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La enfermedad de Azheimer (EA) es la más común de las enfermedades neurodegenerativas

entre la población, se encuentra caracterizada por deterioro progresivo de la memoria, déficit


cognitivo y cambios irreversibles en la personalidad y el comportamiento. Aún no se han
definido exactamente los mecanismos moleculares y celulares responsables del origen de la
enfermedad, sin embargo, sus principales patológicas son la agregación de β-amiloide (Aβ) y la
hiperfosforilación de la proteína tau, que eventualmente se convierte en senil. placa y ovillos
neurofibrilares. El proceso patogénico de la EA muy probablemente se inicia décadas antes del
inicio clínico de la enfermedad por lo que su diagnostico no es posible hasta que se establece
una demencia significativa, es decir, en un período tardío en la progresión de la enfermedad.
Lo que repercute en la toma de medidas par aprevenir o tratar la enfermedad con éxito. Los
avances en las estrategias preventivas y terapéuticas para la EA que conducen a retrasos
incluso pequeños en el inicio y la progresión de la afección reducirían significativamente la
carga de la enfermedad Un biomarcador debe tener tanto una sensibilidad para detectar EA
como una especificidad para distinguir otras demencias de al menos un 80%. También debe
ser confiable, reproducible, no invasivo, simple de realizar y económico. Actualmente debido al
rápido avance de los estudios salivales, los investigadores han propuesto el concepto de
salivaómica, que incluye genómica, transcriptómica, proteómica, metabolómica y análisis de
microARN. Se ha reconocido ampliamente que los biomarcadores salivales se pueden
aprovechar para el diagnóstico precoz de algunas enfermedades orales y sistémicas; y siendo
que las proteínas relacionadas con la EA se expresan en las glándulas salivales y que los
cambios en el líquido cefalorraquídeo se pueden reflejar en este líquido, es una buena opción
para el diagnóstico de esta enfermedad también. Uno de los biomarcadores más validados
para la detección temprana en el uso clínico es un nivel más bajo de Aβ42 junto con niveles
elevados de tau y tau fosforilada (p-tau) en el líquido cefalorraquídeo (LCR), lo que produce
una sensibilidad combinada de> 95% y una especificidad de> 85%. Aunque se supone que los
biomarcadores salivales son de gran valor para el diagnóstico precoz de la EA, todavía se
necesitan más verificaciones en el futuro, faltan estudios longitudinales o a gran escala para las
pruebas de especificidad y sensibilidad, especialmente la distinción precisa de pacientes con
EA y deterioro cognitivo leve (DCL) en los que la EA puede ser la causa subyacente y otros
trastornos neurodegenerativos

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