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L’mites jur’dicos al derecho sobre el dise–o


Fernando L. de la Vega Garc’a - Doctor en Derecho.
Universidad de Murcia.

Cuadernos Mercantiles
Proteccion del dise–o en el Derecho Industrial y de la Competencia
Autor: Fernando L. de la Vega Garc’a
Cargo del Autor: Doctor en Derecho. Universidad de Murcia.
P‡ginas: 293-352

Id. vLex: VLEX-335109


http://vlex.com/vid/limites-juridicos-derecho-335109

Resumen

I. Consideraciones iniciales. II. l’mites internos del dise–o. remisi—n. 1. Preliminar. 2.


L’mites del dise–o considerado como derecho de exclusiva. 3. L’mites del dise–o que
carece de la condici—n d e derecho de exclusiva. III. L’mites externos del dise–o. 1.
Preliminar. 2. Car‡cter defectuoso. 2.1. Preliminar. 2.2. Aproximaci—n al concepto de
defecto de dise–o. 2.3. El car‡cter defectuoso como l’mite jur’dico: integraci—n del
defecto de dise–o en nuestro sistema de la responsabilidad civil derivada del producto
defectuoso. A) Preliminar B) Sistema de la responsabilidad civil derivada del producto
defectuoso. Aspectos generales. C) Aplicaci—n de la LRCP a los defectos de dise–o. D)
Aplicaci—n de la LGDCU a los defectos de dise–o. E) Aplicaci—n del CC a los defectos de
dise–o. F) Responsabilidad del transmitente del dise–o defectuoso. 3. Peligrosidad.
3.1. Preliminar. 3.2. Importancia de la UE en la elaboraci—n de este l’mite externo. 3.3.
Aproximaci—n general a los criterios delimitadores de la peligrosidad como l’mite
externo del dise–o. A) Preliminar. B) Seguridad general de los productos puestos a
disposici—n del consumidor y dise–o. C) El dise–o de juguetes desde las normas de
seguridad. D) Apariencia enga–osa que ponga en peligro la salud y seguridad del
consumidor y dise–o. Breve referencia.

Texto

I. Consideraciones iniciales
II. L’mites internos del dise–o. Remisi—n
ÊÊÊÊ1. Preliminar

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ÊÊÊÊ2. L’mites del dise–o considerado como derecho de exclusiva


ÊÊÊÊ3. L’mites del dise–o que carece de la condici—n de derecho de exclusiva
III. L’mites externos del dise–o
ÊÊÊÊ1. Preliminar
ÊÊÊÊ2. Car‡cter defectuoso
ÊÊÊÊÊÊÊÊ2.1. Preliminar
ÊÊÊÊÊÊÊÊ2.2. Aproximaci—n al concepto de defecto de dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊ2.3. El car‡cter defectuoso como l’mite jur’dico: integraci—n del defecto de dise–o
en nuestro sistema de la responsabilidad civil derivada del producto defectuoso
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊA) Preliminar
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊB) Sistema de la responsabilidad civil derivada del producto defectuoso.
Aspectos generales
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊC) Aplicaci—n de la LRCP a los defectos de dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊD) Aplicaci—n de la LGDCU a los defectos de dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊE) Aplicaci—n del CC a los defectos de dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊF) Responsabilidad del transmitente del dise–o defectuoso
ÊÊÊÊ3. Peligrosidad
ÊÊÊÊÊÊÊÊ3.1. Preliminar
ÊÊÊÊÊÊÊÊ3.2. Importancia de la ue en la elaboraci—n de este l’mite externo
ÊÊÊÊÊÊÊÊ3.3. Aproximaci—n general a los criterios delimitadores de la peligrosidad como
l’mite externo del dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊA) Preliminar
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊB) Seguridad general de los productos puestos a disposici—n del consumidor y
dise–o
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊC) El dise–o de juguetes desde las normas de seguridad
ÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊÊD) Apariencia enga–osa que ponga en peligro la salud y seguridad del
consumidor y dise–o. Breve referencia
Ê

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I. Consideraciones iniciales

La concurrencia de diversas clases de intereses tutelables en una misma situaci—n


jur’dica impide la existencia de derechos absolutos o desprovistos de determinados
l’mites, lo que deriva en la modulaci—n del contenido jur’dico de un derecho o
situaci—n en funci—n de la intensidad de la tutela que el Ordenamiento Jur’dico
dispensa a intereses conexos mediante el reconocimiento de derechos similares.

En un estudio del dise–o en un ‡mbito de mercado resulta necesario hacer referencia,


con posterioridad al examen de los aspectos generales de su contenido jur’dico, a los
l’mites que el Ordenamiento Jur’dico dispone respecto de aquŽl. S—lo tras su estudio
se completa una delimitaci—n sistem‡tica e inicial de su contenido y caracteres
jur’dicos. Si bien algunos de los l’mites a que se hace referencia infra

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han sido examinados o, al menos, apuntados en los cap’tulos precedentes, la


importancia de los mismos y la existencia de otros l’mites de gran relevancia externa
(provenientes de normas jur’dicas distintas a las que ordenan jur’dicamente el dise–o
en un ‡mbito de mercado) justifican la existencia de un cap’tulo dedicado a los l’mites
jur’dicos al derecho sobre el dise–o que agrupe de modo sistem‡tico los caracteres
que en œltima instancia determinan el nacimiento y extinci—n de una peculiar posici—n
jur’dica.

En el estudio de estos l’mites se sigue una sistem‡tica que gira en torno a la


procedencia del l’mite en cuesti—n. De este modo, podr’an distinguirse, en primer
lugar, aquellos l’mites que derivan del propio dise–o en sentido jur’dico, considerado
como derecho de exclusiva o s—lo como factor competitivo; es decir, de los caracteres
que adopte el dise–o en un ‡mbito de mercado (vgr. modelo o dibujo industrial,
modelo de utilidad, signo distintivo, factor competitivo) van a depender sus l’mites
jur’dicos, que se califican por ello como l’mites internos. En segundo lugar, y por
contraposici—n, se estudian los denominados l’mites externos del dise–o. Esta clase de
l’mites ya no derivan de los caracteres jur’dicos que presente un determinado dise–o,
sino que proceden de otras normas jur’dicas, que tutelan desde otros puntos de vista
los intereses en presencia, y que, por ello, no discriminan en funci—n de los caracteres
jur’dicos del dise–o, ya se trate de dise–os registrados o no registrados, y dentro de
los registrados ya se trate de modelos o dibujos industriales, modelos de utilidad, o
signos distintivos. Estos l’mites, externos a la ordenaci—n jur’dica del dise–o, re-

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sultan de aplicaci—n, pues, a la generalidad de los dise–os.

II. L’mites internos del dise–o. Remisi—n


1. Preliminar

Los l’mites que resultan m‡s pr—ximos al titular de un determinado dise–o son los que
podr’an calificarse como l’mites internos. Con esta denominaci—n se pretende hacer
referencia a todos aquellos aspectos que delimitan el contenido jur’dico de cada
dise–o en cuesti—n desde diversos puntos de vistas (objetivos, subjetivos, territoriales
y temporales). No se trata, pues, de l’mites generales, aplicables a todo tipo de
dise–o, sino de l’mites que quedan concretados a un tipo jur’dico de dise–o. Su
fundamento deriva, pues, del propio sistema de intereses a que tiende la ordenaci—n
del dise–o y no a la tutela de esos intereses desde otros puntos de vista, ya que en
estos supuestos estar’amos ante los denominados l’mites externos, aplicables a
cualquier tipo o clase de dise–o. Su regulaci—n se encuentra, por tanto, integrada por
las normas que ordenan jur’dicamente cada uno de los tipos o clases de dise–o,
conformando el contenido jur’dico de cada uno. Esta es la raz—n por lo que en este
punto s—lo procede una sistematizaci—n general de los mismos, quedando sus criterios
integrados en el estudio del contenido jur’dico de cada uno de los tipos o clases de

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dise–os (cap’tulos I y II). La importancia de los mis-

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mos en el objeto de estudio justifica al menos una agrupaci—n sistem‡tica de los


mismos en este punto.

En la delimitaci—n preliminar de estos l’mites internos se utilizan los dos criterios que
han servido en los cap’tulos anteriores para estudiar el contenido jur’dico del dise–o.
En primer lugar, se hace referencia a los l’mites del -dise–o registrado- (aspecto
est‡tico) y, posteriormente se realizar‡ unas breves consideraciones de aquŽllos que
caracterizan al aspecto din‡mico del mismo (-dise–o no registrado-, tutelado
œnicamente como factor o elemento competitivo). La diversidad de clases de dise–os,
entendidos como conceptos jur’dicos, en el ‡mbito del aspecto est‡tico deriva en que
la falta de uniformidad sea la nota predominante en el estudio de sus l’mites. Como
contraposici—n a ello, los l’mites del aspecto din‡mico del dise–o, o del dise–o como
nœcleo de un acto de concurrencia, se caracterizan por su unidad, pues afectan en su
mayor’a a todos aquellos dise–os que carecen de la condici—n de derecho de
exclusiva. El examen de unos y otros representa otro punto de vista desde el que
estudiar el contenido jur’dico del dise–o, complementando as’ lo dispuesto en
anteriores cap’tulos.

2. L’mites del dise–o considerado como derecho de exclusiva

Como es sabido, cuando se utiliza la expresi—n aspecto est‡tico del dise–o se hace
referencia a

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aquellas situaciones en las que el dise–o adquiere la condici—n de derecho de


exclusiva y, por tanto, su contenido jur’dico presenta los caracteres propios de Žstos,
teniendo su ejercicio (aspecto din‡mico) menor importancia en la determinaci—n del
citado contenido; su estudio jur’dico en estos supuestos se caracteriza, pues, por
presentar un car‡cter est‡tico como contraposici—n a la importancia que presentan los
caracteres propios de la concreta conducta (aspecto din‡mico) en el ‡mbito del dise–o
como acto de concurrencia. Los l’mites de este aspecto del dise–o han sido expuestos
a lo largo del cap’tulo I, en el estudio de los presupuestos de adquisici—n y contenido
jur’dico del dise–o como derecho de exclusiva, por lo que procede una remisi—n en
este punto, no sin antes apuntar sus caracteres esenciales.

Baste recordar que estos l’mites podr’an ser sistematizados en torno a tres criterios:
objetivos, temporales y territoriales. Desde un punto de vista objetivo, los l’mites
internos del aspecto est‡tico del dise–o depender‡n del tipo de derecho de exclusiva
que deba adoptar el dise–o en cuesti—n y presentan un car‡cter previo al ejercicio de
los derechos que le son inherentes. As’, en el caso de que el dise–o presente una
funci—n meramente ornamental, deber‡ cumplir con lo dispuesto en el EPI, es decir,

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deber‡n concurrir los elementos novedad, aplicaci—n industrial o comercial y no


identificarse con alguno de los supuestos de exclusi—n establecidos. En los supuestos
de que el dise–o deba adquirir la condici—n de modelo de utilidad o, en su caso, de
signo distintivo deber‡ acudirse a cada uno de estas categor’as para determinar los
l’mites jur’dicos de car‡cter ob-

[Página 298]

jetivo del dise–o en cuesti—n.

Desde un punto de vista temporal los derechos inherentes al contenido jur’dico de un


dise–o como derecho de exclusiva tambiŽn se hallan limitados en la mayor’a de los
supuestos. El progreso tŽcnico y la preservaci—n de un cierto nivel de competencia
deriva en la necesaria limitaci—n temporal de los derechos de exclusiva en un ‡mbito
de mercado, sobre todo cuando estamos ante invenciones. Esta clase de l’mites
tambiŽn depender‡, al referirse al aspecto est‡tico del dise–o, del concreto tipo o
clase de derecho de exclusiva; no tiene, pues, la misma duraci—n el dise–o si es
considerado modelo industrial o si constituye un modelo de utilidad o un signo
distintivo. En este sentido, los dise–os industriales tendr‡n una duraci—n m‡xima de
veinte a–os (veinticinco segœn el art’culo 10 de la Directiva 98/71/CE, de 13 de
octubre), los dise–os de utilidad no podr‡n tener una duraci—n que exceda los diez
a–os, mientras que las denominadas marcas de dise–o no est‡n sujetas a l’mite
temporal alguno.

Por œltimo, la existencia de un l’mite de car‡cter territorial supone la imposibilidad de


ejercitar los derechos inherentes al dise–o como derecho de exclusiva m‡s all‡ del
territorio para el que se halla registrado o, en su caso, haya obtenido notoriedad.
Debe tenerse presente, en este punto, que la evoluci—n parece tender hacia una
expansi—n del elemento territorial que desemboque en una ‡mbito comunitario, es
decir, que aparezca Žste como ‡mbito territorial natural del contenido jur’dico de los
dise–os como derechos de exclusiva en nuestro sistema (dise–os industriales, de
utilidad y marcas de dise–o comuni-

[Página 299]

tarias).

3. L’mites del dise–o que carece de la condici—n de derecho de exclusiva

Los denominados l’mites internos del aspecto din‡mico del dise–o hacen referencia a
aquellos criterios que delimitan la actuaci—n concurrencial de un operador econ—mico
organizado que incorpora como elemento esencial el dise–o de los productos
ofertados o de los signos distintos utilizados en su conducta de mercado. La propia
esencia de las normas que delimitan el aspecto din‡mico del dise–o, o del dise–o
considerado œnicamente como factor o elemento competitivo, implica que los l’mites
que a continuaci—n se citan encuentren su fundamento decisivo en la defensa de un

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nivel suficiente de competencia, m‡s que en la protecci—n del dise–o como tal.
Seguidamente se realiza un repaso de los caracteres esenciales de los criterios ya
citados supra con el fin de otorgar unidad al estudio de los l’mites del dise–o.

Los l’mites a que se hace referencia podr’an quedar integrados en dos grupos, tal y
como se estudi— en el cap’tulo anterior. En primer lugar, se encuentran aquŽllos que
derivan directamente de las normas que tienden a ordenar jur’dicamente la actividad
concurrencial; la defensa de la lealtad en la competencia, mediante la eliminaci—n de
aquellas conductas con trascendencia externa y finalidad concurrencial que resulten
objetivamente contrarias a las exigencias de la buena fe, se erige como obje-

[Página 300]

tivo principal de este primer grupo. El l’mite de la buena fe objetiva se convierte as’
en el primer criterio que delimita el aspecto din‡mico del dise–o; la integraci—n de su
contenido delimitar‡ en cada situaci—n concreta el marco general de actuaci—n. Para
la citada integraci—n deber‡n tenerse muy en cuenta los tipos desleales que incluyen
al dise–o en su supuestos de hecho, entre los que destacan los actos de imitaci—n; de
esta forma se consigue con mayor probabilidad la necesaria integraci—n de la cl‡usula
general.

No obstante, la consideraci—n de este grupo como œnico l’mite de la actuaci—n


concurrencial cuyo elemento esencial es el dise–o, resulta claramente insuficiente,
por lo que debemos acudir a un segundo grupo de l’mites. Efectivamente, la
existencia de toda una regulaci—n sobre los bienes inmateriales demanda que en el
juicio de deslealtad y, por tanto, al delimitar el contenido jur’dico de aquellos dise–os
que carecen de la condici—n de derecho de exclusiva, deban tenerse en cuenta los
criterios y situaciones previstas por aquŽlla. El Derecho de la Competencia no puede
servir para perpetuar situaciones de car‡cter monopolista que tuvieron sus inicios
auspiciadas por el Derecho de la Propiedad Industrial. Los criterios derivados de Žsta
se erigen, pues, en l’mites interpretativos de lo dispuesto o aplicable al dise–o en la
LCD.

III. L’mites externos del dise–o


1. Preliminar

[Página 301]

Al referirnos a los l’mites externos del dise–o se pretende hacer referencia a todos
aquellos hechos jur’dicos, ajenos en principio a la ordenaci—n jur’dica de la actividad
concurrencial, cuya existencia limita en algœn aspecto la libertad de actuaci—n que se
reconoce al dise–o en sentido jur’dico. La delimitaci—n, pues, del contenido jur’dico del
dise–o se realiza en estos supuestos por medio de otras normas jur’dicas, que tutelan
situaciones o intereses muy relacionados con los actos que incorporan como elemento
esencial un determinado dise–o.

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El car‡cter externo de los l’mites que se examinan infra implica su aplicaci—n general
en nuestro ‡mbito de estudio; la diferenciaci—n jur’dica realizada hasta aqu’ (aspectos
est‡ticos y din‡micos del dise–o) carece, pues, de relevancia cuando se estudian los
l’mites externos del dise–o. La tutela de intereses distintos, o incluso la tutela de los
mismos intereses desde otros puntos de vista, deriva en la indiferenciaci—n del tipo de
dise–o. La configuraci—n jur’dica de un dise–o (por ejemplo, un modelo de utilidad) no
representa una garant’a respecto de la tutela de intereses conexos. No obstante,
existe una categor’a jur’dica de dise–os (concretamente los denominados dise–os
bidimensionales distintivos) que quedar‡n excluidos por su propia esencia de esta
clase de l’mites. Ello deriva de la falta de corporeidad de los mismos, y, por tanto, en
su incapacidad natural para poner en peligro los intereses y finalidad tuitiva de las
distintas normas que regulan los denominados l’mites externos del dise–o. La
exclusi—n de esta clase de dise–o deriva, pues, de su propia naturaleza y no de sus
caracteres jur’dicos,

[Página 302]

ya que los dise–os distintivos tridimensionales pueden resultar -externamente


limitados-.

Seguidamente se estudian dos clases de l’mites externos al dise–o, concretamente


aquellos supuestos en los que el dise–o resulte jur’dicamente defectuoso o, en su
caso, peligroso. Ante la posible existencia de dise–os defectuosos o de dise–os
peligrosos, nuestro Ordenamiento dispone una serie de criterios que coadyuvan a
delimitar el contenido jur’dico del dise–o, concretado exclusivamente a su ‡mbito
externo. En estos supuestos, la fijaci—n de determinadas consecuencias jur’dicas, de
naturaleza preventiva o, en su caso, resarcitoria, pone de manifiesto la importancia de
aquellos criterios en la elaboraci—n o comercializaci—n de dise–os. Con anterioridad al
estudio de los conceptos de defecto y de peligro en orden a la delimitaci—n del
contenido jur’dico de la mayor’a de los dise–os, debe recordarse que la clara afinidad
que frecuentemente presentan dichos conceptos jur’dicos no deriva necesariamente
en identificaci—n. En este sentido, un producto peligroso puede ser o no un producto
defectuoso, aunque no por establecer unas pautas de diferenciaci—n entre Žste y
aquŽl quedan exonerados de responsabilidad los da–os causados por productos que,
siendo peligrosos o inseguros, sean, adem‡s, defectuosos [1].

2. Car‡cter defectuoso
2.1. Preliminar

[Página 303]

La existencia de defectos de dise–o jur’dicamente relevantes es uno de los l’mites


externos del dise–o. En estos supuestos el Ordenamiento Jur’dico no ampara las
actuaciones realizadas en un ‡mbito de mercado mediante el dise–o defectuoso.
Independientemente, pues, de la condici—n del dise–o (dise–o industrial, dise–o de
utilidad, dise–o distintivo, dise–o no registrado) la transgresi—n de un l’mite externo

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deriva en que el Ordenamiento Jur’dico tome medidas tendentes a restaurar el interŽs


perjudicado.

En el ‡mbito del car‡cter defectuoso como l’mite externo al dise–o, el Ordenamiento


Jur’dico prevŽ consecuencias jur’dicas de naturaleza resarcitoria, por lo que s—lo tras
la causaci—n de un da–o que sea causado directamente por el defecto de dise–o
derivar’a la obligaci—n de resarcimiento. La naturaleza de esta consecuencia jur’dica
implica que de la simple transgresi—n del l’mite externo no derivan efectos jur’dicos;
as’, s—lo tras la causaci—n de da–os reales y efectivos se estar‡n realmente
extralimitando las facultades que derivan de un dise–o. Ello supone que la fabricaci—n
de dise–os considerados defectuosos desde un punto de general pero que resulten
claramente inofensivos, o de dise–os que aunque defectuosos no llegan a causar
da–os a sus destinatarios, no ir‡ acompa–ada, en principio, de consecuencias jur’dicas
perjudiciales para el operador econ—mico organizado que los produce o comercializa .

[Página 304]

Seguidamente se estudia el concepto de defecto de dise–o y se delimita el rŽgimen


jur’dico aplicable. De este modo nos aproximamos a la realidad jur’dica de este l’mite
externo del dise–o.

2.2. Aproximaci—n al concepto de defecto de dise–o

El concepto de defecto aparece en nuestro Ordenamiento como concepto jur’dico en


blanco, es decir, como categor’a cuyo contenido, al no resultar coincidente con su
acepci—n ordinaria, debe ser interpretada de acuerdo con los intereses en presencia;
su significado general (carencia o falta de las cualidades propias y naturales de una
cosa) necesita, pues, un desarrollo especial cuando se pretende atribuir a su
existencia una serie de consecuencias jur’dicas. En este sentido, el Ordenamiento
Jur’dico adquiere la dif’cil tarea de diferenciar aquellos modelos que, por no ajustarse
a unos caracteres convencionalmente establecidos, son considerados jur’dicamente
defectuosos.

En nuestro sistema, la pertenencia de Espa–a a la UE ha derivado en la existencia de


un concepto legal de defecto; efectivamente, la obligatoria incorporaci—n a nuestro
Ordenamiento Jur’dico de la Directiva 85/374/CEE permite interpretar el concepto
jur’dico de defecto con base en el art’culo 3 LRCP [2]. Este precepto relaciona
directamente el defecto con la seguridad m‡s que con la carencia de las cualidades
pactadas, pues dispone que se entender‡ por producto defectuoso aquel que no
ofrezca la seguri-

[Página 305]

dad que cabr’a leg’timamente esperar. Esta delimitaci—n jur’dica pone en evidencia el
bajo nivel de concreci—n a que puede llegar una definici—n jur’dica de defecto,
precisamente por la relevancia y necesidad de mœltiples factores para su

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determinaci—n. El car‡cter relativo de una definici—n de defecto se pone asimismo de


manifiesto cuando la LRCP establece criterios auxiliares para la determinaci—n de
aquŽl. As’, un producto es defectuoso si no ofrece la seguridad normalmente ofrecida
por los dem‡s ejemplares de la misma serie (art. 3.2 LRCP). Quiz‡s la utilizaci—n de la
serie como par‡metro de comparaci—n no sea el m‡s adecuado, pues los defectos en
los productos en muchas ocasiones derivan de problemas en la fabricaci—n de la serie,
que afectan por tanto a todos los productos que la componen; porello, la sustituci—n
de aquŽl por gŽnero o calidad podr’a resultar m‡s œtil en la determinaci—n del defecto
jur’dicamente relevante. La relatividad del concepto de defecto tambiŽn presenta un
aspecto temporal, pues un producto no podr‡ ser considerado defectuoso por el solo
hecho de que tal producto se ponga posteriormente en circulaci—n de forma m‡s
perfeccionada (art. 3.3 LRCP).

Tradicionalmente se ha venido distinguiendo, con el objeto de concretar jur’dicamente


el concepto de defecto, entre defectos de fabricaci—n en sentido estricto, de
construcci—n o dise–o y de informaci—n [3]; esta clasificaci—n, de clara naturaleza
descriptiva, permite individualizar el defecto de dise–o como concepto jur’dico. En
este sentido, se ha afirmado m‡s recientemente que son defectos de dise–o o
construcci—n los que son consecuencia de un error en el momento de proyectarse el
producto, su fabricaci—n o su distribuci—n [4]. Como categor’a jur’dica especial,
podr’an distinguirse aquellos caracteres que delimitan su contenido y que, adem‡s,
permiten distinguir el defecto de dise–o, de los dem‡s defectos jur’dicamente
relevantes.

A diferencia de los denominados defectos de fabricaci—n en sentido estricto, el defecto


de dise–o en-

[Página 307]

cuentra su nacimiento o causa en un momento anterior a su fabricaci—n definitiva. El


fundamento de esta clase de defecto se halla, pues, en el propio dise–o como idea
intelectual antes de ser materializado f’sicamente; ello implica que el producto que
incorpore defectos de dise–os funcione tal y como se previ— pero ofrece riesgos que
no son inherentes a la naturaleza del mismo [5]. Desde un punto de vista econ—mico,
los defectos de dise–o resultan mucho m‡s perjudiciales para el fabricante que los
defectos de fabricaci—n en sentido estricto, pues la deficiencia no afecta
exclusivamente a un ejemplar aislado, sino que se reproducir‡ probablemente en
todos y cada uno de los ejemplares de la serie [6]. El volumen cuantitativo de
productos defectuosos por estas causas puede derivar en la producci—n de una gran
cantidad de da–os jur’dicamente resarcibles. La propia naturaleza expansiva del
concepto de defecto de dise–o pone de relieve la necesaria fijaci—n de unos criterios
que delimiten su extensi—n desde un punto de vista jur’dico. As’, deben excluirse del
‡mbito del defecto de dise–o aquellos que lo son por el uso impropio del producto o
por la condici—n subjetiva del destinatario.

La en ocasiones dif’cil distinci—n entre defecto de dise–o y uso impropio [7], no debe
derivar en una indi-

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ferenciaci—n entre los mismos que implique la responsabilidad civil de un operador


econ—mico organizado por el uso impropio del un producto bajo la apariencia de que
ha existido un defecto de dise–o. La falta de la seguridad leg’timamente esperada
debe ir acompa–ada de una conducta que objetivamente se vincule con el producto
en cuesti—n. La producci—n de da–os por el uso impropio de un producto no convierten
a Žste en un producto mal dise–ado, sino que el producto se ha utilizado para lo que
no ha sido dise–ado. As’, por ejemplo, un autom—vil que ha sido dise–ado para realizar
competiciones de velocidad no puede ser utilizado para las mismas actividades que
otro dise–ado para desplazarse a travŽs de las monta–as; los da–os causados en este
œltimo contexto por aquŽl no se deben a un defecto en el dise–o del mismo sino que
se deben a un uso impropio del mismo.

Tampoco debe considerarse defecto de dise–o la falta de seguridad del producto que
afecte s—lo a un sector no relevante de los destinatarios del mismo, pues en tal caso
el defecto carecer’a de la nota de generalidad. As’, como hemos puesto ya de
manifiesto [8], un producto que produce alergia a un sector m’nimo de la sociedad no
podr’a ser considerado defectuoso, pues esta circunstancia no es previsible,

[Página 309]

con car‡cter general, para el fabricante. Este asume un riesgo al fabricar y lanzar al
mercado un producto determinado y no puede prever todo tipo de contingencias en el
uso del producto.

Segœn lo establecido hasta ahora, los defectos de dise–o aparecen como defectos
desde la misma fase de proyecto en la elaboraci—n de un producto. Ello implica que el
dise–ador deba tener presentes unos m’nimos niveles de seguridad en el dise–o del
producto, pues jur’dicamente ello representa un l’mite externo del propio dise–o. No
cobran œnicamente relevancia los l’mites internos, derivados de la relaci—n del dise–o
proyectado con otros dise–os, sino que el aumento de la probabilidad de da–os como
consecuencia de la adopci—n de un determinado dise–o representa un nuevo l’mite a
la autonom’a del operador econ—mico organizado.

2.3. El car‡cter defectuoso como l’mite jur’dico: integraci—n del defecto


de dise–o en nuestro sistema de la responsabilidad civil derivada del
producto defectuoso
A) Preliminar

Por virtud de la LRCP el defecto de dise–o adquiere plena vigencia en nuestro sistema,
pues aquŽl est‡ presente directamente en algœn precepto. Es el supuesto del art’culo
6.2 LRCP, que dispone que el

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fabricante o el importador de una parte integrante de un producto terminado no ser‡n


responsables si prueban que el defecto es imputable a la concepci—n (tŽrmino en el
que podr’a incluirse el dise–o) del producto al que ha sido incorporada... Adem‡s de
ello, la adopci—n de un concepto amplio de defecto en que se incluye todo aquel que
no ofrezca la seguridad que cabr’a leg’timamente esperar permite incluir como tipo o
clase de defecto al denominado defecto de dise–o. Para su determinaci—n deber‡n
tenerse en cuenta todas las circunstancias y, especialmente, su presentaci—n, el uso
razonablemente previsible del mismo y el momento de su puesta en circulaci—n (art.
3.1 LRCP). La amplitud del concepto jur’dico de dise–o permite diferenciar entre
defectos de dise–os internos, que se identifican con los defectos en la configuraci—n
de la estructura de un producto, y los defectos de dise–os externos, en los que la
forma del producto o su presentaci—n son los medios de exteriorizaci—n. Como puede
observarse con estas matizaciones, la caracterizaci—n jur’dica de los l’mites externos
del dise–o no se corresponden con los criterios de adquisici—n o, en su caso, tutela del
dise–o como derecho de propiedad y/o factor competitivo (aspectos est‡tico y
din‡mico del dise–o).

La determinaci—n del defecto de dise–o debe realizarse teniendo presente el uso


razonablemente previsible del producto tal y como se ha decidido dise–ar. La
consideraci—n jur’dica de defecto encontrar’a, pues, su causa en un descenso de la
seguridad que cabr’a leg’timamente esperar en el uso previsible de un producto que
no presenta defectos de fabricaci—n respecto de los dem‡s ejemplares del mismo
gŽnero

[Página 311]

o calidad. Ese descenso de la seguridad esperada se debe a un defecto en el dise- –o


o configuraci—n del producto, por lo que los da–os que del mismo se deriven ser’an, en
su caso, indemnizables. Esta caracterizaci—n general del defecto de dise–o encuentra
algunas excepciones legales; as’, entre las causas de exoneraci—n del art’culo 6 LRCP
podr’an destacarse algunas que resultar’an de aplicaci—n en los supuestos de defectos
de dise–o: que el producto no hab’a sido puesto en circulaci—n; que el producto no
hab’a sido fabricado para la venta o cualquier otra forma de distribuci—n con finalidad
econ—mica, ni fabricado, importado, suministrado o distribuido en el marco de una
actividad profesional o empresarial; que el defecto se debi— a que el producto fue
elaborado conforme a normas imperativas existentes; que el estado de los
conocimientos cient’ficos y tŽcnicos existentes en el momento de la puesta en
circulaci—n no permit’a apreciar la existencia del defecto.

La atribuci—n de consecuencias jur’dicas a los defectos que encuentren su causa en la


configuraci—n o dise–o de un producto implica que el car‡cter defectuoso se presente
como un nuevo l’mite del dise–o en nuestro sistema. El dise–ador no s—lo deber‡
tener en cuenta los dem‡s dise–os concurrentes en el mercado para la elaboraci—n de
un producto (para determinar la novedad, el nivel de confusi—n...), sino que, adem‡s,
deber‡ procurar que el dise–o del producto no implique un descenso de la seguridad

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que cabr’a leg’timamente esperar en el uso razonablemente previsible del producto. A


pesar de la aparente claridad de esta premisa, las consecuencias jur’dicas del defecto
de dise–o no en-

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cuentran su fundamento en una misma norma jur’dica, lo que puede derivar en un


descenso del nivel de seguridad jur’dica deseable (cfr. art. 9.3 CE). Efectivamente, la
acumulaci—n de normas con diverso origen y finalidad no del todo coincidentes es una
constante en el estudio de este l’mite externo del dise–o. La evoluci—n de la realidad
social y jur’dica ha derivado en una situaci—n en la que convergen criterios que en
ocasiones se presentan como poco compatibles. As’, podemos oscilar entre un
sistema plenamente culpabilista, en el que la responsabilidad civil aparece claramente
subjetivada (vgr. da–os morales causados por el defecto de dise–o de un autom—vil), y
un sistema de responsabilidad objetiva, en el que se la concurrencia de culpa sea
irrelevante para imputar subjetivamente la responsabilidad civil (vgr. da–os materiales
causados por el defecto de dise–o de un autom—vil).

Con el objeto de delimitar con car‡cter general los criterios de integraci—n del defecto
de dise–o en el ‡mbito de nuestro sistema de la responsabilidad civil derivada del
producto defectuoso, seguidamente se realiza una aproximaci—n general a este
sistema normativo, as’ como se establecen los criterios jur’dicos por virtud de los que
el Ordenamiento Jur’dico se inclina por la integraci—n de determinados defectos de
dise–os en diferentes normas jur’dicas, con soluciones en ocasiones poco compatibles
entre s’. Tras esta aproximaci—n general al estudio del car‡cter defectuoso como l’mite
externo al dise–o se est‡ en disposici—n de estudiar las consecuencias jur’dicas de su
transgresi—n, completando as’ el contenido jur’dico del dise–o, esta vez desde

[Página 313]

una perspectiva externa.

B) Sistema de la responsabilidad civil derivada del producto defectuoso.


Aspectos generales

El sistema normativo que regula las consecuencias jur’dicas derivadas del producto
defectuoso y, por tanto, de la transgresi—n de la -car‡cter defectuoso relevante- como
l’mite externo del dise–o, se halla disperso en diferentes textos legales. La falta de
uniformidad, que deriva fundamentalmente del diverso origen y finalidad de las
normas concurrentes, implica que la heterogeneidad de criterios o soluciones sea la
nota predominante en este punto. La situaci—n a que queda abocada esta realidad
jur’dica se caracteriza por la incoherencia y la inseguridad jur’dica. Como muestra de
ello podr’a destacarse que el sistema normativo de la responsabilidad civil derivada
del producto defectuoso se halla contenido hasta por seis normas jur’dicas cuyos
nexos de uni—n son muy dŽbiles.

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En primer lugar, y como œltimo, pero esperemos que no definitivo, esfuerzo de nuestro
legislador en este ‡mbito se encuentra la ya mencionada LRCP. Esta norma jur’dica,
que debe su existencia a los esfuerzos de la UE por armonizar las disposiciones de los
Estados miembros en materia de responsabilidad civil por da–os causados por
productos defectuosos [9], se caracteriza por ser incompleta y por establecer un
sistema que se aproxima a la objetivaci—n de la responsabilidad civil. Es incompleta
debido a que otorga vigencia a otras normas jur’dicas para

[Página 314]

disciplinar la responsabilidad civil en el ‡mbito de los da–os causados por productos


defectuosos, sin acomodarlas a los nuevos criterios establecidos. Por otro lado, la
objetivaci—n de la responsabilidad apenas supone un avance en nuestro sistema
debido a que ya se hallaba presente por virtud de la labor de la jurisprudencia en un
primer momento [10] y a la LGDCU posteriormente.

Una segunda norma jur’dica que resulta de aplicaci—n en los supuestos de da–os
causados por defectos de dise–o es la LGDCU. A pesar de que esta norma naci— con
pretensiones bastantes m‡s amplias que la de establecer el rŽgimen jur’dico de la

[Página 315]

responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos, su T’tulo VIII
(arts. 25-31) estableci—, por primera vez en nuestro Derecho, un rŽgimen especial
para la responsabilidad civil por los da–os y perjuicios demostrados que el consumo
de bienes o la utilizaci—n de productos o servicios les irroguen (cfr. art. 25 LGCU). La
objetivaci—n de la responsabilidad en este ‡mbito se reconoc’a por primera vez en un
texto legal, culminando as’ la importante labor jurisprudencial en este punto.

En tercer lugar, la insuficiencia del CC para resol-

[Página 316]

ver los mœltiples problemas que surgen de la aplicaci—n de un instituto jur’dico como
la responsabilidad civil a una realidad que se caracteriza por el lanza-miento masivo
de productos al mercado, no ha derivado en una inaplicaci—n directa del mismo en los
supuestos objeto de estudio. En lugar de tratar de realizar una regulaci—n sistem‡tica
y unitaria en torno a los da–os causados por productos defectuosos, nuestro legislador
ha optado por volver a dar protagonismo a una norma jur’dica que, sin duda debido a
la Žpoca de su promulgaci—n, no se halla adaptada a la nueva realidad empresarial.
Como muestra de la relevancia directa de este texto en el ‡mbito de los da–os
causados por productos defectuosos se encuentra el art’culo 10.2 LRCP, segœn el cual
los dem‡s da–os y perjuicios, incluidos los da–os morales, podr‡n ser resarcidos
conforme a la legislaci—n civil general.

Otras normas jur’dicas que pueden ser integradas en el sistema normativo de la


responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos son: en los

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supuestos de accidentes nucleares, el Convenio de Par’s de 29 de julio de 1960, sobre


responsabilidad civil en materia de energ’a nuclear [11], la Ley 25/1964, de 29 de
abril, de energ’a nuclear [12], y, por œltimo, el Decreto 2177/1967, de 22 de julio,
sobre cobertura de riesgos nucleares [13]. Si surgen problemas de determinaci—n de
la ley aplicable deber‡ acudirse al Convenio sobre la ley aplicable a la responsabilidad
civil por productos, hecho en La Haya el 2 de octubre de 1973, ratificado el 7 de
noviembre [14]. Finalmente tambiŽn deber‡ tenerse en cuenta el art’culo 78 LP, pues
dispone una norma especial en la materia que nos ocupa (vid. infra).

[Página 318]

C) Aplicaci—n de la LRCP a los defectos de dise–o

El hecho de que la LRCP constituya el œltimo esfuerzo de nuestro legislador en materia


de responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos pone de
manifiesto su relevancia en el estudio del rŽgimen jur’dico del denominado defecto de
dise–o, es decir, de uno de los l’mites externos del dise–o. A pesar de ello, y como ha
quedado apuntado supra, la LRCP no agota la ordenaci—n jur’dica de aquella clase de
defecto, pues nuestro legislador, quiz‡s con desacertado criterio, ha dejado vigentes
anteriores normas jur’dicas para los supuestos de da–os causados por productos
defectuosos. Esta situaci—n evidencia la necesidad de delimitar aquellos defectos de
dise–o que quedan integrados en la LRCP; de esta manera se podr‡n establecer con
m‡s exactitud las consecuencias jur’dicas y dem‡s aspectos que derivan de la
transgresi—n de esta clase de l’mite externo del dise–o, aproxim‡ndonos desde un
punto de vista externo a su

[Página 319]

contenido jur’dico.

La determinaci—n de los defectos de dise–o que quedan integrados en la LRCP debe


realizarse mediante el estudio de la clase de producto dise–ado y del da–o que
eventualmente pueda producirse. As’, pues, los caracteres que definen al dise–o son
relevantes para determinar su condici—n defectuosa pero no para decidir la aplicaci—n
de la LRCP a los defectos de dise–o.

Inmersos ya en esta labor de delimitaci—n, y ci–Žndonos a los supuestos en que


puedan producirse defectos de dise–o, debe concretarse el concepto de producto
para, con posterioridad, delimitar los da–os que ser’an, en su caso, resarcibles
mediante la LRCP. As’, los defectos de dise–o integrados en el ‡mbito de la LRCP
deben estar referidos a bienes muebles, ya se hallen incorporados a otros bienes
muebles o inmuebles, con exclusi—n de los productos artesanales [15]. Respecto de
estos bienes muebles defectuosamente dise–ados podr’an, en su caso, resarcirse a
travŽs de los criterios de la LRCP diversos tipos de da–os.

En primer lugar, los da–os personales (muerte y lesiones corporales), siempre que no

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se traspasen determinados l’mites de car‡cter cuantitativo (10.500 millones de


pesetas por fabricante o importador, en cuanto a da–os personales causados por
productos idŽnticos que presenten el mismo defecto de dise–o), temporal
(prescripci—n, tres a–os desde el perjuicio si se conoce el presunto responsable;
caducidad, diez a–os desde la puesta en circulaci—n del producto) y objetivo
(exclusi—n de los da–os personales causados por accidentes nucleares). Res-

[Página 320]

pecto de los da–os materiales, adem‡s de la existencia de unos presupuestos de


aplicaci—n (externidad, consumo privado y franquicia de 65.000 pesetas), tambiŽn
resulta necesario tener en cuenta determinados l’mites de car‡cter temporal
(prescripci—n, tres a–os desde el perjuicio si se conoce el presunto responsable;
caducidad, diez a–os desde la puesta en circulaci—n del producto) y objetivo
(exclusi—n de los da–os personales causados por accidentes nucleares, excepto los
da–os causados en la instalaci—n nuclear misma, en los bienes que se encontrasen en
el lugar de la instalaci—n nuclear y que sean o deban ser utilizados en relaci—n con la
misma, y en el medio de transporte en que se encuentren las sustancias nucleares de
que se trate en el momento del accidente nuclear) [16]. Finalmente, los da–os
morales causados por los defectos de dise–os de los productos incluidos en el ‡mbito
de la LRCP quedan excluidos de la misma.

[Página 321]

D) Aplicaci—n de la LGDCU a los defectos de dise–o

Tras la promulgaci—n de la LRCP, la LGDCU ha visto reducido su ‡mbito de aplicaci—n


en los supuestos de da–os causados por productos defectuosos (en nuestro estudio,
por productos defectuosamente dise–ados). Sin embargo, esta reducci—n no ha
llegado a excluir totalmente a aquella norma jur’dica del sistema normativo de la
responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos. En este sentido,
la disposici—n final primera LRCP dispone que los art’culos 25 a 28 LGDCU no ser‡n de
aplicaci—n a la responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos
incluidos en el art’culo 2 de la presente ley. De esta redacci—n se interpreta
claramente, a contrario sensu, que la LGDCU sigue teniendo vigencia en los supuestos
excluidos por la LRCP. Adem‡s de ello, para la determinaci—n del ‡mbito de aplicaci—n
de la LGDCU a los defectos de dise–o deben tenerse en cuenta tanto los presupuestos
de aplicaci—n de la misma como los caracteres esenciales de un defecto de dise–o.

En primer lugar, deben interpretarse los supuestos excluidos por la LRCP desde el
prisma de los defectos de dise–o para determinar la aplicabilidad de la LGDCU. En
este sentido, los productos que seguramente quedar’an integrados en el ‡mbito de

[Página 322]

la LGDCU y que, por tanto, cuyos defectos de dise–o se regir’an por esta norma, son

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los productos artesanales; tal y como se interpret— supra esta clase de producto
parec’a quedar excluida de los dispuesto del art’culo 2 LRCP. Los da–os derivados del
defecto de dise–o en esta clase de productos derivar’a en la aplicaci—n de la LGDCU.
No obstante, para que esta afirmaci—n cobre m‡s consistencia es necesario, adem‡s,
que en el supuesto de hecho concurran otras circunstancias que derivan de la propia
LGDCU. M‡s concretamente, el da–ado deber‡ tener la consideraci—n de consumidor,
es decir, deber‡ ser destinatario final del producto (cfr. art. 2 LGDCU).

Una vez delimitados de manera preliminar los caracteres que deben reunir los
productos dise–ados y el destinatario de los mismos, debe destacarse que, a pesar de
que mediante la LGDCU podr’an resarcirse tanto los da–os personales como los
materiales o los morales, existe un l’mite de car‡cter cuantitativo: 500 millones de
pesetas si la responsabilidad civil halla su fundamento en el art’culo 28 LGDCU. Desde
el punto de vista del defecto de dise–o, y teniendo en cuenta la reducci—n del ‡mbito
de la LGDCU mediante la LRCP, este l’mite cuantitativo œnicamente parece tener
aplicaci—n respecto de los productos artesanales que sean juguetes o productos
dirigidos a los ni–os.

E) Aplicaci—n del CC a los defectos de dise–o

Debido a que la actual realidad empresarial no pudo preverse por los legisladores
decimon—nicos,

[Página 323]

el sistema de la responsabilidad civil que dispuso el CC (arts. 1902 CC y concordantes)


ha encontrado cada vez m‡s dificultades para solucionar los mœltiples aspectos de
diversa ’ndole que presenta la fabricaci—n y comercializaci—n masiva de productos. El
principio culpabilista que informa toda aquella regulaci—n no resulta compatible con
un sistema de producci—n en el que la voluntad humana ha dejado de ser factor
decisivo. Un fallo en la maquinaria que derive en que los productos fabricados sean
defectuosos no resulta imputable al fabricante desde los r’gidos y tradicionales
criterios basados en la culpabilidad. Ante esta insuficiencia, la jurisprudencia inici—
una labor de adecuaci—n del sistema de la responsabilidad civil a la realidad de la
producci—n en masa, haciendo derivar el sistema hacia criterios en los que el
elemento culpabilidad iba paulatinamente diluyŽndose. Como reconocimiento legal a
esta acertada adecuaci—n, se promulg— la LGDCU, que establec’a un sistema m‡s
acorde con la realidad social. La vigencia de la misma releg— a otros ‡mbitos la
aplicaci—n directa de los criterios de la responsabilidad civil fijados en el CC, lo que sin
duda contribuir’a a elevar el nivel de seguridad jur’dica deseable. No obstante, el
siguiente avance de nuestro legislador hacia una ordenaci—n jur’dica adecuada de los
da–os causados por productos defectuosos no ha seguido los acertados criterios de la
LGDCU. As’, la LRCP ha vuelto a otorgar un peligroso protagonismo al CC en el ‡mbito
de los da–os causados por productos defectuosos. El nivel de seguridad jur’dica
alcanzado mediante la promulgaci—n de la LGDCU vuelve a estar en manos de
nuestrosTribunales respecto de determinadas situaciones.

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Los supuestos que implicar’an nuevamente la aplicaci—n de los criterios del CC


podr’an sintetizarse en los siguientes: da–os personales, si el perjudicado no es
consumidor y el producto defectuoso es un producto artesanal; da–os personales,
independientemente de la condici—n subjetiva del perjudicado, pero siempre que la
cuant’a de la indemnizaci—n del responsable supere los 10.500 millones de pesetas o,
en su caso, hayan transcurrido m‡s de diez a–os desde la puesta en circulaci—n de
determinados productos (bienes muebles, incorporados o no a otro bien mueble o
inmueble, materias primas agrarias y ganaderas, productos de la caza y de la pesca
que hayan sufrido transformaci—n inicial, gas y electricidad); da–os materiales, si el
perjudicado no es consumidor y el producto defectuoso es un producto artesanal;
da–os materiales, si el perjudicado no es consumidor y el da–o material que se
pretende resarcir se identifica con el producto defectuoso; da–os materiales,
independientemente de la condici—n subjetiva del perjudicado, pero siempre que la
cuant’a de la reparaci—n no supere las 65.000 pesetas o, en su caso, hayan
transcurrido m‡s de 10 a–os desde la puesta en circulaci—n de determinados
productos (bienes muebles, incorporados o no a otro bien mueble o inmueble, gas y
electricidad); da–os morales, si el perjudicado no es consumidor y se trata de un
producto artesanal; da–o moral, si ha sido causado por el car‡cter defectuoso de
determinados productos (bienes muebles, incorporados o no a otro bien mueble o
inmueble, gas y electricidad).

Como habr‡ podido observarse, la situaci—n se

[Página 325]

ha complicado bastante al revivir la aplicaci—n directa del CC en los supuestos de


da–os causados por productos defectuosos. No obstante, en los supuestos de defectos
de dise–o la presencia de la culpabilidad puede determinarse con m‡s facilidad que
en los denominados defectos de fabricaci—n. El defecto de dise–o se debe m‡s a una
actuaci—n humana que a un fallo de la maquinaria o de otro tipo. El dise–ador, como
profesional, adquiere la obligaci—n de realizar su trabajo diligentemente, en el sentido
de que el resultado que alcance no derive en un aumento de los riesgos de seguridad
respecto de terceros. Por tanto, aunque la aplicaci—n de un sistema objetivado
resultar’a m‡s adecuado para imputar la responsabilidad civil al operador econ—mico
organizado que fabrica o comercializa el producto y, en su caso, al dise–ador, la
realidad de los defectos de dise–os parece suavizar la incompatibilidad de un sistema
de responsabilidad civil basado œnicamente en la culpabilidad. Adem‡s, la adecuaci—n
que realizaba la jurisprudencia con anterioridad al reconocimiento legal de la
objetivaci—n, en diversos grados, de la culpabilidad debe seguir constante en la
aplicaci—n del CC a la realidad de los da–os causados por productos defectuosos.

F) Responsabilidad del transmitente del dise–o defectuoso

Cuando el dise–o es considerado derecho de exclusiva se plantea la cuesti—n de si


una vez que el dise–ador u otro operador econ—mico organizado ha transmitido aquŽl,

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queda liberado de responsabilidad

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por los da–os causados directamente por los defectos de dise–o del producto. La
soluci—n a este interrogante se encuentra expresamente regulado en el ‡mbito de la
LP. Efectivamente, segœn el art’culo 78 LP, quien transmita una solicitud de patente o
una patente ya concedida u otorgue una licencia sobre las mismas, responder‡
solidariamente con el adquirente o con el licenciatario de las indemnizaciones a que
hubiere lugar como consecuencia de los da–os y perjuicios ocasionados a terceras
personas por defectos inherentes a la invenci—n objeto de la solicitud o la patente.
Este precepto resulta plenamente aplicable a los denominados dise–os de utilidad, por
virtud de lo dispuesto en el art’culo 152 LP y la disposici—n transitoria sŽptima LP. Por
tanto, se a–ade una garant’a m‡s al perjudicado por los defectos de dise–o en los
supuestos en que el dise–o integre la categor’a de modelo de utilidad. Una vez
pagada la indemnizaci—n por el transmitente o, en su caso, el licenciante podr‡n Žstos
reclamar al adquirente o licenciatario las cantidades abonadas, a no ser que se
hubiere pactado lo contrario, que hubiere procedido de mala fe o que, dadas las
circunstancias del caso y por razones de equidad, deba ser Žl quien soporte en todo o
en parte la indemnizaci—n establecida a favor de los terceros (art. 78.2 LP).

En otras modalidades de dise–o no parece aplicable directamente esta norma jur’dica


especial, por lo que la responsabilidad del transmitente o licenciante deber‡
fundamentarse en los criterios que regulan la responsabilidad contractual.

[Página 327]

3. Peligrosidad
3.1. Preliminar

La peligrosidad, como segundo l’mite externo al dise–o, se presenta como garant’a de


seguridad para sus destinatarios. Si con anterioridad el car‡cter defectuoso se defin’a
como l’mite de naturaleza resarcitoria, la peligrosidad es considerada como l’mite
externo de naturaleza preventiva, es decir, no ha de esperarse al acaecimiento de un
evento da–oso para que se deriven consecuencias jur’dicas por la transgresi—n de
este l’mite. Ello implica que en la elaboraci—n y comercializaci—n de los productos
deba proyectarse un dise–o que no ponga en peligro la seguridad o salud de sus
destinatarios, debiendo por tanto tenerse presente m‡s l’mites que los derivados de
su propia configuraci—n jur’dica. Al igual que sucede en los supuestos del car‡cter
defectuoso y precisamente por su car‡cter externo al dise–o, este l’mite est‡ presente
en todas las situaciones en que se pretenda elaborar o comercializar un determinado
dise–o, independientemente pues de los caracteres jur’dicos que presente (dise–o
industrial, dise–o de utilidad...).

En el estudio de la peligrosidad como l’mite externo al dise–o debe destacarse, en


primer lugar, el protagonismo que la UE ha ido adquiriendo en este ‡mbito. La

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elaboraci—n de mœltiples normas jur’dicas que giran en torno a la idea de seguridad en


el consumo de bienes y servicios es una constante en la pol’tica de la UE relativa a la
protecci—n de los consumidores. Junto a estos esfuerzos comunitarios ad-

[Página 328]

quieren importancia tambiŽn en este punto las distintas normas jur’dicas de


naturaleza estatal que han ido incorporando los criterios comunitarios a nuestro
Ordenamiento Jur’dico. Un repaso de los caracteres generales de estas normas
jur’dicas nos acercar‡ a la realidad de la peligrosidad como l’mite externo al dise–o .

3.2. Importancia de la ue en la elaboraci—n de este l’mite externo

La influencia de la pol’tica de la UE en materia de protecci—n de los consumidores


resulta decisiva en la configuraci—n jur’dica de la peligrosidad como l’mite externo al
dise–o. Nuestra pertenencia a la misma implica, como es sabido, la obligatoria
asunci—n de sus criterios o directrices en orden a conseguir una aproximaci—n o, en
determinados supuestos, una unificaci—n de los distintos sistemas jur’dicos de los
Estados miembros.

La pol’tica comunitaria de protecci—n de los consumidores se halla presente ya en los


tratados constitutivos. As’, el art’culo G.38 TUE incorpor— al TCE un precepto que pone
de manifiesto todo la labor de la UE en materia de tutela del interŽs del consumidor.
Efectivamente, segœn el art’culo 129 A TCE la UE contribuir‡ a que se alcance un alto
nivel de protecci—n de los consumidores mediante acciones concretas que apoyen y
complementen la pol’tica llevada a cabo por los Estados miembros a fin de proteger la
salud, la seguridad y los intereses econ—micos de los consumidores.

[Página 329]

La pol’tica de protecci—n del consumidor desde la seguridad y la salud ha ido


adquiriendo paulatinamente importancia creciente en el ‡mbito comunitario. Ello se
encuentra en consonancia con la propia evoluci—n de la realidad social, en la que la
aparici—n de productos cada vez m‡s sofisticados y tŽcnicos exige una especial
atenci—n preventiva por parte del Derecho a los efectos o consecuencias que su
utilizaci—n puede derivar en la persona o bienes del destinatario. Como muestra de la
preocupaci—n comunitaria por desarrollar esta pol’tica de protecci—n, encontramos, en
primer lugar, las consideraciones que se incluyen en el Programa preliminar de la CEE
para una pol’tica de protecci—n e informaci—n de los consumidores [17]. Segœn este
documento, entre los objetivos de la pol’tica comunitaria con respecto a los
consumidores se encuentra la protecci—n de la salud y seguridad, para cuyo desarrollo
se disponen determinados principios y acciones prioritarias. Esta preocupaci—n
comunitaria por la tutela de los consumidores desde la seguridad se presenta como
uno de los puntos m‡s importantes en la pol’tica de protecci—n del consumidor, tal y
como se pone de manifiesto, por ejemplo, en las resoluciones del Consejo de 9 de
noviembre de 1989 [18] y de 10 de julio de 1992 [19].

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Entre los citados principios resultan relevantes en este punto los siguientes: los bienes
y servicios puestos a disposici—n de los consumidores deber‡n ser tales que, utilizados
en condiciones normales o previsibles, no presenten riesgos para la salud y la
seguridad de estos œltimos; si presentaren tales peligros deber‡n poderse retirar del
mercado por medio de procedimientos r‡pidos y simples; las m‡quinas, aparatos
elŽctri-

[Página 330]

cos y electr—nicos, as’ como ciertas categor’as de bienes capaces de afectar a la salud
y a la seguridad de los consumidores... deber’an ser objeto de una regulaci—n
particular y sometidos a un procedimiento reconocido o aprobado por los poderes
pœblicos para asegurar su uso con plena garant’a; los productos nuevos que
pertenezcan a determinadas categor’as, capaces de perjudicar la salud o la seguridad
de los consumidores, deber‡n ser objeto de autorizaciones particulares armonizadas
en el conjunto de la Comunidad. Entre las acciones prioritarias se destacan aquellos
sectores que presentan una importancia particular para la protecci—n de la salud y de
la seguridad de los consumidores: productos alimenticios, cosmŽticos y detergentes,
utensilios y bienes de consumo duraderos, autom—viles, textiles, juguetes, sustancias
peligrosas, objetos que entren en contacto con productos alimenticios, medicamentos,
abonos y productos antiparasitarios, productos de uso veterinario y de nutrici—n
animal. Estas acciones son desarrolladas en un segundo programa de la CEE para una
pol’tica de protecci—n e informaci—n a los consumidores [20].

[Página 331]

En el ‡mbito de estos principios, el dise–o de los productos puede presentarse como


uno de los elementos desencadenantes m‡s relevantes de un descenso jur’dicamente
inadmisible de la seguridad de los productos. De ah’ que se considere la peligrosidad
como l’mite jur’dico externo al mismo y deba tenerse presente en la elaboraci—n de un
dise–o que se pretenda introducir en el mercado. Ci–Žndonos a aquellos productos en
los que el dise–o puede desencadenar con m‡s probabilidad un descenso en la
seguridad jur’dicamente exigida, la UE se esfuerza por trazar l’neas de desarrollo en
relaci—n con la seguridad de los productos y con la clasificaci—n, envasado y
etiquetado de preparados peligrosos.

En relaci—n con la seguridad de los productos, la UE ha fijado determinados criterios


para la armonizaci—n en este punto de las disposiciones normativas de los Estados
miembros. Como documentos m‡s relevantes destaca, en primer lugar, la Directiva
del Consejo 87/357/CEE, de 25 de junio de 1987, relativa a la aproximaci—n de las
legislaciones de los Estados miembros sobre los productos de apariencia enga–osa
que ponen en peligro la salud o la seguridad de los consumidores [21]. En este ‡mbito
el dise–o de un producto puede derivar en una confusi—n jur’dicamente relevante, por
lo que estos criterios, una vez incorporados a nuestro Ordenamiento Jur’dico, se
erigen como verdaderos l’mites externos al dise–o; mediante esta Directiva, la UE
considera que es necesario prohibir la comercializaci—n, importaci—n, fa-

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bricaci—n y la exportaci—n de los productos que, por su apariencia enga–osa, puedan


confundirse con productos alimenticios y por ello pongan en peligro la seguridad o la
salud de los consumidores. En el marco de esta tutela del destinatario de los
productos desde su seguridad, destacan los trabajos de la UE en materia de juguetes
o productos dirigidos a los ni–os. As’, a partir de la propuesta de Directiva referente a
la seguridad de los juguetes [22], se aprob— la Directiva 88/378/CEE del Consejo,
relativa a la aproximaci—n de las legislaciones de los Estados miembros sobre la
seguridad de los juguetes [23].

Por œltimo, podr’an asumir en ocasiones la consideraci—n de l’mites externos al dise–o


los criterios incorporados a nuestro Ordenamiento Jur’dico interno procedentes de
normas comunitarias relativas a sustancias peligrosas. El control preventivo que se
realiza respecto de determinados preparados y sustancias se materializa en
especiales criterios de envasado y etiquetado que delimitan la autonom’a del
dise–ador en este ‡mbito. Como muestra de la labor comunitaria se encuentra la
Directiva del Consejo 88/379/CEE, de 7 de junio, sobre la aproximaci—n de las
disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros
relativas a la clasificaci—n, envasado y etiquetado de preparados peligrosos [24].

3.3. Aproximaci—n general a los criterios delimitadores de la peligrosidad


como l’mite externo del dise–o

[Página 333]

A) Preliminar

En la delimitaci—n de la peligrosidad como l’mite jur’dico externo al dise–o adquieren


especial relevancia aquellas normas jur’dicas de ‡mbito interno que han ido
incorporando los criterios que derivan de la labor comunitaria de alcanzar un nivel
suficiente de seguridad y protecci—n de la salud en el ‡mbito del uso y consumo de
productos. La necesaria concreci—n de las directrices procedentes de la UE por parte
de cada Estado miembro implica que el operador jur’dico deba acudir a su propio
Ordenamiento Jur’dico para confirmar los aspectos que caracterizan jur’dicamente a
esta clase de l’mites externos al dise–o.

En esta labor de incorporaci—n de criterios procedentes de la UE en materia de


protecci—n de la seguridad y salud del consumidor, nuestro Ordenamiento Jur’dico ha
ido elaborando distintas normas jur’dicas que, por su origen y materia, conforman el
actual marco normativo de la peligrosidad como l’-

[Página 334]

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mite jur’dico externo al dise–o. En este sistema, todav’a incompleto, destacan los
siguientes ‡mbitos que pueden llegar a relacionarse, en mayor o menor medida, con
el dise–o: seguridad de los productos en general, seguridad en los juguetes y
apariencia enga–osa. La forma externa o dise–o de los productos a los que se aplican
estas disposiciones puede presentar una influencia decisiva en su aplicaci—n, en cuyo
caso estar’an limitando el ‡mbito de autonom’a del dise–ador cuando se dispone a
proyectar la forma de un producto con el fin de introducirlo en el mercado.

B) Seguridad general de los productos puestos a disposici—n del


consumidor y dise–o

En el ‡mbito de la seguridad general de productos, nuestro legislador ha incorporado


los criterios armonizadores procedentes de la UE mediante la aprobaci—n del RD
44/1996, de 19 de enero, por el que se adoptan medidas para garantizar la seguridad
general de los productos puestos a disposici—n del consumidor [25]. Efectivamente, y
aunque la base de esta regulaci—n est‡ constituida por los art’culos 43 y 51 CE,
nuestro Ordenamiento Jur’dico interno asume los criterios que derivan de la Directiva
92/59/CEE del Consejo de las Comunidades Europeas, de 29 de junio, que tiene como
objetivo adoptar medidas destinadas a garantizar que los productos puestos en el
mercado sean seguros. No obstante, y a pesar de la indudable importancia de la labor
de la UE en este ‡mbito, los criterios que se incorporan mediante la aprobaci—n de
este RD se

[Página 335]

hallaban en su mayor’a o, al menos, en su esencia, en nuestro sistema jur’dico. En


este sentido, y como bien recuerda la exposici—n de motivos del citado RD, tanto la
LGDCU, cuyo cap’tulo II se dedica a la protecci—n de la salud y seguridad de los
consumidores y usuarios, como la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad
[26], que preceptœa la intervenci—n pœblica y la adopci—n de medidas restrictivas en el
caso de que existan riesgos para la salud.

Como caracteres generales de esta concreci—n normativa de la peligrosidad/seguridad


como l’mite externo al dise–o destacan la prevenci—n y la generalidad. En primer
lugar, la finalidad del RD 44/1996 es prevenir situaciones de riesgo en el correcto uso
y consumo de productos, dejando al margen la posible reparaci—n del da–o causado.
Esta primera nota distintiva se pone de manifiesto ya en el primer precepto de aquella
norma jur’dica: las disposiciones del presente Real Decreto resultar‡n de aplicaci—n,
sin perjuicio de lo establecido en materia de responsabilidad por los da–os causados
por productos defectuosos. Como se observa, se establece el reverso del car‡cter
defectuoso como l’mite externo al denominado dise–o, poniendo de manifiesto la
preocupaci—n jur’dica por alcanzar un determinado nivel de seguridad en el correcto
uso y consumo de productos. La segunda nota que caracteriza a esta regulaci—n
preventiva de la seguridad de los bienes es la generalidad, ya que, las disposiciones
del RD 44/1996 se aplicar‡n en los supuestos en que no existan disposiciones

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espec’ficas que recojan una

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norma comunitaria que regule la seguridad de determinados productos (art. 1.2).


Como derivaci—n de su generalidad destaca asimismo su car‡cter subsidiario, en el
sentido de que el citado RD no se aplicar‡ en los aspectos que se regulen por una
normativa espec’fica que recoja una norma comunitaria y que contenga disposiciones
por las que s—lo se regulen determinados aspectos de la seguridad o categor’as de
riesgos de los productos de que se trate. En este supuesto, se aplicar‡ en los
restantes aspectos no contemplados en tales disposiciones espec’ficas (art. 1.4).

Tras estas consideraciones generales, debe ponerse de manifiesto la estrecha relaci—n


de esta norma jur’dica con respecto al dise–o, en el ‡nimo de integrar sus soluciones
en el ‡mbito del sistema normativo externo a Žste. La inclusi—n en el RD 44/1996 de
cualquier producto destinado al consumidor o que pueda ser utilizado por el
consumidor, que se suministre, a t’tulo oneroso o gratuito, en el marco de una
actividad comercial, ya sea nuevo, usado o reacondicionado (art. 2.1), implica que la
materia en que se concrete el dise–o no limita la aplicaci—n de aquella norma jur’dica.
La amplitud del concepto de producto deriva de la propia finalidad de la norma
jur’dica, pues restringir su concepto representar’a una inaplicaci—n de criterios de
seguridad con base en la naturaleza del producto, lo que no contribuir’a a lograr un
determinado nivel de seguridad en el correcto uso o consumo de productos. La
segunda nota que adquiere importancia en

[Página 337]

la aplicaci—n del RD 44/1996 es la seguridad/peligrosidad. El concepto de producto


seguro, como contraposici—n a producto peligroso, se halla en el art’culo 2.2 RD
44/1996: cualquier producto que, en condiciones de utilizaci—n normales o
razonablemente previsibles, incluida la duraci—n, no presente riesgo alguno o
œnicamente riesgos m’nimos, compatibles con el uso del producto y considerados
admisibles dentro del respeto de un nivel elevado de protecci—n de la salud y de la
seguridad de las personas. Cuando se destacan aquellos elementos que pueden
derivar en que un producto sea considerado peligroso se pone en evidencia la
relevancia del dise–o en este punto, pues sus caracteres o naturaleza pueden llegar a
poner en peligro el nivel de seguridad establecido, limitando por tanto las
posibilidades del dise–o. As’, por ejemplo, pueden implicar un descenso en el nivel de
seguridad de un producto aspectos externos o de dise–o como el embalaje,
presentaci—n del producto, etiquetado. El descenso de aquel nivel de seguridad
deber‡ ser relevante, pues la posibilidad de obtener niveles superiores de seguridad o
de obtener otros productos que presenten menor grado de riesgo no ser‡ raz—n
suficiente para considerar que un producto es -inseguro- o -peligroso- (art. 2.2). El
control preventivo que se realiza sobre aquellos elementos, y que limitan el ‡mbito de
autonom’a del dise–ador, responde a la aspiraci—n general de protecci—n del
consumidor y resulta de aplicaci—n independientemente de la configuraci—n jur’dica
del concreto dise–o (dise–o industrial, dise–o de utilidad, dise–o distintivo...).

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La peligrosidad como l’mite externo al dise–o se

[Página 338]

materializa en una serie de deberes inherentes al operador econ—mico organizado que


tenga la consideraci—n de productor [27] o distribuidor [28]. Los citados deberes se
hallan encaminados a la comercializaci—n de productos seguros, teniendo en cuenta
para ello todos los elementos de los mismos, incluida su forma exterior o dise–o. Los
deberes de aquel operador quedan incluidas en la obligaci—n general de adopci—n de
medidas para que finalice el riesgo; efectivamente, tanto el deber de informaci—n
como la retirada de productos del mercado, previstos en el propio RD 44/1996,
constituyen posibles actuaciones tendentes a eliminar el riesgo jur’dicamente
relevante. En primer lugar, debe mantenerse informados a los consumidores de los
riesgos que los productos que se comercialicen podr’an presentar (art. 3.1 RD
44/1996); desde nuestro objeto de estudio, el aumento de la peligrosidad de un
producto como consecuencia de su forma exterior (vgr. productos que, debido a un
aumento de su utilidad, incorporan un dise–o afilado que aumenta el riesgo de
lesiones) debe ir acompa–ado de medidas preventivas (vgr. informaci—n a los
destinatarios) tendentes a poner de manifiesto el aumento de peligrosidad o, al
menos, las precauciones que deben tomarse en el uso o consumo del mismo. Como
segunda medida preventiva el art’culo 3 RD 44/1996 prevŽ la retirada del mercado de
los productos comercializados, poniŽndose claramente de manifiesto la limitaci—n con
base en la seguridad/peligrosidad de la libertad en elaacute;mbito del dise–o. Otros
deberes que tambiŽn corresponden al operador econ—mico organizado (productor o
distribuidor) son los relativos al seguimiento o control de los productos que haya
comercializado; en este sentido, y segœn el art’culo 3 RD 44/1996, entre las medidas
que deben adoptarse cuando sea apropiado para controlar los productos, figurar‡n el
marcado de los productos o lote de productos de forma que sea posible identificarlos,
la realizaci—n de pruebas de muestreo entre los productos comercializados, el estudio
de las reclamaciones presentadas y la informaci—n de los distribuidores acerca de
dicho control. Asimismo, deber‡n participar en la vigilancia de la seguridad de los
productos comercializados, en concreto mediante la transmisi—n de informaci—n a las
autoridades de control sobre los riesgos que puedan presentar los productos y la
colaboraci—n en las actuaciones emprendidas para evitar dichos riesgos. El
incumplimiento de alguna de las obligaciones citadas supra ser‡ considerada como
il’cito administrativo y sancionada como tal [29].

Se establecen como autoridades encargadas de

[Página 340]

controlar esta obligaci—n de comercializar productos seguros, segœn el RD 44/1996,


las que designen las Comunidades Aut—nomas [30] y el Ministerio de Sanidad y
Consumo en los supuestos previstos en el art’culo 6.4 [31]. En segundo lugar, tambiŽn
tendr‡n competencias en este ‡mbito, la Conferencia Sectorial de Consumo, a travŽs
de la Comisi—n de Cooperaci—n de Consumo en el caso de los productos no

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alimenticios, y el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, por medio de


la Comisi—n de Coordinaci—n y Cooperaci—n de Salud Alimentaria, en lo que se refiere
a los productos alimenticios, ser‡n los instrumentos de colaboraci—n y coordinaci—n de
las actuaciones desarrolladas por el Estado y las Comunidades Aut—nomas para
garantizar la seguridad de los productos puestos en el mercado en el ‡mbito del Real
Decreto. En tercer lugar se encuentran las Corporaciones locales, que, en el marco de
lo dispuesto en el art’culo 42.3 d) de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de
Sanidad, podr‡n controlar el cumplimiento de las obligaciones de los distribuidores
previstas en el apartado 2 del art’culo 3. Y, por œltimo, se constituye una Comisi—n
TŽcnica para la Seguridad General de los Productos. Su funci—n consistir‡ en informar,
previa solicitud de las autoridades encargadas del control, acerca de la eventual
existencia de riesgos en los productos. En la emisi—n de sus dict‡menes se tendr‡n en
cuenta œnica-mente criterios tŽcnico-cient’ficos
[32].

Finalmente, entre las facultades de estas autoridades de control se hallan las


siguientes (art. 6 RD 44/1996): a) organizar a escala apropiada controles adecuados
acerca de las caracter’sticas de seguridad de los productos, incluso despuŽs de haber
sido comercializados como seguros, hasta la fase de utilizaci—n o de consumo; b)
exigir toda la informaci—n pertinente a las partes implicadas c) recoger muestras de
un producto o de una serie de productos para someterlos a an‡lisis sobre seguridad;
d) Imponer condiciones previas a la comercializaci—n de un producto, a fin de que sea
seguro, y exigir que consten en el producto las advertencias pertinentes sobre los
riesgos que el mismo suponga; e) disponer que las personas que pudieran estar
expuestas al riesgo derivado de un producto sean convenientemente informadas de
manera inmediata sobre dicho riesgo, in-

[Página 342]

cluso mediante la publicaci—n de avisos especiales; f) prohibir temporalmente,


durante el per’odo necesario para efectuar los diferentes controles, que se suministre,
proponga el suministro o se exponga un producto o un lote de productos cuando
existan indicios de su peligrosidad; g) prohibir la comercializaci—n de un producto o de
un lote de productos cuya peligrosidad se haya comprobado y determinar las medidas
de acompa–amiento necesarias para garantizar el cumplimiento de esta prohibici—n;
h) organizar de manera eficaz e inmediata la retirada de un producto o un lote de
productos peligrosos ya comercializados; i) si fuere necesario, proceder a
ladestrucci—n, en condiciones adecuadas, de los productos peligrosos.

C) El dise–o de juguetes desde las normas de seguridad

La seguridad infantil en el uso y consumo de productos ha sido objeto de especial


atenci—n por nuestro legislador en el marco de su pol’tica de prevenci—n en el uso y
consumo de productos. Primera muestra de ello es el RD 2330/1985, de 6 de
noviembre [33], por el que se establec’an normas de seguridad de juguetes, œtiles de
uso infantil y art’culos de broma, sustituyendo respecto de algunos productos lo

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dispuesto en el denominado C—digo Alimentario Espa–ol [34]; esta regulaci—n


espec’fica de la seguridad de los juguetes y productos cercanos supuso un avance
importante en el campo de la seguridad infantil y situ— las exigencias de la legislaci—n
espa–ola a la altura de las establecidas en los pa’ses de nues

[Página 344]

tro entorno [35]. Posteriormente, la incidencia de la actuaci—n de la UE en este ‡mbito


(Directiva 88/378/CEE del Consejo) [36], ha derivado en la promulgaci—n del RD
880/1990, de 29 de junio, sobre normas de seguridad de los juguetes [37], que deroga
parcialmente (en lo referente a seguridad de los juguetes) el citado RD 2330/1985, de
6 de noviembre. La importancia de esta clase de productos en la pol’tica de
protecci—n de los consumidores se puso ya de manifiesto en la propia LGDCU, pues
respecto de la responsabilidad civil derivada de juguetes defectuosos se dispusieron
unas normas m‡s gravosas para el fabricante, importador o suministrador
(responsabilidad objetiva, art. 28).

Los criterios que desde una perspectiva general se estudian a continuaci—n se


caracterizan por su clara naturaleza preventiva, y, en lo que afecta al dise–o, por ser
considerados como l’mites a la libertad de dise–o en el ‡mbito de los juguetes, pues
sin su observancia quedar‡ prohibida la comercializaci—n [(venta o distribuci—n
gratuita (cfr. art. 2.3 RD 880/1990)] de esta clase de productos. En el estudio de este
l’mite externo del dise–o debe fijarse, en primer lugar, el ‡mbito objetivo de aplicaci—n
del RD 880/1990 para, posteriormente, establecer las exigencias de seguridad que
limitan la libertad de dise–o en nuestro Ordenamiento Jur’dico.

En primer lugar, el art’culo 1.1 RD 880/1990, delimitando inicialmente el ‡mbito de


aplicaci—n de la

[Página 345]

norma, dispone que la presente disposici—n se aplicar‡ a los juguetes y que se


entender‡ por -juguete- todo producto concebido o manifiestamente destinado a ser
utilizado con fines de juego por ni–os de edad inferior a 14 a–os. Con el fin de lograr
una mayor concreci—n, este concepto amplio de juguete debe ser completado con
aquellos productos que el RD excluye expresamente de su ‡mbito de aplicaci—n en el
anexo I [38] y que, debido a su elevado nœmero, adquiere especial relevancia en esta
delimitaci—n.

Respecto de las exigencias de seguridad, y en el ‡mbito del dise–o, deber‡n tenerse


en cuenta dos clases de medidas por parte del dise–ador. En primer lugar, deber‡n
reducirse los riesgos derivados de la concepci—n o composici—n del juguete mediante
la observancia de las siguientes normas, aplicables tanto al dise–o como a los
componentes o materiales del mismo: a) Los juguetes y sus partes, as’ como sus
fijaciones, en el caso de juguetes desmontables, deber‡n tener la resistencia
mec‡nica y, en su caso, la estabilidad suficiente para soportar las tensiones debidas al
uso sin roturas o deformaciones que puedan causar heridas. b) Los bordes accesibles,

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salientes, cuerdas, cables y fijaciones de los juguetes deben dise–arse y construirse


de manera que el contacto con ellos no presente riesgos de lesiones corporales. c) Los
juguetes deber‡n

[Página 346]

concebirse y fabricarse de forma que se reduzcan al m’nimo los riesgos de heridas


que puedan ser provocadas por el movimiento de sus partes. d) Los juguetes, sus
componentes y las partes de los mismos que pudieran separarse de los juguetes
manifiestamente destinados a ni–os de edad inferior a treinta y seis meses deber‡n
ser de dimensiones suficientes para que no puedan ser tragados y/o inhalados. e) Los
juguetes, sus partes y los embalajes en que se presenten para su venta al por menor
no deber‡n presentar riesgo de estrangulamiento o asfixia. f) Los juguetes ideados
para su uso en el agua o que pueda llevar un ni–o por el agua deber‡n concebirse y
fabricarse de forma que se reduzcan al m’nimo, en la medida de lo posible y habida
cuenta del uso al que se destinen los juguetes, los riesgos dehundimiento del juguete
y de pŽrdida de apoyo para el ni–o. g) Los juguetes en los que se pueda entrar y que
constituyan, por tanto, un espacio cerrado deber‡n tener un sistema de salida f‡cil de
abrir desde el interior por cualquier ocupante. h) Los juguetes que confieren movilidad
a sus usuarios deber‡n, en la medida de lo posible, llevar incorporado un sistema de
freno adaptado al tipo de juguete y que estŽ en relaci—n con la energ’a cinŽtica
desarrollada por el mismo. Dicho sistema deber‡ ser de f‡cil utilizaci—n por sus
usuarios, sin peligro de proyecci—n o de heridas para los mismos ni para terceros. i) La
forma y la composici—n de construcci—n de los proyectiles y la energ’a cinŽtica que
Žstos puedan desarrollar al ser lanzados por un juguete ideado a tal efecto deber‡n
ser tales que el riesgo de heridas para el usuario del juguete o para terceros no sea
desmesurado, habida cuenta del tipo de juguete. j) Los juguetes que contengan
elementos que produzcan calor deber‡n construirse de tal forma: la temperatura
m‡xima que alcance cualquier superficie accesible no pueda provocar quemaduras al
tocarlas; los l’quidos, vapores y gases que se encuentren en el interior de los juguetes
no alcancen temperaturas o presiones cuyo escape, salvo por motivos indispensables
para el buen funcionamiento del juguete, pueda provocar quemaduras u otros da–os
f’sicos. k) Los juguetes no deben constituir un peligroso elemento inflamable en el
medio ambiente del ni–o. Por tanto, deben estar hechos con materiales que: no se
quemen al estar expuestos a una llama o chispa u otra fuente potencial de fuego; que
no sean f‡cilmente inflamables (la llama se apaga tan pronto como se retiren delfoco
del fuego); que, si arden, lo hagan lentamente y con poca velocidad de propagaci—n
de la llama; que cualquiera que sea la composici—n qu’mica del juguete, haya sufrido
un tratamiento tendente a retrasar el proceso de combusti—n.

Como segunda medida de seguridad en el ‡mbito de los juguetes, el RD 880/1990


impone especiales criterios de informaci—n o advertencia en el etiquetado o envasado
del juguete (anexo IV). As’, los juguetes deber‡n ir acompa–ados de indicaciones
claramente legibles y adecuadas que permitan reducir los riesgos que entra–e su uso,
estableciendo el RD 880/1990 normas especiales respecto, por ejemplo, de juguetes
no destinados a ni–os menores de treinta y seis meses [39].

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D) Apariencia enga–osa que ponga en peligro la salud y seguridad del


consumidor y dise–o. Breve referencia

En el estudio de los l’mites externos m‡s relevantes del dise–o, deben apuntarse, por
œltimo, aquellas normas jur’dicas que tutelan la salud y seguridad del consumidor
frente a riesgos que derivan de la apariencia enga–osa de los productos, muchas
veces provocada por su innovador u original dise–o. Al igual que suced’a en el ‡mbito
de la ordenaci—n jur’dica de la seguridad de los juguetes, el RD 2330/1985, de 6 de
noviembre, ya se ocupaba de prevenir la existencia de riesgos que derivasen de la
apariencia enga–osa de ciertos productos, sobre todo aquŽllos que se hallan
especialmente destinados a los ni–os. No obstante, la aprobaci—n de la Directiva del
Consejo

[Página 349]

87/357/CEE, de 25 de junio de 1987 [40], ha derivado en la promulgaci—n del RD


820/1990, de 22 de junio, por el que se proh’be la fabricaci—n y comercializaci—n de
los productos de apariencia enga–osa que pongan en peligro la salud o seguridad de
los consumidores [41].

Los productos que se hallan incluidos en el ‡mbito de aplicaci—n de esta norma


jur’dica son aquellos que sin ser alimenticios tienen una forma, un olor, un color, un
aspecto, una presentaci—n, un etiquetado, un volumen o un tama–o tales que sea
previsible que los consumidores, en particular los ni–os, los confundan con productos
alimenticios, y por ello los lleven a la boca, los chupen o los ingieran, pudiendo esta
acci—n implicar riesgos de asfixia, de intoxicaci—n, de perforaci—n o de obstrucci—n del
tubo digestivo (art. 1.2 RD 820/1990). Como puede derivarse de esta delimitaci—n, el
dise–o o forma exterior de un producto, principal factor de su apariencia, puede
quedar prohibido, limit‡ndose as’ la libertad del dise–ador, por inducir a un error que
pueda poner en peligro la salud o seguridad de los consumidores.

Ante la existencia de productos que presenten este

[Página 350]

tipo de -dise–o enga–oso-, las autoridades competen tes, sin perjuicio de la eventual
sanci—n correspondien te al il’cito administrativo cometido, deber‡n retirar del
mercado cualquier producto que presente tales caracter’sticas (cfr. art. 2.1 RD
820/1990).

_______________________________

NOTAS

[1] F. L. DE LA VEGA GARCêA, Responsabilidad civil derivada del producto defectuoso,


Madrid, Civitas, 1998, p‡g. 89.

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[2] Sobre la responsabilidad civil por da–os causados por productos defectuosos, vid.,
entre otros, D. JIMƒNEZ LIƒBANA, Responsabilidad civil: da–os causados por productos
defectuosos, Madrid, 1998; F. L. DE LA VEGA GARCêA, Responsabilidad civil..., cit.; J.
SOLƒ I FELIU, El concepto de defecto del producto en la responsabilidad civil del
fabricante, Valencia, 1997; S. RODRêGUEZ LLAMAS, RŽgimen de responsabilidad civil
por productos defectuosos, Madrid, 1997; A. I. LOIS CABALLƒ, La responsabilidad del
fabricante por los defectos de sus productos, Madrid, 1996; J. GîMEZ CALERO,
Responsabilidad civil por productos defectuosos, Madrid, 1996; H. J. HESS, Kommentar
zum Produktehaftpflichtgesetz (PrHG), Bern, Stuttgart, Wien, 1994; M. A. PARRA
LUCçN, Da–os por productos y protecci—n del consumidor, Barcelona, 1990; G.
ALCOVER GARAU, La responsabilidad civil del fabricante. (Derecho comunitario y
adaptaci—n al derecho espa–ol), Civitas, Madrid, 1990; H. J. KULLMANN,
Produkthaftungsgesetz: Gesetz Ÿber die Haftung fŸr fehlerhafte Produkte, Berlin,
1990; R. ROLLAND, Produkthaftungsrecht: Kommentar, Munich, 1990; M. S. SHAPO,
The law of products liability, USA, 1990; A. ROJO FERNçNDEZ-RêO, La responsabilidad
civil del fabricante, Bologna, 1974; U. CARNEVALI, La responsabilit‡ del produttore,
Milano, 1974.

[3] Como pone de manifiesto U. CARNEVALI (La responsabilit‡..., cit., p‡g. 30), resulta
m‡s adecuado realizar una clasificaci—n con base en la causa del da–o que con base
en los efectos del defecto. En este intento de clasificaci—n, el citado autor se acerca
ya a un concepto de defecto de dise–o al distinguir entre defectos de fabricaci—n en
sentido estricto, defectos de informaci—n, defectos inevitables (hace referencia a los
denominados riesgos del desarrollo) y, finalmente, los defectos de construcci—n, en
cuyo seno podr’an incluirse los defectos de dise–o.

[4] G. ALCOVER GARAU, La responsabilidad civil..., cit., p‡g. 75. En este mismo
sentido, J. SOLƒ I FELIU (El concepto de defecto..., cit., p‡g. 613) afirma, bas‡ndose en
la autorizada doctrina norteamericana en este punto, que los defectos de dise–o se
refieren a un producto que a pesar de haberse fabricado de conformidad con las
l’neas, criterios y especificaciones establecidos por el fabricante en la concepci—n
tŽcnica o dise–os originarios, no ofrece la seguridad leg’timamente esperada.

[5] M. S. SHAPO, The law of..., cit., p‡gs. 9-16.

[6] J. SOLƒ I FELIU, El concepto de defecto..., cit., p‡g. 614. Este hecho diferenciador
de los defectos de dise–o complica sin duda las tareas probatorias, porque a
diferencia de lo que suced’a con los defectos de fabricaci—n, para cuya determinaci—n
era suficiente comparar el ejemplar en cuesti—n con las dem‡s unidades de la misma
especie, el hecho de incorporar todas las unidades la deficiencia impide el uso del
denominado test de desviaci—n de la norma (J. SOLƒ I FELIU, El concepto de defecto...,
cit., p‡gs. 619-620).

[7] U. CARNEVALI, La responsabilit‡..., cit., p‡g. 213-214.

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[8] F. L. DE LA VEGA GARCêA, Responsabilidad civil derivada..., cit., p‡g. 88.

[9] Sobre la responsabilidad por productos en derecho comunitario vid., entre otros,
G. ALCOVER GARAU, La responsabilidad civil..., cit., p‡gs. 38-44 y bibliograf’a ah’
citada; M. A. PARRA LUCçN, Da–os por productos..., cit., p‡gs. 467-620; S.
RODRêGUEZ LLAMAS, RŽgimen de responsabilidad civil..., cit., p‡gs. 59-61; J. A.
GARCêA-CRUCES GONZçLEZ, -La incidencia de la Directiva 374/85, en materia de
responsabilidad de productos, en el Derecho interno espa–ol-, AcC, 1990-3, p‡gs. 685-
694; R. BERCOVITZ, -La responsabilidad de los fabricantes en la Directiva de las
Comunidades Europeas de 25 de julio de 1985-, EC, nœm. 7, abril 1986, p‡gs. 101-
128; M. C. DêAZ JIMƒNEZ, -La Directiva del Consejo 85/374/CEE, de 25 de julio y el
Proyecto de Ley de responsabilidad civil por los da–os causados por productos
defectuosos-, AcC, nœm. 12, 1994, p‡gs. 219-227; R. MULLERAT, -La responsabilidad
civil del fabricante. La Directiva CEE de 25 de julio de 1985 y el Derecho espa–ol-, RJC,
1988-1, p‡gs. 95-139; J. B. ACOSTA ESTƒVEZ, -La acci—n de la CEE en materia de
responsabilidad por productos defectuosos y reparaci—n de los da–os sufridos por el
consumidor: Adaptaci—n del Derecho espa–ol a la Directiva del Consejo 85/374/CEE-,
La Ley, 1990-1, p‡gs. 1141-1149; J. B. ACOSTA ESTƒVEZ, -La acci—n de la CEE en
materia de responsabilidad por productos defectuosos y reparaci—n de los da–os
sufridos por el consumidor. Adaptaci—n del Derecho espa–ol a la Directiva 85/374/CEE-
, AcC, 1990-3, p‡gs. 537-554; M. J. REYES LîPEZ, -Algunas reflexiones sobre el
Derecho del Consumo y la Directiva 374/85, sobre responsabilidad por productos
defectuosos-, RGD, enero-febrero 1991, p‡gs. 15-57; G. ALPA, -Appunti sul dibattito in
materia di disciplina comunitaria della circolazione di prodotti difettosi-, RDC, 1979,
p‡gs. 168-175; G. ALPA, -L«attuazione della direttiva comunitaria sulla responsabilitˆ
del fabbricante. Problemi di terminologia e scelte legislative-, Riv. Soc., 1987, p‡gs.
867-876; G. ALPA: -Responsabilitˆ per danno da prodotti difettosi: la Direttiva CEE-,
Riv. Soc., 1985, p‡gs. 1471-1479; A. DIMAJO, -La responsabilitˆ per prodotti difettosi
nella Direttiva comunitaria-, RDCv., 1989, I, p‡gs. 21-44; P. TRIMARCHI, -La
responsabilitˆ del fabbricante nella direttiva comunitaria-, Riv.Soc., 1986, p‡gs. 593-
603; Y. MARKOVITS, La Directive CEE du 25 juillet 1985 sur la responsabilitŽ du fait des
produits dŽfectueux. Par’s, 1990; W. RAWLINSON, -Defective products liability in the
ECC-, International Financial Law Review, nœm. 1, vol.6, 1987,p‡gs. 35-36; R. G.
BEDRICK, -New developments in product liability law in the EC-, Belgian American
Trade Review, nœm. 3, vol.41, 1986, p‡gs. 21-23.

[10] En primer lugar, pues, y al igual que se produjo en Francia (R. DE çNGEL YAG†EZ,
La responsabilidad, cit., p‡gs. 204-206), la objetivaci—n de la responsabilidad se debi—
a una elaboraci—n jurisprudencial. En nuestro sistema la primera sentencia del TS en
este sentido fue la de 10 de julio de 1943 (RJ 1943/856) (ver texto ’ntegro en
Jurisprudencia Civil, 1943, tomo III, p‡gs. 763-775). En esta resoluci—n se establecen
las consecuencias jur’dicas derivadas de un accidente de circulaci—n. El TS,
inspir‡ndose en la doctrina del riesgo creado, invierte la carga de la prueba y admite
presunciones de culpa aquiliana. Esto supuso un innovador criterio en la aplicaci—n del
art’culo 1902 CC.

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As’, se establece que si bien el criterio de la responsabilidad objetiva en los atropellos


causados por autom—viles no est‡ consagrado en las leyes (como tampoco estaba el
criterio de la responsabilidad objetiva por los da–os causados por productos
defectuosos) esto no excluye que en los casos en que resulte evidente un hecho que
por s’ s—lo determine probabilidad de culpa, pueda presumirse Žsta y cargar al autor
del atropello la obligaci—n de desvirtuar la presunci—n. No obstante, hasta 1981 no se
observa una clara inclinaci—n hacia una responsabilidad civil por riesgo, que surge
prescindiendo del elemento culpable como criterio de imputaci—n. Sentencias del TS,
como las de 12 de febrero de 1981 (RJ 1981/530) y 17 de marzo de 1981 (RJ
1981/1009), resuelven que si se produjo el da–o ello prueba que no se adopt— la
diligencia debida, es decir, que hubo responsabilidad. La realidad puso en evidencia
que las disposiciones o medidas adoptadas para prever y evitar el da–o producido
resultaron insuficientes y, por ello, que algo quedaba por prevenir, deviniendo la
diligencia incompleta. En este sentido, establece la sentencia del TS de 9 de julio de
1994 (RJ 1994/6302) que la teor’a del riesgo es uno de los mecanismos, junto al de
inversi—n de la carga de la prueba, que, segœn reiterada jurisprudencia, atenœan -
aunque no la excluyen- la exigencia del elemento psicol—gico y culpabil’stico de la
responsabilidad extracontractual, siendo aplicable solamente a los supuestos de
da–os generados como consecuencia del desarrollo o ejercicio de actividades
peligrosas... En la sentencia de 23 de diciembre de 1995 (RJ 1995/9434) el TS ha
resuelto aceptar las soluciones cuasi objetivas, demandadas por el incremento de las
actividades peligrosas propias del desarrollo tecnol—gico y por el principio de ponerse
a cargo de quien obtiene el beneficio o provecho, la indemnizaci—n del quebranto
sufrido por el tercero. Son muy numerosas las sentencias del TS en este sentido. As’,
entre otras, las de 12 de diciembre de 1984 (RJ 1984/6039), 16 de octubre de 1987 (RJ
1987/7105), 18 de abril de 1990 (RJ 1990/2726), 8 de mayo de 1990 (RJ 1990/3690), 4
de junio de 1991 (RJ 1991/4415), 23 de septiembre de 1991 (RJ 1991/6060), 20 de
enero de 1992 (RJ 1992/191), 20 de mayo de 1993 (RJ 1993/3718), 22 de noviembre
de 1993 (RJ 1993/9180).

[11] BOE nœm. 28, de 2 de febrero.

[12] BOE nœm. 107, de 4 de mayo.

[13] BOE nœm. 223, de 18 de septiembre.

[14] Sobre el este Tratado Internacional en general, vid. M. E. ZABALO ESCUDERO, -La
ley aplicable a la responsabilidad por da–os derivados de los productos en el Derecho
Internacional Privado-, REDI, 1991, vol. XLIII, p‡gs. 75-107; M. DE ANGULO
RODRêGUEZ, -El Convenio de La Haya sobre la ley aplicable a la responsabilidad por
da–os derivados de los productos-, ADC, 1974, p‡gs. 921-940; Y. LOUSSOUAN/P.
BOUREL, Droit international privŽ, Par’s, 1993, p‡gs. 434-435; D. HOLLEAUX/J.
FOYER/G. DE GEOUFFRE, Droit international privŽ, Par’s, 1987, p‡gs. 611-612; B.
AUDIT, Droit International PrivŽ, Par’s, 1991, p‡gs. 623-624.

[15] Tal y como ya pusimos de manifiesto (F. L. DE LA VEGA GARCêA, Responsabilidad

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civil..., cit., p‡g. 80), los productos artesanales no

son mencionados expresamente por la LRCP. Este hecho podr’a inducir a entenderlos
incluidos en el rŽgimen de la LRCP, pues tienen la cualidad de bien mueble. A pesar de
ello, la actividad artesanal presenta unos caracteres distintos a la producci—n en serie
que ha provocado la evoluci—n de los criterios generales del sistema de
responsabilidad civil. Los problemas probatorios de la culpabilidad o negligencia que
se presentan en el caso de la producci—n en masa no se deber’an llegar a producirse
con gran frecuencia en un proceso de responsabilidad civil por da–os causados por
productos artesanales, dada la menor complejidad que normalmente presentan Žstos.
Adem‡s, la elaboraci—n artesanal de productos -y los posibles da–os que pudieran
causas- s’ pod’a estar en mente de los legisladores decimon—nicos.

[16] Cfr. art’culo 3 Convenio de Par’s, de 29 de julio de 1960, sobre responsabilidad


civil en materia de energ’a nuclear (BOE nœm. 28, de

2 de febrero).

[17] Este programa se incluye como anexo a la resoluci—n del Consejo de 14 de abril
de 1975, relativa a un programa preliminar de la CEE para una pol’tica de protecci—n e
informaci—n de los consumidores (DOCE nœm. C92, de 25 de abril).

[18] DOCE nœm. C294, de 22 de noviembre.

[19] DOCE nœm. C186, de 23 de julio. Como tambiŽn se dispuso en la resoluci—n de


1989, segœn el anexo de esta resoluci—n, entre las prioridades de la pol’tica de
protecci—n y fomento de los intereses de los consumidores se hallan: desarrollo de los
sistemas armonizados necesarios en la medida necesaria para garantizar que la
legislaci—n en materia de seguridad y salud sea efectivamente aplicada; promover un
mayor nivel de conocimientos y pr‡cticas cient’ficos de los inspectores en materia de
control de productos de consumo de los Estados miembros; continuaci—n de la
armonizaci—n del embalaje, etiquetado y clasificaci—n de los productos.

[20] Resoluci—n del Consejo de 19 de mayo de 1981 (DOCE nœm. C133, de 3 de junio).

[21] DOCE nœm. L192, de 11 de julio.

[22] DOCE nœm. C228, de 8 de septiembre de 1980.

[23] DOCE nœm. L187, de 16 de julio; rectificaci—n en DOCE nœm.37, de 9 de febrero


de 1991.

[24] DOCE nœm. L187, de 16 de julio; correcci—n de errores DOCE nœm. L110, de 1 de
mayo de 1991. Adem‡s de sus posteriores modificaciones (DOCE nœm. L64, de 8 de
marzo de 1989; DOCE nœm. L275, de 5 de octubre de 1990; DOCE nœm. L154, de 5 de

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junio de 1992; DOCE nœm. L104, de 29 de abril de 1993), destaca la Directiva


91/155/CEE, de 5 de marzo (DOCE nœm. L76, de 22 de marzo), por la que se definen y
fijan, en aplicaci—n de la Directiva 88/379/CEE del Consejo, las modalidades del
sistema de informaci—n espec’fica relativo a los preparados peligroso.

[25] BOE nœm. 46, de 22 de febrero.

[26] BOE nœm. 102, de 29 de abril.

[27] Conforme al art’culo 2.4 RD 44/1996 se considera -productor- a

los siguientes operadores econ—micos organizados: a) fabricante deun producto,


cuando estŽ establecido en la Uni—n Europea; y toda persona que se presente como
fabricante poniendo en el producto su nombre, marca o cualquier otro signo distintivo,
o toda persona que proceda al reacondicionamiento del producto; b) representante
del fabricante cuando Žste no estŽ establecido en la Uni—n Europea o, a falta de
representante establecido en la Uni—n Europea, el importador del producto; c) Los
dem‡s profesionales de la cadena de comercializaci—n, en la medida en que sus
actividades puedan afectar a las caracter’sticas de seguridad del producto puesto en
el mercado.

[28] Segœn el art’culo 2.5 RD 44/1996 se entiende por -distribuidor- cualquier


profesional de la cadena de comercializaci—n cuya actividad no afecte a las
caracter’sticas de seguridad de los productos.

[29] En este sentido, el art’culo 3.3 RD 44/1996 dispone que la inobservancia de las
obligaciones establecidas... supondr‡ una infracci—n

administrativa leve, grave o muy grave conforme a lo previsto en el art’culo 35-A), 3,


35-B), 2 y 35-C), 2, respectivamente, de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de
Sanidad, atendiendo para su clasificaci—n a los criterios recogidos en su art’culo 34.
Ser‡n, asimismo, infracciones a la salud de los consumidores en base a lo establecido
en los apartados 1 y 7 del art’culo 34 de la Ley 26/1984, de 19 de julio, General para
la Defensa de los Consumidores.

[30] En este sentido, cada Comunidad Aut—noma notificar‡ el —rgano que designe a
tal efecto al Ministerio de Sanidad y Consumo, al objeto de que proceda a comunicarlo
a la Comisi—n Europea.

[31] Segœn este precepto, si el Ministerio de Sanidad y Consumo tuviera conocimiento


de la existencia de un riesgo grave e inminente para la salud y la seguridad de los
consumidores, al que s—lo pudiera hacerse frente de manera apropiada adoptando
medidas aplicables en el ‡mbito nacional, podr‡ adoptar alguna medida en el marco
de lo previsto en el apartado 1, cuya ejecuci—n corresponder‡ a las Comunidades
Aut—nomas. Las medidas se adoptar‡n procurando evitar divergencias

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desproporcionadas en el mercado; su duraci—n se ajustar‡ a la del supuesto que las


motiv— y, en todo caso, no superar‡ el plazo de un a–o.

[32] El art’culo 5 RD 44/1996, adem‡s de establecer los —rganos de control, concreta


el rŽgimen de esta Comisi—n. As’, estar‡ presididapor el Director del Instituto Nacional
del Consumo e integrada por los siguientes miembros: a) Un representante designado
por el titular de cada uno de los siguientes —rganos, que deber‡ tener rango de Sub-
director general y que podr‡ delegar la asistencia en funcionarios de su Subdirecci—n
con nivel m’nimo de Jefe de Servicio. 1.¼ Direcci—n General de Salud Pœblica. 2.¼
Ministerio de Comercio y Turismo. 3.¼ Ministerio de Industria y Energ’a. 4.¼ Ministerio
de Agricultura, Pesca y Alimentaci—n. 5.¼ Ministerio de Educaci—n y Ciencia. b) Ocho
expertos que deber‡n ser designados para cada sesi—n, atendiendo a su preparaci—n
y conocimiento de los asuntos a tratar. 1.¼ Dos expertos provenientes de la
comunidad cient’fica designados por el Presidente o por los —rganos previstos en el
p‡rrafo a) que sean competentes por raz—n de la materia a tratar. Para su designaci—n
se tendr‡n en cuenta, de forma prioritaria, los expertos que proponga el Secretario
general del Plan de Investigaci—n Cient’fica y Desarrollo Tecnol—gico. 2.¼ Uno
designado por el Consejo General de Colegios Profesionales que sea designado por el
Presidente o por los —rganos previstos en el p‡rrafo a) que sean competentes por
raz—n de la materia. 3.¼ Uno designado por la organizaci—n empresarial m‡s
representativa. 4.¼ Dos designados por el Consejo de Consumidores y Usuarios. 5.¼
Uno designado por la Asociaci—n Espa–ola de Normalizaci—n. 6.¼ Uno designado por la
asociaci—n de entidades locales de ‡mbito estatal con mayor implantaci—n. El
Secretario de la Comisi—n TŽcnica para la Seguridad General de los Productos ser‡
designado por el Director del Instituto Nacional del Consumo, entre funcionarios que
ocupen un puesto de trabajo de la relaci—n de puestos de trabajo del Instituto. Sus
informes no tendr‡n car‡cter vinculante. Su funcionamiento se regir‡ por lo dispuesto
en el cap’tulo II del T’tulo II de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de RŽgimen
Jur’dico de las Administraciones Pœblicas y del Procedimiento Administrativo Comœn.
El Ministerio de Sanidad y Consumo atender‡ al funcionamiento de la Comisi—n
TŽcnica con sus actuales medios personales, materiales y econ—micos, sin perjuicio de
la posible articulaci—n de un sistema de participaci—n de las Comunidades Aut—nomas
en el coste de los informes tŽcnicos. Las entidades que nombren a representantes
asumir‡n los gastos correspondientes a Žstos.

[33] BOE nœm. 300, de 16 de diciembre.

[34] Decreto 2484/1967, de 21 de septiembre (BOE nœm. 248, de 17

de octubre).

[35] Exposici—n de motivos RD 880/1990, de 29 de junio, sobre seguridad de los


juguetes.

[36] DOCE nœm. L187, de 16 de julio; rectificaci—n en DOCE nœm. 37, de 9 de febrero
de 1991.

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[37] BOE nœm. 166, de 12 de julio.

[38] Adornos de Navidad, modelos reducidos, construidos detalladamente a escala


para coleccionistas adultos, equipos destinados a la utilizaci—n colectiva en terrenos
de juego, equipos deportivos, equipos n‡uticos destinados a su utilizaci—n en aguas
profundas, mu–ecas folkl—ricas y decorativas y otros art’culos similares para
coleccionistas adultos, juguetes -profesionales- instalados en lugares pœblicos
(grandes almacenes, estaciones, etc.), rompecabezas de m‡s de 500 piezas o sin
modelo, destinados a los especialistas, armas de aire comprimido, fuegos artificiales,
incluidos los fulminantes de percusi—n, hondas y tirachinas, juegos de dardos con
puntas met‡licas, hornos elŽctricos, planchas u otros productos funcionales
alimentados por una tensi—n nominal superior a 24 voltios, productos que contengan
elementos calor’ficos cuya utilizaci—n requiera la vigilancia de un adulto, en un marco
pedag—gico, veh’culos con motores de combusti—n, m‡quinas de vapor de juguete,
bicicletas dise–adas para hacer deporte o para desplazarse por la v’a pœblica, juegos
de v’deo que se pueden conectar a un monitor de v’deo alimentados por una tensi—n
nominal superior a 24 voltios, chupetes de puericultura, imitaciones fieles de armas
de fuego reales, joyas de fantas’a destinadas a los ni–os.

[39] Los juguetes que puedan resultar peligrosos para ni–os menores de treinta y seis
meses llevar‡n una advertencia, como la inscripci—n -no es conveniente para ni–os
menores de treinta y seis meses-, o -no es conveniente para ni–os menores de tres
a–os-, que se completar‡ mediante una indicaci—n concisa, que tambiŽn podr‡ figurar
en las instrucciones de uso o empleo, por la que se expliquen los riesgos espec’ficos
que motiven dicha exclusi—n. Esta disposici—n no se aplicar‡ a los juguetes que de
forma manifiesta, a causa de sus funciones, dimensiones, caracter’sticas, propiedades
o dem‡s elementos evidentes no son susceptibles de destinarse a ni–os menores de
treinta y seis meses.

[40] DOCE nœm. L 192, de 11 de julio.

[41] BOE nœm. 153, de 27 de junio.

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