Integrismo
No es esto lo que es grave en el Carde-
B XVI primero visita las Sinagogas, luego recibe al Superior de la FSPX
(Mons. Fellay) y anunciaría la «liberación» de la Misa «de San Pío V»...
que fuera solicitada por los fieles al obispo
de la diócesis donde se quería celebrar, pe-
tición que podía ser aceptada o rechazada».
Además, en estos últimos meses el pe-
riódico italiano « Corriere della Sera » ha
lanzado el «voto electrónico» acerca de esta
posible medida.
Mons. Fellay y la Fraternidad -que han
pedido con insistencia a Benedicto XVI es-
ta «liberación» de la Misa- dicen que esto
creará dentro de la Iglesia, con el paso del
tiempo, «un nuevo clima» que llevará a que
«se hable el mismo idioma» y que es el pri-
mer paso hacia la restauración de la Iglesia.
Nuestros lectores conocen el pensamien-
to de Integrismo al respecto. Por un lado,
consideramos una abominación la «convi-
vencia» de dos ritos (uno falso, protestante,
la misa nueva; y otro, el verdadero rito ca-
tólico, la Misa «de San Pío V») en la Iglesia;
por otro lado, Mons. Fellay que habla mu-
cho de «espíritu «sobrenatural», parece no
darse cuenta que esto es justamente el exac-
to contrario, una medida y un razonamien-
to más propio de ambientes políticos que de
las cosas de la Fe y de la Iglesia. Esto no solo
no favorecerá ninguna restauración, sino
que traerá más confusión (y sacrilegios, esta
vez con la verdadera Misa...) que la que hay.
Lo único que debe pedirse a Benedicto
XVI y los suyos es que se retracten de las
herejías del Vaticano II y de la misa nueva,
que profesan hace casi cuarenta años. Decía
el mismo Mons. Lefebvre, comentando un
artículo del 15 de enero de 1991 (conferen-
cia espiritual a los seminaristas de Ecône, de
los días 8-9 de febrero 1991 - los destacados
nos pertenecen): «Los invito a leer el denso
artículo de fondo de ‘Si si, No no’ que ha sa-
lido hoy sobre el Cardenal Ratzinger. Es
espantoso! El autor del artículo, no se quien
es porque siempre ponen un pseudónimo,
luego no se sabe quien es. Pero de todos
modos, el artículo está muy documentado y
concluye que el Cardenal es herético. El
Cardenal Ratzinger es herético.
nal Ratzinger [que discuta la infalibilidad de
documentos del magisterio]; lo grave es
que él pone en duda la realidad mis-
ma del magisterio de la Iglesia. Pone en
duda que hay un magisterio que sea
permanente y definitivo en la Iglesia.
Esto no es posible. El acomete contra la raíz
misma de la enseñanza de la Iglesia, de la
enseñanza del magisterio de la Iglesia. Ya no
hay una verdad permanente en la Iglesia,
verdades de fe, dogmas en consecuencia. Se
acabaron los dogmas en la Iglesia! Esto es
radical! Evidentemente esto es herético,
está claro! Es horroroso, pero es así».
«No se puede pretender que de la no-
che a la mañana suceda algo como esto, esto
tomará su tiempo, será parte de un largo
proceso, como ha sucedido ya en la historia
de la Iglesia con crisis heréticas semejantes»,
dicen. Esto es solo pragmatismo, además de
que no nos imaginamos a San Hermenegil-
do comulgando del obispo arriano que le
enviaba su padre, con la esperanza de que un
«proceso» llevara a la conversión de éste, o a
San Atanasio conviviendo en los mismos
templos con los herejes en espera del mis-
mo «proceso»; la Sagrada Escritura y la Doc-
trina de la Iglesia que no justifican ninguna
convivencia de este tipo con el error, que
prohíben la comunión con los herejes, se-
rían demasiado «ingenuas» o «idealistas», po-
co «pragmáticas»...
Así, Mons. Williamson, que no aprueba
un eventual acuerdo de la Fraternidad con
Ratzinger -como continúa intentando su
propio superior- gasta sus energías en con-
denar al «sedevacantismo» (en una reciente
entrevista); ambas cosas las realiza en nom-
bre de la pureza de la teología de la Frater-
nidad y considerándose verdadero intér-
prete del pensamiento de Mons. Lefebvre.
La teología y el pensamiento del «Papa que
se equivoca» casi siempre, que se equivoca
en materia de Fe, que solo es infalible en
contadísimas ocasiones...
Nos queda pedir a Nuestro Señor la cla-
ridad de las ideas para tantas almas, que no
crean en las falsas dialécticas, y que a noso-
tros, sus indignos soldados, nos conceda su
gracia, la fortaleza y la perseverancia en el
Buen Combate por la Fe de la Iglesia.