Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
sin tierra”
Reflexiones sobre una voluntad
creadora de comunidad
Cristian O. Valerio
“…las movilizaciones puntuales nos señalan síntomas, pero son los movimientos populares
quienes marcan tendencias, cuando reflexionan sobre sus movilizaciones y les dan una
continuidad, y es desde aquí desde donde cabe encontrar sentidos emancipadores a las
prácticas populares.” Tomás R. Villasante.1
Devenir comunidad
El Comité se inscribe dentro de una nueva forma que de manera más o menos
amplia han ido adquiriendo ciertos movimientos sociales populares, que si bien
aún se mueven en algunos círculos con características clientelares, plantean
una fuerte tendencia hacia el logro de diversos grados de autonomía respecto
no sólo al estado sino que además de las cúpulas político-partidistas. Con
nuevas nociones de apropiación territorial y de creación comunitaria que
implican anhelos de democratización y empoderamiento social popular.
Método dialógico
Algo que pareciera tan simple resulta en efecto ser complejo y difícil, ya que,
abrirse al diálogo, establecer una actitud sincera frente sus posibilidades,
implica altos grados de incertidumbre en la medida que no existe la posesión
de una verdad previa entre los, así devenidos, dialogantes sinceros, la que será
una emergencia del proceso mismo. Este modo abierto podría representarse
como el encuentro de recipientes vacíos dispuestos a ser colmados como
resultado de su interacción en tanto hablantes y comunicantes. En este
proceso es primordial tener en cuenta la evitación que se debe realizar de los
círculos de auto-afirmación y auto-condescendencia discursiva, mediante la
configuración de posicionamientos y actitudes críticas frente a las realidades
internas y las circundantes. Esto a su vez implica un adecuado posicionamiento
frente a la diferencia que podría llegar, y es esperable que así sea, a
representar la otredad.
Compromiso colectivo
Aquí surge la necesidad de “difundir” o, tal vez, de hacer una labor de toma de
consciencia respecto a esta voluntad creadora, en el entendido de que si no
existe tal voluntad en alguno de los miembros, al menos está presente el
“anhelo” comunitario respectivo, lo que podría denominarse la “intención
creadora”. Podría ser factible el aprovechamiento de compromisos personales
como punto de inicio de este proceso “concientizador”, así desde un
compromiso intrínseco devenir hacia la configuración de un compromiso
colectivo sincero y fortalecido, que permita alinear y coordinar los esfuerzos.
Además dentro de las dimensiones a considerar para su reforzamiento, cabría
mencionar la identificación con el fin propuesto (el “espíritu” de pertenencia) la
responsabilidad y la proactividad. En la medida que este punto está
íntimamente relacionado con los grados de reflexividad que es necesario
alcanzar, más adelante se retomará la presente elaboración.
Empoderamiento
Este epígrafe que define capital social será el punto que permitirá iniciar las
reflexiones respecto a lo que se considera como la necesidad de configurar un
nuevo paradigma de empoderamiento del Comité, en la medida que las nuevas
perspectivas transformadoras lo exigen y en tanto movimiento social popular de
nuevo cuño. Empoderamiento que remite, por una parte, a los intentos que
deben ser realizados en torno al potenciamiento de las concreciones logradas
hasta el momento, respecto a la generación de este capital social y de las
posibilidades surgidas a partir de éste, asimismo como de las latencias
sumergidas y conservadas en la memoria histórica. Por otro lado este
empoderamiento nos señala, de manera casi perentoria, la búsqueda de
nuevas fuentes de recursos que permitan establecer un aumento del capital
previamente acumulado. En definitiva habría que promover, en palabras de
Durston, una “arqueología” y una “minería” del capital social grupal,
considerando para ello el origen que se encuentra en cada uno de los
individuos, que al igual que el saber o los saberes, responde a un ciclo en
donde lo individual y lo social se retroalimentan continuamente.
Reflexividad
Es así que como primer paso para aumentar los niveles de autoconocimiento,
mediante el método dialógico como se mencionó al principio, se considera
adecuado la configuración de mecanismos que, en primer lugar, permitan
delimitar con precisión cuáles son los principios y valores que guían
actualmente a la organización y en qué medida estos deberían ser
reformulados o simplemente reemplazados o enriquecidos con otros de nuevo
cuño, con la finalidad de respaldar adecuadamente los renovados propósitos
comunitarios perseguidos. En segundo lugar, que posibiliten el fortalecimiento
de los mismos y su difusión compenetrante hacia la generalidad de los socios,
muchos de los cuales persisten en una actitud de apatía y pasividad. De igual
manera esta sería una forma de aumentar el compromiso colectivo, en la
medida que esta precisión y reafirmación simbólica tienda a generar una mayor
identificación con el fin comunitario perseguido.
Como eje movilizador del Comité y en tanto representante legítimo de sus más
profundos intereses, el Directorio es el que, en una primera instancia, debe
asumir la tarea de esclarecimiento, reformulamiento y posible creación de
nuevos principios y valores. Cada uno de sus miembros ha estado trabajando,
de manera consciente no se sabe con precisión desde cuando, en su
preparación dirigencial con miras a esta creación de comunidad. Este anhelo
creador es un resultado reactivo tanto de apreciaciones personales de la
realidad negativa que rodea a buena parte de los miembros del Comité, entre
los que se cuentan diversos niveles de violencias intrafamiliares y socio-
contextuales, como de la recogida de inquietudes surgidas en los mismos
socios. En la medida que estas intenciones creadoras de comunidad tienen su
origen más concreto y consciente en los miembros del Directorio, se justifica
esta primera etapa esclarecedora y reformuladora, como asimismo la que le
debe suceder; la de difusión o la que podría denominarse “toma de consciencia
comunitaria”.
En tanto este primer proceso debe ser iniciado y desarrollado por los propios
integrantes del Directorio, se plantea la realización de reuniones basadas en la
interactividad dialógica, destinadas específicamente al desarrollo delimitador de
las nociones que guían el actuar organizacional inmediato y las que serían
necesarias o más adecuadas a la meta creadora futura, que en estricto rigor ya
habría comenzado. Finalmente, tras lograr establecer con claridad y certeza
cuáles serán los principios y valores que guiarán el movimiento venidero del
Comité, se debería realizar una sistematización de los mismos, la que se
concretizaría en una declaración formalizada verbalmente pero de manera
fundamental mediante la redacción de un escrito.