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Contexto Mundial

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha equiparado la salud mental con el bienestar


subjetivo, la percepción de la propia eficacia, autonomía, competencia, dependencia
intergeneracional y autorrealización de las capacidades intelectuales y emocionales (Reyes
et al., 2020). A finales de 2019, en China apareció una enfermedad causada por un agente
zoonótico emergente, en este caso un nuevo coronavirus, al cual se le denominó de las
siguientes formas: SARS-CoV-2, 2019nCoV (del inglés 2019-novel coronavirus) o
simplemente COVID-19 (acrónimo del inglés coronavirus disease 2019) (Hernández, 2020).
El coronavirus como enfermedad, tiene su origen en la ciudad china de Wuhan en
diciembre del 2019[ CITATION Mir20 \l 2058 ] y su propagación a nivel mundial fue
declarado pandemia por la Organización mundial de la salud el 11 de marzo del 2020
[ CITATION Mir20 \l 2058 ]. Hecho que determinó la aparición de cuarentenas en todo el
mundo afectando la vida de muchas personas.
Desde el Ministerio de Salud de Chile, la cuarentena de Aislamiento fue definida como el
confinamiento que deben realizar personas confirmadas con COVID-19, a la espera del
resultado del examen de PCR o que han tenido contacto estrecho con personas
confirmadas con COVID-19. Este confinamiento debe realizarse en su domicilio, recinto
hospitalario o residencias sanitarias, según criterio clínico. (MINSAL, 2021).
Por otra parte, según el estudio de Hernández (2020|) a medida que la pandemia del
coronavirus se extiende rápidamente por todo el mundo, provoca un grado considerable
de miedo y preocupación en la población en general. La pandemia de la COVID-19 ha
cambiado la vida de muchas personas y en particular, sus costumbres diarias. Ha traído:
incertidumbre, rutinas diarias alteradas, presiones económicas, aislamiento social y temor
a enfermarse. Cambiando el estilo de vida de las personas, desde los hábitos básicos de
higiene a otros más profundos como la forma de relacionarse y comunicarse con las
demás personas, en términos afectivos, laborales y/o académicos.
En el caso particular de niños y adolescentes, la pandemia implico el cierre de colegios y la
educación pre-escolar, viéndose las relaciones interpersonales afectadas fuera del seno
familiar, lo que implicó la modificación de nuevas forma de comunicación con otros, sin
contacto social, aislados de la prespecialidad [ CITATION Mir20 \l 2058 ]. Quedando la vida
social de niños y jóvenes reducida a la familia y/o a los convivientes del hogar [ CITATION
Mir20 \l 2058 ] .

Por tanto, la crisis sanitaria, el confinamiento y el contexto de pandemia en la sociedad,


deja a la infancia y adolescencia como una de las poblaciones más vulnerables, [CITATION
Ret20 \l 2058 ]por encontrarse en etapas de cambios y desarrollo permanente, y esta
vulnerabilidad asociada a un contexto de confinamiento, más el temor a la enfermedad y
a la perdida de contacto con seres queridos por duelo o confinamiento, entre otros
factores de riesgo , pueden influir y alterar su evolución.
En el presente estudio, exploraremos las percepciones de dos adolescentes en edades
tempranas, que durante los dos años de iniciada la crisis sanitaria, han transitado de la
niñez a la adolescencia y como el confinamiento pudo afectar en el desarrollo de su
identidad.
Adolescencia
Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es el periodo comprendido
entre 10 y 19 años, es una etapa compleja de la vida, marca la transición de la infancia al
estado adulto, con ella se producen cambios físicos, psicológicos, biológicos, intelectuales
y sociales. Se clasifica en primera adolescencia, precoz o temprana de 10 a 14 años y la
segunda o tardía que comprende entre 15 y 19 años de edad (Bórras, 2014). Además, la
adolescencia constituye un período especial del desarrollo, del crecimiento y en la vida de
cada individuo. Es una fase de transición entre un estadio, el infantil, para culminar en el
adulto. Se trata de una etapa de elaboración de la identidad definitiva de cada sujeto que
se plasmará en su individuación adulta (Lillo, 2004). En la adolescencia, la tarea central de
este período fue definida por Erikson como la búsqueda de la identidad. Dicha identidad el
(¿quién soy yo?, un sentido coherente y estable de quién se es, que no cambia
significativamente de una situación a otra) hace a la persona diferente tanto de su familia,
como de sus pares y del resto de los seres humanos (Gaete, 2015). En ese mismo sentido,
se establece que el logro de una identidad personal hacia fines de la adolescencia y
comienzos de la adultez involucra varios aspectos: la aceptación del propio cuerpo, el
conocimiento objetivo y la aceptación de la propia personalidad, la identidad sexual, la
identidad vocacional, y que el joven defina una ideología personal (filosofía de vida), que
incluya valores propios (identidad moral) (Gaete, 2015). Por otro lado, La construcción de
la identidad es explicada a través de diferentes disciplinas: la corriente humanista
culturalista del psicoanálisis considera a la identidad como parte de un proceso evolutivo
de la persona en vinculación consigo misma y con lo social; desde el enfoque social, la
identidad es producto de un proceso condicionado por los dispositivos sociales. Una de las
teorías sociales, el interaccionismo simbólico, considera a la identidad como producto de
las representaciones sociopersonales que se construyen en un proceso de interacción
social Soto, et al. (2020).
De acuerdo con la teoría de Erick Erickson, este reinterpretó las fases psicosexuales
elaboradas por Freud y enfatizó, según Engler los aspectos sociales de cada una de ellas
en cuatro aspectos principales: incrementó el entendimiento del ‘yo’ como una fuerza
intensa, vital y positiva, explicitó profundamente las etapas de desarrollo psicosexual de
Freud, integrando la dimensión social y el desarrollo psicosocial; extendió el concepto de
desarrollo de la personalidad para el ciclo completo de la vida, de la infancia a la vejez;
exploró el impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el desarrollo de la
personalidad intentando ilustrar este estudio como una presentación de historias de
personas importantes (Bordignon, 2006). Según el estudio de Bordignon (2006) Erickson
determina la adolescencia entre los 12 a 20 años, como un estadio de identidad versus
confusión de roles– fidelidad y fe, el cual corresponde a La integración psicosexual y
psicosocial de esta etapa tiene la función de la formación de la identidad personal en los
siguientes aspectos: a) identidad psicosexual por el ejercicio del sentimiento de confianza
y lealtad con quien pueda compartir amor, como compañeros de vida; b) la identificación
ideológica por la asunción de un conjunto de valores, que son expresados en un sistema
ideológico o en un sistema político; c) la identidad psicosocial por la inserción en
movimientos o asociaciones de tipo social; d) la identidad profesional por la selección de
una profesión en la cual poder dedicar sus energías y capacidades de trabajo y crecer
profesionalmente; y e) la identidad cultural y religiosa en la que se consolida su
experiencia cultural y religiosa, además de fortalecer el sentido espiritual de la vida
(Bordignon, 2006).
El constructo de la identidad.

“El concepto de identidad se diferencia del de personalidad o viene a sustituirlo,


precisamente en el énfasis que se otorga en la situación social, la interacción con otros y la
influencia de las instituciones en la construcción de tal identidad” (Páramo, 2008)
Tomando en consideración que la identidad está arraigada a factores ambientales y
culturales y la interacción entre estos factores, creemos que el concepto de identidad se
puede definir como una construcción molar, no molecular, mediante la cual el individuo se
define en diferentes aspectos acorde a su contexto. Por lo tanto, entenderemos al
constructo de identidad como una actividad molar que necesita tanto de una persistencia
temporal como de prominencia del entorno y sus individuos (Pérez, 2004).

Dentro de la literatura, encontramos múltiples factores que inciden sobre la identidad del
sujeto y conforman sub-identidades que eventualmente se integran. Páramo (2008),
menciona la existencia de la identidad social como una extensión del cuerpo colectiva
derivada de las contingencias que nos afilian a cierto grupo ya sea religioso, familiar,
escolar, etc. Por otro lado, Páramo (2008) también menciona la existencia de una
identidad espacial no sólo en el sentido que damos a nuestras posesiones sino que
también considerando qué rol asumimos en ciertos espacios. Esta construcción viene a ser
de especial interés considerando la pérdida espacial producida bajo la contingencia en
estudio.

Enmarcando la construcción de identidad dentro de una perspectiva ecológica.

Acorde a Páramo (2008), la identidad es una construcción social que no corresponde a un


fenómeno natural y puede ser vista a través de teorías y discursos. Entendiendo que
nuestro estudio explora una construcción hemos decidido estudiarlo bajo el lente de la
perspectiva ecológica propuesta por Bronfenbrenner. De esta manera podremos visualizar
las interconexiones dentro de los múltiples factores que juegan un rol en la construcción
de la identidad adolescente, tales como: la escuela, la familia, el trabajo de los padres,
entre otros. Además, la perspectiva ecológica nos permitirá explorar la construcción de la
identidad de adolescentes tempranos durante la pandemia de forma que podamos
identificar qué aspectos de esta construcción debiesen ser explorados en el futuro.

Entenderemos el proceso de construcción de identidad adolescente enmarcado dentro


del desarrollo definido como “cambio perdurable en el modo en que una persona percibe
su ambiente y se relaciona con él” (Bronfenbrenner, 1987) Este cambio se produce dentro
de un ambiente ecológico entendido por Bronfenbrenner (1987) como un conjunto de
estructuras que caben una dentro de otra. Dentro del ambiente en el cual el adolescente
construirá su identidad se encuentra un nivel interno que lo contiene a él y su entorno
inmediato. Este nivel interno o microsistema se encuentra, a su vez, contenido en las
relaciones existentes entre cada entorno del cual es parte: por ejemplo: la interconexión
entre casa y escuela lo que constituiría un mesosistema. Tanto el microsistema como el
mesosistema se encuentran encapsulados por exosistemas que, acorde a Bronfenbrenner
(1987), corresponden a hechos que afectan el ambiente inmediato del individuo aunque
no forme parte de ellos directamente. Finalmente, todos los ambientes anteriormente
nombrados se encuentran dentro de un sistema mayor donde, acorde a [ CITATION Bro87 \l
2058 ], se organiza en patrones el grupo social determinado en su conjunto lo cual
construiría un macrosistema.

Consideramos que la estructura sistémica propuesta por Bronfenbrenner nos ayudará a


organizar el proceso de construcción de las diversas identidades en el adolescente y la
integración de éstas en diversos ambientes. A su vez, este marco nos permitirá darle
énfasis a la situación contextual cambiante que implica la posible alteración de la
interconexión de ambientes, debido al confinamiento, a nivel del mesosistema.
Finalmente, una perspectiva ecológica para la construcción de identidad adolescente
permite definir este proceso como una actividad que necesita tanto del individuo, su
ambiente, persistencia en el tiempo y otros individuos para suceder. Por lo tanto, ¿qué
sucederá si la persistencia de una actividad molar se ve suspendida por uno o más
factores?

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