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R. J. Sayers
CAPÍTULO 1
Sigue corriendo – se repetía Alison a sí misma una y otra vez, mientras corría por
el bosque como un lobo perseguido por cazadores hambrientos, que esperaban ansiosos
su captura para poner sus manos sobre su piel y saborear su carne. Solo que a ella la
perseguían su padre y su hermano, sin querer mencionar a su futuro esposo.
Hacia horas que había logrado escapar de la capilla donde su tirano padre pretendía
casarla en contra de su voluntad con uno de los hombres más ricos del pueblo, a cambio
de tierras y ganado.
- Es tu deber como hija ayudar a tu familia Alison, casándote con don Alejandro
podremos finalmente vivir como merecemos.
- Pero papá tiene 53 años y yo apenas 17, además quiero casarme enamorada ¿lo
puedes entender?
- Si lo entiendo pero no puedes pensar solo en ti misma, te vas a casar y no se hable
más del asunto.
Minutos después de la breve discusión su padre y su hermano la llevaron a la
capilla, de la que milagrosamente había logrado escapar. Se había escabullido por la
puerta trasera de la capilla cuando su padre estaba distraído hablando con unos hombres,
y se echó a correr en dirección al bosque.
Estaba tan absorta en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que iba dirección
a un precipicio; Cuando finalmente lo notó, ya era demasiado tarde. Con un gemido
ahogado saliendo de su garganta, cayó al vacío.
Liv apenas podía creer lo que veía ante sus ojos. Justo cuando se disponía a salir
del río para vestirse después de un desagradable baño de agua fría, diviso a una mujer
caer al río desde lo alto de un risco. Se lanzó sin pensarlo en dirección a ella, pero la
corriente era muy fuerte y empezó a arrastrarlas rio abajo. Nadó lo más rápido que pudo
hasta que finalmente la tomo por los hombros y la levanto sobre sí para mantenerlas a
ambas a flote mientras se aferraba a una roca saliente; con dificultad logro llegar a la
orilla con el peso extra sobre ella.
- Señorita ¿me escucha? – le susurro y al notar que no respiraba, procedió a darle
respiración boca a boca. Pasados cinco minutos comenzó a preocuparse pero un segundo
después la misteriosa pelirroja se incorporó y se puso a toser sacando parte del agua que
había tragado, tratando de llevar aire a sus pulmones.
- Eso es, respira despacio – dijo Liv antes de ser golpeada por un suave puño
femenino en el estómago.
- No me toques – grito agitadamente Alison antes de salir corriendo, sin embargo
Liv era una mujer mucho más rápida que ella y logro alcanzarla sin problema alguno, a
pesar de aquel golpe que casi le sacó todo el aire.
- Tranquila, no voy a hacerte nada – dijo tomándola por la cintura y sacudiéndola
levemente – acabo de salvarte la vida, lo menos que merezco es un agradecimiento no un
puñetazo.
- No tengo nada que agradecerle pedazo de bruja – gruñó – puedo cuidar… - fue
todo lo que pudo decir antes de quedarse sin aliento al notar que “la bruja” estaba
completamente desnuda – por el amor del cielo, es que ¿no tiene vergüenza? – dijo
apartándose de ella y desviando la mirada – cúbrase con algo – dijo Alison, no sin antes
ruborizarse.
- Lo siento pero deje mi ropa en un árbol rio arriba, era ir por mi ropa y dejarla
ahogarse o arrojarme al rio desnuda y salarte la vida – dijo Liv un poco enfadada – además
tú también eres mujer y no me digas que nunca te has visto a ti misma desnuda – dijo esto
último levantando una ceja.
La testaruda pelirroja ni se dignó a contestarle y siguió caminando en dirección
contraria a ella cuando cayó al suelo gimiendo de dolor.
- Quédate en el suelo y déjame ver cuál es el problema – dijo inclinándose para
examinarle el pie. Esquivando hábilmente por solo unos centímetros la piedra que le
lanzó.
- Aléjese de mí, no se atreva a tocarme o se arrepentirá – dio Alison tomando la
piedra más cercana que encontró.
- Muy bien, escúcheme bien señorita, por si no lo ha notado estamos en un bosque
lleno de depredadores que podrían convertirla en su cena si no logro examinarla y ponerla
a salvo en mi refugio mientras averiguo a donde pertenece; así que si no quiere morir
devorada será mejor que deje de comportarse como una niña y me deje ver si esta herida
– dijo Liv con voz firme y autoritaria.
Alison solo se limitó a asentir, intentando ignorar su desnudes y el hormigueo que
sintió cuando sus manos tocaron su piel. La examino unos minutos y le toco un punto en
su pie que le arranco un gemido de dolor.
- Solo tienes un golpe superficial – dijo levantándose – le dolerá unas cuantas horas
nada más.
- Bueno ¿pero qué? – gritó cuando sintió que la alzaba en brazos – ¡bájeme!
- Iremos más rápido si la llevo en brazos, ya deje de quejarse por dios santo.
Nunca en su vida se había sentido más humillada, teniendo que ser llevada a los
hombros de una bruja, como si fuera un costal de papas. Bueno al menos sus brazos
rodeándola eran suaves y su piel olía de maravilla… como las flores en primavera. Un
momento, ¿porque estaba teniendo estos pensamientos del demonio? Definitivamente
aquella mujer era una bruja, pero al menos había logrado escapar de su matrimonio.
- Donde diablos se quitándose espinas del brazo habrá metido esa estúpida – gruñó
Alden, – Qué he hecho para merecer una hija tan desobediente – dijo mirando al cielo
oculto bajo los enormes secoyas del frondoso bosque de Hillerod, el atardecer estaba por
terminar y dar pasó a la fría y lúgubre noche.
- Le diste muchas libertades cuando era niña padre – respondió Christian, y recibió
una blasfemia de su padre como respuesta. Típico de su padre actuar de esa manera
cuando las cosas se ponían difíciles. Lo había visto miles de veces llorar por la
desesperación cuando no tenían nada para comer. Él mismo trato de ayudarlo cuando era
un niño de apenas once años. Gano dinero vendiendo cosas que les robaba a los
comerciantes sin que ellos lo notaran. Incluso un día cometió un acto imperdonable. Algo
que sin duda podría llevarlo a la horca.
Ese secreto debía permanecer oculto, pero sino encontraba a su hermana a tiempo
para casarla y enviarla con el asqueroso viejo Alejandro a vivir a la ciudad, la verdad
saldría a la luz un día, y todo por lo que había luchado se iría a la basura, al igual que su
deseo de asesinar a don Alejandro luego de haberlo casado con Alison y apoderarse de
todos sus bienes.
- Debemos acampar aquí – dijo Liv mirando alrededor de un claro que había
encontrado detrás de un enorme árbol.
- ¿Pretendes que duerma bajo ese árbol que podría estar lleno de alimañas y
serpientes? – dijo Alison horrorizada ante la imagen de un asqueroso animal arrastrándose
cerca de ella.
- No te preocupes, ya lo revise y está limpio, además es el lugar perfecto para
dormir. Nos protegerá del frio y resultara muy difícil que nos vean aquí, así que también
nos mantendrá a salvo de los ladrones – dijo con suficiencia.
- Eso es un alivio – dijo Alison suspirando y dejándose caer en el suelo.
- Quítate el vestido – dijo Liv acercándose a ella, que instintivamente intento
levantarse y correr, lastimándose aún más el pie.
- No por favor – grito aterrada, había escuchado historias de mujeres que le
gustaban otras mujeres pero nunca pensó ser violada por una.
- Cálmate, ¿por quién me tomas? No soy un asqueroso hombre que no dudaría en
tomarte sin remordimiento alguno – dijo Liv enojada – solo quiero cortar un trozo de tu
vestido para hacerme algo que me cubra y me proteja un poco del frio, me estoy helando
– dijo frotándose el cuerpo – a menos que no te importe que duerma desnuda a tu lado –
dijo con una media sonrisa.
- No gracias, corta lo que quieras – dijo ofreciéndole la parte baja de su vestido, no
sin antes imaginarse igual de desnuda que ella abrazándola durante la noche… aquella
mujer debía ser una bruja realmente poderosa para hacerla tener esos pensamientos, pero
la verdad jamás había visto un cabello castaño tan hermoso en su vida, ganaría invicto si
lo comparaban con el de una diosa. Su rostro no era menos que su cabello, su sonrisa
podría derretir un lago congelado en invierno y sus ojos rivalizaban con el azul del cielo…
si, estaba pensando demasiadas estupideces, aquella mujer era una bruja definitivamente.
– usa todo lo que quieras, prefiero que no parezcas una salvaje delante de mí.
Liv apenas demoró unos minutos en atarse la tela a la cintura y poner un lazo
alrededor de sus pechos. Después no sin antes advertirle que una mujer sola inexperta en
el bosque y tan delicada como ella no sobreviviría sin su ayuda, lo que hizo que Alison
permaneciera en su lugar mientras Liv encendía hábilmente una fogata y armaba una
cama improvisada con hojas verdes. Le impresiono la forma en que utilizaba los
elementos que le proporcionaba la naturaleza y los convertía en cosas útiles y necesarias
para su supervivencia. No le sorprendió que fuera una mujer tan alta y con un cuerpo tan
bien formado y fuerte, obviamente lo había ganado a pulso con todo lo que hacía para
sobrevivir.
Logro atrapar cuatro conejos con unas trampas aéreas que dejo unos cuarenta
minutos en los al rededores del claro donde estaban, y luego arrugo la nariz al verla
desollarlos para colocarlos en varas de pino cerca del fuego para que se rostizaran…
definitivamente aquella bruja estaba hecha para el trabajo duro y la vida al aire libre, y
eso le hizo admirarla porque jamás en su vida se imaginaria a si misma haciendo aquello.
- Calculo que tardaremos un par de día en llegar a mi campamento, o quizás menos
todo depende de la cantidad de camino que podamos recorrer mañana.
- ¿No podríamos tomar un atajo para acortar camino? – pregunto Alison, necesitaba
salir de ese bosque lo antes posible, si su hermano y su padre la estaban buscando, además
de los sirvientes de don Alejandro, no tardarían en encontrarla y llevarla de vuelta. Era
un destino peor que la muerte, no quería casarse con ese viejo, y menos compartir cama
con él, ahogo una nausea al imaginarlo.
- Si podríamos tomar un atajo pero es muy difícil poder llegar con tu pie lastimado,
de modo que iremos rio arriba adentrándonos un poco en el bosque – dijo mientras daba
vueltas a los conejos en el fuego.
- Puedo caminar bien, en serio, para mañana mi pie estará mejor y podremos acortar
camino.
- No vamos a arriesgarnos a que sufras una fractura forzando tu pie, así que deja
de quejarte y toma – dijo tomando un par de varas con la carne de conejo ya cocinada y
entregándosela – come, te sentara bien. Y aunque te salvé la vida, te ayude a alimentarte
y prácticamente me dejaste muriendo de frio por entrar al helado rio para sacarte sin mi
ropa, no me has dicho aun tu nombre, ¿Cómo te llamas? – preguntó mientras le daba un
buen mordisco a su vara de conejo.
- Alison Marlosby – dijo mientras comía – ¿y tú cómo te llamas? ¿O prefieres que
te llame bruja?
- Liv – dijo sonriendo a medias – y no soy una bruja pero si te parece mejor ese
nombre al mío por mi está bien, de todos modos me siento como una – guiñándole un ojo
siguió comiendo.
Alison se sonrojo no sin antes resignarse a lo inevitable. Debía lograr alejarse de
ella de algún modo para poder escapar. Esperaría a que se durmiera y luego cruzaría el
rio y llegar a donde quiera que sea, mientras sea lejos de ella. Algo en aquella mujer le
inquietaba, por no mencionar sus pensamientos descabellados…
No podía arriesgarse a que Liv la llevara al pueblo y la entregara su padre o peor
aún, a su hermano. No quería pensar que le haría al tenerla con el de nuevo, seguramente
la llevaría a las puertas de la iglesia. Se sentía tan desesperada que inconscientemente
tomo un largo bastón de pino que estaba su espalda y golpeo a Liv en la cabeza que
completamente desprevenida quedo inconsciente. Alison temió haberla matado, pero
cuando comprobó que no era así, se levantó despacio y la descarga de adrenalina que la
inundó por el miedo hizo que apenas sintiera dolor en el pie. Sólo sabía que tenía que
esconderse lo más pronto posible en algún pueblo lejos de Hillerod, quizás en
Copenhague podría pedir ayuda en algún convento y entregaría su alma y su cuerpo a
dios. Solo que ahora no solo debía esconderse de su padre y su hermano, sino también de
una mujer medio desnuda que la ponía nerviosa… y ¿por qué no admitirlo? Le gustaba a
la vez.
CAPÍTULO 2
- Es tan escurridiza como una babosa – grito Alden mientras intentaba quitarse una
tela de araña que se le había pegado en la cara al intentar pasar por unos arbustos – ¿cómo
es posible que se nos haya escapado?
- Enojarte no nos ayudara padre, deberías calmarte – dijo Christian pasando por los
arbustos evitando cuidadosamente los restos de tela de araña que dejo su padre – por ahora
deberíamos irnos a casa y descansar, mañana es otro día. Además una mujer no llegara
muy lejos en un bosque y menos de noche.
Christian intento aparentar tranquilidad, pero en su mente no dejaban de correr
imágenes de su infancia, su hermana, su madre antes de morir. Sólo que ahora debía
pensar también que diría el viejo Alejandro si llegaban a él sin su hermana. Probablemente
ni le importara, con el cielo oscureciendo ya tendría la compañía de su amante favorita y
la meretriz del pueblo Sissi Laflour.
- Si mejor vamos a casa hijo – dijo Alden, cuando algo llamó su atención y se
acercó a ver qué era – mira – dijo tomando una zapatilla – esta es una de las zapatillas
que Alison tenía puestas para la boda.
- Tienes razón, ¿crees que haya caído por ese risco? – pregunto Christian
horrorizado de solo pensar que sus planes se vinieran abajo si su hermana moría.
- Es probable hijo pero –dijo antes de acercarse al risco –la altura no es mucha,
quizás solo calló al rio y salió. Mañana iniciaremos la búsqueda por todo el bosque rio
abajo, hablare con don Alejandro para que envié a sus sirvientes, necesitaremos toda la
ayuda posible.
- Si, lo más probable es que la encontremos mojada, hambrienta, muerta de frio y
nos suplicara que la llevemos a la iglesia – dijo Christian triunfante.
El amanecer trajo consigo el canto de las aves, las pequeñas gotas de rocío en las
hojas de los árboles, los animales salían de sus madrigueras para buscar alimento, el sol
se filtraba por las copas de los árboles. Un espectáculo majestuoso, sin embargo a una
mujer con un chichón en la cabeza y una mirada de haber dormido poco no le alegraba en
lo absoluto.
- Condenada mujer, en cuanto le ponga las manos encima – dijo antes de pasar por
unos matorrales y ser golpeada en la cara tragando un par de hojas. Lo que la hizo
detenerse a escupirlas y maldecir el día anterior.
Llevaba parte de la noche y casi todo el amanecer buscándola. No podía creer que
después de haberle salvado la vida, se hubiera atrevido a golpearla y escapar.
Algo no estaba bien, esa mujer ocultaba algo y tenía que averiguar que era. Quizás
era una ladrona y acabo cayendo al rio mientras huía de un robo… pero descarto esa idea
de inmediato teniendo en cuenta de que no traía nada consigo cuando la rescato. ¿Pero
qué razón pudo tener para querer escapar así?
De todos modos aquella chica la intrigaba, su forma de querer parecer valiente
cuando estaba temblando de miedo y su valentía de querer soportar el dolor con la única
intención de no ser una carga le hizo admirarla un poco. Sólo un poco. Nunca en su vida
había conocido a una mujer tan hermosa y valiente como ella. Su cabello de zanahoria,
sus ojos color esmeralda y su hermoso rostro la hacían parecer una de esas mujeres de los
cuentos griegos que escucho de niña en la voz de su madre. Mujeres que por su belleza
se desataban guerra en disputa por su mano. Seguramente ya tendría a medio pueblo a sus
pies. De hecho le parecía que a sí misma la tenía en iguales condiciones. Debía dejar de
pensar en tonterías y ponerle una trampa. Quizás el celibato la estaba volviendo una
salvaje sedienta de sexo…
Podría simplemente largarse y dejar que se las arreglará sola. Pero algo dentro de
ella se lo impedía. Una mujer sola nunca podría sobrevivir en el bosque y mucho menos
salir de él con vida. Muchas veces vio a mujeres morir violadas o asesinadas cuando eran
dejadas solas, no todas eran criadas para luchar como ella.
Recordó con nostalgia cuando su madre le decía – no te ates a nadie, ni creas en
los hombre, utilizaran el amor en tu contra y cuando menos te lo esperes te dejaran sola
y embarazada y aunque los busques fingirán que no te conocen.
Desde entonces no había amado a nadie, ni siquiera a su antigua novia por así
decirlo. Solo la buscaba cuando su marido no estaba y Liv cansada de la situación la
mando al demonio. Liv solía decir que tenía un corazón grande y allí caben todas las
mujeres que quieran pasar un buen rato. ¿Para qué quedarse con una si era más divertido
tener diez?
- No entiendo porque pienso estas tonterías – dijo aburrida Estuvo reprendiéndose
así misma hasta que la vio tratando de alcanzar una ciruela en un árbol a treinta metros
del lugar donde ella estaba sentada. Sonrió planeando la mejor forma de vengarse
haciéndola llevarse un buen susto. Pero cuando a lo lejos vio pies obviamente masculinos,
cambio de opinión.
Sin perder un segundo más, corrió hasta situarse detrás de Alison y taparle la boca
para que no gritara y que esos hombres las escuchara. - Si gritas o intentas huir de nuevo
te atare a este árbol y dejare que te devoren los animales – y como seguía intentando
zafarse le susurró al oído – o algo aún mejor, dejare que esos hombres que se acercan te
lleven con ellos.
Su última amenaza dio resultado y sin perder más tiempo la llevo detrás de un
arbusto de arándanos mientras se inclinaba para esconderlas a ambas.
- Vez que ¿aquí no hay nadie idiota? – dijo uno de los hombres – seguramente fue
una ardilla – dijo mientras comía una manzana.
- Te juro que escuche que algo se movía Matt – dijo el otro – deberíamos revisar,
no vaya a ser que nos sorprenda un lobo o un oso y nos mate – dijo asustado.
- Cierra el pico y sigue caminando, debemos llegar a ese estúpido pueblo, recuerda
que mi posición en la orden real está en juego dependiendo de cómo salgan las cosas aquí.
- Como quieras.
Cuando Liv calculo que ya los hombres debían estar a una distancia prudente, se
levantó y dejo a Alison en el suelo. Su cuerpo tan suave contra el suyo la estaba haciendo
perder la cabeza y era mejor despejarse desquitándose con ella. A pesar de que había
tenido muchas mujeres que mucho menos que el vestido que Alison tenía puesto, no pudo
evitar que la sangre le hirviera, de hecho podía sentir sus pezones erectos y su centro
ligeramente húmedo. Dios, debía darse otro baño de agua fría para despejarse.
- No te atrevas a escapar otra vez – dijo mientras la tomaba por el brazo y la
levantaba – me quieres explicar ¿porque siempre te empeñas en huir? O mejor ¿porque
me golpeaste después de que salve tu vida? – dijo Liv mirándola a los ojos seriamente.
- Eso no te incumbe – intentando soltarse de su brazo, pero Liv la rodeo de la
cintura y la pego a ella – ¡suéltame!
- No te soltare hasta que respondas – Liv estaba perdiendo la cabeza mirando sus
labios y los movimientos que hacía Alison para zafarse la estaban volviendo loca de deseo
y como no dejaba de moverse la pego aún más a su cuerpo. Liv no se dio cuenta de que
aquello fue una mala idea hasta que la miro a los ojos. Como pequeñas esmeraldas que
parecieron hechizarla, tenerla tan cerca y sus labios a tan solo unos centímetros de los
suyos fue una tentación que no pudo aguantar. Ella también pareció caer en el hechizo
porque mantuvo su mirada y se acercó a ella. Eso fue todo lo que necesitó. Un segundo
después Liv se apodero de sus labios.
Alison no estaba preparada para la corriente de deseo que la sacudió por todo el
cuerpo cuando Liv la beso. Había visto hombres besar mujeres pero nunca a una chica
besarse con otra. Nunca la habían besado y sin embargo, sintió que ya conocía la suavidad
del cuerpo de aquella mujer contra el suyo. Enredó las manos en su cabello a la vez que
profundizaba el beso y empezó a acariciar su espalda con más urgencia. Pero sin previo
aviso, Liv dejo de besarla y se alejó de ella mientras tomaba aire apoyada en el árbol de
ciruelas, dejándola temblando y completamente avergonzada mientras se tambaleaba y
caía al suelo.
- Levántate, tenemos que seguir hasta mi campamento y allí me contaras la razón
por la que estas huyendo – dijo con voz ronca mientras se acercaba a ella y le tendía la
mano para ayudarla.
Alison asintió y camino a su lado sin decir una palabra. Ninguna de las dos dijo
nada mientras caminaban una junto a la otra. Parecía que ambas habían perdido la
capacidad de hablar.
CAPÍTULO 3
- Deberíamos ir rio arriba – dijo uno de los sirvientes – veo huellas por aquí, y tal
parece que encendieron una fogata mira. El día había dado paso a la tarde y apenas
habían cubierto parte del bosque, al menos lograron encontrar un indicio de que Alison
estuvo allí. Christian miro más de cerca y vio detrás de un enorme árbol lo que parecía
ser una cama de hojas y una fogata carbonizada, junto con restos de lo que adivinaba era
un conejo o una liebre.
- Reúne a todos los hombres y diles que vayan en dirección norte rio arriba, yo iré
al lado Este con algunos hombres, divídanse y nos reuniremos aquí en 3 horas.
-Sí señor.
Christian camino siguiendo cuidadosamente en dirección a las huellas de una
mujer, pero se detuvo en seco cuando miro otras huellas un poco más grandes, pero
definitivamente eran las de una mujer. Se sintió confuso en un principio pero luego cayó
en cuenta de que su hermana enclenque e inservible jamás hubiera podido crear una cama
entrelazada de esa manera con hojas y mucho menos cazar conejos y encender una fogata.
- Pequeña suertuda, encontraste ayuda y fue así como lograste esconderte – dijo
entre susurros mientras pasaba entre un estrecho sendero de arbustos.
El hecho de que encontrara ayuda de otra mujer era irrelevante, nadie interferiría
en sus planes y menos un par de mujeres. A pesar de todo estaba poniéndose nervioso, se
hablaba de que un par de hombres fornidos estaban en el pueblo haciendo muchas
preguntas. Preguntas que lo perjudicaban hasta el cuello. Si aquellos tipos daban con él
lo más probable era que lo mataran. Maldijo el día que cometió aquel error, maldijo el día
que descuido la salida de la iglesia y maldijo su hermana.
- No importa quién te ayude, no importa cuánto corras y te ocultes yo te encontrare
y te hare pagar por todo esto – dijo Christian con la cara roja de ira – incluso aunque tenga
que matarte.
Unas horas más tarde, cuando el atardecer teñía de naranja el panorama, dos
mujeres cargaban ramas secas para encender una fogata en el centro de una pequeña
caverna en una ladera de una montaña.
- Ayúdame con esto – dijo Liv pasándole una especie de arco que hizo con una
rama de higuera que hallo en la montaña. Mientras Liv intentaba hacer una fogata con
aquella cosa, se sentó en silencio observándola. Normalmente hablaba hasta por los codos
pero lo sucedido en la madrugada con ella la había dejado muda. Ella también estaba
callada desde que iniciaron el camino e incluso cuando se detuvieron para tomar fresas
silvestres de una planta en el suelo. Aunque Alison dudaba que una mujer como ella
hubiera quedado tan afectada con sólo un simple beso… bueno no tan simple, pensó
ruborizándose.
Ese fue el primer beso que le dieron, el único de su vida. Y pensaba con él en letras
mayúsculas. Se dijo a si misma que tal vez Liv sintió lo mismo que ella y aunque dudaba
que también fuera su primer beso, quizás lo disfruto al igual que ella. Sólo cuando vio
que Liv agitaba su mano frente a su cara se dio cuenta de que le había estado hablando.
- Alison reacciona
- ¿Qué? perdón, estaba pensando en…
- ¿en qué?
- En que tengo mucha hambre y estas fresas no nos van a alcanzar para las dos –
se sorprendió de lo fácil que había salido aquella mentira.
- Si tienes razón, quemamos muchas calorías hoy y si no las recuperamos no
podremos caminar mucho mañana y tenemos aún mucho por recorrer hasta llegar a mi
campamento por mis cosas – dijo Liv poniéndose de pie –iré a pescar algo allago que vi
al otro lado de la ladera.
- ¿No temes que vuelva a escapar? – dijo Alison sonriendo, y justo en ese momento
se escuchó un aullido de lobo, que la hizo borrar su sonrisa de inmediato y mirarla
nerviosa.
- Creo que con eso mi respuesta es no, no temo que escapes – sonriendo Liv tomo
un trozo del arco para la fogata y lo trozo en pequeñas y puntiagudas púas en la puntas
con una roca afilada que encontró horas antes mientras caminaban – sígueme, así te
enseño algo mucho más útil que golpear a la gente en la cabeza.
Alison no pudo evitar sonreír y seguirla. Llegaron al lago y Liv le enseño cómo y
cuándo lanzar el arpón que había creado hacia minutos y también a mirar en los lugares
donde generalmente se ocultaban las langostas de rio para dormir.
- Mira cuantas atrape – dijo Alison mientras sacaba la cesta que Liv hizo con hojas
cuando recolectaron las fresas, pero una de las langostas se acercó a su mano y se prendió
de su dedo haciéndola gritar y soltar la cesta, cayendo de nalgas en el lago… causando
una carcajada en Liv.
- Dios – intentando controlar la risa apretando su estómago, Liv se acercó a ella
para ayudarla a levantarse – deberían poner un cartel en tu frente que diga: peligro,
aléjese, torpeza con cuerpo de mujer.
- No es gracioso – dijo Alison mojada y ruborizada, en cuanto Liv le dio la mano,
la jalo y cayó junto a ella en el lago – ahora si es gracioso – dijo carcajeándose, pero Liv
frunció el ceño y la hizo resbalar cayendo sobre ella.
El tiempo y todo a su alrededor se congelo cuando Alison se levantó y quedo
mirándola con ojos enojados. Lamentablemente para su salud mental y física las manos
de Alison estaban apoyadas contra sus pechos haciendo que sus pezones se pusieran
erectos casi al instante. Liv también notó bajo el vestido mojado que los de Alison estaban
igual de tensos que los suyos. Se le antojaba probarlos pero sin que tuviera tiempo de
nada Alison pareció recobrar el sentido y se levantó, dejándola aturdida y confusa en el
lago.
- Vamos a tener que empezar de nuevo si queremos comer, ayúdame para acabar
rápido ya se acerca la noche – dijo Alison mientras caminaba en busca de la cesta y se
disponía a atrapar mas langostas.
Liv solo podía pensar en su cuerpo y el sordo dolor que sentía en los pechos y en
la entrepierna. Pero solo se levantó y fue a la orilla por el arpón para atrapar peces.
Aquella mujer la estaba desquiciando de deseo y ni siquiera le había sacado la razón por
la que huía. Pero lo dejaría para más tarde, ahora lo primordial era alimentarse.
Mientras tanto al otro lado del rio. Matt se estaba impacientando, a medida que
avanzaba el día su humor se iba volviendo cada vez mas y mas huraño. Habían recorrido
prácticamente todo el pueblo y no encontraron ninguna pista sobre el paradero del chico
que había secuestrado a la bastarda del rey Leopoldo III, del carruaje donde iba junto a
su madre hacía casi 17 años. Probablemente aquel viaje era una total pérdida de tiempo.
Quería más que todo ser general de la guardia real, pero conseguirlo le resultaba tan
tedioso como hacer preguntas de puerta en puerta en aquel asqueroso pueblo y solo recibir
respuestas negativas, o personas que los llamaban locos por pedirles que intentaran
recordar algo que había ocurrido tantos años atrás.
- Vamos a tomar un poco de cerveza, lo necesito – dijo Matt dirigiéndose a la
taberna del pueblo, el lugar parecía igual o peor de mugriento que las calles de él.
- No deberíamos beber teniendo una misión tan importante en la que llevamos
meses viajando Matt – dijo Ruffus mientras llamaba a una vieja regordeta que parecía ser
la camarera – el jefe nos pidió rapidez. Se enojara si tardamos en cumplir con su petición
y perderemos nuestros trabajos. – esto último ocasionó que Matt le diera un manotón en
la cabeza como respuesta.
- Cállate y siéntate, quizás nunca la encontremos y tendremos que buscar otro
trabajo, pero al menos déjame relajarme, ya me duelen los pies de tanto caminar, si no se
nos hubiera acabado el dinero pudimos haber venido en los caballos que vendimos – dijo
malhumorado.
En medio de la discusión apareció la camarera. - ¿Qué quieren ordenar caballeros?
- Dos tarros de su mejor cerveza y dos trozos de pan y queso.
- En seguida se lo traigo, se paga por adelantado, son dos coronas.
- Le daré cien coronas si me da algo de información además de nuestro pedido –
dijo Matt sacando el saquito de monedas de su bolsillo.
- Depende el tipo de información que quiera joven – dijo la anciana no sin antes
mirar con codicia el saco de monedas.
- ¿Usted ha vivido aquí toda su vida? Digamos que por lo menos más de veinte
años.
- He vivido aquí desde que nací, pero ¿a qué viene esa pregunta?
- Verá, en ese entonces por aquí unos familiares ricos vinieron en un carruaje rojo
y plateado, quizás usted recuerde haberlo visto.
- Ah, claro allí estuvo una dama gritando y preguntando si habían visto a alguien
cerca de su carruaje, fue un gran revuelo ese día lo recuerdo bien, era una mujer muy
hermosa pero luego de unas horas solo se marchó y todo volvió a la normalidad por aquí.
- Y por casualidad ¿usted no habrá visto alguien cerca del carruaje? – pregunto
Matt tratando de disimular su entusiasmo.
- Déjame hacer memoria – dijo pensativa bajando la mirada – si ahora que recuerdo
vi a un chico rubio correr con un bulto pegado al pecho muy cerca del carruaje pero es
todo lo que puedo recordar – Matt se sintió decepcionado, los niños rubios abundaban en
Dinamarca, pero entonces la mujer chasqueo sus dedos y dijo – un momento, recuerdo
que el chico me pareció raro así que lo mire hasta que se perdió de mi vista en la tienda
del carnicero, lamentablemente él falleció hace un par de años, pero podrías ir a
preguntarle a su esposa, aún vive y está en el mismo lugar con sus hijos. Ahora les traigo
su pedido para llevar.
- Muchas gracias señora, lo prometido es deuda – dijo Matt sonriente entregándole
el saquito de monedas.
La mujer solo se alejó a buscar su pedido, mientras los hombres se levantaban con
afán de ir a buscar respuestas, quizás con un poco de suerte la esposa del carnicero podría
decirles quien era aquel chico y con otro poco de suerte encontrarían a la princesa Amalia
y su sueño de ser general de la guardia real se haría realidad. Tomaron el pan, el queso y
la cerveza que la anciana les dios y partieron a la carnicería exactamente junto a la
barbería, dos negocios más allá de la taberna.
- Buenas tardes – dijeron al entrar en la carnicería – busco a Lydia la esposa del
difunto carnicero.
- Con ella están hablando, bienvenidos ¿en qué les puedo servir?
- Vinimos en busca de información por la que le pagaremos muy bien – dijo Matt
lanzando un saco de monedas más grande que el anterior sobre el mostrador. Lydia miro
el saco e inmediatamente camino a la entrada y puso el cartel de cerrado mientras volvía
a su lugar frente al mostrador.
- Ustedes dirán.
- Entiendo por comentarios de la carnicera que usted vivió aquí durante un gran
revuelo que ocurrió hace casi 17 años atrás con un carruaje y una mujer gritando.
- Es correcto.
- Pues esa mujer era una familiar muy rica que perdió algo aquel día y hubo un
niño rubio con un bulto en su pecho que vino aquí en aquel entonces, sé que es mucho
pedir pero ¿podría tratar de recordar quién era ese niño?
- Claro que lo recuerdo, aunque no lo crean aquí no viven muchos niños rubios,
solo hay tres apenas y a ese lo recuerdo bien porque su padre nos vendía pan agrio desde
que mi marido vivía. Pero no traía ningún bulto en el pecho era la pequeña recién nacida,
en la que murió su madre durante el parto, muy lamentable – dijo bajando la mirada.
- ¿Tiene idea si ese hombre y ese niño todavía viven aquí? – Matt apenas podía
controlarse, la adrenalina corría por sus venas y lo hacía sentir euforia, estaba tan cerca
de obtener lo que deseaba.
- Claro pero ellos ya no viven aquí, se mudaron a Hillerod poco después de aquel
episodio. Quizás porque el pobre no pudo soportar la pérdida de su esposa.
- ¿Podría darme el nombre de ese hombre y el de su hijo?
- Claro, son Alden y Christian Marlosby.
CAPÍTULO 4
Las llamas ardían en la hoguera, los peces y langostas de rio se cocían lentamente
en varas a un lado de ella y Liv estaba tratando de no perder la paciencia con una mujer
que evadía todas sus preguntas.
- ¿Quieres contestar de una maldita vez lo que te estoy preguntando? – dijo Liv con
la ceja levantada y el ceño fruncido.
- ¿Porque te empeñas en saber de mí? Nunca volverás a verme cuando salga de
aquí de todas formas –dijo Alison mientras se frotaba el cuerpo y se acercaba un poco
más al fuego, el frio de la noche le estaba haciendo castañear los dientes.
- ¿Qué te hace pensar que te dejare ir? Podrías ser una ladrona y mi deber es llevarte
ante la justicia, el titulo de asesina lo descarte cuando vomitaste al ver las tripas del
pescado hace rato así que será mejor que hables.
- No soy ladrona ni nada – dijo temblando, Liv lo noto y se acercó a ella rodeándola
para abrazarla y darle calor corporal. Extrañamente Alison solo se dejó envolver por ella
y no la aparto ni intento golpearla… sacrilegio.
- Entonces, ¿Por qué estas huyendo? Quizás pueda ayudarte, si confías en mi te
llevare a donde me pidas – sorprendiéndose a sí misma al decir eso, quizás tenerla cerca
la estaba embriagando, su fragancia era deliciosa. Juraría que podía sentir el aroma a
jazmín salir de su cabello y su cuello, su cuerpo empezaba a calentarse por el contacto y
se sentía realmente bien… incluso se permitió cerrar los ojos unos segundos… se sentía
tan bien tenerla así - ¿Por qué estas huyendo Alison? – después de un largo suspiro sobre
su cabello.
- Estoy huyendo de mi boda – dijo hundiendo la cara en su pecho, solo que ahora
no estaba temblando de frio – mi padre dio mi mano al hombre más rico de mi pueblo en
contra de mi voluntad y me escape de la iglesia. – Liv se tensó, sorprendiéndose de la ira
que sintió al imaginar lo que pudo haber pasado si no se hubiera escapado, o incluso si
hubiera salido del rio minutos antes de verla caer… no la hubiera conocido. Súbitamente
aquello le pareció un destino peor que la muerte, Alison le hacía sentir cosas, pero
seguramente era solo deseo, no había estado con una mujer en casi dos años y eso le
estaba ocasionando aquellos pensamientos de adolescente enamorada y con sus veintiún
años era una tontería.
- Ya veo, entonces ¿Cuál es tu plan?
-¿De qué hablas?
- ¿Qué pensabas hacer después de escapar?
- Ir a algún pueblo o ciudad lejos de aquí, entrar en algún monasterio y convertirme
en monja – lo último generó una carcajada en Liv – ¿de qué te ríes?
- Tú no podrías ser monja ni en tu próxima vida – dijo mirándola a los ojos con una
media sonrisa – eres demasiado apasionada, nunca te callas, no eres nada sumisa, por no
hablar de tu manía de golpear a las personas.
- Eso fue solo porque me asustaste – dijo riendo – pero normalmente no soy así.
Liv ¿me ayudarías a escapar?
- Seré sincera contigo, me gusta el hecho de que confiaras en mí pero te diré que
una mujer débil, sola y sin nadie que la proteja no sobrevive en este mundo, incluso si
hubieras logrado salir de aquí con vida y llegado a algún pueblo ya te habrían tomado
como esclava, prostituta, sirvienta o incluso solo se hubieran divertido contigo y luego te
asesinarían. La naturaleza del hombre es aún muy primitiva, mientras logre satisfacer sus
deseos poco le importara lo que tu sientas o quieres – la abrazo estrechamente cuando
Alison empezó a sollozar – eres una mujer muy hermosa si aún no lo has notado y tu
cuerpo obviamente virgen seria un fruto suculento y exótico que cualquier hombre
pagaría por tener. ¿Qué harías en un convento? Nada, a un monasterio se entra con dinero
o contactos y tu por lo visto no tienes a nadie más que a ti misma – después de pensarlo
un segundo dijo – pero puedo ofrecerte una alternativa – Alison dejo de sollozar y la miró
fijamente – ahora mismo estoy en un viaje pero cuando acabe volveré a casa, vivo en una
pequeña cabaña en Vislanda, tengo unas tierras que me dejo mi madre en herencia y tengo
una habitación extra si te interesa – Los ojos de Alison se agrandaron y parecieron brillar
por un segundo – podrías trabajar cosechando conmigo y vendiéndolo todo en el mercado
como lo hago con mis primos, un par de manos nunca están de más – Alison cerró los
ojos y la abrazo más fuerte.
- Gracias – dijo en un susurro.
- No hay de que – dijo devolviéndole el abrazo sonriendo a medias – al menos con
trabajo me pagaras por todos esos golpes que me diste – esto provoco un pellizco en su
espalda y un gemido de dolor por parte de Liv –vamos a comer esto ya está listo–dijo
separándose de ella para tomar las varas y compartirlas con ella para empezar a comer.
Después de aquello hablaron un poco más, como si fueran amigas de toda la vida.
Se contaron de su infancia, de su familia. Liv le conto de porque su madre la crio para ser
una mujer fuerte y valiente, lógicamente al descender de amazonas griegas debía ser igual
o más fuerte que un hombre como solía decir su madre.
Alison le conto de los niños que la molestaban cuando era niña y tenía la cara llena
de pecas y de cómo esos mismos niños la abrumaban a regalos, poemas y rosas cuando
creció y sus pecas desaparecieron. Le conto de cómo había añorado haber conocido a su
madre, tener otra hermana, conocer el mundo, ser libre de escoger a quien deseara para
casarse, ser algo más que una ama de casa y obedecer a su esposo como lo decía la biblia,
y de lo protegida que se siente a su lado.
Lo último solo arranco una sonrisa de Liv, claro que le conto sobre sus amantes,
su primera vez con una mujer que solo se aprovechó de ella, y porque nunca se sintió bien
ni encajar con los demás al no gustarle nunca ningún niño, pero siempre le gustaba estar
cerca de otras niñas y abrazarlas. Esa cueva, esa cena, esa noche, esa fogata, era testigo
de tantos relatos y sentimientos compartidos entre dos completas desconocidas que
intentaban compartir su vida y sus sueños por el simple placer de ser escuchadas. Algo
imposible en aquel mundo dominado por hombres.
Hillerod martes primero de abril 1651, cinco y treinta de la mañana de un día
nublado. Christian se levantó con ojeras de lo poco que pudo dormir por la noche, el rastro
que habían seguido desde el rio se había difuminado cuando cayó la noche y con ello sus
ganas de asesinar a Alison aumentaron si era posible diez veces más. Odiaba perder el
tiempo y aquello estaba agotando su paciencia. Aun perdido en sus pensamientos sintió
toques en la puerta y se asomó para ver a su padre tomando una taza de té como todas las
mañanas mientras se acercaba a abrir la puerta. No le prestó atención, pero en cuanto se
dirigía de nuevo a la casa vio a dos hombres enormes y fornidos entrar y pegar la espada
en el cuello de su padre. Se detuvo en seco y se ocultó tras la pared.
- Me imagino que usted es Alden Marlosby – dijo el más grande de los dos –
vinimos aquí en una búsqueda y más le vale que coopere si no quiere perder la cabeza
anciano.
- ¿Quiénes son ustedes, que quieren de mí? Soy un pobre panadero no tengo nada
que puedan querer.
- Vinimos por algo más grande que su basura, donde está su hijo – dijo pegándolo
a la pared de la cocina y cortando un poco la piel de su cuello con la espada – tenemos
muchas preguntas que hacerle.
- Mi hijo está en un burdel– Christian se contrajo de dolor, su padre se estaba
arriesgando por él y aun así no se sentía capaz de encarar a aquellos tipos – pregúntenme
a mí lo que sea y responderé con la verdad.
- Para empezar su hijo cometió el crimen de secuestro y alta traición a la corona
hace casi 17 años. Y más vale que la princesa este bien de lo contrario les cortarán la
cabeza a ambos.
- ¿Cuál princesa? ¿cuál traición? no entiendo de que está hablando – recibió un
golpe en el estómago.
- Su hija, o la que usted cree es su hija ¿dónde se encuentra?
- Mi hija está perdida, ¿a qué se refiere con la que creo es mi hija? Yo la vi nacer
claro que es mi pequeña.
- Perfecto, Ruffus saca papel y carbón quiero que hagas un retrato – dijo mirando
atrás, luego volvió al frente – ahora anciano vas a sentarte y a describirnos a “tu hija” si
sabes lo que te conviene.
El anciano empezó a describirla, alta y de ojos verdes, cabello largo y ondulado
color naranja… nunca conoció a alguien que pudiera hacer un dibujo a partir de
descripciones habladas así que no le pareció nada peligroso hasta que vio el resultado
final, en aquel papel estaba su hija exacta y tan perfectamente dibujada que parecía un
espejo. Sintió temor por su hija pero ya encontraría la forma de solucionar aquel embrollo.
- Excelente Ruffus, siempre tan buen artista – dijo Matt después de recibir la
respuesta afirmativa del anciano – realmente es muy hermosa, idéntica a la zorra de su
madre, ¿puedes creer que la muy astuta fingió todos estos años que la pequeña bastarda
seguía con ella? Solo para seguir recibiendo los favores y el dinero del moribundo rey.
Me alegro de que la matáramos, merecía más que eso la desgraciada – miro hacia el
anciano – fue de mucha ayuda su información, sé que es correcta por el parecido de esta
mujer con la amante del rey ahora sin embargo me temo que no podemos dejar cabos
sueltos – dicho esto corto la cabeza de Alden antes de que este pudiera si quiera gritar.
- Que pasara con el hijo – dijo Ruffus mientras enrollaba el papel con el retrato y
lo guardaba dentro de su bolso– no le pediste que lo describiera y así no dejar ningún
cabo suelto.
- No importa, pondremos su nombre en la lista de se busca y ya se encargaran los
demás guardias de buscarlo, ahora vamos a un retratista y los pondremos en cada esquina
de aquí a Copenhague como una fugitiva, pero rápido antes de que el príncipe Valdemar
se entere del pequeño plan de su padre y nos lo eche todo a perder.
Christian lloraba en silencio mientras los hombres salían de la casa sigilosamente,
cuando hubieron pasado varios minutos entro a la casa y vio el cuerpo de su padre sin
vida y su cabeza en un rincón. Tomó todo lo de valor que pudo encontrar, se vistió y ato
con una bolsa a su espalda, se armó con el puñal de su padre, rezó un ave maría frente a
él y con su sangre se hizo una cruz sobre la frente jurando en silencio acabar con su
asesino… y con la mujer causante de su desgracia. Recordó el día que tomo aquella mala
decisión mientras se escabullía por la parte trasera de la casa, saltando el muro.
Había sido uno de los días más fríos de julio que recordaba, su madre acababa de
morir solo una semana antes, dando a luz a su hermana Alison.
Su padre le entrego a la niña mientras salían a vender pan agrio, ya no tenían nada
más para vender ni comer y con una boca más que alimentar se morirían de hambre
lentamente, no había otra forma de llamarlo. La niña no paraba de llorar y se estaba
desesperando, cuando vio a una caravana de un circo pasar por las calles. El circo solo
pasaba por allí para ir hasta Copenhague pero una mujer lo miro y lo llamo para acercarse
a ella, el inocentemente fue y mientras la caravana se detenía para dar de beber a los
caballos y animales la dama le hablo.
- ¿por qué llora la pequeñina? – dijo acariciando su manito sobre el abrigo que la
cubría.
- Tiene hambre y yo también –dijo cuando vio a la mujer sacar un gran pedazo de
carne de cerdo, tener carne era un lujo que pocos se podían permitir y su estómago gruñía
al verlo.
- Puedes comer de mi carne y mi pan, pero déjame sostener a la pequeña y
alimentarla – él la entrego sin pensarlo y se sentó a comer en la caravana mientras la
mujer tomaba a su hermana y la pegaba a su pecho y su hermana succionaba hambrienta
de ella – pobrecita está muerta de hambre, come desesperada – dijo la mujer mirándola y
acariciando su mejilla – ¿tu madre no le da pecho?
- Mi madre murió cuando ella nació y la última botella de leche se la tomo esta
mañana – dijo mientras comía un gran trozo de cerdo.
- Es una lástima, una pequeñita no puede pasar hambre podría morir – dijo
pensando, luego aun con la niña pegada a su pecho buscó entre sus cosas y saco un cofre
y se lo puso al niño en las manos – aquí hay 200 coronas, suficientes para que puedan
alimentarse por años tu padre y tú, te lo daré a cambio de que me dejes a la bebe – Se
quedó pasmado, 200 coronas era una fortuna y ni se quería imaginar como aquella mujer
lo había conseguido, pero la idea de no tener que pasar días sin comer le pareció tentadora,
solo que su hermana era algo que no podría reemplazar…
- Está bien, es tuya - dijo tomando el pequeño cofre metiéndoselo en el pequeño
bolsito a su cintura, tomando otro pedazo de carne de cerdo y pan y salió corriendo,
perdiendo de vista la caravana que unos minutos después se alejó de la ciudad dejando
una estela de polvo tras su paso.
Después de haber ocultado bien el cofre en un hoyo que escarbo bajo su cama y de
haberle dicho a su padre que una amable señora le había regalado la carne, siguió en la
venta con su padre, hasta que este le pregunto dónde había dejado a su hermana.
Luego de decirle que la dejo con una anciana lactante dijo que iría por ella y camino
pensando en que le diría a su padre. Había vendido a su hermana, lo único que le quedaba
a su padre de su madre a la que tanto amó. Solo le quedaba una alternativa y la fortuna le
sonrió aquel día como nunca se imaginó antes, de un carruaje elegante que pasaba por allí
probablemente también camino a las ferias en Copenhague, se escuchaba un llanto ligero,
como el maullido lastimero de un gato buscando alimento.
Cuando la elegante mujer entro a la tienda más cara del pueblo y el conductor del
carruaje se detuvo en la taberna a beber, se acercó al carruaje y vio a una pequeña sin pelo
llorando sobre un asiento del carruaje, era pequeña y de poco tiempo de nacida igual que
su hermana.
No lo pensó dos veces antes de tomarla mientras la pegaba a su pecho y corría a la
carnicería por la parte trasera a buscar a su padre. El dinero ya no era un problema y no
habría que pasar hambre, su padre podría respirar tranquilo y el fingiría que nunca nada
paso. Pero todo quedaba en el pasado cuando la realidad lo golpeo, no tenía padre, no
tenía casa, la mocosa a la que robo de aquel carruaje era la bastarda del rey y unos matones
lo buscaban para arrancarle la cabeza. No tenía nada que perder, no le quedaba nada. Solo
el firme deseo de acabar con la vida de tres personas… o cuatro si contaba con el otro par
de huellas que seguían a las de su hermana. Su buena fortuna acabo el día que aquella
mujer se le escapo y solo volvería cuando su sangre cubriera el suelo que pise.
CAPÍTULO 5
- Cuidado con esa rama, tiene un panal más arriba – decía Liv mientras tomaba a
Alison de la mano y caminaba con la cabeza baja pasando bajo esa rama. Llevaban varias
horas de camino, y solo faltaban unos metros para llegar a su campamento.
Partieron al amanecer luego de haberse levantado la una en brazos de otra. Cosa
que no le sorprendió a Liv ya que ella se movía como pez mientras dormía, rara vez
acababa en el mismo lugar donde se acostaba a dormir. Tomaron un desayuno rápido con
el resto de las fresas y hojas de menta que Liv siempre llevaba consigo al viajar. El
hermoso bosque le parecía un paraíso, cada paso que daba en lugar de ser molesto para sí
misma era algo fascinante, poder admirar tanta perfección en un solo panorama y disfrutar
de la compañía de una hasta ahora desconocida faceta parlanchina de Alison solo lograba
mejorar su humor y el camino se le hizo más corto.
Al salir de entre los árboles del bosque vieron una pradera que quitaba el aliento.
Una larga llanura verde, que parecía la entrada al palacio de un rey, las montañas a lo
lejos, el cielo azul completamente despejado, ovejas pastando a lo lejos, un lago fluyendo
en medio de las montañas y flores a su alrededor… además de otra flor mucho más
hermosa que estaba tomando su mano.
- Podría quedarme aquí para siempre – dijo Alison sonriendo ante tan esplendoroso
paisaje.
- No – sonriendo – ven por aquí, lo menos que quiero es que alguien nos vea y en
un sendero sin árboles que nos escondan prefiero ir por este lado, las flores nos ocultaran
un poco si vamos corriendo – dijo jalándola y corriendo junto a ella. El tacto de su mano
le provocaba un ligero cosquilleo en el estómago a Liv. Corrieron algunos metros
rodeando el prado y la montaña, llegaron a otro más espeso y luego de descansar un poco,
Liv la llevo a tientas hasta la parte más lúgubre y tenebrosa que había visto jamás en
bosque alguno. Los arboles eran tan frondosos que prácticamente ocultaban toda la luz y
el suelo lleno de hojas parecía ocultar serpientes venenosas y todo tipo de amenazas, ella
sin embargo parecía tranquila mirando a un lado y a otro y examinando detalladamente
cada árbol hasta que la acerco a un arbusto de aproximadamente cuatro o cinco metros de
altura y lo levanto sorprendiéndola.
En el interior vio un bolso, una espada enorme y amenazante como la de un
caballero, una especie de arco también pero cuando se acercó mas notó que era una
ballesta, estaba todo obscuro pero pudo distinguir claramente la cara de satisfacción de
Liv cuando tomo sus armas.
- Bueno como puedes ver no lo hubiera podido encontrar nadie que no supiera que
es algo más que un arbusto – dijo sonriendo y tomando de entre sus cosas unas botas –
vamos al rio que está un poco más allá por mi ropa.
- ¿No crees que te la hayan robado después de tantos días allí?
- No, porque encontrar esa parte del rio es casi tan difícil como encontrar mi
escondite – guiñándole un ojo la condujo por un camino empinado donde pudo ver una
serpiente mirándola desde lo alto de una rama. Liv la aparto casi sin inmutarse y siguió
llevándola de la mano, mientras que empujando una enredadera salieron a un rio de rocas
empinadas, lo que le dificulto mucho caminar hasta donde vio ropa sobre una roca saliente
justo frente al rio – como puedes ver tuve razón, aquí está todo – dijo mientras tomaba su
ropa y se las ponía. Ahora que estuvo vestida Alison tuvo miedo, se veía amenazante con
todo aquello, las botas con piel de lobo, una falda café oscura que le llegaba unos
centímetros más debajo de las rodillas, una camisa sin mangas del mismo color, guantes
con muñequera de acero y lo que parecía ser una pulsera en su brazo casi a la altura de su
hombro donde podía ver grabado una inscripción en un idioma que no conocía. Realmente
se veía muy intimidante con aquella indumentaria, probablemente se vería aún mas
intimidante con la enorme espada a la espalda y la ballesta a la cintura.
- Nunca había visto ropa de ese tipo por aquí
- Es porque la hizo mi madre para mí – dijo Liv acercándose a ella y guiándola de
nuevo al campamento – siempre decía que las amazonas vestían de esta manera y por
tanto yo debía vestir así, la verdad es que es bastante cómodo para correr, trepar y cazar,
por no mencionar que la gente se aleja cuando me mira y no representan un problema
para mí.
- Bueno y ahora ¿a dónde iremos? – pregunto Alison cuando entraron al
campamento y Liv se puso todas sus armas a cuestas y cargaba su bolso a la espalda
dejando espacio para su espada.
- Aprovechemos que hay mucho sol, vamos por mi caballo y podremos ir directo
a Copenhague en el.
- No sabía que tuvieras un caballo
- ¿Qué clase de tonto viaja sin un medio de transporte más eficiente que sus pies?
– sonrió y la guio a su espalda mientras volvían al prado donde estaba pastando por días
el caballo negro con manchas blancas por encima de sus patas de Liv. El semental al verla
relincho varias veces antes de trotar entusiasmado a su encuentro, Liv saco una manzana
de su bolso y se lo dio al caballo que lo comió gustoso– Alison te presento a tirano, tirano
ella es Alison – el caballo relincho y olisqueo su cabello casi tirándola al suelo del susto.
- Que nombre tan curioso tiene tu caballo – Liv ya montaba a tirano y le daba la
mano para subirla a su espalda donde pudo distinguir mejor su pulsera – que significa lo
que está grabado en esta pulsera.
- Es hamazakaran y significa guerrera en griego antiguo – dijo mientras guiaba en
un trote constante al caballo por la pradera.
- Siempre me hablas de tu madre pero nunca me has contado como siendo griega
termino en Dinamarca.
- En realidad ella nació en Copenhague y cuando tenía ocho años se mudó con mis
abuelos a Vislanda que es donde vivo, su familia emigro de Creta hace más de setenta
años, se cansaron de las guerras y peleas y terminaron allí en un viaje de varios meses en
barco, luego nació mi madre que se llamaba Atenea y si antes de que preguntes la
llamaron así por la diosa de la guerra y protectora de los héroes además de mis tíos
Aristos, Achileas, Stavros y Adelphos. Al parecer provengo de griegos ricos porque
compraron cincuenta mil hectáreas de tierras al gobierno sueco, repartieron entre todos
sus hijos antes de morir y allí continuamos, a mi madre le toco la mayor parte por ser la
primogénita pero mis tíos siempre fueron muy protectores con ella incluso cuando le
advirtieron de que mi padre no era un buen hombre y ella no les hizo caso – haciendo una
mueca al decir esto último–te encantara conocerlos, tengo un montón de familia y aunque
suelen ser un poco abrumadores a veces son buenas personas.
- No lo dudo por tu forma de hablar de ellos – sonriendo se abrazó mas a ella
cuando aumento la velocidad del caballo – ¿de qué murió tu madre? – la vista de Liv bajo
unos segundos – lo siento si es muy doloroso para ti, no debí preguntar.
- Está bien, es bueno hablar de ella de vez en cuando sin que alguien llore – dijo
sonriéndole apenas – hubo un fuerte incendio hace un par de años en las tierras de mi tío
y estaba llegando al ganado, solo que mi prima Alexia siempre estaba jugando con un
becerrito recién nacido en el corral y al ver el fuego comenzó una estampida, mi madre
estaba cerca de ella cortando el pasto para alimentarlos y logro sacarla – su vista se
empaño – pero ella tropezó y la aplastaron.
- Lo siento mucho–Alison la abrazo más fuerte y apretó su mano sobre las riendas
del caballo – debiste quererla mucho.
- Es mi madre – dijo conmovida por la calidez del abrazo y de su mano acariciando
la suya.
- Me hubiera gustado conocer a la mía, papá dijo que murió cuando yo nací así que
supongo que por esa razón me odia tanto – Liv tomo tu mano y la entrelazo con la suya
dejando solo una mano tomando las riendas. Se quedaron así perdidas en el panorama y
en sus pensamientos.
Tardaron un par de horas en llegar a Humlebaek y desmontaron en una posada, el
pueblo parecía sucio y las personas, en su mayoría hombres las miraban con curiosidad.
El caballo quedo saciando su sed en un bebedero que estaba en la parte lateral de la
posada.
- Espérame aquí con tirano, iré a comprar algo de pan y queso y si es barato nos
quedaremos a pasar la noche aquí - dijo Liv mirando a una nerviosa Alison mirando a su
alrededor – no dejare que te pase nada, volveré en un minuto ¿está bien? – sonriendo
entro en la posada. Alison le sonrió y luego camino para acariciar a tirano, miro un jardín
lleno de flores unos metros más allá de la posada y como le pareció lo único bonito de
ese lugar se aventuró a mirarlo más de cerca, sin percatarse de que otras cuatro personas
la miraban con ojos lujuriosos y la seguían unos pasos detrás de ella.
El jardín pertenecía a una pequeña capilla, bastante sucia pero que contrastaba con
la belleza de las flores. Justo cuando se inclinaba a oler una rosa blanca alguien la tomaba
por la cintura y le tapaba la boca. Nerviosa forcejeo pero fue inútil. Vio hacia atrás a su
captor y otros tres hombres que tenían la ropa sucia y sonreían mientras la acariciaban, el
que la sostenía la llevo hasta la parte trasera de la iglesia, provocando más miedo en
Alison, pidiendo a gritos ahogados que Liv la escuchara pero ya estaban lejos de la posada
y no pudo evitar las lágrimas que corrieron por sus mejillas.
El que la tenía aferrada la puso de espaldas mientras los otros tres hombres la
agarraban y le sostenían las piernas y el más grande de todos empezaba a desabrocharse
los pantalones. Solo que sus manos se quedaron en esa posición cuando una flecha le
atravesó el cuello y caía a su lado ahogándose en su propia sangre. Liv apareció montando
a tirano con su ballesta a tiro, dos de los hombres se levantaron sacando puñales mientras
uno aun la mantenía capturada. Liv bajo del caballo de un salto y saco su espada de su
espalda deteniendo el ataque del primer hombre y dándole una patada al segundo,
tirándolo al suelo pero eran tan torpes y ella tan ágil que en un segundo movimiento corto
el brazo del primero haciéndolo soltar su arma y retorcerse en el suelo mientras el segundo
se levantaba del suelo y se iba encima de Liv, logrando ella esquivarlo y tirarlo de
espaldas al suelo dándole una patada en el rostro que lo dejo inconsciente.
Alison solo pudo cerrar los ojos mientras todo aquello pasaba ante ella. El hombre
que la tenía cautiva saco un cuchillo tan grande que la hizo sollozar y con todas sus fuerzas
le dio un codazo que lo dejo sin aire, soltando el cuchillo lo que le dio tiempo a Alison de
correr hasta tirano mientras Liv terminaba de noquearlo y subía al caballo jalándola sobre
su espalda y saliendo de allí al galope. La abrazo fuertemente mientras lloraba en silencio
y se alejaban de aquel horrible lugar. A medida que avanzaban el cielo cambio
abruptamente de azul a gris, poniendo nervioso al caballo.
- Debemos encontrar donde quedarnos pero aún faltan muchos kilómetros hasta
Copenhague, pararemos en el primer pueblo que veamos y nos quedaremos en alguna
posada – Alison asintió igual de preocupada que el caballo, nunca le gustaron las
tormentas y menos estar bajo ellas. El tiempo avanzaba en su contra y comenzó una lluvia
helada y furiosa que las empapo por completo y casi nublo toda la visión de Liv, a lo lejos
vio una casucha destartalada y con solo la mitad del techo sobre ella, era mejor que nada
y dirigió al caballo hasta allá. Al llegar desmonto y bajo a Alison rápidamente mientras
empujaba la puerta que cedió y cayó al suelo con solo un toque – esperemos que la
estructura resista, no me gustaría morir aplastada – dijo dejando pasar a Alison y guiando
a tirano en el interior más lejano posible a ellas, por miedo a que las pisara al dormir, por
suerte la casa era bastante grande y los tres estrían seguros mientras pasaba la lluvia.
Vio a Alison temblando de frio y como pudo tomo unas rocas afiladas de su bolso
y al fondo de la casa logro encender la chimenea con pedazos del techo de paja y vigas
de tronco, a lo que inmediatamente se acercó a calentarse las manos y el cuerpo
frotándose. La dejo allí y fue a quitarse la ropa para ponerla a secar.
- ¿Cuál es tu manía de estar desnuda? – pregunto mirándola desde el fuego. No
quería pensar en lo sucedido anteriormente, quería mantener la mente ocupada en
cualquier cosa con tal de olvidar.
- Me congelare si me quedo con la ropa mojada, deberías hacer lo mismo – ya solo
le quedaba la parte de arriba y se la quitó en un movimiento fluido, dejándola junto a lo
demás. Se acercó al fuego junto a Alison y puso sus manos extendidas sobre la chimenea.
Alison no quería mirarla pero estaba congelándose así que se quitó el vestido rápidamente
y también su ropa interior quedando igual de desnuda que Liv pero cubriéndose los
pechos mientras se acercaba al fuego nuevamente.
- En mi bolso hay manzanas, duraznos, uvas y peras, toma lo que quieras y cena,
mañana seguramente llegaremos a un pueblo y podremos comprar algo de carne, pan y
queso para comer – dijo intentando no mirarla, estaba temblando pero no de frio, y el
tenerla igual de desnuda que ella tan cerca estaba haciendo mellas en su cuerpo, después
de lo que había pasado no quería asustarla ni hacerla recordar lo que aquellos hombres
estuvieron a punto de hacer con ella, por suerte noto su ausencia a tiempo y pudo acabar
con ellos. Pero Alison no fue a buscar la comida, solo se acercó a ella y le toco la cintura
haciéndola pegar un salto – ¿qué crees que haces?
- No lo sé – dijo tragando saliva – pero… - se acercó a ella y tomo sus labios en un
beso, lento y torpe al principio, Liv estaba aturdida pero se dejó envolver por el beso y la
pego a ella. El tenerla así pegada a su piel fue como desatar la furia de un volcán en
erupción, se le erizo la piel y el cuerpo pareció hervirle en llamas. Lentamente la pego a
la pared y metió su rodilla entre las piernas de Alison ocasionando que esta dejara de
besarla por un segundo para jadear y luego volver a devorar su boca. Liv estaba
enloquecida, comenzó a mover rítmicamente su rodilla entre sus piernas al tiempo que su
mano abarcaba descaradamente su pecho, masajeándolas lentamente y luego estimulando
su pezón, torturándola mientras la besaba intensamente. Alison nunca había
experimentado algo como eso, el cuerpo le ardía, su boca se daba un festín, sentía
maravillas en sus pechos siendo acariciados, y en su vientre empezaba a sentir mucha
tensión mientras los movimientos de la rodilla de Liv se hacían más intensos. Sintió
desfallecer cuando dejo de besarla y comenzó a hacerle lo mismo en el cuello, todo
aquello estaba intensificando la tensión que crecía sin cesar dentro de ella. Los labios de
Liv en su cuello, mordiendo y besando, sus maravillosas manos haciendo magia en sus
pechos y su rodilla entre las piernas la estaban llevando a un lugar desconocido pero
extrañamente anhelante.
Sus gemidos comenzaron a ser mas fuerte mientras Liv quitaba su rodilla y las
llevaba a ambas al suelo, casi protesto por la interrupción cuando sintió el centro de Liv
juntarse con el suyo. Estaba aún más mojada que ella y respiraba entrecortadamente, la
miro a los ojos antes de besarla profundamente y luego bajar a devorar su pecho derecho
mientras con la mano frotaba el pezón del izquierdo y comenzaba un vaivén con sus
centros unidos entre sí. Alison cerró los ojos echando la cabeza atrás mientras se aferraba
a la espalda de Liv. Las sensaciones estaban acabando con ella literalmente y los gemidos
de Liv hacían eco en los suyos. De repente los movimientos pélvicos de Liv se hicieron
más bruscos mientras dejaba de chuparle los pechos y se abrazaba a ella mordiendo su
cuello. La tensión creció en el vientre de Alison y los embates de Liv combinados con lo
que hacía en su cuello pudieron con ella, se quedó sin aliento mientras todo su cuerpo se
tensaba y se aferraba más fuerte a la espalda de Liv al tiempo que se arqueaba y gritaba
su nombre.
Liv parecía no saciarse de ella y siguió frotándose junto a ella mientras aguantaba
su orgasmo para hacerla disfrutar más el suyo. Cuando Alison dejo de temblar y el
cansancio amenazaba con dejarla dormida, la beso opacando todo intento de adormecerla
que existía.
- ¿Tienes idea del efecto que tiene en mí? – dijo Liv mientras tomaba su rostro y
guiaba su boca a la suya – nadie me ha hecho sentir esto yo… - los labios de Alison
quebraron toda palabra al apoderarse de los suyos mientras acariciaba su espalda. Liv
dejo de besarla y bajo a su centro completamente empapada – por mí – pensó mientras
besaba cuidadosamente al ver la cara de pánico de Alison inexperta y sin saber que
esperar.
Lo averiguo pronto cuando Liv lamio despacio de arriba abajo, lo que le causo un
espasmo y un gemido haciéndola aferrarse a su vestido mojado en el piso debajo de ella.
No se creía capaz de soportar todo aquello y de sobrevivir para contarlo. Pero lo hacía, y
abrió mas las piernas tentándola cuando Liv comenzó a besar sus piernas.
- Tómame por favor – dijo Alison por instinto, sin saber bien lo que pedía. Y Liv
lo hizo, su boca se apodero de ella y su lengua se movió con rápidas caricias dentro de
ella – dios, si – Alison jadeo cuando Liv rodeo sus caderas con sus brazos apretándola
contra sí. La lengua de Liv se retorcía dentro de ella y Alison no encontraba de donde
aferrarse mientras sensación tras sensación se apoderaba de su cuerpo. Los labios de Liv
la acariciaron rápido, y luego lento bajando el ritmo para frenarla y subirla al placer,
torturándola. No quería parar y Alison se aferró a sus hombros empujándola hacia abajo
con fuerza.
- No pares – dijo entre jadeos. Liv estaba disfrutando de aquella sensación de
control, acariciando muy suavemente la humedad de Alison, atormentándola hasta el
delirio, mientras ella se retorcía en vano tratando de buscar alivio a su tortura – ¡por favor¡
- rogo Alison, y Liv accedió a sus suplicas, aplicando más presión y moviendo la lengua
más rápidamente llevándola a un orgasmo que la hizo levantar las caderas del suelo,
haciéndolo aún más fuerte con cada espasmo que se apodero de su cuerpo, provocando
con cada movimiento, gemido y jadeo de placer el orgasmo espontaneo de Liv que se
retorció a su vez contra ella tratando de recuperar el aliento. Cuando finalmente los
espasmos acabaron se tendió sobre ella abrazándola y besándola a la vez que se ponía de
espalda y la llevaba consigo sobre ella. La cena de esa noche quedo olvidada, ambas solo
podían concentrarse en sus sentidos, mirándose largamente y fundiéndose en un beso
dulce y abrazadas la una a la otra se quedaron dormidas, con la tormenta aun cayendo
sobre ellas.
CAPÍTULO 6
La mesa estaba rodeada por doce hombres que degustaban vino mientras un
nervioso Valdemar se paseaba por la habitación impaciente, esperando a que el último
hombre llegara. Luego de transcurridas cuatro semanas de enviar cartas a todos sus leales
finalmente consiguieron pactar una reunión que se estaba llevando a cabo en secreto en
casa de Liv.
El oro que ella le dio sirvió para la fabricación de armas y abastecimiento de
comida que haría falta cuando el momento de la rebelión empezara… y esperaba que
fuera pronto.
- Disculpen la tardanza caballeros – el almirante Krob van Hersmish llego a la sala
y tomo asiento – príncipe, tiene la palabra.
- Bien – se plantó frente a ellos – es claro que están aquí porque no concuerdan con
la manera en que mi padre gobierna, además de el hecho de que el trono lo tomo
ilegítimamente les tengo información – lo escucharon atentos – la única hija de mi tío
está viva – miradas de confusión inundaron la sala – conserven la calma.
- Si es así, ¿Dónde está? – dijo uno de los capitanes de infantería exaltado
levantándose.
- Es largo de contar, pero ahora lo principal es encontrar a la princesa y ponerla al
frente del trono como su padre hubiera deseado.
- Príncipe, ¿estás al tanto de las condiciones que puso tu difunto tío para permitirle
a la princesa Amalia reinar?
- Lo estoy almirante y pienso cumplir su última voluntad. Pero a lo que vinimos
caballeros – todos asintieron y mostraron mapas, pergaminos de formación, tácticas de
defensa y ataque, todo lo que necesitaban para el momento en que se desatara la guerra…
porque su padre no soltaría el trono fácilmente.
- Gracias a las armas y el alimento que nos proporcionaste tendremos más que
suficiente, pensamos que dadas las circunstancias podríamos realizar el primer ataque la
semana próxima cuando – siendo interrumpido por Valdemar.
- De ninguna manera – no podía creer que hombres nacidos para estrategias de
guerra pensaran atacar sin ningún tipo de organización – morirían civiles, habría que
evacuarlos y eso sería más perjudicial que beneficioso para nosotros. He estado pensando
caballeros que la mejor estrategia que podemos tener es destruir la defensa desde adentro
– todos lo miraron como si hubiera perdido la razón.
- Eso sería suicidio – el teniente Julius se levantó golpeando la mesa – habría
averiguaciones y nos ligarían a todos contigo, no podemos correr tal riesgo.
- Caballeros – Valdemar empezaba a perder la paciencia – les pido
respetuosamente silencio mientras les hablo de mi estrategia ¿está bien? – todos
suspiraron y mirándose los unos a los otros asintieron – se podrán preguntar ¿Cómo
pretendo derribar las defensas desde dentro? – paseándose por la habitación tomo dos
libro, varios cubos de mármol de cinco centímetros que estaban en un rincón, cuatro cubos
un par de centímetros más grandes que los otros y un muñeco de cerámica, poniendo todo
sobre la mesa.
- ¿Pretende jugar a la casita príncipe? – dijo uno de los hombres provocando la risa
de todos.
Valdemar solo sonrió y coloco los cubos pequeños al frente y los más grandes atrás,
poniendo el libro encima y sobre éste el muñeco de cerámica.
- Imaginen que el muñeco es mi padre, los libros son la línea divisoria entre clases
que lo mantiene al tope, siendo a su vez una especie de protección – hizo una pausa
esperando que lo comprendieran y siguió
– los cubos pequeños debajo del segundo libro son los soldados y los capitanes, si
quitamos esta parte – los saco de debajo del libro y se tambaleo un poco pero quedaron
ahora dos libros juntos con el muñeco aun en pie – vieron que la línea que lo mantiene
arriba se tambaleo pero continuo en lo alto mientras tuviera a los cubos más grandes que
representan a los generales, almirantes y capitanes de alto rango que lo protegen. Sin
embargo sigue siendo fuerte porque todos los soldados siguen las órdenes de sus
superiores, eso quiere decir que incluso el soldado más cansado de la situación volvería
a colocarse en posición para proteger al muñeco.
- ¿A dónde quiere llegar príncipe?
- Mi punto es, ¿Qué pasaría si dividimos los puntos fuertes que mantienen al
muñeco firme sobre los libros y dejamos que ellos se destruyan a sí mismos? – le dio un
manotón a los cubos grandes, que inmediatamente perdieron el equilibrio colapsando la
estructura, haciendo caer el muñeco al suelo rompiéndolo en mil pedazos – la línea
divisoria se rompe, el tirano cae y el pueblo es libre – sonrió cuando los generales
comprendieron y aplaudieron satisfechos.
- Entiendo su propuesta príncipe, ¿Cómo tiene planeado dividir a los altos rangos
de la guardia real?
- Fácil, con secretos – tomo asiento y los miro uno a uno antes de continuar – todos
ustedes incluyéndome sabemos que los altos mandos leales a mi padre no llevan una vida
ejemplar – todos asintieron – también sabemos que a el capitán Fon Burgo le gusta
complacer a las esposas de varios generales – esto ocasiono risas entre los hombres – allí
será nuestro punto de partida.
Estuvieron toda la noche planeando la destrucción del trono desde dentro.
Llevando a cabo el primer plan tres días después. Miembros de la servidumbre alertaron
a cada uno de los generales y altos mandos de la guardia real que en ese momento se
hospedaban en el castillo con motivo del cumpleaños del rey, sobre las andadas del
capitán Fon Burgo con sus esposas, diciéndoles que se veían en la casa de invitados del
castillo a una hora exacta a cada esposo por separado.
Un mensajero falsificando la letra del capitán Fon Burgo envió cartas citando a
todas sus amantes en la casa de invitados del palacio de Frederiksborg, citando a cada una
media hora después de la otra. Siendo enviada a éste a su vez una carta con la letra del
rey pidiendo audiencia inmediata unos minutos después de la hora citada a todas las
damas.
El hombre desconociendo aquella situación fue inmediatamente al lugar
encontrándose por sorpresa a la esposa del almirante Castle van Cort, una bella jovencita
de apenas veinticinco años que hacía todo lo que él le pedía, se puso nervioso pero al ver
que el rey no se presentaba decidió dar rienda suelta a su pasión con la mujer, sin saber
que los ojos iracundos de su esposo miraban por una rendija en la puerta izquierda. Así
pasaron las horas y una por una siendo observado por cada uno de los esposos de dichas
mujeres, se acostó con ellas quedando exhausto sobre el sofá, vistiéndose extrañado por
la tardanza del rey.
Satisfecho y algo molesto por la falta de respeto del rey salió de la casucha y se
dirigió al castillo. Degustó buen vino junto al resto de los hombres y a la hora de la cena
fue a la cocina atraído por la hija menor del mayordomo, le tenía puesto el ojo desde hacía
tiempo y parecía que finalmente anotaría. Pero al entrar no la encontró por ninguna parte
y sonrió pensando que jugaba a las escondidas con él, abrió varios armarios hasta dar con
el depósito de vinos, y apenas entrar en él fue penetrado desde la espalda con una daga.
Cayendo al frio suelo con la respiración acelerada antes de ser acuchillado en el cráneo
causando su muerte instantánea. Alguien arrastro el cuerpo lejos de la entrada metiéndolo
en la cámara de fermentado del vino y limpiando el suelo, saliendo silenciosamente del
sótano.
Unos ojos curiosos miraban al asesino desde el otro lado de la cocina, sonriendo y
alejándose del lugar subiendo a su caballo en dirección a una casa de mensajeros,
escribiendo una carta y enviándolo a Copenhague. La noticia era recibida con regocijo
mientras en el castillo se producía el caos cuando una copa de vino que iba dirigida al
capitán Fon Burgo fue accidentalmente tomada por un almirante cayendo muerto sobre
la mesa del banquete, ocasionando los gritos de las mujeres y el miedo en los ojos del
rey… Dos menos, quedan veinte.
El viento soplaba fuerte y frio en la colina mientras Liv trataba infructuosamente
de no desanimarse después de más de un mes de búsqueda sin encontrar nada sobre
Alison.
Dejo a Christian preparando unos peces que atraparon horas antes en un arroyo
mientras buscaban lejos de la cima de la montaña.
Camino hasta quedar frente al precipicio mirando el horizonte, se abrazó a si misma
intentando contener las lágrimas y tratando de soportar el dolor que cada vez se hacía
mayor en su interior. Ver pasar los días sin ella la hacían sentir más vacía que cuando
perdió a su madre años atrás.
- Vuelve – susurro al viento derramando involuntariamente una lagrima – me estoy
muriendo sin ti – cayó de rodillas al suelo cubriéndose el rostro mientras sus sollozos se
hicieron más sonoros y todo su cuerpo temblaba.
Unos metros más allá una sombra miraba desde una roca saliente el lamento de
Liv, frenando sus piernas para no ir a consolarla y descubrirse. Con gran fuerza de
voluntad se alejó del lugar sin ser vista, escabulléndose hasta llegar a la cueva que le
servía de hogar, derrumbándose sobre las mantas que le servían de cama y enterrando el
rostro sobre la capa comenzó a llorar. Hundiendo aún más su rostro cuando comenzó a
gritar de frustración.
Pero una hora después se levantó, limpio su rostro con agua y tomo sus armas, el
tiempo de llorar había pasado y llegaba la hora de atacar.
- ¿Estás bien? – preguntó Christian cuando vio a Liv volver con los ojos y la nariz
irritados.
- Si – dijo limpiándose el rostro – comamos rápido para llegar al lugar que
pactamos con Valdemar para ponernos al tanto de su estrategia de ataque y nuestro papel
en el.
- Estas enamorada de ella verdad – dijo sin preguntar, era una afirmación.
- Si – fue todo lo que pudo decir mientras perdía el apetito.
- Sabes que nunca podrás… – siendo interrumpido por Liv.
- Lo se
Después de aquello comieron en silencio a pesar de que a Liv la comida le supo a
ropa sucia. Recogieron sus cosas y partieron al campamento donde estaría esperándolos
el príncipe junto a los demás soldados que llegaron allí desde sus respectivos pelotones.
En un claro oculto en lo profundo del bosque de algún lugar en Copenhague se
reunían en torno a una varias fogatas cerca de cuatrocientos soldados y treinta altos
mandos, mientras llegaban a caballo Liv y Christian siendo recibidos por Valdemar que
les pidió pasar a una de las carpas para ponerlos al tanto de la situación.
La intriga en el castillo había acabado con la cordura del rey haciéndolo destituir a
todos sus generales y refugiándose en el castillo cuadruplicando la seguridad ordenando
no dejar pasar a nadie. Mantenía a su hijo pequeño encerrado en su habitación mientras
la paranoia hacia mellas aún peores en su cabeza.
Eso había logrado flaquear sus fuerzas y los altos mandos que fueron destituidos
se unieron a su fuerza aumentando sus flancos de ataque al traer con ellos a más de veinte
mil soldados que habían repartido en escuadrones de cuatrocientos por zona para lanzar
el plan de ataque, dando orden estricta de proteger a los civiles y evacuarlos a lugares
seguros antes de empezar a atacar.
Todos los hombres luego se sentaron a comer alrededor de las fogatas mientras
eran observados por una sombra a lo lejos. Que se acercaba silenciosamente estudiando
la mejor manera de acabar con ellos. Se acercó peligrosamente a tan solo diez metros de
distancia del campamento observando un enorme panal de abejas que colgaba justo a la
derecha de él. Aquello no acabaría con ellos pero los alejaría y las picaduras si bien no
los matarían a todos, acabarían con una buena cantidad.
Cargo su arco y fijo la flecha justo a la punta de la rama que sostenía el panal
mientras tres personas salían de la carpa… la flecha salió disparada de sus manos antes
de que pudiera frenarla y los ojos rápidos de Liv la vieron dirigirse al panal siguiendo la
trayectoria y corriendo hasta donde la vio venir segundos antes de que la flecha impactara
en el blanco, haciendo caer el panal detrás de ellos haciéndolos correr junto con el resto
de los soldados.
Alison maldiciendo por lo bajo salto del árbol y corrió lo más rápido que pudo
ocultándose en la oscuridad de la noche con su capa mientras una mujer que solo recibió
una picadura de abeja en el brazo seguía al atacante con su espada en mano teniendo la
única intención de acabar con él.
La falta de luz le dificulto seguir un camino a Liv pero la rabia contenida y la
adrenalina producida por el episodio anterior con las abejas le dio el impulso suficiente
para seguir corriendo siguiendo el ruido que hacia el atacante mientras intentaba huir de
ella. Luego de casi una hora persiguiéndolo a pie se hizo el silencio, deteniéndose para
respirar y tomar aire miro a todos lados mientras la luz de la luna se filtraba por los arboles
dándole al lugar un aspecto enigmático, haciéndola aumentar sus sentidos
acostumbrándose a la oscuridad. Un movimiento a su izquierda le hizo lanzar un cuchillo
en esa dirección sintiéndose satisfecha al escuchar un gemido de dolor dándole a entender
que había dado en el blanco. Siguió hacia allí pero al llegar no encontró nada, sintiéndose
frustrada trato de seguir el rastro de sangre pero en la oscuridad no podría hacerlo.
Ágilmente se subió a uno de los árboles que allí estaban y se recostó tratando de tomar el
sueño mientras esperaba la mañana para seguirle la pista al ahora herido bandido que los
ataco. Suspirando de rabia se quedó dormida minutos después.
Alison respiraba entrecortadamente mientras caminaba con dificultad hasta su
cueva. No podía creer que Liv, su Liv estuviera con aquellos soldados. Había corrido
escondiéndose de quien la venia siguiendo hasta que se dio cuenta de que era ella quien
lo hacía. Se detuvo esperando haberla despistado pero lista como era no lo consiguió…
por suerte se había movido en el último segundo y la daga que le lanzo solo había hecho
un corte en su brazo izquierdo que aunque no era muy grande si debía ser tratado.
Mordiendo un pedazo de tela y secándose el sudor empezó a coser su herida calentando
una aguja con el fuego que le tomo minutos encender nada más llegar a su cueva.
Reprimía el dolor de la aguja, cosiendo su propia carne un punto a la vez mientras la
sangre no paraba de salir mareándola. Después de casi una hora termino de cerrar la herida
y temblorosa luego de limpiársela untó un poco de la salvia de una hoja de sábila para
mantenerla sellada y se recostó cansada en las mantas.
La noche dio paso a la mañana y con ello a la persistencia de una mujer que seguía
un rastro bastante visible de sangre desde el bosque hasta una cueva oculta al otro lado
de una colina.
Liv mordía un amanzana mientras seguía el rastro de sangre con la espada en alto
sonriendo ante la estupidez de aquel individuo al no hacer nada por ocultar sus huellas.
Era tan obvio que hasta un ciego era capaz de seguir el rumbo.
No pudo evitar pensar en los demás, pidió a su madre que todos estuvieran bien y
suplico que le permitieran encontrar a la dueña de su alma. Su rostro se contrajo cuando
miro al cielo y la luz del día se empezaba a nublar de gris anunciando una inminente
lluvia. Comenzó a correr siguiendo más rápido y cuidadosamente el rastro de sangre antes
de que la lluvia borrara la evidencia y la dejara con las ganas de acabar con el maldito
que soltó las abejas.
El tiempo empeoraba y su rapidez también hasta que el rastro acabo a lo que parecía
una roca simple pero mirándola de cerca era una cueva. Liv sonrió, lo había encontrado
finalmente pero al entrar no había nadie, solo un montón de mantas, flechas, arcos,
pólvora y alimentos. El muy desgraciado vivía allí y tenía un buen suministro de
armamento. Liv se preguntó cómo habría conseguido todo aquello sin ser visto… debía
pertenecer a algún pelotón del rey. Saliendo de la cueva decepcionada con intención de
marcharse para revelar la ubicación a los demás, vio el destello de una capa negra bajando
corriendo por la colina, sonrió mientras gritaba de júbilo y lo siguió con la espada en alto.
Pero era muy rápido de modo que se detuvo y saco su ballesta apuntando a sus
pies, lanzando el disparo que golpeo en la tierra haciendo al bandido perder el equilibrio
y caer al suelo. Corrió lo más rápido que pudo para llegar antes de que pudiera levantarse.
Alison había salido temprano en la mañana de su escondite para salir a pescar,
cuando al regresar se encontró con que Liv salía de su cueva. El día no podría irle peor,
le dolía el brazo y le dificultaba tomar el arco, por lo que ya no podría atacar mas bases
de soldados hasta sanar por completo. Y ahora era perseguida por la mujer de la que se la
paso huyendo gran parte del tiempo que la conocía. No se esperó la flecha que impacto
cerca de su pierna y perdiendo el equilibrio cayó al suelo, entrando en pánico poniéndose
de pie lo más rápido que pudo y seguir corriendo hasta adentrarse en el bosque tratando
de hacerla perderla de vista. Sonrió en su interior recordando que así empezó todo entre
ellas. Como deseaba decirle cuanto la había echado de menos y lo mucho que lamentaba
no haberle dicho que la amaba. Pensó en ella todos los días que estuvo lejos, lanzando
lamentos y poemas al viento deseando que llegaran a sus oídos y la llevaran por un
segundo a sus brazos. Noches en las que soñaba despierta con tener sus labios una vez
más junto a los suyos y los paseos que daba a solas por la colina deseando tenerla junto a
ella para tomar su mano y nunca soltarla, solo por el placer de tenerla cerca de sí.
Todo aquello estaba de más cuando estaba huyendo para salvar su vida de la única
persona que le había dado sentido a la misma…
La cazadora estaba por convertirse en presa.
CAPÍTULO 11
La fuerte lluvia dio paso a una leve llovizna algunas horas después de haber
iniciado. La enorme y espesa capa de neblina cubría la montaña y gran parte del bosque
aledaño a él, dando un aspecto siniestro al paisaje.
Mientras tanto, el frio hizo a Alison despertar perezosamente de entro los brazos
de Liv. Se quedaron dormidas poco después de hacer el amor, cayendo exhaustas la una
en brazos de la otra. Se pegó más a su cuerpo inhalando su aroma, sintiéndose segura por
primera vez en dos años. Empezó a sentir que una mano acariciaba su espalda y unos
labios besaban su frente haciéndola sonreír y aferrarse más a ella siendo levemente
separada.
- ¿Tienes frio? – susurro Liv mientras frotaba su espalda y la pegaba mas a ella.
- Si – estremeciéndose – déjame encender un fuego o nos congelaremos – viéndola
sonreír – y ni la actividad física nos calentaría lo suficiente – besando su mentón intentó
incorporarse, siendo detenida.
- Yo lo hare, debes descansar–levantándose saliendo de debajo de las mantas aun
desnuda, tomando el arco que una vez le enseño a fabricar para obtener fuego
rápidamente. Poniendo todo un par de metros lejos de la cama en una pequeña hoguera
que Alison tenía para encender fuego, consiguiéndolo minutos más tarde. Dirigiéndose
luego nuevamente a la cama, tomándola en brazos mientras se acurrucaban la una a la
otra entre las mantas.
- Esperemos a que se caliente un poco aquí dentro para comer algo – dijo mirándola
sonriente pero Liv no sonreía, miraba hacia la nada como si estuviera librando una batalla
psicológica interna – ¿algo va mal?
- ¿Por qué no regresaste? – mirándola con los ojos llenos de tristeza, haciendo a
Alison cerrar sus ojos unos segundos y bajar la mirada apoyando la cara contra sus
pechos.
- Es complicado
- Tan complicado fue que ¿nunca te preocupaste por mí y las niñas?
- Fue por preocuparme de ustedes que no volví – atreviéndose a mirarla a los ojos.
- Lo que dices no tiene sentido –mordiéndose el labio para contener la rabia
reprimida de esos años - ¿crees que fue fácil para mí el haberte perdido? Viendo a
margarita preguntar por ti todos los días y Adela mirando la puerta en las mañanas
esperando verte llegar… o tener que dormir pensando si estarías bien o no, si me
necesitabas o me extrañabas ¿o si te acordabas de que existo? – el dolor que vio en su
mirada la hizo sentirse culpable. Incorporándose la tomo en brazos y cubrió de besos su
cabello, provocando un suspiro en Liv.
- Fui secuestrada – dijo cerrando los ojos y recostándose con ella sobre su pecho –
pero después que él me libero sin hacerme daño… pasaron muchas cosas que me hicieron
cambiar mi camino.
Tomándose su tiempo, le conto el episodio en que casi fue atrapada por el mercader
de armas dando como resultado su primera muerte intencional. El rumbo que tomo
después de aquello, lo cerca que estuvo de morir de hambre hasta que logro valerse por
sí misma y atrapar su alimento. Los días, tardes y noches que paso en vela pensando en
ella, temerosa de cerrar los ojos y ser atacada por pesadillas que recurrían a ella, donde
veía a Liv morir una y otra vez, la primera vez que casi fue violada y la mirada sin vida
de aquel hombre. Todo aquello la convirtió en una persona sombría al punto de que los
animales llegaron a tener miedo de acercarse a ella cuando sentían su presencia.
- ¿Solo por eso decidiste que yo no podría sacar toda la oscuridad en tu alma?
- Liv – mirándola – estaba siendo buscada como fugitiva sin haber hecho nada,
aunque intentara mantener bajo perfil me podrían reconocer y eso solo las pondría en
peligro – poniendo expresión severa – lo hice para protegerlas.
- Yo daría mi vida por ti – tomando su mejilla – lucharía contra cualquiera para
protegerte lo sabes bien.
- Si – poniendo su mano sobre la de ella contra su mejilla, entrelazándolas y
besándolas – pero la suma por mí era demasiado alta para ser ignorada, y aunque lo
intentaras no podrías contra todos lo que quisieran atraparme y menos teniendo a las niñas
cerca, ustedes son importantes para mí y alejarme fue lo mejor.
- No – hizo una pausa cerrando los ojos unos segundos – quise morir Alison, nada
me alegraba, todos los días me parecían una mierda y cuando regresaba a casa después
de buscarte y no te encontraba me sentía aun peor y solo beber me hacía olvidar un poco
el dolor.
- Para mí también fue difícil – acariciando su mejilla – apenas pude soportar una
semana escondida después de acabar con la vida de aquel hombre… si fui a buscarte.
- Y ¿Qué paso en ese momento que nunca llegaste?
- Fui atrapada otra vez, por un grupo de aldeanos no solo uno – vio la expresión de
horror, ira y luego desesperación en el rostro de Liv… probablemente se imaginaba lo
peor – me llevaron con ellos cuando me detuve por agua y comía algunos frutos que
encontré por el camino. Me llevaron en una carreta amordazada y con los brazos y piernas
atados – haciendo una pausa para respirar apesadumbrada – en ese momento deseaba más
que nada verte aparecer en tu caballo y que me sacaras de allí. Pero ni todas mis plegarias
te llevaron de vuelta hacia mí – viendo expresión de dolor en ella – todos ellos se
detuvieron para discutir que harían conmigo y como repartirían el dinero de la
recompensa cuando vi a una niña… estaba muy sucia y me recordó a las niñas cuando las
encontramos.
Ella miro a los demás distraídos y sin decir una palabra se escondió bajo la carreta
y libero mis piernas y brazos, soltando también las amarras del caballo que tiraba de las
riendas de la carreta. Creo que también era una huérfana y debía tener mucho tiempo sin
alimentarse bien porque podía contar los huesos de sus costillas a través de su ropa
mugrienta – sus ojos se nublaron cuando recreo a Liv lo que paso después de que saltó de
la carreta y monto en el caballo tratando de llevar a la niña consigo.
Pero la pequeña no pudo tomarse de sus manos y cayó al suelo mientras ella se
alejaba, y los aldeanos al ver que se escapaba y la culpable fue aquella niña comenzaron
a patearla y golpearla con palos. Alison quiso detener al caballo cuando volvió la mirada
y miro aquel horrible espectáculo de crueldad y codicia contra una pequeña inocente que
solo intentaba ayudarla. Ya estaba desviando al caballo cuando vio a uno de los hombres
darle justo en el cráneo con un garrote, salpicando a los demás de sangre y sesos de la
pequeña recibiendo exclamaciones de desagrado, aquello solo la impulso a seguir su
camino. Lágrimas de dolor y terror se deslizaban por sus mejillas mientras se alejaba de
aquel lugar y cuando calculó que llevaba buena distancia se detuvo alejándose de la vía
fácil, para arrodillarse en el piso y vomitar lo poco que había comido. Aquel momento y
la bondad de una personita inocente le hicieron tomar una decisión.
Se haría a si misma fuerte, ágil y sabia para proteger a más personas como aquella
niña, arriesgando su vida para ayudar a una desconocida en problemas. Esa pequeña que
nada tenía le dio la fuerza para aprender a cazar, obteniendo destreza en las armas que
había robado.
- Entiendo – dijo Liv besándola en los labios y en la frente.
- Lamento haber atacado tu campamento, no me di cuenta de que estabas allí, pensé
que era otra tropa de la guardia real que se llevaban a los hijos de los que no podían pagar
los impuestos.
- No te pareces en nada a la mujer que me encontré cayendo por un risco hace más
de dos años – sonriéndole mientras acariciaba su mejilla – eres una sobreviviente y una
luchadora, estoy orgullosa de ti – besándola, siendo recomenzada con el peso de Alison
sobre ella, profundizando el beso desatando una oleada de calor en todo su cuerpo, siendo
interrumpidas por un sonido típico de un estómago vació –creo que debemos comer o
caeremos desmayadas por tanto ejercicio – sonriéndole.
- Vamos a comer –sonriéndole a su vez. El cielo comenzaba a oscurecer mientras
cuatrocientos hombres seguidos por Christian y Valdemar se acercaban sigilosamente
entre los matorrales y arbustos en el bosque, varios metros lejos de los caminos
transitados, a unos kilómetros de llegar a Copenhague.
Todos tiritaban de frio pero debían aguantar en tanto llegaban los refuerzos para
apoyarlos. Valdemar se había quedado estupefacto cuando el soldado le dijo que la ciudad
estaba bajo ataque hace casi doce horas.
Después de entender la magnitud de la destrucción en la ciudad junto a todos
planeando una estrategia. - Por ahora debemos pasar inadvertidos – había dicho mientras
tomaba una vara y dibujaba en el suelo seco bajo la carpa – hay cuatro entradas a la ciudad
y solo dos de ellas están siendo vigiladas – trazo un circulo mostrando las entradas con
un cuadrado y las que eran vigiladas las marco con una equis – debemos dividirnos,
doscientos hombres irán guiados por el capitán Hans en la ruta este hacia la entrada no
vigilada. hay un drenaje que conecta con la ciudad justo detrás de una prisión abandonada,
pueden pasar por allí inadvertidos y dirigirse hacia las mazmorras, en el fondo del
corredor principal hay un pasadizo a diez metros de la primera puerta a la izquierda– hizo
una pausa mientras el capitán encargado tomaba nota – dentro encontraran un mapa de la
ciudad y suficiente pólvora para hacer estallar a la nación entera, mi tío la hizo guardar
allí hace años y solo él y yo sabíamos de su existencia así que mi padre no debe estar al
tanto de eso.
Tomen toda la que puedan cargar y llévenla de noche hacia la entrada sur de la
ciudad, allí nos dirigiremos con el pelotón restante después de haber burlado la guardia
de la entrada oeste de la ciudad. Esperen allí a nuestra llegada y les diré que haremos con
el material que tengan, ¿entendido? – todos asintieron.
- Pero ¿cómo pasaremos inadvertidos? – pregunto el general Christensen.
- A eso voy – dicho esto empezó a quitarse la cota de malla y su uniforme real,
dejándose únicamente los pantalones, acto seguido salió de la carpa y comenzó a
embadurnarse de barro y cuando estuvo completamente cubierto se dirigió a la raíz de los
arboles a su alrededor revolcándose una vez más, cubriéndose completamente de hojas
secas y verdes. Colocándose luego de espaldas en el árbol, cerrando los ojos
exclamaciones de desapareciendo completamente lo que ocasionó asombro en los
soldados, levantándose y dirigiéndose a ellos – nos fundiremos con la naturaleza, así no
nos verán venir.
Todos los soldados hicieron lo mismo y cuando todos estuvieron listos, partieron
cargando únicamente armas que pudieran camuflar junto con ellos. Separándose en la
encrucijada que los llevaría por vías separadas.
- Eres una pegajosa – dijo Alison mientras sentía a Liv pegarse a su espalda,
abrazándola y besando su cuello – llevamos cuatro días seguidos casi sin salir de la cueva
y esta mañana lo hicimos tres veces, necesito un respiro – tratando de alejarla mientras se
dirigía a su zona favorita de caza con la esperanza de atrapar algunas presas para la cena
de esa noche.
- Estuve más de dos años sin ti y estos días no son suficientes – volviendo a pegarse
a ella – puedes tomar un respiro después, ahora lo único que deseo es hacerte mía contra
ese árbol – mordiendo el lóbulo de su oreja.
Los cuatro días pasados desde su reencuentro fueron idílicos para ambas, donde
redescubrieron sus cuerpos y saciaron las ganas reprimidas desde que se vieron por última
vez dos años atrás. Liv se había vuelto una mujer insaciable que siempre quería más y
conseguía encenderla a ella a su vez. Habían tenido encuentros amorosos hasta subidas
en un árbol mientras esperaban que pasara alguna presa. Fue difícil mantener el equilibrio
pero después de reprimirla por esa locura fue recompensada con un beso en el que se
dijeron millones de cosas sin siquiera pronunciar una palabra.
Se contaron todo lo vivido ese tiempo sin estar juntas, rieron con anécdotas de
cuando se conocieron por primera vez, dando gracias al cielo una y otra vez por haberles
dado la oportunidad de conocerse y profesándose su amor día y noche en el que ambas
sintieron fortalecer mas y mas su amor.
Pero algo inquietaba a Liv, aún no le había dicho sobre la guerra que se avecinaba,
ni el papel que cumplía en la rebelión y mucho menos sobre el hecho de que estaba
consciente de que era amante de la verdadera monarca de Dinamarca. Los días vividos
allí le parecieron los mejores de su vida desde aquellas dos semanas en la colina que
pasaron juntas y no quería que por nada del mundo acabara su felicidad estrepitosamente.
Aún estaba pensando cómo convencerla para irse con ella directamente fuera del país
hasta su hogar en Vislanda en Suecia, donde podría mantenerla a salvo de todo aquello.
Sabía que estaba traicionando la confianza de Valdemar llevándose a la prima que
prometió poner en el trono a su moribundo tío, pero quiso ser egoísta por primera vez en
su vida. Si la perdía de nuevo moriría de agonía y no quería pasar por ello otra vez.
- A este paso nunca podre cazar la cena – dijo Alison mientras las manos de Liv se
colaban dentro de su ropa y la acariciaban lentamente al tiempo que besaba su cuello,
enviando ondas de calor por todo su cuerpo, humedeciendo su entrepierna y quitando toda
resistencia que pudiera tener.
En eso escucharon el relincho de un caballo y separándose Liv la puso tras ella,
sacando su espada para enfrentar a quien sea que estuviera allí pero se sorprendió al ver
a tirano dirigirse hacia ellas trotando, tratando de recibir caricias acercando su cabeza a
sus manos.
- Hola chico, ¿nos extrañaste? – el caballo solo relincho y olisqueo el aire antes de
apartar a Liv, y acercarse a Alison pegándose a su pecho recibiendo caricias de ella.
Solo entonces miraron acercarse otro caballo siendo montado por Christian que
estaba completamente sucio y lleno de barba y bigotes. Liv se tensó pensando en la
explicación que le daría a su mujer.
- ¿Christian? – Alison se acercó a él pensando en las implicaciones de su presencia
allí - ¿Qué haces aquí?
- Alison – sonriente bajo del caballo y le dio un abrazo, mirando después a Liv –
me alegro de que estés bien y en brazos de tu mujer – Ella pareció confundida.
- ¿Ustedes se conocen?
- Si, él me dijo dónde te dejo la última vez que te vio.
- Entonces ¿sabes todo? – ella bajo la mirada asintiendo y Alison apenas podía
creerlo. Liv supo desde un principio quien la había secuestrado y porque… de modo que
sabía también su procedencia. Christian al ver la futura discusión decidió meterse en
medio.
- Ahora no es momento para discutir, llevo días buscando a Liv y ahora que las
encontré juntas todo será mucho más fácil, deben saber todo lo que pasa.
Negándose a mirar a Liv a la cara, Alison guio a Christian a la cueva mientras Liv
dejaba a los caballos en una zona segura y los seguía hasta la cueva.
Christian les contó lo sucedido en aquellos días, los soldados consiguieron entrar
y esperaban que él llegara con los refuerzos después de haber partido el segundo día de
haber entrado a la ciudad hasta la zona costera para enviar cartas a los generales en las
demás ciudades. Quedo en encontrarse con ellos en la encrucijada donde se habían
dividido cuatro días antes, para guiarlos hasta el punto donde dejo al príncipe y los demás
hombres y poner en marcha el plan de ataque de Valdemar después de que este hubiera
evacuado sigilosamente a casi un cuarto de la población de Copenhague, esperando
pacientemente los refuerzos para evacuar al resto y librar el ataque contra los soldados de
su padre. Él había decidido seguir el camino donde vio correr a Liv la noche que los
atacaron con las abejas con la esperanza de encontrarla y alertarla del peligro. Pero ahora
que la encontró supo que empeoro las cosas para ella, y viendo a la que fue su hermana
con ella aumento aún más su ansiedad. Arriesgar la vida de Alison era lo último que
quería hacer.
Mientras tanto en el castillo de Kronborg un hombre sonreía ante la mirada
suplicante y temerosa del rey Federico que miraba impotente como un sirviente le
colocaba el cepo chino en los pies.
- No entiendo que conseguirás con esto, será obvio que todo fue planeado por ti y
no por mí cuando se den cuenta de que me torturaste hasta la muerte – el rey temía ese
instrumento de tortura más que cualquier otro, y estaban a punto de aplicárselo, debía
ganar tiempo de algún modo y liberarse de aquel sanguinario.
- No pienso matarte rey Federico – dijo el hombre tomando una copa de vino,
sentado frente a la silla donde habían atado al rey para aplicarle la tortura – solo quiero
divertirme un rato torturándolo… y en cuanto se den cuenta de que el que ordeno el ataque
a Copenhague no fue usted ya será muy tarde – sonrió disfrutando de su bebida – ya las
demás monarquías me apoyaran en derrocarlo declarándolo como represor de su propio
pueblo y enviándolo a pudrirse en alguna cárcel con criminales que lo mataran tan rápido
que no necesitare mancharme las manos con su sangre.
- Jamás te saldrás con la tuya.
- Si no lo has notado ya lo hice–sonriendo dio un último sorbo a la copa de vino –
espero que disfrutes el juguete que llego de china - y mirando al sirviente ordenó –
procede.
Este se colocó al lado de la manivela y aplico presión provocando un alarido de
dolor en el rey que hizo eco en toda la habitación siendo escuchado por alguien que no
debía estar allí. Luego de escuchar decidió que había bastado con eso para hacerlo
cambiar de parecer en la traición cometida al príncipe Valdemar y sin más ceremonia
tomo su caballo y se dirigió a alertarlo de los planes de aquel sádico…
Solo esperaba llegar a tiempo de evitar una catástrofe.
CAPÍTULO 13
- Esto esta delicioso – decía Alison mientras daba otro mordisco a un muslo de
faisán.
Después de superar la vergüenza anterior al ser descubiertas, Christian desplumo
y limpio a las aves, clavándolas en varas junto al fuego que Liv encendió.
Fuera de la cueva hacia demasiado frio por lo que no se preocuparon de ser
visitados por animales de madrugada buscando los restos de la comida que disfrutaban.
- Ya solo queda partir mañana hasta el lugar pactado con los refuerzos – Christian
daba un gran mordisco al pan que Alison dio de su reservas y luego daba un mordisco a
la pechuga de faisán – trata de no llevar muchas cosas contigo porque tenemos que viajar
ligeros para pasar inadvertidos por el lado este de la ciudad.
-Está bien
- Solo iremos con una condición – Liv dejo su comida junto a su plato mientras los
dos la miraban aun comiendo – no se dirá que Alison es la princesa Amalia y menos que
es la cazadora, ¿entendido?
- ¿Por qué amor? ¿no crees que sería más alentador para ellos saber que estoy
luchando a su lado? – Alison después de tragar, también dejando su muslo en su plato.
- Concuerdo con ella – Christian limpiando sus manos termino de comer y puso las
sobras en su plato a su lado – tener a tu futuro monarca luchando a tu lado como uno más
te levanta el espíritu.
- No confío en ningún soldado Chris, ya no eres buscada como fugitiva porque ese
cartel dese busca fue eliminado por Chris, pero eres buscada como la cazadora – Alison
comprendió y mirando a Christian el asintió – nunca sabremos quién es leal a Valdemar
y quien a su padre el rey, además imagino que todos esos soldados están al tanto de que
la cazadora ha estado matando y dejando sin habilidades a otros soldados al atravesarles
las manos o ¿me equivoco?–al ver las expresiones de ambos continuo – pudiste haber
herido a algún familiar o amigo cercano y buscaran vengarse. Por eso mi condición es
ocultar tu identidad hasta que sea seguro hablar y estés en el trono, mientras tanto solo
serás la hermana rebelde del alcalde de Copenhague.
- Tienes razón – mirando a Alison sonriendo a medias – parece que volveremos a
ser hermanos ante la ley.
- Será divertido – sonriendo ella a su vez – por cierto no me has contado que has
hecho todo este tiempo ni que fue de la vida de don Alejandro.
- ¿El hombre con el que intentaron casarte? – pregunto Liv mientras comía.
- Si, ¿Qué paso con el después de todo este tiempo?
- Bueno la verdad es bastante triste – dijo Christian tomando un sorbo de agua –
poco después de tu huida todos se burlaron de él por haber dejado marchar a su futura
esposa, se puso realmente furioso y pago para que te buscaran pero sin resultados –
sonriendo y sacudiendo la cabeza – hasta hace unos meses su amante Sissi Laflour ¿la
recuerdas? –Alison asintió–lo dejo completamente desvalijado, junto con todas las joyas
que él le regalo mas el dinero que tenía en su caja fuerte, huyo del pueblo con su capataz
– provocando la risa general – según me conto un mensajero tuvo que vender varias de
sus tierras para poder reponer todo lo que ella se llevó y vive casi en la ruina.
- Al menos tuvo su merecido – sonriendo Liv le dio un leve codazo a Alison – y tú
el tuyo – dándole un pico.
- Deja de reírte, pobre viejo… gracias a dios pude escapar de él.
- Lamento mucho todo eso Alison, fui cegado por la codicia y me avergüenzo de
mis actos – dijo Christian bajando la mirada un momento antes de subirla y mirarla a los
ojos – espero que cuando seas reina no me trates muy mal por ello.
- No te preocupes – sonriendo e ignorando la mirada de hastío de Liv.
Continuaron su charla hasta casi la media noche, donde se enteraron del bebé de
Christian y que gracias a dios su esposa se lo había llevado de vacaciones a Luxemburgo
semanas antes de que los soldados reales tomaran Copenhague. Planearon su ruta de ida
más cercana y menos transitada hasta la encrucijada pactada con los refuerzos y poder
esperar tranquilamente sin ser molestados por los curiosos o vistos por los soldados reales
que custodiaban el camino de entrada a la ciudad.
Christian miraba el cielo al despuntar la mañana. Después de la cena y la charla
con ellas concilio el sueño por unas horas antes de levantarse sobresaltado por el sueño
recurrente que venía acechando su mente desde hacía semanas. En él la guerra traía
consecuencias no solo en Dinamarca sino también a sus países hermanos, donde la
hambruna, enfermedades y escases amenazaban con acabar con ellos. Su hermana, el
príncipe, Liv e incluso él mismo morían en batalla por las fuerzas invasoras aliadas del
rey, temía que aquello fuera una premonición de lo que estaba por ocurrir pero confiaba
su fe y su alma en dios para que todo aquello fuera simplemente un sueño. Los primeros
rayos del sol se asomaban por encima de la cueva y sonrió. Después de todo ese tiempo
quizás pudiera tener una buena relación con Alison y podría compensarla por todo el mal
que le hizo en el pasado, esa sería su redención. Entro a despertarlas y desvió la mirada,
Alison descansaba sobre Liv mientras ella tenía el rostro de frente a su cabello y la
abrazaba sobre las mantas. Aun no comprendía esa clase de amor entre personas del
mismo sexo pero no estaba en contra.
Se veían tranquilas juntas pero debía despertarlas si querían llegar a la encrucijada
a tiempo de encontrarse con los soldados antes del anochecer. Se dirigió hasta ellas y las
llamó.
- Alison… Liv despierten – ambas mujeres ni se movieron – chicas, ¡despierten! –
alzando mas la voz pero ni se inmutaron. Comenzaba a impacientarse cuando se le ocurrió
una idea, busco entre las cosas de Alison y encontró un cono al que fácilmente le abrió
un hoyo en la punta y poniendo la parte grande justo frente a sus rostros grito a todo
pulmón - ¡DESPIERTEN!
Liv pego tal salto que Alison salió despedida de su pecho, golpeándose levemente
la cabeza con la pared de la cueva, gimiendo de dolor.
- Maldito seas Chris – decía Liv mientras tomaba a Alison en sus brazos y revisaba
su cabeza – ¿Estás bien amor? – pregunto besando su mejilla.
- Sí, estoy bien – mirando a Christian reír – no es gracioso, pudiste matarnos.
- Como sea tortolitas, es hora de irnos si queremos llegar a tiempo – añadió – lleven
la menor cantidad de cosas que les sean posibles, tenemos que pasar inadvertidos y solo
lo lograremos si llevan pocas cosas que puedan delatar nuestra posición – saliendo de la
cueva – daré una vuelta para buscar los caballos, las esperare junto al árbol donde nos
encontramos la primera vez.
Liv bostezo y estiro el cuerpo antes de levantarse y buscar sus cosas, Alison tardo
más tiempo por el aturdimiento que le dejo el golpe. Al salir Alison llevaba con ella un
par de arcos, varios carcaj llenos de flechas y Liv solo con su espada, dejando la ballesta
en la cueva.
Se encontraron con Christian mientras este les daba de comer a los caballos y les
lanzaba un par de manzanas a ambas para que desayunaran, entre tanto ambas masticaban
hojas de menta que Liv siempre llevaba con tranquilamente hasta ella. Subieron a los
caballos y partieron el lugar pactado. La brisa del amanecer acariciaba sus mejillas como
si les deseara buen viaje mientras las horas iban pasando bajo las patas de los caballos.
Alison se abrazó a Liv, acordó dejar la capa guardada en el bolso hasta que fuera necesario
usarla y estaba muriendo de frio. Ella lo entendió y parando a dejarles beber y descansar
a los caballos saco una de las mantas y se acurrucaron junto a un arroyo.
- Príncipe el alcalde dijo llegar con los refuerzos mañana, ¿cree que debamos
esperarlos en la entrada y traerlos hasta aquí?
- No – mirando al soldado – él sabe cómo llegar aquí, los guardias están más alertas
desde que mate a aquellos dos hombres, esperemos que lleguen aquí y si es astuto como
sé que es, llegara de noche y quizás creando alguna distracción… te sorprenderías de lo
sigiloso que puede ser Christian.
- Como ordene su majestad –haciendo el saludo militar, saliendo de la guarida.
Valdemar siguió estudiando el mapa de la ciudad pensando en la mejor estrategia
para acabar con todos los guardias al mismo tiempo sin perder gran parte de la ciudad,
para poder marchar hasta el castillo real y lanzar el ataque final. Le sorprendía que las
cosas estuvieran tan tranquilas a pesar de la magnitud de la situación, sus soldados
enviaron cartas afirmando que otras ciudades y pueblos de Dinamarca estaban bajo ataque
de los soldados reales pero siendo repelidos por sus leales. Le intrigaba que en todos los
informes dijeran que se retiraron después de un primer ataque.
Algo le daba mala espina, quizás el almirante Krob no quería un baño de sangre
pero el acabar con la guardia en Copenhague le daría fácil acceso a las carreteras que
daban hasta el castillo. Según el teniente Julius su padre estaba cautivo en el castillo de
Kronborg que estaba a cincuenta kilómetros de distancia de Copenhague en Helsingor
que se conectaba con Helsingborg en apenas unos veinte minutos de viaje en barco. El
problema era que para poder llegar allí tenían que recorrer algunos kilómetros de mar y
serian fácil de ver por los centinelas del castillo… el desgraciado había pensado bien su
plan al ir hasta allí.
Sin embargo sonrió, Copenhague ideando mientras continuaba trazando el mapa
de estratégicamente lo que harían en cuanto llegaran los refuerzos. El almirante aún no lo
sabía pero estaba por caer. - Es aquí – dijo Christian cuando se detuvieron a descansar a
unos metros de la encrucijada – descansen un poco mientras yo hago guardia hasta que
lleguen los soldados.
Ambas asintieron y bajando de tirano, se estiraron y colocando una manta en el
suelo acostándose la una junto a la otra, cerrando los ojos a la espera de los demás. El día
se les hizo pesado mientras avanzaban, la suave brisa había dado paso a una fuerte ola de
calor húmedo que les dificulto la respiración durante el camino, nada agradable.
Un par de horas más tarde escucharon el trote de unos caballos y se levantaron
guardando sus cosas mientras Christian detenía a los hombres y les daba la mano en señal
de respeto. Liv supo cuando los hombres las vieron porque inmediatamente una horda de
silbidos se alzó entre ellos.
- No sabía que tendríamos mujeres para entretenernos antes de la batalla – dijo uno.
- Yo pido a la más alta – dijo otro.
- Comparte a esa con los demás, yo pido a la pelirroja
Roja de ira Liv saco su espada y cuando iba a arremeter contra ellos Christian la
detuvo. - Caballeros les pido respeto por favor, estas mujeres son mi hermana y … una
guerrera de nacimiento Lively Goumas, nos apoyaran en la batalla con sus ideas tácticas
de ataque – mirando a los que discutían por ver quien se quedaba con quien – y mi
hermana es muy buena en combate cuerpo a cuerpo, además de que nunca falla con su
arco.
Los hombres se miraron unos a otros antes de reír todos a carcajadas siendo
silenciados por el grito del general al mando. - ¡Firmes! – saliendo a su encuentro – pido
disculpas por el comportamiento de los soldados, son nuevos reclutas y no saben nada del
honor ni respeto, y no quiero sonar machista pero el campo de batalla no es lugar para
mujeres.
- Le aseguro que son buenas en lo que hacen – mientras le sonreía a Alison – escoja
un objetivo y ella lo derribara sin dificultad.
- Muy bien –miro a su alrededor y vio a cien metros de ellos el vuelo de un ave –
dispárele a ese objetivo y si lo derriba la considerare una igual.
Alison sonrió y tomando una flecha apunto al objetivo en movimiento, prestando
atención a la trayectoria del viento y el vuelo del ave soltó la flecha que después de unos
segundos dio justo en el blanco, derribando a la pobre ave sintiendo lastima por ella.
- Sorprendente – sonriendo satisfecho en general – y esta señorita ¿qué puede
hacer? – refiriéndose a Liv.
- Ella sabe de tácticas de guerra y muy buena en el combate cuerpo a cuerpo como
mi hermana.
- Bien – mirando hacia sus soldados – Morlock, un paso al frente – siendo
respondido por un enorme hombre casi el doble del tamaño de Liv – quiero una
demostración de lo que puedes hacer y trátala como si fuera un hombre más.
Dicho esto el hombre corrió hasta Liv siendo esquivado por ella que al poner un
pie en la trayectoria de sus pies lo hizo caer el piso, provocando la risa en general y la
furia en el soldado. Se levantó y bloqueo un ataque de la espada de Liv mandándola lejos,
provocando la preocupación de Alison al verla desarmada pero esto no la hizo retroceder.
Morlock el agarro después de la cintura siendo sorprendido cuando Liv enredándose en
su cuerpo lo rodeo como un gusano, agarrándolo detrás de la cintura desplazándose detrás
de él y haciendo uso de toda su fuerza lo lanzo lejos rodando por el piso. Haciéndose el
silencio y luego aplausos al ver tal control de las artes marciales en una mujer.
- Mujeres como ustedes harían grandes guerreros a todos los hijos que tengan y los
más felices hombres del planeta a quienes tengan la suerte de desposarlas – dijo el general
haciendo un asentimiento como reverencia, provocando con eso ultimo una risa entre
Christian, Liv y Alison - ¿Qué tiene de gracioso?
- Nada general, por favor debemos partir de inmediato antes de que anochezca para
acampar en las cercanías de la entrada este del castillo, pero antes debemos camuflarnos
con la naturaleza para no ser vistos, síganme.
Sin más partieron, no sin antes llenarse de barro y hojas haciéndolos invisibles a
los ojos humanos, incluso cuando se acostaron en el suelo mientras pasaba un rebaño de
ovejas con su pastor fueron invisibles ante este. Los caballos fueron guiados por Christian
y otros soldados en la parte más difícil de llegar a la puerta para no ser escuchados y Liv
los guio a todos siguiendo el mapa que Christian le dio, llegando a solo diez minutos antes
de que oscureciera, encendiendo un fuego en general para todos cuando llegaron Christian
y los otros junto a ellos. Después de todos cenar se acostaron en mantas en el suelo, el
general en una tienda junto a otros oficiales, Christian revisaba papeles de guerra cerca
del fuego mientras Alison y Liv permanecían la una junto a la otra sobre las ramas de un
árbol.
- Iré a orinar – dijo Alison bajando del árbol – quédate aquí no me perderé.
Dirigiéndose hasta el claro unos metros más allá del campamento, tratando de
alejarse lo más posible de los soldados. Mientras dos de ellos la vieron marcharse
hablando entre sí.
- Daría lo que fuera por una noche con ella.
- ¿Y quién no? Pero déjate de tonterías y duerme, mañana tenemos un largo camino
que recorrer.
- No lo sé, creo que iré tras ella, quizás si se lo pido con delicadeza o promesas de
matrimonio se deje hacer – sonriéndole a su compañero.
- No te busque problemas con el general – mirándolo con seriedad – además si
intentas algo quizás aquella fiera que usa espada te arranque la piel lentamente. Parecen
muy unidas.
- Ella está muy tranquila durmiendo en esa rama – apuntando hacia ella, varios
metros lejos de ellos – no se dará cuenta de nada, me arriesgare – levantándose.
- Es tu problema, después no te quejes de tu castigo.
Haciendo gesto indiferente siguió el camino de la mujer llamada Alison, le gustaba
un montón y desde que la vio por primera vez se había convertido en una erección con
piernas… pensaba ponerle remedio a eso ahora mismo. La miro estirándose detrás de un
árbol y se sobresaltó cuando lo miro llegar hasta ella.
- ¿Qué hace usted aquí?
- Venía a verte – dijo acercándose – quería decirte que eres una mujer muy
hermosa, quede prendado de ti nada más verte y me gustaría hacerte mi esposa en cuanto
esta guerra acabe – sonriéndole con galantería, esperando obtener una sonrisa pero solo
vio una expresión de fastidio en ella.
- No, gracias y buenas noches – pero él la detuvo – si no te quitas de en medio te
partiré los brazos.
- Que agresiva – dijo acercándose más – tú necesitas de un hombre que sepa
domarte y yo estoy más que calificado para el trabajo –se abalanzo a besarla pero fue
brutalmente levantado del suelo por los hombros y lanzado al aire lejos de ella.
- Morlock – dijo mientras se levantaba - ¿Por qué me haces eso?
- El general pidió tratar a las mujeres como iguales – mirándolo severamente –
respétalas si no quieres que te acuse con el general y te regresen a barrer el palacio.
- Aguafiestas – caminando a su lado y regresando a su lugar.
- Gracias – le sonrió Alison besando su mejilla y regresando hasta el árbol donde
Liv la esperaba sin decirle nada de lo sucedido porque lo más seguro era que fuera por el
soldado que intento engatusarla y le arrancaría los brazos.
Mientras tanto en las cercanías al escondite del príncipe en Copenhague, el general
Christensen reunía información para enviarla al almirante, tratando de frustrar los planes
del príncipe. Le pareció extraño que las tácticas del príncipe fueran reunirlos a todos en
un punto escondido en la parte boscosa de la ciudad y atacar desde allí sin ser vistos pero
al recordar el resultado de sus tácticas anteriores que en ese entonces también le habían
parecido ridículas no hizo caso alguno y envió las cartas con un mensajero.
En eso, era observado por un hombre que sin ser visto se escabulló de vuelta al
campamento. - El traidor pico el anzuelo su majestad, acaba de enviar las cartas con las
tácticas falsas.
- Bien hecho soldado – tomando una medalla del medallero que llevo consigo del
depósito de la prisión – al acabar la guerra serás ascendido al rango de teniente general.
- Gracias su majestad – sonriendo – si sus sospechas son ciertas él fue quien asesino
al teniente Julius.
- Hiciste bien al avisarme solo a mí cuando encontraste el cuerpo esta mañana,
continúa vigilando sus movimientos y con quien de los soldados habla más seguido.
- A la orden – haciendo el saludo militar, salió del escondite.
Valdemar se levantó y tomo la mitad de un vaso de vino sin respirar, sonriendo
después satisfecho… si el almirante creía que se saldría con la suya estaba muy
equivocado.
- Jaque mate almirante Krob – levantando su copa al aire.
CAPÍTULO 15
Valdemar caminó con paso firme mientras entraba a la enfermería de la base. Ésta
se encontraba vacía a excepción de dos camas en las que se hallaban el soldado de
infantería Andrew Scotlan y el soldado de asalto Clive Marion. Alison venia tras él en
apariencia calmada, pero la sabia que en su interior se estaba conteniendo para no asesinar
a aquellos hombres por atentar contra la vida de Liv.
- Soldado Clive –se plantó frente a la cama del hombre que al escuchar su nombre
abrió los ojos e intento levantarse y hacer el saludo militar en señal de respeto al príncipe
– no se moleste en hacer reverencias, ya no tienen sentido con la magnitud de las
acusaciones en su contra y la de su primo – haciéndolo abrir los ojos como platos,
sorprendido.
- No sé de qué está hablando príncipe – dijo Clive tratando de permanecer sereno.
Andrew se había llevado la peor parte del ataque, los lobos le habían mordido la mejilla
y tenía el rostro completamente hinchado, junto con su pierna, su brazo derecho y
estómago.
- El alcalde Christian Marlosby salió convida de su intento de asesinato para
encubrir a su primo – mirándolo desafiante – cualquier cosa que puedas decir en su favor
esta fuera de lugar.
- Príncipe – mirando a su primo dormir – le hice una promesa a su madre al morir
y yo cumplo mi palabra aunque para ello deba hacer cosas que no quiero, pido disculpas
pero de volver a pasar lo ayudaría de nuevo.
- No solo eso soldado –sentándose a su lado –también se me informó que fue usted
quien altero la proporción de pólvora – apretando los dientes cuando un par de lágrimas
salieron de sus ojos – causando la muerte de cientos de hombres – levantando la voz –
¡hombres de familia!
- Lo siento príncipe pero cuando hice mi juramento al ejército decidí que todo aquel
que no cumpla con él es escoria – sin inmutarse por las lágrimas del príncipe – maldito
aquel soldado que apunta su arma contra su pueblo. Escoria son y escoria serán siempre
para mí, no merecían vivir ni hacerse llamar defensores de la patria danesa, lo haría mil
veces si con eso acabo con todos ellos.
- Un verdadero hombre acepta y respeta el pensamiento de otro aunque sea
diferente al suyo –secando sus lágrimas –en cuanto suprimo y usted sanen sus heridas
serán trasladados a la cárcel de Hillerod, donde pagaran por sus crímenes.
- Acepto mi destino, pero déjeme decirle algo príncipe – incorporándose en la cama
– si todos esos traidores murieran, Dinamarca seria un lugar mejor para vivir.
- Dinamarca será un mejor lugar para vivir cuando las personas llenas de odio como
tú aprendan a amar a su prójimo a pesar de que sus ideales sean distintos a los tuyos –
dicho esto se levantó de la cama llevándose a Alison junto a él.
- ¿Eso es todo? – le pregunto irritada al salir de la enfermería – casi matan a Liv y
a Christian y ¿los dejaras ir como si nada? - La cárcel de Hillerod es suficiente castigo
para ellos – tomándola del brazo cuando hizo ademan de entrar en la enfermería
nuevamente – concéntrate en aprender más de combate cuerpo a cuerpo si en verdad
quieres ser capaz de proteger a Liv.
Krob degustaba una suculenta pierna de pavo mientras el rey Federico respiraba
entrecortadamente cuando el sirviente le saco la cabeza nuevamente del cubo con agua
donde llevaba torturándolo parte de la tarde. Su plan iba viento en popa, ya había recibido
una carta donde le avisaban que los monarcas enviaron barcos y soldados para ayudarlo
a acabar con la guerra civil y los aliados del príncipe. Solo esperaba pacientemente a que
arribaran a Copenhague y acabaran con Valdemar y sus leales antes de que estos pudieran
llegar hasta él. Sin embargo, miro al jadeante rey y ordeno al sirviente detenerse y dejarlo
en el suelo con las manos atadas a la espalda, pensando en otra forma de chantajear al
rey. Obviamente el trataría de desenmascararlo ante los otros monarcas pero con lo que
había descubierto sobre él bastaría para hacerlo callar y poder así salirse con la suya.
- Lo tenías todo muy bien escondido Federico – le dijo después de comer otro
bocado de la pierna de pavo.
- Y se puede saber ¿Qué es lo que tenía bien escondido inmundo sádico? – gruñó
mientras intentaba levantarse.
- Lo de esa mujer y tu hija bastarda – al decir esto último el rey se quedó inmóvil.
- No sé de qué estás hablando idiota – levantándose todo empapado, con el cabello
cubriéndole parte del rostro – ¡mátame de una maldita vez!
- No está en mis planes matarte – tomando un sorbo de su copa de vino – al menos
no todavía – sonriéndole – y sí que sabes de lo que te estoy hablando.
- ¡No se absolutamente nada y ya déjame morir de una maldita vez! - Tengo
entendido que los miembros del consejo te amenazaron con matar a esa mujer junto a tu
hija cuando solo era una recién nacida – sentándose más cerca de él – sé que amabas a
esa mujer y aún más a tu pequeña y hermosa hija – sonriendo cuando el rey escupió en su
cara, limpiándose para luego continuar hablando – vi los montones de cartas que le
enviaste y que fueron interceptadas por los vigías del consejo, impidiendo que llegaran a
las manos de tu adorada mujercita –al escuchar esto último el rey tragó saliva, mostrando
una expresión de profunda tristeza – debo admitir que te compadezco, no es fácil vivir
una vida de mentira cuando lo que realmente te gustaba era fingir ser un comerciante
viajero y estar con esa mujer.
- No les hagas daño por favor – con la cabeza baja – hare todo lo que me pidas –
no permitiría que nada malo le pasara a su hija y a su madre, nunca había amado tanto a
nadie como a ellas, ni siquiera a Valdemar ni a Alexei.
- Ahora si estamos hablando el mismo idioma mi querido Federico – sonrió
palmeando su mejilla – llego la hora de negociar. Una semana y media pasó, en las
cuales llegaron más soldados para apoyar en la toma del castillo de Kronborg. En todo
ese tiempo Valdemar instruyó a cada soldado en la estrategia planeada para la toma del
castillo, legando gran responsabilidad en Christian, confiándole toda la información y
dándole la tarea especial de adiestrar a los menos experimentados en cada uno de los
flancos débiles del castillo junto con sus pasadizos y lugares de fácil y secreto acceso a
las habitaciones reales y diversos lugares del lugar.
Liv sanó por completo y ayudo a Valdemar con el entrenamiento en combate de
Alison, causando en ella el doble de cansancio al tener que pelear contra ambos. Alison
se acercó mucho a Valdemar durante ese tiempo, causándole muy buena impresión la
tenacidad y lealtad de su primo para con sus súbditos. Admirándolo profundamente por
sus ideales y sus muchas virtudes. También pudo notar que esto causaba celos y molestia
en Liv, cosa que no comprendía… claro que pasó mucho tiempo con él pero solo
exclusivamente para su entrenamiento.
- Muy bien – decía Christian después de que todos los soldados comprendieron sus
indicaciones, describiéndole el camino que llevaba días enseñándoles a memorizar – ya
será suficiente para no perdernos si llegásemos a encontrar problemas – todos asintieron
levantándose de la sala de juntas de la base real – vamos todos a comer, la cena ya debe
estar lista.
- Ya era hora – decía Liv caminando con una sonriente Alison de la mano en
dirección a la salida. - Eres una perezosa – sonriéndole – sé que ya te lo sabes todo de
memoria desde hace días pero al menos debiste mostrar entusiasmo por respeto a
Christian.
- Ahora mismo lo que quiero es cenar contigo en la cama y dormir antes de que
marchemos al castillo mañana – guiándola hacia la casa. - Pero el comedor está en la
base.
- Tengo manzanas y queso de cabra en la casa – besando su cabello mientras
caminaban – no tengo mucha hambre y con eso será suficiente para las dos.
La noche paso plácidamente para las dos, comieron tranquilamente y después de
unos ligeros toques bajo la mesa y otros más antes de llegar la habitación , hicieron el
amor por un largo rato antes de quedarse completamente dormidas… o al menos Alison.
Liv solo podía pensar en la fantasía que ella le debía y pensaba cumplirla antes de
arriesgar su vida en la batalla, podría no sobrevivir y no pensaba morir sin antes cumplirla.
Alison tenía calor… todo su cuerpo estaba en llamas mientras sentía su sueño tan
real que le quemaba. En él Liv se daba un festín entre sus piernas, colmándola y llevándola
cada vez más cerca del clímax. Su respiración se aceleró cuando el ataque contra su
clítoris se intensifico y en un arranque de deseo e instinto, intentó llevarse las manos a
sus pechos sorprendiéndose al darse cuenta de que no podía. Entro en pánico cuando forzó
sus manos y las sintió atadas, despertándose de golpe mientras veía a Liv entre sus piernas
chupando y lamiendo su centro provocando en ella una sacudida de placer que casi la
hizo acabar, mirando por toda la habitación velas esparcidas por el suelo y luego la
expresión de triunfo en Liv, que se levantaba y tomaba una rosa blanca de entre un enorme
arreglo que no había estado allí cuando se acostaron a dormir.
- ¿Qué demonios haces? – le pregunto agitada encontrándose a sí misma
completamente desnuda y con las manos atadas al cabezal de la cama.
- Me debes una fantasía, ¿recuerdas? – le sonrió cuando la vio sonrojarse,
acercándose nuevamente a la cama con la rosa y un pedazo de tela negro con el que
pretendía cubrir los ojos de Alison – quiero hacerla realidad ahora.
- ¡Estás loca! – le grito agitando las manos – ¡desátame ya! - Al parecer no vas a
cooperar fácilmente – arrodillándose en la cama le dio una palmada en su muslo a la altura
de sus nalgas, dejando una marca roja en ella provocando un grito de dolor en Alison.
- ¡Te volviste loca! – la miro asustada - ¡suéltame ahora mismo Lively Goumas o
te arrepentirás! - La que se arrepentirá eres tu si no te comportas y me obedeces –
presionando su clítoris con un dedo mientras chupaba su pezón izquierdo, levantándolo
hasta casi hacerle daño, lo que hizo gemir a Alison–eso te gusto lo sé.
- Liv de verdad que esto no me parece bien – fue silenciada por el beso de Liv
dejando de lado cualquier duda en dejarse hacer cualquier cosa que ella tuviera en mente.
- Siempre he querido hacer esto – sonriéndole le vendó los ojos y untó un poco de
leche hervida muy espesa ya enfriada sobre sus pezones, encajando perfectamente en cada
pezón una uva roja – no tienes idea de lo deliciosa que te vez ahora mismo – le susurró al
oído antes de posar sus labios en su pezón derecho y aspirar su aroma antes de metérselo
en la boca y comer la uva, mordiéndola levemente junto con el pezón, chupándolo todo
después de limpiarlo por completo del líquido espeso que le unto hace segundos,
provocando espasmos y gemidos en Alison – deliciosa.
Repitió el proceso con el otro pezón, prestando especial atención a los sonidos que
salían de los labios de Alison y de los movimientos de su cuerpo contra el suyo.
Sin perder tiempo presionó su rodilla contra su centro causando un jadeo en Alison
mientras continuaba el ataque a sus pechos. Atada de manos como estaba, Alison no
podría defenderse del ataque inclemente de los labios y la pierna de Liv. Si esa era su
fantasía la cumpliría. Levantando sus caderas, empezó a frotarse contra su rodilla
mientras devoraba sus pechos sin piedad. Estaba ésta empapada y con los embates cada
vez más fuertes de su rodilla contra su centro combinado con el ataque en sus pechos el
orgasmo se iba acercando. Gimió cuando sintió los temblores previos al orgasmo y gruñó
de frustración cuando Liv se retiró entonces, privándola de todo toque en su piel mientras
su liberación de iba apagando poco a poco.
- Eso fue muy cruel – gimió en frustración mirándola sonriente frente a ella. - Es
mi venganza por aquella vez en la cueva – sentándose sobre sus caderas y acariciando sus
labios con un dedo – esta noche aprenderás que no eres la única que sabe torturar –
pellizcándole un pezón haciéndola jadear – tendrás que obedecerme si quieres tener algún
alivio esta noche.
- ¡Maldita seas Liv! - Esa boquita no debe hablar – sentándose más cerca de sus
labios, colocando su centro justo frente a su boca – esa boquita tiene la tarea de darle
placer a su ama – mirándola lamerse los labios al tener su humedad frente a ella – cómela.
Sin más ceremonias Alison trazó con su lengua todo el contorno del sexo de Liv.
Deleitándose con su olor y su sabor contra sus labios, disfrutando con cada gemido y
jadeo por parte de Liv. Chupando, lamiendo y penetrándola con su lengua una y otra vez,
sintiendo como su orgasmo se acercaba. Liv se movía contra su lengua empujando cada
vez más a prisa y aferrando sus manos a su cabello, gritó su liberación mientras su cuerpo
temblaba contra ella, levantándose luego y tomando la rosa blanca.
- Buena aprendiz – sonrió mientras le hacía cosquillas, pasando la rosa desde sus
pezones hasta su centro, dándole toda su atención a su clítoris ya hinchado y palpitante
cuando Alison comenzó a temblar de deseo – pero necesitaras más que darme un orgasmo
para hacerme sentir piedad y dejarte liberar el tuyo.
- Eres una – pero no pudo terminar de hablar… Liv le metió una fresa en la boca.
- Solo podrás venirte cuando yo lo ordene y como yo lo ordene, ¿Quedó claro?
-Sí, quedo claro. - Muy bien, vamos a empezar – empezó a besarla desde su cuello,
trazando con la rosa el rastro de besos que venía dejando hasta sus muslos, pasando entre
ellos y luego deteniéndose en su centro, soplando su clítoris provocando un
estremecimiento en Alison y un jadeo de satisfacción en Liv – voy a chuparte ahora pero
debes aguantar y correrte solo cuando yo te diga que puedes hacerlo, ¿Entendido?
- Pero estoy muy mojada, si lo haces me voy a venir muy rápido – instando su
centro a sus labios arqueando su cuerpo.
- Si osas acabar antes de que yo te lo ordene recibirás tu castigo y te prometo que
no te gustara – mirándola desafiante con una sonrisa en los labios.
- Está bien – tragando saliva – solo me vendré cuando usted lo ordene mi señora.
- Buena chica – sin más le comenzó a chupar los labios mientras la otra mujer trataba de
tomar aire y aguantar, estaba cada vez mas mojada y eso solo aumentaba los ataques de
la lengua de Liv. Pero en cuanto ésta empezó a chupar su clítoris ya hinchado su cuerpo
comenzó a tensarse, anunciando su pronta liberación – aguanta – decía mientras movía
frenéticamente la boca entre sus piernas.
- Pe… pero… aaaah – Alison se arqueo tratando de apaciguar su cuerpo, retrasando
su liberación – ¡por favor déjame acabar, ya no aguanto!
- Permiso denegado aprendiz – metió dos dedos en su interior y siguió chupando
fuertemente su clítoris. - ¡por favor! – gimió cuando la primera ola empezaba a crecer en
su vientre, era demasiado para detenerla y cerró los ojos rindiéndose a ella y preparándose
para el orgasmo. Pero en la punta del iceberg Liv la libero de todo contacto frustrando
una vez más su intento de acabar
- ¿Por qué lo hiciste? Ya casi acababa. - Pero no te di la orden amor mío –
sonriéndole al verla sonrosada y sudada – eres tan hermosa cuando te enojas – besando
su frente perlada de sudor – tendrás un final feliz esta noche te lo prometo – acariciando
sus pechos – pero te hare sufrir así como tú me lo hiciste a mí.
Liv cumplió su palabra. la hizo sufrir por horas deteniendo su orgasmo cuando ya
estaba a punto de culminar más de catorce veces, la cama estaba empapada de sudor y de
los flujos que no paraban de emanar de sus sexos y ante la mirada suplicante de Alison,
Liv decidió que ya era hora de liberar a la bestia. Con sumo cuidado se acercó a su cuello,
besándolo para susurrarle a su oído.
- Soy toda tuya mi aprendiz – mordiendo su oreja – eres libre de hacer conmigo lo
que desees esta noche – soltando su mano derecha y luego la izquierda, preparándose para
el ataque.
- ¡Ya no aguanto más! – la volteo en la cama y uniendo su humedad junto a la suya
inicio un frenético embate que rápidamente la hizo acabar entre gritos y gemidos de
placer.
Liv apenas podía seguirle el ritmo, Alison estaba como poseída empujando contra
ella tan fuerte que casi le hacía daño. El resbaladizo centro de ambas solo facilito la
fricción dejándolas caer una y otra vez en la deliciosa agonía del placer. Pero después del
quinto orgasmo Liv ya estaba cansada y trato de separarse de Alison pero ella tomo ambas
manos y poniéndolas sobre su cabeza continuo empujando cada vez más fuerte, la cama
golpeaba la pared y el suelo provocando un ruido estridente que lleno toda la casa, mordía
su cuello, chupaba y mordía sus pechos y Liv solo podía dejarse hacer ante la fuerza y
fiereza con la que Alison empujaba contra ella.
Cuando finalmente la sintió tan cansada como ella cerró los ojos y se dejó llevar
por última vez soltando sus manos de su agarre y aferrándose a su espalda gritaron su
liberación, siendo sucedida segundos después por el sonido de las patas de una cama
rompiéndose, cayendo ambas con todo y cama al suelo. Quedándose un minuto mirándose
completamente sudadas y sorprendidas, comenzando a reír después por semejante locura.
- Te amo mi princesa – dijo Liv besándola suave y apasionadamente en los labios
cuando dejaron de reír.
- No tanto como yo a ti mi amazona –devolviéndole el beso. - Christian me
podrías decir donde se encuentra el príncipe – decía el teniente Jensen mientras llevaba
consigo unos planos – debo mostrarle un nuevo invento que podría servirnos en la toma
del castillo.
- Debe estar rezando en la tumba de los caídos de la explosión como todas las
noches – dijo mientras revisaba y clasificaba las pruebas contra el almirante Krob.
- Gracias, ahora iré a buscarlo. Valdemar se encontraba de rodillas contra el altar
que construyeron para los caídos cerca del cráter cubierto, todas las noches desde la
tragedia se quedaba allí para rezar por la eterna gloria de todos aquellos hombres que
perdieron su vida por culpa de un psicópata. Nunca pensó que ser predecible era mortal
para alguien con una responsabilidad como la suya hasta que sintió un fuerte golpe en su
espalda que lo hizo caer de bruces en el suelo.
- Tan buena persona como siempre mi querido príncipe – dijo alguien a su espalda
–lamentablemente eso no te servirá de nada ahora. - Pero qué… - fue todo lo que pudo
decir al ser volteado y ver al hombre con la mitad de su rostro lleno de cicatrices de
quemaduras – general Christensen… lo creí muerto.
- Para tu infortunio sobreviví a tu intento de asesinato y ahora te pagare con la
misma moneda. - Espera – dijo cuándo fue golpeado por otro de los hombres que lo
acompañaba, varios de ellos lo patearon antes de que pudiera hablar nuevamente – todo
fue un error eso no debería haber pasado.
- Irrelevante mi querido Valdemar – haciendo un movimiento de cabeza para que
uno de los hombres lo atara y luego llamando a sus caballos lo subió a uno de ellos –
ahora mismo iremos al castillo a ver a tu padre y a que el almirante me dé la orden para
quemarte el rostro así como lo hiciste tu conmigo – marchándose del lugar con antorchas
frente a ellos, dejando una nube de polvo a su paso.
CAPÍTULO 19
El teniente Jensen corrió lo más rápido que pudo hasta la base real en Copenhague,
después de ver todo lo que había pasado escondido detrás de un árbol lo que menos
deseaba era una desgracia más en aquella guerra.
- Teniente ¿Qué le sucede? Se ve muy agitado – dijo un soldado pidiendo traerle
un vaso de agua.
- Avisen a todos que el príncipe Valdemar fue secuestrado por el general
Christensen.
- ¿Qué? Lo creí muerto – Christian se levantó como un resorte completamente
estupefacto – ¿A dónde se lo llevaron? - En dirección al castillo de Kronborg, al parecer
sobrevivió a la explosión – dijo después de tomar el vaso de agua – ¡tenemos que hacer
algo rápido para rescatarlo!
- Me temo que ya es hora – volteando a mirar a los soldados- llego el momento
para el que nos estábamos preparando, partiremos en un par de horas hasta el castillo para
rescatar a nuestro futuro rey y ponerle fin a esta guerra – dirigiéndose al teniente – teniente
prepare las armas y levántelos a todos, empezaremos el ataque ahora mismo.
La noche de Copenhague se vio interrumpida por la sirena de alarma de la base
militar. Todos los habitantes se escondieron en sus casas mientras los miles de soldados
se congregaron en las inmediaciones de la base real a la espera de órdenes. El teniente
Jensen les comunicó sobre el secuestro del príncipe y de la gravedad que eso conllevaba
para todos. Ordenó preparan sus armas y sus protecciones para partir hacia el castillo lo
más pronto posible. Mientras tanto, Christian corrió hasta la casa donde se encontraban
las chicas para avisarles de la premura y el cambio de planes ahora pautado.
- Alison, Liv – las llamó y al no recibir respuesta entro en la casa encontrándolas
apenas cubiertas por una delgada sabana, pegadas la una a la otra – maldita sea chicas –
dijo tapándose los ojos y desviando la antorcha a otro lado, despertándolas de golpe.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó una adormilada Liv mientras abrazaba a su
pareja y la cubría mas con la sabana. - Me sorprende que no hayan escuchado la sirena –
volviéndose para mirarlas y encontrándose apenas con la sorpresa de la cama rota – ¿Qué
le paso a la cama? – al verlas sonrojarse y a Alison soltar una risita desvió un segundo la
mirada y suspiro – no quiero saberlo, pero ahora hay cosas más importantes que esto,
vístanse y preparen sus armas, partiremos al castillo en unos minutos.
- ¿Qué?–gritaron ambas al unísono – ¿tienes idea de la hora que es?
- No hay tiempo Liv – bajando la mirada un momento – Valdemar fue secuestrado
por el general Christensen. - ¿Pero acaso él no estaba en la explosión? – pregunto
sobresaltada Alison.
- Al parecer sobrevivió a la explosión y se llevó a Valdemar como venganza – hizo
una breve pausa – lo importante ahora es que tenemos que rescatarlo antes de que ese
loco o el almirante Krob lo maten.
- Ya mismo nos alistaremos – dijo Alison intentando levantarse, siendo detenida
por Liv - ¿Qué haces? ¡Tenemos que ir por ellos antes de que maten a Valdemar!
- Christian, Alison, ustedes no saben nada de guerras ni batallas por lo que veo –
mirando a uno y a otro –digamos que partimos ahora hasta el otro lado del puerto donde
tienen los barcos que nos llevaran a nosotros junto a otros miles de soldados hasta el
castillo, pasaríamos horas de camino hasta llegar allí, cansados, sin dormir, hambrientos,
para cuando sea el momento de llegar al castillo solo seremos un montón de personas
agotadas e inservibles que perderán fácilmente.
- ¿A qué te refieres? – pregunto Christian. - Es una estupidez partir a una guerra a
estas horas de la noche porque solo seriamos presa fácil de animales salvajes por un
camino lleno de bosque, es mejor si salimos a primera hora de la mañana descansados,
bien alimentados y preparados para pelear.
- En eso tienes razón Liv – dijo Alison soltándose un poco de su abrazo – pero
tienen a Valdemar y si no actuamos ahora probablemente para mañana ya estarán en el
castillo torturándolo o matándolo.
- Ninguna persona en su sano juicio tomaría un viaje en barco por más corto que
sea a estas horas de la noche y mucho menos sin ver nada. - Tienes razón – Christian fue
hacia la salida no sin antes decir – avisare a los demás que descansen para partir a primera
hora de la mañana, ahora duerman y traten de reparar esa pobre cama – soltando la
carcajada que llevaba minutos aguantando, marchándose de la casa.
- Liv tengo miedo de que le paso algo a mi primo – acostándose sobre ella, con
expresión preocupada. - No te preocupes – dijo besando su cabello mientras la abrazaba
– él es fuerte, en cuanto se libere de esos hombres desearan no haberlo atrapado.
El muelle fronterizo se vio interrumpido por el crepitar de los cascos de caballos
en su andar por el lugar. Christensen guio a todos hasta la pescadería donde se ocultarían
para pasar la noche. La obscuridad de la noche únicamente iluminada por la luna y la
veintena de antorchas que ellos llevaban consigo, deslumbro y asombro a los ojos
curiosos que se asomaban por las ventanas y rendijas de las tiendas aledañas a su paso,
curiosos por lo extraño de aquel suceso.
- Oliver abre la puerta – grito desde afuera el general mientras los otros hombres
subidos a sus caballos esperaban a su espalda con Valdemar acostado y atado en uno de
los caballos.
La puerta se abrió, dejándolos pasar hasta las barracas que solía utilizar como
caballeriza para los muchos viajeros que dejaban a su cuidado sus animales. El general
empujo a Valdemar y este cayó al suelo con un gemido de dolor mientras los otros lo
tomaban de las manos y lo ataban procurando apretar lo suficiente.
- ¡Desnúdenlo! – ordenó el general Christensen mientras ponía un marcador de
caballos – así me asegurare de que no huyas – le sonrió cuando se acercó a él.
- Listo señor – dijo uno de los hombres luego de desnudar por completo al príncipe,
ignorando que éste ya estaba por liberar sus manos de las enclenques y resbaladizas
cuerdas con las que lo ataron.
- Te diré algo príncipe – decía Christensen mientras se sentaba junto al fuego
esperando que el marcador se pusiera al rojo vivo – yo siempre te admire – hizo una pausa
mientras tomaba un tarro de vino que le ofreció uno de los hombres – fuiste desde
pequeño un prodigio en lo que a las artes de pelea se refiere, por no hablar de tu astucia e
inteligencia a la hora de diseñar tácticas de guerra con tu difunto tío.
- ¿General que piensa hacer con ese marcador? – pregunto uno de los hombres al
observarlo levantarse y tomar el marcador. - Pienso dejarle algo para que me recuerde
para siempre – sintiéndose frustrado al ver la sonrisa de Valdemar – esa sonrisa te la
quitare ahora mismo desgraciado – acercándose a él, siendo detenido por uno de los
hombres – ¿Qué haces?
- No creo que al almirante Krob le guste que tomes venganza sin su autorización,
aún no sabemos los planes que tiene con Valdemar y si tomas represalias ahora te puede
matar.
- No me interesa lo que ese sádico diga o piense hacer con Valdemar – empujándolo
fuera de su camino y dirigiéndose hacia Valdemar – tomare mi venganza esta noche.
En cuanto apuntó el marcador hacia Valdemar este soltó las cuerdas e
impulsándose con las manos detrás de su cabeza lanzo sus piernas aun atadas contra el
estómago del general, haciéndolo soltar el marcador sobre sus pies que afortunadamente
cayó justo sobre las cuerdas, logrando quemarlas y romperlas, liberándolo de ellas para
luego levantarse de un salto al tomar el marcador y defenderse de los hombres con él
mientras lo iban atacando.
- ¡Maldito! – Grito el general Christensen levantándose y corriendo hasta donde
tenían las armas tomando una espada y rodeando a Valdemar junto con los otros hombres
– no podrás escapar, ríndete de una vez antes de que me arrepienta de dejarte vivir.
- ¡Yo nunca me rindo! – dijo Valdemar antes golpear a uno de los hombres y subir
por las escaleras del lugar y derribando un barril lleno de pescado sobre los que lo
siguieron, ocasionando que varios resbalaran y cayeran por las escaleras hasta el suelo.
Corrió hasta la pared mirando sus posibilidades de saltar, y al ver únicamente mar
volteo una última vez lanzando el marcador de caballos al rojo vivo hacia el general
Christensen, cayendo justo sobre su rostro y sonriendo al escucharlo gritar de dolor, saltó
desde la pared entrando en el agua helada de cabeza.
- Tomen las ballestas y disparen hasta que vea su cuerpo sin vida flotando en el
mar – gritó Christensen poniéndose hielo sobre el rostro y corriendo hasta la pared.
Una veintena de flechas impactaba en el agua mientras Valdemar nadaba bajo ella
lejos del muelle. Recordando su infancia cuando su tío le enseño a nadar recorriendo
exactamente el punto desde ese muelle hasta el castillo de Kronborg, sonrió cuando subió
para tomar aire dándole gracias a su tío por esa enseñanza. Mirando hacia atrás pudo ver
a lo lejos al general y sus hombres disparar flechas al agua. Eran varios kilómetros a nado
y debía darse prisa en llegar al castillo si no quería morir de hipotermia.
Los primeros rayos de sol iluminaban la mañana en Copenhague mientras un grupo
de cinco mil soldados cabalgaban lejos de la ciudad, dirigiéndose hasta Hillerod para
tomar el camino que los llevaría hasta los barcos de guerra que aguardaban por ellos para
partir a la guerra en el castillo donde temían estuvieran torturando a su líder.
- Debemos separarnos un poco, somos demasiados y el camino tiene poco espacio
– dijo Christian después de horas de camino – el grupo de asalto puede ir por ese lado
boscoso junto al de arquería y los de infantería y caballería pueden ir conmigo por el
camino libre.
- Buena idea – dijo Liv guiando al grupo de asalto liderado por el teniente Jensen
y al de arquería liderado por Morlock.
- ¿Crees que Valdemar este bien? – preguntó Alison bajando de tirano y caminaba
junto a Liv. - Es la décima vez que me preguntas lo mismo – suspiro Liv mientras
caminaba, dejando libre a tirano y mirando a Alison a su espalda – estas muy preocupada
por su bienestar.
- Es mi primo, obvio que voy a estar preocupada.
- Ya, claro tu primo – frunciendo el ceño mientras rodeaba un arbusto de hiedra
venenosa. - No tienes motivos para estar celosa de Valdemar Liv – acercándose a ella y
besando su mejilla – sabes que te amo a ti.
- No es momento para estar románticas, mantén tu vista fija en el camino y los
sentidos alerta. Esto no es un juego, es una guerra y la gente puede morir si se distrae tan
solo un segundo.
- ¡No me grites!
-¡No te estoy gritando!
- Damas – dijo Morlock acercándose disimuladamente hacia ellas.
- ¿Qué? – respondieron ambas al unísono.
- Christian y los demás soldados se detuvieron. - ¿Cómo? – dijo Liv mientras se
asomaba por unas ramas y vio a Christian de pie tomando una bandera blanca mientras
frente a ellos a unos cincuenta metros pudo ver otros soldados que parecían preparados
para la guerra, eran tan grandes como Morlock y por la forma en que estaban formados
notó que también eran soldados – todos los arqueros súbanse a los árboles que tengan a
la vista el camino donde están Christian y los demás soldados, ¡preparen sus arcos ahora
mismo!
- ¿Por qué debemos hacer eso? ¿Qué fue lo que viste? – dijo Alison preparando su
arco. - ¡Solo hazlo! – y mirando a Morlock – avísale a los demás arqueros que hagan lo
que ordene, yo hablare con los de asalto para prepararnos… parece que la batalla
empezara antes de lo previsto.
Christian se había quedado pasmado al ver a esos enormes soldados armados y
uniformados frente a ellos, pero sin perder la calma detuvo a sus propios soldados y
tomando una de las mantas blancas que tenían en los caballos pidió ponerla en su espada
y camino de frente hondeándola para que ellos entendieran su mensaje de paz. No conocía
a aquellos soldados y dudaba que fueran esbirros de Krob, su uniforme parecía de otra
nación y rezaba para que no fueran aliados.
- Mi lord Olaf – dijo uno de los generales noruegos al ver a aquel hombre hondear
una bandera blanca en son de paz – parece que no son rebeldes a pesar de no llevar
uniformes de guerra, podemos ir a negociar con ellos.
- No negociamos con traidores de su patria general – dijo el capitán al mando,
mirando hacia atrás gritó – prepárense para la batalla soldados, ¡pelotón de arquería
disparen!
Una lluvia de flechas surco los cielos en dirección a Christian y los soldados
mientras estos se cubrían lo mejor que podían para repeler el ataque, Christian pudo ver
a su lado el cráneo de un soldado ser perforado por una flecha, salpicándolo de sangre.
- ¡Caballería ataquen! El grito de guerra de los soldados lleno de pavor el cuerpo
de Alison. Subida en aquel enorme árbol podía ver cómo iban acercándose soldados de
ambos bandos, cerrando los ojos un segundo al ver los cuerpos de esos hombres chocar
los unos a los otros y el enorme estruendo de espadas contra escudos y gritos de agonía y
dolor.
- ¡Empiecen a atacar al enemigo ahora todos los arqueros! – dijo Liv mientras
soltaba el silbido en señal de ataque – pelotón de asalto esperen mi señal para salir y
lanzar la emboscada.
Sin perder tiempo Alison comenzó a disparar flecha tras flecha a los soldados
enemigos a puntos mortales en sus enormes cuerpos, uno a uno fueron cayendo a su
ataque y el de los demás. Pudo ver con horror como un enorme soldado le cercenó la
cabeza a uno de los hombres que le había dado consejos en la pelea y le tembló el labio
inferior. Otro de los oficiales cayo de su caballo y cuando se arrancó la flecha que le
perforo el hombro miro a los arboles enfurecido.
- Están en los arboles ¡atáquenlos! Cientos de soldados noruegos desviaron su
camino hacia los arboles siendo sorprendidos por lo que pareció una estampida de
hombres, que aprovechándose de la sorpresa los derribaron sin mucho esfuerzo. Alison
mantuvo su flecha lista para proteger a Liv de cualquier atacante, mientras veía como
ágilmente saltaba sobre uno de los soldados enemigos y le arrancaba un brazo a uno
mientras le daba una patada en la cara a otro. Un soldado que le pareció el más grande de
todos salto sobre Liv derribándola, manteniéndose sobre ella dándole tiempo de dispararle
directo en el ojo, dejando a Liv levantarse y tomar su espada esquivando el ataque de otro
soldado, y luego de patearlo en el rostro penetro en su vientre con la espada hacia atrás
de ella quedando a espaldas de él.
Alison se tambaleo en el árbol cuando una flecha enemiga se clavó justo a la
derecha de su rostro. Bajo ella pudo ver uno de los arqueros enemigos tratar de trepar su
árbol, haciéndola saltar hacia la rama de otro árbol a su izquierda, sosteniéndose por poco
y cayendo al suelo varios metros antes de detenerse cuando su camisa de atoró con una
rama haciéndola después caer al duro suelo con su carcaj saliéndose de su hombro
cayendo a un par de metros de ella.
- La guerra no es para las mujeres – dijo el soldado enemigo antes de tomar un
cuchillo e intentar atravesar a Alison con él, sorprendiéndose al ver como la mujer pateaba
su arma y lo tomaba por la cintura con las piernas elevándolo sobre ella y lanzándolo con
todas sus fuerzas hacia atrás, cayendo en el tronco del árbol, golpeándose fuertemente la
cabeza muriendo en el acto.
- Tienes razón, no es para mujeres – dijo mientras corría por su carcaj y tomando
la espada que Liv le dio entrando al campo de batalla junto a los demás, encontrándose
con una terrible masacre… cuerpos tirados en todas partes, sangre escurriéndose por el
suelo y a los pocos soldados enemigos que quedaban siendo asesinados por Christian y
los demás. Aquello le provoco nauseas pero las borro de su mente y corrió hasta Liv
viéndola revisar los cuerpos sin vida en el suelo, reprimiendo el grito de victoria que
proclamaron Christian y los demás.
- Cierren la maldita boca, hay miles de muertos aquí muestren respeto – dijo
volteando a reprocharles y estos bajaban la cabeza en entendimiento.
- Pero eran enemigos – dijo un soldado – ganamos la batalla. -Jamás hay
ganadores en una batalla, solo perdedores – dijo mientras levantaba a un soldado herido
y era ayudada por Alison a llevarlo junto al equipo médico mientras seguía hablándole al
soldado – reza para que lo que nos espere en el castillo sea menos mortal que aquí.
- ¡Quedo uno vivo! – dijo el hombre herido cuando vio a un soldado noruego correr
hacia el muelle oculto donde encallaron sus barcos de guerra que al parecer habían
destruido a los suyos propios al llegar. Liv corrió hacia él mientras con rapidez lanzaba
una daga a sus pies haciéndolo perder el equilibrio y caer al suelo, montándose sobre él y
poniendo su espada en su cuello.
- Por favor déjame vivir – dijo el hombre en un idioma que Liv no entendió – no
mate a ninguno de sus aliados, solo me hice el muerto para no participar.
- No puedo entenderte.
- Habla noruego – oyó decir a Morlock a su espalda acercándose a ellos – te está
pidiendo que le perdones la vida. - Está bien– Liv miro al hombre y se levantó de él
lentamente – pregúntale que hacen aquí soldados noruegos y porque nos atacaron aun
cuando Christian hondeo una bandera blanca en son de paz y ¿Cómo es que hablas
noruego?
- Mi madre es de noruega y desde pequeño hablo ambos idiomas… ahora hablare
con el soldado si me permites – Liv asintió y se hizo a un lado para dejarlo hablar.
Morlock así lo hizo y el soldado le explico todo sobre el ataque a los rebeldes, el
apoyo que le brindaban al almirante Krob y como su capitán al mando ignoro las muestras
de paz en un arranque de arrogancia, acabando con la vida de dos mil soldados noruegos
en la batalla.
- ¿Qué sucede? – preguntó Christian mientras se acercaba cojeando con una herida
vendada en la pierna derecha.
- Esto se va aponer peor si no llegamos ahora mismo al castillo y capturamos al
almirante lo más rápido posible que podamos.
- ¡No te entiendo Liv explícate!
- Disculpen – dijo Morlock mientras miraba hacia el horizonte en el muelle – creo
que ya es un poco tarde para eso.
Christian y Liv casi cayeron al suelo de la impresión, a lo lejos vieron cientos de
barcos de guerra acercarse hacia ellos.
Los refuerzos habían llegado… la batalla había terminado pero la guerra no había
hecho más que empezar.
CAPÍTULO 20