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Carta del jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos

“La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia”


El “hombre blanco” se ha acostumbrado a la idea de que todo lo puede comprar, de que
todo tiene un precio, incluyendo los recursos naturales, desde la tierra que camina, el agua
que toma, hasta el aire que respira, incluyendo también la fauna y la flora que allí habiten.
Él ha caído en el error de reconocer todo lo que hay en los ecosistemas como productos, y a
causa de su ambición se han expandido las ciudades, consecuencia de la deforestación, los
animales han tenido que dejar su hogar y buscar refugio, cada vez ellos son más pocos y
nosotros al contrario somos cada vez más. Impulsamos un sistema de consumismo, total
mente irresponsable, ya que este no piensa en todos los recursos que se usan para aquel
producto que al poco tiempo de comprar pensamos en remplazar, simultáneamente las
empresas no encuentran como saciar su hambre de riqueza, la llamada “obsolescencia
programada” se ha encargado de llenar los bolsillos de unos pocos, a la vez que los océanos
y la tierra pero de desperdicios, los cuales muy probablemente seguirán aquí cuando
nosotros junto con todo lo que hemos destruido ya no este.
Es ahí donde la vida termina y empieza la supervivencia, porque aquellos “productos” que
pensamos comprar algún día se acabará, la tierra que el hombre blanco caminaba será
infértil, no crecerán las frutas, no habrá paisajes naturales que admirar y aquellos árboles
que producían el aire que respiramos ya no tendrán donde crecer, el agua que bebíamos
estará totalmente contaminada, y seremos los culpables de aquella sangre y destrucción que
se ha llevado todo lo que algún día aquel piel roja le dijo al hombre blanco que debía
proteger, nos sumiéremos en la miseria, siendo el motivo y causa de nuestra propia
aniquilación, esto es algo que ya empezamos a vivir, en las ciudades el aire no es tan puro,
cada vez cantan menos aves y hay menos sombra de árboles, algunos pocos han
recapacitado, al menos, tratando de hacer al mundo escuchar porque a pesar de que este ve
lo que sucede, lo ignora.
¿Acaso habrá que esperar hasta que nuestra basura y desperdicio nos dé a las rodillas? Nos
vemos enfrentados a la necesidad de ejercer un cambio, el cual consiga que nuestra forma
de vida sea sostenible, que deje de extinguir especies y empiece a protegerlas, porque el
hecho de que los animales, la tierra, el aire, las plantas o el agua no tengan voz, no significa
que sean nuestras, vivimos en un mundo prestado, que ha sido el hogar de muchas otras
especies que visiblemente fueron más agradecidas que nosotros. Es irónico pensar que nos
comparamos y elevamos por encima de todo, porque según nosotros “somos inteligentes”,
pues que de inteligente o racional hay de exterminar el mundo en el que vivimos, teniendo
en cuenta que no hay otro, no podemos remplazarlo u oprimir un botón que diga “reiniciar”
y por lo pronto (que es relativamente mucho tiempo) no habremos inventado ninguna de
esas opciones, no tiene sentido que busquemos agua en el espacio cuando la tenemos aquí y
la malgastamos. A este punto decir que somos inocentes es totalmente absurdo porque
fuimos conscientes de que nos hemos convertido en aquel depredador que casa por deporte
y ahora al mismo tiempo somos la presa.

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