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constituiría el sujeto.

Lo que marca, justamente, la ruptura de


la ilusión de un sujeto unificado en la teoría freudiana es el 3. Mito o historia en los orígenes
contradictorio conjunto de representaciones deseantes que ha- del aparato psíquico
bitan el inconsciente, su incoherencia, su compatibilidad a-ló-
gica, y por eso mismo su contraposición al sistema preconscien-
te-consciente.
Los elementos señalados representan propuestas introduc-
torias para el abordaje de la constitución del proceso secunda-
Hemos puesto de relieve en los capítulos precedentes cómo
rio en psicoanálisis. Los denominados trastornos del lenguaje o
los trastornos de aprendizaje en la infancia son, en la mayoría la preocupación de la cual somos objeto cuando nos dedicamos
de los casos, efectos de las fallas en la constitución de la re- a la constitución de una teoría de la clínica de niños nos lleva a
presión originaria y, por ende, fracasos en la estructuración del embarcarnos en la búsqueda de respuestas respecto del avant-
sujeto psíquico. En este sentido es que, al abordar el proceso de clivage, tiempos míticos de los orígenes.
constitución de la represión originaria, de la división entre los Si partimos de la opción teórica de que el aparato psíquico
sistemas psíquicos, estudiamos el problema de la constitución implica dos modos de funcionamiento y dos contenidos signa-
de la lógica y el juicio, cuyas condiciones de estructuración son dos por relaciones de conflicto, y de que el preconsciente no se
también las de una lógica del lenguaje marcada por oposiciones funda a partir del inconsciente sino que cada sistema está en
que definen significaciones diversas. correlación con el otro, afirmaremos que no se puede hablar de
El juicio, el discurso gramaticalmente estructurado, son un inconsciente, no se puede hablar de formación de síntomas en
producto de la represión y por lo tanto su singularidad sólo es- la infancia en sentido psicoanalítico, antes de que la represión
tará dada por la correspondencia que los entrelaza a un incons- originaria se instaure, constituyéndose a partir de ello el apa-
ciente, este sí, absolutamente singular. rato psíquico. Pero, ¿qué hay entonces en el psiquismo antes de
esta instauración? y, por otra parte, ¿desde qué perspectiva de-
ben ser considerados los estados anteriores a dicha represión?
¿Son ellos momentos genéticos, momentos del «desarrollo»
determinados internamente por un movimiento evolutivo que
depende de la maduración del psiquismo infantil entendido co-
mo un organismo? ¿Son sólo tiempos míticos, es decir, supues-
tos de los orígenes cuyo efecto de conceptualización ofrece in-
terés en función de un rellenamiento conceptual de la teoría
psicoanalítica entendida como una verdadera antropología, un
estudio del hombre en general? ¿O son - tal y como preten-
demos demostrar desde una perspectiva histórico-estruc-
tural- verdaderos momentos de organización del psiquismo
que permitirán la ubicación de los elementos constitutivos en
fwición de determinantes constituyentes, cuya correlación po-
sibilitará no sólo la puesta a prueba de las hipótesis teóricas
sino la determinación, en el momento de la consulta, de un
campo de trabajo sobre el cual operar con un índice de cientifi-
•idad mayor?
Como lo que guía nuestro trabajo es la preocupación por po-
ner en obra la represión originaria, en virtud de dar un funda-
mento metapsicológico al análisis de niños, nos vemos en la ne-

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cesidad de poner de relieve la siguiente observación: toda la fuga del organismo frente a ellos. La diferencia entre estímulo
Metapsicología está encaminada a mostrar rma complejización (Reiz) y excitación (Erregung) 1 permite la misma diferencia-
creciente de las estructuras psíquicas en función de la organi- ción: la pulsión es aquel estímulo endógeno frente al cual la fu-
zación defensiva del sujeto respecto de aquello de lo cual no ga está impedida, llevando a partir de ello a movimientos psí-
puede huir, es decir, respecto de la vida pulsional. Paradójica- quicos defensivos cuya complejidad desembocará en la consti-
mente, a medida que esta estructura psíquica se complejiza, tución de una tópica en el sujeto psíquico. El carácter alta-
asistiríamos, en lo manifiesto, a un ordenamiento empobrece- mente paradójico del objeto en el momento del apaciguamiento
dor de este mundo pulsional. La riqueza fantasmática atribui- de la necesidad, el hecho de que el soporte del agente satisfac-
da por Melanie Klein al sujeto de los orígenes tendería aparen- tor de esta necesidad sea el mismo que el del agente de excita-
temente a un agrisamiento, a un apaciguamiento, a medida ción sexual, complejiza este movimiento diferenciador gene-
que el aparato logra formas superiores de organización, como rando un externo-interno, objeto fuente, derivado de la estimu-
si este caos inicial solamente pudiera encontrar una estructura lación sexual precoz a la cual el niño está expuesto por el hecho
posibilitadora de placer a costa de una regulación menos an- de hallarse sujetado por los cuidados de la práctica antinatural
gustiante. materna. Y en este sentido debemos hacer notar que, cuando
El problema radicaría, posiblemente, no en considerar rma incluimos los cuidados maternos entre las prácticas antinatu-
totalidad signada por el caos o por el orden, sino por rma comple- rales, no lo hacemos sólo en el sentido propuesto por Lacan (or-
jización en la cual estos fantasmas precoces deben encontrar topedia narcisizante obturadora de la incompletud fetalizada
rma ubicación definitiva en el interior de la tópica psíquica. de los orígenes), sino que lo hacemos en el sentido de conside-
Freud no dejó de señalar, en la misma Metapsicología, que rarla entre todas aquellas prácticas capaces de cambiar la na-
la agencia representante de la pulsión se desarrolla con mayor turaleza del objeto, de subvertir su armonía natural -la del
riqueza y menores interferencias cuando ha sido sustraída por instinto, en este caso--, a través de una acción modificadora. Al
la represión del influjo de lo consciente («La represión»). Conce- Lomar un objeto natural (la cría humana) y transformarla en
bida la represión originaria como el clivaje inaugural del apa- un producto de cultura, un producto sexualizado, subvertido en
HU instinto, guiado a partir de esta inclusión seductora y trau-
rato, aquel que tiene la virtualidad de constituir una tópica de-
mática en un mrmdo regido por el placer-displacer, por el amor
finitiva, es justamente por el hecho de que en análisis de adul-
y el odio, el agente materno abre las vías de esta humanización
tos (y en el de niños cuya tópica se encuentra ya organizada)
on virtud de la cual, aun en sus fallas, en los productos oligofre-
encontramos a través de la represión secundaria la huella de
n izados de la psicosis infantil, se ve ya una producción cultural
ese verdadero acontecimiento fundador, que su existencia real
y facticia y no un ser natural constituido.
ha permanecido en el orden del mito, se ha reducido a ser sim-
¿Cómo concebir entonces, sin aludir a la constitución mis-
plemente una necesidad lógica en el corpus de la teoría psico-
ma del sujeto psíquico, las transformaciones de la defensa a las
analítica. Sin embargo, en el psicoanálisis de niños, en los n iales es constreñida la pulsión, verdadera mutación de su
momentos en que nos vemos obligados a enfrentarnos al avant- t lcstino; si conservamos la hipótesis del apuntalamiento y la si-
clivage, la reubicación de estos tiempos permitirá considerar- t.11amos desprendida del orden vital en el movimiento que la
los en el interior de un verdadero proceso histórico de constitu- ronstituye como objeto externo-interno perturbador excitante?
ción del sujeto psíquico, confrontándonos a los movimientos es- Si bien señalábamos antes nuestra preocupación, en fun-
tructurantes que no son sólo anteriores a la represión origina- ri6n de poner a trabajar la represión originaria, diciendo que
ria sino que preparan su instalación definitiva.
Vemos en «Pulsiones y destinos de pulsión» que la meta 1
'lbmamos la propuesta de traducción de Jean Laplanche que señala que el
(Ziel) de la pulsión es, en todos los casos, la satisfacción que 11 l11 má n dispone de dos términos bastante cercanos, pero que posibilitan la
sólo puede alcanzarse cancelando el estado de estimación en la 1lIHti nción entre lo interno y lo externo: Reiz, aludiendo al estímulo externo, y

fuente. Las primeras diferencias entre el estímulo interno y el /~1 ·r1•m.uig, al interno, cuya traducción adecuada, ya en el campo pulsional mis-
11 10 , por excitación, nos permite ubicar el orden pulsional en décalage con el or-
estímulo externo vienen dadas por la posibilidad de fuga o no
tl 11 11 vilal.

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esta no aparece en los textos freudianos sino como una necesi- Detengámonos en el segundo tiempo, momento del «retorno
dad teórica, la de ofrecer un fundamento lógico a la represión sobre la persona propia», dejando el primer tiempo, que, como
secundaria -siendo una necesidad del sistema que lo secun- hemos dicho, corresponde al sujeto de la autoconservación (no
dariamente reprimido deba ser a la vez expulsado de la con- hay pulsión escópica, el mirar no está al servicio de la sexuali-
ciencia y atraído por el inconsciente, inconsciente originario dad). Decir que el sujeto se mira a sí mismo no es suficiente. Es-
que permitirá esta atracción- , hay nociones presentes en el to sería puramente descriptivo. Para el observador el sujeto se
conjunto de la obra que permiten cercarla: la fijación, la contra- mira a sí mismo, pero, ¿quién mira a quién y desde dónde? Con-
carga y el traumatismo son las que escogemos para ello. servando la línea que adoptamos, de un primer tiempo de la se-
En las páginas siguientes desarrollaremos estas ideas, con xualidad ligada al autoerotismo, objeto parcial de la pulsión
el objeto de hacer jugar esta preocupación sin duda comparti- parcial (segundo tiempo de los propuestos por Freud, ya que
da, aun cuando no resuelta, por Freud, cuando decía que si la dejaremos de lado ese primer tiempo de la autoconservación,
represión no es un mecanismo de defensa presente desde los tiempo mítico del sujeto no sexuado), es esta pulsión parcial la
orígenes se podría adelantar la hipótesis de que «antes de esa que está en juego y sólo fenoménicamente hay un mirar-se que
etapa de la organización del alma los otros destinos de pulsión, implique un sujeto imaginariamente unificado poseedor de
como la transformación en lo contrario y la vuelta hacia la per- una imagen completa de sí mismo, es decir, un yo que tome a su
sona propia, tenían a su exclusivo cargo la tarea de la defensa cargo la representación del sujeto psíquico. Esta primera esci-
contra las mociones pulsionales». 2 El primero de estos procesos sión entre mirar (del primer tiempo) y mirar-se, del segundo,
afecta a la meta, el segundo, al objeto, y están ligados entre sí no se realiza por la línea que marcará la represión posterior-
hasta el punto de que es imposible describirlos por separado; mente, escisión determinada por el conflicto intersistémico,
ambos se estructuran en una gramaticalidad (aun cuando su Hino por un primer clivaje entre el sujeto de la autoconserva-
carácter sea anterior al lenguaje como tal) en la cual el reflexi- ·ión y el sujeto sexuado, abarcando múltiples líneas que sólo
vo es el camino hacia la permutación entre el sujeto y el objeto ponen de manifiesto la fragmentación libidinal de este último.
(mirar - mirar-se - ser mirado), cuyas alternancias permiten al El ser mirado por otro -del tercer tiempo, si nos referimos a
propio sujeto ser tomado como objeto. In propuesta de Freud; del segundo, si hablamos en el campo
En «Pulsiones y destinos de pulsión» encontramos la expo- oxclusivo de la sexualidad- debe ser considerado, en nuestra
sición más extensa acerca de estos mecanismos. De los tres opinión, como un efecto de la estructuración del yo narcisista,
tiempos propuestos para la constitución del exhibicionismo: i:ualitativamente distinta de la anterior en la constitución del
mirar, como actividad dirigida sobre un objeto extraño; aban- 11 parato psíquico.
dono del objeto y retorno de la Schaulust sobre una parte del Puesto que la satisfacción es la meta necesaria y obligada
cuerpo propio (mirar-se), e introducción de un nuevo sujeto pa- 1lo la pulsión, ¿qué significaría hablar de una pulsión de fin pa-
ra ser mirado por él, el primer tiempo no correspondería a la
Mivo? ¿O tendremos que incluir en este caso al sujeto conside-
tendencia pulsional activa propiamente dicha ni a la perver-
l'lldo en su condición de contracarga, es decir, incluir la cons-
sión como tal: Freud designa con ello la función visual en tanto
1iLución del yo para hacer inteligible este proceso que marca
función autoconservadora. El origen de la pulsión corresponde-
lw.; movimientos primarios de escisión del psiquismo inci-
rá al segundo estadio, el del registro sexual del fantasma. 3 En 11ionte?
el tercer tiempo, la introducción de un nuevo sujeto para ser
mirado por él, plantea una dimensión diferente de la cuestión, lntentaremos poner a prueba nuestra hipótesis de trabajo,
a la cual atenderemos más adelante. f1<1$rica y de consecuencias clínicas, de que la transformación en
/11 1·ontrario y la vuelta sobre sí mismo, como mecanismos de de-
2 S. Freud, Metapsicología, en Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu /i•11 sa, son mecanismos estructurantes del aparato psíquico, cu-
editores, vol. XIY, 1979, pág. 142 (las bastardillas son nuestras). \111 rtparición marca el primer tiempo de la represión originaria,
3 Para un desarrollo de este tema véase J . Laplanche, Vida y muerte en p si-
1 ;•¡lf'esión {undante de este aparato, y de la diferenciación entre
coanálisis, BuenosAires:Amorrortu editores, 1973, y Gérard Bonnet, Voir-etre /1111 sistemas inconsciente y preconsciente-consciente.
vu, París: PUF, 1981.

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Pondré a discusión, mediante un caso clínico, las hipótesis ficio secundario que obtenía, a costa de intensos sufrimientos,
antes señaladas, para retomar posteriormente algunos proble- era para tener en cuenta, no explicaba bajo ningún concepto ni
mas teóricos que de aquí se derivan. la estructura psíquica a la cual me enfrentaba yo en el momen-
to de la consulta, ni la especificidad sintomática que en ella se
enraizaba.

Andrés: vicisitudes de la angustia,


vicisitudes del sujeto La historia de Andrés

El motivo de consulta en relación con Andrés, cuando el ni- Los padres se casaron siendo muy jóvenes, después de un
ño contaba seis años de edad, estuvo determinado por una fo- noviazgo de tres años, y un año y medio más tarde nació An-
bia de origen antiguo. Esta fobia, estereotipada y sin variacio- drés, cuando la madre tenía diecinueve años y el padre veinti-
nes, aparecía desde que tenía tres años adherida a una misma cinco. En la mitad del noviazgo murió el padre de la madre, del
representación, Drácula, y le producía intensos sufrimientos. cual tomaron el nombre para el niño. El parto, previsto para
En los últimos tiempos (y esta fue la razón de que los padres mediados de julio, se adelantó veinte días, coincidiendo con el
decidieran pedir ayuda profesional), las crisis de angustia se tercer aniversario de la muerte del abuelo. La familia festejó el
habían intensificado de tal manera que, en su desesperación, nacimiento de Andrés diciendo que «había vuelto a nacer mi
Andrés se arrancaba los cabellos y tenía episodios de insomnio papá» (palabras de la madre).
que duraban hasta altas horas de la madrugada. Tal sintoma- El desarrollo del niño durante los primeros tiempos fue nor-
tología se acompañaba de una conducta supersegura durante mal, sin datos significativos, salvo algunas dificultades en la
el día, oposicionismo y actitudes incontrolables, berrinches fre- lactancia debidas a que a la madre le era incómodo darle el pe-
cuentes y una dificultad marcada para tolerar el no del adulto. cho y pasó rápidamente a la alimentación artificial. Pese a ello,
Había, en relación con ello, cierta complacencia narcisista por 1niño se adaptó pronto al biberón, comiendo con entusiasmo y
parte del padre, quien hacía la descripción combinando gestos numentando de peso rápidamente.
de horror y risas, diciendo: «¡Fíjese, las cosas que es capaz de A los nueve meses, cuando le salió el primer diente, comen-
hacer!». zaron los trastornos: tuvo diarreas y vómitos a repetición, llan-
La actitud omnipotente diurna era la contraparte de una Lo continuo y algunos trastornos del sueño: se despertaba tres o
marcada dependencia nocturna, que llegaba al punto de que no ·uatro veces por la noche pidiendo «jugo» y, simultáneamente,
podía ir solo al baño y su padre tenía que acompañarlo. Extre- rechazó la leche abandonando su ingestión por completo. Estos
madamente exigente, señalaba la madre refiriéndose a An- I rastornos se mantuvieron hasta los dos años, cuando completó
drés: «Siempre habla de lo que le falta, nunca de lo que tiene», lu dentición. Pese a ello, durante todo este período, el desarrollo
a lo cual agregaba el padre: «Aunque lo amenazamos, nunca tanto intelectual como motor del niño fue excelente. A los nue-
cumplirnos las amenazas. Yo creo que él sabe que no podemos vo meses comenzó a pararse y a los once ya caminaba. Al año y
limitarlo». rn edio hablaba perfectamente y conocía los colores. Antes de los
Buen alumno, de apariencia fisica muy bella, el niño podía (los años y medio sabía las letras y los números. A raíz de estos
ser descripto como el hijo consentido de una familia de buenos conocimientos precoces, el padre, entre complacido y molesto,
recursos económicos, como el depositario del narcisismo paren- decía a la madre que lo exhibía: «Este niño es tu circo».
tal. Pero en los últimos tiempos tanto su conducta diurna como Las cosas se desenvolvían a tal punto alrededor de Andrés,
su fobia nocturna habían transformado en un verdadero infier- que la madre relata que le preguntaron a él si quería tener un
no la situación familiar, qué los padres se encontraban impo- l1 ormanito, y únicamente cuando el niño accedió tomaron la
tentes para mejorar. La vida de todos giraba alrededor de esta 1Incisión de tener un nuevo hijo. «Yo estaba tan feliz con el niño
situación y, en mi opinión, hubiera sido de una simpleza extre- qu o n o hubiera necesitado otro hijo», comenta la madre. «En
ma interpretar esto como el quid de la cuestión. Si bien el bene- 1•111 dida d, nos decidimos porque pensamos que él necesitaba

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compañía», agrega el padre. De esta manera, a los dos años y
once meses de edad de Andrés la madre quedó embarazada, y Le digo: «¿Sabes por qué Drácula tiene los colmillos a los la-
dos? Porque si los tuviera en el centro no podría chuparse el de-
tuvo una niña que nació cuando su hermano contaba ya tres
do» (hago el gesto). Se pone colorado y ríe. Dice: «El dE;Jdo sabe a
años y ocho meses de edad.
helado de vainilla». «Estos dedos me los comÍ» (dobla tres de-
Por esta época comenzaron nuevamente los trastornos. Al
dos: el meñique, el anular y el mayor) «y me quedan otros»: se-
tercer mes de embarazo materno, el niño se levantó una noche,
ñala el pulgar, que introduce en la boca, y el índice, con el cual
angustiado: quería asegurarse de que los padres lo veían mien- se cubre la nariz. 4
tras dormía. Fue en ese momento cuando empezó a exigir que
Respecto de los datos aportados por el niño, la madre corro-
demostraran que lo veían, para lo cual el padre se levantaba bora posteriormente que no le dio pecho a la hermanita porque,
reiteradamente y, cada vez que iba a su habitación, le ponía un guiándose por la lactancia de Andrés -que fue muy displacen-
cochecito sobre la almohada: a la mañana siguiente el niño los tera para ella- , decidió no amamantar a la pequeña. Señala
contaba, y así fue como llegó a contar nueve o diez cochecitos. también que a aquel lo amamantó sólo quince días, porque no
Simultáneamente, reapareció el pedido de <~ugo», que había podía soportar la molestia que esto le ocasionaba: «La leche que
desaparecido a los dos años. chorreaba me daba asco», dice. «Era yo la que se enfermaba de
Luego del nacimiento de su hermana, cuando Andrés tenía los pechos, no él», agrega.
tres años y nueve meses, un amiguito le habló por primera vez Es interesante observar en primer lugar cómo los datos,
de Drácula. Es en ese momento cuando se cristalizó la fobia cu- tanto los aportados por la madre como los que brinda el niño,
ya existencia llevaría posteriormente a los padres a solicitar pueden ser ubicados en un doble corte abarcando tres planos
una consulta psicoanalítica. distintos: por un lado, el acontecimiento, el real vivido, campo
común compartido por ambos: el hecho de que la hermanita de
Andrés no fue amamantada. Por otro lado, la forma en que este
Otros datos recogidos en las primeras entrevistas acontecimiento se engarza en los fantasmas maternos (su pro-
y sesiones de tratamiento pio asco a los pechos «chorreantes»). Y, en un tercer plano, la
forma en que el recuerdo «Se fija» en el niño, ligado a sus pro-
Desde la primera entrevista que realicé me llamó la aten- pias vicisitudes pulsionales (hay una inversión sujeto-objeto en
ción el hecho de que en momentos en que Andrés se angustiaba relación con la madre, es él quien se enfermó del pecho -inver-
hacía un movimiento con la lengua y los labios (la lengua era sión posiblemente ligada al momento constitutivo de la sub-
sacada varias veces humedeciendo los labios, pero sin salir ma- jetividad en el cual el acontecimiento fue inscripto--, y una mo-
nifiestamente). En esta primera entrevista, en la cual el niño dificación relacionada con la elaboración secundaria: no son los
habló largamente de su miedo, el movimiento que señalo apa- pechos enfermos de la madre, sino el pecho del niño el que que-
reció repetidamente. Me relató un sueño en el cual él se en- da colocado en posición significante en relación con la orali-
cuentra de repente rodeado de Dráculas; está en un lugar ex- dad). Podemos decir que cuando la hermanita nace, Andrés es-
traño, luego van todos a su casa y, cuando se sacan la másca- tá en un momento de su constitución de pasaje de la tópica in-
ra . .. «¿qué crees?-dice-, ¡son mis papás!». El sueño se había tersubjetiva ligada a la especularidad, a una triangulación que
repetido varias veces en otras épocas, no pudiendo precisar ha abierto las posibilidades de instauración de la represión ori-
cuándo.
En la segunda entrevista dice: «A mi hermanita no le dieron 4
leche porque yo me enfermé del pecho>>. «Cuando yo fui a ver a Esta forma de los niños de chuparse el dedo es totalmente distinta de una
8imple succión, ya que reproduce en el mismo movimiento el pezón que se in-
mi mamá (a la maternidad), mi papá me ofreció llevarme a co- troduce en la boca y el pecho que cubre la nariz en la lactancia, al mismo tiem-
mer hamburguesas y luego no me llevó». «Tomé mamadera po que es acompañada de una respiración fatigosa. Esta clase de r.hupeteo au-
hasta los cuatro (años), después, a la basura» (hace el gesto y se toerótico -que se presenta, por lo general, tardíamente- tiene que ser ex-
ríe). «Y después tiré el chupete... Me gustaba mucho ... » (nos- plorada con atención, puesto que guarda adherencias simbióticas al objeto
tálgico). «Todavía me chupo el dedo, a veces . .. ». materno, diferentes del chupeteo como placer de órgano adherido al pecho fan-
tns mático.

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ginaria. El sujeto y el objeto intercambiables en la tópica inter- Tomando los parámetros señalados en el primer capítulo: 1)
subjetiva han pasado fantasmatizadamente al inconsciente y el modelo del aparato psíquico y su constitución; 2) la ubicación
la represión ha efectuado un sepultamiento de estas inscripcio- del paciente en la estructura edípica y el tiempo (en el sentido
nes relacionadas con las frustraciones orales arcaicas, permi- propuesto por Lacan) de esta inserción, y 3) las determinacio-
tiendo la aparición en el preconsciente, en el sujeto de la con- nes de la historia singular (en su carácter significante y plan-
tracarga, de la asunción del rol activo en relación con lo vivido teando las correlaciones entre el movimiento sintomático y el
pasivamente. Podemos señalar también cómo este recuerdo traumatismo), ¿cuáles son los movimientos constitutivos, los
encubridor realiza en un doble movimiento el deseo de, por un diversos jalones que pueden ser analizados en los tiempos es-
lado, privar de leche a la hermana rival y, por el otro, de identi- tructurantes del psiquismo de Andrés?
ficar al sujeto con el objeto, incorporándolo en sí mismo. Sin Evidentemente, en el momento en que el paciente se pre-
embargo, la ambivalencia de esta identificación no deja sin sentó a la consulta me encontraba frente a un niño que había
castigo al sujeto usurpador, tal como Freud lo señaló para algu- sufrido ya los efectos de la represión: la estructuración de una
nos modelos de la identificación histérica. fobia, con los consiguientes mecanismos de condensación y des-
Podríamos graficar de la siguiente manera esta significa- plazamiento, la constitución de recuerdos encubridores y el
ción de lo real vivido: manejo tanto del lenguaje como de la lógica del proceso secun-
dario no dejaban lugar a dudas sobre este punto.
Sin embargo, la intención de trabajar no sólo el diagnóstico
Explicación racionalizante del nudo patógeno, sino la interpretación, ya en el plano del
Madre tratamiento mismo, con intención simbolizante, requiere una
Fantasmas relacionados con exploración de los movimientos constitutivos del cuadro actual
su propia oralidad

1
Acontecimiento
que permitirá intervenir luego en el proceso terapéutico ligan-
do la fantasmatización a la historia. En el caso de Andrés, en-
tre los nueve meses, momento en el cual aparece la angustia di-
fusa que produce el sueño intranquilo y la primera sintomato-
logía a nivel corporal (diarrea, vómitos), así como el rechazo de
la leche, y los tres años y siete meses, momento de constitución
1
Niño
Recuerdo encubridor de la fobia (momento máximo de simbolización, de ligazón a un
contenido angustiante representacional), ¿cuáles son estos
Fantasmas relacionados con tiempos de estructuración? y, por otra parte, ¿por qué el incre-
su propia oralidad mento de angustia aparecida pocos meses antes de iniciar el
tratamiento?5

Constitución de los tiempos de la fobia en Andrés


5
En realidad, esta última pregunta, como ocurre siempre con las incógnitas
He señalado en otros trabajos que en el momento de aproxi- en un diagnóstico, sólo pudo ser respondida a lo largo del tratamiento. Un día
mación a una problemática clínica en la infancia nos enfrenta- ele tormenta, estimulado por el ruido de la lluvia, que en el interior del consul-
mos no sólo al abordaje de los fantasmas inconscientes (como torio producía una sensación de intimidad y seguridad, Andrés «me confesó»
Melanie Klein lo propone), sino, fundamentalmente, a la ubi- que pocos meses antes de iniciar sus consultas -es decir, en el momento en
cación precisa del estatuto metapsicológico de estos fantasmas, que las crisis de angustia se hicieron intolerables- había tenido una serie de
juegos sexuales con un par de niños amigos (hermanitos entre sí, niño y niña).
así como a su constitución histórica, considerando tanto los ele- El había sido el espectador pasivo de esos juegos -en tanto voyeur, no menos
mentos intrasubjetivos como el momento de estructuración de nctivo-, y se sentía horrorizado y complacido por el espectáculo que relataba,
este aparato en el marco de la tópica intersubjetiva, es decir, en inv irtiendo en la sesión su rol al transformarme a mí, mediante una reduplica-
el seno de la estructura edípica. ción especul ar, en espoctndora pasiva de sus relatos eróticos.

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Tiempos de constitución de la fobia toman a su cargo la constitución de un primer fantasma (aún
no reprimido) que condensa en un movimiento originario al ob-
a. Nueve meses: dentición y comienzo de la deambula- jeto atacante como objeto-fuente pulsional externo-interno. De
ción. allí que Andrés rehúse ingerir (en lo real) la leche que lo ataca
Trastornos: sueño intranquilo, rechazo de la leche y reactivando sus propias frustraciones orales. Algo que duele la-
abandono de su ingestión, diarreas y vómitos a repetición. cerantemente en la zona oral y de lo cual sólo puede defenderse
Pedido nocturno del <~ugo» . mediante un clivaje en un objeto apaciguante: «el jugo». El
b. Tres años y dos meses: embarazo materno. abandono de la ingestión marca el primer tiempo de este movi-
Trastornos: pedido a los padres de que lo vean mien- miento en el cual el objeto y el sujeto están fusionados, pero no
tras duerme, reaparición del pedido de «jugo» que había de- en el sentido del narcisismo, no en tanto yo-no yo simbióticos,
saparecido a los dos años. sino en el orden de la pulsión parcial que toma sincrética una
c. Tres afíos y nueve meses: nacimiento de la hermana, parte del cuerpo del sujeto con el objeto de dicha pulsión, en un
lactancia artificial de esta. fantasma constituyente.
Síntoma: constitución de la fobia a Drácula. Primer tiempo traumático de la sexualidad: algo se instala
en el sujeto mismo; algo es «atacante», aun cuando las defensas
Hemos diferenciado entre trastornos y síntoma para marcar requieran todavía un movimiento de fuga «en lo real». Hay de-
el carácter absolutamente novedoso de este último, que presen- rivaciones corporales en este primer movimiento: diarreas, vó-
ta ya las características, como dijimos antes, de una formación mitos, la expulsión de aquello que perturba es realizada por
del inconsciente. A su vez, hemos incluido en los acontecimien- orificios corporales. No se presentan aún movimientos defensi-
tos precipitantes del síntoma tanto el nacimiento de la herma- vos que posibiliten la utilización de defensas psíquicas más ela-
na como las características particulares de la lactancia de esta, boradas.
tomando en cuenta el material recogido en las entrevistas y ex-
puesto anteriormente. Por supuesto, esta elección nos llevará a b. El segundo movimiento que encontramos marca un salto
poner en discusión el concepto de traumatismo con el cual nos cualitativo en la constitución del psiquismo de Andrés. El niño
estamos manejando. busca alguien que lo mire por las noches, que dé señales de su
presencia para sentirse en condiciones de contener la angustia
que lo embarga. Este segundo tiempo es concomitante al emba-
Interpretación de los movimientos estructurantes razo materno. Ha aparecido un esbozo de triangulación, el her-
del sujeto manito está presente desde el vientre de la madre. El niño re-
quiere de un adulto que ayude a controlar --durante el sueño,
a. ¿Cómo considerar, en el primer tiempo, el rechazo de la j ustamente durante la emergencia de lo incontrolable-- aque-
leche? Señalemos, en primer lugar, que la leche que rechaza ll o que se convierte en amenazante.
Andrés ya está desgajada de la leche originaria. El ha sido pri- Ha variado el motivo de la angustia y el orden de la defensa.
vado del pecho quince días después de su nacimiento; la leche Ya no es algo que se produce sólo apuntalado en el cuerpo, liga-
que recibió a partir de ese momento es un desplazamiento de la do a las series placer-displacer de la zona erógena, sino algo del
leche originaria: no sólo hay una metonimización en la cual el orden de la simbolización amorosa. Andrés ha sido expulsado
pecho -objeto de la pulsión sexual- metaforiza la leche -ob- del universo materno, su madre está dedicada a cuidar y espe-
jeto de la necesidad, de la autoconservación-, sino también un rar a un tercero, a un rival que lo saca de su posición de privile-
~ i o . ¿Qué es lo traumático en este caso? El ha sido informado de
desplazamiento a partir de lo real que requiere reubicaciones
que va a tener un hermanito. Hermanito que, según dicen los
estructurales en el niño.
En el momento en que Andrés rechaza la alimentación pri- pndres, nace para complacerlo. Frente a la situación de expul-
HÍÓn de la cual ha sido objeto, la simbolización que aquellos
mordial, algo viene a «atacarlo» a partir de su propio cuerpo.
Los dientes, irrumpiendo como objetos cortantes en la encía, ofrecen aparece como un movimiento inacabado, insuficiente y,

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podríamos decir, de características negativas. Hay en Andrés no se maneja. Ha encontrado, por fin, una representación pri-
una demanda de simbolización no satisfecha que lo deja libra- vilegiada alrededor de la cual organizar su angustia. Hay «an-
do a sus fantasmas más arcaicos. Si su omnipotencia es tal -y gustia señal», en el sentido freudiano, aunque esta angustia no
luego volveremos sobre esto- que puede decidir sobre la vida, remite directamente a la castración sino a la devoración, debi-
también puede decidir sobre la muerte. Las fantasías mortífe- do a que la impronta, el lenguaje pulsional privilegiado en este
ras son posibles tanto como lo son sus propios fantasmas pul- niño, hace que todo peligro «genital», toda angustia de castra-
sionales desbocados y librados a su propio movimiento. Por eso ción fálica, sea remitido a angustias orales. La castración no
necesita de la mirada del otro, no sólo como una prueba de está ausente en el momento en que Andrés empieza su trata-
amor, sino también como algo que controle y supervise lo que miento; sin embargo, es significada como devoración.
no alcanza a hacer su propia estructura defensiva por sí mis- La lactancia artificial de la hermanita se convierte en un
ma. Los cochecitos, metonimia del padre, de la función protec- significante que puede reactualizar sus propias frustraciones
tora paterna, deben ser dejados sobre la almohada, cerca de su orales. 6 La importancia de este acontecimiento en su carácter
cabeza, para que indiquen que no ha quedado librado a sí mis- significante, de esto real visto (vivido en tanto se engrama en
mo. Un sí mismo que le es extraño y que lo somete a las angus- su inconsciente), es señalado por Andrés mismo cuando relata,
tias más intensas. Un sí mismo que es ya un otro, un ello. Sin uno a continuación de otro, los dos elementos pregnantes del
embargo, esto no basta, y Andrés retorna a la ingestión del jugo nacimiento de su hermana: el hecho de que ella no recibió el pe-
-metonimia del primer objeto de la pulsión oral- reactuali- cho materno, por un lado, y el de que el padre le mintió, le pro-
zando los movimientos defensivos arcaicos -<le clivaje-- que metió llevarlo a comer hamburguesas y nunca le cumplió. Por
le habían permitido enfrentar los primeros momentos traumá- supuesto que la mentira del padre es algo más abarcativo, en el
ticos. marco del Edipo, que las hamburguesas a las cuales queda fija-
Estamos, en este segundo tiempo, en el momento de la rup- do el discurso. Sin embargo, aun cuando evidentemente se abre
tura del narcisismo entendido como zona de constitución del yo por ahí una vertiente para pensar el engaño en el marco de la
en relación con la identificación primaria. Entre el primer caída narcisista cie haberse sentido hasta ese momento único ob-
tiempo, el de la dentición y la constitución de los primeros índi- jeto de amor, no puede descuidarse la vía propuesta por el pa-
ces de angustia, y este segundo tiempo, de separación de lama- ciente mismo, es decir, la fantasmatización oral del desengaño
dre e instauración del tercero, el yo ha pasado por su estructu- amoroso, si lo que queremos, adoptando una postura verdade-
ración narcisista y, en su desgajamiento de la tópica intersubje- ramente psicoanalítica, es ser consecuentes con la línea que la
tiva, abre el camino hacia el tercer movimiento, el de la instala- libre asociación nos propone.
ción de la fobia. De ahí que requiera todavía del otro adulto real
para defenderse de lo atacante. Sólo cuando, desprendido defi-
nitivamente del otro, del semejante, pueda funcionar como ins-
tancia intrapsíquica, podrá estructurarse la defensa que da Permutaciones activo-pasivo en los clivajes
origen a la constitución del síntoma neurótico, de la verdadera del aparato incipiente
«fobia», mediante la proyección.
Hemos señalado el primer tiempo de constitución de esta fo-
c. El tercer tiempo ya ha barrido decididamente con los re- bia como un tiempo traumático que desemboca en fantasmas
manentes anteriores. Es el de la simbolización mayor, el de la pulsionales que no poseen aún estatuto metapsicológico preci-
constitución de un significante referencial externo que permite
el pasaje al miedo. Estamos en plena relación de la angustia
6 Utilizamos «frustración» en el sentido propuesto por Lacan: daño imagina-
con su objeto. Ya no hay indeterminación del peligro, ya esta-
mos en el orden de la represión y de la racionalidad del proceso rio s ufrido en relación con la falta de un objeto real, en cuyo caso e!' del dominio
do la reivindicación, de las exigencias desenfrenadas, sin posibilidad de satisfac-
secundario. Andrés no está «loco», teme algo que es comprensi- ción. Recordemos el carácter perentorio que adquiere la demanda en Andrés
ble en el mundo de significaciones en que cualquier ser huma- (:11ondo la madre di ce «s ie mpre habla de lo que le falta, nunca de lo que tiene».

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so. En este primer tiempo no se puede hablar de clivaje en el ser anterior a las oposiciones posteriores a las cuales se inte-
sentido tópico del término. No hay aún sistemas en conflicto grará: fálico-castrado y masculino-femenino. ¿Cómo situar, en-
enfrentados, es el «retorno sobre la persona propia» por parte tonces, con relación a la tópica psíquica y a su constitución, es-
de la pulsión, el hecho de que esta se instaure como interno-ex- tos momentos de activo-pasivo que encontramos en las oposi-
terno atacante para el sujeto, lo que constituye este primer ciones anteriores?
tiempo. Desde esta perspectiva, estamos frente al «retorno so- Hemos definido como primer tiempo de la sexualidad el «re-
bre la persona propia», al cual Freud se refiere en tanto meca- torno sobre la persona propia»; momento en el cual la pulsión
nismo anterior a la represión originaria. se instaura en el sujeto psíquico y a partir del cual se produce la
Pero, ¿cómo situar la «transformación en lo contrario» que Schaulust que torna a esta objeto interno-externo atacante.
Freud presenta tanto como una transmutación del contenido ¿Qué es activo y qué es pasivo en este movimiento? El hecho de
(del amor en odio), cuanto del fin (de activo en pasivo)? que la pulsión se inscriba en tanto objeto extraño atacante es
En el capítulo II de Más allá del principio de placer encon- efecto de la sexualización precoz a la cual el niño es sometido.
tramos, en los orígenes del juego (con el famoso ejemplo del ca- Si el primero de los tiempos descriptos por Freud es mirar, esta
rretel), el intento del niño por resolver mediante la repetición actividad ligada al orden vital, a la autoconservación, se engra-
de una misma acción (aparición y desaparición del carretel en ma en la pasividad sexualizante que somete a la cría humana a
el juego fort-da) la transformación de una situación pasiva, por los cuidados seductores de la madre. Es así como en los oríge-
la cual ha sido afectado, en una situación activa, no obstante el nes de la vida, en ese primer tiempo que no es sexual en el su-
displacer que esta acción debería producir. La pregunta que jeto, el movimiento puede ser descripto en los términos si-
Freud formula es la siguiente: «¿Puede el esfuerzo (Drang) de guientes:
procesar psíquicamente algo impresionante, de apoderarse en-
teramente de eso, exteriorizarse de manera primaria e inde- Madre Niño
pendiente del principio de placer? Como quiera que sea , si en el (Sexualmente activa) Activo en la búsqueda de
· la autoconservación
caso examinado ese esfuerzo repitió en el juego una impresión (Sexualmente pasivo)
desagradable, ello se debió únicamente a que la repetición iba
conectada a una ganancia de placer de otra índole, pero direc-
ta».7 Y agrega en el capítulo III: «Empero, ya hemos considera- Es decir, madre: sujeto de la sexualidad; hijo: sometido a la
do esta clase de displacer: no contradice al principio de placer, sexualidad materna.
es displacer para un sistema y, al mismo tiempo, satisfacción En ese primer tiempo que Freud define como primero (mi-
para el otro. Pero el hecho nuevo y asombroso que ahora debe- rar), pero que podemos considerar como externo a la sexuali-
mos describir es que la compulsión de repetición devuelve tam- dad en el sujeto, el niño es objeto de la seducción materna, ya
bién vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de que cuando va activamente en búsqueda de la satisfacción de
placer, que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfac- la necesidad se encuentra con la intromisión de la sexualidad
ciones, ni siquiera de las mociones pulsionales reprimidas des- por parte del semejante.
de entonces». 8 En el segundo tiempo, el de la constitución de la pulsión, lo
El ejemplo del carretel es un paradigma de la transforma- xterno sexual materno se inscribe en tanto interno-externo
ción de pasivo en activo. Sin embargo, no es el primer tiempo de xcitante, y la pulsión es activa frente a un sujeto que es objeto
constitución del sujeto psíquico, y menos aún de la sexualidad. pasivo de un primer núcleo activo sexual excitante. La vuelta
La polaridad pasivo-activo es uno de los principios funda- Hobre la persona propia se transforma entonces en un primer
mentales de la vida psíquica y, tomada en su conjunto, podría livaje entre el sujeto de la autoconservación y el de la pulsión
Hcxual, al mismo tiempo que el objeto se diva en excitante-apa-
:iguante (recordemos la dicotomía leche-jugo que presenta An-
7S. Freud, Más allá del principio de placer, en Obras completas, op. cit., vol. drés); clivaje entre el objeto bueno y el malo, en el lenguaje de
XVIII, 1979, pág. 16. Mclanie Klein; es la madre excitante-mala la que aparece en
8 lbid., pág. 20.

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múltiples fragmentos parciales de objetos internos atacantes. tiantes proyectadas. Estas representaciones que aparecen a
Este es verdaderamente el tiempo de la constitución de la pul- partir de lo real son efecto de la condensación y el desplaza-
sión sexual de muerte. miento de la transmutación de lo deseado en temido.
Como vemos, todo pasa en el «interior del psiquismo» indife- En este tercer tiempo, definido por la constitución de la re-
renciado desde el punto de vista tópico, cuyo primer núcleo se presión originaria, lo activo y lo pasivo no son ya cualidades di-
ha escindido hacia el orden de la sexualidad, de la pulsión. ferenciales del sujeto y del objeto, sino que están definidas por
Este movimiento puede ser ilustrado, pues, de la siguiente la escisión del sujeto mismo.A raíz de esto, justamente, señala-
manera: mos el carácter activo del inconsciente -cuya legalidad tiende
a la emergencia de lo reprimido, al avance permanente hacia el
Sujeto pasivo Objeto clivado
preconsciente a la vez que al atrapamiento de las representa-
(atacado por lo interno-externo) (excitante y apaciguante) ciones provenientes de este último- en relación al yo atacado
de la sexualidad (pasivizado por el deseo), defensivo.

En el tercer tiempo, pasivo y activo aparecen situados con El problema de la transformación de lo activo en pasivo y de
relación a la tópica psíquica. La constitución del yo plantea un lo pasivo en activo debe ser replanteado hoy en el orden de las
equilibrio intersistémico entre lo pasivo y lo activo. La repre- relaciones entre la estructura edípica y el sujeto que en ella se
sión originaria se constituye separando definitivamente al yo inserta. Como lo hemos señalado anteriormente, el niño, objeto
del ello (según la segunda tópica), y separando al inconsciente pasivo de la seducción materna, solamente puede llegar a in-
del preconsciente-consciente (de acuerdo con la primera tó- corporar esto activo-excitante en el orden que contiene los ele-
pica). En virtud de lo que precede, lo activo y lo pasivo queda- mentos discretos constitutivos del inconsciente.
rán a cargo de la tópica psíquica, y lo que es pasivo en un siste- En el caso de Andrés, en el momento en que rechaza la leche
ma devendrá activo en el otro. Los fantasmas entrarán en jue- -leche rechazada por la propia madre en los orígenes de la
go en este movimiento, dando lugar, a partir de la represión, a vida- no es evidentemente de un objeto exterior atacante de lo
la proyección: un representante externo (Drácula) se ofrece a cual el niño se defiende, sino de algo externo-interno excitante
Andrés y en él queda depositada la actividad de la pulsión oral que se ha convertido en el primer tiempo de un fantasma pul-
de succión, mientras que él (sujeto del yo), se constituye como sional cuyo destino será reprimido más tarde. La inversión, el
víctima pasiva del ataque. En este tercer tiempo, el conflicto pasaje a la actividad, no es un correlato directo, en el nivel me-
entre el ello y el yo entra en juego por la línea de la escisión que tapsicológico, de la agresión vivida pasivamente. 9 Si la agre-
marca la represión originaria, al tiempo que el deseo se pro-
yecta hacia el otro atacante. 9 El mecanismo de «identificación con el agresor» propuesto por Anna Freud
Podemos ilustrarlo del siguiente modo: en su texto El yo y los mecanismos de defensa es una consecuencia lógica de Ja
concepción que esta autora tiene de la constitución del psiquismo infantil.
Yo (de la defensa) Siendo el yo un organismo que debe defenderse del peligro exterior, y definido
activo en la defensa, este en el nivel de la adaptación, la identificación con el agresor es el efecto de
pasivo en la sexualidad Representación un proceso del psiquismo que se propone obtener defensas más adecuadas y
simbólica (activa) eficaces frente a la indefensión natural del niño. Considerada la madre como
Ello (pulsión de succión) proyectada agente satisfactor de necesidad, es evidente que en su papel de yo auxiliar es
activo-atacante la única coraza protectora de que dispone el bebé frente al daño que le pueden
infligir los traumas que afectan su yo. Evidentemente, en la concepción de
El conflicto es intersistémico: el yo, activo en la defensa, en- Arma Freud no es la sexualidad materna Jo traumático; es en el carácter
tra en juego en el lugar del desconocimiento (en el lenguaje de insatisfactorio en el nivel del apaciguamiento de la necesidad donde se sitúa la
fo lla de la función materna. Desgajada del campo de Ja sexualidad, Ja agresivi-
Lacan). El ello atacante, ligado a la sexualidad reprimida, im- dad funciona en tanto concepto que actúa simultáneamente en diversos cam-
pone al sujeto movimientos defensivos que lo enfrentan (por pos: agresión fisica, crítica de los adultos, frustración real del objeto, engen-
una inversión adentro-afuera) a las representaciones angus- dra ndo a partir de ello un miedo real en la infancia, que requiere de este meca-

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sión se inscribe en forma fantasmática, lo es en tanto sexuali- me algo». Y estos dos tiempos culminan en un tercero, verda-
zada, es decir, en tanto efecto de la seducción traumática. Hay dero movimiento estructurante de la represión, que da lugar a
una verdadera transmutación en la cual el objeto atacante la proyección y a la organización del síntoma: encuentro con
- siendo interno-- es un verdadero collage de lo real vivido con una representación privilegiada capaz de tomar a su cargo la
el objeto libidinal (como lo muestra el gráfico que expusimos angustia en forma simbolizante; síntoma que podríamos consi-
para mostrar la relación entre los fantasmas maternos y los derar ya en estricto sentido psicoanalítico, como formación del
fantasmas infantiles). inconsciente.
Podemos imaginar ese primer fantasma boca-pezón-leche- Si hacemos entrar en juego la historicidad de la represión
dientes cortantes, dolorosos, atacantes, frente al cual Andrés originaria, el carácter estructurante que posee esta en relación
permanece inerte, mordido y desgarrado por una parte de sí con el aparato psíquico porque funda la distinción entre los sis-
mismo que se ha vuelto sobre la persona propia. Sólo desde el temas inconsciente y preconsciente-consciente, nos ubicamos
punto de vista fenomenológico se puede hablar de una identifi- en el orden de una perspectiva teórica que considera esta reali-
cación con el agresor, a partir del hecho de que Andrés invierte dad históricamente constituida como diferente de los constitu-
lo que ha vivido pasivamente (el rechazo de la madre a darle yentes que la determinan, con los cuales está en correlación
leche, al rechazo a ingerir esta última). Pero la leche que recha- metabólica, pero de la cual no es un simple «reflejo».
za Andrés no es la leche de la autoconservación, es la leche fan-
tasmática de la pulsión oral excitante, a partir de que la leche
de la cual la madre lo privó no fue la leche de la alimentación
sino su propio objeto pecho. Leche que, como diría Melanie
Klein, conserva los restos del pecho despedazado, de los dientes
cortantes (del objeto y del sujeto), leche que debe ser cuidadosa-
mente diferenciada -clivada- del jugo apaciguante que pro-
tege.
Hemos definido dos tiempos anteriores a la constitución del
síntoma en Andrés, y lo hemos hecho entendiendo que se
manifestaban en trastornos pre-sintomales. El primer tiempo,
traumático, desemboca en fantasmas pulsionales que no tie-
nen aún estatuto metapsicológico preciso; el segundo tiempo
está ligado a la constitución del yo y a la instauración de la re-
presión. En esta dirección se abren a su vez dos movimientos
estructurantes de la defensa: un primer tiempo, de «vuelta so-
bre la persona propia», de instalación del objeto-fuente atacan-
te contra el cual actúan los mecanismos arcaicos: clivaje, expul-
sión en el nivel corporal, llantos, rechazo de incorporar el objeto
fantasmatizado. Un segundo tiempo, de búsqueda del otro
amado que proteja contra la angustia a la cual queda sometido
el sujeto cuando permanece solo frente al ataque pulsional. La
constitución del yo marca el sentido de la frase: «puede pasar-

nismo de identificación con el agresor para «transformar la angustia en una


seguridad agradable•>, o sea, confort en el mundo definido por sus características
hostiles que amenazan la seguridad del organismo. (Véase al respecto, de esta
autora, Neurosis y sintomatología en la infanci.a, Buenos Aires: Paidós, 1977.)

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