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ESCRITOS POLÍTICOS

DE

DON FRANCISCO
DE QUEVEDO
Y VILLEGAS

EDITORA NACIONAL
N. A. G. S. A. - CASANOVA, 212 y •14 - TELÉFONO 7r164 - BARCELONA MADRID - MCMXLI
PRÓLOGO
Se recoge en este volumen, can criterio a la vez divulgador y
antológico, un florilegio de los escritos políticos de don Francisco
de Quevedo y Villegas, poeta, escritor y hombre de acción, nom-
bre destacado entre los máximos de nuestra literatura.
Don Francisco de Quevedo, madrileño de estirpe montañesa,.
de vida tan peregrina que, como la de ningún otro escritor espa-
ñol, quedó, aunque un tanto deformada, en la memoria del vulgo,,
fué uno de los hombres más cultos y perspicaces de su tiempo.
Contemporáneo del declinar político de España, participó con su
activjdad en las empresas italianas, ayudando como ministro al
gran Duque de Osuna en la defensa de nuestro poder frente a las
intrigas de Venecia. Pero participó también, con el corazón, en
aquella hora vespertina de nuestro Imperio, doliéndole como al
que más la conciencia de una decadencia o derrota que los espíri-
tus más lúcidos percibían. Queda el carácter escéptico y pesimista ,

de sus escritos como huella de este dolor.


Pocos hombres tan españoles como él, en vicios y virtudes;
Pocos tan identificados con el momento histórico en que transcurrió
su vida; pocos tan representativos y elocuentes: Penetrar el espíritu
de Quevedo es penetrar, a la vez, en el espíritu da España en
la primera mitad del siglo XVII.
No viene al caso hacer un estudio del Quevedo literato: del
estilista barroco y del prosista inigualable, domador de nuestra
prosa hasta el virtuosismo. Son oportunas únicamente unas pala-
bras sobre su pensamiento.
Quevedo no es nuestro primer pensador político, ni siquiera
el primer pensador político de su tiempo ; Gracián, contemporá-
neo suyo, vencedor como él del estilo, también escéptico y pesi-
mista, le supera en cuanto a la profundidad y a la influencia..
Saavedra y Fajardo, menos original, inferior como literato, cono-
ce mucho mejor la política de la edad barroca y sabe sistematizar
mejor que Quevedo. Los escritos de éste deben entenderse siem-
pre referidos al propio autor, teniendo presente su biografía. No
en vano el hombre Quevedo es superior a su obra, con ser su obra
tan subida de excelencias.
Séneca, un Séneca cristiano o cristianizado, late en el fonda
de cada línea, y con él Epicteto y Miguel de Montaigne — el se-
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de la Montaña —, que Quevedo conocía. De Sáneca toma lo


estoico y desengañado; de Montaigne, el escepticismo radical en
todo lo que se refiere al hombre. Pero de la Biblia y los Santos
Padres, la esperanza en una vida mejor, el vencimiento de este
mundo cautivo por la. Redención de Cristo.
Por este predominio del sentimiento religioso, Pese a su pa-
triotismo desesperado, el pensamiento de Quevedo nos aparece a
veces con «güelfos» matices. No debe extrañar: es un desenga-
ñado de la aventura histórica de España, y de espaldas a lo tem-
poral, se entrega totalmente a lo eterno. Fracasa España y supolí-
tica ; fracasa el propio don Francisco: Se ve perseguido por su
sinceridad, maltratado por su patriotismo. Su grito no encuentra
eco en el ánimo real, que quiere conmover. Ve cómo el Duque de
Osuna, sostén de la dignidad de España en el Mediterráneo,
muere en prisión. Ve también cómo, más allá de los Pirineos,
,

aquel Cardenal de Richelieu, de cuya cabeza nos hizo curiosa ana-


tomía, pone los fundamentos de la supremacía gala, precisamente
a 'nuestra costa. Y, por último, contempla despoblada y miserable
la carne misma de España, abrumada con el peso de su propio
Imperio, incapaz de soportarlo. Con una conducta muy española, ESCRITOS POLÍTICOS
Quevedo toma partido por el desengaño, se desentiende de la His-
toria y se entrega a lo intemporal, vinculando la política a lo
metahistórico y trascendente. Es una actitud típica de nuestro
siglo XVII, tan diferente a la de aquellos otros pensadores de
la centuria anterior, defensores infatigables del Emperador contra
el pensamiento de la corte romana.
En esta selección se han juntado los párrafos de Quevedo
que mayor interés pueden tener en, la actualidad, y también aque-
llos otros que por su valor histórico puedan aclararnos su pen-
samiento respecto a la política de los últimos Austrias ; por
último, algunos que por su universalidad hayan desafiado al
tiempo. Finalmente, como ejemplares en la perspicacia y en el
consejo, se añaden algunas de sus cartas a personajes de su
tiempo sobre episodios de la política. Se ha respetado el orden
que presentan en los libros de procedencia, y, creyéndolo mejor
para el inicial propósito divulgativo, van desembarazados de no-
tas críticas, filológicas o históricas.
Para la edición se ha tenido en cuenta la de don Luis Astrana
Marín, la más completa y de mayores garantías de las hasta
ahora conocidas en España.
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ESPAÑA DEFENDIDA, Y LOS TIEMPOS DE AHORA,


DE LAS CALUMNIAS DE LOS NOVELEROS
Y SEDICIOSOS

AL LETOR

La poca ambición de España, bien que sean culpados los ingenios


de ella, tiene(n) en manos del olvido las cosas que merecieron más
clara voz de la fama. Tal fué la ingratitud de sus escritores y el des-
cuido, que pareció desprecio, a los extraños, juzgando faltaba que escri-
bir y quien escribiese; y así, padeció la reputación de todos; y sin
duda hubieran perdido la memoria como la voz, si fuera en su mano el
olvido como el silencio.
Poco lugar dió la edad pasada, embarazada en armas, a más de
curiosos deseos del ocio que hoy alcanzamos, para que, agradecidos y
deudores dél, en pago demos a la eternidad los peligros con que nos
compraron la paz, amiga de buenas letras.
Hijo de España, escribo sus glorias. Sea el referirlas religiosa lás-
tima de haberlas escuras, y no a ningunos ojos sea la satisfacción en
divulgarlas; pues del trabajo que un extraño pidiera nombre de cu-
rioso y docto, quiero sólo el de reconocido y piadoso.
Bien sé a cuántos contradigo, y reconozco los que se han de armar
contra mí ; mas no fuera yo español si no buscara peligros, despre-
ciándolos antes para vencerlos después. Y lo haré con estas Memorias,

que serán las primeras que, desnudas de amor u miedo, se habrán visto
sin disculpa de relaciones y historia (si este nombre merece), en que
se leerán los ojos y no los oídos del autor.

OCASIÓN Y CAUSAS DEL LIBRO

No ambición de mostrar ingenio me buscó este asumpto; sólo el


ver maltratar con insolencia mi patria de los extranjeros, y los tiem-
pos de ahora de los propios, no habiendo para ello más razón de
tener a los forasteros invidiosos, y a los naturales que en esto se ocupan

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despreciados. Y callara con los demás, si no viera que vuelven en Esen- ¿Por qué causa han de ser creídos antes que los muchos que dicen
cia desbocada nuestra humildad y silencio. que los hubo? Si no es que la malicia añada autoridad, no sé cuál
¿Qué cosa nació en España buena a ojos de otras naciones, ni qué tenga más; y cuando la tuvieran para el extraño, para nosotros no
crió Dios en ella que a ellas les pareciese obra de sus manos? había de ser así : que el enemigo no es mucho que se muestre cu-
Paciencia tuve hasta que vi a los franceses con sus soldados bur- rioso, que es lo mismo que malévolo. Así lo dice el poeta : curiosus
lando de España, y vi a Josefo Escalígero por Holanda, hombre de nisi malevolus; pero el hijo de la república, lo que le toca es ser pro-
buenas letras y de mala fe, cuya ciencia y dotrina se cifró en saber picio a su patria.
morir peor que vivió, decir mal de Quintiliano, Lucano y Séneca, y No nos basta ser • tan aborrecidos en todas las naciones, que todo
llamarlos Pingues isti cordubenses; y a Mureto, un charlatán francés, el mundo nos sea cárcel y castigo y peregrinación, siendo nuestra Es-
roedor de autores, llamar en un comento a Catulo, con el cual, en paña para todos patria igual y hospedaje. ¿Quién no nos llama bár-
lugar de darle a entender a otros, muestra que él no le entendió, y lo baros? ¿Quién no dice que somos locos, inorantes y soberbios, no te-
confiesa así en muchas partes; y le va mejor al poeta, que en las niendo nosotros vicio que no le debamos a su comunicación de ellos?
que pensando le entiende, le levanta testimonios y le deshonra. Dice, ¿Supieran en España qué ley había para el que, lascivo, ofendía las
pues, en el prólogo, comparando ccn su veronés Catulo a Marcial es- leyes de la Naturaleza, si Italia no se lo hubiera enseñado? ¿Hubiera
pañol, y con Virgilio mantuano a Lucano el cordobés, no con pureza, el brindis repetido aumentado el gasto a las mesas castellanas, si los
que son sus poetas mejores, sino, blasfemo y, desvergonzado, trata a tudescos no lo hubieran traído? Ociosa hubiera estado la Santa Inqui-
Lucano de inorante, y a Marcial de bufón y ridículo y sucio, sólo por sición si sus Melantones, Calvinos, Luteros y Zuinglios y Besas no hu-
español; que el Mureto, de todos cuatro autores, para decir bien o bieran atrevídose a nuestra fe. Y, al fin, nada nos pueden decir por
mal, sólo entendió que los unos eran hijos de Roma y los otros de oprobio si no es lo que ellos tienen por honra, y, averiguado, es en
España. nosotros imitación suya.
Más me enojó ver que, cuando ligeramente pasábamos por estas Ya, pues, es razón que despertemos y logremos parte del ocio que
cosas coma buscando lo que más debíamos sentir, salió otro, atreviéndo- alcanzamos en mostrar lo que es España y lo que ha sido- siempre, y
senos a la fe y a las tradiciones y a los santos, y no quiso que Santiago juntamente que nunca tan gloriosa triunfó de letras y armas como hoy,
hubiese sido patrón de España ni venido a ella. Y me espero a cuando gobernada por don Philipe III, nuestro señor. Des cosas tenemos que
otro escribirá que para los españoles no hay Dios: que un aborreci- llorar los españoles: la una, lo que de nuestras cosas no se ha escrito,
miento tan grande y tan mal fundado no hará mucho en llegar a hereje y lo otro, que hasta ahora lo que se ha escrito ha sido tan malo, que
un invidioso. viven contentas con su olvido las cosas a que no se han atrevido nues-
Llegóse a esto ver que, cuando aguardaban ellos a tan grandes tros coronistas, escarmentadas de que las profanan y no las celebran.
injurias alguna respuesta, hubo quien escribió, quizá por lisonjearlos, Y así, por castigo ha permitido Dios todas estas calamidades, para que
que no había habida Cid; y, al revés de los griegos, alemanes y fran- con nosotros acabe nuestra memoria. Pues aun lo que tan dichosa-
ceses, que hacen de sus mentiras y sueños verdades, él hizo de nues- mente se ha descubierto y conquistado y reducido por nosotros en Indias,
tras verdades mentiras, y se atrevió a contradecir papeles, historias y está disfamado con un libro impreso en Ginebra, cuyo autor fué un
tradiciones y sepulcros con sola su incredulidad, que suele ser la auto- milanés, Jerónimo Benzón, y cuyo título, porque convenga con la liber-
ridad más poderosa para con los porfiados. Y no sólo han aborrecido tad del lugar y con insolencia del autor, dice : Nuevas historias del
esto los mismos hijos de España que lo vieron; pero hay quien, por Nueva Mundo, de las cosas que los españoles han hecho en las Indias
imitarle, está haciendo fábula a Bernardo, y escribe que fué cuento y
, occidentales hasta ahora y de su cruel tiranía entre aquellas gentes,
que no le hubo; cosa con que, por lo menos, callarán los extranjeros, y añadiendo «la traición y crueldad que en la Florida usaron con los
pues los propios no los dejan qué decir.
franceses los españoles».
¡ Oh, desdichada España! ¡ Revuelto he mil veces en la memoria, Causas son bastante todas para tomar la defensa de España a cargo,
tus antigüedades y anales, y no he hallado par qué causa seas digna u de lástima u de amor, quien la viere así afligida.
de tan porfiada persecución! Sólo cuando veo que eres madre de tales
hijos, me parece que ellos, porque los criaste, y los extraños, porque
ven que los consientes, tienen razón de decir mal de ti. Demos que
se hallo un libro u dos u tres que digan que no hubo Cid ni Bernardo.

- II
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CAPITULO V
Mientras tuvo Roma a quien temer y enemigos, qué diferentes cos-
tumbres tuvo! j Cómo se ejercitó en las armas! ¡Qué pechos tan vale-
DE LAS COSTUMBRES CON QUE NACIÓ ESPAÑA Y DE LAS ANTIGUAS
rosos ostentó al mundo! Mas luego que honraron sus deseos perezosos'
al ocio bestial con nombre de paz santa, ¡ qué vicio no se apoderó de
Como sea verdad asegurada por los filósofos que de la buena o mala
ella! Y ¡ qué torpeza no embarazó los ánimos que antes bastaron a
templanza de los humores resultan las complexiones en los cuerpos,
sujetar el mundo! Vióse entonces que la prudencia de los hombres
y de ellas las costumbres; las cuales, aunque suele corregir la razón,.
sobra para vencer el mundo; mas no sabe vencerse a sí. Y si es ver-
por la mayor parte muestran, o en las obras o en la intención, impe-
dad que a la invidia de los enemigos y al miedo precioso que se les
riosamente su malicia, es sin duda que España, teniendo tierra tem-
tiene (llamóle así por efeto que hace) se debe el cuidado y diciplina
plada y cielo sereno, causará semejantes efetos en humores y condi-
de los perseguidos y invidiados, largo es sin duda en España este fruto ;
ciones; como se ve, pues ni la frialdad nos hace flemáticos y pere-
pues como tierra que por todas partes se ve advertida de ojos ene-
zosos como a los alemanes, ni el mucho calor inútiles para el trabajo
migos de sus principios, ha que se ejercita toda en defensas de su virtud;
como a los negros y a los indios; pues, templada la una calidad con
y así, en esta poca paz que alcanzamos en parte maliciosa, el largo
la otra, produce bien castigadas costumbres.
hábito a las santas costumbres de la guerra la sustenta en ellas, aunque
Es natural de España la lealtad a los príncipes, y religiosa la obe-
a mi opinión España nunca goza de,paz : sólo descansa, como ahora,
diencia a las leyes y el amor a los generales y capitanes. Siempre en
del peso de las armas, para tornar a ellas con mayor fuerza y nuevo
todos los reyes que han tenido, buenos u malos, han sabido amar los.
aliento. Y son a todos, como a ella importantes las armas suyas; pues,
unos y sufrir los otros, comprando siempre la libertad de sus patrias
a no haberlas, corriera sin límites la soberbia de los turcos y la inso-
con generoso desprecio de sus vidas, Y hanles dado ocasión a tantas.
lencia de los herejes, y gozaran en las Indias seguros los ídolos su ado-
glorias, la infinidad de calamidades que, eslabonadas, la han turbado el
ración : de suerte que es orilla deste mar, cuya gloria es la obediencia
sosiego; que, como España con la riqueza trujo a sí cudiciosos los siros
deltas olas que solamente la tocan para deshacerse.
y fenices, los griegos y los romanos y los sarracenos, de quien el mar
Así que, concluimos que las costumbres propias y primeras de Es-
defendió sus puertos hasta que los trujo un traidor (o sea lo que otros.
paña, fueron en todo hijas de la templanza de su cielo y de la natu-
quieren, ocupados en acreditar lo menos común, aunque sea menos ver-
raleza del lugar, y por eso modestas, moderadas y según justa ley y
dadero), sin duda ha ejercitado más las armas y la virtud militar que
las demás naciones, que por la pobreza y poco abrigo de sus tierras diciplina.
Las antiguas, de que hay alguna aunque pobre memoria, fueron en
sólo saben de peregrinaciones, y arrimados a la industria, se hacen ricos
medio de sus desdichas tales; y con nacer entre tantos diferentes bár
en España del precio que ponen a su afán y solicitud.
baros, en todo medidas con la razón, honrosas y dignas de alabanza,
Y 'estas costumbres son hijas de la necesidad. Así lo dijo Cicerón, más encaminadas a la virtud robusta y a las armas, que a la paz y
el que todo lo dijo. mejor que todos : lo que tomó de otros, mejorán
sosiego y regalo.
dolo, y lo que no, de suerte que nadie lo pudiese mejorar. Tomo II, Todos los antiguos scritores nombran a los españoles entre las na-
oración XV, De la ley agraria, contra P. Servilio Rullo, al fin : «No se
ciones más belicosas, como Platón en el De las Leyes, aunque Cicerón,
engendran en los hombres las costumbres tanto de la estirpe y linaje
en lo de De Responsis Auruspicum, nos hace insignes per el número
o generación, como de aquellas cosas que le son administradas de la y muchedumbre de gente, cosa en que hoy somos vencidos de todas
naturaleza del lugar y de la costumbre de la vida con. que nos criamos las naciones. Salustio refiere que era costumbre en España que las ma-
y vivimos.» Los cartagineses no los llaman mentirosos y engañadores.
dres, a los hijos que iban a la guerra, les contasen las hazañas de sus
por su nacimiento, sino por la naturaleza del lugar, porque por sus
padres; cosa más conforme con la naturaleza de la tierra que de las
muchos puertos, con muchas y varias lenguas de mercaderes y adve-
madres, pues de sí son vencidas del amor de sus hijos, de manera que
nedizos, por el logro, son, dados al estudio de engañar; a los ginoveses,
antes los detienen con lágrimas, y, blandas y temerosas, los ponen
montaraces, duros y rústicos, enseñó su misma tierra, con no llevar
miedos con los peligros de la guerra.
nada, si no es, con mucho trabajo y labor, a buscarlo en las tierras Por esto en España no hicieron las corónicas mucha falta en la parte
ajenas; los campanos, siempre soberbios con la bondad de sus campos,
que tocaba a mover con el ejemplo, pues las madres eran corónicas a
con la abundancia de sus frutos, con la salud de la ciudad, fábrica y
hermosura. sus hijos para darles qué imitar en sus padres. Aristóteles, Politic
' °ruin,
lib. VII, cap. 2 : «Entre los españoles, gente belicosa, tantos verúculos,
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obeliscos los llaman, ponen alrededor de sus sepulcros, cuantos ene- sobre todas las cosas, amparó a Cortés para que lograse dichosos atre-
migos ha muerto cada uno: honrosos túmulos, adornados con los ven- vimientos, cuyo premio fué todo un Nuevo Mundo? Voz fué de Dios,
cimientos de los contrarios.» El sepulcro que con la fama y memoria la cual halla obediencia en todas las cosas, aquélla con que Ximénez
del valor y virtud propia se vuelve cuna, es digno de invidia. ¡ Cuánto de Cisneros detuvo el día en la batalla de Orán, donde un cordón fué
mejor epitafio era éste y más digno de que le respetara el caminante por todas las armas del mundo.
y de que le buscara el peregrino, que los que ahora, hechos lenguas Prolijo fuera y vanaglorioso en querer contar por menudo todas las
de un bulto dorado, lisonjean al muerto y entretienen al vivo! cosas que nos sucedieron a los españoles gloriosamente en los días que
Vense reliquias deste modo de sepulcros en España; y en los edifi- han pasado, sin callar que ha habido hijo suyo que llora estos tiempos
cios antiguos estos obeliscos son frecuentes. Cayó ya todo esto en manos y el verla viuda en parte del antiguo vigor, y osa decir que la con-
del regalo demasiado, pues ya, por los bultos y los sepulcros y retra- fianza de haberle tenido introduce descuiido de conservarle.
tos, no diferenciará nadie al soldado del mercader, ni al capitán del Han empezado a contentarse los hombres de España con heredar
médico, ni al general del abogado. Común mortaja de los difuntos han de sus padres virtud, sin procurar tenerla para que la hereden sus hijos.
hecho las armas. ¿Hay bulto de mármol que no pise leones, que no Alcanzan a todas partes las fuerzas del dinero, o, por lo menos, se
abrace espada y que no esté con peto y morrión? Tiénelos la piedra, atreven, bien que el oro nació con tal imperio en la cudicia de los hom-
y no los tuvo el que guarda. Gala son las armas ahora, que entonces bres; pobres, conquistamos riquezas ajenas ricos, las mismas riquezas
fueron defensa. Valiérale mucho a España que sus hijos fueran como nos conquistan. ¿Qué vicio no ha abierto la puerta, con llave de oro,
se pintan, y no como son : mas refrán nuestro es, preciándonos de leo- la avaricia? ¡ Muchos en este tiempo entierra la gula! ¡Qué cosa más
nes, que «no es tan bravo el león como le pintan». fea y contra naturaleza, guisar muerte para sí del sustento natural!
Pues si bajamos los ojos a las costumbres de los buenos hombres Otros, del juego, que fué a moderados ánimos entretenimiento, hicieron
de Castilla, de quinientos y de cuatrocientos años a esta parte, ¡ qué oficio. Vióse alimentar la fortuna en ellos de ciudades y estados. Y si
santidad, qué virtud y qué verdad veremos, que no imitamos ni here- aún es perdición' jugar lo que sobra, ¿qué será jugar lo necesario? Gran-
damos, contentándonos con lo menos, que es el nombre! ¡Qué leyes dezas hay que son dádivas del naipe y dado. Y así, en España here-
tan lícitamente nacidas de las divinas, tan cuiidadosamente veneradas dan hoy a los más sus desórdenes y sus vicios antes que sus hijos,
de ellos ! ¿Qué cosas no advirtieron con castigos en los Fueros Juzgas mujeres ni hermanos.
castellanos, donde se ven con rigurosas penas cosas que por nuestros Llegaran estas cosas a desesperar de remedio a España, si la mo-
pecados nos han persuadido los tiempos a que merecen premio? Ca destia y virtud y cristiandad de don Filipe III, nuestro señor, no diera
calumnia de palabras leves, aun como llamar corcovado o tiñoso a uno, freno a estas cosas corr su ejemplo. Hay valerosos capitanes, doctos pre-
se vió sujeta a graves castigos. Y así, con pocas y mal limadas palabras, lados y algunos hombres-buenos, a quien común devoción y novelero
aunque más propias, tuvieron gloriosos pensamientos p y, de pobres cen- pueblo anticipó el nombre de santos. Las ciencias que se aprendieron
tellas de un godo perdido, se esforzaron de suerte, que dieron pueblo para vivir bien, por la mayor parte se estudian para sólo vivir; pero
a Dios, y libertad a su tierra y gloria a sus nombres. ¡Qué leales fueron eso con eminencia notable y invidiada de todas las naciones; pues en
con Ferránt Gonzáles! Los mismos fueron con su sombra que con él. las ciencias sólidas, como filosofía, teulogía, leyes, cánones y medicina
¡ Cómo amaron los santos reyes y buenos, y cómo sufrieron muchos y escritura, todas las naciones nos son inferiores, si bien nos tratan de
malos y crueles! Y si algunos castigaron, fué, no por su libertad, sino bárbaros porque no gastamos el cuiidado en gramática y humanidad;
por la de su patria y religión. Y así Dios, cuyo favor es premio justo las cuales cosas, por inferiores, no las ignoran, sino que las desprecian
de los buenos y castigo de los malos, peleó con algunos capitanes y los españoles. Y. aun en eso y lenguas, que es su profesión, hay ya
dió sus ángeles a otros. El vence en todos los que vencen. españoles que les dan cuidado y envidia a todos. Y así, se ven hoy
Como Dios de los ejércitos, unas veces nos amparó, y éstas fueron muchos pobres virtuosos en altos lugares, más por cuerda advertencia
muchas, con nuestro patrón Santiago; otras con la Cruz, que, hecha de don Filipe III que por costumbre que hubiese de premiar beneméritos.
a vencer la misma muerte, sabe dar vida a todos los que, tomo estan- Las mujeres inventaron excesivo gasto a su adorno, y así la ha-
darte de Dios, acaudilla. Milicia fuimos suya en las Navas de Tolosa. cienda de la república sirve a su vanidad. Y' su hermosura es tan cos-
La diestra de Dios venció en el Cid, y la misma tomó a Gama y a tosa y de tanto daño a España, que sus galas nos han puesto nece-
Pacheco y a Alburquerque por instrumento en las Indias orientales sidad de naciones extranjeras, 'para comprar, a precio de oro y plata,
para quitar la paz a los ídolos. ¿Quién sino Dios, cuya mano es miedo galas y bujerías, a quien sola su locura y devaneo pone precio; de

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suerte que nos dejan los extranjeros el reino lleno de sartas y inven-
ciones y cambray y hilos y dijes, y se llevan el dinero todo, que es
el niervo y sustancia del reino. Y lo que más es de sentir es de la
manera que los hombres las imitan en las galas y lo afeminado, pues
es de suerte, que no es un hombre ahora más apetecible a una mujer POLÍTICA DE DIOS, GOBIERNO DE CRISTO
que una mujer a otra. Y esto de suerte, que las galas en algunos pa-
recen arrepentimiento de haber nacido hombres, y otros pretenden en-
señar a la Naturaleza cómo- sepa hacer de un hombre mujer.
Al fin hacen dudoso el sexo, lo cual ha dado ocasión a nuevas pre-
PARTE PRIMERA
máticas, por haber introducido vicios desconocidos de naturaleza. Háse
profanado de suerte la religiosa vergüenza de las matronas, que disi-
mulan con el nombre de cortesía la desenvoltura; hacen gala del adul- A LOS HOMBRES, QUE POR EL GRAN DIOS DE LOS EJERCITOS
terio, y algunos hombres tienen por oficio el ser maridos ; y es en
algunos renta la disimulación y hacienda grande la ausencia. Al fin se TIENEN CON TITULO DE REYES LA TUTELA DE LAS GENTES,
ve en estado España, por nuestros pecados. que, a no intervenir rey PONTIFICE,
tan santo y tan justo y honesto, y ministros tan conformes a su EMPERADOR,
virtud y tan celosos de su opinión y del servicio de Dios y del aumento REYES,
del reino, desesperara a las vueltas del tiempo de poderla traer a peor PRINCIPES.
estado.
Esto dice de España un hijo suyo, ingrato, con verdad, de mi propia A vuestro cuidado, no a vuestro albedrío, encomendó las gentes Dios
tierra, con tener el referido nombre de madre la patria, así lo que es nuestro Señor, y en los estados, reinos y monarquías os dió trabajo
en su abono como lo que no lo es, para poder con más libertad decir y afán honroso, no vanidad ni descanso. El que os encomendó los pue-
de las demás naciones la verdad, no habiéndome perdonado a mí mismo, blos os ha de tomar cuenta dellos, si os hacéis dueños con resabios
después de haber respondido a las calumnias arriba referidas, que son de lobos. Si os puso por padres, y os introducís en señores, lo que pudo
epílogo de las muchas que scribió su autor.
ser oficio y mérito hacéis culpa, y vuestra dignidad es vuestro crimen.
Con las almas de Cristo os levantáis, a su sangre y a su ejemplo y a
su dotrina hacéis desprecio. Procesaros han por amotinaros contra Dios,
y seréis castigados por rebeldes. Adelantarse ha el castigo a vuestro fin ;
y despierta y prevenida en vuestra presunción, la indignación de Dios
fabricará en vuestro castigo escarmiento a los por venir.
Y con nombre de tiranía irá vuestra memoria difamando por las eda.
des vuestros huesos, y en las historias serviréis de' ejemplo escandaloso.
Obedeced a la sabiduría, que en abriendo, la boca por. Salomón, em-
pezó a hablar con vosotros a gritos : Diligite iustitiam, qui iudicatis
terrain. Imitad a Cristo, y leyéndome a mí, oidle a El, pues hablo en
este libro con las plumas que le sirven de lenguas.

A DON FELIPE IV, REY NUESTRO SEÑOR

Tiene vuestra majestad de Dios tantos y tan grandes reinos, que


sólo de su boca y acciones y de los que le imitaron puede tomar modo
de gobernar con acierto y providencia. Muchos han escrito adverti ,
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gloriosos la virtud, o a los preceptos dignamente reverenciados de Platón pocos años acreditada. Mucho tenéis que copiar en Carlos V, si os fati-
y Aristóteles, oráculos de la Naturaleza. Otros, atendiendo al negocio, garen guerras extranjeras, y ambición de vitorias os llevare por el mundo
no a la dotrina, o por lograr alguna ociosidad o descansar alguna ma- con glorioso distraimiento. Mucha imitación os ofrece Felipe II, si qui-
licia, escribieron con menos verdad que cautela, lisonjeando príncipes siéredes militar con el seso, y que valga por ejército en unas partes
que hicieron lo que dan a imitar, y desacreditando los que se apar- vuestro miedo y en otras vuestra providencia. Y más cerca, lo que más
taron de sus preceptos. importa, su padre de vuestra majestad, que pasó a mejor vida, en me-
Hasta aquí ha sabido esconderse la adulación y disimularse el odio. moria de que no se ha enjugado de vuestras lágrimas, ni descansado
Yo, advertido de estos inconvenientes, os hago, Señor, estos abrevia- de nuestro dolor, os pone delante los tesoros de la clemencia, piedad
dos apuntamientos, sin apartarme de las acciones y palabras de Cristo, y religión. En vuestra majestad de todos decendiente, y todos son hoy
procurando ajustarme cuanto es lícito a mi ignorancia, con el texto de vuestra herencia, y en vos vemos los valerosos, oímos los sabios y vene-
los Evangelistas, cuya verdad es inefable, el volumen descansado, y ramos los justos; y fuera prolijidad, siendo vuestra majestad su his-
Cristo nuestro Señor el ejemplar. Yo conozco cuánto precio tiene el toria verdadera y viva, repetiros con porfía, las cosas que deben con-
tiempo en los grandes monarcas, y sé cuán conforme a su valor le gasta tinuar vuestras órdenes, y que esperamos mejorará vuestro cuidado.
vuestra majestad en la tarea de sus obligaciones, sin perdonar, por la
comodidad de sus vasallos, descomodidad ni riesgo. Por eso no amon-
tono descaminados enseñamientos, y mi brevedad es cortesía recono- CAPITULO II
cida; pues nunca el discurso de los escritores se podrá proporcionar
Todos los príncipes, reyes y monarcas del mundo han padecido servidumbre y
con el talento superior de los príncipes, a quien sólo Dios puede en-
esclavitud: sólo Jesucristo fué rey en toda libertad.
señar y los que son varones suyos; y en los demás, quien no hubiere
sido rey siempre será temerario, si ignorando los trabajos de la ma- Tres géneros de repúblicas ha administrado Dios. La primera Dios
jestad, la calumniare. consigo y sus ángeles. Este gobierno no es apropiado para el hombre,
La vida, la muerte, el gobierno, la severidad, la clemencia, la jus- que tiene alma eterna detenida en barro, y gobierna hombres de natu-
ticia, la atención de Cristo nuestro Señor le refieren a vuestra majestad raleza que enfermó la culpa por ser Dios en sí la idea con espíritus
acciones tales, que, imitar unas y dejar otras, no será elección, sino puros, no porfiados de otra ley facinorosa. El segundo gobierno fué
incapacidad y delito. Oiga vuestra majestad las palabras del gran. Sinesio, el que Dios como Dios ejercitó desde Adán todo el tiempo de la ley
en la oración que intituló : De regno bene administrando: «Como quiera escrita, donde daba la ley, castigaba los delitos, pedía cuenta de las
que en toda cosa y a todos los hombres sea necesario el divino auxilio traiciones y inobediencias, degollaba los primogénitos, elegía los reyes,
(habla con Arcadio emperador), principalmente a aquellos que no con- hablaba por los profetas, confundía las lenguas, vencía las batallas,
quistaron su imperio, mas antes le heredaron, como vos a quien Dios nombraba los capitanes y conducía sus gentes. Éste, aunque fué go-
dió tanta parte y quiso que en tan poca edad llamasen monarca. El tal, bierno de hombres, le hallan desigual, porque el gobernador era Dios
pues, ha de tomar todo trabajo, ha de apartar de sí toda pereza, darse solo, grande en sí y viendo los rodeos de la malicia con que en traje
poco al ,sueño, mucho a los cuidados, si quiere ser digno del nombre de humildad y respeto descamina la razón de los ejemplares divinos.
de emperador.» Estas son en romance sus palabras ; que, sin cansarse, En el tercer gobierno vino Dios y encarnó, y hecho hombre gobernó
por tantos siglos derramada su voz, llega hasta - vuestros tiempos para los hombres, y, para instrumento de la conquista de todo el mundo,
gloria vuestra, con señas del imperio y de la edad. Ni esto se puede a Solis ortu usque ad occasum, escogió idiotas y pescadores, y fué rey
ignorar en la personal asistencia de vuestra majestad ; pues ni la edad, pobre, para que con esa ventaja ricos los reyes, y asistidos de sabios
ni la sucesión tan recién nacida y tan deseada, le ha entretenido los y doctos, no sean capaces de respuesta en sus errores. Vino a enseñar
pasos que por las nieves y lluvias le han llevado, con salud aventu- a los reyes. Véase en que frecuentemente hablaba con los sacerdotes y
rada, a solicitar el bien de sus reinos, la unión de sus estados y la ancianos, y que en el templo le hallaron enseñando a los dotores; que
medicina a muchas dolencias. ¿A qué no atrevieron su determinación el buen rey se ha de perder por enseñar, y hace más fuerza; que en-
vuestros gloriosos ascendientes? El mayor dicípulo es vuestra majestad seriar a cada hombre de por sí, no era posible, sin milagro; y este
que Dios tiene entre los reyes, y el que más le importa para su pueblo método no le podía ignorar la suma sabiduría del Padre, que era en-
y su Iglesia saliese celoso y bien asistido. Dispuso vuestro enseñamiento, señar a los reyes, a cuyo ejemplo se compone todo el mundo. Y esto
derivándoos de padres y abuelos de quien sois herencia gloriosa, y en hizo, y sólo él lo supo hacer, y sólo lo acertará quien le imitare.
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CAPITULO III mente cuando se la ha pedido para destruir las haciendas y bienes tem-
porales; que antes es la mitad diligencia para el arrepentimiento y re-
Nadie ha de' estar tan en desgracia del rey, en cuyo castigo, si le pide miseri- cuerdo de Dios. Así en Job largamente le permitió extendiese su mano
cordia, no se le conceda algún ruego. Satanás sobre todos sus bienes. Quería avivar la valentía de aquel espí-
ritu tan esforzado; y a esta causa no rehusa Dios dar esta permisión
Señor, el delito siempre esté fuera de la clemencia de vuestra ma- al infierno, pues es hacer los instrumentos del desembarazo del conoci-
jestad, el pecado y la insolencia; mas el pecador y el delincuente guar- miento propio ; y en esta parte es elocuente la persecución, y pocas almas
den sagrado en la naturaleza del príncipe. De sí se acuerda (dijo Sé- hay sordas a la pérdida de los bienes.
neca) quien se apiada del miserable; todo se ha de negar a la ofensa
de Dios, no al ofensor : ella ha de ser castigada, y él reducido. Acabar
con él no es remedio, sino ímpetu. Muera el que merece muerte, mas CAPITULO IV
con alivio que, no estorbando la ejecución, acredite la benignidad del
príncipe. Ser justo, ser recto, ser severo, otra cosa es ; que inexorable No sólo ha de dar a entender el rey que sabe lo que da, mas también lo que
es condición indigna de quien tiene cuidados de Dios, del padre de las le toman; y que sepan los que están a su lado que sienten aun lo que ellos
gentes, del pastor de los pueblos. No se remite el castigo por variarse, si no ven, y que su sombra y su vestido vela.—Este sentido en el rey es el
lo que la ley ordena el juez no lo dispone, respetando los accidentes y mejor consejero de hacienda, y el primero que preside a todos.
la ocasión que habrá sin castigo; digo sin merecerle. Muchos son bue-
nos, si se da crédito a los testigos ; pocos, si se toma declaración a sus El buen rey, Señor, ha de cuidar no sólo de su reino y de su familia,
conciencias. En los malos, en los impíos se ha de mostrar la misericor- mas de su vestido y de su sombra; y no ha de contentarse con tener este
dia : por los delincuentes se han de hacer finezas. ¿Quién padeció por cuidado : ha de hacer que los que le sirven, y están a su lado, y sus
el bueno? Con estas palabras habló, elegante, la caridad de San Pablo enemigos, vean que le tiene. Semejante atención reprime atrevimien-
(Ad Roma., 5): Ut quid enim Christus, cum adhuc infirmi essemus, se, tos que ocasiona el divertimiento del príncipe en las personas que le
cundum tempus pra impiis mortuus est? Vix enim pro justa quis mari- asisten, y acobarda las insidias de los enemigos que desvelados le espían.
tur: nam, pro bono forsitam quis audeat morí? Commendat autem chari- El ocio y la inclinación no ha de dar parte a: otro en sus cuidados;
tatem suam Deus in nobis: quoniam cum adhuc peccatares essemus, porque el logro de los ambiciosos, y su peligro y desprecio, está disi-
Christus pro nobis mortuus est. Murió el Rey Cristo, Señor, por los im- mulado en lo que deja de lo que le toca. Quien divierte al rey, le de-
píos, y encomiéndanos su caridad. Todas las obras que hizo Cristo, y pone, no le sirve. A esta causa, los que por tal camino pueden con los
toda su vida se encaminaron y miró a damos ejemplo. Así lo dijo : reyes, se van fulminando el proceso con sus méritos; su buena 'dicha
Exemplum enim dedi vobis: «Porque yo os di ejemplo.» Niégale San es su acusación, y hallan testigos contra sí los medios que eligieron, y
Pedro; mas ya advertido de que le había de negar; mírale, y no le re- se ven con tanta culpa como autoridad ; y al que puede, en lo que había
voca las mercedes grandes; hízoselas porque le confesó; no se las quita de respetar y obedecer de lejos, nadie le aconseja por bueno sino aquello
porque se desdice y le niega. No depende del ajeno descuido la grandeza que después le sea fácil acusárselo por malo; y en la adversidad la ca-
de Cristo. A Judas le dice, de suerte que lo pudo entender, que , al que lumnia, que es de bajo linaje y siempre ruines sus pensamientos, cali-
le venderá le valiera más no haber nacido. Cena con él, lávale los pies ; fica por fiscales los cómplices y los partícipes. Así lo enseñan siempre a
da la seña en el Huerto para la entrada, caudillo de los soldados; recí- todos, no escarmentando alguno, las historias y los sucesos:* Es el caso
bele con palabras de tanto regalo : Ad quid venisti, amice? «¿A qué de este evangelio tal, que rey o monarca que no abriere los ojos en él,
has venido, amigo?» No perdonó diligencia para su salvación ; y al fin y no despertare, da señas de difunto, que tiene la reputación en poder
tuvo el castigo que él se tomó. Muere ahorcado Judas; mas del rey ofen- de la muerte.
dido y del maestro entregado no oyó palabra desabrida, ni vió sem-
blante que no le persuadiese misericordia y esperanza. Pídenle los Ha de ser sensitiva la majestad aun en los vestidos. Nadie le ha de
demonios que no los envíe al abismo : concédeselo. En esto habla la ex- tocar, que no lo sienta, que no sepa que le toca, que no dé a entender
posición teóloga. Piden que los deje entrar en el ganado; permíteselo. que lo sabe. No ha de ser lícito tomar nadie del rey cosa que él 'no
Ellos lo pidieron por hacer aquel mal del camino al dueño del ganado. lo sepa ni lo siena. ¿Qué será que haya quien tome dél para echar a
El Rey Cristo les dió licencia, que al demonio la ha concedido fácil- mal, sin que lo eche de ver el rey, y lo diga?
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Llegue la necesidad recatada, y a hurto y muda, y remédiese ; mas Señor, vuestra majestad no tiene ,otra cosa que haya de estar más
sepa el necesitado que lo sabe el príncipe, y que atiend e a todo su poder, firme en su ánimo, encargada por Dios, que el castigo del consejero que
de suerte que sabe el que tiene, y el que da, y el que le toman. Dis- pide para los pobres, y los vende. Podría en algunas concesiones de las
tribuya vuestra majestad y dé a los beneméritos, que son acreedores de Cortes, y 'en los demás servicios tenerse cuidado con este lenguaje de
toda su grandeza, y tal vez negocie el oprimido por debajo de la cuer- Judas, cuando el que concede medra y el reino padece. Pobres vende
da : remédiese con tocar a la sombra de vuestra majestad, que no es más quien enriquece pidiendo para ellos y quien alega por méritos y servi-
algún favorecido; mas sepa el uno y el otro, que vuestra majestad sabe cios la ruina de los que se le encomendaron. Miren los reyes por los po-
la virtud que salió de su grandeza : entonces será milagro; si no, pasará bres, que entonces habrán entendido que el primer pobre y más legítimo
por hurto calificado. Si los privados supiesen aprender a ministros del necesitado es el buen rey. Rey que se gobierna, rey que se socorre a sí
ruedo de la vestidura de Cristo, cuán bien aseguraran la buena dicha! mismo, y se guarda y mira por sí, ése mira por sus reinos. El que se
El ruedo sirve al señor, es lo postrero de la vestidura, anda a los pies, y descuida de sí propio, y se deja y olvida, ¿por quién mirará, ni de qué
sirve arrastrando: condiciones de la humildad y reconocimiento, que tendrá cuidado? Aquí da voces San Juan a vuestra majestad como pri-
solamente son seguro de la prosperidad. Medre quien tocare al privado ; vado de Cristo : temerosas palabras son las suyas. Quien de las personas,
mas, de tal manera, que lo sienta el rey en sí, y lo diga, sin que en él criados, hijos, vasallos beneméritos quita o pide la hacienda, honra o
se quede alguna cosa. Y es tan peligroso en el seso humano ser instru- oficios con título de darlo a pobres o emplearlo mejor, en la boca del
mento de mercedes, que a lo que disponen dan a entender que lo hacen, Evangelista es Judas; y llámese como se llamare, a él le nombran las
y de criados, a los primeros atrevimientos, pasan a señores; y poco palabras «ladrón que tiene bolsa». El buen ministro conocerá vuestra
más adelante a despreciar al dueño. Y como Cristo mortificó aquí la pre- majestad, si, cuando los ministros despenseros y el consejero Iscariote
sunción de la fimbria de su vestido, diciendo -: «Yo sentí salir virtud le propusieren cosas semejantes, en que se trata de vender a los pobres
de mí», así lo deben hacer los reyes en todo lo que dispusieren, por o quitar de k persona real, pusiere en la consulta de buena letra :
su crédito y el de las propias mercedes y puestos y personas que los «vuestra majestad no lo haga». Quien se lo aconseja es Judas, que le ha
alcanzan ; y es tener misericordia de sus ministros, desembarazarlos de de vender: no lo hace por los pobres que están encomendados a vues-
este riesgo tan halagüeño y de tan buen sabor a los desórdenes del tra majestad, y no a él; ladrón es; talegones trae ; lo que dan se lleva;
apetito y ambición de los hombres; pues •quien permite este entreteni- caridad fingida es su mercancía, piedad mentirosa es su ganancia. Para
miento a su criado, .artífice es de su ruina. los pobres pide ; y pidiendo para ellos, hace pobres y se hace rico.

CAPITULO V CAPITULO VI
Ni para los pobres se ha de quitar del rey. La presencia del rey es la mejor parte de lo que manda.

Quien del patrimonio de vuestra majestad, de sus rentas y vasallos, En los peligros el rey que mira manda con los ojos. Los ojos del
de su regalo, de su casa, quita para diferentes disinios, sea para lo que príncipe es la más poderosa arma ; y en los vasallos asistidos de su señor
fuere, como no vuelva a su reputación el útil, ese Judas es, de Judas es diferente el ardimiento. Descuídase el valor con las órdenes, y dis-
aprendió; porque quitar del rey, llévese donde se llevare, dése a quien cúlpase el descuido. San Pedro lo mostró en el prendimiento y en la
se diere, es hurto forzoso. No hay necesidad más legítima que la del negación, y Cristo en la borrasca, donde enseñó durmiendo.
buen rey, ni hombre tan pobre, y quien pone al rey en mayor necesi-
dad, destruye el reino; y es arbitrio de los ministros imitadores de Ju- Rey que pelea y trabaja delante de los suyos, oblígalos a ser valien-
das poner en necesidad al rey, 'para con los arbitrios de su socorro y tes; el que los ve pelear, los multiplica, y de uno hace dos.
desempeño tiranizar el reino y hacer logro del robo de los vasallos; y Quién los manda pelear y no los ve, ése los disculpa de lo que de-
son las suyas mohatras de sangre inocente. Rey sobre sí, y cuidadoso jaren de hacer; fía toda su honra a la fortuna : no se puede quejar sino
de su hacienda y reinos, lejos tiene estos ministros que hacen su grandeza de sí solo. Diferentes ejércitos son los que pagan los príncipes, que los
y sus casas con poner necesidad en los príncipes. que acompañan. Los unos traen grandes gastos, los otros grandes vito-
rias. Los unos sustenta el enemigo, los otros el rey perezoso y entrete-
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nido en el ocio de la vanidad acomodada. Una cosa es en los soldados ren creer; y aunque en público claman todos por la verdad, y por la
obedecer órdenes, otra seguir el ejemplo. Los unos tienen por paga el justicia, y por la virtud, quieren la que les esté bien, y fuera de sí nin-
sueldo, los otros la gloria. No puede un rey militar en todas partes per- guna tienen por tal.
sonalmente; mas puede y debe enviar generales que manden con las
obras, y no con la pluma. CAPITULO IX

Castigar a los ministros malos públicamente, es dar ejemplo a imitación de


CAPITULO VIII Cristo; y consentirlos es dar escándalo a imitación de, Satanás, y es intro-
ducción para vivir sin temor.
No ha de permitir el rey en público a ninguno singularidad y entremetimiento,
ni familiaridad diferenciada de los demás. Señor, al ministro insolente, porque se descuida se le ha de reñir,
y donde se descuida. Rey que disimula delitos en sus ministros, hácese
Señor, los reyes pueden comunicarse en secreto con los ministros y partícipe dellos, y la culpa ajena la hace propia : tiénenle por cómplice
criados familiarmente, sin aventurar reputación; mas en público, donde en lo que sobrelleva; y los que con mejor caridad le advierten, por
en su entereza y igualdad está apoyado e! temor y reverencia de las ignorante; y los mal intencionados, que son los más, por impío. De
gentes, no digo con validos, ni con hermanos, ni padre ni madre ha de todo esto se limpia quien imita a Cristo. Lo propio se entiende del
haber sombra de amistad, porque el cargo y la dignidad no son capaces cuchillo; que también la muerte tiene su vanidad.
de igualdad con alguno. Rey que con el favor diferencia en público uno Esfuerzan la opinión contraria los que se pretenden asegurar de los
de todos, para sí ocasiona desprecio, para el privado odio, y en todos in- castigos con decir que no está bien que , al que una vez favorecen los
vidia. Esto suele poder una risa descuidada, un mover de ojos cuidadoso. reyes, le desacrediten y depongan, y que es descrédito de su elección,
No aguarda la malicia más preciosas demostraciones. y que conviene disimular con ellos y desentenderse dotrina de Sata-
nás, con que se introduce en los malos ministros obstinación asegurada,
Si el rey quiere ver, cuando con demasía y sin causa en público se y en los príncipes ignorancia peligrosa, para que porfiadamente prosi-
singulariza con uno en lo que es fuera de su cargo y méritos, lo que le gan en sus desatinos.
da mire lo que se quita a sí, pues ni un punto se lo disimula el aplauso,
atento con cudicia a encaminar sus desinios. Luego se hallará solo, y verá Quien hace una cosa mal hecha, si en conociéndola pone enmienda
que las diligencias voluntariamente y por costumbre, y los méritos por en ella, muestra que la hizo porque entendió que era buena, y es el
fuerza y avergonzados, buscan la puerta del que puede por su descuido: castigo santa disculpa de su intención; mas quien la lleva adelante,
verá que en él la reverencia es ceremonia, y en el criado negociación; viéndola mala y en ruin estado, ese confiesa que la hizo mala por hacer
hallarse ha necesitado de su propia hechura, y si se descuida, temeroso. mal. Rey que elige ministro, si cabe ruin y le depone, hizo ministro
En los reyes las demostraciones no han de ser a costa del oficio y cargo que en la ocasión se hizo ruin; y si le sustenta después de advertido
dado por Dios. No peligran tanto los reyes que favorecen en secreto de sus demasías y desacreditado el tribunal, ese no hizo ministro que
como hombres; y van aventurados los que por su gusto, fuera de obli- se hizo malo; antes al malo, porque lo era, le hizo ministro ; y así lo
gación, favorecen en público. Es tal la miseria del hombre, que en gran confiesa en sus acciones.
lugar no se conoce ni se precia de conocer a nadie; y en miseria todos
se desprecian de conocerle, y se desentienden de haberle conocido. Este ¿Qué podrán alegar en su favor los que son de parecer que lo
estado es menos dulce, pero más seguro. -No sólamente por sí propio que una vez se hizo o dijo, se ha de sustentar, y que no se ha de
los reyes no han de engrandecer sin medida a uno entre todos con ex- castigar en público el ministro que yerra, viendo la severidad y despe-
tremo, sino por el mismo criado. Caridad es bien entendida, si no muy go y rigor con que Cristo trató al primero de su apostolado, no por
acostumbrada, no poner a uno en ocasión de que se despeñe y pierda, culpa contra su persona, porque se lastimó de su vida y de sus tra-
donde es frecuente el riesgo. En la prosperidad puede uno ser cuerdo, y bajos? Mire vuestra majestad qué se debe hacer con el ministro que
lo debe ser; mas pocas veces lo vemos; y ya que el hombre no mira los busca y los compra para su señor, y que quiere para sí el descanso,
su peligro, mire por él el príncipe. No hay bondad sin achaque, no hay y las afrentas para su rey.
grandeza sin invidia. Si es bueno el valido, o no lo parece, o no lo quie-
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Cualquier castigo basta para un ladrón y un homicida; y todos que jurara y no le pesara de haber jurado. El crédito de los reyes, está
son pocos para el ministro y el juez que, en lugar de darles castigo, en- la justificación de los que le sirven; y la perdición, en el sustenta-
les da escándalo. El mal ministro acredita los delitos y disculpa los miento de los que le desacreditan y disfaman. A llevar adelante los
malhechores; el bueno, escarmienta y enfrena las demasías. errores, a disimular con los malos, ayuda el demonio; y hace castigarlos
Los reyes y príncipes que, usurpando la obstinación por constancia, y reducirlos Dios. Muy cobarde es quien no se fía desta ayuda, y muy
tienen la honra y grandeza en llevar a fin lo que prometieron, y con- desesperado quien prosigue con la otra.
tinuar sus acciones, aunque sean indignas y poco honestas, esos, dejando
el ejemplar de' Cristo, verdadero Rey, siguen la razón de estado de He-
rodes, y así le suceden en los asientos, cogiendo semejantes escándalos CAPITULO X
de sus acciones. «Como hubiese venido día aparejado, Herodes
hizo una cena para celebrar sus años, y convidó a los príncipes y tribu- No descuidarse el rey con sus ministros es doctrina de Cristo, verdadero Rey.
nos y primeros de Galilea.» Pocas veces de cenas hechas a tal gente
por ostentación, y ..no por santificar a Dios, se dejan de seguir los in- La voz de la adulación, que con tiranía reina en los oídos de los
convenientes y sucesos que en ésta hubo. Si convidara pobres y pere- príncipes, esforzada en su inadvertencia, suele halagarlos con decir que
grinos, fuera la cena sacrificio. Convidó ricos y poderosos, y fué sa- bien pueden echarse a dormir (quiere decir, descuidarse) con los minis-
crilegio. tros. Este es engaño, no consejo.
Rey que se entristece a sí por no entristecer a sus allegados con re- Rey que duerme, y se echa a dormir descuidado con los que le
mediar los excesos y demasías, ese es el rey Herodes. ¿Entristéceste asisten, es sueño tan malo que la muerte no le quiere por hermano, y
porque conoces lo mal que la bailadora usó de tu ofrecimiento; y le niega el parentesco: deudo tiene con la perdición y el infierno.
porque juraste y hubo testigos, degüellas al gran Profeta? Dí, rey, Reinar es velar. Quien duerme no reina. Rey que cierra los ojos, da la
¿por qué dejas entrar en tu aposento a quien pida la cabeza del Santo? guarda. de sus ovejas a los lobos, y el ministro que guarda el sueño a
¿Y por qué sientas a tu mesa, y tienes a tu lado gente que te acobarde su rey, le entierra, no lo sirve; le infama, no le descansa; 'guárdale el
el buen deseo, y que te ponga vergüenza de castigar desacatos? Señor, sueño, y piérdele la conciencia y la honra ; y estas dos cosas traen
quien pidiere con bailes y entretenimientos la cabeza del justo, pierda apresurada su penitencia en la ruina y desolación de los reinos. Rey que
la suya. Todos los malos ministros son dicípulos de la hija de Herodías duerme, gobierna entre sueños; y cuando mejor le va, sueña que go-
divierten a los reyes y príncipes con danzas y fiestas; distráenlos en bierna. De modorras y letargos de príncipes adormecidos adolecieron
convites, y luego pídenles la cabeza del justo. Rey hipócrita, ¿quieres muchas repúblicas y monarquías.
dar a entender que religioso cumples tu promesa por no quebrar el Ni baste al rey tener los ojos abiertos para entender que está des-
juramento, y disimulas la mayor crueldad con aparente celo? ¿Entris- pierto; que el mal dormir es con los ojos abiertos. Y si luego los
téceste tú por no entristecer una ramera? Esta es acción más digna de allegados • velan con los ojos cerrados, la noche y la confusión serán
ignominioso castigo que de corona. Ya que no miraste lo que ofrecías, dueños de todo, y no llegará a _tiempo alguna advertencia. Señor, los
miraras lo que pidieron. Mas rey que su bondad no se extiende a más malos ministros y consejeros tiene el demonio (como al endemoniado
de entristecerse, no es rey : es vil esclavo de la malicia de sus vasallos; del Evangelio) ciegos para el gobierno, mudos para la verdad, y sordos
y es tan desventurado, que hasta el buen conocimiento le sirve de mar- para el mérito: sólo tienen dos sentidos libres, que son olfato y manos;
tirio y los buenos deseos le son persecución, y no méritos, pues, se y es tan difícil curar un ciego destos, que para sanarle fué menester
aflige de consentir maldades, que sabe que lo son, por no afligir a mano de Cristo, tierra y saliva : en que, a mi ver, se mostró que sola
los que tiene consigo y se las piden y aconsejan casi con fuerza. Ea, la palabra de Dios en las manos de Cristo, que era su Hijo, con el
Señor, empréndase valerosa hazaña, a imitación de Dios, que de una conocimiento propio, pueden abrir los ojos a tales ciegos.
vez con palabra digna del motín de los ángeles derribó al mayor sera- Y deste género son, y peores por el mayor inconveniente en lo
fín y a todo su séquito, sin que de su parcialidad quedase ninguno. La eficaz de su ejemplo, los príncipes que duermen; porque ciegan volun-
mala yerba, si se le cortan hojas, no se remedia, antes esfuerza la tariamente, y tienen la ceguedad por descanso, y suelen la perdición
raíz. No importan juramentos, ni palabras, ni empeños. Juramentos hay Regarla a tener por disculpa. El ciego no ve, ni el que duerme : peor
de tal calidad, que lo peor dellos es cumplirlos. Sólo de Dios se dice es éste que no ve porque no quiere, que el otro porque no puede. El
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uno es enfermo, el otro malo. No sólo es obligación del buen rey cris- nombre de señor. Oiga ternezas de hijos, no miedos de esclavos. Ni buen
tiano velar para que duerman sus ovejas, sino velar para despertarlas si rey debe permitir que sus estados se gasten en hartar parentelas. Sean
duermen en el peligro. ministros los que hiciere huérfanos la justificación, y viudos la piedad,
y solos la virtud, aunque la naturaleza lo dificulte; que éstos llama
CAPITULO XI Cristo nuestro Señor, éstos busca, y éstos admite solos; y si en el reino
espiritual se temen padres y mujer o hermanos, en el temporal, donde
Cuáles han de ser sus allegados y ministres. es tan poderosa la asistencia, la importunación y la vanidad, ¿cuánto
será justo temerlo y evitarlo?
¿Cuál tiene, Señor, ni ha tenido puesto al lado de algún monarca, Señor, nazca de su virtud el ministro; conozca que le engendró
que lo primero y más importante no juzgue el cercar el príncipe de su el mérito, no el padre; tenga por hermanos los que más merecieren,
familia, introducir sus padres, no sacar las mercedes de sus hermanos, por hijos los pobres y que entonces, por los padres que deja, viene a
preferir su mujer y sus hijos? Cosa es que con la, maña y la cudicia y merecer que le tengan por tal todos los que son cuidado de Dios nues-
el desvanecimiento acreditan con la naturaleza; y acusados se valen tro Señor, que se lo encarga; seránle alabanza los súbditos, y premio
del precepto de honrar padre y padre. ¿Qué haces, soberbio? ¿No sus desvelos, y podrá ir a vuestra majestad que, en tan nueva vida y en
adviertes que de quebrar un mandamiento a torcerle va poco? Quien tan florecientes años, trabaja como padre y no como dueño, y atiende
te mandó eso, aconseja estotro. Mira si quieres venir a Dios, porque a que los que le asisten se desembaracen de lo que el Evangelio prohibe
si quieres, has de aborrecer a tu madre y padre, a tu mujer, a tus con distinción tan infalible y tan grande.
hijos, a tus hermanos y a tus hermanas, y tu vida y tu alma, dando
primero lugar a la ley Evangélica.
CAPITULO XII
Es dotrina tan larga y de tal verdad la deste capítulo, que no puede
ser dicípulo de Cristo quien no dejare padres, hijós y hermanos, no Conviene que el rey pregunte lo que dicen dél, y lo sepa de los que le asisten,
siendo rey (cuyo nombre ya queda dicho que es dicípulo de Dios); y lo que ellos dicen, y que haga grandes mercedes al que fuere primer
ni puede acertar quien no los dejare, ni puede ser buen ministro. ¿Des- criado y le supiere conocer mejor por quien es.
camina otra cosa la templanza de los ánimos en la grandeza y privanza,
que la ansia de llenar, con lo que se debe a otros méritos, la cudicia ¡ Gran servidumbre padece el entendimiento atareado a responder
de los suyos? ¿A qué no se atreve un poderoso por preferir sus padres, a sólo aquello que le quisieren preguntar ! La libertad de la conciencia
por adelantar sus hijos, por acallar a su mujer, por engrandecer sus her- respira inquiriendo; y los reyes deben saber lo que les conviene, y no
manos, por desvanecer sus hermanas? ¿Cuál felicidad no adolesció de se han de contentar de saber lo que otros quieren que sepan. Una
las desórdenes de la parentela? Si hubiera un poderoso sin linaje, ese cosa es oír a los que asisten a los príncipes, otra a los que o sufren o
fuera durable; mas cuando la naturaleza se le haya negado, se le crece padecen a esos tales. Sepa, Señór, el monarca lo que dicen dél sus
y se le finge la lisonja : todos tienen deuda con el que puede. Grande gentes y los que le sirven; y si esta diligencia pareció a Cristo nuestro
precepto aborrecerlos a todos, digo, su desorden. Anteponer a la sangre Señor, Dios y hombre verdadero y solamente verdadero rey, tan im-
más propia y más viva el bien común, lo justo y lo lícito, olvidar la portante que la ejecutó con sus dicípulos, ¿por qué, Señor, no la imi-
decendencia y la afinidad, es curar con dieta la persecución casera y el tarán los hombres que por él y en su lugar son administradores de los
peligro pariente. Así quiere Cristo que la hagan los que vinieren a él, imperios?
y es señal que hacen lo contrario los que van al príncipe de las tinieblas
deste mundo. Considere vuestra majestad, Señor, que el que pregunta y quiere
Señor, quien viniere a vuestra majestad, si no amare su real servicio saber la verdad, no ha de prevenir la lisonja de la respuesta con la
y el bien de sus vasallos y la conservación de la fe y de la religión majestad de la pregunta : eso es, Señor, preguntar y responderse, o man-
más que a sus padres, mujer y hijos, hermanos y hermanas, no sea dicí- dar (preguntando) el género de la respuesta que desea.
pulo, no acompañe, no asista. Quiera vuestra majestad estas cosas que
le están encargadas, más que a él, y sea rey y reino, pastor y padre; y Sea conclusión : conviene preguntar el rey lo que dicen dél; es lícito
haga que la verdad enamorada de su clemencia descanse los labios del que el que sirve con más fervor, que confiesa más y conoce la grandeza

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de su señor, hable por todos; es justo que se le hagan juntas, no una, nos enconosas son para los demás. El poder soberano de los príncipes
sino muchas mercedes que correspondan o excedan a sus méritos, y es es dar las honras, y las mercedes, y las rentas. Si las dan sin otra causa
conveniente que si errare, con grande demostración se le riña y se le a quien ellos quieren, no es poder, sino no poder más consigo; si las
castigue, sin que se embarace en el favor el castigo. dan a los que las quieren, no es poder suyo, sino de los que se las
arrebatan. Sólo, Señor, se puede lo lícito; que lo demás no es ser pode-
roso, sino desapoderado: «No es de mí dároslo a vosotros.» ¡ Oh voz
CAPITULO XIV de Rey eterno, en quien no hay cosa que no sea Dios, sabiduría y verdad,
siendo todo en su mano! Y el Señor de todo dice : «No es de mí
Cómo han de dar y conceder los reyes lo que les piden. dároslo a vosotros»; ¡ y eran sus primos, y de su colegio sagrada!

Señor, llega un vasallo a pedir a vuestra majestad le haga merced Dé vuestra majestad juntamente el oficio y noticia de lo que vale,
del oficio de consejero; sea respuesta general: No sabéis lo que os y no dé entristeciendo a los que ven dar a otros; ni entristezca por no
pedís (suena rigor, y encamina piedad esta cláusula): ¿podréis tener dar al benemérito que pide; que, dicípulo deste Evangelio, lo conse-
mis trabajos y padecer mis ocupaciones? ¿Hablar bien, y mejor que guirá todo.
de vos propio, de los que me sirven •más? ¿Podréis solicitar el premio
para el benemérito, y olvidaras del interés propio? ¿Podréis desapasio- CAPITULO XV
naras de la sangre y del parentesco, y apasionaras de la necesidad y de
la suficiencia? ¿Alegaréisme mañana, por servicio •para mayores car- Buen ministro.
gos, esta merced que hoy me pedís sin ningunos servicios? ¿Podréis
anteponer a vuestros hijos, sin virtud ni experiencia, los suficientes y No es buen ministro el que mira por la seguridad del prín-
arrinconados? ¿Queréis antes morir tan pobre que pidan para enterra- cipe y por su descanso y el de sus allegados: sólo ese,. si olvida los
ros, que no tan rico que os desentierren porque pedistes? ¿Podréis dejar pobres, en nada sabe lo que se dice. Sólo es buen ministro quien dere-
antes buen nombre, que nombre de rico? Pues advertid que esto vale, chamente mira a los necesitados. Quien da al poderoso, compra, y
y esto os ha de costar la ropa y la plaza. no da ; mercader es, no dadivoso; logro es el suyo, no servicio; más
¡ Señor, qué grandes dos jornadas camina la reputación del prín- pide dando que pidiendo, porque pide obligando a que le den. Quien
cipe que da desta manera! Lo primero, da a conocer el precio de lo pide para el que manda, toma para sí : cautela es, no caridad ; no sabe
que le piden, y lo segundo, que él lo sabe, y quiere que lo sepan los lo que dice; y el mejor remedio es saber lo que con él se ha de hacer.
que se le pretenden. Así en los demás cargos y oficios es forzoso hacer Y copie vuestra majestad esta respuesta del Evangelista, que vendrá
esta diligencia, copiándola de la boca de Jesucristo; porque es cierto, siempre a propósito 'en muchos sucesos; y de los ministros que con
,

Señor, que los más que pretenden, saben lo que a ellas les está bien, afectación se le mostraren muy celosos de su reposo y descanso, tenga
no lo que está bien al oficio; y esa diligencia está en la obligación del más sospecha que satisfacción; y esté vuestra majestad acautelado
rey, y a su cargo para su cuenta postrera, donde no tiene lugar de contra este género de amor que peca en trampa contra la autoridad;
disculpa, antes le tiene de circunstancia, el «no lo entendí, así me lo pues tanto es mayor el interés del que puede, cuanto más le deja el
dijeron, engariéme, ni engariáronme». rey que haga de lo que a él sólo toca : haláganle con el sosiego, y
desautorízanle y desacredítanle con el divertimiento del cargo real.
No tenga vuestra majestad por cosa de poco momento el entristecer
con las mercedes que le pidieren a los que ven que se las piden; que
Cristo, suma sabiduría, lo excusó por inconveniente que para desacre- CAPITULO XVI
ditar todo un monarca no echa. menos otra alguna diligencia. ¡ Grande
y pesada inadvertencia es con una merced, por hacer dichoso al que Cómo y a quién se han de dar las audiencias de los reyes.
pide, hacer tristes 'los que lo ven, y malquistar la justicia y su per-
sona! Mucho cura la suspensión, mucho consuela lo que a mejor tiempo Tiene tantos achaques en el ánimo más puro el ser ministro en pa-
se difiere. Inconveniente es para los atentos muchas veces dar al que lacio, aunque sea en menudencia, como la puerta donde el portero no
pide cuando lo pide; y las mercedes propias, apartadas del ruego, me- es otra cosa sino una dificultad de la llave, y hacer mal acondicio-
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nada la cerradura y desacreditar el paso, que enferma con desabri- CAPÍTULO XVII
miento los ánimos más puros. Y conócese bien, pues en los ánimos de
los apóstoles puso el dar las audiencias despego merecedor de repre- Buen criado del rey que se precia de serlo.
hensión tan severa, como Cristo con demostración les hizo.
Señor, todo lo hacen al revés los reyes que no se dan, sin inter- No es criado ni ministro del rey el que afecta la grandeza en tal
pretaciones y comentos de cudiciosos, a la imitación de Cristo. Retira- manera, que no sólo es igual a su rey, antes superior; éste esinvdo
miento afectado en los reyes o confiesa sospecha suya o desconfianza; de la corona, émulo del poder, tirano, criado a los pechos del favor,
y si es maña, ni disimula ni autoriza; porque la malicia quejosa en y alimentado y crecido por la soberbia del desconocimiento y la codicia.
los vasallos imagina lo que puede ser y adelántase a cualquier preven-
ción. Rey que se cierra con los ambiciosos y los tiranos, con cuidado Señor, criados han de tener los reyes, unos más cerca de su per-
se guarda de los buenos y santos y leales. da la llave de la puerta sona que otros, y la voluntad no será en todos igual, y determinará con
a quien había con particular recato de esconder la casa. ¿De quién te más afecto en algunos; y entre ellos podrá ser que uno solo sea dueño
guardas, ¡ oh descaminado señor!, si te entregas a los que había s de de la voluntad del príncipe. No está en eso el inconveniente, si el rey
temer? sabe en qué cosas puede hacer a su criado dueño de su voluntad, y el
criado cómo ha de usar deste favor y estado.
El pobre y desamparado ha de buscar al rey, y el rey ha de buscar Rey que llama criado al que le violenta y no le aconseja, al que
al benemérito ; y si los ministros le escondieren el uno y le despidieren le gobierna y no le sirve, al que toma y no pide, no pasa la majestad
los otros, su oficio es llamar a aquéllos y reprehender y castigar a éstos. del nombre : es un esclavo, a quien para mayor afrenta permite Dios
¿Por qué no parecerá bien, cuando un gran monarca va cercado de las insignias reales. No hablamos deste que le mira con desdén la adver-
armas (en que sólo está el ruido, no la majestad de su persona), y el tencia cristiana y piadosa. Este tal, Señor, hace justicia de sí propio, y
soldado aparta la viuda y el güérfano, llamarlos él y traerlos a sí, con- depónese a vista del mundo de la dignidad que alcanzó de Dios para
siderando que los menesterosos son la verdadera guarda suya y su más su condenación; y cuando se resigna a sí en otras manos, confiesa su
honrado acompañamiento ; y la pompa, que no es vana y es preciosa insuficiencia; porque cuando en un rey reina un criado, aquella boca
para hablar a los reyes, sólo ha de ser la necesidad y el trabajo? cristiana, ni la lengua de la verdad no le llama rey, sino reino de su
El rey es persona pública; su corona son las necesidades de su ministro; y así se ha de llamar.
reino : el reinar no es entretenimiento, sino tarea; mal rey el que goza
sus estados, y bueno el que los sirve. Rey que se esconde a las quejas La maña de los criados ambiciosos, en los príncipes divertidos,
y que tiene porteros para los agraviados y no para quien los agravia, con facilidad acredita los errores y desautoriza la justificación bien
ése retírase de su oficio -y obligación, y cree que los ojos de Dios no ordenada. Si los consejos proponen y el criado determina, la expe-
entran en su retiramiento, y está de par en par a la perdición y al riencia y las leyes, y en ellas la prudencia y la razón, sirven al albe-
castigo del Señor, de quien no quiere aprender a ser rey. drío. El rey, Señor (dice un árabe), ha de ser como águila, que ha de
No hay otro oficio en palacio que medre dando, sino el de las tener cuerpos muertos a su alrededor; no ha de ser cuerpo muerto que
audiencias, y por eso quiere más cuidado en todo. tenga alrededor águilas. A los reyes la majestad de Dios, cuando ordenó
Esta dotrina referida no la aprobarán los poderosos que hacen su que naciesen reyes, dióles la administración y tutela de sus reinos;
caudal de la persecución, desamparando los buenos. y hízolos padres de sus vasallos y pastores; y todo esto les dió con
darles el postrer arbitrio en todo lo que les consultaren y propusieren
¡ Qué república tan diferente de la que mantienen los reyes del sus consejos y vasallos y reinos. Pues si eso diese un rey a otro hombre,
mundo! Aquí los ricos no pueden entrar, y entre nosotros no saben salir. ¿qué guardaría para sí? Nada; porque la corona y el cetro son trastos
Llama a los pequeños, y despide a los poderosos, no porque no ad- de la figura, embarazosos y vanos. ¿No era renunciar el reino? Sí ; no
mite el reino a todos, sino porque ellos se son estorbo a sí, y en este puede negarse, y es cortés manera de hablar. Era despreciar la mayor
mundo embarazan y ocupan la entrada a los pobres, y en el otro, dádiva de Dios, y obrar contra su voluntad, en perjuicio de tantas
como la puerta es estrecha y el camino angosto, ni por 'el uno ni por almas; pues da el reino a quien Dios no quiso dársele ni halló digno
la otra caben. de tal oficio, y es dar el rey lo que. Dios le dió para que le sirviese
con ello.
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Diga a voces la vida de Cristo qué cosa ha de encargar un rey a bímoselo, porque no sigue con nosotros.» Responde Cristo: «No se lo
su criado, y qué han de ser los criados de los reyes. estorbéis». No es causa para que no tenga el oficio, el cargo, la dig-
Lo primero, no han de ser profetas; así lo dice San Juan : «No nidad, que el criado diga : «Señor, no es de los nuestros, no acompaña
soy profeta.» No hay cosa que tanto desacredite y apoque los reyes, conmigo.» Cristo manda que le dejen hacer milagros al que no tiene
como criado profeta que responda a los negociantes: «Eso se hará :
contentos y satisfechos a los suyos.
yo haré que se despache; darle han el oficio; saldrá con su preten-
sión.» Estos son profetas; y dando a entender que saben lo que ha de
ser, en todo apocan el poder de su señor.
Han de ser voz del desierto. Yo entiendo aquí eco, porque el eco CAPITULO XVIII
por sí no dice nada ; repite lo que dice otro, y no todo, sino los últi-
mos acentos. Así ha de ser el criado, que ha de decir lo que el rey A quién han de ayudar, y para quién nacieron los reyes.
dice, y no tanto como él: unos finales; no al revés, que el rey diga
lo que dijere el eco; y cuando lo quieran entender de otra suerte, ha Grandes cosas puso Dios delante a los reyes en este capítulo! I Te-
de ser voz, no lengua, que es serial que ha de ser formado, y 'no Na -
rribles voces los da con su ejemplo!
de formar; y no basta que sea voz, sino que lo sea en desierto, sin Buen rey y malos ministros es cosa dañosa a la república; y hubo
pompa afectada, sin acompañamientos ambiciosos, compitiendo el cor- árabe que tuvo opinión que era mejor mal rey y buenos ministros. El
tejo al rey. ángel venía a dar virtud a las aguas,,revolvía la piscina. Pero si siendo
De San Juan Bautista, gran criado y valido, no fió Cristo otra cosa un ángel el que venía del cielo, el que asistía a esta obra, eran tales los
que los peligros de la verdad entre los príncipes y reyes. Cuáles son ministros, que había treinta y ocho años que estaba éste en su enfer-
estos peligros en palacio, véase en la brevedad con que la inquietud medad por falta de hombre, ¿qué importa que el rey sea un ángel, si
y juguetes de unos pies deshonestos tuvo por precio de su descom- los ministros son demonios, y entre todos ellos no haya un hombre
postura la cabeza del Precursor, postre de un banquete y premio de quien más le ha menester? ¿Qué cosa es una república sin una pis-
un baile, habiendo sido su pompa el desierto, su ejercicio la peniten- cina? ¿Qué ha de ser un rey sino un ángel que la mueva y la dé vir-
cia, y llamábase voz que gritaba en desierto. Ni puede ser buen criado tud? ¿Qué cosa son los pretendientes, y los beneméritos, y los agravia-
quien no lo fuere así; pues eso es ser verdad y decir verdad y tratar dos, y los oprimidos, y los pobres y las viudas, sino enfermos que aguar-
verdad, pues los que afectan y profesan ser precursores de la mentira, dan salud de las aguas de la justicia y de la misericordia y grandeza del
y a quien los reyes encargan los acrecentamientos del engaño, son voz rey? Pero si los ministros son tales que prefieren unos a otros por su
que clama en poblado; y si el clamar fuese pidiendo, esa sería voz voluntad, y olvidan al que más necesidad tiene, obligarán a que venga
que roba en poblado. Dios a desagraviar los desvalidos.
Pues si en la piscina que revolvía un ángel que bajaba del cielo,
había esta desorden, ¿qué habrá en la del gobierno y los cargos y mer-
Sirva el criado, y merezca ; no mande, no sea árbitro entre el rey
cedes, que las más veces la revuelve Satanás, y las más veces la revuel-
y los Consejos; traiga al rey las consultas y los papeles, y alivie al
rey él trabajo del mudar las bolsas de los Consejos de una parte a otra, ven los hombres, o son ministros los diablos, que por otro nombre se
llaman los ambiciosos, los soberbios y los tiranos? Señor, bueno es que
y de abrir los pliegos, de disponerse a los aciertos con su parecer.
el rey sea ángel; mas ha de ser para los que supieren ser hombres
Cristo se informaba de las partes y de las propias cosas que trataba :
con los necesitados. Angel ha de ser; mas por su mano ha de revolver
no creía relaciones. Tentáronle con malicia y cautela en la materia de
las aguas de la piscina. La virtud él la ha de dar, y no otro; no lo ha
jurisdicción; y para responder, mandó parecer las monedas y que ellas
de remitir a nadie.
hablasen por sí y informasen con sus figuras; y no quiso que en su
presencia, en negocios de importancia, una cosa hablase por otra, aun-
que fuese sin voz. Los reyes nacieron para los solos y desamparados; y los entremetidos,
para peligro y persecución y carga de los reyes. Déstos han de huir hacia
Lo postrero es, que no ha de desmerecer ninguno por no ser del aquéllos. Quien solicita y pretende el cargo, le engaita, o le compra o le
cortejo del privado, ni del valido; ni por serlo, de adelantarse a otro. arrebata; quien se contenta con hacerse por la virtud digno dél, le me-
Cristo en San Juan lo enseña por San Lucas, capítulo 9. Dijo Juan : rece. A estas cosas no se ha de acudir por relaciones y por terceros:
«Maestro, vimos a uno que en tu nombre lanzaba demonios, y prohi- los ojos y los oídos del rey han de ser los más frecuentes ministros.
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Los necesitados no han de buscar al rey ni a los ministros: esa diligen- persuadido de la cudicia), ese día sigue al uno el desprecio, y al otro el
cia su necesidad la ha de tener hecha; los ministros y los reyes han de peligro manifiesto y merecido; y cada uno presume de apoderarse de
salirles al camino; ése es su oficio, y consolarlos y socorrerlos, su pre- aquella voluntad, y nadie echa al otro sino por acomodarse; y por esto
mio. Para saber si gobierna Satanás una república, no hay otra serial más unos serán persecución de otros, y nunca se tratará del remedio; y será
cierta que ver si los menesterosos andan buscando el remedio, sin atinar la variedad, si no peor en los efectos, más escandalosa y aventurada.
con la entrada a los príncipes.
Señor, dos cosas vemos en este evangelio : que el rey ha de ser Mire vuestra majestad los que llevan a los reyes adónde los llevan :
ángel para dar virtud y hacer milagros y revolver por su mano la pis- al templo para que se despeñen, al monte para que los adoren; todo
cina, pues así tendrá virtud, y de otra mano veneno y muerte; y que al revés, y todo a su propósito. Pues si el diablo se atreve a llevar a
,

ha de ser hombre para remediar los necesitados, y dolerse dellos, y Cristo a estas estaciones, ¿adónde llevará a los hombres. que se dejaren
desagraviados y darles consuelo. llevar dél y de los suyos?
El corazón de los reyes no ha de estar en otra mano que en la de
Dios. El Espíritu Santo lo quiere así, porque el corazón del rey en la
CAPITULO XX mano de Dios está sustentado, favorecido y abrigado; y en la de los
hombres, oprimido, y preso y apretado. ¿Quién puede errar, siguiendo
El rey ha de llevar tras sí los ministros; no los ministros al rey. en vuestra majestad los pasos, siempre encaminados a tanta religión,
justicia y verdad, acciones tan piadosas, y deseos tan verdaderamente
El rey imitador de Cristo ha de considerar que él dijo, para decir encendidos en caridad de sus vasallos y reinos? Y al fin, Señor, quien
que era verdadero rey del cielo y verdadero Dios: «Yo soy camino, sigue a su rey va tras la guía y norte que Dios le puso delante; y
verdad y vida.» El rey es camino (claro está) y verdad y vida. ¿Pues quien le lleva tras sí, si tan detestable hombre se hallase, de su luz hace
cómo podrá ser que el camino siga al caminante, debiendo el caminante ,sombra. No quita esto que el rey y el príncipe no sigan el consejo y la
seguir el camino? El rey que es camino y verdad, es vida de sus reinos; advertencia; pero hay gran diferencia entre dar consejo y persuadir con-
el que es descamino y mentira, es muerte. Rey adestrado, es ciego; enfer- sejo. Una cosa es aconsejar, otra engaitar. Tomar el rey el consejo
medad tiene, no cargo; bordón es su cetro ; aunque mira, no ve. El es cosa de libre juicio; que se le hagan tomar es señal de voluntad
que adiestra a su rey, peligroso oficio escoge; pues, si lo ha menester, esclava. Señor, el buen criado propone, y el buen rey elige; mas el rey
se atreve al cuidado de Dios; mucho se aventura si el rey no lo ha dejado de sí propio, obedece.
menester. No le guía, le arrastra y le distrae; cudicia, y no caridad tie- No sólo deben los reyes no andarse tras otro, ni dejarse llevar donde
ne. No es servicio el que le hace, sino ofensa; y disculpa los odios de otro quisiere, sino que inviolablemente han de mirar que los que le
todos contra su persona. siguieren a él puedan decir, y digan : «Ves que lo hemos dejado y te
De ninguna manera conviene que el rey yerre; mas si ha de errar, hemos seguido»; porque en lo que se peligra al lado de los reyes, es
menos escándalo hace que yerre por su parecer, que por el de otro. en no dejar nada para otro, y en tomárselo todo para sí.
Nada ha de recelar tanto un rey como ocasionar desprecio en los suyos;
y éste sólo por un camino le ocasionan los reyes, que es dejándose go-
bernar. Un rey cruel es rey cruel, y así en los demás vicios; mas un rey CAPITULO XXI
falto de discurso y entendimiento (si tal permitiese Dios), como para
ser rey ha de ser primero hombre, y hombre sin entendimiento y razón Quién son ladrones y quién son ministros, y en qué se conocen.
no puede ser, ni sería rey, ni hombre ; y.el desprecio le hallaría semejante
a cualquier afrentosa comparación. Y por esto nada ha de disimular . ¡Quépocsmintrabehdsnlor,yapt
tanto un príncipe, como el tener necesidad en todo de advertencia, y las joyas! ¡ Qué pocos hay esquivos a la dádiva! ¡ Qué pocas dádivas hay
haber de decir siempre : «Llevadme y guiadme ; yo iré tras vosotros.» que sepan volver por donde vienen! Pues, Señor, no es severidad de mi
Y al ministro que tiene a cargo el suplir la falta de su príncipe, sola le ingenio, o mala condición de mi malicia; no tengo parte en este razona-
puede conservar la arte con que hiciere que se entienda siempre que miento: San Pablo pronuncia estas palabras. Quien cudicia el oro y la
obra su señor sin dependencia; porque el día que se descubriere el plata, es ladrón, a robar vino, no entró por la puerta; porque el buen
defecto (o por vanidad mal entendida del allegado, o por descuido artifi- ministro, el buen pastor, no sólo no ha de cudiciar para sí, pero lo
cioso para espantar con la omnipotencia o llamar a sí las negociaciones, mismo ha de protestar de los suyos, para quien tampoco tomó nada;

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que a sí y a ellos dice que sus manos daban lo que habían menester. su rey proponiéndole un idiota, un vicioso, un vano, un mal intenciona-
Tan lejos ha de estar el pedir, del ministro, que aun por ser pedir do, un usurero, un cruel, para el obispado y para la judicatura, para el
limosna pedir, ha de trabajar primero en su ministerio, que pedirla : así virreinato, para la secretaría, para la presidencia, ése ¿qué otra cosa
lo hizo San Pablo. ¡ Qué honroso sustento es el que dan al ministro sus propone sino el memorial de Satanás, que de las piedras del escándalo
manos! ¡ Qué sospechoso y deslucido el que tiene de otra manera, al de la república, endurecidas en sus vicios, haga pan? Y estos malos
juez, al obispo, al ministro o al privado! Sus manos le han de dar lo que ministros, siempre sujetos a •la cudicia insaciable, procuran (por mayor
ha menester, no las ajenas. Así lo. dice San Pablo, y con eso justifica el interés) que los reyes hagan de las piedras para ellos pan ; pues el hacer
haber cumplido su ministerio con la pureza que debía. Miren los reyes de un mañoso indigno de algún lugar, un prelado, es suyo el provecho.
a todos a las manos, y verán si se sustentan con las suyas, o con las de El segundo negocio que pretendió despachar fué éste : Assumpsit eum
los otros; y también conocerán si entran por la ventana, o por la puerta : diabolus in sanctam civitatern, et statuit eum super pinnaculum templi,
pues los que entran por la puerta, entran andando; y los que entran et dixit ei: Si filius Dei es, mitte te deorsum. Dice que «le arrebató, que
por otra parte, suben arañando, y sus manos son sus pies, y las manos le llevó aprisa (se entiende el demonio, con permisión suya : así lo
ajenas sus manos. declara Maldonado) a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del
CAPITULO XXII templo, y le dijo (este es el memorial): «Si eres hijo de Dios, échate
de ahí abajo.»
Al rey que se retira de todos, el mal ministro le tienta, no le consulta. Lo primero que propone el ministro Satanás y tentador, es que haga
de las piedras pan, como hemos dicho. Lo segundo a que se atreve es
«Entonces fué Cristo llevado al desierto por el Espíritu, para que pedirle que se despeñe. que no repare en nada : eso es despeñarse.
fuese tentado del diablo.» Y no deben fiarse los reyes de todos los que los llevaren a la santa
Espíritu se entiende por el Espíritu Santo. Entró Satanás, viendo re- ciudad y al templo; que ya vemos que a Cristo el demonio' le trujo al
tirado a Cristo, a negociar con él; y estánle remedando todos los malos templo. ¿Qué cosa más religiosa y más digna de la piedad de un rey,
ministros con los príncipes que se retiran. que ir al templo y no salir de los templos. y andar de un templo en
A los solos no hay mal pensamiento que no se les atreva ; y el mi- otro? Pero advierta vuestra majestad que el ministro tentador halla en
nistro Satanás al príncipe apartado de la gente osadamente le embiste; los templos despeñaderos para los reyes, divirtiéndolos de su oficio ; y
porque quien trata con uno sólo, él propio guarda las espaldas a su hubo ocasión en que llevó al templo, para que se despeñase, a Cristo.
engaño y perdición, y él la ocasiona y asegura de sí, para que se le El postrer negocio, en que Satanás mostró lo sumo a que puede
atrevan los vanos y cudiciosos. Quien a todos se descubre y no se escon, llegar su descaramiento, refiere el Evangelista en estas palabras: «Otra
de a sus gentes, pone en peligro manifiesto los mentirosos, la ambición vez le arrebató el demonio, y le llevó a un monte excelso, y le enseñó
y la mafia, y déjase hallar de la verdad. todos los reinos del mundo, y su gloria; y le dijo: «Todo te lo daré, si
Tres memoriales trujo para despachar, creciendo el desacato y atre- cayendo me adorares.»
vimento de uno en otro. Y el primer memorial contenía tal petición : El ministro que propone el primer memorial, que es hacer de las
«Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se vuelvan panes.» Había piedras pan, de los insuficientes y no beneméritos, magistrados; el se-
dicho Cristo: «¿Quién hay de vosotros que, si su hijo le pidiere gundo que propone alentando su insolencia, es que se despeñe como
pan, le dé una piedra?» Para dar piedras a quien ha menester pan, no hemos visto; y a estos dos sigue el tercero y último, que es decirle que
basta ser mal hombre, es menester que sea Satanás. Por eso dice Cristo se hinque de rodillas y le adore : tenerle en poco, despreciarle, que el
que no habrá hombre dellos que lo haga. rey ruegue y el vasallo lo mande. ¡ Aquí puede llegar la soberbia y el
Y eso es lo que el , diablo hace con Cristo : vele con hambre, flaco, desvanecimiento : a trocar los oficios del señor al criado!
en ayuno tan largo, y ofrécele piedras. Lo mismo hacen los ministros° Pues, Señor, si Satanás, habiendo propuesto a Cristo el primer me-
que ven a sus reyes en desiertos; habiendo ellos con sus tiranías hécho- morial y habiéndole despachado mal y con advertencia severa, se atre-
les desiertos los reinos: en lugar de socorrerlos, los tientan; piedras les vió a proponer el segundo, de que se despeñase ; y habiéndole en él re-
ofrecen cuando tienen necesidad de pan. prehendido con rigor, se atrevió a consultarle el tercer memorial de que
Digo, Señor, que el primer memorial que despachó fué que hiciese adorase caído en el suelo, ¿qué hará con el rey que despachare bien el
de las piedras pan ; por aquí empieza sus despachos todo mal ministro. primero, y mejor el segundo? Paréceme a mí que el tercero va negociado
En sí y en lo que le sucede lo verán los príncipes; pues el que llega a, sin resistencia: luego sin duda adorará a Satanás y a su tentación. Pon-
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dero yo que le llevó al templo a despeñarle, y al monté a que le adorase, engaño en la boca de sus consejeros; y así sucederá a todos los prín-
pareciendo que la idolatría suya estuviera más en el lugar que quería en cipes que, no escarmentando en este sujeto, gastaren sus reinos en pre-
el templo, que en el monté; y conócese que procura desconocer su in- miar lisonjas y en comprar mentiras.
tento y disfrazar su desinio con el nombre de la santa ciudad, y con el iGran cosa que este rey no se fiase de sus profetas, que hiciese dili-
templo. Así disfrazan su intención los que osan tomar los altares por gencias por un varón de Dios, que inviase por él, que le oyese, que no
achaque a sus cautelas. se contentase con la primer respuesta que le dió a su gusto, que le
conjurase por Dios que le dijese la verdad : todo a fin de despreciar con
Señor, ministros que lo ofrecen todo, son diablos. Dijo Satanás : más requisitos a la verdad y a Dios, abofetear al profeta, meterlo en
Quia mihi tradita sunt, et cui volo do «Porque me las han dado a prisiones sin piedad ni respeto! Rey que oye al predicador, al confesor,
mí, y yo las doy a quien quiero.» Y es cierto que lo da como lo tiene. al teólogo, al santo varón, al profeta; que lee libros —para no hacer
Ofrecen reinos y glorias porque los adoren. Dan cosas momentáneas, a caso dellos, para castigarlos y despreciarlos, para dar lugar a que Sedecías
trueque del alma, que no tiene otro precio que la sangre de Cristo nues- los afrente, para prenderlos—, ése solicita la indignación de Dios
tro Señor. Cuántas veces entenderá vuestra majestad que uno es mi- contra sí, y todo su cuidado le pone en hacerse incapaz de su gran mi-
nistro, y que negocia; y a pocos lances conoce que es Satanás, y que le sericordia. Morirá ese rey ; y como a Acab, lamerán su sangre los perros.
tienta! Si quisiere que vuestra majestad haga de las piedras pan, no
hacerlo, y convencerle; que así se castiga su cudicia. Si pidiere que se
despeñe vuestra majestad con pretexto de santidad y buen celo, casti- CAPITULO XXIV
garle con reprehensión la insolencia. Si propusiere que le adoren, y tocare
en la reverencia y dignidad real, llamarle Satanás, que es su nombre ; La diferencia del gobierno de Cristo al gobierno del hombre.
despedirle como a Satanás, y castigarle como a sacrílego y traidor.
Mucha es la diferencia en este capítulo, y pocas las palabras. Cristo
la pone en estas pocas, cuando dice : Petite, et accipietis : «Buscad, y
CAPITULO XXIII hallaréis ; llamad, y abriros han ; pedid, y recibiréis.»
Satanás, gobernador de la tiranía del mundo, ordena al revés estas
Consejercs y allegados de los reyes; confesores y privados. cosas en los príncipes de las tinieblas deste mundo: «Buscad, dice, y
Señor, quien ha de aconsejar a un rey y a los que mandan y qué- hallaréis vuestra perdición, quien cs robe, quien os engañe.» No logra
dan en peligro, ha de ser estas tres cosas: porque quien fuere camino otra cosa la solicitud del mundo, porque buscan lo que se había de huir.
verdadero, será vida; y el camino verdadero de la vida es la verdad; Declárase Cristo, cuando dice : «Buscad primero el reino de Dios» ;
y la verdad sola encamina a la vida. Ministros, allegados y confesores y aquí, en estas repúblicas enfermas, lo primero se busca el reino de
que son caminos sin verdad, son despeñaderos y sendas de laberinto Satanás.
que se continúan sin diferencia, en ceguedad y confusión : en estos «Llamad, y abriros han.»
tales ve Dios librada la perdición de los reyes y el azote de las monar- No habla esto con las puertas de los malos ministros, ni con las de
aquellas audiencias donde tiene nombre de portero el estorbo de los mé-
quías. Espíritu de mentira en la boca del consejero, ruina del rey y del
reino. ritos y el arcaduz de los mañosos. En el reino de Cristo se llama a las
puertas, sin haber más costosa diligencia. En estas puertas que el cerrar-
Arte suele ser de los ambiciosos solicitar con el parecer ajeno auto- las es cudicia y el abrirlas interés, la llave es el presente y la dádiva :
ridad a sus mentiras y crédito a sus consultas: esto llaman saber rodear Dice Satanás, oponiendo su gobierno al de Cristo : «Derramad, y halla-
los negocios. Mucho deben mirar los reyes y temer el servirse en ninguna réis; comprad, y abriros han.» ¡Oh gobierno infernal! ¡ Oh puertas peor
parte de criados que buscan más el regalo de sus oídos, que ,la quietud acondicionadas que las del infierno : pues ellas se abrieron a la voz de
de sus almas, vidas y honras. Responde el profeta como varón de Dios: Cristo, y en vosotras cada ruego, cada palabra, es un candado más y un
«Vive Dios que he de decir cualquier cosa que Dios me dictare.» En cerrojo; y cada presente una ganzúa, y cada promesa una llave maestra!
esta libertad y despego está la medicina de los príncipes. Velas de par en par el rico y el introducido, y a piedra lodo el bene-
mérito que las há menester.
Murió Acab, porque creyó a los engañadores, y no a Miqueas. Salió No hay otro oficio, en las casas destos que venden el sentido del oír,
con su promesa el espíritu que ofreció su muerte, sólo con poner el más sospechoso. Ministro que tiene portero, ése quiere (cerrando la puer-

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ta) que entren todos por otra parte : ya se sabe que «quien no entra rey, en su persona y deseos, intención y virtudes, más ajustado a la ver-
por la puerta, sino por otra parte, es ladrón». Otra cosa es la que Cristo dad y a la justicia, piedad y religión católica; y si fuese poderoso para
dice por San Mateo: «Entrad por la puerta angosta.» La puerta an-
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que los que le sirviesen le imitasen, nos veríamos en el reino de la paz.
gosta es la que abren los méritos y las virtudes y los servicios. La Y no desconfío de que lo procuran todos los que vuestra majestad tiene
puerta ancha, que lleva a la perdición, es la puerta que descerrajan las a su lado; mas deseo que Dios nuestro Señor haga esta merced a su
dádivas, y la que se compra.
corona y a sus vasallos, de que todos los que le asisten le sean seme-
Pedid y recibiréis; así, lo prometió, así lo ordenó : Ora Patrem tuum jantes : que entonces el gobierno de Dios, y la política 'de Cristo preva-
in abscondito; et Pater tuus, qui videt in abscondito, reddet tibi. Quien lecerá contra la tiranía de Satanás.
pide recibe en el reino de Dios, y en el de la justicia y en el de la verdad.
No todos los que parece que piden, piden : unos engaitan, otros adulan,
otros engañan, otros mienten; pocos piden. Pedir es : con razón; servi- PARTE SEGUNDA
cios, méritos, partes. Y siendo esto así, no había de ser necesario otra cosa
para alcanzar todo lo que se pretendiese; pues esto excusara las dili-
CAPITULO IV
gencias de la maña y de la cudicia. No así hacen los tiranos imitadores
de Satanás : su precepto es opuesto a la igualdad y blandura del de Cris- Las señas ciertas del verdadero rey.
to. Dicen así : «Dad, y daros han; dad más, y os darán más; hurtad
para dar y para tener, y obligaréis a que os den que recibáis. Facilitad Cum autem venissent ad eum, etc.: «Como los varones viniesen a
delitos, aconsejaldos, tomar parte en su ejecución, y recibiréis.» ¿A quién, él, dijeron : «Juan Bautista nos invía a ti, diciendo : ¿Eres tú el que has
como dijo la epigrama, se da, sino a los poderosos? Es la causa que dan de venir, o esper-amos a otro?» En la misma hora curó muchos de sus
para que les den : éstos compran, no dan; parece presente y es mercan- enfermedades y llagas y espíritus malos, y a muchos ciegos dió vista.
cía. No obligan con lo que dan, sino hurtan. Es el modo que permite Y respondiendo Jesús, los dijo : «Idos, y decidle a Juan lo que visteis y
Dios, para la perdición de los ladrones y cudiciosos que roban a los po- oisteis: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos guarecen, los sordos
bres para tener con qué comprar oficios y honras de los más poderosos. oyen, los muertos resucitan.» (Luc., 7; Matth., i t.)
Dícelo así el Espíritu Santo en los Proverbios: «Quien calumnia y Estas palabras de los Evangelistas son las verdaderas y solas señas
persigue al pobre, por aumentar su riqueza, dará a otro más rico y em- de cómo y cuáles deben ser los reyes; no de cómo lo son algunos, que
pobrecerá.» Ese es el camino de perdición para los cudiciosos; ni se ve esto lo escribió Salustio en la Guerra de Yugurta, con estas palabras :
otra cosa en el mundo. Y quitar al que lo ha menester para dar al que Nam impune quaelibet (acere, id est regem esse: «Porque hacer cual-
no lo ha menester, es injusticia, y no puede carecer del castigo de em- quier cosa sin temer castigo, eso es ser rey.» Puede ser que el poder sobe-
pobrecer. Ni ha inventado la cudicia más feo modo de empobrecer que rano obre cualquier cosa sin temer castigo; mas no que si obra mal, no
el de aquellos miserables que se destruyen por dar a otros más ricos. le merezca. Y entonces la conciencia con muchos pasos le penetra en los
¡ Oh providencia de Dios, que tan •severamente advertida preparas retiramientos del alma los verdugos y los tormentos (que divertido ve
la penitencia en el arrepentimiento diferido a estos que por cargar de ejercitar en otros por su mandado), los cuchillos y los lazos. Si conociese
oro al rico desnudan al pobre! Y a éstos es a quien da el gobierno. del que es la misma estratagema de la divina justicia mostrarle los verdu-
mundo, primero el pago, que satisfacción. ¡ Qué secreta viene la perdi- gos en el cadahalso del ajusticiado, que la que usa el verdugo con el que .
ción a toda diligencia en los deseos del malo, a quien las más veces cas- degüella, clavándole un cuchillo donde le vea, para hacer su oficio con
tiga Dios sólo con permitirle y concederle las cosas que le pide! Hay otro que le esconde, sin duda tendría más susto, menos seguridad y con-
otro género de maldad, introducida con buena voz a los ojos del mundo, fianza. Bien entendió David esta verdad; pues siendo rey que podía
que es quitar de los pobres para ofrecer a Dios; y no es menor delito que hacer, sin temer castigo de otro hombre, cualquier cosa (y que lo ejercitó
el de Judas, que quiso quitar de Dios para los pobres. Adviértelo el en un homicidio y un adulterio, y en mandar contar su pueblo), no hubo
Eclesiástico en el cap. 34: «El que hace ofrenda de la sustancia de los
pecado, cuando se vió en manos de los más rigurosos verdugos, y en el
pobres, es como el que degüella a un hijo delante de su padre.» potro de su conciencia daba gritos, diciendo : «A ti solo pequé, y
Paréceme, Señor, que oyendo vuestra majestad dar voces a Cristo hice mal delante de ti.» Había el rey pecado contra Unías, quitándole su
por la pluma de los Evangelistas, no ha de permitir que dejen de obe- mujer; y contra la mujer, dando muerte a su marido; y viólo el ejército
derse las órdenes de Cristo; pues no se acuerda España de haber tenido y súpolo todo su,,pueblo, y dice : «Pequé sólo a ti, y delante de ti hice
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mal.» Bien considerado, el rey profeta dijo toda la verdad que le pedían persona con vestidura, no sólo teñida, sino embriagada con repetidos her-
las vueltas de cuerda que le daban. «Señor, yo soy rey, y si bien pequé vores de la púrpura, y ostentar soberbio el ceptro con el peso del oro,
contra Bersabé y Urías, y delante de todos, como el uno ni el otro, ni y dificultarse a la vista remontado en trono desvanecido, y atemorizar
mis súbditos podían castigar mis delitos, digo que pequé a ti sólo, que su habitación con las amenazas bien armadas de su guarda : llamarse
sólo puedes castigarme ; y delante de ti.» Extrañarán los poderosoá del rey, y firmarse rey; mas serio y merecer serlo, si no imita a Cristo en
mundo que yo les represente un rey tendido en el potro y dando voces. dar a todos lo que les falta, no es posible, Señor. Lo contrario más es
Sea testigo el mismo rey, óiganlo de .su boca: «Porque tus saetas ofender que reinar. Quien os dijere que vos no podéis hacer estos mi-
en mí están clavadas, y descargaste sobre mí tu mano. No hay sanidad en lagros, dar vista y pies, y vida, y salud, y resurrección y libertad de
mi carne delante de la cara de tu ira; no tienen paz mis güesos delante opresión de malos espíritus, ese os quiere ciego, y tullido, y muerto,
de la cara de mis pecados.» El mismo dice que los cordeles se le entran y enfermo y poseído de su mal espíritu. Verdad es que no podéis, Señor,
por la carne y le quiebran los güesos. Y en el verso 19, para que aflojen obrar aquellos milagros; mas también lo es que podéis imitar sus efec-
las vueltas, promete declarar: Iniquitatem meam anuntiabo. «Confesaré tos. Obligado estáis a la imitación de Cristo.
la iniquidad mía» lo mismo es que «Yo diré la verdad». De manera que Si os descubrís donde os vea el que no dejan que pueda veras, ¿no
si los que reinan creen a Salustio, que su grandeza está en poder hacer
le dais vista? Si dais entrada al que necesitando della se la negaba,
lo que quisieren, sin castigo, David rey los desengaña, y sus proprias ¿no le dais pies y pasos? Si oyendo a los vasallos, a quien tenía opri-
conciencias. Ha sido necesario declararlos primero el riesgo y castigos mido el mal espíritu de los cudiciosos, los remediáis, ¿no, les dais li-
que ignoran en reinar como quieren, para enseñarlos a reinar como deben bertad de tan, mal demonio? Si oís al que la venganza y el odio tiene
con el ejemplo de Cristo Jesús.
condenado al cuchillo u al cordel, y le hacéis justicia, ¿no resucitáis
Invió San 'Juan sus mensajeros a Cristo, que le preguntasen «si era un muerto? Si os mostráis padre de los güérfanos y de las viudas, que
el que había de venir, el que esperaban, el Mesías prometido, el rey son mudos, y para quien todos son mudos, ¿no le dais voz y pala-
Dios y hombre». Bien sabía San Juan que era Jesús el prometido, que bras? Si socorriendo los pobres, y disponiendo la abundancia con la
no había que esperar a otro : no aguardó a nacer para declararlo. ¿Por qu é , blandura del gobierno, estorbáis la hambre y la peste, y en una y otra
pues, manda a sus discípulos el Precursor santísimo que de 'su parte le todas las enfermedades, ¿no sanáis los enfermos? Pues ¿cómo, Señor,
pregunten a Cristo lo que él sabía? La materia fué la más grave que estos malsines de la dotrina de Cristo os desacreditarán los milagros
dispuso el Padre Eterno, y que obró el Espíritu Santo, y que ejecutó de esta imitación, que sola os puede hacer rey verdaderamente, y pasar
el amor del Hijo. Tratábase de dar a entender al mundo con demos- la majestad de los cortos límites del nombre? Por esto, soberano Señor,
tración que Jesús era hombre y Dios, el rey ungido que prometieron dijo Cristo: «Mayor testimonio tengo que Juan Bautista, porque las
los profetas. Quiso que su pregunta enseñase con la respuesta de Cristo obras que hago dan testimonio' de mí.» Y reconociendo esto San Juan,
lo que no podía tener igual autoridad en sus palabras. Literalmente lo no dijo lo que sabía, sino mandó a sus dicípulos le preguntasen, «quien
probaré con el texto sagrado. Preguntaron a Jesús «¿si era el prometido, era», para que respondiendo sus obras, viese el mundo mayor testi-
el que había de venir?» Y Cristo respondió con obras sin palabras; monio que el suyo.
pues luego resucitó muertos, dió vista a ciegos, pies a tullidos, habla Pues si no puede ser buen rey (imitador del verdadero Rey de los
a los mudos, salud a los enfermos, libertad a les poseídos del demonio. reyes) el que no diere a los suyos salud, vida, ojos, lengua, pies y liber-
Y después dijo: «Id, y diréis a Juan que los muertos resucitan, los tad, ¿qué será el que les quitare todo esto? Será sin duda mal espíritu,
ciegos ven, los mudos hablan, los tullidos andan ; los enfermos guare- enfermedad, ceguera y muerte. Considere vuestra majestad si los que
cen.» Quien a todos da y a nadie quita; quien a todos da lo que les os apartan de hacer estos milagros quieren ellos solos veros y que los
falta ; quien a todos da lo que han menester y desean, ese rey es, ese veáis, acompañaros siempre ; que no habléis con otros, y que otros no
es el prometido, es el que se espera, y con él no hay más que esperar. os hablen; que no obréis salud y vida y libertad, sino con ellos; y sin
Pobladas están de coronas y ceptros estas acciones. No dijo «yo soy otra advertencia conoceréis que os ciegan, y os enferman, y os tullen
rey», sino mostróse rey. No dijo «yo soy el prometido» ; sino cumplió y os enmudecen; y os hallaréis obseso de malos espíritus vos, cuyo ofi-
lo prometido. No dijo «no hay que esperar a otro», sino obró de suerte, cio es obrar en todos los vuestros lo contrario. Insensatos electores de
que no dejó que esperar de otro. imperios son los nueve meses. Quien debe la majestad a las anticipa-
Sacra, católica, real majestad, bien puede alguno mostrar encendido ciones del parto y a la primera impaciencia del vientre, mucho hace si
su cabello en corona ardiente en diamantes, y mostrar inflamada su se acuerda, para vivir como rey, de que nació como hombre. Pocos
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tienen por grandeza ser reyes por el grito de la comadre. Pocos, aun le daban, y le decían adivinase quién le daba, éstos ciegan a sus reyes
siendo tiranos, se atribuyen a la naturaleza : todos lo hacen deuda a y les quitan, y les dicen que' adivinen quién se lo quita; que no es
sus méritos. Dichoso es quien nace para ser rey, si reinando merece otra cosa sino hacer burla dellos, y querer no sólo que no cobren, sino
serlo; y no se merece sino con la imitación de las obras con que Cristo que sólo sepan que les quitan, y que son ciegos y que no son profetas;
respondió que era rey. El angélico dotor Santo Tomás, en el Opúsculo y saber los que los ciegan que ellos no pueden saber quién son : con
de la enseñanza del príncipe, dice que si los monarcas, que están en la que se atreven a preguntarlos por sí mismos, que no es la menor burla
mayor altura y encima de todos, no son como el fieltro, que defiende y afrenta. Remediáranse los príncipes que padecen esta enfermedad pos-
de las inclemencias del tiempo al que le lleva encima, son como las tiza, si vieran que no vían. Mas como aun esto ni lo sienten ni ven,
inclemencias, diluvios y piedra sobre las espigas que cogen debajo. no echan las manos a la venda que los ciega, y la rompen y despeda-
Lleva el vasallo el peso del rey acuestas como las armas, para que le zan; antes persuadidos de la adulación presumen de la profecía, pro-
defienda, no para que le hunda. Justo es que recompense defendiendo fetizando como Caifás sin saber lo que se profetizan, a costa del justo
el ser llevado y el ser carga. y de la sangre inocente. No hay hacerlos ver al que los ciega.
Señor, nadie ve las cataratas que le quitan la vista, ni las nubes que
CAPITULO V le son tempestad en los ojos. No se han de persuadir los reyes que no
están ciegos, porque no tienen tapados los ojos, porque no tienen nubes
Las costumbres de los palacios y de los malos ministros; y lo que padece el rey ni cataratas: hay muchas diferencias de mal de ojos en los reyes. Quien
en ellos y con ellos. les aparta o esconde lo que convenía que viesen, los ciega. Quien les
aparta la vista de su obligación, les sirve de cataratas. Quien no quiere
Después de haber discurrido en las costumbres destos palacios y que miren y vean a otro sino al él, les sirve de venda que les cubre los
príncipes que en ellos habitaban, lleguemos a lo principal deste capítulo, ojos para todos los otros. Este les hace el ceptro bordón, y ellos tientan
y veremos cómo le fué en ellos a Cristo jesús. Hicieron burla dél, y no gobiernan.
tapáronle los ojos, escupiéronle, dábanle bofetadas en la cara, y decíanle
adivinase quién le daba. CAPITULO VI
Este tratamiento hacen, Señor, los judíos a los reyes que cogen
entre manos. Y pues le hicieron a su rey, ¿a cuál perdonarán? Si algo Muchos preguntan por mentir: «¿Qué es la verdad?» Las coronas y ceptros son
hacen de sus reyes, es burla : abren sus bocas para escupirlos; tápanles como quien los pone. La materia de Estado fué el mayor enemigo de Cristo.
los ojos porque no vean. Si les dan, son afrentas y bofetadas, quítanles Dícese quién la inventó, y para qué. Ladrones hay que se precian de lim-
la vista, y dícenles que adivinen. Tienen ojos, y no profecía : prívanlos pios de manos.
de lo que tienen, y dícenlos que se valgan de lo que no tienen. En
Cristo nuestro Señor no les salió bien esta treta; que si le escupieron Los delincuentes que en la eminencia de su maldad buscan las
fué, como dicen, escupir al cielo, que cae en la cara del que escupe. medras por asegurarse de la justicia que se las niega, u del castigo que
Tapáronle los ojos, mas no la vista, que penetra todas las profundidades los corrige, quitan de la mano derecha el ceptro real a los reyes, y los
del infierno. sin que pueda embarazárselos la tiniebla y noche que le ponen en ella el que ha menester su obstinación. Bien sabían los judíos
cubre. Danle, y dicen que adivinen quién le da. Ni ha menester profe- de la palabras de David, en el Psalmo a, que el rey Cristo Jesús, Mesías
tizar quién le da quien sabía quién le había de dar. Habían visto en prometido, había de traer ceptro de hierro. Así lo dijo: «Gobernar-
la mujer enferma de flujo de sangre, que sin verla sabía quién le los has en ceptro de hierro, y quebrantaráslos como vasijas de barro.»
tocaba en la orla de la vestidura; y se persuaden no sabrá quién le Estos judíos, que se conocían vasijas de barro y (como dice San Pablo)
da bofetadas en la cara. Bien se conoce que los judíos son los ciegos. no fabricada s para honra, sino para vituperio: «¿No tiene potestad
El peligro, Señor, está en los reyes de la tierra, que si se dejan cegar el alfarero para hacer de la misma masa de lodo un vaso para honra
y tapar los ojos, no adivinan quién los escupe y los ciega y los afrenta, y otro para afrenta?», porque no los quebrase con el ceptro de hierro,
No ven : no pueden adivinar; y así, gobiernan a tiento, reinan sin le pusieron en la diestra una caña por ceptro, pareciéndoles que el de
luz y viven a oscuras. Todos los malos ministros son discípulos destos hierro quiebra (quedándose entero) los vasos de lodo sobre que cae,
judíos con sus príncipes; y por desfigurarse las señales de sayones y y el de caña se quiebra aun con el aire, y cuando no, se dobla y se
no serlo letra por letra, como aquéllos cubrieron a Cristo los ojos, y tuerce por hueco y leve.
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En todos tiempos han tenido dicípulos desta acción los judíos. pues encendiendo a Caín en ira invidiosa, le obligó a dar muerte a
¿De cuántos se lee que a sus príncipes les han hecho reinar con su hermano Abel, juzgando por afrenta que Dios mirase al sacrificio
cañas, trocándoles en ellas el -ceptro de oro, para que su poderío se de su hermano menor,, y nó al suyo. Tuvo Caín la culpa de que Dios
quebrante en ellos, y no ellos con él? Engáñanlos con decir los des- no abriese los ojos sobre su sacrificio, ofreciendo lo peor que tenía,
cansan del peso de los metales; y dicen que con las cañas los alivian, y da la muerte a Abel. Desde entonces son los primeros antepasados
cuando los deponen. En el Hijo de Dios no lograron esta malicia : que del duelo la sinrazón y la invidia. Murió Abel; mas el afrentado, con
con las palabras hacía vivir la corrupción de los sepulcros; que pisaba señal que le mostraba desprecio de la muerte, fué el matador.
sólidas las borrascas del mar; que mandaba los furores de los vientos, Tres actos hizo el demonio, fundador de la razón de Estado, en la
y que muriendo dió muerte a la muerte misma; que hizo gloriosas misma razón. El primero siendo ángel; y fué negar a Dios su honra,
las afrentas, y de un madero infame, el instrumento victorioso y triun- para ser como Dios y ensalzar su trono; y luego fué demonio. Y en
fante de nuestra redención. Por esto los quebrantó con la caria ; que siéndolo, persuadió al hombre pretendiese la misma traición por medio
en su mano derecha las cosas más débiles cobran valor invencible. Ya de la mujer : fué creído, y el hombre repitió su mismo suceso y cas-
vieron estos flacos de memoria una vara en la mano de su siervo Moisén tigo, perdiendo la inocencia y el paraíso. Tercera vez tentó por ma-
con un golpe hacer sudar fuentes a un peñasco, y con un amago fa- teria de Estado con la torre de Babel escalar el cielo, y hacer vecindad
bricar en murallas líquidas el golfo del mar Bermejo; y pudieran creer con las piedras y ladrillos a las estrellas, y que sus almenas fuesen
mayores fuerzas y maravillas de la caña en la mano derecha de Cristo, tropiezo a los caminos del sol. Creció en grande estatura su frenesí,
que era su Señor. Empero tan fácilmente se cree lo que se desea, hasta que la confusión la puso límite. Tal fué el primero inventor de
como se olvida lo que se aborrece. Los judíos escogieron la caña por •a, razón de Estado y del duelo, que son los dos revoltosos del mundo;
instrumento de su venganza. En esta coronación se la pusieron por tales los fines de sus aumentos y advertencias, y de los políticos y
ceptro, en el Calvario con ella le dieron en la esponja hiel y vinagre. belicosos que los creyeron.
No olvidan esta imitación con los reyes de la tierra los ruines vasallos, Acordóse Lucifer del daño que había la materia de Estado hecho
pues en viéndolos con sed o necesidad les dan , la bebida en esponja, en Adán, y cuando Cristo estaba tan cerca de restaurarle, persuade
vaso que se bebe lo que los lleva. a los judíos se valgan de la razón de Estado con Pilato, y a Pilato
Señor, vasallos que hincan las rodillas delante de su rey y le hincan que la abrace; y nunca a Lucifer le burló más su infernal política,
las espinas de la corona que le ponen, no le adoran, no le reverencian : pues con el aforismo que quiso estorbar el remedio de Adán, se le
búrlanse dél y de su grandeza. Todo esto procede de los delirios que acercó en la muerte de Cristo. Serenísimo y soberano Señor, si la ma-
padecen los malos ministros qué los gobiernan. teria de Estado hizo al serafín demonio, y al hombre semejante a las
bestias, y al edificio orgulloso de Babel confusión y ruina, ¿cuál espí-
Preciábase Pilato de grande político: afectaba la disimulación y la ritu, cuál hombre, cuál fábrica no la temerá caída, castigo y confusión?
incredulidad, que son los dos ojos del ateísmo. Conocíanle los judíos; Halaga con la primera promesa de conservar y adquirir; empero ella,
y así, por diligencia postrera contra Cristo nuestro Señor, le tentaron que llamándose razón de Estado es sinrazón, tiene siempre anegados
con la razón de Estado, diciendo : «Si a este libras, no eres amigo en lágrimas los designios de la ambición. Su propio nombre es con-
de César; porque cualquiera que se hace rey, contradice a César.» En ductor de errores, máscara de impiedades. ¿Cuál secta, cuál herejía no
oyendo «a César», y que sería su enemigo, entregó a Cristo a la muerte. se acomoda con el estadista, cuando nd se ciñe y gobierna por la ley
De manera, Señor, que el más eficaz medio que hubo contra Cristo, evangélica? Los perversos políticos la han hecho un dios sobre toda
Dios y Hombre verdadero, fué la razón de Estado. deidad, ley a todas superior. Esto cada día se les oye muchas veces.
De casta le viene el ser contra Dios: yo lo probaré con su origen Quitan y roban los estados ajenos; mienten, niegan la palabra; rom-
(suplico a vuestra majestad oiga benignamente mis razones). Lucifer, pen los sagrados y solemnes juramentos; siendo católicos, favorecen a
ángel amotinado, fué su primer inventor; pues luego que por su invidia herejes y infieles. Si se lo reprehenden por ofensa al derecho divino y
y sober bia perdió el estado y la honra, para vengarse de Dios intro- humano, responden que lo hacen por materia de Estado, teniéndola por
dujo la materia de Estado y el duelo. Primero persuadió la materia de absolución de toda vileza, tiranía y sacrilegio. No hay ciencia de tan-
Estado a Eva, cuando para ser como Dios y engrandecerse, despreció tos oyentes, ní de más graduados. El mal es (muy poderoso Rey y señor
la ley de Dios y siguió el parecer y interpretación del legislador sierpe; nuestro) que no hay traje ni insignia que no sirva a sus grados de
y sucedióle lo que a él sucedió. No tardó mucho en introducir el duelo; señal. Entrase en las conciencias tan abultada de textos y aforismos y

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autores, que no deja desocupado lugar donde pueda caber consejo dando que le sacudiesen dellos donde no recibiesen su Evangelio y su
piadoso. paz. Lavólos a todos los pies, y dijo a Pedro no tendría parte con él
Pilato fué eminentísimo como execrable estadista. Las. tres partes si no se los lavaba; y mandó se los lavasen unos a otros. David, en
que para serlo se requieren, las tuvo en supremo grado. La primera, el Psalmo go, que es el de todos los peligros, como son «los lazos
ostentar potencia; la segunda, incredulidad rematada; la tercera, disi- de los cazadores, la palabra áspera, la saeta que vuela de día, el ne-
mulación invencible. El ostentó la potestad con el proprio Cristo Jesús, gocio que camina en las tinieblas, el demonio meridiano, el áspid. el
Dios y Hombre verdadero; con estas palabras: «¿No sabes que basilisco, el león y el dragón»; para no peligrar en tantos peligros, se
tengo poder de crucificarte, y que tengo potestad de librarte?» La acuerda del pie (versos i z y z2) «porque a sus ángeles mandó de ti
incredulidad fué la más terca que se ha 'visto; porque Pilato ni creyó que te guardasen en todos tus caminos. En las manos te llevarán, por-
a su mujer, ni a los indios, ni se creyó a sí.; pues confesando que en que no tropieces tu pie en la piedra». No hacían escrúpulos los judíos
él no hallaba culpa, le entregó para que le crucificasen. La disimula- y Pilato de andar malos pasos, y le hacían de no lavarse las manos.
ción, ¿cuál igual a lavarse las manos en público para condenar al ino- No hay que fiar de ministros muy preciados de limpios de manos.
cente? ¿Quién negará de los que son pomposos dicípulos de Tácito Pilato lo persuade, y desengaña a todos. Ladrones hay que hurtan con
y del impío moderno, que no beben en estos arroyuelos el veneno de los pies, y con las bocas, y con los oídos, y con los ojos. El lavatorio
los manantiales de Pilato? No ha de pasar sin reparo la cautela de no desdeña el hurto, antes le aliña. Si miran a los pies a los que en
los judíos de nombrar a César y dar miedo a Pilato con los celos impe. público se precian de limpios de manos, muchas veces en sus pasos
riales, para que condenase a Jesús. Oh Señor, ¡ cuán frecuentemente y veredas se conocerán las ganzúas, y en sus idas y venidas los robos.
los ministros aprendices de los fariseos y escribas, por hartar su ven- Ya los pies y las pisadas han descubierto, Señor, hurtos y ladrones.
ganza, por satisfacer su odio en el valeroso, en el docto, en el justo, Léese en los sacerdotes que persuadieron al •rey que el ídolo se comía
mezclan en su calumnia el nombre de César, el del rey; fingen trai- cuanto le ofrecían, comiéndolo ellos: lo que se averiguó mandando el
ción, publican rebeldía y enojo del príncipe, donde no hay uno ni otro, profeta Daniel cerner ceniza por todo el suelo del templo, la cual parló
para que el César y el rey sea causa de la crueldad que no manda, las pisadas y retiramiento escondido de los sacerdotes ladrones. ¡ Oh, si
de la maldad que no comete! Estos hacen traidores a aquellos que los príncipes hiciesen lo mismo! ¡Qué de robos a su corona y a los
les pesa de que sean leales; y ruínes vasallos; a los que no quieren templos les parlarían las pisadas de los ladrones retraídos, que le comen
dejar de ser vasallos leales y bien obedientes. Costóle a Cristo la vida a Dios y al rey lo que se les da, y le atribuyen la glotonería al rey
esta treta. ¿Cuál será príncipe tan amortecido, que se persuada le y a Dios!
saldrá barata? Acabemos con ver lo que resultó del lavarse Pilato, y de la limpieza
de sus manos. Dijo : «Yo soy nocente-de la sangre deste justo.» Fué
Decendamos a ponderar la disimulación grande del execrable esta-
ésta la más desvergonzada mentira que se pudo decir. Mentira, ya se
dista Pilato. «Tomando agua, se lavó las manos delante de todo el ve, pues le entregó para que le crucificasen; - desvergonzada, pues se
pueblo, diciendo : Yo soy inocente de la sangre deste justo; miradlo
canonizó juntamente con Cristo, llamándose a sí inocente y a él justo.
vosotros.» Fingió con todo el aparato de la hipocresía; tomó agua, la-
Entregar al justo a los verdugos después de haberse lavado las manos,
vóse las manos delante del pueblo. En estos renglones se tocan tantas
y luego canonizarse, no es limpieza y es descaramiento. Y para crecer
trompetas come hay ,palabras. Lávase las manos con agua para man-
en desatinos y delitos, y acabar de ser inicuo, pronunció estas perezo-
chárselas con sangre. Ninguno otro se condenó con tanta curiosidad.
sas y delincuentes palabras: «Miradlo vosotros.» Quien remite a otros
Séquito tiene este aliño; muchos son limpios de manos, porque se
que vean lo que él sólo tiene obligación de ver, nada acierta. Quien
lavan, no porque no roban. ¿Quién ha dicho que con manos limpias
ahorra su vista, y por no ver manda que otros vean por él, los que
no se puede hurtar? Pilato se preció delante de todo el pueblo de
le obedecen le ciegan: gobiérnase por los cartapacios de Pilato; que
limpio de manos, y fué tan mal ladrón como el malo. Pegádosele
no hubo dicho «Vedlo vosotros», cuando cargaron sobre Cristo la cruz
había el melindre ceremonioso de los judíos, que murmurando de Cristo y le llevaron donde le clavaron- en ella.
y de sus apóstoles, dijeran: «¿Por qué tus dicípuloá no se lavan las
manos?» estos cuidaban poco de los pies, y mucho de las manos; y
Cristo nuestro Señor cuidó mucho de los pies de sus dicípulos, porque
sabía cuánto riesgo hay en andar en malos pasos. Mandólos, enviándo-
los, que no llevasen calzado; cuidó del polvo de sus zapatos, man-
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CAPITULO VII príncipe y acusan para acusarle; pues si castiga al que ellos quieren,
y no a ellos, comete delito tan digno de acusación como su delito ;
De los acusadores, de las acusaciones y de los traidores.' porque con esto confiesa que sólo quiere que sean inobedientes, adúl-
teros, traidores, homicidas y ladrones los que le asisten, los que tiene
Ni la acusación presupone culpa, ni la traición tirano ; pues si fuera tráfigo en sus oídos, los que cierran sus dos lados y se levantan aun
así, nadie hubiera inocente ni justificado. A ninguno acusaron tanto con lo delgado de su sombra.
como a Cristo; y ninguno padeció traidor tan abominable ni traición
tan fea. En las repúblicas del mundo los acusadores embriagan de tó- Señor,' si condenase el que acusa, solamente habría hombres en las
sigo los oídos de los príncipes: son lenguas de la invidia y de la ven- horcas, hogueras y cuchillos. Y si todos los pecados probados plena-
ganza; el aire de sus palabras enciende la ira y atiza la crueldad; el mente se castigasen con la pena de la ley, pocos morirían por nacer
que los oye, se aventura; el que los cree, los empeora; el que los pre- mortales, muchos por delincuentes: fueran las sentencias desolación,
mia, es solamente peor que ellos. Admiten acusadores de miedo de las y no remedio. Nada se comete más (dijo Séneca) que lo que más se
traiciones, no pudiendo faltar traidores donde los acusadores asisten; castiga. Palabra es del Espíritu Santo: «No quieras ser justo dema-
porque son más los delincuentes que hacen, que los que acusan. El siadamente.» Verdad es, Señor, que enmienda mucho el castigo: mas
silencio no está seguro donde se admiten delatores. Estos empiezan también es verdad que corrige mucho la clemencia, sin sangre ni horror.
la murmuración de los príncipes, para ocasionar que otros la continúen. Y el perdonar tiene su parte de castigo en el delincuente que con ver-
Son labradores de cizaña, siémbranla para cogerla; y porque la pru- güenza reconoce indigno su delito del perdón que le concede la mise-
dencia del que calla o alaba no sea mayor que su malicia. cuando espían ricordia del rey.
dicen lo que calló y envenenan lo que dijo. Los reyes y monarcas que Señor, pasar de los acusadores a las traiciones, ni es dejar de tratar
se engolosinan en la tiranía, es forzoso crean cuanto les dicen los acu- de aquéllos, ni empezar a tratar de éstas. De los dos se habla, ha-
sadores, porque saben el aborrecimiento que merecen de los suyos; y blando de cada uno. En aquéllos traté de Judas, y Judas es el mayor
así, los compran, su desasosiego y los premian sus afrentas, pues de traidor. Considerando sus acciones, daré a conocer a los que le imi-
ellos no oyen ni creen otra cosa. Donde, éstos tienen valimiento, el siglo taren. Cristo Jesús le escogió para uno de los doce apóstoles. El lo dijo
se infama con los castigos de los delitos sin delincuentes, y temen los en el texto ¿este capítulo: «¿No os elegí yo a vosotros doce, y uno
príncipes hasta las señas de los mudos y los gusanos de los muertos. de vosotros es el diablo?» Y añade el Evangelista: «Hablaba de Judas
No se limpiará leste contagio, ni quitará el miedo a su conciencia, Simón Iscariote, porque éste era quien lo había de vender, como fuese
quien no imitare a Cristo Jesús, rey de gloria, en las ocasiones que le uno de los doce.» Tres consideraciones me son forzosas en estas pa-
acusaron a él los judíos, y en otras en que los apóstoles acusaron a los labras: La primera, que la primera vez que habló Cristo Nuestro Señor
judíos ante él, y en esta en que los escribas acusaron la adúltera para del sacramento de la Eucaristía (que fué en este capítulo 6 de San
que la sentenciase Juan), dijo que Judas era el diablo, previniendo que la noche en que
Toda la atención real pide, Señor, este punto. Dice el texto sagrado le instituiría se le había de entrar Satanás en el corazón. La segunda,
que acusaron los escribas y fariseos la mujer adúltera en la presencia de que habiéndole elegido Cristo entre los doce apóstoles por uno dellos,
,

Cristo, tentándole para° acusar- a Cristo. ¡ Infernal cautela de la per- dijo que era el diablo. ¡ Grande enseñanza para los reyes de la tierra,
fidia y ambición invidiosa, cuyo veneno sólb le advierte el Evangelio! a quien persuaden que reparen en la elección que hicieren del ministro
Acusar ante el rey a uno, tentando al rey para acusarle a él mismo, que se hizo ruin y traidor, para no castigarle, para no darle a conocer,
es maldad que de los escribas se ha derivado a todas las edades; em- diciendo que es el diablo! La tercera, que al traidor no se le ha de
pero con máscara tan bien mentida, que ha pasado por celo y justifi- callar nombre, ni sobrenombre, ni apellido, ni patria, para que sea
cación, y que muchas veces han premiado los reyes por señalado ser- conocido peligro tan infame. Aquí, diciendo que hablaba Cristo del
vicio. ¡Oh, si tuvieran voz los arrepentimientos de los monarcas que traidor cuando dice «que uno era el diablo», dice el Evangelio : «Era
yacen mudos en el silencio de la muerte, cuántos gritos se oyeran de Judas Simón Iscariote, que se interpreta Varón de Charioth.» En otra
sus conciencias! ¡ Cuántas querellas fulminaran de sus ministros, que parte dice del mismo: «Era ladrón y robador; traía bolsas, en que
si no se llaman fariseos y escribas, lo saben ser! El adúltero que acu- recogía lo que daban.» Y hablando de San Judas, añade: «No el Judas
sare al adúltero, el homicida al homicida, el ladrón al ladrón, el inobe- que le había de vender.» Apréndese del texto sagrado cómo los han
diente y rebelde al inobediente, entonces, acusando a otro, tientan al de tratar los príncipes, y las serias que tienen los traidores, y cómo
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han de escribir dellos los cronistas, refiriendo todas sus señas, y diciendo tas prevenciones. Tampoco puede hacerse la guerra, ya sea ofensiva
todos sus nombres, y no permitiendo que el ministro diablo se equi- ya defensiva, sin municiones, bastimentos y soldados y oficiales, sin
voque con eI bueno y fiel. gasto igual y paga segura: y sin tributos ninguna destas cosas se puede
juntar ni mantener. Según esto (pues todos quieren paz y quietud y
CAPfTULO IX defensa y vitoria para la propia seguridad) todos deben, no sólo pagar
los tributos, sino ofrecerlos; no sólo ofrecerlos, mas, si la necesidad
Si los reyes han de pedir, a quién, cómo, para qué.—Si les dan, de quién han pública lo pide, aumentarlos. Y es al revés; que deseando la quietud
de recibir, qué y para qué.—Si les piden, quién los ha de pedir, qué y y la seguridad todos, el tributo le rehusa cada uno. Cuando se crece
cuándo; qué han de negar; qué han de conceder. el que se pagaba, o se añade otro, se ,ha de advertir que la quietud
que se tiene cuesta mucho menos que si se defiende; y la que se de-
Los vasallos se persuaden que el recibir les toca a ellos siempre, fiende de un enemigo, mucho menos que la que se defiende de mu-
y al príncipe siempre el dar; siendo esto tan al revés, que a los va- chos. Para aquélla basta lo que se da, para ésta apenas lo que se pide.
sallos toca el dar lo que están obligados y lo que el príncipe les pide; Y por esto es más y mejor pagado el tributo o tributos que cuestan
y al príncipe el recibir dello s lo uno y lo otro. (Marc., 12; Luc., 21.) más, que los que cuestan menos. Allí se da lo que se debe; aquí se
Qué han de dar los pueblos y para qué, y qué han de recibir debe todo lo que se puede. Por donde en los vasallos viene a ser más
de los reyes; qué han de recebir los reyes y por qué, y qué han de justo dar lo que les hace falta, que lo que les sobra.
dar, diré con distinción; y del ejemplo de Cristo Nuestro Señor (cosa Esto en mi pluma se oirá con desabrimiento y se leerá con ceño;
que autoriza y consuela), justificada la obligación en que pone al pero se reverenciará oyendo las palabras de Cristo, verdadero y ciernen-
monarca y a los súbditos. Y sabiendo cada uno cómo ha de ser, verá tísimo rey : «Estaba Jesús sentado enfrente del arca que guardaba el
el señor cómo debe y puede ser padre; y los vasallos de la manera tesoro del templo, y miraba los que en ella echaban sus ofrendas,
que sabrán ascender al grado de hijos. Pretendo curar dos enferme- como la turba echaba la moneda, y muchos ricos mucho. Empero como
dades gravísimas y muy dificultosas, por estar sumamente bienquistas viniese una viuda pobre y echase una blanca, vió Jesús cómo aquella
de los proprios que las padecen. Son la miseria desconocida de los unos, pobrecilla viuda ofrecía una blanca; y llamando a sí a sus dicípulos,
y la cudicia hidrópica de los otros. Intento esta cura, fiado en que los los dijo : De verdad os digo que esta pobre viuda dió más que todos
medicamentos que aplico no sólo son saludables, sino la misma salud, estos que han dado al tesoro del templo; porque todos dieron al tesoro
por ser de obras y palabras de Cristo Nuestro Señor: que siendo ca- de Dios de lo que les sobra; empero ésta de lo que le falta, y de
mino, verdad y vida, como camino, no puede errar la causa de donde lo que no tiene: dió todo lo que tenía, todo ,su sustento.»
la dolencia procede; como verdad, no puede aplicar un medicamento De manera que no sólo fué digno de aprobación en Cristo el dar
por otro, y como vida, no puede dar muerte, si recibimos su dotrina, la pobre viuda de lo que le faltaba y no tenía, sino que convocó sus
ni dejar de dar salud a la enfermedad; y no sólo esto, sino resurrec- dicípulos para darles aquella dotrina con aquel ejemplo, como a mi-
ción a la muerte. Puede ser que algunos me empiecen a leer con temor, nistros a quien había de encomendar diferentes provincias y reinos
y que me acaben de leer con provecho. Precedan para disposición algu- que alumbrar en la luz del Evangelio. Dirán dos cosas los que piden
nos advertimientos políticos. sosiego y comodidad propia sin tributos: «que este lugar a la letra
Las quejas populares y mecánicas en cualquiera nueva imposición se entiende de lo que se da a Dios», y dicen bien. Mas no ,sé yo qué
y asimismo al tiempo de pagar lo ya impuesto, son de gran ruído, letra dél falta para que se entienda a la letra de lo que se pide para
mas de poco peso. Pierde el tiempo quien trata de convencer con ra- defensa de la ley de Dios, en que consiste la salud de las almas. La
zones la furia que se junta de innumerables y diferentes cabezas, que otra, «que este lugar citado trata de dádivas voluntarias a Dios, con-
sólo se reducen a unidad en la locura. Débese ésta tratar como la nie- forme a la voluntad de cada uno; y que por esto se aplica con poca
bla, que dándola lugar y tiempo breve, se desvanece y aclara. Yo no similitud o ninguna al tributo que se impone y a la dádiva o dona-
hablaré con estos vulgares sentimientos, porque es imposible con cada' tivo que se pide». Respondo: que en éste a que obligan es más jus-
uno, y no es de utilidad ,con la confusión de todos juntos; empero tificada la obediencia, por cuanto a la voluntad de asistir a la defensa
hablaré para ellos. Es cierto que no se puede mantener la paz ni ad- de la fe y bien público se añade el mérito en obedecer a la necesidad
quirir la quietud de las gentes, sin tribunales y ministros; ni asegu- por evitar el riesgo. Después de acallados estos achaques, aún quedan
rarse del odio o invidia de vecinos y enemigos, sin presidios y pron- réplicas a la miseria desconocida. quieren quietud y armas,
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si son necesarias para defenderla o adquirirla, y tributos; empero que porque no dió a Cristo lo que no tenía y la pidió cuando no lo podía
si los tributos los quitan el sustento, y las propias armas la quietud, tener, la maldijo, y se secó. Y pretenderán que no sólo se le puede
que es prometer lo que les quitan, y hacer con achaque del enemigo a uno pedir lo que no tiene, sino maldecirle y arruinarle porque no
lo mismo que él pudiera hacer; y que más parece adelantarse con in- lo da; alegando que luego se secó la higuera y se le cayeron las hojas.
vidia de la crueldad en su ruína a los enemigos, que oponérseles. Esta' Señor, esto sería propiamente lo que se dice andar por las ramas;
malicia terca se convence con el proceder que en el cuerpo humano y así lo hacen estos dotores, que a imitación de Adán quieren otra' vez
enfermo tienen la calentura y la sangría : ésta, evacuando la sangre, cubrir con hojas de higuera la vergüenza de su pecado. Téngase cuenta
asegura la vida con lo que quita; aquélla la destruye, si la guarda. no sean hojas desta higuera con las que se cubren los que aconsejan
Queda debilitado, mas queda; tiene menos sangre, empero más es- se pida a uno lo que no tiene, y que le castiguen porque no dió lo
peranza de vida y disposición a convalecer; quita las fuerzas, no que no tenía.
el sér, que puede restaurarlas. Doy que (como acontece) muera asis-
tido de las purgas y de las sangrías; empero muere como hombre, Pasemos a lo segundo que se pregunta. «¿Si a los reyes les dan,
asistido de la razón, de la sciencia y de los remedios. Si se deja a la qué han de recibir, y de quién?» Han de recibir todo lo que se debe
enfermedad, es desesperado; conjúrase contra sí con la dolencia, muere a la grandeza y decoro de su persona, y a las obligaciones del oficio
enfermo y delincuente. No de otra suerte, en los tributos y el enemigo, de rey. Han de recibir oro, tesoros. Así lo hizo Cristo, que recibió los
se gobierna el cuerpo de la república: donde aquéllos hacen oficio tesoros que le trujeron los reyes que le vinieren a adorar, en que
de sangría o evacuación, que sacando lo que está en las venas y en enseñó a recibir; empero como Rey de reyes, de príncipes, de poderosos..
las entrañas, dispone y remedia; y, éste, de enfermedad, que sólo puede Y estos tesoros que recibió Cristo, se los encaminó una estrella. Ha de
disminuirse creciendo aquéllos con la evacuación que dispone su resis- ser,. Señor, luz del cielo la que encamine tesoros al rey ; no lumbre
tencia y contraste. Quien niega el brazo al médico y la mano al tri- que haya abrasado a quien los tenía, primero que traídolos, o que-
buto, ni quiere salud ni libertad. Y como el médico no es cruel si mado la provincia para sacarlos. Este, Señor, es ministro cometa, no
manda sacar mucha sangre en mucho peligro, no es 'tirano el príncipe estrella; promete más ruinas que augmentos.
que pide mucha en muchos riesgos y grandes.
Verdad es lo que he dicho; mas porque no resbalen por ella mi- El tercero punto es: «Si piden a los reyes, a quién han de dar,
nistros desbocados, que no saben parar ni reparar en lo justo, o con- y qué; y a quién han de negar, y por qué.» Los malos y detestables
sejeros que se deslizan por los arbitrios (que son de casta de hielo, tiranos siempre fueron pródigos y perdidos, creyendo que con el afeite
cristal mentiroso, quietud fingida, engañosa firmeza, adonde se pueden de las dádivas grandes cubrían la fealdad de sus costumbres; y que-
poner los pies, mas no tenerse), es forzoso fortalecer 'de justicia estas dando ellos pobres, a nadie hicieron rico. Tácito dice que hallaron más
acciones, tan severa y indispensablemente, que los tributos los ponga pobres a aquellos a quien dió Nerón mucho, que a los que se lo quitó
la precisa necesidad que los pide; que la prudencia cristiana los reparta todo. Añado que es tan perniciosa la prodigalidad de los tiranos, que
respectivamente con igualdad, y que los cobre enteros la propia causa empobrece su dádiva y no su robo. Lo que dan es premio de mal-
que los ocasiona. Porque poner los tributos para que los paguen los dades: lo que quitan, invidia y venganza de virtudes; y así, quedan
vasallos y los embolsen los que los cobran, o gastarlos en cosas para éstos con derecho a la restitución, y aquéllos al castigo. Si no se mira
que no se pidieron, más tiene de engaño que de cobranza, y de in- a quién se da, más se pierde dando que perdiendo: piérdese la , cosa
vención que de imposición. sola que se pierde; y si no se sabe dar, se pierde lo que se dió y el
A esto miró el rey don Enrique III cuando, importunado de los hombre a quien se dió: daño muy considerable. Por esto dice el Espí-
que le aconsejaban que cargase de tributos a sus vasallos, dijo: «Más ritu Santo: «Si hicieres bien, sabe a quién le haces; y tendrán mu-
miedo me •dan las quejas de mis súbditos, que las cajas y los clarines cha gracia tus bienes.» Lo contrario dice el refrán castellano: «Haz
y las voces de mis contrarios.» Y porque no querría que conciencias
, bien, y no mires a quién.» No se puede negar que estas palabras acon-
vendibles se valiesen para sus robos del lugar que cité de la viuda sejan ceguedad, pues dicen que no mire. Esto quieren los que, si cuando
(a quien alaba Cristo porque dió de lo que no tenía y de lo que le piden los .mirasen, saldrían, cuando mejor despachados, despedidos.
faltaba), quiero prevenir el ejemplo de la higuera, a quien pidió Cristo Mírese a quién se da, y muchas veces se quitará al que pide; que si
Nuestro Señor fuera de sazón higos; porque los tales autorizarán con no se mira, eso es dar a ciegas.
ésta, y dirán es lícito pedir a uno lo que no tiene : pues a la higuera, Hay tiranos de dos maneras : unos pródigos de la hacienda suya
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y de la república, por tomarse para sí no sólo el poder que les toca, Hay otro peligro casi inevitable para los príncipes, enmascarado de
sino el de las leyes divinas y humanas. Otros son miserables en dar virtud y desinterés, tan al vivo fingido, que hay pocos que lo conoz-
caudal y dineros, y son pródigos en dar de sí y de su oficio; y pasan can por quien es, y que no lo admitan por lo que miente. Esto es,
a consentir que les tornen y quiten su propria dignidad, por no perder hombres que ni piden ni reciben nada, porque aspiran a tornarlo todo.
un instante de ocio y entretenimiento. De aquéllos y déstos hubo mu- Judas fué el inventor desta carátula. Quien le vió ni pedir sillas, ni
chos en el mundo, cuyas vidas aun no consintió la idolatría; cuyas lado, ni primero lugar, ni licencia para hacer bajar fuego del cielo
muertes quedaron padrones de la infamia de aquellos tiempos. La ley sobre los que no hospedaban a Cristo, ni pedir para s: otro cargo del
evangélica ha librado a las repúblicas destos monstruos, que son cas- que tenía; que dél no se lee hurto que hiciese; que sola una vez
tigo de los reinos y imperios donde no la reciben para salud y vida, que habló fué para que vendiéndose el ungüento se diese a los pobres
u donde la han dejado, y la tuvieron los que son propiamente rene- por arbitrio, conocerá que la máscara de los tales son arbitrios de so-
gados de Dios. Cristo Nuestro Señor no sólo dió a todos los que le correr necesidades. Y quien considerare que éste vendió luego a Cristo,
pidieron, sino que dijo: «Pedid, y recibiréis.» Dió ojos, oídos, pies, y se le echó en la bolsa, conocerá que los que se disfrazan con esta
manos, salud, libertad : esto a los vivos; y á los muertos vida. Dió máscara no piden ni reciben, porque pretenden tomarlo todo y echarse
sustento a los que necesitaban dél donde no le podían hallar. Mas es a su señor en la faldriquera. Estos mientras viven traen la soga arras-
de advertir que todo esto dió a los que faltaba todo esto: al ciego trando, y para morir la soga los trae arrastrando a ellos.
ojos, al sordo oídos, al tullido pies, manos al manco, al enfermo salud, No ha de dar el rey los premios y las grandes mercedes medidas
al endemoniado captivo del demonio libertad, y a los muertos vida. Así por el número de los años y tiempo que le han servido; sino por la
se ha de dar, Señor: este es el oficio del rey, dar a los suyos lo que calidad y el peso de los servicios, por las circunstancias y lugar de la
les falta; no darles lo mismo que tienen, para que le sobren más ojos ocasión. Dimas, ladrón toda su vida, condenado por ladrón a muerte,
al que ve, más oídos al que oye, y así en lo demás. Esto se hace y con otro escogido para con sus lados infamar a Cristo puesto en
cuando el príncipe da sus ojos y sus oídos a otro para que vea y oiga medio de sus dos cruces, en breve rato mereció el reino de Dios y ser
por él, que es añadirle oídos y ojos (cosas que él se tiene), cuando le aquel día con el Hijo de Dios en el Paraíso: porque apreció el ver-
da sus pies y sus manos para que obre en su lugar, que es ocasionar dadero Rey, y conocerle por Dios donde aun de hombre estaba desfi-
que digan : «Es sus pies y sus manos.» Nota que el común modo de gurado, donde el mismo que le conocía era quien más le ayudaba a
hablar les pone no sin grave acusación. desconocer, donde no sólo no estaba como Dios, sino aun como hombre
Ha de dar,. el rey premio y castigo; mejor diré, que ha de pagar delincuente y malo. Conocióse Dimas a sí, conoció a su compañero, y
el premio y ejecutar el castigo, porque son dos cosas en que el rey reprehendióle; conoció a, Cristo, y confesóle por Dios. Y aquel Señor,
no ha de tener arbitrio, ni otra voluntad que las balanzas de la jus- que es suma piedad y suma justicia, le dió su gracia, y su reino y su
ticia en fiel. Es gravísima pecado el que llaman los teólogos acceptio compañía, a la calidad del servicio y al mérito de las circunstancias,
Personam, «acepción de personas». Este destierra toda justicia. Dar sin mirar a la brevedad de un breve rato. -
al delito que sólo merece destierro la horca, y al que merece ésta des- Esto, Señor, importa mucho que imiten los reyes para dar y saber
tierro, no es mayor maldad que dar el magistrado y la dignidad al dar (materia de suma importancia que se discurrió en la Parte primera
que no la merece, dando al que la merece el olvido que se debía a aquél. desta Política, capítulo XIV. y aquí se consumó su discurso), y pre-
Ha de dar bienes temporales a los méritos y servicios que le obli- miar antes y más el valor de los servicios que el número de los días
gan; mas ha de ser en aquella medida que lo que da no le obligue y de los años; porque en lo moral y político se ha de, contar antes
a pedir, ni a quitar a unos para dar a otros. No lo ha de dar todo lo que se vive bien, que mucho. Esto a cargo está de la vejez y de la
a uno; que deste género de dádiva sólo del diablo hay texto detes- muerte; esotro ha de ser cuidado de la justicia remunerativa. No pidió
table en la tentación. No sólo no ha de dar sus dos lados a uno, em- Dimas merced por lo que había servido, sino sirvió para merecerla.
pero ni a dos, aunque sean parientes, y como hermanos, y su querido Esto advierte que cuando a los príncipes de la tierra quien les ha ser-
el uno. Cristo Nuestro Señor fué el ejemplo, cuando la madre de Juan vido en un cargo, por aquella razón pide le hagan merced, se advierta
y Jacobo pidió las dos sillas d e la diestra y de la siniestra en su reino que si pidió por merced el primero cargo que alega, no es otra cosa
para sus dos hijos (desto traté en dos capítulos). La decisión fué: «No sino pedirle hagan merced porque se la hicieron, y hacerse acreedor de
sabéis lo que pedís.» Y se sigue que lo es para quien lo concediere : lo que debe, y deudor suyo al príncipe que es su acreedor.
«No sabéis lo que dais.»
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CAPITULO X Por esto se les aparecieron los ángeles, y los anunciaron la paz. El
sueño es puerta abierta a la guerra y a la cizaña; el desvelo, a la paz
Con el rey ha de nacer la paz; esa ha de ser su primero bando. Con quién y seguridad.
habla la paz; por qué se publica por los ángeles a pastores. Que nace
obedeciendo quien nace a ser obedecido. Señor, espero será agradable a la piedad y desvelo real de vuestra
majestad este lugar y las consideraciones con que le aplico. Misterio
Es tan noble y tan ilustre la paz, que tiene por solar el cielo. Que tiene decir que a David, rey y profeta, le sacó Dios de guardar ovejas.
desciende dél, se ve en los ángeles que bajaron del cielo a publicarla Legítimo noviciado para ser rey es ser pastor. Grande misterio enseña
en la tierra a los hombres. Estos en paz imitan vida de ángeles: la añadir: «Escogióle cuando seguía a las ovejas•preñadas.» Señor, el pre-
tierra pacífica, estado de bienaventuranza. Tan apetecible es la paz, que' ñado de las ovejas es el aumento del ganado: por eso escogió Dios a
siendo tan detestable la guerra, se debe hacer por adquirir paz en la David de pastor para rey, porque andaba tras el aumento de su ganado;
religión, y en la conciencia, y en la libertad justificada de la patria. Hay y entonces, mereció que le escogiese, cuando asistía al aumento. Ya nos
paz del mundo, y paz de Dios; por eso dijo Cristo : «Yo os doy mi ha dicho el salmo cómo era pastor, y cómo por saberlo ser mereció ser
paz, no la que da el mundo.» En el mundo se usa mucha paz de Judas, rey por la elección de Dios. Veamos si siendo rey dejó de ser pastor.
enmascarada con el beso de su boca. Las señas desta son que se pa- El mismo salmo dice que fué pastor siendo rey : «Escogióle de pastor
dece y no se goza ; que se ofrece y no se da. Nadie presuma que no para que apacentase a Jacob su siervo, y a Israel su heredad. Y apacen-
se le atreverá esta mala paz cara a cara, pues cara a cara se atrevió á tólos en la inocencia de su corazón y en los entendimientos de sus manos.»
Cristo, rey de gloria. Con la palabra apacentar con que habló del ganado, habla de Jacob y
Señor, el ministro que aconseja que para conservar en paz los va- de Israel. Mas dice: «Los apacentó en la inocencia de su corazón y
sallos, los despojen, los desuellen y los consuman, ese Judas es, y la en los entendimientos de sus manos.» Señor, apacentólos con la inocen-
suya paz de Judas: con la boca más chupa sanguijuela, que besa reve- cia de su corazón, no con la malicia del ajeno. Y aquella palabra o frase
rente. Destruir los pueblos con achaque de que los enemigos los quieren tan extraordinaria: «Con los entendimientos de sus manos», el Espíritu
destruir, es adelantar los enemigos, no contrastarlos ni - prevenirlos. Es Santo la dió a nuestra Vulgata. Hay reyes que rigen sus reinos con los
no dejarlos qué hacer ni qué deshacer. Hubo paz universal en el mundo entendimientos de las manos ajenas, o con sus manos gobernadas por
cuando nació Cristo, porque nacía la paz universal del mundo. Publi- los entendimientos de otras manos. Estos no son pastores, sino ovejas
cóse por edicto de César Augusto que el orbe todo se numerase. Nació de aquellos que con sus entendimientos gobiernan sus manos. Estos no
Jesús en esta obediencia, y fué obediente hasta la muerte, desde el son reyes, sino regidos de las manos, que dan sus entendimientos a
vientre de su Madre, antes de nacer, y naciendo. En la obediencia está aquellos a quien ellos dan mano.
la paz' de todas las cosas : a Dios primero, a la razón, y a la justicia.
No hay guerra sin la inobediencia a una destas tres cosas, a que per- CAPITULO XI
suaden otras tres, impiedad y pecado, apetito, soberbia ambiciosa. Nace
obedeciendo quien sólo debe ser obedecido; ¿y no obedecerá quien sólo Cómo fué el precursor de Cristo, rey de gloria, antes de nacer y viviendo;
nació para obedecer? Toda la vida de Cristo fué paz. Nace, y luego la cómo y por qué murió; cómo preparó sus caminos, y le sirvió y dió a co-
publican los ángeles; enseña, y encarga la paz a sus dicípulos, y invíala nocer. Y cómo han de ser- a su imitación los que hacen este oficio con los
con ellos a todos. Va a morir; y al despedirse, repetidamente les da reyes de la tierra.
su paz y les deja su paz. Sólo el que se atrevió a arrimar su boca a
su cara, el que le acarició con el beso, el que tenía a su cargo la bolsa Ha de ser el buen ministro luz encendida; mas no se ha de poner
de su apostolado, despreciando la paz de Cristo, dió a Cristo la de ni sepultar debajo del celemín, para alumbrar sus tablas solas y sus
Judas. tinieblas, sino sobre el candelero : disposición es evangélica. Ha de ser
Dice el texto sagrado que los ángeles que publicaron la paz a los vela encendida, que a todos resplandece y sólo para sí arde; a sí . se
hombres se aparecieron a los pastores que velaban guardando las vigilias gasta, y a los demás alumbra. Mas el ministro que para todos fuese
de la noche. Señor, mérito y disposición fué en los pastores -el hacer fuego, y para sí sólo luz que alumbrándose a sí consumiese a los otros,
bien su oficio, el no dormir por defender sus ovejas, y el velar porque sería incendio, no ministro.
los lobos, que velan por hacer guerra a sus ganados, no se la hiciesen.
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• • ....

.•

CAPITULO XIII os quieren, Señor; fuente sois, y tal os eligió Jesucristo. Ellos os quieren
detenido y encharcado para sí; y Dios, difuso y descubierto para todos.
Cuál ha de ser el descanso de los reyes en la fatiga penosa del reinar ; qué han Corred como fuente, pues lo sois; y para quien os quiere pozo, sed se-
de hacer con sus enemigos, y cómo han de tratar a sus ministros, y cuál poltura.
respeto han de tener ellos a sus acciones. Pide este gran rey, Señor, y pide agua al pie de la fuente en el
brocal del pozo : no pide oro, ni plata, ni joyas; pide lo que sobra donde
Que el reinar es' tarea; que los ceptros piden más sudor que los lo hay, a quien' viene a sacarlo para sí todo. Estos malditos que son
arados, y sudor teñido de las venas; que la corona es peso molesto que carcoma doméstica de los reyes, quieren que sean pozos; Dios manda
fatiga los hombros del alma primero que las fuerzas del cuerpo; que que sean fuentes. Delicto y castigo será contradecir a Cristo, y obede-
los palacios para el príncipe ocioso son sepulcros de una vida muerta, cer a los soberbios y vanagloriosos. Señor, rey, pozo hondo para todos
y para el que atiende son patíbulo de una muerte viva, lo afirman las y abierto para uno que solo y siempre saca, atienda con todos los senti-
gloriosas memorias- de aquellos esclarecidos príncipes que no mancharon dos a ver si conoce algo de su séquito y de su alma en aquellas pala-
sus recordaciones, contando entre su edad coronada alguna hora sin bras del Apocalipsi : «Vi caer del cielo en la tierra una estrella, y
trabajo. Así lo escribió la antigüedad; no dicen otra cosa los santos; fuéle dada llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió
esta dotrina autorizó la vida y la muerte de Cristo Jesús, Rey y Señor el humo del pozo como humo de un horno grande; y el sol y el aire
de los reyes. se escurecieron con el humo del pozo. Y del humo del pozo salieron
langostas sobre la tierra, y fuéles dada potestad como la tienen los es-
Señor, cuando vuestra majestad acaba de dar audiencia, de oír la corpiones de la tierra; y fuéles mandado que no ofendiesen el heno
consulta del Consejo ; cuando despachó las consultas de los demás y de la tierra, ni alguna cosa verde, ni algún árbol; sólo a los hombres que
queda forzosamente cansado, descanse así como Cristo, empezando otro no tienen la señal de Dios en sus frentes.»
trabajo; trate de reducir a igualdad los que le consultan de otros; atien Señor, este lugar tan poseído de amenazas y espantos, donde las
da vuestra majestad al desinterés de los que le asisten, a la vida, a la estrellas caen y el humo sube; rosa tan contraria lo entienden los padres
medra, a las costumbres, a la intención; que este cuidado es medicina a la letra de los herejes; yo me aventuro a declararle de los reyes pozos.
de todos los demás. Quien os dice, Señor, que desperdiciéis en la per- Nada, si bien se considera, es por mi cuenta: el proprio lugar se de-
secución de las fieras las horas que piden a gritos los afligidos, ese clara, y no por eso deja de entenderse de los herejes; que los reyes
más quiere cazaros a vos, que no que vos cacéis. Preguntad a vuestros que se apartan de los ejemplos de Cristo, y le desprecian Y niegan la
oídos si son bastantes para los alaridos de los reinos, para las quejas obediencia a sus mandatos, herejes son desta dotrina, do está escrita
de los agraviados, para las reprehensione s de los púlpitos, para las de- esta cláusula con tantos espantos como letras: estrella que cae, humo
mandas de los méritos, y veréis por cuántas razones vuestro sagrado que sube, horno, escuridad, escorpiones y langostas. ¿Qué fábrica en el
oficio desahucia los espectáculos de que os tengan por auditorio hipote- infierno se compondrá de más temerosos materiales? Hable la cláusula
cado a sus licenciosas demasías. Quien descansa con un vicio una ocu- por sí. ¿Qué es un rey? Una estrella del cielo que alumbra la tierra,
pación, ese descansa la invidia de los que le aborrecen, la cudicia y am- norte de los súbditos, con, cuya luz y influencia viven. Por eso apareció
bición de los que le usurpan, la traición de los que le engañan. Quien estrella a los tres reyes. Todos los reyes, Señor, son estrellas del sol
de un afán honesto descansa con otro, ese descansa así como 'descansó Cristo Jesús; familia suya son resplandeciente. El que cae de la alteza
Cristo. del cielo, el que se aparta de la igualdad de aquella circunferencia, que
Muy poderoso y muy alto y muy excelente Señor, los monarcas a su justicia llegan forzosamente todas sus líneas iguales, ese que del
sois jornalerós: tanto merecéis como trabajáis. El ocio es pérdida del cielo cae en la .tierra, ¿qué cudicia? ¿Qué negocia con apear su luz en-
salario; y quien descansando así os recibió en su viña por obreros, mal cendida a la par con el día y abatirla por el suelo? Negocia las llaves
os pagará el jornal que él ganó así, si así no le ganáis. del pozo del abismo. Era vecino de oro en el glorioso espacio por donde
se extienden en igualdad ,inmensa los volúmenes del cielo, y caía a ser
Señor, los pretendientes, los sedientos, los allegados os quieren pozo llavero de las gargantas del humo de los depósitos de la noche. ¿Qué
hondo y oscuro y retirado a la vista, porque solos ellos puedan sacar hizo este rey en teniendo las llaves del abismo? Abrir el pozo del abis-
lo, que quisieren. Estos, Señor, que alcanzan con soga y no con méritos mo.. ¡Ah, Señor! ¿Quién estuviera tan mal con alguna estrella, que de
paguen con su cuello al esparto lo que le trabajan con el caldero. Pozo llama de aquel linaje que se encendió con la palabra de Dios en el
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más ilustre solar del mundo, sospechara pensamiento tan bajo? Yo CAPITULO XIV
creyera que bajaba la estrella a tomar las llaves del pozo del abismo
para darle otra vuelta, para añadirle otro candado para que otra mano Ningún vasallo ha de pedir parte en el reino al rey, ni que se baje de su cargo,
no le abriese. Mas no fué así; que quien deja el lugar que tenía por ni aconsejarle que descanse de su cruz, ni descienda della, ni pedirle su vo-
Dios, y el ministerio que le fué dado, todo lo dispone al revés. ¡ Qué luntad y su entendimiento: sólo es lícito su memoria. Quien lo hace quién
pensamiento tan vergonzoso para una estrella bajar ella a abrir el pozo
es, y en qué para.
para que suba el humo I Así el texto dice, que subió del pozo humo
como de un horno grande. Rey que deja de ser estrella y se inclina a
Señor : al que mejor sirvió al lado de Cristo rey, lo más que se le
pozo, ¿qué hace, Señor? Precipitarse a sí, que es estrella, y levantar
consintió pedir fué que en el reino se acordase dél, no algo del reino;
el criado, que es humo. La luz y la tiniebla truecan caminos. Estrella y lo más que se le respondió fué: «Estarás hoy conmigo en mi reino.»
que cae, ¿qué puede levantar sino humo? Rey que deja ceptro de mo- No dijo: «Estarás en mi reino por mí»; eso el buen rey no lo concede
narquía por llaves de pozo, desate de las cárceles de la noche contra a alguno. Señor, quien pidiere a vuestra majestad que para salvarle a
sí las escuridades, y sea su castigo, que cayendo porque el humo suba, él se bajase de la cruz, ese mal ministro es, perezca como tal. Quien
no logrará aun esta maldad; porque el humo cuanto más sube más se
con su cruz al lado de vuestra majestad le confesare, y no atreviéndose
deshace, y la enfermedad mortal del humo es el subir.
a su voluntad y entendimiento, se encomendare a su, memoria, ese tal,
ese digo, tenga buena promesa de estar con vuestra majestad en su
El negarle a Dios lo que nos pide, nace de que no conocemos que reino, y véala cumplida. Recorra vuestra majestad la vida de Cristo,
su pedir es dádiva. ¿Qué nos pide que no sea para darnos? Gran mis-
terio, pedirla agua, para que ella se la pida al que se la dará I Quien y verá que niega a t su lado sillas a dos privados, a dos apóstoles, a dos
parientes, y admite a su lado cruces y ladrones. De los cuales, el que
pide desta manerá imitando a Cristo, será padre de sus reinos. Pida tri-
pide a Cristo que se baje de su oficio. (que es su cruz), se condena;
butos para darles defensa, paz, descanso y aumento; no pida a todos
y el que sin entremeterse con la del rey padece en la suya, y no pide
para dar a uno, que es hurto; no pida a unos para dar a otros, que
en el reino parte sino memoria, se salva. En el imperio de Dios no
es engaño; no pida, a los pobres para dar a los ricos, que es locura de-
logra el mal ladrón sus blasfemias acomodadas; y goza el bueno su
lincuente; no •pida a ricos y a pobres para sí, que es bajeza. Pida para
que le pidan, y entenderá la dádiva de Dios, que empieza en pedir y negociación humilde y reconocida. Bien se die; a entender en esto Cristo
acaba en dar. Nuestro Señor, cuando dijo por San Lucas: «Decía a todos: Si alguno
quiere venir detrás de mí niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada
día, y sígame.» Suplico a vuestra majestad, por la caridad de Jesucristo,
Al ministro más alto le es lícito admirarse de las acciones del rey: no divierta su atención de estas palabras, que obedecidas le pueden ser
así lo hicieron los apóstoles. No es lícito adelantarse, ni atreverse, ni la guarda de mejor milicia y de mayor defensa. Señor, a todos decía
entremeterse: así lo hizo el diablo. Halla el criado y el ministro ha-
Cristo estas palabras; no puede la insolencia de alguno desentenderse
blando al príncipe con otro, a solas; no invidie ni recele, no maquine:
admírese y calle; que vos, Señor, habéis de hablar con quien conviene, dellas. Todos es palabra sin excepción, y que no admite achaque en
la familia de Cristo, ni excluye a Judas, ni exceptúa a Pedro.
con quien lo ha menester, no con quien ellos quisieren. Acobardad, Así se ha de hablar, Señor, cuando se mandan cosas como éstas que
Señor, la pregunta curiosa en los vuestros; que entonce s ellos serán
mejores criados, y vos más rey. Ni os pregunten qué buscáis, ni qué ha- importan a la regalía . y autoridad del príncipe, con todos; que quien
manda a algunos, de otros es mandado. «Si alguno quiere venir detrás
bláis, ni qué os hablaron : tengan admiración muda, que es admira-
ción de apóstoles; no admiración preguntadora, que es admiración de de mí» : lenguaje de rey venir detrás, no delante, que es traición y
usurpar; no al lado, que es competir y atreverse; sino detrás, que es
fariseos, que también se admiraban y le preguntaban siempre.
servir. Señor, en nada se ha de ver primero al criado que al señor.
«Niéguese a sí mismo», porque sólo el que esto hiciere no negará a su
rey. Toda la fidelidad de un privado está en negarse a sí las vengan-
zas, las cudicias, las medras, los robos, las demasías, la adoración; y en
negándose esto a sí mismo, va detrás de su señor, y no le va arras-
trando tras sí como alevoso que se concede a sí proprio no sólo cuanto
desea él, sino cuanto los otros; pues de la necesidad ajena saben lo
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que pueden, invidiar a, los méritos y a la virtud. «Y tome su cruz cada confesión descaminado, y que adulaba mal; como si esta fuera suma
día.» No dice: «Tome mi cruz», que eso era darle el remo, sino «torne gloria de Cristo haber venido para la perdición de los demonios, y no
la suya, y tómela cada día», que en esta tarea está la verdad y la antes a la salud de los hombres.» Los reyes, Beatísimo Padre, cabeza
salud. Rey que ruega a otro con su cruz, adelántase contra sí a la blas- primera de nuestra Iglesia que altamente vive en la eminencia del monte
femia del mal ladrón. Señor, vos habéis de llevar vuestra cruz, que son para la salud universal del cuerpo místico suyo, no han de nacer, ni
vuestros vasallos y vuestros reinos, no otro; habéis de llamar a vos heredar, ni venir para destruir y perder y atormentar: su oficio es venir
a los que quisieren ir detrás, no delante; a los que se negaren a sí a fortalecer, a restaurar, a dar consuelo. Y es vituperio (que deben sentir
propios; y juntamente habéis de mandar que no os siga sino el que sumamente y reprehenderlo y contradecirlo luego' con las obras) que
cada día tomare su cruz; y ha de ser cada día, porque el día que digan viene a atormentar aun a los delincuentes. Los demonios (nadie
quien os sigue deja de tomar su cruz, toma la vuestra, y esto no es puede ser peor) le dijeron que venía a atormentarlos; y dice Tertuliano
seguiros, sino perseguiros. que fué invidia y confesión del enemigo, y que adulaba mal, pues él
venía a traer salud y no calamidades; y porque los desmintiese el suceso,
les concedió a los demonios .luego lo que le pidieron. Al delincuente
CAPITULO XVI venga el rey a emendalle y a reducille; que atormentar no es razón,
sino vituperio; es mala adulación. Ser tirano no es ser, sino dejar de
Cómo nace y para quién el verdadero rey, y cómo es niño; cuáles son los reyes
ser, y hacer que dejen 'de ser todos. ¡ Ah, ah, Pastor vigilantísimo del
,

que le buscan, y cuáles los reyes que le persiguen.


mejor rebaño! ¡Cuánto+ padece de calamidad el orbe con las hostilida-
des injustas que por tantos lados turban su paz, alentadas por el ene-
La primera virtud de un rey es la obediencia. Ella, como sabidora migo común con el soplo vivo de la que llaman razón de Estado, am,
de lo que vale la templanza y moderación, dispone con suavidad el
bición y venganza, para la desolación de las repúblicas! Vuestra Bea-
mandar en el sumo poder. No es la obediencia mortificación de los titud, pues se halla en la cumbre de los montes con la altura de la, pri-
monarcas; que noblemente reconocen las grandes almas vasallaje a la
mera silla, fundada en ellos con buena estrella de los hijos de la fe en
razón, y a la piedad y a las leyes. Quien a éstas obedece bien, manda;
vuestra elección, mire estas turbaciones públicas, y el estado miserable
y quien manda sin haberlas obedecido, antes martiriza que gobierna.
de los que a gritos las lloran; porque mirarlas y remediarlas, todo ha
de ser uno en quien ha sido elegido de Dios para el remedio de todos.
Mucho tiene de enigma esta proposición mía: «Han de ser los
reyes obedientes hasta la muerte»; y por otra parte: «Es muerte de los
Que haya hecho grandes a las repúblicas y a los reinos la pobreza,
reyes y de los reino s que' sean obedientes.» Mas la verdad desata esta
y que el día que se acabó y se volvió en abundancia Perecieron, hasta
tiniebla y amanece esta noche, para despejar sus horrores a la luz del
las bocas profanas lo han dicho. Juvenal no llora por otra cosa la ruina
entendimiento. Obedecer deben los reyes a las obligaciones de su oficio,
de Roma con aquellas animosas palabras (Sat. 6):
a la razón, a las leyes, a los consejos; y han de ser inobedientes a la
maña, a la ambición, a la ira, a los vicios. No pongo entre estas pestes Nullum crimen abest, facinusque libidinis, ex quo Paupertas Romana perit.
los criados y los vasallos, porque en todo discurso eso se está dicho.
Y son cosas contrarias obedecer el rey al siervo; y cuándo se ve, es Señor, este ejemplo de Cristo a los que le han tomado les ha sido
un monstruo de la brutalidad que produce el desatino humano para gloria y remedio; a los que le han despreciado, inviando ministros por
escándalo de las proprias bestias. sus reinos, no a que saquen sino a que arranquen,, no a que pidan sino
a que tomen, premiando al que más sin piedad desuella los vasallos, ha
Para esto nacen los reyes, para su desnudez y desabrigo, y remedio sido ruina, y desolación, y levantamiento universal de las provincias y
de todos; no para destruir a alguno, ni desacomodar a nadie. ¡ Con reinos.
cuántas ventajas de elegancia dijo esto aquel prodigio de Africa, Quinto Con buenas canas de antigüedad lo refiere Polibia: «Porque en la
Septimio Florente Tertuliano! Considerando aquellas palabras del ca- guerra pasada,' presumiendo tenían para ello justas causas, con mucha
pítulo 8, de San Mateo : Quid nabis, et tibi Jesu Fili Dei? «¿Qué hay soberbia y avaricia habían gobernado los pueblos de Africa, tomádoles
entre nosotros y entre ti, Jesús hijo de Dios? Veniste aquí antes de la mitad de todos sus frutos, y doblándoles los tributos, ningún delito
tiempo a atormentarnos», dice este gran padre, concurrente de los após- habían querido perdonar aun a aquellos que con ignorancia habían pecado.
toles: «Reprehendió Jesús ál demonio corno a'invidioso, y en la propria De los magistrados, a aquéllos solos habían premiado, no los que con

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benignidad y clemencia hubiesen administrado sus cargos, sino que hu- le echan menos, donde asiste no le ven, en todas partes falta, en nin-
biesen amontonado mucha dinero en el tesoro, por más injusticias y tira- guna parte está : fuera de su obligación, está fuera de sí. Este fué uno
nías que hubiesen ejecutado contra el pueblo, cual fué este Anon de de los mayores misterios del soberano rey, y de los más dignos de su
quien hicimos mención arriba. Con lo cual parecía que los pueblos de monarquía y providencia.
Africa podrían ser inducidos fácilmente a rebelión, no solamente con
persuasión de muchos, mas aun con un solo aviso. Pues las mujeres mis-
CAPITULO XVIII
mas que en el tiempo pasada habían visto llevar a sus maridos y hijos
hechos esclavos por no haber pagado los tributos, se conjuraron en todas A quién han de acudir las gentes. De quién ha de recibirse. El crecer y el dis-
las ciudades, no sólo no ocultando algo de los bienes que les habían minuir, como se entiende entre el criado y el señor.
quedado, antes dando (lo que parece increíble) de su voluntad hasta sus
mismas joyas para pagar los sueldos.» Santísimo Padre, oídme atento: bien merecen mis voces tan grande
atención. A vuestro cargo están los reyes de la tierra, y sobre sus
Señor, el ministro que fué a buscar vuestro socorro para defender coronas están vuestras llaves: oid la habilidad de los traidores. Vieron
vuestros reinos, y a fuerza de sangre de vuestros vasallos os trae en que el levantarse con los reinos, o intentarlo, o pensar en ello era
la ruina dellos y en su sangre chupada más manchas que tesoros, ése delito digno de muerte y que se llamaba traición, y acogiéronse por
no sólo no ha de medrar, antes el castigo público le ha de hacer ejem- temor de los castigos a levantarse con los reyes: cosa que, siendo
plo y escarmiento. El que os trae poco por dejaras mucho en vuestros más sacrílega, es tenida por dicha, y el que lo hace, por ministro, no
pueblos y en vuestros vasallos, y llevó por contadores la piedad y la por aleve. Lo uno castigan los reyes, lo otro premian. ¡ Oh gran ti-
justicia, y trajo enjuto de lágrimas de los que le dieron lo poco que niebla del seso humano ! ¡Que haya príncipe que acaricie al que se
trajo, ése, Señor, medre y sea premiado: reconózcale vuestra majestad levanta con él, y que castigue al que se levanta con el reino, siendo
por buen dicípulo de la estrella de Belén. Y cuando han sucedido seme- aquél peor, más osado! Porque el uno usurpa a Dios su teniente, de-
jantes robos y delitos en las repúblicas, y se les sigue la peste armada pone a Dios su elección; y el otro emprende los pueblos encomen-
de muertes, y las enfermedades habitadas de venenos, y se ve que la dados, que aquél arrebata más seguro y más dueño. Y hales caído esto
naturaleza deja fallecer las plantas y morir de sed por falta de lluvias tan en gracia a los desvanecidos y facinorosos, que desde que los reyes
los sembrados, grave delito es, Señor, acudir por las causas destos azo- consienten privanzas, desechan las conjuraciones y levantamientos por
tes, los que los merecen de la mano de Dios, a la inocente astrología, necios y arriesgados. ¿Qué falta hacen las comunidades, donde hay
y querer que sea causa de tanta ruina la malicia del cielo, cuando la es quien se levante con el rey? A César, y a Tiberio, y a Claudio, los
la de la tierra. Esto, Señor, es huir del remedio, que es acudir a Dios motines y levantamientos les fueron ocasión de gloria y de esfuerzo,
con la enmienda y satisfacción, y no pretender disculparse con malos mas los privados de ruina y de afrenta. Más le costó a Tiberio, Seyano,
aspectos y oposiciones de astros: por ; lo cual todo queda sin remedio, que todas sus maldades y todos sus enemigos. Hagan los príncipes la
siendo la causa el sacrilegio, como Simaco dice. cuenta con las historias en todos los reinos, en todas las edades, y
verán cuánta mayor maldad es levantarse con ellos que con sus reinos.
CAPITULO XVII Allí verán que a los que la traición quitó los estados, llaman hombres
sin dicha los coronistas y historiadores; y a aquellos a quien les quitó
El verdadero Rey niño puede tener poca edad, no poca atención: y ha de em- el ser reyes el valimiento, los llaman hombres sin entendimiento y sin
pezar por el templo, y atender al oficio, y no a padre ni madre. valor. Los que padecen esta nota en la memoria de los hombres, des-
pués de su muerte, aunque les permitieran el volver a nacer, lo rehu-
Santísimo Padre, quien hace su oficio, y atiende 'a lo que le invían, saran por no verse tales como fueron. ¡ Qué universalmente descartó
y acude a Dios, y asiste al templo, y se da a la Iglesia, y oye los doto- esto San Juan, cuando dijo: «Que no ha de recibirse nada, sino lo
res, y los pregunta, y los responde, acudiendo a lo que es de su cargo, que fuere dado del cielo»! El reino dióle Dios al rey (excluido está
aun donde no está no le echan menos; y no puede faltar de ninguna de recibirle el privado), la majestad y el poder. Y si ha de recibir
parte quien atiende a lo que manda Dios. Y, por el contrario, quien sólo lo que le fuere dado del cielo, excluída está el cohecho, y la
huye de la Iglesia, quien se aparta del templo, quien se esquiva de su negociación, y el presente y la niñería, que arreboza con esta humildad
oficio, quien deja su obligación, donde está le buscan, los aue le tratan los tesoros.
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Bien pasara sin detenerme,. por las palabras que otro alguno no libertad. Pues ¿cómo, monarcas, lo que el que quiere ser privado jus-
tifica para la medra de su invidia, admitís por lícito y provechoso?
ha advertido; mas como hablando de un privado Juan. las dice otro
Y los propios privados os harán creer que a vosotros os es indecente
Juan privado, no excuso advertir a los príncipes y a los poderosos
no consentir por malos y detestables los que ellos propios acusan y
en ellas. «Y venían y se bautizaban. Aún no habían preso a Juan, y
degüellan porque lo son, para serlo ellos. Esta sola justicia he cono-
hubo cuestión entre los dicípulos de Juan con los judíos.» ¡ Extraña
cido y leído siempre en los que mal han privado, sin excepción: que
cosa decir que aún no estaba preso, cosa que constaba de la historia 1
unos han sido castigo de otros, y los más afrenta de sus señores y
No es pluma la de San Juan, que escribe rasgo sin misterio. Advertir -
ruína de sus reinos. ¿Queréis ver, príncipes, cuál engaño padece, no
los que priváis, que aún no estaba preso el privado; aún no estaba en
vuestra vida, que ese era corto; no vuestra hacienda, que ese era vil;
la cárcel Juan, y ya los suyos levantaban canteras y marañaban cues-
no vuestra comodidad, que ese era delgado, vuestra honra, que es
tiones. Preso un poderoso, cierto es que todos hablan dél y contra él;
mucho; vuestra salvación, que es todo? Decidme,. ¿cuál acusación ha-
mas antes de cae antesantes de la adversidad, los más propios, los más de
béis admitido contra algún favorecido vuestro, en que no os prometan
casa arman cuestiones y voces, y le desasosiegan la buena ventura. No

grande restitución al patrimonio, gran satisfacción a las partes? Y si
es • el peligro estar en la cárcel, sino en la privanza. «Este gozo se me
hacéis la cuenta, hallaréis que os cuesta cien veces más a vosotros y a
cumplió : él importa que crezca y que yo me disminuya.» 1 Qué bien vuestro reino el satisfacer la hipocresía de los acusadores, que se os
lo dijo el más que profeta! Aquí deslindó toda la materia de Estado
aumenta de la perdición del caído. Este es el engaño que os atraviesa
divina y humana. No les queda licencia a los confesores ni a los teó-
las almas. Quien acusa al que tiene y al que puede, para poder él y
logos para absolver los unos y interpretar los otros la que contra estas
tener, ese al criado acusa la dicha y al señor el talento; y el castigo
palabras se cometiere. Privados, si oís otra cosa que lisonjas, oíd el
es igual en el criado y en el príncipe. Siempre he visto, y siempre lo
goza que dice San Juan, que es que crezca su rey, y que él se dis-
veréis, que destas persecuciones y visitas hechas por desembarazar para
minuya. ¡ Oh reyes! Luego importa que el criado se disminuya y
sí el que acusa los delitos que acusa, se sigue que vosotros quedáis
que el rey se aumente. En este solo aforismo está la medicina de por este engaño depuestos de la dignidad, como el ministro del oficio,
todos los gobiernos. No aprovecha que el rey crezca y el criado tam-
y más condenados que el preso y depuesto; porque quedáis conde-
bién; porque el criado no puede crecer sin la disminución del rey, nados a otros peores que aquél, y a padecer muchos ímpetus de cu-
de lo que le quita en la riqueza, de lo que le usurpa en el poder, de lo
que le estraga en la justicia, de lo que le desacredita en la verdad, de dicia recién nacida.
Santísimo Padre, puerta es de vuestras llaves la de la salud de los
lo qué le descuida en su obligación. Y esto no es crecer entrambos, es
disminuirse el rey porque crezca el vasallo; y ha de ser al revés, y dice
,
pueblos, la de la salvación de las gentes; por aquí tienen paso al cielo,
,
que vos abrís y cerráis, las almas de los potentados del mundo. Ense-
San Juan Bautista que conviene. Y esto, oh miserables favorecidos de
rialdes con el ejemplo de San Juan esta verdad: que importa que
los príncipes, los que no lo entendéis así!, a vosotros os conviene, por-
ellos crezcan y los criados se diminuyan (lo que él cumplió tan presto,
que en disminuir está vuestra triaca contra la invidia; y sólo os es de
perdiendo la cabeza). Lo proprio, Santísimo Padre, que ha de ser
salud un modo de crecer, que es crecer por la diminución.
entre los criados y los reyes, ha de ser entre los reyes y la Iglesia : ella
¿Queréis ver, ¡ oh monarcas! (con todos hablo), qué delito es cre- conviene que crezca, y los reyes se diminuyan; no en el poder ni en
cer el criado y diminuirse el señor, y cuán gran delito es y qué pena la majestad, en la obediencia y respeto rendido al vicario de Cristo,
merece? Aprendeldo de los proprios criados: oidlos a ellos. Decidme,
a esa Santa Sede.
príncipes: los castigos tan ciertos y tan frecuentes y •tan grandes de Dos criados tuvo Cristo : uno, que fué Juan, se diminuyó para que
todos los privados, que se han hecho; que visteis hacer a vuestros creciese el rey; y éste fué hombre inviado de Dios, y entre los naci-
padres; que vosotros hicisteis, ¿quién os lo aconsejó? ¿Quién os los dos ninguno mayor que él. ¡ Gran cosa! ¡ Nadie mayor que el dimi ,
dispuso? ¿Quién los acriminó? Todos me responderéis, concordando nuído!OtrqisceélyunoisSera;yétfu
con las historias, que otros ambiciosos que quisieron para sí, con nom- Judas, hijo de perdición, y que le valiera más no haber nacido. De
bres de servicios, lo que condenan en los otros por traición y por aquel primero pocos imitadores se leen y se ven; déste, su fin, sus
robo. Bien mereció castigo gel que privó diminuyendo al rey y cre- cordeles, su horca, su bolsa, su venta, su beso, se precia de gran séquito
ciendo él: su patrimonio es la horca; soga y cuchillo son el estipendio y de larga imitación; y toda su vida presume de señas de muchos y
de su desvergüenza, Mas no merece menos la prisión y la muerte eI de original de muchas copias, por lo proprio ajusticiadas.
que acusa a aquél por cudiciar para sí sus delitos, no para el rey la
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CAPITULO XIX No parece lícito contradecir ni prohibir nada el criado al señor: no
parece lícito, porque los atrevidos• vuelven la cara hacia otro lado por
De qué manera entre el rey y el valido en su gracia se cumplirá toda justicia; dejar pasar la verdad. Santísimo Padre, en las honras proprias y mer-
y de qué manera es lícito humillarse el rey al criado. cedes excesivas que se les hacen a ellos, lícito les es el prohibirlo, el
rehusarlo. Mas los mañosos, que la dotrina la ajustan al talle de su
pretensión, prohiben las mercedes de los otros, que luego que no son para
/Oh privados, oh reyes! Tened respeto los unos hasta a la correa ellos, son excesivas; y las proprias, aunque sean demasiadas, se ad-
del zapato de vuestro príncipe; los otros haced reverenciar hasta vues- miten con queja por pequeñas, y a veces la insolencia del ministro
tro calzado. Yo, con toda humildad y reverencia, admiro en estas obliga al príncipe que le ruegue para que acepte lo•que no pudo el
palabras las interpretaciones de los santos que sirven al misterio. Vos- criado cudiciar sin delito, ni conceder el príncipe sin afrenta. Prohi-
otros, todos los que mandáis y aspirái s a mandar, atended a mi expli- bióselo diciendo : «Yo he de ser baptizado de ti.»
cación. Juan, primero privado escogido, cuando ve vacilar en el reco-
nocimiento del Señor verdadero, de su Rey eterno, del Rey Dios y «Así conviene que cumplamos nosotros toda justicia.» Esta no es
hombre, en estas palabras dice todo lo que se ha de decir, y todo lo cláusula, es sima infinita de misterios. Santísimo Padre, ¿cómo? /Que ni
que no se ha de hacer: «No soy digno de desatar la correa de su en el encarnar, ni en el nacer, ni en el morir, ni en el resucitar dijese
zapato.» Pues, Santísimo Padre, si Juan privado no es digno de des- que cumplía toda justicia, y aquí lo dijese, cuando él es bautizado
atar la correa del zapato de su Rey, ¿qué será del criado que inten- de Juan, y Juan dél! ¿Qué hay aquí de justicia? ¿Cómo se cumple
tare atar con la del suyo a su rey? ¿Qué cosa es atar el criado al toda justicia donde el hecho es sacramento; donde no hay pueblo?
• señor? Eso no se ha de presumir de toda la perdición del seso ambi- Río era, y no tribunal, en el que estaban. Esta vez el agua del Jordán
cioso de los hombres; es menester para tan sacrílega osadía toda la vidriera es de toda la justicia de Dios, de toda, y cumplida en todo.
desvergüenza del infierno. No sólo no ha de atar el criado ni el mi- Dejar el rey su casa y su ciudad por el bien de sus reinos, justicia es.
nistro al rey, mas ha de conocer y confesar que no merece desatar Buscar el criado qué no se halla digno de desatar la correa de su
la correa de sus pies. Lo que el rey añuda, nadie, si no es Dios, y la zapato, justicia es. Humillarse por salvar los que tiene a su cargo, jus-
razón, y la verdad, lo puede desatar sin delito. Majestad tienen los ticia es. Desnudarse por los que han menester su desnudez, justicia es. .

reyes hasta en los pies : digno es de reverenda su calzado. Pues si Rehusar Juan levantar la mano sobre la cabeza de su Señor, aun para
no es lícito desatar la correa del zapato, ¿cómo será lícito desatar al bendecirle, justicia es. Estorbar que aun en el desierto el silencio de
rey de su alma, al rey de sus reinos, al rey de su oficio, al rey de las peñas y la fuga del agua y el roído le vean más alto que su Señor,
la religión, al rey de Dios? Esto el que lo hace, el que desata al rey justicia es. Mortificarse el criado con la obediencia en tan altos favo-
destas cosas, no es ministro, no es privado, no es vasallo, no es hom-
,
res, justicia es. Autorizar el Rey los despachos de tan grande ministro
bre: lo que es dígalo por el Bautista el evangelista San Juan, que yo con tan prodigiosa demostración, justicia es. Que el rey pase por lo
no me quiero atreve r a decirlo, ni caben en mi autoridad sus pala- que ordena que pasen todos, justicia es. Que el príncipe, para intro-
bras, que son dignas dél solo. Oigan los reyes y los emperadores al duda- el remedio de los suyos, no repare. en desnudarse de la majestad
águila, que es autor de coronas imperiales y blasón propio suyo: ni en humillarse, justicia es. Que empiece por sí mismo la ley que quiere
«Y toda espíritu que desata a Jesús, no es de Dios, y este es espíritu dar a todos, justicia es. Que use del .remedio que da, justicia es; pues
de Anticristo.» El un Juan lo dice, qu'e el que desata a Cristo es es- aunque no le ha menester para la disculpa, le ha menester para el
píritu de Anticristo; y el otro Juan, que vino antes de Cristo y fué ejemplo.
inviado dél, cuando dice estas palabras no sólo confiesa que no ha de Solos estaban Cristo y San Juan, mas no por eso el privado se
desatar a Cristo, sino que no merece desatar la correa de su zapato. alargó en admitir favores, ni usó de familiaridad; recibió el criado
Y el uno que lo hace fué el privado, y el otro el querido. Y el que aquella honra que le mandó el Señor que la recibiese. De otra ma-
no los imitara, si desata a su rey, ¿qué será? Ya lo ha dicho San nera negocian su perdición en el mundo los ministros que (como ellos
Juan. Y si le atare (lo que no se puede creer), será Judas. Ese le vendió dicen) cogen a sus príncipes a solas, sin entender que el príncipe para
y entregó per dineros a la cárcel y a los cordeles. Con razón, pues, el criado no puede estar solo, porque el reino y el oficio, y el ser lugar-
Cristo se viene al Jordán a buscar tal criado, a honrarle y a ser bau- tenientes de Dios no son separables del rey. Bien habrá habido criados
tizado dél. que hayan visto desnudos a sus reyes delante dellos, y humillados;
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73
mas esto no habrá sido) porque los reyes proprios lo hiciesen por el bien quiere saber las fieras que se emboscan en la felicidad de los que mal
común, ni lo rehusarían los malos criados. Por eso en los tales con su le asisten, hágalos unos días sombra, retíreles algunas veces sus rayos,
rey, no se cumple toda justicia como aquí; sino toda maldad y toda déjelos (aunque sea por muy poco tiempo) a escuras, y verá en qué
cudicia. Na dice Dios que estos son sus hijos. No sólo no lo dice Dios, sabandijas desperdiciaba sus luces, y cuánta más verdad debe a su noche.
mas sus padres se corren de haberla sido, y de que ellos digan que lo Malas costumbres son las de la costumbre, y desagradecidas; en
son. Aquí fué en el Jordán donde «se apocó a sí mismo recibiendo el criado con el señor engendra confianza para él, y desprecio para el
forma de criado». No le. apocó el criado, él se apocó. El criado quería amo. Dicen que es otra naturaleza; y dos naturalezas solas en Cristo
reverenciarle como Señor; mas él, porque conociesen que era el Señor Nuestro Señor, que es Dios y hombre verdadero, se ven. Desto hablo.
que lo merecía ser, se apocó recibiendo la forma de criado. Apocarse Si un hombre es de tan mala naturaleza, que consiente que los malos
es virtud, es poder, es humildad; dejarse apocar es vileza, es delito. le acostumbren a su trato, y esta costumbre se vuelve en él otra natura-
Siempre Cristo mostró que en todo lo que se hacía con él tenían poca leza, ¿por dónde hallará entrada el remedio, y salida el daño? No im-
parte los que lo hacían, ni el poder. Iba preso, guísale librar Pedro, porta tanto apartar los que se allegan como los allegados; si son bue-
y le dijo: «¿Piensas que si yo quisiera librarme, y pidiera a mi Padre nos, no por eso los pierde; si malos, por eso no le pierden. Quien
que me inviara de guarda un ejército de ángeles, que no me los in- ve que siempre tiene a uno, y cree que siempre le tendrá, siempre le
viara?» A Pilatos, cuando le dijo que tenía poder de darle muerte y tendrá en poco. No se deben volver las espaldas a los enemigos, que
librarle, le respondió que no tuviera poder si no se le hubiera dado es infamia; mas pueden volverse a los amigos, por ser cordura. Dice
de arriba. «Yo tengo potestad de vivir y morir», dijo. el refrán francés: «De quien me fío, me libre Dios; que de quien no,
me libro yo.» Ya que es bien político, yo le enmiendo para que sea
CAPÍTULO XXI pío; y porque sin Dios no podemos librarnos del mal, le corrijo : «De
quien me fío, me libre Dios: que de quien no, ya me libró.» Vulgar
En que se inquiere (siendo cierto que todas las acciones de Cristo Nuestro cosa son los refranes, mas el pueblo los llama evangelios pequeños:
Señor fueron para nuestra enseñanza) cuál doctrina nos dió con los grandes véalos con buen nombre este tratado. LOE ministros, muy poderoso
negocios que las apariciones despachó después de muerto y resucitado, no Señor, han de ser tratados del príncipe soberano como la espada, y
pudiendo nosotros resucitar en nuestra propia virtud, y en elegir en apóstol ellos han de ser imitadores de la espada con el príncipe. Este los ha
a San Pablo después de su gloriosa ascensión a los cielos. de traer a su lado, ellos han de acompañar su lado. Y como la espada
para obrar depende en todo de la mano y brazo del que la trae, sin
El lado de los grandes príncipes, en algunos de los que abrigan con moverse por sí a cosa alguna, así los ministros no han tener otras
él siempre su valimiento, tiene la asistencia que la alma eterna en el obras y acciones sino las que les diere la deliberación del señor que
cuerpo mortal; pues como ésta le disimula la corrupción, los gusanos los tiene a su lado. No acredita menos suspendido el rigor de los cas-
y la ceniza, que en dejándole deshabitado se manifiestan, así aquél tigos por los ministros, al respeto que el no delinquir le tienen los
reprime el temor, la desconfianza y la incredulidad y otras cosas que vasallos, que la espada al valiente, cuando siempre en la vaina, de
valen por gusanos y horror. No consiente l a familiaridad del príncipe miedo, ninguno se atreve a ocasionarle que la saque. Al que siempre
que las advertencias leales, o las quejas justas, o las acusaciones celo- la trae en las pendencias desnuda, espadachín y revoltoso le llaman,
sas le descubran el asco que encierran los tales en los sepulcros de sus no eslorzado. No es más discreto muchas muertes en un médico, que
conciencias. No porque el monarca manda que no le desengañen, sino muchos castigos en un rey. Sean, pues, al lado del rey sus ministros
porque la gente engañada con el esplendor de la fortuna en que los como la espada. Esta, Señor, importa, y por eso se trae para la de-
mantiene siempre acerca de sí, o respeta su elección o la teme. Ignó- fensa de la propia persona al lado: y los que estiman su persona y
rense los peligros que hay en los caminos, y los venenos que se retraen vida, no sólo miran que sea de buena ley, sino que la prueban por
en las cavernas, y las fieras que se ocultan en los bosques, en tanto si salta de vidriosa, o se queda cíe blanda, lo que resulta del mal temple.
que el día con luz benigna desarreboza el mundo de las malicias de Lo mismo, y con más razón y cuidado, se debe hacer con los minis-
la sombra; empero en cayendo por su ausencia la noche.sobre la tierra, tros que se traen al lado. Probarlos, Señor: que suelen saltar con la
a quien ciega y hace invisible, los ladrones se apoderan de los pasos, pasión fuera de los limites de la equidad y justicia, y quedarse por el
vuelan las aves enemigas del sol, las sierpes desencarcelan sus asechan- interés torcidos y con vueltas. Y es mejor que' salte y se quede en las
zas, y los lobos aseguran los hurtos de sus dientes. Si un príncipe pruebas para el desengaño del príncipe, que en los despachos y tribu-
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nales para ruina de la república; cuanto es mejor que la mala espada estando comiendo los once, se les apareció, y reprehendió la dureza de
se quiebre y tuerza contra la pared probándola, que en la pendencia su corazón porque no creyeron a los que le hablan visto resucitado.»
con manifiesto peligro del que fió della. Estas cosas son tales, que en los ministros del lado se han de saber
Que esto se deba hacer y que se haya hecho, yo lo probaré con para darlas remedio y no castigo para mejorarlos, no para deponerlos,
ejemplos magníficos de un emperador y un sumo pontífice. Fadrique ni se pueden saber por los hombres, ni descubrirse de otra manera,
Furia, en el tratado Del consejo y consejeros, refiere de Erasmo, en el que faltándolos algunos días, retirándoles el abrigo de su persona. Cristo,
panegírico al rey don Felipe II, estas palabras: «Para conocer el prín- que pudo resucitar como Dios y hombre en su propria virtud, hizo
cipe si los consejeros le aconsejan fielmente, finja pedirles consejo en esta prueba, sabiendo los corazones de los suyos, para que el hombre,
cosas que son contrarias al bien público_ , diciéndoles que, aunque sean que si muere no puede resucitarse, haga con la ausencia y el retira-
tales, todavía importan al real servicio por ciertos diseños, como sería miento lo que no puede hacer muriendo y enterrado.
romper leyes importantes, privilegios grandes, poner tributos excesivos, La causa única de las inadvertencias confiadas de los criados pre-
y otras semejantes; y de la respuesta que los consejeros le dieren puede feridos para con sus señores, es persuadirse que siempre han de vivir
en alguna manera colegir qué tal .es su amor para con la república.» para ellos; que nunca les pueden faltar. La medicina es que les falte
Esto, Señor, expresamente es aconsejar que se prueben los ministros. algún tiempo lo que a eternidad se prometen, para que no merezcan
Y si bien Erasmo en otras cosas fué autor sospechoso, este consejo está que para siempre les falte lo que para siempre quieren. Quiere dar
católicamente calificado. No con menos majestad que la de un empe- las llaves a San Pedro y hacerle su vicario y cabeza del apostolado, y
rador refiere la Historia Tripartita «que Constantino emperador quiso aguarda que esté pescando en el mar. Quiere que se acuerde de su
saber si los, que le servían y aconsejaban eran fieles, y publicó que oficio y del barco y las redes que le hizo dejar de la mano; mas no
todos los que quisiesen dejar la fe de nuestro Redentor Jesucristo y quiere las deje de la memoria cuando le encumbra en tan soberana
volver a servir a los ídolos, lo pudiesen libremente hacer; que él no dignidad. Conoció San Juan primero a Cristo; mas Pedro, en oyéndole,
dejaría de servirse dellos y tenerlos por amigos. Dejaron algunos la fe estando desnudo se vistió para echarse como se echó en la mar; siendo
y volviéronse a ser idólatras, y el emperador no se sirvió más de los así que estando vestido, para echarse en el agua, se debía desnudar.
que la dejaron». Lleno está de misteriosos preceptos este capítulo: Vuestra Majestad
les dé la atención religiosa con que atiende al gobierno de su inmensa
Si no es de buen maestro, dicípulo de la fidelidad. de la verdad, monarquía.
de la humildad, de la templanza, de el desinterés, más bien acom- CAPfTULO XXIII
pañado anda sola el lado del príncipe, que con él. Si por nuestra natu-
raleza no hay hombre que esté siempre igual consigo mismo, y son La milicia de Dios, de Cristo Nuestro Señor, Dios y hombre; y la enseñanza
pocos los que cada día no están muchas veces consigo desiguales, ¿cómo superior de ambas para reyes y príncipes en sus acciones militares.
podrá ser natural cosa estar siempre igual con otro? Esta, ya lo he
dicho, no es naturaleza, sino costumbre; y quien debe imitar a Dios SECCION PRIMERA
ha de advertir que Cristo nuestro Señor, Rey, Dios y Hombre, no dijo:
«Yo soy costumbre», sino: «Yo soy verdad.» Nadie extrañará este capítulo (que divido en dos secciones, porque
son dos las milicias de su argumento) sabiendo que Dios se llama
Señor: Si un rey (no digo por tres días, sino per tres horas) se Dios de los ejércitos, que mucho •tiempo eligió capitanes generales, es-
muriese de prestado para los que le asisten, para aquel en cuya casa cogió los soldados, ordenó las jornadas, dispuso los alojamientos, fa-
obró mayores maravillas, 1 qué presto se vería vivo buscar entre los cilitó las interpresas y' dió las vitorias. Esto se lee en todo el Testamento
muertos, y no dar crédito a lo que en su, favor se dijese, n partirse des- viejo, Moisen, David, Josué y Judas Macabeo. No trataré de aqUel gé-
confiados, y verle y tenerle por fantasma, y no creerle a él mismo hasta nero de guerra en que Dios con ranas y mosquitos deshacía a los tira-
escudriñarle las entrañas con las manos! Todo esto sucedió a Cristo nos, ni del escoger los cobardes y dejar los valientes para vencer, ni
Jesús, de tal suerte que en la última aparición (numérala sétima el reve- de abrir en garganta el mar para que tragase a Faraón con todas sus
rendo padre Bartolomé Riccio, de la Compañía de Jesús, en su docto escuadras. Este modo de milicia, muy poderoso Señor, no se puede
y hermoso libro Vita D. N. Jesu Christi ex verbis Evangeliorum imitar; empero débese imitar la santidad d e aquellos reyes y caudillos,
in
ipsimet concinnata), antes de subir a los cielos, se lee : «A lo último, para merecer de Dios que le use con nosotros. Ya repitió el milagro de
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Josué con fray Francisco Jiménez de Cisneros, bienaventurado arzo- cuando últimamente los franceses echaron aquella nación de Francia,
bispo de Toledo, en la batalla de Orán. ¿Cuántas veces invió al glo- diciéndole con fanfarronería otro capitán francés: «Monsiur, ¿cuándo
rioso apóstol Santiago, único y solo patrón de 'las Españas, a dar vito- nos volveremos a ver en esta tierra?» Respondió: «Cuando vuestros
rias gloriosas a su pueblo y a aquellos reyes que en oración y lágrimas pecados sean mayores que los nuestros.» Los sacrilegios horrendos de
confiaban con pocas fuerzas en sólo su auxilio? De manera que esta los hugonotes en estos días, gobernados por los sacrílegos Mos de Xa ,
parte de milicia, que no se puede imitar, se ha de procurar merecer; tilonymarscdeFz,otrsquelamncóio,
pues siempre Dios es Dios de los ejércitos. . parece que apresuran la vuelta del inglés a Francia; si los pecados,
Dos tosas son de admiración en la materia de guerra: La una, excedidos le han de volver y yo no yerro la cuenta, ya le traen.
que siendo la gente que la sigue la que no sólo está más cercana a la Dios Nuestro Señor muchas veces castiga con los malos a los que son
muerte, sino por poco sueldo vendid a a la muerte, es la que no sólo se peores; parte de castigo, y no pequeña, es la infamia del instrumento
juzga lejos della, sino exenta. La otra, que en las conferencias, y juntas del castigo. Hasta agora he dicho yo que solos los preceptos militares
y consejos en que los soldados o los oficiales con el general tratan de de Dios se han de platicar siempre sin consideraciones de tiempos m
cosas militares, que es frecuentemente, no se oye: «Esto mandó Dios interpretaciones de ingenieros; agora quiero mandar el silencio , forzoso
a David, esto a Moisen, esto a Josué y a Gedeón»; y nunca dejan de a sus réplicas con referírselo en las palabras del mismo Dios, que en
la boca a Alejandro, a César, a Escipión, a Anibal: siendo las hazañas el 26 del Levítico son éstas : «Si 'os gobernáredes por mis preceptos,
y vitorias destos dictadas de perdido furor, de ciega ambición, de ra- perseguiréis a vuestros enemigos y caerán delante de vosotros. Vence-
biosa locura u d e abominable venganza; y aquéllas, de la eterna y rán cinco de vosotros ciento de los suyos, y ciento vuestros a diez mil
inefable sabiduría. Dirán que aquel género de milicia de David y los dellos. Caerán a fuerza de la espada vuestros enemigos en vuestra pre-
demás, los tiempos le han variado y hecha impracticable; y no es así, sencia. Empero si no me oyéredes a mí, caeréis vosotros delante de
ni tiene la culpa el tiempo con las nuevas máquinas de fuego y dife- vuestros enemigos, y seréis sujetos a los que os aborreten, y huiréis
rentes fortificaciones, sino el distraimiento que padecen los ánimos be- sin que nadie os persiga. Daré miedo en vuestros corazones; espantaron
licosos, que no les deja meditar los procedimientos llenos de misterios ha el sonido de la hoja que vuela, y huiréis della como de la espada;
del pueblo de Dios, en las cosas que no habrá tiempo que las varíe, caeréis, sin que nadie os derribe; caeréis cada uno sobre vuestros her-
ni siglos que no las reverencien y verifiquen. Esforzaréme a probar manos, como huyendo las batallas ; ninguno de vosotros se atreverá
esta. Ya hubo un libro en tiempo de Moisen, cuyo título era: a resistir a sus enemigos.» Dios manda que estos preceptos se sigan;
Libro de las batallas del Señor. (Está citado este libro en el capítulo Dios ofrece que vencerá quien los siguiere;. Dios dice que siguiéndolos,
XXI de los Números.) De lo que en él se contenía son varios los pa- cinco soldados vencerán a ciento, y ciento a diez mil. Y Dios amenaza
receres; yo sigo el de aquellos padres que dicen había mandado el y dice que quien no los siguiere y obedeciere, huirá del són de la
Señor recopilar en él, de todo el cuerpo de las sagradas escripturas, hoja del árbol como si fuera de un ejército; que caerá sin que nadie
solos aquellos lugares que pertenecían al precepto o al ejemplo del le persiga, y que no podrá resistir a sus enemigos. Véase si estos pre-
arte militar, en aquella manera que él dijo a Moisen en la guerra de ceptos se deben preferir a los de Vegecio, y a los que exprimen los
los amalecitas: «Escribe esto para advertencia en el libro.» Per- que alambican las acciones de Alejandro, César, Escipión y Anibal, y
dióse este libro, dejemos el por qué; no se han de escudriñar los se- otros modernos, y si quien promete las vitorias a su obediencia (siendo
cretos de Dios, que es vanidad y soberbia. A ninguno parecerá mal Dios) las puede dar, y la cobardía de corazón y el vencimiento que
que cuando se puso aquel sol se encienda en mi discurso esta candela, amenaza a los que no los siguieren y los dejaren por otros.
no para suplirle y contrahacer su día, sólo para con pequeña llama
alegrar las tinieblas de su noche ; basta estorbar que no anden a tiento Para que el ejército sea como conviene, es forzoso decir de qué
en esta materia tan importante. No alumbra poco quien hace visibles gentes se ha de componer. Dos géneros de soldados hay, voluntarios y
los tropiezos y despeñaderos. La centella deste discurso se enciende forzados. Estos no sólo no manda Dios que se alisten y se fíe dellos
en la inmensa luz de las batallas del Señor, que se leen en las sacrosan- nada; antes que si vinieron libremente, y dejaron sus tierras y casas
tas escripturas. Cuando sea pequeña, tiene buen nacimiento. (cosas que no los pueden obligar a asistir de mala gana), que los des-
pidan y los rueguen que se vayan. El texto, Señor, es expreso :
Señor: sólo Dios da las vitorias, y el pecado los vencimientos y «Antes que se dé la batalla, dirán a voces los capitanes, compañía por
las ruínas. En este texto había estudiado aquel capitán inglés que, compañía : «Soldados, quien ha edificado casa nueva y aún no ha
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sta de su dedicación, váyase a su casa ; no sea que muriendo nder del cielo como cue solar, sino como ciemonio. turn
a por su desgracia, toque a otro el dedicarla. Quien ha plan- hace guerra a católicos, no sólo es demonio, -sino infierno.
lía, y aún no ha llegado el tiempo que convidando los pa- niegue con lo que dice, lo confiesa con lo que hace. , El
s amigos, con mucho regocijo se empieza a gozar y la hace .., Señor, es solar de la paz, y ésta fué primero en el cielo
lvase a su casa, no muera acá, y toque a otro aquella solero- ,- u, y la guerra fué para no ser más en el cielo y que fuese
.1.1
n se ha casado, y aún no se ha juntado con su mujer, vuél- Impre la paz. Hubo guerra en el cielo una vez, para que
casa, porque muriendo él en la guerra otro marido no la 1-1 la hubiese. En lo bien intencionado se conoce que fué
talmente, quien no tiene corazón y es medroso, vuélvase era, y trazada por Dios para ejemplo de todas. Buscar y
licencia a su casa, que aquí no es de provecho; antes con su ;- z con la guerra, de ángeles y serafines es; buscar la guerra
andando a los otros, hará, daño.» ,- a, de locos; buscar la guerra con la paz, aun no es de bes-
reparar en que presupone que todos estos que, o vinieron 1,. dos cosas son la mayor ocupación y fatiga del mundo.
están por fuerza, o no tienen corazón y tienen miedo, mo- 1 a no bajó del cielo a la tierra; cayó precipitada al infierno
guerra. Y de verdad así sucede; porque los tales son simu- 11 es amotinados, en el serafín comunero. Subió luego del in-
tymbres, sirven de crecer el número de las listas, dé consu- tierra ; conquistó a Adan con la inobediencia ; armó a Caín
timentos, de abulta r la confusión y ocasionar desconfianza la contra Abel, su hermano. Los primeros hermanos fueron
presas que ellos mismos burlan. Quien lleva hombres por enemigos. La muerte primero estrenó violenta que natural
guerra, lleva por fuerza la flaqueza. Quien va atado y llo- 1 la sangre pariente. No se contenta Caín de ser el primero,
guerra, ¿qué hará en la guerra? Quien se sirve en los ejér- 5 sólo; no sólo heredar solo a su padre, sino heredarle en
nbres viles contra su voluntad, sola una cosa puede hacer ado que cometió con el fratricidio que comete. Todo el
1:
iemigo, y es que la vitoria que de sus gentes alcanzare no '5 parece pequeño para dos, y juzgó que él solo era bastante
De mejor gana lleva un ganapán y un pícaro veinte arrobas 1 ra todo el mundo. Bien se conoce que los motivos desta
Dr cuatro reales, que un arcabuz o una pica per ciento : .1 :ron del infierno contra el cielo.
: hará por uno. Estos huyen antes del peligro, que aun eso 1-1--
. Donde está huye el que desea huir de adonde está. Quien y eterno blasón de la milicia es, que no sólo se maravillase
sien los, despide, tiene menos caudal, si se le cuenta la fe de este centurión, sino que dijese que no había visto otra
y más, si le numera el valor. Carecer de lo que le embaraza, ludiese comparar en Israel. Por esto se debe desear que le
✓ lo que se tiene. Señor, de Saúl se lee en el primero die que son capitanes, en la caridad con sus criados, en el
«Cualquiera hombre valiente y animoso que vía Saúl, y le adquieren en la guerra, en tener buenos amigos y cama-
guerra, le acariciaba y atraía a sí.» De manera, Señor, que :r obedecidos de los que mandan, en la discreción reverente,
r las vitorias, se han de obedecer estos dos preceptos : esco- con. Dios. De todo esto dió ejemplo este centurión, y está
a sí los valerosos y aptos para la guerra, y no traer a ella admirado por Cristo nuestro Señor el ejemplo, y premiado
os viles. Y si vinieren y tienen deseo de volverse, no sólo 1
. 1 gro. Sumamente se compadeció de su criado, pues solicitó
se vuelvan, sino mandárselo. Son lastimosísimas pérdidas 1
por su salud. Buenos y diligentes camaradas y cuerdos
las que con esta gente se hacen. Piérdese la reputación alegaron, para que le hiciese aquella merced, no que era
arios; pues quien los junta, para perderse y perderlos los 1
e mala voz a la fortuna del príncipe, y aliéntase al ene-
1 te, ni sus hazañas y crédito, nobleza ni puesto, sino que
1 hacienda en fábricas dedicadas a la religión. Y quien en
ni la propria ignorancia y torpeza, que con su valor. a lo que en la guerra había 'adquirido, conocía que Dios,
.

SECCION SEGUNDA le los peligros, se lo había dado. Recibir de Dios para dar
In cierta manera apostar con él en liberalidad; más lo gana
le alabo el hacer guerra con la paz, vitupero hacerla con 1- te adquiriéndolo. Sabía hacerse respetar de sus soldados,
L guerra : fuera error. Hay guerra lícita y santa : en el cielo Fue en ordenándolos algo le obedecían luego; alabanza igual
r guerra; de nobilísimo solar es la guerra. Y base de ad- : manda y obedece : de entendimiento tan reverente y tan
primera batalla, que fué la de los ángeles, fué contra he- no aplicó la que decía, confesando en esto la suma sabidu-
batalla ! 1 Ejemplar principio ! Quien los consiente no or a quien hablaba. En la letra sólo dijo: «Yo, que tengo
1
1 81
I
superior, mando a mi súbdito : vé, y va.» Y no dijo: «Así lo puedes,
Señor, hacer tú con la salud a quien mandas como a súbdito de tu vo-
luntad». Y en decir: «Yo, que tengo. superior», conoció que Cristo,
por ser Dios, no le tenía. La fe, las palabras de Cristo la ensalzaron
soberanamente en público; serán prolijas y por demás otras palabras. CARTA DEL REY DON FERNANDO EL CATÓLICO
¿Quién negará que para el consejo y para la batalla no es conveniente
que los capitanes imiten estas costumbres y virtudes? ¿Quién dirá que
AL PRIMER VIRREY DE NÁPOLES,
estorba el tener caridad ,para ser soldado, siendo la caridad, como CUYO ORIGINAL ESTÁ EN EL ARCHIVO DE NÁPOLES,
dice el Apóstol, la que nada hace mal? ¿Quién dejará de confesar que
es muy conveniente que los capitanes tengan tales camaradas, que sepan COMENTADA POR DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS
negociar por ellos, y dar ejemplo a los soldados? ¿Y cuánto importan
cabos y oficiales en la disciplina militar, cuya fe merezca que Dios obre
por ellos milagros?
A DON BALTASAR DE ZÚÑIGA

Pidióme un señor en Italia esta carta (así lo digo en la mía con que
la remití y porque no fuese aquella libertad desabrigada y tan de par
en par a los que acreditan su malicia con apariencias de religión, acom-
pañé con estos apuntamientos sus ringlones, juzgando y temiendo que
nota y razones tan robustas como las de aquel gran rey, en otro letor
que vuecelencia estará peligrosa, y que solamente en su experiencia
tendrá estimación lo que a menor espíritu será escándalo. He querido
inviarla a vuecelencia para que divierta alguna ociosidad, y no dudo
que podrá ser de importancia en ánimo tan bien reportado la noticia
deste escrito para el servicio de su majestad en la materia de 'jurisdic-
ción. Dé Dios a vuecelencia vida y salud. De la Torre de Juan Abad,
a 24 de abril •de 1621.
DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS.

A UN SEÑOR QUE PIDIO ESTA CARTA


Escribióme vuecelencia le inviase una copia de la carta que el Rey
Católico escribió al conde de Ribagorza, virrey de Nápoles, y dice vue-
celencia está deseoso de verla, por relación que della le hizo un curioso.
Yo invío la carta no sin escrúpulo, y deste melindre (al parecer) dará
razón su nota; no califico la letra, mas temo que los golosos della di-
simulan con la •curiosidad alguna mala intención.
El discurso pide letor cauteloso y bien advertido, y si bien en, manos
de vuecelencia hablará este papel con la madurez, verdad y intención
que en la pluma del que supo ser rey y enseñar a que lo fuesen otros, he
querido acompañar con algunas bachillerías mías las palabras mal acon-
dicionadas, que suenan con atrevimiento y desacato al encogimiento de
las acciones• de ahora y a la flaqueza del aliento que se usa, pues hoy
todo el precio de la prudencia se pone en el sufrimiento, donde primero
82 — — 83

se vía la infamia del valor y deslucimiento de los príncipes. Si lo que por facer prender al cursor que vos presentó el dicho breve, si estuviere
él escribió como gran rey yo lo ajare cori desaliño, de persona particular, en ese reino, y si le pudiereis haber, faced que renuncie y se aparte,
entiéndalo vuecelencia como gran señor, y desagraviará este escrito. Dé con auto, de la presentación que fizo del dicho breve, y mandalde
Dios a vuecelencia en larga. vida buena salud.—Don Francisco de Que- luego ahorcar. Y si no le pudiéreis haber, faréis prender a los que
vedo Villegas. estuvieren ahí ,faciendo nuestra justicia sobre este negocio por los de
CARTA DEL REY Ásculi; y teneldos a muy buen recaudo en alguna cija en Castilnovo,
de manera que no sepan dónde están, y faceldes renunciar y desistir
«Ilustre y reverendo conde y castellán de Amposta, nuestro muy a cualesquiera autos que sobre ella hayan fecho, y 'proceded a punición
caro sobrino, visorrey y lugarteniente general: y castigo de los culpados de Asculi que entraron con banderas y mano
»Vimos vuestras letras del 6 del presente; y la carta clara y la cifra armada en ese nuestro reino, por todo rigor. ,de justicia, sin aflojar ni
a que vos os remitíades, en que decís que nos escribíades largamente el soltar cosa de la pena que por justicia merecieren.
caso del breve que el cursor del Papa presentó a vos y a los de nuestro • »Y digan y fagan en Roma lo que quisieren; y ellos al Papa, y vos
,

consejo que con vos residen, debiera quedar por olvido, porque no a la capa. Y esto vos mandamos que fagáis y pongáis en obra sin otra
vino acá. Pero, por lo que nos escribió micer Lonch, entendimos todo dilación ni consulta, porque cumple e importa mucho a nuestro real
el dicho caso y también lo que pasó sobre lo 'de la Cana ; de todo lo servido.
cual habemos recibido grande alteración, enojo y sentimiento, y esta- »Cuanto al negocio de la Cana, ya vos habíamos escrito que, no
mos mucho maravillados y mal contentos de vos, viendo de cuánta im- embargante cualquier cosa que dijiese o ficiese la serenísima reina nues-
portancia y perjuicio nuestro y de preeminencias y dignidad real era tra hermana, si ella no facía luego justicia a los frailes del monesterio
el auto que fizo el cursor apostólico, mayormente siendo auto de fecho de la dicha Cana, la favoreciésedeis vos en nuestro nombre; y sin que
y contra derecho y no visto facer en, nuestra memoria a ningún rey ni vos lo mandáremos, fecísteis gran yerro en no lo facer. Y no porque
visorrey de mi reino. ¿Por qué vos no fecísteis también de fecho, man- el duque de Fernandina y sus hijos y consejeros pongan a la dicha. se-
dando ahorcar el cursor que vos lo presentó? Que claro está que no renísima reina nuestra hermana en que faga cosas en que estorbe la
sólamente en ese reino, mas si el Papa sabe que en España y Francia ejecución de nuestra justicia y lo que cumple a nuestró servicio, por
le han de consentir facer semejante auto •que ese, que lo fará por acre- eso no lo habíades de dejar de facer vos.
centar su jurisdicción. Mas los buenos visorreyes atájenlo y remédienlo »Por ende, nos vos mandamos, pues la dicha serenísima reina nues-
de la manera que he dicho; y con un castigo que fagan en semejante tra hermana no quiere facer justicia en el dicho negocio, que vos pro-
caso, nunca más se osen facer otros, como antiguamente en algunos veáis luego sobre ello todo lo que fuere justicia, castigando a todos los
casos se vió por experiencia. Pero habiendo precedido las descomuniones que tuvieren culpa y desagraviando a los que estuvieren agraviados.
que se dejaron presentar al comisario) apostólico en lo de la Cana,•claro »Y si, faciendo esto, la serenísima reina nuestra hermana viniere a
estaba que, viendo que se sufría lo uno, se había de atrever a lo otro. la vicaría en persona,. como decís que vos han dicho que lo fará, a sacar
»Nos escribimos sobre este caso a Jerónimo de Vich; nuestro emba- los presos que por la dicha razón mandáredeis prender, en tal caso vos
jador en corte de Roma, lo que veréis por las copias que van con la mandamos muy estrechamente, e so pena de la fidelidad que nos de-
presente; y estamos muy determinados, si Su Santidad no revoca béis, e de nuestra ira e indignación, que prendáis al duque de Fer-
luego el breve y los autos por virtud dél fechos, de le quitar la obedien , nandina y a sus hijos, y a todos los consejeros de la dicha serenísima
ciadetoslrn cadeCstilyArgónface reina nuestra hermana, y los pongáis en Castilnovo en la fosa del Millo,
otras provisiones convenientes a caso tan grave y de tanta importancia. adonde estén a muy buen recaudo, y que por cosa del mundo no los
Lo que ahí habéis de facer sobre ello es que, si cuando ésta recibiéredeis soltéis sin nuestro especial mandamiento.
no habéis inviado a Roma los embajadores que en la carta de miser »Y si la dicha serenísima reina nuestra hermana quisiere ir al dicho
Lonch y en las de los otros dice que queríadeis inviar, que no los Castilnovo para libración dellos, con la presente mandamos a vos y al
inviéis en ninguna manera, porque sería enflaquecer y dañar mucho el nuestro alcaide del dicho castillo, que no la dejéis entrar en él, aunque
negocio; y si los habéis inviado, que luego a la hora les escribáis que faga todos los extremos del mundos. Porque fijo, ni hermana ni otro
se vuelvan sin fallar al Papa ni a nadie en la negociación; y si por ningún deudo nuestro no habemos de consentir que estorbe la eje-
aventura hubieren comenzado a fallar, vuélvanse a ese reino sin fallar cución de nuestra justicia; y los que en tal se pusieren no han de pasar
más y sin despedirse ni decir nada. Y vos faced extrema diligencia sin castigo. Y cuanto a lo que cerca desto fizo el comisario del Papa,

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si estuviere ahí, prendelde y tenelde donde no sepan dél, y secreta- velocidad la teman por arrebatada, y no la desprecien por escrupulosa
mente facelde renunciar y desistir a los autos que ha fecho sobre las, y entretenida. Quien en pensar lo que ha de hacer y comunicarlo pierde
dichas descomuniones. la ocasión de hacerlo, es necio de pensado y se pierde adrede. Los
»Pero si fuere posible, precedan a esto las provisiones de justicia grandes casos, como éste, sin perde r un ,instante han de pasar de oídos
que habéis de facer en el dicho negocio de los de la Cana, en castigo a remediados; ni tienen mayor peligro que el temer que hay alguno
F.
de lo's culpados y desagravio de los agraviados, como habemos dicho, para, acometerlos, ni rey grande ha de hacer cuestión su honor y estado.
porque fué caso feo y de mal ejemplo y digno de castigo. Pues vedes Esté vuecelencia advertido que aquel rey y sus ministros más que-
que nuestra intención y determinación en estas cosas es que de aquí rían dar cuidado con lo que escribían que escribir con cuidado; y se
adelante por cosa del mundo no sufrais que nuestras preeminencias ve en sus palabras menos recato y más cautela. Está bien a los reyes
reales sean usurpadas por nadie; porque si el supremo dominio nues- no sufrir nada, y es provechoso desabrimiento no saber disimular des-
tro no defendéis, no hay qué defender, y la defensión de derecho natu- cuidos a los ministros que están desabrigados de su rey. El Rey Cató-
ral es permitida a todos, y más pertenece a los reyes, porque, demás lico, atendiendo a la conservación de sus reinos y reputación de sus
de cumplir a la conservación de su dignidad y estado real, cumple mu- ministros, no les permitió arbitrio en las materias de jurisdicción ni
cho para que tengan sus reinos en paz y justicia y de buena go- las hizo dependientes de otra autoridad que de su conveniencia.
bernación. Y advirtiendo que el dominio de Nápoles ha sido y . es golosina de
»Otrosí: luego, en llegando este correo, proveeréis en poner buenas todos los papas y martelo de los népotes, no sólo quería que no lo
personas fieles y de recaudo en los pasos de la entrada de ese reino, consintiera, sino que, haciendo de hecho un castigo tan indigno de la
que tengan especial cargo de poner mucho recaudo en la guarda de persona de un cursor, escarmentara a loslinos y pusiera acíbar en lo
los dichos pasos, para que si algún comisario o cursor o otra persona dulce desa pretensión.
viniere a ese/ reino con bulas, breves o otros cualesquiera escritos Quien se contenta con estorbar atrevimientos peligrosos, asegura de
apostólicos de agravación o entredicho o de otra cualquier cosa que sí a los que le persiguen, y entretiene, pero no evita, su ruina. El rey
toque al dicho negácio directa o indirectamente, prendan a las per- grande no lo calla a su ministro, porque no se pueda desentender;
sonas que los trujeren y tomen las dichas bulas o breves y rescriptos y y así le advierte que, si el Papa ve que se la consienten, intentará
vos los traigan, de manera que no se consienta que las presenten ni aumentar su jurisdicción. Y a los que la temerosa ignorancia llaman
publiquen ni fagan ningún otro auto acerca de este negocio. Datis en religión, parecerá que bizarrean mucho con el hombre de católico tra-
la ciudad de Burgos, a xxu de Mayo, ario MDVIII. - YO EL REY. — tando del Papa sin epítetos de hijo, y de sus ministros tan como su
Almazán, secretarius.» juez; mas es de advertir que el gran rey pudo tratar de su jurisdicción
con el Papa, pues en esa materia Cristo no se la disminuyó a César
ADVERTENCIAS ni se la quiso nunca desautorizar, como se vió en el tributo.
DISCULPANDO LOS DESABRIMIENTOS DESTA CARTA Ordena con animosa providencia que los embajadores. que había
de inviar, si no han ido, no vayan, y si han ido a Roma y no han
De 6 de mayo tuvo aviso de este exceso el rey don Fernando, y hablado, que no hablen y se vuelvan, y si han ido y empezado a ha-
respondió a 22 del mismo mes; de suerte que en diez y seis días blar, que no prosigan y se vengan sin hablar al Papa ni a otra alguna
que tardó el correo en llegar, respondió con la mayor resolución, y se persona. A los cobardes parecerá esta orden descortés, y a los prín-
debe entender que respondió leyendo el aviso. cipes, generosa y valiente.
Los casos de la condición de éste están fuera de las dilaciones de Supo este gran rey atreverse a enojar al Papa, y halló desautori-
consulta, y siempre han de estar decretados cuando tocan en la subs- dad en los ruegos, y conoció el inconveniente que tiene la sumisión
tancia de la monarquía, y a veces está el acierto en la brevedad; y la medrosa; y presumió dar a entender lo que es debido al pontífice y
ceremonia de la consulta y la ambición, con que la remisión afecta lo que no es permitido a los reyes; y dijo que era enflaquecer su causa
el nombre de madurez, suele determinarse a remediar lo que perdió inviar embajadores quien podía dar castigos, y pedir quien tenía auto-
entretenida en buscar el modo. ridad para escarmentar. La política ignorancia, que el miedo servil
La conservación de la jurisdicción y reputación ni ha de consentir llama cortesía y miramiento, tiene por ajustado lenguaje de decir que
dudas, ni temer respetos, ni tenerle en eligir medios; nada le está todo lo puede hacer por buen modo; y no advierten que quien a otro
tan bien como hacer su efecto de manera que los atropellados de su da lo que es suyo, no se puede quejar de que use de ello ni de que
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le tengan en poco, como a persona que ignora sus conveniencias, y culpados por todo rigor de justicia, sin remitir cosa de la pena que
ocasiona atrevimientos contra sí y los disculpa. merecieren, y juntamente mandó castigar y castigó la tibieza que del
Mandó el Rey Católico ahorcar el cursor del Papa; cláusula escan- virrey temía.
dalosa para los encogimientos religiosos de príncipes que solamente «Y digan y fagan en Roma lo que quisieren; y ellos al Papa, y
saben temer la ley, y no la entienden. vos a la capa.»
Es verdad que le faltó jurisdicción; pero, como le sobró causa, Los políticos de la comodidad, que llaman reputación y prudencia
hízose juez de quien se arrojó a no temer su enojo. Y hay muchas lo que es sufrimiento y poltronería, gradúan de blasfemia estos dos
cosas, como estas de mandar ahorcar estos ministros, que las dicen los consonantes, que pueden ser refrán. Ni hallo desacato, ni le debe creer
reyes por no necesitarse a hacerlas, pues suel e prevenir el espanto ningún honrado letor. Esto es decir: cada uno mire por sí; ni tiene
del .lenguaje, y es una providencia, si temeraria, provechosa. otro mal sonante que contraponer por su nombre el Papa a la capa.
No querría que pareciese juzgo yo el ánimo y intento del rey, que, Y hay refrán permitido que, para decir que no se pida sin hacer dili-
sin duda, siendo digno de su grandeza, no puede ser capaz dél mi gencia, dice : a Dios llamando y con el mazo dando; donde el mazo
discurso.
y Dios se oyen cerca.
Confieso que tienen desabrimiento aquellas palabras que yo querría Parecióle al Rey Católico que se le caía la capal a su virrey, embe-
Olvidar : becido en oír las excomuniones del Pontífice, y acordóle de que pa-
«Y estamos muy determinados, si. Su Santidad no revoca luego el recía mal en cuerpo. Y si por dicha temió que se la quitasen, tuvo más
breve y los autos por virtud dél fechos, de le quitar la obediencia de disculpa de hacer tantos extremos; que perder la capa es descuido,
todos los reinos de las coronas de Castilla y de Aragón.» y dejársela quitar, poco valor. Y sospecho que riñó más esto, porque
Si esto no lo disculpa el decirlo un rey tan católico, ¿para qué las palabras tienen más de reprehensión que de aviso.
podrá bastar mi diligencia? Esta capa de que el Rey Católico habla, no es sólo su peligro el
Confieso que las palabras tienen bizarría peligrosa, y más si - las perderla ni el dejarla: esos son . los postreros. El ministro que se la
oyen ministros que todo lo que no es miedo lo tienen por herejía. Estas pone mal puesta, la desautoriza y es desaliñado; el que la lleva arras-
razones .dictóselas al rey la ocasión y escribiólas el enojo; fué una ga- trando, la infama y es perdido; el que la acorta, N destruye y es la-
lantería bien lograda, pues, haciendo oficio de amenaza, se estorbó así drón; y no basta a un ministro guardar la capa de los otros, que el
el tener ejecución. - que la guarda de otros y no de sí, también es inviclioso.
Quiso el rey, con suma advertencia, que Su Santidad entendiese No fué celo el suyo, sino cudicia, pues defendió a los enemigos la
que él lo sabía decir, para que no se lo obligase a hacer; y fué un capa prestada, para volverla él para sí.
atrevimiento ingenioso y una inobediencia bien intencionada. El buen modo de conservar la jurisdicción es, no sólo mantenerla,
Los reyes han de dar a entender todo lo que saben y lo que pueden, sino tener a los vecinos medrosos de su aumento, y que antes aspire
no para hacello, sino para no ocasionar atrevimientos y reprehender a crecer que a sustentarse. Y siempre fué mejor ocasionar defensa pro-
intenciones que, presumiendo ignorancia en el príncipe, le deslucen con pia al enemigo que defenderse de él. Y entre cudiciosos y mal inten-
desprecio. cionados y atrevidos, quien no adquiere, pierde, o quien no se atreve
¿Quién negará que no es bien ser obediente, y mejor saber ser a más. El duque de Saboya ha ganado mucho con atreverse a mucho,
obediente? Pues la obediencia debida' y en su lugar es digna de mérito sin adquirir nada; y nuestras armas han perdido por contentarse con
y alabanza y es virtud, y la que no es así es perezosa bestialidad y ren- defenderse. -
dimiento bruto y adormecido en las potencias del alma. «Y si haciendo esto la dicha serenísima reina nuestra hermana vi-
Cuando dijo el Rey Católico que negaría la obediencia al Papa, niere a la vicaría' en persona, como decís que vos han dicho que lo
sabía que no lo había de hacer y que lo había de temer, y aventuró fará, a sacar los presos que por la dicha razón mandáredes prender, en
el escándalo por asegurar su intención; y el espanto deltas palabras tal caso vos mandamos muy estrechamente. e so pena de la fidelidad
más se encaminó a esforzar el ánimo del ministro pc strado que a que a nos debéis, e de la nuestra ira e indignación, que prendáis al
congojar a Su Santidad. Porque la menudencia del ministro apocado duque de Fernandina y a sus hijos, y a todos los consejeros de la dicha
encogiera el ánimo del rey, si su grandeza y ardimiento no la es- serenísima reina nuestra hermana, y los pongáis en Castilnovo en la
fuerza, poniéndole temor de su resolución y satisfacción de su valor fosa del Millo, y por cosa del mundo no los soltéis sin nuestro espe-
para que desprecie sus enemigos; y así le dice que castigue a los cial mandamiento.»
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Puede ser vicio el pensar mucho las cosas, y hay materias que se sucesión de sangre; y así lo enseñó Cristo cuando, haciendo oficio de
estragan siendo comunicadas. Hoy, para prender un consejero, se hi- maestro, y diciéndole qué estaba allí su madre y sus hermanos, res-
cieran grandes juntas y consultas; y se tiene por menos inconveniente pondió que sus hermanos y su madre eran los que hacían la voluntad
desacreditar un tribunal con permitir un ministro ruin, que desauto- de su Padre.
rizarle a él con un castigo justificado y que sirva de escarmiento; y «Y por cosa del mundo no sufráis que nuestras preeminencias reales
estas pláticas, mientras se tratan, se difieren, y difiriéndose, dan el lugar sean usurpadas por nadie; porque si el supremo dominio nuestro no de-
de la justicia a la negociación. fendéis, no hay qué hacer; que la defensión de derecho natural es
El Rey Católico no anduvo por este camino, pues mandó que pren- permitida a todos, y más pertenece a los reyes, porque, demás de cum-
diesen en un ringlón al duque de Fernandina y a sus hijos y todos plir a la conservación de su dignidad y estado real, cumple mucho para
los consejeros de su hermana. que tengan sus reinos en paz y justicia y buena gobernación.»
Ventajosamente castiga quien con la amenaza sabe ahorrar el cas- A estas postreras palabras no tengo que advertir otra cosa que en-
tigo; gran rey aquél en quien la opinión vale por ejército, Y el amor cargar a los príncipes las pasen de la carta a la memoria, infundién-
por guarda, y el miedo por ministro. dolas en el corazón de sus ministros, y que no tengan por tales, ni
Ese no falta de ninguno de sus reinos, y asiste donde no está, y los conserven, a los que no pusieren el lucimiento de sus méritos y el
alcanza donde no le ven ; y al revés, el que se contenta con lo mecá- lustre de sus servicios principalmente en este punto.
nica de la corona y regalía, donde menos está y con más peligro es Es de notar que, como carta de mano del Rey, es tecla fuego, y no
donde asiste, y a veces está con más decoro en una provisión un rey se conoce en ella el apocamiento de las civilidades con que algunos
que en persona; y ha habido majestades que nacieron para andar en secretarios afeminan lo robusto del discurso de los grandes reyes, *ni
despachos, y mejores para leídas que para tratadas. Príncipe hubo que, está manchada con dudas recelosas de consejeros, a quien los casos
presente, no quería que le hablasen sino por escrito, y fué cautela de que habían de enojados, antes los embarazan y espantan.
algún bien advertido en su poca capacidad. Así lo nota Lipsio. Suplico a vuecelencia, si se desagradare destos apuntamientos, reciba
El retiramiento del turco afecta deidad y presume mucho de divino; por disculpa la desigualdad del texto de quien se atrevieron a ser glo-
y hay políticos que lo tienen por maña bien entendida, viendo que la sas. Que si lee lo que digo, y atiende a lo que quiero decir, verá vue-
familiaridad de los reyes de Francia ha sido enfermedad que a muchos celencia que no callo nada, y pondrá algún precio a mi trabajo; pues
de ellos les ha anticipado el sucesor. lo que he escrito lo he estudiado en los tumultos destos arios, y en
«Y si lá dicha serenísima reina nuestra hermana quisiere ir al Cas- catorce viajes, que me han servido más de estudio que de peregrina-
tilnovo a la liberación dellos, con la presente mandamos a vos y a ción, siendo parte en los negocios que de su real servicio me enco-
nuestro alcaide del dicho castillo, que no la dejéis -entrar, aunque faga mendó su majestad (que está en el cielo), y con Su Santidad y los
todos los extremos del mundo; porque fijo, ni hermana, ni otro ningún potentados. Lo que leerá brevemente en un libro que escribo con este
deudo nuestro no habernos de consentir que estorbe la ejecución de título : Mundo caduco y desvaríos de, la edad en los años 1613 hasta 2o.
nuestra justicia ; y los que lá pusieren en tal no han de pasar sin
castigo.»
Ni respeto ni parentesco debe divertir la ejecución de la justicia, ni FIN DE LA «CARTA DEL REY DON FERNANDO EL CATÓLICO
AL PRIMER VIRREY DE NÁPOLES»
retardarla un punto; porque el daño es ejecutivo, y se recrecen incon-
veniente de mala condición y peor consecuencia. Ni es ruego el que
se interpone para impedirla; es atrevimiento cauteloso que a un mismo
tiempo, se ha de huir y castigar. Y lo más seguro, si no tan plau-
sible, es tener prevenido el linaje y la familia con esta dotrina; por-
qué el intentar resfriar los actos de la justicia, peca en desprecio, y
tiene escondido en la lisonja el desacato. El Rey Católico- con saña
advierte desto al virrey, y de manera que la advertencia le castiga.
Entendió este gran rey, y confesólo .y diólo a entender, que la persona
de don Fernando tiene hijos y hermanas y parientes; mas que el cargo
de rey y la justicia son güérfanos en la tierra, y sin decendencia y
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que no se había de admitir que diferentes vagamundos anduviesen
sofaldando cerros.
Escondía vuesa merced la mano en tirando este nuégado, sin ad
vertir que no solamente se hizo en Roma esta diligencia, como se lee
EL CHITÓN DE LAS TARABILLAS en Tácito, «sino que fiados en la multitud del oro que esperaban, gas-
taron el que tenían»; lo que no ha sucedido ahora. Pues ¿quién duda
OBRA DEL LICENCIADO TODO-LO-SABE no sólo que es lícito el buscarle en los ríos y las minas; sino la más
atinada solicitud, y la más cantiosa y decente a los monarcas?
Oye tú a Casiodoro, libro 9, epístola 3 de Atalarico a Bergantino
rey : «Si el continuo trabajo busca tan diferentes frutos para com-
• A vuestra merced, que tira la piedra y esconde la mano. prar con la comutación acostumbrada la plata y el oro, ¿por qué no
buscaremos aquellas cosas por las cuales buscamos las demás?» Señor
Sentiría mucho que tan grave personaje se corriese de que le llamo Tira-la-piedra, mire vuesa señoría si este buen rey va desempedrando
merced : ya sé que a ratos es casi excelencia, a ratos señoría y a ratos lo que vuesa merced apedrea.
vos. Todo esto, batido a rata por cantidad, le viene de molde una Pasa adelante: «Por lo cual al oro rusticiano de nuestra jurisdic-
merced reverenda ; que también sabe vestirse deste título.
ción en la provincia de los Brucios, mandamos que sea destinado Car-
Demonio es el señor Pedrisco de rebozo, granizo con máscara, que tarjo, para que por. Teodoro (así se llama el artífice destas cosas), fabri-
nd quiere ser conocido por quien es, sino por honda, que ya tira chi- cadas las oficinas solenemente, se escudriñen las entrañas de los montes.»
nas, ya ripio,, ya guijarros, y esconde la mano, y es conde, y marqués, Señor Esconde-la-mano, aquí el rey desempedrador habla en pro-
y duque, y tú, y vos, y vuesa merced: pies términos, y no se cansa : «Éntrese con el beneficio del arte en los
Yo, que veo Conjurar las nubes que apedrean los trigos y las viñas, retiramientos y senos de la tierra, y sea buscada la naturaleza en sus
viendo cuánto más importa guardar de la piedra la justicia, el go- tesoros, donde está rica; porque cualquiera cosa que para ejercer el
bierno, los ministros y el propio rey nuestro seriar, como heredad magisterio desta arte fuere menester, vuestra orden lo disponga ; pues
donde se deposita todo el bien del mundo y toda la defensa de la es cierto que buscar el oro por guerras no es lícito, por mar no es
Iglesia, he determinado conjurar a vuesa merced, señor Discurso-tem- seguro, por falsedades no es honesto: y sólo es justicia buscarle en
pestad, tan inclinado a lá pedrea, que creo que ha tirado hasta las pie- su naturaleza.» Pues ¿cómo, maldito, lo que es justo será reprehensi-
dras que están en las vejigas. ble ni ridículo? ¿Ves tú que eres más veces echacantos que tirapiedras?
Tiene vuesa merced tan empedrado cuanto se ordena, y tan ape- Pues éste a quien se mandó ejecutar todo esto, era Berhantino,
dreado, que me es forzoso darle a conocer y advertirle que, pues, tiene varón y conde patricio, y no era Bergante. Digo yo: si vuesa merced
el tejado de vidrio, obedezca la cola del refrán ; que vuesa merced es dyera decir: Al rey han dado por arbitrio que desempeñe el reino con
el remedio que elijo y escojo para esto. ¡ Qué fué de ver a vuesa mer- el oro que hay en las minas y ríos de España, y le ofrecen grandes
ced, excelencia, tú y señoría, cuando se bajó la moneda, disparando tesoros en esto, y él se ríe, y ha dejado por locos a los que se lo
chistes, malicias, concetos, sátiras, libelos, coplillas haldadas de eqUí- proponen, ¿qué tirara vuesa merced? Piedras es poco, losas no es harto;
vocos, si baja, no baja, y navaja, y otras cosas deste modo: motetes arrojara tarazones de montes y mendrugos de cerros.
de las alcuzas y villancicos de entre jarro y boca de noche 1 ¡ Qué ¡ Cuál anduviera vuesa excelencia cargado de los libros donde lla-
morrillos no disparó como un trabuco, cuando vió tratar de descu-
man a Tajo «de las arenas de oro» I Alegara vuesa merced la estan-
brir minas I
gurria dorada de Darro, y el mal de orina precioso del Segre. Luego
No sé si después que se formó la junta sobre esto, está más bien salieran minas corrientes en Miño; y vuesa merced, hecho Midas de
con el arbitrio; pero antes decía : «El intento más descubrirá nece- todos los arroyos para acusar al gobierno, los volviera en oro y plata,
sidad que oro; tan gran monarquía no ha de mendigar el polvo de y jurara de Brañigal lo que de Potosí; y si fuera necesario, del propio
los ríos y examinar la menudencia de las arenas.» arroyo de San Ginés, que sólo ,corre minas vaciadas y no las que se,
De segunda pedrada decía vuesa excelencia que Tajo, Duero, Miño pueden vaciar.
y Segre tienen oro en los poetas, como los cabellos de las mujeres; ¡ Cuál alegara esa mano, que juega al escondite de chismes, lo que
y que el que se halla es a propósito para hablillas, no para socorros; escribe Justino de Galicia, donde dice : «Hay tanta plata, que eran
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deste metal los pesebres, los clavos, los asadores y todos los vaso' s Moneda que el que la paga se limpia y se desembaraza, y el que
viles»! ¡Qué gritos diera vuesa merced por el tesoro que cuentan de la cobra se ensucia y se confunde, más vale su incomodidad en traji-
los Pirineos, cuando se encendieron con los rayos! Cómo dijera vuesa narla que su valor. Mil reales, caudal que cualquiera gasta en doce
merced: ¡ Oh cuán fácil fuera al rey freír aquellos montes, y sacarles días de camino, son peso para una bestia sola, y poco antes que se su-
el zumo, al privado y ministros del gobierno! ¡Qué cuenta de millo- bieran, se llevaban en oro. en nóminas, en traje de reliquias, o se
nes usurpados a esta monarquía le hicieras tú' y señoría, por no haber escamaban con escudos los jubones, y quinientos añadían poco más piso
ayudado a este arbitrio por que hoy les estás descalabrando! a la lana; y hoy en esta moneda dan que hacer a una albarda, y hace
Pues dime, Tira-la-piedra, Escairiote de advertimientos, que los besas más mataduras el dinero que los barriles: hacienda arrinconada que
y los vendes, ¿qué ha de hacer nuestro rey, qué los ministros, si ni no pasa de Castilla, de quien se guardan los otros reinos como de
les es lícito admitir ni desechar arbitrios? ¿Ves quién eres, que sólo peste acuñada.
condenas lo que se hace, y siempre alabas lo que se deja de hacer? Buen estado tiene la salud del comercio; buen juicio la gente que
Eres las viruelas de los que pueden : mal que da a todos, y de que resiste con voces la expulsión deste contagio; buen vasallo es quien
ninguno se escapa, y de que mucho s no escapan. no agradece al rey resolución tan favorable a todos, y al ministro ha-
Pues advierte que en el gobierno de nuestró gran rey no has de berse aventurado a ser purga deste mal humor, a ser escoba delta ba-
dejar señal, ni hoyos, ni en la intención del valido y ministros; porque sura. No mereció más gloria el famoso rey don Ramiro de haber librado
al rey su religioso y prudente celo le libra de tus manos, y a los a España del feudo de Mauregato, ni el rey. don Alonso del exentada
ministros y al valido se las ha atado la humildad y conciencia; que a del reconocimiento del Imperio, que el rey nuestro señor de haberla
ser otro, ya vuesa señoría tuviera las suyas donde tirara uñas y no librado del tributo deste moro vellón y del imperio del ciento por
piedras. ciento. Ni se dedicó por la salud de Roma a tan manifiesto peligro
¡ Pues Si decimos de la baja de la moneda! Aquí es donde no te el que a caballo se echó en el hoyo, como en este caso el ministro;
das manos a tirar: un Briareo eres en cascajar. Cuál andas por los porque al otro en agradecimiento levantaron estatuas, y al conde duque
corrillos chorreando. libelos, y en las conversaciones rebosando sátiras, testimonios, coplas, libelos y pasquines. Si el daño fué dilatar la baja,
empreñando las esquinas de cedulones I Si hablas, haciendo recular las el rey siempre la quiso (i oh qué instrumento te pudiera enseñar desto,
cejas hasta la coronilla, salpimientas la mormuración. Si callas, te avisio- Tira-la-piedra, que te deshiciera los ojos!), y el conde siempre, y luego
nas de talle, te estremeces de ojos, te encaramas de hombros ; y des- aconsejó se hiciese.
pués de haber templado tu cuerpo para escorpión, empiezas a razonar Opúsosele la invidia de los que no querían el bien común, o no
veneno y a hablar peste, tildando de malicias y salpicando de mal- ver a los ministros y ministro con el blasón de redentores destos rei-
dades a los oyentes. «¿Bajar la moneda? (dice vuesa señoría), acabarse nos. Así sucedió en el consejo de Antioco a Anibal, que porque no
tiene el mundo; allá lo verán; es ruina de España y de toda la cris- se le debiese al africano la victoria, que se veía clara en su parecer,
tiandad»; y al cabo echas e! «Dios se duela de los pobres», que sólo se le descaminaron, y quisieron antes la pérdida de su príncipe que el
llevaba de ventaja en Judas el boté y el ingüente. acierto en quien ellos aborrecían. Así lo refiere Justino: así lo aplico yo.
Tratóse de entretener más tiempo el oro y la, plata en estos reinos, Pues, Tira-la-piedra, considera que estábamos ya en estado que los
viendo cuán breve pasadizo han fabricado en los cuartillos los extran- propios extranjeros, que nos han llenado de cuartos, nos despreciaban,
jeros para su extracción. Tratóse de la modificación de los cuartos, y y temían lo propio que nos habían vendido, y bien medido nuestro
tiraste piedras. Dime, Esconde-la-mano, ¿qué tiraste contra quien con caudal, ya cabía poco más vellón, pues llenos dél, no quedaba lugar
subir los cuartos puso el oro y la plata en cobre, pues hoy haces tales al remedio. Aquí aguijó la providencia inestimable del rey nuestro
extremos contra quien con bajar los cuartos los ha puesto en cobro? señor, y del valido a quien tú, sayón de virtudes, despedazas. -
La plática asustó los tenderos, porque la ganancia no saca la con- Si el rey no se determina, las lámparas en las iglesias ya descon-
sideración del logro y de la usura : por daño temieron perder la mitad; fiaban de que las defendiese la inmunidad eclesiástica, del furor de los
y es daño porque no es remedio cabal hasta que se consuma todo ceros y de los mandamientos del guarismo. Parecen donaires, y son
antes que, no teniendo otra cosa, nos hallemos con moneda que no dolores. Si la cudicia de los extranjeros entrara en la iglesia a sacar
hay bolsa que n o tenga asco della, y que se indigna aun de andar en
.
estos vasos retorcidos, amenazadas estaban cálices y cruces; que para
talegos, y que los rincone s de los aposentos se hallan con la basura el oudicioso nada añade al hurto el sacrilegio. Pues, Esconde-la-mano,
más limpios, y menos cargados, y con menor roído. esto defendió el decreto del rey. a costa de darte a ti qué tirar y
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blasfemar en tiempo que la plata se había echado a los pies de las tema; y así, mientras no se baja, cada día tiene más peligro; y quien
mujeres en virillas. Del doblón y del real de a ocho se hablaba como quita este bulto, más sana que disminuye. Dar el vellocino por el vellón,
de los difuntos, y se decía : «El oro que pudre, la plata que Dios
, es desollarse, no vestirse. Con, perdón de vuesa excelencia, con tu licen-
tenga.» ¿Puedes negar que el que metió los moros en Castilla (fuera cia me atrevo a una comparación: querría coserla de suerte que, siendo
de la Religión) hizo menos daño a los reinos que aquel maldito Cava remiendo, no lo pareciese. Los extranjeros han imitado al cazador, que
barbado de los cuartos, que doblándolos, los metió en las bolsas? viendo en las águilas mayor velocidad y fuerza, más presto vuelo, más
De aquella furia se quedaron fuera las montañas : desta maldad todo larga vista, y que por esto les hacía menos la volatería y entre las
el reino se inundó, sin haber contra ella asilo, ni: aun silo. Allí Pelayo demás aves sus halcones y neblíes, cogieron águilas tiernas, domesti-
empezó a restaurar con los pocos que quedaron libres; y le ayudaron. cáronlas, enseñáronlas a cazar para sí, y luego las soltaron para su
Aquí el rey ha hecho la restauración y curado el enfermo a su mayor logro.
pesar, pues fué contradicho de todos cuantos padecían esta miseria; Zurzo y creo que, poco se han de ver las puntadas. Vieron los caza-
y es mayor gloria la suya y la del ministro, cuanto tuvieron menos que dores de Francia, de Italia y Holanda, que la plata y el bro nuestro
los asistentes, porque contra su parecer- juntaron los enemigos todos eran águilas que no los dejaban cosa a vida; de cuyo precio y cudicia
a meter vellón, y los propios todos a contradecir que no se bajase, que no se escapaba ni su mercancía, ni su trabajo, ni su industria. Dieron
era, fué, es y será el sólo remedio; y los caudales daban voces contra traza de cogerlos al nacer en el nido, tan desnudos, que la primera
la restauración de las bolsas, que renegadas del buen metal se habían pluma que vistiesen fuese la suya.
metido a caldereras; y si algún real se hallaba, era mestizo de cascajo Recogiéronlos en sus alcandaras y enseñáronlos a cazar, y ahora nos
y real sencillo. los sueltan para que nos arrebaten lo que nos queda. Viene cien reales •
¿Qué muladar te da piedras para tirar contra la baja de los cuartos, en plata o en oro volando, y llévanse otros sesenta o ochenta en las
pues solamente la voz de que se había de efetuar ha hecho pagar más uñas. Pues si la baja les quita la presa, ¿no es hacerles pagar las uñas
deudas que la hora de la muerte, restituir más haciendas que las pau- de vacío, y que pierdan sus garras al retorno?
linas? /Qué de trampas se han, desañudado! / Qua de empréstitos, que Ni se puede negar que aquel que, de los enemigos que combaten
andaban de rebozo entre el no quiero y no puedo, se han reconocido! una monarquía, consume las tres partes, no la defiende por otras tres.
No niego que hizo gran ,roído y causó grande alteración en todos Confieso que serán grandes los inconvenientes, y más de los que sabrá
los mohatreros el platicarse el remedio con que estancaron las mercan- prevenir alguna prudencia; mas las grandes cosas nunca se acabaron
cías. Acordádonos ha del tiempo de don Alonso el Sabio, cuando el sin aventurarse; y si me aprietan, concederé lo que dicen los cohecha-
poner precios por emendar la desorden, indujo total carestía, y forzó a dores, los estanques del caudal, que no le dejan correr: «Que podrá
aquel gran rey a revocar la ley: las tasas pegaron a la baja, y fué ser que con la baja se pierda todo.» Aun entonces fué bien y forzoso
como pegarla peste. hacerla.
Todas las cosas que tocan a crecer, o bajar o mudar la moneda, En la enfermedad sin remedio, es caridad que el medicamento acabe
se han de tratar con tal secreto, que se sepan y se ejecuten juntamente ; la vida, y desesperación dejarla que se acabe. Aquí ya es cierto el no
porqué si se trasluce algo de lo que se trata, más dallo hace el recelo tiene remedio; y allí el peligro respira en el podrá ser; y es consuelo
de lo que se previene que las propias órdenes praticadas. a lo que se acaba, que la ansia de su conservación no le deje. El que
Este ha sido el daño; que el bajarla o quitarla era remedio, y deste muere asistido de remedios entretiene las congojas con alguna espe-
tú tienes la culpa, que lo publicabas por apedrear, y los que invidia- ranza; y' es más cierta la corrupción en ° manos de la dolencia, que de
ron el acierto de proponerlo. Tú sabes quién te lo dijo a ti, y yo la medicina.
quiénes eran los que lo dijeron y revelaron. Y por lo menos, señoría y tú, más piadosamente y con menos re-
Hablemos algo con nota regocijada donde el intento es de tanto celos acabaremos con nuestras manos que por las ajenas. Mejor será
dolor; despejemos lo molesto de las querellas. Parece cosa y cosa que que nos acabemos por conservarnos, que no conservarnos para que nos
nos cobremos con la pérdida, y que nos perdamos con los premios. acaben. ¿Hubo ánimo para subir el vellón, que fué, es y será la deso-
Mala señal es de vida y de estómago, cuando se trueca cuanto se come. lación de todo, y ha de faltar para bajarle?
Lo que todos damos por la plata, , cuando queremos salir destos reinos, Cosas tiene del pecado esta moneda, que siendo mala y sabiendo
¿quién nos lo, paga? que nos condena y lleva a la perdición, la tenemos cariño. Para ccn ,
Digo, señor, que este bulto no es caudal, sino hinchazón de pos- vertisomaldqu ent,ylorsiatú,y
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a vuesa señoría que lo llora, como si estos cuartos fueran los de sus y sirvieran del cobre por cuenta y razón; y lo que más lloran es, que
cuerpos, quisiera sacarles el de España hecho cuartos, con esta letra afirman los propios metales que se vieron remediados ahora dos años,
por epitafio : AQUÍ FUÉ ORO, como aquí fué Troya. - cuando valió el trueco de la plata a ochenta por ciento.»
También dice vuesa merced (¡ oh qué mal escondiste la mano!) que Y dicen los reales y los escudos, que entre los arbitrios el solo
la gran cantidad de arbitrios que corren impresos, le marean. Merced bueno fué la desorden; porque ella, que había ido arañando al real
le hacen, pues le ayudarán a vomitar, que es su mejor comer de vuesa de plata que valía cuatro reales de cobre en tiempo del rey don Fer-
excelencia. nando, los tres y los cuatro, y le había roído hasta Valer nada, con
Dices muy ponderado v con cara como si entendieras lo que culpas, el precio del trueco le había vuelto a restituir los cuatro que valía.
que todos son sueños de hombres menesterosos o mal ocupados. Sueños Podrá ser que otros lo desenvuelvan a mejor luz. Lo que yo sé es
parecen por las señas de vuesa señoría, de vuesa merced y de vuesa que los cuartos tienen miedo, y la plata y el oro quejas, y los extran-
excelencia, que este género de gente, desvelada en remendar el mundo jeros oro y plata, y nosotros ni oro, ni plata, ni cuartos.
y en enderezar las costumbres, son el alborozo de los noveleros y el Yo creo que si se le preguntase a la moneda de ley, que dijese
negocio de los vanos. Y porque vuesa merced conozca cuán izquierdo ella qué la parecía conveniente para su salud, que respondería: Hagan
discurso tiene, quiero razonar algo, camino de la verdad. para tenerme lo que los extranjeros hacen para llevarme, y tomen su
Si ello se oye al oro y plata, tienen razón, y dan quejas tan jus- ejemplo en mi aumento y no su parecer en mi remedio. Si se le pre-
tificadas como éstas. gunta a la, sanguijuela qué so ha de hacer con la vena, dirá que chu-
Dice el real de plata, - de que se compone el de a cuatro y parla; y si se pregunta a la vena, dirá que quitar la sanguijuela.
el de a ocho y el escudo y el doblón, que él valía cuatro reales de En todos los reinos que lag moneda de vellón sirviese de otra cosa
cobre en tiempo de don Fernando el Católico: que vino el glorioso que de cabalar cuentas y creciere a presumir de caudal y a ser ha-
emperador Carlos V, y las necesidades, o las revueltas o la desorden cienda, se perderá el crédito y se dificultará el comercio.
(que no afirma cuál destas cosas fué) le quitaron un real, y quedó va- Cuando en Castilla en tiempos de nuestros agüelos, habiendo un
liendo tres. Vino Felipe II, y quitáronle otro, y valió dos, y quedó millón o dos solos de vellón, sirvió de ajustar con los precios las mo-
quejoso y agraviado en dos partes. nedas mayores, se rogaba con el oro y la plata por los ochavos.
En esto presenta por testigos a nuestros padres, y yo lo vi esto Los metales preciosos han de tener todo su valor, y se han de la-
y lo testifico. Vino el señor rey don Felipe III, y quitáronle otro real, brar en todas las monedas que pudieren irse disminuyendo; porque
y valió el real de - plata un real de cuartos, cuando se dobló la moneda, en las menores se detiene, y es difícil la extracción que tanta facilidad
o cuando se dobló por la moneda que allí murió. tiene en la pasta.
Llegóse a este despojo la mercancía de cuartillos que introdujeron El cascajo hoy está, y se usa, sin faldas y sin arrabales. Dividíase
los holandeses; y este desdichado real de plata, que valía uno solo, ha- en cuartillos, y en cuartillos de ley, en cuartos, en ochavos, en mara-
biendo valido cuatro, valió medio real; porque el uno que valía de vedís, en blancas, en cornadas: cosa de mucho interés para el gasto y
cobre en cuatro cuartillos, vino a ser tal la' maldad, que se metió la mercancía.
moneda tan desigual, que yo he pesado (cada día se puede hacer la Hoy¡ la cuenta acaba en juego; y si no se echan a pares y nones
demostración) que hay cuartillo solo que pesa más que tres, y cuatro los maravedís y las blancas, se pierden. No hay ochavo, no hay cuarto,
cuartos que pesan de otros veinte. Y aun con valer este pobre real todos son cuartillos; y en este abuso consiste un daño doméstico muy
medio real, pasaba; mas vino a tanta miseria, que con sólo decir que
, peligroso; porque teniendo por domésticos a los que no lo son, de-
la moneda se ha de bajar, perdió el mérito de ese medio real, y vale , jamos correr la diligencia de los que sorben desde lejos por cañones
nada; porque la moneda de vellón, con este miedo, no es hacienda, de ganso.
sino susto de cada día. Desconfiamos 'de los nuestros, y fiamos de los que nos aborrecen.
Dice el real (y dice bien) : «Señor, si cuando me quitaban de mi Creemos bravatas de quien no las puede proseguir. Damos calidad a
valor un real de cobre, me igualaban con el cobre, quitándome de plata los que son mercaderes de cualquier nación, y quitamos la nobleza a los
lo que a aquel real le correspondía de mi valor extrínseco en Castilla, nuestros, si tratan.
yo estuviera contento y sin queja, y España con caudal, y siempre el Vuesa merced lea esto con cuidado, que verá el daño y el remedio
valor extrínseco que la plata y oro tienen en estos reinos respondiera por un propio resqUicio. Ya que he sido prolijo, he de responder a todo
al valor intrínseco que a estos metales da la mayor parte del mundo, lo que yo sé que mormura vuesa señoría. 1Oh cuál te miro en un
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corrillo! ¡ Oh cómo te contemplo en una ociosa visita! Con tus dientes mujeres que son notorios dijosdalgo, ni caballeros que son armados
apaleados de tu lengua, que andándose todos, y no parando ella, pa- de rey o de infante heredero, y todas las otras personas paguen : pero
rece mano que discurre sobre las teclas, toma vuesa señoría la parte estos hijosdalgo e caballeros, que van excusados en la cuantía de los
de la comunidad, y dice que por esas aldeas se caen los hombres de veinte mil maravedís, que sean Menudos de pagar en la cabeza de los
oprimidos y cargados; y a cada uno se ha de creer en la carga que doce mil maravedís; que todo hombre o mujer que gane jornal, o lo
lleva; que a mi vista no pesa lo que al miserable le quebranta, y siem- pueda ganar, aunque le non fallen ninguna cuantía, que sea tenudo de
pre se acuerdan los hombros de lo que llevan ; porque lo que ya lle- pagar cada mes lo que montare un día de jornal.»
varon o llevan otros, no pesa. Alívielos vuesa merced, refiriéndoles (pues Al fin fué repartimiento que buscó la hacienda, la medianía, la
miseria, el sudor y la aflicción, y se extendió a mandar «que pagasen
debe de saber leer quien tal cual sabe escribir) las iinposiciones que
hubo en las otras monarquías. todos los que eran en sus reinos, así ricoshomes, caballeros, clérigos,
fijosdalgo, e judíos, e moros, e todos los otros homes. y mujeres de
Hasta el matrimonio pechaba, y (con razón) de los excrementos su-
cualquiera ley».
cios se pagaba tributo. De modo que vuesa merced, de cuanto habla,
¿De qué provecho puede ser dinero que junta una cláusula tan
pagara un gran censo en tiempo de Calígula y Vespasiano: Suetonio
fuerte, que mancomunó ricoshomes, clérigos, moros, caballeros y judíos?
lo refiere así. A Nerón, del humo y de la sombra y del agua se pagaba
Y así tuvo el fin el gobierno destos tiempos, como largamente se lee:
tributo: Zonaras lo cuenta. De Plinio, Zonaras y Cedreno es el chisme
«En Bribiesca, veinte días de diciembre, ario de mil y trescientos y
del pecho que se pagaba por la sombra de los árboles. Michael Paleó-
ochenta y siete: fecha escribir por Alfonso Ruiz. Por mandato del señor
,
logo instituyó el tributo por el aire que respiramos.
Rey y su Consejo.—Pedro, arzobispo de Sevilla.»
La capitación no exceptaba estado, edad ni dignidad ; de manera Léanse los tributos tan apretados en tiempo de don Enrique II, de
que se pagaba de las cabezas, de los artes, de los excrementos, del
don Pedro, de don Juan, de don Enrique III, las carestías por la mala
matrimonio, de la sombra, del humo y de la respiración; y se exten-
moneda. El rey don Alonso, en el capítulo 5 de su Historia, puso pre-
dió a poner tributo en la inmunidad de los consejos, y les impusieron cios y los revocó; porque antes había poco y caro, y después no se
la que llamaron gleva senatoria, como se lee en Synesio.
,
hallaba mantenimiento ni mercancía.
Esto no lo puede haber leído vuesa merced, pero alguien se lo El rey don Enrique el Segundo bajó la moneda, y dice así su pre-
puede haber chismeado; y así, pudiera dejar de morder que a este
tiempo se haga algún socorro 'a las necesidades del príncipe, causadas
gón : «Que el real que fasta aquí valía tres maravedís, non vala sino
uno. E el cruzado que fasta aquí valía uno, que non vala más de dos
en el tiempo que el rey decía taita, y el valido ignoraba dónde era
palacio; "y después que reina su majestad, causadas por la voluntad de cornados, que son tres dineros e dos meajas.» Y advierta vuesa merced,
Dios en la pérdida de navíos y descamino de flotas, y otras cosas que señor Tira-la-piedra, que esta baja se la pidieron repetidamente los
por nuestros pecados su decreto nos trae, o por castigo, o para recuerdo. vasallos. Aqui se ve cuáles eran aquéllos, y cuál es vuesa señoría.
Y por no crecer en, libro la que de advertencia veo que ha de llegar Así que, estas calamidades son inseparables a los dominios. Desto
a tratado, dejo de traer a vuesa merced a la memoria todos los repar- enferman los vasallos y los príncipes. Es dolencia de los gobiernos, no
timientos tan excesivos de los reyes que han precedido a su majes- de las edades. Padecióla Castilla en tiempo del rey don Juan, que sintió
tad, cosa de que me excusará vuesa merced leyendo las historias. tanto el verse necesitado a agravar sus vasallos, que se determinó de
Mas .np puedo dejar de apuntar algo que sirva de que te des al vivir en duelos.
diablo. El señor rey don Juan, en la cédula que despachó a Salamanca . No sólo los vasallos han de servir a los reyes con la 'hacienda, sino
y su tierra, en razón de los gastos que le había causado la guerra con con el consejo; pues cuando se ven forzados a hacer nuevos y gran-
el duque de Alencastre y maestre de Avis de Portugal, manda cobrar des repartimientos, es debido en toda lealtad advertirles de lo que se
un pecho tan riguroso: «Que el que tuviere cuantía de ochenta mara- les debe y no se cobra; porqu e el consentir suspensión en estas resul-
vedís en mueble o en raíz de la moneda corriente, que pague un cuarto tas, vale a los malos ministros tesoros de lo que pueden ahorrar, v le
de dobla; y el que tuviere la cuantía de los cuatrocientos maravedís, desperdician por interés propio de lo que le hurtan en mercedes no
que pague por cada ciento un real de plata, demás de la dicha dobla merecidas y sonsacadas de los merecimientos súbitos de personas de
que ha de pagar por los cuatrocientos maravedís; y todos los que
su casa, y de sus oficios en rentas y estados; pues a estos cudiciosos
tuvieren de doce mil maravedís arriba, hasta cuantía de veinte mil
maravedís,. que paguen ocho doblas; que no paguen los hombres y suele retirarse todo el caudal que el rey echa menos; y no puede
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...

socorrer el reino los oficios, o inventados para pasadizo del patrimonio miento de muchas artes, la malicia en tierra y mar; y de los bienes
real, o para polillas de su tesoro. no quedó sino lo que les hurtaron, que hicieron tan corta diferencia
Así Jo hicieron muchas veces en. Castilla las Cortes, y es el mejor como de ladrones a moros: con que siempre fué delito. Y al fin, si los
servicio, más útil, más descansado, y que con más justicia tiene efeto; moros que entraron dejaron a España sin gente, porque se la degolla-
y es hacienda que merece por su bondad lograrse bien en los suce- ron, estos que echaron, la dejaron sin gente, porque salieron. La ruína
sos, pues ni sale de las venas, antes vuelve a ellas, ni sabe lágrimas fué la propia: sólo se llevan el cuchillo.
de afligidos. Y nunca más a propósito llegó este servicio que hoy, a Estas cosas y otras, que ordenó el celo justo y piadoso, y torció la
rey tan grande, tan celoso del remedio de sus reinos; a ministro, cuyo maldad de los medios, entregaron las cosas de España en tal estado
blasón es el desinterés, cuya tarea las mejoras del gobierno. al gran Felipe IV, que el no remediarlas era perderlas, y el tratar del
Será hablarles en su lenguaje y a su corazón, si hay algo desto, que remedio es aventuradas. No es la primera vez que se han visto los
lo sepan; pues haciendo justicia, se podrán restituir lo que les falta, reinos en tal estado. Don Juan el Primero se vió tan apretado de la
y páguelo quien lo debe, y salga de quien lo oculta, y quítese a quien necesidad y tan condolido de sus vasallos que ya le contribuían la vida,
lo arrebata; y ayuden al rey yi al reino el leal rendido, con su tributo, que le obligó a no querer atetar todo el servicio que sus vasallos
y el ladrón despojado, con su castigo. le hacían.
Tácito, en Galba, dice que habiendo mirado arbitrios para desem- Y así, Tira-la-piedra, que andas escondiendo la mano y muy raposo
peñar el Imperio de los excesos de Nerón, el mejor fué buscar el pa- de palabras, rodeando el hablar en que su majestad tiene pocos años,
trimonio de las haciendas de los que le habían usurpado. Si parte desto ¿quieres que tenga más que los que ha ? que nació?
se ha hecho ahora, Esconde-la-mano, bien se ha hecho, si con nom- Pero bien entiendo 'tocas esta tecla para apedrear cuantas juventu-
bre de donativo y de concesión ha disimulado, por no deshonrar, a des ha habido de reyes sus antecesores; porque para responderte es
las esponjas del rey; y es singular modestia reducirse a pedir lo que fuerza decir que maliciosamente ignoras que, comparada la mocedad
podía cobrar, por no deshonrar a los que, debiendo restituir, dicen que del rey nuestro señor con todds, es una vejez sin días, y un acabar de
dan lo que vuelven. nacer anciano. Acuérdate poco ha de los destierros del maestro, de las
Más debilita a los -reyes lo que les toman que lo que gastan; y deposiciones atropelladas de los ministros y obispos, del presidente de
así, se echa la culpa a la guerra de lo que peca la paz entremetida y Castilla, santo y grande varón, arrojado hasta arrinconarle en su muerte
desapoderada. Notable es la desorden del mundo. Yo en el tiempo entre dos paredes.
que he vivido, he visto derribar muchos hombres por haber crecido ¿Con qué has sacado las manchas de tanta sangre como se derramó
en poco tiempo mucho, diciendo se hacía para restituir a la majestad a deshora, con tantos que se almorzaron su vida o se la sorbieron,
el caudal, y escarmentar a otros, y autorizar la templanza; y he visto con los justiciados de memoria y a escuras, sin ejemplo y con escán-
que a los reyes y a los reinos les ha costado diez veces más el premiar dalo? Tira-la-piedra, ¿qué majestad ves llorada por indicios? ¿Qué
los que los descompusieron y castigaron, que les costaba su desorden, artes acusadas por clérigos y predicadores, en pública delación, por tras-
si lo era. De donde colijo que son pocas las emiendas en estas cosas, tornadoras de voluntades y engaitadoras de decretos? Nada desto ves
y que este es el achaque de que han adolecido todas las monarquías; ni oyes, ni lo puedes inventar ni comentar.
y así, el pronóstico se asegura para la perdición, si sucediere que cuesta Ves un monarca con sumo poder tan en paz con su apetitos, que
más y empeña más, y hurta más el castigo que el delito. Piense vuesa las casas ajenas no saben dellos. Piadoso, no lo puedes negar, pues no
excelencia en esta bachillería, 'que no perderá el tiempo. te ahorca; justiciero y celoso, tampoco lo puedes contradecir, pues
Su majestad (Dios le guarde) halló en esta monarquía con muchas todos lo vemos. ¿Cuándo diez y siete y veinte y seis años gastaron
canas el empeño, llorado con arrepentimiento de su bisagüelo, consi- deseos incontrastables, sin ruído; poder soberano, sin lamentos; vo-
derando la herencia tan necesitada que dejaba a Felipe II, que con luntad superior, sin favores; entendimiento grande y fervoroso, sin pre-
el Escurial y otras niñerías la extremó más. De suerte que el sunción?
grande, el' bueno, el amado, el dichoso, el santo Felipe III, a fuerza Sólo se experimenta esto en don Felipe IV. Acuérdate en esta edad
de milagros nos divirtió de la atención 'desta calamidad, causada de de los otros reinos de Europa. Desándales los antepasados a sus due-
las guerras en defensa de la Iglesia y expulsión de los moros, que fué ños; toparás hijos abreviados, hermanos desaparecidos, viudeces caseras,
una orden resuelta, no sé si provechosa en el modo, pues de su salida secretarios amaitinados, privados huídos y otros casos y sucesos que se
se nos aumentaron, no sólo enemigos, sino en los enemigos el conoci- han quedado por dueños del escándalo del mundo.
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Pues si cejas más atrás, te atollarás en robos, en comunidades. Pues para otro, cuya prática arraigada es la mayor pesadumbre que s e ha
dime, Tira-la-piedra, no mires al rey nuestro señor, ni le hagas para- podido dar a los enemigos?
lelo de otros monarcas como él, sino d e cualquiera hijo de vecino, Chicharra, porque no te me escapes, te he de perseguir por mar
sujeto a cada corchete, a cualquiera alguacil, a todo escribano, a los y por tierra, que en la una eres sapo, y en la otra tiburón, que empo-
alcaldes y a los oidores. Dime, ¿conoces alguno que desde diez y siete zoñas y muerdes. Dime, ¿cómo no te comes tu propia lengua, y te
a veinte y seis años no tenga con ceño todas las leyes, con ofensas restañas los embustes, y sanas de la enfermedad que padeces de men-
todos los mandamientos, con cuidado todas las justicias, con inquietud tira-lluvia, con el milagro de aquel decreto de los hombres de negocios,
todas. las calles? que sin perjuicio suyo y con suma justificación del hecho obró, al pa-
Mírate a ti, picarazo, en esta edad, si te has dado buen hartazgo recer, una masicoral de gastos, pues - el año de veinte y uno, que heredó
de ofensas de Dios, siendo conocido por hambrón de pecados. ¿Qué chiste el rey nuestro señor, comía la renta del año de treinta y uno?,
no• has dicho?, ¿qué pulla no has echado?, ¿qué testimonio no has Dime : ¿por qué desde entonces te quedaron piedras que tirar,
levantado?, ¿qué horca no ha merecido tu cuello?, ¿qué cuchillo tu ni mano que esconder, viendo una invención de la desorden tan mal-
lengua?, ¿qué tranca tus costillas? dita, como hacer comer a un rey en profecía de diez en diez los años
Y esto siendo lo que he dicho, sujeto a todo y a todos. ¡ Y tiras que estaban por venir? ¿Había lástima como verse los años comidos
piedras contra la obligación de fiel, contra una juventud que, sin supe- antes de ser ni de llegar? ¿Cómo había de estar el siglo y la edad,
rior en lo temporal, vive canas cuando cuenta niñeces! Esconde-la-mano, sino rabiando, si se veía comer de antuvión, y con hambre tan canina,
si tiras piedras porque se perdió el Brasil por traición y por pecados. que con poco temor del guarismo mordía desde veinte y uno hasta
,

destíralas porque se cobró con valor y con dificultad y con ventaja. treinta y uno? Si no hereda su majestad y Dios le inspira este decreto,
Si las tiras porque entró en Cádiz el inglés, destíralas porque salió con hoy año de treinta está comido el año de dos mil, y casi decentado el
pérdida y sin reputación. Si las tiras porque se perdió Bolduque y Wesel, día del Juicio, y los señores reyes están introducidos en cáncer de los
destíralas porqu e se ganó Bredá, y se rompieron las Pesquerías. ¿Por tiempos.
qué no despiedras y destiras cuanto has tirado, sólo considerando que Ves aquí, maldito, que hoy come su majestad el propio año en que
nuestro rey en tan pequeña edad, que en los juguetes pudiera servir vive, y ha quitado el susto a los por venir, que del miedo de la
de prólogo decente a las mocedades, haya arrancado de Alemania la comezón anticipada se rascaban antes de nacer.
raíz de la herejía en el Palatino, y trasferido aquella casa y aquel voto Pues pasando de decretos y compañías a socorros y a protección,
a príncipe católico, acabado con Alberstad, y borrado tan numerosa fami- dime, ¿cómo no te sirven de mordaza las banderas de su majestad
lia de príncipes enemigos de Dios, y establecido la corona del mundo que el año de veinte y cinco, estando la república de Génova entre
en la frente de tan vitorioso emperador, y esto en tiempo que a Francia las uñas de Ladiguera y entre las garras del alteza de Saboya, parte
envió socorro contra sus rebeldes, cuando Francia le daba a los de de la ribera arañada, la ciudad con los enemigos arrimados, y la ame-
España contra esta corona? naza a cuestas, les retiró la ciudad, que por hermosa y rica es buscada
Esconde-la-mano, ¿a qué mocedad atiende rey que por la unión de muchos galanes, cobrando Filipo IV millones gastados desta defensa,
de sus reinos deja su corte y visita a sus ministros? Vístele en Anda- en alabanza eterna de su patrocinio desinteresado, que solicita a que
lucía, Aragón y Cataluña, dejando recién nacida una princesa, y recién le busquen los afligidos desde las montañas de Armenia, como lo han
parida una reina, donde estuvo más de seis meses sin salir de un apo- hecho?
sento y de una tarea congojosa, en el más riguroso tiempo del año. Pues pasando la consideración a Afirica, en aquellos pellizcos tan
¿Cuentas los atrevimientos que Dios ha dado a los enemigos de su grandes que ha dado en tierra de moros, ¿cómo no te acuerdas de la
majestad, y callas los castigos que le ha dado para ellos? Descubierto gloriosa defensa que se ha hecho a la Mamara, contradiciendo el nú-
has el brazo y la mano, picarón, tanto, que te puedo decir por sus mero de los bárbaros y la diciplina militar de los holandeses, con
rayas tu mala ventura. poca gente, y güésped en corta orilla de la multitud dilatada en domi-
Dime, contador de desdichas; picaza, que sólo te sientas en la nio de alarbes y moros, asegurando de Berbería nuestras costas, y dellos
matadura : gusano, que sólo tratas con lo podrido: ¿por qué no des- las costas que tien e en Berbería, con inumerable pérdida de los cosa-
tiras y despiedras a tan gran rey y mucha parte de tus calumnias, sabiendo rios rebeldes, de quien tú, graduado en Mahoma, eres coronista, pues
la compañía que ha formado para el comercio de la India Oriental, no asalariado de tu maldad, sólo tienes pluma para sus fortunas y piedra
prometida, no fantástica, sino efetuada ya en un viaje y aprestada para las nuestras? No sé qué haga contigo para convertirte, viéndote

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tan duro, que te puedes, tirar a ti propio a pedazos. Quiero ver si te
del valido empiezas de nuevo a culpar al rey y al gobierno. Pues dime,
enternecerás a ti mismo.
duende común que tiras piedras, das gritos, y haces ruido, y nadie te
Ea, maldito, que te predico como hombre cantonero, pues andas ve, y todos te vemos, ¿qué quieres de una rey que tiene tan buen tino,
escribiendo los cantones: veste aquí embutido en unas (cuando Dios te que da su valía a un hombre que tiene quejosos a sus parientes y
haga merced) cachondas (así se llamaban, y cuando más honestamente acomodados a los ajenos, y pobres sus criados, y servida el rey? ¿Estos
gregarias; dejo el nombre que no se puede decir sin el perdón de-
no son los cuatro costados en que ha de probar limpieza cualquier pri-
lante); mírate atestado en unas calzas atacadas, temblando con los vanza?
muslos unas sonajas de gamuza, o cuando mejor, vestido de tajadas de
paño o terciopelo. Dime, demonio, ¿no te le ha dado Dios y el rey, sin hijos, que
es el arrabal más costoso de poblar en los privados y el tarazón más
Yo te doy que vas de medio abajo con dos enjugadores de obra, caro para los reinos de la valía? Familia de herederos es concavidad
que llamaban calzas: mírate qué frontispiscio y portada, un morciélago que nunca se llena, y un engarce que continúa pot un siglo larga sarta
atacado con agujetas: atiende, y vuelve esos ojos buscones de achaques de privanzas. Pues, maldito, reconoce tu sentencia como el diablo.
a tu gaznate, perdido como hacienda real a puros asientos. Dime, ¿cómo le agradeces al rey esta elección, y al conde el ser privado
Mírate con, la turbamulta de un cuello con carlancas de lienzo, escueto, solo y mocho de todo privado? Y después desto, ¿cómo no
holanda, cambray o gasa. Mírate para abrirle cercado de tantos fuegos, le reconoces el retiro, y el no andar por las calles atento a la cosecha
hierros y ministros, que más parecía que te preparabas para atenazado de reverencias, sumisiones y descaperuzos? ¿Tiene el rey cómo pagar,
que para galán; gastando más moldes que una imprenta, quitando ni tú cómo agradecer no haber privados de privado, como cuento de
de la olla para el azul, y del vestido para el abridor. cuentos? ¿Fuera mejor que anduviera multiplicado en parientes copias
Dime, desventurado, ¿cómo no te vuelves de todo corazón, de y en criados traslados, y que en cada plazuela hubiera un privadito,
toda valona, de todo gregüesco calzón y zaragüelle, á rey que dió como ahora una fuente, y que toda la villa estuviera sembrada de humi-
carta de horro a las caderas, a rey que desencarceló los pescuezos, lladeros, y que hirviera palacio de privado y privadillos, y haciapriva-
a rey que desavahó las nueces, a rey que te abarató la gala, te facilitó dos, y juntoaprivados, y comoprivados, y entreprivados, y cachipri-
el adorno, te desensabanó el tragar y te desencalzó el portante? Mira vados como cachidiablos? ¿Que anduviéramos agotados de inclina-
que si no fuera por él, ya estuvieras vuelto cuello sal y braga momia; ciones y de zalemas la mitad del año a gatas y en cuclillas a puras
y si esto no te ablanda las entrañas, alma precita, mira a lo que aho- reverencias?
rras, y conocerás lo que debes a tal cuidado, cuando con un retacillo Hoy estamos limpios tiesta plaga y desta inundación de aprendices
• de gasa y lienzo, que fué pañizuelo, hijo de una toalla y nieto de un del poder, y de validos contrahechos y falsos. Pues ¿qué ocasión puede
camisón, sobre una golilla, perdurable, sacas esa cara acompañada y ese dar a quejas privado estéril de otros privados, y que, si no es en la
pescuezo con diadema.
audiencia, nadie le ve? Aquí ,tiras piedras; ya te atisbo, y dices: ¿Es
Dime, renegado de tu patria, fugitivo de tu propia sangre, ¿qué invisible? ¿Qué recela? ¿Por qué no sale? Para esta ocasión se dijo el
aguardas? ¿Qué gruñes teniendo un rey generoso, justo, clemente, aquí te tengo. Si el privado no sale, dices: No le veo. Si sale : No le
magnánimo, humanísimo, barato, desembarazado, celoso, católico, padre puedo ver. Si no acompaña al rey, dices que lo hace de confiado; si le
de sus vasallos y defenso r de sus confederados? Haz una y buena, acompaña, que de temeroso o vano. Si no le ves, le acusas. Si le ves,
picarazo: da contigo y, con todos tus libelos infamatorios, sátiras, te enfadas. Que te lleve el diablo, pues ni te entiendes, ni te puedes
chistes, cedulones y blasfemias en las Arrepentidas de corrillos y junta entender. Yo no te le canonizo: sé que es hombre, a quien el rey (como
noturna y parola del yermo,, que con esto salvarás tu intención y tu lo había de dar a otro) ha dado el mayor puesto y el primer lugar
obligación; y ten siempre en la memoria (no por quien eres, que eres de ministro. Mi ojeriza tengo yo con el hombre que priva, mas no
la quintainfamia, sino por quien debías ser) la que debes a don Filipo con lo privado; y sin embargo, no me tienes de tu parte.
el Grande, nuestro señor, que además de ser tal, te dió el ministro ¿Qué me dirás de sus audiencias todas pasadas por el rey, no las
más pacífico que se pudo hacer de masa, pues con* él no ha tenido del rey pasadas por la suya? No hay negociantes estantíos, ni preten-
nadie dares ni tomares; tal, que el hierro no se tomará, si le llegan sores de estanque hediondo a cieno: todo es corriente. ¿Qué gruñes
a él o le asoman a su aposento: y que en ocho años de valimiento no entre dientes? ¿Que le honra el rey, que le reverencian todos? Justicia
le alcanza la vida a la audiencia, como la sal al agua. es en el príncipe, obligación en los Isúbditos. No lo digo yo; Casiodoro
Ya entendía que con esto escampabas, y veo que por el resquicio lo dice. Oye, enderiloniado: «Con estudio conviene que levantemos a
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aquellos que la piedad real quiso 'engrandecer; porque _a los que la, cle- conde la gloria de los buenos sucesos, que es lo que él quiere para
mencia de los príncipes entronizó, deben también los que son sus va- solo el rey, tú le canonizas según la buena ley de Joab; y cargándole
sallos darle de su propia dignidad.» de todas las desgracias, tú' solo le satisfaces el celo con que no se harta
Esconde-la-mano, el que mi rey honra, yo, que soy súbdito suyo, no de servir al rey y de padecer por su servicio.
sólo debo holgarme de que le honre, sino quitarme de mi dignidad para Así, mi señor Tira-la-piedra y Esconde-la-mano, razón sería que
crecerle a él. No fulminan estas palabras mal proceso a ti y a tus pe- vuesa merced no se desvelase tanto en perseguir a todos con malicia
dreos. Ya te veo apelar a la pérdida de la flota, y las ponderaciones de enmascarada, que ya nos dijo Garcilaso que era vuesa merced, cuando
«no se ha visto otra vez en tiempo de ningún rey». Dime, paradislero más duerme,
de historias y sucesos, ¿todas las demás flotas, sin exceptar alguna, no a quien la hambre y el favor despierta.
han venido así? ¿Armó el conde los bajeles que la tomaron? ¿Es su
pariente quien la robó, o quien la perdió? ¿O su parecer y su tema Y así, toda su rabia de vuesa merced es porque no le dan lo que
le dió el cargo? Es cierto que todo fué al revés : ¿pues qué le acusas? desea. Desee lo que en justicia se debe dar, que eso sabe hacer el rey,
El acontecimiento. ¿No quieres dejar albedrío a la providencia de y no se lo quitará el privado( para ningún pariente suyo. Pero cascos de
Dios? ¿Quieres que aquella mente eterna no disponga sus castigos y oropel ¿qué ocupación no harán ridícula? Juventud satírica y mal in-
favores contra nuestra prevención y ruegos? Oye a San Augustín: tencionada ¿qué le le amoldará, sino tirar chistes empedrados? Cudicia
«Quien alaba a Dios por los milagros de los beneficios, alábele por los ejecutada y veneno amarrado ¿qué se le entregará, que no lo apeste
asombros de las venganzas, porque halaga y amenaza. Si no halagara, y robe? Holgón, bárbaro y presumido ¿qué bueno pusiera un virrei-
no hubiera alguna exhortación. Si no amenazara, no hubiera alguna co- nato? Queja siempre flechada, y méritos Icr sí solo conocidos ¿quién
rrección.» los ha de consultar que tenga honra, o quién premiar que tenga alma?
Tú, peor intencionado con Dios que con los hombres, ¿le quieres Vuesa merced tire piedras, y tire dichos, y tire embozos, y tire, pues
privar destas dos partes? Dime, ¿el perder Carlos V el intento de otro día habrá; y haga la batería que pudiere, junte auditorio como de
tomar a Argel, fué cargo contra su gloria, ni acusación de sus validos? tal predicad-or; que el rey es glorioso entre las naciones, el privado
Las comunidades fueron culpa, sino de la desorden y de la ausencia? cudiciado otro así de otros reyes, y yo el que me ando tras vuesa señoría
¿La pérdida de tanta nobleza y fuerzas de España en la armada de para hacer de sus piedras berroqueñas corona de diamantes al siglo, y un
Inglaterra procesó a Felipe II ni a sus validos? ¿La toma de Cádiz, que epitafio a su sepoltura de vuesa merced, señor Tira-la-piedra, que tenga
hizo el inglés, infamó otro ministro que al que la guardaba? ¿La sólo mío el Yace, y del Taso el
pérdida de la batalla de las Dunas, y la venta de la Enclusa cargáronse Gran Fabro de Calumnie.
al privado? Guarde Dios a vuesa seriaría de sí mismo, y a todos de vuesa merced,
Pues dime, ¿hacia dónde fiscaleas? ¿Qué quieres a nuestro rey pru- para que vuesa excelencia y todos estén guardados de lo peor. En Gües-
dente y valeroso? ¿Qué a este esclavo de la república con nombre de ca y enero de 163.o años. — Licenciado Todo-lo-sabe.
valido? ¿A este amarrado a su obligación, condenado a su asistencia,
tan poco airado contigo, que como tú cargues sobre su desdicha todos
los sucesos desdichados, te lo agredecerá? FIN DE «EL CHITON DE LAS TARABILLAS»
Que él esto conoce por suyo, y los aciertos y vitorias de la mano
de Dios, y de la providencia del rey nuestro señor, para quien solamente
la confiesa, haciendo infinitas veces cada día la fineza, de toda fidelidad,
que una vez sola (para enseñamiento de todos, y grande estimación
suya) hizo Joab. Así se lee en el segundo de los Reyes: «Peleaba, pues;
Joab contra Rabbath de los hijos de Amón, y batía la ciudad de Rafin.
Envió Joab mensajeros a David, diciendo : «Yo peleé contra Rabbath,
y se ha de tomar la ciudad de las aguas. Por esto tú ahora junta la
mayor parte del pueblo, y cerca la ciudad, y tómala porque cuando la
ciudad fuere asolada, no, se dé la vitoria a mi nombre.» Pues, Tira-la-
piedra, vuelve a ti la consideración, y hallarás que no atribuyendo al
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me duden. No quiero que sea difícil acabarme de leer, sino empezar a
responderme.
Que no es por el güevo ni por el fuero, el güevo lo dice, el fuero no
tiene que decir: ni han quebrado el uno ni el otro los ministros de su
LA' REBELIÓN DE BARCELON'A majestad.
Ha gastado el rey nuestro señor en defensa y recuperación de Salsas
NI ES POR EL GÜEVO NI ES POR EL FUERO y Perpiñán millones de oro y muchos millares de hombres. Asistió al
condado con los mejores vasallos de todos sus reinos. Cobró lo que se
había perdido en Rusellón más por la neutralidad que los catalanes tu-
Averígüelo el doctor Antonia Martínez Montejano, natural de la villa de vieron que por el valor de los franceses. Confieso concurrieron a la
San Martín de Espuches. restauración ; empero tarde y con socorro regateado, no ofrecido. No
sé cómo se les pueda agradecer parte de acción, de que tan presto en
todo mostraron que les pesó.
Causa jubet melior Superos sperare secundos. Si dijeren que se debió excusar el acordar la guerra por aquellos
(Lucan., lib. VII.) confines, por estar quietos y seguros por su parte dellos ; si dellos
mismos no han estado seguros, y se han inquietado por ellos mismos,
Habiendo visto el Aristarco, o Censura a la que llaman los catalanes séanse respuesta, pues se fueron causa y ocasión a todo.
Proclamación, católica, y pesado la grandeza de sus razones, lo sólido de La guerra tan injusta que Francia hace hoy a toda la cristiandad
su recóndita erudición, igualmente docta y verdadera, y lo suave y va- en esta monarquía más con cizaña que con valor ni- valentía, levantando
ronil y robusto de su estilo, no nor creerle ni añadirle, sino por acom- a Barcelona s a Portugal y asistiéndolos a la traición, confiesa en gloria
pañarle, ccmo el cero, que delante del número no vale nada, como la nuestra que todas las naciones- apestadas de -herejía, incorporadas en
sombra, que es nada detrás del cuerpo, determiné escribir lo que des- Francia, no pueden dár cuidado a España sin españoles.
preció la severidad de aquella pluma, y lo que después della, que a Guerra es esta más colorada con la vergüenza que con la sangre.
todo bastó, sobra ; porque si no obedecieren al docto, padezcan al ig- Y halas de burlar el intento, porque al español más le constituye en
norante, y en esta materia se ha ya dicho lo que basta y sobra. serlo la lealtad que la patria, de tal manera, que deja de ser español en
Y si bien reconozco que en lo de la ida a Belén cuando nació dejando de ser leal. Así se valen de los que lo fueron y lo dejan de
Cristo, el Aristarco con declarar las medallas que se han fingido, los ser, para empezar a ser peligro de los que los admiten.
detiene en aquel camino y los degrada de reyes magos, con todo me Siempre que Francia tiene guerra con España, Rusellón y Cerdaña
enfadé tanto viendo que en los evangelistas ni escritores eclesiásticos son los pasos que, por más llanos y abiertos, llaman , a sí los celos y el
auténticos no se leía nada, que quise hablar\ en ello, y lo dejé hasta re- cuidado de las dos coronas; y guardar el pasa no es aguardar a que
pasar todo lo que se escribe de Herodes. Pudo ser que si fueron a Je- el enemigo lo pise, sino pisarle el suyo..
rusalén fuesen a verle y diesen el arbitrio de que degollasen los inocentes, El más seguro modo para defenderse del contrario, es obligarle a
que parece traza de catalanes. Lo que hallare saldrá en la segunda parte, que se defienda. El que acomete sabe escoger para sí, toma la deter-
cuyo título será otro refrán que se dice: «Justicia de catalanes.» minación y da el susto al enemigo. Esto reconocieron los ministros de
El tema y la tema de los de Barcelona, que podrán más fácilmente su majestad en los mismos pasos y confines. Esto ejecutaron,- adestra-
negar que son catalanes que no el ser temosos, es el refrán que dice : dos de toda prudencia militar, en la interpresa de la Ocata.
«No es por el güevo
güevo, sino por el fuero.» Sucedió, desdichadamente, no por inconsideración ni falta de valor :
• Yo les probaré «que no es por el güevo ni por el fuero». Y última- el por qué díganlo, si se atreven, los catalanes, que se contentaron con
mente (valiéndome de su intención y de la invidia de los enemigos de ser solamente testigos de aquella desventura de los que a su pesar los
España), «que será por, el , y no por el fuero». defendían. Mucho desanima amparar al que se ofende de que 'le ampa-
No dirán que escribo desaforadamente, ni que guiso mal mi discurso, ren : peleábamos contra los franceses por Cataluña, y los catalanes obli-
pues los doy, batidos con tres güevos, tres fueros, que son toda su gaban a los franceses contra nosotros con no acompañamos.
golosina. Nuestra desgracia su ingratitud la mereció, nosotros la padecimos;
Mi cuidado será el ser verdadero y breve, porque ni me teman ni desquitámosla con muchas ventajas sobre Fuenterrabía : esta plaza les
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hizo llorar lo que cantaban. Fué gran disposición pelear por guipuzcoa- lodo donde aguardaban cosechas. El puede ser el revoltoso del mundo,
nos y no por catalanes: defendíamos a los que se defendían en la °cata,. no señor; cudiciarle, y no poseerle.
g los que se ofendían de que los defendiésemos. Dejábanse gobernar de Debiera advertir Cataluña que el mudar señor no es ser' libre, sino
las conciencias de los bandoleros, cuyo número es el mayor y más bien mudables. No quiero dar lo justo y moderado que me piden y debo,
armado, el grueso dellos gabachos y gasconeá, y herejes y delincuentes y quiero quitarme y perder más, no puede llamarse ahorro, locura sí.
de la Lenguadoca. Al fin, plebe sobrada de Francia y desecho aun. de Hoy nada es suyo si no es la rebelión.
los ruínes della. Las haciendas son de las armas auxiliares, las vidas del peligro, las
Estos, oprimiendo la nobleza y los eclesiásticos y magistrados, arre- honras de los güéspedes, y el sagrado santuario sueldo de calvinista.
bataron en furor la liviandad del pueblo, rematándole en delitos enor- Luego no es ni ha sido por el güevo.
mes que desesperasen de perdón, para que viviese la discordia en el Resta hojear el libro verde, si de poco acá no se ha secado, o no
horror de la indignidad persuadida por indispensable. Con esto a la le han dado otro color después que se desesperaron. •
maldad añadieron la obstinación. Rogaron consigo a Francia, que mostró
En todo él no hay fuero que diga tenga Barcelona conde, y el conde
que los conocra en hacerse de rogar para acetarlos.
no tenga Barcelona ni condado. Ni le hay que diga los catalanes sean
Admitiólos por diversión para nosotros, no por aumento para sí; que vasallos sin señor, de quien quisieren, como quisieren, hasta cuando
ellos han advertido son más útiles ajenos que propios, y enemigos que
vasallos, pues contra su señor han, gastado su tesoro., y al que admiten quisieren.
le obligan a gastar el suyo, sin ver que a costa de su libertad será for- Tampoco le hallo para que maten sus virreyes a pesadumbres y a
zoso que le cobre presto, pues se han quitado , en nosotros la respiración puñaladas, ni para que tengan concordia con el enemigo de su señor
que tenían, para desahogars e del ímpetu y codicia desenfrenada que natural para poder tener discordia con su señor. Y menos que, defen-
tienen experimentada en los franceses, de que no pueden ellos arre- diéndose y defendiéndolos de sus contrarios el conde de Barcelona, no
pentirse a tiempo que el arrepentimiento los aproveche. Darlos a quien le asistan con gente y dineros ni alojen su ejército.
se dan fuera el mayor castigo, ¿qué será darse ellos? Nadie nos los Con sumo desvelo miré si había fuero (aunque de vergüenza estu-
ha de cobrar más aprisa que quien nos los quita: nación que para viese en cifra) que dijese podían los catalanes despojar el sagrado tem-
ser aborrecida sólo aguarda a ser tratada, y para engañar, que se fíen plo de Montserrate y quitar de la cabeza la corona a la Virgen para
della. coronar a Luis XIII, y no le hallé.
El rey de Francia hoy los busca diversión de las fuerzas del rey Holguéme y busquéle con miedo de hallarle añadido con el «no que-
nuestro señor, y destina caudal y precio su desamparo de la paz o con- remos porque no queremos», a quien han introducido en fuero; y
cierto, a que es fuerza que se vea obligado con brevedad. hojeado todo el libro, hallé no sólo sanos y no quebrados sus fueros,
No hablo menos temerosas y prudentes palabras para los catala- empero no hendidos, antes más guardados de su majestad que de su
nes que a los pueblos de Sicilia Hermocrates, hijo de Hermon Sira- archivo y deputación y concelleres.
cusano. Léense en Tucídides, lib. 4 : Nam si bellum elegerimus, etc. Yo les pregunto que cuál tienen que para valerse de los franceses
«Porque si elegimos la guerra y llamamos a estos hombres auxiliares no le hayan hecho pedazos y vuéltole desafuero, pues defenderlos
que hacen la guerra aun a los que no. se acuerdan d'ellos, luego que para quebrarlos, guardarlos de todos y no de sí, para perderlos, no es
nos hubiéramos consumido con gastos domésticos debajo del imperio menor locura que sería en cualquiera guardar su casa de todos para
suyo, fácil es de creer que algún día vendrán con mayor ejército, y pro- derribarla encima de sí mismo.
curarán señorear todo nuestro estado por medio de los que hubieren El rey nuestro señor nunca quiso quitarles la libertad de sus privile-
reconocido bien afectos a ellos.» gios; moderar sí, como señor y padre, la insolencia de que por tenerlos
No pregunto psi puede sucederles esto con los franceses, sino que si usaban. Y esto con- tanta blandura, que teniendo ejército junto y en
puede dejarles -de suceder. Asistir Francia a Flandes, a Borgoña, a Ita- tiempo, por excusar ruina sangrienta, quiso más con la tardanza aven-
lia, a Alemania, a Navarra, a Portugal, a Cataluña, a los dos mares; turar el ser vitorioso que el ser clemente, procurando que la amenaza
a sus presidios y fronteras, más' es de desperdicio que poder. excusase el golpe.
No de otra manera el gran raudal de agua sangrado de muchas Muchos fueron y privilegios leí tan diferentes de como los alegan,
zanjas, en vez de fertilizar muchas tierras, desvaneciéndose bebido de 'que los desconocí; y siendo los mismos, los tuve por otros. No los ale-
los rodeos de sus caminos, aun deja quejosa la sed del polvo, y apenas gan como los tienen, sino como los quieren. Esto es concederse privi-
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legios; y yo certifico que no tienen privilegios ni fuero para poder Hasta esta abominación han llegado, precipitándose sin causa de
concederse a sí mismos ni lo uno ni lo otro. una en otra maldad: empero el doctísimo'Aristarco dice que no se ha
Mucho desto hemos visto de ocho arios a esta parte, y satisfacién- podido averiguar que se quemasen las especies de las formas consa-
dolos con sus mismos derechos. El negro libro verde se vuelve Alco- gradas, ni por información de los inquisidores ni del obispo de Gerona.
rán, y manda que le defiendan y no le disputen, y esto ha sido todo. Y si sucedió, quiero preguntar si hay quién sepa, o si dejará de
Luego no es por el fuero. haber muchos que crean que los mismos catalanes, por desacreditar las
Dicen (yo se lo oí cuando estuvo en Barcelona su majestad) que sus armas de su majestad y hacerlas odiosas, pusieron el fuego al templo
fueros y privilegios todos habían sido premios de grandes y fidelísi- para achacar el sacrilegio a los castellanos.
mos servicios a sus condes, y esto blasonándolo. Pues digo yo con Aris- Adelanto más esto : ¿habrá quien no crea que si sucedió lo que
tóteles: Contrariorum eadem est ratio: «Una misma es la razón de los ellos dicen, que no fueron ellos los que lo hicieron, sabiendo que Benito
contrarios.» Luego por deservicios e infidelidad se pierde lo que por Ferrer, que fué catalán, se vino a Madrid sólo a arrebatar a un sacer-
fidelidad y servicios se gana. dote celebrando la hostia consagrada, como lo hizo, y arrojándola en el
Y si nadie se presume que concede privilegio Contra sí, y el que suelo, la pisó delante de gran concurso de gente, por que fué preso
le concede ni debe ni puede conceder el mal uso de lo que concede, y justiciado con gran publicidad en Madrid, donde murió impenitente
los catalanes no deben tener los que tuvieron ni los que presumen. y quemado vivo con la obstinación y contumacia que jamás se vió en
Dícese que el rey de Francia los ampara república: si fuese así, es judío ni hereje? ¿Halló semejante sacrilegio jamás disposición, no digo
serial que no está contento con una Ginebra. sólo en ánimo castellano, sino en judaizante, moro ni hereje? Pues el
Treta es, no protección. Desprécialos por vasallos, y entretiénelos venirse el catalán Benito Ferrer a ejecutar este crimen de lesa majes-
,

por discordes. Engáitalos con el ejemplo de Holanda, y afiéntalos con tad divina a Madrid, no fué sólo por violar y ofender aquella corte y
la traición de Portugal; y cállales el apólogo (de que hace mención Aris- esta nación, sino que como cudiciaba el infernal blasón del castigo en
tóteles en la Retórica) del caballo, que cuando era libre, para defen- las llamas por ambición, temió que en Cataluña se desentenderían de
derse de otros animales que le enojaban fué a pedir al hombre que le ello fácilmente y no lo podría conseguir.
viniese a socorrer. Excusóse diciendo que no podía andar tanta tierra; Empero, porque de indicio pase a prueba, quiero alegar a los mis-
el caballo ofreció que le llevaría. Púsose en él, defendióle : mas viendo la mos catalanes contra sí propios en este mismo caso. ¿No son ellos los
utilidad que tenía el caballo para el que iba encima, sujetóle, púsole que dicen y afirman y imprimen en su Proclamación católica, que por
freno, acostumbróle a vara y espuelas; quedó vengado, pero sujeto al haber cruentado facinorosamente el día del Corpus con la infanda muerte
que le vengó. Perdónoles la aplicación, allá se avengan; yo se la cuento de su virrey el conde de Santa Coloma, a otro día que se celebró en él,
fábula, miren no me la vuelvan verdad. se paró el sol?
No han tenido poca gracia en achacar su motín a devoción con el Pues gente tan descaradamente impía, que da tanto mérito a un
Santísimo Sacramento, diciendo que por haberse abrasado -en un lugar horrendo homicidio, a una traición inhumana, como a Josué; que osa
(a quien pusieron fuego nuestros soldados en una iglesia que se quemó) decir que con tan rara maravilla aplaudió su maldad Dios, contradi-
unas formas consagradas, tomaron a su cargo la venganza y el castigo. ciéndola con toda su ley; que pretende hacer cómplice al cielo de sus
Si esto sucedió, obraríalo el furor rabioso de los soldados en un infernales crímenes, ¿qué no dirá? ¿Qué no habrá hecho?
lugar que, entrándole a fuerza de armas, pusieron, fuego; juntóse la Hiere San Pedro al judío que iba arrastrando al mismo Cristo, hijo
licencia de la llama no destinada al templo. Empero los catalanes (que de Dios y Dios verdadero, que es el mismo que está en el Santísimo
acusan esto que nosotros lloramos), juntos en consejo y votándolo con Sacramento, y dice el gran Tertuliano, lib. de Patientia: «Fué herida
estudio y acuerdo premeditado poco después, mandaron saquear la casa la paciencia de Cristo en la oreja de IVIako.» Y ásperamente rifle a San
y templo de Monserrate, desterrar los monjes, dar muerte al prior y robar Pedro y con severidad le amenaza: ¿Y alargará la vida al día por auto-
la imagen milagrosísima. rizar con tan esclarecido milagro un homicidio alevoso de los segadores
Pésese el sacrilegio mandado por decreto, y el sucedido por desorden, de Barcelona? ¿Quién negará que los que temerarios publicaron esto no
y se verá la calidad y intento déstos que se mienten vengadores de fueron los que pusieron fuego a la iglesia (si se abrasó) para imputárnoslo?
los lugares sagrados, siendo gente que con el robo de los monasteriós No se paró el sol cuando el catalán Benito Ferrer pisó la hostia con-
y de las imágenes amartela para su socorro a los hugonotes, por desem , sagrada, ¿y quieren los catalanes que se pare en aprobación de la muerte
o teman por católicos.
. barzlosdequ can que ellos dieron a su gobernador y capitán general?

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57.

Hasta el sol quieren sacar de su curso, sin advertir que el privi- es tu, et bonus in conspectu meo: et exitus tuus, et introitus tuus
legid de pararle le da Dios, y no el libro verde; si ya no presumen que mecum est in castris: et non inveni in te quidquam mali ex die qua
pueden derogar los fueros de los planetas con los suyos. De una misma venisti ad me usque in diem hanc: sed satrapis non places.
conciencia es levantar a Dios un testimonio falso y quemar las especies Y en el mismo capítulo, habiéndole pedido David a Achis la causa
en las formas consagradas. por que le echaba de sí, le responde Achis lo mismo, y añade : Scio quia
Dicen que lloran las imágenes y que sudan. El autor no hizo sino bonus es tu in °culis meis, sicut angelus Dei.
trasladar literalmente en milagro las mentiras poéticas de Lucano en De manera que siendo David tal, que afirma Achis con; juramento :
el lib. I de la Fursalia: «Vive Dios que eres recto y bueno en mi estimación, y tu salida y tu
entrada está en los ejércitos conmigo, y desde el día en que viniste a
Indigetes flevisse deos, Urbisque laborem mí hasta hoy no he hallado en tí cosa mala, y sé que eres bueno a mis
Testatos sudare Lares. ojos, como el ángel de Dios; empero no agradas a los sátrapas.»
El Principado, que con toda la Europa tan repetidamente ha dicho
Lo que creo es que ellos hacen diligencias con sus abominaciones del condeduque que es recto y bueno, y sin haber hallado eri sus
para que, en testificación de sus pecados y abominaciones, lloren y su- acciones culpa, oye que apartándose de su rey se apartan dél, lo que dice
den las imágenes en poder ya de calvinistas, sus más capitales enemigos. literalmente es lo que dijo Achis, «que no agrada a los sátrapas», esto
Y aun, por su deposición de los mismos catalanes, no lloraron ni su- es, a los diputados, a los concelleres, a los cien consejeros.
daron las imágenes hasta que ellos, homicidas y traidores, profanaron El nombre de sátrapas no es de mi pluma; su malicia se le pone.
lo humana y lo divino. Viéneles este lugar como nacido; por eso se le visto cuando se le aplico.
Todas las veces que vocingleros se llaman fieles y ostentan la de- Toleró en Barcelona el condeduque el demasiado orgullo de los cata-
Voción con la concepción de Nuestra Señora y con el Santísimo Sacra- lanes. ¿Qué no hizo para disponer su desorden, por digerir su dureza,
mento, los miro eminentísimos dicípulos de Caifas y de sus alharacas, cuando desconocidos cauterizaron su paciencia tantas veces preciosa?
cuando se rasgó la vestidura para decir que blasfemaba Cristo, siendo Cuando su majestad fué a las Cortes en los primeros tumultos de
quien blasfemaba su descomulgada lengua. su facinorosa condición, fué público que Mos de Fargis, embajador de
Y todas las veces que nos llaman impíos y sacrílegos, me acuerdo Francia, que a la sazón re hallaba en Barcelona, había dicho que él
de los ladrones, que, siguiéndolos para prenderlos, cuando oyen que la haría que los catalanes se redujesen a lo justo. ¿Cuál malicia no des-
justicia gríta: «Tengan al ladrón», ellos por disimularse dicen : «Tengan cubrió esto? ¿De qué traición no fué promesa?
al ladrón» con mayores, voces. Llegó a oídos de los catalanes, y valiéndose de la hipocresía patri-
Son los catalanes el ladrón de tres manos, que para robar en las igle- monial que tienen, mintiendo sentimiento, encomendaron su disculpa
sias, hincado de rodillas, juntaba con la izquierda otra de palo, y en a sus alharacas. Admitióse a sus palabras, no a sus corazones, sabiendo
tanto que viéndole puestas las dos manos, le juzgaban devoto, robaba que no hablan- con una misma lengua sus conciencias y sus labios. En-
con la derecha. No se puede negar que en estas comparaciones de roba- tonces ni había precedido guerra, ni asistencia de ejércitos, ni excesos
dores no los he cogido de manos a boca. que ahora acusan de soldados, ni alojamientos: de manera que el ser
Y acordándome de todos los bienes que exageran de su país, en franceses no lo han ocasionado las armas de su majestad, sino descu-,
abundancia, riquezas, fuerzas y valentía respondo con las palabras del biértolo. Ellos son las viruelas de sus reyes: todos las padecen, y los
santo confesor Magno Félix Ennodio, obispo ticinense: Quigus haec que escapan- quedan por 10 menos con señales de haberlas tenido.
tatuen ipsius naturae repugnantis merita non dederunt, fecit eas rela- Los franceses lo digan) a quien hoy vuelven, habiéndolos dejado.
tare sublimes... Oris est, quicquid in vobis lector stupuit. Decírnoslo nosotros a quien dejan, habiéndose vuelto a nosotros,
Exprimido todo el veneno que en la Proclamación confeccionaron los huyendo de los que buscan.
sátrapas de Cataluña, se encamina por ellos al condeduque. Y sintiera El Aristarco hace que sus propios historiadores confiesen esto contra
mucho su celo y fidelidad que los que aborrecen a su majestad no se ellos. Son los catalanes aborto monstruoso de la política. Libres con
mostraran acérrimos enemigos suyos. señor; por esto el conde de Barcelona no es dignidad, sino vocablo
Sucédele al condeduque con 'el principado de Cataluña (con suma y voz desnuda. Tienen príncipe como el cuerpo alma para vivir, y como
gloria de su nombre), lo mismo que a David con Achis; es lugar sin- éste alega contra la razón apetitos y vicios, aquéllos contra la razón
gular: Vocavit ergo Achis David, et oit ei: Vivit Dominus quia, rectus de su señor alegan privilegios y fueros.
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Dicen que tienen conde, como el que dice que tiene tantos arios, Estos ordenadores y sátrapas, a imitación de los otros lo disponen,
teniéndole los años a él. El, provecho que dan a sus reyes es el que da como ellos, inventando y estableciendo una ley que no hubo.
a los alquimistas sir arte; promételes que harán del plomo oro, y con Y ,sucederáles como a los acusadores de Daniel, pues los imitan lite-
los gastos los obligan a que de oro hagan plomo. Ser su virrey es tal ral y individualmente; lo que, .con admiración, conocerá quien leyere
cargo, que a los que lo son se puede decir que los condenan, y no todo el capítulo citado y referido en parte.
los honran. Y porque se entienda que se precian de remedar todas las acciones
Su poder en tal cargo es sólo ir a saber lo que él y el príncipe no cruelmente ruines, adviértase con cuánto cuidado imitaron la fiera obs-
pueden. Sus embajadas a su gobernador cada hora no tratan de otra cosa tinación y el aborrecimiento contumaz de los fidenates, de quienes dice
sino de advertirle que no puede ordenar ni mandar ni hacer nada, Plinio Junior en sus Varones ilustres: Fidenates fidei Romanorum hostes,
anegándole en privilegios. ut sine spe veniae fortius dimicarent, legatos ad se missos interfecerunt.
Dirán que no han muerto los embajadores, que fueron dos hijos
Esta gente, de natural tan contagiosa; esta provincia, apestada con del duque de Cardona: es verdad, mas hanles hecha tratamiento peor
esta gente; este laberinto de privilegios, este caos de fueros, que lla- que la muerte, y con su excelentísima madre hicieron, no sólo que la
man condado, se atreve a proponer a su majestad que su gobierno mude viesen, sino que la esperasen regateada,
de aires, quiere decir, de ministros.
Nación que se arma con delitos indignos de perdón, y que para
Ya les apliqué el nombre de sátrapas; proseguirélo con Daniel, cuyas ser valiente se desespera, presto imitará, como en el principio, a los fide-
palabras en la versión de Pagnino y en todas los fulminan. nates en el fin merecido. Si queremos conocer los ingenios de los de
Es el caso tan individual, que trata de unos sátrapas invidiosos de Barcelona, y cómo afectan lo divino para confundir, oigamos a Tertu-
Daniel, grande privado del rey : Et satrapae quaerebant occasionem con- liano la postrer cláusula en que remata el libro de Corona Militis: Agnos-
tra Danielem ex parte regni: et omnem occasionem et corruptelam non camus ingenia diaboli, idcirco quaedam de divinis affectantis, ut nos de
potuerunt invenire, eo quod esset, et omnis error, et corruptela suorum fide confundat, et judicet: «Reconozcamos los ingenios del dia-
non inveniretur in eo. Tunc viri isti dixerunt: Quia non inveniemus blo, que afecta algunas cosas de las divinas para confundirnos y juzgar-
contra Danielem hunc omnem occasionem, nisi forte inveniamus contra nos con la fe de los suyos.»
eum in lege Dei sui. Este lugar no es tan grande como Barcelona, mas es más verdadero;
La versión de los Setenta muy a propósito los llama: Ordinatores y por corto que es, según viven, viven en él todos los que están en
et satrapae. «Los ordenadores y sátrapas hacían diligencias para hallar Barcelona.
ocasión contra Daniel, y no hallaron en él ninguna ocasión, delito ni Llegado hemos al último disfraz del refrán «Que será por el güevo
pecado, porque era fiel; y dijeron los ordenadores: «No hallaremos y no por el fuero.»
contra Daniel ocasión si no es en servir legítima y fielmente a su Dios.»
El güevo, que en este refrán propio de los catalanes ha estado
Que son sátrapas los diputados, concelleres y los del Consejo de ocioso, después que, por haberle empollado los franceses, es güevo de
Ciento, a quienes no agrada el condeduque, en Achis lo mostré, y de gallo (que en latín gallos se llaman) produce un basilisco: tal padre
sus palabras bien aplicadas les puse el nombre. Ahora se le confirmo dan los autores a esta sierpe habitada de veneno que mira con muertes,
con el lugar de Daniel; y el añadir los Setenta la voz ordenadores a los de manera que tendrán por rey al régulo, que, si mira lo que hace,
sátrapas, es señalarlos con el dedo, siendo así que sólo ellos deben ser deshace lo que mira.
llamados ordenadores y sátrapas, pues se introducen en dar órdenes en
todo lo que no pueden ni deben ni entienden, y alegan que esto es Y forzosamente, si quien mira con pestes por ojos mira por ellos,
oficio de sus concelleres con sus reyes. es forzoso que la ruína suya sea por el güevo, que le fué vientre. David
dice, hablando con el que habita en la ayuda del Altísimo: «Andarás
Ven que el condeduque, por su integridad, desinterés y asistencia sobre el áspid y el basilisco.» Estas pisadas y coces, un rey que cumple
inimitable, tiene el primer lugar; buscan ocasiones y culpas para apar-
lo que dice, se las promete al basilisco : Qui habitat in adjutorio Altissimi,
tarle de su lado: ex lacere Regis. Leen la Vulgata; no hallan alguna,
super aspidem et basiliscum ambulabit.
porque es fiel; y viendo que no lo hay, dicen : «No hallaremos en él
culpa sino en probarle que guarda la ley de su Dios, y no la de nues- Advierto que no se escapará por ser güevo con pollo, pues se cuenta,
tros ídolos; que asiste al lado de su rey con todo el amor que debe y y lo escribe Andrés Arnaudo en sus Juegos, que teniendo un espa-
con la inteligencia qüe otro ninguno pudiera.» ñol un güevo en la mano para comerle, le advirtieron que tenía pollo;

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él se lo sorbió, diciendo: «Vaya antes que llegue a gallo, que será mi perece el fuego, así me es dañoso faltarme enemigos, y' tengo por pér-
enemigo.» dida de mis armas si no se rebelan los que puedo vencer.» (Lucan, lib. 3):
No quiero, aunque les deje con mal sabor, invidiarles el desen-
gaño. Están muy preciados de que, con su levantamiento, maduraron la ...Gaudete, cohortes:
traición en el duque de Berganza, con que juzgan, dividen y divierten Obvia praebentur ~Pm muriere bella.
las fuerzas para su castigo. Ventus ut amittit vires, nisi robora densae
Aúnanse recíprocos con el que se llama don Joan el Cuarto, sin ad- Occurrant silvae, spatio diffusus inani:
vertir que el Joan no es de alguno de los dos Joanes. Que no es evan- Utque perit magnos nullis obstantibus ignis,
gelista, lo que dice lo dice. Que no es baptista, dícelo lo que no hace. Sic bastes mihi cleesse nocet: damnumque putamus
El Baptista, cuando los judíos le ofrecieron el ser ungido, el ser mesías, Armorum, nisi, qui vinci potueve, rebellent.
el ser rey, respondió : «No soy digno de desatar la correa del zapato
del que lo es.» Luc., 3 ; v. i6: Nom sum dignus solvere corrigiam cal. Oigan los traidores que se alegran de ver disminuida la vara del que
ceamentorum ejes. Esto hizo; y este don lían ni hizo ni dijo esto cuando los castiga, a Esaías: «No te alegres toda, oh, Filistea, porque está dis-
acetó el reino ajeno y de su propio rey. minuida la vara del que te castiga; de la raíz del serpiente nacerá el ré.,
Y por ser la cosa que más a mano hay, y acción suya, no será teme- gulo.» Esaiae, cap. 14, v. 29 : Ne laeteris, Philisthaea omnis tu, quoniam
ridad crea* que también le hicieron la oferta judíos. Tiene tan poco este comminuta est virga percussoris tui: de radice enim colubri egredietur
Joan del Baptista que, aun perdiendo la cabeza, tendrá solamente la regulus.
similitud de Herodes, por haber muerto inocentes. Este basilisco, el güevo de gallo, por quien. ya es el pleito, se le
Llamóse Cuarto por usurpar hasta el número del nombre al mismo promete al fuero, por quien nunca fué.
señor suyo natural, a quien usurpó el reino. Acabe mi discurso Tertuliano, pues, hablando contra los herejes fa-
Y si cuando se hizo cuarto Joan se acordara de don Joan el Segundo, bulosos y embusteros, prosigue con la serpiente madre del régulo, y
que degolló, por traidor, a su bisagüelo, pudiera temerse cuartos por lo entiéndanlo por sí los declamadores : Abscondat itaque se serpen quan-
mismo. tum potest, totamque prudentiam in latebrarum ambagibuis torqueat,
Ayer compañero y hoy rey, ayer vasallo y hoy señor, no son pro- alte habitet in caeca detrudatur, per anfractus serien,: suam evolvat, tor-
nósticos de seguridad. Persuadirse él con los catalanes, y ellos con él, tuose procedat, nec semel totus, lucifuga bestia. Nostrae columbae do.
que su traición debilita el grande poder del monarca de España es lo- mus, simplex etiam in aeditis semper, et apertis, et ad lucen:: amat
cura, pues puede decirles con más razón que Julio César a su ejército, figurara. Spiritus Sancti.
cuando le quiso desamparar: «¿Os persuadís sentiré el daño de vues-
tra fuga?»
FIN DE «LA REBELIÓN DE BARCELONA»
Sería lo mismo que si todos los ríos amenazasen al mar que le ne-
garían las fuentes que vierten en él, siendo así que el mar, como no
crece con ellos, sin ellos no menguaría. Lucan., lib. 5:

an cursos vestrae sentire putatis


Da:mora posse fugae? Veluti si cunda minentur
Flumina, quos miscent pelago, subducere fontes,
Non magis ablatis unquam decresceret aequer,
Quam nunc crescit, aquis.

Y la majestad del rey nuestro señor dirá a los que confían contra
su grandeza en estos rebelados, lo que dijo, el mismo César : «Alegraos,
soldados, que os salen al encuentro y se os ofrecen, por merced de la
fortuna, batallas. Corno el viento derramado por el espacio vacío no
logra la fuerza si no le ocurre selva densa, y como si nada se le opone
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Poco escribo, no porque excuso palabras, sino porque las aprovecho,
y deseo que hable la dotrina a costa de mi ostentación. Aquel calla,
que escribe lo que nadie lee; y es peor que el silencio, escribir lo que
no puede acabarse de leer; y más reprehensible acabar de escribir lo
MARCO BRUTO que cualquiera se arrepiente de acabar de leer.
De mí sólo aseguro que ni el que me empezare a leer se cansará
Escríbele por el texto de Ptutarco DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS, mucho, ni el que me acabare de leer se arrepentirá tarde. Harto haré
Caballero del Hábito de Santiago y Señor de la Torre de si alcanzo a parecer bueno por poco malo, y aun esta disculpa tan culpa-
Juan Abad.
ble no se deberá a mi ingenio, sino a mi brevedad, no imitando a aque-
llos que ponen su cuidado en no empezar a decir sin acabar de hablar.
A QUIEN LEYERE Gastaré pocas palabras, y haré gastar poco tiempo. Este ahorro de
tan preciosa porción de la vida me negociará perdón, si no me enca-
Para que se vea invención nueva del acierto del desorden en que la minare alabanza.
muerte y' las puñaladas fueron electores del Imperio, escribo en la vida
de Marco Bruto y en la muerte de Julio César, los premios y los cas-
tigos que la liviandad del pueblo dió a un buen tirano y a un mal leal. PRIMERA PARTE DE LA VIDA
Tropelía son de la malicia los buenos malos y las malos buenos. No DE
pretendo que en el uno escarmienten los ciudadanos fieles, y menos MARCO BRUTO
que en el otro se alienten los príncipes violentos. Sea fruto útil a las
repúblicas, temeroso a los monarcas y de ensañamiento a los súbditos, Escribióla por el texto de Plutarco, ponderada con discurso, don Francisco
el saber recelarse del tirano que tiene algo bueno en que se disculpa y de Quevedo Villegas.
se desfigura, y del celoso que tiene algo malo en que se pierde.
Y el tirano y el libertador conozcan que ni el uno logra su intento,
TEXTO
ni el otro pierde su maldad, cuando el pueblo, en cuya memoria no
tiene vida lo pasado, vende al interés propio la libertad, pobre por la
sujeción, mas bien socorrida. Fué Junio Bruto aquel varón a quien los antiguos romanos en el
Capitolio y en medio de los reyes erigieron una estatua de bronce,
El señor perpetuo de las edades es el dinero: o reina siempre, o quie, porque constantemente libró a Roma de la disolución de Tarquino y le
ren que siempre reine. No hay pobreza agradecida ni riqueza quejosa; echó de la ciudad, sacrificando al puñal de Lucrecia el nombre de rey,
es bienquista la abundancia y sediciosa la carestía. que después quedó delincuente. Este fué progenitor de Marco Bruto,
La libertad al tirano le muda el nombre, y la avaricia al príncipe. que escribo.
Es de ver si puede ser cruel el dadivoso y justo el avariento. La como- DISCURSO
didad responderá que éste no lo es, ni el otro lo puede ser. Puede ser
que esto no sea verdad; mas no puede dejar de ser verdad que ella Mujeres dieron a Roma los reyes y los quitaron. Diólos Silvia, virgen
responderá esto. deshonesta; quitólos Lucrecia, mujer casada y casta. Diólos un delito;
Lágrimas contrahechas se derraman por padres, hijos y mujeres per- quitólos una virtud. El primero fué Rómulo; el postrero, Tarquino.
didos, y solamente alcanza lágrimas verdaderas la pérdida de la ha- A este sexo ha debido siempre el mundo la pérdida y la restauración,
cienda. Yo afirmo que lo bueno en el malo es peor, porque_ ordinaria- las quejas y el agradecimiento.
mente es achaque y no virtud, y lo malo en él es verdad, y lo bueno Es la mujer compañía forzosa que se ha de guardar con recato, se
mentira. Mas no negaré que lo malo en el bueno es peligro y no mérito. ha de gozar con amor y se ha de comunicar con sospecha. Si las tratan
Enseñaré que la maldad en el mundo antes está bien en los malos bien, algunas son malas. Si las tratan mal, muchas son peores. Aquel
que bien en los buenos, porque tiene de su parte nuestra miseria, que es avisado que usa de sus caricias y no se fía dellas. Más pueden con
sigue antes la naturaleza que la razón. algunos reyes que con los otros hombres, porque pueden más que los
No escribo historia, sino discurso con tres muertes en una vida, otros hombres los reyes.
que a quien supiere leerlas darán muchas vidas en cada muerte. Los hombres pueden ser traidores a los reyes; las mujeres hacen
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que los reyes sean traidores a sí mismos, y justifican contra sus vidas Tuvo aquel Senado crédito hasta que por las coronas y señales y
las traiciones. Cláusula es ésta que tiene tantos testigos como letores. flores dió paso a los ociosos, y hallóse fallido luego que empezó a llenar
He referido primero la decendencia de Marco Bruto que los padres, bolsas y dejó de coronar sienes.
porque en el nombre y en el hecho más pareció parto desta memoria
que de aquel vientre. TEXTO
Tenía Bruto estatua; mas la estatua no tenía Bruto, hasta que fué
simulacro duplicado de Marco y de Junio. No pusieron los romanos aquel Fué inclinado a los estudios de la filosofía, y en ellos fatigó can
bulto en el Capitolio tanto para imagen de Junio como para consejo de felicidad, y mereció grande aplauso de los griegos. Prefirió la dotrina
bronce de Marco Bruto. Fuera ociosa idolatría si sólo acordara de lo del divino Platón a todas, y siguióla. No aprobó la nueva y media
que hizo el muerto y no amonestara lo que debía hacer al vivo. Dichosa Academia, y agradóse más de la antigua, y siempre entre todos los
fué esta estatua, merecida del uno y obedecida del otro. sabios reverenció a Antfíoco Ascalonita. Fué Marco Bruto en la lengua
No le faltó estatua a Marco Bruto, que en Milán se la erigieron de latina bien acomodado al estilo, militar y cortesano. En la griega, con
bronce; y pasando César Octaviano por aquella ciudad, y viéndola, dijo dicha afectó la brevedad lacónica. Prueban esta sentenciosa concisión
a los magistrados: sus cartas, donde pocas palabras dan luz a grandes discursos, sin que
—Vosotros no me sois leales, pues honráis a mi enemigo en mi el letor eche menos la que falta, ni deje de leer lo que no está escrito.
presencia. Lo poco en sus epístolas parece que sobra, y lo que sobrara en otro
Ellos, turbados por no entenderle, dijeron que dijese quién era su no parece que falta en él. Usó de las palabras como de la moneda;
enemigo. Señaló César la estatua de Marco Bruto. Afligiéronse todos, razonaba oro, y no metal bajo; valía una razón ciento: tantos quilates
y César, riendo, alabó a los insubres, porque aun después de la adver- subía su lenguaje.
sidad honraban los amigos; y mandó no quitasen la estatua de su lu DISCURSO
gar, dando a entender generosamente que vivía de manera que tampoco
le aborreciera vivo. Puede el hombre con ardimiento y con bondad ser valiente y vir-
A esta propia estatua de Marco Bruto invocó C. Albutio Silo, como tuoso; mas faltándole el estudio, no sabrá ser virtuoso ni valiente. Mu-
del vengador de las leyes y de la libertad. cho falta al que es lo uno y lo otro, si no lo sabe ser. La valentía mal
La sabiduría romana, que tuvo por maestro a su pobreza para pre- empleada se queda en temeridad, y la virtud necia hace mal en el bien
miar la virtud y la valentía, labró moneda con el cuño de la honra; que no, sabe hacer; y es a veces peor la virtud viciosa y la valentía
batióla en el aire, y, sin empobrecers e del oro y la plata, tuvo caudal desatinada que la cobardía cuerda y el vicio considerado. cuanto es me-
para satisfacer a los generosos y a los magnánimos. Puso asco para los jor lo malo que se emienda que lo bueno que se empeora.
premios ilustres en los metales, el verlos empleados en hartar ladrones Poco se diferencian el hacer mal con lo bueno, por no saber hacer
y pagar adulterios y facilitar maldades, falsear leyes y escalar jueces. bien, y el aprovechar el malo con lo malo, porque sabe hacer bien y
Por esto aquellos padres condenaron la plata y oro a precio des- mal. Dificultoso parece que de la virtud, siendo santa, pueda hacer delito
autorizado de almas vendibles y de vidas mecánicas. Honraron con unas el mal ejercicio. El oro es precioso, y dado en moneda es merced, y dis-
hojas de laurel una frente; dieron satisfacción con una insignia en el parado en bala es muerte; y sin perder lo pfecioso queda culpado.
escudo a un linaje; pagaron grandes y soberanas vitorias con las acla- El que dijo que las virtudes consistían en medio, no consideró el
maciones de un triunfo.; recompensaron vidas casi divinas con una medio de la Geometría, sino el de la Arismética, que resulta de lo bas-
estatua; y para que no descaeciesen de prerrogativas y tesoro los ramos tante, entre lo falto y lo demasiado: de la manera que la religión está
y las yerbas y el mármol y las voces, no las permitieron a la pretensión, con majestad entre la herejía menguada y la superstición superflua.
sino al mérito. Cobráronlas las hazañas; no las daban ni vendían la Contrarios de la virtud son quien la quita números y quien se los aña-
cudicia ni la pasión. Ricos fueron los romanos en tanto que supieron de, como el número siete lo deja de ser bajando a cinco y creciendo
ser pobres: con su pobreza se enterró su honra. Dar valor al viento a nueve.
es. mejor caudal en el príncipe que minas, cuando es mejor y más cer- El conocer en Marco Bruto que era virtuoso y que sabía serlo, le
ca ser Indias que buscarlas. 1 Cuántas almas inmensas satisfizo un encaminó para su riesgo los buenos y los malos que en su edad vivieron
ramo de roble y de laurel, que con toda la riqueza de Roma, dejándola en Roma. Los unos le acompañaban, los otros le aventuraron. Era apa-
empeñada, no quedaran ricas ni contentas! cible al pueblo su vida, y a los padres agradable su conversación y el
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estilo de sus escritos, en que ni él se cansaba ni cansaba; al revés de No quiso Catón que Canidio pudiese hurtar; no le dejó Bruto que
muchos que ponen la elegancia en no empezar a decir ni acabar de hurtase; quedó Roma deudora a los dos de la que era suyo dos veces:
hablar. la una porque se lo dieron, la otra porque no se lo dejaron quitar.
Lo que más le autorizó el seso, es afianzarle en que aborrecía las Las monarquías se descabalan del número de sus reinos cuando a
novedades cuando aprobó la Academia antigua contra las opiniones 5 gobernarlos invían ministros que vuelven opulentos con los triunfos
,

modernas. Esto fué promesa de su puñal contra la nueva introducción de la paz. Confieso que esto es empezarse a caer; mas, como empiezan
del imperio de Julio César. Perdió el mundo el querer ser otro, y pierde a caerse por los cimientos, juntamente es acabarse de caer. Pocas
a los hombres el querer ser diferentes de sí mismos. Es la novedad tan leyes saben convencer de delincuente al que hurta con consideración.
mal contenta de sí, que cuando se desagrada de lo que ha sido, se Consideración llamo hurtar tanto que, habiendo para satisfacer al
cansa de lo que es. que invidia, y para acallar al que acusa, y para inclinar al que juzga,
Y para mantenerse en novedad, ha de continuarse en dejar de serlo, sobre mucho para el delincuente que hurtó para todos. De aquel tiene
y el novelero tiene por vida muertes y fallecimientos perpetuos. Y es noticia la horca, que hurtó tan poco, que antes de la sentencia faltó
fuerza, u que deje de ser novelero, u que siempre tenga por ocupación qué le pudiesen hurtar.
el dejar de ser.
TEXTO
TEXTO
Afirman que el día de la batalla en Farsalia, sabiendo que en ella
Siendo mancebo, acompañó a su tío Catón, que fué inviado a defendía la parte de Pompeya Marco Bruto, tuvo César tan grande
Chipre contra Ptolomeo, habiendo Ptolomeo dádose muerte antes que
llegase. Fué forzoso a Catón detenerse en Rodas; por esto invió a Ca- cuidado de su persona, que mandó a sus capitanes, en lo más san-
griento della, que no matasen a Bruto, sino que le perdonasen; y que
nidio, su amigo, a Chipre a que guardase el tesoro; mas temiendo que si él se rindiese, se le trajesen; y que si combatiendo les hiciese resis-
éste no le contaría con manos abstinentes, escribió a Bruto que con tencia, le dejasen y no le hiciesen fuerza. Afirman que hizo esta apa-
toda diligencia se embarcase en Pan filia y fuese a Chipre, donde la sionacía demostración César con Marco Bruto par el amor que tenía
cudicia de Canidio tuviese en su templanza estorbo honesto. Bruto a Servilia, su madre, de quien en un tiempo estuvo muy enamorado; y
obedeció al tío, aunque con desabrimiento, por juzgar la comisión porque en lo más apretado deseos amores y trato nació Marco Bruto,
forastera de sus estudios y de su inclinación, pues iba a ser sospecha
Julio César se persuadió era hijo suyo.
de la legalidad de Canidio. Disimuló con apariencias creíbles la nota
que le traía con su llegada. Y para excusarle la emienda, que le pudiera
DISCURSO
en la acusación ser culpa, le estorbó la culpa con la atención; y con
grande alabanza de Catón, y sin nota de Canidio, no dejando verificar Estaba la muerte de César destinada en la mano de Marco Bruto, y
la sospecha, juntó el oro y plata, que en grande número fué llevado pone César todo su cuidado en• guardar su muerte, y er traer y acercar
a Roma. a sí a quien le ha de matar. Esta ceguedad de solicitarse la propia
DISCURSO ruina, fué en César grande, mas no única : imitó a muchos, y es y
será imitada de muchos. ¿Qué otra cosa vemos sino hombres ocupados
Entonces las repúblicas se administran bien cuando invían ministros en negociar su propio castigo y su misma desolación?
a las provincias distantes, que procuran antes estorbar los robos que Oh descaminados y contumaces deseos de los hombres, que por
castigar los que roban. Más hurtos padecen los príncipes' en el castigo el contagio de la culpa os procuráis la pena I Si la piedad del gran
de los hurtos por algunos jueces, que en los hurtos por los ladrones. Dios no contradijera nuestra propia pretensión, sólo concediendo los
Quien estorba que no hurte su ministro, guarda su ministro y su hacien- arbitrios a nuestros deseos nos castigara.
da. Quien le deja hurtar, pierde su hacienda y su ministro. Aquellos / A cuántos, permitiéndoles el Señor de todo la riqueza que le pi-
pecados se cometen más, que más veces se castigan; por eso el ahorrar den, les quitó el sueña y la quietud que tenían, y les dió invidíosos y
castigos es ahorrar pecados. Pocas veces deja de defenderse el que roba, ladrones! / Cuántos le importunaron por dignidades y honras, a quien
con lo propio que roba. Siempre los delincuentes fueron alegrón y ha- invió con ellas el despeñadero y la afrenta! ¿Qué mujer no le pide con
cienda de los malos jueces: por esto los buscan, para hallarlos, no para vehemente ruego la hermosura, sin ver que en ella consigue el riesgo
corregirlos. de la honestidad y la dolencia de su reputación? ¿Qué mancebo no
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...

desea gentileza y donaire, y con ella adquiere el aparato para, adúltero, que, como las otras provincias, por la avaricia y lujuria de los gober-
y los méritos para deshonesto? nadores, estuviesen peor tratadas de la insolencia de la paz que pudie-
Si el hombre más presumido de su acierto, a ruego de su concien- ran estarlo del furor de la guerra, esta sola provincia, en la virtud,
cia, paseare alguna vez la verdad por los tránsitos de su vida y por los religión y templanza de Marco Bruto restaurada de los robos de sus
claustros de su espíritu, hallará que ha sido ruina de su alma cuanto antecesores, respiraba gozosa y abundante. Y en virtud leste buen go-
por sí ha fabricado en ella, y contará en su salud tantos portillos como bierno, Marco Bruto hizo a César amable de todos los que primero le
edificios. No saber desear, y arrojarse a pedir, es delito espiritual; es aborrecían. Por lo cual, volviendo César a Italia por las ciudades que
necedad humana. Bien acierta quien sospecha que siempra yerra. habían gozado el gobierno de Bruto, cobró el agradecimiento de tal
Quien para los negocios con Dios recusa sus deseos, sabe contestar ministro en aclamaciones gloriosas de todos, que con el reconocimiento
la demanda ajustada a la ley de Dios, que es por la que se juzga. de Bruto le fueron aplauso magnífico.
Y como una ley sola resume los derechos del cielo, no padece equi-
vocaciones ni consiente trampas. DISCURSO
Todas las luces apagó Julia César a su salud; tuvo sin ojos el deseo,
desvelós e en guardar su propia muerte, en traer a sí su homicida; y El buen gobernador, que sucede en una ciudad o provincia a otro
como determinaba a escuras, no vió la enemistad de Marco Bruto en la que lo fué malo, es bueno y dichoso porque, siendo bueno, sucede a
amistad que tenía con su enemigo Pompeya. otro que le hace mejor. El que gobierna bien la ciudad que otro gobernó
Si queremos hallar la causa deste desatino de Julio César, a pocos mal, la gobierna y la restaura. Débesele la constancia en no imitar al
pasos hallaremos que fué su. pecado. Tenía César a Bruto por hijo suyo, que le precedió, y atajar la consecuencia al escándalo, y acreditar la
y juzgábalo así por haber nacido en el tiempo que con más pasión y imitación al ejemplo.
más encendidas finezas gozaba de Servilia, su madre. Fué la virtud y el desinterés de Marco Bruto quien solamente hizo
Parentescos por línea del pecado y del adulterio, la sangre que prue- que los pueblos, olvidando el aborrecimiento que le tenían por tirano,
ban es la que derraman. Las mujeres son artífices y oficinas de la vida, le amasen como príncipe. Justamente se deben a los reyes las alabanzas
y ocasiones y causas de la muerte., Hanse de tratar coma el fuego, pues de los buenos ministros, pues justamente padecen las quejas que ocasio-
ellas nos tratan como el fuego. Son nuestro calor, no se puede negar; nan los que son malos. Por esto deben considerar, cuando eligen gober ,
son nuestro abrigo; son hermosas y resplandecientes: vistas, alegran las nadres,quiftponaselgími.
casas y las ciudades; mas guárdense con peligro, porque encienden cual- Esclarecido y digno maestro de los monarcas es el sol: con resplan-
quier cosa que se les llega; abrasan a lo que se juntan, consumen deciente dotrina los enseña su oficio cada día, y bien clara se la da a
cualquier espíritu de que se apoderan, tienen luz y humo con que hacen leer escrita con estrellas. Entre las cosas de que se compone la república
llorar su propio resplandor. de la naturaleza, espléndida sobre todas es la majestad del sol. La ma-
Quien no las tiene, está a escuras; quien las tiene, está a riesgo; temática astrológica, ciencia que le ha escudriñado las acciones y espiado
no se remedian con lo mucho ni con lo poco: al fuego poca agua le los pasos, demuestra que, sin violentar su curso, obedece en contrario
enciende, mas mucha le ahoga luego; fácilmente se tiene, y fácilmente movimiento el del rapto.
se pierde. No se desdeña de obedecer en algo quien todo lo ilustra y lo cría;
La comparación propia me excusa el verificarla; porque fuego y mu- y con tal manera se gobierna, que ni del todo obedece, ni con soberbia
jer son tan uno, que no los trueca los nombres quien s al fuego llama se resiste. Y pues ninguno es tan grande como el sol, ni tiene tantas
mujer, y a la mujer fuego. cosas a su cargo, para acertar deben imitarle todos. Han de ir, como
La ceniza de Julio César dice bien esto entre las brasas de Servilia, él, por donde conviene; mas no siempre han de ir por donde empezaron
que en una centella que invió con él después de tantos días, le dejó en ni por donde quieren.
las entrañas abrigado el incendio, y -disimulada en amor paternal la Empero esta obediencia y este albedrío no se ha de conocer sino
hoguera.
en la concordia de su gobierno.
TEXTO No se ve cosa en el sol que no sea real. Es vigilante, alto, infatigable,
solícito, puntual, dadivoso, desinteresado y único. Es príncipe bienquisto
Habiendo de pasar César a. Africa contra Catón y Scipión, dejó a de la naturaleza, porque siempre está enriqueciéndola y renovándola de
Bruto en la Galia Cisalpina por buena dicha de aquélla provincia; por- los elementos vasallos suyos: si algo saca, es para volvérselo mejorado
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y con logro. Saca nieblas y vapores, y restitúyelas en lluvias que fecun- verdad que llamarán novedad pararse en Josué, volver atrás en Achab,
dan la tierra. Recibe lo que le dan, para dar más y mejor lo que recibe. eclipsarse en la muerte de Cristo. Novedades milagrosas permitidas son
No da a nadie parte en su oficio. a los reyes. Pararse para que venza el capitán que pelea, volver atrás
Con la fábula de Faetón enseñó que a su propio hijo no le fué li- porque se emiende y anime el afligido, escurecerse con el sentimiento
cito, pues fué despeñado y convertido en cenizas. Fábula fué Faetón; de la mayor maldad: son novedades y diligencias dignas de imitación,
mas verdad será quien le imitare: cosa tan indigna, que no pudo ser como, las que no son desta casta, de aborrecimiento.
verdad en el sol, y lo puede ser en los hombres. Finja la fábula que Esta postrera parte de los ministros estudió julio César en el sol,
fué de manerak que/ atemorice, para que no sea. También mintieron que cuando eligió a Marco Bruto por gobernador de la Galia Cisalpina; pues,
el sol se enamoró de Dafne, que se volvió en laurel, para enseñar que contra el robo de los que le precedieron, sólo recibió de su príncipe la
los amores de los reyes han de ser laureados más que agradecidos, y no honra. Y cuando volvió a Italia por donde gobernaba, dejándole todo
quejosos han de premiar la honestidad que huye dellos. el amor y aclamaciones, se escureció delante dél en su luz, no con su
El secreto del gobierno del sol es inescrutable. Todo lo hace; todos despojo.
ven que lo hace todo; venlo hecho, y nadie lo ve hacer. No carecen de TEXTO
dotrina política sus eclipses. En ellos se aprende cuán perniciosa cosa Era Marco Bruto cuñado de Casio, por estar Casio casado con funja,
es que el ministro se junte con su señor en un propio grado, y cuánto hermana de, Bruto. Debía Casio á Bruto el estar en la gracia de César;
quita a todos quien se le pone delante. Liciones son éstas en traje de y en medio del deudo y amistad tan grande, vinieron a enemistarse
meteoros. Es el sol sumamente llano y comunicable: ningún lugar des- por la pretura que' llamaban urbana, que entre todas era lamayor. Hubo
deña. Mandóle el gran Dios que naciese sobre los buenos y los malos. quien dijese que el propio César mañosamente había mezclado esta
Con un propio calor hace diferentes efectos; porque, como grande go- discordia entre los dos secretamente, dando a entrambos esperanza de
bernador, se ajusta a las disposiciones que halla. Cuando derrite la alcanzarla. Marco Bruto oponía, a las gloriosas hazañas que Casio había
cera, endurece el barro. Tanto se- ocupa en asistir a la producción de la obrado con los partos, su nobleza y su virtud. Por esta diferencia estu-
ortiga como a la de la rosa. Ni a intercesión de las plantas trueca los vieron los dos cerca de venir a las manos. Súpolo César, y determinó la
frutos. Y con ser excesivamente al parecer tratable, es inmensamente causa, diciendo : «Más justa esi la pretensión de Casio; empero lo mejor
severo.
se ha de dar a Bruto.» Hízolo asi, y cid a Casio otra pretura, el cual no
El da luz a los ojos para que lo vean todo; y juntamente con la quedó tan agradecido de la que le dió como quejoso de la que no le
propia luz, no consiente que le vean los ojos; quiere ser gozado de había dado. Y no sólo en esto' fué Bruto dueño de la 'voluntad de César,
los suyos, no registrado. s • sino que si fuera ambicioso, en todo lo fuera, y mandara el Imperio. Mas
En esto consiste toda la dignidad de los príncipes. la familiaridad con Casio le estragaba el amor que a César debía tener;
Y para que conozcan los reyes cuán temeroso y ejecutivo riesgo es porque si bien no estaba reconciliado con Casio, oía los 'consejos de sus
el levantar a grande altura los bajos y los ruines, apréndalo en el sol, amigos, que le instigaban diciéndole que no se dejase llevar de' las cari-
que sólo se anubla y se anochece cuando alza más a sí los vapores hd. cias del tirano, ni envilecer y comprar de sus beneficios; que antes
mildes y bajos de la tierra, que, en viéndose en aquella altura, se cuajan debía irse retirando de su familiaridad y trato, porque era cierto le hon-
en nubes y le desfiguran. raba, no para premiar sus virtudes, sino antes para clistraerlas y infa-
Mas en la cosa que más importa a los monarcas imitar al sol, es marlas. Y de verdad César no se aseguraba de todo punto de Marco
en los ministros que tienes, en quien se sostituye. Delante del sol ningún Bruto, pues aunque se persuadía que por sus buenas costumbres le sería
ministro suyo aparece ni luce; no porque los deshace, que fuera crueldad agradecido, recelaba, con todo, la grandeza de su espíritu, el séquito de
o liviandad, sino' porque los desparece en el exceso de luz, que es sobe- suo letras, el valor de su persona y la autoridad numerosa de sus amigos.
ranía. La luz que les da no se la quita cuando los esconde, sino se la
excede. No crecen sino de lo que él les da : por eso menguan los minis- DISCURSO
tros muchas veces, y el sol ninguna. Y en el señor que los ministros
crecieren de la que toman del señor y de los súbditos, las menguantes Muchas veces el parentesco ocasiona lo que debía estorbar: dígolo
se verán en él y no en los ministros. más claro. El ser hermanos, primos y cuñados, padres y hijos, sirve más
Es eterna, digo perpetua, la monarquía del sol, porque en su estilo, veces de disculpa de dejarlo de ser, que de razón para serio. Oiga cada
desde que nació al mundo, ningún siglo le ha acusado novedad. Es uno a su parentela, y ella me servirá de comento.
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Afirmo que la sangre y afinidad es pretexto, y no deudo. Los priva- toda presunción, amenazó toda liberalidad necia. Si a Dios, luego que
dos de los reyes nada han de tener más lejos de sí que a los que les criando al hombre y haciéndole bueno y bien, y dándole bienes, le
tocan más de cerca, por dos causas: la primera, porque el príncipe se pagó mal; y si Dios y hombre fué pagado de la misma suerte, teman
fía de los tales como de personas que son de tan estrecha obligación y todas, no para dejar de hacer bien, sino •para saber hacer bien sin hacer
deudo con su valido; y pareciéndole que el día que él se los puso al lado con el bien mal y malos; que es más acierto no hacer mal al bien en
pretendió esto, los adelanta sin sospecha de darle celos, y así se acostum- el malo, que hacer peor al malo con el bien.
bra a otros y se divide: grandes inconvenientes para conservar la vo- Conócese que César temía ya a cada uno de por sí, y mucho más
luntad humana granjeada; y cuando empieza a recelarse, halla que ha la amistad y el parentesco que tenían, pues dando esperanzas para pre-
menester defenderse. tender la pretura urbana a cada uno en secreto, los dividió con enemistad
La segunda, si no es mayor, no es menos peligrosa, pues los parientes ambiciosa. Más fácil fuera no juntarlos que dividirlos: pudo hacer lo
del' poderoso, en el puesto que él les da, para no cumplir con la obliga- primero, y no lo segundo. Aquel está mortal, en quien es tan peligroso
ción en que los pone, dicen que él cumple con la que tiene: ahórranse el remedio como la dolencia.
el agradecimiento, llaman la ingratitud lisonja, persuádense que todo Necesitaba César de la autoridad destos hombres; hallábase aventu-
lo tienen merecido, pretenden con presunción y atrévense a dar qué rado entre ellos; quería tenerlos por amigos a ambos, y conveníale que
sospechar, sólo porque no deben ser tenidos por sospechosos. Al fin ellos fuesen entre sí enemigos; trazólo con maña, no con dicha. Y para
son enfermedad en la sangre, que si no se saca, no se cura. Es de tal tenerlos él y que el uno echase al otro, los puso en paz y en guerra con
condición esta verdad, que tratarla en confuso es nombrar ejemplos. una mismas mercedes; pues confesando que merecía la pretura urbana
Así le sucedió a Marco Bruto con su cuñado Casio, que en reducirle con más razón Casio, y dándosela a Bruto, dejó a Bruto quejoso, con, la
a la gracia de César y ponerle a su lado, se acreditó un competidor. pretura que le dió, de la razón que le negaba; y a Casio, a quien dió
Hacer bien'a otro sin hacerse mal a sí, blasón es de Dios: no por esto otra pretura, de la urbana, que negaba a su razón.
pongo dificultad en el hacer bien, sino cuidado: digo que se haga y Con nada contentan los príncipes, porque todos se juzgan igual-
que se mire a quien se hace. El Espíritu Santo lo aconseja así en los mente beneméritos. No es posible a los reyes dejar de dar los puestos,
Proverbios : Si bene feceris, scito cui feceris, et erit gratia multa in ni contentar y hartar con ellos a los que los reciben. Si lo consideran,
bonis tuis. «Si hicieres bien, mira a quién lo haces, y alcanzarás mucha más padecen que hacen.
gracia en tus bienes.» Entendieron Casio y Bruto la mente de César; y por medio de sus
Según esto, mal sano queda nuestro proverbio español que dice: amigos, si del todo no se reconciliaron, entre sí se confederaron contra
«Haz bien, y no mires a quién.» Tampoco digo que no se ha de hacer él y aunaron las quejas propias contra el príncipe.
bien a todos, a los buenos y a los malos, a los amigos y a los enemigos: Esta fué la primera disposición a la conjura contra su vida, y ocasionó
a los buenos, porque lo merecen; a los malos, para que lo merezcan; la primera plática sospechosa de las mercedes del tirano.
a los amigos, porque lo son; a los enemigos, porque no lo sean.
Ciérrase en esto un escondido y alto misterio de la caridad, y una
TEXTO
bien avisada avaricia política. Dije que, debiéndose hacer bien a todos,
se mire a quién se hace. Hacer bien es poner en honra; y hay quien Era en aquel tiempo un cierto Cayo Ligario, que había sido, favo-
sólo aguardó a verse en ella para ser ruin.. Y como no se puede negar que recido de Pompeyo, por' lo que había sido acusado y sospechoso a
.el que dió la honra hizo bien, tampoco se podrá negar que al que se César; mas después César le perdonó, y aunque le hizo muchas) merce-
la dió le hizo mal, si con ella le hizo ruin. Por eso se ha de mirar a quién des, aborreciendo siempre el desordenado poder de César, secretamente
se hace bien; porque haber quien con el bien se hace malo, siempre se le aborrecía, y, por la propia razón tenía con Bruto muy estrecha amistad.
ha visto, y quien con el mal se hace bueno, muchas veces se ve. Pues como éste estuviese enfermo, fuéle a visitar Bruto, y llegando a la
Si Julio César mirara a quién hacía bien en Bruto y en Casio, no cama donde estaba, le dijo Bruto: «¡Oh, Ligarla! ¿Por cuál causa estás
les diera ocasión de ser homicidas de quien los hizo el bien. Y si Marco en la cama y enfermo en este tiempo?» A estas palabras, levantándose
Bruto mirara por quién intercedía cuando hizo que a Casio su cuñado Cayo Ligario sobre el codo, respondió: «De verdad, Bruto, yo estoy
le perdonase César, no le hiciera el mal de ocasionarle la ingratitud. bueno y sano si tú piensas y hablas cosas dignas de ti mismo.» Y desde
_Según esto, el cuidado entero y solo toca al que hace bien; porque aquella hora lo comunicaron toda con todos sus amigos. Y no solamente
en eI que hace mal, se reparte en el que le hace y le recibe. Excluyó hicieron una cabeza de sus confidentes, mas aunaron consigo todos aque-
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líos que eran inclinados al bien común, atrevidos y despreciadores de Hace su oficio de acusador y de soplón en el que habla mal del
la muerte. Y si bien Cicerón era benévolo y fiel para Icon todos ellos, príncipe; y en el que) habla bien, con imposturas no consiente que se le
les pareció noi darle cuenta de lo tratado; porque siendo Cicerón cobarde deshaga. Saben éstos que el tirano (tal es la miseria de su estado) sólo
y persona que con palabras solas y fiado en ellas, presumía efetuar todas estima al que le da más noticias de más enemigos, y que sólo tiene por
sus cosas, con seguridad temieron que, siendo su disinio tal que nece- sospechoso al acusador que deja de acusar a alguno; y esto porque
sitaba de obra y de presteza, se le dilataría en palabras. Asímismo, de los siempre está de parte del odio que merece a todos.
amigos que tenía, excluyó en esta determinación Marco Bruto a Statilio, Por estar advertido destos inconvenientes, Cayo Ligario se retrajo
epicúreo, y a Favonio, imitador de Catón, por haber hecho en las dispu- a la cama y se fingió la enfermedad, asegurando con ella la salud de su
tas y conversaciones experiencias de su sentir. Había dicho.Favanio que sosiego. Marco Bruto, como hombre discreto, no creyendo a la cama,
la guerra civil era peor quei la más dura tiranía; y Statilio, que al varón y persuadiéndose era ardid y no enfermedad, le dijo: «¿Cómo estás
sabio y prudente no le era lícito por causa de los malos y de los necios en el lecho en este tiempo?»
arrojarse en los peligros temerosos. Y como, oyendo lo que estos dos Y no le preguntó por qué dolencia estaba en él; que en cosas tan
dijeron, Labeón, que estaba presente, los contradijese, viendo Bruto arriesgadas es seguro el reconocer, y aventurado el preguntar. Quinto
que aquella disputa era escrupulosa y aventurada, calló; después comu- Ligario le habló como a médico de quien podía fiar su mal, y le dijo,
nicó a Labeón su intento. Este no sólo ofreció de asistirle en él, sino levantándose: «Yo estoy bueno y sano si tú piensas y dices cosas
que luego habló a otro que se llamaba Bruto Albino, que aunque no dignas de tu persona.» Persuádome que Marco Bruto le diría tales
era noble, ni virtuoso, ni valiente, porque era poderoso por la multi- palabras:
tud de gladiadores que para los espectáculos juntaba, le pareció a propó- ORACIÓN DE BRUTO
sito reducirle a la conjura. Hablárónle Casio y Labeón; mas, no habién-
doles dado respuesta, y hablándole en secreto después Marco Bruto y —Hasta ahora, ¡oh, Ligario•I, me he llamado Bruto : ya se llegó
diciéndole que él era capitán fiesta resolución, ofreció que con todas la ocasión de serio. Quiero y debo pasar el nombre a los hechos. Pues
sus fuerzas le asistiría en ella. Y no sólo a éste, Mas a otros muchos Julio César imita a Tarquino, yo, Marco Bruto, quiera imitar a Junio.
persuadió solamente el nombre esclarecido de Bruto; los cuales todos, Vencida he ya con las utilidades de su muerte las amenazas de la mía.
aunque se confederaron sin solemnidad de juramentos, ni de tocar aras, Más quiero que se acorte lo que me resta de vida, que es menos, que
ni hacer sacrificios, de tal manera sepultaron en su silencio su consejo, infamar lo' que de mi vida ha pasado, que es más. Yo hago el negocio
que por más que se le pronosticaban a César astrólogos, prodigios y de los por venir; prevengo a los que aún no son, para que sepan ser a
entrañas de ofrendas, no se pudo penetrar ni entender, y pasaron sin costa de los que no son como debían ser. Breve es la vida; antes
crédito tan manifiestos agüeros y adivinos. ninguna en aquel que olvida lo pasado y desperdicia lo presente, y tes ,
precialovn.Ysmetidaynspcoequlvaró
que junta todos los tiempos en uno.' Cuando el pasado con la recor-
DISCURSO
dación le vuelve el que pasa, con la virtud le logra, y el porvenir con
Cuando por las desórdenes de algún príncipe se muestra el pueblo la prudencia le previene. A esto aspiro, ¡ oh, Ligario Acuérdome de
descontento, peligran los buenos y los sabios entre las quejas de las lo que fué entonces, cuando la maldad coronada tuvo por límite el
gentes y las espías y acusadores que el tirano trae mezclados en todos cuchillo de mi ascendiente. Quiero desempeñar mi obligación en lo
los corrillos; y es casi imposible poderse salvar en esta borrasca los que hoy es, y prevenir para adelante lo que será. Hasta ahora hemos
oídos ni las lenguas; porque para el que teme, igualmente es cómplice sabido todos que Roma es nuestra madre; hoy apenas sabe Roma quién
el que calla como el que responde. de todos es su hijo. Perder la libertad es de bestias; dejar que nos la
Es delatado el silencio por pensativo, y la voz por impaciente; y quiten, de cobardes. Quien por vivir queda esclavo, no sabe que la
extiéndese a tanto el riesgo, que aun no se libra dél quien, conociendo esclavitud no merece nombre de vida, y se deja morir de miedo de no
los delatores, por disimular alaba y defiende las violencias; porque dejarse matar., Tenemos por honesto morir de nuestra enfermedad, y
aquel que se encarga de acusar para que el tirano estime su maña y la ¿rehusaremos morir de la que tiene nuestra república? Quien no ve la
tenga por mayor que la prudencia del recatado, no refiere lo que dijo hermosura que tiene el perder la vida por no perder la honra, no tiene
delante dél, sino lo que quería que dijese, y alega por grande servicio el honra ni vida. A Roma antes dejaré de ser ciudadano que hijo. El
falso testimonio, y acredita su eminencia con sus mentiras. haberme faltado la fortuna para este intento en el ejército de Pom-

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peyo, antes me anima que me desmaya; que tan justificadas acciones no es tan importante la presteza como el valor. Yo no te llamo al peli-
las niegan los dioses a la locura de la suerte, para concederlas a la razón gro, sino a la gloria ; y tengo tan conocida tu virtud, que no la agravio
de la virtud. Toda la sangre de Farsalia, en vez de escarmentarme, con aguardar la respuesta de tu boca, oyéndola en tu obligación.
me aconseja. Allí hice lo que pude; aquí haré lo que debo. Si los dioses
no me asistieren, yo no dejaré de asistir a los dioses. No pude hacer ORACIÓN DE LIGARLO
que las armas de César no empezasen a ser dichosas; empero procuraré
que no acaben de serlo. Si hubiere quien me siga, verá la posteridad Respondióle animoso:
que hubo otros buenos romanos; si no, conocerán que yo solo me —Tus razones, Bruto, no quieren respuesta, sino obediencia. Tales
atreví a ser bueno. Grande gloria es ser único en la bondad; empero son, que sólo siento no haberlas dicho. En estas cosas se ha de hablar
es gloria avarienta. No lo deseo, porque quiero bien a mi patria ; no poco, ya que no se excusa el hablar algo. Confederados están los áni-
lo temo, porque conozco sus ciudadanos. No aborrezco en César la mos; pon las manos en la ocasión, y apodérese del tiempo el silencio
vida, sino la pretensión. La maldad que le dió con el soborno los ma- mañoso; que la multitud de malos en que se fía César, en muriendo
gistrados, le persuadió con la ambición a perpetuar en sí el encargo le aborrecerán, como si fueran buenos; porque la maldad una cosa
que la ignorancia de los padre s le prorrogó; y después le enriqueció tiene peor que ella, y es necesitar de ruines para su aumento y conser-
el sacrilegio con el robo del templo de Saturno, menospreciando las vación. En' la forzosa determinación no se ha de tratar de inconve-
advertencias religiosas de Metelo. La fortuna furiosa dió la vitoria a su nientes, cuando la maldad y la prudencia son los pilotos del mundo.
traición en la postrera batalla, y la traición de Ptolomeo le dió la Y pues los consejos desconfiados desenfrenan las sinrazones de los
cabeza de Pompeyo. Todo cuanto tiene y ha alcanzado ha sido dádiva ruines, si quieres que esté sin recelo, pásame del discurrir al obrar.
de la iniquidad; nada posee que no sea delito del que se lo dió y del
que lo tiene. Quitárselo no es despojarle, sino absolverle. Lo que se Fortalecidos con esta conferencia, apartaron la conversación.
cobra del ladrón se restituye con justicia cuando se le quita con violen- Tan próvido se mostró Marco Bruto en los que escogía como en
cia. Yo, Cayo, no trazo conjura ; antes formo tribunal: a ser jueces los que dejaba. Era Cicerón íntimo amigo suyo, de lealtad asegurada
convoco los amigos, no a ser conjurados. La ira, j oh, Ligario!, quema con experiencias grandes; empero era más elegante que valiente: sus
el entendimiento, no le alumbra; y. la paciencia, que obliga a los buenos, hazañas remitía a la lengua y no a' la espada. Hablaba bien y mucho,
anima a los malos. Por esto conviene tenerlas a entrambas o. a ninguna; y por esto eran artífices de sus obras sus palabras.
que la ira sufrida sabe ser virtud, y la paciencia enojada sabe dejar de Aquí reconoció Bruto aventurado el secreto de tan gran empresa,
servicio. Determinado tienen los cómplices con César, el día de las parque él no pretendía persuadir cosa que se hiciese, sino hacer cosa
katendas de marzo, de jurarle rey en el Senado. Conviene adelantar su que se persuadiese con la obra. No quería probar que convenía matar
muerte a esta maldad, antes que el nombre de rey con el resplandor a César, sino matar a César para probar que había sido conveniente
de la majestad halague la ignorancia de la plebe y atemorice el celo de matarle. Por esto excluyó al elocuente, y a Statilio, epicúreo, y a Fa-
los leales. Reconocida tengo la arte de su fortificación : hase acompa- vonio, por el temor filósofo que habían mostrado en las conversaciones
ñado de cómplices, hase hecho numeroso séquito de delincuentes, que, familiares. El uno aprobaba la tiranía y no las guerras civiles, por no
como partícipes en sus delitos, sean interesados en su conservación. padecerlas, como si la tiranía no fuera la peor guerra civil y ya vitoriosa.
Los que han merecido su lado son perjuros, acusadores, asesinos, sa- El otro decía que el varón sabio no se había de arrojar al riesgo por
crílegos y invencioneros, y estos últimos son los más a propósito para los necios y malos. Este no hubo cosa buena a que no pusiese nombre
establecer su dominio; porque con arbitrios, quimeras, locuras y nove- aborrecible. A la lealtad llamó riesgo, y necios y malos a los celosos y
dades distraen el juicio de los pueblos, y les desperdician la atención prudentes. Hay siempre en las repúblicas unos hombres que con •sólo
con el movimiento perpetuo de maquinaciones nunca oídas. Y si tiene un reposo dormido adquieren nombre de políticos; y de una melancolía
pereza nuestro celo y le damos lugar a que se corone, con las mercedes desapacible se fabrican estimación y respeto: hablan como experimen-
y cargos hará ministros y príncipes estos que hoy son delincuentes, y tados, y discurren como inocentes. Siempre están de parte de la como-
se embarazará el castigo de sus culpas en lo magnífico de sus cargos; didad y del ocio, llamando pacíficos a los infames y atentos a los envi-
que en el mundo los delitos pequeños se castigan, y los grandes se lecidos, y son tan malos, que sólo es peor el que los da crédito.
coronan; y sólo es delincuente el que puede ser castigado, y el faci-
. No los replicó Bruto, aunque los contradijo Labeón; porque éstos
neroso que no puede ser castigado es señor. Por esto, j oh, Ligario 1, `son peores advertidos que despreciados.
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No le pareció a Bruto establecer la conjura con juramento, sacrificio no te puedo ser do algún alivio o deleite, cuando ni el retirado tormento
ni ceremonia exterior; porque estas cosas pueden resultar •en indicios, y de tu ánimo, ni el cuidado que veo cuánto te desasosiega y requiere
el secreto acompañado de ruídos, suele con él ser parlería de su mismo confianza, no te le ayudo a padecer. No ignoro que la naturaleza flaca
silencio. Y este aparato de juramentos y ofrendas en las confederacio- de las mujeres no es capaz de la guarda de algún secreto; mas en mi
nes, no sólo no las afirma, mas antes las acusa de sospechosas, pues hay una cierta virtud de buena enseñanza y de honesta índole para
siempre confiesan estos requisitos la duda que los que los piden tienen deformar las costumbres) de mi sexo, y ésta la tengo por hija de Catón y
de los que los conceden. Aquel negocio se ejecuta con menos riesgo, por mujer de Bruto, en las cuales antes de ahora estaba menos confiada;
que depende de menos circunstancias. mas ahora me he experimentado invencible al dolor y a la muerte»..
Verificó bien esta dotrina Marco Bruto; pues, no sacando afuera Dijo así, y descubriéndole la herida, le dijo el fin con qué se la había
de las almas de los confederados la resolución, la cerró tan oculta, que dado. El, atónito, y enajenado con la admiración y la pena, levantando
burló el crédito a los astrólogos que amenazaron a César, con día seria- las dos manos al cielo, suplicó a los dioses fuesen propicios a su intento,
lado, su fin; a los animales, que, muertos, con entrañas introducidas a para que se mostrase digno marido de Porcia.
la profecía (por la superstición) se le predijeron; y a tantas señales
y agüeros que le amonestaban de su riesgo. DISCURSO
Ordénalo Dios así, porque si los temerarios no fueran incrédulos,
difícilmente los hallara el castigo; mas, como nacen para escarmiento, Aquellas cosas que degeneran de sí mismas, en lo que desmienten
sólo dan crédito a la soberbia, que, presumida, les aparta el remedio de su naturaleza suelen ser prodigiosas: admirables si son buenas, y vilí-
las dudas. simas si no lo son.
TEXTO Los hombres que han sido afeminados, han sido torpísimo vituperio
del mundo.
Bruto, viendo que dependían dél todos los valientes y leales de la Las mujeres que han sido varoniles, siempre fueron milagrosa acla-
ciudad, revolvía el peligro en lo más hondo de su ánimo, y procuraba mación de los siglos; porque, cuanto es de ignominia renunciar lo bueno
en el 'semblante 'componer los sentidos de día; y de noche en su casa que uno tiene, es de gloria renunciar lo malo y flaco.
no era el mismo, porque a veces, a pesar del sueño, le solicitaba con- Porcia, mujer de Marco Bruto, fué tan esclarecida, que en sus accio-
gojosamente el cuidado. Y profundamente melancólica, vacilando en nes más pareció Catón que hija de Catón; antes Marco Bruto que su
los senos de las dificultades y las amenazas de los riesgos, no pudo mujer; pues, siendo el natural de todas las que lo son derribado a las
engañar la atención afectuosa de su mujer, que en su fatiga conoció niñerías del agasajo, y sólo atento al logro de su hermosura, y a la
padecía interiormente las ansias de alguna determinación dificultosa y hartura de su deleite, y a la servidumbre de su regalo, ésta, cudiciosa
intrincada. Llamábase Porcia, y era hija de Catón. Casóse Bruto con ella, de penas y ansiosa de cuidados, tuvo celos valientes, no de que la tu-
siendo viuda y muchacha, y teniendo un hijo que se llamó Bibulo, de viese menos amor, sino de que la tuviese menos afligida con la propia
quien hoy se lee un pequeño comentario de los hechos de Bruto. Era
causa que su marido lo estaba.
Porcia mujer estudiosa de la filosofía, enamorada de su marido, animo'sa Tuvo por afrenta que no la juzgase Bruto digna de padecer con él,
y prudente; y por serio, antes quiso hacer de sí experiencia, que pre-
guntar a su marido la causa de tan congojosa tristeza. La experiencia y capaz de cuidados homicidas.
que hizo en sí fué ésta: con un cuchillo que los barberos tienen para Estaba triste de verle triste, y corrida de estado por la vista, y no
cortar las uñas, después de haber desembarazado su aposento de las por la comunicación confidente; y esto, porque sabía que se aumenta
criadas, quedando sola, se dió en un muslo una grande herida. Empezóse el dolor a solas y desconfiado de compañía. Parecíala que no darla Bruto
luego a desangrar copiosamente, a que se siguieron inmensos dolores, parte dél era temor de la flaqueza mujeril, y que por esto quería pa-
con calenturas y frío; y viendo a Bruto afligido y atónito de verla en decer más dolor secreto y prudente, que menos dolor aventurado y
tan peligroso estado y tan mortales congojas, le habló en esta manera: repartido. No le culpaba porque era mujer, mas trató de disculparse,
«Yo, Bruto, hija de Catón, me casé contigo, no como las concubinas sabiendo ser mujer.
solamente para el consorcio de la mesa y de la cama, sino para ser tu, Primero con una herida mortal se calificó paras poder preguntar a su
compañera en lo próspero y en lo adverso. Por tu causa no puedo que- marido la causa de su tristeza, que se la preguntase. Quiso que la
jarme de mi casamiento, y tú puedes quejarte del tuyo conmigo, pues pregunta fuese hazaña, no curiosidad; y reconoció tan desacreditado
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en las mujeres el sufrir un secreto, que se examinó en sufrir la muerte, Porcia, reviviendo en el gozo de haberle merecido a su marido
para persuadir que le sufriría. parte de su cuidado, y resucitando la voz caída por el desperdicio de
Oh docto, y entonces religioso, desprecio de la salud! Para con- la sangre, le dijo:
vencer Porcia a Bruto de que antes morirá que revele el secreto, se
da la muerte antes, porque la pregunta lleve por fiador su fin. No quiso SEGUNDA ORACIÓN DE PORCIA
que en la promesa aguardase Bruto su constancia; quiso aguardar igual-
mente la muerte y el crédito de su marido. —Bruto, en nada tienes peligro: si matas, te debe tu patria su
vida ; si mueres, te debe por su vida tu muerte. Si ésta se sigue, me
Muchas mujeres ha laureado la guerra, muchas ha consagrado a la acompañarás como marido; si se difiere, me seguirás como amante. Yo
inmortalidad la virtud en los gentiles; empero •ninguna fué igual a ruego a los dioses que permitan que te aguarde a ti, y no a César;
Porfia, que reconoció la flaqueza del sexo, y no sólo la desmintió, mas que tu amor y este secreto> le llevo conmigo a los silencios del sepulcro.
excediendo el ánimo varonil, fué a su marido mujer y sacrificio, dolor El pensar quiere tiempo, y lo pensado ejecución. Muchas cosas hay
y ejemplo, y- por acompañarle en el espíritu, despreció acompañarle en que no se dicen, y se derraman;' porque lo que no se comunica, se
el tálamo.
sospecha. Nada es tan seguro como pensar lo que se ha de hacer, y
Bien reconoció Marco Bruto lo que tenía y lo que perdía, cuando, nada es secreto si para hacer lo determinado se tarda en pensar, cuando
viéndola mortal, con estupor no pidió a los dioses le diesen vida, sino el pensar es delito y la tristeza amenaza. Recátate del tiempo, que es
que fortunasen su intento de manera que le pudiesen juzgar digno de parlero, y advierte que tales intentos se han de tener, y no se han
ser marido de Porcia. de detener.
¿Cómo podía dejar de .efetuarse determinación asistid a de un prodi- Oyóla Bruto con toda la alma. y compitiéndola en el semblante lo
gio tan grande? Y aún fué pequeño precio de tan generosa muerte la mortal, procuraba con suspiros sostituir la vida a Parcia, y se enter-
vida de Julio César. Nueva causa para matarle dió a Bruto la muerte neció humanamente en la piedad de oficio tan lastimoso.
de su mujer. Era solamente castigo, y ya era venganza.
TEXTO
ORACIÓN DE PORCIA
Entró César en el Senado, y luego le cercaron todos, fingiendo que-
—Saldrá mi sangre y mi alma (dijo Porcia) de mi cuerpo, mas no rían consultarle algunos negocios. Allí se dice que Casio, volviendo la
saldrá tu secreto; y si no se puede fiar secreto a mujer que no sea cara a la estatua de Pompeyo, le pidió favor; y Trebonio, con malicia,
muerta, por merecer que me le fíes cuando no me le puedas fiar, me divirtió a Antonio, y le detuvo fuera de la puerta de la Curio., por-
he dado la muerte. Más quiero merecer ser tu mujer, que serlo; mejor que no entrase.
es dejar de ser mujer con la muerte, que ser mujer y no merecer serlo DISCURSO
con la vida. Con esto nos acabará un cuidado a entrambos; pues yo
te veo morir del que tienes, y yo muero del mismo, porque no le Tanto importa saber escoger el lugar para la ejecución de una mal-
tengo. Yo no sé lo que padeces, y lo padezco porque no lo sé. Si al- dad, corno el secreto. En todo fué grande la habilidad de esta trai-
canzares de días a tus cuidados, que a mí me alcanzan de días, vivi- ción, pues supo escoger personas y sitio. Algunos fueron de parecer
rás más que yo, mas no mejor. Yo te perdono que ahora me tengas lás- que embistiesen a César en la ralle, otros en su casa. Estos eran con-
tima, porque te quiero tanto, que sólo sentiré que después me puedas sejos de la ira, no del discurso. Marco Bruto, que como cabeza pen-
tener invidia. No Pidas mi salud a los dioses, ni la solicites en los saba por todos, resolvió que fuese en el Senado, diciendo: Que de ma-
remedios; que yo no quiero que la muerte que me' da la constancia, tarle en las• calles o en otra parte podía resultar fácilmente su ruína,
me la estorbe la medicina. Más gloria te será haber tenido mujer que porque la dignidad del príncipe tenía grande séquito, y su valor mu-
te haga falta, que tener mujer que te sobre. No te digo que vivas ni chos devotos, y su persona muchos apasionados; y que a todos éstos,
que mueras: vive si pudieres, y muere si no pudieres más. que eran muchos y poderosos, la muerte violenta encendería en com-
Oyóla Bruto, y mezclando sus lágrimas con su sangre, pagó su va- pasión piadosa, siendo informados por la vista, del horror, de la sangre
lentía comunicándola el intento que la callaba y de justicia debía a su y de las heridas. Que el pueblo en los sucesos repentinos y públicos,
muerte. sigue al primero grito, y da al oído, por donde se gobierna, al que

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antes se le ocupa. Que aun los enemigos y quejosos y castigados del los hiere quien está apartado, no los engalla quien no los aconseja:
propio César, por mostrarse generosos y humanos, o serían neutrales, el campo de su batalla es su palacio.
o seguirían .(por su seguridad) a la mayor parte; porque en casi todos Sé que algún furioso se ha atrevido a dar muerte a su príncipe
los rencores la enemistad tiene por orilla la muerte del que aborrece; en la calle, empero sé que es alguno. Mas también sé que no hay al-
y que en esta confusión grande y forzosa no podría ser oída su razón guno que pueda contar los monarcas que han muerto a mano de sus
ni las causas de ella, Que todos los que no habían sido en ello que- confidentes, y cuántos hijos han hecho herederos los criados de sus
josos de que habían desconfiado de su secreto y su valor, habían padres.
de ser sus enemigos, y que serían los quejosos séquito y aclama- César vivió en las batallas, donde se muere. César murió en el Se-
ción de César. Que era locura fiarse en que por ser en uti- nado, donde se vive. Pues los reyes y emperadores toman de César el
lidad de todos el librar la patria del tirano, lo seguirían todos nombre, no dejen el ejemplo y el escarmiento.
con aplauso; pues habían visto que infinitos, de los mejores y más ¡ Noble acción fué la de Casio, mirar la estatua de Pompeyo y pe-
valientes de la patria, le habían asistido a hacerle tirano por el hierro dirla ayuda! Esta fué idolatría de la ira, al agravio. Persuádase el. que
y por el fuego; y que todos éstos tenían hoy su medra en su conver- hace morir a otro, que podrá derramar su sangre, mas no acallarla.
sación, y que sería difícil delante del cuerpo de César despedazado o La estatuta de Pompeyo muerto era en el Senado el ídolo de los
persuadir, tan pocos a tantos, que era celo y no invidia la que los agresores de César. No hubo César entrado en el tribunal, cuando le
movía, y era fácil recelar peor tiranía de los matadores; porque es con- rodearon todos con achaque de negocios fingidos. No habían entrado
dición del pueblo aborrecer al que vive, y echar menos en muriendo: ellos a perder tiempo, sino a quitárselo a César y gozarle.
siendo así que las alabanzas y los elogios magníficos solamente los me- Habían exduído de la conjuración a Marco Antonio, si bien era
recen las desdichas y la sepoltura. Que se debían temer mucho los hombre en cuyo ardimiento antes se cansaban los trabajos, que le can ,
llantos de las. mujeres, de cuyos afectos dependen las determinaciones sabn:cidolguer,aftndolsrm,ypet
de,los hombres. Y afirmó que estas empresas se debían ejecutar en parte singularmente favorecido de César, que fué la primera causa de excluirle
que antes se supiese la causa que la muerte; que oyesen que estaba del trato y conspiración.
muerto, y que no le viesen difunto. Que para conseguir esto, y evitar Sabían que Antonio fué causa de las inobediencias de César, cuando
los inconvenientes referidos, el lugar solamente a propósito era el Se- no quiso dejar las armas; pues siendo tribuno de la plebe por las
nado, y las personas solamente convenientes los senadores; porque el dádivas de Curio, no queriendo el Senado leer las cartas que César
lugar autorizaba el suceso, y las personas, como padres de la patria, escribía por la prorrogación de su cargo, él osó leerlas concitando el
le calificaban; y que saldría el homicidio, en el razonamiento, más ve- pueblo. Y viendo que Lépido y Catón refutaban las nuevas condicio-
nerable que lastimoso, y su atención desembarazada de piedades desor- nes que se proponían por los amigos de César, se fué arrebatada-
denadas y de conmiseraciones plebeyas, y que reverenciarían por mis- mente con Quinto Casio adonde estaba César, y con gritos sediciosos
terio la crueldad. le exhortó a la tiranía.
Convencidos desta dotrina, determinaron se cometiese la muerte en Movibles asimismo a no darle parte el ser Marco Antonio temerario
el Senado. y ambicioso, amigo de novedades, asistido de malas y bajas costum-
No escribo estas razones para dotrinar conjuras, sino príncipes, por- bres, deshonesto con publicidad, bebedor con infamia de su juicio, com-
que reinen advertidos del lugar y de las personas en que solamente pañero de rufianes y alcagüetes y bufones, protector de facinerosos y
sus peligros se logran. delincuentes, y todo su espíritu una población de distraimientos y. es.
No tienen culpa las hojas de la salvia llenas de virtudes, de que cándalos.
Por eso no sólo recataron dél sus disinios, mas con providencia
muera el que las traga, sino el sapo que las envenena; y por eso es el trataron que Trebonio este día le entretuviese en palabras a la puerta,
peor de los animales, porque busca lo mejor para hacerlo malo.
porque no entrase en el Senado.
No serán culpables las hojas de mi libro en la rabia del basilisco Y si bien todos fueron de parecer que con César debían dar muerte
que las leyere, sino el contagio de sus ojos, que miran con muerte; a Antonio, Marco Bruto lo contradijo severo, diciendo no convenía ex-
ni acusará estas razones sino aquel que sintiere que yo descubra en ad- tender el cuchillo a otra vida que a la del tirano, porque no se disfa-
vertencia lo que secreto podía él obrar en tósigo. Sepan temer las mase la acción con señas de guerra civil o venganza.
leyes, y sabrán vivir. No les da veneno quien no les da de beber, no Esta fué la primera, si no la mayor necedad del discurso de Bruto,
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pues ignoró que de las acciones violentas la calificación está en la segu- la vistiera de todos colores. Es la tienda de todos los aparatos del en-
ridad, y que ésta la da antes el extremo que el medio. gaña, de todos los trastos de maldad. En ella halla espadas la ira, más-
Persuadióse que muerto César seguiría su partido Antonio, sin ad- caras el enojo, caras la traición, novedades el embeleco, disfraces la
vertir que era mejor que siguiera a César en la muerte, que esperar asechanza, joyas el soborno, galas y rebozos la ambición, la maldad pues-
que los siguiera en su opinión, Cierto era que pues ayudó a otro a tos, y la infamia caudal.
usurpar la libertad de la patria, para lo propio no se desayudaría a sí Humillábanse éstos a César para derribarle; llegábanse a él para
mismo; y por esto fuera más seguro matarle que detenerle. apartarle de la vida; llevábanle en los abrazos las heridas, y en los besos
la ceguera. Hallóse tarde embarazado; levantóse en pie para desviarlos
TEXTO por fuerza. Mal apartan de sí los príncipes el peligro doméstico: es
fácil no ocasionarle; y ocasionado, es imposible el huirle. Determi-
Tenían cercado a César con achaque de negociar, y entre todos Tilio narse tarde al remedio del daño, es daño sin remedio. En tanto que
Cimbro le rogaba por un hermano( suyo desterrado. Y por llegarse con estuvo sentado, se le arrodillaron; en levantándose, se levantaron para
buen color, valiéndose todos los otros de la ceremonia del ruego, pidién- derribarle.
dole lo propio le tocaban los pies y el pecho, le asían de las manos,
Quitóle Tilio Cimbro la toga de los hombros, y luego Casca el pri-
y con besos le tapaban los ojos. César despidió la intercesión, y emba- mero le dió por las espaldas la primera puñalada. Rey que se deja
razado con las ceremonias, se levantó para librarse dellas por fuerza. quitar la capa, da ánima para que le quiten la vida. Los que cara a
Entonces Tilio Cimbro con las dos manos le quitó la toga de los hom- cara le desnudan, dan la señal a los que están detrás para que le maten.
bros, y Casca, que estaba a sus espaldas, sacando un puñal, el pri- Esta primera herida, que dice Plutarco que no fué de peligro, fué
mero le dió en un hombro una herida pequeña. Y asiéndole de la la mortal, con ser la primera, pues dió determinación a las otras. Quien
empuñadura César, exclamando con alta voz, dijo en latín: «Malvado empieza a perder el respeto a los reyes, los acaba por todos los demás
Casca, ¿qué haces?» Mas en el griego pidió a su hermano que le so- que le siguen. Es reo de lo que hace y de lo que hace que hagan.
corriese. Y como ya fuesen muchos los que le acometían a César, y «Asió César a Casca la mano con el puñal por la guarnición, y con gran-
mirando a todas partes para defenderse, viendo quo Bruto desnudaba la
de voz le dijo en latín : Malvado Casca, ¿qué haces?»
espada contra él, soltó la mano y el puñal de Casca, que tenía asida; ¡ Oh ceguedad de los tiranos! ¡ Ven al que los desnuda delante, y
y cubriéndose la cabeza con la toga, dejó su cuerpo libre a los homi- al que los hiere detrás, y pregúntanles lo que hacen! Quien pregunta
cidas que, turbados, arrojándose unos sobre otros a heriral César y aca- lo que padece, con razón padece, y sin remedio, lo que pregunta. No
barle, a sí propios se herían. Y Bruto, dándole una herida, fué herido puede ser mayor ignorancia que preguntar uno lo que ve. Este es el
de sus propios compañeros en una mano, y todos quedaron mancha- riesgo de los monarcas, que ni conocen los matadores cuando los matan,
dos de la sangre de César, y César de alguna dellos.
ni la muerte estando muriéndose.
Tiene César en la mano la empuñadura de la espada que le hirió,
DISCURSO y la punta en la espalda, y pregunta gritando al homicida lo que hace,
habiéndoselo dicho el golpe y la sangre.
Los que para hacerle aborrecible le añadieron corona, dignidad y
poder, para matarle le prendieron con la adoración, le cercaron con Achaque es de la majestad descuidada preguntar al que le destruye,
las reverencias, y le cegaron con los besos. y no creer al que le desengaña. Si los reyes preguntaran a sus heridas,
Más homicidas fueron aquí los abrazos que los estoques. Debo decir y no a los que se las dan, tuvieran noticia de su defensa.
que sin aquéllos no lo supieran ser éstos. Bien puede haber puñalada César volvió a mirarlos y vió que todos con las espadas desnudas
sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada. Pocos tienen a juntos le embestían; mas, viendo que con el puñal desenvainado le aco-
la adulación por arma ofensiva, y menos son los que no la padecen. metía Marco Bruto, cubriéndose la cabeza con la toga, se dejó a la ira
Es matador invisible a la guarda de los monarcas; éntrales la muerte de los enemigos. Suetonio escribe que le dijo en griego: «¿Y tú
por los oídos, envainada en palabras halagüeñas. entre éstos? ¿Y tú, hijo?»
Las caricias en los palacios hacen traiciones y traidores; y cuando ¡ Qué mal atenta, y cuán desacordada es la hora postrera de los
son menos malas, son prólogos de la disimulación. tiranos!
Tan desnuda anduviera la mentira como la verdad, si la lisonja no Todos o los más acaban diciendo requiebros a quien los mata.
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¿Qué otra cosa puede suceder al que llega con su pecado. hasta su eficaces, para calificar las causas de aquel hecho. Y convencidos de sus
muerte? palabras, todos con voces de aplauso le pidieron que saliese. El, con-
Era Marco Bruto su pecado, hijo (así lo entendía César) de su adul- fiado en esta aprobación y séquito, salió con todos, siguiéndole los
terio; ¡y admirase de que un hombre pariente de su delito esté entre demás, no despojados de recelo; y acompañando grande cantidad de los
los que le hieren, y llama hijo al que es cabeza de los conjurados más principales de la ciudad (como en triunfo) a Bruto, desde el Ca-
contra él! pitolio le trajeron a los Rostros. El pueblo reverenció la' presencia de
Defendióle, como se ha visto, en la rota que dió a Pompeya en Far- Bruto, y en lo venerable de su aspecto detuvo el ímpetu, obediente
salia, llamóle a sí desde Larisa, abrazóle en llegando a su real, perdonó a la inquietud de las novedades; y contra el orgullo, natural de la mul-
por él a Casio, dióle gobiernos, arrimóle a sí en el Senado; ¡ y espán- titud junta, oyeron su razonamiento con grande silencio.
tase de que esté con los que él propio le juntó, y de verle donde le
había entrado!
Mire el príncipe a quién acerca de sí y a quién se acostumbra; por- DISCURSO
que esto es en su mano, - y no el remedio desto.
Luego que vió a Bruto contra su persona, desamparó su defensa. En Grave delito es dar muerte a cualquier hombre; mas darla al rey es
esto mostró buen conocimiento, aunque tardo, pues se dió por muerto maldad execrable, y traición nefanda no sólo poner en él manos, sino
sin remedio cuando vió armada •contra sí a la ingratitud. hablar de su persona con poca reverencia, o pensar de sus acciones
Cubrióse la cabeza: lo propio hizo Pompeya cuando vió irremedia- con poco respeta. El rey bueno' se ha de amar; el malo se ha de sufrir.
ble su muerte en la espada traidora de Achilas. Consiente Dios el tirano, siendo quien le puede castigar y deponer,
Era esta una superstición( de los gentiles. para que no viesen con las ¿y no le consentirá el vasallo, que debe obedecerle?
ansias naturales fea los enemigos su muerte. Llegaba el punto de su No necesita el brazo de Dios de nuestros puñales para sus casti-
valentía hasta no querer que viese alguno los sentimientos forzosos del gos, ni de nuestras manos para sus venganzas.
cuerpo ni los ademanes del fin de la vida. Huyeron estos homicidas al Capitolio por asegurarse, y entran en
Pondera Suetonio que cuando cayó, por caer decente se cubrió con el Capitolio consigo, en su delito su persecución. La sangre de César,
la propia toga los pies. Advertencia para caer bien y para morir a es- que llevaban en sus manos, les iba retando de traidora la de sus venas.
curas, no es advertencia del juicio, sino circunstancia del yerro. Llamaron, para ampararse con buen nombre, al pueblo a la libertad,
Mejor es mirar por los pies para que no caigan, que dejarlos caer y palabra siempre bienquista de la multitud licenciosa.
mirar porque no se vean. Cubrirse de pies a cabeza con la toga, fué Y Marco Bruto, conociendo por los semblantes de los que habían
hacer la toga mortaja. Cuidar de menudencias para después de muerto, concurrido, que la hacían buena acogida, descubriéndose animoso, dijo:
y no de los riesgos para no morir, quiere ser piedad, y no sabe; quiere
parecer advertencia, y no puede; pretendió ser recato honesto, y que- ORACIÓN PRIMERA DE BRUTO
dóse en melindre castigado.
—Pueblo romano: Julio César es el muerto; yo soy el,matador: la
TEXTO vida que le quité es la propia que él había quitado a vuestra libertad.
Si en él fué delito tiranizar la república, en mí ha de ser hazaña el
Arrastrados del miedo, con gran escándalo ensangrentados, y los restituirla. En el Senado le di muerte, porque no diese muerte al Se-
puñales desnudos, huyeron todos, y Bruto con sus compañeros) se retrajo nado. A mano de los senadores acabó; las leyes armadas le hirieron :
al 'Capitolio. Marco Antonio, temeroso y mudándose el vestido, se es- sentencia fué, no conjuración. César fué justiciado, y ninguno fué
condió. En llegando al Capitolio los matadores, llamaron el pueblo a la homicida. En este suceso sólo podrán ser delincuentes los que de vos-
libertad. Luego se concitaron grandes clamores, y los discursos diferen- otros nos juzgaren por delincuentes. Yo no retraje al Capitolio mi vida,
tes confundieron la ciudad en tumulto suspenso. Mas luego que supieron sino estas razones; porque, en habiéndolas oído, os agraviara si os
no se, había cometido otra muerte sino la de César, que no se saqueaba temiera.
la ciudad, que la acción era sin venganza ni cudicia, muchos de los Siguió estas palabras un largo aplauso de la gente, y con voces
populares yi de los nobles y magistrados acudieron al Capitolio con ale- agradecidas le pidieron que se viniese con ellas a gozar por la ciudad
gría; y en viéndolos juntos, Marco Bruto oró con Palabras blandas y las alabanzas que merecía. Fióse Marco Bruto destas demostraciones y

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fuése acompañado de todos a los Rostros, donde ya habían concurrido pasaron de la ira al arrepentimiento; y llamándole padre de la patria,
en diferentes tumultos todos los ciudadanos de Roma. Parecióle era pedían que a Bruto y a los suyos fuesen concedidos honores y dedi-
conveniente informarlos allí, con más larga oración, en esta manera : cadas, estatuas.

ORACIÓN SEGUNDA DE BRUTO


CUESTIÓN POLÍTICA
Pregúntase qué hiciera Julio César si antes de entrar en el Senado leyera
—Ciudadanos de Roma : las guerras civiles, de compañeros de Julio
el Memorial que le dieron, declarándole la conjura y los nombres de los
César os hicieron vasallos; y esta mano, de vasallos os vuelve a campa-
que entraron en ella.
fieros. La libertad que os dió mi antecesor Junio. Bruto contra Tarquino,
os da Marco Bruto contra Julio César. Deste beneficio no aguardo vues- Las conjuras que se acusan, antes se castigan que se averiguan;
tro agradecimiento, sino vuestra aprobación. Yo nunca fuí enemigo de porque se temen sin oírlas, y se creen en oyéndolas. El que las oca-
César, sino de sus disinios; antes tan favorecido, que en haberle muerto siona tiene por averiguación su mérito: nadie dirá que hay conjura,
fuera el peor de los ingratos, si no hubiera sido el mejor de los leales. que no la haya en el castigo, aunque falte en la verdad. j Miserable
No han sido sabidoras de mi intención la invidia ni la venganza. Con- estado el de los príncipes, que si no oyen las acusaciones, no pueden
fieso que César, por• su valentía y por su sangre, y su eminencia en vivir, y si las oyen, no los dejan que vivan! Bueno es descubrir la
la arte militar y en las letras, mereció que le diese vuestra liberalidad
traición, mas no del todo seguro.
los mayores puestos; mas también afirmo que mereció la muerte, por- Las traiciones muestran desconfianza de la bondad o talento o poder
que quiso antes tomároslos con el poder de darlos, que merecerlos: del príncipe. Tan mal efeto han hecho traiciones castigadas, como pues-
por esto no lo he muerto sin lágrimas. Yo lloré lo que él mató en sí,
tas en ejecución y cometidas.
que fué la lealtad a vosotros, la obediencia a los padres. No lloré su Y las historias dicen que aun le han hecho peor, añadiendo a la
vida, porque supe llorar su alma. Pompeya dió la muerte a mi padre, traición primera la venganza della con la última.
y aborreciéndole como a homicida suyo, luego que contra Julio en de- Alto conocimiento tuvo deltas cosas don Fernando el Católico. Este
fensa de vosotros tomó las armas, le perdoné el agravio, seguí sus órde- rey miraba por sí consigo mismo: quien vía su letra, juzgaba que
nes, milité en sus ejércitos y en Farsalia me perdía con él. Llamóme con no sabía escribir; quien le leía, que él solo sabía leer y merecía ser
suma benignidad César, prefiriéndome en las honras y beneficios a todos. leído. Pensaba con tantos consejos como potencias: no emperezaba las
He querido traeros estos dos sucesos a la memoria, para que veáis que determinaciones con bachillerías estudiadas o inducidas; lográbalas con
ni en Pompeyo me apartó de vuestro servicio mi agravio, ni en César atención toda real; sabía disimular lo que temía, y temer lo que disi-
me granjearon contra vosotros las caricias y favores. Murió Pompeya mulaba. Dijéronle que el Gran Capitán quería levantarse con el reino
por vuestra desdicha; vivió César por vuestra ruina : matéle yo por de Nápoles; esto con todas las legalidades de la calunia y de la invi-
vuestra libertad. Si esto juzgáis por delito, con vanidad le confieso; dia. El crédito que se da a estos celos políticos es forzoso en el oficio
si por beneficio, con humildad os le propongo. No temo el morir por de reinar, sin culpa en el talento ni seso de los reyes.
mi patria, que primero decreté mi muerte que la de César. Juntos estáis, No publicó la sospecha,' mas no la despreció, reconociendo que darse
y yo en vuestro poder: quien se juzgare indigno de la libertad que poi/ entendido de tener rebeldes, le era nota que antes la crecía que
le doy, arrójeme su puñal, que a mí será doblada gloria morir por haber la curaba el castigo.
muerto al tirano. Y si os provocan a compasión las heridas de César, Llamóle honoríficamente a puestos grandes, que con la disimula-
recorred todos vuestras parentelas, y veréis cómo por él habéis dego- ción de premios a tan esclarecidos méritos rebozasen su intento.
llado vuestros linajes, y los padres con la sangre de los hijos, y los Invió con todo secreto a Pedro Navarro y al arzobispo de Zara-
hijos con la'de sus padres, habéis manchado las campañas y calentado goza, su hijo, para afianzar, si fuese necesario, la determinación de
los puñales. Esto, que no pude estorbar y procuré defender, he casti- su recelo.
gado. Si me hacéis cargo de la vida de un hombre, yo os le hago de Escribióle el Gran Capitán una carta con pocos renglones, no dán-
la muerte de un tirano. Ciudadanos: si merezco pena, no me la per- dose por entendido de lo que el rey pensaba; mas asegurándole de lo
donéis; si premio, yo os le perdono. que podía pensar. Quietóse el entendimiento del rey con la carta, mas
Serenó este razonamiento los ánimos de suerte, que, fervorosos, no el oficio de rey; y dejando desabrigados de su persona grandes

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. ...... '

negocios en Castilla, con pretextos deslumbrados de su fin se embarcó INSTRUCCION


a Italia para traerle consigo.
Cuidados de la majestad, quien los sostituye los aventura. Llegó de «Lo que vos, Francisco Pérez de Barradas, alcaide de la Peza, ha-
vuelta con Gonzalo Fernández a Saona, ciudad de la nobilísima repú- béis de hacer en este viaje, adonde ahora vais por mi mandado, es lo
blica de Génova, que un tiempo fué puerto, el cual suplió mejorándole siguiente :
aquel gran Senado, que, venciendo las dificultades de la naturaleza, ha »Primeramente habéis de saber que yo he sido informado que de
fabricado un muelle con acogida de perfetísimo puerto. Villafranca de Niza han partido o partirán presto dos navíos, en los
Allí se juntaron las dos majestades, Católica y Cristianísima : dis- cuales diz que vienen algunas personas a tratar en estos reinos ciertas
púsose que comiesen juntos. El rey de Francia, viendo con don Fer- cosas contra el servicio y estado real de la serenísima reina y princesa,
nando al Gran Capitán, propuso y porfió que había de comer con ellos mi muy cara y muy amada hija, y contra el mío.
en la misma mesa quien vencía reyes y quitaba y daba coronas. El peor »Y que entre los otros viene principalmente entre las otras naos,
fabricador de venenos es la honra. ¡ Oh, cuánta muerte guisó en este para entender en la dicha negociación, uno que se &ce Biete, que es
convite! Todos tienen hambre del alimento que reparten. natural de la ribera de Génova.
Comieron juntos, sin otra diferencia que un asiento desigual. El »Y porque cumple mucho a nuestro servicio que donde quiera que
francés los atosigó a entrambos: a Fernando las sospechas que traía, las dichas naos aportaren en estos reinos sean tornadas, y se prendan
viendo a su enemigo interceder por el honor del vasallo en quien temía todas las personas que en ellas vinieren, para trabajar de saber los
tan gloriosos servicios; y en Gonzalo Fernández la atención bien adver- tratos que traen, confiando de la fidelidad, habilidad y diligencia de
tida en el Peligro de dos malicias coronadas. vos el dicho Francisco Pérez de Barradas, he acordado de vos dar
Llegó a España el Católico y nunca pudo digerir aquel banquete cargo de la presa de las dichas naos y de las personas que en ellas
del rey de Francia, ni se lo dejó digerir al Gran Capitán. vienen.
Más tienen que temer los varones esclarecidos la grandeza de sus »Por ende yo vos encargo y mando que, guardando secretísimo todo
méritos, que los cobardes y envilecidos la mengua de sus culpaá. lo susodicho, vais luego con diligencia a la costa de Málaga, donde
Tienen los príncipes más facilidad en perdonar sus yerros con des- las dichas naos diz que han de venir, y trabajaréis de saber, con la
precio, que en premiar los servicios de valor eminente con liberalidad disimulación y secreto que se requiere, de la venida dellas; y cuando
proporcionada, cuanto es más costoso a. los príncipes desempeñarse de fueren venidas, pondréis grandísima diligencia y recaudo en tomarlas
los acreedores que los molestan, que 'cobrar de aquellos a quien son con alguna buena maña, y en prender y sacar a tierra todas las per-
acreedores. sonas que en ellas vinieren, y señaladamente al dicho Biete, que (como
En llegando a España, valiéndose don Fernando de un divertimiento he dicho) es el que principalmente diz que trae cargo de los dichos
mañoso, fingió que se olvidaba de lo que más tenía en la memoria. tratados.
Obligó a Gonzalo Fernández, sin mandato, a retirarse al reino de Gra- »Y assímismo procuraréis de haber cualesquiera cartas y escrituras
nada; empero el rey de Francia, no contento con haber esforzado las que trajeren; y después que (placiendo a nuestro Señor) hayáis tomado
causas de sacar de Italia en el Gran Capitán sus temores, pasó con nue- las dichas naos y prendido las dichas personas, pondréislas todas en
vas maquinaciones a asegurarse de que el Católico por ningún accidente prisión y a buen recaudo, y examinarlas heis particular y secretamente
de guerra le volviese a encargar armas fuera ni dentro de sus reinos. una a una, de la causa de su venida, y de dónde, y a qué vienen, y
La traza fué tan apretada, que pudo conseguir no sólo este retiro, quién los envía, y para qué personas destos reinos traen cartas.
sino la ruína de aquel varón gloriosísimo. »Y si fuere menester darles tormento para saber la verdad de lo
Desta maldad francesa no tuvo ni pudo tener noticia Jerónimo de susodicho, hacerlo heis con la diligencia y buen recaudo que de vos
Zurita, ni el Jovio, ni otro algún escritor de tantos como le dedicaron confío; que con la presente lleváis cartas mías de creencia, a vos remi-
sus plumas, así españoles como italianos y franceses, cudiciando volar tidas, para el marqués de Mondéjar y los regidores y otras justicias de
en las alas de su fama. Málaga y de toda aquella costa, en que los mando que vos den para
Hallé esta noticia mirando para otros fines los papeles de los gran- lo susodicho todo el favor y ayuda que les pidiéredes, y que fagan
des servicios de la casa muy ilustre de don Fernando de Barradas, que cerca dello lo que vos de, mi parte les •mandáredes. Pero estad sobre
él tiene en su poder, originales de mano del rey Católico; y trasladados aviso que no habéis de comunicar con los dichos corregidores y jus-
por mí con toda fidelidad, son los que se siguen ticia s, ni con ninguna otra persona, cosa alguna de lo susodicho, ni
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de lo que supiéredes de las dichas personas que prendiéredes, salvo mujer en Villafranca de Niza; los cuales nos han dicho en gran secreto
guardarlo secretísimo y avisarme' a mí dello, con correo volante muy por el servicio de vuestra majestad... (aquí falta un pedazo y sigue este
particularmente, y enviarme heis todas las escrituras y cartas que les fragmento)... vito de Levante, que van a Málaga o Almería para recoger
tomáredes. en Castel de Ferro al dicho Gran Capitán, y pasarle a Nápoles. Y más
»Item, si por ventura el dicho Biete, o alguno de los otros code- nos han dicho, que las dichas dos - naves habían cargado do leñame para
saren que la venida de las dichas naos era para sacar ¿estos reinos y vender en este puerto; y. que estando en la costa de Marsella las hicie-
llevar en ellas al Gran Capitán Gonzalo Fernández, o a algunas otras ron descargar el dicho leñame, y que Pedro Joan, capitán francés, metió
personas, en tal caso, guardándolo secretísimo, daréis orden, por vir- en las dichas naves once piezas de bronce muy singular, y que en la
tud de las dichas mis cartas, que los dichos corregidores y justicias una nave metió las seis, y en la otra las demás piezas de artillería; y
provean y manden, so graves penas, y fagan facer públicos pregones en que el dicho Pedro Joan, capitán, metió en cada una de las naves seis
todas las ciudades y villas de la costa de la mar, que no dejen partir bombardas, las cuales naves vienen en conserva. Y por cuanto son cosas
ni facer vela a ningún navío, ni barco grande ni pequeño, ni dejen que tocan al servicio de su alteza, como así de sus vasallos, habemos
embarcar, ni salir por mar, ni por ríos de aguas dulces que vayan a deliberado de dar aviso destas cosas, aunque no son ciertas, sino por
la mar a ninguna persona, de ninguna condición que sea, sin ver y presunción de lo que aquestos hombres nos han dicho; pero porque
reconocer quién es; y si alguno se hallare sospechoso, que no sola- su majestad sea prevenido, y provea lo que reconocerá que en esto con-
mente no le dejen embarcar, mas que lo prendan y lo tengan a muy venga, le inviamos esta letra de aviso.»
buen recaudo, y se me dé luego aviso, y se espere sobre ello mi res- Lo que faltó en el pedazo roto desta carta, se lee en la instrucción
puesta y determinación. del rey Católico.
»Item„ porque estéis mejor informado de todo lo susodicho, y co- Colígese de la carta que se sigue del-rey don Fernando, que el alcaide
nozcáis mejor las dichas naos, lleváis copia de una carta que me escri- Francisco Pérez de Barradas le escribió lo que desto había podido
bieron de Alicante dándome aviso de la venida dellas -a Málaga. Pero entender.
mirad, que solamente ha de servir para vuestra información, y que
no la habéis de mostrar, ni dar parte a nadie de su contenido en ella. RESPUESTA DEL REY CATÓLICO AL ALCAIDE FRANCISCO PÉREZ DE BARRADAS
»Item, si por ventura, después de haber hecho lo último de poten-
cia, no pudiésedes prender las dichas naos y los que vienen en ellas, «Ayer, que fueron 5 del presente, recibí vuestra letra de 23 del pa-
en tal caso hase de proveer en todas aquellas costas de manera, que sado, en que decís que no habéis hallado rastro ninguno de lo a que
aunque los que vienen en las dichas naos quieran tomar alguno o fuistes; porque aunque escribís había en ese puerto ocho naves, y entre
algunos ¿estos reinos, no lo puedan hacer. ellas una nizarda; pero decís que ninguna señal había de ser ninguna
»Y en todo lo susodicho poned la diligencia y buen recaudo que de aquéllas, las cuales habían de venir. Y como quiera que yo crea que
de vos confío, como en cosa que tanto importa a nuestro real Estado es así; mas visto lo que decís, que el Gran Capitán iba a este mismo
y servicio. Fecha en el monasterio de Aguilera, a 14 días de agosto, tiempo a esa ciudad de Málaga, adonde le tenían ya aposentado, sino
año de 1515.— Y. YO EL REY. — Por mandato de su alteza, Pedro que adoleció yendo para ah; en Archidona, yo no estoy sin gran sos-
de Quintana.» pecha que su ida a esa ciudad era para poner por obra el fin que dicen
de irse fuera destos reinos; y que la nao nizarda, que decís está en ese
Remitió al dicho alcaide de la Peza cultro cartas de creencia, su dicho puerto, es la que le había de llevar; sino que vos, como el marqués
fecha en Aranda de Duero a 13 de agosto de dicho año. de Mondéjar vos dijo que no venía en la dicha nao gente de guerra,
Ocasionóse esta instrucción de una carta que el rey Católico recibió haos parecido que no debía de ser ella. Y porque no recibáis en esto
de Alicante, en valenciano, que traducida dice así : engaño, habéis de saber que las naos o nao, que para llevar al Gran Ca-
pitán habían de venir, no venían con gente de guerra, sino con merca-
«Muy alto y muy poderoso señor: dería muy disimuladas; y por esto recelo yo que la dicha nao nizarda,
»En su ciudad de Alicante el presente día han arribado dos naves o alguna de las otras que están en el dicho puerto, deben esperar al
nizardas, en las cuales han venido dos hombres: el uno natural de dicho Gran Capitán; y por eso es muy necesario y conveniente que vos
Vizcaya, el cual es casado en Villafranca de Niza, y allí tiene casa y hagáis toda diligencia con gran disimulación, para saber si la dicha nao
habitación, llamado Juan de Chave; el otro es nizardo, y tiene casa y nizarda es la que viene para esto, o alguna de las otras que en el dicho
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puerto están. Y para que mejor podáis hacer esto y todo lo demás que nunca creyó era mina originada del temor francés, aunque no había
fuere menester, para estorbar que el dicho Gran Capitán no pueda tenido noticia sin su nombre.
salir con su intento de irse fuera del reino (si tiene tal pensamiento), Igualmente procuró el rey Católico asegurar su recelo, y no dar a
podréis dar parte en mucho secreto al corregidor de esa ciudad de esta entender. al mundo que tan esclarecido varón intentaba en su infide-
negociación, para que vos ayude a hacer sobre ello las diligencias nece- lidad su descrédito y desprecio.
sarias; pero encargadle de mi parte que guarde mucho secreto, corno Bien lo dió a entender en la instrucción, cuando dijo que si Biete
he dicho. Y por la dolencia que decís que tiene el dicho Gran Capitán, o los demás confesasen que venían para llevar al Gran Capitán a Ná-
no os habéis de descuidar, creyendo, que estando doliente, aunque tenga poles, no dice que se asegure dél prendiéndole,. sino con que bandos
fin de irse, no lo podrá ejecutar; antes habéis de estar sobre el aviso estorbe que ninguna persona pueda salir de aquel reino y costas.
para saber siempre qué hace, porque podría ser que su dolencia fuese Lo mismo es publicar un príncipe que tiene entre sus vasallos mu-
fingida, para poder mejor salir con su intención. Y pues vedes cuánto chos traidores, que confesar un hombre que tiene muchas enferme-
importa a nuestro servicio este negocio, poned en él mucho cuidado y dades incurables y ninguna salud; y con la cudicia que a éste le espían
buen recaudo; y mirad que si el dicho Gran Capitán fuere a esa ciudad, los herederos, al otro le atiende la malicia alborozada de los enemigos.
que yo sospecho que no es para otro fin - sino para el que dicen que Justino, libro 31, capítulo 4, da a leer cuál astucia fué dicípulo. el
tiene de irse fuera del reino, y por esto habéis de estar muy sobre el rey de Francia en hacer, con las honras del banquete y las alabanzas,
aviso, para que no vos pueda engañar. Y hacedme de continuo saber sospechoso al rey Católico el valor y méritos del Gran Capitán. Estas
lo que supiéredes en esta negociación, y escribidme más largo y más son sus palabras: Romani quoque ad Antiochum legtatos mis. ere, qui
claro que ahora me escribistes. De Calatayud a 7 de octubre, año sub specie legationis, et regís apparatum specularentur, et Annibalem,
de 1515.—Y. YO EL REY.—Por mandado de su alteza, Pedro de Quin- regi redclerent. «Los romanos inviaron embajadores a Antíoco, para que
tana.» aut Romanis mitigarent, aut assid)uo colloquio suspecturri, invisumque
*** debajo del, color de la embajada reconociesen los ejércitos y aparato
Desde 14 de agosto, que fué la fecha de la instrucción, hasta 7 de del rey, y procurasen mitigar el odio de Aníbal contra los romanos,
otubre, en que escribió el Católico esta última carta, pasaron dos meses o con la caricia de frecuentes visitas y conversaciones con él le hiciesen
menos siete días; y a la que recibió del alcaide a 5 de otubre, respon- sospechoso y aborrecible con Antíoco.»
dió a 7, y en dos días tomó resolución, declarando la obstinación de Lo que mañosamente ejecutaron, como se lee en el mismo capítulo,
su sospecha, y confesando crecía con el desengarid della. alabándole repetidamente sus grandes hazañas: Quorum sermone laetus,
No he observado en más antiguo estilo este género de requiebro saepius cupidiusque cum legatis colloquebatur, ignarus quod familia-
o fineza de empezar la firma del rey con la primera letra del, nombre ritate Romana, odium sibi apud regem crearet. «Con su conversación
de la reina, cosa que hoy todos imitan. y lisonjas desvanecido, gustaba de hablar muchas veces con los emba-
Los vasallos que conquistaron reinos y hicieron a sus príncipes monar- jadores, ignorando que la familiaridad con ellos le granjeaba la sospecha
cas, desde Belisario hasta Hernán Cortés, pasando por Gonzalo Fernán- y el aborrecimiento del rey.»
dez, siempre adolescieron sus propias vitorias; y ajados, o con Sólo faltan los manteles a esta acción para ser la misma del rey
cuentas de gastos o capítulos crecidos por la invidia, son arrancados con de Francia, que no temió menos a Gonzalo Fernández que los roma-
nota de donde fueron aclamación. nos a Aníbal.
Esto no •debe espantar la lealtad de los nobles, sino advertirla para Esta traza y estratagema que hasta hoy ha corrido, ponderada por
retirarse de donde los arrojará la condición y ceño de la fortuna. ingenuidad de ánimo en el rey de Francia, en honrar la virtud y el
Escribió el arzobispo de Andrinópoli, embajador en Inglaterra, al valor aun en su mayor enemigo, como lo fué el Gran Capitán con tan
rey don Fernando un chisme que se lee en su carta, que anda manus- coronadas vitorias, empezará a oírse con su propio nombre, reconocién-
crita, tan larga como artificiosa. Persuadido fiesta cláusula invió el Ca- dola todos por venganza astuta, dictada de la habilidad del temor,
tólico al Gran Capitán orden halagüeña para que con toda brevedad y lograda en la terquedad de celos de Estado.
viniese a España; y como era tan a raíz del vencimiento de los fran- *, *
ceses, para establecer con presidios y nuevas órdenes el nuevo reino, No ha sido digresión lo que dispone con ejemplo moderno la inte-
le fué forzoso detenerse. ligencia de la cuestión propuesta en Julio César, a quien deciende más
Y este beneficio tan necesario le recargó en la aprensión real, que tratable el discurso.

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Si tomamos el parecer a la naturaleza, a la presunción violenta, al cardado por los pasquines frecuentes de la tiranía de Tarquino y del
efecto ya coronado, diremos que si leyera el aviso de la conjura y los castigo que le dió Junio Bruto, y •recién desnudo de la libertad, y mal
nombres de los conjurados, suspendiera el camino al Senado, volviera enjuto de la sangre derramada en las guerras civiles, miraba sospe-
a su palacio cuidadoso, y con secreto compendiosamente resuelto hiciera choso el dominio.
aprisionar los traidores, comprobara la fealdad del delito, y asegurando Era virtuoso y grande el séquito que tenía la memoria de Pompeyo.
en sus maldades el horror de la pena, los hiciera morir por sentencia. No eran pocos ni desarmados los que para sí querían lo que César se
Favorecían y calificaban a César este medio sus hazañas, su elo- tomaba. Bruto y Casio querían a Roma para Roma; Cicerón, para
cuencia, las honras que en 'él desconocían los senadores, á intentar que Augusto; Marco Antonio, para que sirviese de patrimonio a sus mal-
el tribunal sacrosanto de la justicia fuese teatro de iniquidad tan atroz. dades.
Esforzaban esto los beneficios que le debía Casio; la vida perdonada Por esto, de parecer de su magnanimidad, de su condición y en-
en Bruto, y el nombre de hijo con obras de padre. Prevenía la sedición tendimiento y conveniencias en el estado dudoso en que vacilaban las
del pueblo con la noticia de la maldad, que mitiga con lo lento del cosas de Roma, no podía César dejarse llevar del parecer del afecto,
juicio lo impaciente de su desorden. Quien poco a poco da noticia al ni del despeño de su naturaleza, prendiéndolos, y procesándolos y ha-
pueblo de lo que pretende hacer, mitiga el incentivo de la novedad ciéndolos morir. Forzosamente tratara de asegurarse, escondiendo tanto
con que hierve y se dispara. su persona como la noticia de las causas por que la recataba. Mudara
Resta tomar su deposición a la magnanimidad jactanciosa y a la cauteloso el Senado y la forma de asistir a él. Deslumbrara con dife-
conveniencia de Julio César, y a aquel entendimiento que tenía por des- rentes puestos el castigo de los que removía. Ejecutara con orden des-
canso el desprecio de todos los peligros. De aquélla nos informará toda conocida el ejemplo, procurando pareciesen casuales y no meditados sus
su vida; de éste, su muerte y el estado que tenían en aquella sazón sus fines. Afirmárase en el pueblo con beneficios, en la nobleza con honras,
armas y pretensiones. en las legiones con dádivas. Encargara a Bruto, lejos de sí, peligros que
Oigamos el informe de su condición. Esta era en los intentos sobe- pudiera lograr, haciendo que la muerte le hallase en ellos. Hiciera lo
rana, en las determinaciones veloz. Tenía por pereza aguardar la oca- mismo con Casio; pues si los prendiera porque le querían dar muerte
Sión sin arrebatarla; tuvo por mengua gozar de la fortuna con pru- para dar libertad al pueblo, el pueblo le diera muerte para darlos liber-
dencia, y osó gobernarla con temeridad. En sus mayores disinios, el tad y cobrar la suya. Descubriera César la tiranía que disimulaba, para
cuándo era el luego: tanto se fiaba de sí en todo, que apenas des- establecer perpetua la tiranía.
confiaba de nada. El solo se hizo a sí; él se deshizo. La muerte por Pruébase con evidencia esto, pues estableció, muerto por los leales,
tirano le quitó el Imperio, y se le aseguró en sucesores su testamento. el Imperio, habiéndole muerto porque pretendía establecerle; de que
Lo que dejaba eni él al pueblo, le die, lo que el pueblo no le quería se colige, que para su intento siempre juzgó por más favorable morir
dejar. Vivió desdichado dichoso;, murió dichoso desdichado. Tanto más que matar, y padecer los traidores que hacer le padeciesen.
vale el común de la gente cohechada con el interés de su alivio, que Voz fué suya: «Más quiero morir una vez, que temer morir cada
el celo justificado de los nobles. El no supo ser emperador, y su cadá- día.» Dejábase César vencer de lo que amaga, no de lo que temía. Esta
ver supo fundar el Imperio. La conveniencia de César estaba más segura fué la causa de perdonar a Bruto, de llegarle a su lado honrándole con
en disimular lo que sospechaba y sabía, que en castigarlo. Temía tanto ansia y de hacer con Casio, por su intercesión, las propias finezas. Vehe-
la averiguación de los delitos, como los delincuentes. mentes sospechas tuvo de entrambos: mostrólo con recato discreto
Más fiaba de saberse desentender, que de procesar. Persuadióse que cuando, diciéndole que contra su persona maquinaban Dolabela y Marco
el ímpetu rematado adquiría, y la noticia detenida en apareryte cle- Antonio, dijo: «No hago caso de hombres gruesos, colorados y gue-
mencia conservaba. Creyó que los pueblos arrebatados tenían por ca- dejudos; estos pálidos y flacos me dan cuidado», señalando a Bruto
ricia de su magnanimidad los fingimientos de su astucia. Conveníale y Casio.
disfrazarse para introducirse. Quería ser de manera, que se olvidasen Quien no disimula, no adquiere imperio; quien no sabe disimular
de lo que había. querido ser. No sé cómo diga que erró quien acertó lo que disimula, no puede conservarle. La disimulación en los príncipes
errando. es traición honesta contra los traidores. Tenía César para la disimulación
El Senado echaba menos todo el poder que César tenía, y más viendo tan a su mandar sus ojos, que en, la cabeza de Pompeyo los hizo reír
a César aun cuidadoso del poco que dejaba al Senado. con lágrimas.
El pueblo estrenaba príncipe con el sabor de la novedad; mas re- Tal fué su condición, que por ella se vió morir y se dejó matar.
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Por ella, si supiera la conjuración, dejara el dar muerte a los conjura.. duque de Osuna, virrey de Sicilia, en Merina cuando por la gabela de
dos por dársela con la propia a la conjura, y a Jas que della se habían la seda se amotinó el pueblo y el rumor de las amenazas armadas con-
de producir. Empero adviértase que cuanto yerran y padecen los tira- fundía la ,ciudad, pudiendo seguir el ejemplo en semejantes sediciones
nos es efeto de sus conciencias. de otros antecesores suyos, retirándose al castillo para asegurarse, se
Esto los dificulta le, fácil, los facilita lo difícil, los solicita consigo arrojó en un caballo solo y en cuerpo, con espada y daga, en el mayor
sus ruinas. Son venganzas domésticas y invisibles, que ni se pueden hervor del tumulto: el cual, suspendido con resolución tan animosa, de
acallar ni satisfacer: fiscales de la justicia de Dios, que tienen de apo- tal manera reverenciaron al que aborrecían, granjeados de su valor, que
sento los retiramientos de sus corazones. mandándolos abrir las puertas y las, tiendas, recogerse y dejar las armas,
Si alguno tuviere por opinión que César no tomara el camino que fué pacífica y alegremente obedecido.
yo digo, habrá de responder al desprecio que hizo de tantos prodigios La misma hazaña repitió dos veces en Nápoles en los rumores de
y agüeros, y a la predición de Spurinna, repetida con afirmación teme- Genuino, electo del pueblo, donde el riesgo en que se puso le aseguró
rosa el mismo día que le dieron de puñaladas. con aclamación del que podía tener.
Buenos libros son los muertos, y mejores las muertes. Sea esta do- Y diciéndole algunos ministros que no saliese, que corría riesgo su
trina difunta para los que viven, y corra por su cuenta la elección del vida, respondió : «Creo dicen me darán muerte, y me persuado que si
dictamen, que el mío no es desnudo y fantástico. ven que los temo lo ejecutarán.»
Medio es que en otra conjura tomó aquella heroica y varonil mujer Las cosas grandes no las consigue quien no las aventura. Toda
Amalasuenta. aquella, populosísima ciudad le vió en un caballo, acompañado de sola
Así lo refiere Erycio Puteano en. su libro, cuyo título es: Historiae su espada, mandar la quietud que otro alguno no pudiera rogar o
Insubricae, libro I, folio 76, página 2. Tales son sus palabras, hablando persuadir.
de Amalasuenta: Sed mulier virus amini minime deterrita, haud cessit; Y porque nada se olvide, ni parezca persuado a que las conjuras
tresque Gothos, seditionis antesignanos, honoris specie ablegavit, et pos- se disimulen, y los traidores se toleren sin castigo público, es de ad-
tea vario astu sustulit. «Empero aquella mujer de varonil ánimo, sin vertir que cuando el príncipe ha convencido a algún vasallo de traición
y reducídole a que conozca, con noticia de los reinos, el castigo digno
espantarse, no cedió al riesgo; mas tres godos, que fueron cabezas d e
de su infidelidad, entonces los monarcas deben observar las palabras
lasedicón,oprtíulsieyhonr,dspuéc
varios trabajos los hizo morir.» que en el libro 6 de Quinto Curcio, capítulo 8, dijeson a Alejandro,
viendo se inclinaba a perdonar a Pilotas, después de haber convencido
No son forasteras desde tratado las palabras que Plutarco refiere en
el libro Scito dictis regum ac impreatorum. Habla de Dión, el que sus delitos por dignos de pena de muerte. Son todas dignas de la aten-
ción real, igualmente elegantes y de sentencia sólida : «Nosotros te
acabó con Dionisio, que sabiendo Calippo se conjuraba contra él siendo
aconsejáramos que le perdonaras antes que le hubieras mostrado cuánto
su más favorecido, no quiso averiguar la traición, porque decía era
tenías que perdonarle; porque reducido al miedo de la muerte, le es
mejor morir que vivir, cuando no sólo de los enemigos, sino de los
más amigos, era menester guardarse. forzoso pensar más en su peligro que en tu beneficio. El siempre podrá
perseguirte, tú no podrás siempre perdonarle. Ni te debes persuadir a
El príncipe que confiesa que teme, aconseja le desprecien.
que quien se atrevió a tanto, se mudará 'con el perdón : sabe que los
Grande ejemplo se lee en la vida de Avidio Casio, en estas ani-
mosas palabras: Et cum ingens seditio in exercitu orca esset, processit que consumieron la misericordia, no tienen más que aguardar. Nunca
con ánimo seguro te deberá la vida. Da, vergüenza confesar el hombre
nudus cdmpestri tholo tectus, et ait: Percutite, inquit, me si audetis,
que merece la muerte; y al fin, siempre procurará persuadir que antes
et corruptae discipline facinus addite. Tunc conquiescentibus cunctis,
meruit timen, quia non timuit. «Y como se encendiese en el ejército recibió agravio que vida.»
Reconozco que debo a Quinto Curcio el acabar con hermosas pala-
grande motín, desnudo y cubierto con sólo un capote de campaña,
se presentó en medio de todos, y dijo: «Si os atrevéis, emplead en mi bras este tratado.
»vuestras armas, y añadid la maldad a la dicinlina estragada.» Entonces,
quietándose todos, mereció ser temido, porque no temió.
FIN DE «MARCO BRUTO»
En nuestros tiempos, el vitorioso ,honor de España, asombro de todos
los enemigos de su grandeza, mortificación triunfante de los émulos a
tan incomparable monarquía, el Excmo. Sr. D. Pedro Téllez Girón,
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go i acreedores. El duque de maqueda vino con mucha jente i muii
luzido acompañando a su ex.a mas no truja poeta cosa que se noto. des-
posaronse los Reyes a los dieziseis de otubre en la yglesia mayor de
burgos. desposandose por el Rey de francia 'el señor duque de lerma
hizo la Reina Renunzia de los estados y Reynos i aquella noche embur-
EPISTOLARIO gos sacaron Candiles que en Castellano dizen poner luminarias vbo
cohetes i toros que corrieron ellos a los caualleros porque eran los de
burgos i salieron ignominiosamente de la Plaza. Quien lo hizo mejor
AL DUQUE DE OSUNA fue vn primo mio don Juan de Alvarado a quien mato el cavallo dos
toro dos cauallos sin que el toro se pudiese quejar del ni entendiese
' que traia rejon. ni que venia enzima. las libreas son asi sayos relum-
brantes capas reluzientes calza amarilla gorras preziosas lapides de
y Exmo. Sr. diferente color. bibe Dios que no me puse el vestido que v. ex.a me
[AL margen.] dio porque no me le quitasen a pedazos sin ser santo es cierto que se
[Al pie de la hoja.] aturdieran. los mas. aunque vbo mucha riqueza i Broches preuienense
—Al duque mi señor.
grandes fiestas en Burgos para , la buelta i en lerma haze el señor duque
Relazion i nvevas i uisitas de lerma vn juego de Cañas que cuesta mas de catorze mil escudos
emmadrid se quedan preuiniendo los rejidores para caer delante de la
Siguese la grandeza de las bodas de la Reyna de francia dejando princesa y Rodar en su seruizio. Repartensé las fiestas por los °filias
aparte la grandeza del señor duque de lerma que fue igual al animo con i aguardan a su majestad em Madrid a los diez de Diciembre.
que haze todas sus cosas. no cuento a v. ex.a el número de azemilas ni Fui a besar la mano a mi señora la duquesa de Najara i di a su ex.a
digo lo acostumbrado de cordones de seda reposteros bordados i garro- la carta y el Rosario biole, i la no e tenido tan buen rato en mi -uida
tes de Plata por ser cosa tan cierta. dio librea a toda su casa la misma porque hizo i dijo con el sin querer leer la carta las mas agudas cosas
del Rey aquellos ajedrezitos. que v. ex.a a bisto. en las alegrias de la que oi en mi vida. i entre las otras riiendose dijo espias me haze mi
Casa de borgoña. llevo consigo al marqués mi Sr. al almirante al duque sobrino las cuentas a uer bienen. echoles el pañuelo enzima i cm.
de cea y estos tres señores se vistieron por si i par sus criados porque bolbio muii 'bien el dezenario i dixo es posible que no be que los tapare
fueron mas ricos que todos i no dieron librea llevo al duque de sesas. io asi guando me importe y los zegare Jesus miedo me da el Ro-
que vino con gran casa caballeriza i recamara i hizo entrada de Zabuco sario i no debozion i dijo tantas cosas desconfiandolos de que podrian
en el pueblo, trujo consigo a lope de vega. cosa que el Conde de oliva- hazer dilijenzia ninguna que me es fuerza remitirme a la respuesta de
res imita de suerte que biniendo en propio acompañamiento. trujo su ex.a que me a dicho ira con esta porque la carta no la quiso leer.
vn par de Poetas sobre apuesta amenazando con su relazion. io estube sino la adiuino i dijo que en los ojos abia leido los ringlones io no se
por escribir vn Romanze en esta guisa mas tropeze en la envajada que aia hombre en el mundo tan entendido es vna duquesa escoto.
Fui a uisitar de Parte de v. ex.a a mi señora la .Camarera mayor. i
a la orilla de vn Marqués hizoine grandissima merced mostrandose muii agradezida a lo que v.
sentado estaua vn Poeta ex.a la auia escrito i a lo que io la dije hallela sentada en vna silla es-
que andan con Reyes y Condes criuiendo en vn atril sobre una mesa llena de papeles con vn ferreruelo
los que andauan con abejas puesto. representoseme vn ebanjelista acaponado bibe Dios que es nota-
ble señora dize que a de gozar del ofrezimienta en todo lo que se ofre-
El Conde de Villamor hizo demostrazion grande porque fue a acom- ziere en Napoles. •
pañar a su ex.a con librea esplendida vn Caballero Particular de Balla- Bese las manos a Mi Señora la marquesa de auñon moza i bieja
dolid que asi se mando nombrar don Tal portoCarrero enbistiendosele las dijeronme abian auisado a v. ex.a muii particularmente de los grandes
bodas en el cuerpo como los diablos se bistio a si i a sus criados de su disgustos que abia entre mi señora la duquesa de Najara i mi señora
mayorazgo cosa que le contradijeron los años por uenir i la gana de doña Ana Maria i como pasan hasta oi muii adelante, en esto me'remito
comer i saco la mas rica y mejor librea en gran perjuiicio de su estoma- a sus señorias por no auer io entendido nada.
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E enseñado el doblan de dos caras a todas las mujeres famosas de Resoluzion que requería i me lo auia v. ex.a mandado de que da cuenta
aquí principalmente a doña Ana maria fadrique doña. francisca Ortiz el padre federico si v. ex.a biera lo que aqui dizen de v. ex.a todos,
diziendo que es retrato, de v. ex.a i pedianmele para copiarle. que cierto bibe Dios que se holgara porque no pareze españa con v.' ex.a sino mujer
estara v. ex.a que no abra copias del. Mariana de Mesones me dijo [ :] con rufian. que en quiriendola hazer mal. pues a fe que se lo diga al
el duque de osuna con dos caras [?] traidor le, quiero.. soi potentado duque de Osuna pues a fe que si el Rey embia alla al duq— de Osuna.
i con el oro que truje las deslumbra i no las entriquezco. i todos i todas pues si el duque de Osuna va i pareze v. ex.a el conjuro del Rey i del
aguardan a uer si pasase ora por mi tan menguada que prestase o hizie- Reyna que le imbocan en abiendo tempestades.
se Plato. hable al seriar duque de Vzeda en el Bedor jeneral i me dijo, quan
Al marques mi señor hable el primer dia q llegue a Burgos esta su cansado le tenia i me dio la palabra de escriuirle mandandole no le
serioria muii bueno. i sintio mucho verse sin carta de v. ex.a esta su se- tomase en la boca i que aca le tenia hecha la cama con los ministros
rioria arrepentidissimo del engaño que le hizo Villamediana en el enrRedo no quiso diese la carta del Rey asegurandome su castigo i io le soligito.
de Miguel baez de .que mi señora la duquesa doña isabel dize a dado dijele todo lo que pasaua. i sintiolo mucho.
cuenta yo e bisto la carta de villamediana como' suya. en todo., e sabido aqui a llegado Castillo. aguarda al señor Jil Ramirez, i io a auer lo
que en casa del Conde de Villamor. se trataua el negozio de casar a. su que haze. por aora no ay de que auisar a V. Ex.a a quien Nuestro Señor
serioria con mi seriara doña Ana maria el marques mi señor esta pesa- guarde como sus criados emos menester. Madrid a 21 de Nobieanbre 1615.
roso del disgusto que a y: ex.a a dado i esta muii obe (muii obe)diente
al señor duque de Vzeda que asi me lo dijo su ex.a tiene su serioria Criado de V. Ex.a
alguna falta de dinero si para estas fiestas es nezesario v. ex.a escriva besa sus pies
al señor duque de vzeda i le imbie orden para que se le saque lo ne- DON FRANCISCO DE QUEVEDO.
zesario i algun dinero para que gaste que io aca le seruire con vn pe-
llizco de los quatro mil. [Rúbrica.]
El marques de Barcarrota es jeneral de las galeras de portugal, i el
dia que io entre en Madrid dos oras antes se auia ido al frexno Por [Al dorso.] Madrid 21 de Noui.e 1615. Rda. a 12 de Enero. R.da a
dineros para las fiestas dizenme que estaua determinado a salirme a 12 de marga.
reziuir dos 'leguas, con tales bebedores que perdiesemos el camino Don Francisco de Queuedo. Relazion y nueuas y visitas.
en viniendo le daré el parabien de parte de v. ex.a. mientras v. ex.a se
le escriue.
hernan Ciares bino a Madrid i no quiso darme algunas nirierias que
traía para el marques mi señor. de mi seriará pues estaua en burgas i no
solamente no me las dio para que se las diese pero ni se lo dije, a aguirre AL DUQUE DE OSUNA
ni bio a mi seriara la duquesa doña isabel i se las llevo consigo. i el mar-
ques mi señor se esta deshaziendo pidiendolas en todas las cartas. Se-
bastián de Aguirre a ido conmigo en cas de los rejentes i sirue con
Excmo. Sr.
cuiidado. queda aguardando las albrizias. de v. ex.a i mi seriara
la duque (duque)sa doña isabel lo desea mucho. Yo recebí la letra de los treinta mil ducados de onze reales, y la
Jacte de Tovar es particular criado de v. ex.a y el mejor hombre hizo acetar luego, y como al descuido, he hecho sabidores de la dicha
de aqui. letra a todos los que entienden desta manera de escrebir. Anclase tras
di la carta de v. ex.a i hese la mano a la marquesa de peñafiel mi mi media corte, y no hay hombre que no me haga mil ofrecimientos
seriara. que es la mas linda cosa del mundo después de mi señora doña en el servicio de V. E.; que aqui los mas hombres se han vuelto putas,
Antonia i me dijo. cierto que tengo gran indivia a todos los que ban que no las alcanza quien no da.
a Sigilia i estan alla porque ven al duque mi señor i a mi seriara. Es cosa maravillosa: para los porterillos ha sido un attolite portas;
Don Pedro de Toledo fue segun dizen. a solo aberiguar las cosas para los oídos un encanto; para los ojos un hechizo, y para mí un
alli sugedidas i ni ai guerra ni quieren que la aya ni la puede auer esto temblor notable.
tengo escrito a v. ex.a i es asi i io hable a los señores duques con la Y aseguro a vuecelencia que en lugar de alargarme, me he arru-

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^ y¡ y y^¡q/ f f f f F F F F F F. ?• F.?

gado con el! dicho dinero, como pergamino al, fuego. A todos los tengo Nuestro Señor guarde a V.- E. como deseo y he menester. Madrid,
con esperanzas; hágoles gestos de dádiva, hablo palabras con barriga, a i6 de diziembre 1615.
preñadas; y sospecho que si V. E. me envió treinta mil, le he de Excmo. Sr.
volver treinta mil y tantos. Va de piojo, y V. E. empieze a rrascarcse, besa las manas de `%. E. su criado
que yo empiezo a comer. Señor, segun yo veo, adelante ha de haber
DON FRANCISCO DE QUEBEDO VILLEGAS.
tiempo de untar estos carros para que no rechinen; que aora están
más untados que unas brujas. La patente está ya despachada, y a
de saber V. E. que si se hubiera despachado aqui como era razon,
no hubiera V. E. escrito lo de la estada 'de essos señores, porque ha- DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA
biendo a zo de octubre despachado sebastian de Aguirre con la pa-
tente al Almirante Palomino, amanezio en segouia a ocho o diez de
diziembre, con lo que yo estube tan ympaziente que dije mil desber-
güenzas ; el pobre Aguirre me enseñó esas cartas del marqués mi Excmo. Sr.
señor, disculpándose de hauerle despachado. Porque dezía yo que en
tales cosas se a de mirar solo al seruizio de V. E. y no al aprobe- En nada. a mostrado el consejo de italia la voluntad que tiene
chamiento de nadie. al fin señor, Palomino lo a hecho tan mal no se a las cosas del Cardenal de Oria como en auer dejado en el ayre rebo-
por que; que si yo le hubiera alcanzado a ver, pudiera ser que no leteando al buen pablo Ausalon, viniendo en primer lugar en el offi-
llevara la Patente; yo acudí luego al Remedio,y hize sacar duplicado, cio de Thesorero, i `siendo su solicitador el marques de siete iglesias
que despacharé luego como extraordinario. Aguirre a estado aflixi- i abiendo se hecho lo posible pero no se io que vellaco a sido el que a
dissimo, y a padezido, segun dize, fuerza del Marques mi señor; con los ministros mayores a dicho algunas cosas. tales que an bastado a
esto V. E. tiene ya en la mana el rempujon con que an de salir; yo que Arrigueti contradiziendole aqui saliese con el dicho oficio. a mi
creo que no le aguardarán. Por estas razones digo que con los treinta me a hecho gran lastima el Cardenal. doria en este caso, por las habli-
mill no solo me apiojo, pero me aliendro, de manera, que a hombre llas a que da oídos i esfuerzo el consejo digo algunos de el i pienso
bibo no pienso sin particular orden de V. E. dar un m.aravedi. A aquella que no deja de conozerlos . su S•a il.a Jorge de Tobar esta con grandes
persona daré la cadena después que haya visto cómo acude a io que reconozimientos de la plaza de Bolonia. i besa a v. ex.a los pies
aqui se ofreciere del servicio de V. E.; que verdaderamente sirve y por el fabor que alfa i aca le a hecho. porque io hable a ruego de
ha servido, y asi me lo ha asegurado don Andrés Velazquez, y en Jorge de Tobar de parte de v. ex en este caso al duque de Vzeda,
lo del corso hizo la mayor parte; yo le tengo muy contento y a fede- que luego lo hizo, como las demas cosas en que oie el nombre de
rico más amigo de V. E. que nadie y más apasionado, porque se haze v. ex.a Auise a V. E con Alonso de la Cruz de como i porque el consejo
lenguas en las cosas de V. E. El marqués de Siete Iglesias no solo abia alterado la nomina de stradico i como nombraban .otros tres. i al
me dió audiencia, pero me enseñó toda su casa, haziendome mil fa- Prin4ipe de Castellon entre ellos. respondio su majestad a la consulta
bores (es apasionadissimo amigo de V. E. y muy seguro y se holgara que informase V. E. de la persona del Principe i dize su majestad
para su camarin con algunas cosillas de leuante). El padre confesor que por que excluie el consejo por mocos en el oficio de stradico a
esta finissimo; yo deseo que V. E. le embie alguna niñería para la los que aora vn ano i aora dos auia aprouado por suficientes i maiores
zelda; que de V. E. la recibirá y la estimará. Pienso hará ruego a de edad parca pretores de palermo cosa que an sentido los rejentes cm-
V. E. por algunas personas en napoles; yo le e asegurado que V. E. damente con esto el buen Marques de santagata o santa Marta me
solo desea que se ofrezca alguna cosa de su gusto, y juro a Dios que vino a hablar i me trujo ese pliego que va con esta para v. ex.a
con solo amargarles con los treinta mil no me ha de quedar hombre el Archimandritazgo esta empantanado sin auerse tomado resolu-
en pie, y que he de andar como diestro: que he de señalar las he- zion alguna en el. ni en otra cosa por que el Rey. a mandado sobre
ridas y no las he de dar, porque no me han hecha por qué. Cuan cosa el mas de ocho mil ducados de pension . i los rejentes an rrepartido
es, aunque no se dé, saber que lo hay. Juro a Dios que parece que todas las pensiones entre criados i allegados suios. sin acordarse de
hay jubileo en mi casa, según la gente que entra y sale más séquito nadie. i trata el duque de Uzeda de que se les buelba el sueño del
tengo yo que un consejo entero, y hame sido de grande autoridad perro toda esta machina
y reputación el negociar. el parlamento, no le quervan ver, hasta que don( f rangisco de Cas-

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...

tro uiniera a sigilia i esta lo encaminava Quintanad,ueñas . que pocha a abido tan buena cuenta con los despachos de v ex.a que e halla-
trazar quien acava su nonbre en dueñas . que son peores que diablos do io en vna casa todo vn duplicado entero. leiendo las cartas icor las
io que ui el negozio tal prisa di al duque de Vzeda que en ocho dias calles asi las del Consejo dentado i italia como otras a particulares . i
oi veintivno de febrero se a asabado de ver, i an conzeclido el Co- sobre los negozios de mezina bi todo el despacho entero. i segun e
lateral como en Napoles. segun su glosa de V a E.a i lo del prezio de visto es el duplicado que vino a don Antonio Manrrique porque Se-
las tratas . con las demas cosas . dizen que V. ex.' informe para algu- bastian de Aguirre tiene el despacho principal i su duplicado . i lo e
nas cosas particulares. i en las demas grazias dizen que acudan los bisto io . i me a parecido muii mal recado i que si esto anda asi no
interesados en ellas . informando V. Ex.' se haca lo de la iglesia de hazen mucho los de Mezina en tomar los pasos a los negozios . es el
Cathania pues quieren saber . :como i en que cantidad dio el Rey phe- duplicado de palermo 7 de marzo. 1613.
lipe 2.° renta a las dignidades . de aquella iglesia aora ira la consulta el Rejente Cañizaro llego aqui muii enfermo i lo esta aunque fuera
a su majestad . i se despachara con toda brebedad i io podre partir de Peligro io le e ido a uer. es gran criado de v exa i reconozidissimo
luego si no me detienen vnos bestidos que el duque de vzeda esta i creo lo sera siempre. esta guesped de Quintanaduefías poco acomo-
bordando sobre raso pardo de cortaduras de ambar medias lunas i dado. i con menos regalo.
bastonzillos. con canutillo de oro i todo sembrado de lantejuelas de plata el padre confesor es segurissimo amigo de y ex.' i reconozidissimo
la cosa mas rica que e visto . para V exa Para mi señora i para mi a la oferta que v exa le envio a azer desde peñafiel cuando murio Ja-
señora doña Antonia i telliz i almartiga y todo aderezo del Cavallo ••
vierre . i a mi me lo a dicho . i es valentissimo amigo . i pienso que el
de lo propio. i temo que me a de tener por ser de tanta obra i estar duque de Vzeda i el trabaran sobre cual se a de mostrar mas apasio-
oi mucho por hazer aunque mete muchissimos oficiales . que el ne- nado de y exa i no al cosa, en que no lo sean .
gozio mio de hazerme merced . no me detendra vn punto . ni io por El duque de vzeda prosigue en dar las audienzias i negoziar cosa
mi particular me deténdre nada aqui reclamo en el Consejo vn fiscal que nadie creio durara tanto i me pareze que la no bolbera a ello el
de Nicosia i Montoya i don phelipe . me dijeron que quintanaduerias duque que se a rretirado de lo publico de los negozios. i esta muii
abia hecho grandes aspabientos sobre el negozio informaronse de mi sentido de la muerte de la condesa de Altamira . V. exa le embie el
que hombre era el fiscal. yo les dije que el mayor bellaco i ladran . que pesame a el i al duque de Vzeda.
auia en la Isla i que merezia estar quemado bibo . con que se escan- Juan de Solazar es particular criado de V exa i oyt es el todo en los
dalizó montoya i don phelipe de suerte. que quiriendo ordenar el con- negozios. i asiguro a V. exa que se le debe muii gran parte en todos
sejo que se lo bolbiese de oficio ordenaron que v exa se le bolbiese los buenos suzesos de inteligencia i dilijenzia i es la puerta para todo.
o diese rrazones por que no lo hazia. yo no conozco al fiscal pero hago Aguirre escriue a V. exa lo que el Consejo a determinado en el
como que le conozco i creo que aun es peor de lo que yo dije. negozio de los natolis i io e olido que Quintanadueñas desea que el
a los de Mezina les an dado vn papasal pues les conzeden lo que Rey conzeda al parlamento el indulto jeneral . para meter . en el el de-
piden sin perjnizio de partes i salvo el derecho de los interesados. por- lito de los Natolis . i ío ando al Rededor . de suerte que se lo e de
que la carta de V exa en esta, rrazon a rrebuelto muchos vmores. i aun rodear por otro careo. si fuere posible.
no la acaban de tragar los valedores de los mezineses. el marques de irache a presentado vn escrito quejandose de agrauios
aqui an llegado casi juntos . Castillo de que •e dado cuenta a V exa que V exa le haze. sobre el parlamento . lleno de mentiras i embelecos
el Padre Ateca . i Bustamante. i don franlisco el ierno de Castillo en a que io como quien se hallo en el parlamento satisfare sin duda nin-
abito de peregrino. supe de la marquesa de Auñon que ateca se que- guna . pues es tan facil el hazerlo con el propio parlamento. ge nro S.«
jaua i dezia que tenia correspondientes en casa de v exa io desee a V ex.' como io deseo i sus criados emos menester. Madrid a 21 . de
saber quienes eran . i a pocos dias me dijo sebastian de Aguirre que febrero i 616 .
el auia hablado en que le echasen• de aqui i dizen que le an echado Excmo. Sr.
cosa que io no se a que conuenga dar a entender que de ningun besa las manos a V. ex'
modo se aze caso de el. su criado,
Vustamante. se pasea por estas calles como vn papa i don Antonio
i todo. io como se que v exa le echo de casa i del Reyno ueo quan DON FRANCISCO DE
lejos va de bolber por si no le acojido . lo que hiziera si le biera con QUEVEDO VILLEGAS.
resoluzion de hombre de bien. [Rúbrica.]
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AL DUQUE DE OSUNA Yo he gastado tres mil i trescientos reales del deposito por el habito
de Juan de la. Gamba i mil trecientos que di, corno digo. a doña Isabel
.

de Corcos. que todos hacen cuatro mil seiscientos reales. Hanse pres-
tado. de que se remite letra a V. E. en los cincuenta mil ducados del
Excmo. Sr. señor duque de Vceda, ciento noventa y ocho mil reales. Hame entre-
gado a mi con harto espacio i trabajo (mas del que yo creyera, porque
El Diablo anda suelto. Oy me han tornado a llamar el grande ami- siempre me dijo que lo tenia de manifiesto) ciento cuarenta 'y ocho
go y el religioso cine escriue con él, y me an tornado a mandar escriva mil reales, i la resta ha ocho dias que me detiene, sin hallar quien se
a V. E. que de ningun modo, si V. E. es su amigo con las veras que la preste. El es buen cauallero y esta aflijidisimo i creo que a sido des-
ellos lo son y serán, dejede partir luego que reciba este despacho para cuido i no otra cosa i V. E. no se de por entendido desto de ningun
napoles y avisar luego, y que si el Turco baxa, que haga su nouiziado modo que io lo cobrare todo solo este V. E. adbertido que dineros
el Virrey nuebo; que ya aca an dicho y su magestad y todos lo saben no se pueden encomendar a todos a unos porque se les pegan i en esto
• que si V. E. saliere en ocassion del parto de mi señora la condesa de no a sido eso. cosa ze tissima porque es don Andres el mejor cauallero
castro, que el señor don francisco vaya a sisilia y deje a su excelencia del mundo a otros porque no sauen administrarlo suplico a V. E. me
en napoles, que es lo que desean; y yo despacho este correo con mas auise luego. si acudiere con el dinero de V. E. a lo que fuere menester,
secretos y recatos que si fuera cossa de ynquissicion. Dios le guie y para la boda si faltare algo que como sale el Rey. i es cosa de tanta
guarde a V. E. como desseo y he menester. Madrid a 13 de Abril publizidad i a de merendar el i las damas. si las Ordenes de v e no
de 1616. me alcanzaren antes hare lo que convenga no pudiendo mas i este
Excmo. Sr. zierto V. E. escusare el hazerlo si puedo.
su criado, aqui se dize que el Conde de Saldaña tiene la la futura posesion de
Napoles para despues que V. E. este cansado de ese cargo.
DON FRANCISCO DEI QUEBEDO. El secretario Villanueva escribe a V. E. es el alma del Confesor es
criado de V E de corazon i de hecho i es confidente del Sr duque de
Yo me embarco en cartagena, por los vestidos que lleuo.
Vzeda en el seruicio de V e. suplico a V e le responda como io e
asegurado a v e lo que desea seruir que aunque estubo casado con
dona [sic] Ana de Villegas. Prima mia. no le e hablado hasta que le
e uisto seruir a V E de ceras. ge dios a V. E. mil años como deseo i e
DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA menester. madrid. 12 de Otubre 1617.
Excmo. Sr.
besa a V. E. la mano
su criado,
Excmo. Sr.
DON FRANCISCO DE
Luego que llegue aqui pedí a don Andres razon de los cincuenta QUEUEDO UILLEGAS.
mil ducados . i en llegandome orden con Francisco el correo para que
[Rúbrica.]
me los entregase. se los pedi. y hasta hoy no he podido recibir el tal
dinero, el cual he reciuido en esta manera. Por esa cuenta que me dio
don Andres i envio a V. E. como me la dio original (añadida en dos [Nota de don Andrés Velázquez unida a la carta de Quevedo.]
capitulos al cabo de mi letra) es la del gasto ciento cuarenta y nueve
mil nuevecientos sesenta y tres reales. Los veintidos mil reales que Cuenta de lo que se ha gastado de los cincuenta mil ducados.
dicen se dieron a cierta persona que parecio convenia por entonces, ni
a mi me ha dicho la persona, mas de que me ha enseñado una letra 4,000 ducados ,al duque de Uceda.
dellos atetada para fin de diziembre, de Gaspar Rodriguez Cortes. digo 5oo ducados a Juan de Salazar.
señor, que sin duda se han prestado, como lo demas, a algun conocido. 2,000 ducados del presente que se hizo a su majestad por mano del
Lo demas es de la razon que V. E. verá por dicha cuenta. duque de Uceda.

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1,50o ducados de un pontifical de plata dorada que se dió por la DE QUEVEDO A FELIPE III
mesma mano a cierto personaje.
ro,000 reales que se dieron al marqués de la Laguna. El Duque
envió una libranza de mil ducados en los 'alimentos;
y no se cobró porque se volvió a remitir a Nápoles,
habiéndole satisfecho con ellos. [En el sobre.] Señor
DON FRANCISCO DE QUEVEDO-VILLEGAS.
2,000 ducados que se dieron al Marqués para su vuelta, estada en
Andalucía y carruaje, y sacar a doña Julia de Madrid. [Rúbrica.]
300 ducados que se dieron al fraile que se despachó al Andalucía. Seriar :
400 ducados que se dieron al correo que se despachó a Nápoles
con la nueva de haber venido el Marqués a casa del El duque de Osuna, viendo que el duque de Saboya en esta guerra
duque de Uceda, y su excelencia mandó se despa- de Lombardía no ponía otra cosa que la mala intención, y que la gente
chase. era de Francia y el dinero, de Venecia, y considerando que en la guerra
2,000 ducados que se prestaron a un personaje que pareció convenía la gente seguía el dinero, y que a él se reducía todo, como por reme-
en esta ocasión. dio para acabar la guerra en Lombardía y desarmar al duque, necesitar
Hay una letra acetada de Gaspar Rodríguez Cortés a los venecianos de todas sus fuerzas y caudal para, defensa del golfo y
para fin de diciembre. - . de la presunción y vanidad con que le llamaban suyo, consiguió esto
263 reales de un correo que se despachó al Andalucía con carta del inmediatamente : pues luego que los galeones del duque de Osuna
duque de Uceda para el marqués. costearon el mar Adriático, tuvieron necesidad venecianos de guarne-
cer las marinas y armas bajeles, con que en el Friuli debilitaron el
[A continuación, de letra •de? don Francisco.] ejército y en Lombardía desacreditaron el socorro ; y últimamente, con-
fesaron con tres nuevas impusiciones, el mes de mayo, que aun para
Más, me da por cuenta don Andrés Velázquez. sí no tenían lo necesario. •
A un tiempo el archiduque, ya rey de Bohemia, puso de mejor
18,000 ducados castellanos que a prestado al señor duque de Vzeda. condición la defensa de sus tierras, y el duque de Saboya (que esfor-
de que da letras a V. E. sobre el donatiuo. Desto la zado con los buenos sucesos que había tenido cobrando , plazas de nues-
io auia auisaod a v. e. que me parezia bien, porque tro ejército y tomando otras del Monferrato, amenazaba grandes im-
se perdiera mucho en remitillos. i mas en tenerlos presas) fué forzado a dejar ir los franceses, que luego que vieron a los
aquí como estan : pues si hubieran como era razon. venecianos falidos juzgaron al duque de Saboya por acabado, pidierim
hubieran hoy valido los cincuenta mil ducados por a don Pedro de Toledo pasaporte, y unos con ellos y otros huídos,
cincuenta mil sin duda. dejaron al Duque tan desacompañado, que se facilitó el poder tomar
[Otra nota, asimismo autógrafa de Quevedo, unida a lo precedente.] a Verceli, por no poder campear el Duque. Estos efectos no pueden
dificultarlos en gloria del duque de Osuna nadie, sin gran corrimiento,
Cuenta mia sobre los 500 ducados. pues los aseguran los efectos en una y otra parte.
Yo e gastado. mil trezientos Reales. en zien escudos de oro que di Esto es cuanto a la guerra. Mas siendo el intento de vuestra majes-
a dona isauel de Corcos. la enana por auermelo mandado asi v e en tad la paz de Italia —los galeones han hecho que se puede hablar en
lugar . de vn Rosario de Coral que la mando. ella; pues habiendo ocasionado la toma de Verceli, y hecho tan gran
i trezientos ducados. que deposito por el Abito de Juan de la Gam- presa, después de haber representado la batalla de venecianos—, vues-
ba por que no se detubiese por dineros. V E vera en estas dos parti- tra majestad hará paces porque quiere, y no como ellos querían, dando
das lo que se sirue i me auisara i quiera que le remita a Napoles el a entender al mundo que las hacía por no poder más; lo que hoy les
demas dinero. que luego procuro poner en casa de los fugares dando- sucede a ellos: lo que ha resultado de esta facción del duque de Osu-
me orden para si se pierde en los cambios. que lo demos aqui al Sr Du- na, en gran gloria de vuestra majestad y reputación de sus armas y
que de Vzeda i V E lo cobra alla .... pues sera .sin perdida de vasallos.
suerte que , io no haga nada sin orden. Son todas estas cosas dignas de grande estimación : la primera
170 171

fF
haber desencantado las quimeras de Venecia y los miedos y fantasmas Si sacaron las galeras en obediencia de la carta ordinaria de vuestra
que con ella ponía Italia; averiguado su caudal, y medido sus fuerzas, majestad, en que suele prevenir esto, se debió tener consideración a la
y desarebozado la hipocresía del tesoro. grande impresa que se tenía entre manos, y que para los sucesos que
Haber hecho un acto tan solemne [sic] contra la posesión que se esperaban no eran considerables los sucedidos, con ser de tanto peso.
alegan del golfo, en perjuicio de las marinas y puertos de vuestra ma- Lo que ha resultado de la ligereza con que se han movido las es-
jestad y otros príncipes. cuadras (adelantando su resolución a las órdenes que tienen de vuestra
Haber hecho ver al mundo que la desorden de un vasallo de vues- majestad, que siempre se remiten a lo que en la ocasión más convenga
tra majestad, virrey de Nápoles, ha hecho con efecto lo que desde los hacer en su real servicio), es lo que sigue:
ginoveses acá no ha habido monarca que lo haya osado pensar a solas. Lo primero haber desabrigado los galeones: con que les ha sido
Haber el duque de Osuna hecho por fuerza confesar a los vene- forzoso, no sin gran nota, retirarse en. Brindis, dando venganza a los
cianos que contra él no pueden nada, y venido a pedir a vuestra ma- venecianos y sus secuaces; habiéndolos hecho retirar nuestras galeras,
jestad carta primera y segunda para que sacase del golfo los galeones. lo que no han podido las suyas, bajeles, cairos y galeotas.
Cosa . muy para ponderada : necesitar a esto a los venecianos, que
Haber con esta retirada de galeones y salida de las escuadras, dejado
siempre dando a entender soberano poderío con desprecio, han sido lugar a venecianos de repararse con el comercio, 'y dejado que respiren
árbitros del mundo!
contra el rey de Bohemia, y que puedan ser asistidos con vituallas y
Haberlos reducido a estado que pidiendo (como lo han hecho) favor municiones.
y ayuda al turco, hayan ignominiosamente confesádole a él y a todo el
Haber mal logrado acción tan gloriosa como se había empezado,
mundo su flaqueza: cosa que les puede ser de gran daño y que nunca
contra la posesión de sus mares, pues dicen que los echaron con sola la
se esperó, no haciéndoles la guerra otro que el virrey de Nápoles no
asistido de nadie. voz de que bajaba el Turco.
Haber impusibilitado la pretensión que se tenía de tomar plazas
Haber mostrado a los príncipes, que desde los motivos de Enri-
en Istria, lo que ya estaba en la mano, por haber el rey de Bohemia
que IV están atentos a la ruína desta monarquía, no sólo que no está
roto toda su caballería y pasado por todo su ejército, y socorrido a Gra-
impotente • como la juzgan, más poderosísima: pues sólo él virrey
disea y estar tan infestada de enfermedad su armada, que desarmaban
de Nápoles ha inviado en un propio tiempo, sin pedir dinero ni otra
bajeles: cosas con que sentidísimamente me escribe el marqués de Ba-
cosa a vuestra majestad ni a otro reino ni ministro suyo, mil caballos
siliche, embajador extraordinario que vino a vuestra majestad, del Em-
y seiscientas corazas pagadas, y tres mil hombres pagados a Milán, y
perador (que se vieron cosas no pensadas jamás), lamentándose grande-
hecho la guerra a venecianos tan prósperamente.
mente en toda su carta desta retirada.
Haber hecho un millón y más de presa (que son más de diez de
Haber mostrado demasiado cuidado y recelo de la armada del Turco,
crédito), 'y dado a vuestra majestad que pueda volver, si gusta, de las
sabiéndose que es tal y viene tan mal en orden, que si baja, sólo será
paces; y que pueda saber de castigo, si no lo supieron obligar para que
las haga. para estarse cerrado en Navarino, por ver si con la apariencia y el nom-
bre de que está allí numeroso de madera, detiene nuestras galeras de •
El premio que el duque de Osuna pretendía de todas estas cosas que le vayan a inquietar las islas: con esto se contentan. Y hoy, por
no fué nunca otro que licencia para continuarlas con mayores acre- nuestros pecados, ha hecho no sólo eso, sino puesto en libertad a los
centamientos.
venecianos sólo con el nombre.
Hoy ha venido nueva que los generales de Nápoles y Sicilia han Y digo, señor, que bajará con galeras de corso, y no de armada y
sacado sus escuadras del mar Adriático, lj llamados del virrey de Si- bien en orden, como vino el año pasado. En un año se puede creer
cilia, por prevención de la armada turquesca, o por orden que se les que se habrán olvidado los galeones de hacella pedazos y huir.
haya dado de aquí para acudir a Mesina. Ni veo para qué fué conveniente salir del golfo; pues la armada del
Si salieron del mar Adriático llamados del virrey de Sicilia, fué Turco no había de venir a coger en medio a la de vuestra majestad
anticipadamente; y se pudo excusar, porque cuando salieron no se sabía en el golfo, con la de venecianos, viendo que quedaba él en medio de
cosa de importancia de los andamentos de la armada enemiga, y el la del Duque y de las escuadras de potentados de Mesina.
duque de Osuna había inviado a tomar lengua della a la escuadra de Y al fin, señor, todas las cosas que resultaron tan en gloria de vues-
Malta y Florencia. tra majestad, con admiración de las naciones, a que siempre precedieron
172 •-
— 17 3
sus reales órdenes, hoy son al revés, porque de los contrarios es una dar que el Sr. Conde sea juez y parte en sus negocios, estando empe-
misma la razón. ñado en los más de ellos, por haber seguídose a sus órdenes los sucesos
He propuesto a vuestra majestad estos inconvenientes, por ser en y cosas de que se quejan.
ellos interesada la reputación de sus armas, y para que con tiempo Pónese en consideración a Su Majestad que aquellos vasallos y
pueda poner el remedio que más fuere servido: con que se acertará reino tan grande no tienen cómo respirar, ni les queda camino para
en todo, y el duque de Osuna podrá cada día hacer más señalados que puedan enviar sus quejas a su Rey, pues hoy es Presidente del Con,
servicios a vuestra majestad. sejo de Italia el propio Sr. Conde, que siendo •Presidente, digo virrey,
en aquel reino, les ocasionó tantas quejas como ellos dicen y tantos tra-
bajos como han querido representar. Y esto es lo más tolerable, si se
considera que tras haber sido en interim una o dos veces virrey don
DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA Francisco de Castro en aquel reino, ahora se les encamina viniendo allí
parra venganza de todo: caso que temen sobre todos los del mundo.
Parecer que se me pidió, firmado, sobre la recusación Y halos llegado a tal estado y desesperación, que no contentos con el
[del conde de Lemos]. embajador ni con el despacho referido, que yo presento ahora en el
• Parlamento, piden en el capítulo tercero esta gracia a Su Majestad por
Por intereses universales y particulares, la ciudad de Nápoles envió particularísima : que dé por recusados de los negocios de aquella fide-
embajadores en su nombre y con sus poderes a •tratar de la recusación lísima ciudad, baronaje y reino, tanta al Sr. Conde cuanto a su herma-
del Sr. Conde de Lemos; lo que ni puede ignorar Su Majestad ni Con- no, y moderar el duque mi señor el modo como pedían más apretada-
sejo, pues se mandó que se viese ser real la legitimidad de los emba- mente, cosa que fué pública en las plazas; las Cuales, a dicha recusación
jadores, los que fueron por los tribunales declarados por embajadores se juntaron espontáneamente en el lugar acostumbrado, con la forma
de dicha' ciudad. Después, siendo en Madrid venido dicho señor Conde, sólita, más copiosas que jamás se vieron en aquella ciudad, como consta
con las veras que esto se seguía se hicieron tan extraordinarias diligen- de un proceso y consulta que por dos cartas de Su Majestad hizo el
cias con el embajador, que a pesar de su sabiduría de la ciudad, no consejero Millor, del cual no he podido acabar con el Consejo de Italia
habló en dicha recusación, y se volvió a Nápoles sin tratar nada. No hasta hoy haga consulta a Su Majestad, habiendo ocho meses que le
presupone causas ligeras y leves negocio que se hizo tarda negociación, presenté.
para que no se pusiese en los oídos del Consejo, aun siendo la parte Véase si en materia de Estado conviene, por un solo vasallo, en
presidente. materia tan justificada en todo derecho, que la parte no sea juez de sí
• Después, viendo las plazas que, contraviniendo a sus órdenes y ins- propio, ni nadie juzgue a su enemigo. Conviene desabrir todo vuelo,
trucción, don Jerónimo Cenara, embajador, se volvía, enviaron segundo y aun dijera aventurar, si no agraviara su mucha lealtad. Véase si, en
despacho a él, y en su ausencia a Sebastián de Aguirre, agente del du- conciencia, se permite que no se puede quejar quien padece, y que no
que mi señor, con cartas para su majestad en razón de la recusación; se oiga a quien tiene pretensión de desagravio.
las cuales ha tenido en su poder, de que yo hago con éste presentación Y en esta conformidad digo, que Su Majestad forzosamente debe y
y incluso en dicho pliego una traducción de las cláusulas en que el puede ordenar que el dicha Sr. Conde no intervenga en negocios tocan-
Panegírico que por orden del Sr. Conde hizo el Marqués de Cusano en tes al dicho reino y ciudad, en tanto se vea en justicia la recusación,
su alabanza nota de infiel y tumultuadora, y veja y menoscaba la dicha la cual pondré luego, alegando causas en forma, si ya Su Majestad, por
fidelísima ciudad y caballeros, nombrando en mal lugar y con descom- conveniencia, no lo concede al reina por gracia. Y así, es mi parecer
puestas palabras algunos de los más calificados caballeros de aquel reino, que se puede y debe hacer, y que en la contrario se embarga Su Ma-
y otras cosas que en el papel referido se leen traducidas; las cuales jestad la conciencia.
todas vió primero y aprobó dicho Sr. Conde, como más largamente se Madrid, en casa. Y lo firmé.
lee en el Panegírico impreso.
Tras esto, sobre pretensiones y intereses de dicha ciudad, han sen-
tido diferentemente los de ella y sus plazas, y el Sr. Conde, en cosas
que importan el ser y sustancia del reino. Dejo cosas que han pasado
y son notorias. Dicen hoy que cómo debe ni puede Su Majestad man-

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DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA AL MISMO

Excmo. Sr.
Excmo. Sr.
Ayer diez i seis me dijo el S.°r Duque de Vzeda que su majestad
abia hecho merced a don Otauio del colateral i sueldo de jeneral i esto Don otauio de Aragon a negoziado como un san Carlos. así
solo en dos dias cosa que no se a uisto jamas. creo que esta contento hubiera negociado v. e. pluguiera a Dios. Entregome la caravana con
i sino no tiene razon porque se a hecho mucho i es menester que no que venia luego el dia que le truxe a mi casa para fleconozerla. como
se haga todo de vna bez o si v..e. no anduiera de por medio, se gastara v. e. me mando. i aderezar lo que viniese mal parado. Todo llego
aqui hasta la Nariz i no llevara nada. coma salio de Napoles. si no fueron los dos naranjos grandes i los pa-
En el negozio de v. e. digo que el despacho no a salido como io vos. que hasta oy se estan aderezando. porque se quitaron hoja por
quisiera porque abiendo io pedido a don otauio que propusiese blan- hoja i pluma por pluma. la cmisma noche que me lo entrego don otauio
damente i que no asomase. el discurso a corsos ni a ruiidos porque no me ordeno. el señor duque de Vzeda lo llevase. i asi en carros, i en
turbasen el despacho que io abia embiado con alonso de la cruz al coches i a cuestas. a las onze de la noche lo lleve de mi casa , a la suia. i
buen, cavallero. le parezio mas conveniente la gallardia y asi me e bisto lo entregue todo. como v. e. me lo mando. Diome gran dolor en el
con este despacho en la espina porque temen mucho que v. e. no quiere corazon uer los juezes. i cuchillos aqui. i que v. e. se quedaba con los
paz i ellos no quieren otra cosa en fin señor el despacho no va como dolores. siendo los cuchillos insignia de dolores, i que sin ser mas en
yo quisiera si bien con no ir a mi gusto pudo ir peor r en verdad que mi mano ni tener culpa en ello, viendose llevar al matadero el oro por
el duque del infatuado lo a sentido tanto como yo. mano de la grandeza de v. e. pidio misericordia como iglesia: ataje
En lo que a estado a mi cargo que a sido despachar a don otauio a mi. abogue a mi. i valiole la miseria. ni vuelve alla. Me a dicho: Yo
se a hecho como nunca se a hecho cosa aqui. en lo de dar los presentes sali de la plateria para andar al lado del duque de Osuna. i aora tengo
Dios saue como i con que cara hare mi oficio. i sere bien visto. i en de voluerme a la plateria para valerme por mi peso. i andar a escuras
todo lo que v. e. me manda hare lo que deuo creo que dentro de en una bolsa?
quatro dias abre acauado con el vilanzo i dentro de ocho con el parla- Enterneziome. i asi. lo buelva aca. N. a hecho falta. i a mi me a
mento i no tendre que hazer i estare esperando la orden de v e o para hecho lastima. i a v. e. le hara compañia. Dele v. e. buena acogida.
mi buelta o para lo que me mandare hazer v e deseando siempre besar Y Dios sabe si se me pegaban a ,la mano los jeezes. los colchones
a v e los pies. ge nro Sor a \Y e como deseo y e menester, madrid 17 vinieron tales. que de ellos se hazen ornamentos para el couencito
de febrero 1618.
nueuo. V. e. si embiara ornamentos, que se hiziera dellos? Las
• Excmo. Sr. cajas de madera con que venia todo pensaron escaparse por sus deme-
besa a v. e la mano ritos. i descubriendo que eran de chopo. con gran fiesta se rrepartieron
su criado para palas de pelota, ni a caido en desgrazia el algodon. que se a aco-
DON FRANCISCO DE modado a torzidas. Dios sea bendito. Estoi en campaña con el bilanzo.
QUEVEDO UILLEGAS. el parlamento a subido la al Rey. de todo creo tendre buena i brebe
resuluzion, las nominas no se an resuelto. i no se espante V. e. si no
Esas cartas son del marques mi S.°r v. e le responda de su mano/ i guando se resoluieren.
le consuele.
[Al margen, también de mano de Quevedo] :

el padre estampa ba con don otauio aseguro a v. e. que lo menos que


tiene es ser sodomita sobre fraile siciliano. v. e. sabra lindas istorias de
mi llegada que lo reservo para entonces.
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12
[Al centro, y sigue la carta] : jestad; atendióse al aviso, y en comprobación dél vinieron en Nápoles
Tal, vizconde francés, de la Provenza, con otro francés petardero. Des-
El bacon de la Favarota es un grandisimo bellaco. i e entendido que cubrió su mal trato el capitán Roberto, un inglés, hombre que con sus
lleva cartas i recados que sin ruiido llegado a Nápoles. se le pudieran patentes y cartas aprobó al dicho Duque el rey de Bohemia persona
hurtar sin que se entendiese, a lograrlo se verian grandes cosas. ge nro de consideración; confirmóse esto con indicios que ellos dieran ; trató-
a •7 e mil años como deseo y e menester. Madrid 14 de marzo 1618. se de prenderlos, sintiéronlo, huyéronse camino de Roma; conocilos yo
Excmo. Sr. viniendo de Roma, llamado de Su Santidad; avisé al Duque, que aún
besa a v e la mano no sabía que se hubiesen huido, mandóles seguir, alcanzólos la justicia
su criado en España; fué don Diego Zapata, gobernador de Cápua a prenderlos,
y, por escaparse, se arrojaron de unas ventanas altas abajo, y el tal viz-
DON FRANCISCO DE conde se quebró las dos piernas;.trujéronles a Nápoles, donde quedaron
QUEVEDO VILLEGAS. presos dichos franceses, y descubierta la mala intención de venecianos.
[Rúbrica.] Después, siguiendo el duque la defensa de los puertos de vuestra
majestad en aquel mar Adriático, se le huyeron unos napolitanos, un
capitán y otro u otros dos, y se fueron como traidores a servir contra
su rey.
A FELIPE III Desto avisé yo, y de cómo éstos en Nápoles tenían quien les avisase
de los andamientos de las armas de su majestad y designios del virrey,
ha más de tres meses.
[En el sobrescrito.] Señor Después vino aquí persona de que yo di cuenta luego que había
Don Francisco de Quevedo Villegas. comunicado con los dos franceses y con estos traidores, y daba razón
-

de todo.
[Al margen.] El papel de don Francisco de Quevedo. Parece que (según he sabido y es cierto), dichos dos franceses, por-
que venecianos les adelantasen el sueldo, dijeron que aquellos traidores,
Número 3 tan sacados o pagados por ellos, eran espías del duque de Osuna, que
Señor: con ellos lo trataban.
Este es el hecho y la verdad, a que no pueden responder, porque
Por orden de la república de Venecia, su residente en Nápoles com- lo que refiero arriba me consta y lo vi, y es testigo el reino de Nápoles
pró con dineros y llevó a su servicio dos franceses que estaban en el del y la República.
duque- de Osuna : el uno se llamaba capitán Anglade, petardero, que Ellos han castigado, según dicen, éstos; y hacen que creen el trato
había servido al Duque de capitán de la artillería en sus galeras en Si- por desacreditar las armas de su majestad y la intención de sus mi-
cilia, y venido a Nápoles con su excelencia, donde estaba por su nistros; y no dudo que glosen que se difería cautelosamente el restituir
cuenta y costa; si bien cuando se fué a venecianos, había más de tres a Verceli, hasta ver si esta mentira surtía efecto; y, si no lo dicen,
meses que tiraba su sueldo residiendo en Nápoles. • lo dirán.
El otro francés es Jaques Pierres, llamado el bornio, cosario, ban- De manera que hasta ahora lo que es cierto es que la bajeza de los
dido con pena capital de la propia república de Venecia. Estaba hacien- medios con que han querido ejecutar la mala intención, está de su
do gente de levante en Roma por dicho duque de Osuna; y desde parte; no habiendo tenido el duque de Osuna necesidad para romper-
Roma, inducido y perdonado y pagado d e venecianos, se huyó del ser- loS, de otro medio que los galeones y galeras con que lo ha hecho.
vicio de su majestad con cuatrocientos ducados que se le habían dado Pongo en consideración a vuestra majestad y al Consejo que si es
por dicha leva, y se fué en Venecia.
verdad que, entre sus vasallos, han tratado de quemar todo el Consejo
Desta suerte empezaron sus estratagemas venecianos, de que el du- el día de la Ascensión en el Bucentoro, que ha pocos años que uno
que de Osuna hizo poca cuenta, sospechando semejante modo de guerrear. dellos lo tuvo en tan buen punto que a no descubrir el trato una gui-
Luego tuvo aviso de Venecia su excelencia que venecianos enviaban raza, tuviera efecto; y el propio es hoy vivo; y que su tiranía negocia
dos franceses a quemarle en el puerto de Nápoles los bajeles de su ma- esto en paz de sus súbditos.
178 —
— 179
Que habiendo éstos hecho con el Duque y intentado todo lo refe- publicamente del seruizio de su exa i de v. Magd. con dineros que abian
rido., de que consta a ellos y al mundo, está por ellos la sospecha. reziuido i cada dia hazian jente dentro de Napoles contra V. mag.
Que no habiéndose quejado el duque de Osuna de la demostración En el proprio tiempo. despues de auer tenido auiso de venezia que
tan pueril con que el día de San Pedro pasado le quemaron la estatua; aquella republica embiaba dos hombres pagados a que en el puerto que-
ni don Alonso, marqués de Bedmar, de que le apedreaban y querían masen todos los vajeles del duque mi sr Bino a Napoles fulano Bizconde
matar tan civilmente, no es justo dar crédito a quejas de gente que franges de la Prouenza soldado que fue en flandes i lo era en lombardia
antes se precia destas cosas. de que merecía castigo y debían haber deBajo de la mano de don Pedro de Toledo. con otro han/est que dezia
dado satisfacción. Y pues su majestad no se la ha pedido destas cosas, ser . insigne petardero, vbo grandes indigios de que estos benian a dicho
justo es, y aun reputación, que no se la dé en esotras; y del crédito efeto . los que se confirmaron por relazion que hizo Capitan Roberto
que no les diere, ellos tienen la culpa. ingles hombre aprovado por el Rey de Bohemia . y andando con cuii-
dado. ellos se rezelaron . i trataron de huirse. a Roma . tomaron el cami-
DON FRANCISCO DE QUEVEDO-VILLEGAS. no de Capua io bolbiendo de Roma los conozi. por bien que se disi-
[Rúbrica.] mularon abise al Duque. mi sr embio en su seguimiento alcanzaronlos
en Capua . i ellos. embiendo la justizia . se echaron por vnas bentanas
i se quebraron las piernas por huir, quedauan presos i curandolos en
Napoles.
DE QUEVEDO AL CONSEJO DE ESTADO despues aca llevaron a su seuizio. vn capitan napolitano segun me
a sido auisado i otros dos.
y ultimamente . an escrito i impreso mil . desacatos . i mentiras i
En tanto que el duque de Osuna mi sr no entro sus Bajeles en el hecho. mil sinrazones i desautoridades al embajador de venezia Mar-
mar Adriático. el duque de Saboya con los socorros de Benezia. iba ques de Belmar . i de nada desto se les da castigo ni se les pide satis-
poniendo en ultima desrreputación las armas de españa i recobrando lo fagion i quieren que su majestad se la de de lo que sueñan.
que le abian tomado i al punto i ora que hizo esta diuersion. nunca de• Pongo en considerazion . a V Exa y a V. S.' que no es nueuo ni
otro pensada ni ejecutada. el duque mi s.' se mejoro todo i por no antiguo el querer ellos propios quemarse i salir de su tirania que quatro
tener dineros saboya se le huieron los franceses. no pudo salir en cam- años aquel dia de la asgension si lo no descubre viia quiraza los quema
paña i fue posible tomar a Berzeli no fagil pues aun desta manera se a todos . el que vi esta en estoques.
tardo tanto i costa mas que bale el Piamonte asi que entrar el duque no a dado el duque mi s.' quenta destas cosas porque a no auer
mi sr con bajeles en el golfo. hizo. debii al duque poderoso a don pe- suzedido . este caso que no se saue si es verdad ni como es no era
dro. dio que hazer a benezia i alento. i resuzito al Rey de Bohemia . negozio de importancia í oi que a suzedido . solo sirve de que se bea
todo esto en tan breve espazio de tiempo. que la traizion i las estratajemas an estado de su parte i que el duque
i lo mas considerable acredito. la Monarchia de su majestad que
mi señor les a hecho la gerra tan noblemente i tan en descubierto con
ellos publicavan a gritos por impotente . i falida Pues su ex.a siendo vno tanto balor . que no a tenido nezesidad de estos lebantamientos ni sudu-
de los ministros de su Majestad . sin pedir socorro ni dineros a nadie ziones Pues a ellos los a rreduzido a estado tan miserable. que ampro-
en tiempo tan apretado . a un mismo punto, socorrio de cuatro mil
curado defenderse con las Bajezas referidas i biendo que no ampodido
hombres mil cauallos ochozientas corazas a Milan i hizo la gerra abier- se quieren bengar con mentiras. i enrredos tampoco aparentes.
tamente a Venezia cosa que no a cabido en otro corazon los suzesos
son sabidos i biben aun . i ubieran crezido si quien los empezo los pro- yo no se nada por carta del duque mi sr deste ,leuantamiento pero
siguiera. aseguro. que ni puede auer . hecho ni pensado cosa que no sea. en gran
esto asegura la intenzion i disignios del duque mi sr. reputazion de su majestad i seuizio suyo . i seguridad de sus Reynos
al principio destos mouimientos la republica sudujo i cohecho del i todo lo que aqui digo lo firmo i es verdad . i que no se otra cosa
seruizio de su exa a dcs franteses . el uno que se llamaba cap' anglada asta oi. 26 de Junio 1618.
petardero que vino de sigilia con su ex.a i le abía seruido . en sus gale-
DON FRANCISCO DE QUEVEDO UILLEGAS.
ras de cap." de la artilleria i el otro, llamado Jaque Pierres por nombre
el Bornio Cosario de mala fe. i bandido de venezia . i los dos se llevaron [Rúbrica.]

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[Al dorso, también de letra de don Francisco.] nezia dijo aqui que se abía descubierto trato en uenezia contra aquella
republica . se dijese por los que lo avian de mirar bien i aguardar abiso
de Belmar . que V E abia ordenado este trato . i que era cosa gravísima
sin dar cuenta ni orden del Rey i que en quanto a la parte de V E
Papel que mandaron dar en consejo destado i se levo. sobre este me mandasen escribir ese papel que ba con esta i que le firmase i se
leuantamiento . cuya intelijenzia atribuian a V. E.
bio y leyo en el consejo destado i se me ordeno que escribiese a V E
como escribi i no se fiaron de mi i bieron mi carta i me la hizieron
cerrar delante dellos i io despues la torne a abrir . i abise al pie a
DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA V E desto.
Pues con don Alonso de la Cueva marques de Belmar. lo an hecho
lindamente que el dia que el embajador. dio esta queja desta rebelion
o conjura Pidio el mismo que luego al punto se quitase de alli a don
Excmo. Sr. Alonso. i luego al punto se hizo consulta i dentro de veinticuatro oras .
le quitaron. la io e dicho que si se andan a quitar . las cosas de que se
Escriueme V E que en carta de 14. de diziembre. hize a V. E. quejaren los venezianos . que no sera la terzera el papa . ni la postrera
Virey perpetuo i en la de 27 de Marzo me anunzio a V E con el ser- toda la relijion . esto an hecho desta suerte anda la cosa . an dado ese
mon la prouision del cargo. i acusame V E de no escribir el suzesor i cargo a don luis Brabo su amigo i pariente de V E alo hecho el Pe Rm°
que con buena dilijenzia no era mucho topar con el. esto tiene bueno el, suzesor pero el hecho de mudarle porque lo pidie-
lea V. E. la carta i las otras que no hablo palabra de eso pues de ran luego . al punto. el propio dia a escandalizado. el •mundo todo. i
un pretensor. de futura suzesion di cuenta i de lo que mas se ofrezio no menos el despachar luego correo . para V. E. en rrazán de que sacase
entonzes no e podido estusar . de escribir a V E tan repetida mente las armas i que ni sombra ni sospecha i tal i cual todo porque este em-
vna misma cosa no tirando a prouision de cargo que se como estan en bajador dijo que abian ahorcado vnos que, tratauan conjura o que
ellos hombres corno V. E. a lo que io e tirado [es] a estar con descanso escandillavan las aguas . de la ciudad . detubose el correo vn dia allego
i sin muchos disgustos i [a que] guando V E lo dejare que se halle alonso de la Cruz i ase detenido asta esta tarde que es consejo destado .
con lo que couiene i no gastarlo todo en hazer seruizios . a quien ni los i biendo el despacho de v e resolueran lo que quisieren . aier informe
quiere ni se los dejan conozer . ni dar. a quien todo es poco. lo que se a Jiriza al de la laguna al confesor a don Baltasar . al del infantado. i
da i lo que se tiene i puede tener. a esto e tirado. n o lo e dicho tan
. de la merced que V E hazia a don lope porque aqui tambien pasa
claro pero dejase entender i en esto reseruo mucho i siempre lo e hecho e lo que io . aqui i alla abian dicho al duque . que v e abia dicho
así para mi buelta bien pudiera io aber callado i escusarme del desabri- que don lope era un esto i estotro i que le imbiase su exa hombres
miento que V E tiene conmigo por esa carta que io escriui desta ma- onrrados desto me auia auisado . don Juan de Bidaurre. i en casa del
nera pero bueno me hallara io deuiendo a V E quanto soi si biendo lo duque me dijeron quien lo abia dicho que lo sabra V E de mi i delante
que pasa i lo que poco a poco. V E ba esperimentando vbiera desen- del que lo dijo 1 de todos los criados del dique i del duque le dije don
tendidome . no importa tampoco que no tenga librado io . en esto aber lope biene aqui a los negozios del duque mi s.r el dira como le a ydo
sabido seruir a V E con buena ley como deuo. i conozera V E i su casa a los bellacos . que se adelantan . a hablar . en
Parezeme a mi que V E tiene obligados en esta tierra para que a acciones de personas tales.
chismes i a picaros i a malas intenziones de Vellacos en sigla no se Digo señor que cuanto a V E cosa que si me la cree haze mucho
diera lugar sin oir esto por lo menos a V E i que tiene V E obligados por dios delante de Aguirre. me dijo el duque el infantado [?] a
para hablar al Rey en negozios de V E tan justificados como los de que proposito se dio aquel papel . de V m en el consejo de estado [?]
,

esos galeones i intentos de V E parezeme que tiene V E obligados i io le dije porque orden. i como me auian dicho que culpavan a V E
ese reyno a que vn parlamento se despachase i a que veas consultas venezianos.
i nominas tan alertadas se biesen i saliesen. i no que se diga . que el i dijo a voces . mienten . que no le toman en la boca . i ellos son
Conde de lemos . las detiene . i lo que a pasado en esto . Parezeme que los que lo hazen . i los que lo dejan . el duque ni entra ni sale en esto
tiene V E obligados siquiera para que sin aber oido a V E ni a minis- ni en cosa que no sea muii ajustada i todo es imbidia del duque i todos
tro vno ni ninguno del Rey . mouidos solo de que el embajador de Be- tienen ymbidia del io soy su amigo a las claras i se recatan de mi los

182 — — 183
que no lo sons ordene V E a don lope sepa esto. aguirre se allo alli disgustarle . i porque me parezieron cosas mas para dichas que escri-
que le llevava la carta de V E que tubo para el duque. tas, mas acuerdan-je de lo que V E escribio al marques de la hinojosa
el propio dia que fue ayer. 29 de Junio dio Aguirre delante de
, en que le dijo que pues le tocavan en la reputazion sacase papeles, te-
mi su pliego al de la hinojosa que muestra ser buen pariente i amigo . ,casen a quien tocasen . i no estimase nada, en compairazion de la onrra
i le abrio y leyo i dijo delante de Aguirre que se le dio . el duque . no yo he tomado el consejo de V E.
tiene . sino vn amigo por tablilla. Dice V E que . a hecho en mi efeto la quaresmá porque escribi no
Por uida de Jesuchristo- que si no lo e gritado que no me an oído. se diese V E por entendido con demostrazión de don felipe de Haro .
pues cuerpo de dios conmigo señor i con estos bellacos. que porque digo señor . que me espanto que V E se acuerde de la quaresma . ha-
no. disimulo . lo que dejan de hazer por V e i le deuen me persigen blando de hombre tan de carnestolendas como yo.
en la onrra . io me avia de quedar. si me vbiera pasado, por la ima- Quien me hizo escribir fue. ber la demostrazion que merezia . i
ginación me quemara . pense callar esto con otras 'cosas que callo mas que el sr duque de Vzeda de dia i de noche no me ordenava otra cosa
ia lo e escrito . harto se deja trasluzir esta materia para otras. sino que si escriuiese a V E que no escribiese con gallardia i porque
todo esto no lo digo con desconsuelo de que sea asi ni que im- V E bea lo que pasa . aqui a alborotado quince días a este lugar Quin-
porte quando nadie acuda a las cosas de V E i todos. le sigan. que el tanaduelas con unas cartas que an escrito esos Perros infames que ai
mundo, todo... tiene al Rey de suerte que se dize que solos los des- estan . diciendo que V E abia dicho este Picaro de Quintanadueñas
pachos de V E lee con alborozo i los demas con susto . Pero esto asi se me a de atreuer [?] . a mi hijo e escrito . que tome vn palo i en
se lo deue V E i es el mal que dá a otros las grazias. medio de la calle . lo mate a garrotazos. Dira V E que don carlos de
V E ni sus cosas no an menester • a nadie . ni persuadan a V E Arellano i don Pedro su hermano . camarero del Sr duque de Vzeda
que nadie sino los meritos de sus acciones le negozia nada. no fueron a su exa i el Quintanadueñas a pedirle misericordia. que
Prendieron al marques mi Sr porque le indujo el marques del Rio . a [no] se hablo de otra. cosa ni se habla i oi es el dicho .... piense que
aquel casamiento, tratose de si abia de ser igual el castigo i tratamiento les tiene ia por dados, i esta de miedo pasmado . i todos sus deudos,
con el marques del Rio . el duque de alva hizo sus dilijencias . fue que, pienso que se contentara i dara grazias a Dios de que se los den.
negozio pesado i lo es . sepa V E de otros lo que se hizo . con el mar- en su casa. i lo que me espanto es que teniendo estos por tan ciertas
ques mi señor i como el sr duque de Vzeda se dio por sospechoso . i estas rezetas de mano de V E osen mouer los lauios . pues tratando
se hizo junta para tratar este caso i como se acavo quejeme desto . del caso don Carlos conmigo . i de que por amor de Dios lo fuese io
como deuia. a consolar. dijo . vn ambruzea que dizen que a sido soldado en flandes
en lo del conde de Riola que me callaroñ me senti grandemente el lo a dicho . pues doile . por majado a palos . a ese diablo . don Car-
como era rrazon . por auer io escrito i respondido a la impresion . i los se demudo i dijo . es vn deudo mio titulado e italia i consejero . i
hecho las dilijencias que del Padre Reuerendissimo se puede V E. in- su éxa nos deue onrrar i el buen Bizcaino . con la acostumbrada elo-
formar . en este caso . i me respondieron . que no todo . auia de salir quenzia dijo como de esos diablos a descostillado el duque mi señor
como io quena, ni se auia de hazer a mi modo, por eso escriui a V E que aqui dizen estas cesas i las creen i ai quien las porfie, esto i
que hiciese alla lo que aca harian . sin remedio i que todo lo que armas i buenos suzesos i impresas se creen . como de otros Panejiricos
V E dejaua de hazer era aca perlas. y altares.
Pero -digo io señor. Pide todo vn Reyno i ciudad por grazia la recu- de don Antonio Manrrique i de su casa no respondo nada . a V E
sazion del conde de lemos i ala embiado a pedir por justizia con em- porque V E los oira . que aqui ia tienen auditorio . io no los hablo
bajadores i siguiendo' yo esta causa por orden, o . 3 . 6 . 5 . 7 . r . solo io . i hago muii bien . i si otro dia puedo hazer mas lo hare . i
2 3 . 7 . 9 doi ese papel firmado i saco vn .despacho que tenia aqui no lo e rehusado . quando io no tubiera obligaziones de morir
Aguirre que imbio esa ciudad quando se benia don Geronimo de ate- esclauo de V E sino aber respondido que si e rompido seria por ne-
vara, i doile i hablo al Rey . i tratan de que, castigen a los que piden gozios de V 'E i no mios pues no los tengo i si alguno tenia ese esta
tal recusazion i recusando no en forma sino con vn Papasal Migel quemado . no tengo onrra si no muero a sus, pies en su caualleriza
Vaez . sin causas a V E hazen lo que hazen i hablan en ello tan desto todos 'hablaran.
alentados, en quien topara esto señor [?] —en mi no que e hecho lo Vengó a don Andres . si V E lee mis cartas del tiempo del casa-
que no se atreuio a hazer ni a pensar aqui hombre natural de esa ciudad miento y cuentas vera empezados nuestros disgustos . por causa del
i dado firmado lo que no osara otro, no lo e escrito a V E por no dinero que no parezio Vbe de hazer fuerza con desabrimiento para

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cobrar lo que cobre aqui i el vltimo fue [por] que . los dieziocho mil Y como estoy preso y desterrado, y con más rigor que ha estado
ducados que io trate cobrase V E en el donatiuo. Quiriendo el i el sr caballero jamás, y cada día se ve peor condición en mi carcelería —he
duque de Vzeda que los seis mil que don Andres no auia entregado querido traer esta deuda a la memoria de V. E. para que yo acabe
aun a su Exa no se librasen en el donatiuo sino que don Andres mee, esta cuenta y dé satisfacción, como es justo y lo debo hacer cómo y
diese gedula de ellos . yo oli el poste i no quise i lo rebolbi de modo. cuándo V. E. mandare; certificándole que he de vivir y morir a sus
que fueron todos dieziocho i aora el duque . no puede cobrar de don pies en todo tiempo, conforme a mi obligación. Nuestro Señor guarde
Andres ni don Andres pagar . el duque no esta gustoso con el por a V. E., como deseo y he menester. Uclés, 25 de febrero de 1621.
esto i el duque me habla . conmigo porque quisiera mas la deuda con
V E i la paga con este seriar. 'Excmo. Sr.
i juro a dios y a la santa Cruz que ocho mil ducados que el consejo besa a V. E. la mano
dio de la hazienda para gastos del casamiento que se gastaron del su criado,
dinero de V E i otros tanto s y mas. a seis meses que no a querido DON FRANCISCO DE QUEVEDO-VILLEGAS.
darme el sr duque de Vzeda poder para cobrarlos hasta oi 29. de
Junio que a pura fuerza me lo an dado como saben todos los criados
de v e i los del sr duque [de] Vzeda no e escrito a v. e. nada por
no escribir esto i no tener otra cosa que escribir a v. e. de don An- DE QUEVEDO AL CONDE-DUQUE DE OLIVARES
dres . a quien tengo por orinado cauallero i seguro criado de v. e. i
que a sido desgracia esto del dinero . mas yo no le tengo culpa . ni
e podido estusar esto el no escribir el de mi nada si v. e. se sirve
de que se le pregunte . dara don Andres las razones que tubiere a Excmo. Sr.:
que me remito. ge nro S.r a v e como deseo y e menester. Madrid a
28 de Junio 1618. En materia de religión católica no se podrá llamar el celo entre-
metimiento, ni será fuera de propósito hablar en caso tan apretado y
Ex.° Sr. tan importante quien con esto sólo puede mostrar, su sentimiento, y a
besa a v. e. la mano vuecelencia parte del deseo que de acertar a servirle tiene. Todos, los
su criado,
que tenemos crisma somos parte legítima, y como tal debemos ser
DON FRANCISCO oídos; y toca a vuecelencia el encaminarlo a mejor estado.
DE QUEVEDO VILLEGAS. Digo, señor, que siempre tuve por inconveniente político (confe-
[Rúbrica.] sando por más acertado lo que el Santo Oficio ordenó) quemar vivo
con solemnidad a Benito Ferrer, que murió por sus errores tan obs-
tinado y tenaz, que dél se cogieron semejantes escándalos; y que a su
DE QUEVEDO AL DUQUE DE OSUNA imitación, otros ambiciosos de nombre y posteridad y rumor de los
pueblos y naciones, se pasarían riendo por las llamas. Apresuróse, como
se ve, más de lo que yo quisiera la imitación de aquella porfía; y
cuatro días ha padecemos, en el más sacrílego ultraje, el propio sacri-
Exmo. Sr. legio. Lo que más me aflige es la sospecha de que los herejes, de
quien hemos sido hospedaje, invían estos desesperados (habiendo co-
Cuando partí de Nápoles dije a V. E. cómo en mi poder estaban municado dudosos) para confirmar los sectarios con su osadía: es fuer-
cinco mil ducados de los ocho que el Consejo dió -para la boda del za esta parte el haber acuchillado imágenes, antes que se fuesen, y
Marqués, mi señor, y ocho mil reales y cuatrocientos más que me que- haber desatádose estas furias, después de idos.
daron de la cuenta que di en la contaduria de V. E., del gasto de la Los castigos todos son justos, y todos son pocos: en esto conveni-
boda. V. E. dijo que yo me los tuviese. Invió V. E. al camarero de mos. Resta mirar con qué modo harán el efeto que se desea ; siendo
allí a año y medio con orden que cobrase de mí los cinco mil ducados; el principal extirpar y extinguir con el ejemplo semejantes ofensas, y
díselos el propio día. Han quedado en mi poder los ocho mil cuatro. lo que es peor, la intención disimulada de establecer con las cenizas
cientos reales.
destos malditos sus errores, procurando copiar esta diligencia de los
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tormentos de los santos mártires, que por el cuchillo y la llama for- San Agustín, padre de las religiones, en cuyo convento, con -hijo
talecieron la verdad apostólica romana. Y es cierto que estos tales suyo, sucedió el caso de que se trata, dice que Juliano fué mayor per.
herejes temerarios, inducidos de la persuasión de los predicantes, con seguidor de la Iglesia que todos, con modo diferente y más ingenioso,
el nombre y la veneración de la posteridad que les prometen, ambi- envidiando la confirmación de "los mártires con no atormentar cristia-
ciosos de la adoración que niegan y de los altares que profanan, dan nos : máquina infernal y terrible, que debajo de clemencia mina todos
por pasados los años que les pueden quedar de vida, y tienen por logro los progresos de establecer la verdad.
lo que pierden ; y compran a precio de toda el alma y de la mejor Confirma esta dotrina, excelentísimo señor, el principio de la bulla
parte de su vida un ringlón en los calendarios de IVIompelier, Holanda con que Julio II intimó el Concilio general apud Lateranum, que bla-
y Inglaterra. sona así por toda la Iglesia : Julius, Episcopus, servus servorum Dei, ad
Y siendo, esto así verdad, parece medicina sigura y descansada bur- futuram rei memoriam: Sacrosantae Romanae Ecclesiae martyrum san-
larles esta diligencia con que el Santo Oficio de la Inquisición a todo guine consecratae. Cosa de que por los efetos se pone en primer lugar;
hombre que vivo e impenitente se deja quemar, le queme vivo con y por la propia razón se les ha de descaminar a los herejes esta dili-
el propio secreto que le prende. Y no será menos útil este silencio gencia tan eficaz para establecer su engaño, y considerado que las
que aquel, pues el primero aseguró la prisión, y el segundo el acierto penas y establecimientos del Santo Oficio fueron, no sólo para casti-
del castigo, pues con esto descaecerá su vanidad, y el arrepentimiento gar los herejes, sino para expeler y extinguir la inundación que enton-
tendrá menos que vencer para reducirlos, y los novatores tendrán más ces infestaba estos reinos. Así lo dice el rey don Fernando en la cédula
corto blasón de los que, siendo demonios, llaman mártires. Y es de suya de las Ordenanzas y nueva institución del Santo Oficio: «Como
considerar que se obviará no menor inconveniente en no ocasionar a nuestro muy santo Padre, queriendo proveer e remediar en la total per-
los ignorantes hombres y mujeres del pueblo preguntas escogidas y dición que en nuestros reinos había, por causa de la herejía y apos-
admiraciones del sufrimiento ; antecedentes que disponen conclusiones tasía», etc.
al error. Me parece (salvo lo que los inquisidores determinaren, que será
Tiene toda la gente baja en tanto precio la vida y salud, que cuando lo conveniente) se podría variar el modo de castigo con los que, ambi-
ven que uno la desprecia y busca la muerte animoso y resuelto, no ciosos de morir, engañados de la posteridad, vienen a hacer más daño
saben llamarle loco ni temerario ; y, al que no alaban, le ponderan quemados que vivos.
y encarecen. De aquí nace el andar diciendo unos: «¿Cómo no se le Pues castigar al doméstico pertinaz en su error, tiene alguna dife-
tragó la tierra?» Otros: «¡ Que no hablase palabra ni se quejase!» rencia que al advenedizo y. inviado no a otra cosa, sino a negociar (con
Pregunta es la una, admiración la otra : no culpables por heréticas, el escándalo de sus sacrilegios, y -la publicidad de su castigo, y la
mas poco seguras por maliciosas. obstinación de su engaño) dudas en los ignorantes, e ignorancias en
Señor, Nerón y todos los que degollaron cristianos y los quema- los dudosos, y pompa a sus historias y mentiras. Y con recatarles el
ron sin saber lo que se hacían, propagaron nuestra fe. Así dice muchas espectáculo sin remitirles el fuego, padecen dos castigos: el de la he-
veces la Iglesia que está fortalecida con la sangre de muchos már- rejía y el de la intención; y de esotra suerte sólo uno, y ese le des-
tires. La mayor persecución de la Iglesia (menos colorada, pero más quita en su maldad la asistencia popular, y los errados prometimientos
peligrosa que todas juntas) fué la de Juliano Apóstata; léese en el de sus desinios y asechanzas.
tomo IV de Baronio, folio 12, número 22, y a la margen la señala Baronio, página 9, número I : Verum clementiae obtinet persecu-
con estas palabras: Persecutio Juliani diversa ab aliis. «Persecución de tionem, celant atque instar flexuosi illius serpentis qui ipsius animase
Juliano diferente de las otras.» Longe dispar haec persecutio fuit ab obsidebat, omni genere machinarum ad baratrum suum miseros calide
aliis per ethnicos Imperatores illatis, cum illi, christianitate vetita, ad- pertrahentes. Ac nec eos honores qui martyribuS haberi solent, conse-
versus ejus cultores sanctirent promulgarent aedicta, quibus et fideles queremur: Chnstianis homo egregius invidebat; prima illius fraus aut
ornnes Diis sacre lacere, quernquam invitum cogebant, christianae versutia haec fuit, ut qui Christi caussa excruciabantur, non ut Chris-
fidei desertorem. Quamobrem, nos inter persecutiones hanc recensen- tiani, sed ut facinorosi supplicio afficerentur. En sus epístolas se conoce
dam esse, complures existimavere; at yero sanctus Augustinus con- cuánto procuró (de invidia, no de piedad) excusar martirios a los cris-
trarium plane sentit, cum ait (de Civitate Dei, lib. 18, c. 52): «Deinde tianos. En la epístola) a Eudicio, prefecto de Egipto, dice así : Etsi nihil
quid responclet etiam de Juliano, quem non nurnerant inter decem per- de caeteris -srribis, attatnen de dio Deorum poste Athanasio scribere
secutores Ecclesiae?» certe debuisti. Testor magnum Seraphim, nisi ante calendas Decembres
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inimicus Deorum Athanasius ex ea urbe, vel potius ex universa Aegipto deserere tnartyres Christi et ire ad pseudotnartyres, id est haereticorum,
di,scesserit, centum auri pondo quae tibi paret multatum iri. Repetida- el Concilio previene y prohibe el séquito y el ruido que estos malditos
mente le llama enemigo de los dioses, y se desentiende del martirio afectan, a quien llama a Deo, alienatos.
por no darle esa gloria, ni ese triunfó" a la Iglesia; y habiendo con Y cuando no se les quiera dar el fuego (a los obstinados y endure-
desprecio quebrantado ese destierro, y sabiéndolo Juliano, escribe en la cidos) en secreto, no sea en la corte, donde nunca ha sido, por la asis-
carta cuyo título es Aedictuth ad Alexandrinos: «Audio , Athanasium tencia en ella de los embajadores de príncipes herejes, y el concurso
audacissimuin solita audacia elaatum Episcopatus seden:, ut ipsi appelant de naciones; lo que no hay en Toledo. Y así menos se irritan con el
iterum usurpare; id yero non mediocriter Alexandrino populo displicere, castigo, y menos se fortalecen en su error con el espectáculo; y 'cuando
quare euro urbe jubemus excedere.» Y siempre, para apurar más la lo sepan es diferente la eficacia de la relación a la de la vista.
persecución, les excusaba el mérito en los tormentos, por temer el cré- Esto es el medio que se ha observado, sospecho por esta causa;
dito que daba a la religión su paciencia y constancia en ellos. Tanto que, a mí, único me parece el del castigo y fuego secreto; pues se
puede el valor en las llamas y en el cuchillo, y tanto se debe rehusar excusa que su apatía o su entereza o su obstinación no desasosiegue
el alimentar la ambición de los obstinados, con los espectáculos. a- los ignorantes, y que los que les siguen no busquen sus cenizas, como
Y a mi ver, quitarles la publicidad y borrarles la noticia con el se vió en Benito Ferrer, y que los ladrones dijesen que era el que había
silencio, es desarmar su intención. Esto se autoriza con las palabras de resucitado, y otras cosas de gran riesgo y desacato a la religión y al
Nahum profeta, capítulo 2: Viras Iones illudentes in igne; de donde ejemplo.
Teodoreto : Tanta erat praédicti audacia, ut etiam ignem aggrederetutr. Vulgar es el ejemplo de San Ambrosio y el Emperador, en razón
Señor, para encarecer el profeta la suma valentía de los que han de haber entrado a oír misa dentro de las rejas del altar y pisado las
de destruir, dice que serán varones fuertes que se burlarán en el fuego. gradas. Sacóle el Pontífice dellas, diciéndole que era diferente la púr-
Mucho autoriza los errores con los ignorantes, el desatino que desprecia pura imperial que la vestidura del sacerdote; que le desembarazase el
la vida. Lo que procuran los herejes es poder contar vidas cudiciosas altar a él y a su ministro. Esto llamaron comunión laica, cosa pocas
de la muerte, y muertes tan execrables, apetecidas y buscadas por ul- veces examinada; y en su declaración trai D. Francisco de Mendoza,
traje de nuestra sagrada religión. Estos son castigados cuando arden en el Concilio Illiberitano, este caso de San Ambrosio y el emperador
sin testigos; y gozan premio, cuando se dilata la voz y se crece el Teodosio: Ea (inquit ille) isthinc videre tibi non licet, habent in Dei
aplauso. Al qué pecó y pide misericordia se debe sacar en público con templo sacerdotes, habent et laici locura suum. Esto prohibió en Es-
penitencia; que su arrepentimiento es el desengaño y oprobrio de los paña el Concilio Bracarense 1, in 6 sinodo, can. 69: Nulli omnium (ait)
heresíarcas y sectarios; mas los pertinaces hasta la muerte, tengan cas- qui sit in laicorum numero, liceat intra sacrum altare ingredi.
tigo con silencio. Por esto conviene mucho que no haya altar en que se celebre sin
A Cristo prendieron como a ladrón y facinoroso; y viendo San Pedro verjas, donde con gran prohibición entren sólo sacerdotes y acólito;
asido a Dios verdadero y manoseado de los corchetes, cortó la oreja a que olvidando esta ceremonia tan respectiva al sacrificio de la misa,
uno; y dice Tertuliano: Patientia Domini in Malcho vidnerata est, y ya se introduce en prerrogativa de caballero el tropezar con el reta-
sana al fariseo, y amenaza a su valido. Obra de gran legislador : padecer blo y el misal; de suerte que los más estorban con desacato lo que
para que se establezca su ley, y que en público no padezca quien se deben atender con devoción y humildad. Y restituyendo esta clausura
la contradice. tan debida a tan gran sacramento, se conseguirá que los herejes no
Fueron a pedir alojamiento para Cristo, Juan y Diego; no se le qui- puedan llegar a los altares con manos violentas, ya que no se puede
sieron dar, respondieron con injurias. Dijeron a Cristo, celosos de su ser- estorbar (por las paces con ellos) que no entren en la iglesia, como
vicio, introduciéndose inquisidores: «Señor, deja que mandemos al lo mandó el concilio Laodicense, capítulo 6: Quod haeretici non per-
fuego que baje y los queme.» Y respondió: «¿De qué espíritu sois? mittendi sint ingredi in domum Dei.
Yo, que enseño la ley y la establezco, he de morir, y esotros no», los Las oraciones y los sacrificios, y la enmienda de los pecados que
que la contradicen, que a éstos penas y castigos les están señalados, nos negociaron tan grande castigo, muy lucida demostración hacen; y
de que no pueden' huir. esto no hace magnífica la desesperación enfurecida deste precito. Ni
Que estos malditos heresíarcas y dogmatistas afecten el nombre de ha de ser el desconsuelo y el luto por el ultraje a Dios, que tan en
mártires, consta del concilio Laodicense, capítulo 33, cuyo título es : salvo tiene su grandeza, y su persona no aventurada a la violencia y
De martyribus ha-ereticorum: Quod ~mem Christianum non bporteat malignidad de los herejes; que antes este sufrimiento de Cristo que no

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se cansa de padecer ni se harta de afrentas, es, como dice Tertuliano Díceme vuesa merced que le escriba qué entiendo desta pragmá-
en el libro de Patientia, lo que más crece la reputación de su santa y tica de los precios, porque teme vuesa merced la malogre la maña de
solamente verdadera dotrina : Mira equinimitatis fides, qui in hominis los regatones. Digo, señor, que ella tiene larga vida,- y que, a mi pa-
figura proposuerat latere, nihil de impatientia hominis imitatus est. Hinc recer, dieron su voto para hacerla los ángeles de guarda de España. El
vel maxime, Pharisaei, Dominium agnoscere debuistis: patientiam hujusr Cardenal Presidente tiene en su resolución triaca para lo que ordena.
modi nemo hominum perpetraret. Talia tantaque documenta quorum Acertó su majestad (Dios le guarde)- la cura al tiempo, en condenarle
magnitudo penes naciones quidem detrectatio fidei est, penes nos voro.. a padecer los cuidados de la presidencia, en ocasión que, de puro muerto,
cratio et instructio. se pedía el cuerpo de la república para anatomía, habiéndole sido más
Puede ser que yo proponga a vuecelencia lo que en parte convenga, mortales los remedios que los peligros.
de tal manera, que me pese de que los sucesos me acrediten. Lo con- Cuando las monarquías para su salud acuden a sus arbitrios, poco
viniente será lo que mayores ministros ordenaren, y a lo que el enten- entretienen, nada sanan, ¡ Qué de remedios habrá experimentado el buen
dimiento y voluntad de vuecelencia diere consentimiento; pues tiene deseo, de que le hizo desdecir la ejecución! Llegó el cardenal de Trejo,
por tarea la atención a las mayores conveniencias de la corona de Es- y por el desorden adelante, adestrado de bien informada noticia, se
paña y del estado de nuestra sagrada religión, que nunca pueden ser fué a dar con la enfermedad donde estaba disimulada. "Previno con el
diferentes. Dé Dios a vuecelencia en todo los aciertos que desea para Supremo Consejo de Justicia cosas que se pueden preciar, antes de
el servicio de su majestad, y larga vida con buena salud, como yo inscripciones que 'de consultas; y publicó esas recetas, esos precios, esas
deseo, y hemos menester sus criados. pragmáticas; y donde no valió el hierro ni el fuego, pudo el ensalmo:
De Madrid, a 9 de julio de 1624. sanó con palabras lo ya incurable, y sin tomar el año de 24 en la
boca, lo embocó por las tiendas, sin que lo entendiese este año ni lo
Besa la mano de vuecelencia, pudiesen estorbar las varas de medir.
DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS. Es útil, y es descanso ya, el comprar y vender, que tanta prosa
gastaban; son gente de pocas palabras : el comercio es cartujo, contrá-
[Rúbrica.] tase por señas, señalan la ropa, enseñan el renglón, y pagan el dinero.
Este ario ha fenecido la más costosa parte de la porfía en el regateo,
y el tanto mas más cuánto del precio. Creo se seguirán dos daños:
uno, que el silencio forzoso enfermará a los sombrereros, que vendían
DE QUEVEDO A PERSONAJE DESCONOCIDO
más lo que decían que lo que daban, y a los demás oficiales en quien
la buena prosa pasaba por bondad de la niercaduria, en unos por largo,
Como si ignorara cuán fuera está de su albedrío quien tiene pleitos, y en otros por peso. El otro, que se han de desesperar los que se
ofrezco acompañarle en esa sierra. Yo padezco los milagros de la trampa, vistieron anteayer, viendo lo que pudieran ahorrar hoy.
pues siendo la cosa juzgada el postrer seguro de los procesos, es ya Al fin, señor, el Cardenal ha metido en paz a la necesidad y al
mi mayor desasosiego. Por ella he acabado de entender que, de las socorro; y en su provisión a la presidencia, podemos decir se cumplió
dos plagas de la vida (que son pleitos y pretensiones). es la mejor y aquel refrán, que andaba vagamundo sin entenderse: «A Roma por
más honrada el plieto, con ser de tales costumbres que se trae con el todo»; pues lo hemos traído todo en traerle de Roma. Yo, cuando es-
contrario la menor parte y la más leve : porque la que se trae con el tuve en Italia, señas estudié en él de todo esto.
letrado, no tiene duda que he de ser condenado en ella, pues la pago Olvidábaseme otra cosa de lo presente, bien sustancial y más impor-
cada día, y la de los procuradores, cada hora; pues la parte del pleito tante. Traía por la permisión y descuido de la justicia el homicidio
con los jueces que le han de juzgar es la peor, porque en ella es reo mercancía, y la muerte del padre era usura para el: hijo, y la del ma-
la paciencia y la comodidad, por la sumisión y la asistencia. Y quien rido para la mujer; ellas descansaban y enriquecían, y los hijos con
a estas tres partes va condenado, lo menos pierde en el negocio si las muertes de sus padres heredaban su hacienda y su vida. Y así, era
le pierde; y si le gana, esto, que es tanto más, queda perdido. Bien a los hombres tanto más peligrosa su vida, cuanto más dinero podía
entendió esto Cristo nuestro Señor, que nos mandó dejar la capa, pues valer su muerte; perdonaba la parte, y la horca veía hacer el oficio de
si la queremos defender, nos la llevarán, con los hombros y los brazos. sus cordeles a los cerradores de las bolsas; pagaban la muerte, y no el
Esto basta, que los pleitos son cansados aun referidos. haberla hecho; no tocaban, lo que les tocaba, la justicia ni el escar-

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miento. Vino el Cardenal, y en muertes a traición alevosas y seguras domus suffondiunt, fundamenta diruunt, urbes everterunt,
los ha ajusticiado; cosa que ha hecho mudar de vereda a los retraí- universas radianes fluctibus obruerunt. Tantam gerit Deus
dos y de confianza a los perdonados. corran qui laeduntur providentiam.
Mucho ha hecho en pocos días, pues se vive seguro .y barato. Bien
creo que a los principios faltará algo al regalo, mas en perseverando [Encabezamiento.] Psalmo XLIII. Ervctavit cor meum verbum bonvm.
la orden, las propias mercadUrías, si las escondieren, venderán a los Dico ego opera mea Regi.
mercaderes a menos precio, Todo lo ha intentado; mas entre el cas-
Pronunciará mi corazón buena palabra. Yo. Don Fran.°
tigo y la orden no cabe alguna negociación, y la respuesta a los incon-
de Queuedo Villegas Cauallero del hábito de San-
venientes es aquella palabra robusta: «Ello ha de ser.»
tiago. Digo mis obras.
Estos días no había una gallina aun para una pendencia; ya sobran
en la plaza, y así será en lo demás. Dos cosas quedan ahora por es- AL CHRISTIANISS ° REY DE LOS FRANCESES Luis XIII.
forzar : la ejecución en los ministros inferiores, y el acomodamiento
del trigo. Yo aseguro que el Cardenal dé con ello, y después le será Psalmo. 67. V. 32. Disipa gentes, quae; bella volunt.
fácil hacer en la moneda lo conveniente. Destruye las gentes que soliciten la guerra.
El punto de los alguaciles y escribanos es más importante que pa-
rece, que es en la orden que no hacen bien su oficio; son dispensación SYRE.
de delitos, y su codicia puede revocar lo que el Príncipe ordena.
Es cierto que al celo que su majestad ha tenido, tan ansioso de Dios nuestro Señor, que solo es Rex Regum, et Dorninus Dominan-
corregir las desórdenes, le ha inviado Dios la persona de que necesi- tium, manda en el Eclesiastés, cap. x, v. 20, con el respeto que la
taba, con que se han logrado las mejoras deste reino. lengua .y la imaginación deben tratar las acciones de los reyes: «No
Yo quedo acabando una Prefación al Comento de León de Castro murmures del rey - en tu imaginación, ni en el secreto de tu aposento
sobre los Profetas menores, cosa que me ha fatigado mucho; quiera maldigas al rico, porque las aves del cielo llevarán tu voz, y quien tiene
Dios sea a los estudiosos de alguna utilidad. Remitiré a vuesa merced ' alas parlará tu sentimiento.» Yo hablaré con vuestra majestad con tal
el Sermón estoico, y avisaré de los semblantes del daca y toma enmen- respeto, que por ninguna palabra sea culpado en tan descortés inobe-
dado. Dé Dios a vuesa merced su gracia y larga vida con, buena salud. diencia, ni tendrá en mi imaginación en qué ser chismosa alguna ave
de las que vuelan atentas, aun por el silencio del pensamiento. Leed
estos ringlones con la benignidad que a vuestra grandeza merece un
español extremadamente amartelado de vuestras glorias, que ha gas-
tado su admiración en aplausos a los triunfos que vuestra niñez ha
DE QUEVEDO A LUIS XIII, REY DE FRANCIA tenido por juguetes, cuando vuestra cuna belicosa se vió asistida de
más gloriosos vencimientos que la de Alcides, ahogando entre vuestros
brazos en Monpeller, Nimes, San Juan de Angeli, Morltalván y la Ro-
chela, sierpes de cal y canto, con tantas cabezas como vecinos: haza-
[En la portada. ñas y trofeos que el gran Enrico vuestro padre receló imaginar. Carlo-
QUEVEDO AL REY DE FRANCIA. Magno, vuestro ascendiente, fué primero que vos en el tiempo, no en
la fama. Llamóse Magno porque os pudiésemos llamar Máximo, cre-
[A la vuelta de la portada.] ciendo vuestro renombre al de Carlo, al de Pompeyo y al de Alejandro,
que se igualaron en uno mismo. Habéis unido vuestro grande reino,
DIVUS JOANNES CHRISOSTOMUS. ORATIONE DE AVARITIA. desarmando la herejía, que os molestaba en división sediciosa. Adqui-
ristes el nombre de 'Cristianísimo, no contento con sólo heredarle. Por
Timete, qui pauperibus injuriam facitis. Habetis vos po- vuestras armas respiró en vuestra corona la religión. Vuestros lirios se
tentiara, divitias, et pecuniam: sed habent illi omnium limpiaron de espinas que a Cristo nuestro Señor tejieron corona san-
validissima arma, gemitus, et lamentaciones: et illud ipsum grienta. La nave de San Pedro tuvo puerto y comercio de vida eterna
injuriara pati, qua auxilium de codo atrahunt. Haec arma en nuestros mares, y a sus llaves no dejó en Francia puerta que no

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abriese vuestra soberana piedad. Toda la monarquía de España ha sido hallarse asilo forzoso de vuestra más próxima parentela fugitiva, y ser
teatro de aclamaciones a vuestro nombre; y el rey católico, mi señor, retraimiento de los temores de la majestad de vuestra madre y de la
posponiendo la materia de estado a su celo y al vuestro, desamparó a alteza! de vuestro hermano. -
Montalván y a la Rochela del socorro que le pidieron, poniéndose de- La atención desocupada llegó a sospechar que era estratagema dis-
bajo de su protección; y pudiendo políticamente embarazaros con vues- pararle Francia tan esclarecida familia, para consumirle en gastos y suel-
tros vasallos, para que no le inquietásedes los suyos, escogió el tener dos, viendo que expendía en esto más tesoro que en sustentar los ejér-,
queja de vuestra majestad, antes que ocasionar que de su religión y citos que vos, le ocasionastes con traer los suecos a Alemania y con
celo la tuviese la comunidad de todos los fieles. Y pues si el rey mi alimentar sus rebeldes en Holanda. Quedóse esta malignidad en los
señor amparara a vuestros rebeldes, no hubiérades conseguido tan glo- cerebros desvelados, cuya tarea es lograr malicias que sueñan. Empero
riosos fines, a su ánimo real debéis cuanto habéis hecho, y con mayor el rey, mi señor, nunca pudo reparar en gastos tan forzosos por su mag-
razón habiendo asistido con sus armas a vuestras empresas, oponién- nanimidad, ni a tanta grandeza se pudo atrever (aunque bien aparente)
dose a la valerosa invasión del rey de Inglaterra, que tan solariega for- sospecha tan civil para sienes abrazadas de tantas coronas.
tuna tiene sobre vuestros señoríos. No acuerdo a vuestra majestad de Incomparable grandeza de su corona real fué no recelar, señor, de
los casamientos recíprocos, porque sé cuán poco detienen estas pren- franceses huidos y descontentos de su rey y de su tierra, precediendo
das los intereses reales. La majestad esclarecida de vuestra serenísima en su noticia la advertencia literal de Polibio, cuyas son estas razones:
madre, por descansarse del cardenal de Richeleu (sic), vuestro pri- «Estaban entonces en aquella ciudad cerca de ochocientos soldados
vado, o ya por asegurarse de segunda prisión .(que fuese duplicada franceses, que conducidos de los epirotas, por su sueldo la defendían.
nota), se retiró a los estados del rey mi señor en Flandes, donde como Y habiendo tratado con éstos de vender la ciudad, no contradiciéndolo
dos veces hijo, por vuestro nacimiento y por el de la serenísima reina los franceses, se arrimaron a la tierra, y luego favorecidos dellos se apo-
mi señora, la recibió con las demostraciones de amor y reverencia, que deraron de la ciudad y de cuanto en, ella estaba.» Pocos ringlones más
no pudiera exceder vuestro padre de inmortal recordación, que des- abajo este autor griego, de tan venerable autoridad, dice: «Empero,
cansa (así lo creo) en el Señor. Y perdonara la majestad católica de ¿quién pudo ser tan ignorante de las cosas, que no temiese la común
don Felipe IV las prerrogativas con que se exornó su grandeza en opinión que con todos tienen los franceses de leves y inconstantes, y
esta ocasión, por- no ver a vuestra majestad su muy caro y muy amado que se atreviese a fiar de la fe suya, ciudad nobilísima por fama, y que
hermano, amenazado destas palabras del Espíritu Santo : «Quien aflige tenía muchas ocasiones de quebrar el concierto; y principalmente fiarla
al padre, y obliga a huir a su madre, es ignominioso y desdichado.» de aquellos franceses que habían sido antes arrojados do sus propias ca-
Son tan ejecutivas en lo literal del suceso estas palabras, que mi buen sas por los mismos de su nación, y por traidores a sus deudos y parien-
deseo de serviros ha vencido el temor de dároslas a leer. Yo me per- tes?» Con unas propias palabras ponderó Polibio aquellos franceses y
suado, por la grande afición que a vuestra esclarecida persona tengo, los que se huyeron a Flandes con vuestro hermano. Aun éstos con
que el obligar a huir a vuestra madre (lo que literalmente como sucedió nombre más feo, pues iban, como aquéllos, fugitivos de su patria, no
dice el Espíritu Santo), sea cargo del cardenal, vuestro despótico valido. sólo arrojados por sus deudos y parientes, sino por vuestra majestad,
Empero hallo la propia culpa y más descrédito en vuestra soberanía en que sois su señor soberano, y los mandastes declarar por tales.
obedecer para esto su astucia que si lo obráredes por algún desabri- Todo esto no hizo impresión en el pecho real del rey mi señor, y
miento dé vuestra condición. menos el grito de aquel proverbio griego, que refiere Eginharto ale-
Después, doliente de la misma púrpura monsur [sic] duque de mán cronista de Carlo-Magno, que le sirvió en su vida y que dice así :
Orliens, vuestro solo hermano (y por el estado presente inmediato he.- Tóv cDpocyxbv cp(Xov gxpq, ysíTova oix gxjz . «Ten al francés por amigo;
redero), se fué mal contento con mucha nobleza de su séquito y ser- no le tengas por vecino.» Empero el monarca católico, que por disposición
vicio a Flandes, o a acompañar a la reina su madre y vuestra, con las de la naturaleza tiene a los franceses por vecinos en España, los admitió
propias quejas, y al parecer mayores, o a asegurarse de la ambición, por vecinos y güéspedes en Flandes, y de su parte en todo el mundo
que en su manifiesto, por el duque de Momarahsi [sic], acusó a la por amigos. Como cuñado y como rey no pudo dejar de acoger pren-
eminencia del cardenal, que creciéndola sobre su alteza, le amenazaba. das de, toda vuestra obligación, que en sus tierras buscaban acogida.
El rey mi señor le recibió con sentimiento de que os dejase : procuró Ni le podéis hacer cargos de que admitió a vuestro hermano, y de que,
que en el amor conociese con toda su gente que mudaba de país y no como yerno, mandó que en Bruselas , sirviesen a vuestra madre; pues
de hermano. Confieso que por la voz del mundo sintió el rey mi señor sólo se pudo excusar, Syre, el ocasionar que se fuesen. Esto no lo cau-
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saría vuestra clemencia : la fuga no acusaba corona, sino capelo. Si no ut est gens levis, atque infida: «Los franceses, dilatadas más largamente
amparara el rey mi señor a la majestad de vuestra madre, se quejara las cosas, como es gente ligera e infiel.» Y en el propio libro segundo :
de su grandeza todo el mundo, y faltara (lo que no podía ser) a la Hic arta inter eos pro divisione praedae seditio, usque adeo ptocessit,
obligación de caballero, y vos os quejárades entonces con razón; y por ut non solum praedae, •verum etiam imperii magnum partem perdi-
esto, si os quejáis (lo que no creo) de que la haya amparado, esta queja detint: quod frecuenter accidere Gallis consuevit, ob inmoderatas eorum
sola os puede ser indecente, y aquel sabrá reverenciar vuestra grandeza crapulas, atque abrietates (lib. 2.): «De aquí la división que entre ellos
que no la creyere. se levantó por el saco y presa, llegó a tanto, que no sólo destruyó el
Si dijéredes que asistió a vuestro hermano, yéndose mal contento de despojo, sino grande parte del imperio, lo que frecuentemente suele
vos, juzgaldo, señor, y veréis que, no pudo desentenderse de que era acontecer a los franceses por sus demasiadas glotonerías y embriaguez.»
vuestro hermano y su cuñado, y que no debió persuadirse era vuestro No os refiero estos lugares por emulación, sino por recuerdo que
enemigo; antes debió temer lo fuese suyo, lo que brevemente mostró os puede ser útil, y que os merece por mi intención piadoso oído, pues
su alteza, con que grangeó de vuestra majestad acogimiento agradable. sois señor de gente que os adelantó la corona en el cuchillo infame
Vos podéis permitir que los que os asisten ocasionen fuga a vuestra que siendo su rey quitó la vida a vuestro glorioso padre. Conozco las
madre y hermano; empero ningún príncipe puede excusarse de asistidos. admirables proezas que en todas las edades que ha vivido el mundo
Ahora revolved en lo hondo de vuestro pecho las palabras del Es-, han hecho los franceses con sobrehumano valor. ¿Qué memoria no
píritu Santo, que son estas: «Seis cosas aborrece Dios, y la sétima tienen agradecida y amartelada a su esfuerzo por la conquista de Jeru-
la detesta su alma.» Y la sétima que señala es «el que siembra dis- salén? No pretendo yo escurecer estas acciones, antes pretendo que
cordias entre los hermanos». Deste, de quien abomina la alma de Dios, los franceses no las escurezcan. Pretendo que aquella nación que tanto
debe abominar vuestra alma, y más cuando llegó a mezclar y sembrar sudó por libertar •el sepulcro que tres días tuvo en depósito el cuerpo
discordias entre madre y hijo. de Cristo, no se desdiga en la fe, y degenere haciendo monumento de
Vuestro hermano reconoció el hospedaje que el rey mi señor con su precioso cuerpo y sangre, los vientres de sus caballos. Esto antes es
tanto amor le hizo, con desaparecerse en forma sospechosa, recatán- celo que envidia : primero se me deberá el nombre de acreedor que
dose de sus vasallos que le servían. Sintió que se fuese huyendo, por el de émulo.
ver que acreditaba su persona con esta acción aquel medio verso de No me dió ocasión de embarazar vuestra soberana atención con
Claudiano que dice : «Antes que la engañosa Francia expela los estos ringlones, el haber tolerado contra la casa de Austria, cesárea y
reyes» ; y fuéle grata su partida, porque se volvió a vos reconci- siempre augusta, ejército formidable de herejes, asistido del ímpetu del
liado, sin reparar en el modo que dió tanto que decir, acordando a la rey de Suecia; ni el haber dado en Italia vuestras tropas. como dice
majestad católica de aquellas palabras del rey don Sancho el Bravo, su Lucano, «el derecho a las armas, con que habéis ocupado plazas y
antepasado, que se leen en su crónica impresa y son tales: «Y porque fatigado la cristiandad con armas violentas; ni el haber quitado sus
los franceses son sutiles, y pleyteosos, y muy engañosos y dafíosos a tierras al duque de Lorena, no tanto porque pudistes, como porque se
todos aquellos que han pleitear con ellos, y todas las verdades pos- e fió de vos».
ponen por hacer su pro...» _Estas palabras que en tan grande rey Estas acciones son de moderada hostilidad, y a los reyes persuade
fueron consejo a sus sucesores, para con vuestra majestad pudieran pa- a que las ejecuten, o la pretensión o el odio, tal vez el orgullo, y las
decer la excepción de ser español quien las dijo, •si Polibio no desem- más la ambición cudiciosa de creerse a costa de sus vecinos, lo que
peñara esta verdad con los ejemplos siguientes: «Los franceses auxi- honestan los pretextos inventados. Nada de esto hirió mi ánimo, ni
liares que estaban con Scipion, juzgando por mejores las esperanzas de arrebató mi pluma, encaminándola con fervor animoso a vuestro ser-
los cartagineses, señalado entre ellos el tiempo de la maldad, tomaron vicio. Ni se apoderó de mi corazón la nota que con vuestras armas dió
determinación, y a la media noche, cuando vieron que todos estaban Mos de Xatillón, vuestro general, a las tropas del rey mi señor, que
ocupados del sueño, estando en sus cuarteles armados, luego que dieron conducía Tomás, príncipe de Saboya, ,dofide su vitoria fué triunfo para
ocasión oportuna, salieron y dieron muerte te a la mayor parte de los los tercios, uno de españoles, otro de italianos, que desamparados de
romanos que encontraron, hiriendo a los demás; y finalmente, cortando su caballería y de las naciones, anegados de vuestro ejército, combatiendb
las cervices de los muertos, se juntaron con los cartagineses.» Y en uno contra ciento, fueron vencidos del,excesivo número, no del exce-
el libro segundo : «Los franceses más se •mueven por ira y ímpetu, sivo valor de los vuestros. Murieron porque no quisieron vivir a trueco
que por razón»; y en el libro tercero: Ut Galli protractis longius rebus, de que no dijeran los franceses que temieron la muerte.. Juzgaldo vos,
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Syre, cuál fué mayor valor : ¿pelear con •los que no podían dejar de geles os asisten' como a rey : obedeceldos como ángeles. Los ángeles
vencer, o pelear con los que no podían dejar de ser vencidos? Apo- cantaron «paz en la tierra» cuando nació Cristo, y cuando va a
deróse, empero de mi espíritu el saco de Mos de Xatillón, vuestro ge- morir, nos dejó su paz : «Mi paz os dejo a vosotros.» Dejad siquiera
neral, y de sus franceses, en Tillimón : estando parlamentando con la en paz los templos del que nos dejó la suya, ya que no nos dejéis en
villa, saqueó el lugar, degolló la gente, forzó las vírgenes y las monjas paz a nosotros. Por una parte, Syre, haced penitencia en pavesa y ce-
consagradas a Dios, quemó los templos y conventos, y muchas religio- niza ; por otra a la satisfacción y ejemplo, David, rey y santo, os
sas; rompió las imágenes, profanó los vasos sacrosantos; últimamente, toca al alma, cuando dice : «Ciñe tu espada sobre tu muslo.» ¡Oh,
¡ oh, señor I, ¿díselo? Francia! : «Vuelve sangrientas contra ti las manos : aun a ti no te
falta' en ti enemigo.» No te fálta, no, dentro de ti misma, cuando
(Si bien se espanta la alma de acordarse, dentro de ti tiene Dios tantos enemigos.
Y con dolor rehusit la memoria) No dijo Estacio con tanta razón de Capaneo, porque desafió a los
dió en las hostias consagradas a sus caballos el Santísimo Sacramento, dioses : lubat insanas deposcere pugnas. Piget instigare minores.
que por excelencia se llama Eucaristía, bien de gracia, pan de los án- «Aprovecha pedir guerras insanas, ¿y os corréis de instigar a quien sea
geles, carne y sangre de Cristo, cuerpo real y verdadero de Dios y menos?» Como puede y debe decirse de aquel ejército vuestro; pasan-
Hombre. ¿Qué le dejó esta furia y ejército de demonios que desear do a Xatillón el epíteto de contemptor Deum, despreciador de los dio-
más al infierno? ¿Qué castigar al cielo? ¿Qué acusar a la naturaleza? ses, que da a Maxencio Virgilio.
Y ¿qué llorar incesablemente a vuestros ojos? ¿Qué más que morder La caballería francesa, aclamada hasta hoy por noble y valiente, hoy
rabiando a sus conciencias? Vos, ungido con olio de crisma como cris- queda condenada por sacrílega: los caballos comulgados, descomulga-
tiano, con olio del cielo como rey cristianísimo, por esta acción y ha- dos los caballeros. Escogió la divina permisión por más decente la bru-
blando de este olio, podéis decir: «Perdí el olio y la obra.» No talidad irracional de las bestias, que la asquerosa garganta y pecho
vieron los holandeses, siendo herejes, estas acciones de vuestros solda- inmundo con pecados inormes [sic] de aquellos herejes. Quien coli sus
dos con ojos enjutos. manos se dió en el propio sacramento a Judas (así lo sienten muchos
¿En qué, pues, gastaréis vos los vuestros, sino en lágrimas? Y aún padres), no extrañará que aquel Judas Xatillón le diese a los caballos.
estoy por persuadirme que la vestidura del eminentísimo cardenal vues- No se dedignó recién nacido de que le abrigase en un pesebre el resuello
tro y de Richeleu se pondrá más colorada con la vergüenza que con el de dos bestias menos nobles: y una mula y un buey fueron señas
múrice. ¿Cómo, siendo vos cristianísimo, permitiréis lo que los calvinistas que del Mesías Cristo Jesús dieron los ángeles a los pastores, y en ellas
y luteranos detestan, y lo que Satanás no ha podido obrar con otras se verificó la profecía. Era hasta hoy el caballo animal generoso y de
armas que con las de Xatillón? ¡ Oh cuánto consuelo me fuera que gala incomparable; hoy es dichoso sobre todos y (si puede decirse)
hubiérades aplaudido a escuras aquella nota, pues permitiendo encender sagrado. Ya- se vió, y hoy, señor, lo podéis oír con muy doloroso sus-
luminarias en toda Francia y en París, vuestra corte, por ella son hoy piro, un clavo de la cruz de Cristo bocado del caballo de un empera-
otros tantos testigos que deponen que vos enviastes al general, que dor: reliquia que hoy con trozo •de la rienda es el sagrado tesoro del
estuviera encendido con más razón que todas! Domo de Milán. Allí estrenó la boca de los caballos prenda sacrosanta
¿Cómo, muy poderoso rey, ocasionaréis que digan que los herejes de Jesucristo, y trató su lengua con reverencia reliquias de su preciosa
que en Francia desarmastes para vuestra quietud y gloria, los armáis sangre. Venció en virtud desto aquel emperador infinitas batallas con
en Flandes para opresión de los católicos y para agravios de Jesucristo; su relincho. Hoy plenariamente ha entrado el cuerpo de Cristo en la
que os armastes inquisidor contra herejes, para armar herejes contra boca del caballo, que ya estaba con el clavo prevenida y calificada.
inquisidores? Yo me persuado que no fué ni pudo ser tal vuestro in- Empero temed que por el desprecio os suceda lo que a Faraón, pues
tento, que sois rey, y rey grande, y tiene Dios vuestro corazón en su lo habéis con el Seriar, de quien entonces se dijo que anegó «al
mano, y teméis la venganza de Dios, que repetidamente se llama Dios caballo y al caballero». Previno la Sagrada Escritura a los caballos para
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de venganzas. «Dios de venganzas, Señor Dios de venganzas.» ¿Qué esta dignidad en la nefanda maldad del perverso Xatillón. Y la Iglesia
mano os escribirá esta razón, cuyos dedos no os acuerden, oh rey, de cuando comparó los evangelistas a la cuadriga y tiro de los caballos de
la que vió escribir el rey Baltasar? Yo espero que vos grande, vos po- Dios. Díjolo el gran padre Jerónimo con estas palabras: «Mateo, Mar ,
deroso, vos cristianísimo, castigaréis (como fuere posible al humano cos,LuayJnádrigelSño.»
poder) cielito a que sólo se proporcionan los eternos castigos. Dos án- Previó Dios más obediencia en una jumenta que en el' profeta

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Balaan, y por eso ordenó que a la jumenta y no a Balaan se apareciese Xatillón. Y sin duda todas las luces que, por aplauso a la nota que dió
un ángel, y la permitió hablar. No de otra manera, previendo Dios al príncipe Tomás, encendistes en luminarias alegres, vuestro ánimo'
mejor acogida en los caballos de los franceses que en ellos, se permitió cristianísimo las encenderá en hogueras, para abrasarle con todos sus
llevar a sus bocas por sus manos. ¡ Esto, señor, oís, esto veis y veis cómplices, y juntamente quemar el lugar donde fueron quemados, para
lamentar a toda la Iglesia militante, y conmovido del escándalo estre- con aquella ceniza, dándola a beber a los demás, imitar con peor' gente
mecerse todo el orbe de la tierra! A Diómedes, porque hacía pienso de la receta que de los polvos del becerro ordenó Moysén a las abominacio-
sus caballos sus güéspedes, llamaron monstro de los tiranos. Syre, ¿cuál nes de los judíos.
nombre, cuál execración, cuál vituperio hallará la verdad católica para A propósito os acordaré de la visión de los cuatro caballos, escrita
exprimir la ,disolución horrenda de vuestros franceses, pues dieron a por San Juan en el Apocalipsi. Era el primero caballo blanco, el segundo
sus caballos, no su güésped, sino- su Criador y su Redentor? ¿Cómo, rojo, el tercero negro,, el cuarto pálido. No hago este discurso por asegurar
Syre, permitiréis que se diga que vuestros ejércitos excedieron en mal- la verdadera interpretación dél, sino por buscarla.
dad facinorosa y execrable, tanto a Diómedes el pérfido y maldito, Serenísimo, muy alto y muy poderoso rey : Yo os llamo a mi apli-
cuanto Cristo Jesús Dios y hombre verdadero excede a sus güéspedes? cación con las propias palabras del texto sagrado: «Venid y ved»,
Hablando del pueblo endurecido e ingrato, dijo Isaías: «Conoció el que estos cuatro caballos son el discurso de vuestro reinado. «El pri-
buey y el jumento el pesebre de su Señor, y vosotros no le conocistes.» mero caballo dice que fué blanco, y el que se sentaba sobre él tenía
En peor reputación quedan vuestros vasallos que el jumento y el buey, arco, y le dieron corona y salió venciendo, para que venciera.» Veis
pues ni conocen a su señor ni su pesebre. Tales son, que lo que se dijo aquí literal en él color blanco la pureza de vuestra infancia, y en decir
por los malos judíos castigándolos con oprobio: son sicut equus et que os dieron corona, la que os dió el pérfido traidor que dió la muer-
mulos, in quibus non est intellectus: «como el caballa y el mulo, en te a vuestro padre, pues la recibistes de la violencia, antes que la suce-
quien no hay entendimiento», hoy no se les dirá, porque aun el vitu- sión naturalmente os la derivase. Salistes venciendo, para vencer ; ya
perio' de los hebreos, según sus maldades, les fuera alabania. Aun no se verificó gloriosa y totalmente en la salida contra los herejes, en que
son como el caballo en quien no hay entendimiento ; pues los franceses al principio mostré que para vencer vencistes. Tuvistes arco, arma que
no reciben el Santísimo Sacramento, y los caballos le reciben dellos. en su moderación muestra la templanza entonces de vuestro poder y
Reventó la bestia que con respeto traía sobre sí el Santísimo Sacramento armas: «Venid, y ved. Salió otro caballo, rojo, y al que sobre él se
en las milagrosas formas de Daroca, argumento sangriento en favor de sentaba se le dió que quitase la paz de la tierra, y que recíprocamente
la fe, y no reventaron los caballos de las tropas de Xatillón. Señor, se matasen, y fuéle dada espada grande.» Delante de vuestros ojos (si
aquí está el castigo de vuestras gentes, donde está la mayor tolerancia no encima dellos) tenéis este color rojo. Vos, señor, desde que os dejáis
de Dios ofendido. Si los caballos reventaran, padeciera el castigo quien llevar dél, habéis quitado la paz de la tierra. Esto convencen Italia,
no cometió el delito, y quienes naturalmente, como criaturas, recibieron Alemania, España y Flandes. No podéis desentenderos dese caballo
a quien, siendo Criador de todos, arrojaron los franceses. El reventar en rojo, ni os lo consentirán las señas que se siguen de matarse a veces,
Daroca la mula' fué aplauso de reverencia. No era razón que viviera y recíprocamente ; lo que se ve en el despojo del estado de Lorena, en
para otros usos serviles quien había hecho oficio de trono a tanta ma- la sangre de Momeransi [sic] y en el suceso presente. Ni podéis negar
jestad. Bestia que trae a Dios con reverencia, merece inviolable respeto. en estos tumultos universales y sangrientos que vos, que teníades en
Traían los bueyes la sombra deste Sacramento en la arca : parecióle a el caballo blanco un arco, hoy no tenéis en el rojo grande espada.
Oza que el bullicio de un novillo juguetón la trastornaba. Llegó a te- Caed, señor, o apead deste caballo; que en caer de otra estuvo la salud
nerla, enojóse Dios, y murió Oza. Allí murió quien, viéndola trastornar, de San Pablo, y el ser «vaso de elección», Vas electionis: arma escogida
la detuvo, y vivió el novillo que la trastornaba. Señor, este suceso da para la defensa, el que para la ofensa fué arma solícita. Venid y ved,
la vida a los caballos, a quien los franceses dieron la vida en el que que, tras este caballo rojo, os aguardan el negro y el pálido; y que si
es «camino, verdad y vida» ; y por mucho más abominable delito subís en éste, os llamarán Muerte: ,«Y será su nombre Muerte» ; y
decreta la muerte a los soldados de a caballo. No merece milagro de que el séquito que promete el texto sagrado a éste, que se llamará
Dios quien en Dios desprecia, con el propio Dios, el milagro de sus Muerte, es, el infierno: «Y el infierno le seguía.»
milagros. Tertuliano dice estas animosas palabras: «Fué herida la pa- Junte piadosa (con vuestra majestad cristianísima) vuestra memoria
ciencia de Cristo en la oreja de Malco.» Considerad cuál herida recibió que Amán, en quien hoy se representa Xatillón, tratando de pasar a
su paciencia en la acción toda infernal del condenado general vuestro cuchillo todo el pueblo de Dios, y teniendo día señalado para la cruel-
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dad, cuando Mardocheo con lágrimas y ruegos le defendía, destinó años de vuestros disinios [sic], más por obligaros que por temerlos.
para su triunfo el caballo, „y para Mardocheo la horca. Y Dios -repartió Quien obliga a otro a que se prevenga, debe procurar contrastar su de-
la horca al que esperaba el caballo, y el caballo al que estaba condenado fensa, no acusarla. Syre, el rey mi señor, de sus enemigos no espera la
a la horca. Si defiende a Dios quien defiende su pueblo y su ley, ¿cómo alabanza, solicita empero la vitoria. Publicar manifiestos peca en
no defenderá - Dios al que le defiende? Hoy el rey mi señor, provocado confesión manifiesto, como la excusa no pedida. No es, seriar, la
de vuestras armas, os buscará, pues así lo queréis, no con nombre de nota vuestra, sino de aquella conciencia que ha ocasionado las turba-
enemigo. Su apellido será católico vengador de las injurias de Dios, ciones que necesitan dellos. Es tan fácil divulgarlos, como difícil veri-
de los agravios hechos a Cristo nuestro Señor, en el Santísimo Sacra- ficarlos y persuadirlos. Yo espero que vos, poderosísimo y muy glorioso
mento, y en sus imágenes, y en sus esposas y ministros; los cuales rey, los habéis de cancelar con el desengaño, sin aguardar a los sucesos.
soberanos blasones constituyen a vuestro Xatillón reo de innumerables El principal cargo que hacéis al rey mi señor para dar causa al rom-
crímines [sic] de lesa majestad divina, y de la sangre y carne de Dios y pimiento que empezastes, es decir tiene preso al arzobispo de Tréveris,
Hombre. Si os arrebata la ambición de reinos y señoríos, Syre, sea Xa- príncipe eclesiástico y elector católico del Sacro Imperio. A este cargo
tillón nuestro enemigo, empero no de Jesucristo. Militen incrédulos al vuestra majestad se responde a sí mismo con Xatillón, a quien enviastes
escarmiento contra los españoles vuestros franceses, no contra los tem- por él; pues siendo este hereje detestable quien - en Terlimon arca-
plos, y las doncellas, y las vírgines religiosas; que provocados a la buceó las imágenes, profanó los vasos sagrados, y dió las hostias con-
batalla, procurará nuestra defensa (por toda ley permitida) acompañar sagradas a sus caballos, siendo como lo es, y vos le aclamáis, católico
la recordación del bosque de Pavía con otro cualquier sitio. el arzobispo elector : el rey mi señor, que se le niega a este enemigo
No quiero alegaras capitulaciones firmadas con toda solemnidad; de Jesucristo, antes le rescata que le prende. Ni el cardenal de Richeleu,
porque, a quien pareció decente el romperlas, será más fácil negarlas. que ha escrito en favor de la fe libros doctísimos, podrá sin retratarse de
Sólamente os pongo en consideración a vos y a todos los príncipes del Cardenal de Roma, contradecir estas razones, y menos persuadir al mun-
mundo, que habiendo contra vuestra majestad ocupado en Italia a Pi- do que estas discordias las ha ocasionado otra cosa que la costumbre
ñarol, y a Susa, Moyambique, el Casal y otras plazas, a que no tenéis anciana de los franceses, que con sed de revoluciones buscan, entre los
otro derecho que la violencia; habiendo usurpado al duque de Lorena chismes de los pasajeros, rumores vanos, forzándolos a que digan lo que
toda su tierra, y valiéndoos de la mercancía, comprado del robo de los sea aparente, para fundar solevaanientos y hostilidades. Y si el eminen-
suecos lás ciudades hurtadas de los príncipes cuyas son; y conducido tísimo cardenal o otro cualquier ministro contradijere estas palabras
contra el Sacro Imperio los herejes del Norte ; y persuadido a la trai- mías, responderéle irrefragable la autoridad de Julio César, en el
ción, por vuestros ministros, a Enrique de Ve,rgas y el duque de Frit- libro cuatro de la Guerra de Francia, con estas razones, que sirven
lant, ¿cuál manifiesto podrán honestar los que os asisten y detestable- de manifiesto a la justificación de España : «Es tal la costumbre
mente han abusado de vuestra soberana grandeza, en tanto que en él francesa, que hasta a los caminantes fuerzan a que contra su voluntad
no se lea la restitución de lo que para crimen, no para crecimiento de se detengan, y los preguntan cuanto han oído o sabido de cualquier
vuestra corona, os han añadido? Ni podrá negar que habéis hecho esto cosa. Y el vulgo en los pueblos rodea a los mercaderes, y los obliga
4ue yo he dicho, pues vuestra posesión en todo lo referido depone con- a decir de qué regiones vienen, y qué han entendido en ellas ; y con
tra todo lo que refieren en vuestro nombre. No permitáis que Juvenal estos rumores y parlerías alborotados, muchas veces toman resolución
haya dicho por otra ambición de descubrir a Italia, que por la de Aní- de las cosas grandes, por lo cual los es forzoso arrepentirse luego
bal, aquellas palabras que se leen en su décima sátira : «Ve, necio, porque se valen de rumores inciertos, y por la mayor parte fingidos,
y corre por los Alpes duros, para agradar los niños, porque seas hecho para que respondan a lo que desean.»
aclamación.» Veis aquí, señor, el nacimiento que tienen las ocasiones de guerra
Consideren vuestros generales que los Alpes que nombra, los salen en Francia, pues se buscan entre los pasajeros, y fuerzan a los vaga-
al camino para estorbarlos que incurran en la mofa de sus palabras. mundas a que les digan aquellas hablillas que desean, para tomar pre-
Syre, si llamáis tener paz con nosotros hacernos en Flandres una textos hallados en la calle, en que fundar sus maquinaciones y tumul-
guerra desmentida, y en Alemania pública, trayendo herejes a que tos. Y si se arrojare alguno a querer entre las dos majestades encaminar
roben el imperio, y. en Italia con un amparo mal arrebozado fatigar la los principios de la disensión presente, al rey mi señor serále forzoso
cristiandad, ¿por qué llamáis guerra nuestra justa defensa? Ocasionarla y difícil primero satisfacer a Francia y al mundo, de que no es fran-
y no quererla, ni es justicia ni es valor. Hémonos desentendido diez cés y ministro vuestro quien ha introducido la discordia. entre vuestra

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majestad y vuestra serenísima madre y hermano; porque en tanto que para la batalla y degollasen las víctimas para los auspicios de la guerra,
no satisfaciere a esta parte, creerá infaliblemente el mundo, que quien y predijesen por las fibras de sus entrañas, grande mortandad y asola-
encuentra a tan soberano hijo con tan esclarecida madre, habrá sido miento de todo, poseídos, no del miedo, sino del furor, esperando que
ocasión de la diferencia de los cuñados. las amenazas de los dioses se podrían expiar con la muerte de los suyos
En la parte deI socorro que envió el rey mi señor contra Ios ingle- y sus mujeres y sus hijos, los degollaron, empezando por el parricidio los
ses que expugnaban la isla de Res en defensa de la Rochela, pudo auspicios de la guerra. Tanta rabia se apoderó de sus ánimos fieros,
mandar, como 16 hizo, a su general, no al mar y al viento. Dicen, señor, que no perdonaron aun a la edad; a quien perdonaran sus enemigos,
vuestras historias, que llegó tarde afectadamente; y para el reconoci- ejecutando una guerra parienta con sus hijos, y con las madres de sus
miento no sólo llegó tarde, pero nunca llegó, como se lee en los escritos hijos, por quien las guerras se suelen admitir. Desta manera, como si
de los franceses; empero en la parte del socorro me remito a las armas con la maldad hubieran redimido la vitoria y la vida, sangrientos con
del rey de la Gran Bretaña, que de las fuerzas de Francia sólo pocas la muerte reciente de los suyos, empezaron la guerra, no con mejor
veces han vuelto sin trofeos del reino, y tal vez con el reino por trofeo, suceso que agüero; pues empezando á pelear; antes embistieron Con
que hoy poseyeran, si Juana de Arco (llamada la Doncella) no fuera las furias de los parricidas, que con los enemigos; y trayendo delante
socorro a las miserables reliquias, que sólo se defendían en lágrimas de los ojos los espíritus de los que habían degollado, todos fueron muer-
desconsoladas. Y debió Xatillón en perpetuo reconocimiento de su res- tos. Tan grande fué la mortandad, que parecía haberse juntado los dio-
cate, perdonar las vidas y honestidad de las doncellas por aquella que ses con los hombres para la desolación de los parricidas.»
lo fué, y su total redención sobre Orliens; y reconocer asimismo • a Jesu- De que se colige, para consuelo de las vírgines y religiosos de Ti-
cristo nuestro Señor en sus templos, y en su propio Cuerpo sacramen- llimón, •que aquella sacrílega atrocidad, que nunca otra nación cometió,
tado, el haber armado aquella virgen en su socorro. Mas Cicerón no despreciando a Dios, robando los templos, degollando las doncellas, la
extrañara como yo estos sacrilegios de los franceses, pues dice dellos han cometido siempre los que han sido y son impíos franceses. Y pues
«¿Por ventura juzgáis que estas naciones se conmueven con la religión fueron oprimidos, como dice el mismo autor, por el robo del templo
del juramento, o con el temor d e los dioses inmortales, para las cosas de Delfos de Apolo . (ídolo vano), no quedarán sin más ejemplar castigo
que aseguran? Diferenciando tanto de la costumbre de todas las otras por el que cometieron contra los templos del verdadero Dios. Moderado
gentes, que como las demás en favor de sus religiones hacen guerra, delito es para su desenfrenada licencia degollar las hijas y mujeres de
éstos la hacen contra las religiones de todos. Los demás piden perdón los otros, pues -parricidas degollaron las suyas proprias, lo que sólo co-
y paz a los dioses inmortales en las guerras que hacen; éstos, con los mete gente que en lugar de temer la admonición divina en las señales
mismos diose s inmortales trajeron guerra. Estas son las naciones que de sus sacrificios, se enfureció contra ellas, como se ve en el lugar citado.
en otro tiempo tan lejos de su patria fueron a buscar hasta Delfos el Por esto con sospechoso cuidado cautelari vuestros ministros el tratado
oráculo del orbe de la tierra de Apolo Pythio, para robarle y destruir- de la religión, con hacer que a la guerra que la hacen (armando la
le.» Y pocos renglones mál abajo añade : «Los cuales, también herejía contra ella, y desarmándola) preceda mal disimulada la cláusula,
cuando persuadidos de algún miedo imaginan que se deben aplacar los con todas sus letras hipócritas, de que siempre será amparada la verdad
dioses con sacrificios, con ofrendas humanas funestan sus aras y sus católica; siendo así que por la propia razón que cuando la infancia de
templos, de tal manera, que no pueden reverenciar la religión, si pri- vuestra majestad, quitando las fuerzas a la herejía, la oprimió, hoy, que
mero no la profanan. ¿Quién, pues, ignora que ellos, hasta el día de da las fuerzas a los herejes, ensalza la herejía, y aquella promesa siempre
hoy, no permanecen obstinados en la bárbara y fiera costumbre de sa- será amparada la fe católica se muestra desconfiada dél, cuanto a lo
crificar hombres? Por lo cual, ¿ cuál fe, cuál piedad juzgáis es la de porvenir.
aquellos que entienden que también los dioses inmortales fácilmente Para mostrarnos feamente ingratos, nos hacéis cargo de que vuestro
se aplacarán con la maldad de los hombres y con la sangre?» De que se glorioso padre intervino en que se efectuasen las paces entre la majestad
colige que su guerra es contra Dios, y si se arrepienten, contra los del santo rey don Felipe III y los holandeses. A los reyes no es lícito
,
hombres;qua tvenlCio,ysuacrfpn contradecirlos, mas es permitido (mejor informados) responderles. Debe
los templos. Temerarios o temerosos los que son malos franceses, siem- vuestra' majestad perdonarme el excusar de ingratitud a mi nación.
pre son injuria de. lo divino y de lo humano en la censura de Ci- Sea que intervino en aquellas paces el Grande Enrique, empero él propio
cerón, que, a mi parecer, la fundó en estas palabras de Justino: dijo que no había sido beneficio, sino cautela. Syre, con vuestro padre,
«Las cuales cosas, entendidas por los franceses, y como se aparejasen en su propio hecho, bien permitiréis que me defienda contra vuestros
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ministros. Adelanto más vuestra propuesta : no sólo digo que asistió a que os dieron disposición para debelar muchas plazas que eran orilla a
las paces, sino que las instigó y las indujo. Lo primero que se había de vuestro poderío, y principalmente la Rochela, que con Inabediencia
averiguar para el cargo, era si nos estuvieron bien o mal. Perdonemos y oposiciones de república exenta, se había retirado del cerco de vuestra
esta conclusión al intento y al suceso. Vuestro padre, que contribuía corona, y tenía por corona su libertad. Este cargo, Syre, bien pudiera
con gente y dineros a los rebeldes contra la majestad católica, , viendo hacérosle el rey mi señor, y no pudiérades dejar de confesarle, porque
que sin lograr su intención consumía su gente y tesoros, acordán- no podéis negar vuestros progresos, que son testigos de su realidad.
dose de la liga de los Garrafas contra España, mal empezada, determinó Empero a la majestad de don Felipe IV, mi señor, no es decente la recor-
proseguirla, para intentar la desolación desta corona; y disponiendo dación de los beneficios que heredó y hace, porque culparía en interés
aquellas paces para emplear, el gasto inútil que hacía en las islas, en su liberalidad. Hízolos por hacerlos, no por cobrarlos. Ni yo os los
más eficaz hostilidad. Lueio que se concluyeron, juntó ejército verdade- hubiera recordado si vos, Señor, contento con olvidarlos, no hubiérades
ramente formidable, asistido de la alteza de Saboya, fulminando ame- en vuestro manifiesto ostentado por beneficio contra nosotros la hos-
nazas equívocas a Milán, a Nápoles, a Flandes y a Alemania. De ma- tilidad y la ofensa, cargándonos de ingratitud que siempre hemos pade-
nera, señor, que nos dispuso la paz con los que no podían defenderse de cido por correspondencia ordinaria en vuestros ministros.
nuestra guerra, para hacernos más poderosa guerra con los ahorros de la Forzoso es satisfacer, o procurarlo, todas las cláusulas que en el ma-
misma paz. De cuál agradecimiento era digna esta acción, juzgólo la nifiesto publicado contra nosotros pretenden convencernos de culpa. No
conciencia de Francisco Ravellac, con grande dolor y lágrimas de Es- es en la que menos presume contra nosotros la calumnia de vuestros
paña, que supiera no temer más después (de sangrienta batalla) el dar ministros, la guerra de Mantua; siendo así que en Mantua nunca con-
libertad al grande Enrique, que a Francisco. Seriar, con las obras de tradijo el rey mi señor el derecho de la sucesión a la heredera y pre-
vuestro glorioso padre respondo decentemente a vuestras palabras. Oíd tensar. Contradijo, empero, muy benignamente el sospechoso modo de
lo que hizo, pues decís lo que hizo hacer. Y por la propia razón que suceder, anteviendo en él estudiada ocasión a los disinios de vuestra
no he querido dejar a mi nación con nota de ingratitud, no quiero ser majestad para dar color a su introducción en Italia. Vos a la advertencia
ingrato a la bienaventurada memoria del rey mi señor don Felipe III, del rey mi señor la llamáis despojo; y al despojo que vos habéis hecho
dejando de acordaras severamente que luego que amanecistes al reino de plazas ajenas, llamáis amparo. Pudistes, señor, trocar los nombres a
por el ocaso anticipado de vuestro padre, cuando en la primavera de las cosas, mas no el juicio a los que las oyen y vieron, para conocerlas
vuestra niñez estrenábades la vida, el príncipe de Condé, repitiendo las por lo que ellas son. Todas las veces que os acordáredes de las razones
preténsiones antiguas a esa corona, solevó la Francia, y la mezcló en que dais para justificar la usurpación de Lorena, os respondéis por la
rumores que fatigaron vuestras tutorías, y dieron ocasión a vuestra sere- demasía que queréis achacar a los españoles en Mantua. Leedlas en
nísima madre de dares con su valor y prudencia el reino, como os dió vuestro manifiesto, y excusaréisnos de responder.
con el parto el sér para heredarle. Pudiera la majestad de don Felipe III El manifiesto que los ministros de vuestra majestad sobrescribieron
(que goza de Dios) armar aquellos intentos del príncipe y asistirlos, magníficamente con vuestro soberano nombre, procura inducir 'a rebe-
hasta tanto que robusta la división, previniera los rencores que han cre- lión las provincias siempre leales e invencibles que en Flandes duran
cido con vuestros años, cuyo ejemplar os quedaba por herencia en el en la obediencia de la majestad católica, proponiéndolas, para que se
fallecimiento lamentable de vuestro padre. Mas, persuadido de su celo hagan repúblicas, el nombre atractivo y halagüeño de la libertad asistida
católico, despreciador de amenazas fraudulentas, se introdujo en la pie- de vuestro amparo. Esta malignidad la majestad católica la desprecia,
dad de vuestra tutela, acompañando el amor y desvelo de la serenísima cierto de que entre sus buenos y leales vasallos no le serán traidores
reina vuestra buena madre. Y cuando después (por la invidia de algunos si no es aquellos que primero se determinan a serio de Jesucristo nues-
ministros) fluctuaba vuestra juventud entre los odios y venganzas que tro Señor y de su santa ley; y siendo tales, ni los quiere ni los consiente..
despedazaron al marescal [sic] de Ancre, y los favores invidiados en Y se halla tan lejos de imitar semejante inducimiento en vuestros
Luínes y la bien leal y generosa y siempre digna de alabanza determi- vasallos contra vuestra corona, que antes para que os sean ejemplo sus
nación con que el duque de Espernón sacó contra las órdenes de católicos procedimientos, estando informado de varios libros impresos
vuestros ministros (entendiéndolas para vos y para vuestro servicio) de la en Francia en su propia lengua por vasallos que os son agradables, y
prisión en que la teníades en Blois a vuestra madre; entonces para con permisión vuestra, de que vuestros leales súbditos padecen vehe-
desafuciar a tann poderosos malcontentos de su asistencia contra vos, mente sospecha de que algún ministro vuestro conspira a la usurpación
trató la majestad de don Felipe III, y efetuó, los casamientos recíprocos de ese muy poderoso y cristianísimo reino, que tiene vuestra majestad de

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Dios, y de su espada (todo lo cual confiesa el señor de Nerbes en su juzgó por desamparados del socorro divino a los franceses, y tuvo, piedad
libro, diciendo claramente que acusan desta maquinación al eminentísi- de los mismos de quien tuvo. triunfo.
ITIO cardenal de Richeleu, y para excusarle alega razones, que más pa- Considere vuestra majestad que todo 'cuanto permitís que se debele
recen aparato para el disinio que excusa dél, pues le inventa descenden- a los católicos, se atribuye a satisfacción que dais a los herejes de lo que
cia real): por lo cual, como católico hermano y cuñado vuestro, y hicistes con ellos debelándolos. Consultad con el sagrado bautismo que
acatando la excelsa, gloriosa y eterna memoria de vuestro grande padre recibistes, este recuerdo mío; y podrá ser que siendo vos tan poderoso
a quien reconoce por tal con la reina católica mi señora, su muy rey y tan asistido de heroicas virtudes, os halléis deudor a la miseria
amada mujer, y con la alteza serenísima del príncipe mi señor su nieto del más despreciado español que soy yo, hombre de ninguna dotrina
y vuestro sobrino; llamará a su soberano amparo con su propia- per- •y destituido de todo bien, en quien sólo asiste por la piedad, de Dios,
sona, que les ofrece acompañada de todo su real poderío, a todos los celo católico que de las entrañas de Jesucristo, todas ardientes en cari-
vuestros que siendo leales quisieran asegurarse y aseguraros de tan dad por su ley sacrosanta, se ha derivado, a mi corazón, verdaderamente
abominable traición contra vuestra corona y descendencia y sucesión, solícito y fervorosamente, amartelado de vuestros aciertos.
si Dios os la diere como él desea, o la de vuestra sangre en aquellos De Roma echó a los franceses con sus graznidos un ganso; me-
príncipes a quien por ella perteneciere legítimamente. Y me prometo jor aparato es para apartarlos de Italia, Lorena, Flandes y Alemania,
de su grandeza los asistirá para la extirpación y castigo de iniquidad tan águilas imperiales y leones de Castilla. Y porque no queden sin res-
nefanda y detestable, cuya introducción reconocida por los vuestros, puesta decente las prerrogativas del moderno Floro Francisco, os acuerdo
tiene hoy oprimida y justiciada vuestra nobleza, huida vuestra serenísi- del verdadero .y antiguo Floro esta cláusula : «Tienen los franceses
ma madre y fatigados con violencia y rumores vuestros buenos vasallos. insubres, y con ellos los alpinos, ánimos de fieras y cuerpos más que
Asimismo culpan vuestros ministros la prevención de las galeras humanos. Empero se ha hallado por experiencia, que así como en el
que el rey mi señor mandó juntar, y vos decís en el papel con vuestro primer ímpetu tienen valor más que de hombres, así en el segundo
nombre impreso, que asistían asechanza enemiga a vuestros puertos; y le tienen menor que el de hembras. Los cuerpos alpinos criados con
dais gracias a Dios de la borrasca en que fueron sumergidas algunas cielo húmedo, tienen algo semejante con sus nieves, pues, luego que se
como por castigó de nuestra hostilidad y testimonio de vuestra justifi- calientan con la batalla, al instante se desatan en sudor, y con pequeño
cación ejecutado por los elementos. No presumimos los españoles que movimiento se derriten con el sol.» Menos la comparación de las nieves,
Dios nuestro Señor no tiene culpas que castigarnos, siendo así que su y nada menos en la sentencia nos dijo lo mismo Cornelio Tácito :
justicia halló mancha en los ángeles, y que comparado con él ninguno Analium XI: «Empero si todas las guerras cruentas, ninguna se
puede justificarse; empero no reconocemos por ocasión de su castigo acabó en más breve tiempo que la de Francia.)) Y Julio César, que
el oponernos a vuestra hostilidad, ni la defensa que nos ocasionastes. pues los venció, supo conocerlos, contestando con Floro, dice: «Por-
Confesamos la prevención de galeras y gente, no para insidias, sino por que como al acometer la guerra el ánimo de los franceses es prompto,
forzoso medio a la asistencia y socorro de Milán que vos tenéis ame- así su mente es blanda, y de ninguna manera apta para resistir las
nazado; no para invadir vuestros puertos, mas para suplirlos con la calamidades.»
armada, viendo que ya no podían sernos segura acogida. Perecieron He referido estas palabras para que vuestra majestad vea, que hay
algunos bajeles y gente. Reconoced, señor, que en las Sagradas Escritu- grandes autores que alientan, con sus juicios a los que quisiéredes por
ras frecuentemente se lee haber permitido la providencia de Dios mi- enemigos. ¡ Oh, no prosigáis, señor, en i pasar del caballo rojo al pálido,
nas de las fuerzas humanas a aquellos que ordenaba su omnipotencia donde será vuestro nombre muerte. Porque si proseguís, Silio Itálico,
que reconociesen de sólo su favor las vitorias; y que le es más grata grande orador, sumo poeta, dos veces cónsul, os asegura que los espa-
la humildad del que le da gracias por su propio castigo, que la soberbia ñoles ,se abalanzarán a vos con valentía, luego que, os declaréis
de quien presuntuoso blasona del ajeno. Nosotros le damos alabanza por muerte. Estas son sus palabras: «Son los españoles gente pródiga
por el que hizo en nosotros, y esperamos que el Señor, que manda con del alma, y que fácilmente se llega a la muerte.»
su ceño las borrascas =del mar (las cuales vos pretendéis que os asistan Referiré a vuestra majestad bien ajustadas a los sucesos presentes,
auxiliares), nos hará camino por los golfos, como hizo a su pueblo des- estas palabras de Tomás Moro, doctísimo varón, y mártir por la fe
pués de castigos tan dilatados, para que se ahogase con sus gentes aquel católica, tan desembarazadas. de los odios presentes, que ha más de
rey que se había deleitado en ellos: No teme España. en la batalla al ciento, veinte años que las escribió en su Utopía «Supón que estoy
rey' de Francia, cuando da, libertad al que prende; ni por aquella vitoria con el rey de Francia, y que me siento en su consejo, cuando en muy

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retirada sala, presidiendo el propio rey en junta de prudentísimos con- Jesucristo y en todos los méritos de su pasión, que sólo me ha movido
sejeros, se trata con doctos discursos con qué artes y maquinaciones se a escribiros estos ringlones el fervoroso celo de vuestro servicio, el cual
podrá retener Milán, y atraer a sí aquella fugitiva Nápoles; que después con afición muy humilde y reverente abrasa mis entrañas, a fin de
destruya los venecianos, y sujete a sí toda Italia, después a Flandres, solicitar de vuestro espíritu generoso y esclarecido efetos de caridad
los Brabantos, y haga suyo toda la Borgoña; asimismo otras gentes justiciera, y tan divinamente vengativa, que aquellos que os ven rey
cuyos estados otro tiempo acometió su ánimo. Finge que allí dice uno de vasallos, que a pesar de vuestra religión son herejes, os vean cuchillo
que le parece se haga liga con los venecianos, la cual no dure más de y fuego de los que son fuego y cuchillo a los verdaderamente cre-
lo que a ellos conviniere ; que se les comunique el intento señalándoles yentes en la fe católica romana.
alguna esperanza de despojo, la cual gozarán acabada la fación. Otro, Aquel Todopoderoso de los ejércitos que con su palabra encendió
que se conduzgan [sic] los alemanes. Otro, que con dineros se granjeen en luz el sol, y crió la grandeza del universo, en que os dió tan soberana
los helvecios. Otro que contra la deidad de la majestad imperial se asista corona, y Jesucristo nuestro Señor, su único Hijo, que con su sangre
con oro, como con anatema. A otro le parece que con el rey de compró nuestro remedio, os fecunde en sucesión, os dilate en largos
Aragón se compongan las cosas, y con el reino de Navarra, ajeno, ceder años de vida, os asista con los auxilios de su gracia, y os aparte de
como con precio de la paz. Otro juzga que al rey de Castilla se ha de toda mal. Madrid, 12 de julio de 1635 años.-
engañar con alguna especie de parentesco, y que se podrán comprar Muy poderoso y cristianísimo Rey.
para su satisfacción algunos graves cortesanos suyos con pensión anua. • Con muy reverente afición besa a vuestra majestad la mano,
Entretanto, ocurre el nudo más ciego de todos: ¿qué se asentará con
Ingalaterra? Concluye, que se trate dé paz, y que se asegure con firmes DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS.
lazos la siempre mal, segura confederación; que se llamen amigos y
se sospechen contrarios, teniendo empero prevenidos como en embos-
cada los escoceses, aparejados a toda ocasión, por si se alborotaren los
ingleses valerse dellos con presteza; que se añada a esto, amparar algún A DON ALVARO DE MONSALVE
noble de secreto (que públicamente no es posible por la confederación),
el cual alegue que aquel reino le pertenece, porque con este achaque
Señor don Alvaro, el tractado es de la pobreza, y el caudal con que
siempre se tenga suspenso aquel príncipe. Digo, pues, que si en confe-
le escribo es pobre, y mis estudios la pobreza misma. No por esto me
rencia tan grave, donde en competencia dicen por su antigüedad sus
acredito, acreditando la pobreza : la que alabo es virtud, la que pa-
pareceres tantos hombres doctos; si yo, que apenas soy algo, me le-
dezco ignorancia. Muchos presumirán digo mal de la riqueza, porque
vantara, fuera de parecer que dejaran a Italia, y que se estuvieran en
no la alcanzo; y de verdad yo digo bien de la pobreza porque me la
su casa, porque sólo el reino de Francia casi es mayor de lo que puede
aparta. Novedad tiene mi estudio en este discurso. He aprendido qué
cónmodamente gobernar uno, y que el rey no imagine que le conviene
pensar en añadirse otros señoríos.» cosa sea la pobreza, de las ansias de los ricos, y lo que es la riqueza de
la paz de los pobres. ¿Quién creerá que el poderoso enseña lo que es la
Señor, lo que Tomás Moro, docto y santo varón, dijo que si
miseria, y el mísero cuál sea el poder? No sabe la condición de lo que
se hallara en semejante consejo, dijera, hoy que ejecutáis este propio
consejo, he dispuesto yo que os lo diga. le falta (para su consuelo) el necesitado, si no mira a lo que sobra al
próspero. Mejor diligencia es para huir la grandeza, considerarla en el
Rey sois muy poderoso, y sois (lo que asegura el poder) rey cris-
dichoso que la padece, que en el despreciado que no la sufre. El peligro
tianísimo. Debéis a la majestad de Dios tan gloriosas y canonizadas
de la abundancia de manjares, más horrible se ve en la apoplejía del
,
vitorias, _cuyos triunfos fueron sonora ocupación de la fama. Han
glotón, que la falta én la debilidad del hambriento. Siempre la hambre
crecido a vuestra sombra los lirios sobre la mayor estatura de los cedros.
Excedéis los blasones militares de vuestro grande padre. La natura- es medicina, siempre el ahito enfermedad. Más fácilmente se añade lo
que falta, que se quita lo que sobra. El mendigo pide que le dén lo que
leza en todo os fué propicia, la fortuna siempre lisonjera. El nombre
no tiene, el rico que le añadan• a lo que le sobra. Al opulento, a pesar
,
de Luis. a quien sois décimotercio, os amonesta a serle segundo en
de lo que tiene, le hace mendigo lo que desea; porque no se juzga
lo santo. Esto deseo yo para vuestra segunda vida; esto me prometo
rico el que tiene mucho, si no lo tiene todo. Cierto es que nadie puede
de vuestra soberana piedad y de vuestra real inclinación; y me pro-
en este mundo tenerlo todo, empero despreciarlo todo puede cualquiera.
testo a vuestra sacra, cristianísima y real majestad, en las entrañas de
Uno solo lo ofreció todo a uno, y ese fué Satanás : el sagrado Evan-
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gelio nos enseña que aquella no fué dádiva, sino tentación. Oigamos Lo propio es dar a uno piedras, para que teniendo hambre se harte,
al sacrosanto oráculo: Iterum assumpsit eum diabolus in monten; excel, que darle oro si desea ser rico, para que no. sea pobre; siendo así que
sum valde, etc.: «Otra vez lo arrebató el demonio y lo llevó a un para enriquecer no es el remedio añadir dinero, sino quitar cudicia. No
monte sumamente excelso, y le enserió todos los reinos del mundo y su dió panes, sino piedras que hiciese panes: no da oro, sino cudicia,
gloria, y le dijo: Todo ésto te daré, si cayendo me adorares.» Quien usura, latrocinio y invidia, para que dellos hagan oro. Si lleva a los
ofrece lo que no puede dar, y pide lo que no le deben dar, antes es ambiciosos a la santa ciudad y al templo, es para subirlos al pináculo;
tramposo que liberal. Toda se lo promete a Cristo nuestro Señor, cuyo es y si los sube, es para aconsejarlos que se arrojen de lo más alto. No
todo, el demonio, que sólo tiene condenación desesperada. Nadie ofrece fuera de propósito se entendería este pináculo, donde los encarama
tanto como el que nada puede cumplir. Para enriquecer a Dios hombre para que se despeñen, un mal confesor que anima la cudicia y acredita
le dice que caiga, y se entiende literalmente en la tentación de tenerlo la usura; y absuelve el pecado ajeno con el suyo; y el robo, apli-
todo, y que adore al que pretende hacerle caer en ella y derribarle. cándose a sí la restitución del hurto que perdona, con el que comete.
Del propio estilo usa la cudicia que el demonio: todo lo ofrece a Pues si al que presumía Satanás hijo de Dios (dudando si lo era el
todos los que cayeron en su oferta y adoraren al que los derriba. Desea que lo era sin duda), en la necesidad y hambre y soledad le ofrece pie-
el cudicioso levantarse y que le adoren, y pídele el diablo que caiga y dras, le aconseja que se precipite, le pide que caiga y se arrodille, ¿qué
adore. Y siendo lo contrario de lo que pretende, juzga que es lo pro- dará, qué aconsejará, qué pedirá - al que sabe es hijo de otro hombre;
pio, convencido de la palabra «Todo te lo daré». Pero es tan difícil hombre, digo, pecador y concebido en pecado? Según esto, la defensa
salvarse el rico corno serlo. Oigamos el peligro del rico en las palabras está en valerrios de las tres respuestas de Cristo, que le volvió las pie-
de Cristo nuestro Seriar (Matth., 19): «De verdad os digo que el rico dras a la cara, le arrojó del pináculo, y diciendo Vade, Sathaina; «Vete,
entrará difícilmente en el reino de los cielos. Y otra vez os digo: Satanás», le despidió cuando le pedía que le adorase, le derribó cuando
Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que entrar el le pedía que cayese.
rico en el reino de los cielos.» ¡ Grande texto contra la riqueza el que ocasionó la comparación del
Oso declarar este lugar con novedad ; quiera Dios que me muestre camello y la aguja! Cuando aquel príncipe, de rodillas, preguntó a
allí, y no temerario. Afirmo que el rico, que aquí se compara al camello, Cristo Jesús qué haría para entrar en la vida eterna, y le respondió
es literalmente aquel rico que para el todo que Satanás le ofrece, le da guardase todos los mandamientos de Dios, refiriéndoselos; a que replicó
las dos cosas que le pide por lo que le promete, que son «caer y ado- que todos los - guardaba desde su juventud, díjole el Señor : «Una cosa
rarle». Verifícalo el camello, animal que cae, y de rodillas recibe la te falta, si quieres ser perfecto; vete y vende todo lo que tienes, y dalo
carga que le quieren poner. Cristo nuestro Señor, a quien el demonio a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme.» Luego
dijo que cayese y le adorase, y le daría todos los reinos y la gloria que oyó esto el mancebo, se fué triste y afligido; y viéndole Cristo
dellos, dice que es más fácil entrar un camello (que cae y se hinca de malencónico, dijo a sus dicípulos: «¡ Cuán dificultosamente los que
rodillas para que le carguen) por el ojo de una aguja, que el rico en el tienen dinero entrarán en el reino de Dios!» Luego no tener lo que
reino de los cielos, que a manera de camello cae y adora a la ambición, para entrar en el reino de Dios es menester dejar, no es pobreza, sino
que le ofrece todas las cosas. Sé que Kcan?,,oq es el camello, y que diligencia; y el tenerlo no es riqueza, sino estorbo.
Klul.Xoq es gúmena de navío; lo que ha sido ocasión a que personas de No dice el- Señor que es imposible, sino difícil; empero dice que
erudición hayan aplicado la interpretación de la voz griega a la maroma, es tan difícil, que parece imposible. Forzoso es declarar qué se entiende
y no al animal, por ajustarse más al enhebrarla• por una aguja. Empero, por aquella palabra «el que tiene dinero». El texto sagrado lo dicide
a mi entender, cuanto el camello más despropositado Al pasaje de lá y señala: que el que le tiene, se entiende aquel que no lo da a los pobres
aguja que la maroma tanto mejor debe aplicarse la interpretación al y se entristece de que los pobres se le piden, y de que Dios le mande
animal, y no a la maroma, por ajustarse más al intento de la dotrina ; que se lo dé; porque el que tiene dinero para darle •y le da, ese no le
lo que esfuerza literalmente mi aplicación a las palabras de la oferta tiene para tenerle, que es peligro, sino para que le tengan los necesitados,
del demonio en la tentación, y la de sus dádivas y socorros: «Di que que es la seguridad yi el mérito.
estas" piedras se vuelvan panes»; propio socorro suyo al que no tiene El nombre de pobre más veces le reparten la ignorancia, la soberbia
panes, darle piedras. Esto, que fué lo primero que intentó con el Hijo y la cudicia que la verdad. El cudicioso que tiene más de lo que ha
de Dios, es lo primero que intenta con los cudiciosos : en viéndoles con menester, y oudicia lo que no tiene, se llama pobre, porque no lo tiene
hambre, les da piedras, que antes son arma villana que alimento noble. todo. El soberbio en excesivo caudal llama pobre al que tiene menos

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hacienda que. él, aunque exceda a muchos con la hacienda que tiene. en el número; aquel que si no lo guarda y si no lo gasta en vicios, lo
Y si esta razón constituyera en pobreza, todos fueran pobres unos gasta en su pompa, acompañamiento y excesivo adorno; éste, con mala
respecto de otros, y la comparación hiciera pobres a los grandes manar:- salud, tiene el seso tanto de loco como de espléndido. Gasto donde la
cas unos con otros. La ignorancia llama pobre, con su mal lenguaje, caridad no hace buenas algunas partidas, pocas pueden ser buenas>
a cuantos les falta lo superfluo, sobrando a todos lo necesario; siendo Hemos dicho de los hombres que el mundo llama ricos siendo po-
éstos los solos seguramente ricos, pues tienen lo que nadie les puede bres ; digamos de los que llama pobres siendo ricos, sin hacer cuenta de
quitar, pues no lo niega Dios a nadie, y la naturaleza ruega con ello Craso, que sólo tenía por espléndido y rico aquel que podía sustentar
a todos. un ejército. Comúnmente llamamos pobre al necesitado y mendigo; yo
Resta decir quiénes son los pobres en quien la pobreza es trabajo y no sé qué persona está fuera de la nota leste nombre. Pide el pobre
el nombre infamia. Son los primeros, los que careciendo de los bienes al rico, pide el rico al poderoso, el poderoso al príncipe, el príncipe
de fortuna, gastan sus conciencias en adquirirlos. Son los peores los al monarca; y esta soberana dignidad, porque no escape de mendiga,
que, poseyendo mucho, desean más. Son los terceros los que tienen cuando todos la piden a ella, pide ella a sus vasallos. Según esto, ser
sumas riquezas, y no las gozan ni las comunican. Estos son monstros, mendigo no puede ser nota; ¿serálo el ser mendigo del sustento de
pobres con las riquezas, pobres de sí propios, pobres para sí y para cada día, de un remiendo y de una limosna? Aquí está el engaño,
todos. Estos se hurtan lo que tienen y lo que hurtan; hacen ajeno lo pues' forzosamente es menos mendigo el que lo es de cosas pequeñas
propio, antes de radie. Más inocente fué el otro enterrado en la mina que quien lo es de cosas grandes, y con más breve consuelo, pues
que en su poder. Son balsas que juntan el agua corriente, para corrom- es más fácil alcanzar lo poco que lo mucho. Demos que el mendigo
perla. Gastan la vida en juntar dinero, y no gastan un dinero en sus- sea el pobre; hablemos dél bien, pues hablamos de todos, y el que no
tentar su vida. Son como el mal estómago, que no gasta el alimento es pobre lo fué cuando nació y lo será cuando muera. Vulgar sentencia
que recibe, y gasta la salud y se gasta. es, que ninguno nace tan pobre que no muera más pobre. ¿Parecerá
Yo conocí un hombre destos, que, siendo muy rico, se acostaba con paradoja decir que todos nacen más pobres que mueren? Yo probaré
la luz de las postrimerías del sol, por ahorrarse de gastar aceite para que parezca verdad. Nada trae a la vida el que en esta vida
un candil; y reprehendiéndoselo, dijo: «Cuando Dios quiere que el nace. El que muere todo lo deja y nada lleva ; caudal es tener
mundo esté a escuras, no he de contradecir sus órdenes, ni contrahacer que dejar. Quien nace ha menester lo que no tiene; quien muere
el día con torcidas.» Por ahorrar de gasto andaba desnudo; y respondía no ha menester lo que deja : luego en aquél es necesidad y en
todas las veces que se lo afeaban, que le era' tan apacible la docilidad éste alivio. Aquél empieza a ser menesteroso de todo lo que éste deja,
de los vestidos viejos, como molesto el domar con sus coyunturas ves- porque ya no ha menester. El que nace empieza la jornada, para que
tidos recién acabados. La cosa más fresca de su casa era la chimenea, necesita de todo lo que no tiene; el otro la acaba, y por eso no le hace
y la más limpia; tanto aborrecía el humo por parlero de banquetes, falta lo que deja. El uno está confín a los umbrales de la nada, de
corno por serial de incendio. Hallaba razón aparente para todo lo que que salió nueve meses antes; el otro está confín a la eternidad, que
era negarse el regalo, el alimento y el vestido. Y bien considerado, le aguarda poco después. El uno nace para vivir vida mortal, el otro
solamente tenía razón en tasar su vida y su salud en tan bajo precio, muere para vivir vida eterna. ¿Quién negará que el que nace no es
que no le merecía un ochavo de gasto. más pobre de caudal y de esperanza que el que muere? ¡ Oh cuán
Cuestión es forzosa cuál sea peor pobre, el rico que ,gasta en su liberal y generoso es el morir ! ¡ Cuán mendigo y mísero el nacer! Este
glotonería, lujuria, vanidad y soberbia cuanto posee, o el rico que se todo lo pide, aquél todo lo da. Si el hombre cuando nace tuviera en-
muere de hambre y de frío, por no gastar algo de lo mucho que le tendimiento como cuando muere, todas las criaturas me sirvieran de tex-
sobra. Yo, por errar menos en la comparación, juzgo que ninguno de tos y autoridades para mi opinión. Sirva este discurso de disposición
los dos puede ser peor y que cada uno lo parece. A aquél lo empo- a mi intento, y descendamos a quitar el temor de la pobreza al men-
brecen los vicios, y éste los empobrece a ellos; aquél se queja de sus digo, a quien llaman pobre de solemnidad.
pecados que le cuestan caros; déste se quejan sus pecados, que los Digo que está mejor situado y a mejor finca el caudal de prodiosero
quiere de balde. Entrambos son enemigos de su hacienda ; el uno por- que el del poderosamente rico. Dos géneros de bienes blasona el mundo :
que la da a los otros, el otro porque se la niega a los otros y a sí; el unos muebles y otros raíces. Consintamos que se llamen bienes, res-
uno la haCe ajena con la dádiva, el otro con no gozar della. Verdade- pecto a que deltas se puede usar bien y con ellos se puede hacer bien.
ramente estos dos pobres son delincuentes. Otro tercero pobre los sigue Empero no és de permitir que se llamen raíces y estables, pues son tan

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movibles como el tiempo y corno la fortuna, que a su albedrío dis- gentiles. jenofonte, en el libro I de las Sentencias y dichos fa tenlos de
ponen deilos. ¿Quién negará que las monarquías del mundo, los remos Sócrates, escribe que disputando éste con Antifón, le dijo: «Yo Creo
y los señoríos no son bienes movibles, no pudiendo negar sus mudan- que el no tener necesidad de cosa alguna, es cosa propia de Dios; y
zas, su instabilidad, su fuga de unas en otras personas, de unas en tener necesidad de cosas pocas, sea propio de aquellos que más se ave-
otras gentes? El mundo, que fué de los asirios, pasó a los persas ; cinan a Dios.» Estos que tienen necesidad de cosas pocas probado está
déstos a los medos; a éstos le quitaron los griegos, y a éstos los roma- que son los pobres. Evangelicemos, pues, esta vislumbre. Cristo Señor
nos. En unos fué causa el vicio de los príncipes que poseían, en otros nuestro en el lugar citado dijo a aquel rico: «Ve y vende todo lo que
la invidia de los vecinos, en otros la ambición de los apartados. Pues tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sí-
si los reinos y monarquías y los impericis son bienes movibles, ¿qué gueme.» Literalmente manda Jesucristo, Dios y hombre, que para lle-
serán los que debajo de su dominio tuvieron los vasallos y particulares? garse a él vendan lo que tienen y lo den a los pobres; para que siendo
La verdad a todos los llama bienes muebles; a los unos porque los pobres, se puedan llegar a Dios. Conocieron que no había otro medio de
lleva adonde quiere el dueño; a los otros porque los lleva donde llegarse a él y de llegarse a Dios y seguirle, como más cercanos, y por
quiere, sin dejarlos reposar, el tiempo y la fortuna, que hacen eso le dicen : Ecce nos, reliquimus omnia, et secuti sumus te. «Ves que
golfo lo que era heredades, y por otra parte enjugan en here- nosotros lo dejamos todo y te hemos seguido.» ¡ Grande prerrogativa
dades los golfos; lo que era ciudad es campo, y lo que era campo es es la del pobre, estar, por necesitar de menos cosas, más cerca de Dios,
ciudad. La misma naturaleza en el grande cuerpo de todo este mundo que no necesita de alguna ; carecer de todo por haberlo dejado, para
reconoce por movibles sus mayOres partes y sus mejores miembros. ¿En poder seguirle !
qué seguridad permanente podrán estos bienes, que se llaman raíces, Juzgó Cristo Jesús por peligroso todo lo que no se gastaba con los
afirmarse en quietud, si la tierra en que se fundan y el mar de que se
pobres, y por poco útil, Lucae; 14: Dicebat ~tem et ei, qui, etc. Decía
rodean, son movibles? Antes el propio movimiento es, y un continuo al que le había convidado: «Cuando das comida a cena, no llames tus
contraste. No digo que se mueve la tierra, sino que toda ella padece
amigos, ni tus hermanos ni tus parientes; no acaso ellos te vuelvan a
mudanza, continuos robos de los ríos, perpetuas invidias del mar, fre-
convidar y cobres la retribución. Empero cuando haces banquete, llama
cuentes agravios y delirios de la fortuna, porfiadas transmutaciones y
a pobres, débiles, cojos, ciegos, y serás bienaventurado, porque no tienen
diferencias de la hambre del tiempo. Toda esta máquina visible va
con qué poder pagarte el convite.» ¡Oh cuánto resplandece la libera-
enfermando cada día para el postrero, en que será alimento de !as lla-
lidad de Dios en lo que recibe! ¡ Oh cuánto se muestra miserable y
mas, cuando quien extendió como pieles los cielos, arrolle y revuelva
a su brazo sus volúmenes resplandecientes. Tal es la situación que usurera la dádiva y liberalidad de los hombres ! Aquí dice Cristo que
blasona de su socorro el rico, y la finca la que señala el albedrío de es inconveniente para con su Padre lo que es incentivo para con las
cada hora; sabiendo una misma ser madre y madrastra, pues acontece gentes. Dice a su güésped que no convide a los ricos, porque acaso
que un mismo instante se goce y se padezca. Más segura es la situa- no le paguen el convite; y los ricos no convidan con otro fin. Mán-
ción del socorro del mendigo, más constante su finca. Tiene el pobre dale que convide a los pobres porque no le podrán convidar a él otra
su hacienda en los tesoros de la providencia de Dios; su finca es gra- vez ; siendo así que porque los pobres no pueden pagar el banquete
duada por la contaduría de la caridad : ni puede faltar la una ni ser nadie los convida. Toda la pretensión de Dios en estas palabras es
trampeada la otra. No puede quebrar la Providencia ; nunca experi- tener al hombre por acreedor. Dícele que convide al pobre, porque no
mentaron falido su crédito, ni los hijos de los cuervos ni la más des- recibirá dél retribución; empero que la tendrá en la resurrección de
preciada sabandija. los justos: retríbuetur enim tibi in resurrectione justorum, dice conse-
Cristo nuestro Señor amó la pobreza. No puede dejar de ser her- cutivamente Cristo nuestro Señor. Para con él tiene grande crédito el
mosa y sancta, cosa que mereció el amor de Jesucristo. Amó los pobres pobre; no hay paga de cosa alguna que reciba o deuda que no acepte.
para padres, amólos para dicípulos. Precióse de pobre con tal encare- Solicita Dios por este camino ser deudor al hombre. Este lugar dictó
cimiento, que dijo que las aves tenían nidos y las bestias cuevas, y que
, a San Pedro Crisólogo tales palabras: Da potum, da vestimentum, da
él no tenía adonde reclinar la cabeza. Lo que Cristo escogió para sus tectum, si Deum debitorem, non judicem vis habere. «Da la bebida,
padres, para sus dicípulos y para sí, grande y soberana prerrogativa da el vestido, da albergue, si quieres tener a Dios por deudor y no
goza en su elección. por juez.» ¿Cuál socorro será tan seguro como el que Dios abona?
Veamos si de tanto bien comunicó Dios algunas vislumbres a los ¿Quién será aquél que no pague letras atetadas por. Dios? ¿Cómo será

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rico quien por los pobres no tuviere con Dios buena correspondencia regalo, y no beberéis su vino.» Y si este desdichado, que enriquece de
con los intereses de ciento por uno? lo que quita a los pobres, sacrificare de su caudal a Dios, no le ofen-
No sólo da Dios al pobre y manda que todos le den, sino que la derá menos que aquel detestable que sacrifica el propio hijo a su padre.
propia pobreza es merced y dádiva de Dios. Alcanzaron esta piadosí- Palabras son del Espíritu Santo, Eccl., 34 : Qui offert sacrificium ex subs-
sima verdad los gentiles: Lucan., lib. 5 : tantia pauperum quasi qui victimat filium in conspectu patris sui. «Quien
ofrece sacrificio de la sustancia de los pobres es como aquel que sacrifica
O vitae tuta facultas el hijo delante de su propio padre.» No pudo la maldad inventar pobre
Pauperis, angustique laces! o munera nondum más ultimado que éste; si quita para enriquecer, empobrece con dar:
Intellecta Deum! quibus hoc contingere templis, quita al que lo ha menester, para dar al que no lo ha menester. Si en
Aut potuit muris, nullo trepidare turnultu este mundo edifica palacios y viñas y jardines con el robo del pobre,
Caesarea pulsante manu?... ni los unos los habita ni los otros goza. Si del propio caudal, para
aplacar a Dios, ofrece sacrificio, en cada pobre que robó le degüella un
¡ Oh privilegio de la poca hacienda, hijo. Según esto, pierde dando lo que adquiere con el robo, pierde
y del pobre seguro! lo que edifica y pierde lo que ofrece a Dios. Esta fuera la pobreza
¡ Oh dádivas de Dios no conocidas! más feamente falsaria de la verdadera pobreza, si no se hubiera intro-
¿A qué murallas o a qué templo pudo ducido otra más peligrosa por más bien vestida al uso de la verdad.
acontecer el no temblar con ruido, Desta me dió noticia aquel ferviente y sancto ruego en que está la
tocando en ellas la` cesárea mano? salud del alma ; Divitias, et paupertatem, ne dederis mihi. «Señor, no me
des riquezas y pobreza.» Todos entienden esta petición, afirmando que
Dádiva de Dios llama el privilegio seguro de la pobreza y de la pide no le dé Dios pobreza extrema ni riquezas demasiadas. Yo (quiera
hacienda miserable. Es, empero, de advertir que a la pobreza sancta Dios que acierte) entiendo que pide que no le dé riquezas y pobreza,
y preciosa y encomendada a Dios le sucede lo que a los metales pre- que son dos contrarios; y poseído de contrarios, será contradicción y
ciosos y a las piedras, que se andan los falsificadores tras ellas por enri- contraste y batalla. Declárome más. Pide que no le haga rico pobre,
quecer con el engaño su alquimia, que la contrahace. Tiene la pobreza, como el que hemos referido; que no sea rico en el caudal y pobre
como el oro y la hipocresía, su monedero falso. en el nombre; que es,ser hipecrita; que no le haga rico que, siempre
Ninguno es más pobre que aquel que enriquece de lo que quita tomando más, buscando más, engaitando más, sea siempre más pobre,
a los pobres. Es evidencia que es más pobre que los pobres quien ha por ser siempre más rico. Persuádome que ya me entienden todos, menos
menester quitarles su pobreza para ser rico. Y este rico que para serlo los ricos, que harán como que no me entienden. Contra estos se ins-
hace pobres y deshace pobres, no sólo es pobre, sino la misma po- tituyeron en la Iglesia católica los sagrados órdenes mendicantes, que
breza, pues sólo la pobreza hace pobres. Este no sólo es el más pobre, con la limosna que reciben hacen a Dios deudor de quien se la da.
sino el más maldito pobre. Estos San Pablo los nombra, II, Timoth, 3 : Ex Iris enim sunt, qui pe-
Dale Dios el más extraordinario castigo, permitiendo que quien en- netrant doraos et captivas ducunt, etc. «Destos son los que penetran
riquece con lo que quita, empobrezca con lo que da. Así se lo ame- las casas y se llevan captivas las mujercillas cargadas de pecados, siem-
naza el Sabio: Qui calumniatur pauperem, ut augeat divitias suas, dabit pre aprendiendo, sin llegar jamás a la ciencia de la verdad.» Importa
ipse ditiori et egebit. «Quien calumnia al pobre por aumentar sus ri-, tanto conocer a éstos que los tres evangelistas San Mateo, San Marcos
quezas, dará al más rico que él y empobrecerá.» ¡ Qué docto y justifi- y San Lucas refieren diferentes señas que Cristo nuestro Señor dió de
cado castigo es, que quien destruye al pobre por aumentarse, dando sus acciones y costumbres, Matth., 23 : Marc., 12 ; Lucas, 2o: Dicunt
al rico se destruye a sí! Ordena Dios que quien quitó al pobre des- enim, et non faciunt. Alligant autem, etc. «Dicen y no obran. Juntan
truyéndole, se quite a sí para que se empobrezca. Este, si edifica con
.
cargas graves e insoportables y pálienlas sobre las espaldas de los hom-
lo que quitó a los pobres palacios y viñas, ni los vive ni las bebe. Lite- bres, y no quieren moverlas con el dedo. Hacen todas sus obras para
ralmente lo dice el Espíritu Santo por Amós, cap. 5: Idcirco pro eo, que las vean los hombres. Quieren andar con estalas. Quieren los pri-
quod diripiebatis pauperem, etc. «Por eso y porque despojábades al pos' meros lugares en las cenas y en los convites, las primeras cátedras en
bre y quitábades dél presa escogida, edificaréis casas de sillerías, con las sinagogas y las cortesías en la plaza. Engúllense las casas de las
piedras cuadradas, y no habitaréis en ellas; plantaréis viñas de todo viudas con pretexto de prolija oración. Quieren ser llamados de los

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hombres maestros.» Da Cristo nuestro Señor a sus fieles señas vivas por los ,escribas pobres y ricos. Amenázalos que no librarán sus cuellos ni
donde los conozcan en lo que hablan, en lo que obran, en lo que acon- ayudarán soberbios. Colígese que éstos andan, para asegurarse del golpe,
sejan, para cargar a los otros y aliviarse a sí en su traje, en los linares torciendo los cuellos, ya al un lado y ya al otro. Señala el tiempo ma-
que afectan, en los banquetes, en las cátedras, en las cortesías con que lísimo, y dice que será el día de su castigo cuando sean proverbio, que
los saludan, en las plazas, en las casas que visitan y devoran, en el se' cantará cántico, y que serán destruidos con desolación.
nombre que quieren para sí de maestros, y porque se mezclan en todo Mucho dice Miqueas; empero hemos de buscar en Habacuc quién
y lo quieren todo, se dan las señas de todo y de todas las acciones son los que han de hacerles proverbio y clamar contra ellos. Cap. 2,
lo dice con estas palabras : Et quomodo vinurn, potantem, etc. «Como
destos escribas.
engaña el vino al que le bebe, así sucederá al varón soberbio, y no
El evangelista San Juan no quiso dejar de advertir destos escribas,
será reverenciado el que dilata como el infierno su alma, siendo él como
que discurren como veneno y se difunden como contagio. Reprehen- muerte Ose no se harta ; y congregará consigo todas las gentes y jun-
diendo la soberbia de uno destos hambrones de la primacía de la Igle-
tará a sí todos los pueblos. ¿Por ventura todos éstos no tomarán pro-
sia, en su epíStola canónica 3, dice : Scripsissem forsitam, etc. «Hubiera
verbio contra él y hablilla de sus enigmas?» Claramente dice el profeta
escrito a la Iglesia; empero Diotrefes, que cudicia administrar el pri-
que se levantarán contra él todos los pueblos y todas las gentes que
mado, no nos recibe. Por esto, si viniere, advertiré las obras que hace
habrá juntado él misma.
barbullando con malignas palabras contra nosotros; y como si a él no
Bien singular seña es decir que harán hablilla de sus enigmas, que
le bastasen estas cosas, ni él recibe los hermanos, y prohibe a aquellos
es decir que serán enigmas su lenguaje; cosa escura y que con apa-
que los reciben y los expele de la Iglesia.» Hablar contra el evan-
riencia y equivocaciones de lo que no es, oculta lo que es. Es la enigma
gelista sagrado con palabras malignas, usurpar la primacía de la Iglesia,
cosa de más primor cuanto menos se acierta, y tanto ser tiene de enig
no recibir los hermanos, prohibir a los que los reciben y expelerlos de
ma, cuanto dura de enigma y mentira; y acaba de serlo en acertando
la Iglesia, señas son y perfiles que los retratan por otro lado. Previ-
la verdad. Esto es cuanto a los que le perseguirán. Y pocos renglones
nieron la advertencia contra estos pobres ricos los profetas, y amane-
más abajo dice : Lapis de pariete clámabit, et lignum, quod inter junc-
cieron el maridaje adúltero de pobreza y riqueza que piden. Miqueas,
turas aedificiorum est, respondebit. «La piedra clamará desde la pared,
cap. 2, lo refiere con execración lastimosa: Yac qui cogitatis tinvide, etc. y el madero que está entre las junturas de los edificios responderá.»
«I Ay de vosotros, que pensáis con invidia y obráis mal en vuestros apo-
Parece que diga que los edificios que este pobre rico hiciere a costa
sentos! A la primera luz lo obran, porque es contra Dios su mano. Cudi-
de todas las gentes y pueblos que juntará a sí, clamarán contra él. Eso
ciaron los campos, y con violencia tomaron y arrebataron las casas;
es que «clamarán las piedras», que se introducirán en fiscales. El Evan-
y calumniaban al varón y a su casa, y al varón y a su heredad. Por
gelio promete estas acusaciones de las piedras, cuando dice : Si hi tacue-
eso dice el Señor: Veis que yo destino mal sobre esta familia; por
rint, lapides loquebunt. «Si éstos callaren, hablarán las piedras.» Como
lo cual no libraréis vuestros cuellos ni ayudaréis soberbios, porque el
el miedo o la adulación pueden hacer callar las lenguas, la justicia de
tiempo es pésimo. En aquel día se tomará proverbio contra vosotros y
Dios hace hablar las piedras. Saben las piedras hablar bien contra el
se cantará con suavidad cántico de los que dicen : Con desolación fui-
que sabe obrar mal. La venganza de Dios tiene palabras y clamores en
mos destruidos.»
las piedras. Dice en el lugar referido Miqueas que pensaron con invidia
Los demás lugares habían dado sus - señas y dicho lo que hacen y y obraron mal en sus aposentos. Por eso dice Habacuc que las pie-
desean; éste dice que lo piensan con invidia y que obran el mal en sus
dras de las paredes clamarán como testigos de quien fiaron sus obras
aposentos, y dice a qué hora; que cudiciaron los campos, que tomaron
estos- malditos. El proverbio español dice que las paredes oyen : dales
y arrebataron violentamente las casas, como si dijera que su derecho es
el refrán oídos; añádeles el profeta lengua y voz y clamor. Conviene
la fuerza. Y por ultimada iniquidad añade que, después de arrebatada
considerar más delgadamente por qué clamarán las piedras y respon-
la casa, calumnian a la casa y al varón y a su heredad. ¡Oh ingenio
derá el madero que está entre las junturas de los edificios. Acordémo-
de la ambición, hurtar la hacienda y deshonrarla, y a su dueño, porque
nos que un lugar del Evangelio dice que penetran las casas, y otro que
,
lo que hurtan estos pobres ricos parezca que lo reciben delincuente
se las engullen, y otro que deshonran la casa y el varón. Si las pe-
para sanctificarlo! Quitan las casas y heredades a sus dueños y las honras,
netran, forzosamente harán sentimiento; si las comen, ruido han de
porque parezca que pues no merecían tenéllas, fué justicia quitárselas hacer las, piedras entre, los dientes; si las deshonran, responderán por
,

y no cudicia, Es: traición, tan facinoroSa, 'que , Por'eso dice Dios qué des- sí y pot, el varón. Empero es necesario averiguar por qué a éstos pobres
tina mal sobre' esta familia ; de que = se colige que es familia ésta de

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ricos les ha de responder el madero que está entre las junturas del edi- trae a su casa y se le arroja, compran heredades, son los pobres ricos
ficio y no el varón; y qué obra hace en la casa este madero y qué hipócritas, que dan el dinero para comprar la maldad y le reciben del
nombre tiene. arrepentimiento del malo, y le emplean en posesiones; y lo que acon-
Dejo la diferente lición rigurosa, siguiendo la Vulgata, y digo que, sejaron dicen que no les toca a ellos; y si dan dinero, es para here-
a mi parecer, el madero que está- entre las junturas del edificio son las darlo de la condenación del que lo recibió, y se justifican con no echarlo
puertas y ventanas, que están realmente entre las coyunturas de los edi- en su bolsa cuando lo emplean en heredamientos de sangre. Esta apli-
ficios y son de madera; y digo que a ellas toca el responder a los cación• aprendí de San León, papa. Tales son sus palabras: Cujus cordis
clamores de las piedras, como a sabidoras de sus entradas y salidas, est ista simulatio? Sacerdotion conscientia capit, quod arca Templi non
de sus pasos y de sus acechos, de sus pies y de sus ojos; saben a quién recepit. Timetur illius sanguinis taxatio, cujus non timetur effusio.
se cierran y a quién se abren, qué luz admiten y adónde miran, Son «¿De cuál corazón es esta disimulación? La conciencia de los sacer-
testigos de su comercio. Las puertas y las ventanas saben de día y de dotes recibe lo que no recibe el arca del templo. Témese el precio de
noche quién es pastor y quién es ladrón. Cristo nuestro Señor lo dice : aquella sangre, de quien la efusión no se teme.»
Amen amen dico vobis: Qui non intrat per ostium in ovile ovium, sed Conozcamos !a hipocresía infernal. Hacen escrúpulo de echar en su
ascendit aliunde, ille fur est et latro (Joann., „ro). «Yo os digo que depósito y arca el dinero que de su mano recibió Judas por la venta
quien no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube de Cristo, y no le hacen de habérsele dado porque le vendiese. Pre-
por otra parte, es robador y ladrón.» tenden excusarse de darle y -volverle a recebir con no echarle en su
Según estas palabras, a las puertas y a las ventanas, que son el ma- arca; empero empléanle en posesiones. Estos hacen las ventas y las
dero que está en las junturas de los edificios, toca responder quién compras por mano ajena, para que se pierda quien las hace. Son causa
es pastor y quién ladrón, quién entra por la puerta y quién por la de perdición, y dicen que no tienen culpa en la que ocasionan. Estos se
ventana. Para entrar por la puerta se usa de los pies; para salir por las valen del séquito de Cristo contra el mismo Cristo. Ahórcase el ministro
ventanas o terrados, de las manos. Por eso San Pablo. para decir que que obra la traición que le pagan, y ellos son herederos de la paga de
había entrado como pastor por la puerta, y no como robador por las Judas y del precio de su maldad. Siempre ha sido dolencia de las eda-
ventanas, habla por sus manos: Argentum et aurum, aut vestem nullius des estos pobres ricos; que, como el Sabio pide que no le dé Dios
concupivi, etc. (Actorum, 2o). «No cudicié oro, plata, vestidos de al- riqueza y pobreza, ellos piden que les dé riqueza para tener y pobreza
guno, como sabéis vosotros mismos, porque para las cosas que me eran para no socorrer con ella a otros pobres, y para pedir siempre con ella
necesarias a mí y a los que estaban conmigo estas manos me lo dieron.» a otros ricos. Si los he dado a conocer, no he sido largo; si los he m'Os-
Trabajaba San Pablo con sus manos por no comer del trabajo de las trado aborrecibles, no he sido inútil. Muchos malos pobres que se lla-
ajenas; trabajaba por no ser carga con pedir limosna. man ricos he desconsolado con ellos ; quiero consolar al pobre que
Veamos estos pobres ricos, contra quien responden las puertas y las llaman mendigo.
ventanas a los clamores de las piedras, cómo se sirven de las manos, No hay hombre tan pobre que le falte para vivir, ni pobre a quien
cómo contrahacen con su avaricia la pobreza, cómo entran por las ven- no sobre para vivir bien; pues cuanto menos tiene de bienes deste
tanas. San Mateo, 27, nos lo pone delante de los ojos : «Entonces, viendo mundo, tiene mejor aparato para los del otro. La fortuna a muchos dió
Judas, que le vendió, que le habían condenado, traído de la peniten- demasiado, mas no harto. El recebir della es enfermedad, que crece con
cia, volvió los treinta dineros de plata a los príncipes de los sacer- la misma dádiva. Con lo necesario- ruega la naturaleza ; lo superfluo no
dotes y a los ancianos del pueblo, diciendo : Pequé entregando la es caudal, sino demasía ; no es hacienda, sino carga. De nada hace Indias
sangre inocente. Mas ellos dijeron : ¿Qué nos toca a nosotros? Mirá- quien se contenta con nada. No es poco lo que basta, pues basta poco.
raslo tú. Y arrojadas las monedas de plata en el templo, se fué, y Hacienda que da cudicia de más hacienda, no es más hacienda, sino
yéndose se ahorcó con un lazo. Los príncipes de los sacerdotes, to- más cudicia. Lo mucho se vuelve poco con desear otro poco más. Lo
mando el dinero, dijeron: No es lícito echarlo en nuestro depósito, que bebe el hidrópico, no le mata la sed, antes le aumenta la hidro-
porque es precio de sangre. Mas juntando concilio, compraron con él pesía que le mata. Si algún hombre se contentara con ser muy rico,
una heredad de un alfarero para sepultura de los peregrinos, por lo pudiera llamarse rico; empero pocos se tienen por muy ricos en tanto
cual hasta el día de hoy se llama aquella heredad Heredad de Sangre.» que ven en otro algo. Por esto en el mundo no puede tener quietud
Estos príncipes de los sacerdotes, que dan dineros a Judas por la quien tuviere cosa en que quitándosela pueda otro medrar o enriquecer.
sangre del Justo, y con el dinero de la penitencia de Judas, que se le Querer coger riqueza con la cudicia, es querer coger agua con harnero.

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En el infierno es, pena, que refieren los poetas; en el mundo, locura en que recebir.» Síguese que el rico que da menos, menos bienáventurado
que se difaman los avarientos. La ambición es vaso quebrado, que es que el pobre. Tener y no dar es culpa del que tiene : pedir y no
vacía cuanto recibe; si siempre se está llenando, siempre se está ver- alcanzar es mérito del que pide, y siempre es culpa del que no da.
tiendo. Un cuerpo tenemos, solo, flaco y corruptible, que no le puede La pobreza es hastío de todos los vicios y pecados. Todos huyen del
fortalecer ni preservar el oro; una salud enferma, a , que ni es medicina pobre, cuando el pobre no huya dellos. El adulterio y el homicidio y
ni sanidad; una vida trabajosa, a que no es alivio breve, a que no es la gula y la soberbia se gobiernan por el precio, se andan tras el oro,
dilación. Tenemos un alma eterna que no le ha menester para ali- se facilitan con el caudal. Cuando su inclinación sea mala para ape-
mento ni para ornato. Si quiere el hombre ser rico, disponga que el tecer los vicios, su miseria es buena para que los vicios lo desprecien
oro suba a la patria de la alma, que es el cielo; estorbe que baje la alma a él. Verdad es que el pobre no tiene aduladores, empero tiene ocasión
a la patria del oro, que es lo, profundo de la tierra. ¿Quién dirá que de serio; no teme ladrones, empero témenle por ladrón. De todo esto
esto no es lo que se debe hacer? ¿Quién lo, hará? Todos aprobamos se asegura el pobre que está contento de serio. Santa es la pobreza
lo bueno y todos lo huimos. Sabemos dónde está y en qué la felici- alegre. Mas, ¿cómo siendo alegre y santa será pobreza? La mayor vileza
dad y la verdadera riqueza, mas no caminamos a ella. El hombre, cuando de los pobres es el pedir; empero no los condenó a pedir quien. mandó
nace, sólo trae necesidad de cuanto ha menester para vivir. La natu- a los ricos que les diesen lo que les sobra. Si les dan el socorro antes
raleza le da el sustento, que ni puede buscar ni pedir, y en creyendo que se le pidan, son fieles y liberales; si aguardan a que se le pidan,
que le puede recebir y pedirle, desconfía de la naturaleza y sigue a pagan apremiados lo que deben; si lo niegan, son ladrones de lo que
la fortuna. Nada falta al que se contenta con lo necesario, al que se se guardan.
contenta con lo que a otros sobra, con lo que otro desprecia, con lo La hipocresía, que pretende dar buen color a la cudicia, dice que
que le dispensa la caridad por la limosna. Si llamas pobreza no tener el pobre no puede favorecer a nadie : que es gran bien hacer mucho
con qué sustentar muchos criados, considera que naturaleza té dió un bien, y que se ha de buscar la riqueza para hacer bien a muchos. Esto
cuerpo, y no muchos; no te debe más alimentos que para uno. Si te dicen para buscarla y en tanto que la buscan; y en hallándola y pose-
afliges porque tu aposentillo no es grande palacio, considera cuánto yéndola, nada de lo que dicen hacen. Estos, en decir que el pobre no
espacio dél sobra a tu persona y dejas desocupado, y le darás gracias puede hacer bien a nadie, mienten. El pobre a todos hace bien: a sí
por lo que te sobra, y no quejas por lo que te falta. Si te congojas el primero, porque la pobreza tiene bien ordenada caridad; luego hace
que estás pobremente vestido, acuérdate que naciste desnudo y que a bien a todos los ricos, a quien da ocasión de mérito y de ganancia
las sedas y bordados del rico en su postrera hora sucederá una mor- en los cambios de la gloria. Hácele seguro su tesoro, multiplícale eter-
taja, con que habrá de contentarse, y que su heredero condenará la namente, ocasiónale el buen uso de sús riquezas. Solamente lo que se
peor sábana para que le envuelvan. El año, cuando se muestra mal da al pobre se - asegura de fuego y de ladrones y de todas las ven-
acondicionado con el frío o el calor excesivo, no se enoja y enfurece con ganzas de, la fortuna, porque aquellas dádivas que recibe el pobre las
la pobre lana ni se mitiga cohechado con el oro. Muchos remiendos, paga Dios. Gran dignidad la del pobre, tener por pagador de sus deu-
uno sobre otro, son de tanta defensa como una tela sobre otra; no das a Dios! Más pidió Cristo con mandar que les diesen a los pobres,
son tan rica defensa, empero son más barata. Más abriga al pobre la que ellos para sí. Cristo a todos llamó a lo mejor. El llamó al rico que
costumbre de no tener abrigo y de padecer las heladas, que al pode- estaba en el banco, para que fuese pobre. El aconsejó que fuese pobre
roso las pieles de fieras. Más calificadamente se aforra el pobre con lo al príncipe, dando su riqueza a los pobres. El dijo que con Él se hacía
que desecha otro hombre, que el rico que se aforra de lo que desecha lo que se hacía con cualquier pobre. El nos enseñó que el rico que no
un lobo o un gimio. En muchos aquella piel no muda de fiera, aunque quiso dar al pobre una migaja de pan en la tierra, le pidió desde los
muda de lobo. Dirás que, tu comida es desazonada, que comes lo que infiernos una gota de agua, estando el pobre en el seno de Abraham.
no se guisó para ti; y padeces engaño, que tu hambre sazona para ti En la gentilidad, hasta los poetas pusieron en el infierno al rico
cuanto los cocineros guisan para los demás. Ella te adereza lo crudo, avariento, y fué pena infernal la avaricia para la impiedad : eso repre-
te multiplica lo poco, te hace agradable lo austero. Fáltale algunas veces sentaron en la sed de Tántalo en medio de las aguas y la hambre con
el alimento al pobre, y entonces es medicina la falta. Pide, y no le la fruta que le alborozaba los labios, cuando una y otra le burlaban
socorren : el rico pierde la cosa más bienaventurada, que es el dar, y huyendo. Virgilio, entre otras pestes, puso en el umbral del infierno
el pobre la menos, que es el recibir. Cristo nuestro Señor lo dijo: Bea- la torpe pobreza : Et turpis egestas. Empero no dijo que la pobreza,
tius est magis dure, quarn accipere. «Más bienaventurada cosa es dar por' ser torpe, era aparato de la condenación; sino que aquella pobreza
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que era torpe, lo era. ¿Cuál cosa más torpe que la que no halla lo que naturaleza; no padeció por madastra a la fortuna. Fuera de la vida no
tiene? Y esa es la del rico avariento, que en las aguas no halla bebida, tu:14,
--` qué quitarle la muerte. Murió con lástima de todos. y sin albri,
que nadando se abrasa, que en la fuente se muere de sed. Puede ser ciE y regocijo de herederos. Enterráronle los ascos del olfato, los me-
que moralmente y a la letra sea yo el primero que haya dado luz pro. lindres de la vista, los horrores de la imaginación, si faltó caridad en
vechosa a este lugar. los vecinos. Enterráronle sin pompa, empero sin quejosos ni acreedo-
El angélico dotor Santo Tomás, en el opúsculo que intitula De la res. Fuéle la tierra, sin mármoles y bultos, cubierta y no carga. Careció
erudición del príncipe, lib. 4, cap. 6, tratando de los que no se contentan de epitafio (que también tienen su soberbia los sepulcros y su vanidad
con no dar a los pobres, y les quitan (a quien llama raptores), dice : los muertos): empero no temerá la segunda muerte en los blasones
Poterit cliabolus se justificare comparatione raptorum in die judicii, de su memoria, que acallarán los días, que borrará el tiempo. No gas-
dicenclO: Domine, ego illos solos offlixi, qui te offenderat; sed raptores tará en desvanecer sus gusanos con túmulos magníficos lo que debía
isti illos depraedaverunt, et afflixerunt, qui non meruerunt. «Podrá el gastar en acallar el gusano de su conciencia. Aguardará el pobre el pos-
diablo justificarse el día del juicio con la comparación de los arrebata- trero día sin presunción. Por eso el Señor (así lo.dice David, salmo 71),
dores, diciendo: Señor, yo afligí a aquellos que te habían ofendido; judicabit páuperes populi, et salvos faciet filios pauperum; et humiliabit
empero estos arrebatadores robaron y afligieron a los que no lo me- calumniatorem: «juzgará los pobres del pueblo y salvará a los hijos de
recían.» ¡ Temerosas y grandes palabras son ! Prosigue esta amenaza en los pobres y humillará al calumniador». Y luego da la causa : «Porque
el cap. 7: Si enim dizmnantur qui sua pauperibus non distribuut, quid librará al pobre del poderoso, y al pobre que no tenía socorro. Perdo-
fiet illis qui bona eorum auferunt? «Si se condena quien no da lo que nará al pobre y al necesitado y salvará las almas de los pobres. Redi-
tiene a los pobres, ¿qué sucederá a quien les quita lo que tienen?» mirá de las usuras y de la maldad sus almas, y delante dél será honrado
San Juan Crisóstomo, en la Oración de avaricia, da esta dotrina ejem- su nombre.»
plificada: Si Lazarus nulla affectms injuria a divite, etc..«Si Lázaro, no Este sí que es epitafio eterno, que vive en la presencia de Dios, sin
habiendo recebido alguna injuria del rico, sólo porque no gozó de lo que le gasten en las losas los pasos de las horas. No se sabe dónde
que era suyo, le fué acerbo acusador, ¿de qué defensa se valdrán aque- estuvieron los sepulcros de infinitos monarcas, en que consigo enterra-
llos que, además de no dar de lo que tienen, quitan también lo ajeno?» ron con los gastos excesivos las provincias exhaustas. ¿Qué, pues, se
Infinitos más son los que están en el infierno por lo que quitan a los sabrá de sus güesos, que perdidos de la locura de sus pirámides, pere-
pobres; que por lo que no les dan. La perfección cristiana es quitar de grinan vagos en polvo desconocido? Dura el grito de las locuras de
sí para darles. No puso Dios a los ricos y poderosos encima de las ca- Alejandro, del furor de Cambises, de los delirios de Jerges, de la fie-
bezas de los pobres y humildes, porque le son más preciosos, sino por- reza de Nerón, de los vicios de Calígula, de la malicia de Tiberio, de
que le guardan lo más precioso. Diga esto el angélico dotor en el mismo la ambición de Julio César, de la temeridad de Anibal, sí ; empero de
opúsculo, lib. I, cap. I: Frequenter prooter utilitatem, hasta deturpe- sus cuerpoS no hay ceniza, no hay polvo que dé noticia a los curiosos.
tul, etc. «Frecuentemente per la utilidad de los súbditos se pone sobre Desprécianse en los metales vivos sus retratos, y en los preciosos se
uno en tal estado antes que por la suya, y el fieltro se pone sobre los venden por la cudicia. ¿De qué, pues, sirvió la suma riqueza? ¿De qué;
demás vestidos por la conservación dellos; no por su bien, no por pues no ha podido defenderlos del olvido ni rescatar las urnas en que
más querido, sino antes porque él solo se llueva.» se guardaron desatados en hogueras? De Midas se sabe volvía oro cuanto
Dios nuestro Señor guarda los pobres con los ricos; de fieltro quiere tocaba, y juntamente que a puro oro murió de hambre. ¿Quién será
que los sirvan. Pónelos encima de la humildad de los pobres, no para aquel que llamará rica esta muerte, y no miserable y pobre, pues si
que se defiendan, sino para que los defiendan. Aquél es buen fieltro dejara de volver en oro una cebolla (pobre y humilde mantenimiento)
que no deja pasar las inclemencias del tiempo en nieves, lluvia y gra- viviera?
nizos al vestido que cubre. Aquel es buen rico que defiende de la des- El santo y .maestro Job es 'el ejemplo del buen pobre y del buen
nudez, hambre y sed al pobre que le trae sobre su cabeza. Sea, pues, rico. Hízole riquísimo y poderoso Dios, y viendo que sabía defender
el consolado y el defendido el mendigo, sea el combatido y el defen- su inocencia de los peligros de la prosperidad, le solicitó él mismo la
sor el poderoso. Este trabaje para que el otro descanse. persecución y pobreza, sabiendo que quien fué humilde siendo rico,
Nació el mendigo pobre, vivió pobre y murió pob,re. Tuvo menos, sería constante siendo pobre. Veamos cómo fué rico en sus propias
tiene menos de qué dar cuenta y menos que dejar. Vivió como nació palabras, cap. 29: «¿Quién me dará que me vuelva a aquellos tiempos
y como había de morir. Fué sólo una persona. Conoció por madre a la en que yo era favorecido de Dios, cuando resplandecía, como ,el sol,

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• Yi

su gracia sobre mi cabeza, y a su luz adestrado caminaba seguro en las rico, y Job conoció a Dios el haberle hecho rico con saber ser pobre.
tinieblas; como fuí en mi adolescencia, cuando secretamente Dios se Job fué más pobre que rico, porque pudo ser más rico y no pudo ser
dignaba de habitar en mi tabernáculo, cuando el Omnipotente me más pobre. Faltóle la hacienda, faltáronle los hijos, fuéle persecución
asistía y yo estaba cercado en torno de mis criados; cuando la abun- . la mujer, fuéronle acusación y escándalo los amigos, faltóle la salud;
dancia y fertilidad de mis ganados era tanta, que pisaba la manteca, era unas llagas animadas, población de gusanos; albergábale con horror
y las piedras me eran manantiales de óleo ; cuando salía a la puerta de y asco un muladar; parecía vivir por desprecio de la muerte, no' por
la ciudad, y en la plaza me erigían trono? Víanme los mozos y escon- duración de la vida, que ya extrañaba en su cuerpo la corrupción de
díanse de vergüenza; y los viejos, levantándose, estaban en pie por res- los cadáveres; sólo se le detuvo en la piel el alma, y en ella la pacien-
petarme. Los 'príncipes callaban y sellaban su boca con su mano. Dete- cia. Habíanse conjurado contra él ladrones, fuego del cielo, terremotos
nían los capitanes generales su voz, y de turbados se les pegaba la y huracanes. No dijo que había perdido nada, sino que lo había pagado
lengua al paladar. El atento que me oyó me bendecía, y me eran tes- a quien se lo dió. «Dios lo dió, Dios lo quita; como Dios quia, así se
tigos los que estaban presentes; y esto porque había defendido al pobre ha hecho; sea el nombre de Dios bendito. Desnudo nací del vientre
que gritaba y al pupilo que carecía de favor. Caía sobre' mí la ben- de mi madre; desnudo volveré a él.» -
dición del que estaba pereciendo, y consolé el corazón de la viuda. En esta respuesta con tres razones se desempeñó de lo que dijo
Vestime de justicia y adornéme, como •con ropa y diadema, con mu Dios que era, mostrándose «varón simple y recto», cuando dijo: «Dios
juicio. Fui vista al ciego y pies al tullido. Era padre de los pobres, y la lo dió, Dios lo quita.» Esto es simplicidad y justicia, confesar que de
causa que no sabía, diligentemente la investigaba. Quebraba las qui-
,
sí no tuvo algo, y que todo era de Dios, que cobró lo que había dado.
jadas a los . perversos, arrancábales la presa de entre los dientes. Decía : «Temeroso de Dios», cuando dijo: «Como Dios quiso, así - fué hecho.»
Yo moriré en mi nido y multiplicaré mis días como la palma.» No quejarse del fuego, ni del viento, ni del terremoto, ni de los ladro-
Estaba Job en el muladar cuando en estas palabras pronunció la nes, reconociéndolos por cobradores de Dios y reverenciándolos como
historia de sus riquezas. Lo primero dice que Dios lo favorecía, que ha- ministros de su voluntad, es temer a Dios con temor de hijo, que
bitaba con él, que le asistía su luz y que con -ella andaba por las tinie- respeta con alegre obediencia lo que le quitan sus criados por orden
blas. Esto refiere primero que sus acciones, porque se vea confiesa que de su padre. «Que se aparta de mal», cuando pidió que «fuese el nom-
lo que tuvieron bueno procedió de Dios y de su gracia. Dice que le bre de Dios bendito»; pues es cierto que no se puede apartar de mal
honraban con su trono en la plaza, que los mozos con respeto se reti- quien no pidiere que sea bendito el nombre de Dios. Todo el bien
raban de su presencia, y que los viejos, por veneración, estaban en pie, está en que sea sanctificado el nombre de Dios: la primera petición es
que callaban los príncipes y los capitanes; y esto dice que no lo hacían de la oración del Señor, después de llamarle Padre nuestro; con que
porque era rico, sino porque con la riqueza defendía al pobre, ampa- ajusto mi explicación. Debe, pues, el pobre ser simple y recto, temeroso ,

raba al pupilo y con el socorro granjeaba la bendición del que estaba de Dios y apartado de mal; virtudes en que está la verdadera riqueza. '
en el peligro postrero ; consolaba el corazón de la viuda y se vistió de A este tal faltáronle los ganados, la casa, los hijos, la salud, la mujer
justicia; fué ojos al ciego y pies al cojo, fué padre de los pobres; y los amigos; empero no le hacen falta : quédale el conocimiento
quebrantó las quijadas a los perversos y arrancóles la presa de los dien- que tuvo cuando los tenía de que no era suyo lo que tenía. Mírase en
tes. ¿Cuándo rico tan fiel y tan humilde y tan reconocido a la bondad el estiércol, con el séquito de gusanos con que los vivos ven con horror
y omnipotencia de Dios? ¿Cuándo se vió riqueza tan bien empleada? en las sepolturas a los muertos, y no se admira, antes los tiene por com-
Más encareció Dios estas alabanzas, pues dijo a Satanás, cap. I : «¿Por pañía más fiel que a la hacienda y a los hijos y a la mujer y a los
ventura consideraste mi siervo Job, y que no hay varón semejante a él amigos, pues cuando todos le dejan; ellos le asisten : antes le hacen
en la tierra?» Inmensa estimación es la de un justa, pues Dios, sumo compañía que agravio. Bendice a Dios, que lo permite; no maldice a
y eterno Señor de todo, se precia y blasona de tener un criado entre los que lo ejecutan.
tantas criaturas, «simple y recto y que le teme y se aparta del mal». Job supo qué cosas eran bienes y qué precios tenían todas las cosas.
Para ver la dignidad y aprecio de los .méritos de la pobreza, basta Supo lo que vale el temor de Dios, la justicia y la simplicidad; y que
considerar que para premiar Dios un rico, canonizado por su propia boca ésta no es moneda con que se han de comprar otras cosas ni darse por
por incomparable, echó mano del medio de hacerle pobre en el mayor ellas, sino por ellas todas las demás. Fácilmente dió al pobre el alimento
extremo que pudo maquinar la invidia del demonio y recebir la vida con su hacienda, consuelo a la viuda, amparo al güérfano, socorro al
del hombre. Dios premió a Job con hacerle pobre el haber sabido ser opreso, y libertad al que era prisionero de los dientes del tirano. Em-

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pero no le pudieron obligar Satanás, ni su hacienda, mujer, hijos y hicistes eso con uno de mis hermanos los más mínimos, lo hicistes
amigos, ni, su propia salud y vida, a que gastase algo de su paciencia, conmigo.» ¡ Oh, gran dignidad del pobre! ¡ Oh inefable valor de la
de su desempeño, de su • constancia ni de su verdad. pobreza! Que el día del Juicio la última - irrevocable sentencia, ya en
¡ Oh cuán al contrario entienden y platican esto la hinchazón de favor, no dará otra causa 'a la salvación eterna sino el haber socorrido
los ricos y la ignorancia de los que rio saben ser pobres 1 Aquellas cosas al pobre el mendrugo- de pan, el jarro de agua, el albergue, el vestido
solas pensarnos que vendemos, por las cuales, recebimos dinero ; y de y .la visita ; y sentencia de condenación eterna no se fulminará con
balde llamamos lo que adquirimos dándonos a nosotros mismos. Llama- otras razones, sino con no haber dado al pobre estas sobras y estas
mos caro lo que nos cuesta mucho dinero.; y como nos cueste poco di- cosas de tan poco valor. El propio Evangelio lo dice : «Entonces dirá
nero, llamamos barato lo que nos cuesta nuestras almas. Las cosas que el Rey a los que estuvieren a su mano siniestra : Apartaos de mí, mal-
no quisiéramos comprar si por ellas nos pidieran nuestra casa, nuestra ditos, al fuego eterno, que está prevenido para el diablo y sus ángeles.
heredad, nuestro jardín, nuestras joyas, esas compramos con ansia y Tuve hambre, y no me distes de comer; tuve .sed, y no me distes de
con peligro a trueque de nuestra conciencia, de nuestra paz y de nuestra beber; era güésped, y no me recogistes; desnudo, y no me distes ves-
libertad. Da el hombre la quietud por una venganza, la libertad por un tido; estuve enfermo y preso, y no me visitastes.» Dice el texto sagrado
oficio, la alma por un gusto; y como no le cueste hacienda, dice que que replicarán los malditos lo que los justos, mas con diferente concien-
nada le costó. Síguese que el malo y el necio no tiene a su parecer en cia, y dirán que a él nunca le vieron con hambre ni sed, peregrino,
sí cosa más vil que a sí mismo, ni cosa que valga menos ; pues por lo desnudo, enfermo y • preso; y el Rey responderá que vieron a los pobres,
que se da a sí mismo, dice que da nada. ¡ Dichoso aquel que no será y que en el menor dellos lo despreciaron a él y le negaron todo lo re-
culpado en esta mercancía! No puede ser rico quien da lo precioso por ferido.
lo vil. No puede ser pobre quien compra con lo vil lo precioso. Este Si esta dotrina del postrero día del mundo platicasen políticamente
es el modo de adquirir riquezas y conservarlas : guardar las de la alma, los reyes todos los días, castigando por desamparo suyo el del menor
y repartir y dar las del cuerpo. Y pues quien conserva y guarda aquéllas de sus vasallos y premiando por beneficio propio el socorro, lograrían
cuando le faltan éstas es rico, bienaventurado es el pobre que lo fué -todos sus días en buen juicio, y 'el postrero del Juicio lo esperarían
por no dejarse comprar del oro, del puesto, del séquito, del regalo y de favorable. Por esto dijo San Pedro Cris' ólogo : «Da la comida, da el
la vanidad. Sucederále lo que a Job, que le dió Dios" riquezas grandes hospedaje, da el vestido, si quieres tener a Dios por deudor, y no por
para que las despreciase, y suma pobreza para que la estimase suma- juez.» Alentémonos, pues, los pobres, viendo que en el postrero tri-
mente; y porque estimó la pobreza extrema, le restituyó duplicado cuan- bunal nuestro socorro dicta sentencia de gloria y pronuncia salvación, y
to había perdido. Quitóle lo que tenía, y porque se lo volvió con reco- nuestro desamparo sentencia de condenación y penas eternas: Conten-
nocimiento, se lo volvió con multiplicación. ¿Quién dudará que Dios témonos con que Dios reciba lo que no•s dan. Conténtese el rico con
socorrerá al pobre, si Dios y hombre lo mandó y encargó tan repetida- que Dios le premia con su gloria lo que nos dió.
mente? He sido mucho más largo en consolar la pobreza que fuí en con-
Sea fin a mi discurso lo que será fin para el castigo en el fin del solar la muerte, porque aquélla aflige toda la vida y cada hora y cada
mundo. momento, pásase y padécese infinitas veces; y ésta sola una vez es
Cristo jesús dice por San Mateo, cap. 25, tratando del Juicio final : forzosa a todos, y universal, lo que no es la pobreza. Si no he conseguido
«Entonces dirá el Rey a los que estuvieren a su diestra: Venid, ben- mi intento (a lo que fácilmente me persuado), la pobreza del ingenio
ditos de mi Padre, poseed el reino que os está aparejado antes de la y de los estudios y de la virtud me disculpará con la misma pobreza,
constitución del mundo. Tuve hambre, y dístesme de comer; tuve sed, que, por faltarme todas estas partes, queda quejosa de mi dotrina.
y dístesme de beber; era, güesped, y me albergastes; estaba desnudo,
, Jesucristo nuestro Señor dé a vuesa merced su gracia y larga vida, con
y me vestistes,» Y porque los que siguen la interpretación .de Judas buena salud, para los aumentos de segura enseñanza y gloria del
en el ungüento de la Magdalena no acomodasen su malicia con achaque glorioso Patriarca Sancto Domingo, y de su sagrada religión, que por
de los pobres a su provecho y usura, replicarán los justos: «Señor,. ¿cuán excelencia se llama de la verdad.
do te vimos hambriento, y t e alimentamos; te vimos con sed, y te di- En la posada, hoy, 4 de Setiembre. Madrid, 1635•
mos de beber; cuándo te vimos peregrino, y te albergamos; o desnudo,
y te -vestimos; cuándo te vimos enfermo y en• la cárcel, y te visitamos? DON FRANCISCO DE QUEVEDO-VILLEGAS.
Y respondiendo el Rey, les dirá : «De verdad os digo, cuantas veces [Rúbrica.]
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AL DOCTOR DON MANUEL SARMIENTO DE MENDOZA lidad y defetos propios, y éste es, castigo del que le pasa ; otro por
defetos ajenos y mal intencionado conocimiento de los poderosos, y
Si despreciar el mundo, señor don Manuel, no sólo es bueno, sino éste es premio del que le padece y ejercicio de la virtud. El que se
sancto, ¿cómo podrá ser malo ser despreciado del mundo? Como habi- desprecia a sí y desprecia al mundo, sabe ser despreciado. Despreciar
tación del cuerpo, le debemos despreciar; como enemigo de la alma, el mundo y sentir ser despreciado del mundo, es ser más soberbio que el
le debemos vencer. De todas maneras tenemos batalla en él y con él. mundo. Despreciar el mundo para ser despreciados dél, es ser perfetos.
El desprecio del mundo es la primera puerta para entrar el hombre en Muchos saben despreciar, pocos ser despreciados. Muchos desprecian el
las sagradas religiones, vereda s ciertas por donde sube el alma al reino mundo, pocos se desprecian a sí. Los hipócritas quieren ser tenidos por
de la paz gloriosa. Bien puede cualquiera despreciar el mundo sin entrar gente que desean ser despreciados, empero no que les desprecien. Despré-
en religión; mas no con tanto mérito como entrando en ella.• Grande cianse para que los estimen. Dicen que son los más malos, porque los
precio añade la obediencia sobre la voluntad. El mundo, cuando des' tengan por los mejores. Llámanse viles, porque no se los llamen. Son
precia al que le desprecia, en lugar de vengarse, le asigura si es cuerdo, tales, que los castiga quien los cree. Desprecio negociador de estima es
le fortalece si es bueno. No puede despreciar el mundo quien no se mohatra de condenación. ¡ Oh cuán grande es el número de fulleros
desprecia a sí; y quien se desprecia a sí, estima que todo el mundo en la virtud, que se llaman despreciados, siendo despreciadores I Quien
le desprecia. Hoy, que escribo las alabanzas del desprecio, sentiré el tiene más de lo que merece, porque no le dan más de lo que desea,
ser tenido en poco; y esto por la desautoridad que ocasiona .al crédito dice que le desprecia quien lo cura. Infinitos tienen por menosprecio
de lo que escribo. propio la estimación ajena, y dicen que los desprecia quien los dió
Mucho espíritu tiraniza al hombre verse despreciar de otro hom- mucho, si no se lo dió todo. Estos despreciados son infinitos, porque
bre, porque sabe que la naturaleza, el nacer y el morir no desigualan cada hombre destos es muchos despreciados cada día. O no se ha de
a uno de otro. No siente menos que el que puede haga más caso de dar y hacer bien a otros, o ellos se han de tener por desgraciados. Es-
otro que de él. Padece invidia rabiosa que le enajena y enciende en ira tos, como no tienen número, no tienen remedio. No trato de con-
impetuosa ; porque la ira es parto fecundo del desprecio. Así lo dice solarlos, sino de huir dellos.
Plutarco, libro de Refrenar la ira. Así lo enseña Hornero en el principio Quien desprecia las cosas para que lo precien los hombres, es loco,
de la Macla, pues dice que la ira perniciosa e implacable de Aquiles y sólo consigue su intento del que lo es. Desprecia en público lo que
resultó de ver que Agamenón le despreciaba, quitándole a Briseida, adora en secreto; tiene por premio el aplauso de los que lo ven; págase
que era el premio de sus vencimientos; por lo cual Aquiles sólo se del ambicioso; y hace más caudal de los testigos de su hipocresía que
queja de que le despreciaba. de la verdad de su conciencia. Estaba el cínico en la mejor hora del
Si el desprecio no es estimado y venerado del que se ve en él, no día,, y en medio del mayor concurso del pueblo, enterrándose en polvo
sólo es vientre de la ira, sino de cuantas abominaciones puede engen- y afeándole con lodo; vióle el divino Platón, y descifrando su maña,
drar en la flaqueza humana con desenfrenada licencia la ignorancia. dijo: «Idos todos, y no se mortificará. Dejalde solo, y dejará descansar
Afean el desprecio los malos nombres con que le infaman los am- los muladares que inquieta revolcándose.»
biciosos. Llaman al despreciado, hombre de quien no se hace cuenta, Hay un género de desprecio soberbio, y es este con que Diógenes
de quien no se hace caso; vulgarmente dicen que le tienen en poco, se burlaba de los ojos populares. En .éstos tiene más presunción la
que no es bueno para nada. Si la locura hace esta cuenta, prerrogativa basura que el oro. Merecen asco, y solicitan admiración. Ninguna cosa
es que no haga cuenta del despreciado. Si la fortuna hace el caso, produce peor, soberbia que el desprecio fingido. Lo primero, desprecian
seguridad es que dél no le haga. Si es la soberbia quien le tiene en la verdad y la conciencia, y las advertencias divinas, y luego los juicios
poco, eso poco le vale mucho. Si la nada para que no es bueno es la y entendimientos de todos. Son ladrones del premio de la virtud, en-
ambición y vanidad, a quien el sabio llama nada, nada tiene tan bueno cubridores de la impiedad facinorosa. Hacen que la humildad, toda
como no ser bueno para nada. Si el sabio y el bueno despreciados sagrada, sirva de máscara a la arrogancia, toda sacrílega. Hacen 'em-
miran a los que los desprecian, conocerán que los llaman lo que ellos busteros los instrumentos de la penitencia. Son ' éstos muy peligroso
son, que los dan el nombre del desprecio que ellos padecen con nombre escándalo, porque es dañoso creerlos y temeridad juzgarlos. Sólo es
de estimación. seguro cautelarlos por aparentes,- y tratarlos can sospecha de lo que no
Dividamos el desprecio antes de difinirle, que de otra manera in- se ve y de lo que pueden ser. Más se ha de temer en éstos la falsifica-
curriremos en confusión. Dos géneros hay de desprecio, uno por inuti- ción que en las joyas y en la moneda. No se ha de fiar del toque, a

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quien burlan las muchas hojas; es menester limadas para reconocer ciando su pequeñez el pescado, abriendo la boca al alimentó, la cierre
el alma de plomo. a la prisión.
Hay otra alquinlia del verdadero y sancto desprecio, que tiene Los pretendientes exceden a éstos en el desprecio; desaparécense en
pobre y desacreditado el comercio, del mundo. Esta es la negociación la profundidad de las reverencias, agonizan la habla, y con voz des-
ambiciosa. No hay mayor ni peor ni más mal entretenido negociante ahuciada más pronuncian cuitas que razones. Traen la vista arrastrando
que el desprecio político. Este es ,artífice de aduladores y fabricador por la tierra, y no hallan dignos los ojos de su cara de otra puntería
de tiranos. Muchos con el desprecio han escalado los puestos, las dig- que la de las suelas de sus zapatos. Ocúpanse en levantar lo que se
nidades, el poder, y a veces los imperios. Invención suya es el ruin en cae, en enfadar los rincones de las antecámaras, para adquirir conmi-
honra. Es ganzúa que no dejan de la mano los que pretenden. Es seración. Estudian semblantes angustiados, gestos y meneos mendigos;
escala, de que se valen contra sus señores que sirven; tan enga- requiebran a todos los criados de los ; ministros; introdúcense en lim-
ñosa, que por donde parece que bajan, suben. Las cortes y los palacios piaderas contra las motas y pelusa de los ferreruelos de los porteros,
serán niis historias y mis textos, y cada uno en su casa con su familia y en las casas de los príncipes no hay telaraña segura de sus capas.
me será testigo. A nadie llaman, que ellos no respondan. Nadie se sienta, a quien no
,Ninguno se desprecia más que se desprecian los aduladores y lleven silla. Nadie sale, a quien no precedan •con candelero. Compiten
lisonjeros a sí propios; y sólo es más despreciado dellos el que los con la miseria humana en acompañar a todos. Deshácense para que los
cree. El adulador se deshhce los sentidos y las potencias, él se ciega hagan. Bájanse para alcanzar. Hacen preciosa su vileza, pues con ella
para ver los defetos del poderoso. ¡ Raro ingenio de la malicia, cegarse hartan a los desvanecidos la hambre de sumisiones; porque su soberbia
para cegar! Si el príncipe es pequeño, o le añade la estatura llamándole juzga por suficiente el que con menor menoscabo suyo los adora, ali-
mediano, o hace reprehensibles las que no son diminuídas. Si es tuerto, mentando su ambición de bajezas negociadoras. Sea la verdad juez, y
dice que le agracia 'la lisión, y le compara con la vista del día. Si la determine cuál es más despreciado, el que mañosamente se desprecia
calva le tiene la cabeza con la• desnudez que se sigue a la hambre de para despreciar a otro, o aquel que se vende a tan vil precio, necia-
la sepoltura, acusa por brutalidad los ornamentos del cabello. Si las mente defraudando el premio y el puesto a la severidad inocente de
faCciones le burrajean la cara, en lugar de' formársela, dice que tiene los méritos. No se valen de otras artes los que llaman atentos y ma-
semblante perfectamente varonil, y culpa la benignidad apacible de' los ñosos, ya pretendan, ya sirvan; contagio y epidemia que inficiona los
aspectos hermosos. Si la corcova le hace montuoso el talle y fragosos linares magníficos. Verifícase en los tramposos del valimiento con sus
el pecho y las espaldas, o se introduce en jibado, por valerse de la señores. Estos tienen la vida de los sueños, que dura en tanto que
imitación, o le califica por señas favorables los promontorios. Si el duerme la cabeza de que se apoderan, y en cerrando los ojos, empiezan
color del rostro es asustado o difunto, se vale de una filosofía espuria, a fabricar apariciones, ya medrosas, ya entretenidas, sirviendo de
para persuadirle que lo aciago es apacible, y todo se ocupa en desen- juguete y de embeleco a su ociosidad. Hácenlos el celebro teatro de
tenderse de que él tiene ojos ni el príncipe entendimiento. No hace ilusiones, y autor de comedias la fantasía, donde representan los sen-
menor desprecio de sus oídos cuando las necedades que le oye las tidos fábulas y marañas. Para adormecerlos el letargo se valen del des-
aclama sentencias, y las locuras advertimientos. ¡ Oh cuánta saliva des- precio propio que afectan, en que disimulan operaciones de beleño; y
perdicia en las exageraciones, que fuera más bien empleada 'en ascos ! advirtiendo que el trabajo es enemigo del sueño, los persuaden que
No contento con deshacerse en la parte corporal, se desprecia más es indigno de su grandeza, y que toca a la servil condición y bajeza
rematadamente en las potencias del arma. Si el señor es avariento, le del que sirve. Con esto se apoderan de los negocios y cuidados, y los
llama próvido ; si perdido, magnánimo ; si mentiroso, político ; si encaminan por el descanso el sueño. Desnúdanlos y acuéstanlos para
impío, sagaz ; si cruel, justiciero; si blasfemo, afectuoso; si disoluto, que a escuras empiece la farsa de sus embelecos á apoderarse de su
entretenido ; si cobarde, prudente; si glotón, robusto. Cuanto el prín- modorra. Si se desprecian o le desprecian, pregúntenlo a los sucesos,
cipe hace mal, él lo hace peor. Confiesa que no lo puede ni sabe que . no callan la verdad ni la disfrazan.
hacer, y dice que aprende de lo que se escandaliza. Estos tales sólo Más hemos dicho que escrito destos hipócritas de su mismo me-
desprecian más que a sí al que engañan con despreciarse. Estos son nosprecio, porque en estas materias se entiende más que se lee; y las
con cola, como la lanterna, que alumbra al que la lleva y no la ve. palabras pronuncian al juicio lo que callan al oído, razonando sin
y encandila •al que en ella pone los ojos. Son como la lombriz del voces con la consideración, porque no tenga la culpa de todos los ad-
anzuelo, que viste de un gusanillo las 'lengüetas, para que clespre- vertimientos la pluma.

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Llegado hemos al verdadero y sancto desprecio, y al docto que yace medicina y su libertad. Estas cuatro cosas son la definición del sancto
preciosamente despreciado. Consolaréle, no porque lo ha menester, sien- desprecio. Esto hará fácilmente considerando qué desprecian en él, y
do bueno y sabio, sino porque lo han menester los que, siendo bueno por qué, y quién le desprecia. Lo que desprecian es la disposición ne-
y sabio, lo desprecian. Es noble y valiente, es docta y virtuoso, es gada a la asistencia de los delitos, la aversión a ser cómplice, el no ser
benemérito por experimentar, y modesto y humilde. Ve gobernar los a propósito para los engaños, el juzgarle por inútil la mentira, por leal
ejércitos al cobarde, cuya sola valentía fué el caudal con que compró la traición, por mudo la lisonja, por reportado la violencia. Luego al
el generalato. Ve al idiota de letras y de virtudes establecer sobre los despreciado enseña el desprecio que padece lo que en él es verdadera y
inocentes por la ley su ignorancia en los tribunales. Ve al incapaz, a cristianamente precioso, como son la aversión a los delitos, la discordia
quien sólo el manejo de las maldades y la abundancia de las mentiras con los malhechores, ser inútil para engañar, ser descartado de la men-
introdujeron, apoderado en los mayores ministerios, escogido por la tira, ser leal para la traición, mudo a la lisonja y reportado para, el ím-
conciencia de los delitos. Hállase sin premio, sin asistencia, sin estima- petu. Por qué desprecian en el temeroso de Dios estas cosas, es el
ción, derribado én el más encarecido menosprecio. ¿Tendrá, señor don propio género de consuelo para él. Desprécianlas por embarazo a sus
Manuel, por esto razón de afligirse y quejarse? robos, por reprehenSión a sus costumbres, por estorbo a sus maquina-
Claudiano, doctísimo poeta, y culto con felicidad, no sólo dice es ciones, por impedimento a todos los intentos de la tiranía ; por lo cual
justo que se aflija el benemérito despreciado, sino que con desespera- los propios que le desestiman por malo para el mal, a su pesar lo esti-
ción se lamenten los que le ven despreciar. El lo hizo con elegantísimo man por bueno para el bien. ¡Oh cuán sacrosanto precepto del apóstol
arrojamiento, empezando con este dolor el primero libro contra Rufino. San Pablo ejecuta el que es despreciado porque no es bueno para par-
No haré españolas sus palabras en versos, porque desatados sus nú- tícipe con los ministros de la injuria! (Ad Ephes., 4): «No deis lugar
meros, se mezclen más con la prosa que escribo: «Muchas veces Crujo al demonio, y no queráis contristar al Espíritu Santo de Dios, en el
dudosa mi mente la opinión si los dioses cuidaban de las tierras o cual estáis señalados en el día de la redención.» Todo esto hace quien
si no las asistía algún gobernador, y las cosas mortales precedían por adquiere el desprecio de los malditos revolvedores del mundo por inútil
acontecimiento. incierto. Empero como hubiese examinado las confede- a sus execraciones; y esto porque, como dice el Apóstol (Ad Rom.,
raciones que disponen el mundo, y los términos prescriptos al mar, y «Los que tales cosas hacen son dignos de muerte; no sólo los que las
las vueltas y caminos del año, y las sucesiones de la noche y la luz; hacen, sino también los que consienten con los que las hacen.»
entonces juzgaba que todo se establecía con la providencia de Dios, En quién le desprecia está el tercero consuelo. Esto es quien, inobe-
que mandó a las estrellas que se moviesen con ley; que en diferente diente al Apóstol, da lugar al diablo y contrista al Espíritu Santo de
tiempo naciesen las mieses; que la varia luna con ajeno fuego se Dios. ¿Quién no se alegrará de que no le dé lugar quien se le da al
llenase, y el sol con el suyo; que alargó las orillas a las ondas, que demonio? ¿Quién se alegrará con dádivas de aquel que contrista el
suspendió la tierra en el centro. Empero cuando vi revolverse las cosas Espíritu Santo de Dios? Da la hacienda, que empobrece el espíritu ;
de los hombres en tanta noche, y florecer mucho tiempo los malhe- da la honra, que afrenta - la alma ; da la dignidad, que envilece la
chores alegfes, y ser despreciados los píos, de nuevo desmayado fallecí conciencia; da el oficio, que aprisiona la - libertad. Da lo que quita,
a la religión.» De tanto escándalo es ver a los indignos premiados y como el reloj, que da al oído las horas que quita a la vida; que da
alegres, y despreciados y abatidos los beneméritos, que le desmayó el lo que se puede contar, y no se puede tener ni detener. Los que dan
crédito de la Providencia al gran poeta el verlo, contra la demostración lugar al demonio, dan corno el demonio; él dice que da a quien quie-
con que a confesarla le habían convencido los cielos con todas sus estre- re, no a quien merece (Lucas, 4). : «Parque a mí me lo entregaron,
llas y imágenes, y el gobierno de la monarquía de la luz, las atenciones y yo lo doy a quien quiero.» En todo miente: en decir que a él se lo
del año, la obediencia del ímpetu del mar a la ley quo se lo escribió en entregaron todo, y que lo da. Todo lo perdió por la soberbia, menos
la arena, y el peso de la tierra, que suspendida, se afirma inmoble. Yo la naturaleza ; todo lo promete para el engaño; con lo que ofrece
he temido mis versos, porque sé reverenciar los hexámetros de Clau- tienta, y no socorre. ¿Quién, pues, a trueco de que le prometa lo que
diano, para que hablase mi lengua con núnieros. Quien se atreviere a no tiene, querrá ser de los que el demonio quiere? El dice que todo
justificar el no temerlos, podrá reprehenderme. se lo da a quien quiere; empero no dice para qué le quiere, per ser su
Aflíjase el celoso del bien público, viendo despreciado al benemé- fin la condenación de su querido. Todo cuanto está en la mano de
rito, con la caridad bien ordenada. No se aflja el despreciado; ocúpese, Satanás es, perdición. Para el primero hombre alargó la mano a la pri-
empero, en agradecer a Dibs en su menosprecio su paz, su defensa, su mera dádiva; dióle una manzana, y recibió muerte para sí y para todos.
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Puso. Dios en su mano todos los bienes de Job, y luego fueron todos
disipados por el fuego, por los huracanes, y por los ladrones. De nada dieran el generalato, muchos dijeran con invidia que por qué te lo habían
,

da buen cobro su mano; lo malo da, lo bueno quita. ¿Cómo, pues, dado. No te lo dan, y por emulación del que le tiene, dicen que por qué
será desdichado ni tenido en poco quien no recibiere dél ni de aquellos no te le dieron. Juzga tú cuánto es mejor la aprobación despreciado, que el
que en el mundo le sirven de brazos visibles? vituperio preferido. Ganó la batalla el cobarde general; alégrate de que
¿Eres virtuoso, y no tienes los premios de la virtud? No eres tú Dios glorifique su poder, con los viles de quien echa mano para mortificar
el despreciado, sino los premios, que a la virtud debe la república. No la presunción de los hombres. Perdió la batalla ; da gracias a Dios, que
careces de premios, pues los mereces; los premios sí carecen del vir- no echó mano de ti para que la perdieses. Para ti, si sabes estimar tu
tuoso, que buscan. Dalos el tirano al facineroso para que los disfame ; desprecio, todo es vitoria, así la de los contrarios como la tuya. Milicia
niégatelos a ti para que no le infames a él. Lo que dan a otro no es es tu vida ; no dejas de ser soldado en tanto que eres hombre; no
culpa tuya, sino descanso y paz. El •a de dar cuenta de lo que da al dejas de vencer en tanto que perseveras en ser buen hombre. No man-
indigno y de lo que quita al benemérito. El principal negocio del das a los otros, y por eso no te juzgas por gobernador. Grande gobierno
virtuoso es, no sólo carecer de su estimación, sino amedrentársela. La tienes en tí de por vida ; virrey eres de Dios en tu alma. ¿Cuál provincia
más hazañosa valentía suya es acobardar con su inocencia su liberalidad es mayor; cuándo te sobrará tiempo para gobernar en ti y mandar en
de tal manera, que siempre huya dél, que su verdad sea horror a sus tus pasiones, para obedecer lo que Dios te, manda? Siempre tienes oficio
oídos, y su justificación formidable a su conciencia. honroso y ocupación muy importante, si te ocupas en tu oficio.
No sólo no has de recebir algo del tirano, antes le has de dar horror ¿Eres docto, y te niegan la cátedra, la plaza, la presidencia o el obis-
y miedo, para que no te dé ni te ofrezca, si sabes estimar las comodi- pado? Buenas cosas' son las que te niegan ; mas difíciles y peligrosas.
dades del menosprecio. El desprecia en ti la humildad y la inocencia ; Bueno es ser presidente o obispo, empero es menester ser buen obispo
esto es crimen. Tú desprecias en él la soberbia, la vanidad y la ambi:- y buen presidente. Muchos buenos han sido obispos, que en siendo
cien ; esto es mérito. A ti Dios te juzga precioso, a él despreciado; por obispos dejaron de ser buenos. Hay muchas bondades que duran con
esto no has de tener queja dél, sino lástima. la pretensión y se acaban en poseyendo. Uno es el que pretende y otro
el que goza. Las dignidades a muchos dan lo que echaban menos para
Emplea tu consideración en los furiosos que en su contorno anhe-
ejecutar sus malas inclinaciones. Muchos pretenden ser jueces, más para
lan a sacarle de sus manos el caudal de su poder, y verás que su más
ser delincuentes sin castigo, que para darle a los que lo son. Muchos
eficaz diligencia para alcanzarlos es acreditarse de peores que los otros;
hombres se condenan a sí en lo que condenan en otros. Más rigurosa-
y aquel consigue, que lo persuadió que ninguno era tan malo para
mente lo dice San Pablo, a los romanos, 2: «Inexcusable eres, oh todo
desacreditarse con él. Los unos a los otros se achacan bondad y se le-
hombre que juzgas; en lo que al:otro juzgas, a ti mismo te condenas,
vantan virtudes, porque saben que serán excluidos en creyéndolas, como
porque haces lo propio que condenas.» Luego debes reconocer que el
embarazosos a lo violento de sus disinios. Por esto se andan siempre
príncipe que no te da esos puestos, antes te preserva que te favorece.
desmintiendo de bondad, y verificándose de facinorosos y sacrílegos, y
Muchos jueces, obispos y presidentes ha habido y hay buenos; empero
apostando a ruines para merecer la elección; y con injuriosa maldad
estos más se mortifican en atetar las dignidades que se exornan con
son hipócritas de los vicios que no han podido acometer.
ellas Aventurada presumpción es prometerte que serás uno dellos. De
Eres valiente, experimentado y dichoso en la guerra; no te dan el
verdad, más seguridad es temer los puestos que solicitarlos. Quien teme
generalato, que embaraza al cobarde. Advierte que en esto el tirano
el ser juez en el tribunal, bien teme el tribunal en que Dios es juez.
desprecia el triunfo y la vitoria, no tu persona. En no dártele, sólo te
Dirásme que no te afligen el obispado, la cátedra, la plaza o la
quita el desvelo perpetuo, el cuidado solícito, el frecuente peligro. ¿Qué
presidencia que te niegan; sino el decir que no te la dan por encogido,
cosa buena deja de darte quien te quita cuanto es malo? ¿Cómo para
poco activo é ignorante. .
la venganza de Dios en su castigo se perdieran los ejércitos, se acaba-
De muy pocos hombres han dicho todos que son sabios o buenos.
ran las monarquías, si no permitiera Dios la ceguedad en las deter-
minaciones de los que gobiernan? Debes tú reconocer tu desprecio por No está la sabiduría ni la bondad en las alabanzas ajenas, sino en las
disposición soberana a estas ruínas. Tú debes sosegar tu deseo en la noticias y bondad propia. Cuando siendo sabio no sintieres que te des-
precien por necio, entonces te puedes sospechar sabio. El aplauso de
elección que Dios hace de ti, apartándote de la que en otros hicieron
los poderosos. No mandas en el ejército; empero obedeces a Dios, la ciencia y de la virtud, antes la contrasta que la celebra. Aquel des-
que manda en ti. No vences a los otros, mas vénceste a ti propio. Si te precio que te esconde, te defiende. El desprecio es semilla y cosecha
de Dios; levántase y fecúndase del estiércol que con su bajeza le fer-
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dri
tiliza. El Espíritu Santo dice «que Dios es labrador, que del estiércol merecía. No alaba el haber librado su patria de Anibal, sino el haberla
levanta al pobre». Del modo, pues, que el trigo debe al estiércol el dejado, despreciándose y despreciándola. Por estos pasos llegó el des-
colmo de sus espigas, debe el abatido a su desprecio la abundancia de precio a la adoración.
sus frutos. Es el desprecio tan divino bienhechor, que le debemos Estos debemos seguir, señor don Manuel: Scipión defendió su pa-
todo lo que nos quita ; que le somos deudores de todo lo que nos tria peleando, y se defendió de su patria huyendo. A generosa y bien
niega. No tendrá razón la legumbre de estar mal contenta de la natu- sana imitación nos convida. Seamos despreciados, y viviremos seguros.
raleza porque no' le dió en el monte la corpulencia del \robre, cuando Despreciemos cuantas cosas nos quisieran hacer orgullo nuestro desprecio;
el rayo, que le abrasa por grande, la perdona por chica. Muchas cosas despreciemos a nosotros propios, no empero despreciemos a alguno, pues
se defienden por ignoradas, que no pudieran defenderse por fortale- el proverbio anciano amonesta que «pequeña centella despreciada, mu-
cidas. Con grandes y doctas palabras exageró Lucano los privilegios y chas veces produce grandes incendios». Seamos despreciados, no, despre-
prerrogativas del desprecio en la cabaña, pajiza de Amidas, «cuando to- ciadores de los otros ;1 y no sólo no aborrezcamos a los que nos despre-
° cándolat la mano cesárea, no tembló estremecida». Y dice para muy pon- cian, antes los miremos con el afecto que el enfermo a la medicina pre-
derada enseñanza : «¿A qué, templos o. a qué muros pudo acontecer servativa de todas sus dolencias. - Nw tiene sabor cristiano aquel verso
esto?» que dice:
Por esto, muchos desprecios son estimación, y muchas estimaciones
desprecios. Muda sus nombres el sentimiento vulgar, que ni sabe lo Comtemni torpe est; legem, donare, superbum.
que precia ni lo que desestima. Esclarecidos varones se engañaron en
estas veredas; y eligiendo sendas descaminadas, fueran a dar a la parte Torpe cosa es ser despreciado; dar ley es soberbia.
de adonde huían. Desavínose Julio César con el desprecio en que es-
taba, cuando conjeturándole Sila por su desaliño, decía : «Conviene Bien puede temerse que quien tiene por cosa torpe el ser despre-
guardarnos deste mozo mal ceñido.» Fuése encaramando por los pues- ciado, no tendrá por torpeza el despreciar; porque quien busca medio
tos que adquiere la maña, hasta los mayores a que sabe trepar la vio- contra la virtud, la hace extremo y viciosa ; pues ella es el medio : si
lencia ; con sed de adquirir, no sólo estimación, sino la suprema, arrebató no arismético ni geométrico, lo es músico.
para su ansia todo el albedrío de la fortuna; y el día que juzgó haber Estimemos, señor don Manuel, el desprecio con ansia de que cada
anribado a la suprema estimación, se precipitó en el más vil y san- día se aumente. ¡ Dichoso aquel a quien hallare la cuenta del postrero
griento desprecio. Por el contrario, Scipión se vió mayor acreedor a día sólo estimador de su desprecio mismo! ¡ Bienaventurado aquel a
Roma de la que Roma podía satisfacerle. Temió sus méritos, y que quien e l mundo despreciare porque le despreció; que no deja algo que
sus hazañas le granjeaban más invidia de la que podía vencer el que le sea precioso en el mundo; que no ha gastado su estimación en otros
venció las furias de Anibal. Desprecióse a sí, y despreció la ciudad. bienes que en aquellos que nos causó por guarecer nuestros males aquel
Juzgó por más conveniente que Scipión faltase a Roma, que obligar señor de quien se dijo «que se apocó a sí mismo, recibiendo forma de
a que Roma faltase a Scipión. Retiróse pobremente a unos baños, que siervo». Exinanivit semetipsum forman serví accipiens. Seguramente po-
sobrándoles horror para cárcel, le servían de palacio. Y cuando se des- drá vuesa merced y cuantos leyeren desestimar este papel por mío, y
pareció a la admiración del mundo y al rencor de la invidia, donde será ejercitarme, y no ofenderme; empero en mi desprecio me será
pobremente murió en tan voluntario desprecio, entonces empezó su ado- lícito solicitar estimación a mi intento, pues será gravamen a mi atre-
ración no en menos sublime afecto que en el del gran Séneca ; pues vimiento y a mi ignorancia. Yo merezco ser despreciado, y no sé serio.
sus baños, donde estaba su sepulcro, le obligaron a decir en la epís- Si como merezco el desprecio le consolara, tanto me debieran los buenos
tola LXXXVI tales palabras: «Esto te escribo, estando mal convale- como yo debiera al bien. Yo me contentaré con haber dado en este
cido, en la misma quinta de Scipión Africano, habiendo adorada las escrito alguna ratón modesta, si no docta, de mi ocio.
cenizas y aras que yo creo es sepulcro de varón tan grande. Persuádome Dé Dios a vuesa merced su gracia, larga vida, con buena salud, y le
que su alma volvió al cielo, de donde descendió, no porque gobernó aparte de todo mal. Madrid, 2 de setiembre de 1635.
grandes ejércitos (lo que hizo también Cambises rabioso, que usó feliz-
DON FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS.
mente de su furor), sino por su admirable moderación, más admirable
en haber dejado la patria que cuando la libró.» No adoró Séneca el [Rúbrica.]
polvo de Scipión porque mereció mucho, sino porque despreció lo que

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lame maldad de aquél la prodigiosa piedad destotros : aunque estaba
A PERSONA DESCONOCIDA labrado para instrumento decoroso, era de metal bajo, como los demás
de oro; al examen del crisol de la calamidad, el uno descubrió su es-
Aflígete en este destierro largo mi soledad. Es verdad que aquí es- coria, los muchos sus quilates. Amigos de hierro, cuanto se apuran se
tamos solos el preso y la cárcel; mas, si me cuentas por vivo, en mí pierden. No sólo me fué usura su alevosía, aumentando en los verda-
tengo compañía, y nunca me vi más acompañado que ahora que estoy deros amigos la caridad, sino dándome por amigos a cuantos supieron la
sin otro. Doyme todas las horas, y tengo conversación con la divina afectada ruindad de su maligna ingratitud.
Providencia, el entendimiento; con la soberana Justicia, la voluntad; Engañó el ánimo del príncipe, todo clemente y magnánimo, no el
con los escarmientos, la memoria; razonan conmigo los libros, cuyas entendimiento ; pues ya que justamente me trata como a delatado, me
palabras oigo con los ojos. Esta asistencia es de academia, no de yermo ; permite piadoso vivir como a inocente. Quien más resiste por mí su
nunca, sino ahora, fuí todo mío y para mí. Mayor y más preciosa parte acusación criminosa, es el mismo juez, a quien irritó para mí ruina _
rescata en mí la prisión, que encarcela, cuanto vale más el tiempo que con ella.
el divertimiento. Tiénenme cerrado en una cuadra; mas, a pesar de las ¿Cuándo, pues, se acabarán los trabajos? Necio es quien les espera=
vueltas de la llave, estoy libre; 'detiénenme un cuerpo, a quien paró otro fin, sino el desta vida. Cuidado es de la muerte, y única merced'
antes la vejez que las guardas. suya ; ella trae al dichoso lo que más teme, y al desdichado lo que
No es poder el mandar que no salga quien no puede levantarse; más desea. Hame dado Dios alta y lastimosa vergüenza sin habérsela :
quien guarda lo que aborrece, mi Lúcilio, más peca en cobarde que en pedido; y, pidiéndosela, no me ha dado libertad; aquélla porque se la
avariento: quítenle al más rematado delincuente cepos, cadenas y gri- dejé, ésta porque la quiero para mi albedrío.
llos ; pónganle mis pies y mi edad, y gritará que se los vuelvan. El Ya, Lucilio, ni la crueldad puéde quitarme muchos años (debí decir
ánimo, que está fuera de la jurisdicción de cerraduras y candados, se meses) ni la misericordia permitírmelos. Si alguno se deleita de verme
despacha desde la tierra al cielo, y va y viene descansado de jornadas padecer, el climatérico más desafuciado le invidia la duración; sonle
inmensas. Si mis enemigos tienen rencor, yo tengo paciencia. Pueden auxiliares en mi favor tantas calamidades como tienen desmoronado
darme muerte; hazaña es de que se encargó, desde que nací, mi propia mi cuerpo y trillada mi salud. El ceño destas montañas, cuyos vientos
naturaleza. Si no me quejo de mí, que cada día acabo mi vida, menos rabiosos son súbita locura, traen noche y hiviemo; y en un mismo día
me quejaré ,del que diere ayuda a lo que hago en mí. del verano, que aquí es sólo vocablo, hacen vivir repartidos por las
¿Pregúntasete por qué estoy preso? Respondo que por lo que no horas todos los meses del hivierno. Este es con tanto rigor frío, que
sé; y esto no puede ser poco, y debo de ser muy rudo, pues en tantos ha menester buscar con qué calentar la lumbre quien quisiere calentarse,
años no he podido saberlo. Pues padezco por lo que no sé, padezco por pues del fuego sólo se participa el humo, y del abrigo la costa.
ignorante; si es culpa serlo, despoblaránse las ciudades y poblaránse ¡ Dichoso aquel que cuando el mundo está titubeando para desqui-
las cárceles. No es la sinrazón que yo esté preso, sino que no lo estén ciarse, pisa, como yo, el lugar donde han de pisarle y donde ha de caer!
muchos. No diré yo que soy inocente, mas el silencio de mi culpa Ya se tienden las insignias de la muerte por todo mi rostro; tiempo es
publica que lo parezco. Las leyes no se deben a sí solas la conciencia de prevenir buen recibimiento al postrero día. Llegue, pues, que pues
de su igualdad, sino al reo. Quien condena sin oír a entrambas partes, no puedo apartarle, no he de temerle; sólo conviene prevenirle; lleva-
puede hacer justicia, no ser justo. ráme, mas ¡ no me arrancará! Desembaracemos los odios y dejemos ociosa
Persuádome que alguno me delató, y que fué mi más familiar amigo; la invidia; harto tiempo he sido golosina a su hambre : ya! es tiempo
si el ser acusado presupusiera culpa, nadie hubiera inocente. A quien de obligarla a que mude a otro pasto su gula, pues sólo ha qUedado
me dice que es terrible cosa que yo padezca sin causa, respondo con de mí lo que a los trabajos ha sobrado de asco, no de hartos.
las palabras de Sócrates a su mujer : «¿Quieres que padezca con ella?»
Cuando me arrancaron de mi casa, todas las invidias y les odios po-
pulares se descansaron atribuyéndome cuantos delitos satisfacían sus ven- A PERSONA DESCONOCIDA
ganzas y sus deseos. No fueron menos derramados en mi castigo, pues
me quitaron tantas cabezas, que era menester creerme hidra para creer- Escríbesme, ch, Lucilio, el mejor de los hombres, que te aflige ver
los : a mi me preguntaban por mi garganta, hablándoles por ella. el mundo revuelto. Dígote que eso es ver el mundo; haz que tu me-
Dirás : ¿qué se hicieron tus amigos? Responderé que, siendo muchos, moria te vuelva al siglo que quisieres, y verás que lamentaron lo mismo.
uno solo traidor; todos los demás, más amigos. Desquitóme de la in-

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Hoy nos parece más grave, porque lo pasado es relación de otros, y lo dice, sino lo que se ve y se pudo contar por la vecindad; las ciudades
presente carga nuestra ; aquello se oye, esto se padece; suspira el que están habitadas de batallas, las casas dé motines, los caminos de rebelión.
lleva la carga, no el que la ve llevar. No seas de los vulgares que El pueblo hambriento no sabe temer, porque sólo teme la hambre;
dicen que todo tiempo pasado fué mejor, que es condenar el porvenir y, en padeciéndola, no puede sufrirla. Dicen que el sacrílego Verres,
sin conocerle; pues forzosamente dirá el futuro, en llegando, que es que vino cargado de ocultos despojos y triunfos de la paz, los desnudó;
mejor éste, no por bueno, sino por ya pasado. En el mundo con más que Catilina les quitó el sosiego; Mario y Silla les derramó la sangre;
verdad .se reparte peor y malo, que bueno y mejor. Débanos nuestro que les arrebataron la libertad Pompeyo y César; que éste, sin ser puesto
tiempo alguna lisonja; muchos han pasado peores, muchos se pueden sobre sus cabezas, se subió sobre ellas. Van los soldados despeñándose
seguir menos malos. Hoy por las guerras civiles dices que no se puede por todas las maldades, delincuentes con las manos y el hierro, sólo en
vivir; no olvides en cuántas edades desearon no haber nacido. la pobreza píos.
Nadie jamás fué tan obedecida ,del mundo como la discordia : per- ¿Cómo quieres que no esté revuelto el mundo, cuando infinitos
petuamente reina en los elementos, sin que pueda tener tregua su guerra ; miserables piden a pocos poderosos todo lo que les falta, viendo que les
no consiente un instante de paz a nuestros humores; si crees a los sobra mucho? Mucho sufre la república enseñada a servir, nada la que
astrólogos, todo el cielo es una discordia resplandeciente: no hay es- fuerzan a que sirva; no hay mejor servicio que esclavos sujetos, ni peor
trella que no se oponga a otra, y todas militan con aspectos contra- que oprimidos. El poder divertido juzga por pequeña diferencia lo que
rios; con vivimos, della somos compuestos, a ella estamos sujetos hay de sujeto a oprimido, siendo la misma que del extremo al medio,
por naturaleza. Mucho tiene de providencia esta disensión, que com- y la que hay de virtud a vicio. Nunca es principio de la ruina de
pone, sustenta y vivifica. gran monarquía cosa grande, que dándole cuidado la advirtiera, sino
Replicarásme que esto no se puede decir de la discordia que intro- cosas tan pequeñas, que o las desprecia su confianza, o no alcanza a
duce la malicia. ¡Oh, Lucilio, si miras a quien la permite (que es la verlas desde su cumbre.
eterna Deidad), y no a ella, la llamarás antes misteriosa que necia, como Toda esta sangrienta confusión y aparato, que con la muerte y las
la llamó Virgilio : Discordia demens. Ella castiga lo soberbio y derriba armas tiene atónito el circuito de la tierra y fatigados los golfos del
lo mayor: esto es justicia y es verdad, que corre en proverbio: «Con mar, no se mueve, oh, Lucilio, por ti y por mí; disinios ocultos son de
la concordia las cosas pequeñas crecen, con la discordia las ma- la eterna Providencia. Cuando Dios castiga, no es porque los hombres
yores caen.» Su ofició es cercenar demasías, y acortar exce- agotamos su paciencia, sino porque la desechamos y no la merecemos.
sos, y corregir grandezas insolentes. Esto más tiene de atención Confórmate, pues, con que el mundo viva su vida, y déjale tener
divina que de favor humano. La cumbre más alta no sólo sale a recibir su condición. Dispón tu ánimo a padecer los sucesos, no a gober-
los rayos, antes llega a sacárselos a Júpiter de las manos; quien de narlos. Los tumultos que te afligen no los puedes evitar; puedes des-
todos se desiguala, a todos desafía. Ninguno se queja más de la dis- preciarlos, porque Dios lo permite, porque lo consiente: palabra es que
cordia que quien la ocasiona : los progenitores de nuestra república se ladra contra Dios cuando se pronuncia.
fueron pocos, ladrones de sólo un roba; y multiplicóse con él, hízose Seamos algunos propicios a Dios, que a todos es propicio. Muchos
poderosa con diferentes hurtos: fuéle fácil a ella sola quitar a todos lo quieren más emendar a Dios que emendarse; éstos ni pueden ser más
que tenían, y por eso será más fácil que todos la quiten lo que ella detestablemente impíos, ni más ignominiosamente necios.
sola tiene; ella persuadió contra sí la discordia que la destruye, arrui-
nando a los que la combaten.
Crecer en dominio y señorío es peligroso, y llámase aumento. En- A PERSONA DESCONOCIDA
fermedad es de las grandezas no poder hacerse menores, injusticia no
poder igualarse; más fácilmente se deshacen todas que se moderan. °
A los reinos poderoSos antes los ejercitan las guerras externas que los Buscar buen entierro y mala muerte, muchos lo hacen y todos lo
menoscaban. Las civiles, no impelidas de alguno, los postran, con con-
,
yerran; morir santamente importa, estar magníficamente enterrado, no.
tagio que se pega, y discurre por los que' viven juntos; y la comuni- Solicitar la comodidad aliñada de sus gusanos y hospedaje opulento
cación del padre con el hijo es pasadizo de muerte del uno al otro: es para su corrupción o cenizas, locura prolija es, que pasa de la muerte;
parte que respira contra sí el mismo comercio pariente. No hay persona cuidar que el túmulo llegue al cielo y no la alma, más es descuido
que no confine con su contrario, no se cudicia lo que se sospecha o se que cuidado. Cualquier tierra, oh Lucilio, es nuestra madre : ¿cuál re-

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gazo nos hará más cariñosa acogida? Ella nos cobra, pues nos debemos ya no lo son, y, borradas del tiempo, no saben de las cenizas para cuya
a ella. No defraudemos la agricultura de la muerte : semilla es nuestro guarda las levantaron. Otra vez te dije : A la vida debemos mucho,
cuerpo para la cosecha del postrero día ; mejor cuenta da de la siem- a la muerte nada.
bra la tierra que las piedras; más descubren nuestra vanidad las co- Ahora, porque la muerte -acabe también la carta, te digo que de-
lumnas y pirámides que cubren nuestros güesos; acábese con la vida bemos morir, y nada a la muerte; mas debemos saber morir. Esto sabe
la locura, que aun fuera bien no hubiera empezado en ella. No parez- quien a la muerte no le deja otra cosa que le quite sino el postrer
camos, aun después de muertos, incrédulos, los que ya no somos; ¿puede aliento, el que ocupa su vida en desembarazar de temores y esperanzas
haber frenesí como pagarse un hombre de que dé admiración la fábrica la última hora; digámoslo de una vez : el que es' difunto antes de
que guarda lo que da horror aun considerado? Enjoyar el desprecio, acabar de vivir.
antes es despreciar las joyas que adornarle con ellas; morir dignos de
que otros le fabriquen templos, no es pretensión, sino mérito; fabri-
cársele a sí viviendo, sospecha da de que se idolatra y no- se conoce.
Por mucha riqueza que gastemos en cubrir este polvo, siempre seremos A PERSONA DESCONOCIDA
el asco, y el edificio el precio; disfrazar en palacio la sepoltura, engaño
es, no concesión. Desear que todos sean buenos, y creer que lo son pocos, es virtud
Ya conoces a Décimo Macro, hombre de tantos años, que pu- y cordura. Muchos hombres debe de haber buenos, todos lo deben ser,
diera haber sido arreo tres veces viejo; tan consumido, que ni ve con muchos parece que lo son; y lo son pocos. ¿Qué, pues, haremos para
los ojos si mira, ni si le miran le alcanzan a ver los ojos, que ya se vivir? No fiarnos de la apariencia ni culparla ; tratémosla como a cosa
pierden de vista emboscados en la maleza de las cejas; en quien el dudosa; -no huyamos della por no ofenderla, no la creamos por no ofen-
movimiento es temblor, y la habla parasismo pronunciado. Este, pues, dernos; comuniquémosla con recelo, y tratémosla sin peligro. Vivir y
que de estafar güérfanos y desustanciar con usuras la república, ha dejar vivir es el aforismo de mejor seso para la comodidad política.
juntado tantos delitos como dinero, me llevó a que viese le máquina Muchos fueron buenos hasta que hallaron quien los tuviese por tales.
con que ha ilustrado su sepoltura, tan espléndida y primorosa, que me- Muchos se hicieron malos luego que les premiaron por buenos. Hay
recía cubrir las cenizas y **reliquias de los Pompeyos o de los Fabios. quien aguarda entre buenas costumbres, para ser ruin, sólo a verse en
Las cláusulas del epitafio pudieran leerse a propósito y ajustadas sobre honra, Otros no se cansan de ser buenos hasta que adquieren con qué
el cadáver del divo Julio. Llama al pasajero, para que sepa de quién poder ser inicuos; tienen paciencia para ser virtuosos hasta que ad-
ha de huir; llámase piadoso, liberalísimo, patricio, padre de la patria,. quieren caudal para dejar de serio. Yo he visto quien daba con piedad
benemérito y otros muchos requiebros que mandó que le dijese el már- lo poco que tenía, hasta que con artificio tuvo mano para quitar a todos
mol, duro hablador. Consideré que éste, por mentir aun muerto, se- lo que tenían. En muchos el reprehender los- vicios, detestar la cruel-
había de levantar estos elogios; o, por no dejar de hurtar, usurpaba dad, los robos y adulterios, no es religión, sino invidia. De nadie son
estos blasones. Viéndole a él más acabado que su túmulo, le dije : tan perseguidos los impíos que llegan a medrar, como de los que lo
«Aquí tu cadáver sólo falta, no se le hagas desear; más disculpable son; cudician su dicha, no su emienda. No los derriban por desagra-
locura fuera enterrarte vivo por gozarle,1 que fué erigirle para no gozarle viar el puesto que infaman, sino por ocuparle ellos; frecuentemente se
muerto. No seas pesado a la tierra, pues pides que te sea leve.» Res- ve acusar un delincuente a otro, no para que le den el castigo que me-
pondióme : «Aún pienso vivir más que él.» Pondera a cuán largas jor- rece, sino para sucederle en el oficio con que le mereció.
nadas destina noventa y seis años. Fabrica túmulo para que se entierre Mi Lucilio, los que te parecen rostros, son máscaras; no te detengas
a sí mismo primero que a él; no para sí cuando él muera, sino para en lo que ves, sospecha lo que pueden esconderte. Sabe la traición
que él muera en sí. reírse, y la venganza mesurarse. La bestialidad podrida pasa por mo-
Oh, mi Lucilio! El negocio principal del hombre es vivir, y acabar destia; la tristeza promete consolación, y muchas veces es invidia. Sus-
dé vivir de manera, que la buena vida que tuvo y la buena memoria pende el juicio y no le arrojes. Dirás. que ¿a quién se ha de creer, de
que deja, le sean urna y epitafio. El acierto está en desnudarse bien quién nos hemos de fiar? Responderéte con el jornal que gané hoy a
deste cuerpo, no en cubrirle con la fanfarria de los jaspes ni la soberbia la elección. Voz es de Speusippo: «Hase de creer poco y a pocos, antes
de las pirámides. De aquellas maravillas en cuya fábrica se derramó el nada y a ninguno.» Yo digo que ni a nosotros mismos es seguro creer-
sudor de tantas provincias, sola ha quedado una maravilla, y es, que nos: no hay peores consejeros que el amor propio, nuestros apetitos

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y afectos. Creamos a la verdad, que nada nos finge; a la sabiduría, precedió a la noche en que fuí arrancado de mis huertos, se estuvo con-
que todo lo mejora; a la muerte, que todo lo iguala; a los libros, que migo, haciéndose guarda de sus miedos. Tú sabes con cuán insolente
advierten sin interés; a los autores ancianos, que por estar ya desotra desdén a otro día volvió el rostro a - mis libertos y le escondió a mis
parte de muchos siglos, ni pueden legrar. los oprobios ni •comprar aplau- amigos, y que aun le faltó vergüenza para correrse de los que se afren-
sos con las adulaciones. Su reprehensión no enoja al perdido que la taban de verle. Carga la consideración sobre las circunstancias desta mal-
lee, ni su alabanza desvanece al virtuoso. Los maestros difuntos son dad, y verás que no sólo los anzuelos engañan con el cebo y disimulan
tolerables, porque hablan con los vicios, con las personas que los tienen, la muerte en la caricia, ¿Qué se podrá creer, si en creer esto y a éste
no contra las personas. me engañé? Por esto te aconsejo que ni a mí me creas, pues me dejé
Cree, Lucilio, que no se ha de creer en los hombres; no a mí, sino engañar, y que creas a mi suceso, pues te enseña con mi desengaño;
a •mi suceso. ¿Conociste a Publio Hatterio, en quien se vía deco- dichoso eres: mi trabajo hace la costa a tu escarmiento. Creer a los
roso • aparato de grandes méritos? Los que dan los nueve meses con el acontecimientos ajenos es felicidad y ahorro.
parto: nobleza heredada, y agradable diposición de la persona, y rostro ¿Quieres saber al Pórtico lo que debo, y a su filosofía varonil? Con
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con lo afable negociador de aficiones; ejercitado en la lección griega y ella hice maestro para mí al que sólo quiso ser mi verdugo; hallé la
latina; no derramado en las palabras, ni supersticioso en el silencio; misma usura en sus persecuciones que el niño en los azotes, cuando le
modesto sin afectación, humilde sin soberbia (repartimiento hazañoso, hacen que aprenda lo que le importa saber. Si el malo puede disimular
pues hay muchos que de aquella virtud fabrican este vicia). Ya en él que lo es, y el bueno dejar de serlo, tratemos con sospecha lo que
la nieve de las canas aseguraba a la cabeza del humo que arrojan los puede ser el uno y dejar de ser el otro. Para penetrar cómo puede ser
hervores de la mocedad, olvidado de aquel color el cabello. Estas señas cualquiera hombre, no necesitamos salir de nosotros; miremos cómo
parecen que van a dar a la igualdad de Sócrates o a la entereza con- somos y cuáles hemos sido o querido ser muchas veces, y veremos cómo
tumaz de Catón. Así lo juzgué, mas llevaron otro camino. Tú le viste, es posible que sean los demás.
y toda Roma, no sólo amigo mío, sino amartelado, y que en cinco años El mejor caudal de la vida es un buen amigo : bien tan raro, que
le fué contínua estación mi quinta. No conté día alguno sin dos asis- ha de ser único. Por esto le sucede lo que al fénix: todos le alaban,
tencias suyas; tenía quejoso mi estudio lo prolijo de su continuación. muchos afirman que le hay y nos le describen, y ni le vieron ni le
De su boca supieron muchos el agradecimiento, que; no por pequeños vemos. Buen amigo, si Dios no le da, nadie presuma de saberle hacer
beneficios, me debía. Nada tan público, sino su maldad después., Per- ni merecer hallarle. De sus enemigos se han librado muchos, de sus
suadió la fantasma destas costas a César que le colocase en grande mi- amigos pocos. Reprehendiendo yo a Valeriano Scauro, y advirtiéndole
nisterio. Primero engañó a él y a la república que a mí. Esto refiero, era público que cometía adulterio con la mujer del amigo que le tenía
no por consuelo, que fuera perezoso; no por disculpa, que fuera necia; en su casa, de cuya liberalidad vivía, respondió : «¿Quieres que busque
sino por gravamen a su iniquidad y a mi ignorancia. Persuadióme la mi deleite donde no me admiten y me aguardan con una lanza a la
familiaridad que el afeite era hermosura propia, engaño afrentoso a puerta? Donde se fían de mí tengo la seguridad que les quito.» ¡ Qué
ojos enamorados. no hizo •éste!, ¡ qué no dijo, pues por su maldad pretendió fuese repre-
Vino un día rebosando su interior; comunicóme una ingratitud in- hendido el inocente! Si la puerta armada da más seguridad que el
- famemente alevosa contra la persona a quien se debía todo. Advertíle beneficio, mejor es tener la amenaza por llave que al amigo por güésped.
con severa verdad de su descamino, convenciendo su intención sin res- Procuremos, oh, Lucilio, que este compuesto de cuerpo y alma tenga
puesta. Restituyóse a su cautelosa hipocresía ; llamórne su remedio, su amistad con la razón, y no echaremos menos otro amigo ni peligraremos
amparo, su padre; abrazóme repetidamente; dijo que había nacido de en alguno.
mi advertencia. Crimine ab uno disce omnes, y reconoce las zalemas
y los requiebros de la traición. Fuése; y sospechando que yo sería como
él, y que en su acusación fundaría mis aumentos, maquinó contra mí
calumnia 'que obligase al príncipe me relegase a Córcega, porque la dis- DE QUEVEDO AL CONDE-DUQUE DE OLIVARES
tancia y prohibición del comercio asegurase los sustos de su conciencia.
Yo, que pudiera reconocer que quien era traidor a quien debía mucho Excmo. Sr.
más, no repararía en serio conmigo, sólo asistí a agradecerme el haber Así dé Dios a Su Majestad muchos y bienaventurados años de vida,
servido al confidente. Ejecutase mi proscripción, y toda la tarde que y a sus armas católicas los buenos sucesos que vuecelencia desea, que,
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acordándose vuecelencia de su grandeza y olvidando mi persona, lea


este memorial. dado sino la confianza en vuecelencia. Ninguna clemencia puede darme,
MEMORIAL ni quitarme muchos años algún rigor. No pido,' señor, este espacio (na-
turalmente corto) por vivir más, sino por vivir bien algo, aunque poco,
Señor : Un año y diez meses ha que se ejecutó mi prisión, a 7 de para que yo sea no pequeña porción de gloria al nombre de vuecelen-
diciembre, víspera de la Concepción de nuestra Señora, a las diez y cia. La autoridad de vuecelencia ha de interceder ccn su majestad, y su
media de la noche. Fuí traído en el rigor del invierno, sin capa y sin propia grandeza consigo. No deseo que se acaben mis castigos, sino que
una camisa, de sesenta y un ario, a este convento real 'de San Marcos se encomiende su prosecución a mi arrepentimiento; pues no es más
de León, donde he estado todo éste tiempo en rigurosísima prisión, en- blando artífice de tormentos la vergüenza propia que el rigor ajeno.
fermo con tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río, que A mí todo me lo debe negar vuecelencia, a sí nada. Si vuecelencia no
tengo a la cabecera, se me han cancerado, y por falta de cirujano, no se acordare de nada que le olvide de sí, no me faltará su protección.
sin piedad me las han visto cauterizar con mis manos; tan pobre, que Si alguno en el puesto de valido, en las virtudes, eminencia, estilo
de limosna me han abrigado, y entretenido la vida. El horror de mis y dotrina se acerca decorosaMente a vuecelencia, es Plinio Segundo.
trabajos ha espantado a todos. Oigale vuecelencia por esto benignamente ,para mí, libro VIII de sus
No tengo sino una hermana, y ésa monja en las Carmelitas descal- Epístolas a Geminio: «Empero yo juzgo por óptimo y emendadísimo a
zas, de quien no puedo pretender sino que me encomiende a Dios. aquel que de tal manera perdona a los demás, como si cada día pecase ;
Conozco (a persuasión de mis pecados) suma piedad en el rigor : yo y de tal manera se abstiene de pecar, como si no perdonase a alguno.
propio soy voz de mi conciencia y acuso mi vida. Si vuecelencia me Por esto, en casa y fuera y en 'todo género de vida, observamos el ser
hallara bueno, mía fuera la alabanza; hallarme maló y hacerme bueno, implacables para nosotros, y exorables para los demás, aun para los
lo será -de vuecelencia. Cuando yo sea indigno de piedad, vuecelencia que no saben perdonar sino a sí mismos.» Que vuecelencia es aquel
es dignísimo de tenerla, propia virtud de tan gran .señor y ministro. varón óptimo y emendadísimo, las hazañas de su clemencia lo depo-
«Ninguna cosa (dice •éneca, consolando a Marcia) juzgo por tan digna nen, y la valentía de su paciencia; a quien han sido carga tantos in-
de los que están en la cumbre, como perdonar muchas cosas, y no pedir gratos, y martirio tantos traidores como hoy ha conjurado contra esta
perdón de alguna.» ¿Cuál delito pudiera yo cometer mayor que persua- monarquía Francia. Para llegar a los oídos de vuecelencia, este será el
dirme habían de ser orilla a la magnanimidad de vuecelencia mis des- último grito con que me socorre la memoria. Permita vuecelencia esté
dichas? Yo pido a vuecelencia tiempo para vengarme de mí mesmo. yo más cuidadoso del reconocimiento a su beneficio que del rigor a mi
Ya el mundo ha oído contra mí a mis enemigos; lo que pretendo es peligro; pues siempre será más gloria a su esclarecida fama el acor-
que contra mí me oiga : más auténtica será, por más exenta de odio, darme de su misericordia que de mi calamidad. Respondiendo el empe-
mi acusación. rador Trajano a una consulta de Plinio Junior, le dice (libro X de sus
Yo protesto en Dios nuestro Señor, que en todo lo que de mí Epístolas): «Pudiste, mi Secundo muy amado, no dudar acerca de lo
se ha dicho no tengo otra culpa sino es haber vivido con tan poco que determinaste consultarme, como sepas muy bien que mi intención
ejemplo, que pudiesen achacar a mis locuras tantas abominaciones. No no es con el miedo y terror de los hombres adquirir la reverencia a
digo que es invidia la que me difama; aunque pudiera, pues hay envi- mi nombre.» Estas palabras, que son de la pluma de Trajano, ¿quién
diosos de más calamidades en el miserable, como de menos dichas en dudará que son de la boca de su majestad, y de la intención y nota
el fortunado último ingenio de la malicia humana. Como yo debo per- de vuecelencia? Los tiempos, no los méritos, adelantaron este empe-
donar a los que me aborrecen el que soliciten mi ruina, no debe la rador y este valido a tan glorioso monarca en su majestad, a privado
grandeza de vuecelencia ni su generoso natural perdonarles el solicitar tan desinteresadamente celoso como vuecelencia.
que no me perdone. Los que me ven no me juzgan preso, sino con Nuestro Señor guarde a vuecelencia, como he menester. De León
sumo rigor justiciado; por esto no espero la muerte, antes la trato : pro- y este real convento de San Marcos, de la Orden del glorioso apóstol
lijidgcl suya es lo que vivo ; no me falta para muerto sino la sepol- Santiago, a 7 de octubre de 1641.
tura, por ser el descanso de los difuntos. Excelentísimo señor.
Todo lo he perdido. La hacienda, que siempre fué poca, hoy es Quien de vuecelencia espera nueva vida,
ninguna entre la grande costa de mi prisión y de los que se han levan- DON FRANCISCO DE QUEVEDO.
tado con ella. Los amigos, mi adversidad los atemorizó. No me ha que-
,
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'

DE QUEVEDO A FELIPE IV

Señor : Don Francisco de Quevedo ha tres años y más que está


preso en San Marcos de León sin saber la causa, habiendo pedido mu-
chas veces a vuestra majestad, a su mayor ministro y tribunales se le
oiga en justicia; y no ha tenido despacho. Y siendo la prisión larga
sentencia de muchos delitos, habella padecido sin oírle es contra todo
derecho, en agravio de su persona, reputación, vida y hacienda; con
tan graves y dolorosas circunstancias, como fueron sacalle de casa del
duque de Medina a las once de la noche dos alcaldes de corte: no-
vedad que, por no usada con ningún grande destos reinos, daba a en-
tender mayor gravedad en el delito, según la desigualdad de la per-
sona. El uno, señor, le metió en el coche, que con desabrigo y desnudez
Páginas
le sacó hasta León. Y el otro, mirándole las faltriqueras y tomándole
PRÓLOGO
las llaves'de su hacienda y papeles, le despojó de todo; siendo don Fran- 5
cisco secretario de vuestra majestad (puesto de toda estima): que sólo España defendida, y los tiempos de ahora, de las calumnias de los no-
le ha causado esta circunstancia de infidelidad la mayor ignominia, in- veleros y sediciosos 9
tentada, de su persona. Con que ni ha podido cobrar su hacienda, ni Política de Dios, Gobierno de Cristo
quedádole más defensa que el bueno y notorio 'proceder de vasallo, de
Carta del Rey Don Fernando el Católico al primer Virrey de Nápoles . 83
caballero y de hombre honrado, y de que está seguro y cierto su cora-
zón: atestiguándolo su vida, así que naturalmente le debiera faltar en El Chitón de las Tarabillas 92
tales y crueles aflicciones. Pero en setenta años de edad (muchos dellos La rebelión de Barcelona tto
en servicio de vuestra majestad), una pierna abierta y en la tierra más Marco Bruto 122
fría de España, se la ha conservado nuestro Señor; sin que las circuns- Epistolario 16o .
tancias de desconsuelo con que le prendieron, y a lo que persuadían
comúnmente tales demostraciones, le hayan turbado la quietud del ánimo,
por la seguridad con que en el servicio de vuestra majestad ha obrado
siempre.
Suplica a vuestra majestad que si estos motivos no fueren bastantes
para que vuestra majestad le mande desagraviar (pues contra él no se
hallará causa), y restituyéndole a su libertad y honra y hacienda y pa-
peles, se le oiga en justicia, para que él dé la satisfacción debida al
servicio de vuestra majestad y a quien es, que el mundo conocerá te-
mían sus enemigos más la defensa justa del suplicainte, que aborrecían
la culpa que inventaron para prendelle.

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