx plantea la cues­
tión concerniente al poder pulÍ1ico nuevo, y ]r resuelve liquidándola.
«Es decir, que después de b calda de la antigua sociedad, ¿habrá
una nueva dominación de clase, dominación que se resumirá en un
nueva poder político? No, La condición de la liberación de la díase
obrera es la abolición de todas las clases, del mismo modo que ia
condición de la liberación del tercer estado, del orden burgués, fue
la abolición de todos los estados y de todos los órdenes. La clase
obrera sustituirá, en el curso de su desarrollo, la antigua sociedad
civil por una asociación que excluirá las clases y el antagonismo de
las mismas, y ya no habrá poder político propiamente dicho, puesto
que e! poder político es precisamente el resumen oficial del anta­
gonismo en la sociedad civil,* (Miseria de ia filosofía, p. 210.) No
obstante, el problema del poder político en la primera fase del comu­
nismo no se deja liquidar tan fácilmente. La lucha de clases que
conduce necesariamente a la dictadura del proletariado — esa. dic­
tadura revolucionaria que constituye una Iransidótt y lleva, mediante
la abolición de todas las clases, a la sociedad sin clases y sin Es La­

na
do — consfituyi; Imlumit ib [emento la piem muestro dd pensamien­
to político de Marx, Este sector, tun imporLu.trle, de su pensamiento
político sigue siendo, no obstante, muy problemático. El proletariado
se constituye en dase; se organiza en partido político; derriba La
dominación capitalista, en lo económico y en lo político; se erige en
dase dominante y conquista el poder político, *--.el primer paso de la
revolución obrera es la elevación del proletariado a la dase domi­
nante, la conquista de la democracia, El proletariado hará uso de
su dominación política para arrancar poco a poco a lo burguesía todo
el! capital, para centralizar en manos del Estado —-es decir, del prole­
tariado organizado en dase dominante— todos los instrumentos de
producción y para acrcccatar lo más pronto posible U masa de las
fuerzas productivos*, Leemos en el Manifiesto d¿l partido comunista
(p. 95.) El cual nos dice, algunas lineas más abajo; «Una vez que,
en el curso del desarrollo, las diferencias de clase batí desaparecido
y que toda la producción está concentrada en Las manos de los indi­
viduos asociados, el poder público pierde su carácter poli rico. El
poder político es, en sentido propio, el poder organizado de una
clase con miras a la opresión de Otra. Si el proletariado, en su lucha
contra U burguesía, llega forzosamente a unirse como clase, si se
erige, medíanle una revolución, cñ clase dominante, y, a rindo de
tal, suprime mediante La violencia las antiguas condiciones de pro­
ducción, suprime, al mismo tiempo que esos condiciones de produc­
ción, los condiciones de existencia del antagonismo de clase y de los
ciases en general, y, con ello, su propia dominación en cuanto clase.
La antigua saciedad burguesa, con sus dases y sus antagonismos de
clase, es reemplazada por una asociación, cti la que el libre desa­
rrolla de cada uno es la condición del libre desarrolla de tódóS.»
{lb\d., pp. W-97.)
Es decir, ¿están resueltas las cuestiones relativas al poder, a la
política y al Estado? Marx se negó a prever las formas concretas
que tomará sel Estado roturo» en la sociedad comunista; pero lo
que ¿1 ha dicho de ellas sigue siendo problemático. Esa asociación
en lo cual y por U cual te habrá hecho posible y efectiva la libertad,
ya que la personalidad de cada uno so desarrollará libremente en el
seno de esa unión consentida de Los individuos, sigue siendo excesi­
vamente idílica. La unión consciente y voluntario, de los individuos
— Marx quiso rebasar las concepciones cotiltactuales y artificiales
del Contrato Social— , ejerciendo su control sobre La totalidad del
desarrollo de las fuerzas productivas y sobre lodo el desarrollo social
de loa individuos, no se hará realidad oído en la lase superior del
comunismo; pero está en vías de realización en el periodo transi­
torio, en el que d Estado no-Estado preparará ¿J mismo su destruc­
ción. Ningún burocratismo debe introducirse eu la nueva organi­
zación social, piensa Marx, adversario resuelto de tenia burocracia;
las funciones sociales no deben en modo alguno concentrarse, conso­
lidarse y rcíflcarse en manos de un funcianoriadn y de tina adminis­
tración congelados.
El destino del Estado en el curso de esta marcha conquistadora
queda, no obstante, confuso, y ni Marx ni Erígela supieron ni pudie-

2 J9
lüii ccmjurür este especlro. Eiigels, tn unn cbuL i relativa al programa
di' Gol ha, curra del 1828 de m arzo de 1Í7Í a Augusto Ucbel, trata d<?
aportar algunas precisiones; ¿lo consigue? «...uní Estado líbre — es­
cribe— e$ un listado que es libre respecto a suí ciudadanos, es
decir, un Estado de gobierno despótica. Convendría abandonar todas
es tas habladurías acerca del Estado, sobre todo después de la Cottm
na, que ya no era un Estado en sentido propio. Los anarquistas nos
han echado en cara bastantes voces el '‘ Estado pifptdar", aunque ya
el libro de Murx contra Pmtidhon y después el Manifiesto Comu­
nista diuca explícitamente que, con Li instauración tivi orden social
socialista, el Estado se disuelve por sí mismo y desaparece, El Es­
tado no « más que una institución pasajera, de la que se está obli­
gado a servirse en la lucha, en la revolución, para reprimir por la
fúvr/a a stts adversarios; por tanto es perfee lamen le absurdo hablar
de un Estado popular libre; mientras el proletariado tirite todavía
tJectfjíiíLid del Estado, ello no es para la libertad, sino pitra reprimir
a sus adversa rloa, Y cuantío por fin se hace posible hablar de liber-
lad, d Estad oí de|a de existir como tal. Así, propondríamos poner
en todas partes, en el Jugar ds la palabra «lisiado, Ij palabra 11Co­
rnil mitad" ftVetrtejJtwe.sírnL vieja palabra alemana que corresponde
muy bieti a la Francesa “ ConununC1fCoTTUina).» tCrUtea de Íoj progra­
mas de Gocho. y de F.rfurt, p, 48,) El problema del proceso que con­
duce a la destrucción ikd Estado, y «I de las ídi irías que la admi­
nistración de los seres y de las cosas va a tomar, distan mucho, sin
embargo,, de estar resuellos.11
¿Hay que decir que en teoría este problema se baila resuelto

11 Kit t.l tltada u ts fterúhiaát); k doctrina M mantimú oerrra dei Estada


y td * hlifiii ( ( e l v n / ir titr ia d a en la rccalvcnn I191Í1. 1,'tihi quilo “ ícr ’ nrfifrrfr la
Ymtjdrr» ibdrllll de Marx Fy mhrip tndn dr EhVcbl in-na (M Ertir.lo” Él
Bftltili'i’C l(W terca» rlr la [cvoliicmn ¡nvletitii, til etíflirffi lil lliltdi). Ifliwi fi?iie.
Dnitnilr rl antiguo apante h im á t id i y militar, iliMtrmni !s «Jiti^ui iniijiiliii
b u ivn ítin y militar Jií Ktteli) o iiJ m tí, U supresión drl Evljite hrircnós (W w
emití unir, «diré Ib base del "ecnlraliirniu pniltlnriu", a la “ r^tn ipuriíntión sodilístn
del líktetTn", Frtntiu n’Vnliii'inraTla y pasfilrra, iTirUítiftisalilí* ni Fondo. El nuevo
ÉsLuilo *iiprhrKi f-l fipirrjito prnnanrati1 - y lo ¡FuMituye por el pueblo armado. Su-
prtinn tumillón pl rtrirlniUPUUlTisinn y la humcracta: estriblc'l*! Ih cluríiluí'ldud gt-
crjral y la WVtltftllllidad completa —-en lodo liiomentfl y ílil Iffirepcf/m alguna—
di* tiiilr)!i lo» Fimrlon artel. cnjws rímolumrntoB non ndiietiljii al pnLn'o »b■ obrero,
Tiwl¡n tus furrebiu-i piiblifus son mosForuyidp» en írmeímes administrativa», con
ln cual, ph>lliftinr(fntio liilfilando, dpían tic ser JJttliliCiU, El Hitado nuevo tnaTr-ha
brtcLo íu dgstruenón t “el Kitado en vfas de riostnirción punir ser tlanuuhi, a
un [!(rtn pnlri de ésta-, F-stmb iig político" (Oent'<!i rlK íiln . t. II, Mmtii, 1917,
p. 2Ü)_ Í j» mstitoolrtiief mismas dejarin de existir, "E n electo, pura luprlrnir el
EltBiln, i i ftm is tii! t|(te tu fumájunes del Filado s* trídtlltrftiffl ce npm ciUnK
dút ttmiwl y tic wfltstrri, tun limpies rpre d i n al alotace de la b n im a ma¡vorío y,
dcspuL* if<‘ Ib tcitalulad i!c k pabladÁn1' (p. 22i) El |HAHW) i r dntmcaíia sH¿
b jg o y duro, v la (N lm a ié ll no tendrá lugar d ivlivgim ille ttw n « t r * ‘ «1 » ■
murbrr.u integral, M im sta f y a u n iiiitti; tienen. pirra, un n h tc lir t> común r la
saciedad sin lii R-tulo; peni se dórtnguon mdiíal menta en cuanta a los
ntfdtes que piLtnnius pora to a e p iiiin . Lm in c n í l l ó lodo esta rn d otuñu (It
¡917, en vínpftaí do Ib rcrtillidon tu r apuntaba a la pl¡tt)iUfsr¡An lis 1» economía
y de la Masi llad insu. K1 Estado w i é t ia i bu rtcunidu dnpuéf UII cierto camino.
Es tb- «idmaj'íir que Lcnin su tk lA d lw ia rm s i e r s del jvfrlíríü del pmlrtariídü.
;lutidu nuf, de molui'tftlJlin, se í i i i l Í uuih un tlí» rvi paríate ím d poder, en
]nrl'iln ili■ Estudio.

140
sin calntlu prácticamente? Marx, que no quino aceptar ta distinción
entre la vendad de la teoría (abstracta) y la de Jü práctica (concre-
ta). ¿sucumbe al poder alienante de esta dualidad? Punes Je teoría ao
deja de proclamar la verdad de] comunismo, sin pronunciarse dema-
alado acerca de los medios prácticos que t¡i realizarán. Se nos dice
que «en la forma de la Sociedad, se constituyen, por tanto, unos
ápganos sociales: así, por ejemplo, la actividad en sociedad inmediata
con otros, etc,.,, so ha convertido en un órgano de manifestación de
la vida y en un modo de apropiación de la vida humana.* (Ec.
FiL, p. 31.) ¿Qué formas de organización tomarán esos díganos
de manifestación de la vida? ¿A través de qué organismos adminis­
trativos su manifestará la voluntad de la global apropiación de la
vida humana?
Lejos de responder a estas preguntas, Marx insiste en el hecho
de que esta apropiación está triplemente condicionada; por el grado
de desarrollo de las fuerzas productivas, por Jos individuos apro­
piantes, por le manera como ella misma se lleve a efecto. «Esta
aprupiación está primeramente condicionada por el objeto del que
haya que apropiarse, uno vez que las fuerzas productivas se hayan
hecha una totalidad y sólo existan dentro del marco de un comercio
universal. Esta apropiación debe tener, por tanto, de ese lado ya, un
carácter universal que responda a las fuerza* productivas y ai co­
mercio. f...] La apropiación está después condicionada por los indi­
viduos apropiantes. [...] La apropiación está además condicionada
por la manera como debe ser efectuada.» (fd. nf.r pp. 241-242-
243.) (_o& (rtíJivií/üiíu apropiantes y la ithmeru como la apropiación
naturalista, humanista, socialista y comunista es efectuada tienen,
pues, un cometido importante par desempeñar, y ta suerte de esa
apropiación, en una amplísima medida, depende de ello. £1 come­
tido de los jefes llamados a conducir el movimiento liberador tam­
poco es desdeñable. Los jefes pueden acelerar positivamente o retar­
dar negativa mente la evolución de) socialismo-comunismo, «Sería
evidentemente muy cómodo construir la historia universal, sí la lu­
cha sólo f licsc enlabiada con posibilidades infaliblemente favora­
bles. De otra parte, esta lucha serla de nato raleza sumamente mís­
tica, í l Jas ^casualidades” no tuviesen ctl ella papel alguno. Estos
casos contingentes entran naturalmente en la marcha general de la
evolución y se ven compensados por otras casualidades. Pero la
aceleración o el retardo del [movimiento] dependen en gran medida
de semejantes " casualidades” — catre las c u a l» figura también la
rt casualidad “ del carácter de las personas que primero están a la
cabeza del movimiento,* {Carta de Marx a K t i g c U n a n n , det t i de
abril de 1S7Í. continuación de la citada anteriormente; un Guerra
en'íf, p. SI.)
La lucidez — una cierta lucidez, en todo caso— no ha fallado por
tanto a Marx, en cuando a las posibilidades, pocas o muchas, de la
evolución política. A veces él sabe qué la victoria total y luminosa
de los obreros revoluaoaarios es cosa extremadamente difícil; que
¡i una etapa de Ja victoria de los obreros corresponde una nueva lucha
que se termina con la derrota de los obreros; que una clase puede

MI

is
hacer la revolución y ósta resulte en provecho de otra clase. Sabiendo
todo eso, Marx sigue confiando en el porvenir de la total emanci­
pación humana.
Para que esta emancipación se realice, es necesario, previamente,
que el movimiento comunista subvierta violentamente la base misma
(le todas las antiguas condiciones de producción y de comercio, que
aniquile Jas formas políticas y administrativas del antiguo aparato
burocrático del Estado, que despoje de su carácter pretendidamente
natural todos los da tus que pasan por naturales y constituyen así
una traba a la potencia creadora del proletariado en marcha, Todo
debe ser sometido a la conciencia, a la vohmiad y a la potencia de
los individuos unidos; lo que parecía poder existir independiente­
mente de los individuos es consagrado o la aiuquilaclóni. puesto que
lodo lo que existe es producto de la actividad humana. El comu­
nismo inaugura tina era enteramente humana: «...por primera vez,
trata ron conocimiento de causa todos los presupuestos naturales
como creaciones de los hombres dd pasado, lo despoja de sti carác­
ter natural y los somete a la potencia de los individuos unidos.»
(Id. al., p. 231.) Los hambres nuevos, materialistas prácticos,, seré?;
desembarazados de tas antiguos estructuras y superestiucluras, tra­
tan, en su esfuerzo práctico, «como inorgánicas las condiciones crea­
das por la producción y el comercio del pasado, sin Imaginarse,
empero, que Las generaciones pasadas hubiesen tenido como plan o
como destino- proporcionarles unos malcríales, y sin otear que esas
condiciones eran inorgánicas para los individuos que Las creaban»,
j'rbid.). En el cunto de la evolución del movimiento desalíenodor, La
organización ya no vendrá a superponerse a lo orgánico, y lodo lo
que es «orgánico» y «uaiurnlni existirá gracias a la técnica liberada
de todo enclave. La actividad personal ya no será «trabajo* limi­
tado, sino que coincidirá con la plenitud de la vida material; la
historia será transformada completamente en historia universal; todo
lo que es será unlversalizado. Los individuos particulares, liberados
de toda particularidad y de todas las barreras económicas, polílícas.
nacionales e ideológicas, «serán puestos en relacionéis prácticas con
la producción (incluso espiritual)** del mundo cnleru y puestos en
condiciones de adquirir la capacidad de gozar de esa producción uni­
versal de toda la. tierra (creaciones de los hombres}.» ( Ibid.t pá­
ginas 181-182.)
Todo este proceso militante, desalienador y apropiados1 conducirá
a la humanidad hada ia segunda fase dd socialismo, la sociedad
comunista propiamente hablando, d reinado de La reconciliación
triunfante. Todas las oposiciones habrán sido rebasadas, y los miem­
bros de la colectividad ya no participarán en el goce segtbi su trabajo,
sino según sus necesidades. La necesidad móvil de la actividad hu­
mana. se- hallará enteramente satisfecha en la sociedad comunista
pkna. Pues» en la primera fase del socialismo-comunismo, sociedad
que «todavía lleva los estigmas de la antigua sociedad, de cuyos
flancos ha salido», el individuo sólo puede consumir proporcionat-

18. £1 mhnytdo « nutstro.


m^nlí al trabajo social que ha prestado, es decir, al quantum indi­
vidual del trabajo social. Marx nos invita en una ocasión a que nos
representemos una comunidad de hombres libres que trabajen con
medios de producción socializados y que empleen, según un plan co­
mún. sus múltiples fuerzas individuales como una misma y única fuer­
za productiva. Fn el senu de este orden social comunitario, «el tiem­
po de trabajo desempeñaría así un doble papel. De un lado, su distri­
bución en la sociedad regula la relación exacta de las diversas fun­
ciones a las diversas necesidades: del otro, él mide la parte indi­
vidual de cada productor en et trábalo común, y al mismo tiempo la
porción que le corresponde en la parte dd producto común reservada
al consumo. Las relaciones sociales de los hombres en SuS trabajos
y con Jos objetos útiles que de éstos provienen quedan aquí simples
y transparentes, tanto en la producción como en la distribución.»
(£/ Capííaí, L 1, p. 90.) Esle orden* aunque haya suprimido la
propiedad privada, no es todavía = n i económica ni políticamente —
el orden cu monista, sino que lo inaugura. Es todavía lo famosa
primera fase del comunismo. Resúmanlos las etapas det proceso que
conduce hacia la reconciliación total, el comunismo realizado en cuan­
to naturalismo-humanismo. De las entrañas mismas de la sociedad
capitalista nace et movimiento emancipador del proletariado (y del
hombre!; para suprimir la propiedad privada y romper el antiguo
aparato burocrático y militar dd Untada, el proletariado está obli­
gado a recurrir a la rei/oíuei<JH; la revolución victoriosa instaura la
dictadura revolucionaria del proletariado y cría un rruevo Estado
(no-Estado)¡ do este modo, la dase obrera conquista para sí la
democracia, ióíidliza /di Jrtdí/ÍO'í de proifnc-cíórt y crea Sn primera
fase del jocííí/í.'.tm(h ' oíd unismo en cuyo interior cada uno trabaja
según sus capacidades y participa en el consumo de los bienes según
su trabaja productivo. Bsla primera fase conduce al socialismo-
ctuiiHTiííjnD integral. «En una fase superior de la sociedad comu­
nista, cuando hayan desaparecido la esclavizado™ suban! inación de
lus individuos o la división del trabajo y, con ella, la oposición entro
el trabajo manual y el trabajo espiritual; cuando el trabajo no sea
solamente un medio para vivir, sino que se haya convertido en la
primera necesidad vital misma; cuando, con el desarrollo universal
de los individuos, los fuerzas productivas se hayan acrecentado tonar
bión. Indas las fuentes de la riqueza colectiva manen más abundan­
temente, entonces, y solamente entonces, el horizonte limitado del de­
recho burgués podrá ser íntegramente rebasado y la sociedad podrá
escribir en sus banderas: "De cada uno según sus capacidades, a
cada uno según sus necesidades".» (CriL prog. Goíha, p* 25.) £1
desarrollo píen ario — y sin duda planetario— de las fuerzas produc­
tivas. el ilcsatrolíu armonioso dd conjunto de las capacidades de
cada individuo, la supresión de la división dd trabajo y do la dife­
rencia entre la dudad y el campo, el rebosamiento total de la propie­
dad privada, la destrucción del Estada (y de la democracia) condu­
cirán, por tanto, a la humanidad al comunismo, enigma resuelto de
la historia, reinado de la satisfacción de la totalidad de las nece

141
siíiadcs. La «economía» y la «política* serán así rebasada*, y las
evoluciones habrán dejado de ser revoluciones políticas.
El círculo se cierra así. El punto de partida es hallado de nuevo
en La llegada. El hombre que trabaja para vivir, lucha contra La na­
turaleza para producir su vida y aspira a La satisfacción de sus ne­
cesidades culturales* humanas y sociales, está espoliado, frustrado,
insatisfecho y alienado, desde el primer acto de la «historia» humana
y hasta el primer acto del comienzo de su verdadera historia. En
el comunismo, en cuanto naturalismo, humanismo, socialismo, eJ
hombre se reconcilia con todo la que es; el medio de la satisfacción
de sus necesidades, a saber, el trabajo, de ia de ser, propiamente ha­
blando, trabajo —.y trabajo dividido— y se convierte en la nece­
sidad vital por excelencia. Por tanto, el trabajo es suprimido por su
generalización, por decirlo así. A la producción total corresponden
una satisfacción de las necesidades y un consumo de las riquezas
colectivas no menos luíales. Así se cierra el circulo; necesidades,
irtubafo, producción — trabajo como necesidad, satisfacción de las
necesidades, consumo según las necesidades —. El individuo t¡e hace
miembro orgánico del cuerpo social y socialista, d hombre reina so­
bre ¡os cosas, toda naturalidad es suprimida gracias a la Idenles
humanista. El hombre en cuanto individuo humano (y no sola­
mente subjetividad psicológica), el individualismo, empieza a estable­
cerle como un cuas i‘Absoluto desde el Renacimiento, desde que el
gjcí del engría opera .sobre la res er/emu; el individualismo se per­
fecciona al amplificarse, y adquiere una dimensión planetaria en el
colectivismo «absati.it o ►, en la comunidad que hace posible la reali­
zación de las necesidades del individuo, de los individuos,
t » *

El rebosamiento' de la alienación puede, según Marx, realizarte


efectivamente, en la hipótesis (VoravsscfzttnR) deí socialismo-comu­
nismo, Esta hipótesis posee unos presupuestos reales. «El comu­
nismo no es para nosotros un estado (Zuxtandf que deba ser esta­
blecido, ni un írfectí conforme al cual la realidad deba comportarse.
U amuí nos comunismo al movimiento real que suprime el estado de
cosas actual. Las condiciones (Bedíngun^m) de este movímienLo se
derivan del presupuesto actualmente existente.» ( Id- ol„ p. 175.)
Marx Ritiere mantenerse a igual distancia del «fatalismo» y del ■vo­
luntarismo»; destino histórico y actividad humana no son ni mar­
chan ei uno dn el piro. La necesidad misma reclama la acción, el
movimiento reaj mismo engendra las formas y las fuerzas que cortan
por lo sano. Ir) que cr necesario no podría realizarse sin ser reali-
¡wdu por el movimiento práctico que hace que aquello cuyos presu­
puestos existen actual mente, ata y llegue a ser. Pues ei comunismo
es un movimiento esencialmente práctico, y nunca se insistiría dema­
siado en su carácter práctico. Marx afirma categóricamente: «E l
comunismo es un movimiento extremadamente práctico, que persi­
gue unos fines prácticos (prakiischc Zweckei coa medios prácitcós
(m it praktischeu M lu d n ) y que puede, por lo meaos en Alemania,

14*
fíenle a filósofos alemanes, ocupum: pur un momento de Ib esen­
cia0,.,» Utl. al., l. VII, p, 217,) El comunismo no es, por tonto,
ni fatal ni producto de una voluntad libre; no es un es lado conge-
Lodo que deba ser establecido o la construcción teórica de un ideal;
es a través dd movimiento práctico de la ne(mtividad, y persigue
unas fines prácticos (la satisfacción plcñírria de las necesidades rea­
les de los hombres, móviles de la acción.) con medios prácticos (la
técnica intuí y planetaria, la movilización de todas las fuerzas pro­
ductivas). El comunismo es — o mejor: llega a ser— a través
de esta movilización. Está en movimiento, y su *esencia» es móvil.
Asienta la negación como negación para negar el mundo existente,
el mundo existente que, sin embargo, le proporciona sus presupues­
tos; y llega a asentar la negación de la negación en cuanto posición
nueva e inédita, punto de partida del movimiento que marcha hacía
la apropiación total y práctica (Je todo lo que existe realmente.
El comunismo, prosiguiendo el movimiento real que lo pone en movi­
miento, es «... el momento real, y necesario para la evolución his­
tórica venidera, de la emancipación humana y de la reconquista [de
la escocia] del hombre (der menschltchen Emanzipation und IVíeder-
gctt’irttmrig). El conttmfctKp es la forma necesaria y el principio enér­
gico del porvenir inmediato, pero el comunismo no es en cuanto tal
el objetivo de la evolución humana, ta forma de la sociedad huma­
n a d <£c. Ftf,, p. 41.)
No solamente el comunismo no es el objetivo final, el término
último y el lio definitivo de la historia humana, sino que desde ahora
tiene sus límites; movimiento de conquista de la Totalidad, y de
(re-)comprista de La esencia de la totalidad humana, no escapa a
la lülfflítactüjt. El comunismo será — a su vez— rebasado, perú sólo
después de haber sido completamente realizado. Todavía no ha ha­
bido nadie que haya prestado alenciún a estas palabras de Marx.
¿Estamos siquiera dispuestos a oiría* y a entenderlas, y está aún
lejos de ello tü situación histórica? Pues Marx escribe a propósito de
la «acción comunista real-», del «movimiento» del comunismo: «La
historia lo traerá; y este movimiento* que en pensamiento ya sabe­
mos que se suprimirá a sí mismo, atravesará un proceso muy duro
y muy extenso. Pero debemos considerar tomo un real progreso el
que hayamos adquirido, desde el principio, la conciencia tanto del
carácter limitado como del objetivo del movimiento histórico y una
conciencia que sobrepasa a ese movimiento.»* {¡bitL, p. 64.) De
nuevo hallamo* el peiLsamiemo y la Conciencia, pensamiento y con­
ciencia que rebaban el movimiento real cuyo proceso de desarrollo

17. Oer Jtmi|inii'i4mui ist dic not Wf'TIrHiftí Ccsloll wld Hm eiiflicldie Prin-
ijp tk:r nwclisho 7u1tiinft, aber cbtr KriMUNuniniiii' tst nícht ibi •ulclit.'r das Zíel
diT mtjnsuhilltlitiü CiOlollriiiít (NdtlmiíiJf, II. fldíu;,, Kríntir, 1*. Mfi],
lfl, He aqiil el título alemán de ejilu púlale docilivu: Di» (il'lrliidiic wilrl
fin hlili!'en uiid jviw Bc™ülimig, dií wil in C o d orik en schnn ola rlrn- pch scfbst
«ufbeheniií otoH i, iviiti In der WfHdichhit riñen wlu tíuliñi uml weltl.infiflen
h g ir s duickuchén. Ais cines wi'Uvchcu Furtjdinlrt müssni wjr ci ibtr bu-
tn ch lfti, dan n ir vh i nina bfiE D Bovroht Vnn dtT B cain Á n U lfi! tk ih ti Z )d
der (¡clcldcliliditn DéATgung, imd c¡n w úbo^jctmlci Bcwrattrin TTWtifbeA
babeo. |IW„ Ji,
2 «
efectivo es al mismo tiempo un proceso de aula supresión. Esta con­
ciencia, tan difícil de aprehender y de adquirir, nunca enteramente
real y casi siempre ilusoria y alienada, reflejo de la práctica v condi­
ción de toda verdadera práctica, esta conciencia reaparece aquí, y
no hace nada menos que sobrepasar, desde ahora, el movimiento real
del comunismo mismo, ya que éste no puede escapar ni a su Limi­
tación ni a su rebosamiento futuro. Asi pues, el teórico dd comu­
nismo sabe —* ¿o lo sospecha solamente?— que el movimiento prác­
tico y real {del comunismo entre otros) es limitado, ya que su
objetivo mí « el último fin del devenir histórico; y lo que es más:
esc movimiento ce halla, desde el primer momento, sobrepasado por
«1 pensamiento y la conciencia. Todos los esfuerzos de Marx para
conceder al mm'imcmm dt la realidad más realidad que a la dialéc­
tica de ta conciencia no impiden que este último sea activo desde
el principio y sobrevuele finalmente el devenir histórico.
El socialismo-comunismo, en cuanto naturalismo humanista, parte
de la conciencia y va a parar a la conciencia, que lo rebasa. ¿No
habíamos leído en Marx que el socialismo aparte de la conciencia
teórica y prácticamente sensible del hombre y de la naturaleza consi­
derados como el ser*? (Ibid.. p, 40,) El comunismo parte, pues,
de la cuncíuncia teórica y práctica y de la conciencia de si del hom­
bre, de esa conciencia que es, en principio, epffenoménica. Cierta­
mente, esta conciencia se desarrolla en el curso de la práctica histórica
mediante la cual el hombre prolonga la naturaleza y hoce que ésta
■sea», pero Ja concepción mandona del pensamiento, del conoci­
miento y de la conciencia, aun queriendo ser ■materialista* y ■empí­
rica*, no escapa al «intelectuailsmo*. La conciencia es y sigue siendo
máa avanzada qué la situación real. Pues «la conciencia puede pa­
recer en ocasiones mis avanzada que las condiciones empíricas del
mismo momento; asi, en las luchas de una época posterior, es posible
«poyarse, como en autoridades, en teóricos anteriores.» (/d. al.t
página 235.) Todo parece indicar que el penoomlenlo no se deja
absorber enteramente cu el comunismo real. Sin embargo, deberla
coincidir íntegramente con d movimiento realizador, ¿Quiere eso
decir que el pensamiento se mueve — cuando es verdaderamente
pensamiento— en l« dimensión del porvenir y que su tiempo actual
uunca lo agota? Marx pensaba que no basta con que «el pensa­
miento tienda hacia la realidad»; «La realidad misma debe tender
hacia el pensamiento*. Esa tendencia hacia no puede, empero, anu­
lar, la propia tensión del pensamiento.
ÍÍL La supresión de la filosofía
mediante su realización

La supresión del fenómeno Eundapienta] y de Las turmas epifeno-


ménicas de La alienación debe conducir necesariamente al rebasa-
miento (a La supresión) de la filosofía, en y medíante su realización.
Lo que fue teórico y estuvo alienado será práctico y real; el cielo
do Las Ideas se habrá hecho inútil pura la tierra de Los hombres. La
energía práctica resolverá todos Los problemas, En el reino de la
reconciliación total, el pensamiento filosófico no puede por menos
que suprimirse — en cuanto ta i— para poder realizarse, ponqué no
puede ser efectivamente rebasado antes de haber sido plenamente
realizado.
En su tesis doctoral, d jovencisimo Marx escribía ya: *el llegar-
a-5Cr filosüfta del mundo, es al mismo tiempo el llega r-a-ser-mundo
de la filosofía; su realización es su pérdida; (o que ella combate en
el exterior es su propia debilidad interior; en el curso de la lucha
cb precisamente cuando ella cae en las flaqueras que combate, como
flaquezas, en su contrario; y no suprime esa* flaquezas más que ca­
yendo en ellas.* (T, I, p. 76.) La verdad histórica de la filosofía,
verdad abstracta del devenir práctico, no puedo de,sal ¡criarse sino
haciéndose realidad; la filosofía so suprime, pues, para realizarse.
Al combatir los errores del mundo, la filosofía sucumbe a esos erro­
res, pues lo que cita combate la habita y la disgrega. Para suprimir
los errores del mundo y los suyos propios, no puede hacer otra cosa
que realizarse suprimiéndose. El movimiento real üct mundo fue
elevado aL m igo de filosofía; el mundo se hizo cada vez más filo­
sófico. Correlativamente, el movimiento del pensamiento abstracto
se imprimía cada vez en la marcha de La realidad concreta; la filosofía
llegaba a k t mundo- El mundo de La verdad teórica y filosófica,
tanto como el mundo de La realidad práctica y mundana, fue alie­
nado. Por consiguiente, se trata de suprimir la alienación real del
mundo y de realizar la verdad del pensamiento Filosófico, suprimién­
dolo en cuanto tal, puesto que seguirá siendo no verdadero, es decir.
Irreal y estando separado de la voluntad Transformadora de) mundo
y de la energía práctica. EL mundo (real) ao b* hecho, en ti momento

247
d<; Ja alienación general, mundo ideológico, y el mundo Ideológico
gobierna la realidad traicionándola; lo concreto se ha hecho abstracto
y lo abstracto determina lo concreto. Por tanto, queda por imprimir
el dobU aspecto de la alienación. Así, «el espíritu teórico, ya libre
ert si mismo, se transforma en energía práctica, sale, en cuanto vt>
litntad, del reino de Jas sombras de las Amentas, y se vuelva hacia la
realidad, que existe sin él.* ( I b i i t p. 75.) Sin embargo, al trans­
formarse en eíifirjífü prdecica y en voluntad, el espíritu teórico y el
pcfTSíimíVíifo hallan su rebasarme ufo en su pérdida. «Lo que cru una
luz interior se cambia en una llama devoradme que se vuelve hacia
el exterior» (Jbld,, p. 76.) Y esta llama iluminará La praxis recon­
ciliada con su destino*, la conquista del mundo real.
Pero pongamos atención. La tarea no consiste rti en * realizar
<YCrwirktichert) la filosofía, s i» rebasarla suprimiéndola (aufhehení*
II f en * rebasar la filosofía suprimiéndola, sin realizaría». l a introduc­
ción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel (pp. 94-95)
pone en guardia contra estas dos exigencias, cada una de las. cuales,
por si sola, sigue siendo unilateral: una sucumbe al culto de la teoría
estéril y la otra al culto de la práctica no ilustrada. La tarca con­
siste en rebasar la contradicción alienante entre la realidad del mun­
do' y la verdad semfverdadera de la filosofía. La filosofía no puede
ser realizada y rebosada sin la .supresión del proletariado, y el prole­
tariado no puede ser suprimido sin que la filosofía se realice, (ibid.,
páginas 107-Wfl.l En el mundo de la alienación, el proletariado no
es nada, siendo asi que debería serlo todo; en el mundo del reba-
samiento de la aUcneción, el pensamiento teórico que se hace pasar
por el todo se veri reducido a no ser nada, separado de Jn energía
práctica. La reconciliación significará, entre otras, conciliación de la
verdad de la pasión y de la pasión de la verdad.
La filosofía, que *o alimentaba de la tierra pero se refugiaba en
los nubes del délo, expresaba y traicionaba su origen y se perdía
en la persecución de un objetivo lejano. Al descender a la tierra, se
disuelve en eí movimiento del mundo real y, dejando de oponerse al
mundo, llega n ser mundo. Lo que era del orden del penaanilento
Abstracto, de Ta especulación, de la teoría pura, del conocimiento y
de la conciencia — todo lo que Hegel hacía entender por saber abso­
luto y total— , se halla, al desarenarse, absorbido por la acción prác­
tica, la energía vital. La experiencia social, c| trabajo productivo, la
voluntad potente, la acción transformadora, la praxis (oía!. Tra que
propone Marx es. sin embargo, la ■filosofía de la filosofía*, extre­
madamente dialéctica, no sólo ambivalente sino también ambigua­
ira filosofía es una forma ideológica tic la alienación y una teoría
abstractamente verdadera; se deriva de ln práctica, pero abandona la
práctica aun cuando pesa sobre ella. El pensamiento filosófico pre­
supone la realidad empírica {natural, histórica, humana), pero pro­
porciona también sus luces y sus amias a la acción real; se suprime
realizándose, y sin embargo la conciencia («filosófica») rebasa él
movimiento histórico y está adelantada respecto ñ la situación con­
creto. ¿Quiere cao decir que el pensamiento «filosófico» ligue pre­
sente en su u iix cn e ia ? ¿ O que cunihtu de nimbo y emprende un nuevo
camino?
M an no se Iba olvidado de anotar que «la filosofía moderna no
hace otra rosa que proseguir una tarca empezada ya por Hcrédito y
Aristóteles», (Ocurres phüosophiques, t. V, pp. tÜ6-l(17-V Por
tanto, tiene conciencia de pertenecer a una tradición, a una tradición
filosófica a Ja que quiere poner punto final — tentación, en suma,
muy filosófica—, La filosofía, espíritu alienado en el interior del
mundo alienado, onanismo intelectual, actividad ajena y entrada a ia
realidad sensible, puede, sin embargo, gracias a la real torna de con­
ciencia y a la comprensión del moví mi ente histórico, ser eficaz y
guiar la prédica que la realizará suprimiéndola. Para iluminar la
práctica. La filosofía revolucionaria quiere ser ófrica implacable de
todo lo que existe, sin temer loa resultados radicales de esa critica
y sin resperer ninguna de las potencias existentes. Ciertamente, la
crítica no es el objetivo, sino el medio, el medio de rebasar Ja alie­
nación y de conseguir e] comunismo integral, el cual prescinde de
toda filosofía.
El pensamiento filosófico que prepara su rebasemiento no tiene
que construir el porvenir; su tarca consiste en ponerse al servicio
del devenir histórico, aun sobrevolando este devenir. La humanidad
tenía desde hacia mucho tiempo el sueño de su emancipación; la
crítica analítica le da conciencia de la posibilidad de su liberación
efectiva, y así la crítica, lejos de instalarse en un presente estático
y abstracto, uní dinámicamente el pasado ai porvenir y toma parte
en el advenimiento del acontecí micuto nuevo. El pasado (reba­
sado) debe dcrLímncntc ser irremed iubi emente suprimido' siw rm-
burgo, el pensamiento revoluciona río nu líate otra Cosa que póftfir
en práctica las ideas dd pasado — desaHtnán ciólas, reducándolas y
suprimiéndolas—. La humanidad, en su mancha, siempre continúa
lo que ha empezado, y, mediante tu reasunción crítica del mundo
antiguo, se abre al mundo nuevo. La acción det verdadero pensa­
miento filosófico es critica y terapéutica. M an esboza casi un «psi­
coanálisis» de los pensamientos y de las acciones de la historia hu­
mana: «desde hace mucho tiempo, el mundo tiene el sueño de urta
cosa cuya conciencia debe poseer para poseerla realmente. Se pon­
drá de manifiesto que no es cuestión de un gran trozo divisorio
entre el pasado y el porvenir, sino de Ja realización de las ideas dd
posado. Se pondrá de manifiesto, finalmente, que la humanidad no
empieza una Larca nueVd, sino que acaba su antiguo trabajo te­
niendo conciencia de él», escribía Marx a Ruge en septiembre de
1843 (t. V., p. 210), Y prosigue te corta diciendo: «Es cuestión de
una confesiónt onda más. Para hacerse remitir sus< pecados, la huma­
nidad sólo tiene que declararlos mmo lo que son.» (ibitf*, p. 211.)
Al despertar al mundo dd sueño Cu que se hallaba sumido, al expli­
carle sus pensamientos y sus actos, se le descarga del peso del pe­
cado; a condición, naturalmente, de que esta explicación y este des-

1. Estn { « « « i buha en un articulo (fe M in pníiHaiilo en fe f íh e ír iit c h e Ürt-


del H <l« |dtt> d » IB42, l , É 106, titplonmle.

140
pcrlar cmul uzean n leí hunuinkisd hacia la supresión de la alie­
nación.
Por conk(guienle, el pensamiento revolucionario revoluciona el
pensamiento antiguo, es dodr, lo destruye, y hace que la metafísica
se convierta en física histórica (naturalista, humanista y socialista},
puesto que la * humanidad de la naturaleza» y la ■naturaleza engerí'
tirada por Ja historia* resplandecerán a la luz de las obras del hom­
bre en la sociedad cumurriste El peo saínlento revolucionario quiere
ser flfmiúre radica) y empírico del mundo existente, crítico natura­
lista, humanista y socialista, pensamiento positivo, contribución a le
acción realizadora. Sus presupuestos son materiales y reales, sensi-
bles y prácticos, empíricos y umversalmente concretos; estos presu­
puestos se derivan de la observación y de la constatación de lo que
es. Así, al menos, se interpreta a si mismo el pensamiento revolu­
cionario de Mane; sus verdaderos y profundos presupuestos oo se
descubren, sin embargo, a sus ojos. El pensamiento de M an no ve
con suficiente agudeza que prolonga la metafísica griega, la teología
judeocristiana y la filosofía moderna. No obstante, llega después de
la 'disociación» del logas y la fisis, dé la idea y el fenómeno, de Ib
teoría y La praxis, de la tef social y la ley natural, -disociaciones*
que no bastan para aclarar el problema de la ttchné. Además, Llega
después del establecimiento de un Acto absolutamente primero y
creador — el acto divino de la creación humana— y de la historia
revelada del Dios hecho hombre, que muere para conducir a la
humanidad ¿acid la Redención final de los pecados. Redención que
será una repetición de la creación y significará la victoria total d e t
Espíritu sobre lo Afttfumiezít. Finalmente, llega después del descu­
brimiento del ego cogito, CS decir, de La r « cogífnns operando sobre
la ras í.tfenaa y preparando el despliegue ilimitado de la voluntad de
poder, de la rafia y de la conciencia del hombre, que se transmutan
ert ciencia, en téctifcfl y en ítcefífn productiva. Como ya hemos
indicado, el pensajtiiicmo de Mar* proiunga sobre todo esta tercera
época del pensamiento occidental, la instauración del Sujeto.
El sujeto absolutamente productivo, ios sujetos que se entregan
a la praxis social total constituyen el fundamento (rtielafísíco) del
marxismo y de la técnica planetaria, en el curso de la cual todo
lo que es aparece cada vez más como un producto, como el resul­
tad u de una producción; el mundo mismo no es más que aquello que
se descubre a través de la actividad humana. Marx apela, a lo vez,
al movimiento de la realidad (fundamento del pensamiento) y al
pensamiento efectivo (ordenador de la realidad); sin preguntarse
qué sea Jo que se llanta Ja realidad, su pensamiento continúa
orgánicamente — aun negándolo, es decir, queriendo negarlo— el
pensamiento burgués, y está en pugna con el hegelianismo y el mate­
rialismo det siglo tnx Sin darse demasiada cuenta del alcance de la
conciencia y sin saber muy bien qué hacer con ella, el pensamiento
de Mar* consuma un movimiento y tugue estando afectado c infectado
por aquello mismo que radicalmente niega. Todo el pensamiento
y la perspectiva comunista de M an, ¿no se resienten dé los princi­
pios y de tas realidades de la sociedad burguesa? La sombra de la
propiedad privada y de la posesión de los bienes materiales, ¿no
posa sobre el comunismo, quo no sabe, en fin de orientas, si es o no
es idéntico a Ja supresión de la propiedad privada? £1 movimiento
cuyas bases sienta Marx pasa de lo individual a lo colectivo, pero
queda fundado en los mismos fundamentos en los que se basa, es
decir, vacila, el mundo moderno.
La nueva aprehensión práctica de la totalidad se traía de efectuar
— para suprimir la verdad no verdadera de la filosofía, realizándola
en la sedán material y productiva, ¿e$ verdaderamente una apre­
hensión total de indo lo que o*? ¿O es aprehensión de uno de los
pisos de la pirámide tüial del en ir, uq aspecto, ciertamente, de todo
lo que es, pero no su f u dnfea c integral? Hilo que atraviesa toda
realidad, sin abarcar el ser en devenir de la totalidad eu toda su
plenitud, la verdad del pensamiento de Marx, que quiere estar exenta
de todo presupuesto, se desplega sin embargo en el mundo del dua­
lismo. El fundamento uno y único, y no unificado o voluntariamente
unitario, continúa faltando crudamente. Vaciando el mundo de todo
sentido que no se deje reducir a la actividad sensible, Marx expresa
genialmente el mundo vado de sentido, el mundo del que el sentido
— y todo sentido — está alísenle, ya que la totalidad está quebran­
tada y la unidad dislocada.
Marx da por hecho que estructura y formas de la superestructura,
realidad y pensamiento, movimiento sensible y material y movimien­
to consciente y espiritual, práctica transformadora y comprensión de
esta práctica están en Interacción; pretende rebasar la oposición dd
esp iritualismo y el idealismo, del materialismo y el realismo, «El es-
pirituAlixmo desaparece con d materialismo, su contrarío», leemos
en U Crítica de Ííi filosofía del Estado de tleget (t. IV, p, 991, Lo
material y lo real, lo sensible y lo activo, lo práctico y lo empírico
no dejan, sin embargo, de estar privilegiados, a expensas de la
interacción dialéctica y de la aspiración o la unidad. Lo cual hace
que, una vez sacrificados, to espiritual y lo ideal, el significado y el
pensamiento, la teoría y 1» conciencia, que rebasan el movimiento
empírico, reaparezca!r y queden suspensos ert el aire.
Las necesidades vitales y físicas, el movimiento práctico de la
economía, que conduce la técnica desnlicnada hacia la satisfacción
completa de las necesidades: he ahí el círculo en cuyo interior se
mueve el pensamiento de Marx, Jos términos últimos de su análisis,
los objetivos de au perspectiva. La verdadera relación interfaumana
es m a te ria lis ta (J¿L oí., p, 16B>, y m a te r ia lis ta es también la relación
de los hombres con todo lo que es. El héroe de Ja aventura marxiste
no es, pues, « d hombre total», sino *el materialista práctico, es decir,
eí conmfíííta* (ibtd., p, láÜ). Entonces, ¿el materialismo no desa­
parece con el esplritualismo, su contrario?
Todo sentido (rucendcntc debe ser suprimido, puesto que cons­
tituye un contrasentido y un sinsentido; trasciende, es decir, trans­
grede y traiciona la relación sensible. Por consiguiente, la supresión
de la filosofía « necesaria, y su Aufhebung corre parejas con la
realización verdadera y real de la realidad real y verdadera. ¿Qué es
la verdad y qué es la realidad? Marx, en su lucha contra el fetichismo.

251
la rciricación y la eos ilitación allunumcs, ¿no sucumbe en aquello
con Ira la cual lucha? Los sujetos (objetivos) productores ¡le objetos
(destinados a los sujetos), ¿no win para él tos héroes verdaderos y
reales del devenir histórico? Esto mundo dE los sujetos-objetos se
halla, sin embargo, rebasado por un pensamiento y una contienda
— y una conciencia comunista— , Siendo así, ¿hay que asombrarse
de que la conciencia, denigrada o glorificada, se hallo sin Funda­
mento? ¿No persiste el dualismo entre el ser real ISeiti} y el ser
consciente i Bewusstsein), así como la oposición sujeto-objeto?
La historia humana, prolongación de la historia natural, llegar-a-
se ir-historia de la na rumíela, hace que la naturaleza sea para el hom­
bre, pues la naturaleza preexistente a [a historia humana está despro­
vista de todo interés, e incluso los seres naturales tales como 'las ove-
ja i y los perros son en verdad, en su forma actual, pero matare eme,1
productos de un proceso histórico*. {Id. aU, pp. 232-23L) Por
tanto, el fundamento del pensamiento de Marx y del comunismo no
reside en una aprehensión del ser mismo de La Naturaleza. Este
naturalismo consiste en la visión naturalista de las necesidades ma­
terialmente naturales, motores del llegar-a-scr-historía de la natura-
leía gracias al i ni bajo de loa hombres. Entonces, ¿dónde hay que
buscar el fundamento det ser en devenir de la totalidad de todo lo
que es a través de su devenir? ¿En el hombre? £1 hombre es, sin
duda, d centro del naturalismo humanista, pero, ¿qué es este hom­
bre, $cr natural y social que despliega una actividad sensible y real
y está dotado de conciencia? ¿Está suficientemente Fundado ei huma­
nismo de Marx? El nos dice que el hombre es «la subjetividad de las
fuerzas esenciales y obj divas, cuya acción debe par consiguiente ser
objetiva* (Ec. F¡!„ p, 75), El ser sub ¡divo-objetivo del hombre,
interpretado de una manera antropológica y humanista, «realidad*
hacia la que todo Converge y n la que todo se reduce, ¿prescinde,
en verdad, de todo fundamento? Ciertamente, Marx ha escrito tam­
bién que «las sensaciones, las pasiones, etc., del hombre no son sola­
mente determinaciones antropológicas,., sino afirmaciones verdadera­
mente ontoldt'icfjs del sur (de Ir nfituralcat), y j no se afirman
realmente sino en que su objeto es ieuxióle para ellos...» (Ibid.,
página 107,) Mu obstante, el movimiento ontolúgico, el logos del
devenir dd ser, es cunstan (emente ignorado en provecho del proceso
histórico y humano, y el ser de que aquí se trata no es más que
rl ser (de la naturaleza) que *ó>0 es gradas a la acción de los hom­
bres. Y la actividad económica c histórica del hombre — de la sub­
jetividad de las lucr/as esenciales objetivas— no se enfrenta sino a
objetos, objetos de una producción, destinados al consumo de los
sujetos. Aunque quiere rebasar, a la vez, el sujeto aislado y el objeto
alienado, y el dualismo de ambos, Marx no consigue rebasar la
concepción del hombre que hace de éste el Sujeto y le opone un
mundo-objeto, convirtiéndose el hombre mismo en objeto (subje­
tivo).

2. Mofaré fue ■ pesir «upo, ccmtn i i voluntad de pito» mismos; en francés


en H (rato dr Man.

152
Ya *eun creado», rjibrlcndo», producidos o hecho», ya sean consu­
midos, destruidos o suprimido!;, loa objetos no dejan de reinar.
Puesto que, inclusu *alM donde la afirmación sensible es la supresión
inmediata del objeto en su forma independiente (comer, beber, tra­
bajar un objeto, etc,), eso constituye la afirmación del objeto»
(ibid., p. 107,) El ser ortológico de la pasión — es decir, de la
acción humana— también está movido por las necesidades naturales
y humanas y no va mucho tnás lejos que la fabricación de objetos
y el goce sensible. Iodos los fragmentos de la totalidad se convier­
ten en materiales de trabajo-
La filosofía que se suprimirá para realizarse se realizará, así, en
ei mundo del naluralitmo humanista, en la sociedad comunista, que
lleve a su apoteosis d reinado del sujeto objetivo que produce y con­
sume Objetos, una vez que todo lo que es se ha convertido en
práctico y material, la industria capitalista ha creado tas condicio­
n e s létnicas y materiales que permiten, después de la supresión de
la propiedad privada, la apropiación de la totalidad de lo que es, por
los hombres, «Sólo por la industria desarrollada, es decir, por la
mediación de la propiedad privada, el ser ontológíco de la pasión
humana llega a ser fw w fj en ni totalidad tanto como en su huma*
nidad.» {Ibid„ pp. 167 168.) FJ rebosamiento de esa mediación
hará posible la apropiación tolal del «ser ontológja». No obstante,
se plantea la cuestión siguiente: ¿la comunidad socialista y comu­
nista no continua estando bajo el signo de la técnica (burguesa) y de
le propiedad? El problema concerniente a la supresión positiva y
radical de la propiedad privada — origen de las alienaciones y, gra­
cias a su supresión, medio fundamental de la desalienarión — sigue
siendo terriblemente complicado. Ahora bien, sin poner en tela de jui­
cio la afirmación dé que todas los alienaciones se reducen — por vía
reductiva— h la existencia empírica de Ja propiedad privada (y por
tanto todas las alienaciones se ven suprimidas por la supresión de
ta misma), preguntémonos más bien si el poder rcificantc de la pn>
piedad na afecta — s iq u ie r a a través de la supresión de su forma
burguesa y capitalista — al mundo de la filosofía realizada, del comu­
nismo consumado, ¿No es M an quien escribe: *El sentido de la
propiedad privada — separado de su alienación— es la existencia
de oh ¡mus esenciales para el hombre, como objetos de goce y en
cuanto objetos de la actividad*? (Ibid,, p, 108,> Pese a su lucha
contra toda concepción dd comunismo que haga de ésto el reinado
de la propiedad privada generalizada, ¿no se mantiene Marx, a fin
de cuentas, en la dimensión de la propiedad? Las miras de Marx,
apuntando a 1a expropiación de los expropiadores, ¿rebosa el hori­
zonte de 1» apropiación?
* * *

Considerándose como un pensamiento filosófico que ya rebasa la


filosofía, el pensamiento de Marx no está muy atento u los problemas
que contiene ni a su vacilación en cuanto a determina dos puntos
decisivos; no se plantea cuestiones, sino que interroga y pone en
tela de juicio lo que ¿l llama 1o real, para dar en seguida respuestas

253
tajantes. Muy puco cuidadoso de su propia andadura, no se detiene
tampoco en sus presupuestos remotos ni en la problemática de sus
últimas consecuencias. Este pensamiento quiere ir aprisa, y no tiene
mucha sensibilidad para las cuestiones que necesariamrfue han de
quedar abiertas.
Con liiw cierta ingenuidad, Marx quiere partir de la sola actividad
sensible, como si hubiese una actividad sensible y una materialidad
que, a t atmtto tales, precedieran a todo pensamiento. La sensibili­
dad y la materialidad naturales, sociales y humanas, son, para el
pensamiento de Man, Ja base de toda verdadera aprehensión cientí­
fica: física, biológica e histórica. La filosofía que intenta rebasarse,
¿llegará a ser saber científico? Y esle Jlegar-a-scr-ciencia de la filo­
sofía, ¿coincidirá con su supresión en y por el naturalismo huma­
nista del comunismo? Dejemos, por el momento, este problema sin
«respuesta» y tratemos de abordar la esencia de la verdadera ciencia
desalienada según Mane
La relación práctica, técnica e histórica del hombre con la nalu-
volcza constituye d fundamento de la rieticin, Mo existiendo la na-
turalcza sino pur y para el hombre, no hay movimiento «autónomo»,
dialéctico o no, ele la naturaleza o de la materia; el hombre es un
ser natural, y la naturaleza se hace «humana» a través del devenir
histórico, el cual, y solamente él, es «dialéctico». Dialéctica es, por
tanto, la relación que une y opone al hombre a la naftirideza. La
separación de las ciencias en ciencias de ftt ttaturalr.za y ciencias
del hombre pierde su sentido. La ciencia de la naturaleza constituye
el terreno del desarrollo de la ciencia humana, ¿nía englobando a
aquélla. La técnica es y sigue siendo el fundamento soberano de la
ciencia. >La industria es la relación histórica real de la naturaleza,
y por consiguiente de la ciencia de la namralfta, cor el hombre;
por tanto, si es entendida como descubrimiento cacóte rico (cxolrrische
Eníhilllunfii de las fuerzas de! ser humano, entonces el ser humano
de Ja naturaleza o el ser natural del hombre ene entendido igualmente,
la ciencia de la naturaleza perderá su tendencia material abstracta,
o más bien su tendencia idealista, y vendrá a ser la base de ciencia
humana, como ya ha venido ft ser anualmente — aunque eñ una
forma Alienada—■ la base de la vida humana real,» (Eo. Ftl„ pági­
nas 35-36,) Dado que no hay una base para las ciencias y otra para
la vida, pues U ciencia misma es un producto de la actividad pro­
ductora de Ida hombres, dado que ct> en la historia humana donde
la naturaleza llega a ser, pues la historia misma c» una parte real
de la historia de la naturaleza, dado que la naturaleza de la Natu­
raleza reside en la actividad sensible, pues ésta constituye ol mismo
tiempo ín verdadera naturaleza ontológica. es decir, antropológica e
histórica, del hombre, ¿no es necesario que haya solamente utta
Ciencia? En efecto, la ciencia parte de la naturaleza, pero partir de
La natuni lera significa empezar con la historia humana, porque «el
hombre es el objeto inmediato de la ciencia de la naruraleza, pues
la naturaleza sensible inmediata es, para el hombre, inmediatamente,
la sensibilidad humana...» {Ibid^ p. 36,) Correlativamente, «Ja na­
turaleza es el objetu inmediato de la ciencia det hombre. El primer

194
objeto Jd hombre — bJ hombre — es naturaleza, sensibilidad; y las
lucrva* particulares del ser humana, humanamente! sensibles, del
misma mudo que sólo hallan su realización objetiva en objetos nata*
rotes, sólo pueden hallar su conocimiento de al ett la ciencia de la
naturaleza.» {fbül., p. 37.) El saber científico que d hombre puede
adquirir engloba la tama de conciencia dé sus relaciones íntimas con
La naturaleza, la ciencia una — ciencia del Ucffñf a-.«!rhistoria, por
ci hombre y para el hombre, de la naturaleza— y tu propia con­
ciencia de *í. De este modo, después del rebosamiento de la alie­
nación, gradas al desarrollo completo de la técnica y de la con
ciencia, no habrá más que un Saber, basado en la práctica- -La cien­
cia de la naturaleza englobará después la ciencia del hombre, de Ib
misma manera que la ciencia del hombre englobará la ciencia de
la naturaleza; será una ciencia.» {ibid., p. 36.) En el reino do la
reconciliación, eso podrá ocurrir, puesto que solamente la alienación
separaba lo que era y es idéntico. Ahora bien, -la realidad sotíícrl
de lu naturaleza y La ciencia humana de la naturaleza o la ciencia
natural dtí hambre son expresiones idénticas,» íffttd., p. 37,) El
movimiento de la historia natural, el proceso de] devenir natural-e-
htatúrico. se hace visible y transparente a partir del hombre social
y pava éste; en cuanto al hombre socialista, que habrá rebasado
toda alienación y se habrá reconciliado con la y r « natura leía indi­
solublemente natural, humana c histórica, habrá tomado conciencia
del movimiento global y poseerá una o encía tan sólida y tan fluida
como el devenir mismo.
La reconciliación comunista rebasa efectiva y científica mente la
oposición naturaleza-historia, de una parte, t Individuo-sociedad, de
otra pane. El ser de la naturaleza y la perspectiva de los ciencias de
la naturaleza, el ser de la historia y la perspectiva de las ciencias
de la historia, el ser del hombre y la perspectiva de las ciencias del
hombre juman su ser en devenir universal, uno, y común; este ser en
devenir {y Llegado a ser), natural-'histórico-y-liumanti, scr-en-devenir
{y que llega a serj, no es ya aprehendídu más que por una ciencia
unitaria, global y balística. Dimensión natural, dimensión antropoló­
gica y dimensión hi-dórico-social ya no se oponen, y filio no para ave­
nirse, sino pora unirse de tuia manera realnieuHj Indisoluble, Jo cual
en posible porque la naturaleza,, el hombre y la comunidad son inse­
parables uno del otro, No habrá más que una universal unidad, pues
ningún drama de la subjetividad, ningún problema de orden psico­
lógico, vendrán a falsear el proceso histórico. No queriendo conocer
ni reoohüoír los dramas eristenciales y las ovestiones antropológicas
en tuda su gloriosa y miserable especificidad, Marx quiere hacer que
coincidan la totalidad humana y la totalidad de todo lo que en el
devenir es. 1.a totalidad humana no debe ser separable de la Tota­
lidad, rd en realidad ni ca pensamiento. Asi, afirma; «E i hombre
— aun Siendo un individuo particular, y aunque su particularidad
sea precisamente le que haga de él un individuo y él real ser gené­
rico íwdívirfaaí =- es igualmente la totalidad, la totalidad ideal, la
existencia subjetiva de la sociedad pensada y sentida para si-..»

155
{Ihid., p. 28.) La totalidad humanamente social coincide con la
totalidad soda luiente natural
La ciencia unitaria y desalicnnda que Marx preconiza no se consi­
dera ni como específicamente naturalista ni como específicamente
sotiologísta, aunque el bioiogistno (de tos necesidades naluraks), el
bdtnrídsmo y el sociologisma no parecen verdaderamente rebasa­
dos. De todos modos, el fundador del marxismo no ceta de pro­
clamar que la realidad plena de la naturnlera es social, dude que la
verdadera realidad del hombre histórico es natural, la ciencia de la
naturaleza debe hnccrse humana y la ciencia del hombre natural, y
todo este saber su desarrolla en el seno de una ciencia única, basada,
en la practica y la técnica.
Siq embargo, ¿cómo se reunifienrán la naturaleza y la historia, la
historia y el hombie, el ser y el pensamiento, el ser real y et Ser cons­
ciente, una vez desunidos, y cuü es la base única sobre la cual podrá
desarrollarse la ciencia total? El fundamento unitario, ¿conseguirá
rebasar toda dualidad, todo desdoblamiento y todo duplicado? «Lo
jfüfisiWe (die Sittníichkeit} (véase Fenerbach) debe ser la base de
toda ciencia = d l « Marx— . La ciencia no es ciencia real más que
si parte de lo sensible1 en su doble forma, tanto de la conciencia
jíM jibk como de Ui necesidad sensible * {Ib ¿ i, p- 36) ¿Y es
que la d o b l e f o r m a no destruye el fundamento pretendidamente uno.
único, imitarlo y universal? Junto al movimiento natural tic Ib nece­
sidad sensible tamiiua la conciencia, qtic sigue siendo diferente de la
realidad sensible y material, aunque esté caracterizada, también,
comí sensible. Jji tan problemática conciencia no se deja absorber
totalmente por In realidad sensible, material, efectiva y práctica; es
y sigue siendo di ieren te o incluso llega a rebasar y a sobrevolar el
movimiento empírico. Marx da, otra vez y siempre, con la conciencia
del hombre-sujeto (objetiva); ella constituye el lugar del drama, un
lugar casi más verdadero aún que el espacio material en el que
se desencadena la actividad humana. Marx la encuentra siempre de
Huevo porque ella existe desde un principio, y desde un principio
está separada de ío que no es ella. La ciencia triunfante del comu­
nismo no parece, tampoco, capaz de absorber la conciencia,
La candencia que capta el carácter alienante de la alienación e
interpreta lo que es con vistas a su Lransformación radien! y revo­
lucionaria. es la luz de la lucha emancipadora que acompaña y finah
mente rebasa el movimiento comunista; no se disuelve totalmente ni
en la historia real, ni en la práctica material, ni en la tienda de la
naturaleza-historia. La historia dej devenir de la humanidad no es,
sin duda, esencialmente un proceso de desarrollo de la conciencia,
pero no seria devenir histórico si no estuviese iluminada por la con­
tienda- Para el pensamiento comunista, «todo el movimiento de la
historia es, pues, como su real acción generadora — ti acto de naci­
miento de su existencia empírica— , también para so condénela pen­
sante, el movimiento comprendido y ^ue conoce su devenir,..* (Ec.
frí., p. 23). La conciencia pensante y el molimiento teórico m

íl. AIrmium propon™ tr*Hiirir StjuiHcJtkpf poj maieñolidad.


Ilcgnn, en ufi'i'lu, ¡i ]x;rdcr ,vu fijcizn t'ii provecho tic aquello que
supuestamente los lia fundado. Por mil» que todo problema teórico
profunda, como dice Irónicamente Marx, se reduzca a una acti-
tud práctica, no es meaos cierta que la teoría ilumina y guia la
práctica.
Pensamiento (filosófico), conocimiento (teórico), conciencia {pen­
sante) deben, en el curso del devenir histórico, llegar a ser ciencia;
están obligados a llegar a per ciencia parque habrán llegada a ser
históricos. La historia triunfará: no sólo en cuanto devenir histó­
rico y universal de la humanidad, uino también en cuanto aprehen­
sión científica de ese devenir. La ciencia única = a la vez ciencia
de la naturaleza y ciencia dd hombre™ será finalmente, y esencial-
ntenie, histórica. La historia real que contiene a la vez la historia
dei ikgar-a-scj íioaQbrc de la naturaleza y la historia de la sociedad
humana («dos* historias que se condicionan recíprócamcntc), la
ciencia única, global y total, tendrá Que ser ciencia del devenir his­
tórico de rodu lo que existe, sin detenerse nunca, sin fijarse, sino
a un ritmo conforme y adecuado al ritmo del devenir efeelivo. «N o
conuccmus más que una sola ciencia, la ciencia de la historia. La
historia puede ser considerada desde dos márgenes y ser dividida
en historia de la naturaleza c historia de los hombres. Pero las dos
márgenes no pueden ser separadas del tiempo; mientras haya hom­
bres, la historia de Ja naturaleza y la historia de Los hombres se
condicionarán recíprocamente.» (M . tú.. p. 153.) Sin abandonar
nunca la tierra ni el terreno real, la ciencia de la historia explicará
verdaderamente la génesis real de ludes lus lenómenoa naturales y
humanos por la acción histórica de los hombres, a truvós de la cual
se man iFiesta todo lo que es. Histórico será d espacia de esta ciencia
nueva, histórico será también su tiempo, pucstu qüc espacio y tiempo
constituyen el lugar y el ritmo del devenir histórico y elfos mismos
existen por ese devenir. Esta ciencia desalíe nada explicará, pues, el
desarrollo de todas las actividades prácticas y teóricas de las hom­
bres par La praxis material y realizadora, formará cuerpo con la pra­
xis y será, alternativamente, su atna y su esclava.
Por consiguiente, el camino que sigue la filosofía para realizarse
suprimiéndose constituye también su andadura hacia la ciencia. Al
dejar de ser verdad — es decir, faiibüldctd— abstracta, 3a filosofía
se hace mundo, Lo cual significa que se hace la ciencia de un mun­
do basado en la técnica. Al hacerse ciencia planetaria de un mundo
planetario, ¿deja por lo mismo de errar? Marx parece pensar que
así sucede, efectivamente. La ciencia real, positiva, una y funda­
mental, esencialmente histórica, sustituye a la filosofía y constituye
la verídica aprehensión del proceso histórico del d^sm imllo práctico
de los hombres que luchan por anexionarse la na turaleza. El pensa­
miento y el saber filosóficos, la teoría y la especulación se suprimen
para realizarse, transmutándose en saber real y cien [/fleo. Todo lo
que es, será finalmente aprehendido por la ciencia, puní ser trans­
formado por la técnica, ya que la ciencia misma no será mis que una
técnica teórica. Todo lo qoe es, será finalmente reducido a «la praxis
humana y a la comprensión de esta praxis», como exige La &.* tests

2ST

17
-labre Fetierbach. Pues no *e trata tic rebasar cE pensamiento (abs­
trae !□> para hacerlo un poco más intuitiva, sino do suprimirlo
ronliándolo en la actividad humana práctica y sensible, Murs alaba
a Feurrbach el querer asentar la cieñas en y dentro de Jo sensible,
perú le reprocha el do concebir la materialidad sensible como una
actividad práctica y sensible. La J.* tests sabré Féucrbach precisa
« t e punto crucial: «Feoerbach, no contento con el penjamierun
abstracto, quiere la intuición. (Attschaung); pero no comprende la
sensibilidad (Sinnlichkeií} en cuanto actividad humana sensible y
práctica,»
La ciencia que sucederá a la filosofía, ¿no será más que el fiel
reflejo de Ja práctica, no fundará nada? La praxis humana y la corn­
il rensión de esta praxis, ¿coincidirán totalmente? Las tesis filosóficas
do Marx son tan lacónicas — y casi siempre tan sumarios— que no
desarrollan ni la pregunta ni el horizonte de la respuesta, No obs­
tante, pese a todo su esfuerzo para hacer que la ciencia teórica deríve
de la práctica material, y la conciencia pensante de Ea realidad sen­
sible, puesto que todo to que es se reduce a la actividad laboral
de los hombres, el problema dd cometido y del dcstioo, de la impor­
tancia y la repercusión de esas fuerzas de segunda fila no deja de
estar oscuro, por d hecho, sobre ludo, de que las fuerzas derivadas
parecen, en ocasiones, ser mucho más decisivas y fundamentales de
lo que parecería en un primer momento. Parece, empero, que en el
Interior del mundo comunista, la práctica, lo real, Jo material, lo
sensible, lo activo, lo pótenla, lo efectivo y lo realizador se reserven
todavía y siempre e| primer puesto. Volviendo, por no decir redu­
ciendo, lo «superior» a «lo inferior* y haciendo de éste lo «supe­
rior», lo Ciul QO impide que lá potencia destronada esté de nuevo
presente en su ausencia, la perspectiva de Marx sigue siendo difi­
cultosa; nadie sabe bien cómo se efectúa de una manera precisa e]
enlace causal entre La causa y los efectos, entre la base sensible y
los significados luminosos o, al menos, esclaretedones. ¿La sola cau­
salidad es la unleausalidad? Y si no, ¿de dónde recibe su impulso la
causalidad reciproca? Marx, allí donde no ve ya d ar ti, apela a la
conciencia, pero la cune ¡encía tampoco es una suprema claridad.
Continuador, quietólo o no, ele toda la época del pensamiento europeo
y moderno, e hijo fiel, aunque rebelde, de esa fase del devenir,
Marx queda prisionero, doblemente prisionero: de la práctica y de la
conciencia, es decir, de la dtutífffttíl de ambas.
£1 pensamiento (filosófico), lanzado a esa corriente que debe
desembocar en su supresión y su realización conjuntas y simultá­
neas, ¿ya no tendrá nada que decir cu cuanto a la comprensión de la
práctica humana, que exige asimismo una tama de conciencia, la cual
quizás rebasa la ciencia? ¿Desaparecerá totalmente? la filosofía pen­
sante? Ciertamente, Ja filosofía antigua. Ja filosofía independiente, la
filosofía en cuanto filosofía, hnliará su fin; será reemplazada por la
ciencia técnica y la técnica científica, que persiguen sus propios
fines. Pero, ¿la filosofía rebasada desaparecerá sin dejar huellas?
¿La filosofía será Integramente absorbida por la ciencia, habrá lle­
gado a ser electivamente Ciencia, o subsistirá transmutándose en

15*
una deuda un puco diferente tic la ciencia de la historia, y sin em­
bargo única y global? ¿El pensamiento (filosófico) vendrá a ser de
algún modo la ciencia de las ciencia*, la conciencia de la ciencia, o
constituirá una especie de método general del procedimiento cientí­
fico? En el mundo de loa sujetos y los objetos desarenados, ¿el
pensamiento filosófico puede ser todavía el quehacer de tos sujetos
en pugna coa los objetos? Marx no ve muy claro en todo « l o ; sin
embargo, intenta cortar de un tajo el nudo gordiano. «AHÍ donde
ceta la especulación, en La vida real, empieza la ciencia real, posi­
tiva, la exposición (Darstcltung} de la actividad práctica, det proceso
del desarrollo práctico del hombre. Las frases acerca de la concien­
cia terminan; algún saber real debe ocupar el lugar de aquéllas.
Por Ja exposición de la realidad, la filosofía independiente pierde su
medio de existencia.* ( M ai, p. 159,)
¿CJué vendrá después de la muerte de la filosofía? La respuesta
de M an es a la vez brutal c insegura, y sigue siendo problemática;
pues el texto que acabamos de citar prosigue en « t o s término*; «Su
lugar puede ser ocupado ludo lo más por un resumen de los resul­
tados más universales que ve dejen abstraer de la consideración del
dewirmllo histórico de los hombre*. Estas abstracciones no tienen
por sí mismas, separadas de la historia real, absolutamente ningún
valor. Únicamente pueden servir para facilitar la ordenación de los
materiales históricos, para indicar el orden de sucesión de sus es­
tratos particulares. Pero no dan en modo alguno, como la filosofía,
una fórmula o un esquema según los cuales las épocas históricas
puedan ser dispuestas.» (tbid,) La antigua filosofía especulativa, la
filosofía en cuanto filosofía, la filosofía independiente, el movi­
miento filosófico del pensamiento abstracto dejarán de ser media­
ciones y perderán su medio de existencia al suprimirse para reali
¿arce en ta práctica y la técnica, práctica y técnica que sólo tendrán
necesidad def saber real, de la ciencia positiva, de Ja exposición
concreta del desarrollo de La actividad sensible de los hombres. La
filosofía no puede, en modo alguno, situarse por encima de la cien­
cia, Todo ío mís, añade Marx, habrá aún lugar para nun resumen
de los resultados mis universales que se dejen abstraer de la consi­
deración del desarrolla histórico de ios humbrcM, el cual reempla­
zará a los síntesis filosóficas caducas. El resumen teórico de los re^
Aullados más universales que se dejen abstraer de 1» cansí deradón
del desarrollo histórico de los hombres será todavía pasablemente
abstracto, pera no tendrá ningún valor, separado de la historia real,
de la actividad práctica.

Digámoslo, pues, abiertamente: al realizarse, la filosofía se supri­


me; halla su fin, fin que significa objetivo y cumplimiento final. Deja
de ser. Será reemplazada por el saber real de la oicncÍH positiva,
que comportara aún, todo lo más, un resumen de los resultados más
universales. Por consiguiente, es un slnsentidu hablar de una filo­
sofía comunista. Sín cimhurgo, la conciencia pensante siempre estará
en funcionamiento, nin agolarse en Las obras prácticas de los hombres

259
ÍTT acción ; pues el pensamiento consciente no parece poder d ejar
de sobrevolar el movimiento real, ni d ejarse ab sorb er total mente por
lu ciencia.
Los ham bres de la era de la alienación rebasada estarán libres
de la presencia de toda trascendencia. ¿E so significa que el poder de
Ja ausencia no se m a n ifesta d entonces? M a n do pienso en ello.
El ve a los hom bres desal ¡eiu d u ), E sto s hom bres van a producir y
tt reproducirse, a fa b rica r uno* ob jetos y unas teorías no especu­
lativas* a gozar plenamente de sus productos; van a abarcar su p rác­
tica y su desarrollo cu la ciencia h istórica total. Aniquilada toda alie­
nación. van a encontrar Su ser, esc ser que funda su h istoria «sin
que ni siquiera exista un sí míen ti do ffJ a n te n s ) cua 3quiera, político o
religioso, que una todavía a lt>3 Jiombres de un modo extraordino:
rio* (ibirf., p. léfi). Ningún sentldu, ninguna problem ática m eta­
física, vendrán ya a turbar su vida y a ponerla eñ tela de ju icio ,
puesto que, por esencia, d a humanidad se propone únicamente n m
tareas que puede resolver; pues, si bien se m ira, siem pre s * hallará
que la tarea no surge sino allí donde se dan o están « a vías de
form ación las condiciones mal eriales para resolvería». Las grandes
cuestiones — las que el hom bre w plantea en lo s grandes momentos,
las que se plantean al hom bre incluso cuando éste na ija ie respuesta
alg u n a— se habrán vuelto muda-i. o más aún, dejarán de ínler-
pelar al hom bre. A todo « ¿ p e r qué?» corresponderá un «porque*,
pues pregunta y respuesta se habrán hecho p rácticas y ya no serán
m etafísicas, Y a no se tratará de in terp retar (filosóficam ente) el
mundo, sino de transform arlo (prácticam ente) sin cesar.
C iertam ente, la filosofía m oderna ha proseguido a su manera una
tart\H iniciada ya p ar H ertd íto y Aristóteles, com o Marx se cuidó
de anotar. Habiendo recorrid o su cam ino, se realiza finalm ente para
suprim irse haciéndose realidad y transm utándose en Técnica. Herá-
c lilo intentaba escru ta r el logas deJ ser en devenir de la totalidad
del mundo, interrogar el ritmo y el sentido del Uno-Todo. Pensador-
y-ptwi», captaba la arm onía y la guerra que se ju n tan al corazón
mismo de la unidad de la totalidad, pues todo lo que es, e$ en e)
tiempo, ese tiempo que es «un niño que juega a los m aestros; la
realeza de un niño» ( f r . 52). H eráclíio expresaba el Juego supremo
en y con su lenguaje enigmático, que, haciendo eco ni lenguaje de
la Sibila y al del oráculo del dios délfíco, «no habla til disimula,
sino indica* í/r. 93). Aristóteles, el Alejan tiro m acedonío de la
filus&tia griega, según Marx, plantea una vez m ás el problem a su­
premo; en Ja . i t e r a f í s i c a podemos leer, si dos tomamos el tra b a jo
de ello, lo siguiente; «Así, ki que buscado desde hace mucho tiempo,
ab ora c incesantem ente* lo que siem pre se pregunta: ¿qué e* el
ente ( tí ¿ v )?. equivale a esto: ¿qué es la entidad ( Vji¿tria )?■'
íMer., Z l„ 102Bb). Después de la real izar ión-aniqu:|ación del pen-

-l. La iHidiirtdínt de niflítf fn)r "entidad" y no por “carticl*" o, lo <iue


es jtcor. par "sustauda'V resprt» la forttii yarticipisi. Cf. Llm (Votas (Ja* íftiiiur-
Jiwm (pp, M -5í), ™ la trad'iorián inmersa ile ¿Qué er ¡a fibsttfia? de Martín
Hpitskiuter: (ki'art^s que la pfitiosoiíhie?, CsJümird, 195?.

160
MiimkiiUj filusóiico, esto pfiisüTnk nlu, esta pregunta y este lenguaje
iticlíiIiMcu* yti no (aldrán ningún sentido. Estos problema* ya no se
plantearán. El hombre se habrá convertido en el productor de so
Fter y en productor de todo lo que es. El ser en devenir de la
luNdidad del mundo ya no cortsütrurá problema. La actividad pro­
ductora, la acción positiva y el trabajo llegarán a ser lo que son:
tanda memo del ser del ente. Pues *este actividad, esta creación y
este trabajo sensibles y continuos, esta producción son j ] el run­
damentó de la totalidad del mundo sensible, tal como existe actual­
mente...» [Id. al., p, 1-630 El mundo ya no estará dividido en
mundo sensible {físico) y en mundo suprasensible (niumufísíeu}, los
sentidos ya no estarán separados del sentido. La actividad sensible
constituirá la rc£dn de ntr, pero no el sentida Ene[nfisleo (leí mun­
do sensible, que habrá liquidado 1a cuestión del significado; el mundo
no tendrá un sentido (trascendente), y tampoco carecerá de sentido
frto será absurdo). S e trata de llegar *a concebir el mundo sensible
como la actividad sensible, lotaí y viva de los individuos que lo
con-uituyeDa íibid., p. 1W), ¿Puede entonces la filosofía tener algo
que hacer en este = y único— mundo? El hombre, emprendiendo,
por medio de la técnica, la conquista del mundo n a tu ra l, h is t ó r ic o
y h m n a n o , ¿tendrá aún necesidad del pensamiento filosófico?1
La religión, el arte, la poesía y la Filosofía ya no tendrán sitio,
pov consiguiente, en el mundo de la rccancüH&ción total. Iji produc­
ción material — material pern no rcificada— será 1u ¡Háencia crea-
dora y dará la clave del «secreto» de todo lo que es. Y, sin embargo,
ya hemos oído a Marx dociruus que los hombres del mundo comu­
nista, a medida que 1a historia nacional y local se transforme comple­
tamente en historia mundial, serán «puestos en TrrlaLÍónCi prácticas
cóñ la producción (meluso espiritual) del mundo calero, y en condi­
ciones de adquirir la capacidad de gozar de esa producción universal
de toda la tierra (creaciones de los hombres;,» f íbíd.t pp. IB1-
182,} ¿Qué producción cspiriluxd vendrá, pues, a sobreañadirse a la
producción material o a combinarse con ella, después de la aniqui­
lación (preconizada) de la existencia misma de la oposición entre
material y espiritual? ¿Se Irma de la producción espiritual de los
tiempos pasados, que sfn embargo es considerada como radical­
mente retasada? ¿Se trata de una nueva produccidri e s p ir itu a l ? Des­
pués de la tan radical condenación de lo espiritual — con las armas
de la conciencia, es cierto—■, después de la proclamación de la unifi­
cación del mundo, en In dimensión de lo sensible, cit’ rlammte, des­
pués de la plena realización de la filosofía, a ti*vv •- de su aniqui­
lación, después de la absorción del pensamiento pur Ej «¡encía real,

S. El ptuhlfcma mismo (Id písununJelitu >' (Id Isububíd, t * itrvir, del Lagos
nmchn mis que de la L ip ltt, queda en nispMSO en «1 fw'iisainn’titíii (fc W in .
¿K| mlfaíuniMjtO de la líkid'ia abre f¡t <*mino 4. no psímiTulítrío (ti- Upo lluevo?
Marx no habla da semajíntr fiptHo-nilejiío. En la que roncicnni- ni |im>euiiíu, cus
díw que sai tomada bala el «inlr+U nbsulutn de la sodmind « 1 .... .tota. ¿Ontete
«üí) dnfir que será entenHntoite pkiiliJuulu y allanado, qus »e «myerdiá er»
liinlriiniftido técnica? "Ni qim rlt-dr tiáne (|ue, un sii tfrmfm. lijj individuos
►oTTmnAu tamhién este producto (k! aspeéis taja iu cvntrol cpmpfcto”, « o í 1>e
Marx (1<L al., t, IX, p. 70).
¿habrá todavía algo más? El poder de transgresión de todo lo que es
real, el poder de la trascendencia, ¿continuará manifestándose? La
Fuerza de la metafísica, ¿impondrá, en pleno mundo sensible, urna
realidades espirituales? Lo que habría debido Ser aniquilada, ¿lanzará
una llamada — la llamada de la ausencia?— . Marx nu logra cerrar el
circulo con la conciencia tranquila- Todo sucede como si él sospe­
chase, en determinados momentos, que producción y reproducción
de la vida, fabricación y utilización de los objetos, producción ilimi-
la da y goce sin restricciones de las riqueza» sensibles, universalizajdÓQ
de la vida práctica y aprehensión técnica de todo lo que es, no bas­
tasen en modo alguno para fundar el mundo. En un mundo comu­
nista consumado, lo espiritual no deberla existir — pues rodo se ha
hecho uno. y tas diferencial ion resueltas por y en la unidad, Pero
el continuo rebosamiento de todo lo que es está constantemente en
funcionamiento, y las preguntas a Jas que la humanidad no puede
responder acechan siempre a los moríales, lo quieran o no­

li!
CONCLUSIONES

CUESTIONES ABIERTAS

Habría que jjega r a comprender en su unidad Ib andadura del


pensamiento de Marx, captar el centro del esquema Aarxíano, entrar
en diálogo con el sentido y d ritmo de esa marcha que va a parar
a la exigencia de la toma de conciencia (por el pensauñesto) dd
movimiento real (de la dialéctica efectiva), es decir, dd desarrollo
de la Técnica, para que el motor del desarrollo histórico pudiese
desarrollarse integramente,
M an no parte de un ser ect devenir de la totalidad del mundo
— ser primero y último — ni se pregunta si el v c h é original podría
ser considerado como de urden material o espiritual, natural o di'
vino. No parte de una original materia en movimiento cuyo devenir
espacio-temporal condujera hasta d hombre que piensa este proceso
y actúa sobre él. Tampoco parte de la Naturaleza cuya evolución, o
cuyo movimiento dialéctico, condujera de la imateria a la vida y de la
vida hasta la conciencia de Jos hombres. No hay antología en Marx,
no hay filosofía primera, ni espiritualista ni materialista. Marx nie­
ga precisamente toda ontologia y toda me tafisleo, aunque no pueda
desembarazarse de una cierta «cntología» implícita ni llegu e a n egar
Ja metafísica sino realizándola — ¿«met&flaicamente»?— en la téc­
nica. ¿Es necesario añadir que en Mane no hay filosofía de la natu­
raleza, ni cosmología., que él no habla de la evolución de la natura­
leza, ni del orden o dd devenir del Universo?
Marx parte de los hombres; seres naturales, humanos y sociales
que trabajan para satisfacer sus necesidades vitales y para ello ponen
en movimiento tina técnica- Los hombres son movidos par sus im­
pulsos; para satisfacerlo], luchan contra la naturaleza, le arrancan
por Ja fuerza los bienes destinados a saciar sus neccsiddes, que se
renuevan y se amplían a medida que van siendo satisfechas. Los
impulsos (naturales y humanas), las necesidades, son el motor de la
actividad (social) de los hombre*. El movimiento de los impulsos
que aspiran a su satisfacción se encuentra — y hoce mucho tnás que
encontrarse — con el Instinto de producción que habita en el hombre.
El hombre produce, pues, su vida, él mismo es un producto de ¡a
producción. Produciendo su vida mediante la actividad productora,
el trabajo, la técnica, está siempre ligado a los demás hombres. El
desarrollo eeonómíoo de la productividad, el deüarrolíu tecnológica
de las fueivjis productivas, de los instrum entes de la lóenles, consti­
tuye la base real dei desarrollo de la humanidad, la estructura de su
historia y anima la vida social. En el curso del proceso de la trans­
formación de la naturaleza cu historia, mediante el tra b a jo social,
se desarrollan igualm ente otras fuerzas, expresiones de la debilidad
del hombre y signos del desarrollo insuficiente de las técnicas: las
relaciones ju ríd icas y políticas, el Estado, b religión, ct arle, la filo­
sofía. E stas formas de la superestructura idealista, reflejan de ma­
nera ilusoria el desarrollo real, y constituyen las fuerzas que lo
organizad encauzándolo y lo sublim an desfigurándolo.
Lo producción misma de la vida, y fundam entalm ente ella, está
alienada. J o s hombres m antienen unas relaciones extrañas con su
tra b a jo , y el producto de su tra b a jo permanece extraño a ellos.
H om bres y cosas se reiflean y pierden su esencia. Los hombres po­
nen en movimiento las fuerzas productivas, poro estas fuerzas no per­
tenecen u la totalidad de los m iem bros de la comunidad. El régi­
men de la propiedad privada aliena al hombre del trabajo , su ser y
su hacer están desconectados uno del otro y ambos aplastados por
Ja potencia Inhumana del poseer. Los hom bres se bao convertido
en trabajadoras, en obreros, pero no poseen calcelivanicnLe los me­
dios de producción, los cuales, detentados por una clase de indivi­
duos, permiten la explotación dei trab ajo prestado socialm cnie. Por
consiguiente, rl hom bre pierde su ser al g a n a r » la vida. La alie­
nación política e ideológica, expresión tergiversada de las condiciones
de existencia reales y de la alienación real, consuma Ja desreali-
faetón y la rrifícacíón de Jos hom bres, l a existencia de segundo
plano q w ésto s se ven condenados a llevar en la política, la re ír
gióB, e l arte y et pensam iento especulativo les impide dirigir bien sus
esfuerzos, por realizar efectivam ente en un terreno real, uno y total,
el con ju nto de sus necesidades y su totalidad abierta. Al nivel de la
sociedad burguesa y capitalista, el antagonism o entre Ito dos clases
en lucha — la de los productores y la de los propietarios de los me­
dios de producción — alcanza su punto culm inante: sólo la revolu­
ción proletaria, subviniendo de arriba a b ajo el antiguo estado de
cosas c instalando, después de su victoria, la pasajera dictadura revo­
lucionaria del proletariado, puede conducir a la humanidad al socia­
lism o-com unismo; éste, después de haber suprimido radicalm ente la
propiedad privada y las potencias alienantes do la su peres truc tura,
perm itirá, en la cum bre de su desarrollo, en una sociedad sin clases
ni Estado, que cada uno goce según sus necesidades, hasta que d
com unism o tam bién sea rebabado. Asi pues, el hom bre puede y debe
í re )concf liarse con la naturaleza y can su naturaleza, con la huma­
nidad y con su hum anidad, u na vez que todo se ha hecho traspa­
rente a la actividad de Eos hom bres. E l com unism o está encargado
de realizar esta conquista; sin em bargo. M a n nene cuidado de ano-
la r que el com unism o no es, com o tal, la meta final de la historia
humana, sino figura del porvenir próxim o, el principio enérgico de
las transform aciones necesarias.
Sería tentador hacer m ás totalista el pensam iento de Marx. Seria

114
Lomiu com o punto de partida la muicrin en movimiento — ser L-n
devenir de Ja totalidad del nuióda que. u través J e un proceso dia­
léctico uno y total, se convertirla en naturales» inanimada, y después
viviente, para dar nacim iento finalm ente lü hombre dotado de pensa­
m iento: ente hombre social e h istérico desenrollaría las fuerzas pro­
ductivas y las form as de la superestructura, basta que en el reinado
d d com unism o frc-íco brasc conciencia del tnovinuenia total, asu­
m iéndolo, asi quedarla cerrad o et círcu lo gracias a La dialéctica del
m ovim iento d d ser m aterial y original, que va de La naturaleza a la
historia para expresarse en e l movim iento dialéctico de los hom­
bres, Sin em bargo, este esquem a no es m arciano. aunque sí confusa­
m ente m a n Ésta- Se debe, g ra s s o m o d o , a EpgclS, y. hasta hoy, nin­
gún m arxiste se ha tomado el tra b a jo de pensar esa -an tología* ma­
terial Isla que. con el nom bre de m aterialism o dialéctico, o de dialéc­
tica m aterialista, declara que la m ateria en moví miento es el ser
prim ero, sin saber de ninguna manera lo que es esa dialéctica de la
m ateria (o de la energía) que implica el logo?; de su devenir.'
Perú Marx no tiene nada que hacer con esa materia, Él p arte de
— y desem boca e n — la m ateria de! (rahajo humano, los m ateriales
con. los que se construye la vida social, la actividad m aterial, produc­
tora del mundo. Mediante un inmenso esfuerzo de reducción, reduce
a la producción — estrech án d olo— todo lo que es y se hace (y es lo
que es fcecfto)* Por eso alcanza en efecto Lo que es y se hace, pues
lodo se halla efectivam ente reducido a la incesante V omnipotente
producción: producción de bienes m ateriales y dé bienes culturales,
de valones en uso, de valones en cam bio y de ideas con o sin valor.
Marx dice la verdad del mundo moderno y con temporáneo, y anuncia
Lo qué se hará en el mundo planetario tic mftfínna, que realizará
el m arxism o suprim iéndolo y rehusándolo.
¿ S e tra ta desde ahora de com prender a M a n m ejor de lo que él

I- tí! jo iffl Lutncs lie Gtixcttiihte nld klítHtfnheu.'UCTft'irj (192.3) íiremmtp


Mnitrj U dluU'Ctíeu dfl )n nahiralaza. El material hr¡m n , |mni íl. eacncialmuiiLi:
hritórirn, y la dliTcctlcs mAtoi-Jalísta ¿punta a In írhfnifiW en cumio totalidad de
la cxpcricitriñ, conltmh] enherento do h)d(u¡ luí lirt lsni cnniirtil™ y prntlncidoa txir
loa «nieto» hlitáricos y zocíaIc?, suietm objetjvnis, unjrton ohjfttoi; pium Ins hccíifK
tan JitUría», Faja Luíácr, d “ carácter tfltíil riel niíttüilii tliulcctldj" reside cei el
‘V jiuh-Jihlento de la realidad dd dttvonjr histérico". íif. #x al fmjjjrfsmu
nrHwfíireP. primer enbuyo de /ftitonti ^ emiWiffH'.'iri de cían? (tnid. francesa da ¥.
Amlo* y J. Bíífs, Edíticms du niinuit, L06Q, p. 3ttl. Luirte* escribe: '‘Fuci sola-
mraatf cuando id núcleo del ttr te h¿ dfituhkilo como devenir social ™ cuando
f| w?r puede (jirreon WIUO un producto hada rnhiTidet inmnKirntn de la acti­
vidad humana, y *rta actividad, a tu VOZ. O W ) el dentella decisivo dp U trans-
tornnrcidn jr f set. Do uiu parte, lis reíscionr ' puramente luluratis o loe Imiws
m illet ftimuTHiln par nsintiíiai'iñn « i rvlidoiKi mlmtlM to (ipollm al hombre
«TOO d*lO) uomwlade*. e n d iis » , fnrnutahk* W Ai cKAda, de Iti Cuales él
puada, todo lñ mó#, utilizar las Jeyw y captor tí «tm etufa de obfcto un so
nirnn capaz da transformarlas; de otra parte, Kmcíulc vomepadón del jer ir-
d u s i ú |HMili¡liihil de la psuis en l> conciencia Imilvfdnjí," SEd embargo, Lu
j¡¿— W> tirita a profundizar éft lo qtn- él llama realidad- ¿Maro falta mandar
rju* d t i obra toe condenada por la Internacional Cooimifata {m 1924), por la
orhxkuM sotialdemcerati — es decir, por 7-uiqviev lento como por kambky— y
que si) tutor la desautorizó? ¿ILíce falta, tnnibJúu, decir que «te acuerdo acema
(le k tendencia tdttílítta de Ta obra nn explica gran mui de lo que es o uo « « c
tdralfjmi)^

265
ie comprendió □ sí m ismo? E sla pregunta concierne a toda ten ta­
tiva que apunte a com prender un pensam iento todavía vivo y debe
perm anecer abierta. Comprender a Marx sigue siendo una tarea
sum am ente difícil, pues nadie sabe cóm o em prenderla con este
pensamiento que q uiete que el pensam iento sea absorbido por la
praxis y que sabe que el pensam iento rebasa todo m ovim iento real.
Hay en Marx lo que nadie se atrevió a ver: una extraordinaria
pasión de la nada, una voluntad desatada de rebasa m iento. Todo el
propósito de Marx se concentra en este punto: suprim ir, aniquilar,
rebasar. Se propone la supresión de todo lo que es — tan to sí es
del orden de la realidad com o si del orden del p en sam ien to— . el
aniquilam iento de todo to que existe, pucstu que lleva u na existencia
alienante y alienada, el rebasam iem o de todas las trabas que allane el
camino a la praxis y a lo técnica venideros. En el m undo de la
reifíeacíón, el pasado rige a l presente, d presente ex sórdido, el por­
venir está cen a d o . A través del movimiento com u nista, el porvenir
tiene la palabra, y el com unism o mismo será suprimido, aniquilado
y rebasado en el proceso de su realización- Cuando la totalidad de
lo que e s sea reducida a nada, puesto que desde ahora es una nada
total, solam ente cotonees podrá surgir una nueva totalidad abierta,
que. sin duda, tam bién zozobrará en la nada. Marx niega todo lo
que es; todo está alienado y es alienante. Lodo obstruye el cam bio
al porvenir, que no puede instau rarse sino aniquilándolo. Form a
avanzada de un grandioso nihilism o, de un n ih ilis m o p la n e ta rio , la
visión m arciana interpreta sin em bargo (y por vía de consecuencia)
la técn ica p la n e ta ria com o la única palanca que puede poner en
movimiento el mundo, ese o s tra e rra n te , suprimiendo el mundo co­
rrom pido y la «falibilidad*.
Nada resiste a in critica segadora de Marx: ni la producción tal
com o se ha venido realizando, ni las relaciones de producción, ni la
vida p olítica y pública, ni la vida fam iliar y privada, a i la religión,
la poesía y eí arte. ni la filosofía y las ciencias, ni e l movimiento
com unista mismo. La existencia económ ica del hom bre y su exis­
ten cia civil, su existencia fam iliar, religiosa, artística, teórica, están
todos alienadas y le Impidan existir reaim ente en cuanto hombre.
La existencia está alienada porque sobre ella pesa el peso de lo ma­
terial, y a la vez porque, para esquivarlo, ella se refugia en un mun­
do idea] e ideológico. Pero el mundo da Loa ideas uo puede con sti­
tuir un rem edio a la ausencia de mundo.
E l pensam iento de Marx, ¿capta la verdad de aquello que £1 com ­
bate? S e d eja captar por lo que es. La verdad de lo que es no es
m ás que una form a de la fa lib ilid a d , y Marx quiere poner al desnudo
esta falibilidad, pero sin atreverse a llegar hasta el extrem o captando
la Falibilidad com o laL Oueriendo poner fin a la alienación, Marx
q u ie re d etener el devenir errante.
Situ ar el pensam iento de Marx en varios planos nos hace cap tar
la polivalencia del mismo, pero, pete a todo, entraña e l peligro de
disim ularnos la unidad de osle pensam iento. P roblem ática econó­
m ica, política, antropológica. Ideológica y «fu tu rista* no se disocian,
pero uo cesan de plantear problem as específicos.
1. PROBLEMATICA ECONÓMICA

La o b ra económ ica dé Marx difita mucho de haber sido com pren­


dida íntegramente* E l horizonte económ ico de la em presa m an d ara
no se dcscDCubro tan fácilm ente El cconotnlsm o grosero de tos m ar­
xistes nos impide con h arta frecuencia comprender el pensamiento
económ ico del fundador del m arxism o.
E l cfefu inferna) que Une la producción a l oottsnmo y la ince­
sante rotación de este c iclo deben ser comprendidos como regidos
por el desarrollo de la técnica y por m m ovim iento rotatorio. Se
había m ucho, después de Marx, dé las fuerzas productivas, y de su
desarrollo, que determ ina ludo lo demás. Sin em bargo, serla nece­
sario com prender esas fuerzas en profundidad, y ver la técnica
com o m otar de su desarrolla. Más aún que e l desarrolla de las
fuerzas productivas, es el dortanxjfto digamos tecnológico el que pre­
domina. Organización del tra b a jo y división del tra b a jo están deter­
minadas par el proceso tecnológico. «E l tra b a ja se organiza y se
divide de distinto modo según los instrum entos de que dispone. E l
molino movida a brazo supone una división del tra b a ja distinta de la
del m alino de vapor.» {.W/serífl la filo s o fía . Costes, p* 15fl.) El
molino movido a brazo supone, es decir, determ ina, la sociedad feu
dal, el molino de vapor, la sociedad capitalista. «El m olino movido
a brazo os dará Ju sociedad con Seflor feudal; el m olino de vapor,
la sociedad con capitalista Industrial,* {Ib id ,, p, 127.) ¿ N o corren
p arejas las máquinas autom áticas con La suciedad so cialista? Las má­
quinas, la industria, los iraní rumen tos verdaderamente técnicos y la
técnica propiam ente dicha (latan de un cierto m om ento histórico y
actúan después sobre toda la evolución histórica y social. No hay
m ás técnica que la moderna. «Las propiam ente dichas
datan de finales del siglo X V I I I , * { Ib id ., p. 164.) Marx precisa,
algunas lineas m ás a b a jo , lo que él entiende p o r m áquinas: (H erra­
m ientas simples, acum ulación de herram ientas, herram ientas com­
puestas, puesta en acción dé una herram ienta com puesta, p ar un solo
m otor m anual, por e l hom bre; puesta en acción de esos instrum entos
p or las fuerzas naturales; máquina, sistem a de m áquinas que tienen
un solo m otor; sistem a de m áquinas con un m otor autom ático: éste
es el d esarrolla de los máquinas,» ( I b i d „ p. 165,) Sólo la (au to ­
m ación» es capaz de rebasar la espcciaJiaación, en provecho del tra-

z£7
bflju productivo, unlversalizado pero des&llimfnJo. Marx piensa firm e­
m ente que íuji sucederé. Tanto com o ataca Las técnicas productivas
del presente, así canta las alabanzas de las técnicas prodúcelas futu­
ras, I a s del presente implican e l m al ¿ ta to m tiT iv n o , U actividad parce­
laria y a to m iz a d a : en un sistem a reifícado y ü itt e m é tic a los indi­
viduos sólo pueden ser • a to m ís tic o s * , En cambio, la técn ica del
porvenir habré superado la automatización y ti atom ism o gracias a su
desarrollo integral, que p e rm itir! a los hom bres desarrollar ínte­
gram ente sus fuerzas esenciales, su energía, 1 .a gran técnica de los
tiem pos futuros será el contraveneno que nos curará de los m ales
de la técnica subdesarrollada y , por tanto, alienante. Las esperanzas
de Mar^ « i la técnica son inquebrantables, y serio ingenuidad carac­
terizarlas com o ingenuas, «Lo que caracteriza a La dfrvjsirin tfel trabajo
en el taller autom ático — e s c r ib e — es que el trnhujo ha perdido
allí todo caiácLcr de especialidad. Pero desdo el momento cu que
cesa todo desarrollo especial, empieza a hacerse sentir la necesidad
de universalidad, la tendencia hacia un desarrollo integra] del indi­
viduo, E l taller autom ático horra las especies y ln idiotez del oficio.»
{ Ih id ., p, 173.) Piuudhon, m ucho menos genial e in ti ni lam ente
más escéptico, representante, según Marx, de emi mentalidad peque-
fto-huvguesa que en ludo ve ncl lado bueno* y el ‘ lado m alo * ,1
anota al margen de su propio ejem p la r de la M is e r ia de la filo s o fía
y frente a las frases que acabam os de cita r; ■ ¡Vayal ¿Y cóm o en ­
tiende usted ese desarrollo in teg ral?» Ko recibió resjm csta a su pre­
gunta. De tuolquu icr modo, la pregunta no era com o para ser
solventada en el papeL
Si ej Secreto de las fuerzas m otrices de La hiMoria reside en el
des arrullo tecnológico, la técnica productiva no puede concebirse
com o algo derivado. Ella es la que determ ina el intercam bio, el

1. Mm i, n-|)oudíaido m su Aíúcrfe ( l e Ui F i i o w f i * i lu H l w f í a ¿ b la
líllortfl iIe 1'ntitiihiHi y no aceptando el Hitema d* lo* Cfjutrikdticlnitti íij(tn4™twf
pmijíitytrikina, arre un'te contra la concepción t[utL (liitinfiiie eunrtfcintiftiierih* los dos
lado* de utru cum: nim bueno y otro hi-aIu , ima ptrnn (le Licu y de ventajas y el
otiu jilw v) de mili y de innibvcniiKite», M d i t repríiclui i rnjudníiri concrbir la
contrádUx-iÚn cuma formada por el conjunto ilél Urio HuíroO y cil lado iridio, y
ni querer üOIW’fVar el ludo bueno eílimiinndn Eli iuqjo (íj/ id ,, |>, lili). 1>e esta
rilrtnnrn, jhi r* nsiliriL'rtr posible tumor lunguJlB cltcrdnÍÓ11; tu lilictaL-lóui integra!
del mntur del desjtirnllo y la supresión Je lo q.un le ¡mvo oVistAciilot f r tacen
hupniihlea. M uía no tcrrir ser unilateral: ¿atitóu UO st- jirnpnne ti plenitud iulfn.iran-
fce di! loa fuerza* produciivus, el (Icscncadenftinitmtp de !« técnica? PiDiirthnn « , a
su juicio, Im timorato. "E l prendía burgués 1,..] dice ilrm p iti (le un lado, d d
otra ltdg, I M H irrira tR opuestas, n o t r id id o ilu , ilmníiun tus InlctH ci n u tr-
rules V por t>-<!»»! Eud-tile nu m niíjeruám n rdigknds, d fflltfirii y irUttKxs. sil
iDúnl, en fu*, n i t t rtitffl), K! pequeño burgués r i la remirad(ectóti vnim li;, Si.
id trn ít, i-i, OTTiio gm u dlnii, un hoirtblm de tnídilu. p ivutv n h r i hacer tmloba.-
ríanM u m tu» propios u n h a h u ñ i E i y e la b u m lu a síin las c b c in ita a d u en
parud.-Ü* sorprendentes, esenudalows, a « f t s hrdlartte*," (íófcL, p 22,1) Como
confi* en la ucgittiyktul. fuerza motriz de la L iit ír u , M m p fn m que " r t Indo
malo ta ti que l< é n p t anabá pea ¡¡irdom inu rubra *1 lado bueno. E l lado malo
es el qii-" produce el rnovnniratD que bar» la iiutupi tonrt+fn yendo la lucha”
jíMd., ¡>- M-t) Rt pertmkir de la tecniu, (gk-ium |s |m patlnmlttilu hasta w
cnosectnrfliffa't « i f t i i n d Él Iqdo nula, productor del movimiento historitc, ¿estuvo
siempre presentí* mi pin espíritu? Pues pftncct; qtir él nn haya podido escapar a li
trutncíófi de querer uculnltriHu.
tu m i'id u y el consumo. La industria p r o d u c e h td u s a necesida des,
pjiiu tener que satisfacerlas. Hay una renovación perpetua, una r o
[ación Incesante — ¿y sin fin ? — de] ciclo; las necesidades aspiran
a su satisfacción, la producción las sirve, pero las engendra también,
d consuJiKj crea nuevas necesidades a su v « . Lo que une la pro­
ducción al consum o y las necesidades a su satisfacción depende de
la técnica m is que de la presión de Las necesidades «naturales».
«Casi siem pre. Jas necesidades nacen directam ente de La produc­
ción, o de un estad o de co sa s basado en 1n producción. El com ercio
del universo rueda casi por en tero sobre necesidades, no del consum o
individual, sino de la producción.» I t b iiL , pp. 42-43.) Reside en la
esencia de |p técnica n o d en m que la producción sea casi absolu­
tamente creadora. «La producción precede al consumo, la oferta
f u e r a la demanda.» [I b i d , , p. 75.) Marx insistió mucho en el ele­
m ento dinám ico cuya energía conduce el presente hacia el porvenir.
E ste porvenir producido estará no solam ente b ajo el signo de] comu­
nismo, sino, conjuntam ente, en el ritm o de La técnica planetaria. La
producción de toda clase de productos, «m ateriales» y «espiritua­
les», rige (¡labalm enie tudas Las modalidades del intercam bio y del
com ercio, de la distribución y del consumo, *F,n general, La form a
dd intercam bio de los productos corresponde a ln turma de La pro­
ducción- Cambiad la segunda, y la prim era se verá cambiada en
consecuencia. Por eso, vemos que en Ifl historia de la sociedad el
modo de intercam biar los productos se regula por c! inoda de produ­
cirlos.» U b id -, p. 8 -S.)
Producción, distribución, intercam bio y consum o form an un cir­
cuito anim ado por la producción. Sin em bargo. La producción, la
producción m aterial, La que en prim er lugar interesa a Marx, aun
cuando determ ine y englobe la distribución, el intercam bio y el con ­
sumo, ctU misma está presa cu un movimiento continuo de consu­
ma: ella consume los medios de producción, las utiliza y los gasta,
asi com o los productos de La producción. Producción y consumo
están am bas regidas por eJ proceso tecnológico, creador y destructor
de toda especie de producción. «E sta identidad de producción y
consum o equivale a la proposición de Spinu/a; fleferm m atio e s t
nt’üaíio-* (^Ipéiicfict; a la C o n tr. n ía crff. de la ¿ t, po!.. Cus-
tes, p, 273,} En el proceso tecnológico, el su jeto se rebasa o b je­
tivándose y dejando de ser sujeto fijo , y el o b je to es continua­
m ente rebasado por el consum o y la producción de nuevos objetos.
Superada la reíficacíón, esta verdad ddl desarrollo de la técnica se
hace aún más esplendorosa. Subjetivism o y objetivism o serán simuL
tdnram cnic suprimidos en favor de la actividad creadora y pro­
ductora.
La iccnica, encam inada a ln satisfacción de las necesidades lo-
toles de los hom bres — com o m otar de la historia m u n d ial— „
crea también, y siem pre de nuevo, unas necesidades que quieren ser
satisfechas y unos ob jetos destinados a ser consumidos (y por tanto
suprimidos) por unos sujetos (no aislados, sino m iembros de La co ­
munidad; unos hom bres, por consiguiente, que han rebasado su sub­
jetividad), La grandeza del pensamiento de Marx hay que buscarla
en su aprehensión de ]fl r o t a c ió n d e (a té c n ic a , en esta visión de
la productividad absoluta que, suprimiendo tudas los enclaves econó­
m icos, Jurídicos, políticos, m orales, psicológicos e ideológicos, rebasa
con m ucho lo sim ple exigencia de la satisfacción de los necesidades
vitales. Entendiendo a su m anera la u lie n a c ió ti d e J Í d el h a m b re ,
Marx piense que Ja supresión de esa alienación en su raíz, econó­
mico y tecnológica, conducirá a la a m q ttis ta d e t mundo por y para
e l h o m b r e . C iertam ente, rl h om bre está movido por sus impulsos
ra lu ra Jc f; sin em bargo, la técn ica — que, m ás aún que instrum ento
de la satisfacción de las necesidades, es la f u e r » m otriz de la his-
lo ria — posee uno potencia mucho mayor, l a técnica gobierna el
ritm o de los im pulsos y pone en movimiento el mundo. La exi­
gencia de la abolición del estado de cosas existente, del régimen
burgués y capitalista, de la alienación y de ta rrificacíó n , de la pro­
piedad privada y de la división del trabajo, de los trusmundus y de
los píen Jo-m undo; celestiales, equivale a esto: liberar totalm ente la
productividad humano y social, y la técnica productiva * desenca­
denada» se encargará de resolver prácticam ente todas las cuestiones
y t olíus los enigmas en su devenir.
Esta concepción m arxiana de la productividad absoluta no ha
sido com prendida todavía en toda su amplitud y profundidad. Marx
no considera la p h y s is y el c o s m o s com o un orden q u e es posible
transgredir, como un ritm o que nos dicia lo que tenem os que pensar
y que hacer, É l no ve el Mundo com o una Creación divina; recha­
zando toda idea de Creación, bu sca en la hipótesis d e la g e n e r u jio
« e q u iv o c a la única respuesta legitim a a este genero de cuestiones.
Marx tampoco ve la totalidad del mundo a través de la perspectiva
de) S u je t o m o d e r n o al que corresponden unos o b je to s , como o b jeto s
de su representación y de su voluntad. ÉJ alum bra una nueva era
que ya no es cosm océntríca y griega, ni teocéntrjca y cristian a, ni
egocéntrica y m ó d em s: la ora planetaria do la técnica y de la pro­
ductividad que rebasan todo su jeto constituyente y todo ob jeto fijo
y no aceptan lím ites, naturales o divinos.
* Producción es, pues, inm ediatam ente consumu; consum o, inme­
diata m enlc producción. Cada uno de es Las dos elem entos es inm e­
diatam ente su contrario. Pero al mismo tiempo, se produce entre
los dos un movimiento m ediador. La producción m ediatiza el con­
sum o, cuyo m aterial ella crea, m aterial que sin ella estaría despro­
visto de ob jeto, Pero el consum o m ediatiza tam bién la producción
al cre a r el Sujeto de los producios, para el que éstos son productos.
Sólo en el consum o alcanza ei producto su últim o re m a tc V (T b id ,.
página 174.) F.l producto de lk producción no ex iste verdadera­
mente hasta el m om ento en que deja da existir, haciéndose suprim ir
en y por el consum o: su ser reclam a su aniquilam iento. £ 1 producto
se distingue de todo ob jeto natural o ideal, por el hecho de que es
realm ente p r o d u c to y de que no llega, a s e r producto efectivo, no se
afirm a en cuanto producto, sino hallándose consumido. Para que sea
en re a lid a d y no n ^ d p , piensa Marx, hace falta que sea absorbido

2. Kft «J tarto: d en leh& ’t ftfthft.

m
por d consunto y así d eje de « r , «Suprim iendo el producto es
com o t‘J Lonsumo le da el golpe Tina! , 1 pues la producción no es
solam ente producto en cuanto actividad reiñeada, Sino en cuanto
o b jeto par» el su jeto activo.* ílb id . , p. 275.) El su jeta activo y
no subjelivisifl es ese su jeto dotado de fuerzas esenciales objetivas y
que produce sin cesar o b je to s do reíficad os pora uso de los s u je to s
huiUlnútí.
Marx trata de poner al desnudo la esencia de la producción; ésta
esencia móvil no llega a m anifestarse plenam ente en régimen capi­
talista, aunque fuese el régimen burgués y capitalista el prim ero que,
en la historia del mundo, creó las condiciones del gigantesco desa­
rrollo de la técnica. La burguesía ha llevado hasta un c ie rto punto
el desarrollo de las fuerzas productivas, pero m anteniéndolas dentro
de los lim ites de la propiedad privada y del capital. La técnica mo­
derna quedó encadenada. La burguesía partió a la conquista del
mundo,,, poro se detuvo. «Fue ella la primera en dem ostrar lo que
puede llevar a cabo la actividad humana, E lla realizó Tnaravillas
enteram ente distintas de Jas pirámides de Egipto, los acueductos
rom anos y las catedrales góticas; ella hizo expediciones entera­
m ente distintas de las invasiones y las crozadus,» (M anifieíro coítíh-
irfjfa, Costes, p, 61.) Id burguesía hizo mochas cosas, incluso in s­
tauró el reinado de! hacer, pero no cesó de evolucionar al mundo
de la reifieaciún y de la alienación, y llevó estas potencias inhumanos
hasta su* lim ites extrem os. Basado en la propiedad privada de los
medios de producción, el reinado de la burguesía no podía hacer
o tra cosa que fren ar la potencia ilim itada de La productividad, capaz,
cu virtud de su « e n c ía , de saris facer la totalidad de las necesidades
huEnanas, oí no hay apropiación particu lar.
Ahora bien, sólo el proletariado puede conducir la sociedad enlera
a la sociedad social y socialista, en la que no tendrán cabida ni
clases ni propiedad privada. Sólo los trabajad o res del mundo entero
pueden realizar, por p rim era vtz en la historia, nunca universal to­
davía. las posibilidades efectivas, las energías en acto de la técnica
unlvEjnsal y unlversalizada. Sólo una humanidad que no panga nin­
gún freno o la producción puede seguir adelante y renovar ctmslan-
tcmunlcr, en una revolución perm anente, Ifi producción, las necesi­
dades, la actividad de los su jetos objetivos y los ob jetos de la acti­
vidad social de los hom bres,
Marx parle d d hom bre conducido por sus Impulsos naturales,
sus necesidades físicas {a. las cuales vienen a sobreañadirse, por vía
de sublim ación, las falsas necesidades m etafísicas). E ste «biologismo*,
este «naturalism o», se basa verdaderam ente en un tecnicism o. Más
aún que por sus im pulsos naturales y humanas, por sus necesidades
físico* y sociales, los hom bres son movidos por lo que les hace pro­
ducir so vida, por lo que constituye un verdadero in ítín to productor
que rebasa toda naturalidad y se propone la com pleta transform ación
de t* im tgraleza m ediante la técnica. Todo to que aliena al ham bre
era y es debido o bien al no-desarrollo de lo* fuerza* productivas,

3, En d tflitn; den /tohfong ttroke.


tíim o en las tipuca* arcaicas, o bien al subdesarraHo de la técnica,
y en cualquier casa a que Su desarrollo choca contra unos lím ites
de procedencia particular y fren a su mancha hacia la universalidad
(en régimen burgués y capitalista). La mitología, la religión, Ja
política y la m etafísica pertenecen a ta superestructura* pues son
una idealización y uim sublim ación de ta im potencia del hom bre, o
refleja n ideológicam ente el poder de unos sobre otros; constituyen
una traba a la m anifestación de Ja potencia de la totalidad humana
y de la totalidad de ¡os hom bres.
Manir llega hasta hablar de un impulso, de un ir ts lín to d e la p r o ­
d u c c ió n ( T r i e b d e r P m d u k tio n y , lo que dice de éste ha de ser
tom ado al pie de la letra, porque es conform e al espíritu de su
em presa. Hablando de la rotación en el cu rso d e la cual se unen
rn un todo las necesidades que mueven a lo s hom bres hacia ta pro­
ducción —- La cual se propone, mediante el consumo. Ja satisfacción
de Jas necesidades — , la producción siem pre renovada por nuevas
necesidades y la reproducción de la necesidad en y por el consum o
= producción que produce el consum o y consumo que produce la
producción creando la necesidad de una nueva producción— , Marx
dice: "E l consum o crea el instinto de producción, y asim ism o crea
el objeto, e l cual, com o m eta por alcanzar, determ ina la producción.»
{ A p é n d ic e a la C o n ir . a la c r i i . d e la « , p o L p„ Í7S.) Por tanto,
serla vano preguntar si el hom bre de Marx p arte de la necesidad o
de la producción, manteniendo separados los térm inos. E l hom bre
es movido por el instinto de producción, y el proceso de producción-
con sumo-producción erra y reproduce la necesidad, proponiéndose
su satisfacción,, y produce continua mente nuevos objetos. E l ciclo
que une la producción al consum o encierra com o un anillo todo el
globo. No pudría ser de otro m odo; ahora bien, es necesario que ni
el su jeto dí el o b jeto se reifiquen en este hacer-ser. La producción
que crea el su jeto (el hom bro) y los ob jetos debe Librarse de todo
lo que la encadena, la fija y la congela, de todo lo que la trena y la
inmoviliza, de todo lo que hace gravitar sobro ella el peso del pasado
o la ahoga en un presente estancada, Todo «en sí» se convertirá
de este modo en para-nosotros; todo dato se convertirá en un hecho,
hecho por nosotros y para nosotros en una actividad ilimitada (¿e
infinita?).
Marx sabe muy bien que « siem pre son unos datus naturales lo
que sirve de punto de partida; subjetiva y objetivam ente: los pueblos,
l u razas, etc,» { Ib td ., p, 302), ¿ 1 sabe que la acción productora
parte de los datos naturales que proexisteu a ella- Sin em bargo,
no considera los datos naturales com o el elem ento más esencial; la
m odificación que la técnica les hace sufrir es, por el contrario, para
él, m ás im pórtam e. Pues incluso estos datos naturales no empiezan
A existir sino en y por la acción h istórica, En la Id e o lo g ía a lem a n a
es abordada esta tem ática; allí leem os: «N aturalm ente, no podemos
entrar ahora un el estudio de la constitución física de los hombres
m ismos, ni en las condiciones naturales hallados por Jos hom bres,
condiciones geológicas, orobldrografictu, clim áticas y otras. Toda
historiografía debe partir de estas basas naturales y de la modi fi-

in
catión que Ju ucdón de los hom bres Jes ha hecho su frir cu el curso
de Ja historia.» (p, 154.) Lo que produce la historia, es decir, la
vida natural, hum ana y social de los hom bres, es la producción de
bienes y la producción de carencia. La producción «produce el ob­
je to del consum o, la manera del consum o, el instinto del consumo».
i A p é n d ic e .... p, 276). La identidad entre Ea producción y el consum o
— *la producción consumidora» y «el, consum o p rod u ctor»— no es
cu modo alguno form al; uno mavjmiuulo lus une, y este movimiento
es productivo. E l su jeto productivo se objetiva y se rebasa en la
producción, y c) o b jeto se subjetiva en el consum o productor. Sin
embargo, para que esta identidad de producción y consumo aparezca
a plena luz, para que la reciprocidad, la interdependencia de am bos
— lo que hace de cada uno no solam ente e l com plem ento del otro,
sino lo que hace que cada uno realizándose se em e el O tro— lleguen
a ser visibles, es necesario tom ar en consideración la totalidad del
procesa y no estim ar la identidad Cómo una identidad form al. La
identidad no es, ni económ ica ni lógicam ente, una identidad indí-
ferendada y vacía; contiene la acción recíproca que ejercen sus ele­
m entos constitutivos unos sobre otros. La econom ía política vulgar
a escolar y el hegelianismo abstracto y escolástico restan relieve a
esta unidad orgánica y dinám ica. Para hacerla transparente, se ha
de com prender que ella es Ja expresión y )a arm azón de las rela­
ciones que unen en tre ellos a tos Individuas. La relación social fun­
damenta) es una relación de explotación, y puede con ven irse en una
relación com unitaria si la totalidad de la producción y de las pro­
ductos, de la distribución y del intercam bio, del consum o y de la
reproducción de los necesidades y de los bienes toca en suerte — y
es puesta en movimiento p o r— la totalidad de la sociedad humana.
Marx precisa su pensam iento en cuanto a esta identidad: «Llegamos,
pues, a ta conclusión de que producción, distribución, intercam bio y
consum o no son idénticos, sino que todos son elem entos de una
totalidad, diferencias en el seno de una unidad. La producción lo
rebasa todo: se rebasa a sí m ism a eii la determ inación an titética de
la producción, en tanto en cuanto rebasa los demás momentos. E s
d punto de partida d el proceso que siempre vuelve a empezar.»
Ífbiíf., p. 2 B6 .) E n todo conjunto orgánico y a través del Juego de
Ja acción recíproca, ¿no hay siem pre una potencia dominante y deter­
m inante? «Una form a determ inada de la producción determ ina, por
consiguiente, unas form as de term inadas del consum o, de Ja distri­
bución, det ínlcrcam bio, los r e la c io n e s d e te rm in a d a s d e estar mo­
m entos d ife r e n te s e n tr e ¿Mcml» i,lb id .t p. 7X1.) Comprendida en su
totalidad, y no en su form a unilateral y particular, y por tanto de­
term inada, la producción socialista será Ja potencia determ inante
de la sociedad socialista en m archa, y constituirá su base m ás sólida,
La producción m o d e rn a , que conduce la historia hacia su univer­
salización y la sociedad hacia su socialización, es esencialm ente ]a
que acapara toda Ja atención y la ciencia apasionada de Marx. Todas
las discusiones sobre el alcance, o La falta de alcance, universal dd
pensamiento de M arx deberían fundarse en una com prensión inci­
siva de La dimensión h istórica de la técnica moderna. La historia

n i

ü
mundial no ha existido en todo tiempo (ni siquiera h istoríeo) y el
mundo nunca ha nido todavía mundo, esto es, ser U e g a ilc a ta l gra­
d as a la actividad do Jos hom bres, M arx es categórico: «La historia
mundial i W e l t g e f c h ic h íe ) no ha existido desde siem pre; la historia
en cuanto historia mundial e s un resultada.» ( I b i í L , p. 302,) La
técnica es precisam ente lu potencia que irn conducido a este resul­
tado, y ella es la cocargada de universal izar radicalm ente la his­
toria, La burguesía ha instaurado el m ercado mundial. Cor la abo­
lición de las leyes capitalistas de este m ercado, con la abolición de
lu que hace de lo» seres y de las cosan unas m ercancías, se trata de
hacer plenamente mundial la historia de los hom bres, de tran sform ar
el mundo en un mundo humano. La burguesía, que h a fo rjad o las
an u as de aquellos que le rtarftn m uerte, que ha producido loa hom­
bres que la en Lerrarán. halla en los o b re n » m oderaos a la vez su
negación y su cum plim iento. La burguesía Inaugura lo s tiempos mo­
dernos, los trabajad ores los llevan a la culminación.
No se presta suficiente atención a lo que Marx piensa de la lucha
de clases com o característica de los úittmos siglos de la historia. El
M a n ifie s to c o m u n is ta declara, sin embargo, bastante explícitam ente,
que la lucha de ciases caracteriza s o b re t o d o a los últim os siglos;
prirtciptdmenre, caracteriza a los últim os Siglos de nuestra era — los
siglos de la aparición de la técn ica rnoderna-—, el periodo mismo
con tra el que Marx arrem ete principalm ente. La intensidad y la
amplitud de la lucha de clases son c o c í tensivas a la técn ica moderna,
a la época burguesa y a la capitalista. Puesto que leem os «siglos»,
¿n o hay que entender siglos, y no m ilentoí, en el p asaje siguiente del
M a n ifie s to cofítrmísíd? «Pera, cualquiera que sea la form a que estos
aniagúnismuE [de Ja lucha de c ia s te ] hayan revestido, la explotación
de una parte de La sociedad por la otra constituya un hecho común
a todos ¡os siglos ['asados fa lle n v c rg iin g e n e r i J a h T h u n d e rte n },*
(Costes, p, 94,}
El esquema de Marx se aplica esencialm ente a la fase de la his­
toria que tiende a hacerse universal y mundial; ésta época del de­
venir de la humanidad es la que su discurso lleva hasta el lenguaje.
¿Quiere esto decir que él no se refiere o no quiere d ar sentido, en
ia misma ocasión, a Jos im perios orienta lea y a las aventuras de los
pueblos asiáticos, a las Cludades-Esiados helénicas, a la república y
al imperio romano, ni tampoco al destino de las form aciones me­
dievales y feudales? Sin duda alguna, Marx q uiere ab arcar la tota­
lidad de la h istoria. T ras la publicación de la C o n t r ib u c ió n a ta
crfíü-'ít d e la e c tm o ttita p o iític a ± te fueron hechos varias objeciones.
Recuérdese la tesis, form ulada brillantem ente en el P r ó lo g o , según
la cual el modo de producción determ inado, el modo d e producción
de la vida m aterial y Jas relaciones sociales que de di « derivan,
CS lo que, en cuntí lo estructura económ ica y fundam ental, determ ina
la superestructura ju ríd ica y política y las form as de conciencia so­
cial correspondientes a esa determ inación. Una de las criticas, reco­
nociendo 1 a verdad de esta tesis para el mundo m oderna, en el que
predominan los intereses m ateriales, iu> reconocía su validez en cuanto
a la Edad Media, en la que reinaba ta religión católica, ni en cuanto
a Aleñas y R o m a , en las que reinaba la política, Ar* pendiendo a
esta objeción, Mam escribe en E l C a p íto l; * Prim eram ente, es ex Ira fio
que alguien se com plazca en suponer que uno puede ignorar esas
fórm ulas ar\ hico nocí das relativas a la Edad Media y al mundo an­
tiguo, Lo que « t i claro es que la Edad Media no podía vrvtr del
catolicism o, ni d mundo antiguo de La política. La m anera com o los
hom bres se ganaban 1 & vida explica, por el contrarío, por qué allí
el catolicism o y aquí la política desempeñaban e l papel principal.
Por oLra parte, basta con conocer un poco la bis loria de la república
rom ana, por ejem plo, para sa b er q u e el secreto de esa historia re­
side en La historia de la propiedad territorial. Además, ya Don
Q uijote expió el erro r de creer que la caballería andante era com ­
patible coa toda* las form as económ icas de la sociedad.» (Ed. S o ­
d a le s, L l t p. 9 3 ,j
Marx no renuncia en modo alguno a la validez total de su es­
quema, a la universalidad del mótenlo del m aterialism o histórico.
Pero no por eso es m am ista ortodoxo. Ni una cierta conciencia
ni una cierta Ironía le faltan en algunos momentos, £ 1 reconoce que
su visión y su esquem a, su método y sus categorías no son plena­
mente válidas, en prim er lugar, sino pura las condiciones históricas
de que se ha n alim entado, al desarrollarse en su seno. P or eso
confiesa: « L ite ejem p lo del tra b a jo m uestra de una m a n e n sor­
prendente cóm o incluso la s categorías más abstractas, aunque váli­
das — precisam ente por su carácter abstracto — para todas las épo­
cas, son, en su abstracción m isma, en igual medida, el producto do
las condiciones históricas, y sólo son plenamente válidas para — y en
el seno d e — esas condiciones.* (A p é n d ic e ..., p. 293.) El esquema
del m aterialism o histórico y de la dialéctica m aterialista, sólo es
v á lid o pura los Im perios orientales y asiáticos, las ciudades y las
repúblicas griegas y rom anas y los Estados m ed iev al», teniendo en
cuerna las condiciones económ icos, sociales e históricos de las que
son producto. E l mundo m oderno, occidental, haciéndose univer­
sal. e l régimen burgués y capitalista constituyeran el terreno más
favorable para el desarrollo de la* fuerzas productivas de lo técnica.
La burguesía no solam ente ha producido el mundo moderno, sino
que ha engendrado a sus negadores, ha abierto el cam ino a quienes
la niegan. Sus pegadores serán los protagonistas del mundo socia­
lista, del universo de la técnica unlversalizada y liberada de toda
apropiación particular, de la comunidad hum ana, que habrá supri­
mida coda expío Lacio q dcrl hom bre por el hom bre Fu efecto, la
burguesía ha preparado el mundo futuro. «La burguesía ha some­
tido el campo a la dominación de la ciudad. Ha ere,ido ciudades
enorm es, ha acrecentado considerablem ente la población dé las ciu­
dades en relación a la población de los campos y, de este modo, ha
arrancado a una im portante parto de la población del em bruteci­
m iento de U vida rural. Ha som etido los países bárbaros y sem i­
bárbaros a los pulses civilizado», los pueblos de cam pesinos a tos
pueblos de burgueses, O riente a O ccidente.* (M a n if ie s t o c o m u n is ta ,
página 64.)
¿ N o ha sido b a jo la instigación de la técnica burguesa y capita-

17 S
JJslD com o el mundo ha empezada a universal izarse, puesto que In
técnica a lla n a b a Jns diferencias y las particularidades? «La sociedad
burguesa es Ja organización de producción más desarrollada y m ás
com pleja de Ih hislurfa, Las categorías que expresan sus condiciones,
Ja com prensión de su estru ctu ra, le perm iten, al m ismo tiem po, com­
prender La estructura y las condiciones de producción de todas las
form as, ya prescritas de Ja sociedad sobre cuyas ruinas y cuyos ele­
m entos se ha edificado a sí m ism a [d ,] La anatom ía del hombre da
la clave d e la anatom ía del mono.» (A p & td ic e , pr 295.) M a n está
con v en ad o de que «La econom ía burguesa da La clave de la econom ía
de la antigüedad», i l b i d . ) Sin embargo, no adm ite que se borren
todas Jas diferencias; y pide que se añada un grano de sai a la com­
prensión económ ica extensiva. Así, protesta cernirá ta «comprensión»
de Jos econom istas y del econom ism o, «que borran rodas las dife­
rencias históricas y sólo ven, en todas las form as sociales, las form as
burguesas» fíbid-}* Marx no tem e escribir que; «Si es cierto que las
categorías de la econom ía burguesa poseen una verdad para todas
las demás form as de Ja sociedad, esa es una afirm ación que hay que
tom ar cwm g ra n o sa tis,* ilb id . , p. 296.) Esto grano de sat desa­
pareció en todas las com prensiones de los m arxU las posl-mancianos.
La exigencia del grano de sol es inseparable de la exigencia de la
au tocrítica. Pues una form ación social no puede com prender Jas for­
m aciones que la precedieron sino haciendo ku propia au tocrítica,
■legando a ser consciente de sí misma- Para lo cual es necesario que
ella se juzgue según su vida real y no según su ideología. Del mismo
modo, la com prensión histórica de las form aciones sociales ya pres­
critas do debe com partir la ilusión que esas épocas se h ad an a su
propio respecto: lo que tos hom bres de esos períodos « im a g in a b a n
en cuanto a su práctica real no debe tran sform arse — ni nivel de la
com pre lisió ti h istó rica — eñ potencia determ inante. Creerse todo lo
que cada época dice y se imagina a su propio respecto significa ser
víctima de sus ilusiones ideológicos.* Tam poco hay que imaginarse
que «la historia ulterior» constituye el ob jetiv o de «la h istoria ante­
rior»; «lo que se designa con las palabras " f i n ” , "o b je tiv o ", "g e r­
m enB, '‘ id ea " de la h istoria an terior no es m ás que una abstracción
de la influencia activa que la h istoria anterior ejerce sobre la his­
toria ulterior,* ( f d. al., p- ISO.) E l devenir histórico M es, pues,
ton unilateral com o parece visto con o jo s ingenuos, o m ixtificados;
y el juego de las proyecciones retroactivas y de las influencias en
doble fteuüdu es, de hecho, muy com plejo. Ningún «espíritu mun­
dial» flVeí/geíítJ ordena lo s m ateriales de La historia. I-a potencia que
dom ina el desorden mundial actual y esclaviza a los individuos apa-
recióndolcs com o una fuerza superior y extraña es el corolario de

-i. Kn FJ Capital, M uí indstc de nano en la validez limitad» de lu ca-


Ceaui** de U eaommi» hurguen. 'S a o formas de praMififeuto «odeimaite v i-
latía, y poi lauto objetivas, paro las ntacwiw* do poducetón de « e otado
io ojJ de ptoducctiin MViliipiBWtt deíambitulo. de la prcduciSót) iramsntiL"
{T , f. ftd, SoddlAa, V- 1» traducción no ea muy hucun. y CU nnmciutncin le
IkSmo* hkk11ÍU*Jü).
5 lit ü f rtf,L p . p, lffT y Iftfl.
ni u m v u rsflii^ i^ ij <]<, ]a historia y de] ^mercado mundial» ftVrir-
tttarkj), El mercado mundial, esa potencia suprema de la historia
mundlnl, qu^ «planea sobre la tierra como el Destino antiguo, y,
co a ruano divisible, distribuye a los hom bres la felicidad y la des­
gracia, Futida im perios y arruina imperios, hace n acer y desaparecer
los pueblos* (¿¿idrr p, 173), debe ser abolido en provecho de la
verdadera Hiundíalízación de la historia. Marx piensa que así la
potencia «corióunea no planeará m ás sobre La tierra. Pero, ¿el mundo
que n enfoca e l tk una mundialidad ab ierta? ¿E l mundo nuevo
significará Uq p rv¡,re s o nuevo y radical?

* *■ *

^ l^ajIlil cv° lucíúli histórica — escribe M am — se basa en


el hecho de q uc ^ últim a form a considero Jas form as precedentes
com o e topas que conducen hacia eJJa, y las aprehende siem pre de un
modo u m lal^ rjj pues raram ente, y sólo b a jo determinadas condi­
ciones, es ellB capaz de criticarse a sí m ism a,..* ( A jié n d ic e , p. 296.)
eJ rnornento en que La sociedad burguesa empezó a hacer su
autocrítica s^ reveló capa? de com prender — aunque de manera- uni­
la te ra l— ^as sociedades orientales, am igues y medievales. La econo­
m ía no c iu p ie ^ existir donde se empieza a hablar de ella. Sin em ­
bargo, para hobíar de ¿Lia, de su pasado y de su presente, hay que
*** e je rc e r un m ínim o de autocrítica al nivel de la sociedad
^ - “ CCohom ía actuales. La tarea de la ejecu ción de la auto-
c ritic a burguesa incum be at proletariado, que lleva a sus conse­
cuencias extrem as La critica de ta sociedad burguesa y capitalista.
La au to crítica no cs m ás que ei preludio a t i critica negadóre. La
critica negadoeg del proletariado ve propone la supresión de la pr¡>
piedad p r i v ^ , [a socialización de los m edios de producción y la
liberación j a fuerza m otriz de La historia, esto es. de La técnica.
Al mismo tiem po, el proletariado se libera a sF mismo y libera al
hom bre y iq sociedad entera. Consumación de la critica significa,
pues, s u p r e s i^ de todo lo que rcifica a las personas y las cosas,
de todo lo t jUc cteshumaniza la vida humana, de todo lo que pone
obstáculos al desarrollo integral de la productividad total. M am está
absolutam ente convencido de que toda alienación cesará con la su­
presión de 1^ propiedad privada de los medios de producción. Aliena­
ción eco n ó m ica alienación política, alienación existencia! y alienación
ideológica serán reducidas a cero, puesto que lodos se reducen a la
alienación ^ g n ó m ic a fundam ental y no pueden d e ja r de ser abo­
lidas con la abolición ésta.
Marx e n tró en viva polémica con tra lo d js Jas concepciones anti-
hj5 loríeos la econom ía política vulgar. Denunció vigorosamente el
econom ism o grosero ge negó a otorgar pleno valor a las categorías
económ icas a|¿¿ ^ mundo en cuyo seno han nacido. Todo eso
no impidió q u e él perm aneciese b ajo el in flu jo de lo económico. Por
o tra parte, ^podfci pensar lo económico sin rendirle hom enaje?

fl. td. uí., JH1

277
lisia tumo el mundo ha empezado a uní vernal iza r*c, puesto que la
técnica altanaba Jas diferencias y las particularidades T «La sociedad
burguesa es la Organización de producción m ás desarrollada y más
com pleja de la historia. Las categorías que expresan sus condiciones,
la comprensión de su estru ctu ra. Je perm iten, al m ism o tiem po, com
prender la estructura y las condiciones de producción de todas las
form as, yo p rcscii las de Ja sociedad sobre cuyas ruinas y cuyos ele­
m entos se tu edificado a si m ism a [ „ . ] La anatom ía del hom bre da
Ja clave de la anatom ía del mono.» (Apéndice, p. 2<>5.) Marx r a l i
convencido de que «la econom ía burguesa da la clave d e la econom ía
de ta antigüedad». ( t b i d . ) Sin em bargo, no adm ite q u e se borren
todas [as diferencias; y pide que se añada un grano de sal a la com­
prensión económ ica extensiva. Asi, protesta con Ira la «com prensión»
de los econom istas y del econom ism o, «que borran todas Las dife­
rencias históricos y sólo ven, en todas las Formas sociales, las form as
burguesas» f/ b i c f j * M a n hd teme escrib ir que; «Si es cierto que las
categorías de la econom ía burguesa poseen una verdad paro todos
Jos demás form as de lo sociedad, esa es una afirm ación que hay que
tom ar b u m g r a n o s a lís .* { Ib id ., p. 2fó.) E ste grano tic sai desa­
pareció en todas Jas com prensiones da Jos trmrxisUu post-m arxianos.
La exigencia del grano de sa l es inseparable de Ja exigencia de Ja
au tocrítica. Pues una form ación social no puede com prender Jas for­
maciones que la precedieron sino haciendo su propia au tocrítica,
llegando a ser consciente de sí m isma, Para Jo cual es necesario que
ella se juzgue según su vida reai y no según su ideología, Del mismo
modo, la com prensión histórica de tas form aciones sociales ya pres­
crita s no debe com p artir la ilusión que esas épocas se hacían a su
propio respecto; lo que tos hom bres de esos períodos se im a g in a b a n
« i cuanto a su p ráctica real no debe transform arse — al nivel de la
com prensión h istó ric a — en potencia determ inante. C reerse todo lo
que cada época dice y se imagina a su propio respecto significa ser
victim a de sus ilusiones ideológicas.' Tam poco hay q u e imaginarse
que «Ja historia u lterior* constituye et objetivo de «ta historia ante­
rior»; «lo que bc designa con las palabras “ f in " , “o b je tiv o ", “ ger­
men ”, “ Idea” de la h istoria an terior no es m ás que tina abstracción
de la influencia activa que la h istoria an terior e je rc e sobre la his­
toria ulterior.» { id . al., p. ISO.) El devenir histórico no es, pues,
tan unilateral com o parece visto con o jo s ingenuos, o m ixtificados;
y el juego de las proyecciones retroactivas y de las influencias en
doble sentido es, de hecho, muy com plejo, Ningún «espíritu mun­
dial» (W e J lg e is t) ordena los m ateriales de La historia. La potencia que
domina et desorden mundial actual y esclaviza a los individuos apa­
réete ndolex com o una fuerza superior y extrañ a e i e l corolario de

i £n El Crt/Utaí, Man ímist» de nuevo m) la Vtlldei limitada, de lu a -


<*BocÍ45 d i U V am xuii burgut**. “ Soo fonnos de peqw i& nto socfalmente v i
bdjui y por trota ohjetivai, para lai leUrinnn dr producción de t t t moda
«acial de proluccbo hittfrkarnente de&rmíiwdo, de I* producción mdcantlL"'
(T, J, E4- Social*», p. 49 í la Oaduisióti na « muy huma, y en consecuencia la
hentoe modificado).
TV ibtí al, r . p. 1l¡r7 y iaü-

2TB
lu univutMhK/nuión de la h istoria y del «merendó mundial» { W c t r
ttu á fk i),1 r.l m ercado muiidial, e s j potencia suprema de la historia
mundial, que «planea sobre la tierra couto el Destino antiguo, y,
con mano invisible, distribuye a Jos hom bres la felicidad y la des-
fTacla, funda im perios y arrum a im perios, liacc n acer y desaparecer
los pueblos» (ijjid ., p, 178), debe ser abolido en provecho de la
verdadera ímindiaLiración de la historia, Mane piensa que asi la
potencia económ ica no planeará más sobre U tierra. P ero, ¿el mundo
que él enfoca es el de tina mundíalídad ab ierta? ¿ E l mundo nuevo
significará un progreso nuevo y radical?

* * *

■Lo que se llama evolución h istórica — escribe M a n — se basa en


et hecho de que la últim a form a considera Lb s form as precedentes
entno etapas que conducen hacia ella, y Jas aprehende siempre de un
modo unilateral, pues raram ente, y sólo b ajo determinadas condi­
ciones, es ella capaz de critica rse a si m ism a,..» {A p é n d ic e , p. 296.)
Desde d m omento en que la sociedad burguesa empezó a h acer su
au tocrítica se reveló capar de com prender — aunque de m anera uni­
la te r a l— las sociedades orientales, antiguas y medievales. La econo­
m ía no empieza existir donde se empieza a hablar de ella. Sin ítn -
bargo, pora hablar de eUo, de su pasado y de su presente, hay que
ser capaz de e je rc e r un m ínim o de autocrítica al nivel de la sociedad
y de ta econom ía arcuales. La tarea de la ejecu ción dé la auto­
crític a burguesa incum be al proletariado, que lleva a sus conse­
cuencias « ir e m o s la critic a de Ja sociedad burguesa y capitalista-
l a au tocrítica no es m ás que el preludio a la critica n eg a d o » . La
critica n e g a d o » del proletariado se propone ta supresión de la pro­
piedad privada, la socialización de tos medios de producción y la
liberación de la fuerza m otriz de ta historia, esto as, (k la técnica.
AL m im o tiempo, el proletariado se libera a t í mismo y libera al
hom bre y la sociedad entera. Consumación de la critica significa,
pues, supresión de todo lo que relflca a las personas y las cosas,
de todo Jo que deshumaniza la vida hum ana, de todo lo que pone
obstáculos al desarrollo integral de In productividad total, M ara está
absolutam ente convencido de que toda alienación cesará con la su­
presión de la propiedad privada de los m edios de producción. Aliena­
ción económ ica, alienación política, alienación exlstgticíal y alienación
¡ideológica serán reducidas a cero, p u elfo que todas se reducen a la
alienación económ ica fundam ental y no pueden d ejar de ser abo­
lidos con la abolición ésta.
Marx en tró en viva polém ica con tra todas tas concepciones ax>tj-
hislóricon de t i econom ía política vulgar. Denunció vigorosamente d
ccontwüsm o grosero. S e negó a otorgar pleno valor a las categorías
económ icas m ás adá del mundo en cuyo seno han nacido. Todo eso
no impidió que él perm aneciese b a jo e l in flu jo de lo económico- Por
otra parte, ¿podio él pensar lo económ ico sin rendirle hom enaje?

tí, Id, til., p, 18L

117
nsi. toda ía teoría m arxlana de la desalicnadón tola! por la supiu-
sión, de la alienación económ ica fundamental lleva el peso del que
ella fía querido descargar a la humanidad. Con tina Idea ingenui­
dad. M arx cree que todo el abanico — o m ejor: Luda la pirám ide —
ilc Las alienaciones será suprimido rpío fa c t o con la supresión de su
base única. Por m om entos, y en diferentes períodos de su vida,
M a n se interrogó acarea de la perspectiva totalm ente abierta que
supuestam ente se ab riría tras la supresión de ía propiedad privada.
En e l m es de septiem bre de 1843, escribía a su amigo Ruge: «Así
especialm ente, el c o m u n is m o es una abstracción dogm ática; y aquí
tengo en consideración no un com unism o cualquiera, im aginario o
posible, sino el com unism o realm ente existente. Abolición de lu
propiedad privada y com unism o no son en modo alguno id éntico»,.,*
(Costes, t. V, p* 207,) Después, Marx nunca volvió a pronunciarse
de esta m anera acerca de la no identidad entre la supresión de la
propiedad privada y el comunismo. Todo lo con trario: siem pre sos­
tuvo la tesis de su identidad, esto es, de que «por la revolución
com unista [ . . . ] y la supresíóa de la propiedad privada — que se
identifica con e lla — £ ...] la historia se transform a com pletam ente
en historia m undial*, ( i d . al,, p, 191.) O tam bién: «El c o m u n is m o
en cuanto supresión positiva de la propiedad p riv a d o com o aliena­
ción de si del hom bre y, por ello, apropiación real del ser h u m a n o
por y para el hombro.» (E c, fU ,t p. 22.) Sin em barga, Marx no
pudo escapar al pensam iento que se pregunta Si todo lo que niega
una potencia na queda afectado por lo que n negado. El río que
c| com unism o, en cuanto m ovim iento de negación de la propiedad
privada, no d eja b a de estar infectado por aquello que á| negaba.
M arx nunca llegó a distinguir com pletam ente y radicalmente al co ­
m unism o vulgar y grosero del com unism o totalm ente de&alienador.
Ni siquiera llegó a ver — previendo— que U expropiación de los
capitalistas no pondría necesariam ente fin a la explotación del hom­
bre por «I hom bre, y que la simple supresión de Ja propiedad privada
d e los m edios de producción no coincide con el final electivo de tuda
expropiación. Marx no paró m ientes en la voluntad de poder; fue
Incapaz de prever que la voluntad de poder y de apropiación podría
nuevamente consolidarse y agruparse después de la supresión de la
propiedad privada. S u pasión rcductiva le impidió ver que la pro­
piedad privada no es la fuente prim era y el fundamento único de
toda explotación y. m enos aóm, de todas los alienaciones. EL creyó
firm em ente que e x p lo ta c ió n de la tia iu r a le w p o r lo s h o m b re s ,
fundada en una técnica liberada de la propiedad privada, no traería
consigo ninguna explotación de lo s h o m b r e s p o r lo s h o m b re s .
Los pensadores de genio llegan, sin em bargo, a captar, a veces
en un relám pago, lo que no corrobora sita tesis. Marx entrevió que
vi com unism o tenía necesariam ente que definirse e n re la c ió n a la
propiedad privada que él quiere abolir. Su propia verdad queda así
contam inada por lo m ism o que ella com bate. Tal vez habría que
pensar incluso que aquello que su bsista en él como alienación, será
unu alienación umto m ás aguda cuanto que lus hom bres que la vivan
tendrán conciencia de ella. El com unism o constituye la negación
qui' litiga ífl negación dcJ ilum bre ¡lu propiedad privada). Es la
negación de la negación, y lo que ói niega señala su positividad.
Pese a sus esfuerzos paro p artir tínicam ente de la p o s ic ió n del hom­
b re — el ser por excelen cia— , de) hombre en cuanto totalidad de i
mundo humano, su jeto objetivo y productivo que se basa únicamente
en su propio fundamento, pese a todos estos esfuerzos, la perspectiva
de Marx está fuertem ente afectada dtí todo lo que, a ju id u de él,
niega al hom bre y lo reifica. En un pasaje muy mal conservado del
m a n u s c r ito ttc tm ó tn ic o -fiio s ó fic ó de IB44, podemos leer lo que sigue:
■Sí designamos el comunismo m ism o, por ser negación de la nega­
ción, com o apropiación del ser hum ano que se mediatiza por la negó-
d ó a de la propiedad privada [ . ] m ientras que a través de él £de]
com unism o] la alienación de la vida humana persiste y sigue siendo
tanto m ayor cuanto que w tiene conciencia de lo que ella es
entonces sólo es posible consum arla con la puesta en funciona­
m iento del com unism o».f E Inm ediatamente después de este pasaje
delicado, M a n dice lo que ya le hem os oído decir: que la historia
llevará a cabo este m ovim iento, el cual tendrá que recorrer un pro­
ceso duro y largo, y que debem os considerar como un real progreso
haber adquirido, desde el principio, la conciencia tanto del carárter
lim itado com o del objetivo del movimiento histórico, y una con­
ciencio que rebasa ese movimiento real.
El comunismo, pues, aunque supuestam ente supere toda aliena­
ció n , sigue estando infectado y afectado de su contrario, y la aega-
ti vi dad que él im plica conducirá a su rebasarme uto, E ” los mo­
m ento» de su mayor clarividencia, Mará piensa la problem ática del
com unism o, interrogando sobre ella, £1 quiere delim itar radical­
m ente el capitalism o del socialism o-com ún írido, sin pararse a ver lu
que, nocido del prim ero, pasaría al segundo. Marx no quería ni podía
ver en |a perspectiva de la econom ía y de la sociedad socialistas y
com unistas h> que en ellos generalizarla y colectivizaría d capita­
lismo, socializando, por así decirlo, la sociedad burguesa. M arx do
vio com pletam ente aquello en lo que el socialism o, el comunismo y
e l m aterialism o práctico son los herede ros de la burguesía, del capi­
talism o y del positivismo, M arx no estaba en condicione» de com­
prender que las form as de vida digamos burguesas son más aptos
para sobrevivir que la burguesía m isma; así. se negó o ver en lo
sociedad nueva una dem ocratización fundamental y una universali­
zación de las «form as burguesas», una prolongación de esa extraña,
sólida y errante «hurgue sia« — con o sin burgueses.
El com unism o, qué quiere ab olir la vida económ ica separada y «1
modo económ ico de la producción de Ja vida tal como ha existido
basta abura, que quiere liberar a los hombres del poder económico,
se define, sin embargo, por su organización esencialm ente económ ica
(/d. af„ p, 23L ) ¿Cómo podría suceder de otro modo, si es cierto
que el com unism o es un movimiento práctico, que persigue unos ob­
jetiv os prácticos con medios prácticos? ¿No e s inevitable que así

?. bu edición nciFtr* Hh Ecmrcwnftt ixtlTrirp y ftiojtfificti sólc dn le primara.


íra?is fpj). CÍMJ4): ti. lii edición lü'rmcr, pp. 2f)4-L¡RB

219
suceda, puesto que d com unism o se propone iu liberación lotal de
la lóenle*, y puesto que la técnico es el resorte m ás intim o de la
econom ía?
U Interpretación m arxiana de la econom ía e s y sigue siendo am­
bigua. y polivalente. Im paciente por vct progresar la historia. Mam
no se demora en lo que no deja de ser problem ático. El no consi­
deró muy seriam ente la perspectiva de una socialización de los me­
dios de producción que pusiera térm ino a la. explotación humana. La
expropiación de los expropiaciones, la abolición de la propiedad pri­
vada y de la habitual división del trab ajo deberían conducir al hom­
bre a la apropiación humana y social de la totalidad de lo qtn¡ es.
Ciertam ente habrá a p r o p ia c ió n en la sociedad nueva, e incluso habrá
propiedad, pero la apropiación no será posesiva y m ficítd a, ni la
propiedad será individual. Toda producción constituye una apropiar
cíóa de los productos de ta técnica productiva; en consecuencia, nin­
guna form ación social podría prescindir de la apropiación ni de la
propiedad (de las que la propiedad privada es solam ente una de las
form as). Pues «pretender que no puede haber producción, ni por
tanto sociedad, en la que no exista ninguna forma de propiedad,
es una tautología. Una apropiación que no se apropie nada es una
cerní r a d ic ito in s v P j t c t o . * (A p é n d ic e , p. 270.) £1 M a n ifie s to c o m u *
m i t a da tam bién todas las precisiones deseables; «Lo que carac­
teriza, al comunismo no es la abolición de la propiedad en general,
sano la abolición de la propiedad burguesa. [ ,,,] En este sentido, ]as
común islas pueden resum ir su teoría en esta fórm ula única; abo­
lición de la propiedad privada.» (p, 43.) ¿No correría el riesgo,
la sociedad socialista, de desarrollar una especie de capitalista uni­
versal. aun cuando haya hecho m ás que estatizar la economía, aun
cuando electivam ente la haya social izado? La propiedad común y
com unitaria, la apropiación colectiva, ¿son rigurosam ente incompa­
tibles con !□ que se podría llam ar régimen de capitalism o universal?
Marx no plantea la cuestión a si; por consiguiente, o rien ta de o tro
modo la respuesta. «Por tanto, cuando e l capital es transform ado
cu propiedad colectiva, perteneciente a todos los m iem bros de la
sociedad — e scrib e — , no es propiedad personal lo que se tran sfor­
m a un propiedad social. Sólo el ca rá cter social de la propiedad
cam bia. Pierde su carácter de propiedad de clase.» (p . 44.) El
capital que se m anifiesta ñ u ñ o una «cosa», uno re s , y domina en
cuanto potencia fetichizada, resulta de una relación social entre per­
sonas, relación que perm anece enm ascarada; cosiftea, reífica todo lo
que toca, y lo toca todo, puesto que lu transform a todo cu m ercancía.
Los vínculos interbum anos — e inhum anos— sobre lo s que es esta­
blecido no se hacen en modo alguno transparentes dentro del m areo
d d capitalism o. De a ír a parte, y conjuntam ente, el cap ital f * m ani­
fiesta a aquellos a quienes aplasta com o em anante de una m isteriosa
potencia social do la que todos los m iem bros de la sociedad pueden
tom ar posesión, suprimiendo a los capitalistas individuales. T ra n s ­
fo r m a d o el capital (capitalista), después de la abolición del capi­
talism o. t a propiedad colectiva (socialista), lo sociedad socialista no
debería convertirse por eso en capitalista universal; pues esta pro-
piedad social no explotaría yn tra b a jo asalariado. La suciedad Socífi-
lííta de propiedad colectiva habría rolo radicalm ente el encadena’
miento del tra b a jo asalariado al capital; ya no existirían el tra b a jo
asalariado en cuanto tal. el capital en cu as (o tal, sí com o la pn>
duccíón de un su p ¡emento de trabajo asalariado para que pueda a
su vea ser explotado.
Hay que reconocer que M arx minea consideró d socialism o y el
com unism o com o la realización del paraíso en la tierra. Siem pre se
abstuvo de prever en exceso. Aquí y allá da algunas Indicaciones
so Lamente, He aquí una: •Representém onos finalm ente una asocia
d ó n de hom bres libres que trab ajan con medios de producción co­
munes. y em plean, conscientes de sí m ism os, sus numerosas Fuerzas
individuales com o una sota y m is m a Fuerza de trabajo sucia], Todas
las d eteirninadoiies del tra b a jo de Robínson se repítan aquí, pero
jocí a i m ente y no in d h 'id u a l m e n te . Todos los productos de Robinson
eran su producto personal y exclusivo y. consíguientcm cruc, o b jeto s
de utilidad inm ediata p a ra Al. E l producto total do la asociación es
uq producto social, Una parte sirve de nuevo como medio de produc­
ción y sigue siendo social. Pero otra parte es consumida por los
m iem bros de la asociación en cuanto medio de vida; por tonto, debe
se r re p a rtid a en tre ellos. E l modo de rep arto variará según el modo
particular de) organism o productor y social y el grado de desarrollo
histórico de los productores correspondiente a aquél.» (E í C a p ita l,
t. T. p. 90.) De cualquier modo, la propiedad colectiva, dentro de
cuyo m arco todos los m iem bros de Ja sociedad se apropiarían los
productos sociales — según su trab ajo , en la primera fase de] comu­
nism o; según sus necesidades, en el com unism o consumado —> haría
imposible a quienquiera que fuere sojuzgar el trabajo ajeno, apro­
piándoselo según eí modo de la expropiación. Los instrum entos de
producción serón explotados en común, y todos se apropiarán ej
tra b a jo de lodos. No hay que olvidar que supresión de la propiedad
privada significa tam bién supresión de la división d d tra b a jo (en el
sentido habitual). Siendo Idéntica división del trab ajo y propiedad
privada,* la abolición de una im plica la abolición conju nta de la otra.
Pero ya hemos tratado de ver que tam bién esta abolición, y en todos
Jos casos su perspectiva, trne consigo ciertas dificultades,
La realización dd socialism o-com unism o no hará caer de nuevo
4 ] hom bre a un nivel rebosado desde m ucho tiempo a trás; de nin­
guna m anera se tra ta de resucitar el mundo de la inmadurez de!
hom bre, de ese hom bre que «todavía no ha cortado el cordón umbi­
lical que lo unía a Ja comunidad genérica y natural». (E f C a p ita l „
I, p. 91.) Las condiciones de inmediatez y de transparencia casi
natural no han de ser a i recuperadas ni recreados. S e basaban en
un no-desarrollo de la técnica. Las fuerzas productivas que después
han emprendido su trabajo conquistador, eo un proceso de largo y
doloroso desarrollo, han acabado por cre a r las condiciones técnicas
que perm itirán el rebosam iento de la reificacióu. E l desarrollo de ta
técnica, aunque aliena a l hombre cada vez más. crea las posibilidades

& Id. ai, p. m .

ZI1
Tnutcr lulos de la em ancipación del hom bre, £1 m u ntío y la historia
puedon llegar a ser la. obra de hom bres librem ente asociados y socia­
lizados, producto de «su control consciente y planificado* ( t b t d , )
Así pues, sin volver a un estado tic cosas precedente a la Instau­
ración de la reificación capitalista y al reinado abstracto de la pro­
ducción m ercantil, la sociedad socialista tendrá que velar Constan'
teniente por que las personas no se enm ascaren en tu vida y por
que las relaciones hum anas no se desvirtúen en relaciones en tre
cusas. Hubo un tiem po — antes de la era burguesa ■— cu el que,
si bien los hom bres llevaban m áscaras en su vida social, «las rela­
ciones sociales de las perdonas en sus trabajos, .respectivos* se a fir­
maban ne Lamente ncomo sus propias relaciones personales, en vez
de desvirtuarse en relaciones sociales de cosas, de productos del tra­
baja» (ib itt., p, 89). Esa tenía lugar sobre la base de una técnica
itwuficion teniente desarrollada; el capitalism o puso fin a este tipo de
relaciones, creando la industria moderna; a su vez, el com unism o
debe suprim ir la reificáción capitalista, tomando befo su control
consciente y planificado una técnica que se desarrolle Incesante-
mente.
¿P asará asi La humanidad, del reinado de la necesidad al reinado
de la libertad ? Suprim ida la alienación de la técnica (así como la
alienación de los proletarios y la alienación de los capitalistas, pues
la clase poseyente, tanto com o la clase explotada, representa la
alienación de si del hom bre), ¿superará la historia humana el poder
de la necesidad? Mam no llene prisa por abandonar este reinada.
En el tomo tercero, libro tercero, de E t C a p ite l, escribe; *E I reinado
de la libertad no empieza de hacho sino cuando cesa d trab ajo condi­
cionado por la necesidad y la finalidad exterior; por tanto, se sitúa
más allá de la esfe ra de la producción m aterial propiamente dicha.
As) com o el salvaje debe luchar con la naturaleza pora satisfacer
tus necesidades, para conservar y reproducir su vida, asi también
debe h acerlo d civilizado, y en todas las form as sociales y en iodos
lo$ modos posibles de producción. Con su evolución se extiende este
reinado de la necesidad natural, puesto que las necesidades se ex­
tienden, Pero al m ism o tiempo se extienden las fuerzas productivas
que las satisfacen. E n este dominio, la libertad sólo puede con sistir
en esto; socializado el hom bre, los productores asociados regulan
racionalm ente el proceso de asim ilación que los une con la oatur
raleza y Lo som eten a su control com ún, en vez de ser dominados
por él com o por una potencia m aterial; lo llevan a cabo con el m enor
gasto de fuerzas y cu la» condiciones más conform es a su dignidad
y a su naturaleza hum ana. Pero este reinado sigue siendo siempre
e l de la necesidad. Más allá de é l empieza d desarrollo de La po­
tencia humana que es para si m ism a su propio fin, el verdadero
reinado de la libertad que sólo puede llegar a su plenitud sobre la
base del reinado de la necesidad. La reducción de La jorn ad a de
trab ajo constituye su condición fundam ental,* (£1 C a p ifa t, ed.
Dictz, t. I I I , lib. TIL pp. 78J-7K4,)
¿Podrá el socialism ocom unisrno superar la necesidad, sobre la
base de la necesidad? ¿Realizará el reinado de la «libertad*? Marx

1*1
uní T» dice. Pues, atm ded anuida que la esencia de la rea lid a d , del
del m u n d o , de la to ta lid a d , de la h is to r ia h u m a n a reside en La
s e r,
producción m aterial, llega a hablar de un ■mᣠallá de la esfera de
la producción m aterial propiam ente d ich ai; este *mds alian sigue
siendo inmanente a la historia hum ana, lo cual no le impide esta r
mdr úlid de la p r o d u c c ió n m a tc r ia L Una vez instaurada ésta en sn
Omnipotencia y efectuando de p arte a p a n e la conquista del mundo,
victoriosa la técnica en su com bate con la naturaleza, ¿se desen-
cubrirla el enigm a de la «realidad» ^ d e l ser en devenir de la tota­
lidad del mundo, de la historia del mundo y de las sociedades— en
un horizonte que no fuera el de la producción m aterial, más allá
de ella?
i PROBLEMÁTICA POLÍTICA

No memos am biguos y polivalentes que los problem as económi-


eos son los problem as políticos; incluso Jo son m ás. M arx se propone
la supresión de la política, la cual, por otra p arte, nunca fue, a su
ju icio, una fuerza muy real. En ocasione» parece que concede una
cierta realidad casi esencial al E stad o y a la política, que hace de
ellos algo más que una simple form a — Tom adura pero deforman
te ™ de un contenido que es real porque es económ ico. Por ejem plo,
consideró el E stada com a descansando sobre una b ase; después de
h aber dicho que, en la contradicción de los intereses particulares y
del interés com ún, el interés «com ún* toma como E stad o una forma
independiente, distinta de los intereses particu lares y del interés
común, el interés -com ú n * tom a com o Estado una form a indepen­
díente, distinta de los intereses particulares y reales, autónomo inclu­
so en relación ai verdadero ínteres com ún, que constituye así una
comunidad ilusoria, Marx reconoce que eso [ íciil- lugar «siem pre so­
b re la base revi de los vínculos, existente en Lodo conglom erado de
Familia O de raza, vínculos de la carn e y de la sangre, de la lepgua,
de la división del tra b a jo a gran escala, y otros intereses — y en par­
ticular, com o explicarem os m ás adelante, de las clases ya condicio­
nadas por U división del tra b a jo , las cuales, en toda masa humana
de este género, se disgregan de moda que una dé ellos domina todas
las demás.» { id . oí., p, 173,) Marx supo ver tam bién que en Las
poblaciones nóm adas, asi com o en la Edad Media, «el coboHo y la
espada, cuando son las v e rd a d e ro s m e d io s d e &rijféfl£id, son tam bién
reconocidos com o las verdaderas potencias políticas vitales* (£ e.
FU., p. ó5).
-S in em bargo», Marx no cesa de rep rochar a toda la historio­
grafía el «ño ver en ta historia sino grandes acontecim ientos poli-
líeos», ciega en cuanto a la «base real de la historio* sobre la cual
se airón las form aciones estatales y políticas. Toda la historiografía
— picudo-objetiva o subjetiva, de tipo francés, inglés o alem án —
•ha sido obligada, para cada época h istórica, a com p artir especial­
m ente )b ¿Fuiídn d e esa época» (/d. al., p, 187,) La política no
se ha elaborado a p artir d e m otivos reales, sino como un poder
provocado por la im potencia de la práctica efectiva, para realizarse
humana y sutialm ente. Resum en de los tendencias reales y prác-
fitas do h suciedad, resumen de sus lucha», a puyada en Ib base eco­
nómica. la política en cuanto forma de la su petes, truc tura nunca ha
podida escapar a la alienación, y sólo puede hacerlo realizándose en
su supresión, «Del m ism o modo que la r e lig ió n es el resumen de las
luchas teóricas de Ja humanidad, el E s ta d o p o l í t i c o es el resum en de
sus luchas prácticas. El Estado político expresa, pues, en su form a
SUb s p e c ie r e í p u b líc a e , todas las verdades so ciales.- (Marte a Ruge.
L V. p, 209.) Pero este resum en dehe ser analizado, porque, b a jo
la apariencia de la soberanía del hom bre ciudadano, se desplega ía
soberanía de la propiedad privada. Y com o él quiere suprimir la
vida económ ica separada y la propiedad privada, la división del
1reb a jó y el reinado de la m ercan d o, tam bién quiere ab olir la vida
polliíca y el Estado, el fim cionariado burocrático y d reinado del
aparato adm inistrativo. Pero, ¿el Estado y la política se dejan su­
prim ir en provecho del ser genérico del hom bre? Las fuerzas propias
del hom bre, fuerzas sociales en virtud de su esencia, ¿pueden ser
organizadas, coordinadas y planificadas sin la mediación de las for­
m as políticas? Sin dudarlo, Marx responde a este grave problema
afirm ativam ente.
En í j i c u e s tió n ju d ía . M a n reclam a con fuerza la instauración de
la Identidad entre las fuerzas propias del hom bre y las form as so­
ciales. «Sólo cuando el hom bre individual real coincida con el ciu­
dadano ab stracto , y se convierta, com o hom bre Individual, en ser
genérico en su trabajo individual y en sus relaciones; sólo cuando el
hom bre haya reconocido y organizado sus «forcea propres*' como
fu e rz a s s o c ia le s y. por tanto, ya no separe de él la fuerza social
en forma de fuerza poíiricd, sólo entonces será llevada a cabo La
em ancipación humana,» (p. 202.) E sta herm osa exigencia, ¿n o es
ab stracta? E l hom bre Individual, en su vida em pírica, ¿puede, por
tanto, coincidir con la sociedad humana en tera? El sct genérico del
hom bre, ¿puede superar las m ediaciones, rebasar su fraccionam iento
y conquistar la identidad? E n plena técnica p la n ific a d a y p la n e ta ria ,
¿potlría la sociedad total de los individuos totales prescindir de una
adm inistración estatal y política, de una organización cualquiera del
poder, que es siem pre poder sobre las cosas y los seres?1 Los órganos
y lo» organism os que se interponen entre la organizacián de las
necesidades y de la producción y la organización de la distribución
y de la satisfacción, ¿podrían tom arse superfluos?
H ablar de la utopía m arciana en lo que concierne a la perspectiva
de la supresión de la política y del E stado, de la adm inistración y
de Ib burocracia, no ro s hace ver m ejo r el problema. No han faltado
quienes, en muchas ocasiones, hayan puesto de relieve el acento anar­
quista de esta visión de Mane. Sin em bargo, no e s seguro que estemos
en condiciones d e com prender, desde ahora, cóm o el desarrollo in­
tegral de La técn ica total (m ás aún que de los hom bres totales)
podría hacer inútil la política en cuanto tal. La técnica no es Inepta

J, ffflff* prvprer: fuer/aa propias. m íraneé* en vi tcilu ele Marx.


2. N o * ix-ijinitiihoí rem itir, a p top iu lte d e e it u cutatkmrw, t muestra m a y o
Jjl fialftitjHt p\pr\¿taift (EíjrHt, o.1* 1. 1BWI-
para absorber la política, Na se excluye que las relaciones de la
vida privada y de la vida pública de los hom bres entren efectiva­
mente cu una nueva fase. Tal vez Jas instituciones estén hasta tal
punto vacias de toda sustancia viva que se revelarán incapaces de
sobrevivir, tales com o son o m odificadas. La problem ática especí­
ficam ente política ya no debería ser captada de una m anera grosera,
cosa que hacemos ai operar todavía con los conceptos de la icaria
política del sigla xul La técnica pone en conm oción, cada vez más,
todas Jas rutinas políticas, y quizás se dispone a ab olir la política
en cuanto política; entonces acapararía todas las toreas de ésta, sin
desem bocar por eso necesariam ente en e l mundo que Marx consideró
en térm inos un tonto excesivam ente idílicos y armoniosos.
S in dudo alguna, Marx desatendió considerablem ente la voluntad
de poder y todas Las contradicciones y las fuentes de con flicto que
ella im plica. £1 creyó que la supresión de la alienación económ ica
en general y capitalista en particular suprimirla también toda super­
estructura estatal y política, todo ruucJonaribdo especializado y toda
burocracia. Asimismo, vio los E stad os nockmfdes absorbidos en y
por la bis loria universal de la humanidad. E sta visión es, indiscu­
tiblem ente, mucho más realista que la anterior. Marx estaba conven­
cido de que las revoluciones violentas y los guerras serían descono­
cidas en la sociedad socialista y mundial sin clascal y sin Estado, e s
decir, sin form a específica de poder. E l sacaba fuerza de esta visión;
nosotros estam os m ás bien inclinados a ver en ella debilidad. Sin
em bargo, fuerza y debilidad no se d ejan distinguir artificialm en te.
Tendríam os d etech o a pensar que la supresión de la vida econó­
mica y de la vida política, preconizada por Marx, abre un nuevo
horizonte a la actividad hum ana: el del juego. Abolido el trab ajo
— en el sentido habitual del térm ino — en cunnto trabajo, ¿la cons­
tante y m ultiform e actividad productora de Jos hombres no sería
entonces del orden del juego? No siendo ya necesaria la política
en cuanto tal. no autonomizándase ya el poder como una potencia
específica, ¿no podría ser asegurado en un juego todo aquella que
m antiene Ja cohesión de las em presas humanas? E ste juego de las
fuerzas y de las form as no se em parentaría con los modos cono­
cidos del Juego; desplegarla sus propias «reglas», sin tener que obe­
decer a un sentido irfiücendeatal cualquiera o a un fin que seria
exterior a é l. Toda la historia económ ica y política de la huma­
nidad ha sido, m ás o menos, del orden de la tragedia; y cuando
las form as y las fuerzas sociales llegasen a su últim o aliento — es­
pectáculo al que estam os asistien d o — todo su friría una segunda
m uerte en la comedio, H em *s visto que Marx consideraba la com e­
dia com o Ja últim a fase de una form a h istórica, com o la repetición
grotesca de un dram a cuyos héroes reales están ya muertos. Marx
pensaba que Ja h istoria sigue esta m archa pora que la humanidad
pueda separarse con alegría de su pasado, y reivindicaba este alegre
destino histórico — este Cínal b u rle sc o — para los potencias polí­
ticas del «antiguo régimen m oderno*. En el mismo contexto y el
mismo texto, la CíJwmbociíJH a critica de ín filo s o f ía d d derecho
tic tic k e t, Marx escribe tam bién: « E l a n d e n re x im e 1 moderno no es
ya m is que Tu com edia de un orden social cuyas h é ro e s rentes están
muertos.» (p. 90.) Al indicar 1a posibilidad de un nuevo horizonte
en cuyo in terior la actividad humana y süCloJ se m anifestarla en
cuanto juego, pensamos en un juego que ya no sería trágico ni
diurna lito , puesto que los héroes de c&le tipo están muertos, pero
que qo por eso sería cóm ico, puesto que en b parodia cárnica todo
habrá sufrido una segunda m uerte —- en la irrisión to t a l—. E ste
ju eg o habrá sabido reb asar la tragedia y ta com edia para desplegar
sus propias form as y fuerzas,
£1 juego político que apela a Marx, el movimiento político que
partió de él para in stau rar ta sociedad y los Estados que se dicen
socialistas, parece extrañam ente lejo s del propósito dei Fundador.1
No obstante, este movimiento, estas sociedades y estos Estados re a ­
lizan de c ie r ta m a n e ra el pensam iento que es su origen; en todo
caso., realizan u n a c ie r ta d im e n s ió n — la más m asiva™ de esc pen­
sam iento, si bien «traicionando» un eje Impop innte y esencial de su
intención original. E l M ora pensador afirm ó en muchas ocasiones, a
propósito de los sistem as Filosóficos y de los sistem as políticos, que
U realización de La verdad de los m ismos, siempre falible, significa
su supresión y su perdición, puesto que toda gran victoria es el
preludio de una derrota. Lo que él dice de la dem ocracia burguesa,
¿d ejaría de S e r igualm ente verdadero-— aunque de m anera distinta —
para el m ovim iento de la sociedad social isla ? Marx Incitaba con
todas sus fuerzas a la crítica socialista a que impulsase e! sistem a
representativo hacía su victoria lin a! y fatal, con el fin de que en
eltn, y con ella, ese sistem a hallase su perdición. As!, escribía a Ruge;
«Al elevar el sistem a representativo de su Forma política a la fórtttfi
general, y a] hacer valer el verdadero significado en el que óE se basa,
[el crítico socialista] obliga al mismo tiem po a ese partido a rebasarse
a sí mismo, pues su victoria es su perdición.» (T. V., p. 209.)
Por el momento no podemos hacer otra cosa que plantear la cues­
tión siguiente: al elevar el sistem a socialista de su form a política a
Iíi Turma general, y al hacer valer el verdadero significado en el que
¿I so basa, ¿no le obligaríam os a rebasarse a si mismo, puesto que
tuda victoria consumada conduce a una derrota que, a su vez, pre*
parará una nueva conquista?

3- Ancfea «wiitn?,- antiguo Trt¡iiu«) id de las monuq'áu absolutas, “de


derecho dívtao” , d d siglo xvm prinopalm aitr); no í i u t r f t m d texto de M a n
1 Mti.t turna m i w j d todo, y cu U dímenrióp ijrl purvrnjr» !□ i|itc !is
rrvnhirVmrs de) pando, envo destino él supo escrutar, te tablón maznado; no
vio cual ct el destino de toda revolución (aún pcimangTifr-)1 trunsfannada n>
i'ítOíte de cuta* mJitrntt^ ou se detuvo rti Ib (llli'irrK'il n illr ni mavttofruto y f l
ilH^lIlD Ltitdal. de !inp ^utc. y el régimen ¡rntltuJilii, (Ir t» alio- I d ventad dd
empuja inncivodoc y la acción (I? la orKonteifióii, Km Un podían, g*gún él, y pcn
¡u iu tn v p í h i Je htftotia del mundo, tnnillhilr una sola e m ,
3- PROBLEMÁTICA ANTROPOLÓGICA

El hom bre que ti com unism o quiere in s ta u ra r, p o r prim er» vez


en la historia del mundo, es el hom bre genérico (G attu ttgsst>¿$ en),
el ham bre total, el hombre que es para sí mismo su propio funda­
mento, que se produce en cuanto hom bre y produce el mundo, No
habiendo todavía cxjsifd o nunca, este hom bre puede y debe existir,
no según una imagen, cualquiera del hom bre, un ideal del hom bre,
sino a través de la constante y transform ador» actividad humana.
Aunque in d iv id u a totalm ente desarrollado, el h am bre estaré — <m
la perspectiva de M arx-— totalm ente s o cia liz a d o , pu esto que socie­
dad total y hom bre total constituirán una sola cosa, T o talista mucho
m ás que totalitaria, la m irad a de M arx com prende a este hom bre
com o a un fragm ento orgánico de la humanidad, pues el se r indi­
vidual de todo hom bre se íntegra en el devenir de la s generaciones.
El hom bre de los tiem pos rem otos no estaba to d a v ía m adure;
la técnica todavía no habla cortado el cordón u m b ilical que lo unía
a la naturaleza y a la comunidad prim itiva; por otra p arte, los hom­
bres de las épocas de producción extrem adam ente sim ple y transpa­
rente quedaban presos en la red de las relaciones d& despotism o y
d e esclavitud inm ediatos; finalm ente, el hom bre prim itivo o arcaico
no invertía sus fuerza» esenciales y ob jetiv as cu unos f u e r a s produc­
tivas aptas para desarrollarse y pona desarrollarlo (alionándolo).
A medida que el hom bre se desarrollaba desarrollando su produc­
ción, que se producía en cuanto hom bre desarrollando la producti­
vidad del trab ajo , se alienaba tam bién más. se reifícabn y vivía en
un mundo fetichizado, lleno de ob jetos producidos que quedaban
extraños a él. La sociedad burguesa y cap italista consum ó este
proceso, transform ando a los hom bres en cosas y dotando falsa­
m ente a las cosas de propiedades «personales». Los hom bres llevan
m áscaras sociales, y las relaciones sociales entre personas toman la
Forma de relaciono» entre cosas, e incluso tucen m ás que «tom ar»
esa form a; se reifican efectivam ente. El reinado de la producción
m ercantil hace de todo una m ercancía, y la p e r s o n a y la re í se
vea confundidas cu coa m ercacbiílerta mundial. La técn ica desarro­
llada de esta sociedad permito, sin em bargo, que el hom bre consi­
dere práclica y técnicam ente su desarrollo total y su emancipación
integral, a condicióü de suprim ir el capital y lib erar asi las fuerzas
til? Ju técnica y sus propias hiPi'/fli AUmnnnii y sociales. ¿ i ajto desa­
rrollo de Las fuerzas productivas, tal cumu ha tenido lugar dentro
-de Lo$ lím ites del régimen burgués, y la consumación de ]a aliena­
ción y de la reificatíó n constituyen las condiciones que permiten al
hom bre tom ar conciencia de su potencia, Jan/jurse a la conquista y
la apropiación de su ser y de todo lo que es y se está haciendo.
EL hom bre produce a] hom bre, según Marx. Al producir su vida,
el hom bre se produce. El hom bre no debe su ser (humano), su
escocia y su existencia, sino a] tra b a jo productivo. El hombre no
es creado id por Dios ni por tu Naturaleza En cuanto hombre, se ha
creado a si mismo, E l human)smo de Marx es enteram ente radical.
Marx no reconoce ninguna Instancia superior a la de Ja productividad
hum ana. La producción es una potencia absolutam ente té tic a : en
ella reside La posición inicial. La producción es también el m otor
de la negarividad y desarrolla los potencias a n tité tic a s . Finalm ente,
en la producción — y por ella — se opera La s ín te s is suprema.
El obrero crea al hom bre, y La técnica desarrollada crea las con­
diciones de) desarrollo global de la humanidad del hombre, EL hom­
b re siem pre estuvo alienado. El régimen de la propiedad privada
y de la producción m ercantil (o reifican Iota)mente, pero producen
a l m ism o tiempo, y por prim era vez en el llegara-ser-hlsloria de la
naturaleza, al hom bre capaz de em anciparse totalm ente. La eman­
cipación hum ana, la supresión de la reifica á ó n . La dcsalitnacíón
efectiva, significa para Marx una r e in te g r a c ió n , un r e to r n o , una re-
c o n q u is t a del ser del hom bre por e l hombre, aunque este ser nunca
hoya desplegado todavía su potencia. La abolición de Ib alienación
económ ica y, por vía de consecuencia, de todas las alienaciones,
perm itirá al hom bre apropiarse su ® r , ese s e r que nunca ba existido
todavía y cuyo devenir conduela hacia c| estado de cosas existente,
«1 cual hace posible — despulís de su supresión— la realización de
Las posibilidades enérgicas de los hombres en el devenir hum ano y
social.
Marx no puede escapar al destino que aflige toda visión de b
H istoria, aunque <£t haga un extraordinario esfuerzo pana no su­
cum bir al mismo. ¿No hay cñ su visión un p u n t o d e p a rtid a , el de
la totalidad arm oniosa, Ja unidad íntegra, el cual, nu habiendo exis-
Lldu nunca emp(ticamente;, constituye lo qué Se trata de recuperar
a un nivel superior en el porvenir de la reconciliación, después de
la supresión de !a alienación? ¿No hay la aprehensión de un la rg a
y d o lo r o s o p r o c e s o de alienación progresiva, que alcanza su punta
culm inante en el presente y engendra el porvenir? ¿No hay un p o r ­
v e n ir que libera todo lo que el devenir encadenaba e Instaura al
hom bre que llevará a cabo la reintegración, el retom o, la recon­
quista? Sin esquem atizar el pensam iento de Marx, sin verterlo en
unos moldes qiic le son extraflos, sin querer en cerrarlo en un círculo
o en un movimiento esquem áticam ente circular, no podemos menos
de [tensar que hay en Marx un cam ino que cunducc el ser del hom­
bre p ttes fo, a través del proceso que niega Ja humanidad do] hombre,
a la reconciliación del hom bre con su ser y con el devenir del
mundo. La síntesis, la negación de la negación — el com unism o del

2#9

10
porvenir, la. abolición de la aiienEictÓFi, Fu reconciliación del hombre
consigo mismo y con el m u n d o s negando la antítesis — d¡ reinado
de la propiedad privada y de la rciííeacíán, el presente burgués y
cap italista— , se reuniría can ta tesis, la posición prim era del ser
mismo del hom bre cu cuanto hom bre genérico total (que sin em­
bargo no ha existido nunca en ningún pasado). Pudiera suceder
que ningún penxámkmlo globalm cnte histórico pudiese a f i n t í i i f sin
elaborar de un modo u otro una visión de este género. No obstan le,
la visión de Marx sigue siendo dinám ica: lo va en ello, sobre todo,
la conquista del mundo por y para el hom bre, el cual retí Iizará
en es» coaquista perm anente su propia (re-Iconquista.
No nos dice m ucho Marx, a cerca del hom bre genérico y total,
que únicam ente se alienaba desarrollando t u técn ica productiva que
le hacía posible y necesaria su reconquista y le perm itía— plena­
mente d esarrollad a—- afirm arse com o hombre total. La totalidad
det hom bre se sitúa en el porvenir. El hom bre total ya no estaría
alienado, habría superado sus desgarram ientos. Aunque sea necesario
no entender el hom bre genérico y total de una mañero ingenua y
sum aria, sino considerarlo com o apertura total liad a lodo lo que es
y se hace por y pura él hom bre en el devenir histórico drl tiempo,
d hom bre genérico de M arx hace sonreír * pesar de todo. Mós aún:
tenemos derecho a preguntam os si Ja exigencia ma miaño de un
hom bre que hoya superado todas sus alienaciones, y todas las aliena­
ciones, para conquistarse totalm ente a si mismo y conquistar el
mundo, no es ideológica. Tam bién tenemos derecho a pensar que
esa exigencia constituye ella m ism a uno «alienación», una ■aliena­
ción» tanto más abstracta e ilusoria cuanto que pretende poner Fin
g toda alienación.
¿Puede el hom bre d e ja r de estar «totalm ente* desgorrado, siem­
pre insatisfecha, profundamente descontento? ¿Puede d e ja r de ser
movido por la riega ti vidad? Todas los «alienaciones» antropológicas,
hum anas y e x lstcsd a le s. ¿pueden hacerse suprim ir totalm ente, si no
e» mediante la supresión del hom bre m ismo?
La exigencia marxfona del hom bre total es locam ente optim ista.
E sta exigencia es amplia y generosa: pide a los hom bres que se
consagren a una tarea indefinidam ente abierta. Sin réplica. No obs­
tante el hom bre genérico de que habla Mar* tiene triste figura, y
CS necesario que lo reconozcam os: su lenguaje es pobre, su pensa­
m iento perm anece aferrado a su praxis, el am or y la m uerte no son
problem a para ói. pero se insertan en el proceso de reproducción
y en la serie de loa generaciones hum anas que se suceden unas a
otros. De una p a rle ,.,, de otra p a rte ..., he ahí el tipo mismo de pensa­
m iento que Marx estigm a rifab a com o ecléctico, m ediocre, vacilante,
poqutmo-burgués. Pero, ¿no es pequeño-bur güera la concepción del
hombre que M arx esboza? E l fin del reinado de las bollas individua­
lidades trágicas y de los grandes hom bres, do un lado, y ¡a em anci­
pación de los trabajad ores, del otro, ¿no lo reducirían todo a un
universal térm ino medio, dentro de la grisura mundial?
No bosta con que se díga que el hombro será — porque por
esencia lo e s = genérico y total, pora que ese hom bre pueda rcsplan-

190
decer a La lu/ del ser en devenir de I» Io luí ídad abk:ira. Et fanatism o
tu and aaci de ta unidad y de la tulalidad consigue sólo a medias
disim ular, es d ecir, no disim ula, en qué sentido entiende el la unidad
de la totalidad, ES hom bre llam ado total es de hecho el «m aterialista
práctico ( d r r p ra k ífs c fte M a t e r ia lís t )* { Id . al., p, 1601, el 'm a te ­
rialista com unista ( d e r k a m m u n is tis c h c - M a t e r iü li s t f » (ib td „ p. 164),
el hom bre que desplega una actividad politécnica y ejecuta indis­
tintam ente tra b a jo s diferentes y variados. E l ser del hombre «total*
se vierte enteram ente en la técnica y ta práctica, la actividad sensible
y m aterial, real y electiva. ¿Qué se hace entonces del otro lado?
¿E s solam ente «otro lad o*, que debe ser suprimido como pertene­
cien te a tas esferas de la superestructura y de la sublim ación, a las
nubes de la ideología, las cuáles constituyen una Falsa salida m ística
o m ítica? ¿O asistim os en M arx a uoa prim era aprehensión — todavía
muy ap ro sim aiiv a— de un hom bre de un tipo nuevo, del hom bre
de la técnica? ¿ E s im posible que se cree ese tipo humano nuevo,
que rom pería lodos los techos m eta físicos y psicológicos habituales?
¿E stá excluido que la m etafísica defe de form ar parte de la natu­
raleza del hom bre?
No logram os escru tar la individualidad y ¡a subjetividad del indi­
viduo total, y su fundamento escapa a nosotros totalm ente, suponien­
do que exista, ¿Qué quiere eso d ecir? ¿Que ese individuo, e l átom o no
atom ístico de una sociedad de técnica atóm ica, habrá superado la
subjetividad y la individualidad? l a s profundidades de la su bjeti­
vidad = que no se derivan solam ente, ni principalm ente, del su b je­
tivism o, del pslcoLogismo, del individualismo y del egoísmo — , ¿se
dejan superar, si no son al m ism o tiempo «conservadas* en !a
A itfh e b u ttg ? La conciencia de si que lucha por llegar a ser conciencia
dej mundo, ¿puede ser radicalm ente rebasada? Pudiera suceder que
sí. y tam bién pudiera suceder que todas estas cuestiones sigan siendo,
así planteadas, desesperadam ente filosóficas, derivados de lo que
Marx quiere suprimir. La historia personal, integrada en lo historia
mundial, ¿d eja rá por consiguiente de im plicar m s propios enigmas,
sus peripecias y sus demonios específicos? ¿N o estará ya su jeta a
la interrogación y a la angustia? l a E sfinge que planteó el enigma
a Edipo, ¿no planteará ya cuestiones decisivos —* en form a de cues­
tio n e s— para no tener que recibir respuesta? Mam no responde a
estas preguntas; más aún: no las hace, por la menas explícita mente.
4. PROBLEMÁTICA IDEOLÓGICA

Ninguna de las cuestiones que surgen en c) m ovim iento m ism o


del pensam iento mundano — por no h ablar de las cuestiones que él
provoca— se d e ja elucidar fácilm ente, Y lo que es m is : carecem os
del horizonte en que podríamos situarlas. Tras los excesos de] pensa­
miento especulativo y Ja embriaguéis rom ántica, Mane quiere perma­
necer sobrio y seguir siendo partidario de la práctica, a la cual no
vendría a unirse o tra cosa que la com prensión de la práctica. En el
curso de su andadura, el pensam iento de Marx niega, con stan te­
m ente a Hegci y ei rom anticism o, a veces nom brándolos, * veces sin
nom brarlos. S u convicción e s inquebrantable: oí toa pensam ientos
sublim es ni los sentim ientos elevados pueden resolver d e una m anera
efectiva los problem as verdaderam ente im porta ni es, e s decir, prác­
ticos, La potencia de la especulación refleja b u im potencia efectiva,
y el desarrollo de la potencia de Ea técnica tom ará im potentes, incluso
superfinas, las construcciones ideológicas det espíritu filosófico, «E sa
elevación Ideal por encim a del mundo es la expresión ideológica de
la im potencia de los filósofos frente al mundo. S u s petulancias
ideológicas son contradichas a diario por la praxis,» i/d. at., t. V I II ,
pág, 148,) La supresión de la filosofía mediante su realización,
¿debe conducir, entonces, al reinado de la rola actividad produc­
tora? ¿ S e rá ésta la tínica, o la principal, pasión activa del hom bre?
M ientras seguía enzarzado en sus antinom ias insolubles fK ant) p
en sus contradicciones especulativas (Hegel), m ientra* confundía la
presencia real y la represenlaidóo, el pensamiento especulativo no
lograba superar la tínica antinom ia, la verdadera contradicción. Mun­
do reaj y pensam iento abstracto perm anecían descnrwelados uno del
otro, M íenim s el conocim iento y la conciencia volvían la espalda a
la vida real, la sobrevolaban, la trascendían y la disolvían en pensa­
miento, m ientras las construcciones idealistas o ideológicas, las siste­
m atizaciones lógico-ontológicas y las em presas critica s levantaban sus
andam iajes en las su b e s del cielo, la vida real de la tierra proseguía
su cam ino, El desacuerdo fundam ental, que expresaba Igualmente
la cúmpleme!) raridad de la alienación real y la alienación ideológica,
no constituía problem a. Mane acom ete la empresa de remover de
arriba obujo Ja pretensión de unidad de un murtela que no es un
mundo humano unido y umiurio, y quiere hacer entallar la conUn-
dicción.
Todo lo que fue proclam ado comu unido está y perm anece des-
garrado. S e r consciente y se r, pensam iento y ser, teoría y práctica
han podido ser pensados com o idénticos, pero su unidad o su iden­
tidad lúe siem pre m ística. No se Llega * com prender «que existe
un mundo en e l que ser consciente { B cH ’u s s ts d n ) y ser fS e ín j son
diferentes, un mundo que continúa subsistiendo cuando yo suprim o
su existencia ideal, su existencia c o n » categoría, com o punto de
vista, e s d ecir, cuando yo m odifico mi propia conciencia subjetiva
sin m odificar de modo realm ente ob jetiv o la realidad objetiva, es
decir, sin m odificar m i propia realidad o b je tiv a , la mta y la d e los
demás hom bres. La identidad m ística especulativa del ser (S e in f
y el pensam iento { D e t tk e n ) vuelve a bailarse, pues, en la crítica
[ideológica], com o la identidad tam bién m ística de la p r á c tic a y la
t e o r ía ,» (L a S a g ra d a F a m ilia , t. I I I , p. 92.} La identidad m ística
que enm ascara La contradicción real debe ser desenmascarada» su­
prim ida y rebasada, para que la verdadera unidad pueda instau­
rarse.
E l ser en devenir de la totalidad d d mundo» tal como existe y
se descubre a través de Ja actividad humana, es, sin disputa, consi­
derado com o un todo por M arx; sin e m b a r c o , La totalidad tiene,
par» él' lam bían, dos aspectos, uno m aterial y real, y otro espiritual
c ideal. E sta dualidad debe ser abolida en provecho de la unidad.
La unidad nu m ística — unidad deJ ser con sciente y e l ser. del pensa­
m iento y d se r, de la teoría y la práctica, del logos y Ja p ra x is— ,
aunque sea proclam ada com o sintética total, dialéctica y unita­
ria. aunque esté encargada de englobar las verdades unilaterales y par­
ticulares de cada una de tas potencias opuestas (Cuyo erro r consiste
en tenerse por verdades totales}, se efectuará, no ob stan te, en nom­
b re del ser m aterial y real, b a jo la instigación de Is producción
efectiva, de Ja práctica m aterial. Las respuestas de Marx a loa cues­
tiones cruciales se sitúan con h arta frecuencia a un nivel distinto
del de la cuestión. A través de la parodia dal pensam iento especu­
lativo, Marx piensa alcanzar el pensam iento especulativo mismo. E l
piensa incluso reb asar el pensam iento especulativo, d ejar muy atrás
a JCanl y a Hcgel. Pero» ¿llega m ás allá de lo que di pretende rebasar?
¿No vuelve a ca e r tam bién más acá de ciertas posiciones kantianas
y begelianas?
Muy poco cuidadoso de pensar la unidad que é l proclama — la
cual no es unidad sino por el hecho del desarrollo integral de un
lado y de la supresión del o tr o —, Mane se propone la abolición
sim ultánea da Los diferencias reales y de la Identidad que él llama
m ística o especulativa Cuando surge la cuestión de la identidad y do
la diferencia, del ser y del pensam iento, él se rem ite a los obreros
de Manches te r y de Lyon y a una existencia de masa (desalienada}
del hom bre (tam bién desalienado}. E n L a S a g ra d a F a m ilia Icemos:
«E sas ruaras de obreros com unistas que trabajan en Jos talleres do
M anchesler y de Lyon, por ejem plo, no creen que puedan nunca
liberarse de sus patronos y de su propia degradación práctica por

393
medio del ' ‘ p e n s a m ie n to p u r o " . Ellos sienten muy dolorosam ente la
in fe re n c ia cutre el s e r y el peHíamíenra, entre tu c o n c ie n c ia y la
v id a . E llos saben que la propied ad et capitel, el dinero, el tra b a jo
asalariado, etc,, no son en absoluto quim eras, sino productos muy
prácticos y muy objetivos de su alienación de al» que por tanto de­
ben ser suprimidos de una m anera práctica y objetiv a para que no
solam ente en el pensam iento, en la conciencia, sino en su ser de masa
ifii* itv s s e n h a f tt n S t i n ) T en su vida, el hombre llegue a ser hom bre.*
(T . I I, p, 92,}* El mundo unificado que Marx preconiza y prevé
se asem eja a un inmenso taller e n el que Ja diferencia en tre patronos
y obreros será abolida, pues todo el mundo se h abría convertido
en patrono» todo el mundo se habría convertido en trabajad or. El
pensam iento estaría a l servid o de la práctica ^ ¿ o n e i f l u s te c h n a e ?
la cabeza no se orientarla hacia mundos adonde Jos pies no podrían
conducir. La filosofía se vería absorbida por la producción: por las
técnicas de la producción m aterial, en prim er lugar, y, secundaria­
m ente, pnr Ihr técnicas de la producción intelectual, pues Mane nu
llegó a determ inar la suerte de cata últim a.
Marx supo que «Pensar (D e n k e n } y ser fSeiMj son a la vez
d ife re n te s y u n a sota cosa .* { E c , FU ., p. 2fl.) F.I antiguo v o eí *
y cUm tomando en la unidad del «cúre no cesa de plantear sus
problem as,1*S . ¿Supo tam bién Marx que queriendo cam inar con los
pies se corre el riesgo de perder Ja cabeza? De esta «cabeza* — del
espíritu especulativo y de la dialéctica «id ealista*, del pensamiento
•abstracto» y de la conciencia que rebasa el m ovim iento r e a l— ,
Marx t » supo m uy bien qué hacer. Comprobamos su perplejidad
en vario* m om entos de su andadura. La cabeza pensante está ahí, de
todo en todo, y no cesa de incomodarla considerablem ente. ¿Pue­
de la humanidad d e ja r de pensar con la «cabeza*? Pues la exigencia
del rebasam iento del Jutetectualísm o do resuelve por ello la cuestión
del ser y d d devenir del pensam iento. Las ob ras reales productivas,
prácticas y técn icas, que la m asa humana está llamada a realizar,
la obra sin fin que la humanidad en m archa está llamada a cons­
truir en masa y colectivam ente — después de la abolición del trabajo
tal com o ha existido y después de la abolición de la dlvísióa del tra­
b ajo, después, por tanto, de 3a supresión de la diferencia entre el
tra b a jo manual y m aterial y el tra b a jo Intelectual y esp iritu al— , ¿se
derivan de la sola m archa a píe? ¿Se servirá la humanidad de los
instrum entos de Ja técnica para m odificar y perfeccionar su m archa,
según la dialéctica puesta sobre los pies? En varias ocasiones he­
mos tenido que señalar las dificultades que Mam experim enta en

1. L i ojKuirkin imlivkluD-mm está destinada a « f rebelada cu I* riirtm c ij


ríe |)e individua* y «h 1t rá ü á tiiilir y a á o de los mlemhra* de l« masa.
La p ra fu a lH a l d* la ac^ilu histórica, « InsepwnMe de tu amplitud. " Q a la
ladkaiklaal de la «cctón hiitñrica amraribii» la cxtenilóo de la n t a de la que
«D i «• icdUn," i l b i d - , p. 1 4 5 } . Va up habrá uno* «¡a n ta* individuo* ‘ d r t ^ w " ,
portadera del cjpititn, apanüidgK , en cum ie espíritu a n d a r y activa, tJ
halo de 1* humanidad, eqnddeaada como la mata *tn Ofpfcrttu, U malaria, provee­
dora ile 1(H simple» taalerlalcí-
S. Cf M. HridrjygEr, Le peíAtipe d*identffd, b«d. InncoM G, Kahn Argu-
fihmt*, n." V, Juna,

» t
cliuíi Uj a la cuestión del pensam iento y de la conciencia, de la teoría
y de tas ideas, en una palabra; de la «cabera», É.1 reduce Lo más
posible esas «potencias» a la realidad y a la práctica, a la actividad
y a Ja fíje se la , pero ellas no d ejan de estar y de quedar en funcio­
namiento* planteando Lacesan tím en te problem as em barazosos. Por
momentos, Marx llega hasta confiarles un com etido privilegiado, pri­
vilegiado en relación al de su adversario, que debe ser su vencedor.
£1 p asaje siguiente de £1 C a p íto l deberla hacem os m editar en las
cuestiones que su scita la cabeza llena de iniciativa* esa cabeza, preci­
sam ente, sobre la cual cam inaba la dialéctica hegeliana ía que í u
necesario invertir para hacerla cam inar — si no p en sar— con los
pies; «Nuestro punto de partida — leemos = es el tra b a jo en una
form a que corresponde exclusivam ente a l h o m b r e . Una araña efec­
túa unas operaciones que se asem ejan a U s d d tejedor, y lo a b eja
deja estupefactos a m uchos arquitectos humanos por la estru ctu ra
de sus celdillas de cera. Pero Jo que distingue desde un principio
al peor arquitecto de la m ejor ab eja es que aq u í) construye la cel­
dilla en su cabeza antes de construirla en la cera, El resultado en
que desem boca e) proceso del tra b a jo p recílste en idea, desde el
comienzo, en la represuwtacjíín f a l tr a b a ja d o r. No es que él o p e r e
solam ente un cam bio de form a de los datos naturales, sino que rea­
c i a en éstos al m ismo tiempo su p r o p io o b la t iv o , que él con ocí,
objetivo que determ ina com o ley su modo de acción y al que él
debe subordinar su voluntad.» (T , I , p. I&M &l.l Por consiguiente,
las operaciones de la cabeza, las ideas operantes, la repreacotación
de lo que hay que hacer, el conocim iento, desde el principio, de!
resultado al que la actividad práctica va a conducir « i seguida, de­
sempeñan un com etido determ inante; este com etido es interpretado
por Mam, en oca s io n e s , de m anera «Idealista», y ello es casi inevi­
table puesto que, en g e n e ra l, Marx desestim a las construcciones de
la cabeza, las operaciones de las ideas, la representación, el cono­
cim iento y la conciencia, considerándolos com o un re fle jo alienado
de ía práctica m aterial y de la técnica real. M is que dialéctica, (oda
esta problem ática sigue siendo equivoca y Ambigua; ninguna dialéc­
tica nos ayuda aq u í a resolver este problem a, el problem a de los
vínculos dialécticos que unen la dlaíéctlca Humada real a la dialéc­
tica del pensam iento, y Marx mismu dice sobre todo lo que la dia­
léctica no es o no debe ser, pero no lo que es y cómo despliega su
juego.
E l «huínanism o real» de Marx, su m aterialism o hííMrfco-dialóe-
(ico y principalm ente p r á c tic o , su com unism o abierto, no hacen otras
cosas que negar la m etafísica tradicional y los potencias económ icas,
sociales y políticas que a ella corresponden. Lo que la voluntad
quiere ab olir no d eja por eso do existir; el m ovim iento del rebosa­
m iento arrastra m uchas cosas que quisiera ver rebasadas, y ello es
Inevitable, puesto que esas cosas están en la base del movimiento
del reb ajam ien to. M arx sigue siendo — infinitam ente m ás de Jo que
él piensa y quiere = tributario de una « m e ta ffs is * que, puesta so­
b re los pies, continúa sin em bargo en funcionam iento, lo cual le
Impide tener uno visión clara en cuanto al destino de las ideologías

295
y tic la producción Ideológica y espiritual, tras la supresión de la
alienación ideológica. No nos apresurem os a sa car e sta conclusión,
que equivaldría a decir que Mane no logra ab rir el dom inio de una
realidad radicalm ente nueva, de una actividad de un tipo nuevo.
Corresponde tal vez a la «esencia» de esa realidad y de esa acti­
vidad no poder resolver las cuestiones y loa problem as que surgen
del pensam iento, M arx quiere llevar a cabo la verdad falible de la
filosofía, es decir» det pensam iento especulativo y m ctaftstco, quiere
consum arla y liquidarla. Hablando de la guerra que di ha hecho a
la m e ta fís ic a e s p e c u la tiv a y a to d a m e ta fís ic a , dice: «E sta su cu tir
bírá definitivam ente a n te el m a te r ia lis m o consum ada por el tra b a jo
de la e s p e c u la c ió n y com cídente con a] ftutfiflm'nrio» ( L a S a g ra d a
F a m ilia , t. I I , p. 224.) £1 tr a b a jo de 1a especulación, por muy ideo­
lógico, Idealista y alienado que fuese, condujo por consiguiente al
m aterialism o práctico y al humanismo real, destinados a poner ñ o ,
a la vez, a la alienación del tra b a jo y a la alienación ideológica,
gracias a la instauración del trabajo nuevo, total, p ero práctico, ha
filosofía se suprime realizándose, esto es, real Isa su verdad y suprim e
su falibilidad.
La filosofía se re a lis a ; se inscribe en la re a !id a d ; form a cuerpo
con lo rea l. La filosofía se hace re a lm e n te realidad verdadera, rea l
ve rd a d (dejando de ser lo que h a sido — según M ar* — desde Herá-
d ito , dejando de ser filosofía, para hacerse mundo). E l movimiento
real y la actividad práctica tendrán com o tarea actu alizar constan­
tem ente la «lógica de la cosa» (des-reificada) en ver. de perderse
en la «cosa de la lógica» (alienada).* El pensam iento filosófico su­
prime tas determ inaciones con cretas de todo lo que e s , en provecho
del Ser, del Uno, de la Totalidad; ya es tiempo de suprim irlo a él
mismo realizándolo en el mundo. Los filósofos han transform ado los
predicados en sujetos y han hecho a b stracto s Jos unos y (os otros.
Ahora hay que rom per la proposición especulativa y sus encadena­
m ientos lógico-dialécticos, expulsar la cópula del cielo de las Ideas-
El s e r mismo, el es, debe d ejar de «ser», para realizarse en el devenir
del tiem po histórico,
No obstante, ¡qué a-problem ático sigue siendo lo real para M arx!
Es un real que él no dem uestra, sluo del que p arte y al que llega.
Para él, ea real, verdadero, activo y efectivo, lo que es real, verda­
dero. activo y efectivo para el sentido común, lo que llega a serlo
efectivam ente para todo el mundo según Marx. E l h a visto lo que
los hom bres hacían y harían. Negando la visión filosófica, preten­
diendo rebasarla, establece ese real g ra d a s a la negación de la filo­
sofía y niega la filosofía en nom bre de lo real. ¿Cae d e nuevo, así,
por d eb ajo de ta actividad del pensam iento filosó fico, o lo rebasa
en otra dirección? Aún no ha llegado la hora, parece, de que esta
cuestión tan grave y tan decisiva pueda s e r p la n te a d a antes de ser

3. "Lo (pe eenxtituve el trabaja ííloiríffco no tt tw «i pcreviikutu te en­


ram a mi una* dctEoiifnacUmcü pollíkas [y a iic t ic t i e i t c n e n lj, niño que l u
[ii'tmnhMcíans) pdldmi eiijteutes san vní&tilfxadu rit nmsamEótifeii abstracto*11,
* «cribo Marx en iu Critica de la fílenn/ís del Estada de H v^el (p , 4Í)>

2M
«resuelta», Apenas empegamos a entrever aquello a lo que Marx
dirigió su mirada. Plantear esta cuestión so hace tanto m ás difícil
cuanto que Mar» habló, cuando m eros, de un «más allá de la pro­
ducción m aterial propiam ente dicha», en la que, sin embargo, Jo filo­
sofía deberla realizarse suprimiéndose. El reinado de la técnica
Sucede *1 reino de la s ideas, La técn ica m ism a constituye el secreto
de la producción m aterial, el m otor del devenir real. Ante todo,
d ebe realizarse, en profundidad y en amplitud. ¿Será rebasada, a su
vez? ¿H abrá un m ás alta de la técnica, de la técnica global y uni­
versal. por supuesto? Dejem os abierta la cuestión. No podemos Hacer
otra c o u , al m enos por et momento.

297
5. PROBLEMÁTICA DE LA RECONCILIACIÓN
CONQUISTADORA

En el reino de la reconciliación com unista, d naturalism o, el hu-


maníanlo y el socialism o realizarán su esencia y se consum arán. El
«naturalism o* constituye el punto de partida; por tanto, debe estar
plenamente realizado en el resultado final. E l hom bre, ser animado
por sus im pulsas naturales y sus necesidades físicas, debe llegar a
)a satisfacción real de sus impulsos y de sus necesidades, a través
de una renovación perpetua de tas necesidades tan to com o de los
modos de satisfacción de las m ism as. E l naturalism o de M a n im ­
plica un cierto «biolagi&mo*, pero naturalism o y biologismo son
puestos en m ovim iento por el (mí finio de p r o d u c c ió n que produce
técnicam ente al hom bre y el mundo humano. El h u m a n is m o parte
dei hom bre, del hom bre que es para ?f mismo su propia raíz y su
propio fundam ento; establece el acr — indisolublem ente naiurul, hu*
nurno y so c ia l— del hom bre. F.n el mundo del hum anism o reali­
zado, todo se h abrá hecho humano, los seres y las cosas, pues todo
se habrá hecho transparente y se h abrá d escn cu bitrlo en la acti­
vidad práctica del hom bre, que ob jetiv ará su ser en sus obras. E l
humanismo, que perm ite1 e l despliegue de las fuerzas de la su bje­
tividad ob jetiv a de cad a hom bre, sólo puede realizarse realm ente en
el socialism o. E l socialism o no puede d ejar de im plicar un cierto
■sociologismo». El térm ino «socialism o» es, ciertam ente, im preciso,
y a veces significa para M arx una simple organización social que no
establece una estructura verdaderam ente nueva, sino que repara el
viejo edificio,1 No obstante, tom ado en todo su rigor, socialism o sig­
nifica tanto com o com unism o; el socialismo socializa, colectiviza
todo lo que es y se hace, establece la sociedad humana. Por consi­
guiente, el socialism o se consum a en e l com unism o. E ste, que pre­
supone un altísim o grado de desarrollo de ta técnica, que ha abolido
la propiedad privada, lo convierte todo en bien com ún de los hom­
bres, quienes ya no serán individuos aislados, m iem bros de una clase
o ciudadanos de un Estado, sino los productores y los consumidores
de una comunidad pan-humana, protagonistas de una historia siem ­
pre en devenir. Con el com unism o, la transform ación de la natu-

1. Cf, Vra\tKio de una prgfentán da /« crrtrittftiító; en MOitifí&Ut cwnltiiita,


Cd*te*. p. 127,
raleza en historia y de Ja historia en historia cid mundo alcanza
su consum ación, y, g] m ismo tiempo, empieza verdaderamente, La
esencia del com unism o reside en Ja conquista de Ja tierra y del uni­
verso por y para el hom bre que pone en m ovim iento una técnica
(otai.
N aturalism o, humanismo, socialismo-comunismo están fundados
en Ja productividad absoluta. La actividad práctica, ía praxis trans­
form adora — en una palabra: la T é cn ica — . La técnica no se reduce
a las m áquinas y ta producción industrial lim itada. Es la fuerza
m otriz de la h istoria. La potencia que transform a la naturaleza en
historia, el m otor del movimiento de la historia universal. Por tan­
ta, es a la vez el punto de partida y el punto de ¡Leytula (del que
se parte de nuevo). E s el fundamento del naturalism o, del huma-
ni Bino, del socialism o y del com unism o; prim itivam ente estaba sub-
desarrollada, después se alienaba y alienaba, y va a ser integramente
Liberada. E l reinado de la reconciliación (conquistadora) del hom­
bre consigo m ism o y con ni mundo será e! del tecnicism o consu­
mado E ste tecnicism o, aun cuando efectúe un ■retom o com pleto,
consciente, realizado en el Interior de toda la riqueza dcL desarrollo
pasado* (E c . F ¡ L pp, 22-25) y aun cuando disponga librem ente,
es decir, según sil voluntad, de lodos los m ateriales útiles que halla
ante él, «trata a sabiendas todos los presupuestos naturales como
creaciones de los hom bres del pasado, los despoja de su carácter
natural y los som ete a la potencia de Jos individuos unidos* (Td>
o L , p, 231). Parece que )s distinción entre lo que es * fia.tum i* y
lo que es «artificial» esté destinada a desaparecer. Reasumiendo y
reconquistando todas las conquistas del pasado, el tecnicism o consu­
m ado las transform a tan profundam ente que las despoja de todo
carácter antiguo, m anteniéndolas en un proceso de constante actua­
lización. Todo lo que pasaba por natural, lo era artificialm en te; en
cam bio, los peores artificios eran aceptados corno naturales. La
técnica liberada suprimirá, pues, a la vez, la «naturalidad» y el «ar-
tifidalism o», haciéndolo todo transparente a la actividad sensible de
los hom bres y de !a masa humana.
E l naturelismu-himiHntamo-cnrnuTiisnio no se proponer solamente
la supresión del trabajo, tal com o éste se efectuaba, de la vida eco­
nóm ica separada y de la producción misma del hom bre (según unas
norm as reificadas); Igualmente deben ser abolidos t i Esindo, la polí­
tica y la burocracia, la moral y fam ilia, la religión y los form as di­
versas y variadas, de la ideología. Más aún; se exige el rebosam iento
de toda alienación y de toda extradeidad en las que está sumida la
existencia de los hom bres, el rebosam iento de la ■naturalidad» y de
todo «mundo* que no sea d de la actividad sensible- E sta serie
— o más bien este c o n ju n to — de supresiones, aboliciones y re b a ja ­
m ientos es el Peto propio del com unism o, el cual, a su vez, algún
día será rebasado tam bién. Ha sido en este sentido en el que hemos
hall lado de la tenaz voluntad de rebajam iento, de la pasión de aniqui-
1am iento del fundador del m arxism o. Tixlu lo que es, declarado no
existente, abocado a naufragar en La nada.
Todo lo que era suprasensible se ve asi reducido a su origen.

299
«M>to es, a lu «cnajbtcí producto alienadu de la producción alienada,
debe ser reasumido — después de su aniqu ilam iento— por Ja pra­
xis * total*, Peto. ¿cóm o pueden ser reasum idas las potencias •su­
prasensibles» después de su abolición? ¿E n qué co n sistirá esta rea­
sunción? La m etafísica Entera se basa en la ÓisüHdón — y la dife­
ren cia — de lo físico y de Jo que le ex superior, de Jo sensible y
de su fundam ento, de io m aterial y de lo espiritual, d e las cosas y
de los ideas. La abolición de esta distinción significa el derrum ba­
m iento de la m etafísica, el derrum bam iento de su potencia; e sto n ces
se hace visible que la visión de la m etafísica era lim itada y oos enco­
frab a en unos lim ites.
¿Logra Marx, efectivam ente, abolir La m etafísica? En sucesivas jca-
Sioncs hemos intentado abordar esta cuestión, po-r diversos laclas,
con el fin de circu n scrib ir su centro. Lo esencial e s no perderla
de vi$tn* Marx invierte prim eram ente La m etafísica tradicional de
Occidente, elaborada por los griegos, los cristianos y loa mo [Temos,
Niega d prim ado de lo suprasensible, de lo m etaUsico y de lo ;sol-
rittial, reduciéndolos a aquello de lo que bhn salido. Al mismo
tiempo, privilegia lo sensible, lo históricam ente físico y m a tin a l.
Por consiguiente, invierte la m etafísica. Marx invierte «el mundo in­
venido» que es «el mundo real», para que la verdadera realidad
pueda establecerse prácticam ente en el mundo desabonado que c a ­
m ina con los pie»? A La vez, Marx llevo a c a b o la m etafísica m o­
derna ■— generalizándola, tras haberla invertid o— . Pero no parece
que llegue a aboliría, a suprim irla. La práctica y la comprensión
de ta práctica, el m ovim iento real y el movimiento de la conciencia,
que rebasa el m ovim iento real, no dejan de con stitu ir dos órdenes,
pese a todas las afirm aciones unitarias, Y lo que e s más: la re a ­
s u n c ió n tLcí mundo ideológico por la práctica Indica que éste no está,
de hecho, aniquilado. Hablando de Los hombres desaUcftados, y por
tanto reconciliados consigo mismos y con la totalidad, Marx nos ex­
plica que ellos «serán puestos en relaciones p rácticas con la pro­
ducción del mundo entero (incluso espiritual] y puestos en condi­
ciones de adquirir la capacidad de gozar de esa producción universal
de toda la tierra (creaciones de los hom brea)» ( 1<L «L, pp. 181-182.)
Parece, pues, que habrá una técnica productiva de orden «espiritual»,
después de la supresión del mundo espirilual. L*j espiritual nuevo
no podrá Ser, sin em bargo — ni siquiera en el mundo com unista — ,
del orden de la práctica m aterial prcteudidam ente una y global;
Será d i f e r t m t de ella. E n varias ocasiones hemos intentado señalar
las grandes perplejidades de Marx en cuanto a la suerte final de las
potencias de la «superestructura». E stas surgen de nuevo allí donde
ya no deberían surgir. Hablando de la producción in c lu s o e s p ir itu a l,
Marx pone en tre paréntesis este tipo de producción, 1* cual no por
eso deja de ser activa. L a cuestión no se solventa eti tnodo alguno
diciendo que las nuevas potencias espirituales no serán ya como los

1 L'uh , hHti yin la d im u n u seo. jsupcnuU, “el mundo Invertido u t i el mun­


do n-rtl" * K t i t « M i l i a. Rufic (i. p. (W>), Mar* quine, ptn», invertir el mundo
invrítklu [Mira tAibiiu,ir un imindo redi. Hasta esto Inretilóh radical, r? mundo fn-
vniUdu «¡’HiiIrt ilettdo él inundo mil.

|00
antiguas, Su ca rá cter «espiritual* coiiHlliuyc precisam ente proble­
ma, í-'.n cuanto potencias espirituales, en cuanto fuerzas del pensó*
miento y de la conciencia, diferentes de la técnica y la práctica
m ateriales, dem uestran por su sola existencia — aun cuando sólo
fuera com o potencias de segundo ra n g o — que la unidad no es total
ni carece de fisuras. ¿No habrá, pues, fundamenta unitario para la
em presa humana que se propone la conquista del mundo? Lo que
rebasa a la técnica, ¿continuará subsistiendo, pese a todos los e s­
fuerzos de la técnica pera anexionárselo? ¿No d ejará el mundo de
com portar un d a b le aspecto?
Marx fue siem pre un resuelto adversario del dual ¡sino. Ni el
dualismo platónico -(que sin em barga, en sus orígenes, todavía no
abandonaba la tisis),, ni ei dualismo cristian o (■( que Marx llama
«real»), ni el dualismo «abstracto» de los tiempos modernos lo­
graron superar verdaderam ente ta oposición entre la humanidad del
hom bre, de una parte, y todo lo que la niega, de otra parte. Con
los tiem pos m odernos, esa oposición alcanza SU m ás alto punto de
desarrollo y lo abarco todo eu su propia abstracción. «I-a oposición
abstracta reflexiva sólo corresponde al mundo m oderno. La Edad
Media es el dualismo re a l; la época moderna, el dualismo a b s tra c to ,*
(Crií, filas* efe/ F s t, d e H e g e t, p. 72,) Lo ópoca moderna, la
época de la c iv iliz a c ió n , nos dice Marx, en la misma obra, «separa
lS esencia objetiva, del hom bre del hom bre m ismo, y la considera
com o una esencia únicamente exterior, m aterial. No loma el conte­
nido del hom bre por su verdadera realidad ftv a ltr e W ir k lic h k e it }*.*
La e n com unista consum ará los tiem pos m oderóos e inaugurará ai
mismo tiempo una era nueva. La práctica com unista, que se propone
y q uiere la conquista de! mundo en nombre del hom bre, ¿podrá
suprim ir el dualismo, en cuanto tal, m í como todo dualismo? Les
hom bres de le técnica desalienada, destinados a realizar la palabra
del Antiguo Tes lam ento asumiendo. Ubres de todo pecado y de toda
maldición, la dom inación de la tierra , ¿ignorarán Jas desgarraduras
dualistas? Lanzados a la conquista de la tierra — « o b j e t o g e n e ra l
del tra b a jo hum ano»*'— sí no de! universo, los sujetos objetivos,
liberados de toda prohibición, ¿estarían también libres de todo peso
sobre su actividad sensible? En su lucha por apropiarse la tierra, las
aguas y el aire haciéndolos humanos, ¿los conqaisladores del planeta
ig n o r a r á » — o serán in s e n s ib le s a — ffxia m ordedura? Ciertam ente
van a producir técnicam ente su vida y a reproducirse de una m anera
u o tra ; ¿bastará con eso? Marx deja un cierto espacio a «lo produc­
ción del mundo en tero (incluso espiritual); pero se calla en cuanto
a la esencia y a t e m anifestación d e esa producción espiritual,
£1 mundo griego vivió y pensó en e l horizonte de la Fisis, en el
orden del Cosmos dom inador del Caos, A la era de la Físis sucedió
la era d< la Creación, FJ mundo cristiano tom aba su apoyo en el
Creador del mundo, mundo sacado de la nada y abocado al Apoca­
lipsis. Desde un determ inado m om ento surgió una tarea inédita: pa-

ó. En Krint r, p. ffl.
4. Ef C a p U id . I, p, 181,
SOI
¡«ir n Ja era, do la producción, ü Ja era de Ja creación del hombre
por el ham bre, a la ¿poca de la fabricación del mundo, n la ap ro­
piación universa] de todas las creaciones {hum anas) por lodos Jos
hom bres. F l hom bre, dándose cuenta de une él es su propia raía,
o m ejor, llegando a serlo, se pondrá en m archa, gracias a la revo­
lución radical, hada la satisfacción iota] de sus necesidades radi­
cales, movilizando u na técnica integra]. Las n e ce sid a d es ra d ica le s
son, según eJ; radicalism o hum anísla de Marx, la n e ce s id a d d e d i
m e tí [O, la necesidad de h a b ita c ió n , la n e ce sid a d d e vestid o* Marx
tom a U precaución de añadir: «y algunas otras cosas m is» , dejando
así la puerta ab ierta a la m anifestación de o tras necesidades. 1 f* m m
de $u pluma: «Para vivir es necesario, am e todo, com er y beber, alo­
ja rse . vestirse y algunas otras cosas más.» ( I d , al., p. 165.) Acerca
de esas a lgu n a s o tra s cos a s m ás ( n o c k em íg ej a n d e r e ), M arx es poco
explícito. Avido de totalidad, siem pre quiere p artir de Ja totalidad
de las necesidades hum anas, y exige tu satisfacción total de éstas
mediante la actividad sensible, práctica, politécnica y universal. Todas
las necesidades y todos los sentidos — «físicos y espirituales» (J-c,
F U , p. 3 0 ) — han estado y están alienados; en consecuencia, es
necesario, m ediante la supresión «de los dos lados» ele La alienación
(ih id „ p, 25). h acer posible la satisfacción necesaria de las n e c e ­
sid ades e le m e n ta le s , de aquellos que son indispensables para vivir:
com er, beber, vestirse, h abitar; las d e m á s n e ce sid a d es , que se derivan
de algún modo del destino siem pre oscu ro de la superestructura y
de las potencias espirituales, son m ucho menos esenciales.
Marx q uiere devolver a) hom bro la dignidad que éste todavía no
ha tenido nunca- Sin duda, sospecha que la simple, y com pleja, pro­
ducción de la vida y su reproducción ño bastan pala h acer la vida
humana digna de ser vivida. Pero, ¿hay en Marx algo más que una
sospecha de ello ? El condena con vehem encia la concepción burguesa
y (¡hatea de una vida reducida a ios operaciones que debe efectu ar
el anim al para no m orir y para perpetuarse como especie. «Lo que
ellos quieren [lo s pequeños burgueses], vivir y reproducirse (y nadie,
dice Goethe, va, sin em bargo, más allá de eso), el animal lo quiere
tam bién», escribe M arx a B.uge {t, V . p, 196), Pero él quiere, preci­
sam ente, suprim ir esc mundo para el cual la* cosas suceden asi,
«El sentim iento de su dignidad personal, la libertad, había, ante todo,
que despertarlo* en el pecho de esos hom bre*. Sólo ese sentim iento
que, con los griegos, desapareció de este mundo y, con el cristianism o,
se desvaneció en el vapor azul del cíelo, puede hacer nuevamente de
la sociedad una comunidad de hom bres co a vistas a sus fines más
elevados,,.» f l b t d . } E sto s fin é s m á s e le v a d o s da ht comunidad hu­
mana que habrá superado ¡a alienación de sí y Jos fetichism os socia­
les. no logram os entreverlos muy bien. Marx no nos ayuda en abso­
luto a ello. Abolida la rciñeación, m anteniendo lo» humanos, con
su s sem ejantes y con las cosas, unas relacionen hum anas, ¿qué sur­
girá com o fin e le v a d o en esa situación nueva? Y ese fia, ¿ p o r e n c im a
de qué se elevará? M arx q u ie r e que el hom bre recupere el mundo
de] hombre, su humanidad, su sentim iento de si (S e lb s t g e f iih if ,
pues el hom bre, cumo leíam os en la C o n tr ib u c ió n a la c r itic a de la

102
flío s u fiti dt'l derech o ti *f flr-g vt, * u bltiU tjo su luí cunquistúdo ¡üditVÍJJ
a sJ inisruu, n bien ya se ha perdido de nuevo» (p, 84). Marx
tiende huela el reb ajam iento sim ultáneo y con ju nto dei su jeta y de
Los ob jetos. Deben ser aniquilados y rebasados a la vez el su jeto
y loa o b jeto s, en, cuanto tales- Quedará entonces su vinculo* ni su b je­
tivo ni objetivo, anta el cual y por el cual ellos se desvanecen y p ier­
den su particularidad- One e l su je to ha de se r rebasado, estam os
dispuestos a adm itirlo. Pero al m ism o tiempo va en ello el reba-
¡am ien to de los o b jeto s; la técnica transform a tan profundamente
Jos ob jetos que « lo o dejan de ser o b jeto s. Los y los f-tiv áp tv a
de la p h y s is han cedido el sitio a los cnila crcaía de los cristianos*
y a éstos han sucedido ios o b jeta s com o tem a de tos m odernos. La
técnica planificada y planetaria se propone el rebosamiento del su jeto
y de los ob jetos, en provecho de un proceso constante da incesante
producción. El proceso de la p r o d u c c ió n — su ritm o y su estilo —
es mucho m ás im portante que los p r o d u c to * perecederos.
El «sujcLo» objetivo, y sobre todo productivo* rebasando en su
acltvíilud la subjetividad (individualista y la objetividad neifícada),
es d fundamento *m etafísico» y tontológlco» de la técnica, I-a libe­
ración de la técnica que se trata de op erar apunta al desarrollo Fulgu­
rante de La productividad conquistadora. El ser del hom bre — na­
tural* humano, so c ia l— coincidirá entonces con el ser en devenir de
fa técnica, cuya m archa conducirá la sociedad humana al nalurulis-
m ohu monismo-social ismo, esto es, al humanismo real, realista y po­
sitivo. a l com unism o práctico- Así, el hom bre va a reintegrar su ser.
efectuar un retorno sobre sí, resurgir y reconquistarse* aunque, a
causa del no-desarrollo total de la técnica, nunca haya sido todavía
lo que en el porvenir puede ser. £1 mundo de Ja totalidad de lo que
es —, y puede h a cerse—- se hallará fundado en la aectún, la praxis,
lá producción y el tra b a jo ; asi. los hom bres producirán incansable­
mente, y sin finalidad que rebase la técnica, productos destinados a
ser consum idos, y por tanto, aniquilados. La totalidad del ser coin­
cid irá de ese modo con la totalidad de la productividad humana,
que será para sí misma su propio fundamento y su propio fin. Aque­
llo de lo que la técnica puede apoderarse constituye, m ás aún que
lo totalidad de lo aprehensible, la Totalidad. El pensamiento de
Marx se refiere a la totalidad ■sensible» del ser, tal como ésta se
deja aprehender y disponer por La técnica. 1.a r e d u c c ió n del mundo
a la p r o d u c c ió n de la técnica im plica la posición de la técnica como
fundam ento del ser y m otor del devenir. Ahora bien, el Mundo, en
cuanto totalidad abierta, ¿se d eja aprehender p er la tecnología?
¿Cómo responderá a esta enorm e p r o v o c a c ió n ?
Siem pre y cuando que se com prenda el térm ino en toda su am ­
plitud y su verdadera profundidad, ya sería tiem po, quizás, de em ­
pezar a com prender e l pensam iento de Marx com o una Tecnología.
La tecnología con stitu iría incluso et cen tro del pensam iento mar­
ciano, su Intención y su nervio. La tecnología tiene en su poder las
ilaves del mundo; por c! devenir tecnológico, el hom bre se produce
en cuanto hom bre; pues la naturaleza se hace historia y la historia
se tran sforaia en historia universal del mundo, I-n técnica tiende

103
toa puentes entre el posado, el presunto y el porvenir, que con sti­
tuyen el ritm o ile] tiempo histórico, del devenir de las conquistas
del hom bre. En la tecnología reside tam bién -~ y principalm ente —
el secreto del doble aspecto del mundo y del lado doble de la alie­
nación, el mundo capí ritual que refleja y sublima las insuficiencias
del mundo m aterial. Finalm ente, la tecnología tiene en su poder el
secreto de los vínculos que unen la te o ría y la p rá c tic a * el pensa­
miento y la acción, el legos y Ln te c h tti, Pues partiendo de una deter­
minada concepción de la técnica es com o se efectú a La distinción
m ism a del pensam iento (teórico) y de la actividad (p ráctica), dado
que el Jogos se hace m edir por cJ patrón de una pruxis estableci­
da com o diferente y el pensam iento se ve desestim ado; de entrada,
com o actividad te ó r ic a , con lo cual pierde toda im portancia decisiva.
Eso significa que todo pensam iento será, en e l porvenir, de esencia
técnica. E l total desarrollo de la técnica, plenitud te c n o ló g ic a , ab­
sorberá los pensam ientos y laa ideas, el desarrollo id e o ló g ic o . Los
ideólogos ya no tendrán voz en el capitulo: se habrán hecho ira .
sendalcs e inoperantes.’
Marx, «últim o filósofo» y pensador de la técnica, n os o frece su
pensam iento en toda Su riqueza y en toda su m iseria. N os da a
pensar todo lo que — gracias a él — surge como problem a e intorro-
gacióti. La riqueza de su pensam iento Implica las cuestiones en las
que él no ha pensado, que se presentan a nosotras y se imponen
a nuestro pensam iento. A través del pensamiento de Marx surge
la riqueza (y la m ¡arria) de lo que él no ha pensado. A ta luz de
Lu que un pensador ha visto podemos nosotros mismos ver las La­
gunas y las brechas de su pensam iento y de lo que nos queda por ver.
Cuanto m ás rico y m ás profundo e s un pensamiento» m ás cuestiones
no resueltas y abiertas contiene» cuestiones que no existían antes de
él» en cuanto toles, Marx ha empezado a pensar la técnica. Ahora
nos corresponde a nosotros pensar y experim entar la técnica con­
quistadora y planetaria.

A. Ki Man ínfimo quien non pone mitre la pista. Un siglo entero Je im j-


liib u y mi tintan. istRj ujg U Huftadó a tíimptv'i'wln' «| ¡totcritr t t i t r t * del p e n a -
míintn marciano, Sin timban?!), Mar* menciona la tóenle*. '"Ctarwin ha Uáonadu
la. atmeiún sobro U historia d# la iwmologla milutAl, « dedr» sobro La formación
de ku nntniKW de lo* pJmitwi y de 1 » anímalos wiufdnrod™ ooido medios de
produixwu paro la vida- I -a historio dti luí ó rp n o i productivo* del hombre so­
da], hasr material de uní* chxiiiilxhuíAo metal, ¿no e* dipna d e tma afección
semejante? ¿Y no twíii m i* fir fí llevar rata cnnpreH a buen Tin, puesto que, como
dü» Vico, la Mtfnri* del hombre ** dlítinfpwt de U historia de la « tu n d e a en
que msottos liento* hecho aquélla v no o tá? L * tequolcgí» (dit TttcJírwflogie) des­
cubre la relación, activa del hombre a la n a tu n k a . el proceso inmediato de
producción de Vi w U , y, por cw jguiiX itr, do nd m a lid on ei d e vida sociales y
de las jv^izariitackHies ecpirihialr* que dé ellas »c dcirvau.*' (Ef Capital, libio
¡, l n , p. so).

JOS
Nota final

Antes de em prender la crítica de Mam y de intentar rebasarlo,


Itay que com prender lo que él dice. El diálogo con su pensamiento
y ta confrontación de su pensam iento con la realidad histórica rauD-
dial presuponen una larga m editación y una extrem a atención h a d a
todo Jo que es y se hace. Püe* la realidad no se d eja ta s fácilm ente
separar de la idea, ni ta teoría de la práctica.
M arx nos introduce cu d m ovim iento de la negatividad. d coa!
atraviesa la historia universal, la pone en conm oción de a n ib a ab ajo ,
y no ce detiene ni en Ut obra misma de Marx. E ste quiere que el
hombre rebase radicalm ente su alienación lanzándose a la conquista
del m undo, por medio de una técn ica totalm ente liberada. Lo que la
filosofía perseguía con el pensam iento, desde H cráclito. debe reali­
zarse con y por la práctica. Ahora bien, toda realización significa
al mismo tiempo una perdición, y el enigma del pensam iento queda
sin resolver. ¿Qué será este mundo una vez se haya hecho trans­
parente a la actividad humana, <d mundo que se reduzca — de una
m anera inmunda, ciertam ente — h la totalidad de la productividad y
de la técnica humanas? ¿Qué a e r l cata totalidad, esencialm ente prác­
tica m ás que total? Una ve* abolida la dualidad entre lo que es
m a te r ia l y lo que era e s p ir itu a l = en provecho de la actividad fundar
m ental y p rá ctica — , ¿qué será de la libertad? Marx escrib e; «E l
reinado de la Libertad uo comienza, de hecho, sino cuando cesa el
trab ajo condicionado por la necesidad y la finalidad Exterior; por
tan tu, se sitúa, según su naturaleza, más allá de la esfera de la pro­
ducción m aterial propiam ente dicha.» ( E l Capítol, cd. Dietz, TU.
I II , j>. ¿73.) Después de tu supresión del mundo m etafísito, en
provecho del mundo «físico* c histórico, después de la supresión de
los dos lados de la alienación, en provecho de una productividad uni­
taria y global, ¿q u é significará esa producción espiritual de que habla
M arx? Pues él na$ dice, de los humbres de la historia universal rea­
lizada, que éstos «serán puestos en relaciones prácticas con la p ro ­
ducción del mundo entero (incluso espiritual) y puestos en condi­
ciones de adquirir la capacidad de gozar de esta producción uni­
versal de toda la tierra (creaciones de los hom bres).» ( I d . al.,
pp. 1S1-1B2.)
Las grandes cuestiones quedan siem pre abiertas y no pueden reci­
bir una solución univoca. Marx ha sabido, a ratos, problcm dtizar sus
propias perspectivas. E l preconiza el mundo de la técnica planificada
y planetaria — exento de inda eKplótacióú, alienación y b ercera

3BJ

20
c in — . Él, eJ enemigo encarnizado de Ja ideología y de la ulüpía, no
cesa de preconizar un mundo uno y global, hecho por y para el
hom bre. Pero ese mundo no deja de im plicar aquello mismo que Jo
hace cuestionable, Y las cuestiones InsoUible» tío parecen corres­
ponder solam ente a las prim eras fiases de la realización del socia­
lism o y del comunismo.
B] socialism o y el com unism o, herederos de la burguesía y del
capitalism o que ellos quieren ru g a r, quedan afectados, en cuanto ne­
gación de la negación, por lo que e l l o s niegan, a saber; el mundo
de La propiedad privada. E l socialism o-comunismo, movimiento de
apropiación, no puede quedar integram ente ajeno a aquello de to
que é l ha salido, y no significa e l rebasanüe&to de toda alienación.
M a n mismo nos b a te ver com o cuestionable su visión, haciendo enig­
m ático el com unism o —-ese «enigm a resuelto de la historia* {E c .
P ü-, p. 23) —. Él propone a nuestra m editación y 11 nuestra expe­
riencia lo que a nosotros nos corresponde pensar y vivir,
En E c o n o m í a peífricd y f i l ú s o f f a podemos leer i» que lotlavía nas
queda por com prender:
«I-a supresión de Ja alienación de sí sigue el m ism a cam ino que
la alienación de si» (pp. lft-19.)
« E l com unism o es el establecim iento cu cuanto negación de la
negación, y por tanta el m omento re a l, y necesario para la evolución
histórica venidera, de la em ancipación humana y de la reconquista
del hom bre. El c o m u n is m o es la form a necesaria y el principia
enérgico del porvenir inmediato, pero el com unism o no es en cuanto
tal et ob jetiv o de la evolución humana, Ja forma de la sociedad hu­
mana.» (p, 41.)
«Para suprim ir la propiedad privada real, es necesaria una ac­
ción com unista real. La historia la traerá, y este movimiento, que
en pensam iento ya conocem os com o movimiento que Se suprim irá
a *[ mismo, atravesará en la realidad un proceso muy duro y muy
extenso. Beto debemos considerar com o un progreso real el que
hayamos, desde el principio, adquirido la conciencia tonto del carác­
ter lim itado como del objetivo del movimiento histórico, y una con­
ciencia que rebasa este movimiento,» (p. Ó4.)
Y en la Id e o lo g ía a lem a n a , Marx pone al desnudo el resorte po­
tente, pero esencialm ente económico, práctico y técnico, y por tanto
nada total, del movimiento que avanza de firme.
«E l com unism o se diferencia de todos Jos movimientos del pasado
en que trastorna el fundamento de todas las antiguas condiciones
de producción y de com ercio y, por prim era vez, trata consciente­
m ente lodos loa presupuestos naturales como creaciones de los hom­
brea del pasado, las despoja d e su naturalidad y las somete al poder
de loa individuos asociados- Su organización es, pues, esencial mente
económ ica.* (t, V I, p, 231.)
« ...E l com unism o es un m ovim iento extrem adam ente práctico, que
persigue unos fines prácticos con m edios p ráctico s...» (t, V ( i, pa­
gina 21Í-)
De este modo, Marx se ab re a l porvenir próximo, cuya itcgati-
vidad engendrará el porvenir lejano,
Itinerario bibliográfico'

«...la categoría dct •progreso» está entera­


m ente vacía de contenido y ea de todo pun­
to abstracta..,*

Marx, La Sagrada Familia, t. 11, p. 148.

H E G E L

E J pensam iento de Marx debe ser com prendido partiendo del


pensam iento de Hcgcl. Sin com prensión f ilo s ó f ic a — y no solam ente
histórica o sistem ática — de la fdosoEfa de Hcgel, lio hay com pren­
sión en profundidad de Marx ni del m arxism o. Latín, que no llegó
muy lejo s en su comprensión especulativa de Hcgel, escribió en forma
de aforism o: «No se puede com prender por entero E l C a p ita l de
Marx, y en particular su prim er capítulo [ ta m e r c a n c ía } , si no se
ha eatudladp de un extrem o a l o tro y comprendido to d a la L ó g ic a
de Hegcl. Por consiguiente, ¡ni un solo m arxiste ha comprendido
a Mane hasta medio siglo después de d i » (C a h ic r s p h ito s o p h tq u e s .
Parla, Ed. Sociales, 1955, p. 149.)
Tam poco hay que olvidar que Hegcl lite impelido por K ant y
por toda la tradición filosófica de Occidente, desde H crád ito y Par-
mónides, Platón y A ristóteles. E s alia mente significativo el hecho de
que Lento consagrase rápidas notas críticas á H erddito y a su dia­
léctica, a Aristóteles y a su m etafísica, a los tres libros de la Lógica
de Hegel (el ser, la esencia, e l concepto y la idea), así com o a los
C u rs o s fofa re la. historia de la filo s o fía y SObra la filo s o f ía de la
h is to ria . Sus C u a d e rn o s filo s ó f ic o s den testim onio de sus intentadles
y de sus insuficiencias.

1. til! I* Rwbcls de lo pcullile, fi urden que MtfutUKH « histórico, sabrr


tata d ratn de cada apartado temático, ron <st ptr»i>ó¡iílo de iudíesi Lü llliaciouti
y !*■ jnwuitaow.
PbüiUJHurijcitügie des C r i s t i s (1807, P h é u o m é ñ o ltig ie d e 1‘B íp r it^
Traducción Francesa de J . Hyppoüh:, París, Aiabier, t, 1, 1939, t, U ,
1941.
W isscH Scha ft d e r L a g tk (1812 y 1815). L a S c ie n c e de ¡a Ar>£iV/ftf,
Trad. francesa S. Ja n iíJé v ítc íi, París» Aubier, 1949,
E n zykta p& d ie d e r p h ilu s a p h is c h e n W is s e n s c h a ficn t m G ru n d is s e
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V o rie s u ttg e rt líb e r d ie G c s c ftic h te d t r P h ilo s o p h té . L í f o n s s u r V fils-
t o ir e de 1a p tttfo s o p h ie , Trad, francesa J . Gibelin, París, Galli-
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ma c historia de la filosofía,
V o rle s u t¡g e n i ib e r d ie P h ilo s O p h ie d e r R e lig ió n . Leports su r tu p h ito -
phte d e la refí^jon, Trad. francesa J , Gibelin, Vrin, 1954 y 1459,
V o r te s u n g e » iib e r d ie A e s rh e tik tis tb é tiq u e . Trad. francesa S Jan-
fcdlürílrh, 4 vul., P arís, Aubier, 1944,

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L o s h e n d ía n o s d e iz q u ie r d o

Loa nuevos hcgclianos que entraron en Jucho contra la m etafísica


hegetiiod del ser en devenir de la totalidad, en nombre de ta critica
religiosa y de la critica hum anista, naturalista, positivista (preten-
di dóm ente radical), se sitúan mucho más acá de ki que critican .
Disuelven la totalidad hegeliajjn en una serie d e particularidades. Su
leñiatíva queda * p o r d e b a jo de) nivel ya alcatifado por el desarrollo
teórico alem án»; tal es el ju icio que hace caer sobre ellos M am
en el P r ó lo g o de su critica crítica (L a S a gra d a f a m i l i a . ) «Su polé­
m ica con tra Hegel y entre ellos se reduce a que cada uno toma un
lado del sistem a hegcliano y lo vuelve tanto Contra todo el sistema
comí) contra los lados lomados por ios demás», resume Marte (Id .
aU, p. 150.) E sta s «borregos que se tienen por lobos* son sal­
vados del olvido = p u e s casi nadie se dirige ya directam ente a sus
e s c r ito s — 'únicamente por M arx, que los com bate con encarniza­
m iento. Incluso Feucrbach había de sucum bir a la crítica m andona*

D. F , S toauss , Díis ¡J tb trt J rs u (1836). F ie de /¿sus. Trad. fran­


cesa E . L ittté, 2 vol,, París, L ad rante, 1039-1540.
D, F . S taause, D ie c h r is tlic h e G la u b e n s le k re (1040).
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s c h tz e h n te J á h r h u n d ir t u n d eitt B e tir a n g zttr /Crisis des rteun-
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p r o p ié r é . Trad. francesa H, Lasvignes, «Cahiers Spartacus», Pa­
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L. F ecehbach, Das W ese n des C h r is te n iu m s ÍIB41), L 'e s s e n ce du
c h ris tia rfis m e. Trad. francesa J . Roy, P arís, L a cro » , 1564.
I. FrruEXUACfi, V o r ld u fig e The& en z a r R e f ó r m a t io n d e r P h tlo s o p h ic
(1642). Trad, francesa, véase in fra .
L. F euersacs, G n m d s d tz e r d t r P h ilo s o p h ie d e r Z u k u n f t (1643). Trad.
francesa, véase tn fra .
L, F euhrbach, M o n i ) estes p h ilo s o p h iq u e s . TeX te$ c h o ts is (1839-1845},
Trad. francesa L. Althusscr, París, P.U.F., 1960.

L a e c o n o m ía p o lític a in g le sa

« B a jo la apariencia de un reconocim iento del hom bre, la economía


política, cuyo principio es el trab ajo , no es m ás bien sino la «m su-
mación lógica de la negación del hom bre.»
E c o n o m ía p o lític a y filo s o fía , p. 13.

A. S auth, A n in q u ir y i n l o th e na/ure a n d ca u ses o f tk e w e a lih o f


rm tiú n s (1776), R e c h e r c h ts s u r la iw íurr e t tes causes de ía rí-
ch es se s d es n a lio n s . Publicado por E, Carinan, i, I, París, Costes,
1950.

Ü, Cf. H. Ajivopí, Aui wnruy de fHÚtoiiíialiimri Mor i'ttne», Pnh


1954, — Ludid# Peínrrhack (■* Id trtmtformxrtkm du «tc r i (tbid-, 1BH7).
30Í
T. R, Mai. niua, A n essay o n th e p r in c ip ie o f p o p u la !io n (1798).
E s s a i .vur le p r in c ip e de ta p o p u la ría n . Trad, francesa G. de A lo
línart, París, Guillaumin, 1889.
T. R. M^ltbus , D e fin itia n s in p o lit ic a l e c o n o m y (J&53),
D. RlCsulX), O h (h e p r in c ip ie s a f p o lit ic a l e c o ita m y a n d la x a ría n
(1817). D es p r in c ip ie s d e l'e c a n o m ie p o l í t i q « e e t de rinipdí. Trad.
f r a n c é s F , S , Conslantio, París. AiUaud, 1819,
J . S . MUL, £ s m ^ í o n s a m e u n s e ttle d q u e s lio rts o f p o lit ic a l e c o -
n o m y (1844).
J - S . M ijjl , P r in c ip ie s o f p o lit ic a l e c o nomy leiíh jo m a o f t h e ir ap-
p lk a t io n s t o s o c ia l p h ilo s írp h y (1348), P r in c ip e s d 'é c o n o m ie p c ri­
tiq u e , airee qnelques-imes d e le u rs a p p lic a tio rts 4 ta p h ilo s o p h ie
s o c ia le , Trad. francesa H. Dussard y CourceÍle-Scneidl, París,
Guillaumin. 1861.
E l s o c ia lis m o fra n c é s

Con Marx y el m arxism o, el socialism o, ¿dejó efectivam ente de


ser «utópico» para hacerse revolucionarlo y «científico»? En cual­
quier cuso, fue Marx quien denunció 'vigorosamente el carácter «re­
form ista» dd socialism o francés. Sin em bargo, en esta m ateria es
dirídl lnotar con exactitud la divisoria entre la «evolución» y la
«revolución», la utopia y la ciencia. La historia se ligó m ás a Marx
que a los socialistas pre-m arxísías; esto es un hecho. No obstante,
Marx había radicalizado algunos de los pensam ientos de ellos, cuyas
intuiciones, m edianam ente confusas, situó a un nivel más filoso Reo
y a la vez m ás p ráctico. Lugar aparte debe re s e ñ a rse a H em i-
Ctaude de Saint-Sim ón, cuyo pensam iento rebasa el de tos socialistas.

H. t>f S m Vt -S imón, L 'tn d tts ír te , o u d is cu ssia n s p o litiq u e a , m o r a le s


e t p ltilo s o p h iq u e s (1818),
H . de SsiNt-SiMON, L 'O r g a n is a te u r U82C).
H, Se S aint-$ imon, Caf¿cftisme p o lit iq u e des íridim riel* (1824).
II. he S aint-S tmon, t'io u v e a n C h r is tia n is m e , d ia lo g u e e n tr e un cmi-
S e rv a te u r et un n o v a ie u r (1825).
C. F ourjrr , L a t h i o r i e d es q u a tre m o n v e m e n ts et d es (ic s iin é e s gé-
nóra tes (1808),
C. ForUTIm. í a fa lta s te in d u s tr ie m o r c e ié e , rd p v g n a n tc , m e s o n g é re et
V a n íitlo ie , ¡'in d u s tr íe n a tu re lte , c o tn b in d e , a itra y a n te , v é rid tq u e ,
d o tw a n í q u a d ru p le p r o d u it (1826),
E. Cjuibt, M a lig n e d r o it e o u le v r a ie c h e m b t d u s a lu t p o t ir le
p a t p le (1841).
E . C abet, V o y a g e en ¡ c a r íe (1842).
P .-J. pROtiDOON, Q u 'e s t-c e q u e £a p r o p r i¿ i¿ ? o u r e c h e rc h e s s u r le
p r ín c ip e d u d r o ít e t d u g o tn -e rn e m e n t (1840).
P.-J. PaotfCHtüN, D e ía c ré a tío rt e t d e P a rd e e d a n s V h u m a n ité o u
p r ín c ip e s d 'o r g a n is a iío n p o lit iq u e (1843).
P J . PROUDrtoN, S y s it m e d es c o n tr a d ie titm s é c n o m iq u e s o u P h ilo s o ­
p h ie de ta m is ir e (1846).
P.-J, PROtmuoN, De la Ju sfic e dans la R é v p tu tío n t t dans í'É g lis e
(1¡S8>.

110
E t p o s itiv is m o , e l e v o lu c io n is m o , et m a te r ia lis m o

La actitud de Marx — y de Engerís y del m arxism o— hagia dos


corrientes filosóficas fundam entales, por polémica que sea, no es
siem pre muy clara. AI ■idealismo» y al *cspi ritualismo» — que van
de Pintón, a Través de la m etafísica de Dcsun-tcs, Lcibnilx, Bcrkeley
y Kant, hasta H eg el— Marx y las mantixtas oponen el »m ateria­
lismo». F . B acon, D escartes (exclusivam ente con su física}, tío b b es
y Lockc son considerados com o los fundadores del m aterialism o
científico m oderno, que coflttenza esencialm ente en el siglo x v n ,
aunque prolonga e l m aterialism o antiguo de Dwnócrito y Epicuro.
Los autores de la Emcjcfopeífíifl, Diderut, D'Alemebert, D'Hoíbaeh.
Hcivcttus, T-ametlrie. y asimismo Condi Ib e y lo* Ideólogos como
Cabanis, propagan, consolidan y concretan ej m aterialism o en el si­
glo xvi ri; com baten Ja m etafísica de D escartes, de Leibnitz y de
Splnoxa, y oponen la filosofía sobria y naturafísta a toda m etafísica
eb ria de especulación. En el siglo x ix, evolucionismo y positivism o
se desarrollan desigualm ente: hacen importa mes conquistas cientí­
ficas (Darwln, por ejem p lo, sum am ente estim ado por Marx y Engels),
pero tam bién se trivialirau ten Com tc, por ejem plo, a quien Marx
y Engclx despreciaban olím picam ente) y se hacen demasiado vulga­
res y burdos.
EJ m aterialism o íif-fídrífodiaJécíico quiere uflir 3 ] m aterialism o
— xln precisar nunca muy bien c u á l— y Ja dialéctica (que, según di,
había seguido siendo idealista), M arx y Engels admiran y critican
e) m aterialism o (y el positivism o) pro-marciano y p aram arrian o.
Lo critican en cuanto m aterialism o mtcnmcLsta, vulgar, ni suficíeQ-
«emente dialéctico e histórico, ni Jo bastante com unitario y huma­
nista: su verdad es u n ila te ra l, pues Ignora h actividad productora,
la práctica hum ana y so d a !, la técnica transform adora. E ste m ate­
rialism o influyó, sin em bargo, en Engcls y de modo notable.

A- CüMTE, Cüf/tt d e p h ila s a p h ie p o s itiv e Í6 vol*., I830-IÍW2),


A. CoMTt, D is c o u r s sttr í’esprfí p a s it if (Ífl44),
J , MoLEscHcnr, D e ? K r e is la u f des Lel>*Mí (1842). Tíi ciVcidotioH (te
ta vis. Trad. francesa E . G aiellcs, París, Builliére. 1366,
L. DdcilNtlftj K r a f t itn d S o f t (1855). F o r c é c f m a tié ra , Trad. francesa
A, Gross-CIaude. 17.a ed,. París. Reimvnld, J894.
C, D ahwin, O n th e origiti o f s p e cíe s by m e a n s o f n a tu r a l s e tc c tia n ,
ú t th e p r e s e r v a tio n o f fa v o u r e d ra ces 1V1 th e s tr u g g íe f o r U fe
(1859). D e l 'origine des e s p ic e s au moved d e ta s é te c tio n ttatu -
r e ite . ou íd lu t t e p o u r F e x is te n c e dans ia tin tu re . Trad. francesa
E . B arbter. P arís, Stüileicher. 1907,
E, H mwkbl, Wo/iíriícíw S c h d p fu tig s g e s c íiic h te (1Í6S),

KARL MARX

La com prensión del m arxism o presupone una lectura seria y una


m editación continuada de la obra de su fundador. E l núcleo Filo­
sófico de la obra de Marx, el movimiento del pensam iento m arxíano

su
y su puesta en práctica no tesan de plumear problem as. Mam mis­
mo decía. hacía el Tin de su vida, que no era m arxiste. Parece que»
pese a todos nuestras esfuerzo?, no hem os llegado todavía a com ­
prender verdaderam ente el pensam iento fulgurante de Marx» ni tam­
poco el movimiento teórico y sobre todo práctico que. nacido de este
pensam iento, hace profesión dei mismo. ¿E s todavía dem asiada prt>]>
lo para llegar a ello?
H ie b ib U o g ra fia

No pretendem os dar aquí una bibliografía exhaustiva de las obras


de Marx, ni disponer, un poco m ás adelante, un rep ertorio volu­
m inoso de los libros relativos a Marx y al m arxismo. Indicam os los
m om entos esenciales del pensam iento de Marx y algunas de las in­
terpretaciones del mismo.
Hoy existen repertorios biobibliográficos referentes a M a n que
también dejan que desear. Indicam os algunos de ellos;

F. Motar tic, K a r t Marx, G e s c h ic h fe s tin e s L e b e n s . Leipzig, 1918; 5»*


ed. 1933.
MxRX-F.Nceus-LeNiK-$rAUN-lM»ntuT B eju z . K. DER S.E.D .. D ie
E r s t d r u c k c d e r W e r k e v o n M a r x a n d E n g e ts . B ib lio g r a p h te d e r
E m ie la u s g a b e n . B erlín , D íeu W crlag, 1955.
A, CoaMU, K a r t M a r x et F r ie d r tc h E ric é is , Pm í í , p.U,F„ L E, 1955,
t I I , 1958, t. I I I , 19tó.
J.-Y. Calvez» La p e rn e e d e K a r t M a rx . París. Seuil, 1956.'
M. R ubel , B ib lio g r a p h ie d es o c u r r e s de K a r t M a rx . E n a p p e n d tc e :
R i p c t t o i r t des twuvres d e F r ie d r ic h E n g d í . F a rií, Riviére. 1956.'
M. R usel , K a r t M a r x , E s s a i de b io g ra p h ie in te lle c tu e lle .1 París, Rí-
viére, J957,
E d ic io n e s

K art Marx y Friedrich EKCBL3, ffístoriseti-krítísche C e ^ a m ía u S g o b c


(W erke, Sch rlften , B riefc). Im nuliragc 'des Msrx-F.ngels Instituí,
Moskau. Editado' por D» Riazanov y V, Adoralsky. Edición ina­
cabada, Plan de las tres secciones;
I. — E scritos de Marx y EngcU con excepción de E l C a p ita l.
II» — Ef C a p ita l y los escritos preparatorios.
I I 1. — Correspondencia.
Citada MEGA, la prim ara cifra que sigue indica la sección, y Ja se ­
gunda el tom o dentro de la sección.
K arl Maex, D ie F r ilh s c h r ifte tt. Editado por S . Lanúshut, Stu ttgart,
KLrtiner, 1953. Selección de textos de Juventud de M arx, b aste el
M a n ifie s to c o m u n is ta (Inclusive).

3. Scbte La penríe de Kart Man de Co -v r , y »hre Kart Atar, Etsai de


hiúgtaplá* inírífertueU*. Óe ilt n u . d . n w d r v r n r i » o B c u a i L etra m u-
veüá, n* 4d, ítb f w de 1957 y o.* SÍ» tctHñiili>t de 193?,
4. d. H. Mjv» , A Orvptr* done ií&lioanlpW de Katl Man, en * L e
Tem í» M oderna* n»* M i, I«S Í, V M, tifian , Svppfitaenl á (a bibtiogrQpbá* der
M w m de ICdrl Man. Par», Rhriére, I(W

III
Kíifl M arx y Friedrich E ntrnn, A n s g c w ilh lte S c h r ifte ti. 2 vols.. Ber­
lín* Dloüt V erla*, 1953.
D leli Vurldg, de B erlín, lia empezado a reeditar en volúmenes se­
parado» la mayor parle de la» obra» de Marx y de Encele y tiene
ya en marcha una tfn*n edición — ¿ro m p íclám en le?— completa de
Stis obras.
¿Hay que recordar que todavía carecem os de una buena edición
critica de las obra» realm ente com pletas de Marx?

T r a d u c c io n e s fra n cesa s

O e u v re s c o m p ib tc s de K art M akx. Traducción de J . M oblor, Edi-


tion Costes, París.
Las O b ra s filo s ó fic a s form an una serie que com prende nueve vo­
lúmenes. Las traducciones de la edición Costes necesitan una buena
revisión.
Las Éditions Sociales han publicado traducciones de un núm ero
considerable de ob ras de Marx, pero om itiendo las obras de juven­
tud. La calidad de la in d u cció n es un poco m ejor.

R e c o p ila c io n e s

Kart M tax Friedrich E nuEl s , £ (u d é p h ilo s o p h iq u e s , Editions Sexuales,


1947.
K arl M jjix-Fried rich E mccls, S u r la í i t t í r a t t t r e el Tari. T t x t t s C h o i-
sis. Editions Sociales. 1954.
K arl Mamc, P a g a c h ó is lé s p ó u r iwe ¿thi/jtw joddH sie. T exto* ñeco-
pilado», traducidos y anotados por M. Rubel, K ívitrc. 1948.

O b ra s

C a r la d e M a r x a s u p a d re (10 de noviembre de 1837). Texto alemán


en F r ü h s c h r ifte n . Trad, francesa J , MolJtor, en Q e u v r c s p h ilo s ..
t. IV , Costes, 194R,
D iffe r e n z d e r d e m Q k ritix d w n und ep ik u r e is c h e n N a t t ít p k ilo s o p h it .
(Test» doctoral, 1841, perm aneció inédita por Marx). MEGA 1.
1/1. D if e r e n c ia d e ta filo s o fía d e la n a ta ra teza e n D e m ó c r ita y en
E p iC u rO . O e u v r ís p h ilo $ ,t t. í, Costea, 1946 (traducción incom ­
pleta).
D e r le iie n d e A r lik e l, en el n.* 179 de «Kólníschen Zeitung*. Publi­
cado en la «Rbem ischc Zeitung», 10, t i y 14 de ju lio de tB42
(Colonia). MEGA I, 1/1. El articu lo de fondo del cl* 179 de la
«Gaceta de Colonia*. O e u v te s p k ü o s ., t. V, Costes, 1948 (tra ­
ducción incom pleta).
Das p h ilo s o p h is c h e M a n ife s t d e r h is to r is c h e n R e c h ts s c h u le (I842J.
MEGA I , 1/1. E l m a n ifie s to f ilo s ó f ic a d e Id es cu e la d e l d e re c h o
h is t ó r ic o . Ó e u v re s phlfos., i, JV, Costes, J948.
K r i t i k d es h e g e ls c h e n S ta a tr e c h ls (1842-1843), Perm aneció inédita
por Marx. MEGA I, l/ J, Texto incom pleto en F r ilh s c h r ifte r t.

911
C rític a d e ia filo s o fía d e l E s ta d a de H e g e l O euvr& s p h ilo s ., t,
IV, Costea, ¡ m
C a rta s d e M a r x a R u g e (una de mayo de 1843 y ¡m » de septiem bre
[Je 1843), Frí¿Afeiffi/re«. O em res p h ila s ., /, V. Cósica, 1948.
Z u r J u d e n fra g t* (1843). MEGA I, 1/L F r ü h s c h r ifte n . La c u e s tió n j u ­
dia, O e u v re s pftiJou., t. I, Costes, 1946*
Z u r K r it ik d e r h e g d s c h e n R e c h tp h ilo s o p fjie , E ft tle iu m g (1844): M E­
GA J, U l , F r ilh s c h r íf l cjl C o n tr ib u c ió n a la c r it ic a d e la f ilo s o f ía
d e l d e re c h o d e R e g e l. In t r o d u c c ió n . O e u v r e s p h ilo s ., t. (, Cdsics.
N a tio iu tló k o n o n tie utu l P h ü o s o p h ie (O e k o n o m is c h p h ilo s o p h is c h e M a -
n u s k ñ p ie ) (1844). MEGA I , 3* El texto dado en los F r iifis c h r ift e
fue criticad o muchas veces, y en efecto es criticab le, pero sigue
siendo bastante válido, si no es el m ejor, Cf. también La edición
de este texto hecha por E . Thíer. H a tia n a lS k o n o m le u ru l T h ilo -
sa p h ie , Colonia, 1950. Econom ía p o lít ic a y filo s o fía . Oeuvres p h ito s .,
t. V I, Costes, 1937 (traducción im perfecta): Éditions Sociales,
1962.
D ie h e iilg ti F a iiiH ie , o d e r K r i t i k d e r k ritis c ln tri K r ít t k , g e g e n B ru n a
B tu te r u n d K o n s o r te n (1845). En colaboración Con Engels. ME-
Ga [, 3 y Díctz Verlag, B erlín, 1953, La S a g ra d a F a m ilia o C r í­
tic a d e la crítica c r ític a . C o n tr a B r u n o B a u t r y consortes. Oeu-
vrt.r p h ito s u l. II y I I I , Costes, 1947 y 1948,
T h e sen ü b e r F e ite rb a c h (1845). Perm aneció inédito. MEGA I, 5,
F r lih s c h r if ie tt . T es ts s o b r e F e u e rb a c h , O e u v re s p h ílo s ., r. VT. Cos­
tes. 1937.
O te d a t i se he Id e o lo g ic , K r i t i k d e r neneifert d t u l s c h t n P h ü o s o p h ie
rir ih r e n R e p rU s e n ta n te n , F e u e rb a c h , B , B cu ier u n d E íím er, u n d
(1846).
des d e u tic h e n s o g la lis m u s in s e in e n v e rs c h íe d e n e n F r o p h e te n
En colaboración con Engels. Perm aneció inédito. MEGA I, 5.
Para la prim era parte, la m ás im portante, véase también F rü h -
s c h ríftc tt. En form a de libro separado, Diet/, fiertín, 1953. L a
id e o lo g ía a lem a n a . C r ític a d e la m is r e c ie n te filo s o fía o to m a n a
en sus re p re s e n ta n te s FeueríweÍ!, B , B p u e r y S t i m e r y d e l s o ­
c ia lis m o a le m á n en jus d iv e rs o s p ro fe ta s . O e u v re s p h ílo s .f t. V I,
V il, V III, IX , Costes, 1937-1948. La primera parte, P c u e rb a c h ,
fue traducida tam bién en Éditions Sociales, París, 1953.
M is e ria de la filo s o fía . R e s p u e s ta a la filo s o f ía de ta m is e ria de ,Vf.
P r o u d fio n . E scrito directam ente en francés y publicado en París,
en 1847. Costes, 1950; Édjtiotts Sociales, 1961.
M a n ifc s í d e r K o m u n h tis c h e n F a r t e í (1848). En colaboración con En-
gels, MEGA I. 6. Frw/iícftrifíert. Alútújfiejto c o m u n is ta . Costes.
1933; CdutluDS Sociales, 1946.
L o h n a r b e it u n d K a p iia t (1849). MEGA, 1, 6, Dietz Verlag, 1953- T r a ­
b a jo a s a la ria d o y c a p ita l , seguido de S a la ria , p r e c io y p r o v e c h o ,
E d il ion* Sociales, 1960,
D ie K la js e n k ü t fíp fe in F r a n k r e ic h (1850), Dietx Verlag, 1951. L a s
Juchas de cla se s en F ra n cia . Ediüons Sociales, 1948.
Der a c h tz th n te B m m a ir e d&s L o u is B o n a p a rte (1852). Dietz Verlag,
1953, E l 1H B r u m a r io d e L u is B o n a p a rte . Édiiions Sociales, 1945.
The E a s te rn C u e s tió n , A rep ríni of le ttert w rittcn 1851-1856 dcallng

114
wllh lile evenls of the Criminan Wnr. üw drctf, 1897. Im c u e s tió n d e
O r ie n te , Costos. 1929,
ifur K r i t i k d e r p o ltíis c h e n O e k o tto m ie (IS59). Dietz Verlag, 1951,
C o n t r ib u c ió n a la c r i t i c o de te e c o n o m ía p o lític a . Costes, 1954.
A d r é is o f th e G e n e ra l C o u n c ü o f íh e In te r n a tio n a } W o r k in g M e tt’s
A s s o c ia tio n o rt th e C iv il W a r iu F r a n c a 1871 {1871). Ed. ale-
roana Dieiz Verlag, 1952. L o g u e rra c i v i l m F ra n cia , 1871. La
C o m u n a de P a rís , Editions Sociales, 1955.
R a ttd g ío s s e n z a m P r a g r a m m d e r d e u ls c h e n A r b e it c r p a r t r í (1875). Pu­
blicado en 1895 por Fngels, Dietz Vcrlag, 1955. K. Marx-F. En-
gcls, C r it ic a de to s p r o g r a m a s d e G o th a y d e E r f u r t . Editions
Socbks, 1950,
D a s K a p ita l. K r i t i k d e r p o litis c h e n O e k rm o m ie . T. 1, 1867; L 1I„
publicado por Engels en 1885; t. H l, publicado por Engels. en
1894, Tres volúmenes, Dietz Verlas. 1955. E í C a p ita l. Cr frica ífc ta
e c o n o m ía p o lític a . Éditians Sociales, 8 voL. 1948-1960.
T h e o r U t i iih e r d e n M e h t w e r t, Aiu íte m na cb gela ssen en M a n u s k r ip t
« Z u r K r it ik d e r p o litts c h s n G e k o n a m te » vou K a r t M a rx . Editado
pnr K, Kautsky, Stultgart, J. H, W. Dlet7. 3 vals., 1905-1910. Tra­
ducida al francés coa el título Historia d e io s d o c tr in a s e c o n ó ­
m ica s. Costes, 8 voL, 1924-1925.
G r u n d í s ít d e r K r i t i k d e r p o iitis c h e n O e k o n o m te (1857-1858), Perma­
neció inédito hasta 1939-1941. Dícri Verlas, 1953.

C o r r e s p o n d e n c ia

MEGA III, 1. Dietz Ver-


K d r f M a r x F r j e d r i c h E tig e ls , B r íe fw e c h s c l.
lag. 4 vols., 1950. CQ)TC5potuííw*fl K , M a r x .- F . E n g z l s , Costes
9 vois., 1931-1934.
ñ r ie f e att K íig e tm a n n . Dietz Verlag. 1952. C a rta s d K ttg cltn a ttfí, Édí-
t inris Sociales Interaationales, París, 1930.
B r ié f ean W ey d e m É y e r u n d Frau. Aus der Waffenlíanírmer des So-
zLalixmus, F ran cfo rt am Main, 19Ú7. Un p asaje Importante de la
carta del 5 de marzo de 1852 esté (inducido en K . Marx-F. En-
gets, Estudios F ilo s ó fic o s , Cditions Sociales. 1947,

F R IF s D R ÍC H E N G E L S

Fue Engels quien desarrolló el pensamiento de Marx como m ar­


xismo, es decir, com o filosofía del m aterialism o histórico y del m a­
terialism o dialéctico, contribuyendo asi a Ja consolidación de !o que
iba a ser doctrina oficial del m arxism o. Sólo con Cogéis y partiendo
de él llega a ser m arxism o el pensam iento de M arx;1 esto ocurrió
ya en vida de Marx, pero sobre todo después de Su m uerte. En lo
.tuceñivo, et m arxism o se define — no sin con fu sion es— como un

5 , *Vo K itu iii p tf «üimtiiQIB ip un fftiítíM lltnnin y pA intraducir el


fÜíilcÍHiU cu d u x au n lsn cT , eiiHÍbít W l v « E>«r*tii % M-un, Citada per
LcsTfí, VflTT, fin g d r, AÍjrrtíiru?, edictofw* en k n g a u cxUAiifens. M oscá, 1647.
p. 56.)

315
método y una doctrina, aunque unitaria, es «trlp artltu *, puesto que
«im p erio ires dominios inlcrdcpendientes. El m élodo pretende ser
d io lie tico: U diside tica del p e n s a m ie n to lleva al lenguaje la dialéc­
tica de Ja rea lid a d . Así, )a dialéctica de los s u je to s (hum anos) ex
presa la dialéctica de los o b je t o s (naturales c h istérico s). Sin em ­
bargo, el problem a de esta conexión queda en la som bra.
Las tres dimensiones de la doctrina m am ista son las siguientes;
A) La filosofía del m a te r ia lis m o d ia lé c tic o , especie de filosofía
prim era, que se orienta hacia ta n a tu ra le z a córm iut y e l movimiento
(dialéctico) de ta m a te r ia y pretende captar el ser en devenir de la
totalidad. E l m aterialism o rontológico» se opone aq u í al esplritua­
lismo metnflsico. La d ia l ¿a tic a m a te r ia lis ta quiere Abarcar Ja d ia lé c ­
tic a d el p e n s a m ie n to , y esta refleja la d ia lé c tic a d e la re a lid a d . La
lógica dialéc lien realista se opone aquí a la lógica form al c idealista.
B) La filosofía del m a te r ia lis m o h is t ó r ic o , filosofía de Ifi histo­
ria, del desarrollo de las fuerzas productivas m ateriales de la sociedad
y de Ja superestructura ideológica. El m aterialism o histórico se
apoya en la crortcm ía p o lític a , puesto que el secreta del desarrollo
histórico y social reside en el desarrollo económico y tecnológico.
C) La p o lít ic a revo/ucr'onariü, s o c ia lis ta y c o m u n is ta , centra tía
en la lucha de clases y encaminada a conducir al proletariado y a
la humanidad a una sociedad sin clase» y sin Estado.
La tentativa de Engels tomo tam bién d aspecto de una triple
dialéctica: d ia lé c tic a d e l p e n s a m ie n to , d ia lé c tic o d e la n a tu ra leza ,
d ia lé c tic a d é ta h istoria^ Hegri pensaba que el L a g o s s e aliena en la
N a tu ra le z a para recuperarse1 en La H is to r ia . No solam ente su con­
cepción no parece poder ser rebasada fácilm ente, sino que continúa
rigiendo a aquellos que intentan convertirla, cayendo muy a me­
nudo por d eb ajo del nivel de su adversario. Asi, Engels esquiva el
problem a del origen de la dialéctica, de su fuente y de su sentido.
Pues, ¿qué significa una dialéctica que habita originalm ente la mate­
ria en movimiento — e independientemente del pensam iento huma­
n o — , un» vez, que se ha negado el Logos equivalente a Dios?

P r in c ip a le s o b ra s

lím r íjje « t ciner K r it ik d e r N a lio n a lo k o n o m ie <1844). MECA 1, 2.


E s b o z o de u n a c r it ic a de ¡a e c o n o m ía p o lít ic o . Mov/JHÍCrtfC s o c ia ­
lis ta , agosto-septiem bre de 1905,
D ie L a s e d e r a r b e ile n d e tt Ktasse- in E n g la ttd {1845), MEGA I. 4.
L a s itu a c ió n d e lo s c la s e s tra b a ja d o ra s en In g la te r r a . 2 voís..
Costes, 1933; Editions Sociales, 1960.
D e r d f u t íc h e B a u e m k t ie g 0 8 5 0 ). Díetz Vcrlag, 195), Ljx g u e r r a d e
lo s c a m p e s in o s en A le m a n ia , C o s te s , 1936.
H e rtn E ugen D ü h rtn g s V m v ñ U u m g d e r W is s e n s c h a ft, P h ilo s o p h ie
P olfííicftí O e k o n o m ie , S o zia lis rttu s (1878). D icti Vcrlag, I95+,
E u g e n io D ü h r in g d eva sta la c ie n c ia , 3 vals,. C ostes, 1931-1933,
E d ition* Sú d ale». 1950. E ste libro es citado habitual mente con e l
título de A titi-D ílh r in g , — S o c ia lis m o u t ó p ic o y s o c ia lis m o c ie n tt*
f ic o , constituye un folleto com puesto de tres capítulos del A n t í
B llh r in g (retocados). Éditions Sociales, 1933.
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Marrismo ru s o y s o v ié tic o

La Rusia zarista empezaba a ser invadida por la técnica y el pensa­


miento europeo mucho antes de Lenin y Ja revolución bolchevique
de 19)7, Hacia la mitad del siglo xnt, a través del debate que enfren­
taba a eslavófilos y occidentalistns, se planteaba ya el problem a de
la europeización y de ]a modernización de Rusia. Las ideas hege-
lianas y las ideas m ateríalistas y positivistas se abrían cam ina y po­
nían al país en movimiento. A H c n c n y N, T tlicm vcb ew ik y (M arx
aprendió el ruso para poder leerlo),, los nihilistas, ios populistas y
los anarquistas, tales Koproifcin y Rakunín — que desempeño un pa­
pel im portante en la 1 Internacional —„ contribuyeron en gran ma­
nera b Ta obra destructora, negadora. atea e «Individualista* de ta
que había de salir la realidad nueva y colectivista. Plekhanov es el
fundador del m arxism o ruso. El m arxism o ruso, y después sovié­
tico, solidifica y dogmatiza el m aterialism o dialéctico, libra violentos
com bates — teóricos y prácticos — y se constituye, gracias a Leoin y
Stalín, en teoría general, en doctrina oficial d d partido com unista y
del Estado soviético. E ste m arxism o oriclal, habiendo eliminado, por
todos los procedim ientos, a sus adversario* Ideológicos y las tenden­
cias heréticas (Bcrdíaev, los idealistas ncokanLlanos, Máximo Gorki,
Bukharín, Trotsky), pretendo ser filusufÍB constitutiva de una o r t o
doxia — nunca plenamente definida — y com hatc duram ente todas
las heterodoxias. L ejos do querer suprim ir lo que él llame filosofía
(form ación de la superestructura y form a de la alienación ideológica,
según Mam, destinada a ser suprimida en y por su realización técni­
ca y práctica), el m arxismo soviético consolida tus posiciones filo­
sóficas. uniéndolas más que estrccTiATTKitlc al cientifism o. Así se
erige una c ierta sistem ática enciclopédica que comprende la ló g ic a
(form al, dialéctica y axiom ática), la c o s m o lo g ía y las c ie n c ia s d e la
n a tu ra lez a , la p s ic o lo g ía y la p e d a g o g ía . La s o c io lo g ía , la e c a tto m la
p o lític a y ta h is to r ia , la é tic a y ta esférica. E ste marxismo m ilitante
libra sus com bates en tres frentes: el /rente f ilo s ó f ic a (o ideoló­
gico), el f r e n t e e c o n ó m ic o y el ¡r e a te p o lít ic o . Después de Ja muerte
de Stalín (1953) y de los acontecim ientos que la han seguido, La

317
Mlurwíft» parece entrar en una Tase destinada a conocer una mayor
movilidad.

F , DosroiEtVáKY, R u sta fr e n te a O cc id e n te . Testos y artículos escritos


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de PtdíhaTWY, especial mente sobre La p ftilo s o p h ie de f ie g e t {1891),
sobre D ia le c t iq u e e l L o g iq u e , sobre ¿d p h ifo s o p h te d e V h is ta ire ,
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jesu íta que quiere confrontar el m arxismo original con la ideo­
logía soviética, Pero Ja confrontación con la realidad concreta
queda por hacer.)
H. M arcuse, Soviet M a rx is m e - Nueva Y ork, 195®.

M a r x is m o c h in o

El pensam iento de Marx, nacido en Europa occidental com o un


cierto resultado práctico de la filosofía de Occidente, convertido en
m arxism o y después en d octrina oficial de un P artido y de un Estado
y cit guía de la técnica (aunque ésta sea puesta al servicio de la
actividad práctica), pasa de O ccidente y de Europa a Oriente y a
Asia. El m arxism o pasa asi de los países industriales a lo s países
agrarios y técnicam ente subdesarrollados y se convierte en el pro­
m otor de su europeización y de su industrialización. El m arxism o
chino no parece relacionarse con 3a tradición china. Reclama la vo­
luntad de poder de la técnica m oderna y planetaria. La voz de Con-
Fue lo y de Lao-Tsc no parece ya perceptible en la vía seguida por
Mao-Tító-Tung. ¿E s un silencio definitivo?
Mao-T üIÍ-TunC, A p r o p o s de la p fa tig u e . L a latina n e n tr e ía cownní-
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iDbnatiiinmX de tocia (desde 1 (1 ®), “La twitc blrm ilÚH le'’ ÍJ945-19Í1),
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T. W ílhrím R u c i l e l jwirnern q u luhenti» i l k i a M u í y a F im u — t i


m a in U n » y e l ptieoeniltsis — T precefelzAla la tifccrted M *u *1 en una p en p ectivt *o-
(i i l M a . IK«e tn Jak ln . * la ves, del ÍW tÜ ci n v m d ild i (tr u b l w ¿ l a condenada
poi la 111 [ i H n w i o i u l ) y d e la A w d u íó p f f l a m u l i l k t In tc tta c iH il, y buba
d r t b m t a a w M tita n b . Ésta sucedía entre 1930 y 1934. íp m a de aug>? del ín -
lluftiTto y clel tw rlím o -

311
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PMH'AtílO....... ................... . ............. ... ... ...................... 7
lírtu ocu ccifo- — Puro compranler ijl pensaniiMihJ de Mur* . . . . . . . . . 9

LIBRO 1

D E HEGEL A MARX

CjudrULn órnen. — Del saber uliHilntii a la priisÍH IgíaJ . . . ........... 25)

L IB R O II

LA ALIENACION ECONOMICA Y SOCIAL

Capítulo I.— EJ trabajo. La división del trábalo, Ejw taibajuilnire 51


Capítulo n . — I j t propiedad privada. El a p ila r. El dinero ... . . . 65
C apítulo TU .—- T j mAíprina. La Industria. I j i cfvíbKiñón tocuietsta, 73

LIBRO m

LA ALIENACION POLÍTICA

C apítulo óm ra, — L s sociedad civil y eí Ettodo . . . ............... 85

LIBRO IV

LA ALIENACION HUMANA

CafItuia I-— Las relucí (mes rutm Jos dos uvao* y la familia....... 105
C arfnruo U_— El ser, ei hacer y el haber ... ... ..................... 115
LIBRO Y Obras publicadas en esta misma colección
LA ALIENACIÓN IDEOLÓGICA

C * p íiu l í) I — 'E l penummiciita y la c x m d e n d a (¿son v e rd a d e ro * y


« d o lí ) ........................................................ ... 135
C a H t u ix > I I - — L h religión, Lan idoes ... .......... . . . ................. 147
C a p í t u l o 1IJ. — Et A r te y U P u esí* .............., ..................... .........„ 160 1 Robort £. U n a y David O- (M ere
C a p ít v u i I V . — - L a fÜOíófis (tn ri aflata»), I ju ¡ á e n d u .................. . 178
LA OPINIÓN PÜ 8 U C A

¿ D e opinión pública a política pública? — D escripción de una opinión. —


UBfiU VI Formación y debilitam iento d i la tradición patam a de opinión. — Las.
ín H u eitdai da los grupos — influencias b e loa libaras sobre le opinión
pública. — Opiniones sin Información. - - El problem a da la radanslldad. — £1
la p e r s p e c t iv a d e l a r e c o n c il ia c ió n problem a de la ccprom ildbd. — El problem a d e la mtenaidad.
EN CUANTO CONQUISTA
Precio: 123.— p ta «.
C in iL io [, — L 01 pRfiipiiottn tW netutihMta de la atica^ióa. 109 t Howard V. Parlm uner
C u f n m II. — El nn)«A{niñ: iwlunliffl^ltiniiíiiiK}-»cytiaH. ü09
C afíti'u i I)), — La supreñAti de la RliwAí* mediante su realización. 347 H AC IA O K A TEORIA V UNA PflAC TiC A DE U S INSTITUCIONES SOCIALES

CftMLLVSKKtS. —. Cuttli'NIH ifc íe ftM .......................................... ... 363 Prólogo y ooftro a la edición « p a t e l a de A * n N. G a r d a - N te t?
1. — Problemática económica ................ ... ............................. 267
La necesidad d e una teoría y una practica d e la Arquitectura social. — Oefi-
2, — Problemática política ........................ ... ........................ 264 pfeMd preliminar da 1» estructuración b e l « Instituciones, — La necesidad do
S. — Prubkniitvcj animpoU^cj ... ... ................. . ... ... ... 286 com prender et proceso da la estructuración de las Insiltucioneo- — D istintos
4, — Problemática idooMgjtai ... ... ... ,,, ........................ ... 292 tipos d e problem as que presenta la estructuración do tas Instituciones- — La
5. — Problumútlcn dr la mxmríTiación conquistadora ... ... 298 estructuración da t u Instituciones v ia b le * y tas necesidades y valores hu­
manos. — Elaboración de la base conceptual necesaria para una teoría
Noía fijiai ... .................... ............■ ¿............ .r ................. 305 d a la Arquitectura w c le f. — O b la tiv o » de osim ctu reclón resultantes en
una Empresa. — A n exo: La om praai capitalista, ¿institución en crisis?
It INEUAJUÍI BhíLIfMrinÍMÍX) .............................„ ... . . . ....................... ... non
Precio: TZ5.— pías.
"■ ■ " ■*- — — — 'i - ........... . ... ... ... ... non
Sobre Hcgt'l ... ... t.. ... .., .., ... ... ... ... ... ... ÍW8 3 Robart A. Ddhli
Loa hegelúuio* de Ixrjuionla ..................... . ... ... ........ 300
Lfl economía politice mgírxu .......... .,. ................. ... ...... „ 309 ANALISIS SO CIOLÓGICO DE LA POLITICA
El socialismo fanuós ... ... ... ... ... ... ... ... ........ 310 A b u r a s Inevitables cuestiones pal filosa, — ¿Gud es la política? — Sistem as
El positlvlsTilQ, el Cvulut-iinlimen, d imitartiilixinn .,, ... ,,, ... 311 p olítico s: S sm elen rss y diferencias, — Ped er e Influencia. — El hombre
Eflii Mar* ,r. ....................................... .. _.. j . ....... ... 311 p olítico . — C onflicto p o litló n coacción y G obierno populer, — Evaluación
Bibliografía. Adicionas ... ......... r_ ...... . ................. 313 política.
Traducciones francesa?, Itacopilacicues. Obras ... .................. PtracH: 1ZSy— pías.
313
Carrespondorrcia. Fhedrteh EngoL ... ,,, ... ... ... ... ... ... 315
Pñflcipulffli obras ... ... ... ... ............................... . ... ... ,,, 316 a F elip e M ellizo
Mariisniu m*n y soviético ... .......... ... ......................... . 317
Sobra d marxismo roviético, mnrxixnio chino, rtuveismo ocndculaL 319 EL LENGUAJE DE LOS POLITICOS
Sobre Mar* y el morrillo* . . ...... „ ... ............. =I. ... 320 Da la misma form a qu e existe un languaje técnico, temblón hay un tabla
Marasmo y psoaanáliaix .............. ... ............ ............. 323 pqlltlu,, y iknd& ji política un tacha que frwprSflM totslnwnn nueíues
Marxismo, fenomeuoloaíü, imlologtx. eslsN-ntkihvnvi ... ... ... ... 324 a c c la n u , a u htbte pohtlop Tftrrnlnirá por s#r la única langu* que ta b íe n io í
tockw, U libro tundía la ean'iufiufi da ería lfrnguBjoH clave? y símbolos
y e l uso que fo i p o líticos han hacho d e ellas a le largo del tiem po. con
« p e d a l referen cia ¿I utilizado por aí com unism o y1 « antlHMiminis ™ .
Termina cen iin interuaani* *c-cal>utorio y bibliografía-

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