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Para esos amigos que no conozco:

Estimados amigos me presento, soy Fermín y tengo 13 años, vivo en la comunidad de Challhua
Pampa que pertenece a Vinchos (estamos a 4 horas de Huamanga), quiero contarles un poco
mi experiencia en estos dos últimos años.

Para ir a la escuela solía despertar a las 5:30 am para poder ayudar a mi mamá a preparar el
desayuno y alistar a mi hermanito Diego de 6 años a la escuela, usualmente comíamos papita
sancochada con queso, canchita y tomábamos agüita de algunas hierbas y cuando se podía,
leche de nuestra vaca Manchitas. ¡Ah! Olvide decirles que vivimos en una casita pequeña, por
esta zona no tenemos agua potable y ni que decir de los servicios de luz, si vienen por esta
zona sus celulares no funcionarían, solemos informarnos de lo que pasa en el país escuchando
radio, pero no todos tenemos eso.

A lo que iba, es que mis días solían empezar así, a veces bajábamos con mi padre a la ciudad
para comprar algunas cosas como semillas, arrocito o azúcar.

En la escuelita nos enseña una maestra a la que vemos dos veces a la semana, nuestra maestra
nos hacía cantar y bailar para poder calentarnos, ya que donde vivo hace mucho friito, pero ya
nos acostumbramos, aunque los días en los que cae nieve no salimos para nada y algunos de
nuestros animales se mueren. Una vez que terminábamos de cantar y bailar nos preguntaba
cómo estábamos y nos regalaba un abrazo; ya lueguito nos enseñaba matemáticas,
comunicación, historia y ciencias. El curso que más me gustaba es la ciencia porque
conocíamos más de la naturaleza y lo bonita que es.

Pero todo esto cambio con la llegada de ese virus, nuestra maestra dejó de venir y no
podíamos ir a la escuela, no podíamos bajar a la ciudad y tuvimos que sacrificar algunos de
nuestros animales para alimentarnos durante los primeros meses de estar encerrados. Aunque
por momentos salía a llevar a mis ovejas a pastar, por lo menos podía jugar con Panchito, un
carnerito bebé que me sigue a todos lados. Pero yo seguía triste porque extrañaba a mi
maestra.

Así pasaron los meses y ya son casi 2 años que pasaron, no pude estudiar durante ese tiempo,
aquí no hay televisión, no llega línea telefónica, no llega internet y tampoco tengo una
computadora.

Pero pude aprender más de la siembra, cuidé a mis animales, Panchito dejó de ser un bebé y
ahora está grande, pero aún me sigue a todos lados; mi papá me enseñó muchas cosas y yo le
enseñaba algunas cosas a mi hermanito, como a multiplicar y dividir.

No sabemos qué paso con nuestra maestra, no la vemos, en su lugar llegó un maestro que es
un poco renegón y solo viene una vez al mes, nos deja hojas de trabajo y a los más grandes nos
deja lecturas. Mi sueño es ser un gran maestro, porque no quiero que por culpa de otro virus
otros niños se queden sin estudiar en mi comunidad.

Queridos amigos, quise escribir esta carta para que otras personas conozcan un poco más de
mi historia y si en algún momento alguien lee esta carta quisiera que me responda las
siguientes preguntas:

¿Qué es lo que más extrañaste en esta pandemia?

¿Qué es lo que más te gusta de tu colegio?


¿Qué te enseñó la pandemia?

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