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EDICIÓN DIGITAL GRATUITA

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Ricardo González

UNA ADVERTENCIA EXTRATERRESTRE


DESDE ALFA CENTAURO

3

EL ARCA
Versión digital gratuita.
© Ricardo González
De la Segunda Edición impresa, Buenos Aires, agosto de 2017
ECIS Publicaciones

Diseño de tapa: www.woohustudio.com


Sitio web de Ricardo González:
www.legadocosmico.com

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser
reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio
sin previa autorización del autor.

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ÍNDICE

PRÓLOGO 12
Una misión extraterrestre en los Andes

I
La revelación de los apunianos 17
El secreto de Alfa Centauro 19
Nosotros somos ellos 23

II
Contacto en Monte Perdido 28
Los “cristales de Minius” 34

III
El pedido de Edgar Mitchell 42
El encuentro con el astronauta 44

IV
Paola Harris los vuelve a ver 50
Crestone y una invitación 52
Bases militares secretas 55
Los apunianos se comunican 58
El llamado de Monte Shasta 62
El contacto 64

V
Hawking mira hacia Alfa centauro 72
Se suceden las confirmaciones 76
Los primeros pasos de “El Arca” 82

5

VI
Un encuentro inédito en el CERN 85
“Deben visitar el CERN...” 88
El “Bosón de Higgs” no es lo que dicen los físicos 93

VII
El Minius y el Hipercubo 98
El “Neutrino” y el “Ultimatón” 102
¿Qué es el Minius? 108
El “Mérkaba” de los apunianos 112

VIII
Tierra II llama a Atacama 130
El desierto del misterio 134
Un mensaje de otro tiempo 137

IX
El regreso de Ivika 144
El Valle de la Luna 150
Ivika 154

X:
La “Galaxia Espejo” 157
Una “ventana” en Sagitario A 160
Un proyecto cósmico 163

XI:
El Ancestro Común 168
El “Elemento Primero” 171
¿Todos procedemos del mismo lugar? 175

6

XII:
Chajnantor 178
Los “pueblos muestra” 183
Los niños de “El Arca” 186

XIII:
La conciencia de la unidad 189
Recuerdos del futuro 195

EPÍLOGO: Quitaracsa 198

APÉNDICE I:
Cuando en la “ciencia ficción” hay “memoria”... 206

APÉNDICE II:
Cronología aproximada del contacto apuniano 209

7

A los pastores de los Andes, porque ellos saben…

8

Agradecimientos

Estoy en deuda con muchas personas que siempre apoyaron, desinte-


resadamente, mi trabajo de investigación y difusión del mensaje extra-
terrestre.
En primer lugar debo mencionar al grupo de contacto de Ar-
gentina, que ha sido pieza clave en los distintos encuentros internacio-
nales que hemos realizado. Ellos son mi gran sostén, y mis amigos.
Al grupo de contacto de Santiago de Chile, especialmente Ray-
mond Lodge, Claudio y Paly Vallejos, y Linda Subiabre, por todo el
soporte brindado en mis visitas a Chile estos últimos años.
Al camping “Wayra” de Atacama y a los guardaparque de el
“Valle de la Luna”.
A Ana María Barón, por ser valiente y defender su verdad.
A nuestros amables anfitriones en ALMA. Esa visita marcó mi
espíritu.
A la Fundación “Siembra” de San Pedro de Atacama, por todo
su apoyo.
A Suyapa Reyes y Luis Ochoa, así como a todo el grupo de Na-
pa Valley y San Francisco, por su invalorable asistencia en la organiza-
ción de los encuentros de Monte Shasta.
A Paola Harris, porque se atrevió a vivir nuevamente lo “im-
posible”.
A Julio Palacios y Tom Hamblin, por llevar a cabo la traducción
al inglés de mi anterior libro sobre Apu. Hoy la obra está publicada en
los Estados Unidos gracias a su esfuerzo.

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A Diego Cintas, Rosa González y David Cintas, porque logra-
mos materializar, juntos, la “activación” de Monte Perdido.
A Juan Acervo y Adolfo Perret, por abrirse conmigo y narrarme
sus maravillosas experiencias de contacto con los apunianos.
A Julio Dongo, por la profunda charla que tuvimos en Lima so-
bre la historia del caso “Apu”.
A Julio César Acosta Navarro, por la cordial entrevista que me
realizó en Brasil, y por su valiosa ayuda para hacerme con históricas
notas de prensa del caso Kapetanovic.
A Eloy Moreno y los pobladores de Quitaracsa, por tratarnos
como parte de su prodigiosa comunidad.
A Emmanuel Bordoni, porque supo dejarse guiar, y por ser mi
hermano.
A mis compañeros de viaje en el Altái siberiano y el desierto de
Gobi ⎯entre tantos otros lugares⎯. Saben que los llevo en el corazón.
Caminante no hay camino…
Y a mi esposa Sol, mi amor, y mi fiel compañera en “el campo”,
donde todo ocurre…

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“¿Soy un extraterrestre?
¿Pertenezco a una nueva raza en la Tierra,
criado por hombres del espacio exterior en abrazos con mujeres terrenales?
¿Mis hijos son vástagos de la primera raza interplanetaria?
¿El crisol de la sociedad interplanetaria ya ha sido creado en nuestro planeta,
como el crisol de todas las naciones de la Tierra que se estableció en los
Estados Unidos hace ciento noventa años?
¿O esta idea se relaciona con las cosas a venir en el futuro?...”

Wilhelm Reich, científico austríaco. Escrito de su libro Contacto con el


espacio (1956).

“La Tierra es nuestra cuna. No nuestro destino final. Nuestro hogar es el


universo entero. Y sin lugar a dudas nos encontraremos con otras especies en
el camino ⎯si es que ya no lo hemos hecho⎯ que al igual que nosotros
habrán emprendido la exploración del cosmos…”

Dr. Edgar Mitchel, Capitán del Apolo 14, en su libro “El camino del
explorador” (1996).

“Para sobrevivir como especie debemos viajar a las estrellas…”

Stephen Hawking, científico británico, durante la presentación de su


proyecto de exploración de Alfa Centauro, anunciado en Nueva York
el 12 de abril de 2016.

11

PRÓLOGO

UNA MISIÓN EXTRATERRESTRE EN LOS ANDES

“No grite, señor, hable en voz baja, no se moleste conmigo.


Ellos dicen que son habitantes de otro mundo muy lejano.
Arriba, por las alturas, donde hay pastores,
están apareciendo frecuentemente…”

El vigilante de la Central Hidroeléctrica a Vlado Kapetanovic,


durante el contacto del 10 de marzo de 1960.
“170 horas con extraterrestres”, Vitko Novi.

12

En los años cincuenta, un grupo de humildes campesinos de la
región andina de Áncash ⎯un departamento del Perú, ubicado
en la parte central y occidental del país⎯, fue contactado por
una misión de seres extraterrestres.
La apariencia de aquellos sorprendentes “visitantes” era
humana, aunque de enorme estatura. De porte atlético, se mos-
traban enfundados en enterizos metálicos color gris que solo
dejaban descubierto el rostro. Los lugareños les llamaron “apu-
nianos”, ya que esos amables seres tenían sus bases dentro de
las montañas.
“Apu” es una palabra quechua que se ha usado antigua-
mente para referirse a los Andes, los dioses y los “protectores”.
Hay muchas referencias en las tradiciones orales andinas sobre
esos “hombres del cielo”. En Áncash, en los dominios del cor-
pulento nevado Huascarán, siete pueblos fueron contactados
por esos “protectores” o “apunianos”.
En mi libro, “Los extraterrestres del planeta Apu” ⎯“Apu”
es también el nombre con el que se identifica el mundo de ori-
gen de esos seres⎯, narré mi historia personal de contacto con

13

“ellos”. Una extraordinaria aventura que se inició cuando era
un adolescente y que se ha mantenido hasta estos días. Soy uno
de tantos testigos que los ha visto. Pero debo remarcar que este
intercambio con los extraterrestres en el Perú no empezó con
nosotros, sino con esos olvidados campesinos, hace más de se-
senta años.
Esa primera aproximación de los extraterrestres en los
Andes se desarrolló en medio de un marco discreto. Un acuer-
do de silencio entre esos seres y los pastores. Era una suerte de
aproximación antropológica. Los extraterrestres estaban intere-
sados en la vida sencilla y pacífica de la gente de los Andes
mientras el mundo se estaba recuperando de la terrible Según-
da Guerra Mundial, un punto de quiebre que muchos investiga-
dores sitúan como el comienzo de la “Era moderna de los ov-
nis”.
Desde luego, hubo otros acercamientos en épocas ante-
riores. No obstante, este nuevo programa de intercambio con
humanos, aplicado en la posguerra, era la consecuencia de un
largo seguimiento, de un estudio profundo de la naturaleza hu-
mana por parte de los extraterrestres. ¿Qué buscaban aquellos
seres de las estrellas? ¿Era solo un estudio científico de nuestro
comportamiento? ¿O intentaban comprender algo que los ayu-
dase a ellos mismos? Tal vez recordar…
El 10 de marzo 1960, el Ingeniero de origen yugoslavo,
Vlado Kapetanovic, empezó a formar parte de esta historia, a
raíz de un encuentro con los apunianos a las afueras de la Cen-
tral Hidroeléctrica de Huallanca, en los ya mencionados Andes
ancashinos. La experiencia tuvo como testigos a vigilantes de la
instalación, que conocían a los miembros de la comunidad cam-
pesina que estaba en contacto con los extraterrestres. Fueron
pues, esos hombres andinos, quienes iniciaron a Kapetanovic en
los contactos. Así, Vlado empezará su relación con los apunia-

14

nos, quienes le advertirán de un terremoto en la zona, con la
premisa de avisar a las autoridades para evacuar a la población.
Pero el Intendente de Yungay no le escuchará.
El 31 de mayo de 1970 ocurrió el terremoto. El violento
movimiento sísmico arrancó un trozo del nevado Huascarán,
ocasionando un gigantesto alud que sepultó al pueblo. El alu-
vión, sumado al terremoto, se cobró la vida de al menos unas
80.000 personas. La peor catástrofe natural que ha vivido el Pe-
rú. Entonces Kapetanovic decidió hablar públicamente de los
contactos con los apunianos ⎯quienes podían advertir y enviar
mensajes, pero no intervenir directamente en nuestros asun-
tos⎯. De esta forma, a inicios de los años setenta, diversos me-
dios de comunicación de todo el país dieron a conocer los en-
cuentros cercanos con los apunianos. Vlado, más tarde, publicó
libros novelados sobre esos contactos ⎯habló de ello en nume-
rosas charlas, hasta su muerte en el año 2005⎯; entretanto, los
testigos originales de los pueblos andinos que conocían a los
extraterrestres, se ocultaron.
Sin embargo, años más tarde, se formaron grupos de con-
tacto en distintos países que empezaron a tener comunicación
con esa misión extraterrestre que afirmaba provenir de Alfa
Centauro. Pero nadie contó cómo se había iniciado esta historia.
Quiénes, realmente, fueron sus anónimos protagonistas hace
seis décadas.
Fue lo que intenté hacer en mi anterior libro sobre Apu:
trazar un hilo conductor entre nuestras propias experiencias de
contacto y su origen en los Andes de Áncash. Nunca me imagi-
né el enorme impacto que tendría el libro, que en solo un año
fue leído por más de cincuenta mil personas y que pronto se
publicaría en inglés en los Estados Unidos ⎯gracias a Julio Pa-
lacios, Tom Hamblin, y a mi querida amiga, la reconocida in-

15

vestigadora Paola Harris, que además ha sido testigo de nues-
tros encuentros con los apunianos⎯.
Es importante mencionar que hemos otorgado reiteradas
evidencias de nuestra comunicación con esos seres, contando
con notables investigadores como testigos, además de otras
cientos de personas que verificaron la realidad de los acerca-
mientos en experiencias de campo. Y lo más valioso: todo cuan-
to nos dijeron los apunianos en sus mensajes se ha confirmado
al mínimo detalle con noticias de ámbito mundial. Es así por-
que nos hallamos cerca de un evento del que ellos nos quieren
advertir y que podemos modificar. Este mensaje lo he difundi-
do en conferencias internacionales, artículos y entrevistas en
medios de comunicación.
Este nuevo libro, clara continuación del anterior, nace co-
mo un pedido expreso de Ivika, la actual “comandante” del
grupo de apunianos que nos contacta. En la última entrevista
personal que tuve con ella ⎯en el Valle de la Luna, en Chile⎯,
me afirmó: “La verdad les unirá…” “Deben recordar el futuro por-
que nosotros somos ustedes”.
En las siguientes páginas profundizaré la información que
hemos venido compartiendo sobre los apunianos, nuestra visita
al CERN y la comprensión que adquirimos sobre la energía
subatómica “Minius” ⎯la ciencia extraterrestre⎯, así como las
recientes experiencias que afrontamos en el desierto de Ataca-
ma, con sus grandes revelaciones, y nuestra expedición a uno
de los “pueblos muestra” tras la pista de los primeros contactos.
Cumplo una promesa. Y sigo mi corazón.
Como en otras ocasiones, el mensaje llegará a quien tenga
que llegar.
He aquí la advertencia de una humanidad del futuro.

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I

LA REVELACIÓN DE LOS APUNIANOS

“…Muchos de nosotros hemos dejado, o perdido,


nuestros mundos de origen, viajando muy lejos,
hasta llegar a la Tierra. Vivimos de base en base,
sea esta orbital o instalada en lugares secretos de su mundo.
Perdimos la conciencia del hogar. Pero hoy sentimos que la Tierra
también es nuestro hogar, y se lo transmitimos con mucho respeto.
Por esa razón también nos sentimos parte de la paz planetaria,
porque todo lo que ocurra con ustedes nos afecta a nosotros…”

Antarel

17

¿Cómo había llegado allí? ¿Qué clase de “fenómeno” me había
“arrancado” de mi ubicación en la loma de Ichic Puna, en Yun-
gay, para “trasladarme” a este otro lugar? Ya no me hallaba en
la gran roca que los extraterrestres señalaron como “coordena-
da” de contacto para este 12 de abril de 2015. Ahora me encon-
traba en un recinto muy iluminado, inundado de una radiación
blanca con tintes azules que parecía salir de todas partes. Difícil
describir mi entorno, pues este era una suerte de combinación
de distintas formas geométricas que se entremezclaban, crean-
do armónicamente el espacio en el cual había “aparecido”.
Frente a mí tres figuras humanoides me observaban en si-
lencio. La más alta, ubicada al extremo derecho según mi cam-
po de visión, correspondía a un ser que ya conocía: Antarel. El
gigante nórdico de más de dos metros y medio de estatura, en-
fundado en el típico enterizo metálico con el que se ha mostra-
do en otros contactos, lucía solemne y atento. En el otro extre-

18

mo se hallaba una mujer, de menor estatura, estimo alrededor
de un metro ochenta. Estaba vestida con el mismo “uniforme”
gris. Mostraba un largo cabello castaño, que contrastaba con su
expresión angelical. En sus manos, sostenía un cubo metálico.
Era la primera vez que veía a este ser. Luego se identificó como
“Aimana”.
En el centro, un poco más próxima a mi ubicación, se ha-
llaba la mujer con la que había soñado tres meses atrás en Ar-
gentina: Ivika. Una hermosa criatura, de joven apariencia, como
si tuviese, como mucho, unos treinta años terrestres de edad.
También era alta, estimo un metro noventa de estatura. Llevaba
el cabello corto, que era muy claro, casi blanco. Tiene una mira-
da inolvidable, que surge de sus inmensos ojos verdes almen-
drados. La escena que enfrentaba era igual a la de ese “sueño”
lúcido que tuve en Buenos Aires. Un “sueño” que me descon-
certó por su abrumadora realidad…
“Está ocurriendo, pero en otra línea de tiempo que tu llamarías
futuro”, me dijo Ivika en aquel entonces. “Tu sueño es en realidad
una captura holográfica que estamos haciendo ahora mismo de la expe-
riencia. Esa captura es enviada a tu pasado como una imagen mental,
mientras estás descansando en tu dormitorio”.
“Es para que cuando en tu línea de tiempo llegues a la cita con
nosotros, el 12 de abril, en Yungay, vivas el encuentro con mayor cal-
ma, pues tu cerebro reconocerá que ya vivió todo esto...”

El secreto de Alfa Centauro

En el contacto en Ichic Puna, los apunianos me informaron que


me hallaba dentro de una nave extraterrestre, emplazada en la
base del nevado Huascarán, el más alto de los Andes peruanos.
La nave, que había arribado a nuestro planeta como parte de

19

una misión proveniente de Alfa Centauro, funcionaba ahora
como una base-laboratorio.
Para que se diera este contacto los extraterrestres habían
generado una especie de “puerta entre las dimensiones”, permi-
tiendo que una parte de mí pudiese ser proyectada desde la ro-
ca de Ichic Puna hasta donde ellos se encontraban. Este “me-
canismo” de contacto fue ideal, ya que Ichic Puna, un antiguo
mirador en Yungay del Huascarán, es actualmente una zona
poblada. De hecho, muy cerca de allí se hallan instaladas las an-
tenas de la televisión municipal. Pero todo estuvo a nuestro fa-
vor. Cuando nuestro grupo llegó a este paraje, lo halló solitario
y silencioso. Como si “algo” estuviese “cuidando” todo el perí-
metro marcado por los extraterrestres.

Ichic Puna y su roca erguida. 12 de abril de 2015.

Vivir este tipo de experiencias no es nada sencillo. A pe-


sar de que Ivika me había preparado en ese extraordinario

20

“sueño” para lo que sería el encuentro, todo mi ser se agitó
cuando me hallé ante ellos. Si bien es cierto no sentía que mi vi-
da corría peligro, ni malas intenciones en estos seres, mi mente
trataba de ordenar, asimilar, comprender, este nuevo contacto,
que narro en mayores detalles en mi anterior libro1.
Con certeza puedo decir que lo más impactante no fue el
contacto en sí, sino la información recibida. Una historia que, al
margen de resultar sorprendente, encaja a la perfección con vie-
jas informaciones que ya habían transmitido los extraterrestres
y nuestras sensaciones de que “algo poderoso” nos unía a ellos.
En esta entrevista los apunianos me explicaron que en un
futuro la convivencia humana entraría en una crisis global, en-
cendida por la sobrepoblación, y atizada por hechos de violen-
cia, discrepancias ideológicas, guerras y por si ello fuera poco la
explotación irracional de los recursos naturales de la Tierra. El
hambre y la confusión campeaban en casi todo el mundo.
Esta crisis, que entró en un punto de no retorno, obligó a
distintas superpotencias del mundo a crear una alianza para
preservar la supervivencia de la especie humana. El proyecto,
que llamaremos “El Arca”, se basaba en el hallazgo de una nue-
va tecnología, aplicable a la navegación espacial. Se trataba de
una fuente de energía, poderosa, mágica, que había sido detec-
tada con los grandes Aceleradores de Hadrones. Los apunianos
ya conocían ese “Santo Grial” cósmico. Le llaman Minius.
“El Arca” procuraba enviar naves espaciales fuera de la
Tierra, con cientos de astronautas humanos entrenados para co-
lonizar un mundo con condiciones de vida. Empezar de cero.
De acuerdo a los apunianos, estas naves llevaron consigo dos


1 “Los extraterrestres del planeta Apu” (ECIS Publicaciones, Bue-
nos Aires, 2015), está disponible gratuitamente en su versión di-
gital, publicada en el sitio de Scribd.

21

importantes archivos: una “supermemoria”, que reunía la histo-
ria, arte, descubrimientos, y todo tipo de aprendizaje de la raza
humana y cómo ésta se desarrolló en el planeta Tierra; y una
“supersemilla”, que atesoraba una muestra genética de nume-
rosas especies vegetales y animales de todo el mundo.
Este enorme emprendimiento no podía asegurar la super-
vivencia de todos. Solo pudieron enviar a unos cuatrocientos
viajeros, que tenían la misión de crear un nuevo hogar del hom-
bre, en el espacio. Estos astronautas eran adolescentes, sin duda
personas muy jóvenes, pero que habían sido entrenadas para
este fin desde antes que nacieran... En primera instancia los via-
jeros fueron seleccionados por sus antecedentes genéticos, sien-
do ellos descendientes de importantes hombres y mujeres que
destacaron en distintos campos del saber humano. La segunda
etapa de la selección fue el entrenamiento al que fueron someti-
dos desde que nacieron.
El lugar del despegue fue situado en la región de Ataca-
ma, en Chile. El objetivo del viaje espacial: el sector cósmico de
Alfa Centauro, una estrella doble ubicada a unos 4.2 años luz de
la Tierra. En esa coordenada estelar había más de un mundo
habitable.
Pero algo sucedió con este viaje.
Las naves de “El Arca”, empleando la nueva tecnología
que les permitió acortar la descomunal distancia que los separa-
ba de su objetivo ⎯unos 42 billones de kilómetros⎯, arribaron
a Alfa Centauro en una época remota. La distorsión del espacio-
tiempo, según la explicación de Ivika, los había llevado al “pa-
sado” de Alfa Centauro, cuando esos mundos estaban siendo
colonizados por una civilización extraterrestre de aspecto hu-
mano. Los “ancestros” de Antarel.
Por si ello fuera poco, los astronautas humanos perdieron
buena parte de su memoria al llegar a su destino. Según el rela-

22

to de los apunianos, las colonias extraterrestres que ya se encon-
traban allí los rescataron y asistieron. Con el tiempo, esos hu-
manos se mezclaron con esa raza extraterrestre que genética-
mente era compatible con el hombre. Hay una razón. La vere-
mos más adelante.
En el contacto, Ivika me explicó que más tarde hubo un
“evento” cósmico que permitió a una misión especial de Alfa
Centauro venir a la Tierra. Esta misión estaba conformada por
una tripulación mixta: extraterrestres de linaje puro, como el
caso de Antarel, e “híbridos” entre extraterrestres y los huma-
nos que llegaron en las naves de “El Arca”. Ivika era una de
esas mestizas…

Nosotros somos ellos

¿Cómo transmitir todo esto a la gente? ¿Por qué no eligieron a


alguien importante, una figura mundial que pudiese ser escu-
chada? ¿Por qué esa misión de Alfa Centauro vino a la Tierra?
¿Querían evitar el viaje de “El Arca”? Y si fuese así, ¿qué pasa-
ría con los descendientes de los humanos que viajaron? Si el
viaje hacia Alfa Centauro no se hace, Ivika y otros “mestizos”
dejarían de existir. Una suerte de paradoja.
Todo esto sonaba como el argumento de una película de
ciencia-ficción.
Ante estas dudas, los apunianos me afirmaron que habían
contactado a importantes personajes clave del mundo. Pero que
ellos tenían otra función. No era parte del plan exponerlos en
un comunicado mundial sobre la presencia extraterrestre. De
acuerdo a Ivika, decidieron hablarnos de esta historia humana
conectada con Alfa Centauro porque los acontecimientos que
precipitarán la posterior creación de “El Arca” estaban por dar-

23

se. Me dijo que comunicara esta información en calidad de testi-
go común porque desde ese lugar llegaría a mucha gente que
necesitaba “recordar”. Todo esto, obviamente, me angustió, pe-
ro ellos me pidieron que estuviese tranquilo, que pronto habría
importantes anuncios científicos que respaldarían mi testimo-
nio. Y que luego, nos reencontraríamos en el desierto de Ataca-
ma…
Según los apunianos, el objetivo de su misión no era evi-
tar el viaje, sino modificar las condiciones de crisis que lo pro-
vocaron. En otras palabras, que la encomienda espiritual del
hombre en el planeta Tierra no fracase.
De acuerdo a estos seres ⎯y advierto que esto será muy
difícil de digerir⎯ el viaje hacia Alfa Centauro se hizo en varias
ocasiones… Como si se tratase de un “loop” de la humanidad
que se va replicando en distintas membranas de realidad. Los
extraterrestres sostienen que vivimos en un multiverso en don-
de cada experiencia se combina, se une, y “alimenta” el tejido
inteligente que envuelve esta parte de la creación. El objetivo es
cortar ese “loop”, el “momento en que la humanidad se equivo-
có”, salir de un círculo vicioso para que nuestra experiencia co-
mo “especie programada en un mundo escuela” ⎯la Tierra⎯
pueda afectar positivamente la evolución, la nuestra y la de
otras civilizaciones en el cosmos. No, no es ningún delirio.
Nuestros estudios humanos en física cuántica nos han venido
revelando esos otros universos a los que me referiré más
adelante: distintos planos de realidad que se organizan a través
de la ecuación información-experiencia. Somos, pues, seres
multidimensionales por naturaleza.
¿Y si el viaje no se hace, dejarían de existir? ⎯le pregun-
té a Ivika⎯. La comandante apuniana me contestó con una
calma sobrecogedora:

24

“Hermano, comprenderán que en el universo nada desaparece,
solo se transforma... Volveremos a ser uno”…

Ilustraciones de Ivika y Antarel, por Ramiro Rossi.

Los apunianos me hicieron comprender que la vida de to-


das las criaturas está enlazada a una fuerza mayor que nos
integra. Y que en algún momento volveremos a esa “Fuente”.
También entendí el propósito de su misión: no había nada de
malo en viajar al espacio para explorar otros mundos. El asunto
son las condiciones de ese viaje: una situación de emergencia
que nos obliga a huir del planeta y dejar a los otros a su suerte.
Ese es el escenario a evitar para no repetir patrones.
Cuando volví del contacto con los apunianos ⎯“aparecí”
de pronto en la roca de Ichic Puna⎯ compartí lo vivido con mis
compañeros de grupo, que me habían acompañado a Yungay
para apoyarme: Alejandro Szabo de Chile, Raymundo Collazo

25

de Estados Unidos, Josep Tomas de España, Fernando López de
México, Pablo Cascone de Argentina, y mi esposa Sol. Algunos
de ellos ya conocían a los apunianos: los habíamos visto juntos,
físicamente, en un maravilloso contacto grupal al pie de Monte
Shasta, en California. Pero en esta ocasión Ivika y Antarel insis-
tieron en que acudiera solo a la cita. Es un asunto complejo de
entender, pero que responde a los protocolos de acción de estos
seres. No siempre pueden involucrar a distintos testigos en un
acercamiento. En este contacto había quedado claro.
La experiencia, contundente y reveladora, nos exigía aho-
ra difundir su mensaje. Comunicar todo ello, sin duda, resulta-
ba una tarea muy cuesta arriba…
Sin embargo, todas las condiciones se dieron y, a los po-
cos días del viaje a Yungay, ya estaba ofreciendo distintas entre-
vistas a periodistas e investigadores del fenómeno ovni, deta-
llando el mensaje de Ivika. El revuelo fue mayúsculo.
Que dentro de los grupos extraterrestres que nos contac-
ta existan algunos seres que son, en parte, descendientes de una
futura misión espacial de la humanidad, es increíble. Pero mi
recordada amiga, la investigadora Rose Marie Paz Wells (1958-
2004), presidenta del Instituto Peruano de Relaciones Interpla-
netarias (IPRI) ⎯la primera organización dedicada al estudio
del fenómeno ovni en Latinoamérica, fundada por su padre, Jo-
sé Carlos Paz García, en 1955⎯, me lo había anticipado. Rosita
creía que algunos de los extraterrestres eran “humanos” en su
origen... Convencida de ello, popularizó la frase “Nosotros somos
ellos”, que solía figurar debajo del logo de su institución. Más
adelante la volveré a mencionar a la luz de las revelaciones de
Atacama…
En el año 2001, en un contacto físico con Antarel en el de-
sierto peruano de Chilca, el gigante apuniano me había asegu-
rado que ellos eran “viajeros en el tiempo”. Además, en ese

26

mismo encuentro el extraterrestre me sugirió investigar el “Pro-
yecto Longshot” y que estuviera atento a una futura reunión
que tendría con un astronauta que “sabía de ellos”. Grande fue
mi sorpresa al descubrir que Longshot era real: se trataba de
una iniciativa de la Academia Naval de Estados Unidos y de la
propia NASA para enviar una sonda no tripulada hacia Alfa
Centauro2…
Pues bien, este programa será retomado, y anunciado pú-
blicamente ⎯con otro nombre⎯, luego de que nosotros difun-
diéramos nuestro contacto con Ivika. Lo abordaré en breve.
Y sobre la “cita” con el astronauta, tuvieron que desfilar
catorce años desde el anuncio de Antarel para que esa reunión
ocurriese. Un encuentro que se concretó en los Estados Unidos,
siete meses más tarde del extraordinario mensaje recibido en
Ichic Puna.
Todo empezaba a tomar forma.
Y los apunianos tenían algo preparado…


2 Consultar el siguiente enlace:
http://large.stanford.edu/courses/2012/ph241/klein2/docs/19890
007533_1989007533.pdf

27

II

CONTACTO EN MONTE PERDIDO

“…Cuando uno lee en la prensa las negativas categóricas


de cualquier científico sobre el fenómeno ovni,
calificándolo de imposible, cuando no de grotesco,
todos aquellos que han visto ovnis,
que han tenido encuentros con sus tripulantes,
o que, simplemente, llevan años investigándolos,
están en su perfecto derecho de considerar
esas declaraciones como una estupidez
y a su autor como un bocazas indocumentado.
El escepticismo es racionalmente sano;
el dogmatismo es patrimonio de los imbéciles,
aunque sean Premio Nobel”.

Fernando Jiménez del Oso


Médico psiquiatra, investigador.
“El síndrome ovni” (1984).

28

Jueves 18 de junio de 2015. Dos meses después del contacto en Ichic
Puna.

Nuestro coche iba ágil en la ruta, adentrándose en un paisaje


hechizante. Los Pirineos españoles nos daban la bienvenida lue-
go de varias horas de camino desde la ciudad de Zaragoza. Mi
amigo Diego Cintas, catalán, iba al volante y me comentaba có-
mo se había iniciado su comunicación con seres de Apu hace ya
unos veinte años; experiencia que ha compartido con su esposa,
Rosa González y su único hijo, David, que es físico. Nos diri-
gíamos a Monte Perdido.
Hace muchos años me enteré de la existencia de Monte
Perdido, una majestuosa elevación que es ícono de los Pirineos,
cadena montañosa que se levanta al norte de la Península Ibé-
rica, entre España, Andorra y Francia. Este coloso, con sus 3.355
metros, es el punto más alto del paisaje. Además, es también la

29

montaña calcarea más alta de Europa. Precisamente esta carac-
terística la convierte en un laberinto de cuevas y túneles, aún
inexplorados.
Ya en mi primer libro, “Los Maestros del Paititi”1, citaba a
los Pirineos como uno de los enclaves más importantes ligado
al misterio del mundo subterráneo. Lo sabíamos por los men-
sajes que habíamos recibido de los extraterrestres. Esta informa-
ción me empujó a motivar a los diversos grupos que iba cono-
ciendo en España a investigar la zona. Tuvieron que pasar lar-
gos años, hasta que conocí a Diego y su familia. Nuestro en-
cuentro fue el primer paso para organizar reuniones de con-
tacto en esa región. Los apunianos afirmaban de que allí tenían
una instalación en plena actividad.
Como un dato curioso, hace muchos años circuló una his-
toria que vinculaba a la central del inteligencia norteamericana
con una supuesta investigación “no convencional” de Monte
Perdido. Se trataba de un experimento psíquico de espionaje
que tropezó con una desconocida base intraterrena en la mon-
taña.
¿Cómo ocurrió todo ello? Se dijo que la CIA había solicita-
do los servicios de un grupo de psíquicos para realizar un ejer-
cicio de “visión remota”, que le permitiese revelar bases milita-
res en Europa. La visión remota (VR) es la capacidad psíquica
de recibir información o impresiones de un evento, persona, ob-
jeto o lugar que se encuentren a gran distancia. Es considerada
como una forma de percepción extrasensorial. El término se dio
a conocer durante los años setenta por los físicos Harold Pu-
thoff y Russell Targ, para separarlo de la clarividencia. Preci-


1 “Los
Maestros del Paititi”, Ediciones Luciérnaga, Grupo Planeta
España.

30

samente Puthoff habría estado involucrado en este presunto
estudio de la CIA en Monte Perdido.
Aunque el asunto de la VR parece una locura para el pro-
fano en estos temas, hay que recordar de que hubo experimen-
tos con “agentes VR” durante la Segunda Guerra Mundial y
especialmente en la posterior “Guerra Fría”. Un ejemplo de es-
tos experimentos psíquicos es el tristemente recordado MK Ul-
tra. Aunque la CIA pretendió minimizarlo, se trataba, en reali-
dad, de un complejo estudio del poder psíquico de la mente hu-
mana, la percepción, y cómo se podría manipular y controlar a
un individuo en contra de su voluntad2. Agentes selectos de
grandes potencias se habrían alistado en estos programas.
Pues bien, de acuerdo a la citada noticia que involucra
Monte Perdido, reproducida en distintas publicaciones de la
época, un agente que respondía al nombre clave “Skip” ⎯“Omi-
tir”, en español; supuestamente el pseudónimo del Teniente F.
Holmes⎯, habría formado parte de un proyecto de VR. Según
la fuente de esta información la CIA le habría solicitado ser par-
te del programa en 1973. El objetivo era investigar no solo bases
militares secretas con la VR, sino posibles instalaciones “no-hu-
manas” relacionadas a actividad ovni. El ya citado físico Harold
Puthoff habría entregado cuatro ubicaciones para hacer la “pro-
yección”.
La primera de ellas estaba situada en Monte Perdido…
En los documentos que Puthoff presentó a “Skip”, co-
mentaba que la base estaba protegida por detectores de pre-
sencia en un perímetro de tres kilómetros y que “las naves que


2 “Lasarmas secretas de la CIA”, Gordon Thomas, Ediciones B,
Barcelona, 2007.

31

salían de aquella zona disponían de un sistema parecido a al-
gún tipo de propulsión electromagnética...”3
¿Los servicios de inteligencia descubrieron bases extra-
terrestres durante la ejecución de sus programas de VR?
Como fuese, debo aclarar que nunca pude corroborar la
autenticidad de esta información que enreda a Monte Perdido.
Pero sí hallé abundante material sobre los experimentos de VR
en espionaje militar. Además, se dispone de varias declaracio-
nes de Puthoff, hablando hasta por los codos de estas manio-
bras de inteligencia que en su tiempo eran “ultra secretas”. Se-
gún él, la CIA detuvo el programa de VR en 1995, cosa que du-
damos...

Una vieja foto del Dr. Puthoff y el psíquico israelí Uri Geller.

En relación a las bases subterráneas, aprendimos en la ex-


periencia de contacto que buena parte de los diversos grupos
extraterrestres que nos observan poseen esas instalaciones. El
caso del nevado Huascarán ⎯la base principal de los apunianos

3 Cassandra 'Sandy' Frost, artículo de 2005.

32

en los Andes peruanos⎯ es un ejemplo. En algunas ocasiones
los extraterrestres aprovechan inmensas grietas naturales en
montañas y volcanes para establecer esas bases; en otras cir-
cunstancias eligen los fondos oceánicos. No todas son “instala-
ciones físicas”: la mayoría de esos puntos son solo “ventanas”
de entrada y salida. La actividad es básicamente “interdimen-
sional”. Monte Perdido es uno de esos puntos seleccionados por
los extraterrestres. Un “vórtice”.
Recuerdo con especial emoción una de nuestras anteriores
visitas de investigación a la zona. Fue un 16 de mayo de 2012.
Diego, Rosa, mi esposa y yo husmeábamos en los bosques del
valle de Pineta, tratando de ver, sentir o interpretar las futuras
áreas de trabajo con grupos de contacto.
Durante esa incursión, Antarel había ratificado en un
mensaje que Monte Perdido era una “base de operaciones”. Co-
mo confirmación de lo que habíamos sentido y “detectado” en
el lugar, nos dijo que se mostrarían. Y así fue.
Un objeto muy brillante, de radiación blanca-azulada, se
colocó sorpresivamente sobre nosotros y nos “alumbró” con su
poderosa luz... Así como se lee. Como si alguien hubiese encen-
dido una gigantesca linterna halógena sobre nuestro grupo...
Fue tan bestial, que aún teniendo una cámara fotográfica
colgada al cuello, nadie se animó a retratar al singular “visitan-
te”. El objeto ⎯que lucía como una pelota de luz⎯ se marchó y
dejó en nosotros una profunda sensación de alegría
Más tarde, hallándome durante una investigación de cam-
po en el Oráculo de Delfos, en Grecia ⎯según mi cuaderno de
viaje, el 29 de mayo de 2013⎯, Antarel me entregó el siguiente
mensaje:

“Para el año 2014, en el solsticio de verano, se reunirán en


Monte Perdido. La invitación está hecha. Es importante que los cen-

33

tros sagrados de Europa sean escuchados. Monte Perdido es el vórtice
más importante de esa región que comparte Francia y España”.

De esta forma empezamos a organizar las reuniones de


contacto en el valle de Pineta, al oeste del macizo de Monte Per-
dido. En 2014 habíamos constatado, con un nutrido grupo de
testigos, la actividad ovni en el lugar. En esta segunda edición,
en 2015, los apunianos tenían algo más reservado.

Los “cristales de Minius”.

Unas ciento cincuenta personas de doce países se congregaron


al pie de estas hermosas montañas de los Pirineos. El camping
Pineta y sus cabañas ya no daban abasto. Se respiraba un am-
biente maravilloso, encendido de entusiamo.
Cuando realizamos estos encuentros y reuniones al aire li-
bre, procuramos que todos puedan conectarse con la naturale-
za, respirar, relajarse, y disfrutar de la pureza de estos lugares.
Combinamos así diversas técnicas de meditación con informa-
ciones relativas a nuestra experiencia de contacto o el estudio
del fenómeno ovni.
En el marco de esta nueva reunión expuse nuestro en-
cuentro con Ivika en Yungay, generando interés y conmoción a
partes iguales. Honestamente aún no había terminado de asimi-
lar ese contacto con los apunianos y su narración sobre el viaje
humano hacia Alfa Centauro. Aunque el mensaje era positivo
⎯en el sentido de que podíamos modificar peligrosos eventos
en el futuro⎯, era chocante el escenario que ellos me mostraron
previo al viaje espacial: una humanidad dividida, violenta, en
hambre y errante.

34

Mi testimonio de contacto había calado hondo en distin-
tos investigadores, pero, también, en otros surgieron las dudas,
el cuestionamiento, que es natural ante informaciones tan inten-
sas como esta. Sin embargo, como veremos en las próximas pá-
ginas, poco a poco se irían sucediendo los anuncios científicos
anticipados por Ivika. Todos ellos relacionados a Alfa Centauro.
Era evidente que en esta época que vivimos se empieza a gestar
el gran viaje de lo que será “El Arca”.
Volviendo al campamento, en Monte Perdido los partici-
pantes pudieron verificar una serie de hechos “anómalos”. En
la noche del viernes 19 de junio se había producido algunas
observaciones de “luces” surcando el cielo durante nuestros tra-
bajos al aire libre. Debo decir que se escrutó la bóveda celeste
con mucho sentido común, analizando la trayectoria de cual-
quier satélite, o efectos lumínicos de Iridium, satélites geoesta-
cionarios, o la ISS (Estación Espacial Internacional). Decenas de
personas habían acudido con dispositivos móviles que, gracias
a un sinfín de programas y aplicaciones, podían hacer tracking
de todo cuanto se moviese en el cielo. Además, en el grupo ha-
bía varios astrónomos aficionados que suelen tomar fotografías
del espacio. Entre ellos, mi querido David Cintas, que como ya
dije, es físico. Así que, el escenario de observación era bien sen-
sato. Hasta el más escéptico tuvo que reconocer que “aquello”
⎯esas extrañas luces que empezaron a mostrarse en el manto
de estrellas⎯, no correspondían a nada conocido, ni por su mo-
vimiento, luminosidad e interacción con la gente…
Pero fue en la noche del día 20 en donde los apunianos se
hicieron más presentes…
Habíamos acudido a una explanada que se halla a unos
kilómetros del campamento base en Pineta. Tuvimos que ir en
nuestros coches para llegar a ese lugar que ya habíamos explo-

35

rado en anteriores viajes: era el punto en donde la nave de 2012
nos “alumbró” con su haz de luz...
Una vez que estuvimos todos reunidos, iniciamos nues-
tras prácticas de meditación para relajarnos y crear las mejores
condiciones de contacto. Fue allí que recibí un nuevo mensaje
telepático de Antarel, en donde el gigante de Alfa Centauro me
indicaba que entregarían “cristales de Minius”.
Debo decir que esta petición de los extraterrestres me to-
mó desprevenido…
¿Antarel se refería a la misma energía “Minius” de la que
me habían hablado en el contacto en Huascarán?
¿No era acaso esa energía el “secreto subatómico” que
descubrirán nuestros científicos para poner en marcha el viaje
de “El Arca”?
Sabía que los apunianos ya le habían mencionado a Kape-
tanovic, en 1960, la existencia y poder del Minius. Pero, ¿entre-
garlo a la gente en pequeños “cristales de luz”? ¿Cómo iba a
ocurrir? ¿Y con qué objetivo?
En el contacto del 12 de abril en Ichic Puna mi grupo de
apoyo y yo fuimos expuestos a esa radiación. Ciertamente am-
plificó nuestra percepción, afectó nuestros aparatos electrónicos
y algunos de nosotros experimentamos fenómenos paranorma-
les en los siguientes días. ¿Acaso los apunianos pretendían re-
petir esos efectos con un grupo mayor? ¿Se trataba de un “test”?
¿O solo estaban tratando de mostrarnos algo?
Allí, en medio de ese claro en el bosque pirenaico, con el
grupo de ciento cincuenta personas expectante, me decía: ¿có-
mo tomarán si les comunicó lo que Antarel me está pidiendo?
Con tanta desinformación que circula en internet sobre el con-
tacto extraterrestre, algunos podrían pensar que el “Minius” es
un “implante” o cualquier otro elemento negativo de manipula-
ción (!).

36

“Confía ⎯me transmitió telepáticamente Antarel⎯; les
compartiremos una dosis de esta energía como un estímulo que les
pueda ayudar a recordar sus propias capacidades interdimensionales y
conexión con el universo. Luego nos mostraremos...”
Decidido, me puse de pie y le pedí a todos los asistentes
que hicieran lo mismo, colocando sus palmas hacia arriba en ac-
titud de recepción. Fue entonces cuando el lugar empezó a cam-
biar...
Surgió una sutil neblina que estrujó toda la explanada.
Nos hacía ver ligeramente “borrosos”. Y en las palmas, muchos
empezaron a percibir una concentración de energía, una suerte
de destello blanco que, en diversos casos, pudo ser visto ⎯con
los ojos abiertos, no “visualizado”⎯ como dos pequeñas esferas
blancas. El “Minius”…
Luego, al cruzar las manos en el pecho, esta energía se in-
tegraba como un elemento activador. En ese momento Antarel
me indicó telepáticamente que la gente caminara, en silencio,
como una dinámica para asimilar la “integración”.
Y aquí ocurrió lo impensable.
Algunas personas se veían “dobles” ⎯tal y como me ocu-
rrió en el contacto de Ichic Puna, cuando fui “bislocado” para
ser proyectado dentro del Huascarán⎯; y extrañas figuras hu-
manas, ajenas al grupo, surgían en medio de la nada, deambu-
lando en medio de nosotros, como si fuesen “fantasmas”…
Es muy difícil describir las sensaciones y experiencias de
cada uno durante ese momento. Algunos “vieron” escenas de
posibles eventos de gravedad mundial en el futuro; otros, fue-
ron tocados, “movidos” o abrazados por “alguien” ⎯o una
fuerza invisible⎯. Era como si se hubiese abierto una momen-
tánea grieta en el tiempo…
En medio de esta experiencia, alrededor de veinte perso-
nas identificaron el origen de la “neblina” que nos envolvía... Se

37

trataba de una suerte de manto blanco, espeso y muy brillante,
el “núcleo” de la anomalía. “Aquello” se hallaba escondido en
el medio del bosque de pinos. Suponiendo que se podía tratar
del punto de singularidad de una “puerta dimensional”, aquel
grupo se acercó ⎯entre ellos Diego Cintas de Huesca, Fernando
López de México y mi esposa Sol⎯; pero fue sin éxito. Esa luz
los repelía... No se podían aproximar hacia el “núcleo”, la fuen-
te que generaba todo lo que estábamos viendo y sintiendo.
Al concluir esta alucinante experiencia, todos comenta-
mos animadamente lo que nos había sucedido. El entusiasmo
era desbordante. Entonces los avistamientos se intensificaron
aún más; algunos objetos haciendo claros cambios de velocidad,
o deteniéndose brúscamente en el cielo; otros interactuando con
diversas señales en sincronía con las emociones y comentarios
del grupo. Esto último arrancó aplausos...

Objetos captados por Rosa Mary Paraíso y Diego Cintas.

Monte Perdido se había convertido, una vez más, en el


punto elegido para un importante contacto. Estimamos que al
menos unas cien personas recibieron la energía del Minius. Era
la primera vez que un grupo grande afrontaba esta experiencia.

38

Aunque los extraterrestres los denominan “cristales”, son,
en realidad, pequeñas dosis de una sutil energía que el ser hu-
mano ya dispone como elemento potencial en su interior. La ex-
periencia con el Minius es, según los extraterrestres, un “activa-
dor temporal”. Y así nos lo confirmaron luego de este encuen-
tro.
La noche del 21 de junio, cuando todos los participantes
de esta gran reunión ya se habían marchado, por una corazo-
nada decidimos volver al lugar en donde ocurrió el contacto.
Éramos ocho personas. Al llegar allí, verificamos que ya no ha-
bía anomalía alguna. El solitario paraje lucía más “normal”.
Entonces intentamos una conexión telepática con los ex-
traterrestres, buscando que nos pudiesen ampliar la informa-
ción relativa a la experiencia con el Minius. Para estar seguros,
le pedí a Antarel una manifestación concreta, en un horario es-
pecífico. Y así ocurrió: a las 23:20 hs, mientras estábamos medi-
tando con el mantra “Ur-Tokor”, una vibración en “lenguaje Ir-
din”4, tres inmensas bolas de luz, en perfecta formación vertical,
surgieron de pronto en el cautivante cielo estrellado. El avista-
miento fue tan emocionante que arrancó lágrimas en muchos de
nosotros. Acto seguido, recibí el siguiente mensaje psicográfico:

Soy Ivika:


4 Irdines un código vibratorio que ha estado presente desde el
inicio del contactismo. No es un idioma en sí. Cobró notoriedad
en los años 80 en los grupos de contacto de la Argentina, que
acudían al cerro Uritorco y Los Terrones, en las sierras de Cór-
doba, para entonar estos cánticos y convocar a las “luces” cós-
micas: seres de una presunta ciudad interdimensional, conocida
como “Erks”. Ur-Tokor es un mantra de conexión asociado al
Uritorco.

39

Nos han visto. Estamos aquí. Y celebramos la común-unidad
entre ustedes y nosotros.
El Minius, como ya te dijimos, es la fuente primera de energía,
la esencia del origen del universo. Es la llave del principio y su pro-
yección, una ecuación de eternidad que permite accionar en lo visible y
lo invisible. No deben interpretarlo solo como un conocimiento cientí-
fico sobre la naturaleza del cosmos. Es, por encima de ello, un mensaje
espiritual, más allá de su aplicación práctica en la tecnología de viajes
espaciales. Podrán comprender un poco más su naturaleza si se aden-
tran en ustedes mismos, en el nodo de fuerza que atesoran, que pulsa,
que vive en lo más profundo de su energía.
El Minius es similar a lo que ustedes llaman “agujero negro”:
es una “puerta” de entrada y salida. Y su fuerza lo penetra todo. Lo
transmuta todo.
Así como las radiaciones cósmicas que ante sus ojos son invisi-
bles y, sin embargo, existen, el Minius ha permanecido silente dentro
de la propia estructura de código genético de vida. Los hombres de
ciencia de la Tierra aún no han podido desentrañar este secreto, que
está presente en todo el universo. Pero intenta acercarse a esta reve-
lación a través de un denodado estudio del mundo subatómico.
En relación a la experiencia colectiva que propiciamos, en ella
les entregamos una adaptación del Minius para que puedan reactivar
esa conexión cósmica que los integra y armoniza con la creación. Lue-
go de esa comprensión, podrán “hacer”, y moverse en distintas mem-
branas de realidad a voluntad. Ya lo verán.
También te hemos entregado importantes indicaciones para re-
plicar, holográficamente, las distintas funciones del “Teseracto” y la
proyección del Minius, pues éste se halla naturalmente en ustedes. Es-
ta “tecnología espiritual” será la forma de trabajo de hoy en adelante.
Tú ya recibiste esta energía y comprendiste que se tenía que trabajar
con ella cuando estuviste con nosotros en Yungay. Nada, pues, es por
azar. Ahora tienen nuestra confirmación para desarrollarlo.

40

Más adelante ampliaremos esta información.
En conexión y unidad, hermano,

Ivika

41

III

EL PEDIDO DE EDGAR MITCHELL

“Me han preguntado sobre los ovnis


y he dicho públicamente que pienso que existe alguien más,
alguna otra civilización…”

Eugene Cernan, Comandante de la Apolo 17,


el último hombre en pisar la Luna.
Europa Press, 15 de enero 2017

42

Monte Perdido fue solo el inicio. Más tarde, diversos grupos de
contacto, en distintos países, empezarán a tener experiencias
con los “cristales de Minius”. Ellos no conocían los detalles de
lo que vivimos en los Pirineos. Aún no había publicado informe
alguno. Esto me hizo comprender que los apunianos estaban
ampliando el rango de acción de su “test”. Sin duda, los extrate-
rrestres intentaban sembrar en nosotros la comprensión de esta
energía. Más que explicarla deseaban que la sintiéramos…
En el capítulo dedicado al Minius y el secreto del “Tese-
racto” profundizaremos esta información.
El “programa” de los apunianos se iba desarrollando paso
a paso. El encuentro en los Pirineos marcó sin duda un prece-
dente y nos preparó para lo que sucedería en Monte Shasta.
Pero antes de ello, me tenía que entrevistar con alguien
muy importante en la historia de la carrera espacial.
Todo tenía un porqué.

43

El encuentro con el astronauta

El 29 de agosto de 2015 los laberintos de la vida me llevaron a la


casa del Dr. Edgar Mitchell, el legendario Capitán del Apolo 14.
Era él, sin duda, el astronauta aludido por Antarel en el con-
tacto del año 2001 en Chilca.
He conocido a varios astronautas en el marco de congre-
sos internacionales sobre el fenómeno ovni, donde suelo acudir
invitado como expositor. Por ello sé que muchos de ellos, du-
rante sus misiones espaciales, tuvieron acercamientos con los
“no-identificados”, aunque los organismos oficiales lo nieguen
rabiosamente. Ahora bien, siempre supe que el Dr. Mitchell era
el astronauta al que Antarel se refirió en el encuentro físico en
Perú. Como un dato de color, el reporte de esa vieja experiencia
en el desierto de Chilca, fue traducido al inglés, y enviado a los
Estados Unidos. Entonces la oficina del Dr. Mitchell respondió
con un mensaje al investigador ítalo-peruano Giorgio Piacenza,
mostrando interés en nuestro caso. Había sido una “primera
aproximación”.
El Dr. Mitchell es uno de los más importantes astronautas
de todos los tiempos. Fue el sexto hombre en caminar en la Lu-
na y el científico clave para diversos estudios espaciales de la
NASA. Pero no por ello se ha callado la boca al asegurar que los
organismos oficiales de su país han venido ocultando a la hu-
manidad el contacto con civilizaciones avanzadas de origen ex-
traterrestre.
El ex-astronauta, que tiene un doctorado en Aeronáutica
y Astronáutica del prestigioso MIT y que fundó en 1973 el “Ins-
tituto de Ciencias Noéticas”1 ⎯para investigar fenómenos que

1 http://noetic.org/

44

consideraba abandonados por la ciencia tradicional⎯, dijo más
de una vez haber recibido información de círculos militares y
de espionaje que saben que, bajo la superficie de lo que ha sido
conocido públicamente, hemos sido visitados por seres de otros
mundos2.
Gracias al investigador de Miami, Rey Hernández, uno de
los impulsores de FREE3 ⎯Foundation for Research into Extra-
terrestrial Encounters, algo así como “Fundación para la inves-
tigación de encuentros con extraterrestres” ⎯, se concretó esta
reunión con el Dr. Mitchell. Allí escuché de labios del Capitán
del Apolo 14 sus convicciones sobre el contacto extraterrestre, a
pesar de que no vio ningún ovni durante su aventura espacial.
No obstante, sí confirmó que, más tarde a su época de astronau-
ta, vivió experiencias personales con “ellos”. Dicho esto, algu-
nos de sus colegas sí reportaron avistamientos ovni durante las
misiones espaciales. La lista es muy larga ⎯e incómoda para
NASA⎯, pero entre algunos casos puedo citar a John Glenn en
1962 (Mercury MA6 Friendship), Scott Carpenter también en
1962 (Mercury MA7 Aurora), Gordon Cooper en 1963 (Mercury
MA9 Faith 7) o Ed White y Mac Divitt en 1965 (Gemini 4). Tam-
bién hay testimonios, censurados por NASA obviamente, que
involucran otros episodios en las misiones Apolo, como el fa-
moso arribo de Neil Armstrong a la Luna en 1969. Su compañe-
ro, Edwin “Buzz” Aldrin, reportó la presencia de objetos desco-
nocidos acompañando la misión, aunque más tarde Houston le
obligó a decir que lo más probable es que haya sido el reflejo
del Sol en uno de los cuatro paneles de la nave y docenas de


2 http://www.europapress.es/ciencia/laboratorio/noticia-ex-

astronauta-edgar-mitchell-reitera-eeuu-oculta-ovnis-
20090422132546.html
3 http://www.experiencer.org/

45

pequeños objetos metálicos que quedaron detrás del módulo al
separarse. Hoy los escépticos se aferran a esa explicación4. Si lis-
to aquí los casos que comprometen a transbordadores, esta-
ciones espaciales y sondas enviadas a Marte, tendría que escri-
bir otro libro. No exagero. Probablemente muchas de esas “ano-
malías” tienen explicación. Pero no todo…
El Dr. Mitchell sabía de nuestros últimos contactos por in-
termedio de Hernández. Y aquí debo añadir que otros científi-
cos de enorme prestigio que colaboraron con él también estu-
vieron al tanto de los contactos y contactados; sin embargo, co-
mo hablamos en esa reunión en Florida, muchos de esos cientí-
ficos tienen miedo de expresar públicamente su opinión o cono-
cimiento del tema ante posibles represalias. No es un delirio
conspiranoico. Estamos informados de episodios concretos en
donde destacados hombres de ciencia fueron amenazados, des-
de quitarles las subvenciones o manchar su reputación. Una
vergonzosa realidad que los detractores del contacto extra-
terrestre no investigan, o por miopía o por conveniencia.
La reunión con Mitchell fue extraordinaria. Todo cuanto
dijo reafirmó el mensaje de los apunianos, como la conciencia
de vivir en la Tierra, los futuros viajes de exploración espacial, y
el encuentro del hombre con otras civilizaciones en el cosmos.
También hablamos de los viajes en el tiempo, que él con-
sideró posibles en el futuro, aunque escéptico de que la huma-
nidad ya los haya realizado. Por otro lado, Mitchell no había
investigado el Proyecto Longshot, pero sí estaba al tanto de las
recientes pesquizas en Alfa Centauro. Él se mostró convencido
de que en algún momento la humanidad establecerá un nuevo
hogar en el espacio, pero reflexionó que ello no debe ocurrir an-


4http://www.csicop.org/si/show/ufos_and_aliens_in_sp

ace

46

tes de un encuentro fraterno entre los hombres de la Tierra. En
definitiva: superar las diferencias y encaminar juntos la super-
vivencia y evolución de nuestra especie.
Como esta entrevista se desarrolló en un ámbito privado
y en acuerdo de confidencialidad, no puedo detallar, por ahora,
todos los tópicos que se tocaron.
Pero sí puedo resumir la conversación con Mitchell en dos
puntos importantes que remarcó, y que conecta directamente
con el mensaje de los extraterrestres:

“No todos los seres que vienen de otros mundos son negativos,
como se difunde habitualmente. Hay civilizaciones muy avanzadas no
sólo en lo tecnológico, sino también en su ética y visión de la vida.
Considero que tenemos mucho que aprender de ellos...”

“El siguiente paso es la conciencia. El estudio y la comprensión


de la conciencia nos permitirá sobrevivir y cuidar el planeta, pasos
fundamentales para contactar con el universo...”

El Dr. Mitchell sabía de lo que hablaba. Y no sólo como


científico y ex-astronauta de NASA. Dedicó mucho tiempo a la
investigación de la conciencia a raíz de su experiencia espacial,
y esa cruzada personal le condujo hacia otros horizontes, más
interiores que estelares. Los artículos e informes que dejó, y es-
pecialmente su libro, “El camino del explorador”5, son una venta-
na abierta a la comprensión de ese universo “inteligente” que
vive en el ser humano. El querido Edgar, conociendo la realidad
extraterrestre, comprendió que no podemos abrazar a otras so-
ciedades avanzadas en las estrellas si antes no mejoramos como
personas. ¿Cómo intentar viajar a otros mundos si descuidamos

5 “The way of explorer”, Edgar Mitchell, 1996.

47

la Tierra? ¿Cómo exigir a estos seres que se manifiesten ofi-
cialmente ante la humanidad cuando aún vivimos en medio de
numerosos paradigmas, superstición e ignorancia? La clave del
contacto cósmico es sin duda la conciencia. Sé que muchos
piensan que si se trata de conciencia, la humanidad está conde-
nada. Pero, como también lo estudió el equipo del Dr. Mitchell,
solo basta que un grupo determinado de una especie inicie un
cambio para marcar el camino a otros…

El Dr. Edgar Mitchell y Ricardo González

Me siento honrado de haber sido recibido en su casa. De


haber sostenido esa charla descontracturada en su living. De
haber visitado su oficina personal y su nutrida biblioteca que
esgrimía libros de ciencia y de espiritualidad en cantidades se-
mejantes. Disfrutar de sus anécdotas espaciales y de sus relatos
de infancia, cuando vivía en un rancho en Roswell ⎯sí, Ros-
well, curiosidades del destino⎯.
Las conclusiones de su trabajo recuerda mucho la ense-
ñanza de los seres del cosmos.

48

Y no creo que sea por casualidad…
Cinco meses más tarde de nuestra visita, el entrañable Ed-
gar partía en su casa de Florida. Falleció el 4 de febrero de 2016
a los 85 años de edad.
Una de las últimas reuniones que tuvo en vida fue con no-
sotros…
Su profundidad y sencillez dejaron en mí una huella im-
borrable.
Él ya emprendió su definitivo viaje hacia las estrellas. Pe-
ro dejó en quienes lo conocimos una enorme impresión, y un
pedido:

“Debemos cuidar la Tierra y convivir en paz con nuestros seme-


jantes. Es la principal carta de presentación de la humanidad antes de
adentrarnos en los misterios del espacio exterior”.

49

IV

PAOLA HARRIS LOS VUELVE A VER

“Los investigadores de campo del fenómeno ovni somos notarios


de la historia más importante del mundo…”

J.J.Benítez, periodista español,


en su libro “Solo para tus ojos” (Planeta, 2016)

50

Luego del encuentro con el Dr. Mitchel viajé a Denver, Colora-
do. Allí me aguardaba la investigadora ovni Paola Harris. El ob-
jetivo era realizar una visita al pueblo de Crestone.
Ciertamente es un lugar especial; tiene un encanto similar
a Capilla del Monte, ese otro enclave de misterio ubicado en el
corazón de la Argentina.
Al igual que su hermana sudamericana, Crestone es una
tierra mística que se emplaza en medio de “sierras” y elevacio-
nes, aunque en el caso de este pueblito en el estado de Colorado
nos hallamos ante paisajes más altos, con su “Pico Crestone” de
referencia, que alcanza los 4.359 metros de altura, uno de los gi-
gantes de la cadena de montañas “Sangre de Cristo”.
Alquilamos una camioneta en el aeropuerto de Denver y
enrumbamos hacia ese localidad intrigante. Paola Harris venía
con nosotros en el vehículo, así que pasamos las cuatro horas de
viaje hablando sobre el fenómeno ovni. Allí le compartí el en-

51

cuentro con el Dr. Mitchell. Ella le conocía muy bien. Lo había
entrevistado en varias ocasiones. Y, obviamente, Harris también
estaba al tanto del encubrimiento de la realidad extraterrestre y
la “persecución” que sufrieron diversos científicos norteameri-
canos.
Harris es una mujer bien curtida y documentada. Fue por
varios años la asistente del Dr. Joseph Allen Hynek, el astróno-
mo norteamericano que es considerado por muchos el “padre
de la ufología”. Además, fue amiga personal de importantes fi-
guras como el Coronel Philip Corso ⎯que reveló los aspectos
ocultos del incidente Roswell⎯, el Dr. John Mack ⎯el psiquia-
tra de Harvard que defendía la autenticidad de los contactos ex-
traterrestres, hasta que murió atropellado en Londres⎯ o Mon-
señor Corrado Balducci ⎯el exorcista del Vaticano que afirmó
que los ovnis existen y son naves de otros mundos⎯. Paul He-
llyer, el ex ministro de Defensa de Canadá, que habló reiterada-
mente de la realidad extraterrestre, es otro de sus confidentes.
Es decir, Paola Harris no “masca vidrio”.

Crestone y una invitación

“Crestone es un pueblo con diversos reportes de avistamientos


ovni ⎯nos explicaba Harris, durante el ameno viaje en coche⎯.
Allí se filmó el documental “Sirius”, del Dr. Steven Greer, en el
cual colaboré como asesora. Pero lo que hace más interesante a
esa localidad es que conviven diversas religiones. Verán varios
templos allí”.
⎯¿Y por qué se ha dado todo ello? ¿Debido al magnetis-
mo “místico” de Crestone? ¿O esto fue planeado? ⎯le pregun-
té.

52

⎯Se dice que desde la época de Juan María Cabeza de
Baca, que se hizo con 600.000 acres en 1823, se buscó que en esta
zona pudiesen vivir distintas familias con diferentes credos reli-
giosos ⎯argumentó Paola⎯. Más tarde, a mi entender, esto pu-
do haberse convertido en un experimento social, para estudiar
la convivencia humana en un pueblo alejado, enclavado en me-
dio de las montañas. Un pueblo que reuniese distintos credos,
como el catolicismo, el hinduismo, el budismo, etcétera.
Al llegar a Crestone, vimos que Paola Harris no exagera-
ba. Pequeñas capillas católicas, un monasterio de “Las Carmeli-
tas”, un centro de estudios vinculado a Sri Aurobindo, un Ash-
ram inspirado en la obra de Shri Haidakhan Baba de la India,
un centro Zen y hasta una stupa budista ⎯la Karma Thegsum
Tashi Gomang Stupa⎯ convivían en este pequeño pueblo en la
más pura armonía. En muchos aspectos, como ya dije, Crestone
me recordaba a Capilla del Monte.
Aquello del “experimento social” suena fuerte. Más aún si
lo asociamos a términos humanos: ¿quién o quiénes impulsa-
rían algo semejante? ¿Y para qué?
Como fuese, llama la atención que estos “experimentos”
coincidan en lugares de contacto, como si alguna inteligencia
no-humana estuviese interesada en estudiar el intercambio cul-
tural y religioso de los hombres en un contexto natural y mís-
tico.
De lo que no hay duda es de la energía y encanto de Cres-
tone. El lugar es realmente acogedor. Emana una atmósfera
“mágica” en donde cada rincón te observa.
Ni bien arribamos al pueblo nos instalamos en una cabaña
y recorrimos brevemente la zona. No queríamos perder tiempo.
Nuestro grupo estaba conformado por ocho personas: Raymun-
do Collazo, que venía desde Atlanta; Débora Mabama, de Mé-
xico; Fernando López, de México; Mercedes González, de Las

53

Vegas; Tom Hamblin, de Arizona; Paola Harris ⎯que tiene su
residencia en Boulder, Colorado⎯; y finalmente mi esposa Sol
y este servidor.
Esa noche fuimos a un descampado para meditar. Paola,
si bien es cierto es ante todo investigadora de los “no-identifica-
dos”, está muy abierta a todo lo que involucre el despertar de la
conciencia. Ve con otra óptica el trasfondo “no-material” de los
encuentros cercanos, a pesar de que buena parte de su vida se
movió en el ámbito de la denominada “ufología clásica”: fotos,
vídeos, muestras de terreno. Tal y como ocurrió en su participa-
ción en el contacto programado de Monte Shasta (septiembre,
2014), compartió nuestras prácticas de concentración y medita-
ción con mucho respeto.
Así, durante nuestros ejercicios, ocurrió algo curioso: el
cielo, que hacía instantes se hallaba completamente estrellado,
se nubló, como si algo hubiese colocado una inmensa “capu-
cha” sobre nosotros. Tuve la sensación de que la zona estaba
siendo aislada.
Entonces percibí el siguiente mensaje telepático de Anta-
rel:
“Vuelvan la noche siguiente, el día 6. Pero vayan a la Stupa. A
las 20:00 horas estaremos con ustedes y entregaremos un mensaje”.

Antarel estaba marcando una hora y un lugar concreto


para una reunión de contacto. Un avistamiento con solo veinti-
cuatro horas de antelación.
Inmediatamente se lo transmitimos a Paola, que no ocultó
su emoción.
Decidimos esperar...

54

Bases militares secretas

Nada hacía presagiar que el avistamiento anunciado por Anta-


rel en Crestone era solo el anticipo de una aproximación mayor
de los apunianos. Traté de quitarle hierro al asunto, de desinflar
cualquier expectativa. En definitiva, procurar que el grupo estu-
viese tranquilo y preparado. Especialmente Paola.
De esta forma, aguardando la “cita” de las 20:00 horas,
estuvimos recorriendo algunos puntos clave de Colorado y
Nuevo México, incluyendo una zona próxima a la misteriosa
base “Dulce”: una instalación militar que es frecuentemente
vinculada con experimentos secretos y naves extraterrestres re-
cuperadas.
De acuerdo a distintos investigadores, en los años sesenta
ocurrió una explosión nuclear subterránea a unos cuarenta y
ocho kilómetros al suroeste de Dulce, en el estado de Nuevo
México, muy cerca de la carretera estatal 64. Esa explosión nu-
clear habría sido conducida bajo la sombrilla de la “Operación
Plowshare” (“reja de arado”). Con el nombre oficial de “Gasbu-
ggy”, la detonación nuclear fue usada para crear un vacío o chi-
menea para el desarrollo posterior de la base subterránea ul-
trasecreta.
Estuvimos husmeando en esa zona, pero nos marchamos
rápidamente ante la repentina aparición de camionetas negras
con vídrios polarizados. Sí, como en las películas. Pero era en-
tendible: nos hallábamos próximos a una base militar y no de-
bíamos estar allí. Normas de seguridad.
Ignoro si “Dulce” tiene o no material recuperado de naves
extraterrestres estrelladas ⎯al margen del sinfín de “testimo-
nios” que lo afirman⎯. De lo que no tengo duda es que los mi-
litares norteamericanos se han hecho con esos restos. Que ese

55

material alienígena existe, incluyendo cuerpos de los tripu-
lantes ⎯casi siempre de la tipología “gris”⎯. El tema de discu-
sión es dónde los tienen.
Durante esa breve visita a la zona militar tuve extrañas
visiones sobre otras instalaciones secretas en los estados de Co-
lorado, Nuevo México o Arizona, como si “algo” me las estu-
viese transmitiendo. Entretanto una “voz” me repetía: “la clave
está en Cheyenne”. ¿Aquella “voz” se refería a la montaña Che-
yenne en Colorado, donde el NORAD (North American Aero-
space Defense Command, algo así como “Mando Norteamerica-
no de Defensa Aeroespacial”) tiene su base subterránea desde
1963?
El complejo intraterreno de Cheyenne Mountain se halla
en Colorado Springs, la misma localidad en donde Nikola Tesla
montó, en 1899, su célebre laboratorio. El genio de la electrici-
dad se instaló en la zona por ocho meses. Pues bien, en medio
de esa faena, Tesla creyó haber descifrado un mensaje de origen
extraterrestre en una transmisión de ondas de radio, provenien-
tes del cosmos1. Como haya sido, es curioso que desde ese pa-
raje NORAD realiza un seguimiento de todo lo que acontece en
el espacio exterior y en el espacio aéreo norteamericano.
Para graficar lo que es NORAD, en el caso de una guerra
nuclear, unos ochocientos miembros de su personal podrían
sobrevivir dentro de la base durante un mes, y completamente
aislados del mundo exterior. Las puertas blindadas de treinta
toneladas garantizan que ningún intruso acceda a las instala-
ciones, enterradas convenientemente bajo medio kilómetro de
granito. ¿Por qué la “clave” estaba en ese lugar?


1 “Yo y la energía”, Nikola Tesla, Turner Publicaciones, Madrid,
2011.

56

Identifiqué en la “voz” al propio Antarel. El guía apunia-
no me hizo comprender que algunas de esas bases se constru-
yeron en lugares “marcados de antiguo”, zonas de paso de los
“dioses”. Ciertos bunkers, pues, han sido acondicionados en vie-
jas bases subterráneas de origen extraterrestre. La llave está en
las antiguas culturas nativas de esa inmensa región que invo-
lucra Colorado, Utah, Nuevo México y Arizona. Especialmente
en el origen de los Anasazi2. Se considera que los descendientes
actuales de esa misteriosa civilización son los indios Pueblo, en-
tre ellos los Zuñi y los Hopi...
Sólo basta revisar sus leyendas, sus pinturas y signos en
las rocas, para darse una idea...

Los seres representados en Wild Horse Canyon, en Utah,


¿quiénes eran?¿Chamanes? ¿O seres que vieron los indios?

2 LosAnasazi (“Los antiguos”), desaparecieron antes del arribo
de los europeos a América. Se ignora cómo se denominaban a sí
mismos. Pero se piensa de que era la civilización madre de los
posteriores grupos nativos en los Estados Unidos.

57

Más tarde, hallándonos en el puente del impresionante
desfiladero de Río Grande, al noroeste de la comunidad nativa
de Taos, Nuevo México, capté con mi cámara, en dos ocasiones,
objetos “anómalos” en el cielo. Uno de ellos lucía, de primera
impresión, como la típica estela de condensación de un jet; pero
esto era distinto: una corta “estela” que se veía sólida, como una
suerte de gelatina blanca. Estuvo visible un instante en el cielo.
¿Podría tener alguna relación con experimentos de las bases mi-
litares antes mencionadas?

¿Lo captado en Nuevo México fue solo una “estela de condensación”?

Los apunianos se comunican

A las 20.00 horas volvimos a Crestone y nos reunimos en la Stu-


pa. Los ocho integrantes del viaje con Paola Harris a la cabeza.
También participaron de esta “cita cósmica” Ana Golden y su
marido, que se pusieron en contacto con nosotros esa misma
tarde y, entusiasmados, decidieron venir conduciendo desde su
casa en Colorado Springs ⎯sí , desde allí, vaya “casualidad”⎯.
Ana es una reconocida intérprete, que ha prestado sus servicios
para diversos congresos, como la Cumbre Exopolítica celebrada
en Sitges, Barcelona, o las conferencias de Laughlin, Nevada.

58

Todos estábamos allí, a unos 2.500 metros de altura, sen-
tados al pie de la Stupa y bajo un cielo encapotado de gruesas
nubes.
Una vez que llevamos a cabo un ejercicio con mantras pa-
ra relajarnos y crear las mejores condiciones de recepción de po-
sibles mensajes, llegó el impulso de escribir. Sentí con claridad
la presencia de Antarel y, sin mayor demora, tomé mi cuaderno
de viaje y empecé a anotar en él todo cuanto me “dictaba” el
extraterrestre. Ellos son poderosos telépatas. Tienen la capaci-
dad de enviar información, imágenes y todo tipo de sensaciones
a un receptor en contacto.
Mientras psicografiaba la comunicación, un objeto muy
brillante se encendió en el cielo, en un “hoyo” que se había
abierto entre las nubes. Todo el grupo vio cómo ese objeto em-
pezó a desplazarse sobre nuestra ubicación, encendiendo y
menguando su resplandor blanco-plateado. Yo no lo vi al estar
concentrado en el mensaje de Antarel, pero sí todos mis compa-
ñeros.
Este es el mensaje que recibí :

Sí, soy Antarel:


Sabemos que aguardan respuestas y recomendaciones de nues-
tra parte. Pero ya han visto que cuando se sintonizan, todo habla y les
guía. Hoy intervenimos porque es importante. Deben estar seguros de
lo que viene: una nueva fase se aproxima y tienen que tomar concien-
cia de que están preparados para afrontarla. Siempre les decimos que
no están solos en ello. Además, han conformado un equipo humano
capaz de co-crear situaciones positivas y llevar a cabo grandes tareas.
Están reunidos aquí por una razón. Lo descubrirán. Tengan
presente que las decisiones personales que tomen en sus vidas es ma-
teria de ustedes; allí nosotros no participamos. Pero en cada paso que

59

den en conciencia, nos encontraremos cumpliendo juntos lo acordado.
Una alianza que sellará el programa.
Paola debe recordar que estamos en contacto con ella. Sólo debe
dejarse fluir. Tampoco está sola.
En Monte Shasta, entre las 20:30 y 21:00 horas del día sábado,
será la señal. Luego sabrás qué hacer. Confía en nosotros, como lo hi-
ciste en Monte Perdido (España).
Sobre tu pregunta de las instalaciones en Nuevo México y Co-
lorado, te confirmamos que todo lo que sentiste y visualizaste es real.
Fuimos nosotros quienes te lo transmitimos.
Nos veremos pronto.
Antarel

“Es importante que le entregues el mensaje que te dimos en


Huascarán a Paola. Ella volverá a unir los puntos...”.
Ivika

Cuando me dispuse a leer el mensaje se dieron otros avis-


tamientos en el improvisado cielo estrellado de Crestone. Hasta
hacía unos instantes todo estaba nublado…
Fernando López, quien suele llevar su equipo de visión
nocturna en los viajes, colocó su Yukon Ranger Pro sobre un trí-
pode, y logró filmar uno de los brillantes objetos. En el vídeo
⎯en blanco y negro porque se trata, como ya dije, de un equipo
de visión nocturna⎯ se aprecia “algo” que está “estacionado”
en el cielo, en medio de las estrellas, interactuando a través de
“destellos” ante la emoción del grupo, que lo apuntaba con un
rayo láser3. Esa noche, cabe aclarar, no era visible la ISS ni los ya


3 Elvídeo de esta interacción en Crestone y las declaraciones de
Paola Harris se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=A0kFCiBPXGU

60

mencionados “Iridium flares”. Y hablar de un satélite geoesta-
cionario era un disparate, a menos de que ya se puedan comu-
nicar telepáticamente...
Paola Harris estaba contenta con este nuevo contacto pro-
gramado. Todo había surgido en Crestone con solo veinticuatro
horas de antelación. Pero debo remarcar que en esta oportuni-
dad Paola no lo vivió solo como la periodista e investigadora
que conocimos en Monte Shasta en 2014; lo afrontó como una
más de nuestro equipo.
Haciendo caso al mensaje final de Ivika, nos reunimos en
la cabaña para profundizar el contacto del 12 de abril en los
Andes peruanos. Como llevaba conmigo mi computadora por-
tátil y un proyector, pude mostrar las imágenes de nuestra ex-
pedición a Yungay y toda la información reunida luego de la
enorme revelación de los apunianos. Paola escuchó atenta la in-
formación de aquel viaje espacial hacia Alfa Centauro, la his-
toria de la mezcla de astronautas humanos con extraterrestres y
como las razas mestizas que surgieron de todo esto llegaban
desde el “futuro” al “pasado” de la Tierra para advertinos. Du-
rante nuestro trayecto de Denver a Colorado había evitado pro-
fundizar en estas informaciones con Harris. Estaba esperando el
momento y no había mejor escenario que este, luego del avis-
tamiento concertado con Antarel.
Lo maravilloso es que Paola no se sorprendió... “Yo conoz-
co esto... no sé cómo...”, expresó. Y empezó a intervenir en mi di-
sertación, aportando datos y detalles que ella había investigado
en sus largos años de periodista ovni. Como dijo Ivika, Paola
“uniría los puntos”...
Fue alucinante ese momento...
Raymundo y yo nos miramos y sentimos lo mismo: Paola
“sabe” esto por el encuentro que vivió en Shasta en 2014 con

61

Antarel. Hay cosas que Harris todavía no había empezado a de-
codificar de su extraordinaria experiencia…
⎯Paola, tienes que venir con nosotros a Shasta ⎯le di-
jimos⎯.
⎯Imposible ⎯contestó resignada⎯, como ya te dije ten-
go compromisos para esas fechas. Estoy muy ocupada con la
organización del nuevo congreso UFO en Laughlin... No puedo
viajar a California para acompañarles nuevamente en Shasta.
Lo siento...

El llamado de Monte Shasta

Unas ciento setenta personas de diversos países acudieron a mi


taller anual de meditación al pie de Monte Shasta, al norte de
California. Para un Parque Nacional en los Estados Unidos, en
donde el cupo máximo de camping es para sólo setenta perso-
nas, éramos un grupo desmedido. Como ya nos ocurrió antes,
tuvimos que tramitar un permiso especial para recibir la mayor
cantidad de participantes posible. Aquí debo agradecer, de ma-
nera muy especial, a Suyapa y Luis Ochoa, por el inmenso apo-
yo en la organización de estos eventos, así como a todo el grupo
de Napa Valley, San Francisco, Las Vegas y Miami.
Shasta es uno de los escenarios de contacto más especiales
que he visitado. Lo he dicho siempre. Junto al cerro Uritorco,
Talampaya, o Cusco, es otro de mis “lugares en el mundo”.
Al igual que la experiencia en Monte Perdido, formamos
un grupo hermoso y armónico. Muy diverso porque entre ellos
había gente de diversas nacionalidades, e investigadores, como
Rey Hernández de FREE, con quien visitamos al Dr. Mitchell en
Florida, o Sergio Lub de California, quien suele organizar pre-
sentaciones para el Instituto de Ciencias Noéticas. También vi-

62

no el Dr. Joseph Burkes, ex-coordinador del grupo CSETI de
Steven Greer, pero hoy un investigador independiente que se
ha mezclado con varios grupos de contacto para entender desde
dentro el fenómeno. También partiparon algunos miembros de
la MUFON (Mutual UFO Network, una veterana organización
mundial en el estudio de los ovnis) y otras organizaciones, pero
a título personal. Shasta por momentos parecía un “UFO Con-
gress”. Y debo decir que la experiencia fue muy positiva.
El viernes 11 de septiembre, ya con la mayoría de los
participantes acampando, se produjeron los primeros avista-
mientos sobre “Sand Flat”, la explanada habitual de nuestras
reuniones. El lugar, un inmenso claro en el bosque, es ideal para
la observación del cielo y disfrutar de una visión panorámica
del volcán dormido.
El sábado 12 continuamos con el programa de charlas y
prácticas de meditación. En medio de ello, nos llevabamos una
gran sorpresa...
De improviso, hizo su aparición Paola Harris, acompaña-
da del siempre sonriente Tom Hamblin. Se habían animado a
último minuto venir a Shasta. Condujeron un día entero para
estar con nosotros. Entonces Paola me dijo que le había sucedi-
do algo inusual que la empujó a venir pese a sus compromisos.
Misteriosamente, ella tenía una llamada perdida de Tom
en el celular. Pero él en ningún momento le había marcado. De
la misma forma Tom, registraba una llamada perdida de Paola,
pero ella tampoco se había comunicado. Entonces Paola enten-
dió que “algo” quería que ellos se pusieran en contacto. La gota
que revalsó el vaso fue un breve mensaje mental de Antarel, in-
vitando a Paola a viajar a Monte Shasta: “You have to go” (“tú
tienes que ir”), le dijo el extraterrestre, mientras ella nadaba en
una piscina de Boulder. Así, Paola y Tom coordinaron sobre la

63

marcha el improvisado viaje y llegaron conduciendo hasta Sand
Flat desde Colorado...
“No sé qué hago aquí Ricardo”, me dijo Paola mientras
me abrazaba con fuerza... “Sólo sé que tenía que venir...”, repu-
so.

El contacto

Alrededor de las 20:00 horas todos ya nos encontrábamos medi-


tando en un inmenso círculo en torno al símbolo de la “Bandera
de la Paz”, un mensaje universal de equilibrio, difundido mun-
dialmente por el pintor ruso Nicholas Roerich. Habíamos repre-
sentado este símbolo universal con acumulaciones de piedras al
pie del campamento.
El cielo estaba cubierto de nubes, y todo el ambiente se
hallaba ligeramente “iluminado”, a pesar de que esa noche era
luna nueva; es decir, 0% de luminosidad. Era sumamente lla-
mativo. Todos comentábamos esta extraña situación que per-
maneció hasta la culminación de las experiencias.
Cerca de las 21:00 horas, sentí el impulso de escribir, sen-
sación que coincidió con una fuerte luz que se “hinchó” por
encima del colchón de nubes, exactamente sobre mi ubicación.
Quienes estaban sentados en mi sector del círculo la vieron,
entre ellos mi esposa, quien me animó intentar la comunicación
con los apunianos.

Sí, Antarel:
Ya identificaron nuestras manifestaciones y presencia cuando
llegaron aquí. Es importante que recuerden que no están solos. Los
acompañamos en cada momento.
Las reuniones en Monte Shasta no obedecen al azar. Todo sigue
un propósito. En esta ocasión procuramos que accedan a una com-

64

prensión más profunda de nosotros y nuestras intenciones de contacto.
Cada uno representa procesos y experiencias diferentes; pero hoy, to-
dos están resonando en un solo mensaje. He allí el camino.
A ..., le decimos que mantenga la ilusión para seguir adelante
con transparencia y verdad. Ello le guiará a través de un camino que
ha sido prefijado. Él sabe que no se trata sólo de “investigación”, sino
de recordar y ayudar a que otros comprendan. Pero cuidado con las
interferencias.
A..., él sabrá comprendér que somos uno, y que cuando llegue el
momento, nos reuniremos.
A Paola, la hemos guiado hasta aquí para que rescate lo que
vivió en el contacto de 2014. La llevarás al lugar preciso del anterior
encuentro, y entonces sabrá. Esperamos mucho de ella. Lo puede ha-
cer. Que no olvide que confiamos en su trabajo y visión de las cosas.
Hemos acondicionado Sand Flat tal y como lo han podido ver y
sentir. “Colocamos” una “burbuja” de aislamiento para garantizar las
condiciones adecuadas de acercamiento. El Minius les permitirá “ver”
sus proyecciones en el futuro: las posibilidades abiertas para tomar las
mejores decisiones. La paz planetaria se inicia en la resolución perso-
nal.
Luego de que leas este mensaje a todo el grupo, dirige la recep-
ción del Minius. Muchos vivirán esa experiencia.
Con amor, Antarel

“Quienes aguarden y estén preparados, nos verán”.


Ivika

Ni bien leí el mensaje, le pedí a todos que me acompa-


ñaran al descampado y se colocaran de pie, con las palmas ha-
cia arriba, en actitud de recepción. Seguí el mismo “protocolo”
de la reunión en Monte Perdido.

65

En el contactismo ya se han dado distintas experiencias
programadas de recepción de energías o “cristales de luz”,
como elementos que pudiesen complementar la preparación es-
piritual del individuo. Desde luego, como ya dije anteriormen-
te, no estamos ante “implantes extraterrestres”, sino ante un
sistema de ayuda para interactuar con distintas realidades. En
el caso del “Minius”, se trata, como lo explicó Ivika en Monte
Perdido, de una “adaptación” de esa energía universal que se
halla presente en el núcleo de la vida: desde un ser humano, a
un planeta, estrella o galaxia. No tiene forma, pero muchas ve-
ces se capta como una pequeña esfera de luz, que puede incluso
ser vista en las palmas de las manos emitiendo una radiación
blanca, ligeramente azulada. En ocasiones, el receptor podría
ver la forma geométrica de un cubo, que es en realidad el “por-
tador” del Minius, que yace en su interior.
Una vez que la energía está presente en las palmas ⎯se
puede sentir su peso, calor y todo tipo de sensaciones como
otras experiencias similares⎯, el testigo cruza sus manos en el
pecho para integrar la recepción. Luego caminará unos breves
minutos en silencio, en una suerte de “meditación en mo-
vimiento” para integrar lo recibido. Durante esa caminata ocu-
rren cosas extraordinarias que diferencia esta recepción de otras
semejantes que hemos afrontado en el pasado. Es como cruzar a
otro “tiempo y espacio”...
Como ya mencioné, la energía adaptada que entregan del
Minius es temporal. Permanece un tiempo como un estímulo.
Los apunianos afirman que no requerimos de “cristales de luz”
permanentes porque ya disponemos del Minius en nuestra na-
turaleza. La experiencia que ellos proponen es solo una “cata-
pulta de conciencia”.
Por otro lado, los apunianos nos sugirieron, a raíz del
contacto en el Huascarán, que podemos trabajar con la energía

66

Minius a través de la visualización del “Teseracto”: un cubo
proyectado matemáticamente en un escenario de cuarta dimen-
sión. Ese Hipercubo, por decirlo de algún modo, es el “Merka-
ba” de los apunianos. Más adelante analizaremos este misterio.
En Shasta, buena parte del grupo allí reunido, recibió la
energía Minius. Fue algo emocionante y único.
Luego de la recepción del “Minius”, siguiendo las indica-
ciones de Antarel, llevé a Paola Harris al lugar del contacto de
2014.
Paola estaba muy emocionada.
Al llegar al lugar preciso, las ocho personas que acompa-
ñábamos a Paola ⎯un grupo que se formó espontáneamente⎯
vimos, en medio del bosque, a una figura muy alta, que tenía
algo brillando en su pecho.
De inmediato lo supe: era Antarel...
Entonces le pedí a los demás que me aguarden un poco, y
fui caminando en dirección al gigante de Alfa Centauro. Anta-
rel no estaba solo: había otras tres entidades en el lugar. Dos de
ellas muy pequeñas, estimo no mayor a un metro y diez centí-
metros de altura. La otra parecía tener una estatura más “huma-
na”, en contraste con los casi tres metros que esgrime Antarel,
quien, por su proximidad, fue el ser que vi con mayor claridad.
La figura de estatura más humana correspondía a una mujer.
Parecía vigilar la experiencia mientras Antarel estaba con noso-
tros. Aunque se mantuvo al margen, supe que era Ivika.
Antarel parecía estar vestido con un enterizo oscuro ⎯tal
vez azul marino⎯, muy ajustado al cuerpo. En su pecho resal-
taba un pectoral plateado que emitía una sutil luz blanca, des-
tello que habíamos visto a distancia con todo el grupo. Entonces
el guía apuniano me dijo mentalmente que todo estaba bien y,
firme y serio, me pidió que volviera con mis compañeros del

67

grupo y llevara a Harris al lugar exacto en donde tuvo el acer-
camiento de 2014.
Me despedí y emprendí el regreso. Mis compañeros esta-
ban a una media distancia y podían ver sin dificultad a Antarel
y las otras criaturas. Todos, pues, fueron testigos.
Por si ello fuera poco, cuando me retiré con Paola hacia el
punto indicado, Antarel se aproximó un poco más, situación
que emocionó tremendamente a más de uno, entre ellos a un
amigo de Los Ángeles que había sido un marine con servicios en
Irak (preservaré su nombre). Su entrenamiento militar no evitó
que se estremeciera ante la presencia del extraterrestre. Antarel,
a diferencia de las otras pequeñas y transparentes figuras ⎯que
se movían rápido y llevaban en la mano una suerte de “panta-
llitas”, como si fuese un iPad⎯, estaba en cuerpo sólido allí. No
se trataba de una proyección.
Paola, obviamente, también lo vio...
“¿Y las fotografías?”, es lo primero que nos exigen los es-
cépticos. El testimonio de ocho personas, para los críticos, no es
suficiente, así haya investigadores o periodistas involucrados.
Debo insistir en que ante una experiencia de esta magni-
tud, uno solo está preocupado en entenderlo todo... Además,
por más experimentado y “sangre fría” que sea un reportero, no
podrá tomar imagen alguna si “ellos” antes no lo permiten. Los
extraterrestres tienen poderosas razones para no comprometer-
se en fotografías. Por otro lado, como ya lo expliqué en mi libro
“Los extraterrestres del planeta Apu”, estamos tratando con un
asunto complejo más allá del factor “extraterrestre”: aquellos
humanoides son también viajeros en el tiempo, atendiendo una
específica misión.
Viviendo esta nueva experiencia grupal en Shasta, refle-
xionaba en la cantidad de elementos de corroboración que he-
mos podido compartir en relación a nuestro contacto. Antarel

68

ha sido visto por muchos testigos. Hemos invitado en diversas
ocasiones a reconocidos investigadores a avistamientos progra-
mados; y lo más importante, el mensaje era sólido y coherente:
la información que nos permitirá prepararnos para el “futuro”...
Esa información fue “depositada” de algún modo en Pao-
la Harris al conducirla al escenario del anterior contacto: una
“zona vórtice” en donde ella había visto por primera vez a An-
tarel. En aquella ocasión Paola percibió del extraterrestre un
mensaje que no pudo descifrar ⎯y que describió como una
suerte de “sonido de ondas de radio” ⎯; ahora, en esta nueva
experiencia, empezaba a “unir los puntos”, a entender el conte-
nido cifrado de esas experiencias, y la importancia de su labor
como investigadora y difusora del fenómeno ovni.
El mensaje estaba relacionado al futuro de la humanidad
y la importancia de los niños de la Tierra y su educación en pro
de una sana convivencia con sus semejantes: la conciencia de la
paz.
Paola entendió esto perfectamente. Tal vez, los extra-
terrestres intentaban llegar a otros investigadores a través de
colegas más sensibles y abiertos a este mensaje ⎯como es el ca-
so de la propia Harris⎯. Pero, obviamente, había una razón
más profunda para empujar a los apunianos a mostrarse ⎯en
dos ocasiones⎯ ante una periodista ovni. ¿Por qué Paola y no
otro investigador?
El tiempo lo responderá…
Luego me enteré de que hubo otros testigos de este con-
tacto. Algunos participantes del campamento nos habían segui-
do y vieron a Antarel en el bosque. Entre ellos puedo citar el
caso de Diego Barrera, un argentino radicado en Miami. Antarel
le dijo telepáticamente, en inglés, “You are uninvited” (no estás
invitado), haciéndole comprender que no debía aproximarse
más. Y la vida da muchas vueltas, porque hoy Diego es parte de

69

nuestro equipo de contacto. También, nuestra querida amiga
Mary Fajardo de Colombia, vio al extraterrestre.
Rey Hernández, de la ya mencionada organización acadé-
mica FREE, quien también fue testigo de uno de los avista-
mientos en Shasta, me hizo llegar estas líneas que lo resumen
todo:

“Quiero dar las gracias a Ricardo González, a su mujer Sol, y


también a “Antarel”, por la invitación a Monte Shasta la segunda se-
mana de septiembre. Fue una experiencia con muchos contactos y
amor.
Entre algunos casos puedo mencionar el testimonio de una se-
ñora y su hija de veinte años de edad, que vieron tres figuras humanas
muy altas, de casi tres metros y medio de altura. Debido a un acciden-
te previo, la señora tenía un hombro lesionado y mucho dolor en el
brazo, ya que pasó el día anterior al encuentro en Shasta en un hos-
pital. Ya en Shasta, cuando se despertó por la mañana, luego de una
experiencia personal, su hombro estaba milagrosamente curado...
También hablé con una niña de dieciséis años que vio una cria-
tura pequeña, de un metro de altura, que se apareció a corta distancia
y le sonrió... Varias personas del campamento vieron estas criaturas
pequeñas, incluyendo varios amigos míos de Miami.
En mi caso personal, mi compañero de campamento, A. F., me
despertó a media noche y me dijo que yo estaba illuminado, como si
una lampara estuviese enfocando todo mi cuerpo. A.F. es un hombre
muy serio, un ex agente federal de los Estados Unidos, hoy de 71
años, ya en retiro.
En el pasado he tenido experiencias de contacto, y por ello sé
que todo esto es positivo.
En conclusión, Monte Shasta fue para mí una experiencia muy
mística, misteriosa, con mucho poder y experiencias de contacto. Por
eso le quiero dar las gracias a Ricardo y también a la montaña, que es
un espíritu poderoso…”

70

El mensaje de los apunianos en Yungay, la experimenta-
ción del Minius en grandes grupos, y nuevos avistamientos y
contactos programados con testigos de lujo, como el caso de la
propia Harris, era solo el inicio de lo que vendría.
Como ya adelanté, Ivika había señalado que se sucederían
importantes anuncios científicos que respaldarían la revelación
sobre el proyecto humano de viajar a Alfa Centauro.
La comandante apuniana no exageró: el científico vivo
más relevante del planeta haría público los primeros pasos del
proyecto…
Y en la misma fecha en que tuve el contacto en Perú...

71

V

HAWKING MIRA HACIA ALFA CENTAURO

“Hay infinitos mundos, parecidos al nuestro


y diferentes…”
Epicuro, filósofo griego.

72

Al conocer a Ivika y su asombroso relato de viajes en el tiempo,
y que un grupo de seres “extraterrestres” podría ser “descen-
diente” de nosotros visitándonos desde el futuro, las piezas de
este puzzle cósmico se empezaron a organizar.
Ahora bien, ello no quiere decir que antes veíamos a esos
seres como “extraterrestres” y que ahora, a raíz de estas nuevas
informaciones, nuestra visión “evolucionó” para situarlos como
“humanos viajeros en el tiempo”. Es importante entender que el
mensaje de Ivika solo se refiere a un grupo de ellos, no a las di-
ferentes civilizaciones que visitan nuestro planeta. Ya dije que
Ivika sería parte de ese grupo de “descendientes” de humanos
en el espacio, pero no es el caso de Antarel, que es un extrate-
rrestre de “linaje puro”.
Desde luego, no es sencillo escudriñar el contacto en to-
dos sus detalles…

73

Soy conciente de que las experiencias de contacto pasan
por nuestro “filtro mental”. Es inevitable: todo se mezcla con
nuestra particular percepción de la “realidad”. Lo he defendido
así desde fines de los años noventa, a raíz de un incidente que
enfrenté en las cuevas de la “Zona X” del Cusco ⎯lo he descrito
en varios libros, entre ellos “El Legado Cósmico”1 ⎯. Pues bien,
dentro de esos túneles en el “ombligo del mundo”, y con un
chamán local como testigo (Sergio Cáceres Huamán), me topé
con una entidad, un ser de luz, alto y espigado, sin rasgos,
“construido” en una suerte de energía blanca. Para mí, aquella
hermosa criatura era una suerte de ser dimensional que se esta-
ba dejando ver. Sin embargo, para el chamán cusqueño, se tra-
taba de una manifestación del inca Pachacútec... ¿Quién tenía
razón? Lo importante no residía en la interpretación de lo que
vimos, sino en la experiencia en sí misma, que había sido real.
No obstante a este episodio, veo que algunos se enredan
en un verdadero trabalenguas mental para tratar de acomodar
lo que creen sobre el contacto. Aquí lo único cierto es que siem-
pre seremos aprendices de estas maravillosas experiencias que
procuran elevar la conciencia del ser humano.
Volviendo al caso de los apunianos, que estos seres ven-
gan de un lejano mundo que abandonaron ⎯y que llamaremos
Apu I⎯, para luego colonizar otros planetas en la región de Al-
fa Centauro ⎯iniciativa que llamaremos Apu II⎯, su posterior
visita a la Tierra, sus bases en el Huascarán y otras montañas, o
la revelación de la energía Minius y los viajes en el tiempo, no
es un asunto de “percepción”, sino de información. Y precisa-
mente en ese relato y mensaje, proporcionado de forma directa
por los extraterrestres, es en donde debemos situar nuestro en-
tendimiento.

1 “El Legado Cósmico”, Cecosami, Lima, 2002.

74

Debo comentar aquí que el asombroso mensaje de los
apunianos, que detalla un capítulo desconocido de su historia
⎯aquello de que “nosotros somos ellos”⎯, hizo que alguna
persona malintencionada nos acusara de haber sacado esta in-
formación de la película “Interstellar”, de Christopher Nolan,
que explora precisamente esta posibilidad de los viajes en el
tiempo y “humanos” en el futuro. Un verdadero disparate. Si
hubiesen tenido mayor imaginación, los desinformadores ten-
drían que haber citado la serie “Perdidos en el espacio”, que data
del año 1965 ⎯este servidor ni había nacido⎯, por cuanto en
esa producción de la Fox ya se hablaba de un planeta Tierra con
superpoblación y de un viaje en la Júpiter II para buscar un
nuevo hogar en el espacio, precisamente en Alfa Centauro2 ⎯la
odisea de la familia Robinson, que luego queda perdida en
otros mundos⎯. También, la premiada película Avatar sitúa el
hogar de sus extraterrestres de casi tres metros de altura en el
sistema de Alfa centauro3 ⎯la luna Pandora orbitando en torno
al gigante gaseoso Polifemo⎯. Y podría seguir.
Ahora bien, ¿no es llamativo que el Observatorio de La
Silla en Chile, haya detectado, en el año 2012, el posible planeta
de la misión de los Robinson cerca de la estrella Alfa B en la
constelación del Centauro?4 ¿Cómo se explica esto? ¿Y el hallaz-
go de las ondas gravitacionales, posteriores a la citada película
“Intestellar” que ya las aludía? Kip Thorne, el científico involu-
crado en ese hallazgo, y además mentor de este film de “cien-
cia-ficción” ⎯no por azar⎯, dijo en una entrevista exclusiva al


2 http://www.nacion.com/ocio/tv-radio/Perdidos-espacio-anos-

andar-extraviados_0_1511848873.html
3 http://www.solociencia.com/astronomia/10010701.htm
4http://www.lavanguardia.com/ciencia/20121017/54352642614/

planeta-tamano-tierra-alfa-centauri.html

75

medio RT que todo lo que muestra la película de Nolan es posi-
ble…5

Kip Thorne durante una entrevista.

Aunque le produzca comezón a los detractores, la reali-


dad supera la ficción. Y la realidad no se puede ocultar...

Se suceden las confirmaciones

El 12 de abril de 2016 volvía a Perú para cumplir con una serie


de compromisos de difusión. Ese día pensaba: “qué curioso, me
tocó volar a Perú el día que se cumple un año del encuentro con
Ivika”. Durante el vuelo a Lima reflexionaba en que todos los
anuncios de los apunianos se iban cumpliendo. Entre ellos los
relativos al estudio de nuevas partículas en el CERN, las ini-
ciativas para enviar niños al espacio, y el papel de Rusia y Chi-

5 https://actualidad.rt.com/ciencias/199412-humanidad-repetir-

historia-interstellar

76

na en la exploración espacial ⎯todo esto lo he difundido en en-
trevistas y conferencias desde abril de 2015⎯.
Recordaba que Ivika había señalado que una de las razo-
nes por las que decidieron “activar” la entrega de nueva infor-
mación era la puesta en marcha del Gran Acelerador de Hadro-
nes (LHC, de sus siglas en inglés: Large Hadron Collider). Lue-
go de haber estado parado por dos años ⎯según el comunicado
oficial, debido a mejoras y actualizaciones⎯, el LHC se puso en
marcha, con mayor poder, una semana antes del encuentro cer-
cano en Ichic Puna, exactamente el 5 de abril de 20156. Nosotros
teníamos la fecha del contacto con varios meses de antelación.
Imposible prever que el LHC se iba a activar una semana antes
de la entrevista con Ivika. Desde luego, solo los apunianos po-
dían saber que en ese mes de abril la denominada “Máquina de
Dios” iniciaría con mayor energía sus funciones para buscar la
partícula que lo explique todo.
Esta situación ⎯sumada a otros eventos que se estaban
gestando tras bambalinas⎯ “activó” un protocolo en los extra-
terrestres que les permitía compartir nueva y sensible informa-
ción. Como humanidad teníamos que llegar hasta ese punto pa-
ra que estos seres pudiesen revelar algunos detalles de su his-
toria. Una historia que nos compromete. Y es que hay un punto
de unión en todo esto: el hallazgo del ya mencionado “Minius”.
“Es la última partícula antes de la nada”, le dijeron los apu-
nianos a Vlado Kapetanovic en 1960. ¿Es lo que realmente bus-
ca el LHC? Estamos ante un panorama complejo. Cuando la
humanidad encuentre el Minius, se modifican otros protocolos,
incluyendo el cordón de protección ⎯también llamado “cua-


6 http://www.infobae.com/2015/04/05/1720291-despues-dos-

anos-el-mayor-acelerador-particulas-del-mundo-vuelve-
encenderse/

77

rentena planetaria”⎯ que distintas civilizaciones extraterrestres
han establecido en nuestro mundo para mantenernos en una
suerte de “cuna”. Con el Minius, que es una tecnología comple-
tamente diferente a la energía que conoce el hombre, como la
electricidad o la separación del átomo, damos un salto desco-
munal en la comprensión del universo, su estructura, y los via-
jes a través del espacio-tiempo. Simple: una humanidad que co-
noce el Minius deja de estar en la cuna. Ya no tiene porqué ser
“cuidada”, y tampoco se le puede prohibir viajar más allá del
Sistema Solar. Las reglas cambian. Eso me explicaría un “emisa-
rio” en las mismísimas instalaciones de la Organización Euro-
pea para la Investigación Nuclear (CERN) en Suiza…
Por ello los extraterrestres insisten en que estos trascen-
dentales hallazgos en el mundo subatómico deben estar am-
parados por la ética y la conciencia.
El 14 de julio de 2015, tres meses más tarde del contacto
en Yungay, los medios del mundo afirmaban que el LHC, gra-
cias a su nuevo poder, había hallado una nueva partícula exóti-
ca, llamada “Pentaquark”7.
Sin duda, el objetivo más preciado del CERN es encontrar
una física más allá del modelo estándar que describe las leyes
que gobiernan la energía y la materia conocida. Aunque el nue-
vo hallazgo del Pentaquark no era exactamente eso, revestía
una gran importancia: hace cincuenta años se había predicho la
posible existencia de estos hadrones exóticos. Y finalmente fue
descubierto observando los productos de colisiones entre ba-
riones y viendo las partículas resultantes. Así, los científicos del
CERN revelaron la existencia de “estados intermedios” de la
materia, que indican la existencia de una nueva molécula. De


7http://www.abc.es/ciencia/20150714/abci-cern-visualiza-
particulas-pentaquarks-201507141637.html

78

acuerdo a los extraterrestres, todos estos hallazgos serán una
pista que conducirán al hombre hacia el Minius.
¿El famoso “Bosón de Higgs”, la “Partícula de Dios”, es
también parte de esa “pista”?
Ya entraremos en estos temas con mayor profundidad.
También, la historia de Ivika sobre la pérdida de memoria
de los adolescentes astronautas que viajan hacia Alfa Centauro
empezaba a tener asidero en nuestros estudios científicos.
Posterior a nuestro contacto y su difusión, la revista científica
Science Advances reveló que: “La exposición a partículas carga-
das altamente energéticas ⎯muy parecidas a las que se encuen-
tran en los rayos cósmicos que bombardean a los astronautas
durante los vuelos espaciales prolongados⎯ causan daños sig-
nificativos en el sistema nervioso central, lo que genera un de-
terioro cognitivo”8. El estudio, revelado en el mes de mayo de
2015, que se enmarca en el Programa de la Investigación Huma-
na de la NASA, considera que los rayos cósmicos galácticos
pueden hacer perder la memoria a los astronautas expuestos a
viajes espaciales prolongados. Esta situación, por ejemplo, no se
ve con los astronautas que están trabajando en la Estación Es-
pacial Internacional, ya que la ISS se halla protegida al estar
ubicada dentro del campo de influencia de la magnetosfera te-
rrestre. Una situación muy distinta son los viajes más allá del
Sistema Solar. Ivika tenía razón y advertía de ese problema.
Además, el legendario astronauta ruso, Alekséi Leónov
⎯el primer hombre en caminar en el espacio, en la misión Vos-
khod 2 de 1965⎯, ha venido sugiriendo en distintas entrevistas
que los próximos viajes espaciales deben ser realizados por ni-
ños9. Aunque lo mencionó en el contexto de los futuros viajes a

8 http://advances.sciencemag.org/content/1/4/e1400256
9 https://www.youtube.com/watch?v=85Bj6eTTvu8

79

Marte, sus declaraciones van en el hilo de un cambio impor-
tante en los proyectos espaciales humanos. Leónov, sin saberlo,
jugará un papel sustancial en el encuentro del desierto de Ata-
cama…
Al aterrizar en Lima, conecté mi teléfono móvil a internet
y una avalancha de e-mails y mensajes me arrasaron. “Es im-
presionante, lo que dijo Ivika se está cumpliendo…” me decían.
Apurado, abrí los links de las noticias.
Me estremecí…
El renombrado cienfífico británico, Stephen Hawking, ha-
bía dado, ese mismo día, 12 de abril, una conferencia en Nueva
York anunciando una investigación espacial en Alfa Centauro...
“Ya empezó…” ⎯me dije⎯.
¿Tenían que anunciar la primera etapa del proyecto del
viaje espacial hacia Alfa Centauro el mismo día en que se cum-
plía un año del contacto con Ivika?
No creo en casualidades…
De acuerdo a la comandante apuniana, un 12 de abril de
un año aún por venir, es la “fecha de lanzamiento” de “El Arca”
desde el desierto de Atacama…
Esa fecha fue elegida por los científicos de “El Arca” co-
mo un homenaje al primer viaje espacial tripulado de la huma-
nidad, que hizo el cosmonauta ruso Yuri Gagarin, un 12 de abril
de 1961 (Misión Vostok). La ONU, de hecho, celebra esa fecha
como el día mundial de los viajes espaciales tripulados10…
Ivika, concientemente, eligió el 12 de abril de 2015 para
entregar esta información que involucra Alfa Centauro y el “fu-
turo” de la humanidad. Quiso “marcar” una fecha clave…
Y Hawking ⎯en realidad la organización secreta que está
detrás de él⎯ también lo hizo…

10 http://www.un.org/es/events/humanspaceflightday/

80

La noticia de este proyecto para explorar Alfa Centauro
fue reproducida por todos los medios del mundo. Hawking
afirmó en la concurrida conferencia de prensa que la humani-
dad no podía asegurar su supervivencia en la Tierra y que de-
bía buscar otro hogar en las estrellas. Luego de un prolongado
estudio, su equipo de científicos seleccionó Alfa Centauro como
el lugar “ideal” para buscar ese nuevo hogar. El objetivo de esta
primera parte del plan es enviar micronaves impulsadas con ra-
yos láser hacia Alfa Centauro, para identificar los mundos po-
tencialmente habitables y luego trazar la posterior ruta de los
viajes tripulados.
Reproduzco a continuación la nota del diario “El País” de
España:

¿Se puede llegar a la estrella más próxima en veinte años? Ste-


phen Hawking, el científico más famoso del mundo, cree que sí
y ha presentado hoy una iniciativa millonaria para conseguirlo.
Se trata del proyecto Breakthrough Starshot, que pretende enviar
una miríada de naves espaciales a Alfa Centauri, la estrella más
cercana a nuestro planeta.
“La Tierra es un lugar maravilloso, pero puede que no dure
para siempre”, ha dicho Hawking. “Tarde o temprano debemos mi-
rar a las estrellas” y este proyecto “es un primer paso muy estimu-
lante”, ha añadido.
Junto a Hawking, apoya la iniciativa el magnate ruso Yu-
ri Milner, famoso por haber creado alguno de los premios para
científicos mejor pagados del mundo. El proyecto pretende de-
sarrollar una tecnología basada en chips de unos pocos gramos,
similares a los que hay en los teléfonos móviles. Estas nano-
naves se moverían con luz láser y serían capaces de llegar al
astro en unos veinte años, según la web del proyecto. Uno de
los objetivos es estudiar los posibles planetas habitables simila-
res a la Tierra que hay en este sistema solar vecino.

81

Antes de eso es posible que se tarde otros veinte años en
desarrollar toda la tecnología necesaria. La iniciativa está finan-
ciada con 100 millones de dólares y se ha presentado hoy en
una rueda de prensa en Nueva York. Además de Hawking y
Milner, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, forma parte
de la junta directiva. No es casual que la presentación se haya
hecho hoy, cuando se cumplen cincuenta y cinco años del pri-
mer viaje al espacio, protagonizado por el cosmonauta soviético
Yuri Gagarin.
El director de la iniciativa será Peter Worden, ex director
del centro Ames de la NASA, asesorado por científicos e inge-
nieros de primer nivel. A la presentación de hoy también han
asistido otros grandes nombres de la ciencia y la divulgación
como Ann Druyan, coguionista de la serie Cosmos y que fue
mujer de Carl Sagan, o Freeman Dyson.
Con la tecnología actual se tardaría en llegar a Alfa Cen-
tauri 30.000 años, dice el comunicado emitido hoy. El proyecto
trazado para alcanzarlo debe conseguir que los nuevos disposi-
tivos necesarios alcancen la madurez para que cada nave no sea
más cara que un iPhone. Solo entonces se podría enviar muchos
de estos vehículos, compuestos por chips capaces de tomar imá-
genes que viajarían sobre velas solares propulsadas por luz y
que lograrían moverse unas mil veces más rápido que los
vehículos espaciales actuales11.

Los primeros pasos de “El Arca”.

Según los apunianos, el viaje espacial hacia Alfa Centauro será


un esfuerzo internacional, empujado por una alianza de las su-
perpotencias de la Tierra. Rusia jugaría un papel clave en la
gestación de “El Arca”. Por ello no me sorprende que el magna-


11http://elpais.com/elpais/2016/04/12/ciencia/1460480785_83425

4.html

82

te ruso Yuri Milner aparezca con Hawking en la conferencia de
Nueva York. Curiosamente, sus padres le bautizaron con el
nombre de “Yuri” en honor a Gagarin, como vimos, el primer
hombre en el espacio. Vaya capricho del destino.

Yuri Milner y Stephen Hawking, durante la conferencia


de Nueva York, 12 de abril de 2016.

De acuerdo a nuestra investigación, Yuri Milner estudiaba


Ciencias en la Universidad de Moscú, aunque no concluyó sus
estudios de física. Supuestamente, habría sido reclutado en ser-
vicios de inteligencia, y luego fue “sembrado” en los Estados
Unidos, en donde se hizo multimillonario financiando empre-
sas vinculadas a la tecnología. Entre ellas Facebook. Actualmen-
te Milner posee una fortuna que ronda los $3.000 millones de
dólares. Pero ello es nada al lado del propio impulsor de Face-
book y parte del proyecto Alfa Centauro: el joven Mark Zucker-
berg, que reúne la friolera de $50.000 millones de dólares. Más
allá del dinero, Zuckerberg provee uno de los mejores sistemas
de estudio sociológico de individuos y familias: las redes socia-
les. Facebook se puede integrar en el complejo sistema de reclu-

83

tamiento de los futuros astronautas de “El Arca”. De acuerdo a
Ivika, la primera fase de este reclutamiento empieza con los
ancestros de estos niños cosmonautas.
Por si todo esto fuera poco, el anuncio de la primera fase
del proyecto Alfa Centauro se lanzó en el edificio One World
Trade Center. Emplazado en donde antes se alzaban las Torres
Gemelas ⎯que como recordamos fueron destruidas en los polé-
micos atentados del 11S⎯, este rascacielos se alza como en nue-
vo símbolo del poder en los Estados Unidos. Inicialmente se iba
a llamar la “Torre de la Libertad”, pero luego el nombre fue
cambiado a “Un mundo” (One World). Diversos investigadores
señalan a ese edificio como una de las sedes actuales de una éli-
te de poder de alcance mundial. No por nada allí Hawking dio
a conocer el proyecto Alfa Centauro.
No soy amigo de las teorías de conspiración. Pero hay
que estar ciego para no leer “entre líneas” todo lo que está ocu-
rriendo.
“El Arca”, sin haber sido creada oficialmente, empezó a
“nacer” el 12 de abril de 2016 en Nueva York.

84

VI

UN ENCUENTRO INÉDITO EN EL CERN

“Como hombre que ha dedicado su vida


entera a lo más claro y superior de la ciencia,
al estudio de la materia, yo puede decirles que
como resultado de mi investigación acerca del átomo,
lo siguiente: no existe la materia como tal.
Toda la materia se origina y existe sólo por la virtud
de una fuerza, la cual trae la partícula de un átomo a vibración
y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta.
Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe
una mente consciente e inteligente.
Esta mente es la matriz de toda la materia.”

Max Planck, físico Alemán, padre de la teoría cuántica.

85

Todo iba vertiginosamente. Admito que un mar de emociones
me arrollaba cuando veía en las noticias todo lo anunciado por
los extraterrestres. Estaba sobrepasado. Contemplaba, atónito,
cómo se iban colocando los primeros ladrillos de lo que sería el
gran viaje de la humanidad hacia el espacio…
Cuatro meses después de la conferencia de Nueva York,
exactamente el 25 de agosto, la prestigiosa revista Nature publi-
caba el hallazgo de un exoplaneta con condiciones propicias pa-
ra la vida, ubicado en la mismísima región que Hawking quiere
explorar1. Le llamaron “Próxima B” ⎯al hallarse cerca de la es-
trella Próxima Centauri⎯.


1http://www.nature.com/nature/journal/v536/n7617/full/nature

19106.html

86

Los cienfíficos afirmaron que Próxima B se ubicaba dentro
de la zona habitable alrededor de la estrella, y que tiene una
temperatura superficial estimada que permitiría la presencia de
agua líquida. Un mundo ideal.
Era solo el principio. Las noticias relativas a Alfa Centa-
uro y la búsqueda de planetas habitables en sus dominios se
iban sucediendo copiosamente. De un momento a otro la comu-
nidad científica redoblaba sus investigaciones hacia ese sector
estelar, tal y como los apunianos nos lo habían anticipado. Era
demasiado evidente…
¿Cuándo vendrá el encubrimiento? ¿Cuándo empezara-
rán a negarlo todo? 2
La constelación del Centauro era conocida por los anti-
guos pueblos de los Andes. Su ubicación en la bóveda celeste,
próxima a la sagrada “Cruz del Sur” ⎯una cruz compacta, for-
mada por cuatro estrellas y situada en plena Vía Láctea⎯, la
hace rápidamente identificable.
En la constelación de Centauro se encuentra Próxima
Centauri, la estrella conocida más cercana al Sol. Es una enana
roja mucho menos luminosa que el Sol y una estrella fulguran-
te. Alfa Centauri ⎯o Alfa Centauro, es lo mismo⎯, la cuarta es-
trella más brillante del cielo nocturno, es una estrella binaria
con la que Próxima Centauri parece estar gravitacionalmente
ligada, formando un sistema estelar triple. β Centauri, llamada
“Hadar” o “Agena”, es otra estrella en la constelación de prime-
ra magnitud.


2 Apunto de entrar este libro a imprenta, veo que la discusión
ya se inició. NASA desmonta que enanas rojas tengan mundos
habitables: http://www.abc.es/ciencia/abci-no-planeta-proxima-
no-puede-albergar-vida-201702091604_noticia.html

87

¿Cómo viajar hasta esas estrellas? ¿Cómo el hombre al-
canzará los diferentes mundos habitables que atesora Cen-
tauro?
Una de las naves más veloces que ha lanzado el ser huma-
no fuera del Sistema Solar es la Voyager 1. Esta sonda se aleja
del Sol a una velocidad de 17,4 km/s; es decir, a unos 540 mi-
llones de kilómetros al año. A esa velocidad, la Voyager 1 tar-
daría unos 76.000 años en alcanzar Alfa Centauro. Es cierto que
estamos hablando de una tecnología de 1977 ⎯año en que la
sonda fue lanzada desde Cabo Cañaberal⎯, pero es un ejemplo
que ilustra nuestras limitaciones en la navegación espacial.
Ninguna nave humana se acerca en velocidad a lo que se
requiere, ni siquiera las rápidas Juno en la órbita de Júpiter, o la
soviética VeGa 1 en su recordada misión con el cometa Halley.
Haciendo cuentas con la tecnología actual, tal vez en 30.000
años podríamos llegar a Alfa Centauro. Los científicos de la Tie-
rra conocen de sobra las limitaciones. Por ello, antes de estable-
cer la nueva tecnología que llevará a los astronautas de “El Ar-
ca” hacia esas estrellas, enviarán las nanonaves de Hawking
para ir “trazando el camino”. Mucho más tarde será el viaje tri-
pulado, que se haría en solo semanas de nuestro tiempo...
La nueva tecnología que llevará al hombre hacia otras re-
giones del cosmos es el Minius.

“Debes visitar el CERN…”

26 de junio de 2016. Me hallaba de regreso en Monte Perdido.


Unas ciento ochenta personas participábamos de esta nueva
reunión de contacto en el fascinante bosque pirenaico.

88

Luego de constatar la presencia de las naves en la zona,
me dispuse a recibir un mensaje. Eran las 23:30 horas. Nada me
hacía presagiar lo que los apunianos me iban a pedir.
Fue Ivika quien se comunicó telepáticamente:

“Es fundamental que sigan confiando en todo lo que pueden ha-


cer para crear nuevas realidades que afecten positivamente el devenir
del planeta.
Fue correcta tu explicación sobre las diversas humanidades que
repitieron patrones históricos. En un entorno multidimensional, hubo
más de un evento similar a los viajes humanos hacia Alfa Centauro.
Es un episodio que se ha repetido, y que podría seguir así si una nueva
humanidad no logra resolver el patrón y encaminar la misión de la
Tierra y de su especie hacia adelante.
Sabemos que esta información sobre múltiples realidades multi-
dimensionales, existencias y aprendizajes, es chocante y confusa para
su nivel de percepción y entendimiento. Pero también sabemos que lo-
grarán sentir, valorar e interpretar el poderoso mensaje que hay de-
trás.
Soy mestiza. Desciendo de humanos que viajaron al espacio.
Otros miembros de nuestra misión en la Tierra tienen esta misma con-
dición. Por ello elegimos venir aquí. Estamos contactando a nuestros
ancestros humanos para entender, advertir y ayudar. En Atacama ve-
rás todo esto con mayor claridad. Luego del encuentro mundial pre-
párate, porque tendrás una nueva entrevista con nosotros.
Nuestro programa ha sido reactivado. Todo recién está empe-
zando. Lo saben y les hemos dado sólidas confirmaciones. Han visto
cómo se ha cumplido todo lo que les anunciamos. Y verán más. Que
este escenario los mantenga alerta para hacer y modificar. Ustedes no
son solo nosotros. Nosotros también somos ustedes…”
“Debes visitar el CERN. Alguien te está aguardando allí […]
Sigue tu intuición…”

89

Cuando terminó el mensaje, quedé petrificado. Ivika ra-
tificaba esa alucinante “historia repetida” de la humanidad, un
patrón de error que ya habría ocurrido “varias veces”. En ese
momento pensaba: ¿en cuántas ocasiones nos estancamos y pu-
simos en peligro nuestra supervivencia? ¿Cuántas veces la hu-
manidad se vio obligada a marcharse del planeta? Como ya dije
anteriomente, es imposible que el hombre de la Tierra entienda
todo esto en su percepción del tiempo en “línea recta”. Ivika era
conciente de ello y lo menciona en su mensaje. Los apunianos
insisten en que el hombre “existe” en múltiples planos, en don-
de todas las realidades se abrazan. Sostienen que llegado el mo-
mento lo “recordaremos”.
Todo esto me recordaba la película de ciencia-ficción Ma-
trix, en donde el protagonista, “Neo”, se encuentra con el “Ar-
quitecto”, quien le dice que no era el primero en llegar hasta él,
que otros lo habían hecho y que fracasaron en su misión: una
historia que se había repetido una y otra vez hasta que alguien
lograra quebrar el patrón y, por consecuencia, precipite “el gran
salto”. ¿Algo así es lo que se espera de nosotros?
Pero mi mente no estaba ocupada en el misterio de esas
múltiples realidades coexistiendo. Estaba anclado en el pedido
de Ivika, de acudir a una “cita” en las mismísimas instalaciones
del CERN en Suiza.
Al final del mensaje, la mujer apuniana me dio una in-
dicación concreta que, por seguridad, he omitido.
Desde hace mucho hemos venido siguiendo la actividad
del LHC. Sin duda, empezamos a mirar con otros ojos sus expe-
rimentos a raíz de la reactivación del programa apuniano y el
conocimiento que supone el Minius. Así supimos que el CERN
había sido “infiltrado”. La intención de los extraterrestres era
observar cuán cerca estábamos del Minius y, si era posible,

90

“sabotear” el LHC para retrasar el hallazgo y con ello “darnos
más tiempo”. Si el lector hace una investigación de los distintos
“accidentes” y “hackeos” que ha sufrido el LHC, que obligaron
a los técnicos del CERN a apagarlo, entenderá ahora el por qué.
Esta enorme máquina, digna de una película, es el mayor
acelerador de partículas del mundo. Con ella los físicos del
CERN hacen chocar entre sí partículas subatómicas ⎯princi-
palmente protones, uno de los constituyentes del núcleo del
átomo⎯ en puntos seleccionados donde se ubican grandes de-
tectores. Estos registran las partículas resultantes de las coli-
siones para estudiar los elementos que componen la materia de
la que está hecha el universo, incluidos nosotros mismos.
Situado en la frontera franco-suiza, cerca de Ginebra, el
LHC es un anillo de 27 kilómetros de circunferencia ubicado
cien metros bajo tierra. Es una de las máquinas más complejas
jamás construida: sus 9.300 imanes superconductores, funda-
mentales para hacer girar los haces de partículas a velocidades
cercanas a las de la luz, deben refrigerarse a una temperatura
inferior a la del espacio exterior (-270 grados centígrados, cerca
del cero absoluto); el interior del anillo es el lugar más vacío del
Sistema Solar (10-13 atmósferas) para evitar que las partículas
colisionen con moléculas de gas; y cuando las partículas colisio-
nan entre sí se generan temperaturas 100.000 veces más calien-
tes que el interior del Sol. No pocos investigadores piensan que
allí se están haciendo experimentos secretos con “puertas entre
las dimensiones”3.
Como fuese, es llamativo que el 24 de junio de 2016, el día
que fijamos para nuestro nuevo encuentro en Monte Perdido, se
produjera una poderosa tormenta sobre Ginebra y el lago Le-


3https://mundo.sputniknews.com/espacio/201609241063658932-

espacio-ciencia-universos-astronomia/

91

man en Suiza. Las imágenes de esa supertormenta son especta-
culares y no pocos teóricos de las conspiraciones la asociaron a
secretos experimentos que los físicos estaban realizando en ese
momento con el LHC.
Desde luego, la supuesta prueba secreta del CERN (en-
cubierta con el título oficial de “Awake”: the Advanced Proton
Driven Plasma Wakefield Acceleration Experiment) y sus pre-
suntas consecuencias en el clima, era incomprobable. Yo mismo
le puse paños fríos al asunto ante las consultas que muchos lec-
tores me hacían llegar. ¿Una violenta tormenta en Ginebra era
la “evidencia” de las actividades ocultas de la “Máquina de
Dios”? Suena a un delirio. Pero estaba errado en algunos aspec-
tos. Evidentemente algo extraño estaba ocurriendo en torno al
LHC desde que se inició el mencionado proyecto Awake ese
mismo mes de junio...

¿La feroz tormenta sobre Ginebra tuvo alguna relación con


presuntos experimentos secretos con el LHC?

92

No hay que olvidar que Sergio Bertolucci, exdirector de
Investigación e Informática Científica del CERN, afirmó muy
suelto de huesos que el colisionador podría “abrir puertas hacia
otra dimensión en un lapso de tiempo muy pequeño” ⎯fraccio-
nes de segundo⎯, añadiendo que quizá fuese suficiente “para
mirar en el interior de esa puerta abierta, para obtener o enviar
algo”…4
Sin comentarios.
Y tendríamos más sorpresas.
Al día siguiente de haber terminado el encuentro en
Monte Perdido ⎯el lunes 27 de junio⎯, desde España se anun-
ció el proyecto de un nuevo acelerador de partículas que susti-
tuirá al LHC. Se habló de un túnel de 44 kilómetros y lineal, lla-
mado “Colisionador Lineal Compacto” (CLIC). La decisión se
adoptará en el año 2020. El proyecto se presentó en Madrid en
la Fundación BBVA por parte de los físicos del CERN Steinar
Stapnes y Lucie Linssen5. Como mínimo curioso…
¿Qué estaba pasando para que Ivika nos pidiese visitar
el CERN?
Después de mucho pensarlo, como sugería Ivika en el
mensaje, me dejé llevar por la intuición…

El “bosón de Higgs” no es lo que dicen los físicos

En anteriores ocasiones ya había estado en Suiza. La primera


vez, si mal no recuerdo, fue hace unos quince años, cuando fui


4 https://actualidad.rt.com/ciencias/184753-impactantes-datos-

gran-colisionador-hadrones
5 http://www.abc.es/ciencia/abci-fisica-nuclear-tunel-44-

kilometros-para-entender-universo-201606272123_noticia.html

93

a dar un taller seminario en Ginebra, organizado por mi re-
cordada amiga Natividad Cluzant. En ese entonces la “Máquina
de Dios” no estaba en operaciones ⎯los primeros experimentos
se iniciaron a fines del año 2008⎯, pero era tema frecuente de
discusión lo que se estaba gestando.
Los científicos iban tras el ya citado “bosón de Higgs”: un
tipo de partícula elemental que, se afirma, tiene un papel fun-
damental en el mecanismo por el que se origina la masa de las
partículas elementales. Si el LHC la detectaba, sería un descu-
brimiento sin precedentes para entender el universo.
Para explicar por qué unas partículas tienen masa y otras
no, varios físicos, entre ellos el británico Peter Higgs, postularon
en los años sesenta un mecanismo que se conoce como el “cam-
po de Higgs”. Al igual que el fotón es el componente funda-
mental de la luz, el campo de Higgs requiere la existencia de
una partícula que lo componga, que los físicos denominaron
“bosón de Higgs”.
Pues bien, el 4 de julio de 2012, los científicos del CERN
anunciaron la observación de una partícula compatible con el
perseguido “bosón”. Luego de varios estudios y nuevos experi-
mentos que ratificaran este hallazgo, el 8 de octubre de 2013 Pe-
ter Higgs y François Englert recibieron el Premio Nobel de Físi-
ca6.
Pero, ¿era realmente el “bosón” que Peter Higgs había
predicho?
¿Y esa partícula, tenía alguna relación con el Minius del
cual hablan los apunianos?
Espero que el lector lo comprenda, pero debo omitir va-
rios detalles sobre nuestra incursión al CERN…


6http://www.lavanguardia.com/vida/20131008/54388603387/no

bel-fisica-2013-padres-boson-higgs.html

94

Desde luego, no hay misterio para llegar allí: cualquier
persona, con tiempo, puede organizar una visita desde la web
oficial del CERN para conocer las instalaciones que están habi-
litadas al público. Obviamente, el subterráneo y el gran detector
ATLAS no pueden ser visitados en citas convencionales, ya que
el acelerador se halla en actividad y es una zona muy restrin-
gida.
Fuimos un grupo muy pequeño.
Y ciertamente tuvimos una “ayuda” para conseguir inme-
diatamente el pase de visita al CERN, imposible de hacerse con
uno con tan pocos días de antelación.
Pero allí se nos esperaba…
Sin especificar en dónde ocurrió, diré que tuve un breve
encuentro con alguien. “Ellos” lo planificaron muy bien. Lo hi-
cieron en medio de la visita de un nutrido grupo de niños, estu-
diantes, que estaban recorriendo una de las instalaciones con su
profesor de Ciencias. Fue una buena maniobra de distracción.
El “emisario” aprovechó esta coyuntura para acercarse y no
alertar a nadie.
Comparto aquí, con mis palabras, sus distintas afirmacio-
nes:

“Cuando activamos nuestro plan de aproximación y contacto a


mitad de los años cincuenta en los Andes peruanos, ello coincidió, no
por azar, con el inicio del CERN, que nació como un ambicioso pro-
yecto luego de la Segunda Guerra Mundial para avanzar en la com-
prensión del mundo subatómico.
Nosotros tratamos de acercarnos a algunas mentes brillantes de
la Tierra para advertirles del peligro de usar equivocadamente la tec-
nología del átomo. Una de estas mentes lo comprendió, y en vida alen-
tó a sus colegas a que no se entierre la ética y el respeto por la vida an-
te el afan obsesivo de controlar a la naturaleza.

95

Cuando esta mente se marchó en 1955, decidimos proceder de
otra forma en los avances científicos humanos, aunque sin interven-
ción directa. No es cierto que los científicos de la Tierra no sabían qué
búscaban. Habían accedido a una información.
Hay físicos honestos que trabajan en distintos proyectos, pero
no son concientes de que los benefactores de sus trabajos los están con-
duciendo bajo intereses creados hacia el hallazgo del gran salto tecno-
lógico de la humanidad. Un salto que debería estar acompañado por la
ética y la moral, el amor por la vida. La ciencia sin ello es como un
cuerpo sin alma. Y un cuerpo sin alma es peligroso.
El hallazgo de lo que denominan “bosón de Higgs” no es lo que
dicen los científicos. Es incompleto y tampoco es la solución que termi-
na de dibujar el mapa que tienen del microuniverso. Lo saben. Pero
tuvieron que potenciar ese descubrimiento para no perder financia-
miento. En los próximos días verán más noticias sobre lo que se está
trabajando aquí.
Lo que han venido hallando los científicos de la Tierra empieza a
tambalear el acuerdo general del modelo físico. Los científicos están
llevando al acelerador a su límite. Concientes de ese peligro procura-
rán construir otro más poderoso. Han visto algo pero por un brevísimo
lapso. Saben que allí está el secreto. Han acariciado, por un instante, el
punto en donde se une lo que el ser humano denomina “ciencia” y lo
“sobrenatural”. Pero, en realidad, no hay nada “sobrenatural”: son le-
yes y mecanismos del universo que aún no conocen.
El acelerador de Europa no es el único. Hay otros pequeños pro-
yectos en el mundo que contrastan sus avances. Uno de ellos se en-
cuentra en el desierto de Chile, en el lugar que les hemos señalado.
De estas iniciativas de observatorios del espacio y física de par-
tículas surgirá el siguiente paso: la creación de un sistema de viaje ba-
sado en una nueva tecnología.
Algunos de nosotros estamos aquí infiltrados, pero este último
tiempo limitados en nuestro accionar por diversas circunstancias. Sin

96

embargo, ustedes pueden ayudar. Por eso les hemos entregado infor-
mación relativa al Minius y el Hipercubo: tienen su propio acelerador
de partículas mental, pero basado en la co-creación de realidades po-
sitivas.
Los científicos saben del Minius. Algunos creen que es la quinta
fuerza. Otros que es la partícula definitiva que se remonta al origen
del espacio-tiempo. Pero aún no la han mapeado. Todo lo que han ve-
nido encontrando son elementos precursores.
La humanidad se halla cerca de una ciencia que lo cambiará to-
do. Pero la humanidad debe cambiar primero para que esa ciencia no la
hunda, aún más, en la separación y el egoísmo.
Todo ha empezado. Se halla en marcha. Pero ustedes también
han sido activados y preparados para este tiempo.
Si no hubiese esperanza, una puerta, una oportunidad, no esta-
ríamos teniendo este encuentro…”

97

VII

EL MINIUS Y EL HIPERCUBO

“Si lo que quieres es encontrar los secretos del universo,


piensa en términos de energía, frecuencia y vibración”.
Nikola Tesla

98

Aquel fue parte del mensaje del “emisario”. Confirmaba algu-
nas informaciones que veníamos siguiendo y revelaba otros de-
talles que nos colocó tras nuevas pistas…
No analizaré aquí cada frase que nos dijo. Considero que
su mensaje, y sus “claves”, llegará perfectamente a los autén-
ticos buscadores. Aunque hay un punto que no quisiera pasar
por alto: la afirmación de un “experimento paralelo”, similar al
LHC, emplazado en algún lugar secreto del desierto de Ataca-
ma.
¿Se refería al Observatorio ALMA? ¿O existe otro lugar
reservado en esa inmensa región del norte chileno? ¿Un labora-
torio oculto en donde se están llevando a cabo experimentos si-
milares al del LHC, aunque en menor escala? De acuerdo al
“emisario”, se trata de esto último…
Qué decir…

99

Abandonamos Ginebra muy tocados…
Meses más tarde de nuestra incursión en Suiza, exacta-
mente el 19 de diciembre de 2016, los medios de comunicación
anunciaban que el CERN había logrado medir el espectro de luz
de la antimateria por primera vez en la historia humana1.
La antimateria es una forma de materia que surge como
oposición a la materia común y está constituida por “antipar-
tículas”. El contacto entre ellas produce su “aniquilación” mu-
tua, que más que una destrucción es una “mutación” que da
lugar a fotones de alta energía que, a su vez, pueden generar ra-
yos gamma, como los que se encuentran en el centro galáctico…
Como un dato no menor añado que, en el año 2011, la
NASA reconoció ⎯a través de los científicos responsables del
Monitor de Brotes de Rayos Gamma (GBM) de la sonda Fer-
mi⎯ que las tormentas eléctricas generan rayos de partículas
de antimateria2…
¿Los estudios de la antimateria del CERN podrían guar-
dar alguna relación con las poderosas tormentas eléctricas que
actúan como grandes aceleradores de partículas?
Algunos científicos creen que el conocimiento de la anti-
materia puede resolver varios problemas en la comprensión de
otras dimensiones y los viajes en el tiempo. Si existe otra “ma-
teria”, otros “planos de realidad” u “otros mundos paralelos”,
se abre una puerta de inmensas posibilidades.
El tiempo y las dimensiones es un asunto que los científi-
cos tratan de comprender dando golpes de bastón, como un cie-


1 http://home.cern/about/updates/2016/12/alpha-observes-light-

spectrum-antimatter-first-
time?utm_source=Twitter&utm_medium=Social&utm_campaig
n=alphapr
2 https://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/11jan_antimatter

100

go cruzando un bosque enmarañado. El tiempo es la clave para
entender la misión de los apunianos. La llave es tomar con-
ciencia de que existimos en el ya mencionado multiverso: un
universo de multiples “mundos” y realidades.
En su libro, “Física de lo imposible”, el renombrado físico
teórico Michio Kaku escribió:

“La idea de los “muchos mundos” resuelve al menos un


problema importante con el viaje en el tiempo. Para un físico, la
principal crítica al viaje en el tiempo (aparte de encontrar ener-
gía negativa) es que los efectos de la radiación se acumularían
hasta que o bien uno moriría en el momento de entrar en la má-
quina, o bien el agujero de gusano colapsaría sobre uno. Los
efectos de la radiación se acumularían porque cualquier radia-
ción que entrara en el portal del tiempo sería enviada al pasado,
donde eventualmente vagaría por el universo hasta llegar al
presente, y entonces caería de nuevo en el agujero de gusano.
Puesto que la radiación puede entrar en la boca del agujero de
gusano un número infinito de veces, la radiación dentro del
agujero de gusano puede llegar a ser increíblemente intensa
⎯lo bastante intensa para matarle⎯. Pero la interpretación de
los “muchos mundos” resuelve este problema…”3

Los científicos están de acuerdo en que la clave para al-


canzar el viaje en el tiempo ⎯un asunto que no solo involucra a
los visitantes extraterrestres, sino a la futura misión de “El Ar-
ca”⎯, es entender la física del “horizonte de sucesos” (la hiper-
superficie frontera del espacio-tiempo). Solo una teoría unifica-
da que reúna nuestra comprensión de las cuatro fuerzas conoci-
das, la gravedad, el electromagnetismo, la fuerza nuclear débil


3 “La física de lo imposible”, Michio Kaku, Editorial Debate, 2009.

101

y la fuerza nuclear fuerte, nos permitirá “llenar los agujeros”.
Los estudios de la antimateria van en esa dirección.
¿El Minius sera acaso esa “quinta fuerza” de la naturale-
za, tal y como citó el “emisario” en el CERN? Todo parece indi-
car que en esa ciencia “subatómica” que conocen los apunianos
se halla la clave de los viajes en el espacio-tiempo. Los científi-
cos del CERN saben que esa “fuerza” existe, pero, como se nos
dijo en Suiza, aún no la han “mapeado”.
Con certeza, la visita al emplazamiento del LHC abrió
nuestra perspectiva de investigación. Así, hallé otros casos simi-
lares al Minius presentes en el contactismo extraterrestre.
Veamos algunos ejemplos.

El “Neutrino” y el “Ultimatón”

Conocí hace unos dieciséis años a Pedro Romaniuk, un recono-


cido y polémico investigador de Buenos Aires que fue parte de
la Fuerza Aérea Argentina. Estudioso de la física nuclear, la pa-
rapsicología y el fenómeno ovni, estableció en 1981 la Funda-
ción Instituto Cosmobiofísico de Investigaciones (FICI)4. Una de
las primeras conferencias que ofrecí en la Argentina fue allí, con
el recordado don Pedro sentado en la primera fila del auditorio.
El 21 de febrero de 2009 partió, pero dejó un legado: mu-
chas de sus investigaciones de anticipación fueron verificadas,
como la grave alteración de la capa de ozono, el derretimiento
de los hielos polares, el aumento de la temperatura del planeta,
o la disminución pronunciada de oxígeno en la atmósfera, todo
ello registrado. Sus compañeros en FICI sostienen que fue un
docente ejemplar desde 1968, cuando compartía investigacio-

4 http://www.fici.org.ar/

102

nes con científicos soviéticos sobre la Cámara Kirlian. Ya en
1969, integró el Consejo de Asesores Científicos del Instituto de
Biopsicosíntesis de la Universidad Argentina John F. Kennedy.
El trabajo de don Pedro, quien era íntimo amigo del hoy famoso
sensitivo Benjamín Solari Parravicini, fue colosal. Por algo se
constituyó en uno de los “depositarios” de las psicografías pre-
monitorias del “Nostradamus argentino”.
Y un detalle más: Romaniuk también era un contactado…
Don Pedro recibía telepáticamente una serie de instruccio-
nes de los extraterrestres que lo orientaban en las investigacio-
nes. Tal vez, su controvertido libro, “Texto de Ciencia Extraterres-
tre” ⎯publicado en su primera edición en 1978⎯ resuma parte
de ese misterio. En esa obra Romaniuk hablaba del “Neutrino”,
en referencia a la esquiva partícula del mismo nombre que el
científico italiano Enrique Fermi y su equipo descubrieron en
1956. Aunque Romaniuk también tuvo, como todos, sus equivo-
caciones, y a veces pecó de “catastrofista” ⎯situación que apro-
vecharon los detractores para fusilarle en diversos artículos⎯,
nadie puede negar que fue un pionero y visionario.
Veamos: los neutrinos son partículas muy, muy peque-
ñas, como los electrones, que se mueven a velocidades cercanas
a la de la luz, y no interaccionan casi con nada en el universo.
En 2015 se descubrió que tenían masa, un avance que le mereció
el Premio Nobel de Física al japonés Takaaki Kajita y al cana-
diense Arthur B. Mc. Donald5. La importancia de que los neutri-
nos tengan masa es tremenda, pues neutrinos con masa no ca-
ben en el modelo estándar de partículas que es hoy la “Biblia”
de la física teórica. En su tiempo, Romaniuk se interesó en estas
partículas, pues el mundo está lleno de neutrinos. Están por to-


5http://elpais.com/elpais/2015/10/06/ciencia/1444125814_641821.

html

103

das partes, aunque no podamos verlos o sentirlos. Por eso se les
conoce como “partículas fantasma”. Después de los fotones son
los más abundantes en el cosmos. La Tierra está siendo constan-
temente bombardeada por ellos.
Romaniuk vio en el neutrino un puente para comprender
otras realidades más allá de la materia. Creía que había algo
más sutil que nos conectaría con una “cuarta dimensión”. “Al-
go” que, incluso, podría acelerar las facultades psíquicas del ser
humano. Parecía estar intuyendo el camino hacia el Minius…
“El neutrino es el elemento o factor determinante, el puente que
podríamos llamar, para cruzar de la tercera a la cuarta dimensión…”
escribió6. Agujeros negros, magnetismo, facultades PSI y el
mundo de las partículas subatómicas se entrelazan en las pági-
nas escritas por Romaniuk para tratar de entender ese “secreto”
que le habrían inspirado ⎯o revelado⎯ los extraterrestres.
No obstante, en el hilo de estos hallazgos, debemos re-
troceder un poco más en la historia. Otro caso extraordinario,
sin tratarse “oficialmente” de un contactado, es el del físico, in-
geniero y matemático peruano Santiago Antúnez de Mayolo,
quien en su libro “Hipótesis sobre la constitución de la materia”,
publicado en 1924, se adelantó ocho años al “descubrimiento”
del Neutrón. Además, en otro trabajo, “Los tres elementos consti-
tutivos de la materia”, publicado en 1932, predijo la existencia del
positrón (un electrón positivo)7. No es casualidad, como bien
me apuntó el investigador peruano Fernando Ávalos, que An-
túnez de Mayolo haya nacido y crecido en los Andes de Án-


6 “Texto de Ciencia Extraterrestre” fue publicado por Pedro Ro-
maniuk a través de su editorial Larín. La primera edición es de
1978.
7 http://www.scielo.org.pe/scielo.php?pid=S1810-

634X2014000200008&script=sci_arttext

104

cash, el escenario en donde los apunianos tienen su base princi-
pal. Fue en Áncash, como ya vimos, en donde los apunianos ha-
blaron por primera vez del Minius…
¿Antúnez de Mayolo fue “inspirado” por los apunianos?
Es llamativo que este científico peruano haya sido el primer ex-
plorador del Cañón del Pato. En mayo de 1913 recorrió su
geografía con el objetivo de buscar la mejor ubicación para le-
vantar allí la futura Central Hidroeléctrica de Huallanca. Como
recordamos, fue en esa central, en 1960, en donde los apunianos
se presentarán ⎯por primera vez⎯ ante Vlado Kapetanovic.
Nada es por azar…

¿Antúnez de Mayolo fue “inspirado” por los apunianos?

El “Ultimatón” es otro caso intrigante. Surge de uno de


los libros más influyentes en el contactismo: “El libro de Uran-
tia”. Esta polémica canalización, publicada en los Estados Uni-
dos en 1955, fue la precursora del hoy difundido “Plan Cós-
mico”: la estructura del Universo, la Jerarquía de Luz, la siem-

105

bra de vida en la Tierra, la misión de Jesús, entre otros temas de
discusión.
Muchos conceptos de esa suerte de “agenda extraterres-
tre” que enarbolan en la actualidad distintos grupos de contacto
ya habían sido explicados en ese texto hace más de sesenta
años. El “Ultimatón” es descrito allí, por las entidades que “dic-
taron” Urantia. Parece tratarse de una información relacionada
al Minius:

“No estamos seguros de las causas exactas de las primeras


etapas de la evolución de la fuerza ⎯afirman los seres que dictaron el
Libro de Urantia⎯, pero reconocemos la acción inteligente del Último
en ambos niveles de manifestación de la energía emergente. Las ener-
gías potente y gravitacionaria, cuando se las considera colectivamente,
se llaman en Uversa ULTIMATA”8.

El libro ⎯ver la amplia explicación del “Documento 42”:


la energía, la mente y la materia⎯ discute la partícula funda-
mental: el ultimatón. Esta es la primera partícula de masa que
es creada de la energía. Cien ultimatones retardados hacen un
electrón, pero no usan órbitas de movimiento como los electro-
nes, los ultimatones hacen racimos. La velocidad de los ultima-
tones podría exceder la velocidad de la luz porque los ulti-
matones no son afectados por la gravedad lineal.
En ese extraño Documento 42, el Libro de Urantia tam-
bién afirma:

“El espacio interelectrónico de un átomo no está vacío. En el


átomo entero, este espacio interelectrónico está activado por manifes-


8 Todas las citas fueron tomadas de la versión hispana de “El
Libro de Urantia”, Tercera Edición, 1997. Urantia Foundation,
Chicago, Illinois.

106

taciones ondulatorias que perfectamente se sincronizan con la velo-
cidad electrónica y con las revoluciones ultimatónicas. Vuestras leyes
reconocidas de atracción positiva y negativa no dominan totalmente
esta fuerza; por lo tanto su conducta es a veces impredecible. Esta in-
fluencia innominada parece ser una reacción fuerza espacial del Ab-
soluto No Cualificado”.

Aunque es un poco enrevesado de leer, el Documento 42


abre una serie de interrogantes: ¿por qué los extraterrestres se
han visto tan interesados en entregarnos, gradualmente, infor-
mación relativa al mundo subatómico? ¿Por qué hablaron de
ese universo de partículas fundamentales, o núcleo de fuerza
que todo lo agrupa, desde siempre? Cuando digo desde siem-
pre, no es una exageración: hay referencias muy viejas en la
historia de la humanidad en donde los “dioses” revelan parte
de su conocimiento cósmico. La India es uno de esos casos. Hay
múltiples referencias al mundo subatómico y al entorno holo-
gráfico que “archiva” información ⎯el “Akasha”, que para al-
gunos es equivalente al éter⎯. Es curioso que estos conocimien-
tos antiguos que se asemejan a las actuales teorías de la física
cuántica ⎯y que bien resumió el reconocido Doctor en Física de
la Universidad de Viena, Fritjof Capra, en su libro “El Tao de la
Física”9⎯ se hallen tan presentes en una cultura que también
describe guerras con el uso de esa tecnología. Me refiero a las
Vimanas y los “rayos de la muerte”. Si en todos esos relatos de
guerras y naves voladoras ⎯como ya los menciona el Rig-Veda
hace unos cuatro mil años⎯ hay de por medio ciencia extrate-

9 En “El Tao de la Física” (1975), Capra muestra las coincidencias
entre la visión del mundo budista y las cosmologías actuales de
la física. Su lectura sigue siendo una referencia cuarenta años
después.

107

rrestre, tendríamos que preguntarnos si en algún momento el
Minius fue empleado erróneamente por civilizaciones de otros
mundos. Si fue así, tienen la experiencia para aconsejar al hom-
bre. Para no repetir errores…
Como un calco de lo que habría sucedido en aquellas “ba-
tallas cósmicas” de la India, el uso de la bomba atómica en la
Segunda Guerra Mundial envió otro “mensaje de alerta” al uni-
verso. No en vano ese fue el punto de inflexión para que sur-
gieran nuevos proyectos de contacto extraterrestre con huma-
nos. Se inició así un nuevo programa de acercamientos para
alertarnos.
Un factor en común en los mensajes extraterrestres de la
posguerra eran los relativos a la conciencia de la energía. Bá-
sicamente “ellos” advertían que no debíamos bucear en los mis-
terios de la materia apartando la comprensión de su “divini-
dad”: el orden que sostiene al cosmos. Como ya vimos, en ello
creía el recordado Dr. Mitchell. Este mensaje, acorde a lo que
nos dijo el “emisario” en el CERN, está vinculado a la concien-
cia del Minius.

Qué es el Minius

“Somos protectores de la célula y de la vida”, le dijeron los apunia-


nos a un incrédulo Kapetanovic, en un contacto ocurrido el 12
de abril de 1960, en las montañas próximas al nevado Champa-
rá. El 15 de mayo de ese mismo año10, los extraterrestres am-
pliarán la información en un nuevo encuentro. Se trató de una
demostración en donde curaron a un niño de unos diez años,
que yacía moribundo luego de una violenta caída en un cerro.

10 “Apu, un mundo sin dinero”, Vitko Novi, 1975.

108

El pequeño se había fracturado el brazo y varias costillas,
y acusaba signos avanzados de infección. Los familiares no qui-
sieron llevarlo al hospital más próximo. Esperaban que los apu-
nianos lo curasen…
De acuerdo a Vlado, los extraterrestres aparecieron, y se
llevaron al niño dentro de su nave: un disco metálico que se ha-
bía posado en un paraje cercano al pueblo andino de Quita-
racsa. Al cabo de unos minutos, la criatura bajó del aparato sin
acusar ningún signo de enfermedad. Kapetanovic, anonadado,
observó todo esto al lado de los lugareños, que eran muy celo-
sos de compartir estas experiencias. Aquello fue una excepción.
¿Cómo lo hicieron? ⎯preguntó Kapetanovic a los extra-
terrestres⎯. “Ellos” contestaron:

“Nosotros tenemos varias formas de curar; una de las más po-


sitivas es la desintegración e integración. Desintegramos las células
del cuerpo del paciente hasta sus más pequeñas partículas, y luego in-
tegramos un cuerpo perfectamente sano...”. “Hace mucho hemos des-
compuesto el átomo a su mínima partícula. La llamamos Minius... Es
la última partícula antes de la nada...” 11

De acuerdo a los apunianos, el Minius es el núcleo de las


fuerzas. Se encuentra en todas partes. Lo impregna todo…
Viajando al centro de poder de soles, planetas y criaturas,
se descubre las poderosas fluctuaciones del Minius. Es así que
en el centro de fuerza del ser humano, ubicado en el plexo car-
díaco, también se halla latiendo. Vive, pues, en el centro de la
Tierra, en el núcleo del Sol y en las entrañas de nuestra galaxia,
que es una puerta hacia otras realidades. A esta relación cria-


11 Ibídem.

109

tura-planeta-estrella-galaxia, los extraterrestres la llaman “ecua-
ción divina”. El hilo conductor es el Minius.
Esta explicación de los extraterrestres deja muy en claro
que el Minius no es exactamente una energía como los rayos so-
lares o la radiación del centro galáctico: es el núcleo que se halla
detrás de todos los fenómenos de irradiación.
Un claro ejemplo de ello es la radiación de luz violeta que
proviene del corazón de la Vía Láctea. Desde el Siglo XIX dis-
tintos grupos esotéricos ⎯entre ellos la Teosofía⎯ ya hablaban
de esta energía que, décadas más tarde, será doctrina de diver-
sos grupos de contacto extraterrestre.
Muchos seguidores de esta información de la “luz viole-
ta” se entusiasmaron cuando el año 2010 la NASA informó que
su telescopio espacial FERMI la había captado en el centro ga-
láctico12. En realidad, los científicos descubrieron dos inmensas
“burbujas” de rayos Gamma saliendo desde el núcleo de la Vía
Láctea. Así, los técnicos de NASA recrearon con sus computa-
doras esta inmensa radiación que abarcaba unos 50.000 años
luz, y la “colorearon” de violeta porque ese es el color que le
corresponde a los rayos Gamma en el espectro electromagnéti-
co. Como el lector podrá imaginar, cuando circuló la recreación
de la NASA por internet, distintos grupos místicos la presenta-
ron como: “una foto de la NASA que muestra la energía violeta
saliendo del centro galáctico”. Está claro que el hombre no ha
tomado foto alguna de nuestra galaxia. Para ello, tendríamos
que salir de ella y tomar la imagen desde afuera... Y eso aún no
ha sucedido...
Lo que la NASA mostró, como ya dije, es una recreación
por computadora.


12 http://www.lanacion.com.ar/1323609-hallan-burbujas-de-

energia-en-el-centro-de-la-galaxia

110

Ahora bien, la energía de la luz violeta ⎯o los rayos Ga-
mma, para ser más precisos⎯, se manifiesta debido a elemen-
tos radiactivos, o por procesos subatómicos como la aniquila-
ción de un par positrón-electrón ⎯lo que anticipó el citado An-
túnez de Mayolo⎯. También se genera en fenómenos astrofísi-
cos extraordinarios.

La recreación de NASA de la radiación galáctica.

Y es aquí en donde entra el Minius. Por ver el árbol ⎯la


luz violeta⎯, no vemos el bosque ⎯la singularidad que genera
esa radiación⎯. El Minius es parte de esa “singularidad”.
Es importante mencionar que en una primera instancia
los extraterrestres nos prepararon para comprender las distintas
radiaciones, cómo canalizarlas, sus efectos en lo humano y lo
planetario. Pero ahora tratan de enseñarnos la singularidad
subatómica que está detrás de todo ello. Eso es el Minius: un
conocimiento científico-espiritual que atesoran los extraterres-
tres y que se halla detrás de todo lo que percibimos. De acuerdo
a Ivika, una forma de trabajar con esa “fuerza” es a través del
“Teseracto”. Lo explicaré a continuación.

111

El “Mérkaba” de los apunianos

Los apunianos sostienen que a pesar de que los humanos aún


no disponemos de la tecnología necesaria para trabajar con el
Minius, podemos acercarnos a sus manifestaciones espirituales
a través de un ejercicio mental con el Teseracto.
Este término fue acuñado en 1888 por el genio matemá-
tico inglés Charles Howard Hinton13. En términos sencillos, un
Teseracto es un cubo en cuatro dimensiones. Los seres humanos
no lo podemos percibir porque estamos atados a las tres di-
mensiones que conocemos. Sólo podemos captarlo de manera
limitada. Es así que con un hipercubo sólo podemos ver los
puntos que tocan nuestro plano. Para graficarlo, dire que su fi-
gura se forma a partir de dos cubos tridimensionales que se
desplazan en un cuarto eje dimensional, donde podemos catalo-
gar al primero como “longitud”, al segundo como “altura”, y
finalmente al tercero como “profundidad”.

El Teseracto, en un dado espacio tetradimensional, es un


cubo de cuatro dimensiones espaciales. Hinton, coincidiendo
con los recientes mensajes de los apunianos, creía que trabajan-

13 Esrecomendable leer su libro “La cuarta dimensión” (1904),
que resume sus investigaciones sobre el Hipercubo y otras di-
mensiones.

112

do mentalmente con esta figura el ser humano podría acercarse
a la comprensión del tiempo: lo que en su día algunos científi-
cos asociaron a esa misteriosa cuarta dimensión.
Hinton pasaba horas contemplando la figura, meditando
en ella, “armándola” y haciéndola girar. Para el matemático,
quien podía ejecutar esta hazaña mental, alcanzaría el estado
más alto del nirvana.
Siguiendo esta senda, Ivika nos proporcionó una técnica
de meditación de cuatro pasos para trabajar con el Hipercubo.
Aunque es difícil de describirla en un texto, la resumiré:
El primer paso es crear, a través de la visualización, un
enlace con los núcleos de fuerza del Minius que laten en nues-
tro ámbito de existencia; esto es: el punto de singularidad del
cuerpo humano (ubicado en el plexo cardíaco), el núcleo del
planeta, el núcleo de nuestra estrella, y finalmente el corazón de
la galaxia a la que pertenecemos.
El segundo paso es visualizar la manifestación de un hi-
percubo en torno a nuestra figura, como una suerte de campo
de fuerza luminoso. “Construir” mentalmente un Teseracto a
nuestro alrededor.
La tercera etapa es el movimiento del Teseracto, que se
basa en seis rotaciones o movimientos físicos que podemos
comprender partiendo desde nuestro cuerpo como eje. Esto es
hacia “adelante”, hacia “atrás”, hacia la “izquierda”, hacia la
“derecha”, hacia “abajo”, y finalmente hacia “arriba”. La du-
ración de estos movimientos responde al sentir del prácticante.
La cuarta fase, es la “séptima rotación”, que es simbólica,
en donde el hipercubo se “desarma”, “desaparece”, precipi-
tando así una meditación más profunda, más allá del concepto
espacio-tiempo.

113

De acuerdo al Heartmath Institute de California, el campo electromagnético
del ser humano halla su núcleo en el plexo cardíaco. Este estudio científico
corrobora viejas enseñanzas asiáticas sobre el sistema energético humano.

Esta técnica mental del hipercubo en movimiento es una


herramienta poderosa. De acuerdo a los extraterrestres, ayuda a
equilibrar nuestro campo de luz, y nos conduce hacia la com-
prensión de otras dimensiones.
Para comprender mejor esta información, debo mencionar
que en geometría sagrada se conocen cinco figuras básicas que
“construyen” la “realidad” material. Son conocidas como sóli-
dos platónicos. Se trata de poliedros convexos: todas sus caras
son polígonos regulares iguales entre sí y todos los ángulos sóli-
dos son iguales. Reciben este nombre en honor al filósofo griego
Platón, pero hay antecedentes mucho más viejos en el mundo
que se refieren a estas misteriosas figuras.
Se supone que fue el filósofo griego Empédocles quien
asoció por primera vez el Cubo, el Tetraedro, el Icosaedro y el
Octaedro con la tierra, el fuego, el agua y el aire. Posteriormente
Platón asoció el Dodecaedro con la sustancia de la que estaban
compuestas las estrellas. Así, Platón empleó estas figuras como
la base de una “Teoría de la Materia”. Pensaba que el mundo
estaba formado a partir de estos cuerpos perfectos. Según Pla-

114

tón, el fuego debe ser un Tetraedro al ser el más ligero y pun-
zante de los elementos. La tierra ha de consistir en un Cubo al
ser el más estable de todos. El agua debe ser un Icosaedro, el só-
lido regular que tiene más posibilidades de rodar fácilmente,
por ser el más móvil y fluido. En el aire Platón observó que “el
aire es al agua lo que el agua es a la tierra”, y concluyó que debe
ser un Octaedro. Finalmente, propuso que el Dodecaedro repre-
sentara la forma del universo en su totalidad. Pero, como digo,
este conocimiento no surge en Grecia. Es muy posible que los
griegos hayan bebido de otras fuentes iniciáticas que conocían
el secreto. Tal vez Egipto.

Habitualmente, en viejos grupos místicos se ha trabajado


con una de estas formas geométricas: el Tetraedro. Combinando
dos de esas pirámides de base triangular se creaba una estrella
tetraédrica: un “Mérkaba” o “Vehículo Divino”. El Dr. James
Joachim Hurtak fue el primero en transmitirla al público a ini-
cios de los años setenta14, aunque esta información ya era mane-
jada, como digo, siglos atrás, dentro de escuelas esotéricas.
Los propios extraterrestres que nos contactan han emplea-
do el poder de esta herramienta en experiencias de contacto.
Pero no es la única. Por sentido común podemos comprender
que cada uno de los “sólidos platónicos” posee una función. Así


14 “Lasclaves de Enoc”, J.J.Hurtak, The Academy for Future
Sciense, Los Gatos, California, 1977.

115

nos lo han enseñado los apunianos. Trabajamos, pues, con cada
una de estas figuras, siendo el Cubo la base para crear el
Teseracto y “contener” al Minius. El Teseracto es una “nave del
tiempo”para conectar con el universo.
Resulta gracioso ver en recientes películas cómo los guio-
nistas explotan su misterio, como el caso de la ya citada Inter-
stellar, Transformers o Avengers. Obviamente, estas informacio-
nes no surgieron de Hollywood o los cómics. El cine ha echado
mano a verdades cósmicas que, muchas veces, son banalizadas
y manipuladas en la pantalla grande. Pero ya lo dije, la realidad
supera la ficción.
El uso del Cubo-Teseracto por parte de los extraterrestres
ya se había mostrado antes del encuentro con Ivika en Yungay.
En otro encuentro cercano que ya mencioné, ocurrido en el de-
sierto peruano de Chilca, en el año 2001, ya habíamos descrito
un cubo que controlaba un “rayo de luz sólida” en el reporte de
la experiencia. También lo mencionamos en el informe de con-
tacto de Monte Shasta del 26 de agosto de 2012 (incluido en mi
anterior libro sobre los apunianos). En Huascarán fue cuando
empezamos a hilar todo esto. Hoy sabemos que esta herramien-
ta puede impulsar nuestras capacidades de co-creación.
El “Emisario” en el CERN estaba en lo cierto cuando dijo
que disponíamos de un “acelerador de partículas mental”, pre-
parado para crear realidades positivas.
El mensaje de los apunianos era claro: antes de intentar
acercarnos científicamente a los misterios que encierran nuevas
tecnologías subatómicas, tenemos que “sentir” la fuente de esa
energía viva. Aquello de que el verdadero contacto empieza
con nosotros mismos. El Minius, aunque es buscado “afuera”,
se halla dentro de cada ser.
He compartido esta técnica en muchos países con resul-
tados maravillosos. En el desierto de Atacama, por primera vez,

116

cientos de personas pondríamos en práctica el “Mérkaba de los
apunianos” para recibir un mensaje del “futuro”…

117

Recortes del diario expreso de Lima (1973). El contacto con los
apunianos fue ampliamente difundido por los medios del Perú.

118

Juan Acervo y Adolfo Perret, en una reunión en Lima (2017).
Ellos son testigos de contacto con los apunianos en Chilca,
experiencias que se registraron entre los años 1972 y 1973.
Foto: cortesía de Elard Pastor.

Ricardo González en una reunión con antiguos miembros


y amigos del Grupo Aztlan (Madrid, 2016). El grupo español
fue célebre por sus contactos con seres de Alfa Centauro.

119

Imágenes de los encuentros en Monte Shasta y Monte Perdido.

120

El autor en las instalaciones del CERN en Suiza.

121

La Dra. Ana María Barón y la esfera del Licancabur.

Uno de los extraños seres representado en Río Loa,


en el desierto de Atacama (Cortesía Raymond Lodge).

122

La reunión en el desierto de Atacama (2016) fue un evento histórico.
Paola Harris participó del mismo y compartió su testimonio
de contacto con los apunianos. “Yo también los vi”, dijo.

123

El Valle de la Luna es un importante nodo de fuerza en el desierto de Ataca-
ma (arriba). En la foto (abajo), parte del grupo que participó del encuentro
mundial. La imagen fue tomada en la “Gran Duna”, en donde horas más tar-
de Ricardo González tendrá el contacto con Ivika (27 de septiembre de 2016).

124

El autor en la llanura de Chajnantor, a 5.000 metros de altura.
Allí se emplazan las 66 antenas del observatorio ALMA,
y también nuestros “recuerdos del futuro”.

125

El autor en el pequeño pueblo de Quitaracsa, Áncash. Abajo, entrevistando
al guía de montaña Eloy Moreno Wisa, a 4.000 metros de altura.

126

Las rocas halladas en la expedición a Quitaracsa son un misterio.
Se puede apreciar que ambos monumentos megalíticos están colocados
como si delimitaran un ingreso. Uno de ellos esgrime un claro corte.

127

Eloy y el autor, en el hoyo tapado, oculto en el círculo de piedras.
Abajo, una de las desconcertantes piedras grabadas de Quitaracsa.

128

El símbolo universal de Chintamani, la “Bandera de la Paz” de
Nicholas Roerich, formado por el grupo en el Valle de la Luna y
fotografiado desde un drone. La conciencia de la paz es lo que puede
enrumbar el futuro de la humanidad según los seres del cosmos.
(Imagen por Fernando López).

129

VIII

TIERRA II LLAMA A ATACAMA

“La Tierra es azul. Qué bonita. Es increíble…”


Yuri Gagarin desde el espacio.
12 de abril de 1961

130

Viernes 23 de septiembre de 2016. Desierto de Atacama, Chile.

Nuestro vuelo de Santiago aterrizó sin contratiempos en el pe-


queño pero moderno aeropuerto de Calama. Nos habíamos
ahorrado más de mil quinientos kilómetros de viaje en coche.
Solo nos restaba cubrir otros cien kilómetros de ruta para llegar
a nuestro objetivo: el hechizante pueblo de San Pedro de Ataca-
ma.
Alquilamos una camioneta en el aeropuerto y enrumba-
mos hacia uno de los desiertos más enigmáticos del mundo. Mi
buen amigo Raymond Lodge de Chile, conocedor de esos ca-
minos, iba al volante.
Durante el corto periplo a San Pedro mil sensaciones nos
asaltaban. Ver a la distancia la colosal silueta del volcán Lican-
cabur removió en nuestras entrañas viejos recuerdos. No era

131

para menos: habíamos acampado con nuestro grupo en sus
faldas hacía trece años. Y en esa ocasión, una inmensa nave, que
se veía como un “racimo de luces”, se colocó sobre la laguna
verde ⎯un hermoso lago de montaña con altas concentraciones
de sal⎯, desatando en todos nosotros una gran emoción. Fue el
anticipo de un contacto físico con Antarel, que se desarrolló en
un paraje muy próximo a nuestro campamento, emplazado a
4.600 metros de altura. El recuerdo estaba vivo.
En ese contacto el gigante apuniano nos advirtió de la
presencia de científicos de la NASA. Entonces nos sugirió
marcharnos al día siguiente…
Y el mensaje del extraterrestre resultó ser cierto, pues esa
mañana del inolvidable 12 de noviembre de 2003 vimos cómo
un equipo de científicos se apersonaba a la zona en varios vehí-
culos 4x4, como si se tratase de un episodio de la serie “X Files”.
El chofer boliviano que habíamos contratado en San Pedro para
que nos viniese a buscar estaba con ellos. Se me acercó corrien-
do y me dijo que nos teníamos que ir, que un equipo de la NA-
SA había pedido privacidad en toda el área.
Descreído, me acerqué a uno de los científicos…
Me hice el desentendido. Quise pasar como un “mochile-
ro” que estaba paseando por allí.
Desenfadado y “haciéndome el sueco”, me acerqué al
hombre que me resultaba por impresión más receptivo. Era un
tipo joven, de expresión amigable. Le hablé en inglés y le dije
que éramos un grupo de trekking y que nos intrigaba la presen-
cia de la NASA en el lugar.
⎯Venimos a estudiar pequeños organismos en el Licanca-
bur ⎯me contestó sorprendido⎯. Estamos aquí para ver cómo
se adapta la vida a condiciones difíciles; en este caso la altura y
una exposición significativa a los rayos UV.

132

Me hablaba Brian Grigsby, enviado del Planetario Schre-
der.
⎯¿Y ustedes que están haciendo aquí? ⎯me increpó.
Sin mayor remedio, decidí abrirme, y, sin pelos en la len-
gua, como buscando detectar una reacción en él, le dije que es-
cribía sobre “vida extraterrestre”…
Entonces el científico de la NASA me dijo: “Formo parte
también del Proyecto SETI”. Pero no pudo profundizar más. Vino
alguien de su equipo y me echaron.
Efectivamente, su brigada científica estaba siendo dirigida
por la Dra. Nathalie Cabrol del Instituto SETI, además de ser
miembro de la NASA Ames Research Center. Los científicos,
que buscaban confirmar si Marte tuvo vida hace unos 3.000
millones de años, eligieron el Licancabur por su parecido con el
planeta rojo.
Pero, ¿sólo venían a estudiar vida microscópica fosiliza-
da? ¿O había algo más como nos anticipó Antarel en el contac-
to?
Luego corroboramos que los guardaparque habían cerra-
do el acceso a la cumbre del Licancabur porque la NASA solici-
tó total privacidad durante las investigaciones. Esos estudios
involucraba introducirse en la laguna del volcán. Recordé así
las historias de supuestos túneles secretos dentro del Licanca-
bur que, según la leyenda, eran conocidos por los incas y otras
civilizaciones andinas, y el episodio de la discutida esfera de
cristal que el buzo francés Henri García ⎯que trabajó en su día
con el famoso oceanógrafo Jacques Cousteau⎯ halló en esas
aguas en 19951. Hay una fotografía de ese descubrimiento (ver
galería). Me la había mostrado días atrás la arqueóloga chilena


1 “Kayona y los dioses de Mu”, Ricardo González, ECIS Publica-
ciones, Buenos Aires, 2013.

133

Ana María Barón. Fue ella quien inmortalizó a García con la es-
fera en la mano, antes de que ésta se le cayese al agua y se per-
diese para siempre…
Por esas cosas del destino, un año más tarde a este encon-
tronazo con los científicos en el Licancabur, fui invitado por mi
amigo mexicano Roberto Rosales a una conferencia abierta de la
NASA en California. El tema: la posibilidad de vida extraterres-
tre en el universo. La presentación fue montada en el Ames Re-
search Center. Grande fue mi sorpresa cuando vi que parte de
los ponentes de esa jornada eran los mismos científicos que nos
echaron del volcán…
Pero lo que dijeron ese día en la conferencia no era lo que
nosotros vimos en la montaña: ocultaron muchos detalles, omi-
tieron parte del equipo que realmente llevaron, y hasta “escon-
dieron” la participación de un hombre fuerte de la NASA en esa
expedición ⎯un importante personaje que nosotros verifica-
mos, y que por razones personales evitaré mencionar⎯.
Antarel tenía razón: otros intereses en la zona se hallaban
en juego.
Hoy entiendo que todo esto podría tener alguna relación
con los futuros planes de “El Arca”…

El desierto del misterio

De acuerdo a los extraterrestres, Atacama forma parte de un in-


menso cuadrante energético en América del Sur. Este “Portal
del Tiempo”, como lo definen, se inicia en el Cusco, se extiende
hacia el lago Titicaca, y llega hasta el desierto de Atacama. Los
diferentes nodos de todo el continente están conectados con
este “núcleo” principal de fuerza.

134

Este desierto, con más de 105.000 kilómetros cuadrados
de superficie, es el más árido del planeta. Atesora casi todo el
año cielos diáfanos y despejados, cualidad que lo ha situado co-
mo uno de los paisajes más elegidos para la observación del es-
pacio. Emplazado en el norte de Chile, delimita al este con la
cordillera de los Andes y al oeste con el océano Pacífico. San Pe-
dro, su pintorezco pueblo que se alza a unos 2.400 metros de al-
tura, es su enclave de referencia.
Durante este viaje, Raymond nos recordaba sus extraordi-
narias experiencias con un equipo de trabajo de Santiago de
Chile, llamado el “Grupo del Tiempo”. Ellos habían explorado
la zona de Atacama y parajes aledaños, constatando una serie
de hechos “sobrenaturales” que respondían a ciertos puntos de
singularidad en el espacio-tiempo. Los identificaban con el
nombre de “zonas fractales”. Con Raymond comprendimos que
esa información, recibida a través de mensajes telepáticos, enca-
jaba con el “Portal del Tiempo” del que hablaban los apunianos
y los conceptos relativos a la energía Minius.
No era de sorprenderse: desde tiempos antiguos esta zona
del “Portal del Tiempo” fue cuna de las más grandes civiliza-
ciones andinas. Tal vez, los pueblos originarios descubrieron
que las líneas de fuerza del planeta convergen en ciertos territo-
rios, creando los citados “nodos” o “lugares sagrados”. Muchas
veces los “marcaban” con símbolos en la piedra ⎯caso Río Loa,
entre otros⎯ o trazando figuras en la misma tierra, como los
gigantescos geoglifos de Atacama.
Uno de los más desconcertantes es el “Gigante de Ataca-
ma”, ubicado a unos 84 kilómetros de la ciudad de Iquique. Se
trata de un enorme ser representado en una de las laderas del
cerro Unita. Tiene ochenta y seis metros de alto y tres mil me-
tros de superficie. ¿A quién se quiso representar? ¿A un supues-

135

to Yatiri o “chamán” andino? ¿A una deidad, como el misterio-
so Tunupa? ¿O se trata de otra cosa?
Nuestro entusiasmo, pues, era desbordante. ¿Había llega-
do el momento de ir un paso más allá en la comprensión del rol
de Atacama en el programa de
contacto?

El “gigante de Atacama”.

Esta era la primera vez en que haríamos un encuentro en


pleno desierto de Atacama. Sería engorroso detallar aquí toda
la logística que tuvimos que montar para lograrlo. No se dispo-
nen de muchos lugares habilitados para acampar en las cerca-
nías de San Pedro de Atacama. Sin embargo, gracias a la gestión
de nuestro amigo, el arquitecto chileno Claudio Fernández,
logramos conectar con el Camping Wayra de Vilma Lobos. Allí
se podía hacer nuestra reunión. El único detalle es que estába-
mos limitados a recibir alrededor de trescientas personas ⎯pa-
ra cumplir con las estrictas normas de camping y seguridad⎯.
Nos hubiese encantado recibir a todos, pero las condiciones se
dieron así. Lo importante es que quienes no pudieron sumarse
físicamente a este trabajo, nos acompañaron desde sus ciudades
de origen, a través de distintas salidas al campo. De esta forma
creamos una “gran red” de intención.

136

Finalmente, fueron trescientas treinta personas de dieci-
siete países las que nos reunimos el 24 de septiembre de 2016 en
Atacama.
Estaba contento pero al mismo tiempo nervioso.
Ivika me había advertido de que la volvería a ver…
Realmente no estaba seguro de pasar de nuevo por un en-
cuentro de esta naturaleza. No es una tarea sencilla…
Decidí entonces no estar pendiente de ello. Puse toda mi
energía en el encuentro y en el trabajo que haríamos todos jun-
tos con el “Hipercubo”. Los apunianos aseguraban que con el
concurso de todos los allí presentes generaríamos algo muy
grande.
Y una vez más no se equivocaron…

Un mensaje de otro tiempo

Si bien es cierto el cambio del ser humano se debe basar en la


conducta conciente, en la acción concreta, cuando un colectivo
de personas se reúne vibrando en un propósito común, genera
cosas extraordinarias. En este y otros planos.
Desde luego, debe existir un balance entre estas tareas co-
lectivas y el trabajo personal, siendo este último la piedra ci-
miento de todo lo que podamos construir.
Atacama era el escenario ideal, pues su campo de energía
“amplificaba” nuestro poder de la intención. No es una “creen-
cia” o delirio “New Age”. Es un conocimiento ancestral que dice
que donde dos o más estén reunidos bajo una misión, el cielo
estará con ellos.
Meditar en el desierto de Atacama bajo su hermoso manto
de estrellas fue una experiencia inolvidable. En ese cielo cau-
tivante, de verdaderas “noches cósmicas”, las naves se hicieron

137

presentes, interactuando a través de potentes destellos con las
señales que les hacíamos desde tierra con rayos láser. Fue una
bella comunicación. La arqueóloga chilena Ana María Barón,
que apareció de improviso en nuestro campamento, alegrándo-
nos a todos por contar con su presencia, fue testigo de todo ello.
También la investigadora Paola Harris, que acudió con parte de
su equipo desde los Estados Unidos. Asimismo, distintas auto-
ridades locales que se acercaron a nuestra reunión ⎯evitaré
mencionar sus nombres por un pedido expreso de privacidad⎯
también participaron de los avistamientos.
Este contexto de contacto me permitió explicar a los pre-
sentes cómo se había iniciado el programa apuniano, y su re-
lación con otras misiones secundarias en la Tierra.
La propia Ivika lo había descrito así en un anterior men-
saje:

“…Nuestra relación con testigos de nuestra existencia en Perú


tiene su punto de inicio luego de la Segunda Guerra Mundial. Ese su-
ceso activó distintas medidas de nuestra parte, como aproximaciones y
mensajes de alerta.
Te recordamos que hubo dos eventos durante la guerra que fue-
ron muy estudiados por nosotros: un experimento con puertas dimen-
sionales y pliegues del tiempo en 1943, y las pruebas con la bomba ató-
mica y su posterior detonación en 1945. Diez años más tarde, luego de
algunos acercamientos esporádicos, decidimos implementar programas
de contacto. 1955 fue el año fijado. Por ello, en aquel año, hallaron di-
versas acciones de parte nuestra para revelar puntos de encuentros,
entregar conocimientos e implementar planes de ayuda para que pu-
diesen comprender el motivo profundo de nuestra visita. Para ustedes
han transcurrido varias décadas. Para nosotros este proceso se inició
hace un instante.

138

Estas distintas misiones de contacto o “programas de acerca-
miento” hallaron su cauce principal luego del año 2012. A partir de
allí, como ya les explicamos en otros mensajes, todos los procesos se
unen y se armonizan en un camino universal.
Cuando las diferentes civilizaciones que apoyamos la misión de
la Tierra decidimos iniciar nuevos contactos luego de la Segunda Gue-
rra Mundial, nos enfocamos en hombres adultos: individuos ya edu-
cados y con una experiencia de vida que les permitiese resistir
mentalmente la experiencia de contacto. Luego, pasamos a la siguiente
fase, en donde alentamos grupos de trabajo formados a partir de la
experiencia de adolescentes, seleccionados por su plasticidad mental
para recibir un conocimiento nuevo que les permitiese prepararse y
preparar a otros. El siguiente paso es cimentar todo este proceso desde
los niños, y a partir de allí construir una nueva humanidad.
Les ofrecemos esta información para que puedan comprender to-
do lo que hemos venido haciendo y transmitiendo. El contacto con no-
sotros es un reencuentro. Para nuestras tripulaciones dejó de ser una
aproximación antropológica y científica, o una misión de rescate. Se ha
convertido en una alianza. En recordar que somos parte de la misma
familia…” (Capilla del Monte, 16 de enero de 2016).

Aunque ya lo he dicho, debo reiterar que soy conciente de


que hay de todo en el universo: grupos extraterrestres con dis-
tintas agendas y objetivos. En nuestro caso, la relación que he-
mos sostenido con los apunianos ha sido positiva, con un men-
saje de cambio y esperanza, de conciencia y libertad. Con testi-
gos e informaciones contrastables.
Sí, creo en el mensaje que nos han transmitido.
Lo creo porque lo he experimentado. He visto sus conse-
cuencias positivas en nuestras vidas y como todo esto ha afecta-
do positivamente a los demás.

139

Ivika tenía razón: el contacto con ellos es un “reencuen-
tro”…
Siguiendo la recomendación de la líder apuniana, la no-
che del 25 de septiembre nos preparamos para hacer la práctica
del Hipercubo. El objetivo era enviar un mensaje al “futuro”:
conectar con los niños que viajarían a Alfa Centauro desde ese
mismo desierto que pisábamos. Nosotros estábamos en la mis-
ma zona física, pero en otra “franja de tiempo”. Generaríamos
una “grieta” para comunicarnos.
Desde antes de este encuentro en Atacama sabíamos que
el actual emplazamiento de ALMA ⎯el mayor observatorio as-
tronómico del planeta⎯, en la alta meseta de Chajnantor (5.000
metros sobre el nivel del mar), se transformará, en ese “futuro”
descrito por los apunianos, en la plataforma de lanzamiento de
“El Arca”. No en vano, como bien me apuntó mi amigo Ricardo
Gatica de Chile, “Chajnantor”, en el dialecto atacameño Kunza,
significa: “El lugar del despegue…”
Recuerdos del futuro…
La práctica con el Hipercubo fue asombrosa. Cientos de
personas viviendo una suerte de “viaje espacio-temporal”. Una
experiencia colectiva que fue acompañada por la presencia de
las naves.
Por un instante, era como si hubiésemos desaparecido del
campamento. Una auténtica proyección de nosotros mismos se
trasladaba hacia otra realidad. Difícil explicarlo. Fue increíble lo
que sucedió allí. La mayor parte del grupo logró “viajar” men-
talmente y sus percepciones fueron las mismas. Se había produ-
cido un “contacto”.
Ivika lo explicó en un nuevo mensaje:

Soy Ivika:

140

Han afectado la matrix de sucesos futuros con el trabajo que
han realizado.
Al acudir aquí han activado algo importante. Una ventana que
permite proyectarse en distintas direcciones ha sido el mecanismo para
sembrar una semilla de luz, una alternativa, un camino diferente. Esa
ventana se generó a través del Hipercubo y la conciencia del Minius.
Esta semilla fructificará si muchos más seres concientes se su-
man a la tarea. Y ese encargo ha sido programado, en gran medida, por
ustedes mismos.
Diversos caminantes que han atendido el llamado de Atacama
ya estuvieron aquí, pero en una línea de tiempo “futuro”. Sí, están co-
nectados con la historia de los niños que viajan al espacio.
El lugar central del proyecto es, efectivamente, la meseta de
Chajnantor. El emplazamiento de ALMA no es fortuito. Hay instala-
ciones en la zona que obedecen a otros intereses, investigaciones sobre
el espacio-tiempo conectadas a la singularidad del lugar. Les confir-
mamos estas informaciones porque el programa depende de ustedes, de
“recordar” el futuro, de saber decidir. Como han aprendido, una deci-
sión en conciencia puede afectar este y otros planos.
Han permitido, con esta gran reunión en Atacama, que se pre-
cipite la siguiente etapa en nuestra labor conjunta. Hemos observado
de cerca su trabajo. Evaluamos y aprendemos de ustedes. Vemos que
observan el cielo prestando atención al desplazamiento de nuestras
naves, pero deben saber que no estuvimos tan lejos: aprovechamos esta
instancia para mezclarnos entre ustedes. Uno de nosotros está ahora
mismo aquí. No se inquieten por identificarlo. No lo podrán hacer ya
que podemos asumir una apariencia humana perfecta, como la de cual-
quier habitante de la región. Lo hemos hecho para vivir, desde adentro,
sus inquietudes, sueños, preguntas y ese intenso deseo de ayudar, de
“hacer algo”, como bien dijeron. Era imperante este procedimiento pa-
ra tomar una determinación sobre la nueva etapa de la que les habla-
mos. Se ha puesto en marcha.

141

Luego de este encuentro diversos grupos serán ubicados en lu-
gares específicos para realizar tareas. En esta región visitarán puntos
relacionados con nosotros, el futuro y nuestra agenda. No todos deben
ir al mismo lugar. Déjense guiar que no están solos.
Te ratificamos que tendrás un encuentro más con nosotros. En
esta ocasión, podrás tocar el cubo. No temas. Es el momento de unir
nuestros tiempos.
Ahora escucha…

Ni bien culminó la transmisión de Ivika, sentí otra fuente


llegando a mi cerebro. Era un ruido extraño, y luego unos soni-
dos, como las ondas de radio que publican los observatorios es-
paciales. Luego sentí una voz humana. Se expresaba en un len-
guaje que no pude identificar.
Entonces esta voz cobró sentido en mi cabeza, empecé a
entenderla, en mi propio idioma. No eran los apunianos…
Atónito, escribí lo que entendía de esa transmisión.
El breve e inquietante mensaje decía:

“Mi nombre es Alexander Leónov,


ciudadano de la Federación Rusa.
Una parte de mí ha recobrado
mi memoria de la Tierra.
Fui militar. Hubo un proyecto.
Desastre. Luego la guerra.
Los recursos agotados.
El programa espacial se había
acordado antes de nuestro nacimiento.
Cuando llegó el momento límite nos enviaron.
Hubo errores técnicos. Pero no teníamos opción.
Llegamos a Tierra II.
No descuiden Tierra I.

142

Lo humano se queda en mí.
Desde la colonia en Alfa Centauro”.

Solté el lápiz temblando. ¿Acaso había perdido la razón?


El apellido del supuesto astronauta ruso que “transmitía” desde
Alfa Centauro lo conocía… ¿Era un descendiente del ya citado
Aleksei Leónov, el hombre que hizo la primera “caminata espa-
cial” en 1965?
No, no estaba loco…

143

IX

EL REGRESO DE IVIKA

“Para ustedes seríamos extraterrestres,


porque no nacimos en la Tierra. Pero algunos de nosotros
estamos estrechamente vinculados a la humanidad
porque somos, en cierta medida, sus descendientes…”
Ivika en el contacto de Yungay
12 de abril de 2015

144

Al concluir la experiencia comenté a mi esposa lo que me había
sucedido. “No, no lo pienso leer”, le dije aún algo turbado
mientras sostenía el cuaderno en donde psicografié el mensaje.
Pero algo me empujó a hacerlo. No sé qué. Una sensación de
que debía dar ese paso.
Finalmente, “guiado” por esa sensación que me abrazaba,
leí el supuesto “pedido” del “futuro”.
Grande fue mi sorpresa cuando distintos participantes del
campamento se me acercaron para mostrarme mensajes simila-
res, “enviados” por otros astronautas humanos, que se identifi-
caban brindando su nacionalidad de origen, nombre y apelli-
do… Entonces se leyeron, públicamente, los desconcertantes
“comunicados” ante el asombro de todos. La información coin-
cidía…

145

Si bien estábamos intentando enviar una señal de espe-
ranza hacia el futuro, llevando nuestro “poder de la intención”
hacia los momentos clave de “El Arca”, nada hacía presagiar es-
ta “comunicación” de los astronautas humanos que viajaron ha-
cia Alfa Centauro. ¿Fue realmente así? ¿Se “comunicaron”?
El presunto descendiente de Leónov dijo que parte de él
había “recuperado la memoria”. ¿Se refería al episodio descrito
por Ivika, en que los astronautas tienen un trastorno cognitivo a
consecuencia del viaje espacial? ¿Otros astronautas, como este
caso del “descendiente” de Leónov, recuperaron también parte
de su memoria? ¿O se trataba de otra cosa?
Como ya dije, Alekséi Leónov es recordado por su extra-
ordinaria caminata espacial. Estuvo durante doce minutos y
nueve segundos fuera de la nave tan solo sujeto con una correa
de poco más de cinco metros. Al final de la caminata espacial,
su traje se había inflado en el vacío del espacio hasta el punto
en que no podía volver a entrar a la esclusa de aire. El cosmo-
nauta tuvo que abrir una válvula para permitir que la presión
del traje descendiera y apenas fue capaz de volver dentro de la
cápsula. Su hazaña, siendo la primera caminata en la historia de
los viajes espaciales, le permitió ganar un lugar especial en su
país y en el mundo de la astronáutica.
Leónov es un hombre fuerte en Rusia. Y también en los
Estados Unidos, ya que trabajó en Houston durante muchos
años. A caballo entre las dos superpotencias, se ha transforma-
do en uno de los principales consejeros de la carrera espacial
humana. Hay que recordar que entre 1976 y 1982, fue coman-
dante del equipo de astronautas y director adjunto del Centro
de Entrenamiento de Cosmonautas Yuri Gagarin. En aquel en-
tonces Leónov supervisaba y coordinaba las tripulaciones. Su
conocimiento y asesoría son fundamentales para los futuros

146

proyectos de viajes al espacio exterior. Incluyendo, desde luego,
lo que será “El Arca”…
No obstante, como buen agente de inteligencia además de
ex astronauta, sabe guardar silencio. Un ejemplo es el tiempo
que calló la verdadera causa de la muerte del mismísimo Yuri
Gagarin, en una tragedia aérea ocurrida el 27 de marzo de 1968.
La comisión estatal creada especialmente para su investigación
concluyó que la tripulación del MiG-15UTI, conformada por
Gagarin y el experimentado instructor Vladímir Sirioguin, du-
rante un vuelo de prueba a unos 200 kilómetros al este de Mos-
cú, trató de esquivar un “objeto desconocido” mediante una
maniobra, que provocó una barrena de cola y la posterior coli-
sión con el suelo. Leónov, luego de décadas de silencio ⎯atri-
buidos al secreto militar⎯ aseguró que un factor humano estu-
vo presente en la muerte de Gagarin: un caza Su-15, no autori-
zado, voló peligrosamente cerca y generó el “accidente”1. Así,
puso paños fríos al asunto.
Mientras escribo estas líneas, la CIA ha liberado trece mi-
llones de documentos que en su día eran de “alto secreto”2. Una
variedad de ellos involucran investigaciones de fenómenos pa-
ranormales y avistamientos de ovnis. Leónov tachó a esa des-
clasificación de “disparate”. Y era obvio: los mencionados docu-
mentos de la inteligencia norteamericana citan a Leónov y a su
compañero estadounidense, Thomas Stafford, en un episodio
ovni en 1975, durante el proyecto de pruebas Apolo-Soyus. “Ja-
más vi esos objetos ⎯insistió Leónov en una entrevista con el


1http://www.elmundo.es/elmundo/2013/06/17/ciencia/13714650

28.html
2 http://www.infobae.com/america/eeuu/2017/01/18/la-cia-

publico-en-internet-toda-su-historia-13-millones-de-paginas-de-
documentos-desclasificados/

147

canal ruso Zvesda⎯, y Stafford tampoco sabe nada de eso…”,
añadió3.
Al margen de las pretendidas “desclasificaciones” de la
CIA ⎯sigo pensando que los documentos realmente importan-
tes difícilmente saldrán a la luz⎯, y sus maniobras de intoxica-
ción de información, queda claro que Leónov sigue un guión.
No es la primera vez que desmiente este tipo de informes.
A boca de jarro le dijo a los periodistas rusos que no hay
evidencia alguna que confirme el encuentro de militares de su
país con ovnis, cuando todas las pruebas dicen lo contrario, in-
cluyendo testimonios de pilotos de guerra. Dentro de su contra-
dicción, apretado por el citado canal ruso, Leónov admitió: “Lo
único de lo que podemos hablar es de la formación de unas fi-
guras geométricas absolutamente perfectas en los campos de las
ciudades rusas de Stávropol y Kubán. En una noche aparecen
los dibujos gigantes y nadie puede explicar qué son…”4
Como si ello fuera poco…
Leónov está en la misma “línea de pensamiento” que
Hawking ⎯si es que no forman parte, en secreto, del mismo
equipo⎯, al sostener en una reunión celebrada en Tenerife, Es-
paña, en el marco del 50 aniversario del primer vuelo espacial
tripulado, que la humanidad “no se va a quedar en este planeta
para siempre”. No gratuitamente Hawking y Leónov son los
únicos que tienen su estrella en el Paseo de las Estrellas de la
Ciencia de La Palma, allí en Tenerife5. Ambos hombres de cien-
cia están unidos en una misión secreta.


3 https://mundo.sputniknews.com/prensa/201701191066315291-

cosmonauta-disparate-documentos-cia-ovnis/
4 https://www.youtube.com/watch?v=77rEziy8fhU
5http://www.eldiario.es/lapalmaahora/sociedad/Alexei-Leonov-

Estrellas-Ciencia-Palma_0_531946889.html

148

¿Un descendiente de Leónov será parte del proyecto de
“El Arca”? ¿Cómo es esto posible si el cosmonauta ruso no ha
tenido, que se sepa, hijos varones?
“El programa se había acordado desde antes de nuestro naci-
miento”, decía su presunto “descendiente” en Alfa Centauro…
El lector sabrá interpretar…
Lo inquietante de estos “mensajes” del futuro, no es la es-
cueta información que transmitieron los humanos de Alfa Cen-
tauro, sino la “conexión” emocional que se estableció a partir de
ese contacto. Como si dos tiempos se hubiesen unido. Como si
nuestra existencia estuviese conectada a esa comunidad huma-
na en el cosmos…
El encuentro en Atacama fue muy valioso. Ahora queda-
ba pendiente la cita con Ivika, que estaba señalada en mensajes
previos para concertarse en el Valle de la Luna. El 27 de sep-
tiembre, a las 21 horas, era la “coordenada” del encuentro.
La guía apuniana me había pedido discreción con este
contacto programado. Sin embargo, cuando consulté con las au-
toridades para acudir por la noche al Valle de la Luna, me dije-
ron que no era posible. Como todo parque natural, sus puertas
se abren durante el día, y las excursiones nocturnas requieren
de permisos especiales que en esta ocasión se nos negaba.
Abatido, comprendí que no podía forzar las cosas. Si el
contacto se tenía que dar las condiciones se presentarían como
ya había ocurrido en otras ocasiones.
Una vez más decidí esperar.
Entretanto, invité a todo el campamento para que nos
acompañe, ese mismo miércoles 27 de septiembre, a una visita
diurna en el Valle de la Luna. La intención era meditar en ese
nodo de fuerza por la paz mundial. A pesar de que muchos vol-
vían ese día a sus países de origen, formamos un grupo de unas
ciento cincuenta personas. Ya no pensaba en el posible contacto

149

con Ivika fijado para esa noche. Nuestra visita al Valle de la Lu-
na era esa: una meditación global por el futuro.

El Valle de la Luna

Esa mañana abandonamos San Pedro y nos desplazamos unos


trece kilometros hacia el oeste. Así, llegamos a una inmensa
depresión de la denominada Cordillera de la Sal, que está
circundada por cerros de unos quinientos metros de altura. El
paisaje es bellísimo, en donde los laberintos de piedra y arena,
creados por la acción del viento y viejas inundaciones,
transforman ese valle en un escenario de “otro mundo”.
Recorrimos el paraje y decidimos reunirnos al pie de la
denominada “Gran Duna”, una inmensa loma de arena y
cráteres de sal que emerge con autoridad en el paisaje. Elegimos
este marco para realizar nuestra meditación por la paz mundial.
No estábamos solos: tanto las autoridades del parque como
algún representante de los pueblos originarios del lugar, nos
acompañaron y observaron con atención.
Durante la meditación percibí que comprendieron
nuestro trabajo. Que pudieron ver, desde otra perspectiva,
nuestras intenciones. Y ello, sin darnos cuenta, nos estaba
abriendo una puerta.
Esa misma tarde, recibí una llamada telefónica…
Sin mayor protocolo me lo dijeron: nos permitirían acudir
esa noche…
Era increíble.
Pero eso sí, me pidieron que fuera con un grupo pequeño,
no más de veinte visitantes.
Indagué entonces cuántos quedábamos de todo el enorme
grupo que participó del encuentro. “Unas setenta personas”,
me confirmó Pablo Cascone de nuestro equipo de Buenos Aires.

150

Por un instante dudé…
“Si me aparezco con tantas personas los guardaparque
podrían prohibirnos el ingreso”, pensé. No quería poner en
riesgo la cita con los apunianos.
En las experiencias de contacto directo, en donde un tes-
tigo se entrevista cara a cara con estos seres, existe un protocolo
de seguridad. Los extraterrestres, si bien se pueden mostrar en
algunas ocasiones ante un nutrido grupo de testigos ⎯como
nos sucedió con Paola Harris en Monte Shasta⎯, prefieren en la
actualidad los acercamientos personales. De esta forma tienen
mayor control de la situación, y no quiebran ciertos acuerdos en
su comportamiento con humanos de la Tierra. Contactos especí-
ficos en situaciones específicas es parte de su proceder. No obs-
tante, esto no quiere decir que en el futuro no habrá un encuen-
tro masivo con la humanidad; pero, para llegar a esa instancia,
el hombre debe cerrar otras etapas en su largo aprendizaje.
Los protocolos de los encuentros cercanos también invo-
lucran a los denominados “grupos de apoyo”. En ciertas citas
concertadas con los extraterrestres se puede habilitar a un gru-
po que acompañe, y sea testigo de la presencia de “ellos” en el
lugar. Habitualmente ese grupo de apoyo no es numeroso, y es-
tá conformado por personas que ya están interiorizadas en el
contacto.
El encuentro de Atacama fue abierto, sin poner “requisi-
tos” de preparación a nadie. Lo he venido haciendo así para
acercar el mensaje extraterrestre a un público mayor. Pero una
cosa es un encuentro abierto de meditación y otra un trabajo de
apoyo en un contacto directo.
¿La expectativa de un grupo grande de apoyo podría ju-
garnos en contra? ¿Los guardaparque se asustarían al ver a esta
multitud llegando al Valle de la Luna?
Faltaba poco para que cayera la noche.

151

Tenía que decidir rápido.
“Iremos todos”, le dije a Sol, guiado otra vez por ese im-
pulso invisible.
Y que sea lo que tenga que ser…
Poco más tarde, una caravana de autos inquietaba la sole-
dad y el silencio del Valle de la Luna. Al llegar al control, tragué
saliva. Nuestra camioneta, con Raymond nuevamente al volan-
te, encabezaba la columna de vehículos. Bajamos las ventanillas,
nos vieron, sonrieron, y luego vino un “pase, pase…”.
Y pasamos todos…
Llegamos con los vehículos hasta una explanada próxima
a la Gran Duna. Sentí que en esa loma de arena sería el con-
tacto.
Nos congregamos entonces cerca de allí, montando un cír-
culo con las sillas de camping. Corría viento y la temperatura
bajó drásticamente. Eran las 20:00 hs.
Para relajarnos y aguardar en las mejores condiciones el
contacto, iniciamos una práctica de vocalización con el mantra
Om. Fue mágico. Nuestras voces se entremezclaban en una be-
lla vibración que resonaba en el Valle de la Luna, cual catedral
natural. Estaba en paz, pese al natural nerviosismo que precede
a una experiencia.
Ya he navegado por esas sensaciones en otras oportunida-
des. Pero esta era diferente. Como si estuviese a punto de vivir
algo completamente distinto y trascendental que terminaría de
unir todo lo que he afrontado en más de dos décadas de comu-
nicación con “ellos”.
Los recuerdos, inevitablemente, suelen surgir cuando es-
tás a punto de vivir algo inimaginable. En mi mente repasaba
que era un muchacho de diecinueve años cuando los apunianos
me contactaron por primera vez a través de un mensaje telepá-
tico y un posterior avistamiento de verificación. Desde entonces

152

mi vida no fue la misma. Mi exposición pública, mi posterior
despido en el trabajo por aparecer en la televisión hablando de
estos temas, mi cruzada personal por investigar y comprender
el contacto, el salto al vacío de dedicarme a tiempo completo a
todo esto, a difundirlo como parte de una misión concientemen-
te aceptada, mis libros y los viajes, todo, había sido ⎯y lo sigue
siendo⎯ un mar de emociones e intensas situaciones, siempre
en el ojo de la tormenta por el tipo de tarea que llevo a cabo. Pe-
ro en ese ojo hay paz. Es así que dentro de lo que me tocó vivir,
sentía un remanso, una calma que surgió en el Valle de la Luna.
Era conciente de todo lo vivido hasta allí. Y cómo nuestro
testimonio de contacto afectó a miles de personas en tantos
puntos del mundo. Sabía que debía confiar una vez más en
“ellos”, y en tanta gente amiga que ha venido apoyando mi hu-
milde trabajo. No les podía fallar. Debía dar este paso de volver
a ver a los “apunianos” y asumir, nuevamente, la responsabili-
dad.
El inmenso grupo estaba expectante, pero en perfecto or-
den, concentrado en la tarea de apoyar esta nueva “entrevista”
que tendría con Ivika. Su presencia fue muy importante porque
me dio mayor seguridad. Aguardábamos, como parte de los ci-
tados protocolos extraterrestres, que los apunianos nos dieran
algún tipo de señal de que ya estaban en el lugar, que las con-
diciones del contacto seguían operativas.
Mi reloj marcaba las 20:44 hs cuando Ivika se comunicó
telepáticamente...
Me pidió que nos quedáramos en silencio y que prestára-
mos atención al cielo, exactamente sobre la vertical del grupo.
La guía apuniana me advertía que una de sus naves se colocaría
arriba nuestro y haría la señal. Entonces transmití estas ins-
trucciones a mis compañeros. Y efectivamente, al cabo de un
instante, un objeto luminoso empezó a encenderse y apagarse

153

sobre nosotros, logrando capturar nuestras miradas. Había lle-
gado el momento.
Sin mayor titubeo, le pedí a Elard Pastor del Grupo Ma-
ranga de Lima y a Nicolás Segovia de nuestro equipo de trabajo
en Buenos Aires que mantuvieran al grupo de apoyo concentra-
do y en sintonía durante mi ausencia.
Me puse de pie y enrumbé, decidido, hacia la Gran Duna.

Ivika

Caminé tranquilo. Pese a haber estado navegando previamente


en mis recuerdos y sensaciones, me hallaba bastante seguro y
estable.
Mientras iba subiendo la pendiente que se levanta a un la-
do de la Gran Duna, recordaba la pintura de mi amiga Ana Ro-
sa Seamonson de Miami, que, sin conocer Chile y el Valle de la
Luna, había plasmado el mismo escenario que ahora veía.
Huelga decir que este paisaje había sido “marcado”…
Crucé la Gran Duna por ese sendero que iba ganando al-
tura, y no detecté nada “anómalo” en el lugar, así que caminé
un poco más, hasta que algó sucedió…
De pronto, todo el paraje mutó. En un abrir y cerrar de
ojos el escenario que vigilaba atentamente había cambiado. Ya
no era el Valle de la Luna. Me hallaba en otro escenario, un lu-
gar rocoso y de grandes montañas, sin hielo en sus cumbres. El
cielo era intensamente naranja, como un atardecer, pero salpica-
do de estrellas. Físicamente tenía las mismas sensaciones de un
andinista en altura, con un frío propio de la puna y cierta difi-
cultad para respirar, casi como si hubiese polvo en suspensión.
¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?
Desconcertado, supuse que ya estaba viviendo el contac-
to, y que los apunianos me habían “trasladado” a algún lugar a

154

través de una puerta dimensional. Giré hacia atrás, para ver si
detectaba alguna distorsión en el ambiente, cualquier cosa que
me hiciera hallar la presunta puerta por la que había “cruzado”.
Pero no hallé nada. Solo el mismo paisaje montañoso de
cielo naranja.
Entonces mi calma se hizo pedazos. Me sentí perdido, de-
sorientado.
“Este es el contacto, no debo ponerme nervioso” ⎯me re-
petía una y otra vez⎯. “Debes aguardar a que aparezca Ivika”,
pensaba.
Sin embargo, transcurrían los minutos en mi “reloj de are-
na mental” y nada surgía en el ambiente. Ni rastros de los apu-
nianos. Nada más ese solitario paisaje.
En ese momento supuse que, tal vez, el contacto era sim-
plemente estar en ese intrigante lugar. Quizá percibir en él al-
gún tipo de información. Si los apunianos me “trasladaron”
hasta allí, tenía que haber un propósito.
Cerré mis ojos y me concentré. Pero nada me llegaba.
Luego de unos momentos los abría, esperando ver nuevamente
el Valle de la Luna, pero no, yo continuaba allí, de pie, en ese
lienzo de otro mundo…
Fue entonces que distinguí, en el horizonte, una edifica-
ción que emitía una radiación blanca-plateada. ¿Cómo no la ha-
bía visto antes? No puedo calcular las proporciones exactas, pe-
ro tenía la imprensión de que ese domo achatado, que podría
describir como un moderno estadio de fútbol cubierto, era enor-
me. Estaba lejos, así que debía tratarse de una construcción im-
portante.
He aquí que una figura humana irrumpió en este escena-
rio y capturó mi atención.
Era la silueta de una mujer, alta y estilizada. Vestía el típi-
co enterizo que los apunianos suelen utilizar, en este caso de

155

color blanco en la franja central y el resto del “uniforme” en gris
metálico.
Era Ivika…
Caminaba hacia mí sosteniendo en sus manos un peque-
ño cubo metálico.
Entonces “rompió el hielo” diciéndome: “Es por los ga-
ses”.
La comandante apuniana interceptaba mis pensamientos.
Se referería al color particular del cielo que me había hipnotiza-
do. Ese color naranja respondía a la interacción de la luz con los
gases de ese mundo desconocido. Estaba claro que no me halla-
ba en la Tierra…
⎯¿Dónde estoy? ⎯le dije a Ivika, ya situada frente a mí.
⎯Estás viendo nuestro mundo de origen, el que ustedes
conocen como “Apu”…

156

X

LA “GALAXIA ESPEJO”

“El universo visible puede ser una mera región


dentro de una superregión que se infla eternamente.
Los universos burbujas podrían ser parte de un multiverso…”
Dr. Ranga-Ram Chary, Astrofísico
New Scientist, 28 de octubre de 2015

157

¿Había viajado hacia “Apu”? ¿Los extraterrestres lograron tras-
ladarme hacia ese astro? Como ya dije, llamamos “Apu I” al
mundo de origen de una avanzada civilización cósmica que,
más tarde, arribó a la región estelar de Alfa Centauro, en donde
colonizó varios planetas, iniciativa que conocemos como “Apu
II”. Desde luego, esos no son los nombres reales de esos mun-
dos; fue un término que los propios extraterrestres adoptaron
en la Tierra para describir el lugar de donde procedían. No lo
eligieron al azar: esa palabra se hallaba en el contexto del voca-
blo quechua “Apu” que, como ya vimos, alude al “espíritu pro-
tector” de las montañas.
Y precisamente estaba rodeado de descomunales eleva-
ciones de roca a mi alrededor. ¿Era “Apu I”? ¿Cómo llegué has-
ta allí?

158

⎯No, no has “viajado” hasta aquí ⎯intervino Ivika⎯, hi-
cimos que la memoria de este mundo “viaje” hacia ti. Utili-
zamos las líneas de fuerza del desierto de Atacama y uno de sus
nodos que reposa en la Gran Duna del Valle de la Luna para
crear la “conexión”. Estás viendo un gigantesco holograma de
aquel planeta. Lo hemos creado para que comprendas su histo-
ria.
⎯Es una postal de “Apu I” ⎯le dije⎯, el mundo original
del cual provienen los colonos extraterrestres en Alfa Centauro,
¿verdad? Ustedes nos dijeron que se encontraba más allá de
nuestra galaxia. ¿Cuán lejos? ¿Dónde se hallaba? ¿Porqué lo
abandonaron?
⎯Es momento de que lo veas por ti mismo ⎯contestó la
guía apuniana, mientras me acercaba el cubo metálico ⎯.
Dudé. No sabía si podría sostener ese artefacto misterioso.
¿Cómo iba a reaccionar al tenerlo en mis manos?
Era la tercera ocasión en que veía ese “aparato”. Los ex-
traterrestres lo habían mostrado en distintos contactos físicos.
En esas experiencias comprendí que se trataba de una suerte de
“herramienta cuántica”, por decirlo de algún modo, que puede
controlar grandes cantidades de energía. Vi a los apunianos
emplearla en otras ocasiones para crear hologramas escandalo-
samente “reales”, como lo que me estaba sucediendo en Ataca-
ma. Ya expliqué que los propios extraterrestres nos sugirieron
replicar las bondades de ese extraño cubo a través de ejercicios
mentales. Me refiero a la meditación con el Hipercubo o “Te-
seracto”: una “llave” hacia la “cuarta dimensión”. ¿Por qué en
esta ocasión era necesario tocarlo? ¿Es que algo de nosotros,
también, debía unirse a esa otra realidad en donde el mencio-
nado cubo hace de “link” intermedio?
Detuve mis cavilaciones y acepté tomar el aparato. Ivika
me lo entregó lentamente, como si se tratase de una ceremonia

159

mística. Para mí, todo esto no era un “holograma”, estaba pa-
sando, era “real”. Y así lo recuerdo todo. Los diálogos, las visio-
nes, las sensaciones, como si la experiencia hubiese quedado
“grabada” en mi cerebro.
Ni bien tuve el cubo entre mis manos me sorprendió su
poco peso, y su textura, como si hubiese sido contruido en al-
gún tipo de cristal liviano. Todo esto contrastaba con su apa-
riencia sólida y metálica.
Pero no dispuse de mucho tiempo para analizar su as-
pecto y otros detalles. De pronto se iluminó en una luz blanca
azulada, similar a la experiencia que había enfrentado en el con-
tacto programado de Ichic Puna.
Entonces empecé a “ver”, mientras Ivika me guiaba en es-
te “viaje”…

Una “ventana” en Sagitario A

Observé entonces, con una claridad indescriptible, una galaxia


espiral, que “supe” era nuestra Vía Láctea. La imagen era como
si estuviese avanzando con un drone, y, al mismo tiempo, el ob-
jeto de la visión ⎯la galaxia⎯ se movía, como si se tratase de
una animación 3D. Fue así que la galaxia, literalmente, se dio
vuelta, mostrando otra galaxia conectada a ella a través del nú-
cleo de ambas. Esta “animación” ⎯la llamaré así porque no en-
cuentro otra forma de describir esto⎯ me hizo ver una “galaxia
paralela” a la nuestra, coexistiendo con nosotros en otro plano
de realidad…
A través del centro galáctico de la Vía Láctea, mi “visión
de drone” ingresó vertiginosamente, y me hizo “viajar” hacia
ese “otro lado”. En medio del mareo y mis palpitaciones, como
si estuviese en medio de una montaña rusa, contemplé esa otra
galaxia, luego soles y distintos mundos. De esta forma la visión

160

me acercó hacia un planeta rocoso y montañoso, de un color
ocre ligeramente rojizo. Era “Apu I”.
Entonces comprendí que, tal y como nos habían adelanta-
do los extraterrestres, ese mundo se hallaba más allá de nuesta
galaxia. Pero se referían a otra cosa… Un mundo en una “gala-
xia paralela”…
Sabía que nuestros científicos han venido estudiando esta
posibilidad: que otras realidades podrían estar conectadas a tra-
vés de “agujeros de gusano”. El astrofísico italiano Paulo Salu-
cci ya había señalado que en el centro de nuestra Vía Láctea
⎯conocido como Sagitario A, por su ubicación en la constela-
ción del mismo nombre⎯, podría existir un gigantesto túnel ha-
cia otra realidad1.
Salucci, que trabaja en SISSA (Escuela Internacional de Es-
tudios Avanzados de Trieste) explicó: “Si combinamos el mapa
de la materia oscura en la Vía Láctea con el más reciente mo-
delo del Big Bang para explicar el universo y postulamos la
existencia de túneles de espacio-tiempo, lo que obtenemos es
que nuestra galaxia podría contener realmente uno de estos tú-
neles, y que el túnel incluso podría ser del tamaño de la propia
galaxia. Pero hay más: podríamos viajar a través de este túnel,
ya que, sobre la base de nuestros cálculos, podría ser navega-
ble”2.
¿Fue lo que vi? ¿Esa singularidad lleva hacia una “galaxia
gemela”? Me resulta difícil describir lo que los extraterrestres
me mostraron en el contacto de Atacama. Recuerdo que en ese
momento me preguntaba si la civilización extraterrestre de


1http://www.abc.es/ciencia/20150121/abci-vivimos-dentro-

agujero-gusano-201501211714.html
2 Ibídem.


161

“Apu I” surgió en esa “galaxia espejo” o migró hacia ella desde
nuestra realidad galáctica. Solo tuve una sensación, una corazo-
nada: ellos habían estado antes en nuestra galaxia.
De alguna u otra forma era conciente de que estaba con-
templando la historia de una raza alienígena de aspecto huma-
no que había logrado establecerse en ese “otro lado”. Entonces
lo comprendí: hubo un prólogo antes de “Apu I”, y ese prólogo
se había escrito en nuestra Vía Láctea…
Luego de estar inmerso en esta imagen la visión cambió, y
vi que “Apu I”, en esa “galaxia paralela”, se empezaba a secar.
Algo había ocurrido con el planeta. Esta escena me chocó. No
entendía qué estaba sucediendo.
En aquel instante Ivika me dijo: “Los científicos de ese
mundo cometieron un error con el Minius; un experimento que
afectó los recursos hídricos del planeta. Pero la mayor conse-
cuencia del experimento fue la inestabilidad del núcleo planeta-
rio, que luego colapsó, e hizo estallar al astro entero”.
“Con esta lección aprendida ⎯prosiguió Ivika⎯, los so-
brevivientes, que habían sido evacuados cuando el planeta ya
había entrado en su cuenta regresiva, viajaron hacia tu galaxia,
hasta llegar a los planetas que hoy investigan los científicos de
la Tierra”.
Ivika se refería claramente a los mundos de Alfa Centau-
ro. Seguidamente, la visión mostró unas largas y corpulentas
naves, de color blanco, con apariencia similar a la de un zeppe-
lin; aquellos vehículos se aproximaban a distintos mundos de
esa región. Pero no todos se dirigían al mismo lugar. Pude dis-
tinguir en la visión que los extraterrestres colonizaron tres as-
tros, en donde establecieron complejas instalaciones subterrá-
neas. Todo se concentraba en el subsuelo. Era como estar vien-
do una película… Mi mente, sacudida, archivaba toda la infor-
mación posible.

162

Mientras observaba estas imágenes que el cubo proyecta-
ba, la guía apuniana me explicó que eligieron esa zona estelar
por la presencia de agua líquida. Entonces le pregunté por qué
no colonizaron directamente la Tierra, ya que es un mundo
abundante en agua.
“No se colonizó por su estado de cuarentena ⎯apuntó⎯.
Alfa Centauro se transformó entonces en un puesto de observa-
ción. También se establecieron bases de tránsito en otros mun-
dos del Sistema Solar. Uno de esos astros está hoy desapareci-
do, donde actualmente se encuentra el cinturón de asteroides.
En la Tierra se pudo establecer bases temporales y laboratorios
de estudio que no tuviesen impacto en el programa”.
El “programa” al que se refería Ivika no es otro que la ya
mencionada “agenda” de civilizaciones extraterrestres. Aunque
he hablado de esto en otros libros, creo importante hacer una
breve reseña de esta información, antes de seguir adelante con
el contacto en el Valle de la Luna.

Un proyecto cósmico

Los distintos testigos de la presencia extraterrestre coincidimos,


sobre la base de nuestras experiencias, que estamos siendo visi-
tados por distintas civilizaciones de otros mundos y realidades.
También hay consenso en que las intenciones de esos seres son
diversas: algunos han actuado como distantes observadores, y
otros se han mezclado entre nosotros, como si fuese el caso de
un antropólogo que quiere conocer una cultura desde dentro.
Por otro lado, no pocos han intervenido equivocadamente en
nuestros asuntos para impedir nuestro avance y evolución. Y al-
gunos grupos extraterrestres, como los que llamamos “apunia-
nos”, forman parte de una organización mayor que sí está com-

163

prometida en ayudar al hombre. Ese es el “programa” al cual se
refiere Ivika. Tan amplio y complejo que es difícil de abarcar.
Los extraterrestres sostienen que nuestro mundo es una
suerte de planeta-laboratorio; dicho de otro modo, un astro-es-
cuela. Fue seleccionado, según ellos, por una jerarquía cósmica
que procura el orden y la armonía en este sector del universo.
Los extraterrestres que nos contactan responden a esa “jerar-
quía” que trazó este programa de evolución en distintos mun-
dos similares al caso de la Tierra. En otras palabras, los seres
que se manifestan en nuestro mundo son solo el último eslabón
de una gran cadena de “intervenciones”.
Más de una vez me preguntaron si todo esto relega la
existencia de Dios.
Independientemente del pensamiento religioso y la creen-
cia en un creador, los extraterrestres sí admiten un orden inteli-
gente en el cosmos. Ellos sostienen que en la medida que un ser
evoluciona se acerca más a la comprensión de ese orden. Así
nacieron las mencionadas “jerarquías”, que planifican esos pro-
gramas en pro de la evolución de civilizaciones menores.
Como un ejemplo que invite a reflexión, si el hombre viaja
a Marte o a Alfa Centauro y establece allí colonias, ¿cómo nos
recordarán los descendientes? ¿Como “dioses”? ¿Discutirán si
la presencia humana en Marte pone en contradicción la existen-
cia de un dios?
Aquí debo decir que creo profundamente en ese orden
universal inteligente, pero no en su imagen “humanizada” y
contradictoria que las religiones han sembrado en el pensa-
miento colectivo de la humanidad.
Es muy complejo comprender el pensamiento de los seres
extraterrestres. Son diversos, no todos siguen el citado “progra-
ma”, y no todos ven al hombre como un hermano, sino como
una amenaza para su propia supervivencia. Las huellas de estas

164

disputas de los “dioses” ⎯y el hombre en el medio⎯ se en-
cuentran en el relato de casi todas las civilizaciones antiguas de
la Tierra.
De acuerdo a estos seres, la especie humana fue “sembra-
da”. Una misión científica extraterrestre arribó a nuestro mun-
do en la noche de los tiempos y trajó consigo patrones de vida,
que depositaron en los viejos océanos. Intervinieron con su
ciencia a los primeros antropoides y de ello surgió el hombre
moderno. Revelaron conocimientos cósmicos y hasta fueron
parte del génesis de las primeras culturas humanas. Vivieron
entre nosotros. Y tuvieron desacuerdos sobre nuestro futuro.
Así, quienes apoyan el “proyecto” en la Tierra, decidieron, fi-
nalmente, ser solo observadores de lo que el hombre pudiese
lograr por mérito propio. Le ayudarían en lo posible, pero no
directamente. Tratarían de pasar desapercibidos. De hecho, al-
gunos de ellos nacieron como humanos en la Tierra como parte
de esta agenda de estudio y asistencia.
El mensaje era claro: si el hombre da el salto en su apren-
dizaje, los extraterrestres también crecen. Es la dinámica del
universo. Todo está conectado.
Supimos entonces que los grandes errores del hombre,
que han derivado muchas veces de guerras y experimentos,
también fueron parte del proceso que enfrentaron los seres del
espacio. Tenemos, pues, una “herencia”. Somos hijos del cos-
mos. Y también una posibilidad para enrumbar las cosas y no
repetir viejos patrones de origen extraterrestre3.
Aunque resulte increíble, la revelación de los apunianos
nos advierte que podemos ser en el futuro “padres” de otras


3 “Elportal cósmico de Orión”, Ricardo González, ECIS Publica-
ciones, Buenos Aires, 2016.

165

iniciativas. De este modo, nuestro “pasado extraterrestre” se en-
trelaza con un “futuro extraterrestre”.
La clave para entender todo esto es abandonar los límites
que impone la percepción del espacio y el tiempo e ir hacia la
esencia de este intercambio con civilizaciones más avanzadas
que, en toda regla, no son solo “extraterrestres”, sino seres pro-
cedentes de distintas realidades del multiverso. A la luz de esta
información, no es difícil comprender que la misión de los apu-
nianos está engarzada en el plan global. De lo contrario no se
les habría permitido venir a la Tierra y ser parte de las variadas
operaciones con grupos de contacto.
En el Valle de la Luna estaba empezando a ver todo desde
otro ángulo…
“En la Tierra, las primeras naves procedentes de Alfa
Centauro se asentaron cerca de importantes depósitos del “Ele-
mento Primero” ⎯aseveró Ivika⎯”. “Ese elemento es el agua,
que está presente en el cosmos y de manera muy especial en tu
planeta, en distintos estados, no solo los que ustedes conocen.
Por ello nuestras bases principales se ubicaron próximas a neva-
dos, en lagos, en la profundidad de los océanos, o en medio de
inmensas masas de hielo, como el caso de la Antártida. El “Ele-
mento Primero” es preponderante porque es un sensible vehí-
culo del Minius ⎯sentenció la líder apuniana⎯”.
⎯¿Por ello los sobrevivientes de “Apu I” viajaron hacia la
Vía Láctea? ¿Su misión estaba relacionada con el agua que se
puede hallar en esta región del universo? ⎯recuerdo que le
pregunté, tratando de hilar todo esto.
“Es mucho más complejo ⎯dijo Ivika⎯; el agua es la
pista para hallar a nuestro Ancestro Común…”
La afirmación de la guía apuniana me descuadró…
¿Es posible que las distintas especies humanoides en el
universo provengan de un “ancestro común”? ¿Eso quería de-

166

cir? ¿Y el agua está relacionada con esta búsqueda de los extra-
terrestres?

167

XI

EL ANCESTRO COMÚN

“…No solo los “dioses” nos habrían visitado,


compartido sus conocimientos con nosotros
en algún momento, o hasta hecho a su “imagen y semejanza”,
como rezan las Sagradas Escrituras, sino que las respuestas
al misterio humano se encontrarían solo completas
en el enigma extraterrestre y viceversa, ya que no habría distinción
real entre una cosa y la otra. De estar en lo correcto, el hombre
no sería una criatura aislada y solitaria en medio del vasto
océano estelar, sino parte de una gran hermandad cósmica
donde también nosotros somos ellos...

Rose Marie Paz Wells, investigadora ovni


Año/Cero, Madrid, España - Año XII - No. 130

168

En los años noventa solía compartir profundas charlas con mi
recordada amiga Rose Marie Paz Wells. Era una gran persona, y
una admirable investigadora de los no-identificados. Partió jo-
ven. Pero estoy seguro que desde ese “otro lado” estará esgri-
miendo algo similar a una sonrisa al espiar las líneas que escri-
bo. Fue con ella que discutíamos sobre la posibilidad de un
“Ancestro Común” para las distintas civilizaciones extraterres-
tres humanoides que han sido reportadas en el contactismo.
Ciertamente, más allá de los matices ⎯como el color de
piel, dimensiones del cráneo, estatura o vestimenta⎯, los “ex-
traterrestres” habitualmente descritos en los encuentros cerca-
nos eran humanoides; es decir, cabeza, tronco y extremidades.
Criaturas bípedas, como el ser humano.
Un año antes de que Rosita partiera, viví una insólita ex-
periencia en la Gran Pirámide de Egipto que conectaba, de al-

169

gún modo, con esta información. Fue en el equinoccio de marzo
de 2003. A través de una “proyección estelar”, generada por los
extraterrestres desde la mismísima “Cámara del Rey”, accedí a
una información que implica los misterios de Orión: la región
celeste que los egipcios y otras civilizaciones antiguas miraban
con admiración. No por causualidad, algunas investigaciones
relacionan a las tres principales pirámides de Guiza con el Cin-
turón de Orión o “Tres Marías”, que estuvieron perfectamente
alineadas un 21 de marzo del año 10.500 antes de Cristo1. Una
fecha imposible ya que las pirámides, oficialmente, se habrían
construido miles de años más tarde. Pero, si realmente las pirá-
mides “apuntan” a Orión, ¿qué nos querían recordar los anti-
guos egipcios?
En esa experiencia en la Gran Pirámide los extraterrestres
me informaron de que en el corazón de la “Gran Nebulosa de
Orión”, o M42, como la llaman los astrónomos ⎯una inmensa
nube de gas y polvo que contiene discos proto-planetarios y
hasta moléculas orgánicas⎯, se halla un secreto que involucra
el origen de la vida. Según los extraterrestres la que se refiere al
surgimiento de las especies humanoides…
¿En la M42 se encuentra alguna pista del “Ancestro Co-
mún”? ¿Por qué Ivika asociaba esta búsqueda con el agua?
¿Acaso hay agua en Orión?
Sí, la hay. Como afirmó Ivika es una constante en el uni-
verso. Tal es así que el mismísimo proyecto ALMA de Atacama
detectó grandes cantidades de agua en esta nube cósmica que
se halla a unos 1.600 años luz de la Tierra2. Para dar una idea, la


1 “El
misterio de Orión”, Robert Bauval & Adrian Gilbert, Emecé,
Buenos Aires, 1996.
2http://www.almaobs.info/es/visuales/imagenes?g2_itemId=3831

170

M42 produce tanta agua que puede llenar los océanos de nues-
tro mundo sesenta veces...
El “link” con el ser humano es que la semilla de vida, que
fue sembrada en la Tierra en tiempos remotos, procedía de esa
región concreta en Orión…
¿Por ello la religión egipcia afirmaba que el hombre, al
morir en la Tierra, volvía a Orión, al reino del “Duat” o paraíso
de los dioses? ¿Hay allí una “puerta” que nos conduce hacia al-
go más profundo? ¿Los extraterrestres están en nuestro planeta
siguiendo esa “pista” sobre el origen de las distintas especies
humanoides? ¿Somos todos hijos de una semilla original?
Sí, Rosita, estabas en lo cierto…
En Atacama, Ivika aseguró que esa búsqueda del Ances-
tro Común era importante para ellos y nosotros. Según la líder
apuniana, en el agua había una pista…

El “Elemento Primero”

El agua, de acuerdo a Ivika, no se reduce solo a una sustancia


formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O).
Es un “vehículo” que puede transportar distintos tipos de ener-
gía y archivar información.
Desde tiempos remotos, el hombre ha respetado el agua
como ese Elemento Primero. Le rendía reverencia más allá de
su importancia como líquido vital. Era una sustancia a través de
la cual el “Gran Espíritu” se corporizaba. El culto al agua, pues,
iba más allá de una ceremonia de bendición a las cosechas,
como las que practicaban los incas, o la purificación del iniciado
en los primeros bautismos cristianos. Los rituales del agua eran
un mecanismo para conectarse con poderosas energías. Como
digo, en todo el mundo antiguo se la adoraba y de hecho

171

muchos pueblos lo siguen haciendo hasta el día de hoy, como el
viejo recuerdo de un conocimiento olvidado.
En la experiencia de contacto ya habíamos aprendido to-
do esto sobre el agua. Y, por sugerencia de los propios extrate-
rrestres, habíamos llevado a cabo ciertas tareas con muestras de
los manantiales más puros del mundo. Sabíamos que el agua
tiene memoria y que puede transportar “codigos”, que serán
sembrados en lugares y circunstancias que lo requieran para re-
cuperar la “simetría”. Desde los inicios del contactismo los seres
del espacio hicieron especial énfasis en la importancia sanadora
del agua.
Hay un dato curioso que no puedo dejar pasar por alto.
Cuando conocí en los Estados Unidos al Dr. Masaru Emoto,
uno de los grandes divulgadores de la “memoria del agua”, el
científico japonés me confesó que tenía “recuerdos” de una pre-
sunta vida anterior, en donde se veía como un técnico de origen
extraterrestre que estaba realizando estudios en el agua. ¿Era el
recuerdo de una “vida anterior”, o la memoria de un científico
de otro mundo que lo impulsaba a realizar estos estudios? Co-
mo haya sido, sé que los detractores de Emoto emitirán una
sonrisa burlona, pero se encojerán de hombros al saber que Ma-
saru murió envenenado luego de una visita que realizó a China
el año 2014. Su asistente personal, Michiko Hayashi, me lo con-
firmó en una reunión que sostuvimos más tarde en Santiago de
Chile. No puedo entrar en mayores detalles, pero fue así… Las
investigaciones de Emoto molestaron a alguien…
Hoy el ser humano está preocupado por el petróleo. En
un futuro cercano verá al agua con otros ojos.
Ivika me explicó en el contacto de Atacama que a ellos les
interesa de especial manera el agua atrapada en medio de las
rocas, y las que se originan en importantes nevados, como las
nacientes que han venido analizando en la Cordillera Blanca en

172

Perú. No es pues de extrañar que el primer contacto de Kapeta-
novic con los apunianos haya ocurrido, precisamente, en la in-
tersección de los ríos Santa y Quitaracsa, que se originan en
esas montañas. En otras palabras, el contacto que tuvo como es-
cenario la Central Hidroeléctrica de Huallanca quiso dejar un
mensaje relacionado al uso del agua. Nada fue el azar.
En abril de 2016 la prestigiosa revista científica Physical
Review Letters publicó un hallazgo extraordinario en consonan-
cia con esta información de “la otra agua”.
De acuerdo con el comunicado de prensa oficial, el descu-
brimiento surgió luego de estudiar el comportamiento de agua
líquida dentro de los canales hexagonales del mineral berilo,
observando allí un comportamiento inédito relativo a los princi-
pios básicos de la mecánica cuántica, en correlación con la tem-
peratura. Alexander Kolesnikov, líder de este estudio, afirmó:
“A bajas temperaturas, esta agua de túnel cuántico exhibe el
movimiento a través de paredes potenciales de separación, lo cual está
prohibido en 'nuestro mundo clásico'. Esto significa que los átomos de
oxígeno e hidrógeno de la molécula de agua son 'deslocalizados' y
están presentes de forma simultánea en las seis posiciones simétricas
equivalentes del canal al mismo tiempo”3.
En otras palabras, este fenómeno sólo puede ocurrir en
mecanismos cuánticos y no tiene paralelo en nuestra vida coti-
diana. Tal y como sostienen los apunianos, el agua en situación
de gran confinamiento dentro de rocas, minerales y otros tipos
de entornos, presenta unas cualidades únicas y desconocidas
por el ser humano.


3 http://www.europapress.es/ciencia/laboratorio/noticia-

descubierto-nuevo-estado-moleculas-agua-
20160425110513.html

173

El 16 de noviembre de 2016, dos meses más tarde del con-
tacto con Ivika en el Valle de la Luna, la influyente revista Na-
ture informaba que una investigación científica de la Universi-
dad de Oxford, conducida por la Dra. Laura Maestro, había
descubierto que cuando el agua alcanza los 40 ºC sus propieda-
des varían hasta que llega a los 60 ºC. Es decir, que bajo este
rango de temperatura se produce un extraño comportamiento
molecular que hace sospechar a los físicos de un nuevo estado.
Al respecto, el físico británico Philip Ball explicó a Nature: “En
realidad, nadie comprende del todo el agua. Es un poco embarazoso ad-
mitirlo, pero la sustancia que cubre dos partes del planeta es en mu-
chos sentidos un misterio. Y lo que es peor, cuanto más la estudiamos,
más problemas se acumulan”4.
Ya dije que el agua, para los apunianos, es un vehículo del
Minius. Un elemento que tiene memoria y que posee la capa-
cidad de transportar información, tal y como lo defendía el Dr.
Emoto. Nuestros científicos recién están comprendiendo que el
agua “cambia” de acuerdo a su entorno mineral o a ciertos es-
tímulos de temperatura más allá de lo conocido. Cualquier es-
tudiante sabe que si el agua es sometida a temperaturas bajo ce-
ro, se congelará, adquiriendo otro estado: será sólida, hielo. Ca-
so contrario, si la temperatura se eleva a más de 100 ºC se trans-
forma en gas, se evapora. Pero hay otros “estados” que se mani-
festan ante otros estímulos que desconocemos. Es allí en donde
entra el Minius.
El Minius está muy presente en los vórtices de la Tierra,
ya que se conecta con el núcleo de fuerza planetario y, desde
allí, con los núcleos de fuerza del universo. El agua que reposa
en ciertos vórtices tiene un sello especial. Ivika, como parte de


4 http://www.sciencealert.com/physicists-just-discovered-a-

second-state-of-liquid-water

174

un experimento, me sugirió en este contacto tomar muestras de
siete lugares concretos, asegurándome que cuando la tarea fue-
se realizada nos informaría del siguiente paso. Entre esos luga-
res mencionó el agua del volcán Licancabur en Atacama ⎯lla-
mativamente una mujer me entregó una muestra antes de que
se diera el contacto en el Valle de la Luna, sin que yo supiese lo
que Ivika me diría en la experiencia⎯, el agua del cerro Uritor-
co en Argentina, de las inmediaciones del pueblo de Quitaracsa
en los Andes peruanos, o de Monte Shasta en los Estados Uni-
dos.
Comprendí entonces lo que sucedió en “Apu I” y porqué
se empezó a secar…
Los científicos extraterrestres de ese mundo cometieron
un error pese a sus conocimientos. Ahora querían advertirnos.
Ante ciertas fuerzas, influencias o contextos, el agua pasa
a un estado en donde “desaparece”.

¿Todos procedemos del mismo lugar?

Los físicos señalan al Big Bang, la gran explosión cósmica, como


el origen de este universo, y el punto de partida del concepto
espacio-tiempo. Habría ocurrido hace unos catorce mil millones
de años. Sin embargo, de acuerdo a los extraterrestres, este “Big
Bang” es solo una de las manifestaciones de creación de distin-
tos universos. En el origen de esas “explosiones” o “singulari-
dades” se halla la historia perdida del Ancestro Común, que
empieza con el surgimiento del agua.
De acuerdo a nuestros físicos, inmediatamente después
del Big Bang, la energía que se expulsó al espacio transmutó en
un uniforme y caliente baño de partículas; durante los siguien-
tes tres minutos, estos componentes primordiales se combina-

175

ron para formar el primer núcleo atómico, rico en presencia de
hidrógeno. Las estrellas, más tarde, aportarán el oxígeno: al fi-
nal de sus vidas, cuando se transforman en supernovas, la ex-
plosión arrojará al espacio los elementos que la conformaban,
como el carbón, el nitrógeno y el necesario oxígeno, que se com-
binará con el hidrógeno para forma el agua. Y luego del agua,
surge la vida tal y como la conocemos. Desde una célula a las
primeras algas, el hombre de la Tierra o una criatura humanoi-
de en Orión, todos somos, en gran medida, descendientes de
este elemento que se formó en el cosmos. Por ello los extrate-
rrestres buscan a través de este “Elemento Primero” la huella
del Ancestro Común. Es así como lo entendí en la experiencia
con Ivika, mientras observaba distintas escenas de exploración
espacial por parte de los extraterrestres. Seguía “metido” en esa
“película” que proyectaba el cubo, viendo que no había separa-
ción entre todos nosotros, de que éramos “uno” en el origen. Sí,
las distintas especies cósmicas descendíamos de una fuente co-
mún, hasta que se produjo la bifurcación propia de la vida. Ver
y comprender todo esto produjo en mí una gran expansión de
conciencia.
Entonces la imagen de las ya mencionadas “galaxias espe-
jo” volvió, viendo cómo multitud de ellas se interconectaban a
través de sus núcleos. La red era enorme y me dio vértigo con-
templar todas esas conexiónes entre universos, como si estuvie-
se enredado en un inmenso mandala cósmico, una complejísi-
ma estructura geométrica que hacía parecer nuestra galaxia una
pequeña partícula subatómica. Era tan grande, tan impactante,
todo tan grandioso, que no pude evitar emocionarme. Me sentí
inmensamente pequeño en medio de esa multicreación inabar-
cable y perfecta.

176

Impactado, pude discernir que la búsqueda del Ancestro
Común no era solo una tarea científica de los extraterrestres.
Era algo mucho más poderoso. Era volver a la esencia…

177

XII

CHAJNANTOR

“Chajnantor, en el dialecto local kunza,


significa, lugar del despegue..”.

Dra. Ana María Barón


Arqueóloga Chilena del desierto de Atacama

178

Las últimas imágenes que el cubo proyectó fueron las distintas
misiones de los apunianos en la Tierra. Esa visión me ayudó a
hilar los puntos sueltos.
Me quedó claro que Ivika formaba parte del más reciente
arribo ⎯relacionado a un fenómeno cósmico que les permitió
venir, llamado por ellos “El Evento”⎯, pero los extraterrestres
de Alfa Centauro ya habían visitado nuestro mundo en épocas
remotas. En este sentido la información que los apunianos nos
proporcionaron sobre el Huascarán, en la experiencia de 2015
en Yungay, era certera: aquel imponente nevado en los Andes
peruanos había sido escenario de la llegada de la primera nave-
laboratorio. Huascarán, en aquel lejano tiempo, era la antena
natural más importante de la Tierra. Y la más alta, si se la mide,
como hacen los extraterrestres, desde el centro del planeta. Para
nosotros el pico más alto del mundo es el Everest, con sus im-

179

presionantes 8.848 metros sobre el nivel del mar. Lo vi con mis
propios ojos en Nepal. Una belleza. Si la medición se hace des-
de la superficie, este coloso del Himalaya sigue siendo la mayor
elevación en la Tierra, pero no así si se tiene en cuenta la medi-
ción completa desde el núcleo planetario. Los extraterrestres,
como digo, no hacen una medición aislada de una montaña sin
tener en cuenta cuán alejada está del núcleo. Bajo este paráme-
tro Huascarán fue por mucho tiempo la montaña más alta del
planeta, hasta que fue perdiendo parte de su inmensa masa de
hielo en sus cumbres, abandonando así el honor de ser el pico
más elevado del mundo desde el centro planetario; hoy, por
una diferencia de cuarenta metros, lo es el volcán Chimborazo1,
en Ecuador ⎯donde, dicho sea de paso, los apunianos poseen
otra instalación⎯.
Además, el Huascarán, como ya dije en mi anterior libro,
es el lugar de la superficie terrestre con menor atracción gravi-
tacional, tal y como demostró el preciso estudio científico de la
Universidad Curtin, en Australia2. Para dar una idea, el peso
corporal de un ser humano en Huascarán sería un 1% menor
que en el Ártico. Sin duda los extraterrestres identificaron en
esa zona un valioso vórtice natural para establecer su nave-la-
boratorio. Ahora tenía claro que los estudios que emprendió ese
equipo de científicos apunianos estaban orientados a la com-
prensión del agua terrestre, especialmente la que surgía en los
nevados de la Cordillera Blanca y en sus cavidades subterrá-
neas, que son ricas en minerales. Sus otras bases en el mundo
seguían el mismo lineamiento.


1 http://www.elcomercio.com/tendencias/volcan-chimborazo-

record-monteeverest-misiongeodesica.html
2 http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/grl.50838/full

180

No obstante, dentro de su equipo había “programas de
aproximación antropológica”, que pusieron en práctica para
contactar con humanos. Lejos de lo que muchos suponen, que
los extraterrestres deben comunicarse exclusivamente con per-
sonajes de poder en el mundo, sean estos científicos, militares o
hasta presidentes, los apunianos eligieron como plataforma
principal de contacto a una muestra “común”. Lo que vulgar-
mente llamaríamos “gente normal”. Por ello, como ya vimos,
luego de la Segunda Guerra Mundial, activaron una nueva eta-
pa de acercamientos que involucró a esas muestras, como el
citado caso de los pastores de Áncash. Ese fue el punto de parti-
da, ya entrados los años cincuenta, antes de la aparicion “for-
mal” de grupos de contacto.
Para situarnos en contexto, haré un breve repaso.
Oficialmente, los encuentros cercanos con los apunianos
tienen cinco claros registros históricos en estos tiempos, ante-
riores a mi primera comunicación con ellos, que se inicia en
1993.
El primer registro data, como ya dije, de los años cincuen-
ta. Allí los protagonistas fueron los pastores andinos.
El segundo registro empieza en 1960, con el ya citado con-
tacto de Vlado Kapetanovic en la Central Hidroeléctrica de
Huallanca.
El tercer registro nos conecta con la familia Acervo. En su
casa de veraneo en Papa León XIII, en el hoy famoso distrito de
Chilca, los Acervo empezarán a ser testigos de ovnis que venían
del mar. Corría el año 1970 cuando doña María Soler Arrieta de
Acervo inició sus mensajes psicográficos con los apunianos. Cu-
riosamente, fue en ese mismo año, a raíz del terremoto y el alud
que sepultó a Yungay, que Kapetanovic sale a los medios pe-
ruanos para hablar de los apunianos. Más tarde, el hijo de Ma-
ría, Juan Acervo, en aquel entonces un muchacho de veintiún

181

años, se acercará por un anuncio en un diario al IPRI, poniendo
al tanto a su Presidente, José Carlos Paz García, de las experien-
cias que su familia estaba viviendo en Chilca. De acuerdo a
Juan, fue así como el IPRI empezó a frecuentar esa zona. Por si
todo esta fuera poco, Acervó también afirmó que Paz García lle-
gó a recibir la visita de una persona que se presentó como un
“emisario de Alfa Centauro”. ¿El mensaje? Que estén atentos a
los próximos contactos.
El cuarto registro nos lleva a 1974, cuando el periodista e
investigador español J.J. Benítez acude a un avistamiento ovni
en el Perú, “programado” en el desierto de Chilca por el guía
apuniano “Kulba”3. Este contacto “previa cita” se concertó a tra-
vés de una comunicación psicográfica, recibida por Carlos Paz
Wells, fundador con su hermano Sixto del Grupo Rama, ambos
hijos de José Carlos Paz García.
El quinto registro nos lleva a 1975, en España, donde un
grupo de amigos, inspirado en la experiencia de Benítez en Pe-
rú, empezará a recibir mensajes de otros seres apunianos. Era el
inicio del conocido “Grupo Aztlan”4, hoy disuelto.
Como digo, “oficialmente”, estos son los antecedentes clá-
sicos de contactos con las misiones de Alfa Centauro. Más allá
de cualquier controversia con las informaciones surgidas en es-
tos contactos, o las actividades de los grupos que se formaron,
es evidente el claro “hilo conductor” entre todas estas experien-
cias. Y no por casualidad...


3 “OvnisSOS a la humanidad”, J.J. Benítez, Plaza & Janés, Barce-
lona, 1975.
4 “Entrevista a un extraterrestre: Geenom”, José Antonio Campoy,

J&C Proyectos Editoriales, Madrid, 1997.

182

Los “pueblos muestra”

Mientras observaba a los “apunianos” en sus distintas misiones


en la Tierra tomaba conciencia de que los grupos de contacto
habíamos “segmentado” y “etiquetado” sus acciones, confun-
diéndolas, cuando, en realidad, todo formaba parte de un plan
global. Era natural que ello sucediese: aún no se disponía de las
otras piezas del puzzle. Yo mismo he pasado por aquello de ver
el árbol y no el bosque. Y, a pesar de que hoy en día dispone-
mos de mayor información sobre estos seres, una cosa es ver el
bosque y otra muy distinta entrar en él, y no perderse en el
laberinto. Es tanta la información, que muchas veces he pensa-
do que cada vez sabemos menos, que estamos más lejos…
Sin embargo, más allá de los datos propiamente dichos,
en ese bosque anida una sensación de libertad que es difícil de
explicar. Si intentamos contar a priori los árboles que componen
ese bosque, nos enredaremos en un lío mental. Aquello de que
“cada vez sabemos menos”. En algún momento, sin duda, ten-
dremos que contar esos árboles, y saber si son pinos o robles,
pero no antes de ver y disfrutar del bosque. De sentirse parte de
él. De respirar su “fitoclima” y relajarse con su verde sanador.
En otras palabras, no invertir los procesos. Es lo que respiré
viendo las imágenes que proyectaba el cubo de Ivika en Ataca-
ma. Entendía algunas cosas, otras me las explicaba la guía apu-
niana, y hubo otros momentos en esta experiencia en que solo
sentí, pero fue suficiente…
Conservo en mi memoria una imagen imborrable de este
contacto, en la que observé a tres hombres apunianos, altos co-
mo son, de pie al lado de unos pastores, que se abrigaban al
calor de una fogata del frío invierno andino. Era de noche. Sabía
que esto sucedía en algún lugar de las montañas de Áncash. La

183

escena era tan natural, tan hermosa, que me preguntaba qué ha-
bía pasado en los últimos tiempos para que esos contactos no se
dieran de la misma forma, con esa simpleza. ¿Fue por los ya
mencionados protocolos? ¿Los apunianos se habían acercado
demasiado? ¿Por ello decidieron tomar mayor distancia, para
no generar dependencias?
Vi que esos seres, enfundados en sus típicos enterizos pla-
teados de aspecto metálico, le hablaban en quechua a los pas-
tores. Esto ya lo sabíamos. Pero verlo fue maravilloso. Aquí de-
bo mencionar que Antarel, en el ya mencionado contacto físico
del 2001 en Chilca, me había señalado que el quechua y el ay-
mara provienen de un antiguo dialecto que ellos hablaban y
que enseñaron a los hombres de los Andes… ¿El Irdin?
Los apunianos contactaron a siete “pueblos muestra” de
esa región andina del Perú. Pero no bajaban en medio de sus co-
munidades, sino en sitios alejados, en donde se encontraban
con pastores y campesinos. Buena parte de estos contactos suce-
dían en altas mesetas, algunas de ellas cercanas al pueblo de
Quitaracsa, y también en lugares más bajos como la pampa de
Andaymayo o el valle de Collota. Esta relación entre los apu-
nianos y los pastores empezó formalmente en 1955, y fue men-
guando a partir de 1962. Hoy en día ya no existe ese contacto
con las comunidades andinas. Al menos, como ocurría antes.
Los “pueblos muestra” fueron, pues, el escenario de un
intercambio grupal que desarrollaron los apunianos en distin-
tos tipos de sociedades humanas, con la intención de medir el
impacto de una aproximación extraterrestre en nuestra psiquis,
y ver hasta dónde podían confiar en nosotros. También, procu-
raban rastrear en nuestra especie el legado del cosmos que nos
une a ellos.

184

Ahora bien, en el mundo hay otros casos que tienen, a mi
parecer, la “huella dactilar” de estos programas colectivos de
los apunianos. Citaré dos ejemplos modernos.
Uno de ellos nos lleva a Italia, precisamente a la localidad
de Pescara. En 1956 ⎯solo un año más tarde del inicio del pro-
grama apuniano en el Perú⎯, unas ciento cincuenta personas,
entre las que había científicos y diplomáticos, habrían sostenido
encuentros con seres extraterrestres de aspecto humano. Algu-
nos de esos “visitantes” llegaban a los tres metros de estatura y
lucían como los apunianos. Este programa de contacto se cono-
ció como “Amicizia” (Amistad)5. Curiosamente el mismo signifi-
cado de “Friendship”, que nos lleva a otro caso de contacto ocu-
rrido en Chile en la década de los años ochenta, en donde va-
rios testigos afirmaron haber sido curados por seres de aspecto
nórdico que se escondían en una base secreta del sur, en el
océano, cerca de Chiloe6.
He conocido personalmente a varios protagonistas de este
caso chileno. Pienso que es auténtico, más allá del mito que sur-
gió después. Además, recuerdo que el célebre conductor de te-
levisión chileno, Don Francisco, me comentó en el intermedio
de una entrevista que me hacía en su programa de Miami, que
él mismo había sido testigo de uno de los avistamientos de los
“Friendship” sobre la ciudad de Santiago. El incidente fue el 17
de agosto de 1985, a pleno día, y Don Francisco lo transmitió en
vivo a escala nacional. El ovni está filmado7.


5 “50 years of Amicizia”, Stefano Breccia, Warren P. Anton Edi-
tion, Germany, 2013.
6 “Frienship: ¿evidencias de contacto extraterrestre?”, Octavio Or-

tíz, Corona Borealis, Barcelona, 2009.


7 https://www.youtube.com/watch?v=eRm56B7Gz2A

185

El caso italiano y el chileno, más allá de algunas imágenes
fraudolentas que se difundieron, fueron genuinas experiencias
de contacto en su génesis. Me recordaban las aproximaciones
de los apunianos y sus programas de contacto. Desde luego, no
es un accidente. Perú no fue el único lugar.

Los niños de “El Arca”

Una nueva visión, en este caso la última que me mostraría el cu-


bo de Ivika, me sacudiría de pies a cabeza. Ya no se trataba de
imágenes del “pasado”. Veía ahora escenas del “futuro”…
Algunas de ellas las conocía, pues los apunianos me las
habían “mostrado” en el contacto de Yungay: una humanidad
desvariada, con superpoblación y hambruna. Nuestras guerras
y un desastre de origen cósmico nos había puesto en jaque. El
clima planetario se hallaba inestable. Las cosechas, por conse-
cuencia, afectadas, y plagas de todo tipo empezaban a surgir.
Era un caos creciente. En medio de esta situacion insostenible,
una iniciativa científica internacional acariciaba su fase decisiva
en el mismísimo desierto de Atacama: “El Arca”.
En la llanura de la montaña Chajnantor, donde actual-
mente se ubica el observatorio ALMA, “El Arca” establecería
una plataforma de despegue para viajar hacia Alfa Centauro.
Lo que el cubo me mostraba en la experiencia era una ciudad
humana en torno a esta montaña que, en tiempos antiguos, era
adorada por los pueblos originarios. Vi entonces que muchos
niños nacieron allí. Algunos naturalmente, y otros habían sido
“cultivados”…
Eran miles de aspirantes que crecieron en esta región y en
otros escenarios similares de alta montaña en el mundo. La ra-
zón: que nacieran y crecieran en altura, para así estar más adap-

186

tados a los planetas montañosos que colonizarían en Alfa Cen-
tauro.
En el caso concreto de Chajnantor, su llanura se alza, co-
mo ya vimos, a unos 5.000 metros sobre el nivel del mar. Inclu-
so, por seguridad, los científicos que trabajan en las sesenta y
seis antenas de alta precisión ⎯y que funcionan juntas en
longitudes de onda milimétricas y submilimétricas⎯, deben ha-
cerlo con un balón de oxígeno. Es un lugar duro, pero ideal pa-
ra ALMA por sus bajas temperaturas y cielos transparentes. La
sequedad y altitud de este paraje garantizan una mejor capta-
ción de las ondas de radio que llegan del espacio. Pero ALMA
no es “El Arca”. Sobre sus cimientos, en un “futuro”, esa llanu-
ra será utilizada como el punto de lanzamiento. No en vano eso
es lo que significa la palabra Chajnantor: lugar de despegue.
Recuerdos del futuro…
Tal y como se me había adelantado en la experiencia de
Yungay, de todos los aspirantes al gran viaje se seleccionaron
unos cuatrocientos niños.
El último paisaje que vieron esos niños de la Tierra, antes
de partir, fue Chajnantor y el desierto de Atacama…
Contemplando todo esto sentí, poderosamente, que debía
visitar Chajnantor. Esta sensación me venía acompañando des-
de antes de llegar a Chile. Y algunos queridos amigos, como
Emmanuel Bordoni de Buenos Aires, me habían motivado a in-
tentarlo, aunque no tuvimos éxito. Una cosa era visitar el centro
de operaciones de ALMA (OSF) a 2.900 metros de altura, y otra
distinta tener un permiso para recorrer la elevada llanura en
donde reposan las enormes antenas.
Si los nativos de Atacama llamaron a esa llanura “el lugar
del despegue”, es por alguna razón. ¿Recordaron del algún mo-
do el “futuro”? ¿Alguien les reveló lo que iba a pasar siglos más
adelante en ese lugar? ¿O fue la propia llanura de Chajnantor,

187

cual vórtice en el espacio-tiempo, que les permitió “ver” el gran
viaje de la humanidad hacia las estrellas?
Como fuese, en esta última visión del cubo sentí que lo
lograríamos, que iríamos al lugar donde el hombre despegó ha-
cia Alfa Centauro…

188

XIII

LA CONCIENCIA DE LA UNIDAD

“No se trata de soñar sino de corporificar los pensamientos.


Los sueños vuelan lejos, hacia etéreos océanos sin orillas,
mientras que los pensamientos corporificados crean sustancia
e impregnan el espacio con las próximas creaciones”.

Nicholas Roerich
Creador de la Bandera de la Paz

189

Chajnantor y los niños de “El Arca” fue lo último que contem-
plé en la visión que proyectó el cubo. Fue entonces que este in-
menso “holograma” se desvaneció. El Valle de la Luna seguía
allí, y yo de pie en medio de su hermoso contraste de figuras
con el cielo estrellado, en este caso “terrestre”.
No sé en qué momento dejé de tener el cubo. Estuve tan
inserto en esas visiones, mis pensamientos y las intervenciones
de Ivika, que no noté cuando la guía apuniana lo retiró de mis
manos.
Y ella estaba allí, frente a mí, en el desierto de Atacama.
¿Es que todo esto no era un “holograma”? Detrás de Ivika, esti-
mo a unos quince metros de distancia, se hallaba de pie Antarel,
vestido con un enterizo gris oscuro. A ambos se les veía sólidos,
no “traslúcidos” o brillantes como suele ocurrir en las pro-
yecciones. Verles en el Valle de la Luna, en mi entorno de “rea-
lidad”, fue un cambio chocante.

190

Allí tuve una breve “conversación” con Ivika, siempre a
nivel telepático, en donde la líder apuniana me aseguraba que
había más información de la que yo recordaba de esta experien-
cia. Que con el tiempo la procesaría, y que ello no debía angus-
tiarme. También me recomendó que siguiéramos esta senda de
transmitir el contacto desde la neutralidad, pues de esa forma el
mensaje llegaría con mayor fuerza a todos.
Sobre los “hologramas”, la guía apuniana me aseveró que
ningún humano de la Tierra puede ser llevado, “físicamente”, a
los mundos de origen de las distintas civilizaciones extraterres-
tres que nos observan. Aquí debo decir que los hologramas son
tan vívidos que el testigo termina convencido de que estuvo en
esos mundos. Pero fue más bien un “escenario virtual”. Solo las
experiencias que implican el acceso a una de sus naves en la
Tierra, o la visita a bases o colonias de estos seres en nuestro
sistema, podrían llegar a ser “físicas”. Y lo pongo entre comi-
llas porque esos contactos físicos no dejan de tener un compo-
nente dimensional. Por más “materiales” que sean ⎯en donde
el testigo los vive desde su plano habitual de desenvolvimiento
y percepción⎯, “ellos”, los extraterrestres, deben crear un en-
lace seguro que permita el encuentro con un humano. Los apu-
nianos son “físicos”. De hecho, poseen tejidos, órganos y es-
tructura ósea similar a nosotros. Pero no se mueven en la mis-
ma membrana de realidad. Siempre lo supe y hoy estoy más
seguro de que no estamos ante un alienígena que viaja en una
nave de chapa que surcó todo el espacio para llegar a la Tierra.
Tienen vehículos, porque son seres corpóreos, pero se des-
plazan a través de pliegues y puertas en el universo. Son, tam-
bién, viajeros del tiempo.
Diversos investigadores del fenómeno ovni han compren-
dido esto y hoy son reacios a utilizar el término “extraterrestre”.
Prefieren decir “seres interdimensionales” o, simplemente, “en-

191

tidades no-humanas”. Da igual. Estamos hablando de lo mis-
mo. Cuando empleo la palabra “extraterrestre” me refiero a se-
res que no son parte de nuestra realidad terrestre.
Ellos coexisten con nosotros...
Ya he dicho que no es tarea nada sencilla enfrentar estas
experiencias, procesarlas y difundirlas. La divulgación de estos
encuentros es sin duda una encomienda en donde el fantasma
del error planea insistentemente.
Ivika, de hecho, me dijo que muchas de las informaciones
que nos transmitieron en los primeros contactos las habíamos
distorsionado o mal interpretado, producto del entorno en el
cual nos movíamos: un “ambiente” ufológico que generó cierta
influencia en la redacción de nuestros reportes e informes. Más
allá de la autenticidad de las experiencias, los mensajes que los
extraterrestres nos entregaron, al pasar por nuestro filtro mental
en el contexto antes mencionado, nos llevó a hacer una mala
lectura de todo lo vivido. Ivika solo estaba confirmando algo
que nosotros ya habíamos reflexionado ⎯a raíz de un mensaje
similar de Antarel, recibido en un contacto anterior⎯, pero es-
cucharlo de ella con este énfasis me hizo sentir vergüenza. Pen-
sé en mis primeros libros, en mis tempranos reportes, que escri-
bí siendo tan joven y apresurado, y me preguntaba en dónde
me había equivocado, si la manera como los había escrito o
comunicado había contribuido a esa confusión, más allá de la
veracidad de los contactos y sus esenciales informaciones.
⎯No, no te aflijas. Todo lo que hicieron estuvo bien, por
cuanto era parte del aprendizaje ⎯intervino Ivika⎯. Lo impor-
tante es que no se queden en ello, y que en la medida que vayan
creciendo en la comprensión de nuestro contacto con ustedes,
puedan rectificar, madurar lo vivido, y transmitirlo de una me-
jor manera a los demás. Ese esfuerzo nos habilita a nosotros a
entregarles nuevas informaciones como parte del programa.

192

Luego, Ivika me entregó algunas pautas para futuras pu-
blicaciones. Me dijo, también, que ellos empezarán a mostrarse
con mayor fuerza en otros nodos, como el caso del cerro Uritor-
co. Es una de las razones por las que me mudé con mi esposa a
esa maravillosa región de las sierras de Punilla en la Argentina.
En el Uritorco el programa apuniano se integrará a otras misio-
nes de naturaleza cósmica ya en marcha.
⎯Tienen que hacer esfuerzos para que todos trabajen uni-
dos ⎯sentenció Ivika.
⎯¿Cómo es eso posible? ⎯articulé no sin un temblor⎯.
Todos nuestros intentos han fracasado. Hemos sido muy perso-
nalistas. Nos hemos equivocado mucho.
⎯Lo lograrán a través de la verdad ⎯respondió⎯; el co-
nocimiento unirá a todos, porque toca lo más íntimo del ser, lo
“activa”. Comprenderán entonces que recordar no solo implica
el “pasado”, sino el “futuro”, donde nosotros somos ustedes.
Entonces dejarán de ver las diferencias, y trabajarán en conjunto
por la conciencia de la unidad.
Y he aquí que Ivika y Antarel, luego de un breve instante
de silencio, como una suerte de despedida, desaparecieron. Sen-
cillamente dejaron de estar en el Valle de la Luna. Se “esfuma-
ron” ante mis ojos.
En ese segundo pensé si algún día les volvería a ver. Ho-
nestamente, no lo sé. Pero tenía muy presente que todo lo vivi-
do hasta ese momento había sido poderoso y suficiente como
para saber qué pasos debíamos dar en el “futuro”. En lo perso-
nal, para mí fue como cerrar una etapa definitiva.
Mientras esté en este cuerpo físico, seguiré investigando y
difundiendo todo aquello que denominamos “misterio”, por-
que en esa búsqueda está el recuerdo del ser cósmico que real-
mente somos.

193

En el hermoso cielo estrellado de Atacama surgieron en-
tonces dos brillantes objetos, volando en formación y en similar
velocidad.
Sentía que los apunianos se marchaban de la “zona de
operaciones”. El contacto, pues, había terminado.
Al volver al campamento, un tanto descolocado luego de
las visiones en el “holograma”, el grupo de apoyo me recibió y
les comenté allí mismo, en líneas generales, la experiencia. Ellos
también presenciaron las dos naves, que de hecho fueron filma-
das con un equipo de visión nocturna1.

Fotograma del vídeo: un rayo láser señala las dos esferas de luz, que volaron
en perfecta alineación sobre el Valle de la Luna. Fueron captadas por
Emmanuel Bordoni con un monocular Bushnell EZ.

Incluso algunos experimentaron fuertes imágenes menta-


les que coincidían con lo que el cubo de Ivika me había mostra-

1 A los pocos días del contacto en el valle de la Luna, se presen-
tó la experiencia en la Cámara de Comercio de Lima. El vídeo
está disponible en este enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=bB0TvKEH73c

194

do. Además, Paola Harris, entusiasmada, me afirmó que duran-
te el apoyo distintos miembros de su grupo vieron la silueta de
un ser altísimo, como si estuviese “vigilando”. Fue un instante.
Luego ese ser, que pensaron podría ser Antarel, desapareció.
Extrañamente Fernando López de México, sin saber lo que ha-
bía visto Harris, empezó a señalar esa zona con su láser de uso
astronómico. Pero Antarel, o quien haya sido, ya no estaba.
Dejamos el Valle de la Luna con ánimo desbordante. Y, al
llegar a mi hotel en San Pedro de Atacama, algo más me aguar-
daba... Recibiría una magnífica noticia: Ana María Barón, la ar-
queóloga chilena, me informaba que al día siguiente se nos es-
peraba en ALMA para visitar Chajnantor…

Recuerdos del futuro

Fuimos un equipo pequeño. Seis personas, con Ana María Ba-


rón incluida. Nuestra primera parada fue el centro de operacio-
nes de ALMA, que como ya mencioné se ubica a casi tres mil
metros de altura. Allí tuvimos que pasar los exámenes médicos
de rigor para que nos permitiesen subir a la elevada llanura de
Chajnantor.
No fui a ALMA como “Ricardo González, el testigo ovni”;
acudí allí vibrando en otro objetivo, más asociado a la concien-
cia de la unidad y la paz mundial. De hecho, Barón me presentó
como parte del Comité Internacional de la Bandera de la Paz,
organismo del cual soy coordinador general para la Argentina y
Perú. A Emmanuel Bordoni, parte también de este Comité, se le
había ocurrido la idea de llevar la Bandera de la Paz a ALMA.
Luego de la experiencia en el Valle de la Luna sentí que más
allá del protocolo tenía sentido sembrar ese pensamiento de paz

195

en el lugar en donde, en un “futuro”, la humanidad se marcha-
ría del planeta...
Barón había logrado este permiso especial gracias a su
amistad con los científicos de ALMA. Ella había sido la arqueó-
loga consultada por el observatorio para construir caminos ha-
cia la montaña que no pusieran en riesgo el patrimonio arqueo-
lógico y cultural de Atacama.
Fuimos recibidos con mucha amabilidad. Los científicos
de ALMA están realmente comprometidos con el estudio del
universo y las respuestas que puedan surgir de su denodado
trabajo de investigación. Es realmente admirable. Obviamente
no tenía sentido comentarles ese “futuro” probable del viaje de
“El Arca”. Para ellos, y no les culpo, todo esto les resultaría una
chifladura. Un delirio. Aunque a veces el tiempo pone las cosas
en su sitio. Le pasó al bueno de Lord Kelvin, Presidente de la
Royal Society en 1895, cuando afirmo que “nada más pesado
que el aire puede volar”2. Para mayor papelón, Simón New-
comb, el célebre astrónomo y matemático estadounidense, co-
rroboró la afirmación de Kelvin. Pero esta pataleta no impidió
que el 17 de diciembre de 1903 se produzca el primer vuelo de
los hermanos Wrigth…
La ciencia debe dudar, no negar.
Caminar por la llanura de Chajnantor ha sido una de las
experiencias más emocionantes de mi vida. Es imposible descri-
bir aquí mis sensaciones. En ese mismo lugar entregamos la
Bandera de la Paz y dejamos un mensaje.
Este símbolo, que el arqueólogo, explorador, pintor y hu-
manista ruso, Nicholas Roerich, empleó para diseñar la Bandera
de la Paz, es un ancestral signo de poder, conocido por distintas


2https://www.xatakaciencia.com/fisica/nunca-volaremos-

nunca-saldremos-de-la-tierra

196

culturas de todo el mundo. Al ser un mensaje universal, Roe-
rich, guiado sin duda alguna por fuerzas superiores, lo llevó
por todo el planeta con la esperanza de que la humanidad viera
lo que la une, y no lo que aparentemente la separa. Su esfuerzo
se vio recompensado con la firma del denominado “Pacto Roe-
rich”, en las mismísimas oficinas del presidente norteamericano
Franklin D. Roosevelt. Fue un 15 de abril de 1935. Los firmantes
eran en su mayoría países de América Latina. Entre ellos Chile.
Más tarde, se creará la Unesco, y este organismo se basará en el
Pacto Roerich para preservar los patrimonios culturales y natu-
rales de la humanidad. Detrás de todo esto hay un propósito
superior3. Llevamos, pues, esa conciencia de unidad a Chajnan-
tor.
Y debo decirlo: no somos tan ilusos como para creer que
este hecho puede cambiar “mágicamente” las cosas en el “futu-
ro”; pero no estamos tan dormidos como para subestimar la se-
milla del “pensamiento corporificado”, que como bien decía
Roerich, puede crear sustancias e impregnar el espacio.
A eso fuimos a Chajnantor, a solo un día del contacto con
Ivika en el Valle de la Luna…
Esta parte de la misión fue cumplida.


3 Mayorinformación en: “El mensaje de la Bandera de la Paz”, Ri-
cardo González, Centro Roerich Publicaciones, Buenos Aires,
2016.

197

EPÍLOGO

QUITARACSA

“Luego de la Segunda Guerra Mundial y las explosiones atómicas en Japón,


empezamos a contactar a los habitantes de esta región andina.
Ellos fueron una muestra importante para nosotros:
mientras otros seres humanos se enfrentaban en una guerra,
el hombre de aquí cultivaba el campo,
amaba las montañas y bendecía al Sol…”

Antarel

198

Lunes 3 de octubre de 2016. El Sol llameante de los Andes ilumi-
naba con brío el pequeño pueblo de Quitaracsa y secaba nues-
tros labios. Habíamos iniciado el viaje desde Yungay. Luego de
un largo y sinuoso camino, que bordea temerariamente preci-
picios y atraviesa solitarias mesetas de montaña, que en varios
tramos nos ofreció una vista imponente del nevado Champará,
llegamos a esta localidad enclavada en el distrito de Yurucmar-
ca. Quitaracsa se emplaza en un angosto valle, al lado del río
que le da el nombre al pueblo.
Era un regalo estar allí. El aire puro de montaña nos pene-
traba amablemente. No se sentían los 3.275 metros de altura. Ya
nos habíamos aclimatado. Nuestro equipo lo integraban once
personas, que habíamos llegado desde España, Estados Unidos,
México y Argentina. Nos hallábamos muy comodos allí. La sen-
cillez de la gente de estos pueblos de los Andes había calado
hondo en nosotros. Su sonrisa, su naturalidad.

199

Quitaracsa, como ya dije, es uno de los siete “pueblos
muestra” que señalaron los apunianos en esta región de Án-
cash. Pero el mérito de haber situado este pueblo en el mapa de
los acercamientos de los extraterrestres es de Vlado Kapetano-
vic. Como recordamos, los pastores de esta comunidad le ini-
ciaron en el contacto en los años sesenta. ¿Había algún recuerdo
de la visita de los apunianos? Conversando con sus pobladores,
pensaba en cómo se habían desarrollado los acercamientos de
los apunianos con sus padres y abuelos, hace más de seis déca-
das. Penosamente, muchos de los testigos clave de estos con-
tactos ya fallecieron. No obstante, algunos ancianos, que no fue-
ron parte de esos contactos, recordaban los encuentros con “los
extraños”. Emilio Carranza Romero, en su masticado castellano,
es uno de los que nos confirmó esto. Pero Leoncio Vergaré, de
sesenta y seis años, fue quien nos puso al corriente de que, si
bien es cierto esos encuentros directos no siguen ocurriendo con
la gente del pueblo, sí se ha podido presenciar la aparición de
“luces” sobre las montañas. Las describen como pelotas o “glo-
bos blancos brillantes” que, a pleno día, vuelan en formación,
bajan detrás de las cumbres y luego de un rato se vuelven a ele-
var hasta perderse en el cielo. La esposa de Vergaré nos confir-
mó los avistamientos. Lo más inquietante es que durante esas
observaciones la gente de Quitaracsa detectó a la distancia a
una bella mujer, alta, de cabello corto claro y “desnuda”, que
parecía estar tomando muestras de agua en una cascada cer-
cana al pueblo. Nos llamó poderosamente la atención la forma
como la describieron. Precisamente, el enterizo metálico que lle-
van los apunianos es tan ajustado al cuerpo, como una suerte de
“segunda piel”, que una observación a distancia podría hacer
pensar que se hallan desnudos. ¿A quién vieron en la cascada?
Vlado, pues, había contado la verdad. Al margen de que
haya elegido “novelar” sus libros con el pseudónimo de “Vitko

200

Novi”, y añadir en ellos algunos elementos fantasiosos en torno
a los apunianos, como exóticas reencarnaciones, o mezclar sus
ideas políticas con los mensajes recibidos, el contacto de base
era genuino: el incidente en la Central Hidroeléctrica de Hua-
llanca, la advertencia del terremoto en Yungay, la revelación del
Minius y la relación de los pastores con los apunianos, son he-
chos auténticos.
Tengo una anécdota con todo esto.
Estaba en una conferencia en Simpson Park, en la ciudad
de Miami. En ella compartí el mensaje de los apunianos y des-
cribí la tragedia de Yungay. Entonces, al final de mi disertación,
un hombre se me acerca y se presenta como el hijo de un Juez
de Paz de Yungay. Según me dijo, logró sobrevivir al terremoto
por hallarse en Lima. “Vlado advirtió a las autoridades, entre
ellas a mi padre, que falleció en el terremoto”, me dijo a boca de
jarro este hombre, delante de varios testigos. Por razones que
no hace falta explicar, preservaré sus datos personales.
“El apagón en la Central Hidroeléctrica de Huallanca ocu-
rrió, yo estaba allí”, me dijo en un viaje anterior a Yungay Don
Tobías Sarmiento, ex compañero de trabajo de Vlado. “Los
nombres de los vigilantes, todo lo que describe Vlado en ese
aspecto, es real ⎯añadió⎯, aunque los testigos del contacto con
los extraterrestres fueron muy reservados, no se hablaba de
ello. Luego, por mi cuenta, pude averiguar que los pastores de
la puna estaban en contacto con esos seres…”
Y he allí el dato más importante, en el cual he insistido a
lo largo de este libro: los primeros contactados con los apunia-
nos fueron esos olvidados pastores. Ellos formaron parte inicial
de este “programa”. Por esta razón se me cortaba el aliento
cuando caminaba por las montañas de este “pueblo marcado”.
A pesar de la quietud y el silencio que impone el tiempo, dejan-
do como un vago recuerdo aquellas viejas visitas de los apunia-

201

nos, la huella de todo cuanto ocurrió, en esos lejanos años, aún
se percibe…
Fue Eloy Moreno Wisa quien puso la “cereza sobre la tor-
ta”. Este veterano guía de montaña de Quitaracsa no solo con-
firmó los avistamientos de extrañas luces en el pueblo, sino que,
además, nos comentó que estos objetos se solían desplazar ha-
cia una meseta denominada por ellos “Quellcayrumi”, palabra
quechua que significa “piedra escrita”. Nos quedamos perple-
jos.
⎯¿Podemos ir a ese lugar? ⎯preguntamos sin pestañear,
presos de un enorme interés⎯.
⎯Sí, son cuatro horas de camino ascendiendo por la
montaña.
Prestos, iniciamos la aventura. Así, subiendo por el sende-
ro de los pastores, debilmente marcado, advertimos varias rui-
nas incas, básicamente andenes o terrazas de cultivo, que en su
día fueron visitadas por el INC (Instituto Nacional de Cultura).
Sin embargo, en lo alto de la montaña, hay otros yacimientos ar-
queológicos que no parecen ser incas. Según Eloy, hasta allí no
habían llegado los especialistas.
En medio de nuestra paciente exploración, a casi 3.600
metros de altitud, hallé una enorme piedra que, por su coloca-
ción, me recordaba un menhir. Examiné el posible monumento
megalítico y entonces descubrí lo que parecía un corte en la ro-
ca, perfectamente simétrico. Luego hallamos, muy cerca, otra
piedra, de similar tamaño, “alineada” a la primera que había
encontrado; era como si ambas estuviesen marcando una entra-
da o portal (ver galería). Seguimos subiendo. A 3.800 metros,
según mi GPS, hallamos una piedra con símbolos, que de nin-
guna manera corresponden a los incas. Esto me lo confirmó la
propia arqueóloga Ana María Barón, que al ver las fotografías
que le envíe, estimó que, probablemente, esos signos eran com-

202

patibles con el Paleolítico Superior; es decir, están situados en
una época que oscila entre los 10.000 y 35.000 años antes de
Cristo… Barón cree también que este tipo de piedras y símbolos
marcan lugares ceremoniales…
⎯Hace unos ciento veinte años los más ancianos ya nos
hablaban de estas piedras ⎯explicó Eloy⎯.
⎯Qué decían sobre esto los ancianos ⎯pregunté al guía
de Quitaracsa.
⎯Desde niños ya éramos pastores, y los más ancianos nos
decían que evitáramos caminar por Quellcayrumi, porque era
un “lugar encantado”. Nos metieron miedo de ir allí.
Esta declaración de Eloy me hizo pensar en los lugares de
contacto con los apunianos. Tal vez, los ancianos trataban de
proteger uno de los escenarios en donde se encontraban con
ellos…
⎯En la meseta, en ese “lugar encantado”, había un pozo,
un hueco sin fondo que tapamos con la gente del pueblo por te-
mor a que alguien se accidentara ⎯añadió nuestro nuevo ami-
go.
Raudos, fuimos a ver ese “hoyo” y, ciertamente, allí esta-
ba, tapado…
También fotografiamos una segunda piedra de símbolos a
casi 4.000 metros de altura. Según Eloy, hay más…
⎯¿Quiénes hicieron estos símbolos, según la creencia de
los ancianos? ⎯decidí preguntar.
⎯Decían que lo hicieron los antiguos… Y creían que esa
“escritura” era un mapa que llevaba hacia algún lugar…
Eloy terminaba de confirmar una sospecha nuestra, en-
cendida por un mensaje que recibimos de Ivika, durante una in-
vestigación que realizábamos en la ruinas de Caral, en abril de
2016. Durante esa pesquiza en las pirámides más viejas de toda
América ⎯se estima que tienen unos 5.000 años, los que las ha-

203

cen, oficialmente, más antiguas que las propias pirámides de
Egipto⎯, la líder apuniana nos afirmaba en su comunicación te-
lepática que existían otros yacimientos arqueológicos “más anti-
guos”, ocultos en Áncash…
¿Piedras como las de Quellcayrumi son la llave para dar
con esas ciudades perdidas?
En este libro he adjuntado algunas de las fotos de nuestra
investigación. El lector podrá sacar sus propias conclusiones.
Sé que nuestro trabajo ha inspirado a otros caminantes
para volver a Yungay y abrir el expediente olvidado de los pri-
meros contactos con los apunianos. Incluso, a raíz de nuestras
conferencias en Perú, se han programado viajes a la propia Qui-
taracsa. Soy conciente de que este libro avivará más el interés, y
que muchos se lanzarán a buscar las piedras megalíticas y la
“pista” para hallar la “ciudad de los antiguos”, en donde otrora
sus iniciados tuvieron contacto con los apunianos. Ojalá que
ninguna de estas iniciativas afecte la vida de esta noble gente.
Mi deber es difundir lo que se nos ha revelado, no transformar
lugares de poder en un circo.
Dicho esto, es importante comprender que los habitantes
de Quitaracsa y otros pueblos de Áncash son descendientes de
esos “antiguos” que citó Eloy. Con estas afirmaciones nuestro
guía me recordaba las dilatadas charlas que sostuve, muchos
años atrás, con Manuel Olivares, otro gran hombre de montaña,
oriundo del pueblo de San Pedro de Casta. Olivares, mano de-
recha del célebre explorador Daniel Ruzo, decía lo mismo sobre
los olvidados habitantes de Marcahuasi. Estaba claro que con
los pastores de los Andes peruanos empezó el contacto apunia-
no en tiempos de la posguerra; pero todo se había iniciado aún
antes...
Es una de las imágenes que vi en el contacto con Ivika en
el Valle de la Luna…

204

Siento que atendiendo a ese pasado olvidado obtendre-
mos sabiduría para enfrentar el “futuro” y tomar mejores deci-
siones que afecten, positivamente, la crisis mundial que precipi-
taría el viaje de “El Arca”. Observando los picos nevados en la
alta meseta de Quitaracsa volví a ese momento inolvidable con
Ivika. Entonces le pedí permiso a Eloy para tomar una muestra
de agua de uno de los riachuelos que descienden de los neva-
dos y alimenta al río. Hicimos esto allí mismo, en Quellcayrumi,
uno de los posibles escenarios de contacto con los apunianos y
los pastores. El propio Eloy llenó la botella con el “Elemento
Primero”. Iniciábamos una nueva etapa.
¿El mensaje? Podemos cambiar el futuro.
Estamos a tiempo.

Ricardo González
Al pie del cerro Uritorco, Capilla del Monte.
Siendo las 12.30 horas.
9 de febrero de 2017

205

APÉNDICE I

Cuando en la “ciencia ficción” hay “memoria”…

Me lo habían mencionado en el encuentro de Atacama: a un di-


bujante se le ocurrió crear un cómic que se adentraba en una
“historia futura”, cuyo escenario, era nada más y nada menos,
que la meseta de Chajnantor. Suspiré. Luego de Atacama volé a
Perú. Más tarde regresé a Santiago de Chile y allí, gracias a la
investigación de mi amiga Linda Subiabre, dimos con la histo-
rieta y su autor, el arquitecto Pablo Monreal.
Pablo, auspiciado por el Consejo Nacional de la Cultura y
las Artes de Chile, había lanzado su trabajo en la Biblioteca de
Santiago el 18 de marzo de 2016. Él no estaba al tanto de nues-
tras experiencias de contacto con los apunianos y mucho menos
había leído mis libros.
Para qué dar más vueltas: su obra habla de cuatrocientos
niños seleccionados en Chajnantor… Aunque Monreal no habla
de un viaje hacia Alfa Centauro, centra la trama de su historieta
en esos niños especiales que tienen como misión proteger a
ALMA, que es llamada, sorprendentemente, “El Arca”…
Me entrevisté con Pablo y el arquitecto me confesó que es-
ta historieta había nacido luego de una visita que hizo a ALMA.
Según él, luego de la incursión en el observatorio, experimentó

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una serie de sensaciones e imágenes que le empujaron a crear el
guión de este relato animado.
La experiencia con “Chajnantor” ⎯así se llama la obra de
Monreal⎯ nos invitó a realizar un repaso de otras publicacio-
nes similares en Chile, en donde el mensaje amable de seres
extraterrestres se mezclaba con la presencia de niños. “Ami, el
niño de las estrellas” (1986), del escritor Enrique Barrios es un
buen ejemplo. Pero un caso más concreto relacionado a los via-
jes hacia Alfa Centauro es el libro “Misión Alfa Centauro” (1988),
de los escritores Alberto Balcells, Jacqueline Balcells y Ana
María Güiraldes. ¿Una memoria invisible de los niños de Chaj-
nantor y el viaje de “El Arca”? Que el lector saque sus propias
conclusiones.

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Dos imágenes tomadas de “Chajnantor”. Cortesía, Pablo Monreal.

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APÉNDICE II

Cronología aproximada del contacto apuniano

“Ciudad de los Antiguos”, Áncash, Perú. Tiempo aún pendiente


de determinar. Probablemente fue un centro ceremonial ante-
rior al Imperio Inca. No ha sido todavía descubierta. Allí está la
clave de los primeros contactos con los apunianos.

1945-1955: Luego de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de


apunianos inicia un programa de acercamiento con siete pue-
blos andinos de Áncash. Luego de las primeras aproximaciones,
el plan empieza a caminar en todo rigor en 1955. Los pastores
de esos pueblos se transformarán entonces en los primeros
“contactados” de la misión apuniana en tiempos de la posgue-
rra.

1960: La visita de una nave apuniana a la Central Hidroeléctrica


de Huallanca, el 10 de marzo de aquel año, implicará al técnico
de origen yugoslavo Vlado Kapetanovic en el contacto. Más
tarde, los pastores de Quitaracsa y otros pueblos andinos inicia-
rán a Kapetanovic en los encuentros extraterrestres que ellos ya
sostenían. Fruto de estas entrevistas con los apunianos surgirá
la información del Minius y la advertencia del terremoto y alud
en Yungay.

1970: El 31 de mayo se produce un violento terremoto que ori-


gina un desprendimiento de hielo y roca del nevado Huasca-

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rán, generando así un alud que sepulta a Yungay. Se estima que
esta tragedia se cobró la vida de una 80.000 personas. A raíz de
este incidente ⎯la peor catástrofe natural de la historia del Pe-
rú⎯, advertido por los apunianos y desoído por las autorida-
des, Kapetanovic decide hablar públicamente con los medios de
comunicación, dando a conocer el contacto con los apunianos.

1970-1973: En este período la familia Acervo, en su casa de ve-


raneo del distrito de Chilca, paraje costeño situado a unos 60 ki-
lómetros al sur de la ciudad de Lima, empezará a recibir mensa-
jes psicográficos de los apunianos. María Soler Arrieta era la re-
ceptora de esos mensajes. Ella impulsará a su joven hijo Juan a
acercarse al IPRI, para informar de las experiencias que la fami-
lia estaba afrontando en Chilca.

1974: El periodista español, Juan José Benítez, asistirá a un avis-


tamiento programado de un ovni en el desierto de Chilca, en la
misma zona que frecuentaba anteriormente la familia Acervo.
El contacto ocurrió el 7 de septiembre, y fue concertado por el
guía apuniano “Kulba”. La comunicación fue recibida por Car-
los Paz Wells, “Charlie”, hijo mayor de José Carlos Paz García,
el fundador y presidente del IPRI. Charlie y su hermano Sixto
son los iniciadores del Grupo Rama en Perú, una de las experien-
cias colectivas de contacto más difundidas de toda Iberoamé-
rica.

1975: Motivados por el libro que Benítez publicó en España en


diciembre de ese año, en donde el periodista navarro relata su
vivencia en Chilca (“Ovnis: SOS a la humanidad”, de Plaza & Jan-
és) un grupo de amigos en Madrid, entre los que destacaban
María Pinar Merino y Luis Arribas, intentará la comunicación
extrasensorial con los apunianos, lográndola, e iniciando así las

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experiencias del recordado “Grupo Aztlán”, uno de los testimo-
nios de contacto más comentados de España.

1983: El camionero ancashino, Donato Cervantes, luego de su-


frir un accidente con el cristal de su vehículo, cortándose pro-
fundamente el brazo, fue curado por unos seres de aspecto nór-
dico que muy probablemente eran parte de un grupo de apu-
nianos que operaba por la zona. El hospital de Huaraz había
sugerido amputar el brazo, pero luego de la intervención de los
extraterrestres no fue necesario. De acuerdo a Donato, su brazo
sanó gracias a una extraña radiación que una nave proyectó
sobre su cuerpo el 16 de junio de ese año en la zona de Chan-
cos. Hay que decir que el camionero nunca utilizó el término
“apuniano”, solo se refería a esos seres como unos “forasteros”
que venían de una “galaxia celeste”, que medían alrededor de
dos metros veinte de estatura y se comunicaban telepática-
mente.

1993: Ricardo González recibe en Lima el primer mensaje tele-


pático de “Antarel”, un ser extraterrestre de Alfa Centauro que
ya estaba en comunicación con varios grupos de contacto en Pe-
rú. El guía apuniano, luego del mensaje, ofreció una “confirma-
ción física” a través de un avistamiento. Esta experiencia, ocu-
rrida en el mes de octubre, empujó a Ricardo a integrarse más
tarde a los grupos de contacto que se reunían en la capital.

1997: El 30 de agosto, Ricardo González tiene el primer contacto


físico con Antarel en el desierto de Chilca. Cuatro años más tar-
de, en 2001, y en el mismo escenario, abordará por primera vez
una nave. En ese contacto los extraterrestres le mostrarán el
“cubo” y hablarán de sus exploraciones en el cosmos.

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Los encuentros con Antarel se repetirán en los años siguientes,
en distintas experiencias, incluyendo exitosos avistamientos
programados con periodistas e investigadores del fenómeno
ovni, como fue el caso de Michael Salla y Paola Harris quien,
además, verá físicamente al propio Antarel en Monte Shasta, al
lado de otros testigos.

2015: Surge Ivika como actual “comandante de operaciones” de


los apunianos. El 12 de abril, se produce una entrevista con ella
en un contacto programado en Yungay. Allí se anuncia la reac-
tivación del programa original de los apunianos, se retoma el
conocimiento del Minius, surge la técnica del Hipercubo y se
accede a la revelación del viaje de “El Arca”. En el mes de junio
de ese año, en el bosque pirenaico de Monte Perdido, ocurre la
primera recepción colectiva de los “cristales de Minius”.

2016: Encuentro internacional en el desierto de Atacama y un


nuevo contacto con Ivika, desarrollado en el Valle de la Luna el
martes 27 de septiembre. En esa nueva experiencia los apunia-
nos amplían información sobre su lugar de origen, las “galaxias
espejo”, la importancia del agua y la búsqueda del “Ancestro
Común”. En octubre se hace una expedición a Quitaracsa, uno
de los “pueblos muestra”.

NOTA: Esta cronología es solo un breve resumen, el primero, tenien-


do como eje los encuentros cercanos en Perú. La cronología, pues, aún
está en desarrollo. Hay otros testigos de contacto con los apunianos en
el mundo que han protagonizado valiosas experiencias. Se ha incluido
este adelanto solo para situar al lector en el contexto de los aconteci-
mientos, sin emitir juicios de valor sobre las experiencias o su conteni-
do. Es solo referencial.

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