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La cazadora

R. J. Sayers
CAPÍTULO 1

Sigue corriendo – se repetía Alison a sí misma una y otra vez, mientras corría por
el bosque como un lobo perseguido por cazadores hambrientos, que esperaban ansiosos
su captura para poner sus manos sobre su piel y saborear su carne. Solo que a ella la
perseguían su padre y su hermano, sin querer mencionar a su futuro esposo.
Hacia horas que había logrado escapar de la capilla donde su tirano padre pretendía
casarla en contra de su voluntad con uno de los hombres más ricos del pueblo, a cambio
de tierras y ganado.
- Es tu deber como hija ayudar a tu familia Alison, casándote con don Alejandro
podremos finalmente vivir como merecemos.
- Pero papá tiene 53 años y yo apenas 17, además quiero casarme enamorada ¿lo
puedes entender?
- Si lo entiendo pero no puedes pensar solo en ti misma, te vas a casar y no se hable
más del asunto.
Minutos después de la breve discusión su padre y su hermano la llevaron a la
capilla, de la que milagrosamente había logrado escapar. Se había escabullido por la
puerta trasera de la capilla cuando su padre estaba distraído hablando con unos hombres,
y se echó a correr en dirección al bosque.
Estaba tan absorta en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que iba dirección
a un precipicio; Cuando finalmente lo notó, ya era demasiado tarde. Con un gemido
ahogado saliendo de su garganta, cayó al vacío.
Liv apenas podía creer lo que veía ante sus ojos. Justo cuando se disponía a salir
del río para vestirse después de un desagradable baño de agua fría, diviso a una mujer
caer al río desde lo alto de un risco. Se lanzó sin pensarlo en dirección a ella, pero la
corriente era muy fuerte y empezó a arrastrarlas rio abajo. Nadó lo más rápido que pudo
hasta que finalmente la tomo por los hombros y la levanto sobre sí para mantenerlas a
ambas a flote mientras se aferraba a una roca saliente; con dificultad logro llegar a la
orilla con el peso extra sobre ella.
- Señorita ¿me escucha? – le susurro y al notar que no respiraba, procedió a darle
respiración boca a boca. Pasados cinco minutos comenzó a preocuparse pero un segundo
después la misteriosa pelirroja se incorporó y se puso a toser sacando parte del agua que
había tragado, tratando de llevar aire a sus pulmones.
- Eso es, respira despacio – dijo Liv antes de ser golpeada por un suave puño
femenino en el estómago.
- No me toques – grito agitadamente Alison antes de salir corriendo, sin embargo
Liv era una mujer mucho más rápida que ella y logro alcanzarla sin problema alguno, a
pesar de aquel golpe que casi le sacó todo el aire.
- Tranquila, no voy a hacerte nada – dijo tomándola por la cintura y sacudiéndola
levemente – acabo de salvarte la vida, lo menos que merezco es un agradecimiento no un
puñetazo.
- No tengo nada que agradecerle pedazo de bruja – gruñó – puedo cuidar… - fue
todo lo que pudo decir antes de quedarse sin aliento al notar que “la bruja” estaba
completamente desnuda – por el amor del cielo, es que ¿no tiene vergüenza? – dijo
apartándose de ella y desviando la mirada – cúbrase con algo – dijo Alison, no sin antes
ruborizarse.
- Lo siento pero deje mi ropa en un árbol rio arriba, era ir por mi ropa y dejarla
ahogarse o arrojarme al rio desnuda y salarte la vida – dijo Liv un poco enfadada – además
tú también eres mujer y no me digas que nunca te has visto a ti misma desnuda – dijo esto
último levantando una ceja.
La testaruda pelirroja ni se dignó a contestarle y siguió caminando en dirección
contraria a ella cuando cayó al suelo gimiendo de dolor.
- Quédate en el suelo y déjame ver cuál es el problema – dijo inclinándose para
examinarle el pie. Esquivando hábilmente por solo unos centímetros la piedra que le
lanzó.
- Aléjese de mí, no se atreva a tocarme o se arrepentirá – dio Alison tomando la
piedra más cercana que encontró.
- Muy bien, escúcheme bien señorita, por si no lo ha notado estamos en un bosque
lleno de depredadores que podrían convertirla en su cena si no logro examinarla y ponerla
a salvo en mi refugio mientras averiguo a donde pertenece; así que si no quiere morir
devorada será mejor que deje de comportarse como una niña y me deje ver si esta herida
– dijo Liv con voz firme y autoritaria.
Alison solo se limitó a asentir, intentando ignorar su desnudes y el hormigueo que
sintió cuando sus manos tocaron su piel. La examino unos minutos y le toco un punto en
su pie que le arranco un gemido de dolor.
- Solo tienes un golpe superficial – dijo levantándose – le dolerá unas cuantas horas
nada más.
- Bueno ¿pero qué? – gritó cuando sintió que la alzaba en brazos – ¡bájeme!
- Iremos más rápido si la llevo en brazos, ya deje de quejarse por dios santo.
Nunca en su vida se había sentido más humillada, teniendo que ser llevada a los
hombros de una bruja, como si fuera un costal de papas. Bueno al menos sus brazos
rodeándola eran suaves y su piel olía de maravilla… como las flores en primavera. Un
momento, ¿porque estaba teniendo estos pensamientos del demonio? Definitivamente
aquella mujer era una bruja, pero al menos había logrado escapar de su matrimonio.
- Donde diablos se quitándose espinas del brazo habrá metido esa estúpida – gruñó
Alden, – Qué he hecho para merecer una hija tan desobediente – dijo mirando al cielo
oculto bajo los enormes secoyas del frondoso bosque de Hillerod, el atardecer estaba por
terminar y dar pasó a la fría y lúgubre noche.
- Le diste muchas libertades cuando era niña padre – respondió Christian, y recibió
una blasfemia de su padre como respuesta. Típico de su padre actuar de esa manera
cuando las cosas se ponían difíciles. Lo había visto miles de veces llorar por la
desesperación cuando no tenían nada para comer. Él mismo trato de ayudarlo cuando era
un niño de apenas once años. Gano dinero vendiendo cosas que les robaba a los
comerciantes sin que ellos lo notaran. Incluso un día cometió un acto imperdonable. Algo
que sin duda podría llevarlo a la horca.
Ese secreto debía permanecer oculto, pero sino encontraba a su hermana a tiempo
para casarla y enviarla con el asqueroso viejo Alejandro a vivir a la ciudad, la verdad
saldría a la luz un día, y todo por lo que había luchado se iría a la basura, al igual que su
deseo de asesinar a don Alejandro luego de haberlo casado con Alison y apoderarse de
todos sus bienes.
- Debemos acampar aquí – dijo Liv mirando alrededor de un claro que había
encontrado detrás de un enorme árbol.
- ¿Pretendes que duerma bajo ese árbol que podría estar lleno de alimañas y
serpientes? – dijo Alison horrorizada ante la imagen de un asqueroso animal arrastrándose
cerca de ella.
- No te preocupes, ya lo revise y está limpio, además es el lugar perfecto para
dormir. Nos protegerá del frio y resultara muy difícil que nos vean aquí, así que también
nos mantendrá a salvo de los ladrones – dijo con suficiencia.
- Eso es un alivio – dijo Alison suspirando y dejándose caer en el suelo.
- Quítate el vestido – dijo Liv acercándose a ella, que instintivamente intento
levantarse y correr, lastimándose aún más el pie.
- No por favor – grito aterrada, había escuchado historias de mujeres que le
gustaban otras mujeres pero nunca pensó ser violada por una.
- Cálmate, ¿por quién me tomas? No soy un asqueroso hombre que no dudaría en
tomarte sin remordimiento alguno – dijo Liv enojada – solo quiero cortar un trozo de tu
vestido para hacerme algo que me cubra y me proteja un poco del frio, me estoy helando
– dijo frotándose el cuerpo – a menos que no te importe que duerma desnuda a tu lado –
dijo con una media sonrisa.
- No gracias, corta lo que quieras – dijo ofreciéndole la parte baja de su vestido, no
sin antes imaginarse igual de desnuda que ella abrazándola durante la noche… aquella
mujer debía ser una bruja realmente poderosa para hacerla tener esos pensamientos, pero
la verdad jamás había visto un cabello castaño tan hermoso en su vida, ganaría invicto si
lo comparaban con el de una diosa. Su rostro no era menos que su cabello, su sonrisa
podría derretir un lago congelado en invierno y sus ojos rivalizaban con el azul del cielo…
si, estaba pensando demasiadas estupideces, aquella mujer era una bruja definitivamente.
– usa todo lo que quieras, prefiero que no parezcas una salvaje delante de mí.
Liv apenas demoró unos minutos en atarse la tela a la cintura y poner un lazo
alrededor de sus pechos. Después no sin antes advertirle que una mujer sola inexperta en
el bosque y tan delicada como ella no sobreviviría sin su ayuda, lo que hizo que Alison
permaneciera en su lugar mientras Liv encendía hábilmente una fogata y armaba una
cama improvisada con hojas verdes. Le impresiono la forma en que utilizaba los
elementos que le proporcionaba la naturaleza y los convertía en cosas útiles y necesarias
para su supervivencia. No le sorprendió que fuera una mujer tan alta y con un cuerpo tan
bien formado y fuerte, obviamente lo había ganado a pulso con todo lo que hacía para
sobrevivir.
Logro atrapar cuatro conejos con unas trampas aéreas que dejo unos cuarenta
minutos en los al rededores del claro donde estaban, y luego arrugo la nariz al verla
desollarlos para colocarlos en varas de pino cerca del fuego para que se rostizaran…
definitivamente aquella bruja estaba hecha para el trabajo duro y la vida al aire libre, y
eso le hizo admirarla porque jamás en su vida se imaginaria a si misma haciendo aquello.
- Calculo que tardaremos un par de día en llegar a mi campamento, o quizás menos
todo depende de la cantidad de camino que podamos recorrer mañana.
- ¿No podríamos tomar un atajo para acortar camino? – pregunto Alison, necesitaba
salir de ese bosque lo antes posible, si su hermano y su padre la estaban buscando, además
de los sirvientes de don Alejandro, no tardarían en encontrarla y llevarla de vuelta. Era
un destino peor que la muerte, no quería casarse con ese viejo, y menos compartir cama
con él, ahogo una nausea al imaginarlo.
- Si podríamos tomar un atajo pero es muy difícil poder llegar con tu pie lastimado,
de modo que iremos rio arriba adentrándonos un poco en el bosque – dijo mientras daba
vueltas a los conejos en el fuego.
- Puedo caminar bien, en serio, para mañana mi pie estará mejor y podremos acortar
camino.
- No vamos a arriesgarnos a que sufras una fractura forzando tu pie, así que deja
de quejarte y toma – dijo tomando un par de varas con la carne de conejo ya cocinada y
entregándosela – come, te sentara bien. Y aunque te salvé la vida, te ayude a alimentarte
y prácticamente me dejaste muriendo de frio por entrar al helado rio para sacarte sin mi
ropa, no me has dicho aun tu nombre, ¿Cómo te llamas? – preguntó mientras le daba un
buen mordisco a su vara de conejo.
- Alison Marlosby – dijo mientras comía – ¿y tú cómo te llamas? ¿O prefieres que
te llame bruja?
- Liv – dijo sonriendo a medias – y no soy una bruja pero si te parece mejor ese
nombre al mío por mi está bien, de todos modos me siento como una – guiñándole un ojo
siguió comiendo.
Alison se sonrojo no sin antes resignarse a lo inevitable. Debía lograr alejarse de
ella de algún modo para poder escapar. Esperaría a que se durmiera y luego cruzaría el
rio y llegar a donde quiera que sea, mientras sea lejos de ella. Algo en aquella mujer le
inquietaba, por no mencionar sus pensamientos descabellados…
No podía arriesgarse a que Liv la llevara al pueblo y la entregara su padre o peor
aún, a su hermano. No quería pensar que le haría al tenerla con el de nuevo, seguramente
la llevaría a las puertas de la iglesia. Se sentía tan desesperada que inconscientemente
tomo un largo bastón de pino que estaba su espalda y golpeo a Liv en la cabeza que
completamente desprevenida quedo inconsciente. Alison temió haberla matado, pero
cuando comprobó que no era así, se levantó despacio y la descarga de adrenalina que la
inundó por el miedo hizo que apenas sintiera dolor en el pie. Sólo sabía que tenía que
esconderse lo más pronto posible en algún pueblo lejos de Hillerod, quizás en
Copenhague podría pedir ayuda en algún convento y entregaría su alma y su cuerpo a
dios. Solo que ahora no solo debía esconderse de su padre y su hermano, sino también de
una mujer medio desnuda que la ponía nerviosa… y ¿por qué no admitirlo? Le gustaba a
la vez.
CAPÍTULO 2

- Es tan escurridiza como una babosa – grito Alden mientras intentaba quitarse una
tela de araña que se le había pegado en la cara al intentar pasar por unos arbustos – ¿cómo
es posible que se nos haya escapado?
- Enojarte no nos ayudara padre, deberías calmarte – dijo Christian pasando por los
arbustos evitando cuidadosamente los restos de tela de araña que dejo su padre – por ahora
deberíamos irnos a casa y descansar, mañana es otro día. Además una mujer no llegara
muy lejos en un bosque y menos de noche.
Christian intento aparentar tranquilidad, pero en su mente no dejaban de correr
imágenes de su infancia, su hermana, su madre antes de morir. Sólo que ahora debía
pensar también que diría el viejo Alejandro si llegaban a él sin su hermana. Probablemente
ni le importara, con el cielo oscureciendo ya tendría la compañía de su amante favorita y
la meretriz del pueblo Sissi Laflour.
- Si mejor vamos a casa hijo – dijo Alden, cuando algo llamó su atención y se
acercó a ver qué era – mira – dijo tomando una zapatilla – esta es una de las zapatillas
que Alison tenía puestas para la boda.
- Tienes razón, ¿crees que haya caído por ese risco? – pregunto Christian
horrorizado de solo pensar que sus planes se vinieran abajo si su hermana moría.
- Es probable hijo pero –dijo antes de acercarse al risco –la altura no es mucha,
quizás solo calló al rio y salió. Mañana iniciaremos la búsqueda por todo el bosque rio
abajo, hablare con don Alejandro para que envié a sus sirvientes, necesitaremos toda la
ayuda posible.
- Si, lo más probable es que la encontremos mojada, hambrienta, muerta de frio y
nos suplicara que la llevemos a la iglesia – dijo Christian triunfante.
El amanecer trajo consigo el canto de las aves, las pequeñas gotas de rocío en las
hojas de los árboles, los animales salían de sus madrigueras para buscar alimento, el sol
se filtraba por las copas de los árboles. Un espectáculo majestuoso, sin embargo a una
mujer con un chichón en la cabeza y una mirada de haber dormido poco no le alegraba en
lo absoluto.
- Condenada mujer, en cuanto le ponga las manos encima – dijo antes de pasar por
unos matorrales y ser golpeada en la cara tragando un par de hojas. Lo que la hizo
detenerse a escupirlas y maldecir el día anterior.
Llevaba parte de la noche y casi todo el amanecer buscándola. No podía creer que
después de haberle salvado la vida, se hubiera atrevido a golpearla y escapar.
Algo no estaba bien, esa mujer ocultaba algo y tenía que averiguar que era. Quizás
era una ladrona y acabo cayendo al rio mientras huía de un robo… pero descarto esa idea
de inmediato teniendo en cuenta de que no traía nada consigo cuando la rescato. ¿Pero
qué razón pudo tener para querer escapar así?
De todos modos aquella chica la intrigaba, su forma de querer parecer valiente
cuando estaba temblando de miedo y su valentía de querer soportar el dolor con la única
intención de no ser una carga le hizo admirarla un poco. Sólo un poco. Nunca en su vida
había conocido a una mujer tan hermosa y valiente como ella. Su cabello de zanahoria,
sus ojos color esmeralda y su hermoso rostro la hacían parecer una de esas mujeres de los
cuentos griegos que escucho de niña en la voz de su madre. Mujeres que por su belleza
se desataban guerra en disputa por su mano. Seguramente ya tendría a medio pueblo a sus
pies. De hecho le parecía que a sí misma la tenía en iguales condiciones. Debía dejar de
pensar en tonterías y ponerle una trampa. Quizás el celibato la estaba volviendo una
salvaje sedienta de sexo…
Podría simplemente largarse y dejar que se las arreglará sola. Pero algo dentro de
ella se lo impedía. Una mujer sola nunca podría sobrevivir en el bosque y mucho menos
salir de él con vida. Muchas veces vio a mujeres morir violadas o asesinadas cuando eran
dejadas solas, no todas eran criadas para luchar como ella.
Recordó con nostalgia cuando su madre le decía – no te ates a nadie, ni creas en
los hombre, utilizaran el amor en tu contra y cuando menos te lo esperes te dejaran sola
y embarazada y aunque los busques fingirán que no te conocen.
Desde entonces no había amado a nadie, ni siquiera a su antigua novia por así
decirlo. Solo la buscaba cuando su marido no estaba y Liv cansada de la situación la
mando al demonio. Liv solía decir que tenía un corazón grande y allí caben todas las
mujeres que quieran pasar un buen rato. ¿Para qué quedarse con una si era más divertido
tener diez?
- No entiendo porque pienso estas tonterías – dijo aburrida Estuvo reprendiéndose
así misma hasta que la vio tratando de alcanzar una ciruela en un árbol a treinta metros
del lugar donde ella estaba sentada. Sonrió planeando la mejor forma de vengarse
haciéndola llevarse un buen susto. Pero cuando a lo lejos vio pies obviamente masculinos,
cambio de opinión.
Sin perder un segundo más, corrió hasta situarse detrás de Alison y taparle la boca
para que no gritara y que esos hombres las escuchara. - Si gritas o intentas huir de nuevo
te atare a este árbol y dejare que te devoren los animales – y como seguía intentando
zafarse le susurró al oído – o algo aún mejor, dejare que esos hombres que se acercan te
lleven con ellos.
Su última amenaza dio resultado y sin perder más tiempo la llevo detrás de un
arbusto de arándanos mientras se inclinaba para esconderlas a ambas.
- Vez que ¿aquí no hay nadie idiota? – dijo uno de los hombres – seguramente fue
una ardilla – dijo mientras comía una manzana.
- Te juro que escuche que algo se movía Matt – dijo el otro – deberíamos revisar,
no vaya a ser que nos sorprenda un lobo o un oso y nos mate – dijo asustado.
- Cierra el pico y sigue caminando, debemos llegar a ese estúpido pueblo, recuerda
que mi posición en la orden real está en juego dependiendo de cómo salgan las cosas aquí.
- Como quieras.
Cuando Liv calculo que ya los hombres debían estar a una distancia prudente, se
levantó y dejo a Alison en el suelo. Su cuerpo tan suave contra el suyo la estaba haciendo
perder la cabeza y era mejor despejarse desquitándose con ella. A pesar de que había
tenido muchas mujeres que mucho menos que el vestido que Alison tenía puesto, no pudo
evitar que la sangre le hirviera, de hecho podía sentir sus pezones erectos y su centro
ligeramente húmedo. Dios, debía darse otro baño de agua fría para despejarse.
- No te atrevas a escapar otra vez – dijo mientras la tomaba por el brazo y la
levantaba – me quieres explicar ¿porque siempre te empeñas en huir? O mejor ¿porque
me golpeaste después de que salve tu vida? – dijo Liv mirándola a los ojos seriamente.
- Eso no te incumbe – intentando soltarse de su brazo, pero Liv la rodeo de la
cintura y la pego a ella – ¡suéltame!
- No te soltare hasta que respondas – Liv estaba perdiendo la cabeza mirando sus
labios y los movimientos que hacía Alison para zafarse la estaban volviendo loca de deseo
y como no dejaba de moverse la pego aún más a su cuerpo. Liv no se dio cuenta de que
aquello fue una mala idea hasta que la miro a los ojos. Como pequeñas esmeraldas que
parecieron hechizarla, tenerla tan cerca y sus labios a tan solo unos centímetros de los
suyos fue una tentación que no pudo aguantar. Ella también pareció caer en el hechizo
porque mantuvo su mirada y se acercó a ella. Eso fue todo lo que necesitó. Un segundo
después Liv se apodero de sus labios.
Alison no estaba preparada para la corriente de deseo que la sacudió por todo el
cuerpo cuando Liv la beso. Había visto hombres besar mujeres pero nunca a una chica
besarse con otra. Nunca la habían besado y sin embargo, sintió que ya conocía la suavidad
del cuerpo de aquella mujer contra el suyo. Enredó las manos en su cabello a la vez que
profundizaba el beso y empezó a acariciar su espalda con más urgencia. Pero sin previo
aviso, Liv dejo de besarla y se alejó de ella mientras tomaba aire apoyada en el árbol de
ciruelas, dejándola temblando y completamente avergonzada mientras se tambaleaba y
caía al suelo.
- Levántate, tenemos que seguir hasta mi campamento y allí me contaras la razón
por la que estas huyendo – dijo con voz ronca mientras se acercaba a ella y le tendía la
mano para ayudarla.
Alison asintió y camino a su lado sin decir una palabra. Ninguna de las dos dijo
nada mientras caminaban una junto a la otra. Parecía que ambas habían perdido la
capacidad de hablar.
CAPÍTULO 3

- Deberíamos ir rio arriba – dijo uno de los sirvientes – veo huellas por aquí, y tal
parece que encendieron una fogata mira. El día había dado paso a la tarde y apenas
habían cubierto parte del bosque, al menos lograron encontrar un indicio de que Alison
estuvo allí. Christian miro más de cerca y vio detrás de un enorme árbol lo que parecía
ser una cama de hojas y una fogata carbonizada, junto con restos de lo que adivinaba era
un conejo o una liebre.
- Reúne a todos los hombres y diles que vayan en dirección norte rio arriba, yo iré
al lado Este con algunos hombres, divídanse y nos reuniremos aquí en 3 horas.
-Sí señor.
Christian camino siguiendo cuidadosamente en dirección a las huellas de una
mujer, pero se detuvo en seco cuando miro otras huellas un poco más grandes, pero
definitivamente eran las de una mujer. Se sintió confuso en un principio pero luego cayó
en cuenta de que su hermana enclenque e inservible jamás hubiera podido crear una cama
entrelazada de esa manera con hojas y mucho menos cazar conejos y encender una fogata.
- Pequeña suertuda, encontraste ayuda y fue así como lograste esconderte – dijo
entre susurros mientras pasaba entre un estrecho sendero de arbustos.
El hecho de que encontrara ayuda de otra mujer era irrelevante, nadie interferiría
en sus planes y menos un par de mujeres. A pesar de todo estaba poniéndose nervioso, se
hablaba de que un par de hombres fornidos estaban en el pueblo haciendo muchas
preguntas. Preguntas que lo perjudicaban hasta el cuello. Si aquellos tipos daban con él
lo más probable era que lo mataran. Maldijo el día que cometió aquel error, maldijo el día
que descuido la salida de la iglesia y maldijo su hermana.
- No importa quién te ayude, no importa cuánto corras y te ocultes yo te encontrare
y te hare pagar por todo esto – dijo Christian con la cara roja de ira – incluso aunque tenga
que matarte.
Unas horas más tarde, cuando el atardecer teñía de naranja el panorama, dos
mujeres cargaban ramas secas para encender una fogata en el centro de una pequeña
caverna en una ladera de una montaña.
- Ayúdame con esto – dijo Liv pasándole una especie de arco que hizo con una
rama de higuera que hallo en la montaña. Mientras Liv intentaba hacer una fogata con
aquella cosa, se sentó en silencio observándola. Normalmente hablaba hasta por los codos
pero lo sucedido en la madrugada con ella la había dejado muda. Ella también estaba
callada desde que iniciaron el camino e incluso cuando se detuvieron para tomar fresas
silvestres de una planta en el suelo. Aunque Alison dudaba que una mujer como ella
hubiera quedado tan afectada con sólo un simple beso… bueno no tan simple, pensó
ruborizándose.
Ese fue el primer beso que le dieron, el único de su vida. Y pensaba con él en letras
mayúsculas. Se dijo a si misma que tal vez Liv sintió lo mismo que ella y aunque dudaba
que también fuera su primer beso, quizás lo disfruto al igual que ella. Sólo cuando vio
que Liv agitaba su mano frente a su cara se dio cuenta de que le había estado hablando.
- Alison reacciona
- ¿Qué? perdón, estaba pensando en…
- ¿en qué?
- En que tengo mucha hambre y estas fresas no nos van a alcanzar para las dos –
se sorprendió de lo fácil que había salido aquella mentira.
- Si tienes razón, quemamos muchas calorías hoy y si no las recuperamos no
podremos caminar mucho mañana y tenemos aún mucho por recorrer hasta llegar a mi
campamento por mis cosas – dijo Liv poniéndose de pie –iré a pescar algo allago que vi
al otro lado de la ladera.
- ¿No temes que vuelva a escapar? – dijo Alison sonriendo, y justo en ese momento
se escuchó un aullido de lobo, que la hizo borrar su sonrisa de inmediato y mirarla
nerviosa.
- Creo que con eso mi respuesta es no, no temo que escapes – sonriendo Liv tomo
un trozo del arco para la fogata y lo trozo en pequeñas y puntiagudas púas en la puntas
con una roca afilada que encontró horas antes mientras caminaban – sígueme, así te
enseño algo mucho más útil que golpear a la gente en la cabeza.
Alison no pudo evitar sonreír y seguirla. Llegaron al lago y Liv le enseño cómo y
cuándo lanzar el arpón que había creado hacia minutos y también a mirar en los lugares
donde generalmente se ocultaban las langostas de rio para dormir.
- Mira cuantas atrape – dijo Alison mientras sacaba la cesta que Liv hizo con hojas
cuando recolectaron las fresas, pero una de las langostas se acercó a su mano y se prendió
de su dedo haciéndola gritar y soltar la cesta, cayendo de nalgas en el lago… causando
una carcajada en Liv.
- Dios – intentando controlar la risa apretando su estómago, Liv se acercó a ella
para ayudarla a levantarse – deberían poner un cartel en tu frente que diga: peligro,
aléjese, torpeza con cuerpo de mujer.
- No es gracioso – dijo Alison mojada y ruborizada, en cuanto Liv le dio la mano,
la jalo y cayó junto a ella en el lago – ahora si es gracioso – dijo carcajeándose, pero Liv
frunció el ceño y la hizo resbalar cayendo sobre ella.
El tiempo y todo a su alrededor se congelo cuando Alison se levantó y quedo
mirándola con ojos enojados. Lamentablemente para su salud mental y física las manos
de Alison estaban apoyadas contra sus pechos haciendo que sus pezones se pusieran
erectos casi al instante. Liv también notó bajo el vestido mojado que los de Alison estaban
igual de tensos que los suyos. Se le antojaba probarlos pero sin que tuviera tiempo de
nada Alison pareció recobrar el sentido y se levantó, dejándola aturdida y confusa en el
lago.
- Vamos a tener que empezar de nuevo si queremos comer, ayúdame para acabar
rápido ya se acerca la noche – dijo Alison mientras caminaba en busca de la cesta y se
disponía a atrapar mas langostas.
Liv solo podía pensar en su cuerpo y el sordo dolor que sentía en los pechos y en
la entrepierna. Pero solo se levantó y fue a la orilla por el arpón para atrapar peces.
Aquella mujer la estaba desquiciando de deseo y ni siquiera le había sacado la razón por
la que huía. Pero lo dejaría para más tarde, ahora lo primordial era alimentarse.
Mientras tanto al otro lado del rio. Matt se estaba impacientando, a medida que
avanzaba el día su humor se iba volviendo cada vez mas y mas huraño. Habían recorrido
prácticamente todo el pueblo y no encontraron ninguna pista sobre el paradero del chico
que había secuestrado a la bastarda del rey Leopoldo III, del carruaje donde iba junto a
su madre hacía casi 17 años. Probablemente aquel viaje era una total pérdida de tiempo.
Quería más que todo ser general de la guardia real, pero conseguirlo le resultaba tan
tedioso como hacer preguntas de puerta en puerta en aquel asqueroso pueblo y solo recibir
respuestas negativas, o personas que los llamaban locos por pedirles que intentaran
recordar algo que había ocurrido tantos años atrás.
- Vamos a tomar un poco de cerveza, lo necesito – dijo Matt dirigiéndose a la
taberna del pueblo, el lugar parecía igual o peor de mugriento que las calles de él.
- No deberíamos beber teniendo una misión tan importante en la que llevamos
meses viajando Matt – dijo Ruffus mientras llamaba a una vieja regordeta que parecía ser
la camarera – el jefe nos pidió rapidez. Se enojara si tardamos en cumplir con su petición
y perderemos nuestros trabajos. – esto último ocasionó que Matt le diera un manotón en
la cabeza como respuesta.
- Cállate y siéntate, quizás nunca la encontremos y tendremos que buscar otro
trabajo, pero al menos déjame relajarme, ya me duelen los pies de tanto caminar, si no se
nos hubiera acabado el dinero pudimos haber venido en los caballos que vendimos – dijo
malhumorado.
En medio de la discusión apareció la camarera. - ¿Qué quieren ordenar caballeros?
- Dos tarros de su mejor cerveza y dos trozos de pan y queso.
- En seguida se lo traigo, se paga por adelantado, son dos coronas.
- Le daré cien coronas si me da algo de información además de nuestro pedido –
dijo Matt sacando el saquito de monedas de su bolsillo.
- Depende el tipo de información que quiera joven – dijo la anciana no sin antes
mirar con codicia el saco de monedas.
- ¿Usted ha vivido aquí toda su vida? Digamos que por lo menos más de veinte
años.
- He vivido aquí desde que nací, pero ¿a qué viene esa pregunta?
- Verá, en ese entonces por aquí unos familiares ricos vinieron en un carruaje rojo
y plateado, quizás usted recuerde haberlo visto.
- Ah, claro allí estuvo una dama gritando y preguntando si habían visto a alguien
cerca de su carruaje, fue un gran revuelo ese día lo recuerdo bien, era una mujer muy
hermosa pero luego de unas horas solo se marchó y todo volvió a la normalidad por aquí.
- Y por casualidad ¿usted no habrá visto alguien cerca del carruaje? – pregunto
Matt tratando de disimular su entusiasmo.
- Déjame hacer memoria – dijo pensativa bajando la mirada – si ahora que recuerdo
vi a un chico rubio correr con un bulto pegado al pecho muy cerca del carruaje pero es
todo lo que puedo recordar – Matt se sintió decepcionado, los niños rubios abundaban en
Dinamarca, pero entonces la mujer chasqueo sus dedos y dijo – un momento, recuerdo
que el chico me pareció raro así que lo mire hasta que se perdió de mi vista en la tienda
del carnicero, lamentablemente él falleció hace un par de años, pero podrías ir a
preguntarle a su esposa, aún vive y está en el mismo lugar con sus hijos. Ahora les traigo
su pedido para llevar.
- Muchas gracias señora, lo prometido es deuda – dijo Matt sonriente entregándole
el saquito de monedas.
La mujer solo se alejó a buscar su pedido, mientras los hombres se levantaban con
afán de ir a buscar respuestas, quizás con un poco de suerte la esposa del carnicero podría
decirles quien era aquel chico y con otro poco de suerte encontrarían a la princesa Amalia
y su sueño de ser general de la guardia real se haría realidad. Tomaron el pan, el queso y
la cerveza que la anciana les dios y partieron a la carnicería exactamente junto a la
barbería, dos negocios más allá de la taberna.
- Buenas tardes – dijeron al entrar en la carnicería – busco a Lydia la esposa del
difunto carnicero.
- Con ella están hablando, bienvenidos ¿en qué les puedo servir?
- Vinimos en busca de información por la que le pagaremos muy bien – dijo Matt
lanzando un saco de monedas más grande que el anterior sobre el mostrador. Lydia miro
el saco e inmediatamente camino a la entrada y puso el cartel de cerrado mientras volvía
a su lugar frente al mostrador.
- Ustedes dirán.
- Entiendo por comentarios de la carnicera que usted vivió aquí durante un gran
revuelo que ocurrió hace casi 17 años atrás con un carruaje y una mujer gritando.
- Es correcto.
- Pues esa mujer era una familiar muy rica que perdió algo aquel día y hubo un
niño rubio con un bulto en su pecho que vino aquí en aquel entonces, sé que es mucho
pedir pero ¿podría tratar de recordar quién era ese niño?
- Claro que lo recuerdo, aunque no lo crean aquí no viven muchos niños rubios,
solo hay tres apenas y a ese lo recuerdo bien porque su padre nos vendía pan agrio desde
que mi marido vivía. Pero no traía ningún bulto en el pecho era la pequeña recién nacida,
en la que murió su madre durante el parto, muy lamentable – dijo bajando la mirada.
- ¿Tiene idea si ese hombre y ese niño todavía viven aquí? – Matt apenas podía
controlarse, la adrenalina corría por sus venas y lo hacía sentir euforia, estaba tan cerca
de obtener lo que deseaba.
- Claro pero ellos ya no viven aquí, se mudaron a Hillerod poco después de aquel
episodio. Quizás porque el pobre no pudo soportar la pérdida de su esposa.
- ¿Podría darme el nombre de ese hombre y el de su hijo?
- Claro, son Alden y Christian Marlosby.
CAPÍTULO 4

Las llamas ardían en la hoguera, los peces y langostas de rio se cocían lentamente
en varas a un lado de ella y Liv estaba tratando de no perder la paciencia con una mujer
que evadía todas sus preguntas.
- ¿Quieres contestar de una maldita vez lo que te estoy preguntando? – dijo Liv con
la ceja levantada y el ceño fruncido.
- ¿Porque te empeñas en saber de mí? Nunca volverás a verme cuando salga de
aquí de todas formas –dijo Alison mientras se frotaba el cuerpo y se acercaba un poco
más al fuego, el frio de la noche le estaba haciendo castañear los dientes.
- ¿Qué te hace pensar que te dejare ir? Podrías ser una ladrona y mi deber es llevarte
ante la justicia, el titulo de asesina lo descarte cuando vomitaste al ver las tripas del
pescado hace rato así que será mejor que hables.
- No soy ladrona ni nada – dijo temblando, Liv lo noto y se acercó a ella rodeándola
para abrazarla y darle calor corporal. Extrañamente Alison solo se dejó envolver por ella
y no la aparto ni intento golpearla… sacrilegio.
- Entonces, ¿Por qué estas huyendo? Quizás pueda ayudarte, si confías en mi te
llevare a donde me pidas – sorprendiéndose a sí misma al decir eso, quizás tenerla cerca
la estaba embriagando, su fragancia era deliciosa. Juraría que podía sentir el aroma a
jazmín salir de su cabello y su cuello, su cuerpo empezaba a calentarse por el contacto y
se sentía realmente bien… incluso se permitió cerrar los ojos unos segundos… se sentía
tan bien tenerla así - ¿Por qué estas huyendo Alison? – después de un largo suspiro sobre
su cabello.
- Estoy huyendo de mi boda – dijo hundiendo la cara en su pecho, solo que ahora
no estaba temblando de frio – mi padre dio mi mano al hombre más rico de mi pueblo en
contra de mi voluntad y me escape de la iglesia. – Liv se tensó, sorprendiéndose de la ira
que sintió al imaginar lo que pudo haber pasado si no se hubiera escapado, o incluso si
hubiera salido del rio minutos antes de verla caer… no la hubiera conocido. Súbitamente
aquello le pareció un destino peor que la muerte, Alison le hacía sentir cosas, pero
seguramente era solo deseo, no había estado con una mujer en casi dos años y eso le
estaba ocasionando aquellos pensamientos de adolescente enamorada y con sus veintiún
años era una tontería.
- Ya veo, entonces ¿Cuál es tu plan?
-¿De qué hablas?
- ¿Qué pensabas hacer después de escapar?
- Ir a algún pueblo o ciudad lejos de aquí, entrar en algún monasterio y convertirme
en monja – lo último generó una carcajada en Liv – ¿de qué te ríes?
- Tú no podrías ser monja ni en tu próxima vida – dijo mirándola a los ojos con una
media sonrisa – eres demasiado apasionada, nunca te callas, no eres nada sumisa, por no
hablar de tu manía de golpear a las personas.
- Eso fue solo porque me asustaste – dijo riendo – pero normalmente no soy así.
Liv ¿me ayudarías a escapar?
- Seré sincera contigo, me gusta el hecho de que confiaras en mí pero te diré que
una mujer débil, sola y sin nadie que la proteja no sobrevive en este mundo, incluso si
hubieras logrado salir de aquí con vida y llegado a algún pueblo ya te habrían tomado
como esclava, prostituta, sirvienta o incluso solo se hubieran divertido contigo y luego te
asesinarían. La naturaleza del hombre es aún muy primitiva, mientras logre satisfacer sus
deseos poco le importara lo que tu sientas o quieres – la abrazo estrechamente cuando
Alison empezó a sollozar – eres una mujer muy hermosa si aún no lo has notado y tu
cuerpo obviamente virgen seria un fruto suculento y exótico que cualquier hombre
pagaría por tener. ¿Qué harías en un convento? Nada, a un monasterio se entra con dinero
o contactos y tu por lo visto no tienes a nadie más que a ti misma – después de pensarlo
un segundo dijo – pero puedo ofrecerte una alternativa – Alison dejo de sollozar y la miró
fijamente – ahora mismo estoy en un viaje pero cuando acabe volveré a casa, vivo en una
pequeña cabaña en Vislanda, tengo unas tierras que me dejo mi madre en herencia y tengo
una habitación extra si te interesa – Los ojos de Alison se agrandaron y parecieron brillar
por un segundo – podrías trabajar cosechando conmigo y vendiéndolo todo en el mercado
como lo hago con mis primos, un par de manos nunca están de más – Alison cerró los
ojos y la abrazo más fuerte.
- Gracias – dijo en un susurro.
- No hay de que – dijo devolviéndole el abrazo sonriendo a medias – al menos con
trabajo me pagaras por todos esos golpes que me diste – esto provoco un pellizco en su
espalda y un gemido de dolor por parte de Liv –vamos a comer esto ya está listo–dijo
separándose de ella para tomar las varas y compartirlas con ella para empezar a comer.
Después de aquello hablaron un poco más, como si fueran amigas de toda la vida.
Se contaron de su infancia, de su familia. Liv le conto de porque su madre la crio para ser
una mujer fuerte y valiente, lógicamente al descender de amazonas griegas debía ser igual
o más fuerte que un hombre como solía decir su madre.
Alison le conto de los niños que la molestaban cuando era niña y tenía la cara llena
de pecas y de cómo esos mismos niños la abrumaban a regalos, poemas y rosas cuando
creció y sus pecas desaparecieron. Le conto de cómo había añorado haber conocido a su
madre, tener otra hermana, conocer el mundo, ser libre de escoger a quien deseara para
casarse, ser algo más que una ama de casa y obedecer a su esposo como lo decía la biblia,
y de lo protegida que se siente a su lado.
Lo último solo arranco una sonrisa de Liv, claro que le conto sobre sus amantes,
su primera vez con una mujer que solo se aprovechó de ella, y porque nunca se sintió bien
ni encajar con los demás al no gustarle nunca ningún niño, pero siempre le gustaba estar
cerca de otras niñas y abrazarlas. Esa cueva, esa cena, esa noche, esa fogata, era testigo
de tantos relatos y sentimientos compartidos entre dos completas desconocidas que
intentaban compartir su vida y sus sueños por el simple placer de ser escuchadas. Algo
imposible en aquel mundo dominado por hombres.
Hillerod martes primero de abril 1651, cinco y treinta de la mañana de un día
nublado. Christian se levantó con ojeras de lo poco que pudo dormir por la noche, el rastro
que habían seguido desde el rio se había difuminado cuando cayó la noche y con ello sus
ganas de asesinar a Alison aumentaron si era posible diez veces más. Odiaba perder el
tiempo y aquello estaba agotando su paciencia. Aun perdido en sus pensamientos sintió
toques en la puerta y se asomó para ver a su padre tomando una taza de té como todas las
mañanas mientras se acercaba a abrir la puerta. No le prestó atención, pero en cuanto se
dirigía de nuevo a la casa vio a dos hombres enormes y fornidos entrar y pegar la espada
en el cuello de su padre. Se detuvo en seco y se ocultó tras la pared.
- Me imagino que usted es Alden Marlosby – dijo el más grande de los dos –
vinimos aquí en una búsqueda y más le vale que coopere si no quiere perder la cabeza
anciano.
- ¿Quiénes son ustedes, que quieren de mí? Soy un pobre panadero no tengo nada
que puedan querer.
- Vinimos por algo más grande que su basura, donde está su hijo – dijo pegándolo
a la pared de la cocina y cortando un poco la piel de su cuello con la espada – tenemos
muchas preguntas que hacerle.
- Mi hijo está en un burdel– Christian se contrajo de dolor, su padre se estaba
arriesgando por él y aun así no se sentía capaz de encarar a aquellos tipos – pregúntenme
a mí lo que sea y responderé con la verdad.
- Para empezar su hijo cometió el crimen de secuestro y alta traición a la corona
hace casi 17 años. Y más vale que la princesa este bien de lo contrario les cortarán la
cabeza a ambos.
- ¿Cuál princesa? ¿cuál traición? no entiendo de que está hablando – recibió un
golpe en el estómago.
- Su hija, o la que usted cree es su hija ¿dónde se encuentra?
- Mi hija está perdida, ¿a qué se refiere con la que creo es mi hija? Yo la vi nacer
claro que es mi pequeña.
- Perfecto, Ruffus saca papel y carbón quiero que hagas un retrato – dijo mirando
atrás, luego volvió al frente – ahora anciano vas a sentarte y a describirnos a “tu hija” si
sabes lo que te conviene.
El anciano empezó a describirla, alta y de ojos verdes, cabello largo y ondulado
color naranja… nunca conoció a alguien que pudiera hacer un dibujo a partir de
descripciones habladas así que no le pareció nada peligroso hasta que vio el resultado
final, en aquel papel estaba su hija exacta y tan perfectamente dibujada que parecía un
espejo. Sintió temor por su hija pero ya encontraría la forma de solucionar aquel embrollo.
- Excelente Ruffus, siempre tan buen artista – dijo Matt después de recibir la
respuesta afirmativa del anciano – realmente es muy hermosa, idéntica a la zorra de su
madre, ¿puedes creer que la muy astuta fingió todos estos años que la pequeña bastarda
seguía con ella? Solo para seguir recibiendo los favores y el dinero del moribundo rey.
Me alegro de que la matáramos, merecía más que eso la desgraciada – miro hacia el
anciano – fue de mucha ayuda su información, sé que es correcta por el parecido de esta
mujer con la amante del rey ahora sin embargo me temo que no podemos dejar cabos
sueltos – dicho esto corto la cabeza de Alden antes de que este pudiera si quiera gritar.
- Que pasara con el hijo – dijo Ruffus mientras enrollaba el papel con el retrato y
lo guardaba dentro de su bolso– no le pediste que lo describiera y así no dejar ningún
cabo suelto.
- No importa, pondremos su nombre en la lista de se busca y ya se encargaran los
demás guardias de buscarlo, ahora vamos a un retratista y los pondremos en cada esquina
de aquí a Copenhague como una fugitiva, pero rápido antes de que el príncipe Valdemar
se entere del pequeño plan de su padre y nos lo eche todo a perder.
Christian lloraba en silencio mientras los hombres salían de la casa sigilosamente,
cuando hubieron pasado varios minutos entro a la casa y vio el cuerpo de su padre sin
vida y su cabeza en un rincón. Tomó todo lo de valor que pudo encontrar, se vistió y ato
con una bolsa a su espalda, se armó con el puñal de su padre, rezó un ave maría frente a
él y con su sangre se hizo una cruz sobre la frente jurando en silencio acabar con su
asesino… y con la mujer causante de su desgracia. Recordó el día que tomo aquella mala
decisión mientras se escabullía por la parte trasera de la casa, saltando el muro.
Había sido uno de los días más fríos de julio que recordaba, su madre acababa de
morir solo una semana antes, dando a luz a su hermana Alison.
Su padre le entrego a la niña mientras salían a vender pan agrio, ya no tenían nada
más para vender ni comer y con una boca más que alimentar se morirían de hambre
lentamente, no había otra forma de llamarlo. La niña no paraba de llorar y se estaba
desesperando, cuando vio a una caravana de un circo pasar por las calles. El circo solo
pasaba por allí para ir hasta Copenhague pero una mujer lo miro y lo llamo para acercarse
a ella, el inocentemente fue y mientras la caravana se detenía para dar de beber a los
caballos y animales la dama le hablo.
- ¿por qué llora la pequeñina? – dijo acariciando su manito sobre el abrigo que la
cubría.
- Tiene hambre y yo también –dijo cuando vio a la mujer sacar un gran pedazo de
carne de cerdo, tener carne era un lujo que pocos se podían permitir y su estómago gruñía
al verlo.
- Puedes comer de mi carne y mi pan, pero déjame sostener a la pequeña y
alimentarla – él la entrego sin pensarlo y se sentó a comer en la caravana mientras la
mujer tomaba a su hermana y la pegaba a su pecho y su hermana succionaba hambrienta
de ella – pobrecita está muerta de hambre, come desesperada – dijo la mujer mirándola y
acariciando su mejilla – ¿tu madre no le da pecho?
- Mi madre murió cuando ella nació y la última botella de leche se la tomo esta
mañana – dijo mientras comía un gran trozo de cerdo.
- Es una lástima, una pequeñita no puede pasar hambre podría morir – dijo
pensando, luego aun con la niña pegada a su pecho buscó entre sus cosas y saco un cofre
y se lo puso al niño en las manos – aquí hay 200 coronas, suficientes para que puedan
alimentarse por años tu padre y tú, te lo daré a cambio de que me dejes a la bebe – Se
quedó pasmado, 200 coronas era una fortuna y ni se quería imaginar como aquella mujer
lo había conseguido, pero la idea de no tener que pasar días sin comer le pareció tentadora,
solo que su hermana era algo que no podría reemplazar…
- Está bien, es tuya - dijo tomando el pequeño cofre metiéndoselo en el pequeño
bolsito a su cintura, tomando otro pedazo de carne de cerdo y pan y salió corriendo,
perdiendo de vista la caravana que unos minutos después se alejó de la ciudad dejando
una estela de polvo tras su paso.
Después de haber ocultado bien el cofre en un hoyo que escarbo bajo su cama y de
haberle dicho a su padre que una amable señora le había regalado la carne, siguió en la
venta con su padre, hasta que este le pregunto dónde había dejado a su hermana.
Luego de decirle que la dejo con una anciana lactante dijo que iría por ella y camino
pensando en que le diría a su padre. Había vendido a su hermana, lo único que le quedaba
a su padre de su madre a la que tanto amó. Solo le quedaba una alternativa y la fortuna le
sonrió aquel día como nunca se imaginó antes, de un carruaje elegante que pasaba por allí
probablemente también camino a las ferias en Copenhague, se escuchaba un llanto ligero,
como el maullido lastimero de un gato buscando alimento.
Cuando la elegante mujer entro a la tienda más cara del pueblo y el conductor del
carruaje se detuvo en la taberna a beber, se acercó al carruaje y vio a una pequeña sin pelo
llorando sobre un asiento del carruaje, era pequeña y de poco tiempo de nacida igual que
su hermana.
No lo pensó dos veces antes de tomarla mientras la pegaba a su pecho y corría a la
carnicería por la parte trasera a buscar a su padre. El dinero ya no era un problema y no
habría que pasar hambre, su padre podría respirar tranquilo y el fingiría que nunca nada
paso. Pero todo quedaba en el pasado cuando la realidad lo golpeo, no tenía padre, no
tenía casa, la mocosa a la que robo de aquel carruaje era la bastarda del rey y unos matones
lo buscaban para arrancarle la cabeza. No tenía nada que perder, no le quedaba nada. Solo
el firme deseo de acabar con la vida de tres personas… o cuatro si contaba con el otro par
de huellas que seguían a las de su hermana. Su buena fortuna acabo el día que aquella
mujer se le escapo y solo volvería cuando su sangre cubriera el suelo que pise.
CAPÍTULO 5

- Cuidado con esa rama, tiene un panal más arriba – decía Liv mientras tomaba a
Alison de la mano y caminaba con la cabeza baja pasando bajo esa rama. Llevaban varias
horas de camino, y solo faltaban unos metros para llegar a su campamento.
Partieron al amanecer luego de haberse levantado la una en brazos de otra. Cosa
que no le sorprendió a Liv ya que ella se movía como pez mientras dormía, rara vez
acababa en el mismo lugar donde se acostaba a dormir. Tomaron un desayuno rápido con
el resto de las fresas y hojas de menta que Liv siempre llevaba consigo al viajar. El
hermoso bosque le parecía un paraíso, cada paso que daba en lugar de ser molesto para sí
misma era algo fascinante, poder admirar tanta perfección en un solo panorama y disfrutar
de la compañía de una hasta ahora desconocida faceta parlanchina de Alison solo lograba
mejorar su humor y el camino se le hizo más corto.
Al salir de entre los árboles del bosque vieron una pradera que quitaba el aliento.
Una larga llanura verde, que parecía la entrada al palacio de un rey, las montañas a lo
lejos, el cielo azul completamente despejado, ovejas pastando a lo lejos, un lago fluyendo
en medio de las montañas y flores a su alrededor… además de otra flor mucho más
hermosa que estaba tomando su mano.
- Podría quedarme aquí para siempre – dijo Alison sonriendo ante tan esplendoroso
paisaje.
- No – sonriendo – ven por aquí, lo menos que quiero es que alguien nos vea y en
un sendero sin árboles que nos escondan prefiero ir por este lado, las flores nos ocultaran
un poco si vamos corriendo – dijo jalándola y corriendo junto a ella. El tacto de su mano
le provocaba un ligero cosquilleo en el estómago a Liv. Corrieron algunos metros
rodeando el prado y la montaña, llegaron a otro más espeso y luego de descansar un poco,
Liv la llevo a tientas hasta la parte más lúgubre y tenebrosa que había visto jamás en
bosque alguno. Los arboles eran tan frondosos que prácticamente ocultaban toda la luz y
el suelo lleno de hojas parecía ocultar serpientes venenosas y todo tipo de amenazas, ella
sin embargo parecía tranquila mirando a un lado y a otro y examinando detalladamente
cada árbol hasta que la acerco a un arbusto de aproximadamente cuatro o cinco metros de
altura y lo levanto sorprendiéndola.
En el interior vio un bolso, una espada enorme y amenazante como la de un
caballero, una especie de arco también pero cuando se acercó mas notó que era una
ballesta, estaba todo obscuro pero pudo distinguir claramente la cara de satisfacción de
Liv cuando tomo sus armas.
- Bueno como puedes ver no lo hubiera podido encontrar nadie que no supiera que
es algo más que un arbusto – dijo sonriendo y tomando de entre sus cosas unas botas –
vamos al rio que está un poco más allá por mi ropa.
- ¿No crees que te la hayan robado después de tantos días allí?
- No, porque encontrar esa parte del rio es casi tan difícil como encontrar mi
escondite – guiñándole un ojo la condujo por un camino empinado donde pudo ver una
serpiente mirándola desde lo alto de una rama. Liv la aparto casi sin inmutarse y siguió
llevándola de la mano, mientras que empujando una enredadera salieron a un rio de rocas
empinadas, lo que le dificulto mucho caminar hasta donde vio ropa sobre una roca saliente
justo frente al rio – como puedes ver tuve razón, aquí está todo – dijo mientras tomaba su
ropa y se las ponía. Ahora que estuvo vestida Alison tuvo miedo, se veía amenazante con
todo aquello, las botas con piel de lobo, una falda café oscura que le llegaba unos
centímetros más debajo de las rodillas, una camisa sin mangas del mismo color, guantes
con muñequera de acero y lo que parecía ser una pulsera en su brazo casi a la altura de su
hombro donde podía ver grabado una inscripción en un idioma que no conocía. Realmente
se veía muy intimidante con aquella indumentaria, probablemente se vería aún mas
intimidante con la enorme espada a la espalda y la ballesta a la cintura.
- Nunca había visto ropa de ese tipo por aquí
- Es porque la hizo mi madre para mí – dijo Liv acercándose a ella y guiándola de
nuevo al campamento – siempre decía que las amazonas vestían de esta manera y por
tanto yo debía vestir así, la verdad es que es bastante cómodo para correr, trepar y cazar,
por no mencionar que la gente se aleja cuando me mira y no representan un problema
para mí.
- Bueno y ahora ¿a dónde iremos? – pregunto Alison cuando entraron al
campamento y Liv se puso todas sus armas a cuestas y cargaba su bolso a la espalda
dejando espacio para su espada.
- Aprovechemos que hay mucho sol, vamos por mi caballo y podremos ir directo
a Copenhague en el.
- No sabía que tuvieras un caballo
- ¿Qué clase de tonto viaja sin un medio de transporte más eficiente que sus pies?
– sonrió y la guio a su espalda mientras volvían al prado donde estaba pastando por días
el caballo negro con manchas blancas por encima de sus patas de Liv. El semental al verla
relincho varias veces antes de trotar entusiasmado a su encuentro, Liv saco una manzana
de su bolso y se lo dio al caballo que lo comió gustoso– Alison te presento a tirano, tirano
ella es Alison – el caballo relincho y olisqueo su cabello casi tirándola al suelo del susto.
- Que nombre tan curioso tiene tu caballo – Liv ya montaba a tirano y le daba la
mano para subirla a su espalda donde pudo distinguir mejor su pulsera – que significa lo
que está grabado en esta pulsera.
- Es hamazakaran y significa guerrera en griego antiguo – dijo mientras guiaba en
un trote constante al caballo por la pradera.
- Siempre me hablas de tu madre pero nunca me has contado como siendo griega
termino en Dinamarca.
- En realidad ella nació en Copenhague y cuando tenía ocho años se mudó con mis
abuelos a Vislanda que es donde vivo, su familia emigro de Creta hace más de setenta
años, se cansaron de las guerras y peleas y terminaron allí en un viaje de varios meses en
barco, luego nació mi madre que se llamaba Atenea y si antes de que preguntes la
llamaron así por la diosa de la guerra y protectora de los héroes además de mis tíos
Aristos, Achileas, Stavros y Adelphos. Al parecer provengo de griegos ricos porque
compraron cincuenta mil hectáreas de tierras al gobierno sueco, repartieron entre todos
sus hijos antes de morir y allí continuamos, a mi madre le toco la mayor parte por ser la
primogénita pero mis tíos siempre fueron muy protectores con ella incluso cuando le
advirtieron de que mi padre no era un buen hombre y ella no les hizo caso – haciendo una
mueca al decir esto último–te encantara conocerlos, tengo un montón de familia y aunque
suelen ser un poco abrumadores a veces son buenas personas.
- No lo dudo por tu forma de hablar de ellos – sonriendo se abrazó mas a ella
cuando aumento la velocidad del caballo – ¿de qué murió tu madre? – la vista de Liv bajo
unos segundos – lo siento si es muy doloroso para ti, no debí preguntar.
- Está bien, es bueno hablar de ella de vez en cuando sin que alguien llore – dijo
sonriéndole apenas – hubo un fuerte incendio hace un par de años en las tierras de mi tío
y estaba llegando al ganado, solo que mi prima Alexia siempre estaba jugando con un
becerrito recién nacido en el corral y al ver el fuego comenzó una estampida, mi madre
estaba cerca de ella cortando el pasto para alimentarlos y logro sacarla – su vista se
empaño – pero ella tropezó y la aplastaron.
- Lo siento mucho–Alison la abrazo más fuerte y apretó su mano sobre las riendas
del caballo – debiste quererla mucho.
- Es mi madre – dijo conmovida por la calidez del abrazo y de su mano acariciando
la suya.
- Me hubiera gustado conocer a la mía, papá dijo que murió cuando yo nací así que
supongo que por esa razón me odia tanto – Liv tomo tu mano y la entrelazo con la suya
dejando solo una mano tomando las riendas. Se quedaron así perdidas en el panorama y
en sus pensamientos.
Tardaron un par de horas en llegar a Humlebaek y desmontaron en una posada, el
pueblo parecía sucio y las personas, en su mayoría hombres las miraban con curiosidad.
El caballo quedo saciando su sed en un bebedero que estaba en la parte lateral de la
posada.
- Espérame aquí con tirano, iré a comprar algo de pan y queso y si es barato nos
quedaremos a pasar la noche aquí - dijo Liv mirando a una nerviosa Alison mirando a su
alrededor – no dejare que te pase nada, volveré en un minuto ¿está bien? – sonriendo
entro en la posada. Alison le sonrió y luego camino para acariciar a tirano, miro un jardín
lleno de flores unos metros más allá de la posada y como le pareció lo único bonito de
ese lugar se aventuró a mirarlo más de cerca, sin percatarse de que otras cuatro personas
la miraban con ojos lujuriosos y la seguían unos pasos detrás de ella.
El jardín pertenecía a una pequeña capilla, bastante sucia pero que contrastaba con
la belleza de las flores. Justo cuando se inclinaba a oler una rosa blanca alguien la tomaba
por la cintura y le tapaba la boca. Nerviosa forcejeo pero fue inútil. Vio hacia atrás a su
captor y otros tres hombres que tenían la ropa sucia y sonreían mientras la acariciaban, el
que la sostenía la llevo hasta la parte trasera de la iglesia, provocando más miedo en
Alison, pidiendo a gritos ahogados que Liv la escuchara pero ya estaban lejos de la posada
y no pudo evitar las lágrimas que corrieron por sus mejillas.
El que la tenía aferrada la puso de espaldas mientras los otros tres hombres la
agarraban y le sostenían las piernas y el más grande de todos empezaba a desabrocharse
los pantalones. Solo que sus manos se quedaron en esa posición cuando una flecha le
atravesó el cuello y caía a su lado ahogándose en su propia sangre. Liv apareció montando
a tirano con su ballesta a tiro, dos de los hombres se levantaron sacando puñales mientras
uno aun la mantenía capturada. Liv bajo del caballo de un salto y saco su espada de su
espalda deteniendo el ataque del primer hombre y dándole una patada al segundo,
tirándolo al suelo pero eran tan torpes y ella tan ágil que en un segundo movimiento corto
el brazo del primero haciéndolo soltar su arma y retorcerse en el suelo mientras el segundo
se levantaba del suelo y se iba encima de Liv, logrando ella esquivarlo y tirarlo de
espaldas al suelo dándole una patada en el rostro que lo dejo inconsciente.
Alison solo pudo cerrar los ojos mientras todo aquello pasaba ante ella. El hombre
que la tenía cautiva saco un cuchillo tan grande que la hizo sollozar y con todas sus fuerzas
le dio un codazo que lo dejo sin aire, soltando el cuchillo lo que le dio tiempo a Alison de
correr hasta tirano mientras Liv terminaba de noquearlo y subía al caballo jalándola sobre
su espalda y saliendo de allí al galope. La abrazo fuertemente mientras lloraba en silencio
y se alejaban de aquel horrible lugar. A medida que avanzaban el cielo cambio
abruptamente de azul a gris, poniendo nervioso al caballo.
- Debemos encontrar donde quedarnos pero aún faltan muchos kilómetros hasta
Copenhague, pararemos en el primer pueblo que veamos y nos quedaremos en alguna
posada – Alison asintió igual de preocupada que el caballo, nunca le gustaron las
tormentas y menos estar bajo ellas. El tiempo avanzaba en su contra y comenzó una lluvia
helada y furiosa que las empapo por completo y casi nublo toda la visión de Liv, a lo lejos
vio una casucha destartalada y con solo la mitad del techo sobre ella, era mejor que nada
y dirigió al caballo hasta allá. Al llegar desmonto y bajo a Alison rápidamente mientras
empujaba la puerta que cedió y cayó al suelo con solo un toque – esperemos que la
estructura resista, no me gustaría morir aplastada – dijo dejando pasar a Alison y guiando
a tirano en el interior más lejano posible a ellas, por miedo a que las pisara al dormir, por
suerte la casa era bastante grande y los tres estrían seguros mientras pasaba la lluvia.
Vio a Alison temblando de frio y como pudo tomo unas rocas afiladas de su bolso
y al fondo de la casa logro encender la chimenea con pedazos del techo de paja y vigas
de tronco, a lo que inmediatamente se acercó a calentarse las manos y el cuerpo
frotándose. La dejo allí y fue a quitarse la ropa para ponerla a secar.
- ¿Cuál es tu manía de estar desnuda? – pregunto mirándola desde el fuego. No
quería pensar en lo sucedido anteriormente, quería mantener la mente ocupada en
cualquier cosa con tal de olvidar.
- Me congelare si me quedo con la ropa mojada, deberías hacer lo mismo – ya solo
le quedaba la parte de arriba y se la quitó en un movimiento fluido, dejándola junto a lo
demás. Se acercó al fuego junto a Alison y puso sus manos extendidas sobre la chimenea.
Alison no quería mirarla pero estaba congelándose así que se quitó el vestido rápidamente
y también su ropa interior quedando igual de desnuda que Liv pero cubriéndose los
pechos mientras se acercaba al fuego nuevamente.
- En mi bolso hay manzanas, duraznos, uvas y peras, toma lo que quieras y cena,
mañana seguramente llegaremos a un pueblo y podremos comprar algo de carne, pan y
queso para comer – dijo intentando no mirarla, estaba temblando pero no de frio, y el
tenerla igual de desnuda que ella tan cerca estaba haciendo mellas en su cuerpo, después
de lo que había pasado no quería asustarla ni hacerla recordar lo que aquellos hombres
estuvieron a punto de hacer con ella, por suerte noto su ausencia a tiempo y pudo acabar
con ellos. Pero Alison no fue a buscar la comida, solo se acercó a ella y le toco la cintura
haciéndola pegar un salto – ¿qué crees que haces?
- No lo sé – dijo tragando saliva – pero… - se acercó a ella y tomo sus labios en un
beso, lento y torpe al principio, Liv estaba aturdida pero se dejó envolver por el beso y la
pego a ella. El tenerla así pegada a su piel fue como desatar la furia de un volcán en
erupción, se le erizo la piel y el cuerpo pareció hervirle en llamas. Lentamente la pego a
la pared y metió su rodilla entre las piernas de Alison ocasionando que esta dejara de
besarla por un segundo para jadear y luego volver a devorar su boca. Liv estaba
enloquecida, comenzó a mover rítmicamente su rodilla entre sus piernas al tiempo que su
mano abarcaba descaradamente su pecho, masajeándolas lentamente y luego estimulando
su pezón, torturándola mientras la besaba intensamente. Alison nunca había
experimentado algo como eso, el cuerpo le ardía, su boca se daba un festín, sentía
maravillas en sus pechos siendo acariciados, y en su vientre empezaba a sentir mucha
tensión mientras los movimientos de la rodilla de Liv se hacían más intensos. Sintió
desfallecer cuando dejo de besarla y comenzó a hacerle lo mismo en el cuello, todo
aquello estaba intensificando la tensión que crecía sin cesar dentro de ella. Los labios de
Liv en su cuello, mordiendo y besando, sus maravillosas manos haciendo magia en sus
pechos y su rodilla entre las piernas la estaban llevando a un lugar desconocido pero
extrañamente anhelante.
Sus gemidos comenzaron a ser mas fuerte mientras Liv quitaba su rodilla y las
llevaba a ambas al suelo, casi protesto por la interrupción cuando sintió el centro de Liv
juntarse con el suyo. Estaba aún más mojada que ella y respiraba entrecortadamente, la
miro a los ojos antes de besarla profundamente y luego bajar a devorar su pecho derecho
mientras con la mano frotaba el pezón del izquierdo y comenzaba un vaivén con sus
centros unidos entre sí. Alison cerró los ojos echando la cabeza atrás mientras se aferraba
a la espalda de Liv. Las sensaciones estaban acabando con ella literalmente y los gemidos
de Liv hacían eco en los suyos. De repente los movimientos pélvicos de Liv se hicieron
más bruscos mientras dejaba de chuparle los pechos y se abrazaba a ella mordiendo su
cuello. La tensión creció en el vientre de Alison y los embates de Liv combinados con lo
que hacía en su cuello pudieron con ella, se quedó sin aliento mientras todo su cuerpo se
tensaba y se aferraba más fuerte a la espalda de Liv al tiempo que se arqueaba y gritaba
su nombre.
Liv parecía no saciarse de ella y siguió frotándose junto a ella mientras aguantaba
su orgasmo para hacerla disfrutar más el suyo. Cuando Alison dejo de temblar y el
cansancio amenazaba con dejarla dormida, la beso opacando todo intento de adormecerla
que existía.
- ¿Tienes idea del efecto que tiene en mí? – dijo Liv mientras tomaba su rostro y
guiaba su boca a la suya – nadie me ha hecho sentir esto yo… - los labios de Alison
quebraron toda palabra al apoderarse de los suyos mientras acariciaba su espalda. Liv
dejo de besarla y bajo a su centro completamente empapada – por mí – pensó mientras
besaba cuidadosamente al ver la cara de pánico de Alison inexperta y sin saber que
esperar.
Lo averiguo pronto cuando Liv lamio despacio de arriba abajo, lo que le causo un
espasmo y un gemido haciéndola aferrarse a su vestido mojado en el piso debajo de ella.
No se creía capaz de soportar todo aquello y de sobrevivir para contarlo. Pero lo hacía, y
abrió mas las piernas tentándola cuando Liv comenzó a besar sus piernas.
- Tómame por favor – dijo Alison por instinto, sin saber bien lo que pedía. Y Liv
lo hizo, su boca se apodero de ella y su lengua se movió con rápidas caricias dentro de
ella – dios, si – Alison jadeo cuando Liv rodeo sus caderas con sus brazos apretándola
contra sí. La lengua de Liv se retorcía dentro de ella y Alison no encontraba de donde
aferrarse mientras sensación tras sensación se apoderaba de su cuerpo. Los labios de Liv
la acariciaron rápido, y luego lento bajando el ritmo para frenarla y subirla al placer,
torturándola. No quería parar y Alison se aferró a sus hombros empujándola hacia abajo
con fuerza.
- No pares – dijo entre jadeos. Liv estaba disfrutando de aquella sensación de
control, acariciando muy suavemente la humedad de Alison, atormentándola hasta el
delirio, mientras ella se retorcía en vano tratando de buscar alivio a su tortura – ¡por favor¡
- rogo Alison, y Liv accedió a sus suplicas, aplicando más presión y moviendo la lengua
más rápidamente llevándola a un orgasmo que la hizo levantar las caderas del suelo,
haciéndolo aún más fuerte con cada espasmo que se apodero de su cuerpo, provocando
con cada movimiento, gemido y jadeo de placer el orgasmo espontaneo de Liv que se
retorció a su vez contra ella tratando de recuperar el aliento. Cuando finalmente los
espasmos acabaron se tendió sobre ella abrazándola y besándola a la vez que se ponía de
espalda y la llevaba consigo sobre ella. La cena de esa noche quedo olvidada, ambas solo
podían concentrarse en sus sentidos, mirándose largamente y fundiéndose en un beso
dulce y abrazadas la una a la otra se quedaron dormidas, con la tormenta aun cayendo
sobre ellas.
CAPÍTULO 6

Liv permaneció inmóvil admirando el rostro de Alison, cuando la tormenta de la


noche dio paso a la más gloriosa mañana. Después de la primera vez que hicieron el amor
Liv tomó las mantas que tenía en su bolso y se acurrucaron bajo ellas a unos pasos de la
chimenea y volvieron a hacer el amor, más lento, aumentando sus sentidos y la pasión se
apodero de ellas hasta casi el amanecer.
Debería estar agotada pero nunca se había sentido tan llena de energía en toda su
vida. El cabello de Alison algo enmarañado ocultaba su rostro y Liv lo aparto para mirarla
dormir mientras la acercaba más hacia sí.
Abrazada a su espalda pudo notar más su cuerpo, unas pecas bañaban sus hombros
y tenía un lunar en forma de corazón justo encima de su pecho izquierdo.
La abrazo más estrechamente mientras hundía su nariz en su cabello y aspiraba su
dulce aroma ahora mesclado con el suyo y sonrió al recordar la noche anterior, e incluso
cuando le pregunto la razón de porque la beso y se dejó llevar por ella.
- Tuve miedo de ser desvirgada por una violación – dijo ocultando su rostro contra
su pecho – por eso preferí que mi primera vez fuera contigo, en quien confío, quien me
salvo varias veces y me ofreció su hogar para alejarme de quienes quieren lastimarme –
levanto la mirada y acaricio su mejilla – y a la que quiero besar desde aquella vez que me
robo un beso bajo un arbusto de arándanos – diciendo esto último beso sus labios,
provocando palpitaciones y sentimientos en Liv que ella no quería experimentar.
Estaba perdida. Liv lo supo desde el momento en que Alison se acurruco contra
ella después de hacer el amor por segunda vez. Su estómago dio un vuelco y su corazón
desbocado le confirmaron lo que ya temía desde la primera vez que la beso.
Acarició su mejilla mientras la miraba alucinada, una vez más su corazón empezó
a latir acelerado. Se sobresaltó cuando de sus ojos emergieron lágrimas que rodaron por
el cabello de Alison. No era posible que se hubiera quedado prendada de aquella mujer
apenas unos días después de haberla conocido.
Entonces recordó la historia que le contaba su madre todas las noches antes de
dormir desde que tenía cuatro años. Sus abuelos los padres de su madre, se conocieron un
verano que su abuela Acantha fue de vacaciones con su familia a la villa de los padres de
su futuro esposo en el mismo vecindario donde vivía su abuelo.
Recordó la risa de su madre cuando le dijo que sus abuelos se enamoraron gracias
a una cachetada que su abuela le dio a su abuelo Zephyros, confundiéndolo con su
prometido al verlo de espaldas seducir a una mujer en el paseo marítimo de la ciudad,
inmediatamente se disculpó y sin perder el tiempo su abuelo le pidió que le invitara una
cena cocinada por ella misma en compensación por el golpe (ya que en ese entonces
golpear a un hombre griego era penalizado con cárcel) a lo que su abuela acepto. Después
de una cena de pescado y mariscos que atraparon juntos en el bote de Zephyros éste le
robo un beso. Después de eso Acantha quedo enamorada irremediablemente de Zephyros
al igual que él de ella. Solo tres días después de conocerse sus abuelos tomaron sus
pertenencias y huyeron camino a Creta donde permanecieron por unas semanas y luego
partirían camino a Dinamarca donde más tarde nacería su madre y sus tíos antes de
mudarse a Vislanda.
Ella misma recordaba su niñez cuando los veía tomados de la mano, caminar juntos
por las mañanas mirándose siempre con cariño. Su abuelo siempre le decía que la cicatriz
de la cachetada de su abuela en su mejilla (una de sus uñas hizo un pequeño corte que aún
permanecía) fue el mejor dolor de su vida y lo volvería a sentir con tal de volverla a
conocer. Se preguntó si aquello que empezaba a sentir por Alison seria como lo que sus
abuelos se profesaron hasta el día de su muerte. Fue una mañana de febrero cuando su
madre los encontró sin vida, abrazados en la cama de su habitación.
Sonrió al imaginar una vida con Alison, probablemente llena de golpes en la
cabeza. Esto último la hizo sonreír aún más y pego su cuerpo a ella besando su cuello
abrazándola fuertemente.
- Buenos días – dijo Alison abriendo los ojos y estirándose en sus brazos – muero
de hambre, anoche olvidamos cenar – se levantó y fue hasta el bolso sin importarle su
desnudes y comiendo una manzana, tomando su ropa del tronco donde Liv la puso a secar
en la noche y vistiéndose – ¡levántate! ¿Qué esperas? – frunció el ceño cuando vio a Liv
sonreír mientras cerraba los ojos y permanecía con los brazos detrás de su cabeza aun
acostada en las mantas; levantándose luego de un salto y pasando a su lado con una media
sonrisa en el rostro y vistiéndose.
- Como usted diga general - dijo guiñándole un ojo y poniendo las cosas sobre la
montura de tirano, tomándola de la mano y subiéndola a este para luego montar detrás y
abrazarla tomando las riendas, guiando el caballo a la salida de la casa. El amanecer nunca
le había parecido tan glorioso a Liv como aquel donde sin querer se dio cuenta de que
estaba al lado de la mujer a la que protegería los próximos años de su vida.
Príncipe Federico llegó una carta para usted – dijo el sirviente entregándoselo y
marchándose por la puerta lateral del palacio. Sonrió al leer cuidadosamente el mensaje.
Sus planes estaban saliendo a pedir de boca, su hermano el rey agonizaba pidiendo en
lamentos que le trajeran a su hija Amalia a la que nunca en su vida se dignó a conocer
para ponerla al frente del trono.
No permitiría aquello, su fiel sirviente después de meses de búsqueda finalmente
dio con la muchacha, aumentando sus esperanzas de finalmente tener en sus manos el
trono de Dinamarca.
- Den la orden en todo el país de colocar carteles de se busca fugitiva con el retrato
que los soldados Matt Abernshey y Ruffus Borg enviarán, llegara en unos días – y
acercándose a su general de confianza le susurro – y asegúrate de que mi hijo y los
soldados leales a mi hermano no se enteren de nada.
- Si señor – dijo el general Bjork marchándose.
Su hermano muriendo, su sobrina con sentencia de muerte aun sin saberlo ya
dejaban dos pasos completados en su plan. Solo faltaba el último haz bajo su manga, haría
pasar a su hija bastarda como la princesa Amalia con su cooperación y luego la haría
cederle el trono para así convertirse en rey. El horizonte parecía sonreírle mientras miraba
por la ventana de palacio, todo estaba saliendo perfecto.
Mientras tanto en el ala este de palacio, el rey deliraba bañado en fiebre mientras
el sirviente le ponía más pañuelos fríos sobre la frente y el príncipe Valdemar lo miraba
preocupado. Su tío lo apreciaba mucho y pensaba cumplir su última voluntad de buscar a
su hija Amalia y ponerla al frente del trono. Los movimientos legales de parlamento los
tenía en su poder y los guardaba celosamente, cuidando que su padre no se enterara ni los
encontrara.
Desde niño vio cómo su padre cegado por la codicia siempre detesto a su tío
Leopoldo, tomaba dinero y oro de las arcas reales y regalaba descaradamente joyas de la
corona a casi todas sus amantes. Nunca lo quiso ni le dirigía la palabra más que para
despreciarlo por parecerse más su hermano que a sí mismo. Creció bajo el cuidado de
institutrices hasta que su tío lo saco del internado y lo llevo a palacio, enseñándole a cazar,
a luchar y a endulzar el odio de las damas con algunos trucos en el arte de la seducción.
Le debía mucho y pensaba cumplir su última voluntad. A pesar de que su tío
prometió vivir hasta ver a su hija frente a él, dudaba que en su estado empeorando cada
vez mas fuera capaz de ver a la princesa ni tan si quiera una vez.
Solo el tiempo lo diría, mientras tanto se concentró en reunir a sus escoltas de viaje
en torno a su carruaje y le suplicaba a la sirviente y a los doctores que cuidaran de su tío
y no permitieran que nadie más que ellos entraran en sus aposentos.
Partió con su sequito a Copenhague en dirección al castillo donde residía la vieja
amante de su tío y madre de la heredera al trono danés. Quizás con un poco de suerte su
prima fuera una mujer hermosa y cariñosa a la que desposaría si así su tío lo deseaba, la
idea de ser rey le daba fastidio pero si ese era su destino, no le quedaba más remedio que
aceptarlo.
- Muy bien, ¿preparada? – pregunto levantando su espada, Alison asintió
levantando la espada más pequeña y menos pesada que la de Liv mientras ésta intentaba
enseñarla a defenderse. Esquivó el ataque con dificultad mientras lanzaba un ataque que
Liv esquivo fácilmente tumbándole luego la espada de las manos, soltando a su vez la
suya y tomándola por la cintura le robo un beso al que ella respondió gustosa sintiéndose
aturdida cuando Liv la soltó y la dejo caer al suelo – regla numero uno: nunca te
distraigas, mantén tu mirada en el enemigo – guiñándole un ojo tomo su espada del suelo
y espero a que se incorporara para un segundo encuentro.
- No es justo, no podré tomarte en serio si vas a estar besándome a cada rato – dijo
levantando la espada, pensando en una idea para hacerla perder. Sonrió mientras
desabrochaba las trenzas del escote de su vestido, dejando ver prácticamente ambos
pechos. Liv se la quedó mirando fijamente allí, dándole una oportunidad para actuar y
con una patada en la mano la hizo soltar la espada dando un gemido de dolor mientras
ponía la espada cerca de su cuello y sonriendo le dijo – regla numero uno: nunca te
distraigas.
Liv solo sonreía aun ante el dolor en su muñeca, Alison se acercó preocupada y
cuando descubrió que solo era un pequeño golpe se alejó a dos pasos y tomo posición una
vez más, pero tirano se acercaba entonces relinchando alarmado.
Liv recogió su arma y jalo a Alison consigo mientras se acercaba a tirano para
averiguar de qué se trataba, y entonces vio a dos pequeñas niñas sucias y con las mejillas
huecas sacar algo de su bolso y echarse a correr por la peligrosa colina del monte donde
decidieron quedarse después de haber hecho compras en Roskilde. Desde el episodio en
Humlebaek Alison no quería estar mucho tiempo en lugares habitados y prefería estar
sola con ella en cualquier lugar donde hubiera vegetación espesa de por medio.
Las pequeñas parecían conocer bien el lugar porque cruzaron en un lugar
estratégicamente para no caer al vacío, Liv descendiente de amazonas no era tonta y las
atrapo antes de que lograran correr poco más de veinte metros.
- ¿no saben que robar es contra la ley y penalizado cortándoles las manos? –
pregunto cuando las hubo agarrado a ambas fuertemente pero intentando no apretarlas
mucho, aquellas niñas parecían puro hueso y piel. Su olor le recordaba a los apestosos
borrachos de las tabernas y su cabello sucio a el nido de un azulejo.
- Suéltalas – dijo Alison dándole un coscorrón y arrodillándose frente a las
pequeñas - ¿están bien? ¿Esta bruja les hizo algún daño? – las pequeñas miraban nerviosas
a Alison y a Liv mientras intentaban averiguar si hablar o no. Pero la más alta puso detrás
de sí a la más pequeña y logro hablar.
- Sí, me duele donde me agarro – esto provoco que Alison mirara con el rostro
enojado a una Liv que se tapaba la nariz y miraba hacia tirano como suplicándole
interrumpir todo y sacarla de allí.
- Es cierto lo que ella dijo, robar es malo pero si me dicen porque lo hicieron las
perdonare y las invitare a comer con nosotras – sonriéndoles, sin embargo las niñas se
miraron un segundo como decidiendo que hacer – tenemos agua para beber, pastel de
carne, pollo y cerdo curado, frutas y todo lo que deseen comer – entonces Liv que
permanecía callada se descubrió la nariz.
- Alison se supone que esa comida debe durarnos un par de semanas mientras nos
quedemos en esta colina hasta que acabe el mal tiempo de lluvias y frio y poder viajar a
Copenhague – plantándose entre ella y las niñas, haciendo que Alison le lanzara una
mirada que la hizo pegar un respingo… como decía su abuela, si las miradas mataran.
- Tu cierra el pico y ve a calmar a tirano mientras hablo con las pequeñas –
mirándola amenazante, Liv solo levanto la mirada al cielo en un suspiro y camino de
vuelta a la cabaña que le había rentado a un anciano y a su hija en la colina. De alguna
forma logro convencer a las niñas de acompañarlas y las llevo a la tina calentando agua
en el estanque que abastecía la cabaña, bañándolas con cuidado y mirando con tristeza
los cuerpecitos escuálidos y sucios de aquellas pequeñas niñas, la más grande le contaba
que habían perdido a sus padres cuando una banda de ladrones habían atacado su pueblo,
siendo protegidas por sus padres y puestas a salvo en el monasterio antes de ser asesinados
junto con sus hermanos mayores mientras defendían el pueblo junto al resto de las
personas.
Al final los habían ahuyentado pero no sin dejar destrozos y varias muertes a su
paso, incluyendo las de toda su familia. Ellas vivieron por unos meses en el monasterio
pero las trataban mal, la comida era terrible y el trato de las monjas era tan agrio como la
leche que les daban para ir a la cama, que un buen día lograron escapar y adentrarse en el
bosque con un cuchillo como protección y un pequeño saquito con comida, que fue
escaseando hasta acabarse por completo hacia unos cinco días atrás.
Le conto también que desde siempre trepaban arboles por lo que habían estado
viviendo en lo alto de uno de ellos hasta que empezó el mal tiempo y tuvieron que
refugiarse en una saliente rocosa de la colina que las protegía de la lluvia pero no del frio.
Así después de un rato que estuvieron limpias Margarita y Adela, que era como se
llamaban la mayor y la menor de las niñas respectivamente, las llevo dentro de la cabaña
donde Liv estaba cortando trozos de carne y pollo para cenar. Busco en el armario que
vio cuando llegaron donde encontró ropa que seguro eran de la hija del anciano que les
alquilo la cabaña y se las puso a las niñas, aunque le quedaron grandes les ato los sobrantes
haciendo que les quedaran perfectas. Las pequeñas apenas soportaron todo el tiempo de
ser vestidas para lanzarse de lleno a la comida, sintió dolor al verlas comer tan
desesperadas casi sin saborear la comida, mirando especialmente la expresión de Liv que
apenas probaba bocado. Tal vez sería una mala idea pero le daría alimento y cobijo a
aquellas niñas mientras el mal tiempo cambiara y luego las ayudaría a encontrar un
hogar… quizás ese hogar pudiera proporcionarlo la misma persona que se lo ofreció a
ella, pero por su expresión de hastío al ver a las pequeñas le hicieron ver que
probablemente ni se le pasaba por la cabeza la idea y solo las mantendrían a salvo hasta
poder largarse de allí.
Liv y Alison disfrutaban su cena y su tiempo en la colina protegiendo a dos intrusas
como Liv pensaba de ellas en secreto, siendo ajenas a los acontecimientos que ocurrían
en todas las ciudades y pueblos de Dinamarca, carteles con el retrato de Alison siendo
pegados en las paredes de casas y postes de se busca ofreciendo una fuerte suma de
coronas a cambio de su cuerpo vivo o muerto.
Dos renegados siguiendo su pista desde Hillerod hasta Humlebaek donde
afirmaban haberla visto a caballo con una mujer tan rápida y letal como un hombre que
llevaba una espada a la espalda y ropa de piel de animales. Un príncipe en busca de un
castillo sin sospechar que estaba inhabitado con el cuerpo sin vida y pudriéndose de la
que una vez fue la amante más hermosa del rey; y un hombre que lo había perdido todo,
vagando pueblo tras pueblo buscando a los dos hombres que le arrebataron la vida a su
padre y a la mujer a quien creía la causante de todas sus desgracias.
Los días de tempestad estaban por llegar.
CAPÍTULO 7

- Príncipe, ya estamos a solo un kilómetro de distancia de llegar al castillo


Rosenborg – dijo el conductor del carruaje mientras los caballos tiraban de él a una
velocidad moderada por las rusticas vías de piedra de esa localidad en Copenhague.
Recordaba vagamente como después de partir se desato una fuerte tormenta que lo
obligo a él y a su sequito de escoltas a permanecer refugiados en la casa de unos
campesinos que fueron bien recompensados después de haberlos mantenido protegidos
del frio y calientes dentro de su hogar.
No hubo forma de mantenerse al tanto del estado de salud de su tío en el palacio
de Schackenborg donde permanecía convaleciente mientras él iba en búsqueda de su ex
amante y su hija. Las dos semanas que pasaron en aquella casita le hicieron sentirse
impotente, no podía luchar contra la naturaleza pero rezaba para que su tío aun siguiera
luchando y esperando a ver a su hija antes de morir.
La vegetación cedió y pudo vislumbrar el palacio, estaba deplorable a como lo
recordaba de niño, no vio guardias en la entrada mientras el carruaje se acercaba al puente
que conectaba al castillo con la carretera separada por un rio que fluía plácidamente a su
alrededor.
Ordenó detener el carruaje mientras empuñaba su espada y se plantaba frente a las
puertas de metal, un escalofrío lo recorrió al comprobar que la puerta estaba abierta y que
desde fuera podía sentir un olor fétido que le hizo ahogar una nausea y cubrirse la nariz
mientras sus escoltas tiraban la puerta y entraban. Lo que encontraron los dejó
completamente horrorizados… Había cuerpos en descomposición que parecían tener casi
tres semanas muertos. En la entrada estaba el de un guardia del palacio como pudo
comprobar al ver su uniforme, y a pesar de que los gusanos y hormigas ya le habían
devorado casi todo el cuerpo aún permanecía casi intacto, era lógico después de todo el
frio los conservo un poco. Había otros dos en lo bajo del árbol de sauce a la izquierda del
castillo y a una mujer con un vestido colorido, muerta en la puerta.
Quien haya cometido semejante atrocidad llego antes que él y sintió asco y miedo
de pensar que su padre pudiera estar detrás de todo aquello. Corrió entrando en el palacio
encontrando todo destruido, revisaron todas las habitaciones y encontraron cuatro
sirvientes y a la ex amante de su tío muertos también.
La habitación donde hallaron a Lucrecia estaba intacta, salvo por su cuerpo sin vida
en la cama, buscaron alguna pista de la princesa pero no encontraron su cuerpo ni tenían
idea de a donde se dirigió. Continuaron la búsqueda por todo el castillo pero no
encontraron nada, de hecho parecía como si allí no hubiera vivido nadie más que
Lucrecia. Cuando los hombres sacaron todos los cuerpos sin vida para darles cristiana
sepultura se tomó el tiempo de revisar la habitación de Lucrecia y después de unas horas
de búsqueda dio con su diario personal. Lo metió en su chaqueta cuando vio a uno de los
guardias entrar a la habitación sangrando.
- Debe huir mi lord, corre peligro aquí – dijo el hombre antes de desplomarse en el
piso después de que una espada le atravesara el pecho. El asesino no era otro que el
comandante a cargo de escoltarlo. Saco su espada y detuvo el ataque del otro hombre
dándole una patada entre las piernas que lo hizo arrodillarse gimiendo de dolor. Lo golpeo
con el mango de su espada en la cabeza y salto por la ventana a tres metros de altura
cuando escucho pisadas dirigirse a la habitación. Cuando toco tierra rodó por el suelo
pero se lastimo un poco la pierna en la caída y corrió con dificultad hacia uno de los
caballos, monto rápidamente y salió al galope fuera del castillo siendo impactado por una
flecha que le pasó rozando la frente y le hizo un pequeño corte que le llenó el ojo izquierdo
de sangre y otra flecha le daba en el brazo haciéndolo gritar de dolor pero sin detener la
marcha del caballo. Temía pensar que su padre se hubiera enterado de su viaje y sobornara
a los guardias para traicionarlo. Se dio cuenta de que su sed de poder era tan infinita que
no le importaba acabar con la vida de su propio hijo para conseguirlo.
- Esperen aquí y no hagan travesuras – Liv miro tanto a las niñas como a Alison
mientras las dejaba junto a tirano en la plaza de Copenhague. Estaba más hermoso a como
lo recordaba, lleno de gente por lo que partió tranquila al mercado dejándolas solas.
Recordaba con cariño las semanas que pasaron juntas en la colina con las pequeñas, la
más pequeña había tomado especial apego a ella y cada vez que salían a pasear o a buscar
más leña se aferraba a su pierna y caminaba con ella.
Daban mucho trabajo pero eran divertidas y se sentía orgullosa de lo mucho que
habían ganado de peso mientras estuvieron con ellas. La mayor de apenas cinco años ya
intentaba montar a tirano por si sola y aunque la pequeña de dos años no hablaba, se sentía
segura con ella y casi todas las noches desde que las encontraron se abrazaba a su cuello
y se quedaba dormida. Era lo más cercano a una familia que tendría nunca y pensó que
tal vez si no tenían a nadie más podría quedárselas. Siempre deseo ser madre pero eso no
era posible y aquellas pequeñas le daban tanta alegría que se propuso llevarlas junto a
ellas a Suecia.
Consiguió comprar buen pan, semanas cuando algo llamó frutas y carne blanca
para varias su atención, normalmente no le importaban los carteles de se busca pero el
retrato en él le paralizo la sangre y por un momento creyó que iba a desmayarse. Miro a
todos lados y arranco el cartel corriendo por todo el mercado llegando a la plaza y
suspirando aliviada al ver a las tres donde las había dejado jugando sentadas al banquillo.
- Debemos irnos – dijo tomando a Adela y Margarita mientras las subía al caballo
y luego subía a Alison montándose detrás.
- ¿Qué pasa porque nos vamos tan rápido? Pensé que tenías cosas que hacer aquí –
extrañada mientras Liv le cubría el rostro con la capa que llevaban para la lluvia.
- Te explico después ahora iremos a la vieja casa de mis abuelos. Liv sentía su
corazón latir acelerado mientras cabalgaban lejos de la plaza camino a la casa de sus
abuelos. La suma por el cuerpo vivo o muerto de Alison era inmensa, suficiente para vivir
con lujos por años y temía que alguien las viera y las siguiera para arrebatarle a su mujer.
La primera vez que le hizo el amor se juró a si misma protegerla con su vida y lo haría.
Su viaje se vio truncado, lo principal era sacarlas de Dinamarca y ponerlas a salvo en
Suecia junto a su familia. Allí nadie la encontraría y cuando las cosas se hubieran calmado
volvería a Dinamarca sola, resolvería sus asuntos y luego volvería a casa con Alison y las
niñas.
Solo tres horas de viaje a caballo después llegaron a la hacienda donde nació su
madre. Estaba un poco descuidada a como la recordaba pensó mientras llamaba a la
familia que cuidaba de ella. La recibieron con abrazos y luego de darle las llaves se
despidió y abrió las puertas llevándolas dentro mirando afuera y cerrando rápidamente.
Nada más entrar en la casa las niñas corrieron para ver todo el interior y Alison la miraba
expectante esperando una explicación.
- Ahora me dirás ¿Por qué nos fuimos así de la plaza? – cruzándose de brazos
mirándola enojada.
- Solo necesitaba ponerlas a salvo, ahora iré a revisar unos mapas que tengo de la
zona para buscar la mejor ruta donde haya pocos habitantes espera aquí – girándose pero
siendo detenida por Alison.
- ¿Qué está pasando? Creí que tenías cosas que hacer aquí ¿ahora a dónde vamos?
- Nos vamos directamente a Vislanda, después que las deje allí a las tres volveré a
Dinamarca pero debe ser lo antes posible.
- ¿qué es tan importante para que quieras sacarnos de aquí?
Liv le mostro el cartel a modo de respuesta haciéndola sobresaltarse y poner los
ojos en blanco cuando vio la suma que ofrecían por su cuerpo. - ¿Fugitiva de qué? – dijo
casi gritando, pensando en las consecuencias que ese cartel tendrían en sus vidas – no
puedo ponerlas en peligro debes entregarme.
- Nunca te entregare – pegándose a ella la beso, profundizándolo unos segundos
antes de continuar – las mantendré a salvo a las tres de eso puedes estar segura – y ante
la sonrisa de Alison asintió – sí, quiero que las niñas se queden con nosotras – sonriendo
volvió a besarla pero fueron interrumpidas por el grito de las niñas.
Liv se puso delante de Alison sacando su espada mientras las niñas corrían y se
abalanzaban sobre sus piernas, las dejó detrás caminando adelante cuando vio a un
hombre con una flecha atravesándole el brazo y la frente sangrándole.
- Por favor no soy un ladrón solo quería encontrar un lugar donde encontrar algo
para sanarme – dijo levantando la mano derecha en son de paz – no quise molestar, las
recompensare cuando me vaya, soy el príncipe Valdemar de Dinamarca - esto las hizo
mirarse y las niñas se abrazaron mas a Alison.
- Muy bien príncipe – envaino su espada aun escéptica sobre la identidad que les
dio pero al ver su armadura dedujo que decía la verdad – déjeme ver su herida siéntese en
la mesa.
Alison por orden de Liv llevo a las niñas a la sala de estar dándoles su cena mientras
ella le sacaba la flecha del brazo al príncipe y limpiaba la herida de su frente, y éste luego
de morder un pañuelo soportando el dolor se desplomo en la mesa tratando de recuperar
el aliento.
- Alison necesito que vayas al depósito que esta frente a la casa, ese que pasamos
cuando dejamos a tirano en el establo – haciendo presión sobre el brazo del príncipe –
aún está sangrando y si dejo de hacer presión podría desangrarse, allí en el depósito hay
una vasija negra con un ungüento verde dentro, tráelo rápido, eso bastara para parar el
sangrado un poco mientras le hago un torniquete, date prisa. Alison salió corriendo hasta
el depósito, buscando por unos minutos hasta que vio la vasija en un estante al fondo del
lugar, apenas lo tomo en sus manos cuando sintió unas manos taparle la boca y aferrarla
de la cintura.
- ¿Me extrañaste “hermanita”? – susurro Christian a su oído. Alison intento gritar
y soltarse cuando sintió un fuerte golpe que la hizo perder la conciencia.
Sigilosamente la cargo a su espalda mientras salía por la puerta lateral de la
hacienda y tomaba el caballo que había robado en otro pueblo, monto y siguió el sendero
con una sonrisa de triunfo en sus labios.
Liv empezaba a impacientarse, habían pasado casi treinta minutos desde que
Alison salió a buscar la vasija y aunque había logrado poner el torniquete en su brazo aun
salía un poco de sangre y debía detenerla.
- Margarita ven aquí – la niña se dirigió temerosa pero sin inmutarse al ver la sangre
– quiero que mantengas presionado este punto lo más fuerte que puedas está bien, volveré
en un minuto.
Corrió hasta el depósito y al no encontrar a Alison se puso nerviosa, reviso en el
fondo y encontró la vasija rota en el suelo, eso solo podía significar una cosa. Tomo la
vasija y regreso a la casa, untándole rápidamente en las heridas al príncipe e
incorporándolo mientras el abría y cerraba los ojos tratando de controlar el mareo.
- Escúchame, necesito que cuides de mis niñas hasta que regrese – el aún aturdido
príncipe comprendió y asintió – alguien se llevó a mi mujer y debo recuperarla –
Valdemar se sorprendió al escucharla decir “mi mujer” pero solo guardo silencio mientras
ella tomaba su espada envainándola a su espalda y con la ballesta en la mano mientras
corría hasta el establo sacando a tirano y mirando a un lado y otro sin saber dónde ir,
tirano olisqueo el aire – a donde fue Alison muchacho, debemos buscarla – el caballo
olisqueo a la derecha y relincho, tomando las riendas galopo lo más rápido que pudo,
pedía al cielo y a su madre que la protegiera. Si la perdía a ella no sabía que haría con su
vida. Ahora entendía a su madre cuando le dijo varias veces que el amor es dolor. – Si te
enamoras sufrirás Lively – le decía – el amor es un arma de doble filo, cuando lo
encuentras te sientes en la cima del mundo pero cuando lo pierdes es como caer en un
abismo que solo te hunde más y más. Nunca te enamores mi niña– la abrazaba al decir
eso – no quiero que sufras por amor.
Todo aquello le parecía tan lejano pero tan cierto que derramo algunas lágrimas al
imaginar que le hacían daño a Alison, moriría si algo le pasaba y mataría a todo el que se
metiera en su camino. Después de tres horas de camino seguía cabalgando y no se inmuto
cuando la tormenta cayó con fuerza sobre ella, nublándole la visión lo que la hizo
aminorar la velocidad pero no con eso su determinación, no solo estaba en juego la vida
de Alison…sino también de la de su corazón.
Alison se despertó desorientada intentando moverse cuando noto que no podía,
intento llamar a Liv pero se dio cuenta de que tenía la boca cubierta y mirando arriba
encontró a Christian comiendo una manzana mirándola, luego se levantó y con el cuchillo
apuntando hacia ella corto el pañuelo.
- ¿Por qué haces esto Chris? Soy tu hermana déjame ir.
- No, no lo eres
- ¿A qué te refieres?
- Voy a tener que empezar por el principio muchos años atrás Amalia, por cierto
ese es tu verdadero nombre.
Le tomo al menos dos horas contarle todo, desde el día que la rapto del carruaje de
la amante del rey hasta los hombres que asesinaron a su padre y toda la conversación que
escucho de aquellos hombres. Alison estaba en shock, apenas podía digerir la noticia, era
una princesa bastarda y era buscada por sirvientes de su padre… ¿para qué?
- Entonces, ¿soy una princesa y mi padre me busca para matarme?
- No lo creo, es posible que quiera matarte alguien que quiera el trono que por
derecho te pertenece aunque seas una bastarda, eres la única hija del rey Leopoldo, que
por cierto está muriendo.
- Esto es demasiado, no lo entiendo, no lo quiero ni me importa solo déjame ir por
favor Chris – con mirada suplicante – lamento todo lo que has tenido que pasar pero yo
no tengo la culpa de nada, si no me hubieras raptado nada de esto habría pasado y lo más
probable es que me hubieran matado antes.
- En eso tienes razón, pero hay una recompensa por ti y con ese dinero pretendo
vivir el resto de mi vida, no tengo nada y eso me servirá para iniciar una nueva vida lejos
de aquí.
- Puedo ayudarte, mi… conozco alguien que tiene tierras y puede darte trabajo –
pediría ayuda a Liv… Era su única alternativa si quería vivir.
- No gracias, ahora que lo sabes todo iré por esos asesinos para que me paguen y
te lleven con ellos – poniéndose de pie se dirigió a la puerta – por cierto puedes gritar
todo lo que quieras y nadie te escuchara, estamos a dos kilómetros de la casa más cercana.
Desesperada intento desatarse pero fue en vano, pensó en Liv y empezó a llorar
desconsolada. Nunca se había sentido bien con nadie, nunca se había sentido atraída por
nadie y pensaba que era rara y no encajaba en ninguna parte, siempre estaba sola
ignorando a todos los pretendientes que tocaron su puerta esperanzados por obtener su
mano en matrimonio. Entendió finalmente porque nunca le gusto ninguno… porque le
gustaban las chicas, recordó entonces como le gustaba estar cerca de las pocas amigas
que tenía, incluso cuando ellas hablaban de los chicos que le gustaban y le preguntaban
ella nunca pudo responder, nunca sintió el amor ni atracción por nadie. Y ahora que había
encontrado ese alguien especial moriría sin haber vivido suficiente para envejecer a su
lado. Lloro amargamente durante horas cuando sintió la puerta abrirse y entraron dos
hombres enormes seguidos por Christian.
- Bueno muchacho dijiste la verdad – sonriendo Matt se acercó a Alison – por fin
nos conocemos princesa Amalia – haciendo una reverencia – lamento que haya tenido
que ser en circunstancias tan difíciles, pero cuando todo esto acabe créame que agradecerá
lo que haremos con usted.
Matt se levantó cuando sintió un gemido ahogado y un sonido de un cuerpo
cayendo al suelo y vio a Ruffus sangrando por el cuello inmóvil en el suelo y el tiempo
que tardó en reaccionar Christian le clavo el puñal en el pecho mirándolo con odio en los
ojos, lo aferro a él y lo apuñalo otras diez veces mientras agonizaba, aun cuando cayó al
piso sin moverse lo siguió apuñalando varias veces más en el estómago, en la cabeza y el
pecho gritando con furia, salpicando sangre por todo el piso y sobre Alison que
permanecía con los ojos cerrados.
Cuando finalmente paró se sentó un rato en la pared de la casa y respiro con
dificultad, dos objetivos menos… Solo faltaba uno. Alison lo miraba con tristeza y cuando
le devolvió la mirada se quedó seria. Se levantó y busco en los bolsillos de los hombres
encontrando varios saquitos llenos de coronas, había suficiente para vivir con lujos en
cualquier parte, vació el dinero en su bolso y se dirigió hacia Alison, ella resignándose a
su muerte cerró los ojos cuando sintió el primer corte mientras una lágrima silenciosa se
derramaba por su mejilla.
CAPÍTULO 8

Liv respiraba agitadamente retorciéndose al tacto de las manos de Alison jugando


con sus pezones mientras su lengua invadía salvajemente y sin pudor su clítoris
chupándolo, haciendo que su cuerpo se agitara y gimiera su nombre en cada acometida
de su boca en ella.
Movió violentamente las caderas contra su boca y se aferró a sus hombros mientras
crecía la primera ola de placer, y grito alzando las caderas cuando el orgasmo le atravesó
el cuerpo.
Y entonces despertó sobresaltada sudando, con las manos entre sus piernas y
tratando de recuperar el aliento mientras miraba al otro lado de la cama… vacía.
De repente sintió una gran tristeza y angustia cuando notó que todo había sido un
sueño más… Alison no estaba.
Hundió el rostro en la almohada mientras el llanto y sollozos de tristeza y dolor la
hicieron aferrarse a ella gritando de frustración. El dolor no había disminuido después de
casi dos años en los que había perdido a la dueña de su alma.
Recuerdos recorrieron su mente haciéndola sentir más fuerte la presión contra su
pecho y haciendo más hiriente su llanto. Después de que pasara casi una semana
buscándola sin resultados, regreso a la casa completamente desecha y desolada. Rompió
su promesa de protegerla siempre y eso le afectaba de tal manera que no recordaba la
última vez que sonrió… si lo recordaba, fue cuando Alison estaba a su lado, aprendiendo
a luchar con ella y las niñas en lo alto de la colina aquellas dos maravillosas semanas que
pasaron juntas. Un tiempo lleno de risas, besos, caricias, abrazos y miradas llenas de
cariño que se profesaron hasta que todo acabo cuando viajaron a Copenhague.
Casi dos años donde las cosas en Dinamarca cambiaron drásticamente, con la
muerte del rey Leopoldo sin dejar herederos fue sucedido por su hermano a modo de rey
interino, ya que el rey dejo una clausula en la que de morir él, su hija Amalia obtendría el
trono y en caso de no ser ella el segundo en suceder al trono seria el príncipe Valdemar…
solo que el príncipe fue dado por muerto dejándole el trono en bandeja de plata al príncipe
Federico pero solamente seria rey mientras su hijo menor Alexei cumpliera la mayoría de
edad que ahora mismo contaba con doce años.
El rey se hizo famoso por las fiestas que ofrecía a la alta sociedad danesa,
despilfarrando el dinero que serviría para acabar con la pobreza en todo el país. Sin
embargo con el paso del tiempo las cosas no hicieron más que empeorar. Los impuestos
estaban por las nubes y si no pagabas te condenaban a meses de prisión o te quitaban a
uno de tus hijos para trabajos forzados hasta que lograran pagar la deuda. Valdemar en
cambio se mantuvo oculto, comunicándose con los generales leales al viejo rey y a él
mismo, sobre todos los movimientos de su padre siendo frenado en sus intenciones de
desenmascararlo por su más leal compañero. Al parecer su padre no solo había comprado
a la guardia real sino también a los más ricos del país que no dudarían en entregarlo nada
más ser visto.
Liv le ofreció asilo en su casa mientras ponían en funcionamiento la granja en la
parte de atrás para cosechar alimentos y venderlos a precios muy bajos para que incluso
el más pobre pudiera comprarlos. Sin embargo la situación estaba empeorando lo que
hizo a Valdemar pedirle a Liv irse a Vislanda cuanto antes para poner a salvo a las niñas
siendo refutado.
Pensando en todo aquello Liv se levantó de la cama rendida ante la certeza de que
no podría dormir, salió de la habitación cuidando no despertar a las niñas y al príncipe.
Caminó hasta el baño y se lavó la cara mirándose al espejo. Sus ojos tenían ojeras, su
mirada estaba apagada y sus labios curvaos en una mueca… todo por la perdida la persona
que lleno su vida de luz llevándose después todos sus colores con ella.
Salió a mirar el cielo, recordando su rostro, su cabello y su sonrisa. Cerró los ojos,
sintiendo ese recuerdo tan vivo como el amor que permanecía atado a su corazón por
Alison. Su desesperación había crecido con cada día que pasaba sin ella, todos los días
salía en su búsqueda sin ningún resultado, aquello solo la dejaba en peor estado que antes,
su deseo de vivir se iba apagando a medida que el tiempo pasaba… su único motor eran
las pequeñas que preguntaban día a día por ella. Sonrió al recordar la primera vez que la
vio, cayendo por aquel risco y luego golpeándola repetidas veces para huir de ella. Había
perdido a su ángel y se juró encontrarla aunque pasara el resto de su vida viviendo allí.
El amanecer empezó tiñendo el cielo obscuro de un naranja brillante, dando paso
al azul que tanto amaba Alison. Permaneció sentada aun cuando sintió pasos detrás de sí.
- Otra vez soñaste con ella – decía Valdemar mientras se sentaba a su lado y le
ponía un cobertor sobre los hombros.
- Todos los días – dijo aceptando el calor que aquel cobertor le proporcionaba –
estuve pensando en lo que dijiste y tienes razón, las niñas deben estar en un lugar tranquilo
y libre de la crisis que está viviendo este país – haciendo una pausa mientras él asentía –
vete con ellas, llévate la carreta y los caballos al puerto, hay un barco que acepta el
transporte de carretas y animales si les pagas un poco mas – caminaron juntos de regreso
a la casa, mientras Liv tomaba un sobre de su gaveta y se lo entregaba a Valdemar – aquí
hay una carta para mi familia, cuando llegues a Vislanda lo primero que veraz será la
hacienda Goumas I, esa le pertenece a mi tío Adelphos, quiero que le entregues la carta y
dejes a las niñas con él.
- ¿No piensas venir? – mirándola con pena.
- No me iré de aquí sin mi mujer
- Han pasado casi dos años desde que desapareció, ya debe estar muerta, ¿Cuándo
lo vas a aceptar Liv?
- Si mi corazón sigue latiendo – dijo mirándolo a los ojos – es porque su dueña aún
permanece en este mundo, y no pienso irme de aquí sin ella.
Suspirando, el príncipe se levantó yendo a preparar a las niñas para el largo viaje
hasta Vislanda, habían tenido esa conversación miles de veces, siempre con la misma
respuesta de Liv… no se iría sin ella. Nunca pensó que el amor entre mujeres fuera así de
fuerte y puro. Sintió simpatía y pena por ellas pero ahora debía sacar a dos niñas de aquel
lugar para ponerlas a salvo lejos de todo. Aún no había hablado con Liv sobre los planes
de sus amigos generales, se hablaba de una rebelión para destronar a su padre y habían
prometido esperar su respuesta para iniciar el ataque y pensaba ejecutarlo en cuanto
regresara de Vislanda.
Después de desayunar, y los abrazos y besos de despedida de las niñas con Liv
entre llantos subieron con él a la carreta y partieron a su destino. Liv monto entonces a
tirano y partió una vez más en busca de su amor.
- Alcalde Marlosby llego una nueva carta del reinado con la nueva cuota de
impuestos – dijo un mensajero entregándole un sobre. Mas impuestos, a ese paso el
comercio en la ciudad se acabaría y habría escases y hambruna. Solo llevaba un año como
alcalde de Copenhague y en todo ese tiempo los impuestos habían aumentado diez veces,
solo para seguir pagando los caprichos del rey Federico I, un usurpador cobarde que solo
le importaba el bienestar de sí mismo. El dinero que les había quitado a aquellos dos
mercenarios le sirvió para comprar una casa en la parte más acaudalada de la ciudad,
haciéndolo codearse con la alta sociedad danesa dándole contactos y amistades que le
permitieron conocer a su esposa Alicia y luego lo convirtieron en el nuevo alcalde.
La vida le había ido bien desde aquel día en que acabo con aquel par de asesinos y
con su “hermana”… no había pensado en las consecuencias de sus actos y ahora se dio
cuenta de lo errado que había sido todo aquello.
La monarquía debía ser reinstaurada por alguien que si le importara el bienestar de
los daneses y solo existía una forma de hacerle perder el trono al rey Federico… si con
eso debía desenterrar su pasado, pagaría un alto precio pero debía pensar en el bienestar
de su hijo. Sonrió al recordar a su pequeño Alden de apenas cinco meses de edad, un
pequeño y regordete bebe rubio que le encantaba sonreír en todo momento, ese pequeño
le devolvió la alegría y luz a su vida, ahora tenía algo por lo que luchar y era razón
suficiente para hacer lo que probablemente le haría perder la confianza de su esposa, pero
si con eso su hijo podría crecer en una ciudad donde la gente no muriera de hambre, sería
el mejor sacrificio que haría en toda su vida. Sin perder tiempo dejo a su asistente a cargo
de los asuntos de la ciudad mientras pedía su carruaje e iba en busca de su destino.
Liv llevaba cuatro semanas fuera de casa en su búsqueda infructuosa de Alison,
estaba mental y físicamente cansada cuando regresaba a casa de sus abuelos. Busco en la
colina por quinta vez aquel año, recorrió Hillerod, y gran parte de Copenhague sin
encontrar nada que le diera ni una sola pista del paradero de su mujer. Tirano parecía
compartir su pesar cuando en un ataque de ira y dolor había destrozado un oso que había
atacado su campamento mientras estuvieron en la colina, sintiendo después culpa por
aquella bestia mutilada por su espada al liberar su frustración en el.
Siempre pensó que la gente exageraba cuando al perder a un amor sentían que su
vida no tenía sentido… ahora lo sabía… la agonía, el dolor y la desesperación eran parte
de ella desde que su razón de ser desapareció de su vida sin dejar rastro.
La luz del atardecer comenzaba a desaparecer del cielo mientras se acercaban de
nuevo a la casa en busca de más suministros para volver en su búsqueda y Valdemar ya
debería estar a una o dos semanas de regresar de su viaje a Vislanda.
Miro extrañada como un carruaje estaba siendo custodiado fuera de su propiedad,
detuvo a tirano mientras un hombre alto y rubio salía del carruaje.
- No estoy interesada en vender mi propiedad, pierde su tiempo – dijo al tiempo
que desmontaba el caballo, no era la primera vez que pedían comprarle la casa de sus
abuelos junto con las tierras de siembra. Paso a su lado tratando de entrar por la puerta
lateral, pero el hombre la detuvo.
- No vine aquí a comprar su propiedad, vine a darle información que tal vez le
interese –dijo plantándose frente a ella.
- No creo que tenga información que me interese, ahora si no le importa llevo
mucho tiempo fuera de casa y quiero refrescarme en paz.
- ¿Ni si quiera si la información que le tengo es sobre una pelirroja?
Esto último la hizo detenerse y dar un respingo mientras salían lágrimas de su rosto
y tomaba al hombre de los hombros pegándolo a la pared, sus guardias fueron a tomarla
de los brazos pero dio dos patadas al aire que los dejo a ambos fuera de combate y miro
nuevamente al hombre que la miraba sin inmutarse.
- ¿Quién eres y de que pelirroja estás hablando? – la ira en su rostro pareció
asustarlo por un momento pero luego serenó su rostro y la miro.
- Soy el alcalde de Copenhague Christian Marlosby, hermano de Alison.
CAPÍTULO 9

Dos años atrás…


Cuando Alison se lo quedo mirando derramando una lágrima silenciosa por su
mejilla y un trueno desgarro la noche, fue llevado al pasado.
- Chris – Alison de entonces cuatro años tocaba la puerta de su habitación.
- ¿Qué pasa? – despertándose y abriendo la puerta recibiéndola cuando se abrazó
a él.
- Está lloviendo y tronando, odio las tormentas – sollozo en sus brazos – ¿puedo
quedarme aquí por esta noche?
- Claro enana – la cargó cerrando la puerta con ella abrazada a su cuello quedándose
ambos dormidos.
De vuelta al presente Alison lo miraba incrédula, mientras él cortaba las cuerdas
de sus manos y piernas, liberándola.
Se la quedó mirando varios minutos, recordando fugazmente momentos de su
infancia, cuando la enseño a caminar, su risa contagiosa, sus pecas y las veces que la
defendió cuando se burlaban de ella por eso.
Desvió la mirada mientras las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos.
- Vete antes de que me arrepienta – bajando el rostro al piso evitando su mirada.
Alison sonrió, se levantó y caminando tambaleante hacia él lo abrazo y beso su
mejilla antes de salir de la casa en plena tormenta.
- Entonces Alison está viva – Liv sonreía y lloraba a la vez en la sala de la casa
después de haber entrado con Christian y de escuchar lo que paso aquella vez – ¿dónde
está? – se levantó temblando y lo tomo de la chaqueta – ¡dime donde esta!
- Puedo llevarte a donde fue la última vez que la vi para que busques en el lugar
con mi ayuda si así lo deseas o si prefieres hacerlo sola también sirve – Liv lo soltó y él
se levantó alisando su ropa mientras ella buscaba su espada, tomaba un saquito en la
despensa y luego de poner su ballesta camino en dirección a e l nuevamente.
- Vamos – en el tiempo que les tomo salir entro Valdemar sorprendiendo a
Christian.
- Príncipe Valdemar ¿cómo es posible? Según su padre usted murió en una
emboscada de mercenarios – haciendo una pausa para bajar la mirada y luego levantarla
con expresión seria reflexionando y dándose cuenta de la verdad sobre el rey Federico –
él lo planeo todo para quedarse con el trono por lo que veo.
- Así es, y ¿Quién es usted? – pregunto mientras ponía sacos de alimento y armas
a un lado de las caballerizas.
- Soy el alcalde de Copenhague, pero eso es irrelevante ahora – mirando a sus
guardias les dio la orden de salir a vigilar – debemos entrar, ahora que lo veo tengo algo
muy importante que decirles.
- Lo dices después, vamos a buscar a Alison.
- Es precisamente sobre ella que debo hablarles – mirando las armas – al parecer
el asunto de la rebelión era cierta, esto es de suma importancia y podría cambiar el rumbo
de la lucha que por lo visto piensan hacer con esas armas.
Iracunda Liv regreso a la casa apretando los puños. Una vez dentro se sentaron
mientras Christian se mantuvo frente a ellos y comenzaba a hablar de cómo la había
sacado de la casa hacía dos años antes y de su posterior liberación, para luego poner
expresión aún más seria que antes y contarles lo realmente importante.
- Hace 19 años tome a una niña de un carruaje que pasaba por mi pueblo – haciendo
una pausa cuando ambos parecieron no entender a donde iba con aquello – a esa niña la
hice pasar por mi hermana durante 17 años hasta que luego de ella escapar de su boda…
empezaron a pasar cosas que cambiaron todo para mí, perdí a mi padre cuando dos
soldados – mirando al príncipe – probablemente contratados por tu padre fueron a mi casa
buscando a esa niña… tuve la mala suerte de que esa niña fuera hija de tu difunto tío el
rey Leopoldo y su amante – los ojos de Liv y Valdemar estaban desorbitados cuando
entendieron lo que estaba a punto de decirles – esa niña es Alison o debería llamarla
princesa Amalia… heredera al trono de Dinamarca.
Valdemar se levantó como impulsado por un resorte y Liv se quedó sentada
estupefacta intentando procesar la información que acababa de recibir.
- Todo este tiempo estuvo en mis narices y no lo sabía –Valdemar se tomaba de su
cabello – ahora entiendo porque se me hacía conocida su cara, es idéntica a Lucrecia.
- Supongo que ese es el nombre de su madre – mirándolos a los dos – ahora príncipe
debo hacerle una pregunta – Valdemar lo miro - ¿Qué piensa hacer ahora?¿Encontrarla
para restaurar la monarquía y ponerla en el lugar que se merece o darla por muerta al igual
que su padre hizo con usted para quedarse con el trono?
- Le hice una promesa a mi tío antes de que la enfermedad se lo llevara de este
mundo – lo miro desafiante – soy un hombre de palabra y pienso cumplirla aun si con eso
significa mi muerte.
Liv que se mantenía callada hasta ese momento se plantó frente a ambos hombres
y con voz autoritaria dijo: - Valdemar comunícate con tus hombres leales lo más pronto
posible y prepara todo para el primer ataque – camino hasta un enorme cuadro en el centro
de la habitación, volteándolo y dentro de un hoyo en la pared saco cuatro pesadas bolsas
llenas de coronas de oro, las monedas más valiosas, sorprendiendo a los hombres – con
este dinero financiaremos más armas y alimento para los que decidan unirse a la lucha –
dirigiéndose a Christian – tu y yo nos vamos ahora mismo a buscarla - ambos asintieron
y antes de Valdemar ir al estudio para escribir cartas a sus generales leales les dijo algo
importante.
- Deben tener cuidado, hace unos días pase por un pueblo y vi a varios hombres
con flechas clavadas en sus manos – hizo una pausa mirando la expresión de
entendimiento de Christian – hay alguien que está atacando soldados en varias ciudades,
traten de no toparse con quien sea esa persona.
Ambos asintieron y salieron de la casa, mientras Christian montando uno de los
caballos de su carruaje dio órdenes a sus guardias de no mencionar nada a nadie y cabalgo
junto a Liv guiándola por el camino poco conocido al que llevo a Alison.
El camino era bastante difícil, lleno de piedras y tierra frágil que se removía con
facilidad haciéndolos retroceder varias veces, de hecho una de las colinas a las que
tuvieron que atravesar era tan empinada que dejaron los caballos pastando en lo bajo de
ella, subiendo a pie por si solos mientras la luz de la tarde daba paso a la noche.
Liv consiguió encender un fuego después que pararon para descansar, comiendo
unas cosas que trajo consigo en su bolso… pero ella solo podía pensar en Alison… o la
princesa Amalia. Pensamientos pasaron por su cabeza una y otra vez, verdades absolutas
como el hecho de que una reina jamás podría estar con otra mujer. Su tipo de amor estaba
prohibido ante los ojos de la iglesia y podía decir que estaba mal y prohibido a ojos de
todo el mundo. No podría envejecer a su lado… quizás podría convencerla de fugarse con
ella y vivir felices en tanto la encontraran sana y salva. Su corazón se destrozó aceptando
la verdad… ahora que sabía que era una princesa y futura reina de un país… Alison nunca
seria suya.
- Mi rey – dijo el general Christensen haciendo una reverencia al entrar en las
habitaciones del rey Federico – hubo otro ataque en un pueblo cercano a Copenhague –
haciendo una pausa mientras el rey se levantaba y comenzaba a gritar iracundo,
maldiciendo la ineficiencia de sus soldados – todos los guardias fueron heridos en ambas
manos, alrededor de cuarenta soldados… me temo que al igual que el otro pelotón que
fue atacado, también perderán para siempre la movilidad en ellas.
- ¿Nunca pueden hacer nada bien? – impaciente se paseó por la habitación – ¿Cómo
es posible que no puedan atrapar a un hombre? Pelotones de cuarenta y cincuenta hombres
derrotados por uno solo… ¡es insólito!
-No es un hombre señor.
- ¿De qué estás hablando?
- Cuando fue atacado el pelotón uno de los hombres logró mirar al atacante antes
de que le atravesara ambas manos con una flecha… dijo que era demasiado delgado y
bajo de estatura para ser un hombre… es una mujer mi señor.
- ¡Peor aún! – mirándolo mientras reía – son derrotados por una delicada mujer
que sabe usar un arco – se acercó a su mesa y redacto un decreto y poniendo cera de una
vela sobre el papel la aplasto con el sello real – lleva esto al general Schumber y no
regreses ante mi hasta que hayan atrapado a esa mujercita – haciendo otra reverencia el
general Petrus Christensen se alejó del palacio mirando el decreto.
Aquel asaltante oculto que ahora estaba siendo descrito por el soldado que logro
verlo les estaba haciendo difícil la situación en palacio y sobre todo el trabajo de recaudar
los impuestos en todos los pueblos y ciudades del país. El rey ya se había cansado de todo
aquello y dicto un decreto de recompensa a cualquiera que le trajera la cabeza de quien
estuviera acabando con sus soldados.
Luego de una semana de viaje desde el palacio de Frederiksborg hasta Copenhague
donde los soldados trataban de recuperarse de sus heridas entro a la enfermería de la base
de la guardia real en dicha ciudad buscando al soldado raso que describió al atacante.
Varias horas después el hombre le entrego el retrato hablado que le había hecho un
artista que formaba parte de la guardia como cocinero, en él se retrataba solo lo que
parecía una mujer con ropa de hombre y una capa negra que le cubría todo el rostro
excepto de la nariz hasta el mentón.
Tomo el retrato y se dirigió a la habitación del general Schumber para entregarle
el decreto y a la vez el retrato de aquella mujer. - Entiendo – dijo paseándose por la
habitación – lleve el retrato de la cazadora a la galería de arte de la ciudad para que hagan
réplicas exactas y las esparzan por toda la ciudad.
- ¿Como la llamo? No sabía que tuviera un nombre.
- Los ciudadanos la llaman así porque siempre atrapa a sus presas sin importar cuán
grandes y fuertes sean – mirándolo seriamente – debemos acabar con esa amenaza lo más
pronto posible, a la gente le simpatiza esa mujer y eso solo puede generarnos más
problemas.
- Como ordene señor.
Horas más tarde una sombra observaba desde lo alto de un frondoso árbol la hora
de la cena de los soldados de la base de la guardia real en Copenhague. No la vieron
cuando llenó de pólvora los al rededores de la base, la misma pólvora que ellos habían
transportado desde el muelle, proveniente de un barco chino al cual el rey le compro
además de eso, cañones y armas para armar a su ejército. Con una sonrisa apunto directo
a las manos del general mientras degustaba una pata de cerdo.
La primera flecha impacto justo entre la mano y el brazo dejando su muñeca
levantada y sangrante mientras el general se retorcía en el suelo antes de ser alcanzado
por otra flecha en la otra mano siendo clavada en el piso. Los soldados apuntaron al árbol
y dispararon una lluvia de flechas de donde vinieron las que atravesaron al general
esperando haber acertado sus ataques.
Se hizo el silencio antes de que una luz iluminara el árbol y segundos después una
flecha con flamas en la punta impactara en el suelo detrás de la casilla donde tenían los
cañones y el resto del material explosivo… fue el caos… una enorme explosión lleno el
lugar siendo sucedida por una cadena de explosiones en los alrededores acabando con
todo y todos los que allí estaban. Y mientras las llamas consumían el lugar iluminando el
lugar una sombra se alejó de allí sin dejar huellas.
Liv suspiro con hastío cuando llegaron a la cabaña donde estuvo Alison junto a
Christian por última vez. Ahora comprendió porque nunca la pudo encontrar… no se le
había ocurrido buscar allí y se reprendió a si misma por su estupidez. Christian la guio
hasta una cabaña escondida en lo profundo de la montaña, casi invisible para el ojo
humano. Después de peinar la zona por horas por todo el lugar sin éxito se detuvieron al
otro lado de la montaña, a lo lejos se podía ver la iluminada ciudad de Copenhague como
pequeños alfileres brillantes mientras la noche oscurecía el panorama al igual que se
oscurecía su alma y mente.
Al día siguiente en una cueva oculta al otro lado de la montaña, Alison comía una
liebre mientras hacía anotaciones en un libro que tenía a su lado. La mañana se veía que
estaría nublada y lluviosa todo el día pero eso no le impidió hacer planes. Se levantó del
catre y miró su rostro en el barril de agua después de comer e ir a buscar algo para beber.
La persona que le devolvía aquel reflejo no se parecía en nada a la mujer que fue hacía
dos años atrás. Seguía siendo igual físicamente pero en su interior todo había cambiado.
La soledad y el dolor la acompañaban constantemente desde aquella fatídica noche en la
que Christian la libero y ocurrió todo lo que la hizo cambiar.
Algún lugar en Copenhague jueves 17 de abril 1651, dos años atrás. Alison
caminaba con dificultad en el camino lejos de la colina donde estuvo secuestrada por su
hermano… o el que creía era su hermano. La tormenta era fría y caía con fuerza sobre
ella mientras buscaba un lugar donde protegerse de la lluvia y del frio. Consiguió ponerse
debajo de una enorme secuoya mientras tiritaba de frio e intentaba exprimir el agua que
goteaba de su ropa.
Paso allí la noche en vela llorando y pensando en Liv y las pequeñas. Daría lo que
fuera por tener los cálidos y fuertes brazos de Livasu alrededor y sus labios junto a los
suyos.
Cuando amaneció se puso en marcha bajando hasta lo que parecía una granja en la
que casualmente pasaba un hombre que transportaba armas en una carreta. Aliviada se
dirigió a él pidiendo ayuda, pero el hombre la reconoció de inmediato.
- El señor me bendice al ponerme en bandeja de plata a la que me dará una vida
llena de riquezas – dijo mientras la tomaba de los brazos – una fugitiva tan valiosa que
ofrecen cinco mil coronas por ella. Alison cansada de llorar y sentirse inútil recordó las
cosas que le enseño Liv en las semanas que estuvieron en lo alto de la colina con las niñas.
Con un movimiento fluido le dio un pisotón en el pie haciéndolo soltarla para luego de
espaldas darle una patada en el rostro, rompiendo su nariz haciéndolo caer al piso inmóvil.
Lo miro allí sin poder creer lo que había hecho, y al tomar su pulso lo confirmo…
había matado a alguien. Sintió ganas de llorar pero luego se dio cuenta del cartel de se
busca en su bolsillo exactamente igual al que Liv le había mostrado en su casa. Miro a
todos lados mientras tomaba su ropa y su capa, deteniéndose un minuto en la carreta con
las armas, había espadas, cuchillos, ballestas y arcos con infinidad de flechas, y después
de pensarlo un poco tomo dos arcos con varios carcaj de flechas, un juego de cuchillos y
dagas y pidió perdón a dios por sus actos.
El tiempo que paso escondida lo hizo a sabiendas de que aún con el dolor en el
fondo de su corazón, su presencia junto a Liv y las niñas solo las pondrían en peligro si
era tan buscada por oro.
Esos dos años le sirvieron de entrenamiento personal, aprendió a defenderse sola,
a cazar y de una manera tan formidable que hacía meses podía casar incluso a la presa
más pequeña justo en el lugar donde apuntaba.
No fue hasta un día de diciembre en que se decidió a bajar a un pueblo para comprar
zapatos nuevos porque los suyos se habían desgastado, cuando vio a unos soldados
intentar aprovecharse de una adolescente que quería impedir que se llevaran a su hermano
a trabajos forzados. Con su arco y flecha en mano y cubriéndose con la capa le atravesó
las manos a todos los soldados salvando a la chica y a su hermano mientras corrían de
vuelta a su casa.
Algunos meses después se dio cuenta de que permanecer oculta era una pérdida de
tiempo cuando podía ayudar a los demás usando sus habilidades, procurando matar al
menor número de personas en su camino. Acabando con la crueldad de la guardia real,
protegiendo a su gente siendo una bandida y no sentada en el trono a donde pertenecía.
Convirtiéndose en… la cazadora.
CAPÍTULO 10

La mesa estaba rodeada por doce hombres que degustaban vino mientras un
nervioso Valdemar se paseaba por la habitación impaciente, esperando a que el último
hombre llegara. Luego de transcurridas cuatro semanas de enviar cartas a todos sus leales
finalmente consiguieron pactar una reunión que se estaba llevando a cabo en secreto en
casa de Liv.
El oro que ella le dio sirvió para la fabricación de armas y abastecimiento de
comida que haría falta cuando el momento de la rebelión empezara… y esperaba que
fuera pronto.
- Disculpen la tardanza caballeros – el almirante Krob van Hersmish llego a la sala
y tomo asiento – príncipe, tiene la palabra.
- Bien – se plantó frente a ellos – es claro que están aquí porque no concuerdan con
la manera en que mi padre gobierna, además de el hecho de que el trono lo tomo
ilegítimamente les tengo información – lo escucharon atentos – la única hija de mi tío
está viva – miradas de confusión inundaron la sala – conserven la calma.
- Si es así, ¿Dónde está? – dijo uno de los capitanes de infantería exaltado
levantándose.
- Es largo de contar, pero ahora lo principal es encontrar a la princesa y ponerla al
frente del trono como su padre hubiera deseado.
- Príncipe, ¿estás al tanto de las condiciones que puso tu difunto tío para permitirle
a la princesa Amalia reinar?
- Lo estoy almirante y pienso cumplir su última voluntad. Pero a lo que vinimos
caballeros – todos asintieron y mostraron mapas, pergaminos de formación, tácticas de
defensa y ataque, todo lo que necesitaban para el momento en que se desatara la guerra…
porque su padre no soltaría el trono fácilmente.
- Gracias a las armas y el alimento que nos proporcionaste tendremos más que
suficiente, pensamos que dadas las circunstancias podríamos realizar el primer ataque la
semana próxima cuando – siendo interrumpido por Valdemar.
- De ninguna manera – no podía creer que hombres nacidos para estrategias de
guerra pensaran atacar sin ningún tipo de organización – morirían civiles, habría que
evacuarlos y eso sería más perjudicial que beneficioso para nosotros. He estado pensando
caballeros que la mejor estrategia que podemos tener es destruir la defensa desde adentro
– todos lo miraron como si hubiera perdido la razón.
- Eso sería suicidio – el teniente Julius se levantó golpeando la mesa – habría
averiguaciones y nos ligarían a todos contigo, no podemos correr tal riesgo.
- Caballeros – Valdemar empezaba a perder la paciencia – les pido
respetuosamente silencio mientras les hablo de mi estrategia ¿está bien? – todos
suspiraron y mirándose los unos a los otros asintieron – se podrán preguntar ¿Cómo
pretendo derribar las defensas desde dentro? – paseándose por la habitación tomo dos
libro, varios cubos de mármol de cinco centímetros que estaban en un rincón, cuatro cubos
un par de centímetros más grandes que los otros y un muñeco de cerámica, poniendo todo
sobre la mesa.
- ¿Pretende jugar a la casita príncipe? – dijo uno de los hombres provocando la risa
de todos.
Valdemar solo sonrió y coloco los cubos pequeños al frente y los más grandes atrás,
poniendo el libro encima y sobre éste el muñeco de cerámica.
- Imaginen que el muñeco es mi padre, los libros son la línea divisoria entre clases
que lo mantiene al tope, siendo a su vez una especie de protección – hizo una pausa
esperando que lo comprendieran y siguió
– los cubos pequeños debajo del segundo libro son los soldados y los capitanes, si
quitamos esta parte – los saco de debajo del libro y se tambaleo un poco pero quedaron
ahora dos libros juntos con el muñeco aun en pie – vieron que la línea que lo mantiene
arriba se tambaleo pero continuo en lo alto mientras tuviera a los cubos más grandes que
representan a los generales, almirantes y capitanes de alto rango que lo protegen. Sin
embargo sigue siendo fuerte porque todos los soldados siguen las órdenes de sus
superiores, eso quiere decir que incluso el soldado más cansado de la situación volvería
a colocarse en posición para proteger al muñeco.
- ¿A dónde quiere llegar príncipe?
- Mi punto es, ¿Qué pasaría si dividimos los puntos fuertes que mantienen al
muñeco firme sobre los libros y dejamos que ellos se destruyan a sí mismos? – le dio un
manotón a los cubos grandes, que inmediatamente perdieron el equilibrio colapsando la
estructura, haciendo caer el muñeco al suelo rompiéndolo en mil pedazos – la línea
divisoria se rompe, el tirano cae y el pueblo es libre – sonrió cuando los generales
comprendieron y aplaudieron satisfechos.
- Entiendo su propuesta príncipe, ¿Cómo tiene planeado dividir a los altos rangos
de la guardia real?
- Fácil, con secretos – tomo asiento y los miro uno a uno antes de continuar – todos
ustedes incluyéndome sabemos que los altos mandos leales a mi padre no llevan una vida
ejemplar – todos asintieron – también sabemos que a el capitán Fon Burgo le gusta
complacer a las esposas de varios generales – esto ocasiono risas entre los hombres – allí
será nuestro punto de partida.
Estuvieron toda la noche planeando la destrucción del trono desde dentro.
Llevando a cabo el primer plan tres días después. Miembros de la servidumbre alertaron
a cada uno de los generales y altos mandos de la guardia real que en ese momento se
hospedaban en el castillo con motivo del cumpleaños del rey, sobre las andadas del
capitán Fon Burgo con sus esposas, diciéndoles que se veían en la casa de invitados del
castillo a una hora exacta a cada esposo por separado.
Un mensajero falsificando la letra del capitán Fon Burgo envió cartas citando a
todas sus amantes en la casa de invitados del palacio de Frederiksborg, citando a cada una
media hora después de la otra. Siendo enviada a éste a su vez una carta con la letra del
rey pidiendo audiencia inmediata unos minutos después de la hora citada a todas las
damas.
El hombre desconociendo aquella situación fue inmediatamente al lugar
encontrándose por sorpresa a la esposa del almirante Castle van Cort, una bella jovencita
de apenas veinticinco años que hacía todo lo que él le pedía, se puso nervioso pero al ver
que el rey no se presentaba decidió dar rienda suelta a su pasión con la mujer, sin saber
que los ojos iracundos de su esposo miraban por una rendija en la puerta izquierda. Así
pasaron las horas y una por una siendo observado por cada uno de los esposos de dichas
mujeres, se acostó con ellas quedando exhausto sobre el sofá, vistiéndose extrañado por
la tardanza del rey.
Satisfecho y algo molesto por la falta de respeto del rey salió de la casucha y se
dirigió al castillo. Degustó buen vino junto al resto de los hombres y a la hora de la cena
fue a la cocina atraído por la hija menor del mayordomo, le tenía puesto el ojo desde hacía
tiempo y parecía que finalmente anotaría. Pero al entrar no la encontró por ninguna parte
y sonrió pensando que jugaba a las escondidas con él, abrió varios armarios hasta dar con
el depósito de vinos, y apenas entrar en él fue penetrado desde la espalda con una daga.
Cayendo al frio suelo con la respiración acelerada antes de ser acuchillado en el cráneo
causando su muerte instantánea. Alguien arrastro el cuerpo lejos de la entrada metiéndolo
en la cámara de fermentado del vino y limpiando el suelo, saliendo silenciosamente del
sótano.
Unos ojos curiosos miraban al asesino desde el otro lado de la cocina, sonriendo y
alejándose del lugar subiendo a su caballo en dirección a una casa de mensajeros,
escribiendo una carta y enviándolo a Copenhague. La noticia era recibida con regocijo
mientras en el castillo se producía el caos cuando una copa de vino que iba dirigida al
capitán Fon Burgo fue accidentalmente tomada por un almirante cayendo muerto sobre
la mesa del banquete, ocasionando los gritos de las mujeres y el miedo en los ojos del
rey… Dos menos, quedan veinte.
El viento soplaba fuerte y frio en la colina mientras Liv trataba infructuosamente
de no desanimarse después de más de un mes de búsqueda sin encontrar nada sobre
Alison.
Dejo a Christian preparando unos peces que atraparon horas antes en un arroyo
mientras buscaban lejos de la cima de la montaña.
Camino hasta quedar frente al precipicio mirando el horizonte, se abrazó a si misma
intentando contener las lágrimas y tratando de soportar el dolor que cada vez se hacía
mayor en su interior. Ver pasar los días sin ella la hacían sentir más vacía que cuando
perdió a su madre años atrás.
- Vuelve – susurro al viento derramando involuntariamente una lagrima – me estoy
muriendo sin ti – cayó de rodillas al suelo cubriéndose el rostro mientras sus sollozos se
hicieron más sonoros y todo su cuerpo temblaba.
Unos metros más allá una sombra miraba desde una roca saliente el lamento de
Liv, frenando sus piernas para no ir a consolarla y descubrirse. Con gran fuerza de
voluntad se alejó del lugar sin ser vista, escabulléndose hasta llegar a la cueva que le
servía de hogar, derrumbándose sobre las mantas que le servían de cama y enterrando el
rostro sobre la capa comenzó a llorar. Hundiendo aún más su rostro cuando comenzó a
gritar de frustración.
Pero una hora después se levantó, limpio su rostro con agua y tomo sus armas, el
tiempo de llorar había pasado y llegaba la hora de atacar.
- ¿Estás bien? – preguntó Christian cuando vio a Liv volver con los ojos y la nariz
irritados.
- Si – dijo limpiándose el rostro – comamos rápido para llegar al lugar que
pactamos con Valdemar para ponernos al tanto de su estrategia de ataque y nuestro papel
en el.
- Estas enamorada de ella verdad – dijo sin preguntar, era una afirmación.
- Si – fue todo lo que pudo decir mientras perdía el apetito.
- Sabes que nunca podrás… – siendo interrumpido por Liv.
- Lo se
Después de aquello comieron en silencio a pesar de que a Liv la comida le supo a
ropa sucia. Recogieron sus cosas y partieron al campamento donde estaría esperándolos
el príncipe junto a los demás soldados que llegaron allí desde sus respectivos pelotones.
En un claro oculto en lo profundo del bosque de algún lugar en Copenhague se
reunían en torno a una varias fogatas cerca de cuatrocientos soldados y treinta altos
mandos, mientras llegaban a caballo Liv y Christian siendo recibidos por Valdemar que
les pidió pasar a una de las carpas para ponerlos al tanto de la situación.
La intriga en el castillo había acabado con la cordura del rey haciéndolo destituir a
todos sus generales y refugiándose en el castillo cuadruplicando la seguridad ordenando
no dejar pasar a nadie. Mantenía a su hijo pequeño encerrado en su habitación mientras
la paranoia hacia mellas aún peores en su cabeza.
Eso había logrado flaquear sus fuerzas y los altos mandos que fueron destituidos
se unieron a su fuerza aumentando sus flancos de ataque al traer con ellos a más de veinte
mil soldados que habían repartido en escuadrones de cuatrocientos por zona para lanzar
el plan de ataque, dando orden estricta de proteger a los civiles y evacuarlos a lugares
seguros antes de empezar a atacar.
Todos los hombres luego se sentaron a comer alrededor de las fogatas mientras
eran observados por una sombra a lo lejos. Que se acercaba silenciosamente estudiando
la mejor manera de acabar con ellos. Se acercó peligrosamente a tan solo diez metros de
distancia del campamento observando un enorme panal de abejas que colgaba justo a la
derecha de él. Aquello no acabaría con ellos pero los alejaría y las picaduras si bien no
los matarían a todos, acabarían con una buena cantidad.
Cargo su arco y fijo la flecha justo a la punta de la rama que sostenía el panal
mientras tres personas salían de la carpa… la flecha salió disparada de sus manos antes
de que pudiera frenarla y los ojos rápidos de Liv la vieron dirigirse al panal siguiendo la
trayectoria y corriendo hasta donde la vio venir segundos antes de que la flecha impactara
en el blanco, haciendo caer el panal detrás de ellos haciéndolos correr junto con el resto
de los soldados.
Alison maldiciendo por lo bajo salto del árbol y corrió lo más rápido que pudo
ocultándose en la oscuridad de la noche con su capa mientras una mujer que solo recibió
una picadura de abeja en el brazo seguía al atacante con su espada en mano teniendo la
única intención de acabar con él.
La falta de luz le dificulto seguir un camino a Liv pero la rabia contenida y la
adrenalina producida por el episodio anterior con las abejas le dio el impulso suficiente
para seguir corriendo siguiendo el ruido que hacia el atacante mientras intentaba huir de
ella. Luego de casi una hora persiguiéndolo a pie se hizo el silencio, deteniéndose para
respirar y tomar aire miro a todos lados mientras la luz de la luna se filtraba por los arboles
dándole al lugar un aspecto enigmático, haciéndola aumentar sus sentidos
acostumbrándose a la oscuridad. Un movimiento a su izquierda le hizo lanzar un cuchillo
en esa dirección sintiéndose satisfecha al escuchar un gemido de dolor dándole a entender
que había dado en el blanco. Siguió hacia allí pero al llegar no encontró nada, sintiéndose
frustrada trato de seguir el rastro de sangre pero en la oscuridad no podría hacerlo.
Ágilmente se subió a uno de los árboles que allí estaban y se recostó tratando de tomar el
sueño mientras esperaba la mañana para seguirle la pista al ahora herido bandido que los
ataco. Suspirando de rabia se quedó dormida minutos después.
Alison respiraba entrecortadamente mientras caminaba con dificultad hasta su
cueva. No podía creer que Liv, su Liv estuviera con aquellos soldados. Había corrido
escondiéndose de quien la venia siguiendo hasta que se dio cuenta de que era ella quien
lo hacía. Se detuvo esperando haberla despistado pero lista como era no lo consiguió…
por suerte se había movido en el último segundo y la daga que le lanzo solo había hecho
un corte en su brazo izquierdo que aunque no era muy grande si debía ser tratado.
Mordiendo un pedazo de tela y secándose el sudor empezó a coser su herida calentando
una aguja con el fuego que le tomo minutos encender nada más llegar a su cueva.
Reprimía el dolor de la aguja, cosiendo su propia carne un punto a la vez mientras la
sangre no paraba de salir mareándola. Después de casi una hora termino de cerrar la herida
y temblorosa luego de limpiársela untó un poco de la salvia de una hoja de sábila para
mantenerla sellada y se recostó cansada en las mantas.
La noche dio paso a la mañana y con ello a la persistencia de una mujer que seguía
un rastro bastante visible de sangre desde el bosque hasta una cueva oculta al otro lado
de una colina.
Liv mordía un amanzana mientras seguía el rastro de sangre con la espada en alto
sonriendo ante la estupidez de aquel individuo al no hacer nada por ocultar sus huellas.
Era tan obvio que hasta un ciego era capaz de seguir el rumbo.
No pudo evitar pensar en los demás, pidió a su madre que todos estuvieran bien y
suplico que le permitieran encontrar a la dueña de su alma. Su rostro se contrajo cuando
miro al cielo y la luz del día se empezaba a nublar de gris anunciando una inminente
lluvia. Comenzó a correr siguiendo más rápido y cuidadosamente el rastro de sangre antes
de que la lluvia borrara la evidencia y la dejara con las ganas de acabar con el maldito
que soltó las abejas.
El tiempo empeoraba y su rapidez también hasta que el rastro acabo a lo que parecía
una roca simple pero mirándola de cerca era una cueva. Liv sonrió, lo había encontrado
finalmente pero al entrar no había nadie, solo un montón de mantas, flechas, arcos,
pólvora y alimentos. El muy desgraciado vivía allí y tenía un buen suministro de
armamento. Liv se preguntó cómo habría conseguido todo aquello sin ser visto… debía
pertenecer a algún pelotón del rey. Saliendo de la cueva decepcionada con intención de
marcharse para revelar la ubicación a los demás, vio el destello de una capa negra bajando
corriendo por la colina, sonrió mientras gritaba de júbilo y lo siguió con la espada en alto.
Pero era muy rápido de modo que se detuvo y saco su ballesta apuntando a sus
pies, lanzando el disparo que golpeo en la tierra haciendo al bandido perder el equilibrio
y caer al suelo. Corrió lo más rápido que pudo para llegar antes de que pudiera levantarse.
Alison había salido temprano en la mañana de su escondite para salir a pescar,
cuando al regresar se encontró con que Liv salía de su cueva. El día no podría irle peor,
le dolía el brazo y le dificultaba tomar el arco, por lo que ya no podría atacar mas bases
de soldados hasta sanar por completo. Y ahora era perseguida por la mujer de la que se la
paso huyendo gran parte del tiempo que la conocía. No se esperó la flecha que impacto
cerca de su pierna y perdiendo el equilibrio cayó al suelo, entrando en pánico poniéndose
de pie lo más rápido que pudo y seguir corriendo hasta adentrarse en el bosque tratando
de hacerla perderla de vista. Sonrió en su interior recordando que así empezó todo entre
ellas. Como deseaba decirle cuanto la había echado de menos y lo mucho que lamentaba
no haberle dicho que la amaba. Pensó en ella todos los días que estuvo lejos, lanzando
lamentos y poemas al viento deseando que llegaran a sus oídos y la llevaran por un
segundo a sus brazos. Noches en las que soñaba despierta con tener sus labios una vez
más junto a los suyos y los paseos que daba a solas por la colina deseando tenerla junto a
ella para tomar su mano y nunca soltarla, solo por el placer de tenerla cerca de sí.
Todo aquello estaba de más cuando estaba huyendo para salvar su vida de la única
persona que le había dado sentido a la misma…
La cazadora estaba por convertirse en presa.
CAPÍTULO 11

Liv envaino su espada a su espalda mientras tomaba velocidad y trataba de alcanzar


al bandido. Estaban a solo unos metros de entrar al bosque y allí quizás intentara perderla
de nuevo y eso no lo permitiría. Tomando impulso se lanzó sobre él y lo atrapo de espaldas
rodando juntos por el suelo, dando varias vueltas mientras pasaban sobre un arbusto y se
detenían un par de metros más allá con el bandido boca abajo en el suelo mientras Liv
sacaba su cuchillo y lo apuntaba hacia él.
- Te tengo – dijo acercando su cuchillo a su cuello y levantándolo lo volteo
quedando sin aliento al ver al bandido.
- Liv – fue todo lo que Alison consiguió decir.
Lágrimas empezaron a emanar de los ojos de Liv en cuanto escucho su nombre
siendo pronunciado de aquellos labios. Labios que había echado tanto de menos… casi
sin darse cuenta la levanto y la pego a su pecho estrechándola fuertemente contra si
mientras lloraba incontrolablemente sintiendo su corazón martillear en su pecho tan fuerte
que temió tener un infarto. Alison sonrió dejándose abrazar, tanto tiempo paso desde la
última vez que sintió aquella cálida piel junto a la suya que correspondió a las lágrimas
de Liv mientras se aferraba a su espalda y hundía su rostro en su cabello, sintiendo su
aroma al igual que Liv hacía con ella.
Pensó en ese momento tantas veces que temió fuera un sueño. Pero los sollozos
sonoros y el fuerte abrazo de Liv le hicieron ver que no era así. Su amazona estaba allí
con ella, sus corazones latían fuertemente al mismo ritmo y en un momento en que sintió
que le faltaba el aire se dio cuenta de que Liv la estaba apretando más fuerte contra sí y
aunque no le importaba morir en sus brazos la necesidad de respirar le hizo intentar
apartarse.
- Liv – dijo pero ella solo se pegó mas a ella aumentando sus sollozos.
- Alison – hundió mas su rostro en su cabello bajo la capa aspirando su aroma, la
había extrañado tanto que no quería que aquel momento acabara.
- Liv – tratando de empujarla – no puedo respirar.
Solo entonces se apartó un poco de ella pero aun con sus brazos alrededor de su
cintura. La miro a los ojos mientras lágrimas aun caían de sus ojos.
- Eres real – se acercó a ella y tomo sus labios en un beso donde sintió que se le iba
la vida. Alison correspondió a su beso y abrió la boca dejándola invadirla con su lengua,
explorando y sintiendo la danza de sus lenguas mientras el abrazo se hizo más suave.
Ambas sintieron un cosquilleo en todo el cuerpo en tanto el ataque de sus labios
continuaba y se prolongaba, apenas separándose unos segundos para respirar y volviendo
a empezar profundizándolo, sintiendo sus manos acariciar y explorar torpemente entre
sus cuerpos con las manos temblando, siendo interrumpidas por un relámpago que hizo a
Alison pegar un respingo intentando controlar su respiración aun sobre las piernas de Liv.
- Espera – dijo cuándo Alison intento levantarse – déjame abrazarte un rato mas…
necesito saber que no estoy soñando – pegándose más a su cuerpo y cerrando los ojos
cuando la sintió relajarse sobre ella y abrazarla.
No quería soltarla por miedo a que se alejara nuevamente de ella. Sentir su aroma,
su calidez y su cuerpo junto al suyo era un placer tan infinito como lo era besarla. El dolor
en su pecho se había ido y ahora era reemplazado por alegría, limpiando su alma y
trayendo una vez más la luz a su corazón. Sonrió al pensar en lo fácil que aquella mujer
pintaba su mundo de colores, alejando todo el dolor y la oscuridad que estuvieron a punto
de consumirla todo el tiempo que estuvo lejos de ella.
Como solían decir sus abuelos, el amor era esa cosa pegajosa que aferraba a una
persona dentro de ti de por vida, sin importar cuánto tiempo o distancia haya entre esa
persona y tú. La necesidad de querer siempre su bienestar, protegerla de todo, entregarle
tu alma con la ciega confianza de que nunca te fallara y mantendrá siempre con vida esa
ilusión, que irá creciendo cada día un poco mas alimentada por besos, caricias y palabras
de amor al oído.
El cielo volvió a interrumpir sus pensamientos lanzando un nuevo rayo que resonó
en sus oídos sintiendo a la protectora de su alma temblar y pedirle en un susurro que
fueran a protegerse antes de que la lluvia llegara, haciéndola levantarse del suelo y dejarla
libre de sus brazos a regañadientes.
- Cárgame – dijo Alison sonriendo con su cabello siendo movido por el viento
cuando la capa se quitó de su cabello.
Liv sonrió y se puso de espaldas mientras Alison se subía a ella siendo firmemente
sostenida, caminando de vuelta a su cueva Liv sintió nuevamente todo aquello como el
sueño más hermoso que había tenido jamás, trayendo consigo un recuerdo en el que
ambas se encontraban en circunstancias similares.
- Estas recordando ¿verdad? – susurro Alison a su oído mientras le daba un suave
beso en el cuello y apoyaba su rostro sobre su hombro.
- Quédense aquí mientras nosotras vamos por más leña ¿de acuerdo? – decía Liv a
las niñas mientras éstas jugaban bajo la sombra de un árbol cerca de donde tirano pastaba.
Las pequeñas asintieron y sonriendo satisfecha tomo a Alison de la mano y camino a su
lado llevándola por un escondrijo a unos cincuenta metros detrás de la cabaña. Cubrió sus
ojos con una venda mientras la guiaba por el camino deteniéndose frente a una pequeña
poza rodeada de plantas hidrofilaceas – llegamos – dijo besándole el cuello, quitándole la
venda de los ojos.
- Wow, esto es hermoso – admirada, Alison se acercó a la poza y miro a su
alrededor, el sol apenas se pronunciaba por las ramas de los árboles que pintaban el lugar
de ámbar con sus hojas entre amarillas y naranja opaco. Volteándose a mirarla y
mordiendo su labio mientras Liv sin apartar su mirada de ella se empezaba a quitar la
ropa– ¿me trajiste aquí para una exhibición de carne fresca mi hermosa amazona? –
acercándose, deteniendo sus manos para ser ella quien la desnudara, poniendo especial
cuidado en hacerlo despacio al ritmo de sus besos – entra en el agua – le dijo cuándo
acabo de desnudarla y Liv obedientemente entro en la poza mirándola expectante.
Pícaramente se plantó frente a ella y comenzó a desnudarse, dándole un espectáculo
a los ojos de Liv que ya la miraba con hambre y esperaba impacientemente a que
culminara y entrara con ella al agua. Pero descaradamente se dio el lujo de hacerla esperar
y torturarla un poquito al igual que lo hacia ella cuando hacían el amor. Si alguien le
hubiera dicho semanas atrás que estaría desnudándose sin pudor delante de una mujer y
haciendo el amor con ella se hubiera reído sin parar. Pero ahora solo importaba el presente
y su presente era una hermosa amazona que la esperaba impaciente en una poza de agua
tibia.
Entro al agua y fue rápidamente arrinconada por Liv que se pegó a ella robándole
un beso, haciéndola soltar un gemido en sus labios cuando sintió sus pechos juntarse con
los suyos. Amaba su forma tan salvaje de tomarla sin permiso, dándole a entender el poder
que ejercía sobre ella y su cuerpo, diciéndole silenciosamente que era solamente suya.
- Espera – dijo Liv cuando Alison le pidió al oído que la tocara – quiero hacer algo
antes – separándose un momento de ella y buscando entre su ropa hasta que saco un collar
de oro que tenía un anillo a forma de medallón en el, se puso a su espalda y levantando
su cabello húmedo poniéndoselo, volviendo a ponerse frente a ella.
- Es precioso Liv – dijo mientras miraba el anillo que tenía un bonito diamante azul
igual a sus ojos.
- Perteneció a mi abuela – dijo tomando su mano y pegando su frente a ella besando
su nariz antes de continuar – desde que era pequeña ellos notaron que era diferente a las
demás, y un día mi abuela me dijo que entregara este anillo cuando encontrara a mi
persona especial – sintiendo un calor agradable dentro de su pecho cuando salieron
lágrimas de los ojos de Alison, besándolas y secándolas con una caricia de sus dedos –
quiero que tú lo tengas, y aquí prométeme llevarlo siempre contigo – besando levemente
sus labios – en tanto lo tengas colgado a tu cuello, no importa cuanta distancia y tiempo
halla entre nosotras yo siempre te encontrare – besándola profundamente, dejándose
llevar por los sentimientos que afloraban en su interior.
- Te lo prometo.
Aquel lugar fue testigo de una promesa, de una pasión, dos cuerpos unidos entre
sí, dos almas entrelazándose, dos corazones convirtiéndose en uno… dos mujeres
enamoradas.
Cuando hubieron salido de la poza se vistieron la una a la otra, satisfechas y
agotadas. - Cárgame – pidió con mirada traviesa Alison cuando se disponían a regresar a
la cabaña.
Siendo obedecida por Liv le daba la espalda instándola a subir. Caminando en
silencio hasta la cabaña, comunicándose a través de sus corazones. Conectadas como solo
ellas lo podían hacer. De vuelta al presente, Alison bajo de la espalda de Liv cuando
llegaron a su cueva, ésta se volteó y la tomo en brazos besándola siendo llevada hasta la
cama hecha de mantas, deteniéndose cuando acarició sus brazos y sintió algo rustico
escuchando un gemido de dolor por parte de Alison. Horrorizada Liv vio la herida y
recordó que había sido ella la noche anterior quien le lanzo un cuchillo con intención de
matarla. Descontrolada y presa del pánico empezó a llorar imaginando que hubiera pasado
si hubiera dado en el blanco.
- Dios mío, eso te lo hice yo – su voz ronca por el llanto desconcertó a la otra mujer
mientras trataba de calmarla – no, no… pude haberte matado – el fuerte dolor que sintió
en el pecho la dejo sin aire unos segundos antes de poder hablar nuevamente – pude
haberte perdido para siempre y solo hubiera sido mi culpa.
- Shhh – Alison se acero a ella y tomando su rostro entre sus manos beso sus
lágrimas, secándolas con una caricia de sus dedos igual que ella lo había hecho en el
pasado, pegando su frente junto a la de ella beso su nariz y en un susurro con los ojos
cerrados dijo – te amo Liv. La otra mujer abrió los ojos sorprendida, era la primera vez
que se lo decía y el frio que se filtraba por la entrada de la cueva se desvaneció, siendo
reemplazado por un calor producido por el amor que estaba sintiendo dentro de ella.
Nuevas lágrimas querían salir de ella y se mordió los labios para impedirlas.
- Y se supone que la llorona era yo – sonrió Alison acariciando su mejilla.
- Alison yo también te – siendo interrumpida por los dedos de la otra mujer sobre
sus labios.
- No digas nada… solo ámame – reclamando sus labios en un beso mientras la
llevaba consigo sobre ella.
Liv comenzó a acariciarla mientras Alison profundizaba el beso haciéndolo más
urgente, con mas ansias, provocando un estremecimiento en la otra mujer al sentir el tacto
de sus manos palpar sus pechos sobre la ropa. Temiendo lastimarla, Liv la desnudo
despacio, besando cada espacio de piel que dejaba libre, deleitándose con el sabor de su
cuerpo hasta que el deseo entre sus piernas se hizo doloroso, instándola a aumentar sus
caricias desnudándola completamente. Se detuvo y la miro unos segundos mientras
grababa en su mente la vista de ese cuerpo que fue suyo tantas veces y que ahora estaría
a su lado una vez más.
Alison la miro sonriente mientras veía la lucha en los ojos de Liv, temía lastimar
su brazo pero el sordo dolor que sentía en los pezones la hicieron tocárselos ante la vista
lujuriosa de Liv que sin pensarlo más se puso sobre ella y probo su pezón derecho,
lamiéndolo primero para luego meterlo en su boca chupándolo fuertemente, arrancando
un gemido de sus labios mientras se arqueaba contra ella y presionaba su cabeza sobre su
pecho, no quería que se moviera de allí. Pero su deseo de sentir su piel contra ella la hizo
levantarlas a ambas y con Liv sentada sobre sus piernas le quito la camisa, tomando luego
sus pechos entre sus manos y besándola, cayendo nuevamente sobre la cama soltando
ambas un jadeo cuando sus pezones se presionaron pecho contra pecho.
Estaban descontroladas, Liv devoraba sus pechos mientras Alison le bajaba la falda
y tocaba su humedad ocasionando un jadeo ahogado contra sus pechos mientras seguía
jugando con ellos. La volteo quedando sobre ella y bajándole completamente la falda
arremetió contra sus labios, frotando ligeramente su clítoris provocando gemidos
entrecortados en Liv mientras sentía su centro humedecerse más. Liv respiraba
agitadamente cuando los labios y las manos de Alison la estaban llevando más y más alto,
pero tenía otros planes en mente. Tomándola de la cintura se puso sobre ella y sin darle
tiempo a protestar metió la cara entre sus piernas y empezó a devorarla. Alison se arqueo
al sentir la primera pasada de la lengua de Liv sobre su clítoris, había pasado demasiado
tiempo desde la última vez y estaba tan excitada que acabaría antes de tiempo. Tratando
de normalizar su respiración se aferró a las mantas pero sus esfuerzos se vinieron abajo
cuando sintió la lengua de Liv dentro de ella moviéndose furiosamente al mismo tiempo
que sus manos arremetían despiadadamente contra sus pezones. Fue demasiado… con un
gemido de placer arqueo el cuerpo mientras el orgasmo se apoderaba de ella. Fue más
fuerte y placentero a como lo recordaba y cuando aún la atacaban espasmos por todo su
cuerpo Liv puso su lengua nuevamente en su clítoris. Quiso decirle que no podía hacerlo
tan rápido pero la boca insistente de Liv la chupaba reclamando toda la esencia que su
cuerpo pudiera darle, haciendo responder a su cuerpo aferrándose a su cabello mientras
Liv levantaba la mirada y sus ojos oscurecidos por la pasión le hicieron perder la cordura
provocando su segundo orgasmo en cuestión de segundos. Temblando y jadeando,
intentaba recobrar la respiración pero Liv tenía otros planes para ella. Subiendo a su
cuello, lo mordió mientras metía dos dedos en su interior y los movía despacio.
Alison no podía, era demasiado pronto, pero los dedos exigentes de Liv se
adentraron profundamente dentro de ella mientras su boca bajaba hasta uno de sus pechos
encendiéndole la piel haciéndola gemir cada vez mas alto mientras su cuerpo se tensaba
y sentía otro orgasmo por venir. Pero no quería llegar sola, haciendo un esfuerzo por
concentrarse busco entre las piernas de Liv hasta dar con su humedad y comenzó a frotar
su clítoris al mismo ritmo que ella movía sus dedos en su interior.
La pasión las dominaba, Alison movía las caderas cada vez más rápido mientras
los dedos de Liv le exigían más y más, tratando de igualar el ritmo en el clítoris de ella.
Sus gemidos se mezclaron, los jadeos aumentaron, los sonidos de sus dedos entrando y
saliendo de su interior, su pecho siendo succionado y sus dedos frotando en su clítoris fue
muy difícil soportar por tanto tiempo. Con una última embestida de sus dedos en su
clítoris Liv dejo de chupar su pezón para hundir su rostro en su cuello mientras el orgasmo
la consumía haciéndola gemir con voz ronca siendo seguida segundos después por el grito
ahogado de Alison al tiempo que arqueaba su cuerpo mientras intentaba calmar los
espasmos cada vez más fuertes que recorrían sus cuerpos. Jadeantes, abrazándose
fuertemente se besaron en silencio cuando su respiración se hubo normalizado.
- Quiero probarte – Alison besándola poniéndola boca arriba debajo de ella trazo
un camino de besos en su vientre hasta llegar a su centro.
- Espera –jadeo Liv –dame un minuto.
- Solo quiero probarte, lo necesito
Y sin más palabras se prendió de ella, gimiendo extasiada al escuchar a Liv gritar
su nombre mientras movía las caderas contra su boca. Apenas había empezado y ya sentía
los movimientos que Liv hacía cuando estaba por llegar al orgasmo. Quiso complacerla,
y metiendo dos dedos en su interior entrando y saliendo rápidamente al ritmo de los
movimientos de sus caderas contra ella chupo a su vez su clítoris acabando con toda
resistencia por parte de Liv mientras el orgasmo la invadía, llenando de gozo a una
excitada Alison que sin previo aviso se acostó sobre ella cuando aún se recuperaba de su
reciente orgasmo, pegando sus humedades frotándose furiosamente contra ella. Liv se
aferró a su espalda enloquecida cuando las acometidas la llevaban más y más alto,
gimiendo sin parar, escuchando el sonido de sus cuerpos sudados chocar entre sí mientras
afuera caía una fuerte lluvia que silenciaba un poco los sonidos dentro de la cueva donde
dos mujeres dejándose llevar por la pasión culminaron el acto amoroso gritando sus
nombres al golpear contra ellas un fuerte orgasmo a la vez que caía un rayo del cielo.
Unos kilómetros más allá de la cueva cuatrocientos hombres se protegían de la
lluvia bajo las carpas del campamento, después de haberse curado las heridas que dejaron
las abejas a casi todos ellos, afortunadamente el humo de los fogatas las habían atontado
lo suficiente para que no picaran a muchos soldados lo que Valdemar considero suerte ya
que varios de ellos sufrieron una reacción alérgica a la picadura siendo rápidamente
curada por Christian, aplicando una pomada que hizo machacando unas hojas que
encontró unos metros lejos del campamento justo después de sacar los aguijones.
Quien fuera que había hecho aquello los quería muertos. Se sentía preocupado por
Liv que no aparecía desde el ataque la noche anterior pero a pesar de que la conocía de
poco tiempo, supo que sabría cuidarse a sí misma mejor que cualquiera de ellos.
En eso llego un caballo acercándose a ellos sorprendiéndose al ver al jinete saltar
del animal y correr hacia ellos despavorido. - Príncipe Valdemar, tenemos problemas –
se agacho sobre sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento.
- ¿Qué sucede soldado? – pregunto el príncipe, acercándose a él con expresión
preocupada.
- Paso lo peor mi señor – bajando la mirada – el rey enloqueció… Copenhague está
bajo ataque militar.
CAPÍTULO 12

La fuerte lluvia dio paso a una leve llovizna algunas horas después de haber
iniciado. La enorme y espesa capa de neblina cubría la montaña y gran parte del bosque
aledaño a él, dando un aspecto siniestro al paisaje.
Mientras tanto, el frio hizo a Alison despertar perezosamente de entro los brazos
de Liv. Se quedaron dormidas poco después de hacer el amor, cayendo exhaustas la una
en brazos de la otra. Se pegó más a su cuerpo inhalando su aroma, sintiéndose segura por
primera vez en dos años. Empezó a sentir que una mano acariciaba su espalda y unos
labios besaban su frente haciéndola sonreír y aferrarse más a ella siendo levemente
separada.
- ¿Tienes frio? – susurro Liv mientras frotaba su espalda y la pegaba mas a ella.
- Si – estremeciéndose – déjame encender un fuego o nos congelaremos – viéndola
sonreír – y ni la actividad física nos calentaría lo suficiente – besando su mentón intentó
incorporarse, siendo detenida.
- Yo lo hare, debes descansar–levantándose saliendo de debajo de las mantas aun
desnuda, tomando el arco que una vez le enseño a fabricar para obtener fuego
rápidamente. Poniendo todo un par de metros lejos de la cama en una pequeña hoguera
que Alison tenía para encender fuego, consiguiéndolo minutos más tarde. Dirigiéndose
luego nuevamente a la cama, tomándola en brazos mientras se acurrucaban la una a la
otra entre las mantas.
- Esperemos a que se caliente un poco aquí dentro para comer algo – dijo mirándola
sonriente pero Liv no sonreía, miraba hacia la nada como si estuviera librando una batalla
psicológica interna – ¿algo va mal?
- ¿Por qué no regresaste? – mirándola con los ojos llenos de tristeza, haciendo a
Alison cerrar sus ojos unos segundos y bajar la mirada apoyando la cara contra sus
pechos.
- Es complicado
- Tan complicado fue que ¿nunca te preocupaste por mí y las niñas?
- Fue por preocuparme de ustedes que no volví – atreviéndose a mirarla a los ojos.
- Lo que dices no tiene sentido –mordiéndose el labio para contener la rabia
reprimida de esos años - ¿crees que fue fácil para mí el haberte perdido? Viendo a
margarita preguntar por ti todos los días y Adela mirando la puerta en las mañanas
esperando verte llegar… o tener que dormir pensando si estarías bien o no, si me
necesitabas o me extrañabas ¿o si te acordabas de que existo? – el dolor que vio en su
mirada la hizo sentirse culpable. Incorporándose la tomo en brazos y cubrió de besos su
cabello, provocando un suspiro en Liv.
- Fui secuestrada – dijo cerrando los ojos y recostándose con ella sobre su pecho –
pero después que él me libero sin hacerme daño… pasaron muchas cosas que me hicieron
cambiar mi camino.
Tomándose su tiempo, le conto el episodio en que casi fue atrapada por el mercader
de armas dando como resultado su primera muerte intencional. El rumbo que tomo
después de aquello, lo cerca que estuvo de morir de hambre hasta que logro valerse por
sí misma y atrapar su alimento. Los días, tardes y noches que paso en vela pensando en
ella, temerosa de cerrar los ojos y ser atacada por pesadillas que recurrían a ella, donde
veía a Liv morir una y otra vez, la primera vez que casi fue violada y la mirada sin vida
de aquel hombre. Todo aquello la convirtió en una persona sombría al punto de que los
animales llegaron a tener miedo de acercarse a ella cuando sentían su presencia.
- ¿Solo por eso decidiste que yo no podría sacar toda la oscuridad en tu alma?
- Liv – mirándola – estaba siendo buscada como fugitiva sin haber hecho nada,
aunque intentara mantener bajo perfil me podrían reconocer y eso solo las pondría en
peligro – poniendo expresión severa – lo hice para protegerlas.
- Yo daría mi vida por ti – tomando su mejilla – lucharía contra cualquiera para
protegerte lo sabes bien.
- Si – poniendo su mano sobre la de ella contra su mejilla, entrelazándolas y
besándolas – pero la suma por mí era demasiado alta para ser ignorada, y aunque lo
intentaras no podrías contra todos lo que quisieran atraparme y menos teniendo a las niñas
cerca, ustedes son importantes para mí y alejarme fue lo mejor.
- No – hizo una pausa cerrando los ojos unos segundos – quise morir Alison, nada
me alegraba, todos los días me parecían una mierda y cuando regresaba a casa después
de buscarte y no te encontraba me sentía aun peor y solo beber me hacía olvidar un poco
el dolor.
- Para mí también fue difícil – acariciando su mejilla – apenas pude soportar una
semana escondida después de acabar con la vida de aquel hombre… si fui a buscarte.
- Y ¿Qué paso en ese momento que nunca llegaste?
- Fui atrapada otra vez, por un grupo de aldeanos no solo uno – vio la expresión de
horror, ira y luego desesperación en el rostro de Liv… probablemente se imaginaba lo
peor – me llevaron con ellos cuando me detuve por agua y comía algunos frutos que
encontré por el camino. Me llevaron en una carreta amordazada y con los brazos y piernas
atados – haciendo una pausa para respirar apesadumbrada – en ese momento deseaba más
que nada verte aparecer en tu caballo y que me sacaras de allí. Pero ni todas mis plegarias
te llevaron de vuelta hacia mí – viendo expresión de dolor en ella – todos ellos se
detuvieron para discutir que harían conmigo y como repartirían el dinero de la
recompensa cuando vi a una niña… estaba muy sucia y me recordó a las niñas cuando las
encontramos.
Ella miro a los demás distraídos y sin decir una palabra se escondió bajo la carreta
y libero mis piernas y brazos, soltando también las amarras del caballo que tiraba de las
riendas de la carreta. Creo que también era una huérfana y debía tener mucho tiempo sin
alimentarse bien porque podía contar los huesos de sus costillas a través de su ropa
mugrienta – sus ojos se nublaron cuando recreo a Liv lo que paso después de que saltó de
la carreta y monto en el caballo tratando de llevar a la niña consigo.
Pero la pequeña no pudo tomarse de sus manos y cayó al suelo mientras ella se
alejaba, y los aldeanos al ver que se escapaba y la culpable fue aquella niña comenzaron
a patearla y golpearla con palos. Alison quiso detener al caballo cuando volvió la mirada
y miro aquel horrible espectáculo de crueldad y codicia contra una pequeña inocente que
solo intentaba ayudarla. Ya estaba desviando al caballo cuando vio a uno de los hombres
darle justo en el cráneo con un garrote, salpicando a los demás de sangre y sesos de la
pequeña recibiendo exclamaciones de desagrado, aquello solo la impulso a seguir su
camino. Lágrimas de dolor y terror se deslizaban por sus mejillas mientras se alejaba de
aquel lugar y cuando calculó que llevaba buena distancia se detuvo alejándose de la vía
fácil, para arrodillarse en el piso y vomitar lo poco que había comido. Aquel momento y
la bondad de una personita inocente le hicieron tomar una decisión.
Se haría a si misma fuerte, ágil y sabia para proteger a más personas como aquella
niña, arriesgando su vida para ayudar a una desconocida en problemas. Esa pequeña que
nada tenía le dio la fuerza para aprender a cazar, obteniendo destreza en las armas que
había robado.
- Entiendo – dijo Liv besándola en los labios y en la frente.
- Lamento haber atacado tu campamento, no me di cuenta de que estabas allí, pensé
que era otra tropa de la guardia real que se llevaban a los hijos de los que no podían pagar
los impuestos.
- No te pareces en nada a la mujer que me encontré cayendo por un risco hace más
de dos años – sonriéndole mientras acariciaba su mejilla – eres una sobreviviente y una
luchadora, estoy orgullosa de ti – besándola, siendo recomenzada con el peso de Alison
sobre ella, profundizando el beso desatando una oleada de calor en todo su cuerpo, siendo
interrumpidas por un sonido típico de un estómago vació –creo que debemos comer o
caeremos desmayadas por tanto ejercicio – sonriéndole.
- Vamos a comer –sonriéndole a su vez. El cielo comenzaba a oscurecer mientras
cuatrocientos hombres seguidos por Christian y Valdemar se acercaban sigilosamente
entre los matorrales y arbustos en el bosque, varios metros lejos de los caminos
transitados, a unos kilómetros de llegar a Copenhague.
Todos tiritaban de frio pero debían aguantar en tanto llegaban los refuerzos para
apoyarlos. Valdemar se había quedado estupefacto cuando el soldado le dijo que la ciudad
estaba bajo ataque hace casi doce horas.
Después de entender la magnitud de la destrucción en la ciudad junto a todos
planeando una estrategia. - Por ahora debemos pasar inadvertidos – había dicho mientras
tomaba una vara y dibujaba en el suelo seco bajo la carpa – hay cuatro entradas a la ciudad
y solo dos de ellas están siendo vigiladas – trazo un circulo mostrando las entradas con
un cuadrado y las que eran vigiladas las marco con una equis – debemos dividirnos,
doscientos hombres irán guiados por el capitán Hans en la ruta este hacia la entrada no
vigilada. hay un drenaje que conecta con la ciudad justo detrás de una prisión abandonada,
pueden pasar por allí inadvertidos y dirigirse hacia las mazmorras, en el fondo del
corredor principal hay un pasadizo a diez metros de la primera puerta a la izquierda– hizo
una pausa mientras el capitán encargado tomaba nota – dentro encontraran un mapa de la
ciudad y suficiente pólvora para hacer estallar a la nación entera, mi tío la hizo guardar
allí hace años y solo él y yo sabíamos de su existencia así que mi padre no debe estar al
tanto de eso.
Tomen toda la que puedan cargar y llévenla de noche hacia la entrada sur de la
ciudad, allí nos dirigiremos con el pelotón restante después de haber burlado la guardia
de la entrada oeste de la ciudad. Esperen allí a nuestra llegada y les diré que haremos con
el material que tengan, ¿entendido? – todos asintieron.
- Pero ¿cómo pasaremos inadvertidos? – pregunto el general Christensen.
- A eso voy – dicho esto empezó a quitarse la cota de malla y su uniforme real,
dejándose únicamente los pantalones, acto seguido salió de la carpa y comenzó a
embadurnarse de barro y cuando estuvo completamente cubierto se dirigió a la raíz de los
arboles a su alrededor revolcándose una vez más, cubriéndose completamente de hojas
secas y verdes. Colocándose luego de espaldas en el árbol, cerrando los ojos
exclamaciones de desapareciendo completamente lo que ocasionó asombro en los
soldados, levantándose y dirigiéndose a ellos – nos fundiremos con la naturaleza, así no
nos verán venir.
Todos los soldados hicieron lo mismo y cuando todos estuvieron listos, partieron
cargando únicamente armas que pudieran camuflar junto con ellos. Separándose en la
encrucijada que los llevaría por vías separadas.
- Eres una pegajosa – dijo Alison mientras sentía a Liv pegarse a su espalda,
abrazándola y besando su cuello – llevamos cuatro días seguidos casi sin salir de la cueva
y esta mañana lo hicimos tres veces, necesito un respiro – tratando de alejarla mientras se
dirigía a su zona favorita de caza con la esperanza de atrapar algunas presas para la cena
de esa noche.
- Estuve más de dos años sin ti y estos días no son suficientes – volviendo a pegarse
a ella – puedes tomar un respiro después, ahora lo único que deseo es hacerte mía contra
ese árbol – mordiendo el lóbulo de su oreja.
Los cuatro días pasados desde su reencuentro fueron idílicos para ambas, donde
redescubrieron sus cuerpos y saciaron las ganas reprimidas desde que se vieron por última
vez dos años atrás. Liv se había vuelto una mujer insaciable que siempre quería más y
conseguía encenderla a ella a su vez. Habían tenido encuentros amorosos hasta subidas
en un árbol mientras esperaban que pasara alguna presa. Fue difícil mantener el equilibrio
pero después de reprimirla por esa locura fue recompensada con un beso en el que se
dijeron millones de cosas sin siquiera pronunciar una palabra.
Se contaron todo lo vivido ese tiempo sin estar juntas, rieron con anécdotas de
cuando se conocieron por primera vez, dando gracias al cielo una y otra vez por haberles
dado la oportunidad de conocerse y profesándose su amor día y noche en el que ambas
sintieron fortalecer mas y mas su amor.
Pero algo inquietaba a Liv, aún no le había dicho sobre la guerra que se avecinaba,
ni el papel que cumplía en la rebelión y mucho menos sobre el hecho de que estaba
consciente de que era amante de la verdadera monarca de Dinamarca. Los días vividos
allí le parecieron los mejores de su vida desde aquellas dos semanas en la colina que
pasaron juntas y no quería que por nada del mundo acabara su felicidad estrepitosamente.
Aún estaba pensando cómo convencerla para irse con ella directamente fuera del país
hasta su hogar en Vislanda en Suecia, donde podría mantenerla a salvo de todo aquello.
Sabía que estaba traicionando la confianza de Valdemar llevándose a la prima que
prometió poner en el trono a su moribundo tío, pero quiso ser egoísta por primera vez en
su vida. Si la perdía de nuevo moriría de agonía y no quería pasar por ello otra vez.
- A este paso nunca podre cazar la cena – dijo Alison mientras las manos de Liv se
colaban dentro de su ropa y la acariciaban lentamente al tiempo que besaba su cuello,
enviando ondas de calor por todo su cuerpo, humedeciendo su entrepierna y quitando toda
resistencia que pudiera tener.
En eso escucharon el relincho de un caballo y separándose Liv la puso tras ella,
sacando su espada para enfrentar a quien sea que estuviera allí pero se sorprendió al ver
a tirano dirigirse hacia ellas trotando, tratando de recibir caricias acercando su cabeza a
sus manos.
- Hola chico, ¿nos extrañaste? – el caballo solo relincho y olisqueo el aire antes de
apartar a Liv, y acercarse a Alison pegándose a su pecho recibiendo caricias de ella.
Solo entonces miraron acercarse otro caballo siendo montado por Christian que
estaba completamente sucio y lleno de barba y bigotes. Liv se tensó pensando en la
explicación que le daría a su mujer.
- ¿Christian? – Alison se acercó a él pensando en las implicaciones de su presencia
allí - ¿Qué haces aquí?
- Alison – sonriente bajo del caballo y le dio un abrazo, mirando después a Liv –
me alegro de que estés bien y en brazos de tu mujer – Ella pareció confundida.
- ¿Ustedes se conocen?
- Si, él me dijo dónde te dejo la última vez que te vio.
- Entonces ¿sabes todo? – ella bajo la mirada asintiendo y Alison apenas podía
creerlo. Liv supo desde un principio quien la había secuestrado y porque… de modo que
sabía también su procedencia. Christian al ver la futura discusión decidió meterse en
medio.
- Ahora no es momento para discutir, llevo días buscando a Liv y ahora que las
encontré juntas todo será mucho más fácil, deben saber todo lo que pasa.
Negándose a mirar a Liv a la cara, Alison guio a Christian a la cueva mientras Liv
dejaba a los caballos en una zona segura y los seguía hasta la cueva.
Christian les contó lo sucedido en aquellos días, los soldados consiguieron entrar
y esperaban que él llegara con los refuerzos después de haber partido el segundo día de
haber entrado a la ciudad hasta la zona costera para enviar cartas a los generales en las
demás ciudades. Quedo en encontrarse con ellos en la encrucijada donde se habían
dividido cuatro días antes, para guiarlos hasta el punto donde dejo al príncipe y los demás
hombres y poner en marcha el plan de ataque de Valdemar después de que este hubiera
evacuado sigilosamente a casi un cuarto de la población de Copenhague, esperando
pacientemente los refuerzos para evacuar al resto y librar el ataque contra los soldados de
su padre. Él había decidido seguir el camino donde vio correr a Liv la noche que los
atacaron con las abejas con la esperanza de encontrarla y alertarla del peligro. Pero ahora
que la encontró supo que empeoro las cosas para ella, y viendo a la que fue su hermana
con ella aumento aún más su ansiedad. Arriesgar la vida de Alison era lo último que
quería hacer.
Mientras tanto en el castillo de Kronborg un hombre sonreía ante la mirada
suplicante y temerosa del rey Federico que miraba impotente como un sirviente le
colocaba el cepo chino en los pies.
- No entiendo que conseguirás con esto, será obvio que todo fue planeado por ti y
no por mí cuando se den cuenta de que me torturaste hasta la muerte – el rey temía ese
instrumento de tortura más que cualquier otro, y estaban a punto de aplicárselo, debía
ganar tiempo de algún modo y liberarse de aquel sanguinario.
- No pienso matarte rey Federico – dijo el hombre tomando una copa de vino,
sentado frente a la silla donde habían atado al rey para aplicarle la tortura – solo quiero
divertirme un rato torturándolo… y en cuanto se den cuenta de que el que ordeno el ataque
a Copenhague no fue usted ya será muy tarde – sonrió disfrutando de su bebida – ya las
demás monarquías me apoyaran en derrocarlo declarándolo como represor de su propio
pueblo y enviándolo a pudrirse en alguna cárcel con criminales que lo mataran tan rápido
que no necesitare mancharme las manos con su sangre.
- Jamás te saldrás con la tuya.
- Si no lo has notado ya lo hice–sonriendo dio un último sorbo a la copa de vino –
espero que disfrutes el juguete que llego de china - y mirando al sirviente ordenó –
procede.
Este se colocó al lado de la manivela y aplico presión provocando un alarido de
dolor en el rey que hizo eco en toda la habitación siendo escuchado por alguien que no
debía estar allí. Luego de escuchar decidió que había bastado con eso para hacerlo
cambiar de parecer en la traición cometida al príncipe Valdemar y sin más ceremonia
tomo su caballo y se dirigió a alertarlo de los planes de aquel sádico…
Solo esperaba llegar a tiempo de evitar una catástrofe.
CAPÍTULO 13

- Por el momento esa es toda la información – decía Christian sentado en el suelo


dentro de la cueva, frente a el Liv intentaba tentativamente acercar su mano para tomar la
de Alison pero ella se separó hasta ponerse junto a él y alejarse de ella – solo nos quedaría
regresar por el camino hasta donde pacte con los refuerzos en encontrarme y partir hasta
la entrada este de la ciudad y llegar a tiempo para continuar con el plan del príncipe.
- Partiremos al amanecer – Alison levantándose tomo uno de sus arcos y un carcaj
dirigiéndose a la salida – iré a cazar la cena antes de oscurezca por completo.
- Amor espera
- No me llames amor, ahora no quiero verte.
Christian mirando toda la escena intervino cuando vio la capa negra colgada en un
pico de roca saliente al fondo de la cueva. - No es posible lo que mis ojos ven – ambas
mujeres voltearon hacia él mientras tomaba la capa y caminando a la salida se la puso a
Alison y mirando el cartel que guardaba en su bolsillo - ¿eres la cazadora? Alison dudo
un momento antes de asentir y devolverle la capa para disponerse a salir.
- Esto solo aumentara nuestras posibilidades de acabar con esta guerra y que la
gente nos apoye – tomando a Alison de los hombros mirándola a los ojos – cuando se
enteren que su reina se disfrazaba de bandida para protegerlos de los soldados reales te
miraran con admiración, ¡serás su heroína! – riendo – nunca lo hubiera imaginado de ti,
siempre fuiste muy torpe en todo lo que hacías pero tu reputación de acabar con pelotones
enteros dejando sus manos inservibles dicen que debiste aprender muy bien a utilizar un
arco – soltándola y mirando a Liv – tuviste una buena maestra.
- Yo no le enseñe mucho la verdad – tomando su mano, siendo soltada bruscamente
por Alison – Christian ¿podrías ir tú por la cena mientras yo hablo un momento con tu
hermana?
- No tenemos nada de qué hablar – haciendo ademan de marcharse y siendo tomada
de la cintura y cargada a la espalda por Liv – no soy la misma a la que le hiciste esto hace
años y puedo derribarte sin mucho esfuerzo así que suéltame – retorciéndose siendo
inmovilizada por una mano en su trasero. Christian rojo de vergüenza salió tomando el
arco que Alison tiro al piso cuando fue cargada por Liv y fue a atrapar la cena evitando
escuchar la confrontación entre ambas mujeres.
Liv camino hasta el fondo de la cueva con ella en brazos y sentándola en la cama
se sentó frente a ella tomando sus manos. - No ganaras nada con hablar – soltando las
manos de Liv – llevas todo este tiempo ocultándome algo tan importante como una guerra
contra las personas que yo intento proteger y ¿aún tienes la cara para decirme amor?
- Entiéndeme – tomando sus manos una vez más – estos días junto a ti fueron como
un sueño maravilloso del que no quería despertar.
- Esa no es una buena razón para ocultarme todo.
- ¡Claro que lo es! – levantando la voz saltando de la cama, paseándose por la cueva
con la palma de la mano sobre el rostro, caminando hacia ella y plantándole cara – dos
años en los que te creí muerta, llevando un gran peso sobre mí y un increíble dolor que
me aplastaba todos los malditos días que pensaba en ti. Nada mas quería volver a tener
una razón para sonreír y solo tú puedes hacerlo – arrodillándose ante ella –meterte en
una guerra es suicidio, como si todo este tiempo en el que tarde en encontrarte fuera en
vano… no voy a dejarte ir a una guerra – abrazándola, hundiendo su rostro en su cabello
– no puedo perderte otra vez – Alison suspirando, acaricio su espalda y le devolvió el
abrazo.
- No vas a perderme Liv – separándola para mirarla a los ojos – es mi deber proteger
a mi pueblo, aunque sea una bastarda soy la verdadera reina de este país y no puedo pensar
en mí ni en ti antes que en el bienestar de los demás.
- ¿Tu pueblo? – la ira amenazo con salir – ¿el mismo pueblo que tiene en él
hombres que intentaron violarte detrás de una iglesia? O ¿el mismo pueblo que te
perseguía para venderte al mejor precio siendo buscada sin motivo? Entiendo a ese pueblo
te refieres.
- No – levantando su mirada, acariciando su mejilla – el pueblo que tiene personas
como aquella niña que me salvo perdiendo la vida gracias a ello – la mirada de Liv se
contrajo y desvió si mirada a otro lado –mírame, las acciones de unos no pueden condenar
a los demás. El mal siempre estará entre nosotros intentando colarse en los corazones de
las personas bondadosas todo el tiempo, pero no por eso debo dejar de creer que todos
tenemos un lado bueno y amable en algún lugar dentro de nosotros – haciendo una pausa
cuando Liv se apoyó contra su hombro - la prueba viviente de ello es Christian, él pudo
haberme matado pero no lo hizo, me dejo ir y ahora lucha para ponerme en el trono que
me pertenece.
- Sí, pero ¿a qué precio?
- En toda guerra hay muertes que serán recordadas como héroes y otras como
opresores recibiendo su merecido pero no por eso se debe dejar de luchar por un mejor
lugar para vivir. Liv mi vida está con este país y su gente, no puedo negarme a participar
en la batalla aun si con eso corro el riesgo de perderla – Liv se alejó de su abrazo y
levantándose la miro a los ojos.
- Ven conmigo a Suecia, allí estaremos bien lejos de todo esto, mi familia es
poderosa y nadie se meterá con nosotras aunque sea por cuestiones diplomáticas –
extendiendo su mano hacia ella – huye conmigo.
- Liv – ignorando su mano – no puedo irme entiéndeme.
- Entonces me iré sin ti – Alison tembló de sorpresa – prefiero irme que quedarme
a ver cómo te matan o si sobrevives y llegas al trono no pienso ver cómo te casan con el
mejor postor – ella cambio su expresión y evito su mirada – ¿creíste que dejarían a una
mujer reinar sin un hombre a su lado? Pues bienvenida a la realidad mi reina Amalia –
haciéndole una reverencia – yo no pienso verte ser tocada por otro hombre y menos
teniendo a sus hijos, si vas a ser mía eso serás, solo para mí – levantando la voz – yo no
compartiré tu amor y tu cuerpo con alguien más solo por aparentar, y si por un minuto
creíste que lo haría puedes refrescar tu mente.
- No había pensado en eso, pero quizás podamos hacer algo para que funcione.
- No, me rindo – mirándola con tristeza – suerte en tu vida, puedes hacer con ella
lo que mejor te parezca pero en cuanto me veas cruzar la salida de esta cueva no volverás
a verme.
- Liv por favor no hagas esto – levantándose mirándola suplicante.
- Adiós Alison
Tomo sus cosas y camino hasta la entrada con la esperanza de que fuera con ella
pero al cruzarla sin ser detenida sintió su pecho contraerse de dolor. Con gran esfuerzo
siguió el camino hasta donde dejo a su caballo pero unos metros más adelante sintió a
alguien correr y abrazarse a ella.
- No te vayas – con la respiración entrecortada por la carrera – yo te amo a Liv –
llorando contra su espalda – quédate y lucha conmigo, cuando todo esto acabe le cederé
el trono a Valdemar y me iré contigo a Suecia lo prometo.
Al decir eso último Liv separo sus brazos y la tomó de frente en un beso antes de
abrazarla, levantándola del suelo. Se quedaron abrazadas un minuto que pareció eterno,
siendo interrumpido por ambas cuando iniciaron una danza lenta de besos, colgándose
Alison a su cuello sintiendo la rapidez con que latía su corazón contra el de Liv,
entregando una promesa en su beso.
- ¿Crees que Christian tarde al menos una hora o dos antes de atrapar la cena y
venir de regreso a la cueva? – dijo Liv cuando la separo unos segundos para respirar.
- ¿Qué tienes en mente? – sonriendo y besando su mejilla y luego su cuello,
jadeando cuando sintió a Liv levantarla contra su cuerpo e instintivamente cruzo sus
piernas alrededor de su cintura.
- Volvamos a la cueva – besándola a su vez en el cuello, caminando con ella
aferrada a su cintura.
Les tomo unos minutos llegar de vuelta a la cueva. Liv la acariciaba despacio, y
besándola la llevo con ella hasta la cama cayendo despacio mientras sus manos vagaban
dentro de su ropa, jadeando cuando Alison presiono su rodilla contra su centro llenando
su cuerpo de fuego devorándola, incrementando la intensidad del beso siendo cruelmente
separada por Alison.
-¿Qué pasa? - quiero hacer algo diferente – quitándola de encima y pidiéndole que
se sentara frente a ella en la cama – como sabrás soy tu reina, aún no coronada pero lo
soy – sonriendo al ver la mirada confusa y frustrada de Liv – vas a obedecer
absolutamente todas mis órdenes, de lo contrario tendré que castigarte – la mirada de Liv
se oscureció de deseo.
- ¿Qué tipo de castigo tiene previsto para mí si no obedezco su majestad?–
sonriendo y lamiéndose los labios. - lo pensare más tarde dijo mientras ponía una manta
doblada bajo su cabeza y se acostaba – ahora siéntate y no hagas ningún movimiento, solo
lo que yo te ordene ¿entendido?
- Si su majestad – bajando la cabeza en reverencia.
Liv estaba entusiasmada con la idea de ser castigada por Alison… hasta que creyó
morir quemada por lo que hacía dejándola a ella en un segundo plano. Lentamente
comenzó a acariciar su cuerpo sobre la ropa. Sus manos danzaron desde sus pechos,
bajando lentamente hasta su entrepierna donde haciendo un osado movimiento metió su
mano entre su pantalón y cerrando los ojos comenzó a tocarse allí mientras con su mano
libre acariciaba su pecho izquierdo.
Impaciente Liv se abalanzo sobre ella para besarla siendo bruscamente separada
por Alison. - Ahora mi castigo será peor súbdita desobediente – incorporándose se
desnudó la parte de arriba de su ropa dejando sus pechos al aire provocando una mirada
lujuriosa por parte de Liv lamiéndose los labios – promete que harás lo que yo diga sin
protestar o no volverás a tocarme.
- Pero – Liv la miro suplicante y al ver la expresión seria de Alison asintió y se
sentó nuevamente frente a ella.
Volvió a acostarse en la cama y jugó con sus pechos ahora libres, prestando
especial atención a las expresiones de frustración que hacia Liv mientras la miraba sin
poder hacer nada. Sonriendo cerró los ojos y volvió a meter su mano entre sus piernas,
estaba empapada y por la forma en que Liv respiraba supo que ella estaba igual de
empapada que ella. Arqueo su cuerpo cuando toco su clítoris, estaba especialmente
sensible y escuchó gemir a Liv lo que la puso más excitada. Abriendo los ojos cambio de
mano y comenzó a jugar con su pecho derecho y con su mano izquierda de frotaba
incesantemente entre sus piernas.
Su cuerpo empezó a pedirle más, y gimiendo movió más rápido las manos,
pellizcando su pezón y empezando a agitar el movimiento de sus caderas contra su propia
mano. Su cuerpo se tensaba a medida que aceleraba sus movimientos, podía escuchar los
sonidos de su mano frotando su humedad y los jadeos constantes de Liv le hicieron perder
la cordura. Abrió los ojos cuando sintió que su cuerpo se acercaba peligrosamente a la
cumbre del éxtasis y gimiendo su cuerpo se tensó haciéndola arquearse y cerrar sus ojos
mientras la fuerza de su orgasmo la dejó temblando disfrutando la sensación cuando los
espasmos comenzaron a cesar y se normalizaba su respiración. Cuando volvió en sí miro
el rostro de Liv sonrojado con la mandíbula apretada, su frente con gotas de sudor y sus
manos apretando fuertemente su pantalón.
- Quítame el resto de mi ropa – dijo sonriente, siendo atacada por las manos de una
desesperada Liv que le bajo los pantalones junto a la ropa interior y se abalanzaba sin
piedad contra su humedad, lamiéndola y aferrándose fuertemente a sus caderas – no,
espera no te… aaaah – gimió cuando Liv chupo su clítoris moviendo su cara hambrienta
contra su centro. Un nuevo orgasmo amenazaba con llegar a ella y haciendo un esfuerzo
intento soltarse de sus brazos, pero Liv la mantenía fuertemente agarrada y tener su boca
dándose un festín con ella dejaron salir gemidos cada vez más roncos de sus labios.
Retorciéndose contra ella trato de separarse mientras la ola se acercaba sin piedad contra
ella, haciendo un último esfuerzo logro separarse de ella y cerrar las piernas mientras se
sentaba sobre la cama intentando recuperar el aliento pero fue atacada nuevamente por
Liv segundos después de haberse separado de ella, siendo tumbada nuevamente en la
cama.
Abrió sus piernas con brusquedad, casi hasta hacerle daño y se sumergió
hambrienta entre sus piernas, chupando su clítoris sin piedad, quebrando su resistencia y
arrancando un fuerte grito de ella que resonó en toda la cueva mientras un fuerte orgasmo
se apodero de ella. Se retorció sin cesar contra su boca, tratando de separarse cuando aún
sumergida en las olas de su orgasmo Liv no separo su boca de entre sus piernas. Era
demasiado intenso pero la lengua insistente de Liv tenía otros planes, la penetro con ella
moviéndola frenéticamente en su interior, haciéndola aferrarse a las mantas y a su cabello
arqueando su cuerpo y moviendo fuertemente sus caderas contra ella. Todo su cuerpo
exploto en maravillosos destellos de placer dejándola exhausta e inmóvil en la cama
mientras Liv se desnudaba y se pegaba a ella para besarla antes de bajar a morder su pezón
izquierdo.
Alison apenas recuperada sintió un fuerte cosquilleo entre las piernas y su cuerpo
responder nuevamente. Suspirando de deseo tomó a Liv volteándola, quedando sobre ella
mientras la besaba metiendo dos dedos en su interior, sintiéndola empapada, caliente y
apretada. Sabía que estaba por acabar, lo sentía en su respiración entrecortada y los
movimientos pélvicos de sus caderas. Sonriendo para si se preparó para darle su castigo.
Se separó de ella dejándola jadeante y gruñendo de frustración.
- Por favor amor – Liv intento atraerla hacia ella en vano – ya no puedo aguantar
más.
- Desobedeciste mis órdenes y ahora recibirás tu castigo.
Liv no recordaba la última vez que había soportado tanto tiempo la espera de un
orgasmo. Alison la torturo dejándola al borde cerca de una hora, provocando sollozos de
necesidad en ella. Pequeñas gotas de lágrimas salían de sus ojos mientras una vez más la
dejaba en la cima del orgasmo para luego dejar de tocarla. Ya no soportaba un minuto
más, por acto reflejo llevo sus manos entre sus piernas para provocarse ella misma su
orgasmo, siendo detenida por Alison que la levanto de la cama, la puso de frente contra
el frio muro de la cueva y colocándose tras ella comenzó un asalto en sus pechos y en su
centro, moviendo furiosamente los dedos en su interior, llevándola rápidamente a la
cumbre de placer, movió las caderas furiosamente mientras era mordida en el cuello, sus
manos se movían cada vez más rápido y dejando sus pechos utilizo su mano libre para
frotar su clítoris mientras sus dedos la asaltaban dentro.
Eso fue suficiente para acabar con su control. Tenso su cuerpo y gritando con más
fuerza de la que alguna vez en su vida lo hizo le llego el orgasmo más intenso de toda su
vida. Sus piernas se volvieron gelatina siendo sostenida por una sonriente Alison,
mientras el orgasmo recorrió su cuerpo casi dos minutos seguidos. Casi se desvaneció en
sus brazos tratando de normalizar su respiración y era llevada nuevamente a la cama.
- Dios – suspirando – eso fue increíble amor – sonriendo con los ojos cerrados
contra su pecho.
- No seré tan buena contigo si vuelves a desobedecer mis órdenes.
- Oh, le prometo su majestad que no volverá a pasar – levanto el rostro y beso sus
labios – no podría soportar esa tortura nunca más en mi vida.
- Mas te vale – riendo y abrazándose a ella, devorándola en un beso cuando fueron
interrumpidas por un carraspeo.
- Disculpen la interrupción – Christian desvió la mirada mientras Alison gritaba de
susto y Liv tomaba rápidamente una manta para cubrirlas a ambas con ella – atrape varios
faisanes y un par de conejos así que tendremos una buena cena, pero por lo visto ustedes
ya comieron – soltando una carcajada, provocando que Alison se cubriera el rostro con
las mantas y Liv sonriera apenada – las dejare en lo suyo, pónganse decentes mientras
doy otra vuelta.
Alison sonrojada miro a Liv que tenía los labios apretados. Sin poder contenerse
ambas soltaron una carcajada que duro varios segundos. Liv se recostó sobre la cama con
una mano detrás dela cabeza y Alison se acostó sobre su pecho aun sonriendo.
- Qué vergüenza, no sé cómo podré mirarlo a la cara de nuevo.
- Mira el lado bueno amor – dijo Liv colocando su brazo sobre su espalda, besando
su cabello – podría haber llegado hace cinco minutos – volvieron a reír, siendo silenciadas
cuando Alison subió hasta ella y la beso profundamente unos minutos para separarse
después, levantándose con dificultad de la cama, buscando sus ropas para vestirse y poder
encender el fuego y preparar la cena antes de que oscureciera.
La noche en Copenhague parecía que sería la más fría de todo el año, mientras
Valdemar se escabullía sigilosamente entre las casas de la ciudad que no eran vigiladas.
Una familia de jóvenes padres esperaba al otro lado, saliendo por la puerta trasera junto
con otras que también eran evacuadas por otros oficiales. Con cuidado de no ser vistos se
miraron y asintieron emprendiendo el camino hasta las alcantarillas para sacarlos. En
pequeños grupos separados se dirigieron por la oscura y silenciosa calle siendo apenas
iluminada por la luna, que implacable parecía advertirles del peligro a su alrededor.
Se detuvieron cuando escucharon unas voces provenientes de una de las esquinas
cercanas a la prisión. Valdemar hizo señas de permanecer callados mientras caminaba en
dirección a los guardias sigilosamente. Asaltándolos por sorpresa corto el cuello de uno
de los hombres tomándolo por la espalda y clavo la daga en su cuello antes de que el otro
pudiera alertar a los demás. Los tomó a ambos de las manos y los jalo metiéndolos en una
casucha casi en ruinas que vio frente a él, colocándolos cuidadosamente dentro y
limpiando la sangre con la camisa del uniforme de uno de ellos, y cuando hubo terminado
volvió por los demás dando orden de seguir llegando sin más problemas hasta las
alcantarillas, dando sacos de alimentos a cada familia mientras eran escoltados por los
soldados que esperaban fuera de allí. Le sorprendió ver al teniente Julius sentado en el
suelo que se levantó rápidamente al verlo llegar.
- Príncipe tengo noticias para usted – bajando la mirada le entrego unos papeles –
¿podemos hablar en privado?
- Sígueme
Lo dirigió hasta la prisión y se situaron detrás de las mazmorras mientras leila los
papeles, sorprendiéndose y mirando al teniente indignado.
- ¿Quién planeo todo esto?
- Fue el almirante Krob van Hersmish – bajando la mirada – creí que podía confiar
en él, y pido perdón por mi error su majestad. El almirante quiere convertirse en rey por
la fuerza y si obtiene la ayuda internacional de otras monarquías Dinamarca estará peor
que con su padre.
- ¿Dónde está mi padre? – mirando severamente al teniente.
- El almirante lo tiene cautivo en el castillo, lo está torturando todos los días pero
lo mantiene con vida.
-¿Y mi hermano?
- Él está bien, lo enviaron a casa de la familia de su difunta madre antes de atrapar
al rey – levantando la mirada - ¿Qué podremos hacer para evitar que se salga con la suya
príncipe?
Valdemar miro al cielo en busca de sabiduría para enfrentar aquello y sin más se
le ocurrió la forma de salir de aquello.
- Vamos a la prisión, necesito papel y pluma – dirigiéndose ambos hasta el pasadizo
donde guardaban los suministros, se sentó a la mesa y comenzó a escribir una carta para
cada monarca y las vertiendo cera de vela sobre la carta las presiono con el sello real
únicamente usado por su tío cuando había peligro en la nación. Él convivio muchas veces
con dichos monarcas junto a su tío desde que era pequeño y sabía que no dudarían en
ayudarlo – trata de enviar esto por barco lo más rápido posible que puedas, y desvía las
cartas del almirante antes de que sean enviadas a su destino.
- Yo soy el mensajero – sonrió el teniente – esas cartas no zarparan sin mí, tenga
por seguro que cumpliré mi deber y una vez más pido disculpas, que dios y el cielo lo
protejan siempre príncipe – admirado hizo el saludo militar antes de continuar – es un
príncipe digno, su abuelo y su tío estarían orgullosos al ver todo lo que está haciendo por
la nación.
- Buen viaje teniente
Julius salió de la prisión y se dirigió a la salida por las alcantarillas, sin notar que
era seguido… fue demasiado tarde cuando lo noto, un cuchillo cortaba su cuello y lo
apuñalaba en la espalda mientras su asesino tomaba las cartas y las hacia añicos
metiéndolas en una bolsa y escondiéndolas en un hoyo de la pared de roca, cubriéndolo
todo con la enredadera que estaba sobre ella.
Con su último suspiro de vida maldijo en gaélico a todos los que traicionaran al
príncipe y lanzo una oración al cielo deseando buena ventura para él y la princesa Amalia
donde quiera que esté. La sangre corrió en el suelo alrededor del teniente formando una
hilera detrás de su cabeza en una promesa silenciosa divina de cumplir su voluntad.
La caída de los tiranos se acercaba.
CAPÍTULO 14

- Esto esta delicioso – decía Alison mientras daba otro mordisco a un muslo de
faisán.
Después de superar la vergüenza anterior al ser descubiertas, Christian desplumo
y limpio a las aves, clavándolas en varas junto al fuego que Liv encendió.
Fuera de la cueva hacia demasiado frio por lo que no se preocuparon de ser
visitados por animales de madrugada buscando los restos de la comida que disfrutaban.
- Ya solo queda partir mañana hasta el lugar pactado con los refuerzos – Christian
daba un gran mordisco al pan que Alison dio de su reservas y luego daba un mordisco a
la pechuga de faisán – trata de no llevar muchas cosas contigo porque tenemos que viajar
ligeros para pasar inadvertidos por el lado este de la ciudad.
-Está bien
- Solo iremos con una condición – Liv dejo su comida junto a su plato mientras los
dos la miraban aun comiendo – no se dirá que Alison es la princesa Amalia y menos que
es la cazadora, ¿entendido?
- ¿Por qué amor? ¿no crees que sería más alentador para ellos saber que estoy
luchando a su lado? – Alison después de tragar, también dejando su muslo en su plato.
- Concuerdo con ella – Christian limpiando sus manos termino de comer y puso las
sobras en su plato a su lado – tener a tu futuro monarca luchando a tu lado como uno más
te levanta el espíritu.
- No confío en ningún soldado Chris, ya no eres buscada como fugitiva porque ese
cartel dese busca fue eliminado por Chris, pero eres buscada como la cazadora – Alison
comprendió y mirando a Christian el asintió – nunca sabremos quién es leal a Valdemar
y quien a su padre el rey, además imagino que todos esos soldados están al tanto de que
la cazadora ha estado matando y dejando sin habilidades a otros soldados al atravesarles
las manos o ¿me equivoco?–al ver las expresiones de ambos continuo – pudiste haber
herido a algún familiar o amigo cercano y buscaran vengarse. Por eso mi condición es
ocultar tu identidad hasta que sea seguro hablar y estés en el trono, mientras tanto solo
serás la hermana rebelde del alcalde de Copenhague.
- Tienes razón – mirando a Alison sonriendo a medias – parece que volveremos a
ser hermanos ante la ley.
- Será divertido – sonriendo ella a su vez – por cierto no me has contado que has
hecho todo este tiempo ni que fue de la vida de don Alejandro.
- ¿El hombre con el que intentaron casarte? – pregunto Liv mientras comía.
- Si, ¿Qué paso con el después de todo este tiempo?
- Bueno la verdad es bastante triste – dijo Christian tomando un sorbo de agua –
poco después de tu huida todos se burlaron de él por haber dejado marchar a su futura
esposa, se puso realmente furioso y pago para que te buscaran pero sin resultados –
sonriendo y sacudiendo la cabeza – hasta hace unos meses su amante Sissi Laflour ¿la
recuerdas? –Alison asintió–lo dejo completamente desvalijado, junto con todas las joyas
que él le regalo mas el dinero que tenía en su caja fuerte, huyo del pueblo con su capataz
– provocando la risa general – según me conto un mensajero tuvo que vender varias de
sus tierras para poder reponer todo lo que ella se llevó y vive casi en la ruina.
- Al menos tuvo su merecido – sonriendo Liv le dio un leve codazo a Alison – y tú
el tuyo – dándole un pico.
- Deja de reírte, pobre viejo… gracias a dios pude escapar de él.
- Lamento mucho todo eso Alison, fui cegado por la codicia y me avergüenzo de
mis actos – dijo Christian bajando la mirada un momento antes de subirla y mirarla a los
ojos – espero que cuando seas reina no me trates muy mal por ello.
- No te preocupes – sonriendo e ignorando la mirada de hastío de Liv.
Continuaron su charla hasta casi la media noche, donde se enteraron del bebé de
Christian y que gracias a dios su esposa se lo había llevado de vacaciones a Luxemburgo
semanas antes de que los soldados reales tomaran Copenhague. Planearon su ruta de ida
más cercana y menos transitada hasta la encrucijada pactada con los refuerzos y poder
esperar tranquilamente sin ser molestados por los curiosos o vistos por los soldados reales
que custodiaban el camino de entrada a la ciudad.
Christian miraba el cielo al despuntar la mañana. Después de la cena y la charla
con ellas concilio el sueño por unas horas antes de levantarse sobresaltado por el sueño
recurrente que venía acechando su mente desde hacía semanas. En él la guerra traía
consecuencias no solo en Dinamarca sino también a sus países hermanos, donde la
hambruna, enfermedades y escases amenazaban con acabar con ellos. Su hermana, el
príncipe, Liv e incluso él mismo morían en batalla por las fuerzas invasoras aliadas del
rey, temía que aquello fuera una premonición de lo que estaba por ocurrir pero confiaba
su fe y su alma en dios para que todo aquello fuera simplemente un sueño. Los primeros
rayos del sol se asomaban por encima de la cueva y sonrió. Después de todo ese tiempo
quizás pudiera tener una buena relación con Alison y podría compensarla por todo el mal
que le hizo en el pasado, esa sería su redención. Entro a despertarlas y desvió la mirada,
Alison descansaba sobre Liv mientras ella tenía el rostro de frente a su cabello y la
abrazaba sobre las mantas. Aun no comprendía esa clase de amor entre personas del
mismo sexo pero no estaba en contra.
Se veían tranquilas juntas pero debía despertarlas si querían llegar a la encrucijada
a tiempo de encontrarse con los soldados antes del anochecer. Se dirigió hasta ellas y las
llamó.
- Alison… Liv despierten – ambas mujeres ni se movieron – chicas, ¡despierten! –
alzando mas la voz pero ni se inmutaron. Comenzaba a impacientarse cuando se le ocurrió
una idea, busco entre las cosas de Alison y encontró un cono al que fácilmente le abrió
un hoyo en la punta y poniendo la parte grande justo frente a sus rostros grito a todo
pulmón - ¡DESPIERTEN!
Liv pego tal salto que Alison salió despedida de su pecho, golpeándose levemente
la cabeza con la pared de la cueva, gimiendo de dolor.
- Maldito seas Chris – decía Liv mientras tomaba a Alison en sus brazos y revisaba
su cabeza – ¿Estás bien amor? – pregunto besando su mejilla.
- Sí, estoy bien – mirando a Christian reír – no es gracioso, pudiste matarnos.
- Como sea tortolitas, es hora de irnos si queremos llegar a tiempo – añadió – lleven
la menor cantidad de cosas que les sean posibles, tenemos que pasar inadvertidos y solo
lo lograremos si llevan pocas cosas que puedan delatar nuestra posición – saliendo de la
cueva – daré una vuelta para buscar los caballos, las esperare junto al árbol donde nos
encontramos la primera vez.
Liv bostezo y estiro el cuerpo antes de levantarse y buscar sus cosas, Alison tardo
más tiempo por el aturdimiento que le dejo el golpe. Al salir Alison llevaba con ella un
par de arcos, varios carcaj llenos de flechas y Liv solo con su espada, dejando la ballesta
en la cueva.
Se encontraron con Christian mientras este les daba de comer a los caballos y les
lanzaba un par de manzanas a ambas para que desayunaran, entre tanto ambas masticaban
hojas de menta que Liv siempre llevaba con tranquilamente hasta ella. Subieron a los
caballos y partieron el lugar pactado. La brisa del amanecer acariciaba sus mejillas como
si les deseara buen viaje mientras las horas iban pasando bajo las patas de los caballos.
Alison se abrazó a Liv, acordó dejar la capa guardada en el bolso hasta que fuera necesario
usarla y estaba muriendo de frio. Ella lo entendió y parando a dejarles beber y descansar
a los caballos saco una de las mantas y se acurrucaron junto a un arroyo.
- Príncipe el alcalde dijo llegar con los refuerzos mañana, ¿cree que debamos
esperarlos en la entrada y traerlos hasta aquí?
- No – mirando al soldado – él sabe cómo llegar aquí, los guardias están más alertas
desde que mate a aquellos dos hombres, esperemos que lleguen aquí y si es astuto como
sé que es, llegara de noche y quizás creando alguna distracción… te sorprenderías de lo
sigiloso que puede ser Christian.
- Como ordene su majestad –haciendo el saludo militar, saliendo de la guarida.
Valdemar siguió estudiando el mapa de la ciudad pensando en la mejor estrategia
para acabar con todos los guardias al mismo tiempo sin perder gran parte de la ciudad,
para poder marchar hasta el castillo real y lanzar el ataque final. Le sorprendía que las
cosas estuvieran tan tranquilas a pesar de la magnitud de la situación, sus soldados
enviaron cartas afirmando que otras ciudades y pueblos de Dinamarca estaban bajo ataque
de los soldados reales pero siendo repelidos por sus leales. Le intrigaba que en todos los
informes dijeran que se retiraron después de un primer ataque.
Algo le daba mala espina, quizás el almirante Krob no quería un baño de sangre
pero el acabar con la guardia en Copenhague le daría fácil acceso a las carreteras que
daban hasta el castillo. Según el teniente Julius su padre estaba cautivo en el castillo de
Kronborg que estaba a cincuenta kilómetros de distancia de Copenhague en Helsingor
que se conectaba con Helsingborg en apenas unos veinte minutos de viaje en barco. El
problema era que para poder llegar allí tenían que recorrer algunos kilómetros de mar y
serian fácil de ver por los centinelas del castillo… el desgraciado había pensado bien su
plan al ir hasta allí.
Sin embargo sonrió, Copenhague ideando mientras continuaba trazando el mapa
de estratégicamente lo que harían en cuanto llegaran los refuerzos. El almirante aún no lo
sabía pero estaba por caer. - Es aquí – dijo Christian cuando se detuvieron a descansar a
unos metros de la encrucijada – descansen un poco mientras yo hago guardia hasta que
lleguen los soldados.
Ambas asintieron y bajando de tirano, se estiraron y colocando una manta en el
suelo acostándose la una junto a la otra, cerrando los ojos a la espera de los demás. El día
se les hizo pesado mientras avanzaban, la suave brisa había dado paso a una fuerte ola de
calor húmedo que les dificulto la respiración durante el camino, nada agradable.
Un par de horas más tarde escucharon el trote de unos caballos y se levantaron
guardando sus cosas mientras Christian detenía a los hombres y les daba la mano en señal
de respeto. Liv supo cuando los hombres las vieron porque inmediatamente una horda de
silbidos se alzó entre ellos.
- No sabía que tendríamos mujeres para entretenernos antes de la batalla – dijo uno.
- Yo pido a la más alta – dijo otro.
- Comparte a esa con los demás, yo pido a la pelirroja
Roja de ira Liv saco su espada y cuando iba a arremeter contra ellos Christian la
detuvo. - Caballeros les pido respeto por favor, estas mujeres son mi hermana y … una
guerrera de nacimiento Lively Goumas, nos apoyaran en la batalla con sus ideas tácticas
de ataque – mirando a los que discutían por ver quien se quedaba con quien – y mi
hermana es muy buena en combate cuerpo a cuerpo, además de que nunca falla con su
arco.
Los hombres se miraron unos a otros antes de reír todos a carcajadas siendo
silenciados por el grito del general al mando. - ¡Firmes! – saliendo a su encuentro – pido
disculpas por el comportamiento de los soldados, son nuevos reclutas y no saben nada del
honor ni respeto, y no quiero sonar machista pero el campo de batalla no es lugar para
mujeres.
- Le aseguro que son buenas en lo que hacen – mientras le sonreía a Alison – escoja
un objetivo y ella lo derribara sin dificultad.
- Muy bien –miro a su alrededor y vio a cien metros de ellos el vuelo de un ave –
dispárele a ese objetivo y si lo derriba la considerare una igual.
Alison sonrió y tomando una flecha apunto al objetivo en movimiento, prestando
atención a la trayectoria del viento y el vuelo del ave soltó la flecha que después de unos
segundos dio justo en el blanco, derribando a la pobre ave sintiendo lastima por ella.
- Sorprendente – sonriendo satisfecho en general – y esta señorita ¿qué puede
hacer? – refiriéndose a Liv.
- Ella sabe de tácticas de guerra y muy buena en el combate cuerpo a cuerpo como
mi hermana.
- Bien – mirando hacia sus soldados – Morlock, un paso al frente – siendo
respondido por un enorme hombre casi el doble del tamaño de Liv – quiero una
demostración de lo que puedes hacer y trátala como si fuera un hombre más.
Dicho esto el hombre corrió hasta Liv siendo esquivado por ella que al poner un
pie en la trayectoria de sus pies lo hizo caer el piso, provocando la risa en general y la
furia en el soldado. Se levantó y bloqueo un ataque de la espada de Liv mandándola lejos,
provocando la preocupación de Alison al verla desarmada pero esto no la hizo retroceder.
Morlock el agarro después de la cintura siendo sorprendido cuando Liv enredándose en
su cuerpo lo rodeo como un gusano, agarrándolo detrás de la cintura desplazándose detrás
de él y haciendo uso de toda su fuerza lo lanzo lejos rodando por el piso. Haciéndose el
silencio y luego aplausos al ver tal control de las artes marciales en una mujer.
- Mujeres como ustedes harían grandes guerreros a todos los hijos que tengan y los
más felices hombres del planeta a quienes tengan la suerte de desposarlas – dijo el general
haciendo un asentimiento como reverencia, provocando con eso ultimo una risa entre
Christian, Liv y Alison - ¿Qué tiene de gracioso?
- Nada general, por favor debemos partir de inmediato antes de que anochezca para
acampar en las cercanías de la entrada este del castillo, pero antes debemos camuflarnos
con la naturaleza para no ser vistos, síganme.
Sin más partieron, no sin antes llenarse de barro y hojas haciéndolos invisibles a
los ojos humanos, incluso cuando se acostaron en el suelo mientras pasaba un rebaño de
ovejas con su pastor fueron invisibles ante este. Los caballos fueron guiados por Christian
y otros soldados en la parte más difícil de llegar a la puerta para no ser escuchados y Liv
los guio a todos siguiendo el mapa que Christian le dio, llegando a solo diez minutos antes
de que oscureciera, encendiendo un fuego en general para todos cuando llegaron Christian
y los otros junto a ellos. Después de todos cenar se acostaron en mantas en el suelo, el
general en una tienda junto a otros oficiales, Christian revisaba papeles de guerra cerca
del fuego mientras Alison y Liv permanecían la una junto a la otra sobre las ramas de un
árbol.
- Iré a orinar – dijo Alison bajando del árbol – quédate aquí no me perderé.
Dirigiéndose hasta el claro unos metros más allá del campamento, tratando de
alejarse lo más posible de los soldados. Mientras dos de ellos la vieron marcharse
hablando entre sí.
- Daría lo que fuera por una noche con ella.
- ¿Y quién no? Pero déjate de tonterías y duerme, mañana tenemos un largo camino
que recorrer.
- No lo sé, creo que iré tras ella, quizás si se lo pido con delicadeza o promesas de
matrimonio se deje hacer – sonriéndole a su compañero.
- No te busque problemas con el general – mirándolo con seriedad – además si
intentas algo quizás aquella fiera que usa espada te arranque la piel lentamente. Parecen
muy unidas.
- Ella está muy tranquila durmiendo en esa rama – apuntando hacia ella, varios
metros lejos de ellos – no se dará cuenta de nada, me arriesgare – levantándose.
- Es tu problema, después no te quejes de tu castigo.
Haciendo gesto indiferente siguió el camino de la mujer llamada Alison, le gustaba
un montón y desde que la vio por primera vez se había convertido en una erección con
piernas… pensaba ponerle remedio a eso ahora mismo. La miro estirándose detrás de un
árbol y se sobresaltó cuando lo miro llegar hasta ella.
- ¿Qué hace usted aquí?
- Venía a verte – dijo acercándose – quería decirte que eres una mujer muy
hermosa, quede prendado de ti nada más verte y me gustaría hacerte mi esposa en cuanto
esta guerra acabe – sonriéndole con galantería, esperando obtener una sonrisa pero solo
vio una expresión de fastidio en ella.
- No, gracias y buenas noches – pero él la detuvo – si no te quitas de en medio te
partiré los brazos.
- Que agresiva – dijo acercándose más – tú necesitas de un hombre que sepa
domarte y yo estoy más que calificado para el trabajo –se abalanzo a besarla pero fue
brutalmente levantado del suelo por los hombros y lanzado al aire lejos de ella.
- Morlock – dijo mientras se levantaba - ¿Por qué me haces eso?
- El general pidió tratar a las mujeres como iguales – mirándolo severamente –
respétalas si no quieres que te acuse con el general y te regresen a barrer el palacio.
- Aguafiestas – caminando a su lado y regresando a su lugar.
- Gracias – le sonrió Alison besando su mejilla y regresando hasta el árbol donde
Liv la esperaba sin decirle nada de lo sucedido porque lo más seguro era que fuera por el
soldado que intento engatusarla y le arrancaría los brazos.
Mientras tanto en las cercanías al escondite del príncipe en Copenhague, el general
Christensen reunía información para enviarla al almirante, tratando de frustrar los planes
del príncipe. Le pareció extraño que las tácticas del príncipe fueran reunirlos a todos en
un punto escondido en la parte boscosa de la ciudad y atacar desde allí sin ser vistos pero
al recordar el resultado de sus tácticas anteriores que en ese entonces también le habían
parecido ridículas no hizo caso alguno y envió las cartas con un mensajero.
En eso, era observado por un hombre que sin ser visto se escabulló de vuelta al
campamento. - El traidor pico el anzuelo su majestad, acaba de enviar las cartas con las
tácticas falsas.
- Bien hecho soldado – tomando una medalla del medallero que llevo consigo del
depósito de la prisión – al acabar la guerra serás ascendido al rango de teniente general.
- Gracias su majestad – sonriendo – si sus sospechas son ciertas él fue quien asesino
al teniente Julius.
- Hiciste bien al avisarme solo a mí cuando encontraste el cuerpo esta mañana,
continúa vigilando sus movimientos y con quien de los soldados habla más seguido.
- A la orden – haciendo el saludo militar, salió del escondite.
Valdemar se levantó y tomo la mitad de un vaso de vino sin respirar, sonriendo
después satisfecho… si el almirante creía que se saldría con la suya estaba muy
equivocado.
- Jaque mate almirante Krob – levantando su copa al aire.
CAPÍTULO 15

- No entiendo porque llevamos horas esperando aquí


- Shhh – Christian pidió silencio al soldado mientras aguardaban a las afueras de
las alcantarillas a recibir la señal.
Le sorprendió ver vigilancia en las inmediaciones y por tanto tuvieron que
mantenerse ocultos hasta que se marcharan los vigilantes. Todos estaban impacientes por
entrar a la ciudad y con toda razón… el tiempo que les tomo llegar hasta allí se vio casi
frustrado por un grupo de centinelas que vigilaban a un kilómetro de las alcantarillas.
Afortunadamente lograron silenciarlos antes de ser vistos. No le gustaba que corriera tanta
sangre pero era un mal bien habido si esos soldados no eran más que mercenarios… lo
noto por las medallas que llevaban colgadas al cuello grabadas con el símbolo de una
banda de mercenarios con la que había batallado el poco tiempo de su alcaldía.
Cuando los centinelas recorrieron el camino una última vez y regresaron de donde
llegaron salió cuidadosamente y trepando en un árbol le salió un silbido igual al grito de
un águila. Segundos después fue respondido con dos silbidos más y volviendo la mirada
asintió saliendo todos de su escondite y entrando por las alcantarillas mientras Liv y
Alison miraban a todos lados por si regresaban.
Inmediatamente después de entrar siguieron al soldado que los guio hasta la prisión
donde fueron recibidos por el príncipe y otros veinte hombres.
- Siempre supe que lo lograrías – Valdemar estrecho la mano de Christian y al ver
a Alison se sobresaltó – ¡la encontraron!
- Escúchame – abrazándolo mientras susurraba a su oído – nadie debe enterarse
aún de que es la heredera al trono, por ahora es mi hermana ¿entendido?
- Por supuesto – soltándose – me alegro de que encontraran a tu hermana –
acercándose a Alison – dichosos los ojos que te ven, un placer soy Valdemar – tomando
su mano para besarla y sonreírle – eres una mujer muy hermosa.
- Gracias, tú también – esto último provoco que el ceño de Liv se frunciera.
- Nunca me habían dicho que soy hermoso – riendo – pero basta de formalidades,
tenemos una importante estrategia que poner en práctica al anochecer, por supuesto ya
todo el trabajo pesado esta hecho, solo queda la parte más fácil.
Todos siguieron al príncipe por las inmediaciones de la prisión, ocultándose con
dificultad ya que apenas estaba por oscurecer. Al llegar a su escondite todos se sentaron
como pudieron mientras colocaba frente a él un mapa de la ciudad con marcas de tinta en
el.
- Como ven las entradas están completamente vigiladas, afortunadamente logramos
evacuar a la mitad de la población por lo que los daños colaterales serán en teoría mínimos
– ante la mirada atenta del general Christensen – enviare ahora mismo un escuadrón
formado por cuarenta hombres, deben permanecer allí vigilando que no entren soldados
mientras nosotros cargamos la pólvora y atacar con catapultas que el capitán Jensen está
terminando en este momento. – Todos asintieron – bien, a los que nombre levántense y
den un paso al frente – y así fue nombrando uno a uno los hombres fieles a el traidor
poniendo énfasis al final – al mando de ellos estará el general Christensen, y ahora
caballeros manos a la obra.
- Como ordene su majestad – dijeron todos los soldados al unísono tomando los
cargamentos de pólvora y armas para dirigirse al punto marcado por el príncipe.
Diez minutos después de que se marcharon saco otro mapa y ante la mirada confusa
de los demás procedió en su explicación. - Caballeros – mirando a Liv y Alison – y
damas, el plan era que los traidores mordieran el anzuelo.
- ¿De qué traidores habla su majestad? – preguntó el general Sylas.
- Lamentablemente el almirante Krob junto al general Christensen y otros soldados
pretenden tener a mi padre como un títere para derrocarlo en beneficio propio.
- No comprendo
- El almirante Krob tiene a mi padre cautivo en el castillo de Kronborg, y fue él
quien lanzo el ataque a Copenhague haciendo creer que fue mi padre pero lo descubrimos
a tiempo – mirando a todos con caras atónitas – ahora lo importante, no tenemos mucho
tiempo así que tratare de ser breve – señalando un punto en el mapa – aquí en la plaza se
la pasan la mayoría de los guardias a las nueve de la noche para beber y comer, es decir
en una hora – mirando hacia los soldados de infantería – ustedes vestidos de civiles
crearan una distracción derribando los barriles de bebida y corriendo hasta este punto –
señalando en el mapa – al llegar aquí cruzaran por esta esquina a modo de evitar a los
arqueros. Una vez que lleguen a este punto y la plaza quede limpia ustedes – señalando a
la caballería – pasaran por este otro punto de vigilancia haciendo que los guardias los
sigan.
- No entiendo cómo podremos liberar la ciudad con distraer unos guardias – dijo
Liv.
- A eso voy –sonriéndole–lo mismo harán los de artillería y arquería en estos puntos
– señalando el mapa a uno y otro respectivamente – si se dan cuenta todos los soldados
irán tras ellos llevándolos concretamente al lugar donde están aguardando los traidores
armados, después deberán tomar rápidamente estos caminos que los dejaran fuera del área
donde estarán los traidores – todos asintieron – es aquí donde quiero al mejor de sus
arqueros.
- La mejor es ella – exclamó el general Sylas – la hermana del alcalde.
- ¿En verdad? – poniendo expresión de sorpresa.
- Sí, pero no dejare que haga nada riesgoso así que dime que tienes en mente y veré
si acepto o no – dijo Liv.
- No pondría en riesgo a … - mirando a Christian – la hermana del alcalde –
mirando a Alison – tu estarás en este árbol a cien metros de distancia del lugar de
encuentro entre todos los guardias, en este punto de aquí - señalando el mapa – hay una
pila de pólvora que rodea cuatrocientos metros cuadrados de terreno en un círculo. El
plan es que aciertes justo allí con una flecha en llamas en el momento exacto cuando
lleguen los guardias.
- Pan comido – sonrió Alison.
- ¿Pretende volar todo el lugar con los soldados allí príncipe?
- Todo lo contrario teniente – mostrando el área de detonación – una vez que todos
lleguen y sea disparada la flecha, habrá una detonación en cadena que mantendrá a los
soldados dentro del área de explosión mas no los matara – marcando con tinta un enorme
círculo alrededor del lugar en el mapa – cuando todo acabe los soldados se verán rodeados
por un cráter de siete metros de profundidad alrededor de ellos, estarán atrapados pero no
muertos – pensándolo un poco – espero que no haya muertes.
- Brillante como siempre su majestad – el teniente Jensen llegaba con un arco y
una antorcha – hay un pequeño fallo en su plan, ¿Qué hay de los altos mandos que estarán
en la base real?
- Una vez que empiecen las persecuciones los soldados de asalto irán conmigo para
dejar inconscientes a los arqueros por aquí – señalando un punto en el mapa cerca de la
base – una vez que lo logremos entraremos a la base y esposaremos a todos los altos
mandos.
- Bien, ¿quién usara el arco en llamas?
- Yo – Alison levantó la mano mientras le era entregado.
- Es una flecha especial que diseñe, tiene una cavidad llena de alquitrán en la punta
que la mantendrá encendida sin importar lo rápido que vaya a su objetivo ni el viento que
sople a su alrededor cuando lo haga.
-Muchas gracias.
- Están al tanto de sus funciones – todos asintieron – en marcha.
Una hora después con todos en sus posiciones iniciaron el ataque al grito de un
águila. Todo ocurrió como una persecución en cadena, los primeros hombres llegaron a
la plaza gritando – abajo la tiranía – derribando los barriles de vino y siguiendo el plan,
corrieron por el estrecho camino hacia el lado oeste de la ciudad que lindaba con el
bosque, perseguidos por los guardias furiosos. Así sucesivamente en los otros tres puntos,
siendo los guardias ajenos a que todos ellos corrían en las mismas direcciones pero desde
puntos diferentes.
Valdemar escaló la torre cercana a la base real donde los arqueros caminaban
alrededor del lugar aún sin notar todo el ajetreo en las inmediaciones de la ciudad.
Sigilosamente sorprendiendo al primer guardia le asestó un golpe en la nuca que lo dejo
fuera de combate en el piso, avisando con el ruido a los otros vigilantes que
inmediatamente lo apuntaron con sus arcos y otro de ellos corría a sonar la alarma para
alertar a los demás antes de ser alcanzados por una lluvia de flechas que llegaron de las
casas frente a ellos. Con todo controlado lanzó un silbido siendo sucedido por la carrera
de cien hombres derribando las puertas de la base mientras corría hacia la entrada bajo la
torre dando paso a los demás.
El ataque tomó por sorpresa a los hombres que degustaban su cena y la compañía
de hermosas mujeres junto a ellos. Ellas gritaron y corrieron asustadas, dejando caer de
espaldas a uno de los hombres provocado por la rapidez con la que se levantaron de sus
piernas mientras los soldados que aún no estaban completamente ebrios se lanzaban al
ataque contra ellos inútilmente… los superaban en fuerza, coordinación y cantidad.
Valdemar desvió el ataque de uno de los generales que conocía desde niño cuando éste
lo atacó con su espada, teniendo que doblar la mitad de su cuerpo cuando ésta paso casi
cortando su cintura. Recuperando el equilibrio se levantó y le asestó una patada en el
estómago que lo lanzó contra una de las mesas y antes de que pudiera levantarse fue
golpeado en la nuca por uno de los soldados dejando al hombre inconsciente e inerte en
el suelo, tratando de desviar la mirada a los ataques de sus soldados contra los hombres
del almirante que aún aturdidos, trataban de defenderse sin resultado siendo atados de
manos y luego de pies por los soldados de Valdemar.
Alison espero mientras escuchaba llamados de alerta y soldados corriendo por todo
el lugar, se sentía nerviosa por la magnitud de su misión… si ella fallaba todo el plan
fallaría. Con el arco y la flecha empapada en alquitrán espero pacientemente cuando
escucho la primera señal de uno de los soldados con el canto de una golondrina. Encendió
la flecha mientras las tres últimas señales eran escuchadas por ella. Levantando en alto el
arco apuntando a el montículo de pólvora esperando a que los setecientos guardias
entraran al área de explosión sorprendiéndose al ver soldados armados allí plantados. En
un segundo soltó su disparo pero fue desviado por una ráfaga de viento, causando una
exhalación y sensación de pánico en ella.
Rápidamente empapo la punta de otra flecha especial, encendiéndola mientras los
soldados se miraban confusos cuando finalmente el general Christensen cayó en cuenta
de todo.
- Es una trampa – fue todo lo que pudo decir antes de que la segunda flecha diera
en el blanco y una explosión en cadena rodeara el lugar. Alison tuvo que aferrarse al
árbol donde estaba trepada para no caerse. La magnitud de la explosión fue más fuerte de
lo que el príncipe previó, una enorme bola de humo y fuego rodeo el bosque a cien metros
de ella, quemando árboles en las cercanías del punto de explosión, iluminando todo el
lugar. Después de recuperarse del impacto de la explosión aferrada al árbol y siguiendo
el plan de Valdemar bajo de él, dirigiéndose hasta el otro lado de la ciudad. Saco la espada
que el príncipe le dio como apoyo extra en caso de una emergencia y tan absorta estuvo
en recordar el camino donde debía dirigirse fue sorprendida por cuatro guardias que
probablemente habían estado en otro lugar cuando ocurrió el ataque.
- Miserable – grito uno antes de atacarla con su espada. Bloqueo el ataque del
primer hombre con la espada pero el golpe fue tan fuerte que se le cayó de las manos. Dio
una vuelta hacia atrás equilibrándose luego y corriendo para huir de los hombres,
dirigiéndose de nuevo hacia el árbol pero fue golpeada en las piernas con un escudo que
la hizo caer al suelo. Los hombres se lanzaron contra ella una vez más con intención de
matarla pero fueron alcanzados uno a uno por flechas que impactaron sus cuerpos,
cayendo todos inertes en el suelo. Alison aturdida y agradecida miro a la dirección donde
vio venir las flechas y Morlock le sonrió desde lo alto de un edificio en la ciudad mientras
sostenía un arco. Intentó levantarse pero le dolían terriblemente las piernas y Liv bajo
corriendo desde lo alto del edificio junto a Morlock cuando la vio caer dándole las gracias
con un asentimiento de cabeza al hombre que había dejado en ridículo el día anterior.
- ¿Estás bien? – le preguntó cuando llego a ella minutos después y Alison asintió
pero aun así reviso sus piernas – fue un buen golpe pero estarás bien, ahora debemos salir
de aquí – montándola a su espalda y corriendo con ella para ponerla a salvo.
- Ustedes vayan a el área de explosión y den apoyo a los soldados, vigilen que los
guardias no salgan del cráter y verifica cuántos heridos hay y si hubo alguna muerte –
decía Valdemar al teniente Jensen cuando ataba de pies y manos a uno de los altos mandos
de la guardia real, al que reconoció de inmediato, era el padre de uno de sus mejores
amigos.
- Me alegro que haya sobrevivido su majestad y lamento todo esto, moriré con
honor – dijo el capitán Framonte después que el teniente Jensen se hubiera marchado.
- No morirás – después de atarlo se levantó y procedió a ponerle un bozal a uno de
los generales que no dejaba de despotricar en su contra desde que lo atrapo – serán
prisioneros de guerra en tanto acabemos con ella, después volverán a sus cargos en tanto
salgan inocentes de toda esta barbarie.
- Morirás junto a tu padre y tu hermano cuando el almirante acabe contigo – decía
uno de los hombres antes de ser silenciado por una venda sucia en su boca.
- Yo me encargare de que eso no suceda – mirando a sus hombres – caballeros
quiero que la mitad de ustedes hagan guardia aquí y la otra mitad recorra las calles en
busca de mas guardias por si omitimos alguno – al asentimiento de todos – yo iré a ver la
magnitud de la explosión.
- Señor – dijo un soldado cuando se disponía a marcharse.
- Sí, ¿Qué sucede soldado? – dándose la vuelta.
- Mire la luna –señalando el cielo. Valdemar se quedó pasmado al mirarla…
estaba de un color rojo brillante y le pareció hermoso aunque aquello no podía significar
nada bueno. Solo podía ser un mal presagio y sin más echo a correr hacia el lugar de la
explosión pidiendo al cielo que solo hubiera pocos heridos.
- Nos quedaremos aquí mientras todo acaba.
- No quiero quedarme aquí Liv – mirándola enojada, después de correr por toda la
ciudad llevándola consigo, entraron a una de las casas de la ciudad acostándola luego
sobre una de las camas y trabando la puerta mirando por la ventana todo lo que afuera
sucedía, con la espada en la mano – se supone que tengo que apoyar a mi primo en la
toma de la base.
- El príncipe puede solo – dijo aun mirando por la ventana – además estas herida y
no te pondré en peligro, el príncipe lo dijo fuerte y claro – volteando para mirarla – jamás
pondrá en peligro a la hermana del alcalde.
- Por lo menos entendió que no debía saberse mi identidad antes de acabar la guerra
– acostándose completamente en la cama y mirando al techo con un suspiro – ven
conmigo aquí esta casa esta helada.
- Espera – Liv reviso en los armarios y encontró varias mantas que tendió
cuidadosamente sobre Alison – toma cúbrete con eso, yo hare guardia toda la noche–
mirando por la ventana sintió que su sangre se helaba – no es posible.
- ¿Qué pasa? – preguntó Alison sentándose en la cama.
- La luna está roja.
- ¿Qué? – intentando levantarse pero sin resultado. - Es un mal presagio –
volteando a mirarla – será mejor que cubra esta ventana también – al decir esto último
fue alcanzada por una flecha que impacto con fuerza contra ella, cayendo de espaldas al
suelo.
-¡Liv! Mientras tanto al otro lado de la ciudad, Valdemar se dirigía hasta el lugar
extrañándose al mirar las expresiones de horror de los hombres que lo esperaban allí.
Efectivamente el lugar había dejado un cráter enorme alrededor del lugar en forma de
círculo, pero la proporción le precio más de lo que calculó con el teniente Jensen.
- Su majestad – fue detenido por Sylas – será mejor que retroceda, el lugar es un
completo desastre.
- ¿Hay demasiados heridos? – preguntó intentando pasarlo, siendo detenido
nuevamente.
- Me temo que hizo mal los cálculos señor – bajando la mirada – todos murieron.
- ¿Qué? – empujándolo y pasando a su lado, corriendo hasta el cráter para luego
detenerse y taparse la boca desviando la mirada al llegar al lugar. Lo que vio le provoco
náuseas y caminando a un lado vomitó por varios minutos, mientras los demás lo
observaban sintiendo ellos también su asco. El cráter era cinco veces más grande de lo
que había previsto el príncipe, en el centro no quedo un círculo perfecto donde debían
estar los guardias junto a los soldados, solo había trozos de cuerpos desparramados por
todo el lugar. Parecía un hoyo enorme de carne triturada, el olor a carne quemada y sangre
era envolvente y con el fuego aun alumbrando el lugar daba una visión aún más aterradora
de todo.
- Esto es imposible – dijo Valdemar después de calmarse y enjuagarse la boca con
un poco de agua que le dio un soldado – los cálculos eran exactos, esto no debería haber
pasado – mirando al teniente Jensen ¿Cómo pudo salir mal?
- Creo que alteraron las proporciones del explosivo señor – bajando la mirada
apenado – nuestros cálculos eran correctos, la magnitud de la explosión indica que fue
saboteada.
- Es imposible – gritando, alejándose de la horrible escena – los únicos que
estuvimos colocando todo aquí fuimos usted y yo.
- Yo tampoco comprendo príncipe, pero el que hizo esto no está de acuerdo en
dejar con vida a traidores del país.
- Esos no son traidores del país, son soldados daneses siendo controlados por un
psicópata que sabe manipular a la gente – mirando al cielo y suspirando de frustración –
ahora lo que debemos hacer es rellenar el cráter y darles cristiana sepultura como dios
manda así nos tome días – todos los hombres asintieron mientras iban de regreso a la
ciudad.
Mientras tanto Valdemar camino tambaleante hacia una roca a unos metros del
lugar de los destrozos, después de sentarse en ella se quedó observando el fuego
extinguiéndose por la brisa de la noche. Pidió a dios por la eterna gloria de todos los
fallecidos y rezo para encontrar al culpable de aquello.
Bajo la mirada con tristeza… después de todo no logro evitar el derramamiento de
más sangre y con eso le vino otra verdad a la mente…
Ya no podía confiar en nadie.
CAPÍTULO 16

Estocolmo castillo de Tre Kronor, 5 de mayo 1653. La sala de estar se veía


atestada por monarcas y representantes de los diferentes reinos aliados de Europa. Su
madre la reina Cristina demasiado enferma para presidir la reunión, decidió dejarla a su
cargo con la condición de mantenerla informada de la decisión tomada, preparándolo así
para el momento en que le tocara ascender al trono.
- Bienvenidos sean reyes, reinas, príncipes y representantes de toda Europa a
nuestro humilde castillo – todos los presentes callaron y escucharon atentos – como saben
mi madre no ha podido asistir y dejo la discusión a mi cargo. Ahora bien todos sabemos
la razón por la que nos reunimos aquí con tanta premura – todos asintieron – el ilustre
almirante danés Krob van Hersmish ha solicitado nuestra ayuda para acabar con la tiranía
del rey Federico I y restaurar con ello el orden del país. Mi proposición es la siguiente –
tomando los papeles que le daba un sirviente – cada uno de nosotros le enviara una flota
de cincuenta barcos junto con mil soldados para defender las ciudades de los rebeldes que
apoyan al rey y están actualmente acabando con guardias reales. Con ello tendrán cerca
de treinta mil soldados y será suficiente para acabar con la guerra que se vive actualmente
en Dinamarca.
- ¿Se le olvidó príncipe Carlos que el almirante pretende obtener el poder al
derrocar al rey?
- Rey Olaf, entiendo que no esté de acuerdo en acabar con una monarquía para
poner otra en el mando pero seamos sinceros – mirando a todos en general – nuestras
familias llegaron al poder al derrocar a otra.
- Entiendo su postura joven príncipe – dijo el príncipe Alberto de Luxemburgo –
pero un militar siempre que hay problemas los acaba con batallas o mano dura. ¿En
verdad vamos a dejarle el trono en bandeja de plata a un hombre que posiblemente sea
peor que el propio rey? – causando con esta pregunta murmullos en general, algunos de
acuerdo y otros en desacuerdo.
- Un hombre que pide ayuda a otros países para acabar con el hambre, el aumento
de impuestos y la tiranía de un rey que toma a los hijos de familias pobres como pago
para trabajos forzados hasta pagar la deuda no puede ser considerado como un tirano.
- En eso tiene razón príncipe – dijo el rey Adolf de Holanda – cuente con mi
incondicional apoyo, el almirante solo trata de hacer el bien en Dinamarca y si con eso
debo prescindir de una flota de barcos y mil soldados para ayudarlo en su lucha con gusto
lo hare.
- Gracias rey Adolf – mirando a los demás mientras se miraban las caras los unos
a los otros – entiendo que los demás necesiten su tiempo para pensarlo, por favor pasemos
al comedor para disfrutar del almuerzo y luego me harán saber su decisión – ordenando
a los sirvientes colocar el banquete en el comedor y dirigiéndose allí pero fue detenido
por los monarcas.
- No es necesario príncipe –mirando a los demás – entiendo que tengamos
desacuerdos en cuanto a las intenciones del almirante pero sabemos que las necesidades
de los ciudadanos están en un primer lugar, por lo tanto aceptamos su propuesta –
levantándose y estrechando su mano – daré la orden para que tenga a su disposición los
barcos más rápidos que tengamos y a los mejores soldados – mirando a los demás – cuento
con que las otras monarquías hagan lo mismo. Ahora si me gustaría degustar un buen
almuerzo.
Christian respiraba con dificultad mientras era arrastrado por dos hombres hacia lo
más profundo del bosque lejos de Copenhague. No entendía como a aquellos sujetos no
les daba miedo caminar allí en la oscuridad de la noche. Apenas unas horas antes había
ocurrido el ataque a las tropas del rey en la ciudad y con ello la muerte de aquellos
hombres.
Recordaba el momento en el que asustado por la magnitud de la situación, se
escondió en uno de los comercios vacíos de la ciudad esperando cobardemente que todo
aquello acabara. Sintió vergüenza de sí mismo pero pensó en lo que su madre siempre le
decía desde pequeño… todo pasa por alguna razón.
De no haber estado allí no habría visto a Liv y Alison entrar en aquella casa y
mucho menos a aquel canalla que apunto su arco hacia Liv cuando se asomó a la ventana.
Hábilmente logró desviar su tiro a último momento al saltar sobre él,
sorprendiéndolo. Pero en cuanto se levantó del piso para golpearlo y llevarlo hasta
Valdemar para que fuera juzgado como traidor, fue noqueado por otro soldado a su
espalda. Después de eso despertó siendo arrastrado con manos y pies atados a través de
todo el bosque, alejándose por completo de la ciudad.
Todo fue silencio después de la enorme explosión. Andrew esperó pacientemente
mientras observaba a la hermana del alcalde ser atacada por aquellos soldados, siendo
después rescatada por Morlock, haciéndolo detenerse en sus planes. Su mayor problema
eran el enorme soldado y la fuerte y malhumorada mujer que fue a ayudarla después de
bajar del edificio donde estaba. Se ocultó en las sombras, siguiéndolas a una distancia
prudencial mientras la otra mujer cargaba a la pelirroja a su espalda y corría con ella
buscando un refugio donde ocultarse.
Espero un tiempo prudente para entrar y vengarse de aquella mujer. Ella había
frustrado sus otros intentos de acercarse a la pelirroja y con ello solo aumentaba sus ganas
de hacerla suya y la rabia que sentía por aquella espadachín que siempre la llevaba
agarrada de la mano.
Dispuesto a irrumpir en aquella casa se detuvo en cuanto vio a la mujer mirando
por la ventana. Nada pudo ser más fácil que levantar su arco y apuntar a ella, soltó el
disparo apuntando a su cabeza siendo desviado por alguien que cayó bruscamente detrás
de él, haciéndolo caer al piso y tratar de golpearlo pero al darse cuenta de que era el
alcalde sintió pánico y cuando iba a ser golpeado por él, su primo que veía la escena desde
el otro lado de la calle, noqueo al alcalde cayendo este sobre su cuerpo.
Clive lo cuidaba desde que era un niño y le debía mucho a su primo, pero estaba
seguro de que su sentido del honor no lo haría ayudarlo en algo como una violación pero
si en desaparecer a cualquiera que intentara lastimarlo.
- No comprendo Andrew – decía Clive mientras seguían arrastrando a Christian
lejos de la ciudad - ¿en que estabas pensando cuando se te ocurrió atacar a la hermana del
alcalde?
- No a su hermana, sino a esa mujer que se la pasa siempre pegada a ella como un
mosquito.
- ¿no te cansas de querer desflorar a cada mujer hermosa que ves?
- La verdad no – sonriendo – pero ella es diferente, pienso hacerla mi esposa y que
sea la madre de mis hijos – viendo como el otro hombre miraba al cielo moviendo la
cabeza negativamente – ¿viste como usa el arco? Nuestros hijos serán leyendas.
- Le has propuesto matrimonio a la mitad de las mujeres en toda Dinamarca –
mirándolo reprobatoriamente – además creo que esa mujer a la que atacaste y a hermana
del alcalde son algo más que amigas.
-¿De qué hablas?
- No es de mi incumbencia pero ayer las vi besarse y muy apasionadamente, como
si fueran amantes y no conocidas.
- Eso solo aumenta mis ansias de hacerla mía – lamiéndose los labios – le
demostrare lo que es un hombre de verdad y se olvidara de esa estúpida mujer.
- Bien – deteniéndose – creo que aquí es suficientemente lejos – mirando a
Christian – lo siento mucho alcalde, yo jamás haría algo en su contra pero en el lecho de
muerte de mi tía le prometí cuidar de su hijo – bajando la mirada – prometo que aunque
me cueste años de vida, hare que este idiota – mirando a Andrew – le sea fiel a su hermana
y cuide de la familia que tendrán.
En el momento que la flecha impacto su cuerpo Liv sintió que se desvanecía. La
flecha la atravesó sin salir de su cuerpo, quedando insertada en su hombro izquierdo
haciéndola caer al suelo. Después de gritar Alison se arrastró hacia la ventana haciendo
uso de toda su fuerza y aun sintiendo dolor en las piernas logró cerrar la ventana para
evitar un segundo ataque, tomando a Liv en sus brazos.
- Liv – mirándola a los ojos mientras ésta los mantenía cerrados por el dolor –
tranquila amor, estoy aquí. - Maldición – intentando incorporarse, mirando la flecha
clavada – vas a tener que sacarla ya y con mucho cuidado, de lo contrario me desangrare.
- Nunca lo he hecho – empezando a sollozar y arrastrando las mantas de la cama
hasta el suelo para tratar de detener la sangre que salía del hombro de Liv – vas a tener
que decirme cómo hacerlo – besando sus labios – solo resiste.
- Tendrás que atravesar mi hombro para poderla sacar.
- ¿Qué? – consternada Alison empezó a temblar. - No hay tiempo Alison –
tomando su mano – estoy mareándome cada vez más. Con sumo cuidado de un golpe
empuja la flecha dentro de mi hombro hasta que veas la punta atravesarme.
- Pero te va a doler – llorando ahora sin reparo.
- No me dolerá tanto como morir desangrada y dejarte sola – mirándola con ojos
somnolientos. - Muerde esto – incorporándola y colocándole un nudo de la sabana en la
boca para que la mordiera – te amo Liv – causando una sonrisa en ella.
Con toda su fuerza atravesó la flecha contra su hombro causando un grito ahogado
por la sabana en la boca de Liv, viendo salir la punta de la flecha en su hombro.
- ¿Ahora qué debo hacer? – mirando a una tambaleante Liv. - Corta el cuerpo de la
flecha lo mas limpiamente que puedas y luego saca la punta con cuidado. Saldrá
completamente si lo haces bien - colocándose nuevamente la manta en la boca. Ya se
estaba poniendo pálida y sudaba mucho preocupando a Alison.
Con sumo cuidado partió el cuerpo de la flecha con ambas manos, provocando otro
gemido de lamento en Liv. Mirando tras su hombro deslizó lentamente la punta de la
flecha sonriendo aliviada al ver salir la flecha completamente. Luego tomo la otra manta
y la puso presionando ambas partes de la herida. Liv estaba ya sudando demasiado y
mantenía los ojos apenas abiertos. Alison tomo de su bolso el arco que utilizaba Liv para
hacer fuego y arrastrándose por la cabaña hasta la chimenea tomo una mesilla
rompiéndola en trizas lanzándola contra la pared, utilizando luego los restos como leña.
Miraba preocupada a Liv acostada en el piso mientras aceleraba el movimiento de sus
manos en el arco para encender un fuego rápido y tratar de sellar su herida con la punta
ardiente de su espada.
Tardando cinco minutos en encender el fuego, rápidamente puso la punta de la
espada de Liv a calentarse, yendo hasta ella para levantarla con dificultad, acostándola en
la cama mientras revisaba la herida. Liv le sonrió apenas, sus ojos empezaban a cerrarse
del todo.
- ¡No! – sacudiéndola levemente, haciéndola abrir los ojos – solo aguanta un poco
más – sollozando – vas a estar bien – Liv le acaricio la mejilla cuando una lagrima salió
de sus ojos, ella tomo su mano y la beso aferrándose– iré por tu espada, ya debe estar
ardiendo –y tratando de aumentar las fuerzas de Liv – prometo que si sales de esta
cumpliré tu fantasía sexual mas alocada – haciéndola sonreír y asentir en aceptación del
trato.
Aun con las piernas adoloridas Alison pudo caminar hasta la chimenea y tomando
la espada se dirigió nuevamente hacia Liv, quitando la manta e incorporándola unos
segundos. Coloco la punta unos segundos sobre la piel herida de Liv causando un grito
en ella. Después de repetir el proceso con el otro lado de la herida, la coloco de lado y
cubrió ambas quemaduras con salvia de sábila, vendándole el hombro por completo
después de quitarle su top.
- Listo, estarás bien ahora – sonriéndole, siendo correspondida en sonrisa por Liv
que inmediatamente después cerró los ojos bruscamente. Minutos después en las
cercanías a Copenhague un hombre caminaba cojeando por el sendero hacia el pueblo
más cercano que encontrara en busca de ayuda.
Sus piernas lo mantenían apenas en pie, el dolor en su cuello y mitad de su mejilla
derecha lo estaban haciendo llorar. La rabia contenida y el odio hacia el príncipe
Valdemar aumentaban a medida que las quemaduras le irritaban la piel mientras se alejaba
del lugar donde casi pierde la vida.
Logro ver la última flecha en cuanto impacto junto a una pila que le había parecido
arena, haciéndola estallar y con ella a los demás soldados y guardias que llegaron desde
puntos diferentes al lugar pactado por el príncipe.
Después de gritar a los soldados logro Salir apenas con vida de la explosión, siendo
despedido a varios metros lejos del enorme cráter que se formó en el suelo, con el cuello
y la mitad de su rostro quemados, otras quemaduras menos graves en el brazo derecho y
la pierna raspada por el impacto de su cuerpo contra el suelo después de ser despedido
por la magnitud de la explosión.
- Ayúdenme por favor – dijo en cuanto vio a lo que parecía una pareja junto a sus
hijos –fui atacado por los guardias – ahora agradecía haberse quitado el uniforme real.
- ¡Dios mío! – exclamó la mujer acercándose a él tomándolo por el brazo herido,
haciéndolo gritar de dolor – disculpe, Harold ven aquí y ayúdame con el señor – siendo
seguida por el otro hombre que miraba con escepticismo, pero ayudándolo sin más.
Lo llevaron consigo en su carreta mientras los niños hacían infinidad de preguntas.
Al llegar a su hogar le colocaron pañuelos envueltos en hielo para combatir el calor
y cuidar que el dolor de las quemaduras no fuera excesivamente fuerte.
El señor de la casa lo seguía mirando a la espera de algún ataque por su parte. No
confiaba en ese hombre herido y menos en las circunstancias en las que lo encontraron en
el camino.
Habían escuchado la explosión desde la plaza donde se encontraban en la fiesta de
cumpleaños de los sobrinos de su esposa y por esa razón partieron rápidamente hasta su
casa.
Algo en ese hombre que se hacía llamar a sí mismo Marco no le daba buena espina.
Se mantenía alerta a cualquier movimiento que hiciera este pero cuando a la
mañana siguiente seguía maldiciendo y retorciéndose de dolor, decidió que podía confiar
en él.
Su esposa, siempre ayudando al prójimo se desvelaba cuidando que el hielo no se
acabara para curar bien sus heridas, le simpatizaba aquel hombre. Siempre tan creyente
de la bondad humana nunca pensaría mal de nadie.
Un completo error. En cuanto las heridas sanaran, el tigre que cuidaban atacaría
contra ellos sin piedad alguna.
CAPÍTULO 17

El puerto de Estocolmo estaba atestado de gente. Los tripulantes de las naves de


guerra preparadas por el príncipe Carlos estaban ya casi listas para partir. Se sentía
satisfecho de que sus esfuerzos para ayudar a monarquías hermanas estuvieran dando
frutos. Si los rumores que llegaron a sus oídos eran ciertos, y la hija bastarda del difunto
rey danés estaba viva, le sería de gran agrado hacerla su reina y convertirse así en
soberano de dos países prósperos, lo que quizás podía llevar todo aquello a unirse en una
gran nación.
Sonrió al ver a los soldados aguardaban ansiosos su entrada en las naves, mientras
el general Gustav se acercaba a lo alto de la entrada para dirigirse a los soldados.
- Hoy es un día histórico para Suecia – agitando las manos, haciendo callar a los
soldados que gritaron en afirmación – Se escribirán libros en las escuelas y sobre la
batalla. En generaciones futuras seremos recordados hasta que la última generación de
suecos se extinga de la faz de la tierra – provocando otro grito de júbilo en los soldados.
– Nuestros aliados, nuestros hermanos daneses están sufriendo la tiranía de un rey incapaz
que ha dilapidado la fortuna del país en su propio beneficio olvidando lo que realmente
importa en una monarquía – haciendo una pausa – ayudar al prójimo, a los pobres, a los
que sufren por el hambre – mas gritos – Las aprenderán de nosotros, nosotros seremos
protagonistas, nosotros seremos libertadores en Dinamarca, recuerden este día muy bien
soldados… hoy salen de Suecia como simples hombres uniformados, ¡pero mañana
regresaran a su nación como héroes!
La multitud de soldados comenzaron a lanzar gritos de guerra emocionados por lo
que aquello conllevaría a sus familias, honores infinitos se les otorgaban a los héroes de
guerra.
- Hagan su juramento conmigo – hablando en alto nuevamente, después que
cesaron los gritos de entusiasmo - ¡försvara våra bröder till döden!
- ¡För att döden! Abriéndose paso para que los soldados entraran en filas a cada
una de las embarcaciones y bajando de la embarcación un momento para dirigirse al
príncipe.
- Mi señor – haciendo una reverencia – me enviaron información de que naves
desde Noruega y Alemania ya partieron en dirección al castillo de Kronborg.
- Excelentes noticias almirante – sonriendo – ¿en cuánto tiempo cree que llegaran
a Copenhague y estarán combatiendo contra los soldados y los rebeldes leales al rey?
- Una semana y media, dos semanas como mucho mi señor. - Bien, esperemos
que nuestros hermanos daneses sean pacientes, y traten de ayudar en todo lo posible al
almirante Krob a restaurar el orden en Dinamarca.
- A sus órdenes mi señor – haciendo el saludo militar, subiendo luego al barco
mientras el príncipe iba partiendo botellas en el casco de cada una de los barcos, dándoles
así buena ventura a todos ellos.
La multitud de personas despedían a los soldados en el muelle, esposas, novias,
hermanos, hermanas, padres. Todos se congregaron allí para despedir a sus valientes,
deseando que todo saliera bien y trajeran consigo el honor de ser héroes de guerra al
regresar a sus hogares.
- Despacio – dijo Alison mientras Liv se incorporaba con dificultad en la cama –
debes beber y comer algo, tuviste fiebre toda la noche. - ¿Por qué tengo vendado también
mi brazo? – confusa, con el rostro pálido, mirando a una preocupada Alison mientras
Valdemar entraba por la puerta.
- ¿Cómo se encuentra? – llevándole un plato de comida y una jarra de agua,
colocándola en la mesita que Alison tenía junto a la cama. - Al menos ya no tiene fiebre,
pero está muy débil – acariciando su mejilla mientras a Liv se le cerraban los ojos del
cansancio – gracias por traer lo que te pedí, intentare que coma y beba algo.
- Me parece bien – mirando a Liv con expresión preocupada – aún no sabemos
nada de Christian desde anoche y la verdad empiezo a pensar lo peor.
- Christian es fuerte y astuto – decía mientras le acariciaba la mejilla a una
somnolienta Liv – lo más probable es que se haya perdido o dormido por ahí, no es de los
que les gusta enfrentarse al peligro así que no te preocupes, regresara cuando menos te lo
esperes.
- Bueno, entre tanto dejare a unos guardias custodiando esta casa – levantándose y
poniendo una mano en su hombro – ten cuidado. - Lo tendré – dicho esto, el príncipe se
marchó dejándolas solas – bien mi hermosa amazona, hora de comer –dando leves
golpecitos en su mejilla para despertarla.
- No tengo hambre – haciendo ademan de recostarse, siendo detenida por Alison.
- Tienes que comer – dándole un leve beso en los labios, notándolos
preocupantemente fríos – mientras comes puedes contarme la fantasía que quieres que
cumpla – sonriéndole pícaramente.
- Eso suena interesante – sonriendo a medias y aceptando la comida, mientras
Alison colocaba la mesita sobre la cama y le daba bocados con una cuchara de estofado
de pollo – y ya la tengo pensada por cierto.
- Ya me lo imaginaba pervertida – sonriendo al ver que se estaba comiendo todo –
bebe un poco de agua mientras pongo esto en la cocina – dijo llenándole un vaso con la
jarra que Valdemar había traído minutos antes.
- No sabía el hambre que tenía hasta que comí el primer bocado – decía Liv
mientras raspaba el plato con la cuchara – me siento menos mareada ahora.
- No comiste nada desde ayer por la tarde, es lógico que tuvieras tanta hambre –
regresando de la cocina y sentándose en la cama con ella – ahora me puedes decir que
tienes pensado para mí – acariciando su pecho sugerentemente.
- Ahora mismo no puedes cumplir esa fantasía porque no puedo moverme mucho
o podría sangrar otra vez mi herida – poniendo expresión seria, deteniendo la mano de
Alison en su pecho – lo que me interesa en este momento es que aprendas a defenderte
sin el arco.
- No te entiendo – frunciendo el ceño – soy muy buena con él.
- Si, lo eres pero anoche cuando esos guardias te atacaron no pudiste hacer nada.
De no ser por Morlock ahora estarías muerta.
- Tienes razón – bajando la mirada un momento – pero no puedes enseñarme en
este momento, y ni creas que te dejare levantarte de la cama.
- Lo sé mi general – haciendo el saludo militar, causando la risa en Alison – por
eso quiero que llames a Valdemar y le pidas que te enseñe, quiero que lo hagan en el patio
trasero de la casa para así poder verte y darte algunos consejos en cuanto a tus
movimientos.
- Me parece bien – sonriendo y besándola unos segundos en los labios – iré por él
pero tú debes descansar así que a dormir Liv – causando un suspiro en ella – hablo en
serio Lively – poniendo expresión seria – si regreso aquí y no te veo dormida tendrás
problemas.
El atardecer comenzaba a dar un hermoso color naranja al cielo, dándoles algo de
paz a los soldados mientras seguían con la tarea de rellenar el enorme cráter con todos los
muertos dentro de él. Apenas habían cubierto la mitad del lugar y el olor a carne humana
empezando a descomponerse les estaban dando nauseas a todos ellos, no quedándoles
otro remedio que cubrir sus narices con un pañuelo.
- Es admirable que el príncipe se esté ensuciando las manos con nosotros – dijo
uno de los hombres.
- Será un buen rey algún día – dijo otro. - Tienes razón – lanzando un silbido al ver
a Alison acercarse a Valdemar diciéndole algo, siendo asentida por éste y luego
caminando junto a ella de regreso a la ciudad – la hermana del alcalde es muy hermosa,
¿no creen?
- Si – asintieron todos – pero esa otra mujer que fue herida anoche es obvio que
esta con ella.
- Quizás con algo de exorcismo se le salgan los demonios que la hacen tener gustos
por su mismo género. - Quizás – dijo otro de los hombres – pero la verdad no me gustaría
enfrentarme a esa mujer, se ve amenazante con esa espada y si no hubiera sido tomada
por sorpresa seguramente hubiera matado al que la ataco.
- En eso tienes razón – rascándose la cabeza – esa mujer da miedo – riendo – no
me sorprende que siga soltera y buscara otras opciones… ningún hombre en su sano juicio
se casaría con una mujer tan fuerte y poco femenina como esa Liv… con ese mal genio
no me imagino como dejaría a un pobre hombre en la cama – causando con eso la risa
general.
El choque de dos cuerpos sudorosos en el patio de una casa en la ciudad llamó la
atención de varias personas que curiosas y divertidas por el espectáculo, se sentaron en
las aceras para mirar el combate. Alison intento inútilmente hacer caer al príncipe con
una patada en el estómago, siendo detenido el ataque y atrapado su pie en las manos de
un sonriente Valdemar, que haciendo uso de poca fuerza le doblo un poco la pierna,
demostrándole lo que pasaría de hacer un ataque tan torpe.
- Nunca lances una patada al estómago si tu atacante las tiene desocupadas y listas
para defenderse de tus ataques.
- Alison – llamó Liv desde la silla donde los veía pelear – prueba con un ataque de
aturdimiento – haciendo una pausa para gemir de dolor, el brazo le dolía horrores mientras
esperaba el efecto del brebaje para aliviar el dolor que Alison le había preparado – cuando
estés frente a él lánzate sobre sus brazos como si fueras a abrazarlo, y con los antebrazos
golpea su cabeza a ambos lados de ella, eso lo dejara aturdido unos segundos y cuando lo
esté, entonces dale la patada en el estómago y derríbalo.
- Gracias por el consejo – besando su mejilla y dirigiéndose nuevamente junto a
Valdemar – bien, estoy lista. Iniciaron nuevamente la danza de ataques y bloqueos que
Valdemar le enseño desde el principio, haciendo el cambio con la táctica que le dio Liv,
golpeándolo con fuerza en la cabeza lo que efectivamente lo aturdió unos segundos,
dándole el tiempo suficiente de darle una patada en el estómago, cayendo el príncipe de
espalda en el suelo con todo dándole vueltas aún, causando la risa entre los espectadores.
- Buen ataque, no pensé que harías algo así - aun cubriéndose los ojos en señal de
mareo, luego aceptando la mano de Alison para ayudarlo a levantarse – no me esperaba
menos de las tácticas de una amazona – mirando hacia Liv que se reía todavía.
- Nunca la subestimes – sonriendo Alison, cambiando su expresión cuando vio a
las personas levantarse sobresaltadas e ir hasta la entrada de la ciudad – ve a ver qué
sucede, yo me quedare con Liv – Valdemar asintió y fue hasta la entrada.
Se sorprendió al ver a Christian tambaleante siendo auxiliado por varios hombres
cuando se cayó en el suelo. Estaba sucio y de su cabeza podía ver salir sangre, mirando
también manchas de sangre seca en su camisa y su cuello.
- ¿Qué te paso? – dijo Valdemar mientras lo cargaba junto a otros hombres –
dirigiéndolo hasta la casa donde se encontraban Liv y Alison.
- Es largo de contar – dijo en voz apenas audible – primero debo tomar y comer
algo con mucha azúcar para recuperar las fuerzas por la sangre perdida.
- Por supuesto Entraron en la casa, mientras las mujeres se sorprendieron de ver a
Christian de esa manera, pidiéndoles dirigirlo hasta la otra habitación de la casa. Alison
miro la herida en su cabeza y tomando aguja e hilo la dejo calentando mientras iba hasta
la cocina para prepararle un jugo de frutas y le sacaba una ración del estofado que
Valdemar trajo al medio día. Entre tanto Valdemar despidió a los demás pidiéndoles que
custodiaran la casa y dando órdenes de doblar la vigilancia. Liv que permanecía sentada,
se levantó y fue hasta la habitación donde instalaron a Christian.
- ¿Qué te paso? – le pregunto mientras se sentaba en la silla frente a la cama.
- Vi al hombre que te ataco anoche. - ¿Qué? – exclamaron Valdemar, Alison y Liv
al mismo tiempo.
- ¿Quién fue? – Alison estaba fuera de sí, con los puños apretados intentando
contener la ira.
- Primero déjame recuperar fuerzas para poder hablar desde el principio – ella
asintió y pidió a Valdemar que le quitara la mugrienta ropa para poder limpiar la herida.
Una vez estuvo desvestido y arropado en la cama, Alison le dio el jugo y el estofado
esperando pacientemente a que terminara.
- Déjame ver tu herida – acercándose a él después que termino de comer, notando
satisfecha que la herida no requeriría más de un par de puntadas – te pondré el ungüento
anestésico para cerrar tu herida – untándolo despacio y esperando unos minutos, para
luego coser su herida con la aguja y el hilo, demorándose solo unos pocos minutos – ahora
ya puedes hablar.
- Está bien – incorporándose en la cama – anoche cuando ocurrió el ataque yo…
tuve miedo – bajando la mirada – así que me escondí – Valdemar asintió a modo de
disculpa – estaba en la casa frente a esta cuando las vi entrar… y también a aquel hombre
tras ustedes.
- ¿Quién era? – Alison se estaba impacientando. - Ese joven llamado Andrew –
provocando un sobresalto en Alison – estuvo esperando para entrar a la casa pero creo
que cuando vio a Liv abrir la ventana se le ocurrió que podría matarla fácilmente y luego
ir por ti – mirándola – él te desea y no le importa lo que tenga que hacer para conseguirte.
- Lo sé, intento persuadirme una vez de que se casaría conmigo. - ¿Por qué no me
dijiste nada? – exclamó Liv.
- Porque no me pareció importante, además ese idiota es un insignificante soldado,
podría derribarlo sin dificultad.
- Cállense – dijo Christian malhumorado por las continuas peleas de ambas–eso no
es todo –captando la atención de todos –yo logre desviar su tiro lanzándome sobre él y
cuando lo tenía casi fuera de combate su primo me golpeo en la cabeza y perdí el
conocimiento… me desperté después cuando me llevaban atado de pies y manos lejos de
la ciudad.
- ¿Y cómo lograste escapar?
Les conto matarían y como después de que encontraran el lugar donde lo
enterrarían lo golpearon nuevamente en la cabeza lanzándolo dentro de una zanja que
habían cavado para él. Con las manos y piernas atadas no podía defender ni hacer nada
para salvarse de ser enterrado vivo, pero como traídos del cielo… o del infierno, una
jauría de lobos hambrientos se lanzaron sobre ellos, que aturdidos y decididos a salir con
vida de aquello, se echaron a correr para alejarse del lugar, dejándolo a él dentro de la
zanja que milagrosamente los lobos ignoraron por completo permitiéndole vivir y a pesar
de sangrar poco por la cabeza le costó varias horas desatarse las manos y los pies y unas
horas más en llegar a la ciudad.
- Espero que se los hayan devorado por completo a esos desgraciados – exclamo
Alison con odio.
- Entonces fueron ellos.
- ¿Están con vida? – preguntaron Alison, Liv y Christian a la vez.
- Sí, pero malheridos en el pabellón para heridos de la base real.
- Voy para allá – Alison se levantó con intención de tomar la espada de Liv. -
Quieren callarse de una maldita vez – grito Christian exasperado – no he terminado de
hablar… Valdemar debes saber algo importante – haciendo una pausa para que le
prestaran atención – escuche perfectamente la conversación que ellos tenían mientras me
arrastraban lejos… el primo de Andrew, ese tal Clive al que siempre le confiabas misiones
de riesgo… fue el que altero la proporción de pólvora. Él es el culpable de todas las
muertes en la explosión.
Mientras tanto un hombre que sufría en cama por el dolor de las quemaduras,
tramaba su plan de ataque contra el príncipe. Había pedido la noche anterior a Harold que
enviara una carta urgentemente hasta el embarcadero pidiendo entregársela únicamente a
su hombre de confianza allí, el hombre asintió y la llevo muy temprano en la mañana.
En ella le explicaba la situación al almirante y esperaba con impaciencia la
respuesta de este. El príncipe no sabía con quien se había metido.
CAPÍTULO 18

Valdemar caminó con paso firme mientras entraba a la enfermería de la base. Ésta
se encontraba vacía a excepción de dos camas en las que se hallaban el soldado de
infantería Andrew Scotlan y el soldado de asalto Clive Marion. Alison venia tras él en
apariencia calmada, pero la sabia que en su interior se estaba conteniendo para no asesinar
a aquellos hombres por atentar contra la vida de Liv.
- Soldado Clive –se plantó frente a la cama del hombre que al escuchar su nombre
abrió los ojos e intento levantarse y hacer el saludo militar en señal de respeto al príncipe
– no se moleste en hacer reverencias, ya no tienen sentido con la magnitud de las
acusaciones en su contra y la de su primo – haciéndolo abrir los ojos como platos,
sorprendido.
- No sé de qué está hablando príncipe – dijo Clive tratando de permanecer sereno.
Andrew se había llevado la peor parte del ataque, los lobos le habían mordido la mejilla
y tenía el rostro completamente hinchado, junto con su pierna, su brazo derecho y
estómago.
- El alcalde Christian Marlosby salió convida de su intento de asesinato para
encubrir a su primo – mirándolo desafiante – cualquier cosa que puedas decir en su favor
esta fuera de lugar.
- Príncipe – mirando a su primo dormir – le hice una promesa a su madre al morir
y yo cumplo mi palabra aunque para ello deba hacer cosas que no quiero, pido disculpas
pero de volver a pasar lo ayudaría de nuevo.
- No solo eso soldado –sentándose a su lado –también se me informó que fue usted
quien altero la proporción de pólvora – apretando los dientes cuando un par de lágrimas
salieron de sus ojos – causando la muerte de cientos de hombres – levantando la voz –
¡hombres de familia!
- Lo siento príncipe pero cuando hice mi juramento al ejército decidí que todo aquel
que no cumpla con él es escoria – sin inmutarse por las lágrimas del príncipe – maldito
aquel soldado que apunta su arma contra su pueblo. Escoria son y escoria serán siempre
para mí, no merecían vivir ni hacerse llamar defensores de la patria danesa, lo haría mil
veces si con eso acabo con todos ellos.
- Un verdadero hombre acepta y respeta el pensamiento de otro aunque sea
diferente al suyo –secando sus lágrimas –en cuanto suprimo y usted sanen sus heridas
serán trasladados a la cárcel de Hillerod, donde pagaran por sus crímenes.
- Acepto mi destino, pero déjeme decirle algo príncipe – incorporándose en la cama
– si todos esos traidores murieran, Dinamarca seria un lugar mejor para vivir.
- Dinamarca será un mejor lugar para vivir cuando las personas llenas de odio como
tú aprendan a amar a su prójimo a pesar de que sus ideales sean distintos a los tuyos –
dicho esto se levantó de la cama llevándose a Alison junto a él.
- ¿Eso es todo? – le pregunto irritada al salir de la enfermería – casi matan a Liv y
a Christian y ¿los dejaras ir como si nada? - La cárcel de Hillerod es suficiente castigo
para ellos – tomándola del brazo cuando hizo ademan de entrar en la enfermería
nuevamente – concéntrate en aprender más de combate cuerpo a cuerpo si en verdad
quieres ser capaz de proteger a Liv.
Krob degustaba una suculenta pierna de pavo mientras el rey Federico respiraba
entrecortadamente cuando el sirviente le saco la cabeza nuevamente del cubo con agua
donde llevaba torturándolo parte de la tarde. Su plan iba viento en popa, ya había recibido
una carta donde le avisaban que los monarcas enviaron barcos y soldados para ayudarlo
a acabar con la guerra civil y los aliados del príncipe. Solo esperaba pacientemente a que
arribaran a Copenhague y acabaran con Valdemar y sus leales antes de que estos pudieran
llegar hasta él. Sin embargo, miro al jadeante rey y ordeno al sirviente detenerse y dejarlo
en el suelo con las manos atadas a la espalda, pensando en otra forma de chantajear al
rey. Obviamente el trataría de desenmascararlo ante los otros monarcas pero con lo que
había descubierto sobre él bastaría para hacerlo callar y poder así salirse con la suya.
- Lo tenías todo muy bien escondido Federico – le dijo después de comer otro
bocado de la pierna de pavo.
- Y se puede saber ¿Qué es lo que tenía bien escondido inmundo sádico? – gruñó
mientras intentaba levantarse.
- Lo de esa mujer y tu hija bastarda – al decir esto último el rey se quedó inmóvil.
- No sé de qué estás hablando idiota – levantándose todo empapado, con el cabello
cubriéndole parte del rostro – ¡mátame de una maldita vez!
- No está en mis planes matarte – tomando un sorbo de su copa de vino – al menos
no todavía – sonriéndole – y sí que sabes de lo que te estoy hablando.
- ¡No se absolutamente nada y ya déjame morir de una maldita vez! - Tengo
entendido que los miembros del consejo te amenazaron con matar a esa mujer junto a tu
hija cuando solo era una recién nacida – sentándose más cerca de él – sé que amabas a
esa mujer y aún más a tu pequeña y hermosa hija – sonriendo cuando el rey escupió en su
cara, limpiándose para luego continuar hablando – vi los montones de cartas que le
enviaste y que fueron interceptadas por los vigías del consejo, impidiendo que llegaran a
las manos de tu adorada mujercita –al escuchar esto último el rey tragó saliva, mostrando
una expresión de profunda tristeza – debo admitir que te compadezco, no es fácil vivir
una vida de mentira cuando lo que realmente te gustaba era fingir ser un comerciante
viajero y estar con esa mujer.
- No les hagas daño por favor – con la cabeza baja – hare todo lo que me pidas –
no permitiría que nada malo le pasara a su hija y a su madre, nunca había amado tanto a
nadie como a ellas, ni siquiera a Valdemar ni a Alexei.
- Ahora si estamos hablando el mismo idioma mi querido Federico – sonrió
palmeando su mejilla – llego la hora de negociar. Una semana y media pasó, en las
cuales llegaron más soldados para apoyar en la toma del castillo de Kronborg. En todo
ese tiempo Valdemar instruyó a cada soldado en la estrategia planeada para la toma del
castillo, legando gran responsabilidad en Christian, confiándole toda la información y
dándole la tarea especial de adiestrar a los menos experimentados en cada uno de los
flancos débiles del castillo junto con sus pasadizos y lugares de fácil y secreto acceso a
las habitaciones reales y diversos lugares del lugar.
Liv sanó por completo y ayudo a Valdemar con el entrenamiento en combate de
Alison, causando en ella el doble de cansancio al tener que pelear contra ambos. Alison
se acercó mucho a Valdemar durante ese tiempo, causándole muy buena impresión la
tenacidad y lealtad de su primo para con sus súbditos. Admirándolo profundamente por
sus ideales y sus muchas virtudes. También pudo notar que esto causaba celos y molestia
en Liv, cosa que no comprendía… claro que pasó mucho tiempo con él pero solo
exclusivamente para su entrenamiento.
- Muy bien – decía Christian después de que todos los soldados comprendieron sus
indicaciones, describiéndole el camino que llevaba días enseñándoles a memorizar – ya
será suficiente para no perdernos si llegásemos a encontrar problemas – todos asintieron
levantándose de la sala de juntas de la base real – vamos todos a comer, la cena ya debe
estar lista.
- Ya era hora – decía Liv caminando con una sonriente Alison de la mano en
dirección a la salida. - Eres una perezosa – sonriéndole – sé que ya te lo sabes todo de
memoria desde hace días pero al menos debiste mostrar entusiasmo por respeto a
Christian.
- Ahora mismo lo que quiero es cenar contigo en la cama y dormir antes de que
marchemos al castillo mañana – guiándola hacia la casa. - Pero el comedor está en la
base.
- Tengo manzanas y queso de cabra en la casa – besando su cabello mientras
caminaban – no tengo mucha hambre y con eso será suficiente para las dos.
La noche paso plácidamente para las dos, comieron tranquilamente y después de
unos ligeros toques bajo la mesa y otros más antes de llegar la habitación , hicieron el
amor por un largo rato antes de quedarse completamente dormidas… o al menos Alison.
Liv solo podía pensar en la fantasía que ella le debía y pensaba cumplirla antes de
arriesgar su vida en la batalla, podría no sobrevivir y no pensaba morir sin antes cumplirla.
Alison tenía calor… todo su cuerpo estaba en llamas mientras sentía su sueño tan
real que le quemaba. En él Liv se daba un festín entre sus piernas, colmándola y llevándola
cada vez más cerca del clímax. Su respiración se aceleró cuando el ataque contra su
clítoris se intensifico y en un arranque de deseo e instinto, intentó llevarse las manos a
sus pechos sorprendiéndose al darse cuenta de que no podía. Entro en pánico cuando forzó
sus manos y las sintió atadas, despertándose de golpe mientras veía a Liv entre sus piernas
chupando y lamiendo su centro provocando en ella una sacudida de placer que casi la
hizo acabar, mirando por toda la habitación velas esparcidas por el suelo y luego la
expresión de triunfo en Liv, que se levantaba y tomaba una rosa blanca de entre un enorme
arreglo que no había estado allí cuando se acostaron a dormir.
- ¿Qué demonios haces? – le pregunto agitada encontrándose a sí misma
completamente desnuda y con las manos atadas al cabezal de la cama.
- Me debes una fantasía, ¿recuerdas? – le sonrió cuando la vio sonrojarse,
acercándose nuevamente a la cama con la rosa y un pedazo de tela negro con el que
pretendía cubrir los ojos de Alison – quiero hacerla realidad ahora.
- ¡Estás loca! – le grito agitando las manos – ¡desátame ya! - Al parecer no vas a
cooperar fácilmente – arrodillándose en la cama le dio una palmada en su muslo a la altura
de sus nalgas, dejando una marca roja en ella provocando un grito de dolor en Alison.
- ¡Te volviste loca! – la miro asustada - ¡suéltame ahora mismo Lively Goumas o
te arrepentirás! - La que se arrepentirá eres tu si no te comportas y me obedeces –
presionando su clítoris con un dedo mientras chupaba su pezón izquierdo, levantándolo
hasta casi hacerle daño, lo que hizo gemir a Alison–eso te gusto lo sé.
- Liv de verdad que esto no me parece bien – fue silenciada por el beso de Liv
dejando de lado cualquier duda en dejarse hacer cualquier cosa que ella tuviera en mente.
- Siempre he querido hacer esto – sonriéndole le vendó los ojos y untó un poco de
leche hervida muy espesa ya enfriada sobre sus pezones, encajando perfectamente en cada
pezón una uva roja – no tienes idea de lo deliciosa que te vez ahora mismo – le susurró al
oído antes de posar sus labios en su pezón derecho y aspirar su aroma antes de metérselo
en la boca y comer la uva, mordiéndola levemente junto con el pezón, chupándolo todo
después de limpiarlo por completo del líquido espeso que le unto hace segundos,
provocando espasmos y gemidos en Alison – deliciosa.
Repitió el proceso con el otro pezón, prestando especial atención a los sonidos que
salían de los labios de Alison y de los movimientos de su cuerpo contra el suyo.
Sin perder tiempo presionó su rodilla contra su centro causando un jadeo en Alison
mientras continuaba el ataque a sus pechos. Atada de manos como estaba, Alison no
podría defenderse del ataque inclemente de los labios y la pierna de Liv. Si esa era su
fantasía la cumpliría. Levantando sus caderas, empezó a frotarse contra su rodilla
mientras devoraba sus pechos sin piedad. Estaba ésta empapada y con los embates cada
vez más fuertes de su rodilla contra su centro combinado con el ataque en sus pechos el
orgasmo se iba acercando. Gimió cuando sintió los temblores previos al orgasmo y gruñó
de frustración cuando Liv se retiró entonces, privándola de todo toque en su piel mientras
su liberación de iba apagando poco a poco.
- Eso fue muy cruel – gimió en frustración mirándola sonriente frente a ella. - Es
mi venganza por aquella vez en la cueva – sentándose sobre sus caderas y acariciando sus
labios con un dedo – esta noche aprenderás que no eres la única que sabe torturar –
pellizcándole un pezón haciéndola jadear – tendrás que obedecerme si quieres tener algún
alivio esta noche.
- ¡Maldita seas Liv! - Esa boquita no debe hablar – sentándose más cerca de sus
labios, colocando su centro justo frente a su boca – esa boquita tiene la tarea de darle
placer a su ama – mirándola lamerse los labios al tener su humedad frente a ella – cómela.
Sin más ceremonias Alison trazó con su lengua todo el contorno del sexo de Liv.
Deleitándose con su olor y su sabor contra sus labios, disfrutando con cada gemido y
jadeo por parte de Liv. Chupando, lamiendo y penetrándola con su lengua una y otra vez,
sintiendo como su orgasmo se acercaba. Liv se movía contra su lengua empujando cada
vez más a prisa y aferrando sus manos a su cabello, gritó su liberación mientras su cuerpo
temblaba contra ella, levantándose luego y tomando la rosa blanca.
- Buena aprendiz – sonrió mientras le hacía cosquillas, pasando la rosa desde sus
pezones hasta su centro, dándole toda su atención a su clítoris ya hinchado y palpitante
cuando Alison comenzó a temblar de deseo – pero necesitaras más que darme un orgasmo
para hacerme sentir piedad y dejarte liberar el tuyo.
- Eres una – pero no pudo terminar de hablar… Liv le metió una fresa en la boca.
- Solo podrás venirte cuando yo lo ordene y como yo lo ordene, ¿Quedó claro?
-Sí, quedo claro. - Muy bien, vamos a empezar – empezó a besarla desde su cuello,
trazando con la rosa el rastro de besos que venía dejando hasta sus muslos, pasando entre
ellos y luego deteniéndose en su centro, soplando su clítoris provocando un
estremecimiento en Alison y un jadeo de satisfacción en Liv – voy a chuparte ahora pero
debes aguantar y correrte solo cuando yo te diga que puedes hacerlo, ¿Entendido?
- Pero estoy muy mojada, si lo haces me voy a venir muy rápido – instando su
centro a sus labios arqueando su cuerpo.
- Si osas acabar antes de que yo te lo ordene recibirás tu castigo y te prometo que
no te gustara – mirándola desafiante con una sonrisa en los labios.
- Está bien – tragando saliva – solo me vendré cuando usted lo ordene mi señora.
- Buena chica – sin más le comenzó a chupar los labios mientras la otra mujer trataba de
tomar aire y aguantar, estaba cada vez mas mojada y eso solo aumentaba los ataques de
la lengua de Liv. Pero en cuanto ésta empezó a chupar su clítoris ya hinchado su cuerpo
comenzó a tensarse, anunciando su pronta liberación – aguanta – decía mientras movía
frenéticamente la boca entre sus piernas.
- Pe… pero… aaaah – Alison se arqueo tratando de apaciguar su cuerpo, retrasando
su liberación – ¡por favor déjame acabar, ya no aguanto!
- Permiso denegado aprendiz – metió dos dedos en su interior y siguió chupando
fuertemente su clítoris. - ¡por favor! – gimió cuando la primera ola empezaba a crecer en
su vientre, era demasiado para detenerla y cerró los ojos rindiéndose a ella y preparándose
para el orgasmo. Pero en la punta del iceberg Liv la libero de todo contacto frustrando
una vez más su intento de acabar
- ¿Por qué lo hiciste? Ya casi acababa. - Pero no te di la orden amor mío –
sonriéndole al verla sonrosada y sudada – eres tan hermosa cuando te enojas – besando
su frente perlada de sudor – tendrás un final feliz esta noche te lo prometo – acariciando
sus pechos – pero te hare sufrir así como tú me lo hiciste a mí.
Liv cumplió su palabra. la hizo sufrir por horas deteniendo su orgasmo cuando ya
estaba a punto de culminar más de catorce veces, la cama estaba empapada de sudor y de
los flujos que no paraban de emanar de sus sexos y ante la mirada suplicante de Alison,
Liv decidió que ya era hora de liberar a la bestia. Con sumo cuidado se acercó a su cuello,
besándolo para susurrarle a su oído.
- Soy toda tuya mi aprendiz – mordiendo su oreja – eres libre de hacer conmigo lo
que desees esta noche – soltando su mano derecha y luego la izquierda, preparándose para
el ataque.
- ¡Ya no aguanto más! – la volteo en la cama y uniendo su humedad junto a la suya
inicio un frenético embate que rápidamente la hizo acabar entre gritos y gemidos de
placer.
Liv apenas podía seguirle el ritmo, Alison estaba como poseída empujando contra
ella tan fuerte que casi le hacía daño. El resbaladizo centro de ambas solo facilito la
fricción dejándolas caer una y otra vez en la deliciosa agonía del placer. Pero después del
quinto orgasmo Liv ya estaba cansada y trato de separarse de Alison pero ella tomo ambas
manos y poniéndolas sobre su cabeza continuo empujando cada vez más fuerte, la cama
golpeaba la pared y el suelo provocando un ruido estridente que lleno toda la casa, mordía
su cuello, chupaba y mordía sus pechos y Liv solo podía dejarse hacer ante la fuerza y
fiereza con la que Alison empujaba contra ella.
Cuando finalmente la sintió tan cansada como ella cerró los ojos y se dejó llevar
por última vez soltando sus manos de su agarre y aferrándose a su espalda gritaron su
liberación, siendo sucedida segundos después por el sonido de las patas de una cama
rompiéndose, cayendo ambas con todo y cama al suelo. Quedándose un minuto mirándose
completamente sudadas y sorprendidas, comenzando a reír después por semejante locura.
- Te amo mi princesa – dijo Liv besándola suave y apasionadamente en los labios
cuando dejaron de reír.
- No tanto como yo a ti mi amazona –devolviéndole el beso. - Christian me
podrías decir donde se encuentra el príncipe – decía el teniente Jensen mientras llevaba
consigo unos planos – debo mostrarle un nuevo invento que podría servirnos en la toma
del castillo.
- Debe estar rezando en la tumba de los caídos de la explosión como todas las
noches – dijo mientras revisaba y clasificaba las pruebas contra el almirante Krob.
- Gracias, ahora iré a buscarlo. Valdemar se encontraba de rodillas contra el altar
que construyeron para los caídos cerca del cráter cubierto, todas las noches desde la
tragedia se quedaba allí para rezar por la eterna gloria de todos aquellos hombres que
perdieron su vida por culpa de un psicópata. Nunca pensó que ser predecible era mortal
para alguien con una responsabilidad como la suya hasta que sintió un fuerte golpe en su
espalda que lo hizo caer de bruces en el suelo.
- Tan buena persona como siempre mi querido príncipe – dijo alguien a su espalda
–lamentablemente eso no te servirá de nada ahora. - Pero qué… - fue todo lo que pudo
decir al ser volteado y ver al hombre con la mitad de su rostro lleno de cicatrices de
quemaduras – general Christensen… lo creí muerto.
- Para tu infortunio sobreviví a tu intento de asesinato y ahora te pagare con la
misma moneda. - Espera – dijo cuándo fue golpeado por otro de los hombres que lo
acompañaba, varios de ellos lo patearon antes de que pudiera hablar nuevamente – todo
fue un error eso no debería haber pasado.
- Irrelevante mi querido Valdemar – haciendo un movimiento de cabeza para que
uno de los hombres lo atara y luego llamando a sus caballos lo subió a uno de ellos –
ahora mismo iremos al castillo a ver a tu padre y a que el almirante me dé la orden para
quemarte el rostro así como lo hiciste tu conmigo – marchándose del lugar con antorchas
frente a ellos, dejando una nube de polvo a su paso.
CAPÍTULO 19

El teniente Jensen corrió lo más rápido que pudo hasta la base real en Copenhague,
después de ver todo lo que había pasado escondido detrás de un árbol lo que menos
deseaba era una desgracia más en aquella guerra.
- Teniente ¿Qué le sucede? Se ve muy agitado – dijo un soldado pidiendo traerle
un vaso de agua.
- Avisen a todos que el príncipe Valdemar fue secuestrado por el general
Christensen.
- ¿Qué? Lo creí muerto – Christian se levantó como un resorte completamente
estupefacto – ¿A dónde se lo llevaron? - En dirección al castillo de Kronborg, al parecer
sobrevivió a la explosión – dijo después de tomar el vaso de agua – ¡tenemos que hacer
algo rápido para rescatarlo!
- Me temo que ya es hora – volteando a mirar a los soldados- llego el momento
para el que nos estábamos preparando, partiremos en un par de horas hasta el castillo para
rescatar a nuestro futuro rey y ponerle fin a esta guerra – dirigiéndose al teniente – teniente
prepare las armas y levántelos a todos, empezaremos el ataque ahora mismo.
La noche de Copenhague se vio interrumpida por la sirena de alarma de la base
militar. Todos los habitantes se escondieron en sus casas mientras los miles de soldados
se congregaron en las inmediaciones de la base real a la espera de órdenes. El teniente
Jensen les comunicó sobre el secuestro del príncipe y de la gravedad que eso conllevaba
para todos. Ordenó preparan sus armas y sus protecciones para partir hacia el castillo lo
más pronto posible. Mientras tanto, Christian corrió hasta la casa donde se encontraban
las chicas para avisarles de la premura y el cambio de planes ahora pautado.
- Alison, Liv – las llamó y al no recibir respuesta entro en la casa encontrándolas
apenas cubiertas por una delgada sabana, pegadas la una a la otra – maldita sea chicas –
dijo tapándose los ojos y desviando la antorcha a otro lado, despertándolas de golpe.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó una adormilada Liv mientras abrazaba a su
pareja y la cubría mas con la sabana. - Me sorprende que no hayan escuchado la sirena –
volviéndose para mirarlas y encontrándose apenas con la sorpresa de la cama rota – ¿Qué
le paso a la cama? – al verlas sonrojarse y a Alison soltar una risita desvió un segundo la
mirada y suspiro – no quiero saberlo, pero ahora hay cosas más importantes que esto,
vístanse y preparen sus armas, partiremos al castillo en unos minutos.
- ¿Qué?–gritaron ambas al unísono – ¿tienes idea de la hora que es?
- No hay tiempo Liv – bajando la mirada un momento – Valdemar fue secuestrado
por el general Christensen. - ¿Pero acaso él no estaba en la explosión? – pregunto
sobresaltada Alison.
- Al parecer sobrevivió a la explosión y se llevó a Valdemar como venganza – hizo
una breve pausa – lo importante ahora es que tenemos que rescatarlo antes de que ese
loco o el almirante Krob lo maten.
- Ya mismo nos alistaremos – dijo Alison intentando levantarse, siendo detenida
por Liv - ¿Qué haces? ¡Tenemos que ir por ellos antes de que maten a Valdemar!
- Christian, Alison, ustedes no saben nada de guerras ni batallas por lo que veo –
mirando a uno y a otro –digamos que partimos ahora hasta el otro lado del puerto donde
tienen los barcos que nos llevaran a nosotros junto a otros miles de soldados hasta el
castillo, pasaríamos horas de camino hasta llegar allí, cansados, sin dormir, hambrientos,
para cuando sea el momento de llegar al castillo solo seremos un montón de personas
agotadas e inservibles que perderán fácilmente.
- ¿A qué te refieres? – pregunto Christian. - Es una estupidez partir a una guerra a
estas horas de la noche porque solo seriamos presa fácil de animales salvajes por un
camino lleno de bosque, es mejor si salimos a primera hora de la mañana descansados,
bien alimentados y preparados para pelear.
- En eso tienes razón Liv – dijo Alison soltándose un poco de su abrazo – pero
tienen a Valdemar y si no actuamos ahora probablemente para mañana ya estarán en el
castillo torturándolo o matándolo.
- Ninguna persona en su sano juicio tomaría un viaje en barco por más corto que
sea a estas horas de la noche y mucho menos sin ver nada. - Tienes razón – Christian fue
hacia la salida no sin antes decir – avisare a los demás que descansen para partir a primera
hora de la mañana, ahora duerman y traten de reparar esa pobre cama – soltando la
carcajada que llevaba minutos aguantando, marchándose de la casa.
- Liv tengo miedo de que le paso algo a mi primo – acostándose sobre ella, con
expresión preocupada. - No te preocupes – dijo besando su cabello mientras la abrazaba
– él es fuerte, en cuanto se libere de esos hombres desearan no haberlo atrapado.
El muelle fronterizo se vio interrumpido por el crepitar de los cascos de caballos
en su andar por el lugar. Christensen guio a todos hasta la pescadería donde se ocultarían
para pasar la noche. La obscuridad de la noche únicamente iluminada por la luna y la
veintena de antorchas que ellos llevaban consigo, deslumbro y asombro a los ojos
curiosos que se asomaban por las ventanas y rendijas de las tiendas aledañas a su paso,
curiosos por lo extraño de aquel suceso.
- Oliver abre la puerta – grito desde afuera el general mientras los otros hombres
subidos a sus caballos esperaban a su espalda con Valdemar acostado y atado en uno de
los caballos.
La puerta se abrió, dejándolos pasar hasta las barracas que solía utilizar como
caballeriza para los muchos viajeros que dejaban a su cuidado sus animales. El general
empujo a Valdemar y este cayó al suelo con un gemido de dolor mientras los otros lo
tomaban de las manos y lo ataban procurando apretar lo suficiente.
- ¡Desnúdenlo! – ordenó el general Christensen mientras ponía un marcador de
caballos – así me asegurare de que no huyas – le sonrió cuando se acercó a él.
- Listo señor – dijo uno de los hombres luego de desnudar por completo al príncipe,
ignorando que éste ya estaba por liberar sus manos de las enclenques y resbaladizas
cuerdas con las que lo ataron.
- Te diré algo príncipe – decía Christensen mientras se sentaba junto al fuego
esperando que el marcador se pusiera al rojo vivo – yo siempre te admire – hizo una pausa
mientras tomaba un tarro de vino que le ofreció uno de los hombres – fuiste desde
pequeño un prodigio en lo que a las artes de pelea se refiere, por no hablar de tu astucia e
inteligencia a la hora de diseñar tácticas de guerra con tu difunto tío.
- ¿General que piensa hacer con ese marcador? – pregunto uno de los hombres al
observarlo levantarse y tomar el marcador. - Pienso dejarle algo para que me recuerde
para siempre – sintiéndose frustrado al ver la sonrisa de Valdemar – esa sonrisa te la
quitare ahora mismo desgraciado – acercándose a él, siendo detenido por uno de los
hombres – ¿Qué haces?
- No creo que al almirante Krob le guste que tomes venganza sin su autorización,
aún no sabemos los planes que tiene con Valdemar y si tomas represalias ahora te puede
matar.
- No me interesa lo que ese sádico diga o piense hacer con Valdemar – empujándolo
fuera de su camino y dirigiéndose hacia Valdemar – tomare mi venganza esta noche.
En cuanto apuntó el marcador hacia Valdemar este soltó las cuerdas e
impulsándose con las manos detrás de su cabeza lanzo sus piernas aun atadas contra el
estómago del general, haciéndolo soltar el marcador sobre sus pies que afortunadamente
cayó justo sobre las cuerdas, logrando quemarlas y romperlas, liberándolo de ellas para
luego levantarse de un salto al tomar el marcador y defenderse de los hombres con él
mientras lo iban atacando.
- ¡Maldito! – Grito el general Christensen levantándose y corriendo hasta donde
tenían las armas tomando una espada y rodeando a Valdemar junto con los otros hombres
– no podrás escapar, ríndete de una vez antes de que me arrepienta de dejarte vivir.
- ¡Yo nunca me rindo! – dijo Valdemar antes golpear a uno de los hombres y subir
por las escaleras del lugar y derribando un barril lleno de pescado sobre los que lo
siguieron, ocasionando que varios resbalaran y cayeran por las escaleras hasta el suelo.
Corrió hasta la pared mirando sus posibilidades de saltar, y al ver únicamente mar
volteo una última vez lanzando el marcador de caballos al rojo vivo hacia el general
Christensen, cayendo justo sobre su rostro y sonriendo al escucharlo gritar de dolor, saltó
desde la pared entrando en el agua helada de cabeza.
- Tomen las ballestas y disparen hasta que vea su cuerpo sin vida flotando en el
mar – gritó Christensen poniéndose hielo sobre el rostro y corriendo hasta la pared.
Una veintena de flechas impactaba en el agua mientras Valdemar nadaba bajo ella
lejos del muelle. Recordando su infancia cuando su tío le enseño a nadar recorriendo
exactamente el punto desde ese muelle hasta el castillo de Kronborg, sonrió cuando subió
para tomar aire dándole gracias a su tío por esa enseñanza. Mirando hacia atrás pudo ver
a lo lejos al general y sus hombres disparar flechas al agua. Eran varios kilómetros a nado
y debía darse prisa en llegar al castillo si no quería morir de hipotermia.
Los primeros rayos de sol iluminaban la mañana en Copenhague mientras un grupo
de cinco mil soldados cabalgaban lejos de la ciudad, dirigiéndose hasta Hillerod para
tomar el camino que los llevaría hasta los barcos de guerra que aguardaban por ellos para
partir a la guerra en el castillo donde temían estuvieran torturando a su líder.
- Debemos separarnos un poco, somos demasiados y el camino tiene poco espacio
– dijo Christian después de horas de camino – el grupo de asalto puede ir por ese lado
boscoso junto al de arquería y los de infantería y caballería pueden ir conmigo por el
camino libre.
- Buena idea – dijo Liv guiando al grupo de asalto liderado por el teniente Jensen
y al de arquería liderado por Morlock.
- ¿Crees que Valdemar este bien? – preguntó Alison bajando de tirano y caminaba
junto a Liv. - Es la décima vez que me preguntas lo mismo – suspiro Liv mientras
caminaba, dejando libre a tirano y mirando a Alison a su espalda – estas muy preocupada
por su bienestar.
- Es mi primo, obvio que voy a estar preocupada.
- Ya, claro tu primo – frunciendo el ceño mientras rodeaba un arbusto de hiedra
venenosa. - No tienes motivos para estar celosa de Valdemar Liv – acercándose a ella y
besando su mejilla – sabes que te amo a ti.
- No es momento para estar románticas, mantén tu vista fija en el camino y los
sentidos alerta. Esto no es un juego, es una guerra y la gente puede morir si se distrae tan
solo un segundo.
- ¡No me grites!
-¡No te estoy gritando!
- Damas – dijo Morlock acercándose disimuladamente hacia ellas.
- ¿Qué? – respondieron ambas al unísono.
- Christian y los demás soldados se detuvieron. - ¿Cómo? – dijo Liv mientras se
asomaba por unas ramas y vio a Christian de pie tomando una bandera blanca mientras
frente a ellos a unos cincuenta metros pudo ver otros soldados que parecían preparados
para la guerra, eran tan grandes como Morlock y por la forma en que estaban formados
notó que también eran soldados – todos los arqueros súbanse a los árboles que tengan a
la vista el camino donde están Christian y los demás soldados, ¡preparen sus arcos ahora
mismo!
- ¿Por qué debemos hacer eso? ¿Qué fue lo que viste? – dijo Alison preparando su
arco. - ¡Solo hazlo! – y mirando a Morlock – avísale a los demás arqueros que hagan lo
que ordene, yo hablare con los de asalto para prepararnos… parece que la batalla
empezara antes de lo previsto.
Christian se había quedado pasmado al ver a esos enormes soldados armados y
uniformados frente a ellos, pero sin perder la calma detuvo a sus propios soldados y
tomando una de las mantas blancas que tenían en los caballos pidió ponerla en su espada
y camino de frente hondeándola para que ellos entendieran su mensaje de paz. No conocía
a aquellos soldados y dudaba que fueran esbirros de Krob, su uniforme parecía de otra
nación y rezaba para que no fueran aliados.
- Mi lord Olaf – dijo uno de los generales noruegos al ver a aquel hombre hondear
una bandera blanca en son de paz – parece que no son rebeldes a pesar de no llevar
uniformes de guerra, podemos ir a negociar con ellos.
- No negociamos con traidores de su patria general – dijo el capitán al mando,
mirando hacia atrás gritó – prepárense para la batalla soldados, ¡pelotón de arquería
disparen!
Una lluvia de flechas surco los cielos en dirección a Christian y los soldados
mientras estos se cubrían lo mejor que podían para repeler el ataque, Christian pudo ver
a su lado el cráneo de un soldado ser perforado por una flecha, salpicándolo de sangre.
- ¡Caballería ataquen! El grito de guerra de los soldados lleno de pavor el cuerpo
de Alison. Subida en aquel enorme árbol podía ver cómo iban acercándose soldados de
ambos bandos, cerrando los ojos un segundo al ver los cuerpos de esos hombres chocar
los unos a los otros y el enorme estruendo de espadas contra escudos y gritos de agonía y
dolor.
- ¡Empiecen a atacar al enemigo ahora todos los arqueros! – dijo Liv mientras
soltaba el silbido en señal de ataque – pelotón de asalto esperen mi señal para salir y
lanzar la emboscada.
Sin perder tiempo Alison comenzó a disparar flecha tras flecha a los soldados
enemigos a puntos mortales en sus enormes cuerpos, uno a uno fueron cayendo a su
ataque y el de los demás. Pudo ver con horror como un enorme soldado le cercenó la
cabeza a uno de los hombres que le había dado consejos en la pelea y le tembló el labio
inferior. Otro de los oficiales cayo de su caballo y cuando se arrancó la flecha que le
perforo el hombro miro a los arboles enfurecido.
- Están en los arboles ¡atáquenlos! Cientos de soldados noruegos desviaron su
camino hacia los arboles siendo sorprendidos por lo que pareció una estampida de
hombres, que aprovechándose de la sorpresa los derribaron sin mucho esfuerzo. Alison
mantuvo su flecha lista para proteger a Liv de cualquier atacante, mientras veía como
ágilmente saltaba sobre uno de los soldados enemigos y le arrancaba un brazo a uno
mientras le daba una patada en la cara a otro. Un soldado que le pareció el más grande de
todos salto sobre Liv derribándola, manteniéndose sobre ella dándole tiempo de dispararle
directo en el ojo, dejando a Liv levantarse y tomar su espada esquivando el ataque de otro
soldado, y luego de patearlo en el rostro penetro en su vientre con la espada hacia atrás
de ella quedando a espaldas de él.
Alison se tambaleo en el árbol cuando una flecha enemiga se clavó justo a la
derecha de su rostro. Bajo ella pudo ver uno de los arqueros enemigos tratar de trepar su
árbol, haciéndola saltar hacia la rama de otro árbol a su izquierda, sosteniéndose por poco
y cayendo al suelo varios metros antes de detenerse cuando su camisa de atoró con una
rama haciéndola después caer al duro suelo con su carcaj saliéndose de su hombro
cayendo a un par de metros de ella.
- La guerra no es para las mujeres – dijo el soldado enemigo antes de tomar un
cuchillo e intentar atravesar a Alison con él, sorprendiéndose al ver como la mujer pateaba
su arma y lo tomaba por la cintura con las piernas elevándolo sobre ella y lanzándolo con
todas sus fuerzas hacia atrás, cayendo en el tronco del árbol, golpeándose fuertemente la
cabeza muriendo en el acto.
- Tienes razón, no es para mujeres – dijo mientras corría por su carcaj y tomando
la espada que Liv le dio entrando al campo de batalla junto a los demás, encontrándose
con una terrible masacre… cuerpos tirados en todas partes, sangre escurriéndose por el
suelo y a los pocos soldados enemigos que quedaban siendo asesinados por Christian y
los demás. Aquello le provoco nauseas pero las borro de su mente y corrió hasta Liv
viéndola revisar los cuerpos sin vida en el suelo, reprimiendo el grito de victoria que
proclamaron Christian y los demás.
- Cierren la maldita boca, hay miles de muertos aquí muestren respeto – dijo
volteando a reprocharles y estos bajaban la cabeza en entendimiento.
- Pero eran enemigos – dijo un soldado – ganamos la batalla. -Jamás hay
ganadores en una batalla, solo perdedores – dijo mientras levantaba a un soldado herido
y era ayudada por Alison a llevarlo junto al equipo médico mientras seguía hablándole al
soldado – reza para que lo que nos espere en el castillo sea menos mortal que aquí.
- ¡Quedo uno vivo! – dijo el hombre herido cuando vio a un soldado noruego correr
hacia el muelle oculto donde encallaron sus barcos de guerra que al parecer habían
destruido a los suyos propios al llegar. Liv corrió hacia él mientras con rapidez lanzaba
una daga a sus pies haciéndolo perder el equilibrio y caer al suelo, montándose sobre él y
poniendo su espada en su cuello.
- Por favor déjame vivir – dijo el hombre en un idioma que Liv no entendió – no
mate a ninguno de sus aliados, solo me hice el muerto para no participar.
- No puedo entenderte.
- Habla noruego – oyó decir a Morlock a su espalda acercándose a ellos – te está
pidiendo que le perdones la vida. - Está bien– Liv miro al hombre y se levantó de él
lentamente – pregúntale que hacen aquí soldados noruegos y porque nos atacaron aun
cuando Christian hondeo una bandera blanca en son de paz y ¿Cómo es que hablas
noruego?
- Mi madre es de noruega y desde pequeño hablo ambos idiomas… ahora hablare
con el soldado si me permites – Liv asintió y se hizo a un lado para dejarlo hablar.
Morlock así lo hizo y el soldado le explico todo sobre el ataque a los rebeldes, el
apoyo que le brindaban al almirante Krob y como su capitán al mando ignoro las muestras
de paz en un arranque de arrogancia, acabando con la vida de dos mil soldados noruegos
en la batalla.
- ¿Qué sucede? – preguntó Christian mientras se acercaba cojeando con una herida
vendada en la pierna derecha.
- Esto se va aponer peor si no llegamos ahora mismo al castillo y capturamos al
almirante lo más rápido posible que podamos.
- ¡No te entiendo Liv explícate!
- Disculpen – dijo Morlock mientras miraba hacia el horizonte en el muelle – creo
que ya es un poco tarde para eso.
Christian y Liv casi cayeron al suelo de la impresión, a lo lejos vieron cientos de
barcos de guerra acercarse hacia ellos.
Los refuerzos habían llegado… la batalla había terminado pero la guerra no había
hecho más que empezar.
CAPÍTULO 20

- ¿Qué podremos hacer ahora?


- Rezar no nos servirá de nada – Christian bajó la mirada intentando pensar. Su hijo
debía estar por cumplir su primer año y no estaba allí para celebrarlo… quizás no pudiera
verlo crecer y eso le rompía el corazón.
- Alcalde – Morlock se acercó a ellos – el soldado noruego dice que si vamos con
él hasta el barco principal de los aliados podría interceder a nuestro favor.
- Eso no nos ayudara cuando vean la masacre que hicimos aquí – dijo Liv
caminando hacia Alison y abrazándola fuertemente.
- Eso le dije pero me explico que su general al mando ignoro nuestras muestras de
paz cuando ondeamos la bandera blanca improvisada y ataco deliberadamente obteniendo
su destino por actuar tan osadamente.
- ¡Ya sé lo que podemos hacer! –exclamó Christian después de escuchar a
Morlock– teniente Jensen traiga rápidamente el cofre donde guardo las pruebas contra el
almirante Krob – mirando hacia el joven noruego – con esas pruebas y tu apoyo será más
que suficiente para desenmascarar a Krob y que los aliados nos brinden su apoyo para
detenerlo.
- En ese caso sigamos el plan trazado por Valdemar desde el principio – dijo Liv
mientras llamaba con un silbido a los soldados que descansaban y curaban heridos -
¡Todos a las barcas ahora mismo!
- Bien ustedes adelántense y traten de seguir las indicaciones de Valdemar al pie
de la letra… buena suerte a todos y Liv cuida a mi hermana – dijo corriendo después con
Morlock y Marius el soldado noruego hacia uno de los barcos de su navío para dirigirse
lo más rápido posible hasta el barco principal de la flota de los aliados. Liv guio a los
soldados hasta las pequeñas embarcaciones que tenían preparadas para llegar al castillo.
El sol empezaba a ocultarse cada vez más rápido mientras miles de soldados iban en
direcciones contrarias pero cada uno con el mismo objetivo… acabar con la tiranía.
La brisa marina se mesclaba con el olor a sangre de los heridos y el sudor masculino
en cada una de las barcas, cada uno en silencio esperaba vivir para contar la odisea de sus
vidas a sus familias y convertirse en héroes de la patria.
Alison mantenía la mirada fija en el castillo que se podía ver a lo lejos,
preguntándose si algún día gobernaría sobre el u otro de los palacios que pertenecían a la
corona… en su imaginación su reinado traía prosperidad y buenos tiempos para
Dinamarca… con Liv a su lado.
En ninguna de sus realidades las podía imaginar sin ella, pero en el fondo de su
corazón sabía que una mujer jamás podría reinar junto a una consorte femenina… no era
bien visto, de hecho incluso iba en contra la ley pero quizás con ayuda de Valdemar
pudiera hacerse algo para que le permitieran reinar junto a la persona que amaba, sino en
el trono junto a ella podrían ser amantes hasta que ambas murieran y los futuros hijos de
Valdemar heredaran el trono.
Volvió su mirada hacia Liv… admirando su rostro y sonriéndole, ella le devolvió
una sonrisa y la abrazo con su cuerpo empapado en sangre con un olor y aspecto espantoso
pero no con eso opacaba su belleza amazona.
- Te protegeré hasta la muerte – dijo junto a su oído – lo prometo.
- Lo sé – Alison se pegó mas a ella ignorando el olor – saldremos de esta ya veraz.
Valdemar gateaba sigilosamente sobre el tejado del castillo intentando encontrar la
habitación donde mantenían escondido a su padre. La noche anterior cuando apenas logro
salir con vida del agua helada se escondió en los bordes del jardín frente a la entrada del
castillo sin ser visto. Mirando hacia las tiendas de vigilancia que Krob tenían alrededor
de todo el lugar se sintió realmente afortunado de que ninguno de los soldados lo viera
caminar agachado justo frente a ellos.
Tiritaba de frio buscando un lugar donde pudiera calentarse lo más rápido posible
sino quería morir de hipotermia. Hábilmente rodeo el castillo y entro en una de las casas
de la servidumbre, sorprendiendo de muerte a la familia que allí residía que atónitos de
ver al príncipe con vida inmediatamente lo envolvieron en mantas para secarlo y
calentarlo mientras una de las mujeres le sacaba caldo de vegetales de un caldero junto a
una pequeña hoguera con algunos carboncillos encendidos debajo de ella. La casita era
bastante acogedora a pesar de que parte del techo estaba caído y toda la pared rajada llena
de agujeros por donde vio salir una rata que paso junto a sus pies y se escondió en un
montón de basura detrás de un estante con el tope cubierto de telarañas y ropa sucia
apestosa.
Sutilmente les conto toda la historia mientras se tomaba el caldo, omitiendo la
masacre premeditada por uno de sus soldados en Copenhague y el paradero de la princesa
Amalia. Cuando se hubo calentado tomo una pequeña siesta obligado por la que recordaba
era la cocinera del castillo después que esta prometiera ayudarlo en la mañana a entrar a
éste sin ser visto y hallar a su padre para sacar al almirante Krob y librarlas del terror que
sentían sus hijas por él cada vez que iban a ayudarla en la cocina.
Al día siguiente muy temprano en la mañana se vistió de campesino sirviente
llevando costales de harina frente a su rostro ocultándose en una maraña de cabello que
la cocinera le había cortado a una de sus hijas para ocultar la identidad del príncipe. Una
vez dentro escondiéndose en cada habitación para dar con su padre escuchó la
conversación de uno de los guardias reales mientras charlaba con otro degustando su
desayuno, donde decían que creían a Krob loco porque había mudado a su padre a las
habitaciones principales en lo alto del castillo doblando la seguridad e incluso en las
escaleras para que nadie que no fuera un aliado o servidumbre debidamente requisada al
subir pudieran entrar allí.
Regresando por donde llego tomó la peligrosa decisión de subir por el tejado del
castillo… teniendo en cuenta que la mayoría de éste era totalmente resbaladizo y en
posición vertical le pidió algo de cal a la cocinera que inmediatamente le consiguió un
saquito lleno para mantener sus manos secas y no verlo resbalarse y caer del castillo.
Subiendo desde una esquina empezó su peligrosa proeza, procurando hacerlo a
rastras para no ser visto por ninguno de los cientos de guardias que resguardaban el
castillo. Esto le hizo perder gran parte del día en llegar a las partes verticales del tejado
del castillo donde se encontraban las habitaciones reales. Apenas consiguió deslizarse
lentamente hacia una de las ventanas cuando escuchó a uno de los guardias gritar
(¡Fuego!) seguido de una lluvia de flechas lanzadas por alrededor de cien soldados
formados en filas frente a la entrada del castillo hacia las barcas que él mismo había
comprado junto a sus generales para el asalto final al almirante Krob.
- ¡Estrategia de evasión uno ahora! – gritó Liv en cuanto vio las flechas venir hacia
ellos e inmediatamente los soldados en todas las barcas levantaron escudos, agachándose
después en el fondo de la barca formando con ello una pared impenetrable sobre el barco
que pudo repeler fácilmente todas las flechas - ¡Arqueros disparen a discreción! –la
ráfaga de dos mil flechas impactó contra los soldados poco precavidos formados frente a
la orilla de la entrada del castillo, dejando apenas unos pocos sin salir heridos que
inteligentemente tomaron escudos o se cubrieron detrás de sus tiendas de campaña.
- ¡Tenientes saquen los cañones antes de que arriben a puerto! Segundos después
más soldados escondidos en lo alto del jardín colocaron los cañones en posición frente a
la bahía inclinando rápidamente el pesado armamento y metiendo pólvora y la bala dentro
esperando la orden para disparar.
- ¡Formación evasiva dos ahora! – gritó Liv mientras los soldados remaban las
barcas separadas unas de otras a veinte metros de distancia para que no pudieran disparar
y acertar a ninguna de las barcas sin ser invadidos antes de ello.
Una treintena de balas de cañón impactaban en el mar intentando destruir las barcas
en vano, Liv veía como una bala pasaba rozando junto a su barca salpicando su rostro de
agua salada. La adrenalina mantenía su mente concentrada en la estrategia de Valdemar,
Alison y los demás arqueros en las otras barcas seguían disparando flechas acabando con
algunos guardias del castillo.
- ¡Táctica de dispersión ahora! – gritó el teniente Jensen y todas las barcas
rápidamente empezaron a rodear el castillo saltando a tierra y empezando el ataque con
los soldados llenos de energía por la adrenalina corriendo por sus venas.
Liv salto de la barca junto a algunos soldados y Alison al flanco izquierdo del
castillo siguiendo las indicaciones de Valdemar, para saltar el canal que rodeaba el castillo
y llegar rápido a las ventanas que daban directamente a las habitaciones frente a los
pasillos del castillo y tener acceso rápido a todas las áreas de éste. Fue muy inteligente
usar una dispersión para distraer y atontar a los soldados de Krob, no sabrían a donde ir
y entre todos tendrían que defender afuera del castillo, dejando el interior totalmente
desprotegido ignorando que su pequeño grupo de treinta soldados entrarían allí sin ser
vistos.
Sin perder tiempo saltaron el canalillo y corriendo agachados abrieron a la fuerza
la segunda ventana después de la central y entraron uno por uno vigilando no ser vistos,
escuchando los gritos y choques de armas a lo lejos. Una vez dentro repartieron lugares
para dispersarse y cubrir mas lugar que estando todos juntos, cuando hubieron estado de
acuerdo abrieron muy lentamente la puerta mirando a todos lados para comprobar que
estaba vacío y al ser así haciendo señas entre todos corrieron procurando hacer el menor
ruido posible. Cuando todos se fueron Liv cerró la puerta y camino hasta Alison
abrazándola.
- Es momento de despedirnos – dijo Liv besando su frente. - Liv tu no vas a morir
de eso estoy segura – Alison la miro a los ojos un segundo y la beso, chupando su labio
inferior para después separarse y pegarse a su pecho con los ojos cerrados intentando
contener las lágrimas.
- No hablemos de eso Alison –dijo oliendo su cabello con los ojos cerrados – me
refiero a que esta es la despedida porque no te dejare salir de aquí y exponer tu vida en
batalla.
- No puedes hacer eso – se separó bruscamente de ella y la miro severamente –
¡pienso luchar a tu lado incluso si muero y lo último que veo son tus ojos!
- No lo permitiré Alison.
- Hazte a un lado Lively Goumas – dijo Alison plantándole cara mirándola
amenazante. Liv se hizo a un lado dejándola pasar pero en cuanto Alison le hubo dado la
espalda la golpeo en la cabeza procurando noquearla sin hacerle mucho daño, tomándola
en brazos en cuanto cayó desvanecida.
- Tendrás que perdonarme por esto algún día porque me hiciste lo mismo al
conocernos – le sonrió hablándole al oído mientras la ataba de piernas y manos y la
acostaba delicadamente en la cama, besando después sus labios y observándola unos
segundos antes de levantarse y asegurarse de que la puerta permaneciera cerrada por
dentro al salir – hasta siempre mi cazadora. Valdemar se sostenía fuertemente de la pared
junto a la ventana de la habitación donde al fin hallo a su padre. Después de la sorpresa
de ver a sus leales atacar el castillo realizando sus tácticas a la perfección bajo por el
empinado tejado hasta la esquina de la habitación donde escucho claramente la voz
alterada del almirante Krob. Luego de un rato y de varias palabrotas al aire escuchó a este
salir de la habitación e irse con sus guardias. Con cuidado de no resbalar y caer al vacío
se pegó al borde de la ventana y aflojando las oxidadas bisagras logró abrir la ventana y
entrar a la habitación con las piernas temblando por el esfuerzo.
- Padre – dijo al caminar hacia él en cuanto lo vio tirado en el suelo atado de pies
y manos. Estaba muy escuálido en comparación a la última vez que lo vio, su cabello
largo hecho girones por el poco aseo y el sudor, sus piernas amoratadas con los dedos de
los pies rotos llenos de pus… le daban un aspecto tan repugnante que ahogo una nausea
intentando contener lágrimas de dolor por alguien que aunque intento asesinarlo aun así
era su padre – padre soy Valdemar, tu hijo por favor despierta.
A esto último el demacrado hombre abrió los ojos ligeramente como un gatito
recién nacido. Después de tocar su rostro y darse cuenta de que no estaba soñando se
levantó e intento abrazarlo percatándose luego de que tenía las manos atadas.
Rápidamente con una daga Valdemar le corto las cuerdas de los brazos y las piernas
recibiendo algo confuso el cálido abrazo de su padre. Que llorando en silencio daba
gracias a dios por verlo con vida otra vez.
- ¿Cómo lograste llegar hasta aquí? – preguntó después mientras Valdemar le daba
de beber algo de agua que encontró en una jarra al verle los labios secos.
- ¿Te sorprende que tus soldados no hayan podido matarme verdad? - No sé de
qué estás hablando Valdemar, yo jamás ordenaría a alguien a quitarte la vida – dijo esto
poniendo los ojos desorbitados de la sorpresa – eres mi hijo y te amo.
- Estoy muy confundido ahora mismo padre y pienso responder todas tus preguntas
a cambio de que tu respondas algunas de las mías… pero tendrá que ser después en otro
lugar. Ahora mismo debemos salir de aquí y ponernos a salvo – dicho esto levanto a su
padre en brazos sobre su espalda preparándose para salir de la habitación justo cuando
entraba Krob con su armadura de cota de malla y sus legendarias catanas japonesas que
según le contaron de niño le fueron otorgadas por un emperador japonés al ver su
formidable habilidad con la espada.
- Que sorpresa encontrar a padre e hijo juntos después de tanto tiempo – sonrió
Krob desenvainando sus catanas preparado para atacar mientras Valdemar daba pasos
hacia atrás y dejaba a su padre sentado sobre una silla sacando luego la espada que la
cocinera le había conseguido robar a uno de los guardias que aún dormían en las
caballerizas horas antes – veo que lograste sobrevivir a todos mis intentos por asesinarte.
- Si te refieres al pelele de general Christensen creo que en realidad nunca has
querido matarme. - Esa no fue la única vez que lo intente príncipe – sonriendo le lanzo
un cuchillo que hábilmente fue repelido por Valdemar – la primera vez que lo hice estabas
en tu interminable búsqueda de la inexistente hija de tu tío Leopoldo.
- De modo que fuiste tú – dijo mientras miraba con pesar a su padre mudo de la
rabia… ahora que lo pensaba bien su padre podría ser ambicioso y lo creía capaz de
asesinarlo para conseguir la corona, pero al saber la verdad se sintió mal por pensar tal
atrocidad de su padre – te alegrara saber que mi prima la princesa Amalia está con vida y
dispuesta a reinar – sonrió al verlo cambiar su expresión – y yo pienso ponerla en el trono.
- ¡Basta de palabrerías! Inmediatamente asesto su ataque a Valdemar. Iniciando
una danza propia de dignos espadachines como ambos lo son. Krob esquivó un ataque
mortal de Valdemar hacia su cuello desarmándolo con un deslizamiento de su catana
contra la endeble espada que tenía. Sintiéndose victorioso giro con las catanas cortando
el aire hacia Valdemar que a duras penas pudo esquivarlo dando volteretas hacia atrás no
sin antes ser cortado en el vientre y sostenerse adolorido el espacio cortado poniendo
presión para no desangrarse, verificando por la cantidad de sangre que salía de él que no
era una herida grave.
- Es posible que tu tío te enseñara mucho de batallas pero jamás aprendiste las artes
japonesas de ataque y defensa de las cuales me hice experto en Japón príncipe – sonriendo
saco cuatro dagas de su bolsillo para dar el ataque mortal sin darse cuenta del jarrón de
barro que era lanzado hasta el golpeándolo en el rostro aturdiéndolo el tiempo suficiente
para que Valdemar lo desarmara cayendo sobre él y volteándolo de espaldas metió sus
brazos debajo de los suyos uniendo sus manos sobre la nuca de Krob, impidiéndole
moverse.
- Es posible que tú seas experto en las artes japonés de ataque y defensa –dijo el
rey Federico –pero yo soy experto en el arte de lanzamiento de jarrones a la cara.
- Me las pagaras maldito infeliz – gritó Krob intentando zafarse. - Estas acabado
almirante – dijo Valdemar mientras golpeaba su rostro contra el piso una, dos y tres veces
– iras a la cárcel por tus crímenes a la corona.
En ese momento escuchan un estruendo, gemidos de agonía y luego la puerta ser
derribada por Liv que entraba con la espada y el cuello salpicado de sangre con los
guardias de Krob en el suelo desangrándose.
- ¡Atenea! – gritó sorprendido el rey Federico mientras intentaba incorporarse.
- ¿Quién es atenea padre? – preguntó Valdemar confundido mirando a Liv que se
quedaba helada en la puerta –ella es Liv una aliada.
- ¿Cómo sabes el nombre de mi difunta madre? – dijo Liv caminando hacia él con
la espada en alto. - ¿Difunta? – Los labios le temblaron y se le nublo la vista mientras
intentaba recobrar la voz – así que al final te llamó Liv – dijo sonriendo apenas mientras
lágrimas caían de sus ojos.
- ¡Responde si no quieres que te arranque el cuello! ¿y por qué dices eso de mi
nombre? – gritó Liv iracunda
- Se tu nombre porque yo te lo puse – le sonrió. - ¿Qué? – exclamaron Liv y
Valdemar al mismo tiempo. El corazón le latía a Liv a mil por horas esperando que la
respuesta no fuera lo que estaba pensando.
- Yo soy tu padre hija mía. Ambos estaban tan estupefactos que Valdemar sin
darse cuenta fue derribado por Krob que tomando una de las dagas del suelo la lanzó
contra Federico clavándosela justo en la cabeza, escuchando el grito de Valdemar y
esquivando el ataque de Liv dándole una patada en el estómago que la dejo sin aire
cayendo en el suelo. Sin perder tiempo salió corriendo lo más rápido posible fuera de la
habitación, escapando de la muerte una vez más sonriendo por haber asesinado a Federico
y salir impune de ello.
Sin saber que el camino que pensaba lo dirigiría hacia la libertad… lo estaba en
realidad conduciendo a su condena.
CAPÍTULO 21

Alison sentía el cuerpo pesado, su cabeza le dolía terriblemente y sentía la luz de


una ventana filtrarse fijamente en su rostro causándole molestia como un recordatorio
cruel de lo que le había pasado… Liv la había golpeado para mantenerla a salvo encerrada
en esa habitación.
Con pesadez abrió los ojos mirando en toda la habitación algo cercano a ella que
pudiera servirle para desatarse y salir a batallar junto a los demás. Nada… no había nada
al alcance de sus pies con lo que poder escapar. Se quedó tendida en la cama mirando al
techo mientras escuchaba a lo lejos la fuerte batalla que se librara a pocos metros de ella.
Pensó en lo que haría al salir de allí y encontrar a Liv, le daría su merecido por aquella
locura… aunque cerrando los ojos sonrió al recordar que ella misma la golpeo para
escapar años atrás cuando se conocieron.
Recreando en su mente los días de tranquilidad que pasaron juntas en las montañas
con las niñas a quienes extrañaba todos los días, los momentos de romance entre ellas
cuando las pequeñas jugaban o dormían a unos metros de su lecho… cosas que quizás
jamás volverían a pasar. Rezaba en silencio con lágrimas en los ojos implorando al cielo
que mantuviera con vida a Liv para reprenderla por golpearla… y poder abrazarla de
nuevo.
La tristeza que padeció al estar lejos de ella no había sido aún compensada los
pocos días de tranquilidad e intimidad que tuvieron en Copenhague entrenando y
durmiendo juntas. Todos esos momentos en los que sutilmente aun dormida Liv la
abrazaba en la cama y eso casi inconscientemente la hacía tomar su mano y besársela
aferrándola a su pecho.
Sonrió al recordar las veces que la veía dormida a su lado y besaba sus labios
acurrucándose más contra ella. Las tardes que después de lavar juntas sus cuerpos se
acostaban a descansar y Liv se recostaba contra su pecho cerrando los ojos en el instante
que le acariciaba el rostro.
Deseaba más que nada volver a verla y repetir aquello todos los días para verla
dormida contra ella siempre. Liv una vez le dijo que esas caricias la relajaban y hacían
dormir tan rápido que le sorprendía… ya que solo lograba dormir apenas cuatro o cinco
horas de sueño al día desde muy pequeña. Quizás con algo de suerte pudiera volver a
llevar el sueño y la calma a su vida si salían de aquello con vida.
La mañana anterior apenas pudieron descansar lo suficiente con todos los
preparativos para partir al castillo donde ahora se encontraban… entonces recordó las
dagas de plata que tenía escondidas en el cinturón de cuero que el teniente Jensen le dio
y moviendo el cuerpo frenéticamente pudo aflojar las cuerdas de su pie derecho y
encorvándose todo lo que podía acerco su pie descalzo hasta el cinturón, levantando la
daga con dificultad y sujetándola a salvo entre los dedos de su pie.
Después encorvándose hacia la izquierda dobló su pie hacia atrás llevando la daga
hasta su mano derecha, proceso que le llevo varios intentos alcanzar hasta que finalmente
tomándola en su mano cortó la cuerda que la ataba en apenas cinco minutos, sentándose
después en la cama y cortando la última cuerda en su mano izquierda. Poniéndose luego
de pie agarro su arco con su carcaj lleno de flechas de la silla junta a la cama y mirando
con cautela fuera de la habitación salió corriendo sigilosamente siguiendo pequeñas y casi
invisibles huellas de barro de las botas de Liv.
Justo cuando se dirigía a uno de los pasillos un hombre uniformado igual que los
guardias reales que los atacaban al llegar al castillo pasaba corriendo hacia una de las
salidas. Él la miro antes de ser impactado en la muñeca por una de sus flechas
ocasionándole un desgarrador grito de dolor pero no pudo impedir que continuara su
marcha.
Desvió su camino para correr por donde vio salir a aquel hombre y entonces chocó
contra Liv cayendo ambas al suelo.
- ¡Liv! – exclamó Alison incorporándose para levantarse y mirarla con el rostro
casi completamente ensangrentado. - Maldita sea Alison se supone que no deberías haber
escapado – fue lo único que logro decir antes de ser golpeada en la mejilla por la mano
abierta de Alison y luego silenciada su protesta por un beso que duro varios segundos.
- No debiste dejarme allí – dijo Alison limpiando la sangre de su rostro con un
pañuelo – ¿luchare contigo hasta la muerte entiendes? – besándola una vez más antes de
ser bruscamente separada por Liv mientras se levantaba y ponía una posición amenazante
al escuchar un ruido a su espalda, afortunadamente era Valdemar.
- ¿A dónde se fue ese desgraciado? – preguntó Valdemar con los ojos rojos por
haber estado llorando.
- ¡Primo! – Alison se abrazó a él – gracias a dios estás bien.
- No sé adónde se fue, cuando llegue aquí choqué contra Alison.
- ¡Maldita sea! – grito frustrado Valdemar dando golpes a la pared. - Cálmate
Valdemar – dijo Liv mientras tomaba su espada del suelo y ponía la mano en su hombro–
el castillo está rodeado, no podrá ir a ninguna parte sin ser atravesado por alguna de
nuestras espadas o la suya propia.
- Yo vi a un hombre correr por ese pasillo – dijo Alison llamando la atención de
ambos – le atravesé la muñeca derecha con una flecha pero no pude detenerlo.
- Quédate aquí – dijo Liv mientras Valdemar se secaba las lágrimas y adquiría una
expresión aterradora – dinos a donde fue y espera escondida en alguna habitación.
- No cuentes con eso Liv, luchare con ustedes hasta el último suspiro.
- No perdamos el tiempo hablando y guíanos hasta ese bastardo.
-Síganme. Corriendo lo más rápido que podían los llevo hacia la salida del pasillo
donde lo vio dirigirse. Afuera era un caos de muerte y sangre, siguieron corriendo tratando
de alejarse lo más posible de la masacre intentando encontrar al fugitivo sin éxito. La
batalla llego a ellos sin que pudieran hacer nada.
Unos cien hombres iban en su dirección, Alison derribo a unos cuantos con su arco
y Liv otros más con cuchillos pero al quedarse solo con la espada se juntaron entre los
tres para hacer frente a los restantes justo cuando vieron la lluvia de flechas que venía de
la orilla del castillo.
Corriendo con el alma en la boca los tres juntos saltaron al canal del castillo para
protegerse de las flechas. Una le rozó la pierna a Alison haciéndole un feo corte de varios
centímetros segundos antes de saltar al agua.
Valdemar las tomo a ambas de la cintura y pegándolas a la pared del canal
aguardaron a que los ataques terminaran. Temiendo que los mataran a los tres nadó hacia
la orilla contraria al castillo para asegurarse de que todo había acabado… cuando vio a
los cientos de soldados dirigirse en formación hacia ellos y otros más bajando de decenas
de barcos en el muelle rodeando el castillo.
- Estamos rodeados – dijo a ambas de pie desde la orilla.
Alison y Liv se miraron la una a la otra resignadas a morir, sonriendo después y
fundiéndose en un último beso antes de decirse adiós para siempre. Nadaron hasta la orilla
para luchar hasta el final con Valdemar cuando los soldados de arquería apuntaron hacia
ellos… siendo luego detenidos por el grito de uno de los oficiales al mando.
- ¡Príncipe Valdemar! – exclamó sorprendido el general sueco pidiendo a los
soldados que bajaran sus armas – entonces lo que el alcalde Christian era cierto, estás
vivo – acto seguido le pidió a soldados de infantería ayudarlos a rodear el canal a salvo y
entrar nuevamente al castillo.
- General no sabe cuánto me alegro de verlo – dijo Valdemar estrechando su mano
– y lamento que sea en circunstancias como estas.
- No se preocupe príncipe – dijo mirando a las mujeres – una de sus amigas esta
herida mire su pierna – haciendo a la propia Alison notar su herida – soldado Sabjorn
cubra la herida y haga presión para evitar un desangramiento y vamos inmediatamente al
castillo para que le curen la herida.
- Estoy bien no se preocupen.
- De ninguna manera te quedaras aquí de pie perdiendo más sangre Amalia – dijo
Valdemar llamando la atención del general – vamos todos al castillo.
- De modo que la princesa Amalia está viva – sorprendido sonrió ante tal
acontecimiento – no se preocupen, el castillo está bajo resguardo protegido, los soldados
restantes de Krob están bajo arresto y sus aliados heridos siendo atendidos príncipe.
Mientras se dirigían nuevamente dentro del palacio a su alrededor soldados de
uniformes diferentes recogían en carretas a los muertos que estaban por todos los
alrededores del castillo y sus jardines. El anochecer hacía difícil la visión por lo que daba
un aspecto completamente lúgubre y espantoso a todo el lugar. Otros hombres encendían
antorchas para iluminarlo todo y poder continuar con la limpieza del castillo. Dentro de
éste se encendían hogueras en el medio del palacio para calentar utensilios de sutura y
curar a los heridos.
Christian caminaba cojeando cuando llegaron a las habitaciones para cerrar la
herida de Alison. - Gracias a dios están todos bien – besando a su hermana en la frente y
abrazando a Valdemar y Liv – el general sueco habla danés por lo que nos fue fácil
explicarle la situación y que se uniera a nosotros.
- Señor – dijo un soldado detrás de ellos – encontramos el cuerpo del rey Federico
en una de las habitaciones, ¿Qué desea que hagamos con él?
- Límpienlo y cúbranlo con una sábana sobre la cama del cuarto principal. Después
haremos lo que el príncipe Valdemar decida para su funeral.
-Sí señor. - Lamento mucho lo de su padre príncipe Valdemar – dijo el general
después de haberse marchado el soldado – si es su deseo me encargare de los preparativos
del entierro y duelo de su padre antes de la coronación.
- Le estaré eternamente agradecido por eso general Berg. - Bueno lo logramos –
dijo sonriente Christian luego de que el general dejara la habitación – estamos algo
heridos pero salimos con vida de esto.
- No hay razones para reír con tantas muertes sobre los hombros Chris –Alison lo
interrumpió en su júbilo –ahora solo queda tratar de olvidar todo el horror que pasamos y
seguir adelante.
Dos días después de aquella masacre que sería recordada por todo el país se
llevaron a cabo los preparativos del funeral y entierro del rey Federico I de Dinamarca.
El muelle donde murieron miles de noruegos fue llenado de flores y oraciones por órdenes
del príncipe Valdemar y la futura reina Amalia.
Fueron declarados siete días de luto por la muerte del rey además de cambios en
los impuestos y los precios de alimentos lo que fue un alivio para la población en general.
Hijos esclavizados para trabajos forzados fueron devueltos a sus familias con una
considerable compensación pagada por el propio Valdemar.
La valentía del Alcalde Christian Marlosby fue premiada con los más altos honores
por haber liberado al pueblo danés en diversas ciudades y fue proclamado alcalde
permanente hasta el día de su muerte en agradecimiento por sus servicios frente a la
batalla. El almirante Krob fue encontrado días después del ataque al castillo en una balsa
a orillas de una bahía lejos de Dinamarca muerto por insolación, hambre y sed. Nadie
nunca en esa bahía dio santa sepultura a su cuerpo y fue devorado por cangrejos y peces
hasta que no quedaron más que sus huesos.
La princesa Amalia disfrutaba de unos días de paz en el castillo de Copenhague
con Liv mientras todo el torbellino terminaba. Daban pequeñas caminatas de la mano por
los jardines del palacio, cocinaban sus alimentos y por las noches reclamaban el cuerpo
la una de la otra en un intento frenético de acabar con las pesadillas donde las personas
que fueron asesinadas por sus armas venían por ellas para vengarse.
- ¿Cuándo crees que podremos irnos a Vislanda? – pregunto Liv una de esas noches
después de hacer el amor cuando reposaban la una en brazos de la otra. La enorme
habitación real estaba decorada en colores extravagantes tan fuertes que de día hacían los
ojos de ambas lagrimear.
- Todavía no lo sé – dio Alison acariciando su rostro – solo nos queda esperar hasta
mañana para hablar con los miembros del consejo real para renunciar a mis derechos de
heredar el trono y cederlo a Valdemar.
- No puedo esperar a estar en casa contigo y las niñas – cerro los ojos adormilada
por las caricias de Alison en su mejilla – despertar al amanecer para revisar las
plantaciones, ayudar a toda la familia con la recolección en tiempo de cosecha y venderlo
en el mercado local y otros pueblos.
- Tendrás que darme un incentivo para hacerme despertar tan temprano en la
mañana. - ¿Qué te parece este? – dijo Liv subiéndose a ella y besándola apasionadamente,
demostrándole una vez más hasta el amanecer lo que le esperaba a su lado todos los días
de su vida.
A la mañana siguiente ambas realizaron el viaje hasta el castillo de Rosenborg para
la renuncia formal de Alison a la corona danesa. Se encontraron con un Valdemar
malhumorado con su traje repleto de condecoraciones militares hablando con un par de
ancianos que ignoraron al príncipe nada más verla llegar.
- Princesa Amalia es un honor y un placer tenerla ante nosotros – dijo el más gordo
de los ancianos haciendo una reverencia protocolar. - Dichosos los ojos que la ven
princesa – dijo el otro imitando a su compañero – si por favor fuera tan amable en
acompañarnos al despacho real para tener una pequeña charla con usted y el príncipe.
- Será un placer – dijo exagerando su voz pidiéndole a Liv con la mirada que la
esperara en la sala.
Una vez dentro se sentó en uno de los sillones sorprendiéndose de ver a más de
doce hombres a su alrededor ya sentados y mirándola expectantes. - Princesa imagino
que está al tanto de las leyes sálicas que prohíben la sucesión al trono de una princesa
¿verdad? – dijo uno de los hombres con voz autoritaria.
-Estoy al tanto de ello sí. - También sabe que su padre condicionamiento para que
a su hizo crear un documento de muerte su hija bastarda y única heredera pudiera reinar
como es su derecho ¿no es cierto?
- No, de eso no estoy enterada – dijo confundida mirando a Valdemar que intentaba
evitar su mirada. - Dicha condición es que para poder reinar debe hacerlo con un hombre
al lado de igual linaje y sangre azul que la suya, y en este caso el elegido fue su primo el
príncipe Valdemar.
- ¿Qué? – preguntó más alto de lo que pretendía mirando a Valdemar y a todos allí
presentes - ¿Cómo pudiste no decirme nada si estuvimos luchando espada con arco por
meses Valdemar?- no obtuvo ninguna respuesta de su parte.
- Princesa como sabrá ya los preparativos de la coronación después de la boda real
están listos y se llevaran a cabo esta misma tarde en el castillo junto al pueblo danés y
otros monarcas invitados al enlace.
- Pido disculpas por las molestias señores pero eso no será necesario – dijo
sonriendo a todos menos a Valdemar al que le lanzó una mirada acusadora – vine aquí a
renunciar a mis derechos dinásticos de sucesión al trono por lo que la boda será cancelada
mas no la coronación de mi estimado primo.
Todos en la sala guardaron silencio mirándose las caras los unos a los otros.
Valdemar solo miraba a la ventana de la habitación como si en cualquier momento fuera
a saltar en busca de aire fresco para respirar. Uno de los ancianos susurro algo al oído del
que estaba sentado al frente de todos y luego de una breve pausa pidió al príncipe
Valdemar salir dela habitación, lo que éste hizo como si un resorte lo impulsara hasta la
puerta.
- Princesa Amalia entendemos que no quiera obtener el trono casándose con su
primo pero el incesto no es algo que no se haya visto en matrimonios reales antes así que
no debe preocuparse por ello.
- No es cuestión de moral señor – dijo pensando en el hecho de que la propia Liv
era su prima ya que era hermana de Valdemar – simplemente quiero una vida tranquila
lejos de un palacio.
- Entendemos su deseo de privacidad y simpleza princesa – dijo el anciano – sin
embargo tememos que su falta de moral sea la causante de que de alguna manera pueda
poner en peligro el rostro de la monarquía a los ciudadanos.
- ¿A que se refieren? - Su conducta desvergonzada al usar armas la hacen parecer
una salvaje y no una princesa.
- Sí, pero fueron esas armas las que me ayudaron a liberar a mi pueblo de la
opresión y tiranía del almirante Krob – dijo con suficiencia.
- Y alabamos su valentía en la batalla – dijo el anciano – sin embargo la iglesia
condenaría su relación de concubinato con esa mujer Lively Goumas – aquello ultimo la
dejo helada – de hecho princesa aunque accediéramos a cederle su derecho al trono a su
primo Valdemar la iglesia jamás permitiría tan obvia demostración de libertinaje público
como lo es una relación con otra mujer. Las perseguirían por todo el mundo para
quemarlas a ambas en la hoguera acusándolas de herejía o de que tienen demonios dentro
de ustedes por sucumbir a los pecados de la carne la una con la otra y está en nuestras
manos que la cara de la monarquía danesa jamás pase por tal vergüenza… ¿comprende
lo que trato de decirle?
- No entiendo a que se refiere con eso– nerviosa se removió en el sillón.
- No permitiremos que algo así pase en la corona por lo tanto tendríamos que
eliminar el problema… a esa mujer.
- ¿Es una amenaza? – le tembló el labio al hablar. - Tómelo como quiera princesa
– dijo el anciano inclinando sus manos unidas en el escritorio frente a él – el hecho es que
de continuar la relación me temo que tendremos que tomar cartas en el asunto.
- Y si decido terminar con la relación ¿dejarán a Liv marcharse lejos de Dinamarca
con vida? - Le damos nuestra palabra de honor de que así será princesa.
- Está bien – trago saliva intentando contener las lágrimas que amenazaban con
salir, pero no lloraría delante de aquellos desgraciados – que terminen los preparativos de
la boda, hoy me casare.
Al salir del despacho las doncellas la llevaron hasta una de las habitaciones para
ponerle el vestido nupcial, dejando a Liv confundida en la sala que siguiéndola fue casi
echada afuera por una de las sirvientas, Alison las hizo a todas salir un momento y cerró
la puerta con seguro antes de voltearse y mirar a Liv confundida frente a ella.
En el fondo de su corazón sabía que si le decía a Liv de las amenazas de los
miembros del consejo, empacaría todas sus cosas y se la llevaría a la fuerza en su caballo
lejos de allí arriesgando su vida en vano.
- Liv sé que te hice una promesa de irme contigo pero siento que mi pueblo y
Valdemar me necesitan… así que he decidido quedarme y reinar al lado de Valdemar
como su esposa – esto último impacto en Liv como un terremoto, haciéndola tambalearse
un poco antes de caminar hasta ella y asirla de los hombros.
- ¿Qué demonios te pasa? – lágrimas brotaban de sus ojos mientras hablaba y la
miraba incrédula – como me prometes vivir a mi lado para siempre hace apenas unas
horas ¿y ahora me dices algo así?
- Me di cuenta de que la vida que llevaría a tu lado no es la correcta – desasiéndose
del agarre de Liv se paseó por la habitación y se sentó en la cama – nos iremos al infierno
al estar juntas ¿no lo ves? Dios creó al hombre y la mujer para que procrearan juntos, ¡no
para que dos mujeres o dos hombres sean pareja por todos los cielos!
- ¿Y pretendes casarte con tu estúpido primo para procrear hijos anormales porque
sus genes son idénticos? - Es tu hermano, cometeré incesto me quede con quien me quede
Liv – la miro un segundo antes de respirar profundo y hablarle con voz firme – siempre
he querido proteger a los que no pueden cuidarse solos y esta será mi oportunidad de
hacerlo siendo su reina.
- Valdemar no es mi hermano y no me importa lo que el difunto rey haya dicho, yo
no soy su hija – levantándola de la cama y tomando su rostro – y aun puedes ayudar a los
demás siendo mi mujer, regalamos la mitad de las ganancias a los pobres y huérfanos en
mi ciudad.
- ¿Qué no entiendes que no quiero estar contigo? – gritó Alison, deteniendo en un
segundo el llanto de Liv que se quedó callada mirándola por unos segundos que
parecieron eternos.
- Entiendo. - Gracias por entender – dijo Alison con el corazón a punto de
explotarle intentando controlar el dolor que aquello le estaba provocando – por supuesto
ayudaste a liberar al país del mando de Krob y tendrás título nobiliario honorario por ser
heroína de Dinamarca siendo extranjera y puedo arreglar con mi futuro esposo un buen
puesto de trabajo como entrenadora de los soldados de la guardia real.
- Como ordene su majestad – dijo Liv haciendo una reverencia.
- Iré a prepararme para la ceremonia en la habitación contigua a esta, puedes
quedarte aquí y esperar mi regreso para hablar con más claridad tu futura condecoración.
- Sí su majestad.
- Aquí tienes – dijo Alison quitándose el collar que Liv le dio, poniéndolo en su
mano – ya no necesitare esto. Después de salir de aquella habitación Alison sintió que el
alma se le caía a los pies… se tragó sus lágrimas para no alertar a sus doncellas que la
llevaron a otra habitación y la vistieron para su boda. Una vez vestida veinte minutos
después partieron a la pequeña capilla donde ocurriría el tan esperado enlace y siendo
llevada del brazo de Christian entró caminando al altar donde la esperaba Valdemar
impecablemente vestido como lo había visto una hora antes. Le sorprendía que después
de todo lo ocurrido lograra sonreírle, después de permanecer con una expresión seria
luego de la muerte de su padre. El estómago le iba a estallar de dolor, su corazón le gritaba
que saliera de allí pero la razón le decía que tenía que hacerlo o la mujer que amaba
perdería la vida. Con aplomo llegó al altar y tomando la mano de Valdemar se sentó a su
lado escuchando las palabras del obispo.
Mientras tanto aun en la habitación Liv miraba una hoja de papel intentando
averiguar que escribir. Cerró los ojos aun tocando el collar de su abuela… quizás su
abuela tenía razón y aquello la uniría nuevamente en una próxima vida pero no lo creía
así. Estaba cansada de pensar… no paraba de recordar a su madre siempre protegiéndola
del amor, las mil veces en que le advirtió que el amor podía ser muy hermoso al
principio… pero cuando lo encuentras en alguien que no lo siente tan fuerte y puro como
el tuyo terminas con el corazón roto y el alma destrozada completamente sola.
Ya no le quedaba nada, todo lo que le importaba lo había perdido y aunque sentía
el cuerpo como si mil piedras enormes la aplastaran manteniéndola sentada en el piso…
sabía exactamente lo que tenía que hacer. Mojando la punta de la pluma en la tinta escribió
unas cuantas palabras en el papel:
Fueron pocos los momentos que en pude pasar junto a ti de verdad, pero me basto
una mirada a tu rostro en aquel rio donde te vi por primera vez para saber que cambiarias
mi vida por completo. Sé que ahora tus sueños están muy lejos de mí… pero los míos se
hicieron realidad en ti. Quizás no podamos tener la vida que siempre quise tener a tu lado
pero quiero agradecerte infinitamente por haberme hecho tan feliz todo el tiempo que
estuve contigo. No importa si lo que deseas no es estar a mi lado, sigue tus sueños y vive
feliz, rezare cada día para que tus hijos nazcan sanos y tengas una larga y hermosa vida
como tú más que nadie te mereces. Yo me iré pero no olvidare lo que vivimos ni lo que
me hiciste sentir y te diré un secreto… ciento que ya te he amado por mil años… pero
puedes estar segura de que te amare por mil años más.
Hasta siempre mi cazadora.
Lively Goumas. Luego de limpiar la última lágrima que caía de sus ojos se levantó
y puso el collar sobre la nota, abriendo la puerta y caminando hasta las caballerizas
escuchando a lo lejos los gritos de júbilo del pueblo. Suspirando saludo a tirano con una
sonrisa y luego de rascar su cuello y darle una manzana montó en él y partió lejos del
castillo sin mirar atrás mientras escuchaba los gritos de la gente detrás de ella que decían:
¡Larga vida a la reina Amalia y al rey Valdemar!
EPÍLOGO

- No es posible – exclamó Isabel al terminar de leer el diario – este no puede ser el


final – mirando las páginas en blanco de después del último escrito – no es justo –
cerrando el diario, colocándolo entre sus piernas y mirando sus manos con expresión
triste.
- ¡Isabel! – gritó su madre desde abajo – ven a la cocina y ayúdanos a terminar de
desempacar aquí.
- Ya voy – levantándose del suelo donde estuvo horas sentada, dejando el diario
sobre la cama. Al llegar a la cocina las cajas, el polvo y su familia colocando cosas en
cada estante la hizo sonreír. Pensó que después de todo, la mudanza no había resultado
tan mal, la hacienda era enorme, las habitaciones hermosas aunque con un poco de polvo
por el descuido pero aparte de eso su nuevo hogar le parecía el paraíso.
- Deja de sonreír como loca y ayúdanos con las cajas de los baños – decía su madre
mientras le ponía guantes sobre las manos – pasaste mucho rato revisando allá arriba.
¿Encontraste algo interesante?
- Si – abriendo una de las cajas y sacando su contenido frunciendo el ceño por el
olor – otra vez dejaste el champoo abierto Mary – mirando a su hermana menor – se tiró
todo y ahora las toallas están todas pegajosas.
- No fue mi culpa – dijo levantando las manos – Alex me distrajo – mirando
enojada a su hermano mellizo.
- No me culpes de tus torpezas pequeña zarigüeya.
- No me llames zarigüeya – jalándole el cabello. - ¡basta de pelear ustedes dos! –
Ambos se separaron y continuaron con sus tareas asintiendo a su madre – dios santo
incluso cuando estuve embarazada de ustedes parecían pelearse en lugar de dar pataditas
– suspirando – no terminaste de decir que encontraste hija – colocándose junto a ella y
sacando más cosas de las cajas.
- Un diario – tomando un globo de nieve y colocándolo en el centro de la mesa de
la cocina – tarde tanto porque me quede a leerlo.
- Tu y su obsesión con la lectura – sonriendo, mirándola un momento a los ojos -
¿te hizo recordarla verdad?
- Si – sonriendo a su vez, mordiéndose el labio cuando las lágrimas amenazaron
con salir.
- Estaría feliz de verte rehacer tu vida ahora y lo sabes – frotando con cariño su
hombro.
- Lo sé.
- Me alegro – besando su mejilla – mereces ser feliz. Entre risas y bromas
continuaron su labor y como por arte de magia, terminaron de desempacar todas las cajas
excepto las de las habitaciones de cada uno.
La cena fue muy amena y divertida como siempre con las peleas de sus hermanos
menores. A pesar de todo la nostalgia y el dolor la atravesaron de golpe al entrar en la que
eligió seria su habitación. Apenas habían pasado siete meses desde la muerte de su
prometida por aquella maldita enfermedad, pero aún podía sentir latente la ira y el
sufrimiento que sintió al no poder hacer nada por ella.
Se volteó en la cama mirando el diario de aquella mujer, Lively Goumas. Una
historia tan hermosa pero con un final tan triste… la entendía completamente.
Comprendía su dolor, y también el porqué de su decisión al alejarse de Alison de aquella
manera tan brusca.
Se preguntó porque Alison eligió hacer lo que se esperaba de ella en lugar de
escuchar lo que decía su corazón. Cerró los ojos intentando despejar su mente y resignada
a otra noche de insomnio, se levantó de la cama y siguió curioseando por la enorme
habitación. Paseándose por los armarios, sentándose luego en la silla junto a la ventana,
mirando a la luna completamente perdida en sus pensamientos. Se apoyó sobre el respaldo
de la silla, mirando a la habitación, imaginando lo que aquella mujer habría llorado en
ella… cuando algo brillante llamó su atención.
Encendiendo la luz, se dirigió hacia allí mirando un simple cofrecito de madera.
Debajo una especie de cerradura. Haciendo presión sobre el, notó que el piso sonaba
hueco y corriendo hasta una de sus maletas, sacó una navaja suiza que le regalo su padre
y colocando una de las hojas sobre la cerradura, la forzó con toda su fuerza haciéndola
romperse y levantar un montón de polvo sobre ella, haciéndola toser.
Cuando termino de limpiarse los ojos se fijó en la cerradura rota y con sumo
cuidado usando la navaja, levantó la tapa unos treinta centímetros, revelando lo que había
debajo. Tomándolo con expresión de sorpresa fue hasta su cama y sentándose en ella lo
abrió.
- ¡Dios mío! – tapándose luego la boca, por si despertaba a su familia – es el collar
con el anillo que Liv describe en el diario – tomándolo en sus manos y mirando al frente
– ¡eso quiere decir que Alison estuvo aquí!
Vislanda, Suecia 31 de julio 1653. Un enorme caballo negro venia por el camino a
paso lento, mientras dos mujeres disfrutaban del paisaje a su alrededor y del dulce calor
de estar en brazos de la otra.
- Ahora entiendo porque amas tanto Vislanda – dijo Alison mientras admiraba el
lugar donde ya se podían ver casas a lo lejos – es realmente precioso.
- Es mucho más hermoso contigo a mi lado – dijo mientras besaba su cuello y le
daba un abrazo apretado sobre el caballo. Alison sonrió ante el abrazo fuerte de Liv
mientras se acercaban lentamente hasta su pueblo. Los recuerdos de la semana anterior
venían a su mente al cerrar los ojos y apoyarse contra Liv.
Después de su boda con Valdemar y de las rigurosas celebraciones, se excusó un
momento para poder hablar con Liv mas claramente, se arrepintió de entregarle su collar
nada mas quitárselo del cuello. Pero quizás pudieran llegar a un acuerdo con su ahora
esposo para que pudieran estar juntas a espaldas de todos. Solo necesitaba convencer a
Liv de ello… pero al entrar a su habitación y encontrarla vacía, siendo llenada únicamente
por una carta y el collar que le había devuelto horas antes se sintió morir.
La buscó desesperadamente por todo el castillo y al entrar a las caballerizas con la
esperanza de encontrar a tirano… pero su realidad la golpeo en la cara, dejándola sin
respiración. Se derrumbó en el suelo con la carta contra el pecho llorando amargamente.
Se había ido, nunca pensó que se iría pero lo había hecho.
Se quedó allí cerca de una hora, cuando unas pisadas la alertaron y haciendo uso
de su fuerza de voluntad, se levantó y corrió hasta el castillo de vuelta a las habitaciones,
entrando a la que ahora sería su habitación junto a su esposo. Si Liv no la quería, tendría
que aceptar su destino. Reinaría junto a Valdemar, tendría a sus hijos y viviría para los
demás hasta que todo lo vivido junto a Liv desapareciera de su mente.
Se sentó en la cama y en eso, se abrió la puerta mientras sus doncellas entraban
para desvestirla y dejarla con un simple camisón que dejaba su cuerpo casi al descubierto.
Luego de perfumar su cuerpo y de darle consejos para satisfacer a su marido, se
marcharon dejándola helada de miedo ante la idea de ser tocada por Valdemar.
- Supuse que estarías aquí – decía Valdemar mientras entraba a la habitación y
comenzaba a desnudarse –Christian se pone realmente cómico cuando bebe de mas –
sonriéndole mientras se quitaba los pantalones y se metía en la cama junto a ella – no
tienes por qué estar nerviosa, seré cuidadoso te lo prometo.
Se acercó a ella y empezó a besar su cuello y su hombro, recostándola en la cama
y subiéndose sobre ella para besarla en los labios siendo después bruscamente separado
por ella, que con lágrimas en los ojos salió de la cama y se sentó en el piso sollozando.
- No puedo hacerlo – decía entre sollozos – no soporto el toque de nadie más, no
puedo besar a nadie más… no quiero – ocultando su rostro con sus manos.
Valdemar bajo la mirada al verla tan destrozada. Había prometido a su tío cuidar
de su hija y lo único que hizo fue alejarla de su felicidad al hacer lo que creía correcto
para ella y no lo que necesitaba.
- Prometí a tu padre hacerte feliz –le dijo sentándose en el borde de la cama, cerca
de ella – pero veo que tu felicidad no está aquí – tomo parte de la sabana y enrollándosela
en la cintura se sentó junto a ella en el suelo – quieres irte con ella verdad.
- Sí – dijo temblando y abrazándose a sí misma. - Eres reina ahora y te pediría que
intentaras convencerla de que sigan juntas a espaldas de la gente, pero conociendo a Liv
no creo que le guste nada la idea.
- Se fue – se limpió las lágrimas de su rostro – no volverá. - Tal vez está
esperando que tu vayas a ella – mirándola a los ojos le sonrió cuando miro su expresión
de sorpresa – tengo entendido que piensa regalar la casa de sus abuelos en Copenhague a
las personas que la han cuidado por años y para eso se necesitan algunos días para tramitar
los papeles de traspaso de propiedad – causando una sonrisa de entendimiento en Alison
– ve por ella.
- Pero los miembros del consejo mandaran a la iglesia y gente contra nosotras, nos
llamaran herejes y no nos dejaran estar juntas, además estoy casada contigo.
- Tienes razón – mirando al techo y sonriendo – pero no pueden perseguir a una
reina muerta, ¿no crees?
Al día siguiente Valdemar envió una orden para retrasar cualquier papel de traspaso
de propiedad solicitado por Lively Goumas en Copenhague, retrasando un poco su partida
para que Alison tuviera tiempo de ir con ella.
Prepararon su muerte mientras invitaban monarcas y al pueblo en general a la villa
de campo de la familia real en donde ellos dijeron pasarían su luna de miel. Frente a la
gente aparentaban ser una pareja feliz para acallar rumores. Con suma cautela Valdemar
planeo junto con un médico aliado la muerte de Alison. El plan consistía en que hicieran
una carrera de cacería montados a caballo y que al pasar por un área donde el propio
Valdemar junto a ella dividieron la grama del suelo, colocando colchones delgados para
amortiguar su caída y luego cubriéndolos con la grama que habían arrancado, haciéndolo
parecer real.
El médico amigo del ahora rey Valdemar prometió silencio absoluto en la ayuda
de su plan con simples palabras de dolor y arrepentimiento de padre.
- Mi hijo también era como la reina mi señor – le dijo cuando éste le explico el plan
– nunca lo apoye en eso y no me di cuenta del odio que ser diferente puede generar en la
gente. Aún recuerdo su mirada vacía cuando se quitó la vida junto a su amante – mirando
a la reina – prometo ayudarla en honor a su memoria.
Después que todo estuvo listo, el plan se dio a pedir de boca. Los testigos allí
presentes que eran todos sus invitados presenciaron como el caballo de la reina se
levantaba en dos patas asustado por una serpiente, dejándola caer de él justamente sobre
la grama falsa y echarse a correr por el lugar, dejando a la multitud pasmada y sorprendida
y a Valdemar en su actuación de esposo preocupado corriendo hacia ella. Pidiendo
entonces al doctor que la revisara.
- Lo lamento mi rey – bajando la mirada después de revisar su pulso –
Me temo que la reina murió. Todos a su alrededor lanzaron exclamaciones de
dolor y pesar por la muerte tan prematura de la reina. Y mientras todos se dispersaban
lejos de la escena, Alison era cubierta boca arriba con una manta y llevada a la abadía del
castillo para prepararla a su ataúd y posterior funeral. Lo que nadie se esperaba era que el
rey ordenara quemar su cuerpo y lanzar sus cenizas en el jardín del castillo alegando que
eso era lo que ella hubiera querido, dejando únicamente una lápida en su memoria.
Mientras tanto, Alison sonreía a cada paso que daba en su caballo, alejándose del
castillo real y dirigiéndose a Copenhague. El plan de Valdemar había resultado
perfectamente y para todos ella era la difunta reina y nadie iría jamás en su búsqueda.
Después de todo el revuelo que causo lo de su muerte, Valdemar la envió junto con
Christian fuera del castillo para dejarla ir libremente a caballo deseándole buena suerte y
una vida larga y feliz.
Liv daba vueltas en la cama mientras intentaba que el sueño llegara a ella. Llevaba
días sin dormir bien, pensando una y otra vez en el rumbo que debía tomar en su vida
ahora que Alison ya no estaría en ella. Hace apenas un par de horas que firmo los papeles
de traspaso de propiedad a la familia que siempre cuidaba de la casa de sus abuelos desde
que se mudaron a Vislanda años atrás. Nadie más que esa humilde y generosa familia
merecía el patrimonio que ella no necesitaba ni quería.
No pensaba regresar a Dinamarca en tanto tuviera vida… todo lo que le importaba
lo había dejado en el pasado. Era hora de madurar y seguir con su vida… en tanto pudiera
continuar con ella sin sufrir cada segundo. Siempre pensó que cada movimiento, cada
suspiro, cada minuto… dependían de Alison. Pero se equivocó… o eso pensaba hasta que
se le dificultaba pensar en otra cosa que no fuera ella. Sus caricias, sus besos, sus ojos, su
sonrisa... su cabello.
Una pequeña pelirroja había dado un giro a su vida entera, llenando su mundo y su
corazón de colores hermosos… únicamente para dejarla caer bruscamente en el vació
paraíso de las tinieblas, convirtiéndola en un ser sin emociones, sin alma… sin nadie que
pudiera hacerle ver que la vida es bella sin importar que tan mal te trate.
Todo en su mente era un caleidoscopio del tiempo que pasó junto a ella… tan
perdida en sus pensamientos y temores estaba que el movimiento en su obscura habitación
la tomó por sorpresa. Alguien puso un cuchillo en su cuello y cubrió su boca con una
mano a la cual recordaba perfectamente. Solo abrió los ojos cuando escucho un leve
susurro en su oído.
- Te escogí a ti – mirándola a los ojos – siempre te he escogido a ti.
- Pero – Liv se quedó sin respiración al ver a Alison sobre ella - ¿Cómo es que?
…. ¿Tu? - La reina Amalia I de Dinamarca murió trágicamente en un accidente ecuestre
– sonriéndole cuando la vio abrir los ojos en confusión – a partir de hoy seré Alison –
besando sus lágrimas – Alison Goumas… claro si tu aún me quieres – mirándola con
miedo de no ser aceptada.
- Sí, si – besándola – mil veces sí. Esa noche se entregaron la una a la otra en
juramento de su eterna unión jamás aceptada ante dios pero si ante sus corazones.
A la mañana siguiente tomaron algunas cosas para el viaje y montando tirano se
fueron juntas. Días pasaron entre acampadas para descansar, entregarse la una a la otra
nuevamente y la venganza de Liv contra Alison por haberse dejado besar por Valdemar
y por haberla hecho esperar esos días sin ella. Demostrándole que el poder del collar con
el anillo que su abuela le dio en herencia hacia algo más que guiarla hacia Alison…
también le había mostrado el camino de regreso a ella misma hacia Liv.
- Ya casi llegamos – la despertó Liv mientras veía la entrada de una hacienda con
el nombre Goumas I –es la hacienda de mi tío.
- ¿Iremos por las niñas para llevárnoslas a tu casa verdad? - Si – le sonrió mientras
un ayudante les abrían las puertas, dejándolas entrar la hacienda, repleta de árboles
frutales desde la entrada hasta la puerta principal de la casona.
La familia de Liv la recibió con los brazos abiertos, abrumándola con besos y
palabras en griego muy extrañas que no entendía pero al ver la sonrisa en el rostro de Liv,
pudo comprender que se trataba de algo bueno.
Las niñas se lanzaron a sus brazos impacientes, se veían muy bien cuidadas, ya sus
cuerpecitos no eran escuálidos y tenían un brillo tan deslumbrante en su mirada que la
lleno de ternura y cariño por ellas y la enorme familia de su amazona.
Años transcurrieron en los que nadie jamás se preguntó si estaba mal o bien la
pareja que ambas conformaban. Alison y las niñas se convirtieron en miembros de la
familia Goumas ante la mirada divertida de los primos y tíos de Liv. Ni un día en los que
pasaron juntas se arrepintieron de haberse encontrado en aquel rio que cambio el curso
de sus vidas.
Liv nunca había sido tan dichosa desde la muerte de su madre como lo fue con
Alison. En su aniversario número setenta escribió como regalo para ella la historia de sus
vidas. Lamentablemente no lo pudo terminar… una neumonía le quito la vida a la edad
de noventa y tres años, llenando de tristeza el hogar que estuvo lleno de alegría durante
tantos años.
Dejando el diario con un final triste, sin continuar a la parte más hermosa de su
historia… el final de sus vidas siempre juntas. Pidió a sus nietos y nietas colocar el collar
en un cofre bajo el piso de la habitación de Liv el día que ella muriera. Si el collar tenía
poderes… Liv lo encontraría una vez más y así poderla guiar nuevamente hacia ella, en
otra vida y en otro cuerpo… pero con el mismo corazón y alma que permanecería unida
a ella hasta el final de los tiempos.
Alison que siempre pensó en sí misma como alguien que debía hacer siempre lo
correcto, creyendo que su destino estaba marcado desde su nacimiento, se dio cuenta
muchos años atrás de que nada de lo que está por ocurrir en tu vida está escrito. Su propia
vida es respuesta a ello. Luchó contra todo para proteger su amor y aunque en la
encrucijada que el destino puso en su camino, haciéndola elegir entre hacer lo correcto o
lo que su corazón le dictaba, siendo bruscamente golpeada por el bastón del miedo y la
inseguridad… logro levantarse y borrar con sus propias manos ambos lados, creándose
un único camino por el que caminar junto a Liv. Dándose cuenta de la gran verdad que
esta frente a los ojos de cada individuo en el mundo…
El destino no marca tu final… Tú marcas el final de tu destino.
FIN

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