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En otros animales[editar]
Estudio de campo[editar]
Provine buscó adoptar una «táctica naturalista y descriptiva» para revelar los
disparadores subconscientes y las raíces instintivas de la risa. Inicialmente observó a sujetos
en su laboratorio, pero encontró que la risa era demasiado frágil, ilusoria y variable bajo
escrutinio directo. Por ello, decidió observar la aparición de risa natural y espontánea en la
vida diaria. Empezó a escuchar y grabar a escondidas la risa conversacional (aquella que
sigue típicamente al discurso de la conversación un segundo después), documentando 1200
episodios, y estudió más tarde los patrones de quiénes reían y cuándo, para analizar sus
cualidades. Su conclusión fue que para que se produzca risa es necesaria más de una
persona, siendo el elemento mínimo una díada, un hablante y un oyente (excepto en el caso
de un espectador que ríe a carcajadas viendo la televisión, por ejemplo). Sorprendentemente,
Provine encontró que los hablantes ríen más que sus oyentes. La risa tendía a seguir un ritmo
conversacional natural, salpicando el discurso tras declaraciones completas, y especialmente
tras cambios de volumen o entonación. Lo más interesante fue que menos de la cuarta parte
de los comentarios previos eran realmente humorísticos. Provine sugiere que la risa sincroniza
los cerebros del hablante y el oyente, de tal modo que sirve como una señal para las zonas
receptivas del lenguaje, tal vez conmutando la activación entre estructuras cerebrales
competitivas de la cognición y la emoción.18
Las observaciones de estudiantes de interpretación riendo en el momento justo le llevaron a
concluir que la risa está bajo un relativamente débil control consciente, y que la risa de
aspecto más natural está provocada por mecanismos subconscientes, lo cual explica por qué
la actuación de método puede llevar a la reproducción de emociones con mayor efectividad.18