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1.1.1- Intemperie
Para resolver la pregunta de ¿qué somos?, primero debemos conocer dos aspectos
importantes: el tiempo y el espacio en el que nos encontramos.
Si ponemos el foco en el tiempo, tanto el dato histórico como el dato filosófico coinciden
en que nos encontramos en la época contemporánea. Desde el punto de vista histórico se
considera época contemporánea el periodo comprendido entre la Revolución Francesa1 hasta la
actualidad; debido a la aparición de nuevos derechos, sensibilidades, clases sociales, naciones,
etc. De igual forma, desde el punto de vista filosófico se considera época contemporánea
aquella que es heredera y posterior a los “filósofos de la sospecha”2; debido a que a diferencia
de Platón o Descartes, la filosofía de estos sigue sin ser asumida hoy en día y continúa levantado
resquemores. E.g., Muerte de Dios (Nietzsche).
Al igual que pasaba con el tiempo, en el espacio también podemos observar que la
verdadera esencia de lo contemporáneo es lo intempestivo. En un sentido literal, el hombre
contemporáneo ve su espacio como la intemperie de quien ni tiene hogar que le proteja. Aún
más, en un sentido metafórico, podemos relacionar la intemperie con la falta de orientación.
1
1978.
2
Darwin, Marx, Freud, Nietzsche, etc.
3
Filósofo, crítico, teórico literario y semiólogo estructuralista francés.
1
1.1.2- Acontecimiento
Una vez que sabemos que el hombre contemporáneo es intemperie, solo cabe
preguntarnos ¿qué podemos hacer?
Ante la intemperie, lo único que puede hacer el hombre contemporáneo para ubicarse
es leer. Leer es un valor en sí mismo, es decir, nadie cuestiona la utilidad de leer. Es aquí donde
encontramos una primera relación, relación lectura – pensamiento. Así mismo, leer no es solo
pensar, sino también dejar que la pensamiento de otra persona acceda a ti. Es aquí donde
encontramos una segunda relación, relación lectura – pensamiento – diálogo. Finalmente, al
entender la lectura como un diálogo de pensamiento activo, esta nos llevará a experimentar
cosas. Es aquí donde encontramos una tercera relación, relación lectura – pensamiento –
diálogo – experiencia.
1.1.3- Intemperie
A pesar de la lectura, el hombre contemporáneo sigue buscando algo más que nunca
llega. Por tanto, surge una última duda: ¿qué podemos esperar?
La espera ha sido reflejada en numerosas obras literarias. Kafka5, en su obra Ante la ley,
muestra como el ser humano se encuentra en continua espera durante toda su vida. Además,
muestra que cada individuo tiene su propia espera de algo que nunca llega. Beckett6, en su obra
Esperando a Godot, reflexiona sobre la inutilidad de los tiempos de espera.
Pero es Primo Levi7, en su obra Si esto es un hombre, quien nos muestra que existe una
espera esencial, algo que todos esperamos por igual: el bien (como vemos cuando las madres
amamantaban a los hijos antes de entrar en las cámaras de gas).
4
Destacado filósofo alemán del siglo XX.
5
Escritor alemán, considerado como uno de los más influyentes de la literatura universal.
6
Dramaturgo, novelista, crítico y poeta irlandés.
7
Escritor italiano.
2
1.2.- Foucault, lector del presente.
Foucault8, tras realizar un análisis del poder, afirma que han existido dos diagramas de
poder: el poder soberano (s. XVI -XVII) y el biopoder (s. XVIII – XX).
Por un lado, el poder soberano, es un poder que hiere, tortura y mata. Este se basa en
el principio “hacer morir y dejar vivir”. Perdura gracias a la pater potestas romana, ya que el
soberano es visto como un padre que tiene la potestad para ejercer cualquier castigo a sus hijos.
Por otro lado, el biopoder, es un poder que crea relaciones de poder, normaliza
esquemas e inocula ideas. Este se basa en el principio “hacer vivir y dejar morir”. Perdura gracias
a las instituciones disciplinarias (medios de comunicación, fábricas, universidades, …), ya que
nos llevan a normalizar las relaciones de poder.
En el siglo XIX - XX surge la biopolítica, que a diferencia del biopoder, pone el foco en el
conjunto de la sociedad, y no solo en los individuos. Deja de ser individualizador, para ser
masificador, para tratar temas universales.
Foucault relaciona los distintos diagramas de poder con dos modelos: el modelo de la
lepra y el modelo de la peste.
Por un lado, el modelo de la lepra, que se relaciona con el poder soberano. En este
modelo, para evitar el contagio, se excluyen a los infectados de los demás enviándolos a las
afueras.
Por otro lado, el modelo de la peste, que se relaciona con el biopoder y la biopolítica.
En este modelo, para evitar el contagio, ya no se apartan a los infectados a las afueras, sino que
se les permite estar en las ciudades. En estas ciudades todos estarán bajo unas normas que les
indican cuando pueden salir, cómo, a qué horas, les prohíben tal o cual clase de contacto, les
obligan a presentarse ante inspectores, etc. Es decir, excluye incluyendo.
El modelo de la peste tiene relación directa con el Panóptico (una estructura en forma
de anillo con una torre de vigilancia en el centro y las celdas de los vigilados a su alrededor. La
luz emitida por la torre impide que los vigilados vean quien les vigila). Este modelo es el que rige
las ciudades modernas según Foucault, en el cual los efectos de la vigilancia se han vuelto
continuos, aunque la vigilancia no lo sea. Esta vigilancia invisible, es difícil de señalar y mucho
más de destruir. Las cuatro consecuencias directas del modelo de la peste son:
8
Filósofo, historiador, sociólogo y psicólogo francés.
3
1.2.1.3- ¿Qué es la psicopolítica?
Byung-Chul Han9 afirma que en el siglo XXI la biopolítica comienza a mutar, dando lugar
a la psicopolítica. En la psicopolítica el Panóptico se vuelve digital, haciendo que todos seamos
a la vez vigilantes y vigilados. Pero podemos ir más allá y afirmar que cada uno se vuelve el
Panóptico de sí mismo. Con la psicopolítica, el principio de negatividad desaparece y se da paso
al principio de positividad, es decir, en este diagrama uno se siente libre. Es este sentimiento de
libertad y positividad, ausente en los diagramas anteriores, lo que supone un verdadero
problema.
1.3.1- Contexto
Si bien es cierto que desde el siglo XVI el ser humano trata de situarse en el centro de
todo, este sufre tres heridas, las conocidas como las heridas de Narciso:
• Copérnico, en su obra De revolutionibus, afirma que la tierra gira alrededor del sol. El
hombre descubre entonces que la centralidad que el cristianismo le había otorgado es falsa.
Esta herida se hace aún mayor cuando Giordano Bruno, en su obra La cena de las cenizas,
afirma que el universo es infinito, convirtiendo a la tierra en un plante insignificante.
• Darwin, en su obra El origen de las especies, afirma que la tierra tiene millones de años antes
de la existencia del hombre, desmontando así el relato bíblico. Al hecho de que el hombre
se había convertido en algo insignificante en el espacio, se le suma que ahora le pasa lo
mismo en el tiempo. Además, afirma que el hombre es igual a los demás animales y que el
99% de las especies han muerto, desmontando por completo el relato bíblico.
• Freud, en su obra El malestar cultural, afirma que dentro del hombre existen voces que no
entendemos. Así pues, el hombre no solo se encuentra perdido como algo insignificante en
el espacio y el tiempo, sino también en sí mismo.
Nietzsche, a finales del siglo XIX, recoge todo lo que las heridas de Narciso y afirma lo
que ya era visible, pero nadie se atrevía a anunciar: la muerte de Dios. El anuncio de la muerte
de Dios, en su obra Así habló Zaratustra, es un acontecimiento que no solo repercute en el
ámbito teológico, sino en todos los ámbitos, especialmente en el concepto de verdad.
9
Filósofo y ensayista surcoreano, experto en estudios culturales.
4
1.3.1.2- ¿Cómo hemos llegado a la crisis del lenguaje?
Nietzsche afirma que la verdad es una ficción construida, el problema es que se nos ha
olvidado que lo es. Si la verdad entra en crisis, también lo hará el lenguaje. Pero, ¿cuándo el
lenguaje ha dejado de ser un medio para llegar a la verdad?
En la época antigua, del siglo XII a.C. al V d.C., podemos ver la relación lenguaje-verdad
tanto en el relato bíblico como en la antigua Grecia. Por un lado, en el relato bíblico del génesis,
la palabra es el instrumento sagrado que utiliza Dios para crear el mundo, estableciendo una
relación directa entre palabra y verdad. Por otro lado, en la antigua Grecia de Sócrates, en
contraposición a la concepción arbitraria de los sofistas, Platón, en su obra Crátilo, muestra que
como Sócrates ve el lengua cómo la herramienta que puede llevarnos a la verdad, algo que va
de las cosas al hombre, y no al revés.
En la edad media, del siglo V al XV, la concepción del lenguaje como medio para llegar a
la verdad sigue vigente.
Pero es en la época moderna, del siglo XV al XVIII, cuando se comienza a hacer visible la
ruptura entre verdad y lenguaje. Si bien el cierto que los primeros humanistas seguían
considerando el lenguaje como un medio para acceder a la verdad y al poder (recuperar a los
clásicos, primer avance de filología, etc.), en el siglo XVI aparece una obra que rompe este
esquema: Don Quijote de la Mancha. Esta obra no es solo una parodia de los libros de caballería,
sino también una advertencia de que en las novelas hay disimilitudes entre lenguaje y verdad. Y
más aún, el confundir lenguaje y verdad pueden llevarte a la locura.
Posteriormente, Descartes, Newton y Galileo, debido a esta crisis del lenguaje, trataran
de crear un lenguaje perfecto: el lenguaje matemático. Aquí comienza la ruptura entre ciencias
experimentales y ciencias humanas.
Este texto ha tenido un gran impacto sobre todo el s. XX y parte del XXI. Ejemplo de
autores sobes los que influye esta obra son:
• Heidegger, en concreto sobre su distinción entre verdad como adequatio y verdad como
aletheia, que reproduce el esquema hombre racional-hombre intuitivo.
• Autores feministas, especialmente en Camila Lonzi, quien realizo un distinción entre sexo y
género, y Virgine Despentes.
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Filósofo, crítico, teórico literario y semiólogo estructuralista francés.