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El Informe Reservado Del Dr. Antonio Las Heras & Sandra Noemí Britos
El Informe Reservado Del Dr. Antonio Las Heras & Sandra Noemí Britos
e mail: alasheras@hotmail.com
NECESIDAD DE REINVENTARSE.
Una vez más, como lo hemos hecho en otras ocasiones en este INFORME
RESERVADO, señalamos que quienes se resisten a incorporar estos cambios
en su vida cotidiana sólo lograrán quedarse a un costado del camino de la
civilización. La “nueva normalidad” ya es, podemos decirlo, la “normalidad” que
se ha impuesto. Y sigue viento en popa incorporando nuevas y, algunas, un
tanto asombrosas creaciones tecnológicas. Lo que implica que quienes
necesitan un trabajo – sea independiente o en relación de dependencia –
tendrán que estar bien entrenados en el uso y buen dominio actualizado en
herramientas digitales.
Por esto, hace 40 años, lo expuesto por la Rand Corporation convocaba una
sensación de extrañeza. Mas estaba en lo correcto. Lo que, por otro lado,
demuestra una vez más que las cosas no van sucediendo azarosamente, sino
que hay quienes ejercer algún tipo de dirección para modificar gustos,
preferencias, generar unos deseos y no otros, en la población.
Redes que, dicho sea de paso, ahora demostraron no ser espacios de libertad,
como se pregonaba, sino que están dispuestas a ejercer censura cada vez que
les parezca pertinente. Esta vez el noble y vital ejercicio de la libertad queda
subsumido a las decisiones de los dueños de las redes sociales. Esos dueños
rara vez está claro quiénes son. Lo que es más que esperable, pues quienes
son los Grandes Decisores siempre permanecen anónimos. Lo que nosotros
llamamos los Grandes Titiriteros de esta civilización.
Joe Biden ya es el presidente electo de los Estados Unidos, país que continúa
siendo la primer potencia de la Tierra. El detalle singular a destacar es que el
20 de noviembre pasado cumplió 78 años de edad. Quiere decir que tendrá 82
cumplidos al fin de este mandato próximo a iniciar… ¡y 86 si fuera reelegido!
Sólo con señalar estos datos ya amerita hacer un análisis sobre la cuestión de
la “vejez” término en la actualidad mitigado a través de la expresión “tercera
edad.”
“Viejos son los trapos”, era la usual expresión utilizada por nuestros padres y
abuelos cuándo se encontraban en la necesidad de sostener que, no por tener
determinada edad, se habían convertido en personas inútiles, que había que
descartar como quien tiraba en el cajón aquellos telas ya inservibles. Pero lo
cierto es que, en verdad, por aquellos no tan lejanos tiempos del siglo XX,
llegar a la edad de la jubilación implicaba casi inequívocamente un pasaje “a
cuarteles de invierno”, como solía decirse con cierta cómplice benevolencia. En
el imaginario popular, la persona que transitaba entre 60 y 65 años de edad,
era considerado alguien “viejo” de quien poco se podía aguardar, salvo
acompañar – a veces; tampoco exigir mucho – a los nietos, ver pasar el tiempo
en el banco de una plaza o – en el mejor de los casos – reunirse con otros
contemporáneos para jugar a las bochas o conversar sobre “glorias pasadas.”
Ejemplos tenemos a la vista, de manera cotidiana, con sólo leer los diarios.
Veamos.
En Japón hay, hoy, 68.000 personas que pasaron los 100 años. En España,
unas 400.000 son las que superaron los 90 años.
Hoy, como nunca antes, corresponde afirmar: “Viejos son los trapos.”
(Los autores de esta nota han recorrido toda Tierra Santa, incluyendo Belén. Uno de
ellos ha estado en Belén un 24 de diciembre.)
En estos días, fue informado que tendrá lugar en el firmamento un fenómeno
astronómico que no ocurre desde hace varios cientos de años. Se trata de la
conjunción de los planetas Júpiter y Saturno – los dos de mayor tamaño en el
Sistema Solar – que podrán verse tan juntos que, para el ojo no conocedor,
parecerá tratarse de una nueva estrella de intenso brillo. Este acontecimiento,
que quien quiera podrá observar, mirando hacia el horizonte oeste, desde el 16
hasta el 21 de diciembre en horas del atardecer, ha sido llamado la Estrella de
Belén. Y es así porque, precisamente, cuándo la Ciencia ha buscado una
explicación para aquel singular fenómeno que acompañó el nacimiento de
Jesús, una de estas ha sido la conjunción de Júpiter y Saturno.
Por el Nuevo Testamento nos enteramos que, guiados por una estrella, unos
magos viajaron desde Oriente a Belén para homenajear a Jesús, al momento
del nacimiento, llevándole ofrendas consistentes en incienso, mirra y oro. Nada
más dicen los evangelistas.
¿Qué era, en verdad, esa "estrella"? No hay una respuesta definitiva, pero
existen algunas posibles respuestas.
A causa del movimiento aparente de los planetas en el cielo puede darse que
dos e incluso más de estos cuerpos aparenten estar muy próximos. Incluso, en
ocasiones hasta se confunden – a ojo desnudo – dando la apariencia de un
cuerpo celeste nuevo, difuso, muy luminoso. Estos hechos la Astronomía los
llama "conjunciones planetarias".
Con la ayuda actual de la informática, fue posible calcular en poco tiempo qué
conjunciones planetarias especialmente llamativas eran visibles desde
Babilonia en una fecha dada. Si marcamos un margen de años próximos a la
Natividad, el resultado obtenido es de dos conjunciones planetarias además de
la propuesta por Kepler. La primera se dio en agosto del año 3 a. C. entre
Júpiter y Venus y la segunda en junio del 2 a. C. entre los mismos planetas.
Otros estudiosos han propuesto que la estrella bíblica fue una "nova". Así se
llama a la estrella que, como consecuencia de reacciones nucleares que
ocurren en sus capas más superficiales, aumenta repentinamente de brillo de
manera considerable. Crónicas coreanas y chinas cuentan que un
acontecimiento de ese tipo sucedió en el año 5 a. J. El objeto habría sido
visible al amanecer, en el este. A medida que pasaba el tiempo se haría visible
más tiempo antes de que saliera el Sol hasta que, en unos tres meses, podría
verse a medianoche en dirección sur, en lugar del este. Con lo cual el objeto
sería observado por los magos en el este (como dice el Evangelio de Mateo) y,
luego, señalaría la posición de Belén una vez que estuvieran situados en
Jerusalén.
El experto David Hughes entiende que la traducción del griego original del
Evangelio de Mateo tiene un error por una diferencia muy sutil de las palabras;
en lugar de leerse "en el este" debe leerse "en la primera luz del alba". Dato
que refuerza la posibilidad de que fuera una estrella nova. Para estos
investigadores, la estrella de Belén debió ser una nova que fue visible en el año
5 a. C. entre las constelaciones de Águila y Capricornio.
COMUNICADO OFICIAL